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CONSERVADURISMO

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ACADEMIA DE FORMACIÓN Y DESARROLLO

POLICIAL PUEBLA-INICIATIVA MÉRIDA

“GENERAL IGNACIO ZARAGOZA”

LICENCIATURA EN SEGURIDAD Y PROTECCION


CIUDADANA

PREVENCIÓN SOCIAL DEL DELITO

Mariana Galicia Hernández.


En filosofía política, se denomina conservadurismo al conjunto de doctrinas y
movimientos políticos que favorecen el uso del poder político o la fuerza
del Estado para conservar o restaurar tradiciones —creencias o costumbres— de
un pueblo o nación que pueden ser de tipo religiosas, culturales o políticas (en estos
casos el término conservadurismo es entendido como un tradicionalismo en política
o mantener intacto un orden político presente —quizá el significado más
extendido— o como reaccionarismo o restauración de un orden político perdido), o
para —aun estando a favor de una reforma en políticas de gobierno, sociales o
económicas— impedir que el cambio sea radical y solo permitir el cambio gradual
(por ello para algunos grupos políticos el término conservadurismo puede ser más
equivalente a reformismo o gradualismo que a tradicionalismo o reaccionarismo).

El conservadurismo puede tomar o rechazar elementos de otras ideologías políticas


—como el liberalismo o el socialismo— con el propósito de conservar o restaurar o
reformar moderadamente determinado statu quo, un statu quo que evoluciona y con
ello hace evolucionar al conservadurismo que lo defiende. Dado que conservar,
restaurar y reformar moderadamente un statu quo al mismo tiempo son propuestas
mutuamente excluyentes, y que el statu quo no es el mismo en todo tiempo, lugar y
comunidad, el conservadurismo tiene un contenido ideológico movedizo
y relativista y la identificación de las ideas concretas sobre el orden político que
propone el conservadurismo suele ser confusa e inclusive contradictoria entre
autores y movimientos conservadores.

En el espectro político, por la valoración favorable que los conservadores tienen del
orden jerárquico con frecuencia se considera que están dentro de la derecha
política, sin embargo, dado que los conservadores también tienen una valoración
favorable del orden comunitario y defienden algún grado de colectivismo político
también pueden encontrarse conservadores en la izquierda política. Por la
valoración favorable a la moderación que existe en la tradición conservadora varios
grupos conservadores están organizados dentro del centro político (visto este como
una «política de consensos» entre una «derecha-liberal» y una «izquierda-
socialista»); la equivalencia entre centrismo y conservadurismo es la forma
mayoritaria de conservadurismo en los países de mayoría católica de Europa
continental y América Latina desde el final de la Segunda Guerra Mundial, países
donde los partidos conservadores que estaban tutelados por la Iglesia
católica evolucionaron —por recomendación de la Iglesia— del integrismo hacia
el demo cristianismo entre las décadas de 1930 a 1950.

Mariana Galicia Hernández.


Es importante distinguir entre usar académicamente el término conservadurismo
entendido como una filosofía política, y usar de manera informal el término
«conservador» para señalar una estimación personal o cultural favorable de
ciertos valores y hábitos familiares, religiosos o comunitarios tradicionales o
convencionales. Son dos usos distintos de la palabra «conservador» que, aunque
en ocasiones pueden coincidir no se refieren a lo mismo.

El uso informal de «conservador» entendido como tradicional o convencional a nivel


de moral personal no es un elemento exclusivo ni determinante del conservadurismo
entendido políticamente —para que el ser «conservador» moral se convierta en
conservadurismo en política necesita plantear sus inquietudes como un tema que
demanda la intervención del Estado para imponer legalmente alguna forma
de prohibicionismo a actividades pacíficas de terceros. Mientras que la sola actitud
«conservadora» moral, negándose a convertir sus preferencias personales en algún
prohibicionismo a terceros, es un rechazo al conservadurismo; tal actitud puede
hallarse en cualquier ideología política no-conservadora que le dé a ciertos valores
y hábitos convencionales un reconocimiento favorable como virtudes de la sociedad
civil, sin por ello imponer restricciones jurídicas a las libertades civiles.

