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Tres Enfoques Sobre La Reencarnacion Actualizacion 24 05 2018 Rosa Outerino Sebastian de Arauco

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Table of Contents

3 enfoques sobre la reencarnación


PRÓLOGO
REENCARNACIÓN
PRIMER ENFOQUE
LA REENCARNACIÓN A TRAVÉS DE LAS EDADES
LA REENCARNACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO
INMORTALIDAD DEL ALMA Y SU PREEXISTENCIA AL NACIMIENTO DEL NIÑO
SEGUNDO ENFOQUE
ANÁLISIS DE LAS DESIGUALDADES HUMANAS
PALINGENESIA
TRILOGIA DE LA PERSONALIDAD
CICLOS DE REENCARNACIÓN
PROCESO REENCARNATORIO
EL ABORTO
OLVIDO DEL PASADO
REMINISCENCIAS
NIÑOS PRODIGIO
OTRO CASO EN PORTUGAL
EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO MAS JOVEN DEL MUNDO
EL SEXO EN LA REENCARNACIÓN
LEY DE CONSECUENCIAS
CAUSA Y EFECTOS
DESTINOS. EL POR QUÉ DE LA VIDA. LEY DE AFINIDAD.
EL DOLOR. CAUSAS DEL DOLOR. SUPERACIÓN DEL DOLOR.
ACCIÓN DE LA LEY DE CONSECUENCIAS DESPUÉS DE LA MUERTE
SUICIDIO ¿ES EL SUICIDIO UNA SOLUCIÓN? MARTIRIO DE LOS SUICIDAS
LEY DE EVOLUCIÓN
GÉNESIS DEL EGO
PROCESO EVOLUTIVO DEL ESPÍRITU
LAS PASIONES HUMANAS Y SU INFLUENCIA EN EL PROCESO
EVOLUTIVO
EL HOMBRE PRIMITIVO
DEL SALVAJE AL GENIO
TERCER ENFOQUE
LA REENCARNACIÓN Y LA CIENCIA
INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
CASOS DE REENCARNACIÓN COMPROBADA
CONCLUSIONES
Autor
Notas
La reencarnación es un aspecto de esa ley cósmica "ley de evolución" que
rige la vida en sus múltiples manifestaciones.

Nos ofrece las pruebas objetivas para la comprensión del porqué de las
desigualdades humanas y de los diversos estadios o fases del proceso
evolutivo del espíritu.

No obstante, esta ley divina de las vidas múltiples, vidas necesarias para
el desarrollo de las facultades recibidas de la Divinidad Creadora en la
génesis del ego, ha venido siendo ocultada en Occidente por los
convencionalismos, junto con otros muchos conceptos de verdad.

Pero los tiempos son llegados para el conocimiento de muchos conceptos


de verdad ocultos y para el desmoronamiento de aquellos carentes de
esa verdad.

Sebastián de Arauco

***

Villena, 24-05-2018 (Actualización 05/2018)

A lo largo de las siguientes líneas el autor nos invita a realizar un viaje a


través de los tiempos sobre la siempre sugerente temática de la
"reencarnación".

Aborda su estudio desde tres enfoques bien diferenciados: el histórico,


el filosófico y el científico (de ahí su título), e incide, a su vez en los
grandes enigmas existenciales del hombre "de dónde procede, hacia
dónde se dirige, y cuál es la razón de su existencia".
Parafraseando a Sebastián, te sugerimos, amable lector, acometas la
lectura de estos textos con mente clara y libre de prejuicios y que
sometas lo leído al juicio de la razón y del sentido común, aceptando,
finalmente, sólo aquello que tu criterio estime válido.

Los componentes del equipo de redacción del Grupo Villena han


buscado, con esta revisión, actualizar su contendido al momento
espacio-temporal, respetando, en todo momento, la esencia del autor.

Confiamos haberlo conseguido,

Colás
Sebastián de Arauco

3 enfoques sobre la reencarnación

ePUB v1.0
Tobías
Título original: 3 enfoques sobre la reencarnación
J. A. González de Orense
I.S.B.N.: 84-604-6378-8
Depósito Legal: VG-310-1993
5ª Edición, 1993
Actualización 24/05/2018 realizada por J.F. Escritch, J. Carlos y J.J. Colás,
(equipo de redacción del Grupo Villena)
ePub base v2.1
A todos los sanos de corazón,
a los que sufren sin conocer la causa,
a los que tienen inquietud espiritual,
a los buscadores de la Verdad de la Vida,
a los que han perdido la fe en sus religión,
dedica esta obra.

El autor
PRÓLOGO

Presentamos a la consideración del lector tres diferentes enfoques


sobre un mismo tema.

REENCARNACIÓN
Personalmente, confío que mediante el análisis de las diferentes
partes de cada uno de estos artículos, el lector podrá ir extrayendo sus
propias conclusiones, pues este autor no pretende, en modo alguno,
exponer una doctrina nueva, ya que los conceptos presentados en esta
obra son harto conocidos en las esferas del saber humano. Tampoco
pretende satisfacer a todos quienes la lean, porque son innumerables
los grados de capacidad conceptual e intelectiva de nuestro vasto
conglomerado social, y variada la influencia de los conceptos absorbidos
desde la infancia, los cuales forman parte del acervo cultural contenido
en el "archivo mental". Conceptos que impiden en numerosas
ocasiones, identificar verdades grandiosas. Tampoco es objeto de esta
obra llevar al lector hacia una creencia más, porque la reencarnación o
pluralidad de vidas humanas del espíritu está comprendida dentro de
una ley natural, en una palingenesia universal y cósmica inherente a toda
manifestación de vida.
Esta autor aspira, tan sólo, a cooperar con los librepensadores en su
búsqueda de la verdad de la vida y llevarles el conocimiento de una
verdad enfocada desde diversos ángulos; presentarles el conocimiento
de un aspecto de la verdad una dirigido a todos aquellos que han
perdido la fe en la Justicia Divina, al no encontrar una explicación lógica
a las desigualdades intelectuales, morales y físicas existentes en el
conglomerado humano.
El hombre de hoy ha perdido la fe en la Grandiosidad Divina y Su
Justicia, porque su mente y su lógica rechazan conceptos impuestos en
épocas de oscurantismo. Necesita conceptos más amplios y claros sobre
la vida y su destino, conceptos que resistan al análisis de la razón.
Necesita, saber de dónde viene y hacia dónde va —su origen y destino—
y conocer el porqué de la existencia. Ya no le amedrenta un infierno
eterno ni le halaga un cielo de beatitud contemplativa en los que no
cree. No obstante, a muchos tampoco les satisface la idea positivista-
nihilista (en la que se encuentra un gran vacío) que conduce a un
materialismo embrutecedor y que puede arrastrarles a la frustración y al
suicidio psicológico.
Es urgente dar a conocer al hombre su responsabilidad en el
concierto universal; darle a conocer las leyes que rigen su naturaleza
psíquica y espiritual para que, conociéndolas, no las infrinja y evite las
reacciones consecuenciales. En ningún lugar, ni circunstancia puede el
ser humano sustraerse a la influencia de las leyes que rigen su propio
psiquismo. Puede ignorarlas, desdeñarlas, no importa, están inmanentes
en su propia naturaleza, actúan automáticamente y toda transgresión a
las mismas conlleva su reacción dolorosa.
La ignorancia de las consecuencias es el factor que arrastra al ser
humano a cometer múltiples errores, de ahí la necesidad de conocer
esas leyes que rigen la vida en sus tres aspectos: psíquico, espiritual y
físico.
Las leyes divinas que rigen toda manifestación de vida a lo largo del
cosmos están orientadas para llevar al ser humano hacia la meta
suprema, en la que está implícita la felicidad. No obstante, esa meta, esa
felicidad, debe ser conquistada por el propio esfuerzo, que sensibiliza el
alma para poder gozarla. No nos engañemos con espejismos ni con
promesas que no pueden ser cumplidas.
La verdad divina es única para todos los millones y millones de
mundos esparcidos en el cosmos infinito. Resulta propio de mentes
infantiles pretender que esta verdad divina, patrimonio de todos los
mundos, pueda ser acaparada por alguna de las creencias religiosas de
nuestro pequeño planeta.
Cuando se piensa por primera vez en la posibilidad de vivir muchas
veces sobre la Tierra con cuerpos humanos diferentes, esta posibilidad
puede parecer ridícula, pero cuando se reflexiona acerca de las
diferencias intelectuales, volitivas y morales existentes en el
conglomerado humano; cuando se analiza la distancia que separa al
hombre salvaje del civilizado, al bruto del inteligente, al malvado del
justo; cuando finalmente se escucha la "voz" interna del ego (donde
radica la sabiduría), se puede percibir la evolución de los seres y
comprender el fundamento de la ley de las vidas múltiples y sucesivas
como una necesidad del espíritu para desarrollar sus facultades
potenciales.
Desde el primer momento, todo conocimiento nuevo produce un
impacto en la mente, mayor o menor, según sea la formación cultural;
más o menos agradable o desagradable, según sean los gustos,
tendencias y conceptos que previamente hayan entrado a formar parte
de nuestra conciencia; de aceptación o rechazo, según sean, la mayor
libertad mental, las trabas de los convencionalismos o la capacidad
analítica y conceptual. El individuo, generalmente, hace poco uso de su
conciencia superior -donde radica la sabiduría-.
Una mente presionada por convencionalismos o dogmatismos no es
libre para razonar, por lo que arrastrará al individuo a la incomprensión,
a la intransigencia y al rechazo de todo concepto de verdad diferente al
suyo, evitando un análisis imparcial y necesario. Ha quedado
demostrado también que una mente debilitada por la presión de
conceptos ya formados dificulta, y hasta puede coartar, la libertad y
capacidad de raciocinio y análisis. Sólo con una mente libre y clara
podremos razonar; sólo una mente libre de presiones puede ejercitar
toda su capacidad de lógica.
Cuando ante nosotros se abren nuevos horizontes, con nuevas ideas
y rutas que pueden conducirnos hacia la verdad ¡no permitamos que nos
cieguen nuestras convicciones anteriores, no nos aferremos, como el
crustáceo, a la roca de la rutina! Examinemos con detenimiento el nuevo
horizonte y analicemos las nuevas ideas y conceptos antes de seguir
adelante.
Los conceptos de verdad vigentes hoy en los diferentes
conglomerados humanos han desplazado a otros conceptos
considerados verdad en el pasado, y los considerados hoy como
verdades infalibles, serán desplazados también por conceptos más
amplios en el futuro.
Nuestro mundo ofrece actualmente la peculiaridad de una evolución
en las ideas y una revolución en los conceptos. Los dogmas, tanto en las
ciencias como en las religiones, cambian con las épocas, ceden ante el
empuje de nuevos descubrimientos; nuevos conocimientos que integran
conceptos más amplios y lógicos; conceptos que no son más que nuevos
aspectos de la verdad una, de esa verdad que ha venido modificando la
historia de la humanidad.
La verdad en sí misma no cambia, lo que sí cambia es la capacidad
humana para comprenderla. A medida que el individuo evoluciona, su
capacidad intelectual va desarrollándose y su capacidad conceptual se
amplía, capacitándole para ver más profundamente en las cosas y
comprender nuevas realidades.
Amable lector, el objeto de la vida, de las vidas sucesivas del ego, es
progresar. Y progreso es ley de vida, es subir peldaño a peldaño la escala
evolutiva del ser espiritual (el ser real) hacia la meta suprema que es la
perfección: la sabiduría, la fortaleza, la pureza y el amor. El progreso es
una ley cósmica que abarca a toda la creación, y como parte de ella, al
espíritu, y con él, al alma, todos sometidos a esa misma ley, sea cual sea
su condición actual. No pretendamos excepciones, para la Sabiduría
Cósmica, para el Eterno Amor todos somos iguales. Buscar preferencias
o concesiones es más propio de nuestro escaso desarrollo intelectual,
de nuestro propio atraso evolutivo.
Si te mueve el anhelo de conocer qué hay de verdad en eso que
llaman "reencarnación", si no se trata de mera curiosidad, y si tu mente
es libre para razonar careciendo de prejuicios, te invito, amable lector, a
una lectura analítica de este libro; libro que no va en contra de creencia
religiosa alguna y que estoy convencido, te habrá de ser útil y ayudará
en tu progreso y evolución.
Amable lector, ruego analices todos y cada uno de los conceptos
expuestos en el mismo orden en que están desarrollados y
sometiéndolos siempre al análisis de la razón, profundizándolos y
meditándolos. En dicho análisis podrás apreciar la sabiduría y amor de
esa Gran Energía Universal que denominamos Dios.

Con amor fraterno,

Sebastián de Arauco
PRIMER ENFOQUE
1. 1. La reencarnación a través de las edades.
2. 2. La reencarnación en el Nuevo Testamento.
3. 3. La inmortalidad del alma y su preexistencia al
nacimiento del niño.
PALINGENESIA - ANÁLISIS DE LAS
DESIGUALDADES HUMANAS

LA REENCARNACIÓN A TRAVÉS DE LAS EDADES


La creencia y doctrina de la reencarnación o pluralidad de existencias
en diversas vidas humanas, es conocida y sostenida desde la antigüedad
por las diversas religiones y enseñada en las escuelas filosóficas, algunas
con la denominación de "transmigración del alma" y otras, con la de
"renacimientos".
Se trata de una doctrina milenaria, y la encontramos en todos los
pueblos primitivos y en las diversas culturas, al igual que en todas las
religiones, que la han sustentado en sus sabios orígenes.
Los llamados magos por caldeos y persas eran maestros de la
sabiduría oculta y enseñaban la doctrina de los renacimientos como una
de las verdades fundamentales, sostenían que el alma era un ser
espiritual, complejo, que pasaba por una serie de existencias terrestres y
en otros mundos, hasta que finalmente alcanzaba un grado de pureza
tal, que quedaba relevada de la necesidad de nuevas encarnaciones y
desde entonces habitaba en la región de la inefable gloria.
Los egipcios enseñaban la reencarnación ya 3.000 años antes de
nuestra era con estas palabras “antes de nacer el niño ha vivido ya y la
muerte no termina en la nada, la vida es un devenir que transcurre
semejante a un día de sol que recomenzará”
De los egipcios pasó a los griegos: Pitágoras y sus discípulos,
Sócrates, Platón, Empédocles, Apolonio y muchos otros la
popularizaron.
Pitágoras enseñaba que la doctrina de la reencarnación tenía en
cuenta la desigualdad observable en la vida terrestre de los
hombres “una vida en la carne no es más que una anilla en la larga cadena
de la evolución del alma” —decía Pitágoras a sus discípulos más
avanzados en el grado teogónico—, y algunas veces les refería pasajes
de alguna de las últimas cuatro vidas que recordaba [1].
Del mismo modo, Platón enseñaba la doctrina de los renacimientos.
Decía “para que en esas nuevas vidas, las almas de los muertos desgasten
sus malas acciones pasadas» Afirmaba «que las almas reencarnadas lo
hacen en cuerpos que se asemejan a los que tuvieron en vidas anteriores e
igualmente en instinto y tendencias adquiridas por anteriores
experiencias” Entre esas experiencias heredadas de vidas pasadas
colocaba Platón las ideas innatas.
Las escuelas de Sócrates y Platón aseguraban “que las almas toman
nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus vidas físicas, con el fin de
desarrollar las facultades de la psiquis y adquirir sabiduría” Decía
también “las almas vuelven del Hado y los semejantes son atraídos por los
semejantes” Y en “Fedón” podemos leer “el alma es más vieja que el
cuerpo, las almas renacen sin cesar del Hado para volver a la vida actual”
La escuela de Hermes[2] ya sostenía que “las almas bajas y malas
permanecen encadenadas a la Tierra por múltiples renacimientos, pero las
almas virtuosas suben volando hacia las esferas superiores”
Ya en nuestra era, Porfirio, filósofo neoplatónico discípulo de
Orígenes y de Plotino (siglo III), junto con otros filósofos neoplatónicos,
enseñaba también la doctrina de la reencarnación.
Ammonio Saccas, filósofo alejandrino del siglo I, conocido como
Theodidaktos por la vastedad de sus conocimientos, sostenía la doctrina
del renacimiento de las almas en nuevos cuerpos, y fue quien la
transmitió a San Clemente de Alejandría, padre de la primitiva iglesia. La
famosa escuela de Alejandría, que en los tiempos del Mesías estaba
dirigida por Filón, profundizó el estudio del alma y de las civilizaciones
pasadas, y dio un mayor esplendor a la doctrina de la reencarnación.
Los neoplatónicos, en diferentes edades, enseñaron también la
misma doctrina. Plotino, discípulo de Ammonio de Tiana decía “es un
descubrimiento reconocido desde los tiempos de la antigüedad, que si el
alma comete fallos, será condenada a expiarlos sufriendo castigos en
tenebrosos infiernos; más tarde se le permite pasar a nuevos cuerpos y
recomenzar sus pruebas» Decía también «cada alma recibe el cuerpo que le
conviene y que está en armonía con sus antecedentes, según sus
existencias anteriores”
Orígenes, discípulo de San Clemente, el más instruido de los padres
cristianos, aceptaba la doctrina de las vidas sucesivas; una doctrina que
era de conocimiento y creencia común en los primeros tres siglos del
cristianismo. Por ello fue anatematizado en aquel famoso Concilio de
Constantinopla II. Decía “cada alma recibe un cuerpo de acuerdo con sus
merecimientos y sus previas acciones” Obsérvese que no dice que cada
cuerpo recibe un alma, sino que “cada alma recibe un cuerpo” Sostenía
también “que las almas, al caer de un estado elevado, trabajan para
recuperar ese estado y gloria, reencarnando repetidas veces” [3].
Orígenes denominaba "penas medicinales" a las vidas dolorosas, y que
éstas guardaban proporción con las faltas de las almas encarnadas en
nuevos cuerpos para redimir su pasado y purificarse.
San Gregorio Nacianceno (328-389) decía “hay necesidad natural de
que el alma sea curada y purificada, y de que si no lo es en esta vida, lo sea
en otras siguientes y futuras”
San Agustín (cuyo nombre era Aurelius Augustinus), en su Libro I de
"Confesiones", emplea esta frase “antes del tiempo que pasé en el seno
de mi madre ¿no habré estado en otra parte y sido otra persona?” La
expresión es tanto más notable cuanto que San Agustín se oponía a
Orígenes en algunos puntos de su doctrina.
Krishna, hacia el año 3000 antes de nuestra era (según la cronología
de los brahmanes) dijo “yo y vosotros hemos tenido muchos nacimientos.
Los míos no son conocidos sino por mí, pero vosotros no conocéis siquiera
los vuestros” Y en diálogo con su discípulo Arjuna (véase Bhagavad Gita)
dice “así como el alma residente en el cuerpo material pasa por las etapas
de infancia, juventud, virilidad y vejez, así, a su debido tiempo, pasa a otro
cuerpo, y en otras encarnaciones volverá a vivir y desempeñar una nueva
misión en la Tierra”
Los vedas, que son monoteístas al igual que los cristianos, afirmaban
la inmortalidad del alma y la vuelta de nuevo a la carne. Sostenían “que
el alma es la parte inmortal del hombre, que unas almas vienen hacia
nosotros, regresan y vuelven a venir, y que todo nacimiento, feliz o
desdichado, es la consecuencia de las obras practicadas en las vidas
anteriores”
Y según el Corán “Alá nos envía muchas veces hasta que regresemos a
Él”
Ovidio, Virgilio y Cicerón, a través de sus imperecederas obras,
aluden frecuentemente a la reencarnación de las almas o vuelta a la vida
física. Ovidio cantaba “las almas van y vienen. Cuando vuelven a la Tierra
dan vida y luz a nuevas formas” Y Virgilio en "Eneida" (VI, pág. 713),
asegura que el alma al hundirse en la carne pierde el recuerdo de sus
vidas pasadas.
También nuestros antepasados los celtas sostenían como principio
de verdad la reencarnación. Decían los druidas “el ser se eleva desde el
abismo y asciende por etapas sucesivas hasta la perfección, encarnándose
en el seno de las humanidades y sobre los mundos de la materia, que son
otras tantas estaciones de su largo peregrinaje”
El judaísmo, religión basada en las enseñanzas de Moisés, mantenía
la creencia en la reencarnación. En sus obras, el historiador judío Josefo
hace profesión de fe en la reencarnación y refiere que ésta era la
creencia de los esenios y fariseos. Los cabalistas, exégetas judíos, se
ocuparon intensamente de la reencarnación, basta leer "Transmigración
del Alma" del rabí Isaac Luria.
El pueblo hebreo mantenía la creencia en la reencarnación porque
les fue predicada también por los profetas. Estos predicaban la vuelta a
la carne en diversas expresiones, hoy poco conocidas por falta de
divulgación. Sin embargo, a través de diferentes versiones ha llegado a
nuestro tiempo la siguiente del profeta Malaquías “he aquí que yo os
enviaré el profeta Elías antes de que venga el día grande y tremendo del
Señor” (Malaquías IV-5). Y prueba de que entre los hebreos existía la
convicción de la reencarnación es el hecho de una comisión enviada por
el clero judaico del Sanedrín a Juan el Bautista, para preguntarle si él era
el Mesías o era Elías (S. Juan Cap. I ver. 19 al 22).
Alarmado el Sanedrín por la fama que iba alcanzando Juan de
Hebrón (el Bautista) e iniciados en la creencia de la reencarnación de las
almas, enviaron de Jerusalén a sacerdotes y levitas, hombres versados
en el conocimiento de las escrituras para indagar cuál de los profetas
históricos podía ser aquel hombre que hablaba a las gentes lleno de
espíritu profético.
Esta vuelta a la vida de la carne, esta nueva encarnación del espíritu
de Elías en el niño Juan de Hebrón, hijo de Zacarías e Isabel, y que pasó a
la historia con el nombre de Juan el Bautista, es un hecho confirmado
por el mismo Mesías cuando dijo “y si queréis oírlo, él es Elías que había
de venir (el que estaba anunciado). El que tiene oídos, que oiga” (S.
MateoXI-14y 15) (3).
La creencia de la reencarnación como doctrina de las almas fue
sostenida por los primeros cristianos en los principios del cristianismo.
En el siglo IV-V, San Jerónimo, secretario del Papa Dámaso I y autor de la
Vulgata, en su controversia con Vigilantus el Galés, reconocía que el
renacimiento de las almas era la creencia de la mayoría de los cristianos
de su tiempo. Más cuando la Iglesia entró a formar parte del estado y
hacerse autoritaria, esta doctrina comenzó a ser atacada.
Los puntos de vista de Orígenes, junto con las teorías gnósticas,
fueron condenados por el Concilio de Constantinopla II (año 553) a
instancias del emperador Justiniano I, quien promulgó una ley en la que
declaraba “todo aquel que sostenga la mística idea de la preexistencia del
alma y la maravillosa opinión de su regreso, será anatematizado” Ya en el
año 529, Justiniano había ordenado cerrar la antigua Escuela de Atenas,
uno de los principales centros de cultura desde el período ático.
En aquellos tiempos, esta anatematización (maldición) significaba la
persecución, por lo que a pesar de ser una creencia sostenida por los
primeros cristianos, fue cayendo en el olvido durante las siguientes
generaciones.
Y en lugar de esta concepción clara del destino en la vida de los
humanos, conciliadora de la justicia divina con las desigualdades y
sufrimientos humanos, surgieron un conjunto de dogmas que trajeron la
oscuridad al conocimiento de las verdades de la vida y alejaron al
hombre de Dios. Sin embargo, la creencia en las vidas sucesivas
reaparece en el mundo cristiano en diferentes épocas y en forma de
"grandes herejías" y escuelas secretas; aunque fue ahogada por la
persecución cruel en las mazmorras de la Inquisición y en las llamas de
las hogueras, en las que miles y miles de seres humanos, como los
cátaros, fueron inmolados en esa época de oscurantismo medieval por
aquellos que se denominaban a sí mismos representantes de Cristo en la
Tierra y sucesores de Jesús, aquel que predicó y practicó el amor.
Pero cómo todo principio de verdad, resurge cual ave fénix de sus
propias cenizas. Y así vemos un grandísimo número de personajes de las
diversas ramas del conocimiento humano, inclusive dentro de las filas
del cristianismo, sosteniendo la verdad de la pluralidad de existencias
humanas del ser espiritual.
El eminente cardenal belga, Mons Mercier (1.851-1.926), al
preguntársele si existía la reencarnación, se limitó a decir «no se puede
negar que existe»
El arzobispo Puacher Passaralli, de la orden de los capuchinos,
predicador apostólico adjunto al Santo Sínodo (Vaticano), es partidario
de la tesis de la reencarnación. En un escrito al Senador Taurredi, su
compañero en creencias, dice “si fuese posible popularizar la idea de la
pluralidad de existencias en este mundo, éste sería un medio de realizar la
voluntad divina, de permitir al hombre expiar sus pecados, purificarse y
esforzarse en ser digno de Dios y de la vida inmortal. Esto sería un gran
paso que resolvería los intrincados y dolorosos problemas que angustian al
alma humana” (3) Página 33 del Nuevo Testamento - La Editorial
Católica, S.A., 1964, y página 55, 1968.
Podrían citarse cientos de nombres, pero a falta de espacio
referiremos tan sólo dos militantes en campos opuestos: 1) Antonio Fed.
Ozaban, escritor católico del siglo XIX y uno de los fundadores de la
sociedad San Vicente de Paúl, que en su obra “Dante et la Philosophie
Catolique au XIII Siecle” reconoce que el plan de la "Divina Comedia"
sigue muy de cerca las grandes líneas de la civilización antigua, basada
en la pluralidad de existencias. 2) José Mazzini, célebre patriota italiano,
que apostrofando a los obispos en su obra “Dal Concilio a Dio”
dice “nosotros creemos en una serie indefinida de reencarnaciones del
alma, de vida en vida, de mundo en mundo, de las cuales cada una
constituye un progreso sobre la que le había precedido. Nosotros
podremos volver a empezar el viaje recorrido cuando hayamos merecido
pasar a un grado superior, pero jamás podremos retrogradar ni morir
espiritualmente”
Y este fundamento de progreso espiritual por medio de los
renacimientos ha surgido de nuevo en nuestro mundo occidental a
mediados del siglo XIX, gracias al esfuerzo de ese gran misionero del
espiritismo, Hipólite León Denizart Rivail, más conocido como Allan
Kardec, quien ha contribuido notablemente a dar nueva vida a esta
verdad. Y gracias a él y a la filosofía y doctrina espiritista (o espirita), de
la cual él fue fundador y codificador, la verdad de la reencarnación se ha
extendido por todo el planeta, contando ya con millones de partidarios
que tienen la valentía de desafiar los prejuicios religiosos. Y si en nuestro
país no está tan divulgada ha sido por la coartación de la libertad
ejercida por los convencionalismos de las mentalidades anquilosadas y
retrógradas.
LA REENCARNACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO
La denominada reencarnación o vuelta a la vida física del ser
espiritual después de haber pasado por el trance de la muerte, está muy
clara en el Nuevo Testamento, aún en las diferentes versiones que han
llegado a nuestros días.
Para quienes pertenezcan a cualquiera de las iglesias del
cristianismo, sometemos a su consideración algunos de los párrafos del
Nuevo Testamento y les invitamos a analizarlos con mente clara y
meditar sobre ellos.
Comencemos con el evangelio de S. Mateo, cuando el Mesías habló
sobre Juan el Bautista a la multitud de personas que le seguían, entre
otras cosas les dijo “porque todos los profetas y la ley han profetizado
hasta Juan. Y si queréis oírlo, él es aquel Elías que había de venir. El que
tiene oídos, que oiga” [4] (Cap. XI, vers. 13 al 15). Aquí el Mesías afirma
enfáticamente que Juan es el Elías que había de venir, pues ya estaba
anunciado por el profeta Malaquías (IV-5).
Hoy es bien conocido, por demostrado, que los cuerpos físico-
orgánicos se desintegran después de la muerte dentro de un tiempo
mayor o menor, y ha quedado demostrado por la ciencia que las
moléculas de que se compone cada cuerpo, al desintegrarse, van a
formar parte de otros. Y como el cuerpo carnal del profeta Elías había
muerto hacía ocho siglos, resulta lógico pensar que no podía venir en un
cuerpo físico ya desintegrado. Luego la vuelta de Elías tenía que ser en
espíritu [5]. Y para poder manifestarse en nuestro mundo necesitaba un
cuerpo físico; por lo que Elías, en espíritu, encarnó nuevamente en un
niño (como todo ser humano), el hijo de Zacarías e Isabel, al que
pusieron por nombre Johanan y que fue conocido por Johanan Ben
Zekharyah (Juan hijo de Zacarías), y más tarde como Juan de Hebrón
(Hebrón, su lugar de nacimiento), pasando a la historia como Juan el
Bautista (del griego baptistes).
Si hemos de considerar como verdad las palabras de Jesús de
Nazareth (encarnación del Cristo), no podemos negar esta afirmación
suya.
Y si Elías (espiritualmente) volvió a encarnar a la vida terrena en un
nuevo cuerpo, en una nueva personalidad, resulta a todas luces
evidente, que todos los humanos hemos pasado por el mismo trance, es
decir, hemos vuelto a reencarnar. O sea que el espíritu, el ego que anima
nuestra personalidad, ha vivido ya en otros cuerpos y animado otras
personalidades. En consecuencia, negar la reencarnación o el
renacimiento del Espíritu en nuevos cuerpos es negar la afirmación del
mismo Jesús-Cristo.
Las leyes Divinas que rigen la vida en sus diversos aspectos son leyes
perfectas como perfecta es la Mente de donde emanan. Y como leyes
Divinas y perfectas son inmutables, porque si fuesen mutables no serían
perfectas.
De aquí que la ley que permitió la vuelta de nuevo a la carne y la
reencarnación de Elías sea igual para todos; es la ley palingenésica o ley
que rige los renacimientos.
Sería infantil presumir que Dios, Sabiduría y Amor infinitos, Justicia
Perfecta, pudiese tener preferencias. Las leyes divinas, que trascienden
todo el universo y que están inmanentes en toda la creación, son iguales
para todos. Si no lo vemos así es por ignorancia, por desconocimiento
de esas leyes, o por un fanatismo que impide razonar a nuestra mente.
Pero continuemos analizando el evangelio de S. Mateo: las versiones
actuales del Nuevo Testamento explican que cuando Jesús —después
de la transfiguración en el Monte Tabor— bajaba con los tres apóstoles
que le acompañaron, éstos le preguntaron “pues, ¿cómo dicen los
escribas que debe venir primero Elías?” A esto les respondió Jesús “en
efecto, Elías ha de venir y entonces restablecerá todas las cosas, pero yo os
digo que Elías ya vino y no le conocieron, sino que hicieron de él todo
cuanto quisieron. Así también harán ellos padecer al hijo del
hombre. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de
Juan el Bautista” (Cap. XVII, vers. 10 al 13).
La nueva edición de la Editorial Católica, S.A. (Madrid, 1964), dice
textualmente “sin embargo, yo os digo, Elías ha venido ya y no le
reconocieron”
La reencarnación era bien conocida por todos los discípulos del
Maestro, pues al principio Jesús llevó a los doce al santuario esénico del
Monte Tabor, dónde fueron preparados para el cumplimiento de su
misión apostólica por los maestros de la Escuela Esenia, según citan
versiones de otras fuentes.
Y en el evangelio de S. Marcos está aún más claro, pues reza así “y le
preguntaron, pues ¿cómo dicen los fariseos y los escribas [6] que ha de
venir primero Elías? Y él les respondió, Elías realmente ha de venir y
restablecerá todas las cosas; y como está escrito, el Hijo del hombre ha de
padecer mucho y ser vilipendiado. Si bien os digo que Elías ha venido ya en
la persona del Bautista y han hecho de él cuanto quisieron, según estaba
escrito” (Cap. IX, vers. 10 al 12).
¿Qué mayor claridad que ésta?
Ante esta afirmación del sublime Nazareno “Elías ha venido ya en la
persona del Bautista” ¿cabe alguna duda? ¿por qué entonces se oculta
esta verdad? Dejo al lector con esta interrogante.
A pesar de que las versiones actuales del Nuevo Testamento difieren
mucho de las versiones más antiguas, hay una frase en el evangelio de
San Juan que es altamente precisa y significativa “por tanto, no te
extrañes que te haya dicho: os es preciso nacer otra vez” (S. Juan II1-7).
Otras versiones dicen “os es preciso nacer de nuevo”
Las palabras de Jesús fueron bien claras “os es preciso nacer otra vez
o nacer de nuevo”
Desviar esta frase hacia interpretaciones convencionales no es
propio de los amantes de la verdad. Si bien el Mesías hablaba en
parábolas a la muchedumbre [7], no así a los letrados como Nicodemo
de Nicópolis, doctor en la ley de Moisés y miembro del Sanedrín.
Más aún, invito al lector a analizar y meditar con detenimiento este
otro pasaje del Evangelio de S. Juan (Cap. IX vers. 1 al 3) “pasando vio a
un hombre ciego de nacimiento y sus discípulos le preguntaron ¿Maestro,
quién pecó, éste o sus padres para que naciera ciego? y respondió Jesús: ni
éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de
Dios”
Con esta respuesta el Mesías dejó bien claro que ni el ciego ni sus
padres habían cometido faltas causantes de tal condición. Entonces, si el
ciego no había cometido faltas, pues había nacido así ¿dónde está la
causa? El Maestro Jesús dijo “para que se manifestasen en él las obras de
Dios” ¿qué obras? —preguntará el lector—. Las obras de Dios se
manifiestan en toda Su creación por medio de leyes sabias y justas, y si
ese hombre (al igual que ahora) vino ya ciego a la experiencia humana
para sufrir ¿no te parece amigo lector que tiene que haber una causa
anterior al nacimiento? Y ¿cuál ha podido ser? Sencillamente su pasado,
sus vidas anteriores, vidas en las que hubo infligido dolor a otros, y que
en justa correspondencia y a lo largo de la vida actual, tendrá que
compensar. Aquí tenemos un aspecto de las obras de Dios, sus leyes, la
ley de consecuencias o de causa y efecto en acción de reajuste y
recibiendo cada cual la cosecha de su siembra.
La reencarnación o encarnación sucesiva de los seres es una ley
natural y cósmica, sin ella, las actuales desigualdades humanas: físicas,
intelectuales y morales no tendrían una explicación lógica. A la luz de la
ley palingenésica (pluralidad de existencias) nos es fácil comprender el
origen de todas las desigualdades humanas y los fenómenos dolorosos
como reajustes del orden violado (reajuste cósmico), y un rescate de las
deudas contraídas con la ley en el pasado (ley universal del amor).
Aun cuando existe un gran número de sacerdotes y estudiosos
dentro del cristianismo que han aceptado la reencarnación como una
verdad, como una ley Divina, la teoría teológica sostenida aún proclama
que momentos antes del nacimiento de una criatura, Dios crea un
alma [8] y ésta entra en el mundo físico por un tiempo que puede variar
entre unas horas a un número de años. Y al final de esta corta duración
de su vida terrestre pasa al más allá invisible por ese trance denominado
muerte, dónde permanece para siempre. Su situación puede ser de
felicidad “para cantar eternamente alabanzas a Dios o un estado de
sufrimiento eterno”, con arreglo a sus acciones y la observancia o no de
ciertos dogmas, siempre en el corto intervalo de una vida terrena.
Es decir que de acuerdo a ese concepto, el alma recibe una sola vida,
se le da una única oportunidad. Y en esa sola oportunidad, o se salva o
se condena para siempre ¿quién no ha conocido ciertos ambientes de la
sociedad donde nacen niños carentes de toda posibilidad de salvarse, si
consideramos la opción de una sola vida terrena?
La negación de la pluralidad de existencias, de la reencarnación, de la
afirmación de una sola vida terrena para el espíritu inmortal dentro de la
diversidad de condiciones humanas, es la causa principal de la pérdida
de la fe en la existencia de una justicia divina; un fenómeno social tan
generalizado en nuestro mundo occidental. Esta es una de las causas
principales de la descreencia religiosa en los jóvenes de hoy, y
dolorosamente, esta juventud está cayendo en un materialismo
embrutecedor cuyas consecuencias ya percibimos.
Analicémoslo por un momento a la luz de la razón. La más elemental
lógica nos hace ver que si Dios es infinitamente sabio y justo (en esto
concuerdan todas las religiones monoteístas) tendría que dar a todas las
almas las mismas cualidades intelectuales, morales y volitivas, y por
descontado, permitirles nacer con las mismas condiciones humanas.
Sólo así, en igualdad de condiciones, se podrían dar a cada alma las
oportunidades necesarias para alcanzar la llamada buenaventura. Pero
¿realmente es así? No, absolutamente no, no nacemos todos iguales
¿podremos entonces culpar a Dios, Máxima Sabiduría Cósmica y Eterno
Amor?
Además, si el alma es creada por Dios, al nacer tiene que ser pura,
porque resulta inadmisible a la razón que Dios pueda crear algo impuro.
Más aún, si el alma pasa del no ser al ser en el momento de penetrar al
cuerpo en virtud del soplo divino ¿cómo se concibe la parte de
responsabilidad que se le asigna por el supuesto pecado de nuestros
padres? ¿por qué vía de justicia se le imputa una falta cometida cuando
aún no existía?
¡No hay mayor sordo que aquel que no quiere oír! −reza un adagio−.
Todo individuo con mentalidad dogmática se resiste a las
innovaciones por muy lógicas que éstas sean. Toda idea nueva o
diferente que tienda a modificar su estructuración mental, le crea
rechazo, y éste es el caso de un considerable número de militantes de
las iglesias del Cristianismo, que a pesar de la tesis anterior en la que el
Mesías decía enfáticamente “Él es Elías” y sus discípulos así lo
entendieron, se apoyan en cualquier otra frase del Nuevo o Antiguo
Testamento para resistir a la verdad de la reencarnación demostrada.
Hay quienes para desvirtuar la verdad de la reencarnación del
profeta Elías argumentan que puede ser el cuerpo de Elías resucitado, o
sea, la vuelta del cuerpo físico (¿?) que ocho siglos antes había fallecido,
basándose en el relato del profeta Elíseo, quien citaba que Elías “fue
arrebatado al cielo en un carro de fuego” y de que un ángel se le apareció
diciéndole que Elías volvería [9].
Pretender que el cuerpo de Elías, de vida vegetativa, fue llevado al
cielo, donde la vida vegetativa-orgánica no existe, es desconocer las
leyes naturales.
Es más, no se puede hablar de un Elías resucitado, dado que se había
visto a Juan "siendo niño y se conocía a su padre (Zacarías) y a su madre
(Isabel)". Por tanto Juan podía ser Elías reencarnado, pero no
resucitado.
Y también hay quienes mantienen que Juan el Bautista no fue la
reencarnación de Elías por el hecho de que Juan respondió con un “no
soy”, cuando un grupo formado por sacerdotes del clero judaico y
levitas le preguntaron si él era Elías, el que se esperaba. Esta negación
no era desconocimiento de Juan de su condición como espíritu de Elías
vuelto a la vida física, pues ello ya le había sido revelado en las escuelas
de los Esenios, donde se había formado, llegando a alcanzar el séptimo y
último grado de sus enseñanzas espirituales. Todo parece indicar que
era el temor a la persecución por la casta sacerdotal judaica, fanática e
intransigente hacia todo aquello que no saliese de sus propias filas [10].
Dar a esta frase u otra un sentido contrario a lo dicho por el Mesías -
quien le conocía de otras edades-, es rechazar esta afirmación del
sublime Nazareno y la verdad de sus palabras, con la única intención de
sostener un sofisma y ocultar la verdad con paralogismos.
¡Qué grave responsabilidad ante la ley la de todo aquél que
conociendo la verdad la oculte!
Podrían ser citados y analizados más profundamente otros pasajes
del Nuevo Testamento, pero creemos que para todo aquél que se
considere cristiano y admita las palabras del sublime Maestro Jesús
como verdad, con lo expuesto debería bastar. Para las mentes
dominadas por un positivismo materialista, y oscurecidas por el
fanatismo religioso o los convencionalismos, no valen argumentos. No
obstante, con todo amor les invitamos a meditar.
INMORTALIDAD DEL ALMA Y SU PREEXISTENCIA
AL NACIMIENTO DEL NIÑO
Decía Pascal “la inmortalidad es el objeto principal de nuestra
existencia, y algo tan importante, que solamente aquellos que hayan
perdido toda sensibilidad y la noción de sí mismos pueden ser indiferentes
a su conocimiento”
Si bien la creencia de la inmortalidad del alma ha sido siempre motivo
de fe religiosa, hagamos ahora algunas reflexiones orientadas hacia
aquellas personas positivistas o materialistas, y también hacia aquellas
que por el motivo que sea, han perdido la fe en su religión y caído en un
materialismo embrutecedor, sosteniendo como única realidad la vida del
cuerpo físico.
Cuando contemplamos el cuerpo de una persona recién fallecida,
vemos que tiene el mismo cuerpo que cuando estaba vivo, con la
diferencia de que le falta el movimiento, es decir le falta la vida.
Observamos que el cuerpo está ahí, frente a nosotros, pero carece de
movimiento. Sin embargo allí están la totalidad de sus órganos, el
cerebro, el corazón y demás, pero le falta esa cualidad que
denominamos vida.
Ahora yo les pregunto a aquellos, que cerrando los ojos de su mente
a la realidad, se empeñan en engañarse a sí mismos sosteniendo que
con la muerte del cuerpo termina todo.
¿Qué es la vida? ¿qué es lo que mantiene al cuerpo en movimiento?
Alguien contestará, es una fuerza natural-biológica que mantiene el
cuerpo en movimiento, de acuerdo con las mismas leyes biológicas, pero
que ya no existe.
Pero ¿por qué no existe —pregunto— si están ahí todas las partes y
sustancias orgánicas, incluyendo el plasma?
Difícil respuesta.
No obstante, si consideramos a esa “fuerza biológica”, a ese hálito
de vida, como el psiquismo animador del cuerpo físico-orgánico
(llamémosle alma, espíritu o como deseéis), que ese psiquismo o ente
energético es el que vivifica y mantiene la cohesión celular de esa
maravillosa organización biológica que es nuestro cuerpo físico-
orgánico, al que abandona para pasar a otra dimensión o modalidad de
vida, nos será más fácil comprender el fenómeno.
Por lo expuesto, podemos sintetizar que todo cuerpo recién fallecido
contiene todas las sustancias orgánicas pero le falta esa cualidad que
denominamos vida, porque de ese cuerpo ha salido ya el psiquismo que
le animaba, el alma. Y al faltarle ese alma, ese psiquismo animador, el
cuerpo físico-orgánico, esa maravillosa organización biológica, comienza
a desintegrarse en forma y conjunto. Las moléculas de que está
compuesto vuelven entonces a la Naturaleza, dónde pasarán a ser
utilizadas en la formación de otros nuevos cuerpos; porque también en
lo material nada se destruye, todo se transforma.
Alguno preguntará ¿y ese hálito de vida, ese psiquismo, se desintegra
también? —No, porque lo que no ha nacido con la vida material-
orgánica, no muere con ella. Ese psiquismo, ese hálito de vida —el alma
— que preexiste a la formación del cuerpo, es inmaterial e inmortal y
pasa a vivir en otra dimensión con un cuerpo fluídico compuesto de
sustancia etérea magnetizada.
El alma, el psiquismo que anima todo cuerpo humano y todo cuerpo
animal o vegetal, sobrevive entero como unidad en el hombre y grupal
en los reinos animal y vegetal. En las plantas y en los animales retorna
constantemente, impelido por esa fuerza cósmica "teoría de la
evolución" o "ley de evolución", como explicaremos al analizar el
capítulo 4.1 en el segundo enfoque.
Y esa unidad espiritual, con cuerpo formado de sustancia etérea
magnetizada, más o menos sutil, más o menos densa según sea su
progreso espiritual (su condición moral), una vez desprendida del
cuerpo físico por ese trance denominado muerte, pasa a vivir en otra
dimensión, en concordancia con su tónica psicomagnética, en ese “más
allá” ignorado por gran parte de nuestro mundo occidental. Después de
un tiempo que varía sustancialmente en cada caso y que analizaremos al
tratar el tema sobre la palingenesia, el ser espiritual —llamémosle alma
— vuelve a encarnar de nuevo.
El alma espiritual es como un libro (valga la comparación) con
muchas páginas escritas y muchas aún en blanco. Las primeras
corresponden a las existencias o vidas pasadas, las segundas a las vidas
futuras. Y en el devenir del tiempo sin tiempo, cuando el ego alcanza ya
cierto grado de progreso, se le da a conocer en el espacio (al
desencarnar) algunas de sus últimas vidas. Y cuando pide realizar una
vida en provecho de sus semejantes, de entrega y servicio a la
humanidad, le es dado (antes de encarnar) conocer los obstáculos,
dificultades, peligros y tentaciones que habrá de enfrentar y superar, a
fin de que mida sus fuerzas antes de aceptarla; porque tal aceptación
conlleva la responsabilidad de su realización.
Para el individuo vulgar, positivista o materialista, la vida es tan
material, que le es difícil admitir y comprender que tras el mundo físico
visible haya un mundo trascendental del espíritu. Eso es así porque
todavía está en los inicios de su etapa humana, en los que las tendencias
de la vida animal priman sobre el espíritu, débil y balbuciente aún. De ahí
que caiga fácilmente en los extremismos, ya religiosos o ideológicos y se
convierta en un fanático intransigente, generador de desarmonía social
y de luchas fratricidas.
La muerte sólo destruye el cuerpo físico-orgánico, y da libertad al
alma, que continúa viviendo ligada por amor a quienes fueron sus afines,
a los familiares y amigos de la vida física. Cuando estos seres llegan a
desarrollar su facultad sensitiva y vibrar en amor fraterno, pasan a ser
los guías espirituales, los ángeles tutelares más íntimos de los que nos
hablan las religiones. Pero cuando son almas ruines y cargadas de odio o
resentimientos pueden causar mucho daño a aquellos a quienes odian,
llegando incluso a producir esos trastornos psicofísicos que la medicina
no acierta a curar por desconocimiento de sus motivos reales. De aquí la
importancia e inconveniencia de crear motivos de odio, la trascendencia
de no ligarse a otros seres por el odio y sí por el amor. Porque el odio
destruye, y únicamente el amor construye y une.
La certeza de vivir más allá de la tumba en plenitud de conciencia y
facultades y de volver a tomar cuerpo para vivir nuevas existencias en el
plano físico hace perder todo su horror a la muerte.
Seguimos existiendo, aunque en otra dimensión no perceptible a
nuestros sentidos físicos, con el fin de volver de nuevo a la vida física y
adquirir nuevas experiencias o saldar viejas deudas con una vida de
dolor -consecuencia de los errores y transgresiones en el pasado a la ley
universal del amor- desarrollando a la vez en el plano físico las
facultades latentes heredadas de la Divinidad Creadora.
El espíritu, donde residen las facultades: intelectiva, volitiva,
raciocinativa y creadora, junto con el alma: facultad sensitiva, forman un
todo espiritual que no muere jamás. Sigue viviendo y progresando
eternamente en los mundos y en el espacio hasta llegar al grado de
perfección que le libera de las encarnaciones en los mundos físicos, para
continuar así colaborando en la Obra Divina del progreso de los mundos
y las humanidades.
Pitágoras ya enseñaba que el alma tenía un cuerpo con su naturaleza
buena o mala, al que denominaba “carro sutil del alma”. Sostenía que
ese cuerpo se hace luminoso practicando la virtud y abrazando la
verdad. Los pitagóricos denominaban “espíritu o inteligencia” a la parte
activa e inmortal de ser humano. El alma era para ellos el espíritu
envuelto en su cuerpo fluídico. Y este concepto es sostenido hoy por la
ciencia espiritual.
El destino del espíritu, su descenso y cautividad en la carne, sus
sufrimientos y luchas, su ascensión gradual, su triunfo sobre las pasiones
y su retorno a la luz, todo ello, constituía el drama de la vida
representado en los misterios de Eleusis (en la antigua Grecia), como la
enseñanza por excelencia.
Aristóteles afirmaba la existencia de seres invisibles que tienen
también cuerpos, pero muy sutiles y etéreos.
San Irineo sostenía “el alma es el soplo de vida, no es corpórea, sino
por comparación con el cuerpo mortal. Conserva la figura del hombre, a fin
de que se le reconozca”
Antes de envenenarse con cicuta, Sócrates recomendó a sus amigos
y discípulos que cuando falleciese no citaran “enterramos a
Sócrates” sino “enterramos el cuerpo de Sócrates”
A quien desee penetrar en el aspecto filosófico del alma,
recomendamos el estudio de las obras de Platón, especialmente
“Fedón”, dónde describe el alma y explica su inmortalidad y sus
progresivos renacimientos. Citaremos tan sólo “el alma es más vieja que
el cuerpo. Las almas renacen sin cesar del Hado para volver a la vida
actual” (Fedón). Y por último, también de esta otra “por consiguiente,
Sinmias (dice Sócrates en Fedón), nuestras almas existían antes de este
tiempo, antes de aparecer bajo esta forma humana, y mientras estaban
así, sin cuerpos, sabían” (refiriéndose a que ya tenían conocimientos).
Y como complemento, hagamos algunas reflexiones dirigidas hacia
aquellas personas que por los motivos que sea, han caído en un
positivismo que les induce a negar toda supervivencia después de la
muerte física. Dejando de lado toda creencia religiosa y concepto de
divinidad, colocándonos en una posición pragmática, pero
lógica, consideremos únicamente la existencia de una inteligencia y
fuerza universal poderosa y creadora (esto no lo podemos negar, ya que
de la nada es imposible crear algo). La mente rechaza la idea de que una
inteligencia pueda crear seres racionales y sensibles, para reducirlos a la
nada después de una vida de penalidades o de dolor.
Es a todas luces ilógico y desacertado sostener la existencia de un
Dios sabio y justo que condena eternamente a aquellos seres creados
por Él “al nacer”, al situarlos en ambientes de una corrupción tal que les
impedirían toda “salvación”, por privarles de la posibilidad de alcanzarla.
Asimismo, partiendo de una base pragmática, pero lógica, resulta
inadmisible a la razón que una inteligencia y sabiduría cósmica pueda
crear inteligencias para después de unos pocos años de vida reducirlas a
la nada.
Y a las personas apegadas a los textos bíblicos, les invito a repasar
con detenimiento y meditar sobre ese pasaje de Jeremías (1-4,5) que
reza así “y el Señor Jehová me habló diciendo: antes que fueses
engendrado en el seno de tu madre te conocí»”(otras biblias dicen: antes
de que te formases en el vientre de tu madre) “y antes que tu nacieras te
santifiqué y te destiné para profeta de las naciones”
O sea que antes de nacer Jeremías, ya existía, ya había sido, pues si
hubiese sido creada el alma con el cuerpo, no podría haberlo conocido
antes, pues no existía.
Y para completar esta exposición diremos que en el momento actual
son numerosos los trabajos de investigación sobre el alma que se
realizan en diferentes países, universidades y laboratorios de
parapsicología. También a través de fenómenos supranormales tales
como las apariciones, de las cuales la historia está repleta. Además
¿quién de nosotros no conoce algún caso de manifestación
supranormal?
Muchos científicos se han consagrado recientemente a este estudio,
y cualquier fenómeno por muy desconcertante que sea, se analiza
fríamente. Se estudian los fenómenos de supervivencia a la muerte
corporal, al punto de haberse efectuado y demostrado ya públicamente
en Brasil, a través de televisión, materializaciones tangibles del
psicosoma o alma.
Según los trabajos de investigación del Dr. J.B. Rhine en el
Laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Duke (North
Carolina, USA), se han colocado ya en el plano científico y en forma
probada, los fenómenos de materialización de cuerpos fluídicos
(psicosoma) que vienen a probar la existencia del alma después de la
muerte física.
Y por último diremos que la ciencia en los países materialistas ya
investigó en el pasado fenómenos parapsicológicos. Concretamente en
Rusia y dentro de una base puramente científica, un grupo de científicos
nativos compuesto por biólogos, biofísicos y bioquímicos se reunió
cerca del centro espacial de Kazakastan para estudiar un espectacular
descubrimiento, la cámara Kirlian (del físico ruso Semyon Kirlian y su
esposa Valentina). Se trata de una cámara de alta frecuencia, que
traspasando la densidad del cuerpo físico cual rayos X, muestra el duplo
inmaterial de una persona, así como un brazo o una pierna en personas
a quienes se les habían amputado. Con equipos ópticos combinados con
la cámara Kirlian, estos científicos llegaron a obtener la visión y
fotografía (efluviografía) del psicosoma y del aura que emana de
personas, animales y vegetales. Visión ésta que hasta ahora estaba
reservada únicamente a algunos sensitivos con facultad psíquica de
clarividencia desarrollada.
Sin extendernos en detalles que se apartarían de objeto de esta
obra, concluiremos señalando que entre los científicos rusos fue
nombrada una comisión (1.967-1.968) compuesta por los doctores:
Baroveb, Grishenco, Inyuskin, Fedorva, Gibadulin y Shouiki al objeto de
estudiar este fenómeno y emitir su veredicto. Y esto no fue sólo para
confirmar la veracidad del fenómeno, sino que fue además para ratificar
que tanto el ser humano, como los animales y las plantas, tienen además
del cuerpo físico-orgánico, un cuerpo de energía que denominaron
"cuerpo de plasma biológico" o "cuerpo bioplasmático", y que los
cuerpos emiten efluvios o emanaciones de colores, según sea el estado
psicomagnético del sujeto, y que estos cesan al producirse la muerte del
sujeto: humano, animal o vegetal, según han podido demostrar los
experimentos realizados.
Resumiremos con la siguiente síntesis:
La inmortalidad del alma deja de ser una creencia apoyada en la fe,
en el dogma y en la ortodoxia, para confirmarse a través de hechos, de
experiencias que vigilan, controlan y confirman los hombres de ciencia;
hombres de seriedad y responsabilidad contrastadas en numerosos
países.
SEGUNDO ENFOQUE
1. Análisis de las desigualdades humanas
2. Palingenesia
3. Ley de consecuencias
4. Ley de evolución
ANÁLISIS DE LAS DESIGUALDADES HUMANAS
¡Cuántas veces en el transcurso de nuestra vida nos hemos
encontrado con cuerpos humanos deformes o tarados, con cuadros de
dolor, de invalidez e idiotez y otros más o menos dolorosos! Resulta
acertado preguntarse ¿por qué existen esas vidas de dolor mientras
otras reflejan dicha y prosperidad? ¿por qué unos seres sufren, mientras
otros disfrutan de salud y bienestar?
¿Dónde está la justicia divina que permite llegar al mundo seres en
tan desiguales condiciones?
Muchas personas se preguntarán ¿porque nacen algunos niños en
condiciones de miseria, con unos padres malvados, criminales y brutos,
que les dan una infancia con toda clase de maltratos y castigos, mientras
otros vienen al seno de familias cultas, privilegiadas y bondadosas,
donde nada falta y dónde pueden instruirse y desarrollar todas las bellas
cualidades del carácter? Muy pocos de quienes se cuestionan esto tratan
de buscar el origen o la causa real de estas desigualdades; la mayoría se
conforma con echar la culpa al sistema social y ahí queda todo.
Mientras tanto hay personas que continúan preguntándose ¿por qué
esta miseria, esta baja condición, fealdad, deformidades, falta de salud,
humillación y sufrimientos morales para los desafortunados, para los
parias de la vida, mientras que otros viven en la abundancia, con
elevación social, belleza, buena salud y tranquilidad de espíritu?
¿Cómo explicar que unas personas sean por naturaleza inclinadas al
bien, practicándolo sin esfuerzo, mientras que otras no puedan hacerlo
sin oponerse con firmeza a la corriente de sus malas inclinaciones?
Podemos observar las manifestaciones de bondad, dulzura y
delicadeza que desde la infancia manifiestan algunos niños, mientras
que otros muestran una total carencia de esas virtudes, actuando con
brusquedad, dureza e incluso maldad ¿puede Dios, el Eterno Amor, ser el
autor de tales desigualdades humanas?
Si consideramos a Dios como la Máxima Sabiduría, el Amor y
Perfección del Cosmos ¿podremos en lógica admitir que las
desigualdades e imperfecciones humanas procedan de Él, la Perfección
Absoluta?
¿Podemos admitir un Dios que favorezca a unos en demérito de
otros?
Entonces ¿cuál es el motivo de esas desigualdades humanas?
Tratemos por un momento de analizar el concepto religioso de una
sola vida, supongamos por un momento que el alma es creada por Dios
en el momento de la concepción o del nacimiento. En este caso, sus
circunstancias ambientales, el grado de inteligencia, de bondad o
maldad, sus imperfecciones físicas, morales e intelectuales habrían sido
prefijadas por el Creador.
Ello nos lleva a una interrogante ¿con qué fundamento?
Algunos religiosos responderían “por razones inescrutables de los
designios de Dios”
Bien es cierto que nuestra limitada capacidad humana no alcanza el
conocimiento de todas las leyes divinas, más no por ello hemos de
admitir que Él nos priva de poder alcanzarlas. Nada hay de inescrutable
dentro de las leyes divinas y así nos lo demuestran los últimos
descubrimientos de la ciencia, que son otras tantas variables de la
verdad única.
Al hombre estudioso y libre de prejuicios le resulta difícil admitir que
haya una justicia divina detrás de todos estos hechos (que la hay), y de
ahí nace su incredulidad. Y esta es otra de las causas principales de la
pérdida de la fe en la existencia de Dios, que viene acentuándose en los
últimos tiempos.
Atribuir a Dios el destino feliz de unos y el doloroso de otros,
facilitándoles una sola vida humana para que se “salven”, es a mi
parecer, monstruoso e inadmisible. En Su inmenso Amor, el Padre nos
da ese precioso don que es la libertad, para que cada cual sea forjador
de su propio destino, según el uso que haga de ella. Por tanto, el
hombre es el único responsable de la vida que tiene, de la vida que le
corresponde de acuerdo con sus méritos o deméritos pasados -sus vidas
anteriores-. Etiológicamente analizado, podemos ver claramente en esas
diferencias humanas los efectos de acciones anteriores.
No obstante los materialistas sostienen que las diferencias físicas,
intelectuales y morales están explicadas en la ley de herencia. La
genética -una de las ramas de la biología- enseña la función de los genes
contenidos en los cromosomas celulares, que tienen la facultad de
transmitir a la progenie las características morfológicas y demás
atributos biológicos de los progenitores, pero no así las características
psíquicas, porque éstas pertenecen al ser espiritual. Las leyes biológicas
actúan sobre el cuerpo físico-orgánico, pero las cualidades morales son
patrimonio del espíritu. Las semejanzas psíquicas entre hijos y padres se
deben a la afinidad entre esos seres (almas afines), que suelen
reencarnar unidas por lazos de familia o de compañerismo.
Y desde un punto de vista religioso ¿podremos suponer un Dios
Amor que provea a unos con genes de inteligencia, rectitud y bondad, y
a otros con genes de maldad, idiotez y demás lacras físicas y morales?
Este planteamiento resulta a todas luces inadmisible a la razón.
Aún dentro de nuestra imperfección humana ¿qué padres serían
capaces de dar a uno de sus hijos una vida miserable y de dolor y a otro
una vida plena de facilidades y cariño? ¿cómo suponer entonces que la
Divinidad, que es la perfección Padre-Madre, diese favores a unos y se
los negara a otros? Si como humanos consideramos esto injusto ¿cómo
podemos pensar que las desigualdades humanas sean voluntad de Dios?
Si aceptamos la existencia de Dios como Ser perfecto, Sabiduría y
Amor, Fuerza Creadora y Directriz de todo el universo ¿cómo podríamos
admitir que pueda llegar a crear algo imperfecto o que favorezca a unos
con atributos ventajosos y simultáneamente se los retire a otros,
añadiéndoles además taras físicas o morales y ambientes negativos que
irremisiblemente les impedirán la salvación de su alma?
Para Dios —Amor y Sabiduría Cósmica— no hay preferencias ni
privilegios. Él vibra permanentemente en amor para todas sus criaturas -
sin excepción- amor que el entendimiento humano todavía no llega a
comprender.
Por tanto, otras han de ser las causas de esas desigualdades.
Y otras son las causas: su pasado.
El ser humano es libre de obrar el bien o el mal. Obrando en el bien,
está conquistando su propia felicidad futura; practicando el mal, atrae el
dolor hacía sí mismo, está creando causas cuyos efectos serán
consecuentes al mal realizado, es decir, está labrando sus propias
desdichas futuras.
Por tanto resulta fácil comprender que el fundamento de las
desigualdades humanas está en los diversos grados de evolución de los
seres, de su progreso intelectual, moral y volitivo. Unos están más
adelantados, otros más atrasados. Los más adelantados traen consigo
un largo camino recorrido, mientras que los más atrasados tienen un
corto recorrido en el camino de la evolución.
Partiendo de esta premisa nos es fácil comprender que el origen de
esas desigualdades humanas son el resultado de la evolución de cada
individuo, conquistada por su propio esfuerzo y forjada con errores a lo
largo de sus vidas anteriores.
De ahí que los variados caracteres, aptitudes, gustos y tendencias
dejen de ser un enigma. Las facultades innatas de ciertos niños, jóvenes
prodigios, artistas, músicos, pintores y demás, son testimonio brillante
de la existencia de la ley de vidas múltiples.
A veces, también espíritus geniales, intelectual y volitivamente muy
desarrollados (pero orgullosos) renacen en cuerpos enclenques o
achacosos a fin de que el dolor (la gran forja de la vida) sensibilice su
alma y les temple en la humildad [11].
Cualquier observador puede apreciar que un niño o niños, inclusive
compartiendo una misma infancia, tienen tendencias y grados de
capacidad perceptiva e intelectual diferentes, lo que nos lleva a la
conclusión de que todo niño, al nacer, ya trae en sí el bosquejo de su
propia individualidad, que en la medida que vaya creciendo se
manifestará en él. Personalidad siempre susceptible de perfección
mediante una educación apropiada.
Las desigualdades humanas nos dan la demostración visible y
palpable de la ley reencarnacionista de las vidas múltiples, trayendo en
cada existencia el fruto de la propia siembra. Por medio de esta ley
llegamos a comprender que no venimos a este mundo para comer,
dormir y divertirnos, sino para progresar, para desarrollar nuestras
facultades latentes por medio del trabajo y del estudio, venciendo
obstáculos y resistiendo las tentaciones del mal visibles en las múltiples
atracciones del placer en los sentidos. Venimos para adquirir
experiencias y a practicar la fraternidad en nuestras relaciones humanas,
tratando a los demás como nosotros quisiéramos ser tratados.
No puede existir igualdad entre quienes se esfuerzan en progresar y
perfeccionarse, y quienes por el contrario no lo hacen. Del mismo modo,
no puede existir igualdad de resultados entre quienes practican el bien y
quienes practican el mal. Es fácil comprender que en las desigualdades
humanas actúa la Justicia Divina, que da a cada cual el resultado de sus
obras.
Nuestro mundo es una escuela milenaria con diversos grados de
aprendizaje, siempre acorde a nuestro propio adelanto. De cuerpo en
cuerpo, como quien cambia de traje, peregrina el espíritu -el verdadero
ser-, y en cada nueva existencia viene a aprender nuevas lecciones o a
repetir las mal aprendidas. Viene a adquirir nuevos conocimientos que le
permitan ir subiendo más y más en la escala ascendente de la sabiduría y
del amor fraterno.
Y así, evolucionando mediante el propio esfuerzo en esta escuela de
la vida, el hombre va capacitándose gradualmente para vivir en mundos
mejores, mundos de felicidad donde la maldad ya no tiene cabida.
“La casa de mi padre tiene muchas moradas” nos recuerda el sublime
Nazareno.
Y por último, citar que de todos los padres de la Iglesia, Orígenes
(186-254) es quien ha afirmado más rotundamente y en numerosos
pasajes de su tratado “Principios” (libro I), la reencarnación o
renacimiento de las almas, pues esa era también la creencia de todos los
primeros cristianos.
He aquí en qué términos el abate Bérault Bercastel resume su
opinión “según este doctor de la Iglesia (refiriéndose a Orígenes), la
desigualdad de las criaturas humanas no es más que el efecto de sus
propios méritos, porque todas las almas han sido creadas simples, libres,
sencillas e inocentes por su ignorancia misma, y todas, también por lo
mismo, absolutamente iguales. El mayor número incurrió en el pecado, y a
proporción de sus faltas, fueron encerradas en cuerpos más o menos
groseros, creados expresamente para servirles de cárcel. De ahí los
diversos tratamientos de la familia humana”
“Pero por grave que sea la caída—sigue diciendo— jamás implica el
retroceso del espíritu culpable al estado del bruto; le obliga tan sólo a
volver a empezar nuevas existencias, ya en este mundo de expiación, ya en
otros mundos, hasta que cansado de padecer, se someta a la ley del
progreso e inicie su crecimiento espiritual”
“Las penas impuestas por el Buen Dios no son más que medicinales, y
los demonios mismos (los seres de maldad) cesarán un día de ser los
enemigos del bien y el objeto de los rigores del Eterno” (Historia de la
Iglesia, por el abate Bérault Bercastel).
¡Cuán esplendorosa brilla de este modo la Justicia de Dios sobre la
Tierra!
El hombre es hijo de sus propias obras, y las diferencias entre las
personas consecuencia del uso de su libertad individual, es decir, de sus
propios actos.
Así pues, la reencarnación no es una creencia con mayores o
menores fundamentos de verdad, sino una ley de la naturaleza. En cada
una de nuestras vidas, y según utilicemos esa oportunidad de progreso
que nos concede el Eterno Amor a través de la ley de los renacimientos
(implícita en la ley universal de evolución), estaremos creando nuestro
propio destino, nuestra futura vida de felicidad o de dolor.
Si analizas bien, amigo lector, y meditas sobre estos argumentos,
comprenderás fácilmente el origen de las desigualdades humanas.
PALINGENESIA
Etimológicamente, el vocablo palingenesia viene del griego palin
(nuevo) y génesis (nacimiento), es decir nuevo nacimiento.
La convicción acerca de la ley palingenésica (ley que rige los
renacimientos) se ha hecho consciente en el hombre desde muy
antiguo, de hecho se pierde en la oscuridad de los tiempos.
Nuestros ancestros tenían ya la certeza de la reencarnación y así lo
confirman las antiguas filosofías orientales: India, China, Japón, Tíbet,
Egipto y demás países orientales. Los vedas, los celtas, al igual que los
pobladores de la América precolombina, sostenían la creencia de la
vuelta a la vida de la carne.
De la filosofía helénica, incomparable por su profundidad y riqueza
de matices, surgieron filósofos como Pitágoras, que estableció la
palingenesia como doctrina y base de su enseñanza. Decía “las almas al
abandonar el mundo, van al Hades [12] y desde allí vuelven a la vida de la
carne”[12]
Sócrates reconocía claramente la existencia del alma humana antes
del nacimiento en el plano de la Tierra. Veamos un diálogo con uno de
sus discípulos “también me parece a mí Cebes, que nada se puede objetar
a estas verdades y que no nos hemos engañado cuando las hemos
admitido; porque es indudable que hay un regreso a la vida; que los vivos
nacen de los muertos; que las almas de los muertos existen; que las almas
buenas libran bien y las almas malas libran mal” (Platón, en “Fedón o del
Alma”).
Platón fue en el pasado el maestro de las enseñanzas referentes al
alma y todos los que han venido después de él se han documentado
ampliamente de su depósito de sabiduría. Algunos de los primeros
padres de la iglesia primitiva afirmaron que Platón fue uno de los
muchos precursores del Mesías que habían preparado el mundo pagano
para la venida del Maestro.
Los primeros cristianos sostenían como verdad el renacimiento de
las almas y la reencarnación formaba parte de la doctrina cristiana en los
primeros siglos del cristianismo, aquel cristianismo puro, de amor y
renuncia. Pero cuando comenzó la organización sacerdotal y ésta formó
parte del estado, el clericalismo se impuso, interfiriendo en la política,
política absolutista entonces y durante muchos siglos más, y esta
doctrina del renacimiento de las almas comenzó a ser atacada. En el
Concilio de Constantinopla II, (año 553) dominado por el emperador
Justiniano I, fue anatematizada (prohibida). Previamente, en el año 538,
Justiniano I ya había promulgado una ley en la que declaraba “todo
aquel que sostenga la mística idea de la preexistencia del alma y la
maravillosa opinión de su regreso, será anatematizado. Es decir,
condenaba y a la vez, confirmaba su existencia.
Y hemos de suponer el terror que el anatema inspiraba en aquellos
tiempos, pues significaba la persecución.
Sin embargo, existe otra versión que sostiene que en dicho Concilio
se dejó establecido que “todo aquel que proclamara haber vuelto sobre la
Tierra por disgusto del Cielo (?) sería excomulgado. Y que si alguien
encarnara voluntariamente, no por disgusto del Cielo, sino por amor a su
prójimo, el anatema no lo tocaría”
Y desde entonces ha sido ocultada por quienes debieran presentarla
como una demostración del Amor, de la Justicia Divina, y como el medio
para conseguir un rápido progreso espiritual de la humanidad.
La palingenesia es una doctrina muy antigua pues todas las religiones
en su origen la han sustentado. Esta ley de las vidas sucesivas da la
adecuada y lógica explicación a todas las desigualdades de la vida
humana.
Las nuevas filosofías espiritualistas basadas en la gradual y continua
metamorfosis evolutiva a través de la ley palingenésica o de los
renacimientos, nos muestra y amplía mucho más lejos de la integridad
psicofísica, el eterno camino ascensional hacia la perfección, senda que
nos liberará de la cadena de las reencarnaciones en los mundos
atrasados.
La comprensión de esta ley de los renacimientos abre horizontes
más amplios para el pensamiento humano, y como ley divina, se cumple
inexorablemente en todos los seres, con igualdad y justicia.
Observemos a los niños ¿cómo podemos explicar la diversidad de
tendencias, gustos, inclinaciones, bondad, delicadeza e inteligencia en
unos, mientras en otros observamos una carencia de estas cualidades
positivas y en su lugar vemos ruindad, brusquedad, dureza e incluso
maldad? Correspondiendo al alma humana las cualidades positivas y
negativas del carácter ¿podemos admitir por un momento que Dios —
Perfección Absoluta— pueda crear almas imperfectas y establecer
diferencias?
Aquellos que desconociendo las leyes espirituales afirman se debe a
la ley de la herencia ¿tendrían un fundamento más lógico que aquellos
que sostienen el concepto de la creación del alma, al nacer el cuerpo?
Pero en ese caso, tendrían que rechazar la existencia de una Sabiduría y
Justicia Universal, de donde emanan esas fuerzas cósmicas y poderosas
que rigen la vida en sus múltiples manifestaciones. Denominémosle Dios
o como deseéis, pero siempre inmanente en toda la creación, pues en
buena lógica, no es admisible un Dios sabio y justo creando almas
desiguales y darles una sola vida para que se salven.
Más aún, observemos a los individuos que componen nuestro
conglomerado social, su configuración física, sus ademanes,
sentimientos y actuaciones, y apreciaremos fácilmente la notoria
diferencia entre ellos. Mientras en unos constatamos una mente
despierta y un temperamento dinámico, en otros vemos al individuo
tosco, bruto y abúlico ¿podremos culpar a Dios de estas diferencias? ¡No!
porque éstas son manifestaciones de los diversos estados evolutivos de
la etapa humana.
Dios, esa Fuerza Creadora Universal, el Ser Supremo del Cosmos:
Amor, Justicia y Sabiduría Máxima que trasciende a toda Su creación a
modo de vibraciones o fuerzas poderosísimas que denominamos leyes
nos ha creado a todos iguales.
El comienzo de la vida ha sido igual para todos los seres de la
creación, incluyendo el ser humano. Los diferentes aspectos y
condiciones intelectuales, dinámicas y morales son los numerosos
niveles en el proceso evolutivo de la «chispa» divina, la génesis del ser
espiritual. Inclusive las diferentes formas de vida que podemos
observar, y también las no perceptibles, son manifestaciones o fases de
manifestación de la chispa divina (la mónada de algunas filosofías)
dentro de las numerosas fases de su evolución antes de alcanzar la
etapa humana.
Sólo la pluralidad de existencias puede explicar el origen de la
variedad de caracteres y las desigualdades humanas, fuera de esta ley,
siempre nos preguntaremos en vano ¿por qué unos poseen talento,
sentimientos nobles y aspiraciones elevadas; mientras que otros
carecen de esas virtudes? Si aceptamos la ley palingenésica como la ley
de la vida, comprenderemos fácilmente que los primeros son seres más
viejos, que han vivido y trabajado más, y por tanto, adquirido mayores
experiencias y aptitudes; que van delante en el camino ascensional de su
evolución.
Aceptada como verdad la eternidad del espíritu y su progreso
indefinido, la buena lógica nos llevará a la conclusión de que los que hoy
vivimos en la carne ya hemos pasado por esa circunstancia en
numerosas ocasiones, como amos y siervos, nobles y plebeyos, ricos y
pobres, con vidas de placeres y de dolores. Y seguiremos volviendo
inmersos en diferentes personalidades y ambientes hasta obtener las
experiencias necesarias que nos permitan alcanzar la sabiduría, virtud
que lo encierra todo. Porque es en la lucha de la vida donde adquirimos
las experiencias que se graban, poco a poco, en la memoria espiritual y
que nos producen esas alertas (advertencias) que denominamos «la voz
de la conciencia», que lucha por impedirnos cometer nuevos errores.
El espíritu necesita un cuerpo para evolucionar en los planos físicos, y
esa es su herramienta para adquirir experiencias y fortaleza en la lucha
por la vida, en su lucha contra el mal y la bestialidad, en su lucha contra
esas lacras que le penalizan durante las primeras fases de la etapa
humana e incluso en las etapas posteriores de superación y mayor
progreso.
Cada una de nuestras existencias terrenas es sólo un episodio de
nuestra vida inmortal, pues ningún alma podría, en el breve espacio de
tiempo que ofrece una sola vida, despojarse de sus vicios, errores y
apetitos animalizados, que son los vestigios de sus vidas pasadas.
“El alma humana aparece reiteradamente en el escenario de la vida
física usando cuerpos diferentes. Es una de las grandes verdades de la ley
eterna” dijo el Nazareno en una conversación con el príncipe Judá de
Ithamar, hijo del príncipe Azbuc de Beth-Hur [13].
Necesitamos muchas vidas; necesitamos revestirnos de múltiples
cuerpos, nacer, morir y volver a nacer muchas veces para llegar al final
de la escala ascensional hasta la perfección, la meta hacia la que todos
nos dirigimos lentamente, unos más pronto, otros más tarde; unos más
lentos, otros más rápidamente.
Concluiremos la exposición de este tema con la inclusión de algunas
referencias.
El poeta Amado Nervo, de exquisita sensibilidad y profundos
sentimientos espirituales, era un convencido de la ley de los
renacimientos, que expresó en numerosas poesías, entre las que figura
la siguiente:

¡En esta vida no la supe amar!


Dame otra vida para reparar,
¡Oh Dios!, mis omisiones,
para amarla con tantos corazones,
como tuve en mis cuerpos anteriores;

El conocido poeta, novelista y dramaturgo francés Víctor Hugo


expresó sus profundas convicciones palingenésicas en las siguientes
frases:

“Siento en mí toda una vida futura. Soy como un bosque podado que
retoña en brotes más fuertes cada vez, subo hacia el infinito”
“Y si la tierra me da su savia para sustentarme en lo material, el Cielo
me ilumina con el reflejo de los mundos entrevistos”
“Hay quien dice que el alma es solamente la expresión de fuerzas
corporales, y yo pregunto ¿por qué la mía es más luminosa ahora, cuando
mi vida declina y esas fuerzas corporales me abandonan?”
“Sobre mí se cierne el invierno y en mi alma florece una primavera
eterna, las lilas, las violetas v las rosas perfuman y se abren como cuando
yo tenía veinte años. Cuanto más me aproximo a la meta, oigo más
claramente las sinfonías de los mundos que me llaman”
“Viviré mil vidas futuras, continuaré mi obra, escalaré de siglo en siglo
todas las rocas, todos los peligros, todos los amores, todas las pasiones,
todas las angustias, y después de miles de ascensiones, liberado,
transformado, mi espíritu volverá a su fuente, fundiéndose en la Realidad
Absoluta, como el rayo de luz vuelve al sol” [14].
Y Goethe, también convencido de la reencarnación, decía:
“El alma del hombre al agua se asemeja,
del cielo llega, al cielo sube;
y otra vez baja a la tierra,
en eterno devenir”

Por último referiremos el epitafio de Benjamín Franklin, (siglo XVIII)


eminente investigador en el campo de la física (descubridor del
pararrayos) y sobresaliente en los campos de la política, de la economía
y la literatura, que refrendó la doctrina de las vidas sucesivas. Dejó
escrito el siguiente epitafio para su tumba, donde refleja sus profundas
convicciones palingenésicas:

El cuerpo de
Benjamín Franklin,
impresor,
parecido a la cubierta de un libro viejo
y despojado de su título y de su dorado,
descansa aquí, pasto de los gusanos;
pero no se perderá la obra,
pues reaparecerá en una nueva y mejor edición
revisada y corregida por el autor.
METEMPSICOSIS
Hay personas, que desconociendo la ley palingenésica suelen
exclamar ¡ah, sí, la metempsicosis de Pitágoras! La creencia de
reencarnar en un animal como castigo a los seres malvados.
Nada más lejos de la verdad.
Pitágoras jamás mantuvo tal concepto. Explicaba el renacimiento de
las almas en cuerpos concordantes con su naturaleza psíquica, y en la
medida que el alma se perfeccionaba en inteligencia y bondad, se
manifestaba en cuerpos más perfectos. Explicaba a sus discípulos más
adelantados en el grado teogónico “una vida en la carne no es más que
una anilla en la larga cadena de la evolución del alma”
Según la definición de la Real Academia Española, metempsicosis es
“doctrina religiosa y filosófica de varias escuelas orientales y renovada
por otras de Occidente, según la cual, las almas trasmigran después de
la muerte a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los
merecimientos alcanzados en la existencia anterior”
La creencia de la retrogradación a formas animales es una creencia
de Asia, usada por la casta sacerdotal de los brahmanes como un
espantajo para amedrentar a los débiles, creando así privilegios
sacerdotales y aristocráticos que han mantenido a dicho continente en
un letargo de siglos, letargo del que afortunadamente comienza a
despertar.
Tanto Krishna, unos cinco mil años atrás, como Siddhartha Gautama
—el Budha [15]— quinientos años antes de nuestra era (se acepta nació
563 años antes) enseñaron la ley del renacimiento de los seres,
enseñanzas en las que se ha fundado el budismo en toda Asia.
Las formas inferiores de vida son etapas del psiquismo; son etapas
de la chispa divina o mónada, a las que una vez superadas, ya no vuelve.
Una vez el ego alcanza la etapa humana ya no hay retroceso posible. Por
ello es erróneo suponer que la metempsicosis pueda ser la vuelta del
alma humana a la vida animal.
A este respecto, el caballero Ramsay (Andrés Miguel 1685-1743)
escritor católico y biógrafo de Fenelón, refiere en su obra Pr.
Philisophiques “nada hay en los padres de la Iglesia, ni en los concilios, que
contradiga la doctrina de la reencarnación, si bien es verdad que el V
Concilio General y todos los padres después del siglo VI han condenado la
falsa idea de la preexistencia transmitida por los originalistas y los
priscilianistas; la verdadera doctrina de la preexistencia no ha sido
condenada por la Iglesia. Es solamente contra la degradación impía de la
transmigración en cuerpos de animales que los padres se sublevaron”
TRILOGIA DE LA PERSONALIDAD
En la personalidad de todo individuo existe una trilogía indispensable
para su manifestación en el plano físico tridimensional:
Espíritu - Alma - Cuerpo Físico
Y en toda persona hay tres aspectos plenamente identificados:
Espiritual - Psíquico – Físico

Una vez finalizada la vida física, los dos primeros aspectos continúan,
aunque libres ya del cuerpo físico. Son esencias que componen el
cuerpo astral, cuerpo necesario para actuar en esa otra dimensión —
astral o cuarta dimensión— en la que existen variados ambientes de
vida activa.
Para una mejor comprensión, trataremos de definir en una breve
exposición la naturaleza de estos tres aspectos:
El espíritu: También conocido como el ego o mente y que es energía
y esencia espiritual sutilísima. No tiene forma ni sexo, ni es en sí mismo
un cuerpo, es pura vibración. Procede de la “chispa” espiritual emanada
de la Divinidad, creada de Su propia esencia y proyectada al cosmos
infinito; ampliada y engrandecida en el devenir del tiempo sin tiempo
por el desarrollo de las facultades recibidas de la Eterna Energía Cósmica
y lugar donde reside la mente con sus facultades: intelectiva, volitiva,
racional y creativa. Se manifiesta a través de la mente humana localizada
en el cerebro. Es Dios o esa parte de Dios que está en nosotros y de la
que nos hablan las religiones. [16].
Contiene en sí la fuerza de vida inmortal y vitalizadora actuando
como ente energético, vivificando la materia a través del alma o
psicosoma junto con el fluido vital (que será explicado al final de este
capítulo); pues como el espíritu, no puede actuar directamente en el
mundo físico, (donde por ley debe actuar para su evolución) pues
necesita proveerse de cuerpos intermedios entre él —el espíritu— y la
materia.
En el nivel de desarrollo de esta mente está el grado de
manifestación de la personalidad.
El alma o psiquis: Que es el cuerpo o envoltura fluídica del espíritu,
sin la cual, éste no puede manifestarse en el mundo físico/humano
(tercera dimensión) y le es imprescindible también para manifestarse en
el mundo psíquico o astral (cuarta dimensión).
Así como nuestro cuerpo humano está formado por materia
orgánica tomada de los componentes de la Tierra, el alma humana está
formada por sustancia o fluido sutil imponderable tomado del mundo
psíquico o astral.[17].
Se le denomina también periespíritu, cuerpo astral, cuerpo fluídico y
cuerpo emocional por las diferentes doctrinas y escuelas espiritualistas y
filosóficas. La denominación en psicología y parapsicología es cuerpo
psíquico o psicosoma.[18]
Comprende las facultades sensorial y emocional[19]. Y en cuanto a la
forma tiene la misma del cuerpo físico, aunque su aspecto varía según la
conducta, belleza o fealdad moral de cada persona. Conserva los
mismos órganos del cuerpo físico, ya que es el que modela a éste en su
desarrollo, y es también la energía que mantiene la cohesión celular del
organismo físico y el que actúa de agente intermedio entre el espíritu y
el cuerpo físico.
Este alma o psiquis es el cuerpo de manifestación del espíritu en la
cuarta dimensión o astral, lugar donde pasa a habitar cuando
desencarna con la muerte del cuerpo físico, conservando todas las
características humanas, inclusive el sexo.
Además contiene otros puntos conocidos como centros vitales
energéticos: de recepción e irradiación magnética (denominados
“chakras” [20] en lenguaje esotérico), que actúan automáticamente,
aunque responden también a las influencias mentales y emocionales.
Tan sólo para dar una idea, citaré uno de esos centros o chakras —el
coronario— localizado en la región central del cerebro y sede de la
mente, el cual asimila los estímulos del espíritu y las energías de las
fuerzas sutiles del espacio, actuando de eslabón entre la mente y el
cerebro. Sus funciones son múltiples, así como las de los demás centros
psíquicos y sería muy extenso enumerarlas aquí.
Por su naturaleza magnética, este cuerpo fluídico se ve afectado por
las vibraciones psicomagnéticas producidas por los pensamientos
emitidos por la propia mente y por los de otras mentes, así como por los
sentimientos y emociones emanados de las facultades sensorial y
emocional propias y también de otras almas. De ahí que todo
pensamiento y sentimiento de egoísmo, envidia, rencor, lascivia, deseo
de mal, y todo acto realizado en perjuicio de alguien imprima manchas y
oscurezca este cuerpo fluídico, [21] impregnándolo de un magnetismo
denso y mórbido. Por esta misma ley (la ley de vibración), los buenos
pensamientos y sentimientos y todo acto de amor que realicemos en
beneficio de nuestros semejantes y hacia todo lo creado, sea cual sea su
manifestación, lo purifican y sutilizan, tornándose cada vez más
radiante.
El cuerpo físico: Compuesto de materia orgánica y que es una
maravillosa organización biológica que demuestra la sabiduría del
Creador Universal —Dios—. Es el vehículo de manifestación del espíritu
en el plano físico, y el medio por el que el espíritu puede manifestarse en
el mundo en su búsqueda de progreso y evolución.
Por medio del trabajo y del estudio y venciendo toda suerte de
circunstancias y obstáculos adquiere las experiencias indispensables
para el desarrollo de sus facultades mentales y anímicas mientras va
progresando moralmente, luchando contra las pasiones y corrigiendo
las imperfecciones del carácter, realizando el bien a sus semejantes y
usando la práctica fundamental en todas las religiones “ama a tu prójimo
como a ti mismo” o lo que es los mismo, no hacer a los demás lo que no
quieres para ti y tratar a todos como tú quisieras ser tratado (la síntesis
del cristianismo). Porque el verdadero cristianismo es amor; amor vivido
y realizado en la práctica del bien.
La vida propiamente es del espíritu; y el cuerpo físico al que anima
tan sólo la vestimenta indispensable para actuar en el plano físico-
humano que abandonará con la muerte.
Ahora bien, visto desde un ángulo psicológico es necesario tener
presente que los pensamientos y emociones continuados influyen sobre
la salud, (y esto ha quedado sobradamente demostrado por la
psicología experimental y por la psiquiatría) pues al estar el cuerpo
psíquico interpenetrado en el cuerpo físico-orgánico, este último recibe
el impacto vibratorio de esos estados psíquicos a través de las neuronas
o sistema nervioso y a través de los sistemas glandulares. Ha quedado
también reconocido por la medicina el efecto que los diversos estados
afectivos y emocionales ejercen sobre la salud. Las glándulas de
secreción interna que regulan los humores del organismo responden
rápidamente a la acción magnética de toda emoción, sensación y
pensamiento continuado, secretando hormonas benéficas o tóxicas
según la naturaleza de esos influjos[22]. De ahí que veamos con harta
frecuencia personas enfermas del hígado, del estómago o de los
nervios, consecuencia de los estados emocionales no controlados o de
sentimientos continuados de envidia, rencor, odio, ruindad y otros
análogos, aun cuando estas dolencias puedan tener también otro
origen. Pero siempre son efectos de causas; causas creadas por el
mismo doliente de manera directa o indirecta.
Las desarmonías hogareñas, consecuencia casi todas de un
egocentrismo por una de las partes o por ambas, pueden llevar a un
desequilibrio psicofísico de consecuencias dolorosas. En cambio, el amor
(con mayúsculas), que es dar de sí sin pensar en sí, que es comprensión
y tolerancia, produce vibraciones magnéticas positivas, armónicas y
benéficas para la salud y bienestar.
A esas personas positivistas (más bien por rebeldía o esnobismo que
por convicción) deseamos aclararles que independientemente del
cuerpo físico, existe en todo individuo una mente o dinamo-psiquismo
abarcando varias facultades, entre las cuales están la intelectiva o
pensante y la volitiva, ambas directrices de la personalidad. Esta mente,
más desarrollada en unas personas que en otras, se manifiesta a través
del cerebro, en las relaciones humanas y aún a largas distancias, siendo
conocida con el nombre de telepatía [23].
Afirmar que el cerebro es el que produce el pensamiento es como
decir que el piano u otro instrumento musical es el que produce la
melodía. La melodía ciertamente es producida por el ejecutante a través
del teclado del piano como instrumento de expresión de las notas
musicales, pero sin la intervención del agente ejecutante que presiona
las teclas de los sonidos, sino no podría sonar. Del mismo modo sucede
con el cerebro, que como instrumento, y conteniendo siempre las
imágenes-forma en las células cerebrales, no puede manifestarse sin la
intervención de la mente como agente ejecutor.
A este respecto, Alexis Carrel, premio Nobel 1912 en Medicina, se
expresaba así “decir que las células cerebrales son la sede de procesos
mentales es una afirmación sin valor, pues no existe un medio de observar
la presencia de un proceso mental en el interior de las células
cerebrales” L’Home cet Inconnu. París (págs. 138,5, 11 y 35).
El profesor polaco Wincenty Lutoslawski (1863-1954), a quien el
filósofo pragmatista William James tenía por una celebridad, decía en su
obra “Del Dominio del Pensamiento”: “para comprender la relación entre
pensamiento y cerebro, basta admitir que el cerebro es el órgano a través
del cual recibimos las impresiones exteriores, y gracias al cual producimos
los movimientos −particularmente la palabra−. Más toda aserción que
atribuya al cerebro el poder de pensar está basado en un sofisma que se
asemeja a aquel que atribuye al corazón las emociones, simplemente
porque ellas tienen influencia sobre él”
Nuestro cuerpo físico es una cárcel para el espíritu, una auténtica
cárcel de la que sólo sale a intervalos para recuperar fuerzas en los
planos sutiles del espíritu, en el espacio, durante los estados de éxtasis y
cuando el cuerpo físico duerme. Y los sentidos físicos son como
aberturas o ventanales por los que puede percibir y comunicarse en este
plano físico. El cuerpo carnal es tan sólo una vestidura, una forma física,
un instrumento de manifestación en el plano físico del que se vale el
espíritu inmortal para su progreso.
El cuerpo humano es una maravillosa organización celular
y biológica, una muestra tangible e irrefutable de la sabiduría divina,
dentro del cual, interpenetrado, existe un cuerpo fluídico o alma que
mantiene esa cohesión celular. Desprendida el alma en el trance de la
muerte, ese psiquismo animador de la forma pierde cohesión y
comienza a desintegrarse.
Hay quien considera que su cuerpo es el causante de sus debilidades.
Débil puede ser el espíritu por no haber desarrollado aún la fortaleza
necesaria para controlar y superar las atracciones del medio ambiente
circundante (mal llamadas atracciones de la carne). No es en el cuerpo
carnal donde radican los deseos y las pasiones, pues éste no es más que
el instrumento de manifestación imprescindible para la evolución del
espíritu en el plano físico. Los deseos y las pasiones se encuentran en el
psicosoma o alma humana que los arrastra desde sus vidas pasadas. Así
pues, no consideremos inmundo a nuestro cuerpo, ya que habiendo sido
formado dentro de las leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica no
puede considerarse inmundo. En cualquier caso, únicamente puede ser
denominado inmundo el mal uso que hagamos de él.
Y por último y brevemente, daremos a conocer que entre el alma y el
cuerpo físico existe un agente de unión denominado “cuerpo vital” y
también “duplo etérico”, que es una contraparte del cuerpo físico
sumamente importante, compuesto por sustancia etérea densa o éter
físico emanado de la tierra y cuya función resulta vitalizadora para el
cuerpo físico, al absorber de la atmósfera la energía vital o prana y
distribuirla en todo el sistema orgánico. También comunica con el
cerebro y transmite las vibraciones que el cuerpo psíquico (periespíritu)
recibe del espíritu. Es por tanto un intermediario indispensable entre el
cuerpo psíquico y físico.
Durante las horas de sueño, cuando el espíritu, junto con su cuerpo
fluídico o alma se desprende para vivir libremente, queda unido a este
cuerpo vital y cuerpo físico por un hilo magnético o lazo fluídico
conocido también con el nombre de “cordón plateado”, al cual no se le
conoce límite de extensión. Cuando este lazo de unión se rompe o es
cortado (por entidades espirituales), sobreviene la muerte. Nunca antes,
y solamente a partir de ese momento, este denominado cuerpo vital
paraliza también sus funciones, comenzando a desintegrarse con el
cuerpo físico.
CICLOS DE REENCARNACIÓN
La vida del espíritu es única e inmortal y se compone de ciclos
acordes a su necesidad de progreso. Cada uno de esos ciclos comprende
un amplio programa a realizar en el mundo donde se desciende a
encarnar.
Cuando el programa se realiza en una sola existencia, como suele
suceder en las encarnaciones de seres espirituales de gran evolución, el
ciclo se circunscribe a esa única existencia en dicho mundo. Pero dado el
atraso evolutivo de nuestra humanidad, ninguno de nosotros realiza el
programa en una sola existencia, por lo que resulta imprescindible
volver una y otra vez hasta llegar a completarlo.
Este mundo nuestro (que dicho sea de paso no es de los más
adelantados pero tampoco de los más atrasados) es una escuela de
aprendizaje para espíritus de mediana evolución. En cada nueva
existencia hacemos un curso (o lo completamos) dentro del ambiente
que nos corresponde, de acuerdo al estado de adelanto o atraso de
cada persona. Y habitualmente solemos ser malos aprendices de la vida,
consideremos por tanto cada ciclo como un nuevo curso.
¿Cuál podría ser entonces el número de reencarnaciones necesario
para realizar ese programa?
No hay un número prefijado, pues depende del mayor o menor
esfuerzo y de la conducta de cada espíritu en la realización del programa
trazado en el plano extrafísico. No obstante debemos considerar que lo
peor ya ha quedado atrás en la noche de los tiempos.
Supongamos que inicia un ciclo nuevo, un nuevo programa para la
conquista de la paciencia, la prudencia y cualidades análogas
complementarias, programa que lleva implícita la superación de los
defectos morales contrarios, léase, impaciencia, irritabilidad e ira entre
otras. Puede que ese espíritu llegue a realizar dicho programa en cinco
vidas humanas, puede que necesite diez, veinte o más. No importa, no
existen límites, depende únicamente del propio esfuerzo. Este número
de vidas compone un ciclo de reencarnaciones. Naturalmente, en ese
mismo ciclo de vidas adquiere también numerosas experiencias que van
desarrollando su inteligencia y su poder mental, permitiéndole
conquistar a la vez, cualidades positivas que contribuirán a su progreso.
Imaginemos que ese espíritu, ya realizados varios ciclos, haya llegado
a un determinado grado de progreso intelectual y desarrollado una gran
capacidad mental, pero le falta la conquista más valiosa del progreso
espiritual, el amor. Tendrá que comenzar un nuevo ciclo de
encarnaciones para superar el egoísmo, fuertemente enraizado en el
alma humana y tronco de cuyas ramas salen otras muchas
imperfecciones: la envidia, la avaricia, el amor propio, los celos, el
orgullo, la soberbia, etc. ¿cuántas vidas puede necesitar ese espíritu para
desprenderse de todas las imperfecciones y conseguir el amor fraterno?
Muchas o pocas, todo depende del grado de imperfección en que se
encuentre y el esfuerzo que dedique a ello.
Aquellos que creen conseguir la salvación o la gloria en una sola vida
¿han meditado sobre lo que representa la salvación y la gloria? ¿conocen,
acaso el número de imperfecciones que aún arrastran? ¿se consideran
tan perfectos como para alcanzar ese estado sublime en el corto tiempo
de unos años? ¿no será que viven con la pueril esperanza de alcanzar
graciosamente toda una eternidad de bienaventuranza y felicidad?.
Solo hay un camino de conquista: el propio esfuerzo.
Nuestros errores en pensamiento, palabra y acción; sentimientos
productores de fuerzas psíquicas desequilibrantes, los hemos hecho
gravitar sobre nosotros mismos (según quedará demostrado al enfocar
la ley de consecuencias) y han impregnado nuestra propia naturaleza
psíquica, oscureciendo y densificado el alma; produciendo un
desequilibrio en nuestra sección del cosmos que debe ser restablecido
voluntariamente, bien mediante el amor en nuestras relaciones
humanas y hacia todo lo creado, o bien compulsoriamente a través del
dolor.
Concluiremos con la siguiente afirmación: el número de vidas futuras
o renacimientos necesarios para llegar a la meta no está determinado
por la ley. Como mencionamos al inicio, la vida del espíritu es una sóla y
las encarnaciones o vidas en los planos físicos se suceden durante esa
vida (que es eterna), siempre a la búsqueda de purificación y sabiduría;
atributos que elevarán el espíritu hacia la perfección, la meta hacia la
cual todos nos dirigimos, liberándole de la necesidad de encarnaciones
en mundos atrasados primero, y más adelantados después.
Resulta necesario aclarar que el tiempo que media entre una y otra
vida física tampoco está fijado cronológicamente, como alguien pudiera
creer, ya que son numerosos los factores que influyen en ello. Mientras
algunos seres deseosos de progreso vuelven con frecuencia, otros
permanecen largos períodos en el astral,[24] en esa otra dimensión
extrafísica. Como regla general podemos decir que los que más lo
necesitan, los más atrasados, reencarnan con relativa frecuencia (algo
que depende mucho de las «disponibilidades»). Y a medida que el alma
se purifica y el intelecto se desarrolla, es decir, a medida que crece el
espíritu, el intervalo de tiempo entre una existencia y otra es mayor.
Podrían ser cinco años, cincuenta, o quinientos.
En las primeras fases de la etapa humana las reencarnaciones son
más frecuentes, a causa de la necesidad del espíritu de adquirir
experiencias.
A medida que el hombre va saliendo de esa primera fase bestial, de
una vida tribal completamente salvaje y va entrando en civilizaciones
semisalvajes y ambientes de mayores facilidades de progreso, comienza
a reforzarse en su egoísmo; egoísmo que arrastra secuelas de odio,
ambición, dominio y celos; sentimientos que endurecerán su alma hasta
el punto de hacerle llegar al crimen.
En ese estado salvaje el hombre apenas infringe las leyes de la vida,
pues actúa instintivamente; pero ya en esta nueva fase las transgrede
con harta frecuencia, adquiriendo deudas para con la ley. Y aferrándose
a su modalidad egoísta, rehúsa aceptar una vida de rectificación y dolor,
permaneciendo largos períodos en el astral inferior, dónde incide, casi
siempre, en el plano y la mente de los humanos, confundiendo y
azuzando sus pasiones. Son los demonios que citan las religiones. No
obstante, como no puede permanecer eternamente en esa condición,
por ser contraria a la ley de evolución, llega un momento en que la luz
penetra en su mente, enseñándole el verdadero camino del progreso
espiritual y haciéndole sentir la necesidad de avanzar hacia él. Entonces,
arrepentido, rectifica su rumbo y comienza su expiación en nuevas vidas
de dolor.
Cuando el espíritu ha llegado ya a un grado medio de evolución como
en el que se encuentran los sectores más inteligentes de nuestro
conglomerado humano (aquellos que ya están vibrando en amor y
actúan en la práctica del bien), siente la necesidad de progresar, de
seguir adelante con la realización de la tarea iniciada el pasado e
interrumpida por la muerte.
Después de una larga permanencia en el plano extrafísico, los seres
ya más evolucionados sienten grandes ansias de progreso renovador
por verse inhabilitados además para ascensiones mayores, y entonces
renuncian a la vida maravillosa de su hábitat y deciden volver
nuevamente a la lucha; lucha en la que sucumben algunas veces por no
haber medido bien sus fuerzas. Conocen las circunstancias que habrán
de pasar en la nueva vida de la carne, pero el deseo que sienten de
volver al plano físico, a pesar de los esplendores de la vida maravillosa
en que se encuentran, les hace decidirse. Es una fuerza interna que les
impele a volver, es la ley de evolución presionando al espíritu. Podemos
comparar este fenómeno al que experimenta el individuo emprendedor,
que conociendo los sinsabores de una nueva empresa, se siente atraído
por ella y renuncia a las ventajas que le ofrecen la vida tranquila y del
hogar.
La frivolidad y falta de armonía en que viven de ordinario los
matrimonios son un impedimento para que espíritus superiores
encarnen en mayor número. Sucede que encarnan a veces en
determinados ambientes; ambientes que pasado el tiempo les resultan
tan asfixiantes y pesados que no pueden resistirlos, volviendo al espacio
sin haber podido desarrollar su programa de realizaciones, es decir, sin
realizar su destino.
Cuando encarnan en ambientes rudos, los muy evolucionados sufren
mucho, especialmente en la infancia, debido a su mayor sensibilidad. Se
dice que viven en la luna por su tendencia a la ensoñación.
Las inteligencias avanzadas bajan a encarnar en los planos físicos
únicamente en misiones especiales, a fin de contribuir al adelanto de las
humanidades y muy especialmente a colaborar en la obra de los Mesías.
Comoquiera que su tónica vibratoria es muy sutil, buscan, rebuscan y
eligen, con gran cuidado, la familia que ha de albergarles en los primeros
años de su vida física; no en cuanto a fortuna y posición social, sino en
cuanto a las condiciones espirituales y morales de los que serán sus
padres. Esta elección, aparte de llevarles tiempo, deben efectuarla en
aras del programa o actuación que quieren desarrollar, a fin de no
encontrarse después con tropiezos y dificultades insalvables que les
expongan a un lamentable fracaso.
Todo espíritu ya más evolucionado planifica un programa antes de
nacer; un programa de enmiendas y realizaciones a desarrollar acordes a
su capacidad y necesidad evolutiva. Esta capacidad y necesidad varían
en cada ser; algo que resulta fácil observar en la gran diversidad de
destinos humanos. Como es lógico suponer aquellos que traen misiones
de más responsabilidad planifican con mucha antelación su destino.
También resulta necesario aclarar que en las primeras fases de la
etapa humana el individuo poco evolucionado está aún incapacitado
para escoger su propio destino y encarna dirigido por inteligencias
directrices del progreso humano, siempre en concordancia con su
necesidad evolutiva y su capacidad de realización, pero nunca contra su
voluntad.
Al llegar hasta aquí creo que más de un lector se hará esta pregunta
¿entonces de dónde salen tantas almas si la población de nuestro
mundo sigue aumentando considerablemente?
Y aquí responderé a muchas preguntas recibidas con motivo de la
primera edición de esta obra.
1. En los diversos planos astrales, superiores e inferiores, existe una
población alrededor de 18 a 20.000 millones de almas o seres
desencarnados (según informaciones recibidas de los planos
superiores). Muchos están ya preparados o preparándose para
encarnar, y entre ellos existe un gran número desesperado por salir de
su terrible condición y dispuestos a aceptar un cuerpo físico por tarado
que sea.
2. Cada ciclo planetario tiene transmigraciones de espíritus de un
mundo a otro, al objeto de limpiar de seres perturbadores a los mundos
que van alcanzando ya cierto grado de progreso, tal como está
sucediendo en el nuestro, donde será expulsada toda la maldad humana
a mundos salvajes inferiores. Son los citados en el Apocalipsis de Juan
Evangelista como los de la izquierda del Cristo. Y estos desterrados (en
espíritu) a mundos de civilizaciones primitivas, sufrirán en gran medida,
pero también contribuirán al progreso de las civilizaciones salvajes de
esos mundos.
Concluiremos esta exposición del siguiente modo “mientras el alma
no vibre en amor, mientras el hombre no ame a sus semejantes como a sí
mismo, estará destinado a proseguir la cadena de las reencarnaciones
terrenas”. Pero ¡hay de aquellas almas ruines y ciegas que practiquen la
maldad y sean causantes de sufrimientos! ¡hay de aquellos que exploten
la ignorancia humana! Porque hemos llegado ya, estamos ya en el «final
de los tiempos» y no podrán volver a encarnar en este mundo, serán
llevados a encarnar y vivir durante milenios en cualquiera de los mundos
más atrasados que el nuestro, entre los que existe una vida animal,
salvaje y cavernaria donde añorarán (desde lo más profundo de sus
conciencias) el “paraíso perdido”, este mundo nuestro del cual se verán
separados.
PROCESO REENCARNATORIO
Todo aquello que ignoramos nos parece siempre improbable, no
obstante, lo improbable hoy será verdad elemental mañana.
A medida que la ciencia va realizando nuevos descubrimientos
(nuevos aspectos de la verdad única), la humanidad avanza en su
progreso; progreso mucho más rápido últimamente en que las fuerzas
negativas han cedido su predominio. Ya no se excomulga a los
investigadores por el simple hecho de haber descubierto el
pararrayos, como ocurrió en el pasado con Benjamín Franklin y con
otros tantos más, pues para los teólogos de entonces aquel
conocimiento desafiaba la ira de Dios.
Los tiempos son llegados para el conocimiento de nuevos conceptos
de verdad, estamos viviendo una nueva era de progreso en las ideas y
determinados sectores de nuestra humanidad ansían ver más allá del
velo que cubre el acceso a los misterios de la vida.
Siendo Dios la máxima Sabiduría y Amor, es lógico pensar que Sus
leyes están destinadas al progreso y felicidad de todas sus criaturas y no
para vedar su conocimiento; conocimiento necesario a fin de vivir
acorde con ellas y evitar transgredirlas. Somos los humanos quienes en
un afán monopolizante, de dominio, deseamos poner barreras. Pero
éstas van cayendo una a una, a medida que la ciencia, con sus
investigaciones, avanza en el descubrimiento de las leyes que rigen los
múltiples aspectos y fenómenos de la vida. Ya lo dijo el sublime
Nazareno “porque nada hay oculto que no haya de ser descubierto, ni
escondido que no haya de ser conocido y publicado” (S. Lucas, Cap. VIII,
vers.17).
La investigación no está circunscrita a la física, química u otros
campos de la ciencia, sino que se extiende a los innumerables campos
del saber humano. Así existen ya múltiples núcleos de investigación
sobre una nueva ciencia, la ciencia del espíritu (porque ha llegado la
hora de que sean conocidas y publicadas todas las verdades acerca de la
vida espiritual).
Hecho este preámbulo, vamos a exponer brevemente el proceso
reencarnatorio.
Aunque tenemos la certeza de que esas mentalidades dogmáticas
que todavía creen en los misterios y los milagros[25] se opondrán y
hasta llegarán a tildarlo de... vete a saber qué, lo realmente importante
es que el conocimiento llegue a todos los que buscan las realidades de la
vida. Conocimiento que sin duda algunos sabrán aprovechar, y otros ya
conocerán y comprenderán cuando les llegue su momento, cuando les
caiga la «venda de los ojos» de la mente. Históricamente todos aquellos
que han presentado nuevos conceptos o ideas renovadoras han
encontrado siempre la incomprensión de los rutinarios y la oposición de
los convencionalistas y mediocres.
En el transcurso de estos textos seguramente habrá algún lector que
haya pensado ¿y cómo se efectúa esa nueva encarnación?
Esa misma pregunta le fue hecha al Mesías por Nicodemo de
Necópolis, doctor de la ley y miembro del Sanedrín; a lo que Jesús le
respondió “¿eres maestro en Israel y no sabes esto?”[26] “pues en verdad,
en verdad te digo, que quien no naciere de nuevo no puede ver el Reino de
Dios” (S. Juan cap. III).
El proceso reencarnatorio, al igual que el de desencarnación o
abandono del cuerpo físico por el espíritu, no es igual en todos los
casos pues varía mucho según sea el grado de evolución del espíritu
encarnante.
A fin de que resulte fácilmente comprensible, a continuación
haremos una síntesis de únicamente cuatro de los numerosos grados
evolutivos del espíritu:

1. Espíritus primarios.
2. Espíritus secundarios.
3. Espíritus libres.
4. Espíritus superiores.

1. Espíritus primarios: Podemos incluir en este grupo aquellos seres


espirituales muy poco evolucionados (salvajes y semisalvajes) que
reencarnan en ambientes acordes a su vida anterior. Pertenecen a este
grupo los salvajes de las tribus y los individuos brutos y atrasados,
incorporados ya a la actual civilización para acelerar su evolución.
Dada su necesidad evolutiva, su permanencia en el plano extrafísico
es generalmente corta y su proceso de reencarnación casi
imperceptible.
Como deambulan por los mismos ambientes en que han vivido,
cuando llega la hora de su reencarnación comienzan a percibir una
turbación y se sienten arrastrados, impulsados hacia donde van a
encarnar por una fuerza irresistible que desconocen. Este proceso
sucede casi siempre sin que sean conscientes de ello (no así los más
evolucionados), entrando en esos instantes en una simbiosis magnética
con la persona que va a ser su madre. La turbación aumenta, sus
facultades se velan unas tras otras y su memoria se desvanece como
consecuencia de la contracción de sus vibraciones, que deben adaptarse
a las de la nueva materia o cuerpo físico, efectuándose también la
reducción del psicosoma o cuerpo astral para adaptarlo al vaso uterino.
En esta operación de reducción magnética intervienen especialistas
del plano extrafísico, espíritus bienhechores encargados de esas
misiones y trabajadores en la obra divina de progreso de la humanidad,
incluyendo también al que será el protector invisible, quién ya desde el
seno materno defenderá al reencarnante contra el asedio de las fuerzas
del mal y en su infancia será el ángel guardián de que hablan las iglesias
cristianas.
Las facultades se adormecen y todo recuerdo del pasado va
desvaneciéndose de la mente consciente hasta su totalidad, quedando
dormidas en el fondo del subconsciente. Estas facultades irán
despertando en la nueva personalidad a medida que vaya
desarrollándose.
Efectuada la reducción del psicosoma o alma, ésta penetra en el
útero de la que va a ser su madre, y una vez efectuada la concepción
biológica comienza la unión celular por atracción del psicosoma
reducido “que actúa como molde o modelo organizador biológico” para
la formación del feto hasta su completo desarrollo. Este molde es el que
refiere el científico brasileño Hernani Guimaraes Andrade, ingeniero y
director del Instituto Brasileiro de Investigaciones Psicobiofísicas (Sao
Paulo, Brasil), en su obra “La Teoría Corpuscular del Espíritu”[27] como
el “modelo dínamo-espiritual”
Y una vez afianzada la concepción se inicia el desarrollo embrionario,
que sus primeras fases no difiere de cualquier otro animal. Después de
observar microscópicamente la célula fecundada, quien observe de
cerca el proceso embriogénico comprobará las señales de la era acuática
de nuestra evolución (proceso evolutivo de las formas). Y según se
desarrolla el feto, éste va tomando la forma del molde organizador
biológico. La diferencia de formas que se opera en el desarrollo del feto
a medida de su crecimiento, es el valor evolutivo contenido en ese
molde periespiritual o psícosoma. El conjunto que forma el aspecto
morfológico y anatómico se desenvolverá de acuerdo a la ley de
herencia (ley biológica), dependiendo de la preponderancia genética de
los progenitores, pero los detalles característicos del individuo
encarnante irán formándose de acuerdo con la orientación ontogénica
de ese “molde dínamo-espiritual”, en armonía con las leyes biológicas.
Desde el momento que el “molde” es situado en el vaso uterino, el
espíritu ya queda unido a él, pero no en él, sino desde el plano o hábitat
en que se encuentra. Y generalmente este espíritu reencarnante ya
suele acompañar y proteger a la que va a ser su madre humana (los más
evolucionados proyectan desde el espacio vibraciones que fortifican al
feto y a la madre). La incorporación del espíritu al cuerpo carnal o feto
se produce al final de la vida uterina. Aún cuando el feto al nacer trae
vida vegetativa (biológica), no dará señales aparentes de vida activa
hasta tanto el espíritu tome posesión de ese cuerpecito. Y en el
momento que el feto sale a la luz (en el intervalo de unos pocos
minutos) el espíritu penetra en el cuerpo; decimos entonces que ha
encarnado o reencarnado. En ese momento la materia encierra
definitivamente al espíritu (su prisión), y es entonces cuando el feto
abre los ojos y la boca con sus primeros gritos y llantos. La encarnación
se ha efectuado, la trilogía se ha completado en esa nueva criatura. Pero
es necesario aclarar que mientras el espíritu no penetre en ese cuerpo,
el feto no dará señales de vida activa.
Desde la infancia y también durante el crecimiento, el espíritu irá
modelando la nueva envoltura para hacer de ella un instrumento capaz
de manifestar sus facultades, a menos que traiga taras kármicas o
expiatorias. Y para ello tendrá la asistencia y protección de un ser
espiritual superior a él, que le velará e inspirará, que le asistirá y guiará
en su vida humana, intuyéndole en los momentos decisivos e incluso
protegiéndole en ciertos momentos de peligro.
Y esos guías espirituales no son ángeles de leyenda, sino seres como
nosotros (espíritus sin cuerpo físico), que vibrando en amor trabajan en
la obra divina de progreso de la humanidad. En muchas ocasiones se
trata de un amigo o familiar del reencarnante, unido a él por lazos de
amistad desde tiempos remotos.
El proceso de reducción magnética del referido psicosoma (que sirve
de molde o modelo dínamo-espiritual) y el proceso psicomagnético para
el olvido del pasado son siempre idénticos para todos los espíritus
reencarnantes, sea cual sea su grado de evolución.
Otros múltiples aspectos difieren entre sí según sea la condición del
reencarnante y resultaría demasiado extenso enumerarlos aquí.
2. Espíritus secundarios: Consideramos en este grupo a aquellos que
habiendo pasado ya la fase primaria no se han desarrollado aún lo
suficiente para ser libres; todavía están dominados por las bajas
pasiones. Estos inferiores en el orden moral, al desencarnar, quedan
pegados a los ambientes donde han vivido. [28]
Pero como el sufrimiento no es eterno, pues ello sería contrario al
amor infinito del Creador que ama a todas sus criaturas sin
excepción (de lo contrario no sería amor infinito sino limitado), llega un
momento en que el alma humana, obsesionada y ciega, pero cansada ya
de tanto sufrir, recibe la luz y su mente se abre a la comprensión del
error en que ha vivido. Comienza entonces el arrepentimiento y clama al
cielo, humilde y compungida. Y este clamor del alma dolida, cual onda
telepática, avanza en el espacio, dónde es captada por seres superiores,
bienhechores espirituales que vibrando en amor responden a su
llamada, comenzando entonces la operación de rescate que aquí no
podemos describir. Es llevada entonces a centros de rehabilitación de
esa otra dimensión (astral) para prepararla y orientarla en el servicio de
auxilio a los que sufren, mientras tanto recibe enseñanzas (en grupo) y
preparación para su vuelta a la vida física a fin de redimir su pasado
delictuoso.
Después de un período de preparación que varía en cada caso, llega
por fin el momento ansiado y comienzan los preparativos para una
nueva reencarnación, una vuelta a la vida física acorde a la naturaleza de
su expiación o karma. Y aquí actúan espíritus superiores; espíritus con
gran poder magnético conocidos también como maestros kármicos,
cuya misión es ajustar el molde fluídico del reencarnante a su karma o
expiación.
3. Espíritus libres: Consideramos en este apartado a aquéllos más
evolucionados, que sin haber completado aún su ciclo de
reencarnaciones en el planeta ya no están sujetos a un tiempo fijo para
su vuelta al plano físico, pues ese regreso es voluntario en cuanto al
tiempo.
Podemos incluir en este grupo a esa legión de seres que vibrando ya
en amor fraterno continúan en el plano extrafísico cooperando en
algunas de las múltiples tareas de socorro, estudio, ayuda y progreso
que se realizan en los planos invisibles del espacio.
Es necesario aclarar que en el espacio se produce una constante
actividad realizadora. Que no es ese paraíso de beatitud contemplativa y
ociosa que ha llegado a convertirse (tal vez) en la mayor ilusión de los
principios teológicos; principios que oscurecen el sentido divino de la
verdadera religión y que son contrarios a la ley universal de progreso,
que es acción.
Después de un tiempo que varía mucho en cada caso y que puede ser
de entre cincuenta a quinientos años, estos seres sienten que una fuerza
inexplicable presiona su mente hacia una nueva encarnación en el plano
físico. Esta «fuerza» es la manifestación de la ley de evolución que
presiona al espíritu hacia su progreso, a ascender hacia la meta,
creándole una especie de disconformidad que le hace sentir cada vez
con más intensidad, el deseo de volver a la Tierra con una mayor
capacitación para continuar la obra dejada al morir; para comenzar una
nueva o redimir viejas deudas pendientes, consecuencia de errores en el
pasado remoto, abandonando a su vez esos ambientes maravillosos que
por ley les corresponde disfrutar.
Es entonces cuando el espíritu planifica (en el espacio) su programa a
realizar y baja a la Tierra para escoger el lugar, ambiente y los futuros
padres. En ocasiones, los padres ya le están esperando por tener un
compromiso previo; compromiso que en su condición de humanos no
recuerdan. Cuando se alcanza ya cierto grado evolutivo, el ser
encarnante puede hacer esta selección y con ello ser más responsable
de los resultados. Y para todos estos resulta indispensable una afinidad
de sintonía psíquica de caracteres y tendencias (almas afines). De aquí
los paralelismos, pues los semejantes se atraen y generalmente siguen
unidos a través de múltiples existencias en el tiempo.
4. Espíritus Superiores: Consideramos en este grupo a los seres de
gran elevación que sin estar ya obligados a encarnar en mundos
moralmente atrasados como el nuestro, lo hacen por amor a la
humanidad y para trabajar en su progreso, escogiendo con preferencia
una vida laboriosa, de lucha y abnegación. Saben que gracias a ella, su
propio progreso será más rápido y confían en la asistencia y apoyo que
sus compañeros espirituales les facilitarán desde el espacio.
En estos casos planifican siempre con gran antelación la misión a
realizar y generalmente escogen a los futuros padres en el mismo plano
espiritual dentro de su grupo de afines. Estos encarnan primero para
recibirles y facilitarles el cumplimiento de su misión.
Para estos seres la encarnación es como la muerte, y con el tiempo
renacen y despiertan gradualmente en un cuerpo joven. Su proceso
reencarnatorio varía mucho de los anteriores.
De esa vida de libertad y armonía en los claros espacios del universo
dónde esos seres superiores habitan; desde esos espacios dónde viven
libres ya de la atración magnética de los mundos físicos, se trasladan de
un mundo a otro con la fuerza motora de su mente. Bajan entonces a la
oscuridad del cuerpo y penetran en el calabozo de la carne, dónde
tendrán que estar expuestos a mil privaciones, siendo las primeras, la
falta de luz, la conciencia de su pasado y el motivo de su existencia
carnal. Luego se verán en luchas constantes contra las tentaciones,
acechanzas, burlas necias y persecuciones de los convencionalismos,
obligados siempre a mantener un control constante de su conciencia al
carecer de la memoria de sus vidas pasadas.
Mientras que para el alma que ha sido perversa y criminal la
reencarnación es un refugio, un alivio a sus sufrimientos, una
oportunidad para redimir deudas, para el espíritu elevado, para el
espíritu que no tiene deudas pendientes pero que viene en misión
superior de amor, la encarnación es un sufrimiento y los días y horas
antes de la reencarnación de una angustia mayor que la propia muerte
física.
Como puede deducirse fácilmente, para los espíritus superiores el
nacimiento en la carne es la muerte, es decir su nacimiento es su propia
muerte, porque para ellos es más difícil, más doloroso, renacer que
morir, pues al morir se liberan de la prisión de la carne, de los
sufrimientos físicos y morales propios de nuestro mundo, pasando a una
vida en libertad, a una vida de felicidad que les pertenece; mientras que
naciendo en la carne mueren a esa vida de libertad maravillosa y de
bellezas inenarrables donde habitan, dejando la luz que inunda las
regiones siderales para bajar a las tinieblas de la materia y sepultarse en
el abismo de las pasiones inherentes a nuestro mundo y ceñirse así a las
exigencias de un cuerpo carnal regido por otras leyes.
En cambio, para los seres inferiores, en sufrimiento, la vuelta a la vida
física es un refugio, una bendición, una oportunidad más que les brinda
la misericordia infinita del Creador.
En los casos de seres muy evolucionados, una luz clara, una
luminosidad radiante envuelve a la madre hasta el momento del
nacimiento de la criatura, luego esa claridad le sigue envolviendo
mientras reposa en la cuna. Ambos casos suelen ser percibidos por las
personas sensitivas que cuentan con la facultad de clarividencia
desarrollada (P.E.S.).
En todos los casos, durante el tiempo que el feto permanece dentro
del vientre materno y hasta sus siete años de edad, el niño gozará de la
protección de uno o más seres espirituales superiores, quienes le
seguirán protegiendo y guiando para la realización de su destino.
Debido a la gran influencia que ejerce en el nuevo ser el estado
afectivo y mental-emocional de los padres, especialmente de la madre,
ambos deben hacer cuanto les sea posible para que durante el
desarrollo del feto la madre no reciba nunca emociones desagradables,
y así contar siempre con un ambiente armónico y acogedor. Porque
todos los pensamientos, emociones y actitudes de orden psíquico se
graban en torno al campo mental del reencarnante, que dirige la
configuración del cuerpo físico en gestación.
El período de pre-concepción es la más delicada y sensible
manifestación de las fuerzas de los reinos espirituales.
Los padres que deseen tener hijos, intelectual y moralmente
superiores, pueden atraer estos seres espirituales más evolucionados a
encarnar como sus hijos mediante pensamientos elevados y acciones
honestas, manteniendo un ambiente de armonía en el hogar y muy
especialmente antes de la concepción.
Por desventura, la frivolidad y falta de armonía en que viven
habitualmente los matrimonios son un impedimento para que estos
seres superiores encarnen en mayor número, a causa de su gran
sensibilidad.
Queda por tanto demostrado que “no se trata de un cuerpo con un
alma, sino un alma con un cuerpo” Dicho de otro modo, es el espíritu el
que se envuelve en la carne, un ser que renace de nuevo y que viene
desde remotas edades formando su conciencia, progresando, subiendo,
poco a poco la escala evolutiva que le conducirá a las excelsitudes de la
vida superior.
EL ABORTO

Fisiológicamente, el aborto es la interrupción voluntaria o


involuntaria de un proceso embriogénico, pero en los casos humanos,
provocar del aborto se convierte en una acción criminal, una violación
de las leyes de la vida.
Desde el momento en que la mujer ha concebido e iniciado la
gestación, una nueva vida está latiendo ya en su seno. Desde los 40 a 50
días de la fecundación del óvulo femenino, existe ya un cuerpecito
formado, un cuerpo que a los dos meses alcanza ya la configuración
humana completa, aunque diminuta, con todos sus órganos. Y ello
puede observarse en cualquier tratado de embriología.
Cuando la joven perciba su embarazo, debe saber que en su seno
está desarrollándose no sólo un feto, una vida humana, sino que existe
un ser espiritual que busca reencarnar para ser su hijo o hija y que puede
haber sido alguno de sus familiares muy queridos en una vida anterior o
incluso en la presente, como algunos casos que el autor de esta obra ha
podido comprobar. En la mayoría de los casos, ese ser espiritual viene
unido a esa madre o padre por lazos familiares o afectivos de épocas
pasadas.
Es muy importante tener presente que unido a ese feto, a ese
cuerpecito y a esa madre, hay un alma que retorna a la vida con un
programa a realizar, un alma que viene a obtener una experiencia
imprescindible para su evolución.
De lo expuesto se desprende claramente que el aborto provocado es
un crimen. Si bien hay algunos casos de tipo terapéutico, los más son
voluntarios, realizados por personas en su deseo de evadir la
responsabilidad paterna; personas que se dejan dominar por las
conveniencias o por el sensualismo. Tristemente lo practican también
matrimonios ignorantes de la "gran responsabilidad" que contraen.
Añadiremos los casos de jóvenes solteras huyendo de la maternidad,
bien por miedo o por falta de preparación para afrontar las
consecuencias. En multitud de casos, la juventud e inexperiencia suelen
ser las causantes de esta imprudencia que les lleva a ceder ante los
impulsos del deseo sexual.
Si el espíritu reencarnante es un ser de bondad, perdonará y buscará
otro lugar donde le reciban, pero si no lo es, quizá pueda llegar a tomar
venganza, causando a la madre serios trastornos físicos y psíquicos,
llegando incluso a provocar su muerte y esperarla para vengarse.
OLVIDO DEL PASADO
Hay personas que en su orgullo y vanidad se resisten a admitir haber
pasado por formas inferiores de vida. Y para refutar la verdad de la
reencarnación o pluralidad de existencias, sostienen que tendrían que
conservar la memoria de su vida anterior. Aun siendo éste un juicio muy
simple, esta duda podría plantearse también en personas bien
intencionadas y con deseos de conocer la verdad, por lo que resulta muy
conveniente aclarar este punto.
Les diremos: si una simple conmoción cerebral es suficiente para
olvidar los hechos de nuestra vida presente ¿cómo sería posible
conservar recuerdos de los hechos y circunstancias de nuestras
existencias pasadas, si no están grabadas en el cerebro de la nueva
personalidad? La mente espiritual (mente subconsciente de la
psicología) conserva la esencia de las experiencias y aprendizajes de sus
vidas anteriores (conciencia), pero carece de las imágenes necesarias en
el nuevo cerebro físico. Conservamos, eso sí, las ideas generales y
experiencias que han quedado grabadas en la mente espiritual o
subconsciente.
Nuestra personalidad actual, la que consideramos nuestro carácter,
todo ese conjunto de gustos, tendencias, capacidades y dinamismo son
el resultado de las experiencias buenas y malas recogidas en el pasado.
Son en resumen, el bagaje de nuestras adquisiciones de vidas anteriores.
No recordarnos nuestras vidas pasadas, sencillamente porque no
están grabadas en la memoria de nuestra actual personalidad. La
memoria refleja tan sólo aquello que ha sido grabado a través de los
sentidos en las células del cerebro físico, que es el instrumento de
manifestación de que se sirve la mente. En los individuos muy
evolucionados, la mente espiritual que radica en el espíritu, se
manifiesta con más intensidad y ello les permite recordar algunos
pasajes de su vida anterior y hasta de dos o tres vidas anteriores.
Quienes han alcanzado esta condición pueden también entrever, con
mayor o menor intensidad, su vida y actuaciones en el plano o planos
etéreos del espacio. Pueden vislumbrar su vida espiritual antes de
encarnar, y en sus meditaciones llegan a alcanzar esos estados de
desdoblamiento conocidos como éxtasis. Muy al contrario, para
aquellos que han pasado por las zonas tenebrosas del astral, estas
visiones serían causa de grandísimos sufrimientos y males.
Las leyes de la vida emanadas de la Máxima Sabiduría Cósmica son
perfectas, y si algo nos parece imperfecto se debe a nuestro
desconocimiento de esas leyes.
Consideremos las ventajas que significa el olvido del pasado,
analicémoslo con detenimiento:
¿No sería acaso un duro martirio propio recordar nuestros delitos,
nuestras víctimas, nuestros verdugos y aún nuestras vergüenzas de
vidas recientes?
El recuerdo de un pasado lleno de errores, embrutecido como el de
la mayoría de nuestra humanidad actual sería una carga tan pesada que
sólo los seres más fuertes podrían soportarla, pero sería la causa de
crueles sufrimientos para los más débiles en la lucha por su destino.
Aquellas personas que en su última vida tuvieron una existencia fácil,
de riquezas, de lujos y derroches, y que ahora por el contrario, soportan
una vida de pobreza y dificultades sin cuento (compensación por la ley
de consecuencias) ¿podrían soportarlo?
Si una persona que fue violada (o a la que hubiesen violado a su hija,
esposa o esposo en una vida anterior) y se encontrase con el verdugo,
identificándole en el círculo de sus relaciones sociales ¿qué podría
suceder?
Supongamos que una persona conservase la memoria del pasado e
identificase entre sus amistades a otra persona que en alguna de sus
vidas pasadas le hubiese acusado de un crimen no cometido y por el que
pasó varios años en una lóbrega cárcel; o que perseguido por el
fanatismo religioso hubiese ido a parar a las mazmorras de la Inquisición
¿qué ocurriría entonces?
Y por último ¿podría un niño soportar el recuerdo de sus
persecuciones o actos malvados, ejecutados en vidas anteriores? Sin
duda, enfermaría y terminaría enloqueciendo por la constante
repetición de esos recuerdos en formas de alucinaciones.
Habiendo salido nuestra humanidad recientemente de sus etapas de
atraso y bestialidad ¿qué ventajas podría aportarnos el recuerdo de un
pasado lleno de injusticias, odios, vergüenzas, lágrimas derramadas,
dolor y sangre vertida?
¿Qué esconde nuestro pasado? Bestialidad, resentimientos, odios,
venganzas, injusticias, y toda una larga lista de lacras que perturbarían
nuestro equilibrio psíquico y convertirían nuestra vida en un infierno. El
espíritu, débil aún, no podría resistir.
No obstante, mediante el olvido de ese pasado, renaciendo a una
nueva vida, en un ambiente distinto, con una nueva educación, la
perspectiva cambia completamente.
Siendo cada vida una nueva oportunidad de progreso, estos
recuerdos se convertirían en un gran impedimento a la hora de abordar
nuestro propio destino ¡bendigamos pues el olvido temporal que el
Eterno Amor nos concede a través de sus leyes!
El conocimiento íntegro de nuestras vidas pasadas nos traería
horrorosas perturbaciones, no sólo desde el punto de vista personal,
sino también desde el colectivo, puesto que introduciría en la vida social
elementos de discordia, fermentos de odio que agravarían e impedirían
todo progreso moral-espiritual. Los criminales de la historia,
reencarnados para expiar, verían de nuevo las vergüenzas de sus
iniquidades pasadas expuestas ante sus ojos. El pasado acusador sería
origen de constantes perturbaciones y sufrimientos.
Dios en su infinita sabiduría y amor nos evita todas estas torturas y
muchas más, mediante este fenómeno psíquico (dentro de la ley de
vibración) que es la privación del recuerdo y el conocimiento de nuestro
pasado, una vez nos incorporamos al cuerpo físico.
El olvido del pasado que la divina misericordia ofrece, constituye una
dádiva, una bendición, una ayuda para no identificar a los posibles
enemigos de vidas anteriores entre las personas con quienes convivimos
y entre familiares y amigos. Y esto es lo que significa el concepto del
perdón, aún cuando muchos teólogos afirman que el perdón no exime
de la expiación.
Un nuevo cuerpo físico es un gran auxilio para las almas torturadas
por remordimientos de un pasado tenebroso de grandes errores y
crímenes. Una nueva vida es una inteligente manera de olvidar
sinsabores y retomar el trabajo interrumpido; es un continuo renovarse,
semejante a un luminoso despertar, porque nuevos bríos nacen con
cada nueva vida.
¡Cuántos errores pasados querríamos borrar, incluso errores actuales
que se han convertido en otros tantos obstáculos para la paz interior!
¿No estamos viendo, acaso, a la psicoterapia actual aplicando
procedimientos hipnóticos y tratamientos de toda índole, buscando
borrar de la memoria de pacientes psicópatas los recuerdos
mortificantes de su vida actual?
Meditemos sobre esto.
Recibimos un cuerpo nuevo, con un cerebro virgen en el que se irá
grabando todo aquello que los sentidos físicos perciban y a través del
cual registraremos nuestras experiencias humanas.
En cada existencia recibimos una nueva oportunidad de progreso
¡aprovechémosla!
Veamos ahora cómo se efectúa el fenómeno psíquico del olvido de
las vidas pasadas y del tiempo vivido en el plano extrafísico antes de
cada renacimiento.
La memoria de la vida presente se ubica en la mente del psicosoma o
cuerpo fluídico del espíritu que todo individuo conserva al cruzar el
umbral del más allá; y la memoria de las demás vidas se encuentra en la
mente superior o mente del espíritu, conocida como la mente
subconsciente en el campo de la psicología. Cuando el espíritu
reencarnante toma contacto con la materia, con la persona que va a ser
su madre en la nueva vida (madre escogida o asignada), se verifica una
contracción de las vibraciones magnéticas del psicosoma o alma (como
explicamos en el capítulo anterior) oscureciéndose todas las imágenes
contenidas en el cerebro del psicosoma. Y una vez el espíritu ha
penetrado en el cuerpo del niño, su capacidad vibratoria queda de
inmediato reducida a la de la materia, mucho más lenta. Tal estado se
acentúa más a medida que el ser se ve precisado a usar el nuevo cerebro
físico, el cual le aísla durante su existencia humana del fondo
subconsciente donde están grabados sus recuerdos.
La personalidad anterior del ser espiritual se borra para pasar a
manifestarse la nueva. Y esa manifestación será acorde al desarrollo de
sus facultades mentales y anímicas en vidas pasadas. Esas facultades
comienzan a manifestarse ya desde la infancia según podemos verificar
en los niños.

REMINISCENCIAS
La capacidad intelectual y volitiva de ciertas personas, así como la
sensibilidad de otras para apreciar las bellezas de la vida son
demostraciones fehacientes del grado de evolución del espíritu que les
anima. Éste trae a su actual existencia conocimientos que ya poseía, por
haberlos adquirido en vidas anteriores y en su vida espiritual en el
espacio, es decir, en el intervalo de una existencia terrena a otra. Del
mismo modo mantiene su sensibilidad, resultado del mayor desarrollo
de la facultad sensorial del alma.
Vemos ya en los Diálogos de Platón (Fedón o del Alma) la
contestación de Sócrates a Simmias “y si luego de haber tenido estos
conocimientos antes de nacer y haberlos perdido después de haber nacido
llegamos enseguida a recobrar esta ciencia anterior sirviéndonos del
ministerio de nuestros sentidos que es lo que llamamos aprender ¿no es
esto recobrar la ciencia que teníamos y no tendremos razón en llamar a
ésta, reminiscencia?”
Aunque las personas no son conscientes de los conocimientos
adquiridos a lo largo de sus experiencias humanas y espirituales, estos
conocimientos permanecen siempre en el subconsciente y gravitan en la
formación de la mentalidad de la nueva personalidad. De aquí que nos
encontremos a veces con personas extraordinariamente dotadas para
determinadas artes y ciencias.
Todo cuanto se aprende en una vida sirve para la siguiente, porque el
subconsciente retiene todo lo aprendido. Pero como no está grabado en
el nuevo cerebro, simplemente no se recuerda. Sin embargo, tan pronto
una idea o concepto ya conocido de vida o vidas anteriores se le expone,
lo comprende con mayor facilidad que otros.
La facilidad con que ciertas personas asimilan unos estudios
concretos se debe a su anterior conocimiento de ellos, es como un
repaso, mientras que para otras personas, esos mismos estudios
resultan arduos y trabajosos por tratarse de materias nuevas. Es el caso
de las personas que tienen gran facilidad para los idiomas.
¿Esa afición hacia las artes, música, letras o ciencias, de dónde
pensáis acaso que procede? ¿de dónde viene en algunos niños esa
predisposición a la pintura; predisposición tal, que sin haber aprendido
dibujan ya con maestría, asombrado a todos? ¿y con la música, literatura,
escultura y demás artes? Mientras tanto a otros les resulta
tremendamente difícil y apenas alcanzan la mediocridad.
Meditemos sobre esto y encontraremos a la ley de los renacimientos
claramente demostrada en estas inteligencias precoces. En un Pascal,
matemático y filósofo que a los doce años descubrió la geometría plana,
escribiendo a los dieciséis su primer tratado «Dos Órdenes dentro del
Universo» y a los dieciocho años inventando una calculadora. Un
Rembrandt que pintaba magistralmente antes de saber leer, un Mozart
dando su primer concierto a los cinco años, componiendo partituras a
los siete y dirigiendo una orquesta de maestros a los once. Teresa
Milanollo (1827-1904) que tocaba el violín a los cuatro años de manera
tan perfecta, que Berlliot dijo que debió haber aprendido antes de
nacer. Al doctor Robert Wiener (1894-1964), considerado como el padre
de la cibernética y de la automatización, que a los tres años hablaba ya
cuatro idiomas que nunca antes había estudiado y que a los dieciocho
obtuvo el doctorado en la universidad de Harvard (USA).
Como se explicó anteriormente al exponer el proceso psicológico del
olvido del pasado, el ser encarnante comienza la nueva vida con un
cerebro virgen, como un libro en blanco. Y a través de la vista y oído
comienza lentamente a distinguir y conocer su nuevo ambiente. A
medida que crece, van surgiendo paulatinamente sus capacidades desde
el subconsciente, manifestándose en forma de aptitudes y tendencias
que denominamos inclinaciones congénitas.
La facilidad con que unos niños aprenden ciertas materias y la
dificultad para aprender de otros, son el resultado de adquisiciones
anteriores grabadas en el subconsciente; adquisiciones que comienzan a
aflorar en forma de una mayor facilidad de aprendizaje. Así podemos
comprender el origen de esos «niños prodigio» que asombran a todos.
El genio es el resultado de un largo e inmenso esfuerzo de orden
intelectual; y la bondad se conquista en una permanente lucha contra
las pasiones y atracciones de orden inferior, en vidas de dolor en las que
el alma se purifica y sensibiliza.
¡Quién pudiera arrancar a los hombres esa venda que les hace
sobrevalorar cada vida, otorgándole el cariz de única e inigualable!
El culto a la vida material, además de retardar enormemente el
progreso del espíritu, crea en el individuo angustia y temor a la muerte.
De ahí esa loca carrera hacia los placeres de los sentidos y el apego
excesivo a las cosas materiales.

Ñ
NIÑOS PRODIGIO
El siglo XVI nos ha dejado el recuerdo de un políglota prodigioso:
Santiago Chrichton, a quién Scaliger o Escaligero (José Julio)
denominaba un «genio monstruoso». Era escocés y a los catorce años ya
había conquistado el grado de docente.
El joven Van del Kerkhoeve, nacido en Brujas (Bélgica) y que falleció a
los diez años y once meses (12 de agosto 1873) dejando 350 pequeños
cuadros, de los cuales, algunos -menciona Adolfo Siret, miembro de la
Academia Real de Ciencias, Letras y Bellas Artes de Bélgica (en su
Dictionnaire Historique des Peintres des Toutes les Ecoles) “habrían
podido ser firmados por Díaz (Gumersindo), Salvador Rosa, Corot o Van
Goyen”
Guillermo Hamilton (1788-1856), que estudiaba hebreo a los tres años
y a los siete poseía conocimientos más extensos que la mayoría de los
candidatos a la Agregación, y que a los trece hablaba doce idiomas. A los
dieciocho era la admiración de cuantos le rodeaban, hasta el punto que
un astrónomo irlandés decía de él “y no digo que será, digo que es el
primer matemático de la presente época”
Alfredo Trombetti, el célebre “Pícolo de la Mirándola”, hijo de una
familia pobre boloñesa, que aprendió francés y alemán en la escuela
primaria, tan rápido, que al cabo de dos meses leía a Voltaire y a Goethe;
que aprendió árabe con sólo leer “La vida de Abd-el-Kader” escrita en
dicha lengua y a los doce años aprendió sólo y simultáneamente latín,
griego y hebreo. Más tarde siguió estudiando lenguas vivas y muertas, y
se aseguraba que llegó a dominar más de 300 idiomas. Fue profesor de
filología hasta su muerte.
Y por último citaremos al famoso niño español José Rodríguez
Arrióla (Pepito Arrióla), nacido en Betanzos (Coruña) en 1896, que
cuando aún contaba dos años repitió al piano una jota que acababa de
escuchar a su madre y que poco después fue presentado en un
concierto en Madrid.
Escuchemos el relato de su madre cuando el Dr. Charles Richet de la
Academia de Medicina de La Sorbona lo presentó en la asamblea
general del Congreso Internacional de Psicología de París en 1900 “el
niño tenía, poco más o menos dos años y medio, cuando descubrí por
primera vez y por azar sus actividades musicales. En dicha época −dice la
madre−, un amigo mío me envió una de sus composiciones; me gustó tanto
que muy a menudo la tocaba al piano. Es probable que el niño prestase
atención, pero yo no era consciente de ello. Una mañana oí tocar el piano
desde mi aposento, era aquel mismo aire, pero con tanto dominio y ajuste
que quise saber de inmediato quién era el intruso que se permitía tocar el
piano en mi casa”
“Entré en el salón y vi a mi pequeño, sólo y tocando el mismo aire.
Estaba sentado en su asiento elevado, al que se había encaramado sin
ayuda, y al verme se echó a reír diciéndome ¿toco, mamá? “creí que aquello
era un milagro”»
“A partir de aquel momento, el pequeño Pepito se puso a tocar sin que
le diera lecciones, tanto los aires que yo tocaba como los que él mismo
inventaba. Muy pronto fue lo bastante hábil, sin que pudiera decirse que
hiciera milagros, para poder, el 4 de diciembre (1899), cuando todavía no
había cumplido los tres años, tocar ante un numeroso auditorio
compuesto por músicos y críticos. El 26 de diciembre, o sea, a los tres años
y doce días, tocó en el Palacio Real de Madrid ante el Rey y la Reina Madre;
aquel día tocó seis composiciones musicales de su invención que fueron
muy bien recibidas”
“No sabe leer ni escribir todavía, bien trátese de música o de alfabeto,
pero a veces se divierte escribiendo aires musicales, bien entendido que
esta escritura no tiene ningún sentido para él”
Nota: Nota: Continúa el informe, pero por su extensión no lo
completamos.

OTRO CASO EN PORTUGAL


En la villa de Vizela, al norte de Portugal, una niña de apenas dos y
medio años sabe leer y escribir y realiza con facilidad operaciones
aritméticas, conversa sobre variados temas y conoce con relativa
profundidad el Evangelio.
Se trata de uno de esos casos conocidos de precocidad infantil. Su
nombre es María de la Concepción, hija de José Ma Salgado Pereira y
Ana Pereira de Costa.
Como sus padres trabajan en otra localidad vecina, la niña vive en la
casa de su tío José Salgado Pereira, en la feligresía de San Miguel de la
villa de Vizela, dónde ocupa casi todo su tiempo concentrada en la
lectura, pasando los sábados y domingos con sus padres.
Varias personalidades y periodistas entrevistaron a la niña, quedando
todos francamente impresionados por el grado de inteligencia que
demostraba, extendiéndose su fama por toda la comarca y llegando
hasta Oporto y Lisboa (Extractado del diario “Voz de Portugal”, de 17-
XII-67).

