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Los motivos por los que se lleva a un niño a consulta con un especialista de la salud

mental son múltiples y muy variados; por lo general, son los padres quienes solicitan
una evaluación para su hijo porque identifican en él algo que consideran un “síntoma
anormal”, o porque alguna otra persona, por ejemplo, una maestra o autoridad en la
escuela, les señala que el pequeño tiene problemas.

Sin embargo, lo que puede tener valor de síntoma para los adultos no necesariamente
lo tiene para el niño. Cuando se trabaja con menores es necesario tomar en cuenta
que no es él quien solicita la consulta, sino que son otros los que requieren que se le
evalúe y se le trate.

En la actualidad, se ha puesto muy de moda en las escuelas que cuando un niño no


aprende o tiene problemas de conducta, se le canaliza de inmediato al psicólogo, lo
que es adecuado en ocasiones, pero en otras es posible que la maestra o los métodos
de enseñanza sean los que estén fallando, o bien algún otro factor que no sea de
origen psicológico. De cualquier manera, una de las quejas más frecuentes por las que
se lleva a un niño a evaluación psicológica es por problemas de aprendizaje o
escolares. Esto obviamente tiene que ver con las expectativas y fantasías que los
padres tienen acerca de sus hijos, para quienes resulta una herida narcisista el que sus
pequeños no se desempeñen tan bien como otros.

Al trabajar con niños siempre debe tenerse en cuenta —como lo mencionaba Freud—
que están inmersos en una situación edípica triangular y que se encuentran en proceso
de estructuración, lo que implica que los síntomas del niño casi siempre sean un reflejo
del conflicto de y entre los padres.

Esto plantea que no es posible hacer una evaluación del niño sin valorar la situación y
la dinámica familiar. En este punto es necesario recordar que la terapia familiar surgió
del trabajo clínico con niños. Es por esto que la primera labor del psicólogo que trabaja
con niños podría consistir en hacerles ver a los padres que tienen que involucrarse y
participar en el tratamiento de sus hijos, aunque a veces sea difícil que acepten su
participación, sobre todo cuando el menor se ha convertido en el “chivo expiatorio” de
la familia.

La obligación del psicólogo es lograr una comprensión “objetiva” de la situación;


concuerde ésta o no con las expectativas de los padres y proponer el tratamiento
adecuado. Es claro que hay ocasiones en que no se requiere tratamiento alguno, en
ese caso es necesario orientar a los padres en relación con el problema que plantean.
las pruebas proyectivas están poco estructuradas porque se trata de que el sujeto
proyecte sus características individuales. Suponen que mientras más vagos sean los
estímulos más pone el sujeto de sí mismo, pues tiene que estructurar más la respuesta
con base en su individualidad.

La intención es llegar a un diagnóstico psicodinámico que permita elegir una


perspectiva de tratamiento que pueda liberar al niño de sus síntomas sin
estigmatizarlo.

Otro aspecto que hay que observar en la entrevista con niños es si su comportamiento
es diferente cuando están los padres que cuando no están. En una ocasión, una señora
llevó a su hija a consulta porque le habían dicho que era hiperquinética. Cuando la niña
estaba en presencia de la madre, la inquietud era mucho mayor que cuando estaba
sola con el entrevistador, lo que parecía indicar que la ansiedad de la madre
aumentaba los síntomas de la niña.

Si se quiere trabajar con niños es necesario expresarse de tal manera que nos
entiendan, esto es ponerse a su altura; una de las virtudes de la técnica de Melanie
Klein es hablarle al pequeño en sus mismas palabras y jugar con él como si estuviera a
su altura, volverse semejante en edad durante el juego. Algo así debe hacerse en la
entrevista, se tienen que buscar estímulos que sean atractivos para el pequeño.

Desde la primera entrevista con el menor, es importante prestar atención a cómo se


separa de sus padres, cómo se relaciona con nosotros, cómo se comporta dentro del
consultorio y los espacios que utiliza. Si se trata de escolares, es conveniente
averiguar de qué manera se le planteó la situación de ir con el psicólogo, qué opinión
tiene de los mismos, qué significado tiene para él ir a consulta, qué es lo que espera.
Como lo menciona Arfouilloux (1977), debe propiciarse que el niño informe sobre las
cosas que le agradan y le desagradan, así como de sus juegos predilectos, sus
actividades, sus amistades, maestros, padres, hermanos y todas las relaciones que
sean significativas para él.

Es probable que cuando se le interrogue sobre estos rubros, en ocasiones se muestre


reticente a contestar o simplemente diga que no sabe, como una resistencia. Sin
embargo, por lo general, el niño que es llevado a consulta casi siempre ha sido
señalado, ya sea en la escuela o en la casa, y sabe por qué se le lleva con el
especialista. Armida Aberástury (1962) considera que desde la primera entrevista, el
pequeño muestra una serie de expectativas con respecto al tratamiento y resolución de
conflictos.