Otra confusión que debe evitarse es identificar el conservadurismo en filosofía


política como una propuesta del sector «cristiano conservador» de las iglesias
evangélicas con origen en los Estados Unidos, sector que si bien puede tener
opiniones políticas en temas puntuales no plantea una ideología política en
particular ni es un movimiento político —los cristianos conservadores pueden no ser
conservadores políticos y en cambio estar alineados con la tradición liberal clásica
norteamericana de separación de la Iglesia y el Estado—, sino que básicamente es
un movimiento de interpretación teológica literalista de la Biblia que toma el nombre
«conservador» dado que defiende una «teología conservadora» enfrentada a la
denominada «teología liberal» (interpretación no-literalista) de otro sector de las
iglesias evangélicas de origen norteamericano.

En lo económico, los conservadores históricamente se posicionaron


como proteccionistas y mercantilistas, en oposición al libre mercado y al libre
comercio. El conservadurismo histórico no es, en general, adverso por principio
al intervencionismo económico (generalmente para promover o defender la
industria «nacional» o el desarrollo de actividades que se ven como esenciales para
lo que consideran el bien o interés nacional) ni al Estado de bienestar (casos
representativos son las corrientes del socialismo conservador, algunas formas
de socialcristianismo, y el conservadurismo progresista), a la vez que tiende a
expresar alguna preferencia por la propiedad privada pero con importantes
restricciones del Estado, junto con la prudencia fiscal en el gasto estatal. De hecho,
algunos conservadores ven el mercado libre como intrínsecamente opuesto al

Mariana Galicia Hernández.


conservadurismo. Esa tradición de economía estatizante o anti-libre mercado del
conservadurismo se manifiesta por ejemplo en las propuestas de Estado social del
conservadurismo alemán del siglo XIX, el paternalismo estatal one-nation del
conservadurismo británico del siglo XIX, el corporativismo católico de gremios
dirigiendo el Estado y regulando la economía propuesto por el papa Leon
XIII (1891), o el dirigismo estatal de la economía nacional del conservadurismo
francés del siglo XX. Sin embargo, durante el siglo XX algunos de los partidos
conservadores renunciaron a una parte de sus políticas económicas y adoptaron
posiciones económicas más cercanas a los liberales al fusionarse con partidos de
esta tendencia —ejemplo paradigmático es el Partido Conservador Británico, gran
entusiasta del consenso de posguerra keynesiano hasta que emergió en su interior
el thatcherismo en los 1980— aliados en la defensa del sistema
socioeconómico capitalista —que promovían los liberales y que había triunfado en
buena parte de Occidente frente al orden tradicional precapitalista defendido por los
conservadores originales— en oposición al socialismo y el comunismo.
Consecuentemente, en la actualidad dentro del conservadurismo político coexisten
diversas posturas sobre lo económico. A la fusión entre ambas posturas se la
denomina comúnmente como liberalismo conservador, si bien tal término también
alude a que el liberalismo ha de aplicarse gradualmente tomando en cuenta las
tradiciones sociales.

Así, dentro de la misma corriente algunos buscan mantener las condiciones


presentes (el «orden» establecido, tanto social como jurídico, lo que se expresa en
el orden público) o un progreso paulatino dentro de un orden social heredado, otros
buscan volver a situaciones anteriores, por lo que existe una cierta confusión —
incluso dentro de la misma cultura política— acerca de quiénes serían, en un
momento dado, conservadores. Martín Blinkhorn, por ejemplo, pregunta: "¿Quiénes
son los conservadores en la Rusia de estos días? ¿Son los estalinistas irredentos o
los reformadores que han aceptado las visiones políticas de derecha de los
conservadores modernos, tal como Margaret Thatcher?". Por otra parte, Michael
Oakeshott exalta la ausencia de propuestas políticas claras y específicas del
conservadurismo contemporáneo.

