Como Formar Buenos Habitos Y Romper Malos Habitos Joyce Meye
Como Formar Buenos Habitos Y Romper Malos Habitos Joyce Meye
Como Formar Buenos Habitos Y Romper Malos Habitos Joyce Meye
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Todos tenemos hábitos. Algunos de ellos son buenos y algunos son malos. Los
buenos nos benefician y añaden gozo y poder a nuestras vidas, mientras que los
malos no hacen otra cosa sino robar nuestra paz y gozo y evitar nuestro éxito. Un
hábito es algo que hacemos sin ni siquiera pensarlo; es nuestro modo de
conducta usual, un patrón de conducta adquirido mediante la repetición
frecuente. He leído que hasta el 40 por ciento de todo lo que hacemos se hace
meramente por hábito.
Si está usted leyendo este libro, probablemente sea porque ha formado el
hábito de leer frecuentemente. Otras personas que necesitan desesperadamente la
información contenida en este libro no la obtendrán simplemente porque no han
formado el hábito de la lectura. Probablemente digan: “Aborrezco leer”. Si usted
dice repetidamente que aborrece una cosa, solamente hace que sea más difícil
hacerla, y es menos agradable.
Los buenos hábitos pueden ser desarrollados, y cualquier mal hábito puede
ser roto mediante la repetición. Los expertos dicen que un hábito puede formarse
o romperse en treinta días, de modo que le invito a probarlo y cambiar su vida al
cambiar sus hábitos. Al principio puede que sea difícil, pero la dirigencia y la
paciencia finalmente le harán tener éxito. Una de las razones por las que no
desarrollamos los buenos hábitos que decimos que queremos es porque vivimos
en una cultura de gratificación instantánea. Queremos todo ahora y no nos
damos cuenta de que muchas de las cosas buenas que queremos y necesitamos
no se obtienen solamente porque las queramos. Los buenos hábitos llegan a
quienes son persistentes y se niegan a abandonar.
Vince Lombardi dijo: “Ganar es un hábito; desgraciadamente, también lo es
perder”. Él también dijo: “Cuando uno aprende a rendirse, eso se convierte en un
hábito”. Tome la decisión en este momento de que puede ganar y será un
ganador con respecto a formar cualquier buen hábito que quiera usted formar y a
romper cualquier mal hábito que quiera usted romper.
Nunca comience un proyecto con duda y temor a no tener éxito. Comience
este libro con la sencilla creencia de que usted puede cambiar. Con la ayuda de
Dios, puede formar buenos hábitos y romper otros malos. Puede llegar a ser una
mejor persona al desarrollar mejores hábitos.
Recientemente, la revista Real Simple preguntó a sus lectores qué hábitos
querían romper. ¡La lista de respuestas fue inmensa! Entre ellas estaban:
Ahora imagine intentar romper todos esos hábitos de una sola vez. ¿Cree que
tendrá éxito? Puedo asegurarle con bastante certeza que no lo tendrá. Estará
demasiado abrumado. Además, se necesita concentración y esfuerzo para romper
un hábito, y cuanto más antiguo sea el hábito, más arraigado está. Por tanto, la
primera clave es escoger un único hábito que usted quiera vencer. Si comienza a
trabajar para conquistar un hábito más pequeño, tomará menos tiempo
conquistarlo que otro mayor. Comience con lo pequeño. Su victoria le alentará a
abordar otro hábito, uno que quizá sea un poco más difícil de romper. Esa
victoria le dará más entusiasmo y resolución para romper el siguiente.
Los hábitos son cosas que aprendemos a hacer mediante la repetición y que
finalmente hacemos ya sea inconscientemente o con muy poco esfuerzo. Primero
formamos hábitos y después ellos nos forman a nosotros. Somos lo que hacemos
repetidamente. No se engañe al pensar que usted sencillamente no puede evitar
lo que hace, porque lo cierto es que puede hacer o no hacer cualquier cosa si
realmente lo quiere. Al menos puede hacer cualquier cosa que sea la voluntad de
Dios, y esas son las cosas de las que hablaremos en este libro.
He aprendido que concentrarme en las cosas buenas que quiero y que
necesito hacer me ayuda a vencer las cosas malas que no quiero hacer. La Biblia
dice en Romanos 12:21 que vencemos el mal con el bien. Yo creo que ese
debería ser uno de nuestros versículos fundamentales para este libro y para el
viaje en que nos estamos embarcando. El otro versículo que quiero que usted
recuerde a medida que trabaja hacia su meta se encuentra en Gálatas.
Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza
pecaminosa.
Gálatas 5:16
Concentrarse en las cosas malas que usted hace nunca le ayudará a hacer las
cosas buenas que desea hacer. Esta es una verdad bíblica muy importante. El
bien tiene más poder que el mal. La oscuridad es tragada en luz, y la muerte es
vencida por la vida. Cualquier cosa que Dios ofrece es siempre más poderosa
que lo que Satanás desea para nosotros. El diablo quiere que tengamos malos
hábitos, pero el deseo de Dios es que sigamos al Espíritu Santo y le permitamos
conducirnos a la buena vida que Jesús murió para que la disfrutáramos. Y una
buena vida es una vida con buenos hábitos.
Uno de los ingredientes de formar buenos hábitos y romper malos hábitos es
enfocarse en lo que usted quiere hacer y no en lo que quiere dejar de hacer. Por
ejemplo, si usted come en exceso y quiere formar hábitos alimenticios
equilibrados y saludables, ¡no piense en la comida todo el tiempo! No lea libros
de cocina que están llenos de hermosos postres que hacen la boca agua, sino en
cambio lea un buen libro sobre nutrición que le educará con respecto a cómo
elegir mejor. Permanezca ocupado haciendo cosas que mantendrán su mente
alejada de la comida.
Si quiere formar el hábito de hacer ejercicio regular, no piense y hable sobre
lo difícil que es, sino piense en los resultados que tendrá si es persistente. Sí,
tendrá que invertir tiempo que puede que usted crea que no tiene, y sí, al
principio sentirá bastante dolor. Cuando yo comencé por primera vez a hacer
ejercicio con una entrenadora personal en 2006 a la edad de sesenta y cuatro
años, tenía tanto dolor muscular que realmente me sentía como si estuviera
enferma. Y seguí teniendo dolores musculares durante lo que me parecieron
como dos años. Sinceramente, todo el tiempo tenía dolor en algún músculo.
Finalmente llegué al punto en que disfrutaba del sentimiento porque sabía que
eso significaba que estaba haciendo progreso.
Si quiere usted salir de la deuda, no piense y hable de todas las cosas que no
podrá hacer y todas las cosas de las que tendrá que prescindir mientras esté
pagando todas sus facturas. En lugar de pensar en el lado negativo de su meta,
piense y hable de lo maravilloso que será ser libre de la tiranía de una deuda
abrumadora.
Somos motivados por la recompensa, de modo que si usted desea con ganas
la recompensa, tendrá el impulso que necesita para seguir adelante hacia su
meta. No se derrote a usted mismo antes incluso de comenzar fijando su mente
en las cosas equivocadas. Donde va la mente, allí sigue la persona, de modo que
asegúrese de que sus pensamientos estén en lo que usted quiere en lugar de estar
en lo que no quiere.
Repetición
La repetición es la clave para formar hábitos, ya sean buenos o malos. Cuando
trabaja hacia formar un buen hábito, puede que tenga que dejar notas para usted
mismo, para recordarse hacer las buenas cosas que desea. Pida al Espíritu Santo
también que se lo recuerde. La Biblia dice que Él nos recordará todas las cosas
cuando lo necesitemos (Juan 14:26).
Mi hija Sandra necesita palabras de aliento. Es su lenguaje del amor, lo cual
significa que ella se siente querida cuando las personas le alientan. Su esposo,
Steve, no “habla ese lenguaje”, de modo que en el principio de su matrimonio,
no se le ocurría alentar a Sandra verbalmente. Después de varios episodios llenos
de lágrimas y de que ella le dijera varias veces lo importante que eso era para
ella, él comenzó a dejar notas en su calendario para recordarle que le alentase y
le dijese elogios. ¡Fin del problema! A veces, un sencillo mecanismo como los
recordatorios automáticos es la mejor manera de comenzar a crear un nuevo
hábito.
Un hombre compartió que llevó una goma elástica en su muñeca durante un
año, y cada vez que se agarraba a él mismo mordiéndose las uñas, estiraba de la
goma para que le golpease y le recordase que dejase de morderse las uñas.
Finalmente funcionó. Algunas personas ponen un líquido de sabor amargo sobre
sus uñas. Cuando comienzan a morderlas de modo subconsciente, el mal gusto
les recuerda que dejen de hacerlo.
Los malos hábitos en nuestras vidas son nuestros enemigos porque evitan que
seamos la persona que queremos ser. Cuando un enemigo intenta destruirle,
usted no puede mostrar misericordia a ese enemigo. Dios estaba guiando a los
israelitas para poseer la tierra que Él les había prometido, al igual que nos guía a
nosotros a la buena vida que Él nos ha prometido. Muchas naciones enemigas
llegaban contra ellos, al igual que el diablo está contra nosotros. Dios les dijo a
los israelitas que destruyeran por completo a las naciones enemigas y que no
hicieran ningún pacto con ellas ni les mostrasen misericordia, y nosotros
debemos hacer lo mismo con los malos hábitos que tenemos y que están robando
nuestro destino (Deuteronomio 7:1-2). Trate los malos hábitos de modo
implacable y sin misericordia. Encuentre maneras de ayudarse usted mismo a
hacer las cosas buenas que verdaderamente quiere hacer.
No deje de entender que los malos hábitos roban el destino que Dios ha
ordenado de antemano para usted. No piense: “Ah, es sólo un mal hábito, no es
gran cosa”. Si piensa así, es más que probable que nunca trate ese hábito. En
cambio, dígase: “Este mal hábito es mi enemigo. Está robando la calidad de vida
que Jesús quiere que yo tenga, y no voy a permitirle que se quede en mi vida”.
Theresa tenía el mal hábito de pulsar el botón de repetición en su despertador
demasiadas veces, y regularmente llegaba tarde al trabajo. Ella tenía que romper
este hábito o es probable que perdiera su empleo, así que situó el despertador al
otro lado del cuarto para obligarse a sí misma a salir de la cama para detenerlo.
Incluso dio un paso más al poner las sábanas y las mantas en la parte de arriba
del colchón para recordarse a sí misma no volver a meterse en la cama. Al hacer
esas cosas, Theresa estaba tratando agresivamente no sólo su mal hábito sino
también a su enemigo.
El esposo de Rhonda bebía varios vasos de leche entera cada día. Ella estaba
preocupada por su ingesta de grasa y de colesterol, de modo que gradualmente
fue añadiendo leche desnatada al cartón de leche entera, hasta que finalmente su
esposo bebía leche desnatada. Él ahora dice que la leche entera le sabe rara. Esto
demuestra el modo en que podemos gradualmente acostumbrarnos a algo que es
mejor para nosotros y ni siquiera extrañar lo que anteriormente hacíamos que no
era bueno para nosotros.
Carolyn tenía el mal hábito de comerse tarros de glaseado de crema de
mantequilla. Se sentaba a ver la televisión mientras se lo comía a cucharadas: sin
pastel. En una tarde consumía 3.380 calorías de puro azúcar. Ella sabía que era
un hábito muy malo y también muy poco saludable, de modo que tomó serias
medidas para detenerlo. Pidió a su esposo que lo tirase a la basura si ella llevaba
a su casa un tarro de glaseado de la tienda; pero eso no funcionó porque ella
sencillamente buscaba entre la basura y lo volvía a sacar. Finalmente le pidió que
vaciase el tarro y lo llenase de líquido para lavar los platos. Ella ya no sigue
comiendo tarros de glaseado.
Sea activo
La Palabra de Dios nos alienta a que seamos activos, y al ser activos cerramos la
puerta a la pereza, a posponer las cosas y a la pasividad. Recuerde: si hacemos lo
correcto, no habrá lugar alguno para lo incorrecto. No se enfoque meramente en
romper todos sus malos hábitos, sino en cambio utilice su energía para formar
activamente buenos hábitos. Pronto descubrirá que no hay lugar alguno en su
vida para los malos hábitos.
No espere a “tener ganas” de hacer una cosa para hacerla. Viva por decisión,
y no por emoción. Yo he aprendido por experiencia que cuanto más me quedo
sentada sin hacer nada, más quiero quedarme sentada sin hacer nada, pero si me
levanto y me muevo, entonces comienza a fluir la energía. La actividad es como
encender un interruptor. La electricidad está ahí todo el tiempo, pero no se pone
en marcha hasta que usted enciende el interruptor. Siempre tenemos la capacidad
de ser activos, pero no fluye ninguna energía hasta que realmente comenzamos a
movernos. Hay mañanas en que me siento perezosa y como si pudiera
simplemente quedarme sentada en una silla todo el día, pero he aprendido que
después de mi rutina de ejercicio, me siento con energía y eso ayuda a
motivarme para hacerlo. Si usted se siente perezoso, pruebe a dar un paseo o
hacer algún otro tipo de actividad que mantenga su sangre en circulación. No
espere a tener ganas; sencillamente hágalo. Usted es más poderoso de lo que
puede que piense. Dios le ha dado libre albedrío, y eso significa que puede usted
decir y hacer lo correcto y nada puede detenerle. Cuando decidimos en favor de
los caminos de Dios, Él siempre une fuerzas con nosotros para asegurar la
victoria.
Al concluir este capítulo, escoja un hábito que quiera formar y comience a
poner en práctica estos principios. Sea paciente con usted mismo. Se necesita
tiempo para crear hábitos, y puede que no tenga éxito cada día. Si se da cuenta
de que ha fallado, no desperdicie tiempo estando desalentado; sencillamente
agarre desde donde lo dejó y comience de nuevo. Sea amable con usted mismo,
porque castigarse por cada error es otro mal hábito que necesita ser roto.
CAPÍTULO
2
¡Comience ahora!
Derrotar la postergación
La fe vive en el presente
Como creyentes en Jesucristo, aprendemos que recibimos todo lo que
necesitamos de parte de Dios mediante la fe. ¡Fe es ahora! Es confiar ahora en
que Dios se ocupará del ayer y del mañana. Somos justificados y hechos rectos
delante de Dios solamente por la fe; sin embargo, el apóstol Santiago nos dice
que la fe sin obras está muerta.
Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.
