El Sabor de La Memoria. Historia de La Cocina Quiteña
El Sabor de La Memoria. Historia de La Cocina Quiteña
El Sabor de La Memoria. Historia de La Cocina Quiteña
El sabor de la memoria
historia de la cocina quiteña
Autor. Julio Pazos Barrera
FONSAL, 2008
Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito
Venezuela 914 y Chile / Telfs.: (593-2) 2584-961 / 2584-962
Contenido
9 Agradecimientos
11 Prólogo
21 Capítulo 1 83 Capítulo 8
21 Canícula, caza y ámbito 83 Panorama culinario
27 Capítulo 2 86 La dieta
27 El comienzo de la cocina 90 Sopa
27 Cotocollao 91 Mazamorras
33 Capítulo 3 92 Guisos
33 Desarrollo Regional (500 a. C. – 500 d. C.) 95 Maíz seco y cocido
33 Jardín del Este 99 Salsas
34 La Florida (260 d. C.) 100 Carnes
39 Capítulo 4 101 Aves
39 Período de integración (500 d. C – 1533 d. C) 102 Insecto, gusano y molusco
39 Chilibulo 104 Bebidas
41 Cochasquí 106 Bastimento
43 Capítulo 5 107 Capítulo 9
43 Señoríos étnicos 107 Los utensilios de cocina
51 Capítulo 6 111 Capítulo 10
51 Sustento 111 Tecnologías relacionadas con la alimentación
53 Los alimentos 111 Formas de desarrollo agrícola
53 Provisión de comestibles 114 Herramientas agrícolas
81 Capítulo 7 115 Conservación de alimentos
81 La influencia inca 118 Almacenamiento de alimentos
119 Capítulo 11
119 El acto de comer y el protocolo
121 Un caso de exportación
6
193 Capítulo 1
195 Capítulo 2
195 Comidas que se ofrecieron a Simón Bolívar
205 Capítulo 3
205 Viajeros del siglo XIX y cocina quiteña
219 Capítulo 4
219 Referencias literarias de la cocina
227 Capítulo 5
227 Recetario
227 El libro de cocina de Juan Pablo Sanz
231 Características del recetario
232 Las recetas
244 Las recetas de doña Doloritas Gangotena y Álvarez
247 El Manual o tratado práctico de cocina para el Ecuador según las
producciones y comodidades del país por A. G. aficionado práctico, 1897
254 Gastronomía ecuatoriana, por el doctor Pierre Reimburg
258 Comidas del Ecuador. Recetas tradicionales para la gente de hoy
259 Capítulo 6
259 Los periódicos
271 Capítulo 7
271 La cocina oficial
287 Capítulo 8
287 Cocina actual de Quito
288 1.- Por el lugar de expendio
290 2.- Por el sector de la ciudad en que se encuentra
291 3.- Por el país de origen del plato
292 4.- Por el segmento social al que la comida se dirige como producto
292 5.- Por la ocasión en que se come
292 6.- Centros de sabor en Quito
293 Cocina Gourmet y cocina fusión
297 Glosario
335 Bibliografía
345 Índice Toponímico
354 Publicaciones del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural
de Quito
357 Crédito de las Imágenes
EL SABOR DE LA MEMORIA
9
Agradecimientos
Por la disposición permanente ante los diversos requerimientos que ha supuesto este libro, renova-
mos nuestra auténtica gratitud a las siguientes personas e instituciones:
Prólogo
- “Nadie podrá, después de estos días de espera, imaginar el sabor del arroz de cebada”.
Vimos su crecimiento,
después el respaldo del monte, nubecilla verde,
y cuando fue dorándose bajo las estrellas.
- Poeta, creo que este poema significa para mí que como la muerte borra toda memoria, gracias a las imá-
genes captadas por los sentidos solo en vida podemos recordar tiernos cebadales verdeantes, mies dorada,
1
Julio Pazos. “Arroz de cebada” en Antología Poética. p.91. Quito. Casa de la Cultura. Colección Poesía Junta.2006.530pp.
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travesuras de niño abriéndose paso entre surcos, espigas que punzan el cuerpo al son del viento, tórtolas espan-
tadas por el frufrú de los roces de la seda de los tallos, aleteos, bandadas de granos brillantes en el plato.
Entiendo que estos ingredientes espirituales entran también en el sabor de la memoria del arroz de cebada o de
sal o agridulce o con leche. Bajo las estrellas, testigos del paso de los años, se doran los recuerdos como se dora-
ban las manos en los trigales. La noche es propicia para despertar memorias dulces. Saboréense los alimentos
terrestres mientras gozamos de salud y vida porque después no hay memoria ya que “así nos trata la Muerte
como a pobres pastores de ganados”.
- Puede ser. Recuerde, como decían los escolásticos de la Pontificia Universidad Católica, que
“Todo lo que se recibe, se recibe según la capacidad del receptor”.
- Pregunto a Julio Pazos, el cocinero y cazador de datos para la historia de la cocina quiteña,
¿cuál es el sabor de la memoria del arroz de cebada?
- Uno es el sabor del “arroz de cebada espumado, cocido con papas, carne, manteca, col, sal y
especias”, y otro, el sabor del “arroz de cebada, después de espumado el afrecho menudo, sazo-
nado con dulce de caña de azúcar (panela) o con jugo de la misma caña recién molida (gua-
rapo tierno), al que, en muchos casos se agrega la naranjilla para darle un agradable sabor
agridulce”, y otro es el sabor del “arroz de cebada espumado, cocido con leche, canela y con azú-
car o panela”2. Estos datos del arroz de cebada están tomados de la obra del pelileño Darío
Guevara “Comidas y bebidas ecuatorianas”, editada en Lima en 1960 y 1961. Le puedo indicar
que la cebada fue traída a América por los españoles y es comida popular.
- Los tiempos cambian y también nosotros cambiamos con ellos. Don Quijote comía, los lunes,
“una olla de algo más vaca que carnero”. De vivir hoy, ¡quién sabe qué comería!
Con este diálogo ficticio comprenderás, maternal lectora, hambreado lector, que el libro titula-
do “El sabor de la memoria” y subtitulado “Historia de la cocina quiteña”, escrito por Julio Pazos
2
——————.”Glosario”, p. 300 en El sabor de la memoria: historia de la cocina quiteña. Quito. FONSAL. 2008. 352pp.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Vida y comida riman. “El hombre es lo que come”, filosofó un alemán fundamentalista. Y bien
pudo haber dicho: “La mujer es lo que bebe”. Sobre todo hoy. La obsesión contemporánea por salud
y agua, alimentos y salud es razonable, pues “Nuestra escogencia de alimentos tiene también un pro-
fundo impacto en la salud y en la enfermedad”3. Usted, lectora, es lo que digiere ya que los nutrien-
tes son benéficos solo si llegan a las células. Por estos motivos don Quijote aconsejaba a Sancho:
“Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”. Y
dado que la vida es lucha, no pudo menos de decir “Que el trabajo y el peso de las armas no se puede
llevar sin el gobierno de las tripas”. El médico, el fisiólogo, el estudioso de la salud, del talante, de la
fuerza y la anemia del pueblo de Quito ¡cómo no van a estar contentos con este “Sabor de la memo -
ria” que tantas pistas les dará para la investigación!
Si Ludwig Feuerbach hubiese tenido plena razón al afirmar que “el hombre es lo que come”, la
comida habría determinado en gran medida el modo de pensar. La mejor arma de los revoluciona-
rios habría sido la selección de aquellas recetas de cocina que instilaran beligerancia en los guerre-
ros. Las cocineras ocuparían en la historia del pensamiento humano el lugar de Sócrates, el parte-
ro. Empero, parece que no ha ocurrido así. Más bien, “… las revoluciones y el complejo desarr ollo his-
tórico han modificado la alimentación y creado los “gustos” sucesivos en la elección de los alimen-
tos”4. La cocina y la comida son cultura porque son creación humana:
3
Ray Kurzweil & Ferry Grossman M.D. Fantastic voyage: live long enough to live forever. Chapters IV y VII. U.S.A. Rodale.
2004. 452pp.
4
Antonio Gramsci. “Qué es el hombre”. 9 Mar. 2008. <http://www.gramsci.org.ar./Tomo1/10_que_es_el_hombre.htm>
14
Dicen que la política afecta la vida diaria e influye en la cultura. El historiador y filósofo
Jacques Barzun comenta cómo a fines del siglo XVII un tratado entre Londres y Lisboa indujo a
la aristocracia inglesa a consumir el barato y fuerte vino Oporto. Con el consumo del Oporto en
la comida, advino la costumbre de la sobremesa. Hacia el año 1707 se fundó en Londres la firma
Fortnum and Mason para proveer con delicacies a los aristócratas. Barzun nos recuerda que el
paso de la cocina a la gastronomía se hizo en Francia. Consistió en usar salsas y saborizantes
para lograr que aflorase el gusto único del sabor natural de cada producto. Así nacieron los gur-
més. Barzun observa no sin ironía que el sentido original de esta palabra era el de simple catador
de vinos. Y para amenizar su exposición cita estos dichos de Jean A. Brillat Savarin, autor de
conocidas recetas de cocina y filósofo de sabores y placeres: - “Los animales se alimentan; el hom-
bre, come; solo el sabio sabe cómo comer”. -“El descubrimiento de un nuevo plato hace más por la
humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella”. Y - “Un postre sin queso es como una
bella joven tuerta”6.
Ahora bien, Julio Pazos en “El sabor de la memoria” nos muestra, desde la perspectiva del acto
de comer, el desarrollo de nuestra cultura empezando por la más antigua y menos documentada. Y
nos presenta un panorama sorprendente. Fundamentándose en que la cocina propiamente dicha se
inició con la confección de artefactos adecuados para realizar la cocción y, afirmando que la alfa-
rería no se explica sin la capacidad de simbolizar, distingue con el antropólogo Claude Lévi-Strauss
tres prácticas en el proceso de cocer los alimentos: el trabajo de la cocina, el protocolo, y el mito de
unirse a la naturaleza y propiciar a los dioses7. Pazos será fiel a este punto de partida desde el cual
recorrerá tres mil quinientos años de cocina en la hoya de nuestro río Guayllabamba.
5
Gonzalo Velorio. “Para la asistencia pública” en Ana María Maqueo Manual de ortografía, redacción y estilo. Vol. 4/6, p.303
México D.F. Ediciones Ciencia y Técnica, S.A.1989.
6
Jacques Barzun. From dawn to decadence :500 years of Western Cultural Life: 1500 to the present. Pp 329 y 454. New York.
HarperCollinsPublishers. 2000. 877pp.
7
Julio Pazos. El sabor...,p.29.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Pero llega Julio Pazos para mostrarnos cómo era la cocina de esos tiempos inmemoriales y
mediante los sabores construirnos una memoria. Este libro es un acto de magia que pone memoria
donde no había memoria, y logra que, al terminar el recorrido de los once capítulos de la primera
parte correspondiente a la cocina prehispánica, los sabores descritos se convierten en un reconfor-
tante sentimiento de pertenencia. Ya no más huayrapamushcas volanderos.
Por fin, un pueblo con un pasado que conecta con las montañas, los valles, los ríos, la flora y la
fauna de la hoya, pues en torno al acto de cocinar van desfilando los alimentos de la tierra: cerea-
les, pseudocereales, leguminosas, tubérculos, rizomas de climas tropicales, subtropicales y templa-
dos, hortalizas, verduras, frutas nativas, animales domésticos y fauna salvaje, el agua y las bebidas,
y van desfilando los utensilios de cocina, las tecnologías de cultivo y domesticación de las plantas,
las variedades de desarrollo agrícola, las herramientas de labranza, la conservación, el almacena-
miento, el transporte y el comercio de los alimentos, y van desfilando los rituales de las comidas, los
protocolos de conducta, de vestidos y aseo, y, cerrando este cortejo, la dieta, objeto final de cada día
y razón de vivir para unirse con la familia, los muertos, los dioses, la naturaleza que poco a poco fue
sometiéndose al trabajo creador de esos pueblos inocentes.
El haber construido esta historia de la comida quiteña en la época prehispánica con tan esca-
sos documentos de trabajo dice mucho del ingenio y fortaleza del autor, pues supone una penosa
investigación, el estudio de testimonios arqueológicos, la visita a museos y colecciones privadas, el
haberse metido con la documentación española referida a las primeras décadas de la conquista, y
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múltiples consultas y lecturas. Sabemos que para validar la dieta de los platos descritos, Julio Pazos
los cocinó y probó todos.
El estilo de la redacción es parco, denotativo, nada lírico, expresado mediante una sintaxis de
oraciones cortas. Hay un distanciamiento objetivo de lo que describe y cuenta e informa. Hay rigor
en el uso de las palabras, y mucha propiedad en el de las especializadas. Las referencias académi-
cas son precisas y claras. Nada de meterse con retóricas complicadas. No sabemos cómo lo lograría,
cómo habrá podido enjaular su espíritu poético. Si de Pazos quedara solamente esta obra, la posteri-
dad nunca sabría que el autor de ella había sido uno de los grandes poetas ecuatorianos de la segun-
da mitad del siglo XX.
Un libro tiene varios padres. Quien haya concebido la forma del libro, los adornos de las
páginas, la calidad de las que separan las diversas partes de esta obra ha hecho un precioso tra-
bajo profesional . El texto escrito gana con las fotografías de dibujos antiguos, con las de los uten-
silios de cocina, ya de por sí sustancialmente armónicos, con la presentación de platos de varias
comidas, y sobre todo con la colección de dibujos de plantas y animales, aves e insectos que dan
vida al texto y ayudan a imaginar cómo pudo haber sido la realidad descrita. Estos dibujos de
Juan Manuel Carrión son primorosos. Si nuestro artista hubiese vivido en tiempos de José
Celestino Mutis, de Francisco José Caldas, de Pedro Dávila Franco, habría gozado de fama, dine-
ro y mecenazgo.
Quedan fuera de este prólogo la segunda parte de la obra sobre la cocina quiteña del período
colonial, la tercera, sobre la cocina quiteña del período republicano y las 37 páginas de un riquísi-
mo glosario anotado. Dada la abundante documentación escrita y visual, lo escrito sobre la comida
quiteña en la Colonia despierta nuestra fantasía para ver en acción la trama social connotada por
las comidas. Viene a ser un gran complemento de sal y dulce y de todos los sabores a la monotonía
de la vida colonial poblada de monjas y frailes, santos y vírgenes relatada por Federico González
Suárez. La historia de la comida quiteña en la época republicana prolonga la colonia. Se empieza a
imitar a otros poderes.
¡Cuán útil sea el libr o que tienes entre manos, hambreada lectora, maternal lector, lo verás por
el sentimiento de culpa que te invade cuando lo cierras y haces memoria de su contenido! Te invade
un vaho de tristeza como si acabaras de leer “Boletín y Elegía de las mitas” de César Dávila
Andrade o “Mujeres de la provincia de Tungurahua” de Julio Pazos Barrera. Este hermoso y bello
EL SABOR DE LA MEMORIA
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libro te muestra el abismo que separa al mestizo adinerado del mestizo pobre. Todos hemos comido
de la misma papa, del mismo cuy, del mismo ají. Pero no todos se han reconciliado con las raíces. Y
se reniega del país porque nunca lo hemos conocido a fondo y nunca lo hemos amado a fondo por-
que tú comes hornado en la esquina del barrio y yo lo pido por teléfono a casa y pago con tarjeta.
Capítulo 1
La vista del observador descendería por los suaves declives del monte Ilaló que en remoto tiem-
po fue un volcán, por ello en su entorno brotan aguas termales, hasta detenerse en las tierras de
Cumbayá y Tumbaco, es decir, en el lado derecho de la profunda abra que hace el Machángara.
Siguiendo la misma dirección, observaría que la meseta se eleva un tanto; en ella se levantan los
actuales pueblos de Puembo, Pifo, Yaruquí, Checa, el Quinche. Más altas son las inmediaciones de
Otón y muy alto es el sitio de Pambamarca.
Como cerrando esta meseta corre el Pisque, río que se forma con las aguas del Guachalá y el
Grenobles. Estos torrentes riegan la planicie de Cayambe. Hacia occidente, por los rumbos de
Tabacundo y Cochasquí, la meseta se eleva y concluye en los montes Mojanda y Fuya Fuya.
Vista del Cayambe, grabado La explanada en la que se asienta Quito es una especie de grada o descanso abierto en los decli-
tomado de Le Tour du Monde,
XLV, 1883. ves del Pichincha. Alguien situado en la colina de Guangüiltagua podrá avistar las casas de
Cotocollao, la planicie de Iñaquito, el sitio del Centro Histórico, la colina de Yavirac, la llanura de
Turubamba, Chillogallo y Guajaló, siempre que su mirada recorra de norte a sur. Las colinas que
enmarcan, por el lado oriental, la explanada de Quito, toman los nombres de Guangüiltagua,
Lumbisí y Puengasí.
En contraste con los colores ocre y verde agrisado del Norte de la hoya, los campos que se abren
al sur del Ilaló, presentan un tono verde intenso. Las lluvias son más frecuentes en los valles de
Sangolquí, Amaguaña y Uyumbicho, que rodean el monte Pasochoa. En el extremo sur de la hoya,
en el verde valle, se levantan las poblaciones de Alóag, Machachi y Aloasí.
La hoya, que es así como se denominan estas configuraciones geográficas de los Andes ecua-
torianos, culmina con la presencia de altos volcanes y nevados. En la cordillera Central resplande-
cen las nieves del Cotopaxi, Sincholagua, Antisana y Cayambe; en la cordillera Occidental y de
norte a sur, desde el volcán Pichincha, se muestran las cimas del Atacazo, Corazón e Iliniza. Los
nudos –altos páramos que unen las cordilleras- de Mojanda, al Norte, y de Tiopullo al sur, la sepa-
ran de la que forma el río Chota, y de la de Latacunga-Ambato, respectivamente.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Los cazadores recolectores debieron, para proveerse de alimento, ocultarse entre los mato-
rrales de chilcas, mortiños, cabuya y achupallas. Entre estas difíciles tareas y en días de ardien-
te luz solar, buscarían refrescarse a la sombra de guarangos, molles, cholanes y guabos.
Comerían guabas, lucmas y chirimoyas “Yo vengo de la tierra donde la chirimoya es / talega debrocado,
con su envoltura impide / que gotee el dulzor de su nieve redonda”, [...] en Jorge Carrera Andrade, lugar de origen,
obra poética completa, Quito, Casa de la Cultua Ecuatoriana, pág. 309), si cogollos de achupallas y toto-
ra, además de gusanos y caracoles. En esa búsqueda el hombre cazador recolector debió ascen-
der al páramo que “abriga una fauna grande [...] que no existe en el bosque montano a partir del
holoceno” (Salazar, 1985: 134). Cuando encontró en Mullumica la obsidiana mejoraron sus posi-
bilidades de caza y posterior desmembramiento de la presa. Por lo visto, la alimentación del caza-
dor recolector era natural .
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EL SABOR DE LA MEMORIA
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EL SABOR DE LA MEMORIA
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Capítulo 2
El comienzo de la cocina
De las prácticas alimenticias estudiadas, en diversos pueblos, por Lévi- Strauss, se deduce que
la ingestión de productos crudos y podridos correspondería a un modo de vida nómada y natural.
En cambio, la presencia de ceramios adecuados para la cocción, sería una manifestación de vida
sedentaria ligada a una actividad mental definida como cultura. Según este antropólogo, los tres
modos de ingestión mencionados, una vez que aparece lo cocido, responden a modificaciones intro-
ducidas por el intelecto, puesto que lo cocido es el resultado de la relación de alimento, agua y fuego.
En esta combinación intervienen la noción de tiempo, el control de temperatura, el acondiciona-
miento y orden de los ingredientes, el uso de condimentos, la calidad del artefacto y otros factores.
En correlación con la práctica de la cocción, lo crudo se ingiere luego de someterlo a limpieza y
aderezarlo. Cosa igual ocurre con lo podrido. Lo asado, ahumado y frito constituyen expresiones
que se arriman sea a lo natural, sea a lo cultural. El antropólogo dice que “solo la observación etno-
gráfica puede precisar lo que cada una (cada cultura) entiende por crudo, cocido o podrido, y no
hay razón de que sea lo mismo para todas” (Lévi-Strauss, 1970: 417). La cocina propiamente dicha
y tal como en la actualidad se la piensa, se inició con la confección de artefactos adecuados para
realizar la cocción, comienzo asimilado a la capacidad de producir símbolos, es decir, al proceso de
la cultura. Lévi-Strauss distingue dos prácticas tangibles en torno al tema: el trabajo de la cocina y
el protocolo, y una intangible, que sería la mitológica: en muchos pueblos se involucran profunda-
mente estos contenidos.
Cotocollao
El antecedente étnico-antropológico permite desarrollar una aproximación a la cocina del com-
plejo cerámico descubierto en Cotocollao. Los arqueólogos lo han inscrito en el Período Formativo,
28
EL SABOR DE LA MEMORIA
29
1. Olla esférica, La Florida, dentro del esquema elaborado para ubicar las culturas que habitaron en el actual territorio del
600dC-1400dC
Ecuador. Este complejo cerámico (1500 a.C), es el testimonio de habitantes que subieron de los valles
2. Compotera, Cotocollao, que rodean el Ilaló, es decir, de las zonas menos altas de la hoya del Guayllabamba.
1800aC-500aC
El análisis arqueológico de los ceramios y de los restos líticos y óseos no permite por sí solo
determinar el modo de ser de la cultura del asentamiento de Cotocollao, (Carrera Colin, 1984: 13-
14), porque los objetos son una parte del conjunto y su presencia no es suficiente para conocer aspec-
tos relacionados con la organización social, creencias, etc. No obstante, de la forma y decoración de
los ceramios surgen las primeras deducciones vinculadas con la subsistencia.
Del estudio arqueológico se desprende que hubo un ámbito diferenciado, es decir, un sitio esco-
gido para habitar. Este debió ubicarse cerca de la plantación de maíz y a cierta distancia de un
manantial, río o lago; cerca, también, de un paraje boscoso que facilitó la leña. El fuego debió obte-
nerse por fricción. Mantener el fuego suponía la existencia de un cobertizo que evitara su extinción
por causa de la lluvia
1 2
30
Olla de La Florida un lado, para introducir la leña o quizá se equilibraron sobre tres piedras o tullpas, sistema que per-
y envoltorio de sal,
600dC-1400dC. mitió introducir la leña por tres lados. De suyo, el sitio para mantener la brasa, determinó la dife-
renciación del espacio, noción que vinculada con la geometría de la decoración y la aplicación del
color implica complejidad cultural.
El maíz fue el cereal que sustentó al grupo; no se conoce la variedad. La presencia de las ollas
significa que se lo coció con agua sin desgranarlo. Como en el complejo cerámico se encontró un
rallador, es posible pensar que las mazorcas de maíz tierno raspadas en este artefacto dieron lugar
a la masa. También esta masa pudo cocinarse con agua, operación que vendría a ser el preámbulo
de la mazamorra. En frío, esta masa, mezclada con agua y guardada en ollas grandes, pudo conver-
tirse en una suerte de brebaje.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Algunos cuencos, que semejan vasos por las dimensiones de su profundidad, base y circunferen-
cia de la boca, se usaron para beber; algunos platos y cuencos menos profundos fueron utilizados
para distribuir las raciones. Los cuencos debieron tener las funciones de cucharones. La vida coti-
diana del grupo se suspendió debido a los estragos de una erupción volcánica, quizá del Pichincha.
La población huyó, aterrada. La ceniza y el lahar conservaron los objetos que al pasar de los siglos y
por efecto de las excavaciones arqueológicas volvieron a la luz; silenciosos objetos, testimonios de una
actividad humana sustentada por el maíz.
En ocho sitios de la provincia de Pichincha los arqueólogos (Ronal D. Lippi, 1986: 197-199) han
registrado cerámica similar a la de Cotocollao. Los sitios se ubican en la rivera norte del
Guayllabamba (Perucho Alto, Nambillo Alto, San Lorenzo, Ñamparca), en la zona noroccidental de
Quito (Mindo, Maquipucuna, Nanegalito, Andoas) y en Tandapi. Se encontró una vertiente de agua
salada en un lugar próximo a Maquipucuna. Por allí debió situarse el Pueblo de la Sal o Cachillacta,
en quichua, kachi = sal y llacta = localidad, mencionado por los españoles. En este lugar se identificó
un paleosuelo con cerámica Cotocollao, dato que tiende a respaldar la hipótesis que Cachillacta abas-
teció con sal a la región de Quito por tres mil años o más (Lippi, 1986: 201). De modo que el único
condimento que pudo estar presente en la cocina de los habitantes del Período Formativo fue la sal.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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a) 26 platos trípodes
b) 3 cuencos
c) 10 ollas
d) Fragmento de rallador (Buys – Domínguez, 1987: 37-39)
Los restos óseos presentes determinaban los lugares como tumbas. Dedujeron que los ceramios
eran componente de ajuares funerarios. Los objetos decorados con bandas rojas y algunos casos
pulidos, revelaban que se utilizaron antes de los entierros. No es aventurado deducir que las ofren-
das se trabajaron a partir de los modelos de objetos que configuraban la experiencia real. La tumba
es como una proyección del mundo en el ámbito sagrado.
Mediante el examen de las funciones de los ceramios es posible conocer algunas prácticas de la
cocina. Los recipientes trípodes más hondos, de pies largos y macizos, insertados en la brasa, sirvie-
ron para cocer alimentos. Aunque, también, la brasa pudo situarse debajo del artefacto, entre sus
pies. Las ollas pequeñas de base esférica y boca ancha son propias para la cocción, asegurándolas
sobre piedras. Los cántaros de base circular plana, de cuerpos abombados, de cuellos anchos y bocas
amplias se utilizaron para transportar líquidos y conservarlos. Los cuencos pequeños, de bordes rec-
tos se emplearon como vasos o como platos para ofrecer alimentos. El rallador denota una práctica
culinaria más elaborada.
34
Por las características de los objetos se dedujo que en algunas tumbas se enterraron sujetos
importantes. Junto a los restos óseos se colocaron objetos de hueso, piezas líticas, ceramios, además
de ornamentos de oro y de cobre dorado. La exploración encontró, en torno a las tumbas, remanen-
tes de habitaciones (Doyon, 1988: 52).
Se ha dicho que el menaje de las tumbas es una reproducción del ámbito real, por ende, los arte-
factos funerarios se modelaron según los patrones de los objetos de uso en habitaciones y otros espacios.
Por cierto que en los sitios sagrados se encontraron vestigios de prácticas diversas, como ocurre en La
Florida. Otras osamentas reposaban cerca de la principal, restos que sugieren el sacrificio de esposas.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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1. Jarras grandes de base No cabe duda que ceramios y objetos líticos son fundamentales para reconstruir el contexto
anular, La Florida,
600dC-1400dC. culinario de un pueblo. Los objetos sugieren las técnicas aplicadas para procesar los alimentos vege-
tales o cárnicos que existieron en el entorno territorial. La información arqueológica, de La Florida,
2. Olla, La Florida,
600dC-1400dC.
posibilita la recreación, a partir de esta clasificación de los ceramios
1 2
1. Olla, La Florida,
600dC-1400dC.
2. Vasija, La Florida,
600dC-1400dC.
3. Compoteras, La Florida,
600dC-1400dC.
1 2
interior cuencos y compoteras reposarían en el suelo. Algunas vasijas o jarras yacerían semiente-
rradas el piso. La piedra de moler y su cuenco no siempre de arcilla porque pudo ser de madera,
para su mejor uso pudo ubicarse afuera. Los instrumentos de caza debieron ocupar el espacio de
actividad masculina.
El maíz fue el alimento principal. Los artefactos señalan que se lo consumió cocido, molido y
cocido, molido y fermentado. La carne de venado, cuy y pato machacón se aprovechó cocida; los
churos se comieron crudos. Los huesos de estos animales y caparazones de churos se encontraron
en los entierros. No hay evidencias de
otros alimentos. Aunque, debido a la ubi-
cación del complejo pudieron completar
la comida el fréjol, la quinua, el melloco y
algunos productos como la yuca y el ají
propios de la zona noroccidental.
3
EL SABOR DE LA MEMORIA
39
Capítulo 4
En la primera exploración se rescató una olla trípode y tiestos con hollín. Se dedujo que se tra-
taba de un fogón. Las demás excavaciones confirmaron la existencia de tumbas. Los artefactos rela-
cionados con la cocina y el servicio presentan estas características: ollas de cuerpo alargado peque-
ñas, platos semiesféricos o pucus, compoteras pequeñas, ollas asimétricas (zapato), cántaros, vasos
cilíndricos, vasos en forma de campana, ollas trípode, mortero, piedra de moler, obsidiana, budares
40
(tiestos para tostar), etc.. De la presencia inca se encontró pocos artefactos: un aríbalo, un plato. Sin
embargo algunas ollas y pucus señalaban influencia de la cerámica inca.
Los artefactos sugieren diversas preparaciones del maíz: cocido en su estado de choclo; en sazón
o cao, asado en la brasa; seco y tostado; cocido como mote choclo; molido y cocido, como polenta o
sango; seco, molido y expuesto al sol, como chuchuca; cocido, molido y fermentado, como chicha.
Intervienen en la comida otros productos andinos; fréjoles cocidos; fréjoles secos, remojados y coci-
dos; papas mondadas y cocidas con agua; quinua desaguada y cocida. Estos productos admiten
combinaciones tales como mote y fréjoles, papas y fréjoles, papas y quinua, etc. La utilización de la
brasa revela algunos procedimientos: las ollas zapato se introducían en el carbón encendido y la coc-
ción era lenta; en las ollas trípode la cocción también era lenta. Los budares exigen brasa disemina-
da para que el grano se tueste de modo uniforme.
La carne de venado, se cocina, asa o ahuma. Acecinada y expuesta al sol se seca y puede con-
servarse. Conejos, cuyes, tórtolas, perdices y patos machacones se comen cocinados o asados. Estos
últimos se criaban en los estanques de Turubamba. Los churos se comen crudos. El mortero se rela-
ciona con el ají, aunque este condimento se lo consume directamente de la planta. La sal se reserva-
ba para ocasiones especiales.
EL SABOR DE LA MEMORIA
41
1. Ollas trípode, La Florida. No se disponen de otras informaciones; aunque no es arriesgado figurarse el comportamien-
600dC-1400dC.
to de cocineras y comensales. Con la ayuda de mates se vertería la comida en los pucus y com-
2. Ollas zapatiformes, poteras. Porciones de carne se repartirían a los comensales, que, ubicados en sus puestos dentro
Museo Antonio Santiana,
Universidad Central del
y fuera de la cocina, en la luz del mediodía, sorberían los alimentos y los llevarían a la boca con
Ecuador, 500dC-1500dC. los dedos.
La chicha vendría después, quizás en vasos y pequeñas ollas. Se desconoce el orden de reparti-
ción de alimentos, porque en todo grupo humano se establecen diferencias a partir de la edad y de
los sexos.
Cochasquí
En el sector Norte de la hoya, en las pendientes de la cordillera Occidental, se encuentra el com-
plejo arqueológico de Cochasquí. En los alrededores de las pirámides las excavaciones arqueológicas
(Oberem, 1981: 76) develaron la existencia de ollas esféricas, ollas trípode, ollas zapatiformes, cuen-
cos. Los tres tipos de ollas se utilizaron para cocinar, la evidencia apareció en el hollín que cubría sus
exteriores. Los bastimentos no debieron ser diferentes a los mencionados en los sitios anteriores, es
1 2
42
decir, el maíz, los tubérculos, el fréjol, la quinua, el amaranto. Debió aprovecharse la carne de cuyes
y conejos más que de los venados. El investigador observó que ollas trípodes y ollas zapatiformes son
muy frecuentes en las culturas de Mesoamérica, aspecto que propone cierta vinculación con esos pue-
blos. Las técnicas para preparar los alimentos fueron las mismas que en Chilibulo; de igual modo, se
sirvió la comida en cuencos. No se conocen los sistemas para alimentar a grupos numerosos de tra-
bajadores; aunque es posible pensar en grandes cantidades de maíz cocido y tostado, de papas y
carne, raciones que se necesitaban para mantener a quienes levantaron las grandes tolas.
EL SABOR DE LA MEMORIA
43
Capítulo 5
Señoríos étnicos
Ya en 1400 las noticias que llegaban del sur inquietaban a los habitantes de la hoya de
Guayllabamba. La comunicación no fluía con facilidad porque en las hoyas que se suceden al sur
del nudo de Tiopullo se hablaban diferentes lenguas. Jacinto Jijón y Caamaño hizo una primera
aproximación al mapa lingüístico, a partir de los topónimos y patronímicos existentes. Identificó el
panzaleo y otras lenguas. Consta en documentos del siglo XVI que se buscaron traductores para
comunicarse con algunos caciques cañaris. En todo caso, la posible comunicación, como en otras
situaciones de interculturalidad, traía consigo el viaje de las palabras. El quichua penetró de esta
manera en los pueblos septentrionales andinos. Con las palabras se trasladaron algunas piezas de
alfarería y ciertos textiles. Estos últimos, antes de la presencia de camélidos en la región de Quito,
fueron siempre del algodón que los yumbos producían en el noroccidente, y de las fibras de la cabu-
ya nativa. En cuanto a los alimentos, las papas llegaron mucho antes; pero, nadie sabe con seguri-
dad si las llamas pacían en estos lugares al comienzo del Período de Integración o si llegaron con los
incas. De las llamas se aprovechó su carne, además de su lana.
No hubo mucha población en la hoya del Guayllabamba (Salomon, 1980: 85). Los poblados, de
casas desperdigadas en mesetas, bajíos y declives, albergaban hasta 1500 habitantes y nunca supe-
raron los 10000. Una visión general de localización demográfica sitúa a los habitantes en el valle de
los Chillos; en la zona de Cumbayá se prolonga hasta El Quinche; en las inmediaciones de
Guayllabamba, Cochasquí, Tabacundo, Cayambe y Otón; en las mesetas de Perucho y San José de
Minas; en la zona de Quito que desde Chillogallo avanza hasta Zámbiza y San Antonio de
Pichincha. Los yumbos vivían en las estribaciones occidentales del Pichincha.
44
El término quichua llacta fue adoptado por F. Salomon para referirse a la organización social
de las comunidades. No encontró término equivalente –no se sabe qué lengua hablaban los habitan-
tes de la hoya; un examen de ciertas partículas relacionó la lengua con el chibcha y el cachiquel. La
llacta es:
Señor étnico se homologa con kuraka, cacique y principal, vocablos usados por los españoles.
Chilibulo y Cochasquí pudieron ser señoríos étnicos tempranos. El primero, con un número
menor de miembros; el segundo, como antes se vio, con una concentración mayor. Salomon identifi-
có estos señoríos étnicos:
Las reducciones que organizaron los españoles no desarraigaron a la gente de sus tierras, de
modo que algunos de los nombres actuales corresponden a los antiguos señoríos. De los mencionados
algunos desaparecieron o no se han localizado: Machángara, Machangarilla, Hipia, Apianda,
Pingolquí, Changalli, Posolquí, Guangüilquí, El Guanca.
18 28
6 7
27 30 35
8 17
16 29
9 19
10 36
15 31
5 26
20 21 22
4 14
2 13
3 11 23 32 34
12
24
25 33
53
44 61
47 52
43
40 46 51
48
41 42 49
45 63
62
37 39
50
55
38 60
56 59
54 58 64
57
Que ninguna persona escaramuce ni corra con ningún caballo ni yegua por el tian-
guis que está en la plaza de esta villa […] de maner a que no hagan ningún agravio a
los indios. (1r LCQ t.1: 470) (Salomon, 1980: 158-159). (Se ha modernizado el texto).
De la lectura de las citas se deduce que la actividad de mercado era de indios. Se dice que los
vecinos españoles podían “rescatar” o adquirir los productos que se ofertaban en ese descampado.
Salomon fijó el tianguez en lo que hoy es la plaza de San Francisco o en sus alrededores. Este sitio,
por ende, fue el espacio del trueque, antes de la conquista incásica. Intervenían en los intercambios
los señoríos de Urin Chillo (Sangolquí), El Ynga, Anan Chillo (Amaguaña), Uyumbicho, además de
la gente de la etnia yumbo. Cada señorío ofrecía sus productos vegetales excedentes. Desde lejanas
comarcas se transportó oro, plata, además de coca, algodón y sal. Hubo comida preparada, en la que
figuraron canastos de cuzos, y cántaros con azua o chicha de jora. Por cierto, los mindalaes se des-
plazaban entre la gente, mientras realizaban los intercambios.
EL SABOR DE LA MEMORIA
51
Serie costumbrista,
“Yumbo de las inmediaciones Capítulo 6
de Quito”, Vicente
Albán,1783, Museo de
América.
Sustento
En la segunda mitad del siglo XV, ingenieros y canteros incas construían aposentos cerca
del tianguez. Las piedras de esas edificaciones todavía se conservan, insertas en algunos cimien-
tos y muros de las construcciones de la ciudad, circunstancia que evidencia las trasformaciones
52
Serie costumbrista,
“Indio yumbo de Maynas”,
Vicente Albán, 1783,
Museo de América.
culturales y quizá ciertas variantes en los hábitos culinarios. Los mindalaes continuaron con su tra-
bajo hasta más tarde. Parece que ellos no estaban sujetos a ningún señorío y que, ocasionalmente,
rendían pleitesía a algún señor que había contratado sus servicios. Los yumbos comerciaban hasta
el siglo XVIII, como se observa en un cuadro de Vicente Albán, “yumbo de las inmediaciones de
Quito”, que se conserva en el Museo de América de Madrid. El pintor acompaña al personaje con fru-
tas de tierra caliente como son la papaya, la piña y el plátano. Otro cuadro dice “indio yumbo de
Maynas”, en este el personaje carga un canasto con frutas tropicales.. En el segundo cuadro el pintor
usó el término yumbo como genérico, para referirse a los indios cargadores y mercaderes de frutas.
En el primer caso, sin duda, se alude a los habitantes de la zona noroccidental de Quito.
EL SABOR DE LA MEMORIA
53
Los alimentos
La vida cotidiana de los habitantes del altiplano y de otros lugares de la Costa y del Oriente se
interrumpió con la presencia de los españoles. Hasta entonces el cuadro general de los alimentos de
la hoya incluía los productos nativos de sus pisos y los que provenían de los zonas cálidas de los
declives de las cordilleras, tanto de occidente como de oriente.
Provisión de comestibles
La primera investigación dedicada a los alimentos prehispánicos corresponde al doctor Plutarco
Naranjo Vargas. Su breve monografía se publicó en 1984 (Naranjo Vargas, 1984: 63). En 1988, el doc-
tor Eduardo Estrella, en su libro El Pan de América. Etnohistoria de los alimentos aborígenes en el Ecuador
propone, hasta la presente fecha, la información más completa sobre vegetales y cárnicos. Abarca las
tres regiones naturales del país y los datos que dan cuerpo a la investigación provienen de documentos
del siglo XVI, de la botánica, de la zoología, y de los “aspectos nutricionales y de salud”. Ofrece panora-
mas de la tecnología agrícola, la conservación de los alimentos, del almacenamiento y la preparación.
La siguiente lista solo registra plantas y animales de la provisión de la hoya. La mayor parte
de ellos existen en la actualidad y su consumo es generalizado; aunque algunos se han excluido de
la cocina vigente.
Cereal
Maíz
Zea mays L. POACEAE.
Quichua: Zara, sara.
Pseudocereales
Quinua Ataco o sangorache
Chenopodium quinoa Willd. Amaranthus caudatus L. sin. Amaranthus
CHENOPODIACEAE. quitensis var. AMARANTHACEAE.
Quichua: quinua + Quichua: sangurachi.
54
Leguminosas
Fréjol Maní
Phaeolus vulgaris L. (LEGUMINOSAE). Arachis hipogaea L. (LEGUMINOSAE)
FABACEAE. FABACEAE
Tortas o pallares Quichua: inchic
Phaseolus lunatus L. (LEGUMINOSAE) Chocho
FABACEAE. Lupinus tricolor Sod./sin. Lupinus mutabilis
Quichua: pallar. Sweet (LEGUMINOSAE) FABACEAE
Quichua: tarhui
EL SABOR DE LA MEMORIA
55
56
EL SABOR DE LA MEMORIA
57
Yuca APIACEAE
Manihot dulces Lax. M. esculenta Crantz / M. Quichua: racacha
utilísima Pohl EU. PHORBIACEAE
Jícama
Quichua: rumu
Polymnia edulis Weddell / Polymnia sonchifolia
Camote (COMPOSITAE) ASTERACEAE
Ipomoea batatas (L.) Poir Quichua: asipa.
CONVOLVULACEAE
Achera o achira
Quichua: apichu
Canna edulis Ker-Gawl CANNACEAE
Zanahoria blanca Quichua: achira
Arracacia esculenta D. C. / Arracaia
Papa china
xanthorrhiza Bancr. (UMBELLIFERAE)
ARACEAE
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EL SABOR DE LA MEMORIA
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Hortalizas y verduras
Totora Ají
Scirpus totora Scirpus riparius / S. triqueter Capsicum spp.
CIPERACEAE Quichua: uchu
Quichua: tutura
Cerraja
Penco negro Sonchus oleraceus L. (COMPOSITAE)
Agave americana L. AGAVECEAE ASTERACEAE
Quichua: chahuar Quichua: quinquin
Tomate
Lycopersicum esculentum Mill. SOLANACEAE
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Condimentos y colorantes
Ishpingo Poleo
Ocotea quixos Lam. LAURACEAE Bystropogon mollis H.B.K. Mentha muña.
LAMIACEAE
Molle
Quichua: muña, tipu
Schinus molle L. ANACARDIACEAE
Quichua: mulli Asnac yuyo
Tapetes terniflora H.B.K.
Achiote
Quichua: asnal-yuyo; chilchil
Bixa Orellana L. BIXACEAE
Quichua: mantur
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Guayaba Mortiño
Psidium Guajava L. MYRTACEAE. Vaccinium floribundum. VACCINIACEAE
Quichua: savintu.
Lucma
Lucuma obovata H.B.K. SAPOTACEAE
Quichua: lugma.
72
Uvilla Naranjilla
Physalis peruviana L. SOLANACEAE. Solanum quitoense Lam. SOLANACEAE.
Quichua: pushsuc-lulun.