También se ha alegado que "el conservadurismo moderno a menudo se disuelve


en una forma de liberalismo", encarando la paradoja de que, lo que es llamado
conservadurismo, en un sentido importante, no es conservadurismo. "En su
compromiso con el progreso, la derecha persigue prosperidad económica y
poder nacional a desmedro de las preocupaciones tradicionales por la autoridad y
la comunidad, perdiendo de vista algunos puntos centrales de la visión
conservadora: autoridad, deber y sentido de lugar, lo que lleva a pensar que estos
son tiempos para ser conservador".

Mariana Galicia Hernández.


En las palabras de Chris Patten, quien fue uno de los políticos conservadores más
importantes en el gobierno de políticas liberales clásicas de Margaret Thatcher:
"¿Cómo deberíamos definir el papel del Estado sin asumir que el Estado mismo
debe hacerlo todo? ¿Cómo restauramos un argumento acerca de valores
al debate político, usualmente es solo acerca de costos y beneficios utilitarios?
¿Cómo haremos que los jóvenes se interesen por la política, dada la forma en que
la presente generación de dirigentes ha desprestigiado lo que una vez fue una
carrera honorable?".

Respecto al nacionalismo, el conservadurismo originalmente fue antinacionalista


por considerarlo contrario al orden europeo de la aristocracia internacional, para
luego acercarse al mismo, si bien esta tendencia varía según los países y las
épocas.

INICIOS DE LA FILOSOFÍA CONSERVADORA.

El término «conservador» fue introducido al vocabulario político


por Chateaubriand en 1819 para referirse a quienes se oponían a las ideas
antecedentes y resultantes de la Revolución francesa o, más en general, a las ideas
y principios que emergieron durante la Ilustración, y que en cierta medida planeaban
la restauración del Antiguo Régimen. Esta oposición, que tuvo características
específicas en diferentes países, se vio fortalecida como consecuencia de los
sucesos de esa revolución y las guerras. Así, por ejemplo, Michael Sauter escribe:
«Para concluir, el conservadurismo es un producto tanto de los periodos pre-
revolucionarios y revolucionarios de Francia. Tiene varios orígenes y apareció en
varios países de formas diferentes. Pero si hay algo que podemos decir de su
historia es que la Revolución francesa generó un ímpetu para convertir al
conservadurismo en un movimiento. Aquellos que habían hecho campaña contra
cualquier cambio antes de 1789 repentinamente se convirtieron en profetas». O, en
las palabras de un personaje moderno que se considera conservador: «las raíces
del mal son histórico-genéticamente las mismas en todo el mundo occidental. El año
fatal es 1789, y el símbolo de la inequidad es el gorro frigio de los jacobinos. Su
herejía es la negación de la personalidad y de la libertad personal. Su manifestación
concreta es la democracia de masas jacobina, todas las formas
de colectivismo nacional y estatismo, el marxismo que produce el socialismo y
el comunismo, el fascismo y el nacional-socialismo. Izquierdismos en todas sus
variedades y manifestaciones modernas, a las que en EE.UU. se aplica,
perversamente, el término ‘liberalismo’»

Mariana Galicia Hernández.


La diferencia fundamental entre el conservadurismo moderado y el reaccionario
reside en su visión del papel de la democracia y otras instituciones modernistas o
producto del iluminismo. Para la tradición moderada, quizás mejor encontrada en
«el conservadurismo liberal de Edmund Burke (1729-1797), a diferencia del
conservadurismo continental de su época, aceptó la democracia como forma de
gobierno» Este conservadurismo «En los hechos (....) propició cambios de hondo
calado y trascendencia (los derechos políticos británicos, o los derechos sociales
bismarckianos)», Esta versión del conservadurismo es, a menudo, llamada
«liberal», así, por ejemplo, Rosemary Radford Ruether observa: «Hay un
conservadurismo económico y político, de libre mercado, capitalismo libre de
cualquier regulación del gobierno, usualmente unido a un fuerte nacionalismo, como
el número uno del mundo, lo que lleva a priorizar el apoyo para la policía y un
presupuesto grande para el ejército. Este tipo de conservadurismo no es
tradicionalmente religioso o conectado con el cristianismo».

