Rainer Maria Rilke - Rodin - 1907 - Conferencia
Rainer Maria Rilke - Rodin - 1907 - Conferencia
Rainer Maria Rilke - Rodin - 1907 - Conferencia
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guru vez fuera mfanc1a. Porque se trata de despertar en vosouos re cualquier cOS2 que vosouos conoctm ya, porque cualquier uocno
cuerdos que no son los vuestros, que son más viejos que vosouos ; de habÍ2 ya hecho esto por vosotros, lo había aceptado codo y todo lo
establecer relaciones y renovar correspondencias que se os han adelan hll.bía sobrellevado. Ese pequcllo objeto olvidado, que estaba pronto a
tado mucho. sigmficarlo todo, os volvía familiares miles de ouos objetos, dcsempe
Si debiera hablaros de hombres, podría yo recomenzar allí pre ftando mil papeles, siendo animal y árbol, y rey y nifto -y cuando El se
cisamente donde os habéis dcccnido al cnuar aquí, mezclándome a borraba, codo estaba allí.
vuestras conversaciones, llegaría a todo por mí mismo, pues me vcr1a Esto, que era mdcfinido y sm valor, ha preparado vuestras rela
llevado y arrasuado por esta movida Epoca sobre cuyas riberas parece ciones con el mundo, os ha cooduc1do cnue los aconcccimícntos y en
residir cuanto es humano, serla inundado por ella, y reflejado por tan mcd10 de los hombres, y más aún: por su cx1Stcnc1a, por su apariencia,
inesperada manera. Pero cuando uato de abarcar mi tarea con la mira fuera la que fuera, por su final ruptura o su dcsvanccimicnco miste
d2, claramente se me evidcncill. que no tengo que h2blaros de rioso, habéis v1V1do cuanto es humano, hasta los s6tanos de la muerte.
hombres, sino de cos as. Apenas recordáis todo esto, y raramente tcnEis conciencia de
tener ahora tambifo necesidad de cosas que, semejantes a esas cosas
Cosas; en tanto que pronuncio csc2 pabbra (ya lo oía) se hll.cc de vuesua infancia, esperan vuestra confianza, vuestro amor o vuesuo
un silencio: el silencio que rodea las cosas. Todos los movimientos se don de sí mismas. ¿C6mo han llegado a esto las cOS2S?. ¿C6mo se nos
alargan, se vuelven contorno, y los cicmpos pas2dos y futuros se vuel han emparentado?. ¿Cuál es su hutoria?.
ven a cerrar en una esenci2 durable: el espac10, el gran apaciguamien
to de las cosas reducidas a nada. Desde muy temprano se han producido cosas de acuerdo al
Pero no: no es así como sentís el silencio que se produce. La pa modelo de las cos as naturales que se cnconuaban; se han hecho ins
labra cosas, que pasa a vuestro lado, nada significa para vosocros; o sig trumentos y recipientes, y debió ser bien cxualio ver reconocer a las
nifica demasiados objetos que os soo sobrado indiferentes. Y al pre cosas fabricadas. las mismas apariencias, los mismos derechos, 12 mis
sente, estoy concento de haber mvocado la mfaneta, acaso pueda ella ma realidad que a lo que ya existía. Alguna cosa nacía allr, en cual
ayudarme a meceros esa palabra en el coraz6n, como palabra querida, quier parte, ciegamente, de un uabajo furioso, llevando sobre sí las
ligada a muchos recuerdos. huellas de una vida amenazada y abierta, cal1cntc aún de todo ello;
Retornad, si os es posible, con una parte de vuesua sensibili mas apenas quedaba terminada, se alejaba, cnuaba en el mundo de
dad desacostumbrada y crecida, hacia una de esas cosas de vuesua 10- las c0<;as, adquuÍ2 su calma, su dignidad uanquib, y no muaba ya si
fancia, con las cuales tuvisms vínculos familiares. Recordad s1 hubo al no como coo una mc:lanc6lica comprcnsi6o, fuera de su ucmpo. Esta
guna vez algo que os fuera más pr6ximo, más íntimo y más necesario experiencia era tan extraña y can fuerte, que se comprende que hu
que una de estas cosas Si fuera justamente de esa cOS2, ¿oo era todo biera 10mcd1atamcnce cosas que eran hechas s61o en vista de ella. Pues
capaz de haceros mal o de dal\aros , de atcrruos por un dolor, o de acaso los ídolos más antiguos eran formas de esta cxpcricnaa, tentau
penurbaros por una incertidumbre?. Si la bondad y la confianza y el vas de crear con lo humano y con lo animal que se veía algo de quien
sencimicnto de no estar solo ha sido una de vuesuas primeras expe sabe qué, que no muncra con nosouos, que durara, tan pr6ximo co
riencias, ¿oo es justamente a esa cosa que la debéis?. ¿No hubo una mo fuera posible a eso que está por sobre nosouos: una cosa.
cOS2 con la cual primeramente compartístcis vuesuo coraz6o, como un ¿Qué cosa?. ¿Una COS2 bella?. No. ¿Quién hubiera podido dc
pedazo de pan que ccn1a que bascar para dos?. m lo que era la belleza?. Una cosa parecida. Una cosa en la que se re
Más tarde coconuasccis co las leyendas de los santos una conociera lo que se amaba y lo que se temía y cuanto h2y de inconcc
piadosa alegría, um b1eruventu.rada modestia, uru dispos1ci6n a ser bibl� �n rodo dio.
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cer una superficie?.
¿Os acordfu de tales cosas?. Acaso una de entre ellas os pareció Pero dejad que me pre gunte un instante si no es superficie to
largo tiempo ridícula. Pero un día os hirió su encarecido ruego, la gra do cuanto tenemos ante nosotros, lo que percibimos, explicamos e in
vedad singular, casi desesperada que tienen todas ellas. ¿ Y no vísteis terpretamos. Y lo que llamamos esp1ritu y alma y amor, ¿no es un Ji.
entonces descender sobre esa imagen, casi contra su voluntad, una gero cambio sobre la pequei'la superficie de un rostro cercano?. Y
belleza que no hubiérais creído posible?. quien quiera representarnos esto, ¿no debe limitarse a lo que es per
Si se produjo un instante así, yo quiero ahora invocarlo, pues ceptible, a lo que responde a sus medios, a la forma que él puede tocar
es con él como las cosas entran de nuevo en vuestra vida. Porque nin y sentir?. Y quien sepa ver y reproducir todas las formas, ¿no nos dará
gu na de ellas puede emocionaros, si no le permitís sorprenderos por (casi sin saberlo) todo lo que penenece al espíritu?. Todo cuanto des
una belleza imprevisible. La belleza es siempre algo que ha sobreveni de siempre ha sido llamado deseo, o dolor o felicidad, y hasta aquello
do con lo demás y nosotros no sabemos con qué. que no tiene nombre en su indecible espiritualidad.