Pepino
Solanum muricatum Ait. SOLANACEAE. Tomate de árbol
Quichua: cachun. Cyphomandra betacea. SOLANACEAE.
EL SABOR DE LA MEMORIA
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EL SABOR DE LA MEMORIA
75
Animales Domésticos
Llama Xuta o pato
(Lama glama Linn). (Carina moschata)
Cuy
(Cavia Porcellus).
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EL SABOR DE LA MEMORIA
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Fauna salvaje
Venado (Odocoileus virginianus ustus) Paloma (Columbidae spp.)
Quichua: taruga. Quichua: urpi.
Capítulo 7
La influencia inca
En la cocina de los siglos XV y XVI de la hoya de Guayllabamba intervino el influjo inca, con
la introducción de productos, artefactos y técnicas. Se sabe que los señoríos étnicos sureños se adhi-
rieron a los conquistadores incas, no ocurrió lo mismo con los señoríos étnicos del norte. La presen-
cia de pucaras o fortalezas defensivas en San Antonio de Pichincha, en El Quinche y en Quitopamba
revelan la resistencia de los señoríos.
Inició la conquista el inca Tupac Yupanqui, pero fue su hijo Huaynacapac quien la consolidó.
Este gobernante se impuso en Cochasquí y derrotó a los caras, acción que originó el cruento acon-
tecimiento de Yahuarcocha o ‘lago de sangre’ (J. Echeverría, 2007: 9-10).
El pucará de Rumicucho se levanta cerca de San Antonio de Pichincha, no lejos del cañón de
Guayllabamba. Sobre un montículo se han trabajado cinco terrazas, en la última quedan los muros
82
1. Pucará de Rumicucho,
San Antonio de Pichincha,
1430-1530dC.
1 2
de algunos aposentos. Los arqueólogos encontraron en la quinta terrazas que constituyen “eviden-
cias de ocupación humana muy densa” (E. Almeida- H. Jara, 1984: 30). Los artefactos relacionados
con la cocina incluyen vasijas y tostadores parecidos a los de Cochasquí y Caranqui. De la cerámi-
ca inca constan pucus y aríbalos. También se encontraron metates “trabajados con piedra andesita
color plomo azulado” (E. Almeida- H. Jara, 1984: 89) y morteros.
Los metates y morteros) revelan el consumo de maíz. Restos óseos de llamas jóvenes señalan
que se aprovechó la carne de estos animales –los huesos de crías de llamas, según los arqueólogos,
sugieren alguna práctica ritual. Restos de caracoles indican que estos moluscos fueron muy comu-
nes en la comida de los habitantes de Rumicucho, posiblemente soldados.
EL SABOR DE LA MEMORIA
83
Capítulo 8
Panorama culinario
El licenciado Salazar de Villasante que fue oidor de la Audiencia y estuvo en Quito entre los
años 1562 y 1564, es autor de la Relación general de las poblaciones españolas del Perú. De acuerdo con
las prácticas administrativas de la época, los funcionarios, debían responder a un cuestionario apli-
cado, para averiguar sobre el estado de la administración política y en ocasiones religiosa de tal o
cual dominio. Salazar de Villasante llenó esta obligación en lo concerniente a la Audiencia y al
Obispado.
Del año 1653 proviene la Historia del Nuevo Mundo, escrita por el padre Bernabé Cobo. Este libro
contiene informaciones detalladas sobre la alimentación de los habitantes del altiplano peruano.
Sin embargo, es pertinente considerar esta fuente porque la población de la hoya del Guayllabamba
adoptó muchas prácticas culinarias de los incas. Como en el caso anterior, se trata de un libro de
mediados del siglo XVII; no obstante, la experiencia de Cobo, como observador directo de la vida coti-
diana de esos habitantes, confirma que ellos permanecían fieles a sus costumbres. De vez en cuando
84
Cobo alude a los alimentos introducidos, vegetales o cárnicos, tales como habas y coles o gallinas y
carneros, respectivamente; por haber vivido antes en México, compara algunas prácticas, en especial
la referida al maíz, con las del incario, a las que encuentra similares.
El bohío de un cacique era “grande como una iglesia”, construido con tapiales y cubierto con
paja. En este se reunía la gente para fiestas o eventos especiales. Dormían en “otras casillas chicas”,
hechas con paredes de bahareque, también cubiertas con paja. En tierra fría el bohío era redondo y
excavado en el suelo; la cubierta de paja llegaba hasta el suelo. Se da a entender que las chozas
comunes eran de bahareque y cubierta de paja (Salazar de Villasante, 1965: 226).
Es una camiseta sin mangas tan ancha de arriba como de abajo […], encima llevan
una manta cuadrada de vara y tres cuartas de largo […]. El cabello atado con un hilo.
Caciques, principales y anaconas (yanaconas) usan sombreros y otros, pillos: son poco
más gordos que el dedo pulgar, redondos que abrazan la cabeza; son de lana de la de
colores labrados a manera de alfombras, porque son velludos; solían traer ojotas, que
es una cierta atadura sobre suela de alpargate, de manera que solo traían guardada
la planta del pie. Las camas que tenían y tienen son un petate hecho y tejido de junqui-
llo, echado sobre un poco de paja y cubierto con dos mantas. [Usan] collarejos de mos-
cas o chaquiras de oro o de plata […] cuentas color adillas o de hueso blanco, y unos
brazaletes de plata a manera de ajorcas (Salazar de Villasante, 1965: 225).
No hay datos relacionados con el espacio de la cocina, ni se dice si el fogón ocupaba un lugar
en el bohío o en una casilla, en tratándose de los caciques; no se sabe si el fogón era de el de tres pie-
dras o tullpa, o si se utilizaban las ollas trípode o las zapatiformes.
La candela, Eduardo En raras ocasiones se comentan los detalles de la elaboración de los platos que integraban la
Kingman, óleo sobre lienzo,
1951, Casa de la Cultura comida, y más escasas son las calificaciones de sabores y texturas. Es frecuente, en cambio, la enu-
Ecuatoriana. meración de productos, con sus nombres originales. Para resolver el problema se recurre a la deduc-
ción, probable, si además se considera que algunas de las composiciones y ciertos procedimientos se
han mantenido, aunque con modificaciones debidas a prácticas introducidas por los españoles.
86
La dieta
Locro
Afirma el oidor que los habitantes de la hoya “echan en sus guisados cocidos que llaman
logro, con mucho ají” (Salazar de Villasante, (1564) 1965: 132-133). Añade que se ponía carne
de conejo secada al sol en la preparación. No se anota de qué era el locro, pero se puede entender,
por el uso de la palabra guiso en plural, que era un término general para denominar preparados
de alimentos que, con agua, se sometían al fuego. El DRAE dice que la palabra proviene de qui-
chua ruqru.
González Holguín (1608), citado por Rosario Olivas, define el locro (ruqhru), como “un pota-
je o guisado de ají con papas”; también cita a Bernabé Cobo, quien escribe:
Desta cecina que ellos llaman charqui, y de la carne fresca, no sabían hacer más que
una suerte de olla o guisado, llamado locro, con mucho ají, chuño, papas y otras
legumbres. El mismo guiso hacían de pescado seco, que también usaban mucho
(Olivas, 2006: 145).
Papas mondadas y cocidas con agua, sal y posiblemente con ají. Este último ingrediente pudo
prepararse aparte, en una piedra de moler ají (uchu cutana rumi, en quichua quiteño), como se
observa en la actualidad. Si la comida con ají no se ofrecía a los niños, es probable que se hubiese
tratado este producto como salsa.
Esta variedad de locro, que introduce la carne de conejo secada al sol, deja abierta la posibili-
dad de la elaboración de locro con cuy, muy frecuente en las comunidades indias y mestizas de la
Sierra del Ecuador; aunque en este caso el cuy, una vez limpio de pelo y sin vísceras, no se somete al
sol. Se atribuye a este locro gran poder nutritivo, razón por la que integra la dieta del posparto, aun-
EL SABOR DE LA MEMORIA
87
que también se ha dicho que este uso se vincula con el culto andino a la fertilidad, que toma en cuen-
ta la abundante reproducción del animal.
Por cierto, en la preparación anotada por Salazar de Villasante, no se trató del conejo europeo,
sino de la especie Sylvilagus brasiliensis (en quichua, tumlla) que todavía se encuentra en los páramos
de la hoya, y que en el mercado de Machachi se vende con el nombre de ‘liebre’.
No es improbable la elaboración del locro con otras carnes secas o frescas de llama, de venado
o de aves.
En la década de 1950, Irene Paredes recogió la receta de un locro de ocas. Se observa la presen-
cia de alimentos introducidos y de la técnica española del refrito:
Ingredientes Preparación
Ocas frescas 1 plato Con la cebolla finamente picada, el ajo y la
Cebolla 1 rama manteca con achiote se hace un refrito; ya
Ajo 3 dientes dorado, se pone el agua y la sal; cuando
Manteca con achiote hierve, se añaden las ocas bien lavadas, se
Agua 1, 5 litros deja hervir de 10 a 15 minutos y queda
Sal lista la preparación.
(Paredes, 1986:43)
88
La mashua, entre los aborígenes de la Sierra Centro Norte, se utiliza en el locro (Paredes, 1986:
41). Según esta investigadora, para eliminar su olor algo desagradable, se la cocina y escurre antes
de añadirla a la preparación.
Eduardo Estrella trae una cita del Inca Garcilaso de la Vega, quien dice que sus antepasa-
dos “decían que la mashua era comida contraria a la potencia generativa; [y] para que no les
hiciera daño, los que se preciaban de galanes, tomaban en una mano una varilla o un palillo
mientras la comían; decían que comida en esta forma perdía su virtud y no dañaba” (Estrella,
1988: 136).
La yuca debió ser un producto de intercambio por parte del pueblo Yumbo. Entre sus usos y
como consta en la Relación de Rodríguez Docampo y en el libro de Cobo, se la comió, previamente
desaguada, cocida con agua y sal. Este fue el antecedente del sancocho.
Como en el caso de las hojas tiernas del melloco, de igual modo, se las picaría y añadiría
al locro.
Estas algas constan en la Crónica de Huamán Poma de Ayala y en el libro de Bernabé Cobo. Las
usaron los habitantes de la hoya con frecuencia, puesto que lleva el nombre de Llullucha, un lugar
situado en la falda del monte Rumiñahui. (Estrella, 1988: 194) Como afirma Cobo, las cocinaban en
su guisado llamado locro, es decir, debieron mezclarla con la base de papas, ají, sal y agua.
Locro de chulco
(Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 75), berro, mastuerzo, verdolaga, hojas de sangorache,
hucamullo, achicoria (Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 75)
Rodríguez Docampo, en Quito, y Bernabé Cobo, en el Perú, mencionan estas plantas como alimen-
tos de los indios. Usaban las hojas tiernas en sus guisados, palabra con la que identifican al locro.
Menos probable es su ingestión en forma de “ensaladas”, tratamiento que exige la presencia de un ade-
rezo. Quizá las comían directamente de la planta respectiva, cuando la encontraban entre sus semen-
teras de maíz, fréjol y papas. Lo más probable es la ingestión de las hojas cocidas en locros con papas,
tal como en la actualidad se aprovecha de las hojas de berro, que se las añade al término de la cocción.
Sopa
Rodríguez Docampo menciona unas bolas de maíz tostado como comida de los aborígenes
de Quito. Por tres causas el funcionario no se detuvo en los detalles: a) su Relación es panorámica;
b) carecía de experiencia culinaria; y c) desvalorizó la cocina aborigen. Por estas y otras razones
no describió las características de las bolas, que no debieron ser de maíz tostado, sino de harina
de maíz.
El plato se ha mantenido, aunque las bolas son el resultado de amasar la harina de maíz
crudo o calentado con el caldo de la sopa, que es un fondo de res. Se suelen rellenar las bolas con
queso fresco sazonado con cebolla, sal y manteca con achiote. En la tradición culinaria que cons-
tató Rodríguez Docampo, las bolas se cocinaron con agua, sal y ají.
EL SABOR DE LA MEMORIA
91
Mazamorras
M a z a m o r r a d e m a í z (Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 61)
El caldo inicial se hace con agua, sal y papas troceadas. Aparte y para que la textura resul-
te uniforme, se diluye la harina de maíz en un poco de agua fría y se la echa al caldo. Con la asis-
tencia de una cuchara de madera se revuelve constantemente para evitar que se aglutine y asien-
te en el fondo de la olla. Estas mazamorras incluyen carne seca o fresca.
Guisos
C h u c h u c a (Cobo, [1653], 1964: 160-161)
González Holguín y Cobo hablan de la chuchuca, guiso que toma el nombre de un procedi-
miento para conservar el maíz.
Se escogen las mazorcas de maíz medio maduras –en la actualidad para designar este esta-
do del maíz se usa el término cao–; se las desgrana y se cocina el grano durante 5 ó 10 minutos.
Se escurre y desparraman los granos sobre una estera para secarlos al sol. Una vez secos, se los
guarda hasta por un año.
Para preparar el guiso se remoja el grano durante 2 ó 3 horas. Se muele. Para eliminar la cor-
teza se refriega el molido y se decanta: las cortezas flotan y pueden retirarse.
La chuchuca se cocina a fuego lento con agua. Una vez blanda se añaden sal, papas y trozos de
carne (Echeverría-Muñoz, 1988: 141).
Enteras
Se refiere, con un modismo rural ecuato-
riano, a papas, camotes, zanahorias blancas, y
EL SABOR DE LA MEMORIA
93
Cancha o maíz tostado raíces de la china –malanga– (Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 61), productos que se cocinan
en tiesto.
pelados. Ocasionalmente se cocinan las papas con su corteza. La yuca descortezada y troceada se
prepara del mismo modo. En el siglo XVI, la salsa que acompañó a las enteras era de ají molido con
sal. Estos platos son los antecedentes del ají de queso, del cariucho y de otros guisos.
Asados
Papas (Cobo, [1653], 1964: 169), yuca (Cobo, [1653], 1964: 165) y camote dulce se comieron
asados a la brasa, pelados o con corteza. Estos productos, sin descortezarlos, también se metieron en
el rescoldo. En este caso, la masa cocida no necesita de condimento. El choclo se asó a la brasa, tal
como se ofrece en las actuales plazas y calles.
Tostado
Cobo vio tostar en tiesto maíz, maní y
fréjol. El maíz seco y tostado se denominó
cancha, término que se usa en la actualidad.
Una variedad de fréjol tostado se conoció con
el nombre de chuvi, (Cobo, [1650], 1964: 175)
El cavi o cabi, mencionado por el padre Vicente Valverde en su carta al emperador Carlos V
(Moreno, 1971: 9-10), y más tarde por Cobo, eran las ocas rebanadas a lo largo y asoleadas duran-
te algunos días para que se endulzaran. Se las tostaba antes de comerlas. El procedimiento se ha
mantenido, aunque en lugar de tostarlas se las fríe.
Las llulluchas, algas de poso, se comieron tostadas, como lo refiere Jorge Salvador Lara:
Las agencias internacionales de prensa dieron a conocer, hace pocos días, que en
México se ha comenzado la explotación de un alga de color verdoso, muy rica en pro-
teínas, a tal punto que puede sustituir a la carne y los huevos. No se trata, a lo que pare-
ce, de un alga marina, pues añade el dato periodístico que ha sido cultivada desde la
prehistoria nada menos que “en el valle de México”, donde ha conservado el nombre
aborigen, seguramente azteca, de “tecuitatl”.
En el tiempo prehispánico no debieron freír las llulluchas, sino tostarlas y comerlas con
sal y ají.
EL SABOR DE LA MEMORIA
95
Maní tostado
Plato de barro con
mote pelado y ají. (Cobo, [1650], 1964: 168)
El maní, producto que era parte del intercambio del pueblo yumbo, se comió tostado en tiesto.
No hay noticias de otras preparaciones.
Pito,
(Cobo, [1650], 1964: 160-161)
Se hace con maíz seco, molido en mortero o pilado. Para preparar la mazamorra se remoja el
molido y se lo muele en piedra. Se deja reposar en agua y se tamiza para retirar el remanente de
cáscara. Se lleva a la olla y se cocina con papas, carne y sal.
Tamales.
Salsas
Chiche (Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 75)
González Holguín informa que había unos “pescadillos de río” llamados “chhichi”, con los
cuales se confeccionaban unos panecitos (“chhichi tantta) que se secaban al sol (Olivas, 2006:
114). Rodríguez Docampo dice que en Quito “chiche” eran “camarones de río machacados y
revueltos con uchu, salsa apetecida”. De hecho, confundió los pescados con los camarones, aun-
que quizás se trataba de una salsa que se untaba en los demás alimentos. Se decía que esta salsa
tenía propiedades afrodisíacas y diuréticas (Olivas, 2006: 157).
Condimento
La sustancia que con seguridad se empleó para sazonar fue la sal. Según Pedro Cieza de León,
otros condimentos, como el ishpingo, se usaron como medicamentos.
En los términos del pueblo de Mira hay unas fuentes de agua salada, questán quince
leguas de la dicha ciudad, las cuales benefician unos indios sujetos a un capitán de
don Luis Ango, cacique de Otavalo, encomendado en el capitán Rodrigo de Salazar.
La sal que della se hace es parda y amarga; estímanla solo los naturales; los españo-
les se proveen della de mar.
100
Carnes
Llama
Que se consumía carne de llama en la hoya del Guayllabamba lo confirman los huesos de
este animal encontrados en Rumicucho. Otras fuentes dan noticia de esta práctica. Así, en un
acta del Cabildo de Quito (Actas 1934 a, II: 245), del año 1541, se fija el precio del arrelde de
carne de “oveja carnero de la tierra a otros cynco rreales”. En 1575, Lope de Atienza dice que las
llamas “son animales que rumian, sabrosos de comer cuando pequeños” (Atienza [1575], 1931,
vol. I: 134).
La carne desprendida de la piel se asoleaba y este charqui, una vez destazado, se añadía al
locro. La sal y el ají matizaban el sabor de la carne rancia. Mas, por los restos de llama joven
encontrados en Rumicucho y la observación de Atienza, se deduce que se comía la carne fresca o
asada a la brasa.
Anota Salomon, en cuanto a la distribución regulada de la carne que el señor étnico designa-
ba a los cazadores y, que en ocasiones especiales este repartía la carne a la gente, acción que era
tomada como un signo de generosidad.
En los primeros informes españoles se dice que el venado abundaba en los alrededores de Quito,
especialmente en Píntag, y que los aborígenes cercaban sus sembríos para evitar que estos anima-
les se los comieran.
EL SABOR DE LA MEMORIA
101
Aves
Pato
La xuta, pato machacón o almizclado, a decir de Salazar de Villasante, era un animal
doméstico “bueno para comer”. No se sabe si el pato, una vez desplumado, era enterrado en el
lodo para quitarle el tufo –este modo es frecuente en la actualidad, aunque sea el pato actual, de
otra especie.
Perdices y tórtolas
Salazar de Villasante las menciona, pero nada dice de su preparación. Es de suponer que pudie-
ron comerse asadas o en locro. (Salazar de Villasante, [1564], 1965: 133)
Pescados
Choncho, “otro género de pescadito que se cría en los ríos” (Rodríguez Docampo, [1650], 1965: 75)
Este y otro pescado fresco y ahumado que traían de la zona de Alluriquín se comían cocidos en
agua, con sal y ají. Seguramente se consumían otros pescados de agua dulce asoleados o ahumados,
procedentes del país de los yumbos.
La forma más apropiada de comerlos fue asados a la brasa y después de haberles retirado la
cabeza. Se sabe que así los consumían en Llano Grande hasta mediados del siglo pasado.
Catzos
Según Cobo, “algunas naciones de indios los comen. Los indios de Chachapoyas los comen coci-
dos” (Cobo [1653], 1964: 338), pero también se los ofrecía en Quito. En estos días se los vende fritos
en la feria de Carapungo (Calderón). Se los consume mezclados con maíz tostado con manteca.
EL SABOR DE LA MEMORIA
103
Churos
Las excavaciones en los sitios del Período de Integración revelaron que el consumo de churos
(mollusca, gastrópoda) fue frecuente. Estos caracoles se crían en lugares húmedos de las riveras de los
ríos. Al norte y al sur de la actual ciudad de Quito, su recolección debió rendir mucho debido a las
lagunas y humedales que mencionan los documentos del siglo XVI.
En un recipiente de barro o en una batea se depositan los churos y se los cubre con agua muy
caliente; brotan los moluscos y se arranca solo su parte comestible.
Juan Montalvo, en su tratado Los banquetes de los filósofos (Montalvo, 1882, t. 2: 175) cuenta
una graciosa historia de un escocés que en “el país de Imbabura” se vio en la circunstancia de
comer churos. Se echó un puñado de ellos a la boca con todo y caparazón. Montalvo comenta que
la boca del escocés era “una caja de música con el ruido de los caracoles fracasados” (Montalvo,
1882, t. 2: 177).
Entre las extravagancias que suelen ciertos pueblos servir a la mesa, está el caracol
terrestre que llaman churo en algunas partes de América. Tendrá este hijo de la arena
sabor agradable, sustancia, y aun sabrosidad declarada; pero así como un plato de
almejas es nonada ridícula, así una fuente de caracoles es majadería de ruin aspecto
en convite, o sea comida familiar. El ser viviente que está oculto en los rincones torci-
dos de su casa, debe de ser muy feo: chupar su coraza, arrancarle con fuerte inspira-
ción y mascarle crudo, allá se va con levantar una piedra y echarse a la boca de uno
en uno los gusanos que van saliendo (Montalvo, 1882, t. 2: 175).
Montalvo no comió churos ni supo cómo los preparaban, aunque por lo que dice bien pudieron
comerse crudos mucho antes del siglo XIX, en el Período de Integración.
104
Bebidas
Chicha de jora
Figura en muchos autores y Cobo la describe y señala sus aplicaciones medicinales (Cobo,
[1653], 1964: 162). En las cercanías del actual Quito se la prepara de esta manera: en la vasija
más grande remojan el maíz amarillo hasta por una semana, según el grado de dureza y seque-
dad del grano. En el lugar más oscuro de la vivienda desenrollan una estera de totora y sobre ella
echan el grano húmedo y tapan con hojas de achira. Al cabo de unos días el grano germina con
un brote de dos o tres centímetros.
Chicha de morocho
El morocho es un maíz blanco o amarillo muy seco. Se remojaban el morocho y luego se procesa-
ba en la piedra que lleva su nombre. Mientras molían con un mate echaban agua para facilitar el tra-
bajo. Con mayor cantidad de agua iba el molido a la olla. Se cocinaba durante 30 minutos. Se enfriaba
y con un mate se pasaba el líquido al pondo. La fermentación se aceleraba añadiendo naranjilla o piña.
Los peruanos consumían el akha, el huiñapu sora, fabricado de harina de maíz germina-
da que contenía gran cantidad de alcohol y producía instantánea embriaguez, motivo
por el cual, para contrarrestar el consumo muy generalizado, los Incas prohibieron el
uso entre sus súbditos; pero fue quizá la única medida gubernativa en que fracasó su
autoridad, pues a pesar de la prohibición siguió embriagándose con ella el pueblo. El
Inca y la aristocracia podían tomarla libremente; y para su consumo particular la hací-
an fabricar en los palacios reales y en los templos, con maíz germinado ex profeso en
inmensos y pesados azafates de oro macizo. Las mujeres y las muchachas destinadas a
EL SABOR DE LA MEMORIA
105
masticar el maíz para la fermentación estaban obligadas a guardar una dieta extraña
que consistía en privarse durante estos días de sal, ají y contactos sexuales. La pasta
fabricada de esta manera la llamaban muku. De las primeras mazorcas producidas en
las tierras del Sol fabricaban doncellas el tecti, bebida espesa destinada a las ceremonias
religiosas, en las que también se usaba el yale, de igual consistencia a la anterior y ela-
borada de maíz masticado con el condimento del ishpingo, la flor de la canela. Con
estas chichas los sacerdotes hacían aspersiones en las huacas, bebiéndose el resto, que
les embriagaba inmediatamente (Arcos, 1979: 68).
Chicha de quinua
Garcilaso y Cobo (Cobo, [1653], 1964:162) dicen que se hacía chicha de quinua. Pedro Cieza de
León, al referirse a la quinua, escribe que de ella “hacen brebajes” (Cieza de León, [1553] ,1962: 130).
Chicha de capulí
En los libros de Acosta y Cobo (Cobo [1653], 1964: 250) aparece el dato de la chicha de capulí.
Para componerla debieron cocinar el capulí, tamizar y esperar la fermentación del líquido.
Raspan otra vez las paredes del hueco con el churucu, para obtener siempre el líquido que exuda
la planta, que es dulce (Paredes, 1986: 35).
106
Plato de chochos. También se utilizaban las flores del penco negro. Se las recogía, punzaba y desaguaba por tres
o cuatro días, para eliminar su sabor acre. Cocinadas y condimentadas con sal y ají, y maceradas
con chicha de jora, acompañaban muy bien al mote o al choclomote.
Agua
Rodríguez Docampo, en 1650, refiere que en las proximidades de Panzaleo, en lo que hoy es el
cantón Rumiñahui, “desde el tiempo del Inca (hay) cantidad de agua que tiene el sabor del hierro o
de agua acerada o como si le hubiesen echado algún agrio de lima, muy clara”. Sorprendió a los
españoles que los indios no bebieran durante la comida, sino solo después de comer, sea chicha o
agua; la gente de Panzaleo bebió de esas fuentes. Acertado es el sabor que Rodríguez Docampo
encontró en esa agua que era “algún agrio de lima”.
Bastimento
Chochos
Después de desaguarlos largamente en agua que corre, se los comía solos o con salsa de ají,
o con mote, o con maíz tostado.
EL SABOR DE LA MEMORIA
107
Capítulo 9
Los utensilios que, en general, se manejaban en la cocina, se pueden agrupar en los que entra-
ban en contacto con el fuego y en los que facilitan el trabajo de la cocina.
1. Bateas, Museo de la
Ciudad.
2. Mate, ilustración de
Edward Whymper.
g) Ralladores de cerámica.
h) Piedra de moler ají.
i) Piedra de moler morocho.
j) Lascas de obsidiana para cortar.
k) Bateas grandes y pequeñas de madera.
l) Tela de algodón para tamizar.
m) Manta de algodón para obtener flor
de harina de maíz. Esta harina ser-
vía para preparar mazamorra y
tamales para los caciques. Luego de
moler el maíz seco con la ayuda de
la piedra, el molido pasaba a la
manta de algodón: “en una manta
de algodón, en la cual se pegaba la
2
EL SABOR DE LA MEMORIA
109
Ollas Panzaleo, Museo harina floreada o flor de harina y se apartaba lo grueso de ella con el afrecho” (Cobo
Jacinto Jijón y Caamaño.
Pontificia Universidad (1653), 1964: 161). Se entiende que el procedimiento se realiza con la participación de dos
Católica del Ecuador, personas, porque la manta con su contenido debía agitarse en el aire; lo fino se adhería al
900 – 1200 d.C.
centro de la manta y el afrecho quedaba en los bordes. Luego se retiraba la flor de harina.
Cabe anotar que no se decoraban ollas y tiestos en general destinados a la cocción. Cuando
más, por la técnica de elaboración de los artefactos, estos presentaban un color rojo y los interiores
eran lisos y brillantes. Los utensilios más usados fueron los de la tradición de los habitantes de la
hoya del Guayllabamba, es decir de quitus, caras y panzaleos que en siglo XVI conformaban seño-
ríos étnicos. Para entonces los incas ya se encontraban en el territorio y habían aplicado ya su estra-
tegia demográfica, lo que significó la introducción de artefactos nuevos, tales como el tumi o cuchillo
de cobre, instrumento mencionado por Diego González Holguín, en su Vocabulario de la Lengua General
de todo el Perú llamada lengua quichua o del Inca, escrito en 1608 y citado por Rosario Olivas (Olivas,
2006: 82). La historiadora peruana cita también el libro de Martín de Morúa Historia de los Incas, reyes
del Perú (1590).
110
2 3
EL SABOR DE LA MEMORIA
111
Capítulo 10
Cuando llegaron los españoles, la agricultura que encontraron era autosustentable y producía
excedentes para la comercialización.
Eduardo Estrella (Estrella, 1988: 53) recoge el inventario elaborado por Gondard y López de
15 sitios cercanos a Cayambe moldeados con camellones. Representan unas 2.000 hectáreas desde
la línea equinoccial hasta la frontera con Colombia. No se incluyen algunos ubicados en la llanura
de Quito, que han sido estudiados por otros especialistas. Esta extensión es reducida en comparación
con los grandes complejos del Valle del río San Jorge (Colombia) o de los llanos de Mojos (Bolivia).
Estos camellones se sitúan específicamente en San Pablo del Lago, Cayambe y Quito. El
patrimonio se está destruyendo por la mecanización de la labranza y los nuevos sistemas de pro-
ducción agrícola.
El “camellonaje” es una forma de moldear el suelo en zonas con mucha humedad, o, dicho de
otra forma, ordenar las llanuras saturadas de agua. Se han descubierto camellones desde hace 40
años, y se espera inventariar más. La humedad de este tipo de terreno se debe a inundaciones o a un
elevado régimen pluviométrico (lluvias) o fluviométrico.
La llanura de Cayambe, al oeste de la ciudad del mismo nombre, se ubica entre los 2820 y
2750 metros de altitud. En ella desagua el río Granobles, que se forma de la confluencia del río
San José, originado por el deshielo del nevado Cayambe, y el Upayacu. El régimen de precipita-
ción es aparentemente de tipo tropical , con un período de lluvia que va de septiembre a mayo y un
EL SABOR DE LA MEMORIA
113
período seco, en junio, julio y agosto. En febrero, marzo y abril , las precipitaciones se incrementan
por razones climatológicas.
Las temperaturas son variables. Por su altitud, la zona presenta mínimas diarias que pue-
den ser inferiores a 0 grados. La frecuencia y amplitud de estas heladas es fundamental para los
fines agrícolas.
En las hondonadas de los valles, se producen inversiones térmicas matinales debidas a la acu-
mulación de aire frío. Este fenómeno es perjudicial para la agricultura. Por razones técnicas, la
información climatológica no refleja la baja temperatura que afrontan los cultivos. Se debe distin-
guir entre helada meteorológica y helada agrícola. Según informantes, en junio, julio y agosto no es
posible realizar cultivos, porque el terreno se hiela y el pasto “se vuelve paja”. Las heladas pueden
causar catástrofes agrícolas entre noviembre y marzo. Gondard y López proponen la hipótesis de que
estas condiciones climáticas actuales son muy similares a las que afrontó la población prehispáni-
ca de esta zona.
Cayambe era sede de un cacicazgo cuando ocurrió la conquista inca. Era parte de una con-
federación que resistió férreamente la invasión. Además de camellones y albarradas, esta zona
presenta otros sitios de interés arqueológico, como las tolas y terrazas en Paquiestancia, al este de
Ayora y al norte de Cayambe. Parece que estas construcciones fueron emprendidas por los
cayambis, y constituyen un indicio de la importancia del lugar. La región pasó a ser un pequeño
centro incaico.
C u l t i v o e n t i e r r a s s e c a s , r i e g o , a n d e n e s y t e r r a z a s : Especialmente en Manabí y en
valles de la Sierra, la agricultura tenía como base los sistemas de riego. Los andenes o terrazas
de cultivo se encuentran en la región habitada por los caras. Estos logros de la agricultura pre-
colombina fueron altamente desarrollados por los incas. Gondard y López han logrado deter-
minar la existencia de andenes de cultivo en la Sierra Norte del Ecuador, mediante estudios
aerofotogramétricos.
El barbecho fue otra manera de fertilizar la tierra, además de la majada, cuando existía esta
posibilidad porque había hatos de llamas.
Herramientas agrícolas
Como no existían instrumentos como el arado, la rueda ni los animales adecuados para las
labores del campo, la agricultura prehispánica se concentró en el trabajo humano. Por esta razón
eran necesarias herramientas fáciles de construir y manejar, directamente en relación con el apro-
vechamiento de la fuerza humana. Así, se desarrollaron herramientas agrícolas de hueso, piedra,
madera y cobre. Debían ser adecuadas para tallar árboles, limpiar maleza, cavar, romper terrones,
construir surcos, practicar hoyos para introducir semillas y romper la tierra para cosechar tubér-
culos. Juan de Velasco, en Vocabulario de la Lengua Índica (1964), habla de la acllayapuna para desig-
nar al “arado de indios”.
El cute, parecido a una azada, se utilizaba en el norte (Tulcán). En Perú se empleó la chaquitalla.
Puga (Estrella, 1988: 56) ofrece un listado de los instrumentos agrícolas antiguos utilizados en
la Sierra Norte. Lo resume Estrella de esta forma:
EL SABOR DE LA MEMORIA
115
Uti: Palo encorvado, palancón o palo estrecho. Palo encorvado donde se coloca la
hoja del azadón.
Arma: escardador.
Hualmo: Palo puntiagudo o en forma de lanza que se usa para sembrara maíz.
Chaquín: Pala de madera de punta delgada, que se acciona con el pie. Se usa para
sembrar maíz.
Estrella se remite la clasificación de Hurtado (Estrella, 1988: 57) referente a las técnicas de deshi-
dratación practicadas en la región andina desde épocas precolombinas, y que se utilizan en la actualidad:
A s o l e o : Consiste en la exposición al sol para secar los productos antes de almacenarlos. Todas
las variedades de maíz recibían este tratamiento. Con el maíz seco se hacían harinas. La quinua y las
116
Página siguiente, leguminosas se secaban mediante este método. Algunos tubérculos se endulzaban al sol. El zapallo
atados de maíz, recreación
del interior de un bohío y el zambo se maduraban de esta manera. Los mates debían secarse por mucho tiempo antes de uti-
de la época de la fundación lizarse como utensilios. Los Quijos llevaban a Pimampiro “hierbas secas” (Estrella, 1988: 57).
española en Quito,
Museo de la Ciudad.
También secaban las hojas de coca.
S a l a d o - A s o l e o :Sirve para preservar la carne. Se aplica sal menuda sobre los trozos y luego se los
deja al sol por unos días sobre unas cuerdas. Se obtiene así el charqui, que duraba varias semanas o meses
después del tratamiento. También se conservaban pescado y mariscos (Estrella, 1988: 58).
Almacenamiento de alimentos
Los productos se guardaban en recipientes de cerámica o de origen vegetal, como el mate o el
pilche. También se elaboraban sacos de cabuya y otras fibras para este efecto. En las viviendas había
sitios dedicados al almacenamiento de alimentos, como trojes o soberados. La collca es el troje de la
región andina, y se utiliza como granero para las especies que deben preservarse de la humedad. Se
conoce también el término tangán, que se refiere a un tablero suspendido del techo en las viviendas
campesinas, cuyo objeto es colocar comestibles. Mediante el procedimiento denominado huayunga
que se observa en la región de Mojanda actual-
mente, se conservaba el maíz en su panoja, col-
gado de una viga dentro de la casa. Se registra
una práctica similar en Quito, según consta en
la R.G.I. de 1573 (Estrella, 1988: 60).
Capítulo 11
Los señores […] asentándose por gr andeza en un duo, que es como un banquillo de
emperador; otros, que no son tan señores, en un manojo de paja que, de industria, traen
para el efecto, con sus pajes, muchachos detrás de sí, que sirven para este menester [ … ].
Hacen extremo […] en adornar el suelo […] poniendo en lugar de manteles un poco de
espartillo verde, sobre lo cual se les pone la comida en sus mates, en lugar de platos y
escudillas, que son unas medias calabazas; la demás comunidad se sienta, junto a estos
nobles, en el suelo [ …]. N o beben hasta haber acabado de comer de propósito, y cuando
lo hacen antes para desayunarse, ayúdanse con un poco de ají y sal […]. Las muj eres que
allí los administran se sientan detrás […]. Los var ones nunca comen con sus mujeres en
un plato, antes lo tienen como cosa afrentosa (Lope de Atienza, [1575], 1931: 41-42)
Este Indio se ponía en la cabeza unos llautos, que son unas trenzas hechas de lanas de
colores, de grosor de medio dedo y de anchor de uno; hecho de esto una manera de
corona y no con puntas sino redonda, de anchor de una mano, que encajaba en la
cabeza y en frente una borla cosida en este llauto, de anchor de una mano, poco más,
de lana muy fina y grana, cortada muy igual, metida por unos cañutitos de oro muy
sutilmente hasta la mitad […]. V estíase este señor ropas muy delicadas. Estando un día
comiendo, que estas señoras ya dichas le llevaban la comida y se la ponían delante de
unos juncos verdes muy delgados y pequeños. Estaba sentado este señor en un duo, de
altor de poco más de un palmo: este duo era de madera colorada muy linda y tenían-
le siempre tapado con una manta muy delgada, aunque estuviese él sentado en él.
Estos juncos ya dichos le tendían siempre delante cuando quería comer, y allí le poní-
an todos los manjares en oro, plata y barro, y el que a él apetecía señalaba se lo traje-
sen y tomándolo una señora de estas dichas se lo tenía en la mano mientras comía.
Pues estando un día de esta manera comiendo y yo presente, llevando una tajada de
manjar a la boca, le cayó una gota en el vestido que tenía puesto, y dando de mano a
la india se levantó y entró a su aposento a vestir otro vestido y vuelto sacó vestida una
camiseta y una manta (pardo oscura) (Pedro Pizarro, [1571], 1960: 217- 218).
Pizarro informa que todo lo que Atahualpa había tocado (vestidos, junquillos o esteras, huesos
de los animales de la comida, mashos de las mazorcas, etc.), se guardaba en unas petacas para, más
tarde, incinerarlo. Este dato revela que el Inca era considerado una divinidad.
Como se ha dicho antes, la carne era de uso restringido y la sal, en los Andes, era un producto
escaso. En relación con la sal, Bernabé Cobo, anota que:
En los guisados que comían, no siempre echaban sal para sazonarlos, sino que, cuan-
do comían, ponían un terrón de sal junto al plato, que era su salero y de cuando en
cuando lo lamían con la lengua, dando el sabor de la sal al paladar y no al potaje; y
a veces, comiendo muchos juntos y no habiendo en la mesa más que un terrón de sal
para todos, andaba la rueda de mano en mano, lamiéndolo unos tras otros (Cobo,
[1653], 1964: 113).
La comida de los viajeros consistía en “un cuartillo de maíz tostado o cocido y tres o cuatro ajíes
con un puñado de sal” (Lope de Atienza, [1575], 1931: 48).
EL SABOR DE LA MEMORIA
121
Comían dos veces durante el día, una entre las 8 y 9 de la mañana y otra entre las 4 y 5 de la
tarde. González Suárez, citado por Estrella (Estrella, 1988: 62), dice que la comida de la tarde era más
copiosa, pero que la característica general de la alimentación de los aborígenes era la frugalidad.
Un caso de exportación
Jiménez de la Espada, en una nota puesta al libro de Bernabé Cobo, cita una información reco-
gida por el padre mercedario Martín de Morúa, referida al arquitecto y agrónomo inca Urcon,
según la cual
Se deduce entonces que los alimentos básicos de los habitantes de la hoya del Guayllabamba,
cuando los españoles la ocuparon, fueron el maíz, la papa y algunas variedades de ají.
Segunda parte
Cocina colonial
EL SABOR DE LA MEMORIA
125
Capítulo 1
Hacia la villa
A la altura de Coaque, en la actualidad provincia de Manabí, acoderó un barco procedente de
Nicaragua que traía un contingente de españoles. Estos venían a sumarse a la expedición de
Francisco Pizarro que se proponía conquistar el Perú. Entre los que llegaron figuraba Sebastián de
Benalcázar. En la crónica escrita por Diego de Trujillo se dice que Benalcázar trajo una piara de
puercos. Para entonces, Pizarro y un contingente de españoles continuaron por tierra hacia el sur.
Fue un penoso traslado, puesto que se les acabó el bastimento y debieron alimentarse con lo que
encontraban. Además se contagiaron con la verruga peruana, enfermedad que los diezmó. No se
sabe si los puercos llegaron hasta la península de Santa Elena; en todo caso, es la primera referen-
cia sobre estos animales, que con el tiempo se convertirían en alimento emblemático de españoles,
indios y mestizos.
Los españoles y los indios que los acompañaban se dieron a la tarea de armar cobertizos. No se
sabe qué bastimentos tenían, aunque es probable que fueran tortillas de maíz.
EL SABOR DE LA MEMORIA
127
Capítulo 2
La primera medida fue nombrar los personeros del Cabildo. Se designaron dos alcaldes: Juan
de Ampudia y Diego de Tapia; cuatro regidores: Pedro de Añasco, Juan de Padilla, Alonso Fernández
y Martín de Utrera. El escribano fue Gonzalo Díaz.
Lentamente la villa tomó forma. Se necesitó la participación de los fundadores que aprendieron
y ejercieron oficios en España. El herrero Bartolomé de Zamora, el cuchillero Hernán López, el bar-
bero Diego Suárez, los comerciantes Pedro de Frutos e Isidro de Tapia, los pregoneros Gómez de
Navarro y Juan Enríquez, y el agrimensor Juan de Lara, fueron muy útiles en este comienzo (A.
Moreno, 1998: 186-187). Sin embargo, Sebastián de Benalcázar siguió con su búsqueda y se dirigió
al norte. Según las normas legales, los vecinos podían abandonar la villa según su voluntad y acom-
pañar al líder. Tanta era la codicia que movía a esas gentes que en Quito apenas quedaron treinta,
el número mínimo permitido. Entretanto, resultaron inútiles las prédicas de los sacerdotes seculares
Juan Rodríguez y Francisco Jiménez, porque casi todos vivían en concubinato público con las indias,
situación que dio lugar a la formación del pueblo mestizo. Años más tarde llegaron las primeras
mujeres españolas, merced a una petición hecha al rey. Estas mujeres se casaron con los encomen-
deros y dieron origen a los criollos, clase social que mediante la posesión de la tierra llegó a ser rica
y poderosa. No obstante, el mestizaje prosperó.
128
Una vez en Quito, Jodoco Rique y su compañero se acercaron al Cabildo y solicitaron tierra
para levantar iglesia y convento. Se les situó en el mejor lugar, porque de este modo se honraba al
patrono de la ciudad.
