La Delicuancia y La Discapacidad Social
La Delicuancia y La Discapacidad Social
La Delicuancia y La Discapacidad Social
Los homicidios y suicidios, los robos, los secuestros, el consumo y tráfico de drogas, el
maltrato y abuso de menores, la violencia intrafamiliar y las muertes accidentales, entre
otros, aumentan de forma tan alarmante que demandan una urgente atención por parte
del estado.
Los países de la cuenca del Caribe (de México a Venezuela y de Colombia a Jamaica),
se enfrentan desde hace años a nuevas formas de criminalidad que se distinguen de
fenómenos anteriores de delincuencia organizada.
Desde finales del siglo pasado América Latina y el Caribe fueron invadidos por los
carteles de la droga.
La reforma anunciada por interior y la Policía Nacional es un primer paso para hacer
frente a los problemas de la delincuencia y la violencia, pero la perspectiva de la
situación dominicana sigue siendo poco alentadora.
EN LA REPUBLICA DOMINICANA
74.6% dice delincuencia es mayor problema RD; 41.4% limita su vida
A pesar de que la tasa de homicidios bajó a un promedio de 16 homicidios por
cada 100,000 habitantes en el 2016, el 74.6% de los dominicanos entiende que
la delincuencia es el principal problema de la República Dominicana y el 41.4%
asegura que ha limitado alguna actividad por temor a ser víctima de la
delincuencia.
¿Qué se está haciendo? El informe señala que a partir del 2012 el Gobierno
lleva a a cabo un conjunto de acciones, destinadas a garantizar el derecho a la
seguridad de los ciudadanos. Entre ellas destaca el Plan Nacional de
Seguridad Ciudadana, la Reforma Institucional de la Policía Nacional, la
implementación del Sistema Integrado de Emergencias 9-1-1, la creación de la
Mesa Nacional sobre Seguridad, Ciudadanía y Género y el Plan Estratégico
Institucional de la Policía Nacional.
Introducción
En el ámbito académico el tema de la delincuencia juvenil y adulta ha dado lugar a una amplia
base de literatura que recoge investigaciones y experiencias prácticas sobre diversos aspectos
que nos informan de las causas y factores influyentes. Por ejemplo, se analizan características
de personalidad de los sujetos, elementos como la edad, sexo, historial educativo,
circunstancias sociofamiliares, etc.), los ámbitos donde sucede (familiar, escolar, social, etc.),
los índices de ocurrencia en ciertas poblaciones o contextos. Igualmente podemos encontrar
trabajos que describen y discuten programas de acción con población de riesgo, y enfoques y
programas desarrollados con población que ha pasado al sistema penitenciario.
Indudablemente, el conocimiento de los distintos elementos intervinientes en el fenómeno
permite establecer orientaciones para diseñar planes de acción e intervenciones concretas en
casos determinados. Así mismo, estos planes de intervención son objeto de valoración,
reorientando su curso y organizando la planificación futura de tipo preventivo.
Sin embargo, hay un área específica que parece haber recibido menor atención en la
investigación y en la intervención práctica: se trata de la situación de personas con
discapacidad psíquica que han infringido la ley, han pasado a disposición judicial y
posteriormente al régimen penitenciario. De hecho, podemos afirmar que esta realidad, hasta
muy recientemente, ha pasado inadvertida y, en consecuencia, desatendida, tanto por parte
de los ámbitos académicos y profesionales, como por la sociedad en general.
Es preciso advertir que, puesto que con el término discapacidad psíquica se pueden producir
equívocos, al incluir tanto a personas con retraso mental o déficit intelectual, como a personas
con alteraciones o disturbios mentales y comportamentales (aunque en ocasiones pueden
darse conjuntamente), en este trabajo nos referimos a ambas situaciones, pero
fundamentalmente al primer grupo.
Igualmente, desde la iniciativa privada se han emprendido acciones en diversos campos, que
han supuesto un importante soporte para las personas con discapacidad y sus familiares, en
aquellas áreas que las instituciones públicas no cubrían suficientemente, por no contar con los
recursos suficientes, o por plantearse situaciones y necesidades nuevas en relación con la
discapacidad, que desde los planes y actuaciones institucionales aún no se habían previsto. De
hecho, es una de las razones del apoyo político al movimiento asociativo y las organizaciones a
favor de personas con discapacidad.