EL ESTUDIANTE UNIVERSITARIO MAS JOVEN DEL


MUNDO
Se trata del niño coreano, Kim Ung-Yong, de cuatro y medio años de
edad, matriculado en matemáticas superiores, física y filosofía en la
universidad de Seúl (Corea), en la que sus padres son profesores.
Por su edad le correspondería estar en un jardín de infancia, pero se
trata de uno de esos niños prodigio que de vez en cuando surgen en
nuestro planeta para intentar demostrar a la sociedad (¿?)
Cuando tenía sólo dos años de edad, conocía ya 1.500 ideogramas de
la escritura china, tenía profundos conocimientos de matemáticas y
hablaba inglés con soltura, componiendo también poesías.
En una visita al Japón para presentarse al programa de televisión
«Las Sorpresas del Mundo», fue sometido a un riguroso examen por un
escéptico catedrático y profesor de matemáticas superiores del
Instituto de Tecnología de Tokio, el Dr. Kenaro Yano, quien le invitó a
resolver un intrincado problema de cálculo integral. El erudito hombre
de ciencia se quedó perplejo al ver al niño subirse en una silla para
alcanzar el encerado y desarrollar el problema con la mayor naturalidad,
llegando magistralmente a la solución.
En los test de inteligencia, poquísimos llegan a alcanzar la cifra de 150
puntos en el índice de valores (esta cifra refleja una mente excepcional).
Sin embargo, en el test al que fue sometido el niño de nuestro relato,
alcanzó nada menos que 210 puntos. Actualmente está trabajando en su
tercer libro, en el que se propone exponer su filosofía de la vida
(extractado de la sección “Por ese mundo afuera” del diario carioca “O
Globo” de Sao Paulo, 26-XIII-67).
Podríamos citar muchísimos más casos de niños prodigio, pero para
el objeto de esta obra con los citados basta.
EL SEXO EN LA REENCARNACIÓN
El espíritu como ser espiritual es asexual, es decir carece de sexo;
pero sí lo contiene el cuerpo que le envuelve, su alma o psicosoma.
Este es un cuerpo fluídico de sustancia etérea, más o menos sutil y
con densidad variable según sea su condición moral; conserva el sexo de
su última existencia terrena que en cuanto a la forma, es análogo al
cuerpo físico.
Cada alma humana conserva su característica sexual intrínseca, sigue
sintiéndose el hombre o la mujer que fue en su existencia anterior,
manteniendo las mismas tendencias y gustos. El alma no cambia
(mentalmente) con el simple tránsito a la vida espiritual.
El sexo en la reencarnación está supeditado a la necesidad de
progreso espiritual del reencarnante, quien generalmente toma un
cuerpo del mismo sexo durante un número indeterminado de veces, en
la medida de su necesidad de mayor progreso espiritual y siempre con el
fin de cumplir el programa a realizar, o lo que es lo mismo, el destino de
cada nueva vida.
Para adquirir sabiduría, el espíritu debe pasar por todas las
experiencias que cada mundo le pueda ofrecer, y siempre llega un
momento en su vida inmortal en el que necesita ensayar y vivir la vida
del sexo opuesto.
Entonces se efectúa el cambio en el plano astral, con la ayuda de
guías espirituales superiores, colaboradores en la obra divina de
progreso de la humanidad [29]. Para ello es necesario adecuar el molde
fluídico o periespiritual (que fija el sexo y da forma a los elementos
celulares) a los fluidos del alma reencarnante (según se explicó al tratar
el proceso reencarnatorio), para situarlo a continuación en el vaso
uterino de la que va a ser la futura madre (habitualmente durante el
sueño); madre a cuyo molde o modelo dínamo-espiritual van uniéndose
por atracción las moléculas orgánicas durante el proceso de gestación
hasta completar la formación del feto [30].
A pesar de que esta tesis no está admitida todavía por la ciencia, la
cual atribuye el tipo de sexo a la influencia de los cromosomas sexuales
(X-Y), otras fuentes de conocimiento establecen que el sexo queda ya
fijado en el molde fluídico del reencarnante.
Naturalmente, el psiquismo de la nueva personalidad sufre cuando el
cambio se completa (en mayor o menor medida), pero este sufrimiento
va siempre acorde a su grado de evolución.
Por ello resulta habitual encontrarse con casos de mujeres de
ademanes masculinos y hombres de características femeninas, con
aversión al sexo opuesto, afición al propio, y alguna que otra casuística
más.
Cuando un espíritu ha vivido muchas experiencias humanas dentro
de un mismo sexo, le resulta peligroso salirse de ese estado, ya que ha
formado en él una segunda naturaleza.
La energía del sexo es de origen psíquico, y esa energía
psicogenética genera cargas magnéticas de atracción hacia el sexo
opuesto, siempre en relación al grado de energía propia, por lo que es
necesario controlarla.
Hay otro aspecto relacionado con el sexo del alma o psicosoma, que
no obstante ser ajeno a la reencarnación, consideramos de suma
importancia dar a conocer. Es el caso de aquellas personas que fallecen
impregnadas de fluidos libidinosos y que continúan con los mismos
deseos que tenían antes de desencarnar. A estos seres les es difícil
adaptarse a la nueva vida, pues al carecer de un cuerpo físico que les
permita satisfacer sus deseos, sufren fuertes angustias y causan
innumerables perturbaciones a los humanos encarnados.
Este es el origen de los llamados “íncubos” (masculino) y “súcubos”
(femenino) que acuden a la llamada de personas con deseos sexuales
insatisfechos o que han caído en excesos, atraídos por sus vibraciones
(ondas pensamiento). Por afinidad, en ocasiones, se unen a su aura
magnética [31] y pueden causarles graves trastornos y aberraciones
sexuales. Son los demonios a que aluden las diversas iglesias del
cristianismo.
Para aquellas personas de diferentes edades que se deleitan en
divagaciones libidinosas, ampliaremos esta información sobre los
íncubos y súcubos.
Nuestras pasiones y deseos crean pensamientos y sentimientos que
se proyectan hacia el espacio en forma de vibraciones (ondas
electromagnéticas); vibraciones que por ley de afinidad se unen y atraen
con otras de la misma naturaleza.
Toda persona que arrastra deseos sexuales emite vibraciones
frecuentemente; vibraciones que en el espacio etéreo son percibidas
por almas del bajo astral que desencarnaron en su día, esclavizadas a los
deseos sexuales; y esas almas viciosas suelen visitar a los encarnados
durante las horas de sueño. Se han dado casos de mujeres que se han
sentido poseídas (en estado de sueño) y que han tenido la sensación de
haber mantenido una unión sexual. Este fenómeno se efectúa en el
plano etéreo por los llamados íncubos y resulta gravemente dañino a
causa de los fluidos groseros que arrastran y que impregnan el
psicosoma.
Hay mujeres a las que su conciencia les indica tratarse de algo
pernicioso; pero las más apenas son conscientes de su peligro.
Si estas personas pudiesen observar la catadura moral de esos seres
viciosos y depravados se horrorizarían.
Sucede igual con los hombres (especialmente jóvenes), que
dominados por el sensualismo se unen a esos súcubos durante las horas
de sueño; que se unen a esas mujeres viciosas y repugnantes que
acuden atraídas por sus deseos; seres que pasaron al más allá
dominados por sus ansias libidinosas. Pueden incluso actuar estando
encarnadas, aunque desprendidas del cuerpo físico y siempre durante
las horas de sueño.
A quienes sorprende la muerte física con esos deseos groseros, con
odios y otras bajas pasiones, corren el riesgo de ser atrapados por
entidades perversas cuando traspasan el umbral de lo desconocido;
entidades que los teólogos denominan Satanás, Lucifer, etc.
De aquí la necesidad de superar voluntariamente estas inclinaciones
negativas que tanto, perjudican y retardan el progreso espiritual del
individuo.
La vejez, esa fase de la vida tan temida por muchos y establecida por
las sabias leyes de la vida viene a desempeñar esa importante función de
debilitamiento del sexo; debilitamiento que libera del deseo sexual al
neutralizar las fuerzas psicogenésicas del individuo.
LEY DE CONSECUENCIAS
Ha quedado demostrado por la ciencia que todo el universo, todo el
espacio cósmico infinito en el que navegan los mundos está impregnado
por fuerzas poderosas que denominamos leyes, leyes físicas, psíquicas,
magnéticas, entre otras.
A medida que la ciencia (en sus numerosas modalidades) progresa
en nuestro planeta; a medida que se profundiza más y más en el estudio
del psiquismo nos va acercando cada vez más a la verdad y también al
conocimiento de las leyes cósmicas que rigen todo el universo en sus
múltiples formas y manifestaciones.
Si en el pasado alguien hubiese mencionado que alguien en Europa
podría mantener una conversación con otra persona en el continente
americano o con cualquier otro punto del mundo sin salir de sus
respectivas residencias, posiblemente lo hubiesen tildado de loco. Sin
embargo hoy la realidad nos ha llevado muchísimo más lejos.
Y esta realidad ha sido posible gracias al descubrimiento, primero de
las ondas eléctricas y los medios para convertir las ondas sonoras
(vibraciones acústicas) en ondas eléctricas (vibraciones eléctricas) y
segundo de la informática, que con su lenguaje binario y actuando de
acuerdo con sus propias leyes, convierte cualquier tipo de información
en unidades o bits y la traslada al destino deseado, dónde sufre idéntica
transformación, haciéndose asimilables por otros dispositivos
electrónicos como computadoras, tablets, smartphones y demás.
Antes de descubrirse las leyes que rigen estos fenómenos físicos,
estos ya existían; pero las personas se resistían a admitirlos por
desconocer sus características. Del mismo modo, existe una cantidad
ingente de personas que se niegan o se resisten a admitir la existencia
de múltiples leyes universal-cósmicas, simplemente porque la ciencia
convencional no las ha descubierto aún, o porque no son percibidas por
sus sentidos físicos. No obstante, eso no cambia el hecho de que
estemos sumergidos en un océano de vibraciones que afectan a toda
nuestra vida y que actúan sobre nosotros con gran intensidad; y la
ignorancia de todo ello es fuente de gran sufrimiento y dolor para
nuestra humanidad. Por ello es prioritario conocer aquellas leyes que
inciden directamente en la vida del hombre, para no quebrantarlas y
evitar así sus dolorosas consecuencias.
Entre las múltiples leyes que inciden en la naturaleza psíquica del ser
humano existe una que es de trascendental importancia “la ley de
consecuencias”, que en psicología se denomina ley de la causalidad y en
las escuelas espiritualistas y esotéricas, ley de causa y efecto, ley del
karma [32] o ley de retribución.
Podríamos compararla a la ley física de acción y reacción, pues la
reacción es un fenómeno consecuencia de la acción. Pero mientras la ley
física actúa en el plano físico y con efecto inmediato, la ley de
consecuencias o de causalidad actúa en el plano psíquico, aunque no
inmediatamente.
El filósofo Pietro Ubaldi, en su obra “La Gran Síntesis” indica a este
respecto “se trata de una ley omnipresente en el espacio y en el tiempo.
No hay distancia o espera que puedan detener su acción; de la que no
escaparéis, porque se encuentra dentro de vosotros mismos, así como está
en todas las cosas ¿se puede engañar acaso —dice— a la ley de
gravitación? Del mismo modo, tampoco se evita ni se engaña a la reacción
de la ley, o sea, a la Justicia Divina”
La Justicia Divina (que trasciende y está inmanente en nuestra propia
naturaleza psíquica) nos devuelve en cada una de nuestras vidas el bien
o el mal que hayamos hecho en las vidas anteriores. No hay castigos, el
castigo tal como la mayoría de los humanos lo entendemos no existe,
porque estaría en desacuerdo con el amor infinito de la Divinidad
Creadora. Con esa creencia del castigo se rebaja a la Divinidad a la
condición humana. Pero debemos resaltar que no sucede así, que en
todo cuadro de dolor se manifiestan únicamente los efectos producidos
por los errores de las personas, es decir la reacción de una ley
violentada.
¿Qué es esa expiación de la que habla el cristianismo, sino el pago en
la vida presente de las deudas contraídas con la ley durante las vidas
pasadas, como sucede en los casos de minusválidos desde la infancia y
los sufrimientos durante los primeros años o incluso siguientes de la
vida?
Para una más fácil comprensión de cómo actúa la ley de causalidad o
de consecuencias vamos a exponer brevemente otra de las leyes
cósmicas que está inmanente en la propia naturaleza humana, la ley de
vibración.
Todo en el universo vibra, vibran las piedras y los minerales, vibran
las plantas y los animales, vibran los mundos del espacio infinito, todo
está en vibración, pues las diversas clases de átomos de que están
compuestas las moléculas también vibran [33]. Vibra el hombre a través
de sus pensamientos, sentimientos y emociones y vibran también las
células de su organismo porque tienen vida propia. Es muy importante
conocer también que todo pensamiento y sentimiento vibra a través de
las células del cuerpo orgánico, generándole una tonalidad magnética
idéntica a su índole vibratoria. La medicina ya admite que un alto
porcentaje de enfermedades y enfermos son resultado de su propio
estado emocional y afectivo.
Por ello cada sentimiento de enemistad, rechazo o rencor, cada
emoción pasional y pensamiento ruin se convierten en elementos
morbosos cuya acción reiterada acaba generando dolencias; dolencias
resultantes del desequilibrio energético provocado en la estructura
psíquica, que finalmente se refleja en la salud del organismo físico.
Por decirlo de un modo más claro: la mente humana es como una
estación radioemisora-receptora que está emitiendo y recibiendo ondas-
pensamiento constantemente. Y esas ondas-pensamiento son
"vibraciones electromagnéticas de la mente" lanzadas a través del
cerebro. La intensidad y naturaleza de esos pensamientos marcan su
dirección, y por afinidad, atraen otros pensamientos de su misma
naturaleza.
Nuestra mente y nuestra alma son focos radiantes creadores de
fuerzas, fuerzas destinadas al bien, al progreso y a nuestro propio
provecho y felicidad. Lamentablemente el hombre, en uso del libre
albedrío, dominado por su egoísmo y cegado por las pasiones suele
emplear esas fuerzas para el mal (consciente o inconscientemente),
creando así causas cuyo efecto será el dolor.
Y esas fuerzas psíquicas irradiadas por la mente (pensamientos) y el
alma (sentimientos) en forma de vibraciones electromagnéticas,
análogas a las ondas eléctricas pero más rápidas, quedan unidas al
punto de partida, es decir al individuo mismo que las originó. La mente
marca la dirección, y esas vibraciones, esas ondas-pensamiento llegan a
dónde van dirigidas y actúan para bien o para mal, según sea la
naturaleza e intensidad del deseo y voluntad del emisor, pero
regresando siempre al punto de partida, es decir a nosotros mismos
(como un boomerang). Regresan al punto de partida después de
alcanzar el objetivo, con el bien o el mal que hayan hecho y grabándose
en el alma o psicosoma.
Dicho de otro modo, cada pensamiento y deseo negativo que
proyectamos hacia los demás, cada acción de mal que ejecutemos se
transformará en una fuerza; fuerza enemiga nuestra que se volverá
contra nosotros, agrediéndonos. Por esta misma ley, todo pensamiento
y sentimiento positivo que proyectemos a nuestros semejantes, toda
acción de bien que realicemos, se transformará en una fuerza amiga que
al volver nos beneficiará.
Ya lo decía Krishna “los males que afligimos a nuestros semejantes nos
persiguen como nuestra sombra sigue a nuestro cuerpo”
CAUSA Y EFECTO
Toda fuerza puesta en acción busca su equilibrio en el transcurso del
tiempo.
Toda acción crea una causa que producirá un efecto de idéntica
naturaleza.
Desde siempre viene dándose a conocer a la humanidad, empeñada
en sus propias calamidades (más por ignorancia que por intención), el
fundamento de esta ley. Y así podemos entresacar frases como las
siguientes:
“Lo que el hombre siembra, también ha de cosechar” (Calateos 6:7).
“Ten la seguridad de que tu pecado ha de alcanzarte” (32:33 del
Judaísmo).
“Toda alma será recompensada por lo que ha ganado y no sufrirá
injusticia” (el Corán 45:21).
“El bien y el mal no caen erróneamente sobre los hombres, sino que los
cielos envían miseria o felicidad, según su conducta” (Confucionismo).
Hay numerosos dichos populares que refuerzan a estos asertos:
“El que la hace, la paga”
“Con la vara que midas serás medido”
“Quien mal anda mal acaba”
“Quien a hierro mata a hierro muere”
“Quien siembra vientos recoge tempestades”
“Hijo eres, padre serás; como hicieres encontrarás”
Y así muchos más.
Todos esos cuadros humanos, de dolor, fracaso, destrucción y
miseria no son obra de la casualidad ni de la mala suerte, ni castigo de
Dios. No personalicemos a la Divinidad Creadora ¡no empequeñezcamos
a esa Poderosa Fuerza Cósmica que es el Eterno Amor! ¡porque Dios no
castiga!.
El dolor humano es la cosecha de la siembra, es el efecto de una
causa - La siembra es voluntaria, la cosecha siempre obligatoria.
Quién dominado por el egoísmo, orgullo, envidia, rencor u odio
cause daño o perjuicio a sus semejantes, estará sembrando la semilla
cuyo fruto será su propio castigo y el mismo perjuicio y dolor que haya
causado, porque nadie puede escapar a las consecuencias de sus
propias acciones.
No existe la casualidad ni la buena o mala suerte; en todo fenómeno
existe una causa y todo en el universo (del que formamos parte) está
supeditado a fuerzas poderosas que denominamos leyes. Estamos
inmersos en un océano de vibraciones, en un mar de fuerzas que incide
en nuestro propio psiquismo, según sea nuestra actitud mental.
Esas leyes emanadas de la Sabiduría Cósmica han sido creadas para
una armonía y orden perfectos, y todas las imperfecciones que
observamos en nuestro mundo son obra del hombre, pues Dios que es
perfección no puede crear imperfecciones.
Todos esos cuadros de dolor, fracaso, destrucción y miseria son el
efecto de unas causas. El hombre sufre porque él mismo ha atraído el
sufrimiento con sus actos de maldad y sus transgresiones a las leyes
naturales y espirituales, que son leyes divinas. Y con sus pensamientos y
sentimientos ruines ha ido conformando su destino, es decir su karma.
Si para obtener un beneficio personal engañamos a alguien,
perjudicándole o causándole daño, o cegados por las pasiones le
deseamos algún mal, ese deseo crea en nuestra mente pensamientos de
maldad hacia esa persona. Y esos pensamientos son fuerzas
destructoras que hacen impacto en la persona hacia quien van dirigidos
[34].
Al emitir esos pensamientos de maldad estamos vibrando en una
tónica negativa que por afinidad atrae hacia nosotros pensamientos de
idéntica naturaleza, pensamientos que incidirán en nuestra mente y
alma (pensamientos y sentimientos), agudizando más y más esas
pasiones, que si no vigilamos, nos llevarán a cometer errores y actos de
maldad que generarán sufrimientos en otras personas. Y aquí actúa la
ley de consecuencias o de causa y efecto, devolviéndonos en un
determinado momento de la vida, presente o futura, los mismos
sufrimientos que hayamos causado.
Es decir, que con el mal causado a los demás estaremos asumiendo
una deuda que habremos de pagar más pronto o más tarde; estaremos
creando, en suma, las causas que producirán en nosotros un efecto de
idéntica naturaleza o daño que hayamos causado a los demás.
Por esta misma ley, toda acción de bien, toda acción de ayuda a los
demás, todo acto de servicio desinteresado, todo sentimiento de amor y
pensamiento de ayuda hacia nuestros semejantes y hacia todo lo
creado, volverán a nosotros con el mismo bienestar y dicha que hayan
producido. No importa la demora, esta ley no actúa inmediatamente
como la ley física de acción y reacción; sin embargo, esas vibraciones,
esas fuerzas psicosomáticas volverán a nosotros en el momento
oportuno que señale la ley con todas las consecuencias producidas.
La creencia en el perdón y la gracia tal como la entienden muchas
personas, es fuente de errores y engaños; es el muro que detiene la
progresión moral de la humanidad en esta civilización occidental.
Bien es cierto que la persona más favorecida por el perdón es
precisamente la víctima (es decir quien perdona), pues evita así unirse al
causante por lazos de odio, por lazos tremendamente dañinos para el
alma y la salud del cuerpo. No obstante, al pasar el umbral del más allá,
el perdón de la víctima no puede borrar la falta del transgresor; porque
toda acción es una fuerza psicocinética que graba, mancha y densifica el
alma de quien la realiza. Así, las acciones, sentimientos y pensamientos
de maldad impregnan el alma del transgresor con un magnetismo
denso, deletéreo, que ni el arrepentimiento ni el perdón pueden borrar,
ya que el perdón de la víctima no da al transgresor la tranquilidad
perdida. Únicamente puede conseguirse mediante el dolor purificador;
dolor idéntico al mismo sufrimiento causado. A pesar de ello, el Eterno
Amor ofrece un maravilloso recurso para depurar el alma de ese
magnetismo deletéreo; ese recurso es el amor, el amor sentido y
realizado en la práctica del bien.
Sólo cuando estemos vibrando en amor (con mayúsculas), sólo
cuando amemos a nuestros semejantes como nos amamos a nosotros
mismos y ejerzamos la práctica del bien para aliviar el sufrimiento
humano, sólo entonces nos asemejaremos al Cristo, porque estaremos
unidos a esa vibración divina y nuestra alma irá depurándose.
Es increíble que se acepten ciertas inclinaciones y defectos que un
detenido análisis rechaza por ilógicos e inadmisibles y que resultan
contrarios a la ley del progreso del ser espiritual, pero ¡cómo resultan
más cómodos y no exigen el esfuerzo de la propia auto-superación!.
Son esas mismas creencias que siguen las mentalidades infantiles
aferradas a la comodidad y al dogmatismo.
De todo lo expuesto deducimos que todo el bien o daño que
hagamos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos. Tenemos libre
albedrío, plena libertad de acción, podemos hacer todo aquello que nos
plazca, pero somos responsables ante la ley de las consecuencias de
nuestros pensamientos, sentimientos, intenciones y actos.
De aquí extraemos esta conclusión: cada vez que hacemos un bien o
un daño a alguien estamos haciéndonoslo a nosotros mismos, porque
nadie puede escapar a las consecuencias de sus propios actos.
Cuando la humanidad haya asimilado este principio fundamental de
la convivencia humana ¡qué maravilloso será este mundo nuestro!
Por ello, aquel reformador social (el sublime Nazareno) repetía con
frecuencia a quienes presenciaban sus famosas sanaciones “haz con tu
prójimo como quieres se haga contigo”
DESTINOS
Siguiendo los dictados de la razón en el análisis efectuado sobre los
dos capítulos anteriores, vislumbramos una continuidad causal y
consecuencial en el camino de nuestras existencias. Dicho de otro
modo, estamos forjando nuestro propio destino con las actuaciones de
cada día, con pensamientos y sentimientos, pues creamos las fuerzas
mentales y anímicas que actuarán a nuestro favor o en contra nuestra;
las fuerzas que propiciarán un futuro de felicidad o de dolor [35].
Basados en la lógica de los fundamentos expuestos y en la diversidad
de aspectos y condiciones humanas, podemos afirmar que todos los
humanos venimos al mundo ya con nuestro propio destino. No
obstante, ese destino, por adverso que sea, puede ser modificado
mediante el propio esfuerzo. Por tanto, destino no es fatalismo ciego,
sino un determinismo de las causas que lo originaron. No obstante hay
ciertos aspectos en el determinismo de la ley de consecuencias, en los
hechos que fatalmente han de suceder, que dependen de la medida en
que “el individuo rechaza restablecer, por propia voluntad, el equilibrio
violado (o alterado conscientemente en el pasado) con sus acciones
contrarias a la ley”
La ley ofrece siempre al espíritu el tiempo necesario para su reajuste
voluntario, y llegado el tiempo límite marcado por esa misma ley, ésta
actúa, produciendo el reajuste indispensable para mantener el equilibrio
psicocósmico del propio ser, lo que se produce a través del dolor
purificador.
Así vemos, cómo por ejemplo, determinadas familias, personas a
quienes todo les sonreía, se ven de pronto privados de los bienes
duramente ahorrados para la vejez.
Otros muchos aspectos del desmoronamiento personal, económico-
social y de las enfermedades incurables y accidentes, nos llevan a la
conclusión de que los afectados llegaron al límite marcado por esa ley.
Cada uno de nosotros es el heredero forzoso de sus propias
conquistas y errores del pasado. Con nuestras actuaciones del ayer
hemos creado las circunstancias de nuestro propio destino presente, y
con nuestros actos de hoy estamos creando nuestro futuro destino.
Aquellos que ocupan ahora puestos elevados podrán descender en una
futura vida a bajas condiciones sociales, así el déspota renacerá esclavo
o inválido y la mujer altanera y ufana por su belleza, renacerá en un
cuerpo feo, achacoso y deforme (según las causas) a fin de superar la
vanidad y la soberbia. El ocioso renacerá en ambientes de vida dura y
difícil, a fin de despertar su espíritu y sacudir la molicie (que es
impedimento de progreso). Quien haya producido dolor vendrá a una
vida de padecimientos, una vida ajustada a sus propias acciones del
pasado; porque el futuro es la consecuencia del presente y del pasado.
La riqueza ociosa conduce a una vida de futura pobreza mientras que
el trabajo realizado con esfuerzo hoy está creando las bases para una
vida de futura grandeza; pues el estudio y el trabajo desarrollan las
facultades mentales y capacitan al hombre para mayores realizaciones
presentes y futuras.
Las vidas difíciles que no encuentran calma y de las que parece huir
toda felicidad son reajustes en los que se van pagando los daños
cometidos en ésta ú otras existencias; porque las numerosas vidas de
cada individuo son solidariamente responsables entre sí. Es cierto que
las personalidades pasadas o cuerpos físicos fueron diferentes, pero el
espíritu siempre es el mismo y por tanto su responsabilidad idéntica.
¡Cuántos ricos inescrupulosos, insensibles al sufrimiento y a las
miserias humanas a lo largo de sus vidas pasadas vemos hoy en cuerpos
lastimosos mendigando caridad! ¡ay de los grandes que abusen de su
autoridad o superioridad temporal, porque renacerán pequeños!, pues
volverán cerca de quienes han perjudicado, de quienes abusaron, de
quienes engañaron o despojaron para de ese modo, reparar sus errores.
Tenemos el ejemplo de los antiguos burgueses, egoístas, que
condenados a renacer en la misma condición de aquellos a quienes
explotaron, les vemos hoy convertidos en obreros inconformistas,
autores de huelgas, subversiones y desórdenes, porque un vago instinto
les hace insoportable su nueva situación.
Los ociosos, maleantes, embaucadores, abogados, que por medio de
triquiñuelas en procedimientos jurídicos o legales roban a otros, los
médicos que buscando sólo su beneficio, desatienden y abandonan a
sus pacientes por no poder pagarles; los funcionarios insensibles al
dolor humano que descuidan al enfermo por no molestarse; los
profesores que no cumplen con la responsabilidad asumida en la
elevada misión de la docencia; los pseudo-apóstoles del cristianismo, los
que practican abusos sexuales, y así un largo etcétera ¡cuán dolorosas
expiaciones están generando!
¡Cuántas inteligencias se anulan o velan durante su expiación,
inmersas en mezquinas y penosas apariencias humanas: idiotas, locos y
disminuidos! ¡cuántos seres, antaño grandes se ocultan expiando un
pasado terrible y lleno de grandes errores!
Una persona nacida ciega o que perdió la vista a temprana edad a
consecuencia de un accidente nos señala la reencarnación de un espíritu
arrepentido, decidido a sufrir en sí mismo el daño de haber privado a
otro de la vista o de haber sido causante de una falta grave, motivo de
esa expiación (juicio inquisitorial o venganza, valga el ejemplo). Es un
espíritu dispuesto a limpiar su alma por el dolor y eliminar ese
magnetismo deletéreo que no le permite avanzar en su ascensión
espiritual.
Una persona muda nos señala a quién usó el don de la palabra para
traicionar o calumniar, generando sufrimientos. Las personas cojas,
mancas, paralíticas, con taras físicas, etc., todas ellas son demostración
palpable y elocuente de las transgresiones cometidas en vidas
anteriores. La falta de salud desde temprana infancia y ciertas
enfermedades congénitas también suelen ser consecuencia de vidas
anteriores de desorden y despilfarro de energías. Son destinos de dolor,
consecuencia del mal uso el libre albedrío.
Todas esas vidas oscuras, atormentadas y dolorosas son crisoles en
que los que el alma se despoja de sus impurezas; crisoles dónde las bajas
pasiones se transmutan poco a poco (por alquimia divina) en pasiones
bienhechoras. A pesar de ello y por desconocimiento de las leyes que
rigen la vida, en muchas ocasiones, las personas se rebelan, impidiendo
así el proceso depurador o catarsis (proceso que explicaremos en el
próximo capítulo sobre el dolor). Una vez pasado el período de prueba y
ya en el plano extra-físico, aprecian que esa vida de dolor ha sido
fructífera y muy beneficiosa.
Tengamos siempre compasión de esos seres ¡pues son espíritus
arrepentidos! Ayudémosles con cariño a pagar sus viejas deudas,
aunque sea tan sólo con un pensamiento de compasión y cariño.
Siendo Dios Amor Supremo, que por expansión de su Amor dio vida a
todo cuanto existe, buscando para sus criaturas la eterna felicidad, y
para las que creó leyes sabias que con harta frecuencia son violadas,
deducimos que el dolor "no" puede ser enviado por Él, sino que es la
consecuencia de los propios errores humanos, del dolor sembrado
conscientemente. Las transgresiones contra la sublime ley universal del
amor son las que atraen al alma dolorosas consecuencias. En idéntica
medida, las obras de amor realizadas, grandes o pequeñas, son las que
atraen mayor felicidad y progreso. Todo esfuerzo desinteresado en
beneficio de nuestros semejantes nunca se pierde, no importan los
varapalos, ingratitudes o traiciones, la ley todo lo recoge y nos lo
devolverá tarde o temprano. El tiempo, entendido desde la limitación de
la vida humana, no existe en la vida eterna del espíritu.
Reconstruir con fraternidad y amor todo lo que el odio de los
hombres destruye, ha sido y será siempre la obra que salvará a la
humanidad.
La superioridad de cuna en determinadas personas es el resultado de
sus obras anteriores; ya sean espíritus jóvenes o viejos, con mayor o
menor experiencia; espíritus que han vivido numerosas vidas, probado
los placeres, los dolores, la riqueza, la pobreza, que han pasado por
vidas de amos y esclavos, pero siempre avanzando hacia destinos
superiores.
La riqueza proporciona magníficas oportunidades de estudio, facilita
una cultura más amplia y pone en las manos del espíritu los medios de
aliviar a sus semejantes de la miseria y los sufrimientos, contribuyendo
en paralelo a la propia mejora. Tristemente, la generalidad de personas,
presionadas por el egoísmo y las atracciones del medio ambiente, no
piensan más que en sí mismas, ignorando las consecuencias. La riqueza
endurece el corazón humano con harta frecuencia, impidiendo escuchar
la llamada del espíritu que intenta manifestarse por medio de la
sensación de compasión y lástima. No escuchar ese llamado es
desperdiciar una magnífica oportunidad de progreso.
Y el progreso en una existencia da derecho a nacer bajo mejores
auspicios en la siguiente, lo que proporciona una vida futura más feliz.
Cuando ese progreso haya llegado ya a cierto nivel, nos llevará a vivir en
plena luz, sin las alternativas de vida y muerte de los planos físicos.
A medida que el ser humano avanza en su eterno camino de
ascensión, su inteligencia y sus facultades se desarrollan por el ejercicio
de la mente, y nuevos y más amplios horizontes, con nuevas y más
atractivas experiencias se presentan ante él, ilusionándole. Es la ley
universal del progreso que le llama, que le invita a avanzar en su eterno
camino de ascensión. Pero no siempre el individuo responde a esa
llamada, las más de las veces cede a las atracciones del medio ambiente
que le arrastran al espejismo de las sensaciones, retardando así su
progreso. Pero como todo estatismo es contrario a la ley, ésta actúa de
modo no siempre agradable y por medio de circunstancias "adversas" le
conduce amorosamente (como los buenos padres a sus hijos) hacia el
ejercicio de sus facultades, obligándole a superar dificultades y
obstáculos y capacitándole para mayores realizaciones; realizaciones
que contribuirán a su propio progreso y evolución.
Concluiremos insistiendo en que las condiciones de nuestra vida
actual son el resultado de nuestras vidas precedentes, porque todas las
encarnaciones del espíritu son solidariamente responsables, ya que la
ley actúa sobre el ser espiritual que es siempre el mismo en las sucesivas
encarnaciones.
Como se expuso en el capítulo anterior "toda acción -buena o mala-
es siempre libre en sus orígenes, pero inmediatamente después
pertenece al determinismo de las causas, que impone sus
consecuencias".
Y así, todo el bien o el mal que hagamos, en hechos, pensamientos
(por ser el pensamiento una fuerza poderosa) o palabras, recaerá
necesariamente sobre nosotros en forma de alegrías o dolores, creando
destinos felices o desdichados.

Í
DESTINOS DOLOROSOS Y DIFÍCILES
Pero no siempre los destinos con vidas dolorosas y difíciles son
consecuencias de faltas pasadas, los hay voluntarios como una vía más
rápida de progreso para el espíritu.
Podemos clasificarlos en dos grupos: voluntarios y compulsorios.
Voluntarios: Son aquellos en los que las personas, por propia
voluntad, optan a una vida dolorosa o difícil deseando progresar más
rápidamente. Pero no todos los que sufren son culpables en vías de
expiación, existen seres que sin tener deudas, pero ávidos de progreso,
escogen vidas duras y laboriosas en misión de amor fraterno buscando
acelerar su evolución y desarrollar así más rápidamente su inteligencia y
voluntad. Entonces el ser espiritual, el yo pensante, planifica un
programa de enmiendas y realizaciones antes de encarnar. Los podréis
distinguir en vuestro entorno por su gran bondad, resignación y servicio
fraterno.
Compulsorios: Son aquellos seres a los que (consecuencia de sus
errores) les ha llegado el momento de saturación, el tiempo máximo que
la ley del libre albedrío permite para la rectificación voluntaria. Entonces
el alma es sumergida [36] en una turbación, para renacer en un nuevo
cuerpo y en el ambiente propicio para su depuración y sensibilización;
pues el dolor, como función depuradora (catarsis), sensibiliza el alma. Y
esto ocurre así con los seres poco o medianamente evolucionados, que
son la mayor parte de nuestra humanidad. Las «almas endurecidas»,
muy evolucionadas intelectualmente pero con gran retraso moral, son
las que una vez encarnadas, manifiestan gran rebeldía e inconformidad.
Estos, arrepentidos por sus graves errores y maldades y torturados
por las acusaciones de su propia conciencia superior, que les presenta
en cuadros fluídicos visiones torturadoras de las maldades y
sufrimientos que causaron; visiones de las que no pueden librarse (pues
son proyectadas en su propia mente como si fuese una pantalla) les
llevan a un estado de desesperación tal, que claman intensamente
desde el astral inferior poder librarse de esa tortura. Son seres
evolucionados intelectual y volitivamente, pero que han vivido en el
error y en la maldad.
Entonces, esos clamores (ondas pensamiento) son captados por los
espíritus que habitan las esferas superiores; espíritus que vibran en
amor fraterno y que al recibir la llamada acuden en su auxilio
haciéndoles ver que su condición es consecuencia de sus propios actos
pasados. Cuando estos seres llegan a asumir las consecuencias de sus
errores (lo que suelen hacer); y si ese arrepentimiento es verdadero (a
los seres superiores no se les puede engañar porque tienen la capacidad
de leer la mente como si fuese un libro abierto), comienzan entonces los
preparativos de rescate de ese plano de sufrimiento (astral inferior) y la
recuperación de sus errores y maldades a través de una vida de dolor
depurador.
No tienen la obligación de aceptar, pero como no hay mayor juez que
la propia conciencia, al encontrarse tan fuertemente atormentados,
aceptan gustosos ese imprescindible medio de liberación.
De aquí la existencia de gran número de personas con taras y
minusvalías.
No obstante, como las solicitudes para reencarnar son siempre
mayores que las disponibilidades de cuerpos y que se requieren además
condiciones (biológicas y expiatorias) especiales en los futuros padres,
la espera finalmente acaba dilatándose. Y esta demora se convierte en
motivo de gran sufrimiento ¡Y es que no resulta tan fácil obtener una
nueva oportunidad de reencarnar! A ello añadiremos las trabas del uso
generalizado de anticonceptivos y los numerosos abortos.
Mientras tanto aguardan una nueva oportunidad de reencarnar son
invitados a colaborar en obras de bien, pues también en el plano extra-
físico puede practicarse el bien o el mal; trabajos de ayuda acordes a las
numerosas y múltiples formas de las necesidades humanas, con lo que
su tormento comienza a atenuarse y hasta extinguirse, si en su alma se
instala el amor fraterno.
DESTINOS CREADOS EN LA VIDA PRESENTE

Si bien lo expuesto anteriormente tiene un pleno fundamento; por


favor no caigamos en el error de culpar al destino por la predestinación
de nuestros actuales sufrimientos. Las más de las veces se deben a
errores en nuestra vida actual: desidia, pereza, falta de esfuerzo,
descontroles emocionales, vicios, bajas pasiones y otras imperfecciones
del carácter, factores todos negativos que arruinarían el destino más
prometedor.
Para demostrar el fundamento de esta tesis vamos a analizar desde
un punto de vista psicológico, una de las imperfecciones del carácter
que menos atención recibe de los afectados y que es causante de serios
problemas y de un bloqueo para el éxito: “la ansiedad”.
La ansiedad es un estado emocional que se manifiesta en forma de
tensión nerviosa (síntoma aparente); tensión que puede llevar al
afectado a la angustia y a la desesperación, si no sabe sobreponerse a
ella.
La ansiedad presiona la mente, la envuelve en una maraña de
vibraciones magnéticas que impiden al individuo discernir
correctamente e incluso inducirle a cometer graves errores. Y esa
ansiedad continuada le lleva a la impaciencia, a la exaltación y a la
angustia, generando un considerable derroche de energías psíquicas y
nerviosas; derroche que es causante de estragos en el sistema nervioso-
glandular y por tanto en la salud del cuerpo[37]. Cuando la ansiedad se
convierte en crónica por falta de autocontrol, mantiene al afectado en
un estado aflictivo-doloroso que le puede llevar a estados depresivos:
miedos, dudas, desaliento y desesperación; situaciones que le invalidan
para triunfar en la vida y que le pueden arrastrar al suicidio. En el hogar
(tanto en el hombre como en la mujer) suele ser causa habitual de
graves estragos.
Si bien lo expuesto anteriormente pertenece al campo de la
psicología estructural, lo incluimos aquí al objeto de demostrar que la
mayor parte de nuestros problemas y aflicciones se debe a nuestras
imperfecciones y errores, y no a un destino prefijado.
Toda imperfección es perfectible, y esto es algo axiomático en
psicología. Para alcanzar la perfección (meta a la que estamos
destinados) necesitamos muchas y muchas vidas, pues en cada una
vamos dejando algo negativo y adquiriendo algo positivo. Son
imprescindibles tantas vidas como resulte necesario para alcanzar la
meta, de aquí la necesidad del esfuerzo en la propia superación.

