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Informe Mapuche

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Prólogo

Se dice que el pueblo mapuche (del mapudungun mapu: tierra y che: gente,
“gente de la tierra”) es una mezcla de pueblos originarios, según el historiador
Ricardo Latchman. En tiempos relativamente cercanos a la conquista española y
poco antes de la incaica, vino desde argentina un pueblo patriarcal, guerrero y
cazador, estos invasores se incrustaron como una cuña, en otro pueblo mas
antiguo, matriarcal, agricultor y pacifico llamados huilliche y picunche , fue
entonces donde comenzó el fenómeno de mezcla de razas y nació la etnia
mapuche.

Para otro historiador llamado Tomás Guevara los mapuches, huilliches y


picunches son los mismos, y se diferencias unos de otros por una cuestión
geográfica norte, centro y sur, ya que los mapuches vivían en lugares con una
geografía mas difícil de vivir lo que condicionó su característica de indígenas
luchadores. Y los otros vivían en lugares más planos por lo que hacía su calidad
de vida más simple.
Introducción

Creemos preciso hacer un estudio desde la historiografía, para evaluar


correctamente la “cuestión mapuche”, es necesario desideologizar el tratamiento
del tema, recurriendo a diferentes fuentes objetivas.

La cuestión mapuche comienza con la llegada de la corona española a


territorio chileno, la cual sometió a esclavitud a los indígenas de la zona
quitándoles y apropiándose de sus terrenos. A lo largo de los años esto ha
significado una constante lucha entre ambas partes, por lo que se le ha tratado de
dar solución a este conflicto mediante la aplicación de diversas leyes las que no
han sido legisladas o recepcionadas de buena manera por parte de los gobiernos
de turno y el pueblo mapuche respectivamente.

Hasta el día de hoy esta problemática sigue presente, a través de las


diferentes manifestaciones de los mapuches mostrando su descontento. Este
conflicto ha servido como escusa de abusos y represalias entre estos bandos.
El conflicto mapuche

El actual conflicto territorial mapuche tiene sus inicios con la llegada de la


corona española a territorios americanos de la mano de Diego de Almagro, el cual
desde el Cuzco inicia una expedición hacia el sur (territorio conocido actualmente
como Chile) con el objetivo de encontrar nuevas riquezas; era el año 1536, fecha
que señala el descubrimiento de Chile .

Luego del descubrimiento, al no encontrar tales riquezas Almagro vuelve al


Cuzco. Al cabo de tres años el capitán Pedro de Valdivia decide emprender un
nuevo viaje a Chile con el fin de conquistarlo. El 12 de febrero de 1541 funda la
ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura. Con la fundación de dicha ciudad
los conquistadores comienzan con la repartición de tierras e indios, estos para
proporcionar obreros a los españoles. Grupos de varios cientos o miles de indios
eran entregados a los personajes más destacados para que utilizasen su trabajo a
cambio de la obligación de cuidarlos y ejercer una tutela sobre ellos. Como los
indios eran encomendados a los españoles, el sistema se llamó “encomienda”. El
sistema de encomiendas se prestó para infinidad de abusos y crueldades, esta fue
una de las causas de la desintegración de las comunidades indígenas y del
descontento de su población.

Durante la colonia, con el propósito de mantener tranquilos a los indígenas


y concertar condiciones de paz, los gobernadores celebraban con ellos grandes
reuniones. El primero fue dispuesto en 1641 en Quillín por el marqués de Baides.
Los gobernadores eran acompañados por otras autoridades y contingentes de
tropas. Los caciques acudían con sus hombres. Durantes varios días el jefe
español conversaba con los caciques y se llegaba a algún acuerdo, luego seguían
demostraciones de poder bélico de ambas partes y todo concluía con largas
comilonas, borracheras y la alegría en general. Tales reuniones no siempre
producían los efectos esperados; sin embargo, correspondían a una necesidad del
contacto fronterizo. La Corona y la Iglesia desplegaron un gran esfuerzo para
proteger a los indios contra los abusos de los encomenderos. Infinidad de reales
cédulas fueron extendidas con ese objeto y muchos sacerdotes y autoridades
libraron campañas en su favor. El rey estableció incluso el cargo de protector de
naturales de Chile con la misión principal de vigilar el cumplimiento de las leyes
protectoras. Sin embargo, todas estas medidas fueron inútiles.
Mariano Egaña, jurista, bajo el gobierno de José Miguel Carrera, dictó las
primeras leyes acerca de los indígenas en la nueva República de Chile, en el año
13 del siglo XIX. Son leyes que orientaban a “liberar a los indígenas de la
condición oprobiosa a que los habían sometido la Corona”, como decía, más o
menos, el preámbulo de la ley. El sistema liberal que ha adoptado Chile no puede
permitir que los indígenas, continúen en tal estado de abatimiento. Por lo tanto,
declaro que para lo sucesivo deben ser llamados ciudadanos chilenos y libres
como los demás habitantes del Estado.

