Las Alas de Ana
Las Alas de Ana
Las Alas de Ana
Lectura Fluida
Al día siguiente, Ana está sentada junto a mí. Yo la observo con más
curiosidad que nunca. Sé que no sonríe porque está incómoda. Sus alas están
prisioneras en una cárcel que nadie puede ver. La miro. Me mira. Siento que sospecha
que he sido yo quien espiaba por la ventana. O quizás, pienso eso porque no puedo
con el peso de mi conciencia. Me muero por decirle que sé que tiene alas, pero no me
atrevo. No es el momento. Y decido esperar al recreo.
Como Ana apenas habla, me es difícil encontrar un tema de conversación.
Además, ella
—otra vez— se ha ido a esconder tras los arbustos. Pero me animo, me cargo de
valor, y voy tras ella. Me asomo cauteloso, y la veo allí, sentada, viendo al cielo. Le
digo “hola”, y ella me mira, extrañada. Me temo que quiere estar sola. Pero me da
igual y me siento a su lado.
—¿Qué miras? —pregunto.
Ana, sin dejar de ver el cielo, me contesta: —Las nubes.
Y entonces, suelto una pregunta tonta, absurda, de la cual me arrepiento nada más
sale de mi boca. Pero le digo:
—¿Tu vivías allí?
Ana me mira curiosa. Sé que sabe que conozco su secreto. Pero aguanto su
fulminante mirada. No digo nada. No quiero estropear el momento.
Entonces, sucede algo increíble. Mágico. Algo que no pude de entender hasta
momentos
más tarde. Ella me sonríe. Me toma de la mano y me susurra al oído que cierre los
ojos. Yo obedezco, sin dudar. Siento una ráfaga de aire fresco, como cuando se abre
una ventana en un día caluroso y comprendo, sin ver, que
ella ha liberado sus enormes alas
—Abre los ojos —vuelve a susurrarme.
Y al hacerlo, la veo tal y como es ella. Libre. Sin ataduras.
Sin secretos. Lista para volar.
Me agarra de las manos y emprende el vuelo. Nadie
se percata de que sobrevolamos sobre sus cabezas,
absortos cada uno en lo suyo. Los profesores corrigiendo
niños, chicos jugando futbol, la señora de la tienda, un
joven parando un taxi. Nadie nos descubre, y yo no puedo creer que la gente no se
tome el tiempo de ver por encima de sus cabezas para vernos volar por los aires.