Oficios y Ministerios en La Celebración de La Misa
Oficios y Ministerios en La Celebración de La Misa
Oficios y Ministerios en La Celebración de La Misa
97. No rehúsen los fieles servir con gozo al pueblo de Dios cuantas veces se les
pida que desempeñen algún determinado ministerio u oficio en la celebración.
OFICIOS Y MINISTERIOS 33
98. El acólito es instituido para el servicio del altar y para ayudar al sacerdote y
al diácono. Al él compete principalmente preparar el altar y los vasos sagrados y,
si fuere necesario, distribuir a los fieles la Eucaristía, de la cual es ministro
extraordinario.[84]
En el ministerio del altar, el acólito tiene sus ministerios propios (cfr.
núms. 187 - 193) que él mismo debe ejercer.
100. En ausencia del acólito instituido, pueden destinarse para el servicio del
altar y para ayudar al sacerdote y al diácono, ministros laicos que lleven la cruz,
los cirios, el incensario, el pan, el vino, el agua, e incluso pueden ser destinados
para que, como ministros extraordinarios, distribuyan la sagrada Comunión.[85]
101. En ausencia del lector instituido, para proclamar las lecturas de la Sagrada
Escritura, destínense otros laicos que sean de verdad aptos para cumplir este
ministerio y que estén realmente preparados, para que, al escuchar las lecturas
divinas, los fieles conciban en su corazón el suave y vivo afecto por la Sagrada
Escritura.[86]
102. Es propio del salmista proclamar el salmo u otro cántico bíblico que se
encuentre entre las lecturas. Para cumplir rectamente con su ministerio, es
necesario que el salmista posea el arte de salmodiar y tenga dotes para la recta
dicción y clara pronunciación.
103. Entre los fieles, los cantores o el coro ejercen un ministerio litúrgico
propio, al cual corresponde cuidar de la debida ejecución de las partes que le
corresponden, según los diversos géneros de cantos, y promover la activa
34 INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO
104. Es conveniente que haya un cantor o un maestro de coro para que dirija y
sostenga el canto del pueblo. Más aún, cuando faltan los cantores, corresponde al
cantor dirigir los diversos cantos, participando el pueblo en la parte que le
corresponde.[88]
106. Conviene que al menos en las iglesias catedrales y en las iglesias mayores,
haya algún ministro competente, o bien un maestro de ceremonias, con el
encargo de disponer debidamente las acciones sagradas para que sean realizadas
con decoro, orden y piedad por los ministros sagrados y por los fieles laicos.
107. Los demás ministerios litúrgicos que no son propios del sacerdote o del
diácono, y de los que se habló antes (núms. 100 - 106) también pueden ser
encomendados, por medio de una bendición litúrgica o por una destinación
temporal, a laicos idóneos elegidos por el párroco o por el rector de la iglesia.[89]
En cuanto al ministerio de servir al sacerdote en el altar, obsérvense las normas
dadas por el Obispo para su diócesis.
109. Si están presentes varios que puedan ejercer un mismo ministerio, nada
impide el que se distribuyan entre sí las diversas partes del mismo ministerio u
oficio. Por ejemplo, un diácono puede encargarse de las partes cantadas y otro del
ministerio del altar; si hay varias lecturas, conviene distribuirlas entre diversos
lectores; y así en lo demás. Pero de ninguna manera conviene que varios se
dividan entre ellos un único elemento de la celebración: por ejemplo, que una
misma lectura sea leída entre dos, uno después del otro, a no ser que se trate de la
Pasión del Señor.
110. Si en la Misa con el pueblo solo está presente un ministro, ejerza éste los
diversos ministerios.