La corriente opinión estética que pretendía que es posible cap Pues toda la dicha que ha hecho temblar desde siempre los co•
tar la belleza, es la que os ha extraviado y la que ha producido artistas razones; toda la grandeza cuyo solo pensamiento casi nos destruye; ca
que creían que su tarea era crear belleza. Y aun ahora, no está de más da una de esas vastas ideas que van y vienen, hubo un instante en que
repetir que no se puede crear belleza. Lo único que se puede es dispo no fueron sino una mueca de los labios, un fruncimiento de cejas o
ner circunstancias amables o sublimes para lo que a veces consiente en manchas de sombra sobre las frentes; y ese pliegue alrededor de la bo
permanecer entre nosotros: un altar, frutos y una llama... El resto no ca, esa línea por encima de los párpados, acaso eran ya exactamente
está en nuestro poder. Y la cosa misma que brota irreprimible de las asr: como dibujo en un animal, como surco en una roca, como hueco
manos de un hombre, es como el Eros de S6crates, es un demonio, es en un fruto ...
tá entre Dios y el hombre, no es bella en sr misma, sino amor y nostal No hay más que una sola superficie, infinitamente agitada y
gia de lo bello. transformada. En tal idea pod(iase durante un instante encerrar el
Al presente, imaginad cómo este descubrimiento, hecho por mundo, y él permanece(ia simplemente y como un deber, posado en
un hombre que trabaja, debe cambiarlo todo. El artista al que guía es las manos del que tuviera tal idea. Porque ningúna cosa puede conver
ta conciencia, no tiene que pensar ya en la belleza; sabe tan poco co tirse en vida gracias a las grandes ideas, sino gracias a que se haga de
mo los otros en qué consiste. Guiado por su aspiración hacia el ello un oficio, una cosa cotidiana, y que hasta el fin permanezca junto
cumplimiento de utilidades que lo superan, sabe solamente que hay a vosotros.
cienas condiciones, bajo las cuales ella se digna a veces a descender
entre sus cosas. Y la profesión de este hombre consiste en aprender a Oso al presente descubriros este nombre que no puede ser
conocer las condiciones y en adquirir la facultad de producirlas. callado por más tiempo: Rodin. Ya sabéis que éste es el nombre de
Pero quienquiera persiga esas condmones atentamente hasta una multitud de cosas. Queréis conocerlas, y me siento confuso al no
su fin, adviene que ellas no franquean la superficie de las cosas, y que poder mostraros ninguna.
no penetran en su interior; que todo lo que se puede hacer es: produ Pero paréceme que veo una y otra más en vuestro recuerdo, y
cir una superficie cerrada de ciena manera, que se debe en absoluto a es como si pudiera levantarlas fuera de allr para colocarlas en medio de
la casualidad, una superficie que, como la de los objetos naturales esté nosotros:
rodeada por la atmósfera, iluminada y alcanzada por las sombras; esta Ese hombre de la nariz rota, inolvidable como un pulio súbita
superficie y nada más. Y de golpe el arte, fuera de todas las grandes mente alzado.
palabras pretenciosas y lunáticas, parece colocado en lo que es pe Ese adolescente, cuyo movimiento venicalmente estirado os es
quei'lo y seco, en Jo cotidiano, en el oficio. ¿Pues qué quiere decir: ha-
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Wl próximo como vuesuo despertar mismo.
Ese hombre que C2.J1l.Ul2, y csú de pie en el voabulario de
vuesua sensibilidad como una palabra nueva para designar el acto de
caminar.
Y Este que csú sentado pensando con codo su cuerpo, aspirán
dose a sl mismo.
Y los bwgucscs de la llave, como un gran armario en el que es
tuviera encerrado todo el dolor.
Y Eva, como hundida desde tan lejos cnuc sus propios brazos,
cuyas manos vuelcas hacia afucD qucrrian rechazarlo todo, hasta su
propio cuerpo que se uansforma.
Y luego la dulce, la ligeD voz interior, sin brazos, puesto que
es interna, y lo mismo que un órgano, aparcada del movimiento circu
lar de ese grupo.
Y una pequcl'la cosa cualquicD, cuyo nombre ha�is olvidado,
formada por un abrazo blanco, radiante, que se tiene apretado como
un nudo; y esa sombra que se llama quids Paolo y Franccsca, y ouas
mis pequcl1as aún que cncontri.is dcnuo de vosouos mismos, como
frutos de corteza delgadísima.
Y luego, he aquí que vuestros ojos proyectan en la pared,
detrás de mt, como los vidrios de una linterna mágica, un Balzac gi
gantesco. La imagen de un creador en todo su orgullo, de pie en su
propio movimiento como en un torbellino, que levanta al mundo en
tero y lo arrasua dcnuo de esa cabeza en uancc de parto.
AJ presente que se hail2n aquí esas cosas de vuesuo recuerdo,
¿debo colocar junco a ellas ouas mis, centenares y centenares aún?.
¿Ese Orfco, ese Ugolino, esa Santa Teresa que recibe los estigmas, ese
Vtccor Hugo con su gran gesto oblkuo y dominante, y ese ouo gesto
confiado todo encero a voces cuchicheames, y ouo mis, hacia el que
cantan desde abajo ucs bocas de nillas como una fuente que brotara
por su amor, de la ticrD?. Siento ya cómo se funde el nombre en mi
boca, cómo todo esto no es ya sino el poeta, el mismo poeta que se lla
ma Orfeo, cuando. con un rodeo inmenso, su brazo que pasa por
sobre todas las cosas avanza hacia las cuerdas; el mismo que convulsiva
y dolorosamente coge los pies de la fugitiva musa que se retira; el mis
mo que mucre al fin, con el rosuo dispuesto en pendiente rápida ha
cia la sombra de sus voces que continúan caneando para el mundo, y
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mucre por tal manera que el mismo grupillo, se llama a veces tam
bién: "Resurrección".
¿Mas quién podría detener ahora la ola de los amantes que se
alza allá fuera, en el mar de esa obra?. Con sus formas implacable
mente ligadas, vienen hacia nosouos destinos y nombres dulces y de
sesperados: y de pronto se marchan como un estrépito que se retira y
se ve el fondo. Se ven hombres y mujeres, hombres y mujeres, siempre
y contínuamente hombres y mujeres. Y mientras más se mira y más se
simplifica ese contenido, se ve ya sólo esto: cosas.
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rc,.lmcntc bien hechas. ya una luz cualquiera; sus movimientos no son ya debidos al azar; la
Esta buena factura, este trabajo con la más pura conciencia, lo cosa roma posesión de esa luz y se sirve de ella como de un objeto pro
era todo. Rcprodum un objeto qucrb decir; haber pasado por encima pio.
de cada una de sus partículas, no hacer nada equívoco, no descuidar Esta conquasta y esta toma de posesión de la luz, consecuencia
nada, no haberse cngaftado en ninguna parte; conocer sus cien perfi de una superficie exactamente determinada, la ha reconocido Rodio
les, las vistas de arriba y de abajo, todas sus intersecciones. Entonces como una de las virtudes más típicas de las cosas plásticas. La anti
sol amente la cosa estaba allí, entonces solamente era una asla, separa güedad y la época góuca, cada una a su manera, han buscado �lu
da por todas partes del continente de lo incierro. ciones a ese problema plástico, y Rodin ha respetado tradiciones infi.