Por el diario se sabe que trajo vino. Durante once meses, los vecinos no habían asistido a la misa
por carecer de vino. Además, entre las pocas cosas que componían el equipaje, figuró un cantarillo
de cerámica que contenía granos de trigo. Se conocen las dimensiones del recipiente: 16 cm y 3 mm
de altura; la boca medía 3 cm y 5 mm de diámetro; la parte más ancha medía 9 cm y 6 mm, y la
base tenía 4 cm. de diámetro. Jodoco Rique sembró este trigo en el lugar que actualmente ocupa la
plaza de San Francisco. El historiador Pablo Herrera, citado por A. Moreno, transcribió la informa-
ción oral sobre el destino del cantarillo. Le dijeron que este fue obsequiado por los padres al presi-
dente Juan José Flores, quien, a su vez, lo regaló a un ministro plenipotenciario de Estados Unidos
de Norteamérica. No se conoce, en la actualidad, el destino del recipiente.
Ordenanzas
Los libros que contienen las sesiones del
Cabildo traen escuetas noticias sobre los alimentos.
Se trata de ordenanzas expuestas con brevedad y
casi siempre con la fijación de la multa para quie-
nes no las tomen en cuenta. La multa se repartía
entre la denominada ‘cámara del rey’ y el fondo
1
que servía para adecentar la villa, es decir, para
obras públicas. En las actas se mencionan los productos básicos que se utilizaban en las cocinas
de la villa y más tarde de la ciudad.
En la sesión del 26 de julio de 1535 se fijaron las medidas para la venta de cereales. Se llamó a
Juan de Lara, entendido en la materia. La primera medida fue el almud. Otras medidas fueron la
fanega, la media fanega y el medio almud. Aunque solo se menciona el maíz, se deduce que la reso-
lución buscaba regular la futura producción de
otros cereales (LCQ, vol. 1: 120).
Vendedora de pan de a ocho, Entre los años 1614 y 1616 hubo en Quito escasez de
acuarela, Album
de Acuarelas, anónimo, siglo trigo, maíz y papas. Para remediar lo relacionado con el pan,
XIX, Biblioteca Nacional de el Cabildo elaboró un plan, que antes de ponerse en práctica
Madrid.
debía ser aprobado por el presidente de la Real Audiencia.
La propuesta presentaba algunas alternativas, a partir de
que la fanega de trigo cueste dos pesos de a ocho reales.
El pan fue constante preocupación del Cabildo. Así pues, en la sesión del 8 de enero de 1655, se
conoce en sesión un documento del procurador general de la ciudad, capitán Baltasar de
Montesdoca, en el que se determina que “el pan que se vende en esta ciudad, por ahora, tenga peso,
cada uno de los ocho que se dan por un real, a seis onzas, lo cual parece no se ha ejecutado porque
las panaderas y demás personas que le amasan [...] le dan de a tres onzas, en perjuicio notable del
bien común”. La resolución que contiene el documento de la Audiencia, se aplicará en la región: “Y
porque se ha tenido noticia que corre la misma desorden en las cinco leguas, así de la falta del peso
en el pan, como en ir en la venta del grano, contra lo dispuesto en esta Real Audiencia y tasa de ella,
el dicho Fiel Ejecutor u otro cualquier capitular que tuviere noticia de ello, se le da comisión y facul-
tad para que proceda contra los transgresores” (LCQ, vol. 20: 339-341).
Producto muy importante para la alimentación fue la carne. Consta en acta del 8 de octubre de
1535 la solicitud del procurador Alonso Fernández para que el Cabildo señale lugar de matadero y
carnicería (LCQ, vol. 1: 122). Se ignora si en esta fecha hubo ganado para faenar en la villa. Un año
más tarde aparece Rodrigo Núñez de Bonilla como propietario de ganado vacuno.
132
1.Comerciante en menudos, En 1537, el Cabildo concedió a Pedro Cortés una estancia para criar cerdos y otra, con
anónimo, siglo XIX,
colección privada. el mismo fin, a Mosquera; las dos junto “al río que viene de Chillo”, es decir, en algún sitio
de Tumbaco.
2. Porquera, acuarela de
Joaquín Pinto, colección
particular, 1901. El ganado porcuno se multiplicó tanto que el Cabildo proscribió que los puercos pastaran en la
plaza de San Francisco y en la central. En la sesión del 5 de julio de 1538, el Municipio prohibió que
se criaran puercos en las casas de la villa.
La venta de animales y de su carne, en estos primeros años, debió ser informal. Los pocos veci-
nos que se establecieron definitivamente en Quito cuidaron con esmero su ganado, sobre todo con el
propósito de incluir en sus comidas carnes de procedencia europea muy estimadas por ellos.
pesos; la de maíz, en 1 peso y 2 tomines, y el cuarto de carne de oveja, “bueno y grande”, en 1, 5 pesos
(LCQ, vol. 4: 68).
En la sesión del 7 de agosto de 1558 se trató sobre la falta de carne de puerco en Quito. Se pro-
hibió, entonces, que se llevaran puercos a Popayán. Quedó al descubierto el contrabando de anima-
les, puesto que los comerciantes obtenían permiso para sacar 100 puercos, pero en realidad se lleva-
ban hasta 800 puercos. El año siguiente el Cabildo prohibió la venta de vacas, ovejas y cabras a la
Gobernación de Popayán.
El Cabildo adoptó la práctica de rematar la venta de carne. Los interesados debían presentar pos-
turas que incluían cantidades y precios. El 12 de abril de 1573 se aceptó la postura del matarife
Sebastián Valencia. En este año el arrelde de vaca o ternera se fijó en el precio de 4 granos de plata mar-
cada; el de carnero, en 5 granos de plata, y cada lengua en la cantidad de 6 granos (LCQ, vol. 6: 24).
La actividad del matadero y de la carnicería dio lugar a conflictos y pendencias entre provee-
dores y vendedores. Para controlar el orden, el Cabildo, en sesión del 13 de agosto de 1601, nombró
un alguacil. Se dispuso que la carne se vendiera a través de ventanas. Para evitar que cualquier per-
sona entrara a los puestos de venta, se exigió que se colocaran puertas con cerraduras y llaves que
funcionaran bien.
En 1602 se permite que entre ganado de Popayán y se prohíbe que se maten “vacas hembras”. Por
otro lado, se impide a Tomé de Varicos, portugués, que traslade 20.000 carneros al Perú (LCQ, vol. 14:
350). Estas ordenanzas revelan que Quito y sus cinco leguas contaban con abundante ganado y, por
ende, con mucha carne. Para entonces los indios la vendían en mercados y calles de la ciudad. Estos
revendedores obtenían el producto en las carnicerías y causaban molestias a los parroquianos. El
Cabildo dispuso que se señalaran rejas exclusivas, en los puestos, para atender a los indios.
seleccionaran las mejores reses para el desposte. Esta práctica se mantuvo posteriormente, sin
variaciones notables.
En 1544, se expidió la ordenanza relacionada con la venta de quesos por libras: “Los quesos que
cualesquier personas vendieren en esta ciudad hechos de vacas en esta tierra” (LCQ, vol. 3: 179). Y
el año siguiente se fijó el precio de la libra de queso en 2 tomines. No se dice de qué tipo de queso se
trataba. El consumo de este producto en Quito fue muy alto. Así lo confirma W. Stevenson en 1808.
En 1545 se ordenó que “vino, aceite u otras cosas” se vendieran por arrobas (LCQ, vol.3: 142).
Una primera disposición que contemplaba el consumo de sal proviene del 26 de septiembre de 1537.
En esta se declaró libre la explotación de la sal de Tomabela. Según el licenciado Salazar de
Villasante, este condimento no era apreciado por los vecinos españoles (Salazar de Villasante, 1965
[1564]: 207). Ellos preferían la sal marina. El Cabildo, el 1 de febrero de 1544, resolvió que 40 libras
de sal costaran 1 peso de oro.
Conviene incluir entre estas referencias alguna noticia sobre el agua, elemento vital. Se sabe
que los padres franciscanos obtuvieron del Auqui Francisco Atahualpa –el agua del Pichincha
quedó en las tierras otorgadas por el rey al Auqui- cierta cantidad de agua para trasladarla al con-
vento. Más tarde, los franciscanos sacaron el agua a una pileta situada en la plaza y, de este modo,
la pusieron al servicio público.
En acta del Cabildo del 28 de febrero de 1602 se resuelve que caños y cajas que proveen de agua
a las pilas de San Francisco y Santo Domingo se coloquen dentro de la tierra. Se trataba de evitar
que los vecinos la condujeran a su gusto a sus casas, hecho que provocaba altercados. En adelante,
todos debían tomar el agua de las piletas. Tan solo los conventos de Santa Clara, San Francisco,
Santa Catalina, de la Compañía y el Hospital recibían el agua mediante cañerías exclusivas (LCQ,
vol. 14: 268-269). Quienes llevarían el agua a las casas fueron los indios aguateros.
[...] y en esta atención y que la dicha prohibición no ha tenido efecto, sería conveniente
el que se dé permiso general para que se haga y se venda públicamente el dicho aguar-
diente, con calidad de que las personas que tienen trapiches conocidos y la benefician,
y paguen a Su Majestad un patacón por cada botija de de las que hicieren [...] y que el
dicho beneficio de aguardiente haya de ser solo de caña y no de otro género alguno,
respecto que no siendo líquido de caña, los demás de otros ingredientes son muy per-
judiciales (LCQ, vol. 20: 33-34).
El consumo de aguardiente era cotidiano entre mestizos e indios. El rey Felipe V, con el afán de
combatir el exceso de la bebida, expidió una cédula en la que se instruía sobre la fabricación y venta
del licor. Un representante de la corona tomaría a su cargo la producción y la venta. La oficina del
funcionario pasó a llamarse ‘estanco’. La resolución afectó a productores y expendedores, que vieron
en peligro sus ganancias. No obstante, al comienzo la orden real no fue tomada en cuenta. Cuando
las autoridades se propusieron hacerla respetar, estallo la revuelta. Los barrios de San Roque y de
San Sebastián se levantaron el 22 de mayo de 1765, atacaron el estanco ubicado en la plazoleta de
Santa Bárbara y quemaron la casa. La protesta incluyó el rechazo a la aduana que imponía una
cantidad al precio de los productos que ingresaban a Quito. Los hechos manifiestan la grave adición
a la bebida que afectaba a la población de la ciudad y de la Audiencia.
Los tratados de cocina españoles distinguen tres clases de comida: de reyes, de burgueses y del
pueblo. De la primera se conocieron en la Audiencia las “empanadillas de pies de puerco y morcillas
de puerco dulces”. A las primeras se las identificó con el término híbrido de cuchipatas. Las morcillas
fueron muy comunes en la Sierra. Se las conoció como ‘blancas’ para diferenciarlas de las de san-
gre. Las morcillas blancas se hacen con arroz, col, miel y otros ingredientes. Los sábados, en la mesa
de reyes, se ponían callos o mondongo, lenguas, sesos y cabezas.
136
Vendedora de empanadas, Platos de la comida burguesa fueron las menestras y los cocidos. Una variedad de cocido es el
acuarela, Juan Agustín
Guerrero, siglo XIX. puchero. En la mesa burguesa se ofrecían tres servicios: sopa de fideo con garbanzos, verduras y tocino;
el plato de carnes de cerdo, carnero o vaca, y los postres: flan, cuajada, queso frito, pan tostado con miel,
arroz con leche de almendras. En la actualidad son comunes la sopa de fideo y el arroz con leche.
La comida diaria del pueblo incluía pan, tortas y gachas. El pueblo valoraba el cocido y su aspi-
ración era tenerlo siempre en la mesa. Los conquistadores españoles, en general, pertenecían al pue-
blo, y su cocina, una vez acabados los bastimentos que acarreaban en sus alforjas, admitió los cere-
ales y las féculas andinos. No bien se instalaron en la villa, tomaron como concubinas mujeres
indias, quienes en adelante se encargaron de la alimentación. Fue el origen de la comida popular de
la Audiencia; aunque para las celebraciones oficiales las autoridades españolas y los criollos acos-
tumbraron servir cocido y asado, pernil y jamón, y la pastelería y dulcería españolas.
Al finalizar el siglo XVI, algunas mujeres españolas entraron a los claustros. Con ellas se ini-
ciaron las elaboraciones de helados y dulces, estos últimos de origen árabe, como lo demuestran sus
nombres: alfeñique, alfajor, arepa, etc.
Técnicas
Productos introducidos y nativos se trataron
con las técnicas tradicionales españolas. Se insta-
laron molinos accionados con agua para moler el
trigo, la cebada y el maíz. Sin embargo, en las
casas eran muy comunes las piedras de moler.
Adobar la carne no solo con sal, sino con especias,
EL SABOR DE LA MEMORIA
137
fue una práctica que se aplicó a la carne de los animales introducidos y también en el cuy. Escabechar
y marinar carne, mariscos y pescados fueron técnicas utilizadas con frecuencia, como freír al sartén y
cocinar al vapor. Los hornos de bóveda facilitaron el ahornado del pan y el de las carnes.
De las frutas que encontró en Quito y sus alrededores, describe la guaba. Dice que tiene “una
carne muy blanca y tierna a manera de algodón”, es dulce y “tiene la propiedad de resfriar”. De las
guayabas comenta que son de dos clases, blancas y coloradas, y que son tan grandes como manza-
nas. Vio una viña que plantó Alonso de Bastidas, pero advierte que su fruto era poco y malo.
Francisco Ruiz plantó otra viña en Pomasqui; no se sabe qué calidad de fruto entregaría.
Hay unos lampazos todos cubiertos desde la raíz de unas camisas que crían las hojas;
es un árbol muy fresco y en lo alto se cría un racimo que lleva doscientas y trescientas
frutas tan largas como un palmo, las cuales llaman plátanos; tienen cada una cami-
sa o corteza que, quitada, lo de dentro tiene buen gusto estando hechos para comerla.
(Salazar de Villasante, [1564], 1965: 210).
Otras frutas que menciona son los melones, la frutilla de y los pepinos dulces. A estos los des-
cribe de este modo: “Los cuales se crían como los de Castilla; son lisos, blancos, con unas venas mora-
das; estos comen los indios y son tenidos por más sanos que los de estas partes (¿España?) y no tan
fríos” (Salazar de Villasante, [1564], 1965: 213).
En las zonas frías, dice, se siembran trigo, cebada, maíz y papas, y en la cálidas fréjoles, arra-
cachas, jícamas, camotes y también maíz. De las papas informa que se plantan en diciembre y se
recogen en abril o mayo. En lo templado se dan garbanzos, lentejas y berenjenas, vegetales que no
comen los indios. Las legumbres y hortalizas que se cultivan en los alrededores de Quito son: coles,
nabos, lechugas, perejil, hierbabuena, cebollas, culantro y ajo, además de habas y acelgas.
138
El trigo se muele en molinos movidos con agua y en otros de cubo. El maíz se procesa manual-
mente en piedra, técnica preferida por los indios.
Los cárnicos se obtienen de reses criadas solo por españoles, de ovejas y cabras. Los cerdos,
propiedad de los indios, se engordan con el excedente del maíz. Hay, en menor cantidad, llamas, o
como las nombra el licenciado, “ovejas de la tierra”, y las describe de este modo: “Son del tamaño
de asnos, tienen los pies y manos, pescuezo y cabeza de camello”. Se hacían quesos de leche de vaca,
oveja y cabra.
El abastecimiento de la población urbana dependía del tianguez de los indios, de los alimentos
preparados en casa y de las pulperías. En síntesis, la provisión funcionaba de esta manera:
· El tocino se preparaba en casa, pero se lo podía vender en el tianguez. Del mismo modo
se procedía con el jamón.
· La cecina de vaca se hacía en casa, aunque se la podía encontrar en la plaza.
· Los pulperos vendían queso, sebo y manteca.
Algunas cantidades y precios de los productos que se traían de España fueron los siguientes:
una botijuela de media arroba de aceite costaba 5 ó 6 pesos; una botija que contenía diez azumbres
de vino valía 14 ó 15 pesos; un azumbre de miel de abeja valía 3 ó 3,5 pesos. Una libra de especias se
vendía por 8 ó 9 pesos.
Se obligó a los indios a abrir tiendas en los tambos que se encontraban en las rutas a Guayaquil,
Cuenca y Popayán. Los bastimentos que debían ofrecerse a los viajeros eran estos: una fanega de maíz,
cuyo precio era de 1 ducado; una gallina o un pollo, por 1 tomín cada uno; dos conejos por 1 tomín;
un cabrito por 1/5 de peso; un carnero por 1/5 de peso, y un venado sin piel por 1 peso.
En Quito había un mesón u hotel. Costaba 6 tomines diarios el cuarto sin cama y el servicio incluía
la comida sin vino. Entiéndase que la cama, es decir sábanas y cobijas, era parte del equipaje del viajero.
En la tierra hay pocos negros y negras; parece que habrá cien piezas; valen a cuatro-
cientos pesos, poco más o menos. Sus hijos de negra y negro son como los padres lleva-
dos de otras partes. Los hijos de negra e indio o de negra e india son más morenos que
estas partes (España) es un mulato. Hácense en aquella tierra (Quito) bellacos con el
ocio y abundancia de ella. (Salazar de Villante, [1564], 1965: 229).
140
Minchom refiere que en 1642 fueron demandadas unas mujeres indias y mestizas por vender
ilegalmente los productos asignados a los pulperos. A estas vendedoras se las denominaba gateras y
recatonas, término, el primero, derivado de la palabra quichua catu, que significa vender. Debió inicial-
mente ser catera, vocablo españolizado que se convirtió en gatera. Recatona, en cambio, según el
DRAE, es un adjetivo que proviene del latín y que, en una de sus acepciones, significa “que vende al
por menor”. Los productos causas de la demanda fueron jamón, sal, quesos y tabaco. Según los pul-
peros, la competencia era ilegal. Minchom añade al caso el hecho de que las vendedoras indias se
relacionaban con los esclavos negros a través del padrinazgo y del compadrazgo. Los esclavos roba-
ban alimentos a sus amos y los entregaban a sus comadres. Se trataba, específicamente, de dulces
caseros, los que para venderlos tenían precios fijados por el Cabildo. Estos dulces fueron “alfaxado-
res, bocadillos y turrones” (Minchom, 1996: 202).
Si hubo sanciones, estas no escarmentaron a las vendedoras. Se lee en acta del Cabildo del 10
de julio de 1665 “que las indias gateras revenden el maíz en unas canastillas en que hay notable
engaño, por lo cual se debe mandar que las dichas indias no vendan si no es en la medida sellada
por el Contraste de esta ciudad, y lo mismo se entienda en la sal y otros géneros de medida”. Cabe
comentar que el engaño de las gateras ha llegado hasta nuestros días. En los mercados de las ciu-
dades de provincia suelen la vendedoras de frutas rellenar los canastos con papel periódico para que
el comprador crea que la cantidad de fruta es mayor.
El Claustro de san Francisco Lo que expendía la pulpería, además de las ya mencionadas velas, el aguardiente
y la plaza del mercado en
Quito, Rudolph Reschreiter, tanto de Castilla como “de la tierra” y la chicha, consistía en una gran surtimiento de
inicios del siglo XX. alimentos, en total 35, que incluía algunos productos europeos, tales como el aceite de
oliva, el vinagre y la canela de Castilla y las almendras; de las zonas bajas de la
Audiencia provenían el chocolate, la raspadura, el azúcar, el maní, el achiote y el
arroz; como alimentos provenientes de la Sierra se deben mencionar especialmente el
arroz de cebada, las papas y la quinua, así como el mote pelado, las ajujas (ayuyas) y
los alfeñiques (Borchart, 1999: 23).
142
Los abastos para la alimentación de la población urbana se surtían desde las tiendas y los
puestos de los pulperos y desde los puestos de las gateras y recatonas. Otra fuente de abastecimien-
tos fueron los conventos de monjas y de religiosos. Esta fuente no estaba sujeta a ninguna disposi-
ción; sin embargo vendían en el mercado la producción de sus tierras a través de intermediarios, o
productos elaborados en los tornos de los claustros.
Colación
Dos acepciones de las varias que de la palabra ‘colación’ anota el DRAE ayudan a recordar
una práctica frecuente en los siglos XVII y XVIII: la acepción 5. “Refacción de dulces, pastas y a veces
fiambres, con que se obsequia a un huésped o se celebra algún suceso”; y la acepción 8. “Am. Golosina
hecha de una masa moldeada en diferentes formas y recubierta de azúcar”. Las dos acepciones pue-
den fundirse en una sola, si se incluye la 8 en la clase de pastas mencionada en la primera.
La referencia más antigua data de 1603, cuando, por orden del rey Felipe III, el Reino de España cele-
bró la canonización de san Raymundo de Peñafort. Durante el mes de julio de ese año, en Quito se organi-
zaron diversos actos religiosos y civiles. Entre los segundos hubo varios días con corridas de toros. El último
día de las fiestas, a nombre del Ayuntamiento, se repartieron colaciones a las damas (Vargas, s/f: 97).
EL SABOR DE LA MEMORIA
143
El Cabildo organizaba cada año la fiesta de la Pascua del Espíritu Santo. En acta del 8 de mayo
de 1606, la corporación edilicia dispuso que se invitara al presidente de la Audiencia y a los oidores
y resolvió “que se les dé colación a dichos señores a costa de los propios de la ciudad”. No dice cuán-
tos fondos propios debían gastarse.
Que la práctica de ofrecer colación fue recurrente lo confirma una ordenanza del 30 de enero
de 1612. En ella se prohíbe a los pulperos que vendan colación. Puede explicarse la medida con solo
anotar que los pulperos, por disposición del Cabildo, vendían jamón y tocino. Como la colación inclu-
ía estos fiambres, los pulperos pudieron ampliar su negocio con dulces y pastas. Este alcance perju-
dicaba a las dulcerías y pastelerías. De ahí se desprende el motivo de la prohibición.
La costumbre de la colación se mantuvo hasta el siglo XVIII. Con motivo de la llegada a Quito
de don Juan Pío Montúfar y Frasso, quien fuera nombrado presidente, gobernador y capitán gene-
ral de la Real Audiencia de Quito, el Cabildo auspició el festejo. Ordenó al depositario general, como
se lee en acta del 10 de mayo de 1754, organizar el servicio de la golosina en las tres tardes de lidia
torera, sin emplear más de 400 pesos. Debía ofrecer cada día:
Doze fuentes, y en cada una de ellas, sinco libras de colación al Presidente y Oidores
(sic); al Obispo 6 fuentes de 5 libras, al Cabildo Eclesiástico, incluso al Secretario, 5
libras a cada uno, en una fuente; (ordenó) a uno de los Regidores Perpetuos, distribuir
los exquisitos helados y barquillos entre el Presidente y los Oidores (Zúñiga, 1945: 19).
No se sabe cuándo desapareció esta práctica; sin embargo, de ella se ha salvado del olvido un
dulce, el denominado en Quito “colación”. En los alrededores de la esquina de la Cruz Verde pueden
verse los artefactos y el procedimiento de elaboración. En una paila guindada del tumbado, el arte-
sano convierte el almíbar y el maní en las deliciosas bolas blancas que son las colaciones.
organizó la expedición al país de la canela, que resultó un fracaso, puesto que debió regresar a Quito
en condiciones deplorables. Su lugarteniente siguió por el río Napo y descubrió el río Amazonas.
Cuatro años más tarde, Pizarro se rebeló contra el gobierno de España e hizo de Quito su fuerte. A
esta ciudad llegó el Virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela, con el fin de sofocar el levantamiento. Sea
porque los vecinos se encontraban atemorizados por Pizarro o porque lo respaldaban, nadie recibió
al Virrey y a sus soldados. Encontraron las puertas cerradas y tenían hambre. Solo dos mujeres
españolas se acercaron al Virrey y le ofrecieron un pan y un pedazo de rábano. El mismo día y por
la tarde se enfrentaron los bandos en Iñaquito. El Virrey fue degollado. Al siguiente día lo enterra-
ron delante del altar mayor de la Catedral.
Los heridos y partidarios del rey se ocultaron en las casas de la ciudad; aunque no se salvaron
de la venganza. El mismo Benalcázar estuvo a punto de ser asesinado. A otros se los envenenó: fue el
caso del oidor Álvarez, a quien su huésped lo intoxicó con un vaso de almendrada (González, t. 2,
1891: 371).
Quito, como sede del Obispado y cabeza de la Real Audiencia, reprodujo las características del
reino de los Austrias y luego de los Borbones en todos sus aspectos. Los elementos diferenciadores,
con respecto a España, fueron los indios y los mestizos. Los primeros figuraron en las leyes del reino,
los segundos carecieron de reconocimiento oficial. Pero los protagonistas de los acontecimientos en
esta parte del reino que tenían significado en Madrid fueron el obispo, el presidente y los oidores, los
canónigos, los superiores de las órdenes religiosas masculinas y femeninas y los criollos. Obispos,
presidentes y oidores fueron siempre españoles; en los conventos hubo españoles y criollos; a los con-
ventos de monjas entraron hijas de criollos.
Los datos referidos a la cocina son escasos; aunque vistos a la distancia pueden resultar nove-
dosos y hasta divertidos. En 1564, el presidente Hernando de Santillán se enemistó con el oidor
Francisco Rivas, que lo expulsó de Quito. El encono fue tal que se propuso envenenar al oidor. Este fue
EL SABOR DE LA MEMORIA
145
advertido por el confesor del presidente. Para salvar su vida, el oidor se mantuvo exclusivamente con
la ingestión de huevos asados, hasta embarcarse en Guayaquil (González, t. 3, 1892: 18-19).
El obispo Pedro de la Peña llegó a Quito en 1566 y parece que su sobriedad y disciplina lo indis-
pusieron con canónigos y oidores. Estos lo acusaron de codicia. Según González Suárez, la acusa-
ción era infundada. Comenta el historiador que en cierta ocasión el obispo se enteró de que su emple-
ada había vendido unas onzas de manteca a una persona que solicitaba limosna. La reprendió y
despidió porque se trataba de limosna y no de venta.
Gobernaba la Audiencia, en 1588, el anciano oidor Pedro Venegas del Cañaveral. Su esposa,
Magdalena Anaya y Guzmán, cometía irregularidades sin número, con el fin de enriquecerse. Las
quejas llegaron a Madrid; el rey envió un auditor. En eso murió el oidor Del Cañaveral. La viuda tra-
taba de eludir la auditoría:
La astuta señora dio en fingir suma pobreza, y se hacía servir la comida en platos
ordinarios de barro, de esos que usaban solamente los indios (González, t 3, 1892: 123).
En 1594 fue nombrado obispo de Quito Luis López de Solís. Entre sus muchas acciones –refor-
mas eclesiásticas, construcción de templos y monasterios, fundación del seminario de San Luis-
recomendó costumbres sobrias a párrocos y clérigos en general. Solían los párrocos prepararse con
muchas larguezas para recibir la visita pastoral: sedas y terciopelos en la recámara y, sobre todo,
abundante y caprichosa colación. Con los detalles querían disimular sus faltas. Pero el obispo no
gustaba de tafetanes y menos de manjares, vinos y mistelas. Determinó que, para él, la comida sería
“olla de carnero” y pan común. Sus acompañantes podían ser agasajados con un guiso complemen-
tario. En todo caso, la comida era cocido y asado, él comía el cocido y lo demás no tocaba. Decía que
el comer de dos cosas le era dañino a la salud. El obispo repetía: “Basta comer lo que sustenta, no
hace provecho lo que excede” (Pazos, 1998: 135-136).
El cauteloso obispo fundó el seminario de San Luis, el que de debía ser regentado por los padres
jesuitas. Él mismo redactó las constituciones y hasta el menú de los manjares que debía servirse a
los colegiales en la mesa (González, t. 3, 1892:351).
146
El padre dominico Pedro Bedón, entre sus muchas obligaciones, se dio tiempo para fundar la
recoleta de Nuestra Señora de la Peña de Francia, en 1600, y en lugar próximo al río Machángara,
junto al Puente de Piedra:
El historiador quiteño hace una síntesis de la producción agrícola y ganadera de finales del
siglo XVI. La industria azucarera se encontraba muy desmejorada porque las plantaciones de caña
dulce, siendo propias de tierras muy cálidas, eran trabajadas por indios, que morían a consecuen-
cia del calor y las enfermedades de tierra caliente.
El cultivo de la vid no había prosperado. Los racimos de las pocas viñas se presentaban como lujo-
so postre en las mesas. El vino se importaba. El virrey Toledo recibió la instrucción secreta de prohibir
que se sembraran viñedos. Solo se dejaron los que había en el Chota y en Pomasqui. El vino y el aceite de
oliva se vendía en las pulperías. El cultivo de olivares no se desarrolló. (González, t.3., 1892: 148-149)
Las costumbres del presidente y los oidores poco variaron en el siglo XVII. La armoniosa ges-
tión del anciano presidente Alonso Pérez de Salazar, que gobernó entre 1637 y 1642, se expresó en
las relaciones que tenía con los padres jesuitas. Ellos se esmeraban en atenderlo, todas las noches le
enviaban seis huevos frescos para la cena y cada semana le surtían con un jamón. Se enteró de esto
el oidor Rodríguez de San Isidro e hizo llegar a los padres el deseo de recibir las mismas atenciones
que las dadas al presidente. Los padres dieron gusto al oidor (González, t. 4, 1893: 189).
El clérigo Diego del Corro Carrascal fue presidente de la Real Audiencia entre los años 1670 y
1673. Desde el comienzo de su gestión causó malestar a los oidores. Ellos se sintieron afectados por-
que, para el almuerzo de posesión, invitó a personas que no pertenecían a la Real Cancillería y por-
que hizo que presidiera la mesa el obispo. Los oidores vieron en estas demostraciones una falta de
respeto a la majestad el tribunal (González, t.4, 1893: 276).
Alrededor de 11 años, entre 1678 y 1689, fue presidente de la Audiencia Lope Antonio de Munive.
Llegó a Quito con su esposa Leonor de Garavito y con sus once hijos. La esposa del presidente era
EL SABOR DE LA MEMORIA
147
Composición alusiva a la cincuentona y poco agraciada. Su astucia para ahorrar dinero era singular. Desde el comienzo hizo
Virgen de la empanada,
Christoph Hirtz. amistad con canónigos, superiores de órdenes y abadesas. Los visitaba con frecuencia y ellos corres-
pondían las visitas con obsequios y zalamerías. Las visitas se convirtieron en contribuciones obliga-
torias. A un convento encargó que le lavaran la ropa, a otro impuso “pensión semanal de dulces y
postres”. Se presentaba a cierta hora en los locutorios de los conventos de monjas y estas no le per-
mitían despedirse sino después del almuerzo o la merienda. Terminadas sus devociones en la iglesia
de San Agustín, pasaba a la sacristía y el superior le ofrecía un almuerzo, “en el cual abundaban los
manjares apetitosos y el mejor vino”. Los frailes jóvenes hacían los oficios de criados y pajes
(González, t. 4, 1893: 362-363).
Mientras gobernaba la Diócesis el obispo Diego Ladrón de Guevara (1705-1710), ocurrió que
el oidor Cristóbal de Cevallos, boliviano, hombre que se creía favorecido del cielo en todo, festejó su
cumpleaños. En la comida sirvieron empanadas a los invitados. El oidor tomó la suya, y mientras
148
A propósito de la expulsión de los jesuitas, en 1767, ejecutada por el presidente Diguja, entre las
medidas que tomó para trasladar a los padres hacia Guayaquil, “cuidó de que hubiera chocolate y taba-
co, a fin de que los desterrados no carecieran de comodidad en la marcha” (González, t. 5, 1894: 232).
El obispo Pérez y Calama llegó a la Audiencia en 1791. Parece que sufría de algún “desequili-
brio cerebral”. De este prelado y de sus actuaciones conviene mencionar que, en el trayecto hacia
Quito, permaneció en Ambato. Habiéndole dicho que el pan de esta ciudad era bueno, y comproban-
do el obispo que no era así, organizó un concurso para panaderas y panaderos. Ofreció 50 pesos
como premio. Las bases exigían que el pan de agua fuera “bien amasado, bien fermentado y bien
cocido”. Otra condición era que “en su interior formara ojos y cuyo migajón se desmenuzara fácil-
mente en muy pequeñas migas, sin que en manera alguna se apelmazara”. No se sabe si alguien
ganó el concurso. En todo caso el obispo dio instrucciones para la construcción de hornos. Estos
“debían tener forma de bóveda y ser fabricados de ladrillo: el suelo formado de baldosas de una
cuarta de grosor, bien ajustadas unas con otras, y asentadas sobre una mezcla de cal con sal y
arena” (González, t. 5, 1894: 368-369).
De las actuaciones del mismo obispo quedó la noticia de un postre. Los cambios de humor del pre-
lado se reflejan este suceso. “Le avisaron que su mayordomo, llamado Luis López, sacerdote español,
había aceptado un plato de lechecrema, obsequiado por una señora, y, al punto, el obispo pronunció
EL SABOR DE LA MEMORIA
149
Horno de la Antigua auto y fulminó un proceso contra su mayordomo”. Amenazó con enviarlo a Pasto y con otras sancio-
Recoleta de San Diego.
nes; nada ocurrió porque el obispo lo cambió todo al cabo de dos días (González, t. 5, 1894: 365).
Para concluir con estas noticias, parece pertinente mencionar el asunto de los diezmos. Lo
recaudado en los diezmos se repartía en cuatro partes: una iba al obispo y otra al cabildo diocesano.
De las dos restantes se hacían nueve partes, siete para las obras de la iglesia y dos para el rey. Los
diezmos se pagaban de todos los cereales, legumbres, semillas y hortalizas, de alfalfa, algodón y
seda; de los árboles frutales, olivos, viñas, cacao, añil, lino, cáñamo y cochinilla; del ganado mayor
150
y menor, aves de corral, azúcar, queso y leche. Los religiosos no pagaban diezmos, pese a que poseí-
an un gran número de propiedades cultivadas, más que los civiles. De modo que la renta del obispo
era mínima y en ocasiones inexistente (González, t. 4, 1893: 460-461).
Se sabe que Juan de Velasco tenía listo el texto mencionado para la publicación en 1788. Vivía en
Ravena, ciudad en la que falleció poco tiempo después. Sea que conservara los datos en fichas, sea que
recurriera a su memoria y a la de sus paisanos, también exiliados en Italia, lo cierto es que la lectura
de esas páginas ofrece una excelente información sobre los sustentos alimenticios de la población qui-
teña de mediados del siglo XVIII. Parece que la distancia y el esfuerzo que hizo para reconstruir los
hechos avivaron la percepción gustativa del historiador. Claramente se nota que disfrutó de los sabo-
res de frutas y vegetales. Como su Historia se propone informar a los lectores europeos sobre la civili-
zación y la cultura de los habitantes de la Audiencia, con el fin de refutar ciertas informaciones erra-
das de algunos escritores ingleses y franceses, el autor enfatiza en describir las especies vegetales y ani-
males, comestibles y no comestibles. De las especies introducidas por los españoles solo hace mención.
Además del anís y el comino introducidos, la especería quiteña cuenta con achiote e ishpingo
“que sirven para los guisos”; vainilla, que es “tan buena como la de España”; canela, que “en la fra-
gancia y la dulzura excede a la de Ceilán”; y con pimienta negra, fruto del molle. De esta última
comenta que “se come y aprecia mucho, cuando los mercaderes la venden como extranjera; mas si
se sabe que es del país, se desprecia” (Velasco [1788], 1960: 103).
Del conjunto de frutas nativas citadas, solo algunas merecen comentarios. El discrimen tal vez
se deba a que da importancia únicamente a las que fueron gratas a su paladar.
Ollas, pailas y chocolateras ácido y en otras con alguno”; según él, las de Quito “son pequeñas con muchas pepitas y poco sazo-
en colección particular.
nadas” (Velasco [1788], 1960: 114-115).
Identifica a la frutilla como fruta quitense. Su tamaño equivale a dos o tres de las europeas y
comenta que las mejores son las de Ambato. La descripción de la granadilla tripona es minuciosa:
“Rota la cáscara tiene otra blanca, algo correosa y afelpada por dentro, llena de semillitas chatas,
cubiertas de carnosidad delicada y dulce, y bastante agua de bellísimo gusto. Esta especie de grana-
dilla sale de la celebrada flor que se llama de la pasión” (Velasco, [1788], 1960: 116).
La naranjilla es “más ácida que dulce”; el níspero quitense es dulcísimo y de “gusto particular”;
la papaya es muy dulce y blanda; la toronja es de sabor “amargo displicente” y “es solo buena para
conservas dulces”; el gusto de la uvilla es “agridulce, vehemente”.
Opina que el banano es nativo y para ello se fundamenta en Pedro Cieza de León, quien dice que
las frutas propias de Panamá son “piñas olorosas, plátanos, guayabas”. Velasco piensa que el cronis-
ta Fernández de Oviedo, sin mayor conocimiento, escri-
bió que el plátano emigró de las islas Canarias.
Velasco prosigue:
Cesta de frutas, detalle del Entre las frutas citadas por el historiador
Nacimiento de san Agustin,
Miguel de Santiago, óleo riobambeño aparece el capulí. Si nada dice de
sobre lienzo, Convento su sabor, en cambio inserta un acontecimiento
de san Agustín.
protagonizado por La Condamine en torno a un
árbol de capulí que existió en Tiobamba, lugar
próximo a Latacunga. El académico francés se
trasladó al sitio para conocer el árbol que la
gente denominaba “árbol del paraíso”, debido a
su forma. Maravillado quedó el científico con su
contemplación. Luego de observarlo durante
todo un día, lo dibujó y midió. Tenía tres follajes
que formaban una pirámide. La circunferencia del tronco medía 9 varas y su primera altura era de
8 varas; entre el primer ramaje, ancho y redondo, y el segundo, la altura del tronco era de 5 varas.
Entre el segundo ramaje y el último, el tronco subía 5 varas. El follaje cimero tenía forma de pirámi-
de. El total del árbol alcanzaba una altura de 32 varas. La Condamine estuvo en Tiobamba en 1743.
Tiempo después, un torbellino derribó de raíz el “árbol del paraíso” (Velasco, [1788], 1960: 112-113).
Otra descripción novedosa que hace el historiador jesuita es la que se refiere al aguacate o palta:
Se diferencian (los frutos) en ser unos redondos, otros ovales y otros con
cuellos largos: unos de corteza verde, que son los más, otros de negra y otros
de morada; unos tienen la médula fibrosa y otros no; unos tienen la médula
verde clara, otros casi blanca y otros tan amarilla como la yema de huevo.
Ninguna de todas estas especies tiene dulce ni ácido sensible y se come con
sal o sin ella y por lo común con cuchara… En opinión de alg unos compite
con la chirimoya y la ananá o piña. (Velasco, [1788], 1960: 123-124).
Festones de frutas, detalle El ajonjolí de “bellísimo gusto” se usaba en “confitura de azúcar” y de varios modos. Se aprove-
de la portada de iglesia
de la Compañía en torno
chaban diversas clases de porotos o fréjoles, los mejores eran los “morados oscuros, medianos […] por
a la Virgen Inmaculada, ser de exquisito gusto y tan delicados, que de un hervor se deshacen como la mantequilla”. En ensa-
siglo XVIII. ladas cocidas se consumían las hojas de la quinua y ensaladas crudas los cogollos tiernos de achu-
palla, las raíces de totora y los palmitos (Velasco, [1788], 1960: 134).
Velasco no olvidó el sambo, del cual anotó que “la carne interior es blanquísima, hebrosa, con
semillas negras como las de la misma sandía, pero, aunque dulce, más dura y solo buena para ensa-
lada cocida y conserva de almíbar” (Velasco, [1788], 1960: 129).
Las variedades de maíz que conoció Velasco fueron: amarillo (grande, blando), canguil, cara-
pali, chulpi (tierno y gustoso), negro grueso, negro mediano (blando), tumbaque (pardo y blando) y
morocho. El historiador escribió que del maíz blanco “se hace pan muy rico”, y que el morocho,
pequeño, medio amarillo, durísimo, se lo usa exclusivamente en chicha. Según Velasco, esta varie-
dad no apta para comer es la que se propagó en Europa (Velasco, [1788], 1960: 134).
Las especies vegetales europeas que completaban el abasto eran: trigo, cebada, alverjas, lente-
jas, garbanzos, arroz, además de coles, lechugas y coliflores.
154
Continúa con la enumeración de los animales. Más importancia da a las especies americanas
terrestres y marinas. Del cuy comenta que su carne es “gorda y delicada”. También menciona el
conejo nativo, o tumlla. Sobresalen las aves extranjeras: gallinas, palomas y pocos gansos; los galli-
pavos son aves traídas de Nueva España; no obstante, sugiere que son nativos de Popayán.
En cuanto a los crustáceos, luego de citar los cangrejos de mar, afirma que la ‘apangora’ o can-
grejo de agua dulce es “de superior calidad en todo al marino”.
La Misión Geodésica Francesa llegó a la Audiencia de Quito en 1736. El rey de España nombró
a Jorge Juan y Antonio de Ulloa para que acompañaran a los científicos. Según se dice, estos funcio-
narios traían el encargo de observar los comportamientos de las autoridades de la Corona y, en gene-
ral, de dar cuenta del estado de la Iglesia y de la sociedad civil en las ciudades y territorios que visi-
taren. Sus informes se encuentran en el libro Noticias Secretas de América. Ulloa recogió alguna
información sobre la alimentación en Quito. En esta ciudad el consumo de queso, según sus cálculos,
llegaba al consumo anual de 70 a 80 000 pesos en la moneda del país. La producción de “manteca de
vaca” también era abundante, aunque no alcanzaba a la del queso. En cuanto al dulce, escribe:
La propensión de aquella gente a las cosas de dulces, excede a la que dexo expresada en los otros
países; y assi es cuantioso el consumo de Azúcar, y miel tanto en Quito, como en todas las pobla-
ciones grandes de su jurisdicción. Después de cuajada la miel de cañas fabrican los pequeños
panes a manera de tortas, que llaman raspaduras: estas las comen a bocados, y es uno de los
alimentos más frecuentes de la gente pobre, pues con un pedazo de ella; otro de queso y pan se
dispensa de la regular comida, y suelen preferirlo a las cosas calientes (Romero, 2003: 154-155).
Ulloa comenta sobre las bebidas alcohólicas que se acostumbran en Quito. Todos beben aguar-
diente de caña; aunque las “personas decentes” lo beben con moderación y en la forma de mistelas.
