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Causa Gastaldi Fallo Sala Civil STJ

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Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos

Sala Civil y Comercial

"G., C. R. C/ S., G. S/ ORDINARIO DAÑOS Y PERJUICIOS" - Expte. Nº

8536

///CUERDO:

En la ciudad de Paraná, capital de la provincia de Entre Ríos, a los

doce días del mes de abril del año dos mil veintidós reunidos la señora y los

señores Vocales asistidos por el Secretario autorizante, para conocer el recurso de

inaplicabilidad de ley deducido en fecha 5/10/2021 en los autos: "G., C. R. C/ S.,

G. S/ ORDINARIO DAÑOS Y PERJUICIOS" - Expte. Nº 8536, respecto de la

resolución de la Sala Primera Civil y Comercial de la Cámara de Apelaciones de

Concordia dictada en fecha 17/9/2021. Que la votación debe tener lugar en el

siguiente orden: Sr. Vocal Dr. Juan R. Smaldone; Sr. Vocal Dr. Martín F. Carbonell

y Sra. Vocal Dra. Gisela N. Schumacher.

Estudiados los autos, la Sala se planteó la siguiente cuestión: ¿qué

corresponde resolver respecto del recurso de inaplicabilidad de ley interpuesto?

A LA CUESTIÓN PROPUESTA EL SR. VOCAL DR. JUAN

R. SMALDONE DIJO:

I.- La parte actora interpone recurso de inaplicabilidad de ley

(5/10/2021) contra el fallo dictado por la Sala Primera en lo Civil y Comercial de

la Cámara de Apelaciones de Concordia (17/9/2021) que, al desestimar el recurso

de apelación por ella interpuesto, confirmó la sentencia de primera instancia, la

cual rechazó la demanda promovida (2/2/2020).


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II.- a) Para así decidir, el voto que comanda la mayoría del fallo

dictado en la anterior instancia, luego de relacionar los antecedentes de la causa,

circunscribió su desarrollo argumental a fin de dar respuesta a los agravios vertidos

en contra de la sentencia.

En primer término, rechazó el pedido de nulidad, al considerar que

aquella se encuentra debidamente motivada, que no es arbitraria ni reviste ninguna

característica con entidad tal que habilite nulificar el pronunciamiento.

Luego, ingresó a resolver lo que definió como materia

propiamente recursiva. Para ello, indagó acerca del presupuesto determinante de la

pretensión, esto es: si efectivamente existió la publicación cuya realización el actor

imputa al demandado y, en su caso, sus consecuencias.

Expresó que, previo a valorar el material probatorio, debía meritar

si el demandado incumplió el deber procesal del art. 342, inc. 1º del CPCC al no

desconocer parte de la publicación que se le imputa: "planilla adjunta". Para lo

cual, aclaró que la negativa o reconocimiento de los hechos es una carga impuesta

por la ley, que no debe ser general sino circunstanciada y que en el caso en

análisis, entendió cumplida por parte de la demandada en su escrito de responde,

máxime cuando la negativa del hecho principal (esto es, ser autor de la publicación

generadora del reclamo) fue categórica y, de tal modo, se extiende a los hechos
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complementarios y, en el caso concreto, a la planilla que el actor refirió como

integrante de la supuesta publicación que se le atribuye.

Describió que, en supuestos como el que nos ocupa, en el cual se

reclaman daños sufridos como consecuencia de una publicación realizada en una

red social (en el caso, en un grupo de Facebook) deben tenerse en cuenta

particularidades que no revisten otro tipo de publicaciones (tales como,

publicaciones periodísticas en diarios) en las cuales se ejerce un debido control en

lo que a su autoría refiere.

Expresó que, a diferencia de lo que sucede con las opiniones

vertidas por periodistas o ciudadanos en un medio informativo, las manifestaciones

que se realizan en las redes sociales carecen de un debido control y, de tal suerte,

se encuentran más permeables a la posible configuración de posteos (injuriantes o

no) realizados a través de "perfiles truchos" construidos al efecto, sustracción de

identidad, hackeo de cuentas, etc.

Sin embargo, indicó que estas circunstancias no implican un

alejamiento del principio clásico de las cargas probatorias por el cual, quien alega

la existencia de un hecho debe acreditar el presupuesto de hecho de las normas que

invocare como fundamento de su pretensión (art. 363 del CPCC).

Reconoció que cuando los elementos de juicio resulten


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insuficientes para brindar convicción suficiente y existan circunstancias que den

cuenta que una de las partes se encuentra en mejores condiciones de aportar

material probatorio, el juez puede adoptar medidas para equilibrar las fuerzas

probatorias. A su turno, señaló que esta posibilidad no está prevista para tutelar

desigualdades originadas en la falta de conocimientos técnicos de los profesionales

que asisten a las partes, a quienes el proceso moderno les exige una correcta

comprensión de las nuevas tecnologías.

Concluyó que, en los presentes, no encuentra razones para

flexibilizar la carga de la prueba y que, por lo tanto, recaía en el actor acreditar los

presupuestos de hechos configurativos de su pretensión.

Luego, ingresó a analizar la validez y eficacia del material de

prueba colectado.

En primer término, descartó todo valor probatorio del intercambio

epistolar y la prueba que se incorporó a través de la remisión de documental por

parte del Ente de Gestión de la Radio Pública de Concordia y por la Municipalidad

de Concordia. Tras aclarar que la primera documentación, en su remisión, fue

firmada por el propio peticionante, advirtió que en ambos casos se verificaban

serios déficits en el cumplimiento de las condiciones mínimas para poder ser

considerado un expediente administrativo originado a partir del hecho


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controvertido en las presentes actuaciones (tales como, falta de carátula y número

de expediente, foliatura, resoluciones de impulso, dictamen final, etc.).

Indicó que el material probatorio subsistente a fin de acreditar la

existencia de la publicación que diera origen a la presente litis es: i) el acta notarial

confeccionada por el escribano Giacobone y la pericia informática realizada por el

ingeniero informático.

A renglón seguido, citó la normativa relativa a las actas notariales,

en particular, y a la eficacia probatoria de los instrumentos públicos en general

(arts. 310 y 296 del CCC).

Aclaró, que según una corriente, las actas notariales gozan de la

misma eficacia probatoria que el resto de los instrumentos públicos; es decir, que

todo aquello que el notario cumplió en forma personal o percibió a través de sus

sentidos hace plena fe hasta que sea declarado falso en juicio civil o criminal,

mientras que cuando su actuación se limita a volcar en el texto lo que las partes

han expresado, la veracidad o falsedad de las declaraciones son propias de los

sujetos y se admite la prueba en contrario de la sinceridad de las expresiones.

Por su parte, señaló que otra corriente de opinión, no traslada esta

eficacia de los instrumentos públicos a las actas notariales. Con cita

jurisprudencial, expuso que el acta de comprobación constituye solo un medio de


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prueba de los tantos que pueden valerse las partes, pero que no goza de las

prerrogativas de los arts. 993/995 del CC y que, como tal, constituye un medio de

prueba sujeto a la apreciación de su eficacia y susceptible de quedar enervado por

pruebas opuestas.

Al ingresar al análisis del acta notarial acompañada por la parte

actora consideró que, lo constatado por el notario y la documentación certificada,

da cuenta de la existencia de una publicación en el día y a la hora en que se labró el

acta. Asimismo indicó que dicho instrumento no fue negado en su autenticidad ni

ha sido redargüido de falso por la contraria, lo que le permitió afirmar que: el

escribano (en fecha 21/11/2018) constató que el 2/3/2018 existía una publicación

similar a la que es génesis del reclamo de la parte actora.