En 1819 Bernardo O´Higgins dictó un decreto declarando la igualdad de los


indígenas con el resto de la población. Los indígenas debían ser llamados
“ciudadanos chilenos, y libres como los demás habitantes, del Estado
concurriendo por sí mismos a la celebración de toda clase de contratos…”. Dicha
igualdad legal tuvo como consecuencia que todas las tierras que les pertenecían
fueron compradas, o tan sólo apropiadas, por los fundos y haciendas que los
rodeaban. La frontera se mantuvo en el periodo posterior a la Independencia. Un
ejército fronterizo heredero del tiempo colonial pagado por el Real Situado de la
Corona y luego por el presupuesto nacional de la República, cruzaba todos los
veranos el río Bío-Bío, y se adentraba en el territorio mapuche para quemar
sementeras y ranchos, a estas incursiones se les llamaba «campeadas».

A la mitad del siglo XIX se mandó a realizar un censo de población y se estimó


que sólo vivían treinta mil personas en toda la Araucanía, territorio comprendido
desde el río Bío-Bío hasta Valdivia. A lo largo de este siglo se preocuparon por
implementar la ocupación de la región de la Araucanía, en 1850 llegaron los
primeros colonos alemanes a Valdivia, Puerto Octay y Puerto Montt. Al poblarse
de alemanes la zona austral, la suerte de los mapuches quedó sellada. Se
encontraron entre dos fuegos expansivos. Por el norte era la Republica de Chile
agrícola y hacendal que requería más tierras de labranza y por el sur la colonia
alemana exitosa, industrial, modelo de lo que debían ser esas tierras maravillosas.

Entre el año 1866 y 1880 hubo avances y retrocesos, pero en buena


medida los mapuches lograron mantener su territorio. Fueron quince años de
guerras, destrucción de casas, robo de ganados e incendios de sementeras, por
parte del Ejército de Chile. En el año 1866 se dictaron las primeras leyes de
ocupación, Cornelio Saavedra, coronel primero y luego general, fue el verdadero
pensador y ejecutor del avance del territorio chileno hacia el sur. Las tierras fueron
declaradas fiscales para evitar que los aventureros y especuladores se apropiaran
de todos los recursos y no dejaran espacio para la inmigración extranjera. Durante
1880, el Estado chileno se abocó a ocupar militarmente la zona e integrarla a la
economía nacional. Entre 1881 y 1883 una expedición militar –compuesta por más
de 2.000 hombres de infantería, caballería, y artillería, con los más modernos
pertrechos (recientemente usados en la Guerra del Pacífico) –se fue abriendo
paso hacia el sur, estableciendo una serie de fuertes, que constituyeron una línea
de avanzada en el territorio. Estos fuertes fueron la base de las actuales ciudades
de Victoria, Collipulli, Lautaro y Temuco. La población mapuche fue desplazada
hacia la cordillera o reagrupadas en tierras de menor valor agropecuario.
Paralelamente el establecimiento de las reducciones, se intensificó la venta,
arriendo y remate de las tierras indígenas a comerciantes y militares asentados en
la frontera, y a colonos españoles, suizos, franceses y alemanes.