Santiago 2:17
Podría citar algunas otras escrituras para establecer mi punto, pero creo que
entiende lo que intento decir. Cuanto más temprano, mejor debería ser nuestro
lema en lo que respecta a conectar con Dios. De hecho, cuanto más temprano,
mejor es un principio que debería aplicarse a muchas áreas en nuestras vidas.
Otro pedazo de sabiduría que ha sido útil para mí es no hacer nada
simplemente porque no pueda hacer mucho. Si quiere usted formar el hábito de
pasar tiempo con Dios, entonces comience con lo pequeño y progrese. A veces
somos derrotados porque intentamos comenzar donde deberíamos terminar, o
intentamos hacer lo que alguien está haciendo y que ha tenido cuarenta años de
experiencia con Dios.
No creo que Dios cuente los minutos y las horas que pasamos con Él, y
personalmente renuncié a esa creencia hace mucho tiempo. Si paso mucho
tiempo con Dios y mantengo un registro mental de ello, puede que esté en
peligro de orgullo, y si paso lo que creo que no es suficiente, entonces me sentiré
culpable, y ni el orgullo ni la culpabilidad van a ayudarme en mi caminar con
Dios. Simplemente paso tanto tiempo como sienta que necesito cada día. Para
mí, es como el comer. Me detengo cuando estoy llena, y unas veces necesito
comer más que otras veces.
No quiero darle un programa que seguir; sólo quiero alentarle a formar el
hábito de poner a Dios en primer lugar en todo lo que haga. Si busca primero su
Reino, Él añadirá todas las demás cosas que usted necesita (Mateo 6:33).
Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido.
Salmos 119:13
Sospecho que compró este libro porque tiene usted malos hábitos que quiere
romper. Quizá lo haya intentado una y otra vez y aun así ha fracasado, y espera
que yo tenga la fórmula para su éxito. Sí creo que puedo ofrecer ciertos buenos
consejos, pero lo primero que debe usted hacer es preguntarse por las ganas que
tiene de romper el hábito que quiere conquistar. Yo no tengo una fórmula mágica
de tres pasos que le cambiará de la noche a la mañana; pero puedo prometerle
que no tiene usted que estar atado a nada si verdaderamente quiere ser libre.
Quiero comenzar este capítulo siendo sincera. Romper malos hábitos requiere
un fuerte compromiso, una inversión de tiempo, mucho trabajo duro y una
disposición a estar incómodo mientras está realizando la transición desde la
atadura hacia la libertad. Si no está usted dispuesto a hacer eso, entonces dudo de
que pueda ayudarle. Romper un mal hábito puede ser como romper con un mal
novio que esté abusando de nosotros. Sabemos que romper con él es lo correcto
que debemos hacer, pero puede que le extrañemos aunque estar con él signifique
ser herido. Debemos aprender a seguir la sabiduría de Dios y hacer lo que
sabemos que será bueno para nosotros a la larga, y no seguir lo que nos hace
sentirnos bien físicamente o emocionalmente en el momento.
Romper con los malos hábitos sin duda no es fácil, pero con la ayuda de Dios
podemos hacerlo.
Uno de los problemas que afrontamos en la sociedad actualmente es que
tenemos mucha facilidad, y ahora somos adictos a ella. Tendemos a querer que
todo sea fácil, pero Dios nos ha ungido y equipado para cosas difíciles. Todo lo
podemos hacer por medio de Cristo. Él es nuestra fortaleza. La verdad es que si
una cosa no nos cuesta nada, rara vez es muy valiosa para nosotros. Si romper un
mal hábito pudiera tener lugar sin ningún compromiso ni esfuerzo por nuestra
parte, nuestra libertad ni siquiera sería lo bastante valiosa para que intentásemos
mantenerla.
Hay algunos pasos muy específicos que creo que debería usted dar a medida
que trabaja hacia romper un mal hábito. En primer lugar, tenga cuidado del
modo en que habla del hábito que está intentando romper. Desde el comienzo de
su viaje hacia la libertad le pido que no diga: “Esto es demasiado difícil; no
estoy seguro de que pueda hacerlo”. Cuanto más diga que es difícil, más difícil
será. No salga con amigos y hable de lo mucho que está intentando romper tal y
tal mal hábito y de lo difícil que es. Realmente, soy de la opinión de que le iría
mejor si no hablase mucho de ello. Mantenga su meta entre usted y Dios, y
posiblemente uno o dos amigos de confianza o familiares que usted quiera que
oren por usted y le alienten. Quiero volver a hacer hincapié en este punto tan
sólo para asegurarme de que no lea con demasiada rapidez y lo deje escapar.
Haga el compromiso a no decir: “Esto es demasiado difícil; no estoy seguro de
que pueda hacerlo”. Diga algo que le ayudará, no algo que será un obstáculo.
Diga: “Puedo hacer esto con la ayuda de Dios”.
Jesús hizo una cosa difícil al sacrificar su vida por nosotros, y Él nunca dijo:
“Esto es demasiado difícil”. Lo logró mediante la oración, su apoyo continuo en
Dios, y al tener un fuerte compromiso a hacer la voluntad de Dios. Él, por el
gozo de obtener el premio que estaba delante de Él, soportó la cruz (Hebreos
12:2b). A medida que comienza su viaje de romper malos hábitos, mantenga en
mente la recompensa que recibirá. Somos motivados por la recompensa, y Dios
es sin duda alguna el Galardonador de quienes son diligentes. Cuando usted esté
cansado de librar batalla con sus malos deseos, piense en lo maravilloso que será
cuando el mal hábito sea roto y un hábito bueno haya ocupado su lugar.
El número de malos hábitos de los que podríamos hablar es interminable, e
independientemente de los muchos que yo mencione, podría pasar por alto el de
usted, pero la respuesta a todos ellos es la misma. Quizá usted quiera dejar de
fumar cigarrillos, de comer en exceso o de criticar a otros. Puede que incluso
esté tratando una adicción más seria, como el alcoholismo, el juego, la adicción a
las drogas, la pornografía o un trastorno alimenticio. El nombre de la adicción no
es lo importante. Lo importante es que usted sepa que Dios le ama
incondicionalmente y que Jesús vino para destruir las obras del diablo, para
liberar a los cautivos y para darnos una vida que podamos disfrutar.
Todo es posible para Dios, de modo que si su mal hábito es comer demasiado
azúcar o la adicción a las drogas, Dios puede y está dispuesto a liberarle.
Entiendo que romper el hábito de beber ocho latas de refresco al día no va a ser
tan difícil como romper una adicción a las drogas. Los problemas no son los
mismos, pero Dios es el mismo, y Él tiene suficiente fuerza para suplir
cualquiera que pueda ser su necesidad.
Creer
Si quiere romper un mal hábito, debe creer que es posible. Si intenta
conquistarlo mientras sus pensamientos y palabras están llenos de duda e
incredulidad, no es probable que experimente victoria. Incluso si lo ha intentado
miles de veces anteriormente y nunca ha sido exitoso, crea que está vez será
diferente.
Jesús les dijo a sus discípulos que si solamente creían, verían la gloria de
Dios (Juan 11:40). Incluso si usted tiene días en que no es muy exitoso, siga
creyendo. Creo que pone furioso al diablo cuando seguimos diciendo: “Creo que
Dios está obrando y que soy libre”.
Crea la Palabra de Dios más de lo que cree en cómo se siente, y aprenda a
decir lo que Dios dice acerca de usted y de su vida. La Palabra de Dios dice que
somos muertos al pecado y que nuestra relación con él está rota (Romanos 6:2),
y que estamos vivos para Dios, viviendo en una comunión continua con Él
(Romanos 6:11). Eso significa que, espiritualmente hablando, es usted libre de
todos los malos hábitos, y tan sólo necesita creerlo y comenzar a aplicar la
libertad que Jesús compró para usted con su muerte y resurrección. Puede que no
nos sintamos de ese modo, pero eso es lo que dice la Palabra de Dios. Además
dice que debemos considerarnos (pensar) nosotros mismos muertos al pecado y
nuestra relación con él rota (Romanos 6:11). ¿Cómo piensa de usted mismo? ¿Se
ve siempre como alguien que está atado y es un esclavo de los malos hábitos, o
dará un paso en fe y creerá que es usted libre?
El modo en que piense sobre el problema que tiene o el mal hábito que quiere
romper es muy importante, porque nuestros pensamientos impulsan nuestras
acciones. Usted puede controlar sus pensamientos, y nunca debería pensar que
cualquier mal hábito está por encima de ser eliminado de su vida. Siga pensando:
“Puedo hacer esto con la ayuda de Dios”. Recuerde: los expertos dicen que son
necesarios treinta días para formar o romper un hábito, y si usted lo toma día a
día, no parecerá tan difícil.
Entiendo que este principio de creer antes de ver puede que no tenga ningún
sentido para su mente, pero es la fórmula de Dios para el éxito. En el mundo
solamente estamos dispuestos a creer después de ver y tener pruebas, pero en el
Reino de Dios primero creemos por fe sin ninguna evidencia natural, y después
vemos el resultado. Creer primero, y después experimentar libertad. Crea la
Palabra de Dios y los resultados llegarán.
Hasta aquí, las cosas que le insto a hacer son:
¿Qué le provoca?
Examínese a usted mismo y aprenda lo que le provoca a realizar la conducta de
la que quiere ser libre. ¿Hacen el estrés o alguna otra emoción negativa que
recurra a su mal hábito? ¿Lo hace cuando está aburrido? ¿Lo hace cuando está a
solas? ¿Lo hace cada mañana? Por ejemplo, puede que nunca sea usted tentado a
comer helado y palomitas de maíz a las 10:00 de la mañana, pero es tentado a
hacerlo cada noche mientras ve la televisión. ¿Está relacionado su mal hábito
con alguna otra actividad que usted realiza? A mi hija Laura le encanta la Pepsi
Light. La mayor parte del tiempo ella ha dejado de beberla, pero he observado
que cuando está frustrada o muy cansada es cuando dice enfáticamente: “¡Hoy
voy a beber una Pepsi Light!”. Es su alimento reconfortante. Beber
ocasionalmente una Pepsi Light puede que no sea un problema, pero si su hábito
es el juego o consumir drogas cuando se siente frustrado o estresado, entonces es
un asunto más urgente. Pida a Dios que le muestre si hay alguna relación entre
su hábito y otras cosas. A veces, entender por qué hacemos algo es la puerta
hacia la libertad.
Vea si puede encontrar algún patrón, y si lo encuentra, puede que eso le
ayude a evitar el hábito evitando lo que lo desencadena. Al menos, entender la
relación puede que le ayude a estar más preparado para resistir la tentación. Si
usted tiende a comer en exceso cuando está aburrido, podría no permitirse a
usted mismo aburrirse o podría encontrar otro hábito más sano para llenar su
tiempo que el de comer en exceso. Si se va de compras cuando se siente infeliz
como un modo de consolarse emocionalmente, entonces reconocer el patrón
puede ayudarle a encontrar una manera más bíblica de tratar su infelicidad.
Enfoque
Ya he mencionado que es mejor trabajar en un hábito cada vez, pero necesito
subrayar ese punto. Todos somos tentados a intentar arreglar todo lo que va mal
de la noche a la mañana, pero eso es imposible. Cualquier mal hábito que usted
tenga se desarrolló uno a uno, y serán rotos uno a uno. El enfoque es vital. Nos
permite dirigir todas nuestras energías y capacidad hacia una sola cosa, en lugar
de dividirlo entre varias cosas. La impaciencia nos impulsa a conquistarlos
todos, pero el éxito llega mediante fe y paciencia. Digamos que usted ha
localizado tres malos hábitos de los que quiere ser libre seriamente. Si cada uno
le toma sólo treinta días, entonces en noventa días será usted libre de todos ellos,
o al menos estará en el camino de serlo. Recuerde: los hábitos se forman
mediante la repetición, y serán rotos mediante la repetición. Si hacemos
repetidamente una cosa, pronto se convierte en parte de quienes somos, y lo
hacemos inconscientemente, como un hábito. Si repetidamente no hacemos una
cosa, entonces se desvanecerá, y en cierto punto ya no será parte de quienes
somos.
Las personas con sobrepeso necesitan enfocarse en lo que comen. He
observado que las personas que comen en exceso tienden a comer sin pensar. Si
pasan al lado del escritorio de un compañero de trabajo y hay allí una barrita de
caramelo para que todos la compartan, se comerán una parte inconscientemente,
por hábito. En mis años de adolescencia y juventud yo tenía sobrepeso, y desde
entonces he desarrollado muchos buenos hábitos alimenticios, uno de los cuales
es no comer nunca nada sin entender lo que estoy comiendo y aproximadamente
cuántas calorías tiene. Puedo comer cualquier cosa si realmente quiero, pero
tengo que darme cuenta de que lo he comido y contarlo con el resto de lo que
comeré ese día.
La mayoría de personas que tienen sobrepeso comen muchas cosas a lo largo
del día que ni siquiera se acuerdan de haber comido; entonces están frustradas
porque sienten que sencillamente no comen tanto como para pesar lo que pesan.
Si usted tiene un problema en esta área, entonces le sugiero que escriba todo lo
que se come durante una semana. Eso puede que le proporcione una
comprobación de realidad. Es fácil para nosotros engañarnos a nosotros mismos
a menos que tomemos tiempo para prestar atención verdaderamente a lo que
hacemos. Si usted quiere romper el hábito de comer en exceso, tendrá que
enfocarse en ello durante al menos treinta días. Estoy segura de que encontrará
varias cosas de las que puede prescindir y que marcarán una diferencia en su
peso. Conozco a una mujer que simplemente dejó de beberse un vaso grande de
leche cada noche antes de irse a la cama. En un periodo de un año perdió quince
libras (6,8 kilos).
Si quiere romper el mal hábito de la desorganización, necesitará enfocarse en
mantener su ambiente ordenado y limpio. Varias veces al día, eche una mirada a
propósito a su espacio (su casa, su escritorio, su auto, etc.). Si se ha vuelto
desordenado o lleno de cosas, tome unos minutos para organizarlo. Desarrolle el
hábito de volver a poner las cosas en su lugar adecuado enseguida. Una buena
frase para recordar es: “Retírelo enseguida”.
Priscilla siempre perdía sus llaves. Esto suena a cosa de poco, pero condujo a
otros hábitos, como llegar siempre tarde a las citas. ¿Por qué? Porque estaba
buscando las llaves cuando ya debería haber salido de su casa. Finalmente, puso
un plato decorativo justamente delante de la puerta y decidió poner sus llaves en
el plato en cuanto entrase en la casa. Fue fácil, y resolvió dos problemas a la vez.