Sin embargo, cabe mencionar que fue esta misma corriente moderada la que dio
origen, posteriormente, a un conservadurismo fundamentalista, que Radford
Ruether define como emanando del «fundamentalismo propiamente protestante»
(op cit) Esta versión ha encontrado expresión generalmente en
el neoconservadurismo el cual es representada por personajes tales como Leo
Strauss e Irving Kristol, etc. y se caracteriza por no rechazar el liberalismo
económico y a valores nacionalistas y religiosos tradicionales en lo social y político.

"El Líder protege el Derecho" Carl Schmitt (1934) en Deutsche Juristen-


Zeitung

La otra gran corriente del conservadurismo apareció en los países que fueron
directamente afectados por los desarrollos políticos y sociales de la Revolución
francesa, «en rechazo a ésta, al liberalismo político y al racionalismo de la
Ilustración, defendiendo las instituciones del Ancien régime y declarándose
enemigo de la secularización de la política y de la sociedad. El conservadurismo o
conservatismo, como también se lo conoce, se sustenta en tres valores: la
autoridad, la lealtad y la tradición. Rinde culto a la espiritualidad y al valor de lo
inconmensurable”. En ese sentido, puede ser descrito como «reaccionario»,
buscando una reafirmación, no solo de formas políticas, sino sociales anteriores,
que se percibían como una restauración de los principios de la autoridad
monárquica absoluta y del (generalmente) catolicismo como fuente única de valores
y estabilidad social: «Los conservadores franceses oscilaban hacia la Iglesia
católica como una fuente de estabilidad y tradición. La Iglesia trajo de regreso a la
vida cotidiana, un sentido de jerarquía y un orden orgánico (Por supuesto que aquí
hay una conexión implícita al romanticismo.)» Pero en las regiones católicas de

Mariana Galicia Hernández.


Europa, especialmente en Francia, Italia y España, este tipo de conservadurismo
religioso tendría una atracción inherente.

Un desarrollo extremo de esta última posición se encuentra en las sugerencias


de Carl Schmitt, quien fue uno de los principales ideólogos del Movimiento
Revolucionario Conservador de Alemania. Su propuesta se basa en la afirmación
de que la función central de un Estado es la necesidad de instaurar un poder de
«decisión» efectivo, que termine con la guerra interna, cosa que no es posible, en
su opinión, en un Estado liberal, en el cual no se puede justificar la exigencia
del sacrificio de la vida en favor de la unidad política. Estas sugerencias tuvieron,
junto a otras del Movimiento Revolucionario Conservador, una importante influencia
en la elevación al poder del Nazismoy constituyen aún en el presente las bases
teóricas tanto de percepciones conservadoras "duras" como origen moderno de la
alegada tendencia del conservadurismo a depender de líderes u "hombres del
momento".

CONSERVADURISMO EN AMÉRICA LATINA.

El conservadurismo en Latinoamérica, ajeno a las tradiciones monarquistas


europeas —con la excepción de México y Brasil, quienes sí experimentaron una
monarquía—, se manifiesta como una tentativa de mantenimiento del orden —
republicano— emergente de las guerras de independencia. Para empezar, este
proyecto carecía de una ideología política propia, similar a las que existieron en
Europa, expresándose así en dos elementos centrales: el mantenimiento del orden
social (sistema de clases, etc.) existente, que se transformó rápidamente en una
lucha por el mantenimiento del papel de la iglesia católica y el mantenimiento del
orden legal heredado del sistema colonial.

La lucha por la primacía de la iglesia católica se da contra el telón de fondo de las


tentativas liberales de eliminar esa institución del papel central que había tenido
durante la colonia como fuente única de regulación y legitimación social. Así, por
ejemplo, durante la época colonial, para acceder a la educación superior, se
necesitaba pasar un examen de “pureza de sangre”, es decir, demostrar que se
provenía de familias hispanas puras. La iglesia, controlando el sistema de
matrimonio, bautizo, etc., controlaba, de hecho, quién tenía acceso a tales
beneficios. Durante el periodo posterior a esas guerras, la iglesia católica fue
percibida por el sector conservador no solo como fuente de estabilidad social, sino
también como proveedora de una fundación estable para «las tradiciones
populares» de las nuevas naciones, en reemplazo de las tradiciones de pueblos
indígenas conquistados.