EL SABOR DE LA MEMORIA
155
Prefieren las mistelas porque dicen que el vino les hace daño. Los chapetones también beben aguar-
diente, pero de uvas, porque el vino que se trae de Lima es muy caro. Mestizos, mestizas y mujeres vul-
gares españolas beben aguardiente de caña a todas horas.
Una bebida no alcohólica muy frecuente es el mate o “hierba del Paraguay”. Ponen en un “totumo o
calabacito” azúcar y un poco de agua fría a la que agregan el mate; luego de un momento echan agua muy
caliente. Luego sorben el líquido con una “bombilla” con orificios que impide que pasen las hojas. Se repite
la operación: en cada oportunidad se añade azúcar, gotas de zumo de naranja agria o de limón y flores fra-
gantes. Toman el mate en ayunas en la mañana y también por la tarde. Anota que el modo de beberlo es
“desaliñado”, porque con una sola bombilla sorben todas las personas presentes (Romero, 2003: 155).
Ximena Romero cita al viajero franciscano Juan de Santa Gertrudis, natural de Palma de
Mallorca, quien estuvo en Quito en 1760. En su relato, el viajero mencionó que los indios comían
harina de cebada sin florear llamada “masca”, es decir, “máchica”; del aceite de oliva, del vino de
Chile y de las aceitunas anotó que eran muy caros. Que la bebida más barata era el guarapo que “se
usa mucho, porque es gente muy dada a la bebezón”. Escribió que se encontraban helados todo el año
“a medio real el vaso” y que el pan es mejor que en España, pues lo “hacen muy delicado, amasado
con huevos, que solo las tortas de Mallorca lo pueden competir”. Juan de Santa Gertrudis describió
una tortilla hecha de “mosquitos” que los indios recogían con redes finas. Una vez pulverizada la
echaban en los “potajes de días de ayuno”, y el condimento daba un fino sabor de pescado. Habló de
un “pescado negro”, con un sabor muy fino que “tira a marisco”, similar al sabor de los “mosquitos”.
Aseguró Santa Gertrudis que todo lo dicho era verdad porque él lo vio y lo probó. ¿Fue una práctica
que se conservó del tiempo prehispánico y que se refería a las preñadillas o pescadillos de agua dulce
que se secaban al sol y que luego de molerlas y aliñarlas con ají se usaban como condimento?
Juan de Santa Gertrudis fue muy puntual cuando afirmó que: “…donde campean mejor (los qui -
teños) es en el locrito de papas, que siempre es el último plato que se saca a la mesa a mediodía y a
la noche” (Romero, 2003: 156).
Otras observaciones hizo: se ponía ají molido como salsa en las mesas. En “casas de distinción”,
este ají se freía en manteca. Los comensales, a voluntad, usaban de este ají por cucharadas. Por cierto,
solo los chapetones disponían de tenedores, los demás comían con los dedos. Los panes no se cortaban,
156
Detalle de la Última Cena, se los despedazaba. Por último, “…pasas, almendr as e higos pasados se venden a ocho reales la libra.
anónimo, siglo XVIII,
en el Antiguo Hospital Allí sí hay mucha fruta todo el año buena y barata” (Romero, 2003: 156).
san Juan de Dios.
El sacerdote jesuita Mario Cicala, natural de Fiume de Nisa, lugar cercano a Mesina, en Sicilia, llegó
a Quito el 21 de diciembre de 1743. En ese entonces era novicio. Se ordenó sacerdote en 1747. Permaneció
en la Provincia Jesuita de Quito 26 años. La expulsión lo sorprendió en Bodegas de Babahoyo, sitio en el
que realizaba alguna misión de la Orden. Como todos los jesuitas expatriados fueron a Italia, de igual
modo ocurrió con Cicala. Se radicó en Viterbo, y en esta ciudad escribió su obra, en 1771.
Refiere Cicala que él y sus compañeros fueron recibidos en Quito con mucha alegría por los sacer-
dotes jesuitas que vivían en el Convento Máximo. Dispusieron una celda para cada uno con las cosas nece-
sarias para una cómoda permanencia. Entre esas cosas figuraba un escritorio con tres cajones. Cicala
encontró en el primer cajón 25 libras de chocolate; en el siguiente, 50 libras de azúcar, y en el tercero, cua-
tro cajitas redondas de conservas de varias frutas, dulces grandes y pequeños, gran cantidad de rosqui-
llas y muchos bizcochitos y otros dulces secos. También encontró una chocolatera, un molinillo y un hor-
nillo (Cicala, [1771], 1994: 134). De esto que se deduce que cada persona debía preparar su chocolate.
El primer día fueron todos al refectorio. Se los agasajó con un banquete de 16 platos. La mesa y el
suelo se cubrieron con pétalos de flores. Los tres días siguientes fueron servidos con banquetes. Los
demás días, a la hora del almuerzo y de la cena se les daba a ellos dos platos más, uno dulce y el otro
de carne de conejo o de pollo. Pasado el mes se ofreció un banquete de 24 platos. Luego de tres meses
hubo otra recepción en la que se sirvieron “treinta y más platos”; en esta los “delicadísimos y sorpren-
dentes” alimentos se alternaron con vinos generosos de Chile y tintos de Inglaterra. Cicala dice que “en
todos los banquetes había por la noche helados, agua helada delicada y sabrosa de diversas clases”
(Cicala, [1771], 1994: 137-138).
Para Cicala la embriaguez se generalizó en Quito a partir año de 1745, cuando se estableció el
monopolio del aguardiente por parte de la Corona. Antes de esta fecha dice que si alguien iba de visi-
ta en la mañana o en la tarde era agasajado con chocolate o un refresco de piña, o con dulces de
exquisitas conservas, con agua de nieve u otras bebidas delicadas. En su lugar se podía ofrecer rosa-
do o mistela o aguardiente fortísimo con algún bizcochito dulce.
Luego del año mencionado se generalizó el ponche, que se lo preparaba en un cubilete de plata
lleno de agua a la que se añadía un vaso pequeño de “ron”, que es aguardiente destilado tres veces,
gotas de limón “sutil”, una cucharadita de azúcar y nuez moscada en polvo. Al pasar los días la
receta cambió. Se llenaba el cubilete con aguardiente al que se añadía un vasito de agua. El señor
ponche, que así se lo llamaba, entró en las casas, los conventos y hasta en los conventos de clausu-
ra de las religiosas.
Algunos dulces enconfitados, confituras, conservas y jarabes, así como pastas dulces que se con-
sumían en Quito, venían de Piura. Uno de ellos llamó la atención de Cicala. Se trataba de la conser-
va de fréjoles, de la que dice que era sabrosísima, agradable y gentil en sumo grado. Con ella no podí-
an competir otras conservas y ni siquiera el manjar blanco (Cicala, [1771], 1994: 562-563).
El escritor italiano describe el queso y la mantequilla de Guayaquil. Del primero dice que es
“desabrido, malo, magro, seco y nada apreciable, parece aserrín de madera en pasta”. Por esta razón
se prefieren los quesos de la Sierra. En cambio, la mantequilla que hacen en Guayaquil es deliciosa,
puesto que aplican la receta que dejaron algunos flamencos (Cicala, [1771], 1994: 631).
El padre Cicala viajó por todo el país. Fue muy amigo del riobambeño José Dávalos. Cicala
se hospedó en varias ocasiones en la casa de Dávalos, en Elén, cerca de Guano. El jesuita dice que
la biblioteca que poseía Dávalos era variada y nutrida. Años más tarde, cuando sus herederos
hicieron un inventario de los bienes, entre los títulos de la biblioteca registraron un libro en tres
tomos, escrito en francés. Se trataba de El cocinero real, del cocinero Francois Massialot, una edición
posiblemente de 1692 (Costales, 1987: 105).
Otro viajero de muy sensible gusto fue W.B. Stevenson. Llegó a Quito en 1808, como secretario
del conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia. Hizo una descripción detallada de la
coquinaria quiteña. Informa que en Quito se preparaban hasta 46 platos y bollos de maíz, y 32 pota-
jes con papas, sin contar los que se hacían con maíz y papas.
158
El limón muy grande pudo ser la toronja. En su corteza enconfitada, el relleno con las frutas a
su vez enconfitadas pudo unirse con manjar blanco.
Otra novedad para Stevenson fueron los helados. Los preparaban en moldes de peltre. Los lle-
naban del zumo de fruta y luego los hundían en hielo mezclado con sal. El molde tenía la forma de
la fruta respectiva: piña, naranja, lima, etc. En la mesa, desprendidos los helados de los moldes, los
arreglaban con flores y hojas de la planta natu-
ral. En otras ocasiones los helados simulaban
quesos. Stevenson dice que estos helados podían
confundirse por su forma con las frutas natura-
les y que eso ocurrió con un visitante extranjero.
Las expertas en esta clase de helados eran las
mojas de claustro. (Stevenson, 1984: 423-425)
2
Los conventos
Los documentos que se guardan en los diversos conventos de Quito, de religiosas o religiosos,
son informes de gastos de los responsables de la cocina. A través de ellos es posible deducir el tipo de
EL SABOR DE LA MEMORIA
159
platos que pudieron ir a la mesa. Sin embargo, detalles de interés culinario, especialmente de los
nombres de algunas composiciones, se encuentran en documentos del archivo del Carmen Alto. En
1778, las monjas carmelitas desayunaban con una taza de chocolate y un pan. Se compraba cacao
con el fin de elaborar chocolate para el consumo de la comunidad y para venderlo a través del torno.
En el convento no se amasaba pan; se lo compraba a una panadera seglar. En el almuerzo se pre-
sentaban menestras de fréjol o de lenteja, y sopas que podían ser de morocho o de chuchuca, de
legumbres o de papas y ocas. En ocasiones especiales se comían carnes de cerdo, de res o pescado. Se
comían camarones. En la elaboración de los guisos se utilizaban manteca, maní, quesos y quesillos.
Para endulzar se recurría a la azúcar o a la panela.
Los días especiales eran el Día de Reyes, en los que se comían postres de leche, helados de almen-
dras, alfajores y bizcochos; en marzo, en el día de San José las golosinas eran tamales, dulces y empa-
nadas. En Cuaresma y Semana Santa se acostumbraban tamales y dulces. En junio se saboreaban
postres de leche. El día de la Virgen del Carmen, las monjas gustaban de dulces y empanadas. En
Navidad la variedad de manjares era mayor: tamales, dulce de leche, mazapanes, hostias con maní,
alfajores, costras, bizcochos, torrejas, bizcochuelos, tortas y molletes (Pacheco, 2000: 67-68).
En el informe de gastos rendido por la superiora del Carmen, Ignacia de San Joaquín, en 1778,
constan las cantidades y los precios de los productos que se consumieron. Para tener una idea de la
cocina cabe mencionar los productos que entraron en la cocina en todos los meses del año
Los informes son más o menos iguales. En algunos se introduce un nuevo elemento. En el informe de
la madre Dionisia del Corazón de Jesús, en 1791, además de los productos nombrados aparecen
· Vino
· Coles
Y en informe de la madre Rosa de la Santísima Trinidad, que dirigió el monasterio entre los
años 1814 y 1817, se registran
· Carneros · Patos
· Cerdos · Capones
· Lechones · Maíz pelado
· Cebada · Trigo pelado
· Ocas · Bagre
· Pavos · Vinagre
(ACAQ, legajo de documentos
de diversos temas)
Este tipo de escritos reposan en los archivos de los demás conventos de Quito. En el archivo de San
Diego, en documento consta que “el día 25 dio doña Manuela Medicis los buñuelos, empanadillas y
dulce de almíbar de este día de Pascua de Navidad, a 2 pesos cada cosa” (Kennedy- Ortiz, 1982:).
EL SABOR DE LA MEMORIA
161
2
162
La última cena, anónimo, Hay una cena de San Agustín, atribuida? (pintada) por Miguel de Santiago, en la que se ven platos,
óleo sobre lienzo, siglo XVIII,
Refectorio de la Antigua botellas de cristal y cuchillos.
Recoleta de san Diego.
Existe una pintura de Vicente Albán que se exhibe en el Museo de Arte Religioso de Popayán. Se
trata de un lienzo, de buen tamaño, firmado por el pintor quiteño del siglo XVIII. La Última Cena
ocupa el panel central; los dos laterales, más pequeños, representan, respectivamente, una cena de
san Francisco de Asís y una de san Pedro de Alcántara.
En la cena presidida por Cristo, el pintor ha incluido, además de los Apóstoles, ciertos objetos que
se encontraban en las mesas criollas. Se ven copas de cristal con vino, una tajada de sandía, un frute-
ro con brevas, duraznos, naranjas; un cordero, platos con sopa de pollo, y tenedores de cuatro puntas,
cuchillo y cuchara. Entraron en el cuadro cristales y cubiertos muy valorados en ese tiempo.
EL SABOR DE LA MEMORIA
163
1 y 2. Detalle de La última
cena, anónimo, óleo sobre
lienzo, siglo XVIII,
Refectorio de la Antigua
Recoleta de san Diego.
1 2
3
164
3. Objetos de cerámica
quiteña de uso cotidiano,
siglo XVIII-XIX, Museo de
la Ciudad.
1 2
Los paneles laterales de la pintura de Albán tienen aspectos novedosos, especialmente el de san
Pedro de Alcántara; en este, Jesús da de comer sopa de pollo en la boca al santo. Como se ve, la encar-
nación de Cristo tiene un peculiar tratamiento. Se trata de un humanismo afincado en la realidad,
de espaldas a la tradición europea, de contenido más teológico. Sin embargo, estas representaciones
se vinculan también con el barroco de Caravaggio,
quien humanizó a las personas sagradas de tal
modo que fue objeto de crítica severa.
Castellano moneda castellana de oro que representa la cincuentava parte del marco de
oro, equivalente a ocho tomines y con un peso de 0,46 gramos. En 1475 equi-
valía a 440 maravedís y en el 1483 valía 485 maravedís. Es conocida tam-
bién con los nombres de excelente, alfonsí de oro, dobla y enrique.
Centavo centésima parte del peso.
Cuartillo moneda castellana de vellón, peso de 2,50 gramos, de ley de 80 piezas por
marco, valor de 8 maravedís y medio o cuarta parte del real. Se fabricaron
también en plata con los austrias y los borbones.
Doblón nombre de monedas de oro de diferentes épocas que equivalían al doble de la
unidad monetaria. Normalmente nos referimos con este nombre a la moneda
de oro de dos escudos y de 6,8 g. de peso; también se llama doblón de a cuatro a
la media onza con valor de 4 escudos de oro y doblón de a ocho a la onza con
valor de 8 escudos de oro.
Ducado en Castilla era la unidad de las monedas de oro. Valía medio doblón, aun-
que su valor variaba según ley.
Ducado de plata equivale a 11 reales y 1 maravedí.
Escudo nombre genérico dado en la edad moderna a las monedas de oro y plata
que tenían en una de sus caras un escudo. Diversas monedas a lo largo del
tiempo tuvieron esa común denominación.
Escudo de oro moneda de oro, peso 3,40 gramos, con valor de 350 maravedís ó 10 reales.
Escudo de plata moneda de 27 gramos, equivalente a 8 reales.
Grano moneda de cobre acuñada en Italia entre los siglos XVI y XVIII.
Macuquina moneda de plata u oro de América, de aspecto irregular (tenía los bordes
recortados para darle su peso exacto).
EL SABOR DE LA MEMORIA
173
Maravedí moneda española medieval, acuñada por primera vez por los almorávides,
con origen etimológico árabe. Los primeros maravedíes fueron acuñados en
oro, en árabe y castellano. Hace el plural en maravedís, maravedises o mara-
vedíes. A lo largo de su historia, sufrió infinidad de cambios y devaluaciones.
El origen de este nombre proviene de morabithis, “devotos a Dios”. Los árabes
labraron monedas de oro, plata y cobre que se llamaban, respectivamente,
dinars, dirhems y felous. Los cristianos acabaron por dar el mismo nombre de
morabatín a los tres metales, haciendo sinónimos a estas monedas. En efecto,
había maravedís de oro, de plata y de cobre.
Medio escudo única fracción del escudo de oro. Recibe también el nombre de durillo porque
equivale al duro de plata o real de a ocho.
Patacón moneda de oro o plata de peso de una onza.
Peso valor ponderal de una moneda. En términos generales se aplica al real de a
ocho de los austrias y de los borbones.
Cuartillo moneda de vellón castellana del valor de la cuarta parte de un real de
vellón. En las cuentas se hacía uso de monedas de tres cuartillos.
Real moneda de plata, peso 3,35 gramos, que empezó a circular en Castilla en el siglo
XIV. Base del sistema monetario español hasta mediados del siglo XIX, a partir
del año 1497 tenía un valor de 34 maravedís. Había real, medio real, cuarto y
sexto de real de plata.
Real de plata equivale a 34 maravedíes.
Real de a ocho moneda española de plata con valor de ocho reales, la que se acuñó en las
cecas de Ultramar, se considera como la primera moneda de uso universal
por la aceptación que tuvo en todo el mundo.
Real de oro moneda de oro equivalente a un escudo.
Tostón del italiano “testone”, nombre de las monedas de Milán con la cabeza (testa)
del monarca español. En América y la metrópoli se denominaron así las
monedas de plata de medio duro o real de a cuatro. Fue usada, desde el s.
XVI, en España y América, con una equivalencia de 2,5 reales.
Fuente: http://www.tesorillo.com/otras/medievales.htm, en línea 1 de junio de 2007
174
M e d i d a s d e Su p erf icie
1 Fanega de tierra 12 celemines cuadrados 6.439,5 metros cuadrados
M e d i d a s d e P eso
1 Arroba 25 Libras 11,502 kilogramos
1 Libra 16 Onzas 0,46008 kilogramos
1 Onza 16 Adarmes 28,755 gramos
1 Fanega de trigo 94 Libras 43,247 kilogramos
1 Fanega de centeno 90 Libras 41,407 kilogramos
1 Fanega de cebada 70 Libras 32,205 kilogramos
Adarme 1/16 de onza 1,79 gramos
Tercio de hierba 7 a 8 arrobas
Tomín 1/3 de onza
R u b i a o c a n a : Son animales de tipo semigraso que tienen las cerdas muy sedosas. Esta espe-
cie está prácticamente desaparecida, pues ha sido absorbida por otras variedades. Manchada:
Llamada también de Jabugo. De color rubio con manchas negras o grises oscuras. Actualmente está
casi totalmente extinguida en España (Reviriego, 2005: 55-56).
Aun hoy en día es posible observar individuos pertenecientes a estas razas porcunas en diver-
sos pisos ecológicos de los Andes.
N ombre vul g ar N o m b re c i e n t í f i co U so / t ip o
Ajo Allum sativum L. Condimento
Albahaca Ocinum basilicum L. Hierba aromática
Albaricoque Armeniaca vulgaris Lam. Fruta
Anís Pimpinela anisum L. Aromatizante
Borraja Borrago officinalis L. Hierba medicinal
Caña de azúcar Sacharum officinarum L. Azúcar, ron
Cebada Hordeum vulgaris L. Cereal
Cebolla Allum cepa L. Condimento
Ciruela Prunis domestica Fruta
EL SABOR DE LA MEMORIA
177
Manducatoria
La cocina de los habitantes andinos del siglo XVI se mantuvo inalterada en gran medida; no
obstante, a ella se incorporaron los alimentos introducidos por los españoles, tanto vegetales como
cárnicos, de estos últimos los provenientes de cerdos, ovejas, conejos y gallinas. Mas, como conse-
cuencia de la implantación del nuevo sistema socio-político, la cocina de los indios se pauperizó.
Muchos murieron de hambre. Los miembros de reducciones y pueblos se mantuvieron con maíz, fré-
jol, frutas, tubérculos y raíces. El maíz tostado en tiesto, el choclo, el mote, la chuchuca y las diversas
chichas figuraron en sus frugales comidas. El sango dejó paso a las coladas de harina de haba, arve-
ja y cebada. Papas con cáscara, mellocos, ocas y fréjoles cocidos y aliñados con sal se ofrecían des-
pués de las mingas y de las obligaciones de las mitas. Los platos para ocasiones especiales constitu-
yeron el caldo de gallina y el cuy asado con su acompañamiento de papas mondadas y cocidas. El
ají al natural o molido con sal condimentó todos los alimentos. A esta cocina se incorporaron la
cebolla y la col y la manteca de puerco.
Mientras se aclimataban los productos introducidos, los españoles adoptaron la cocina andina.
Sin embargo, acomodaron la harina de maíz a la forma de pan horneado. Además, como la cocina
estuvo en manos de mujeres indias, estas introdujeron técnicas y géneros a la nueva cocina. Se con-
servó el fogón andino de tullpas y el uso de la pucuna para avivar el fuego. Los primeros españoles,
en general, pertenecían a la clase popular y su comida, en España, consistió en gachas de harina de
trigo, aceitunas, huevos de gallina y de vez en cuando un jamón o un tocino. Sus aspiraciones se
cifraron en comer cocidos u ollas de carnero, que eran platos de las clases altas. De esos ideales, ya
en Quito, pudo originarse el puchero del país, plato suculento compuesto con garbanzos, carne de
vaca, chorizo, gallina; con zanahoria blanca, camote, plátano maduro. Este cocido se perfeccionó en
los siglos barrocos con cebollas, ajos, agua de olor, hierbas aromáticas, membrillos, ciruelas pasas,
peras, duraznos y un trozo de panela.
Erigido el Obispado, robustecidas las órdenes religiosas masculinas, fundados los claustros
de monjas y creada la Real Audiencia, entró la cocina española de la burguesía. Más detalle culi-
nario de tipo europeo hubo en las cocinas de los conventos de frailes y monjas que en las casas de
EL SABOR DE LA MEMORIA
179
los seglares, en las que siempre la cocina dependió de mestizas e indias. La situación, en general, no
excluyó ni productos ni técnicas de origen andino. Con solo examinar las listas de alimentos del
Carmen Alto del siglo XVIII se puede confirmar lo dicho. En ellas aparecen papas, quinua, maní, etc.
En la segunda mitad del siglo XVI se preparaban en Quito jamón, tocino y cecina de vaca, según
las tradicionales recetas españolas. La cecina era una carne delgada, salada y secada al sol o ahuma-
da, parecida al charqui nativo con la diferencia de que este último no se adobaba con sal. Más tarde la
cecina se tiñó de rojo por la participación del achiote. Es el antecedente de las carnes coloradas. El per-
nil también se originó en esos años. En el recetario de Juan Pablo Sanz, del siglo XIX, se dice que se hun-
dirá una pierna de cerdo en agua con abundante sal durante tres o cuatro días. Escurrida la pierna se
la adobará con especias, comino y vinagre. Se la punzará para que entre el adobo y la prensará por 12
hora, envuelta con sal. Por fin se la cubrirá con un lienzo y se la ahumará.
180
La comida cotidiana incluía menestras: la de lenteja llevaba cebolla, ají, ajo, harina de trigo y man-
teca, comino y vinagre. Ensalada de achupallas que era de los brotes tiernos aderezados con vino o vina-
gre, sal, canela, clavo, comino y pimienta. Encima se colocaban huevos duros cortados en tajadas.
El padre Juan de Velasco mencionó la ensalada caliente de sambo. Pelado y vaciado de las
fibras y semillas del interior, se lo picaba y cocinaba en poquísima agua; bien pudo incluir leche y
nata, especias, orégano seco, manteca y una cucharada de vinagre. A esta ensalada caliente la
acompañaban papas cocidas y rodelas de tomate. El mismo procedimiento se aplicó a las hojas tier-
nas de quinua. El guiso de quinua debió ser muy frecuente y también el de arroz de cebada, los dos
cocidos con espinazo de puerco.
El potaje de Cuaresma terminó por convertirse en la fanesca, al que todavía algunos comensa-
les añaden un poco de azúcar, costumbre que es un rezago de los siglos barrocos. En ellos se fusiona-
ron, como en las artes, los sabores de sal y de dulce, y se juntaron especias dulces y saladas. No se
diga el adorno, netamente barroco, esto es el moño del centro compuesto de empanadillas, frituras
de harina con queso, plátano maduro frito, tiras de pimientos rojos y verdes, rodelas de huevo duro,
queso rallado y frituras de pescado seco.
No se dice qué clase de empanada alborotó a los quiteños en los primeros años del siglo XVIII:
pudo ser la de mejido, la de viento, la rellena con carne, la de hostia, la de morocho, la de condumio
EL SABOR DE LA MEMORIA
181
con plátano, etc. En todo caso, no fue grande como las de un metro de largo que se hicieron en
España, y no fue de horno, por la cantidad de grasa que empapó el papel; y si no fue de horno, fue la
frita en manteca. Si fue un festejo de cumpleaños, se ha de creer que fue la de carne. La masa cerca-
na a la de esos años, además de la harina flor, incluía claras de huevo, zumo de naranja agria y
manteca. Los trozos de masa se sometían al rodillo hasta dejarlos muy finos. Venía el condumio que
era un refrito de cebolla, ají, toda especia, yemas de huevo y carne de cerdo cocida y picada, y como
era de festejo se debieron agregar aceitunas sin hueso. Repulgadas y fritas se pasaron a la mesa
rociadas con azúcar y colocadas sobre hojas de papel.
Otras empanadas fueron las antiguas de huevos mejidos. El condumio de estas se hacía con
queso sin sal, huevos, azúcar y nuez moscada, todo cuajado a fuego lento. Las pasas iban al final.
Como las mesas de los ricos criollos y de los chapetones fueron refinándose, entraron en ellas,
después del puchero de país, toda clase de dulces, galletas, tortas, confituras, bocadillos, turrones,
alfajores, bizcochuelos, mazapanes, colaciones, mermeladas, délficas, helados y mistelas.
Otra característica del barroco es la simulación y el disfraz; también los manjares se compor-
taron así. Stevenson anotó que los helados confeccionados por las monjas imitaban las frutas natu-
rales y de igual modo las gelatinas.
Algunas de las golosinas aludidas son poco conocidas, como las tortas de chochos, de ocas y de
quinua. Para la primera, se desaguaban, cocían y molían los chochos; la masa se metía en una bolsa
y se volvía a cocer. Luego se las mezclaba con yemas de huevo, queso rallado, manteca, azúcar, vino
dulce, anís, y por fin se la asaba. La torta de ocas se seguía este procedimiento: se las endulzaba al
sol, se las cocinaba y pasaba por cedazo. La masa se mezclaba con huevos, azúcar, vino, canela y
nuez moscada. Se la rellenaba con un corazón de raspadura, y se la horneaba. J. P. Sanz recomien-
da preparar esta torta de la siguiente manera: se cuecen 4 onzas de quinua en leche y se pasan por
un cedazo. La quinua cocida se mezcla con 10 yemas de huevo, 3 onzas de manteca, azúcar, vino,
agua rica y canela, y se hornea.
Del siglo XVIII, claramente, proviene el rosero. Este come y bebe debió crearse en algún claus-
tro, porque su refinada elaboración incluye zumos de frutas, mote sin membrillas, especias, almíba-
res, frutas troceadas y las aguas aromáticas que elaboraban las monjas, como agua de ámbar, agua
de rosas, agua de azahares, agua rica y agua carmelitana. El rosero indica las diferencias de clase,
182
puesto que también el champús es una preparación que incluye harina de maíz y zumo de naranji-
lla, especias y hojas de naranjo, raspadura, además de mote entero. El champús era de consumo
popular y se lo consumía a propósito de la fiesta de Corpus Christi. El rosero también se preparaba
para esta ocasión.
De las colaciones que se ofrecieron a las autoridades y a las damas en todas las recepciones y
fiestas organizadas por el Cabildo y la Audiencia, han perdurado los helados, los barquillos de hari-
na y los dulces llamados ‘colaciones’, de los que se ha hablado anteriormente.
La mencionada golosina de lechecrema, según Juan Pablo Sanz, consistía en majar, con un
poco de agua, seis libras de almendras, a las que se había quitado el pellejo metiéndolas en agua hir-
viendo. En una olla y a fuego lento se cocían 12 onzas de leche, dos claras de huevo y 4 onzas de
azúcar hasta que este contenido se redujera a la cuarta parte. Se añadían las almendras majadas
y se hacía hervir por unos minutos. Se echaba una cucharada de agua de azar. Al momento de ser-
vir se adornaba con almendras acarameladas, pasas y canela en polvo.
EL SABOR DE LA MEMORIA
183
ANEXO 1
Semiótica de la cocina
Códigos
¿Cómo se combinan los sabores al interior del supersigno que es cada uno de los platos? En el esque-
ma de los cuatro sabores principales las relaciones son estas:
· salado y agrio
· salado y dulce
· salado y picante
· dulce y agrio
· agrio y picante
Se busca equilibrar los sabores: el arroz con poca sal acompaña a las carnes saladas, estos son los
secos de gallina o carne. Mote, papa, plátano maduro, camote dulce, de sabores suaves o dulces, acompa-
ñan a la fritada de cerdo que es muy salada.
En el cuadro de texturas no se admite lo que sea totalmente líquido. Se prefiere lo espeso. Es este sen-
tido, el pueblo utiliza la expresión “más el caldo que las papas”, enunciado irónico que se usa para califi-
car proyectos ampulosos, discursos rimbombantes, etc.
Hierbas aromáticas y especerías se combinan de acuerdo con los sabores predominantes de sal o de
dulce. Para las composiciones de sal se utilizan perejil, culantro, apio, orégano, paico, asnayuyo y vegeta-
les que den sabor como ajo y cebolla. Las especerías que concuerdan con estos aromas y sabores son
pimienta y comino. Cuando lo predominante es el dulce se añaden hoja de naranja, hierba luisa (limon-
cillo), cedrón, cáscara de piña, canela, ishpingo (flor de la canela), pimienta dulce, clavo de olor, anís,
esencia de vainilla, nuez moscada.
184
En cuanto al color, se relacionan rojo y verde en los platos de sal. En algunas composiciones resal-
ta el amarillo, como en quimbolitos y quesadillas.
La colada morada en realidad es casi negra. El blanco es poco apreciado y su presencia es excep-
cional, este color puede aparecer en los higos negros que se acompañan con queso blanco.
A propósito de las texturas conviene recordar los procedimientos con los que se las obtiene: moler,
majar, tostar, freír, cocer en agua, cocer al vapor, envolver en hojas, ahornar, ahornar en cazuela de
barro, macerar, rallar, congelar, secar al sol, espolvorear, asperjar, aliñar, asar a la plancha, asar a la
brasa, cocinar en paila, decantar, batir con molinillo, batir en gancho.
1
Dos códigos se entrecruzan en la cocina interregional. Según los cronistas de Indias , en la cocina
de los incas y de los pueblos conquistados por ellos, se cocían en agua los tubérculos y el maíz; se molía
con metate; las carnes se asaban en brasa, se secaban al sol; maíz y tortillas se tostaban.
Los sabores eran salado, agrio y picante. El sabor dulce era secundario. Su percepción de lo dulce
resultaba del sabor de las frutas y de la savia dulce de la caña tierna del maíz o del ágave. Los actuales
campesinos andinos suelen decir desabrido al postre.
Las masas de maíz, humitas tamales y chigüiles, se envolvían en hojas y se cocinaban en agua. En la
cocina tradicional estas masas se han enriquecido con huevos, manteca, mantequilla, quesos, pasas, etc., y se
cocinan al vapor, estos ingredientes y este procedimiento fueron desconocidos por los indios.
2
Los cronistas descubrieron los sabores de los alimentos y los compararon con los que ofrecían los
productos europeos. La cocina tradicional es el resultado de la aplicación de procedimientos europeos a
los ingredientes andinos y americanos en general; además, los españoles incrementaron el repertorio
gastronómico con carnes, vegetales, grasas y especias.
Sin embargo, la tendencia que revela el consumo muy marcado de féculas y harinas se relaciona
3
con la cocina prehispánica .
1
Manuel Martínez Llopis, Historia de la gastronomía española, Madrid, Editorial Nacional, 1981, pp. 167-228.
2
Pedro Cieza de León, “Del sitio que tiene la ciudad de San Francisco de Quito, y de su fundación, y de quién fue el que la fundó”,
en Roberto Páez, Cronistas Coloniales, Segunda Parte, Quito, BEM, pp., 58-59.
3
Roberto Ramia, “Las recetas de doña Doloritas Gangotena y Álvarez”, en Cultura, revista del Banco Central del Ecuador, N° 23,
Quito, 1985, p.381.
EL SABOR DE LA MEMORIA
185
ANEXO 2
Cocinas regionales
Una cocina regional es la configuración de factores de diversa índole. Depende de las especies vege-
tales y animales comestibles que ofrece el medio. Su tradición es un conjunto de técnicas y valores simbó-
licos. Manifiesta influencias foráneas antiguas y modernas. Se relaciona con los aspectos sociales y eco-
nómicos que regulan la vida de la población.
En cada uno de los casos y salvo en zonas muy aisladas, se trata de una compleja trama, más toda-
vía si se consideran las peculiaridades de la cocina familiar y las innovaciones que se adoptan en el
transcurso del tiempo.
Por tratarse de pueblos y sociedades en contacto son muy importantes las influencias, aunque estas
no llegan a eliminar la tradición. Esta circunstancia provoca dos tensiones: 1) Una tendencia a salva-
guardar la tradición, expresada mediante controles rigurosos y estrictos protocolos, y 2) Una actitud más
o menos abierta frente a las novedades, actitud que obedece al intercambio cultural y a las condiciones
económicas generales del país.
En el panorama de las cocinas del Ecuador, según los productos básicos de la dieta, pueden recono-
cerse hasta cuatro regiones más o menos definidas.
El predominio de la yuca
Esta raíz es la base de la alimentación de los pueblos de la Amazonía (Shuar, Achuar, Siona y Secoya,
Huaorani, Cofán y Quichua del Oriente) La comen cocida en agua, al vapor, en forma de cazabe, y es el funda-
mento de la chicha mascada. Algunas variedades de yuca acompañan a todos los alimentos.
Otros bastimentos de la dieta son camote, papa china, plátano, maíz blanco, maní, calabazas, ají,
palmito, caña de azúcar, chontaduro, frutas tropicales. La carne proviene de la caza (saíno, guatusa,
mono, danta, rana; aves como tucán, guacamayo) y de la pesca. Son apreciados las larvas de un insecto
de la palma y los huevos de tortuga.
Los cofanes preparan chucula, que es un batido de plátano o de chontadura. El maito de los qui-
chuas amazónicos es un envuelto de masa de yuca en hojas de bijao.
186
El cuy, en los pueblos del altiplano, interviene en prácticas tradicionales relacionadas con la familia y el
entorno social. El cuy entra en peticiones de mano, bodas y compadrazgos. Las piezas del cuy se reparten de
acuerdo con la importancia de los miembros de la familia. Entre los campesinos mestizos el cuy es alimento obli-
gado en comidas de fiesta y homenaje; acompañado con papas cocidas es signo de respeto, y prosperidad.
EL SABOR DE LA MEMORIA
187
El mejor acompañamiento de la fritada o del cerdo hornado es el mote pelado, el sabor neutro de
este último equilibra el intenso sabor de la carne. Ají con cebollas o el chiriucho—ají frío—se añade a estos
platos muy frecuentes en ferias, mercados y fondas. En la manteca caliente, en la que se hace la fritada,
se echan papas peladas, plátanos maduros descortezados y camotes mondados hasta que se doren; el
suculento plato de fritada se acomoda con estos productos.
Si el cuy se acompaña con papas cocidas y salsa, en cambio fritada y hornado se llevan bien con tor-
tillas de masa de papa rellenas con queso y asadas en sartenes o tiestos de barro.
Con harina de maíz se elaboran tortillas, panes, tamales, quimbolitos, chiguiles, champús, y en el día
de difuntos, se acostumbra la colada morada o mazamorra con harina de maíz negro endulzada con
miel y compuesto con jugos de mora, naranjilla, mortiño…La chicha de jor a se obtiene del maíz germina-
do, molido y secado al sol. La humita y las torrijas se confeccionan con maíz tierno y molido. Con maíz
entero se preparan tostado de manteca, cancha, caca de perro o maíz garrapiñado, y canguil. Por último,
en casas y lugares públicos se encuentra el morocho, que es una combinación de maíz blanco molido,
cocido con leche y condimentado con canela.
Relata, en cambio, el escritor Juan Montalvo en su tratado Los banquetes de los filósofos que invitado
como fue a una casa de la provincia de Imbabura y llegada la hora del almuerzo, pusieron en la mesa
raciones de caracoles, de los que en quichua se denominan churos. Asistía a la mesa un escocés, quien se
echó a la boca un puñado de caracoles. La anfitriona intentó instruir al extranjero sobre el modo de chu-
2
par los moluscos, pero fue demasiado tarde y el comensal se tragó ese “vidrio mal molido” .
1
Plutarco Naranjo, Saber alimentarse, Quito, Biblioteca Ecuatoriana de la Familia, 1991, p.129
2
Juan Montalvo, Siete Tratados, tomo II, Besanzon, imprenta de José Joaquín, 1882, p., 177.
188
A partir de estas dos anécdotas extremadas podemos deducir que las cocinas son expresiones de las
diferencias culturales y que, en consecuencia, entrar en contacto con ellas significa enfrentar uno o varios
modelos de la realidad.
¿Cómo estudiar ese modelo? Los semiólogos afirman que la cultura, o un sector de ella, puede ana-
3
lizarse con la ayuda de los conceptos desarrollados por la lingüística y la comunicación .
El Ecuador es un país pluriétnico y pluricultural. Los etnógrafos opinan que menos del cuarenta por
ciento de la población se integra con pueblos indios y con habitantes afroecuatorianos, en tanto que más del
sesenta por ciento de la totalidad corresponde a la población mestiza, mezcla de blancos, indios y negros. Las
naciones indias de la Amazonia y de la Costa, así como los pueblos indios de la Sierra, expresan sus diferen-
cias mediante sus lenguas, vestuario, imaginario, organización familiar, y prácticas culinarias. La población
mestiza habla español y su imaginario es el resultado de las raíces antes mencionadas.
Las cuatro regiones culinarias y sus subregiones, por estar en estricto contacto, no presentan lími-
tes claramente definidos. La cocina que predomina en el Ecuador es la interregional. En el marco de las
diferencias, quizás un fuerte factor integrador, es esta cocina.
Por “comida tradicional” la gente entiende cualquier plato atribuido a la raíz india, aunque esa atribución
sea ambigua y ajena a esa raíz, ejemplos son los buñuelos, los mojicones, la espumilla, etc. En general, la pobla-
ción desconoce el origen de los alimentos y de los procedimientos que se aplican para transformarlos. Mas, con-
viene insistir en que hablamos de la tradición viva en la comunidad y no de rescate ni reconstrucción de ese factor.
Muchos oponen lo criollo a lo extranjero. Parece ser que lo criollo hasta el siglo XVIII se oponía a lo indio.
A partir del siglo XIX y con la inserción de las culturas francesa e inglesa, la población criolla orientó la per-
cepción de las diferencias hacia esas culturas. Los ideales de los ilustrados criollos del siglo XIX se reconocí-
an en las civilizadas Francia e Inglaterra. El siglo XX prolonga esta perspectiva, pero ya no con las pomposi-
dades criollas; los actuales mandatarios, altos militares, empresarios admiten lo extranjero sin la menor
extrañeza y en los últimos días, se dice que este comportamiento se debe a la globalización.
Hoy en día suele identificarse lo criollo con lo popular y lo extranjero con lo internacional. Los gran-
des hoteles, muchos restaurantes, ofrecen gastronomía de distintos países. Las dietas especiales (vegetaria-
na, macrobiótica, etc.) son similares a las de todas partes. La comida tradicional se ofrece tímidamente en
los grandes hoteles; es motivo de ferias gastronómicas y se refugia en pequeños locales. En las ciudades
3
José Lozano, Introducción a Lotman y a la Escuela de Tartu, en Jurij M. Lotman y Escuela de Tartu, Madrid, Cátedra 1979, pp. 22 y sgs.
EL SABOR DE LA MEMORIA
189
importantes, hamburguesas, pollo brosterizado, hot dog y pizzas son cosa creciente, no obstante, estas formas
se ven como síntomas de penetración transnacional o como respuesta a la urgencia del mundo actual.
En el mosaico cultural del Ecuador es muy notable la relación de la cultura mestiza predominante
con el pueblo quichua, vinculación que se explica sea porque es una de sus raíces, sea por el contacto
actual. En efecto, el pueblo quichua nutre con mano de obra diversas áreas de la producción, tales como
la fabricación de azúcar, la apertura de carreteras, etc.; genera buena parte de la producción agrícola
andina: papas, hortalizas, verduras, ajo; se dedica al comercio ambulante de productos agrícolas en las
ciudades. La relación de la cultura mestiza con los demás pueblos indios se limita al intercambio de pro-
ductos alimenticios manufacturados. La cocina refleja estas relaciones.
4
Por último, la cocina tradicional responde a la alternancia de los tiempos sagrado y profano . La
diferencia más notable se percibe durante la cuaresma y la Semana Santa. El plato que caracteriza este
periodo es la fanesca. Cosa igual ocurre con algunas fechas del calendario católico: antes del día de difun-
tos, 2 de noviembre, se preparan colada morada y guaguas de pan; buñuelos en navidad; champús en Corpus
Christi. La presencia de estas prácticas se articula con orígenes culturales remotos, a su vez vinculados
5
con antiguas creencias de los ámbitos mágicos y religiosos .
Para bosquejar el análisis semiótico de la cocina interregional del Ecuador debemos partir del estableci-
miento de un corpus. Con este propósito acudimos a dos fuentes: recetarios y experiencias directas. Se advierte
que el corpus incluye, únicamente, los platos vigentes. La clasificación obedece a los nombres genéricos con los
que los usuarios designan a los alimentos. Los platos pueden aparecer organizados en el sistema tripartito de
6
sopa, segundo y dulce, este sistema se deriva de la modalidad francesa que se introdujo en el siglo XIX y que fue
adoptado para las recepciones oficiales y los convites de las familias adineradas. El sistema se mantiene en la
actualidad, aunque simplificado. En ocasiones especiales se presenta una entrada, una sopa, un plato fuerte, un
postre, un café y un bajativo; la comida así dispuesta se acompaña con vino. En estos casos, no todos los platos
son tradicionales. Cosa igual ocurre con la modalidad de buffet.
Mas la comida interregional se aparta del protocolo mencionado porque su consumo presenta otras
opciones. No es raro que a un solo plato, sopa o plato fuerte, acompañe una bebida. Muchos platos se ofre-
cen libremente, a cualquier hora del día y fuera de casas y restaurantes.