Ocuparnos de las cosas regularmente es mucho mejor que permitir que se
amontonen hasta que sean abrumadoras. Permanezca en una cosa hasta que
tenga la victoria, y después puede pasar a otra cosa a la vez que sigue
manteniendo la victoria que ya ha obtenido.
Una cosa que nos ayuda a enfocarnos es mantener algo delante de nosotros
que nos recuerda lo que necesitamos hacer o no hacer. Es más probable que
usted beba mucha agua si tiene a su lado agua todo el tiempo. Escriba notas y
póngalas en lugares donde tenga que verlas. Si está intentando romper el mal
hábito de llegar tarde, tenga delante un reloj, o programe una alarma para
recordarle cuándo necesita comenzar a prepararse para salir de su casa.
También podemos enfocarnos al mantener ciertas cosas lejos de nosotros.
Una mujer que quería dejar de fumar quitó todos los ceniceros y encendedores
de su casa. Si usted quiere dejar de ver mucha televisión, saque de la habitación
el control remoto. Puede que se canse tanto de cambiar de canales que decida
hacer otra cosa. E incluso si no lo hace, al menos tendrá que hacer algo de
ejercicio. Los platitos para caramelos tienen otros usos además del de tener
dulces; puede llenarlos de frutos secos o de flores secas.
Finalmente, no se enoje con usted mismo porque no recuerde hacer todas las
cosas que debería hacer. No se sienta necio si tiene que dejar una nota para usted
mismo y recordarle hacer algo. Es mejor hacer eso que no hacer lo que debería
hacer. Desarrolle todos los sistemas que necesite para ayudarle a enfocarse en lo
que quiere lograr.
¡Salga de la rutina!
A veces puede ayudar a romper un mal hábito si entendemos que será peligroso
o dañino continuarlo. Yo siempre he tenido dificultad para formar el hábito de
usar hilo dental diariamente, aunque varios dentistas a lo largo de los años me
han instado a hacerlo. Lo cierto es que yo no quería tomar el tiempo para
hacerlo, y pensaba que mis dientes estaban bien. Estaba ocupada, pero
finalmente empleé el tiempo, de todos modos. Este año hice unas veinte visitas
al dentista. Tuve un flemón en un diente y un total de diecisiete dientes que
necesitaban cierto tipo de trabajo. Tenía muchos puentes y fundas que eran muy
viejos y necesitaban ser cambiados. Cuando terminé con todas esas citas, estaba
muy convencida de comenzar a usar hilo dental y todo lo demás que el dentista
me dijo que hiciera. Mire, entender el resultado de no hacerlo me dio una pasión
por hacerlo. Todo el problema no estuvo causado por no utilizar hilo dental, pero
sí contribuyó.
Tony compartió que su hermano es dentista y que repetidamente le decía que
tenía que usar hilo dental dos veces al día. Él admitió que su boca y sus dientes
los sentía mejor cuando lo hacía, así que fue a una tienda y compró varios
paquetes de hilo dental. Los puso en su cuarto de baño, en su auto y en su
escritorio en el trabajo, donde veía televisión, y también en su bolsa del
gimnasio y en la habitación de la colada. Los puso por todas partes para no
olvidarse de ello. Ahora sólo los tiene en dos lugares, porque ha formado el
hábito de utilizarlo. Él formó un buen hábito que evitará que sufra más adelante.
Hace años, cuando se estaban estableciendo los Estados Unidos del oeste, las
carreteras eran simplemente caminos de carretas. Esos difíciles caminos
planteaban graves problemas para quienes viajaban por ellos. En uno de esos
serpenteantes caminos había una señal que decía: “Evite esta ruta, o estará en
ella durante las siguientes 25 millas (40 kilómetros)”. Si no quiere estar
repitiendo su mal hábito dentro de diez años, comience a salir de la ruta ahora.
Estoy segura de que la persona que termina con cáncer de pulmón debido a
fumar desearía haber hecho el compromiso de dejar de fumar. La persona que
pierde a su familia debido al juego o a la adicción al alcohol desearía haber
estado dispuesto a sufrir el proceso de la desintoxicación. Mire, si no pagamos el
precio por la libertad, terminaremos pagando el precio por la atadura. De
cualquier manera pagaremos un precio porque la ley de Dios dice que
cosechamos lo que sembramos.
Cualesquiera que puedan ser sus malos hábitos, tome algún tiempo y piense
en cuál puede ser el resultado a largo plazo de seguir con ellos. Eso podría
motivarle a tratarlos en este momento.
Echemos otro vistazo a algunas de las cosas que le sugiero que haga si quiere
romper un mal hábito:
¡Feliz viaje para romper hábitos! Está usted en el camino, y creo que tendrá
éxito.
CAPÍTULO
5
Pensamientos, palabras y hábitos
Esto lo dice todo, por lo que a mí respecta. La Palabra de Dios debe ser algo
en lo que pensemos y de lo que hablemos regularmente y en toda situación. Si lo
hacemos, y ese si no debe ser pasado por alto, entonces veremos lo que tenemos
que hacer, lo haremos, y tendremos éxito. Dios había dado a Josué una tremenda
oportunidad de dirigir a los israelitas el resto del camino a la Tierra Prometida
que Moisés no había conquistado. Se le dijo que no tuviera temor, que fuese
fuerte y valiente, y que siguiese pensando y declarando la Palabra de Dios a fin
de alcanzar la meta que tenía por delante.
¿Qué le gustaría alcanzar en su vida? ¿Qué le gustaría cambiar comenzando
ahora mismo? ¿Tiene algunos malos hábitos que quiera romper y algunos buenos
que quiera formar? Lo que usted quiere no sucederá a menos que aprenda a
pensar y hablar en concordancia con su deseo.
¡Pruébelo!
En 1977, Dios comenzó a mostrarme el poder de mis palabras. Yo nunca había
oído ninguna enseñanza como la que estoy presentándole en este libro, pero Dios
me convenció de que yo era una persona muy negativa y que necesitaba un
importante cambio. Él me mostró que mis palabras eran negativas y que mi vida
no podía cambiar hasta que cambiasen mis palabras. Hice una lista de cosas que
quería ver suceder en mi vida y encontré escrituras para respaldar cada una de
ellas. Entonces, por seis meses, dos veces por día, declaraba esas cosas en voz
alta. Cuando comencé el proyecto, ninguna de las cosas que estaba confesando
era una realidad en mi vida, pero en la actualidad todas ellas lo son. Podría
añadir que sigo confesando esas cosas y otras partes de las preciosas promesas
de Dios regularmente. Le sugiero que lo pruebe. Creo que si piensa regularmente
y habla cosas positivas, buenas y llenas de vida, verá cambios en usted mismo y
en su vida que le gustarán.
Recientemente estaba hablando a una mujer en una cita y dije algo sobre
hablar positivamente. Ella dijo enseguida: “Yo no creo en toda esa basura de la
afirmación positiva; ¡creo en la realidad!”. Me sentí triste por ella, porque
obviamente no conocía la Palabra de Dios y no era consciente de que ella podía
cambiar su realidad al creer, pensar y declarar en acuerdo con Dios. ¡Estoy muy
contenta de que no tengamos que conformarnos con la realidad! Actualmente,
los programas de reality en televisión son muy populares, y van aumentando
todo el tiempo. Yo prefiero tener poder transformador en lugar de más realidad.
Quiero esperanza y la fe de que todo es posible para Dios.
Haga que el hábito de pensar y hablar según lo que quiere ver suceder en su
vida sea parte de cualquier otro hábito que quiera desarrollar o destruir. Por
ejemplo, si es usted indeciso, no siga diciendo: “Me resulta difícil tomar
decisiones”. Comience a decir: “Tengo la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:30) y
la mente de Cristo (1 Corintios 2:16) y soy una persona decisiva”. O si tiende a
comer en exceso y necesita mejorar su salud y quizá perder algo de peso, no diga
una y otra vez: “Simplemente no puedo controlar mi apetito. Cuando comienzo a
comer, no puedo dejarlo hasta que estoy totalmente lleno. Tengo que comer
azúcar cada día”. Si sigue diciendo que tiene que comerlo, siempre lo tendrá;
pero si cambia lo que cree al meditar en la Palabra de Dios y hablar de acuerdo a
lo que ella dice, entonces puede tener lo que Dios dice que puede usted tener. Su
Palabra dice que Él nos ha dado espíritu de disciplina y de dominio propio (1
Timoteo 1:7), y nosotros deberíamos decir lo mismo.
Estoy segura de que entiende lo que estoy diciendo, y es mi oración que esté
convencido de que necesita comenzar a hacerlo. Como dije, ¡pruébelo! Su
experiencia le convencerá, incluso si yo no puedo hacerlo. Se sentirá usted mejor
y tendrá más energía si declara cosas que le ministren vida, y todas las personas
que le rodean disfrutarán de usted mucho más.
Recuerde por favor que no puede tan sólo decidir hacer esto y ser exitoso.
Ningún hombre puede domar la lengua. Va a necesitar usted mucha ayuda de
parte de Dios hoy y cada día, y también yo. La boca es como una bestia salvaje
que es rebelde e indisciplinada (Santiago 3:7-8), pero Dios puede cambiar todo
eso si hacemos un compromiso y nos aferramos a eso hasta que veamos éxito.
Reprogramar la computadora
Lo que pensamos y declaramos, especialmente si es frecuente, está escrito en la
tabla de nuestro corazón; está incrustado en nuestro disco duro, por así decirlo.
Al igual que una computadora solamente puede sacar la información que se haya
programado en ella, nuestros corazones solamente pueden sacar lo que está
escrito en ellos. Si no nos gusta el resultado que obtenemos de nuestra
computadora, no dudamos en obtener un nuevo programa, y eso es lo que le
estoy sugiriendo que haga con su vida. Comience a reescribir lo que ha sido
programado en su corazón. Lo que está en un programa de computadora
determina la información que sale de ella, y lo que está en nuestro corazón sale
por nuestra boca.
Quiero asegurarle que puede usted hacer esto con la ayuda de Dios. Puede
que haya tenido muchos malos hábitos mentales y verbales, pero pueden ser
transformados en otros positivos y llenos de vida. Es momento de renovar su
mente y convertirse en la persona que Dios quiere que usted sea en cada área de
la vida.
La desgracia de la indecisión
No hay un ser humano más desgraciado que aquel en quien nada es habitual
excepto la indecisión.
William James
Cuantos más buenos hábitos desarrolle, menos tendrá que luchar con los malos.
Yo soy una firme creyente en concentrarse en las cosas buenas en lugar de
hacerlo en las malas. Los hábitos saludables realmente resuelven muchos otros
hábitos malos. Por ejemplo, si me siento sana y con energía, es más probable que
sea fácil llevarse bien conmigo, y no tengo que tratar el mal hábito de ser
malhumorada. Cuando me siento bien, estoy feliz, soy más amigable y
demuestro más paciencia.
El mundo está lleno de personas poco sanas. Miles de millones de dólares se
gastan en visitas a médicos, y en medicinas y tratamientos para ayudarnos a
sentirnos mejor. Probablemente, se emplean millones de horas en nuestras
enfermedades, cuando muchas de ellas podrían haber sido evitadas por tener
hábitos más saludables anteriormente en la vida.
Por favor, no espere hasta estar enfermo para escoger la salud. Un gramo de
prevención vale más que un kilo de curación. En mi libro Luzca estupenda,
siéntase fabulosa cubro con detalle muchos principios de prevención, pero en
este capítulo quiero hablarle sobre algunos de los que quizá sean los más
urgentes para todos nosotros.
Fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
1 Corintios 6:20
Desestresar
El estrés es la enfermedad del siglo XXI. Es el culpable que está detrás de un
alto porcentaje (he oído cifras tan elevadas como el 80 por ciento) de todas
nuestras enfermedades. Nuestros cuerpos están creados para manejar el estrés a
menos que se vuelva excesivo y repetitivo. Cuando así sucede, estamos en
peligro de muchos resultados poco sanos. Si quiere mejorar su salud, debe tomar
la decisión de no permitir el estrés excesivo en su vida. La vida probablemente
no cambiará, así que eso significa que tendrá usted que cambiar su modo de
enfocar la vida y responder a ella. Por ejemplo, preocupación, ansiedad y temor
son importantes factores de estrés, y podemos eliminarlos al confiar en Dios y
poner nuestra preocupación sobre Él.
El estrés excesivo produce demasiada cantidad de la hormona cortisol en
nuestro cuerpo, y eso es peligroso. Las personas pueden realmente volverse
adictas a ella, como a una droga. Cuanto más viven con el pedal del acelerador
de su vida presionado hasta el fondo, más estresadas se sienten, y lo aborrecen,
pero se acostumbran tanto a ello que lo desean. No saben cómo descansar y
relajarse. Las personas presumen de vivir en el carril más rápido de la vida, pero
verdaderamente es ahí donde se producen la mayoría de accidentes. La mayoría
de personas, cuando se les pregunta si estaban demasiado ocupadas, dirían que
sí. Pero es interesante que ellas sean las únicas que pueden tomar la decisión de
cambiar de carril. La mayoría de personas se quejan todo el tiempo de sus
horarios, pero nunca hacen nada al respecto. Quejarse y no hacer nada para
mejorar una situación es una total pérdida de tiempo y algo muy necio.
A continuación está lo que incluso un poco de cortisol hace en su cuerpo.
Hace que su corazón marche en quinta velocidad, latiendo cuatro veces más
rápido que su ritmo natural, y hace lo mismo por sus pulmones. Contrae los
vasos sanguíneos y eleva su presión sanguínea hasta niveles peligrosos.
Hace que su boca se reseque y cierra su estómago y sus intestinos. Retira la
sangre de su cara y de su piel, y mezcla su sistema inmunológico. Causa estragos
en su sueño, apaga el interés sexual y la capacidad reproductora. Ralentiza la
sanidad y aumenta su riesgo de enfermedad periodontal, enfermedades cutáneas
y enfermedades autoinmunes. Cierra la memoria a corto plazo y el pensamiento
racional; realmente encoge parte de su cerebro. Incluso le hace comer en exceso.
Sabemos que muchas personas comen en exceso debido al estrés; es uno de esos
patrones de los que hablamos anteriormente. Cuando se sienten estresadas,
habitualmente acuden a la comida para encontrar consuelo.