Mariana Galicia Hernández.


CORPUS IURIS CIVILIS ROMANI. Gothofredus, 1583.

El cuerpo legal del tiempo colonial —y, consecuentemente, sus integrantes—


estaban fuertemente influidos por conceptos del Derecho Romano tardío,
específicamente, el código de Justiniano I tal como había sido comentado por
Vinnius y la compilación del Derecho Romano del teólogo medieval Heineccius.
Estos textos legales, junto a las Siete Partidas, constituían las bases del sistema
legal que se continuó implementando después de la independencia y daban una
visión particularmente «absolutista», propia de un Imperio de la época, de los
principios e interpretaciones legales (ver Corpus Iuris Civilis). Consecuentemente,
la proposición de restaurar el orden legal hispánico se transformó, en la práctica, en
una proposición eminentemente conservadora.

Encontramos un ejemplo de este tipo de conservadurismo en José Rafael Carrera,


quien unificó mucho de América Central alrededor de una propuesta que consistía
básicamente de la restauración del sistema socio-legal de la colonia, incluyendo los
derechos y prerrogativas (incluyendo fueros; control de educación, etc.)
eclesiásticas mientras que en México Agustín de Iturbide llegó incluso a cambiar de
bando, transformándose en independentista -durante y debido al Trienio Liberal en
España- a fin de mantener la primacía de las instituciones tradicionales,
implementando una monarquía constitucional y exclusivamente católica (que solo
duró dos años).

Sin embargo, ya para esas fechas se habían comenzado a hacer presentes un tipo
diferente de conservadurismo, uno que buscaba fortalecer los nacientes estados-
naciones -con características que en esa época fueron llamadas “capitalistas”, es
decir, la centralización de los sistemas económicos y políticos bajo el control de
élites en las ciudades capitales de cada país-. Este fenómeno se dio especialmente
en el sur del continente. El origen de estos nacionalismos -el cual se expresó,
influido por concepciones románticas, en el «amor a la tierra» o «amor a la patria»
a diferencia de sentido patriótico burkeano, basado en el amor por los derechos y
libertades comunes o el bismarkiano, de unidad basado sobre una lengua y cultura
común- han sido objeto de mucha discusión. La causa por la que el patriotismo
latinoamericano no se expresó en las tentativas bolivarianas o de otros en el sentido
de una Patria Grande ha sido, hasta el presente, objeto de debate.

Así, el conservadurismo llegó a tener diferentes expresiones en diferentes países.


Mientras la gran mayoría eran republicanos, en México Agustín de Iturbide buscaba
una monarquía constitucional y exclusivamente católica. Entre los partidarios de
una república algunos, como Juan Manuel de Rosas en Argentina abogaba por un
sistema federal, mientras en Chile Diego Portales buscaba un estado unitario. A
pesar de que algunos conservadores —como Manuel Oribe en Uruguay— y el

Mariana Galicia Hernández.


mismo Portales fueron modernizadores, otros, por ejemplo en Venezuela —bajo la
dirección de José Antonio Páez— buscaban mantener incluso la esclavitud, Tanto
Rosas como Portales proponían orden y defensa de la legalidad, pero estaban
claramente dispuestos a violarla cuando así les convenía, mientras que
en Colombia José Eusebio Caro afirmaba: «El conservador condena todo acto
contra el orden constitucional, la legalidad, la moral, la libertad, la igualdad, la
tolerancia, la propiedad, la seguridad y la civilización».

Con posterioridad a este periodo inicial el conservadurismo adquirió un contenido


propiamente ideológico con el positivismo, especialmente las ideas de Auguste
Comte : «la teoría del orden y del progreso comtiano establece en el positivismo
latinoamericano una clara adopción del principio de subordinación y segregación,
donde las razas y las clases sociales así como por la predominancia política basada
en la posesión del saber intelectual y moral podían establecer el poder». Esas ideas
positivas son modificadas, por personajes tales como José Victorino Lastarria, hacia
una versión en la cual el progreso —en el sentido que Comte usa, de mejora de la
condición humana— deja de ser el elemento que la sociedad debe promover a fin
de mantener o lograr orden ( »... y el progreso, el adelanto, la mejora de la sociedad,
no son ni pueden ser fines políticos del estado».) en una en la cual el orden emana
de las instituciones establecidas a fin de mantener «libertad”: «la libertad no es otra
cosa que el uso del derecho como lo comprendemos prácticamente los
americanos...», creando así una base para la síntesis de los pensamientos liberales
y conservadores que se observó hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX en el
pensamiento político de algunos países latinoamericanos.

