ATB - 1162 - Mi 7.5-15
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1162
MIQUEAS
Capítulo 7:5 - 15
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro recorrido por el libro del profeta Miqueas. Estamos
en el capítulo 7, y como ya hemos indicado en nuestras notas, aquí, en los primeros nueve
versículos de este capítulo 7, el profeta confiesa que Dios tiene razón en su queja contra Israel. Y
a causa de la acusación y de la exactitud de ella, esto toca el corazón del profeta. Él no es una
persona que no tiene sentimientos. Él se siente conmovido y motivado por el castigo que viene
sobre su pueblo, y hemos visto que al comienzo de este capítulo 7, allá en el primer versículo, él
comienza diciendo: ¡Ay de mí! Bueno, estamos seguros que muchos de nosotros, y bajo
circunstancias similares, hemos dicho la misma cosa: ¡Ay de mí! Es decir, que él está en esta
primera sección, haciendo un soliloquio de tristeza, una saga de sufrimiento, un gemido, un
lamento de tristeza, una elegía de dolor elocuente. Eso es lo que tenemos aquí porque él está
diciendo, está mencionando algo de suma importancia, como podemos observar.
Ahora, Miqueas habla de manera directa, sincera, clara en cuanto a los problemas, y las
dificultades que tenían estas personas, el pecado. Esa declaración tan hermosa que él había hecho
allá en el capítulo 6, versículo 8, en cuanto a solamente hacer justicia y amar misericordia, y
humillarte ante tu Dios, esta gente no estaba haciendo eso. Ellos descubrieron que no podían
hacerlo, como hemos visto. El Apóstol Pedro dijo allá en el libro de los Hechos de los Apóstoles,
capítulo 15, versículo 10: ¿Por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un
yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Por tanto, nosotros tampoco
podemos llevar ese yugo hoy. Sin embargo, hay muchas personas que van a la iglesia hoy
pensando que son salvos por sus propias obras buenas; que ellos son aceptables ante Dios por lo
que hacen . Y no hay hipocresía peor que esa clase de hipocresía. Estas personas que vivieron
Y ahora, Miqueas comienza a resumir los pecados que habían cometido estas personas. Él
menciona, como vimos en el programa anterior, que hacen el mal con ambas manos. Y eso quiere
decir que ellos estaban muy ocupados haciendo el mal. Por cierto que esto los mantenía muy
ocupados, muy activos. Y ellos estaban haciendo el mal por una recompensa. Ellos no sólo
estaban dispuestos a rebajarse a hacer las cosas que eran malas, sino que lo hacían a causa de la
avaricia y la codicia que tenían. Aún los mejores de ellos eran como el espino. Y uno debía tener
cuidado. Uno puede sufrir mucho si toma el espino en sus manos, especialmente, si uno no tiene
cuidado con eso. Y esa era pues, la condición de ellos, aún de los mejores de aquel día. Uno no
podía depender de ellos, no podía confiar en ellos. Y luego, llegamos al versículo 5, donde
comenzamos nuestro estudio hoy, y este versículo nos dice, leamos:
5
No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no
abras tu boca. (Mi. 7:5)
Esto nos revela algo de la terrible condición que existía en aquel día. Y esto ha sido cierto,
según creemos nosotros, de las así llamadas civilizaciones de este mundo, de este mundo malo
que nos rodea. Y usted y yo debemos reconocer que especialmente si usted tiene una posición del
lado de Dios, que espera que ocurra lo que el Señor Jesucristo mismo dijo bien claro, que vendría
un día, Él dijo allá en el evangelio según San Mateo, capítulo 10, versículo 34: No penséis que he
venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Amigo oyente,
mientras haya mal en este mundo, habrá un conflicto y habrá una guerra entre aquello que es de la
carne y aquello que es del Espíritu. Entre la luz y las tinieblas. Entre el bien y el mal. Cuando
uno se levanta bien temprano en la mañana, puede contemplar la lucha que tienen las tinieblas con
la luz. Uno puede apreciar cómo triunfa el sol sobre las tinieblas, y éstas se desvanecen. Pero
existe un período al amanecer, un período cuando pareciera que las tinieblas están luchando
contra la luz, y lo mismo ocurre al atardecer, a la puesta del sol. Y, entonces, nuevamente
triunfan las tinieblas. Y existe esta clase de lucha espiritual en este mundo en el presente. Y el
Señor Jesucristo dijo de una manera muy clara esto. Porque he venido para poner en disención
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al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los
enemigos del hombre serán los de su casa. Él dijo esto allá en el evangelio según San Mateo,
capítulo 10, versículos 35 y 36. O sea, uno no puede confiar en ellos. Y él dice aquí en este
capítulo 7 de Miqueas, versículo 5:
5
No creáis en amigo, ni confiéis en príncipe; de la que duerme a tu lado cuídate, no
abras tu boca.
