Cuento Mexicano Siglo XX
Cuento Mexicano Siglo XX
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hnágenes de Id portddd
Secretario General
Dr. Ricardo Salís Rosales
SecretarIO de la IJmdad
Mtro. Cristian Leriche Guzmán
5ecretana Académica de la
Dlulslón de Ciencias SOCialeS y Humanidades
Dra. Susana Núñez Palacios
ConsejO Edltonal
Tomás Bernal A.
José Franci sco Conde Ortega
Carl os Gómez Carro
Ezequiel Maldonado
Óscar Mata
Joaquina Rodríguez Plaza
Alejandra Sánchez Valencia
Severino Salazar
Tat iana Sorókina B.
Vicente Francisco Torres
Coordinación editorial del número
Severino Salazar Muro
Distribución
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Tels.: 53-18-91-09, 53-18-93-36
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Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco
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Col. Reynosa, Tamaulipas
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Pre-prensa e impresión:
Tinta Negra, Editores.
Presidentes 142
Col. Portales
C.P. 03300 México, D.F.
Tel.: 57-40-72-10
Lectura ortotipográfica
Marissa Madrigal Pingarrón y
Alvino Ordaz
Impreso en México
Printed in Mexico
Presentación II
El cuento de Navidad
leverino lolozor 221
8 Tema y variaciones 20
Hacia una literatura infantil sin complacencias:
los cuentos para niños de Jorge Ibargüengoitia
lilvio Al doro flore, Hornóndoz 31 1
Andrés Henestrosa
Fernando '\\orlínoz Romíroz 385
La caída
·Uriol '\\orlínoz 455
Contenido 9
Insensible
'\\orciol Fernández 459
Bienvenida
Adolfo Yergoro Irujillo 461
Caballero Águila
FroncilCo Onofre Álvorez 471
Pasos
Jooquino Rodríguez Plazo 473
11
Juan Garda Ponce; La semalla de colores, de Elena Garra; El
Diosero. de Francisco Rojas González; El principio del placer,
de José Emi li o Pacheco ; e ¡nvemando que sl/e/i o, de José
Agustin .
El presente volumen de Tema y Variaciones de Literatura
contiene textos que reflexionan sobre la obra de importantes
cljentistas mexicanos, que dejaron una huella imborrable en la
Literatura Mexicana del sigl o pasad o, como Martin Lui s
Guzmán, Juan José Arreola, Juan Rulfo, José Revueltas, Juan
Vicente Mela, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Francisco
Rojas Go nzá lez, Alfonso Reyes, Franci sco Tario , Jorge
Ibargüengoitia y Andrés Henestrosa,
También se analiza la obra de escritores más jóvenes, muy
distintos entre sí -que de alguna forma continúan la tradición
cuelltísti ca- y que están en plena producción literaria, come
Sergio Pito l, Marco Antonio Campos, Hemán Lara Zavala,
Guil lermo Samperio , Enrique Serna , Miguel Ángel Leal
Menchaca, Mauricio Malina, Crist ina Rivera Garza y Eduardo
Antonio Parra.
Se incluyen aquí también dos textos que aunque no abo rdan
directamente el cuento, si lo tocan tangencialmente: uno sobre
el corrido mexicano contemporáneo y otro sobre el teatro de
Emilio Carballido.
La secc ión dedicada a la creación se enriquece esta vez
con algunos poemas de Ociel Flores y Uriel Martínez, con los
12 Temo y vanaciones 22
cuentos y relatos de Marcial Femández, Adolfo Vergara Trujillo,
Izrael Trujillo, Francisco Onofre, Joaquina Rodríguez Plaza,
Elena Madrigal , Cecilia Colón, Maria Rosa Palazón; yel frag-
mento de una novela corta de Carlos González Muñiz.
Severino Salazar
Coordinador del número.
Presentación 13
El JUEGO DE LAS DUPLICACIONES
15
reivindicación de la soledad, la inmersión en la noche profunda,
la reivindicación de la pasión y el desorden y, sobre todo, la exa-
cerbación del individualismo. E.T.A. Hoffmann reconoció una
realidad más profunda que lo llevó a captar, uno de los primeros,
la vida del inconsciente y del desdoblamiento psíquico, y fue tal
su influencia, que incluso es perceptible en escritores de voca-
ción realista como Guy de Maupassant ("Le horla", por ejem-
plo). Edgar Allan Poe se cuenta entre sus discípulos directos. En
el ámbito ruso, sobresale Dostoyevski con su segunda novela, El
doble, de 1845. Pero es en la literatura inglesa - tan dotada
para la literatura fantástica- donde el tema de la escisión del yo
ha tenido más cultivadores: Stevenson con El extra/io caso del
Dr Jekyll y Mr Hyde, Joseph Conrad con "The secret Sharer"
(El cómplice secreto). Fue un tema privilegiado en la narrativa
borgiana: "EI otro", "Borges y yo".
Se trata de un género fronterizo entre el psicológico y la lite-
ratura fantástica. Del primero comparte la escisión del yo, la
visión esquizofrénica del yo; de la segunda, el resquebrajamiento
del mundo supuestamente real para ingresar a otra realidad,
insólita y fantástica.
No me he encontrado en mis lecturas de teoría literaria con
una tipología de las narraciones que tratan el tema del otro yo.
Sólo a partir de mi amplia experiencia como lector ensayaré, por
tanto a continuación y bajo el riesgo de cometer errores, esta
tipología que puede parecer algo desordenada, imprecisa y arbi-
traria, debido en parte a su carácter pionero:
l . El desdoblamiento de una personalidad esquizoide, escindida
en dos polos antagónicos o simplemente diferentes. Antes de
dar el ejemplo literario, mencionaré el caso del gran compositor
alemán Robert Schumann (a Melo, gran melómano, le habria
gustado el ejemplo), quien se desdobló en dos: Florestan y
Eusebius. Florestan reflejaba el lado exuberante de su naturale-
za, y Eusebius, su lado reflexivo. Si todo ser humano es virtual-
mente esquizoide, podemos añadir ese gran tema favorito de la
literatura alemana, el de los dos individuos diferentes pero com-
16 Tema y variaciones 22
plementarios, que encaman aspectos básicos pero diferentes de
la persona: el racional y el instintivo, el razonable y el emotivo, el
clásico y el romántico, el científico y el artista, el político y el
poeta, Dios y el Diablo: Narciso y Goldmundo en la no vela de
Hesse del mismo nombre; Naphta y Settembrini en La montaJia
mágica de Mann; Virgilio y Augusto en La muerte de Virgilio
de Broch ; Fausto y Mefistófeles en Goethe; Adrian Leverkühn
y el Diablo en Doktor Faustlls de Mann. Son los dos interlo-
cutores que en sus largos y densos diálogos reflejan las dos ca-
ras distintas pero complementarias de una sola unidad humana y,
más específicamente, de la manera alemana de ser humano.
Otro buen ejemplo es "E l doble" de Dostoyevski, donde el
señor Goliadkin, un modesto empleado, en plena manía perse-
cutoria, llega a ver desdoblada su personalidad en figura de otro
compañero de oficina, exactamente igual a él, hasta con el mis-
mo apellido, que acaba suplantándolo en su empleo.
2. Derivada de la fonna anterior está la identificación paulati-
na y morbosa de una persona con otra, ya muerta. Ahí está la
esquizofrénica identificación del nuevo inquilino con Simone
Shoule, la suicida y anterior inquilina del departamento, en "El
inquilino", la aterradora película de Polanski . Desde una óptica
fantástica más que psicológica, se trata también de un caso de
posesión, como en la genial novela The Tllm oftile Screw (Otra
vuelta de tllerca) de Henry James, donde, con magistral ambi-
güedad, dos inocentes niños son poseídos por perversos fantas-
mas a fin de revivir en ellos el amor de los vivos.
3. La existencia de rasgos afines en dos desconocidos, coin-
cidencia que provoca conductas y acciones insólitas, como el
intercambio de roles sociales: El príncipe y el mendigo de Mark
Twain. Muy semejante, pero mejor desarrollado, es el tema de
Kagemusila, la sombra del guerrero, el film de Akira Kurosawa,
como también de El general de la Rovere de Rossellini. En los
dos ti Imes, un hombre de la calle se ve forzado, por razones
políticas, a representar el papel de un poderoso ya desaparecido
y tennina encamando a ese otro, suplantándolo.
18 Tema y variaCIones 22
ecuatoriano Pablo Palacio pone en cuestión el yo narrativo al
confundir los dos sujetos, yo-primera y yo-segunda.
10. En el campo de la literatura fantástica, el yo y el otro
penenecen a tiempos y espacios totalmente diferentes, y al con-
vocarlos el narrador en la misma historia, con el sueño como
mediador, dan incluso lugar a imaginarias figuras geométricamente
inversas: "Las ruinas circulares" de Borges, "La noche bocarriba"
de Conázar.
11. El otro yo responde al deseo de ser otro. En consecuen-
cia, se da una impostura, una usurpación de la identidad social de
otro por el deseo de ser ese otro: The talented M, Ripley (A
pleno son de Patricia Highsmith.
12. Muy próxima a la forma anterior, está la relación de domi-
nación del amo y el sirviente, según la cual el uno y el otro
intercambian roles sociales por una incapacidad del amo de con-
servar su papel dominante en la sociedad frente al embate del
otro, aparentemente más débil. Uno de los mejores ejemplos
está en la película " El sirviente" (según Harold Pinter) de Joseph
Losey, en donde asistimos a una casi diabólica usurpación del rol
del amo por el sirviente.
13. Si toda repetición de actos anula de algún modo el tiempo
lineal en favor de un tiempo cíclico o ritual , entonces toda dupli-
cación, todo alter ego contribuye a hacer posible esta anulación:
" Las ruinas circulares" y "El otro" de Borges, La obediencia
noctllrna de Juan Vicente Melo.
En el caso de Melo, una clave para la interpretación de su
novela La obediencia noctllrna (1969) es la confusión de iden-
tidades y la función, no distinguidora, sino generalizadora, del
nombre propio. "Todos somos los mismos", dice un personaje.
"Todos somos demasiados. Yo soy Rosalinda, Adriana, Auro-
ra. Tú eres Enrique-Marcos. Pero, a la vez y contradictoria-
mente, nadie es el otro,,2 El punto de panida de esta deliberada
20 Temo y variaciones 22
importa tanto saber si estos crímenes fueron realmente cometi-
dos por Crescencio. como seguir los pasos que Robeno sigue
para ejecutar la venganza, y cómo esos pasos dan lugar a una
serie de duplicaciones. En un pueblo sin ley, sin policía, sin admi-
nistradores de una justicia objetiva, la venganza se convierte en
acto justici ero.
Dos muenos, Gabriel y Crescencio, son las grandes presen-
cias ausentes de esta hi storia. Todo gira en tomo a las presuntas
villanías de Crescencio - digo presuntas porque todas aparecen
vistas desde Robeno, es decir, desde el legado de odio de Ga-
briel- , y en tomo al raci smo del abuelo, a su enfennizo pater-
nalismo, su desprecio a la mujer - por no ser transmisora del
apellido a la descendencia- , terribles prejuicios que abonaron
el terreno para que las villanías del criado se desplegaran. Es
una historia en la que se enfrentan dos concepciones irreductibles
de la vida.
En este denso y magi stral cuento podemos apreciar las si-
guientes duplicaciones:
a) Gabriel Gálvez, el abuelo, ansiaba duplicarse, para per-
petuarse, en un hijo varón que llevara su apellido, pero le nació
una mujer, Maricel, quien se convirtió ~horror de horrores- en
amante del mulato Crescencio y murió al dar a luz a Roberto.
b) Roberto Gálvez (doblemente huérfano) es el heredero del
odio del abuelo por el usurpador, su padre, el mulato Crescencio.
Robeno ha aprendido a odiarlo a tal punto de renunciar a su
parentesco. Al recibir esa herencia de odio, aceptarla, vivirla, se
convierte de algún modo en el abuelo, quien a su vez perdura en
el nieto y perpetúa en él su odio por el usurpador. Todo legado,
toda herencia, hace pervivir al testador en el legatario. Por el
legado del odio, el ya finado Gabriel se duplica (o resu cita) en
Robeno, y Robeno se conviene a su vez en legatario y dupli ca-
ción del abuelo.
c) Existen dos hijos de Crescencio. El mayor, Roberto, ha
escapado, niño aún, sin resolverse a ejecutar la venganza. Ausente
Robeno, a Crescencio le ha nacido otro hijo al que también ha
22 Temo y variaciones 22
episodio, este narrador, este espejo, se esconde en la recámara
para poder seguir de cerca a Roberto, ser su testigo, su cronista.
"¿Está usted ahí?", pregunta Roberto al narrador y es como si
quisiera asegurarse de que el espejo está aún presente para que
siga reflejando con palabras sus acciones, su existencia.
Gran lector de Faulkner, Melo recibió su influencia. No sólo
se la advierte en cierto retorcimiento estilístico --eficaz, por cier-
to-, sino sobre todo en sus atmósferas, en el ambiente lúgubre
y sombrío que se respira en ellas y, desde luego, en el tema
reiterado de la decadencia y destrucción de una familia. Las
acciones ocurren. casi todas en la noche o en interiores oscuros,
subrayándose de este modo la lobreguez y nocturnidad de los
personajes y de las acciones. La densidad estilística es palpable
en esos periodos largos cargados de información secundaria; en
esas abundantes oraciones explicativas o incidentales; en el uso
incesante de los paréntesis y los guiones, empleo que también
responde, como él mismo confiesa en su Autobiografia, a la
necesidad de protegerse.
En "Sábado: El verano de la mariposa", otro cuento magistral,
seguramente el mejor de Melo y uno de los cuentos antológicos de
la literatura mexicana, asistimos al apasionado deseo de una solte-
rona que no ha vivido nada importante, de convertirse en otra;
asistimos a la metamorfosis de una oruga en radiante mariposa.
El cuento consiste, formalmente, en la descripción de los mo-
mentos o movimientos de esa metamorfosis.
Ocurren las acciones en un pueblo atontado por el calor, a las
tres de una tarde de siesta, en medio de "una casi audible quie-
tud de las cosas, el sol aplastante". Sola, la costurera Titina con-
templa el pueblo soñoliento, el vestido de la señora Lola a punto
de tenninarse en sus manos, oyendo en el radio "no puedo ser
feliz, no te puedo olvidar", aunque ella no tiene nada de qué
olvidarse. Ese "quedarse para vestir santos" puede muy bien
adjudicarse a Titina, quien cose el vestido -frente a la imagen de
Santa Teresita del Niño Jesús- de una mujer que va a celebrar
veinticinco años de matrimonio.
24 Tema y variaciones 22
un fuego que no respeta nada ni a nadie: es un a soledad trascen-
dente: a partir de sí misma, se ha convertido en otra mujer que es
ella mi sma.
Séptimo mo vimiento: Ella se encuentra en el ori gen de las
cosas porque ha empezado de nuevo. Sabiéndose el primer ser
humano sobre la Tierra, empieza su tarea de nombramien to de
las cosas o, más bien, de renombramiento. Todas las cosas de-
ben llamarse Titína. Esto es ya una fo rm a de la felicidad. Se ve
a sí mi sma como Dios en el sexto día, recreadora del mundo. Y
ve que todo es bueno.
El octavo movimiento cons iste en el primer contacto con un
extraño, un tu rista desconocido, "el enemigo", el otro real yob-
jetivo a qui en conoce en la calle en medi o del torrencial aguace-
ro nocturno, el dilu vio que todo lo purifica. En estos momentos,
las acciones, curiosamente, son narradas con verbos en abstrac-
to, en infinitivo, como si ella hubiese perdido un a identidad perso-
nal. La aventura eróti ca estaba a las puert as, pero no se di o. Y
Mela no podía tampoco terminar su cuento de manera tan com-
plac iente. Titina ya vivió su gran momento de felicidad interi or,
ya fue la oruga transfo mlada en radia nte mariposa, de modo que
el tiempo rutinari o volverá a atraparla con su mortal alfiler. El
cuento deja latente, entre otras interrogantes, la que sigue: ¿qué
hará Ti tina con esa libertad y alegri a ga nadas por un momento?
Preg unta que late, como alas de mari posa, al fi nal de esta pe-
queña obra maestra.
Con más evidencia que en el ¡;uento anterior, es decir, de una
manera menos ri ca y comple ja y más esquemáti ca, el deseo por
ser otro, por ser el otro, permea el cuento " Domingo: El día de
reposo" . Antonio desea ser como su amigo Ri cardo, el afo rtun a-
do con las mujeres y el din ero. El asco de sí mismo y la envidia lo
conducen -desde su imagen de pobre diablo, de oscuro ofici-
ni sta atosigado por una v ida mediocre- a env idiar a Ricardo, a
desear ser él, a desearl o. El móvil es semejante al de la novela
de Patri cia Highsmith antes mencio nada, es decir, la suplanta-
ción,.ta im postura. La gran diferencia radica en que la brill ante
26 Tema y variaciones 22
INf~ hRREDONDO
27
Cortázar "[ ... ]la intensidad es de otro orden, y yo prefiero darle
el nombre de tensión. Es una intensidad que se ejerce en la ma-
nera con que el autor nos va acercando lentamente a lo contado.
Todavía estamos muy lejos de saber lo que va a ocurrir en el
cuento, y sin embargo no podemos sustraemos a su atmósfera."
(lbid. , p. 336)
En el caso de este cuento, Inés Anedondo se vale de estos
dos aspectos estructurales, para crear el clima que rodea a sus
personajes y envuelve a sus lectores . Así es como aparece la
imperturbable Luisa, protagonista de esta historia, en el segun-
do párrafo de l texto. Ella es la narradora, ella es quien, desde su
modo sereno de estar en la vida, relata la necesidad de acudir al
llamado de un tío moribundo. Las fra ses sueltas, dichas como
sin importancia apuntalan la tensión narrativa: "[...] ningún es-
tremecimiento, ningún augurio me hi zo sospechar nada. "
(Anedondo, loe. cit.) Las palabras "estremecimiento", "augu-
rio" y "sospechar" generan, en el lector, pues nada es gratuito,
la certeza de que algo extraño, desagradable e incluso trágico
ocurrirá. Pero, ¿qué es?
La siguientes páginas describen el encuentro de Luisa con su
pasado infantil y con el tío -quien fue casi un padre para ella- ,
ahora moribundo. A su llegada al pueblo, las voces lejanas, oÍ-
das en su infancia, se escuchan nuevamente, propiciando así un
ambiente de ensoñación y nostalgia, que trasc iende el espacio
narrativo, para envolver al lector en una articulación de pala-
bras, plena de significados en donde las imágenes animan los
recuerdos, a tal grado que los vuelven realidades. Este es ellen-
guaje que da cuerpo y materia al texto de Inés Arredondo:
No, no recordaba, viv ía a medias, como entonces. ' Mira, Licha están flore-
ciendo las amapas.' La voz clara, casi infantil . 'Para el dieciséis quiero que
te hagas un vestido como el de Margarita Ibarra. 'La oía, la sent ía caminar
a mi lado , un poco encorvada, li gera a pesar de su gordura, alegre y vieja;
yo seguía adelante con los ojos entrecerrados, atesorando, mi vaga tierna
angu sti a, dulcemente sometida a la compañía de mi tía Panchita, la herma·
na de mi madre. (Loc. eir .)
28 Temo y vorioClones 22
En esta cita destaca la fra se "vivía a medias, como entonces",
porque evidencia una falta de satis factores que tiene que ver
con la infancia vivida por la narradora, una niña recogida por la
caridad de los tíos, por tanto, sometida a sus deseos y normas de
conduela. Parece que es ahora, en el momento del regreso, cuan-
do ella se encuentra segura de si mi sma. De ahí su tranquilidad
al recibir el telegrama que anuncia la cercana muerte del tio. La
ensoñación generada por los recuerdos, se interrumpe al toque
de campanas de la iglesia que termina con la siesta, es el fin de
ese momento en el que el calor agobiante sepulta a la gente en
sus casas, los comercios se cierran y el tiempo se detiene. La
protagoni sta abre los ojos y cae en cuenta de que ya nada es
igual , aunque así lo parezca . Es el conflicto del viajero que re-
gresa y si bien reconoce 10 que ve, hay una sensación de extra-
ñamiento que le empaña los recuerdos. Es el borde del cuchillo
que separa el ser del no ser:
30 Tema y variaciones 22
una espec ie de coartada remite al erot ismo, que permite percibi r pasiones
ocultas , marcadas po r el tabú del incesto. (" El hombre araña y Edipo a
través de In és Arredondo, A ngelina Muñi z ~ Hu berman y Mayra M ontero",
p. 3 13)
[ ... ] ahora com ienza a amanecer y en el cic lo limpio veo, ¡al fin! , que los
días de llu via han terminado. Me quedo largo rato contemplando por la
ventan a eómo camb ia todo al nacer el so l. Un rayo poderoso entra y la
ago nía me parece una mentira; un guzo injustificado me llena los pulmo~
nes y sin querer sonrio. Me vuel vo a la rosa como a una cómplice, pero no
la encuentro : el solla ha marchitado. (lbid ., p. 94)
32 Temo y variaciones 22
Luisa y su tío se igualarán, ella seguirá siendo joven, pero su
alma, después de vivir la experiencia del matrimonio, se tomará
tan decrépita como el cuerpo de Apolonio .
El miedo que el matrimonio le provoca a Luisa se irá acre-
centando frente a los acontecimientos por venir. Como poseída,
como si otro actuara por ella, entre arcadas generadas por la
náusea y repulsión hacia el anciano, Lui sa pronuncia un lacóni-
co "sí ", con el cual la boda se realiza. El lector no puede olvidar
la frase de la prima que tratando de convencerla le dice: " -y
luego te quedas viuda y rica y tan virgen como ahora." (Arre-
dondo, op. cit., p. 92) Pareciese que su condición virginal hu-
biese sido tan notoria que hasta su prima subraya la convenien-
cia práctica del matrimonio : la herencia sin perder la virginidad.
y aquí es donde ocurre que después de la paz que encontró los
primeros días en la casa familiar, seguirá el infierno. Luisa se
siente profundamente amenazada, la pregunta, dadas las condi-
ciones, podría ser ¿de qué? Todo indica que el tío morirá, pero
la actitud y conducta zozobrantes de Luisa envuelven al lector
en una atmósfera de horror. A tal grado es el sufrimiento de la
joven que en la cuarta noche nupcial se suma a la respiración
estertórea del tío, como un juego que la atrae porque su final
habrá de ser fatal : la muerte de los dos. Ella prefiere morir a
sentirse atada al viejo.
El ambiente tampoco consuela el ánimo de la narradora,
son aquellos días de lluvia en los que todo se detiene, pero la
mente de Luisa no descansa, el horror la ronda constantemen-
te, ahora es el terror de la muerte no consumada: "La muerte
da miedo, pero la vida mezclada, imbuida en la muerte da un
horror que tiene muy poco que ver con la muerte y con la vida
[ ... ) y esto no, el pacto terrible entre la vi da y la muerte que se
manifestaba en ese estertor inútil, podía continuar eternamen-
te ." (lbid., p. 93)
Así, pues, el conflicto de este cuento es el lazo conyugal que
se establece entre el tío y la sobrina, pero se desconocen mu-
chos datos de Luisa ¿por qué se viste de negro antes de acudir al
34 Tema y variaciones 22
Puede verse en esta cita que Luisa no sólo aleja a los hom-
bres con su "alti vo reca to", sino que su pureza la hace capaz de
pemlanecer en el fuego sin quemarse, también tiene el poder de
mantenerse por encima de las pasiones; se siente bella y satisfe-
cha de laj uventud de su cuerpo, es casi como una diosa ¡ntocada
por los bajos instintos. Muy pronto Luisa verá que no está tan
exenta de desencadenar pasiones de manera irreversible.
Contra todo lo esperado, Don Apolonio mejora, ni el médico
mismo se explica cómo. Sin embargo, Inés Arredondo sí lo ex-
plica, es otro pecado el que hace que el viejo repare las fuerzas:
la lujuria. Lo que enciende la pasión del viejo es justamente
aquello que había ensoberbecido a Luisa, la juventud de su cuer-
po, su rubia belleza y quizás sobre todo esa virginidad que ella
esgrimía como un escudo que hacía que los hombres se mantu-
viesen a distancia. De ahí el miedo al lazo conyugal que implica
el deber y obligación de la entrega. La desesperación de Lui sa
es tal que no acepta la realidad del matrimonio, continuamente
piensa que ese infi erno no puede continuar:
36 Tema y variaCiones 22
La eficacia de la descripción de esta escena sórdida, a través
de una sinécdoque, causa, probablemente, más en las lectoras
que en los lectores, una identi ficación con la protagonista, me-
diante la cual se entra en una atmósfera de pesadilla donde no se
puede menos que compadecer a Luisa y al mismo tiempo, tal
como ocurría en la representación de una tragedia, surge el miedo
de vivir una experiencia similar. La adjetivación que la autora
da a la mano del tío: "temblona", "descamada", "muerta", "sola",
en suma, "sin cuerpo" configura un ambiente de repugnancia y
asco, y al mismo tiempo le confiere al relato un tinte irreal, fan-
tasmagórico , gótico: oscuridad, muertos que reviven, miembros
sueltos y autónomos. Todo esto hace dudar a Luisa de la reali-
dad de este suceso.
Después de esta escena, Luisa ya no tiene regreso ni posibili-
dad de ser la misma de antes, en este momento cobra sentido la
frase que señala aquel verano como: "El último de mi juventud."
Ahora el tío le exige que sea su mujer: "-¡Qué! ¿No eres mi
mujer ante Dios y ante los hombres? Ven, tengo frío caliéntame la
cama. Pero quítate el vestido lo vas a arrugar." (lbid. , p. 96)
Esta cita justifica plenamente el epígrafe del cuento: "Y busca-
ron una moza hermosa por todo el término de Israel, y hallaron
a Abisag Sunamita, y trajéronla al rey.! Y la moza era hermosa,
la cual calentaba al rey, y le servía: / mas el rey nunca la conoció
[en sentido camal]." (Reyes 1, 3-4, apud, Arredondo, p. 88)
Sin embargo, se trata de una nueva versión del mito de la
sunamita, la de Inés Arredondo, ·que se desarrolla en la provin-
cia mexicana y probablemente corresponde a la primera mitad
del siglo xx. Así, pues, los mitos universales por su misma na-
turaleza se narran y se repiten en diferentes modalidades y mo-
mentos, pues siguiendo a Mircea Eliade: "Todo mito, indepen-
dientemente de su naturaleza, enuncia un acontecimiento que
tuvo lugar in iIlo lempore y constituye por este hecho un prece-
dente ejemplar para todas las acciones y ' situaciones ' que, más
tarde, repetirán este acontecimiento." (Tratado de historia de
las religiones, p. 385)
38 Temo y variaciones 22
ce. Tal parece que ésta se debe a su deseo de mantenerse virgen,
pues para ella "[ ... ] la lujuria [es] el más horrible pecado."
(Arredondo, op. cit., p. 96); y, desde luego, al horror que le pro-
duce la cercanía erótica y decrépita del tío. Por otra parte, el
contexto social aprueba la unión, pues aparentemente es inofen-
siva por transitoria, es una solución pragmática para que la so-
brina reciba sin problemas la herencia del tío. No obstante, el
tiempo pasa y, como ya se mencionó, el tío reclama sus dere-
chos de marido. El trauma para Luisa es tan grande que pierde
toda noción: "Todo continuó suspendido en el tiempo, sin futu-
ro posible." (Loe. cit.) Ante este callejón sin salida, la protago-
nista huye , pero el apremiante aviso de que el marido se muere
la hace regresar, no sin antes acudir al confesor y relatarle el
infierno en que vive . Sin embargo. a éste no le interesa ni el
incesto, ni la lujuria de Apolonio: "Comprendo, pero si no vas
será un asesinato. Procura no dar ocasión, encomiéndate a la
Virgen, y piensa que tus deberes ... " (Loe. cit.) En resumen, a lo
que el sacerdote alude con "tus deberes" es a los de esposa, el
matrimonio es un vínculo que - como todo lo sagrado-- pro-
duce sentimientos de miedo y respeto: no tiene salida. Y si a
esto añadimos la actitud machista tan propia de la época y, so-
bre todo, en la provincia, Luisa está en completa desventaja frente
al ahora marido, pues bien sabido es que el hombre de la casa es
quien tiene en sus manos el poder. La respuesta que el sacerdote
da a Luisa refuerza esta ideología cuando aconseja a la joven
que regrese junto a su esposo, Fues de no hacerlo sería tanto
como matarlo, es decir, ella debe seguir sometida al yugo matri-
monial. Por otra parte, cuando le dice: "[ .. .] procura no dar oca-
sión [ .. .j", de alguna manera está responsabilizándola de la lu-
juria de Apolonio, cuando si algo no desea Luisa es la cercanía
erótica. Es justamente ese rechazo, su recato lo que enciende la
pasión del viejo, aunque esta mi sma actitud de ella era la que
mantenía a di stancia a otros posibles pretendientes. Pues bien ,
cuando Luisa regresa forzada por el consejo de su confesor a la
casa de su marido, éste re vive otra vez.
40 Temo y variaciones 22
ria situación infantil ; la religión es su refugio, su puerto seguro.
No obstante su desintegración se debe a que esos valores reli-
giosos, no pueden ser el único sustento de una vida, y de ahi la
significación del cuento. No se trata de una tesis de la autora,
sino de una posible lectura que surge a partir del propio texto.
Para Luisa el principio fundamental que rige su vida es la pure-
za, la virgi nidad, por eso concibe a la lujuria como el peor de los
pecados, mantenerla es su orgullo, moti vo que la llena de sober-
bia. Su ceguera le impide cuestionarse sobre su propio proce-
der, le impide, también, defenderse, pues el tío dependía abso-
lutamente de ella, sin embargo, ella se somete, porque su fob ia
la rebasa. La protagonista es castigada duramente, pues el casti-
go está dentro de ella, por eso no tiene escapatoria. Puede
inferirse, entonces, que no es vá lido mantener como eje de la
vida un solo valor, pues existen otros que redimen al ser huma-
no y penniten que su vida se dé a través de otras opciones éti-
cas, tanto afectivas como existenci ales.