Agregó que, sin perjuicio de lo expuesto, lo dicho no importa que

deba tenerse por cierta su veracidad, puesto que la constatación es útil para

comprobar la apariencia externa de un documento digital, pero no así aquellos

datos intrínsecos que hacen a la autenticidad del instrumento.

De tal suerte, advirtió que para que los datos constatados por el

escribano tuvieran valor probatorio debió garantizarse su autenticidad, que el

contenido sea fiel y completo con relación a las menciones que constan, sin

posibilidad de alteraciones y que el documento pueda preservarse en su estabilidad


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y perdurabilidad. Para lo cual, aseveró que no bastó la mera constatación sino que

su eficacia probatoria dependía de prueba complementaria que, en el caso, no se

produjo.

Entendió que estos obstáculos propios de la publicación digital, no

fueron sorteados por la parte actora, en tanto que al celebrarse la pericial

informática se verificó que la publicación ya no estaba disponible, no siendo

posible diagnosticar los motivos de su supresión, ni si ello ocurrió de modo

voluntario o no, y eventualmente quién eliminó el posteo en cuestión.

A su turno, consideró que la limitada respuesta del perito en

relación a estos puntos, tuvo origen en la deficiente propuesta de los puntos de

pericia que conformaran su labor.

Agregó que no solo falta de verificación de autenticidad del posteo

impide el progreso de la acción, sino también la ausencia de prueba que demuestre

que el demandado fue el autor de la publicación en cuestión, en el sitio oficial de

"ASEC", como así tampoco que haya sido administrador del mismo a aquella

época.

Luego de citar doctrina en aval de su posición, expresó que para

poder atribuir autoría a una publicación digital, no basta con certificar

externamente el nombre de quien aparece realizándola, sino que tal circunstancia


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necesita la comprobación mediante el análisis del IP del dispositivo de donde se

realizó la publicación, el rastreo de la actividad en la web de determinado usuario,

etc.

Aclaró que para certificar la autenticidad de un sitio o página web

determinada, no basta la impresión de pantalla sino que es necesario el

relevamiento idóneo de la URL de la página web en donde se realizó la publicación

y, en su caso, verificar los propietarios o integrantes de ese sitio, entre otras

medidas.

Indicó que la prueba pericial resultó útil al ilustrar acerca del

método idóneo que debe ser llevado a cabo para garantizar una debida

comprobación. Así expuso que existen empresas que actúan como testigos de lo

que sucede en internet y ofrecen sus servicios a fin de atestar una situación que ha

ocurrido en la red, eliminando toda duda acerca de la manipulación de una imagen

que, como captura de pantalla, deba ser presentada como prueba en un juicio.

Reconoció que la conclusión del perito fue contundente y ha sido basada en

principios técnicos y científicos propios de su lex artis y no fue desvirtuada por

elemento probatorio alguno de igual o mayor autoridad.

Dicho ello, manifestó coincidir con lo decidido en primera

instancia respecto de que, la parte actora, antes de iniciar el andamiaje judicial,


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debió llevar adelante ciertas tareas de investigación forense, tendientes a clarificar

el escenario probatorio. Y concluyó que los medios de prueba analizados resultan

insuficientes para calificar de veraz y atribuir la autoría de la publicación al

demandado, lo que revela que el actor incumplió con la carga probatoria que

pesaba sobre él y, de tal suerte, le impidió acreditar los presupuestos de hecho

sobre los que basó su pretensión.

b) Desde otro ángulo, el magistrado que suscribió el voto

minoritario, reconoció que vivimos en una era de impunidad absoluta en las redes

sociales con difamaciones a doquier y a sabiendas de la dificultad que en materia

probatoria conlleva el denominado mundo virtual, en donde las manifestaciones

injuriosas o calumniosas vertidas con total irresponsabilidad y groseramente

violatorias del derecho a la intimidad, al honor y a la imagen (arts. 51/53 del CCC)

son fácilmente eliminadas del sitio en que fueron publicadas y negadas en su

autoría e integridad.

Aseveró que en relación a la carga probatoria es sabido que si bien

el demandado debe admitir o negar los hechos invocados por el actor (art. 342 del

CPCC), también tiene la carga de suministrar al juez los antecedentes necesarios

para que éste adquiera conocimiento exacto de los hechos en procura de alcanzar la

verdad jurídica objetiva (arts. 1734/1735 del CCC). Recordó que la conducta
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procesal de las partes, es un elemento de convicción, que tiene su fundamento en la

colaboración que deben prestar los justiciables para el dictado de una sentencia

justa, sobre todo cuando se está en mejores condiciones de aportar elementos de

convicción. Señaló que en el caso que nos ocupa, el demandado reconoció haberse

desempeñado como fundador y administrador de ASEC, lo que -a su entender-

revela una posición técnica superior y de privilegio frente al actor.

Dicho ello, consideró al acta notarial como la prueba nuclear y

base estructural del complejo de indicios que seleccionó en pos del acogimiento

del reclamo reparatorio.

Tras citar y transcribir la parte pertinente de lo constatado por el

notario, consideró que fue la publicación, sus comentarios, las réplicas y su natural

difusión, la génesis de la acción.

Expuso que el documento público acompañado, a valorar a título

de "indicio vehemente", hace plena fe de los hechos que el funcionario público

relató y explicó que pasaron en su presencia, hasta la prueba en contrario. Es decir

que, a la fecha del acta notarial, el posteo existía en el mundo virtual.

Continuó diciendo que, es precisamente a partir de este fuerte

indicio lo que en relación al contenido y autoría del mismo incide con fuerza

determinante respecto a las cargas probatorias imperantes, pues, en su opinión,


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cabía a partir de allí al demandado, desacreditarlo con prueba desincriminante de

mayor o igual incidencia convictiva (arts. 1734/1735 del CCC), lo que ni siquiera

procuró en cuanto limitó su conducta procesal a negar los hechos incriminantes de

toda responsabilidad por parte de su persona, sin aportar un mínimo indicio del

"perfil trucho o clonado" al que hizo referencia en su postulación defensiva.

Señaló que otros indicios coadyuvan unívocamente en la

conclusión condenatoria. Describió que la declaración de parte del accionado se

constituyó en una fuente importante de hechos indiciarios complementarios de

aquel principal. Ello en tanto el demandado dejó claro que: fue el fundador del

sitio ASEC, fue administrador del mismo en "tiempos pasados", participó en la

discusión en ciernes referida a la radio pública precisamente en "ASEC".

Entendió que la conducta procesal del demandado, por demás

pasiva, poco colaborativa y descansada en la prueba de la contraria suman

elementos de convicción a la solución propuesta.

También valoró las copiosas actuaciones administrativas generadas

en el Municipio local, como muestra concluyente de que existió un motivo

concreto para tales tramitaciones, concretamente el posteo atribuido al accionado,

que se constituyó en el disparador de la respuesta estadual.

Indicó que la pericial informática estaba condenada al fracaso,


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puesto que como bien lo dijo el demandado, y lo confirmó el experto, quien

efectúa un posteo tiene la facultad de borrarlo, así como todos sus comentarios.

Aseveró que el medio en donde se publicó tal posteo no estaba bajo el control del

actor, sino de su contrincante, por sí o a través de las personas con él relacionadas

y con mayor afinidad, teniendo así el control, custodia y gestión de los registros

informáticos del sitio.

Concluyó que se encuentra acreditada la publicación que da cuenta

el acta notarial (posteo de fecha 2/3/2018), su veracidad, integridad, autenticidad,

contenido y autoría material en la persona del accionado, coincidiendo la identidad

digital de la publicación con la identidad real del demandado.