Este trabajo, (el trabajo de modelado) era siempre el mismo, lo nitam cntc antiguas al tratar, en su desarrollo personal, de hacerse, an
hiciera quien lo hiciera; debía ser hecho tan humildemente, un servil te todo, dudlo de la luz.
mente, con tal don de sí mismo y tal ausencia de elección cnue el Hay realmente piedras que uenen su luz propia, como
ese
rosuo, la mano o el cuerpo, que no hubiera ya nada que llevara un rostro inclinado sobre un bl ue del Musco de Luxemb
oq urgo, "La
nombre, que se modelara solamente, sin saber con cX2Ctirud lo que Idea", que aunque se inclina hasta envolverse de sombra, está
mantc·
iba a producirse, como el gusano que sigu e su camino en la oscuridad nido por encima del resplandor blanco de su piedra, baJO
cuya
de un punto a ouo. ¿Pues quién podrta scnursc desprovisto de toda influencia las sombras se das1pan y se funden en un claroscuro
traras
prevención en presencia de form as que llevan un nombre?. ¿Quién no parcntc. ¿Y quién no piensa con encanto en uno· de los pcquenos
gru
ha escogido ya, cuando da el nombre de rostro a alguna cosa?. Pero el pos en que dos cuerpos forman una penumbra, para encontrarse allí
que trabaja no tiene el derecho a elegir. Su labor debe hallarse pe dulcemente, dentro de una luz velada?. ¿No es cxtrallo ver avanzar
la
netrada de una obediencia igual dondequiera. Sin haber sido desen luz sobre el dorso tendido de la "Danaide", lent amente, como
si
vueltas, lo mismo que un objeto dejado en depósito, las formas deben progresara desde hace horas?. ¿ Y recordaba al ien todavía esa escala
gu
pasar entre sus dedos para ubicarse en su obra puras e intactas. que va desde la sombra hasta la oscuridad uarasparente y ligeram ente
Y as! están las formas en la obra de Rodm: puras e mtaeras; sin disipada, como la que se desliza a veces alrededor del ombligo de cier
pedir nada las ha trarasmitido a sus cosas que parecen no haber sido to tas estatuas antiguas, a la que nosouos no conocíam os ya sino por la
cadas jarnis cuando El las deja. La luz y la sombra se suavizan sobre curvatura de los pétalos de rosa?.
ellas, como sobre frutos muy frescos, y se tornan más animadas, como
conducidas por un viento maunal. En tales progresos, casi mexpresables, residía el enriqucc1mtcn
Y aquí debemos hablar sobre el movimiento; no en el senudo to de la obra de Rodm. Al mismo tiempo que sub gaba la luz, Rodin
yu
en el que se ha hablado muy a menudo con reproche; pues la movili preparaba su otra gran victoria a que deben su forma sus objetos,
esa
dad de los gestos que ha sido muy notada en esta escultura, tiene lu especie de grandeza, mdcpendicntc de toda medida Quiero dem, la
gar en el interior de las cosas, como una sangre que circulara, y no per conquasta del espacio.
turba jamás el reposo y la estabilidad de su arquitectura. Y por lo dc Oc nuevo, como tan a menudo ya ocurriera, eran las cosas las
mis, no hubiera sido ninguna novedad inuoducir el movimiento en el que ensenaban la verdad, las cosas, afuera, en la naturaleza, y al nos
gu
arte plistico. La única novedad era la especie de movimiento a que se objetos de arte de origen elevado, que él iba siempre a interrogar Y
ve constreftida la luz por la complexión particular de estas superfiaes, cada vez ellos le repetían una ley o una relación de que se hallaban
cuy as inclinaciones se modifican tan a menudo, que de pronto corre plenos, y que él comprendía poco a poco. Le permidan arrojar una mi
lentamente y de pronto se precipita, ahora aparece profunda, ahora rada en la geometría misteriosa del espacio; y Rodin comprendía que
vadeable, ya espcjcante o mate. La luz que toa una de esas cosas no es los contornos de una cosa deben ordenar� en la duecc16n de muchos
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planos indinados el uno conua el ouo, para que la cosa sea realmente 0 se supusieron jamás que no aparezcan aqut?. Y si alguna vez exis
recogida por el espaao, reconOClda por él en cieno modo en su inde tieron se les había perdido, pues eran tan fugmvos y finos, tan poco
pendencia cósmica. desttnados a un uso cualquiera, que no era posible prestarles un senti
Es difícil formular con precisión este descubrimiento. Pero se do. Sólo ahora, cuando inopinadamente volvemos a verlos en es tas lá
puede mosuar cómo ha sido utilizado en la obra de Rodin. Los de minas , conocemos su significación: las formas más c:xtrem2S del amor y
talJes dados son recogidos con más y más energía y seguridad en fuer del sufruruento, de la desesperación y de la dicha, están allí aunque
tes unidades de planos, y por fin, corno bajo la influencia de fuerzas no comprendamos por qué. Hay alJí formas humanas que suben, y es
que giraran, � alinean por así decirlo, y creemos ver que esos planos ta ascensión es irres1Stible como sólo puede serlo 002 ma!\am cuando
forman parte del globo terresue, y se de¡an prolongar hasta el infinito. el sol se levanta. Y he aquí formas ligeras que se alejan rápidamente,
He aqui "La Edad de Bronce", que está aún de pie como en que os trastornan de golpe con su fuga, como s1 no fuera posible pasar
un espacio hermético; en torno del "San Juan", todo reuocede y se ser ya sin ellas. He aqui formas extendidas a cuyo alrededor nacen el
desvanece ya por todos lados; en torno del "BaJzac" sentimos toda la suel.\o y las esferas de los suenos; y ouas que esperan, perezosas, pesa
atmósfera; pero algu nos desnudos sin cabeza -sobre todo el enorme y das de pereza; y otras más, depravadas, que no quieren esperar ya. Y
d esnudo "Hombre en marcha"-, están como colocados por encima se ven sus vicios, y es como el crecimiento de una planta que creciera
de nosouos, como en el espaao mfiruto, como bajo las esuellas, en en la demencia porque no puede hacerlo de otro modo; y comprende
medio de la vasta e imperturbable gravitaeión de los mundos. mos qué parte de la caída de una flor está contenida también en en la
inclinación de ésta, y que todo esto es el mundo, y además que esta fi.