La posibilidad de darle significación a un tema, y así propo-
ner en un texto di versas lecturas, diferentes interpretaciones,
nuevos descubrimientos de la condición humana, hace de Inés
Arredondo la gran cuentista que muestra en cada uno de sus
relatos el domi nio nada fácil del ofic io de escritor.
BIBLIOGRAfíA
Directa
In directa
42 Temo y variaCIones 22
EL DIOSfRO:
Carlelan Beal s
VIDA YOBRA
43
que está inmersa en un río más amplio, conocido como literatura
soc ial, en la cual se pueden inscribir; la literatura indigenista, la
literatura urbana (proletaria), la literatura de compromiso social ,
entre otras, que emergen de esa vorágine que significó la lucha
armada de 1910.
La producción literaria de Francisco Rojas, no es muy exten-
sa, pero sí representa una mirada penetrante a la realidad nacio-
nal que se estaba viviendo después de la Revolución mexicana .
Su mirada se centra principalmente en la cuestión indígena, y el
crítico literario José Luis Martínez la resume así: "Recreación
poética e histórica de personajes o acontecimientos de aquella
época, colecciones de cuentos y leyendas; investigaciones histó-
ricas, arqueológicas y antropológicas sobre las supervivencias
indígenas ... " 1
Es la búsqueda de una expresión nacional -o de ese rostro
del que nos hablaba Octavio Paz en El laberinto de la sole-
dad- lo que permite encontrar nexos, diferencias, polémicas,
contrasentidos, rupturas entre nuestro pasado y nuestro presente.
Aquí, una vez más la presencia innegable de ese sincretismo
entre el mundo prehispánico y el mundo hispano como elemen-
tos trascendentales en el espacio y tiempo del horizonte mexi-
cano que configuran dos tradiciones que se funden y se separan
en el curso del río de nuestra historia y se bifurcan en la cultura
y el desarrollo de las ideas.
Es ese continuo mundo de negación y afirmación, que es lo
que en verdad caracteriza a la época posrevolucionaria como un
momento culminante en la creación de una cultura nacionalista
basada en las raícos prehispánicas y la herencia colonial , como
lo ha expresado Joseph Sornmers:
44 Tema y variaciones 22
"En ténninos culturales, el énfasis nacionalista de la Revo lución engendró
un movimiento que se dedicó al estudio y a la reinterpretació n de la
herencia nacional a partir de su pasado hi stÓrico, desde los tiempos
prehispánicos, la colonia y los primeros años de l México independiente.
Se lograron conocimientos profundos y se afirmaron nuevos valores autóc·
tonos, generalizándose, por vez primera, un sentido dinámico nacional ,
una confianza en la capacidad creadora de lo s artistas mexicanos para
expresa r, en término s propios, las realidades y los problemas de un país
cuyos diri gen tes tenían ahora la conciencia de haber tomado las riendas
de l destino nacional" .2
46 Tema y vanaciones 22
Cartas Etnográficas de México sobre distintos grupos indígenas
de México. Este conocimiento de la realidad indígena irá for-
mándose a la par de su pasión por la escritura y descripción de
esos pueblos por los cuales transitó en su desempeño profesio-
. nal como etnólogo y funcionario.
Inicia una serie de trabajos que describen las posibilidades
de encontrar otras formas de explotación y trabajo en el Valle
del Mezquital4 que es un territorio inhóspito para la agricultura,
y que por tanto, busca otra opción en la jarciería, o sea, en la
fabricación de: reatas, lazos, escobetas, etcétera. Así princ ipi a-
ba la carrera antropológica de Francisco Rojas González ger-
men de su obra literaria.
5 Enriqu cz, Julio. La nlleva Etn% gía. México, periód ico El Nacional,
1941 , p. 9.
6 Mendi eta y Nuñez. Lucio, La ecol/om ía del indio . México, s. ed . 193 8.
p.54.
48 Tema y vonaClones 22
Nudo que se expresa en la obra literaria de Francisco Rojas
con mucha nitidez y precisión muy pocas veces alcanzado en un
libro de cuentos como lo es: El diosero, prodigio de una mirada
.antropológica que sabe describir con elegancia un mundo que
necesita de comprensión, pero a la vez, de un sentido crítico
para su ex istencia como tal .7
La tensión entre el mundo indígena y el mesti zo, es patente
en esa larga lucha por encontrar los elementos que nos ayuden
en la construcción de una identidad nacional, y la literatura es
una ayuda indispensable en este largo proceso de reconocimiento
de lo propio y lo ajeno, de la cual, El diosero es una muestra
palpable de este "connicto" del México actual.
LA LlTERMURA SOCIAL
Es dificil hablar de una literatura social que no esté comprome-
tida. Se le aprueba o se rechaza, pero siempre hay una posición
para mirar, enjuiciar, tomar partido hacia ella.
El panorama de las letras mexicanas no está exenta de dicha
circunstancia, por tanto, la literatura social reivindica una pos-
tura de lucha, de entrega, de defender algo, a veces indefendi-
ble. La historia de la literatura mexicana se encuentra llena de
casos así.
Desde la misma conquista empieza el germen por defender
ese pasado que se violentó y negó. Qué decir del siglo XIX, maestro
por excelencia de las desgarraduras del ser mexicano. Y ya en
el siglo xx, el episodio violento que representó la Revolución
mexicana en donde la negación del pasado porflriano obedecía a
la configuración de una nueva realidad, que era necesaria para
legitimar el peso y efecto de la lucha.
7 Las corrientes del hispanismo y el indi genismo obedecen a esta lucha por
desc ifrar un mundo lleno de pasado que perdura en la construcc ión de un
Mexico moderno y mestizo.
50 Terna y variaCiones 22
"Ahora la pareja se ha arrodillado humildemente a los pies del·'Prencipal".
La conl.:urrencia los rodea. EI"Prellcipal " habla de derechos para el hom-
bre y dI! sumisiones para la muj er.. . de órdenes de él de acatamientos por
pane de el!:l".1 0
52 Tema y variaCiones 22
"A lo mejor tu sales ganando un nieto mestizo. Un hij o de blanco que será
más inteligente que tú. Un mestizo que valdrá más de diez pesos en
mesti zos ..
... Y como yo creo con tu mercé que las cruzas son buenas, qui siera yo
también mejorar mi casta. Pero la mía, no la ajena. Cien pesos que te doy
por tu mujer. Tráimela yo no pongo condiciones."u
MUNDOS ENCONfRaDOS
No podemos negar que los pasados sobreviven al presente. En
1928 Moisés Saénz, se quejaba del abandono que se tenía hacia
el indígena. La Revolución no había cumplido su cometido de
lucha contra la injusticia y el olvido, la redención de la pobla-
ción indígena era más una retórica que una necesidad real.
Pero también hay excepciones en la historia, como es el caso
del cuento " La plaza de Xoxocotla", donde un candidato (Lázaro
Cárdenas) cumple su promesa de campaña ante el asombro de
los habitantes descreídos de una larga lista de personajes políti-
cos que visitan el pueblo, encuentran alguien que sí cumple.
En sus tesis sobre el cuento, el escritor argentino Ricardo
Piglia nos habla sobre la función de éste, como constructor de
realidades que aparecen ocultas en la vida:
"El cuento se construye para hacer aparecer artificialmente algo que es-
taba oculto. Reproduce la busca siempre renovada de una experiencia
unica que nos pennita ver, bajo la superficie opaca de la vida, una verdad
secreta". t4
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54 Tema y variaciones 22
lA HISlORIA DOBLE EN DOS CUENlOS
MARIO CALDERÓN *
55
"H DIOSfRO"
"El diosero" es el cuento que da título al libro. En el texto se
encuentran claras dos realidades: consciente e inconsciente. Por
tanto, admite dos lecturas.
La primera, la consciente, presenta la historia que sigue:
Un antropólogo, el narrador testigo de los acontecimientos,
atraviesa la selva lacandona. Se dirige hacia "El Caribal" del
caballero Pancho Viejo con la finalidad de informarse sobre e l
modo de vida de los indígenas de aquella zona. En el camino se
acoge a la hospitalidad de Kai-Lan, señor del Caribal de Puná,
quien le brinda "un taco" y, sin proponérselo, la oportunidad de
observar vida y costumbres de una familia , la de un sacerdote.
Se encuentra una sociedad patriarcal , amable y armónica donde
un hombre convive con tres esposas.
La mujer, como en cualquier sociedad primitiva, es conside-
rada un ser impuro. Esto se advierte mientras Kai-Lan, el prota-
gonista, modela un dios que sea capaz de matar tormentas y
controlar pasiones.
Se maneja una concepción mágica de la vida con principios
idénticos a los enunciados por e l Popol Vuh: la semejanza entre
macro y microplano con convicción de que "corresponde el abajo
con el arriba". Esto se ve cuando el antropólogo avisa que se-
guirá su camino. El anfitrión con una varita entre el pulgar y el
índice, es decir desde su micromundo, mide el tiempo y la canti-
dad de agua que caerá sobre la selva, la macrorrealidad. Se trata de
un modo de conocimiento que manejan también actualmente los
campesinos mexicanos. Por ejemplo, los labriegos en Guanajuato,
cuando observan que una nube tiene punta, dicen que trae víbora
y que caerá un gran aguacero mezclado con borrascas, es decir,
que azotará como azotan , según ellos, las víboras chirrioneras
que son las más comunes en esa región. Comparan la forma
alargada de la nube con el cuerpo alargado de las serpientes.
Más tarde, en su casa, su plano propio, termina de modelar al
ídolo, su dios que acaba dom inando la tormenta y "en la pelea
56 Temo y variaciones 22
perdió su bonita cola de quetzal y la dejó en el cielo"l (p. 104),
un arco iris, símbolo de paz.
El tema es la lucha del hombre por sobrevivir en la naturaleza
salvaje. Este objetivo se logra mediante la cacería y los recursos
propios de la magia.
Si atendemos al modelo actancial de Greimas para compren-
der el cuento, considerando que una obra narrativa corresponde
a un enunciado, el sujeto es Kai-Lan, el diosero; el destinador, en
este caso, es el medio ambiente. Los moradores de la casa son
los adyuvantes y no existen oponentes. El objeto perseguido es el
control de la naturaleza con el fin de sobrevivir; el destinatario
está constituido por el propio sujeto y por los adyuvantes.
La estructura del cuento es tradicional, lineal. El lenguaje se
caracteriza por ser plástico.
En la otra cara, la oculta, que corresponde al inconsciente, se
desarrolla esta historia:
Un antropólogo se dirige al lugar donde se encuentra el caba-
llero Pancho Viejo para informarse sobre la vida de los lacan-
dones. En el trayecto es hospedado por el sacerdote Kai-Lan.
En la casa de este personaj e se sucederán acontecimientos que
se interpretarán considerando que la otra cara de la realidad, la
latente, puede conocerse al descifrar los símbolos del incons-
ciente que corresponden a los símbolos de los sueños. Los sig-
nificados de esas estructuras son válidos en la literatura, porque
según afirma Freud, "El simbolismo onírico va mucho más allá
de los sueños . No pertenece a ellos como cosa propia, sino que
domina de igual manera la interpretación en las fábula s, mitos y
leyendas, en los chistes yen el folklore" 2
El escritor puede construir de manera artificial un lenguaje
polisémico utilizando los valores que los objetos poseen en el
, Todas las citas sobre los cuen tos corresponden a Fran cisco Rojas Gonzá lez,
El diosero , Fe'E, México, 1986.
2 Sigmund Freud, La Interpretacióll de los sllelios, lomo 1, Alianza, México,
1991, p. 62.
Mario Calderón 57
sueño. La condición para crear un lenguaje connotativo de esta
naturaleza es la plasticidad pues
58 Temo y VQnOClones 22
entretiene con su sexo, el bejuco es símbolo fálico porque " La
madera vertical es símbolo masculino".'
Luego se dan indicios de una tormenta psicológica en el
. fragmento: "En un claro que es islote perdido entre el océano
vegetal que amenaza desbordarse en olas crujientes y negras"
(p. 92)
En la "champa", el anfitrión vive con tres mujeres:
" Jova, arrodillada cerca del metate" hace las tortillas. Esto
significa que se encuentra en di sposición , en espera del coito .
El objeto metate posee ese valor para el inconsciente colectivo
del pueblo expresado en la siguiente adivinanza:
Tú boca arriba
yo boca abajo
te echo las bolas
y te trabajo .
El inocente motivo de este sueño es el que sigue. El sujeto fue de vl sila con
su mujer, después de cenar, a casa de unos vecinos, gente buena , pero nada
apetitosa (atractiva) . La señora de la casa, una amable anciana , se hallaba
cenando a su llegada y obl igó al sujeto a probar de su cena. (Para designar
Mario Calderón 59
estas apremiantes invitaciones a tomar algo se usa entre hombres una
expresión compuesta de sentido sex ual). El suj eto rehusó repetidamente,
alegando que no tenía apetito, pero la buena "Señora insistió, diciendo: No;
no se me irá usted sin tomar algo. Tuvo, pues, que probar lo que le ofrecían,
y al acabar dijo: está muy bueno". Después. al volver a casa con su mujer,
criticó tanto la pesadez de la señora como la calidad de lo ofrecido. Él no
pl/ede ver esto, que no aparece claramente en el sueño como dicho, es un
pensamiento que se refiere a los encantos físi cos de la señora y quiere decir
que el sujeto no encuentra placer ninguno en contemplarla .9
q Ibid. , p. 252.
10José Ortega y Gasset, Meditaciol/es del Quijote. 2a. edición, Colección
Austral , Espasa-Calpe. Madrid, 1969 , p. 30.
60 Tema y variaciones 22
"Fuera de la "champa", la selva (lugar de lucha encarni za-
da), el escenario donde se desenvuelve el drama (el problema
aquí planteado) de los lacandones" (p. 93). "Frente a la casa se
encuentra el templo del que Kai-Lan es único sacerdote y feli-
grés (p. 93) . Se trata de una barraca techada con hojas de palma.
Esta descripción connota senci llez, vida y ceremonias ligeras.
Existe únicamente un muro (limite, barrera, prohibición) que se
ve al poniente. Dentro se localizan "deidades doblegadoras de
las pasiones, moderadoras de los fenómenos naturales que en la
selva se desencadenan con furia diabólica, domadores de bes-
tias, amparo contra serpientes y sabandijas y resguardo opuesto
a los "hombres malos" del más allá de los bosques" (p. 93).
La última oración indica que se trata de deidades enigmáti-
cas y contrarias al hombre civilizado.
Escuchando "la voz de la selva (acaso los instintos inconte-
nibles) de tono invariable y de intenciones tozudas como las del
mar" (p. 94), el huésped espera "el taco" que la hospitalidad
de Kai-Lan prometió para continuar su camino hacia el caribal de
Pancho Viejo donde se carece de "kikas", mujeres. El sitio se
halla río abajo. El mensaje que subyace es la referencia a un
lugar austero donde inclusive el río de la vida o la sensualidad
se encuentra lejano. "El taco", por su forma, es un símbolo fálico,
placer fálico ; en el cuento se trata de un doble placer: la comida
para la realidad primera y el erotismo para el inconsc iente .
Mientras el visitante come pechuga de faisán, el macho, Kai-
Lan manifiesta inquietud, interroga las nubes (la incertidumbre,
la confusión; trata de comprender el ambiente). Después recoge
del suelo una varita que eleva entre el índice y el pulgar; por el
arco que forman sus dedos se mira el sol a punto de llegar al
cenit (tal vez mide la carga erótica de las circunstancias o su
propia capacidad sexual, la varita obviamente es símbolo fálico).
Luego informa el resultado "- Poco andarás, viene agua, mu-
cha agua" (p. 95).
Advierte al visitante que aunque pretenda huir, como es su
intención, no lo logrará pues el aguacero habrá de impedírselo.
Mario Calderón 61
El investigador niega rivalidad, insistiendo en llegar esa mis-
ma noche a la austeridad representada por "la champa" de Pan-
cho Viejo. Aquí es importante el significado de Pancho, Fran-
cisco que es "libertad". II
Se presenta un pai saje exuberante, banoco y, según Jung,
"Los paisajes en el sueño (como en el arte) frecuentemente sim-
bolizan un estado de ánimo inexpresable. En este sueño la semi-
oscuridad del paisaje indica que la claridad de la conciencia del
día está disminuida". 12
El anfitrión se encuentra con fundido frente al problema del
visitante masculino y la posible reacción de sus mujeres.
El nanador contesta otra vez que "Pancho Viejo me espera",
es decir, que no representará rivalidad sexual.
Se pone de pie (asume posición activa), acaricia la cara de la
pequeña donnida en brazos de su madre (incita a la naciente
femineidad donnida, latente en los brazos de Jacinta). Téngase
presente que el hombre es él y sus circunstancias y que cuando
se sueña a un niño con detenninadas características, en realidad
se trata del mi smo protagonista . Cuando se dispone a salir, go-
tas enonnes (voluptuosidad) lo detienen, la tormenta (el con-
Oicto) se ha desencadenado. "Kai-Lan sonrie al ver cumplido
su pronóstico: agua ... mucha agua" (sexualidad, mucha sexua-
lidad).
"El rayo (la electricidad, la tensión) brama a poco bajo un
techo color de acero"(p. 95).
La tonnenta se cierne sobre las ramazones de los árboles (re-
laciones entre personas) que rascan las nubes (tocan la incerti-
dumbre). La voz de la selva (tal vez el instinto pennanente) se
acalla para dar lugar al ruido de las cataratas (la sensualidad
desbordada). El agua sube evidentemente, pues Jacinta deja a la
62 Temo y varloClones 22
niña (la inocencia, lo inexperto) acostada en la hamaca de Kai -
Lan (adopta una actitud o una faceta diferente a la presentada
en su relación con el diosero) y seguida de Jova alza sus ropas
con impudicia (provocación , coquetería) hasta arriba de la cin-
tura y empiezan a elevar un dique (constituye una posibilidad
de salida, un escape) para el agua.
"Kai-Lan con el mentón entre sus manos mira cómo la tem-
pestad crece en intensidad y en estruendos" (p. 96) .
Mientras, Jacinta toma en brazos a su hija (la mujer nueva),
la estrecha contra su pecho, "En la cara de la joven hay ahora
sombras de congoja". Jova, aparentemente estoica comienza a
destazar un sarahuato enonne (comienza a exhibir también sus
iNstintos); la piel de la bestia (la hembra) taladrada por la flecha
(acaso el miembro viril) de Kai-Lan "va despegándose de la
carn e roj iza hasta dejar un cuerpo desnudo (instinto al descu-
bierto) muy semejante en volumen y muy parecido en forma a l
de la indita mofletuda que llora (inquiere) entre los brazos de
Jacinta" (p . 96).
Entonces, el anfitrión sol icita al antropólogo un cigarri llo (un
pacto o una posibilidad de paz) .
Se encuentra preocupado, celoso. Esto se advierte cuando
dice al antropólogo que no se meta en lo que no le importa. Sin
embargo, de manera aparentemente cordial exhala fu marolas
que la ventisca se encarga de disolver.
"Entre tanto, el cielo (lo alto, lo desco nocido) no acaba de
volver sus odres (carga) sobre la selva ... (naturale za o condi -
ción salvaje)" (p. 96).
"El fragor aturde y la luz lívida (perspectiva de salisfac-
ción) deja ciegos (venc idos sin saber qué hacer) por instantes"
(p. 96) .
"En " la champa" nadie habla, el pavor supersti cioso de los
indios (con relación a los instintos, obviamente) es menor que los
temores del hombre civilizado" (p. 97).
"Kai-Lan se pone de pie (en acti tud activa) mira hacia afuera
por la tup ida cortina (lo cerrado, lo oculto) que desc uelga el
Mario Calderón 63
temporal. Habla en lacandón a las mujeres (es decir se refiere a
su vida íntima con ellas en su propia clave)"(p. 97) y justifica la
situación diciendo "el río es el río" (p . 97) . El río, según Jung
significa la vida que fluye , el transcurso del tiempo. 1J
"En efecto, el Jataté se ha hinchado. Sus aguas arrastran como
pajillas (fácilmente), troncos (hombres), ramas (relaciones) y
piedras (insensibilidad) (p. 97).
Kai-Lan opina que sus dioses están viejos y que él creará
otro que acabe con el agua. Intenta construirlo, pero lo deshace
cuando se entera de que el dios ha sido profanado por ojos de
mujer; pareciera que el dios debiera obtenerse únicamente de
las fuerzas masculinas. Esta sociedad primitiva revela que el
hombre, en realidad, teme a la mujer y se protege de ella. Esto
lo confirma Julia Kristeva diciendo:
13 {bid., p. 196.
14 Juli a Kri steva, Poderes de lo PerversiólI , 2a. edición , tradu cción de
Nico lás Rosa y V iviano Ackennan , Siglo XX I, México, 1988 , p. 95.
15 Sigmund Frcud, op. cit., tomo 11 , p. 184.
64 Tema y variaciones 22
"Nachak'in, amurriada tal vez por su frustrado himeneo, se
ha sentado con las piernas cruzadas, y la cara a la pared; cabe-
cea presa del sueño. En medio de la choza, la lumbre (el calor
sexual) crepita. Es de noche" (p. 100).
. Finalmente se modela un dios cruadrúpedo con hocico de
nauyaca, cuerpo de tapir y cauda enorme y airosa de quetzal. Se
trata naturalmente de un procedimiento de magia. Freud dice
que ésta "responde a fines muy diversos, tales como someter los
fenómenos de la naturaleza a la voluntad del hombre, proteger-
le de sus enemigos y de todo género de peligros".16 Para contro-
lar la situación, el sacerdote está invocando su condición de
macho, su masculinidad o su dios. Como diría Jung, su "Sí-mis-
mo", pues dice de él que éste
Mario Calderón 65
"Las mujeres nuevamente se debaten en el barro (su propia
condición) en pelea furiosa contra el agua (sexualidad, vitali-
dad), que ya ha rebasado el pequeño bordo (prohibición) que la
contuvo" (p.102). El antropólogo corre a prestar auxilio a las
mujeres. A poco se halla hundido hasta la cintura en el lodo
(la inmoralidad) y comprometido en la lucha (vida de los
lacandones). Mientras Jacinta y él acercan piedras (resistencia,
dureza) y fango (inmoralidad), Jova levanta un vallado (prohi-
bición, censura) que más tarda en alzarse que en ser arrastrado
por la corriente (denota su debilidad). "El hombre va y viene
bajo el enorme paraguas (símboloJálico) de la selva" (p. J02).
"Jacinta ha resbalado, el agua la arrastra un trecho" (p. 103).
Se ha rendido, desfallecido ante sus instintos. Según la opinión
de Freud: "Cuando el sujeto es femenino no presenta su inter-
pretación la menor dificultad, pues acepta siempre el sentido
simbólico corriente de la caída, o sea la entrega a una tentación
erótlca":18
Jová (la experiencia, la madurez) logra pescarla por la melena
y con la ayuda del antropólogo es capaz de "sacarla del trance".
"Un enorme ~ronco que flota en las aguas (sexualidad masculi-
na) barre totalmente nuestra obra" (p. 103). E limina el esfuerzo
de las voluntades. Nada hay que hacer; sin embargo, las muje-
res siguen empeñadas en su pugna.
De pronto cesa la tormenta y Kai-L.an festeja con júbilo.
"Nachak ' in, a qUien correspondía ese día copular con el
diosero, mira, sin hacer nada para evitarlo, cómo el cuerpo del
sarahuato se chamusca, se carboniza (su instinto camal frustra-
do); una nube (confusión) negra y hedionda (mal humor) hace
irrespirable el ambiente" (p. 103).
Las mujeres al ver la traza ridícula del visitante, ríen porque
está encenegado (sucio moralmente) de p.ies a cabeza.
66 Tema y variaciones 22
El antropólogo trata de limpiar el fango de sus botas (la mala
impresión, inmoralidad o modo de conducirse) mientras Kai-
Lan le tiende un calabazo con "balché" (es decir que le "da ca-
labazas". Este hecho le hace pat~nte su falta de éxito sexual y
constituye una especie de burla o de compasión por no haber
aprovechado la oportunidad que tuvo con Jacinta).
Entonces Nachak'in, provocativa, trata de echar un brazo al
cuello del diosero y éste la separa diciendo que ya es otro día.
Antes de partir, el visitante regala a las mujeres peines rojos
y un espejo (símbolos de pasión y admiración). Ellas agradecen
con sonrisas amplias y anchas (sociabilidad).
Kai-Lan le obsequia con un pernil de sarahuato que escapó
de la chamusquina (el permiso de recordar) y él corresponde
con un manojo de cigarrillos (propuesta de paz).
'Pinalmen!e Kai-Lan comenta que su dios salió bueno porque
mató la tormenta. Advierte que en la pelea perdió su bonita cola
de quetzal y la dejó en el cielo. (Es<lecir que su potencia varonil
ya no es la mi sma porque perdió una parte). Téngase presente,
según la explicación de Freud, que " la íntima conexión del vue-
lo con la imagen del pájaro explica que los sueños de volar son
sueños de erección". '9 Efectivamente, en la bóveda celeste, el
arco iris brilla (el nuevo pacto entre el sacerdote y sus muj eres).
Este es el símbolo del arco iris, segúnla narracción bíblica de
la aparición de ese fenómeno natural después del diluvio que
representó un pacto entre Dios y los hombres.
Esta segunda historia, que subyace bajo la realidad aparente,
relata la incursión de un hombre, él investigador, en el mundo
de los lacandones, la casa de un sacerdote, el diosero, quien vive
una relación de p~ligamia con tres mujeres: Jacinta una mujer
muy joven y madre de una niña, Nachak'in hembra en plenitud,
y Jova una india de edad avanzada y con carácter reservado.
Una de ellas, Jac'i ntase siente atraída por la presencia del visi-
tante, que también la desea sexualmente, mientras Nachak ' in
19 IbM., p. 229.
Mería Co/deró" 67
espera impaciente su tumo para subir a la hamaca del esposo
esa noche. Se desencadena una tormenta de sensualidad por
parte de las mujeres y de impotencia por parte del dueño de la
"champa", el diosero. Nachak'in encamina su coquetería hacia
su marido; Jacinta inexperta, casi niña, vive momentáneamente
un flirteo irresistible con el antropólogo, que padece también
una atracción subyugan te.
Kai-Lan, el anfitríón, a pesar del problema de ver tambalear-
se su dominio de macho sobre las tres mujeres, nunca niega su
hospitalidad (ésta es una cualidad ya muy reconocida en los
mexicanos), crea o invoca a su Dios, las fuerzas de su incons-
ciente, para imponer su hombría. Después de esfuerzos signifi-
cativos, su propio Dios, su autosugestión quizá, responde y lo-
gra restaurar su dominio varonil sobre las hembras; sin embargo
advierte que su poderío no es el mismo, se vio disminuido por-
que el dios-pájaro que voló al cielo (su erección sexual), perdió
la cauda que apareció en el firmamento en forma de arco irís; el
visitante con muestras de cordialidad se despide. En esta histo-
ria tiene lugar el fenómeno que Jung llama "sincronicidad" que
es "una coincidencia significativa entre sucesos exteriores e in-
teriores que no están conectados causalmente",20 .
Este hecho muestra que psique y matería son el mismo fenó-
meno, uno visto desde dentro y otro desde fuera .
En esta segunda historia, el sujeto es el diosero, Kai-Lan; el
objeto, el control sexual de las mujeres.
El visitante, narrador, es rival, el oponente; y el Dios Zoo-
morfo, la potencia masculina, es adyuvante.
El déstinador estuvo representado por la casualidad y el des-
tinatario fue el propio sujeto, el sacerdote.
El diosero es un cuento interesante porque en él se ejemplifica
un caso de omnipotencia de ideas en la persona de un sacerdote
lacandón pues, según él cree, con la sola fuerza de su pensa-
miento pudo controlar el mundo exterior, la naturaleza, así como
68 Temo y variaciones 22
también el conflicto de exclusividad sexual con sus "kikas" o
concubinas. En este texto se muestra, además, que el hombre
crea a Dios, no Dios al hombre.
Este cuento, que tiene lugar en el territorio maya, constituye
una visión indígena de la realidad que se opone al Popol Vuh
pues, mientras que en el libro maya se narra que los Dioses
crearon al hombre mediante varios intentos (una vez fue elabo-
rado de madera y destruido al resultar inútil porque esa creatura
no alababa a su Dios; otra fue creado de maíz blanco, negro y
amarillo, versión que fue la definitiva) . En "El diosero", en
congruencia con las ideas. de Freud y de Marx, es el hombre
quien fabrica a su Dios y también lo destruye en una ocasión por
inútil. Está por demás repetir que esta es una obra narrativa con
altísimo valor literario, el cual descansa precisamente en la doble
posibilidad de interpretación.
La sociedad lacandona se observa hospitalaria, pero con una
división extremosa de sexos. En esta separación la mujer resul-
ta marginada y, como se infiere de lo expuesto por Julia Kristeva,
se le teme, por eso se le asignan prohibiciones.
En lo que se refiere al estilo literario reflejado en el texto,
éste presenta fluidez y exuberancia de léxico, acumulación de
elementos, es decir, recargamiento de forma , y plasticidad. El
estilo es neobarroco.
En síntesis, el cuento "El diosero" posee valor literario por
su clara bivalencia significativa, dificil de precisar si fue reflexi-
va o intuiti\'a, pero que constituye, junto con las obras de Yáñez
y Rulfo, uno de los hitos de la literatura mexicana de mediados
del siglo xx .
Mario Calderón 69
El tema tratado en el cuento resulta novedoso y fuera de lo
común en la narrativa mexicana, por tratarse del cumplimiento
de las promesas de un político .
La primera historia planteada en forma coherente y sin moti-
vos ciegos, relata que, por la'ponchadura de una llanta del auto-
móvil Ford del candidato a la Presidencia de la República, un
político norteño pide ayuda a los habitantes del pueblo de
Xoxocotla, Morelos. Ellos lo atienden: el político pregunta por
las necesidades de esa población. El delegado municipal , sin fe
alguna, responde que una escuela con maestra, el entubado del
agua y la construcción de una plaza.
El candidato se aleja prometiendo solucionar esas necesidades.
