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Etica Juridica

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La Deontología Jurídica comprende las reglas del deber y, como tal, tiene la misión de regular el

proceder correcto y apropiado del abogado en su ejercicio profesional. Esta función la realiza
desde el ámbito de los llamados Códigos Deontológicos que regulan toda la actividad de la
Abogacía, los que a su vez se nutren, indiscutiblemente, de la Moral y la Ética. La deontología no es
más que la ética profesional aplicada, donde sus contenidos normativos son de acatamiento
obligatorio para todos los abogados a los cuales se dirigen. Existen muchos principios rectores de
la Deontología Profesional, entre los más importantes encontramos la justicia, la independencia
profesional, la libertad profesional, la ciencia y conciencia, así como la probidad profesional. Estos
principios brindan contenido y vigencia práctica a la Deontología Jurídica, desde su eminente
carácter preventivo, el cual algunas veces se muestra vulnerado por actuaciones indebidas de los
abogados y surge, irremediablemente, la posibilidad extrema de imponer sanciones disciplinarias a
éstos.

¿Qué es la ética profesional del abogado?

Los abogados representan a sus clientes cuando estos atraviesan situaciones de gran
vulnerabilidad, por lo que es importante que velen adecuadamente por sus intereses en el
cumplimiento de la ley. La ética profesional del abogado, también conocida como deontología del
abogado, es el conjunto de obligaciones y deberes que rigen su práctica profesional y garantizan la
máxima protección del cliente. Si te estás planteando estudiar Derecho, visita nuestro artículo
creado únicamente para aportar toda la información relevante sobre esta profesión.

¿Cuáles son los 5 principios éticos del abogado más importantes?

1. Ejercicio libre de la profesión. El código ético del abogado supone el libre ejercicio de sus
funciones, de manera que no esté sujeto a presiones de ningún tipo. Los abogados pueden
decidir si aceptar o no un caso, y tienen la libertad para determinar las acciones más
adecuadas a seguir, siempre en el respeto de la ley y para defender a su cliente. Si el
abogado no puede ejercer con total independencia debe rehusar el caso.

2. Mantener el secreto profesional. El código de ética profesional del abogado indica que
tiene la obligación de mantener en privado toda comunicación e información que reciba
de su cliente. Por tanto, no puede aceptar casos contra un cliente anterior, tanto si se
trata del mismo procedimiento en que le defendió como uno nuevo derivado del
precedente, ya que así se evita la posibilidad de que utilice en su contra la información
recibida bajo secreto profesional.

3. Informar al cliente. El abogado debe especificar el coste de sus honorarios y posibles


gastos en los que incurrirá el cliente. Debe explicar las costas por desestimación, así como
la viabilidad de las acciones o recursos a interponer. Aunque no es obligatorio, el código
ético del abogado recomienda realizar una hoja de encargo que refleje el presupuesto y
las actuaciones a seguir. Asimismo, el abogado debe informar al cliente de posibles
relaciones personales, familiares o de amistad con la parte contraria que puedan afectar el
caso.

4. Solicitar la venia del abogado anterior que llevaba el caso. El cliente tiene derecho a
cambiar de abogado en cualquier momento, pero el nuevo profesional que contrate debe
solicitar la venia al anterior. Si el nuevo abogado no puede ponerse en contacto con el
anterior, puede solicitar la venia al Colegio o decano. El abogado anterior, por su parte,
está obligado a entregar toda la información y documentación que posea sobre el caso.

5. Comunicar cualquier cambio al abogado contrario. Los principios éticos del abogado
indican que este solo se relacionará con la parte contraria a través de su abogado. La
comunicación entre ambos es confidencial, a menos que exista un acuerdo que indique lo
contrario. A su vez, el abogado debe comunicar lo antes posible a la parte contraria
cualquier cambio del cliente si se está negociando un acuerdo.

Vocación Profesional: El trabajo humaniza al ser humano en tanto que a través de un empleo una
persona se siente valiosa, desarrolla sus capacidades e invierte su tiempo en un fin constructivo.
Sin embargo, existen muchas personas que no son felices con el empleo que realizan. Uno de los
motivos de infelicidad más frecuentes es no encontrar un empleo acorde a la vocación profesional,
es decir, acorde a las expectativas personales.

vocación profesional

La vocación profesional es la felicidad interior que experimenta una persona cuando desempeña
un trabajo que le estimula, le motiva y le ilusiona; será un trabajador que tiene ganas de ir a
trabajar y de crecer profesionalmente. Esta tendencia es tremendamente valorada por las
empresas. 