Aseveró que de su lectura surge con total claridad que se imputó al

actor la presunta comisión de delitos de acción pública (v.gr, "malversación de

fondos") y se agravió su trayectoria personal y profesional.

Luego de ello, hizo especial referencia a las normas que regulan

las figuras de las injurias y calumnias, en tanto constituyen atentados contra el

honor, derecho personalísimo, reconocido constitucionalmente.

Ilustró acerca de las diferencias de conceptos entre un instituto y el

otro y, aclaró que en lo que refiere al elemento subjetivo, no es imprescindible que

medie dolo, sino que es preciso, al menos, la existencia de culpa del agente.
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Consideró que el demandado se representó el daño que podría

provocar con su publicación, actuó con plena conciencia y asumió, libre y

voluntariamente, sus eventuales consecuencias (art. 1724 del CCC).

Tuvo por acreditada entonces la producción de un comportamiento

reprobado por ley, que lesionó un interés legítimo y que, guardando nexo causal

adecuado, ocasionó un daño injusto en la faz espiritual del accionante.

A la hora de determinar la procedencia del reclamo resarcitorio,

señaló que la sola presencia de la difamación y su calidad para afectar la honra de

una persona conlleva la presunción del daño moral y, a fin de establecer su cuantía,

refirió a noción de precio "del consuelo" o compensatorio con placeres que

mitiguen el dolor de la víctima (art. 1746 del CCC). En función de ello, valoró la

entidad y gravedad del posteo, su difusión, los comentarios consecuentes y

sumamente injuriosos, la extensa trayectoria periodística del damnificado, la

repercusión en su esfera profesional y laboral, afectación a su núcleo familiar y la

obvia afectación moral, por ver comprometida su honra y crédito. De allí,

consideró justo y razonable fijar en concepto de indemnización la suma de $

500.000 fijada a la fecha de la sentencia, con más intereses. Asimismo ordenó que,

a costa del accionado, se publique el fallo en el sitio en donde se consumó el actuar

antijurídico (ASEC) y en un diario local con tirada en soporte papel.


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III.- Contra dicho pronunciamiento se alza la parte actora y

deduce el presente recurso de inaplicabilidad de ley (5/10/2021).

En la ocasión, tras describir los antecedentes de la causa y referir

al cumplimiento de los recaudos de admisibilidad formal de la vía, funda su

planteo.

Denuncia que la sentencia recurrida ha efectuado una valoración

parcial y fragmentada de la prueba producida y que ha prescindido de la

ponderación de conjunto.

Indica que, con lo resuelto, se ha modificado el criterio sustentado

por la misma Sala en el precedente expresamente citado por el voto de la minoría

("S., E. D. c/ B., S. P. s/ Ordinario Daños y perjuicios", Expte. Nº 9562", sentencia

del 25/7/2019), sin ofrecer razones que expliquen los motivos de dicha variación

sustancial del criterio.

Puntualmente endilga al fallo errónea aplicación de los artículos:

31 inc. 4º, 160 incs. 3º, 4º y 5º, 296, 310, 312, 342, 350, 363, 375, 390, 409, 410 y

411 del CPCC; y 1734 y 1735 del CCC.

Recuerda que la demanda persigue la retractación pública y una

supletoria indemnización, en tanto el demandado ofendió su dignidad por haberlo

calumniado e injuriado. Es por ello que recurre a la vía jurisdiccional en pos de


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obtener una tutela de sus derechos personalísimos, que se encuentran ínsitos en la

fuerte impronta de la constitucionalización del Derecho Privado.

Advierte que, pese a estar reconocido que se trata de un caso de

dificultad probatoria, la sentencia en crisis cargó todo el esfuerzo procesal en su

parte, en un exceso de rigorismo formal que -estima- proveniente única y

exclusivamente de la ya apuntada valoración fragmentaria de la prueba producida.

De allí que achaca al fallo la existencia de definiciones contradictorias y que ha

prescindido de una solución que dirima el asunto a partir de la búsqueda de la

verdad jurídica objetiva, aún cuando así lo pregone.

Comparte las consideraciones vertidas en el voto minoritario y

señala que la resolución, al obligar a su parte a producir prueba que se encuentra

bajo dominio exclusivo de la contraria (a punto tal que ésta pueda borrarla con solo

apretar un botón) solo sirve para alentar, fomentar y proteger, desde el propio

servicio de justicia, un comportamiento social completamente disvalioso.

En particular, llama la atención del recurrente, que el magistrado

que emitió el tercer voto: a) no haya considerado las definiciones sentadas en el

precedente "S., E. D. c/ B., S. P. s/ Ordinario Daños y perjuicios", Expte. Nº 9562",

sentencia del 25/7/2019, donde idéntico tribunal expuso que "la captura de

pantalla, o su representación en soporte papel refrendado en su autenticidad


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externa por acta notarial, califica como 'indicio revelador' del hecho objeto de

investigación"; y b) haya omitido dar una explicación o justificación por la cual

debió apartarse de dichos conceptos, que -a su entender- aplican de modo directo

en la solución del presente caso.

En particular, al ingresar al análisis circunstanciado del fallo,

reitera que su solución es el resultado de la fragmentación y falta de integralidad

en el análisis de la prueba producida.

En su relato, describe que el voto que conforma la mayoría

comenzó por indagar si efectivamente se probó el presupuesto determinante de la

pretensión, esto es, si existió la publicación cuya realización su parte imputa al

demandado y, eventualmente, sus consecuencias.

Expone que al valorar el acta notarial, se determinó que el

21/11/2018 el escribano constató la existencia de una publicación fechada el

2/3/2018, similar a la que es génesis del reclamo actoral. Sin embargo, pese a esta

primera definición, luego observa una contradicción cuando se sostuvo que no se

probó que la publicación haya sido efectivamente realizada en el sitio denunciado.

En este punto, señala que, quien debió invocar y acreditar ese extremo era el

demandado, por aplicación de la carga dinámica de la prueba, en tanto era él quien

se encontraba en mejor posición para probar ese aspecto. Asimismo, manifiesta


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que también él fue quien debió redargüir de falsa el acta, que daba fe sobre ese

punto y no lo hizo.

Manifiesta que a partir de aquella definición, el fallo cuestionado,

efectuó una equivocada valoración del sustrato probatorio, en especial, respecto

del contenido, efectos y alcances del acta notarial con relación al documento

digital y en la aplicación de las reglas de la prueba.

Resalta que el código de rito no contiene disposición alguna que

regule este instrumento probatorio o el modo en que se debe incorporar prueba

electrónica de estas características. Con cita de doctrina, agrega que las actas

notariales son documentos notariales protocolares que tienen por objeto la

comprobación de hechos que el notario percibe por sus sentidos, a cuya

representación documental el sistema jurídico les reconoce plena fe: de su

correspondencia con el objeto percibido (art. 294 inc. a, arts. 297, 291 y concs. del

CCC), y de la fecha y del lugar de su percepción. Sostiene que la constatación de

hechos digitales, cuando no se tenga la certeza de autoría o de la ruta de metadatos

que permitan llegar a ella, puede considerarse prueba documental, aunque sea

indiciaria, como fue valorada en el voto de la minoría.