Los ancianos no creen en el cumplimiento de esas promesas,
po'que su experiencia les ha enseñado que la función de los
candidatos es prometer, no cumplir.
Los jóvenes son más optimistas. Ellos aparentemente inge-
nuos piensan que el candidato cumplirá con lo prometido.
Un día regresa el candidato convertido en Presidente de la
República y satisface las peticiones que le fueron expresadas en
su primera ,"sita; los lugareños quedan satisfechos, perplejos y
agradecidos.
El sujeto es Eleuterio Ríos, el delegado municipal , represen-
tante del pueblo de Xoxocotla, Morelos.
El objeto perseguido es el bienestar, el progreso.
El destinador fue ' la casualidad que provocó la ponchadura de
una llanta del automóvil Ford del candidato a la Presidencia de la
República. Por este percance, el político pidió auxilio al pueblo
de Xoxocotla y pudo conocer su problemática, que posterior-
mente solucionó.
El destinatario es el propio sujeto, el pueblo.
Los hombres viejos y desilusionados de Xoxocotla son los
oponentes que finalmente cambian de actitud al ver el cumpli-
miento de las promesas del candidato.
Al final, el adyuvante, quien busca el bienestar del pueblo, es
el candidato que termina siendo presidente .
7O Tema y vanaciones 22
Los personajes en éste, como en otros cuentos del mismo
libro, son sólo rostros de un personaje colectivo principal, que
es el pueblo.
En·Xoxocotla, los ancianos son escépticos y burlones debido
a su propia experiencia en torno a la poca importancia que el
gobierno siempre ha concedido a las peticiones del pueblo.
Los jóvenes, en cambio, aún tienen fe en su gobierno, quizá
porque no han sido todavía desilusionados.
La psicología nos ayuda a interpretar el texto para compren-
derlo mejor. Desde esta perspectiva en el cuento se hallan los
siguientes problemas:
. a) Aparece el yo escéptico del mexicano viejo de Xoxocotla
en conflicto con el superyo: el sistema político que nunca había
cumplido sus promesas. De' este modo apareció un mexicano
sin fe e irónico que saluda, 'por desconfianza, únicamente con el
roce de la mitad de la palma de su mano y que exhibe un modo
de 'mirar "largo y hondo" sólo para que se entere el interlocutor
que "no está haciendo tonto a nadie".
b) En esta hi storia se resuelve un problema edípico añejo
pues la patria es sustituto de la madre; el gobierno, presidente o
rey, según Freud, es representante del padre2l que, en su papel
de macho imponente y violador, aleja al hijo de los beneficios
de la comprensión materna creando rebeldía o conflicto de au-
toridad de parte del yo del mexicano contra un gobierno mani-
pulador y autoritario que no permite el desarrollo de los ciuda-
danos.
Antes del auxilio del presidente, .el ello del pueblo se en-
cuentra en crisis, el tánatos en la fonna de·calor, parece vencer
al eros, a la vitalidad: " Ias mujeres en las cocinas se habían qui-
tado las camisas y los niños encuerados buscaban las sombritas",
(p.115) es decir, que niegan su propia naturaleza, van en contra
de sí mismos; la mujer, pudorosa por costumbre, se desnuda, y
Mario Calderón 71
los niños, generalmente traviesos, se han vuelto quietos y buscan
sólo las sombras. Los animales, que para el inconsciente repre-
sentan los instintos del hombre,22 también se encuentran inhibidos
e inclusive se niegan y contradicen su propia condición: "los cer-
dos (la representación de la comodidad) gruñían porque sentían
derretirse; las gallinas (la significación de pasividad) con el pico
abierto escarbaban la arena caliente (parecen inconforrnes de-
seando desaparecer) y con las alas extendidas se revolcaban
queriendo re/Tescarse; los perros (la valentía, la bravura, el arro-
jo) con las colas entre las patas babeaban (parecían tontos) como
si tuvieran del mal" (p. 115)
Se revela contenido latente en el significado de nombres de
lugares y de personajes:
- Xoxocotla del náhuatl xoxoco, un árbol que a su vez pro-
cede de xócoc "cosa muy agria" y la desinencia abudancial "tia":
lugar donde abundan los árboles y cosas muy agrias, ácidas. 23
La coincidencia ocurre en el texto porque se compara a los
hombres escépticos o amargados con las plantas o cosas ácidas.
- Puente de Ixtla. Es una población del sur de Morelos. Pro-
cede del náhuatl ixtli "cara o superficie" y tia "desinencia abun-
dancial".24
En el cuento tiene sentido el nombre de esa población porque
el candidato se dirigía a esa cara, esa superficie; ahí "daria la
cara", se presentaría en un acto político.
- Eleuterio de leudh "elevarse, subir". De raíz indoeuropea 25
Río: "transcurso de la vida", según el valor asignado por Jung,26
por tanto, para el inconsciente, el nombre significa "transcurso
de la vida que asciende". Nombre y obra se relacionan en tanto
que la palabra Eleuterio nombra a un delegado municipal, re-
presentante de Xoxocotla, un lugar donde los moradores, por la
22 ¡bid., p. 243 .
23 Lui s Cabrera, Diccionario de azrequismos, Oasis, Méx ico, 1982, p. 156.
14 ¡bid., p. 84.
25 Gutiérre Tibón, op. cit., p. 83.
26 Carl G Jung, op. cit ., p. 196.
72 Tema y variaciones 22
ayuda del candidato a la Presidencia de la República, elevan su
nivel de vida al obtener, mediante la gestoría de su representan-
te político, una escuela con su respectiva maestra, una plaza y el
entubamiento del agua.
-Odilón Pérez. Odilón, del gótico "audila", feliz 2 7
y Pérez del latín "piedra": "piedra feliz".
Nombre y obra tiene nexos porque se trata de un hombre que
es utilizado como mensajero por Eleuterio Ríos y se caracteriza
por tonto, duro de cabeza, piedra feliz, pues dice literal al presi,
dente, la respuesta irreverente que hace el delegado por desco-
nocimiento de la situación ante el Presidente de la República
"que si no puede aguardar tantito, que no tengo su quiahacer"
(p. 115).
Odilón se comportó duro de cabeza, como piedra.
- Andrea Sierra. Andrea es el femenino de Andrés que en
griego significa "varonil"28 Sierra: conjunto de cerrOS o elevacio-
nes. Andrea Sierra "varonil o fuerte entre altibajos o problemas".
Nombre y obra coinciden porque, en el cuento, es el nombre
de una mujer que enseñaba a leer a los niños de Xoxocotla, a
pesar de dificultades tan graves como carecer de escuela.
- Remigio Morales. Remigio del latín "remero"29
Morales, de moro, ir en contra de algo, esto se infiere por la
historia de la cultura, pues los moros fueron enemigos de los
españoles durante siete siglos.
Remigio Morales "el que rema o sobrevive en la oposición" .
Nombre y obra son coincidentes porque es el nombre de un po-
lítico, el nuevo delegado municipal, a quien Eleuterio Ríos en-
tregó el poder cuando terminó su periodo.
- Trina Laguna. Trina de trinidad. Procede del latín "trinitas":
reunión de tres 30
Mario Calderón 73
Laguna: sitio donde el agua se estanca.
Nombre y obra muestran "relación porque se trata de una mu-
jer que vendía pulque; el cuento narra que en la casa de Trina
Laguna se reunían tres a tomar pulque (estancamiento de agua),
Eleuterio, el policía y la comerciante, doña Trina.
- Próculo Delgadillo. Próculo. Del latín "nacido mientras el
padre está lejos"] I
Delgadillo, delgado, poco importante .
Nombre y obra se relacionan si re~ordamos que este hombre
fue el único que rió cuando Eleuterio se estaba mofando del
candidato, Próculo es el más burlón o más amargo, es decir, el
más huérfano de patria y de gobierno.
- Tirso Moya. Tirso del latín Ihy rsl/s y éste a su vez procede
del griego donde era el emblema de Dionisia, dios del vino. Lle-
vaba la figura del dios como cetro y se usaba con carácter má-
gico religioso en las bacanales. 32
Moya posiblemente del latín "modius": medida de capa-
cidad ]3
Nombre y obra coinciden si entendemos que, en el cuento,
este personaje es quien -anuncia al delegado municipal la pre-
sencia del poderoso presidente·(una especie de dios). Anuncia
al tiempo, cierta medida de capacidad, medida de bienestar.
- Lucrecita. Lucrecia. Del latín ll/creli"s. La relación con
ll/crl/m "ganancia, lucro" se debe a etimología popular. 34
Se explica la conexión nombre-obra si reflexionamos que en
el- cuento esta niña desempeñó la función de avisar también al
delegado municipal la llegada del Presidente de la República,
ella representó para el pueblo la anunciación de un pequeño lu-
cra, .el incipiente progreso.
JI Ibid , p. 198.
31 Ibid, p. 230.
3J Gutiérre Tibón , Dicciollorio Erimologico Comparado de los Apellidos
74 Temo y variaciones 22
Si se intenta ordenar los datos del contenido que subyace bajo
la realidad aparente aparecidos en el texto, encontraremos, al
interpretar su simbología, otra historia, la profunda, la del incons-
ciente:
En la patria, madre de los mexicanos, el candidato a la presi-
dencia, representante del gobierno, símbolo del padre, se dirige
a Puente de Ixtla, se supone que a propiciar un acto partidista de
convencimiento popular. Un puente, explica Freud, en el sueño
tiene el valor de miembro viril en actitud de coito J5 y la palabra
ixtla significa superficie, cara, por tanto, lel aspirante a repre-
sentar al gobierno, la paternidad, se encamina a realizar un acto
comunicativo de persuasión en una superficie, un lugar donde
habrá un encuentro, y se mostrarán las caras, todo saldrá a la
superficie. Recuérdese que en un acto de comunicación, el emi-
sor, que en este caso esel candidato, desempeña la funcIón de
sujeto activo (idea de virilidad) mientras que el receptor. en este
relato el pueblo, equivale a la pasividad (idea de lo femenino) , y
reflexiónese, al propio tiempo, que en un acto de comun icación
se sucede simbólicamente una penetración, un coito; por tanto, se
narra de manera subliminal que el candidato al gobierno de la
República se dirigía a hacer suya, a convencer, a la población de
Puente de Ixtla; pero en la curva del tordo, un pájaro pardo, o
sea en un obstáculo de la capacidad fálica (ese es el valor asig-
nado por Freud al pájaro)36 al automóvil Ford "(Ford)", "actitud
para vadear",37 se le tronó una llanta, le faltó aire, vitalidad su-
ficiente y el 'candidato t(¡vo que "déscolgarse", es decir, acudir
de manera forzada a solicitar sombra (protección) y agua (vita-
lidad) a Xoxocotla, lugar de amargura debido al escepticismo
provocado por un gobierno paterna lista que hace promesas que
Mario Calderón 75
nunca cumple. De este modo, en Xoxocotla, los habitantes de
condición o naturaleza (el ello) padeciente presenten conflicto
(su voluntad, su yo) con la cultura, lo establecido (el superyó).
En Xoxocotla se advierte rebeldía, un problema contra la auto-
ridad, el gobierno, provocado, en el fondo, por circunstancias
edípicas, pues el gobierno, el padre, celosamente y de manera
antidemocrática y mentirosa, como violador, se ha impuesto y
ha privado a los hijos de Xoxocotla de los beneficios, acaso las
caricias, de la patria y por ello se recibe al candidato con recelo
e ironía. En ese instante hasta rie Próculo Delgadillo (un insig-
nificante hombre, como hijo nacido lejos del padre). A petición
del futuro presidente, los hijos de XoxocotIa (de la amargura) le
solicitan una escuela con maestra (los hijos piden educación,
enseñanza para llegar a ser como el padre), una plaza (símbolo
de centro de atención o consideración) y el entubamiento del
agua, o sea, el encuadramiento, la regulación o civilización de
su vitalidad, en síntesis, piden que se "dé forma" al sentido o
contenido de su vida.
Un día, cuando el ello de los pobladores padece tanto sufri-
miento que hasta se advierten actitudes contrarias a sí mismos
por el calor intenso (la comodidad representada por los cerdos
está a punto de derretirse; las gallinas, acaso la pasividad, escar-
ban queriendo desaparecer; los perros, la bravura, la furia, el arrojo,
presentan síntomas de tontismo mediante baba; las mujeres pu-
dorosas por tradición, se habían quitado la camisa; y los niños
típicamente traviesos, buscaban las sombritas y pedían agua, vida.)
llega a XoxocotIa el candidato convertido en presidente a resol-
ver el problema edípico: con impulsos vitales, de eros, se opone
al Tánatos, al escepticismo, la carencia y la pobreza.
De este modo, el pueblo de XoxocotIa, a través del delegado
municipal, su representante, don Eleuterio Ríos (elevación del
transcurso de la vida), asciende un poco a la civilización, al
superyó. El progreso es comunicado primeramente por Tirso
Moya (anuncia el emblema de medida de capacidad). Después
Odilón Pérez comunica la llegada del visitante y, haciendo
76 Temo y variaciones 22
honor al significado de su nombre, se comporta de manera feliz,
sin darse cuenta, con la dureza o la falta de entendimiento de
una piedra. Luego corresponde a Lucrecia representar su papel
anunciando la llegada del pequeño lucro. Mientras, el represen-
tante del pueblo convivía bebiendo pulque con un gendarme en
casa de Trini Laguna quien, de ese modo, completa el libreto de
actuación de "reunión de tres estancados en el agua". Al final,
los pobladores de Xoxocotla, Morelos, se muestran sociables,
saludan con toda la mano e inclusive con las dos al "hombre",
presidente. Dan categoría de verdadero hombre a quien se sos-
tiene y cumple las promesas. Presentan, de esta manera, capaci-
dad de gratitud deseando recordar a su benefactor mediante el
deseo de construirle una estatua.
Es este un cuento optimista, escrito con triunfalismo, quizá
en honor al presidente Plutarco El,as Calles, personaje en quien
Rojas González creía pues, durante su mandato, trabajó para su
gobierno en la ~ecretaría de Relaciones Exteriores.
El cuento, al interpretarse mediante este análisis de tipo psi-
coanalítico, muestra literariedad o polisemia que le da categoría
de buena literatura: se encuentran por lo menos dos realidades
equivalentes y comparables: la patria como una madre; el go-
bierno como el padre, y los individuos padeciendo un conflicto
de autoridad por razones edípicas.
Se observa claramente, además la lucha del impulso vital, eros,
contra el Tánatos: la evolución mediante la lucha de contraríos.
Se observan también dos realidades: la historia común, la
visible, la del consciente; y la otra, la del inconsciente que se
determina al descifrar los símbolos propios del sueño y del sig-
nificado de nombres de lugares y de personas.
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Mario Calderón 77
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78 Temo y variaciones 22
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AI/MGfN YSfMfJhNZA DE...
CA R LOS G Ó ME Z C ARRO*
79
existe entre la corta estatura y la aptitud para la poesía, y confiesa:
"Desde pequeño fui muy pequeño". Uno se acuerda de Liber-
tad, el personaje de Quino, cuando el padre de Mafalda después
de saber su nombre la mira con incredulidad y ésta le dice: "No
me juzgue por mi tamaño". Y qué bueno si se es pequeño por-
que, como además señalara el escritor: "lo bueno, si breve, dos
veces bueno", con lo cual, aparte de refutar, tal vez, la grandilo-
cuencia de aquellos escritores que, como la rana, dilatan y dilatan
el tamaño de su obra (la presentan aquí y allá y disertan sobre
cualquier asunto), insatisfechos aún de que no esté en proporción
de su imagen, se pregunta, esta vez con Horacio, "por qué nadie
está contento con su condición". En ello se advierte una tensión
constante en su obra entre el deseo y la realidad. La sensación
de que hay que tener cuidado con lo que se desea, pues qué tal si
se cumple y no nos apetece, a fin de cuentas esa novedad.
La obra de Augusto Monterroso es minimalista por convic-
ción (y por tamaño). Más que por las dimensiones internas de
su ficción o por el número acotado de sus textos, por la sobrie-
dad de los esquemas narrativos que emplea. El juego mesurado
que propone a partir de la puesta en juego de unos cuantos ele-
mentos narrativos, cuidadosamente dispuestos en una arquitec-
tura de grandes espacios vacíos, sugeridos. Minimalista, tam-
bién, en contraste con una cultura predominantemente barroca.
Es una herencia, lo decía Severo Sarduy, anterior, incluso, a la
colonización europea. De la arquitectura monumental de Teoti-
huacan y Palenque a los murales de Diego Rivera, pasando por
la Coatlicue, tan parecida formalmente al Sagrario Metropolita-
no de la Catedral de la Ciudad de México, las sutilezas en torno
a la verdad y a la mentira de los dramas de Alarcón, los atisbos
genéricos de Sor Juana o la mitología comparada en los murales
de Orozco, los enmascaramientos de Tezcatlipoca, máscara so-
bre máscara, cuando engaña a Quetzalcóatl (quien a sí mismo
se engañaba para cometer incesto), los disfraces ideológicos de
Santa Anna, el conservadurismo liberal de Porfirio Díaz, las
mentiras verdaderas de César Rubio, el de El Gesticulador de
80 Temo y variaciones 22
Usigli, y las verdades que se esconden bajo el mutismo y las
máscaras del ejército zapatista. En un mundo concebido para
celebrar las grandes hazañas, Monterroso se decide por lo
pequeño y simple .
Cuando dice que "en Guatemala siempre hemos perdido" se
disculpa por no admirar el estruendo de la victoria (a menos que
sea la tortuga la que vence), por no aspirar a ser el más sabio
(pues terminaría por ser un incomprendido más, como el búho),
por no desear "la parte del león" (aunque el león se la ofrezca),
ni ser el que vuela más alto (aunque sueñe, a veces, con ser el
que vuela más alto). Tal vez porque sabe que en él mismo, al
menor descuido, pueden aparecer todos esos defectos que ca-
racterizan casi siempre a la zoología humana. ¿Qué pretende
Monterroso con todo ello?: Enseñarle a la mosca la forma de
salir del frasco . (En Movimiento perpetuo, el escritor apunta un
epígrafe tomado de Ludwig Wittgenstein: "¿Qué se propone uno
con la filosofia? Enseñar a la mosca a escapar del frasco.")
Monterroso se encarama, para perderle el miedo al miedo, en
las alturas para escrutar el comportamiento humano: Es el es-
quema de trabajo que siguió desde el referido relato de "El co-
nejo y el león", en donde el psicoanalista observa subido a "un
altísimo árbol", lo que el hombre hace desde que es hombre.
Monterroso llegó a la ciudad de México en 1944, perseguido
por las hienas que se disputaban el poder en Guatemala, y aquí
se quedó, en el Altiplano mexicano, que fue el modo que encon-
tró de subirse al árbol. Ya era en gran medida lo que era, un
escritor minimalista, satírico, pero aquí supo que se valdría de
la fábula para engendrar sus historias, un género que parecía
haber dicho todo lo que podía decir y que en él cobró una vigen-
cia inesperada. Dispuesto aquí, en el Altiplano, pudo observar
con mayor nitidez cómo los defectos y debilidades de la condi-
ción humana adquieren en su más primitiva forma los rasgos de
nuestro origen animal.
Pero si en el escritor sólo hubiese la idea de satirizar la con-
dición humana, lo más probable es que le pasara lo que a "El
82 Tema y variaciones 22
de que en uno se continúa el contrario, que las pesadillas exis-
ten. Que las pesadillas se encuentran de este lado de la realidad.
Ese es el horror que, agazapado, habita el zoológico de Monte-
!TOSO, en el que, igual , el conejo cree contenerse para no desatar
su furia en contra del "cobarde" león, la mosca se sueña águila
y al ser águila se arrepiente y quiere vo lver a ser mosca, pues a
pesar de sus sueños de grandeza, adora, como tantas personas
que uno conoce, pararse en la inmundicia. Hay un telTor que
paraliza (por el que "siempre hemos perdido") y que siente la
tortuga, perseguida apenas por Aquiles; es el miedo que parali-
za al mono y lo hace desistir de escribir todo lo que sabe acerca
de sus congéneres y de él mismo. El sentimiento que corroe al
profesor de su relato "Obras completas" (Obras complelas y
otros cuentos, 1959), sentimiento que convertido en secreta en-
vidia lo lleva a inducir a que su discípulo, un joven escritor que
mucho promete, desista de su vocac ión literaria y se convierta,
como él, en un estéril erudito. Es el terror al que se sobreponen
en ocasiones sus personajes para contrariar un destino, como el
de los personajes de " El eclipse" (relato que apareció en una
plaquelle, antes de su primer libro, en 1947). Un español extra-
viado en el mayab, formado en la tradición aristotélica, es cap-
turado por un grupo de indios. Para evitar su muerte, aquéllos
amenaza (recurriendo a la certeza que tiene de un próximo eclip-
se) con oscurecer el cielo si es llevado a la piedra de los sacrifi-
cios. Éstos discuten, lo inmolan al tiempo que rezan en voz alta
las, por ellos, conocidas fechas en las que han y habrán de suce-
der los eclipses de sol, a pesar de no saber nada acerca de
Aristóteles. En Monterroso, pues, encontramos esa lucha cons-
tante por sobreponerse al horror anunciado como fatalidad.
La parálisis que surge del horror, del horror del perseguido,
del que "siempre" ha perdido. El burro que teme volver a tocar
la flauta. La tortuga quien no cree que pueda volver a ganar, el
conejo que no sabe si correr o dejar que la historia se repita. En
"Leopoldo (sus trabajos)", uno de los relatos de Obras comple-
tas y otros cuentos, un escritor en ciernes se prepara largo tiem-
84 Temo y voflociones 22
La/PutosauriaITodavíaJEstaba/Allí". Horrorizado de sus propios
gustos, se desprende del simple análisis, el dinosaurio contem-
pla la naturaleza de sus deseos.
En un relato de la tradición china, un dragón se entera del
gusto de un hombre por los de su especie. La imagen se multi-
plica en los jarrones, tapices, cortinas de la casa del admirador.
Es entonces que el dragón decide visitarlo, pero al verlo, el hom-
bre huye despavorido, con lo cual aquél concluye que en reali-
dad al sujeto no le gustan tanto los dragones. En un cuento de
Henry James, "El papel tapiz", se sugiere la idea de que un solo
tema secreto recorre la prolija obra de un novelista, la tarea del
lector sería descubrirlo, como el oculto dibujo dispuesto en un
tapiz oriental. En el cuento "El dinosaurio" se advierte la perse-
verancia de un tema que, acaso, se pierde en la historia de la
literatura y que resume HerbertAllen Giles en un relato de 1889,
"El sueño de Chuang T zu": Un hombre despierta con la sensa-
ción de haber soñado que era una mariposa, al tiempo que se
pregunta si no es una mariposOi que ahora sueña que es un hom-
bre . El asunto se complica en el caso de Gregorio Samsa, quien
despierta convertido en una cucaracha. Lo terrible es que jamás
volverá a despertar de este sueño. En el sueño de Chuang Tzu se
advierte la idea del laberinto que produce el reflejo de un doble
espejo. En el segundo espejo se ve la imagen del primero y la de
éste en aquél , la ilusión del infinito : el hombre se ve en la mari-
posa y ésta en aquél, y así sucesivamente (el sueño contenido en
otro sueño que a su vez contiene al primero). La metamorfosis
se hace eterna. El fenómeno lo reproduce ostensiblemente Mon-
terroso en "La cucaracha soñadora" (La oveja negra y demás
fábulas). No obstante, en la percepción de Kafka, la ilusión se
rompe, la imagen doble queda clausurada, y el soñador queda
atrapado en la pesadilla de la que ya no regresa y lo que le da al
texto la impresión de perplejidad y horror, porque uno espera,
dé algún modo, que el orden reaparezca y Gregorio regrese a su
anterior identidad; a menos, claro, que el ser cucaracha haya
sido (y así es) desde siempre su única identidad .
86 Temo y variaciones 2Z
de que al despertar, podemos seguir no en el sueño, sino en la
pesadilla. Si en la vida podemos continuar el Paraíso en una
flor; mas podemos, desde la perspectiva del guatemalteco, con-
cébir en ella el Infiemo. En este sentido, el dinosaurio resulta
una metáfora más contundente y, posíblemente, más realista que
la de la flor. Mas si pensamos, como lo hacía él , que en Guate-
mala los escritores jóvenes, antes que escribir, se tienen que ir a
la guerrilla y mueren ahí (su epitafio se convierte en un poema,
al revés de lo que suponía Eliot: "Every poem an epitaph") o
tíenen que trabajar en la clandestinidad en las ciudades. Para
Monterroso, el humorismo es la fase superior del pesimismo.
Para él, Kafka lo fue (recordaba sintomáticamente cómo el es-
critor de Praga se tiraba al suelo de risa cuando su amigo Max
Brod le leía pasajes de El proceso), un humorista; tal vez así
habría que leer, entre otros, a Beckett y a Cioran.
De cualquier manera, el escritor pensaba que "escasamente
existe un animal más risible" que el dinosaurio, a pesar de su
irremediable parecido con los dictadores hispanoamericanos. El
humorismo, por eso y por otras cosas, quizás sea el método, al
menos el de Monterroso, de salir del fra sco: su talismán, porque
a lo mejor la filosofía no nos enseña nada acerca de la vida y de
sus faunas, pero sí la literatura.
Historia fantástica
Contar la historia del día en que el fin del mundo
se suspendió por mal tiempo. (La le/ra E, 1987)
Ó S CAR MATA -
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de sus ancestros, Holpechén, en la parte sur de la península de
Yucatán. La nostalgia por la tierra provinciana va a inspirar buena
parte de las obras de Severino y de Hernán, en contraste con el
escenario de esmog y cemento de las narraciones de los chilangos
Samperio y Campos.
Aunque las vidas de estos cuatro escritores tienen no pocos
rasgos comunes y a lo largo de sus existencias han coincidido
en centros de estudio, lugares de trabajo, publicaciones periódicas
y casas editoriales, para no mencionar congresos ni coloquios o
encuentros de escritores, no se les considera aquí como inte-
grantes de una generación literaria , O miembros de a lgún grupo,
algo que para algunos estudiosos de nuestras letras no existe,
mientras otros los llaman la "Generación intermedia" o la "Ge-
neración de en medio", sino en su calidad de cuentistas, de es-
critores que han cultivado el género narrativo breve. Por lo de-
más, ellos se enseñaron a leer y escribir cuando los autores de la
"Generación de medio siglo" se daban a conocer, fueron inscritos
en primaria en los años en que Juan José Arreola publicaba Los
Presentes , conocieron a los grandes autores del boom latino-
americano cuando estudiaban la preparatoria, escribieron sus
primeros textos cuando se daba a conocer la "Generación de la
onda", con la cual siempre mantuvieron di stancia, y cursaron
carreras universitarias distintas a la que solían escoger los escri-
tores mexicanos que los precedieron : la abogacía . Hernán Lara
es ingeniero y además estudió letras inglesas, lo que también
hizo Severino Salazar; sin embargo, Marco Antonio Campos es
egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM. Los cuatro
asistieron a un taller literario cuando hacían sus pininos: Marco
Antonio Campos al de Juan Bañuelos, Guillermo Samperio al
de Andrés González Pagés en el¡PN, Severino Salazar y Hernán
Lara al de Juan José Arreola en la Facultad de Filosofia y Le-
tras. Con el paso del tiempo han tenido trabajos muy similares,
por no decir idémicos: Campos y Lara Zavala han ocupado el
puesto de director de Literatura en la UNA M y también han esta-
do al cargo de diversas publicaciones en esa universidad, Gui-
90 Tema y variaciones 22
Ilermo Samperio fue director de Literatura en el INBA; sólo
Severino Salazar se ha mantenido al margen de los puestos ad-
ministrativos consagrándose a la docencia en la UAM-Azcapot-
zaleo, una actividad que también llevan a cabo de manera regu-
lar los otros tres: Lara Zavala en la Facultad de Filosofia y Letras,
Marco Antonio Campos en universidades extranjeras y Samperio
en la UDLA y en su taller de cuento. Los cuatro han ganado uno
o más premios literarios y han podido pasar prolongadas estan-
cias en el extranjero. Son, pues, mexicanos que han estado en el
mundo. En lo referente a la poJitica, la suya de ninguna manera
es una literatura comprometida; en sus cuentos se denuncia la
injusticia y se protesta contra los actos represivos, también se
advierte una identi ficación con las causas progresistas. pero nada
más. El movimiento estudiantil de 1968, que suced ió cuando
ellos andaban entre los dieciocho y los veintidós años, apenas
aparece de manera muy secundaria en sus cuentos. Lara Zavala
narra la brutalidad de unos soldados que golpean a unos estu-
diantes escondidos en Ciudad Universitaria yel miedo de los que
lograron esconderse en un departamento de Tlatelolco, en el
cuento "En la oscuridad"; 1 en "Libro corazón" de Severino Sa-
lazar se menciona muy de pasada "una revuelta de estudiantes
comunistas";2 Marco Antonio Carnros escribió una novela, no
cuento, en tomo a esos dramáticos sucesos. Huelga decir que
como cualquier autor posmodemista que se respete, estos cua-
tro autores no sólo han cultivado un género, pues además de
cuento han escrito novela, ensayo y poesía. Por lo que se refiere
al instrumental de trabajo, han ido de la pluma a la máquina de
escribir y de ésta a la computadora, sin olvidarse del lápiz.
El más versátil de los cuatro es Marco Antonio Campos, quien
además fue el primero en publicar, el poemario " Los naipes del
Óscar Mato 91
perro" en el libro colectivo Noticias contradictorias (1972)3
Para Campos cada género no es sino un nuevo medio para
expresar sus intereses y obsesiones. Al cumplir los cuarenta años
escribió lo siguiente en la pr~sentación a su Antología personal:
5 Las dos novelas y los dos libros de cuentos de Marco Antonio Campos
fueron publicados originalmente por Joaquín Mortiz. El Fondo de Cultura
Económica los reeditó en 1999, con el título Esosfuero" los días, en su colec-
ción Letras mexicanas .