PREDESTINACIÓN Y FATALISMO
En cierta ocasión escuché decir a una persona la siguiente frase
“bueno, éste es mi destino, qué le voy a hacer; no puedo luchar contra mi
destino” ¡Craso error!
Destino, remarcamos, no es fatalismo... fatalismo ciego.
Hay sí, una predestinación en la vida de todo individuo, pero eso no
es fatalismo. Todo destino puede ser modificado, todos podemos
sobreponernos a nuestro destino aparente mediante el esfuerzo,
porque nadie conoce con exactitud cuál es su verdadero destino.
Todos podemos transmutar un destino adverso en favorable
mediante el propio esfuerzo (todo o en parte), toda persona puede
triunfar en la vida si se lo propone firmemente, si asume los precios y
conquistas de dicho triunfo.
La historia la humanidad está llena de ejemplos, pero pocos son los
que están dispuestos a pagar el precio del éxito, por eso son pocos los
triunfadores. Los más ni piensan en ello y aguardan que la «suerte» les
llegue en forma de lotería o juegos de azar.
Es necesario reconocer que todos los humanos poseemos diferentes
capacidades y que el hecho de triunfar no significa que todos tengamos
idénticas metas.
No obstante, quien se proponga firmemente triunfar en la vida y
realizar el esfuerzo necesario, jamás fracasará. Evidentemente no
llegará tan alto como otros con una mayor capacidad intelectiva y
volitiva, pero jamás fracasará.
Este fundamento psicológico es aplicable en todos los campos de la
actividad humana, incluyendo la superación de las imperfecciones del
carácter.
Más de uno de vosotros, lectores, llegará a la conclusión de que esta
tesis no se ajusta a lo expuesto al tratar la ley de consecuencias o de
causa y efecto (juzgándolo a la ligera), pero si lo meditamos en
profundidad veremos que concuerda plenamente.
Veamos: la mente es un foco de energía, y el pensamiento (producto
de la mente) una fuerza creadora que por ley de afinidad atrae fuerzas
de idéntica naturaleza. Y estas fuerzas mentales bien dirigidas y puestas
en acción al servicio de un objetivo, realizan auténticos prodigios.
Resulta muy importante saber que con nuestros pensamientos y
sentimientos diarios (que finalmente se convierten en acciones)
estamos modificando nuestro destino a mejor, o a peor, y este mensaje
está especialmente dirigido a aquellas personas que por falta de
esfuerzo arrastran una vida penosa.
Sostendremos esta tesis con el ejemplo siguiente: dos jóvenes
adolescentes con idéntica preparación escolar comienzan trabajando
como aprendices en una factoría. Al terminar su trabajo diario, uno de
ellos asiste a clases nocturnas o realiza algún curso por
correspondencia, de modo que en unos años puede graduarse en
alguna rama técnica y capacitarse para puestos de mayor
responsabilidad y remuneración, ascendiendo así de categoría en la
propia empresa o en cualquier otra.
El otro, al terminar el trabajo diario, se va al bar a tomar copas con
alguno de sus compañeros, bien para charlar sobre aquel gol del último
partido o bien para hablar de banalidades, para echar una partida, etc.
¡esto le estanca y limita sus opciones futuras!
Al cabo de diez años ¿la situación de los dos será la misma?
Evidentemente no; uno hizo el esfuerzo, el otro no. Ambos
modificaron su destino: uno para mejor, el otro para estancarse.
No obstante, resulta adecuado conocer que todos venimos con un
objetivo, con un destino, con un programa a realizar; con un futuro que
puede ser modificado a mejor o a peor. Generalmente desconocemos el
nuestro, pero podemos descubrirlo mediante la introspección y el
autoanálisis, métodos con los que nuestro yo interno siempre nos
guiará.
La ley (que es amor) concede al espíritu el tiempo necesario (siglos o
milenios) para que voluntariamente y a través de vidas sucesivas,
rectifique errores y cancele sus deudas mediante la práctica del bien y
del amor desinteresado.
Es decir, la ley concede siempre múltiples oportunidades a cada ser
espiritual (según su grado de evolución) para rectificar rumbos y saldar
las deudas contraídas voluntariamente. Pero en lugar de ello, el
individuo suele mantenerse en sus errores, desoyendo el llamado del yo
interno, que por medio de sensaciones (voz de la conciencia) le indica el
camino a seguir.
Entonces, la ley que es amor (ley incomprendida por muchos),
proporciona al ser espiritual una vida de dolor, una vida para depurar su
magnetismo deletéreo; para depurar los fluidos groseros que
impregnan su alma y que no le permiten ascender en la escala del
progreso. El dolor (purificación suprema), cual horno que derrite los
elementos impuros: las envidias, los deseos de maldad, el orgullo, el
egoísmo y el sensualismo, empuja el alma a su ascensión.
EL DOLOR.
CAUSAS DEL DOLOR.
SUPERACIÓN DEL DOLOR.
El simbolismo bíblico del pecado original, tomado al pie de la letra
por algunas organizaciones religiosas, y divulgado como «castigo de
Dios», que condena irremisiblemente al dolor a toda la humanidad, ha
quedado definitivamente obsoleto para la mentalidad del hombre de
hoy.
Si admitimos que algo o alguien (llamémosle Dios o como deseemos)
organizó esas miríadas de cuerpos celestes que navegan por el espacio a
velocidades enormes, tendremos que admitir la grandiosidad de su
inteligencia y poder. La lógica y el buen sentido nos llevan a considerar
que no creó esos mundos con el único objeto de poblarlos de criaturas y
condenarlas al sufrimiento para siempre; por tanto, otras habrán de ser
sus motivaciones.
Es importante destacar que pertenecemos todavía a un mundo
inmerso en fuerzas primitivas que denominamos Tierra, un planeta
cuyas energías primarias todavía continúan en ebullición. La naturaleza
no ha completado aún todos sus experimentos, ni consolidado todas las
formas biológicas. El cuerpo humano aún deberá alcanzar en el futuro
una configuración más perfecta, en la medida que su psiquismo siga
evolucionando. Podemos observar ya, de hecho, las diferencias
morfológicas existentes dentro del conglomerado humano.
En la escala sideral de los mundos, nuestro planeta está considerado
como un mundo de aprendizaje espiritual primario que ya ha iniciado su
transformación a mundo de regeneración.
Al igual que otros de idéntico nivel, nuestro planeta es una auténtica
escuela de aprendizaje para espíritus nuevos que han alcanzado ya la
segunda fase de su etapa humana, y junto con otros ya más
evolucionados, van dejando atrás, lentamente, la bestialidad de su etapa
anterior, puliendo el alma por el dolor y el sufrimiento en la lucha diaria,
y desarrollando en paralelo, sus facultades latentes. Es también una
escuela para espíritus más viejos y evolucionados, intelectual y
volitivamente; para aquellos que aún no han logrado desarrollarse
moralmente y que se encuentran en proceso de reajuste por los
equívocos de sus existencias anteriores.
El dolor no es castigo de Dios, (Suprema Sabiduría y Amor Infinito)
sino la consecuencia de los propios errores; de los errores tanto
individuales como colectivos, porque la ley de consecuencias o ley de
causa y efecto (fuerza poderosa emanada de la Suprema Justicia
Cósmica) se cumple inexorablemente. El ser humano jamás sufrirá, si en
justicia no le correspondiere; nadie recibirá un minuto de dolor si no lo
tiene merecido.
Como venimos diciendo "Dios no castiga" y los dolores son
consecuencia de los propios errores humanos, cometidos en una u otra
de las vidas sucesivas del espíritu inmortal, hasta tanto éste alcance la
perfección: purificación, sabiduría, fortaleza y amor, que le dan derecho
a la felicidad plena, al reino eterno de dicha y amor que el Padre
Universal tiene preparado para todas sus criaturas.
Los males, los dolores y las desgracias ocurridas a los seres humanos
no son castigos de Dios como muchos erróneamente piensan, son
efectos de causas, son las consecuencias de transgresiones a las leyes
divinas que rigen la vida, y pueden provenir tanto de la vida presente,
como de una o más existencias anteriores.
Por ello el sufrimiento eterno es a todas luces inadmisible, dado que
no existe ni puede existir.
Siendo Dios el Bien Supremo, Amor Infinito, resulta irracional pensar
que pueda ser cruel y condenar a sus criaturas al sufrimiento eterno.
Todos, absolutamente todos tenemos que volver a Él cuando hayamos
alcanzado la perfección, aunque conservando siempre la propia
individualidad [38].
El sufrimiento es sólo temporal, en tanto el alma sufriente
comprenda las causas de su padecimiento y acepte esos efectos como el
medio reparador del mal causado. Una vez pagadas sus malas acciones,
el alma sigue su camino de eterna ascensión con mayores facilidades,
gracias a las experiencias adquiridas.
Con su acentuado egoísmo, nuestra humanidad ha venido violando
reiteradamente la ley divina del amor e impregnando el alma de un
magnetismo mórbido; magnetismo producto de las pasiones, del
egoísmo y del orgullo, y contrariando la voz de la conciencia
(manifestación del espíritu), la voz de Dios de la que hablan las
religiones.
Cuando consigamos apartar el egoísmo desaparecerán la mayoría de
los males que afectan a la humanidad, y cuando los “felices
afortunados” de la vida amen a los infelices tanto como a sí mismos, se
acabarán las enfermedades, y únicamente por agotamiento de las
fuerzas vitales en la vejez la muerte alcanzará a los humanos.
La salud y la enfermedad son el resultado de la armonía o
desarmonía del individuo para con las leyes naturales y espirituales. Las
bajas pasiones y la violación sistemática de esas leyes naturales y
morales van formando y acumulando un «patrimonio» morbo-psíquico,
una carga tóxica que altera el equilibrio de la armonía espiritual, de la
armonía cósmica. Y como el espíritu (chispa divina purísima) no resiste
por mucho tiempo esa toxicidad, ese magnetismo deletéreo en su alma
(su cuerpo astral), trata de expulsarlo mediante el drenaje a la carne
cuando llegan circunstancias favorables. Dicho de otro modo, esos
cuadros de dolor, de enfermedades tanto malignas como no malignas,
son simplemente drenajes del alma enferma, las señales visibles del
descenso a la carne del psiquismo enfermizo que alcanzó su fase final,
que alcanzó el tiempo marcado por la ley para su depuración.
Muchos sectores de la medicina admiten ya que gran parte de las
enfermedades vienen de dentro (alma) hacia fuera, y de arriba (mente)
hacia abajo. Hasta los médicos más clasicistas reconocen ya que las
alteraciones mentales y emocionales alteran profundamente el
funcionamiento del organismo.
¡A cuántos libra el dolor de hundirse más y más en la vorágine de las
ambiciones, de las pasiones, de la depravación y los vicios!
¡Cuán ignorantes somos al considerar el dolor como un mal, cuando
por el contrario debemos considerarlo como un aliado de nuestro
progreso evolutivo, un purificador del alma actuando como catarsis del
magnetismo deletéreo producido por nuestros errores del pasado,
sensibilizando el alma y despertando el espíritu y la mente que fueron
turbados por el mundo material!
El dolor, esa desagradable sensación que nos resistimos a aceptar
voluntariamente (por nuestra actitud mental de rechazo), es una ley de
la naturaleza en lo biológico y una ley de equilibrio cósmico en lo
moral. La función biológica del dolor es la conservación de la especie, y
toda lesión orgánica produce dolor en cualquier forma de vida animal, y
ese dolor impele a liberarse de la causa que lo produce, contribuyendo
de ese modo a su conservación. Es por tanto la prueba palpable de que
el dolor es un factor biológico-evolutivo.
Del mismo modo que el dislocamiento de un miembro o la alteración
de las funciones de un órgano provocan invariablemente una sensación
de dolor o de malestar físico; en idéntica medida, toda adulteración de la
biología psíquica como fenómeno paralelo y concomitante, produce
sufrimiento, un dolor moral en nuestra alma. Y debido a la estrecha
unión entre cuerpo y alma, esa desarmonía psíquica termina por
reflejarse, más pronto o más tarde, en los órganos más sensibles del
cuerpo físico-orgánico.
La medicina nos viene alertando sobre el efecto de las
preocupaciones y de los estados afectivo-emocionales sobre el sistema
nervioso y las glándulas endocrinas. De ahí se desprende que la salud de
mente y alma preludian la salud del cuerpo.
El dolor y el sufrimiento, en sus diversos aspectos, son factores
necesarios para el despertar de la conciencia individual en el seno de la
conciencia cósmica, que es Dios; pero el ser humano, desconocedor de
la función útil del dolor en la formación de su conciencia, se rebela y
resiste aceptar su verdadera dimensión. Y mientras el hombre sea como
es y no se esfuerce en superarse a sí mismo; mientras tenga como mira
el disfrute de los sentidos y no luche por superar voluntariamente las
imperfecciones morales, el dolor seguirá formando parte integrante de
su vida.
La humanidad no ha comprendido aún la verdadera función del dolor
en la evolución del psiquismo y sigue buscando el alivio en la medicina,
que se ocupa de eliminar los síntomas aparentes. Mientras tanto el dolor
responde a una amplia ley de consecuencias (reacción de la ley violada),
que hace sentir su acción reconstructiva del orden biológico o psíquico y
que algunos impropiamente denominan castigo. No es que resulte
contrario a la ley el hecho de buscar alivio en las dolencias físicas, pues
en la naturaleza encontramos sustancias químicas y vegetales que
alivian el dolor físico, que sanan el cuerpo o hacen desaparecer los
síntomas de la enfermedad; sino que mientras no quede saldada la
deuda contraída al quebrantar la ley, mientras el orden violado no sea
restablecido, el dolor purificador volverá a manifestarse. Y lo que en
estos casos conseguimos es posponer el pago de la deuda, obtener
(inconscientemente) un nuevo plazo; pero la deuda finalmente tiene
que ser pagada, ya voluntariamente con amor en la práctica del bien, ya
compulsoriamente por el dolor purificador.
Tengamos siempre presente esta ley de equilibrio “toda violación
trae su reacción”. Aquél que a su paso por la vida siembre dolor y
tragedia ¿qué cosechará? ¡pues exactamente lo mismo!. De aquí que
insistamos en la imperiosa necesidad de evitar el mal, tan siquiera en
pensamiento o deseo y fueren cuales fueren las circunstancias.
El desconocimiento de uno mismo y de las causas que motivan el
dolor con su función depuradora, hacen que el individuo lo rechace,
rebelándose las más de las veces e impidiendo así su función
purificadora. Actuamos como niños al pretender evadirlo en lugar de
superarlo, preferimos los placeres, creando así nuevas causas de dolor.
Pongamos un ejemplo fácilmente comprensible: cuándo una madre
le quita el juguete a un niño para que complete sus deberes ¿no lo hará
con la mejor intención y procurando siempre el porvenir del hijo? Sin
embargo el niño prefiere seguir jugando, patalea y comienza la tarea
con desagrado, mayor o menor según sea su educación. En idéntica
medida, nuestra madre cósmica -Dios-, a través de sus leyes, nos priva
de los placeres cuando llega el momento y nos sumerge en el dolor, en
beneficio de nuestro progreso espiritual, el destino real de la vida. Pero
nosotros, en nuestra ignorancia, (estamos aún en nuestra infancia
evolutiva) recibimos el dolor purificador con desagrado, como si se
tratase de un mal y no de un beneficio.
No busquemos fuera de nosotros ni en los demás el origen de
nuestro dolor o nuestros males, porque radica en nosotros mismos. Y
éste no irá más allá de nuestras fuerzas para soportarlo, durará
únicamente hasta que se agote la causa que lo originó. No nos
rebelemos, no maldigamos el dolor. En el paroxismo del dolor, cuando
la fortaleza parezca ceder, cuando el abatimiento parezca
dominarnos; elevemos el pensamiento al Eterno Amor pidiendo luz y
fuerzas para soportarlo, abracemos el dolor y éste perderá su fuerza.
¿Qué se consigue adoptando una actitud de rebeldía contra el dolor y
los reveses de la vida? Nada, absolutamente nada, diré más, únicamente
agravar el mal, aumentar la sensación del dolor, con la desventaja de
impedir el proceso catártico-psicomagnético. La actitud acertada es
meditar y sobreponerse al dolor cuando se trate de sufrimientos por
desgracias o reveses. Debemos analizar las causas que lo han motivado
y en las que podamos participar. Ante el dolor físico o moral, debemos
elevar el pensamiento con intensidad hacia la fuente, a fin de despertar
las fuerzas internas latentes, las fuerzas grandiosas que existen en todo
ser racional y que expulsarán toda sensación de dolor. Desviemos
nuestros pensamientos de dolor y pensemos en el sufrimiento de los
demás, en el modo de ayudarles a soportarlo, en auxiliarles, así nuestro
dolor se mitigará y desaparecerá. Porque aliviando el dolor y
contribuyendo a la dicha de los demás nos asemejaremos al Cristo,
acercándonos un poco más a Dios.
Orientemos nuestros pensamientos y energías hacia un ideal,
desviemos el pensamiento del dolor y la sensación de dolor
desaparecerá. Esto no es una quimera, es una realidad que yo mismo
experimenté cuando tuve que pasar por la prueba purificadora del
dolor.
No digáis ¡no puedo! pues en todo individuo existen recursos
internos enormes que permanecen dormidos por falta de ejercicio.
¡despertadlos! ¡ponedlos en acción!, sin lamentaciones ni demoras. Toda
lamentación aumenta la sensación de dolor y debilita la voluntad.
Determinaos firmemente a poner en acción las fuerzas internas
y superaréis el dolor y las pruebas.
¡Utópico! -diréis- ¡no! se trata de una realidad demostrada ya en el
campo de la psicología experimental.
Podríamos referir muchos ejemplos más pero citaremos como
modelo de superación a ese gran ser que en vida se llamó Hellen Keller
(personaje de renombre mundial que falleció en Junio de 1968) que
siendo sorda, muda y ciega, alcanzó el doctorado en filosofía y ciencias,
dedicando toda su vida al servicio de la humanidad. Véase su
conmovedora biografía “The Story of My Life” (La historia de mi vida) y
el análisis de sus sensaciones sobre ella “The World Live In” (El mundo
interior).
Por último, citar a aquellas personas que por ignorancia se rebelan
contra el sufrimiento y viven convertidas en un hato de dolores, que
están constantemente pensando en su dolor; pensando únicamente en
sí mismas (uno de los aspectos del egocentrismo) y consumiendo el
tiempo hablando de sus dolencias ¡Pasan por la vida “rumiando” dolor!.
¡Despertad! ¡no sigáis! ¡no continuéis con esa actitud! porque impedís
el proceso psicomagnético de depuración del alma y prolongáis vuestro
dolor.
Repetiremos:
El dolor es la cosecha de la mala siembra (voluntaria), pues quien
siembra vientos recoge tempestades −afirma un dicho popular−.
Toda transgresión tiene su reacción.
Toda violación de la ley rompe el equilibrio, que necesariamente ha
de ser restaurado.
Todo mal cae sobre quien lo genera, y del mismo modo, todo bien
vuelve aumentado a su punto de partida, produciendo felicidad.
Nadie recibirá un minuto de dolor si no le corresponde.
Nunca dolor y sufrimiento alguno será mayor que la fuerza para
soportarlos, es ley divina.
No hay que tomar el dolor como castigo divino, porque Dios no
castiga; es una oportunidad que las leyes eternas nos proporcionan a fin
de purificar el alma y poder ascender así a los planos de felicidad.
Evitad siempre nuevas causas de dolor, y redimid las viejas por el
amor practicando el bien.
El pensamiento es una fuerza poderosa, orientémoslo al servicio del
bien y evitaremos así los sufrimientos futuros.
ACCIÓN DE LA LEY DE CONSECUENCIAS DESPUÉS
DE LA MUERTE
No es objeto de esta obra entrar en la descripción o análisis de la vida
en el más allá después de la muerte del cuerpo físico, pero estimo
conveniente exponer algunas breves aclaraciones a fin de poner en
conocimiento del lector algunos aspectos que pueden serle muy útiles
en sus reflexiones:
Comencemos con ese fenómeno psicofisiológico
que denominamos “muerte”.
¿Qué es la muerte?
Podrían ser muchas las repuestas a tenor de los conocimientos y
creencias de cada cual.
Para muchos es el final de la vida, el final de todo.
Para otros, es un fantasma aterrador que "arbitrariamente" les priva
de la vida, de los placeres, de los lujos, de las comodidades o de la
autoridad que disfrutan, y a todos les asusta pensar en lo que pueden
encontrar después de ese tránsito.
Para otros sin embargo, es el descanso, el final de una vida de
padecimientos.
Hay quienes esperan un más allá feliz aunque desconocido y por
contra, quienes no esperan nada, pero tienen sus dudas.
Otros muchos confían ser convenientemente recibidos en el cielo
por haber pertenecido a alguna de las creencias religiosas y haber
cumplido con los dogmas y requisitos establecidos. Sin embargo las
religiones por sí mismas no salvan a nadie; porque todas las religiones y
pseudo-religiones, con sus rituales y dogmas contrarios a la lógica y a la
razón, son creación de los hombres. Al pasar el umbral del más allá, al
entrar en la cuarta dimensión, al astral [39], las religiones carecen de
valor alguno y sólo cuentan las buenas obras realizadas. La verdadera
religión es la que profesó el sublime Nazareno y otros grandes mesías, la
religión del amor universal sintetizada en estas frases “ama a tus
semejantes como te amas a ti mismo” porque “sólo por amor será salvo el
hombre”.
Para otros la muerte es el final de una dura jornada más, de una
misión ya cumplida de la que se llevan un bagaje de conocimientos y
experiencias. Estos esperan siempre la muerte, confiados y deseosos,
porque para ellos la muerte no es más que el tránsito de una vida a otra
más plena de actividad y esplendor dónde disfrutar de la libertad, ya sin
la prisión que para el espíritu representa el cuerpo físico.
Como podemos valorar, y aunque parezca semejante, cada persona
tiene formada una idea diferente de ese trance. Y esta idea puede
resultar acertada o errónea.
En realidad la muerte viene a ser el final de una jornada y el comienzo
de otra nueva; jornada mejor o peor según haya sido el comportamiento
de cada persona. Es realmente una resurrección, pues el ser real resucita
verdaderamente a una nueva existencia. Y por ese trance tan temible
para algunos, el ser real, el espíritu, deja el vehículo físico-carnal que ya
no necesita ni le es útil para vivir en esa otra dimensión. Decimos
entonces que desencarna.
Ahora bien, debemos tener presente que al cruzar el umbral de esa
dimensión desconocida (desconocida para la gran mayoría por haber
sido ocultada y su divulgación perseguida por los convencionalismos),
arrastramos los mismos pensamientos y sentimientos, creencias,
tendencias, amor, odio y deseos que manteníamos en la vida humana.
De inmediato se produce una turbación, un oscurecimiento de las
facultades mentales que varía mucho en cada caso (proceso similar a
cuando se encarnó pero más corto) y que depende siempre de la
condición moral. Esto ocurre habitualmente en los casos de
enfermedades, pues en las muertes violentas la situación es muy
diferente. Los seres con gran progreso espiritual despiertan muy
suavemente momentos después de entrar en estado de coma o agonía,
surgiendo a la vida espiritual y asistiendo conscientes a la extinción de la
vida de su cuerpo físico, elevándose después a los planos superiores
cuyo resplandor ya vislumbran. Pero para los egoístas, los malvados y
apegados a la vida material esa turbación puede durar mucho tiempo,
años incluso, según haya sido su vida. Y aquellos que sólo hayan vivido
para los placeres de los sentidos, para la acumulación de riquezas y el
poder mal conseguido; para los hipócritas, los malvados, los criminales
de toda condición social y todos aquellos que haya abusado de su
autoridad, engañado o estafado, todos ellos serán los que sufran una
mayor turbación, despertando en una oscuridad tenebrosa denominada
tinieblas en la que permanecerán sumidos por un tiempo
indeterminado, que variará en cada caso y dónde padecerán grandes
perturbaciones. En muchos casos estas tinieblas van acompañadas de
horribles visiones y sufrimientos cuyo final no pueden vislumbrar. De
aquí procede la cita del Evangelio «el crujir de dientes»
El alma comienza entonces a penetrar en la esencia de la ley de
consecuencias, encontrando en sí misma los resultados de su vida
anterior.
¡Cuánto pesan las creencias equivocadas al pasar ese umbral!
¡Cuántos llegan engañados con promesas de salvación gratuita que
no se cumplen! ¡qué doloroso despertar les está esperando!
Sólo la práctica del bien y las buenas obras podrán salvar al alma de
los sufrimientos a la hora de pasar el umbral, permitiéndole elevarse
hacia las moradas de felicidad.
La muerte, trance inevitable, suave para unos y doloroso para otros,
no cambia en lo más mínimo la condición psicológica del ser, ni puede
transformar a un ser inferior en otro superior. El ser sigue vibrando en
idéntica tónica, y en numerosas ocasiones ni se percata que ha fallecido
(especialmente los materialistas y negadores de la supervivencia del
alma), hasta tanto haya pasado un tiempo necesario que variará mucho
en cada situación.
Es necesario erradicar de la mente ese concepto del «descanso
eterno», esa creencia en la holgazanería permanente del alma.
¡La mente jamás descansa! ¡la muerte no existe como realidad! pues
todo individuo sigue existiendo como ente real que continúa pensando y
sintiendo. “Cogito, ergo sum” “pienso luego existo” citaba Descartes. La
muerte existe como trauma psicofisiológico, como tránsito de una
modalidad de vida a otra, del cambio de una vida vegetativa a una
modalidad diferente de vida espiritual, como la metamorfosis de la
crisálida en mariposa. Es un acto de liberación del espíritu que vuelve a
la vida del espacio a la que pertenece, a una vida más real que la anterior
física; prisión por un tiempo pero necesaria como vía de progreso.
Porque de hecho la auténtica vida del espíritu se produce en el espacio.
Libre por fin el espíritu del pesado fardo que representa el cuerpo
físico, la mente es la única fuerza motora que le desplaza, y le mueve
con la rapidez del pensamiento. Allá donde dirija su pensamiento, allí se
traslada instantáneamente con su envoltura o psicosoma; dónde ponga
su pensamiento o deseo, allí se encuentra. Los avaros y los codiciosos
(valga el ejemplo), después de desencarnar, quedan automáticamente
imantados a aquello que les fascinaba, al objeto de sus excentricidades y
de sus aficiones.
Existen tantas facetas como numerosas son las condiciones
intelectuales y morales de los humanos.
Y entonces llegan estas duras y terribles preguntas: ¿has utilizado la
vida para el progreso del espíritu? ¿has sido útil a tus semejantes? ¿ha
estado tu vida guiada por la “voz de la conciencia”, la manifestación de
tu yo superior? o ¿la has ahogado para seguir el camino de la “dolce
vita”? o ¿dominado por el egoísmo y las pasiones has causado dolor a
tus semejantes?
Aquí comienza a actuar el otro aspecto de la ley de consecuencias o
ley de causa y efecto. Cuando se llega a esta fase de la vida una, cuando
el «difunto» o desencarnado se da cuenta de su situación, de su realidad
existencial y se ve tal cual era, se produce el fenómeno inverso de
cuando encarnó, el alma (facultad sensitiva y emotiva) y la mente
(facultad intelectiva, volitiva, racional) comienzan a vibrar con mayor
intensidad (la materia orgánica actúa como reductor al ser su vibración
más lenta) y del fondo inconsciente afloran todos los detalles de la vida
recién acabada. Entonces el ser toma conciencia del daño que ha hecho
o deseado hacer y sufre intensamente, a menos que se trate de una
persona inmoral, bruta, de conciencia incipiente y con escaso desarrollo
espiritual, en cuyo caso tendrá las mismas sensaciones que en su
despertar.
Del mismo modo, toda acción de bien es motivo de felicidad;
felicidad acorde al grado de bien realizado.
La creencia popular de que el alma debe presentarse ante el tribunal
de Dios debe ser descartada. No obstante, es cierto que el alma tendrá
que encontrarse ante el “tribunal de su propia conciencia” (juez
inexorable), pues libre de la prisión de la carne, el ego superior adquiere
una fuerza de manifestación mayor. Y ante su vista se presentan, en
cuadros fluídicos y en movimiento (tal como ocurrieron), sus principales
acciones (cómo en una película), de las que no puede huir y librarse
porque están grabadas en su propia naturaleza psíquica, en su mente
(que se torna más lúcida) y en los planos mental y emocional del éter
cósmico, [40] y al recordarlos, son actualizados por sintonía. En muchos
casos surgen también algunas secuencias de vidas pasadas (en cuadros
fluídicos) a fin de que pueda conocer el motivo y el porqué de las
circunstancias de esa última existencia terrena.
Es en ese punto cuando comienza a recogerse la cosecha de la
siembra efectuada, porque “la siembra es voluntaria y la cosecha
obligatoria”.
Si sembramos dolor, eso mismo recogeremos. Sí sembramos amor
practicando el bien, la felicidad será la cosecha.
Para quienes afirman que las oraciones liberan de penas y
sufrimientos a las almas, les diremos ¡cuán engañados viven quienes
guardan tal creencia!
Si así fuese, aquellas almas que no dejan parientes ni amigos que
oren por ellas no tendrían las mismas posibilidades y quienes tuvieron
dinero podrían pagar oraciones para cuando su alma desencarnase, lo
que equivaldría a comprar con dinero el progreso del alma (?). Además
de pueril, injusto ¡y la ley no comete injusticias!
Todo individuo es responsable de sus actos ante la ley divina, y esa
ley divina que es sabiduría y amor da a cada cual exactamente lo que
merece ¡no nos engañemos con espejismos!
La oración sincera, nacida del alma con todo amor (y únicamente
así), es una vibración magnética que llega al alma desencarnada a la que
va dirigida y le produce una sensación de alivio (si está sufriendo) y
alegría, al apreciar que sus seres queridos le recuerdan con cariño [41].
Es muy importante también orar con pensamiento afectuoso a lo Alto,
pidiendo ayuda para ese ser, a fin de que sea guiado en su nueva
modalidad de vida.
La ley de consecuencias está inmanente en la propia naturaleza
psíquica y espiritual de todo ser. Toda acción tiene su reacción, toda
deuda ha de ser saldada, toda transgresión a la ley divina del amor
rompe el equilibrio, que ha de ser restaurado necesariamente por el
mismo transgresor.
Creencia en el descanso eterno:
El concepto de “descanso eterno” (tristemente generalizado) fue
establecido posiblemente en el pasado, ante un sentimiento de
necesidad de reposo después de una dura vida de trabajo y
sufrimientos.
De ahí esa frase tan común que escuchamos cuando asistimos a
algún sepelio ¡por fin, descansa!. Aunque también podría haber surgido
ante la visión del cuerpo rígido del difunto.
¡Nada más equivocado! Al salir el cuerpo espiritual que daba vida al
cuerpo físico, ahora inerte, el espíritu continúa sintiendo, pensando y
viviendo, aunque en otra dimensión, pero no así el cuerpo físico que se
destruye.
Y como la vida es energía en movimiento, el descanso en el más allá
tal como algunos lo entienden, simplemente ¡no existe!.
Existen, eso sí, moradas etéreas (porque el cuerpo espiritual es
también de sustancia etérea), tan o más reales que las de nuestro plano
físico, a las que son llevadas aquellas almas elevadas que han sufrido,
que han practicado el bien, y cuya belleza y felicidad están en relación a
su sensibilidad y obras de amor.
Y en esos ambientes de belleza y dicha inenarrables, en esa otra vida
del espíritu, existe una actividad plena [42]. Actividad que es totalmente
voluntaria y dónde las almas buenas, vibrando en amor fraterno,
continúan practicando el bien, ayudando a los seres queridos que
dejaron en la Tierra y contribuyendo en obras de progreso para otros
seres. Por esa misma ley, las almas poco evolucionadas, las almas ruines
y cargadas de odios continúan pegadas al plano físico, perturbando a
aquellas personas a las que están unidas por los lazos de odio. Esta
actividad es tan real como la nuestra, a pesar de que no podamos
percibirlo con nuestros sentidos físicos.
SUICIDIO
¿ES EL SUICIDIO UNA SOLUCIÓN?
MARTIRIO DE LOS SUICIDAS
Aunque se aleje un poco del objeto principal de esta obra, y dada su
enorme importancia, enfocaremos brevemente esta actuación
equivocada, que suele ser utilizada como una vía de escape y solución
ante los reveses y duros problemas de la vida.
Comenzaremos con el siguiente interrogante ¿es realmente el
suicidio una solución?
¡Si! Si la vida terminase con la muerte del cuerpo físico, pues
entonces el suicidio sería una solución a los problemas que han
motivado esta drástica decisión.
Pero ¿realmente la vida acaba con la muerte?
Rotundamente afirmamos ¡No! ¡la vida no termina con la muerte del
cuerpo físico!
Cómo hemos podido deducir a través del análisis de los temas
tratados, el cuerpo físico es únicamente el instrumento de
manifestación del ser real, del espíritu; de ese ser inmortal que tiene
cuerpo y vida propia aunque en otra dimensión y fuera del alcance de
nuestros sentidos físicos.
Con conocimiento pleno de este aspecto humano, podemos afirmar
rotundamente que el suicidio es el mayor de todos los desatinos que
una persona puede cometer.
Pregunta obligada ¿por qué? Porque los sufrimientos que esperan al
suicida son terribles.
La primera decepción que aguarda al suicida es el hecho de
comprobar que no ha muerto, que su intento de suicidio ha resultado un
fracaso. Comprueba que sigue existiendo, que no ha muerto, y siente
bullir en su mente los mismos problemas y motivaciones que le llevaron
a esa determinación extrema. Verifica con gran amargura que su intento
de privarse de la vida, su determinación por desaparecer, su holocausto,
ha resultado estéril. Y con esta comprobación se desespera, y en
muchas ocasiones sigue empecinado en destruirse, llegando en su
desesperación hasta la locura. Tiene la sensación de vagar por un
espacio tenebroso, como loco, tratando de huir de sí mismo sin poder
conseguirlo. En otros casos comprende que no ha muerto, que continúa
viviendo aunque con más intensidad y sin poder alejarse de los
problemas y motivos que le indujeron al suicidio. Comienza entonces
una nueva etapa de dolor cuya duración guarda relación directa con los
motivos que le impulsaron a cometer esa disparatada decisión.
Y ¿por qué el recuerdo de esos problemas no desaparece? se
preguntará algún lector. Simplemente porque existe en su mente, que
nunca muere.
Si en algún momento de vuestra vida, vuestro raciocinio llegase a
ofuscarse, es muy importante que conozcáis sus durísimas
consecuencias y evitar así caer en la tentación del suicidio.
Al suicida, no sólo le ha resultado imposible librarse de sus
problemas, preocupaciones y sufrimientos; sino que se encuentra
impotente ante el suplicio que significa para él la visión patética y nítida
de los motivos que le indujeron al suicidio, rodeado en todo momento
de una oscuridad siniestra e impenetrable y soportando además los
terribles dolores que le ocasionaron la muerte del cuerpo físico.
El ahorcado que buscó el sueño eterno mediante la muerte,
experimenta durante largo tiempo la sensación de estar colgado sin
poder desprenderse, sintiendo muy de cerca los problemas de los que
trató de huir. ¿Y por qué sucede así? porque en esa otra dimensión la
mente es la fuerza motora y allá dónde pone su pensamiento se traslada
inmediatamente, aún sin desearlo.
Quien escoja un veneno pensando que solamente experimentará el
dolor durante unos pocos minutos, seguirá sintiendo durante mucho
tiempo los estertores de la muerte, los atroces dolores del veneno
destruyendo sus vísceras. Quién se ahogó o se ahorcó continuará,
desesperadamente, tratando de librarse de la asfixia. Quienes creyendo
que descerrajándose un tiro escaparían de la persecución, dejando de
existir ¡pobres criaturas!, las más de las veces y durante un tiempo que
variará según los motivos, sentirán constantemente el estampido del
tiro y el dolor de la bala penetrándoles.
Resulta conveniente aclarar que todos los casos no son iguales, pues
aun utilizándose el mismo método, cada caso varía según hayan sido los
motivos que han impulsado al individuo.
Aquella persona que por causa de una enfermedad ha recurrido al
suicidio, en la creencia de que con la muerte del cuerpo físico
terminarían sus dolores, que descansaría para siempre, despertará muy
pronto sintiendo los mismos dolores y una gran angustia se apoderará
de ella, al comprobar que no puede morir, porque el suicidio nunca
libera de los dolores. Existen casos en los que el alma del suicida
continúa ligada al cuerpo físico, sufriendo lentamente las fases de
descomposición y aumentando así las sensaciones dolorosas que
deseaba perder, y que lejos de mitigar su sufrimiento, lo están
prolongando.
Aquella persona que ante una mala situación económica o similar,
cometiese el error de suicidarse por falta de valentía para afrontar sus
pruebas, dejando el hogar abandonado y a sus hijos sin amparo, en la
convicción de que una vez muerto se vería libre de preocupaciones; esa
persona despertará viendo el cuadro de dolor que ha causado y a su
esposa y a sus hijos en peores condiciones que antes, a consecuencia de
su abandono. Sentirá el dolor moral de verse impotente para alejarse de
su familia, quedando además imantado a ella y sin poder remediarlo,
viviendo así la tortura del arrepentimiento por su cobarde acción.
Vemos claramente que el suicidio no es una solución, muy al
contrario, incrementa aún más el problema. El suicida tendrá que
reencarnar cuando le sea permitido y pasar por las mismas pruebas
anteriores al suicidio, hasta que llegue a superarlas; porque el suicidio es
un crimen contra uno mismo, es una flagrante violación de las leyes de la
vida.
Y esa violación, ese crimen, es resultado del desconocimiento de la
ley y sus consecuencias. Si en un momento de ofuscación y
desesperación, tenemos la certeza de que la vida no termina con la
muerte física y que continuamos existiendo; si sabemos que la muerte
no nos liberará del recuerdo de los problemas y que, muy al contrario, la
conciencia libre del cuerpo carnal se manifestará mucho más vívida, más
intensa, y que el suicidio creará las causas de futuros sufrimientos ¿no
estimas querido lector que esa persona reaccionará y se sobrepondrá a
la desesperación, superando así la crisis?
Psicológicamente, el suicidio es un vano intento de evasión de la vida
y sus responsabilidades, a consecuencia de un falso concepto de la
realidad.
Jamás se suicidará quien tenga la plena convicción de su
inmortalidad como ser pensante. Como dice Unamuno en uno de sus
“Ensayos” “los más de los suicidas no se quitarían la vida si tuvieran la
seguridad de no morirse nunca sobre la Tierra” (II, pág. 38).
Y buena parte de la responsabilidad corresponde a las religiones
positivistas, que con sus conceptos creados en épocas de oscurantismo
e inaceptables hoy a la razón; con su práctica de culto externo y
abandono de los principios fundamentales de la religión, han llevado a
las personas a la pérdida de la fe en la realidad espiritual.
Apreciado lector, tú y yo; todos los que arrastramos deudas por
errores presentes y pasados ¡podemos redimir viejas deudas salvando
una vida, salvando a alguien del suicidio! Lleva este conocimiento a tus
amistades y conocidos, pues entre ellos puede haber alguien próximo a
caer en esa tentación.
LEY DE EVOLUCIÓN
El concepto de evolución ha avanzado mucho en el tiempo. Tan
vilipendiado en su origen por las mentalidades anquilosadas, hoy ha
tomado, finalmente, un vigoroso impulso.
Comenzó siendo una hipótesis para mentes preclaras, llegando a ser
una teoría académica fundamental para estudiarla como ley de vida,
inicialmente en el campo de la zoología gracias al gran naturalista
francés Lamarck, y extendiéndose después a todos los campos de la
vida con el apoyo de la ciencia.
La evolución, como ley cósmica, como ley divina, trasciende a todos
los aspectos de la naturaleza porque significa una transformación
continua hacia formas más complejas tanto en lo morfológico como en
lo psíquico.
Toda manifestación de vida, incluyendo la materia inerte, está en
constante movimiento y transformación; de ahí las mutaciones que
encontramos en las diferentes formas de los reinos mineral, vegetal,
animal y hominal.
Todo cuanto existe nace con su propia ley; constituye la expresión de
una ley y no puede existir sino como desarrollo de un principio que
depende de una ley concreta. Y el ser humano al igual que todos los
demás entes evolutivos, está inmerso en esta gran ley divina, la ley de
evolución.
Toda forma de energía -que representa vida-, desde el átomo hasta el
hombre, está integrada en esa fuerza cósmica que es la ley de evolución
y se encuentra en un constante transformismo evolutivo. Lenta, muy
lentamente en las formas inferiores, y presionando con mucha más
fuerza en las formas más evolucionadas, según sea su nivel de desarrollo
del psiquismo.
La personalidad humana en su estado actual es el resultado de una
larga evolución en lo físico, en lo psíquico y en lo espiritual. Como dista
todavía mucho de su meta -la perfección-, sigue avanzando hacia ella en
el tiempo y en el espacio, empujada por esta fuerza cósmica
denominada ley de evolución o ley de la vida.
Cada fase evolutiva tiene su tiempo marcado dentro de la eternidad
que nos abarca. En la etapa humana, el tiempo en alcanzar la meta,
mayor o menor, depende siempre del propio individuo. Y ante esta
premisa, alguien podría pensar "entonces, no hay prisa por llegar,
tenemos toda la eternidad por delante". Actitud desacertada, pues
cuanto menos avancemos en el camino de progreso, cuanto menor sea
el esfuerzo, más sujetos estaremos a las encarnaciones en mundos
atrasados y sus vidas penosas.
Dado el escasísimo conocimiento que las personas tenemos del
concepto tiempo, la evolución se nos figura muy, muy lenta; pero esto
no sucede necesariamente así, puesto que de un salto, una humanidad
atrasada puede transformarse en una humanidad perfecta. Como indica
el filósofo Pietro Ubaldi en su obra “La Gran Síntesis”: “los perezosos,
retardados, holgazanes y viciosos pesan enormemente sobre los más
adelantados. Y no sólo pesan, sino que se sublevan contra todos aquellos
que se empeñan en hacerles avanzar por el verdadero camino. Es tanto el
atraso moral y espiritual de nuestra humanidad, que ésta cobra aversión y
odio a todo aquel que lucha por sacarla de su charco de fango, en medio
del cual se encuentra muy a gusto, por falta del conocimiento de su propia
realidad, de la verdad de la vida”
Sólo unos pocos, con una capacidad perceptiva más desarrollada,
pueden apreciar el avance arrollador de esa energía y fuerza creadora.
La mayoría de las personas avanza inconscientemente, arrastrada por
esa fuerza poderosa que toma diversos aspectos de manifestación en
las relaciones humanas.
En las formas inferiores, esta ley de vida produce un constante
movimiento de transformación hacia formas más complejas y perfectas.
En la etapa humana, la ley de evolución presiona también (aunque
lentamente para la percepción humana) hacia la transformación
morfológica a formas más perfectas. Y es que nuestra humanidad no ha
alcanzado aún el avance morfológico de las humanidades más
evolucionadas de otros mundos [43]. Pero donde la ley actúa con más
fuerza es en el psiquismo, creando en el individuo el deseo de nuevas
conquistas, de nuevas experiencias en todos los órdenes de la actividad
humana, llegando incluso a generar violencia y luchas.
Nada de lo que conocemos y poseemos hoy en nuestro mundo
satisfará al hombre del mañana, por su mayor capacidad mental
(intelectiva, volitiva y creativa). El sabio de hoy será comparable al
escolar de mañana.
El hombre civilizado de hoy es apenas el salvaje de ayer, que desde
las primeras edades viene evolucionando lentamente por medio del
aprendizaje, de las experiencias, de las vicisitudes y las luchas.
A medida que el ser humano avanza en su eterno camino de
ascensión, su inteligencia y facultades se desarrollan con el uso de la
mente, y nuevos y más amplios horizontes, experiencias y conceptos se
presentan ante él. Es la ley de evolución que presiona su espíritu; es la
ley universal del progreso que le reclama, que le invita a avanzar en el
eterno camino de la ascensión. Pero no siempre el individuo responde
adecuadamente a esa llamada; en las más, se deja llevar por las
atracciones del medio ambiente circundante, siendo arrastrado por el
espejismo de las sensaciones que le estancan y le retardan en su
progreso. No obstante, al ser el estatismo contrario a la ley, ésta actúa
de un modo no siempre agradable, y por medio de circunstancias
adversas, le conduce amorosamente (como hacen los buenos padres
con sus hijos) hacia el ejercicio de sus facultades, obligándole a la
solución de los problemas y a la superación de los obstáculos, con lo que
desarrolla sus facultades intelectiva y volitiva, capacitándose así para
mayores realizaciones y contribuyendo en paralelo a su propio progreso
y evolución.
En cada ser humano está grabado su grado evolutivo de modo
inequívoco, en la inteligencia que le anima, en su capacidad de amor y
sacrificio, en el dominio de sí mismo, en su fuerza mental de irradiación y
atracción, en su magnetismo espiritual y animal y en su grado de
capacidad analítica y conceptual para penetrar las cosas, en su
sensibilidad, amor fraterno y rectitud.
En cada existencia física el ser humano evoluciona desde que nace,
marcado por las fases de la infancia, adolescencia, juventud, madurez,
vejez y muerte. En esta última, la materia orgánica que compone el
cuerpo físico vuelve a su origen, y ya libre el espíritu, sigue
evolucionando en otra dimensión; dimensión que no percibimos por ser
tridimensionales en la percepción de los sentidos físicos.
Como expusimos en el capítulo "Ciclos de reencarnación", después
de un tiempo en el espacio que varía en cada caso, el yo espiritual siente
ansias de volver a la lucha en el plano físico para desarrollar sus
facultades latentes. Es la ley de evolución que le empuja hacia la eterna
ascensión.
Una vida en el mundo físico es sólo un momento en la eternidad del
espíritu que anima a la personalidad humana.
Como decía Pitágoras, el gran filósofo griego “una vida en la carne no
es más que una anilla en la larga cadena de la evolución del alma”
El espíritu viene a la vida física para aprender y desarrollar sus
facultades mentales y anímicas mediante las vicisitudes en las vidas
humanas; para cumplir misiones que purifiquen su alma por medio del
dolor o la práctica del amor fraterno y para crecer en sabiduría, fortaleza
y amor. En suma, para evolucionar.
Siendo la perfección (en la cual están implícitas la sabiduría,
fortaleza, amor y pureza) la meta hacia la felicidad ¿cómo puede
pretenderse conseguir todo ello en una sola vida, si en la mayoría de los
casos ni siquiera se tiene acceso a los medios para adquirir estas
virtudes?
Lo queramos o no, lo aceptemos o no, esa es la ley eterna de
evolución del espíritu.
GÉNESIS DEL EGO
A las mentes cuya capacidad de raciocinio está poco desarrollada
todavía y por ello su lógica es aún infantil, les resulta muy difícil
comprender que el origen del ser espiritual -del ego- pueda remontarse
al origen de los tiempos, y admiten como verdad las creencias más
ilógicas. A unos, no les interesa, porque al vivir presionados por su
medio ambiente, no les preocupa en absoluto, y al resto, tampoco,
porque aborrecen todo aquello que exija razonar y pensar, pues su
mentalidad está centrada en la vida vegetativa y se encuentran muy a
gusto en su ignorancia. Y todos sabemos que la ignorancia tiende
siempre a buscar algo tangible y visible para rendirle culto, sea religioso
o material.
Si algún lector encontrase tediosa e insípida esta temática de la
evolución, significará que no se encuentra todavía en este estadio
evolutivo. En tal caso, le sugerimos centre su atención en otros temas
de los que sin duda sabrá extraer mejor provecho.
Pero para todos aquellos lectores que sientan inquietud por conocer
su origen y destino, de dónde vienen y hacia dónde van, les pediremos
tomen en consideración estos nuevos conceptos de la verdad única.
Si bien nuestra capacidad intelectual es bastante limitada, dado que
vivimos en un plano de limitaciones; no resulta muy difícil entender que
del mismo modo que encontramos un orden y armonía perfectos en la
mecánica celeste y en las manifestaciones de vida visible, también existe
esa cualidad en lo no visible, un orden y armonía perfectos, tanto
natural-normal como supra-normal y cósmico.
Esta orden y armonía emanan de una mente universal poderosísima
que trasciende al universo con sus miríadas de sistemas planetarios y
galaxias.
Esa Mente Poderosísima, Suprema Energía Creadora (que la limitada
inteligencia humana es incapaz de comprender aún) y que
denominamos Dios, es la Máxima Sabiduría Cósmica, que vibrando en
amor constante, crea vida de Sí mismo, vida que es vibración y energía.
Crea «chispas» divinas proyectadas al espacio infinito, recibidas y
guiadas por mentes espirituales sutilísimas (planificadores de la
involución) que se nutren de la energía vital, también emanada de la
fuente de toda vida.
Y esas “chispas” divinas, “gérmenes” de futuros seres, son dirigidas
por mentes espirituales poderosas desde los planos de luz y armonía en
su involución a los planos físicos. Siendo todavía energía, comienzan su
condensación en grandes núcleos, tomando del éter universal
(antimateria) los recursos necesarios con los que forman su primer
cuerpo material, el átomo, en cuyo centro o núcleo se sitúan y desde
dónde rigen todos sus movimientos. Esas “chispas” divinas y
espirituales continúan siendo energía [44].
Comienzan así su involución en el plano físico, formando el átomo
más simple, el átomo de hidrógeno, con un sólo electrón y protón. Su
desarrollo continúa, electrones, protones, neutrones; hasta haber
completado todas las experiencias en el reino mineral, sirviendo y
entrando a formar parte, como átomo, de las moléculas vegetales y
animales.
Completado todo ese largo proceso, las chispas espirituales pasan a
animar la vida vegetal, comenzando como fuerza cohesiva en la
agrupación de los átomos, para formar moléculas, luego células, y más
tarde vegetales, comenzando siempre en las formas más diminutas y
siguiendo en las mayores, hasta completar sus experiencias en el reino
vegetal.
Iniciando su periplo en el reino animal, esas chispas espirituales
−siempre unidas al alma universal− deben descender al agua, partiendo
de formas microscópicas y continuando en la escala de los peces y
anfibios, hasta llegar a los animales mayores. En todos estos procesos,
las chispas espirituales son guiadas (no individualmente sino en grandes
grupos) por fuerzas espirituales superiores, es decir, carecen aún de
libertad de acción. Estas fuerzas son lo que generalmente denominamos
leyes físicas o biológicas.
En la materia inorgánica (mineral), las “chispas” evolucionan hacia la
materia organizada y vitalizada (vegetal), etapa en la cual el psiquismo
despierta y adquiere conciencia de sensación. A su vez, éstas
evolucionan hacia estadios en los cuales comienza el movimiento de
traslación y el desarrollo psíquico (etapa animal), en los que perciben el
ambiente sin poder analizarse a sí mismas. Y es en las diversas formas de
la etapa animal dónde comienzan a desarrollar las facultades de la
mente y los automatismos que componen el funcionamiento fisiológico
a través de las múltiples experiencias; experiencias necesarias para
pasar finalmente a la etapa hominal, dónde adquieren libre albedrío,
conciencia y razón.
En el animal primario su inteligencia es aún muy rudimentaria, la
denominaremos instintiva; pero a través de múltiples y sucesivas
repeticiones o retomas, va desarrollando su psiquismo, lo que le
capacita para experimentar en formas cada vez mayores, que a su vez,
va modificando por medio de infinitas y continuas mutaciones, hasta
alcanzar las fases mayores de esa etapa animal en dónde adquiere las
experiencias y el desarrollo de su psiquismo, lo que le capacita para dar
el salto a la etapa hominal, pero no al hombre actual.
Y ese salto a la etapa humana se efectúa primero en el espacio,
recopilando experiencias (si bien inconscientes) durante millones de
años de vida animal en las diferentes especies. Y durante ese proceso,
experimenta una transformación que le convierte en espíritu consciente
de sus actos [45]. A ese proceso contribuyen también las mentes
espirituales superiores, vibrando en amor; esos trabajadores de la obra
divina de evolución de esas chispas espirituales, que ya desde ese
momento, les propician ser espíritus con individualidad y libre albedrío
(en la medida de su progreso), siendo por ello responsables de sus actos
y pasando a encarnar en razas y mundos primitivos, siempre guiados
con amor, individualmente, por otros seres espirituales superiores a los
que las religiones denominan “ángeles guardianes”
Por ello podemos afirmar que nuestro origen es divino, que somos
criaturas de Dios que cual semillas que nacen de la planta madre, llevan
en sí todas las propiedades cualitativas de la misma, que somos una
extensión de Él en el universo, seres hechos para poblar el vasto e
infinito universo y crear en él moradas de felicidad; crear mundos a
medida que desarrollemos en nosotros “sus” atributos. Esos atributos
que cual semillas llevamos en estado latente esperando el desarrollo
que nos asemejará a Él [46]. De aquí nuestra semejanza a la Divinidad,
semejanza en esencia, pero no en nuestro estado actual ni en la forma
externa en la que muchos entienden la frase “somos imagen y semejanza
de Dios”. Ni tan siquiera en lo morfológico hemos alcanzado aún la
forma que constituye el patrón de las humanidades más evolucionadas.
Todos y cada uno de nosotros hemos tenido el mismo punto de
partida que cualquier ser viviente y pasado por diversos grados de
manifestación y diferentes formas de vida hasta alcanzar nuestro estado
actual.
A fin de que lo expuesto no sea malinterpretado, creemos necesario
aclarar, amable lector, que no es que hayamos sido plantas y animales,
sino que la «chispa» espiritual que existe en nosotros, ya desarrollada
como espíritu o ego en función sinérgica, en los inicios de su evolución,
pasó por los tres reinos de la naturaleza, mineral, vegetal y animal antes
de alcanzar el hominal, y en cada uno de ellos necesitó un tiempo que en
nuestra medida humana significan ¡millones y millones de años!. Un
tiempo casi inmensurable animando la vida de esas formas para
desarrollarse y adquirir las experiencias necesarias que cada modalidad
de vida pudo ofrecerle. Una vez alcanzada la etapa humana ya no se
retrograda, porque el camino, el proceso evolutivo, es siempre
ascendente.
Y para aquel que se sienta humillado ante el fundamento del proceso
evolutivo del ego a través de las formas inferiores de vida, le
preguntamos ¿por casualidad conoce el proceso embriogénico del
cuerpo humano? ¿se siente humillado acaso, por haber sido inicialmente
un feto informe en el útero de su madre, igual que el de un pez y un
pájaro en los primeros días de este proceso?
La embriogenia nos demuestra que el cuerpo humano es la síntesis
de todas las formas vivas que le han precedido, algo así como la última
anilla visible de una larga cadena de evolución en las formas inferiores
desde la noche de los tiempos.
De lo expuesto se desprende fácilmente que la diferencia entre el
hombre, el animal y la planta es el tiempo; el mayor o menor camino
recorrido en el devenir del tiempo sin tiempo.
¿Sorprendente? Para algunos no, para los más, sí.
A éstos últimos les rogamos observar su propia naturaleza físico-
psíquica y verificar ¡cuán parte de sí mismos está confiada a los
automatismos!
Sin duda podríamos ampliar muchísimo más este asunto, pero nos
apartaríamos del objeto de la obra.
PROCESO EVOLUTIVO DEL ESPÍRITU
Ha quedado suficientemente demostrado por la ciencia que la vida
es energía, y que la energía es fuerza productora de movimiento, que es
acción. Más para que la acción sea positiva debe estar bien dirigida.
La «chispa» espiritual o entelequia, desarrollada en la lucha a través
de las formas inferiores, engrandecida, y llegada ya la etapa humana,
recibe la denominación de espíritu –el ego−. Ente que ido adquiriendo
fuerza y experiencia en las múltiples manifestaciones de vida,
desarrollando parte de las facultades recibidas de la Divinidad Creadora,
y por ello, su alcance y capacidad energética es cada vez mayor,
creciendo más y más con el ejercicio de sus facultades en la lucha de
cada vida. Una lucha salvaje en sus comienzos y que ha ido mejorando a
medida que ascendía en la escala evolutiva, hasta alcanzar finalmente
esa fase sublime de sabiduría y amor en la que la lucha se convierte en
felicidad.
Igual que el grano de semilla vuelve a la tierra para convertirse en
planta fructífera, del mismo modo, el ego retorna para adquirir
sabiduría, amor y poder, encarnando en los mundos físicos tantas veces
como sea necesario hasta alcanzar la meta, la perfección, cumpliendo
así con los designios de la Sabiduría Cósmica. Pero ¡cuánto retrasamos
los humanos esa meta al apartarnos del camino recto, cegados por
ilusiones, que cual espejismos, se presentan en el camino de cada una de
las vidas, junto con las pasiones que inducen a cometer errores
causantes de dolor!
El proceso evolutivo del espíritu es una ascensión hacia la meta,
la perfección (sabiduría, fortaleza, pureza y amor), y se efectúa en los
dos planos, físico y supra-físico.
En el plano físico, adquiriendo experiencias y conocimientos en cada
vida, cada vez más amplios. Conocimientos que le encaminan a la
sabiduría, ampliando sus facultades intelectivas en el estudio, en el
aprendizaje y en la solución de los problemas de cada existencia,
desarrollando también la voluntad en la lucha y en la superación de los
obstáculos que se le presentan, siempre acordes a su capacidad.
También purificando el alma y desarrollando las facultades sensoriales
por medio de la práctica voluntaria del amor fraterno, o en su defecto,
mediante vidas de dolor. Porque mientras el ser humano no haya
adquirido bondad, mientras no haya sensibilizado su alma y vibre en
amor, estará atado a la cadena de las reencarnaciones en los mundos
atrasados.
A lo largo de las vidas humanas se le presentan múltiples
oportunidades de practicar el bien, de ayudar en una forma u otra a sus
semejantes, de poner en práctica el amor fraterno; en suma, de cumplir
con la ley divina de “ama a tu prójimo como te amas a tí mismo” que
también significa “haz por los otros lo que tú querrías que se hiciese por
ti”
Nadie puede excusarse alegando haber carecido de oportunidades,
porque la vida nos ofrece miles; miles de oportunidades para poner en
práctica esta norma de conducta que es la base de una convivencia
armónica en las relaciones humanas y camino para un mayor progreso
espiritual.
Nuestro mundo, al igual que todos los mundos que han alcanzado su
madurez es una escuela de aprendizaje para el espíritu en todos sus
diferentes grados. Y del mismo modo que en los colegios no se pasa de
curso hasta haber aprobado el anterior, en la escuela de la vida, para
tener derecho a vivir en mundos superiores (que ofrecen al espíritu
nuevos campos de saber y una vida libre de sufrimientos), resulta
imprescindible adquirir todas las experiencias y superar todas las
pruebas que el mundo actual (mundo como el nuestro) pueda ofrecer.
En el plano supra-físico (la fuente de la verdadera sabiduría) el
espíritu también progresa, porque en el espacio existe una vida activa.
Dada la amplitud de esta temática, que nos desviaría del asunto principal
y objeto de esta obra, nos vemos precisados a omitir mayores detalles.
La necesidad de evolucionar, impuesta por la ley, está demostrada
fehacientemente en el fenómeno psicológico de la insatisfacción. No
bien un deseo es satisfecho, nace otro. En toda realización existe un
anhelo; anhelo que una vez alcanzado en su primera fase, genera otra
más amplia, más atractiva, que impele a continuar. Ciertos estados de
insatisfacción, desasosiego y anhelos indefinidos son sensaciones
producidas por el espíritu al ser presionado por esa fuerza cósmica, la
ley de evolución.
Nacer representa la vuelta del inquieto viajero desde el mundo del
espíritu, la vuelta desde las moradas del más allá (felices o dolorosas) a
los mundos físicos y el proceso ineludible para desarrollar los poderes
latentes heredados del Creador Universal. Nacer en los mundos físicos
para adquirir las experiencias que estos puedan ofrecer; desarrollar las
facultades de la mente y del alma, para nuevamente, volver a la vida del
espacio, con una duración que variará según la necesidad del ser
espiritual y su deseo de progreso. Y volver una y otra vez más; volver a la
vida de la carne para seguir adquiriendo experiencia, sabiduría,
fortaleza, purificación y amor “tal es la ley inmutable de los
renacimientos”.
En cada una de nuestras vidas damos un paso adelante, adquirimos
nuevas experiencias, nuevos conocimientos y cualidades positivas,
siempre en un continuo progreso y desprendiéndonos de las
imperfecciones ¡porque éste es el proceso evolutivo del espíritu!.
La escala ascensional del espíritu es infinita. Empujado por la ley de
evolución el ser asciende lentamente en el tiempo y en el espacio por
medio de mil vicisitudes y pruebas, desarrollando las facultades de la
mente y del alma, y capitalizando de vida en vida, de siglo en siglo, la
inteligencia, la sabiduría y el amor.
Mediante la reencarnación, cada ser vuelve a reemprender y
proseguir la tarea del ayer interrumpida por la muerte. De aquí la
asombrosa superioridad de ciertas personas que han aparecido y
aparecen en la historia de la humanidad y cuya grandeza está basada en
la mayor capacitación obtenida mediante el esfuerzo a lo largo de sus
múltiples vidas anteriores. Cada ser aporta al nacer los frutos de su
evolución. Como dice el filósofo francés León Denis en su obra “El
Problema del Ser y del Destino”: “desprendiéndose lentamente la
humanidad de la oscuridad de las edades, emerge de las tinieblas de la
ignorancia y de la barbarie, y avanzando con paso mesurado en medio de
los obstáculos y de las tempestades, va trepando su áspera vía, y en cada
recodo de la ruta entrevé mejor las grandes cimas, las cumbres luminosas
en donde reinan la sabiduría, la espiritualidad y el amor” [47].
La mente del hombre es una manifestación del grado de evolución
de su espíritu mediante la cual trae a su actual existencia conocimientos
que ya posee por haberlos conseguido en existencias anteriores y en su
vida espiritual. Porque también en el espacio se aprende y mucho
cuando el espíritu llega a sentir el ansia de progreso.
Aunque las personas no somos conscientes de los conocimientos
adquiridos a lo largo de las experiencias humanas y espirituales, éstas
permanecen siempre en el subconsciente y gravitan en la formación de
la mentalidad del hombre; de ahí esos casos de personas
extraordinariamente dotadas para ciertas ramas del conocimiento.
Si observamos las características de los diferentes individuos que
componen el conglomerado humano, inclusive dentro de nuestro
propio ambiente circundante: semblante, configuración somática,
aspecto, ademanes, expresiones, conducta, etc., podemos apreciar a
simple vista la notoria diferencia intelectual y moral existente entre unos
y otros. Mientras en unos apreciamos una mente despierta y un
temperamento dinámico, en otros vemos al individuo tosco, bruto o
abúlico ¿podremos culpar a la Divinidad Creadora por estas diferencias?
¿podremos admitir a la Sabiduría Cósmica (perfección absoluta) como
creadora de imperfecciones o distribuyendo dones a unos y privando de
ellos a otros? ¡No, rotundamente no! Porque éstos son diversos estados
evolutivos del ego. Esos últimos caminan más atrás en la escala
evolutiva, son espíritus más nuevos, mientras que los primeros son
espíritus más viejos, espíritus que han vivido más vidas y por tanto
desarrollado más su inteligencia y dinamismo en su lucha a través de las
edades.
Dicen que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, entonces
¿cuál de ésos es semejante a Dios?
Morfológicamente ninguno; intelectual, dinámica y moralmente
(valga la expresión), tampoco.
Dios, el Ser Supremo del universo, Justicia y Sabiduría máxima del
cosmos no tiene forma (comprensible a nuestra mente limitada), es
Amor Sublime que trasciende a toda la creación en forma de vibraciones
o fuerzas poderosísimas denominadas leyes. Nos ha creado a todos
iguales, como explicamos en el capítulo anterior “la Génesis del Ego”. El
inicio en la vida ha sido igual para todos los seres de la creación,
incluyendo el ser humano, y los diferentes aspectos y condiciones
intelectuales, dinámicas y morales, son los diversos grados en el proceso
evolutivo. Las variadas formas de vida que podemos percibir, y aún las
no perceptibles, son diversas fases de manifestación de las “chispas
divinas” en las diferentes etapas de su evolución sin límites.
La semejanza está en la esencia, que cual semilla emanada del árbol
de la vida, del Todo Cósmico, contiene en estado latente, en potencia,
todas las facultades y poderes que le asemejarán a Él, una vez las haya
desarrollado.
Porque el espíritu en su génesis es una simiente destinada a germinar
y florecer. Más el tiempo entre estos dos aspectos, la trayectoria
evolutiva a recorrer es inmensa en el tiempo sin tiempo; trayectoria en
la que irá adquiriendo innumerables formas y aspectos, hasta completar
su evolución, lo que le asemejará a su Creador.
Podríamos hacer una comparación con la semilla de un árbol, el
castaño, por ejemplo. En la punta o cima de la castaña puede
encontrarse un minúsculo cuerpo de forma ovalada que es el embrión o
germen; germen que contiene en estado latente todas las
características propias del árbol, forma del conjunto, hojas, color y
forma de las ramas, color y sabor del fruto, fibras y demás propiedades.
Una vez germinada esa semilla irá desarrollándose y con el tiempo se
asemejará al árbol-madre.
Así es el ser espiritual, simple, ínfimo en su comienzo, en su
«nacimiento», pero que irá desarrollándose en el devenir del tiempo sin
tiempo hasta alcanzar las alturas inconmensurables del pensamiento,
del poder y del amor.
LAS PASIONES HUMANAS Y SU INFLUENCIA EN EL
PROCESO EVOLUTIVO
Teniendo en cuenta la trascendencia que los efectos de las pasiones
ejercen sobre la personalidad y sobre el progreso del ser espiritual,
vamos a llevar a cabo un pequeño análisis sobre las pasiones humanas;
un análisis de su proceso psicológico, pero sin entrar en cada una de sus
diferentes clases, lo que nos apartaría del fin de esta obra.
Toda pasión es extremista en su exteriorización, y aquí reside su
aspecto negativo, aun cuando nazca de un ideal sano. El gran mal de
toda pasión está en la intransigencia que mantiene la persona
apasionada, al considerar (en muchos casos sincera y en otros
convencionalmente) que él tiene toda la razón y que es el único
poseedor de la verdad.
Y esta íntima convicción le impide reconsiderar su actitud y atender a
razones; la facultad analítica de su mente no funciona por su falta de
interés, su estado emotivo le perturba el raciocinio, paralizando así su
voluntad y dejándole únicamente a merced de su pasión; dejándole
como una veleta al viento [48].
Perturbadas sus facultades, queda dominado por una turbulencia
vibratoria que incide (con intensidad variable) sobre sus facultades
psíquicas, sensorial y emocionalmente; y esta última actúa también
sobre la mente, produciendo ese estado de apasionamiento que
conduce a la intransigencia y que crea antagonismos y separaciones en
la vida de relación y del hogar.
Cuando esas pasiones son colectivas (a consecuencia del fanatismo
ideológico o religioso), se terminan generando antagonismos que
conducen a persecuciones sangrientas y luchas fratricidas.
Las pasiones nacidas del celo ideológico cuando el individuo es
víctima del fanatismo, le arrastran a estados emocionales violentos;
estados que generan un desequilibrio mental-emocional que le
sumergen en la intransigencia y la violencia, produciéndose
consecuencias inevitables en el ámbito de las relaciones humanas.
Y de estos estados pasionales no se han salvado ni tan siquiera las
organizaciones religiosas; que según ha quedado demostrado durante la
historia de la humanidad, han alcanzado el más abominable grado de
intolerancia, abuso y crímenes.
El gran daño de los estados pasionales se encuentra en el
desequilibrio mental del afectado, a consecuencia de su excitación
emocional, falta de control y vigilancia sobre sus reacciones. Y esta falta
de vigilancia mantiene al afectado en un completo desconocimiento de
su condición apasionada, impidiéndole percibir el comienzo de la
turbulencia vibratorio-emocional. Y es aquí donde entra en función la ley
de atracción; ley cósmica que hace que cada cual atraiga a su semejante,
convirtiendo la mente del apasionado en un centro receptivo de fuerzas
extrañas, ondas-pensamiento errabundas de su misma naturaleza
pasional, que vienen a incrementar su pasión.
Además, el afectado atrae hacia sí (por afinidad) seres del plano
invisible con idénticas pasiones a las suyas; pasiones que incidirán sobre
su mente empujándole a ejecutar actos de los que se arrepentirá una
vez pasado el efecto perturbador de la pasión.
Para evitar el estado perturbador de cualquier pasión es necesario
alejarse del fanatismo, pues de caer en él, terminará llevando al
individuo hasta la intransigencia. Es necesario respetar las ideas y
opiniones de las demás personas, pues poseen nuestros mismos
derechos y libertades. Es necesario vigilar los pensamientos y
sentimientos constantemente (pues son los que motivan los actos),
para de ese modo evitar la explosión emocional perturbadora.
Pero no confundamos entusiasmo con pasión; el entusiasmo cuando
está bien orientado es una fuerza psicodinámica positiva y realizadora.
Nadie podrá triunfar en cualquier faceta de su vida si carece de
entusiasmo, pues el entusiasmo despierta el deseo, que es
imprescindible para poner la voluntad en acción.
¿De qué modo influyen las pasiones en el proceso evolutivo? En qué
lo bloquean, retardando así el avance espiritual del individuo hasta tanto
sean superados sus aspectos negativos.
Si una persona, dominada por una pasión (por ejemplo, celos
amorosos o ideológicos) cometiese la bajeza de una mal acto, colocaría
un obstáculo en el camino de su evolución que le impediría avanzar
hasta tanto dicho obstáculo fuese retirado o superado. Y de continuar
en ese estado pasional por falta de análisis de sí mismo, seguiría
cometiendo más errores y añadiendo más obstáculos, es decir, nuevos
impedimentos para avanzar.
Dicho de otro modo, las consecuencias generadas por esas malas
acciones recaerían sobre él y le impedirían el avance en el camino
evolutivo, hasta tanto no superase las consecuencias dolorosas
libremente creadas. [49].
Solamente después de haber pagado los errores cometidos en
momentos de obcecación pasional, podría continuar su proceso
evolutivo. Resulta fácil de decir, pero podría significar un período muy
largo, un período de hasta siglos de expiación en los casos más graves.
Por lo expuesto podemos apreciar fácilmente la influencia negativa
de las pasiones en el proceso evolutivo del espíritu, en la propia salud y
en la armonía de las relaciones sociales y del hogar.
EL HOMBRE PRIMITIVO
En modo alguno podemos dar crédito a lo establecido en la Biblia
sobre Adán, que lo considera el primer habitante de nuestro mundo,
pues existen notorias incongruencias.
Más no se alarme amable lector, pues podrá verifícalo usted mismo.
Dice la Biblia “Dios creó al hombre a su imagen y lo creó macho y
hembra» y «echóles Dios su bendición y dijo, creced y multiplicaos”
(Génesis 1-27 y 28).
Es decir, que el hombre (denominación genérica) fue creado macho y
hembra, pero no como unidad hermafrodita, sino cómo dos personas
bien diferenciadas. Queda explícitamente definido “los creó macho y
hembra” y “les lanzó su bendición y dijo, creced y multiplicaos” (en
plural).
Estos textos no concuerdan en modo alguno con los siguientes “Dios
dijo luego, no es bueno que el hombre esté solo, hagámosle una
compañera semejante a él” (Génesis 11-18) “por tanto, el Señor Dios hizo
caer sobre Adán un profundo sueño y mientras estaba dormido le quitó
una de las costillas y llenó de carne aquel vacío” (Génesis 11-21) “y de la
costilla aquélla que había sacado de Adán, formó el Señor Dios una mujer,
la cual puso delante de Adán” (Génesis 11-22).
Aun cuando esta misma incongruencia hace inadmisible ese
concepto como punto de partida de nuestra humanidad, invitamos al
lector a continuar analizando los siguientes versículos del capítulo IV “y
salido Caín de la presencia del Señor (?), habitó en el país que está al
oriente del Edén, y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y parió a
Henoc” (Génesis IV-16 y 17).
Según este último relato, al alejarse Caín de la tierra de sus padres,
halló otro pueblo, dónde tomó esposa (?).
Sin embargo, esta mujer no era hija de Adán y Eva, sino habitante de
otro pueblo, luego ¡existían ya otros países!
Afortunadamente, tan sólo los fanáticos que renuncian al derecho
divino de razonar son los únicos que no se dan cuenta de esta gran
adulteración de la verdad; adulteración que empequeñece la
grandiosidad de la Sabiduría Cósmica Creadora.
El origen del hombre primitivo se pierde en la noche de los tiempos.
Podemos afirmar que no fue creado en un instante y momento
concreto, sino que ha sido el resultado de un largo proceso evolutivo de
las formas biológicas inferiores que le precedieron.
Es el fruto de una larga evolución a través de todas las formas de
vida, según nos demuestra la naturaleza.
Sobre esa evolución hay diversas hipótesis, la mayoría basadas en
hallazgos de fósiles humanos. Unas sostienen que surgió de formas
antropoides (teoría darwiniana), y otras según indica el jesuita Pierre
Teilhard de Chardin en su obra “El Fenómeno Humano”, cuando dice “ha
emergido filéticamente ante nuestros ojos, exactamente igual que otra
especie cualquiera” [50].
Lo que sí ha quedado demostrado por la paleontología, es que el
hombre primitivo apenas se diferenciaba de los monos antropoideos en
su aspecto morfológico y en su estructura ósea.
Concordamos con Teilhard de Chardin en que el hombre ha emergido
como cualquier otra especie y que ha evolucionado desde las diferentes
especies reinantes en aquel tiempo planetario a lo largo de un proceso
morfológico de millones de años. La buena lógica nos lleva a la
conclusión de que su aparición fue lenta en el tiempo y ajustada al
desarrollo de su psiquismo trascendente; psiquismo modificador de las
formas de las especies vivientes en todas las regiones del planeta.
Hoy sabemos que hacia el final de la época terciaria los diversos tipos
de antropoides eran muchísimo más abundantes que en la actualidad y
se extendían por todos los continentes. Pero realmente desconocemos
el verdadero inicio de la raza humana; si bien se afirma que surgió en el
período cuaternario, contemporáneo del megaterio, y que algunos
antropólogos asignan al «pithecanthropus erectus».
Los paleontólogos han descubierto en algunas regiones, fósiles que
afirman ser de origen humano y tener un antigüedad de un millón de
años, de un millón y medio en otras y de hasta dos millones en otras.
Admitimos como base fundamental ya demostrada, el principio de
evolución de las formas, concordando con la evolución del psiquismo y
la necesidad de supervivencia. Sabemos que la embriogenia demuestra
que el hombre es la síntesis de todas las formas vivas que le han
precedido, y sabemos también que la necesidad crea los órganos.
Podemos observar en las diferentes clases de animales de idéntica
especie, cómo su adaptación al entorno ha ido modificando su forma
corporal (con la fuerza de la psique) de acuerdo con su necesidad de
supervivencia (por ejemplo las aves y la ardilla voladora). Podemos por
tanto verificar, cómo los cambios morfológicos van paralelos al
desarrollo de la mente.
También la forma humana varía de acuerdo al grado de evolución de
cada mundo. Y así como el humanoide de la época cuaternaria de
nuestro planeta (pleistoceno) estaba adaptado a la vida y atmósfera de
dicha época, nuestra forma actual (que no es la definitiva) guarda
también concordancia con el grado de evolución psíquica de las
diferentes personas de nuestro conglomerado humano.
De idéntico modo, la forma física de los habitantes de cada mundo
guarda también concordancia con su necesidad evolutiva [51]. En
nuestro propio planeta vemos formas dentro de un patrón general que
difieren en gran medida. Si observamos detenidamente cada uno de los
distintos matices del conglomerado social, podremos observar
fácilmente los diferentes grados evolutivos, tanto intelectuales y
morales, como volitiva y psicodinámicamente.
Según Teilhard de Chardin (en la obra antes mencionada) el
psiquismo va modificando la forma humana. Y esto podemos verificarlo
fácilmente en los emigrantes, que en el transcurso de unos años van
sufriendo cambios notables en su morfología como resultado del
esfuerzo inconsciente de su psiquismo para adaptarse al medio
ambiente circundante, esfuerzo que les separa progresivamente de su
ambiente original.
Pietro Ubaldi, en su obra “La Gran Síntesis”, explica
maravillosamente la evolución del psiquismo como director del
dinamismo fisiológico. Tanto Teilhard de Chardin como Pietro Ubaldi y
otros estudiosos más, refieren que en el pasado la evolución ha ido
desarrollando organismos cada vez más complejos y conscientes.
En cada nueva existencia el espíritu construye para sí mismo (de
acuerdo con el grado de evolución alcanzado) un nuevo cuerpo
adaptado al destino a va a cumplir; cuerpo que cuando se extingue
regresa a su materia terrena original. Para cada vida material, el espíritu
conforma un nuevo cuerpo físico cada vez más complejo y perfecto que
el precedente.
La lucha por la vida (que para muchas personas resulta muy dura,
aunque menos que en siglos precedentes según demuestran los índices
de esperanza de vida) es una necesidad para el progreso del individuo, y
una necesidad imprescindible para el desarrollo de las facultades de la
mente. En las primeras fases de la etapa humana, el espíritu es débil
todavía y su voluntad se encuentra al inicio de su desarrollo; y por
desconocimiento de sí mismo, todavía priman en él las fuerzas del
instinto, siendo a través de la lucha por la supervivencia y bregando
contra los elementos de la naturaleza, que va desarrollando lentamente
su capacidad intelectiva y volitiva. Y en esa lucha (en el enfrentamiento
con los elementos que las vidas difíciles le presentan) es dónde el
espíritu ejercita y desarrolla sus facultades latentes.
A través de milenios, desde que el hombre apareciera sobre la faz de
la tierra animando formas groseras y de mentalidad instintiva, hasta hoy
que la humanidad se cree civilizada, su deseo ha sido únicamente lograr
una vida más fácil y de mayores comodidades. Este deseo es una
manifestación de la ley universal de evolución, que presiona al individuo
hacia la conquista de las cosas y que se transforma en deseos más
elevados según evoluciona, empujándole hacia una meta, la perfección;
meta que lleva implícita la adquisición del amor fraterno, la sabiduría y el
poder.
Tanto en el pasado como hoy, la evolución ha desarrollado
organismos cada vez más complejos y conscientes. Y ahora, ya próximos
a alcanzar el final de la evolución morfológica, todavía continúa el
proceso de evolución social. Y esto puede observarse fácilmente en la
creación de instituciones sociales, dirigidas hacia una convivencia más
fraterna y armónica, a pesar de la resistencia de las fuerzas negativas y
retrógradas.
Solo unida en pensamiento y acción, la humanidad podrá sobrevivir a
la destrucción que le amenaza.
DEL SALVAJE AL GENIO
La capacidad intelectivo-volitiva de ciertos personajes de la historia
considerados genios o superhombres no es una gracia recibida de la
Divinidad ni producto de herencia o casualidad.
Como expusimos al tratar la génesis del ego, éste contiene (en
potencia y en estado latente) las facultades cualitativas de la Divinidad
Creadora cuyo desarrollo le asemejará a ella.
Toda criatura, sin excepción, es igual ante Dios, aunque esto no sea
del agrado de soberbios y orgullosos. Las diferencias entre las personas
están motivadas por sus distintos grados evolutivos, son el resultado del
tiempo y del esfuerzo. El salvaje es un espíritu joven, mientras que el
superhombre es un espíritu viejo que ya pasó por esa fase.
Por ello, la distancia que separa al salvaje del genio es el tiempo. El
genio de hoy es el salvaje de ayer que en el devenir de los tiempos ha ido
desarrollando sus facultades a través de la lucha y del esfuerzo.
El ser triunfa y se engrandece mediante el propio esfuerzo; poniendo
en acción esa energía mental que existe en todo individuo (en mayor o
menor medida según su grado de desarrollo) y que le impele a
evolucionar.
En el transcurso de sus numerosas vidas el ego desarrolla las
facultades de la mente, y éstas le capacitan para mayores realizaciones
en la siguiente. Es decir, en cada nueva existencia, el espíritu se
acompaña del desarrollo y conquistas (tanto de la mente como del
alma) que haya alcanzado en sus existencias anteriores, junto con las
taras morales e imperfecciones del carácter que aún no tenga
superadas. En cada nueva existencia adquiere algo positivo,
conocimientos, experiencias, bondad, etc., y se despoja de algo
negativo, egoísmo, vanidad, orgullo, sensualismo, etc. ¡este y no otro es
el proceso evolutivo del espíritu!
En todo individuo existen dos fuerzas, dos naturalezas, una superior
que empuja al espíritu hacia lo positivo, hacia las realizaciones, hacia el
progreso; y otra inferior, humana, que tiende hacia lo negativo, a la
molicie, al sensualismo y al «dolce fare niente»
La primera es la fuerza positiva que nos conduce a la cima, a destinos
cada vez más altos; que nos hace avanzar hacia lo bello, hacia el bien y
hacia la felicidad. Es la ley de evolución presionando al espíritu para
alcanzar nuevas metas.
La segunda es la fuerza negativa que arrastra al individuo hacia los
infiernos y retarda su progreso.
Y en la lucha entre estas dos fuerzas siempre hay una vencedora, la
más fuerte.
En las primeras fases de la etapa humana, en la que priman los
instintos, el espíritu (fuerza positiva pero débil aún) suele fracasar, pero
la ley de evolución (ley sabia) conduce al espíritu a través de las
múltiples vidas humanas. En el transcurso de esas vidas, con sus
obstáculos, dificultades y circunstancias de toda índole, el espíritu se
fortalece, incrementando las facultades intelectuales y volitivas gracias a
la intervención del dolor, que sensibiliza su alma para percibir la belleza
y alcanzar el amor.
Y en la lucha, en la medida que el espíritu se fortalece y desarrolla sus
facultades, va animando personalidades de mayor relevancia.
El aprendizaje de cada existencia le sirve para la siguiente, y así
sucesivamente, una tras otra. Y a través de múltiples experiencias se
capacita y engrandece para manifestarse en nuevas y más destacadas
personalidades, comienza a vislumbrarse el genio.
Durante eones venimos recorriendo las diferentes escalas del
progreso eterno, y continuamos ascendiendo empujados siempre por la
ley universal de evolución. Según se avanza en el camino del progreso, el
panorama se amplía en belleza y grandiosidad, y estas expectativas
fascinan e impelen a los espíritus en evolución.
En el pasado fuimos aquellos salvajes que hoy pueblan los
continentes más atrasados. Lo peor de nuestro trayecto hacia la meta
suprema, hacia la perfección y la felicidad, está ya recorrido, quedó atrás
en la noche de los tiempos. En nuestras existencias futuras y a través del
esfuerzo y la firme determinación de progreso, podremos elevarnos a la
altura de espíritus gigantes, de genios inmortales que como faros de luz
alumbrarán la marcha de la humanidad.
Y así, de vez en cuando, encarnan en nuestro mundo personajes
extraordinarios, espíritus muy evolucionados, auténticos genios en
misión de ayuda, conforme el plan preestablecido por las esferas
siderales para el progreso y adelanto de esta humanidad.
Pero nuestra humanidad raramente les facilita el cumplimiento de su
misión; muy al contrario, las dificulta siempre, especialmente en el
campo de las ideas, donde priman las mentes retrógradas, encasilladas
en los convencionalismos y cargadas de orgullo.
Como bien cita el escritor Máximo Sar “es un hecho indiscutible que la
petulancia y la soberbia se adueñan del espíritu, impidiendo su apertura a
la luz de las nuevas ideas. El genio, dotado de una excepcional capacidad
de percepción y de visión futura, ilumina meridianamente una parcela del
conocimiento humano que permanecía en la oscuridad, y sin embargo, los
detentores de la ciencia oficial (y algunos más) [52], atrincherados en sus
torres de marfil, se niegan estúpidamente a ver lo que se les presenta ante
sus ojos. ¿porqué? porque carecen de la más mínima dosis de humildad y
consideran estar por encima de todo y de todos”
TERCER ENFOQUE
TERCER ENFOQUE
TERCER ENFOQUE
1. La reencarnación y la ciencia.
2. Investigaciones científicas.
3. Casos de reencarnación comprobada.
LA REENCARNACIÓN Y LA CIENCIA
En ciertos sectores de Occidente se rechaza la teoría de la
reencarnación porque no ha sido suficientemente probada, (dentro de
su limitado círculo) y se niega a ultranza todo aquello que es
desconocido o que los sentidos físicos son incapaces de percibir. Su
limitada capacidad intelectual y los convencionalismos presionan sobre
el raciocinio, les impiden darse cuenta, que para negar, primero hay que
comprobar a través del estudio y el análisis, manteniendo siempre una
actitud mental de honesta imparcialidad. La ignorancia de una verdad no
da derecho a negarla; podrá admitirse o no, pero no se puede negar
aquello que se desconoce.
Como bien dice el Ing. Hernani Guimaraes Andrade, director del
departamento científico del Instituto Brasileiro de Pesquisas
Psicobiofísicas en su obra “La teoría Corpuscular del Espíritu”: “pues los
hombres suelen apegarse mucho a sus doctrinas y convicciones, por lo que
no es fácil desarraigar antiguas creencias y conceptos, aunque se
demuestre hasta la saciedad su inconsistencia. Las nuevas teorías, las
nuevas doctrinas y las nuevas ideas suelen penetrar lentamente a causa de
la resistencia que se les ofrece, resistencia que es como una gigantesca
barrera opuesta al progreso, intolerancia, vanidad y espíritu de rutina”
[52].
Mientras tanto hay personas que desde un punto de vista racional,
encuentran que la reencarnación es una hipótesis lógica que necesita
una base experimental probatoria. Quienes así opinan lo hacen por
ignorancia o por falta de información; por desconocimiento de los miles
de casos comprobados por diferentes investigadores (no
reencarnacionistas) en el campo de la psiquiatría, la neurología y la
parapsicología.
E intentaremos probarlo a través de este tercer enfoque; analizado
los diversos aspectos expuestos, analizando las experiencias de
regresión de memoria por hipnosis sobre sujetos psicopáticos, las
experiencias por hipnosis en sujetos sensitivos (percepción
extrasensorial), el reconocimiento consciente de escenas ya vividas
(eclosión del subconsciente) y las circunstancias que reflejan una
relación entre la vida presente y otra pasada.
Diferentes sectores científicos están investigando ya las raíces o
causas de los múltiples fenómenos psíquicos que con harta frecuencia
aparecen y a los que la psicología y psiquiatría clásica no encuentran
explicación, obligándoles a apartarse del clasicismo y enfocar la
investigación por nuevos derroteros.
Son incontables los hombres de ciencia que se dedican actualmente
a la investigación de fenómenos psicológicos; fenómenos que incluyen
síndromes de aparentes reminiscencias sobre actos que no concuerdan
con la vida actual del sujeto.
La Psychical Research Foundation (Fundación para Investigaciones
Psíquicas) de Virginia, USA, publica un boletín trimestral denominado
“Theta”, dedicado exclusivamente a los problemas sobre la
supervivencia después de la muerte corporal y demás fenómenos
parapsicológicos.
Tanto en esta publicación como en el “Journal of Parapsychology”,
dependiente de la universidad de Virginia, USA, colaboran científicos de
renombre, tales como J.B. Rhine, M.D., Louisa Rhine, M.D., Ian
Stevenson, M.D. y J.G. Prat, M.D. entre otros, dedicados todos ellos a la
investigación de los diferentes fenómenos psicológicos y
parapsicológicos que vienen afectando a los variados ambientes
humanos.