Podemos afirmar, por tanto, que en el contexto de nuestro país contamos con un buen
sistema de apoyo a las personas con discapacidad, a lo largo del ciclo vital de la persona, como
corresponde debido al derecho y los principios de justicia y solidaridad que orientan nuestra
sociedad.
No obstante hay que reconocer que, tradicionalmente, cada servicio y grupos de profesionales
ha desarrollado su trabajo en el ámbito de sus competencias, lo que ha supuesto una excesiva
compartimentalización de áreas de trabajo, produciéndose en ocasiones solapamientos o
interferencias y también lagunas (necesidades no cubiertas por ningún servicio, por no entrar
en las competencias propias, o no advertirse tales necesidades, al tratarse de un área o
problema anteriormente no definido, como la realidad que nos ocupa). Considerando que las
necesidades de las personas con discapacidad a menudo no se resuelven desde un solo ámbito
(con frecuencia hay diversos factores causales interrelacionados y necesidades en diversos
aspectos), y que debe haber continuidad en la ayuda personal a lo largo de la vida, desde hace
tiempo se viene trabajando (no sin dificultades) en la coordinación interinstitucional y la
colaboración interprofesional, que permite ofrecer un apoyo con mayores garantías de eficacia
y rentabilizar el trabajo. Así, en el ámbito educativo, por nuestro parte más conocido, a nivel
local o sectorial (zonas o barrios en poblaciones de más habitantes, o comarcas en población
rural), desde hace tiempo se tratan de establecer encuentros interprofesionales con personas
de otros organismos y servicios para orientar y apoyar en determinados casos (generalmente
la coordinación se establece por propia iniciativa de los profesionales de los distintos servicios
intervinientes). Por ejemplo, en el tema de prevención de desadaptación social y delincuencia,
es común el contacto de profesionales de la orientación psicopedagógica (sistema educativo)
con trabajadores sociales, psicólogos y educadores del sistema de justicia, y también con
servicios sociales de ayuntamientos, con el fin de colaborar en casos de chicos y chicas
menores de edad que han tenido problemas judiciales o que presentan conductas de riesgo.
Pero ha habido un terreno desatendido hasta muy recientemente: los casos de personas con
discapacidad psíquica, mayores de edad, que, tras la comisión o participación en acciones
delictivas, han sido juzgadas, declaradas culpables y han pasado al régimen penitenciario. No
se trata de desatención intencional o "consciente". Diversas circunstancias han provocado la
"invisibilidad" de este problema, el desconocimiento de este colectivo que obviamente
requiere atención especial. Del mismo modo, la confluencia de una serie de factores ha dado
lugar a la "visibilización" de la realidad que referimos y a la progresiva incorporación de
acciones para dar respuesta a la misma, como veremos.
Pero, como elemento clave en la llamada de atención social sobre la realidad de las personas
con discapacidad en prisiones, es preciso destacar a la iniciativa privada, que con su acción
insistente y su trabajo práctico ha conseguido que, en la actualidad, ya se plantee, y
progresivamente se contemple desde un marco normativo e institucional, la intervención en el
ámbito que nos ocupa. Decimos que ha propiciado esta intervención la acción conjunta de
varios frentes: las asociaciones de personas con discapacidad, la denuncia de familiares de
personas con discapacidad afectadas, la sensibilización sobre el tema de profesionales del
ámbito de la justicia (abogados, fiscales, jueces), personal de prisiones (psicólogos,
funcionarios, etc.), y la importante acción de instituciones como el Real Patronato sobre la
Discapacidad, el Defensor del Pueblo Andaluz (en el caso de nuestra comunidad autónoma),
etc., lo que ha dado lugar al compromiso de los organismos e instituciones políticas superiores,
a nivel autonómico y estatal.
Cómo se han desarrollado los cambios. Algunos aspectos del proceso de apoyo
El trabajo de FEAPS en el ámbito que nos ocupa ha sido pionero, ya que desde el año 1987
comenzó a interesarse por la situación de los presos y presas en los centros penitenciarios
españoles de carácter especial existentes en el momento: centros psiquiátricos penitenciarios
(Madrid, Alicante) y el centro penitenciario asistencial (León). En esta época empezó el estudio
de la situación y las primeras intervenciones. Así se pudo constatar el tratamiento inadecuado
que recibían las personas con discapacidad intelectual en los centros penitenciarios,
observando la falta de personal funcionario especializado, la carencia de espacios separados
del resto de las personas internas, su desarraigo familiar, la falta de alegación en el juicio de la
condición de inimputables y las estancias indefinidas en los centros de reclusión.