92 Tema y variaciones 22
menos que con el otro yo, viene a ser uno de los temas funda-
mentales del Marco Antonio Campos cuentista, de ahí que resul-
te natural su devoción por Jean-Arthur Rimbaud. El otro tema
fundamental de los cuentos de Marco Antonio Campos es la
mujer, el eterno femenino, más exactamente el imposible eterno
femenino. Sus personajes son hombres importantes, triunfado-
res que de súbito se topan con el desdén o el rechazo femenino.
Fabricio Montesco es un músico reconocido, pero el10 no impi-
de que su esposa lo abandone. Él se traga su orgullo y busca una
reconciliación que no se produce. En "María del Sol", de No
pasará el invierno, una preparatoriana desdeña a Francisco, quien
ha dado muestras de valentía al liarse a golpes con "El Wanna",
el tipo más broncudo de la escuela, para defender al hermano
menor de la muchacha. Da una pelea memorable, en la cual casi
vence al temible golpeador. Ello le granjea la admiración y el
respeto de sus compañeros. Sin embargo, cuando Francisco busca
a María del Sol, con la esperanza de que ella al menos le expre-
se su agradecimiento, la muchacha lo ve con un desdén tal que
le hace más daño que los golpes de "El Wanna". Los moretones
sanan en unos días, las decepciones ¿cuándo? Quizás el antídoto
contra ellas sea medirlas y ficharlas antes de acercárseles, en
todo momento considerarlas un deporte, un renglón más en el
currículum ...
Guillermo Samperio es un cuentista nato, pocos como él con
la capacidad para escoger un hecho, un acontecimiento cual-
quiera y convertirlo en una narración breve. La inmensa mayo-
ría del material que ha dado a la imprenta es cuento, narraciones
con menos de cinco mil palabras de extensión que giran en tor-
no a un hecho determinado, lo que lo convierte en un especialis-
ta del género; también ha publicado algunos poemas en prosa y
prosas poéticas, lo cual confirma su condición de autor de pie-
zas pequeñas e intensas. Luis Chumacero, su compañero en el
Taller de Narrativa del INBA -que en 1973-1974 fue dirigido
por el enorme Tito Monterroso--- solia llamarlo "El Balzac de
la Portales" por la facilidad para fabular que posee este paisano
Ósear Mato 93
de Carlos Monsiváis. Al igual que Marco Antonio Campos,
Samperio ve la vida como un combate, la identifica con una
pelea de box, en la que "se la partes o te la parten". El boxeo es
la destrucción del hombre por el hombre, me comentó un afi-
cionado de hueso colorado; nuestra existencia es así, dice
Samperio, pero el castigo que la vida misma nos propina es más
demoledor, más sabiamente dosi ficado ; cuando menos te lo es-
peras, cualquiera - un fotógrafo callejero, por ejemplo-- te lan-
za un gancho, comenta la narradora de "La cuestión de los en-
granes" 6 La de Samperio es una prosa dura, hecha con el puño
bien apretado; en ella no deja de advertirse la burla, pero una
burla paralizada brutalmente, por la contundencia de un madraza
fuera del ringo
Con más de una docena de libros y alrededor de un centenar
de cuentos en su palmarés, los mejores ejemplos del quehacer
narrativo de Samperio son aquellos en que nos muestra, con un
desparpajo envidiable, a los que no logran salir bien librados de
la pelea de todos los días, mucho menos del combate final. Aca-
so su cuento más representativo sea " Lenin en el futbol". Un
portero intenta organizar un sindicato de futbolistas, que agrupe
a nivel nacional a todos los jugadores de las tres divisiones. Él,
en sus años de sudar la camiseta, se ha dado cuenta de que son
muy contados los profesionales de las patadas que económica-
mente la hacen, pueden abrir un negocio y hasta salir en comer-
ciales de televisión, lo cual es a todas luces injusto. La lectura
de "un libro de Lenin que habla sobre los sindicatos y lo pin-
ches que son los patrones" lo anima a luchar por los derechos de
su gremio. Recibe el apoyo de bastantes compañeros y de uno
que otro periodista; pero los directivos y los dueños, esos tibu-
rones acostumbrados a llevarse la tajada del león, rechazan sus
demandas alegando que sonjugadores,ju-ga-do-res, no trabajado-
res. El líder es víctima de sistemáticos ataques de desprestigio
94 Tema y variaciones 22
en todos los medios, de entradas asesinas en el campo de juego,
de atentados contra él y su familia en su domicilio, del abando-
no de sus antiguos seguidores ... ; para no hacerles el cuento lar-
go, un off side en el que Samperio muy rara vez cae, al mo-
vimiento laboral se lo lleva n entre las patas, sin que al "Iuser"
-asi le gritaría la porra brava- al menos le quede el consuelo
de salir en un comercial de televisió n, pues es rete feo.
En contraste con Marco Antonio Campos y Guillelmo Sam-
perio, quienes se dieron a conocer a los veintitrés y a los veintiséis
años respectivamente, Hernán Lara Zavala y Severino Salazar
tomaron las cosas con calma provinciana y publicaron su primer
libro cuando tenian más de treinta años, tal y como le aconsejó
Rilke al joven poeta.
El Hernán Lara Zavala que escribe cuentos es provinciano y
ciudadano del mundo, como los modernistas. Nació y creció en
la ciudad de México, pero todos los años pasaba sus vacaciones
en Holpechén, Campeche, IIn pueblo de cinco mil habitantes,
cuna de su padre. Hombre de ciencias y técnicas, es además
humanista: se recibió de ingeniero industrial mientras cursaba
letras inglesas, estudios que continuó en Inglaterra y culminó
con una maestría. Lara Zavala también ha publicado novela y
ensayo,7 sín embargo el cuento resulta el campo más propicio
para su pluma. Pocos escritores pueden presumir de un primer
libro como De Zitilchén (1981),8 obra de un hombre maduro
que evoca su infancia y el inicio de su adolescencia. Zitilchén,
pueblo ubicado en la parte sur de la Reninsula de Yucatán, viene
a ser uno de los contados lugares arquetipicos de la literatura
mexicana, representantes de una regió n específica de nuestra
geografla, como Las Palmas de Laura Méndez de Cuenca y la
zo na costera del golfo de México, o la Comala rulflana de los
7 Los ensa yos son: Las l/ oveJas ell el Quijofe, México. UNAM , 1989 y
Confl'Q el al/gel. México. Vuelta. 1991 . La nove la es Charras, México. Joaquín
Mortiz, 1990.
.~ H emán Lara Zavala. De Zililchéll. México. Joaquín Morti z. 1981 .
Óseor Mota 95
altos de Jalisco. Zitilchén es el ombligo del mundo, el universo
provinciano que algunos de sus moradores dejan atrás para ir en
pos de "una ilusoria prosperidad" a la monstruosa ciudad, cuan-
do lo mejor de la exi stencia no reside en el éxito económico,
sino en pertenecer a una comunidad y vivir en un sitio donde la
realidad apenas se distingue de la fantasía, donde (para sólo
mencionar un prodigio) la mítica Xtabay se les aparece a unos
niños con la apariencia de una mujer alta, blanca y rubia ... En
1994 De Zililchén fue reeditado con cinco nuevos textos, dentro
de la tercera serie de las Lecturas Mexicanas del Conaculta. No
se puede hablar de una adición venturosa, pues los nuevos tex-
tos no conservan el espíritu y el tono de los nueve cuentos origi-
nales; aunque quizá sean el anuncio de una saga .
En contraste con el ambiente provinciano de Zitilchén, El
mismo cielo (1987) es un libro cosmopolita, compuesto por once
cuentos que se desarrollan en buena parte del globo terráqueo :
Chicago, Praga, Barcelona, Japón, Francia e Inglaterra. En to-
das y cada una de las historias aparece un mexicano, ya como
protagonista o como mero pe~sonaje secundario; todos están en
el mismo planeta, a fin de cuentas bajo el mismo cielo. Lara
Zavala experimenta el fin de la juventud, el inicio de una etapa
en la cual quedan atrás el aliviane y las ganas de cambiar el
mundo; en la madurez la vida se vuelve tan compleja y opresiva
que la sed llega a ser mucho más que una necesidad fisica. El
cuento que pone fin al volumen, "Crucifixión", es una pieza de
antología . Dividido en cuatro partes, correspondientes a las
estaciones del año, narra la iniciación de Mandy que la condu-
ce hasta un túnel "donde en el fondo habitan ángeles y arcán-
geles, serafines y querubines, donde el ojo no ve y el oído cesa
de oÍr".9
9 Hcmán Lara Zava la, El mismo cieJo, Méx ico, Joaqu ín Morti z, 1987,
p. 153 .
96 Temo y variaciones 22
Para Severino Salazar todas las historias llevan a Zacatecas,
de la misma forma en que los zacatecanos llevan con ellos su
tierra natal a todos y cada uno de los lugares a los que los con-
duce su diáspora, como la familia de "Tepetongo en la azotea".
Zacatecas es un estado con fronteras muy dilatadas, pues algo
hay de ese suelo dondequiera que se asiente uno de sus nativos,
también es una entidad hondamente enraizada en el tiempo des-
de mucho antes de que en la Nue va Galicia se explotara el Mi-
neral de Nuestra Señora de los Zacatecas. Severino Salazar Muro
nació y creció en Tepetongo, un pueblo situado a media hora de
Jerez. Hizo ahí sus primeros estudios, se trasladó a la ciudad de
Zacatecas para cursar la preparatoria en un internado y final-
mente debió viajar a la capital de la República para estudiar
letras inglesas. Durante su primer año en la ciudad de México
sucedió el movi miento estudiantil de 1968 y Severino regresó a
su tierra cuando las clases se suspendieron.
Siempre de alguna u otra forma en Zacatecas, Severino Salazar
fue el último de los escritores que ahora nos ocupan en darse a
conocer, en 1984, con la novela Donde deben estar las catedra-
les, Premio Juan Rul fo para primera novela. Debutó en plena
madurez, a los 37 años, y esa tardanza en empezar a publicar
contrasta con la frecuencia con la que de ahí en adelante ha
dado libros de cuentos, novelas cortas y novelas a la imprenta,
todos y cada uno de ellos inspirados y ambientados en Zacatecas,
o al menos con algún lazo ahí. En su calidad de cuentista ha
publicado los siguientes libros: Las aguas derramadas (1986),
Llorar frente al esp ejo (1990), Cuentos de Navidad (1997), Los
el/en tos de Tep etongo (200 1) Y Mecanismos de luz y otras ilu-
minaciones (2003). También es au tor de novelas cortas: La
arquera loca ( 1992) Y Tres noveletas de amor imposible ( 1998),
así como de las novelas El mundo es l/n ll/gar extrmio ( 1989),
Desiertos intactos (1990), Pájaro vuelve a tu jaula (2003) y El
imperio de las flores (2003). Severino Salazar sólo ha publica-
do libros de narrativa que, a la manera faulkneriana , suceden en
un solo lugar.
6sear Maco 97
De los cuatro cuentistas aquí estudiados, Severino Salazar es
el narrador más digno de lectura y estudio, el que ha logrado
plasmar el conglomerado de historias más rico e interesante. La
obra entera de Severino Salazar gira en tomo a un enigma: ¿qué
es la vida?, o mejor dicho: ¿nuestra existencia tiene algún senti-
do? Para nadie es un secreto que la escritura y la fabulación
tratan de interpretar al mundo, de volverlo legible, con una for-
tuna que varía de autor en autor. En el caso de Severino Salazar
es muy poco lo que se consigue, pues el escritor toma nota del
misterio vital y nos lo muestra, pero no aventura explicaciones
humanas para un hecho divino. Esta aceptación del enigma que
encierra ese don extraño que es la vida le confiere no poca de su
grandeza a la obra del zacatecano. "Dios nos da a cada uno nues-
tro destino. Y hay que conformarse con su santa voluntad", le
dice una abuela a su nieta en "Membrillos de terciopelo". 10 La
anciana termina así la lección: "Y no pedirle explicaciones, por-
que si las hay, que siempre las hay, no están muchas veces a
nuestro alcance para entenderlas"." Uno de los personajes de
Las aguas derramadas dice que hay que escarbar muy profun-
do en la existencia para lograr arrancarle algo. En El mundo es
un lugar extraño, Juana Gallo asevera que la vida no es sino
"una sufridera que no tennina", que va pasando ininterrumpida-
mente de padres a hijos. Las citas acerca del sinsentido de nues-
tras vidas podrían formar un rosario con todo y letanía; todas y
cada una de ellas son expresiones coloquiales, muestras de sa-
biduría popular adquirida en siglos de padecer en este valle de
lágrimas. En este mundo también hay paliativos que tan sólo
atemperan este sinsentido: el amor y el arte, extrañamente la
religión no. Acaso la más conmovedora encamación de tal aser-
to sea la cantante de cabaret Terry Holiday, en "Jesús, que mi
98 Tema y variaciones 22
gozo perdure". Es joven y bella, tiene talento y es admirada; sin
embargo, no deja de contemplar la vida a distancia, "como una
catedral en ruinas", y eventualmente su hennosura la hace vícti-
ma de un sanguinario general.
Ay de aquel escritor sin obsesiones y Severino Salazar escri-
be obsesionado por las catedrales, en especial por la belleza y la
maj estuosidad de la catedral de Zacatecas. La catedral captura
su mirada, eleva sus pensamientos y le inspira sus mejores me-
táforas: un incendio es una catedral de llamas, "ese espacio en
medio de la carne perfumada y ácida del membrillo, vacío y
henmoso como una catedral".12 La canción más celebrada de
Terry Holiday decía que "el amor era como construir una aveni-
da de catedrales de cristal por los caminos del alma". 13 La ma-
yoría de los críticos han hecho notar este hecho, por lo que no se
ahondará al respecto. En cambio, pocos han advertido la impor-
tancia de las aves en la narrativa de Severino Salazar. Son seres
privilegiados, que pasan buena parte de su vida en las alturas.
Símbolo por excelencia de la libertad es el vuelo de un ave,
pocos hechos producen más felicidad que los trinos de un pája-
ro. Las aves son libres pues vuelan, no están atados a la tierra
como los seres humanos; no padecen hambre ni frío, ya que año
tras año emigran en busca de mejores climas. Los pájaros aban-
donan un árbol ya muerto, se posan en las torres de las catedra-
les, vuelan por encima de sus cúpulas y, en fin , están muy por
arriba de las miserias humanas. Muy poco se les ve en las histo-
rias que nos cuenta Severino Salazar, aparecen en ellas a cuen-
tagotas, como indicio de una realidad superior, que nosotros sólo
podemos mirar de lejos.
i2 / bid., p. 49.
13 Severino Sa lazar, Los cuentos de Tepelongo, México, UNAM, 200 1,
p. 57.
Óseor Moto 99
"LA CENA", DE ALfONm REYES:
101
los avances científicos y tecnológicos y, por otro, los avatares
políticos, corren al parejo de búsquedas estéticas que van forjan-
do el perfil del país cuyos nuevos problemas ahora presencia-
mos.
La vanguardia, la discusión entre nacionalismo y universali-
dad, la novela indigenista, las generaciones agrupadas en revis-
tas literarias, el "boom", la novela de la onda, los escritores que
dejan de ser abogados o médicos, las promociones literarias a
partir de los años sesenta, etcétera, son terreno fértil para la
reflexión y la toma de posición en la práctica literaria . En la bús-
queda fatigosa de una expresión propia y diferenciadora y en la
suma de proyectos culturales, los escritores empeñan su esfuer-
zo. y un requerimiento se vuelve insoslayable: el amor a la litera-
tura y la inteligencia.
Los dos primeros decenios del siglo xx son decisivos para la
historia de la cultura y de las letras. La lucha contra la perma-
nencia de Porfirio Díaz en el poder se extiende a todos los ám-
bitos. Los jóvenes inician esta centuria con multitud de proyec-
tos que, de muchas formas, son parte de esa lucha por un nuevo
estado de cosas. El "Ateneo de la Juventud" se convierte en una
tribuna en la que se canalizan las inquietudes de un grupo de
artistas que son capaces de ver más allá de su medio; pero, al
mismo tiempo, tampoco se niega a coexistir con otras inten-
ciones igualmente valiosas l La efervescencia es el signo de
estos tiempos. Conferencias, discusiones, mítines, propuestas co-
inciden con el primer esfuerzo de democracia en el siglo que
comienza.
Después, la alternancia en el poder y las asonadas determi-
nan la suerte de muchos de nuestros escritores que encontraron
refugio en la diplomacia. De este modo, los cargos diplomáti-
cos son otorgados o cancelados de acuerdo con los vaivenes
10 2 Tema y variaciones 22
políticos; pero la vocación literaria no claudica y se continúa
escribiendo a pesar de los inconvenientes. Si el escritor subsiste
gracias a modestos cargos en la administración pública, la cáte-
dra y las conferencias son otros caminos para allegarse fondos y
así equilibrar economías casi nunca boyantes.
La década de los veinte es particularmente inquieta . Se re-
crudece la pugna entre los que defienden un arte nacional - y,
por lo tanto, consideran que los que no comulgan con sus ideas
son sus enemigos- y los que ponen sus ojos en los movimien-
tos de otros países para airear el medio cultural mexicano. 2
Muralista, estridentista y contemporáneo son designaciones que
implican declaraciones de principios y trincheras ideológicas.
La publicación de la antología de Jorge Cuesta inicia un debate
que, probablemente, aún no finaliza . La inclusión de unos poe-
tas y la exclusión de otros era, aparte de bandera estética, la
confirmación de que su posición como grupo literario estaba
firme . La respuesta - una de ellas- se da en la antología de
poesía mexicana que prepara Maples Arce en Francia. La apari-
ción en ésta de un mal poema de Ortiz de Montellano y la nota
son una revancha, personal y de grupo, que ilustra la c ircuns-
tancia de esos años azarosos.
El intento de los promotores del teatro "U li ses", la bohemia
literaria, las mujeres hermosas, los mecenas le dan un sabor muy
especial a esos años. A finale s de los treinta llegan los refugia-
dos españoles y se involucran de inmediato con los proyectos
de nuestros artistas. Fundan editoriales y revistas y forman par-
te de las ya existentes - labor que se prolongará, afortunada-
mente, muchos años- , como El hijo pródigo. Los intelectuales
mexicanos, aparte de los problemas del país, están atentos al
acontecer del mundo. La Primera Guerra Mundial, La Revolución
[ ... ] Reyes. con ser uno de nuestros escritores más exquisi tos, más o ri gi-
nales, más sorprendentes, fundó su obra en la salud humana. Otros qui-
sieran olvidarse de la postura del hombre para ver si al sesgo el mundo
les dice algo : se muti lan o hacen valer sus mutilac iones; se entregan al
frenesí sofistico o al sopor: co rroen la ho nra. niegan la luz, traic ionan al
corazón ... No Reyes. Alfonso Reyes es un escritor clásico por la integri-
dad humana de su vocación. por su serena fe en la inteligenc ia, en la
caridad, en los valores ciemos del 'alma . La peculiaridad de l universo
[ ... ] de Reyes no es extravagancia sino afinamienlo de las direcciones
normales del hombre.4
Reyes luvo desde siempre una relación algo ambi gua con el universo de
la novela, el cuento y la narraci ón. Todo parece indicar que prefiri ó resal -
lar en sí mi smo las fi guras del poeta y del crítico dejando un poco en la
penumbra al cuenti sta y al narrador. S in embargo, al gunas de sus mejores
páginas entre las miles que escribió son cuento s y re laciones. [...] El
narrador es, al parecer, la voz literaria qu e más nos acerca al hombre de
encanto, al con versador gracioso que fu e Alfon so Reyes.8
7 Ibid., p. 140.
8 Adolfo Castañón, "Reyes, el duende la comedia y los sentidos", en Al-
fonso Reyes, Mitología del mio que se acaba , p. 9.
9 ¡bid., p. 11.
10 Alfonso Reyes, Albores. Segundo libro de recuerdos, p. 66 .
11 ¡bid., p. 67.
[2 Id., "Unos manuscritos olvidados" en Obras completas, t. 111 , p. 203.
Los Científi cos, dueños de la Escuela, hab ían de rivado hacia la filoso fia
de Spcncer, como otros positivi stas, en otras tierras, deri varon hacia John
Sl uart MilI. Con todo , los directores positiv istas de la Escuela temían la
evolución , la transformación, la H istoria.. . México era la inmovil idad, la
paz . Se trataba de una nación civi lizada que había alcanzado el "equili-
brio finaJ".20
EZEQUIEL MALDONADO.
INTRODUCCiÓN
115
campesina, en un modo de producción peculiar en las zo nas indi-
genas, en la caracteri zación de sus condiciones de vida y de
muerte, en la descripción morosa de personalidades taimadas,
vengativas. aprovechadas que no pensarían dos veces en ases i-
nar o aplastar a gente de su propia comunidad, pero también
solidarias y audaces en determinadas cond iciones de su existen-
cia como lo narra Rosario Castellanos.
Castellanos no conoció la caracteri zación colonialismC! tardío,
la hu biese adoptado en sus ensayos. Si intuyó y ren ejó esplén-
didamente el concepto en sus novelas y cuentos. Por desgracia,
los relatos de Ciudad Real no recrean un mundo olvidado, ana-
crónico, si no renejan, aún hoy en 2004, un uni verso vigente: la
eternidad de lo probable. En la parte central del ensayo reali-
zo una sinopsis de cada uno de los relatos y analizo con cierto
detenim iento el titulo Ciudad Real con su variadas aristas y su
calidad de ciudad emblemática en la obra rosariana.
1 tbid., p. 27.
3 César Huerta Ríos, "Análisis genélico. funcional del sistema de cargos en
una etnia en transformación" en Boletín de Al/tropología Americalla, Méx ico,
diciembre de 1994, pp. 70-71 .
12 OTema y variaciones 22
en 1920, los grupos conservadores chiapanecos mantienen la
dirección política de un estado que ha sufrido cambios irreversi-
bles. "Cinco años de administración revolucionaria y guerra civil
habían roto el aislamiento rural y el poder absoluto del hacen-
dado sobre los campesinos y trabajadores. Se había iniciado la
politización en el campo ... " "
El proyecto cultural de la clase dominante se dio a la búsque-
da de la mexicanidad o de lo típicamente mexicano. En ese
ámbito convivieron, entre 1920 y 1940, tres corrientes de pen-
samiento en busca del estereotipo mexicano : el indigenismo, el
hispanismo y el panamericanismo. ' 2 Era sumamente dificil para
los sectores en el poder ignorar la presencia del principal con-
tribuye nte en vidas, sangre y sudor. La retórica oficial identifi-
có al pueblo de México como el protagonisia esencial de la ges-
ta y principal destinatario de sus beneficios. ' 3 Ese discurso
reconoce al indio con plenitud de derechos pero en la realidad
se promueven como estereotipos de la mexicanidad al charro y
a la china poblana, terratenientes vinculados a la clase en el
poder. Artistas, narradores, ensayistas mexicanos señalan la ne-
cesidad de recuperar " lo indígena" en pro de la cultura mexica-
na. Ello implicaba el reconocimiento de las contribuciones in-
dias a la nación. Los medios de difusión de la época, cine y
teatro, tiras cómicas, espectáculos musicales, promocionan la
figura del indio como personaje y, poco a poco, ya convertido
en estereotipo, se le fue identi ficando como parte inherente de
la mexicanidad. Se revaloró sobre todo el indio del pasado
prehispánico frente al olvido del indígena contemporáneo.
CIUDAD REAl
Rosario Castellanos, en sus novelas y cuentos, de corte testimo-
nial , narra las vicisitudes de terratenientes en su convivencia
con indígenas en el estado sureño de Chiapas. Son los años de
gobierno de Lázaro Cárdenas, 1934-1940, quien promueve una
Reforma agraria de corte capitalista que destraba caducas rela-
14 Ibid. , p. 356.
13 OTema y variaciones 22
arrebatar a los indígenas los productos que van a vender a la ciudad y
arrojarles después una monedas que no representan un precio equitativo ni
menos acordado por las dos partes. El de enganchador, que sirve de intenne-
.diario entre quienes solicitan el trabajo de indio y quienes lo prestan y cobra
por sus servicios la parte del león . Hay costumbres que, aunque violen las
leyes, no son nunca castigadas. La del ama de casa que no vacila en recurrir
al rapto cuando precisa de servidumbre; la del dueño de rancho que paga a
sus peones un suelo irrisorio; la del comerciante que defrauda, por todos los
medios a su alcance, a los clientes ignorantes y pobres. La del profesioni sta
que di spensa sus con sejos como si fueran un favor y no un trabajo a veces
retribuido con exceso".30
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TATIANA SORÓKINA*
135
negativos, sin embargo, reconocen cierto tipo de rebeldía que
surge en contra de lo relatado. En definitiva, la obra de este
escritor impacta fuertemente a nivel emocional y también inte-
lectual.' Esta colisión, repetida de un lector a otro,2 se volvió
enigmáticamente atractiva para una reflexión y es el motivo del
presente trabajo. Por otro lado, la última relectura - no menos
impactante, pero en un sentido diferente- del famoso ensayo
de Barthes "El placer del texto" avivó ciertas reconsideracio-
nes que permitieron emparentar y enlazar las ideas de dos auto-
res, procedentes de ambientes discursivos distintos: artístico y
científico.
El autor francés observa la literatura desde la perspectiva
del lector y habla de las huellas excitables que ésta produce.
Para su hifología J emplea los conceptos del placer y del goce,
observándolos desde varias perspectivas. Esta malla concep-
tual, hilada como condición del discurso literario permite com-
prender mejor una obra artística. En lo que se refiere particu-
larmente a los Amores de segunda mano, un libro de cuentos'
en cierto sentido provocativo, su lectura desde el horizonte del
placer y del goce, tal vez, puede parecer más conciliadora
que un primer acercamiento al texto, que una lectura "natural"
o "espontánea",
LA HORíA
El ensayo de Barthes, como cualquiera otro con el mismo grado
de metaforicidad, puede ser comprendido de maneras diferen-
tes. El asunto se complica cuando se trata de aprovecharlo aun-
que, en definitiva, esto conduce a un mayor grado de compren-
sión de los postulados teóricos. La creación literaria, por lo
general, no es un proceso mecánico de aplicación de los mode-
los teóricos; este caso no es una excepción 5 Sin embargo, se
puede afirmar que el mencionado libro de cuentos coincide
atinadamente con los escarceos analítico-filosóficos.
El concepto del placer del texto, bastante complejo y dificil-
mente "taxonomi zado", se refiere a varios espacios y niveles
atributivos. Por un lado, se refiere a "r.iertas rupturas", que sur-
gen entre "los códigos antipáticos" en el momento de entrar en
contacto. Es cuando se trazan dos límites:
pone en estado de pérdida, desacomoda [... ] hace vac ilar los fundamentos
históricos. culturales. psicológicos del lector. la congruencia de sus gus-
tos. de sus valores y de sus recuerdos (p. 25).
El CONfliCTO
El libro de Serna Amores de segunda mano contiene once cuen-
tos. Todos, sin excepción, tienen cualidad de una narración re-
veladora 9 A menudo los acontecimientos de cada historia, apa-
rentemente insignificantes, se hilan (uno tras otro en orden
cronológico) manifestando su sentido y tamaño real para los
personajes y también para el lector-cómplice. Así, sin prisa y
ocupando casi la mitad de las páginas del cuento, se describe un
día de Eleanore Wharton en "El desvalido Roger": 10
EL PfRSONAJf
Otro rasgo importante de la narración corta de Serna es una
variedad temática que se logra introducir a través de los perso-
najes de diversas categorías:
Ha perdido a sus mejores el ¡entes, las amas de casa que se forman al ama·
necer en la cola de la leche. Merecido se lo tiene, por dormilona y por
borracha ("Eufemia").
Llegaban a la casa y antes de venir a saludar iban a servirse un trago . Pero eso
sí, ninguno tenía la decencia de traeTuna botella [ ... JHubo un momento en
que nosotros, los de la casa, no conocíamos a la mitad de las visitas. Venían
amigos del pariente del jefe de un conoc ido ("La última visita").
Mi goce sólo puede llegar con lo I/u evo absolllto. pues sólo lo nuevo trastor-
na (enferma) la conciencia (¿ocurre esto fác ilmente. no lo creo; nueve veces
sobre diez lo nuevo no es más que el estereotipo de la novedad)
H TíruLO
Merece ser mencionado el papel que juega el título en la com-
prensión y la interpretación de una obra literaria. La elaboración
del título es todo un proceso: puede ser transfonnado varias ve-
ces a lo largo de la creación de un discurso. 18 En un trabajo ya
publicado, el título se presenta como un hecho ya formado e inte-
grado a la composición de la obra; en ésta, su función es impres-
cindible y muchas veces fundamental para la interpretación lite-
raria. Asimismo, más breve es la obra, mayor virtud tiene el título
(muy ilustrativo en este sentido es el género poético donde cada
palabra obtiene un significado especial).19 El cuento pertenece a
los géneros menores y definitivamente puede reflejar de manera
clara la importancia que tiene el título en su textura.
El libro que estudiamos y los cuentos de Serna tienen en su
mayoría títulos insólitos, en cierto sentido:
EL CUERPO
Detrás del placer del texto y de "la verdad escandalosa del goce",
Barthcs coloca la noción del erotismo. Lo incorpora en el mis-
mo concepto de texto, más bien, al cuerpo de texto que ("según
los eruditos árabes") tiene dos acepciones. Una pertenece al
cuerpo del que habla la ciencia: "es el texto de los gramáticos,
de los criticas, de los comentadores, de los filólogos (es ~l feno-
texto)". La otra acepción entiende el texto como un cuerpo "he-
cho únicamente de relaciones eróticas" (p. 28) . Al texto se le
confiere la forma humana y, entonces, el texto debe ser tratado
desde esta perspectiva.
15 OTemo y variaciones 22
Introduciendo la metáfora, Barthes logra articular los elementos
de diferente indole dentro de un solo sistema literario;21 la famosa
triade conceptual de autor-texto-lector (a propósito, no alcanzó a
fusionar las tres realidades y las sigue sosteniendo como sistemas
separados, aunque relacionados entre si), recibe ahora su desig-
nación unificadora como el cuerpo del texto que se comprende
como un ser viviente y, por tanto, no aislado de las demás realida-
des personificadas, sensuales y eróticas por su naturaleza.