Mas de igual modo que en un cuento, lo g1gantesco, una vez gura, semejante a un asuo en el zodíaco, ha sido arrebatada y fi¡ada
superado, se hace peque!\o a los o¡os de su vencedor para penenecerle para siempre en su apasionada soledad.
completamente, de igual manera el maesuo ha podido realmente to Pero cuando una de esas figuras animadas se torna visible bajo
mar posesión, como de un objeto propio, de ese espacio que h2bía un poco de color verde, eso es el mar o el fondo del mar, y la figura se
conquastado grae1as a las cosas. mueve de ouo modo, más penosamente, ba¡o el agua, y basta un sig
Pues este espacio, por infinito que sea, está contenido en las no en azul detrás de una figu ra que cae, para que por todas panes el
exua!\as láminas de las que quer(1a creerse siempre que son el término espaao haga irrupción en el papel, y lo rodee de tanto vado, que nos
de esta obra. Estos d1bu¡os de los diez ú.lumos anos, no son como semunos presa de vénigo e involuntariamente nos apoyamos en la ma
muchos creyeron notas rápidas, esbozos preparatorios, dibujos provi no del maestro, que en un gesto de regalo afectuoso, nos mostraba el
sorios; conttenen los resultados más definitivos de una larga experien dibujo.
cia m1merrumpida. Y la enaerran como por milagro permanente en
una nada, en un uazo rápido, en un contorno tomado sin aliento, del Pero he aquí -me apercibo de ello-, que os he de¡ado ver un
natural, en el contorno de un contorno que la naturaleza mism2 pare gesto del maestro. Y reclamáis otros. Os semis preparados para acoger
ce haber abandonado porque era por demás delicado y por demás pre y dJSponer completándolas, 1mpres1ones cxcenores y 2ún superficiales,
cioso. Jamás, ni en las lánunas ¡aponesas más raras, ha habido líneas a fin de que se tornen otros tantos rasgos en vuestra imagen personal.
de tal intensidad de expresión y al mismo tiempo tan gratuitas. Por Queréis escuchar los cérrrunos preC1SOs de una frase, cal como ha sido
que aquí nada ha sido representado, todo es espontáneo, ,10 hay el pronunciada; queréis inscribir los lugares y las fechas en el mapa de las
menor rastro de un nombre. ¿Y sm embargo, qué es lo que no hay montanas y los ríos de esta obra
aqui?. ¿Qué actos de poseer o de dejar, o de no poder ya retener, de He aquí una fotografía tomada de un retrato al óleo. Muescra
inclinar o de extender o de conuaer, qué caldas o qué vuelos se vieron por indisuma manera a un joven hacia fines de 1860. En el rostro im-
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berbe las líneas simples son casi duras, pero los ojos, que brillan clan bíén los visitantes ripidos del domingo despub del mediodía, han te•
mente en la sombra, ligan el conjunto en una expresión cierna, casi so nido su parte, cuando en los dos talleres del Depósito de los Mármoles
!ladora, como tienen a veces los jóvenes bajo la influencia de la sole volvtan a encontrar al maestro, en medio de sus obras, acabadas o ina
dad, es casi el rosuo de alguien que ha leído hasta que cae la noche cabadas. Desde el primer instante os scntirws tranquilizados por su
Pero aquí hay ouo reuato: haoa 1880. Se ve aquí un hombre eones{;;., pero os aterraéiais casi de la intensidad de su interEs cuando se
que lleva las huellas de su actividad. El rosuo ha enflaquecido; la larga volviera hacia vosotros. Pues tiene esa mirada de concentrada aten
barba cuelga descuidadamente sobre el busto de anchos hombros, ves ción, que va y viene como el chorro luminoso de un faro, mas tan fuer
udo con un saco que ha quedado demasiado amplio. Pese a los tonos te, que detrás de fl y bien lejos, sentimos todavia cómo se extiende su
cenicientos, palidecidos de la fotograffa., creemos reconocer que los claridad.
párpados están enrojecidos, pero la rrurada surge, segu ra y resuelta, de Habfo oído describir a menudo esos talleres de la calle de la
los ojos cansados, y en la acurud hay una tensión elástica que no se ha Universidad. Son canteras donde se esculpen las piedras de talla de es
de romper. ta gran obra. Inhospitalarios casi, como canteras, no ofrecen al visitan•
Súbuamente, uas de algu nos años, todo se ha transformado te discracción alguna; como están instalados solamente con vistas al
Lo previsorio, lo indeterminado, se ha trocado en lo definiuvo, hecho trabajo, le obligan a mirar de igu al modo que se trabaja, y son nume
para durar. De golpe esti ahí esa frente "rocosa" y rígida, fuera de la rosos los que han sentido la primera vez quf poco acostumbrados esta•
cual apunta la larga y gruesa nariz, de alas ligeras y sensibles. Como ban a este esfuerzo. Otros que aprendían a mirar, se marchaban felices
bajo un annguo arco de piedra, los ojos miran a lo lejos, hacia afuera y de haber hecho nuevos progresos y notaban entonces que cuanto se
hacia adentro. La boca, de m�a de fauno, semi-disimulada, ha cre hallaba fuera habb sidoumbién un aprendizaje. Pero sobre todo el
cido con el silencio sensual de nuevos siglos; y deba¡o, la barba, como espacio de esos talleres ha debido ser extrallo para los que sabían ver.
retenida por demasiado tiempo, brota en una única ola blanca. El Guiados por el sentimiento de una dulce presión, iban allí a veces de
cuerpo que soporta esca cabeza es como inamovible le¡os, y el esw allí, al abrigo de esas cosas, era para ellos lo que una
Y s1 se puede decu lo que emana de esca apar1aón, helo aqut: vez sobrevendrb. Era un fin y un comienzo, y el apacible cumpli
es lo que parece remontar hacia atrás, como un Dios fluvial, y mirar miento del deseo que pudo formularse en alguna parte, entre caneas
haaa adelante como un profeta No lleva la marca de nuestro tiempo. palabras, un ejemplo, la simple realidad de algo conseguido. Rodin se
Exaetamente definida en su unidad, se pierde pese a todo en una suer aproximaba entonces espontáneamente a ellos, y adnuraba con ellos lo
te de anonimato medieval, tiene esa humildad de la grandeza que ha que admiraban. Pues el oscuro camino de su trabajo inconsciente que
ce pensar en los consuuctores de las grandes catedrales, y su aislamien conduce a través del oficio, le permne admirar él rrusmo sus cosas ter•
to no es una voluntad de mantenerse aparte, porque reposa sobre sus minadas, que no ha vigilado ni tenido en tutela, y cuando están por
relaciones con la naturaleza. Su virilidad no es dura, a despecho de su fin allí, lo sobrepasan. Y su admiración es cada vez mejor, más pro
terquedad, de suerte que un amigo de Rodm, a quien él visitaba a ve funda, más encantada que la de sus visitantes. Su incomparable con
ces a la tarde, podía escnb1C:"Cuando se ha marchado, queda en el centración, el sirve dondequiera. Y cuando en la conversación rechaza
crepúsculo de la habitación algo de tierno, como si hubiera pasado con indulgencia y sonrisa irónicas la formulada hipótesis de la inspira
una mujer" c16n, y responde que no hay en absoluto, pero en absoluto, inspira•
Y en efecto, los raros hombres a los que el maestro acordó su ción, se comprende de pronto que para este hombre la inspinci6n se
amistad, aprendieron a conocer su bondad, que es elemental como la ha tornado permanente, que no la siente ya venir porque no se aparta
bondad de una fuerza de la naturaleza, como l.a bondad de un largo de él, y entrevemos la causa de su fecundidad ininterrumpida.
