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Motivos de consulta ansiosos y antecedentes mórbidos

familiares: un acercamiento preliminar a través de la ficha


de recepción-derivación clínica CONPER.

Ps. Mg (c) ¿?.

Santiago, Chile, 2013.


Abstract.

La bibliografía revisada indica que, usualmente, existen relaciones entre antecedentes


familiares como el suicidio, el consumo y abuso de sustancias y la presencia de trastornos
psiquiátricos en la familia, entre otros, con la presencia, a su vez, de sintomatología propia de
los trastornos afectivos.

Por lo anteriormente expuesto, se hace importante analizar la relación entre motivos de


consulta ansiosos y antecedentes mórbidos familiares en una muestra clínica en Santiago de
Chile. Estos antecedentes mórbidos son definidos como la presencia de antecedentes
psicológico/psiquiátricos en padres, antecedentes psicológico/psiquiátricos en la familia,
problemas de alcohol y adicciones, enfermedades físicas y suicidios. La muestra utilizada para
dicho análisis corresponde a 412 pacientes de los consultorios CONPER, atendidos a lo largo
del año 2012, y se codificó en base a la ficha de recepción-derivación clínica.

No se encuentran relaciones significativas entre las diferentes variables estudiadas,


donde los porcentajes de presencia o ausencia de motivos de consulta ansiosos no son
diferentes entre sí. Finalmente se discuten los elementos que pudieron generar los resultados
obtenidos que no fueron concordantes con la bibliografía estudiada.

Palabras Clave: motivo de consulta, ansiedad, afectividad, antecedentes mórbidos,


familia.
Introducción

La familia influye en el desarrollo cognitivo, físico, afectivo y social del niño, y la


literatura científica parece apoyar dicha tesis con muchísimos datos (Cuervo, 2010; Galicia-
Moyeda, Sánchez-Velasco, Robles-Ojeda, 2013; Fresno, Spencer, Leiva y Gallardo, 2011). Así,
“los estudios indican que el nivel de seguridad disminuye significativamente a medida que
disminuye el nivel socioeconómico de la familia en que vive el infante, evidenciándose en esos
contextos una sobre representación del apego inseguro en general y del apego desorganizado
en particular” (van IJzendoorn, & Kroonenberg, 1988; van IJzendoorn, Schuengel, &
Bakermans-Kranenburg, 1999, en Fresno, Spencer, Leiva y Gallardo, 2011, p. 112).

Debido a lo anterior, no es extraño pensar que síntomas ansiosos puedan aparecer en


un individuo, mediados por su historia y configuración familiar. En su estudio, Gómez,
Rodríguez, Bohórquez, Diazgranados, Ospina y Fernández (2002) comentan que “en las
autopsias psicológicas de muchos de los suicidios se evidencian antecedentes, como
depresión reactiva, agresividad e impulsividad, manejo de demasiado estrés, cambios en el
afecto, consumo de alcohol o drogas, trastornos de personalidad, ideación y gestos suicidas”
(p. 274). En esta investigación, se encontraron factores de riesgo significativos para el intento
de suicidio, por ejemplo, en el último año como el “abuso verbal dirigido hacia las mujeres,
valores diferentes a los del núcleo primario y baja percepción de cohesión familiar” (Gómez,
et.al, 2002, p. 285) y las “reglas no claras y punitivas, los cuales son principalmente de tipo
ambiental y relacionados con el entorno familiar” (Gómez, et.al, 2002, p. 285). Desde estos
datos ya se empieza a vislumbrar la importancia del ambiente familiar en el desarrollo de
diversa sintomatología.