En virtud de ello, critica por errónea, la corriente de opinión que

no traslada la eficacia probatoria de los instrumentos públicos a las actas notariales


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(tal como lo sostuvo el voto mayoritario). En apoyo de su posición, sostiene que a

diferencia del Código derogado, el nuevo Código Civil y Comercial refiere de

manera expresa al valor probatorio de estos instrumentos públicos (arts. 312, en

concordancia de los arts. 310 y 296, todos del CCC), circunstancia que -entiende-

despoja cualquier duda interpretativa.

Indica que la prueba pericial incorpora un dato esencial para

determinar la correcta aplicación de las reglas de la prueba. En este sentido,

sostiene que no hay discusión respecto a lo dictaminado por el perito informático

en cuanto que el sitio controvertido existe y que basa su dictamen por haber

utilizado la misma dirección de URL que utilizó el escribano (cfr. pericia resp.

primer punto, fs. 160; Acta notarial, fs. 10). Con lo cual, califica de contradictorio

y absurdo sostener -como lo hizo la sentencia recurrida- que aun teniendo por

cierta la existencia del posteo, no se acreditó la autenticidad ni que el posteo se

haya realizado en el sitio oficial de "ASEC".

Sostuvo que está probado que el notario para ingresar al sitio

utilizó la misma URL (Uniform Resource Locator) que el perito informático

verificando éste que en esa dirección el sitio oficial “ASEC” existe. Añadió que es

sabido que la URL, por definición, es la dirección única y específica que se asigna

a cada uno de los recursos disponibles de la World Wide Web para que puedan ser
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localizados por el navegador y visualizados por el usuario. Con lo cual, coligió que

la única conclusión posible es que: el documento electrónico que consta en el acta

notarial que fue percibido por el notario, respecto del cual realizó captura de

pantalla que luego agrega "en copias certificadas a esta escritura como parte

integrante de la misma" se encontraba publicado en el sitio oficial de ASEC.

Endilga una evidente confusión entre "autenticidad del posteo" y

"autoría del posteo". Ello en tanto, si lo actuado por el notario lo fue en el sitio

oficial de ASEC y no existe prueba que desvirtúe el contenido del acta, resulta

imposible aseverar que falta la verificación de autenticidad.

Ello en tanto, si se encuentra acreditado como cierto y verdadero

que la captura de pantalla prueba que al momento en que el notario ingresó al sitio

oficial ASEC, ese posteo existía y del modo y con el contenido que se puede

cotejar en lo capturado e incorporado a la escritura pública. Expone que no hay

actividad probatoria alguna de la contraparte que permita tener por acreditado que

el sitio o lo publicado en él se encontrare o hubiere sido adulterado y/o se hubiere

tratado de un perfil o sitio falso. En este punto, reitera que dicha prueba estaba a

cargo del demandado a tenor de lo expuesto respecto al art. 381 del CPCC.

En consecuencia, asevera que ninguna duda cabe que la “evidencia

digital", es decir la percepción por el notario del documento electrónico como


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hecho digital, donde cobra relevancia la acreditación de la vista en pantalla del

contenido que consta en el acta notarial, fue realizada en el sitio digital oficial de

ASEC señalado en la demanda, que es además el que reconoce expresamente el

demandado haber creado, administrado y participado activamente.

Indica que lo probado en el instrumento público, la certeza del

sitio digital relevado por el notario (conforme lo dictamina por el perito

informático) y el expreso reconocimiento brindado por el accionado de haber sido

su creador, su administrador, su moderador e intervenir activamente en el mismo,

pre y post posteo, sumado a la conducta procesal que decidió asumir -como

acertadamente lo valora el voto minoritario- debieron haber llevado a aplicar

correctamente, en el presente caso, las reglas de la prueba para valorar el material

probatorio de modo correcto.

En lo que a la autoría del posteo respecta cuestionó la conclusión

sentencial que determinó que no se había demostrado fehacientemente que el

demandado haya sido el autor de la publicación, ni que haya sido el administrador

del grupo en tal época, más allá de que se haya consignado su nombre en el posteo.

Criticó que no se haya considerado que el notario ingresó al sitio

oficial en cuestión y que la evidencia digital es auténtica. A su vez, el recurrente

señaló que no solo está el nombre completo del accionado sino también su foto,
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circunstancia que -según entiende- debió ser considerada como un indicio

vehemente.

Refiere que el demandado se limitó a negar el posteo sin producir

prueba alguna que permita siquiera dudar de la existencia de un perfil o posteo

falso. Destaca que, en la especie, se trata de una publicación realizada en un grupo

de Facebook (creado por el accionado) en donde el propio sistema hace que cada

participación tenga la previa identificación del perfil del participante.

La parte recurrente advirtió que siendo que el accionado reconoció

haber creado el sitio oficial de ASEC y haberlo administrado, moderarlo y además

tener asidua intervención antes y después del posteo; si hubiere sido cierto que no

siguió administrándolo, no cabe dudas que a quien le hubiere entregado la posta

haya sido alguien de su confianza. Así, pone el énfasis en la conclusión arribada

por el voto conformado por la minoría que observó que: "el medio tecnológico en

donde se publicó 'el posteo' no estaba bajo el control del actor, sino de su

contrincante por sí o a través de las personas del sitio con él relacionadas y

obviamente, con mayor afinidad, teniendo así el control, custodia, y gestión de los

registros informáticos del sitio (v.gr. 'historial de administradores')".

En relación a la prueba pericial, sostiene que el solo hecho de que

el perito informático dictamine que no estaba el posteo y sus comentarios en el


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sitio oficial ASEC a la fecha que él ingresara, no sirve para descartar o dudar

siquiera que la publicación sí estaba en la fecha que el notario confeccionara el

acta notarial. A ello, adicionó que, si cada posteo subido al sitio oficial ASEC

dispara un aviso al administrador y éste cuenta con todos los elementos para

determinar si ese posteo proviene o no del perfil que el propio posteo indica, en la

hipótesis en que el demandado no haya sido el administrador, el que hubiere hecho

las veces no pudo dejar de advertir que el posteo provenía del perfil del creador del

sitio y menos aún del contenido del mismo (cfr. las condiciones redactadas por el

propio demandado como creador del sitio para poder participar en el mismo, que

se encuentran consignadas expresamente en la pericia informática, así como las

expresas facultades atribuidas al administrador del grupo). Con lo cual, de haberse

tratado de un perfil falso hubiera sido detectado en el acto.

Critica que el fallo le quita valor probatorio al intercambio de

comunicaciones postales y que su eficacia fue descontextualizada de los hechos

subyacentes.

Finalmente se pronuncia en contra de las conclusiones vertidas en

el fallo y que desecharon la validez probatoria de la documental en poder de

terceros con fundamento en que la misma no dio cumplimiento a la ordenanza que

rige la órbita de la administración pública.


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Frente a ello, señala que está fuera de su alcance su efectivo

cumplimiento y, por ende, no puede serle oponible a su parte.

Asevera que, contrariamente a lo valorado por el voto que

conforma la mayoría, tanto el Ente Público Radio Ciudadana acompañó

debidamente el archivo con el que cuenta esa entidad y la documentación remitida

por la Municipalidad de la ciudad de Concordia, en orden al Oficio 753/19 se hizo

mediante nota firmada por el propio Intendente Municipal (cfr. fs. 212), con

expresa constancia del expediente municipal y la identificación de la nota de

responde.

Postula que lo aportado en la documentación en poder de terceros,

es prueba que correspondió ser contextualizada dado su importante contenido.