día de verano, que lo hace crecer todo, y se oscurece carde. Pero tam• "¿Habéis trabajado bien?", tal es la pre gu nta con la que salu-
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da a todos los que le aman; porque si pueden contestar afümauva muy poco numerO\as), son mucho más generales que personales, por
mente a esta pregunta, no hay ninguna oua que formular y es posible Po'º que se las compare con lo que este hombre ha hecho Separado
quedar tranquilo: todo el que uabaja, es feliz. de todo lo que había sido antes por el macizo inaccesible de esta for
Para la naturaleza simple y regular de Rodin, que dispone de midable obra, cuesta reconocerlo en los acomecun1encos pasados; esta•
reservas de fuerza increíbles, eSla soluaón era posible; para su genio l1l05 reducidos a lo que el maesuo mismo ha refendo según la ocasión,
era necesaria; solamente así pudo hacerse dueno del mundo. Trabaja y a lo que ha sido repetido por otros.
como trabaja la naturaleza y no como uabaja el hombre, tal era su des
tino De su infancia se sabe solamente que el ¡oven fue temprana
Quizás Sebastiw Melmoth expenmentó esto cuando en una mente enviado desde París a una pequeña pensión de Bcauvais, don
uiste siesta, fue, solo, a concemplar una vez más "La Puena del In de delicado y sensible, sufre al verse privado de un hogar y en
fierno'' Quizás la esperanza de recomenzar ,¡e ha estremecido una vez compañía de los extranjeros sm consideraciones que le rodean. Regresa
mis en su corazón, ya destruído a medias. Quizás, caso de ser posible, a París a los catorce anos, y en una pequeña escuela de dibu10 aprende
hubiera querido preguntar a ese hombre cuando estuvo solo con él: por vez pnmera a servirse de la tierra de alfarero, a la que sus manos
-¿Cómo ha sido vuesua vida >. no querrían ya abandonar, tamo ama esa sustancia. Por lo demás, to
Y Rodm hubiera respondido: do cuanto sea uaba¡o le place, y uaba¡a hasta durante las comidas, en
-Buena que lec y dibuja. Dibuja también en la calle, y por la manana bien
-¿Habfo tenido enemigos?. temprano, en elJardfn de Plantas, a los animales pesados de sueño. Y
-No han podido impedirme trabajar. a aqueUo que no le mv1ta su placer, le impulsa su pobreza. La pobre
-¿Y la gloria?. za, sin la cual su vida no sería concebible, y a la que debe ( cosa que no
-Me ha obligado a uabajar. olvida), el haber v1v1do junto a los animales y las flores, pnvado de to
--¿Y 1� amigos? do. entre todas las cosas pobres que dependen de Dios y que sólo de �I
-Me exigieron que trabajara. dependen.
-¿Y las mujeres >. A los d1c�is1ete años entra en casa de un decorador, y uaba¡a
-El traba10 me en<1eñó a admirarlas. para él, como más tarde en la manufactura de �vres para Camer
-¿Pero habéis sido 1oven? Bclleuse, y para Van Rasbourg en Amberes y Bruselas. Su verdadera
--Sí, y entonces yo era un cualquiera Cuando uno es joven no vida, independiente y pública, comienza alrededor del ano 1877. Co
comprende nada. Eso sólo viene mis tarde, lentamente mienza con la acusación que le lanzan de haber e¡ecutado la estatua de
Lo que Scbastiin Melmoth no ha preguntado, muchos lo han "La Edad de Bronce", que exponía entonces, modelindola "d'aprh
pensado quizás, al mirar al maestro, asombrados una y otra vez de la nature". Comienza por una acusación. �l lo recordaría apenas hoy, s1
duración de las fuerzas de este anciano de casi setenta años, de esa su la opinión pública no le hubiera atacado y rechazado de manera can
Juventud que nada tiene de conservado, smo que es fresca, como s1 pemstente Pero Rodm no se queja; a lo sumo, la influencia de esa
conunuamente la fuera sacando de la tierra. hosulidad que no cedía, ha desarrollado en él una buena memona pa
Y vosotros mismos, os preguntáis, más impacientemente, por ra las malas experiencias, memoria que él, poseedor de un sentido tan
segunda vez: ¿Cómo ha sido su vida?. justo de lo e�enc1al, hubiera debido dejar que se auofiara Su rn:nc1a
era ya enorme en ese uempo, lo era ya desde 1864 cuando apareció la
S1 vacilo en narrárosla en orden cronológ1co, como una máscara de "El Hombre de la nariz rota", Había trabajado mucho ba
biografía, es porque parece que todas las fechas que se conocen (y son jo la influencia de �a máscara, pero lo que salía de •us manos era de•
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formado por otros y no llevaba su nombre. M. Roger-Marx, ha en. flt incumbían; pero que podía también ser herm osa es lo que no
f le
conuado y más tarde adquuido los model os que Rodm había ejecuta. pcnruten olvidar el busto llamado "La Bcllona", y también el sobrio
do para �vres; en la fábnca habíaselos arrojado a los desperdicios co ,ccn to que el escultor hizo de ella más tarde. Cuando al fin sentíase
mo inutilizables. Diez m:1scaras, destinadas a uno de los estanques del cans ada resultaba que la memona del trabajador estaba tan colmada
Trocadero, desaparecieron no bien fijadas y no han podido ser re. de recuerdos de formas, que no había razón alguna para interrumpir
cobradas aún. "Los Burgueses de Calais" no obtuvieron ni el empla. d trabaJO,
zamiento ni la disposición que el maestro había propuesto; nadie Y fué entonces que salieron a la luz las bases de esta obra for
quiso asistir a la inauguración de ese monumento. En Nancy, obliga. oú<fable; casi todos los uabajos que se conocen, comienzan en esos
ron a Rodin a hacer en el z6calo de la estatua de Oaud10 Lorram, cam. dfas con turbadora sunultane 1 dad. Como s.1 un com.1enzo de realiza.