A su vez, los mecanismos que desplegamos para relacionarnos con la frustración, por
ejemplo, parecen depender, entre otras cosas, de la percepción de autoeficacia que
demostremos, y ésta, a su vez, parece influir tanto en las elecciones que tomamos, el esfuerzo
y la perseverancia exhibida, la resistencia a la adversidad, en la vulnerabilidad al estrés y en los
síntomas ansiosos que se puedan presentar, entre otros (Bandura, 1997, en Galicia-Moyeda,
Sánchez-Velasco, Robles-Ojeda, 2013). En este sentido, los principales contextos de desarrollo
de la autoeficacia en los individuos son la familia, los pares y las escuelas. Así, Galicia-Moyeda,
Sánchez-Velasco y Robles-Ojeda (2013), exponen que
Las interacciones surgidas en tales contextos nutren de manera importante los
recursos que aparecen en la vida del individuo, contribuyendo al desarrollo de un
adecuado o inadecuado sentido de autoeficacia y permitiendo la evolución
desde el control externo hasta la autorregulación personal (Pastorelli, Caprara,
Barbaranelli, Rola, Rozsa y Bandura, 2001). No obstante, la investigación
centrada en los antecedentes familiares del desarrollo de las creencias de
autoeficacia es escasa (Schneewind, 1999; Caprara, Pastorelli, Regalia,
Barbaranelli y Bandura, 2005) (p. 492).

Por otra parte, la etiología de la ansiedad ha sido estudiada en general, desde una
perspectiva individual sobre la base de las vivencias subjetivas e intersubjetivas que parecen
aparecer durante el curso de la sintomatología. Desde la psicología clínica, incluso, la
psicoterapia individual tiende a trabajar casi exclusivamente con el paciente índice, sea ya una
terapia psicodinámica, conductual o humanista. Quizás las terapias familiares, como su nombre
parece indicar, podrían salvarse de tal acusación, pero al no trabajar con variables individuales
dentro de la familia, la definición fenomenológica actual sobre la cual se construye el concepto
de ansiedad queda corta para este tipo de trabajo. Así, la terapia familiar no trabaja
directamente con lo que se conoce como ansiedad. De esta manera, el uso del Enfoque
Integrativo Supraparadigmático (EIS) en la discusión, podría dar luces sobre otra manera de
acercamiento a esta situación.

Dentro del EIS, el paradigma sistémico debe ser considerado para poder tener una
visión completa del paciente. Opazo (2001) plantea que “En realidad documentar con precisión
el rol etiológico del paradigma sistémico se dificulta, por las múltiples variables involucradas y
por el hecho de que muchos sistémicos descalifican la investigación” (p. 115). A pesar de esto,
o tal vez debido a esto, la definición del rol familiar en el desarrollo, mantención y término de los
síntomas ansiosos debe pasar bajo el escrutinio de la investigación rigurosa. Por lo tanto, este
estudio puede ser una exploración promisoria con respecto a las asociaciones entre la
sintomatología ansiosa y la presencia de disfunciones en la familia.

Por todo lo anteriormente expuesto, aparece la pregunta sobre si existe una relación
entre la presencia de antecedentes mórbidos familiares y la sintomatología ansiosa presente en
el motivo de consulta de pacientes chilenos en los Consultorios Para Personas de Escasos
Recursos (CONPER), extensión del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa (ICPSI).
Así, se hace relevante este estudio por el hecho de considerar la existencia de síntomas
como inserta en un sistema, en constante interacción, en este caso, con la familia y sus
problemas. Como sociedad se ha tendido a clasificar los trastornos desde lo individual y dejar
de lado una mirada donde la patología no es un elemento aislado sino interaccional, no
centrado en lo que se encuentra dentro de la barrera de la piel, sino en constante contacto con
un ambiente profundamente lleno de otros relevantes, tales como uno mismo. Así, esta
investigación busca explorar relaciones entre los problemas que ocurren a nivel familiar con la
presencia de sintomatología ansiosa a nivel individual.

Por otro lado, las implicancias que tiene a nivel terapéutico el presente estudio no son
menores. Abre, por una parte, lo relevante que es la exploración de disfunciones familiares,
pero también nos acerca a las conductas que promueven un desarrollo integral en el individuo.
Pueden rastrearse relaciones entre el paciente con patología y las condiciones de la familia,
pudiendo así profundizar en elementos interaccionales o heredados de la patología. Esto podrá
ocuparse a nivel terapéutico sobre la base, por ejemplo, de qué indagar, cuándo integrar a la
familia en el proceso individual, cómo manejar las variables familiares para mantener el cambio
o romper un ambiente patosintónico, qué es estímulo efectivo para quién y cuándo, etc. Así
esto puede servir de base para profundizar en los temas familiares dentro de la configuración
patológica particular de cada paciente.