¿Por qué? Porque un empleado que realiza un trabajo que le gusta es más productivo. En España
solo el 13,5% de las personas acuden a su trabajo felices porque se sienten realizados e
identificados con las labores que realizan en su jornada laboral. 

Datos de un estudio que la consultora valenciana Intelema ha realizado a 200 profesionales de


diversos sectores. El 86,5% restante escogió su profesión porque tenía más salida profesional y
acude al trabajo porque necesita el dinero para subsistir, aunque le gustaría dedicarse a otra
cosa. 

¿Las consecuencias? Son empleados pasivos, desganados, tristes, desmotivados, con poca
autoexigencia y que generan mal ambiente laboral en la oficina.
La obligación ética de obrar según conciencia
Expresa Aparisi que la noción de conciencia es inevitable en el ámbito de la ética profesional. Se
trata de
un concepto que reviste especial complejidad, esto ya que como explica la autora, existe una gran
confusión
en torno a la propia noción de conciencia. De hecho, tal como ejemplifica la autora,
coloquialmente es muy
frecuente apelar a la conciencia, entendiéndola como principio último de toda moralidad,
desvinculándola
de todo principio ético previo, convirtiéndola en la fuente de la propia <<moral autónoma>>. Lo
cual evi-
dentemente generaría tantas éticas o morales como conciencias o sujetos individuales. A su vez,
como plantea

REVISTA DE DERECHO DE LA UNIVERSIDAD DE MONTEVIDEO


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Aparisi, es inevitable la interrogante: ¿Cómo se explica la existencia de un comportamiento
profesional en
<<conciencia>> y, al mismo tiempo, gravemente inmoral?
La conciencia profesional
-Tomas de Aquino: ́ ́...la conciencia es en cierto modo un dictamen de la razón- pues es una
aplicación de la
ciencia al acto-... ́ ́
- Rodríguez Luño: ́ ́Juicio de razón práctica que, a partir de los primeros principios de la ley natural,
dictamina
acerca de la bondad o malicia de un acto concreto que vamos a realizar o hemos realizado ́ ́
Dice Aparisi, que la conciencia es el punto de encuentro entre ciertos principios éticos, válidos
para todos,
y la singularidad personal.
El ser humano por su calidad de tal, constantemente se encuentra en la necesidad de elegir, y es
justamente
en ese momento cuando aplica la conciencia, y funcionan dichos principios.
Por lo cual esta conciencia personal, también se puede extrapolar a la conciencia profesional,
entendiendo
por tal, aquella que además de las características previamente descriptas, implicará un grado de
exigencia
que no concurriría en otros supuestos generales. Tan es así, que como expresa la autora, hay
ciertas conductas
que si bien pueden ser admitidas por la conciencia personal, no lo son por la conciencia
profesional. Ejemplo,
respecto del secreto profesional, en el ámbito de la abogacía es bastante más estricto que en la
convivencia
habitual, o que en otras profesiones.
Tipos de conciencia
Según determinados criterios, Aparisi, señala distintos tipos de conciencia:
A- La relación de la conciencia con el acto
B- La conformidad de la conciencia con los primeros principios de la razón práctica - ley natural-
C- Según el tipo de asentimiento
A- La relación de la conciencia con el acto: Conciencia antecedente o subsiguiente. La conciencia
ante-
cedente, es aquella que se hace presente antes de la realización de un acto, en cambio la
conciencia
subsiguiente, es aquella que reprocha, o acusa después del acto, como la sanción por la violación
de una regla inobservada.
B- La conformidad de la conciencia con los primeros principios de la razón práctica - ley natural-:
Conciencia verdadera o falsa. La conciencia verdadera, es aquella que juzga rectamente la bondad
o malicia de un acto en conformidad con los principios de la razón práctica. El juicio de la con-
ciencia será correcto, cuando la intención sea recta y el razonamiento verdadero: de esa forma se
actuará virtuosamente; ya Aristóteles planteaba que la conciencia es cierta, cuando coincide con la
verdad. Por su parte, la conciencia falsa, es aquella que juzga equivocadamente, estimando como
buena una acción que en realidad no es correcta, o viceversa. La conciencia falsa puede ser inven-
cible o vencible. Será invencible cuando la persona crea equivocadamente, por lo que además de
invencible no traerá responsabilidad moral, ya que su disposición interna es la correcta. Respecto
de la conciencia falsa vencible, se puede decir que es aquella en la cual la ignorancia se debe a la
voluntad propia de la persona-no quiere saber- o a cierta negligencia.-Tomas de Aquino-.
C- Según el tipo de asentimiento: Conciencia cierta, probable o dudosa. Conciencia cierta, será
aquella
en la cual se juzgue con firmeza que un acto es licito o ilícito. Conciencia probable, será aquella
que exista cuando ésta dictamina sobre la moralidad de un acto sólo con probabilidad, admi-
tiendo la posibilidad opuesta. Conciencia dudosa, será aquella en la cual se suspenda el juicio
de conciencia, al no decidirse por la bondad o maldad del acto. A su vez, Aparisi hace mención a