4
Santiago Páez, ¡A la Voz del Carnaval! , Quito, Abya-Yala, 1992.
5
Alejo Carpentier, Tientos y diferencias, Buenos Aires, Calicanto.
6
J. P. Sanz, Manual de la cocinera, repostero, pastelero, confitero y botillero, con el método para trinchar y servir toda clase de vian-
das, y la cortesía y la urbanidad que se debe observar en la mesa. Obra escrita con vista del Manual Francés y la práctica de este
país, Quito, Imprenta de Valencia, 1882.
Tercera parte
Cocina quiteña
Período republicano
EL SABOR DE LA MEMORIA
193
Capítulo 1
La cocina quiteña de la década de 1820, es decir del período grancolombiano y de las primeras
décadas republicanas, en las casas de los criollos, fue la misma del siglo XVIII. El indio comió maíz tos-
tado, harina de cebada, papas, fréjoles, cuy y chicha. Como anota un viajero, la comida de los artesa-
nos se completaba con carne de buey y caña dulce, además de las frutas de la tierra y algunas de clima
templado y caliente. En las plazas se vendían aguacates, guayabas, chirimoyas, plátanos, etc.
Tres servicios aparecían en las mesas criollas: el primero que contenía puchero u olla podrida
y sus correspondientes mudas o carnes y raíces que se servían en platos o fuentes por separado; el
segundo que eran carnes asadas, de caza o de animales domésticos, y el tercero, que contenía diver-
sidad de dulces y helados.
Los soldados de los ejércitos libertadores iban acompañados de mujeres que cocinaban, arre-
glaban la ropa y curaban a los heridos. Se sabe que la gente de los poblados que quedaban en las
rutas de los desplazamientos se preparaba con contribuciones de leña, alimentos y hierba para los
caballos. Esta práctica voluntaria, posteriormente, cuando la República se encontró
envuelta en innumerables asonadas y levantamientos, cambió de signo y se transformó en un
azote, puesto que los soldados saciaban su hambre mediante la rapiña. Bandas de soldados conser-
vadores o liberales asolaban los caseríos, situación que se mantuvo hasta cuando Eloy Alfaro inició
la profesionalización militar.
EL SABOR DE LA MEMORIA
195
El primero se encuentra en poder de la historiadora Tamara Estupiñán Viteri. Se trata de dos ama-
rillentas hojas de papel que contienen una lista escrita con tinta. La historiadora Estupiñán recibió estos
papeles como legado de su familia paterna. Uno de sus antepasados llegó a Quito en el séquito del
Libertador y se quedó en esta ciudad. El documento, cuyo título es Lista de los necesarios para la comida del Li.
Simón Bolívar, no lleva fecha. De modo que, para ubicarlo en el tiempo, sólo queda el camino de la deduc-
ción. El Libertador estuvo en Quito en seis ocasiones. La recepción, de la que da cuenta parcial el documen-
to, pudo haber ocurrido en la primera o segunda permanencia. Esto es entre el 16 de junio y el 28 de junio
de 1822, o entre el 7 de noviembre y el 8 de diciembre del mismo año. Las otras permanencias fueron muy
fugaces y durante la quinta, entre el 17 de marzo y el 22 de mayo de 1829, el Libertador se encontraba
muy enfermo y los acontecimientos políticos eran en extremo graves. No eran días para banquetes.
La comida debió ocurrir en uno de los 12 días de la primera permanencia. Las causas son casi
obvias: era la primera vez que el Libertador se encontraba en Quito. Los criollos que se salvaron de
la purga antirrealista, que se efectuó entre 1810 y 1822, debieron encontrar en Bolívar su redentor.
Su presencia significó el fin de la lucha por la supervivencia, puesto que algunas familias criollas que
apoyaron a la Junta Soberana de Quito, fueron casi exterminadas; verbigracia, la familia Montúfar.
Cosa igual ocurrió con el clero, aunque en este caso –como se verá más adelante– el interés de home-
najear a Bolívar significó un posible ascenso a un obispado.
La misma noche del 16 de junio se ofreció un baile de gala en casa de la familia Larrea. Según
la actitud que se adoptó en esos días, las familias concurrían al baile con el afán de presentar sus
hijas al cuerpo militar vencedor. Los padres anhelaban la realización del matrimonio de su hija con
alguno de los gallardos ingleses, franceses o americanos que integraban el Estado Mayor de Bolívar.
196
En este baile, el héroe se relacionó con Manuela Sáenz de Thorne. Pero la suculenta comida debió
ocurrir un día después o algo más tarde, siempre antes del 28 de junio. No pudo ser durante el baile
porque el volumen de los ingredientes indica que se preparó comida para un gran número de per-
sonas. El convite pudo realizarse en un convento o en una casa de campo. No se conocen estos datos.
La lista contiene algo más de 65 ítems. Dos de ellos se refieren a 2 mulas de leña y a 25 de carbón.
Los demás aluden a los géneros alimenticios. Los cárnicos incluyen 2 terneras medio gordas, 4 puercos
gordos, 8 carneros muy gordos, 1 vaca gorda, 4 cabritos gordos, 8 perniles curados, 50 conejos. La vola-
tería es de dos clases, a saber: la doméstica, que incluye 4 pavos gordos, 80 pollos, 40 gallinas, 8 capones,
80 pichones, y la de cacería, que consta de 4 patos, 80 tórtolas, 50 perdices, 12 pavos de monte y 24 palo-
mas torcazas. El pescado estuvo presente con 2 arrobas de peje escogido y 2 bagres. Finalmente, los cár-
nicos incluyeron 16 lenguas, 2 pesos de sesos, 18 lomos de res y cuatro pesos de criadillas.
El conjunto de alimentos vegetales presenta los siguientes productos con sus cantidades y en
algunos casos los valores: 4 pesos de coliflor, 2 pesos de lechugas buenas, 400 alcachofas, y una mula
de col de Chillogallo, una mula de col de Pomasqui, 2 mulas de cebolla de Machachi, una mula de
cebolla de pepa de Machachi, una mula de ajo, 3 pesos de tomate, 2 pesos de perejil, 2 mulas de alver-
ja, 2 arrobas de pallares o tortas, ? arroba de garbanzos, 2 arrobas de arroz entero, una arroba de
almendras, una arroba de pasas, una arroba de pimienta negra, 2 arrobas de clavo, 1 arroba de
comino, 2 onzas de azafrán, 1 libra de canela, 2 pesos de ají colorado, 400 aceitunas, un tercio de
manzanas aunque sea verdes, un tercio de duraznos aunque sea verdes; un peso de yuca, otro de
camotes, otro de zanahorias, otro de plátanos, un tercio de pepinos pintones y dos libras de orégano
de Castilla. Hay que agregar a este grupo una mula de harina.
El aceite y las grasas que se utilizaron fueron: 1 botija de aceite, 14 bollos de mantequilla y 4
pesos de manteca.
El vinagre y el vino de cocina fueron: 8 frascos de vinagre de Castilla, 12 frascos de vino Carlos
y dos frascos de vino Generoso.
La lista concluye con estos ingredientes: 4 cajones de huevos de dos en carga, un tercio de sal,
6 panes de azúcar y dos pesos de leche.
Conviene decir algo sobre las medidas. Se habla de mulas: comúnmente, es el conjunto de las
cargas que acarrea la mula, una a cada lado. Estas cargas, según el Diccionario de la Academia,
EL SABOR DE LA MEMORIA
197
se denominan ‘tercios’. Convertir a libras estas cantidades es infructuoso. Igual ocurre con los bollos
y los panes. Sencillamente, no se puede calcular la cantidad que se compraba con un peso. Un balan-
ce somero de la carne que se preparó arroja algo así como 2 100 libras. Si cada comensal se benefi-
ció con una libra –aunque algunos pudieron no saciarse con dos libras–, se tiene que el festín alcan-
zó para 1 500 personas, más o menos.
El documento contiene cinco partes. El título de la primera es “Sobre el libramiento de 500 pesos
para el refresco del Excelentísimo Libertador”. Se trata de un acta de Cabildo Extraordinario, que sus-
cribieron el deán y los canónigos de la Catedral de Cuenca. Se reunieron el deán Fausto de Sodupe; el
canónigo de Merced, José Mexía; el racionero José de Granda, el racionero Bernardino Albear y el
medio racionero Dr. Juan Aguilar y Cubillas. Se hizo constar a los ausentes: Maestrescuela José María
Landa, canónigo Pedro Ochoa, canónigo Andrés Villamagan y racionero José Miguel Carrión.
Contiene alguna aclaración sobre los fondos y el aporte del deán. La sesión ocurrió el 20 de julio de 1822.
La segunda parte trae este encabezamiento: “Planilla de gastos hechos en las dos mesas que se le
pusieron al Excelentísimo Señor Libertador, Presidente de la República, de la comida y refresco por el
Excelentísimo Cabildo Eclesiástico, rendida por la Reverenda Madre Priora de las Carmelitas Descalzas
de esta ciudad, María Josefa de Jesús y los Arcángeles”. Esta planilla se fechó el 25 de abril de 1823.
A continuación se añade una lista de compras ordenada por orden del Canónigo Pedro Ochoa,
del 5 de agosto de 1822, compras que se realizaron antes del acontecimiento.
Luego viene la constancia de otros rubros y la devolución de unos pesos a la Madre Superiora,
por parte del Canónigo Ochoa, del 30 de septiembre de 1822.
198
Y por último se resume todo en una demostración de gastos, a los que se añaden las pérdidas que
resultaron de las dos mesas. El costo de la pérdida fue de algo más de doscientos pesos, que la Tesorería
de Diezmos había asumido. Se resolvió que el resarcimiento se liquidaría mediante descuento de las ren-
tas de todos los integrantes del venerable Cabildo. Esta última parte corresponde al 10 de junio de 1823.
Se puede decir que en este día la Madre María Josefa de Jesús y los Arcángeles, a la noche, pudo conci-
liar serenamente el sueño, durante las pocas horas que las monjas carmelitas descalzas duermen.
Para estas mesas de Cuenca se hacen constar 60 ítems, aparte de la leña y el carbón.
Las carnes son de puercos gordos, lechones, terneras, borregos, cabritos, perniles, lenguas secas.
De aves domésticas: gallinas, pollos, pavos, patos. Y de pescado: dos arrobas de róbalo.
Los vegetales son: arroz, aceitunas, maíz blanco, trigo, anís, ajonjolí, garbanzos, frutas, pimien-
ta, comino, cebollas, ajos, azafrán, pepita de melón, cacao, canela, chuño, canela de Ceilán.
La lista se completa con sal, azúcar, vinagre, vino, aguardiente resacado, huevos, leche, mante-
quilla, quesos y ron. Además de dulces de higos y peras. Se hace constar el flete para la nieve.
En otra lista aparecen almendras, canela de Ceilán, maní, pasas, clavo, aceite, café, té. Además de
los licores: 3 docenas de resolis, 1 botija de aguardiente, 4 cajones de coñaque (sic), 10 cajones de vino
Burdeos (sic), 1 caja de vino Champany (sic), 1 frasquerón de ginebra y 6 botellas de vino moscatel.
A diferencia del documento de Quito, en este se incluyen los siguientes materiales: papel para
adornos de las mesas, velas de sebo para iluminar la casa del refresco, ceras del norte para faroles,
piezas de seda para ramo de adorno de la mesa del refresco, lana para manteles, madera y clavos
para armar mesas, el flete de canoa en Yaguachi y de mulas para llegar a Cuenca; comida, pan y
bebidas para la servidumbre (peones) y el jabón para lavar manteles y ropa de mesa.
Ocurrió que en los actos, comida y refresco, se perdieron muchos objetos. Igual, la lista trae el
pormenor de cucharas de plata, ponchera, platos de cristal, botellas de cristal sisadas de oro, vasos
dorados, servilletas, fuentes de losa chicas y grandes, platos blancos grandes y pequeños, tacitas y
tazas de café, cazuelas, ollas, mantel pequeño, tenedores de plata y un paño de manos. En otras pala-
bras, la pérdida fue cuantiosa.
EL SABOR DE LA MEMORIA
199
Del examen de los productos y por deducción es posible tener una idea de las viandas que se sir-
vieron en los convites.
En Quito se prepararon:
Los postres pudieron ser: tortas de harina con almendras y dulce de leche.
En el caso de Cuenca hay dos momentos: la comida y el refresco. En la comida pudo haber:
Para el refresco, en cambio, se prepararon chocolate, café y té. Todo acompañado con galletas
de chuño o almidón con anís y almendras, tortas con pasas y dulces de maní.
La información de Cuenca es casi completa, porque además trae la carta de licores. En princi-
pio, el mismo tipo de licores se brindó en Quito.
200
Salvo la explícita mención del puchero en el documento de Cuenca, las viandas y postres son deduc-
ciones. El escabeche de pescado es otra fuerte posibilidad. Así también el mote pelado de Cuenca.
1) El tipo de comida es marcadamente español, pero hay también una presencia americana.
Figuran el ají, el cacao, el maíz blanco, el tomate, la yuca y el camote. Es curioso que no apa-
rezca la papa. Por ser además comida oficial, el colorante es el azafrán y no el humilde achio-
te. El pavo, originario de América, tiene ya un importante espacio. En todo caso, parece que el
puchero era el potaje obligado. Puede suponerse que esta composición, netamente española,
ya incluía productos americanos como la yuca y el camote. Un aspecto especial es la adición
de frutas: duraznos y peras, tal como se lo prepara en las Islas Canarias.
3) Del documento de Cuenca se desprende la información sobre usos y modales. Por la lista de
los pedidos se advierte que la vajilla era de plata, cristal y losa. Se habla de cucharas y tene-
dores de plata, mas no de cuchillos. Los tenedores pudieron ser de tres puntas, tal como se
los ve en algún cuadro del siglo XVIII.
La losa era blanca e importada. Platos y fuentes que se perdieron fueron motivos de recla-
mo y hubo que reconocer su costo y respectivo pago a los propietarios.
4) Dada la importancia de los acontecimientos no se podía dejar de lado ningún detalle. Con
mucho cuidado se decoraron las mesas. Para la del refresco cuencano se confeccionó un gran
EL SABOR DE LA MEMORIA
201
En las tres páginas siguientes: centro, con piezas de seda y otros materiales que se adquirieron para el efecto. Se iluminaron
listado de los ingredientes
propuestos para el banquete en los interiores con velas de sebo, cirios y faroles. Algo similar debió ocurrir en Quito.
honor a Bolívar, colección
particular.
5) Por la mención al paño de manos que también desapareció en el convite de Cuenca –destino pare-
cido les tocó a las 11 servilletas – se deduce que se utilizaban las manos para desmenuzar las car-
nes. Una persona de servicio llevaba este paño y lo acercaba a cada uno de los comensales.
6) En la comida de Quito las aves del monte tienen un importante papel. Estas debieron cap-
turarse en la selvática zona del noroccidente, no muy distante de la ciudad.
8) En síntesis, coquinaria de origen español, ingredientes nativos como el maíz, el ají, especias
y licores importados de Europa –algunos de distantes lugares como la canela de Ceilán–
configuran estas mesas criollas.
Capítulo 3
La valoración racial, muy común en los científicos europeos de ese tiempo, en palabras de
Brandin es como sigue:
El mestizo es más ágil, más delgado, más inteligente e industrioso que el indio: el que
es robusto de cuerpo, de pequeña estatura, de color aceituna, tostado, sin barba, apáti-
co, lento y floxo. (Enríquez, 1938: 147-148)
A partir de esta consideración Brandin pasa a describir algunas de las costumbres de los habi-
tantes de Quito
Es también muy común en aquel país el mate, que es una especie de té De la India oriental,
aunque el modo de tomarlo es distinto, pues es con una bombilla o canuto. Usan por lo regu-
lar de esta bebida por la mañana en ayunas, y muchos la repiten por la tarde. Ella puede
muy bien ser saludable y provechosa, pero el modo de beberla es demasiado desaliñado, por-
que con una bombilla sola se sirven todas las personas que hay en la compañía: los natura-
les son apasionados de este mate, y cuando caminan, lo prefieren a otro cualquier alimento.
(Enríquez, 1938: 148)
206
Vendedora de carne, anónimo, No parece exacta la afirmación de Brandin cuando menciona a los naturales como bebedores
Ca. 1879, colección privada.
de mate, a menos que con ese término se refiera a los habitantes blancos y mestizos. El mate no fue
bebida de indios dado su costo, pues el producto era importado.
No deja de anotar que la población de Quito, en América del Sur, es la más inclinada a las artes de
la pintura, escultura, platería; sin embargo, opina que la inclinación a las artes se ha paralizado porque
La falta de ocupaciones y de educación con que se cría la gente vulgar, los conduce con la
ociosidad a todos estos vicios (embriaguez, juego, hurto), y a la establecida costumbre de
los bayles o fandangos muy licenciosos, los excesos y desórdenes corresponden a semejan-
te función. El aguardiente, la chicha, el guarapo abundan y aumentan la liviandad.
(Enríquez, 1938: 149)
Despertó la atención del médico la velocidad con la que se reponen los vegetales en Quito: “y al
tiempo que toman su sazón las frutas, se envejecen las hojas que las acompañaron, y va producien-
do otras el mismo árbol. Esta grande fertilidad hace abundar todo género de frutas y comestibles”.
(Enríquez, 1938: 153)
Calidad y costo de las carnes fue novedad para él: “Se observan en las carnes que se gastan en Quito
de novillos cebados, carneros, cerdos y aves domésticas, que
la carne de novillo o vaca es de mejor calidad que la de
Europa, y se vende a cuatro reales la arroba.” Advierte que
abundan las legumbres verdes y las raíces. Coincide con
las apreciaciones de W. Stenvenson, quien ya escribió en
1809 sobre el consumo de queso. Brandin afirma que “El
queso tiene mucho uso en diversas maneras” y al igual que
el inglés, dice: “La propensión a los dulces excede aquí res-
pecto a otros países, y así es cuantioso el consumo de azú-
car y miel”. (Enríquez, 1938: 153)
de Kerret conservaron su Diario de viajes alrededor del mundo, 1852, 1853, 1854, 1855, texto que Darío
Lara reprodujo con explicaciones y comentarios en su libro Viajeros franceses al Ecuador en el siglo XIX.
Partieron de Guayaquil y pasaron la noche en Bodegas. En este lugar fueron invitados por el
general Franco, que era el jefe de la plaza, a un almuerzo. Kerret ofrece esta descripción
Al entrar al comedor, encontramos una mesa cubierta de platos que nos parecieron sin-
gularmente aderezados; pero, con el hambre devoradora, me prometí disfrutar de toda
esta nueva cocina. Comenzamos con una sopa en que había pedazos de carne mezclados
con banano en rebanadas longitudinales, tomates, patatas, huevos; todo esto condimenta-
do con mucho ají: el hambre os obliga a comer de todo! (Lara, 1987: 45)
El sancocho de carne se hace con plátano y tomate, pero es impensable que lleve queso, huevos
y papas. El ají es infaltable, aunque no se dice si se presentó en forma de salsa. En todo caso se trató
de una “nueva cocina”.
Nos trajo una sopa de carne secada al sol, cocida con patatas y una agua amarillen-
ta; era algo como para causar vómito en cualquiera otra ocasión; pero, como nos morí-
amos de hambre, hicimos honor al plato, al que añadimos unos huevos duros y agua
fresca; quedamos encantados de la cena… (Lar a, 1987: 49)
Por lo visto se trató de un locro de charqui o carne adobada con sal y achiote y seca al sol. De
hecho los comensales se enfrentaban a una “nueva cocina”. Añadir huevos duros fue muy atinado,
no así el agua fresca. Es posible que bebieran el agua en jarros o recipientes de barro.
La última parada fue Tambillo, sitio en el que descansaron: “Siguió luego el eterno caldo de galli-
na: era la última comida de esta clase antes de nuestra llegada a Quito”. A lo largo del trayecto la comi-
da fue rara y monótona. No se olvide que estas personas además de franceses eran aristócratas.
Pero las incomodidades del viaje terminaron en Quito, más aun en lo que se refiere a la cocina.
Fueron recibidos por la rancia aristocracia quiteña, en ese entonces los Aguirre y los Larrea, además
208
de los diplomáticos españoles, los condes de Paz y el secretario, el marqués de Prado. Las familias
quiteñas mencionadas no alternaban con el presidente Urbina.
Kerret dejó una deslumbrante descripción de una cena en la casa de los condes Aguirre:
El señor Aguirre, que había realizado una parte de sus estudios en Francia, tenía todos los
modales franceses. Esa enorme pieza (el salón de recepción) estaba separada por una gale-
ría en arcos de bóveda y columnatas elegantes; entre cada columna había leones y tigres
disecados, así como otros animales. Hacia las ocho, se nos anunció que la cena estaba ser-
vida. [ … ] Ér amos más de 80 comensales. Llegamos a un soberbio comedor; toda la vajilla
era de plata. Se nos hizo un primer servicio en ese comedor: todo lo que el país tiene de cace-
ría se hallaba en esa mesa, hasta un excelente foie gras y unos diminutos pescados, más
pequeños que los gobios o pececillos de río de Europa, muy raros en ese país. En un segundo
servicio, nada más sorprendente que vernos conducidos a un segundo comedor, con platería
tan hermosa como en el que estábamos; vinos los más finos y los mejores de Europa; carnes
de cacería mayor y de aves deliciosas; era una cena para echarnos por tierra, absolutamen-
te de mil y una noches. Creíamos haber terminado, cuando se nos invitó a pasar a un tercer
comedor para servirnos los postres, helados y café, en una palabra: los dulces. Nos hallába-
mos pasmados de tanto lujo, de tanta riqueza. Aquí todo el servicio era de oro, los vasos de
cristal los más hermosos del mundo; la mesa cubierta de frutas las más variadas, sorbetes,
etc… Estábamos tr astornados; apenas me atrevo a escribir lo que vi aquella noche. La cena
se terminó, con todos esos decoros, hacia las once de la noche. (Lara, 1987: 56-57)
En el primer servicio pudieron servir conejos y perdices; en el segundo, asado de venado y gallinas;
en fin, sorprende las presencia de los pequeños pescados, que no pudieron ser otros que preñadillas, peces
de agua dulce. Se supone que para los franceses los manjares eran conocidos y, en consecuencia, no valía
la pena describirlos, a excepción, claro está, de los “diminutos pescados”, desaparecidos en la actualidad,
pero que fueron aprovechados por los habitantes mucho antes de la presencia de los europeos.
bananero” (Avendaño [1857], 1985: 90) Reseña, exactamente, el sancocho. Al mencionado “pedacito de
carne” suelen acompañar los chaquiangos para que el caldo adquiera el sabor particular del sanco-
cho. Los plátanos que acompañan a los huevos fritos suelen aparecer fritos o cocinados con su cor-
teza, Avendaño no especifica, aunque la explicación de que los plátanos son el fruto del bananero da
a entender que los españoles de su tiempo tenían poca experiencia con este producto.
El dueño de la posada en que pasaron la noche, Avendaño, su hija y su comitiva, era propiedad
de un limeño. Este señor redondeaba su economía con la elaboración de bollos de plátano que los
vendía a los arrieros. No se sabe si los bollos eran de pescado y plátano envueltos en hojas y vueltos
a cocer al vapor, tal se hacen los actuales, o de dulce, que son grandes amasijos de plátano maduro,
envueltos en hojas y horneados, tal como los preparan en la zona de Bucay.
Avendaño siguió la misma ruta que los viajeros franceses, pero es minucioso en señalar otros
lugares, así, describe la noche que pernoctó en el Ensillado, muy cerca de los hielos del Chimborazo.
Con hambre y en medio de la niebla la situación era apremiante, en eso y de entre las sombras apa-
reció un comerciante quiteño que iba a Guayaquil. Este comerciante preparó un locro, plato común
y cotidiano de los habitantes de Quito
Con él venían, y, lo que era más esencial para nosotros, algunas provisiones. Y o¡ h placer!
hízonos participar de ellos. Fue preciso traer leña de una larga distancia y el mismo
Lazerda nos aderezó un locro, plato el más suculento y sustancial de la tierra. Consiste en
un poco de carne o gallina, huevos, patatas, ají y sal, cosido todo en agua. Jamás comí, con
mayor gusto, en los mejores hoteles de París, ni hallé, en mi vida, cama más deliciosa que la
del Ensillado. (Avendaño, [1857], 1985: 98)
El viaje prosiguió. Almorzaron en Mocha “con gusto, porque nos sirvieron ricos huevos frescos,
y unas sopas de excelente leche.” Ya en Ambato, se hospedaron en la mejor posada, situada a un cos-
tado de la plaza
Sobre esta misma ciudad que ahora contemplo, han pasado, por lo menos, cuatro
distintas civilizaciones: la de los quitus, o primitivos habitantes del país, la de los
scyris o señores de Caran, la de los incas del Perú y la española: todas ellas dejaron
visibles huellas de progreso social. La ley de perfectibilidad se ha cumplido. ¿Son,
pues, fatalmente necesarias las revoluciones de los imperios?... (Avendaño, [1857],
1985:123)
Indio de Ambato que viene a El diplomático español realizó diversos acercamientos a la ciudad sede de su
Quito a vender frutillas,
acuarela, Juan Agustín
misión. Del primer “paseo investigador” sacó esta imagen:
Guerrero, Ca. 1850.
Quito es de una suciedad nauseabunda. Sin las continuas avenidas del Pichincha, sería un
foco perenne de infección. [ ]… Quito es pobre, muy pobre. De los cuarenta mil habitantes que
escasamente encerrará en su seno, los blancos, entre los cuales únicamente se cuentan algu-
nos ricos, son escasísimos; los cholos, zambos y los pocos negros viven con bastante escasez,
y los indios, que componen más de la mitad de la población, son miserabilísimos. (Avendaño,
[1857], 1985: 125)
Avendaño, solía hacer un paseo matinal con dirección a la Alameda. Iba por la plaza de la
Carnicería –se construía el edificio de la Carnicería en el sitio que hoy ocupa el Teatro Nacional
Sucre- y de ese lugar comenta
1 2 3
1. Vendedora de leche y Fue invitado por el señor Larrea a la quinta que poseía en Guápulo. Mantiene una conversación
natas, acuarela, Ernest con la señora de Larrea, en la que aflora el tema de España. Avendaño dice: “España, señora ha
Charton (atribuido),
colección privada, siglo XIX. dado a América más de lo que podía; por eso el apogeo de su grandeza es el principio de su decaden-
cia. La autonomía de América no ha sido su mal para mi patria, antes desde entonces comienza su
2. Vendedora de pondos de
santa Clara de san Millán, regeneración.” La señora opinó que América no estuvo bastante preparada para su independencia.
acuarela, anónimo, siglo XIX. El análisis político se interrumpe
3. Borreguera, acuarela
de Joaquín Pinto, 1901, En esto vinieron a avisarnos que el almuerzo nos esperaba. Fue excelente. Preparado
colección particular.
por un buen cocinero francés y servido por criados franceses, nada nos dejó que dese-
ar. Al final saboreamos un magnífico moca. (Avendaño, [1857], 1985: 168)
Por lo visto, las costumbres culinarias de la alta sociedad quiteña se regían por la cocina fran-
cesa, como ya se pudo apreciar en el caso de la familia Aguirre.
Avendaño añadió a su texto un informe sobre las importaciones realizadas entre los años 1853
y 1857. La lista que concierne a los alimentos aporta al conocimiento de la culinaria de las clases
altas de Quito y del Ecuador. Los productos entraron por los puertos de Manta y Guayaquil y corres-
ponden al año 1857:
212
Productos Pesos
Bebidas y líquidos
Aceite en botellas 26.384
Aceite en botijuelas 3177
Aguardiente en barriles 19. 289
Dicho coñac en barriles 308
Coñac en botellas 57.540
Anisado 338
Ajenjo 4442
Cerveza 7584
Cidra 1240
Curazao 220
Ginebra 6592
Gotas amargas ¿6592?
Jarabes 240
Licores surtidos 21.184
Marrasquino 1850
Vino en barriles 32.529
En botellas 35.763
De Oporto 2470
De Champaña 6720
Vinagre en barriles 2204
Sustancias alimenticias, especies
Aceitunas 4396
Almendras 2680
Anís 7120
Arroz 7120
Azúcar refinado 17.418
Candi 60
Bacalao 304
Canela de Ceilán 78
Canelón 120
Carnes saladas 32
Cerezas secas 32
Ciruelas secas y en aguardiente 210
EL SABOR DE LA MEMORIA
213
Cominos 3040
Confites y dulces 484
Conservas en aceite en latas 638
En vinagre en frascos 1208
Clavo 972
Chocolate 540
Dulce en almíbar 1027
Dulce seco 170
Fideos 6800
Frutas secas 386
En almíbar 88
En aguardiente 1300
Galletas finas 9840
Garbanzos 9840
Guisantes secos 24650
Harina en barriles 129.150
En sacos 55
Higos 1270
Jamones 1270
Maíz 1068
Manteca salada 111
Mostaza 2845
Nueces 1280
Orégano 1280
Pasas 1883
Papas, dichas chuno 120
Pescado salado 43.080
Pimienta 11.972
Quesos 264
Sagú 264
Salchichones 115
Salmón en latas 169
Sardinas en aceite, en latas 5674
Tapioca 425
Té 1931
Yerba del Paraguay 70
214
El cocinero por lo general lleva a su familia consigo, dejando que sus sucios hijos jugue-
teen en la cocina. Las cocineras cumplen sus tareas con el niño atado a la espalda o
colocado sobre la mesa de la cocina. Frecuentemente se encuentran pelos en la comida,
sin hablar de ocasionales pulgas o de cantidades de larvas que han pasado a la sopa
desde las hortalizas no lavadas.
EL SABOR DE LA MEMORIA
215
1, 2 y 3. Bolsicona cocinera, Pero la peor parte le toca al canelazo, que en aquellos tiempos de denominaba “agua gloriada”
negra cocinera y alfarera,
acuarelas de Joaquín Pinto, o “agüita de azúcar” Según el diplomático yanqui:
colección particular, 1901,
colección particular.
Consiste en azúcar disuelta en agua hirviendo, con una fuerte añadidura del detesta-
ble aguardiente que en los distritos productores de caña de azúcar de la Provincia de
Imbabura distribuyen a toda la región.
Este brebaje le fue infligido y tuvo que beberlo porque se trataba de “agüita del país” Todo le
pareció mal al diplomático: incómodas eran las ollas esféricas y poco prácticos los cántaros o pon-
dos que se utilizaban para contener el agua, en efecto, estos últimos se los mantenía erectos sobre
soportes de madera o enterrados en el suelo. Tal era el estado de las cocinas; sin embargo, el fenóme-
no pudo tener sus excepciones.
El jesuita alemán Joseph Kolberg, arribó a Quito en el año de 1871. Se había iniciado el segundo
mandato de Gabriel García Moreno. Su presencia en Quito se relaciona con la primera Escuela
Politécnica fundada por el presidente García Moreno, puesto que Kolberg era un importante matemá-
tico. En su libro Hacia el Ecuador. Relatos de viaje, se encuentra una noticia relacionada con las frutas
y el café que se consumían en Quito. Según él, la falta de frutas de Alemania se suplía con las del
país, que no eran tan buenas como aquellas. En sus palabras:
1 2 3
216
1. Comerciante de frutas en Pero una fruta muy útil es el banano; la chirimoya es también agradable Con su blan-
la Plaza Mayor, acuarela,
Ernest Charton atrib., siglo da y dulce carne, la papaya semejante al melón y el aguacate Que, tomado con sal,
XIX, Museo del Banco tiene el sabor de la clara de huevo. Pero estas Frutas maduran solamente en la parte
Central, Cuenca.
más baja del altiplano, o se traen De las tierras cálidas. En las regiones de hasta 2.400
2. Frutera, acuarela metros sobre el mar Se da también todavía el café, y por cierto su grano es de una cali-
de Joaquín Pinto, 1900,
colección particular.
dad Que no se conoce en los sectores de la costa. Por eso se lo cultiva en Muchos valles
de la altiplanicie de Quito. (Kolberg, [1876], 1977: 132 133)
3. Indio de la capital,
acuarela, Juan Agustín
Guerrero, siglo XIX. Entre la amplia información sobre Quito del siglo XIX que contiene el libro de Kolberg se
encuentra una que despertó su atención: se trataba de la elección del alcalde de indios. Se entiende
que la población mayor de Quito la constituían los indios, pero, en realidad, estos habitantes vivían
en los poblados aledaños. Después de la posesión se desarrollaba un desfile:
El tiene que ir a paso lento por las principales calles de la ciudad, con un sombrero de
madera pesado y macizo en la cabeza, el cual por sus enormes dimensiones podría servir
de tapa al famoso tonel de Heidelberg. Mientras tanto los indios, sus nuevos súbditos, se
han colocado en los numerosos balcones del segundo piso de las casas cedidos gustosa-
mente para este día por los señores nobles; los indios tienen a su lado montones de naran-
jas, limones, papayas, calabazas y otras frutas. Conforme el Alcalde va pasando en acti-
tud grave y solemne es saludado con una granizada de frutas, protegido con su enorme
1 2 3
EL SABOR DE LA MEMORIA
217
sombrero contra los golpes. Las frutas lanzadas pertenecen al Alcalde, y por lo mismo
detrás del nuevo funcionario va una multitud de muchachos que se ocupan en recoger
para él el tributo ofrecido de tan divertida manera. (Kolberg, [1876], 1977: 189)
En el libro América Pintoresca, editado en Barcelona por Montaner y Simon, en 1884 se publica el
artículo América Equinoccial, de Edouard André (1840-1911), paisajista y botánico francés. En el texto que
dedica al Ecuador, se pueden leer algunas páginas que dedica a Quito. Estuvo en esta ciudad en 1876.
Anota André la existencia de unos pocos eucaliptos en torno a la ciudad y luego describe las
calles, los templos, algunos edificios públicos. Hace referencia al asesinato de García Moreno, en
agosto del año 1875.
Allí se ven indios de los pueblos de la Magdalena, Sembiza (sic), Chillo y Tumbaco ves-
tidos con sus variados trajes, encorvados bajo el peso de sus cargas o descansando;
canasteros, vendedores de alfalfa y caña de azúcar, originales aguadores con la enor-
me jarra sujeta a la espalda con unas cuerdas, vendedoras de sal con sus balanzas;
uhoneros de cajas, sillas y guitarras, expendedoras de tortas de maíz cubiertas con sus
chales rojos… (Enríquez, 1938 : 191)
André parte del proverbio “Dime qué comes y te diré quién eres” para identificar las clases
sociales quiteñas. El pueblo se alimenta con maíz, harina de cebada, un poco de pan y “un postre muy
barato, mascando caña de azúcar” Los obreros, artesanos y comerciantes comen carne de buey,
papas y “legumbres variadas de tierra fría, pocas de tierra caliente” Hace una enumeración de los
productos vegetales que se cultivan en los alrededores de Quito: papas, nabos, coles rojas, remola-
chas, ajos, cebollas, coliflores, chirivías encarnadas, coles de Bruselas y de Milán, rábanos, lechugas,
espinacas, apios y zanahorias, alcachofas “muy pequeñas”, “espárragos que llegan mal”, “melones
que no llegan a madurar” y “excelentes fresas de bosque”.
Los albaricoques se dan todo el año “y solo dan uso frutos pequeños y duros, que se comen en
dulce como en Bogotá”.
André, luego de aclarar que habla de la población en general y que deja “ancho campo a las
excepciones”, comenta el estado de la cocina:
218
El arte culinario está en Quito muy atrasado; las dos comidas diarias se verifican a
las nueve y a las dos; la cocina ocupa un apéndice de la habitación bajo un cobertizo o
camarachón, y se guisa en el suelo sobre las tres tradicionales piedras, costumbre
inveterada que nada puede destruir. Repito que hago excepción de las casas comme il
faut, en donde las costumbres europeas están aclimatadas desde hace mucho tiempo.
(Enríquez, 1938: 198-199)
La verificación de las horas de comer puede ser válida exclusivamente para la población india,
no así para los otros estratos sociales que dejaban de lado la merienda. Con las tullpas, las tres pie-
dras que componían el fogón, debieron alternar los braceros de carbón y, en algunos casos, las vari-
llas sostenidas con ladrillos.
La cocina y el comedor de las casas de la ciudad disponían de, además de los artefactos tradi-
cionales de piedra, madera y barro, los que constan en la lista de Joaquín de Avendaño del año
1857: botellas, cristales lisos y tallados, damas juanas, reverberos, tubos para quinqués, vidrios para
ventanas, loza surtida, porcelana surtida, servicios para café, hierro en barras, cobre en planchas,
cobre viejo, balanzas romanas, bandejas charoladas, baterías de cocina, cafeteras de hoja de lata,
cocinas de hierro, cubiertos de metal, cucharas de estaño, cuchillos comunes, cuchillos para mesa,
chocolateras, fósforos, frasqueras para licores, hornillas, molinos para café, ollas de hierro, teteras
de peltre, tirabuzones, trinchantes.
EL SABOR DE LA MEMORIA
219
Capítulo 4
Ese globo crespo, blanco, que está erguido sobre provocativa salsa en fuente de porcelana, es la
papa entera, cocida sin condimento ni artificio: su harina está flotando en flósculos y reventazones
que prometen exquisito sabor al paladar, al estómago sustancia delicada: heridla con el tenedor de
plata, ahogadla en el jugo que la rodea, y ved si los dioses gustaron manjar más deliciosos en los
mejores tiempos del Olimpo. ¿Qué onzas de oro son esas que están poniendo sitio al pedazo de lomo
que se yergue en medio de ellas orgullosamente? depuesta su crudez en la parrilla, ahora es comes-
tible que ofrece sangre y vida. (…) Si sois viejos, allí tenéis esa masa blanca y pur a, o ya embermeje-
cida con ají punzador o con azafrán oloroso. Si cholos, comprad en la esquina de la calle, en la ciu-
dad de Quito, ese emplasto ruidoso que está echando chispas en el tiesto, derramadas las entrañas
alrededor en feroces hebras de queso derretido. ¿De qué otro modo os presentaré la papa, amigos
míos? Parmentier la ofrecía al rey y su augusta esposa en dieciséis maneras diferentes: seguro está
que ese hábil cocinero haya descubierto manjares tan variados y tantos como de ella hacemos y
comemos los hijos del Nuevo Mundo. (Montalvo, 1882: 181-182)
Montalvo escribió la primera de Las Catilinarias en 1880, cuando emprendía su tercero y último
viaje a Francia. Su odio a Veintimilla y Urbina, dio como resultado el libro que superó lo anecdótico
220
Un chagra gran señor, con cacofonía y todo, es la cosa más graciosa que puede nadie
imaginar. Da convites, y en vez de jamón pone cui, animalejo doméstico de América,
de que los indios gustan por extremo. Humboldt, que habla con tanto encomio de la oca
y el melloco, ¿no tiene por ahí un capítulo del cui? Si Humboldt no se desdeña de hacer
mención, y aun tratar de propósito estas quisicosas peculiares del Nuevo Mundo,
¿habremos nosotros, pobrecitos mediascucharas, de regir su contacto, picando en cul-
tos y grandilocuentes? Compra vino chagra; mas la chicha no falta de su mesa; y el
café, que él llama cuafesito, no es bueno sino le hiere con una punta de agua de Colonia.
La loza blanca no ha penetrado aún en el palacio del chagra: allí se ven platos de
mariposas azules y escudillas moradas como para frailes. (Montalvo, [1880], 1987: 95)
Por lo visto la loza blanca, importada, era un distintivo social. Montalvo la conoció en Francia;
aunque, la observación de los viajeros extranjeros señalaba que en las casas de los ricos se utiliza-
ban plata y cristales. La otra vajilla pudo ser una fina cerámica policromada con verde y azul hecha
en Pujilí o en las provincias de Cañar y Azuay.
José Modesto Espinosa, escritor de ideología opuesta a la de Montalvo, escribió en 1861 un artí-
culo en el que criticaba la vida de los religiosos antes de las reformas introducidas por gestión de
García Moreno. Según él, el religioso que visitaba a una familia amiga “entre día” tendrá frutas y
sorbetes: “si por la noche, chocolate y caspiroleta”. Si va con esa familia al campo desayunará con
leche, a las nueve almorzará, a la tarde se bañará y tomará una bebida refrigerante acompañada
con mistelas y confites. Luego “comerá” pichón y pasteles. Después de un paseo y de jugar cartas, a
las diez de la noche vendrá el chocolate o si no café, “el té déjalo para los ingleses; porque es brebaje,
no bebida”. (Espinosa, 1901: 80-81)
Se desprende de esta reseña que la gente acomodada de Quito comía por lo menos cinco veces
al día: desayuno, almuerzo temprano, a las cuatro de la tarde, a las siete u ocho de la noche y la cena
a las diez.
EL SABOR DE LA MEMORIA
221
El mismo Modesto Espinosa escribió en 1891 una Observación filológica, enderezada al señor
doctor don Honorato Vásquez. El intelectual cuencano, en sus Repasos sobre nuestro lenguaje usual, defi-
nió los huevos abotonados como si fuesen escalfados. Espinosa odiaba los huevos escalfados y ado-
raba los abotonados, preferencia que dio lugar a estas expresiones. De los escalfados dice
¡ P obres huevos! q¡ ué aspecto el que toman cuando se los echa a per der escalfándolos! Clara y yema
desnudas, son afrenta de los huevos: huevos despangurrados, inverecundos, anti-estéticos, bien merecidos
se tienen que el pueblo los llame como los llama: chulco de huevos. (Espinosa, [1891], 1899: 232)
En tanto que los abotonados son honra y prez de los huevos, vestiditos así, con su camisita blan-
ca como copo de nieve, cerrada si decimos con una perla a medio cuajar, que se está saliendo de la
concha; precioso botón que encarece el tesoro recatado por el cendal honesto y cándido. (Espinosa,
[1891], 1899: 232)
A pesar de la actitud pacata de autor, su artículo ofrece la receta del chulco de huevos. Como
pondera el valor de sal a la hora de digerir los huevos abotonados, también y su pesar se pregunta
qué el chulco de huevos sin sal
Imagínatelos descuartizados en la en la cazuela, nadando en caldo sin sal, con manteca y cebo-
lla y comino y toda la interminable falange de adminículos que llevan en el pico de la lengua las
cocineras. (Espinosa, [1891], 1899: 235)
Muchos años después de el ataque proferido contra el chulco de huevos, el plato sigue en vigen-
cia, muy a pesar de Espinosa. Su odio no terminaba en este punto, el escritor detestaba los huevos
revueltos, los hilados y los moles, las tortillas y los huevos estrellados. Alguna experiencia infantil
desagradable debió provocarle esta fobia.