Este estudio se enmarca como un comienzo en el uso de las tabulaciones de las fichas
de ingreso de los pacientes de los consultorios CONPER. De este modo se usarán datos hasta
ahora poco aprovechados y que permitirán generar estadísticas y estudios cada vez más
acuciosos. Cabe agregar que, aun cuando en la presente investigación no se podrán establecer
las relaciones causales entre los síntomas y las patologías familiares, sí se podrá estimar
ciertas asociaciones entre ambas que pueden tener elementos causales aún no estudiados y
que se podrán plantear en investigaciones futuras.
Objetivos

Objetivo General

Conocer si existe relación entre la presencia de antecedentes mórbidos familiares y la


sintomatología ansiosa presente en el motivo de consulta de pacientes chilenos en los
Consultorios Para Personas de Escasos Recursos (CONPER), extensión del Instituto Chileno
de Psicoterapia Integrativa (ICPSI).

Objetivos Específicos
● Identificar si existe relación entre la presencia de trastornos psicológicos/psiquiátricos
en los padres y la existencia de síntomas ansiosos en el paciente.
● Identificar si existe relación entre la presencia de trastornos psicológicos/psiquiátricos
en la familia y la existencia de síntomas ansiosos en el paciente.
● Identificar si existe relación entre la presencia de alcoholismo y/o adicciones en la
familia y la existencia de síntomas ansiosos en el paciente.
● Identificar si existe relación entre la presencia de intentos suicidas en la familia y la
existencia de síntomas ansiosos en el paciente.
● Identificar si existe relación entre la presencia de enfermedades físicas en la familia y la
existencia de síntomas ansiosos en el paciente.

Marco teórico

Esta investigación se enmarca dentro del Enfoque Integrativo Supraparadigmático de


Roberto Opazo (2001). El autor define paradigma como “un marco conceptual amplio y
compartido, que aporta planteamientos básicos en términos epistemológicos, metodológicos y
etiológicos, que es capaz de orientar la investigación y que puede servir de fundamento a una
aproximación psicoterapéutica que sea consistente” (p.45). El autor desarrolla un modelo que
sostiene la teoría supraparadigmática. Dentro de este modelo integra varios paradigmas como
son el: inconsciente, biológico, afectivo, cognitivo, sistémico, ambiental/conductual. Además
añade un sistema central, llamado SELF. De este modo, ésta investigación se centra en la
relación entre elementos afectivos y sistémicos. Como se ha señalado previamente se ha
elegido algunos temas centrales dentro de lo relativo a la familia como será la presencia de
antecedentes psicológicos y psiquiátricos en padres, de antecedentes psicológicos y
psiquiátricos en la familia, de alcohol y adicciones, de enfermedades físicas y de suicidios.

La existencia de relaciones entre los síntomas ansiosos y una miríada de variables de


origen familiar asume la obligación de exponer, efectivamente, cómo las investigaciones han
ido, a lo largo de los años, aportando a este tema, además de ir hilando qué sintomatología en
específico no es independiente de cuál variable familiar. En la presente investigación se
plantearán, en específico, ciertas variables que se consideran como mórbidas, para lo cual, a
su vez, es importante entregar algunas definiciones de lo que se considerará como mórbido en
este caso.

Según diversos autores, podemos considerar el apoyo social como una ayuda
emocional, instrumental o de diversa índole que se deriva de un determinado entramado social
(Fernández Ballesteros, Izal, Montorio, González & Diaz Veiga, 1992, en Cardoso, Ramos, Vaz,
Rodríguez y Fernández, 2012). En este sentido,
el apoyo social cumple un papel sumamente importante puesto que ayuda a
proveer sentido a la vida, aporta retroalimentación cotidiana acerca de las
desviaciones de la salud, propicia una serie de actividades personales que se
asocian con aspectos positivos (Sluzki, 1996) y que se orientan al cuidado y a la
promoción de la salud. Según Gil Lacruz y Frej Gómez (1993) el apoyo o soporte
social se refiere a la percepción subjetiva y personal del sujeto que, a partir de
su inserción en las redes, es amado y cuidado, valorado y estimado y de que
pertenece a una red de derechos y obligaciones (Cardoso et. al, 2012, p. 31).