Mejora de la situación de las personas con deficiencia mental que se hallen cumpliendo
sentencias.
Estudios
Se han llevado a cabo varios estudios sobre la situación de la población con discapacidad
reclusa, (a nivel nacional y en comunidades autónomas: Cataluña, Andalucía). Los estudios
realizados en nuestra comunidad (Andalucía), por la asociación Paz y Bien y la Fundación TAU,
sirvieron de base para el Informe presentado en el año 2000 por el Defensor del Pueblo
Andaluz "Deficientes mentales internados en centros penitenciarios andaluces" (En 1998 el
Defensor del Pueblo Andaluz presentó otro "Informe especial sobre la situación de los
enfermos mentales internados en centros penitenciarios andaluces"). Este trabajo ha
permitido constatar la existencia de un elevado número de personas con discapacidad en tal
situación, además de indicarse la gran dificultad para identificar otros casos, al carecer de
diagnóstico y de instrumentos o protocolos de identificación. Algunos datos destacables del
informe se refieren a:
- El perfil mayoritario de los afectados muestra un cuadro de retraso mental ligero o leve, son
varones y menores de 35 años.
- Los delitos imputados son: ilícitos contra la propiedad, pequeños robos y hurtos o delitos
menores contra la salud pública. No de trata de delitos graves, pero es habitual la reincidencia
o multi-reincidencia, lo que les acarrea condenas elevadas.
- La mayoría mantiene alguna relación con la familia, pero sólo un 15% tiene contacto con
asociaciones o entidades solidarias.
Estos rasgos son comunes en la población reclusa con discapacidad psíquica de otras
comunidades y, en general de todo el país, según se ha constatado en otros trabajos, como el
elaborado a finales de 2002 por un grupo de profesionales del gabinete técnico de
Instituciones Penitenciarias. Así en este otro estudio se ha constatado que de un total de 700
presos con discapacidad (de distintos tipos) identificados, solamente 135 tenían el certificado
oficial de reconocimiento de discapacidad (documento requerido para la consideración de su
situación particular en los juicios y para la recepción de diversas prestaciones sociales,
económicas, etc.).
Mejora de la situación de las personas con discapacidad intelectual que están cumpliendo
sentencias. En este ámbito se han establecido cuatro frentes de acción:
Para que la persona con discapacidad se pueda beneficiar de las medidas especiales es preciso
que su discapacidad sea conocida. Como es precisamente la inadvertencia de la discapacidad
en todo el proceso lo que ha llevado a la persona a su ingreso en prisión, se deben emprender
acciones para el conocimiento de la condición de discapacidad al inicio del proceso judicial,
incluso antes si aparecen conductas de riesgo. Estas acciones se dirigen hacia dos ámbitos:
- A las familias y a los profesionales: para informarles sobre los riesgos de conductas
antisociales de algunas personas con discapacidad intelectual.
- A entidades públicas y privadas que conozcan a personas con discapacidad con alto riesgo de
conductas antisociales: para que informen a las familias y a los cuerpos de seguridad sobre la
conveniencia de advertir la condición de discapacidad en caso de detención.
Las iniciativas de FEAPS que hemos mencionado en relación con la discapacidad intelectual,
pero también de otras entidades (por ejemplo, en relación con la enfermedad mental, en
Andalucía FAISEM: Fundación Andaluza para la Integración Social del Enfermo Mental, o
FEAFES: Federación Andaluza de Familiares de Personas con Enfermedad Mental.), grupos de
profesionales (como el departamento de Trabajo Social y Servicios sociales de la Universidad
de Alicante), y personas particulares del ámbito jurídico y de otros ámbitos (como el
coordinador del Foro Andaluz del Bienestar Mental, D. Fernando Santos Urbaneja, durante
muchos años fiscal de la discapacidad en Córdoba), han conseguido la sensibilización pública y
política, y el compromiso en el tema que ha llevado a la ejecución de reformas legales de
interés.
