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Como Formar Buenos Habitos Y Romper Malos Habitos Joyce Meye

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piratería ilegal y el robo de la propiedad intelectual del autor. Si desea utilizar el material del libro (que no
sea para fines de revisión), el permiso previo por escrito debe obtenerse poniéndose en contacto con el
editor en permissions@hbgusa.com. Gracias por su apoyo a los derechos de autor.
INTRODUCCIÓN

Todos tenemos hábitos. Algunos de ellos son buenos y algunos son malos. Los
buenos nos benefician y añaden gozo y poder a nuestras vidas, mientras que los
malos no hacen otra cosa sino robar nuestra paz y gozo y evitar nuestro éxito. Un
hábito es algo que hacemos sin ni siquiera pensarlo; es nuestro modo de
conducta usual, un patrón de conducta adquirido mediante la repetición
frecuente. He leído que hasta el 40 por ciento de todo lo que hacemos se hace
meramente por hábito.
Si está usted leyendo este libro, probablemente sea porque ha formado el
hábito de leer frecuentemente. Otras personas que necesitan desesperadamente la
información contenida en este libro no la obtendrán simplemente porque no han
formado el hábito de la lectura. Probablemente digan: “Aborrezco leer”. Si usted
dice repetidamente que aborrece una cosa, solamente hace que sea más difícil
hacerla, y es menos agradable.
Los buenos hábitos pueden ser desarrollados, y cualquier mal hábito puede
ser roto mediante la repetición. Los expertos dicen que un hábito puede formarse
o romperse en treinta días, de modo que le invito a probarlo y cambiar su vida al
cambiar sus hábitos. Al principio puede que sea difícil, pero la dirigencia y la
paciencia finalmente le harán tener éxito. Una de las razones por las que no
desarrollamos los buenos hábitos que decimos que queremos es porque vivimos
en una cultura de gratificación instantánea. Queremos todo ahora y no nos
damos cuenta de que muchas de las cosas buenas que queremos y necesitamos
no se obtienen solamente porque las queramos. Los buenos hábitos llegan a
quienes son persistentes y se niegan a abandonar.
Vince Lombardi dijo: “Ganar es un hábito; desgraciadamente, también lo es
perder”. Él también dijo: “Cuando uno aprende a rendirse, eso se convierte en un
hábito”. Tome la decisión en este momento de que puede ganar y será un
ganador con respecto a formar cualquier buen hábito que quiera usted formar y a
romper cualquier mal hábito que quiera usted romper.
Nunca comience un proyecto con duda y temor a no tener éxito. Comience
este libro con la sencilla creencia de que usted puede cambiar. Con la ayuda de
Dios, puede formar buenos hábitos y romper otros malos. Puede llegar a ser una
mejor persona al desarrollar mejores hábitos.
Recientemente, la revista Real Simple preguntó a sus lectores qué hábitos
querían romper. ¡La lista de respuestas fue inmensa! Entre ellas estaban:

Adicción al teléfono celular


Escuchar disimuladamente
Nunca terminar los proyectos
Morderse las uñas
Comprar como entretenimiento
Desorden
Autocrítica
Ver demasiada televisión
Pulsar el botón de repetición en el despertador
Conducir demasiado rápido

Ahora imagine intentar romper todos esos hábitos de una sola vez. ¿Cree que
tendrá éxito? Puedo asegurarle con bastante certeza que no lo tendrá. Estará
demasiado abrumado. Además, se necesita concentración y esfuerzo para romper
un hábito, y cuanto más antiguo sea el hábito, más arraigado está. Por tanto, la
primera clave es escoger un único hábito que usted quiera vencer. Si comienza a
trabajar para conquistar un hábito más pequeño, tomará menos tiempo
conquistarlo que otro mayor. Comience con lo pequeño. Su victoria le alentará a
abordar otro hábito, uno que quizá sea un poco más difícil de romper. Esa
victoria le dará más entusiasmo y resolución para romper el siguiente.

Hábito es hábito, y ningún hombre ha de lanzarlo por la ventana, sino


convencerle para que baje las escaleras peldaño a peldaño.
Mark Twain
Haga una lista de todos los hábitos que usted quiere formar y todos los que
quiere romper. Ahora escoja uno y utilice los principios que hay en este libro
para ayudarle a hacer lo que quiere hacer, y para dejar de hacer lo que no quiere
hacer. Si usted se enfoca, uno a uno, en los hábitos que quiera formar, finalmente
se convertirán en una segunda naturaleza. Si se enfoca, uno a uno, en los que
quiere romper, finalmente los conquistará todos. Pero si los mira a todos a la vez,
probablemente se sentirá abrumado y será derrotado incluso antes de comenzar.
Trabajar hacia un cambio es mucho más fácil si tomamos una sola cosa, día a
día, y seguimos en ella hasta que experimentemos un avance. Nunca se
desaliente con usted mismo porque no ha llegado al éxito, sino en cambio
alégrese de que está avanzando hacia ello. El desánimo solamente atacará la
fortaleza que usted necesita, y que tiene, para finalmente tener éxito.
Debo admitir que estoy muy emocionada por mí misma como escritora y por
usted como lector porque sé que ambos nos beneficiaremos de este libro. Tengo
muchas ganas de formar mejores hábitos, y es mi oración que usted también las
tenga. Meramente la lectura de este libro no le dará el éxito que usted desea,
pero le dará las herramientas que necesita, y es de esperar que encienda en usted
una pasión por el cambio. Y la pasión es como el combustible de un jet: cuando
la tiene, ¡no habrá modo de detenerle!
CAPÍTULO
1
La anatomía de un hábito

Los hábitos son cosas que aprendemos a hacer mediante la repetición y que
finalmente hacemos ya sea inconscientemente o con muy poco esfuerzo. Primero
formamos hábitos y después ellos nos forman a nosotros. Somos lo que hacemos
repetidamente. No se engañe al pensar que usted sencillamente no puede evitar
lo que hace, porque lo cierto es que puede hacer o no hacer cualquier cosa si
realmente lo quiere. Al menos puede hacer cualquier cosa que sea la voluntad de
Dios, y esas son las cosas de las que hablaremos en este libro.
He aprendido que concentrarme en las cosas buenas que quiero y que
necesito hacer me ayuda a vencer las cosas malas que no quiero hacer. La Biblia
dice en Romanos 12:21 que vencemos el mal con el bien. Yo creo que ese
debería ser uno de nuestros versículos fundamentales para este libro y para el
viaje en que nos estamos embarcando. El otro versículo que quiero que usted
recuerde a medida que trabaja hacia su meta se encuentra en Gálatas.

Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa.
Gálatas 5:16

Concentrarse en las cosas malas que usted hace nunca le ayudará a hacer las
cosas buenas que desea hacer. Esta es una verdad bíblica muy importante. El
bien tiene más poder que el mal. La oscuridad es tragada en luz, y la muerte es
vencida por la vida. Cualquier cosa que Dios ofrece es siempre más poderosa
que lo que Satanás desea para nosotros. El diablo quiere que tengamos malos
hábitos, pero el deseo de Dios es que sigamos al Espíritu Santo y le permitamos
conducirnos a la buena vida que Jesús murió para que la disfrutáramos. Y una
buena vida es una vida con buenos hábitos.
Uno de los ingredientes de formar buenos hábitos y romper malos hábitos es
enfocarse en lo que usted quiere hacer y no en lo que quiere dejar de hacer. Por
ejemplo, si usted come en exceso y quiere formar hábitos alimenticios
equilibrados y saludables, ¡no piense en la comida todo el tiempo! No lea libros
de cocina que están llenos de hermosos postres que hacen la boca agua, sino en
cambio lea un buen libro sobre nutrición que le educará con respecto a cómo
elegir mejor. Permanezca ocupado haciendo cosas que mantendrán su mente
alejada de la comida.
Si quiere formar el hábito de hacer ejercicio regular, no piense y hable sobre
lo difícil que es, sino piense en los resultados que tendrá si es persistente. Sí,
tendrá que invertir tiempo que puede que usted crea que no tiene, y sí, al
principio sentirá bastante dolor. Cuando yo comencé por primera vez a hacer
ejercicio con una entrenadora personal en 2006 a la edad de sesenta y cuatro
años, tenía tanto dolor muscular que realmente me sentía como si estuviera
enferma. Y seguí teniendo dolores musculares durante lo que me parecieron
como dos años. Sinceramente, todo el tiempo tenía dolor en algún músculo.
Finalmente llegué al punto en que disfrutaba del sentimiento porque sabía que
eso significaba que estaba haciendo progreso.
Si quiere usted salir de la deuda, no piense y hable de todas las cosas que no
podrá hacer y todas las cosas de las que tendrá que prescindir mientras esté
pagando todas sus facturas. En lugar de pensar en el lado negativo de su meta,
piense y hable de lo maravilloso que será ser libre de la tiranía de una deuda
abrumadora.
Somos motivados por la recompensa, de modo que si usted desea con ganas
la recompensa, tendrá el impulso que necesita para seguir adelante hacia su
meta. No se derrote a usted mismo antes incluso de comenzar fijando su mente
en las cosas equivocadas. Donde va la mente, allí sigue la persona, de modo que
asegúrese de que sus pensamientos estén en lo que usted quiere en lugar de estar
en lo que no quiere.

Repetición
La repetición es la clave para formar hábitos, ya sean buenos o malos. Cuando
trabaja hacia formar un buen hábito, puede que tenga que dejar notas para usted
mismo, para recordarse hacer las buenas cosas que desea. Pida al Espíritu Santo
también que se lo recuerde. La Biblia dice que Él nos recordará todas las cosas
cuando lo necesitemos (Juan 14:26).
Mi hija Sandra necesita palabras de aliento. Es su lenguaje del amor, lo cual
significa que ella se siente querida cuando las personas le alientan. Su esposo,
Steve, no “habla ese lenguaje”, de modo que en el principio de su matrimonio,
no se le ocurría alentar a Sandra verbalmente. Después de varios episodios llenos
de lágrimas y de que ella le dijera varias veces lo importante que eso era para
ella, él comenzó a dejar notas en su calendario para recordarle que le alentase y
le dijese elogios. ¡Fin del problema! A veces, un sencillo mecanismo como los
recordatorios automáticos es la mejor manera de comenzar a crear un nuevo
hábito.
Un hombre compartió que llevó una goma elástica en su muñeca durante un
año, y cada vez que se agarraba a él mismo mordiéndose las uñas, estiraba de la
goma para que le golpease y le recordase que dejase de morderse las uñas.
Finalmente funcionó. Algunas personas ponen un líquido de sabor amargo sobre
sus uñas. Cuando comienzan a morderlas de modo subconsciente, el mal gusto
les recuerda que dejen de hacerlo.
Los malos hábitos en nuestras vidas son nuestros enemigos porque evitan que
seamos la persona que queremos ser. Cuando un enemigo intenta destruirle,
usted no puede mostrar misericordia a ese enemigo. Dios estaba guiando a los
israelitas para poseer la tierra que Él les había prometido, al igual que nos guía a
nosotros a la buena vida que Él nos ha prometido. Muchas naciones enemigas
llegaban contra ellos, al igual que el diablo está contra nosotros. Dios les dijo a
los israelitas que destruyeran por completo a las naciones enemigas y que no
hicieran ningún pacto con ellas ni les mostrasen misericordia, y nosotros
debemos hacer lo mismo con los malos hábitos que tenemos y que están robando
nuestro destino (Deuteronomio 7:1-2). Trate los malos hábitos de modo
implacable y sin misericordia. Encuentre maneras de ayudarse usted mismo a
hacer las cosas buenas que verdaderamente quiere hacer.
No deje de entender que los malos hábitos roban el destino que Dios ha
ordenado de antemano para usted. No piense: “Ah, es sólo un mal hábito, no es
gran cosa”. Si piensa así, es más que probable que nunca trate ese hábito. En
cambio, dígase: “Este mal hábito es mi enemigo. Está robando la calidad de vida
que Jesús quiere que yo tenga, y no voy a permitirle que se quede en mi vida”.
Theresa tenía el mal hábito de pulsar el botón de repetición en su despertador
demasiadas veces, y regularmente llegaba tarde al trabajo. Ella tenía que romper
este hábito o es probable que perdiera su empleo, así que situó el despertador al
otro lado del cuarto para obligarse a sí misma a salir de la cama para detenerlo.
Incluso dio un paso más al poner las sábanas y las mantas en la parte de arriba
del colchón para recordarse a sí misma no volver a meterse en la cama. Al hacer
esas cosas, Theresa estaba tratando agresivamente no sólo su mal hábito sino
también a su enemigo.
El esposo de Rhonda bebía varios vasos de leche entera cada día. Ella estaba
preocupada por su ingesta de grasa y de colesterol, de modo que gradualmente
fue añadiendo leche desnatada al cartón de leche entera, hasta que finalmente su
esposo bebía leche desnatada. Él ahora dice que la leche entera le sabe rara. Esto
demuestra el modo en que podemos gradualmente acostumbrarnos a algo que es
mejor para nosotros y ni siquiera extrañar lo que anteriormente hacíamos que no
era bueno para nosotros.
Carolyn tenía el mal hábito de comerse tarros de glaseado de crema de
mantequilla. Se sentaba a ver la televisión mientras se lo comía a cucharadas: sin
pastel. En una tarde consumía 3.380 calorías de puro azúcar. Ella sabía que era
un hábito muy malo y también muy poco saludable, de modo que tomó serias
medidas para detenerlo. Pidió a su esposo que lo tirase a la basura si ella llevaba
a su casa un tarro de glaseado de la tienda; pero eso no funcionó porque ella
sencillamente buscaba entre la basura y lo volvía a sacar. Finalmente le pidió que
vaciase el tarro y lo llenase de líquido para lavar los platos. Ella ya no sigue
comiendo tarros de glaseado.

Reprogramarse a usted mismo


Es sorprendente lo poderosa que es su mente subconsciente. Cada vez que usted
hace algo, su subconsciente lo programa en su cerebro. Cuanto más lo hace, más
arraigado se vuelve el programa. Me he sorprendido de lo difícil que resulta para
mí hacer un nuevo ejercicio y de lo mucho más fácil que se vuelve cada vez que
lo hago. Mi entrenadora me dijo que no se debe a que yo sea demasiado débil
para hacer el nuevo ejercicio, sino a que mis células tienen que acostumbrarse a
hacerlo. Cada vez que hago un nuevo ejercicio, mis células lo recuerdan y es
más fácil la siguiente vez. Dios nos ha creado de manera increíble, y nos ha
capacitado para ser personas excelentes simplemente mediante hacer las mejores
cosas una y otra vez hasta que lleguen a ser parte de quiénes somos.
Yo tengo el mal hábito de lanzar mis brochas de maquillaje a un cajón
después de utilizarlas. Cuando me pongo mi maquillaje al día siguiente, me
frustro porque parece que nunca puedo encontrar la brocha que quiero. Por tanto,
estoy en el proceso de formar un nuevo hábito en este momento. A fin de
hacerlo, he tenido que disminuir el ritmo y fijar mi mente en lo que estoy
haciendo. Ahora, cuando utilizo las brochas, tomo tiempo para ponerlas donde sé
que estarán al día siguiente. Lo he estado haciendo solamente tres días, pero al
final de tres o cuatro semanas será un hábito, y no tendré que realizar el mismo
esfuerzo que tengo que hacer ahora para recordarlo. Creo que muchos de
nuestros malos hábitos son sencillamente el resultado de tener demasiada prisa
para hacer una cosa bien, en un principio.
Algunas personas nunca prestan atención a lo que están haciendo, de modo
que casi nunca saben dónde está algo cuando lo necesitan. Este tipo de
desorganización causa mucha frustración, estrés, y se malgasta una gran cantidad
de precioso tiempo. Mediante la repetición, puede usted llegar a ser organizado
en cualquier área que necesite. Recuerde: aunque sea difícil al principio, se
volverá más fácil con el tiempo. Disminuya el ritmo, respire y realmente tome
tiempo para pensar en lo que está haciendo.
Charles Dickens dijo: “Nunca podría haber hecho lo que he hecho sin los
hábitos de puntualidad, orden y diligencia, sin la determinación de concentrarme
en un único tema cada vez”. Dios le había dado un don tremendo para relatar
historias, pero aun así él tuvo que formar buenos hábitos de concentración, orden
y diligencia para ser un buen administrador de su talento.
Muchas personas tienen talento pero no se molestan en formar buenos
hábitos. No se disciplinan a sí mismas para hacer lo que saben que deberían
hacer, sino en cambio esperan a ser movidas por alguna fuerza exterior. Eso se
llama pasividad, y es una inmensa puerta abierta para el diablo. Si no estamos
haciendo activamente lo que es correcto, se vuelve muy fácil para el diablo
conseguir que hagamos lo que es incorrecto.

Sea activo
La Palabra de Dios nos alienta a que seamos activos, y al ser activos cerramos la
puerta a la pereza, a posponer las cosas y a la pasividad. Recuerde: si hacemos lo
correcto, no habrá lugar alguno para lo incorrecto. No se enfoque meramente en
romper todos sus malos hábitos, sino en cambio utilice su energía para formar
activamente buenos hábitos. Pronto descubrirá que no hay lugar alguno en su
vida para los malos hábitos.
No espere a “tener ganas” de hacer una cosa para hacerla. Viva por decisión,
y no por emoción. Yo he aprendido por experiencia que cuanto más me quedo
sentada sin hacer nada, más quiero quedarme sentada sin hacer nada, pero si me
levanto y me muevo, entonces comienza a fluir la energía. La actividad es como
encender un interruptor. La electricidad está ahí todo el tiempo, pero no se pone
en marcha hasta que usted enciende el interruptor. Siempre tenemos la capacidad
de ser activos, pero no fluye ninguna energía hasta que realmente comenzamos a
movernos. Hay mañanas en que me siento perezosa y como si pudiera
simplemente quedarme sentada en una silla todo el día, pero he aprendido que
después de mi rutina de ejercicio, me siento con energía y eso ayuda a
motivarme para hacerlo. Si usted se siente perezoso, pruebe a dar un paseo o
hacer algún otro tipo de actividad que mantenga su sangre en circulación. No
espere a tener ganas; sencillamente hágalo. Usted es más poderoso de lo que
puede que piense. Dios le ha dado libre albedrío, y eso significa que puede usted
decir y hacer lo correcto y nada puede detenerle. Cuando decidimos en favor de
los caminos de Dios, Él siempre une fuerzas con nosotros para asegurar la
victoria.
Al concluir este capítulo, escoja un hábito que quiera formar y comience a
poner en práctica estos principios. Sea paciente con usted mismo. Se necesita
tiempo para crear hábitos, y puede que no tenga éxito cada día. Si se da cuenta
de que ha fallado, no desperdicie tiempo estando desalentado; sencillamente
agarre desde donde lo dejó y comience de nuevo. Sea amable con usted mismo,
porque castigarse por cada error es otro mal hábito que necesita ser roto.
CAPÍTULO
2
¡Comience ahora!

Un viaje de mil kilómetros


comienza con un solo paso.
Lao-Tzu

El mayor ladrón del éxito es la postergación. Podemos pensar en hacer lo


correcto, planear hacerlo y hablar acerca de hacerlo, pero nada cambia en
nuestras vidas hasta que comencemos regularmente a hacer lo que necesitamos
hacer. Quizá tenga usted tantos malos hábitos que se siente abrumado, y ni
siquiera está seguro de querer leer el resto de este libro. Le gustaría tener
cambio, pero no está seguro de querer cambiar. Alguien dijo: “Los malos
hábitos son como una cómoda cama: es fácil meterse en ella pero difícil salir de
ella”. Bruce Barton dijo: “Qué fenómeno tan curioso es que se puede conseguir
que hombres mueran por la libertad del mundo pero no harán el pequeño
sacrificio que es necesario para liberarse a sí mismos de su propia esclavitud
individual”.
¿Está usted dispuesto a sacrificarse y hacer lo más difícil ahora a fin de
disfrutar una vida de libertad más adelante? La ironía es que con frecuencia no
estamos dispuestos a sufrir durante un breve periodo simplemente para hacer lo
que hay que hacer; entonces terminamos con continua desgracia, temor,
culpabilidad, y los castigos de haber dejado para otro momento algo que habría
tomado unos cuantos minutos o unas cuantas horas para hacerse. En otras
palabras, al postergar el “dolor” de hacer algo difícil, con frecuencia empleamos
mucho más tiempo evitándolo del que nos tomaría sencillamente hacerlo.
Para mí, nada se siente mejor que saber que estoy haciendo todo lo que
puedo, estoy tomando las mejores decisiones que puedo tomar, y estoy haciendo
progreso regularmente hacia la mejor vida que Dios tiene para mí. Ser mediocre
no siento que sea algo bueno, y dudo de que usted crea que lo es. Puede que se
haya acostumbrado a ello y haya olvidado que hay algo mejor, pero esta es una
llamada de atención a que se levante y sea todo lo que puede usted ser. ¡El mejor
momento para comenzar es ahora!
Podemos volvernos muy adictos a nuestros pequeños hábitos, y puede
resultarnos difícil renunciar a ellos incluso si nos están haciendo daño. Todos
tenemos buenos y malos hábitos, pero Benjamin Franklin dijo: “Su valor neto
para el mundo normalmente está determinado por lo que queda después de que
sus malos hábitos sean restados de sus buenos hábitos”. Comience en este
momento a formar todos los buenos hábitos que pueda. Pronto sobrepasarán a
los malos, y el valor que tiene para usted mismo, para su familia, para sus
amigos y para la sociedad aumentará de modo exponencial.

Derrotar la postergación

“El modo de comenzar es dejar de hablar y empezar a hacer.”


Walt Disney

La postergación es muy engañosa. Nos hace complacientes al decirnos que


vamos a hacer lo correcto, y justifica la inactividad. Una vez escuché una
historia sobre tres demonios que se estaban graduando de su curso sobre cómo
engañar a las personas en el mundo y evitar que conocieran a Dios. Satanás
estaba cuestionando a cada demonio, y preguntaba a cada uno cómo engañaría a
las personas. El primero respondió que les diría a las personas que no había
ningún Dios. Satanás respondió: “No engañarás a muchos, porque la mayoría de
personas en lo profundo de su interior sí creen que Dios existe incluso si han
decidido no seguirle”. El segundo demonio dijo que él les diría a las personas
que el cielo y el infierno en realidad no existían. Satanás dijo: “Engañarás a
algunos más que tu compañero de trabajo, pero tampoco convencerás a muchas
almas”. El tercer demonio dijo que él les diría a las personas que no había
ninguna prisa, y que podrían postergar la decisión de seguir a Dios hasta otro
momento. Satanás se emocionó y dijo con voz fuerte: “Tú conseguirás muchas
almas para el reino de la oscuridad al decirles sencillamente que tomen la
decisión más adelante”. Nunca he olvidado esta historia aunque la escuché
aproximadamente hace veinte años.
La postergación es un ladrón. Roba nuestro tiempo, nuestro potencial, nuestra
autoestima, nuestra paz mental. Es como una canción de cuna que susurra:
“Duérmete, niño; todo irá bien”. Pero todo no irá bien si seguimos postergando
lo que necesitamos hacer. ¡Y la tarea no se hará por sí sola! No llegará a ninguna
parte. La postergación es muy engañosa, y sólo podemos conquistarla al llegar a
ser lo que yo denomino una persona del “ahora”. Sea agresivo cuando sepa que
necesita hacer algo. No lo deje para después, y siga dejándolo para después…
¡simplemente hágalo!
Estoy sentada en mi dormitorio esta mañana trabajando en este libro. Hace
algunos minutos miré mi cama, que seguía sin hacer. Me levanté para agarrar
algo, y cuando pasé al lado de la cama pensé en hacerla, y entonces pensé: “Ah,
lo haré después”. Podría haber hecho eso, pero me conozco a mí misma lo
bastante bien como para saber que durante todo el día me habría resultado
desagradable mirar a esa cama sin hacer. Reconozco la importancia de hacer lo
que necesito hacer en el momento, de modo que me sobrepuse a la postergación
sencillamente al tomar unos minutos para hacer la cama. Ahora me siento mejor
conmigo misma y con respecto a cómo se ve la habitación, y puedo regresar al
trabajo.
Cuando postergamos las cosas, eso nos irrita. Puede que ni siquiera nos
demos cuenta conscientemente, pero los proyectos no terminados nos presionan.
Si va usted por su casa y ve que hay platos en el fregadero, ropa sucia en el piso,
papeleras llenas a rebosar, camas sin hacer, cada encimera llena de montones de
correo que hay que clasificar, siento la seguridad de que eso le presiona en cierta
manera. Puede que incluso se ponga de mal humor y comience una discusión
con alguna otra persona en la casa sólo porque se siente abrumado. Cuando
encontramos fallos en otras personas, eso desvía nuestra atención de cómo nos
sentimos con nosotros mismos. La postergación nunca nos hace sentirnos bien.
Si hay que cortar el césped, hay que quitar las malas hierbas, hay que lavar el
auto y hay que cambiar el aceite, y el garaje está totalmente desorganizado, eso
le presiona. Puede usted quejarse del desorden o puede dejar de postergar las
cosas y emprender la acción, una cosa cada vez, para poner en orden su hogar.
Dios es ciertamente un Dios de orden y organización. Algunos de los detalles
registrados en la Biblia acerca de la construcción del Arca y del Templo
sencillamente me resultan increíbles. Dios se aseguró de que todo se hiciera del
modo más ordenado y mejor posible. El caos nos hace sentirnos confundidos, y
Dios no es el autor de la confusión sino del orden y la paz (1 Corintios 14:33).
Quiero compartir con usted la historia de una mujer que tenía solamente un
mal hábito. Ellen era una mujer cálida y generosa, muy inteligente y con mucho
talento. Su esposo, sus hijos y sus nietos la adoraban; sus colegas en la escuela
de primaria donde ella enseñaba se maravillaban de la buena relación que tenía
con los niños pequeños en sus clases y su capacidad de impartirles el amor al
aprendizaje. Ella estaba cerca de sus padres y valoraba sus muchas amistades.
Ellen estaba tan ocupada manteniéndose al corriente de todas esas cosas que
estaba muy poco en su casa, y cuando estaba allí, estaba agotada.
Un día después del trabajo, recogió el correo y solamente lo dejó en un
montón sobre su escritorio. No tenía ganas de revisarlo en ese momento; podría
esperar hasta el día siguiente. Ella tenía que terminar las calificaciones de sus
alumnos para de ese año, lo cual requeriría algunas horas, pero tenía dos
semanas antes de que llegase la fecha designada, así que decidió disfrutar de un
tiempo de relax bien merecido y en cambio ver una película. Los nietos de Ellen
iban a llegar para una visita de una semana durante las vacaciones de primavera,
que comenzarían en unos cuantos días. La casa era un desastre, pero ella aún
tenía el fin de semana para limpiar y preparar la visita. Ellen había prometido a
su esposo que ella renovaría las matrículas de sus autos, lo cual debía hacer en
unos pocos días. El recordatorio final estaba en el montón de correo que ella
había dejado sobre el escritorio.
La noche siguiente, Ellen llegó a casa tan cansada como había estado la
noche anterior; por tanto, dejó el correo de ese día sobre el escritorio y se dirigió
a la cocina para preparar la cena. Después de haber cenado, la noche se esfumó
mientras ella devolvía llamadas telefónicas de amigas y veía un rato de
televisión. Un día se convirtió en otro… y mientras tanto, pequeñas cosas se
amontonaban a la espera de la atención de Ellen.
No había ninguna razón importante para el hecho de que la vida de Ellen se
volviese cada vez más difícil y más infeliz. Era sólo la culminación de muchas
pequeñas tareas y responsabilidades que Ellen había postergado. Tareas como
pagar las facturas a tiempo, limpiar la casa, ocuparse de las calificaciones de sus
alumnos de modo preciso y a tiempo: ninguna de ellas grandes tareas.
Quizá pueda imaginar cómo va a terminar esta historia. Se amontonaron las
facturas sin pagar; había suficiente dinero en la cuenta bancaria de la pareja para
pagarlas, pero a Ellen sencillamente le disgustaba la tarea de pagar facturas.
Finalmente, se amontonaron las multas, y al final la mayoría de sus tarjetas
fueron revocadas por falta de pago. Ellen era una estupenda maestra, pero sus
papeles siempre llegaban tarde. Cuando su escuela tuvo que hacer recortes en los
maestros, Ellen fue la persona a quien despidieron. ¿Recuerda la matrícula de
ese auto que Ellen debía renovar? Se le olvidó, y como resultado, ella y su
esposo no pudieron llevar a sus nietos a la excursión que habían planeado… las
matriculaciones suspendidas dejaron a sus autos en el garaje aquella semana.
Ellen solamente tenía un mal hábito; pero ese único hábito de postergar las
cosas creó tantos pequeños problemas que finalmente se amontonaron para
causar grandes problemas.
Usted puede formar el hábito de ser una persona del “ahora”, una persona que
hace lo que tiene que hacer en cuanto puede. Todas las personas verdaderamente
exitosas tienen este hábito. No llegamos a ser exitosos postergando las cosas. A
continuación hay algunas citas sobre la postergación que creo que son
particularmente útiles:

“La postergación es como una tarjeta de crédito: es muy divertido hasta


que llega la factura”. Christopher Parker
“Hay muchas cosas que nos gustaría haber hecho ayer, y muy pocas
que tenemos ganas de hacer hoy”. Mignon McLaughlin
“Si tiene usted metas y postergación, no tiene nada. Si tiene metas y
emprender la acción, tendrá todo lo que quiera”. Thomas J. vilord
“La postergación es la secuestradora de almas, y el oficial reclutador
del infierno”. Edward Irving
“La postergación es la semilla de la autodestrucción”. Matthew Burton
“Cuando hay una colina que subir, no crea que esperar hará que sea
más pequeña”. Anónimo
“La postergación es suicidio en el plan de pago a cuotas”. Anónimo

La fe vive en el presente
Como creyentes en Jesucristo, aprendemos que recibimos todo lo que
necesitamos de parte de Dios mediante la fe. ¡Fe es ahora! Es confiar ahora en
que Dios se ocupará del ayer y del mañana. Somos justificados y hechos rectos
delante de Dios solamente por la fe; sin embargo, el apóstol Santiago nos dice
que la fe sin obras está muerta.
Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.
Santiago 2:17

Probablemente haya miles y miles de personas que se consideran a sí mismas


grandes personas de fe, y sin embargo postergan las cosas todo el tiempo. La
postergación no es fe, porque la verdadera fe demanda acción. Es cierto que la fe
a veces espera a que Dios obre, pero la mayoría de las veces debe emprender la
acción para ser obediente cuando Dios habla.
No necesitamos esperar alguna palabra especial de Dios que nos diga qué
hacer. En la Biblia, Dios ya nos ha dado la mayoría de la dirección que
necesitaremos en nuestras vidas. Cuando yo observé mi cama sin hacer, no
necesité una palabra especial de parte de Dios para saber que lo mejor sería
hacerla. Lo único que quedaba era obedecer.
Me doy cuenta de que algunos puede que tengan serios malos hábitos, y
puede que usted esté pensando que mi ejemplo de la cama sin hacer es muy poco
importante. Sin embargo, soy de la opinión de que si estamos dispuestos a
obedecer y emprender la acción en el detalle más pequeño, tendremos menos
problemas con los proyectos más grandes en la vida.
Permítame ofrecer alguna ayuda al utilizar ejemplos de mi vida en que la
postergación causó inmensos problemas. Por ejemplo, yo tuve dolor de espalda
por muchos años, pero no era tan grave que no pudiera seguir adelante cada día.
Amigos y familiares me decían con frecuencia que tenía que ver a un médico o
un quiropráctico, pero yo lo postergaba año tras año. Finalmente, una mañana fui
incapaz de caminar cuando me levanté de la cama, y no tuve ninguna otra opción
sino concertar una cita de emergencia con un quiropráctico. Mi espalda estaba
inflamada, y tenía cierta degeneración discal. El dolor es una señal de que algo
va mal y necesita atención, y cuando la ignoramos, solamente complicamos el
problema. Si yo me hubiera ocupado de mi espalda y hubiera buscado ayuda
profesional cuando el dolor surgió por primera vez, posiblemente podría
haberme ahorrado a mí misma una gran cantidad de dolor y cientos de horas de
tiempo empleadas en visitas al médico a lo largo de los años. Recuerde: la
postergación es divertida hasta que se establece la realidad.
Recuerdo que un dentista me dijo una vez: “Necesitamos que usted comience
a venir para realizarse una limpieza regular y revisiones de modo que pueda
dejar de necesitar citas de emergencia porque tiene dolor”. Él me recordó que la
única vez que me veía era cuando yo tenía una emergencia, lo cual no era justo
para él porque mi emergencia ponía presión en su calendario ya lleno. No sólo
eso, sino que mi postergación me cobraba a mí misma un alto precio. Después de
todo, es menos doloroso, y menos caro, rellenar una caries que tener que realizar
cirugía oral.
Mi excusa para postergar las cosas era que yo estaba ocupada ¿le resulta eso
familiar? Cuando nos negamos a utilizar nuestro tiempo para hacer las cosas que
necesitamos hacer, siempre terminamos perdiendo tiempo ocupándonos de las
emergencias y la confusión que hemos creado al posponer las cosas.
Espero que haya escogido un buen hábito que quiere formar y un mal hábito
que quiere romper. ¡AHORA es el momento de comenzar! Mientras estoy
escribiendo este libro, estamos en la época de Navidad y Año Nuevo, y he
escuchado a varias personas declarar lo que van a hacer en cuanto terminen las
vacaciones. Van a perder peso, van a comenzar un programa de ejercicios, van a
organizar sus vidas, y otras cosas parecidas. Algunas puede que lo hagan, pero
sinceramente ya sé que la mayoría de ellas no lo harán. Son personas que
postergan las cosas, y quienes postergan las cosas hoy encontrarán una razón
para hacerlo también mañana.
Yo comencé mi actual régimen de ejercicio el 23 de diciembre de 2006, y
Dios me ha dado la gracia para continuar haciéndolo. Mi entrenadora dijo que
tenía que comenzar el programa con veintiún días sin tomar nada de azúcar, y
me dio una dieta específica que yo debía seguir y que estaba pensada para
sacudir mi cuerpo y reiniciar mi metabolismo. Recuerdo que personas me
preguntaban cómo es que comencé tal programa el día antes de Nochebuena. Lo
hice porque pensé que si podía hacerlo durante el periodo más delicioso del año
para comer, entonces seguramente podría hacerlo el resto del tiempo. No es
sabio esperar hasta un momento en que usted sienta que es cómodo comenzar
cualquier tarea. El gran carácter no se desarrolla mediante la facilidad y la
conveniencia, sino mediante hacer AHORA lo que hay que hacer a pesar de lo
difícil que sea.

Emociónese por conquistar proyectos


Todos los que han recibido a Jesús como su Salvador y Señor tienen su Espíritu
en ellos, y su Espíritu es el de un Conquistador. Jesús es un poderoso guerrero, y
Él no nos ha llamado a ser espíritus pusilánimes. No tenga temor a nada, sino en
cambio conquístelo. Cuanto más posterguemos algo y pensemos en ello, más
convertimos lo que es realmente un grano de arena en una montaña. Cuando
somos personas de acción, no damos tiempo al diablo para exagerar la realidad
de lo que estamos afrontando. No tenga temor a formar y romper hábitos, sino
emociónese por el desafío que tiene delante. Sinceramente, no quiero vivir sin
metas, y cuando logro una, tengo muchas ganas de lograr la siguiente. No
siempre me gusta el trabajo que conlleva, pero me encantan, me encantan los
resultados y el sentimiento de conquista y logro. Creo que a usted también le
gustará. He oído a personas decir: “Sencillamente postergo las cosas”, como si
eso fuese su identidad. Somos hijos de Dios, coherederos con Cristo, llenos del
Espíritu Santo, ungidos por Dios, dotados, con talento, y capaces de hacer
cualquier cosa que tengamos que hacer en la vida por medio de Cristo
(Filipenses 4:13).
Si tiene la pequeña opinión de usted mismo como meramente alguien que
posterga las cosas, es usted ciertamente lamentable. Le aliento a que tenga una
nueva actitud, la de un guerrero y un conquistador. Tenga ganas de escalar
montañas. ¡Caleb pidió un monte cuando tenía ochenta años! (véase Números
13). ¿Por qué no? Él sabía que mientras Dios estuviera con él, podría hacer
grandes cosas.
¡Felicidades! Sigue usted leyendo, y eso significa que está de camino a
formar buenos hábitos y romper malos hábitos. Escoja algo y comience hoy.
Siga en ello hasta que tenga victoria, y entonces escoja otra cosa y repita el
proceso. No se detenga hasta que haya desarrollado los hábitos que quiere tener.
CAPÍTULO
3
Conducta 1: El hábito Dios

Jesús salió de la ciudad y, como de


costumbre, se dirigió al monte de los
Olivos, y sus discípulos lo siguieron.
Lucas 22:39

Jesús no tenía el hábito de ir al monte de los Olivos porque le gustase escalar


montes. Iba allí para orar. Notemos que era su costumbre ir allí. Encontrará a lo
largo de la Escritura que todos los grandes hombres y mujeres de Dios tenían
hábitos similares. Todos ellos conocían la importancia de pasar tiempo con Dios.
La Biblia dice que Enoc habitualmente caminaba con Dios y “un día desapareció
porque Dios se lo llevó” (Génesis 5:24). Aquí está un hombre que desarrolló una
relación tan íntima con Dios que el mundo ya no pudo retenerlo. Enoc había
desarrollado lo que yo denomino reverentemente el hábito Dios.
Jesús estaba a punto de entrar en uno de los periodos más difíciles de su vida
en la tierra. El momento de su sufrimiento y muerte estaba cerca, y Él sabía que
necesitaba fuerzas y sabía dónde obtenerlas. Era su hábito, su respuesta
automática no sólo en momentos de tribulación, pasar tiempo con su Padre
celestial. Si es usted como era yo antes y sólo acude a Dios cuando tiene una
emergencia, entonces puedo decirle que aunque no está enojado con usted, Dios
no se agrada. ¿Qué le parecería si sus amigos o sus hijos sólo acudieran a usted o
le hablaran cuando necesitasen su ayuda? No le gustaría en absoluto, y a Dios
tampoco le gusta.
El hábito Dios es el primero del que quiero hablar, porque sin el hábito de
pasar tiempo con Dios en oración y estudiando su Palabra seremos incapaces de
desarrollar cualquier otro buen hábito, y los malos hábitos nos superarán y
dominarán nuestras vidas. Buscar a Dios y pasar tiempo con Él es nuestra
necesidad más vital.