Reitera que debió ponderarse de modo desfavorable la conducta

desplegada por el demandado a lo largo del proceso, en tanto actuó basándose

únicamente en la negativa, no probó los hechos en los que pretendió probar sus

propias hipótesis (perfiles truchos o clonados) ni las eximentes al reclamo que le

formulara el actor (se reconoce administrador hasta unos meses antes al posteo,

pero omite producir prueba de su alegado retiro); incumpliendo no solo las reglas

probatorias procesales, sino lo expresamente dispuesto en los arts. 1734/1735 del

CCC.
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IV.- Corrido el traslado del memorial, fue replicado por la parte

demandada (12/10/2021) quien, en prieta síntesis, solicita se rechace el recurso

articulado.

V.- La Cámara dicta resolución que, al considerar cumplidos los

requisitos exigidos por los arts. 277, 280 y concs. del CPCC, concede el recurso de

inaplicabilidad de ley (29/10/2021).

VI.- a) Reseñados los antecedentes del presente juicio, el análisis

preliminar de admisibilidad, previsto expresamente en nuestro ordenamiento

procesal, indica que cuando el medio impugnaticio se interpone ante el mismo

organismo jurisdiccional que dictó la resolución recurrida, sea llevado a cabo en

dos oportunidades, la primera por el a quo y la segunda por el Superior. En

ejercicio de dicho control es que esta Sala advierte que el recurso reúne los

requisitos exigidos por el tercer párrafo del art. 280 del CPCC.

b) En este estado advierto que, si bien la recurrente formula

diversas y muy variadas críticas a la sentencia en revisión, solo se abordarán

aquellas que ofrecen trascendencia para la solución del conflicto; conforme el

criterio mantenido por el Máximo Tribunal Nacional que señala que la

magistratura no está obligada a analizar todas y cada una de las argumentaciones

de las partes, sino las que sean conducentes y posean relevancia para decidir el
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caso (Fallos: 258:304; 262:222; 265:301; 272:225, entre otros).

c) En la especie se observa que la peticionaria denuncia que la

sentencia dictada en la anterior instancia es arbitraria y ha efectuado una errónea

valoración de la prueba y una deficiente aplicación de las presunciones y reglas de

la sana crítica (arts. 31, inc. 4º, 160, 269, 310, 312, 342, 350, 363, 375, 390, 409,

410, 411 del CPCC, en concordancia con los arts. 1734/1735 del CCC).

VII.- a) Ingresando al análisis sustancial del asunto que nos

convoca, resulta evidente que en el sub lite se encuentran en pugna derechos con

raigambre constitucional; en efecto, por un lado el derecho a la libertad de

expresión y por el otro, se conjugan derechos a la intimidad, al honor y a la imagen

(arts. 14 y 19 de la CN).

A fin de esbozar una primera aproximación al asunto que habilite

alcanzar una respuesta eficaz, recientemente he tenido ocasión de manifestar que:

"los derechos constitucionales no son absolutos, sino que a su respecto se predica

la relatividad, existiendo diferentes límites que delinean sus contornos, en pos de

la vida en comunidad.

No obstante, cuando las normas constitucionales entran en

colisión no existe un necesario rango de jerarquía entre ellas, sino que

corresponde armonizarlas. Dicha armonización prescinde de reglas rígidas y su


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ponderación no será en abstracto, sino que dependerá de cada caso, tomando en

consideración las diferentes circunstancias en las que subsume el asunto, evitando

generalizaciones no del todo convenientes.

Comparto la idea de que las pautas valorativas de una sociedad

pueden mutar de un tiempo a otro y, por tanto, los juicios de valor de una época

pueden no ser coincidentes con los actuales o con los que vendrán. Ahora bien, la

télesis de nuestra Constitución Nacional y los tratados internacionales de

derechos humanos (suscriptos por nuestro país) imponen la tutela de la dignidad

de la persona frente a toda agresión indebida" (cfr. "S M L c/ D M F R c/

Ordinario daños y perjuicios" - Expte. Nº 8442, sentencia del 22/9/2021).

Asimismo, el Código Civil y Comercial recepta, de manera

expresa, el reconocimiento e importancia que revisten en la esfera personal y

social, los derechos personalísimos.

Así, el art. 51 del CCC establece que: "[l]a persona humana es

inviolable y en cualquier circunstancia tiene derecho al reconocimiento y respeto

de su dignidad". Y el art. 52 de idéntico cuerpo normativo señala que: "la persona

humana lesionada en su intimidad personal o familiar, honra o reputación,

imagen o identidad, o que de cualquier modo resulta menoscabada en su dignidad

personal, puede reclamar la prevención y reparación de los daños sufridos ...",


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remitiendo para ello al capítulo en el que se regula la responsabilidad civil, en

particular.

A partir de estas primeras aproximaciones, resulta necesario

valorar si, en el caso de autos, se han configurado los presupuestos de la

responsabilidad por los daños que la parte actora alega haber padecido.

Sentado lo cual, adelanto que, un pormenorizado análisis de las

diversas circunstancias en las que se enmarcan las presentes actuaciones, me llevan

a la firme convicción que la solución alcanzada en la anterior instancia ha sido

eficazmente rebatida por la parte recurrente, ya que -tal como se denuncia en el

escrito recursivo- el fallo ha omitido apreciar de manera adecuada prueba

dirimente, incurriendo en un error manifiesto, en tanto conduce a alcanzar una

solución incompatible con las constancias objetivas de la causa.

b) Acerca de los presupuestos de la responsabilidad.

b.1.- El hecho de que la difusión de ideas y opiniones encuentre

amparo en nuestro ordenamiento, no significa que si a través de ellas se vulneran o

dañan el honor y la imagen de una persona, esa violación no reciba una protección

o reparación ulterior.

En efecto, el principio es justamente el opuesto.

Útil es recordar que la libertad de expresión goza de tutela


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constitucional (arts. 14, 32 y 75 inc. 22 de la CN, art. 13 de la Convención

Americana sobre Derechos Humanos, art. 19 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos, art. 12 de Constitución Provincial); esta protección tiende a que

se publiquen y difundan ideas vedando toda posibilidad de censura previa. Ahora

bien, esta salvaguarda no significa impunidad ya que si en esta difusión se

vulneran otros derechos personalísimos (v.gr., honor, imagen, etc.) su autor debe

responder por los daños que se irroguen. En esta dirección se ha expedido la Corte

Interamericana de Derechos Humanos en el caso "Herrera Ulloa"(2/7/2004),

ocasión en la que señaló que el ejercicio del derecho a la libre expresión no puede

estar sujeto a censura previa, aunque sí a responsabilidades ulteriores, que deben

estar expresamente fijadas por la ley ser necesarias para asegurar el respeto a los

derechos de los demás.

En el orden provincial el art. 12 de la CP establece que: "[e]l

Estado garantiza la libertad de expresión, creencias y corrientes de pensamiento.

La libertad de la palabra escrita o hablada, es un derecho asegurado a los

habitantes de la Provincia, sin que en ningún caso puedan dictarse medidas

preventivas para el uso de esta libertad, ni restringirla ni limitarla en manera

alguna. Los que abusen de esta libertad, serán responsables ante la justicia

ordinaria en la forma que lo prescriba la ley".


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En lo que aquí respecta, la actora ha denunciado que se afectó su

honor. El honor es el derecho personalísimo a ser considerado merecedor de

respeto, pudiendo distinguirse dos aspectos. El primero, refiere a la esfera íntima y,

en especial, a la propia dignidad y a la del grupo familiar que compone; el

segundo, más amplio, que alude a la reputación socialmente adquirida.

b.2.- En relación al factor de atribución, cabe advertir que el

ejercicio del derecho a la libertad de expresión no se agota con las atribuciones

subjetivas (a título de dolo o culpa) sino también da fundamento a la prohibición

de dañar, el derivado de un ejercicio abusivo; y en este punto, me permito decir

que resulta insoslayable la referencia al tercer párrafo, del art. 12 de nuestra

Constitución Provincial, precedentemente transcripto y al art. 10 del CCC.

c) 1.- Cabe interrogarnos acerca de qué sucede cuando las

expresiones que se endilgan como lesivas han sido vertidas a través de diferentes

plataformas o redes sociales, en la especie: Facebook.