"Ni la cultura ni su destrucción son eróticos", es decir, ni el
placer ni el goce por sí mismos no son eróticos: "es la fisura
entre ambos la que se vuelve erótica" (p. 15). "¿El lugar más
erótico de un cuerpo no está acaso allí donde la vestimenta se
abre?" (p.19). Es fácil coincidir con la última aseveración, sin
embargo, ¿cómo relacionarla con el medio ambiente textual ?
¿Dónde está la fisura que marca el erotismo discursivo?
Tal vez, en el deseo reciproco: "el cuerpo del texto lil e desea ,
yo estoy perdido en medio de texto", 'yo deseo al autor [... ]
tanto como él tiene necesidad" de mi (p. 46). Este deseo, al
igual que el placer y el goce, no son sino las apariciones no
analíticas, irracionales, que se encuentran en el nivel del erotis-
mo desatinado. Merece la pena mencionar que tampoco surge
en la aproximación con cualquier material literario: éste tiene
que seducir y atraer al lector. En este sentido, la narración de
Serna representa tal cuerpo, el cuerpo que se siente y se vive
encarnado en la imaginación del lector. " Hombre con minotauro
en el pecho" no sólo relata una historia de un cuerpo tatuado por
Picasso, también manifiesta la quimera de su erotismo (en tér-
minos de Barthes) puesto en la realidad ficticia. El cuerpo ad-
quiere una vida autónoma de la vida de su dueño; más aún, se
apodera de él y le prescribe su lIlodus vivelldin
LA ACCiÓN INTERPRETATIVA
Paul Ricoeur, el contemporáneo tanto de Barthes como de Serna,
desarrolla una teoria hermenéutica donde la lectura se describe
desde la perspectiva de dos actitudes. Una tiene por objeti vo
explicar el texto (la actitud explicativa) y la otra consiste en la
interpretación del texto. La actitud interpretativa enuncia "el
verdadero destino de la lectura", en las palabras de Ricoeur, que
se revela en un discurso replicante y equivale al habla real, una
de las nociones centrales de la teoria lingüística:
•••
En el trabajo presentado se destacaron algunas ideas de Barthes
para observar su materialización en la obra de Serna. Esta ac-
ción interpretativa permitió extenderlas hacia las ideas de Ricoeur.
Una sencilla tesis surgió como conclusión: no sólo la lectura se
convierte en la lectura del placer o la lectura del goce, también lo
es el análisis y la interpretación explicativa del texto. y está den-
tro del mismo espacio de los cometidos propios del lector.
157
distintos, pues mientras el primero estaba constituido con casi
puros cuentos fantásticos, el segundo era una novela realista.
La /loche constituye un verdadero hito porque está pensado
como un libro unitario que tiene las siguientes características :
dos relatos están contados por animales (un perro y una galli-
na); seis por objetos (un féretro , un buque, dos melodías, un
muñeco, un traje y un yate); y seis por seres humanos (dos por
locos, uno por dos genios, uno por un suicida, uno por un "in_
dio" y otro por un vacacioni sta) y uno por un fantasma.
Los objetos y los animales aparecen humanizados y dan una
visión sombría del hombre: es despiadado, salaz, borracho y
mentiroso. Diez de los quince textos son de carácter fantástico
y los restantes más o menos realistas. Todos los relatos tienen
un común denominador: transcurren durante la noche.
He utili zado la palabra fantástico y quiero apuntar que, de las
distintas definiciones que existen sobre el género, me satisface
la que proporciona Roger Caillois quien, de paso, distingue lo
fantá stico de lo maravilloso, dos conceptos que a menudo se
confunden :
a) El hombre lobo.
b) Las partes separadas del cuerpo humano.
c) Las perturbaciones de la personalidad como resultado del
hipnotismo o de afecciones psiquicas.
d) Las alteraciones de la causalidad : " Los ríos no retoman
hacia sus fuentes, los deseos no se realizan en cuanto son
fonnulados , los muertos no regresan para atonnentar a los
vivos, los muros no se pueden atravesar, no es posible
estar en dos lugares a la vez" ,3
a) Lo feérico .
b) Las supersticiones populares.
e) La poesía, es decir, la elaboración lingüística polivalente
que enriquece los cuentos.
d) Lo horrible, lo macabro.
e) La literatura policial, en cuanto a misterio se refiere.
t) Lo trágico (el hombre, en el relato fantástico, aparece como
víctima de algo o alguien a quien no puede vencer).
h) La utopía, porque lo fantástico y lo utópico reinan en la
Imagmación.
i) La alegoría, la fábula . "Nunca pretendió La Fontaine ha-
cemos creer que los animales hablasen . El lenguaje de los
animales es una convención literaria",
j ) El ocultismo.
k) El psicoanálisis. "Los fantasmas consistirán, entonces, en
alucinaciones de enfermos. Los sentimientos de extrañeza,
16 OTemo y voflociones 22
de influencia, los presentimientos se encuentran tanto en-
tre los héroes, víctimas de los cuentos fantásticos, como
entre los esqui zofrénicos, los paranoicos y los psicasté-
mcos"
1) La parapsicología.
m) Los juegos de lo visible y lo invisible.
Hemerografia
171
1994, como en Obituario -el segundo( 1995)-, Mujeres abor-
dando taxi (1997), su tercer volumen, luego con Doce de cal
(2001), Yel más reciente título publicado hasta el momento: De
veras, maestro (Daga Editores, México, 2001 , 116 pp.), la na-
rrati va del autor que nos ocupa no se disfruta, en el sentido es-
tricto del término, sino que se padece, se sufre.
Las historias contenidas en sus volúmenes, son hilarantes y
cruciales, ejecutadas por personajes --como los que creaba y
pedía José Revueltas- contingentes, siempre por suceder, en
los extremos de la vitalidad o de la sordidez, pero en espera de
lo que sucederá que los redimirá o envilecerá sin remedio: el
sino terrible de la existencia humana donde se mezclan natura-
leza y socialización para formar el carácter histórico del hom-
bre, que le da su característica de finito y a la vez de inmortal
como humanidad; lo paradigmático y paradójico del ser y del
hacer humano. Pero mientras que la Historia nos señala como
significativos a los grandes acontecimientos que marcan a la
humanidad, en los cuentos de Leal Menchaca hay un muestra-
rio de destinos y de calvarios que culminan, en algunos casos,
con muertes sublimes y trágicas (como si no estuviera de más
decir que todas las muertes son trágicas) .
Ansiedad que persigue (Ed. Universidad Autónoma Chapingo,
México, 1998, 78 pp .) es el primer volumen publicado por Mi-
guel Ángel Leal Menchaca y en él reúne un conjunto de textos
opresivos, angustiantes, paradójicos -esta última característica
la manejo como una constante del autor que ahora nos ocupa, en
un ensayo muy amplio sobre tres autores de mi generación, los
otros dos son Emiliano Pérez Cruz y David Martín del Campo---
y sumamente cotidianos, puesto que lo planteado por el escritor
zacatecano en ellos no es fantástico ni maravilloso , sino 10 nor-
mal y lo habitual, a lo que está expuesto cualquier mujer u hom-
bre en nuestro tiempo.
Los diecisiete relatos ahí reunidos tienen diferentes grados
de inten sidad y, unos más que otros, logran atrapar al lector
y sumergirlo en esas, a veces, delirantes escenas que Leal
181
sellers- con pésimas obras, no toma en cuenta la calidad litera-
ria ni aporta nada nuevo a nuestra literatura, publica obras bajo
pedido, y crea obras de desecho, como en la música comercial.
Ante esta grave situación actual de la literatura mexicana,
tenemos que volver los ojos a nuestros grandes escritores de los
cuarenta O cincuenta que revisan y pulen sus obras antes de
publicar, y aplican la sabia enseñanza, "escribir es una larga
tarea de aprender a borrar". De ellos sobresale un escritor,
fiel reflejo del alma e infortunio de nuestros campesinos, cuya
obra es universal por su calidad literaria y su crítica a los hechos
históricos que le correspondió vivir: Juan Rulfo.
Sin embargo, de su obra, ¿qué podemos decir que resulte nove-
doso e interesante si antes ha leído ensayos acerca de ella? Parece
que todo ya está dicho en la antología crítica de Campbell u otros
ensayos de este breve recuento: unos abordan la orfandad de sus
personajes; otros, la mexicanidad y su problemática (Manuel
Ferrer Chi vite); otros más, sus modos narrativos (Luis Fdo. Veas);
y otros son estudios psicológicos o sociológicos. De allí que acer-
carse a la obra de este autor resulte una empresa nada fácil.
De Rulfo sabemos que tuvo gran inquietud por la historia del
país, su interés se fragua desde la escuela: en el Seminario ob-
tiene examen de honor en historia patria. En el archivo de go-
bernación lee a cronistas de la conquista , testimonios indígenas
y relaciones hi stóricas del siglo XV I, sobre quienes -dice Ed-
mundo Valadés- tiene un gran conocimiento que le ayuda a
realizar una breve transcripción de textos de fray Reginaldo de
Lizárraga. Conocía con perfección las crónicas mexicanas,
Arreola siempre le aconsejó que hiciera apuntes de sus lecturas
históricas y José Luis Martínez confirma, "ante s u insistencia,
tuve que mandarle una de mis matriculas de Irihutos",2
En los cuarenta, en Guadalajara, Rulfo prologa la edición
fac similar del libro Noticias históricas de la vida y hechos de
LA CRISTlADA (1926-1929)
La segunda etapa histórica se refier.- a la revolución cristera,
reflejada en el cuento, "La noche que lo dejaron solo", testimo-
nio de la lucha interna que padeció la reglón del norte del país
de 1926 a 1929, la cual tuvo dos antecedentes previos en 1914 y
1918. La crisis entre la Iglesia y el Estado se agrava durante la
presidencia de Calles ( 1926-1928): el gobierno cierra escuelas
6 Ibidem .
7 Harss, Lui s, Los nuestros, p. 304.
"Me tocó la epoca de los cris/eros. La abuela no 1I0 S dej aba salir de la
casa que estaba/rente a un cuartel. El cura dejó.'>II biblioteca guardada
en mi cas a. Me habilllé a la lecfllra . 14 Yo procedo de una región donde se
produjo fa revolución cr;sfera : los hombres combatieron 1/110.'1 en COllfra
de airas s in tel/erle en la causa que es/aban peleando f. ..] esos hombres
eran los más carellles de cristianismo".lS Con fiesa a Poniatowska: "Yo
siempre fui anticristero, me pareció siempre una guerra tonta del gobierno y
del clero",
L6 ¡de",. p. 20,
17 RI/({o en llamas. pp. 57-58,
I!I /de"" pp. 57, 58 Y62.
''fui o ese lugar con mis ilusiones cabales. volví viejo y acabado. Y ahora
usted va para allá (p. 116) ... ell eso epoca [ ... ] estaba cargado de ideos.
Usted sobe que o lodos nosotros nos infunden ideos. Y uno va con eso
plasta encimo poro plasmarla en todas portes. Pero en Lllvina 110 cuajó
eso. Hice el experimemo y se deshizo" (p. 123).
lOS BRACEROS
Esta grave situación del campo, aunado .a que en 194 l Estados
Unidos entra en la guerra y lleva a luchar a miles de norteame-
ricanos, obliga a los campesinos a emigrar de braceros y traba-
jar en fábricas o el campo. La política antiagraria de Ávila eama-
cho de privatizar el campo y denegar solicitudes de tierra, genera
descontento entre los campesinos, quienes desesperados por la
miseria en el campo, se desplazan a una ciudad o emigran legal
o ilegalmente a Estados Unidos en busca de un salario en dóla-
res e inician el bracerismo, como se aprecia en el cuento "Paso
del norte:
De los ranchos bajaba la gente a los pueblos; de los pueblos, a las ciuda-
des. En las ciudades Ja gel/te se perdía ; se disolvía entre la gente.
-¿No sabe ónde me darán trabajo? Si vete, a Ciudá Juárez . Te paso
por doscientos pesos. Busca a fulano y dile que yo te mando. No vas a ir a
Tejas, dí/e que quieres ir a Oregón . A cosechar manzanas o pegar durmien-
tes. Vo lverás con muchos dólares (p. 135).
EL MUNDO MUSICAL
Mientras esto sucede en el área rural que bien conoce Rulfo, en
la ciudad de México Ávila eamacho promueve la industrializa-
ción del país, crece el descontento popular, la mayoría padece
para sobrevivir, la carestía iniciada en 1941 aumenta en 1942:
escasez y aumento de precios. En su periodo florece la industria
filmica --época de oro- y musical en la radio y salones de
baile, como se nota en el cuento "PaSo del Norte".
En el medio musical, aparecen gramófonos y compañías gra-
badoras, proliferan salones de baile y orquestas danzoneras,23se
establecen radiodifusoras y se populariza la radio que transmite
música popular, música de moda para la clase media y alta que
oye el furor americano del swing y del jazz, con lvie Anderson
22 ¡dem, p. 54.
23 Jara Gámez, Simón , De Cuba COII amOl: .. el dallzó" en México, p. 115 , Y
Flores y Escalante, Jesús, Saló" México, pp. 120-121 .
24 Lincoln Collicr. James. Duke Ellillgrofl, pp. 27\ Y 3 19: Clayton. Peler y
Gra mmond, Peter. Jau . p. 286.
25 Ru({o en llamas, pp. 63-65 .
27 Martín ez. José Lui s, Revistas literarias mexicanas modernas; Eos. Pan ,
p. 224.
205
Un texto de tortuosa marcha que inmediatamente cuestiona
y hasta niega 10 que acaba de afirmar. El concepto tortuoso no
es gratuito, condice con lo narrado, es fuente de su expresivi-
dad . Avanza, se detiene, duda, se abre, regresa, explora, niega,
se interna por los intersticios de la memoria. En ese entramado
va surgiendo la historia, nunca definitivamente dicha, jamás
acabada, que sólo puede concluir, en el sentido de que ya no hay
más palabras, sólo la página en blanco y al voltearla el título del
siguiente cuento; sólo puede concluir, entonces, con el vacío
que trata de ocuparse con un agujero lleno de dientes: "sumido
en la nada total a la que obstinadamente trataba"2
Concluye con una imagen que trata de engullír a otra imagen.
Este es uno de los sentidos más singulares de esta narración. Es
la imagen la que campea con una fuerza determinante a 10 largo
del relato. Es una pintura ejecutada en palabras, múltiples pin-
turas conviviendo con otros actores del cuento. La fuerza, la
brutalídad de las imágenes que emergen del relato, subyuga y
deslumbra con la contundencia gráfica del texto.
"Una lengua aguda en la estúpida boca abierta delirante, bocas vio lentas y
agi tadas con di entes como granos de maíz implorantes en esa amorfa mole
de carn e incolora, blancuzca, con huesos que se mantenían flotando si n
orden ni concierto en esa sangre líquido espeso, ponzoñoso y repugnante
con trepidantes tonalidades de la púrpura".3
Me iba a interesar más, desde la posición del mero consum idor estético, la
pintura que la literatura, entre otras razones porque en la obra plástica
encontraria expuestas las grande obsesiones, vivenc ias y sobre todo pre-
moniciones de nuestro siglo.5
17 And rew SincJa ir, FrOllcis Bacon , Circe, Barcelona, 1995, p. 103 .
18Sergio Pitol, Semejonte a los dioses, op. cil., p. 39.
19 ¡bid. , p. 39 .
20 ¡bid. , p. 41.
21./bid., p. 42.
22 Idem .
23 Andrew Si ncl ai r, op. cil ., p. 103 .
24 Richard Cork , citado en Andrew Sinclair, op. cit., p. 105 .
46 Sergio Pitol, Sergio Pitol, Nuevos escritores mexicanos .. , op. cit., p. 16.
47 /bid., p. 23.
48 ¡bid , pp. 57-58.
49 Patrice Pavis, Diccionario delleatro, Dramaturgia, estética, semiologia,
Paidós Comun icación , Barcelona, 1996, p. 3.
Los "nuevos noveli stas" se mostraban reac ios al uso de la literatura como
arma mora l o política (el engagemel/t sartreano).5 1
Acababa de aparecer la Revista Mexicana de Literatura que dirigían
Carlos Fuentes y Emmanue l Carba llo. Nos parecía un baluarte del
artepurismo, una embestida de la torre de marfil contra los principios del
arte positivo que nosotros ex igíamos - "nacional en su forma, soc ialista en
su contenido".52
¿Y qué es la historia toda sino una lucha gigantesca de los buenos contra
los malos? ¿Quiénes son los malos? Es una minoría opresora. ¿Quiénes
so ¡bid., p. 320.
SI Francine Dugaast-Portes, "Acerca del Nouveau Roman". en revista La
Tempestad, año 5, núm . 25 , julio-agosto de 2002, N. L., p. 10.
S2 Serg io Pito l. Sergio Pito/, Nuevos escritores mexicanos ... . op. cit., p. 42.
La intriga ya no es más que una trama muy floja que, al no estar sustentada
por un orden cronológico, se di sloca, se desi ntegra, a menudo desaparece
por compl eto. Finalmente, las mismas escenas se repiten con ciertas va-
riantes y el diálogo de la novela tradicional sufre importantes transforma-
ciones.54
Pitol dixit, es "'a más perfecta de sus novelas, donde Pilniak se entretiene en
elaborar un discurso" ( ... ) en la que "de todo nos enteramos oblicuamente
(oblicuamente, palabra clave en la obra del propio Pitol)" (... ) ¿Pitol ha-
blando Pilni ak o Pitol hablando sin querer de PitoJ?57
ss Sergio Pitol, La casa del abuelo en Infierno de todos, op. cit., p. 75.
S6 Sergio Pito!. Hacia Varsovia en El relato veneciano de BiJ/ie Upward,
Monte Ávila editores. Caracas, 1991, p. 139.
S7 Jorge Herralde, "El escritor editor", revista Equis. Cultura y Sociedad,
num o22. febrero de 2000, México, p. 15.
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221
en las mOl/tañas, de Ignacio M. Altamirano, es un relato de
Navidad que sigue fiel y respetuosamente los paradigmas del
relato dickensiano. Lo interesante es que aún se continúan es-
cribiendo cuentos de Navidad. Muchos escritores no resisten la
tentación de escribir aunque sea un cuento de Navidad en su
vida. Llega hasta nuestros días casi sin perder su lozanía
pnmlgema.
Por la manera en que Dickens cultivó este tipo de narración
-y sin que haya sistemati zado en una poética su invención
literaria o haya dado una serie de reglas específicas- pode-
mos enumerar algunas características. El cuento de Navidad,
obviamente, debe suceder en la Noche Buena o alrededor de
esa fecha . Esto implica el invierno: una atmósfera, que para el
caso es determinante. Debe apelar a los sentimientos más pri-
marios del ser humano; es sentimental en esencia, con una fuer-
te dosis de lo kitch. Debe haber una epifanía, una revelación,
que nos descubra una faceta positiva de la condición de la gran-
deza humana, de lo que la nobleza humana es capaz; invaria-
blemente, este rasgo es una constante en cualquier cuento de
Navidad que se respete; y es el más importante. El personaje se
halla al borde de una situación límite, en un sentido existencial.
Pero lo que al principio podría transformarse en una tragedia,
en algo negativo y adverso, todo deviene en bien al final. Por lo
tanto, ahí se encuentra un elemento tragicómico. (Tal vez ésta
sea la razón por la cual al cuento de Navidad no se le considera
un género serio y respetable, sino un cuento de niños para ni-
ños.) La peripecia en el sentido aristotélico debe ser muy elabo-
rada, retorcida, artificiosa. Por último, la misma fiesta de Navi-
dad es un personaje, un catalizador de emociones y acciones,
porque es determinante en la sicología de los personajes de car-
ne y hueso, en la trama , en la atmósfera , en la revelación o en la
epifanía espiritual con la que finaliza el relato. En consecuen-
cia, el cuento de Navidad es muchas veces un divertimento, una
pieza literaria donde la ludicidad es uno de sus elementos pri-
mordiales.
22 2Temo y variaciones 22
Sin embargo, el cuento de Navidad no nació de una manera
espontánea , su origen se puede rastrear en las corrientes
prerrománticas y en el cuento de invierno, que apela a lo telúrico,
donde una manifestación cósmica determina una acción huma-
na; por lo mismo, este tipo de narración sólo florece, y en abun-
dancia, en los países del norte, donde el invierno sea inclemente
y tenga mucha nieve. Toma también, y en abundancia, de la
narrativa gótica de las postrimerías del siglo XvIII. Se podría
afirmar que el cuento de Navidad es una narración romántica y
gótica al mismo tiempo.
T. Hoffman, mucho antes que Dickens - cuya obra pertene-
ce al gótico alemán; y hay autores que afirman que en este país
tuvo su origen la Escuela Gótica ; aunque después se haya desa-
rrollado ampliamente en la Gran Bretaña- escribe un relato de
Navidad. Sólo que éste no tuvo la difusión de la que ahora goza.
Pero en este escritor de cuentos macabros encuentra otro ilustre
antecedente.
El mismo Dickens, en la tradición inglesa, es considerado un
romántico tardío. Lo anteceden directamente la Escuela Gótica
y el Romanticismo ingleses. De estos dos periodos hereda e in-
corpora una gran variedad de aspectos o elementos narrativos
en su obra: sobre todo las atmósferas densas, los personajes gro-
tescos, deformes, retorcidos; y por otro lado los bellos, subli-
mes hasta la incredulidad; los ámbitos misteriosos o encanta-
dos, en ruinas; la ambigüedad, el misterio, la extravagancia, lo
sobrenatural, lo surreal, el exceso y regodeo en las pasiones
malsanas. Y algo muy importante: la forma del relato, lo plástico.
El personaje más célebre de Dickens - Ebenezer Scrooge-
es como una gárgola extraída de cualquier catedral gótica. Con-
tiene todos los rasgos de un personaje gótico. y el cuento en sí
es gótico: atmósfera densa, personaje grotesco, excesivamente
apasionado por su dinero y su soledad, incapaz de una relación
humana cordial; situaciones surrealistas y aparecidos y fantasmas
(recuérdese el Fantasma de las navidades pasadas). La acción
deviene en epifanía cuando Scrooge accede a compartir la fiesta
22 4 Tema y variaciones 22
donde sucederán las cosas como deseariamos que sucedieran.
Se vuelve un tiempo y un espacio de lo factible . Donde la utopia
y la magia de la Navidad tiene cabal realización. En el cuento de
Navidad caben entonces todas las posibilidades del bien supre-
mo, absoluto, todas las esperanzas, todas las imágenes por más
inalcanzables o descabelladas que nos parezcan. Todas esas
cosas que en el inclemente mundo actual, en la globalización, en
la realidad cotidiana, no tienen cabida.
Por eso creemos que el cuento de Navidad sigue vivo, y casi
inmutable. El relato navideño es un escape, es cierto, pero un
remanso donde se puede todavia soñar, o el espejo donde el
hombre se puede mirar para contemplar lo que ha ido perdiendo
en el camino de la vida. En Inglaterra, obviamente se sigue cul-
tivando, lo mismo en Francia (Guy de Maupassant tiene el suyo,
por ejemplo); Michel Tournier escribió una novela-ensayo sobre
los Tres Reyes Magos; y por él sabemos que la adoración de los
reyes es la imagen o el motivo que más se repite en el mundo
occidental cristiano: está en todos los museos del mundo. Se
repite más que san Sebastián o que La Anunciación. En España,
doña Ermila Pardo Bazán tiene sus Cuentos de Navidad y Re-
yes. y cada año los suplementos culturales de ese pais publican
cuentos de Navidad.
El folclor de los paises nórdicos está intimamente ligado al
ambiente, en consecuencia al cuento de invierno. Knut Hamsun
en Noruega, H. C. Andersen en Dinamarca o Selma Lagerlof en
Suecia son tres narradores que han hecho contribuciones al gé-
nero. De ésta debemos mencionar lo.~ cuentos de invierno como
Jngrid Berg y Aslrid o su hermoso relato titulado El carretero
de la muer/e, que narra la historia del hombre que muere en el
último segundo del año y que debe conducir el carromato de la
muerte durante los doce meses siguientes. Éste seria un ejemplo
extremo de cuento de invierno, gótico, de Navidad y telúrico.
L3:s de esta autora son narraciones que tienen su basamento en
las leyendas de su pais, en la tradición popular, por lo tanto en la
tierra.
BIBLIOGRAfíA
ALeOTT, Louisa May, La pequeña mujercita, un cuento de Na-
vidad, A. S. J. , Tulsa, Oklahoma, 1999.
231
caracteres propios y gran flexibilidad para adaptarse al tiempo
de que es imagen ; dentro de los antecedentes genéricos de esta
forma de la escritura no deben menoscabarse las aportaciones
de Carballido tanto en el enriquecimiento de la tradición como
en la consecución del cambio.
Carballido estudió en la UNA M la carrera de Letras y obtuvo
maestrías en arte dramático y letras inglesas. Fue alumno de
excepcionales maestros como Carlos Pellicer, Julio Torri , Al-
fon so Reyes, Sal vador Novo y Bernardo Ortiz. Se desempeñó
como director de la Escuela de Teatro de la Universidad Vera-
cruzana y ha sido maestro de arte dramático en elI NBA , la UNA M
y algunas uni versidades extranjeras. Ha obtenido diversos pre-
mios a lo largo de su carrera, entre ellos, Premio Juan Ruiz de
Alarcón, 1957 y 1968. Premio Casa de las Américas, 1962. Pre-
mio El Heraldo de México 1967. Premio Nacional de Ciencias
y Artes en Lingüística y Literatura, 1996. Ingresó al SNCA, como
creador emérito, en 1994. Es miembro numerario de la Acade-
mia Mexicana de la Lengua desde 1976 y de la Academia de las
Artes a partir de 2002 .
Cuando estudiante en la Facultad de Filosofia y Letras fue
compañero de grupo de Rosario Castellanos, Luisa Josefina
Hernández, Sergio Magaña - los que continuaron siendo sus
mejores amigos- ; además de Jaime Sabines, Sergio Galindo,
Miguel Guardia, Tito Monterroso, Ernesto Cardenal , Ernesto
Mejía Sánchez, Otto Raúl González y otros. Junto con muchos
de los mencionados forma parte de la llamada Generación del
Medio Siglo de la literatura mexicana, que durante los años cin-
cuenta y sesenta del siglo xx vivió el sueño de la modernidad,
el llamado milagro mexicano que llegó a determinar inclusive
el modo de ser de las ideas y de la cultura.
Al respecto, Carlos Fuentes, uno de los grandes ideólogos de
ese momento,2 en " Radiografia de una década", por un lado se
2 Los otros ideó logos - según Sara Sefchovich- fueron José Lui s Cue·
vas, Carl os Monsiváis y Fernando Bénitez, qu e formaron parte de "La mafi a",
4 Además de su ópera prima en tre sus obras de teatro cabe destacar: Las
A!go debe haber cierto en eso [aunque] Pito) es más europeo. es el más
cosmopolita de nosotros, pero todos tenemos una buena dosis de Veracruz
en nuestra Iilcralura . En mi libro de cuentos, La caja vacia , tenía como
donde tomaré las citas: Emilio Carball ido, La caja vacía, FCE, México, 1962
(Popular, 138); pero también puede encontrarse en la Colección Letras
Mexicanas de la misma editorial.
15 Quemain , art o ci t.
Aquí no damos dinero para festejos. Ya sé lo que son sus ve lorios. Aguar-
diente , balazos, org ía. Eso no es respelO a la muerte ni es nada (p. 47).
Estaban preparando café para el fin al del novenario. Domitila les pre-
guntó:
- ¿ y de qué van a vivir?
- Puesde milagro , tú , ¿de que otra cosa?-, dijo la viuda, y así el punto
quedó aclarado. Después, se arrodill aron todos (p. 49).
La obra es una farsa. Lo cual no impide que los momentos patéticos deban
serlo sin vaci lación alguna. (Especialmente, la muerte de Porfirio.) Esto no
es impropio del género. Las salidas de ton o romperán el pateti smo. pero
también lo acentuarán (p. 8 1).22
Las cifras y referencias en la obra son tan exactas como las estadísticas
oficiales de donde fueron tomadas. En ocasiones se han redondeado nú-
meros demasiado complejos o se han variado ligeramente algunos datos
22 Emi lio Carballido, ¡Silencio pollos pelones, ya les van a echar su máiz!
Farsa COII mlÍsica de Rafael Elizolldo, en Teatro de Emilio Carbal/ido , t. 1,
México, Gobierno del Estado de Veracruz, 1992 (Veracruz en la Cultura . En-
cuentros y ritmos). En lo sucesivo só lo indicaré la página al final de la cita.
"Está desbaratándose por corrupc ión , malos manejos en cadena, una infil·
tración del narcotráfico en las presidencias mismas [... ]. La capital es uno de
los lugares más violentos que hay ahorita en el país y está muerta de
hambre" ,24
255
amor y la muerte crean la confusión con re lación a los per-
sonajes femeninos: la Amparo Dávila ("esc ritora real") y la
Amparo Dávil a (personaje ficticio) que llegan a interrumpir
por separado la lectura, el cansanci o y el tedio de un hombre
so lo durante una noc he lluvi osa , con el objeti vo de recupe-
rar una memoria que se vue lve tormentosa y enigmática para
el anfitrión .
Tanto la novela anterior, así como los tres relatos referidos
con el tema del doble, incorporan el recurso de lo fantástico
según la teoria de Tzvetan Todorov y otros prolíficos estudios
generados hasta hace algunos años. Para demostrar la presencia
de lo fantástico, pondré especial atención en el motivo del do-
ble y la ambigüedad narrativa en dos cuentos: "El hombre que
siempre soñó" y " La alineación también tiene su belleza" que
se relacionan con AI/ra (1962) de Carlos Fuentes, y con el cuen-
to " La culpa es de los Tlaxcaltecas", perteneciente al libro La
semana de colores (1964) de Elena Garra, donde se plantea el
recurso de los personajes dobles y atemporales relacionados con
los temas de la locura y la memoria como formas de supervi-
vencia humana.