En 1866 se promulgó la Ley de ocupación, que dio un gran impulso al


despojo de las tierras mapuches, que fueron declaradas propiedad fiscal para
poder enajenarlas o entregarlas en concesión, impidiendo así las transacciones
entre mapuches y particulares. Luego se creó la comisión Radicadora de
Indígenas hijuelas individuales (1883), que dio inicio al proceso de reubicación de
la población mapuche en reducciones, que se prolongó hasta 1929. La ley de
1866 y las leyes posteriores establecían que a los indígenas se les daría un título
gratuito sobre las tierras que poseían llamado “título de merced”. La entrega de
títulos de merced significó la liquidación de los espacios jurisdiccionales de los
mapuches y la reducción de las propiedades a las tierras de labranza alrededor de
las casas que con anterioridad habían tenido. Los mapuches fueron confinados en
cerca de 3.000 reducciones de 500 mil hectáreas de un territorio original estimado
en 10 millones de hectáreas, siendo las tierras restantes destinadas por el Estado
a la colonización extranjera o a la conformación, del latifundio a través de su
remate en subasta pública. A contar de 1920, el Estado promovió la división de las
tierras mapuches, así como su posterior enajenación a no indígenas. Leyes
especiales fueron dictadas en 1927, 1930, 1931 y 1961 para estos efectos. Entre
1931 y 1971 se dividieron 832 reducciones mapuches, dando origen al
parcelamiento de las tierras en hijuelas de propiedad individual.
El gobierno de Salvador Allende puso énfasis en la profundización de la
Reforma Agraria y en la constitución de los Centros de Reforma Agraria, para
facilitar la participación popular en la gestión, y a la vez impulsó una nueva ley que
favoreciese específicamente a los indígenas, particularmente a los mapuche.

La “Ley Indígena” de Allende

El logro principal del gobierno de Allende, fue la promulgación de una ley


que defendiese a la comunidad mapuche del peligro de la división, conforme al
marco legal dado por la vigente ley Nº 14.511, de 29 de diciembre de 1960, que
databa del gobierno de Jorge Alessandri y que buscaba facilitar el proceso de
división de las comunidades. La resistencia a esta división había sido la
reivindicación principal del movimiento mapuche, tanto bajo el liderazgo de
Venancio Coñuepán y la Corporación Araucana como bajo la conducción de las
organizaciones de izquierda: el Frente Único Araucano y, desde los años 60, la
Federación de Campesinos e Indígenas (FCI), vinculada al Partido Comunista y al
Partido Socialista, que sería desde 1967 la Confederación Nacional de
Campesinos e Indígenas Ranquil. Los estudios y la acción del Dr. Alejandro
Lipschutz y del Instituto Indigenista de Chile habían servido para apoyar la
conservación de la integridad de la comunidad en los años 50, pero bajo la nueva
ley de 1960 ésta se hallaba nuevamente en peligro. La “Ley de Indígenas” de
Allende fue promulgada el 15 de septiembre de 1972, con el Nº 17.729. Asignaba
la calidad de indígenas a los poseedores de derechos emanados de títulos de
merced o dominio otorgado por diversas leyes de 1866 a 1961, o de sentencia
dictada en juicio de división de una comunidad, o bien que habitando en cualquier
parte del territorio nacional, conservase características culturales provenientes de
“los grupos étnicos autóctonos del país” (Art. 1). En ese sentido, incluía a todas las
etnias, pero su texto estaba dirigido especialmente a los mapuches. Esta ley se
proponía restituir a las comunidades parte de las tierras que les habían sido
usurpadas desde la “Pacificación”, pero en este sentido fue modificada en el
parlamento con mayoría derechista y opositora irrestricta al proceso de reforma
agraria y de devolución de tierras al campesinado chileno y mapuche. En todo
caso, el Párrafo Tercero, de los artículos 17 a 28, estableció mecanismos para la
restitución de tierras en favor de los indígenas, y el Párrafo Cuatro, artículos 29 a
33, legisló sobre la expropiación de tierras para entregarse a los mismos,
rigiéndose por la ley de Reforma Agraria de Frei Montalva, Nº16.640. Se dispuso
que las tierras indígenas y otros efectos serían inembargables (Art. 15) y exentas
de pago de contribuciones fiscales (Art. 66). Algo que fue aprobado en el texto
legal, fue la constitución de un Instituto de Desarrollo Indígena, una antigua
aspiración de las organizaciones mapuche, que buscaba encauzar el apoyo
técnico y financiero a los proyectos de mejoramiento material de la explotación
agrícola, reemplazando la Dirección de Asuntos Indígenas creada por Ibáñez del
Campo en 1953. También se confió a este Instituto la protección de las tierras, el
resolver sobre las restituciones y expropiaciones (Art. 35), la división de las
comunidades (Art. 14), el desarrollo de la cultura y la artesanía, el estimular a los
indígenas a integrarse a las actividades nacionales con plenitud de derechos y
responsabilidades (Art. 68) y dispuso que las universidades reservasen matrículas
para estudiantes indígenas (Art. 72). El Instituto quedó dirigido por un Consejo
formado por nueve autoridades estatales y siete representantes campesinos
mapuches, elegidos en votación unipersonal, directa y secreta (Art. 40). La
derecha logró introducir modificaciones al proyecto de ley, para dejar en pie la
posibilidad de que las comunidades fuesen divididas, cuando fuese del interés de
la mayoría absoluta de los comuneros. También fue vulnerado el derecho de los
comuneros ausentes a su participación en la gestión de las tierras comunitarias
(salvo que la ausencia se debiese a razones de estudio o alguna causa ajena a la
voluntad del comunero), pero dejándoles el derecho a recibir el justo precio de su
acción o cuota (Arts. 4 y 5). En realidad, hubo personeros e intelectuales de
izquierda que no estaban plenamente convencidos de la importancia de asegurar
la integridad de la comunidad e incluso de la cultura mapuche, y postulaban la
necesidad de que este pueblo se dejase asimilar por la sociedad global.