Suena a malas noticias, ¿no es cierto? Usted pensaría que las personas harían
todo lo posible para librarse de esta “droga”. Sin embargo, nos damos a nosotros
mismos dosis de ella cada día. Yo fui adicta a ella durante muchos años de mi
vida. Como dije, podemos manejar cantidades normales de estrés. El cortisol es
útil cuando usted necesita responder a un incidente estresante, como evitar
chocarse con un auto cuando alguien de repente se mete delante de usted en la
autopista. Todos los efectos físicos del cortisol tienen lugar en el cuerpo, pero el
cuerpo pronto regresa a la normalidad cuando el peligro ha pasado y el estrés ha
terminado. Pero cuando el estrés es continuo, agota su cuerpo. Es imposible estar
sano y mantener elevados niveles de estrés durante un largo periodo de tiempo.
Desarrolle el hábito de vivir sabiamente ahora para no estar totalmente agotado
cuando llegue a los cuarenta o cincuenta años de edad.
Si ya ha pasado años sin ocuparse de usted mismo y está enfermo, cansado y
agotado, no crea que es demasiado tarde para usted. Comience a desarrollar
hábitos saludables en este momento, y toda buena decisión que tome ahora
comenzará a reparar cualquier daño que se haya causado. Nunca es demasiado
tarde para comenzar.
Comience a prestar atención a lo que causa que experimente estrés, y haga
cambios. Es tan sencillo como eso, y si usted lo complica más, es más que
probable que nunca cambie. A pesar de las muchas razones y excusas que
tengamos para vivir con estrés, lo cierto es que podemos eliminar mucho estrés
de nuestras vidas si verdaderamente queremos hacerlo.
4. Ejercicio
El valor del ejercicio es tremendo. Después de haber estado haciendo ejercicio
en el gimnasio por un año, mi entrenadora me dijo que incluso si lo dejaba
entonces, me seguiría beneficiando durante quince años de ese año que había
empleado en hacer ejercicio. Hay múltiples formas de ejercicio, y sencillamente
quiero instarle a que escoja uno que encaje con usted, que pueda aprender a
disfrutar y que convierta en un hábito. Camine, vaya en bicicleta, nade, juegue a
un deporte activo, haga ejercicio con pesas o consiga un video de ejercicios. Las
opciones son interminables, de modo que escoja una y comience. Incluso si
siente que no puede hacer mucho, hacer algo es mejor que no hacer nada.
5. Suplementos
No todo el mundo quiere tomar vitaminas y otros suplementos, y esa decisión
tendrá que tomarla usted. Dave y yo tomamos ambos muchos suplementos
porque queremos hacer todo lo que podamos para asegurarnos de estar bien
nutricionalmente hablando. Mi consejo sería tomar al menos un complejo
vitamínico diariamente, vitamina D extra, y cualquier otra cosa que pudiera
usted necesitar concretamente. Por ejemplo, algunas personas necesitan tomar
hierro pero otras no. Si usted quiere tomar suplementos pero tiende a olvidarse,
entonces haga algo que le ayude a recordarlo. Sitúelos donde tendrá que verlos,
escriba una nota, o programe una alarma en su teléfono.
6. Desintoxicación
Todos tenemos acumulación tóxica en nuestros cuerpos, y esas toxinas necesitan
ser eliminadas. La acumulación tóxica puede ser la raíz de muchos achaques
físicos. Algunas toxinas son expulsadas mediante la respiración, y muchas otras
son expulsadas mediante los riñones y los intestinos. El ejercicio nos hace sudar,
y esa es otra manera excelente de desintoxicación. Las saunas en casa al igual
que otros métodos de desintoxicación están disponibles, y quizá quiera examinar
esas opciones.
Todo el mundo quiere ser feliz. De hecho, creo que ese deseo es lo principal que
nos motiva en la mayoría de cosas que hacemos. Pero ¿sabemos verdaderamente
lo que nos hace genuinamente felices? ¿Y es la felicidad sólo un sentimiento o
una emoción que buscamos, o es más profundo que eso?
Abraham Lincoln dijo: “Las personas son tan felices como se propongan
serlo en su mente”. Estoy de acuerdo. Estoy convencida de que la felicidad es
una elección y un hábito que podemos desarrollar. Primero escogemos la
felicidad, y después seguirán los sentimientos. El salmista David dijo. “Éste es el
día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él” (Salmos 118:24).
La afirmación “regocijémonos” es el factor decisivo en el disfrute de nuestro día.
Si usted no decide ser feliz, siempre habrá algo para robar su gozo y envenenar
su felicidad.
Jesús nos dijo que en el mundo tendremos tribulación, y su sugerencia era
alegrarnos (Juan 16:33). El gozo nos da fortaleza para manejar los problemas
que sí tenemos. La tristeza de cualquier tipo nos quita la energía y quebranta
nuestro espíritu. Uno de los mejores hábitos que puede usted desarrollar es el
hábito felicidad. Cuantos más días felices experimente, más se negará a ser
infeliz. Ser infeliz por algo es una pérdida de tiempo y no cambia nada; por
tanto, ¿por qué serlo?
Cada mañana cuando abro mis ojos me digo a mí mismo: yo, no los
acontecimientos, tengo la capacidad de hacerme feliz o infeliz hoy. Puedo
escoger cómo estaré. El ayer está muerto, y el mañana no ha llegado aún. Tengo
solamente un día, hoy, y voy a ser feliz en él.
Groucho Marx
Parece que Groucho Marx estaba de acuerdo con el salmista David, quien
estaba de acuerdo con Dios. Dios quiere que seamos felices y disfrutemos de la
vida. Jesús dijo que Él vino para que pudiéramos tener y disfrutar una vida
abundante (Juan 10:10). ¿Tomará la decisión de hacer feliz a Jesús al ser feliz
usted mismo?
Otra idea parecida que es poderosa es: “El ayer es historia, el mañana es un
misterio, y el hoy es un presente”.
Enfoque
Cuando enfocamos nuestro tiempo y atención en cosas que nos resultan malas,
nos sentimos tristes, enojados o ansiosos. Enfocarse en las cosas buenas nos hace
sentir bien, emocionados, vigorizados y entusiastas. Se ha dicho que enfocarse
en las cosas buenas es la primera ley de la felicidad, porque aquello en que nos
enfocamos (pensamos) determina nuestros sentimientos. Dios nos ha dado la
capacidad de escoger la felicidad independientemente de lo que suceda a nuestro
alrededor. No estoy sugiriendo que ignoremos nuestros problemas, pero existe
una gran diferencia entre enfocarnos en ellos y trabajar hacia resolverlos.
Nunca será usted regularmente feliz si cree que la felicidad está determinada
por lo que sucede a su alrededor o lo que le sucede a usted. ¿Cree que puede
escoger la felicidad y convertirla en un hábito? Si lo cree, entonces es momento
de ponerse a trabajar para reposicionarse a usted mismo y su perspectiva
poniendo sobre todo la mejor construcción posible. Una persona negativa no
puede ser feliz, y una persona persistentemente positiva no puede ser infeliz, al
menos no por mucho tiempo.
Vivir por fe en Dios quita la presión de nosotros y nos permite disfrutar de toda
la vida en mayor escala. La fe es la voluntad de Dios, y creo que debería
convertirse y puede convertirse en nuestro hábito. La Biblia dice en Hebreos
11:6 que sin fe no podemos agradar a Dios. Romanos 14:23b dice que cualquier
cosa que hagamos que no provenga de la fe es pecado. Romanos 1:17 dice que la
justicia es revelada en la Palabra de Dios, y que eso nos conduce de fe en fe.
Para mí, eso significa que deberíamos estar en fe en todo momento. ¡Debería ser
nuestro hábito! Fe es confiar en lo que Dios dice en su Palabra, aunque puede
que no tenga usted ninguna evidencia aún de su realidad. Fe es lo que nos
conecta con un Dios omnipotente. Cuando no dependemos de la fiabilidad de
Dios, hacemos un cortocircuito a la fe, produciendo dos trágicos resultados: falta
de poder y desesperanza.
Pues hemos recibido noticias de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por
todos los santos.
Colosenses 1:4
Estas dos escrituras nos dan una definición muy clara de lo que es fe. La fe
nos llena de esperanzada expectación.
¿Está usted comprometido a vivir por fe, o meramente habla sobre la fe? La
fe está en nosotros, pero debe ser soltada, y eso se hace al orar, declarar y
emprender la acción. La oración lleva nuestras peticiones llenas de fe delante del
trono de Dios, y Él responde. Ore con valentía, porque Él puede hacer mucho
más de lo que podemos imaginar (Efesios 3:20; Hebreos 4:16).
Lo que esté en su corazón saldrá por su boca. Preste atención a lo que dice, y
con frecuencia eso le ayudará a descubrir cuánta fe tiene verdaderamente. Un
hombre o una mujer de fe pueden seguir hablando positivamente sobre una
situación aun cuando las circunstancias no hayan cambiado. Una persona puede
haber escuchado cientos de enseñanzas de la Biblia sobre la fe, pero puedo
decirle si verdaderamente tiene o no fe al escucharle hablar durante un rato. Las
palabras que están de acuerdo con la Palabra de Dios liberarán fe y le permitirán
que salga a obrar en el ámbito sobrenatural.
Emprender la acción libera la fe. Cuando yo estoy sentada ante la
computadora y pongo mis manos sobre las teclas, estoy emprendiendo la acción.
Estoy liberando mi fe y Dios interviene. Eso no funcionaría para alguien que no
tenga un talento para escribir, pero aunque yo sí tengo un talento, aun así debo
comenzar y continuar en fe a lo largo del proceso.
Cuando Pedro salió de la barca, su acto demostró que tenía fe en la Palabra
de Dios cuando oyó decir a Jesús: “Ven”. ¿Le está pidiendo Dios que haga algo y
usted está esperando a sentirse seguro? Si es así, eso no es fe. A fin de hacer o
tener cosas mayores, normalmente se requiere de nosotros que soltemos lo que
tenemos y nos dirijamos hacia lo desconocido. Dios le dijo a Abraham que
dejase su país, su casa y a sus familiares para ir a una tierra que Dios le mostraría
después de que él hubiera comenzado el camino. Él tuvo que irse, sin saber a
dónde iba. ¡Eso es fe!
Fe para el pasado
Podemos tener fe hoy que se ocupe de todos nuestros errores y fracasos del
pasado. El lamento por el ayer puede arruinar nuestro presente a menos que
vivamos por fe. El diablo quiere que pensemos que no podemos sobreponernos a
nuestro pasado o que es demasiado tarde para que tengamos una buena vida,
pero él es un mentiroso. La Palabra de Dios nos enseña que soltemos el pasado
por la fe y prosigamos hacia las cosas que están delante. Si está preocupado por
algo acerca de su pasado, medite en esta escritura y permita que le aliente a
confiar en Dios.
¡Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy
abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.
Isaías 43:19
Fe para el futuro
Todos pensamos que nos encantaría conocer el futuro. Las personas que no
saben cómo confiar en Dios puede que gasten miles de dólares consultando a
adivinos y supuestos médiums con la esperanza de obtener una vislumbre del
futuro. No tienen necesidad de desperdiciar su dinero. Dios es el único que
conoce el futuro. Él podría escoger hablar del futuro por medio de uno de sus
profetas, pero normalmente quiere que confiemos en Él. La pregunta “¿qué voy
a hacer?” está con frecuencia en nuestras mentes, pero no tenemos que
entretenerla. Yo no sé exactamente lo que tiene el futuro para mí, pero sí creo
que sea lo que sea, será el plan bueno y perfecto de Dios. Un hombre cristiano
con frecuencia decía: “Yo no conozco lo que habrá en el futuro, pero conozco a
Aquel que tiene el futuro en sus manos”.
Siempre que llegue a nuestra mente una preocupación acerca del futuro,
podemos escoger inmediatamente la fe en Dios en lugar de la preocupación.
El estado del mundo actualmente es muy inestable, y la presión de
preocuparse va en aumento. ¿Y si la economía fracasa totalmente? ¿Y si pierdo
mi empleo y todos mis ahorros para la jubilación? Yo hago un viaje de cien
millas (160 km) de ida y vuelta hasta el trabajo, ¿qué voy a hacer si los precios
de la gasolina siguen subiendo? Nunca he tenido hijos; ¿quién se ocupará de mí
cuando sea anciano? Las preguntas y las dudas son interminables si permitimos
que nuestra mente vaya hasta ahí, pero también podemos escoger desarrollar el
hábito de la fe. No conocemos todas las respuestas, pero podemos conocer a
Dios, y Él sí conoce las respuestas. Cuando la fe es un hábito, no
desperdiciaremos nuestra energía y nuestro tiempo en la preocupación.
Puede que usted tenga una situación que se cierne en el futuro y que sabe que
necesitará confrontar, y sencillamente no siente que esté a la altura. No se
preocupe. Dios le dará la gracia, la sabiduría y la fortaleza que necesite cuando
llegue el momento. Hasta entonces, ¡tenga fe!
La fe sube por la escalera que el amor ha construido y mira por la ventana que
la esperanza ha abierto.
Charles H. Spurgeon
Abandonarse a Dios
Abandone completamente intentar controlar su vida y sus circunstancias y confíe
en Dios en todo. Abandono es olvidar enteramente el pasado, dejando el futuro
completamente en manos de Él, y estando totalmente en paz con el presente,
sabiendo que el momento en que está contiene la voluntad perfecta de Dios para
usted para ese momento. Watchman Nee, un poderoso cristiano chino que fue
martirizado por su fe, incluyendo que le cortasen la lengua por predicar, murió
con esta nota debajo de su almohada.
Cristo es el Hijo de Dios. Él murió para expiar los pecados de los hombres, y
después de tres días resucitó. Este es el hecho más importante del universo.
Muero creyendo en Cristo.
Watchman Nee
Es muy fácil ser una persona mediocre. Lo único que tiene que hacer es no hacer
ningún esfuerzo extra de ningún tipo y dejarse llevar por la vida sin marcar
ninguna diferencia en el mundo, lo cual garantizará que no deje ningún legado a
sus espaldas cuando se haya ido. Probablemente ni siquiera será observado o
destacará, porque hay millones de otras personas que también son mediocres.
Pero si se atreve a formar el hábito de ser excelente en todo lo que hace, será una
brillante luz en la oscuridad, y eso es exactamente lo que Dios le ha llamado a
ser.
