El Credo
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El Credo
Tema 1
No basta con creer, hay que saber dar razón de nuestra esperanza. Puede
que uno esté convencido de sus creencias, pero: ¿qué ocurriría si alguien
nos pidiera una explicación valedera del porqué creemos en eso? ¿Cómo
podremos estar alertas para advertir una posible desviación de nuestra
doctrina católica apenas ésta se produce? ¿Estamos capacitados para
defender las verdades de nuestra fe ante tantas doctrinas que intentan
desvirtuar la fuerza y la verdad del Evangelio de Jesucristo?
No basta con creer. Hay que saber ayudar a creer y mantener sin
adulteración la fe que profesamos y el mensaje que anunciamos.
Hoy, más que nunca, amar a Dios debe significar también amar nuestra fe y
lo que la Iglesia nos enseña. Y no podremos amar lo que no conocemos bien.
El depósito de la fe que hemos recibido tras veinte siglos de evangelización,
tiene un valor tan grande que no podemos exponerlo a alteraciones o malas
interpretaciones. Tiene un valor tan grande, que merece conocerlo y tratar de
entenderlo lo mejor posible. Y sobre todo, tratar de vivirlo, para demostrar así
que vivimos lo que creemos, y creemos lo que predicamos.
«Yo creo»
«Yo te creo»
Decir «yo creo» significa no solamente el «creo en ti», creo en Dios, sino «te
creo», creo en esa palabra que me has dicho, creo a Dios que me ha dado
su Palabra, ha entrado en diálogo conmigo, se me ha manifestado, se me ha
revelado. La fe, este «yo creo», no es el resultado del esfuerzo pensante del
hombre, sino que es el fruto del diálogo de Dios con los hombres, en el que
Él tiene la iniciativa gratuita y misericordiosa.
Cuando digo «creo», confieso a un Dios que está antes que yo y antes que
todos nosotros. La fe no es lo que yo me imagino, sino lo que oigo y me es
dado y me cuestiona interiormente.
Si creo como cristiano, esto significa que tengo que entender a Dios y vivir mi
fe de acuerdo al mensaje del Evangelio, tal como nos lo reveló Jesucristo.
Tengo que ver a Dios como ese Padre que Jesús nos mostró a través de sus
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15/4/2015 EL CREDO: SÍMBOLO DE NUESTRA FE
enseñanzas, y cumplir los mandamientos que Cristo nos dio. Si soy cristiano,
tengo que reproducir en mí la imagen de Jesucristo, hasta llegar a decir: «No
soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 20). Si soy cristiano,
tengo que hacer de Jesús mi único Salvador y Señor, y creer que Él es el
Camino, la Verdad y la Vida.
Finalmente, si cuando digo «yo creo» estoy haciendo el acto más personal
de mi existencia, al mismo tiempo e inseparablemente estoy afirmando que
este «yo creo» es en Iglesia y como Iglesia. Creemos a través de la Iglesia,
vinculados a su propia historia y participando de su experiencia. Creo dentro
de la Iglesia, siendo parte de ella: a pesar de mi miseria y limitaciones para
creer y entender, puedo conservar una fe, una confianza absoluta y humilde,
gracias a la Iglesia, creyente y oyente de la Palabra.
Los símbolos de la fe
Hoy se sabe que se demoró mucho tiempo para redactar el Credo. Este
«mucho tiempo» significa aproximadamente tres siglos para llegar a su forma
definitiva.
Decir «yo creo» es optar con seguridad por alguien; pero esto no
elimina los momentos de duda que puedan existir. Nada ni nadie puede
suprimir la libertad de Dios y la libertad de los hombres.
Decir «yo creo» es dejar a un lado unas seguridades que vienen de otra
parte y tomar como única seguridad a Aquel en quien creo.
Cuestionario
4. Algunos dicen con frecuencia: «Yo me las entiendo a solas con Dios»,
«a mí Jesús me dice algo, pero de la Iglesia no quiero saber nada».
¿Qué respuesta das a estas objeciones desde el apartado «Yo creo
eclesialmente»?
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