Con el seudónimo de Pepe Tijeras, Juan León Mera, escribió en 1890 un artículo intitulado
Poesía Culinaria. El autor ambateño debió participar de los convites oficiales del período garciano,
dado que ocupó importantes cargos públicos, circunstancia que influyó en percepción culinaria. En
el artículo relaciona la poseía con la comida mediante el procedimiento metafórico. Interesa regis-
trar los platos mencionados:
222
Este recurso le sirve para criticar la influencia extranjera en la poesía, en especial de la france-
sa, que según él existe en exceso. Sin embargo, el orden y la índole de los platos tienen, no en todo, el
recuerdo de la cocina española: primer servicio de caldo y sopa; segundo servicio de carnes con sus
guarniciones; tercer servicio de postres. La mención de los vinos franceses y del beefsteak sugiere las
influencias que caracterizaron las preferencias culinarias de los grupos dominantes del siglo XIX.(
Mera, Antología esencial, 1994: 77-78)
El 11 de junio de 1892 se presentó en el Teatro Nacional Sucre de Quito, la comedia Receta para
viajar (Aguirre, 1960) de Francisco Aguirre Guarderas. El chispeante texto contiene numerosas
menciones de la culinaria. Dos tendencias aparecen con claridad: la de la cocina tradicional deni-
grada por uno de los personajes, y que consta de “gallina muy mal asada / con lechuga trasnocha-
da /... Helados intolerables / con añejas quesadillas, / empanadas... / y otras cosas intragables.” La
comida reseñada corresponde a la práctica protocolar de recepciones y fiestas.
El personaje que describe la cena es Cipriana, mujer que intenta atraer a Benito, muchacho de
clase acomodada, para que enamore primero y luego se case con Clara, su hija. Esta sagaz mujer
quiere sorprender a Benito con una cena lujosa: “... quiero dar una cena deliciosa, / con lo que lla-
man foi-gras, / salmón, perdiz trufada...” A la falta de dinero, decide ir a la tienda y sacar al fío: “todo
lo extranjero”, “caro champagne”, “jerez refino”, “latas que abrir”. Como el deseado galán tarda en lle-
gar a la cena, se sirve a los otros invitados al “habitual chocolate”. Pero cuando aparece Benito,
Cipriana se explaya en comedimientos y dice: “Este salmón, don Benito / está cual cosa extranjera,
EL SABOR DE LA MEMORIA
223
/ porque, digan lo que quiera, / siempre es malo lo hecho en Quito. / Habría dado cualquier plata /
porque en aquesta ocasión / venda también don Ramón / helados dentro de lata.” Se advierte en
estas líneas la revalorización de lo extranjero. En el caso propuesto en la comedia, todo fue en vano.
No hubo boda. El joven galán pretextando matrimonio obligó a sus padres a costearle un viaje a
Europa, puesto que sus padres tenían otro proyecto para él.
En torno a 1900, Luis A. Martínez escribió algunos relatos de corte realista, que fueron publica-
dos en diarios. El libro Los escritos de Fray Colás (Martínez, [1902], 1961: 117) los reúne. El relato “Las
delicias del campo” es el recuento de las peripecias que un hombre debe soportar en el campo. En
cuanto a los guisos, que corresponden al código campesino, todos son malos. En el mismo libro se
publica un ensayo en forma de carta del escritor Manuel J. Calle. Este, con el seudónimo de Fray
Pinche y Marmitón, dirige la carta a Fray Colas. El motivo es la publicación en Quito del segundo
recetario conocido de culinaria del Ecuador, Manual de Cocina, de Adolfo Géhin.
Los elementos del lenguaje culinario ecuatoriano que menciona Manuel J. Calle, siempre con
menosprecio, son: achiote, papas (“tierra de patatas”), rosero, quimbolito, ají de queso, ají de cuy, ají
de pipián, locro y buñuelos, leche “clema” (crema) y huevos “molles” (moles). Las alusiones a la
mejor calidad de productos y platos extranjeros son contrarias a las ironías que sobre la adopción
de lo extranjero se hace en Receta para viajar.
¿Cómo aparecen los signos culinarios en la literatura ecuatoriana del siglo XX? La semiología
considera a la obra literaria como uno de los lenguajes estéticos. Narrador, personajes y voz lírica,
además de otros elementos, se consideran interpretantes que representan el mundo. Entre los códigos
formalizados por el lenguaje literario se encuentran los lenguajes culinarios. En otras palabras, en
la literatura se da una sustitución de signos culinarios en signos literarios.
Los códigos culinarios descritos o aludidos por los narradores y las voces poéticas aparecen
involucrados en tramas y argumentos, en actitudes líricas, de acuerdo con la coherencia estableci-
da en cada relato o poema. Ahora bien, verificar la presencia de los códigos culinarios es un meta-
lenguaje, es decir, constituye la intervención de un lector animado por un interés específico que pre-
tende examinar cómo aparecen esos códigos y qué se dice de ellos.
En 1982, se publicó el poemario Levantamiento del país con textos libres, de Julio Pazos. El poema-
rio es una especie de registro de las emociones que suscitan el paisaje, los personajes históricos, las
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costumbres populares y el lenguaje de la cocina del Ecuador. La voz poética exalta los sabores, colo-
res y textura de los alimentos. En uno de los textos dice: “un poema de la casa / y de la comida, /
sobre todo de la comida que viene de los siglos, / hecha de cuerpos transformados...”
b ) Código regional serrano: tortillas de papa, yahuarlocro, caldo de pata, papas con
cuero de cerdo, empanadas de morocho, tortillas de maíz, mote, capulí, tunas, chambu-
ro, choclo.
d ) Código de la fiesta: cuy asado, caldo de gallina, chicha de jora, pernil , fritada,
canelazo.
La ciudad de Quito es el mundo evocado en La sombra del apostador, novela de Javier Vásconez,
publicada en 1999. Tres códigos se representan. Con sólo mencionar los platos, el usuario reconoce
su filiación. Así pues “arroz con menestra” y “viche de pescado” sugiere el código regional de la Costa
Centro y Sur. Estos platos emigraron de la cocina de casa a la pública de restaurantes y fondas.
El lenguaje culinario admite la presencia de la cocina china. Uno de los personajes prefiere
“cerdo con salsa china”.
Luego, aparecen dos animales simbólicos: el cerdo y el cuy. En el primero se inserta una noti-
cia: “En llegando a tierras tan altas y desoladas, el cerdo ibérico tuvo la misma acogida que en
EL SABOR DE LA MEMORIA
225
Castilla, siendo su carne muy codiciada entre los indios...”. En otra acción de la novela, se conversa
sobre los cuyes: “¿...sabe cómo los matan? De un piedrazo en la nuca. Si no vivieran en comunidad,
morirían. Son animales asustados”.
Los dos animales se sacrifican en las fiestas familiares y comunitarias, aunque su presencia es
frecuente en la cocina de fondas y mercados. El cuy se identifica con el código de la cocina serrana,
y sus significados adquieren importancia en las comunidades indias y campesinas, puesto que supe-
ran el código culinario, porque el cuy se utiliza en prácticas shamánicas.
Como en los casos anteriores, en esta novela, los códigos culinarios aportan a la coherencia
del mundo evocado. Su significado general se relaciona con el tema de la identidad. (Vásconez,
1999, Alfaguara)
El somero examen de los textos literarios denotan actitudes valorativas y peyorativas de la coci-
na de acuerdo con los cambios suscitados en la sociedad ecuatoriana, así pues, la Independencia de
España provocó la valorización de las prácticas francesas durante el siglo XIX, salvo algunos casos
de apreciación de la cocina tradicional y en especial de algunos productos nativos. En el siglo XX,
después de la denominada Literatura del Treinta – en la que cocina popular es vista con reservas-
se revalorizan los platos tradicionales, aunque los personajes de las narraciones casi no comen y
cuando lo hacen expresan la presencia de prácticas culinarias muy diversas, las que incluyen coci-
na italiana, china, mexicana, productos industrializados, etc.
226
EL SABOR DE LA MEMORIA
227
Capítulo 5
Recetarios
El libro de cocina de Juan Pablo Sanz
El primer libro de cocina impreso en Quito que hasta la fecha se conoce es el Manual de la coci-
nera, repostero, pastelero, confitero y botillero con el método para trinchar y servir toda clase de viandas, y la cor-
tesanía y urbanidad que se debe observar en la mesa. Obra escrita con vista del manual francés y la práctica de
este país. Los datos que trae la portada señalan que es la primera edición publicada en la Imprenta
de Valencia por J. P. Sanz. Al pie de la portada se lee: “Se hallarán de venta en la receptoría de papel
sellado y en esta imprenta”
Sobre la persona de Juan Pablo Sanz existe una semblanza escrita por José Gabriel Navarro
inserta en su libro La pintura del Ecuador del siglo XVI al XIX, (Navarro, 1991: 192-194) Sanz fue pin-
tor, arquitecto, agrimensor, militar y profesor. Instaló una imprenta en Quito y otra en Portoviejo,
ciudad de la que fue alcalde. De su actividad como arquitecto, entre tantas obras, se cuentan la torre
de la iglesia de Santo Domingo y las del Carmen Alto. Fue un hombre multifacético.
El Manual de cocinera fue la respuesta a una necesidad. Según Sanz, hasta entonces: “Grande ha
sido en todos tiempos la demanda que han merecido algunos pequeños cuadernos manuscritos que
varias personas curiosas los han tenido o formado en este lugar.” Observación que anotó en la
228
El manual francés que cita en el Método compendioso es el Almanaque de los golosos, libro que en
varias entregas publicó Alexander Grimond de La Reynière (1758-1838), entre los años 1803-1812.
Sanz se inspiró en el Almanaque, sobre todo en lo que se refiere a los servicios del menú. Adaptó el
protocolo y los servicios a la práctica del Ecuador, tal como lo advierte en el título del libro. De hecho,
EL SABOR DE LA MEMORIA
229
la sugerencia de Sanz se orienta a la mesa de etiqueta, es decir, a la de uso oficial, a la de ricos crio-
llos y a las de circunstancias especiales en los conventos. Sanz propuso cuatro servicios; sin embar-
go, una noticia de los años en que gobernó Urbina, procedente de un libro de viajero francés, dice que
a los ochenta comensales les ofrecieron tres servicios en la casa de los condes de Aguirre.
Sanz describe los servicios con plato a la mesa, innovación que se atribuye a Grimond de la
Reynière. Recomienda mucha destreza al individuo que trinche los asados para evitar que los
comensales y él mismo se salpiquen con las salsas. Siempre los caballeros dan la primacía a las
damas en la actividad de la mesa.
El gastrónomo o persona que dirige los servicios debe observar todos los detalles relacionados
con el uso adecuado y de la vajilla y platería, además, si fuere necesario, es el trinchante; aunque,
según Sanz, es preferible que los asados se corten en la cocina. El servicio del postre, la sandía apa-
rece en rodajas y el melón, en rebanadas cortadas a lo largo.
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Las peras, manzanas, melocotones y naranjas se cojerán (sic) con un tenedor pequeño o pun-
zor, (sic) y mondadas de alto debajo de modo que quede colgando la cáscara se partirán en pedazos
a lo largo, y se sirven con la punta del cuchillo. (Sanz, 1882?:24)
El café se ofrece en “tazas o grandes jícaras”, casi llenas. Cada persona endulzará el café según
su gusto. Los licores se vierten en la copas y se las llena conforme lo soliciten los comensales.
Antes de iniciar el recetario, el autor declara el objetivo que no es otro que el de instruir
sobre la preparación de diversas viandas. En consecuencia, el autor se abstiene de opinar
sobre si tal plato sirve para “mantener las fuerzas o repararlas”, o si tal plato es de “mejor o
más difícil digestión (sic)” Solo expone el mejor modo de preparar sustancias vegetales y ani-
males con el auxilio de los adobos que no dañen la salud y que solo sirven para “hacerlas
agradables al paladar”.
El punto de partida del recetario es la instrucción para elaboración de un buen caldo de puche-
ro, puesto que este caldo es la base de otros guisos y porque, pese a lo dicho antes, un buen caldo es
“principio esencial de alimento para mantener las fuerzas de un enfermo o ya para dar una activi-
dad continua a las de un sano”.
De acuerdo con Sanz el caldo de puchero se hace con carne fresca de vaca. Del animal se deben
elegir la carne de la chueca, la pierna, los cuartos traseros, sus extremidades, el pecho y el bajo lomo,
sin menoscabo de añadir al puchero “cualquiera otra clase de carnes sustanciosas y agradables”.
Sanz trata de las “substancias estimulantes para la cocina” y declara que ellas sirven para
“escitar (sic) el gusto, y dar acción a los órganos del apetito” Las sustancias aludidas son: especias,
“en su mayor parte producciones de América”; plantas aromáticas, “también producciones de nues-
tro suelo”, sal, ácidos vegetales y plantas aperitivas.
Especias
Pimienta blanca y negra (La blanca se conoce como de Holanda o de
Inglaterra).
Comenta que el perejil no debe faltar en ningún guisado. No obstante, se evitará el abuso de las
especias porque resultan dañosas para los estómagos delicados. El apropiado el “justo medio” en el
uso de las especias.
No incluye en esta lista todas las sustancias que luego aparecen en las recetas, tales como vai-
nilla, agua de azahar, agua de rosas, agua rica, agua de ámbar. En la elaboración de esta última
entra “medio adarme de algalia” o almizcle.
indicaciones de cantidades. Las medidas de las harinas siguen el sistema de la onza, la libra y la
arroba. Para medir lo líquidos se recurre al adarme, el azumbre y el litro. Las temperaturas se guían
con expresiones como “fuego lento”, “horno fuerte”, etc.
En general se usa el vocablo asar, sea que se empleen el tortero o el horno. Cuando se trate del
tortero se pondrá una tapa con carbón encendido encima. La temperatura requerida del horno se
prueba mediante la introducción de afrecho. Si este aparece dorado, es el momento para introducir
tortas o bizcochuelos.
El uso de artefactos y técnicas, tanto como la mezcla de productos extranjeros y nativos, demues-
tran que el recetario atiende, sobre todo, a “la práctica de este país” Muchos platos descritos todavía se
preparan en la actualidad. Las modificaciones obedecen al desarrollo tecnológico de la cocina.
Las muestras seleccionadas, salvo en algunos casos, presentan el sincretismo de la cocina euro-
pea y andina. A la continuidad de la cocina del período hispanoandino se suman, esporádicamen-
te, aportes franceses y de otros países europeos. Muchos platos pasaron a formar parte de la cocina
cotidiana del Ecuador y otros se han olvidado.
Las recetas
El orden de aparición de las recetas corresponde al orden de los servicios. Se inicia con las
sopas; este es un ejemplo
Sopa de alverjas
Se toman cinco y media libras de alverjas tiernas y se ponen a humedecerlas en agua fría.
Sacadas de aquí se les pone cuatro onzas de manteca un poco de perejil, unos cabos de cebolla y
se cuece en fuego muy lento; removiéndolas de rato en rato por el tiempo de media hora; luego
después se las muele en un mortero y se las pasa por tamiz, cuidando a este tiempo de añadirle
un poco de caldo frío, a fin de que pase fácilmente. Vuelto esto a calentar se riega sobre el pan de
que se va a hacer la sopa diez minutos antes de servirla. (Sanz, 1882?: 37-38)
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Puchero. Chef El caldo frío es de carne, puesto que este caldo, previamente preparado y clarificado, se lo man-
Santiago Pazos Carrillo.
tiene como reserva para añadir a diversos guisos. Casi todas las sopas del manual incluyen pan o
masas fritas de harina.
Las mudas de la sopa consisten de lomo asado o de las carnes del cocido, jamón frío o calien-
te, pernil caliente o frío, pescado. Estos platos se acompañan con salsas picantes, excepto los pesca-
dos pequeños que van con salsa blanca y alcaparras.
Menestra de calabaza
Lomo de vaca. Chef
Santiago Pazos Carrillo.
Lomo de vaca
Se dividen en pequeños trozos, se desaguan 12 horas antes de cocerse, y se ponen en una
cazuela untada de manteca capas de lomo alternando con otras de cebolla rebanada, ajos,
perejil , cebolletas, tomates, pequeños trozos de manteca y especias, orégano y hierba buena, el
agua necesaria, una copa de vino y otra de
vinagre: se tapa la cazuela y se le pone a
cocer por medio de un fuego lento. (Sanz,
1882?: 54-55)
Lengua sudada
Lengua sudada. Chef
Santiago Pazos Carrillo.
Para que fuese “sudada” se debieron colocar los ingredientes en la cazuela además de las
rebanadas de lengua y cocerlos a fuego lento. La costra son las rebanadas de pan fritas; aunque
también pueden ser los residuos tostados que se pegan al recipiente después de cocinar las masas
de harina.
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Chanfaina
Pollo sudado. Chef
Santiago Pazos Carrillo.
Los bofes blanco y negro de carne se pican del tamaño que se quiera, siendo preferible el de la
medida de un garbanzo, lo que se verificará después de cocido; y mezclado con especia y yemas de
huevo, se fríe en manteca y se sirve mezclando con una salsa de maní y cebolla picada muy menu-
da, sobre todo lo que se riega con perejil. (Sanz, 1882?: 77)
Se entiende que los bofes son el pulmón y el hígado, blanco y negro, respectivamente. Idea
tomada del quichua: shungo blanco y negro. Suelen lavarlos y cocinarlos con leche para quitarles
el tufo. Lo demás sigue el proceso corriente con el condimento de la sal. Los bofes son las entrañas
del cerdo o del carnero, incluidas las tripas. Suelen preparar chanfaina con las vísceras de anima-
les menores.
Pollo sudado
Se prepara en una cazuela manteca, cebolla cortada en rodelas, plátano picado, toda especia,
un vaso de vino y otro de aguardiente, vinagre perejil, salchichas, longanizas, aceite y sal: en esto se
pone a cocer el pollo despresado, con fuego
lento, y ya que esté en punto se riega encima
orégano en polvo y se manda a la mesa.
Pato
Judías a lo paisano.
Chef Santiago Pazos
Carrillo.
El pato andino era el almizclero, como se anotó en la primera parte de este libro. Para librarlo
del fuerte tufo, Sanz recomienda el siguiente procedimiento
Se supone que para ablandar el pato no era suficiente cocerlo, sino también macerarlo en vina-
gre con sal durante el tiempo que se anota en la instrucción.
Judías a lo paisano
Se prepara en una cazuela un pedazo de manteca, cebolla y perejil picado, se fríe un poco y se
ponen las judías; se pone la sal conveniente, y antes de servirlas se añadirá un batido de yemas de
huevo, desleído el zumo de un limón o un poco de
vinagre. Para este plato habrá en la mesa aceite.
Como aquí se toman las judías muy maduras
será preciso que para sazonarlas estén bien
cocidas en solo agua. (Sanz, 1882:143-144).
Fanesca
Se eligen tiernos los fríjoles, habas, chochos, choclos y alverjas: se cuecen, como también, arroz,
coles y sambo picado; todo se rehoga en una cazuela preparada con cebolla frita en manteca, ajos,
cominos, maní tostado y molido, y un trozo de azúcar: se añaden natas y leche, y después de un her-
vor dado con los trozos de peje y camarones se sirve poniendo encima fritos de masa de pastel en
figuras diversas y muy pequeñas, tajaditas fritas de plátano, rebanadas de huevo endurado, perejil
picado, ajíes floreados y polvo de pimienta sobre todo. (Sanz, 1882?: 144-145)
El recetario trae otra fanesca, en la que se pone en lugar de granos “un picadillo de frutas, como
es de duraznos, peras, membrillos y manzanas […] después de rehogado todo esto se añaden natas,
trozos de peje del tamaño de una nuez, ají floreado y polvo de pimienta”. Esta fanesca no se popula-
rizó. En la primera se echan de menos el zapallo, el melloco y la lenteja. Además, no dice si el pesca-
do es salado y seco; sin embargo es novedosa la adición de los camarones.
De las papas
Para cocer las papas basta ponerlas en una olla de barro o cobre, en la que se echa un poco de
agua, y sobre la tapadera se pone un lienzo para que impida la evaporación. De esta manera se cue-
cen a vapor y además de que quedan enteras, son mucho menos acres que cocidas de otro modo.
No se dice si son papas mondadas. Extraña el comentario sobre la acritud de las papas, puesto
que el sabor de las papas es neutro con cierta tendencia hacia lo dulce. Basta con señalar que con el
almidón de papa se confeccionan bizcochuelos.
Tortillas de papas
Se cuecen, mondan y majan, y se amasa
con una salsa compuesta de manteca, cebolla,
sal, agua de color y pimienta: se añaden yemas
de huevo, queso rallado y en rebanadas, y se
asan en un tortero o fuente untada de manteca,
cuidando de darles vuelta con una paleta por el
lado superior, a fin de que se asen igualmente.
(Sanz, 1882?: 147)
Pristiños. Chef Santiago decir manteca con achiote. Mas, es posible que se refiera al agua en la que se han remojado por
Pazos Carrillo.
mucho tiempo las semillas de achiote- este procedimiento es muy raro, aunque el resultado es exce-
lente. Filtrada el agua, el polvo que resta se mezcla con manteca. Las tortillas se asan en la plancha
mientras se las embadurna con pequeñas porciones de manteca.
Torta de chochos
Se desagua, se cuece, se les quita la cáscara, se muele y en una bolsa o servilleta se vuelve a
cocer poniendo en una caldera hasta que se cuaje: se mezcla con yemas de huevo, queso rallado des-
pués de desaguado, manteca bien batida, azúcar, vino de Málaga, costra rallada, anís, viscochuelo
(sic) desmenusado (sic) y se asa. (Sanz, 1882?: 162)
No parece necesario volver a cocer el molido de los chochos. Sobre las cantidades y como solí-
an hacerlo se calculaba a partir de una onza: una yema, una onza de azúcar y una onza de queso
sin sal rallado. La cantidad de azúcar puede ser menor; sin embargo la costra rallada y el bizco-
chuelo desmenuzado aumentan el volumen de la masa.
Prestiño (sic)
Se baten diez huevos y otras tantas yemas;
se pone una cucharada de manteca batida, una
onza de azúcar, dos dedales de sal, una copa de
vino, media copa de aguardiente y otra media
de agua de azar: se mezcla con la harina de
trigo necesaria para formar una masa no muy
seca, se amasa, se forman rosquitas o cualquie-
ra otra figura, se ponen a cocer estando el agua
hirviendo, y se conoce estar en punto desde que
rebalsan a la superficie: se secan, se ponen al
abrigo del aire hasta que se enfríen, se los labra
con una tijera, se ponen a freír como el buñuelo,
y se sirven con almíbar, dulce de azar, cocada
suelta, mejido, &c. (Sanz, 1882?: 196)
EL SABOR DE LA MEMORIA
241
Pío quinto
Se prepara una libra de almíbar de
medio punto: se separa cuatro onzas y se mez-
clan o baten bien con tres o cuatro naranji-
llas cernidas o en su lugar, membrillo cocido
y también cernido, un vaso de vino, lo cual se
pone despacio sobre veinte yemas de huevos
cernidas: se mezcla con todo el almíbar, se
pone a dar punto, y se sirve en una fuente con
canela, azúcar, pasas y almendras. (Sanz,
1882?: 201)
La textura de este postre puede hacer pensar en una mermelada liviana; no obstante, la misma
cantidad de almíbar de medio punto, el jugo de las cuatro naranjillas y las veinte yemas, sometido
todo al procedimiento de emulsión, da como resultado un delicioso postre.
Biscochuelo. Chef Teresa azúcar. Se tendrá mucho cuidado en cubrirlos inmediatamente, para que el aire no los apelmaze
Noboa de Moreno.
(sic). Se cortan del tamaño que se quiera, y si se necesitan para enconfitarlos o convertirlos en chan-
cletas se vuelven a poner en el horno después de cortados, hasta que se enduren. Nunca es por demás
advertir que el almidón y el azúcar deberán estar demasiado secos: que el polvo de azúcar no sea
muy fino: que para poner en cada cajeta se menee bien con la misma mano a la preparación: que
sirve también el horno después de cocer pan; y que las cajas en que se asan deben ser de lata, cua-
dradas, y en su falta de papel, sosteniendo sus bordes con barillas (sic) finas de madera seca o alam-
bres. (Sanz, 1882?: 208-209)
Se parece a la bizcotela de origen italiano. Se sabe que pocas señoras conocen el arte de hacer
bizcochuelos de almidón, por cierto, usan para ello los avanzados hornos de las cocinas actuales.
Pero, en la provincia de Loja, en el sitio de San
Pedro de la Bendita, se los hace con la receta
muy parecida a la de Sanz. Muy frescos son
deliciosos, guardados se tornan carrasposos tal
vez porque no llevan muchas yemas. Sanz no
dice que se baten primero las claras de los hue-
vos hasta el punto de nieve que no pierde el bri-
llo, se echan las yemas y luego el almidón. Las
recomendaciones sobre la sequedad de los pro-
ductos no proceden en estos días porque se los
encuentra bien embasados en los mercados. Las
dificultades técnicas del siglo XIX o la finura del
producto dieron lugar a la expresión “bizcochue-
lo en boca de burro” con la que se tilda a la quie-
nes no aprecian las cosas sutiles y bellas.
Rosero
Se elige del maíz el más blanco y grueso, se desagua hasta que sea fácil quitarle la cáscara por
medio de una navaja, se separa la semilla, se divide en 6 u 8 tajaditas cada grano a lo largo, se cuece
en una olla vidriada, y se va remudando las aguas hasta que no contenga esta polvillo alguno, lo
que se conoce por su cristalización cuidando de tapar la boca de la olla, y de que el grano esté suma-
mente suave: en la última agua se añade clavos de especia y canela, se deja reposar por doce horas
EL SABOR DE LA MEMORIA
243
Agua rica
Se cuece toda clase de flores y hierbas aromáticas, cuidando de que la mejorana sea un doble
o mayor cantidad de las flores; este cocimiento junto con las mismas hierbas y flores se pone a des-
tilar en un alambique junto con polvos de canela y clavos de especia, nuez moscada, una pequeña
cantidad de ámbar y algalia. En los frascos que se guarde esta agua, se pone nuevamente en infu-
sión una astilla de canela, dos clavos de especia y algo de algalia. (Sanz, 1882?: 294)
Las desconocidas aguas de ámbar y la algalia (sustancia que se extrae de una bolsa que junto
al ano tiene el gato de algalia propio de Asia) ya no se usan en la cocina. En lugar de ellas, el rose-
ro puede enorgullecerse de olor a tres aguas que se encuentran en alguna botica de Quito y que son
agua de rosas, agua de azahar y agua carmelitana.
244
Alfonso Ramia publicó este recetario en la Revista Cultura del Banco Central, N° 23 , el original
se encuentra en el Archivo histórico del Banco Central del Ecuador. El subtítulo de la reproduc-
ción reza: “La cocina en Quito a fines del siglo XIX” En la introducción menciona el año del docu-
mento, 1893 y traza el marco histórico:
Quito era, en los tiempos de doña Doloritas Gangotena, una ciudad de algo más de 60.000
habitantes. Se requería una semana para viajar a Guayaquil, gobernaba el país Luis
Cordero y la temperatura media de la ciudad era de alrededor de 13 ó 14 grados. (Ramia,
1985: 382)
Según Ramia “las diferencias sociales en esa época estaban enmarcadas en una polarización drásti-
ca” Los privilegios los sustentaban los descendientes de los europeos, en tanto que las obligaciones las sobre-
llevaban los indios. La alimentación de estos era “monótona e insuficiente” El cucayo de un indio viajero
contenía mote, tostado, fréjol, alverjas y ocas o mellocos. Ramia anota que un informe de la aduana del año
1857 constan aceitunas, anís, arroz, azúcar refinada, canela, clavo, harina, higos, maíz, manteca, mostaza,
orégano, pimienta, té, cerveza, vinagre, vinos…estos pr oductos, por cierto, iban a las mesas de la reducida
clase alta. Algunos de estos alimentos se producían en el país, sin embargo, se les atribuía mejor calidad a
los importados. Harina y manteca se traían en toneles, pero sorprende que el maíz figure en la lista.
Ramia hace notar que la autora era una persona de clase alta, quien, a la fecha del recetario
era soltera y contaba con dieciocho años de edad. La recopilación demuestra el
gran interés que por la cocina tenía Doloritas Gangotena, de modo que recogió las
fórmulas conservadas por su familia y tal vez las requeridas a sus amigas.
Del análisis erudito de cada una de las recetas, Alfonso Ramia desprende que
ellas provienen de la cocina francesa, se entiende, a través de España Los platos crio-
llos son muy pocos. En las modificaciones de cantidades y preparaciones, Ramia
encuentra alguna raíz andina. En general, insiste en que se trata de una muestra de
la cocina quiteña de la clase alta, para ocasiones especiales. Doloritas Gangotena no
registra ningún plato de la cocina cotidiana.
EL SABOR DE LA MEMORIA
245
Conejo con uvillas. El documento contiene 57 recetas. Parece que las 39 primeras fueron escritas por la señorita
Chef Santiago Pazos
Carrillo. Gangotena, puesto que el tratamiento del español es más cuidado, no así las siguientes que se escri-
ben en una lengua balbuciente. Estas últimas pudieron ser anotaciones de alguna de sus empleadas
domésticas, hecho no raro dado que, según Ramia, en Quito se decía que en la casa de los
Gangotenas, situada a un costado de la plaza de San Francisco, “había más criados que patrones,
que cada cocinera tenía su especialidad” (Ramia, 1985: 411)
Receta N.12:
1y2. Quesadillas de San
Bocadillos de papaya
Juan y bocadillos de papaya
y chamburo. Chef Santiago
Pazos Carrillo.
2
EL SABOR DE LA MEMORIA
247
De esta receta comenta Ramia que “es digno de destacarse la utilización de estas frutas tropi-
cales, la papaya y el chamburo, que no se dan en Europa”. (Ramia, 1985: 390- 391)
El molido de ají colorado y del común entra en poca cantidad. Los encurtidos ecuatorianos
contienen pepinillo, zanahoria amarilla, cebollines, fréjoles, coliflor y chochos, todo macerado en
chicha de jora. En cambio el ají curtido no es otro que el ají al que se ha retirado la semilla y que
por dos o más veces se lo ha cocinado hasta rebajarle el picor. El DRAE solo prescribe la palabra
curtido para tratar las pieles de los animales. Ramia cierra su comentario con estas palabras: “La
naranjilla tendría el inconveniente de la acidez, pero con este ingrediente la receta adquiere un
toque de sofisticación y autoctonía”. (Ramia, 1985: 391)
Su opúsculo será útil para las señoras que en el almuerzo, la merienda o la cena, reciben un
comensal inesperado. Estos señores que comen en casa ajena, cuando retornan a la propia se excu-
san con expresiones como: “Se le hizo tarde para ir a comer” o “no quise y a la fuerza me atajaron”,
Gehin usa atajaron con el significado de retener que no consta en el DRAE, pero que es de uso coloquial
en Quito. Para resolver esos apremios las señoras podrán recurrir al manual que contiene recetas
con los ingredientes claramente indicados y que se encuentran en el país, “aunque sean de proceden-
cia extranjera” Recomienda su opúsculo a las señoras que redactan la revista denominada La
Bucólica. Sobre todo insiste en el aseo (en cursiva en el original), “tanto en la cocina, como el come-
dor y los utensilios exclusivos de estos dos santuarios.”
Por último, Gehin confía en que su libro “el único de su clase que hasta la fecha, creo se ha publi-
cado en el Ecuador”, podrá prestar los servicios antes anotados. En verdad así debió ocurrir. Más, como
se verá en otro lugar, Manuel J. Calle salió al paso para decir que no se trataba del primer libro.
La mayor parte de las recetas de Gehin son europeas, con decir que se inician con el caldo y el
puchero, viejas herencias españolas; sin embargo, es evidente su conocimiento, sobre todo, de la coci-
na francesa, a la que cita constantemente. Además son frecuentes los platos de origen alemán e ita-
liano. Mucha importancia otorga a las carnes y a los pescados, a los vegetales y a las papas. No trae
postres, salvo unos buñuelos, un anisete, unos ponches y un vino caliente.
La sopa juliana o de primavera lleva judías tiernas cortadas en pedazos. Estas judías no son
otra cosa que las vainitas. Para obtener la textura adecuada de este caldo se echará una narigada
EL SABOR DE LA MEMORIA
249
de harina “para que quede en buen estado, es decir, ni muy chirle ni muy espeso” La sopa a la
Chantilly comienza con un molo o puré de lentejas.
Otras recetas traen términos de la lengua keshua: sopa de harina o de mashca; puzón, panza o
tripas a la moda de Caen; pechucara de ternera, cordero o chancho; ensalada de zambo (sic), los que
mezclados con los vocablos franceses dan al conjunto un tono americano y alegre. Electo igual ocu-
rre con las recomendaciones: use cuchara de pala y bata o revuelva siempre en el mismo sentido.
El ambiente de Quito, de finales del siglo XIX, se proyecta, involuntariamente, a través de refe-
rencias como estas:
Poned pan frito (daditos) (en cursivas en el original) o tajaditas de pan tostado en la sopera y
luego una capita de queso rallado (queso Suizo, Parmesano de Gruyère o “Chinchivi” del Sr. Gangotena, se
lo compra en la tienda del Sr. Madrid) (en cursivas en el original) (Gehin, 1897: 11-12)
Durante siglos, en Quito, no se conoció el pescado fresco. En raras ocasiones los yumbos lo tra-
ían de la zona de Tandapi; pero la mayor parte de peje del mar llegaba a la ciudad salado y seco.
Consta en una lista del convento del Carmen Alto del siglo XVIII, el pago por este pescado, necesario,
además para la comida de la Cuaresma y la Semana Santa y para ciertos días de vigilia. La fanes-
ca incluyó este pescado, por ausencia de otro, tempranamente, quizá en el siglo XVIII.
Carpa de Chillo
(De la propiedad del Sr. D. Manuel Jijón L.)
Mejores son las que se pescan en las aguas vivas que las de cochas o estanques. Las del Rhin tie-
nen fama de buenas. Las de cochas o estanques tienen un tufo de légamo o limo (en cursivas en el ori-
ginal) que se les quitará haciendo lo siguiente: al sacarlas del estanque, dejadlas desatascar en agua
clara de río, pozo o pila, en una batea grande o pondo donde puedan dar vueltas. Cambiad el agua
algunas veces; al cabo de 2 ó 3 días habrán perdido el tufo del limo, porque habrán echado todo el
que tenían adentro. Es falso y requete falso, que las de Chillo sean malas. Las pocas veces que me fue
dado probarlas (preparadas por D. Gastón Charpentier o Dña. Juana Freile), las tomé muy buenas,
250
y muy bien aliñadas con tufo insignificante. Para traerlas de la hacienda de Chillo, pueden hacerlo
en barril o balde con agua del río. Pero más sencillo es dejarlas desatascar en agua del río en Chillo,
o de pozo, en un trasto grande donde echarán el limo que tienen en las entrañas; después, para tras-
ladarlas a Quito, vivas, se les pondrá en las agallas, con mucho cuidado, y sin exceso, un poco de
musgo (creo que aquí llaman barlacho) bien limpio y remojado en agua; así y colocadas de canto
en un balde con un poco de agua y musgo en el fondo, llegarán perfectamente bien y vivas a Quito.
En el acto que el indio las entrega en Quito, (hay que darle orden de caminar ligero y no detenerse
en las chicherías); se quitará el musgo de las agallas y se pondrán las carpas en una tina con bas-
tante agua fresca de San Francisco o de pozo. [ … ] y a se ve, con dos o tres días de paciencia y cuida-
dos insignificantes, tomaréis un buen pescado en Quito: ¡cosa inusitada!, y este g usto, lo debéis a la
iniciativa y el espíritu de adelanto, del sr. D. Manuel Jijón L. Ya estamos cansados de la mortesina
(sic) que se nos da por carne y de bacalao o bagre, que allá van a dar. (Gehin, 1897: 115 – 117)
El manual de Gehin incluye una sopa de ostras (o de conservas extranjeras). Dice que dos tarros de
ostras alcanzan para 5 personas y que no debe tirarse el líquido en el que vienen porque se puede uti-
lizar “en otra sopa, en locro, en sancocho, etc.” Nada se comenta del sabor, pero sí de la presencia de
enlatados, que como se lee en otro capítulo de este libro, eran signos de adelanto y sofisticación.
El señor Gehin no desdeña las prácticas de la cocina tradicional, pese a que su manual es una
clara muestra de la interrelación con el extranjero, cosa que se identifica con su afán de mejorar la
cocina. Además de insistir en el aseo que debe imperar en cocina y comedor, una de sus recomenda-
ciones tiene que ver con el desprecio del color del achiote. Cuando describe el modo de preparar la
Galantita de gallina, capón o pollos, exclama “por Dios, no pongáis el maldito achiote que es vene-
noso” El abuso del achiote afea los manjares, pero no mata.
Las influencias francesa e inglesa presentes en el manual se expresan en platos como Beefsteak
francés Chateaubriand, biftecs comunes, rostbeef asado inglés, etc. En la cocina ecuatoriana queda-
ron los “bistec”, carnes cocidas generalmente con tomate.
(Harina de cebada)
calabaza. Chef Santiago
Pazos Carrillo.
En una cazuela hágase tostar harina, pero sin poner manteca o mantequilla –deslíase la hari-
na, estando caliente, en la cantidad de leche o caldo-o agua tibia necesaria para la sopa; agréguese
un poco de azúcar o canela en polvo, -más un poco de sal y pimienta; hágasela cocer moviendo con
una cuchara de palo para que se no se pegue al fondo de la vasija. Al momento de servir, se añade,
siempre moviendo, algunas yemas de huevos.
Hecha la cocción, se vacía sobre rebanadas de pan tostado o frito o bizcocho fraccionado. Servir
bien caliente. (Gehin, 1897: 12)
Esta sopa de harina de cebada no es la que se conoce con el nombre de “polla ronca” En todo caso,
las yemas le comportarán textura aterciopelada y sabor agradable. Siempre será mejor el pan frito.
Pollo, gallina o capón a la De hecho es novedosa la variación que toma en cuenta las papas. Gehin debió considerar que
mama Teresa de San Millán.
Chef Santiago Pazos en la cocina popular del Ecuador, las papas son fundamentales. La forma más sencilla de presentar
Carrillo. el zapallo o el sambo es en locro y este se hace con papas.
Buñuelos de papas
Buñuelos soplados. Chef
Santiago Pazos Carrillo.
Mondad unas buenas papas cocinadas bajo ceniza o al horno, aplastadlas bien en mortero, mez-
clando con sal, una buena cucharada de cognac (sic) o aguardiente sin tufo, ? de libra de mantequilla y
una buena cucharada de natas; machacad bastante, añadiendo de vez en cuando un huevo fresco ente-
ro, es decir (clara y yema) hasta que la pasta tenga la consistencia necesaria para formar unas bolas en
forma de papas; estas las empanaréis ligeramente en harina. Luego las haréis freír en la paila con man-
teca bien caliente y, estando fritas, las sacaréis para ponerlas en una fuente, regando por encima, mien-
tras estén calientes y al rato de servir, un poco de azúcar molido. Servid bien caliente. (Gehín, 1897: 158)
La masa de las papas rescoldadas o ahornadas con corteza, presenta una textura arenosa pro-
picia para manejarla con los ingredientes señalados en la receta. De hecho, todo depende de la
variedad de papas. Deben ser las de corteza muy gruesa para pelarlas con las uñas o mondarlas con
cuchillo. Estos buñuelos no son frecuentes en la actualidad.
Buñuelos soplados,
que se llaman
también pedos de
nonas o de beata
En una cazuela o vasija póngase: ? de litro de
agua, un poco de sal, azúcar molido, el grueso de
unas 3 nueces grandes; otro tanto de mantequilla
y añadid la cáscara de un limón, rallada. Estando
cerca de hervir, retírese la cazuela de la candela.
Echad dentro bastante harina fina para formar
una pasta; moved ligero con una cuchara de palo a
fin de que quede bien unida y no se pegue a la
cazuela, poco tiempo se necesita, ya no se pegará al
dedo. Dejad reposar y enfriar un momento. Luego
echad un huevo entero y batid vivamente para
incorporarlo bien a toda la pasta; luego otro y así
en seguida, hasta que la pasta quede maneable
(sic) y se despegue muy lentamente de la cuchara
254
al levantarla. Al último, echad una clara de huevo batido en espumilla (en todo 3 ó 4 huevos enteros y una
clara) Dejad descansar la pasta unas 2 horas, si no hay apuro. Tened en una cacerola o sartén, manteca
caliente (mas no ardiendo) y con una cucharita tomad un poco de pasta (el grueso de un tocte con cásca-
ra) y dejad caer la pasta en la fritura. Si la manteca o fritura no está demasiado caliente, la pasta se
esponjará mucho. Se sirven bien calientes, dorados y rociados con azúcar molido. También se comen fríos.
Nota.-Para hacerlos más delicados, se agrega a la pasta un poco de agua de azahar; pero esto
se hace después de haber echado el primer huevo en la pasta. (Gehin, 2897: 158-159)
Estos buñuelos son los “de cuchara”. Se los ofrece en Navidad; aunque en la receta no se diga
que se acompañan con miel de azúcar o de panela. Nunca aparecen rociados con azúcar.
La tercera parte trata de los alimentos en general. Según Reimburg, en la cocina ecuatoriana
predomina “un régimen de tipo vegetariano”, expresado en el uso constante de harinas de cereales,
de farináceas y de la papa. Las harinas empleadas son las de maíz, de cebada, de trigo y de plátano.
La cocina de los indios se sustenta en la máchica y en el maíz. Este se prepara de diversas maneras,
y se lo utiliza como elemento básico de su bebida favorita de la chicha.
El botánico francés dice que la vida de los indios serranos se desarrolla en torno al cultivo del
maíz y de los otros productos. Su calendario es el siguiente:
Enero: Mes en el que se quitan las malas hierbas. Julio y agosto: en que se cosecha el maíz.
Febrero: Mes en el que se bate el maíz. Agosto: Mes en que se siembran las papas.