Dios es excelente y nosotros somos creados a su imagen; por tanto, si
queremos alcanzar nuestro máximo potencial en Él también debemos decidir ser
excelentes. Dios tiene un excelente plan en mente para nuestras vidas, pero una
persona mediocre, perezosa y que hace concesiones no vivirá en el cumplimiento
de un destino excelente. Todos tenemos una decisión que tomar sobre el modo
en que viviremos, y creo que Dios quiere utilizar este libro para instarle a tomar
su decisión si es que aún no lo ha hecho. Si usted ya ha tomado su decisión de
ser excelente, entonces utilice esto como una oportunidad de volver a hacer un
compromiso, y siga adelante.
La excelencia se ve al hacer lo máximo que pueda en cada situación, pero no
es necesariamente perfección. Excelencia es una calidad extremadamente
elevada y una virtud a seguir. Edwin Bliss dijo: “La búsqueda de la excelencia es
gratificante y saludable. La búsqueda de la perfección es frustrante, neurótica y
una terrible pérdida de tiempo”. Es importante que usted vea la diferencia entre
esforzarse por la excelencia y esforzarse por la perfección. Si no la ve, se sentirá
frustrado y se sentirá un fracaso en cada paso del camino.
¿Sabía que la mayoría de personas que tienen el hábito de la postergación son
perfeccionistas? Debido a que se sienten impulsados a realizar una tarea perfecta
y temen que no serán capaces de lograrlo, postergan la tarea. Tendemos a pensar
que las personas que postergan las cosas son perezosas, y quizá algunas lo sean;
pero la mayoría no son perezosas, sino que tienen temor a quedar por debajo de
las expectativas de los demás.
En realidad es maravilloso entender que como seres humanos con fallos y
debilidades, rara vez hacemos las cosas perfectamente o nunca cometemos
errores. Ese fue el motivo por el cual Dios envió a su Hijo como un sustituto
perfecto para nosotros. Deberíamos tener una actitud y un deseo excelentes en
cada situación para hacer lo mejor que podamos hacer, y entonces confiar en que
Dios haga lo que nosotros no podemos hacer. Yo siempre digo: “¡Haga usted lo
mejor y confíe en que Dios hará el resto!”. Si usted hace lo que puede hacer,
entonces Dios hará lo que usted no puede hacer.
Jesús nos dijo que seamos perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto
(Mateo 5:48). Cuando yo leí ese versículo de la Escritura, me sentí presionada
porque sabía que no podía ser perfecta; pero descubrí al leer otra traducción de la
Biblia que la palabra perfecto en el original griego significa crecer hasta la
completa madurez de carácter. Dios siempre quiere que estemos creciendo y
haciendo progreso, pero Él nunca está enojado con nosotros porque aún no
hayamos llegado. Incluso el apóstol Pablo dijo que aunque él proseguía hacia la
meta de la perfección, aún no había llegado.
Si hacemos concesiones, significa que hacemos un poco menos de lo que
sabemos que es correcto y adecuado, y ser excelente significa hacer un poco más
de lo que tendría que hacer para salir del paso. Significa recorrer la milla extra.
Hubo una época en la sociedad en que la excelencia era bastante normal, pero
ese no es el caso actualmente. Nuestra pasión por tener más, lo cual es avaricia,
nos ha impulsado a preferir la cantidad en lugar de la calidad, y eso es triste.
Stephen R. Covey dijo: “Hacer más cosas con mayor rapidez no es sustituto
alguno de hacer las cosas correctas”.
Cuando estaban construyendo nuestra casa, descubrimos lo difícil que es
encontrar empresas que tengan un compromiso con la excelencia. Cuando una
cita no se mantenía, la excusa era siempre: “Estamos tan ocupados que vamos
con retraso, y no pudimos llegar a su casa”. En otras palabras, ellos habían
aceptado más de lo que podían hacer adecuadamente, y en el proceso hacían
muy poco con excelencia, incluyendo cumplir su palabra.
Hacer el compromiso de ser habitualmente excelente y cumplir con sus
compromisos será muy satisfactorio. No hay nada acerca de la mediocridad que
nos haga sentir bien por dentro con nosotros mismos o con nuestras decisiones.
Henry Kissinger, en su libro The White House Years (Los años en la Casa
Blanca), habla de un profesor de Harvard que les había encargado una tarea y
estaba recogiendo los trabajos. Él se los entregó a los alumnos al día siguiente y
en la parte de abajo de uno de ellos estaba escrito: “¿Es esto lo mejor que puede
hacer?”. El alumno pensó que no, y volvió a realizar el trabajo. Le fue devuelto
de nuevo, y con el mismo comentario. Aquello sucedió diez veces, hasta que
finalmente el alumno dijo: “Sí, esto es lo mejor que puedo hacer”. El profesor
respondió: “Muy bien, ahora lo leeré”. Sabemos en nuestro corazón si
verdaderamente estamos haciendo lo mejor que podemos. Si no lo estamos
haciendo, entonces deberíamos esforzarnos por hacerlo.
Parecería obvio que no hay ningún otro modo en que podamos amar a Dios
con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30) sin buscar hacer
lo mejor que podamos para glorificar a Dios. La búsqueda de la excelencia es
una marca de madurez si la buscamos con el motivo correcto. Nuestro motivo
debería ser obedecer y glorificar a Dios y representarle bien en la tierra. Pero una
persona puede buscar ser excelente sólo por su propia obsesión de importancia,
para ser notado y elogiado por otros, o para obtener ascensos en el mundo.
Hagamos todo lo que podamos para glorificar a Dios, y Él nos recompensará
dándonos las otras cosas que deseamos.
Cuando yo comencé mi propia búsqueda de la excelencia se debía a que Dios
me había desafiado a hacerlo. Al principio de mi ministerio, Dios habló tres
cosas a mi corazón y puso en mí que si yo hacía esas cosas para Él, tendría éxito.
La primera fue mantener la pelea fuera de mi vida, la segunda fue hacer todo lo
que pudiera con excelencia, y la tercera fue ser una persona de integridad, ser
sincera en todo lo que hacía. En ese momento, el alcance de mi ministerio era
enseñar un estudio bíblico en mi casa, pero yo me tomé en serio la
responsabilidad y estudiaba mucho cada semana para mi lección. También era
esposa y madre de tres hijos en aquella época. No podía dejarlo todo e irme a
una escuela bíblica o un seminario, así que Dios me enseñó en mi vida cotidiana.
Él me enseñó a tener siempre todo en orden y no dejar nunca desorden
debido a la pereza. Él me enseñó a volver a poner las cosas donde las había
agarrado. Dios puso en mi corazón que siempre pusiera el carrito de la compra
en su lugar en el supermercado después de haber metido toda la compra en mi
auto. Cuando estaba comprando ropa y tiraba alguna prenda de la percha donde
estaba, Él me enseñó que para ser excelente, tenía que recogerla del piso y
volver a ponerla en la percha, y no dejar que otra persona lo hiciera. Había
cientos de cosas aparentemente pequeñas como esas en las cuales Dios trató
conmigo durante aquellos años.
Fue difícil al principio, y una de las mayores excusas que yo utilizaba era que
otras personas no lo hacían, así que por qué debía hacerlo yo. Dios me recordó
que yo le había pedido que hiciera grandes cosas en mi vida, y después me
preguntó si realmente quería que Él las hiciera o no. En esencia, me estaba
diciendo: “Cosechamos lo que sembramos”. Nunca se quede satisfecho con ser
como todos los demás, sino en cambio escoja ser lo mejor que pueda usted ser.
En algunas de esas cosas yo batallé con mis emociones tanto como hasta dos
años antes de llegar a ser totalmente obediente a Dios y desarrollar el hábito de
ser excelente. Aprendí que si sembramos excelencia, cosecharemos la
recompensa más excelente. ¿Qué quiere usted de la vida? ¿Está dispuesto a
sembrar el tipo de semilla correcta para obtenerlo? Hágase a usted mismo
algunas preguntas difíciles y dé respuestas sinceras.
¿Hace lo que hace con excelencia?
¿Cuán frecuentemente hace concesiones y toma la salida más fácil?
¿Se deja llevar en la vida, o prosigue hacia lo mejor?
¿Cumple con sus compromisos?
¿Dice siempre la verdad?
¿Deja desorden para que otras personas lo limpien?
Si accidentalmente se lleva un objeto en la tienda que no pagó, ¿lo devuelve?
¿Vuelve a poner el carrito de la compra en el espacio diseñado después de
haber metido los productos en su auto?
Si puso algún producto en su carrito de la compra y después decide que en
realidad no lo necesita, ¿vuelve a ponerlo donde lo agarró o simplemente lo deja
en cualquier lugar para librarse de él?
Podría seguir añadiendo más cosas a la lista, pero creo que ya entiende lo que
quiero decir. Nunca podremos llegar donde queremos estar a menos que
admitamos sinceramente dónde estamos en este momento. Afrontar la verdad es
lo que nos hace libres.
Querida Joyce,
Solo un testimonio sobre cómo Dios me dio la “oportunidad” de aplicar sus
enseñanzas esta mañana en la televisión, a una situación en mi vida esta tarde.
Fue sobre cuando hablaba sobre el modo en que Dios trató con usted en cuanto
a ser excelente y siempre limpiar el desorden.
Estaba yo sacando mis latas y vidrio a los contenedores comunitarios, y
cuando fui a abrir la tapa, la bolsa de papel que llevaba en mi mano se rompió y
una jarra de cristal se cayó al piso de cemento y se hizo pedazos. Fui realmente
tentada a recoger los pedazos grandes y dejar los pequeños trocitos tan
peligrosos. Todo tipo de excusas inmediatamente pasaron por mi mente. “No
debería dejar solo al bebé. Estoy muy cansada. Tengo una escoba, pero no sé
dónde está el recogedor. Hace calor fuera”. Sin embargo, su enseñanza estaba
muy fresca en mi mente; por tanto, les dije a mis pies que llevasen a mi carne
otra vez hasta mi apartamento para agarrar la escoba y el recogedor y recoger
los cristales.
Lo hermoso sobre haber recogido fue la libertad de poder olvidar todo el
episodio cuando escogí el camino más excelente.
Excelencia en la conversación
El salmista David dice en Proverbios 8:6: “Oíd, porque hablaré cosas excelentes,
y abriré mis labios para cosas rectas” (RVR1960). Él estaba tomando una
decisión sobre el modo en que hablaría, y nosotros deberíamos hacer lo mismo.
Al igual que podemos dirigir nuestros pensamientos, también podemos dirigir
nuestras palabras con la ayuda de Dios. El poder de la vida y la muerte está en la
lengua, y comemos el fruto de ella (Proverbios 18:21). Nuestras palabras nos
afectan a nosotros y a las personas que nos rodean, y también afectan a lo que
Dios puede hacer por nosotros. No podemos tener una boca negativa y una vida
positiva.
El apóstol Pedro nos enseña que si queremos disfrutar la vida y ver buenos
días incluso en medio de las pruebas, debemos refrenar nuestra lengua del mal (1
Pedro 3:10). Para mí, esta escritura dice algo muy importante a lo que debemos
prestar atención. ¿Qué tipo de vida quiere usted? ¿Quiere tener una vida
excelente? Si es así, entonces debe desarrollar el hábito de ser excelente en las
palabras que escoge.
No podemos meramente decir cualquier cosa que tengamos ganas de decir,
sino que debemos escoger con cuidado nuestras palabras porque son
contenedores de poder. Pueden llevar poder creativo o destructivo, y la decisión
nos corresponde a nosotros. La lengua es un órgano muy pequeño, pero puede
causar grandes problemas o producir grandes bendiciones. ¡Cambie sus palabras
y su vida cambiará!
En cuanto a mí respecta, es un privilegio entender el poder de las palabras.
Yo pasé los primeros treinta y cinco años de mi vida sin tener ni idea de que lo
que yo decía marcaba una diferencia en la calidad de mi vida. Sus palabras y las
mías nos afectan de maneras mayores de lo que podamos posiblemente imaginar,
y somos desafiados en la Escritura a permitir que sean excelentes.
Forme el hábito de no decir nada si no puede decir algo que valga la pena
decir.
Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones. Ahora les voy a mostrar
un camino más excelente [el amor].
1 Corintios 12:31 [comentario añadido]
CAPÍTULO
11
Conducta 8: El hábito de ser responsable
Integridad
La integridad es vitalmente importante. Es parte de ser una persona excelente.
Las personas de integridad se hacen responsables de sus actos; cumplen sus
compromisos en lugar de poner excusas para no cumplirlos; cumplen sus
promesas. Hacen todo lo que les dicen a los demás que van a hacer, y si por
alguna razón no pueden hacerlo, entonces contactan a la persona, le dan una
explicación, no una excusa, y piden ser liberados de ese compromiso.
Nosotros esperamos que Dios cumpla sus promesas, y Él espera que nosotros
cumplamos las nuestras. Algunas personas en la actualidad ni siquiera saben lo
que significa la palabra integridad. Debería enseñarse en las escuelas y
universidades, y si así fuera, tendríamos más personas en el mundo con buen
carácter. Como mencioné anteriormente, Dios me dijo que si yo quería ser un
éxito en el ministerio, entonces debo ser una persona de integridad. Para
nosotros en Joyce Meyer Ministries, esta ha sido una prioridad principal. Sé que
ha habido veces en que no hemos sido capaces de hacer lo que dijimos que
haríamos, pero nunca fue intencionado. He aprendido con los años a ser más
cuidadosa con los compromisos que hago. Cuando los hacemos de manera
apresurada o emocional, con frecuencia terminamos deseando no haberlos
hecho, y a veces descubrimos que no podemos cumplirlos. Tenga mucho cuidado
cuando da su palabra de que hará algo. Es mejor no comprometerse en absoluto
que comprometerse y después poner una excusa para no hacerlo. Ni siquiera le
diga a alguien que le llamará por teléfono a menos que tenga intención de
hacerlo.
Ayudar a las personas que sufren no es algo que podamos hacer o no hacer
dependiendo de cómo nos sintamos en ese momento; es algo que Dios nos ha
mandado hacer. Es nuestra responsabilidad. Cualquiera que tenga algo es
responsable de ayudar a alguien que tenga menos de lo que esa persona tiene.
Yo he sido bendecida con una naturaleza responsable, y he visto el beneficio
y las recompensas de ello en mi vida. Mi hermano, que ya ha fallecido, no era
responsable, y puedo decir sinceramente que toda su vida fue un gran desorden
tras otro. Yo le quería, pero él era perezoso, mediocre e irresponsable. Tuvo
todas las oportunidades delante de él que cualquiera pudiera haber tenido, pero
quería que otros hicieran por él lo que él mismo debería haber estado haciendo.