El golpe de estado de 1973 y el pueblo mapuche

Una de las percepciones mapuche acerca del golpe de 1973, es que éste
comenzó en tierras mapuche antes que se manifestase el 11 de septiembre ante
todos. Hubo muchos operativos militares, bajo el pretexto de aplicar la Ley de
Control de Armas, en comunidades mapuche de Malleco, Cautín, y especialmente
en Valdivia, en torno a las actividades del MCR (Movimiento Campesino
Revolucionario) en focos como el Complejo Maderero Panguipulli. Pero también,
como sin duda aconteció en la sociedad chilena, no sólo los militares actuaron
contra los mapuches, sino que se dejaron instrumentalizar para saciar venganzas
personales de colonos y latifundistas wingka contra comuneros mapuche con y sin
militancia. Según Montupil, “Los militares y carabineros, en efecto, perpetraron
horrendas masacres contra el campesinado mapuche en: Lautaro, Cunco,
Melipeuco, en la provincia de Cautín; Lonquimay, en la provincia de Malleco; y
Panguipulli, en la provincia de Valdivia”.
Como dijimos, el golpe se adelantó en territorio mapuche. El Tercer Grupo
de Helicópteros, con asiento en Maquehue, y el Regimiento Tucapel, de Temuco,
iniciaron operaciones de allanamiento y ocupación de predios beneficiados por la
reforma agraria. El 29 de agosto de 1973 allanaron el Centro de Producción
Nehuentué, de Carahue, apresaron y torturaron al Presidente del Centro de
Producción Lobería, Juan Segundo Quían Antimán, quien falleció el 8 de
septiembre a consecuencia de estos crímenes. Desde el 11 de septiembre habría
muchos más como él.
El pueblo mapuche acrecentó largamente su propio martirologio y lo
incorporó al del pueblo chileno. Además de los ejecutados y detenidos
desaparecidos, muchos mapuches sufrieron en carne propia la represión, el daño
físico y moral, la cárcel y el exilio. Esta situación fue generando el resurgimiento
del conflicto del pueblo mapuche frente a sus opresores civiles y militares, a partir
de que la dictadura impusiese el Decreto-Ley 2.568, que trataría de disolver
definitivamente a las comunidades. Esta ley pretendió eliminar definitivamente la
existencia de la población indígena mapuche en la medida que el articulo primero
de ese decreto establecía que “las hijuelas resultantes de la división de las
reservas dejaran de considerarse tierras indígenas e indígenas sus dueños y
adjudicatarios”. Este ataque a las comunidades mapuches, en vez de lograr su
objetivo, produjo un efecto inverso, se puso en marcha la reconstitución de un
nuevo movimiento indígena que se enlazó con el movimiento político de lucha
contra la dictadura y restauración de la democracia en el país con la elección de
Patricio Aylwin como presidente. El triunfo del candidato de la concertación y la
instalación de un gobierno democrático comprometido con las principales
reivindicaciones indígenas, rápidamente instalo una Comisión Especial sobre
pueblo indígenas, cuya tarea central era apoyar la elaboración de un proyecto de
ley indígena que respondiera a las principales demandas de estos pueblos. Esto
culminaría con la aprobación de una ley en octubre de 1993.