bios que eran contrari os a su convicción. Os acordáis aún de la forma ci6 n fuera la sola garantía de la posibilidad de ejecutar obras inmen•
inaudita en que la estatua no era bastante parecida. Quizá se os ha es 115. Durante allos y anos esta fuerza superior perduró, irta.lterable; y
capado que además, hace dos allos, el modelo en yeso de "El Pensa cuando por fin se mamfestó cierto agotamiento, su causa no estaba en
dor'', que como ensayo habíase erigido ante el Panteón. fué demolido el trabajo, sino en la muación malsana de un departamento sirt sol,
a hachazos. Pero es posible que hoy o mal\ana os encontréis en los pe (en la calle de los Grands-Augustirts), situación en la que Rodin no
riódicos una noticia análoga, si debiera producirse una nueva compra había reparado en absoluto. Sin duda la naturaleza habíale fallado sú
oficial de una obra de Rodin. Porque esta enumeración, que no os bitamente; y a veces se había puesto en camino el dorrungo a la hora
entrega mas que un pequello número de las vejaciones que se han de la siesta, pero en general caía la noche antes de que marchando
hecho sufrir a Rodin, muluplicindolas sin tregua, podría muy bien no enue los numerosos peatones (pues durante arios no había ni que so•
estar cerrada todavía. llar en tomar un ómrubus), hubiera llegado a las fortificaciones, más
Podría imaginarse que un artista acabe por aceptar esta guerra allá de las cuales comenzaba, incierto y envuelto ya por el crepúsculo,
que se le sigue declarando continuamente; la impaciencia y la indig imposible de alcanzar, el campo... Pero al fin habíale sido posible
nac ión hubieran podido arrastrar a éste o a aquél; pero si hubiera en realizar este antiguo deseo, e irtstal.arse completamente en el campo,
tablado el combate, ¡cuánto no hubiera tenido que alejarse de su primero en Bcllevue, en la peque!ia villa que ancano habiwa Scribe, y
obra!. Y la victoria de Rodin consiste en haber persistido en la suya, y más tarde en las alturas de Meudon.
en haber respondido a la destrucción como hace la naturaleza: por un Allá lej os, la vid.a se había tomado mucho más espaciosa, aun•
nuevo comienzo y por una fecundidad decuplicada. que la casa, -úruco piso de la villa de los Brillancs, de alto techo luLS
XllI- era pequefla y no ha sido agrandada después. Pero al presente
El que tema exponerse al reproche de exageración, no tiene había allí un jardín que tomaba parte, claro y animado, en todo cuan•
medio alguno para dcscribuos la acuvidad de Rodm después de su to acontecía, y la lejanía se esmaba ante las ventanas. Lo que ahora iba
regreso de Bélgica. a expandirse en esas condiciones nuevas de vida, y a ex.tgir todavía
Para Rodin, el día comenzaba con el sol, pero no terminaba construcciones anexas, no era el duef'lo de esa casa, sino sus caros obje•
con él, porque entonces una larga franja de luz artificial era agregada tos que necesitaban ser mimados. Todo ha sido hecho para ellos, Hace
aún a las numerosas horas claras. Tarde en la noche, cuando no había ya seis a.!los , (acaso lo recordáis) Rodirt hizo uansportar el pabellón de
ya medio de tener un modelo, la mujer que compartía su vida con un exposición del puente del Alma a Meudon, y abandonó ese gran espa•
don de sí misma y una solicitud emocionantes, estaba siempre pronta cio claro a las cosas, que, al presente, lo ocupan, por centenares
a facilnarle el trabajo en la común y estrechad.mara. Era discreta co Junto a ese ''Museo Rodin'', se ha formado y desarrollado otro
mo ayudante, y se disimulaba totalmente tras los menudos servicios museo de estatuas y de fragmentos antiguos, escogidos con un gusto
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muy personal, que contiene obras de origen griego y egipcio, algunas están las casit as, allá lejos, justo en los sitios que deben estar!.
de las cuales llamarían la atención aún en las saJ as del Louvre. En otra -Con qué magnificencia el puente, cerca de Scvres, franquea el río, se
pieza, detrás de los vasos antigu os, hay cuadros a los que se les da sus �oge, reposa, toma su impulso y salta de nuevo por eres veces!. Y
verdaderos nombres sin buscar la firma: Ribot, Monet, Carriere, Van allá , atrás, el Monte Valeriano, con sus fortificaciones, ¡como una gran
Gogh, Zuloaga, y entre los cuadros cuyo nombre se ignora, algunos plástica, como una Acrópolis, como un altar antiguo!. Y esto otro
debidos a Falguiere, que fué un gran pintor. Es natural que no les fal. ca,nbién lo han hecho hombres que estaban cerca de la vida: este Apo
ten homenajes; los libros solos forman una voluminosa biblioteca, lo. este Buda que reposa sobre una flor abierta, este halcón, y aquí, es
que, aunque independientemente de su elección, no lo rodea sólo por te delgado torso de adolescente en el que no hay mentira.
azar. Todos los objetos están rodeados de cuidados; y se les honra, pe Sobre tales descubrimientos, confirmados sin cesar por todo,
ro nadie espera de ellos que esparzan una atmósfera agradable o con. de cerca o de lejos, reposan las jornadas de trabajo del maestro de
fonable. Casi se tiene la impresión de no haber visto jamás objetos de Meudon. Han continuado siendo jornadas de trabajo, una tras de la
ane de estilos y de épocas tan distintas, cada uno con toda su fuerza, otra, con esta sola diferencia, que ahora forma parte también del tra•
singular y aislada de los otros, como aquí, donde no tienen ese aire bajo: mirar hacia afuera, estar con todo, y comprender.
ambicioso que hay en una colección, y no se ven forzados a contribuir -Comienzo a comprender, -dijo alguna vez, pensativo y re
con la fonuna de su belleza a un sentimiento general, que haría per conocido. Y se debe a que me he tomado seriamente mucho trabajo
der de vista a cada uno entre todos. Algu ien nos dijo una vez que eran por una sola cosa. Y el que comprende una cosa, comprende en gene
cuidados como animales finos, y en efecto, con esos términos quedan ral, porque todo obedece a las mismas leyes. Yo aprendí la escultura, y
bien definidas las relaciones que Rodio mantenía con las cosas que le sabía bien que era algo grande. Recuerdo ahora que en la "Sucesión
rodeaban; porque, a menudo, cuando circula de noche aún, en medio del Cristo". en el tercer libro en particular, he puesto un día: Escuitu•
de ellas, lo hace prudentemente, como para no despenarlas a todas, y ra, dondequiera decía Dios, y era perfectamente exacto ...
con una pequefia linterna, acaba por acercarse a un mármol antiguo Sonreís, y es algo perfectamente adecuado que sonriáis en este
que se mueve, despiena, y súbitamente se- levanta; es la vida lo que ha pasaje; vuestra seriedad está tan poco protegida que se tiene la sensa
ido a buscar y lo que admira en ese momento. "La vida, esa ción de que hubiera que oc ultarla. Pero comprenderéis ya que pa
maravilla". como ha escrito una vez. labras como estas no están hechas para ser pronunciadas en voz alta co
Rodio ha aprendido aquí, en la soledad campestre de su habi mo yo tengo que hacerlo aquí. Acaso llenen su misión si las personas
tación, a abrazar esa vida con un amor más creyente aún. Y la vida se que las han recibido tratan de organizar su vida de acuerdo a ellas.