En este sentido, el nuevo Código Penal (1995) ha supuesto un avance en la mejora de las
personas con discapacidad psíquica que han cometido un delito, ya que en diferentes
preceptos se hace referencia a aspectos que contemplan la situación particular de
discapacidad:
En estas referencias sobre reformas legales, de manera destacada es preciso mencionar una
reciente normativa de aplicación en nuestra comunidad. Se trata de la Resolución de 5 de junio
de 2006, de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Interior, por la que se dispone la
publicación del Acuerdo sectorial que regula la cooperación entre la Consejería para la
Igualdad y Bienestar social y la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, para la
atención a la población con discapacidad interna en centros ubicados en la comunidad
autónoma de Andalucía. Algunos de los aspectos que recoge este Acuerdo se refieren a:
El estudio de actuaciones para que las personas con discapacidad estén debidamente
atendidas.
Analizar la situación de cada persona con discapacidad y, en su caso, preparar su salida del
centro penitenciario
Deben coordinarse las intervenciones de los servicios sociales penitenciarios con las de
servicios sociales dependientes de las administraciones andaluzas.
Para el seguimiento del Acuerdo se constituyen dos comisiones. Una comisión de seguimiento
y evaluación del acuerdo, y comisiones técnicas provinciales. Es de destacar la composición de
estas comisiones (incluyendo representantes de la administración penitenciaria y
representantes de la administración autonómica, entre los que figuran representantes
institucionales y de entidades de apoyo a personas con discapacidad (FAISEM, FEAFES y
FEAPS).
Realizaciones más recientes. Consideraciones finales
Hemos de tener en cuenta que la mayor parte de la población con discapacidad psíquica que
se ve involucrada en actos delictivos, además de la discapacidad, en su vida ha tenido otros
condicionantes adversos. Es frecuente la procedencia sociofamiliar de entornos
desfavorecidos, la desestructuración familiar, la falta de recursos económicos, etc., llegando a
esta situación de problemas con la ley tras una historia de fracaso escolar, desatenciones,
relaciones sociales "inconvenientes" (a menudo las personas con discapacidad psíquica son
utilizadas por delincuentes por su fácil manejabilidad) (María López, 2006). Posiblemente estas
circunstancias han intervenido también en la no percepción de su disminución intelectual o
alteración mental (con frecuencia se considera que sus dificultades de aprendizaje,
inadaptación, etc. son debidas a la procedencia de un entorno empobrecido y marginal),
careciendo de diagnóstico. También en relación con estos aspectos del medio hemos de
considerar las grandes dificultades que se plantean cuando se pretende la reinserción tras el
paso por el sistema penitenciario cuando el entorno de procedencia es inadecuado, por lo que
no es infrecuente la reincidencia, problemática que emerge en las diversas discusiones sobre el
tema, (como tenemos constancia en nuestras reuniones del Foro Andaluz del Bienestar
Mental), y se plasma en las reseñas de conferencias y reuniones de expertos (Pedro Fernández,
2004).
Por otra parte, de ninguna manera debemos pensar que las personas con discapacidad
psíquica tienen proclividad al delito o que son potencialmente peligrosas. Aunque la visión
popular y la leyenda atribuya a la perturbación mental la comisión de delitos violentos, se trata
de una creencia absolutamente errónea, que perjudica la imagen social y la integración social
de las personas con discapacidad (María López, 2006). Cuando las personas con discapacidad
psíquica viven en un entorno normalizado y siguen el tratamiento adecuado no tienen
problemas de infracción legal. Así, diversos estudios, revisiones de investigaciones y trabajos
de metaanálisis del tema han constatado que aunque entre un 30% y un 60% de las tasas de
incidencia en delincuencia juvenil corresponda a chicos y chicas con discapacidad (problemas
de aprendizaje, retraso mental, alteraciones emocionales o de conducta), la relación entre
discapacidad psíquica y delincuencia es aparente, al intervenir de forma decisiva diversos
factores de la historia personal y familiar del sujeto y de su entorno (Rutheford et al., 2001,
2002; Morris y Morris, 2006).