Son innumerables los casos investigados sobre la reencarnación. Y


entre los numerosos e interesantísimos casos estudiados y que sería
abrumador enumerar aquí, rogamos, amable lector, examines algunos
de los libros editados:
“Reincarnation: A Study of Forgotten Truth” (Reencarnación:
Estudio de una Verdad Olvidada); una especie de antología preparada
por E.P. Walker y reeditada por New York Hyde Park, University Edition
Books, New York City, 1965, con 385 páginas.
“Reincarnation: The Ring of Return” (Reencarnación: El Círculo o
rueda de Retorno) compilado por Eva Martín, publicado en 1.963 por
New York Hyde Park.
“Reincarnation: An East-West Anthology” (Reencarnación: Una
Antología Oriental-Occidental) compilado por Joseph Mead y S.L.
Cranston, publicado en 1961 por Julian Press, New York.
“Reincarnation”, por Edouard Bertholet, publicado en Lausanne
(Suiza) en 1943 por Pierre Genillard.
“La Reincarnation des Ames selon Les Traditions Orientales et
Occidentales” de A. des Gerges, publicado en 1966 en París por
Ediciones Albin Muchel. Según el análisis de “Theta”, estas dos obras
francesas no son antologías propiamente, sino una estadística y
explicación de casos comprobados que incluye una extensa bibliografía.
Y por último, un amplio informe sobre el libro profusamente
comentado “Twenty Cases Suggestive of Reincarnation” (Veinte Casos
Sugerentes de Reencarnación) por el Dr. lan Stevenson de la
Universidad de Virginia (USA), volumen XXVI de Proceedings of The
American Society of Psychical Research, año 1966. Esta obra ha recibido
especial atención por los parapsicólogos, ya que los casos presentados
son estudiados fríamente, in situ, desde un ángulo puramente científico,
y aceptados únicamente después de su plena comprobación.
Recomendamos esta magnífica y documentada obra (en inglés) que
puede adquirirse directamente en la American Society of Psychical
Research.
5 West 73rd. Street
New York, N.Y. 10023 (USA)
O también la misma obra traducida al portugués por el Instituto
Brasileiro de Pesquisas Psicobiofísicas, enviando US $ 12.00 a:
Editora Difusora Cultural
Rúa María Paula, 181
Sao Paulo, Brasil.
El Dr. J.G. Prat, catedrático de la facultad de medicina de la
universidad de Virginia (USA) y presidente de la Psychical Research
Foundation (Fundación para Investigaciones Psíquicas) dice “la cultura
crea en muchos individuos fuertes preconceptos, ya a favor de unas ideas,
ya en contra de otras. Tenemos que admitir -continúa diciendo- que el
concepto de la reencarnación repugna a la gran mayoría de personas que
en nuestro mundo occidental se consideran cultas. Sin embargo, eso no
equivale a decir que sea falsa la idea de la reencarnación, del mismo modo
que la creencia generalizada en otras partes del mundo no prueba su
legitimidad. A mi juicio, el método de investigación del Dr. Ian Stevenson
abre nuevos horizontes al problema de la sobrevivencia”
Oigamos también qué dice Frederic W. Myers, uno de los fundadores
de la Society for Psychical Research (Sociedad de Investigaciones
Psíquicas) de Londres, en su magistral obra “Human Personality and its
Survival of Bodily Dead” (La Personalidad Humana y su Supervivencia
después de la Muerte) de 1903. En la pág. 329 expresa “la doctrina de la
reencarnación nada contiene que sea contrario a la mejor razón y a los
instintos más elevados del hombre”
Y en la pág. 403 dice “de las tres hipótesis que se proponen explicar el
misterio de las variaciones individuales y la aparición de cualidades y
propiedades nuevas, la teoría de las reminiscencias de Platón me parece la
más aproximada a la verdad, con la condición de fundarla sobre bases
científicas, establecidas en nuestro tiempo”
“No es nada fácil, por cierto, establecer una teoría colocando la
creación directa de espíritus en fases de adelanto, tan diversas como son
que estos espíritus entran en la vida terrestre bajo la forma de hombres”
Y en la pág. 408 afirma “la evolución gradual de los seres en
numerosas etapas, a las que no es posible asignar un límite”
Muchos científicos de renombre actuales están llegando a la
conclusión de que la reencarnación es una hipótesis científica válida
(otros ya la consideran como una teoría) que contribuirá en gran medida
al esclarecimiento del viejo problema humano de la sobrevivencia del
alma.
Y para todos aquellos que deseen profundizar en este tema,
extractamos la siguiente lista de obras; obras que no proceden de unos
convencidos de la reencarnación, sino de investigadores, de
profesionales de la medicina, de la psiquiatría y de la neurología, así
cómo también de parapsicólogos de reconocida reputación profesional:
“A Critical Examination of the Belief in Life After Death” (Un examen
riguroso sobre la vida después de la muerte) por el Dr. Charles C.
Thomas, Springfield, Illinois, USA, 1.961.
“Hypnosis in the Treatment of Traumatic Neurosis” (Tratamiento de
la neurosis traumática por hipnosis), por el Dr. P.G. Dañe y Dr. L.H.
Whiteker, 1.952.
“A Case of Multiple Personality” (Un caso de personalidad múltiple),
por los doctores M.H. Congdon, J. Hain e Ian Stevenson, detallado en
«Journal of Nervous and Mental Disease» vol. 132, pág. 497 a 504, de
1.961.
“Buried Memories in Survivalist Research” (Memorias sepultadas en
investigaciones de supervivencia) por C.T.K. Cahri; estudio expuesto en
el International Journal of Parapsychology, New York, vol. 4, 1.962.
“Paranormal Cognition, Survival and Reincarnation” (Experiencia
Paranormal, Supervivencia y Reencarnación) del mismo autor. Vol. 56,
octubre de 1.962.
“Paramnesia and Reincarnation” del mismo autor. Volumen 53,
1.962.
“Documents Pour Servir l’Etude de la Réincamation” (Documentos
de ayuda en el estudio de la Reencarnación) por C.J. Ducasse, de la
Sociedad Americana para las investigaciones psíquicas. París, edición de
la B.P.S., 1.924.
“Cas Apparentes de Réminiscences de vies antérieures” (Casos
aparentes de reminiscencias de vidas anteriores) Revue Métapsychique,
París, julio 1.924.
“Reincarnation: Verified Cases of Rebirth After Death”
(Reencarnación: Casos verificados de Renacimiento después de la
muerte) K.N. Sahay, 1.927.
“The Origins of the Druze People and Religion with Extracts from
Their Sacred Writings” publicado por Columbia University Press, New
York, vol. 28, 1.928.
“Human Personality and its Survival of Bodily Death” (La
personalidad humana y su supervivencia después de la muerte del
cuerpo) por Fed. William Myers, editado en Londres por Longgmans,
Green and Company, 1.903.
“A Case of Emergence of a Latent Memory Under Hipnosis” (Caso de
emersión de memoria latente por hipnosis) de G.L. Dickinson,
publicación en inglés de la Society for Psychical Research, Londres, Vol.
25, 1.911.
“The Case of Patience Worth”, por W.F. Prince, de la Sociedad de
Investigaciones Psíquicas de Boston, USA, 1.929.
“Reincarnation Phenomena in Hypnotic States” (Fenómeno
reencarnatorio en estados hipnóticos) por el Dr. E. Zolik, International
Jounal of Parapsychology, Vol. 4, 1.962.
Y en portugués, dos interesantes y documentadas obras del Dr.
Inácio Ferreira, neurólogo, director del Sanatorio Espirita de Alienados,
en Ubereda, Brasil:
“Psiquiatría em Face da Reencarnaçao”.
“Novos Rumos a Medicina”.
Y para completar estas referencias, citaré otra interesante obra, muy
documentada, que contiene múltiples hechos probados de
reencarnación en diversos países, descritos con todo lujo de detalles
“Reincarnation Based on Facts” (Reencarnación basada en hechos) por
el Dr. Karl E. Muller, investigador de dilatada experiencia, editada por
Phychic Press Ltd., Londres.
Esta misma obra fue traducida al portugués y editada en Sao Paulo
(Brasil) con el título “Reencarnaçao Basada em Fatos” y editada por
Editora Difusora Cultural, 1.978. Contiene la descripción de múltiples
casos de reencarnación probados en diversos países. Nota en esta
4ª edición.
En relación a datos sobre la reencarnación, recomendamos las
siguientes obras editadas en España:
“Más Allá de una Vida” Reencarnación, de Ediciones Martínez
Roca, S.A.
“Nuevos Descubrimientos sobre la Reencarnación” autora Dra.
Gina Germinara
“La Verdad sobre la Reencarnación a la Luz del Evangelio” autor
Tomás J. Valencia.
INVESTIGACIONES CIENTIFICAS
“Un poco de ciencia distancia al individuo de la verdad; mucha ciencia, le
acerca a la verdad” Roger Bacon.

Parafraseando a Roger Bacon, aquel sabio monje que se enfrentó a


los estudiosos de su tiempo, añadiremos también, que el escaso
conocimiento de las leyes de la vida mantiene a muchos honestos
profesionales de la medicina y psiquiatría aferrados a los conocimientos
adquiridos en las aulas universitarias y encuadrados en fundamentos
mecánicos que no les dejan ver más allá de los síndromes somáticos.
Pero hay también otros, aunque escasos, que apartándose de la
rutina, intentan penetrar en el “quantum” del síndrome aparente,
considerándolo como una manifestación, como un efecto de causas más
allá del cuerpo somático.
Debido a la aparición cada vez mayor de casos insólitos en apariencia
en sujetos de diferentes lugares y países, revestidos con síndromes de
aparente anormalidad mental, han surgido hombres de la profesión
médica capaces de desafiar los convencionalismos académicos, con el
único objeto de encontrar la verdadera causa de tales manifestaciones.
Amable lector, como podrás apreciar a través de las referencias que
siguen a continuación (unas pocas solamente), comprobaremos que la
supervivencia y la reencarnación son casuísticas en estudio de índole
universitario y científico.
El Dr. Joseph B. Rhine, catedrático de la universidad de Duke,
Carolina del Norte, USA, y director del laboratorio parapsicológico de la
misma universidad es uno de esos investigadores de renombre. Al frente
de su equipo de colaboradores ha venido investigado todo lo
relacionado con la psiquis y los fenómenos supranormales, aplicando
por primera vez y en forma rigurosa, el método estadístico a la hora de
estudiar estos fenómenos, incluyendo el agente incorpóreo (IPA) y su
vinculación con los renacimientos.
Sin embargo, este científico tuvo que luchar también contra su
propia formación académico-mecanicista. Relata que en su calidad de
estudiante graduado en fisiología vegetal frecuentaba la universidad de
Chicago y asistió a una conferencia de Sir Arthur Conan Doyle, en la que
recibió un fuerte choque contra sus conocimientos académicos. Dice “y
todo lo que expresó me pareció ridículo; me aparté molesto por su
manifiesta credulidad. Pero en mi espíritu abierto a posibles hechos,
quedaron algunas de sus ideas, uniéndose a las innumerables preguntas sin
respuesta que desde hacía tiempo anidaban en mí”
Este investigador de gran renombre ha editado varias obras, entre
las que figura una importante en el campo de la
parapsicología «Extrasensory Perception» (Percepción Extrasensorial).
El Dr. C. John Ducasse, filósofo francés y catedrático de filosofía de la
Brown University, Rhode Island, USA, y presidente del Comité de
Publicaciones de la American Society for Psychical Research, New York,
en su obra «A Critical Examination of the Belief in a Life After
Death» Springfield, III, 1961, sostiene como punto básico, la
comprobación en el terreno mismo de todo caso aceptado como
presunto de reencarnación por los diversos métodos conocidos. Y en la
pág. 304 dice “la cuestión es saber hasta qué punto debemos aceptar la
narración de sucesos aparentes fuera de la vida actual como prueba de
reencarnación, de otros que no lo son. Yo creo que no debemos aceptar
estos como único punto de diferenciación, y sí buscar otras diferencias
empíricas, a fin de distinguir en los casos de percepción extrasensorial
cuales no son de reencarnación”
Y en su obra “Nature, Mind and Death” (Naturaleza, Mente y
Muerte), editada por The Open Court Publishing Co., Lasalle, Illinois,
USA, capítulo 21, resume “pero la idea que deseo transmitir ahora, es que
de acuerdo con la teoría de la reencarnación, alguna organización, ya sea
personalidad o individualidad, persiste de una vida terrena a otra,
esencialmente en una secuencia continua”
El Dr. Ian Stevenson, M.D., catedrático de la facultad de medicina de
la universidad de Virginia, USA, y director del departamento de
neurología y psiquiatría, ante algunos casos insólitos surgidos en el
ejercicio de su profesión, decidió estudiar más profundamente
determinados casos que contenían síndromes raros que se apartaban de
la psiquiatría clásica.
El Dr. Stenvenson, al igual que los otros antes citados, no es un
reencarnacionista desde el punto de vista de sus creencias, sino un
investigador de aquellos casos que parecen tener relación con hechos o
situaciones fuera de la vida actual del afectado; casos que viene
estudiando y comprobando con un criterio objetivo y de modo analítico-
científico-experimental, independientemente de toda posición filosófica
o doctrinaria, como corresponde a un hombre de formación científica,
desechando cualquier caso imaginario que contenga tintes
sensacionalistas o fraudulentos que no puedan ser comprobados
objetivamente.
Se graduó en la McGill University de Montreal, Canadá, y durante
años se dedicó a investigaciones convencionales. Ha publicado varias
obras sobre sus investigaciones entre las que figura «The Psychiatric
Examination» (El examen Psiquiátrico). En 1971 lanzó una nueva edición
de otro de sus trabajos «The Diagnostic Interview». En 1953 comenzó a
interesarse por la reencarnación, y en 1957 aceptó el cargo de director
del departamento de psiquiatría y neurología de la escuela de medicina
de la universidad de Virginia, dónde ha venido ejerciendo el cargo de
catedrático de psiquiatría.
La modalidad de investigación del Dr. Stevenson es la siguiente:
informado un nuevo caso, estudia todos sus antecedentes antes de
decidir si es aceptable o no para su investigación.
Si acepta el caso como viable, planifica su programa de acuerdo con
la naturaleza del caso, y con su equipo de colaboradores va
personalmente a constatar los hechos en el lugar, hogar y ambiente del
presunto reencarnado; también sobre la familia y relacionados del
fallecido o personaje de su presunta vida anterior. Investiga
minuciosamente [53] y también constata y comprueba en registros
oficiales, aceptando o rechazando finalmente el caso. En Brasil también
se investiga la reencarnación. A pesar de que allí existe una innumerable
cantidad de personas (millones) que creen en la reencarnación y la
aceptan como doctrina, el Instituto Brasileiro de Investigaciones
Psicobiofísicas de Sao Paulo, bajo la dirección del Dr. Hernani Guimaraes
Andrade, también ha llevado a cabo investigaciones en torno a casos
que sugieren una posible reencarnación.
También el Dr. Inacio Ferreira, director del Sanatorio Espirita de
Alienados, de Liberaba, Brasil, gran psicoterapeuta, en su obra “La
Psiquiatría frente a la Reencarnación” hace referencia a sus
investigaciones sobre diversos casos psicopáticos, entre los que detalla
aquellos relacionados con vidas anteriores de los pacientes, y entre los
que aparecen posibles casos de psicopatías graves de obsesados [54] y
de su relación con las vidas anteriores de los afectados.
En Rusia tambien ha efectuado investigaciones la periodista Svehena
Vinokurova, quién escribió un reportaje para la revista «URSS» sobre las
experiencias del psiquiatra Dr. Raikow con estudiantes universitarios.
Como todos los científicos soviéticos, oficialmente materialistas, el Dr.
Raikow advierte que en sus experiencias no hay nada de misticismo ni
de espiritismo. Sometiendo a hipnosis a cada sujeto, y por el
procedimiento de regresión de la memoria, obtiene datos que una vez
comprobados resultan verdaderas pruebas de reencarnación. Según
opinión del Dr. Raikow, la hipnosis no es un sueño como muchos
suponen, sino una vigilia en estado superior, hipótesis ésta que
contrasta con la teoría vigente sobre el mecanismo hipnótico de la
ciencia oficial.
Durante siglos el hipnotismo fue considerado como un arte
demoníaco, pero hoy es aceptado por la ciencia y practicado por
médicos y psiquiatras.
A pesar de que los científicos conocen el mecanismo psicofisiológico
de la hipnosis y la aplican clínicamente en cirugía, parece ser que
desconocen todavía qué es la hipnosis en sí misma.
Por su naturaleza experimental, la regresión de memoria mediante la
hipnosis es una de las pruebas objetivas más importantes, puesto que
está sujeta a la comprobación por repetición.
El médico sueco Dr. John Bjórkhem, mediante trance hipnótico,
realizó experimentos en personas de diferente edad, sexo y condición
cultural y social, dónde relataban una o más vidas anteriores, y que en
muchos casos pudieron confirmarse.
Alberto de Rochas D’Aiglun (1837-1914) director del Instituto
Politécnico de París desde fines del siglo XIX, se dedicó con especial
atención a la investigación de la reencarnación, después de haber
profundizado en la psicología experimental, el magnetismo y el aspecto
científico de los fenómenos relacionados con la hipnosis.
Valiéndose de estados hipnóticos provocados en los sujetos objeto
de su investigación, conseguía la exteriorización del subconsciente por
el procedimiento conocido como regresión de la memoria, y penetrando
en su subconsciente, conseguía regresiones más allá de la vida uterina,
obteniendo así detalles de sus vidas pasadas[55]. Cómo investigador
concienzudo, verificaba los datos en registros y anales de cada época,
aceptando como reencarnación cierta sólo aquellos casos
comprobados. Son numerosos los casos relatados en su obra “Les etats
Profunds de l’Hypnose” de 1.892 y también en “Les Vies Succesives”
(Las Vidas Sucesivas), obra publicada en París en 1.911 y traducida a
varios idiomas.
En el siglo XIX, ante el surgimiento en Francia de la reencarnación
como doctrina espiritualista (preconizada por el investigador Leon
Hypolite Denizard Rivail, más conocido como Allan Kardec), surgieron en
Europa otros investigadores, entre los que destacaron:
El Dr. Charles R. Richet, fisiólogo francés, catedrático de la facultad
de medicina de París y premio Nobel en 1.913, autor del «Diccionario de
la Fisiología» y otros muchos trabajos sobre investigaciones de
fenómenos metapsíquicos (hoy denominados parapsicológicos), que
también realizó investigaciones sobre la reencarnación obteniendo
resultados positivos.
El Dr. Gustave Geley, médico y filósofo francés, director del Instituto
de Metapsíquica Internacional de París, investigador de la ectoplasmia e
ideoplastia. Entre sus muchas obras destaca “Del Inconsciente al
Consciente”, un estudio científico y filosófico sobre el proceso evolutivo
del psiquismo, a través del cual prueba la supervivencia espiritual y la
reencarnación.
Sir William Crookes, eminente químico y físico inglés, descubridor del
talio y de los rayos catódicos (base de la moderna electrónica), quién
también realizó investigaciones en el campo de la metapsíquica o
parapsicología, llegando a comprobaciones incuestionables que
culminaron con la famosa materialización del alma de Katie King,
demostrando así, objetivamente, la realidad de la supervivencia post
mortem.
El Dr. Carl Gustav Jung, psicoanalista y psiquiatra suizo, discípulo de
Freud, quien contribuyó con aportes originales acerca de la personalidad
psíquica, en discrepancia con algunas de las teorías de su maestro. Fue
director del Instituto de Psicología Analítica hasta su fallecimiento en
1.961, y sostenía que la muerte no existe y que la vida prosigue después.
En sus últimos años realizó investigaciones acerca de la teoría de los
renacimientos, llegando a la conclusión de que las vidas múltiples son
parte de la evolución del psiquismo humano. Entre sus muchas obras
destacan “El Espíritu de la Psicología” “Problemas del Alma Moderna” y
la última “Memorias, Sueños y Reflexiones”
El Dr. Alexander Cannon, odontólogo y médico de enfermedades
nerviosas, alienista y médico jurista de la Suprema Corte de Justicia de
Inglaterra, que en unión de un grupo de médicos que venían empleando
la hipnosis como ayuda al psicoanálisis, publicó la obra “The Power
Within” que el Dr. Cannon dedicó a la universidad de Leeds, su alma
mater. En el capítulo de dicha obra “La Reencarnación flanquea a Freud”
trató de demostrar cómo fallaba a veces el análisis de Freud al tratar de
descubrir el origen de los complejos, pues encontró que muchos
procedían de una vida anterior. Refiere el Dr. Cannon “la teoría de la
reencarnación fue una pesadilla para mí durante muchos años, y me opuse
a ella, llegando hasta a argumentar con mis sujetos en trance, para que no
hablaran lo que yo consideraba necedades. No obstante, a medida que
realizaba las experiencias en los mismos sujetos, unos tras otros repetían
las mismas revelaciones”
De los 1.382 trabajos realizados por el Dr. Cannon y su grupo de
psiquiatras, tomamos tan sólo dos que extractaremos:
A) Un hombre de negocios de demostrada capacidad, que durante
toda su vida sufría fobia de altura y con un temor muy acusado cuando
ascendía a lugares altos, decidió someterse a examen y tratamiento. Por
medio de la hipnosis y el procedimiento de “regresión de la memoria”
reveló que siendo un general chino en una vida anterior, cayó de una
gran altura y falleció en dicho accidente. Gracias a esta información fue
posible hallar el origen de su fobia (una vez encontrada la causa del
complejo éste pudo ser superado).B) Una señora de cuarenta años de
edad, aquejada de algunos complejos, fue sometida a hipnosis, y le fue
sugerido «volver atrás» en períodos de diez años a partir de agosto de
1.925. Se le preguntó qué ocurrió el 10 de agosto de 1.915, a lo que
respondió que entonces se encontraba en Londres, y pasó a describir a
continuación escenas de movimiento de tropas (primera guerra
mundial). Continuando en esa misma regresión, llegó al día de su
nacimiento y dijo «todo está oscuro». Retrocediendo aún más, describió
el sonido de la sangre en el útero materno y que “se sentía conectada a
su madre por una luz brillante y una especie de lazo lumínico”.
Continuando con dicha regresión dijo que se encontraba junto a otros
seres en un ambiente de paz y de radiante belleza, a la espera de
nacimiento. Retrocediendo, describió una vida anterior en la que había
sido esclava en la antigua Roma (de la que nada sabía en su actual
personalidad), pero en hipnosis describió con todo lujo de detalles la
ciudad durante esa época, explicando dónde estaban situados los baños
públicos. Llegó al punto de la desencarnación en esa vida y acusando
una intensa emoción, explicó que se vio con las manos atadas a la
espalda y ofrecida en sacrificio a los cocodrilos.

El Dr. Cannon sostiene que a muy pesar suyo, y después de los 1.382
casos registrados por él, ha llegado a admitir la realidad de la
reencarnación.
Igualmente concluye que en ninguno de los casos, las personas
investigadas demostraron haber permanecido fuera de la vida terrestre
por espacio de tiempo superior a los cien años.
Entre los investigadores europeos destacó el Dr. Resart Bayer,
psiquiatra y presidente de la Sociedad Turca de Parapsicología, quien
guardaba un archivo con más de 150 casos comprobados y debidamente
documentados.
El Dr. Bayer refirió “los estudios sobre los casos de personas que
presentan síndromes de aparente psiconósis en alguno de sus aspectos o
relatos de una presunta vida precedente, son investigados
exhaustivamente, y rechazados todos aquellos que no ofrezcan pruebas de
absoluta seguridad. Yo, personalmente —dice— he llevado a cabo
investigaciones durante más de 10 años, y algunas en colaboración con el
psiquiatra norteamericano Dr. Ian Stevenson, quien realiza este tipo de
estudios a escala internacional desde hace muchos años. Hemos recogido
decenas de testimonios y fotografías que serán objeto de una
comunicación científica nuestra en próximo congreso internacional de
parapsicología a celebrarse en Norteamérica”
Entre los casos investigados por el Dr. Bayer hay algunos que por lo
extraño de los síntomas externos visibles, un tanto atípicos, “obligará a
la ciencia a ocuparse con seriedad de estos fenómenos” dijo el Dr. Bayer
en una entrevista. Nos referimos a ciertas señales o marcas congénitas
muy notorias, cicatrices, etc., que no tienen explicación dentro de las
leyes biológicas, pero que tienen una causa cierta como las encontradas
en los cuerpos que referiremos a continuación. No obstante, es
necesario evitar confundir esta clase de marcas o cicatrices con otras
tales como manchas diversas en la piel que suelen ser hereditarias.
Veamos estos dos casos muy sintetizados:

1. “Hace tres años −explica el Dr. Bayer− me informaron que en un


pequeño pueblo de la Turquía meridional vivía un niño de 8 años que tenía
cicatrices en el cuerpo desde su nacimiento; señales totalmente
inexplicables, en pecho, brazos y cuello. Me trasladé hasta el lugar e
interrogué a los padres, quienes me confirmaron que el niño había nacido
con aquellas señales y que los médicos no habían podido darles explicación
alguna. Interrogado el niño de nombre Hamet, indicó no poder recordar
nada. Las cicatrices no le molestaban, salvo algún ligero dolor cuando se
producían cambios atmosféricos”
“Regresé a Estambul, a la Sociedad de Parapsicología (prosigue el Dr.
Bayer) y emprendí (como hago siempre) una investigación profunda, y
junto con mis colaboradores preparé una circular que envié a diversos
centros policiales del país, para saber si existían datos de algún homicidio
consumado con nueve cuchilladas o nueve tiros. Debo confesar que no
siempre estas investigaciones nuestras son coronadas con éxito, pues los
destinatarios de nuestras cartas pocas veces las toman en serio y
frecuentemente las echan al cesto de los papeles. Sin embargo, en esta
ocasión tuvimos suerte. Meses después nos llegó una carta del comando de
policía de Adana con algunos recortes de periódicos viejos que se referían a
un delito cometido quince años antes en el mercado de la ciudad, dónde un
hombre de 35 años llamado Mustafá, había sido asesinado con siete
disparos de pistola. Corrí a aquella ciudad del sur y obtuve el permiso del
Tribunal para consultar todos los detalles del proceso seguido por el
asesinato de Mustafá, incluida la pericia microscópica que se había llevado
a cabo sobre el cadáver de la víctima. Pude constatar que las heridas en el
cuerpo de Mustafá detalladas en el informe correspondían con absoluta
precisión a las «señales» o cicatrices de nacimiento que presentaba el
cuerpo del pequeño Hamet. Los padres del niño me permitieron que me lo
llevara por un día a Adana, donde vivían los hijos de Mustafá, cuatro
varones, dos mujeres y la anciana madre (la esposa había fallecido). Llevé a
Hamet a un local dónde, entre otras numerosas ancianas, habían hecho
sentar a la madre del difunto Mustafá, para verificar si el niño era capaz de
identificarla. Efectivamente, la reconoció al momento en medio de las
demás mujeres y acercándose a ella y sin mediar palabra, le besó las
manos, conmovido y llorando. Una escena similar sucedió después cuando
Hamet estuvo en presencia de los hijos del difunto Mustafá”
Hasta aquí el relato del primer caso.
Hemos de aclarar que estos casos son muy poco comunes y la
identificación se debe a un fenómeno psicológico de eclosión de la
memoria del subconsciente (archivo mental), que en determinados
casos y especialmente en la infancia, puede tornarse consciente,
aflorando a la mente por un tiempo más o menos corto. Un ejemplo
brillante de este fenómeno psicológico es el de Shanti Devi, referido en
el capítulo siguiente.