Podemos comenzar a pensar, por lo tanto, que las variables familiares, fuente inicial de
apoyo social, pueden ser centrales en la existencia de sintomatología ansiosa en los individuos
que conforman dicho sistema. Así, Andreasen, Rice, Endicott, Reich y Coryell (1986) plantean
la relevancia del análisis de la existencia de patologías en la familia exponiendo que
Assessing the rate of familial illness among the relatives of patients with various
psychiatric illnesses is a major area of current psychiatric research. Data
concerning prevalence of mental illness among the relatives of patients are
frequently used to validate diagnostic categories and to explore the extent to
which the disorders follow recognizable familial genetic or nongenetic patterns of
transmission. (p.421)

Se hace necesaria, entonces, una distinción entre estudiar la familia y estudiar la


historia de la familia. Para la primera se requiere el paciente y quizás algún otro miembro, en
cambio para la segunda se requiere citar a los miembros involucrados, requiriendo de este
modo de mayor trabajo de coordinación. Los autores plantean, por lo tanto, que “As previous
studies have suggested, these data indicate that the family history method provides a
substantial underestimate of familial rates of affective disorder” (Andreasen et. al, 1986, p. 426).

Teniendo en cuenta, por lo tanto, la importancia de la historia familiar, la presencia de


trastornos psicológicos y psiquiátricos parece también tener cierta relevancia en las dinámicas
familiares, lo cual puede verse en la investigación sobre esquizofrenia de Subotnik, Qoldstein y
Nuechterlein (2002), donde se estudian características familiares asociadas a dicha patología.
De este modo se revisan dos mediciones, la “communication deviance(CD)” y la “Expressed
Emotion (EE)”. La primera estudia el estilo comunicacional y la segunda la actitud crítica y el
sobre involucramiento emocional. Los resultados plantean que la EE no se correlaciona con la
tendencia a la esquizofrenia y curiosamente hay una correlación que plantea que esta medida
baja cuando hay desórdenes afectivos en los familiares (padres, abuelos y tíos). Una
explicación sería que se generan actitudes tolerantes a los problemas de otros. Por otro lado la
exposición directa a trastornos más severos como la esquizofrenia al parecer predispone una
visión más negativa sobre las patologías. En cambio el CD si presenta correlatos con historia
de esquizofrenia en las familias (Subotnik, Qoldstein y Nuechterlein, 2002).

Otra variable que parece ser importante a la hora de describir ciertas dinámicas
familiares y la repercusión que puede tener en el desarrollo de sintomatología ansiosa es la
presencia de abuso y dependencia de sustancias (Aronson y Gilbert, 1963; Berkowitz y
Perkins, 1988; Clair y Genest, 1987; González-Marín, 1988; Mutzell, 1993, en Rodríguez,
Padilla, Caballero y Rodríguez, 2002). Así,
Respecto a las consecuencias del alcoholismo en la familia, los resultados de la
investigación demuestran consistentemente que los hijos de padres alcohólicos
tienen un alto riesgo para padecer problemas emocionales y conductuales tanto
a lo largo de su inicial desarrollo como en la adultez (Bennet, Wollin y Reiss,
1988; Connolly, Casswell, Stewart, Silva y O’Brien, 1993; Pollock, Briere,
Schneider, Knop, Mednick y Goodwin, 1990; Sher, Walitzer, Wood y Brent,
1991) (...) Steinglass (1989) destaca que el impacto psicológico y conductual del
alcoholismo puede ser mucho mayor para los miembros no alcohólicos de la
familia que para los que beben. La situación de continuos conflictos económicos,
laborales, sociales y propiamente familiares por la que atraviesan todos y cada
uno de los miembros que conviven con el enfermo alcohólico son, sin lugar a
dudas, generadoras de estrés y ansiedad. (Rodríguez, Padilla, Caballero y
Rodríguez, 2002, p 10).

Por otra parte, también se han hallado correlaciones entre la conducta suicida y
elementos del funcionamiento familiar. Arlaes, Hernández, Álvarez y Cañizares (1998) han
encontrado que dentro de los factores de riesgo en la familia se encuentran antecedentes
familiares de conducta suicida, familias con problemas sociales, alteraciones en su dinámica,
alteración en la relación entre sus miembros y bajo ingreso percápita. Los pacientes sin apoyo
familiar también presentan riesgos. Es más, en la investigación de Gómez, et.al (2002) los
intentos de suicidio demuestran estar relacionados también con
apreciación de diferentes valores morales en otros miembros de la familia, abuso
verbal dirigido hacia las mujeres en el hogar, percepción de reglas familiares
como no claras y punitivas, baja satisfacción con los logros y necesidad de
consultar al médico por ‘nervios’. Resultados similares se asocian a intento de
suicidio durante toda la vida (p. 281).