El corazón me dice: «¡Busca su rostro!». Y yo, Señor, tu rostro busco.


Salmos 27:8

La ayuda de Dios y su presencia en nuestras vidas es vital. Él es el Autor de


todo éxito verdadero y de todo lo que es bueno, y sin Él no podemos hacer nada
de verdadero valor. ¿Está tomando tiempo para pedir la ayuda de Dios antes de
comenzar su día, de tomar decisiones o de emprender cualquier empresa?
Desarrolle el hábito de reconocer a Dios en todos sus caminos, y entonces Él
dirigirá sus pasos (Proverbios 3:6). Normalmente estamos acostumbrados a
tomar nuestras propias decisiones e intentar en nuestras propias fuerzas hacer
que sucedan cosas que nosotros queremos que sucedan, pero ese es
verdaderamente un mal hábito que necesita ser roto. El hábito de reconocer a
Dios en todos sus caminos puede que sea el hábito primero y más importante que
usted debería desarrollar.
He conocido a algunas personas con una fuerza de voluntad muy fuerte y que
han desarrollado algunos buenos hábitos mediante la disciplina, pero eso no
significa que sean verdaderamente exitosas. Yo tengo una voluntad fuerte y ha
sido un beneficio para mí, pero he aprendido que nuestra fuerza de voluntad nos
lleva solamente hasta cierto lugar, y todos descubrimos tarde o temprano que
necesitamos a Dios.

Administración del tiempo


Hicimos una pequeña encuesta en nuestra oficina de algunos de los hábitos que
las personas quieren formar y romper, y justamente en lo alto de la lista estaba:
“Quiero formar el hábito de pasar más tiempo con Dios”. Todos tenemos la
misma cantidad de tiempo cada día, pero algunas personas regularmente
encuentran tiempo para pasarlo con Dios, y otras nunca lo tienen. Decir que no
tenemos tiempo para pasarlo con Dios es simplemente una excusa. La verdad es
que si pasamos tiempo con Dios, Él multiplicará lo que nos queda, como el
muchacho que tenía los panes y los peces (Juan 6), y terminaremos con más
tiempo del que hubiéramos tenido al dejar a Dios fuera de nuestro horario.
La verdad es que en este momento está usted tan cerca de Dios como quiera
estarlo. Lo que sembramos, eso cosecharemos, y si queremos una cosecha
grande, entonces simplemente necesitamos sembrar más semilla. Si queremos
tener una relación más cercana con Dios, entonces necesitamos pasar más
tiempo con Él.
Mi nieta, que tiene diez años, recientemente me preguntó cómo podía pasar
más tiempo con Dios, ya que está muy ocupada con la escuela y todas sus
actividades. Yo pensé que eso era realmente bonito. Ella piensa que ahora está
ocupada; no puedo imaginar lo que ella pensará a medida que la vida realmente
ruja plenamente para ella. Ella tiene un hábito muy malo de irritarse en las
mañanas y quiere sobreponerse a eso, pero yo le dije que lo mejor que puede
hacer es levantarse de la cama y pasar los cinco primeros minutos con Dios.
Pensé que cinco minutos sería un buen lugar para que ella comenzase, y si usted
no ha formado este hábito tan importante, podría ser un buen lugar para que
también usted comenzase. Un pequeño comienzo es mejor que ningún comienzo.
Necesitamos a Dios, y no somos buenos para nada sin Él. Él dijo: “Me
buscarán y me encontrarán” (Jeremías 29:13). Él está esperando a que nosotros
clamemos a Él y hablemos con Él de todo aspecto de nuestra vida. Él quiere
oírnos decir que le necesitamos, que le amamos, y que Él es una necesidad vital
en nuestra vida.

Poner lo primero en primer lugar


¿Cómo podemos alguna vez esperar tener orden en nuestras vidas si no sabemos
cómo poner lo más importante por delante de otras cosas? Yo intenté por muchos
años meter a Dios en mi calendario, y el diablo se aseguró de que nunca
encontrase el momento de hacerlo. Cada noche me sentía culpable porque una
vez más no había pasado tiempo con Dios, y siempre me prometía a mí misma
que el día siguiente sería distinto, pero tristemente era una repetición del día
anterior. Yo tenía buenas intenciones, pero la postergación se llevaba lo mejor de
mí. Yo siempre iba a pasar tiempo con Dios después de una cosa más de la que
tenía que ocuparme.
No mucho funcionaba correctamente en mi vida o mi ministerio. Yo estaba
frustrada la mayor parte del tiempo por una cosa o por otra, y sentía que
cualquier progreso se hacía a paso de caracol. Estoy agradecida por poder decir
que Dios finalmente me ayudó, y he aprendido a organizar mi horario en torno a
Dios, quien es primero, en lugar de intentar meterle a Él en mi horario.
Jesús dijo claramente:
Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré
descanso.
Mateo 11:28

La respuesta a mi problema era sencilla, y también lo es la de usted. ¡Acuda a


Jesús! Tome tiempo en primer lugar cada día para comunicarse con su Padre
celestial que le ama y quiere estar involucrado en todo lo que usted hace. Puede
que no tenga mucho tiempo para pasarlo con Dios en la mañana, pero no darle a
Él nada de tiempo es trágico e insultante. Deberíamos darle mucho tiempo cada
día, pero cuándo lo haga le corresponde a usted. Puede que sea en el almuerzo o
en la noche, pero por favor no le ignore. Mi estilo de vida es tal que yo misma
puedo organizar mi propio horario, así que paso la primera parte de cada mañana
con Dios, pero no me corresponde a mí decirle cómo debería usted estructurar su
vida espiritual. Diré que yo creo que puedo demostrar bíblicamente que buscar al
Señor temprano en la mañana es sabio. Incluso si no puede usted pasar mucho
tiempo con Dios en cuanto se levanta, al menos tome tiempo para decir:
“Buenos días, Señor. Te amo. Gracias por todo lo que tú haces por mí. Te
necesito. Por favor, ayúdame hoy”.

Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis


ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta.
Salmos 5:3

María Magdalena fue la primera en ver a Jesús después de su resurrección,


pero también fue la que llegó a la tumba temprano (Juan 20:1). Los otros
discípulos se quedaron en la cama, pero María se levantó temprano y fue a
buscar a su Señor.
Yo necesito y recibo mucha ayuda de Dios, y recibir la siguiente escritura
como dirección para mi vida me ha ayudado de maneras sorprendentes.

Dios está en ella, la ciudad no caerá; al rayar el alba Dios le brindará su


ayuda.
Salmos 46:5

Podría citar algunas otras escrituras para establecer mi punto, pero creo que
entiende lo que intento decir. Cuanto más temprano, mejor debería ser nuestro
lema en lo que respecta a conectar con Dios. De hecho, cuanto más temprano,
mejor es un principio que debería aplicarse a muchas áreas en nuestras vidas.
Otro pedazo de sabiduría que ha sido útil para mí es no hacer nada
simplemente porque no pueda hacer mucho. Si quiere usted formar el hábito de
pasar tiempo con Dios, entonces comience con lo pequeño y progrese. A veces
somos derrotados porque intentamos comenzar donde deberíamos terminar, o
intentamos hacer lo que alguien está haciendo y que ha tenido cuarenta años de
experiencia con Dios.
No creo que Dios cuente los minutos y las horas que pasamos con Él, y
personalmente renuncié a esa creencia hace mucho tiempo. Si paso mucho
tiempo con Dios y mantengo un registro mental de ello, puede que esté en
peligro de orgullo, y si paso lo que creo que no es suficiente, entonces me sentiré
culpable, y ni el orgullo ni la culpabilidad van a ayudarme en mi caminar con
Dios. Simplemente paso tanto tiempo como sienta que necesito cada día. Para
mí, es como el comer. Me detengo cuando estoy llena, y unas veces necesito
comer más que otras veces.
No quiero darle un programa que seguir; sólo quiero alentarle a formar el
hábito de poner a Dios en primer lugar en todo lo que haga. Si busca primero su
Reino, Él añadirá todas las demás cosas que usted necesita (Mateo 6:33).

Forme el hábito Dios


Yo tengo el hábito Dios, y puedo decirle que es el hábito más importante de
todos. La Palabra de Dios nos enseña que no podemos hacer nada sin Él; por
tanto, tiene sentido hacer que sea una prioridad formar el hábito de ponerle a Él
en primer lugar. Quizá esté en un momento de su vida en el que está preparado
para formar el hábito, y si es así, entonces está en un buen lugar. De hecho,
quiero alentarle a seguir adelante y ser adicto a Dios. Póngale a Él antes de todas
las demás cosas. Sea totalmente incapaz de pasarse sin la dirección y la
presencia de Él en su vida. Si yo intentase comenzar un día sin buscar a Dios, me
sentiría como algunas personas se sienten si intentan comenzar un día sin azúcar
o cafeína. ¡Yo soy adicta! Desperdicié muchos años no poniendo a Dios en
primer lugar, y cuando miro atrás, aquellos fueron los años más desgraciados de
mi vida. Dios y cosas buenas van juntos, de modo que si queremos tener una
buena vida que podamos disfrutar, debemos tener el hábito Dios.
Bajo la ley del Antiguo Testamento, cuando los israelitas salían a la batalla
tenían que asegurarse de que el Arca del pacto que llevaba la presencia de Dios
fuese siempre en primer lugar. Debido a eso, los israelitas ganaron la mayoría de
sus batallas. Hubo un tiempo, sin embargo, en que David intentó poner el Arca
sobre un nuevo carro y que algunos hombres condujeran bueyes que tirasen del
Arca detrás de ellos. El resultado fue desastroso (1 Crónicas 13). El mensaje
aquí es claro: si Dios es primero, entonces seremos ganadores en la vida, pero si
Él no lo es, no hay razón alguna para esperar que nada resulte bien. Billy
Graham dijo: “El cielo está lleno de respuestas que nadie nunca se molestó en
pedir”. Comience a pedir y recibir, para que su gozo pueda ser completo (Juan
16:24).
Afortunadamente ahora nosotros nos hemos convertido en el Arca, o la casa
de Dios. Él vive dentro de los corazones de aquellos que creen en Jesús. No
tenemos que salir a encontrarle, porque Él siempre está cerca. Tan sólo
necesitamos prestarle atención. A mí no me gustaría si yo viviera en la casa de
otra persona y me ignorasen casi todas las veces, y no creo que tampoco a Dios
le guste.
Me resulta sorprendente que Dios haya escogido hacer de nuestros corazones
su hogar. Es un pensamiento hermoso y un tremendo privilegio, de modo que
deberíamos desarrollar el hábito de mantener una conversación regular con Él. Si
usted espiritualiza en exceso la oración, corre el peligro de no hacerla. Recuerde:
orar es sencillamente hablar con Dios, adorarle y alabarle, y estar agradecido en
todo momento.

El hábito de leer la Palabra


Es imposible desarrollar el hábito Dios si no tenemos el hábito de leer la Palabra.
Dios y su Palabra están siempre conectados. Jesús es el Verbo hecho carme que
vino a habitar entre nosotros.

Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su


gloria…
Juan 1:14

No podemos conocer a Dios aparte de su Palabra, así que debemos estar


comprometidos a estudiarla, meditar en ella y hacer que sea la base de todo lo
que hacemos. La Palabra de Dios es verdad que nos muestra el modo en que
debemos vivir. El Salmo 119 contiene 176 versículos que nos enseñan todos
ellos la importancia vital de escuchar, meditar, amar, recibir y obedecer la
Palabra de Dios.

En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.


Salmos 119:11

Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos.


Salmos 119:56

¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella.


Salmos 119:97

Estudiar la Palabra de Dios puede convertirse en un hábito de la misma


manera en que formamos todos los demás buenos hábitos. Comenzamos con
cierto esfuerzo y seguimos en ello hasta que hacerlo se convierte en un hábito
regular en nuestra vida. Se desarrolla en algo que se hace habitualmente con
poco o ningún esfuerzo. Podría usted comenzar con un compromiso a leer la
Palabra de Dios (la Biblia) quince minutos cada día. Haga eso durante dos
semanas y después auméntelo un par de minutos cada semana hasta que llegue a
su meta deseada. Después de un tiempo no necesitará tener una cantidad de
tiempo a la que esté comprometido porque probablemente se haya disciplinado
para dejar de leer de modo que pueda atender a otras cosas.
También le sugiero que tenga un diario o una computadora a su lado, y a
medida que lea o cuando haya terminado, tome nota de una cosa o cosas que
sienta que aprendió durante su lectura. Esto nos ayuda a retener el conocimiento
que hemos recibido. Puede beneficiarse aún más si piensa (medita) en lo que ha
aprendido a lo largo del día, o hable de ello con otra persona. También puede
hablar de lo que ha aprendido en voz alta durante momentos en que esté a solas,
para ayudarle a profundizar su conciencia y recuerdo de ello.

Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido.
Salmos 119:13

Comience con partes de la Biblia que pueda entender con facilidad. La


mayoría de personas sienten que el Nuevo Testamento es más fácil de entender
que algunas partes del Antiguo Testamento. Frecuentemente, se sugiere el
Evangelio de Juan como un buen lugar donde comenzar. Salmos y Proverbios
son también muy prácticos y fáciles de entender, de modo que también son un
buen lugar donde comenzar. Finalmente, puede progresar hasta ser capaz de leer
y entender toda la Palabra de Dios.
Mediante el conocimiento de la Palabra de Dios aprenderá a conocerle a Él.
Aprenderá sobre su carácter y sus caminos, y aprenderá lo mucho que Él le ama
y el plan tan maravilloso que tiene para su vida.
Cuando tenga la Palabra de Dios profundamente implantada en su corazón, le
dará dirección cuando se encuentre en situaciones donde se necesite sabiduría.
Yo asistí a la iglesia y creí que Cristo era mi Salvador por muchos años antes
de llegar a comprometerme a estudiar diligentemente la Palabra de Dios. Puedo
decir sinceramente que durante aquellos años yo tuve muy poco crecimiento
espiritual, si es que tuve alguno. Generalmente me sentía infeliz, frustrada y no
mostraba una conducta que sería adecuada para alguien que se denomina a sí
mismo cristiano. La Palabra de Dios es nuestro alimento espiritual, y sin él no
podemos crecer y volvernos fuertes en Él.
Comience ahora a desarrollar el hábito de leer la Palabra, ¡y permita que sea
una de las partes más importantes de su hábito Dios!

Atento al “compartimento religioso”


No divida su vida en compartimentos sagrado y secular. No puede tener un
compartimento donde guarde a Dios y después dirigir usted mismo el resto de su
vida. Por muchos años yo tuve un “compartimento religioso”. Acudía a la iglesia
los domingos. A veces leía un capítulo de la Biblia en la noche por obligación, y
después hacía una oración muy breve y con frecuencia sin significado. No es
sorprendente que mi vida fuese como un tren descarrilado. Como ya he dicho, yo
era una cristiana infeliz, desgraciada, frustrada e insatisfecha. Sí, ¡yo decía que
era cristiana! Yo creía en Jesús y le había recibido como mi Salvador. Entendía
la salvación solamente por gracia y lamentaba verdaderamente mis pecados. Mi
problema era que solamente invitaba a Dios a mi vida los domingos en la
mañana y en graves emergencias. Yo no tenía el hábito de la lectura de la Palabra
o el hábito Dios. Estaba triste, pero Él probablemente estaba más triste porque
tenía que verme sentirme desgraciada mientras su ayuda estaba a mi disposición
si la pedía. Yo me sentía desgraciada porque no le estaba dando a Dios acceso a
toda mi vida. Cuando lo hice, todo en mi vida cambió para mejor.
“No tienen, porque no piden” (Santiago 4:2). Comience a hablar con Dios de
todo lo que usted hace. Invítele a sus actividades, y si lo que está haciendo y
donde va no son lugares adecuados para Dios, ¡entonces deténgase!
Ahora puede que esté pisando los frenos porque sabe que quizá tenga que
realizar algunos cambios de estilo de vida si hace eso. Pero esas cosas a las que
usted puede que quiera aferrarse son las cosas que le roban su paz y su gozo de
todos modos, así que dígales adiós y siga adelante con el plan de Dios para su
vida.
Si desarrolla el hábito de poner a Dios en primer lugar en todas las cosas e
invitarle a todo lo que hace, muchos de sus malos hábitos serán tratados
mediante la formación de este buen hábito.
Cuanto más tiempo pasemos con Jesús, más seremos semejantes a Él. La
Biblia dice que a medida que estudiamos la Palabra de Dios, somos
transformados a su imagen, de un grado de gloria a otro (1 Corintios 3:18).
Vemos la ley del crecimiento gradual en funcionamiento en esta escritura. Si
somos diligentes en buscarle a Él, lentamente y firmemente llegaremos a ser
mejores personas.
La oración no sólo cambia cosas, también nos cambia a nosotros. La oración
no es una obligación, es un privilegio. Pasar tiempo con Dios forma el hábito,
¡así que comience hoy!
CAPÍTULO
4
Conducta 2: Cómo romper malos hábitos

Sospecho que compró este libro porque tiene usted malos hábitos que quiere
romper. Quizá lo haya intentado una y otra vez y aun así ha fracasado, y espera
que yo tenga la fórmula para su éxito. Sí creo que puedo ofrecer ciertos buenos
consejos, pero lo primero que debe usted hacer es preguntarse por las ganas que
tiene de romper el hábito que quiere conquistar. Yo no tengo una fórmula mágica
de tres pasos que le cambiará de la noche a la mañana; pero puedo prometerle
que no tiene usted que estar atado a nada si verdaderamente quiere ser libre.
Quiero comenzar este capítulo siendo sincera. Romper malos hábitos requiere
un fuerte compromiso, una inversión de tiempo, mucho trabajo duro y una
disposición a estar incómodo mientras está realizando la transición desde la
atadura hacia la libertad. Si no está usted dispuesto a hacer eso, entonces dudo de
que pueda ayudarle. Romper un mal hábito puede ser como romper con un mal
novio que esté abusando de nosotros. Sabemos que romper con él es lo correcto
que debemos hacer, pero puede que le extrañemos aunque estar con él signifique
ser herido. Debemos aprender a seguir la sabiduría de Dios y hacer lo que
sabemos que será bueno para nosotros a la larga, y no seguir lo que nos hace
sentirnos bien físicamente o emocionalmente en el momento.
Romper con los malos hábitos sin duda no es fácil, pero con la ayuda de Dios
podemos hacerlo.
Uno de los problemas que afrontamos en la sociedad actualmente es que
tenemos mucha facilidad, y ahora somos adictos a ella. Tendemos a querer que
todo sea fácil, pero Dios nos ha ungido y equipado para cosas difíciles. Todo lo
podemos hacer por medio de Cristo. Él es nuestra fortaleza. La verdad es que si
una cosa no nos cuesta nada, rara vez es muy valiosa para nosotros. Si romper un
mal hábito pudiera tener lugar sin ningún compromiso ni esfuerzo por nuestra
parte, nuestra libertad ni siquiera sería lo bastante valiosa para que intentásemos
mantenerla.
Hay algunos pasos muy específicos que creo que debería usted dar a medida
que trabaja hacia romper un mal hábito. En primer lugar, tenga cuidado del
modo en que habla del hábito que está intentando romper. Desde el comienzo de
su viaje hacia la libertad le pido que no diga: “Esto es demasiado difícil; no
estoy seguro de que pueda hacerlo”. Cuanto más diga que es difícil, más difícil
será. No salga con amigos y hable de lo mucho que está intentando romper tal y
tal mal hábito y de lo difícil que es. Realmente, soy de la opinión de que le iría
mejor si no hablase mucho de ello. Mantenga su meta entre usted y Dios, y
posiblemente uno o dos amigos de confianza o familiares que usted quiera que
oren por usted y le alienten. Quiero volver a hacer hincapié en este punto tan
sólo para asegurarme de que no lea con demasiada rapidez y lo deje escapar.
Haga el compromiso a no decir: “Esto es demasiado difícil; no estoy seguro de
que pueda hacerlo”. Diga algo que le ayudará, no algo que será un obstáculo.
Diga: “Puedo hacer esto con la ayuda de Dios”.
Jesús hizo una cosa difícil al sacrificar su vida por nosotros, y Él nunca dijo:
“Esto es demasiado difícil”. Lo logró mediante la oración, su apoyo continuo en
Dios, y al tener un fuerte compromiso a hacer la voluntad de Dios. Él, por el
gozo de obtener el premio que estaba delante de Él, soportó la cruz (Hebreos
12:2b). A medida que comienza su viaje de romper malos hábitos, mantenga en
mente la recompensa que recibirá. Somos motivados por la recompensa, y Dios
es sin duda alguna el Galardonador de quienes son diligentes. Cuando usted esté
cansado de librar batalla con sus malos deseos, piense en lo maravilloso que será
cuando el mal hábito sea roto y un hábito bueno haya ocupado su lugar.
El número de malos hábitos de los que podríamos hablar es interminable, e
independientemente de los muchos que yo mencione, podría pasar por alto el de
usted, pero la respuesta a todos ellos es la misma. Quizá usted quiera dejar de
fumar cigarrillos, de comer en exceso o de criticar a otros. Puede que incluso
esté tratando una adicción más seria, como el alcoholismo, el juego, la adicción a
las drogas, la pornografía o un trastorno alimenticio. El nombre de la adicción no
es lo importante. Lo importante es que usted sepa que Dios le ama
incondicionalmente y que Jesús vino para destruir las obras del diablo, para
liberar a los cautivos y para darnos una vida que podamos disfrutar.
Todo es posible para Dios, de modo que si su mal hábito es comer demasiado
azúcar o la adicción a las drogas, Dios puede y está dispuesto a liberarle.
Entiendo que romper el hábito de beber ocho latas de refresco al día no va a ser
tan difícil como romper una adicción a las drogas. Los problemas no son los
mismos, pero Dios es el mismo, y Él tiene suficiente fuerza para suplir
cualquiera que pueda ser su necesidad.

Creer
Si quiere romper un mal hábito, debe creer que es posible. Si intenta
conquistarlo mientras sus pensamientos y palabras están llenos de duda e
incredulidad, no es probable que experimente victoria. Incluso si lo ha intentado
miles de veces anteriormente y nunca ha sido exitoso, crea que está vez será
diferente.
Jesús les dijo a sus discípulos que si solamente creían, verían la gloria de
Dios (Juan 11:40). Incluso si usted tiene días en que no es muy exitoso, siga
creyendo. Creo que pone furioso al diablo cuando seguimos diciendo: “Creo que
Dios está obrando y que soy libre”.
Crea la Palabra de Dios más de lo que cree en cómo se siente, y aprenda a
decir lo que Dios dice acerca de usted y de su vida. La Palabra de Dios dice que
somos muertos al pecado y que nuestra relación con él está rota (Romanos 6:2),
y que estamos vivos para Dios, viviendo en una comunión continua con Él
(Romanos 6:11). Eso significa que, espiritualmente hablando, es usted libre de
todos los malos hábitos, y tan sólo necesita creerlo y comenzar a aplicar la
libertad que Jesús compró para usted con su muerte y resurrección. Puede que no
nos sintamos de ese modo, pero eso es lo que dice la Palabra de Dios. Además
dice que debemos considerarnos (pensar) nosotros mismos muertos al pecado y
nuestra relación con él rota (Romanos 6:11). ¿Cómo piensa de usted mismo? ¿Se
ve siempre como alguien que está atado y es un esclavo de los malos hábitos, o
dará un paso en fe y creerá que es usted libre?
El modo en que piense sobre el problema que tiene o el mal hábito que quiere
romper es muy importante, porque nuestros pensamientos impulsan nuestras
acciones. Usted puede controlar sus pensamientos, y nunca debería pensar que
cualquier mal hábito está por encima de ser eliminado de su vida. Siga pensando:
“Puedo hacer esto con la ayuda de Dios”. Recuerde: los expertos dicen que son
necesarios treinta días para formar o romper un hábito, y si usted lo toma día a
día, no parecerá tan difícil.
Entiendo que este principio de creer antes de ver puede que no tenga ningún
sentido para su mente, pero es la fórmula de Dios para el éxito. En el mundo
solamente estamos dispuestos a creer después de ver y tener pruebas, pero en el
Reino de Dios primero creemos por fe sin ninguna evidencia natural, y después
vemos el resultado. Creer primero, y después experimentar libertad. Crea la
Palabra de Dios y los resultados llegarán.
Hasta aquí, las cosas que le insto a hacer son:

1. Comenzar cada día con Dios; pídale fortaleza y dirección temprano


cada día.
2. Estar muy comprometido y preparado para sufrir durante un periodo si
es necesario.
3. Tener cuidado con lo que dice sobre el hábito.
4. Pensar pensamientos positivos y llenos de fe acerca de su viaje.
5. Creer incluso cuando no haya visto aún resultados.

¿Qué le provoca?
Examínese a usted mismo y aprenda lo que le provoca a realizar la conducta de
la que quiere ser libre. ¿Hacen el estrés o alguna otra emoción negativa que
recurra a su mal hábito? ¿Lo hace cuando está aburrido? ¿Lo hace cuando está a
solas? ¿Lo hace cada mañana? Por ejemplo, puede que nunca sea usted tentado a
comer helado y palomitas de maíz a las 10:00 de la mañana, pero es tentado a
hacerlo cada noche mientras ve la televisión. ¿Está relacionado su mal hábito
con alguna otra actividad que usted realiza? A mi hija Laura le encanta la Pepsi
Light. La mayor parte del tiempo ella ha dejado de beberla, pero he observado
que cuando está frustrada o muy cansada es cuando dice enfáticamente: “¡Hoy
voy a beber una Pepsi Light!”. Es su alimento reconfortante. Beber
ocasionalmente una Pepsi Light puede que no sea un problema, pero si su hábito
es el juego o consumir drogas cuando se siente frustrado o estresado, entonces es
un asunto más urgente. Pida a Dios que le muestre si hay alguna relación entre
su hábito y otras cosas. A veces, entender por qué hacemos algo es la puerta
hacia la libertad.
Vea si puede encontrar algún patrón, y si lo encuentra, puede que eso le
ayude a evitar el hábito evitando lo que lo desencadena. Al menos, entender la
relación puede que le ayude a estar más preparado para resistir la tentación. Si
usted tiende a comer en exceso cuando está aburrido, podría no permitirse a
usted mismo aburrirse o podría encontrar otro hábito más sano para llenar su
tiempo que el de comer en exceso. Si se va de compras cuando se siente infeliz
como un modo de consolarse emocionalmente, entonces reconocer el patrón
puede ayudarle a encontrar una manera más bíblica de tratar su infelicidad.

Enfoque
Ya he mencionado que es mejor trabajar en un hábito cada vez, pero necesito
subrayar ese punto. Todos somos tentados a intentar arreglar todo lo que va mal
de la noche a la mañana, pero eso es imposible. Cualquier mal hábito que usted
tenga se desarrolló uno a uno, y serán rotos uno a uno. El enfoque es vital. Nos
permite dirigir todas nuestras energías y capacidad hacia una sola cosa, en lugar
de dividirlo entre varias cosas. La impaciencia nos impulsa a conquistarlos
todos, pero el éxito llega mediante fe y paciencia. Digamos que usted ha
localizado tres malos hábitos de los que quiere ser libre seriamente. Si cada uno
le toma sólo treinta días, entonces en noventa días será usted libre de todos ellos,
o al menos estará en el camino de serlo. Recuerde: los hábitos se forman
mediante la repetición, y serán rotos mediante la repetición. Si hacemos
repetidamente una cosa, pronto se convierte en parte de quienes somos, y lo
hacemos inconscientemente, como un hábito. Si repetidamente no hacemos una
cosa, entonces se desvanecerá, y en cierto punto ya no será parte de quienes
somos.
Las personas con sobrepeso necesitan enfocarse en lo que comen. He
observado que las personas que comen en exceso tienden a comer sin pensar. Si
pasan al lado del escritorio de un compañero de trabajo y hay allí una barrita de
caramelo para que todos la compartan, se comerán una parte inconscientemente,
por hábito. En mis años de adolescencia y juventud yo tenía sobrepeso, y desde
entonces he desarrollado muchos buenos hábitos alimenticios, uno de los cuales
es no comer nunca nada sin entender lo que estoy comiendo y aproximadamente
cuántas calorías tiene. Puedo comer cualquier cosa si realmente quiero, pero
tengo que darme cuenta de que lo he comido y contarlo con el resto de lo que
comeré ese día.
La mayoría de personas que tienen sobrepeso comen muchas cosas a lo largo
del día que ni siquiera se acuerdan de haber comido; entonces están frustradas
porque sienten que sencillamente no comen tanto como para pesar lo que pesan.
Si usted tiene un problema en esta área, entonces le sugiero que escriba todo lo
que se come durante una semana. Eso puede que le proporcione una
comprobación de realidad. Es fácil para nosotros engañarnos a nosotros mismos
a menos que tomemos tiempo para prestar atención verdaderamente a lo que
hacemos. Si usted quiere romper el hábito de comer en exceso, tendrá que
enfocarse en ello durante al menos treinta días. Estoy segura de que encontrará
varias cosas de las que puede prescindir y que marcarán una diferencia en su
peso. Conozco a una mujer que simplemente dejó de beberse un vaso grande de
leche cada noche antes de irse a la cama. En un periodo de un año perdió quince
libras (6,8 kilos).
Si quiere romper el mal hábito de la desorganización, necesitará enfocarse en
mantener su ambiente ordenado y limpio. Varias veces al día, eche una mirada a
propósito a su espacio (su casa, su escritorio, su auto, etc.). Si se ha vuelto
desordenado o lleno de cosas, tome unos minutos para organizarlo. Desarrolle el
hábito de volver a poner las cosas en su lugar adecuado enseguida. Una buena
frase para recordar es: “Retírelo enseguida”.
Priscilla siempre perdía sus llaves. Esto suena a cosa de poco, pero condujo a
otros hábitos, como llegar siempre tarde a las citas. ¿Por qué? Porque estaba
buscando las llaves cuando ya debería haber salido de su casa. Finalmente, puso
un plato decorativo justamente delante de la puerta y decidió poner sus llaves en
el plato en cuanto entrase en la casa. Fue fácil, y resolvió dos problemas a la vez.
Ocuparnos de las cosas regularmente es mucho mejor que permitir que se
amontonen hasta que sean abrumadoras. Permanezca en una cosa hasta que
tenga la victoria, y después puede pasar a otra cosa a la vez que sigue
manteniendo la victoria que ya ha obtenido.
Una cosa que nos ayuda a enfocarnos es mantener algo delante de nosotros
que nos recuerda lo que necesitamos hacer o no hacer. Es más probable que
usted beba mucha agua si tiene a su lado agua todo el tiempo. Escriba notas y
póngalas en lugares donde tenga que verlas. Si está intentando romper el mal
hábito de llegar tarde, tenga delante un reloj, o programe una alarma para
recordarle cuándo necesita comenzar a prepararse para salir de su casa.
También podemos enfocarnos al mantener ciertas cosas lejos de nosotros.
Una mujer que quería dejar de fumar quitó todos los ceniceros y encendedores
de su casa. Si usted quiere dejar de ver mucha televisión, saque de la habitación
el control remoto. Puede que se canse tanto de cambiar de canales que decida
hacer otra cosa. E incluso si no lo hace, al menos tendrá que hacer algo de
ejercicio. Los platitos para caramelos tienen otros usos además del de tener
dulces; puede llenarlos de frutos secos o de flores secas.
Finalmente, no se enoje con usted mismo porque no recuerde hacer todas las
cosas que debería hacer. No se sienta necio si tiene que dejar una nota para usted
mismo y recordarle hacer algo. Es mejor hacer eso que no hacer lo que debería
hacer. Desarrolle todos los sistemas que necesite para ayudarle a enfocarse en lo
que quiere lograr.

¡Salga de la rutina!
A veces puede ayudar a romper un mal hábito si entendemos que será peligroso
o dañino continuarlo. Yo siempre he tenido dificultad para formar el hábito de
usar hilo dental diariamente, aunque varios dentistas a lo largo de los años me
han instado a hacerlo. Lo cierto es que yo no quería tomar el tiempo para
hacerlo, y pensaba que mis dientes estaban bien. Estaba ocupada, pero
finalmente empleé el tiempo, de todos modos. Este año hice unas veinte visitas
al dentista. Tuve un flemón en un diente y un total de diecisiete dientes que
necesitaban cierto tipo de trabajo. Tenía muchos puentes y fundas que eran muy
viejos y necesitaban ser cambiados. Cuando terminé con todas esas citas, estaba
muy convencida de comenzar a usar hilo dental y todo lo demás que el dentista
me dijo que hiciera. Mire, entender el resultado de no hacerlo me dio una pasión
por hacerlo. Todo el problema no estuvo causado por no utilizar hilo dental, pero
sí contribuyó.
Tony compartió que su hermano es dentista y que repetidamente le decía que
tenía que usar hilo dental dos veces al día. Él admitió que su boca y sus dientes
los sentía mejor cuando lo hacía, así que fue a una tienda y compró varios
paquetes de hilo dental. Los puso en su cuarto de baño, en su auto y en su
escritorio en el trabajo, donde veía televisión, y también en su bolsa del
gimnasio y en la habitación de la colada. Los puso por todas partes para no
olvidarse de ello. Ahora sólo los tiene en dos lugares, porque ha formado el
hábito de utilizarlo. Él formó un buen hábito que evitará que sufra más adelante.
Hace años, cuando se estaban estableciendo los Estados Unidos del oeste, las
carreteras eran simplemente caminos de carretas. Esos difíciles caminos
planteaban graves problemas para quienes viajaban por ellos. En uno de esos
serpenteantes caminos había una señal que decía: “Evite esta ruta, o estará en
ella durante las siguientes 25 millas (40 kilómetros)”. Si no quiere estar
repitiendo su mal hábito dentro de diez años, comience a salir de la ruta ahora.
Estoy segura de que la persona que termina con cáncer de pulmón debido a
fumar desearía haber hecho el compromiso de dejar de fumar. La persona que
pierde a su familia debido al juego o a la adicción al alcohol desearía haber
estado dispuesto a sufrir el proceso de la desintoxicación. Mire, si no pagamos el
precio por la libertad, terminaremos pagando el precio por la atadura. De
cualquier manera pagaremos un precio porque la ley de Dios dice que
cosechamos lo que sembramos.
Cualesquiera que puedan ser sus malos hábitos, tome algún tiempo y piense
en cuál puede ser el resultado a largo plazo de seguir con ellos. Eso podría
motivarle a tratarlos en este momento.
Echemos otro vistazo a algunas de las cosas que le sugiero que haga si quiere
romper un mal hábito:

1. Estar muy comprometido y dispuesto a sufrir durante un tiempo si es


necesario.
2. Tener mucho cuidado con lo que dice sobre el hábito.
3. Pensar pensamientos positivos y llenos de fe acerca de su viaje.
4. Creer, incluso cuando no haya visto aún resultados.
5. Reflexionar con qué otras conductas están relacionados sus malos
hábitos y cambiar el patrón.
6. Enfocarse en la cosa que quiere cambiar en este momento.
7. Examinar cuáles pueden ser los peligros de continuar con el hábito.