Para responder este interrogante, corresponde valorar que el caso

que nos ocupa reviste una gran actualidad y que ha sido, con el correr del tiempo,

que quienes proveemos a prestar el servicio de justicia (miembros de la

magistratura y del funcionariado, profesionales de la abogacía, auxiliares de

justicia e incluso los propios justiciables) hemos ido adoptando mayores y mejores
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herramientas para la elucidación de este tipo de asuntos que, al involucrar a las

nuevas tecnologías, son ciertamente novedosos.

Efectivamente, con el devenir de la era digital, han surgido

también nuevas necesidades probatorias.

Es así que en el ámbito de las pretensiones derivadas del uso de las

diferentes plataformas surge imperioso determinar aspectos vinculados con la

legitimación de las partes, la configuración de la causa y el objeto de la pretensión.

A estos elementos cabe adicionar que, uno de los mayores desafíos que se presenta

a la hora de probar es: la volatilidad de los datos que constan en las diferentes

plataformas. Ello en tanto los contenidos que se suben a la web pueden permanecer

de modo accesible para todo público o, luego cambiar su accesibilidad, modificar o

mutar su aspecto o bien, desaparecer.

De allí, surge la necesidad de preconstituir prueba a fin de poder

demostrar los hechos constitutivos en los que se funda la pretensión en el marco

del proceso judicial y sus diferentes estadios.

Así la doctrina autoral más especializada en la materia ha dicho

que "[l]a fugacidad y fragilidad de las fuentes probatorias de origen electrónico

hacen que exista un riesgo latente a su desaparición, adulteración o

contaminación, antes de llegar a conocimiento del magistrado para su correcta


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valoración. (...) [d]eterminar la autoría-autenticidad, garantizar la integridad-

genuinidad del dato que se aportará al proceso, asegurar la estabilidad del dato,

en cuanto a la dificultad de su hallazgo que puede desaparecer en segundos,

impone nuevos procedimientos para su eficaz captación, debiéndose preconstituir

prueba la que, luego, se ofrecerá en el proceso. Los juristas y magistrados deben

hacer verdaderos esfuerzos para intentar, al menos, estar al nivel y receptar los

beneficios de tales adelantos tecnológicos en provecho del fin último del proceso,

cual es el establecimiento de la verdad jurídica objetiva; en la medida en que

humanamente sea posible" (cfr. Bielli, Gastón Enrique - Ordoñez, Carlos Jonathan,

"La prueba electrónica: teoría y práctica", La Ley 1ª ed., 2a reimp., Ciudad

Autónoma de Buenos Aires, 2019, págs. 11/12 y sus citas).

c.2.- Acerca de las dificultades para probar la autoría del posteo.

En primer término, la doctrina autoral y jurisprudencial han

abordado la temática de la identidad, en general, y la identidad digital, en

particular, ofreciendo conceptos que no se excluyen entre sí, sino que tienden a

coexistir. La primera de ellas, con mucho más desarrollo tradicional, reconoce a la

persona como un ser que no se limita al dato biológico, sino que se integra con

múltiples aspectos: sociales, culturales, demográficos, a partir de los cuales se

determina la construcción de su historia y su proyección como un ser único. La


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segunda, para muchos, comprende una concepción más actual y refiere a un "mapa

dinámico basado en la información, disponible en Internet, sobre una persona o

marca (huella digital), así como las percepciones que esta información genera en

terceros (reputación digital) (...) La identidad digital es lo que los usuarios hacen

en las redes: las palabras e imágenes que usan, los textos y videos que comparte,

las opiniones que expresan y también las bromas que hacen". (cfr. Bielli -

Ordoñez, ob. cit., págs. 121/123).

c.3.- Teniendo en cuenta el avance de este breve desarrollo

argumental, resulta imperioso indagar cómo se debe probar la autenticidad y

autoría de un posteo. A diferencia de lo que ocurre con un documento físico, el

documento electrónico "no habilita a una efectiva identificación de autoría 'per

se', siendo que solo nos proporcionará datos (metadatos) relativos al dispositivo

generador desde el cual se concibió y rubricó dicho instrumento, siendo que será

una tarea agregada al determinar la identidad real de la persona autora)" (cfr.

Bielli - Ordoñez, ob cit, pág. 128). Con lo cual, se acrecientan las dificultades. A

grandes rasgos, una vez identificado un perfil digital (con nombre real o no) no

hay dudas que existe una persona y dependerá de la conjunción de diversas

circunstancias (actividad en las plataformas, cantidad de amigos o seguidores,

información básica, publicaciones, etc.) lo que permitirá establecer una efectiva


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correspondencia entre la identidad digital y la identidad real.

c.4.- Conociendo entonces las particularidades de este escenario

probatorio, su ofrecimiento, producción y ponderación deben, necesariamente

contemplarse a través de un sistema más permeable; en especial, que tenga como

estandarte a los principios procesales y valores vinculados a la cooperación, a la

solidaridad y a la búsqueda de la verdad jurídica objetiva, en tanto será solo a

través de ellos, que podrá arribarse a una solución que provea a la concreción de

una tutela judicial efectiva.

d) Del material probatorio suministrado en autos y su valoración.

Entiendo que el acta notarial (fs. 10/vta.) y las cuarenta y dos hojas

certificadas a ella incorporadas, es -sin lugar a dudas- una fuente probatoria cuyo

valor resulta insoslayable.

Ahora bien, debo aclarar que no es ajeno al suscripto que lo

constatado por el notario debió articularse con la colaboración de un experto en

pericias informáticas, con el objeto de garantizar su validez y evitar (como ocurrió

en los presentes) las impugnaciones y las observaciones vertidas en el fallo en

revisión. Ello, en tanto, si bien son reales ciertos cuestionamientos despachados en

torno a algunas debilidades que puedan endilgarse a la tarea notarial, -tal como lo

remarca el voto conformado por la minoría- ello no habilita a desconocer la


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eficacia probatoria del instrumento público en cuestión.

Es así que, los tres integrantes del tribunal que dictó el fallo aquí

en revisión, coinciden al señalar que el 21/11/2018 el escribano constató (hecho no

controvertido) y pudo certificar una captura de pantalla de un posteo fechado el

2/3/2018 en el grupo de ASEC de la plataforma Facebook; en él figura el perfil del

demandado, Sr. G. S., como su autor y administrador del grupo.

Es a partir de esta publicación, sus lecturas, reacciones,

comentarios, réplicas y difusión lo que da lugar a la promoción de las presentes

actuaciones que, en primer lugar, tuvo en miras la retractación por parte de su

promotor y, en subsidio, la reparación de los daños padecidos fundada en la

responsabilidad civil que se le atribuye a aquel.

De allí que, resulte ineludible determinar el valor que cabe atribuir

a las actas notariales en general y, en particular, a la que es base documental de las

presentes actuaciones.