Como hemos indicado, en la actualidad se sigue trabajando en múltiples frentes al ser el tema
complejo y multidimensional. Señalamos algunas acciones concretas. En cuanto a los
instrumentos materiales o documentales, profesionales del departamento de Trabajo Social y
Servicios Sociales de la Universidad de Alicante han elaborado un protocolo informatizado que
permite la recogida de información sobre diversos aspectos relativos al proceso de
intervención en cada caso, facilitando así el seguimiento estadístico de la situación del
colectivo de personas con discapacidad psíquica que han pasado por el sistema penal
penitenciario (presentado en el Seminario de expertos en reinserción social, celebrado en
Alicante, el 17 noviembre de 2006).
En el caso de personas que han pasado al sistema penitenciario, respecto a las medidas
alternativas no privativas de libertad para facilitar la reinserción, teniendo en cuenta la
atención adecuada a la discapacidad se ofrecen diferentes medios, en coordinación con
asociaciones y centros especiales de empleo protegido y talleres ocupacionales, saliendo la
persona a dicho centro, o bien entrando en el centro penitenciario los profesionales que
dirigen y tutorizan este tipo de talleres y actividades alternativas (como se ha indicado, la
normativa penitenciaria admite la colaboración, fundamentada en un programa aprobado por
el centro).
Como vemos, es enorme la amplitud y complejidad del tema. Por nuestra parte solamente
hemos pretendido referir sucintamente algunos de los planteamientos básicos, líneas de
trabajo y acciones realizadas, y la indicación de algunas otras que en la actualidad se están
desarrollando. Debemos señalar que no nos consideramos en absoluto expertas en el tema.
Nuestro ámbito específico de trabajo es la formación del profesorado para la respuesta
educativa a las necesidades especiales que plantea la discapacidad, pero el interés e inquietud
por nuestra propia actualización y mejora profesional nos lleva a participar en grupos
interdisciplinares interesados en el ámbito de la atención de las personas con discapacidad
desde diversos campos, participar en actividades e investigaciones, solicitar documentación,
etc. que nos enriquece y ayuda a mejorar nuestro trabajo formativo universitario. En este
sentido debemos manifestar nuestro reconocimiento a los compañeros y compañeras
integrantes del Foro Andaluz del Bienestar Mental, en cuyas reuniones de la comisión ejecutiva
se abordan diversas temáticas, conforme a la planificación prevista, pero también
espontáneamente se comentan y discuten incidencias profesionales, siendo un tema
recurrente la problemática abordada en este trabajo, particularmente en los intercambios con
los profesionales pertenecientes al ámbito jurídico y la abogacía, y en especial el coordinador
del Foro, quienes han motivado nuestro interés en este tema. Del mismo modo, debemos
agradecer a FEAPS Andalucía la facilitación de su Guía (FEAPS, 2006). Estamos convencidas de
que la información, el conocimiento compartido de un tema y el trabajo colaborativo
interprofesional contribuyen a mejorar cualquier situación.
Por nuestra parte deseamos, en esta ocasión, compartir nuestra visión del tema abordado con
las personas participantes en este congreso, y enriquecernos mutuamente con las
aportaciones que otras personas puedan ofrecer en este evento, desde otras perspectivas,
campos o temas abordados, y los distintos contextos donde desarrollen sus actividades.
Referencias bibliográficas
Defensor del Pueblo Andaluz (1998). Informe especial sobre la situación de los enfermos
mentales internados en centros penitenciarios andaluces. Sevilla
FEAPS (2006) Guía de intervención para personas con discapacidad intelectual afectas por el
régimen penal penitenciario. Madrid: FEAPS.
Fernández, Pedro (2004). Presos con discapacidad, doble condena. cermi.es El periódico de la
discapacidad, nº 24, septiembre de 2004 http://www.cermi.es/NR/rdonlyres/D61E7F72-01FC-
4FC7-A5E4-D84B72B962F0/400/2425.pdf
Morris, Kimberly A. y Morris, Richard J. (2006) Disability and juvenile delinquency: issues and
trends. Disability and Society, 21 (6), 813-627.
Rutherford, R.B.Jr,; Bullis, M.; Anderson, C.W. y Griller-Clark, H.M. (2002). Youth with
disabilities in the correctional system: prevalence rates and identification issues. Washington,
DC: Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention.
Rutherford, R.B.Jr.; Griller-Clark, H.M. y Anderson, C.W. (2001). Treating offenders with
educational disabilities. En J. B. Ashford, B.D. Sales y W. H. Reid (Eds). Treating adult and
juvenile offenders with special needs. Washington, DC: American Psychological Association.