Marzo: Mes en el que florece el maíz, o mes en el Septiembre: Mes de los rastrojos.
que forma el grano tierno de maíz. Octubre: Primeras labranzas para el maíz punta.
Abril: Mes en el que se seca el maíz. Noviembre: El tiempo en el que hay que apurarse a
Mayo: Mes en el que se arrancan las hojas del maíz. sembrar.
Mayo y junio: en que se siembran las alverjas. Diciembre: Primera retirada de los cardos.
Estas denominaciones están en uso en la región de Quito, pero varían según las provincias y los
principales cultivos.
Reimburg anota que las farináceas introducidas han restado lugar a la ancestral, la quinua.
Los demás productos son muy variados. La lista es larga, e incluye los del mar y los de los pisos eco-
lógicos andinos. En la clase de condimentos menciona el ají, el achiote –colorante que mezclado con grasa
puede disgustar-, las inflorescencias de la cabuya, encurtidas en vinagre, con sabor igual al de los peini-
llos, cebolla, ajo y culantro, “cuyo sabor, un poco fuerte sorprende frecuentemente a nuestros paladares”.
Se cocina con grasa de puerco o de buey. La mantequilla se extrae de la leche hervida, procedi-
miento que empobrece su sabor. Los quesos se preparan en las haciendas y son de leche cuajada,
256
“ligeramente fermentados, prensados y secados en parte, con una conservación bastante buena”. Se
les da la forma de tortas más o menos grandes y de un espesor de uno o dos dedos, que son los ama-
sados. A los otros les dan forma de rollos, que se envuelven en hojas, que son los quesos de hoja.
Los quesos se consumen crudos o cocidos en pasteles de harina o en sopas. Sin embargo, estos
quesos no se comparan con los franceses. Reimburg cuenta que probó un gruyere y un camem-
bert hechos en Quito por una experta francesa. El negocio fracasó porque el gusto de los quiteños
los rechazó.
Las carnes que se consumen son de buey, puerco y borrego, asadas o en sopas. No se conoce la
carne de ternera lechal, ni corderos lechales, y sólo en raras ocasiones se consiguen lechoncitos.
Se comen gallinas, pavos y patos. Es difícil encontrar pollos de carne tierna, puesto que se los
cría en libertad. Para comerlos se los cocina largamente.
No se come conejo. Se lo reemplaza con el cuy, que se lo encuentra en todo lugar, asado y listo
para comer. “Debo decir que (el cuy) bien preparado es un plato bastante delicado [y que el ají de cuy
no es en absolutamente despreciable]”.
Concluye esta parte con una nota sobre las chichas de jora y de morocho. Le agradó mucho la
chicha de yuca mascada del Oriente. Menciona también el vinillo o chicha de uva. Por último,
Reimburg trata De algunos manjares o bebidas particulares, después de aclarar que “dejo de lado todos lo
platos de origen extranjero (español, etc.) y que se han conservado iguales en la cocina ecuatoriana,
a menos que hayan recibido una influencia local modificando su modo de preparación, su nombre
o su uso”. Ordena alfabéticamente los nombres de más de 70 platos.
Las descripciones son el resultado de observaciones muy cuidadosas que revelan el gusto del
autor y, sobre todo, una actitud abierta a nuevas experiencias. Recuérdese que su investigación se
extiende a las regiones naturales del Ecuador, es decir Oriente, Sierra y Costa.
Algunos ejemplos:
A j í d e q u e s o : plato preparado con papas gruesas hervidas, escogidas entre las mejores,
queso blanco o crema de leche, tajadas de aguacate y hojas de lechuga. Este plato delicado y muy
agradable se parece a nuestras papas a la crema. Aunque servido con una salsa poco espesa que le
EL SABOR DE LA MEMORIA
257
da el aspecto de una sopa [se lo sirve generalmente al final de una buena comida, es el único repro-
che que le haría]. Al principio o durante la comida sería más sabroso.
Aschu-ishpa: Plato indígena cuyo nombre quichua significa Caca de perro, en razón del
aspecto que tiene. Son bolas o bolitas de maíz tostado, ligeramente molido, y melaza. Si el nombre es
desagradable, el manjar no lo es […].
Bisté: Con este nombre se encuentra en todas las posadas. Es difícil reconocer al beef steak, del
que es una deformación, tanto desde el punto de vista de la pronunciación como de la preparación.
B u ñ u e l o s : Son buñuelos ordinarios de harina de trigo. Los cito aquí en razón de la costum-
bre ecuatoriana de prepararlos principalmente en Navidad.
C a l d o : Este nombre es empleado con le significado de caldo de carne. Pero se aplica también
al jugo de caña de azúcar, recién salido del trapiche, y no fermentado. Se lo bebe a veces caliente y
agregándole aguardiente; es una bebida azucarada, bastante agradable.
C h o c o l a t e : En el país del cacao, debe esperarse encontrar un buen chocolate. De hecho se encuen-
tra en le comercio un chocolate “azucarado o no (un poco demasiado rico en manteca de cacao) y de una
mezcla no demasiado fina; está perfumado con canela y vainilla. No se lo puede utilizar para hacer bom-
bones finos, pero sin embargo es excelente para preparar chocolate en taza (con agua o leche) Un poco
espeso es muy sabroso. La costumbre es poner en la taza pequeños cubos, grandes como un dado, de queso
blanco, (queso amasado) que parece desarrollar el aroma del cacao. Este chocolate forma en las familias
tradicionales la última comida del día, se toma entes de acostarse. Se utiliza menos como desayuno”.
C h a m p ú s : Refresco popular. Es tradicional del día de Corpus Christi. Está hecho con una
colada bastante fluida de maíz, con azúcar, y mezclada con granos de mote. En la clase acomodada
se consume ese mismo día un manjar análogo con el nombre de rosero.
C h i g ü i l : Este plato, que se prepara para el Domingo de Ramos, se compone de una pasta
hecha con harina de maíz, manteca de cerdo y queso. Se le da la forma de un panecillo alargado. Se
la envuelve en una hoja de maíz y se la cocina en agua hirviente.
258
La autora, en el prefacio de su libro, advierte sobre el peligro de “perder nuestras costumbres alimen-
tarias”, este problema es el antecedente del objetivo de su cuidadoso trabajo, que es el de revitalizar las
prácticas heredadas en el seno familiar. Michele O. Fried recomienda la utilización de aparatos eléctricos
y aconseja procedimientos y tiempos de cocción porque sus propuestas culinarias son “para gente de hoy”.
La novedad del recetario es la organización de los platos en menús, los que generalmente inclu-
yen una sopa, un plato fuerte, un postre y una bebida. Estos componentes del menú son frecuentes en
el sistema alimentario de la mayoría de la población quiteña y ecuatoriana en general. Debido a su
formación como nutricionista, las propuestas que hace, equilibran la ingestión de proteínas, hidra-
tos de carbono, minerales, vitaminas y azúcares.
El recetario insiste en la utilización de productos nativos: quinua, sambo, zapallo, papa, camote,
etc. Sin desdeñar la aplicación de los alimentos introducidos, sobre todo, frutas y vegetales. Para los
procedimientos toma en cuenta algunos artefactos artesanales de fácil manejo.
En síntesis, los platos que los quiteños pueden reconocerlos como frecuentes en sus cocinas son
estos: pernil con papas, caldo de pata –impropiamente llamado mondongo-, fritada, llapingachos
con salsa de maní, ají de queso, locro de sambo o de zapallo, caldo con bolas de maíz, patas de puer-
co emborrajadas con salsa lampreada de chicha, sopa de quinua, ensalada de berros, humitas, gua-
tita, seco de chivo, tomates rellenos con choclo, mote con picadillo, fanesca, colada morada, dulce de
higos, empanadas de queso, arroz con leche, empanadas de mejido, rosero, tamales navideños, quim-
bolitos, zapallo de dulce, dulce de guayaba con queso, etc. (O. Fried, 1986)
EL SABOR DE LA MEMORIA
259
Capítulo 6
Los periódicos
El jueves 5 de enero de 1792 apareció el primer número de Primicias de la Cultura de Quito, perió-
dico dirigido y escrito por Eugenio Espejo, desde entonces, en Quito, Guayaquil, Cuenca y otras ciu-
dades del Ecuador, durante el siglo XIX, se entregaron al público alfabeto medios impresos que tení-
an como finalidad informar sobre diversos temas y, en especial, los de carácter político. Algunos
periódicos duraron poco y otros, los publicados por Juan Montalvo, se recogieron, posteriormente, en
volúmenes. El Telégrafo, fundado en 1885, fue el primer impreso de difusión diaria. Se inició la
modalidad de difusión de periódicos tal como ocurre en la actualidad.
Quito, en los años de la Independencia y de la Gran Colombia hasta el último cuarto del siglo
XIX, fue un conjunto de casas de adobe, de muros anchos pintados con fuertes colores y de cubier-
tas con tejas. Algunos casas ostentaban dos pisos y dos o tres patios. El portón principal permitía el
ingreso de un hombre a caballo. Las tiendas de la planta baja, independientes, se destinaban al
arrendamiento.
En el segundo piso vivían los dueños de casa. La habitación más importante era la sala cuyos
muros lucían pinturas murales o, en su lugar, papel tapiz importado. Las habitaciones se abrían a
corredores anchos y azoteas. Una de las habitaciones era el oratorio. En torno a los patios interio-
res se encontraba la cocina con su horno, los cuartos de la servidumbre, bodegas, trojes, además de
la pesebrera.
Después de 1865 se instalaron ventanas y balcones con puertas de vidrio. Según la riqueza de
los dueños, en sus salas se exhibían muebles forrados con seda a la moda europea, juegos de espejos
y vitrinas con miniaturas y estatuillas. En los comedores, se mostraba la vajilla de porcelana insta-
lada en aparadores de madera fina. (Sosa-Durán, 1990: 166)
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Indio de Zámbiza al que la El taller era el eje de la casa del artesano y las habitaciones, incluso la cocina, participaban del
polícia hace barrer las calles,
acuarela, Juan Agustín mismo ambiente. Los indios de los aledaños disponían en sus chozas de una sola habitación para
Guerrero, siglo XIX. todos los servicios, salvo las casas de los alcaldes o indios principales como se ve en un gouache de
Ramón Salas.
Interés debió suscitar esta nota publicada en la sección variedades del periódico La Concordia,
en 1844. El anuncio trajo esta información:
S us tituto p a r a l a l e c h e d e b u r r a
Échese una onza de raspaduras de asta de siervo en dos cuartillos de agua de ceba-
da hirviendo: hiérvase hasta quedar reducido todo a un cuartillo y añádase dos
onzas de raíz de cardo corredor almibarado o confitado y un cuartillo de leche fres-
ca; déjese hervir durante un cuarto de hora y cuélese.
Mé to do ita l i a n o
Tómese dos cucharadas grandes de raspadura de siervo, dos onzas de cebada mon-
dada, una onza de raíz de china, otro tanto de conserva de genjibre (sic) y diez y
ocho caracoles blancos molidos con la concha. Hiérvase todo en seis cuartillos de
agua hasta quedar reducidos a la mitad. Hágase hervir separadamente un cuarti-
llo de leche fresca, únase al resto y échese dos de bálsamo de Tolú. El brebaje que
resulta es igual en sus efectos a la leche de burra. (ABCE, La Concordia, 1844: 8).
Es posible que en Quito se tomara leche de burra con fines terapéuticos, especialmente para
enfermedades bronquiales, puesto que hasta no hace poco, el pueblo acudía al mismo remedio ade-
más de recomendar a quienes padecían de tos que besaran el hocico de la burra. En la ciudad se
obtenía la leche mencionada en los lugares que los campesinos escogían para el ordeño; de igual
modo se procedía con la leche de vaca, costumbre que se mantuvo hasta el siglo XX. El mismo perió-
dico trajo una receta para conservar la leche:
R e c e ta pa r a c o n s e rv a r l a l e c h e
Se llena una botella de leche fresca, se tapa después bien, se mete en agua hirvien-
do por el espacio de un cuarto de hora, se saca pasado este, y sin mas (sic) opera-
ciones, puede conservarse buena por muchos años.
(ABCE, La Concordia, 1844: 8).
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De conservarse por muchos pudo ser algo dudoso; no se dice si el o los promotores de esta
receta la comprobaron.
El chocolate en Quito tenía ya una larga historia y las familias lo preparaban según las reco-
mendaciones de sus antepasados. Los instrumentos básicos para preparar chocolate como bebida
fueron la chocolatera de bronce y el molinillo de madera, pero la calidad dependía del producto.
Solían hacerlo de primera y amargo y de segunda con azúcar. En ciertos casos agregaban harina
a la masa, para aumentar el volumen y mejorar la ganancia. Este engaño suscitaba muchas discu-
siones en las hileras de venta del producto en los mercados. El chocolate era un alimento cálido,
según la antigua clasificación de alimentos frescos y cálidos. Se pensaba que el chocolote era afro-
disíaco, noticia de antigua procedencia que Montalvo puso en su El Cura de Santa Engracia. En este
relato, el cura protagonista no bebe chocolate para no hacer peligrar la castidad.
En 1867, el señor M. Andrade Vargas instaló una fábrica de chocolate, empresa que dio lugar
a este anuncio en La América Latina:
El que suscribe ha establecido en su casa, carrera de Olmedo, calle 3, N° 699 , (antes calle
del puente de Rojas) una fábrica de chocolate. […] El Chocolate después de aseado perf ecta-
mente, es molido sin ninguna de las mezclas que acostumbran generalmente hacer en las
fábricas comunes. […] Es mezclado con azúcar de buena calidad, canela y nuez moscada.
[…] La poca pericia de los empleados en el tr abajo de una máquina, que les ha sido desco-
nocida, ha hecho que uno que otro día, se hayan olvidado de alguna circunstancia esen-
cial para obtener una buena fabricación; este inconveniente está allanado en gran parte y
el público obtendrá siempre, UN CHOCOLATE IGUAL EN TODAS OCASIONES (Como
en el original). El precio es de 2, 5 reales libra, que dos tablillas divididas cada una en ocho
partes, calculada cada parte para una taza de tamaño más allá de regular.
(ABCE, La América Latina, 1867: 47)
Sorprende la sinceridad del empresario, en todo caso, el chocolate que se describe fue particu-
larmente delicioso.
No se sabe, pero es posible que chocolate se sirviera en uno de los primeros hoteles que hubo en
Quito. Según Fernando Jurado Noboa, este se llamó Casa Francesa y se abrió en 1865. Su dueño fue
el señor Domingo Giacometti, que nació en Córcega en 1830. Diez años más tarde funcionaba el
Hotel Calixto, situado en la casa diagonal a la fachada de la Iglesia de la Compañía. Su dueña fue la
EL SABOR DE LA MEMORIA
263
señora Adelaida Calixto. Los servicios eran de fonda y cantina. Jurado Noboa, anota que en este
lugar, poco antes del suceso, bebieron unas copas los complotados que asesinaron a García Moreno,
el 6 de agosto de 1875. (Jurado Noboa, 2005: 224) Según el mismo historiador, en otro hotel, propie-
dad de Fidel Valdés, situado en la plazoleta de la Loma Grande, Faustino Rayo esperaba el momen-
to para dirigirse al Palacio de Gobierno y consumar el magnicidio. En 1881, Gastón Charpantier
Mabize, estableció el Gran Hotel París, ubicado entre las calles García Moreno y Mejía. Charpantier
nació en Verdún en 1853 y trabajó como pastelero en el Hotel o Mesón Laffite, en las Tullerías.
(Jurado, 2004: 79-110)
Villa Burdeos de Ciro Mosquera ofrece para las Pascuas vinos españoles de barril:
Oporto, Tarragona, Jerez Seco, Jerez Dulce, Cabello dorado.
Mosto chileno. En caja: Jerez fino Manuel Pérez. Burdeux, varias clases,
Vermont, San Juan, San Rafael. Cogñac (sic): Julio Rovin, Dubis,
Pisenit, Villan Intequechi, Lervoire, Bechade. El Verdadero Néctar,
La Tentación. Fine Champagne. Aguardiente de uva peruano. Mayorca
De Guayaquil. Aceitunas. Sardinas. Salmón. Bacalao fresco.
(ABCE, El Independiente, 1889: t.6)
Se advierte que la demanda no pudo quejarse, pues la oferta fue muy variada. Es dudoso, en
cambio, que el bacalao fuera fresco.
Un primer registro de fondas se realizó en 1894. Entre las mencionadas por Jurado Noboa
sobresalen la de Gabriel Sanguña, pastelero indio que abrió dos locales, uno en la calle Venezuela
N° 41 y otr o en la calle Mejía, N° 12., y la de doña J uana Torres, situada en la calle Guayaquil
N° 1 50 , que fue la Heladería San Agustín, muy frecuentada hasta mediados del siglo XX.
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En 1897, el Bazar Americano de José Brotsky, anuncia la afamada Cerveza Chimborazo y aguar-
diente de uva. (ABCE, El Industrial: t5b) En 1900, Luis Córdoba A. agente de las fábricas guayaqui-
leñas La Favorita y La Fama, pone a disposición del público galletas, fideos, confites, caramelos, etc.
(ABCE, El Industrial: t5b)
En 1900 Quito iluminó sus noches y sus cuartos oscuros con luz eléctrica. María Antonieta
Vásquez resume la presencia de este elemento con estos datos: se instaló energía eléctrica en el
Convento de los Jesuitas, en Pifo, antes de 1895; en este mismo año se la instaló en la Botica Francesa
y en la casa de Manuel Larrea Jijón. Los señores Manuel Jijón Larrea, Víctor G. Gangotena y Julio
Urrutia, fundaron en 1899, La Eléctrica y en 1900 ampliaron su planta con el dínamo de El Censo.
Esta empresa, en 1906, se asoció con extranjeros y dio lugar a The Quito Electric Light and Power
Company. (M.A., Vásquez, 1988: 219) La presencia de la energía eléctrica y del correspondiente
alumbrado daría oportunidad a los convites en horas de la noche y por cierto a la eliminación de la
incómodas velas de cebo.
Parece que los licores no se detuvieron frente a las dificultades del transporte entre Guayaquil
y Quito. Los licores europeos surcaban los mares con la exclusiva misión de satisfacer los gustos de
quienes podían pagarlos, que eran pocos, pero muy ricos. Una vez en Quito, la Librería Americana,
en 1903, situada en la Carrera García Moreno, de propiedad del señor Alberto Aguirre, anuncia-
ba sus productos de este modo: “Bien buenos y bien baratos: los mejores vinos que se han traído para
la venta, legítimos y no alcoholizados: respondo por su pureza y buena calidad y los vendo a pre-
cios sin competencia:
Por barriles
Las cinco primeras clases, el barril de 46 botellas, 35 sucres.
Las últimas clases, el barril de 46 botellas, 60 sucres.
Vinos de Bordeaux
Medoc, botella, 90 ctvs. Barril (45 litros), 48 sucres.
Saint Exilien, botella, 1,20 ctvs. Barril (48 litros), 60 sucres.
Vinos tintos franceses de caja
Saint Estephe, botella, 1,60 ctvs. Caja, 18,80 cts.
Chateau Braun, botella, 2,20 ctvs. Caja, 24 sucres.
Chateau Mirgeaux, botella, 5 sucres. Caja, 55 sucres.
Blancos
Santernes, botella, 2,20 ctvs. Caja, 24 sucres.
Quinquina, Luis d Or, botella, 2,20 ctvs. Caja, 24 sucres.
Champagne Blanche, botella, 7 sucres. Caja, 80 sucres.
Champagne Clarte Bleue, botella, 4, 80 ctvs.
Cognac
Cognac Royal , 4,80 ctvs.Caja, 52,80 ctvs.; Kruger, 3,80 ctvs. Caja, 42 sucres; Migñon,
2,60 ctvs. Caja, 30 sucres.
No se sabe si los licores eran baratos, lo que sí sabe que para entonces el sucre se coti-
zaba a un dólar y que circulaban monedas de oro.
¿Cuáles eran las expectativas de los quiteños en 1903? Basta con leer este anuncio de venta del
Gran Hotel de Francia. Tenía 54 piezas, un gran comedor, baño, excusado (sic), pesebrera. Su arren-
datario que era el señor Adolfo Kelsch, pagaba 451 sucres, cantidad que equivalía al 8% de interés,
a la cantidad que se pedía de 60.000 sucres. Junto al hotel se remataba la casa de la “finada señora
Mariana Sosa”, unidas ambas propiedades “sería tener casa y quinta en la ciudad”. Se ofrecían faci-
lidades de pago. Además, “después de 3 años el ferrocarril estará en Quito” y la casa valdrá “cien mil
fuertes”. Hasta se sugiere que el Gobierno podría comprar la propiedad para convertirla en plantel.
El vendedor era el señor Eloy Yépez. (ABCE, La Ley, 1903: t4)
En 1904, el gusto de las clases altas de Quito, la tradicional criolla y la burocracia liberal, se
distinguía por la preferencia de enlatados y conservas importados de Europa y Estados Unidos. Se
entiende que estos productos figuraban en banquetes y cenas oficiales y en actos especiales de las
familias pudientes. Una muestra de la influencia extranjera y de la vinculación del Ecuador con el
capital internacional se deduce de los Artículos Nuevos en el Almacén de Urrutia & Gangotena:
Espárragos, habichuelas (haricot vert), quesos surtidos, ciruelas pasas, guisantes (petits
pois), trufas peladas número 1, lomo de lenguado (filet sole), lomo de rodaballo (filet de
turbot), frutas cristalizadas, mostaza francesa, dátiles, hongos (champignon), salsa de
tomate, Maquereaux, pastel de hígado de ganzo trufado, pepinillos, encurtidos, ostras,
sopa de cebollas, tarroncitos italianos, vinos: Jerez, Oporto, Lágrima, Moscatel Tokay,
Pedro Ximénez, Pajarete, Valdepeñas, Madera, Málaga, Priorato, Cariñera, Malvasia; vino
tinto de Bordeaux. Mallorca de Guayaquil; vino blanco Santernes; aguardiente de uva;
cogñac, vino de San Rafael, vino para consagrar, Chiante espumante, azúcar en pancitos,
harina del Norte, almendras dulces, bacalao sin espinas. (ABCE, La Ley, 1904: t4)
La Ley, en 1905, trae una primera lista de precios de plaza, es decir, de los productos frescos. Esta
era la despensa a la que acudían ricos y pobres. La mesa de los ricos admitía estos alimentos para
su comida del diario y la mesa de los pobres, que eran la mayoría, los consumía diariamente sin
alteraciones importantes y como lo habían hecho en los siglos anteriores.
EL SABOR DE LA MEMORIA
267
Precios de plaza
Harina de Castilla de varias clases, arroba a $4,80, $4 $6
Lentejas, @ $6,40
Arvejas, @ $4
Morocho @ $ 2, 80
Maíz grueso @ $ 2, 20
Maíz delgado @ $2
Cebada @ $ 1,80
Harina de maíz @ $ 2, 80
Harina de cebada @ $3
Papas delgadas @ $ 3,20
Papas toda gruesa @ $ 3,60
Harina de arvejas @ $3
Carne, la libra $ 0,15
Carne, @ $ 2,50
Carbón $ 1,60
Sin embargo la influencia extranjera, en 1905, en este caso inglesa, es evidente en el Café La
Moca, situado en la calle García Moreno, N° 52, Letr as A y B. Su propietario era el señor J.M.
Velasco Rubio, quien, en el anuncio hizo constar que: “Se sirven todas las noches beefstches (sic) y
cenas bien preparadas” (ABCE, La Ley, 1905: t4)
En estos años ¿qué golosinas ofrecían los restaurantes y hoteles de Quito? El Restaurante Pichincha,
situado frente a la Iglesia de la Concepción, en la carrera García Moreno, junto al Gran Hotel, servía a sus
clientes café, té, ponches y chocolate (ABCE, El Comercio, 1909: N° 1036). En el bar del Hotel Continental
se podía encontrar: aperitivos, licores finos, refrescos, helados, té, merengues, melitones, cocadas, alfajores,
confites, conservas y “el mejor pan de la plaza”(ABCE, El Comercio, 1911: N° 1717 ) El queso siempre f ue
golosina para los quiteños; aunque en el anuncio que sigue aparece también la mantequilla:
En 1924, El Comercio trae el anuncio de la Panadería y Pastelería Vienesa, empresa que exclu-
sivamente dedicada a preparar estos productos, y con el fin de abastecer con más agilidad la
demanda. (ABCE, El Comercio, 1924: Nº 6629). Los consumidores valoraban el pan fresco y tanto que
en el período de la Real Audiencia y en el siglo XIX, el pan que había quedado de la mañana reba-
jaba de precio en la tarde.
En 1926, la despensa que surtía a Quito, creció notablemente. En la Revista del Mercado de la Plaza
Sur que publica El Comercio, se mencionan los siguientes productos calculados con las tradicionales
medidas y con el quintal: arroz de Castilla, arroz de cebada, arvejas en grano, arvejas tiernas, achiote,
azúcar, aguacates, ají, ajos, camotes, col de seda, col verde, café pilado, carne, cebolla paiteña, cebolla
común, chocolate, carbón, choclos, fideo, fréjol bayo, guayabas, huevos, harina de cebada, harina de
maíz, harina de arvejas, habas tiernas, lentejas, limas, maní, manteca, mantequilla, maíz grueso,
EL SABOR DE LA MEMORIA
269
maíz delgado, morocho, mellocos, maqueños, naranjas, naranjillas, papas gruesas, papas redroja,
quesos descremados, quesos con crema, raspadura (atado), sal, tomates de comida (ciento), toma-
tes de Castilla ¿?(ciento), yucas, zanahorias (tercio), zapallos (mula), zambos (sic) (mula) (ABCE,
El Comercio, 1926: 4)
Poco ha variado con la oferta de hoy en día, no obstante, en la lista no constan lechuga, bróco-
li, nabo chino, espinaca, coliflor, col Bruselas, etc.
La modernización que provocó la presencia del ferrocarril obligó a las autoridades municipales a
emitir ordenanzas referidas a la higiene, una de ellas fue la relacionada con la venta de carnes. En 1926
se aprobó el Reglamento de carnicerías, tercenas, etc. Las condiciones impuestas revelan una situación
diametralmente opuesta a la que encontraron los viajeros del siglo XIX. El piso del local debía ser de
cemento o en su defecto, de madera, perfectamente entablado, “a fin de que se pueda lavar con frecuen-
cia”; las paredes y el cielo raso se pintarían con óleo blanco o con cal; la casa de la tercena contaría con
agua potable, canalización y escusado. La carnicería se ubicaría a cien metros de hospitales, cemente-
rios, basureros, servicios higiénicos, establos y caballerizas. El mostrador de la tercena se cubriría con
una plancha de mármol pulido o con plancha de hierro galvanizado. En fin, la carne debía suspender-
se en ganchos y permanecer dentro de armarios resguardados con tela metálica para evitar la presen-
cia de moscas. (ABCE, El Comercio, 1926: 2) El reglamento se cumplió excepcionalmente.
El Hotel Viena anunciaba para el sábado 5 de julio de 1930, su comida concierto con el siguien-
te menú
Y para el domingo, el restaurante del hotel, presentaba seviche (sic) de corvina. (ABCE, El
Comercio, 1930: 1)
El restaurante Neptuno, ubicado en la Plaza del Teatro y con el teléfono 13193, ya era de exclu-
siva comida de mar. Esta es la lista de sus platos:
270
Se observa que hoteles y restaurantes introdujeron modos culinarios extranjeros, sobre todo en
nombres de los platos. Sin embargo, si algo es notable en la cocina quiteña de la primera mitad del
siglo XX, es la presencia de la comida de mar y, especialmente, de los ceviches, modo muy guayaqui-
leño, que recuerda la antigua manera española del escabeche.
Estos fueron los hoteles quiteños de la primera mitad del siglo XX, según la investigación de
Fernando Jurado Noboa:
Gran Hotel Francia (1903), de Adolfo Kelsh, situado en la plaza de Santo Domingo.
Hotel Europa (1906), diseñado por el arquitecto Lorenzo Durini, situado en la calle Venezuela N°64 .
Hotel Marechal (1907), de propiedad de un francés.
Hotel Royal (1908) del francés Filemón Froment. En 1913 se denominó Gran Hotel Froment.
Hotel Ecuador (1909) de los señores Mantilla, propietarios del El Comercio.
Hotel Continental (1909), de Carlos Espinosa Coronel y luego de los señores José María Pérez Echenique y Carlos
Proaño Gordillo, situado en la Casa Azul.
Gran Hotel (1910), primer hotel con teléfono, situado frente a la Iglesia de la Compañía.
Hotel Boarding House (1910), entrepiso de la casa N°16 , entre las calles Mejía y Guayaquil
Hotel de Etranger (1913), en la esquina de la Venezuela y Espejo.
Hotel Palace (1913), entre Flores y Chile.
Gran Hotel Americano (1922), de propiedad del señor Nolivos.
Hotel Metropolitano (1924), de Isaac Aboad, esquina de Chile y Venezuela.
Hotel Saboy (1925) de Julio Bunge.
Hotel Quito (1925), de Mejía Aguirre, en la Plaza del Teatro.
Hotel Viena (1928), entre Flores y Chile.
Hotel Centenario (1928), situado en la Plaza Sucre o de Santo Domingo.
Hotel Victoria (1928), instalado en la calle Bolívar, cerca de Santo Domingo.
(Fernando Jurado Noboa, 2004: 79-110)
EL SABOR DE LA MEMORIA
271
La cocina oficial
La comida que Quito ofreció al Libertador Simón Bolívar puede considerarse como la primera
de carácter oficial. Se desconoce cómo se la financió. Con la ayuda de los documentos de Cuenca se
puede deducir que se trató de donativos particulares.
Los banquetes oficiales, pese a la penuria fiscal, fueron solventados con fondos públicos. En muchos
casos el dinero salió de los municipios, de las representaciones diplomáticas acreditadas en Quito y de
personas que buscaban figurar en el ámbito político. El propósito de los banquetes oficiales es el de presen-
tar dignamente el país a personalidades de la política internacional, diplomáticos acreditados frente al
272
gobierno y a misiones extranjeras de diversa índole. En ocasiones son agasajos por celebraciones patrias
y con motivo de los cambios de gobierno.
¿Cómo evolucionó la cocina oficial? Los datos se encuentran en artículos de periódicos y en los menús
impresos. En estos documentos no se transcriben los nombres de la cocinera o cocinero ni, en su lugar, del
hotel o de la empresa contratada.
Quito tiene tantas, sabrosas y fragantes frutas, desconocidas en los demás países, y
con las que se hacen helados, almíbares y dulces exquisitos, que el orgullo nacional se
complace en lucirlas y ostentarlas a los ojos de los extranjeros en ocasiones como
estas. (ABCE, La América Latina, 1866: t6)
El reportero no comentó otros servicios. La alusión a los postres recuerda la exaltación que de
ellos hizo W. Stevenson, en 1808. No es aventurado suponer que los otros servicios pudieron ser los
mismos del sistema español, es decir puchero y asados.
En la segunda mitad del siglo XIX el afrancesamiento debió imponerse, más todavía cuando la
diplomacia de casi todos los países se sujetó al protocolo francés. Paulatinamente en Quito, el cuer-
po diplomático fue en aumento, en especial en la categoría consular, información que consta en el
Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, en un volumen correspondiente al gobierno del
General Eloy Alfaro, después de 1895.
prensa de esos años. El vino importado fue muy importante, así pues el ministro José Peralta sus-
cribió esta nota:
José Peralta aprovecha esta oportunidad para ofrecer una vez más al Sr. J. Hipólito
Frandin la expresión de su aprecio y consideraciones.
En los primeros años del siglo XX se perfiló una tímida mezcla de platos en los banquetes que
apasionadamente reproducían la cocina francesa. El patriotismo camufló las composiciones espa-
ñolas o francesas con nombres que aludían a las fechas patrias. Corría el gobierno de José Luis
Tamayo cuando el Ecuador recordó el centenario de la Batalla de Pichincha. Isaac J. Barrera,
secretario del comité que en 1922 se conformó para la celebración, incluyó en el libro que publicó el
menú del banquete principal:
1. Banquete conmemorativo
del centenario de la Batalla
de Pichincha, celebrado
en el Coliseum, 1922.
2
EL SABOR DE LA MEMORIA
275
Otro convite de igual importancia fue el de la Junta del Centenario. Trescientas invitaciones con-
gregaron a los más notables asistentes en el salón principal del Municipio de Quito, en este caso
se sirvió un menú con marcado acento francés, las exquisitas viandas contemplaron:
En 1927, el Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Isidro Ayora brindó una comida
a su homólogo de la República de Chile. El menú incluyó:
En este caso no se trata de una tímida interpolación. Hay de Rusia, Estados Unidos, Francia e
Italia. La sopa pudo ser de papa. El pavo de la antigüedad mesoamericana, etc. Los helados
Continental no tienen explicación.
276
2. Invitación y menú
ofrecido por el
Presidente Isidro Ayora en
honor al Presidente Hebert
Hoover de los Estados
Unidos, 19 de diciembre
de 1928.
2
EL SABOR DE LA MEMORIA
277
No siempre los encargados del protocolo se preocupan por la imagen patriótica. El banquete
que ofreció el presidente interino Isidro Ayora y su señora en honor del presidente electo de los
Estados Unidos Herbert Hoover, en 1928, en Guayaquil fue enteramente francés
En traducción libre los platos principales fueron: rodaballo en salsa tártara, pechuga de
capón, ponche de kirsch, pavo relleno con castañas, arvejas en mantequilla, espárragos, helado de
frutas y café y vinos.
El menú impreso trajo también el programa de la música. La mezcla de obras debió llamar la
atención porque entre los clásicos internacionales de Puccini, Gounod, Kalman, Toselli y otros se
intercalaron el pasillo Vamos chullita linda, el pasillo Horas de Pasión y el pasodoble Cigarra, composi-
ciones todas de la creación de Paredes.
En el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores se guarda un expediente con los docu-
mentos del comité conformado para celebrar el Día de la Raza, el 1930. Los integrantes del comité
fueron representantes diplomáticos acreditados en el Ecuador. Los actos fueron financiados por el
comité. El canciller Gonzalo Zaldumbide y su señora agradecieron a los miembros con un almuer-
zo. El menú presentó estos platos: entrada de ostiones, corbina (sic) a la holandesa, tórtolas a la caza-
dora, pavo asado, ensalada de palmito y crema de taxo.
Se aprecia que los manjares no incluyeron nada importado -excepto, quizá los condimentos y
los licores que no figuraron en el menú- Ostiones, corvina, pavo, tórtolas, palmito y algo nuevo, el
taxo, todos productos del país. ¿Se trató de una revalorización de la cocina tradicional, muy a tono
con los cambios que se introdujeron después de la Revolución Juliana?
278
Antes del 28 de mayo de 1944, José María Velasco Ibarra era la figura principal de la política
ecuatoriana. Su activa participación, con respaldo del pueblo, concluyó en 1972, año en el que fue
derrocado por un golpe militar.
Se sabe que el presidente Velasco, en su vida cotidiana, prefirió los platos tradicionales, es decir,
sopas y coladas o mazamorras y los jugos de naranjilla y de otras frutas nativas. En cambio, la coci-
na oficial, siempre aprobada por el jefe de protocolo, respondió a cierta interpolación de lo francés y
lo ecuatoriano, esto último con obligadas modificaciones.
El menú de la comida que en 1971 el presidente Velasco y su señora con la que agasajaron al
presidente de Alemania Federal, Heinemann y señora, fue plenamente francés:
En traducción libre, los platos principales fueron: pato en gelatina, lomo con frutas en salsa de
champagne, filetes de vaca, papas con avellanas, cascos de alcachofas, flores de tomate, piña “mil y
una noche”, empanadas “Saint Michel”. Hubo café del Ecuador.
EL SABOR DE LA MEMORIA
279
Invitación al banquete
ofrecido por el Presidente
Velasco Ibarra en honor al
Presidente de Alemania, 1971.
280
Candelabro de plata, En 1972, el presidente de Argentina Lanusse y su señora visitaron Quito. La comida de honor
Ministerio de Relaciones
Exteriores del Ecuador. que brindaron el presidente Velasco Ibarra y señora, desplegó este menú:
Fuente de plata, Ministerio El ex presidente Gutiérrez y señora ofrecieron en 2003 el siguiente menú al secretario general
de Relaciones Exteriores
del Ecuador. de las Naciones Unidas y señora de Anann:
Las caracterizaciones de los manjares escritas en español tienen como sustrato las formas
francesas: “a la quiteña”, “hongos nacionales”, “langosta ecuatoriana”, etc. No solo por la práctica de
la denominada gastronomía gourmet, sino porque, en la mentalidad de los cocineros, esas formas
como que otorgan una nota de refinamiento.
El banquete que en honor del presidente electo del Perú, Alan García, dio el ex presidente
Palacio, incluyó: Muosse de aguacate, cordon blue de pavo con salsa de uvas, cheescake de frutas y
sorbete de uvilla. En esta oportunidad el aguacate y la uvilla que no tenían acceso a esta clase de
mesa lo hacen, pero con los membretes de origen francés. El pavo y el cheescake, recuerdan las
mesas de Estados Unidos.
La complicación verbal es menor y es muy claro que el sorbete tiene la función de borrar el
sabor previo para dejar paso a los sabores de los siguientes manjares.
Quesos, vegetales la caracterización francesa de un fino pescado de lejanas aguas frías y el pos-
tre, cálidos oritos de Bucay sometidos al quemado francés, como se observa, se trata de una franca
fusión. De hecho, esta modalidad durará hasta cuando los cocineros oficiales estudien con interés la
alta cocina ecuatoriana.
EL SABOR DE LA MEMORIA
283
2. Anuncio publicitario
de Fábrica de cervezas
“La Campana”, Quito, 1922,
foto de J. D. Laso.
3. Anuncio publicitario
de Fábrica de gaseosas,
Quito, 1922.
4. Anuncio publicitario
de Fábrica de cervezas
“El Retiro”, Quito, 1920.
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EL SABOR DE LA MEMORIA
285
2. Anuncio publicitario
de la “Vinería Española”
de Rafael Morey, Quito,
1922, foto de J.D. Laso.
3. Anuncio publicitario
de la tienda de surtido
de Ramón F. Moya,
Quito, 1894.
4. Anuncio publicitario
de la Fábrica de chocolates
“Dávalos & Salvador”,
Quito, 1922,
foto de J.D. Laso.
2 3 4
286
1. Anuncio publicitario
del ingenio azucarero
“San José”, 1922,
foto J.D. Laso.
2. El mercado de Santa
Clara, en la calle Rocafuerte,
Quito, albúm de recuerdos de
Quito de S.G. King, 1912.
3. Casa comercial
importadora de Juan F.
Game, Quito,1893.
1 2
3
EL SABOR DE LA MEMORIA
287
Capítulo 8
2) Estas variaciones se deben, sobre todo, a las formas de comercio propias de la economía de
libre mercado, que se aplican a escala mundial. El Ecuador forma parte del mercado glo-
bal, especialmente sus ciudades más populosas y desarrolladas. Las formas de vida de la
gente dependen del modo de producción económica de la sociedad globalizada, lo cual
genera cambios en las costumbres y hábitos diarios, entre ellos la comida. Así, podemos
decir que las prácticas de alimentación en el Quito actual están estrechamente relaciona-
das con marcas de comida que se expenden de acuerdo a principios de marketing, publici-
dad y ventas y estratificación de mercado. En los últimos 20 años han aparecido numero-
sas cadenas internacionales de venta de comestibles que han cambiado notablemente las
costumbres en la alimentación de los quiteños. Existen también no pocas marcas naciona-
les que se han ido consolidando hasta competir abiertamente por la repartición de las ven-
tas en este sector económico que es el expendio de comida.
3) Un elemento que se debe tomar en cuenta es que, por cuestiones laborales, ya no se come
en la casa. A causa del crecimiento urbano y de otros factores sociales y culturales, en la
288
actualidad pocas personas están en posibilidad de alimentarse como lo hacían las gene-
raciones precedentes, hace 10, 20 ó 30 años. El almuerzo familiar ha cedido su importan-
cia al lunch o al snack de los oficinistas, con poco tiempo disponible para comer, lo cual
genera una demanda alimenticia que se concentra en lo práctico: rapidez y bajo precio.
4) A causa de la visión mercadotécnica (marketing) que rige los modos de producción y consu-
mo en el mundo actual, existe una segmentación del mercado de la comida que divide artifi-
cialmente a los consumidores según sus características como comensales; esto genera una
suerte de clasificación de las prácticas alimenticias: por gusto, estrato social, grupo de edad, etc.
5) Por lo dicho, los puntos de vista desde los cuales se puede establecer una idea sistemática
de las formas de alimentación en el Quito de la actualidad son diversos.
La comida que se consume a gran escala hoy se caracteriza por la ausencia o disminución de la
importancia de los elementos culturales que la rodean o explican. En este sentido, puede considerarse
que en los hábitos de alimentación actuales ha intervenido un proceso de aculturación o alienación:
desaparecen las connotaciones simbólicas del acto de comer. Las viejas recetas y los platos tradiciona-
les ceden su importancia a los preparados según fórmulas industriales de origen extranjero: hambur-
guesas, pizzas, etc. Es lo que se denomina fast food, comida rápida o comida chatarra, que cumple con
el objetivo de satisfacer rápido y a un precio considerado conveniente. La oferta de comida se diseña
sobre la base de la competencia para alcanzar una mayor participación en el mercado.
algún tipo de salsa (a la manera italiana), o se sirven, como sustituto del arroz, con un trozo de carne.
El seco suele incluir ensaladas (del tomate, lechuga, col o zanahoria), o papas cocinadas o fritas. La
variedad de los postres depende de las posibilidades del salón: normalmente se ofrecen frutas en
almíbar, gelatina cuajada, espumilla, helado y frutas con cáscara (naranjas, mandarinas, manza-
nas, guineos). Estos platos tratan de asemejarse a la idea de la comida casera cotidiana en Quito.
Los precios oscilan entre $1 y $2.5, aunque hay almuerzos que se venden en ciertos sectores por $5,
y en otros por $0,5.
Patios de comidas en centros comerciales: Los locales que trabajan en estos centros
venden, sobre todo, fast food o comida rápida.