¡Feliz viaje para romper hábitos! Está usted en el camino, y creo que tendrá
éxito.
CAPÍTULO
5
Pensamientos, palabras y hábitos

¿Cómo afectan a nuestros hábitos los pensamientos y las palabras que


pronunciamos? Según mi opinión, son el punto de comienzo para romper todos
los malos hábitos y formar todos los buenos hábitos. Aquello sobre lo que
fijamos nuestra mente es lo que normalmente declaramos, y es siempre lo que se
convierte en nuestra realidad.
Estoy en un hermoso lugar en este momento trabajando en este libro. Tengo
que ir al gimnasio esta mañana porque realicé una de mis conferencias el fin de
semana y no pude hacer ejercicio. Normalmente hago ejercicio los lunes,
miércoles y viernes, pero no pude hacerlo el lunes porque estaba viajando. Hoy
es martes, y eso significa que realmente necesito hacerlo hoy. Se me ocurrió
brevemente el pensamiento de que podía saltarme hoy para poder tener más
tiempo para escribir, pero como conozco el poder de los pensamientos y también
sé lo que tengo que hacer, no entretuve el pensamiento. En cambio, le dije a
Dave: “Pensé por un momento en no hacer ejercicio, pero sé que necesito
hacerlo, y voy a hacerlo”. Mis pensamientos y mis palabras podrían haberme
ayudado para hacer algo que más adelante lamentaría, pero en cambio me
ayudaron a mantener el hábito de hacer ejercicio regularmente.
Tuve que liberarme del pensamiento equivocado tan rápidamente como llegó,
porque si hubiera meditado en él, poco después habría estado diciendo: “En
realidad no tengo ganas de ir al gimnasio hoy”, y poco después de eso habría
encontrado una excusa para no ir.
Este mismo principio puede aplicarse a cualquier área de su vida. Cuando
esté intentando desarrollar un buen hábito o romper uno malo, recuerde siempre
que las palabras preceden a la acción. O como frecuentemente digo: “Donde va
la mente, allí le sigue el hombre”.
He enseñado y escrito extensamente sobre el tema de los pensamientos y las
palabras, y sé por experiencia y por la Palabra de Dios que ambos son factores
clave en el éxito o el fracaso. Debemos aprender a decir lo que verdaderamente
queremos, y no lo que sentimos o incluso lo que actualmente tenemos. Digamos
que una persona quiere sinceramente salir de la deuda, pero en este momento
está metida profundamente en la deuda. Esa persona puede pensar cosas como:
“Estoy metido tan profundamente en la deuda que nunca conseguiré pagar todas
mis facturas”. O: “Esta situación que tengo es imposible de cambiar, es
demasiado tarde para mí”.
Las personas que piensan así también hablarán así. Su deseo puede que sea
ser libres de la deuda, pero sus propios pensamientos y palabras pueden evitar
que den los pasos necesarios para lograr lo que quieren hacer. Se quedarán
atascados en la rutina en que están a menos que comiencen a ponerse de acuerdo
con la Palabra de Dios, que nos enseña que todo es posible para Dios. Tales
personas deberían comenzar a pensar a propósito: “No es la voluntad de Dios
para mí que esté atado a la deuda, y voy a hacer todo lo que pueda por salir de la
deuda. Si hago lo que puedo hacer, Dios hará lo que yo no puedo hacer. Puede
que eso tome mucho tiempo, pero seguiré en ello hasta que esté libre”. Pensar así
les dará una mentalidad dirigida hacia la victoria, y cambiará sus palabras al
igual que toda su actitud.
Podemos literalmente convencernos a nosotros mismos de la victoria o del
fracaso. No podemos meramente obtener lo que pensamos y decimos, pero
podemos tener cualquier cosa que Dios diga que podemos tener en su Palabra.
No se conforme nunca con nada menos que lo mejor que Dios le ofrece. Esta es
una de las principales razones por las que necesitamos el hábito de la Palabra. Si
sabemos lo que Dios promete en su Palabra, podemos tener dirección y aliento
para seguir lo mejor que Dios nos ofrece. La Palabra de Dios dice que no
deberíamos deber nada a nadie, excepto el amar a esa persona (Romanos 13:8);
por tanto, ¿por qué deberíamos conformarnos con estar en deuda toda nuestra
vida? No deberíamos, y no tenemos que hacerlo.
Jesús les dijo a las personas que tendrían lo que creyeran (Mateo 9:29).
Tenían que renovar sus mentes para pensar como Dios piensa, a fin de poder
tener las bendiciones que Dios quería que tuvieran. Espero que esta no sea la
primera vez que ha escuchado usted este principio, pero si lo es, por favor crea
que esta increíble y poderosa verdad funciona para cualquiera que la ponga en
práctica. La Palabra de Dios es siempre la misma, y tiene la capacidad de
cambiar cosas. Pero nosotros no somos todos iguales. Algunos creerán la Palabra
de Dios y harán lo que dice, y otros no. Cualquiera que se niegue a creer o sea
demasiado perezoso para hacer el esfuerzo de seguir las instrucciones de Dios
mantendrá sus malos hábitos que están produciendo malos resultados en su vida.
Igualmente, cualquiera que esté dispuesto a aprender y cambiar puede romper
malos hábitos y formar otros buenos.

¡No puedo evitarlo!


A medida que usted aprende que puede cambiar las cosas en su vida que son
infructuosas y le causan problemas, el diablo le ofrecerá muchas excusas para
quedarse tal como está. Una de las cosas que usted puede esperar oír en su
cabeza mientras comparto con usted la importancia de sus pensamientos y sus
palabras es: “No puedo evitar lo que pienso. Los pensamientos sencillamente
llegan lo quiera yo o no”. Aunque es cierto que los pensamientos llegan sin ser
invitados, no es cierto que usted no pueda hacer nada al respecto. La Palabra de
Dios nos enseña a derribar, o refutar, los pensamientos equivocados (2 Corintios
10:5). Eso sencillamente significa que no debemos permitirles que se queden en
nuestra mente. Usted puede librarse de cualquier pensamiento que no quiera
sencillamente decidiendo pensar en otra cosa.
La afirmación verbal ayuda en este proceso. Si yo estoy pensando: “No
quiero ir al gimnasio hoy”, pero sé en mi corazón que debería ir, una parte de mí
(espíritu) quiere ir mientras que otra parte (mi carne) no quiere ir. Yo puedo decir
en voz alta: “Voy a ir al gimnasio hoy”. Lo que yo digo interrumpe lo que estoy
pensando y me da algo nuevo en lo que meditar.
Si usted cree la mentira de que no puede evitar lo que piensa, entonces nunca
cambiará. Hágase responsable de sus pensamientos y palabras, y comience a
escogerlos con cuidado porque son la materia prima para sus actos.

El buen plan de Dios


El plan de Dios para cada uno de nosotros es bueno. ¿Quién no querría un gran
plan para su vida? Estoy segura de que todos lo queremos, pero no estamos
todos dispuestos a hacer lo necesario para obtenerlo. Querer algo no es
suficiente… ¡también debemos actuar! El apóstol Pablo nos enseña que Dios
tiene un buen plan, una voluntad perfecta para cada uno de nosotros, pero
debemos renovar nuestra mente según su Palabra si queremos verlo demostrado
en nuestra experiencia (Romanos 12:2). Esta escritura es una clave para el éxito.
Otra escritura que nos enseña el mismo principio es Josué 1:8:
Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con
cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito.

Esto lo dice todo, por lo que a mí respecta. La Palabra de Dios debe ser algo
en lo que pensemos y de lo que hablemos regularmente y en toda situación. Si lo
hacemos, y ese si no debe ser pasado por alto, entonces veremos lo que tenemos
que hacer, lo haremos, y tendremos éxito. Dios había dado a Josué una tremenda
oportunidad de dirigir a los israelitas el resto del camino a la Tierra Prometida
que Moisés no había conquistado. Se le dijo que no tuviera temor, que fuese
fuerte y valiente, y que siguiese pensando y declarando la Palabra de Dios a fin
de alcanzar la meta que tenía por delante.
¿Qué le gustaría alcanzar en su vida? ¿Qué le gustaría cambiar comenzando
ahora mismo? ¿Tiene algunos malos hábitos que quiera romper y algunos buenos
que quiera formar? Lo que usted quiere no sucederá a menos que aprenda a
pensar y hablar en concordancia con su deseo.

Un buen hábito conduce a otro


Creo que formar el hábito de pensar y declarar cosas buenas sin duda conducirá
a muchos otros buenos hábitos. En la lengua hay poder de vida y muerte;
quienes la aman comerán de su fruto (Proverbios 18:21). Si desarrollamos el
hábito de declarar vida en todo momento, tendremos vida, y la tendremos en
abundancia. Sin embargo, si declaramos muerte (cosas negativas), esa será
nuestra experiencia. El escritor de Proverbios afirmó que seremos llenos del
fruto de nuestra boca y que debemos estar satisfechos con las consecuencias de
las palabras que decidimos declarar, sean buenas o malas (Proverbios 18:20). Yo
he estado estudiando, enseñando y escribiendo sobre estas escrituras durante más
de treinta años, y me siguen sorprendiendo. ¿Nos damos cuenta del poder que
Dios nos ha dado en la elección de nuestras palabras? Creo que no, porque si lo
entendiéramos, seguramente tomaríamos mejores decisiones.
Este debe ser un tema de constante oración, porque ningún hombre puede
domar la lengua sin la ayuda de Dios (Santiago 3:8). Cientos de esos versículos
de la Escritura hablan de la lengua, de la boca y de las palabras. Yo tengo la
mayoría de ellos subrayados en mi Biblia, y con bastante frecuencia los releo y
simplemente me recuerdo a mí misma el poder de mis palabras. También oro
acerca de esta área, pidiendo a Dios que permita que las palabras de mi boca y la
meditación de mi corazón (pensamiento) sean aceptables para Él.
Nuestras palabras pueden ayudarnos o dañarnos en cualquier área de la vida.
Las palabras son espirituales, porque no pueden verse y pueden llegar al ámbito
espiritual y comenzar a crear nuestro futuro. Según el libro de Génesis, ¡Dios
creó todo lo que vemos con palabras! Fuimos creados a imagen de Él y se nos
dijo que sigamos su ejemplo en todas las cosas, por tanto, ¿por qué nuestras
palabras no funcionarían de la misma manera?

¡Pruébelo!
En 1977, Dios comenzó a mostrarme el poder de mis palabras. Yo nunca había
oído ninguna enseñanza como la que estoy presentándole en este libro, pero Dios
me convenció de que yo era una persona muy negativa y que necesitaba un
importante cambio. Él me mostró que mis palabras eran negativas y que mi vida
no podía cambiar hasta que cambiasen mis palabras. Hice una lista de cosas que
quería ver suceder en mi vida y encontré escrituras para respaldar cada una de
ellas. Entonces, por seis meses, dos veces por día, declaraba esas cosas en voz
alta. Cuando comencé el proyecto, ninguna de las cosas que estaba confesando
era una realidad en mi vida, pero en la actualidad todas ellas lo son. Podría
añadir que sigo confesando esas cosas y otras partes de las preciosas promesas
de Dios regularmente. Le sugiero que lo pruebe. Creo que si piensa regularmente
y habla cosas positivas, buenas y llenas de vida, verá cambios en usted mismo y
en su vida que le gustarán.
Recientemente estaba hablando a una mujer en una cita y dije algo sobre
hablar positivamente. Ella dijo enseguida: “Yo no creo en toda esa basura de la
afirmación positiva; ¡creo en la realidad!”. Me sentí triste por ella, porque
obviamente no conocía la Palabra de Dios y no era consciente de que ella podía
cambiar su realidad al creer, pensar y declarar en acuerdo con Dios. ¡Estoy muy
contenta de que no tengamos que conformarnos con la realidad! Actualmente,
los programas de reality en televisión son muy populares, y van aumentando
todo el tiempo. Yo prefiero tener poder transformador en lugar de más realidad.
Quiero esperanza y la fe de que todo es posible para Dios.
Haga que el hábito de pensar y hablar según lo que quiere ver suceder en su
vida sea parte de cualquier otro hábito que quiera desarrollar o destruir. Por
ejemplo, si es usted indeciso, no siga diciendo: “Me resulta difícil tomar
decisiones”. Comience a decir: “Tengo la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:30) y
la mente de Cristo (1 Corintios 2:16) y soy una persona decisiva”. O si tiende a
comer en exceso y necesita mejorar su salud y quizá perder algo de peso, no diga
una y otra vez: “Simplemente no puedo controlar mi apetito. Cuando comienzo a
comer, no puedo dejarlo hasta que estoy totalmente lleno. Tengo que comer
azúcar cada día”. Si sigue diciendo que tiene que comerlo, siempre lo tendrá;
pero si cambia lo que cree al meditar en la Palabra de Dios y hablar de acuerdo a
lo que ella dice, entonces puede tener lo que Dios dice que puede usted tener. Su
Palabra dice que Él nos ha dado espíritu de disciplina y de dominio propio (1
Timoteo 1:7), y nosotros deberíamos decir lo mismo.
Estoy segura de que entiende lo que estoy diciendo, y es mi oración que esté
convencido de que necesita comenzar a hacerlo. Como dije, ¡pruébelo! Su
experiencia le convencerá, incluso si yo no puedo hacerlo. Se sentirá usted mejor
y tendrá más energía si declara cosas que le ministren vida, y todas las personas
que le rodean disfrutarán de usted mucho más.
Recuerde por favor que no puede tan sólo decidir hacer esto y ser exitoso.
Ningún hombre puede domar la lengua. Va a necesitar usted mucha ayuda de
parte de Dios hoy y cada día, y también yo. La boca es como una bestia salvaje
que es rebelde e indisciplinada (Santiago 3:7-8), pero Dios puede cambiar todo
eso si hacemos un compromiso y nos aferramos a eso hasta que veamos éxito.

Reprogramar la computadora
Lo que pensamos y declaramos, especialmente si es frecuente, está escrito en la
tabla de nuestro corazón; está incrustado en nuestro disco duro, por así decirlo.
Al igual que una computadora solamente puede sacar la información que se haya
programado en ella, nuestros corazones solamente pueden sacar lo que está
escrito en ellos. Si no nos gusta el resultado que obtenemos de nuestra
computadora, no dudamos en obtener un nuevo programa, y eso es lo que le
estoy sugiriendo que haga con su vida. Comience a reescribir lo que ha sido
programado en su corazón. Lo que está en un programa de computadora
determina la información que sale de ella, y lo que está en nuestro corazón sale
por nuestra boca.

De la abundancia del corazón habla la boca.


Mateo 12:34b

Quiero asegurarle que puede usted hacer esto con la ayuda de Dios. Puede
que haya tenido muchos malos hábitos mentales y verbales, pero pueden ser
transformados en otros positivos y llenos de vida. Es momento de renovar su
mente y convertirse en la persona que Dios quiere que usted sea en cada área de
la vida.

Está usted lleno de posibilidades


La buena voluntad de Dios para nosotros no sólo va a producirse sin ningún
esfuerzo por nuestra parte, pero es posible si escuchamos, aprendemos y estamos
dispuestos a cambiar con la ayuda de Él. El cambio requiere tiempo, pero es
tiempo bien empleado porque produce una gran recompensa. Todos empleamos
nuestro tiempo en algo, por tanto, ¿por qué no emplearlo en algo que producirá
beneficios para nosotros y para nuestras familias y amigos? Es posible cambiar.
Ciertamente, ¡está usted lleno de posibilidades!
Como hijo de Dios, Él habita en usted, y todo lo que Él es está a disposición
de usted mediante la fe en Él y en sus promesas. Puede conocer a Dios y tener
íntima comunión con Él. Puede disfrutar una vida que dejará un legado para
otros. Dios le ama, y le ha creado de una manera única y especial. Nadie puede
hacer lo que usted puede hacer, exactamente del modo en que usted puede
hacerlo. Dios quiere que aprenda a disfrutar de usted mismo y de cada momento
de su vida, pero eso no puede suceder hasta que usted desarrolle hábitos que
produzcan vida en vez de quitar vida. El hábito de pensamientos y palabras
correctas es uno de los más importantes hábitos que se pueden tener, y abrirá la
puerta a muchos otros buenos hábitos que le conducirán a la mejor vida posible
para usted.
CAPÍTULO
6
Conducta 3: El hábito de ser decisivo

En cualquier momento de decisión, lo mejor


que puede hacer es lo correcto, lo siguiente
mejor que puede hacer es lo incorrecto, y lo
peor que puede hacer es no hacer nada.
Theodore Roosevelt

Las personas que se quedan en medio de la carretera son atropelladas. Formar el


hábito de tomar decisiones de manera sabia y oportuna es vital para nuestra paz
y nuestro éxito en la vida. Afortunadamente, hay algunas personas que aprenden
a hacer eso; sin embargo, algunas personas toman decisiones con demasiada
rapidez, otras las toman con demasiada lentitud, algunas lo hacen de manera
poco sabia, y otras no las toman en absoluto.
La vida está llena de decisiones. Todos tomamos numerosas decisiones
diariamente. Decidimos hasta qué hora dormiremos, lo que comeremos,
vestiremos y haremos con nuestro tiempo. Tomamos decisiones de trabajo,
decisiones de relaciones, decisiones económicas, y lo más importante, tomamos
decisiones espirituales. Incluso las personas que no toman decisiones, aún así
toman la decisión de no decidir. Emplee unos minutos y evalúe sinceramente en
cuál de las categorías anteriormente mencionadas encaja usted. Si es una persona
decisiva y siente que la mayor parte de las veces toma decisiones sabias,
entonces es usted bendecido y parte de un grupo relativamente pequeño. Si
encaja en una de las categorías de tomar decisiones demasiado rápidamente,
demasiado lentamente o sin pensar previamente o sin sabiduría, entonces esta es
una gran oportunidad para que decida comenzar a formar el hábito de ser
decisivo de manera adecuada.
Si tomamos decisiones espirituales correctas, y eso significa que decidimos
poner a Dios en primer lugar en todas las cosas, entonces el resto de nuestras
decisiones serán más fáciles. Sin embargo, tomar decisiones sigue siendo algo
trabajoso a veces. Para la persona que quiere agradar a Dios en todas las cosas,
tomar decisiones morales puede ser fácil porque la Palabra de Dios nos da
instrucciones con respecto a la conducta correcta e incorrecta. Sólo necesitamos
decidir aprender y obedecer a Dios en lo que Él nos enseña a hacer. Pero hay
muchas otras decisiones que debemos tomar en la vida cotidiana que no están
cubiertas específicamente en la Palabra de Dios. ¿Qué hacemos con respecto a
esas cosas? La persona que verdaderamente quiere agradar a Dios puede que
caiga en la trampa de ser indecisa debido al temor a desagradar a Dios al hacer lo
incorrecto.

La desgracia de la indecisión

No hay un ser humano más desgraciado que aquel en quien nada es habitual
excepto la indecisión.
William James

Puedo decir sinceramente que la indecisión es muy desagradable para mí. Yo


soy generalmente una persona muy decisiva, y puedo incluso ser culpable a
veces de tomar decisiones con demasiada rapidez. Intento no hacer eso en esta
etapa de mi vida porque lo he hecho en el pasado y después he lamentado la
rápida decisión que tomé. Desgraciadamente, sigo teniendo que tratar los
resultados de eso. Pero aunque yo encaje en la categoría de ser una persona
decisiva, sigue habiendo veces en que me encuentro vacilando entre dos cosas y
me resulta difícil inclinarme por una o la otra. La mayor parte de las veces se
debe sencillamente a que no quiero hacer nada que no esté convencida de que
Dios aprueba. Me gustaría ser capaz de saber con seguridad lo que Dios quiere
que yo haga en cada situación, pero no lo sé, y como todos los demás debo dar
pasos de fe y finalmente hacer una cosa o la otra. Y como todos los demás,
siento mariposas en mi estómago y oro con todo mi corazón para que si lo que
estoy haciendo es equivocado, Dios misericordiosamente cierre la puerta o me
detenga antes de que cometa un inmenso error.
Es imposible aprender a tomar buenas decisiones sin tener la experiencia de
tomar decisiones. Tomamos algunas buenas y otras malas mientras estamos en el
proceso de aprendizaje, de modo que le insto a comenzar a ser decisivo y
aprender de sus experiencias. En cualquier cosa que haga, no viva su vida
paralizado por el temor, estando siempre confundido porque no sabe qué hacer.

“Señor, ¿cuál es el secreto de su éxito?”, le preguntó un reportero a un


presidente de un banco.
“Dos palabras”.
“Y, señor, ¿cuáles son?”.
“Buenas decisiones”.
“¿Y cómo toma usted buenas decisiones?”.
“Una palabra”.
“Y, señor, ¿cuál es?”.
“Experiencia”.
“¿Y cómo obtiene experiencia?”.
“Dos palabras”.
“Y, señor, ¿cuáles son?”.
“Malas decisiones”.
–Anónimo

El apóstol Santiago, siendo dirigido por el Espíritu Santo, enseña que si


necesitamos sabiduría debemos pedirla y Dios nos la dará. Solamente debe ser
en fe pidiendo sin dudar. Si vacilamos o dudamos, nos volvemos inestables en
todos nuestros caminos y no somos capaces de recibir del Señor nada de lo que
pedimos (Santiago 1:5-8). Estos versículos hacen que la postura de la persona
indecisa sea bastante clara. Se sentirá miserable, confundida e incapaz de
obtener ayuda de Dios. Debemos acercarnos a Dios en fe, preparados para
emprender la acción cuando tengamos seguridad en nuestro corazón de alguna
dirección. Si después de haber orado y esperado seguimos sintiendo que no
tenemos ninguna dirección, entonces eso puede significar que Dios
sencillamente nos está dando la libertad de hacer lo que nosotros decidamos.
Más de una vez en mi vida mientras he estado buscando a Dios con respecto
a qué hacer en una situación, Él ha susurrado en mi corazón: “Puedes hacer lo
que quieras hacer”. He aprendido en esas situaciones que Dios pone deseos en
mi corazón y que yo soy libre para seguirlos. Ese tipo de libertad asusta a
algunas personas, pero si conocemos la Palabra de Dios, entonces deberíamos
conocer el corazón de Él y podemos vivir en consonancia. Dave y yo tenemos
cuatro hijos adultos. Cuando eran pequeños, les decíamos todo lo que tenían que
hacer y no hacer; pero a medida que fueron creciendo, gradualmente les
permitimos tener más capacidad de decisión, confiando en que habían aprendido
lo que nosotros queríamos que hicieran y que seguirían eso. Ellos no siempre
tomaban las decisiones correctas, pero mediante la prueba y el error aprendieron
a tomar decisiones y a ser responsables de los resultados, lo cual es parte de ser
adulto.
Nosotros crecemos como hijos de Dios al igual que crecen nuestros hijos
naturales, y Él no siempre nos da instrucciones exactas y concretas. Él espera
que sigamos su Palabra, su Espíritu y su sabiduría. Si no tenemos paz con
respecto a algo, o si no sería sabio hacerlo, entonces no deberíamos hacerlo. ¡Es
así de simple! Una cosa es cierta, y es que no tenemos que tener miedo a tomar
decisiones. Si tomamos una decisión que resulta ser equivocada, entonces
podemos modificarla en el camino. Dios nos ayudará a llegar a donde nos
dirigimos, pero Él no puede conducir un auto estacionado. Si usted sinceramente
quiere la voluntad de Dios y se pierde a medida que viaja por la vida, Dios le
encontrará y le hará llegar de nuevo al camino correcto.
“Haga algo, pues si no, no hará nada” es una de mis frases favoritas. Algunas
personas desperdician toda la vida sin hacer nada porque no quieren tomar una
decisión. Las razones para ser indeciso pueden ser diversas, así que veamos
algunas de ellas:
1. Una persona puede ser indecisa porque sus padres nunca le permitieron
tomar sus propias decisiones. Los padres puede que hayan pensado que estaban
protegiendo a sus hijos, pero en realidad estaban obstaculizando su capacidad de
ser decisivos.
2. Las personas indecisas pueden ser inseguras con ellas mismas y con sus
capacidades. Este es el caso con muchas personas en nuestra sociedad. A Satanás
le encanta darnos muchos temores e inseguridades que nos inmovilizan y evitan
que cumplamos nuestro destino. Las personas indecisas deben aprender lo
mucho y lo perfectamente que Dios les ama, y que pueden hacer todas las cosas
por medio de Cristo que les da fortaleza, capacidad y sabiduría.
3. Querer agradar a todo el mundo también puede hacer que la persona sea
indecisa. Quienes quieren agradar a todos siempre buscan la aprobación de los
demás y nunca siguen sus propios deseos cuando toman decisiones. Es bastante
triste lo mucho que dependemos de la aprobación y la aceptación de otras
personas. Si vivimos nuestra vida para agradar a otras personas, terminaremos
no viviendo nuestra vida en absoluto. Meramente permitiremos que otros vivan
sus vidas por medio de nosotros cuando hacemos lo que ellos quieren en lugar de
hacer lo que nosotros queremos.
4. Algunas personas sencillamente tienen temor a equivocarse. Puede que
sean demasiado orgullosas para poder tratar la idea de haber tomado una
decisión incorrecta, y por eso no toman ninguna decisión. Siempre están
intentando decidir pero nunca lo hacen. Con frecuencia digo que la única manera
en que podemos descubrir si tenemos razón es dar un paso y descubrirlo. Tener
la razón todo el tiempo está demasiado evaluado. No tener la razón solamente
hiere nuestro orgullo durante unos pocos momentos, pero ser indeciso nos hace
daño de maneras que son casi demasiado grandes de calcular.
5. Cuando se toma una decisión, debe seguir la acción. Algunas personas
puede que sean indecisas simplemente para evitarse a ellas mismas tener que ser
responsables del trabajo que siempre sigue a una decisión. Los hombres y las
mujeres exitosos son sabios al tomar decisiones y son persistentes y
determinados en la acción que deben emprender después.
En todas estas razones que estoy ofreciendo para la indecisión, una cosa es
segura: es un mal hábito y puede eliminarse al formar buenos hábitos. Tome la
valiente decisión de ser decisivo. Cuanto más práctica obtenga, mejor será al
hacerlo.

Cómo tomar decisiones


Quizá algunos consejos prácticos sobre cómo tomar decisiones le ayudarán a
comenzar.
Haga una lista de sus opciones. ¿Por cuántos caminos diferentes puede
usted ir? Si quiere cambiar de trabajo, por ejemplo, ¿cuáles serían sus opciones?
¿Quiere cambiar de carrera por conseguir otro empleo dentro del campo en el
que tiene experiencia? Puede que simplemente quiera decidir qué hacer hoy.
Tiene el día libre, por tanto, ¿cuáles son sus opciones? Puede terminar un
proyecto que comenzó y no completó, o puede salir de compras y a almorzar con
una amiga, o puede visitar a sus padres ancianos a los que no ha visto por
demasiado tiempo, o puede quedarse tumbado en el sofá y ver la televisión todo
el día. ¿Qué es lo mejor que puede hacer?
Sinceramente, usted es la única persona que puede decidir. Podría divertirse
más al ir de compras y almorzar, pero podría tener más paz a largo plazo si
terminase su proyecto. Y si es sabio con su tiempo, probablemente pueda incluir
la visita a sus padres en cualquiera de las otras opciones. Quedarse tumbado en
el sofá todo el día probablemente no sea una buena opción, porque terminará
cansado y sintiendo que ha desperdiciado el día.
Si quiere comprar algo, puede comprarlo y tener eso, o no comprarlo y tener
su dinero. ¿Cuál de las dos opciones le encajará mejor a largo plazo? Hacernos a
nosotros mismos algunas preguntas sobre las opciones es con frecuencia un
inmenso paso para tomar decisiones. Después de todo, ¿cómo podemos tomar
decisiones realmente buenas si ni siquiera sabemos cuáles son nuestras
opciones?
Sopesar el posible resultado. Por cada opción hay un posible resultado, y
podemos catalogarlo como positivo o negativo. Dave y yo estamos en el proceso
de tomar una decisión ahora, y justamente esta mañana le dije que tengo una
lista de las cosas positivas y negativas, y que las positivas sobrepasan a las
negativas. Entender eso nos ayudó a tomar nuestra decisión.
Siempre es poco sabio tomar decisiones sin tomar tiempo para considerar
cuál puede ser el posible resultado de esa decisión. Si está intentando decidir
hacer un compromiso con su tiempo y energía para dedicarlos a algo,
especialmente si es algo que es un compromiso a largo plazo, piense todo muy
bien completamente.
¿Cuánto de su tiempo le tomará? ¿Tiene sinceramente el tiempo para
dedicarlo a eso sin sobrecargar su horario? Si va a comprometerse, ¿necesita
eliminar alguna otra cosa antes de su calendario? ¿Cómo afectará a su familia
ese compromiso? ¿Está diciendo sí a algo que otra persona quiere que usted
haga, pero sinceramente usted prefiere no hacer? Si hace usted ese compromiso,
¿se encontrará quejándose sobre tener que hacerlo? Piense siempre en el
resultado de cada decisión, o lamentará muchas de las decisiones que tome.
Reconozca a Dios. El escritor de Proverbios, el libro de la sabiduría, nos
enseña a reconocer a Dios en todos nuestros caminos. Deberíamos pedir a Dios
que nos dirija al comienzo de intentar tomar cualquier decisión, pero también
deberíamos mirarle a Él cuando sentimos que sabemos lo que deberíamos hacer,
sólo para asegurarnos de que Él esté de acuerdo. ¿Tiene usted paz? ¿Es sabio?
¿Son correctos sus motivos para hacerlo? Espere en Dios durante un tiempo para
darle una oportunidad de hacerle saber si hay algo que usted no está
considerando.
Nunca deberíamos hacer nuestros planes y después orar para que Dios los
bendiga. Deberíamos orar antes de que tenga lugar ningún plan. Si el verdadero
deseo de su corazón es seguir a Dios en todas las cosas, Él le hará saber de un
modo u otro si está haciendo lo correcto.
Comenzar con lo pequeño
Puede que piense: “Joyce, ¿y si he hecho todas esas cosas y aún así no sé qué
decisión tomar?”. Si ese es el caso, mi consejo es que dé un pequeño paso de fe
y vea si aquello a lo que se está comprometiendo va a ser correcto para usted.
Esto no es posible en cada decisión, pero lo es en muchas.
Por ejemplo, si alguien le pide que se una a un comité, podría usted
comprometerse durante un mes y entonces ver cómo se siente al respecto antes
de comprometerse por un año o más. Nunca dude en ser sincero con las
personas, dejándoles saber que tomar la decisión correcta es muy importante
para usted, y que no quiere hacer un compromiso a largo plazo sin probar las
aguas, por así decirlo. Yo siempre meto el dedo de mi pie en el agua de la piscina
antes de zambullirme, sencillamente porque no quiero ser sorprendida por su
temperatura. Si el primer paso funciona, entonces dé otro y después otro.
Todas las cosas grandes comenzaron como cosas pequeñas. Las personas con
una gran fe comenzaron ejercitando su pequeña fe, y a medida que lo hicieron
experimentaron la fidelidad de Dios y su fe creció. Nuestro ministerio comenzó
como un estudio bíblico en nuestra casa. Los primeros cinco años tuvimos una
asistencia de veinticinco personas. Ahora tenemos un ministerio mundial con
oficinas en dieciocho países.
La Palabra de Dios nos alienta a no menospreciar los días de los pequeños
comienzos, así que si usted es una persona indecisa, le sugiero que comience a
ser decisiva primero en pequeñas áreas. Tome decisiones más rápidas sobre lo
que quiere comer, vestir o hacer con su tiempo hoy. Yo he comido fuera con
personas que pueden mirar el menú durante cuarenta y cinco minutos antes de
decidir lo que quieren. Incluso cuando piden, podrían decir: “Aún no sé lo que
quiero, así que supongo que pediré esto”. Puedo entender tomar un poco de
tiempo para decidir, pero estar en una indecisión tan grande probablemente sea
un indicador de un problema más profundo.
Todos sabemos lo que le sucede a nuestro día si comenzamos con la actitud
de levantarnos de la cama y esperar a ver lo que sucede. Yo tenía una amiga en
una ocasión que me llamaba cada mañana para ver lo que yo iba a hacer ese día.
Pasábamos mucho tiempo juntas, y ella no quería hacer ningún plan hasta que
supiera lo que yo iba a hacer. Yo con frecuencia respondía preguntando: “¿Qué
vas a hacer tú hoy?”. Ella decía: “No lo sé, pensé que vería qué vas a hacer tú”.
Este tipo de pasividad y vaguedad extremas es peligroso. Nunca permita que las
decisiones de otras personas sean la dirección para las decisiones de usted.
Me gusta decir: “Tenga un plan y esté preparado para cambiarlo si Dios le
interrumpe por algo que Él necesite”. Es posible planear demasiado, pero no
tener ningún plan en absoluto es la semilla para una vida desperdiciada.
Cuando tome una decisión, aunque sea pequeña, intente seguirla. Dios no es
el autor de confusión; por tanto, no llegue a estar confuso mediante el
razonamiento excesivo acerca de su decisión. Me encanta la escritura que dice:
“Concentren su atención” (véase Colosenses 3:2). Tristemente, con frecuencia
somos distraídos con demasiada facilidad y nos resulta difícil mantener nuestra
mente fija en una dirección. Desarrolle el hábito de ser decisivo; no sea de doble
ánimo, no vacile ni dude. Comience a confesar diariamente que es usted una
persona decisiva y que toma decisiones sabias.
CAPÍTULO
7
Conducta 4: Hábitos saludables

Cuantos más buenos hábitos desarrolle, menos tendrá que luchar con los malos.
Yo soy una firme creyente en concentrarse en las cosas buenas en lugar de
hacerlo en las malas. Los hábitos saludables realmente resuelven muchos otros
hábitos malos. Por ejemplo, si me siento sana y con energía, es más probable que
sea fácil llevarse bien conmigo, y no tengo que tratar el mal hábito de ser
malhumorada. Cuando me siento bien, estoy feliz, soy más amigable y
demuestro más paciencia.
El mundo está lleno de personas poco sanas. Miles de millones de dólares se
gastan en visitas a médicos, y en medicinas y tratamientos para ayudarnos a
sentirnos mejor. Probablemente, se emplean millones de horas en nuestras
enfermedades, cuando muchas de ellas podrían haber sido evitadas por tener
hábitos más saludables anteriormente en la vida.
Por favor, no espere hasta estar enfermo para escoger la salud. Un gramo de
prevención vale más que un kilo de curación. En mi libro Luzca estupenda,
siéntase fabulosa cubro con detalle muchos principios de prevención, pero en
este capítulo quiero hablarle sobre algunos de los que quizá sean los más
urgentes para todos nosotros.