Esta ley, aprobada el 27 de septiembre de 1993, nació del compromiso de


Patricio Aylwin en 1989, en el marco de su campaña presidencial. El entonces
candidato firmó el denominado Acuerdo de Nueva Imperial, que incluía una nueva
relación entre el Estado chileno y los pueblos originarios de Chile. La ley reconoce
cinco etnias: mapuche, aimará, rapa nui, etnias atacameñas (quechuas y collas) y
etnias australes (kawashkar y yamana), con alrededor de un millón de personas,
un estimado de 7% de la población del país.

Sin embargo, la ley ni siquiera alude a los "pueblos indígenas" ni al


concepto de "comunidad". El artículo tercero se centra en los individuos indígenas,
quienes tendrán tal calidad en tanto cuenten con el certificado que, según la Ley
Indígena, le corresponde otorgar a la Corporación Nacional de Derecho Indígena
(Conadi), creada por la misma ley. Según esta normatividad, las "comunidades
indígenas" podrán estar conformadas por cuando menos 10 personas, deberán
contar con estatutos, y cada uno de sus integrantes "deberá ser individualizado".
La Conadi poseerá un registro tanto de los individuos indígenas como de las
"comunidades". La Conadi también se erige como el organismo garante y rector
de los procedimientos de la ley. El presidente de la República puede nombrar y
remover al director de esa instancia. Junto al director habrá un consejo integrado
por cinco subsecretarios de gobierno, tres consejeros presidenciales y ocho
representantes indígenas. Las decisiones podrán ser tomadas por mayoría simple
y, evidentemente, el Ejecutivo cuenta con nueve votos "incondicionales", de un
total de 17 consejeros.

La Ley Indígena otorga facultades absolutas al Ejecutivo. La administración


y operación del Fondo de Desarrollo Indígena, así como los requisitos que deben
cumplir los consejeros indígenas, son decisión de la Presidencia. Posterior a la
dictación e implementación de la nueva ley indígena se produce una nueva
demanda que va a ir concentrándose cada vez más en el tema de la restitución
histórica de las tierras indígenas usurpadas. Se constituye una dirigencia indígena
que es cooptada por el Estado, especialmente por la estructura de la CONADI,
que los integra como funcionarios públicos a ese organismo o como beneficiarios
de los diversos programas de desarrollo y de compra de tierras. Un sector de los
indígenas parece integrarse a esas políticas publicas de carácter indigenistas, y
otro sector tiende a rechazar esa política y busca mayores grados de
reconocimiento, de autonomía y de restitución más acelerada de las tierras. Asi se
percibe la aparición de un movimiento indígena más radicalizado que cuestiona
fuertemente la política indígena del gobierno. Se comienza a hablar de un fracaso
de la ley indígena que no logro sus objetivos y la necesidad de reevaluar toda la
política indígena del gobierno, para responder a la nueva coyuntura de carácter
más confrontacional. Muchos indígenas son tomados presos por sus acciones de
lucha, y considerados terroristas, esto marca un cambio cualitativo en la situación
y sin duda esto parece estar impactando fuertemente en la opinión pública que
ahora mira con más recelo una adhesión a la situación de los indígenas.

El aniversario de los diez años de la Ley Indígena fue un momento de


evaluación de lo que esa ley a posibilitado y de lo que no a podido responder
frente a las demandas indígenas. Cabe destacar la creación por parte del gobierno
de Ricardo Lagos de la Comisión Verdad Histórica y Nuevo trato de los Pueblos
Indígenas, cuyo informe fue entregado el 28 de octubre de 2003.
Desgraciadamente, el informe no tuvo el impacto público adecuado y sus
propuestas y recomendaciones no se han implementado por parte del gobierno.