Por otra parte, dentro de los elementos del paradigma afectivo se encuentran los
síntomas ansiosos y depresivos. Como se verá a continuación, existen estudios que señalan
interacciones dentro de estos síntomas con los elementos familiares. En esta línea los
siguientes párrafos muestran estudios asociados a la familia, la ansiedad y la depresión.

Schrock y Woodruff-Borden (2010), en cuanto a la influencia relativa al polo ansioso,


plantean que los padres ansiosos y los padres de niños ansiosos son más controladores, más
negativos y tienden a alejarse de la interacción. Al parecer, este proceso de interacción está
mutuamente regulado y no se tiene certeza de cómo comienza y se mantiene en los niños. Los
autores citan a Rosenbaum, Bolduc, y Faraone (1991) para plantear que los hijos con padres
con crisis de pánico y agorafobia con o sin depresión mayor están más propensos a trastornos
ansiosos que los controles. Otro estudio de Turner, Beidel, y Costello (1987, en Schrock y
Woodruff-Borden, 2010), plantea que en hijos de padres con trastornos de ansiedad era 7
veces más probable que se presentase un trastorno ansioso, en comparación con los hijos del
grupo control, y dos veces más que los padres diagnosticados con distimia. En cuanto a los
modelos de los padres, se ha visto que las madres de niños ansiosos son más controladoras,
coercitivas y menos responsivas que las madres de niños control y niños agresivos. Los niños
responden a esto siendo resistentes y coactivos. También se vio que la interacción madre-hijo
serían menos cálidas, conceden menos autonomía y son más críticas y catastróficas (Schrock
y Woodruff-Borden, 2010).

Con respecto a la depresión (Myrna M. Weissman, PhD; Kathleen R. Merikangas, PhD;


Priya Wickramaratne, PhD; Kenneth K. Kidd, PhD;Brigitte A. Prusoff, PhD; James F. Leckman,
MD; David L. Pauls, PhD (1986)) se ha tratado de diferenciar subgrupos dentro de ella. Estos
subgrupos pueden ser asociados a riesgo de depresión en las familias. De este modo el
subgrupo de depresión antes de los 30 años y los que tienen en conjunto una depresión mayor
con alcoholismo o desorden de ansiedad presentan más riesgo de depresión en familiares. La
severidad no incidiría en la presencia en familiares.

Marco Metodológico

La presente investigación se realizó bajo un enfoque cuantitativo, debido a que cumple


con las características propias de dicho enfoque, siendo la más importante que se obtuvieron
resultados recolectando datos numéricos de los objetos y de los fenómenos o participantes que
se procesan y analizan mediante procedimientos estadísticos (Hernández, Fernández y
Baptista, 2004).

El tipo de investigación es descriptivo correlacional, puesto que la meta del investigador


consiste en describir de forma aislada cada una de las variables, evidenciando la distribución
de las mismas por medio de análisis porcentuales, tablas de frecuencias y gráficas; y es
correlacional dado que se pretende establecer la dependencia entre dos variables, como lo son
el motivo de consulta y los antecedentes mórbidos familiares.

El diseño seleccionado para llevar a cabo la investigación, es de tipo no experimental


transaccional, dado que es una investigación sistemática y empírica en donde no existe
manipulación de variables ni aleatorización de grupo. Los análisis se realizaron sin intervención
o influencia directa y dichas variables, a saber, motivo de consulta y antecedentes mórbidos
familiares, se observan tal y como se han dado en su contexto natural. Finalmente es
transaccional ya que la medición de las variables mencionadas se realiza en un momento
único del tiempo (Hernández, Fernández y Baptista, 1998).

Se utilizó una muestra no probabilística de sujetos-tipo. La muestra total es de 412


pacientes pertenecientes en su momento a los consultorios CONPER. Esta muestra según
Hernández, Fernández y Baptista (2004) se basa en grupos de típicos sujetos con relación a
una determinada característica, donde el objetivo es la riqueza, profundidad y calidad de la
información.