Su cuerpo es la casa de Dios

Fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
1 Corintios 6:20

¿Es usted un inversor o un jugador? ¿Está invirtiendo en la buena salud ahora


para poder cosechar beneficios más adelante? ¿O está jugando a que puede no
hacer nada, o incluso abusar de usted mismo al tener muchos malos hábitos poco
sanos, y no sufrir consecuencias? Tristemente, muchas personas son jugadores
en lo que respecta a su salud, pero no son sabios. Un hombre sabio invertirá en
su propio yo tomando decisiones que le mantendrán sano y fuerte no sólo en el
presente sino también en el futuro. Al igual que un sabio inversor financiero
prescindirá de algunas cosas ahora a fin de invertir para el futuro, así también
deberíamos disciplinarnos a nosotros mismos para conservar nuestra energía y
nuestra salud.
Según la Palabra de Dios, somos el templo de Él, o su casa. Él vive en
nosotros. Las instrucciones en el Antiguo Testamento sobre cómo construir,
decorar y cuidar del templo eran detalladas y abundantes. No debía caer en el
deterioro debido a periodos de negligencia, y si eso sucedía, estaban diseñados
programas completos para reconstruirlo y repararlo. ¿Necesita usted una capa
nueva de pintura, o necesita todo un programa para reconstruir y reparar su
salud? Si necesita desarrollar hábitos saludables, póngalo en lo alto de su lista de
hábitos a desarrollar, posiblemente justamente después de desarrollar el hábito
de pasar tiempo con Dios, porque su salud le afecta a usted y a todas las
personas con las que tiene una relación en diversos ámbitos. Una de las maneras
en que podemos mostrar nuestro amor y apreciación por Dios es siendo buenos
administradores de la salud que Él nos da. Su cuerpo es el vehículo que usted
necesita para estar en la tierra, y si lo destruye no puede ir a una tienda y
comprar otro. Dios tiene un destino para usted, y hay alguna tarea especial que
solamente usted puede realizar. Es importante que viva el tiempo suficiente para
hacer lo que Dios le haya asignado que haga.
A finales de 2006 yo me harté de sentirme cansada la mayor parte del tiempo,
y no me gustaba el modo en que comenzaba a verme físicamente. Por tanto,
entré en un programa para reconstruir y reparar mi cuerpo. Sentía que Dios me
había mostrado que si no comenzaba a hacer ejercicio regularmente, no estaría
fuerte para el último tercio de mi viaje aquí en la tierra. Es muy importante para
mí que termine aquello para lo que Dios me tiene aquí, y por eso me tomé en
serio sus instrucciones.
Firmé un contrato de un año en un gimnasio, me aseguré de tener una
entrenadora personal y un nutriólogo, y me puse a trabajar. Años después, estoy
muy contenta de haber emprendido la acción cuando lo hice. Sí, tenía dolores
musculares gran parte del tiempo y extrañaba los alimentos grasosos y dulces
que estaba acostumbrada a comer, pero sobreviví, y poco después había
desarrollado hábitos más saludables. Requirió, y sigue requiriendo, una inversión
de mi tiempo, pero creo que soy una mejor persona hoy de lo que era entonces
en muchos aspectos.
Mark Twain dijo: “El único modo de mantener su salud es comer lo que usted
no quiere, beber lo que no le gusta y hacer lo que preferiría no hacer”. En
muchos aspectos es una frase verdadera, pero la buena noticia es que aunque
puede que comience sin que le gusten algunas de las cosas que necesitará hacer,
finalmente se acostumbrará a ellas y las deseará tanto como ahora le disgustan.
Si yo tengo que pasarme sin ir al gimnasio durante algunos días, mis músculos
realmente desean el ejercicio. Suena imposible, ya lo sé, pero es cierto.
Actualmente deseo comer verduras, y para el almuerzo tendré varias verduras al
grill o al vapor. Me resulta difícil creerme a mí misma, pero estoy siendo sincera.
Nuestros cuerpos no son realmente tan inteligentes. Solamente desean lo que
nosotros les damos repetidamente. Si es malo, ellos querrán lo que es malo, y si
es bueno, querrán eso. Puede usted refrenarse para disfrutar elecciones más
saludables en todas las áreas de la vida.
Hay muchos libros maravillosos disponibles sobre nutrición que le ayudarán
si no tiene formación en esta área. Hágase un favor a usted mismo y compre y
lea uno de ellos, porque el conocimiento que obtendrá renovará su mente y le
ayudará a tomar decisiones más saludables. Desde luego, le recomiendo mi
propio libro Luzca estupenda, siéntase fabulosa, y también le recomiendo los
libros del Dr. Colbert. Él es un maravilloso médico y nutricionista cristiano, y ha
ayudado a miles de personas a desarrollar hábitos saludables. Perecemos por
falta de conocimiento, así que esté dispuesto a educarse a usted mismo en
cualquier área en la que necesite ayuda.

Desestresar
El estrés es la enfermedad del siglo XXI. Es el culpable que está detrás de un
alto porcentaje (he oído cifras tan elevadas como el 80 por ciento) de todas
nuestras enfermedades. Nuestros cuerpos están creados para manejar el estrés a
menos que se vuelva excesivo y repetitivo. Cuando así sucede, estamos en
peligro de muchos resultados poco sanos. Si quiere mejorar su salud, debe tomar
la decisión de no permitir el estrés excesivo en su vida. La vida probablemente
no cambiará, así que eso significa que tendrá usted que cambiar su modo de
enfocar la vida y responder a ella. Por ejemplo, preocupación, ansiedad y temor
son importantes factores de estrés, y podemos eliminarlos al confiar en Dios y
poner nuestra preocupación sobre Él.
El estrés excesivo produce demasiada cantidad de la hormona cortisol en
nuestro cuerpo, y eso es peligroso. Las personas pueden realmente volverse
adictas a ella, como a una droga. Cuanto más viven con el pedal del acelerador
de su vida presionado hasta el fondo, más estresadas se sienten, y lo aborrecen,
pero se acostumbran tanto a ello que lo desean. No saben cómo descansar y
relajarse. Las personas presumen de vivir en el carril más rápido de la vida, pero
verdaderamente es ahí donde se producen la mayoría de accidentes. La mayoría
de personas, cuando se les pregunta si estaban demasiado ocupadas, dirían que
sí. Pero es interesante que ellas sean las únicas que pueden tomar la decisión de
cambiar de carril. La mayoría de personas se quejan todo el tiempo de sus
horarios, pero nunca hacen nada al respecto. Quejarse y no hacer nada para
mejorar una situación es una total pérdida de tiempo y algo muy necio.
A continuación está lo que incluso un poco de cortisol hace en su cuerpo.
Hace que su corazón marche en quinta velocidad, latiendo cuatro veces más
rápido que su ritmo natural, y hace lo mismo por sus pulmones. Contrae los
vasos sanguíneos y eleva su presión sanguínea hasta niveles peligrosos.
Hace que su boca se reseque y cierra su estómago y sus intestinos. Retira la
sangre de su cara y de su piel, y mezcla su sistema inmunológico. Causa estragos
en su sueño, apaga el interés sexual y la capacidad reproductora. Ralentiza la
sanidad y aumenta su riesgo de enfermedad periodontal, enfermedades cutáneas
y enfermedades autoinmunes. Cierra la memoria a corto plazo y el pensamiento
racional; realmente encoge parte de su cerebro. Incluso le hace comer en exceso.
Sabemos que muchas personas comen en exceso debido al estrés; es uno de esos
patrones de los que hablamos anteriormente. Cuando se sienten estresadas,
habitualmente acuden a la comida para encontrar consuelo.
Suena a malas noticias, ¿no es cierto? Usted pensaría que las personas harían
todo lo posible para librarse de esta “droga”. Sin embargo, nos damos a nosotros
mismos dosis de ella cada día. Yo fui adicta a ella durante muchos años de mi
vida. Como dije, podemos manejar cantidades normales de estrés. El cortisol es
útil cuando usted necesita responder a un incidente estresante, como evitar
chocarse con un auto cuando alguien de repente se mete delante de usted en la
autopista. Todos los efectos físicos del cortisol tienen lugar en el cuerpo, pero el
cuerpo pronto regresa a la normalidad cuando el peligro ha pasado y el estrés ha
terminado. Pero cuando el estrés es continuo, agota su cuerpo. Es imposible estar
sano y mantener elevados niveles de estrés durante un largo periodo de tiempo.
Desarrolle el hábito de vivir sabiamente ahora para no estar totalmente agotado
cuando llegue a los cuarenta o cincuenta años de edad.
Si ya ha pasado años sin ocuparse de usted mismo y está enfermo, cansado y
agotado, no crea que es demasiado tarde para usted. Comience a desarrollar
hábitos saludables en este momento, y toda buena decisión que tome ahora
comenzará a reparar cualquier daño que se haya causado. Nunca es demasiado
tarde para comenzar.
Comience a prestar atención a lo que causa que experimente estrés, y haga
cambios. Es tan sencillo como eso, y si usted lo complica más, es más que
probable que nunca cambie. A pesar de las muchas razones y excusas que
tengamos para vivir con estrés, lo cierto es que podemos eliminar mucho estrés
de nuestras vidas si verdaderamente queremos hacerlo.

Siete pilares para una buena salud


El Dr. Don Colbert recomienda los siguientes siete pilares para una buena salud.
Todos ellos son cosas básicas y sencillas, pero también pueden ser
transformadores si los convertimos en hábitos saludables en nuestra vida.

1. Beber mucha agua


Los expertos dicen que deberíamos beber la mitad de nuestro peso corporal en
agua cada día. Sé que podría usted pensar: “Si yo hiciera eso me ahogaría”. Pero
beber mucha agua mejorará su metabolismo y puede ayudarle a perder peso;
también aumenta su nivel de energía. Cuanta más agua beba, más querrá beber.
Si no está bebiendo suficiente agua, comiencen de inmediato. Beba agua pura y
limpia, y si no puede obtenerla del grifo de su casa, entonces adquiera un filtro o
compre agua embotellada. La mejor manera de formar el hábito de beber agua es
tenerla a su lado en todo momento. Haga que el agua sea su principal bebida en
casa. Cuantas menos opciones tenga en su refrigerador o en sus armarios, más
inclinado estará a escoger el agua.
Muchas personas dicen que no les gusta el agua, pero sólo se debe a que no
están acostumbradas a beberla. Recuerde: su cuerpo finalmente deseará lo que
usted le dé. A mi padre no le gustaba el agua y no la bebía, y murió con fallo
renal. El agua es lo único que limpia adecuadamente nuestro cuerpo de toxinas
peligrosas. La mayor parte de nuestro cuerpo está compuesto por agua, y como
el agua se evapora todo el tiempo, debemos sustituirla continuamente.

2. Sueño y descanso apropiados


Ya puedo escuchar las excusas que bombardean su cerebro. No tiene usted
suficiente tiempo para dormir las ocho horas recomendadas en la noche. Pero lo
cierto es que si usted no lo hace, probablemente se esté quedando sin tiempo con
más rapidez de la que cree. Algunas personas no necesitan tantas horas de sueño
como otras, pero la mayoría de nosotros necesitamos todas las que podamos
conseguir. Si usted se cansa mucho, una de las primeras cosas que debe
preguntarse es: “¿Estoy durmiendo lo suficiente?”. Nuestras vidas pueden verse
acortadas por no dormir y descansar adecuadamente. La mente no funciona
apropiadamente sin ese descanso, y nuestro sistema inmunológico se ve
comprometido y es más apto para volverse incapaz de luchar contra la
enfermedad.
Me resulta muy interesante que Dios nos crease con la capacidad de cerrar
todo y dormir. Nuestros cuerpos entran en un estado de renovación y reparación
durante nuestras horas de sueño, y somos renovados mentalmente,
emocionalmente y físicamente para el siguiente día. Muchas personas tienen
problemas para dormir y quizá necesiten atención médica, pero con mayor
frecuencia la incapacidad para dormir está relacionada con el estrés.
Aprender a descansar también le ayudará a dormir mejor. Yo necesito unas
tres o cuatro horas en la noche para descansar. Cuando las obtengo, duermo muy
bien el 99,9 por ciento de las veces. He desarrollado el hábito de irme a dormir a
las 9:00 de la noche y levantarme a las 5:00 de la mañana a menos que esté
viajando y enseñando, y funciona bien para mí con el resto de mi estilo de vida.
Creo que es una de las razones por las que me siento tan bien como me siento y
puedo lograr tanto como hago, aunque en mi próximo cumpleaños llegaré a los
setenta. Mi calendario puede que no funcione para usted, y no estoy sugiriendo
que tenga que encajar, pero debería usted tener una hora regular para irse a la
cama e intentar dormir de siete a ocho horas cada noche.
El descanso es un mandamiento en la Palabra de Dios. Dios instituyó el día
de reposo no sólo para la adoración sino también para descansar. Necesitamos
honrar el principio del día de reposo en nuestras vidas al descansar regularmente.
La mayoría de las personas con quienes hablo están cansadas, y expresan su
necesidad de tener un poco de descanso, o cierto tiempo libre, o algo de tiempo
para ellos mismos. Pero solamente hablar no nos ayuda a mejorar nuestra salud.
Debemos emprender la acción. Desarrolle el saludable hábito del sueño y
descanso regulares, y disfrutará mucho más del resto de su vida.

3. Comer alimentos de calidad


El Dr. Colbert denomina alimentos vivos a los alimentos de calidad, y es vital si
queremos obtener los nutrientes que necesitamos para nuestro cuerpo. Comer las
cosas que crecen de modo natural en la tierra, como muchas frutas y verduras, es
uno de los mejores lugares donde comenzar su viaje hacia los hábitos saludables.
Esos alimentos vivos son elevados en nutrición y fibra. Compre alimentos de
calidad (orgánicos si es posible) que tengan un buen sabor para usted, y los
disfrutará mucho más. Tristemente, a la mayoría de alimentos preparados les han
quitado los nutrientes naturales y les han añadido conservantes poco sanos para
que se conserven por más tiempo en los estantes de los supermercados.
Aprenda a leer las etiquetas, y se sorprenderá por lo que podría estar
metiendo en su cuerpo. Si usted toma decisiones alimentarias para su familia al
igual que para usted mismo, la importancia de hacerlo se multiplica.
Coma más pescado, pollo y pavo y menos carne roja grasosa. Si es posible,
coma carne orgánica o carne que esté libre de hormonas. El dicho de que somos
lo que comemos es más cierto de lo que puede que queramos admitir.
Estoy segura de que se estará preguntando si puede comer algún postre, y mi
respuesta sería sí pero con moderación. Algunos nutricionistas y expertos en
salud le dirán que no, nada de azúcar, pero yo ya sé que no es muy probable que
eso suceda a menos que sea usted una de esas personas inusuales a quienes no
les gusta el dulce. Yo como postre dos veces por semana, y eso funciona para mí.
Lo disfruto cuando lo como, y no me siento privada, pero no es excesivo. Yo
como de modo saludable y hago ejercicio, y por eso siento que mi cuerpo puede
manejar un poco de azúcar dos veces por semana. Dave es sensible al azúcar y
casi nunca lo come. Todos somos diferentes, de modo que usted tendrá que
desarrollar su propio plan alimentario con la ayuda de Dios, y creo que Él le
guiará basado en las necesidades únicas de su cuerpo.
Una de las pautas cardinales acerca de comer sano es hacer todas las cosas
con moderación a la vez que tiene tanta variedad en su dieta como sea posible.
También, disfrute por favor de lo que come. Yo creo que Dios nos dio papilas
gustativas por una razón, y Él quiere que disfrutemos de los alimentos que
comemos.

Resolver el problema del peso


Sé que muchas personas batallan con tener sobrepeso, y que perder ese peso
puede convertirse en el enfoque de sus vidas. También yo tuve sobrepeso por
muchos años y viví haciendo diversas dietas, ninguna de las cuales funcionó a
largo plazo. Finalmente entendí que la respuesta era que necesitaba un estilo de
vida saludable, y no otra dieta. Creo que si se enfoca en estar sano en lugar de en
estar delgado, finalmente llegará al peso que sea correcto para usted.

4. Ejercicio
El valor del ejercicio es tremendo. Después de haber estado haciendo ejercicio
en el gimnasio por un año, mi entrenadora me dijo que incluso si lo dejaba
entonces, me seguiría beneficiando durante quince años de ese año que había
empleado en hacer ejercicio. Hay múltiples formas de ejercicio, y sencillamente
quiero instarle a que escoja uno que encaje con usted, que pueda aprender a
disfrutar y que convierta en un hábito. Camine, vaya en bicicleta, nade, juegue a
un deporte activo, haga ejercicio con pesas o consiga un video de ejercicios. Las
opciones son interminables, de modo que escoja una y comience. Incluso si
siente que no puede hacer mucho, hacer algo es mejor que no hacer nada.

5. Suplementos
No todo el mundo quiere tomar vitaminas y otros suplementos, y esa decisión
tendrá que tomarla usted. Dave y yo tomamos ambos muchos suplementos
porque queremos hacer todo lo que podamos para asegurarnos de estar bien
nutricionalmente hablando. Mi consejo sería tomar al menos un complejo
vitamínico diariamente, vitamina D extra, y cualquier otra cosa que pudiera
usted necesitar concretamente. Por ejemplo, algunas personas necesitan tomar
hierro pero otras no. Si usted quiere tomar suplementos pero tiende a olvidarse,
entonces haga algo que le ayude a recordarlo. Sitúelos donde tendrá que verlos,
escriba una nota, o programe una alarma en su teléfono.

6. Desintoxicación
Todos tenemos acumulación tóxica en nuestros cuerpos, y esas toxinas necesitan
ser eliminadas. La acumulación tóxica puede ser la raíz de muchos achaques
físicos. Algunas toxinas son expulsadas mediante la respiración, y muchas otras
son expulsadas mediante los riñones y los intestinos. El ejercicio nos hace sudar,
y esa es otra manera excelente de desintoxicación. Las saunas en casa al igual
que otros métodos de desintoxicación están disponibles, y quizá quiera examinar
esas opciones.

7. Manejo del estrés


Ya hemos hablado del estrés en este capítulo, y está incluido en la lista del Dr.
Colbert. Quiero volver a enfatizar la importancia vital de eliminar de su vida
tanto estrés como sea posible. Puede que necesite desarrollar varios hábitos
saludables para sentir que ha llegado a la salud óptima, y si ese es el caso, no se
sienta abrumado. Podría comenzar localizando algo que come demasiado y bien
eliminarlo por completo o aprender a comerlo con moderación. Quizá podría
comenzar a descansar y relajarse durante una hora cada día y ver qué diferencia
se produce. Pruebe a utilizar parte de su hora del almuerzo en el trabajo para dar
un paseo. Sencillamente tome algunas decisiones, comience, y esté decidido a
disfrutar de una vida saludable, vibrante y llena de energía.
CAPÍTULO
8
Conducta 5: El hábito felicidad

Dichoso el que halla sabiduría,


el que adquiere inteligencia.
Proverbios 3:13

Todo el mundo quiere ser feliz. De hecho, creo que ese deseo es lo principal que
nos motiva en la mayoría de cosas que hacemos. Pero ¿sabemos verdaderamente
lo que nos hace genuinamente felices? ¿Y es la felicidad sólo un sentimiento o
una emoción que buscamos, o es más profundo que eso?
Abraham Lincoln dijo: “Las personas son tan felices como se propongan
serlo en su mente”. Estoy de acuerdo. Estoy convencida de que la felicidad es
una elección y un hábito que podemos desarrollar. Primero escogemos la
felicidad, y después seguirán los sentimientos. El salmista David dijo. “Éste es el
día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él” (Salmos 118:24).
La afirmación “regocijémonos” es el factor decisivo en el disfrute de nuestro día.
Si usted no decide ser feliz, siempre habrá algo para robar su gozo y envenenar
su felicidad.
Jesús nos dijo que en el mundo tendremos tribulación, y su sugerencia era
alegrarnos (Juan 16:33). El gozo nos da fortaleza para manejar los problemas
que sí tenemos. La tristeza de cualquier tipo nos quita la energía y quebranta
nuestro espíritu. Uno de los mejores hábitos que puede usted desarrollar es el
hábito felicidad. Cuantos más días felices experimente, más se negará a ser
infeliz. Ser infeliz por algo es una pérdida de tiempo y no cambia nada; por
tanto, ¿por qué serlo?
Cada mañana cuando abro mis ojos me digo a mí mismo: yo, no los
acontecimientos, tengo la capacidad de hacerme feliz o infeliz hoy. Puedo
escoger cómo estaré. El ayer está muerto, y el mañana no ha llegado aún. Tengo
solamente un día, hoy, y voy a ser feliz en él.
Groucho Marx

Parece que Groucho Marx estaba de acuerdo con el salmista David, quien
estaba de acuerdo con Dios. Dios quiere que seamos felices y disfrutemos de la
vida. Jesús dijo que Él vino para que pudiéramos tener y disfrutar una vida
abundante (Juan 10:10). ¿Tomará la decisión de hacer feliz a Jesús al ser feliz
usted mismo?
Otra idea parecida que es poderosa es: “El ayer es historia, el mañana es un
misterio, y el hoy es un presente”.

Enfoque
Cuando enfocamos nuestro tiempo y atención en cosas que nos resultan malas,
nos sentimos tristes, enojados o ansiosos. Enfocarse en las cosas buenas nos hace
sentir bien, emocionados, vigorizados y entusiastas. Se ha dicho que enfocarse
en las cosas buenas es la primera ley de la felicidad, porque aquello en que nos
enfocamos (pensamos) determina nuestros sentimientos. Dios nos ha dado la
capacidad de escoger la felicidad independientemente de lo que suceda a nuestro
alrededor. No estoy sugiriendo que ignoremos nuestros problemas, pero existe
una gran diferencia entre enfocarnos en ellos y trabajar hacia resolverlos.
Nunca será usted regularmente feliz si cree que la felicidad está determinada
por lo que sucede a su alrededor o lo que le sucede a usted. ¿Cree que puede
escoger la felicidad y convertirla en un hábito? Si lo cree, entonces es momento
de ponerse a trabajar para reposicionarse a usted mismo y su perspectiva
poniendo sobre todo la mejor construcción posible. Una persona negativa no
puede ser feliz, y una persona persistentemente positiva no puede ser infeliz, al
menos no por mucho tiempo.

Examine sus metas


¿Está apuntando a lo correcto? Con frecuencia pensamos que algo nos hará feliz
si podemos obtenerlo, solamente para quedar defraudados cuando logramos
nuestra meta y descubrimos que seguimos siendo tan infelices como antes. La
experiencia nos enseña que las cosas no pueden mantenernos felices por mucho
tiempo. Multitudes de personas han tenido la experiencia de poner su carrera por
delante de todo lo demás. Trabajan demasiadas horas, ignorando el desarrollo de
las relaciones personales y familiares, y con frecuencia terminan siendo ricos y
solitarios, y posiblemente enfermos. Pueden comprar todo lo que quieran pero
no tienen a nadie con quien compartirlo, e incluso aunque lo tuvieran, no se
sentirían lo bastante bien para disfrutarlo.
Las buenas relaciones y la buena salud son dos de las cosas que alimentan la
felicidad, y deberían estar en lo más alto de nuestra lista de metas.
Como ya he dicho, nuestra meta número uno debería ser desarrollar una
relación cercana, íntima y personal con Dios por medio de Jesucristo. Estar en
continua comunión con Dios y aprender a obedecerle en todas las cosas le hará
más feliz de lo que podría jamás imaginar. Ya que Dios es vida, ¿cómo podemos
esperar disfrutar de la vida apartados de Él? Si las personas están tan ocupadas
intentando subir la escalera del éxito que no tienen tiempo alguno para Dios,
puede que lleguen a lo más alto, pero descubrirán que su escalera ha estado
apoyada en el edificio equivocado. Han pasado sus vidas intentando llegar a
algún lugar pero descubren que no es donde querían estar después de todo.
En mi búsqueda personal de la felicidad, descubrí que mi gozo es alimentado
por hacer cosas por otras personas. Si vivimos para hacer felices a los demás,
Dios traerá a nuestra vida una cosecha de gozo. Amar a Dios y a las personas es
la clave de la felicidad diaria para mí. A pesar de qué tipo de problema tenga yo,
si me enfoco en lo que puedo hacer para poner una sonrisa en la cara de otra
persona, descubro que eso me hace feliz. La psicóloga Greta Palmer dijo:
“Solamente son felices quienes tienen su mente en algún objeto que no sea su
propia felicidad… en la felicidad de otros… en la mejora de la humanidad”.
Con respecto al servicio a los demás, Jesús dijo: “¿Entienden esto? Dichosos
serán si lo ponen en práctica” (Juan 13:17).

¿Qué cree usted?


Nuestras creencias personales pueden afectar mucho a nuestro nivel de gozo y
felicidad. Necesitamos creer que Dios nos ama y que tenemos un propósito en la
vida. Las personas sin propósitos son frecuentemente muy infelices, al igual que
las personas que no se sienten queridas. Usted es amado y Dios tiene sus ojos
sobre usted en todo momento. Él tiene un buen plan para su vida y necesita que
usted cumpla su papel en el plan maestro de Él.
¿Cree usted que hay esperanza de cambio a pesar de cuáles sean sus
circunstancias actuales? He descubierto que las personas con esperanza son
algunas de las personas más felices del mundo. La esperanza es poderosa.
Considere las siguientes escrituras:

Y no sólo en esto, sino también en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el


sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la
entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda…
Romanos 5:3-5a

Si creemos que nuestros problemas están forjando un carácter fuerte y


probando la integridad en nosotros, entonces podemos tener una esperanza
confiada y gozo incluso en medio de ellos. Las personas que pueden permanecer
felices a pesar de cuáles sean sus circunstancias son ciertamente poderosas.
Examine su sistema de creencias y vea si algunas de sus propias creencias
están contribuyendo a la falta de felicidad en su vida. ¿Está confiando
(creyendo) en Dios en todas las áreas de la vida? La Biblia dice en Romanos
15:13 que gozo y paz se encuentran en el creer.
¿Qué cree acerca de usted mismo? Si cree que es un fracasado, no querido e
indigno, y que es demasiado tarde para que usted tenga una buena vida, entonces
debe cambiar lo que cree acerca de usted. Crea lo que Dios dice de usted en su
Palabra, y no lo que otros le hayan dicho, o incluso el modo en que usted se
siente. Cambie de opinión y comience a creer cosas que aumentarán su gozo.

¿A qué está esperando?


¿Está postergando la felicidad hasta cualquier otro momento? Yo personalmente
intento evitar decir: “Seré feliz cuando…”, e intento ser feliz ahora. Caemos en
la trampa de pensar: “Seré feliz cuando sea viernes y reciba mi salario, y tenga el
fin de semana libre”. O: “Seré feliz cuando lleguen las vacaciones”, o “cuando
me jubile y ya no tenga que trabajar”, o “cuando los niños sean adultos y mi vida
me pertenezca”. Puede haber millones de cuándos que eviten que disfrutemos
ahora. Tome la decisión de no basar su felicidad en algún acontecimiento futuro,
¡y sea feliz hoy! Sería mejor decir: “Disfrutaré de las vacaciones cuando lleguen,
pero en este momento soy feliz”.
Aprenda a disfrutar de la vida cotidiana y común porque por de eso está
constituida la mayor parte de la vida. No podemos basar nuestra felicidad en los
pocos acontecimientos especiales que tenemos en el curso de nuestra vida,
porque si lo hacemos, nos perderemos mucha felicidad. No tiene usted que ser
feliz sólo los viernes; puede también ser feliz los sábados, domingos, lunes,
martes, miércoles y jueves. Inténtelo, y descubrirá que puede hacerlo si quiere.
El único modo en que podemos evitar tener lamentos mañana es tomar
mejores decisiones hoy. ¿Qué hará usted con el hoy? Es suyo como un regalo de
Dios, y le insto a no desperdiciarlo al estar triste por algo que su tristeza de todos
modos no cambiará.
¿Está esperando a que alguna fuerza exterior le mueva para sentirse feliz? Si
es así, puede que se quede esperando mucho, mucho tiempo. Forme el hábito de
decidir cómo vivirá cada día, sin esperar a ver cómo se siente. Lo único que se
puede hacer con la vida es disfrutarla, y eso no sucederá a menos que usted
forme el hábito de hacerlo. Si tiende a estar triste e infeliz (lo cual es también un
hábito), ponga algunas caras sonrientes por su casa para recordarle que comience
su viaje de felicidad sonriendo más. Si usted sonríe, eso le hará sentir un poquito
más feliz, y podría volverse adicto al sentimiento y querer cada vez más.
¿Está esperando a que alguna otra persona en su vida cambie su conducta
para que usted pueda ser feliz? Si es así, ese es un inmenso error. ¿Por qué
debería permitir que las decisiones de otra persona determinen su nivel de gozo?
Además, ninguna otra persona puede hacerle permanentemente feliz; no su
cónyuge, no su hijo, no su amigo.
Melanie es una mujer de sesenta años de edad que ha estado casada por más
de cuarenta años. Su esposo, Don, es profesor de Historia en una pequeña
universidad cristiana. A Don siempre le ha gustado la Historia y obtiene una
tremenda satisfacción de la enseñanza. La Guerra Civil es su pasión, y en su
tiempo libre escribe libros sobre batallas concretas o individuos clave de la
guerra.
Un día, Melanie confió a una amiga que había sido infeliz por años porque
Don no ganaba suficiente dinero para proporcionarles bonitas vacaciones o cosas
que ella quería, como muebles bonitos para la casa o un armario más grande. La
mayor parte del tiempo cuando Melanie se quejaba, sus amigas sentían lástima
por ella y le decían que se merecía cosas bonitas. Pero aquella amiga en
particular dijo. “Melanie, Don no es el responsable de su felicidad. Tú lo eres. A
Don le encanta su trabajo, no está interesado en hacerse rico, y aunque lo
estuviera, tiene sesenta años, así que haz la cuenta. Si quieres ser feliz, es mejor
que pienses lo que puedes hacer al respecto, porque esa no es tarea de Don”.
Han pasado seis años, y la amiga de Melanie me dijo recientemente que
Melanie le escribió una carta agradeciéndole su amor firme. Melanie se hizo
responsable de su propia felicidad, y dijo que su matrimonio nunca ha sido
mejor. No sólo eso, sino que también aprendió que ella es guionista. Ha escrito
una obra de teatro que se representa en teatros regionales. Ahora está feliz y
satisfecha.
No podemos controlar a las personas, y cuanto antes aprendamos eso, más
felices seremos. Yo he entendido en los dos últimos años que la mayor parte de
mis “días infelices” están causados por cosas que otras personas hacen o no
hacen. Alguien podría ofenderme o herir mis sentimientos. Podrían tomar
decisiones que les están dañando, y debido a que los quiero, sus decisiones me
hacen daño. A veces, las personas son groseras e irrespetuosas, y eso me hace
daño. Somos dañados y defraudados por las personas, pero no tenemos que
quedarnos en lo que ellos hacen. Podemos entender que se están dañando a sí
mismos más de lo que nos dañan a nosotros, y permitir que ese conocimiento
nos motive a orar sinceramente por ellos en lugar de sólo sentir lástima de
nosotros mismos y perder nuestro gozo.
Hágase responsable de su propio gozo y felicidad, y nunca más vuelva a
basarlo en lo que haga otra persona.

Piense menos y ría más

La risa son unas vacaciones instantáneas.


Milton Berle

Cuando nos reímos, nos olvidamos momentáneamente de todas nuestras


preocupaciones y batallas. ¡La risa es maravillosa! Nos da energía y es una de las
cosas más saludables que podemos hacer. A veces pensamos demasiado,
intentando solucionar demasiadas cosas, y nos volvemos tan intensos que nos
olvidamos de reírnos de nosotros mismos al igual que de muchas otras cosas en
la vida.
La risa puede sacar a una persona de la depresión y la desesperación, y puede
convertir un día común en un día memorable. Mi hija Laura y yo parece que
somos capaces de reírnos de casi todo. Somos muy diferentes la una de la otra en
personalidad, pero nuestra química cuando estamos juntas es divertidísima. En
lugar de ser irritada por nuestras diferencias, ella piensa que yo soy divertida, y
yo siento lo mismo con respecto a ella. Cuando amamos a las personas
incondicionalmente, podemos dejarles ser ellas mismas sin estar irritados por
todo lo que hacen y que no es el modo en que nosotros lo haríamos.
Le insto encarecidamente a que encuentre a algunas personas que le hagan
reír y pase más tiempo con ellas. La risa es posiblemente más importante de lo
que usted cree. Dave y yo intentamos reír todo lo que podamos.
Dios me dijo en una ocasión que yo pensaba demasiado. Era una persona
bastante profunda e intensa, que quería entender todos mis actos al igual que a
cada persona y acontecimiento en mi vida. Mi razonamiento sólo me dejaba
confusa. Desperdicié mucho tiempo intentando entender cosas que Dios no
estaba preparado aún para explicar. Tuve que llegar a sentirme cómoda con no
saberlo. ¿Es usted capaz de hacer eso? ¿Puede no saber la respuesta a algo y
seguir adelante y disfrutar de su día, o es usted como yo era, profunda, intensa y
sin gozo? Estoy muy agradecida de que Dios me haya ayudado a formar el
hábito felicidad, y es mi oración que usted comience enseguida a desarrollar el
suyo si aún no lo ha hecho.
El niño promedio se ríe 150 veces al día, mientras que el adulto promedio
sólo se ríe de cuatro a ocho veces al día. No es sorprendente que Dios nos diga
en su Palabra que debemos volvernos como niños. Mark Twain dijo que nuestra
arma más eficaz es la risa. Puede que usted piense: “Bueno, Joyce, sencillamente
no sabe lo infeliz que es mi vida, y si lo supiera, no me estaría diciendo que me
ría”. Entiendo que hay cosas trágicas que suceden en la vida, y ciertamente
momentos en que la risa no sería apropiada, pero hay muchas cosas que
permitimos que nos entristezcan cuando sería mejor si nos riésemos más.

¿Está permitiendo que “usted” le haga infeliz?


Una raíz de gran parte de nuestra infelicidad es simplemente que no estamos
felices con nosotros mismos. No estamos felices con nuestro aspecto, nuestros
talentos o nuestro nivel de perfección. Puede que nos comparemos con otros en
lugar de ser felizmente la persona que debemos ser.
Todos cometemos errores, y aunque queremos ser serios con respecto a los
cambios que son necesarios en nuestras vidas, también es bueno aprender a
reírnos de nosotros mismos y no ser tan intensos en cuanto a cada pequeño error
que cometemos. Todos tenemos fallos, y es probable que cometamos algunos
mientras estemos vivos, de modo que alégrese y no se tome tan en serio a usted
mismo. Ethel Barrymore dijo: “Usted crece el día en que por primera vez se ríe a
carcajadas de sí mismo”. ¡Aprenda a disfrutar de usted!
Está en compañía de usted mismo más de lo que está con ninguna otra
persona, de modo que si puede aprender a disfrutar de su propia compañía, eso
mejorará mucho la calidad de su vida. No haga un inventario diario de todos sus
fallos y los lamente. Confíe en que Dios le muestre lo que necesita ser cambiado,
y trabaje juntamente con el Espíritu Santo hacia esos cambios. Yo he cambiado
mucho en el curso de treinta y cinco años de caminar con Dios, y sigo teniendo
más cambios que hacer. Me gustaría haber sabido cómo disfrutar de mí misma
antes de lo que lo hice mientras realizaba el viaje, pero al menos puedo darle un
buen consejo. Ser infeliz conmigo misma no me hizo cambiar con más rapidez, y
tampoco le ayudará a usted a hacerlo. Le aliento firmemente a que disfrute de
cada paso de su viaje hacia la madurez espiritual.

Sólo se vive una vez


Esté listo o no, algún día su vida llegará al fin. No tendrá usted una segunda
oportunidad, de modo que asegúrese de vivir esta única vida que tiene a su pleno
potencial. Su vida es un precioso regalo de Dios, y sería trágico si usted viviera
siendo infeliz. Ponga el hábito felicidad en su lista de buenos hábitos que formar,
y a medida que lo desarrolle, el mal hábito de la tristeza no tendrá ningún lugar
en su vida.
Tener una vida que valga la pena vivir no sucede por accidente; es algo que
debemos decidir hacer a propósito. Puedo decir verdaderamente que soy una
persona genuinamente feliz, pero no fui de ese modo hasta que tomé la decisión
de ser feliz.
CAPÍTULO
9
Conducta 6: El hábito de la fe

Todo lo que he visto me enseña a confiar


en el Creador para todo lo que no he visto.
Ralph Waldo Emerson

Vivir por fe en Dios quita la presión de nosotros y nos permite disfrutar de toda
la vida en mayor escala. La fe es la voluntad de Dios, y creo que debería
convertirse y puede convertirse en nuestro hábito. La Biblia dice en Hebreos
11:6 que sin fe no podemos agradar a Dios. Romanos 14:23b dice que cualquier
cosa que hagamos que no provenga de la fe es pecado. Romanos 1:17 dice que la
justicia es revelada en la Palabra de Dios, y que eso nos conduce de fe en fe.
Para mí, eso significa que deberíamos estar en fe en todo momento. ¡Debería ser
nuestro hábito! Fe es confiar en lo que Dios dice en su Palabra, aunque puede
que no tenga usted ninguna evidencia aún de su realidad. Fe es lo que nos
conecta con un Dios omnipotente. Cuando no dependemos de la fiabilidad de
Dios, hacemos un cortocircuito a la fe, produciendo dos trágicos resultados: falta
de poder y desesperanza.

Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.


Hebreos 11:1

Pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por
todos los santos.
Colosenses 1:4
Estas dos escrituras nos dan una definición muy clara de lo que es fe. La fe
nos llena de esperanzada expectación.

La fe verdadera nunca se encuentra sola; siempre va acompañada de


expectación. El hombre que cree las promesas de Dios espera verlas cumplidas.
Donde no hay expectación, no hay fe.
A. W. Tozer

La voluntad de Dios es que vivamos por fe en todo momento. Podría usted


pensar en todos los malos hábitos que necesita romper y todos los buenos que
necesita formar, y sentirse abrumado. Su mente quiere pensar: “Esto es
demasiado, y nunca podré hacerlo”. Es aquí donde entra la fe. Puede usted decir:
“No sé cómo voy a hacerlo, pero estoy esperando la ayuda de Dios. Todo es
posible para Dios”.
Sencillamente establezca un comienzo y siga adelante día tras día. Sea
alentado por cualquier progreso que haga y niéguese a ser desalentado por lo
mucho que le queda aún por recorrer. Dios se agrada de que usted haya hecho un
comienzo hacia formar mejores hábitos.