En la actualidad 32 comuneros mapuches se encuentran detenidos a causa


de la aplicación de la Ley Anti-Terrorista. Esta ley 18.314 o ley Antiterrorista fue
promulgada el 16 de mayo de 1984 durante la constitución de 1980, periodo de
dictadura militar. Década caracterizada principalmente por el aumento de
protestas, las cuales, fueron sancionadas ante los juicios militares causando la
promulgación de esta ley, con la finalidad de castigar de una forma más rápida y
severa dichos actos.

¿Qué se entiende por delito terrorista en Chile?

La Real Academia de la Lengua Española define la palabra “terrorismo”


como la “dominación por el terror; sucesión de actos de violencia ejecutados para
infundir el terror”.

En concreto, se entiende por “terroristas” los delitos de homicidio, lesiones,


secuestro (encierro, detención, retención de una persona en calidad de rehén y/o
sustracción de menores), envío de efectos explosivos, incendio y estragos, las
infracciones contra la salud pública y el descarrilamiento, siempre y cuando
ocurran en las siguientes circunstancias:

- Que el delito se cometa con la finalidad de producir en la población o en una


parte de ella el temor justificado de ser víctima de este tipo de delitos
- Que se cometa mediante artificios explosivos o incendiarios, armas de gran
poder destructivo, medios tóxicos, corrosivos o infecciosos u otros que pudieren
ocasionar grandes estragos, o mediante el envío de cartas, paquetes u objetos
similares, de efectos explosivos o tóxicos
- Que el delito sea cometido para arrancar resoluciones de la autoridad o
imponerle exigencias

Tomadas estas consideraciones básicas, también se incluyen en la lista de


actos terroristas otros delitos como:
- Apoderarse o atentar en contra de una nave, aeronave, ferrocarril, bus u
otro medio de transporte público en servicio, o realizar actos que pongan en
peligro la vida, la integridad corporal o la salud de sus pasajeros o tripulantes
- Atentar en contra de la vida o la integridad corporal del Jefe del Estado o de
otra autoridad política, judicial, militar, policial o religiosa, o de personas
internacionalmente protegidas, por los cargos que ejercen
- Colocar, lanzar o disparar bombas o artefactos explosivos o incendiarios de
cualquier tipo, que afecten o puedan afectar la integridad física de personas o
causar daño
- La asociación ilícita cuando ella tenga por objeto la comisión de delitos que
deban calificarse de terroristas
- Los delitos de secuestro, sea en forma de encierro o detención, sea de
retención de una persona en calidad de rehén y de sustracción de menores,
cometidos por una asociación ilícita terrorista, serán considerados siempre como
delitos terroristas

Una de las últimas modificaciones que sufrió la norma, antes de las


aprobadas recientemente en el Congreso, incorporó un artículo que especifica que
aquella persona que “solicite, recaude o provea fondos con la finalidad de que se
utilicen en la comisión de cualquiera de los delitos terroristas” mencionados
anteriormente, será sancionada con pena de presidio.

En los últimos años los hechos han afectado a un grupo de mapuches,


condenados a 10 años de prisión por el atentado incendiario a una empresa
forestal en el sur del país (las cuales ocupan la mayoría de los territorios
mapuches) a pesar de que el conflicto fue entre particulares y sin vidas humanas
perdidas.
INSTITUTO PROFESIONAL
TEATRO LA CASA

EL CONFLICTO DEL PUEBLO MAPUCHE

DESDE LA COLONIA HASTA NUESTROS


TIEMPOS

KARINA MEZA
KATHERINE MUJICA
LAURA ROJO
FELIPE RUBIO

SANTIAGO – CHILE
2011
Conclusión

A lo largo de la investigación de este trabajo hemos podido darnos cuenta


que el conflicto mapuche se viene arrastrando desde hace ya muchos años atrás,
donde desde el principio de nuestra historia se han pasado a llevar los derechos
de los indígenas y ellos hasta el día de hoy mantienen en pie la lucha por la
recuperación de sus tierras.
Claramente la única solución a este conflicto es la modificación de las leyes
que rigen sobre los indígenas y sus derechos, ya que este es el fondo de donde
parte toda la problemática, pero obviamente hay que contar con el parecer de
ambas partes, donde sean escuchadas las demandas.
Referencias bibliográficas y links

- Villalobos, S. Breve Historia de Chile. Ed. Universitaria. 218 págs.


- www.memoriachilena.cl
- www.leychile.cl

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