El género fantástico ha sido en la literatura hispanoamerica-
na objeto constante de discusión entre los que consideran a la
literatura como representación de una realidad y los que defien-
den el argumento de la creación de una " realidad" posible y
autónoma a través del lenguaje, alejada de toda relación socio-
histórica e incluso planfetaria. Los primeros consideran a lo fan-
tásti co como literatura escapista que irrumpe, quebranta y
transgrede todo principio de realidad objetiva, distanciando por
tanto al lector de toda relación extratextual y lógica. Por otro
lado, mucho se ha teori zado sobre la recepción del género y los
tipos de público a los que se dirige este tipo de literatura, consi-
derando en la mayoria de las veces al autor y al lector como una
elite, cuya preparación intelectual es superior al común de la
gente. Frente a estas discusiones, lo cierto es que en la literatu-
ra hispanoamericana existe un co/pus de obras y autores que
4 Cristina Rivera Garza, "El hombre que siempre soñó" en NinglÍn relOj
cuenta esto, Tusquets, México, 2002 , p. 97. En adelante, cuando cito partes de
la obra únicamente co loco el número de la pági na después rle la cita.
s Nótese el juego de palabras entre Irena y sirena como parte de la ambi·
güedad que narrati vamente apunta a que el lector acepte la versión fantástica
ENAJENACiÓN Y TRAMPA
Como parte del discurso fantástico, aparecen en el cuento ele-
mentos de intriga y complicidad que suponen una confabula-
ción de otros personajes - incluso los más incidentales- , para
que Álvaro tenga su primer encuentro con la sirena. Al estable-
cerse Fuensanta y Álvaro en un hotel de la ciudad de Toluca,
éste decide salir por la noche a conocer las calles y a sentir el
frío de una manera apresurada. En su paso por una casa "vie-
ja", observa por la rendija de la puerta a una pareja haciendo
el amor. La curiosidad y la impresión de Álvaro desencadena el
misterio y la complicidad entre él y la supuesto mujer-sirena 6
La escena de la casa "vieja" sugiere un problema con el tiempo
7 Aunque no se afirma que las cartas fueron enviadas por el hermano geme-
lo de Trena, en el segundo viaje de Álvaro a la cabaña, éste encuentra una
fotografia de los hermanos en Copenhague, capital de Dinamarca.
8 La dominación mental que provoca ITena 'Se presenta en tres ni veles: los
encuentros provocados (casa vieja), los forzados (cabaña situ ada a las faldas
del Nevado de Toluca) , y los que surgen de las metamorfos is de ¡rena en otros
personajes, femeninos y masculinos (Antoni a, Mariana y Rolando, principal-
mente).
[ ... ] las historias de sirenas que se producen en las tierras altas siguen un
patrón más o menos regular. Hay entre todas ellas, si n embargo, una que
se distingue tanto por sus características fisicas atribuidas a la sirena en
cuesti ón, así como de las facu lt ades de las que ésta hace gala. Esta leyen-
da se genera en rancherías cercanas a Raíc.es, especialmente las más próxi -
mas al cráter del vo lcán. Se trata de una sirena de piel azu l celeste y
proporciones fisicas muy reducidas , las cua les varían de acuerdo al in-
formante. As í, la sirena del vo lcán es, a veces, tan peq ueña como una
mano y, otras, tan grande como un venado de la región ; en ninguno de
los dos casos alcanza d imensiones humanas. Al contrario de la tradicio-
nal Chanclana, cuya principal facultad es atraer y destruir hombres, la
sirena azul celeste es asustadiza y se ocu lta de ellos asumiendo disfraces
·humanos. Cuando éstos la encuentran , entonces el desenlace es siempre
fatal , aunque no inmediato. Se dice que, a l verl a, los hombres encuentran
algo dentro de sí mi smos - pueden ser ciertos gustos, vocaciones, pen-
samientos- cuya fasci nación los conduce, eventualmente, a la locura.
MARIANA
La tercera visita que hace Álvaro a la ciudad de Toluca con su
esposa Fuensanta y su pequeño hijo Mariano, se da en aras de
la presentación del libro de Nélida Cruz en dicha ciudad y a la
cual han sido invitados. En este encuentro con el mundo onírico
y ominoso de la sirena, aparece el pe~sonaje de Mariana, la su-
puesta hija de !rena. Nótese que el nombre del consanguíneo de
Álvaro, sólo se diferencia de la de !rena por su género. Al llegar
a lo que fue la cabaña de la "investigadora en botánica", Antonia
"parecía haber envejecido unos cien años" (p . 144), informa la
muerte de su hija como consecuencia de los golpes de Hércules.
"El hombre que siempre soñó" se caracteriza preci samente por
crear un mundo irreal en relación c on los sucesos y los persona-
jes; si bien es cierto que los e spacios mencionados e xisten como
referente geográfico: Ciudad de México y Nevado de Toluca,
llama mi atención, la referencia extraliteraria a Arturo Montiel,
actual gobernador del Estado de México. En la cabaña de lrena,
Álvaro reconoce el rostro de Hércules en una propaganda del
entonces candidato a gobernador colocada en una de las venta-
nas : " Era la cara de un hombre sonriente bajo la cual se inscri-
bía una leyenda en letras roja s y verde s : mi alia nza es CDII los
mexiquenses. Parecía ser parte de una campaña política . Pare-
cía venir de otra época" (p . 145). Los colores patrios aluden al
Partido Revolucionario Institucional (PRI ), y la leyenda corres-
ponde a la campaña del gobernador Montiel (2000-2006). Dice
Álvaro: "Parece que Hércules es o fue también un político de la
región" (p. 142).
Por otra parte, en el personaje de Mariana notamos una mo-
vilización discursiva , fí sica y de comportamiento que no perte-
necen a una niña, sino a un adulto. Las palabras, los gestos y la
11 Como en el caso de "El hombre que siempre soñó", el títu lo " La al iena-
ción 'también tiene su be lleza" sugiere más de un signi ficado. La palabra aliena-
ción ti ene básicamente dos acepciones: Alienable ': enajenación , Alienable =
demencia, perturbación y locura. En el relato de Ri vera Garza puede funcionar
de la sigu iente manera: el discurso de las cartas amorosas como el reflejo obse-
sivo de sentimientos dolorosos que se preservan a través de la memoria y de la
escritura, o bien, como un juego temporal (e l pasado de la abuela de la
cosmetóloga), y el presente de ésta, así como de la protagonista-traductora e
intérprete de una época anterior.
27 OTemo y ""riocianes 22
"herencia" de la empresaria. Aunque la protagonista no mencio-
na de forma explícita los motivos que la llevaron a desplazarse a
Estados Unidos, su intención es conseguir un trabajo y esta-
bilizarse en alguna ciudad americana como consecuencia a la
falta de oportunidades en México. El contexto en el que se mue-
ve la protagonista en tierras americanas es el de la "comuna
hippie" cuyo supuesto espíritu de hermandad consistía en ayu-
dar a otros jóvenes de países tercermundistas con hospedaje
gratuito. De la misma forma que en "El hombre que siempre
soñó", las cartas de la abuela funcionan como un paratexto, a la
vez que desencadenan la ambigüedad temporal con relación al
motivo del doble. Diamantina Skvork, no sólo es la supuesta he-
redera de las cartas de su abuela, sino también de su propio
nombre. A pesar de que Diamantina ha adoptado el apellido de
su "esposo", en el relato sólo se le refiere, pero no participa
como personaje activo, y únicamente se presenta una versión
masculina del rostro de la empresaria, encamado en su hijo José
María.
El discurso amoroso de las cartas, funcion a en gran medida
bajo una movilidad personal, es decir, que si en un principio, la
protagonista del relato se sujeta a su papel de traductora, más
adelante, se apropia de las palabras de otra persona que vivió en
una época pasada, para conqui star a su futuro esposo:
Fue tan fácil , tan sencillo, querida Diamantina: de la misma manera que
me enamoré de tu s cartas, así caí dentro del amor de Federico HofTmann ,
dentro de sus ojos azules de agua clara, dentro de su cabello dorado . Den-
Ira de sus palabras. y. Diamantina, lo siento, pero para acercarme yo no
tenía más que tus palabras, no tenía más que de ti . Como si tu hi storia de
alguna manera se estuviera absolviendo poco a poco con mi historia, como
si tus deseos y tus sueños hubieran esperado estos años ... (p. 59).
277
una variedad de asuntos enmarcados dentro de una rea lidad ur-
bana , a veces situada en la ciudad de México y otras más en
Nueva York y demás urbes del mundo.
Sin embargo, en ese libro sólo ocho historias son cuentos
fantásticos; las restan tes corresponden a la literatura de ciencia-
ficc ión ("Los suicidas"), a la policial ("Radar"), a la erótica con
fuertes reminiscencias kafkianas ("Manti s religiosa") y a una
cuyo propósito es de tipo existencialista ("Desnudo rojo").
Ahora bien, aquellos relatos de Mantis religiosa de tipo fan -
tástico ocurren en un mundo real , donde las personas tienen una
vida cotidiana, sin sobresaltos, a veces hasta monótona (prime-
ra condición para que pueda desarrollarse lo fantástico) ; en ese
entorno el autor ubica sucesos extraordinarios como el retomo
de los muertos al mundo de los vivos o la dualidad de persona-
lidades separadas en el tiempo, entre otros.
En algunas de estas hi storias existen ejes temáticos, el pri-
mero de ellos es el relativo a los fantasmas y presencias diabó-
licas, identi ficado en los cuentos "El regreso", "Primer amor" y
"La Plaza Giordano Bruno", en esas narraciones los seres eté-
reos constituyen el elemento fantástico primordial que incidirá
de manera definitoria en el desarrollo del relato y en algunos
casos servirán de intermediarios para que aparezca un segundo
suceso inexplicable.
La primera de estas narraciones ("El regreso"), narra cómo
un hombre retoma al hogar al lado de su esposa, tras de una
larga estadía en el hospital a causa de un accidente automovilís-
tico. Hasta este momento de la narración parece que se trata de
un reencuentro normal, donde las pasiones se desatan luego de
un distanciamiento involuntario; pero, después de los avatares
conyugales el narrador-personaje central l comienza a percatarse
Una tarde mi re loj pulsera, un Omega que fun cionaba con luz so lar, de
pantall a liquida y números fosforescentes, se convirtió en un viejo reloj de
rr:anecillas torcidas, de andar trabajoso y destartalado ... El televisor de alta
resolución apareció más tarde convert ido e n un viejo aparato de bulbos,
monstruoso . .. además "envejeció" de fanna peculi ar: las imágenes mas·
traban concursos de belleza de mujeres ancianas y desdentadas y las voces
se escuchaban di storsionadas, como discos en 16 revoluciones ... Las fotos
en color se vo lvieron blanco y negro , las fotos en blanco y negro se volvie-
ron amarillas y comenzaron a borrarse. Las más viejas simplemente se
desmoronaban entre nuestros dedos. l )
19 Ibídem , p. 50.
20 Flora Botton Burlá, op. cit" p. 194.
21 Desde luego, la realidad enunc iada por Flora Botton es sólo una manera
de expl icar el paso de un ser ftcticio, creado dentro de la propia obra literaria,
al espacio donde se localiza el narrador-personaje .
BIBlIOHEMEROGRAfíA
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TOOOROV, Tzvetan (J 994) Introducción a la literatura fantásti-
ca, México, Ediciones Coyoacán, 141 pp.
291
de las emociones humanas, motivada por la imposibilidad de con-
cretar el sueño de incorporarse a un mundo mejor. Esta dinámi-
ca de choque entre una esperanza que no cesa y una frustración
que deviene en rencor, detona el estallido de la violencia entre
los seres que habitan en este limbo . Así pues, frontera y violen-
cia, constantes en la narrativa de este autor, se alían para colo-
car al hombre en situaciones límite y mostrarlo tal como es, sin
máscaras.
En la última edición del En cuentro de Investigadores del
Cuento Mexicano , que se realiza año tras año, en la Universidad
de Tlaxcala, Eduardo Antonio Parra dio lectura a un texto don-
de reflexiona sobre su propia escritura y sobre los elementos
sobresalientes en su proceso de creación 2 Uno de los puntos
que toca es precisamente lo relacionadú con la violencia. Parra
reconoce una fa scinación por la violencia como tema, pero tam-
bién como mecanismo de composición literaria, que consiste en
la ruptura de la lógica narrativa mediante la irrupción de ele-
mentos extraños. Precisamente esto es lo que me interesa ex-
plorar en las siguientes líneas : la variación en la concepción
sobre la violencia que maneja este autor y lo haré a través del
acercamiento a uno de sus últimos cuentos: Nadie los vio salir.3
2 Eduardo An tonio Parra. "El alimento de la tradi ción " en Púshale un cuento
al p iano (La ficción e" México), pp. 281-290.
3 En diciembre de 2002, Parra obtuvo con Nadie los vio salir el primer
premio del Concu rso Internacional de Cuento Juan Rulfo, que se otorga en
París a los relatos escritos en españo l.
[ ... ] la faja fronteriza viene siendo una segunda especie de limbo f... ] es
una región de los dos paises donde las idiosincrasias, las culturas, los orí-
genes se ven un poco desdibujados [ ...] Es una región de paso [ ... ] no hay
una raíz, no hay un a raíz firme. Y sin embargo [ ... Jla gente que vive en las
fajas fronterizas tiene un nacionali smo mucho más fuerte , mucho más fi r-
me que el que hay más adentro del país [ ... ] me tocó escuchar que ellos
decían que eran la última trinchera cultural , la última trinchera contra lodo
lo que venía de Estados Unidos, que elJos eran la resistencia.4
M . Cluff "Ed uardo Antonio Parra y la zona intermedia (Ensayo y entrevi sta)",
en Púshale WI cuel/to al pial/o (Laficció lI en México), p. 219.
12 ¡bid., p.13.
Llegaron a eso de las tres, cuando los músicos todavía no se can san y
avientan cumbias y corridos como si estuvieran empezando [ ... ] Sí, debió
ser más o menos a las tres. Ni ll amaron la atención . Yo ya los vi sentados
en una mesa junto a la pared. Se me hi zo raro, porque los gringos siempre
agarran las mesas centrales, allá, pegadas a la pista. [ ... ] se me hace raro
que nadie los haya visto entrar. Nos dimos cuenta de su presencia cuando
pidieron el primer cubetazo. 13
CONCLUSIONES
En este breve comentario se ha pretendido hacer una reflexión
en tomo a la concepción que Eduardo Antonio Parra tiene sobre
la violencia, en tanto tema y mecanismo de composición litera-
ria. En primera instancia se plantea que, sobre todo en los cuen-
tos de sus dos primeros libros Los límites de la /loche y TIerra
de nadie, la violencia aparece como una fuerza de aniquilación
surgida de la confrontación entre las expectativas y los deseos
del hombre y la realidad hostil en la que se encuentra sumergi-
do. Esta violencia se encuentra afincada en un espacio amorfo :
la frontera, caracterizada como una zona de tránsito, de no per-
tenencia, donde confluyen la búsqueda, la espera estéril y la
ilusión aniquilada. Esta franja fronteriza está habitada por per-
sonajes profundamente humanos, culocados en situaciones lí-
mite; es decir condicionados por un entorno violento, que los
obliga a mostrar sus emociones exacerbadas.
Ahora bien, pese a la orrmipresencia de este entorno violen-
to, generador de ambientes de tensión permanente, que condi-
ciona los relatos de este autor, Parra le da la vuelta a sus propios
mecanismos discursivos. Emplea elementos fantásticos, para
hacer posible la irrupción de la belleza, la juventud y el deseo,
que se erigen como una fuerza para la transformación del mun-
do decadente en donde se encuentra preso el ser humano.
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311
útil, con lo cual pone de manifiesto el papel didáctico que se le ha
asignado a la literatura infantil prácticamente desde que fue con-
cebida como tal, al poner gran énfasis en el entrenamiento esco-
lar o cívico.
No obstante, diversos autores han rechazado esta postura,
como es el caso del escritor Jorge Ibargüengoitia, que en su ar-
tículo Cuentos edificantes muestra su abierta repulsión ante di-
cha visión: "Los cuentos infantiles siempre me han parecido
detestables",2 pues de acuerdo con este autor, se le endosa a la
literatura infantil el muy paternalista objetivo de sustentar a
educadores ocultos, que:
( ... ] causa de la supuesta empalia con el ser in fantil . están de moda hoy
día: la desconso ladora y di storsionada alegria de las historias rimadas. los
ridículos monigotes ideados por dibujantes poco sutil es que creen inte r-
pretar al niño. El niño ex ige del adulto una representación clara y com-
prensible, 110 infun/i1; y menos aun quiere lo que éste suele considerar
como 131. 9
9 Ibidem, p. 67.
10 /b idem. p. 83.
Se les imputa también ser la causa de rechazos y preju icios contra personas
(la madrastra, el "tonto", el "di stinto), pueblos Uudios en algunos cuentos
de Grimm), las razas (la raza negra) y en el enfrentamiento con la figura
femenina y, en re lación con e l papel de los sexos, se les acusa también de
contribuir a fomentar situaciones con flicti vas entre el niño y las fi guras
paternas. de provocar desconfianza hacia los adultos. 1)
13 Ibidem , p. 56 .
[ . .. ] los beneficios que produce la lectura de obras literarias son muy te·
nues. En lo moral , muy dudosos, y en cuanto al conocimiento que dan de la
vida. inaplicables. Nunca he oido a nadi e decir: "Me salvé porque apliqué
las enseñanzas contenidas en Forlunata y Jacinta", 17
[ ... ] la cualidad artíst ica del lenguaje , esto es, su hipercodificación especi-
fica debe ser un rasgo inherente e ¡nnegociable en aquellos textos que se le
ofrecen a Jos njnos como literarios.
Desde este punto de vista -y únicamente desde este punto de visla-
la frontera que deslinda la literatura infalltil de la literatura de adllltos re-
sulta, cuando menos, bastante impreci sa. De no tener en cuenta, la debili-
dad de estos límites - in sisto en este aspecto cualitat ivo del lenguaje poé-
tico--, se corre fácilmente el riesgo de degradar (o de olvidar) lo literario
en aras de lo il/fan/iI bajo el pretexto -eso sí, bien intencionado-- de
favorecer la competencia compren siva de los niños. El peligro es bien pa-
tente: por una parte , se desnaturaliza el arte al ofrecer subproductos cultu-
ral es bajo la esplendida etiqueta de "li teratura infanti l"; por otra parte, se
infravalora demasiado gratuitamente al público lector. 19
Se suele repetir que en Inglaterra es donde el niño ha sido por fin conside-
rado como realidad autónoma y no esperanza de adulto. Que Inglaterra ha
llevado su respeto por la libertad a la infancia y que su literatura demuestra
por su abundancia y cuidado esta dedicación .25
Más sensible al tedio que a la injust icia, no emplea otras armas que la
imaginación. De ahí que la fri volidad de sus personaj es sea más comple-
ja (y menos gratuita) de lo que aparenta. Esa frivo lidad que paulatina-
mente va perdiendo ligereza y se vuelve ¡;;ombati va y so litaria encuen tra
su compl emento en la infancia. Los dandy s y el misántropo "c uentista"
tienen como aliados a los niños, aunque estos últimos no distinguen el
tedio de la injusticia . 26
27 Loe. cit.
28 Lui s Sánchez Corral, op. cit., p. 101.
Mientras Memo lloraba y crecía, Meme aprendió a leer sin que nad ie le
enseñara. Esto se descubrió el día en que la tía Socorrito entró en el cuarto y
encontró al niño sentado en la bac inica, leyendo el periódico.
- Este niño - profeti zó la tia Socorrito al ver este espectácul o-- va a
ser licenciado.33
Gracias a esta fama hizo una gran carrera y llegó a ser millonario y director
de varias empresas. El día en que juntó 100 millones, salió en la televisión y
el entrevistante le preguntó si estaba satisfecho con ésos o si todavía quería
más, Memo Pinzón contestó:
- Ni me basta con lo que tengo, ni quiero más. Yo lo que hubiera que-
rido ser toda mi vida es zapatero , como mi hennano. 35
38 lbidem , p. 113 .
)9 Loc. cit.
La Bella Dorotea, con su cabe llo rubio plat ino no sólo conqu istó a las
novios de las hennanas de Tricli no. sino a todos los hombres del pueblo.
Por las ca lles, la seguían, cada noche le llevaban dos o tres ga llos y en las
esqu inas se peleaban a navajazos por ella. Tanto éx ilo tuvo la bella Doratea
que lanzó su candidatura para reina de las fiestas y lodos decían que iba a
ganar de seguro.43
42 lbidem. p. 114.
43 Ibidem, p. 113 .
44 Ibídem, p. 125 .
Paco es uno de los el efantes más grandes del mundo. Mide tres metros y
medio y pesa seis toneladas, tiene colmillos de un metro y come todos los
días cien kilos de papaya adornada con nueces y avellanas. Pero lo notable
de Paco es la trompa, que es tan sensible y tan ági l que con ella Paco puede
tocar el piano ydar conc iertos. Sus piezas predilectas son la Gavota Pavlova
y el Concierto para Mano Izquierda de Ravel. 45
45 Ibidem , p. 126.
46 Ibidem, p. 126.
47 Ibidem, p. 127.
Esa noche, los ratones de supermercado y sus primos del campo salieron
por la rendija que había debajo de la puerta y en una esquina esperaron a
que pasara el primer camión cargado de cajas de huevo vacías. Esa noche
llegaron al rancho, en donde vivieron muchos años, cuidándose de la le-
chuza y comiendo maíz tres veces al dia .49
48 /bidem. p. 133.
49 /bidem., p. 141.
Otro de los defectos terribles que tienen las clases de literatura es el pa-
triotismo lingüíst ico. A mí , en la secundaria me presentaron la literatura
españo la no só lo como la más grande de todas. sino como la lloica. Gra-
cias a esta enseñanza , hasta la fecha es la que leo con mayor esfuerzo. 50
En memoria de mi madre.
Sa /lls/ia M oreno
INTRODUCCiÓN
335
captó de manera impresionante los episodios que le tocaron vivir
a lo largo de la revuelta revolucionaria. Plasmándolos objetiv&-
mente en cuadros visuales de una gran fuerza, donde se trasluce
el perfecto dominio del lenguaje y de la técnica narrativa, amén
de una "sensibilidad reflexiva" que lo lleva a "retratar" al perso-
naje y al hecho sin tomar partido por uno u otro, dejando al lector
los juicios y las valoraciones.
Una de sus obras más representativas es El águila y la ser-
piente (1928), pues además de los méritos artísticos que posee,
tiene el privilegio de ser uno de los textos fundadores de la más
alta literatura de la revolución. En ella se encuentran descrip-
ciones sobre el heroísmo y la bajeza de personajes como
Carranza, Obregón y Villa, así como de los revolucionarios que
acompañaron a estos caudil1os, quienes también son trazados
de manera magistral en cuanto a su pensamiento y sentir, uno de
ellos es Rodolfo Fierro, superintendente de Pancho Villa. Tal
libro está catalogado como testimonial, y contiene algunos apar-
tados que rompen con la línea estructural de las memorias o
crónicas, y se insertan en el cuento o relato de gran nivel estéti-
co y buena caracterización psicológica de los personajes; como
son "La fuga de Pancho Villa", "La fiesta de las balas" y "La
muerte de David Berlanga", trabajos perfectos de estilo limpio
y cuidado.
Muerte, impulsos humanos y creación artística son los ele-
mentos conductores del estudio que se realiza en este artículo.
Por qué considerar estos aspectos y no otros, se preguntará, y la
única respuesta coherente con lo que desarrollo es que la apre-
hensión por parte del lector hacia una obra "ya terminada", de-
pende de lo que el relato mismo despierta en la sensibilidad del
receptor, con lo que la posibilidad interpretativa, amén de los
valores que por sí mismos perviven en el escrito, se multiplica
de forma considerable.
Con base en lo anterior, la finalidad de esta investigación es
realizar una exégesis sobre la forma en que la muerte se revela,
tomando como medio expansivo el temple de un militar de la
muy hombre", "EI puente", " El saqueo", "la cuerda del generar' y "La suerte
loca de Pancho Vill a", El cuento que da título al libro relata, en tono humorís-
tico, la forma en la que las fuerzas armadas al servic io de Porfirio Díaz se
valen de un campesino moribundo, Gabino Duráo, para ir agrandando una ha-
zaña no realizada: hasta llegar la mentira a las más altas esferas del Ejérc ito y
trascender a la opinión pública gracias a la Gaceta Nacional, que magnifica aún
más el engaño de haber capturado al más sanguihario de los insurrectos, el feroz
cabeci lla. después de c inco días de intenso combate y miles de bajas de parte de
los bandoleros. Véase Rafael F. Muñoz. "El feroz cabecilla", en Relatos de la
RevoluciólI, Cuentos Completos, Grijalbo. México, 1985. pp. 13-25.
IS Publicada originalmente en España en 1928. En esta obra podemos ob-
servar la concienc ia del autor respecto de los fenómenos que describe, al conver-
tirse en "actor y cronista" y asimilar los hechos de la batalla y las contingencias
políticas y soc iales sin doblegarse, pues ante sí tiene un mosaico de aconteceres
donde los personajes son reales y la " medición" de su conducta precisa de
hondura y ponderación a la hora de narrar.
16 Véanse: " La fuga de Pancho Villa" (pp. 189- 198), " La fiesta de las ba-
las" (pp. 199-2 11 ), " Un préstamo forzoso" y "E l nudo de ahorcar" (pp. 258-
273), " Pancho Villa en la cruz" (pp. 355-363), " La muerte de David Berlanga"
(pp. 414-421), contenidos en la edición de Porrúa, Colección de Escritores
Mexicanos, México, 1991.
17 Esta obra es una de las más representativa en cuanto a la escenifi cación
de los temas revolucionarios, escri ta por un testigo ocular de los hechos. En la
primera parte. "Esperanzas revolucionarias", Mart ín Lui s Guzmán nos pre-
senta los principales acontecimientos ocurridos durante la etapa bélica de la
revolución, que desató el ases inato de Francisco 1. Madero e l 22 de febrero de
1913 ; en la segunda, " En la hora del triunfo", plasma las hazañas políticas
ocurridas hasta 191 5. cuando é l "se separa" del vi lli smo.
Casi podríamos decir que no son realidad transmutada en arte, sino la rea-
lidad misma, desnuda y bárbara que, por obra racional y artística, salta ante
los ojos para damos la sensac ión y la emoc ión de su raíz y de su fisonomía.
Son así realidad y arte en una so la idea, en una sola pieza. El realismo no
está buscado ni el arte está elaborado, está como nacido, tal es su esponta-
neidad . La realidad y el arte son substanc ias de la propia veracidad del
episodio que el autor evoca con sus dotes de observación, y de tal modo ,
que estos cuadros no pueden concebirse de otra manera; como están, están
y así deben estar. 18
EUDEBA, Buenos Aires, 1974, 61 pp. Alberto Paredes, Las voces del relato,
Universidad Veracruzana, México, 1987, 100 pp.
27 Nació en El Fuerte, Sinaloa, en 1880; murió en la laguna de Guzmán ,
cerca de Casas Grandes, Chihuahua, en octubre de 1915. En su juventud fue
ferrocarrilero. Friedrich Katz señala: "Había sido un empleado ferroviario de
bajo nivel y nunca había tenido que ocuparse de los compl ejos problemas
logísticos del transporte de tropas. En realid ad, en algunos aspectos, era extra-
ño que formara parte del "gabinete" villista, la mayor parte de cuyos miem-
bros habían sido cercanos a Madero, estaban vinculados con Villa o lo habían
conocido o trabajado con él en los días anteriores a la revolución". Véase su
libro Pancho Villa, Era, México, 1999, p. 3 10. En septiembre de 1913, tras el
fin de la revo lución maderista, junto con Tomás Urbina, se dio de alta en la
Divi sión del Norte, comandada por Francisco Vi lla. Éste lo nombró coman·
dante del Cuerpo de Guías y le encomendó las acciones más arriesgadas. So·
bresal ió por su valor y lealtad. Su destacada actuación en la batalla de Tierra
Blanca (23 de noviembre de 1913), que favoreció la toma de Ci udad Juárez, lo
convirtió en el segundo del Centauro del Norte en la campaña contra Huerta.
Martín Lui s Guzmán, en el Capitulo V II del Libro Segundo, Campos de Bata·
11a, de las Memorias de Pancho Villa , recrea la proeza del general sinaJoense
en los siguientes términos: "A la cabeza del Cuerpo de Guías, Rodolfo Fierro,
que, según antes indico, era ferrocarrilero, se tend ió sobre su caballo para dar
alcance a un tren que se escapaba lleno de tropa enemiga, y entre una lluvia de
balas saltó del caballo al tren, y se fu e así, cogiéndose de los carros, y ll egó a
la tubería de los freno s, y en la vio lencia de toda aq uell a carrera puso el aire al
tren y lo paró. ¡Hermosa hazaña, señor! Los soldados del Cuerpo de Guías y
otra gente de mi brigada la aprovecharon para lanzarse sobre el tren en forma
42/bidem, p. 207.
43 Seymour Menton nos dice: "La fuerza de esta obra se deriva en gran
parte de la impersonalidad con que Guzmán la narra. Jamás se permite una
palabra de compasión por los condenados ni una palabra de censura por Fíe·
rro , Es más, en la elaboración artística, Guzmán parece haberse contagiado de
la indiferencia de Fierro. Convierte el sufrimiento humano en motivos artísti -
cos [ ... ]". Véase su comentario a "La fiesta de las balas", en El cuento hispa-
noamericano , edic . cit. , p. 243.
44 Martín Luís Guzmán , "La fiesta de las balas", edic. cit ., p. 20 8.
d. La estética implícita
45 Ibidem, p. 202.
46 ¡dem, p. 210.
47 Al respecto, José Luis Martínez comenta que con La querella de México
(19 15), Martín Luis Guzmán anticipa algunas de las características de su pen-
samiento y de su estilo. "Acaso provocado por el desencanto nacido de la
revolución ---cuyos rigores estaban demasiado próximos-, un pesimismo
exacerbado, respecto a la condición moral de los hombres de México, penetra
estas páginas juveniles que, revelan ya la sagaz visión política que caracteriza-
rá a su autor, no menos que las posib ilidades de su pluma, precisa y animada".
Véase su trabajo "La obra de Martín Luis Guzmán", en Literatura mexicana
siglo XX, 1910-1940, Antigua Librería Robredo, México, 1949, p.193 .