Tiene usted toda la fe que necesita


A veces oigo a personas decir: “Sencillamente no tengo fe suficiente para eso”.
Pero la verdad es que tenemos toda la fe que necesitamos para hacer cualquier
cosa que sea la voluntad de Dios para nosotros. “Conforme a la medida de fe que
Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3, RVR-1960). Todos tenemos fe, pero
la clave del éxito es dónde la ponemos. Si pone su fe en usted mismo o en otras
personas, quedará defraudado, pero si la pone en Dios, se sorprenderá de lo que
Él puede hacer por medio de usted.
Cuando me siento delante de la computadora para comenzar a escribir un
nuevo libro, aunque tengo el tema en mente y he realizado cierta investigación,
sigo sin saber con seguridad lo que voy a decir. Comenzar es a veces la parte
más difícil. Me quedo sentada, mirando a las teclas, y entonces finalmente pongo
mis dedos sobre las teclas y las palabras comienzan a llegar a mi corazón.
Entonces, día tras día y capítulo tras capítulo, por la fe finalmente termino el
libro. Doy un suspiro de alivio y satisfacción porque otro proyecto ha sido
completado.
La fe requiere que nos movamos. Debemos comenzar, y si lo que estamos
haciendo es la voluntad de Dios, Él nunca dejará de ayudarnos a terminar si
seguimos adelante en fe día tras día.
Usted tiene fe, pero puede que necesite crecer, y eso sucede a medida que la
utiliza. Una fe pequeña puede convertirse en una fe grande a medida que usted
camina sobre las promesas de Dios. Pedro fue el único discípulo que caminó
sobre el agua, pero también fue el único que confió lo bastante en Dios para salir
de la barca. ¿Está preparado para dejar solamente de tener una idea de la fe y
comenzar a dar pasos de fe? Creo que todos comenzamos con la misma cantidad
de fe, pero algunas personas nunca utilizan la que tienen, y por eso nunca crece.
A medida que damos pasos de fe para ser obedientes a Dios, experimentamos su
fidelidad y nuestra fe se hace más fuerte.
Considere esta historia de un equilibrista.
¿Qué es fe? Un temerario que fue etiquetado como el Gran Blonden
asombraba a multitudes con sus hazañas que desafiaban a la muerte sobre las
cataratas del Niágara. Señalando hacia el alambre tenso que estaba suspendido
sobre una zona de las cataratas, este valiente tipo desafió a las multitudes que se
habían reunido diciendo: “¿Quién cree que puedo empujar este carrito sobre las
cataratas encima de la cuerda?”. Entre toda la multitud se levantaban las manos.
El Gran Blonden señaló a un hombre que había levantado su mano y le desafió:
“Si usted cree de verdad, ¡súbase!”. Nadie aceptó el reto. Dios dice que nos
subamos si realmente vamos en serio.
Un hombre se cayó por un barranco pero se las arregló para agarrarse a una
rama de un árbol que había en la pendiente. Se produjo la siguiente
conversación:

“¿Hay alguien ahí arriba?”.


“Estoy aquí. Soy el Señor. ¿Crees en mí?”.
“Sí Señor, creo. De verdad creo, pero no puedo mantenerme agarrado mucho
más tiempo”.
“Muy bien. Si realmente crees que no tienes nada por lo que preocuparte, te
salvaré. Tan sólo suéltate de la rama”.
Un momento de pausa. Entonces: “¿Hay alguien ahí arriba?”.

¿Está usted comprometido a vivir por fe, o meramente habla sobre la fe? La
fe está en nosotros, pero debe ser soltada, y eso se hace al orar, declarar y
emprender la acción. La oración lleva nuestras peticiones llenas de fe delante del
trono de Dios, y Él responde. Ore con valentía, porque Él puede hacer mucho
más de lo que podemos imaginar (Efesios 3:20; Hebreos 4:16).
Lo que esté en su corazón saldrá por su boca. Preste atención a lo que dice, y
con frecuencia eso le ayudará a descubrir cuánta fe tiene verdaderamente. Un
hombre o una mujer de fe pueden seguir hablando positivamente sobre una
situación aun cuando las circunstancias no hayan cambiado. Una persona puede
haber escuchado cientos de enseñanzas de la Biblia sobre la fe, pero puedo
decirle si verdaderamente tiene o no fe al escucharle hablar durante un rato. Las
palabras que están de acuerdo con la Palabra de Dios liberarán fe y le permitirán
que salga a obrar en el ámbito sobrenatural.
Emprender la acción libera la fe. Cuando yo estoy sentada ante la
computadora y pongo mis manos sobre las teclas, estoy emprendiendo la acción.
Estoy liberando mi fe y Dios interviene. Eso no funcionaría para alguien que no
tenga un talento para escribir, pero aunque yo sí tengo un talento, aun así debo
comenzar y continuar en fe a lo largo del proceso.
Cuando Pedro salió de la barca, su acto demostró que tenía fe en la Palabra
de Dios cuando oyó decir a Jesús: “Ven”. ¿Le está pidiendo Dios que haga algo y
usted está esperando a sentirse seguro? Si es así, eso no es fe. A fin de hacer o
tener cosas mayores, normalmente se requiere de nosotros que soltemos lo que
tenemos y nos dirijamos hacia lo desconocido. Dios le dijo a Abraham que
dejase su país, su casa y a sus familiares para ir a una tierra que Dios le mostraría
después de que él hubiera comenzado el camino. Él tuvo que irse, sin saber a
dónde iba. ¡Eso es fe!

Fe para la vida cotidiana


El tipo de fe del que hemos estado hablando se requiere para nuevos desafíos y
para tareas mayores que las que hayamos confrontado previamente. Pero
también hay el tipo de fe que necesitamos para la vida cotidiana: fe para pagar
las facturas, mantener un buen empleo, criar a los hijos, hacer funcionar el
matrimonio, llevarse bien con las personas, etc. La fe para la vida cotidiana es
vital si queremos eliminar el estrés y disfrutar la vida. El hábito de la fe no
dejará espacio alguno para el hábito de la preocupación. También expulsa al
hábito del temor. Desarrollar el hábito de simplemente confiar en Dios en cada
situación le ayudará a vencer muchos otros malos hábitos.
Verbalice su fe. Diga frecuentemente: “Confío en Dios”. O: “Creo que Dios
está obrando en mi vida y mis circunstancias en este momento”. Hablamos por
fe, pero también lo que decimos aumenta nuestra fe. En la Biblia, David dijo:
“Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien
confío»” (Salmos 91:2).
La mejor manera de derrotar la preocupación y el temor es resistirlos
enseguida cuando intenten por primera vez entrar en su mente. El apóstol Pedro
dijo que deberíamos resistir al diablo en el comienzo (1 Pedro 5:9). Levante el
escudo de la fe, y con él puede extinguir todos los dardos de fuego del maligno
(Efesios 6:16). Desarrollar el hábito de la fe le protegerá de muchas emociones
negativas y atormentadoras. Podemos aprender a vivir por fe (Romanos 1:17).
La fe está llena de esperanzada expectación y nunca tira la toalla. Alguien ha
dicho correctamente: “Cuando la fe sale al mercado, siempre lleva una cesta”.
Mantenga a mano su cesta porque Dios puede que la llene en cualquier
momento.

Fe para el pasado
Podemos tener fe hoy que se ocupe de todos nuestros errores y fracasos del
pasado. El lamento por el ayer puede arruinar nuestro presente a menos que
vivamos por fe. El diablo quiere que pensemos que no podemos sobreponernos a
nuestro pasado o que es demasiado tarde para que tengamos una buena vida,
pero él es un mentiroso. La Palabra de Dios nos enseña que soltemos el pasado
por la fe y prosigamos hacia las cosas que están delante. Si está preocupado por
algo acerca de su pasado, medite en esta escritura y permita que le aliente a
confiar en Dios.

¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy
abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.
Isaías 43:19

La realidad de esta escritura puede ser de usted simplemente liberando su fe y


creyendo que a pesar de lo que haya sucedido en el pasado, Dios es mayor que
su pasado. Él perdonará sus pecados, convertirá sus errores en milagros, y le
dejará sorprendido por las cosas buenas que Él hará en su vida.

Fe para el futuro
Todos pensamos que nos encantaría conocer el futuro. Las personas que no
saben cómo confiar en Dios puede que gasten miles de dólares consultando a
adivinos y supuestos médiums con la esperanza de obtener una vislumbre del
futuro. No tienen necesidad de desperdiciar su dinero. Dios es el único que
conoce el futuro. Él podría escoger hablar del futuro por medio de uno de sus
profetas, pero normalmente quiere que confiemos en Él. La pregunta “¿qué voy
a hacer?” está con frecuencia en nuestras mentes, pero no tenemos que
entretenerla. Yo no sé exactamente lo que tiene el futuro para mí, pero sí creo
que sea lo que sea, será el plan bueno y perfecto de Dios. Un hombre cristiano
con frecuencia decía: “Yo no conozco lo que habrá en el futuro, pero conozco a
Aquel que tiene el futuro en sus manos”.
Siempre que llegue a nuestra mente una preocupación acerca del futuro,
podemos escoger inmediatamente la fe en Dios en lugar de la preocupación.
El estado del mundo actualmente es muy inestable, y la presión de
preocuparse va en aumento. ¿Y si la economía fracasa totalmente? ¿Y si pierdo
mi empleo y todos mis ahorros para la jubilación? Yo hago un viaje de cien
millas (160 km) de ida y vuelta hasta el trabajo, ¿qué voy a hacer si los precios
de la gasolina siguen subiendo? Nunca he tenido hijos; ¿quién se ocupará de mí
cuando sea anciano? Las preguntas y las dudas son interminables si permitimos
que nuestra mente vaya hasta ahí, pero también podemos escoger desarrollar el
hábito de la fe. No conocemos todas las respuestas, pero podemos conocer a
Dios, y Él sí conoce las respuestas. Cuando la fe es un hábito, no
desperdiciaremos nuestra energía y nuestro tiempo en la preocupación.
Puede que usted tenga una situación que se cierne en el futuro y que sabe que
necesitará confrontar, y sencillamente no siente que esté a la altura. No se
preocupe. Dios le dará la gracia, la sabiduría y la fortaleza que necesite cuando
llegue el momento. Hasta entonces, ¡tenga fe!

El viaje del temor a la fe


Nuestro instinto natural es tener temor e intentar protegernos y cuidarnos a
nosotros mismos, pero Dios nos invita a una vida de fe. El temor es
atormentador. Tristemente, algunas personas han vivido en temor por tanto
tiempo que no se dan cuenta de que es anormal. Podemos desarrollar sistemas de
conducta que nos permitan funcionar en nuestra disfunción.
Yo tenía muchos temores en mi vida debido a haber sido criada en un hogar
abusivo y disfuncional. Había aprendido a funcionar con ellos, pero a medida
que estudié la Palabra de Dios, también aprendí que no tenía que vivir con ellos.
Aprendí que había un camino mejor: el camino de la fe. Sin embargo, llegar
desde el temor hasta la fe fue y sigue siendo un viaje. Yo tenía temor a ser
rechazada, a desagradar a la gente y a no ser verdaderamente querida por mí
misma. Tenía temor a lo que las personas pensaran de mí. Mi reputación
significaba mucho para mí. Tenía temor al fracaso, a estar equivocada en las
decisiones que tomaba, y a ser juzgada o criticada por mis decisiones y mis
acciones. También tenía temor a mis errores del pasado, al futuro desconocido, a
no tener suficiente dinero para ocuparme de mí misma, y a necesitar depender de
otra persona.
Puedo decir sinceramente que ninguno de esos temores prevalece en mi vida
ahora. Puede que levanten sus feas cabezas de vez en cuando, pero ya no soy
controlada por ellos. He desarrollado el hábito de la fe, y también usted puede
hacerlo.
Aprender sobre el amor incondicional de Dios y recibirlo es lo que nos hace
libres del temor. ¡Ninguna otra cosa lo hará! El perfecto amor echa fuera el
temor (1Juan 4:18). Solamente Dios tiene perfecto amor, y puede ser nuestro por
la fe. Acepte la palabra de Dios y comience a recibir su amor por usted, y
permítale que le haga libre de todo temor. La fe obra por el amor (Gálatas 5:6).
¿Cómo podemos poner nuestra confianza en Dios si no estamos convencidos de
que Él nos ama en todo momento? Conocer y creer en el amor de Dios es uno de
los ingredientes clave para ser capaces de vivir una vida de fe.

La fe sube por la escalera que el amor ha construido y mira por la ventana que
la esperanza ha abierto.
Charles H. Spurgeon

La Biblia dice frecuentemente: “No temas, porque yo estoy contigo”. Dios


está con usted y ha prometido no abandonarle ni dejarle nunca. Usted no crece
en la fe deseando sentirse de cierta manera o no sentirse de cierta manera, sino
que crece al dar pasos y confiar en las promesas de Dios. Cada vez que lo hace,
obtiene experiencia que le ayudará a confiar la próxima vez. No se desaliente
con usted mismo si es necesario un poco de tiempo para desarrollar el hábito de
la fe. No creo que nadie opere con una fe perfecta, pero afortunadamente
podemos seguir creciendo. ¿No está contento de no tener que sentirse presionado
a manifestar su perfección en nada? Jesucristo, el Perfecto, ha allanado el
camino para nosotros, y podemos seguir paso a paso.
Recuerde esto: Dios se agrada de usted mientras usted siga adelante, y no está
defraudado porque usted no sea perfecto. Nuestra falta de fidelidad no cambia la
fidelidad de Dios (2 Timoteo 2:13).

Aceptación con gozo


El hábito de la fe nos permite aceptar cualquiera que sea nuestra circunstancia
con gozo porque confiamos en que Dios obra todas las cosas para nuestro bien
(Romanos 8:28). Podemos confiar en Dios a pesar de cómo se vean o parezcan
las cosas. Mrs. Charles E. Cowman, que escribió Manantiales en el Desierto,
dijo: “Debemos creer lo que Dios dice. La experiencia revela que una fe tal no
hará que el sol brille antes, sino que hará que la noche parezca más corta”.
Confianza es simplemente pedir a Dios lo que usted quiere, necesita o desea
y darle el respeto y el honor que Él merece al permitirle hacer que ocurra cuando
y como Él crea oportuno. Dios no necesariamente quiere oírnos preguntar por
qué y cuándo, pero sí le encanta oírnos decir: “Confío en ti”.
Dios quiere que confiemos en Él en las cosas, y no meramente para algo.
Nuestros caminos no son sus caminos, pero sus caminos son perfectos. Su
momento no es el nuestro, pero Él nunca llega tarde. El hábito de la fe nos
ayudará a mantener el hábito felicidad.

Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo


obtendrán.
Marcos 11:24

Esta escritura es emocionante, pero debemos entender que no nos dice


cuándo obtendremos lo que hemos pedido. Heredamos las promesas de Dios
mediante fe y paciencia (Hebreos 6:12). Nuestra impaciencia no hará que Dios
se apresure, y bien podríamos decidir igualmente esperar con gozo. La
aceptación con gozo es prueba de la fe. Nuestra actitud dice alto y claro: “Creo
que Dios es perfecto en todos sus caminos, y sé que estoy en sus manos”.

Abandonarse a Dios
Abandone completamente intentar controlar su vida y sus circunstancias y confíe
en Dios en todo. Abandono es olvidar enteramente el pasado, dejando el futuro
completamente en manos de Él, y estando totalmente en paz con el presente,
sabiendo que el momento en que está contiene la voluntad perfecta de Dios para
usted para ese momento. Watchman Nee, un poderoso cristiano chino que fue
martirizado por su fe, incluyendo que le cortasen la lengua por predicar, murió
con esta nota debajo de su almohada.

Cristo es el Hijo de Dios. Él murió para expiar los pecados de los hombres, y
después de tres días resucitó. Este es el hecho más importante del universo.
Muero creyendo en Cristo.
Watchman Nee

Él tenía el hábito de la fe. Nada pudo detenerle, ni siquiera el sufrimiento y la


muerte. Si podemos aprender a vivir con ese tipo de fe, toda la vida se convierte
en un tremendo gozo, y estamos en un descanso perfecto a medida que
esperamos en Dios.
CAPÍTULO
10
Conducta 7: El hábito de la excelencia

Para que disciernan lo que es mejor, y sean


puros e irreprochables para el día de Cristo.
Filipenses 1:10

Es muy fácil ser una persona mediocre. Lo único que tiene que hacer es no hacer
ningún esfuerzo extra de ningún tipo y dejarse llevar por la vida sin marcar
ninguna diferencia en el mundo, lo cual garantizará que no deje ningún legado a
sus espaldas cuando se haya ido. Probablemente ni siquiera será observado o
destacará, porque hay millones de otras personas que también son mediocres.
Pero si se atreve a formar el hábito de ser excelente en todo lo que hace, será una
brillante luz en la oscuridad, y eso es exactamente lo que Dios le ha llamado a
ser.
Dios es excelente y nosotros somos creados a su imagen; por tanto, si
queremos alcanzar nuestro máximo potencial en Él también debemos decidir ser
excelentes. Dios tiene un excelente plan en mente para nuestras vidas, pero una
persona mediocre, perezosa y que hace concesiones no vivirá en el cumplimiento
de un destino excelente. Todos tenemos una decisión que tomar sobre el modo
en que viviremos, y creo que Dios quiere utilizar este libro para instarle a tomar
su decisión si es que aún no lo ha hecho. Si usted ya ha tomado su decisión de
ser excelente, entonces utilice esto como una oportunidad de volver a hacer un
compromiso, y siga adelante.
La excelencia se ve al hacer lo máximo que pueda en cada situación, pero no
es necesariamente perfección. Excelencia es una calidad extremadamente
elevada y una virtud a seguir. Edwin Bliss dijo: “La búsqueda de la excelencia es
gratificante y saludable. La búsqueda de la perfección es frustrante, neurótica y
una terrible pérdida de tiempo”. Es importante que usted vea la diferencia entre
esforzarse por la excelencia y esforzarse por la perfección. Si no la ve, se sentirá
frustrado y se sentirá un fracaso en cada paso del camino.
¿Sabía que la mayoría de personas que tienen el hábito de la postergación son
perfeccionistas? Debido a que se sienten impulsados a realizar una tarea perfecta
y temen que no serán capaces de lograrlo, postergan la tarea. Tendemos a pensar
que las personas que postergan las cosas son perezosas, y quizá algunas lo sean;
pero la mayoría no son perezosas, sino que tienen temor a quedar por debajo de
las expectativas de los demás.
En realidad es maravilloso entender que como seres humanos con fallos y
debilidades, rara vez hacemos las cosas perfectamente o nunca cometemos
errores. Ese fue el motivo por el cual Dios envió a su Hijo como un sustituto
perfecto para nosotros. Deberíamos tener una actitud y un deseo excelentes en
cada situación para hacer lo mejor que podamos hacer, y entonces confiar en que
Dios haga lo que nosotros no podemos hacer. Yo siempre digo: “¡Haga usted lo
mejor y confíe en que Dios hará el resto!”. Si usted hace lo que puede hacer,
entonces Dios hará lo que usted no puede hacer.
Jesús nos dijo que seamos perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto
(Mateo 5:48). Cuando yo leí ese versículo de la Escritura, me sentí presionada
porque sabía que no podía ser perfecta; pero descubrí al leer otra traducción de la
Biblia que la palabra perfecto en el original griego significa crecer hasta la
completa madurez de carácter. Dios siempre quiere que estemos creciendo y
haciendo progreso, pero Él nunca está enojado con nosotros porque aún no
hayamos llegado. Incluso el apóstol Pablo dijo que aunque él proseguía hacia la
meta de la perfección, aún no había llegado.
Si hacemos concesiones, significa que hacemos un poco menos de lo que
sabemos que es correcto y adecuado, y ser excelente significa hacer un poco más
de lo que tendría que hacer para salir del paso. Significa recorrer la milla extra.
Hubo una época en la sociedad en que la excelencia era bastante normal, pero
ese no es el caso actualmente. Nuestra pasión por tener más, lo cual es avaricia,
nos ha impulsado a preferir la cantidad en lugar de la calidad, y eso es triste.
Stephen R. Covey dijo: “Hacer más cosas con mayor rapidez no es sustituto
alguno de hacer las cosas correctas”.
Cuando estaban construyendo nuestra casa, descubrimos lo difícil que es
encontrar empresas que tengan un compromiso con la excelencia. Cuando una
cita no se mantenía, la excusa era siempre: “Estamos tan ocupados que vamos
con retraso, y no pudimos llegar a su casa”. En otras palabras, ellos habían
aceptado más de lo que podían hacer adecuadamente, y en el proceso hacían
muy poco con excelencia, incluyendo cumplir su palabra.
Hacer el compromiso de ser habitualmente excelente y cumplir con sus
compromisos será muy satisfactorio. No hay nada acerca de la mediocridad que
nos haga sentir bien por dentro con nosotros mismos o con nuestras decisiones.

Ayúdese a usted mismo


Si quiere formar el hábito de ser excelente, desarrolle cierto tipo de sistema para
ayudarle a recordar dejar atrás el punto de la comodidad. Es fácil pasar la
aspiradora en medio de la habitación, pero para realizar un excelente trabajo
puede que tenga que llegar debajo de los muebles y mover algunas cosas.
Perseguir la excelencia no será fácil al principio, pero finalmente se convertirá
en un hábito, y usted no se sentirá cómodo a menos que haga todo lo que hace de
la mejor manera posible.
Yo soy una gran fan de las señales y las notas para ayudarnos a recordar
mientras estamos formando nuevos hábitos. Escriba señales que sencillamente
digan EXCELENCIA y póngalas estratégicamente donde las verá varias veces al
día. También creo firmemente en el poder de la confesión verbal para ayudarnos
a formar una nueva imagen de nosotros mismos, así que intente decir en voz alta,
al menos diez veces por día: “Hago lo que hago con excelencia”. Haga eso
durante un tiempo y después amplíe su confesión a: “Soy una persona excelente,
hago mi trabajo con excelencia, cuido de modo excelente de mí mismo y de todo
lo que poseo, trato a las personas con excelencia, pienso pensamientos
excelentes y declaro palabras excelentes”. Las confesiones que usted haga, quizá
totalmente en fe al principio de su viaje, le ayudarán no sólo a recordar hacer las
cosas con excelencia, sino que también cambiarán el modo en que se ve a usted
mismo. Cuando se vea usted mismo como excelente, no será ninguna lucha
hacer lo que usted hace con excelencia.
Recuerde que los hábitos se desarrollan mediante la repetición. A medida que
escoja repetidamente el camino más excelente en cada situación, no sólo formará
el hábito de la excelencia, sino que también romperá el hábito de la mediocridad.

Haga lo mejor para Dios

Excelencia es hacer una cosa común de una manera poco común.


Brooker T. Washington

Henry Kissinger, en su libro The White House Years (Los años en la Casa
Blanca), habla de un profesor de Harvard que les había encargado una tarea y
estaba recogiendo los trabajos. Él se los entregó a los alumnos al día siguiente y
en la parte de abajo de uno de ellos estaba escrito: “¿Es esto lo mejor que puede
hacer?”. El alumno pensó que no, y volvió a realizar el trabajo. Le fue devuelto
de nuevo, y con el mismo comentario. Aquello sucedió diez veces, hasta que
finalmente el alumno dijo: “Sí, esto es lo mejor que puedo hacer”. El profesor
respondió: “Muy bien, ahora lo leeré”. Sabemos en nuestro corazón si
verdaderamente estamos haciendo lo mejor que podemos. Si no lo estamos
haciendo, entonces deberíamos esforzarnos por hacerlo.
Parecería obvio que no hay ningún otro modo en que podamos amar a Dios
con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30) sin buscar hacer
lo mejor que podamos para glorificar a Dios. La búsqueda de la excelencia es
una marca de madurez si la buscamos con el motivo correcto. Nuestro motivo
debería ser obedecer y glorificar a Dios y representarle bien en la tierra. Pero una
persona puede buscar ser excelente sólo por su propia obsesión de importancia,
para ser notado y elogiado por otros, o para obtener ascensos en el mundo.
Hagamos todo lo que podamos para glorificar a Dios, y Él nos recompensará
dándonos las otras cosas que deseamos.
Cuando yo comencé mi propia búsqueda de la excelencia se debía a que Dios
me había desafiado a hacerlo. Al principio de mi ministerio, Dios habló tres
cosas a mi corazón y puso en mí que si yo hacía esas cosas para Él, tendría éxito.
La primera fue mantener la pelea fuera de mi vida, la segunda fue hacer todo lo
que pudiera con excelencia, y la tercera fue ser una persona de integridad, ser
sincera en todo lo que hacía. En ese momento, el alcance de mi ministerio era
enseñar un estudio bíblico en mi casa, pero yo me tomé en serio la
responsabilidad y estudiaba mucho cada semana para mi lección. También era
esposa y madre de tres hijos en aquella época. No podía dejarlo todo e irme a
una escuela bíblica o un seminario, así que Dios me enseñó en mi vida cotidiana.
Él me enseñó a tener siempre todo en orden y no dejar nunca desorden
debido a la pereza. Él me enseñó a volver a poner las cosas donde las había
agarrado. Dios puso en mi corazón que siempre pusiera el carrito de la compra
en su lugar en el supermercado después de haber metido toda la compra en mi
auto. Cuando estaba comprando ropa y tiraba alguna prenda de la percha donde
estaba, Él me enseñó que para ser excelente, tenía que recogerla del piso y
volver a ponerla en la percha, y no dejar que otra persona lo hiciera. Había
cientos de cosas aparentemente pequeñas como esas en las cuales Dios trató
conmigo durante aquellos años.
Fue difícil al principio, y una de las mayores excusas que yo utilizaba era que
otras personas no lo hacían, así que por qué debía hacerlo yo. Dios me recordó
que yo le había pedido que hiciera grandes cosas en mi vida, y después me
preguntó si realmente quería que Él las hiciera o no. En esencia, me estaba
diciendo: “Cosechamos lo que sembramos”. Nunca se quede satisfecho con ser
como todos los demás, sino en cambio escoja ser lo mejor que pueda usted ser.
En algunas de esas cosas yo batallé con mis emociones tanto como hasta dos
años antes de llegar a ser totalmente obediente a Dios y desarrollar el hábito de
ser excelente. Aprendí que si sembramos excelencia, cosecharemos la
recompensa más excelente. ¿Qué quiere usted de la vida? ¿Está dispuesto a
sembrar el tipo de semilla correcta para obtenerlo? Hágase a usted mismo
algunas preguntas difíciles y dé respuestas sinceras.
¿Hace lo que hace con excelencia?
¿Cuán frecuentemente hace concesiones y toma la salida más fácil?
¿Se deja llevar en la vida, o prosigue hacia lo mejor?
¿Cumple con sus compromisos?
¿Dice siempre la verdad?
¿Deja desorden para que otras personas lo limpien?
Si accidentalmente se lleva un objeto en la tienda que no pagó, ¿lo devuelve?
¿Vuelve a poner el carrito de la compra en el espacio diseñado después de
haber metido los productos en su auto?
Si puso algún producto en su carrito de la compra y después decide que en
realidad no lo necesita, ¿vuelve a ponerlo donde lo agarró o simplemente lo deja
en cualquier lugar para librarse de él?
Podría seguir añadiendo más cosas a la lista, pero creo que ya entiende lo que
quiero decir. Nunca podremos llegar donde queremos estar a menos que
admitamos sinceramente dónde estamos en este momento. Afrontar la verdad es
lo que nos hace libres.

Las recompensas de la excelencia


Cada buena decisión produce una recompensa y, desgraciadamente, también lo
hace cada mala decisión. Las recompensas de la excelencia son maravillosas.
Recuerdo a una mujer que me dijo que había escuchado mi enseñanza sobre la
excelencia y la integridad y que había cambiado por completo su modo de
enfocar la vida. Me dijo que no había recibido ninguna enseñanza sobre esta área
anteriormente, y no tenía idea de lo mediocre que ella era. Me dio las gracias y
me dijo: “Al principio fue desafiante, pero llegar a ser excelente ha cambiado
toda mi vida”.
Cuando somos excelentes, nos sentimos mejor con nosotros mismos.
Tenemos confianza en que estamos haciendo lo que Dios quiere que hagamos.
Nos convertimos en un buen ejemplo para otras personas. Es especialmente
importante que los padres sean ejemplo de ello delante de sus hijos. Es
importante para quienes están en el liderazgo de cualquier tipo establecer este
ejemplo para todos los que están bajo su autoridad.
Una mujer envió este testimonio con respecto al modo en que su decisión de
ser excelente le afectó.

Querida Joyce,
Solo un testimonio sobre cómo Dios me dio la “oportunidad” de aplicar sus
enseñanzas esta mañana en la televisión, a una situación en mi vida esta tarde.
Fue sobre cuando hablaba sobre el modo en que Dios trató con usted en cuanto
a ser excelente y siempre limpiar el desorden.
Estaba yo sacando mis latas y vidrio a los contenedores comunitarios, y
cuando fui a abrir la tapa, la bolsa de papel que llevaba en mi mano se rompió y
una jarra de cristal se cayó al piso de cemento y se hizo pedazos. Fui realmente
tentada a recoger los pedazos grandes y dejar los pequeños trocitos tan
peligrosos. Todo tipo de excusas inmediatamente pasaron por mi mente. “No
debería dejar solo al bebé. Estoy muy cansada. Tengo una escoba, pero no sé
dónde está el recogedor. Hace calor fuera”. Sin embargo, su enseñanza estaba
muy fresca en mi mente; por tanto, les dije a mis pies que llevasen a mi carne
otra vez hasta mi apartamento para agarrar la escoba y el recogedor y recoger
los cristales.
Lo hermoso sobre haber recogido fue la libertad de poder olvidar todo el
episodio cuando escogí el camino más excelente.

Su excelencia fue recompensada con paz en su corazón. Creo que la paz es


una de las mayores recompensas que recibimos cuando hacemos el esfuerzo por
hacer las cosas del modo en que sabemos que deberían hacerse y no hacer
concesiones y hacer un poco menos de lo que sabemos que es correcto. Es
maravilloso no sentirnos condenados por las cosas que nos permitimos a
nosotros mismos hacer. A veces, los sentimientos de culpabilidad o falta de paz
son vagos, pero de todos modos están presentes e interrumpen nuestra libertad.
El nombre Stradivarius es sinónimo de buenos violines. Eso se debe a que
Antonio Stradivari insistió en que ningún instrumento construido en su taller
fuese vendido hasta que estuviera tan cerca de la perfección (excelencia) como la
destreza y el cuidado humanos pudieran lograr. Stradivari observó: “Dios
necesita violines para enviar su música al mundo, y si cualquier violín tiene un
defecto, la música de Dios quedará estropeada”. Su filosofía de trabajo se
resumía en una sola frase: “Otros hombres harán otros violines, pero ningún
hombre hará un violín mejor”.
Stradivari tenía un compromiso con la excelencia porque quería hacer lo
mejor que pudiera para Dios. Su recompensa es que sus violines siguen siendo
conocidos actualmente en todo el mundo como los mejores.

Excelencia en nuestros pensamientos


Nunca podremos llegar a ser excelentes en nuestras acciones si antes no hacemos
un compromiso de ser excelentes en nuestros pensamientos. La Biblia nos
enseña que pensemos en cosas que estén llenas de virtud y excelencia (Filipenses
4:8). Cosas como creer lo mejor en todo momento, cosas que sean honorables,
justas, puras, amables y llenas de bondad. Yo hablo sobre nuestros pensamientos
en todos mis libros y en la mayoría de mis mensajes debido a su importancia.
Nos convertimos en lo que permitimos que sean nuestros pensamientos
(Proverbios 23:7).
¿Qué tipo de pensamientos entretiene usted? Cuando reconoce que sus
pensamientos no son buenos, ¿se ocupa de sacarlos de su mente, o
perezosamente permite que se queden? Es imposible llegar a ser una persona
excelente sin antes desarrollar una mente excelente.
No cometa el error de creer que sus pensamientos no importan porque de
todos modos nadie los conoce. Sí importan, y Dios los conoce. Los
pensamientos equivocados pueden envenenar nuestras vidas y actitudes. Ya que
son el precursor de todas nuestras palabras y acciones, debemos tratarlos
primero. Puede usted pensar lo que quiera pensar. Usted tiene el control, y
aunque Satanás intentará poner pensamientos equivocados y mortales en su
mente, puede usted expulsarlos y escoger otros correctos. Su mente y sus
pensamientos le pertenecen a usted, y no debería permitir al diablo utilizar su
mente como un cubo de basura, o terminará con una apestosa confusión en su
vida.

Excelencia en la conversación
El salmista David dice en Proverbios 8:6: “Oíd, porque hablaré cosas excelentes,
y abriré mis labios para cosas rectas” (RVR1960). Él estaba tomando una
decisión sobre el modo en que hablaría, y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
Al igual que podemos dirigir nuestros pensamientos, también podemos dirigir
nuestras palabras con la ayuda de Dios. El poder de la vida y la muerte está en la
lengua, y comemos el fruto de ella (Proverbios 18:21). Nuestras palabras nos
afectan a nosotros y a las personas que nos rodean, y también afectan a lo que
Dios puede hacer por nosotros. No podemos tener una boca negativa y una vida
positiva.
El apóstol Pedro nos enseña que si queremos disfrutar la vida y ver buenos
días incluso en medio de las pruebas, debemos refrenar nuestra lengua del mal (1
Pedro 3:10). Para mí, esta escritura dice algo muy importante a lo que debemos
prestar atención. ¿Qué tipo de vida quiere usted? ¿Quiere tener una vida
excelente? Si es así, entonces debe desarrollar el hábito de ser excelente en las
palabras que escoge.
No podemos meramente decir cualquier cosa que tengamos ganas de decir,
sino que debemos escoger con cuidado nuestras palabras porque son
contenedores de poder. Pueden llevar poder creativo o destructivo, y la decisión
nos corresponde a nosotros. La lengua es un órgano muy pequeño, pero puede
causar grandes problemas o producir grandes bendiciones. ¡Cambie sus palabras
y su vida cambiará!
En cuanto a mí respecta, es un privilegio entender el poder de las palabras.
Yo pasé los primeros treinta y cinco años de mi vida sin tener ni idea de que lo
que yo decía marcaba una diferencia en la calidad de mi vida. Sus palabras y las
mías nos afectan de maneras mayores de lo que podamos posiblemente imaginar,
y somos desafiados en la Escritura a permitir que sean excelentes.
Forme el hábito de no decir nada si no puede decir algo que valga la pena
decir.

Trate a las personas con excelencia


Finalmente, permítame decir que es importante que aprendamos a tratar a
todas las personas de modo excelente. Dios ama a todas las personas, y no lo
toma con bondad cuando nosotros tratamos mal a alguien. Sea educado,
respetuoso y apreciativo. ¡Sea alentador! Todo el mundo quiere sentirse
valorado, y muchos batallan con sentimientos de baja autoestima. Nosotros
estamos en posición de ser utilizados por Dios para ayudarles al tratar a todas las
personas con excelencia.
El apóstol Pablo enseña que debemos seguir el amor y que ese es el modo de
vivir más excelente.

Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones. Ahora les voy a mostrar
un camino más excelente [el amor].
1 Corintios 12:31 [comentario añadido]
CAPÍTULO
11
Conducta 8: El hábito de ser responsable

El noventa y nueve por ciento de todos


los fracasos provienen de personas que
tienen el hábito de poner excusas.
George Washington Carver

Poner excusas cada vez que nos enfrentamos a asumir la responsabilidad de


algún acto o por no haber hecho algo es un hábito muy malo. Fácilmente puede
hacer descarrilar nuestra vida, y probablemente evite el éxito. Si nos hacemos
responsables de nuestra vida, eso con frecuencia puede ser una experiencia
chocante, porque de repente no tenemos a nadie a quien culpar. Jesús dijo que
muchos son los llamados y pocos los escogidos (Mateo 20:16). Yo creo que eso
puede significar que aunque muchos son llamados a hacer grandes cosas para
Dios, pocos están dispuestos a asumir la responsabilidad de su llamado. Ser
responsables es lo que nos hace ser personas honorables. Es el precio de la
grandeza, según Sir Winston Churchill.
Las excusas no son nada nuevo. Han sido utilizadas por los seres humanos
para evitar la responsabilidad desde que el tiempo comenzó. Después de que
Adán y Eva pecasen en el huerto de Edén, ambos pusieron excusas cuando Dios
los confrontó. Ambos culparon al otro. Adán culpó a Eva y a Dios por haberle
dado a Eva, y Eva culpó al diablo. Las personas ponen excusas por sus pecados
todo el tiempo en lugar de simplemente admitirlos, confesarlos y pedir a Dios
que les perdone. Aceptar plena responsabilidad por nuestros actos es
posiblemente una de las cosas emocionalmente más dolorosas que afrontamos en
la vida. Queremos desesperadamente pensar que somos buenos, y sentimos que
admitir plenamente que hemos cometido un error y que no hemos hecho lo que
deberíamos haber hecho estropea nuestra bondad. Todos tenemos cosas que
afrontar sobre nosotros mismos, y valiente es el hombre o la mujer que están
dispuestos a hacerlo. Nunca deberíamos tener temor a admitir que estamos
equivocados en algo o que hemos cometido un error. La verdad es lo que nos
hace libres (Juan 8:32). Evitar, evadir y poner excusas nos mantiene atados.
Debido a que la verdad nos hace libres, nuestro enemigo el diablo llenará
nuestras cabezas de excusas y modos de culpar a otras personas y cosas de
nuestros errores. Él sabe que permaneceremos atrapados en nuestros problemas
si nos negamos a asumir la responsabilidad de nuestros actos.
Tomemos el ejemplo de llegar tarde. Cuando las personas llegan tarde a una
cita o al trabajo, rara vez dicen simplemente: “Siento haber llegado tarde. No
administré bien mi tiempo y no salí de mi casa cuando debería haber salido”. En
cambio, decimos cosas como: “Llego tarde porque había mucho tráfico. No
sabía que tenía que poner gasolina. Mis hijos estaban imposibles y mi esposo
puso en otro lugar las llaves del auto”. Eso bien puede ser cierto ocasionalmente,
pero cuando sucede todas las veces, existe un problema definido que hay que
abordar. Incluso si alguna de esas cosas sucedió, seguía siendo responsabilidad
nuestra salir lo bastante temprano para tener en cuenta el tráfico, para
asegurarnos de tener gasolina en el auto o tiempo para ponerla, y de administrar
bien nuestra casa para evitar los otros problemas.
¿Sabía que cuando llega usted tarde está enviando el mensaje de que su
tiempo es más valioso que el de la persona que le está esperando? Al menos,
llame a la persona y dígale que va a llegar tarde y cuándo espera llegar. ¡Eso es
ser responsable!
Poner una excusa por llegar tarde es poco comparado con todas las excusas
que las personas ponen para una lista interminable de cosas. Pero las excusas
nunca son agradables a Dios porque Él ama la verdad y quiere que nosotros
también la amemos. Poner excusas puede encajar fácilmente en la categoría de
mentiras, y eso nos hace quebrantar el mandamiento: “No mentirás”.
Cuando ponemos excusas, en realidad nos mentimos a nosotros mismos y
también a los demás. Nos mantenemos a nosotros mismos engañados por medio
del razonamiento. Fácilmente podemos encontrar una razón para cada error, pero
es mejor simplemente asumir la responsabilidad de nuestros actos.
Hay, desde luego, razones por las cuales suceden cosas, y compartir esas
razones no es siempre un problema a menos que las estemos utilizando como
excusa para no cambiar. Me encanta cuando oigo a alguien decir: “Me hago
plenamente responsable de ese error”. Inmediatamente hace que yo respete a esa
persona y confíe en ella.

Personas en la Biblia que pusieron excusas


Jesús relata una parábola de un hombre que dio una gran cena e invitó a muchos
a asistir, pero todos ellos comenzaron a poner excusas. Uno dijo que había
comprado un terreno y tenía que ir a verlo. Otro dijo que había comprado
algunos animales de granja y tenía que ir a examinarlos, y otro dijo que se había
casado y debido a eso no podía asistir. Todas esas excusas eran precisamente
eso: excusas. La verdad era que no querían asistir. Esta parábola es
representativa de Dios que invita a personas a tener una relación con Él y todas
las excusas que ellos ponen cuando lo cierto es que no quieren. Quieren dirigir
ellos mismos sus propias vidas, aunque lo estén haciendo mal, y no quieren que
Dios interfiera.
Incluso entre quienes son creyentes en Jesús oímos muchas excusas para no
servirle a Él totalmente. Las personas no tienen suficiente tiempo; están
ocupadas trabajando o llevando a sus hijos de un lado a otro a eventos
deportivos. Lo que hacemos con nuestro tiempo es cuestión de elección, y la
verdad es que hacemos lo que realmente queremos hacer. Si queremos hacer
fuertemente una cosa, entonces encontramos tiempo para eso. Hay una verdad
que ninguno de nosotros será capaz de evitar. Llegará el día en que toda persona
estará delante de Dios y dará cuentas de su vida (Romanos 14:12). Ese día no
habrá ninguna excusa.
Moisés puso excusas cuando Dios le llamó al servicio. Dijo que no era lo
bastante elocuente y que no sabía hablar. Dios finalmente se enojó con todas sus
excusas. El rey Saúl puso excusas con respecto a por qué no obedeció totalmente
a Dios al destruir por completo a los amalecitas. Félix puso excusas cuando
Pablo le habló sobre la justicia y el dominio propio. Dijo: “Vete y regresa en un
momento más conveniente”. El camino al infierno está lleno de las buenas
intenciones de aquellos que pusieron excusas para no hacer lo correcto ahora,
sino que dijeron que tenían intención de hacerlo más adelante.
Pedro puede que tuviera muchas excusas en su mente para negar a Cristo.
Dudo que él simplemente se dijera: “Soy un cobarde”. Todos ponemos excusas,
pero es momento de tratarlas y formar el hábito de ser responsables.

Integridad
La integridad es vitalmente importante. Es parte de ser una persona excelente.
Las personas de integridad se hacen responsables de sus actos; cumplen sus
compromisos en lugar de poner excusas para no cumplirlos; cumplen sus
promesas. Hacen todo lo que les dicen a los demás que van a hacer, y si por
alguna razón no pueden hacerlo, entonces contactan a la persona, le dan una
explicación, no una excusa, y piden ser liberados de ese compromiso.
Nosotros esperamos que Dios cumpla sus promesas, y Él espera que nosotros
cumplamos las nuestras. Algunas personas en la actualidad ni siquiera saben lo
que significa la palabra integridad. Debería enseñarse en las escuelas y
universidades, y si así fuera, tendríamos más personas en el mundo con buen
carácter. Como mencioné anteriormente, Dios me dijo que si yo quería ser un
éxito en el ministerio, entonces debo ser una persona de integridad. Para
nosotros en Joyce Meyer Ministries, esta ha sido una prioridad principal. Sé que
ha habido veces en que no hemos sido capaces de hacer lo que dijimos que
haríamos, pero nunca fue intencionado. He aprendido con los años a ser más
cuidadosa con los compromisos que hago. Cuando los hacemos de manera
apresurada o emocional, con frecuencia terminamos deseando no haberlos
hecho, y a veces descubrimos que no podemos cumplirlos. Tenga mucho cuidado
cuando da su palabra de que hará algo. Es mejor no comprometerse en absoluto
que comprometerse y después poner una excusa para no hacerlo. Ni siquiera le
diga a alguien que le llamará por teléfono a menos que tenga intención de
hacerlo.

Características de una persona responsable


Cuando una persona está comprometida a ser responsable, se puede contar con
que es confiable. Esa persona termina lo que comienza y hace lo que dice que
hará; rara vez abandona algo, porque es firme y dedicada.
Las personas responsables pagan sus facturas a tiempo; piensan con
antelación y no gastan más dinero del que ganan. Si atraviesan momentos
difíciles, no ignoran sus responsabilidades, sino que son veraces con aquellos
con quienes tienen un compromiso y organizan las cosas de modo que puedan
enderezarlas en cuanto puedan.
Las personas responsables no tienen que preocuparse por el futuro, porque
han hecho planes de antemano. Se han preparado para el futuro ahorrando una
parte de lo que ganan para emergencias o para la jubilación. En el capítulo 31 de
Proverbios conocemos a una mujer que es el ejemplo perfecto de cómo se ve una
persona responsable. Ella se levanta antes del amanecer para planificar el día.
Trabaja duro, y aunque quiere extenderse, considera seriamente si extenderse
sería prudente. Pasa tiempo con Dios, y por eso es fuerte para cualquier cosa que
la vida pueda traer. Ayuda al pobre y al necesitado. No tiene miedo al mal
tiempo porque ya ha hecho ropa adecuada para su familia.
Las personas responsables se ocupan bien de lo que poseen. Son buenos
administradores de aquello con lo que Dios les ha bendecido. Se ocupan de sí
mismas porque saben que su vida y su salud son regalos de Dios que necesitan
proteger. Cuidan de sus obligaciones familiares, incluyendo satisfacer las
necesidades de padres o abuelos ancianos. Cuando tienen una tarea que hay que
hacer, la hacen. Y la hacen sin tener que ser empujados o que se lo recuerden
múltiples veces. Se motivan a sí mismos, y eso significa que no necesitan
influencia exterior que les haga hacer lo que deberían hacer.
Yo creo que ayudar a los pobres y a quienes son menos afortunados que
nosotros no es solamente una cosa bonita de hacer, sino que es nuestra
responsabilidad. La Biblia nos enseña que no nos olvidemos de ellos.

Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los


pobres!
Proverbios 14:21

Ayudar a las personas que sufren no es algo que podamos hacer o no hacer
dependiendo de cómo nos sintamos en ese momento; es algo que Dios nos ha
mandado hacer. Es nuestra responsabilidad. Cualquiera que tenga algo es
responsable de ayudar a alguien que tenga menos de lo que esa persona tiene.
Yo he sido bendecida con una naturaleza responsable, y he visto el beneficio
y las recompensas de ello en mi vida. Mi hermano, que ya ha fallecido, no era
responsable, y puedo decir sinceramente que toda su vida fue un gran desorden
tras otro. Yo le quería, pero él era perezoso, mediocre e irresponsable. Tuvo
todas las oportunidades delante de él que cualquiera pudiera haber tenido, pero
quería que otros hicieran por él lo que él mismo debería haber estado haciendo.
Todo aquel que es exitoso también es responsable. El éxito y la responsabilidad
personal no pueden separarse.
No importa cuántas oportunidades tengamos en la vida si no somos
responsables para hacer lo que tenemos que hacer y aprovecharlas. Le pido
firmemente que examine su vida con sinceridad. ¿Es usted un individuo
responsable? ¿Hay áreas en las cuales podría mejorar? ¿Pone usted excusas
cuando hace algo mal? ¿Está a la defensiva cuando es corregido? Como dije,
afrontar la verdad es con frecuencia emocionalmente doloroso, pero es una de
las cosas más poderosas y liberadoras que podemos hacer. Si usted no tiene ya el
hábito de ser responsable, ¿está dispuesto a comenzar ahora mismo a
desarrollarlo?
Las personas responsables no tienen que tener ganas de hacer lo correcto a
fin de hacerlo. Dejan de preguntarse a sí mismas cómo se sienten, porque saben
que habrá momentos en que no tendrán ganas de hacer lo que deberían hacer, y
ya han decidido no permitir que su modo de sentir les haga tomar sus decisiones.
Cuando una madre tiene hijos pequeños, debe ocuparse de ellos
independientemente de cómo se sienta. Ella ni siquiera considera no ocuparse de
ellos porque sabe que debe hacerlo. Deberíamos considerar así más de nuestras
responsabilidades. Dejemos de ver nuestras responsabilidades como opciones y
en cambio veámoslas como cosas que debemos hacer.

Cinco pasos para dejar de poner excusas

Afrontar la verdad
El primer paso para tratar cualquier mal hábito es admitir que tiene usted un
problema. No posponga el confrontarlo, esperando que se irá por sí solo. Todos
los demás saben que usted tan sólo está poniendo excusas, y es momento de que
usted también lo sepa. Declare su problema en voz alta. Dígaselo a Dios,
dígaselo a usted mismo, y puede que incluso sea útil decírselo a un amigo de
confianza. El apóstol Santiago dijo que debemos confesar nuestras faltas los
unos a los otros para que podamos ser examinados y restaurados (Santiago 5:16).

No tener expectativas irrealistas


Antes de hacer ningún compromiso, incluso uno pequeño, pregúntese si
verdaderamente cree que puede hacerlo y que lo hará. Algunas personas
establecen metas irrealistas y siempre fracasan. Un poco de pensamiento previo
podría haberles ahorrado muchos problemas. Sea realista con respecto a cuánto
tiempo es necesario para hacer cosas, y permítase tiempo suficiente para hacerlas
sin estar estresado al respecto. Si necesita decir no a una petición, no vacile en
hacerlo. Somos responsables de seguir las expectativas que Dios tiene de
nosotros, y no las de cualquier otra persona.
Dejar de quejarse
Mientras nos quejemos sobre las cosas que tenemos que hacer, es probable que
encontremos excusas para no hacerlas. Quejarse por una tarea en realidad le
quita la energía para hacerla. Si quiere usted hacer ejercicio, no se queje todo el
tiempo de lo difícil que es. Tan sólo hágalo. Los israelitas se quejaban por
muchas cosas, y permanecieron en el desierto durante cuarenta largos años. La
queja evita que hagamos progreso.

Ser agresivo
No posponga el ocuparse de sus responsabilidades. Con frecuencia es mejor
hacer las cosas que menos le gustan en primer lugar. De ese modo no tiene
tiempo para aborrecerlas, y puede hacerlas mientras tiene la mayor energía.
Enfóquelas más agresivamente, y no permita que una actitud de letargo se
apodere de usted. Si pospone algo por demasiado tiempo, estará cansado debido
a otras actividades y se encontrará poniendo una excusa para no ocuparse de su
principal responsabilidad.

Encontrar una solución a los obstáculos


En lugar de quejarse y poner excusas para no hacer algo, utilice su energía para
encontrar una solución a su obstáculo a fin de poder ocuparse con mayor
facilidad de su responsabilidad. Si llega tarde al trabajo frecuentemente y eso le
frustra porque hay mucho tráfico, piense en salir de su casa más temprano. Hace
años, Dave trabajaba en una empresa que estaba lejos de nuestra casa. Llegaba a
trabajar media hora temprano para así poder evitar el tráfico pesado, y utilizaba
ese tiempo para estudiar y leer. Podemos encontrar una solución a la mayoría de
problemas si verdaderamente queremos.

Nada de excusas, sólo resultados


En el gimnasio donde yo hago ejercicio venden camisetas que dicen: “Nada de
excusas, sólo resultados”. En cualquier momento en que yo comienzo a
murmurar, mi entrenadora dice: “Nada de excusas, sólo resultados”. Ellos saben
lo aptas que son las personas para poner excusas de todo tipo para no asistir al
gimnasio regularmente. Algunos de los ejercicios son muy duros, y es tentador
poner excusas para no hacerlos.
Nuestra carne siente aversión a pensar que no hay ninguna excusa para no
cumplir con nuestra responsabilidad, pero si verdaderamente queremos tener
éxito en la vida, debemos aprender a creer eso y practicarlo. Si ponemos excusas
y culpamos a los demás de nuestros errores, entregamos nuestro poder para
cambiar. La verdad es una potente arma, y cuando la afronta de cara, le ayudará
a convertirse en la persona que usted dice que quiere ser.
CAPÍTULO
12
Conducta 9: El hábito de la generosidad

Bien le va al que presta con generosidad,


y maneja sus negocios con justicia.
Salmos 112:5

¡Sin condiciones!
Uno de los malos hábitos que deberíamos romper es ser egoístas y egocéntricos,
y la mejor manera de hacer eso es formar el hábito de ser generosos. La
generosidad hace que el alma de la persona sea verdaderamente hermosa. Dios
es generoso, y todos los que desean ser semejantes a Él deben aprender a ser
generosos. Una vez escuché que cuando damos, somos más semejantes a Él que
en ningún otro momento.
Cuando algo es un hábito, en realidad lo perdemos si no lo hacemos.
Deberíamos tener un hábito de generosidad tan fuerte que realmente deseemos la
oportunidad de hacer cosas por otros. Podemos y deberíamos formar el hábito de
ser generosos. Eso significa que decidimos hacer más de lo que tendríamos que
hacer, y siempre hacemos todo lo que posiblemente podemos. Nunca deberíamos
ser el tipo de persona que hace solamente lo que no le queda otro remedio que
hacer, e incluso entonces lo hace con murmuración y quejas. Dios se deleita en
una persona con un corazón dispuesto y generoso. Él ama al dador alegre (2
Corintios 9:7).
No lo disfruto en absoluto cuando alguien hace algo por mí y puedo sentir
que resiente haberlo hecho. Realmente lo arruina todo, y preferiría que no lo
hubiera hecho. Mi padre no era un hombre generoso. De hecho, ni siquiera le
recuerdo haciendo algo por otra persona a menos que él mismo pudiera sacar
algún beneficio. Incluso me decía repetidamente que a nadie realmente le
importaba nadie, y que todo el mundo quería un beneficio. Estoy segura de que
creía eso porque así era él, pero qué triste vivir toda la vida con ese tipo de
actitud. Cuando mi padre sí hacía algo por alguien, siempre había algo que él
quería a cambio. La verdad es que ese tipo de dar no es en absoluto dar. Cuando
las personas dan con este tipo de actitud, en realidad están comprando algo. Con
frecuencia oímos que deberíamos dar sin ninguna condición, lo cual significa dar
sin esperar nada a cambio. Deberíamos dar generosamente, sin esperar nada de
aquel a quien damos, pero sabiendo que Dios bendice y recompensa a la persona
generosa.

El que es bondadoso se beneficia a sí mismo; el que es cruel, a sí mismo se


perjudica.
Proverbios 11:17

Aún puedo recordar lo mucho que aborrecía cuando mi padre me permitía ir


al cine o tomar prestado su auto y a la vez me hacía sentir culpable por hacerlo.
Era un sentimiento terrible, y nunca quiero hacer que nadie se sienta de esa
manera. No creo que estemos siendo verdaderamente generosos a menos que
hagamos lo que hagamos con un corazón dispuesto. El dar puede comenzar
como una disciplina, pero debería desarrollarse y convertirse en deseo. Podemos
aprender a dar por el mero gozo que encontramos al hacerlo.
Un espíritu de generosidad hace que la persona dé aun cuando parezca
irrazonable hacerlo. El apóstol Pablo habla de la generosidad de las iglesias en
Macedonia. Aunque estaban experimentando una mala situación de grave
tribulación y profunda pobreza, tenían tanto gozo que se tradujo en amplia
generosidad. Ellos dieron según su capacidad, e incluso por encima de su
capacidad (lo que habría sido cómodo) (2 Corintios 8:2-3). Solamente leer sobre
aquellas personas me hace admirarlas y querer ser como ellas. Somos atraídos
hacia las personas generosas, e instintivamente no queremos estar por mucho
tiempo en la presencia de una persona tacaña.

La generosidad es la respuesta a la avaricia


La avaricia se ha convertido en un gran problema en nuestra sociedad
actualmente. Estoy segura de que siempre ha sido un problema, pero la
abundancia de cosas que están a nuestra disposición hoy día hace que sea un
problema más grande. La avaricia hace que una persona nunca esté satisfecha o
agradecida por mucho tiempo a pesar de lo mucho que tenga. El apóstol Pablo
nos dice que él había aprendido a estar contento fuera que tuviese mucho o poco
(Filipenses 4:12). Esa lección sería una lección valiosa para todas las personas
en la actualidad.
La avaricia roba la vida de la persona avariciosa, porque nunca puede estar
satisfecha. Las personas avariciosas no pueden disfrutar de lo que sí tienen
porque nunca están genuinamente contentas. No hay nada de malo en querer
cosas. Dios ha creado o nos ha dado la capacidad de crear muchas cosas
hermosas y necesarias, y creo que Él quiere que sus hijos las disfruten, pero
quiere que las disfrutemos con una actitud adecuada. Esa actitud debería ser de
gratitud, contentamiento y una disposición a ser generosos con los demás.
Debemos luchar contra la avaricia, y la mejor manera que conozco de hacerlo
es desarrollar el hábito de la generosidad. La avaricia es un problema tan
inmenso que la Palabra de Dios nos enseña que ni siquiera nos relacionemos con
cualquiera que sea conocido por ser culpable de avaricia. ¿Por qué diría Él eso?
Creo que se debe a que la avaricia es un espíritu maligno, y Dios no quiere que
seamos afectados por él. Dios quiere que crezcamos en generosidad, no en
avaricia. Podemos fácilmente ser afectados por las personas de quienes nos
rodeamos, especialmente si tenemos una cercana relación con ellas. Si quiere
usted ser una persona generosa, haga amistad con otras personas generosas.
Observe su modo de vivir y aprenda de su ejemplo.
Estoy pensando en algunas personas con las que salgo a comer a menudo y
que siempre son muy amigables, alentadoras y amables con todos los
trabajadores en el restaurante. Tienen una buena actitud incluso si su comida no
es exactamente lo que habían esperado, y dan propinas generosamente. Toda su
actitud es de generosidad. Estar con ellas ayuda a hacer que la comida sea muy
agradable, y soy desafiada por su conducta a estar siempre creciendo en
generosidad. Escoja amigos que le hagan ser una mejor persona. Desde luego,
siempre queremos llegar a personas que necesitan que seamos también un
ejemplo para ellos, pero no es bueno si ellos son el único tipo de personas de las
que nos rodeamos.

Sea generoso a propósito


Las personas que no tienen el hábito de ser generosas puede que tengan que
obligarse a ser generosas durante un periodo de tiempo, pero puedo asegurarle
que más adelante se volverán adictos a ello. Tome la decisión de ser una
bendición para otros, y comience a buscar oportunidades. Cuando oiga que una
persona tiene necesidad, no piense: “Alguien tiene que ayudarle”, sin preguntar a
Dios si es usted ese alguien a quien Él quiere utilizar.
Me encanta dar de diversas maneras, y conozco a muchas otras personas que
tienen el mismo sentimiento. No comenzamos siendo así, pero aprendimos a
hacerlo al tener relación con Dios y estudiar su Palabra. Yo también fui afectada
por estar con personas generosas que se convirtieron en un ejemplo para mí.
Inicialmente, tuve que comenzar a ser generosa a propósito, pero finalmente en
realidad comenzó a gustarme. Mi asistente ejecutivo dice que ella era una de las
personas más tacañas de la tierra, y ahora es una dadora radical y extravagante.
Ella dice que la lección más grande y más transformadora que ha aprendido de
mis enseñanzas es a dar. Para pasar de ser así de tacaña a ser ahora muy
generosa, ella tuvo que comenzar haciendo actos de generosidad a propósito.
Nuestros hijos nos han dicho a Dave y a mí que una de las mejores cosas que
les enseñamos fue a dar. Aprenda a ser generoso y enséñelo a otras personas. Si
su espíritu está de acuerdo con lo que está leyendo aquí sobre la generosidad
pero sabe que no es usted una persona verdaderamente generosa, puede llegar a
serlo. Ore y pida a Dios que le ayude, y entonces comience a hacer cosas por los
demás hasta que se convierta en un hábito.
No crea que tiene que tener mucho dinero para ser generoso. La generosidad
puede practicarse independientemente de lo mucho o lo poco que usted tenga. Si
comparte lo que tiene con otros libremente, es usted una persona generosa.
Puede compartir una comida, prestar una mano de ayuda, dar hospitalidad
invitando a otros a su casa, o puede dar el regalo de la amistad verdadera. A mí
me gusta hacer regalos a personas, pero las cosas no son lo único o ni siquiera lo
más importante que se puede dar.
Lo principal debería ser que estemos permitiendo que fluya desde nosotros
abundancia de cosas buenas hacia los demás. La avaricia me asusta porque creo
que puede apoderarse fácilmente de cualquiera si no se lucha contra ella. Cuando
Dios comienza a bendecirnos, lo último que deberíamos hacer es volvernos
avariciosos. Cuando fluyan las bendiciones hacia nosotros, ese es el momento de
proseguir para ser una bendición a otros más que nunca.

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás


una bendición.
Génesis 12:2
Dios le dijo a Abraham que quería bendecirle abundantemente, pero la
promesa llegaba con una instrucción de ser una bendición a otros. Si nos
convertimos en “guardadores” de todo lo que llega a nosotros y no dejamos que
fluya a través de nosotros, nos volvemos como pozos atrancados. Tenemos lo
necesario para ayudar a las personas, pero nos negamos a dejar que fluya. No
sólo otros quedan privados de bendiciones si nosotros somos tacaños o
avariciosos, sino que también nos sentimos muy desgraciados. ¿Posee usted sus
posesiones, o sus posesiones le poseen a usted? ¿Es capaz de utilizar lo que tiene
para ser una bendición? Dios es un dador, y si queremos disfrutar la vida y
cumplir nuestro propósito, entonces debemos convertirnos también en dadores.
Hay una diferencia entre quien da ocasionalmente y un dador. Cuando una
persona da ocasionalmente, es algo que hace, pero cuando se convierte en un
dador, eso es él o ella. El dar se ha convertido en un hábito, y es parte de su
carácter. No hay que convencer a esa persona para que dé, sino que, en cambio,
realmente le encanta dar y siempre está buscando maneras de hacerlo.
Este es un buen lugar para detenernos por un momento y hacer una
comprobación de realidad. Es momento para una prueba de verdad. ¿Es usted un
dador generoso? ¿Da todo lo que puede de diversas maneras, o sigue reteniendo
a causa del temor, intentando con fuerza asegurarse de que primero esté usted
bien atendido? Si sabe en su corazón que no es una persona generosa, no se
sienta culpable, sino comience a desarrollar el hábito de ser generoso.

Haga un plan
¿Cuáles son algunos pasos que puede usted dar para comenzar a formar este
maravilloso hábito? En primer lugar sugiero que haga un plan. Cada día, piense
en personas a las que pueda bendecir y de qué maneras puede bendecirles.
Cuanto más piense en otros, menos tiempo tendrá para concentrarse en usted
mismo y en sus propios problemas. He descubierto con los años que cuanto
menos pienso en mí misma, más feliz soy.
Piense en las personas con las que estará hoy, y piense en cuáles pueden ser
sus necesidades. Quizá solamente necesiten aliento; quizá necesiten hablar y
usted podría bendecirles al escuchar. Quizá tengan necesidad económica y usted
podría darles una tarjeta de compra para el supermercado o una tarjeta para
gasolina. Hay interminables maneras de bendecir a las personas si sencillamente
ponemos nuestra mente a trabajar. Si usted no sabe lo que la persona necesita,
entonces comience a escucharla, y no pasará mucho tiempo hasta que le oiga
mencionar algo que le hace falta. Una persona podría decir: “Últimamente he
estado muy desalentado”, y esa es su oportunidad para alentarle. O podría decir
en la conversación: “Realmente necesito ropa nueva, pero tendré que esperar un
poco”, y podría usted considerar comprarle un traje nuevo. Si viste la misma
talla que usted, podría regalarle alguno de los suyos. A veces, he mantenido una
lista de cosas que he oído decir a varias personas que quieren o necesitan, e
incluso si yo no puedo hacerlo por ellos en ese momento, lo mantengo en mi
lista y lo hago cuando puedo. Aprenda a escuchar.
Otra cosa que podemos hacer es un inventario de lo que poseemos y no
usamos nunca y comenzar a regalarlo. Siempre hay personas que
desesperadamente necesitan o quieren lo que nosotros tenemos y ni siquiera
utilizamos. Mi lema es: “Úsalo o suéltalo”.
No tenemos que conocer personalmente a una persona para ser una bendición
para ella. Si decidimos ser una bendición dondequiera que vayamos, eso tendrá
que incluir a los extraños. He descubierto que las personas se sienten bien si yo
les pregunto su nombre cuando me están ayudando en una tienda en un
restaurante. Las personas quieren y necesitan sentir que estamos interesados
genuinamente en ellos como individuos.
Planee poner sonrisas en los rostros. Incluso puede comenzar con una meta
como: “Quiero poner una sonrisa al menos en un rostro al día”; es decir, al ser
una bendición de alguna manera. Cuando alcance esa meta regularmente,
auméntela a dos rostros y después cada vez a más. Pronto la generosidad se
convertirá en un estilo de vida.
Sea creativo y ore para que Dios le muestre maneras de poder bendecir a
personas. Cuanto más generoso se vuelva usted, más será bendecido en su propia
vida. Hágalo para la gloria de Dios y en obediencia a Él. No podemos dar más
que Dios. Él dijo que si damos, nos será dado, medida buena, apretada y
rebosando (Lucas 6:38). No terminará usted con menos si es un dador generoso;
en realidad prosperará en todo lo que haga.
Generosidad no solamente es dar de nosotros mismos, de nuestro dinero y
cosas; también implica el modo en que tratamos a las personas. Las personas
generosas de espíritu serán pacientes con las debilidades de los demás, rápidas
en perdonar y lentas para enojarse. Siempre creen lo mejor de las personas.
Escuchan cuando otros sufren y hacen un intento por dar consuelo, o solamente
mostrar interés. También son alentadoras, y edifican a las personas. Dan mucha
importancia a lo que otros hacen bien, pero frecuentemente ni siquiera
mencionan lo que hacen mal. Si yo tuviera que escoger entre ambas cosas,
preferiría tener a alguien que me diera esas cosas en lugar de que pagase mi
almuerzo.

Criaturas de hábito
Somos criaturas de hábito, pero los malos hábitos pueden ser rotos y pueden ser
sustituidos por buenos hábitos. Como ya he dicho, creo que si nos concentramos
en formar buenos hábitos, los malos no tendrán ningún lugar desde donde operar
en nuestras vidas. Podemos formar el hábito de ser una persona generosa que
continuamente se acerca a otros para hacer que sus vidas sean mejores, y al
hacerlo, los malos hábitos que anteriormente teníamos no encontrarán lugar
alguno en nosotros. Admito que yo era una persona muy egoísta y centrada en
mí misma durante gran parte de mi vida. No tenemos que aprender a ser
egoístas, pues nacemos con esa capacidad. Afortunadamente, mediante el nuevo
nacimiento en Jesucristo, podemos cambiar. Jesús murió para que ya no
tuviésemos que vivir para nosotros mismos (2 Corintios 5:15). ¡Esas son buenas
noticias! Podemos ser libres del egoísmo. Podemos ser libres de pensar
constantemente: “¿Y qué de mí?”. No tendremos que temer que nuestras
necesidades no sean satisfechas, porque Dios siempre se ocupará de nuestras
necesidades cuando nosotros nos ocupemos de cuidarnos de las necesidades de
otras personas.
CAPÍTULO
13
Conducta 10: El hábito de la prisa

El diablo tiene una mano en


lo que se hace con prisa.
Proverbio turco

Las personas ocupadas con frecuencia sienten que deben apresurarse para hacer
todo lo que tienen que hacer, pero yo creo que si constantemente debemos
apresurarnos para conseguir que todo se haga, estamos haciendo demasiado. La
mayoría de personas en la actualidad dicen que tienen demasiado que hacer y
lamentan el estrés bajo el que se encuentran, pero olvidan que ellos son quienes
organizan su horario, y son los únicos que pueden cambiarlo. ¿Realmente
tenemos que hacer todas las cosas que hacemos, o podríamos fácilmente
eliminar algunas de ellas y poder disminuir el paso, y vivir la vida a un ritmo del
que pudiéramos disfrutar? Creo que todos conocemos la respuesta a esa
pregunta. Claro que podemos hacer menos si verdaderamente queremos.
Cuando vemos la duración de la vida de una persona sobre el papel o sobre
una tumba, comienza con el año de su nacimiento y termina con el año de su
muerte. Lo único que hay entre esas dos fechas es un guión. Quizá el guión esté
ahí porque eso es lo que parece nuestra vida. Hacemos todo con prisa, y antes de
darnos cuenta, la vida llega a su fin y puede que no la hayamos disfrutado en
absoluto.

La mayoría de los hombres buscan el placer con tanta prisa sin aliento, que lo
dejan atrás.
Soren Kierkegaard
Gran parte de lo que nos apresuramos a hacer lo hacemos porque pensamos
que si lo hacemos en ese momento, disfrutaremos de la vida en algún momento
en el futuro. ¡Sugiero que disminuyamos el paso y comencemos a disfrutar de la
vida ahora!

¿Tiene prisa Dios?


Mi experiencia es que Dios no tiene prisa. Él parece tomarse su tiempo con todo.
Nunca llega tarde, pero normalmente tampoco llega temprano, y espera que
seamos pacientes mientras esperamos. En este momento estoy mirando por un
gran ventanal a árboles, césped, flores y pájaros blancos que vuelan por la zona
ocasionalmente. Mientras miro, me doy cuenta de que la naturaleza no tiene
prisa; sin embargo, se hace todo lo que hay que hacer.
Las personas que disfrutan al estar en el exterior dicen que les gusta la
naturaleza porque es pacífica. A mí me gusta porque me recuerda a Dios y su
creación. Me encanta la paz que produce. Un paseo desenfadado por la
naturaleza es útil para nuestra alma al igual que para nuestro cuerpo. Pero ¿cuán
frecuentemente tomamos tiempo para darlo? Algunas personas caminan o corren
para hacer ejercicio, y puede que disfruten del beneficio que obtienen de ello,
pero eso es bastante distinto a caminar simplemente para disfrutar de la creación
de Dios y de la paz que produce. Tome la decisión de no pasar apresuradamente
al lado de la creación de Dios y no tomar nunca tiempo para observar, disfrutar y
apreciar.
Durante los últimos años he hecho un esfuerzo por aprender a disfrutar de
todo lo que hago, y a fin de hacer eso tengo que seguir recordándome a mí
misma que disminuya el paso. Podrían referirse a mí como a una persona rápida.
Yo tomo decisiones rápidas, paso de una cosa a otra rápidamente y en ocasiones
me muevo tan deprisa que no recuerdo lo que hice. Mi hija en broma me ha
pedido que espere hasta que ella estacione el auto para desabrocharme mi
cinturón de seguridad y abrir la puerta para salir. Si vamos juntas de compras, yo
puedo estar en la tienda mientras ella está aún saliendo del auto. Si no sigo
recordándome a mí misma que disminuya el paso, descubro que mi mente
normalmente va un paso por delante de donde yo estoy.
Dave rara vez se apresura, mi yerno rara vez se apresura, y conozco a algunas
otras personas que son como ellos, pero la mayoría de personas tienen prisa, y
tristemente ni siquiera están seguras de hacia dónde se dirigen en la vida. Si
usted y yo queremos romper el hábito de la prisa, tendremos que realizar
cambios en nuestro estilo de vida y mentalidad. Los buenos hábitos expulsan a
otros malos; por tanto, enfóquese en permanecer en paz y con paciencia, y la
prisa finalmente será una cosa del pasado.

Poner una alarma de sobrecarga


En realidad no tiene que hacer usted todo lo que los demás quieren que haga, y
es perfectamente aceptable decir no. Proteja su paz al negarse a sobrecargar su
horario. En cuanto comience a sentirse presionado a hacer más de lo que sabe
que puede hacer pacíficamente, deje que esa sea su alarma de sobrecarga. Al
igual que la alarma de un reloj nos da la señal para que nos levantemos y
comencemos el día, deje que su alarma de sobrecarga sea su señal para decir no
a cualquier cosa que venga a fin de retener la paz. Una de las personas a las que
tengo que decir no es a mí misma. A veces, quiero hacer cosas yo misma que me
hacen sentirme presionada y tengo que decir: “Joyce, tu paz es más importante
que esto que quieres hacer”. Con bastante frecuencia nosotros somos nuestro
peor enemigo. Puede que queramos participar en todo en lo que participan las
personas que conocemos, pero puede que eso no sea lo mejor para nosotros. Si
usted sigue la sabiduría, puede retener la paz incluso cuando todas las personas
que conoce están estresadas debido a la prisa.
Cuando fije citas que rápidamente pueden llenar todos sus días, asegúrese de
fijar citas con usted mismo para obtener descanso y relajación. Tome tiempo
para evaluar su horario con frecuencia, y si hay cosas en él que no están dando
buenos frutos para usted o que piensa que ya no debería hacer, elimínelas.
Pregúntese si lo que está haciendo vale la pena lo que le cuesta a fin de hacerlo.
Dios no tiene prisa. Si nosotros tenemos prisa, es probable que pasemos
rápidamente por su lado y después nos preguntemos dónde se fue Él. Aprenda a
vivir en el ritmo divino de Dios. Viva a un ritmo que le permita hacer lo que
hace con paciencia y paz.
San Francisco de Sales dijo: “Nunca tenga prisa; haga todo tranquilamente y
con un espíritu calmado. No pierda su paz interior por ninguna cosa en absoluto,
incluso si todo su mundo parece trastornado”.