Todo aquel que es exitoso también es responsable. El éxito y la responsabilidad
personal no pueden separarse.
No importa cuántas oportunidades tengamos en la vida si no somos
responsables para hacer lo que tenemos que hacer y aprovecharlas. Le pido
firmemente que examine su vida con sinceridad. ¿Es usted un individuo
responsable? ¿Hay áreas en las cuales podría mejorar? ¿Pone usted excusas
cuando hace algo mal? ¿Está a la defensiva cuando es corregido? Como dije,
afrontar la verdad es con frecuencia emocionalmente doloroso, pero es una de
las cosas más poderosas y liberadoras que podemos hacer. Si usted no tiene ya el
hábito de ser responsable, ¿está dispuesto a comenzar ahora mismo a
desarrollarlo?
Las personas responsables no tienen que tener ganas de hacer lo correcto a
fin de hacerlo. Dejan de preguntarse a sí mismas cómo se sienten, porque saben
que habrá momentos en que no tendrán ganas de hacer lo que deberían hacer, y
ya han decidido no permitir que su modo de sentir les haga tomar sus decisiones.
Cuando una madre tiene hijos pequeños, debe ocuparse de ellos
independientemente de cómo se sienta. Ella ni siquiera considera no ocuparse de
ellos porque sabe que debe hacerlo. Deberíamos considerar así más de nuestras
responsabilidades. Dejemos de ver nuestras responsabilidades como opciones y
en cambio veámoslas como cosas que debemos hacer.
Afrontar la verdad
El primer paso para tratar cualquier mal hábito es admitir que tiene usted un
problema. No posponga el confrontarlo, esperando que se irá por sí solo. Todos
los demás saben que usted tan sólo está poniendo excusas, y es momento de que
usted también lo sepa. Declare su problema en voz alta. Dígaselo a Dios,
dígaselo a usted mismo, y puede que incluso sea útil decírselo a un amigo de
confianza. El apóstol Santiago dijo que debemos confesar nuestras faltas los
unos a los otros para que podamos ser examinados y restaurados (Santiago 5:16).
Ser agresivo
No posponga el ocuparse de sus responsabilidades. Con frecuencia es mejor
hacer las cosas que menos le gustan en primer lugar. De ese modo no tiene
tiempo para aborrecerlas, y puede hacerlas mientras tiene la mayor energía.
Enfóquelas más agresivamente, y no permita que una actitud de letargo se
apodere de usted. Si pospone algo por demasiado tiempo, estará cansado debido
a otras actividades y se encontrará poniendo una excusa para no ocuparse de su
principal responsabilidad.
¡Sin condiciones!
Uno de los malos hábitos que deberíamos romper es ser egoístas y egocéntricos,
y la mejor manera de hacer eso es formar el hábito de ser generosos. La
generosidad hace que el alma de la persona sea verdaderamente hermosa. Dios
es generoso, y todos los que desean ser semejantes a Él deben aprender a ser
generosos. Una vez escuché que cuando damos, somos más semejantes a Él que
en ningún otro momento.
Cuando algo es un hábito, en realidad lo perdemos si no lo hacemos.
Deberíamos tener un hábito de generosidad tan fuerte que realmente deseemos la
oportunidad de hacer cosas por otros. Podemos y deberíamos formar el hábito de
ser generosos. Eso significa que decidimos hacer más de lo que tendríamos que
hacer, y siempre hacemos todo lo que posiblemente podemos. Nunca deberíamos
ser el tipo de persona que hace solamente lo que no le queda otro remedio que
hacer, e incluso entonces lo hace con murmuración y quejas. Dios se deleita en
una persona con un corazón dispuesto y generoso. Él ama al dador alegre (2
Corintios 9:7).
No lo disfruto en absoluto cuando alguien hace algo por mí y puedo sentir
que resiente haberlo hecho. Realmente lo arruina todo, y preferiría que no lo
hubiera hecho. Mi padre no era un hombre generoso. De hecho, ni siquiera le
recuerdo haciendo algo por otra persona a menos que él mismo pudiera sacar
algún beneficio. Incluso me decía repetidamente que a nadie realmente le
importaba nadie, y que todo el mundo quería un beneficio. Estoy segura de que
creía eso porque así era él, pero qué triste vivir toda la vida con ese tipo de
actitud. Cuando mi padre sí hacía algo por alguien, siempre había algo que él
quería a cambio. La verdad es que ese tipo de dar no es en absoluto dar. Cuando
las personas dan con este tipo de actitud, en realidad están comprando algo. Con
frecuencia oímos que deberíamos dar sin ninguna condición, lo cual significa dar
sin esperar nada a cambio. Deberíamos dar generosamente, sin esperar nada de
aquel a quien damos, pero sabiendo que Dios bendice y recompensa a la persona
generosa.
Haga un plan
¿Cuáles son algunos pasos que puede usted dar para comenzar a formar este
maravilloso hábito? En primer lugar sugiero que haga un plan. Cada día, piense
en personas a las que pueda bendecir y de qué maneras puede bendecirles.
Cuanto más piense en otros, menos tiempo tendrá para concentrarse en usted
mismo y en sus propios problemas. He descubierto con los años que cuanto
menos pienso en mí misma, más feliz soy.
Piense en las personas con las que estará hoy, y piense en cuáles pueden ser
sus necesidades. Quizá solamente necesiten aliento; quizá necesiten hablar y
usted podría bendecirles al escuchar. Quizá tengan necesidad económica y usted
podría darles una tarjeta de compra para el supermercado o una tarjeta para
gasolina. Hay interminables maneras de bendecir a las personas si sencillamente
ponemos nuestra mente a trabajar. Si usted no sabe lo que la persona necesita,
entonces comience a escucharla, y no pasará mucho tiempo hasta que le oiga
mencionar algo que le hace falta. Una persona podría decir: “Últimamente he
estado muy desalentado”, y esa es su oportunidad para alentarle. O podría decir
en la conversación: “Realmente necesito ropa nueva, pero tendré que esperar un
poco”, y podría usted considerar comprarle un traje nuevo. Si viste la misma
talla que usted, podría regalarle alguno de los suyos. A veces, he mantenido una
lista de cosas que he oído decir a varias personas que quieren o necesitan, e
incluso si yo no puedo hacerlo por ellos en ese momento, lo mantengo en mi
lista y lo hago cuando puedo. Aprenda a escuchar.
Otra cosa que podemos hacer es un inventario de lo que poseemos y no
usamos nunca y comenzar a regalarlo. Siempre hay personas que
desesperadamente necesitan o quieren lo que nosotros tenemos y ni siquiera
utilizamos. Mi lema es: “Úsalo o suéltalo”.
No tenemos que conocer personalmente a una persona para ser una bendición
para ella. Si decidimos ser una bendición dondequiera que vayamos, eso tendrá
que incluir a los extraños. He descubierto que las personas se sienten bien si yo
les pregunto su nombre cuando me están ayudando en una tienda en un
restaurante. Las personas quieren y necesitan sentir que estamos interesados
genuinamente en ellos como individuos.
Planee poner sonrisas en los rostros. Incluso puede comenzar con una meta
como: “Quiero poner una sonrisa al menos en un rostro al día”; es decir, al ser
una bendición de alguna manera. Cuando alcance esa meta regularmente,
auméntela a dos rostros y después cada vez a más. Pronto la generosidad se
convertirá en un estilo de vida.
Sea creativo y ore para que Dios le muestre maneras de poder bendecir a
personas. Cuanto más generoso se vuelva usted, más será bendecido en su propia
vida. Hágalo para la gloria de Dios y en obediencia a Él. No podemos dar más
que Dios. Él dijo que si damos, nos será dado, medida buena, apretada y
rebosando (Lucas 6:38). No terminará usted con menos si es un dador generoso;
en realidad prosperará en todo lo que haga.
Generosidad no solamente es dar de nosotros mismos, de nuestro dinero y
cosas; también implica el modo en que tratamos a las personas. Las personas
generosas de espíritu serán pacientes con las debilidades de los demás, rápidas
en perdonar y lentas para enojarse. Siempre creen lo mejor de las personas.
Escuchan cuando otros sufren y hacen un intento por dar consuelo, o solamente
mostrar interés. También son alentadoras, y edifican a las personas. Dan mucha
importancia a lo que otros hacen bien, pero frecuentemente ni siquiera
mencionan lo que hacen mal. Si yo tuviera que escoger entre ambas cosas,
preferiría tener a alguien que me diera esas cosas en lugar de que pagase mi
almuerzo.
Criaturas de hábito
Somos criaturas de hábito, pero los malos hábitos pueden ser rotos y pueden ser
sustituidos por buenos hábitos. Como ya he dicho, creo que si nos concentramos
en formar buenos hábitos, los malos no tendrán ningún lugar desde donde operar
en nuestras vidas. Podemos formar el hábito de ser una persona generosa que
continuamente se acerca a otros para hacer que sus vidas sean mejores, y al
hacerlo, los malos hábitos que anteriormente teníamos no encontrarán lugar
alguno en nosotros. Admito que yo era una persona muy egoísta y centrada en
mí misma durante gran parte de mi vida. No tenemos que aprender a ser
egoístas, pues nacemos con esa capacidad. Afortunadamente, mediante el nuevo
nacimiento en Jesucristo, podemos cambiar. Jesús murió para que ya no
tuviésemos que vivir para nosotros mismos (2 Corintios 5:15). ¡Esas son buenas
noticias! Podemos ser libres del egoísmo. Podemos ser libres de pensar
constantemente: “¿Y qué de mí?”. No tendremos que temer que nuestras
necesidades no sean satisfechas, porque Dios siempre se ocupará de nuestras
necesidades cuando nosotros nos ocupemos de cuidarnos de las necesidades de
otras personas.
CAPÍTULO
13
Conducta 10: El hábito de la prisa
Las personas ocupadas con frecuencia sienten que deben apresurarse para hacer
todo lo que tienen que hacer, pero yo creo que si constantemente debemos
apresurarnos para conseguir que todo se haga, estamos haciendo demasiado. La
mayoría de personas en la actualidad dicen que tienen demasiado que hacer y
lamentan el estrés bajo el que se encuentran, pero olvidan que ellos son quienes
organizan su horario, y son los únicos que pueden cambiarlo. ¿Realmente
tenemos que hacer todas las cosas que hacemos, o podríamos fácilmente
eliminar algunas de ellas y poder disminuir el paso, y vivir la vida a un ritmo del
que pudiéramos disfrutar? Creo que todos conocemos la respuesta a esa
pregunta. Claro que podemos hacer menos si verdaderamente queremos.
Cuando vemos la duración de la vida de una persona sobre el papel o sobre
una tumba, comienza con el año de su nacimiento y termina con el año de su
muerte. Lo único que hay entre esas dos fechas es un guión. Quizá el guión esté
ahí porque eso es lo que parece nuestra vida. Hacemos todo con prisa, y antes de
darnos cuenta, la vida llega a su fin y puede que no la hayamos disfrutado en
absoluto.
La mayoría de los hombres buscan el placer con tanta prisa sin aliento, que lo
dejan atrás.
Soren Kierkegaard
Gran parte de lo que nos apresuramos a hacer lo hacemos porque pensamos
que si lo hacemos en ese momento, disfrutaremos de la vida en algún momento
en el futuro. ¡Sugiero que disminuyamos el paso y comencemos a disfrutar de la
vida ahora!
La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo.
No se angustien ni se acobarden.
Juan 14:27
Comenzar bien
Hace unos años escribí un devocional titulado Comience bien su día, y es uno de
nuestros libros de mejor venta. ¿Por qué? Porque las personas entienden que si
pueden comenzar correctamente su día, el resto de ese día irá mucho mejor. Si
necesita romper el hábito de la prisa, diga buenos días a Jesús cuando se
despierte y después declare: “No me apresuraré hoy. Haré las cosas al ritmo que
me permita mantener la paz, la paciencia y que me haga disfrutar de cada tarea”.
Siempre que sienta que comienza a apresurarse, dígalo de nuevo, y una y otra
vez si es eso lo que tiene que hacer. Esta confesión sería mucho mejor que decir:
“Tengo prisa” unas veinte veces por día.
Esto puede y debería hacerse con cualquier hábito en que esté trabajando. Si
está formando el hábito de ser una persona decisiva, entonces cuando se
despierte, después de saludar al Señor diga: “Hoy tomaré decisiones. Soy sabio,
soy guiado por el Espíritu Santo, y no dejaré las cosas para después”. Eso es
mucho mejor que decir durante todo el día: “Me resulta muy difícil tomar
decisiones”.
No olvide practicar el hábito Dios, ¡porque el formar todos los otros buenos
hábitos depende de ello! Pase tiempo con Dios y pida su ayuda al comienzo del
día. Hacer estas cosas le ayudará a comenzar bien su día.
CAPÍTULO
14
Conducta 11: Hábitos emocionales
Autocompasión
El hábito de sentir lástima por nosotros mismos es a lo que me refiero como un
hábito feo.
No hay nada tan poco atractivo que mirar o más desagradable con quien estar
que una persona que sea propensa a la autocompasión. Es muy agotador para
todos. Conozco a una mujer que fue muy dulce y agradable toda su vida, y le
encantaba hacer cosas por otras personas; pero a los ochenta y siete años de edad
ya no podía vivir sola, y tuvo que ingresar en una residencia para ancianos. La
residencia era una de las mejores en la ciudad, y la plantilla de personal era
superior. Se ocupaban bien de ella, tenía buenos alimentos, sus hijos pagaban las
facturas y la visitaban con frecuencia, pero ella permitió que la emoción de la
autocompasión comenzase a gobernar en su vida. Se quejaba de todo y
encontraba fallos en todo. Frecuentemente decía que las personas no entendían
lo difícil que le resultaba renunciar a todas sus cosas y tener que apoyarse en
otras personas.
El problema se volvió tan grave que las personas aborrecían visitarla, y el
personal se estremecía cada vez que ella apretaba el botón o encendía la
bombilla roja que había fuera de su cuarto, indicando que quería o necesitaba
algo.
Pensar en las cosas negativas en su vida finalmente le hizo estar enojada y
deprimida, y tristemente su médico tuvo que darle cada vez más medicinas para
la ansiedad y los nervios para mantenerla lo bastante calmada para que las
personas pudieran manejarla. Creo verdaderamente que si ella hubiera sido
positiva y agradecida, su experiencia podía haber sido un gozo. Ella estaba tan
centrada en sí misma que se negaba incluso a salir de su cuarto para visitar a
cualquiera de los otros residentes o para ir al comedor, a la capilla, o a cualquier
función que ofrecía la residencia. Para mí, este es un buen ejemplo de cómo
mostrar habitualmente emociones equivocadas puede literalmente arruinar
nuestra vida y nuestras relaciones. Ella sí tenía opción en cuanto a cómo
reaccionaría a ese nuevo periodo de su vida, pero tomó la decisión equivocada
que le condujo hacia años desgraciados para ella que podrían fácilmente haberse
evitado.