La muestra fue extraída de los pacientes que asisten voluntariamente a los consultorios
CONPER, quienes firman un consentimiento informado para poder emplear sus datos en
investigaciones. De este modo es una muestra heterogénea extraída de los archivos de los
consultorios, correspondientes a los ingresos del año 2012.

Se empleará la ficha de codificación de información clínica: recepción-derivación. Esta


ficha es llenada en base a la ficha de recepción de los consultorios ICPSI-CONPER. Su validez
y confiabilidad no ha sido evaluada. Los datos son extraídos de la narración del paciente de su
motivo de consulta, donde se expresa el tipo de problema (en este caso ansioso o depresivo)
que lo trae a consultar y por otro lado la presencia de antecedentes mórbidos en la familia.

Los datos recogidos son generales pues el instrumento usado no distingue qué tipo de
trastornos presentan los padres, qué tipo de familia tienen ni detalladamente la sintomatología.
Por esta razón este estudio es de carácter exploratorio.
La técnica de análisis de la información consistirá en describir la evidencia recopilada a
través de tablas de frecuencia, cuadros resumen, ponderaciones gráficas, y chi cuadrado. Todo
mediante la utilización del programa estadístico SPSS 20.

Resultados

Variable porcentaje de la población total

ansiedad 21,2%

Mórbidos padres 31,4%

mórbidos familia 31,1%

adicciones 17,7%

enfermedad física 26,9%

suicidio 4,2%
Tabla 1

De una población total de 412 fichas se presentan solo 90 con síntomas ansiosos, lo
que implica un 21,2%. Se presentó un 31,4% de personas con Trastorno psicológico o
psiquiátrico en los padres. Un 31,1% de personas con trastornos en la familia, un 17,7% con
adicciones, un 26,9% con enfermedades físicas y un 4,2% con suicidios en la familia.
Mostrando como en la muestra se presentan mayormente los antecedentes mórbidos
psicológicos o psiquiátricos en padres y familiares.

Fig. 1

En relación a la distribución porcentual, de antecedentes mórbidos psicológicos o


psiquiátricos de los padres, segmentado según el motivo de consulta con variables ansiosas,
no se encuentran mayores diferencias, dado que los niveles porcentuales tienden a ser
similares independiente de si manifiesta o no el motivo de consulta ansioso.

Fig 2

Al igual que en las variables anteriores, la presencia de antecedentes mórbidos


psicológicos o psiquiátricos en la familia, en función de un motivo de consulta con variables
ansiosas, tampoco muestra diferencias estadísticamente significativas en la distribución, como
puede observarse en los niveles porcentuales presentados en la figura 2.
Fig 3

Repitiendo el patrón, no se observan mayores diferencias porcentuales entre


antecedentes de alcoholismo y adicciones en la familia, en función de un motivo de consulta
con variables ansiosas, lo que hace dudar a su vez la probabilidad de que ambas variables
tengan una relación de dependencia, situación confirmada por la prueba de chi cuadrado
realizada posteriormente, cuya tabla se puede encontrar en los anexos de la presente
investigación.

Fig 4

En relación a la distribución porcentual de antecedentes de enfermedad física en la


familia, segmentado según el motivo de consulta con variables ansiosas, no se encuentran
mayores diferencias, dado que los niveles porcentuales tienden a ser similares independiente
de si manifiesta o no el motivo de consulta ansioso.
Fig 5

Finalmente, y como en las variables anteriores, la presencia de antecedentes de


suicidios en la familia, en función de un motivo de consulta con variables ansiosas, no muestra
diferencias significativas en la distribución, como puede observarse en los niveles porcentuales
presentados en la figura 2.

En el análisis correlacional de chi cuadrado, no fue posible establecer diferencias


significativas que permitan avalar una posible relación de dependencia entre ninguna de las
variables medidas. Para mayores referencias, dirigirse a las tablas respectivas en los ANEXOS.