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Peces-Barba, el cual realiza otra clasificación de la conciencia teniendo en cuenta el enfrentamien-
to entre la conciencia y el derecho y establece: 1- Conciencia crítica integrada: la persona acepta
básicamente los fundamentos del derecho vigente en una sociedad democrática. Sin embargo,
detecta desviaciones y patologías frente a las que quiere protestar y corregir. 2- Conciencia crítica
aislada: prescinde del modelo democrático, sus motivaciones se apartan de las razones generales
de la ética racional. 3-Conciencia egoísta interesada: es aquella que sólo razona en función de sus
intereses individuales.
La exigencia de obrar según ciencia
Aparisi en su libro, menciona que la primera obligación ética es poseer la formación necesaria para
poder
desempeñar un trabajo con la mayor perfección técnica posible. Ello implica una exigencia
permanente, que
según Aparisi es la que debe conducir a la excelencia en el trabajo cotidiano, la cual implica un
esfuerzo
permanente, la constante lucha por conseguir el <<aún mejor>>. Los conocimientos no se pueden
dar por
adquiridos sólo por haber superado una licenciatura, un master o cualquier otro tipo de
capacitación. La
autora, sostiene que el buen jurista tiene el deber moral de mantener y actualizar sus estudios, de
actualizar-
se- tal como vimos en el decálogo de Couture-. Y ello corresponde no sólo al abogado, sino
también a todos
los profesionales del derecho: jueces, fiscales, etc. Todo lo cual implica nada menos que un
enriquecimiento
constante. Aparisi, cita en su libro las palabras de Del Moral Martín: ̈ Un buen juez debe saber,
pongo por caso,
distinguir lo que es un voltio de un watio...y no confundir la psicosis con la esquizofrenia. El
continuo empeño por
enriquecerse culturalmente, la inquietud intelectual para adentrarse en otras ramas del saber,
como la psicología o la
medicina...el esfuerzo por conectar con el entorno social, cultivar el sentido común, son notas
claves en un buen juez,
pues son consecuencia de algo que es básico: no se ha perdido la capacidad de aprender. ̈

La independencia del abogado supone instrumentos y medios para alcanzar la excelencia en su


profesión.

Esta independencia es un principio deontológico del abogado, que le otorga cierto respeto
respecto del cliente y la sociedad.Esta independencia se configura como una exigencia del Estado
de Derecho para la defensa de los derechos de la ciudadanía. En este sentido, es un derecho y un
deber para el abogado, asesorar y defender los intereses de sus clientes manteniendo su
independencia respecto de toda clase de injerencias y frente a los intereses propios y ajenos.

Este principio le faculta al abogado para rechazar los asuntos que considere que no podrá
hacerse cargo de ellos preservando su independencia.
Otra característica de esta independencia es que al abogado le está prohibido ejercer profesiones
limitativas o incompatibles con el ejercicio de la abogacía, así como asociarse o colaborar con otras
profesiones con las que es incompatible su ejercicio.

En Lawyou conocemos la importancia que supone la independencia para el abogado, y nuestras


acciones están dirigidas a reforzar la misma; de hecho, todos nuestros abogados son profesionales
independientes de prestigio.