La ansiedad que el niño puede mostrar ante la entrevista, por lo común se debe a que
se da cuenta que se le lleva a consulta porque no está cumpliendo con las expectativas
que sus padres tienen de él, esto le causa angustia debido al temor que experimenta al
sentir que por este motivo quizás sea rechazado por sus progenitores. Por otra parte,
también puede influir la imagen que tiene de sí mismo y que en muchas ocasiones se
encuentra devaluada.

Estos aspectos se ponen de manifiesto a través de diversas conductas durante la


entrevista o aplicación de las pruebas, así, en ocasiones, entre otros comportamientos
pueden observarse actitudes negativas, mutismo, agresión, llanto, apatía, mal humor,
indiferencia, inestabilidad e inquietud. Es muy importante tomar en cuenta en qué
momento se presentan estas conductas, para interpretar su significado.

Muchas veces, los padres por querer evitar que el niño sufra, no hablan de las
situaciones traumáticas, con lo cual impiden que éste elabore el suceso.

La actitud de los adultos tal vez refuerce erróneamente la idea de que la situación es
tan difícil que no se puede hablar de ella (James, 1989).

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Capítulo 2

¿Qué es una prueba psicológica? Las pruebas psicológicas son instrumentos de los que
se vale el psicólogo para llevar a cabo sus evaluaciones. Para hacer un uso adecuado
de ellas es necesario conocer los fundamentos teóricos que las sustentan, así como
poseer una capacitación adecuada sobre el manejo de las mismas. Existen diversas
definiciones de lo que es una prueba psicológica. Anastasia (1998) menciona que “una
prueba psicológica constituye esencialmente una medida objetiva y tipificada de una
muestra de conducta”.

También, al utilizar las pruebas, es conveniente tener en cuenta que no se mide la


conducta directamente, sino a través de reactivos o elementos que parecen tener una
correspondencia con el atributo que se desea medir.
Wechsler escribió: “La inteligencia es multifacética, así como multideterminada. Lo que
suele llamarse inteligencia, no es una habilidad en particular sino una competencia
total o capacidad global, que permite a un individuo consciente entender de una u otra
forma el mundo que le rodea y tratarlo de manera efectiva con sus retos” (Wechsler,
1944).

Las escalas Wechsler más recientes se basan en teorías del funcionamiento


cognoscitivo, por lo que se han agregado nuevas subpruebas que enfatizan la
importancia de la inteligencia fluida, medida por medio del razonamiento no verbal,
como son las subpruebas de Matrices, Conceptos con dibujos, y Palabras en contexto
(Pistas).

Aplicación del WISC-IV: El WISC-IV se encuentra organizado por 15 subpruebas, de la


cuales, 10 son esenciales y cinco suplementarias. Con fines de interpretación, y de
acuerdo con las nuevas teorías de la inteligencia, todas estas subpruebas se agrupan
en cuatro índices: el Índice de Comprensión verbal (ICV), el Índice de Razonamiento
perceptual (IRP), el Índice de Memoria de trabajo (IMT) y el Índice de Velocidad de
procesamiento (IVP). Cuando estos índices se unen, se obtiene la Escala de CI Total
(CIT), la cual sirve para ubicar a la persona evaluada dentro de la norma poblacional.

cada índice está compuesto tanto por subpruebas esenciales, como por algunas
suplementarias. Cuando no es posible aplicar una subprueba esencial, ya sea por las
características del evaluado o del ambiente de la evaluación, se puede administrar una
de las subpruebas suplementarias para sustituirla, siempre y cuando ésta pertenezca
al mismo índice de la subprueba esencial, así por ejemplo, si no es factible aplicar la
subprueba de Retención de Dígitos, que es esencial, se puede suministrar la subprueba
suplementaria de aritmética; otro ejemplo sería que si no es viable aplicar Claves, que
es esencial, se puede ofrecer en su lugar Registros. No es necesario administrar todas
las subpruebas suplementarias si las esenciales ya se han aplicado, ya que esto hace
que la evaluación sea muy larga y cansada para la persona examinada; se recomienda
aplicar las subpruebas suplementarias sólo en caso de que el sujeto tenga alguna
dificultad para realizar todas las subpruebas esenciales (alguna discapacidad motora,
auditiva, etcétera), o bien, cuando, con fines diagnósticos, se requiera corroborar
algún dato para la interpretación.
Durante la aplicación, el profesional tratará de formarse una impresión clínica general
del niño y de la reacción de éste ante la situación interpersonal que implica el examen.
Tres aspectos importantes de esta impresión clínica son:

• Las actitudes y comportamiento de la persona evaluada durante el momento de la


aplicación.

• La relación que se establece entre el examinador y el examinado (rapport).

• Las condiciones en las que se aplica el examen.

Es importante que el examinador sea lo más objetivo posible, de no ser así, se pueden
afectar significativamente las respuestas del niño y la interpretación de la prueba. En
la práctica, el profesional estará alerta de las actitudes de incomodidad del evaluado,
como son cansancio, frustración y enojo, entre otras. Si estas actitudes no se toman
en cuenta, pueden traer como consecuencia que el examinador adopte posturas
equivocadas ante el evaluado, exigiéndole demasiado, lo que producirá una ruptura de
la relación. También es posible que se dé demasiada indulgencia en el examinador, lo
que generaría aburrimiento y fastidio.