2. “Otro episodio significativo (prosigue el Dr. Bayer) me sucedió en


Antioquía, al leer en un diario la noticia de un joven que había conseguido
salvarse de la mordedura mortal de una serpiente. La noticia incluía un
detalle que de inmediato me hizo sospechar, el detalle era que el joven no
recordaba cuándo había sido mordido por la culebra; por lo que indagué a
fin de conocer más a fondo el caso. Se trataba de un joven de unos 20 años
de nombre Samir, a quien entrevisté solicitando su colaboración. Me
confirmó que no podía recordar cómo ni cuándo le había mordido el ofidio.
Entrevistada la madre, dijo que no recordaba bien, pero que le parecía que
aquella marca de los dos puntos en el dedo pulgar derecho Samir la tenía
desde su nacimiento”
“Como en el caso anterior, comencé investigando en los hospitales de la
región, solicitándoles colaboración. A las pocas semanas recibí una
comunicación de un hospital de la provincia en la que se hacía referencia a
un tal Kashambash, panadero, hospitalizado y fallecido hacía 28 años a
causa de la mordedura de una serpiente. En el archivo del hospital se
conservaban todos los datos, y allí descubrí que Kashambash, muerto a la
edad de 40 años, tenía fama de saber atrapar a las serpientes venenosas
según una técnica que sólo conocían los viejos montañeses. Parece ser que
un día al capturar un reptil que se había introducido en su horno, fue
mordido en el dedo pulgar derecho. Llevado al hospital, murió poco
después. Todas estas informaciones estaban anotadas en el archivo del
hospital, además de que al margen de esa mordedura, había recibido otras
más. Con ayuda de un experto me enteré que estos tipos de ofidios son
peligrosos solamente en la primera mordedura, en la que descargan todo
su veneno, por lo que las siguientes no son mortales. He aquí por qué Samir
recordaba tan sólo la mordedura del dedo pulgar. Su mente subconsciente
había registrado tan sólo la primera mordedura, que fue la que le produjo
el fuerte impacto psicológico”
De episodios como éstos, la Sociedad de Parapsicología Turca ha
investigado muchísimos casos. Dice el Dr. Bayer “parece difícil, por no
decir imposible, aceptar, basándose sólo en los principios de la ciencia
biológica, que estas señales puedan reproducirse en el cuerpo de un recién
nacido”
¿Cómo explicar entonces este fenómeno?
“En los casos de muerte violenta (responde el Dr. Bayer) el impacto
recibido por el sujeto produce un trauma psíquico que se graba
intensamente en el subconsciente (de aquí las fobias congénitas), lo que
incide fuertemente en la epigénesis embrionaria. Las personas que fallecen
por causas naturales no guardan recuerdo alguno cuando vuelven a
encarnar. El espíritu de la persona recién fallecida (continúa diciendo el Dr.
Bayer) se encuentra bajo la influencia de los acontecimientos de su vida
física recién concluida. Y si estos acontecimientos son además
extraordinarios, tal como escenas violentas o dramáticas, los conserva
hasta el momento de su nueva encarnación y aún después en la nueva
personalidad. Por ejemplo, el espíritu de un hombre asesinado sigue por
mucho tiempo concentrado en este fatal acontecimiento, y obsesionado
por la visión persistente de esta sensación o escena, diseña inconsciente o
involuntariamente, las señales de las heridas sobre el nuevo cuerpo en
formación dentro del vientre materno, ya que el soplo de vida (el alma) se
encuentra en el embrión desde el momento de la concepción”
“La facultad psicocinética (la posibilidad de ejercer una influencia
mental sobre la materia, explica el Dr. Bayer) es una de las más
importantes conquistas de la parapsicología” Fue demostrada en las
experiencias sobre las percepciones extrasensoriales por el Dr. J.B.
Rhine y su equipo de colaboradores en los laboratorios de
parapsicología de la universidad de Duke, USA.
“Nosotros, los parapsicólogos turcos que hemos profundizado este
problema (concluye el Dr. Bayer), solicitamos en su momento,
colaboración a la parapsicología de todo el mundo para que se nos ayudase
a liberar del terreno de las leyendas y supersticiones, todos los
descubrimientos e investigaciones que hasta hoy hemos venido realizado
con gran éxito”
El conocido psicólogo de Berlín, Dr. Rohwedder, confesó no poder
comprender cómo una lesión cerebral puede llevar a una muchacha
alemana a olvidar su idioma y pasar a expresarse en otro idioma
extranjero, y por añadidura, cambiar de identidad. Se refería al extraño
caso de una niña de 12 años que sorprendió a los medios científicos de
Berlín.
Todo empezó cuando Helena Marquard, una niña aparentemente
normal, fue atropellada por un automóvil y llevada al hospital
inconsciente y con graves heridas. El médico de turno esperaba un
desenlace fatal en cualquier momento, algo que sin embargo, núnca
llego a suceder.
Después de varios días inconsciente, una mañana, Helena recuperó el
conocimiento y mirando a su alrededor gritó espantada ¿cómo vine a
parar aquí? Con asombro de todos los presentes, Helena no habló en
alemán, su idioma natal, sino en italiano, por lo que hubo que llamar al
director del hospital Dr. Schróeder quién, comprobado el extraño caso,
solicitó la ayuda de un intérprete a quien la niña le relató, en italiano,
una extraña historia. Posteriormente, el intérprete declaró que la niña
hablaba un perfecto italiano y detalló cuanto había oído. Los familiares
de la niña testificaron que ella jamás aprendió dicho idioma.
La exposición de los detalles realizada por el intérprete que había
intervenido en el caso sorprendió a todos los intervinientes. La niña que
hasta entonces era conocida por Helena Marquard, decía ser Rosetta
Castellani y vivir en Noventa, cerca de Padua, Italia, y haber nacido el 9
de agosto de 1.887. Imploró, con gran aflicción “tengo dos hijos, Bruno y
Franca y deben estar esperando que vuelva, por favor díganle al doctor
que necesito volver a mi casa de Noventa”
Al principio, el Dr. Schóreder, también especialista en trastornos
cerebrales, supuso que las heridas habían afectado el cerebro de la
joven paciente, ocasionando esas fantasías. Reflexionando, concluyó,
que por grave que sea un accidente, no puede forzar a una persona a
hablar en italiano o cualquier otro idioma que no haya aprendido antes.
Por ello decidió consultar a su colega Dr. Rohwedder, quién también
consideró imposible que una herida en el cerebro pudiese causar ese
resultado, y sugirió la hipótesis de que el golpe recibido en la cabeza
podría haber llevado a la paciente a asumir la personalidad de la mujer
italiana. A partir de ese momento, el Dr. Schóreder decidió investigar.
Con Helena y el periodista R.C. Gottschalk se dirigieron a Noventa,
Italia. Los investigadores decidieron, en primer lugar, ir al registro
parroquial, dónde estaba anotado el nacimiento de una niña de nombre
Rosetta Teobaldi con fecha de 9 de agosto de 1.887 y también el de su
matrimonio con Gino Castellani, el 17 de octubre de 1.908. En el registro
constaba también el acta de fallecimiento de Rosetta en fecha 5 de
febrero de 1.917 y la dirección de la casa donde había vivido y fallecido.
Los investigadores fueron informados de que en dicha casa vivía la hija
de la difunta, de nombre Franca Castellani.
De inmediato se dirigieron todos a la calle indicada, y de pronto
Helena se detuvo y apuntando hacia una de las casas exclamó “ahí está
mi casa” Realmente no se equivocaba; la casa coincidía con la dirección
obtenida. Llamaron a la puerta y una señora salió a recibirles, al verla,
Helena declaró “esta es mi hija Franca”
¿Cuál no sería la sorpresa de ésta señora (Franca), al escuchar esas
palabras de una joven a quien nunca había visto?
Seguidamente, Helena pasó a narrar acontecimientos de la infancia
de Franca que fueron aceptados como verdaderos por la
misma (Traducido de “Psychic News”, Periodista relator K.C. Gottschalk
de Lubeck-Moisling).
Nota: La prensa relata frecuentemente casos de personas que al
sufrir un accidente pierden la memoria de su personalidad actual,
llegando a desconocer a su propia familia y todo lo relativo a su vida. En
otros casos, como el citado antes, afloran personalidades diferentes. Es
el afloramiento del subconsciente, del lugar donde están grabadas las
vidas pasadas.
El Dr. Hamendra Nath Banerjee, catedrático de psicología y titular de
la cátedra de parapsicología de la universidad de Rajastan, Jaipur, India,
y director del instituto de parapsicología anexo a dicha universidad, es
mundialmente conocido por sus investigaciones y estudios sobre la
hipótesis reencarnacionista, que él clasifica como memoria extra
cerebral.
Con un equipo de once profesores, El Dr. Banerjee lleva investigados
más de mil casos de presuntas reencarnaciones en diferentes países,
India, Egipto, Siria, etc., habiendo comprobado más de 500 casos
positivos de reencarnación.
Ante el gran número de casos sobre “niños prodigio”; niños de corta
edad que demuestran un dominio en el campo de las matemáticas, de la
interpretación musical: violín, piano etc. y resto de disciplinas (sin
formación previa), se determinó investigarlos a fin de conocer las causas
que producían esos efectos.
Desde 1956 ha venido investigando de modo riguroso y científico los
casos que se le presentan, siempre con un análisis previo de los datos
facilitados, antes de aceptarlos para su investigación.
“Cuando nos es sometido un caso −indica el Dr. Banerjee− visitamos
personalmente la casa donde vive el menor que dice recordar uno o más
episodios de su vida anterior, y uno de mis colaboradores permanece cerca
de él para recoger datos, hechos y todo cuanto se refiera a una supuesta
vida precedente, haciendo un historial del caso, y con cuyos datos
programamos nuestro trabajo de investigación. En muchos casos, estos
datos son un tanto confusos y de muy difícil comprobación, por lo que son
desechados; pero en otros nos permite individualizar, fijar un nombre,
sobrenombre y lugar de la persona fallecida a la que el niño hace
(consciente o inconscientemente) referencia en sus historias. Un gran
archivo con todos los detalles y fotografías se guarda de todos los casos
investigados -sigue indicando el Dr. Banerjee-. Muchos, muchísimos han
sido descartados como casos de reencarnación, ya que obedecen a otros
fenómenos parapsicológicos que clasificamos separadamente, pero
tenemos más de 500 casos en los que ha sido posible encontrar pruebas de
una vida precedente vivida”
“La supuesta memoria de una vida anterior -indica- es viva, muy
especialmente entre los dos y tres años de edad del niño, después va
decayendo hasta desaparecer, excepto si se estimula con frecuencia”
“Deseo aclarar, −continúa diciendo− que nosotros no denominamos a
estos casos “reencarnación” ya que científicamente no estamos
autorizados para usar tal denominación. Los consideramos como memoria
extrasensorial”

Es bien sabido que en la India y Asia está generalizada la creencia


común de la reencarnación, y que en los centros culturales ya se la
admite como una teoría racional compartida también por las diferentes
corrientes religiosas.

Entre los 500 casos comprobados, fue tomada una ficha al azar, que
muy resumida, contiene:
“Caso de Memoria Extrasensorial de Copal Agarwal”

Sujeto: Gopal.
Dirección: Shri S.P. Gupta - F7/3 Frigna Nagar, Dili (Isla Timor).
Edad: 9 años en el momento de la investigación.
Persona identificada en la vida precedente: Shri Shaktipal Sharma,
expropietario de la firma Sukha Sancharak Company, Madura, India.
Detalle: Gopal, hijo de Shri S.P. Gupta, comenzó a recordar
acontecimientos de una aparente vida anterior cuando aún tenía dos
años y medio de edad. Según manifiesta, había nacido en una familia
acomodada en Madura y su nombre era Shaktipal Sharma. Sostenía que
había sido asesinado en 1948, cuando tenía 35 años, con un tiro de
revólver por un hermano más joven, debido a una cuestión de derechos
de propiedad sobre una fábrica.
Verificada la investigación, se comprueba la realidad del incidente en
el año citado.
Cuando el pequeño Gopal fue llevado a Madura por sus padres y por
nuestros asistentes de la universidad, fue directamente al negocio que
había poseído en su aparente vida anterior y a la casa donde vivió,
moviéndose con gran facilidad por las sinuosas calles de la ciudad, a
pesar de que era la primera vez que el muchacho estaba en la ciudad de
Madura. Se reconoció a sí mismo en el retrato de Shaktipal, entre los
muchos rostros de una fotografía de la familia precedente.
El Dr. Banerjee ratificó las declaraciones hechas por el niño Copal.

“No es que yo desee probar la reencarnación (afirma el Dr. Banerjee).


Estos fenómenos de memoria extrasensorial pueden ser a veces casos
complejos de telepatía, y otros, aparentemente, casos inexplicables de
autosugestión; pues todo en parapsicología es experimental, ya que es una
ciencia que está comenzando y espero que pronto lleguemos a
descubrimientos sensacionales. Por ello, nuestros investigadores son
rigurosos”

Otro aspecto de la investigación: Hay una tercera modalidad de


investigación, usada frecuentemente para ayudar a padres de criaturas
rebeldes o con psicopatías congénitas.
Otro aspecto de la investigación: Hay una tercera modalidad de
investigación usada frecuentemente para ayudar a padres de criaturas
rebeldes o con psicopatías congénitas. Para esto es necesario valerse de
un sensitivo o médium (persona con la facultad de percepción
extrasensorial -PES- desarrollada), que en estado de hipnosis y dirigido
por un experto, pueda atraer al guía espiritual de la criatura en cuestión,
quien a su vez puede conseguir la manifestación de la mente espiritual
(no mente del psicosoma o alma encarnada en el niño) del espíritu
encarnado en el niño, ya que es en la mente espiritual (espíritu) dónde
reside el subconsciente.
Y a través de la investigación posterior con los datos recibidos se
comprueba la veracidad de los mismos.
A continuación citaremos un caso publicado y extractado en el
«Diario de Sao Paulo», Brasil de fecha de 5 de julio 1964.
Padres de un niño muy rebelde y autoritario, quienes tenían serios
problemas con su educación, presentaron el caso ante un grupo de
investigadores (no académicos) de la ciudad de Sao Paulo. Estos
analizaron el problema a fin intentar ayudarles.
Valiéndose del sensitivo Dr. Urbano de Axis Xavier, médico residente
de la cercana ciudad de Marilia, esperaron a que el niño se durmiese y le
provocaron un estado de hipnosis. Mediante una concentración mental
del grupo, el director invocó al espíritu-guía de la criatura, presentándole
el problema. Este respondió que iba a hacer que el espíritu del niño se
manifestase en su personalidad anterior. Al poco, el médium recibía el
espíritu de un militar, oficial alemán de la primera guerra mundial, quien
explicó que estaba reencarnado para corregirse precisamente de ese
autoritarismo, de su rebeldía a los principios religiosos y de su falta de
respeto a toda criatura humana.
“Para una comprobación científica serían necesarios más datos, tales
como: fecha, lugar, relaciones sociales y militares, nombres, y la
comprobación de los mismos, pero como el único interés de los padres era
conocer la causa real de esa conducta infantil para una re-orientación
educacional, éstos se consideraron satisfechos y no se prosiguió con la
investigación”
“Referimos este caso (continúa diciendo el relator) porque
participamos personalmente en él y podemos testificar su veracidad; al
igual que en muchos otros que este grupo investiga en su deseo de
colaborar a la resolución de muchos problemas humanos”
Citamos este caso, únicamente para que el lector conozca otra de las
modalidades de investigación efectuada a través del subconsciente,
pues esta modalidad está siendo muy utilizada en otros países donde
han superado el complejo de los prejuicios, y usada como ayuda fraterna
en la búsqueda del origen de muchas psicopatías congénitas.
CASOS DE REENCARNACIÓN COMPROBADA
A continuación se narran algunos de los muchos casos de
reencarnación que han sido comprobados por personas de diferentes
ideologías, religiones y creencias. Todas ellas concuerdan sobre la
veracidad de la supervivencia del individuo después del trance
denominado muerte y sobre la vuelta a la carne de seres que habían
animado otras personalidades.
Si bien es cierto que el olvido del pasado es completamente
necesario para no perturbar psíquicamente la andadura de la nueva
personalidad (como fue explicado ampliamente en el tema
“Palingenesia” en el segundo enfoque), hay casos en los que surgen del
subconsciente recuerdos nítidos de una vida anterior como los relatados
a continuación.
Reconocemos que el escepticismo y los convencionalismos pesan
mucho sobre las mentes de las personas, impidiendo a gran parte de la
sociedad occidental el uso de una maravillosa facultad de la mente como
es el raciocinio, en el que cada persona lleva implícita la capacidad de
análisis.
Comenzaremos con el caso de Shanti Devi, interesante caso surgido
en el hogar de una familia de clase media de la ciudad de Delhi, India.
El 11 de diciembre de 1.926 nació la niña Shanti Devi, la cual tuvo un
desarrollo normal hasta los cuatro años de edad, momento en el que la
madre comenzó a notar que la niña parecía desconcertada, con
tendencia a apartarse de todos y semejando mantener conversaciones
con una persona imaginaria.
Los padres no le dieron mayor importancia hasta que la niña
comenzó a relatar cosas extrañas a su madre, insistiendo que había
vivido en Mutra (ciudad a unos 100 Kms de Delhi) y que su nombre había
sido Ludgi Devi, casada con Kedar Nat Chaubey y fallecida de parto en
un hospital. A pesar de ello, dejaron pasar un tiempo con la esperanza
de que olvidaría esa aparente manía.
Pasaba el tiempo y la niña seguía insistiendo a su madre sobre la
verdad de lo que refería, dando incluso nombres de familiares del
presunto marido y de los dos primeros hijos. La madre, muy preocupada
por la salud mental de la niña, puso al padre de Shanti al corriente de
todo el asunto y juntos decidieron llevarla a un médico, que la interrogó
minuciosamente. Después de haberle contado Shanti la extraña historia,
el médico dijo a los padres que si la niña era una enferma mental,
resultaba ser un caso extremadamente insólito, ya que no presentaba
los síndromes típicos de enajenación, y que no se atrevía a diagnosticar
por el momento, limitándose a recomendar al padre que la interrogara
de vez en cuando y que anotase las respuestas y, que en caso de
persistir, volviese a consultarle.
Una tarde, mientras Shanti y su madre preparaban la cena, alguien
llamó a la puerta y Shanti corrió a abrir. Como tardaba en volver,
preocupada, la madre se asomó también, encontrando a Shanti con la
mirada fija en un forastero que estaba parado en las gradas. Entonces la
niña le dijo ¡madre, éste es el primo de mi esposo, vivía también en Mutra,
no lejos de nuestra casa! El forastero dijo que efectivamente vivía en
Mutra y que había venido a tratar algunos negocios con el padre de
Shanti, pero no recordaba haberla visto antes, aunque informó que sí
tenía un primo cuya esposa llamada Ludgi había muerto de parto hacía
diez años. Los angustiados padres de Shanti le contaron la extraña
historia de su hija y sus presuntos recuerdos, por lo que el visitante
accedió a convencer a su primo para que viniera a Delhi a comprobar si
Shanti le reconocía. El plan no fue comunicado a la niña, sin embargo,
cuando llegó Kedar Nath, Shanti se echó en sus brazos y entre sollozos
declaró que ese hombre era su esposo que volvía a ella. Este dirigió a
Shanti un gran número de preguntas de naturaleza íntima, cuyas
respuestas le convencieron plenamente sobre la identidad de Ludgi.
Como el asunto tomó gran revuelo, las autoridades de Delhi
consideraron necesario efectuar investigaciones; y con la aprobación del
padre de la niña y de Kedar Nath, se nombró una comisión investigadora
formada por personas notables de la ciudad, quienes como primer
medida, decidieron llevar la niña a Mutra, dejando que tomase la
iniciativa, para de ese modo no interferir en los resultados, y en paralelo,
verificar si era capaz de reconocer las casas dónde decía haber vivido de
soltera y más tarde casada.
Ya en Mutra, atravesó varias calles hasta llegar a un determinado
callejón. Al llegar a la casa en la que Ludgi vivió estando casada, la
identificó inmediatamente y dijo “aquí es donde viví”. Y viendo a un
anciano que estaba sentado a la puerta exclamó ¡ese es mi suegro!, y
luego hizo notar que el color blanco del que estaba pintada la casa no
era el que tenía originariamente. Reconoció a parientes de su vida
anterior, y a uno de éstos le brotaron lágrimas al ser reconocido por su
nombre; nombre que únicamente Lugdi Devi conocía. Describió la
distribución interior de la casa, para a renglón seguido, hacer una
revelación que asombró a todos los presentes; informó que tenía 150
rupias guardadas debajo de una tabla en una habitación, y como no
aparecieron, interrogó a Kedar, quien se justificó diciendo “sí, es cierto,
encontré ese dinero al hacer algunas reformas en la casa, pero lo gasté”
Más tarde Shanti le preguntó a Kedar ¿porque se había casado de
nuevo? ¿acaso no habían acordado que si uno de ellos enviudase, nunca
se casaría de nuevo?
La comisión investigadora redactó un informe escrito y firmado que
incluyó todo lo que se había visto y comprobado, resumiendo que de un
modo u otro, la niña nacida en Delhi parecía rememorar una vida
transcurrida en Mutra, y hacerlo además con una sorprendente
precisión. Hicieron constar finalmente que no habían podido hallar
indicios de fraude ni tampoco explicación alguna de lo comprobado.
Tiempo más adelante se realizaron verificaciones sobre este caso de
reencarnación comprobada, y de los resultados, la revista italiana
«L’Europeo» hizo un amplio reportaje en los números 640, 641 y 642 de
febrero de 1.958.
En relación al mismo, el Dr. Ian Stevenson declaró en
1.961 “Entrevisté a Shanti Devi, a su padre, y a Kedar Nath (el marido que
tuvo en su vida anterior). Mi investigación indica que al menos 24
observaciones realizadas sobre su existencia anterior resultaron
plenamente confirmadas” Para mayor detalle (esta relación está muy
resumida) véase el libro de este investigador “Veinte Casos Sugestivos
de Reencarnación”, página 17, páginas 306-307 de la edición en inglés y
página 40 y 405 de la edición en portugués (ambas ediciones han sido
citadas en los dos capítulos anteriores).
La historia de Shanti Devi -íntegramente documentada- consta tanto
en los archivos científicos cómo en los del gobierno de la India. En
cuanto a la muchacha -que vivía tranquilamente como empleada pública
en Nueva Delhi- dijo en 1.958 a los médicos especialistas que la
interrogaron, que había logrado acomodarse a su existencia actual y que
su anterior nostalgia respecto a su otra existencia había dejado ya de
perturbarla.
Caso de dos gemelas - Síntesis de un reportaje de Mónica Chadler
aparecido el 21 de junio de 1.965 en la prestigiosa revista italiana
Época (El reportaje está ilustrado con dos fotografías: una de Joanna y
Jacqueline antes de fallecer, y otra de Guillian y Jennifer a la edad de 6
años, dónde puede verificarse el gran parecido entre ambas).
En la pequeña ciudad de Hexham, Northumberland, Inglaterra, y en
el año 1.957, vivía un matrimonio, John Pallock y su esposa Florence.
Fruto de esa unión tuvieron dos niñas que eran la alegría de su vida,
Joanna y Jacqueline. Un domingo del mes de mayo de aquel año,
Florence se encontraba en la cocina preparando la comida, mientras
John se encontraba ocupado en su pasatiempo favorito de los
domingos, su jardín. Sus dos niñas estaban dando el paseo habitual de
los domingos en compañía de un niño de la vecindad.
De pronto Florence sintió golpear en la puerta del apartamento, y
sorprendida ante la insistencia de los golpes dado que no esperaban a
nadie en ese momento, se apresuró a atender la llamada,
encontrándose frente a un policía que preguntaba por el dueño de la
casa. Ver al policía y pensar en sus hijas fue un todo, sentía que el
corazón quería salírsele del pecho. Después de unos breves momentos
de angustia, pues el policía no acertaba a expresarse, le informó que las
dos niñas y el niño que las acompañaba habían sido atropellados al
atravesar una calle próxima a la casa. Un automóvil que transitaba a
elevada velocidad atropelló a los tres niños, que lamentablemente
habían fallecido.
Su vida, tan llena de amor y esperanza quedó repentinamente vacía,
se veían privados para siempre de las dos niñas que eran la alegría y luz
de sus ojos.
La noche de aquel desventurado día, agotados, y exhaustos por
tanta desgracia, John y Florence acabaron por adormecerse el uno junto
al otro. Ya de madrugada, poco antes de amanecer, John se despertó a
gritos, llamando angustiosamente a sus dos hijas. Florence se despertó
espantada, encontrando a su esposo con los ojos abiertos, el rostro
congestionado de aflicción y pidiendo a Joanna y Jaqueline que
volvieran. Florence lo encontró natural debido a su estado de gran
excitación y dolor, pero su estado de ánimo cambió cuando su marido le
contó el sueño que acababa de tener. Se sintió transportado a regiones
desconocidas -le dijo- y las dos niñas vestidas de blanco se acercaron a
él, Joanna le tomó de las manos y le decía “padre no llores por nosotras,
Jaqueline y yo estamos muy felices donde estamos, no llores porque
volveremos a vosotros dentro de un año y medio”. Y dándose la vuelta se
alejaron, desapareciendo en el sueño; de ahí su despertar a gritos
llamando a las dos hijas.
Pasaron los meses y todo indicaba que el sueño de John había sido
una alucinación. Según el pronóstico del médico que atendió el parto de
su segunda hija, ya no podrían tener más hijos, consecuencia de un
parto muy difícil. Superado el dolor de estos acontecimientos, el
matrimonio Pallock decidió cambiar de residencia y se trasladaron a
Whidey Bay, un pueblo cercano.
Nueve meses después del trágico acontecimiento, Florence
sorprendió a su esposo con la noticia de que estaba embarazada. La
gestación transcurrió normalmente, y pocos meses antes del parto,
John tuvo un presentimiento ¡su mujer estaba embarazada de dos niñas
y eran gemelas!
Exáctamente año y medio después del fatal accidente en Hexham
(mayo 1.957), Florence tuvo los dolores de parto y las niñas nacieron
muy pronto. El doble parto había sido normal y las niñas recibieron los
nombres de Gillian y Jennifer ¿sería acaso este acontecimiento la
promesa que el padre dijo haber recibido de Joanna y Jacqueline?
A medida que las niñas crecían, los padres, rebosantes de felicidad,
daban gracias al cielo por esta ventura, y así fueron transcurriendo
lentamente los días. Cuando Gillian y Jennifer cumplieron cinco años, sus
padres decidieron llevarlas a visitar a una hermana de Florence que
seguía viviendo en Hexham. Y cuando caminaban por una de las calles, la
madre oyó decir a su hija Gillian “madre, en aquella esquina hay una
pastelería”. Florence no dio importancia a esta frase suelta, pero se
quedó preocupada cuando más tarde Jennifer le preguntó “madre ¿nos
dejas jugar en el jardín? no está muy lejos de aquí” Cerca de allí había un
jardín público que no era posible ver desde donde estaban caminando,
por esta razón la madre preguntó a Jennifer “hija ¿cómo sabes que hay
un jardín por aquí?”. La niña le respondió que no sabía cómo, pero que
sabía que había uno. Y volviéndose hacia Gillian le preguntó “hija ¿cómo
sabes que en aquella esquina hay una pastelería si nunca antes has estado
aquí?” y Gillian respondió “no lo sé, madre, pero tengo la certeza de que
hay una pastelería”
Íntimamente turbada, Florence dio por terminado el paseo y regresó
a casa, donde le contó todo ello a su esposo, y éste, lejos de compartir la
inquietud de su esposa, se puso contentísimo y dijo “ya lo sabía, sabía
que mis hijas volverían”
La frecuencia de estos hechos análogos, generaron en John el deseo
de buscar una explicación científica sobre aquel misterio. Se fue a
Londres y comentó los acontecimientos con un psicólogo, quién le
escuchó atentamente y le recomendó dirigirse al profesor Ian
Stevenson, psicólogo americano de fama mundial que se encontraba en
Londres por aquellos días.
Pruebas Efectivas: El profesor Stevenson, interesado en el caso,
acompañó a John a su casa en Whitley Bay, allí, conquistando con
dulzura la confianza de Gillian y Jennifer, preguntó a ambas niñas cuanto
estimó oportuno. Finalmente optó por llevar a cabo una investigación
que comprendería dos pruebas: una, llevar las niñas al apartamento
donde la familia vivió en el pueblo de Hexham; y otra, llevarlas también
al lugar del trágico accidente, al lugar donde Joanna y Jacqueline habían
perdido la vida. Todo esto se efectuó a modo de excursión, como un
lúdico paseo.
Los dos, padre y profesor, acompañados de las niñas, salieron a
caminar por las calles de la población hasta que llegaron donde estaba
situada la antigua vivienda, y de repente, Gillian exclamó “nosotras ya
vivimos en esta calle, ahí en esa casa ¡ah, quiero ver la cueva de Tigre!”
Stevenson interrogante miró a John, quien le explicó
disimuladamente que «Tigre» había sido el nombre de un gatito que
tuvieron y que había sido sepultado en el fondo del jardín de la casa.
Informó también al Sr. Ian, que ni él ni su esposa habían hablado de
Tigre a las niñas. Unos pasos más adelante, el grupo llegó hasta la casa y
Stevenson preguntó a Gillian “¿cómo conoces tú esta casa?” Fue Jennifer
quién respondió espontáneamente, pasando a describir las partes
interiores de la misma, que el padre confirmó.
Siguieron andando y Stevenson aplicó la misma técnica de paseo en
otras calles, mientras las niñas caminaban alegres y despreocupadas
delante. Quedaba la segunda prueba, justo en el lugar donde ocurrió el
fatal accidente.
Durante el trayecto, Gillian y Jennifer hablaban de personas que
nunca antes habían visto, también de una anciana que solía pasear por
allí, sentada en un sillón de ruedas.
Cuando se aproximaban al lugar del accidente, alrededor de unos
cuarenta pasos antes, Gillian y Jennifer sufrieron un cambio radical, se
pararon, y de ir alegres pasaron a reflejar una profunda aflicción “¿qué
sucede?” “¿porqué no camináis?” preguntó amablemente el psicólogo,
Gillian respondió “no quiero pasar por ahí”. El Dr. Stevenson, siempre
con calma, insistió “pero ¿por qué Gillian?” Y las dos gemelas, con la
energía propia del pavor, se negaron a pasar por el lugar donde había
ocurrido el accidente.
Las dudas del eminente psicólogo estaban aclaradas, las pruebas no
podían ser más evidentes. Su opinión fue la siguiente “yo creo que bajo
hipnosis se podría hacer volver a las gemelas al momento del accidente y a
los acontecimientos sucedidos antes de su muerte, pero dada su corta
edad, no me atrevo a efectuar esta experiencia por el momento. Una vez
hayan cumplido doce o más años, podríamos tener una prueba fiable de
este extraordinario caso de reencarnación”
Caso sorprendente de reencarnación inmediata:
En el curso de los trágicos acontecimientos que ensangrentaron el
Líbano en 1.958, un joven llamado Jamil Souki murió de un balazo en una
de las refriegas callejeras de Beyrut.
En 1.964, seis años más tarde, en el pueblo de Choueiffat, cerca de
Beyrut, un niño declaraba con fuerza y convicción, que él era Jamil
Souki. El nombre de este niño era Mounzer Haidar, quién, lejos de
compartir los juegos de los niños de su edad, repetía con frecuencia que
él era Jamil Souki, dando detalles de la vida de éste, y sosteniendo que
su padre era Halim Souki, propietario de una carnicería en Aley;
haciendo una descripción completa de sus padres. La noticia se extendió
por todo el contorno llegando hasta los padres de difunto Jamil Souki.
Ante esta extraña actitud, los padres de Jamil decidieron investigar.
La madre de Jamil sintió revivir por momentos en su corazón el amor
a su hijo, por lo que decidió verificar por sí misma la noticia. He aquí el
relato de la madre:

“Yo llegué a Choueiffat, a la casa de los Haidar. Nunca antes había visto
el niño del cual me habían hablado. Mi corazón latía fuertemente ¿me
reconocería? me preguntaba a mí misma. Tan pronto entré en la casa,
Mounzer se lanzó a mis brazos, exclamando ¡madre, madre! Yo no lograba
contener mis lágrimas, era mi hijo Jamil que volvía a mí con los rasgos de
una adorable criatura”
“Dos hechos extraños me han dado la prueba palpable de que era
realmente mi hijo Jamil en el cuerpo de un niño llamado Mounzer Haidar”
“El niño Mounzer me indicó la existencia de un fusil de guerra que había
pertenecido a Jamil y que sabía en qué lugar exacto del fusil mi hijo había
grabado su nombre. Apenas llegamos a mi casa en Aley, fue directamente
al lugar donde Jamil había dejado enterrado dicho fusil”
“La otra prueba es ésta: durante los acontecimientos de 1.958, en los
que Jamil encontró la muerte, mi hijo había entregado en prenda a un
panadero de Souk el Garb, un reloj al que él tenía en gran cariño, en
garantía del pago por el pan suministrado a él y sus compañeros de lucha.
Yo ignoraba el hecho. Acto seguido, el pequeño Mounzer me declaró: y
ahora voy a Souk el Garb, porque allí he dejado mi reloj en prenda a un
panadero que me había dado pan; quiero recuperarlo”
Huelga describir la gran sorpresa del panadero frente al niño que
decía ser Jamil Souki y que describía con exactitud las características del
reloj.
Ahora, Jamil comparte su vida entre los pueblos de Aley y Choueiffat;
entre sus dos familias: la de su vida anterior y la de la nueva vida.
Mounzer Haidar relata su caso así “he fallecido por una bala en el
costado mientras volvía a Chemlane, y fallecí rápidamente; en mí siento
más fuerte la presencia de Jamil que el niño que soy”
Nota: A este caso no se le dio mayor importancia, ya que en Líbano,
Siria y otros países del Oriente Próximo, una gran parte de la población
está compuesta por drusos, etnia cuyo sistema religioso es secreto y
muy complejo, con una mezcla de Islam, Judaísmo y Cristianismo. Los
drusos admiten la reencarnación fundándose en la sabia justicia de Dios,
sostienen que siendo Dios infinitamente sabio y justo no quiere juzgar a
las almas según la duración de una sola vida humana, ofreciendo a las
almas múltiples oportunidades de progreso y purificación antes de
llamarlas definitivamente a Su seno.
Dos de los casos investigados por el Dr. Hamendra Banerjee (muy
resumidos):
Mohini, niña hindú de 9 años que vivía con sus padres en Punjal,
India, un buen día durante la cena con su familia comenzó a hablar de
Nueva York. Al principio, sus padres consideraron que eran fantasías de
su imaginación, pero como la niña seguía insistiendo frecuentemente,
los padres decidieron tomar notas de todo lo que mencionaba. Insistía
en que había vivido en Nueva York con su tío, describiendo con todo lujo
de detalles el lugar donde residía, los alimentos que detestaba, los
juguetes que recibía para Navidad y los vestidos con que iba a las fiestas.
Mantenía que había fallecido a los 18 años, y cuando describía estas
escenas, lloraba amargamente. Más tarde, estos recuerdos comenzaron
a perturbarle en los estudios.
Por este motivo sus padres decidieron consultar con un psiquiatra,
quién les recomendó visitar al Dr. Hamendra Banerjee de la universidad
de Jaipur, India, que hizo la siguiente declaración “después de analizar el
caso, decidí volar a Nueva York para investigar allí mismo. Con los datos
recibidos, encontré a la familia, algunas generaciones más vieja, y
exactamente en el lugar que la niña mencionó, y allí pude confirmar más de
94 detalles de su historia. Cuando volví a la India llevé fotografías de los
componentes, mezcladas con las de otras personas, y se las presenté a la
muchacha para que me indicase cuáles eran los miembros de la familia que
decía ser la suya. Todo era correcto y evidentemente tenía recuerdos
sumamente precisos, lo que le afectaba en gran medida”

En 1.965 vivía en Bhopal, India, Vishala, una niña de trece años de


edad. La mayor parte del tiempo se desenvolvía como cualquier otra
chica de su edad, pero de vez en cuando cambiaba y se ponía a llorar
angustiada, relatando hechos del pasado y citando nombres y
anécdotas; relatando escenas ocurridas en Londres, ciudad en la que
nunca había estado. Quién la escuchaba sin conocer el asunto quedaba
confundido al momento, pues en esas ocasiones estaba convencida de
haber sido una joven médico inglesa, en Londres, y que falleció en un
accidente de automóvil cuando contaba con 27 años de edad.
¿Ridículo? ¿absurdo? tal vez. Sin embargo Vishala es una de los
cientos y miles de personas que dicen estar reencarnadas y que son
objeto de investigación por la ciencia. Este caso fue también investigado
por el Dr. H. Banerjee.
Vishala insistía en que ella fue la Dra. Maimini Walt, médico en un
hospital de Londres, hija de un juez, y víctima de un accidente de
automóvil en una noche de tormenta. Decía recordar que amaba a un
asistente de apellido Walker, y que su madre tenía una amiga llamada
Sairiya, y que la noche del accidente su hermano iba con ella en el
automóvil. Citaba también que el día del accidente su padre partía de
viaje a África.
El Dr. Banerjee se desplazó a Londres para investigar las afirmaciones
de Vishala con los datos que ésta le facilitó, y una vez allí, indagó y
constató la existencia de las personas citadas y de los hechos referidos.
Casos Curiosos: Existe infinidad de casos que no han sido aún
verificados, y están por tanto, pendientes de comprobación. Sin
embargo, entre ellos escogemos tres; tres historias que comentaremos
a renglón seguido para que el lector juzgue por sí mismo y decida sobre
su veracidad, aceptándolas o rechazándolas.

1. Algunas personas afirman haber vivido una existencia anterior en


la Tierra. Existen documentos y hechos verificados que parecen apoyar
esa creencia y que suelen dejar confusos aún a los más escépticos.
Uno de esos casos, dignos de examen, es el de la niña Iris Farcier de
15 años de edad, hija de un conocido ingeniero francés.
Un día, encontrándose gravemente enferma de neumonía se
incorporó de pronto en su lecho y comenzó a hablar, pero no en su
propio idioma, sino en un correcto español. Comenzó dirigiéndose a su
madre a modo de presentación, diciéndole “Señora, soy Doña Lucía
Álvarez, viví en Madrid y tuve catorce hijos, pero cuando tenía 40 años de
edad, caí enferma de gravedad, por lo que temí morir”
Naturalmente, consideraron que todo esto era efecto de su
enfermedad, por lo que no le dieron mayor importancia, al menos de
momento. Pero sucedió que la joven ya no continuó hablando en
francés (su idioma familiar), y sí en un correcto español.
Ante esta atípica circunstancia, la familia se vio obligada a aprender
algo de español para poder entenderla hasta que se curase, ya que los
psicólogos y psiquiatras consultados no consiguieron explicar el
fenómeno. A pesar de tener un profesor de francés, Iris continuaba
hablando español con toda naturalidad y cantando bonitas canciones en
dicho idioma para asombro de familiares y conocidos. Además, sin haber
salido de Francia, Iris describía la ciudad de Madrid con la facilidad y
riqueza de detalles que sólo una madrileña sería capaz de mostrar.
Nota: En situaciones en las que se utiliza la hipnosis, surgen casos en
que el sujeto (que aparentemente llega a narrar una existencia anterior)
comienza a hablar en un idioma diferente al suyo.
¡Es enorme el pozo del subconsciente y asombra con incontables
sorpresas!
Este caso, análogo al relatado en el capítulo anterior, es el caso de la
niña alemana Helena Masquard, que difiere del primero en que se
obtuvieron pruebas de comprobación oficial, mientras que de éste
último no existen.
2. Es el caso del Sr. C.F.S. Hill, natural de Cardiff, Gales, Reino Unido.
En su adolescencia y permaneciendo todavía en el colegio, comienza
(ante el asombro de sus profesores) a describir la flora, fauna y
topografía de diferentes estados brasileños y países colindantes,
afirmando que conocía algunos de sus dialectos y costumbres. Citaba
que con cierta frecuencia tenía un sueño insólito en el que se veía
asesinado violentamente por una tribu indígena de la selva.
Al terminar sus estudios, Hill obtuvo un empleo como camarero en
uno de los trasatlánticos de la marina mercante inglesa que hacía la
travesía entre Inglaterra y los países de América del Sur. En su primer
viaje asombró a sus compañeros con las descripciones de los puertos
antes de llegar a ellos, mencionando direcciones precisas que al
desembarcar eran comprobadas por los mismos compañeros a quienes
servía de cicerone.
En una de esas travesías, un danés embarcó en el puerto de Santos
(Brasil), y al encontrarse con Hill, este señor danés no pudo ocultar una
profunda expresión de sorpresa. Entonces le preguntó si tenía los
nervios bien templados, ya que deseaba mostrarle algo muy importante,
invitándole a continuación a bajar a su camarote. Después de una breve
charla sobre las expediciones que el danés había efectuado por el río
Amazonas, sacó de una de sus maletas un raro objeto, una cabeza
humana reducida. “Se trata de un trofeo -le dijo-, obtenido de los
cazadores de cabezas del alto Amazonas, quienes realizan esas reducciones
mediante un proceso especial que solamente ellos conocen”
Aquel macabro trofeo produjo en Hill un tremendo impacto
emocional, palidecía, temblaba mientras un sudor frío corría por su
rostro, y en su fuero interno, en su mente, sentía como una voz que le
decía ¡esa es tu cabeza!
¿Fantasía? Tal vez.

3. Otro caso interesante de aparente reencarnación ha sido


publicado por el Sr. M. George Weidhert, jefe de una empresa de
Munich, Alemania en su libro “Nosotros Renacemos”.
El autor nació en mayo de 1.898 y perdió a su esposa muy joven,
antes que ésta alcanzara los 25 años de edad, junto con su hijo pequeño.
Este acontecimiento le hizo perder la fe en la Divinidad y su Justicia,
haciéndole meditar sobre su tan aciaga suerte.
Durante una mañana de primavera de 1.924 tuvo visiones y
reminiscencias de una vida anterior, transcurrida en el siglo XII, en las
que se veía a sí mismo siendo un tal señor Kuhneberg, residente de un
castillo cerca de Regen, Baviera, en pugna con un rival de nombre
Falkenstein. También de la guerra que mantenía contra el arzobispo.
Estas visiones y recuerdos se repitieron en diversas ocasiones, lo que le
impulsó a investigar con determinación sobre dichos lugares y los
personajes de estos recuerdos subconscientes.
Su investigación le permitió comprobar la existencia de las ruinas del
castillo Weissenstein, cerca de Regen, pequeña ciudad situada sobre la
orilla de un río, detalle que coincidía plenamente con sus recuerdos.
También comprobó el nombre del señor Kuhneberg, caballero salteador
de vida turbulenta, y de un tal Falkenstein; todo fechado alrededor del
año 1.150.
Recordaba también detalles de los acontecimientos de esa existencia
y de la situación económica y política de lugar, así como de un tal
Falkenstein −extranjero en el país− que era vasallo del arzobispo y que
se apropió de poderes no justificados; recordaba el pasaje de una calle
comercial importante no lejos del castillo, un pasaje subterráneo secreto
del mismo, una torre cuadrada al otro lado del valle (que forma parte
hoy de la iglesia de Regen) y su muerte a consecuencias de un combate.
Tuvo igualmente reminiscencias de otra vida en Francia que no relata
en su libro al no haber podido realizar las investigaciones oportunas
para su verificación.
Nota: Desde el punto de vista subjetivo, es importante resaltar que el
Sr. M. George Weidhert podría haber comprendido su destino actual
gracias a esas visiones, resultado de sus acciones en vidas anteriores. Es
importante reseñar el hecho de que estos recuerdos y visiones se le
hayan presentado en su edad adulta, haciéndonos suponer que sus
investigaciones hayan sido el «imán» (la sintonía) de
atracción. (Extractado de “Yours Fraternally” Londres, enero 1.960)

4. Citaremos un artículo aparecido en el nº 2 de la revista “URSS”


editada por la Embajada de la Unión Soviética en Brasil con el título
“Una luz en las tinieblas”. Aun cuando por su ideología materialista no
es presentado como un caso de reencarnación, pedimos al lector
compare este caso con otros expuestos al tratar sobre reminiscencias y
niños prodigio en el tema “Olvido del Pasado”.
Reza así: “Mucho se ha escrito sobre los niños prodigio. Vamos a hablar
aquí de uno de ellos, se trata de un niño armenio cuyo talento ha
provocado admiración y sorpresa”
“Un niño de nombre Zograb perdió la vista cuando tenía un año.
Cuando cumplió tres, recibió de regalo un juguete bastante primitivo que
reproducía con cierta aproximación siete sonidos. Para sorpresa de todos
empezó a tocar en dicho "instrumento" melodías bastante sonoras,
obteniendo la admiración general. A continuación le entregaron una
armónica y Zograb ejecutó desde melodías armenias hasta minuetos de
Mozart”
“Al año siguiente comenzó a tocar el piano, y mediante el sistema
Braille fue estudiando una partitura tras otra, resultando que al poco
tiempo interpretaba composiciones tan complejas como la Tercera
Rapsodia de Liszt y los Conciertos para Piano y Orquesta de Haydn y
Mendelsohn”
“El paso siguiente de Zograb fue la composición de obras de todo tipo
de género. Más adelante, el compositor estuvo en Odessa (Rusia), dónde
fue sometido a una compleja operación quirúrgica. Los especialistas
confiaban que podría recuperar la vista. Continuó sus estudios en el
Conservatorio de Erevan”
Hasta aquí todo lo que pudimos recopilar sobre Zograb.