manifiesta a él como a un iniciado; no le oculta ya nada, ni desconfía Por lo demás, Rodio es taciturno, como todos los que actúan.
de él. Rodio la reconoce en las pequeñas cosas igu al que en las gran Hasta se reconoc e raramente el derecho de expresar sus descubrimen
des; en lo que apenas es visible, y en lo inmenso. Está contenida en la tos en palabras, porque esto ya le incumbe al poeta; y en su modestia
aurora y en el poniente, y en las vigilias; colmadas estin de ella las coloca al poeta muy por encima del estatuario, que, como lo dijo un
simples colaciones a la moda antigu a, el pan, el vino; se muestra en la día con una sonrisa llena de reconoc imiento ante su bello grupo: "El
alegría de los perros, en los cisnes, y en el vuelo brillante y circular de escultor y la Musa", "tiene que hacer increibles esfuerzos, en medio
los pichones. Reside toda entera en cada pequeña flor, y cien veces en de su tosquedad, para comprender la Musa".
cada fruto. Cualquier hoja de col del hueno se enorgu llece de ella, y Sin embargo, es exacto lo que se ha dicho de su palabra:
¡con cuánta justicia!. ¡Cómo centellea gustosa en el agua, qué feliz es " ¡ Qué impresión de buena comida, de alimento sustancioso!". pues,
en los árboles!. Y ¡cómo toma posesión dondequiera puede de la exis tras de cada palabra de su conversación, está, maciza y tranquilizado
tencia de los hombres, cuando ellos no se oponen!. ¡Qué bien situadas ra, la simple realidad de sus jornadas llenas de experiencia.
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-Uno ve a los animales y los irbo
Al presente, podEIS comprender quE ple112S son estas jornadas. les de enuec asa, dice alegre
mente, y contempla todo cuanto ocurre
La mallana se pasa en Meudon; a menudo, en muchos talleres, a lo largo del cammo y se re
gocija con ello.
muchos trabajos comenzados son continuados sucesivamente, y cada
Recoge un hongo y lo muestra, encantad
uno de ellos conducido algo mis adelante; en los intervalos se m o, a la scnora Rodin,
que lo m15mo que El no ha renunciado esos
filtran, 1mponunas pero inevitables, todas las cueStJones pricticas cu a paseos matinales.
-Mira, dice Rodio, agnado, y esto no neces
ya preocupac ión y cuyo trabajo no han sido jamis ahorrados al maes i ta mis que de una
noche; en una sola noche, quedan hech tod
tro, porque C2Si nmguna de sus obras es vendida a travb de los imer as as esas laminillas . Esto
trabaja bien
medianos del mercado artístico. Lo mis a menudo, a las dos, ya un
En el límite del parque, extif o esc el
modelo lo espera en la ciudad· un "amateur" que ha encargado su d paisaje campestre.
Cuatro bueyes de labor viran lentament
retrato, o un modelo profes ional; y solamente en verano consigue Ro e, y se mueven con pesadez en
el campo fresco. Rodtn admira esa lenmud , su
dm estar de regreso en Meudon antes del crepúsculo. Allí, la velada es plenitud y su detalle.
l - Y luego:
breve y siempre la m1Sma; porque se acuesta a las nueve, regu armen
te. -Es todo obediencia.
Y si pregunws cuilcs son las distracciones, las excepciones, Sus pensamientos atraviesan del mismo
modo su trabajo. El
tengo que responder: en el fondo, no exuten; el "trabajar, comprende esta imagen, como comprende
las imágenes de los poetas
descansa", de Renan, jamis ha sido acaso de una validez tan coud1ana que lo ocupan a veces, por la tarde. (Ya no
es Baudelaire, Rous
como aquí. Pero a veces, de improviso, la naturaleza exuende esas jor snu todavía de tiempo en uempo, y
m u y a menudo, Platón). Pero
nadas en apariencia tan semejantes; agrega a ellas temporadas, vaca ahora que desde los campos de maniobras de Samt-
Cyr llaman los cla
ciones enteras que preceden al trabajo cotidiano; no deja que falle rines, vivos y sediciosos, por encima de la
labor tranquila, Rodio
ocasión alguna a su amigo. Mallanas que se sienten dichosas, lo des sonríe; ve el escudo de Aquiles.
p1cnan y El recibe su parte. Contempla cómo hacen su jardín, o bien Y en la próxuna curva se llega a la ruta, "la herm
osa ru ta'', di
va a Versalles, al despenar suntuoso del parque, como se iba al desper• ce El, umda y larga como la marcha misma, Y camin
ar tambifo es una
tar del rey. Rod10 ama esas primeras horas iot2CW. �licidad. Eso lo aprendió en BElgica. Como era
muy hibil en el traba
Rodm ha aprendido aquí, en la soledad campestre de su habi jo y por muchas razones lo ponian poco a contri buc i
ón sus compaileros
tación, a abrazar esa vida con un amor mis cttyente aíín. Y la vida se de entonces, consiguió ganar jornadas enceras que
pasaba en el cam
manifi esta a El como a un iniciado; no le oculta ya nada, ni desconf"12 po. Sin duda lo acompaiuba una caja de colores, pero
Rodio se servía
de El. Rodio la reconoce en las pequeftas cosas igual que en las gran muy poco de ella, pues comprendía que ocupind
osc de una sola cosa,
des; en lo que apenas es v1Sible, y en lo inmenso. Esti contenida en la perdía el placer que le daban las ouas mil que
todavía conocía tan po
aurora y en el poniente, y en las vigilias; colmadas están de ella las co. Así pues, durante esa Epoca no hizo mis que
mirar; y El la llama su
simples colaciones a la moda antigua, el pan, el vino; se muestra en la fpoca mis rica. Los grandes bosques de hayas
de So1 gnes, las largas ru
alegria de los perros, en los cisnes, y en el vuelo brillante y circular de tas brillantes que fuera de los bosques corren al encuen
tro del gran
los pichones. Reside toda entera en cada pequefta flor, y cien veces en viento de las llanuras, los claros vemorrílos donde
el reposo y la comi
cada fruto. Cualquier hoja de col del hueno se enorgullece de ella, y da tenían algo de solemne en su simpli cidad
misma (en general no
¡con cuinta justicia!. ¡C6mo centellea gustosa en el agua, quE feliz es cnn mis que pan mojado en vmo: una "trem
pecte"), este fué largo
en los irboles!. Y ¡c6mo toma posesión dondequiera puede de la exis tiempo el circulo de sus impresiones donde cada
simple aconcecim1en
tencia de los hombres, cuando ellos no se oponen!. ¡QuE bien situadas to entraba con un ingel; pues tras cada
uno de ellos, reconocía las alas
están las casiw, alli lejos, justo en los sitios que deben estar!. de una maravilla.