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Capítulo 4

El objetivo final de toda evaluación psicológica como la que se aborda en este libro, es
comprender al niño como una persona integrada. Esto es, tomar en cuenta tanto las
características propias de su individualidad, como aquellas que son dadas por la etapa
del desarrollo por la que atraviesa y por el ambiente específico en el que se
desenvuelve.

Aunque el diagnóstico psicológico del niño a través de las diversas técnicas psicológicas
muchas veces segmenta al individuo en aspectos cognoscitivos, afectivos y sociales;
estas características no se manifiestan de manera aislada y son las que dan a la
persona su carácter distintivo, es decir, son la base de lo que se denomina
personalidad.

Cuando el SNC se halla en determinado nivel de maduración se manifiestan nuevas


funciones, ejercicios o experiencias que pueden originar grandes cambios en el
desarrollo del niño, siempre y cuando en ese momento se proporcione la estimulación
adecuada. De este modo, el ambiente también juega un papel muy importante en la
maduración del niño, tanto así, que de hecho, organismo y ambiente pueden
considerarse una dualidad inseparable.

Perspectiva psicoanalítica:

Capítulo 8

El psicodiagnóstico clínico del niño es un proceso mediante el cual se integra la


información relevante acerca del paciente. La interpretación de esta información
siempre debe realizarse dentro del contexto de vida del niño, es decir, tomando en
cuenta los procesos del desarrollo físico y psicológico, la dinámica familiar y el contexto
educativo y social en el que se encuentra inmerso el niño. Cuando se elabora un
informe psicológico, éste siempre debe dar respuesta al motivo por el cual se realizó la
evaluación. Hay que recordar que una evaluación psicológica ofrece evidencias para la
toma de decisiones pertinentes en función del caso.

El primer paso en la evaluación del niño es la entrevista psicológica, que se recaba con
la información que proporcionan los padres, los maestros u otros profesionales como el
médico. Por lo general, en el psicodiagnóstico del niño se usa la entrevista abierta que
se propone en el capítulo 1, la cual debe complementarse con una historia clínica lo
más completa posible y con las conductas del paciente observadas tanto por los
informantes (padres, maestros, etcétera), como por el psicólogo que realiza dicho
psicodiagnóstico. Una buena historia clínica abarca aspectos del desarrollo psicomotor,
del proceso educativo, de la vida familiar, así como de experiencias médicas y
psicológicas del menor.

La evaluación, de preferencia, tiene que realizarse en un máximo de cinco sesiones,


considerando que no transcurra mucho tiempo entre la entrevista inicial, la aplicación
de las pruebas psicológicas y la entrega de resultados. En algunos casos, esta
evaluación puede llevarse a cabo en más de cinco sesiones, pues a veces se requieren
hasta dos sesiones para establecer empatía con el niño, por ejemplo, en casos de
abuso sexual.
EI diagnóstico psicológico tiene consecuencias trascendentales para la vida de las
personas, es por eso que el profesional del campo que utiliza este material debe estar
debidamente capacitado, no únicamente en el aspecto técnico de los instrumentos, que
implica el leer los manuales y estar familiarizado con la aplicación, sino también
conocer lo que puede obtener de ellos, los datos sobre su estandarización y el nivel de
generalización que es posible lograr para su uso en poblaciones específicas. Además,
se requiere que maneje la técnica de la entrevista tanto en niños como en adultos, y
que conozca las teorías que sustentan los datos (psicometría, psicología clínica infantil,
psicopatología y aspectos psicodinámicos en la estructuración de la personalidad del
niño). Esta tarea exige, de manera primordial, que el psicólogo sea una persona
integra y juiciosa, que contemple las implicaciones éticas y de responsabilidad que
conlleva establecer un diagnóstico clínico infantil.

El informe psicológico puede variar en su estilo o extensión, dependiendo de a quién se


dirija y en función de la atención que se brindará al paciente.

Contenido del informe

Ficha de identificación

- Motivo de consulta
- Observaciones de la conducta del niño y los familiares durante las sesiones de
evaluación

Instrumentos de evaluación

- Resultados de las pruebas psicométricas


- Resultados de las pruebas proyectivas

Conclusiones o impresión diagnóstica

Recomendaciones generales

Las metas más importantes en la redacción de un informe son la objetividad y la


precisión en la redacción, sin embargo, nunca es posible ser totalmente objetivo ya
que, en cualquier tarea que realice el ser humano y que involucre a otro u otros seres
humanos, siempre se juega la subjetividad del profesional.

Para la elaboración de un informe psicológico, es preciso tener en cuenta los siguientes


elementos:

• Integración de los datos.


• Contenido del informe.
• Claridad de la información.
• Extensión del informe.
• Consideraciones con respecto al diagnóstico y posible tratamiento.
• Comunicación de resultados y seguimiento.
• Manejo ético de los resultados.

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