Conclusiones

Los resultados estadísticos nos hablan de las pocas diferencias existentes entre los
datos, lo cual apareció en un primer momento en el análisis a través de la prueba chi cuadrado,
entregando significaciones superiores al alfa propuesto, antagonizando las hipótesis que pudo
entregar la revisión bibliográfica. Para comprender mejor la manera en que se comportan los
datos, en contra de lo esperado por los investigadores, la utilización de tablas de frecuencia
reproduce información interesante sobre la distribución de la muestra en función de las
variables estudiadas, a saber, poca o ninguna diferencia entre la presencia y ausencia de
antecedentes mórbidos familiares con y sin motivo de consulta ansioso.

Por lo anteriormente expuesto, se presentan diferentes posibles explicaciones para


estos resultados. Primero que todo, la mirada debe volcarse al instrumento de evaluación y las
definiciones operacionales de las variables subyacentes en el mismo. La ficha de derivación
clínica utilizada para extraer los datos se basa en los reportes verbales de los pacientes que
entran en los consultorios CONPER. Este reporte es mediado por el psicólogo que hace la
entrevista semiestructurada de recepción, quien posteriormente escribe y completa la ficha de
recepción, en función de lo que pudo observar en la entrevista. Luego, la persona que codifica
esta entrevista define, desde lo escrito por el profesional que lleva a cabo la sesión, si el motivo
de consulta presenta temáticas, por ejemplo, sobre irritabilidad, problemas conductuales,
sintomatología depresiva o ansiosa, entre muchas otras.

Desde lo anterior, es probable que si aparecen síntomas ansiosos pero no resaltan en


el motivo de consulta (por haber motivos interpretados como más relevantes) estos podrían no
ser registrados. Además, se agrega el reporte asociado a la morbilidad familiar, la cual está
mediada por las circunstancias que se den en esta primera entrevista, que logren promover el
recuerdo de estos antecedentes. El paciente puede perfectamente no conocer las
particularidades de su familia, especialmente porque generan estigmas sociales en quienes
padecen los problemas que estamos explorando. Añadido a esto, el terapeuta que genera el
reporte puede no alcanzar a indagar o no dar relevancia a este ámbito durante la entrevista de
recepción, pensando que podrá surgir más adelante.

El reporte verbal del paciente en la primera sesión no necesariamente expresará


totalmente el cuadro sintomático del paciente. Incluso, la persona consultante podría no ser
consciente de muchos de sus síntomas. Puede consultar con un grado de alexitimia, no
reconociendo su situación emocional, por ejemplo. Más aún, ya que se está evaluando el
motivo de consulta y no la presencia de síntomas, existe un sesgo importante: se puede
consultar por problemas de atención y de memoria, ambos presentes en los trastornos
afectivos en general, sin tener claro el diagnóstico o la presencia efectiva de tal o cual síntoma
particular, mucho menos un trastorno específico. Por lo tanto, el motivo de consulta inicial
podría no ser un buen predictor de la presencia o ausencia de sintomatología psicológica o
psiquiátrica.

Más tarde, esta ficha es leída por un(a) terapeuta que codifica la información recabada
previamente. Aquí nuevamente se corren riesgos de sesgo, pues podrían o no estar bien
especificados los síntomas, es decir si se reporta rumiación, presión precordial, preocupación
excesiva: estos síntomas podrían dar cuenta de un cuadro ansioso pero no ser marcados en la
codificación como tales. No es raro, por lo tanto, asumir una fuerte posibilidad de interferencias
en cada una de las fases mencionadas.

Además, el instrumento utilizado no ha sido estandarizado ni empleado previamente,


por lo que no se puede generar comparaciones previas ni generar estimaciones en base a
resultados ideales. En esta línea, aparece también la posible incongruencia de utilizar el motivo
de consulta inicial como predictor de diagnóstico o presencia de síntomas, dos variables que
son distintas y no necesariamente relacionadas entre ellas, como se ha insinuado previamente.

Queda abierta, por lo tanto, la posibilidad de generar nuevos estudios con estos datos.
La cantidad de participantes puede seguir aumentando en tanto se sigan codificando los
resultados de las entrevistas de recepción. Con el tiempo se podrá generar parámetros para
poder comprender mejor cómo se distribuyen los datos y por lo tanto la población consultante,
pero el principal aporte que esta investigación entrega es la imperiosidad de validar el
instrumento para que pueda ser utilizado en futuras investigaciones, debido a que la muestra
es sumamente heterogénea y extensa.

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