CONClUSiÓN
De acuerdo con la exposición realizada, puedo concluir que "La
fiesta de las balas" es un relato perfecto de estructura matemáti-
ca y secuencia lógica, donde todos los personajes y elementos
inanimados lienen una fuerza propia, como la naturaleza rpisrna
que presencia la aniquilación de los trescientos prisioneros. La
sintaxis, el espíritu de las palabras y las ideas están en perfecta
armonía con las emociones e intenciones primordiales del cuento.
En esta narración, la muerte se transmuta para permitir la
contemplación estética; y deviene en cuadros visuales que sin-
tetizan la indiferencia, la ironía, el cansancio de la rutina, los
cuales conforman un festín de orquestación fúnebre para los hom-
bres que de alguna manera ya saben cuál es su destino. Muerte
que cobra sentido en la anterioridad de la aniquilación, y se ma-
nifiesta en danzas grotescas y esperanzas ahogadas.
En otro tenor, bien puede decirse que Martín Luis Guzmán
sintetizó lo que fue "el sentido de la vida" en los revoluciona-
rios de personalidad completamente definida, llámense Rodolfo
Fierro o "Juan Pérez", que ya han perdido cualquier valoración
BIBLIOGRAfíA
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Fondo de Cultura Económica, México, 1969, 143 pp.
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CAMPO, Xorge del (pról., selec . y notas), Cuentistas de la Re-
volución mexicana. volumen 1, Comisión Nacional para las
361
más que suficientes para el corrido "tradicional " ya no funcio-
nan cuando pensamos en corridos de reciente manufactura. 3
Debemos proceder a revisar la pertenencia de las nuevas mani -
festaciones al corpus del género: ¿Son o no corridos?
Me parece que sí, aunque diferentes. Efectivamente, el corri-
do mexicano ha experimentado a lo largo de su historia una
serie de transformaciones que incluso han llevado a investiga-
dores a pronosticar su deceso' Ahora en la distancia, desde los
inicios del siglo XX I, resulta más que evidente que estas mues-
tras de alarma y sentencias de muerte han resultado, en buena
medida, infundadas 5 Sin embargo, si bien el género está vivo y
saludable como parecen sugerir entre otras cosas las altas ven-
tas de discos y los conciertos multitudinarios, es evidente tam-
bién que ha sufrido cambios que hace tan sólo algunos años
hubieran sido dificiles de imaginar.
Hablar del corrido al filo del milenio es necesariamente ha-
blar del subgénero más popular: el que trata de narcóticos. En
este ensayo veremos que en la década de los noventa ocurrió un
cambio en este tipo del corrido, un desplazamiento del indivi-
duo / protagonista de una aventura como centro del corrido al
medio ambiente que rodea el tráfico de estupefacientes. Es de-
cir, el corrido de narcotráfico está siendo cada vez menos de
narcotráfico para convertirse en un canto que enfatiza la vida
suntuosa y placentera del protagonista. A través de produccio-
nes de la segunda mitad de los años noventa de populares gru-
pos como -entre otros- Los Tigres del Norte, Exterminador y
Si mi nombre no lo saben
analicen el corrido
pregúntenle al boludo
que me vigila el camino
les contestará con balas
que a mí me dicen el primo.
10 En el ensayo uso de forma indi st inta tanto héroe como protagonista del
conido aunque luego propongo que el protagonista de muchos corridos con-
temporáneos se está convirti endo cada vez en menos "heroico".
16 Véase Guillenno Hemandez, "El corrido ayer y hoy: nuevas nolas para
su estudio", en Entre la magia y la historia: tradiciones, mi/os y ley endas de la
frontera . Ed. José Manuel Valenzuela Arce, Tijuana: El Colegio de la Frontera
Norte, 1992 : 215-230.
17 La Jornada de l 4 de enero de 1998 .
18 Los Tucanes de Tijuana, Tucanes de plala, EMI , 1997.
Pero este cambio afecta más que los aspectos rituales y fes-
tivos del grupo. De nuevo Olivo:
El acordeón y la tuba
es el sabor de la tiesta
al rojo vivo se pone
el más dormido despierta
con pi sto de todas clases
y el aliviane en la mesa.
J2 Esta noción del iniciado va en contra de una tradición del corrido que
contaba tragedias. gestas heroicas, y batallas de pueblo en pueblo. El lenguaje
del corrido ha sido, tradic ionalmente, sencillo. La idea de hablar en clave
pues, no existía.
NARCO-SIMBOLOGíA
Si pensamos que Jefe de j efes sugiere - aunque ya vimos que
en los corridos mismos poco se materializa- la cárcel o la muerte
como final para el narcotraficante, la portada de Narcocorridos
2 del Grupo Exterminador parece prometer algo muy distinto.
34 Por último, hay que aclarar que aunque no todas las canciones de Jefe de
jefes son corridos de narcotráfico este es el caso de la mayoría (13 de 18).
36 Por otra parte, es también del conocimiento público que las compañías
disqueras tienden a exagerar el número de ventas de sus artistas.
OBRAS CITADAS
CORNEJO, Gerardo, Juan Justino Judicial, México, Selector,
1996.
DUVALlER, Amando, "Romance y corrido", en Crisol: Revista
de Crítica (junio, septiembre y noviembre, 193 7), pp. 35-43,
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FERNÁNDEZ MENENDEZ, Jorge. Narcotráfico)' poder. Méxi-
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HERNÁNDEZ, Guillermo, "El corrido ayer y hoy: nuevas notas
para su estudio." Entre la magia y la historia: tradicio-
l/ es, mitos y leyendas de la fro l/tera . Ed. José Manuel
Valenzuela Arce. Tijuana: El Colegio de la Frontera No rte,
1992, pp. 215-230 .
- - - o " Introducti on:' Aztla/l . 22.1 (Spring 1997): IX-X.
HERRERA-SOBEK. María, 711 e Mexica/l Corrido: A Femi/list
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MENDOZA, Vicente T., El Corrido mexica/lo, México: Fondo
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Obituary?" Aztlan. 22.1 (Spri ng 1997): 115- 138.
OLIVOS, Nicolás, "Narcocultivo y cultura en la Sierra Tarahu-
mara", en revista Proceso, núm. 1210 (9 de enero, 2000).
• Para la real ización de este ensayo biográfico consu lté el archi vo heme-
rográfi co del escritor, del Centro NacIonal de In fomlación y Promoc ión de la
Literatura, del INBA (Bras il 37, Centro). También las siguientes obras: Los
hombres que dispersó fa da nza, en la edición de la SE P ( Lecturas Mex icanas
77, segund a seri e, 1987) , y en la edición de Miguel Ánge l POlTúa (México,
1997), qu e el autor considera la vers ión defi nit iva al incluir seis re latos mas
que en la edición de la SEP; Carlas si" sobre. Confidellcias)' poemas al olvido
(Miguel Ángel Porrúa, 1996), donde está incl uido El retrato de mi madre. Por
lo que respecta a su obra period ísti ca, me fue de gran ayuda la anto logía Ma-
gica y hechicera Oaxaca (Migue l Ánge l Porrúa, 2001). Todas las citas prov ie-
nen de estos docume ntos . Agradezco a Óscar Mata las precisiones que me
hizo relacionadas con la legendaria colección Los Presentes, del maestro Juan
José AlTeola .
.. Alumno de la Especialización en Literatura Mexicana de l Sig lo x-x .
385
asistir el parto, el niño ya estaba en el petate, con el llanto agru-
pado en los labios y el ombligo cortado por dos piedras filosas.
Según una superstición local, nacer así , en hora tan indecisa, es
algo que sólo hacen los locos .. .
Nació en Ixhuatán, Oaxaca, el 30 de noviembre de 1906. Su
lengua materna fue el zapoteco, que junto con el idioma huabe,
fue el único que realmente habló hasta los quince años. Creció
en un mundo mágico, pleno de mitos, leyendas, fábulas, supers-
ticiones, donde la fantasía genésica le impone a la imaginación
misterios y silencios. Descendiente de un pueblo viejo y enigmá-
tico poseedor de un lenguaje hermoso rebosante de metáforas,
era natural que su apetencia fuera de gloria, porque el mito es
apetencia de gloria, afirma Andrés Henestrosa.
Su madre fue Andrea Henestrosa Pineda, TIna Man , mestiza
de piel clara de quien Andrés recuerda muchas cosas, sobre todo
la voz, una voz que llama, ordena, canta, reza y arrulla. Mujer
feroz e implacable que, a decir del hijo, al llegar la hora de pre-
miar sabia hacerlo como también era irrevocable con el castigo.
De su padre, Arnulfo Morales Nieto, mestizo de complexión
indígena, únicamente recuerda, entre relentes, su baja estatura y
las piernas ligeramente estevadas. No guarda memoria de su
rostro pues murió cuando su hijo era muy pequeño. En cambio,
recuerda bien su voz: un hablar que no era de Juchitán sino de
Tehuantepec donde se le pegó el tono zapoteco. Desde entonces
Andrés resulta sensible a las voces, "como una casa abandona-
da de la que jamás desaparece el eco del último hombre que la
habitó".
La suya fue una infancia de cielo azul extenso, maíz tierno y
olor a pan, un olor mágico sólo comparable con el aroma de la
manta nueva o del guarache recién comprado. Pero no fue un
niño inocente, como nadie que crezca en el nlonte, donde no
hay inocencia pero tampoco malicia, donde las cosas sencilla-
mente suceden ante los ojos, en medio de los dos únicos suce-
sos que tienen estatuto de acontecimientos: el nacimiento y la
muerte, y entre ellos transcurre como ensueño la vida, pasa
"¿Por dónde iré para encontrarte? Vo "'o sé por dónde nace el sol , ni por
dónde muere. Tú 10 sabías y me guiabas. ¿Con qu ién dejaste, Amulfo, las
prendas que tanto amabas? Mañana só lo quedará de ti el recuerd o, el dulce
nombre. Y comeré mi pan húmedo en llanto,"
LA INCONMENSURABLE CERflDUMBRE
Para Andrés Henestrosa, un artista es sus emociones: debe vivir
en éxtasis permanente, inventar infiernos y paraísos todos los
días. Crear nos iguala a nuestros creadores; por eso, lo inventa-
do por el hombre resultará siempre un mundo a su imagen y
semejanza yeso es precisamente lo que logra el verbo. Mientras
las cosas no sean nombradas, no existen, dice siguiendo
lejanamente alguna tradición filosófica. Un hombre con talento
es como Dios, porque crea. Pero el arte también consiste en
contradecir la obra de Dios, de la naturaleza. Siempre el gran
artista ha sido herético.
El arte es la revancha contra la vida, contra las adversidades,
contra la muerte. Siempre habrá sueños que no puedan cumplir-
se, entre ellos el apetito de gloria, a pesar de que el hombre
finque en la obra que le sobreviva una de sus escasas certezas
de inmortalidad profana. Pero siempre, junto a ella, "la incon-
mensurable certidumbre de que no se podrá nunca ser inmor-
tal", y si la obra maestra no llega, el desasosiego persistirá sote-
PARA NO MORIR
Andrés Henestrosa ha confesado a Martha Chapa que "cree en
Dios sólo de noche y de dia en el diablo, porque es blanco de
día, negro de noche". También Mart:,. lo oyó decir que quiere
vivir veinte años por cada uno de los hombres que ha sido: indio
(zapoteco, huabe), blanco, negro, filipino y tiene una gotita de
sangre judía. Es de esperarse, por eso, que vivirá hasta el 2006.
No obstante, lo mejor que le podría suceder, admite él mismo,
es vivir los ciento un años y cuatro meses que vivió su madre .
Aunque en el fondo está convencido de que la única verdadera
tragedia es haber nacido, "porque la vida es dolor, la vida es
lágrimas. es sufrimiento, la vida es, en una palabra, muerte. Nacer
para morir, ¿puede haber un dolor más grande? Primero, no
Nadie me pidió permiso para nacer; me voy a ir de aquí sin que nadie me
pregunte si me quiero ir, y conste que no me quiero ir. Quiero quedarme
aqu í, y qui zás la explicación ultima de la obra es esa, que uno sob reviva a
alguna de sus tareas. Y la del escritor es la búsqueda cotidiana, dormido y
despierto, para dar con esa palabra en que pueda pasearse e~ su pequeñez
toda la sangre, todas las lagrimas, todos los sudores que signifi ca vivir.
H RElRAfO DE MIIMDRE
Por su parte, El retrato de mi madre, fragmento de una carta
escrita en Nueva Orleáns, en agosto de 1937, a Ruth Dworkn,
pianista de Chicago, es quizás la pieza narrativa de Henestrosa
más apreciada y divulgada, que vin3 a consagrarlo --<lice tam-
bién Mejía Sánchez- como maestro de la prosa epistolar. "Es
quizás la pieza narrativa de México que mayor número de veces
ha pasado a la letra impresa, con excepción acaso de la Visión
de Anáhuac, de Alfonso Reyes, y Ca nek, de Errnilo Abreu
Gómez, si se cuentan sus traducciones."
Fue publicada originalmente en el primer número de la revis-
ta Taller, fundada por Rafael Solana, Efraín Huerta, Octavio Paz,
entre otros. Precisamente Octavio Paz escribió, en 1980, esta
anécdota:
OBRA PUBLICADA
Relatos
BIOGRAfíA
Don Emilio (Biografia de Emilio Lanzagorta Unamuno), Bil-
bao, Gran Enciclopedia Vasca, 1980.
Estudio
Ensayos
Prólogos
AI/tología
403
El discípulo más famoso de Parménides, Zenón de Elea (siglo V
a.c.) introdujo el absurdo aparente como principio de razona-
miento filosófico al probar matemáticamente la imposibilidad
del movimiento, ilusión de los sentidos. Diógenes Laercio, por
su parte, identificó en Zenón al creador de la dialéctica, es de-
cir, de la lógica entendida como reducción al absurdo. Por su
parte, los sofistas demostraron que estos métodos servían para
demostrar irónicamente la fal sedad de las proposiciones del
adversario. Así, se establecen en la escolástica dos métodos con-
testatarios: la prueba por medio del absurdo (probatio per
absurdum) y la reducción al absurdo (reductio ad absurdum).
Con el primero, se pretendía probar la verdad de una proposi-
ción mediante la falsedad evidente de la opuesta (Teorema de
Pitágoras), y con el segundo, se presentaba una inversión del
significado inicial de una proposición probándose su falsedad
por sus consecuencias (teoría de los límites en las Matemáti-
cas). Por tanto, este último método consistía en ridiculizar la
doctrina del adversario. 1 Lo absurdo también está presente en
Soren Kierkegaard, Miguel de Unamuno, entre otros; precurso-
res de la filosofia existencial , cuyos representantes rechazaron
hipótesis metafisicas y teológicas para explicarse la existencia
e introdujeron la noción del fracaso ontológico del hombre y
veían a la vida como "una pasión inútil" Uean Paul Sartre). La
problematización del absurdo también está presente en el mito de
Sísifo de Albert Camus y más tarde en El Muro del propio Sartre.
Mientras los existencialistas buscaban una salida al dilema de la
condición humana , lucidez del destino (Sartre) y revuelta
(Camus), fue negada por los representantes del Teatro del Ab-
surdo que no admiten siquiera la posibilidad de una explicación
a lo real, proclamando la impotencia de los actos humanos'>
En "El Guardagujas", si bien ya nos instauramos en un mundo
fantástico, con la aparición del hombrecillo con una lámpara
En la ruta faltaba el puente que debia sal var un abi smo. Pues bien , el ma-
quinista, en vez de poner marcha hacia atrás, arengó a los pasajeros yobtu -
vo de ellos el esfuerzo necesario para seguir adelante. Bajo su enérgica
dirección, el tren fue desarmado pieza por pieza y conducido en hombros
al otro lado del abismo, que todavía reservaba la sorpresa de contener en
su fondo un río caudaloso (203).
BIBLIOGRAFíA
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BECKETT, S., Esperando a Godot, traducción de Pablo Palant,
Poseidon, Buenos Aires, 1954.
415
Revueltas, como autor social, considera que el hom bre lejos
de ejercer su derecho a la prax is, la ej erce de manera enaj enada,
s in to ca r lo revoluci ona ri o que d ev iene en la co nc ienc ia d e l
sí mismo:
2 Anécdota sobre Revueltas narrada por su primera esposa. Peraha. Oli via.
Mi \'ida con José Remelras. Vil testimonio recogido por Andrea Re vueltas y
Philippe Chemll. Plaza y Valdés Edi tores. Instituto Veracruzano de Cultura.
Méx ico. 1997. p. 64 .
3 "La hennana enemiga" en Revueltas. José. Dormirel1 tierra. Obras comple-
tas 9. Ediciones Era . México. 1997. pp. 67-80. Fue publicado en la Revista Mexi-
cana de Cullllrtl. su plemento de El Nacional. núm. 3 (20/abr/ 1947), pp. 8-9.
"El Santísimo estaba expuesto en mitad de sus viejos rayos, en lo alto, con su
omnipresente ojo único y sacramental dentro de la custodia, como desde el
fondo de un sarcófago. En el muro cercano una umbrosa pintura, de gigan.
tesca y ondu lada superficie, ofrecía sus monstruos arcangélicos rodeados del
fragor de la católica guerra, el tórax puro y las espa ldas sacrílegas, horrible·
mente fisiológicas de algún arcángel, entre san tos y demonios y vírgenes y
nubes y tinieb las y nalgas y vientres y pecados y torsos y Dios,"6
7 Ibidem .
8 ¡bid., p. 80.
9 Frase que José Revueltas solía decir a su primera esposa. Peralta, Qlivia.
Mi vida con José Revueltas. VII testimonio recogido por Andrea Revueltas y
P¡'ilippe C¡'eroll , Plaza y Valdés Editores, Instituto Veracruzano de Cultura,
México, 1997, p. 42 .
"La pirámide horizo ntal de luz opaca cuyo vértice se disparaba desde la
caseta de proyección , atrás, a un lado y por encima de sus cabezas, era
como la mirada de un ciclope cuyo único ojo , de rápidos párpados innu-
merables, aleteara en la oscuridad y la descompu siera en un haz de cam-
biantes bandas gri ses que sobre la pantalla se co nvertían en espacio, en
movimiento, en formas y cuerpos trascendentales",IO
10 Revueltas, José . Material de {os suelios. Obras completas 10, Edic iones
"[... ] Pero todo , fuera y dentro de la pantalla era estúpido , vil , repugnante
y de una tontería inconmensurable, grand iosa. No podía conducirse con su
marido como si 10 considerara inocente, ajeno al crimen aterrador, diabóli-
co de haber encerrado a Crisanto de manera deliberada , y sin temb larl e un
11 ¡bid ., p. 51.
11 ¡bid., p. 52.
"El sufrimi ento de Dios era su autodevoración sin límites, más allá del
tiempo y del espacio, su solitaria y desesperada autofagia que le impedía
recrearse fuera de sí mismo, al este del Edén , como eran sus más secretos,
misteriosos e in confes:Jdos deseos, y su rotunda impotencia para encon-
trarse, mirarse, establecerse en el reino del Dios-Otro cuyo advenimiento
aguardaba con el mi smo ardor impaciente y la misma falta de sosiego del
esclavo que espera, ya sin esperanza, cualquier inesperada libertad . Dábase
cuenta , atribulado y sombrío, de que su omnisciencia era también el impe-
dimento para poder hacer nada, pues sus creaturas, para existir. an te todo
debían negarlo, no sent ir lo mismo que Él. no compartir en modo alguno ni
en mínima parte la inqui etud inmortal, monótona y sin propósitos de su
esencia. Ll evado de esta.atormentadora nosta lgia del ser, Dios volv ió a las
tinieblas para penetrar en ellas con sus ojos nictálopes, que lodo 10 veían.
Pero las tinieblas ya estaban habitadas desde antes: ya todas las cosas esta-
ban hechas antes de su mirada. Así. en el principio fue la inexistencia de
Dios y Dios dejó de flotar sobre las aguas".14
13 ¡bid., p. 59.
14 ¡bid., p. 62 .
"El cuerpo desnudo y esquelético del cadáver no era sino una combinación
quirúrgica de prótesis descarnadas, encima del rostro un brazo genuflexo
con el que trataba de cubrirse, un brazo sin piel, un brazo de sílex. Hab ía
muerto de hambre y de frío si n ayuda de nadie, sin socorros, en la más
desamparada soledad. A estas alturas ya resultaba inútil y absurdo admi-
nistrarle los sacramentos. La tierra entera no había sido desde el princ ipio
sino una inmensa cámara helada, un refrigerador de Dios, donde todos
morirían de asfixia y de frío," 16
15¡bid., p. 63 .
16¡bidem.
"-¿Sabes qué horas son? [... ] han tran scurrido ocho horas cabales [ .. ] El
tiempo suficiente, es decir, mucho más de l tiempo suficiente para que el
tipo de ahí adentro, tu amiguito ése, ya esté convertido en cadáver, un
cadáver perfectamente preservado por el hielo contra toda clase de conta-
minaciones [ ... ] Cometerías un error en abrir esta puerta ahora. ¿Qué ex-
plicación podríamos dar a nadie si los únicos testigos íbamos a ser tú y yo
so los? Eso hay que dejarlo para que alguien de la servidumbre 10 haga,
dentro de unas cuantas horas [... J Nos apegaremos a la versión más simple
de los hechos [ ... } un ladrón que en tra en la casa, se ocu lta en el refrigera·
dor para poder salir a robar".17
17 {bid., p. 79.
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427
arraigados en la diligencia tradicional de un Estado mexicano
que en su literatura haya su mejor espejo.
De esa manera, esta intención de ruptura que en los años
ochenta era algo innovador, al revisar el siglo se manifestó como
constante, similar a un motín pennanente que insiste en sus de-
nuncias. En estos términos 10 experimental aparece como nece-
sidad e interpelación. 2
Como un ejemplo de ello podemos avistar la presencia de lo
indígena en el cuento, que toma mayor fuerza en los años trein-
ta, resaltando el periodo Chiapaneco, si así se puede llamar, que
se mantiene hasta la rebelión del Ejército Zapatista. El uso de lo
antropológico y el matiz real mara villoso con que se mejoran
las representaciones de los indígenas, aunque tiene un excelen-
te efecto, sólo restituye los enfoques etnológicos o sentimenta-
les que el tema conservaba como herramienta modificable desde
su primera definición.
Este mismo fenómeno ocurre con las dos familiares vertien-
tes en las que se bifurca la cuentística mexicana del siglo xx. La
preferencia de compromi so, como la línea estética producen
nuevas formas, calificativos y etiquetas, pero nada nos hace dudar
cuan factible y constante son desde lo contrario y lo posible.
Debemos contemplar la realidad que se da al encontrar escri-
tores denunciantes y descriptivos, que recuerdan trabajos perio-
dísticos, y escritores con artilugios meramente estructurales.
Como es el caso de la manera corta de producción de Elena
Poniatowska o José Emilio Pacheco, muy prolífica por la nece-
sidad mexicana, y por otro lado, Sergio Pitol, quien se deleita
en el uso del léxico .
Incluso, podemos mencionar esa coexistencia y mezcla que
se dan desde el siglo XIX entre la crónica y el cuento, justificán-
breve mex.icana, pero el homenaje que le rinde uno de sus culti vadores resulta
suficientemente elocuente: "Quienes crecimos (reconoce Juan Villoro) entre
la ava lancha de la cultura de masas y la cultura del secreto y el confesionario
encontramos en la crón ica nu estra frontera personal . la fónnula para mezclar
lo púb lico y lo privado. Lo que se decía en voz baja , las historias condenadas
al olvido o a la vaga supervivencia del rumor, encontraron su lugar de residen-
cia. Los ilegales del nuevo period ismo mexicano fijan lo evanescente. desv ían
los reflectores a personajes y sitios inéditos. invierten los ténninos de lo ver-
dadero (la única hipótesis descartable: lo oficial). En un país sin lectores. los
cronistas comprueban la urgencia de sus palabras" (Vill oro 82).
4 Para Castañón (209), que subraya igualmente la importancia y rad ical
originalidad de esta escritura, el auge de la crónica y su incurs ión en otros
gé·neros como el cuento demuestra la modificación viv ida en todos los ni veles
de l presente mexicano (Iglesia. Estado. industri a. gob ierno. relación con las
minorías, lucha soc ial). Testi moniaría, por eso, el advenimiento de nuevas
fuerzas y de nuevos aClores soc iales al escenario (Vidal 53).
43OTema y variaciones 22
y constituye algo contradictorio, objetivamente, pensar que
pudieran ser un ejemplo a seguir, cuando su producción es una
compenetración inigualable de contenido y lenguaje, que brin-
da una noción de ser sencillo, moldeable, pero a la vez de algo
imposible de copiar, imitar o seguir como modelo. Por desgra-
cia y por el bien de todos, estas enseñanzas no pueden ser ence-
rradas en reglas, formatos o dogmas, verdaderamente, se acoge
un modelo bastante flexible para que sea un ejemplo por el cual
guiarse y a la vez es como carecer de él, llevando a la originali-
dad que se plasma en estas obras.
Incluso, muchos otros consideran esto como ínusitado, nega-
tivo y restringido. Según Esperanza López, de la Uni versidad
Complutense de Madrid,
y pese a eso, qu eda todavía por hacer la indagación donde se exp liciten las
con secuencias de un a fijación del genero así de temprana y de abso luta
para sus posteriores cu lt ivadores como la que padecen los cuen tistas mexi-
canos por la vía de esta obra extrema y sin fi suras.
Probablemente a dicha fijación contribuyó bastante la profesionalización
de la literatura que con ellos tres y en ese momento tiene lugar (mediante la
creación de editoriales, revi stas, fundaciones, pub licaciones y talleres que
co inciden con el paso de una sociedad agraria a un primer esbozo de in-
du strialización). Pero lo cierto es que el trío operó de un modo global , casi
abusivo, investigando perspecti vas di stintas pero complementarias, ensa-
yando las distintas posibilidades técni cas o deícticas de la narración breve
y cerrándo las definiti vamente a la vez. Si abrieron temáticas a las que el
cuento posterior seguirá ci rcun scribiéndose (la vida confundida con el sueño
y con la muerte gracias a Rulfo, el sentid" de la prosa perfecta en Arreo la o
el peso de la política y de la pesadilla patria para Revueltas), con su con-
curso, el relato empieza a entenderse como espacio narrati vo autónomo
que crea su propio público, que solicita el complemento de una interpreta-
ción inteli gente, que no funda su destreza en trucos, finales efecti stas, chan-
tajes, complicidades. 7
7 "Du rante los años cincuenta, los escritores se profesional izan , las instit u-
ciones cu lturales toman forma y se crea un espacio critico consistente al aparecer
el suplemento México ell la Cultura que di rige Fernando Benítcz, y la Revista
Mexicana de Literatura, fundada por Emmanuel Carba110 y Carlos Fuentes.
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Y V Q NNE CA N SIGNQ G .*
INTRODUCCiÓN
437
El interés que ha resurgido en los últimos años por el cuento
convencional , en general, y por el cuento breve o ultracorto, en
particular, se observa en la publicación reciente de numerosas
antologías y en los diversos libros de cuentos de escritores
ac tuales.
La popularidad del género cuento se debe, en gran parte, al
crecimiento editorial y al incremento de estudios y talleres de-
dicados al cuento, a la creación de concursos a nivel nacional y
al Concurso Breve de la revista El Cuento.
Cabe señalar que del 29 al 3 l de mayo de 2003 se llevó a
cabo el XlV Encuentro de Investigadores del Cuento Mexica-
no, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y el
Departamento de Fi losofia y Letras de la Universidad Autóno-
ma de Tlaxcala. Dicho evento reunió a especialistas, cuentistas
y lectores interesados en dicho género y se abordaron reflexio-
nes extraordinariamente expresivas que dieron realce al cuento
como género en la narrativa mexicana contemporánea .
En dicho encuentro se desarrollaron 15 conferencias magis-
trales, entre las que figuraron Por las áridas tierras del norte o
lasJértilesJronteras del cuento en los estadosfronterizos y Los
comienzos de Jesús Gardea y Ricardo Elizondo, Voces del pai-
saje norteño a cargo de Julio César Urbina, Humberto Félix
Berumen, Vicente Francisco Torres y Tomás Bernal Alanís, His-
torias de LontanU1 , ~a de David Toscana, Tres cuentistas de Tte-
rraAdentro como son Joaquín Hurtado, Fernando Fabio Sánchez
y Bias Valdez, y Los Cuentos de Patricia Laurent Kullick, La
búsqueda del centro de Alberto Chimal, El alimento de la tradi-
ción de Eduardo Antonio Parra, Un nacimiento, Jatigas y una
demanda de Humberto Rivas, El proceso cuentistico de Marcos
Rodríguez, Antes de escritor.Jui lector. de Roberto Bravo, y Los
cuentos de A ntollio Parra y la zona intermedia , entre otras.
También se organizaron mesas redondas donde se insistió en
la importancia del cuento como un género narrativo que aspira
a la perfección, a la tersura verbal y a una práctica literaria con-
temporánea en México.
hNlECfDENffS HISrÓRICOS
Según los investigadores, el cuento ha estado presente a lo largo
de la historia de la humanidad . .litimológicamente, el cuento es
un sustantivo que se derivada del verbo contar y del latín
computare. Desde el punto de vi sta semántico, las reflexiones
que penniten descubrir los orígenes del cuento, su significa-
ción, sus diferentes modalidades desde el cuento popular hasta
nuestros días son diversas y significativas.
Si se consideran las definiciones que aparecen en diversos
diccionarios, se observa que el cuento es una narración breve,
cuyos origen y tradición son orales y de esencia popular. Los
ejemplos dados se remontan a la Edad Media, al Renacimiento,
¿qué es un cuento?
¿ qué tan breve puede ser un cuento?
¿cuántos tipos de cuentos existen?
¿qué diferencias existen entre el cuento convencional , el
cuento corto, el cuento ultracorto y el mini cuento?