Los beneficios de la prisa


Cuando medito en cuáles son los beneficios de la prisa, sinceramente no puedo
pensar en ninguno; pero rápidamente puedo pensar en varias desventajas. La
prisa continua es mala para nuestra salud; pone estrés sobre nosotros, y todos
sabemos lo que eso produce. La prisa daña nuestras relaciones. O nunca
tomamos tiempo para desarrollar ninguna, o si tenemos amistades, no tomamos
tiempo para escucharles verdaderamente o satisfacer sus necesidades. Con
frecuencia descuidamos a nuestra familia en la búsqueda de lograr todas las
cosas que tenemos que hacer. Estamos demasiado ocupados para escuchar a los
niños cuando ellos intentan decirnos algo, demasiado ocupados para visitar a
nuestros padres ancianos que están solos, y demasiado ocupados para emplear
tiempo en nuestro matrimonio, que seguramente se desmoronará algún día si no
lo hacemos. Ya he mencionado una de las inmensas desventajas de la prisa, y es
que no disfrutamos de nada de lo que hacemos. La vida pasa como en una
neblina, y al final de ella lamentaremos no haber hecho menos y haber disfrutado
más.
De hecho, me atrevo a decir que muchas de las cosas que consideramos una
pérdida de nuestro tiempo serán precisamente las cosas que más atesoraremos en
años futuros. ¿A cuántas mamás conoce con hijos adultos que darían cualquier
cosa por poder sentarse con sus pequeños y ser entretenidas con cada pequeña
cosa que sucedió ese día? A cuántas esposas no les encantaría otra cosa que ver
interminables repeticiones de los viejos episodios de Star Trek con su esposo; si
él estuviera ahí. ¿Cuántos de nosotros lamentaremos las veces en que no
llamamos a nuestra mamá sólo para decir hola o hacerle una breve visita?
Cada vez que hacemos una de esas cosas estamos añadiendo a nuestra cuenta
bancaria. Esa cuenta no está compuesta por dinero para gastar en años futuros;
está compuesta por recuerdos que podemos disfrutar una y otra vez en el futuro.
Tener prisa hace que nos perdamos las cosas verdaderamente importantes de
la vida. Nos hace estar malhumorados e impacientes con personas y cosas, y
somos rápidos para mostrar enojo, y nuestra excusa es siempre que estamos
ocupados y tenemos prisa, como si eso perdonase nuestra mala conducta. La
impaciencia es meramente prisa interior. Tenemos que pensar continuamente y
planear intentar hacer todo lo que pensamos que tenemos que hacer.
Apresuramos a nuestra alma, y cuando alguien o alguna cosa no se mueven tan
rápidamente como nosotros, mostramos una actitud de impaciencia.
Por ejemplo, si yo tengo prisa y Dave quiere hablarme del partido de la noche
anterior, algo en lo que yo no estoy interesada en absoluto, casi siempre me
pondré impaciente con él. O si yo tengo prisa y algo mecánico no funciona del
modo en que debería, me irrito y me siento impaciente, y con frecuencia me
encuentro gritándole a un pedazo de metal. ¿Se ha enojado alguna vez con su
computadora o su teléfono celular y le ha llamado estúpido? Yo lo he hecho. Le
aliento a que disminuya el ritmo y rompa el hábito de la prisa antes de que se
dañe usted mismo, a las personas que le rodean y al buen plan que Dios tiene
para usted.
Hay tantas personas que tienen prisa en la actualidad que puede que ni
siquiera se den cuenta de que es anormal, pero lo es. Nunca fue intención de
Dios que nos apresurásemos en todo y que tuviésemos nuestra alma con nudos
debido al estrés de la prisa. La prisa es una ladrona de paz, y uno de los regalos
más preciosos que Jesús nos ha dejado es su paz. Sin ella, no vale la pena vivir la
vida, por lo que a mí respecta.

La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo.
No se angustien ni se acobarden.
Juan 14:27

El mensaje en este versículo de la Escritura es claro. Jesús nos ha dejado su


paz, pero nosotros debemos ser responsables de organizar nuestras vidas de tal
manera que podamos disfrutarla. Es un regalo que Jesús ha dado gratuitamente,
pero podemos perdernos por completo los beneficios de ella a menos que la
valoremos mucho. ¿Qué podría usted cambiar en su vida que le daría
inmediatamente más paz?
Si sabemos qué hacer y no lo hacemos, entonces no hay nada que pueda
hacerse para ayudarnos. Con frecuencia oramos por paz, pero ¿estamos haciendo
nuestra parte? Dios no lo hace todo por nosotros, pero nos mostrará qué hacer y
entonces nos dará la capacidad de hacerlo si estamos dispuestos. Cuando
sepamos qué hacer, es mejor no dejarlo para más adelante sino emprender la
acción y hacerlo. Pronto pero no ahora con frecuencia se convierte en nunca.
Cuando usted sabe lo que tiene que hacer, muévase y hágalo. Posponer las cosas
las deja por ahí para molestarnos, pero completarlas nos da un sentimiento de
ordenada satisfacción. Cuando hay una colina que escalar, no piense que la
espera hará que sea más pequeña. Si no postergamos las cosas, no nos veremos
presionados al tener que apresurarnos para hacerlas en el último momento.
Si no hay beneficio alguno en la prisa, entonces ¿por qué lo hacemos? Ah,
claro, a veces tenemos que movernos con un poco más de rapidez para llegar a
una cita a tiempo porque sucedió algo que no habíamos planeado, pero eso es
totalmente distinto a vivir apresuradamente todo el tiempo. E incluso las veces
en que necesitamos apresurarnos para llegar a algún lugar a tiempo,
probablemente podríamos haberlo evitado si lo hubiéramos planeado mejor.
Vivir con margen
Si tiene usted un serio hábito de la prisa, probablemente necesite localizar las
raíces de su problema. La prisa puede que sólo sea un mal hábito, pero también
puede ser el fruto de la postergación. Las personas que postergan las cosas y se
retrasan, que siempre esperan hasta el último minuto para hacer las cosas,
siempre tendrán prisa. Aprenda a vivir con margen. Eso significa asignar más
tiempo del que usted cree que podría ser necesario para prepararse para hacer
cosas y llegar a lugares. Entonces, si sucede algo que usted no esperaba que
sucediera, estará preparado.
Yo soy una persona muy enfocada y no me gusta desperdiciar tiempo, por eso
tiendo a no dejar mucho espacio entre citas o eventos, y eso con frecuencia ha
causado que me sienta apresurada. Si alguna cosa sale mal en mi plan perfecto,
entonces todo mi día puede estar desajustado según mi horario tan bien
planeado. He aprendido, al haber experimentado muchos días frustrantes, que el
mejor plan es dejar espacio (margen) para las cosas inesperadas. En otras
palabras, he aprendido a esperar lo inesperado. Si su plan para el día no está
funcionando, haga una llamada telefónica y cambie algo si eso evitará que tenga
que apresurarse. Declare la guerra a la prisa, y permanezca en la batalla hasta
que haya detectado y derrotado a cada enemigo de su paz.

Comenzar bien
Hace unos años escribí un devocional titulado Comience bien su día, y es uno de
nuestros libros de mejor venta. ¿Por qué? Porque las personas entienden que si
pueden comenzar correctamente su día, el resto de ese día irá mucho mejor. Si
necesita romper el hábito de la prisa, diga buenos días a Jesús cuando se
despierte y después declare: “No me apresuraré hoy. Haré las cosas al ritmo que
me permita mantener la paz, la paciencia y que me haga disfrutar de cada tarea”.
Siempre que sienta que comienza a apresurarse, dígalo de nuevo, y una y otra
vez si es eso lo que tiene que hacer. Esta confesión sería mucho mejor que decir:
“Tengo prisa” unas veinte veces por día.
Esto puede y debería hacerse con cualquier hábito en que esté trabajando. Si
está formando el hábito de ser una persona decisiva, entonces cuando se
despierte, después de saludar al Señor diga: “Hoy tomaré decisiones. Soy sabio,
soy guiado por el Espíritu Santo, y no dejaré las cosas para después”. Eso es
mucho mejor que decir durante todo el día: “Me resulta muy difícil tomar
decisiones”.
No olvide practicar el hábito Dios, ¡porque el formar todos los otros buenos
hábitos depende de ello! Pase tiempo con Dios y pida su ayuda al comienzo del
día. Hacer estas cosas le ayudará a comenzar bien su día.
CAPÍTULO
14
Conducta 11: Hábitos emocionales

Todos tenemos emociones, y nunca sabemos cuándo aparecerán o se irán, pero


no tenemos que permitir que nos gobiernen. Podemos controlar nuestras
emociones y romper hábitos emocionales que nos hacen daño a nosotros mismos
y a otros. Algunos hábitos emocionales dañinos son: autocompasión, depresión y
excesivo desánimo o tristeza, y permitir que nuestras circunstancias determinen
nuestro estado de ánimo. Otros son ser irascible, ser delicado y ofenderse con
facilidad, y emprender la acción basados en la emoción sin ser realistas y pensar
en lo que estamos haciendo. Hay cientos de emociones, pero estas son algunas
de las que tratamos más frecuentemente.

Autocompasión
El hábito de sentir lástima por nosotros mismos es a lo que me refiero como un
hábito feo.
No hay nada tan poco atractivo que mirar o más desagradable con quien estar
que una persona que sea propensa a la autocompasión. Es muy agotador para
todos. Conozco a una mujer que fue muy dulce y agradable toda su vida, y le
encantaba hacer cosas por otras personas; pero a los ochenta y siete años de edad
ya no podía vivir sola, y tuvo que ingresar en una residencia para ancianos. La
residencia era una de las mejores en la ciudad, y la plantilla de personal era
superior. Se ocupaban bien de ella, tenía buenos alimentos, sus hijos pagaban las
facturas y la visitaban con frecuencia, pero ella permitió que la emoción de la
autocompasión comenzase a gobernar en su vida. Se quejaba de todo y
encontraba fallos en todo. Frecuentemente decía que las personas no entendían
lo difícil que le resultaba renunciar a todas sus cosas y tener que apoyarse en
otras personas.
El problema se volvió tan grave que las personas aborrecían visitarla, y el
personal se estremecía cada vez que ella apretaba el botón o encendía la
bombilla roja que había fuera de su cuarto, indicando que quería o necesitaba
algo.
Pensar en las cosas negativas en su vida finalmente le hizo estar enojada y
deprimida, y tristemente su médico tuvo que darle cada vez más medicinas para
la ansiedad y los nervios para mantenerla lo bastante calmada para que las
personas pudieran manejarla. Creo verdaderamente que si ella hubiera sido
positiva y agradecida, su experiencia podía haber sido un gozo. Ella estaba tan
centrada en sí misma que se negaba incluso a salir de su cuarto para visitar a
cualquiera de los otros residentes o para ir al comedor, a la capilla, o a cualquier
función que ofrecía la residencia. Para mí, este es un buen ejemplo de cómo
mostrar habitualmente emociones equivocadas puede literalmente arruinar
nuestra vida y nuestras relaciones. Ella sí tenía opción en cuanto a cómo
reaccionaría a ese nuevo periodo de su vida, pero tomó la decisión equivocada
que le condujo hacia años desgraciados para ella que podrían fácilmente haberse
evitado.
Uno de mis mayores problemas en los primeros años de mi vida fue la
autocompasión. Era sin duda alguna una emoción que yo permitía que me
controlase la mayor parte del tiempo. Cuando no obtenía lo que quería o tenía
dificultades y problemas, mi primera reacción era sentir lástima de mí misma. Yo
había soportado una niñez abusiva y un primer esposo infiel, y en cierto modo
caí en la trampa de pensar que tenía derecho a sentir lástima de mí misma.
Pensaba que después de todo lo que había aguantado, era momento de que
tuviera una vida fácil y consiguiera las cosas a mi manera, y cuando ese no era el
caso, me hundía en la autocompasión. Recuerdo cuando Dios habló a mi
corazón: “Joyce, tienes motivo para sentir lástima de ti misma, pero no tienes
derecho a ello porque yo estoy dispuesto y esperando a llevar justicia y
recompensa a tu vida”. Cuando nos permitimos convertirnos en una víctima, eso
amenaza nuestro futuro. No importa el mal comienzo que puede que hayamos
tenido en la vida, o incluso lo mal que están las cosas en este momento; Dios
siempre nos recompensará y nos dará una doble bendición por nuestros
anteriores problemas si estamos dispuestos a hacer las cosas a su manera. Su
manera no es la autocompasión y todas las otras emociones negativas que la
acompañan. Yo tuve que romper el hábito de la autocompasión, y usted tendrá
que hacer lo mismo si eso es un problema para usted. La autocompasión le
mantiene atascado solamente con usted mismo, y el yo con quien está no es feliz.
Usted se convierte en el centro de su universo. Dios tuvo que mostrarme que la
autocompasión es realmente idolatría, porque cuando nos enfocamos hacia el
interior, nos centramos en agradarnos a nosotros mismos en lugar de centrarnos
en Dios.

La autocompasión es una muerte y no tiene resurrección, es un sumidero del


cual ninguna mano puede sacarle porque usted ha escogido hundirse.
Elizabeth Elliot

No podemos recibir ayuda de Dios o del hombre hasta que tomemos la


decisión de romper el mal hábito de hundirnos en la autocompasión cuando nos
enfrentamos a desengaños en la vida.
Como con cualquier mal hábito, el modo de vencer la autocompasión es
reconocerla y darse cuenta de que le está haciendo daño y que no agrada a Dios.
Entonces debe confesarla como pecado, arrepentirse y pedir el perdón y la ayuda
de Dios para cambiar. Aprenda a reconocer las señales de que se está hundiendo
usted en la autocompasión, y diga: “No, no voy a volver otra vez a ese lugar
oscuro”. La autocompasión es una pérdida total del tiempo, y nos hace sentir
abominables. Evita que Dios nos ayude, hace que sea desagradable estar a
nuestro lado, y roba el gozo y la paz.
Si está comenzando a hundirse en la autocompasión, entonces piense en sus
bendiciones. Escríbalas y repítalas en voz alta. Vaya a visitar o llame a alguien
que esté peor que usted. Salga y ayude a alguien, pero cualquier cosa que haga,
no se limite a hundirse cada vez más profundamente en la lástima por usted
mismo. Si tiene un lugar donde vivir, alimentos para comer y ropa para vestir,
está usted en mejor posición que la mayoría de la mitad de la población del
mundo. Si nos comparamos con personas que parecen tener una vida mejor que
nosotros, fácilmente podemos hundirnos en la autocompasión. Sin embargo, si
nos comparamos con quienes tienen menos que nosotros, entonces ciertamente
nos sentiremos afortunados. Desarrolle el hábito de no permitir que emociones
como la autocompasión le controlen.

Controle su enojo

Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo.


Salmos 37:8, RVR1960

El enojo es un síntoma; el yo es la enfermedad. Podemos fácilmente llegar a


enojarnos y perder nuestra paz cuando no obtenemos lo que queremos, pero
también podemos desarrollar el hábito de permanecer en paz y no permitir que
nuestras emociones nos controlen. Mantener feliz al “yo” puede convertirse en
una tarea de tiempo completo, pero la paga es decepcionante al final de la
semana. Yo finalmente entendí que cuanto más me consentía a mí misma, más
desgraciada era. Creo que el único camino hacia la felicidad verdadera es
olvidarse de usted mismo y vivir para ser una bendición para otros. Dios siempre
nos dará gozo si seguimos sus pautas para una vida feliz.
La Biblia nos enseña claramente que debemos controlar nuestro enojo. Puede
que usted piense que no puede hacer eso, pero la verdad es que es su enojo, y
solamente usted puede soltarlo o controlarlo. La decisión es de usted. Yo me crié
en una casa donde el enojo y los problemas eran la norma. Mi padre era un
hombre muy enojado, y utilizaba su enojo para controlar a las personas mediante
el temor. Yo estaba tan acostumbrada al enojo que ni siquiera sabía que la paz
era una opción hasta que vi la paz de Dios operando por medio de Dave.

¿Enojo justo o injusto?


El enojo justo es una emoción divina, pero es enojo dirigido hacia el mal en
lugar de hacia todas las personas y cosas en nuestra vida que nos molestan. Si
vamos a enojarnos, ¿por qué no enojarnos lo bastante ante la pobreza para hacer
algo al respecto? ¿O enojarnos tanto por el tráfico de seres humanos que oremos
y participemos de alguna manera para rescatar a quienes están esclavizados por
esta terrible tragedia? Recientemente, uno de nuestros equipos médicos estaba en
una zona del mundo donde prolifera el tráfico sexual, y debido a la pobreza
extrema que existe allí, muchos padres venden a uno o dos de sus hijos por
quinientos dólares a fin de evitar que los otros cinco o seis se mueran de hambre.
Racionalizan que al menos aquellos a quienes venden serán alimentados, y el
precio que obtienen por ellos alimentará a los que quedan en casa. No tienen un
verdadero entendimiento de que están vendiendo a sus hijos a una vida de
tormento, enfermedad y esclavitud. Afortunadamente, en este momento estamos
negociando con traficantes en aquella zona para volver a comprar a esas
muchachas, muchachas que ya estaban dentro de un contenedor esperando a ser
enviadas a otro país donde serían obligadas a ejercer la prostitución. Costará tres
mil dólares, pero vale la pena cada centavo por salvarlas de la vida que tendrían
que soportar. Estamos enojados por esta maldad en el mundo actualmente, pero
es un enojo justo que nos mueve a la acción. Yo malgasté gran parte de mi vida
con un enojo injusto, al estar enojada porque no conseguía todo lo que quería, y
me niego a malgastar nada más. ¿Está usted en ese punto ya? Espero que lo esté,
y que comience a tener el control de su enojo en lugar de permitir que su enojo
le controle.
Aunque hay un enojo justo, ese no es normalmente el tipo de enojo que
experimentamos; además, ese no es el que nos causa problemas. El tipo de enojo
que normalmente sentimos es el enojo injusto. Es el enojo que desencadena
dolor y daño no solamente a otros sino también a nosotros mismos.
La emoción del enojo injusto es una enfermedad a la espera de producirse. El
enojo frecuente sitúa sobre nosotros un estrés indebido y es la raíz de muchas
enfermedades. Médicos de Coral Gables, Florida, compararon la eficacia de la
acción de bombeo del corazón en dieciocho hombres con enfermedades
coronarias con nueve controles sanos. Cada uno de los participantes en el estudio
se sometió a una prueba de estrés físico (en una bicicleta estática) y tres pruebas
de estrés mental (haciendo problemas de matemáticas en su mente, recordando
un incidente reciente que les hubiera hecho sentir mucho enojo, y dando un
breve discurso para defenderse contra una hipotética acusación por hurto).
Utilizando sofisticadas técnicas de rayos X, los médicos tomaron fotografías de
los corazones de los sujetos en acción durante aquellas pruebas.
Para todos los sujetos, el enojo reducía la cantidad de sangre que el corazón
bombeaba a los tejidos corporales más de lo que lo hacían las otras pruebas, y
esto fue especialmente cierto para aquellos que tenían enfermedades cardiacas.
Los médicos que realizaron las pruebas comentaron: “Por qué el enojo es
mucho más potente que el temor o el estrés mental es lo que nos preguntamos.
Pero hasta que hagamos más investigación sobre este tema, no haría daño alguno
contar hasta diez antes de explotar en enojo”.
La interpretación de Dios de “explotar en enojo” es “sólo quédense
tranquilos” (Éxodo 14:14, NTV). Él nos ha dado su paz, pero tenemos que
aferrarnos a ella cuando la tentación de perderla llegue a nuestra puerta. Sé que
es posible romper el hábito de permitir que la emoción del enojo injusto nos
controle, y disfrutar la paz de Dios en todo momento.

Reacciones emocionales
Hemos aprendido conductas que nos hacen reaccionar a diversas situaciones sin
ni siquiera pensarlo. Hay hábitos que se han formado a lo largo de años de
repetición. Cuando estamos molestos, reaccionamos de una manera; cuando
estamos desalentados, puede que reaccionemos de otra. Cuando estamos heridos,
podemos reaccionar de una manera totalmente distinta a cuando estamos
molestos o decepcionados. Jesús experimentó todas estas emociones, y aun así
siempre reaccionó de la misma manera. Él confiaba en Dios y mantenía la
calma. ¿Podemos nosotros hacer lo mismo? ¡Sí, podemos! Comience a prestar
atención a su modo de reaccionar en situaciones y anote sus observaciones en un
diario. Poco después se dará cuenta de que está reaccionando a los estímulos
emocionales en lugar de actuar con propósito según las instrucciones que Dios
en su Palabra. Puede usted desarrollar un nuevo hábito de permanecer estable en
toda circunstancia.
Si yo siento lástima de mí misma y estoy enojada cuando alguien hiere mis
sentimientos, entonces estoy reaccionando a las emociones que se avivan en mí.
Eso las sitúa en control de mi vida, y eso no es bueno. Sin embargo, si yo
perdono a esa persona, que es lo que Jesús nos enseña que hagamos, entonces
Dios está controlando mi vida, y eso es maravilloso. Si permitimos que lo que
otras personas nos hacen y otras circunstancias controlen nuestra conducta,
entonces nos convertimos en un esclavo de nuestras emociones. Por otro lado, si
somos guiados voluntariamente por la Palabra de Dios y por su Espíritu, nos
convertimos en siervos de Dios y podemos esperar disfrutar de la vida y de todo
lo que Dios nos ha prometido.

Heridas emocionales
Todo el mundo experimenta heridas emocionales en su vida, algunas de ellas
más profundas que otras. Todos debemos aprender a no permitir que nuestras
emociones nos controlen, pero las personas que han sido profundamente heridas
emocionalmente puede que tengan mayor dificultad para hacer eso que otras. Si
una persona ha sido rechazada, abandonada o ha recibido abusos, es probable
que sus emociones no funcionen como deberían si no hubieran pasado por esos
traumas. Si a usted le han retirado el amor y la aceptación, o le han hecho sentir
que no tiene valor alguno, entonces encaja usted en la categoría de personas a las
que Dios denomina quebrantados de corazón. Pero tengo buenas noticias para
usted. Jesús vino a sanar a los quebrantados de corazón, a darles belleza en lugar
de cenizas, gozo en lugar de lamento, y alabanza en lugar de espíritu angustiado.
Él también vino para cambiar la confusión por paz.
Yo he sido la receptora de la sanidad de Dios en mi vida, y espero que usted
también lo haya sido. Sin embargo, si tiene necesidad de este tipo de sanidad,
quiero asegurarle que Jesús está esperando con los brazos abiertos para
comenzar una restauración milagrosa en su vida. Si sus emociones están heridas,
puede que tenga hábitos emocionales que son dañinos para usted.
¿Come para sentirse bien cuando está herido o molesto? Muchas personas
que tienen el hábito de comer en exceso, corren hacia el refrigerador para
sentirse bien cuando deberían correr hacia Dios.
¿Se va de compras y gasta dinero que no tiene cuando se siente herido? Si es
así, está intentando comprar consuelo. Cualquier consuelo que obtengamos al
satisfacer nuestra carne es temporal en el mejor de los casos, pero la profunda
herida que necesita el toque sanador de Dios sigue estando dentro de nosotros.
Ya sea comer, comprar, jugar, drogas, alcohol o cualquier otra conducta
destructiva, Dios puede liberar y liberará a las personas que tienen esos
problemas. Él es el Dios de toda sanidad y consuelo. ¡Él es nuestro libertador! El
primer paso hacia la libertad es reconocer la verdad con respecto a por qué
hacemos lo que hacemos, y estar decididos a que, con la ayuda de Dios, no
permaneceremos en esclavitud.
Las personas hacen todo tipo de cosas cuando están molestas o se sienten
emocionalmente decaídas en cualquier manera. Estas emociones causan estrés, y
las personas recurren a hábitos, cosas que hacemos con frecuencia sin ni siquiera
darnos cuenta de que las estamos haciendo, para buscar alivio. Aprenda a acudir
a Dios en momentos de estrés en lugar de acudir al hábito o adicción al que
normalmente acude. Jesús sencillamente dice. “Vengan a mí”.

¿Hábito o adicción?
¿Cuándo un hábito es una conducta destructiva, y cuando es una adicción?
Podemos tener diversos grados de hábitos que más o menos tienen control sobre
nosotros; pero cuando un hábito destructivo se lleva al extremo, entonces
normalmente se convierte en una adicción, algo que uno debe hacer a fin de
sentirse calmado o satisfecho.
Cuando yo fumaba cigarrillos, automáticamente agarraba un cigarrillo varias
veces al día, pero especialmente cuando estaba en una situación de estrés. Yo era
adicta a la nicotina y tuve que pasar por un periodo de incomodidad físicamente,
emocionalmente y mentalmente a fin de dejar de fumar. Nunca decía: “Soy
adicta a los cigarrillos”. Decía: “Tengo el mal hábito de fumar cigarrillos”. Creo
que nos sentimos más cómodos pensando que tenemos un mal hábito en lugar de
pensar que somos adictos a algo. ¿Tenía yo un mal hábito o era adicta? No estoy
segura exactamente de cuándo un hábito se convierte en una adicción, pero creo
que la respuesta es la misma. El proceso de sanidad puede que sea más difícil si
un hábito se ha convertido en una adicción, pero es contraproducente pensar que
si somos adictos a algo, estamos atascados en el problema y sencillamente no
podemos evitar hacer lo que hacemos.
Puede que las personas adictas sientan que no tienen opción en su conducta.
Piensan que son adictos y que deben hacer lo que hacen. Cuando vemos algo
como un hábito, estamos más inclinados a creer que el mal hábito puede ser roto,
pero le aseguro que sea cual sea la categoría en que encaja su problema, puede
ser usted completamente libre.
Sea el problema morderse las uñas o una adicción a la heroína, la respuesta
sigue siendo la misma: ¡Dios le ayudará! No tengo intención de que eso suene
demasiado simplista, pero en realidad lo es. ¡Él es nuestro Ayudador! ¿Será fácil
romper esos hábitos o adicciones? ¡No! ¿Es posible? ¡Sí, totalmente sí! Si es
usted adicto a cualquier tipo de conducta que sea destructiva, está sufriendo y
puede que se sienta atrapado y sin esperanza, pero Dios nos ofrece esperanza en
Él. Pasará usted por un periodo de sufrimiento mientras esté dejando esos
hábitos y adicciones, pero será un sufrimiento que finalmente producirá gozo.
Cuando esté sufriendo los síntomas que conlleva el cambio de cualquier tipo,
recuerde siempre: ¡EL SUFRIMIENTO TENDRÁ FIN!
CAPÍTULO
15
Conducta 12: El hábito de la confianza

El éxito llega con “puedo”;


no con “no puedo”.
Anónimo

¿Puede la confianza convertirse en un hábito, o es algo que debemos esperar a


sentir? Yo creo firmemente que podemos volvernos habitualmente confiados.
¿Qué es la confianza? Es la creencia en que usted es capaz de hacer cualquier
cosa que haya que hacer. El mundo lo denomina autoconfianza, pero la Palabra
de Dios lo denomina confianza en Cristo. Si mi confianza está en mí, es
probable que regularmente quede decepcionada por mi capacidad de rendir o
permanecer estable, pero si mi confianza está firmemente plantada en Cristo,
puedo estar segura de que Él siempre permanecerá igual.

Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.
Filipenses 4:13, NTV

Este es un versículo de la Escritura al que recurro frecuentemente para


recordarme a mí misma que, por medio de Cristo, puedo hacer cualquier cosa
que necesite hacer en la vida. Creo que necesitamos recordar esto porque hay
muchas personas listas y a la espera de decirnos lo que no podemos hacer y lo
que no somos. Sally Field dijo: “Me tomó mucho tiempo no juzgarme a mí
misma mediante los ojos de otra persona”. Dejemos de dar a otros
consentimiento para hacernos sentir inferiores, y creamos lo que Dios dice sobre
nosotros en su Palabra.
¿Qué dice Él? A continuación hay cinco cosas que Él dice y que le alentarán.

1. Usted es amado de modo perfecto y completo (1 Juan 4:16-18).


2. Usted es aceptado y nunca será rechazado por Él si cree (Juan 3:18).
3. Tiene usted talentos y capacidades (Romanos 12:6).
4. Dios le creó de modo único y no debería compararse con los demás
(Salmos 139:13-16).
5. Puede usted hacer cualquier cosa que necesite hacer por medio de
Cristo, y no tener temor al fracaso (Filipenses 4:13).

Escogí estas cinco cosas porque todas ellas me han ministrado mucho en mi
propia vida. Yo era insegura y carecía de verdadera confianza durante los
primeros cuarenta años de mi vida, pero creer la Palabra de Dios me ha dado
confianza y una nueva vida; y hará lo mismo por usted.
Solamente leer las escrituras anteriores no inició el cambio en mí. Tuve que
aprender a pensar en ellas una y otra vez en mi mente y declararlas con mi boca.
Las he leído cientos, si no miles de veces, y he permitido que penetren en mi
conciencia. Han renovado mi mente, y me han cambiado a mí y mi actitud sobre
mí misma y mi relación con Dios. Ahora tengo el hábito de la confianza, y usted
también puede tenerlo. Podemos creer lo que Dios dice, o podemos creer lo que
nosotros pensamos y lo que otras personas dicen. Yo creo que Dios es la opción
mejor y más confiable.

Desde dentro hacia fuera


Tener confianza finalmente nos capacitará para vivir una vida más valiente y
hacer cosas que no haríamos sin confianza, pero las cosas más importantes que
eso hace por nosotros están en el interior. Nuestra verdadera vida está dentro de
nosotros, y no se encuentra en lo que poseemos, en lo que hacemos para
ganarnos la vida, en las personas a quienes conocemos o en la educación formal
que tengamos. Esas cosas puede que sean parte de la vida de una persona
confiada, pero no son la parte más importante de la vida de nadie. Algunas
personas creen erróneamente que lo son, y desperdician su vida esforzándose por
mejorar su vida exterior sin ni siquiera prestar atención a su vida interior.
Una persona confiada tiene descanso en su alma. Jesús nos prometió que si
acudíamos a Él, Él nos daría descanso, paz, refrigerio y bendita tranquilidad para
nuestra alma (Mateo 11:29). ¿No suena eso absolutamente maravilloso? El
descanso para nuestras almas es vital. Podemos tumbarnos con nuestro cuerpo y
obtener descanso físico pero no estar descansando verdaderamente porque
nuestra alma (mente, voluntad y emociones) sigue trabajando todo el tiempo.
¡Dé unas vacaciones a su alma!
Tener reposo interiormente vale más que cualquier cosa que poseamos o que
nunca poseeremos. Hay muchas personas aparentemente confiadas y exitosas
que son desgraciadas en su interior. Creo que es importante que cada uno de
nosotros entienda lo que es más importante y tenga la meta de obtenerlo. ¿Ha
prestado usted más atención a su vida exterior que a su vida interior? Si es así,
este es un buen momento para hacer un cambio.
La Palabra de Dios nos enseña a no poner ninguna confianza en lo que somos
en la carne, en los privilegios y las ventajas exteriores, sino en cambio encontrar
nuestra confianza solamente en Cristo (Filipenses 3:3). Si hacemos eso,
tendremos una bendita tranquilidad para nuestra alma con la que ninguna otra
cosa se compara. La confianza de saber que Dios le ama, le acepta y le aprueba
es lo mejor que puede usted tener nunca.

Dios está con usted


¿Tiene la confianza de que Dios está con usted en todo momento? Él lo está, y
quiere que todos nosotros tengamos esa seguridad. No sólo una mera esperanza,
¡sino seguridad! Incluso cuando no sentimos su presencia ni vemos ninguna
evidencia de que Él esté con nosotros, podemos tener completa confianza en que
lo está. Él ha prometido no dejarnos ni abandonarnos nunca, sino estar siempre
con nosotros. Usted nunca está solo. Dios es omnipresente, y eso significa que Él
está en todas partes, todo el tiempo.

¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu?


¿A dónde podría huir de tu presencia?
Si subiera al cielo,
allí estás tú;
si tendiera mi lecho en el fondo del abismo,
también estás allí.
Si me elevara sobre las alas del alba,
o me estableciera en los extremos del mar,
aun allí tu mano me guiaría,
¡me sostendría tu mano derecha!
Salmos 139:7-10

Podemos ver en este Salmo escrito por David que él disfrutaba del tipo de
confianza de la que hablo, y nosotros también podemos y deberíamos disfrutarla.
Usted y yo podemos afrontar confiadamente cualquier situación o desafío, o
cualquier cosa nueva que pudiera intentar intimidarnos o asustarnos. Cuando la
afrontemos, podemos decirnos a nosotros mismos: “Por medio de la fuerza de
Cristo y al poner mi confianza en Él, ¡puedo hacer esto!”.

Tome una decisión


Le insto a que tome la decisión de que no será una persona tímida, insegura y
dudosa, sino que será confiada. Cuando estoy ministrando a multitudes de
personas, tengo que decidir tener confianza a pesar de cómo pudiera sentirme.
No siempre puedo discernir al ver a las personas si ellas me aprueban a mí o lo
que estoy diciendo, o ni siquiera lo interesadas que están. No podemos mirar a
otros para que nos hagan sentir confiados, porque si lo hacemos, entonces
siempre necesitaremos constantes muestras de señales de aprobación, miradas y
palabras de aceptación a fin de ser estables.
Por mucho tiempo, yo pasé por mucho sufrimiento al intentar ministrar a las
personas. Si alguien se levantaba y abandonaba la conferencia en la que yo
estaba enseñando, estaba segura de que no le caía bien a esa persona o no le
gustaba lo que yo decía. Si alguien parecía aburrido o dormido, inmediatamente
pensaba que yo era el problema. Permitía que sus rostros dictasen mi nivel de
confianza, y tuve que detener eso o seguir sintiéndome desgraciada el resto de
mi vida. ¿Quiere usted pasar su vida buscando aprobación, o tener la seguridad
de que tiene la aprobación de Dios y que eso es lo único que verdaderamente
necesita?
Confianza no es un sentimiento que tenemos; es una mentalidad correcta.
Podemos pensar que no caemos bien a las personas o que no les gusta lo que
hacemos; ¿por qué la mayoría de personas se inclinan hacia lo negativo? Se
inclinan hacia ese lado porque el diablo influencia su modo de pensar, y ellas no
son conscientes de eso o no adoptan una acción agresiva para reclamar sus
pensamientos. Podemos tener temor a que vamos a fracasar, o podemos esperar
tener éxito.
Sea agresivo en su enfoque de la vida
La agresión verdaderamente piadosa comienza en el hombre interior. Sea
valiente y agresivo, afrontando cada día con confianza, esperando tener éxito en
cualquier cosa que haga ese día. Si tenemos una actitud interior de tranquilidad y
confianza, nunca tendremos ningún problema para hacer lo que haya que hacer.
La confianza no es un sentimiento que debemos producir y después salir al
mundo y movernos con rapidez, hablar con fuerza y a menudo ser ofensivos. Es
algo tranquilo y hermoso que comienza en el corazón y se mantiene firme en su
convicción de que no estamos solos y podemos hacer las cosas. La actitud de la
persona confiada está llena de “puedo”, y no de “no puedo”. Es firme y fuerte en
el Señor.
Enfoque cada área de la vida con confianza. Si se está enfrentando a un
cambio importante en este momento de su vida, no tenga temor a ello. Puede
tener confianza en que será un nuevo periodo de bendición. Si está en medio de
alguna prueba o dificultad, incluso en eso puede tener confianza en que Dios
tiene un plan y que Él nunca permitirá que le suceda más de lo que usted pueda
soportar. Él proporcionará una salida, y usted obtendrá una valiosa experiencia
que le ayudará en el futuro.

Oración y confianza
La oración es una parte importante de nuestra vida como hijos de Dios, y
debemos orar con confianza en que Dios escucha y quiere suplir nuestras
necesidades y deseos correctos. Dios no quiere que nos acerquemos a Él
tímidamente, temerosos y sin confianza. Él nos enseña que nos acerquemos
confiadamente a su trono para pedir lo que necesitamos y queremos. Nunca se
nos dice que entremos a hurtadillas en el trono o que nos arrastremos como
mendigos. Conocemos a Jesús, y tenemos el uso de su maravilloso y poderoso
nombre, de modo que podemos y deberíamos acudir con valentía.
Considere estos dos versículos de la Escritura:

Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado
el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.
Juan 14:13-14

No sólo es sorprendente lo que Jesús dice, sino que lo dice dos veces
seguidas. Para mí, eso significa que Él realmente quiere que lo entendamos.
Pedir “cualquier cosa” no me suena tímido o temeroso; suena a confianza en que
somos amados y podemos acercarnos confiadamente a Dios sabiendo que somos
amados y que Él quiere suplir nuestras necesidades. Dios quiere participar en
todo lo que hacemos, y le invitamos a nuestras tareas mediante la oración.
Aquí tenemos una escritura verdaderamente sorprendente:

Ustedes, los que invocan al Señor, no se den descanso.