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Seguramente tiene razón cuando piensa en esos largos ailos de
caminatas y de contemplación con reconocimiento sin igual. Eran una
preparación del trabajo que venía; eran su condición previa a todo res
pecto; pues entonces conquistó su salud esa solidez definitiva y du
rable, con la que más tarde pudo contar sin reservas.
De igual modo que trajo de esos ailos una frescura inextin
guible, así tambifo ahora regresa de cada uno de sus largos paseos ma
tinales fortificado y lleno de impulso para el trabajo. Alegre, como con
buenas noticias, enua a ver sus cosas, y marcha hacia una de ellas co
mo si le tuviera reservada una sorpresa. Y un instante más tarde, está
absorto como si trabajara desde horas atrás. Comienza, completa y
modifica aquí y allá como si atendiera en esa multitud al llamado de
las cosas que tienen necesidad de él. Y ninguna queda olvidada; las
que fueron apartadas esperan su hora y tienen tiempo. Tampoco en el
jardín brota codo a la vez. Hay flores al lado de frutos y un úbol cual
quiera está todavía en las hojas. ¿No decía yo que está en la esencia de
este poderoso el tener tiempo como la naturaleza y producir como
ella?
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un día la rumba de algún desconocido. Pero por fin, heme aquí de Quizá sea esta la explicación de una parte de l as resistenci as
..,
nuevo ame el pequeilo modelo en yeso de "La Torre del Trabajo" contra la_s que ha chocado esta obra; en ella ta_mbién se había hecho
que, definitivamente detenido, no espera sino el encargo del aficiona violencia. El�o es. .s1empre mouv<2..dc_�pa_nto para su época; pero / �
do que quiera ayudar a eng1t en medio de los hombres el gigantesco éste, al reatrapar sm tregua su época, no �o en espímu smo eñsu
ejemplo de esas imágenes. realización misma, mfunde pavor, como un signo en el ciclo.
Sin embargo, he aquí otra cosa mis: un rostro silencioso, con esa ma. Casi se comprende: no hay lugar para es as cosa_s ¿Quién ourfa.
'i
no sufriente, y el yeso de una blancura cransparente que sólo adquiere recogerl as )
ba¡o el mstrumento de Rodin. Sobre el z6c21o leo esta palabra, ya ¿Acaso no conficsm por sí mJsmas su trágico secreto, esa_s
tachada por lo demás: "Convaleciente". Y ahora no hay alrededor de p1edra_s radiwtes que ha_n toma_do el cielo sobre sí, en su soledad> ¿Y
mí más que cosas nuevas, sm nombre, en trance de surgir, han sido co. la_s que están de pie, a la_s que no puede contener ninguna casa> Están
menzadas ayer, o antes de ayer, o hace ailos; pero parecen tan des de pie en el espacio ¿Q¡é uenc que ver con nosotros>
preocupadas como l as otras . Y no calcul:m. lmagmad una montaila que se alza en medio de un campa•
Entonces me pregunté por primera vez· ¿cómo es posible que mento de nómadas . La abandonarían y volverían a parur mira_ndo por
no calculen? ¿Por qué esta obra mmensa conunúa creciendo y hasta sus rebailos.
cuándo?. ¿No piensa ya en su <luello). ¿Cree verdaderamente estar en Y nosotros, todos nosotros, somos un pueblo de nómada_s No
manos de la naturaleza, como una roca sobre la que mil anos hubieran porque ninguno de nosotros carezca de hogar, donde v1vu, y de lugar
pasado como un día?. donde construir, sino porque no tenemos ya una casa común. Porque
Y me parecía en ffil espanto que era menester sacar de es()) tenemos que llevar con nosotro) hasta lo que poseemos de grande, sm
talleres codo lo que estaba tetffilnado, para darse cuenta de lo que era poder dejarlo de uempo en uempo allí d�nde se dejan las grmdes co
posible hacer todavía durante los a_ilos venideros. Pero en tanto que �as.
contaba asi todo lo que estaba termJnado, las piedras lucientes, los Y no obsca_nte, en tod as partes donde exista una grandeza hu
bronces y codos esos bustos, mi mirada de prontó quedó suspendida ma_na, esta quiere ocultar su rostro en el�no de una gra_odeza general
muy aleo, en el "Balzac", en el rechuado, que había vuelto, y que y anónima Cumdo por última vez desde la anugüedad surgió de sú•
estaba allí de pie, orgulloso, como s1 no quisiera marcha_rse más. bico en estatuas inventadas por los hombres, que también ellos se
hallaban en camino en sus propios espúitus y en plena evolución, ¡có
De�de ese día, comprendo el carácter trágico de �a obra en la mo se arro¡ó entonces a las catedrales, y� refugió ba¡o los pómcos, y
grandeza de sus dimensiones. Siento más d1suntamente que nunca subió a las puercas y a las corres lo mismo que anee una tnundac1ón!.
tanto como en esas cosas, la escultura ha crecido insensiblemente hasta Pero, ¿dónde podrfan 1r las cosas creadas por Rodin?.
una potencia que no había vuelco a alcanzar desde la anugüedad Pe• Eugenio Carn�re escribió de él un día: "No ha podido colabo•
/¡ ro esta plásuca ha nacido en una época que no uene ya c�as . ni casa_s, rar en la catedral ausente"
ni nada de extenor, porque el mterior de esta época no tiene forma y No ha podido colaborar en ninguna parte, y nadie ha trabaja
es inasible'. corre. do con él.
Pero este hombre quería a_sirlo, y pagaba con su coruón. Todo En la_s casa_s dd siglo XVlll y en la bella disposición de sus par•
cumto en él también había de vago, de futuro, lo había cogido y en• ques, Rodin notaba con mcla_ncolía el postrer aspecto interno de una
cerrado, y depositado allí, semeja_nte a un Dios, porque la metamorfo• época. Y pacientemente encontraba en ese rostro los rasgos de aquella
sts tiene ta_mbién su Dios. Como si alguien quts1era retener un metal relación con la naturaleza que desde entonces se ha perdido. Y sei'lala
que corre, y lo dejara endurecerse entre sus mmos. ba hacia la natura_leza más y más unpenosa_meme, aconsejmdo retor-
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nar ''a la obra misma de Dios, obra inmortal que se ha tornado incóg
nita''. Pensaba ya en los que vendrían tras él, cuando decía ante el
paisaje: "Aquí están todos los estilos futuros".
Sus cosas, las que le pertenecían, no podían esperar. Debían
ser cumplidas. Rodin previó con mucha anticipación que quedarían
sin techo. Sólo podía elegir entre ahogarlas dentro de sí o ganar para
ellas el ciclo que rodea las montañas.
Y tal fue su misión: en una curva inmensa ha erigido su uni
verso por encima de nosotros, y lo ha ubicado en la naturaleza.
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