H SIMBOLISMO DH CUENTO
Escribir un cuento es un proceso tan intenso como iniciar una
novela. Es preciso definir desde el primer párrafo la estructura,
el tono, el ritmo, la longitud, el estilo, la temática, el desenlace
y muy frecuentemente caracterizar a los personajes que han de
intervenir en la hi storia. Como lo dice Gabriel García Márquez
escribir es el placer de escr ibir, el más intimo y solitario que
pueda imaginarse. Sin embargo, el escritor señala que el cuento
no tiell e principio ni fill ; fragua o 110 fragua . Y si no fragua, la
exp eriencia propia y la aj ena ense,ian que en la may oría de las
veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino, o
tirarlo a la basura.
Como lo comenta Lauro Zavala en sus diferentes artículos
sobre el cuento, un cuento debe ser estructurado en torno a la
unidad de impresión, principio cardinal y guía que en su tiempo
propuso Edgar Al1an Poe, donde la brevedad y la unidad en tor-
no de un tema emotivo y su desenlace sorpresivo eran esencia-
les. Sin embargo, las o los cuentistas contemporáneos han pro-
bado que esto no es precisamente indispensable.
En el campo de la literatura, el cuento es considerado como
una práctica de escritura experimental como puede serlo la poe-
sía, el género periodístico o la misma novela. No obstante, la
lectura de un cuento puede resultar una práctica más cotidiana o
convencional.
LA CUENlíSTICA MEXICANA
Con una mirada curiosa e incisiva, el cuento mexicano es toda
una metáfora de vida, un relato deleitoso y placentero reconoci-
do por las peculiaridades de la prosa y con el gusto y la sabidu-
ría de la estructura breve. Se convierte en una especie de ritual
cuya historia revela al lector un valor estético y cultural. Asi-
mismo muestra la capacidad verbal de un gran número de auto-
res mexicanos cuya percepción de la belleza se plasma en sus
diferentes estilos y en el eco de un lenguaje universal.
Es preciso señalar que algunos análisis sobre la cuentÍstica
mexicana han establecido que desde las décadas de 1950 y 1960
se dio una ruptura importante entre los temas y las técnicas em-
pleadas para estructurar un cuento, refiriéndose fundamental-
mente al melodrama y la tragedia. Entre los elementos que se
destacan principalmente se observan la desesperación, la an-
gustia existencial, la soledad, la introspección, el aislamiento y
la narrativa realista.
Algunos escritores que se encuentran en este periodo son José
de la Colina, Juan García Ponce, Inés Arredondo, Vicente Melo
y Elena Garro. Puede observarse que sus cuentos tienden a te-
ner una extensión mayor a diez páginas, hecho que permite con-
fundirse con la novela corta. Asimismo es interesante señalar la
importancia literaria del cuento ultracorto representativo con
los libros de Samperio y Krauze.
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MARA
Eres
gota de acanti lado
bruma desnuda
musgo entre caracoles
Abro la almeja
de tu vientre
gusto su sal
ostra antigua
tu aceite añejo
Me lame
tu brisa
tu espuma
agua tibia
Tus miembros
deltas encamadas
disuelven mi cuerpo
con cadencias de molusco
449
De pronto
tu piel , sus poros
diques desbordados
recuerdan el origen del mar
Te alejas
ojo agónico
aliada del ocaso
rumor de medusas
Emerjo
húmedo y triste
cuando izas tus velas
náufrago de nuevo
Muerto el caracol es
Laberinto de olas
Ermita de espumas
En el puente
los amantes se funden
sombras líquidas que el mar remeda
aguacaras ondacuerpos
En el cielo
las nubes se abrazan
y en el fondo se contemplan
aguacielo vientoluz
En el horizonte
el sol y su gemelo
hieren el pecho del ocaso
agualumbre fuegomar
En la playa
espejo de brisas
la marea del cielo repite
las inconstancias del mar
Cómoda
pulida en volutas
y redondeces de
balaustrada
Eres recia
a veces mármol
a veces hierro
Madera
me guardo en ti
en tu cajonera
lh ChíOh
Después de media noc he,
despojados de afeites,
del cansancio y las maneras:
cuando las hebras de l cigalTo
asc ienden calladas hasta
desvanecerse en la distancia;
cuando sólo es posible ad vert ir
los ríos caudalosos que van
y vienen nocturn os;
cuando el desli zarse del lápiz
traza en nuevas lápidas
viejos y fa lsos epi tafios;
cuando sólo el párpado
adv ierte las cicatrices
que traza n las pestañas inertes;
luego de medianoche,
decíamos. cuando se advierten
los ca ll ados latidos de espejos,
un eco se desdobl a,
se astill a luego de caer
y nad ie se estremece,
só lo nuestros fragmentos .
455
SÉPlIMO DíA
Hoyes domingo; y los domingos
ni Jesús crucificado hace milagros,
ni vuela la mosca, ni el viento
azota las sábanas.
• Escritor y editor. Tien e ocho libros de autor. cntre los más reclcnt es.
Alldy WtllSO I/ , cOlllado,. de hiSlOrias (c uento 1997, 2001 Y 2004) Y Ba/"s de
sa/ra (novela, 2004).
459
ADOLFO VERGARA TRUJILLO ·
461
Rumbo al elevador vi a dos hombres que acababan de entrar;
las puertas aún estaban abiertas y, mientras corría, desde unos
doce pasos, les pedí que esperaran. No me hicieron caso y hasta
pareció que cerraron a propósito.
Estuve unos momentos pidiendo el elevador y nunca respon-
dió. No podía perder más tiempo y subí por las escaleras. Siete
pisos de un jalón. Cuando llegué a la oficina estaba sofocado.
Miré mi reloj y hasta entonces me di cuenta que se había deteni-
do a las 3:47. Pasé deprisa frente al escritorio de Juanita, la
secretaria, y la saludé; es verdad que le di los buenos días con
un tono algo seco, pero ni siquiera levantó la cabeza. No hice
mucho caso; me apuraban la hora y los pendientes de la tarde.
Entré a mi oficina y me aflojé la corbata. El reloj de la pared
señalaba las diez y diez. Me serví un café y revisé la correspon-
dencia en mi escritorio. Recuerdo que leía las promociones de
algún banco, cuando sonó el teléfono de Juanita. Pensé que me
pasaria la llamada pero, luego de un momento, pasó muy apura-
da frente a mi puerta y me apagó la luz. La escuché salir del
despacho y me quedé totalmente a oscuras. Me levanté a pren-
derla de nuevo, subí y bajé varias veces el contacto y nunca
encendió. Quise llamar a mantenimiento pero el teléfono estaba
muerto. Alumbrando con el encendedor salí a la recepción para
hablar desde la línea de Juanita, pero tampoco funcionó.
Pensé en ir con los abogados del 50. piso y pedir prestada su
línea. Salí del despacho y el maldito elevador nunca llegó. Tomé
las escaleras y bajé los dos pisos totalmente a oscuras: la piedra
del encendedor ya no hacía chispa. En la puerta de los abogados
nadie acudió a abrirme. Me asomé por una ventana alta y ape-
nas pude ver a una secretaria; sostenía el teléfono entre su hom-
bro y su oreja, mientras se limaba las uñas. Toqué la puerta con
los nudillos y la mujer levantó un poco la vista; le hice una seña
pero creo que no me veía; volví a tocar y esa vez, incluso, estiró
el cuello. Le grité, le pedí que abriera. La mujer me ignoró.
Subí de nuevo a mi despacho, resignado. Con un poco de
suerte Juanita estaria ya en su lugar y la mandaría, con toda
465
como si una legión de remordimientos tratara de abrirse paso en
la garganta del hombre que me antecede. Observo la figura de
Cristo en el altar, recién bajado de la cruz, lánguido sobre los
brazos de su madre. Pálido, la boca entreabierta, fija.
Un hilillo de sangre resbala eternamente por su mejilla y se
detiene al filo del abismo, evadiendo al suicidio. Por un instante
deseo que caiga, que suene como suenan las gotas de sangre al
caer al piso. Que interrumpa esa especie de oración dicha por
un animal enfermo. Me confundo, los labios de Cristo son tan
vivos, su cuello tan duro, que ya no sé de dónde proviene ese
sonido. Con el rabillo del ojo distingo la chispa de un encende-
dor, el hombre ha de querer dejar una veladora; acabó, siento
alivio. La chispa se repite; tras de ésta, el hombre aborta una
carcajada que me eriza la piel y me obliga a voltear definitiva-
mente. Se encuentra inclinado, su espalda es ancha, por cabello
tiene un áspero matorral de un color indefinido; entre negro,
gris o blanco, no sé. Activa otra vez el encendedor y un mechón
de su cabello se transforma en pabilo abrazado por el fuego. La
flama se extingue. El hombre ríe de nuevo mientras se incorpo-
ra. Su rostro es magro, cenizo, tomado del asfalto después de
mucho sol y mucho frío. Me mira, ha suspendido la risa pero su
boca sigue abierta, eternizada en el silencio ---es una muralla
almenada, vestida de hollín, herida por las batallas de sus soli-
loquios- oEn la nave central da comienzo la Misa. Un olor a
incienso llega hasta nosotros aliviando en algo el efluvio ema-
nado del hombre que me mira. Acentúa su sonrisa mientras pre-
para con sus dedos otro montón de pelos a inceqdiar. "Quiero
verme como tú" me dice al tiempo que da fuego a sus cabellos.
El hedor domina de inmediato. La tierra acumulada en su cabe-
za evita que la llama se propague. "¿Tienes tijeras o navaja?"
Pregunta sin poder evitar que la saliva huya de su boca. "Quiero
estar a la moda, ya no se usa el cabello largo, sólo él y yo lo
usamos largo" extiende su mano señalando al Cristo. Se levan-
ta, me doy cuenta que en realidad es un hombre delgado, flaco.
Su cuerpo está cubierto por varios trozos de suéteres y una
471
pavorreal y quetzal; eran tan hermosas que los artesanos que
vendían sus obras en pluma en aquel lugar se las envidiaban. En
sus muñequeras y brazaletes fue colocando, con profunda devo-
ción, una por una aquellas coloridas y preciosas plumas. S~ fi-
gura se iba cubriendo palmo a palmo por aquel plumaje ; el hom-
bre se veía verdaderamente impresionante. De vez en cuando
fijaba su mirada en los frenéticos movimientos de los danzantes,
al mismo tiempo que seguía sorbiendo de aquel pulque y aspira-
ba una y otra vez el humo de su cigarrillo; elevando sus implo-
raciones al divino Creador. Sentía el sonido de los tambores que
retumbaban en lo más profundo de su ser y le hacían vibrar
como a los mismos edificios que circundaban aquel lugar. Tomó
su quetzalcopilli y se lo puso en la cabeza; el tocado era tan
grande que las plumas se elevaban hasta un metro por encima
de él y bajaba por sus hombros y espaldas. Estaba listo ya, gran
parte de su cuerpo se encontraba cubierto de plumas. Dio el
último trago al octli; del cigarrillo ya no quedaba nada. Se in-
corporó de donde estaba sentado y dirigió su mirada nuevamen-
te hacia el grupo de danzantes. Levantó el rostro hacia el cielo.
Hizo una última oración a Tonatiuh, el Sol. Extendió sus alas y
se fue volando.
PREfACIO
473
múltiples razones ' de haber vuelto su mirada hacia atrás. I El
inigualable poema de Szymborska me reveló mis propias razo-
nes para mirar hacia el pasado: la dulce nostalgia de lo ya vivido,
la curiosidad, "la desobediencia natural de los humildes", la ra-
bia, la vergüenza, el miedo del siguiente paso, etcétera; y luego
trasladar algunos recuerdos al papel antes de convertirme, a mi
vez, en estatua de sal.
Ha habido muchas estatuas de sal en la historia. Recuerdo
otra más en la literatura: La estatua de sal de Salvador Novo.
En él no vemos la imagen como alegoría de lo estático; al con-
trario: percibimos la condena del memorante siempre al acecho
del pasado para entender y justificar su presente, así como el
intento de perdurar en la escritura 0, al menos, inventar esa ilu-
sión . No me hago ilusiones. Sin embargo, antes de que recordar
no pueda, he elegido dejar en estas líneas mis propios viajes al
pasado, Mi " Retum Ticket", aunque bien sé que "Una cosa es el
recuerdo / y otra el recordar." Valgan estos dos versos de Anto-
nio Machado como justificación de lo que sigue.
"EL MAR"
¡No, nooo; no quera! gritaba la nena ante la insistencia de la mu-
jer para ir juntas a mojarse los pies en el agua. Ya había experi-
mentado antes, hacía dos años y medio, el pavor de la asfixia.
Ahora tenía la certeza de que no podría recordar cómo respirar
allí, adentro de aquella enormidad acuosa. Una fascinación al
horror la forzaba , no obstante, a emitir un lloriqueo que transpa-
rentaba dubitación ante el riesgo, aunada con una suerte de in-
cierta curiosidad por volver al miedo. La mujer insistía con pillabras
que parecían ir disolviendo el terror de la pequeña. Ofrecía no
soltarla de su mano; mejor aún, llevarla en brazos hasta la orilla,
sólo la orillita; sentarse, un momentito nada más, en la arena
"LAS SIRfNAS"
Hay sonidos que no se olvidan jamás. Dicen que el canto de las
sirenas puede enloquecer a los hombres, y hasta matarlos. Mu-
chas historias se han escrito acerca de ello, desde Homero hasta
Salvador Elizondo pasando por Julio Torri y todos los demás
que no voy a nombrar. Pero no quiero referirme al canto seduc-
tor de esas figuras que la fantasía humana ha imaginado. Evoco
y vuelvo a oír ahora el aullido plañidero y desgarrador con que
los altavoces advertían el próximo bombardeo en Bilbao. Oigo
sus voces de lamento tristísimo; y largo, largo, largo.
El Aña (así lIarllan en el norte de España a la niñera) nos
levantaba de la cama a mis hermanas y a mí, nos ponía con
rapidez los abrigos encima de la ropa de dormir, ayudada por
otras dos personas que no recueroo, y nos llevaba al sótano mien-
tras pasaba el peligro. Mis padres ya no bajaban, aburridos de
repetir la misma historia todas las noches. Sé que las lúgubres
voces de esas sirenas también pueden matar a los hombres.
"¡AGUAS!"
Todo el que ha viajado sabe que en cada uno de los países, ciu-
dades, habitaciones de hoteles, restaurantes o lugares públicos
a donde vaya, deberá aprender a manejar cómo surtirse del agua
para su higiene personal. Este aprendizaje continuo se debe a
que cada uno de esos lugares - llámense 'aseos', ' servicios ' ,
' baños ', W.C . o, incluso, no se llamen de ningún modo sino que
tengan en la puerta un símbolo, icono, dibujito semiborrado,
etcétera- operan de manera distinta a la acostumbrada en nues-
tro lugar de residencia.
Las pesquisas que tienen que llevar a cabo los usuarios de
esos espacios siempre quitan un tiempo que, en veces, puede
"DE MALETAS"
Una llega al nuevo aeropuerto. é.lega mareada de las muchas
horas de viaje y del llanto intermitente del bebé cercano que
tampoco pudo dormir. Deberá recoger el equipaje siguiendo las
indicaciones de los letreros en cuatro idiomas que lee cuadruple-
mente. Porque se dio el caso que una se quedó sin maleta duran-
te do:; días, y la ansiedad al recordar aquel incidente la tiene ya
bañada en sudor. Sigue las cuatro leyendas por un pasillo largo,
larguísimo hasta otro que se bifurca . Más letreros con nuevas
señales: letras mayúsculas, números, flechas. Una retrocede en
zigzag para no tropezar contra la multitud desasosegada que
"EL VíSlULA"
El Vístula terroso, ancho, caudaloso. A mi derecha los campos
recién cosechados ya no brillan de girasoles, sólo quedan algu-
nos que arrodillados hacia tierra han adoptado su color ocre. El
contraste del verde grisáceo y repetido de las coles se intensifi-
ca por los anexos trigales amarillc3 apenas recolectados. Impo-
sible dejar de mirar el paisaje amable y suave de colinas y colla-
dos que huye hacia las montañas de los Tatra .
En las montañas de Zacopane, el panorama ya es otro. Las
montañas boscosas han borrado el horizonte e imponen sus ver-
des: obscuros de los pinos, plateados o rubios de los álamos,
jaspeados de los abedules. Imposible resistirse a tocar y oler
cada verde que despide aromas desiguales.
La montaña, casi vertical, reta a la ascensión. El sendero del
umbral, ribeteado de encajes verdes, invita a ello . Piedras y
ELENA MADRIGAL ·
21 MASAJES
M i mu y querida Eva :
483
¿Cómo decirte? Nunca he dejado de amarte, y la tarde pasa-
da lo confirmé. Pero tengo miedo de que mis nervios no resistan
otro abandono, de que me veas llena de grasitas y de que te des
cuenta de que por las noches me quito el puente removible. Por
eso, Eva, quiero contestarte por medio de esta nota y no de una
llamada a tu celular (itú sí has podido con la modernidad!) Per-
dóname, Eva.
Pero, ¿sabes? También me preocupa decirte un "no" así como
así y que llegues a pensar que desdeño tu necesidad de cariño.
Verás, al final de la presente, va pegado un recorte. Lo saqué de
la sección de Masajes, donde se anuncian las chicas guapas y
complacientes y los caballeros bien dotados. Aquí 16 lÍenes.
RMAS
MI MAMI
Respondió: "Corazón mío, es como tener hambre o sed. En-
cuentras la comida o la bebida : te acercas, las tomas. De repen-
te - mi sterioso designio--- un rostro igual al tuyo, queda junto
a ti, y lo besas; porque el amor, como el hambre o la sed, te lleva a
besar el alimento, el agua o la mujer.
Es algo extrañamente natural. ¿Te acuerdas de los chivos
bicéfalos en la vitrina de la veterinaria del pasaje? Nosotros los
veíamos raritos, pero ellos, seguramente, se percibían a sí mis-
mos tan naturales y comunes como el resto de los chivos. Tan
natural como que Stephen, la de Th e Well, se acercara amorosa-
mente a Anna, o Rosi a Lupita, por ponerte un ejemplo . Fue así,
mi niño. Es así. Te tocó una chiva bicéfala por mami".
487
tocar su enonne y lustrosa cola. Verificar que era de verdad y
no un truco barato como el del circo anterior, que presumía de
tener al fenómeno más raro del mundo: el niño-tarántula, sólo
que si uno se acercaba lo suficiente a la jaula de vidrio, se daba
cuenta de que, por medio de espejos y una araña de plástico y
peluche, se creaba la ilusión del niño-tarántula.
- ¡Pobre chamaco! --{jecía la gente que descubría el truco
(que eran todos). - Se ha de cansar de prestar la cara nomás
para que uno lo vea, ¿verdad?
Sin embargo, esta vez era diferente, la sirena estaba allí, de
carne y hueso, metida en una gigantesca pecera de vidrio, el
larguísimo cabello castaño ondulaba constantemente en el agua,
movía su cola con gracia y en su mirada se podían leer muchos
sentimientos.
En cuanto la gente llenaba las sucias y desvencijadas bancas
de madera, ya despintadas por el uso, se cerraba la cortina de la
pequeña carpa y un hombre hablaba.
- ¡Guarden silencio por respeto a nuestra sirena! Considé-
renla como el ejemplo de lo que no deben hacer, so pena de
quedar como ella, niños. ¡Pongan mucha atención!
Aq"ella muchacha de grandes ojos tristes miraba a toda la
concurrencia, mientras un gastado disco tocaba una vieja y de-
safinada melodía. Ella daba una vuelta en la pecera ante el asom-
bro general. De pronto, el hombre que estaba allí, detenía la
música para empezar un diálogo muy gastado a fuerza de repe-
tirlo incansablemente todas las tardes.
- A ver, díganos ¿cómo era usted?
- Yo era una niña nonnal que podía caminar, correr y brincar.
-¿Y qué le pasó?
- Una noche, mis padres no me dejaron ir a una fiesta y yo
me salí de casa sin su penniso.
-¿Y qué le ocurrió después?
- Cuando venía de regreso a mi casa, en la madrugada, me
caí en la calle porque mis piernas se convirtieron en cola de
pescado y ya no pude caminar.
• ••
La noche se tendió sobre el circo en medio de un murmullo que
poco a poco se fue apagando junto con las luces de las carpas y
los camiones que servían de carr..~rino-casa.
La madrugada sorprendió a una pequeña luz que, tímidamen-
te, se negaba a desaparecer. Provenía de la carpa de la sirena.
Todo el silencio se concentraba allí, en la pecera. Sentada sobre
la arena del fondo, la muchacha-sirena miraba la noche a través
de una enorme rendija de la carpa. Las estrellas brillaban, se
movían, parecían bailar un baile inacabable. Sí, esta noche era
exactamente igual que aquélla. Idéntica a la noche en que ella
bailó y bailó, daba vueltas por todo el salón con aquellas zapati-
llas doradas, del brazo de un muchacho, de otro, de todos los
49OTemo y varioClones 22
oía. Fue cuando recordó nuevamente las palabras de la vende-
dora, las que no pudo entender por la emoción de probarse las
zapati llas nuevas: "Quien las use podrá bailar todo el día, toda
la noche, hasta el amanecer, hasta que se te deshagan los pies" .
•••
Sirena cerró el cofre al mismo tiempo que sus recuerdos. Nadie
volvería a usar esas zapatillas, se lo había jurado a sí mi sma y lo
cumpliría. El sol emergió suavemente en e l hori zonte, mientras
ella cerraba los ojos. Todavía faltaba mucho para representar la
farsa de todas las tardes.
493
Marzynska me obsequió una rosa amarilla y la estampa de Nues-
tra Señora de Chestojova, la negra Reina de Polonia. Mis ora-
ciones eran susurros de abejas: Santa María, madre de Dios ... Y
bendito el fruto de tu vientre, Jesús. Sobre todo benditos vientres
que fueron sol en soledad. ¿Escuchas las abejas?
... Sin falta, Carmen me negó cualquier mérito, comparándo-
me con mis lucidas hermanas y las graciosas niñas que nos ro-
deaban . Mamá hubiera querido ser pintora. Sus padres decidie-
ron que fuera modista.
Sus manos conservaron la ampolla de una antigua quemadu-
ra. Le ordenaron detener un cerillo encendido hasta consumirse.
Cuando se le chamuscaron el índice y pulgar, sonriéndose, le
espetó su patriarca: no te fies ni de tu padre. Aquella herida se
volvió purulenta, nada ni nadie la curó.
Atiendan la simbología. Un ave virginal, fastuosa y muda
revoloteaba en torno de Ana, que en la terapia imaginó ser una
golondrina destinada a cargarla; en pago, la alimentaban con
trozos de pescado descompuesto y pan ácimo. Si la madre piaba
de contento, las patas de la golondrina se doblegaban .
... Mi anhelo infantil... imaginaba una madre ingrávida, ce-
leste, rica en amores. No un agobiado pavo real, mudo y sumi-
so. Me pareció una madre fea, aunque en las fiestas y los paseos
dominicales ganó el concurso de aves hermosas .
.. . Los Reyes M, gos le habían dejado una horrenda muñeca
de trapo. Aquel día, justo al pie del Nacimiento, pudo asomarse
a la ventana e increparlos: loros inmundos que hablan y no saben
qué dicen. Sí, abundan las cotorras que ponen huevos vacíos y
sus alas cortadas no han podido levantar el vuelo.
Las epifanías temblorosas y las malsanas vísperas de crípticos
premios y castigos mágicos laceraron a esta inocente alma de
cántaro .
... Después de la infahable acusación de "eres una egoísta",
me arrepentí de haber pedido a, rey Melchor juguetes caros, de
los que ignoraba el precio. De arriba, tras las nubes cargadas de
presagios, llegaba la sentencia inapelable de los dioses, que
505
estamos agonizando. Un poco más y estaremos muertos. Al fon-
do, de frente a la ventana, hay una cama y una mesa y una jarra
de agua que anuncia la curvatura esencial de los vidrios del tra-
galuz. El tragaluz es una claridad intermitente que deja entrar su
ruido de estrellas en la noche. Yo soy testigo de esa marcha de
matices. He visto cómo el mundo alumbrado se queja y se parte
en dos: el mundo de los reflejos en todas las ventanas, el mundo
de lo sensible que produce esos reflejos y en ellos se pierde al
tiempo que origina el sentido de la luz. Además hay una puerta
que conduce a la estancia y otra, artificial , que conduce a la
cocina. La puerta artificial es una agujero más o menos disimu-
lado por una tela que lo cubre y que hice para ahorrar tiempo
cuando tengo ganas de comer. En vez de recorrer la estancia y
dar vuelta en el pasi llo que conduce a la salida del apartamento,
solamente atravieso el hueco y puedo preparar algo sin dejar de
mirar por la ventana. El mío es un cuarto oscuro. Un cordón que
atraviesa el techo sostiene de frente a los vidrios cosas útiles
para mi aseo personal. Antes imaginé que podía establecer un
sistema complejo de cuerdas que pudiera traerme a este sitio
todo cuanto quisiera. Imaginé que incluso las cuerdas serían un
contacto con el mundo exterior de modo que pudiera comuni-
carme con el tendero o con la oficina del teléfono mediante una
clave que transmitiera un mensaje o hiciera sonar campanas. De
este modo, el tendero o el empleado de teléfonos sabrían que estoy
li sto para pagar o para pedir leche y yo no tendría que moverme
demi sitio.
Sin embargo, muchas veces he tenido que abandonar este lu-
gar para realizar en el exterior de mi casa diversas actividades
por lo demás inútiles. He renunciado del todo a un sistema com-
plejo de cuerdas y he dejado únicamente que lo más necesario
cuelgue alrededor mío. La máquina de afeitar, el cepillo de dien-
te s, tijeras , un espejo.
Creo que no puedo decir más. Sólo que estoy viejo y que tal
vez muera pronto. Pero me siento bien y nunca he tenido pro-
blemas para respirar. Soy un hombre sano . Magdalena decía que
2
Mis padres se conocieron en un orfanatorio. Él la miraba a ella
a través de una malla que di vidía eljardín. Un espacio de juegos
reducido y una cama de piedra era en lo único que pensaban
mientras arrastraban sus cuerpos livianos por los suelos, lim-
piando la grasa y esparciendo el reflejo de sus rostros, o mien-
tras pasaban con agua sucia la sopa de desechos que les regala-
ban las señoras que usaban de terrazas y solares las barrancas
mi serables.
Mis padres se miraban fijamente. Como si en la certeza del
contacto sostenido hallaran la cura contra la pobreza. Huían del
pensamiento maligno de la caridad arrebatándose el tiempo,
rozando sus dedos cuando nadie los veía . Crecieron juntos y
aprendieron que el secreto de la paciencia estaba en sus dedos
helados, en sus noches desnudas, sin mantas, sin límites porque
del sueño nadie quería regresar. Del ventanal abierto se veía el
edificio simétrico que estaba enfrente . Una misma sombra re-
movía los fundamentos de los edificios y los juntaba en el cen-
tro del solar. Una vez amanecido, el mundo se convertía en una
eterna lucha por juntarse. La batalla desigual contra la separa-
ción que siempre libran los hombres en plena calle, mis padres
la enfrentaron en el centro mismo de la división. Pero el filo de
su deseo cortaba en dos los rezos y encontraba siempre esca-
patorias y enfermedades falsas. Descubrieron que solamente fin-
giendo algo contagioso las hermanas les permitían aislarse de
los grupos aunque a costa de perder la comida . Descubrieron
que la única forma de ganar las batallas injustas contra lo deter-
minado era la inmovilidad de una cama. Una señal con la mano
bastaba para que ambos, antes de la hora del almuerzo, enfer-
3
A veces, sucede que llueve con tanta fuerza que la ventana, si es
de noche y mi rostro es todo lo que alumbra ese reflejo de agua,
me devuelve un espejo profundo en que se descifra mi mirada y
se duplica. Me veo mirando. Y entre las gotas que escurren en el
cri stal intuyo las forma s que se alargan y se unen a todas las
demás en el mismo azar de la caída. La gota toma velocidad una
vez expulsada de la nube, gana fuerza y permanece unida, esfé-
rica y total en el aire, simétrica en el canto de las canaletas,
luego se estrella contra el pavimento o las hojas de los árboles
fugaces que la noche deja ver entre sus luces de tierra: algunas
se estrellan contra mi ventana y trazan sobre el cristal esa figura
que a lo largo de su trayecto prefiguraban como el único objeti-
vo de su viaje.
En esas ocasiones, no abro la canilla. Pierdo perspectivas y
la ventana que vigilo en la fachada azul está más lejos. El con-
torno del cabello que allá enfrente se destrenza apenas se distin-
gue entre las brasas de la lluvia. El calor interno de las habita-
ciones - su habitación tiene un calentador eléctrico, lo he visto
arder las madrugadas en que ella duerme sola- llena de niebla
los vidrios. Las gotas, además, siempre llegan acompañadas de
4
Cuando mi madre estaba embarazada de mí, mi padre se puso
sombrío y apenas respondía cuando le hablaban. Habían vivido
muchas cosas desde el día en que sus reflej03 se cruzaron y se
volvieron uno en las madrugadas de dormir fuera , de buscar
comida en los almace nes cerrados del centro. No contaré la his-
toria de la pobreza que superaron, esa historia que tantas veces
se repite y que no hace sino multiplicar la desgracia, porque
miente el que afirma que una vez conocido el mal puede evitar-
se. El tiempo está roído porque es una caja cerrada con una
pelota que rebota en sus paredes cuyos lados tienen la forma
del rebote que la devuelve al lugar de donde vino. No contaré
5
No estoy seguro. A veces recuerdo que fue un día en que rompi
el vidrio de la ventana cuando vi a la niña de enfrente por pri-
mera vez. No puedo precisarlo, pero si me esfuerzo y me con-
centro puedo ver más de un inicio de mi historia. Salió mi ma-
dre y me dejó solo por primera vez, o rompi el vidrio y por
primera vez fui consciente del mundo exterior, o la primera vez
6
Ninguno de mis recuerdos está libre de la asfixia que siento
hoy. Cada recorrido que hago me conduce a este quicio, a esta
ventana en donde un acometer de atmósferas ha coincidido en
este mediodía. La ventana azul no se mueve. Una pesada corti-
na de terciopelo me impide ver lo que sucede del otro lado.
Miro mis manos blancas y las venas que ahora crecen y pulsan
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