El Código Civil y Comercial tras enunciar a los instrumentos

públicos y establecer los requisitos que hacen a su validez (arts. 289/294 del CCC),

de manera expresa, establece que "hace plena fe: a. en cuanto a que se ha

realizado el acto, la fecha, el lugar y los hechos que el oficial público enuncia

como cumplidos por él o ante él hasta que sea declarado falso en juicio civil o
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criminal; b. en cuanto al contenido de las declaraciones sobre convenciones,

disposiciones, pagos, reconocimientos y enunciaciones de hechos directamente

relacionados con el objeto principal del acto instrumentado, hasta que se

produzca prueba en contrario" (art. 296 del CCC).

Describe que las actas notariales son los documentos "que tienen

por objeto la comprobación de hechos" y luego de enumerar sus requisitos y

particularidades respecto de la escritura pública, dedica un artículo para señalar su

valor probatorio, aclarando que: "se circunscribe a los hechos que el notario tiene

a la vista, a la verificación de su existencia y su estado. En cuanto a las personas,

se circunscribe a su identificación si existe, y debe dejarse constancia de las

declaraciones y juicios que emite. Las declaraciones deben referirse como mero

hecho y no como contenido negocial" (arts. 310/312 del CCC).

De allí que, conforme el sentido y alcance de las normas antes

transcriptas, considero que las capturas de pantalla que en copias certificadas se

agregaron al acta notarial, merecen ser calificadas como un indicio revelador del

hecho descripto en la demanda y que diera origen a la promoción de los presentes.

En virtud de lo cual, pesaba en cabeza del accionado desvirtuar ese

contenido, procurando no solo negar los hechos que se le atribuyen. En efecto, ante

un cuadro de situación como el que se describe, era esperable que el demandado


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adoptara otro tipo de conducta, más solidaria con el proceso. De allí que una

actitud poco cooperativa y hasta casi obstruccionista, merece ser valorada en

cuanto tal.

Ello en tanto resulta innegable que, en casos como el que nos

ocupa, existe una desigualdad real de oportunidades a la hora de arrimar al proceso

el material probatorio necesario para alcanzar la solución definitiva con plena

convicción, poniendo especial énfasis en el objetivo en la búsqueda de la verdad

jurídica objetiva. Esto es así, puesto que el dominio y eventual administración y

disposición de la información se halla en poder de una sola de las partes de la

relación procesal.

A partir de estas valoraciones, surge innegable que es aquí, en el

ámbito de la prueba electrónica donde se avizora un "escenario más que fecundo

para el desarrollo y la proliferación de la teoría de la carga dinámica de la

prueba, trasladando el peso de la misma, en caso de corresponder, sobre la parte

que en mejores condiciones se encuentra de ingresarla al proceso. La existencia

de desequilibrios entre las partes producto del escenario que precede a la prueba

electrónica, constituye un fundamento de autoridad para dotar al juez de

herramientas necesarias para privilegiar la igualdad de las mismas y afianzar la

justicia equilibrando la balanza en supuestos concretos de inexistencia o


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insuficiencia de elementos de juicio." (cfr. Bielli - Ordoñez, ob. cit. págs. 162/163).

Como ya se esbozara el valor probatorio del acta se limita a lo que

el notario pudo percibir a través de sus sentidos (la vista), y así es que constató la

existencia de una publicación, en la plataforma y con las características ya

descriptas. Ahora bien, esto no abarca la autenticidad del posteo pero sí, es un

indicio que se ha podido ver corroborado con otros y de cuya conjunción permite

inferir la existencia de este hecho no percibido, esto es: la presunción de su

autenticidad.

Las otras circunstancias que han coadyuvado para alcanzar esta

definición y que han sido deficientemente abordadas en la anterior instancia, tienen

que ver con la ponderación, principalmente, de la conducta del demandado. Como

ya indicara, caracterizada por la mera negativa; máxime que -incluso, al contestar

la demanda- conocía que el posteo ya había sido eliminado.

De conformidad a lo ponderado por el voto minoritario, el valor

probatorio del acta notarial, se ha visto corroborado por otra serie de indicios

serios y concordantes que permiten tener por cierta la publicación objeto de este

proceso.

Cobran relevancia los hechos reconocidos por el accionado que

dan cuenta de haber sido fundador y administrador del grupo de Facebook


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denominado ASEC, así como también de haber participado de una discusión dada

en este grupo, relacionada con el funcionamiento de la emisora municipal y su

conductor. En efecto, el demandado expresamente reconoció que "existieron

comentarios" y si bien desconoce que los mismos hayan sido expresados en los

términos redactados en la demanda, no formula esfuerzo alguno a fin de colaborar

y demostrar en qué terminos sucedió tal participación; siendo que era quien se

encontraba en mejores condiciones para hacerlo.

Las actuaciones administrativas que se acompañan también se

erigen como indicios contrarios a la posición adoptada por la demandada, ya que

ellas dan cuenta de la existencia del posteo de mención. En efecto, más allá de los

reproches y observaciones que merecieran, lo cierto es que si bien es cuestionable

y/o criticable la falta de cumplimiento de los recaudos administrativos que hacen a

un adecuada correlación de la documentación en poder del Municipio, tales

omisiones no resultan achacables al aquí actor. Más allá de lo cual y sin indagar

acerca de su verdadero valor como instrumento público, lo cierto es que merece ser

ponderado como un elemento indiciario más, destinado a confirmar la tesis

postulada en la demanda.

Si bien las circunstancias antes descriptas no pudieron ser

corroboradas por la pericial informática; sin embargo, ello no le quita robustez a la


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solución propiciada.

e) De conformidad a lo expuesto, corresponde establecer si el

contenido de las expresiones vertidas en el posteo merecen ser calificadas como

calumnias o injurias.

e.1.- Aquí resulta útil transcribir el contenido de las normas del

CCC que, en la materia, expresamente disponen: "[e]l que arbitrariamente se

entrometiere en la vida ajena y ... mortifica a otros en sus costumbres o

sentimientos, o perturbe de cualquier modo su intimidad, debe ser obligado a

cesar en tales actividades, si antes no cesaron, y a pagar una indemnización que

debe fijar el juez, de acuerdo a las circunstancias. Además, a pedido del

agraviado, puede ordenarse la publicación de la sentencia en un diario o

periódico del lugar, si esta medida es procedente para una adecuada reparación"

(art. 1770).

Siguiendo la definición que nos ofrece el Código Penal, la

calumnia es la falsa imputación de un delito que dé lugar a la acción pública (art.

109 del CP). De allí que para que la atribución de un delito pueda ser calificado

como calumnioso es necesario que confluyan dos recaudos: su falsedad y que se

trate de un delito de acción pública. Conforme la redacción de la norma contenida

en el CCC, debe mediar culpa grave o dolo para generar responsabilidad.


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Por su parte, la injuria es un concepto jurídico más amplio y

comprende todo otro atentando contra el honor de una persona. En este caso, es

suficiente que la acción del sindicado como responsable tenga idoneidad suficiente

para poner en riesgo la reputación de la persona afectada.

Aquí me permito hacer propia una observación efectuada por la

doctrina de autor al expresar que: "en principio, el honor es tutelable frente a las

palabras, conductas o hechos que denoten falsedad. De allí que, en numerosos

supuestos, la prueba de la verdad de los hechos imputados puede impedir la

configuración del ilícito y las consecuentes responsabilidades civiles y penales"

(cfr. Pizarro, Ramón Daniel - Vallespinos, Carlos Gustavo, "Tratado de

responsabilidad civil: tomo III, pág. 177, Rubinzal Culzoni, 1ª ed. revisada, Santa

Fe, 2018).