El mismo Lastarria, alegando que bajo el concepto de «libertad» se han producido


todos los despotismos, separa el método (el positivismo), de sus principios (la
libertad), de manera que la construcción de lo social queda fundada en la
observación por el individuo de la legalidad, o más precisamente, en una propuesta
básicamente liberal que percibe al ciudadano como componente básico de una
sociedad civil, «como una soberanía propia», interesado en mantener su libertad y
no un individuo como último resultado de la pertenencia a una sociedad basada en
normas morales: «... el orden es una dependencia de las instituciones, a merced de
la obediencia y amor a la sociedad,..». Sin embargo, y pese a esa modificación
«Lastarria piensa que en América Latina y, específicamente en Chile, el positivismo
es un nuevo conservadurismo porque instituye una ideología constructivista por
sobre los estados naturales y espontáneos, de la cual la realidad histórica del
continente demuestra una rica proliferación, estas formas de organización social
reproducida de modelos europeos son, todos ellos, productos de la etapa última
del estadio metafísico de la historia.». Lo anterior se puede entender como
significando que tanto liberales como conservadores se pueden unir alrededor de la

Mariana Galicia Hernández.


aceptación del rol «positivista» de la religión (ver Comte al respecto) y una
concepción del estado no como promoviendo progreso pero envuelto en la
mantención del orden y la construcción nacional (Véase también Dictaduras de
orden y progreso, y nótese que no todos los políticos mencionados en ese artículo
se consideraban a sí mismos como «conservadores» en el contexto de las luchas
liberal-conservadoras de la época) a fin de defender o promover tanto lo que se
percibe como el interés nacional como la libertad (entendida como la aplicación del
derecho existente) y la estabilidad político-social.

En los países en los cuales esa síntesis no se logró —por ejemplo, Colombia— los
conflictos entre liberales y conservadores continuaron durante el siglo XX —donde
alcanzaron su auge en el periodo conocido como La Violencia— e incluso, se ha
sugerido, hacen sentir sus efectos en el presente en ese país. Laureano Gómez —
presidente de Colombia en la década de 1950— es considerado como ejemplar de
este tipo de conservadurismo en ese periodo.

La otra influencia notable en el conservadurismo latinoamericano de esa época fue


la de Herbert Spencer, creador del darwinismo social, y cuyas ideas bordeaban en
el racismo. Para Spencer nada, incluidas las tendencias humanitarias, debe
interferir con las «leyes naturales», que implican que el «más apto» es quien
sobrevive y los demás perecen. Sin embargo, y a pesar del nombre de sus ideas,
Spencer no aceptaba la teoría de Darwin, proponiendo una versión
del lamarquismo, de acuerdo a la cual los «órganos» se desarrollan por su uso (o
degeneran dado la falta de uso) y esos cambios se transmiten de una generación a
otra. Para Spencer, la sociedad es también un organismo, envolviendo hacia formas
más complejas de acuerdo a la «ley de la vida», es decir, de acuerdo al principio de
la sobrevivencia del más fuerte, tanto a nivel individual como de sociedades (lo que
fue interpretado por muchos en Latinoamérica como sancionando la marginación de
los «indios», que, incluso en estos días, algunos consideran como inferiores).
Consecuentemente, Spencer se oponía —radicalmente— a todas las
manifestaciones de «socialismo», tales como la educación pública generalizada u
obligatoria, bibliotecas públicas, leyes de seguridad industrial, y, en general, a toda
legislación o proyecto social. Esta posición -que reconstruyó y reafirmó el ya
mencionado prejuicio de «limpieza de sangre» -contribuyendo a una ideología de
superioridad y virtud a quienes poseían tal supuesta «limpieza" justificando así
sugerencias tales como las de José Manuel Pando, quien sostenía «que los indios
son seres inferiores y su eliminación no es un delito sino una selección natural» o
las de Bautista Saavedra, para quien «el indio es apenas una bestia de carga,
miserable a la que no hay que tener compasión y al que hay explotar hasta lo
inhumano y lo vergonzoso».