Uno debe cuidarse hasta de su propia esposa. Por supuesto, esto es algo que se puede decir
de ambos esposos, de ambos cónyuges, de que una esposa no pueda llegar a confiar en su esposo,
y que un esposo no pueda llegar a confiar en su propia esposa.
Vivimos en un día, amigo oyente, cuando, en realidad, la palabra del hombre parece no tener
tanto valor como lo tenía antes. Uno ni siquiera puede creer en lo que lee. Uno no puede creer
en lo que escucha por radio o por televisión. Y todo debería ser probado hoy por el creyente, por
el hijo de Dios. Amigo oyente, debemos advertirle que es necesario que uno pruebe cada
programa que escucha. Y a propósito, puede comenzar haciendo esto con este programa, con el
nuestro propio. Debe probar usted cada punto. Usted será sabio si lo hace, porque no se puede
confiar en la naturaleza humana, amigo oyente. Y la naturaleza humana siempre trata de engañar
a la madre naturaleza y a todo lo demás. Ahora, notemos lo que él continúa diciendo aquí en el
versículo 6 de este capítulo 7 de Miqueas:
6
Porque el hijo deshonra al padre, la hija se levanta contra la madre, la nuera contra
su suegra, y los enemigos del hombre son los de su casa. (Mi. 7:6)
Usted puede apreciar que esto es exactamente lo mismo que dijo el Señor Jesucristo que
sucedería. Y esto sucederá en este día también. Y cuando se presente esta situación, amigo
oyente, es un día de decadencia, de deterioro, un día de ruina. Debemos decir que es un día de
tinieblas. Y nosotros vivimos en un día así. Las cosas han llegado a tal punto que el gobierno
tiene que vigilar todo lo que ocurre. Ahora, ¿quién va a vigilar, quién va a cuidar el gobierno?
Porque ellos también necesitan ser cuidados. Así es que, amigo oyente, debemos preguntarnos:
7
Mas yo a Jehová miraré, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá. (Mi.
7:7)
8
Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more
en tinieblas, Jehová será mi luz. (Mi. 7:8)
Este es uno de los grandes principios que encontramos a través de toda la Escritura. Y es
esto: que aunque el hombre de Dios puede caer, Dios le levantará. Y luego, cuando estamos en
tinieblas, el Señor será luz para nosotros. Por esto, queremos repetir que nosotros debemos
permanecer cerca de la Palabra de Dios en días difíciles y tenebrosos.
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Luego, en el versículo 9, el profeta hace una confesión a Dios a favor de su pueblo. Y esto es
en realidad una expresión de sumisión a Dios. Y encontramos aquí una dulce sumisión al Señor.
Debemos notar esto. Y luego, a pesar de las tinieblas en ese lugar, existe en los labios del profeta
una alabanza a Dios. Él le dice al enemigo: No te alegres de mí, porque Dios me levantará, y
luego podré regocijarme, y aunque esté en las tinieblas, Jehová será mi luz. Note usted que dice
en la primera parte del versículo 9:
9
La ira de Jehová soportaré, porque pequé contra él, (Mi. 7:9a)
Usted puede apreciar que Miqueas está haciendo una confesión pública del pecado de la
gente. Y continúa diciendo:
Podemos ver la confianza que tiene este hombre. Él se somete a la voluntad de Dios. Y
pensamos que esa debería ser la posición de los hijos de Dios hoy. En esta hora tan tenebrosa y
tan triste de la historia del mundo ¿qué es lo que deberíamos hacer? Bueno, aquí tenemos algo,
por cierto. Dios ha permitido que sucedieran todas estas cosas, pero aún Él está en control de
todo. Y, ¿qué debemos hacer? Debemos someternos a Dios. Debemos confesar nuestros
pecados y mantener nuestras cuentas claras con Dios. Debemos estar al día con Él, debemos
estar seguros de que debemos arreglar todas las cuentas con Él, y esto es algo que es de suma
importancia. Usted nota que Él está diciendo: La ira de Jehová soportaré. ¿Por qué? Porque
pequé contra Él. Nosotros, como nación, hemos pecado. Usted ha pecado; yo he pecado.