En el caso que nos ocupa los dichos vertidos en la publicación

compartida en la red social Facebook atribuyó al actor valerse de fondos públicos

"para hacer burda militancia oficialista disfrazada de periodismo (...) prohíbe

voces disidentes al gobierno municipal, por ende un medio que debería ser de

todos, está copado por una facción sectaria y mercenaria. (...) quería mostrarles a

ustedes lo que nos cuesta este energúmeno. Cobra un sueldo de $40.000

mensuales, pero eso es solo una pequeña parte de lo que percibe. La radio al año
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NOS cuesta entre 4 y 5 millones de pesos mantenerla andando, mas no hay

precisiones al respecto. Aparte de eso, como ven aquí este señor pide todos los

meses adelantos de 130 mil pesos sujetos a futuras rendiciones de cuentas, que

por supuesto la Municipalidad se los paga. Esta plata podría ir a muchas cosas

más útiles, por ejemplo a más seguridad, sin embargo va a los bolsillos de gente

así, de voluntad comprada y conciencia vendida". Estas expresiones califican, sin

mayores dificultades, en los conceptos de injurias y calumnias precedentemente

vertidos.

Conforme se expresara, la prueba de la verdad de los hechos

considerados calumniosos empecen su ulterior reparación. Ahora bien, siendo que

el demandado se limitó a negar la existencia y autoría de dicha publicación, no

asumió una posición tendiente a acreditar la verdad de tales dichos; con lo cual, no

se excusó en la eventual veracidad de su imputación como causal de justificación

(art. 1779, inc. a del CCC).

e.2.- Resulta insoslayable que la publicación y difusión de este

tipo de contenidos en las redes sociales tiene un impacto y repercusión social muy

importante, de modo que se debe desalentar la difusión de ideas que sindiquen

como responsable de un delito penal sin contar con las pruebas que así lo

confirmen, máxime cuando el estado de inocencia es también una garantía


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constitucional (art. 18 de la CN).

En cuanto al factor de atribución, conforme la norma ya

transcripta, debe ponderarse si en el caso las expresiones e imputaciones se han

esbozado a título de dolo o culpa grave.

Como se dijera los comentarios se entrometieron en la esfera

privada del actor, afectando su honor y dignidad. A su turno, el demandado no

instó conducta alguna tendiente a acreditar la veracidad del contenido del posteo.

Esta liviandad a la hora de generar el posteo ya transcripto

demuestra, con grado de evidencia, que el demandado actuó con total desaprensión

hacia los derechos personalísimos del actor. En efecto, ha quedado demostrado que

el daño irrogado fue producto de un acto intencional o, eventualmente, ocasionado

con una manifiesta indiferencia por los intereses ajenos (art. 1724 del CCC).

f) En cuanto a la determinación acerca de la existencia de daños

sufridos a raíz de la publicación efectuada por el demandado, resulta de toda

evidencia que la imputación de haber malversado fondos públicos (y demás

descalificaciones personales vertidas en las redes) ocasionó al actor, un ataque a su

honor y reputación, provocándole in re ipsa una aflicción espiritual, un

padecimiento extrapatrimonial, que tiene directa relación causal con la atribución

endilgada por el accionado, que fue jurídicamente relevante a título de culpa para
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causarla y que, en consecuencia, corresponde sea resarcido (arts. 1716 y 1717 del

CCC).

g) Determinación del daño y su cuantificación.

Siendo que la determinación del quantum indemnizatorio

constituye una facultad privativa de los jueces de las instancias ordinarias, se

impone la remisión de estos autos al juzgado de origen para que determine el valor

y la modalidad que corresponda asignar a la condena para la reparación de los

daños sufridos por el actor.

Cabe relacionar que el art. 1741 del CCC establece que este daño,

de naturaleza extrapatrimonial, debe ser resarcido con un monto de indemnización

que deberá fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y compensatorias que

pueden procurar las sumas reconocidas.

VIII.- Que, por los argumentos expuestos propongo al acuerdo

admitir el recurso de inaplicabilidad de ley y CASAR el fallo dictado en la anterior

instancia, haciendo lugar a la demanda promovida por el Sr. C. R. G. contra el Sr.

G. S., debiendo reenviarse las presentes actuaciones al juzgado de origen a fin de

que allí se determine el valor y la modalidad que corresponda asignar a la condena

para la reparación de los daños sufridos por la parte actora. Costas a la demandada

vencida (art. 65 del CPCC). ASÍ VOTO.


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A LA CUESTIÓN PROPUESTA EL SR. VOCAL DR.

MARTÍN F. CARBONELL DIJO:

I.- Comparto la solución casatoria que viene impulsada en el voto

del Dr. Smaldone, en base a los fundamentos desarrollados en su sufragio y

coincido con el Sr. Vocal ponente que la sentencia en el caso particular de autos

realizó una errónea y parcial valoración de la prueba aportada al juicio, resultando

así arbitraria. La decisión, como se establece en el sufragio precedente, no se

condice con las constancias objetivas de la causa, en especial realiza una

equivocada valoración del acta notarial que constata el posteo que da motivo a esta

acción; desatiende las particularidades del caso y realiza en ese contexto una

errónea consideración de la conducta procesal de la parte demandada desviándose

por dicho conducto del objetivo primordial del proceso consistente en la búsqueda

de la verdad objetiva para dar solución al conflicto sometido a juzgamiento, lo que

la descalifica como acto jurisdiccional válido. Acompaño la procedencia de la

acción que se postula por el ponente en base a los fundamentos probatorios y

normativos que expone y la remisión, por aplicación del principio de bilateralidad

y en resguardo al derecho de defensa en juicio, al juzgado de origen para la

determinación del quantum indemnizatorio de condena. Con costas a la vencida

(art. 65 del CPCC). ASÍ VOTO.


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POR ÚLTIMO, LA SRA. VOCAL, DRA. GISELA N.

SCHUMACHER DIJO:

Existiendo mayoría de opiniones acerca de la cuestión propuesta

resulta innecesario pronunciarme al respecto. ASÍ VOTO.

Con lo que no siendo para más se da por finalizado el acto

quedando acordada la siguiente sentencia:

Paraná, 12 de abril de 2022.

Y VISTO:

Por los fundamentos del acuerdo que antecede se,

RESUELVE:

DECLARAR PROCEDENTE el recurso de inaplicabilidad de

ley deducido en fecha 5/10/2021, CASAR la resolución de la Sala Primera Civil y

Comercial de la Cámara de Apelaciones de Concordia dictada en fecha 17/9/2021

y, en consecuencia, HACER LUGAR a la demanda promovida por el Sr. C. R. G.

contra el Sr. G. S.

REENVIAR las presentes actuaciones al juzgado de origen a fin

de que allí se determine el valor y la modalidad que corresponda asignar a la

condena para la reparación de los daños sufridos por la parte actora.

IMPONER costas a la vencida (art. 65 del CPCC).


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DIFERIR la regulación de honorarios para la oportunidad en que

se determinen los correspondientes a las instancias inferiores.

Notifíquese conforme arts. 1º y 4º Ac. Gral. 15/18 SNE, regístrese

y oportunamente bajen.

Firmado digitalmente por Smaldone Juan Ramon - Vocal

Firmado digitalmente por Carbonell Martin Francisco - Vocal

Firmado digitalmente por Schumacher Gisela Nerea - Vocal

Ante mí:

Firmado digitalmente por Emanuelli Sebastian - Secretario

En igual fecha se registró. Conste. Asimismo, se deja constancia que la presente se

suscribe mediante firma digital -Acuerdo Gral. 11/20 del 23-6-2020, Punto 4°)

prescindiéndose de su impresión en formato papel.


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Firmado digitalmente por Emanuelli Sebastian - Secretario

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