Cerraremos este capítulo con un caso importante de locura


aparente, extra-somática, consecuencia de un fenómeno paranormal
conocido como Obsesión.
Citamos este caso por la enseñanza que el mismo encierra; una
enseñanza que viene a evidenciar la acción de la ley de consecuencias
sobre el destino humano.
En la pág. 247 y siguientes del tomo II de la obra “Novos Rumos a
Medicina” (Nuevos Rumbos para la Medicina) del Dr. Ignacio Ferreira,
director del Sanatorio Espirita para Alienados de Liberada, Minas Gerais,
Brasil, aparece el siguiente relato (aquí resumido) bajo el título de
“Amor de madre”.
“En la noche del 6 de enero 1.940 llegó al sanatorio un hombre
trayendo a su esposa, justo en el momento en que se iba a iniciar una
sesión curativa. Dado el estado de la enferma fue necesaria la asistencia de
varios enfermeros, quienes la controlaron (no sin dificultad), pues
forcejeaba con denuedo y profería frases incoherentes. Sentada junto a
otros enfermos en la línea de los médiums sensitivos, se dio comienzo al
trabajo experimental de la sesión. En el curso del mismo se recibió el aviso
de que la enferma era un caso de obsesión y que debía ser internada. La
paciente, una mujer joven, se mostraba muy abatida e insensible hacia
todo cuanto sucedía a su alrededor. Al tomar los datos para su filiación, su
esposo manifestó que llevaban dos años casados, durante los cuales había
tenido varias molestias; pero que desde hacía 27 días había enfermado,
presentando esos síntomas y un avanzado estado de embarazo. A los cinco
días de enfermar dió a luz un niño al que parecía odiar, a pesar de que
durante los primeros días y en momentos de calma, lo amamantó y cuidó.
En los últimos días había empeorado y había dejado de alimentar al niño
con el riesgo que ello suponía”
“Durante los dos primeros días se mantuvo a la enferma
bajo observación, y al tercero se procedió a buscar la causa de la obsesión,
contando con la ayuda de uno de los médiums. Se manifestó una entidad
espiritual obsesora que dijo haber sido protector material y amante de la
enferma en su vida anterior, y que ella lo había despojado de todos sus
bienes, engañándolo y envenenándolo para eliminarle”
“Aplacada la furia manifiesta de este ser y una vez convenientemente
orientado, prometió dejar de influenciarle, obteniendo la enferma una
mejoría inmediata; no obstante, se resistía a volver junto al niño y
amamantarlo”
“En una nueva sesión de trabajo curativo, días más tarde, se presentó
(a través del médium en trance) otro obsesor furioso. Era el alma de una
mujer cuyo marido fue también engañado por la enferma en su vida
anterior y que le despojó de su fortuna con engaños amorosos, para luego
hacerlo matar por uno de sus amantes. Consecuencia de ello, al perder a su
marido y los bienes, tuvo que trabajar muy rudamente y sufrir mucho para
criar a sus dos hijos, mientras la infame disfrutaba de la fortuna robada a
su marido asesinado. No había forma de convencerla de que perdonase,
mantenía su odio y enfurecimiento, ofuscada en sus deseos de venganza”
“Cuando ya el Dr. Ferreira comenzaba a perder las esperanzas de éxito,
un amigo (que se manifestó a través de otro de los médiums del grupo) se
dirigió a la obsesora y le hizo notar que el niño abandonado por su
influencia sobre la enferma, había sido uno de sus hijos en la vida anterior,
que encarnaba ahora en el seno de la mujer odiada. A los dos días volvió a
presentarse la obsesora pidiendo perdón a Dios y rogando por la sanación
de la enferma, para que de ese modo el niño dejara de sufrir y llorar gracias
al alimento facilitado por la madre”
“Pocos días después la enferma volvía a su hogar completamente
curada”
“El Dr. Ferreira hace notar cómo la Justicia Divina, en su inmenso amor,
se vale de los medios necesarios para superar el odio entre los seres
humanos, interponiendo (en este caso) entre dos criaturas enemigas, a un
niño hijo de ambas, símbolo del amor de madre; sentimiento que anida en
el psiquismo trascendente, dónde siempre está protegido por el calor del
afecto y del amor espiritual, que es el verdadero amor, puro, santo,
grandioso y sublime”

El Dr. Ferreira no desea presentar pruebas que intenten convencer


sobre la realidad de la reencarnación, pues su labor es de auxilio al
doliente, de aliviar sufrimientos. En su obra “Nuevos Rumbos para la
Medicina” (una antología de sus experiencias profesionales), trata
únicamente de dar a conocer la eficacia de su técnica sobre toda
ortodoxia académica, en aquellos casos que no responden a la
psicoterapia clásica.
CONCLUSIÓN
Amable lector:
Hemos llegado al final de esta pequeña obra.
No te pido que aceptes estos conceptos en modo alguno, son
conceptos entre los que encontrarás otros nuevos que te resultarán de
dudosa veracidad. Te pido, eso sí, que los sometas al análisis de la razón
dentro de una actitud mental libre de prejuicios.
Por favor, ten presente que los conceptos, cómo las ideas, también
evolucionan. La historia de la humanidad nos demuestra que los
conceptos considerados hoy verdad, han sustituido a otros del ayer. Y
una buena lógica nos indica que los de hoy serán sustituidos también
por otros más amplios, en la medida que la capacidad conceptual e
intelectiva del hombre se vaya desarrollando. Observa (a modo de
ejemplo) el concepto de la creación espontánea, simultánea e
inamovible que hasta hace poco se tenía del firmamento. La astronomía
ha demostrado que ese concepto es erróneo, al verificar su constante
movimiento y transformación evolutiva.
En cada uno de los tres enfoques que componen esta obra y dentro
de cada uno de los capítulos brevemente tratados, existe un amplio
trabajo a desarrollar.
Estimo que muchos lectores habrían deseado una información más
amplia sobre la vida en esa otra dimensión; de esa vida al otro lado del
viaje que denominamos muerte, pero no es ese el objeto de esta obra,
ya que existen otras más especializadas en la descripción de esa vida
post mortem. De momento, querido lector, tienes ante ti una serie de
conceptos que no son míos, ni propiedad exclusiva de nadie, son
verdades emanadas de la Sabiduría Cósmica para toda la humanidad,
para su mayor y más rápido progreso y evolución.
Con el argumentario de los capítulos anteriores resulta fácil
comprender que nuestra vida actual no es la primera ni será la última,
sino que cada uno de nosotros lleva tras de sí una larga cadena de vidas,
una larga serie de experiencias acumuladas, gracias a las cuales hemos
evolucionado desde la condición de hombre primitivo hasta nuestra
personalidad actual, evolución que continuará en el tiempo y en el
espacio.
Como habrás podido comprobar, amable lector, la reencarnación es
una de las herramientas de las que se vale la ley universal de evolución
para el desarrollo de las facultades potenciales existentes en todo
individuo. Cada una de las vidas que experimentamos como seres
humanos es una fase del ego, del espíritu, que continúa siendo el mismo
en las diferentes personalidades, siempre en una nueva oportunidad de
progreso dentro de la escala ascensional evolutiva.
Muchas personas rechazan la idea de la reencarnación por el
limitadísimo concepto que tienen del espacio-tiempo, pues habiendo
estructurado su mentalidad dentro del concepto de una sola vida
humana y limitados por unos pocos años de experiencia, después de los
cuales ya nada conocen; les asusta tener que vivir una y otra vez, y en su
comodidad, acarician el espejismo del "descanso eterno".
Muchos no se molestarán en analizar los conceptos aquí expuestos,
al considerarse personalidades relevantes dentro del mundo de la
ciencia; su orgullo les ciega y sienten que se rebajan prestando su
tiempo y atención a conceptos que difieren de su acervo cultural. Suelen
exclamar generalmente ¿para qué he de perder mi tiempo leyendo esas
bobadas si con lo que tenemos nos sobra?
Quienes actúan así son mentalidades anquilosadas a las que el
progreso de las ideas causa trastornos, por encontrase muy a gusto en
su comodismo estático.
Otros se aferran a sus convicciones, cómo el crustáceo se aferra a la
roca en la que vive, y no quieren escuchar nada que sea diferente o
nuevo. Su mentalidad sigue la senda trillada de sus predecesores y no se
paran a analizar qué hay de cierto o falso en los conceptos sustentados.
Entre estos están los fanáticos y los intransigentes, y todos tenemos
muy claro que el fanatismo coarta la razón.
Toda nueva idea es rechazada por los refractarios al conocimiento en
todos los tiempos. El filósofo y notable médico español Miguel Servet
(por citar un caso) que en 1.537 expuso su teoría sobre la circulación de
la sangre y la función de las válvulas del corazón, tuvo la oposición
cerrada de sus colegas, viéndose obligado a alejarse de París. Sin
embargo, hoy nadie se atrevería a negar la circulación sanguínea en el
organismo humano. Del mismo modo se extenderá en Occidente el
conocimiento de la reencarnación.
Ha quedado suficientemente probado en el tiempo que todo nuevo
concepto de verdad recibe sistemáticamente el rechazo de los
convencionalismos y de las personas encerradas en su cascarón de
pseudo-cultura; son esas personas que continúan apegadas a los
tradicionalismos inmovilistas.
Son reacciones propias de las mentalidades anquilosadas y
retrógradas de todos los tiempos; de las mentalidades que ignoran su
responsabilidad en el concierto universal. Sin embargo, el hecho de
rechazar esos nuevos conceptos por no concordar con sus arraigadas
creencias individuales, o aceptarlos por poseer una mayor capacidad de
comprensión, ni modifica ni altera la parte de verdad que puedan
contener.
Habrá quién objete (con cierto fundamento), que si la reencarnación
es real ¿por qué no ha sido divulgada antes?
En todos los tiempos y latitudes, los convencionalismos han venido
ocultado grandes verdades. La reencarnación era un estorbo para la
casta clerical explotadora de la ignorancia humana. Y ya desde tiempos
remotos, la ley de los renacimientos ha sido conocida por pensadores y
estudiosos y sostenida por los fundadores de las religiones, habiéndose
divulgado de una manera razonada y científica en nuestro mundo
occidental desde hace escasas fechas.
Los primeros cristianos la tenían como doctrina, y hasta el siglo V esa
creencia predominaba en toda Europa. Al imponerse la casta sacerdotal
sobrevino una época de oscurantismo en la que la verdad sobre la vida
fue ocultada durante siglos por esa misma casta dominante. El filósofo
Shopenhauer decía “si un asiático me pidiese una definición de Europa,
me vería obligado a decirle lo siguiente: Es aquella parte del mundo en la
cual prevalece la increíble falacia de que el hombre fue creado de la nada y
que su nacimiento actual constituye su primera entrada en la vida”
Antes de la venida del Mesías, todos los pueblos conocían la ley
natural y universal del renacimiento de las almas. En el pasado reciente
podemos encontrarla en toda Asia, en Caldea, en el antiguo Egipto, en
los pueblos celtas de Europa, y siempre, inmanente en los fundamentos
de todas las religiones. Aún hoy podemos observar en muchas personas,
que cuando escuchan el vocablo reencarnación preguntan ¿qué hay de
cierto? En esas mentes existen reminiscencias; existe una voz interna
que permanece en el subconsciente y que aflora, aunque debilitada, por
la negatividad de siglos de convencionalismos.
Correspondería a los dirigentes religiosos de las innumerables
creencias, la enseñanza de esta ley divina (que está contenida en los
fundamentos de las religiones), pero resulta siempre más fácil, alimentar
la fe de las masas con rituales y ceremonias externas de suntuosidad y
parafernalia, porque este espectáculo satisface más a esas
mentalidades, que permanecen todavía en la fase de adoración y
necesitan rendir culto a un fetiche asequible a su vista y entendimiento.
Pero por ventura existen también muchas personas que ya han
superado esa fase de su evolución y buscan conceptos más amplios de
la verdad.
¡Quizás entre estos estés tú, apreciado lector!
La inquietud espiritual por conocer la verdad sobre el mundo que nos
rodea llega cuando la conciencia superior despierta. Entonces el ser
busca el conocimiento con fuerza y nada puede detener su ascensión a
las cumbres donde brilla la sabiduría.
Quien quiera alcanzar la verdad, no puede, ni debe, conformarse con
enseñanzas de una sola fuente, porque podría caer en el dogmatismo.
Solamente despojándose de creencias e ideas preconcebidas, tomando
una actitud mental libre de prejuicios, con análisis y meditación, y
sometiéndose a la luz de la razón, podrá obtener un juicio más acertado.
Nadie puede poseer la verdad integral, pues la capacidad intelectiva
de la humanidad carece todavía de las condiciones para entenderla.
Pero a medida que esta capacidad va desarrollándose, a la
humanidad le serán revelados nuevos conceptos de esa verdad;
conceptos que serán recogidos por quienes la buscan con altura de
miras.
El día que el hombre sea consciente de la grandeza de su destino,
sabrá desprenderse de aquello que le empequeñece y rebaja con una
mayor facilidad, y sabrá vivir y gobernarse según las leyes que rigen su
vida, siempre en concordancia con ellas y en armonía con sus
semejantes.
Por ignorar su destino y vivir en medio de la mentira y del error, el
hombre maldice su vida. Desconoce que esa vida es una oportunidad
más de progreso que el Eterno Amor le ofrece a través de la ley de los
renacimientos; desconoce que se trata de una oportunidad para la
búsqueda del progreso de su espíritu, del único y verdadero ser que
perdura en el tiempo y en el espacio.
Debemos comprender que la vida humana no es un fin en sí misma,
sino un medio para un objetivo más elevado, de "evolucionar". Y como
sabemos, evolucionar significa progresar constantemente en
inteligencia y en sabiduría, en voluntad, en fortaleza y en amor fraterno
(en el que están implícitas la bondad y la comprensión); en suma, para
progresar y conseguir una convivencia y existencias futuras más felices.
Pero no será posible alcanzar ese futuro más feliz si antes no se
alcanza la auto-conquista, si no se vence el egoísmo ancestral del que
brotan todas las pasiones e imperfecciones morales; de esas lacras que
incitan a cometer infinidad de equivocaciones y que conducen a futuros
estados de desdicha. Sólo colocándose en armonía con la ley del amor,
el alma puede llegar a percibir esos destellos de felicidad, esa dicha
interna.

Concluiremos entonces esta obra con los siguientes fundamentos:

1) Que dentro de la reencarnación se encuentra la demostración


palpable y objetiva de las causas inherentes a las desigualdades
humanas.
2) Que lejos de perturbar la mente humana, la idea de la
reencarnación la ilumina, haciendo resaltar la Justicia Divina de "a cada
cual según sus obras".
3) Que cada existencia es un eslabón que nos une desde atrás y hacia
adelante con nuevos eslabones y vidas diferentes, pero siempre
solidarias entre ellas.
4) Que en la vida, todos tenemos un punto de inicio exactamente
igual, y una misma meta a alcanzar, la perfección.
5) Que todos llegaremos a la misma meta, más pronto o más tarde,
pero siempre dependiendo del esfuerzo que pongamos en el propio
auto-perfeccionamiento.
6) Que la ley divina nos brinda tantas oportunidades como sean
necesarias para alcanzar el objetivo; tantas oportunidades se requiera
para corregir errores y desarrollar las facultades recibidas de la Divinidad
Creadora.
7) Que todos los seres somos iguales ante Dios; porque siendo sus
hijos, todos estamos destinados a la suprema felicidad. Las
desigualdades intelectuales y morales son el resultado de nuestros
diversos estados evolutivos, y las diferencias físicas la cosecha de
nuestra siembra en el pasado, bien dulce o amarga.
8) Queda demostrado que nadie puede alcanzar la perfección (meta
para la reintegración a la Divinidad) en una sola vida humana, por lo que
en lógica, son imprescindibles tantas vidas como se necesite para
acercarse gradualmente a la meta.
9) Que el conocimiento de la reencarnación y de la ley de
consecuencias (implícita en la misma) por parte de la medicina, ampliará
los horizontes de la psicosomática y de la psiquiatría. Y la medicina
pronto identificará un nuevo campo de etiología, diagnosis y terapéutica
en base a la interligación del cuerpo psíquico o alma con el cuerpo físico-
orgánico.
10) Que siendo libre en sus actos, pero responsable de sus acciones,
pensamientos y sentimientos, el ser humano es el artífice de su propio
destino. Cuando camina en el amor fraterno, se eleva y engrandece, y
cuando se deja dominar por el egoísmo y el amor propio, se ve lastrado
por las pasiones, la vanidad y el orgullo; se empequeñece y se retrasa en
el progreso evolutivo.
oooOOOooo
Sebastián de Arauco: Su verdadero nombre fue José Antonio González
de Orense y nació el 24 de febrero de 1.904 en el pueblo orensano de
Carballino, Galicia. A causa de los tiempos de escasez que le tocó vivir en
su aldea natal y como hijo mayor que era, su infancia fue realmente
dura, lo que desarrollaría en él, ese carácter fuerte y firme que habría de
llevarle, más adelante, a alcanzar las metas que se propuso. En su
adolescencia viajó a Cuba, donde trabajó duramente durante la jornada
diurna, mientras que por las noches estudiaba como vendedor de libros,
administración contable y los primeros rudimentos de inglés. La vida
resultaba allí muy dura, y todo eran incomodidades y escasez de medios
económicos. Salió adelante y comenzó a progresar, aunque pronto
tendría que abandonar la isla a causa de las circunstancias políticas. Más
adelante viajaría a Santiago de Chile (allí vivió 18 años) dónde comenzó a
trabajar como contable y dónde fue ascendiendo cada vez a puestos de
mayor relevancia económica, lo que le llevó a crear su propia empresa
de suministros eléctricos y alcanzar una considerable posición
económica. En el ecuador de su vida, contando alrededor de 50 años,
comenzó a padecer extrañas dolencias que le impedían llevar una vida
normal y que le obligaban a abandonar frecuentemente sus
obligaciones. Tras consultar con diferentes médicos, éstos no
consiguieron averiguar el origen de sus males, y por uno de esos
extraños avatares del destino, fue a consultar escuelas espiritualistas,
donde descubriría finalmente el origen espiritual de sus males. Esto le
llevó a adentrarse profundamente en el estudio de diferentes campos
del conocimiento, tales como el espiritismo, el esoterismo, la psicología,
la teosofía y otras ciencias de tipo espiritual, lo que le llevaría finalmente
a descubrir el motivo de su presente encarnación y la misión a la que
debía dedicar el resto de su vida, que no era otra que la apertura de una
escuela donde impartir los conocimientos conseguidos y elaborar el
presente libro. Durante años y de forma desinteresada, gracias a los
beneficios económicos que había conseguido con su esfuerzo y trabajo
como empresario, abrió la primera escuela en Santiago de Chile, donde
impartió diferentes cursos enfocados a la orientación al éxito y sobre las
leyes de la vida. Al mismo tiempo se iban despertando en él
determinadas cualidades extrasensoriales, como la intuición y la visión
espiritual, facultades que le permitieron recibir enseñanzas
directamente de sus guías espirituales y de su maestro interior. A través
de una experiencia concreta se le indicó que debía regresar a Galicia y
abrir una escuela en Vigo, pues existían personas allí esperando recibir
sus enseñanzas, también que tendría que culminar su libro “Tres
Enfoques sobre la Reencarnación” y editarlo en España. Así lo hizo, se
instaló en Vigo y comenzó a dar las primeras clases en las casas de sus
propios alumnos. Tras muchos intentos de editar el libro y de
encontrarse siempre con la censura del franquismo, decidió editarlo por
su cuenta, convirtiéndose ésta en una obra pionera y muy esclarecedora
sobre las clásicas y trascendentes preguntas que el hombre suele
realizarse en algún momento de su existencia. Finalmente y ayudado
por amantes de sus enseñanzas, pudo abrir una asociación en Vigo, en la
que desarrolló anualmente sus tres cursos enfocados hacia las
enseñanzas prácticas, tanto del mundo espiritual como del psicológico,
y a lo que dedicó por completo el resto de sus días. Desde ese
momento, su vida estuvo enteramente dedicada a la difusión de las
enseñanzas espirituales y psicológicas que le caracterizaron, y a recibir
diariamente a personas a las que ayudaba desinteresadamente,
colaborando en paralelo y con todos los medios posibles, a la difusión
de la certeza de la reencarnación, del karma y del amor como camino de
regeneración y evolución de la humanidad. Tras pasar por diferentes
trastornos de salud, por recomendación familiar, fue llevado junto su
maravillosa esposa Ana, a vivir en una residencia de tercera edad, lo que
acabaría con su personal y activo modo de vida, llevándole a una lenta
recapitulación.
Allí moriría el 29 de diciembre de 2.001, a los 97 años de edad y a escasos
días de un nuevo año, posiblemente cansado de una extensa y dura
vida, vislumbrando nuevos y luminosos horizontes y dejando vivo el
recuerdo de su ejemplo y enseñanzas, a las que personalmente seguiré
fiel, contribuyendo a su difusión durante el resto de mis días. Gracias
Sebastián en nombre de todos aquellos a los que nos dejaste tu semilla
de luz y tu ejemplo de firmeza y perseverancia, tu constante
recomendación de “analizarlo todo bajo el crisol de la razón” y a tener
presente, en todo momento, que a este mundo material sólo venimos
para contribuir al progreso y desarrollo de nuestro espíritu y al servicio
desinteresado hacia la humanidad, tan necesitada de conocimientos.
NOTAS
[1] A los seres ya muy evolucionados les es posible conocer sus últimas
vidas pasadas mediante la actualización de la memoria espiritual o
subconsciente y también alcanzando la superconciencia por medio del
éxtasis. <<
[2] Hermes Trimegisto, filósofo, legislador y sacerdote, perteneciente a la
Escuela Iniciática del antiguo Egipto y uno de los grandes iniciados. Se
considera vivió alrededor del año 2670 antes de nuestra era y fue fundador
de la ciencia secreta derivada de su nombre. Clemente de Alejandría le
atribuyó 42 tratados. <<
[3] Y en una réplica, dejó escrito «pero respecto a estos asuntos que
pertenecen al género místico, conviene mantener el secreto, porque la
entrada de las almas en los cuerpos no es cosa que comprendan el común
de las gentes» <<
[4] Esta frase del Maestro «El que tiene oídos que oiga» era usada con
cierta frecuencia. Tal parece significar que no todos tenían «oídos»
(psicanopsia). Al igual que hoy, hay quienes no quieren escuchar, porque
ello requiere pensar, aborrecen el conocimiento por encontrarse a gusto en
la ignorancia. Las palabras de Jesús sólo pueden ser comprendidas por
aquellos que anteponen la verdad a los convencionalismos. <<
[5] En la edición del Nuevo Testamento de Editores Pontificios y de la
Sagrada Congregación de Ritos, Tournal, Bélgica, 1.926 -en latín y
castellano- hay una llamada aclaratoria en las páginas 115-117 que reza así
«b) espiritualmente en la persona del Bautista» <<
[6] Una prueba de que profesaban la doctrina de la reencarnación. <<
[7] Del mismo modo que ahora se habla con ejemplos y comparaciones
para conseguir un mejor entendimiento. <<
[8] Recientemente ha sido modificado por «el momento de la
concepción» <<
[9] Este pasaje del Antiguo Testamento corresponde a una visión del
profeta Eliseo, discípulo de Elías, quien vio esa escena plasmada en el éter
cósmico, pues Eliseo, al igual que todos los profetas, era un supersensitivo
con la facultad de clarividencia desarrollada (que en parapsicología es
denominada facultad extrasensorial PES), por lo que podía ver plasmadas
en el éter figuras reales y simbólicas, así como acontecimientos pasados y
futuros, y profetizar. <<
[10] Tal era la condición de aquellos tiempos reflejada en las indicaciones
del Maestro Jesús a sus discípulos «Guardaos de los hombres porque os
entregarán a los sanedrines y en sus sinagogas os azotarán» (S. Mateo X-
17). Véase también (S. Marcos XI11-9) y (S. Lucas XXI-12). <<
[11] Porque, cuando en la vida del plano espiritual se llega a la comprensión
de los errores y el ser se siente arrepentido, nuevas luces llegan a su mente,
indicándole la necesidad de reparación y perfeccionamiento. Es necesario
aclarar que humildad no significa apocamiento, servilismo o humillación
dolorosa, sino una superación de la vanidad, del orgullo y del amor propio,
imperfecciones éstas que amargan la vida. <<
[12] La denominación Hades equivale a lo que las filosofías espiritualistas y
doctrinas esotéricas denominan «planos astrales», es decir, el más allá
inmediato, esa dimensión desconocida por la inmensa mayoría, y al que
pasan las almas al desencarnar. <<
[13] «Arpas Eternas» —pág. 725 de esa obra psicografiada—, editada por
Editorial Kier, Buenos Aires. Como resulta fácil comprender, las cuatro
partes de que se compone el Nuevo Testamento citan sólo algunos de los
acontecimientos sucedidos entre los treinta a treinta y tres años de la vida
mesiánica del Cristo en Jesús de Nazareth; pero no hace referencia a lo
ocurrido antes de esa edad. <<
[14] Esto no significa que el ego quede anulado, pues al alcanzar la
reintegración espiritual, el ego mantiene su individualidad pero en una
versión más poderosa y abarcante, mientras continúa cooperando en la
obra divina de evolución de los mundos. <<
[15] Maestro espiritual extraordinario, desconocido en nuestro mundo
occidental y llamado «Luz de Asia» por la importancia y trascendencia de
sus enseñanzas; enseñanzas que las formas materiales del culto han
ahogado. <<
[16] Esta es una definición muy simplificada, al sólo objeto de dar una
ligera idea, pues nuestro lenguaje y capacidad humana no pueden expresar
plenamente los temas espirituales. <<

[17] Fluido que es una de tantas modalidades de la energía universal y que


adquiere diversas propiedades y formas, según sea la sustancia u
organismo con que entra en contacto. <<
[18] Del griego psiquis (alma) y soma (cuerpo), cuerpo del alma o cuerpo
de la psiquis.<<
[19] Resulta necesario aclarar que ésta es una sencilla definición para
alcanzar la comprensión de cualquier persona de cultura media, pues no es
objeto de esta obra profundizar en definiciones más amplias y complejas
acerca del alma espiritual o cuerpo sensorial superior, así como de la mente
espiritual superior. Quizá algún lector, conocedor de la moderna ciencia
espiritual objete la falta de inclusión de un análisis expositivo del súper ego
o súper conciencia, cuya descripción y actuación se omite porque no está al
alcance del común de las personas y podría tacharse de ficción o
descripción imaginaria. Recordaremos las palabras del sublime Jesús de
Nazareth «aún tengo otras muchas cosas más que deciros, pero por ahora
no podéis comprenderlas» (S. Juan, Capítulo XVI, v. 12).<<
[20] Vocablo que viene del sánscrito. Algunas personas desarrollan estos
centros mediante ciertos ejercicios como los del Hatha-Yoga; pero por sí
mismos van desarrollándose a medida que el espíritu evoluciona,
permitiéndole adaptarse a sus necesidades y a la realización del programa
objeto de su encarnación.<<
[21] Hay un dicho muy común, que en determinadas situaciones señala a
alguna persona con malos sentimientos ¡tiene el alma más negra!. Y esto
tiene su fundamento, pues la maldad llega a ennegrecer el alma.<<
[22] El proceso psicológico, brevísimamente explicado es el siguiente: toda
emoción es una descarga magnética que hace impacto inmediato en las
neuronas, las células que componen el sistema nervioso y que están
ramificadas por todo el organismo, alcanzando las células de los tejidos
que componen los órganos, y adicionalmente, creando una desarmonía
psíquica que impregna al psicosoma de magnetismo negativo cuando la
emoción es desagradable o causa disgusto. Como las neuronas actúan de
"hilo" conductor de esas descargas, éstas llegan a los diversos grupos
glandulares, qué, al recibir el impacto, secretan hormonas acordes a la
naturaleza de la emoción, dañinas o benéficas, y que van al torrente
sanguíneo, afectando a la salud.<<
[23] Literalmente, este vocablo significa «sentir a distancia», pero se
acepta como sinónimo de transmisión de pensamientos, imágenes o
sensaciones por medios no físicos, de una persona a otra. Está demostrado
que el pensamiento es una vibración producida por la mente, (cual onda
electromagnética) cuyo vehículo es el éter cósmico, y que es análoga a la
onda eléctrica (hertziana) y a la onda etérea (física). La mente del hombre
tiene poder para proyectarse a través del espacio, apareciendo su figura
(física) instantáneamente y en el lugar determinado hacia donde fue
proyectado el pensamiento. Este fenómeno se efectúa por una especie de
emanación de su propio psiquismo, que le permite localizar a la persona
que desea encontrar, sea cual sea la distancia y el lugar en que se
encuentre, aun cuando sea entre una multitud. Cuando la figura se hace
visible a todos se denomina "desdoblamiento y también bilocación". Son
muchísimas las universidades de diferentes países que en sus cátedras de
parapsicología han estudiado exhaustivamente, y continúan haciéndolo,
éste y otros fenómenos de la mente, algunos con la denominación de
«Percepción Extrasensorial» (ESP). La universidad de Oxford, Inglaterra,
creó el doctorado en parapsicología en el año 1.961.<<
[24] Astral, vocablo utilizado por las escuelas y doctrinas esotéricas y
espiritualistas de diversas corrientes para denominar el mundo invisible al
que pasa toda alma después de la muerte física y que venimos
identificando como "más allá". Abarca los numerosos ambientes o zonas
de la periferia de nuestro planeta o biosfera; espacio que nuestra vista
percibe como vacío y en el que viven y actúan la almas de las personas
desencarnadas hasta tanto vuelven a la vida física, encarnando de nuevo.
Es la dimensión más cercana a nuestro plano físico. Es un mundo formado
por materia etérea (energía universal), plena de vida psíquica en diversos
estados de conciencia, más sutil en los llamados planos superiores o
moradas de felicidad, y más densa en los planos inferiores. Allí acceden las
almas según su tónica vibratoria (condición moral-espiritual), y es tan real
para el alma, como nuestro ambiente físico lo es para nuestros
sentidos. Este mundo astral es una contraparte del mundo físico en que
vivimos, es la cuarta dimensión, y contiene diversas moradas o planos;
tantos como los grados de progreso moral-espiritual de los seres, desde
felices y maravillosos, hasta dolorosos y terribles. Es el hábitat de los que
traspasan el umbral del más allá. También existen otras dimensiones o
moradas muchísimo más sutiles (el Nirvana del budismo y la Gloria del
catolicismo), conocidas como planos elevados, que son el hábitat de
aquellos seres que han alcanzado la purificación mediante el trabajo y el
dolor, no estando ya sujetos a nuevas reencarnaciones. Y esos seres
pueden encarnar en mundos más evolucionados o más atrasados si así lo
desean, revistiéndose para ello de cuerpos fluídicos más densos, y suelen
hacerlo con relativa frecuencia, por amor desinteresado y para contribuir
al progreso de las humanidades. Son los misioneros de amor que han
iluminado nuestro mundo. <<
[25] No hay misterios ni milagros, todo suceso es efecto de una causa o
causas; todo fenómeno, tanto de naturaleza psíquica como física, obedece
las leyes que rigen esos aspectos de la naturaleza; leyes divinas que
trascienden a todo lo creado en el universo.
Un fenómeno determinado es un misterio mientras no se le identifique,
mientras no se conozcan las leyes que lo rigen; una vez conocidas, deja de
ser misterio. Luego "misterio" viene a ser una denominación dada a ciertos
fenómenos físicos, psíquicos o suprafísicos cuyo origen es desconocido por
aquellos que los defienden. También se podría denominar así a ciertos
conceptos humanos que distan mucho de los conceptos verdaderos, por lo
que no resulta difícil deducir que el llamado misterio no tiene existencia
propia; pervive por la ausencia o falta de conocimiento sobre él, como la
sombra pervive por la ausencia de luz. Sólo está en la mente de aquellos
que lo admiten; es un producto de la ignorancia o de la falta de capacidad
humana para penetrar en lo profundo de las cosas. Lo mismo ocurre con el
concepto considerado como "milagro". Este vocablo ha venido
empleándose para denominar ciertos fenómenos o acontecimientos, que
naturales en su esencia, han venido manifestándose con relativa frecuencia
en la historia de la humanidad. Acontecimientos a los que ha venido
dándoseles un sentido sobrenatural con el fin de deslumbrar a las masas,
carentes del conocimiento de las leyes que rigen esos fenómenos, y por
ende, fáciles de impresionar. De admitir esos fenómenos denominados
milagros, tendríamos que admitir que las leyes cósmicas, leyes divinas, no
son perfectas (si admitimos supuestas variaciones) ya que quienes
sostienen el "milagro" no consiguen encontrarle explicación. Y no la
encuentran por ignorancia de las leyes que rigen esos acontecimientos,
muchas veces supranormales, pero no sobrenaturales. Todo fenómeno,
sea cual sea su naturaleza y manifestación, obedece a leyes, leyes psíquicas
o físicas. Estudiemos esas leyes y comprenderemos mejor el origen de todo
fenómeno denominado milagro o tenido por misterio. <<
[26] Esta frase muestra la extrañeza de Jesús ante la aparente ignorancia
de Nicodemo, pues con excepción de los saduceos, era creencia
generalizada en el pueblo hebreo la vuelta a la carne con la denominación
de resurrección en la carne.<<
[27] Página 150 de la 2a edición, Sao Paulo y pág. 168 de la edición en
español. Editorial Kier, Buenos Aires.<<
[28] Es harto conocida esa serie de fenómenos supranormales (ruidos en
casas, voces, apariciones, etc., que los convencionalistas pretenden
ocultar), y que con frecuencia se manifiestan en múltiples lugares. Son
demostraciones de la existencia de esas almas que pasaron al más allá, de
esos seres rodando por los mismos lugares que vivieron, y que siguen
imantados mentalmente a los mismos, son las llamadas «almas en pena»
por el vulgo.<<
[29] En los casos de espíritus elevados, no reencarnantes, que comienzan
un nuevo ciclo, no hay cambio de sexo propiamente, ya que en los planos
elevados no necesitan del psicosoma o cuerpo astral que ya fue
desintegrado; es lo que algunas escuelas de la ciencia espiritual denominan
segunda muerte. Y para encarnar, forman con los fluidos del astral y su
magnetismo, el molde fluídico necesario con el sexo elegido, por lo que en
este caso no se efectúa cambio alguno. <<
[30] Es necesario aclarar que esta descripción pretende dar una ligera idea
de este proceso; pero así como los casos de muerte o desencarnación
varían mucho entre ellos, del mismo modo, el proceso reencarnatorio
difiere uno de otro en los detalles, siempre dependiendo del grado de
evolución del individuo. <<
[31] El aura es una vibración magnética, un efluvio o irradiación que emana
de todo el cuerpo y le circunda, es el fluido ódico de Reichenbach. En los
humanos es como un halo luminoso de tonalidades variadas y cambiantes,
según sea su estado mental y emocional. Quienes llevan una vida dentro de
la ley del amor, en sentimientos y acciones, su aura será clara y brillante,
mientras para quienes practiquen el mal, será opaca y con tonalidades
oscuras. La tonalidad cambia en cada momento según sean los
sentimientos y pensamientos. Ciertas personas con facultades psíquicas de
clarividencia (percepción extrasensorial) pueden verla y apreciar sus
tonalidades. <<
[32] Karma es un vocablo que viene del sánscrito y cuyo significado es
destino y también ley de retribución. Según la doctrina del karma, el ser
humano, con sus actuaciones y pensamientos, crea las causas, y el karma
ajusta los efectos para restablecer el equilibrio.
La ley del karma es ley de compensaciones; es el cedazo que va sacando, a
jirones, el dolor y el sacrificio, las impurezas que impiden al ser llegar a la
luz.
Las escuelas filosóficas, esotéricas y espiritualistas, establecen tres clases
de karma:
—Karma acumulado, que consiste en las acciones pasadas pendientes de
retribución.
—Karma maduro, que constituye el destino del ser humano en cada una de
sus vidas.
—Karma incipiente, que está compuesto por las acciones que sembramos
y cuyos frutos recogeremos en el futuro, bien en la vida presente o en las
futuras.
La doctrina del karma forma parte de la doctrina reencarnacionista
profesada por más de los dos mil millones de adeptos que componen las
diferentes religiones de Oriente, así como la gran mayoría de las escuelas
filosóficas de esa parte más espiritualizada del mundo y por las múltiples
escuelas filosóficas y espiritualistas de Occidente. <<
[33] Está comprobado por la física que el átomo está en constante
vibración y movimiento. <<
[34] Esto depende en gran medida de su estado anímico y mental. Si la
persona a quien van dirigidas esas fuerzas mentales negativas está
pasando por un momento depresivo, de rencor u odio hacia la persona que
las envía, el impacto de las ondas magnéticas sobre el receptor es
tremendo, aunque siempre en relación con el poder de la mente emisora. Y
esas fuerzas mentales volverán, en el correr del tiempo, a quien las envió,
con todo el daño que hayan causado. No obstante, si la persona a quien
van dirigidas, está vibrando en una tónica positiva de bondad y de amor
fraterno, esas fuerzas, esas ondas psicomagnéticas no le penetrarán, y
rebotarán volviendo de inmediato a quien las envía, con la misma fuerza
que fueron enviadas y causando el daño buscado al propio emisor, a la
misma persona que deseó el daño. Dicho de otro modo, el daño que
deseamos o que hacemos a los demás, nos lo hacemos a nosotros
mismos. <<
[35] De aquí la necesidad del conocimiento de las leyes que rigen la vida,
pues si los humanos conociesen de antemano el resultado de sus malas
acciones, con seguridad, muchísimos las evitarían. <<

[36] El alma o cuerpo espiritual puede reducir su volumen y también


dilatarlo, aumentándolo por contracción o expansión de sus vibraciones
magnéticas mediante el uso del poder de la mente. <<

[37] Está demostrado por la medicina, el efecto que en la salud del cuerpo
(y nosotros ampliamos a la salud del alma) producen los estados afectivos
y emocionales continuados. La ansiedad, la angustia, los rencores, las
malquerencias y demás taras son causa de alteraciones en el metabolismo
y en los sistemas glandulares y nerviosos, produciendo diversos estados
enfermizos y psicopatológicos. Ciertos sectores de la medicina afirman que
dichos estados influyen en la eclosión de la úlcera estomacal y del cáncer,
pero debemos aclarar que no son su origen. <<

[38] Esa vuelta o reintegración a la Divinidad no significa en modo alguno


la anulación de la individualidad, sino por el contrario, un mayor poder,
una mayor capacidad de amor, una mayor cobertura de acción para
canalizar las fuerzas divinas hacia las humanidades. Cristo es espíritu
reintegrado a la Divinidad, lo que no significa que Cristo sea Dios. <<

[39] Astral, vocablo usado por las escuelas y doctrinas esotéricas y


espiritualistas de diversas corrientes para denominar el mundo invisible al
que accede toda alma después de la muerte física y que venimos
identificando como "más allá". Abarca los diversos ambientes o zonas de la
periferia de nuestro planeta o biosfera, espacio que nuestra vista percibe
como vacío, y en el que viven y actúan la almas de las personas
desencarnadas, hasta tanto vuelven a la vida física, encarnando de nuevo.
Es la dimensión más cercana a nuestro plano físico. Es un mundo formado
por materia etérea (energía universal), plena de vida psíquica en diversos
estados de conciencia, más sutil en los llamados planos superiores o
moradas de felicidad, y más densa en los planos inferiores. Allí acceden las
almas según sea su tónica vibratoria (condición moral-espiritual), y es tan
real para el alma, como nuestro ambiente físico lo es para nuestros
sentidos. Este mundo astral es una contraparte del mundo físico en que
vivimos, es la cuarta dimensión, y conteniendo diversas moradas o planos;
tantos, como son los grados de progreso moral-espiritual, desde felices y
maravillosos, hasta dolorosos y terribles. Existen también otras
dimensiones o moradas muchísimo más sutiles, (el Nirvana del budismo y
el Cielo del catolicismo) conocidas como planos elevados, que son el
hábitat de aquellos seres que han alcanzado la purificación mediante su
trabajo y dolor, no estando ya sujetos a nuevas reencarnaciones. Y esos
seres pueden encarnar en mundos más evolucionados o más atrasados si
así lo desean; y suelen hacerlo con relativa frecuencia, por amor
desinteresado, y para contribuir al progreso de las humanidades. Son los
misioneros de amor que han iluminado nuestro mundo.<<

[40] Por una de esas maravillosas leyes cósmicas —leyes divinas—


conocida como ley de vibración, todos nuestros pensamientos,
sentimientos y actos son fuerzas mentales que quedan grabadas en el
"archivo mental" o subconsciente y que como ondas
electromagnéticas salen al espacio, grabándose en el éter cósmico. Forman
la llamada "memoria del logos" o "memoria de la naturaleza". Ciertas
filosofías hindúes y otras escuelas filosóficas y esotéricas les denominan
«registros akhásicos». En ellos quedan registrados o grabados de forma
permanente, las imágenes o recuerdos de todo cuanto ha sucedido en el
mundo físico.<<

[41] Al pensar en una persona cercana ya fallecida, proyectamos al espacio


una onda electromagnética o telepática que va directamente a ella, según
fue explicado en la llamada ampliatoria sobre la telepatía al tratar del
tema "Trilogía de la Personalidad" <<

[42] No es intención del autor entrar en el campo de la filosofía


escatológica ni en la descripción de la vida en esa otra dimensión, es tan
sólo una idea somera. Hay obras psicografiadas a través de las cuales
puede obtenerse una idea mucho más completa. <<
[43] Un amigo me preguntó cierto día ¿crees tú que pueda haber otros
mundos habitados? Mi respuesta fue la siguiente -que someto también al
crisol de tu razón, apreciado lector- ¿no crees que los demás tienen el
mismo derecho que tú a la vida y que todos los mundos tienen también el
mismo derecho a la vida que el nuestro?
Si nuestro mundo llegó al punto actual de su evolución ¿por qué habría de
ser el único entre los cientos de miles de millones de mundos que
componen nuestra galaxia?
Según la astronomía, nuestra galaxia está compuesta por más de
100.000.000.000 (cien mil millones) de estrellas, que son otros tantos
sistemas planetarios en diferentes estados de evolución —desde la
condensación a la desintegración— pasando por los estadios intermedios,
desde las primeras manifestaciones de vida, hasta las humanidades muy
evolucionadas -fase a la que nuestra civilización no ha llegado todavía-.
Tres fundamentos básicos me llevan a esta afirmación, le dije:
Primero: Que es de la más elemental lógica suponer que la Energía Cósmica
Creadora haya dado vida a todos los mundos repartidos por el espacio
infinito con un objeto concreto. Todo parece indicar que el objeto es o
habrá sido, dar cabida a los seres de su creación y para servir de hábitat a
las "chispas divinas" (véase el tema Génesis del Ego), para su manifestación
y desarrollo. Porque no tendría objeto crear mundos para moverse en el
espacio como cuerpos muertos y sin objeto alguno -es mi humilde opinión-.
Y presumir que nuestro mundo sea una excepción o pudiese tener
preferencias por parte de la Sabiduría Cósmica, sería a todas luces infantil.
Segundo: Una sana lógica nos lleva a admitir también que una misma ley
cósmica es la que rige para la formación de todos los mundos que pueblan
en universo. Tengamos presente que el universo constituye un todo
coherente en evolución, por consiguiente, si nuestro mundo ha llegado al
grado evolutivo actual, resulta lógico pensar que otros mundos lo hayan
hecho también. Que nosotros no lo hayamos comprobado todavía, no nos
faculta a negarlo.
Tercero: Es sabido y admitido por la astronomía que cada una de ésas
estrellas que podemos ver (y las que no también) en el firmamento tienen
un sistema planetario; es decir un sol con sus correspondientes planetas,
en mayor o menor número. Hagamos cálculos, supongamos por un
momento que uno de cada diez, o mejor aún, uno de cada cien de los
sistemas planetarios de nuestra galaxia haya llegado ya a un grado de
evolución tal que la vida haya comenzado a manifestarse. Habrá también
otros que hayan alcanzado mayor madurez y las manifestaciones de vida
en ellos estén ya más desarrolladas. Pero quiero ser aún más conservador
admitiendo como posible que fuese tan sólo uno de cada cien mil, cifra que
no resulta nada exagerada. Y esta proporción reducida nos daría el
guarismo de 100.000.000 ¡cien millones!.
Abrumador ¿verdad? Ciertamente. Nuestra mentalidad y limitadísimo
concepto del espacio bloquean nuestra capacidad para conocer la verdad.
Pero seamos aún mucho más conservadores y supongamos que tan sólo
uno de esos sistemas planetarios por cada diez mil (1 por 10.000) hayan
llegado a una madurez evolutiva. Tendremos entonces la cifra de
10.000.000 ¡diez millones!.
¡Diez millones de mundos! Mejor dicho, de sistemas planetarios en los
existirá vida inteligente en diversos grados de manifestación, y eso ¡tan
solo dentro de nuestra propia galaxia!.
Observarás, apreciado lector, que estoy refiriéndome únicamente a
nuestra galaxia, a nuestro universo. Pero los astrónomos afirman que hay
millones de galaxias en el cosmos conocido.
Como dijo el astrónomo español J. Comas Sola en su obra "Astronomía"
(pág. 724, Editorial Sopeña, 1.954) «sería evidentemente el mayor de los
absurdos suponer que esa inmensidad de mundos estén completamente
desprovistos de vida y de seres conscientes»
Ahora bien, conociendo un poco la idiosincrasia de nuestro mundo
occidental, resulta comprensible el asombro que estos guarismos pueden
causar, generando inclusive rechazo por parte de algunas mentalidades
anquilosadas. Más, ni las afirmaciones, ni los rechazos cambiarán lo que de
verdad contengan. <<

[44] Hay otros aspectos más amplios en relación con esta involución que se
omiten, ya que se apartaría del propósito de esta obra. <<

[45] Esta es una descripción resumidísima, al objeto de dar tan sólo una
idea del proceso evolutivo del psiquismo animador de las formas. <<
[46] «No está escrito en vuestra ley: Yo digo, Dioses sois» (S. Juan, X-34).
Aquí el Mesías se refería al salmo LXXXII-6. <<

[47] Pág. 237 de la versión en español. Editor Kier, S.A. Buenos Aires. <<

[48] Psicológicamente analizada, la pasión es una fuerza psíquica no


dirigida, descontrolada, que produce el bloqueo de la facultad pensante y
adormece la facultad volitiva a consecuencia de las proyecciones
magnéticas de la facultad emocional del alma, que invaden la mente. Ésta,
al pensar en el objeto motivo de la pasión, excita la facultad emocional,
con lo que a su vez, envía nuevamente vibraciones magnéticas (negativas),
que impactan en las facultades mentales, produciendo una especie de
remolino vibratorio perturbador sin control. <<

[49] Resulta necesario aclarar que no es igual en todos los casos, pues la
responsabilidad de toda acción está en relación directa a la capacidad de
conciencia del ejecutante. El individuo bruto, elemental, cuya capacidad
intelectiva y de conciencia está en sus inicios y que actúa con impulsos
instintivos, es menos responsable ante la ley, y por ello, la ley de
consecuencias es más suave que con aquél más inteligente que actúa a
sabiendas de las consecuencias de su mala acción, contrariando la voz de
su conciencia que le advierte del error, pero que dejándose dominar por las
pasiones, desoye la advertencia, la llamada del ego superior que le hace
sentir con mayor o menor intensidad un sentimiento que le indica
¡detente, no sigas! <<

[50] La evolución, ley cósmica que impele al psiquismo modelador de las


formas a un constante avance y transformismo, contiene en sí misma, la
fuerza transformadora de mutaciones a las que hace referencia la filogenia
como formación sucesiva de las especies. <<

[51] La ciencia oficial admite ya la existencia de vida inteligente en muchos


planetas. En una entrevista efectuada al eminente científico Sir Bernard
Lovell, director del observatorio radioastronómico de Jodrell Bank
(Inglaterra), éste declaró «muchísimos de los planetas que giran en el
espacio están habitados por seres que han alcanzado ya un grado de
evolución muy superior al nuestro» «en comparación con ellos, nuestra
humanidad está aún atrasada en cientos de miles de años, pero también
existen otros muchísimos planetas cuyas humanidades se encuentran
todavía en las condiciones de nuestros lejanos ancestros, semejantes a los
monos, y aún otros cuyo nivel de vida es semejante al nuestro, que están
sumergidos en los efectos de catástrofes nucleares»
«En los años últimos -prosigue Sir Bernard Lovell- los científicos de
numerosos países han llegado ya a esa conclusión. Hasta hace poco
muchos científicos se resistían a admitir la existencia de vida inteligente
más allá de nuestro planeta, no obstante hoy aceptan como lógica y
natural la existencia de civilizaciones en diversos grados de evolución y con
un desenvolvimiento técnico avanzado» <<

[52] Pág. 18, 2a edición, Sao Paulo, y pág. 34 de la edición en español,


Editorial Kier, Buenos Aires. <<

[53] Sugerimos comprobar esta afirmación a través de su obra, citada en el


capítulo anterior "Veinte Casos Sugestivos de Reencarnación", ya en inglés
con 362 páginas o bien la traducida al portugués con 520 páginas. Ha sido
también traducida a otros idiomas. <<

[54] Obsesados: Debemos aclarar que existen múltiples casos de


psicopatías aparentes que no responden a la medicina y psicoterapia
clásicas, por no corresponder a trastornos cerebrales, sino a obsesiones
con posesión del cuerpo de una persona por fuerzas negativas invisibles
(almas de fallecidos), especialmente por venganza de hechos graves
realizados por el afectado en su vida anterior. En el capítulo siguiente se
hace referencia a un caso de obsesión grave superado mediante
tratamiento en el Sanatorio Espirita de Alienados, de Liberada, Brasil, bajo
la dirección del Dr. Ignacio Ferreira y referido en su libro "Novos Rumbos a
Medicina" (Nuevos Rumbos para la Medicina) 2° tomo, pág. 247 y
siguientes. <<

[55] Resulta necesario aclarar que el método experimental conocido como


"regresión de la memoria" se debe al español Fernando Colavila, que en
1.887 culminó con éxito sus ensayos. <<

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