Isaías 62:6b

Se requiere confianza para realmente recordarle a Dios lo que Él le ha


prometido. Imagine a un niño que se acerca a su padre y dice: “Papá, me
prometiste que jugarías conmigo a la pelota esta noche”. Ese es un hermoso
ejemplo de un niño que tiene confianza en el amor de su papá. Pero para mí fue
un poco más difícil creer que podía acudir a Dios Padre de esa misma manera,
recordándole sus promesas para mí. Con los años he obtenido suficiente
confianza para hacer eso, y veo resultados sorprendentes. Ayer mientras oraba,
dije algo parecido a lo siguiente: “Padre, tú has prometido darme favor, de modo
que espero verlo hoy. Tú has prometido darme fortaleza para hacer todas las
cosas, de modo que espero ser vigorizada por tu fortaleza para todas mis tareas
hoy. Tú eres mi sabiduría, de modo que espero no hacer nada necio hoy. Tomaré
decisiones sabias”. Y así continué, recordándole sus promesas a Dios, y tuve
testimonio en mi espíritu de que era correcto hacerlo. He decidido tener este tipo
de confianza por la fe. Lo hago porque creo que Dios quiere que lo haga y
porque es importante para el cumplimiento de su plan, y también usted puede
hacerlo.
A continuación tenemos otra escritura incluso más sorprendente:

¡Hazme recordar! Presentémonos a juicio; plantea el argumento de tu


inocencia.
Isaías 43:26

Estar “en Cristo” es el único mérito verdadero que necesitamos, basándonos


en el nuevo pacto. Dios nos bendecirá porque creemos en su Hijo Jesús. La
confianza verdadera prosigue y no soltará a Dios. Jacob luchó con el ángel del
Señor toda la noche y se negó a dejarle ir hasta que Dios le bendijo.
… quedándose solo. Entonces un hombre luchó con él hasta el amanecer.
Cuando ese hombre se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, lo tocó en la
coyuntura de la cadera, y ésta se le dislocó mientras luchaban. Entonces el
hombre le dijo:—¡Suéltame, que ya está por amanecer!—¡No te soltaré hasta
que me bendigas!—respondió Jacob.
Génesis 32:24-26

Jacob había sido un engañador, un mentiroso y un estafador, pero quería


enmendar las cosas con Dios y con su hermano Esaú, cuya primogenitura había
robado. Obviamente, él tenía la confianza en Dios para luchar con Él hasta que
recibiera una bendición. Esto es sorprendente para nosotros, a quienes resulta
difícil tener valentía en la oración o para acercarnos a Dios. Pero aquí está en
blanco y negro, escrito en la Palabra de Dios. La confianza y la valentía de Jacob
le hicieron obtener poder con Dios. ¡Supongo que a Dios le gustó su actitud de
confianza!
Hay otros ejemplos de esto en la Biblia. Está la parábola de la viuda que
acudió al juez injusto y siguió molestándole hasta que él le atendió. Ella agotó a
un juez injusto (Lucas 18:1-8). ¿Cuánto más hará nuestro justo Dios por aquellos
que prosigan y no abandonen? Jesús comenzó esta parábola diciendo que sus
discípulos “debían orar siempre, sin desanimarse”. Él quería que ellos
prosiguieran con confianza, y quiere que nosotros hagamos lo mismo. Recuerde:
nuestra confianza no está en nosotros mismos, está en Cristo. Deberíamos tener
siempre en mente que sin Él no somos nada y no podemos hacer nada que tenga
ningún mérito, pero por medio de Él tenemos derecho a acudir confiadamente a
Dios en el nombre de Jesús.
Sin confianza somos como aviones que no tienen combustible. Nos
quedamos sentados sin hacer nada. Pero con confianza podemos ir a lugares y
llevar a personas con nosotros. Podemos disfrutar de nuestro viaje en la vida
porque en todo momento tenemos un bendito descanso y quietud para nuestra
alma.
Estudie la confianza hasta que esté firmemente fijo en fe en que Dios
ciertamente quiere que usted viva con ella. Niéguese a prescindir de ella. ¡Haga
que sea un hábito!
CAPÍTULO
16
Conducta 13: El hábito de añadir valor a otros

Finja que cada persona a la que conoce


tiene una señal alrededor de su cuello
que dice: hazme sentir importante.
No sólo tendrá éxito en las ventas,
sino que tendrá éxito en la vida.
Mary Kay Ash

Cada uno de nosotros necesita aliento regularmente. Creo que una de las
mejores cosas que podemos hacer en la vida es formar el hábito de añadir valor a
todo aquel con quien estamos en contacto. Recuerde que un hábito se forma
mediante la repetición; por tanto, enfocarnos en hacer esto cada día es la clave
del éxito. Si añadir valor a cada persona con quien se encuentre es el hábito que
usted quiere desarrollar, sea creativo para encontrar métodos que le recordarán
hacerlo.
Si necesita recordatorios, escríbase una nota que tendrá que leer, o haga una
señal y póngala en el primer lugar donde usted estará después de levantarse de la
cama. Después de ver su recordatorio, le sugiero que incluso diga en voz alta:
“Hoy añadiré valor a todo aquel con quien me encuentre”. Incluso si alentar a
otros no le resulta fácil, puede desarrollar el hábito de hacerlo. Yo lo sé, porque
he hecho eso en mi propia vida.
Enfocarnos en añadir valor a otras personas nos ayudará a apartar nuestra
mente de nosotros mismos, y eso es algo muy bueno. Estar centrado en uno
mismo es la raíz de la mayoría de desgracias del mundo, y cualquier cosa que
podamos hacer para evitarlo en nuestras vidas es un añadido. Las personas con
mi tipo de personalidad, comúnmente denominado tipo A o colérico, son
individuos muy enfocados, pero normalmente se enfocan en lo que intentan
lograr. Como resultado de ese enfoque, con frecuencia pueden ser culpables de
ser insensibles a las necesidades y deseos de otras personas. Todos los tipos de
personalidad tienen fortalezas y debilidades. La tendencia de la persona colérica
o de tipo A de ser insensible a otras personas es una debilidad, y debe
confrontarse y vencerse con la ayuda de Dios. Nunca deberíamos utilizar a
personas para obtener lo que queremos, y si ellos nos ayudan a lograr lo que
queremos o a alcanzar nuestra meta, deberíamos darles mérito y valorarles aún
más. Esto es algo que Dios me ha ayudado a vencer, y me ha hecho ser un mejor
líder y una mejor persona. Estoy segura de que sigo cometiendo errores, pero he
hecho mucho progreso a lo largo de los años. Si esto es una debilidad para usted,
admítalo y comience desde ahora a vencerlo con la ayuda de Dios. ¡Usted y Él
juntos pueden hacer cualquier cosa!
Hay personas a quienes Dios ha dotado de una especial capacidad de alentar
a otros. La Biblia dice en Romanos 12:8, al hablar de darnos a ejercitar los dones
que tenemos: “si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a
los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con
esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría”. Incluso si
siente que alentar a otros no es un don en particular para usted, sigue siendo
responsable de hacerlo. La Palabra de Dios nos enseña que debemos alentarnos
los unos a los otros.
Las personas que están dotadas para alentar a otros descubrirán que les
resulta algo muy natural. No será un hábito que tendrán que desarrollar, pero
afortunadamente puede llegar a ser un hábito para el resto de nosotros.
Dios es la fuente de toda consolación (2 Corintios 1:3). Ya que Dios es un
alentador, nosotros deberíamos serlo, porque Él es nuestro ejemplo en todas las
cosas. Cada vez que hacemos lo que Dios hace, podemos estar seguros de que
estamos haciendo las cosas correctas y que producirán gozo, paz y poder a
nuestras propias vidas. Cuanto más aliente usted a otros, mejor se sentirá y más
gozo tendrá. Cosechamos lo que sembramos; por tanto, si sembramos gozo
cosecharemos gozo. Si sembramos aliento, podemos esperar aliento de parte de
otros. Cuando alentamos a otros, eso les edifica y les hace fuertes. Son capaces
de proseguir; sin embargo, sin ese aliento podrían llegar a cansarse y abandonar.

Tiene usted fácilmente en su poder aumentar la suma total de la felicidad de este


mundo ahora. ¿Cómo? Al dar algunas palabras de sincera apreciación a
alguien que esté solo o desalentado. Quizá usted olvidará mañana el tipo de
palabras que diga hoy, pero el receptor puede que las atesore durante toda la
vida.
Dale Carnegie

Se nos ha otorgado un gran poder. Tenemos la capacidad de alentar y añadir


valor a todo aquel con quien nos encontremos. ¡Qué maravillosa meta con la que
comenzar cada día!
Hay muchas maneras en que podemos alentar a otras personas. Podemos
hacerlo con palabras, al contribuir para ayudar a pagar algo que ellos puedan
necesitar, y al prestarles ayuda de alguna manera. También podemos alentar a las
personas al ser rápidos en perdonar, en cubrir ofensas (1 Pedro 4:8), en retener la
crítica y soportando y siendo pacientes con sus debilidades (Gálatas 6:2). Sin
duda, agradezco cuando las personas no dan demasiada importancia a mis
errores. Es maravillosamente renovador cuando cometemos un error y la persona
que fue afectada dice: “No te preocupes por eso, no es un problema. Todos
cometemos errores”.
Otra manera de añadir valor es escuchar con interés lo que dicen las personas.
A ninguno nos gusta cuando intentamos hablar con alguien y obviamente esa
persona no está interesada en lo que estamos diciendo. Nos hace sentir
devaluados. Desde luego, hay algunas personas que hablan sin parar, y
escucharlas durante todo el tiempo que quieren seguir hablando puede que no
sea posible, pero al menos podemos salir de la conversación respetuosamente.
Podemos alentar y añadir valor a las personas al mostrarles misericordia. La
Palabra de Dios dice que la misericordia es mayor que el juicio. A las personas
que observan todo lo que alguien hace mal se les llama criticonas. Parece que
siempre observan lo equivocado y siempre lo mencionan, pero raras veces ven lo
correcto. Incluso cuando ven lo correcto, su naturaleza crítica evita que hablen
de ello. En lugar de mostrar misericordia y no mencionar la falta o el error, lo
repiten una y otra vez no sólo a la persona que lo cometió, sino también a otras
personas. Les resulta difícil dejarlo y soltarlo, lo cual es parte de la definición de
perdón. Sé cómo me afectan las personas que son así, y sin duda no quiero ser
una de ellas. ¿Y usted? Jesús tenía el hábito de ser misericordioso, amable y
perdonador, y yo también quiero serlo, ¿no quiere usted?
Deberíamos dar mucha importancia a cualquier bien que alguien haga, y
aprender a cubrir sus faltas con misericordia. Hagamos que se sientan mejor
cuando cometen errores en lugar de hacer que se sientan peor.
Dios se interesa en cómo tratamos a las personas
Estaba yo en una joyería el otro día y un joven estaba limpiando el mostrador sin
prestarme atención. Yo quería ver algo que había en el expositor, e incluso
cuando le pregunté si podía ayudarme, él no me respondió. Me sentí irritada y
volví a preguntarle, pero mi tono de voz podría haber sido más amable de lo que
fue. Él finalmente levantó la vista y, cuando lo hizo, pude notar que tenía cierto
impedimento mental, y me dijo: “Yo no puedo abrir el expositor, pero llamaré a
alguien que pueda hacerlo”. Debido a que tenía agachada su cabeza mientras
limpiaba el cristal, lo cual probablemente era la tarea para la que le habían
contratado, yo no pude notar su estado. Naturalmente, me sentí terriblemente
mal por mi actitud impaciente e irritada, y me arrepentí de inmediato. Me seguía
sintiendo entristecida por mi actitud incluso una hora después. Puede que él no
lo notase, pero Dios sin duda me hizo saber que Él lo notó y no le gustó. ¡Ay!
Dios se interesa por cómo tratamos a todas las personas, y especialmente a
las personas que tienen desventaja en algún aspecto. De hecho, verdaderamente
creo que el modo en que tratamos a las personas en nuestra vida es muy
importante para Dios. Él ama a las personas y quiere que nosotros las amemos
como parte de nuestro servicio a Él. Con frecuencia he dicho que la medida de
nuestro amor puede verse en el modo en que tratamos a las personas. Quizá uno
de los hábitos más grandes y más hermosos que podemos desarrollar es el hábito
de ser amables, pacientes, amorosos y añadir valor a cada persona que
encontremos. Las personas puede que olviden lo que usted dijo y lo que hizo,
pero nunca olvidarán cómo les hizo sentirse. Haga que cada individuo sienta que
es importante y valioso.
A continuación hay algo que sucedió y que estoy segura de que puso una
sonrisa en el rostro de Dios. La historia se titula “Estás destinado a tener éxito”,
y el autor es anónimo.

Era otro día gris y sombrío. Yo había regresado a casa de la escuela, me había
cambiado de ropa y me había preparado para el trabajo. Trabajo en un
restaurante local en la ciudad como cajero, acomodador y limpiador de mesas.
Me fui a trabajar sintiéndome decaído. Y para empeorar aún más las cosas,
aquella noche tenía que limpiar las mesas. Es lo mismo una y otra vez. Tratar
con clientes que se quejan de la comida, de donde se sientan, y que el pequeño
pedazo de pastel que se les sirvió es demasiado grande o demasiado pequeño.
Pequeñas cosas como esas tienden a molestar mucho a nuestros empleados,
pero todos aprendemos a manejarlas. Algunos días es molesto, pero
sencillamente supongo que uno se acostumbra. Sé que yo lo he hecho.
Tres mujeres mayores entraron y fueron acomodadas en un rincón al lado de
la ventana. Resultó que era el mismo lugar cerca de donde yo limpiaba las
mesas y ponía los platos sucios en los carritos. Yo había estado limpiando desde
las 5:00 de la tarde, y estábamos bastante ocupados intentando estar al tanto de
todas las mesas sucias, personas que entraban y salían, y camareros que corrían
por todo el restaurante; era una locura.
Pero aquellas ancianas observaban el modo en que yo limpiaba las mesas y
trabajaba realmente duro para asegurarme de que cada mesa quedase limpia y
preparada para los siguientes clientes. Cuando terminaron su comida, yo llevé
sus platos otra vez a la cocina. Ellas hablaron conmigo durante un tiempo sobre
la escuela, cómo me iba, en qué grado estaba, y lo que planeaba hacer en el
futuro.
Cuando se marchaban, pasaron por mi lado y una de ellas me dijo con una
voz confiada y amable: “Estás destinado a tener éxito”. Y eso fue todo. Ellas se
fueron del restaurante, y yo quedé bastante sorprendido. Tenía lágrimas en mis
ojos, porque ellas me dieron una razón para creer en mí mismo. Ellas
levantaron mi espíritu de estar abatido y me dieron una razón para seguir
trabajando duro y ponerle todo mi empeño.
Las personas me decían que yo no podía tener una carrera en la televisión
hasta que tuviera un título y hubiera salido de la universidad. Ahora soy
productor ejecutivo y coautor de un programa de televisión producido por
estudiantes. Acabo de terminar un periodo de prácticas en un canal de televisión
local este pasado verano. Y lo mejor es que solamente tengo 17 años y soy
alumno de segundo año de secundaria.

Leer esta historia me produjo convicción con respecto a una mala actitud,
porque Dave habla a los camareros y camareras de esa misma manera todo el
tiempo, y yo con frecuencia intento detenerle para que podamos pedir nuestra
comida o la cuenta. Yo suponía que él les estaba incomodando hasta que leí esta
historia, de modo que leerla me enseñó una lección. Ahora tendré que esperar
pacientemente mientras Dave les alienta y quizá cambia sus vidas. Hace sólo dos
días, él tomó tiempo para hablar con el camarero y con la persona que limpiaba
la mesa. Entre medias de que él les hablase a los dos, mientras no había nadie en
la mesa sino nosotros, yo dije. “¿Puedes dejar de hacer tantas preguntas a esas
personas para que podamos pedir nuestra comida e irnos?”. Él dijo: “No, creo
que alienta a las personas cuando nos interesamos por ellas y por su vida”.
Supongo que yo quería que él alentase a las personas sin hablar tanto tiempo
para hacerlo. Bien, ¡otra lección aprendida por el camino difícil para la Sra.
Joyce!

Hay personas que parecen vencer obstáculos y mediante el carácter y la


perseverancia haber ascendido hasta la cumbre. Pero no tenemos registro
alguno del número de personas capaces que caen al lado del camino, personas
que, con suficiente aliento y oportunidad, podrían haber hecho grandes
contribuciones.
Mary Barnett Gilson

Considerar esa idea hace que me pregunte cuántas personas podrían lograr
grandes cosas, pero las personas a quienes Dios asignó la tarea de alentarlas no
pensaron que su parte era lo bastante importante para molestarse en hacerla.
Deberíamos intentar ver el potencial en las personas en lugar de ver los
problemas. Yo tenía muchos problemas, pero afortunadamente Dave vio el
potencial, y él ha sido un inmenso aliento para mí de muchas maneras. La
mayoría de nosotros necesitamos a alguien que nos aliente a medida que
hacemos nuestro viaje en la vida.
El mundo necesita alentadores, pero tristemente no hay suficientes personas
que lo consideren importante, y por eso no se molestan en hacerlo. Añadir valor
a cualquiera con quien usted se encuentre puede que sea una de las cosas más
importantes que haga en la vida. Puede ayudar a muchos a tener éxito, quienes
de otro modo habrían fracasado en sus empresas. La mayoría de personas no dan
suficiente valor a cosas aparentemente pequeñas como el aliento, pero no creo
que sea algo pequeño para Dios.
Conviértase en una persona que habitualmente alienta a otros, y descubrirá
que hacerlo añade gozo a su propia vida.

Animar a otros a proseguir


Deberíamos ser capaces de alegrarnos por las personas cuando tienen éxito.
Incluso si están a punto de sobrepasarnos, deberíamos seguir alentándoles.
Cuarenta mil seguidores estaban en el estadio de Oakland cuando Rickey
Henderson batió el récord de Lou Brock de bases robadas en su carrera. Según
USA Today, Lou Brock, que había dejado el béisbol en 1979, había seguido la
carrera de Henderson y estaba emocionado por su éxito. Al darse cuenta de que
Rickey establecería un nuevo récord, Brock dijo: “Estaré allí. ¿Creen que voy a
perdérmelo ahora? Rickey hizo en 9 años lo que a mí me tomó 12. Él es
increíble”.
Las historias de verdadero éxito en la vida son las de personas que pueden
alegrarse por los éxitos de otros. Lo que Lou Brock hizo al alentar a Rickey
Henderson debería ser un modo de vida para quienes están en la familia de Dios.
Pocas circunstancias nos dan una mejor oportunidad de mostrar la gracia de Dios
que cuando alguien tiene éxito y nos sobrepasa en un ámbito de nuestra propia
fortaleza y reputación.
Sólo puedo imaginarme lo bien que le hizo sentir a Rickey Henderson tener a
Lou Brock en el partido animándole. Todos queremos que nuestros iguales se
alegren por nosotros cuando tenemos éxito. Recordemos que no tenemos que
competir por tener el lugar número uno en la vida en todas las cosas, y que
independientemente de lo buenos que seamos en algo, alguien está en camino de
ser mejor que nosotros en lo que nosotros hacemos. Eso es progreso, y
deberíamos estar agradecidos por ello. Se dice que las marcas se establecieron
para ser batidas, y estoy contenta de que sea de ese modo, para que todos
podamos seguir intentando mejorar y alentar a cualquiera que tenga éxito.
CAPÍTULO
17
Conducta 14: El hábito de la disciplina

Quien vive sin disciplina muere sin honor.


Proverbio islandés

A estas alturas, probablemente se haya dado cuenta de que ninguno de estos


hábitos puede desarrollarse sin mucha disciplina y autocontrol. Solamente querer
mejorar no es suficiente; tenemos que estar dispuestos a disciplinarnos, y eso
siempre significa renunciar a algo a fin de obtener algo que queremos más. Nos
disciplinamos ahora para una futura recompensa.

Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable,


sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y
paz para quienes han sido entrenados por ella.
Hebreos 12:11

Con frecuencia oímos decir a personas: “Yo no soy una persona muy
disciplinada”, o: “Me gustaría ser una persona más disciplinada”. La disciplina
nunca llega por el deseo, sino que llega solamente mediante una disposición a
soportar lo que es molesto y doloroso a fin de llegar a lo bueno que hay al otro
lado de ello. ¿Está usted dispuesto? Supongo que debería detenerse aquí por
unos momentos y tomar esa decisión antes de continuar. Si toma la decisión y lo
hace en serio, puede depender de que Dios le dé la fortaleza para llevarla a cabo,
pero no voy a intentar engañarle al decirle que formar todos estos nuevos hábitos
será fácil. Prefiero prometer poco y entregar mucho que prometer demasiado y
entregar poco. Si resulta que no es difícil o doloroso, eso es estupendo, pero si
resulta ser difícil o doloroso, no quiero que usted salga corriendo porque no tenía
ni idea de en dónde se metía.
Algunos de los hábitos que usted necesita romper o formar serán más fáciles
que otros, pero sin duda habrá algunos que requerirán una gran disciplina y
autocontrol. No tenga temor al dolor, sino recuerde el viejo dicho: “Sin dolor no
hay ganancia”. Siempre que algo es difícil, dígase a usted mismo: “Estoy
haciendo progreso”.

Nunca abandone
La mayoría de cosas en la vida no llegan con facilidad y rapidez; y sin duda, la
mayoría de cosas que vale la pena tener no llegan de esa manera. Todos hemos
oído de Albert Einstein. Él es conocido por su mente brillante, pero dijo: “No es
que yo sea tan inteligente, es sencillamente que me quedo más tiempo con
los problemas”.
Creo que una de mis mejores características ha sido que no abandono con
facilidad. Es sorprendente lo que usted puede lograr si está dispuesto a
perseverar en la parte difícil para llegar a la parte buena. Perseverancia y firmeza
son cualidades maravillosas para tener, cualidades que cada persona exitosa sí
tiene.

La perseverancia es un gran elemento del éxito. Si usted llama el tiempo


suficiente y con la suficiente fuerza a la puerta, es seguro que despertará a
alguien.
Henry Wadsworth Longfellow

Recuerde siempre que nadie puede hacerle abandonar si usted se niega, y


nadie puede evitar que usted tenga éxito si no abandona. Lo que quiero decir es
que su éxito en la vida o en cualquier empresa está entre usted y Dios. Mientras
lo que usted intente hacer esté en la voluntad de Él para su vida, Él le ayudará a
hacerlo, si usted hace su parte. He dicho muchas veces: “Somos colaboradores
de Dios en la vida. Él siempre hará su parte, ¿pero estamos dispuestos nosotros a
hacer nuestra parte?”. Oro para que siempre lo estemos.
Algunos de los hábitos en los que usted estará trabajando llegarán con más
facilidad que otros, y no creo que tenga una buena respuesta con respecto al
porqué. Durante los años en que he estado haciendo ejercicio en el gimnasio con
una entrenadora de fortaleza, ella con frecuencia intenta ayudarme a aprender
cosas que mejorarán el beneficio del ejercicio que hago, cosas como mantener
ciertas posturas, no bajar mis hombros mientras hago ciertos ejercicios, o no
bajar mi cabeza sino mantenerla erguida. Algunas de esas cosas se convierten en
un hábito después de que ella me lo recuerde solamente dos o tres veces, y otras
tiene que seguir recordándomelas después de seis años. Pero ya he decidido que
no voy a abandonar a pesar de lo mucho que necesite para hacerlas
correctamente.
Una de las cosas que me resulta más difícil de recordar cuando hago mis
ejercicios ha sido no hacerlos con demasiada rapidez. Creo que la mayoría de
nosotros queremos terminar, y mi personalidad es de todos modos una
personalidad que quiere conquistar y seguir adelante, así que entre estas dos
cosas he necesitado muchos recordatorios para disminuir el ritmo a fin de que el
músculo que estoy utilizando obtenga el beneficio que debe. Bien, la buena
noticia es que en el momento en que oigo a mi entrenadora decir: “Más lento”,
ya sé que ella va a decirlo. Finalmente estoy reconociéndolo yo misma cuando
hago las cosas con demasiada rapidez, de modo que eso significa que estoy muy
cerca de vencer en esa área. ¡Sí!
Los hábitos son cosas que con frecuencia hacemos inconscientemente, y para
romper los malos tenemos que llegar a ser conscientes y darnos cuenta de que
los hacemos, y entonces pasar a ser conscientes antes de hacerlos de modo que
podamos decidir no hacerlos. Es un proceso, y si es usted una persona que
abandona con facilidad, no llegará muy lejos. Por tanto, tome la decisión en este
momento de que permanecerá a la larga y que está dispuesto a soportar el dolor
para conseguir la ganancia.
Podría estar deseando poder tener un entrenador para todas las áreas de la
vida que le recuerde cuando está haciendo las cosas equivocadas de modo que
pueda hacer las correctas. Si eso es cierto, entonces tengo buenas noticias para
usted. Puede contar con que su entrenador para la vida, el Espíritu Santo, le
recuerde siempre cuándo se está relajando en uno de sus buenos hábitos y está
comenzando a regresar a viejos hábitos. Él trae cosas a nuestro recuerdo (Juan
14:26).
Los coaches personales se han hecho muy populares actualmente. Son
personas que ayudan a los clientes a aprender a vivir su vida de la mejor manera
posible, y su entrenamiento cubre muchas áreas de la vida. Estoy segura de que
son una bendición para muchas personas, y si usted quiere pagar a uno puede
hacerlo, pero ya tiene al mejor que ha existido nunca, y es el Espíritu Santo. Él
nos enseña todas las cosas. Jesús dijo:
Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre,
les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho.
Juan 14:26

¿No son noticias maravillosas? No tenemos que intentar hacerlo solos.


Tenemos un Ayunador divino que no sólo nos recordará qué hacer, sino que
también nos dará fortaleza para poder hacerlo. ¡Apóyese en Él en todo
momento! Puedo prometerle que si usted no abandona, Él ciertamente no le
dejará.
Cuando esté cansado y tentado a abandonar, sólo recuerde que su victoria
puede que esté solamente a un día de distancia.
Cuando comience su viaje de desarrollar mejores hábitos y romper otros
malos, podría querer comenzar con un par de ellos en los que podría ser un poco
más fácil para usted tener algunas victorias rápidas antes de pasar a otros más
difíciles. Sin embargo, no siga postergando los más difíciles demasiado tiempo,
o puede que nunca llegue a vencerlos. Los más difíciles son probablemente los
que serán más beneficiosos para usted cuando haya obtenido la victoria. Si una
puerta es difícil de abrir, no se aleje, tan sólo empuje con un poco más de fuerza.

Disciplina y gozo
Aunque la disciplina no produce gozo inmediatamente, tiene intención de
producir gozo al final. Dios quiere que seamos felices; quiere que disfrutemos de
nuestra vida, y personalmente no creo que alguna vez sea así hasta que nos
comprometamos a una vida de disciplina y autocontrol. Las personas que no
pueden controlarse no son personas felices; se sienten mal consigo mismas, son
presionadas por sentimientos de culpabilidad y fracaso, y con frecuencia
desahogan su enojo y su frustración sobre otras personas. Sin duda, sería mucho
mejor pasar por el dolor de aprender disciplina que permanecer en un estado de
permanente atadura y desgracia debido al pecado y a hábitos destructivos.
Jesús vino para que pudiéramos tener vida y disfrutarla abundantemente y
plenamente (Juan 10:10). ¿Está usted haciendo eso? Si no es así, ¿se debe a un
hábito que usted tiene y que necesita ser roto? Si la respuesta es sí, entonces
comience. Los expertos dicen que se necesitan de veintiún a treinta días para
formar o romper un hábito, de modo que cada día que siga adelante y se niegue a
abandonar le lleva un día más cerca de la libertad.
No piense en la dificultad de formar nuevos hábitos, sino en cambio piense
en el gozo y la libertad que pronto llegarán. También recomiendo que no cuente
cuántos días le quedan antes de que llegue el nuevo hábito. En cambio, es mejor
pensar en términos de cuántos días ha practicado hacer lo que quiere que llegue a
ser parte de su conducta habitual. Por ejemplo: si disciplinarse a usted mismo
para comer refrigerios sanos en lugar de otros azucarados es su meta, entonces
piense y hable de lo lejos que ha llegado cada día que ha tenido éxito en lugar de
pensar en lo difícil que le resulta prescindir del azúcar. Verbalizar lo difícil que
es para usted veinte veces por día solamente hará que sea más difícil, pero
verbalizar su gozo al haber tenido éxito un día, dos días, tres días y así
sucesivamente le hará feliz. Como ya he dicho, lo que pensamos se convierte en
nuestra realidad, así que asegúrese de que sus pensamientos estén en línea con
sus deseos definitivos.

La zona de seguridad
Podemos vivir de manera segura o peligrosa, pero si queremos vivir con
seguridad, o en lo que me gusta denominar la zona de seguridad, entonces se
requieren disciplina y autocontrol. Por ejemplo, si quiero estar segura de la carga
de la deuda, debo disciplinarme a mí misma regularmente para no gastar más
dinero del que tengo. La facilidad para obtener tarjetas de crédito actualmente
permite que las personas gasten en exceso al permitirse gastar hoy los ingresos
de mañana. Sin embargo, si hacemos eso, cuando llegue el mañana ya habremos
gastado nuestro dinero y tendremos que seguir pidiendo prestado. Es un círculo
interminable a menos que aprendamos a no comprar nunca algo que no podamos
pagar con comodidad. Si usted quiere utilizar tarjetas de crédito por comodidad
está bien, pero liquídelas al final de cada mes. Si no es capaz de hacer eso en
este momento, entonces haga que sea su meta y comience a trabajar hacia ello.
Algunas personas están tan acostumbradas a vivir con dinero prestado que
incluso la idea de lo que estoy diciendo suena a imposibilidad, pero puedo
asegurarle que no sólo es posible, sino que es la única manera segura de vivir.
Puede que ya haya estado profundamente en deuda, pero no crea que es
demasiado tarde para que pueda hacer algo al respecto. La disciplina de hoy le
ayudará a vencer errores del pasado si se mantiene en ello el tiempo suficiente.
¿Está viviendo una vida insostenible? Algunos puede incluso que digan de
vez en cuando: “No puedo mantener esto para siempre” cuando se trata del nivel
de estrés que hay en su vida, la deuda que sigue aumentando cada vez más, el
peso que puede que esté engordando, o cualquier otra área que se haya quedado
habitualmente fuera de control. Si usted sabe que no puede mantener esa
conducta, entonces ¿por qué postergar detenerla? No será más fácil aunque
espere más tiempo, y posiblemente podría ser más difícil.
Precisamente esta mañana el Espíritu Santo me dio convicción en un área de
mi vida que necesita más disciplina. He aprendido a lo largo de los años que
cuando Dios produce convicción, también da gracia para conquistar. ¡El
momento es importante! Es importante que actuemos según el tiempo de Él y no
el nuestro. Postergar algo hasta un momento más oportuno normalmente
significa que nunca lo haremos o que lo haremos con una gran lucha. Hoy
mismo comencé a orar con respecto al área en que recibí convicción y a estudiar
la mejor manera de realizar cambios. “Actúe enseguida; ¡no se retrase!”.

La vida con límites


La frase: “Quite los límites” es popular en la actualidad, ¿pero es bíblica? No
queremos limitar lo que Dios puede hacer en nuestra vida por la incredulidad,
pero si ignoramos los límites sanos y sabios, estamos llamando al desastre.
Incluso las cosas buenas pueden convertirse en cosas malas si no imponemos
ningún límite. Por ejemplo, si usted emplea tanto tiempo en ser bueno con otras
personas que no tiene tiempo para ocuparse adecuadamente de usted mismo, su
buena intención finalmente le causará problemas de salud y quizá emocionales.
Barreras, fronteras o límites son vitales en cada área de la vida. Establecerlos y
mantenerlos requiere disciplina y la formación de buenos hábitos. Creo que sí
sería seguro decir que la disciplina y los buenos hábitos van de la mano, al igual
que lo hacen ninguna disciplina y los malos hábitos.
Algunas personas se estremecen ante la mención de la palabra disciplina.
Tienen una actitud mental hacia ella que es poco sana y derrotista. Necesitamos
ver que esa disciplina es nuestro amigo, y no nuestro enemigo. Nos ayuda a ser
lo que decimos que queremos ser, a hacer lo que decimos que queremos hacer, y
a tener lo que decimos que queremos tener. Decir lo que uno quiere es fácil y no
cuesta nada, pero obtenerlo requiere disciplina. La disciplina no evita que nos
divirtamos y hagamos lo que queremos en la vida, sino que en cambio nos ayuda
a obtener lo que verdaderamente queremos, que es paz, gozo y buenas relaciones
al igual que otras cosas.
Deberíamos amar la disciplina y aceptarla como nuestra compañera en la
vida. Deberíamos invitarle a que esté con nosotros en todo momento, porque
siempre está lista para mantenernos lejos de los problemas. La Palabra de Dios
nos enseña que solamente un necio aborrece la disciplina.
La mayoría de personas que he encontrado y cuyas vidas son como un tren
descarrilado no son individuos disciplinados. Viven por emociones en lugar de
vivir por principios, y la sabiduría está lejos de ellos. Finalmente no les queda
nada sino lamento en su vida por lo que han hecho o no han hecho. Todos
podemos tener el dolor de la disciplina o el dolor del lamento. Las personas
sabias se disciplinarán a sí mismas, y eso significa que hacen hoy aquello con lo
que estarán contentos más adelante en la vida.

Expectativa
Puede usted mirar al futuro con expectativa si está preparado para poner a
trabajar en su vida los principios que hay en este libro. Cada día puede ser una
aventura en la mejora en lugar de ser otro día desperdiciado. Todo buen hábito
que forme hará que su vida sea mejor, y aumentará su gozo.
He descubierto en mi propia vida que si no emprendo ninguna acción para
avanzar, siempre me quedo retrasada. No nos quedamos estancados por mucho
tiempo. Dios se está moviendo, y también Satanás, y debemos decidir con cuál
de ellos vamos a movernos. El plan de Dios para su vida es increíblemente
maravilloso, pero Satanás viene solamente para matar, robar y destruir (Juan
10:10). Leer este libro no le ayudará en absoluto a menos que tome algunas
decisiones y las siga, así que es mi oración que esté usted listo para hacer eso. Si
lo está, entonces puedo prometerle que usted y Dios juntos son un equipo
imbatible.
RESUMEN

Cuando quiera formar o romper un hábito, haga lo siguiente:

Escoja un área y comience.


No se sienta abrumado por todos los cambios que son necesarios. Una
cosa cada vez, un día cada vez es el mejor plan.
Sea claro con respecto a lo que quiere lograr.
Ore y asegúrese la ayuda de Dios.
Enfóquese en hacer lo correcto, en lugar de no hacer lo incorrecto
(vencemos el mal con el bien).
No espere resultados instantáneos. Esté preparado para comprometerse
durante veintiún días, y más tiempo si es necesario.
Desarrolle un sistema de apoyo para ayudarle a recordar el nuevo
hábito que está desarrollando:
1. Ponga señales donde las verá con frecuencia.
2. Dependa del Espíritu Santo para recordarle cuándo se desvía.
3. Pida a un amigo o familiar que le recuerde si está regresando a
los viejos caminos.

Alinee sus pensamientos y palabras con lo que quiere ver suceder.


Celebre cada día de éxito.
Cuando cometa errores, sacúdase el desengaño y siga adelante.
No sea desalentado por lo mucho que le queda por recorrer.
¡Nunca abandone!
Vigile sus pensamientos, porque se convierten en palabras.
Vigile sus palabras, porque se convierten en acciones.
Vigile sus acciones, porque se convierten en hábitos.
Vigile sus hábitos, porque se convierten en carácter.
Vigile su carácter, porque se convierte en su destino.
–Anónimo
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Índice

Bienvenida
Introducción
1. La anatomía de un hábito
2. ¡Comience ahora!
3. Conducta 1: El hábito Dios
4. Conducta 2: Cómo romper malos hábitos
5. Pensamientos, palabras y hábitos
6. Conducta 3: El hábito de ser decisivo
7. Conducta 4: Hábitos saludables
8. Conducta 5: El hábito felicidad
9. Conducta 6: El hábito de la fe
10. Conducta 7: El hábito de la excelencia
11. Conducta 8: El hábito de ser responsable
12. Conducta 9: El hábito de la generosidad
13. Conducta 10: El hábito de la prisa
14. Conducta 11: Hábitos emocionales
15. Conducta 12: El hábito de la confianza
16. Conducta 13: El hábito de añadir valor a otros
17. Conducta 14: El hábito de la disciplina
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Traducción al español derechos de autor © 2013 por Casa Creación

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