La independencia tiene varias connotaciones que le diferencian del resto de principios de la


profesión de abogado:

 Diferencia entre el principio de independencia y el principio de libertad profesional del


abogado: la independencia del abogado tiene una dimensión negativa al no permitir
cualquier injerencia, presión o presión exterior, en cambio, la libertad profesional tiene
una dimensión positiva, por cuanto otorga al abogado la autonomía plena en la toma de
decisiones sobre la forma y el contenido de su trabajo profesional.

 Diferencia entre el principio de independencia y el principio de imparcialidad: el principio


de imparcialidad supone el deber de permanecer ajenos y externos a los intereses en
conflicto, característica que les compete a los Jueces y Tribunales; en cambio, los
abogados no pueden ser imparciales, sino que tienen que ser independientes y parciales
actuando a favor de su cliente defendiéndole con sujeción a los límites establecidos por las
normas legales y deontológicas.

El principio de independencia conlleva una serie de incompatibilidades para el abogado


ejerciente:

 No podrá ejercer su profesión de abogado cuando se encuentre inmerso en una causa de


incompatibilidad.

 No podrá mantener vínculos profesionales con cargos o profesiones incompatibles con su


la abogacía que impidan el correcto ejercicio de su profesión.

 No podrá desempeñar cargos o funciones públicas a la vez que ser abogado ejerciente.

El abogado a quien afecte alguna incompatibilidad deberá comunicarlo, sin excusa, a la Junta de
Gobierno del Colegio de Abogados y tendrá que cesar inmediatamente de su cargo como
abogado.

Si no renuncia por escrito a su profesión como abogado en el plazo de 30 días se entenderá que se
ha dado de baja en dicha profesión inmediatamente. El cese de la profesión de abogado por estar
inmerso en una causa de incompatibilidad constituye una infracción muy grave, con
independencia de las demás responsabilidades que le correspondan.
En Lawyou ayudamos a nuestros abogados a ejercer su profesión de manera más fácil y eficiente
preservando su independencia respecto de su clientela, sin privarles del poder de prestar su
profesión de manera libre e independientemente.

La mala fe es la convicción que tiene una persona de haber adquirido el dominio, posesión, mera
tenencia o ventaja sobre una cosa o un derecho de manera ilícita, fraudulenta, clandestina o
violenta.1 La mala fe es transmisible, de manera que no sólo estará de mala fe quien
efectivamente haya ejercido la violencia, fraude o clandestinidad, sino también a quien le fue
traspasado el derecho de alguien que la haya ejercido o la adquirió de esa forma.

La mala fe se opone a la buena fe, que es la convicción de adquirir un derecho por medios
legítimos, exentos de fraude y de todo otro vicio.2

Funciones principales

A continuación, las funciones más comunes de un Abogado:

 Orientar a sus clientes sobre sus derechos en lo concerniente a asuntos legales.

 Representar a sus clientes en tribunales o introducir denuncias en corte:

 Investigar los precedentes legales y recopilar la evidencia necesaria.

 Estudiar e interpretar la legislación nacional a los fines de argumentar de mejor manera el


caso de su cliente, determinando la ley o código que aplique al asunto en cuestión.

 Introducir las pretensiones legales de sus clientes en tribunales.

 Defender a su cliente en caso de haber sido imputado por cometer un crimen.

 Negociar los acuerdos en disputas civiles.

 En caso de trabajar para una entidad gubernamental, introducir acusaciones en contra de


un individuo o corporación por haber quebrantado la ley.

 Servir como experto legal y asesor en corporaciones y demás establecimientos


comerciales.

 Lidiar con casos civiles, tales como discriminación laboral, disputa salarial, etc.

 Redactar documentos legales, tales como contratos de compra-venta de inmuebles,


testamentos, poderes judiciales, opiniones legales, entre otros.

 Realizar funciones administrativas relacionadas con el ejercicio de la ley.


 Ser Mediador, Conciliador o Árbitro cuando sea necesario, asimismo, actuar como tutor o
fideicomisario en asuntos familiares y legales.

 Supervisar las funciones de los Paralegales o Asistentes Legales.

 Estar al corriente de los últimos avances e interpretaciones de la ley.

La imparcialidad (de imparcial),1 en su concepto estricto, significa estar libre de


prejuicios, es decir, abstraerse de consideraciones subjetivas y centrarse en la objetividad de
un asunto, al realizar un juicio.2

El principio imparcialidad es un regente de los derechos humanos y de los derechos


constitucionales en el debido proceso que garantiza un juicio objetivo imparcial y sujeto a
la verdad procesal garantista de derechos humanos amparados y consagrados en la carta
interamericana de derechos humanos en el continente americano.