Uno de mis mayores problemas en los primeros años de mi vida fue la
autocompasión. Era sin duda alguna una emoción que yo permitía que me
controlase la mayor parte del tiempo. Cuando no obtenía lo que quería o tenía
dificultades y problemas, mi primera reacción era sentir lástima de mí misma. Yo
había soportado una niñez abusiva y un primer esposo infiel, y en cierto modo
caí en la trampa de pensar que tenía derecho a sentir lástima de mí misma.
Pensaba que después de todo lo que había aguantado, era momento de que
tuviera una vida fácil y consiguiera las cosas a mi manera, y cuando ese no era el
caso, me hundía en la autocompasión. Recuerdo cuando Dios habló a mi
corazón: “Joyce, tienes motivo para sentir lástima de ti misma, pero no tienes
derecho a ello porque yo estoy dispuesto y esperando a llevar justicia y
recompensa a tu vida”. Cuando nos permitimos convertirnos en una víctima, eso
amenaza nuestro futuro. No importa el mal comienzo que puede que hayamos
tenido en la vida, o incluso lo mal que están las cosas en este momento; Dios
siempre nos recompensará y nos dará una doble bendición por nuestros
anteriores problemas si estamos dispuestos a hacer las cosas a su manera. Su
manera no es la autocompasión y todas las otras emociones negativas que la
acompañan. Yo tuve que romper el hábito de la autocompasión, y usted tendrá
que hacer lo mismo si eso es un problema para usted. La autocompasión le
mantiene atascado solamente con usted mismo, y el yo con quien está no es feliz.
Usted se convierte en el centro de su universo. Dios tuvo que mostrarme que la
autocompasión es realmente idolatría, porque cuando nos enfocamos hacia el
interior, nos centramos en agradarnos a nosotros mismos en lugar de centrarnos
en Dios.
Controle su enojo
Reacciones emocionales
Hemos aprendido conductas que nos hacen reaccionar a diversas situaciones sin
ni siquiera pensarlo. Hay hábitos que se han formado a lo largo de años de
repetición. Cuando estamos molestos, reaccionamos de una manera; cuando
estamos desalentados, puede que reaccionemos de otra. Cuando estamos heridos,
podemos reaccionar de una manera totalmente distinta a cuando estamos
molestos o decepcionados. Jesús experimentó todas estas emociones, y aun así
siempre reaccionó de la misma manera. Él confiaba en Dios y mantenía la
calma. ¿Podemos nosotros hacer lo mismo? ¡Sí, podemos! Comience a prestar
atención a su modo de reaccionar en situaciones y anote sus observaciones en un
diario. Poco después se dará cuenta de que está reaccionando a los estímulos
emocionales en lugar de actuar con propósito según las instrucciones que Dios
en su Palabra. Puede usted desarrollar un nuevo hábito de permanecer estable en
toda circunstancia.
Si yo siento lástima de mí misma y estoy enojada cuando alguien hiere mis
sentimientos, entonces estoy reaccionando a las emociones que se avivan en mí.
Eso las sitúa en control de mi vida, y eso no es bueno. Sin embargo, si yo
perdono a esa persona, que es lo que Jesús nos enseña que hagamos, entonces
Dios está controlando mi vida, y eso es maravilloso. Si permitimos que lo que
otras personas nos hacen y otras circunstancias controlen nuestra conducta,
entonces nos convertimos en un esclavo de nuestras emociones. Por otro lado, si
somos guiados voluntariamente por la Palabra de Dios y por su Espíritu, nos
convertimos en siervos de Dios y podemos esperar disfrutar de la vida y de todo
lo que Dios nos ha prometido.
Heridas emocionales
Todo el mundo experimenta heridas emocionales en su vida, algunas de ellas
más profundas que otras. Todos debemos aprender a no permitir que nuestras
emociones nos controlen, pero las personas que han sido profundamente heridas
emocionalmente puede que tengan mayor dificultad para hacer eso que otras. Si
una persona ha sido rechazada, abandonada o ha recibido abusos, es probable
que sus emociones no funcionen como deberían si no hubieran pasado por esos
traumas. Si a usted le han retirado el amor y la aceptación, o le han hecho sentir
que no tiene valor alguno, entonces encaja usted en la categoría de personas a las
que Dios denomina quebrantados de corazón. Pero tengo buenas noticias para
usted. Jesús vino a sanar a los quebrantados de corazón, a darles belleza en lugar
de cenizas, gozo en lugar de lamento, y alabanza en lugar de espíritu angustiado.
Él también vino para cambiar la confusión por paz.
Yo he sido la receptora de la sanidad de Dios en mi vida, y espero que usted
también lo haya sido. Sin embargo, si tiene necesidad de este tipo de sanidad,
quiero asegurarle que Jesús está esperando con los brazos abiertos para
comenzar una restauración milagrosa en su vida. Si sus emociones están heridas,
puede que tenga hábitos emocionales que son dañinos para usted.
¿Come para sentirse bien cuando está herido o molesto? Muchas personas
que tienen el hábito de comer en exceso, corren hacia el refrigerador para
sentirse bien cuando deberían correr hacia Dios.
¿Se va de compras y gasta dinero que no tiene cuando se siente herido? Si es
así, está intentando comprar consuelo. Cualquier consuelo que obtengamos al
satisfacer nuestra carne es temporal en el mejor de los casos, pero la profunda
herida que necesita el toque sanador de Dios sigue estando dentro de nosotros.
Ya sea comer, comprar, jugar, drogas, alcohol o cualquier otra conducta
destructiva, Dios puede liberar y liberará a las personas que tienen esos
problemas. Él es el Dios de toda sanidad y consuelo. ¡Él es nuestro libertador! El
primer paso hacia la libertad es reconocer la verdad con respecto a por qué
hacemos lo que hacemos, y estar decididos a que, con la ayuda de Dios, no
permaneceremos en esclavitud.
Las personas hacen todo tipo de cosas cuando están molestas o se sienten
emocionalmente decaídas en cualquier manera. Estas emociones causan estrés, y
las personas recurren a hábitos, cosas que hacemos con frecuencia sin ni siquiera
darnos cuenta de que las estamos haciendo, para buscar alivio. Aprenda a acudir
a Dios en momentos de estrés en lugar de acudir al hábito o adicción al que
normalmente acude. Jesús sencillamente dice. “Vengan a mí”.
¿Hábito o adicción?
¿Cuándo un hábito es una conducta destructiva, y cuando es una adicción?
Podemos tener diversos grados de hábitos que más o menos tienen control sobre
nosotros; pero cuando un hábito destructivo se lleva al extremo, entonces
normalmente se convierte en una adicción, algo que uno debe hacer a fin de
sentirse calmado o satisfecho.
Cuando yo fumaba cigarrillos, automáticamente agarraba un cigarrillo varias
veces al día, pero especialmente cuando estaba en una situación de estrés. Yo era
adicta a la nicotina y tuve que pasar por un periodo de incomodidad físicamente,
emocionalmente y mentalmente a fin de dejar de fumar. Nunca decía: “Soy
adicta a los cigarrillos”. Decía: “Tengo el mal hábito de fumar cigarrillos”. Creo
que nos sentimos más cómodos pensando que tenemos un mal hábito en lugar de
pensar que somos adictos a algo. ¿Tenía yo un mal hábito o era adicta? No estoy
segura exactamente de cuándo un hábito se convierte en una adicción, pero creo
que la respuesta es la misma. El proceso de sanidad puede que sea más difícil si
un hábito se ha convertido en una adicción, pero es contraproducente pensar que
si somos adictos a algo, estamos atascados en el problema y sencillamente no
podemos evitar hacer lo que hacemos.
Puede que las personas adictas sientan que no tienen opción en su conducta.
Piensan que son adictos y que deben hacer lo que hacen. Cuando vemos algo
como un hábito, estamos más inclinados a creer que el mal hábito puede ser roto,
pero le aseguro que sea cual sea la categoría en que encaja su problema, puede
ser usted completamente libre.
Sea el problema morderse las uñas o una adicción a la heroína, la respuesta
sigue siendo la misma: ¡Dios le ayudará! No tengo intención de que eso suene
demasiado simplista, pero en realidad lo es. ¡Él es nuestro Ayudador! ¿Será fácil
romper esos hábitos o adicciones? ¡No! ¿Es posible? ¡Sí, totalmente sí! Si es
usted adicto a cualquier tipo de conducta que sea destructiva, está sufriendo y
puede que se sienta atrapado y sin esperanza, pero Dios nos ofrece esperanza en
Él. Pasará usted por un periodo de sufrimiento mientras esté dejando esos
hábitos y adicciones, pero será un sufrimiento que finalmente producirá gozo.
Cuando esté sufriendo los síntomas que conlleva el cambio de cualquier tipo,
recuerde siempre: ¡EL SUFRIMIENTO TENDRÁ FIN!
CAPÍTULO
15
Conducta 12: El hábito de la confianza
Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas.
Filipenses 4:13, NTV
Escogí estas cinco cosas porque todas ellas me han ministrado mucho en mi
propia vida. Yo era insegura y carecía de verdadera confianza durante los
primeros cuarenta años de mi vida, pero creer la Palabra de Dios me ha dado
confianza y una nueva vida; y hará lo mismo por usted.
Solamente leer las escrituras anteriores no inició el cambio en mí. Tuve que
aprender a pensar en ellas una y otra vez en mi mente y declararlas con mi boca.
Las he leído cientos, si no miles de veces, y he permitido que penetren en mi
conciencia. Han renovado mi mente, y me han cambiado a mí y mi actitud sobre
mí misma y mi relación con Dios. Ahora tengo el hábito de la confianza, y usted
también puede tenerlo. Podemos creer lo que Dios dice, o podemos creer lo que
nosotros pensamos y lo que otras personas dicen. Yo creo que Dios es la opción
mejor y más confiable.
Podemos ver en este Salmo escrito por David que él disfrutaba del tipo de
confianza de la que hablo, y nosotros también podemos y deberíamos disfrutarla.
Usted y yo podemos afrontar confiadamente cualquier situación o desafío, o
cualquier cosa nueva que pudiera intentar intimidarnos o asustarnos. Cuando la
afrontemos, podemos decirnos a nosotros mismos: “Por medio de la fuerza de
Cristo y al poner mi confianza en Él, ¡puedo hacer esto!”.
Oración y confianza
La oración es una parte importante de nuestra vida como hijos de Dios, y
debemos orar con confianza en que Dios escucha y quiere suplir nuestras
necesidades y deseos correctos. Dios no quiere que nos acerquemos a Él
tímidamente, temerosos y sin confianza. Él nos enseña que nos acerquemos
confiadamente a su trono para pedir lo que necesitamos y queremos. Nunca se
nos dice que entremos a hurtadillas en el trono o que nos arrastremos como
mendigos. Conocemos a Jesús, y tenemos el uso de su maravilloso y poderoso
nombre, de modo que podemos y deberíamos acudir con valentía.
Considere estos dos versículos de la Escritura:
Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado
el Padre en el Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré.
Juan 14:13-14
No sólo es sorprendente lo que Jesús dice, sino que lo dice dos veces
seguidas. Para mí, eso significa que Él realmente quiere que lo entendamos.
Pedir “cualquier cosa” no me suena tímido o temeroso; suena a confianza en que
somos amados y podemos acercarnos confiadamente a Dios sabiendo que somos
amados y que Él quiere suplir nuestras necesidades. Dios quiere participar en
todo lo que hacemos, y le invitamos a nuestras tareas mediante la oración.
Aquí tenemos una escritura verdaderamente sorprendente:
Cada uno de nosotros necesita aliento regularmente. Creo que una de las
mejores cosas que podemos hacer en la vida es formar el hábito de añadir valor a
todo aquel con quien estamos en contacto. Recuerde que un hábito se forma
mediante la repetición; por tanto, enfocarnos en hacer esto cada día es la clave
del éxito. Si añadir valor a cada persona con quien se encuentre es el hábito que
usted quiere desarrollar, sea creativo para encontrar métodos que le recordarán
hacerlo.
Si necesita recordatorios, escríbase una nota que tendrá que leer, o haga una
señal y póngala en el primer lugar donde usted estará después de levantarse de la
cama. Después de ver su recordatorio, le sugiero que incluso diga en voz alta:
“Hoy añadiré valor a todo aquel con quien me encuentre”. Incluso si alentar a
otros no le resulta fácil, puede desarrollar el hábito de hacerlo. Yo lo sé, porque
he hecho eso en mi propia vida.
Enfocarnos en añadir valor a otras personas nos ayudará a apartar nuestra
mente de nosotros mismos, y eso es algo muy bueno. Estar centrado en uno
mismo es la raíz de la mayoría de desgracias del mundo, y cualquier cosa que
podamos hacer para evitarlo en nuestras vidas es un añadido. Las personas con
mi tipo de personalidad, comúnmente denominado tipo A o colérico, son
individuos muy enfocados, pero normalmente se enfocan en lo que intentan
lograr. Como resultado de ese enfoque, con frecuencia pueden ser culpables de
ser insensibles a las necesidades y deseos de otras personas. Todos los tipos de
personalidad tienen fortalezas y debilidades. La tendencia de la persona colérica
o de tipo A de ser insensible a otras personas es una debilidad, y debe
confrontarse y vencerse con la ayuda de Dios. Nunca deberíamos utilizar a
personas para obtener lo que queremos, y si ellos nos ayudan a lograr lo que
queremos o a alcanzar nuestra meta, deberíamos darles mérito y valorarles aún
más. Esto es algo que Dios me ha ayudado a vencer, y me ha hecho ser un mejor
líder y una mejor persona. Estoy segura de que sigo cometiendo errores, pero he
hecho mucho progreso a lo largo de los años. Si esto es una debilidad para usted,
admítalo y comience desde ahora a vencerlo con la ayuda de Dios. ¡Usted y Él
juntos pueden hacer cualquier cosa!