Mariana Galicia Hernández.


CONSERVADURISMO EN LA ACTUALIDAD

Ya que surgieron varias variantes nacionales y a su vez otras combinaciones con


otros ideales, la mejor forma para distinguir el conservadurismo hoy en día es
observando cuales son las premisas de estos ideales políticos, que tienen
influencias en muchos lugares en la actualidad.

Conservadurismo europeo.

Se puede alegar que a comienzos del siglo XXI las tendencias más reaccionarias
del conservadurismo —representadas por varios movimientos legitimistas o
de ultraderecha o incluso ultramontanas— han dejado de tener influencia política
relevante en la vida política europea excepto en forma indirecta (así, por ejemplo, el
NPD (Partido Nacional Democrático de Alemania) logra alrededor del 9% de la
votación en el estado de Sajonia y el DVU (Unión Popular Alemana),
(aproximadamente el 6% en Brandeburgo)

Igualmente, movimientos nacionalistas tradicionales —incluyendo partidos que


fueron hasta hace poco «regionalistas» (tales como Fianna Fáil en Irlanda) y los que
aún lo son (como la Liga Norte en Italia)— tienen a nivel europeo un peso político
menor (ver, por ejemplo, Independencia y Democracia y Unión por la Europa de las
Naciones) contando con un gran total de 66 eurodiputados sobre un total de 777.
Debe notarse, adicionalmente que, en el grupo Por la Europa de las
Naciones, Fianna Fáil, considerado el socio mayoritario, es descrito tanto como
nacionalista y centrista y, como tal, habría podido fácilmente estar en el grupo
«regionalista liberal-demócrata» o ALDE (Alianza Liberal Demócrata para Europa")
grupo con el cual se sienta en el Consejo de Europa.

Las tendencias más moderadas son representadas por una variedad de partidos
que se agrupan a nivel europeo en el Partido Popular Europeo (Demócrata-
Cristianos) y de los Demócratas Europeos. Este sector es el grupo con un mayor
número de escaños (268) en el Parlamento Europeo y es el que aglutina las
corrientes derivadas tanto del conservadurismo europeo continental moderno —
ejemplificadas en los partidos demócrata cristianos— como las influidas por el
conservadurismo anglosajón o burkeano.

Lo que une a estas tendencias es un respeto por una concepción tradicional de la


democracia, los derechos y deberes civiles y otras instituciones de ellas derivada
en los Estados europeos tales como están constituidos. Lo mismo se puede decir
en relación a la propiedad privada y el mercado «relativamente» libre.

Políticamente, existe una tensión entre un ala eurounificante (representada por el


llamado eje franco-alemán (ver Relaciones franco-alemanas y Declaración

Mariana Galicia Hernández.


Schuman) y el ala más nacionalista o euroescéptica, representada por el
conservadurismo inglés (ver Movimiento para la Reforma Europea), lo que ha
llevado (2009) a la división del grupo conservador, con la aparición de un nuevo
grupo «anti federalista» o «euroescéptico» Para algunos, este Grupo de
Conservadores y Reformistas Europeos representa la decantación de políticas que
bordean no en el conservadurismo sino en el extremismo, o de constituir un grupo
que adolece de contradicciones internas

En la economía los conservadores europeos se dividen entre los que sugieren un


modelo intervencionista —a lo largo del dirigismo o estado social— y los partidarios
del mercado absolutamente libre.

Esta última posición es, en general, una novedad en el conservadurismo europeo,


y su introducción se dio mediante la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.
Algunos comentadores han cuestionado si su visión es consistente con la visión
tradicional del conservadurismo británico, estando más relacionada con la
del liberalismo clásico. Thatcher fue descrita como «una radical en el partido
conservador» y su ideología como amenazantes a las «instituciones establecidas»
y a las «creencias aceptadas por las élites», posiciones que algunos ven
incompatibles con el conservadurismo tradicional. Sin embargo, «la privatización de
industrias de propiedad del Estado, impensable con anterioridad, se ha hecho
común y es ahora imitada en todo el mundo» (op. cit.)