Para que un tribunal juzgador cumpla el principio de "imparcialidad", tiene que ir más allá
de toda duda razonable, de no caer en un conflicto de intereses, chantajes y extorsiones por
lo cual la "objetividad" en un tribunal, penal, tribunal civil o cualquier tribunal o audiencia
tiene que ser probó y totalmente imparcial para ejecutar cualquier sentencia de carácter
penal civil o administrativo y no vulnerar los derechos constitucionales de las partes
procesales.

La etimología de probidad nos remite a la lengua latina, más precisamente al término probitas. La
probidad es la honestidad y la rectitud: una persona honrada, por lo tanto, es aquella que tiene
probidad.

Puede decirse que la probidad está vinculada a la honradez y la integridad en el accionar. Quien
actúa con probidad no comete ningún abuso, no miente ni incurre en un delito. Lo contrario a la
probidad es la corrupción, que implica un desvío de las normas morales y de las leyes.

La probidad como virtud

La probidad, en definitiva, es una virtud. En una sociedad utópica, todos las personas serían
probas (es decir, actuarían con probidad). De este modo no habría lugar para la corrupción, el
abuso de poder, los sobornos, etc.

a realidad, por supuesto, demuestra que la probidad no es una virtud presente en la totalidad de
los seres humanos. En ciertas profesiones, la carencia de probidad resulta aún más grave y dañina,
ya que del accionar del profesional se desprenden perjuicios para una gran cantidad de personas.

Su importancia en la función pública

Si un juez carece de probidad, no puede administrar justicia. Sus fallos no serán imparciales, ya
que pueden estar determinados por sobornos. De esta manera, un juez que no es probo puede
condenar a prisión a un inocente o dejar en libertad a un asesino.
Todos los funcionarios públicos, de hecho, deben comportarse con probidad. El gobernador de
una provincia que no tiene probidad puede quedarse con fondos públicos, aceptar coimas para
beneficiar a una empresa o impedir que sus opositores políticos hagan uso de sus derechos.

Despido por falta de probidad

El despido es la causa más común de la finalización de un contrato de trabajo. En la legislación


laboral de más de un país se establece, de hecho, que esto sea así hasta que se pruebe lo
contrario. Dicho esto, existen múltiples razones por las cuales un empleador puede optar por
despedir a un empleado; una de ellas, presente en muchas partes del mundo aunque bajo
diferentes nombres, es la denominada por falta de probidad u honradez.

Tomando como referencia el Código de Trabajo de Panamá, por ejemplo, se define la causal de
falta de probidad u honradez como la comisión de faltas graves de honradez o probidad, o bien de
un delito contra la propiedad por parte de un trabajador, de manera que perjudique directamente
a su empleador

Causas de este tipo de cese laboral

Es posible distinguir esta causal de las demás partiendo de una serie de características bien
elaboradas, entre las cuales encontramos las siguientes cuatro:

* el trabajador debe incurrir en la omisión de un deber ético, o sea que debe incumplir un
compromiso con su empleador que entre en el grupo de las acciones consideradas correctas y
propias de un buen profesional del campo en el cual se desempeñe. Además, es importante
señalar que su acción puede darse tanto por omisión como por comisión, o sea que no
necesariamente habla de de una actuación directa, sino también de la negligencia ante la falta de
probidad;

* el incumplimiento debe tener lugar mientras el empleado ejecuta sus labores,


independientemente de su ubicación en el momento de la acción. Si bien puede haber
excepciones en casos muy graves, la conducta de un trabajador en su vida personal no debería
afectar su situación laboral;

* la persona que incurre en la falta de probidad debe ser consciente de su error, lo cual habla de
una actuación dolosa o, en otras palabras, la intención de hacer el mal. Uno de los ejemplos más
comunes es la presentación de un certificado médico falso para poder ausentarse del trabajo, algo
que puede acarrear sanciones penales para el médico y el empleado;

* la gravedad de la falta debe ser tal que resulte imposible continuar con la relación laboral. Es
difícil para un empleador confiar en un trabajador que ha actuado de manera deshonesta y, por lo
tanto, el despido parece la medida más lógica.

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