Hemos aceptado lo que esta sociedad nos ofrece y hemos sonreído a esa falta de integridad que
existe en la vida pública. Y hemos cerrado nuestros ojos a la gran inmoralidad que nos rodea.
Quizá sea hora de que confesemos al Señor nuestros pecados, porque hemos pecado contra Él.
Hasta que juzgue mi causa – dice aquí Miqueas – y haga mi justicia; Y continúa en la parte final
de este versículo 9:
10
Y mi enemiga lo verá, (Mi. 7:10a)
Y nos agradaría preguntar a los traductores de la Biblia: ¿Por qué han dicho aquí “enemiga”?
Pensamos que esto tiene en mente a cualquiera que sea el enemigo, y en esta ocasión, como
veremos en el versículo 12, de este capítulo 7 de Miqueas, se refiere a Asiria. Y hay otras
naciones que estaban alineadas juntamente con ella, así es que, se refiere a los enemigos del
pueblo de Dios. Ahora, con esto en mente, leamos lo que dice este versículo 10 en su totalidad:
10
Y mi enemiga lo verá, y la cubrirá vergüenza; la que me decía: ¿Dónde está Jehová
tu Dios? Mis ojos la verán; ahora será hollada como lodo de las calles. (Mi. 7:10)
Es decir, que al fin, Dios triunfará. Pero lo trágico de todo esto aquí es que a causa del
pecado de la gente, ellos deben ser castigados. Y el enemigo se hace esta pregunta: “Ustedes se
jactaron del hecho de que servían a Dios, pero ¿dónde está Él? ¿Por qué no los ayuda? ¿Por qué
no los libera Dios? Él dijo que lo iba a hacer.” Bueno, el enemigo, amigo oyente, no puede ver la
justicia de Dios. El enemigo no puede ver que Dios está tratando con ellos de manera justa y
recta. Y Él debe castigarles. Notemos ahora lo que dice el versículo 11.
11
Viene el día en que se edificarán tus muros; aquel día se extenderán los límites. (Mi.
7:11)
No tenemos tiempo en realidad para desarrollar todo esto ahora, pero queremos decir que es
un período en la historia de Israel cuando Dios les sacó a ellos ante la gente, ante el público. Él
los esparció. Ellos fueron a Egipto para ser formados como nación. Luego, Dios les sacó de allí,
les dio la ley, los hizo pueblo aparte, y los guardó de mezclarse con la misma gente. Luego, a
causa de su pecado, los envió a la cautividad de Babilonia. Ahora, ellos tenían un ministerio para
el mundo; tanto en la época cuando habían sido llevados cautivos, como cuando habían sido
esparcidos por el mundo. Ellos han sido esa clase de testigos. Veamos ahora lo que él nos dice
aquí en el versículo 12 de este capítulo 7 de Miqueas:
¿Ve usted? Asiria está encabezando el ataque contra esta gente. Y, por supuesto que Asiria
se llevó cautivo al reino del norte. Luego, en el versículo 13, leemos:
13
Y será asolada la tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras. (Mi.
7:13)
Usted puede ver que esta tierra y esta gente van juntas. Esa tierra no era tan desolada como
lo es en el presente. Es que, cuando la bendición de Dios venga sobre ellos, también sucederá lo
mismo con la tierra. Y eso no ha sucedido todavía, amigo oyente. Ahora, en el versículo 14, él
habla de una manera maravillosa, leamos:
14
Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la
montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.
(Mi. 7:14)
14
Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solo en la
montaña, en campo fértil; busque pasto en Basán y Galaad, como en el tiempo pasado.
(Mi. 7:14)
15
Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto. (Mi. 7:15)
Aquí tenemos una pequeña profecía; y en los versículos 15 al 17, se prepara el camino para
ese maravilloso versículo 18, el cual consideraremos en nuestro próximo programa. Y como
acabamos de decir, los versículos 15 al 20, pondrán punto final a esta corta profecía de Miqueas
que hemos estado estudiando ya por varios días. Y como es nuestra costumbre, le sugerimos leer
estos versículos para estar más familiarizado con su contenido.