En lo social, el conservadurismo europeo actual delibera sobre las posiciones


planteadas especialmente por el liberalismo social, en relación a las cuales, no
obstando su clara definición en pro de la primacía de los principios morales como
substrato cohesivo de una sociedad, hay una cierta variación, en que no todos los
conservadores buscan mantener o imponer de manera «excluyente» concepciones
morales tradicionales. Así por ejemplo, en el debate acerca del Matrimonio entre
personas del mismo sexo algunos perciben tal legalización como la extensión de los
beneficios de participación en instituciones sociales a sectores que estaban
tradicionalmente excluidos, situación que solo puede acrecentar la cohesión social
—percepción apoyada por una evolución en las posiciones religiosas mismas, hacia
una mayor aceptación de los derechos de los homosexuales a participar y
beneficiarse plenamente de su membrecía tanto religiosa como ciudadana.
Adicionalmente, en esta área, se puede observar un declive en las posiciones que
buscan otorgar a las religiones (ya sea cristianas u otras) un rol único —a diferencia
de uno primordial— en la definición de la moral o ética pública.

Mariana Galicia Hernández.


Conservadurismo tradicional.

Este tipo del conservadurismo nace por la oposición a las variantes conservadoras
que surgieron al fusionarse con otros ideales. Este tipo de conservadores defienden
especialmente la tradición, y la cultura.

Entre sus ideales se pueden destacar la defensa del legado conservador, la defensa
a la religión y de los sistemas de educación tradicionales. El conservadurismo
tradicional a su vez defiende a sus ideólogos y su historia, se oponen a todo tipo de
guerra no necesaria ya que estas son consideradas, métodos que destruyen la
organización y terminan por dañar tanto a la sociedad como a la iglesia y a las
tradiciones familiares que llevan consigo la cultura de una nación.

A su vez este tipo de conservadurismo ve como las ilusiones políticas han sido las
que más han destruido los ideales que planeaban formar culturas, prosperas y
estables. Esto viene por las grandes matanzas tanto comunistas como del
totalitarismo, lo que también incentiva su ideal de oponerse a cualquier genocidio.
Este conservadurismo piensa que la democracia es el mejor sistema para la defensa
del individuo y por lo tanto no se deben luchar por otros sistemas destructores del
orden y de la libertad.

Conservadurismo nacionalista.

El conservadurismo nacionalista surge de los procesos políticos que tenían


tendencia a un proteccionismo radical. Estos movimientos surgen en todo el mundo,
en especial en Europa, aunque también existen casos en Latinoamérica. Muchos
de estos conservadores se consideran como los verdaderos ya que apoyan a la
patria primero que cualquier otra alternativa y aplican a sus ideales premisas que
apoyan al espíritu nacionalista.

Este tipo de conservadurismo respeta especialmente el valor del individuo en la


sociedad y cree firmemente en que este ha de forjar parte de la sociedad para que
los ideales nacionalistas se puedan cumplir.

Normalmente estos conservadores también creen en las fronteras de los países


como modelo fundamental para la creación de la cultura.

Conservadurismo liberal.

A diferencia de los conservadores nacionalistas, este tipo de conservadores apoyan


las medidas librecambistas, pero le siguen dando fundamental importancia a la
privatización económica. A su vez se siguen manteniendo otros pensamientos
conservadores, en este ideal. La era post-moderna ha puesto en evidencia algunas
de las dicotomías más importantes entre el conservadurismo y el liberalismo. la idea

Mariana Galicia Hernández.


de progreso económico indefinido puede chocar con la preservación de valores
culturales fundamentales de una nación. En efecto, el individualismo propuesto por
el liberalismo puede ser un factor de ruptura social.

Los conservadores-liberales son partidarios de apoyar los procesos tecnológicos, y


de desarrollo industrial, en sus medidas económicas.

Mariana Galicia Hernández.

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