Hay personas a quienes Dios ha dotado de una especial capacidad de alentar
a otros. La Biblia dice en Romanos 12:8, al hablar de darnos a ejercitar los dones
que tenemos: “si es el de animar a otros, que los anime; si es el de socorrer a
los necesitados, que dé con generosidad; si es el de dirigir, que dirija con
esmero; si es el de mostrar compasión, que lo haga con alegría”. Incluso si
siente que alentar a otros no es un don en particular para usted, sigue siendo
responsable de hacerlo. La Palabra de Dios nos enseña que debemos alentarnos
los unos a los otros.
Las personas que están dotadas para alentar a otros descubrirán que les
resulta algo muy natural. No será un hábito que tendrán que desarrollar, pero
afortunadamente puede llegar a ser un hábito para el resto de nosotros.
Dios es la fuente de toda consolación (2 Corintios 1:3). Ya que Dios es un
alentador, nosotros deberíamos serlo, porque Él es nuestro ejemplo en todas las
cosas. Cada vez que hacemos lo que Dios hace, podemos estar seguros de que
estamos haciendo las cosas correctas y que producirán gozo, paz y poder a
nuestras propias vidas. Cuanto más aliente usted a otros, mejor se sentirá y más
gozo tendrá. Cosechamos lo que sembramos; por tanto, si sembramos gozo
cosecharemos gozo. Si sembramos aliento, podemos esperar aliento de parte de
otros. Cuando alentamos a otros, eso les edifica y les hace fuertes. Son capaces
de proseguir; sin embargo, sin ese aliento podrían llegar a cansarse y abandonar.
Era otro día gris y sombrío. Yo había regresado a casa de la escuela, me había
cambiado de ropa y me había preparado para el trabajo. Trabajo en un
restaurante local en la ciudad como cajero, acomodador y limpiador de mesas.
Me fui a trabajar sintiéndome decaído. Y para empeorar aún más las cosas,
aquella noche tenía que limpiar las mesas. Es lo mismo una y otra vez. Tratar
con clientes que se quejan de la comida, de donde se sientan, y que el pequeño
pedazo de pastel que se les sirvió es demasiado grande o demasiado pequeño.
Pequeñas cosas como esas tienden a molestar mucho a nuestros empleados,
pero todos aprendemos a manejarlas. Algunos días es molesto, pero
sencillamente supongo que uno se acostumbra. Sé que yo lo he hecho.
Tres mujeres mayores entraron y fueron acomodadas en un rincón al lado de
la ventana. Resultó que era el mismo lugar cerca de donde yo limpiaba las
mesas y ponía los platos sucios en los carritos. Yo había estado limpiando desde
las 5:00 de la tarde, y estábamos bastante ocupados intentando estar al tanto de
todas las mesas sucias, personas que entraban y salían, y camareros que corrían
por todo el restaurante; era una locura.
Pero aquellas ancianas observaban el modo en que yo limpiaba las mesas y
trabajaba realmente duro para asegurarme de que cada mesa quedase limpia y
preparada para los siguientes clientes. Cuando terminaron su comida, yo llevé
sus platos otra vez a la cocina. Ellas hablaron conmigo durante un tiempo sobre
la escuela, cómo me iba, en qué grado estaba, y lo que planeaba hacer en el
futuro.
Cuando se marchaban, pasaron por mi lado y una de ellas me dijo con una
voz confiada y amable: “Estás destinado a tener éxito”. Y eso fue todo. Ellas se
fueron del restaurante, y yo quedé bastante sorprendido. Tenía lágrimas en mis
ojos, porque ellas me dieron una razón para creer en mí mismo. Ellas
levantaron mi espíritu de estar abatido y me dieron una razón para seguir
trabajando duro y ponerle todo mi empeño.
Las personas me decían que yo no podía tener una carrera en la televisión
hasta que tuviera un título y hubiera salido de la universidad. Ahora soy
productor ejecutivo y coautor de un programa de televisión producido por
estudiantes. Acabo de terminar un periodo de prácticas en un canal de televisión
local este pasado verano. Y lo mejor es que solamente tengo 17 años y soy
alumno de segundo año de secundaria.
Leer esta historia me produjo convicción con respecto a una mala actitud,
porque Dave habla a los camareros y camareras de esa misma manera todo el
tiempo, y yo con frecuencia intento detenerle para que podamos pedir nuestra
comida o la cuenta. Yo suponía que él les estaba incomodando hasta que leí esta
historia, de modo que leerla me enseñó una lección. Ahora tendré que esperar
pacientemente mientras Dave les alienta y quizá cambia sus vidas. Hace sólo dos
días, él tomó tiempo para hablar con el camarero y con la persona que limpiaba
la mesa. Entre medias de que él les hablase a los dos, mientras no había nadie en
la mesa sino nosotros, yo dije. “¿Puedes dejar de hacer tantas preguntas a esas
personas para que podamos pedir nuestra comida e irnos?”. Él dijo: “No, creo
que alienta a las personas cuando nos interesamos por ellas y por su vida”.
Supongo que yo quería que él alentase a las personas sin hablar tanto tiempo
para hacerlo. Bien, ¡otra lección aprendida por el camino difícil para la Sra.
Joyce!
Considerar esa idea hace que me pregunte cuántas personas podrían lograr
grandes cosas, pero las personas a quienes Dios asignó la tarea de alentarlas no
pensaron que su parte era lo bastante importante para molestarse en hacerla.
Deberíamos intentar ver el potencial en las personas en lugar de ver los
problemas. Yo tenía muchos problemas, pero afortunadamente Dave vio el
potencial, y él ha sido un inmenso aliento para mí de muchas maneras. La
mayoría de nosotros necesitamos a alguien que nos aliente a medida que
hacemos nuestro viaje en la vida.
El mundo necesita alentadores, pero tristemente no hay suficientes personas
que lo consideren importante, y por eso no se molestan en hacerlo. Añadir valor
a cualquiera con quien usted se encuentre puede que sea una de las cosas más
importantes que haga en la vida. Puede ayudar a muchos a tener éxito, quienes
de otro modo habrían fracasado en sus empresas. La mayoría de personas no dan
suficiente valor a cosas aparentemente pequeñas como el aliento, pero no creo
que sea algo pequeño para Dios.
Conviértase en una persona que habitualmente alienta a otros, y descubrirá
que hacerlo añade gozo a su propia vida.
Con frecuencia oímos decir a personas: “Yo no soy una persona muy
disciplinada”, o: “Me gustaría ser una persona más disciplinada”. La disciplina
nunca llega por el deseo, sino que llega solamente mediante una disposición a
soportar lo que es molesto y doloroso a fin de llegar a lo bueno que hay al otro
lado de ello. ¿Está usted dispuesto? Supongo que debería detenerse aquí por
unos momentos y tomar esa decisión antes de continuar. Si toma la decisión y lo
hace en serio, puede depender de que Dios le dé la fortaleza para llevarla a cabo,
pero no voy a intentar engañarle al decirle que formar todos estos nuevos hábitos
será fácil. Prefiero prometer poco y entregar mucho que prometer demasiado y
entregar poco. Si resulta que no es difícil o doloroso, eso es estupendo, pero si
resulta ser difícil o doloroso, no quiero que usted salga corriendo porque no tenía
ni idea de en dónde se metía.
Algunos de los hábitos que usted necesita romper o formar serán más fáciles
que otros, pero sin duda habrá algunos que requerirán una gran disciplina y
autocontrol. No tenga temor al dolor, sino recuerde el viejo dicho: “Sin dolor no
hay ganancia”. Siempre que algo es difícil, dígase a usted mismo: “Estoy
haciendo progreso”.
Nunca abandone
La mayoría de cosas en la vida no llegan con facilidad y rapidez; y sin duda, la
mayoría de cosas que vale la pena tener no llegan de esa manera. Todos hemos
oído de Albert Einstein. Él es conocido por su mente brillante, pero dijo: “No es
que yo sea tan inteligente, es sencillamente que me quedo más tiempo con
los problemas”.
Creo que una de mis mejores características ha sido que no abandono con
facilidad. Es sorprendente lo que usted puede lograr si está dispuesto a
perseverar en la parte difícil para llegar a la parte buena. Perseverancia y firmeza
son cualidades maravillosas para tener, cualidades que cada persona exitosa sí
tiene.
Disciplina y gozo
Aunque la disciplina no produce gozo inmediatamente, tiene intención de
producir gozo al final. Dios quiere que seamos felices; quiere que disfrutemos de
nuestra vida, y personalmente no creo que alguna vez sea así hasta que nos
comprometamos a una vida de disciplina y autocontrol. Las personas que no
pueden controlarse no son personas felices; se sienten mal consigo mismas, son
presionadas por sentimientos de culpabilidad y fracaso, y con frecuencia
desahogan su enojo y su frustración sobre otras personas. Sin duda, sería mucho
mejor pasar por el dolor de aprender disciplina que permanecer en un estado de
permanente atadura y desgracia debido al pecado y a hábitos destructivos.
Jesús vino para que pudiéramos tener vida y disfrutarla abundantemente y
plenamente (Juan 10:10). ¿Está usted haciendo eso? Si no es así, ¿se debe a un
hábito que usted tiene y que necesita ser roto? Si la respuesta es sí, entonces
comience. Los expertos dicen que se necesitan de veintiún a treinta días para
formar o romper un hábito, de modo que cada día que siga adelante y se niegue a
abandonar le lleva un día más cerca de la libertad.
No piense en la dificultad de formar nuevos hábitos, sino en cambio piense
en el gozo y la libertad que pronto llegarán. También recomiendo que no cuente
cuántos días le quedan antes de que llegue el nuevo hábito. En cambio, es mejor
pensar en términos de cuántos días ha practicado hacer lo que quiere que llegue a
ser parte de su conducta habitual. Por ejemplo: si disciplinarse a usted mismo
para comer refrigerios sanos en lugar de otros azucarados es su meta, entonces
piense y hable de lo lejos que ha llegado cada día que ha tenido éxito en lugar de
pensar en lo difícil que le resulta prescindir del azúcar. Verbalizar lo difícil que
es para usted veinte veces por día solamente hará que sea más difícil, pero
verbalizar su gozo al haber tenido éxito un día, dos días, tres días y así
sucesivamente le hará feliz. Como ya he dicho, lo que pensamos se convierte en
nuestra realidad, así que asegúrese de que sus pensamientos estén en línea con
sus deseos definitivos.
La zona de seguridad
Podemos vivir de manera segura o peligrosa, pero si queremos vivir con
seguridad, o en lo que me gusta denominar la zona de seguridad, entonces se
requieren disciplina y autocontrol. Por ejemplo, si quiero estar segura de la carga
de la deuda, debo disciplinarme a mí misma regularmente para no gastar más
dinero del que tengo. La facilidad para obtener tarjetas de crédito actualmente
permite que las personas gasten en exceso al permitirse gastar hoy los ingresos
de mañana. Sin embargo, si hacemos eso, cuando llegue el mañana ya habremos
gastado nuestro dinero y tendremos que seguir pidiendo prestado. Es un círculo
interminable a menos que aprendamos a no comprar nunca algo que no podamos
pagar con comodidad. Si usted quiere utilizar tarjetas de crédito por comodidad
está bien, pero liquídelas al final de cada mes. Si no es capaz de hacer eso en
este momento, entonces haga que sea su meta y comience a trabajar hacia ello.
Algunas personas están tan acostumbradas a vivir con dinero prestado que
incluso la idea de lo que estoy diciendo suena a imposibilidad, pero puedo
asegurarle que no sólo es posible, sino que es la única manera segura de vivir.
Puede que ya haya estado profundamente en deuda, pero no crea que es
demasiado tarde para que pueda hacer algo al respecto. La disciplina de hoy le
ayudará a vencer errores del pasado si se mantiene en ello el tiempo suficiente.
¿Está viviendo una vida insostenible? Algunos puede incluso que digan de
vez en cuando: “No puedo mantener esto para siempre” cuando se trata del nivel
de estrés que hay en su vida, la deuda que sigue aumentando cada vez más, el
peso que puede que esté engordando, o cualquier otra área que se haya quedado
habitualmente fuera de control. Si usted sabe que no puede mantener esa
conducta, entonces ¿por qué postergar detenerla? No será más fácil aunque
espere más tiempo, y posiblemente podría ser más difícil.
Precisamente esta mañana el Espíritu Santo me dio convicción en un área de
mi vida que necesita más disciplina. He aprendido a lo largo de los años que
cuando Dios produce convicción, también da gracia para conquistar. ¡El
momento es importante! Es importante que actuemos según el tiempo de Él y no
el nuestro. Postergar algo hasta un momento más oportuno normalmente
significa que nunca lo haremos o que lo haremos con una gran lucha. Hoy
mismo comencé a orar con respecto al área en que recibí convicción y a estudiar
la mejor manera de realizar cambios. “Actúe enseguida; ¡no se retrase!”.
Expectativa
Puede usted mirar al futuro con expectativa si está preparado para poner a
trabajar en su vida los principios que hay en este libro. Cada día puede ser una
aventura en la mejora en lugar de ser otro día desperdiciado. Todo buen hábito
que forme hará que su vida sea mejor, y aumentará su gozo.
He descubierto en mi propia vida que si no emprendo ninguna acción para
avanzar, siempre me quedo retrasada. No nos quedamos estancados por mucho
tiempo. Dios se está moviendo, y también Satanás, y debemos decidir con cuál
de ellos vamos a movernos. El plan de Dios para su vida es increíblemente
maravilloso, pero Satanás viene solamente para matar, robar y destruir (Juan
10:10). Leer este libro no le ayudará en absoluto a menos que tome algunas
decisiones y las siga, así que es mi oración que esté usted listo para hacer eso. Si
lo está, entonces puedo prometerle que usted y Dios juntos son un equipo
imbatible.
RESUMEN
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Índice
Bienvenida
Introducción
1. La anatomía de un hábito
2. ¡Comience ahora!
3. Conducta 1: El hábito Dios
4. Conducta 2: Cómo romper malos hábitos
5. Pensamientos, palabras y hábitos
6. Conducta 3: El hábito de ser decisivo
7. Conducta 4: Hábitos saludables
8. Conducta 5: El hábito felicidad
9. Conducta 6: El hábito de la fe
10. Conducta 7: El hábito de la excelencia
11. Conducta 8: El hábito de ser responsable
12. Conducta 9: El hábito de la generosidad
13. Conducta 10: El hábito de la prisa
14. Conducta 11: Hábitos emocionales
15. Conducta 12: El hábito de la confianza
16. Conducta 13: El hábito de añadir valor a otros
17. Conducta 14: El hábito de la disciplina
Resumen
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