La idea de comida rápida se identifica inmediatamente con la hamburguesa y el hot dog que
se consumía en las calles de las ciudades estadounidenses desde la época de la gran depresión hasta
nuestros días. La venta de estos productos, comercializados a gran escala en EEUU, llevó a la crea-
ción de compañías multinacionales sumamente poderosas que tienen locales en varias ciudades del
mundo, entre ellas Quito. Los locales de estas marcas se encuentran en centros comerciales. Además
de hamburguesas de varios tipos se venden nuggets, helados y otros postres, combinados en una uni-
dad de venta llamada Combo: un combo consta de papas fritas, hamburguesa o nuggets y un vaso
de cola. Se puede ordenar un postre adicional. El combo representaría la ración del almuerzo.
Otros locales de los patios de comidas ofrecen otros productos de comida rápida como pollo
brosterizado, pizzas, sánduches, tacos, comida china, etc.
Es interesante que desde hace pocos años también ciertos platos tradicionales como el ceviche,
el locro, la fritada, el mote, y otras preparaciones ecuatorianas se han incorporado también a través
de locales ubicados en patios de comida, mediante la modalidad de combos. Pj: Combo: locro de
queso-un choclo con queso-dulce de higo-jugo de mora.
habas con queso, algunos tipos de caldos (31, borradores), la tripa mishqui, y otros productos obteni-
dos de las entrañas de la vaca: la guatita, el librillo, la ubre.
Hay carritos ambulantes que ofrecen empanadas de verde y de morocho con café, o pinchos de varios
embutidos y choclos asados condimentados con mapahuira, y otros que venden hot dogs con cola y papas.
Comidas “típicas” que se venden en los mercados, cuya organización sigue ahora la de los
patios de comidas de centros comerciales, pueden ser: Fritada con tortillas, fritada con mote, mote
con chicharrón, hornado con tortillas, chorizo con tortillas, seco de pollo, seco de carne, arroz con
chuleta, corvina frita con arroz y papas, ceviches de concha, camarón y mixto, maremotos (una
especie de sopa con varios tipos de marisco).
Se expende también en los mercados una gran variedad de jugos que usualmente acompañan
estas comidas.
Existen también algunos sitios de “tradición”, que popularmente se identifican con la abundan-
cia de comida apetitosa: el pintado, la calle Michelena, la calle Foch, la Rumiñahui, la Pedro de
Alvarado, o los valles de los Chillos y Cumbayá, identificados con el cerdo: Fritada en Cumbayá (el
Palacio de la Fritada) y hornado el Los Chillos y Sangolquí (Hornados dieguito)
Comidas del sur: Motes de la Magdalena, Asados y parrilladas del Pintado, varios locales
de pollos asados, salones.
Comidas del centro: Hay una relación con la tradición más evidente: desayunos, cafés,
Motes de San Juan, Mote colonial, confiterías (San Agustín), cafeterías. Guatitas la colmena.
Los chifas fueron los primeros restaurante que prepararon comida “para llevar”. Seguramente
fue el primer tipo de comida exótica (o extranjera) que se popularizó en la ciudad.
El sushi también ha pasado a ser un plato popular. Hay restaurantes especializados en sushi y
se vende en supermercados y delicatessen de hoteles.
292
La gran cocina francesa es el antecedente mundial del gourmet. En el siglo XVII nació la coci-
na clásica en Francia. Luis XIV no era un gourmet, pero sí un glotón al que le preocupaba la canti-
dad más que la calidad, sin embargo su corte fue brillante y atrajo a gente de talento que pronto se
convirtieron en mecenas de las artes, incluyendo el arte culinario.
294
Detalle del Nacimiento de san El gourmet es un catador de comida, que puede distinguir, en sus observaciones, si un pla-
Agustín, Miguel de Santiago,
óleo sobre lienzo, convento tillo es “delicatessen”, o sea, si va de acuerdo con las exigencias que requieren las debidas pre-
de san Agustín. paraciones de los productos alimenticios de la más alta gastronomía. Existe gran variedad de
comidas y bebidas gourmets, hay desde embutidos, jamones, quesos, caviares, pastas, carnes,
aves, mariscos, salsas, mermeladas, panes, semillas, granos, chocolates, postres, vinos, licores,
cafés y hasta helados.
En Quito, desde inicios de la década del 90 existen negocios que se inauguran con la intención
de captar clientes que practiquen este peculiar modo de vida; hay desde bares hasta restaurantes,
tanto nacionales como internacionales, que tienen este objetivo.
Un restaurante gourmet o una tienda gourmet es aquel establecimiento que vende comida de
alta calidad. (Delicatessen el Español, el Griego).
Restaurantes: La cava, Vivaldi, Zazú, La Viña, Teatrum, restaurantes del hotel Plaza Grande y
hoteles internacionales, etc.
EL SABOR DE LA MEMORIA
295
Glosario
Abreboca Locución familiar por aperitivo. (Larrea, Achiote (Bija) del mexicano achotl. En la comida
1970: 4). ecuatoriana se usa abundantemente para sazonarla y
darle color en lugar del azafrán. Se lo emplea derretido
Licor aperitivo que se toma para comenzar un banque- en manteca. (Larrea, 1970: 4)
te casero. “Antes de la sopa, una copa”, o “vamos a tomar
el abre boca”. (Guevara, 1960-1961: 264) Achiotero Utensilio de cocina típica que consiste en
una pequeña sartén de barro provista de un cernidor.
Abridor Este término castizo de una variedad de Son muy apreciados los que fabrica la alfarería de la
melocotón pérsico va desapareciendo del habla ecuato- provincia meridional del Azuay. (Larrea, 1970: 4)
riana. Se lo reemplaza por guaytambo. (Larrea, 1970: 4).
Achira Canna edulis Ker-Gawl. (Estrella, 1988: 159).
Abrillantar Dar brillo a pasteles u otros prepara- Cambio castellano del quichua atzara. Tiene algunas
dos con jalea, gelatina, grasa, mantequilla líquida. / aplicaciones dentro de la alimentación ecuatoriana, se usa
Pintar con huevo una preparación. (Hoppe, 1999:13). en almidón y, de manera preferente, sus hojas sirven para
envolver las diversas clases de tamales, ayacas, etc. Julio
Abuñolado De figura de buñuelo. (Hoppe,
Tobar Donoso en su obra El Lenguaje Rural en la Región
1999:13).
Interandina del Ecuador afirma: “La Academia admite
Acaramelar Bañar de caramelo. (Hoppe, 1999:13). achira, planta del Perú, según dice.”(Larrea, 1970: 4).
Acecinar Salar las carnes y secarlas para que se Achogcha Cyclathera pedata Schrad. Del quichua,
conserven, con humo, al aire. / Elaborar cecinas. achugcha. Planta de cápsula comestible que se usa
(Hoppe, 1999:13). mucho para la alimentación, rellenada, en ensalada, en
298
locro, etc. Según Guevara: “la corteza de la achogcha Agrio En el Ecuador, salsa fría compuesta con agua,
grande (Sechum Schwartz) forma casi oval, es cocida y panela, ají, sal y cebollas. También se hace con chicha
rellena con carne frita desmenuzada, queso, huevos de jora. Suele acompañar al hornado.
cocidos y especies. (Larrea, 1970: 4)
Agua de azahar Líquido esencial, sin alcohol,
Achupalla Nombre extinguido quichua de la piña. derivado de la flor de azahar. Se emplea en pastelería y
(Estrella, 1988: 235). confitería. (Hoppe, 1999:17).
Acompañado Todo lo que en español general se Aguacate Fruto del árbol de las luaraceas (Perú,
llama guarnición u otro término similar para designar Chile y sur del Ecuador, palta). Se come con sal y ají;
lo que se sirve con algunas viandas, especialmente con relleno; en sopa y como acompañamiento de numerosos
la carne. (Larrea, 1970: 4) platos nacionales.(Larrea, 1970: 4).
Acre Áspero y picante al gusto y el olfato. (Hoppe, Aguado En el Ecuador, guisado de gallina o pato
1999: 16). elaborado con cebolla, tomate, condimentos y arroz. Su
consistencia es espesa.
Aderezar Condimentar los alimentos. /Adornar.
/Disponer la guarnición alrededor del alimento. Aguarapado De guarapo. “Llamamos así a la cosa
(Hoppe, 1999:16). que ha tomado sabor de guarapo, por haber comenzado a
fermentarse.” [...] (Julio Tobar Donoso). (Larrea, 1970: 5)
Adobar Poner en adobo. /Preparación compuesta de
sal, aceite, vinagre, orégano, et., para carnes, pescados u Aguardiente Nombre genérico para designar bebi-
otras, para su conservación o sazón. (Hoppe, 1999:16). das de alta graduación alcohólica (de 40° a 60°). Se apli -
ca mayoritariamente a los destilados de uva. (Hoppe,
Afrecho Cáscara del trigo molido, más comúnmente
1999:17). En Ecuador, el destilado de caña de azúcar.
llamado salvado de trigo. Se le agrega a la harina panifi-
cadora para la elaboración de un tipo de pan negro. Aguas Toda clase de infusión llamada aromática
(Hoppe, 1999:16). Se aplica al salvado de otras gramíneas. que se usa en la medicina popular desde la época incá-
sica, según Virgilio Paredes Borja, aparte de su función
Afrutado Dícese del vino que tiene en sus valores medicinal se emplean también como bebidas que reem-
organolépticos matices de fruta. (Hoppe, 1999:16).
plazan al té o al café al final de las comidas. En el habla
Agave Agave america L. Quichua: chahuar, yana-chahuar festiva actual se las denomina agüitas de vieja. En la
(Cordero, 1967: 21). Penco negro. (Estrella, 1988: 177). gran variedad de “hierbas aromáticas” utilizadas para
estas tisanas las más comunes son: hierba Luisa, man-
Ajiaco En el Ecuador, plato de papas, salsa con leche, zanilla, toronjil , hierba buena, menta, borraja, etc.
y decorado con chochos, aguacate, huevo duro, perejil, Además son muy populares las de otras plantas como el
etc. Se suele acompañar con carne colorada. cedrón, la canela, anís, eucalipto aromático, guayusa,
EL SABOR DE LA MEMORIA
299
etc. Carvallo Neto registra: “agua de canela con punta. - Ají de librillo Potaje de papas enteras, con salsa y
Agua de chaleco, agua de las tinieblas, agua de surum- pedacito del librillo (uno de los estómagos del rumiante) coci-
ba”. Nuestro folclore tradicional era muy rico en la con- do con sal y algunas especias. (Guevara, 1960-1961: 220).
fección de las llamadas “aguas de olor” como el agua
rica, el agua de ámbar, el agua de azahar, etc. que se Ají de queso Potaje de papas enteras mondadas y
empleaban para perfumar las bebidas refrescantes, dul- cocidas en su caldo, con carne, plátano maduro, queso
ces y confites tradicionales. (Larrea, 1970: 5) salsa y especias. El maní tostado y molido, con frecuencia,
es uno de sus condimentos. (Guevara, 1960-1961: 220).
Agujero de suspensión Orificio realizado
comúnmente cerca del borde de una vasija, a fin de Alajú Pasta de almendras, nueces, pan rallado, espe-
poder pasar por él una cuerda y colgar el recipiente. cias finas y miel bien cocida. (Hoppe, 1999:19).
(Echeverría, 1981: 46) Alambique Aparato para destilar alcohol por
Ahogar Estofar o rehogar. (Hoppe, 1999:17). medio de la acción del fuego. (Hoppe, 1999:19).
Ahumado Carne, pescado o algún alimento que se Albahaca Ocymun Basilikum. Planta aromática de
conserva mediante el humo, o utilizando éste para darle sabor acre, obtenida de las hojas tanto frescas como secas
un peculiar sabor. (Hoppe, 1999:18) de la planta labiada del mismo nombre. Originaria del
sur de Asia, su utilización es típica de la cocina provenzal
Ahumado por defecto Ennegrecido de una y se emplea en platos a base de quesos, carnes, huevos,
parte o de la totalidad de la superficie de una pieza cerá- pescados y pasta. / Basilio, en francés. (Hoppe, 1999:19).
mica, por el exceso de carbono durante el proceso de
conocimiento. (Echeverría, 1981: 47) Albaricoque Fruto del albaricoquero, de carne dora-
da, con pulpa muy sabrosa. Muy empleado en pastelería,
Aicha Carne. (Velasco, 1964: 27) repostería, jugos y para mermeladas. / En Chile damasco.
/ En México, chabacano. (Hoppe, Alice, 1999:20).
Ají Capsicum anuum, (Luis Cordero). En los diccionarios
españoles como variante de pimiento. En México “chile”. Albóndiga Bolita de carne o pescado picado o
En el Ecuador se diferencia en pimientos, rocotos, (del qui- molido, mezclado con pan, huevos y especias. Se usa
chua, rucutu) y numerosas variedades. Se prepara molido, como plato o como guarnición. (Hoppe, Alice, 1999:20).
con sal, cebolla picada, chochos, perejil, culantro, etc.
constituye una salsa sumamente picante, que se usa para Albondiguilla Albóndiga pequeña o albondiguita.
condimentar diversos platos criollos. (Larrea, 1970: 5). (Hoppe, Alice, 1999:20).
Ají de cuy Potaje con papas enteras, una presa Albúmina Sustancia incolora que forma princi-
asada de cuy o conejillo de Indias y salsa encima. palmente la clara del huevo, también se encuentra en la
(Guevara, 1960-1961: 220). sangre (Hoppe, Alice, 1999:20).
300
Alcaparras Encurtido de flores de maguey. Las flo- Allulla Galleta de harina de trigo con manteca.
res que aún no han desplegado sus corolas, son des- Suele hacerse en Latacunga.
aguadas durante dos o tres días. Luego se las cuece en
agua, se las enfría y, exprimiendo el líquido, se las
Almíbar Azúcar disuelta en agua y cocida hasta
que toma consistencia de jarabe. Se distinguen varios
somete al fermento en chicha de jora con sal, ají, ajos y
tipos. (Hoppe, Alice, 1999:23).
trozos de cebolla blanca.
Alcoholímetro Aerómetro para apreciar la pro- Almidón De papa, yuca, achira. Se usa en galletería,
porción de alcohol en un líquido. (Hoppe, Alice, pan y otras recetas de la cocina ecuatoriana.
1999:21).
Almírez Mortero de metal. (Hoppe, Alice, 1999:23).
Alcuza Forma cerámica compuesta por dos o más
Aloja Chicha de jora, la que se añade harina de trigo,
recipientes intercomunicados o no, y generalmente uni-
jugo de guayaba y especias. Propia de la provincia de
dos por medio de un asa canasta. (Echeverría, José,
Tungurahua.
Glosario arqueológico, 1981: 47) Recipiente portador de
aceite, vinagre y/o sal y pimienta, que se coloca en las Amelcochar Dar a un dulce el punto de melcocha.
mesas. (Hoppe, Alice, 1999:21). (Hoppe, Alice, 1999:24).
Alfajor Am. Mer. Golosina compuesta por dos rodajas Amor con hambre En el Ecuador, emborrajado
delgadas de masa adheridas una a otra con dulce y a con plátano y queso fresco, frito en aceite. También, amor
veces recubierta de chocolate, merengue, etc. (DRAE) escondido.
Alfeñique Corresponde al castizo alfandoque. Amulli Bocado de comida. (Velasco, Juan de,
Batido de panela, generalmente con anís o tocte. Son Vocabulario de la Lengua Índica, 1964: 23)
muy famosos los alfeñiques de Baños, Provincia de
Tungurahua. (Larrea, 1970: 5) Ánfora Vasija de base prolongada en forma de cono
agudo, cuello cilíndrico alargado o ligeramente cóncavo.
Alga Nombre de ciertas plantas acuáticas, de consis- (Cfr. González Suárez, 1910; Grijalva, 1938; Jijón y
tencia gelatinosa, con tallos en formas de cintas o fila- Caamaño, 1952; Oberem; 1975; Meyers, 1975; inter alia),
mentos. (Hoppe, Alice, 1999:22). en (Echeverría, José, Glosario arqueológico, 1981: 52)
Aliñar Preparar o condimentar los alimentos para que Ango Del quichua angu. Tendón. Por extensión se dice de
queden más sabrosos. / Aderezar. (Hoppe, 1999:22). la carne o cualquier alimento duro. (Larrea, Piedad, 1970: 6).
Ayampaco Pescado de agua dulce, condimentado Anís La planta Pimpinella anisum, el anís común, una
y acompañado con plátano, envuelto con hojas de bijao planta de la familia de las umbelíferas cuya semilla,
que se asa a la brasa. muy aromática, se emplea en gastronomía. La planta
EL SABOR DE LA MEMORIA
301
Illicium verum, el anís estrellado, un árbol de origen asiá- Aplanchado Especie de pastelillo (pasta) tradicio-
tico cuyo fruto se emplea como sucedáneo del anís por nal en la repostería quiteña hecha de hojaldre cubierto
la similitud de su sabor y aroma. (Sitio web: por una capa hecha de claras de huevo, azúcar y limón.
http://es.wikipedia.org). (Larrea, Piedad, 1970: 6).
Anisado Aguardiente de caña con esencia de anís. Arepa Panes alargados de harina de maíz con panela o
(Larrea, Piedad, 1970: 6). raspadura, envueltas en hojas de achira y asadas al horno.
Son las arepas comunes. Los indios de Otavalo las “preparan
Anona Fruta de la familia de las anonáceas, similar mezclando la masa de maíz con zapallo o zambo cocinado”,
a la chirimoya. (Larrea, Piedad, 1970: 6).
y las asan también envueltas en hojas de achira. Gonzalo
Ante Bizcocho o torta con rellenos de dulces de leche Rubio Orbe: Punyaro” (Guevara, Darío, 1960-1961: 221).
o de frutas.
Aríbalo Tipo de vaso griego. En tiempos primitivos,
Antropomorfo Que tiene apariencia y forma probablemente se aplicó este nombre a una vasija de
humanas. (Echeverría, José, Glosario arqueológico, gran tamaño con cuello afinado que se usaba para lle-
1981: 53) var agua al baño. (Winick, 1969: 55). Por su semejanza
morfológica, se adoptó este nombre a una vasija incási-
Apanado Denominación dada a la mezcla de pan y ca típica, de cuello alto, recto y evertido; cuerpo en sec-
huevo usada para rebozar carnes y pescado. (Hoppe, ción ovoidal, base cónica pronunciada, dos falsas asas
Alice, 1999:26). bajo el labio, dos asas verticales en la parte inferior del
Apangora Cangrejo. (Velasco, Juan de, Vocabulario cuerpo, diametralmente opuestas; una prominencia
de la Lengua Índica, 1964: 26) (clave de aríbalo) en la parte superior del cuerpo.
(Echeverría, José, Glosario arqueológico, 1981: 56).
Variación fonética del quichua apagura. Cangrejo
(Pseudothelphusa caputi Nobili?) (Larrea, Piedad, 1970: 6). Arishca Quichua, cosa estrabada, procedimiento de
preparación de los utensilio de barro para su utiliza-
Api Mazamorra. El api era por lo general un alimento ción. (Larrea, Piedad, 1970: 6).
ceremonial, unido al rito de los muertos. Aya Api,
mazamorra para los muertos. - Yana Api, colada de Arrayán Fruto del árbol del mismo nombre. Tanto el
maíz negro que suelen los indígenas de hoy día deposi- Diccionario de la Lengua como Julio Tobar Donoso
tar en los cementerios el día de los difuntos, el mes de ubica este árbol en la familia de las mirtáceas (Myrtus
Noviembre de todos los años. (Velasco, 1964: 42) communis L.). (Larrea, Piedad, 1970: 7).
Apio Apium graveolens. Planta hortense umbelífera, [...] Arrocero Adjetivo que se aplica al que es aficionado
En gastronomía el apio se come crudo o cocinado. a comer arroz. Dícese también de un pájaro. (Larrea,
(Hoppe, Alice, 1999:27). Piedad, 1970: 7).
302
Arrocillo “Arroz triturado que se usa sobre todo para a) Doble adherida b) Labio adherida c) Doble remacha-
sopas” (Humberto Toscano) (Larrea, Piedad, 1970: 7). da d) Labio remachada e) Simple remachada. Para asas
de inserción únicas: adherida, remachada. 2) Por su tipo:
Arrope Jugo espeso de las frutas de la mora común o en arco: a) Lisa (de cinta) b) Retorcida c) Trenzada d) De
zarzamora (Rubus fructicosus) L.) Se prepara especial- correa 3) Macizas: a) Mamelonar b) Otomorfa c)
mente en Otavalo y se lo vende embotellado. Es de color Troncocónica d) Zoomorfa e) Antromomorfa f) En botón
morado intenso, especialmente azucarado y con la aci- 4. Por su posición (respecto al plano horizontal): horizon-
dez propia de las frutas. Se sirve como postre, en dosis tal, vertical, oblicua. 5. Por su número: a) Única b) Doble
limitadas. (Guevara, 1960-1961: 221). c) Triple d) Múltiple. (Echeverría, 1981: 60).
Arroz El arroz traído de España o de Castilla, en el Asa de canasta Denominación derivada de su
Ecuador, cocido al vapor, acompaña a diversos platos. semejanza con la agarradera en arco de un canasto,
Otras preparaciones de arroz son: el aguado, la sopa de cuyos extremos, diametralmente opuestos, parten del
arroz, el arroz con gallareta, el arroz relleno, pasteles de labio.(Echeverría, 1981: 63).
arroz, etc. Con arroz se hace la chicha de arroz y el
arroz con leche. Asa de estribo Término aplicado especialmente a
un tipo de asa común en la cerámica peruana.
Arroz de cebada de dulce El arroz de cebada, Agarradera en forma de arco, hueca y con corto cuello
después de espumado el afrecho menudo, sazonado con tubular o pico por donde se vierte el líquido; suele lla-
dulce de caña de azúcar (panela) o con jugo de la misma mársele asa vertedera.(Echeverría, 1981: 63).
caña recién molida (guarapo tierno). En muchos casos se
agrega la naranjilla para darle un agradable sabor agri- Asa de tapadera Agarradera o parte accesoria de
dulce. (Guevara, Darío, 1960-1961: 222). una tapa, generalmente colocada en el centro.
(Echeverría, 1981: 64).
Arroz de cebada de leche El arroz de cebada
espumado, cocido con leche, canela y con azúcar o panela. Asentante Licor que se toma para festejar un buen o
una buena noticia. (Guevara, Darío, 1960-1961: 263).
Arroz de cebada de sal El arroz de cebada
espumado, cocido con papas, carne, manteca, col, sal y Asnai Olor en quichua. (Velasco, 1964: 46).
especias. (Guevara, Darío, 1960-1961: 222).
Ataco Amaranthus candatus, también llamado sango-
Artesa Cajón cuadrado, por lo común de madera, […]. rache. Se lo usa como colorante para las mazamorras,
Sirve para amasar el pan y otros usos. (Hoppe, Alice, coladas y algunos refrescos. (Larrea, 1970: 7).
1999:29).
Atallpa Gallina. Atallpa, es una palabra que ha teni-
Asa Parte que sobresale de un recipiente, que sirve para do profundos cambios fonéticos. Al norte dicen Atilba, al
asirle. 1. Para su inserción: cerradas o de doble inserción: sur-centro Atishpa y en el Oriente Atalla, la última se
asemeja más a la palabra que comentamos. De todas
EL SABOR DE LA MEMORIA
303
maneras consideramos como simples cambios regiona- Balsámico Vino blanco que tiene sabores propios de
les del dialecto general. En el idioma colorado hualpa es algunas maderas como cedro y abeto. (Hoppe, 1999:34).
gallina. (Velasco, 1964: 36).
Banana Plátano. (Hoppe, Alice, 1999:34).
Aventador Abanico.
Baño María Cocer una preparación colocándola
Avillas Según Rubio Orbe… plato que “hacen mezclan - en un recipiente que a su vez se introduce en uno de
do harina de maíz, raspadura en forma de miel y huevos, mayor tamaño que contiene agua. (Hoppe, Alice,
las asan en latas, en hornos de hacer pan”. Hacen las mes- 1999:35). En el Ecuador, baño de María.
tizas y blancas de Otavalo…” (Larrea, 1970 : 7).
Barbacoa Parrilla para asar carnes, antiguamente
Ayaca Forma de llamar a los tamales en el habla cos- hecha con varas de madera verde. Hoy es un recipiente
teña. La diferencia entre el tamal y la ayaca es bastan- metálico, hueco, donde se coloca carbón o leña y sobre
te incierta, quizá en que la última tiene, exclusivamente, ella una parrilla. / Barbecue. / BBQ. /Parrilla. (Hoppe,
el condumio de gallina y se las hace de tamaño mayor Alice, 1999:35).
que los primeros. (Larrea, 1970: 7).
Barquillo Hoja delgada de masa hecha con harina,
Azua Chicha en quichua. Era la bebida sagrada de azúcar y enrollada en forma cónica o cilíndrica.
los Incas. -El término chicha tampoco es de origen hispá- (Hoppe, Alice, 1999:35).
nico, es voz antillana.
Barraganete Variedad de plátano (de gran tamaño
B y grosor).
B Batata Ipomoea batatas. En el Ecuador, se lo conoce
como camote.
Babaco Carica pentágona. Fruta.
Batería de cocina Conjunto de ollas, utensilios y
Bacalao Pez gádido, alargado, de pequeñas escamas, accesorios empleados en la preparación de alimentos.
vientre plateado y tres aletas dorsales. Abunda en el (Hoppe, Alice, 1999:36).
Atlántico. (Hoppe, 1999:33). En el Ecuador se suele uti-
lizar bacalao seco, para preparar la fanesca. Batido En la de Pichincha, se llama batido a una mezcla
de jugo de frutas, leche y crema. (Larrea, Piedad, 1970: 8).
Badea Fruta de una variación de la familia de las pasi-
floráceas. Propio de regiones cálidas y templadas. Se la Becerra Vaca de menos de un año. (Hoppe, Alice,
utiliza exclusivamente para refrescos. (Larrea, 1970: 8). 1999:36).
Bala Plátano dominico majado. Se usa de preferencia Bergamota Monarda didyma. Árbol americano,
para el desayuno en la provincia de Esmeraldas. variedad de lima o naranja ácida muy perfumada, de
cuya corteza se obtiene un aceite empleado en confitería
304
y sus hojas sirven para infusión y picadas como adere- Bofes Término general que se aplica a las vísceras:
zo de ensaladas. (Hoppe, Alice, 1999:37). riñones, hígado, panza, intestinos, corazón, pulmón, etc.
En el Diccionario de Casares se define bofe como pulmón.
Berro Nasturtium officinale. Hortaliza de hojas. Planta En el habla peninsular española se usa la expresión des-
crucífera que crece en lugares muy húmedos. Con ele-
pojos con semántica idéntica a la del ecuatorianismo
vado contenido de vitaminas, el sabor limpio fresco y
bofes. (Larrea, Piedad, 1970: 8).
picante del berro lo hace muy recomendable. También
se emplea en sopas, en platos rehogados orientales y Bolas de maní Dulce que contiene maní tostado y
como aderezo. raspadura.
Besos En el Ecuador, pequeñas y redondas galletas Bolas Bolas de plátano verde rallado y molido, con
que van al horno, cubiertas con clara de huevo batida a condumio de carne y salsa. Se las cocina en caldo de
punto de nieve y con azúcar. papas, con col, que es parte de la vianda. Bolas de hari-
na de maíz, preparadas como las anteriores.
Botellón Aumentativo de botella. Recipiente de cuerpo
globular, cuello largo y angosto, comúnmente de base con- Boleadora Arma de cacería consistente en bolas de
vexa o plana, sin asas. Apto para contener líquidos. piedra unidas con cordeles, generalmente en un núme-
(Echeverría, José, Glosario arqueológico, 1981: 77). ro par. El arte está en saber arrojar la boleadora a las
patas del animal presa que se persigue, de tal manera
Bistec montado Bistec que se sirve con dos huevos que éste se enrede y caiga. Este sistema de cacería se
fritos encima. (Larrea, Piedad, 1970: 8).
utiliza todavía en algunas partes de América. (Cfr.
BizcochueloEn el Ecuador se aplica únicamente a Veneau & Rivet, 1912) en (Echeverría, 1981: 74).
la preparación hecha con almidón de yuca, huevos y
Bollo Plátano maduro amasado envuelto en sus hojas
azúcar. (Larrea, Piedad, 1970: 8).
y horneado. Bollo de pescado: plátano verde amasado,
Bocachico“Pez de agua dulce de la Costa” relleno con pescado, envuelto con hojas y cocido en
(Humberto Toscano). Se lo come frito. (Larrea, Piedad, agua.
1970: 8).
Borrego Cordero de uno a dos años. (Hoppe, Alice,
Bocadillos Denominación genérica para una gran 1999:40).
variedad de repostería. El bocadillo es siempre de dulce, a
Botella silbato Vasija de barro, generalmente
diferencia del sentido que el sufijo le da en español gene-
doble que tiene un sistema de pasaje, el cual al permitir
ral. Se hacen especialmente de frutas: guayaba, mem-
la salida del aire o de los líquidos, hace el sonido de un
brillo, durazno. (Larrea, Piedad, 1970: 8).
silbido. La botella silbato es una característica especial-
Bocaditos En el Ecuador, golosinas de sal y de dulce mente de las cerámicas andinas precolombinas y de
que se sirven en fiestas y otras reuniones sociales. América Central. (Cfr. Estrada, 1961: Crespo Toral, 1966;
EL SABOR DE LA MEMORIA
305
Holm, 1974; Meggers, 1969). (Echeverría, 1981: 76). Caca de perro Se llama también “colación de
pobre” Darío Guevara usa esta definición: “maíz tostado
Botijuela Nombre dado en el Norte del Ecuador a las y envuelto en capa de panela”. (Larrea, 1970: 9).
vasijas de barro de cuello alargado y de boca ancha, cuer-
po esférico o elipsoide vertical, base angosta convexa, alar- Cacao Árbol de América, de la familia de las bitnerí-
gada. (Formas semejantes etnohistóricas y actuales, se les ceas, de fruto de vaina larga, contiene abundantes semi-
denomina “malta” y “pondo”). (Cfr. Grijalva, 1938; llas carnosas que son el principal ingrediente del choco-
Francisco, 1969) en (Echeverría, 1981: 77). late, una vez torrefactadas. (Hoppe, 1999:46).
Buñuelo Creo que en el Ecuador -especialmente en Cacha En quichua, sal. (Velasco,1964: 50).
la Sierra- se usa una acepción diversa de la explicada
en los diccionarios como “fruto del sartén”. Se prepara Cachicaldo Hibridismo quichua-español: cachi, sal.
cociendo la masa -de harina de maíz o trigo- batiéndo- El cachicaldo es un caldo pobre que se sustancia en
la luego con abundantes huevos y friéndola. Se sirve con agua y sal, cebolla picada y rara vez lleva carne. Se
una miel aderezada con canela. Es plato especial de la sirve con mote, tostado o papas con chaqueta. (Guevara,
Navidad. (Larrea, 1970: 9). 1960-1961: 224).
Buñuelos de viento Sólo la pasta de harina Café de tusa Nombre popular para la esencia de
frita. (Hoppe, 1999:44). café de calidad baja, en la que intervienen elementos
extraños al grano del café. (Larrea, 1970: 9).
Cabello de ángel Fideo muy fino. (Hoppe, Caldo de Calavera De cráneo de borrego.
1999:45). Caldo de bolas Bolas de harina de maíz rellenas
Cabello de Ángel Nombre que se da en la con queso cocidas con caldo de costilla de res y col.
Sierra a una calidad de fideo muy delgado (sopa de). Caldo de patas Patas y manos de res, pedaceadas
“Dulce de papaya verde cortada en tiras delgadas. y hervidas largamente en agua hasta producir un caldo
Usual en la provincia de Esmeraldas (Darío Guevara) denso y grasoso. Este es sazonado con leche, sal, cebolla
(Larrea, 1970: 9). y especias, siendo además parte esencial el mote pelado.
(Guevara, 1960-1961: 224).
306
Callana Cazuela de tostar maíz, o cebada. (Velasco, Cangrejo de río Cangrejo de agua dulce.
1964: 25).
Canguil El Zea mais de los botánicos tiene entre nos-
Callu En quichua, lengua. (Velasco, 1964: 40). otros un sinnúmero de variedades, naturalmente con
sus nombres respectivos para que las diferencie el
Camarón En el Ecuador se llama camarones a la
comercio. Así poseemos el maíz delgado ó de jora, el maíz
variedad pequeña en la especie de estos crustáceos (langos-
grueso ó de mote, el maíz blanco, el maíz negro, el maíz pin-
tinos, langosta). Se lo utiliza en numerosas comidas de las
tado; el morocho, que por ser compacto, duro, vítreo, ha
cuales la más típica es ceviche. (Larrea, 1970: 10).
dado su nombre como calificativo a las cosas que pose-
Camote Planta convulvulácea que consta en el en los atributos expresados; el chulpi, chico, arrugado y
Diccionario como batata. Ha sido registrada por Luis de un sabor especial; el canguil, asimismo pequeño, mas
Cordero, Tobar Donoso y numerosos tratadistas así de no rugoso, y provisto de una parte saliente y aguda
nuestra flora como de nuestro folclore. (Larrea , 1970: 10). como una espina. Sometido a la torrefacción que diría
un boticario, o sea a la tostadura, se revienta y echando
Camotillo Especie de colada de dulce que se hace fuera, en masa esponjosa y blanca, la fécula y más sus-
rallando el camote y añadiéndoles sangorache o ataco tancias que contiene, toma el aspecto de un jazmín doble
para colorearla, piña, jugo de naranja y azúcar. constituyendo lo que denominamos canguil reventado, o
Bocadillos. Úsase como base para diversos confites a los lo que en España llaman palomitas, según el decir de
que, la repostería tradicional ecuatoriana da formas Don Pedro Paz Soldán. (Tobar, 1907: 90).
caprichosas, de frutas, etc. (Larrea, 1970: 10). También
nombre de pez. Cántaro Vasija de cerámica, grande, angosta de
boca, ancha de cuerpo y estrecha por la base; por lo
Campaniforme Vasijas, soportes, etc. que tienen común, con una o más asas, simple o con motivos antro-
forma o figura de campana. (Echeverría, 1981: 82). pomorfos o zoomorfos. (Jijón y Caamaño, 1927) en
(Echeverría, 1981: 84).
Canario En el Ecuador, bebida preparada con almí-
bar, leche, huevos y canela. Cantina Término que denomina la vasija especial
para hervir agua. (Larrea, 1970: 10). Establecimiento
Cancha En el Ecuador, maíz tostado en tiesto.
público de comidas y bebidas. / Bar. (Hoppe, 1999:50).
Canelazo Agua con canela, azúcar y aguardiente de
caña dulce. Se sirve caliente.
Capulí Prunus salicifolia H. B. K. Fruto semejante a la
cereza. Se considera el árbol de capulí como típico y
Cangrejo Crustáceo comestible de distintos tamaños simbólico nacional. Muy usado en la literatura ecuato-
y formas, de color verde oscuro, que por la cocción se riana. (Larrea, 1970: 10).
vuelve rojo. Las dos patas del primer par son muy grue-
sas y con fuertes pinzas. (Hoppe, 1999:49).
Cara En quichua, cáscara. (Velasco, 1964: 27).
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Caramelo Azúcar derretido usado en repostería. Solo Caspa En quichua, mazorca. (Velasco, 1964: 42)
como cobertura. Como salsa si se le agrega leche, mantequi- Caspiroleta Especie de ponche “Según Lemos, bebi-
lla, yema de huevo y vainilla. (Hoppe, 1999:51). da preparada con leche, huevos, canela y azúcar. En
algunas provincias de la región interandina recibe tam-
Caramelo de mistela Son una especialidad que
bién el nombre de ponche. Para Guevara, bebida de
va desapareciendo en el Ecuador. Consiste en confites
leche caliente, similar a la leche de tigre, con huevos
huecos coloreados, en formas caprichosas -peces, estre-
batidos, azúcar, aguardiente, canela y alguna esencia.”
llas, figuras geométricas- de pasta de azúcar sumamen-
(Larrea, 1970: 11).
te delgada que contienen licor endulzado o mistela.
(Larrea, 1970: 10). Castilla En el Ecuador, suele decirse arroz de
Castilla, harina de Castilla, mora de Castilla, etc.
Carapacho de cangrejoLleva su nombre por-
que se lo prepara en su concha mezclando la carne con Catu En quichua. Feria o venta. (Velasco, 1964: 35).
arroz, especies, pasas, etc. (Larrea, 1970: 11).
Cauca Nombre quichua que significa “a medio
Cariucho Plato de papas enteras, carne frita y salsa cocer”. En general , cauca es el grano del maíz que no
con ají. Su nombre es quichua: cari, varón, fuerte, y ha terminado su cocimiento y, por extensión, también
ucho, ají. Significa, pues, ají varón o ají fuerte, porque el la colada que se prepara con ese maíz molido, inclusi-
ají picante es el principal distintivo del potaje. (Guevara, ve la variedad denominada morocho. (Guevara,
1960-1961: 225). 1960-1961: 225).
Carmelitas En la región litoral del Ecuador, ros- Caucara Nombre quichua de la carne que está com-
quitas dulces de almidón con azúcar. (Larrea, 1970: 11). pletamente debajo de la piel de la res, sobre las costillas.
Esa carne se la adoba con especias y se la fríe. Es dura
Carne en palito En la Costa, trozos de carne de
y en algunos países la llaman mata-hambre. En el
buey (res) ensartados en un palito y asados en el mismo.
Ecuador se sirve generalmente con llapingachos.
Muy popular en los suburbios de Guayaquil. (Larrea,
(Guevara, 1960-1961: 225).
1970: 11).
308
Cazón Se usa para designar los tiburones chicos. Se las comidas indígenas y de los campesinos de la Sierra.
prepara en numerosos guisos de la costa ecuatoriana. (Guevara, 1960-1961: 229).
(Larrea, 1970: 11).
Chamburo Así se llaman tanto el árbol como el fruto
Cazuela Voz registrada por los tratadistas citados y de una especie del género Carica o Jacarantia. Otra especie
que consiste en un guiso de plátano verde, con pescado del mismo género denominamos chilguacán. Los árboles
que se usa mucho en todas la regiones de la costa. lechosos, con sus grandes hojas digitado-palmatífidas, como
(Larrea, 1970: 11). dicen los botánicos, agrupadas en el extremo superior, son
casi iguales; pero en cuanto a las bayas se diferencian por
Cebolla blanca Variedad de cebolla. Esta es blan- ser más alargada la del chamburo, no estar lobulada y ser
ca y larga. mucho más agradable en dulces; conservas y sorbetes, que
Cebolla paiteña “Nombre popular de la cebolla la de sus congéneres el chilguacán.(Tobar, 1907: 148).
colorada”... Según Tobar Donoso, planta de la familia de Champuz o champús Colada de harina de
las liliáceas, allum cepa L. (Larrea, 1970: 12). maíz con dulce, jugo de naranjilla, granos de mote pela-
Cerámica De o perteneciente a las vasijas, incluyen- do y hojas de naranjo, todo cocido en conjunto. Se sirve
do a la porcelana y terracota; o su manufactura, arte especialmente el día de Corpus. “En Otavalo y probable-
plástico, o cerámica en general. (Cfr. A G. I. 1960; Rye, mente en muchos medios indígenas que mantienen sus
1981) en (Echeverría, 1981: 90). viejas costumbres rituales, el champuz o champús lo
“hacen fermentado la harina cuatro días; luego la cier-
Ceutí Limón ceutil dicen los que ya saben que no es nen y cocinan en una paila de bronce, con raspadura,
sutil, ni menos sútil, el limón especial, proveniente de hojas de naranjo, arrayán, clavo y canela. (Gonzalo
Ceuta, que por esta razón debe llamarse ceutí; pues el Rubio Orbe: PUNYARO). (Guevara, 1960-1961: 229).
adjetivo étnico es, según se ha expresado, ceutí, y no ceu-
til, como erradamente decimos los ecuatorianos. Del Chanfaina Nombre de un plato formado por la mez-
árabe cebtí, natural de Ceuta. (Tobar, 1907: 105). cla de vísceras: riñones, hígado, intestinos, estómago,
corazón, menudos o bofes que se guisa con maní, etc.
Chahuarmishqui o dulce de cabuya No es (Larrea, 1970: 14).
precisamente el pulque mexicano, por más que ambos se
obtienen del maguey llamado cabuya, en el Ecuador. El Chapo Nombre quichua derivado de chapuna, mezclar.
pulque es bebida alcohólica. El chahuarmishqui es el jugo El chapo es una mezcla pastosa de harina de cebada con
dulce que se obtiene del tronco de la planta que ha llega- caldo, miel, chocolate, etc. “hacer chapo en chocolate” es un
do a su media madurez. Su nombre es terminante: dicho equivalente a alcanzar una ventaja muy codiciada y
chauar, maguey, y mishqui, dulce. El chahuarmishqui o muy sabrosa. (Guevara, 1960-1961: 229).
dulce de cabuya, hervido se sirve como curativo del reu- Chaquichini En quichua, asolear o secar al sol.
matismo; pero más comúnmente como endulzante de (Velasco, 1964: 18).
EL SABOR DE LA MEMORIA
309
Chaquiango Viene del quichua, venas y cartílagos bastante agua. Luego la chicha se la somete al fermen-
de las patas de res. Caldo de chaquiango. to para el uso posterior como bebida alcohólica y refres-
cante a la vez. (Guevara, 1960-1961: 265) Chicha de
Chaquitaclla o taclla Palabras quechuas chaqui- morocho: De sango de morocho con agua, miel de pane-
pie, taclla-arado. Instrumento utilizado principalmente la y naranjilla, pasados por el cedazo. Es bebida dulce,
para descuajar los terrenos, apropiado para preparar los ligeramente ácida y frecuentemente se la toma con pan.
campos para el cultivo de la papa. [...] Hecho de madera En fermento es algo alcohólica. (Guevara, 1960-1961:
dura. Sus principales características son: una punta de 267) Chicha huevona: Chicha de jora con azúcar, huevos
madera recia (posteriormente de metal), un mango curvo batidos y una buena cantidad de aguardiente. Es de
y el lugar para apoyar el pie. Introducido en el Ecuador gran efecto embriagador. (Guevara, 1960-1961: 268).
con la expansión incaica, y utilizado todavía por los cam-
pesinos en algunos lugares de los Andes Centrales. (Cfr. Chicharrón Fritada excesivamente mantecosa del
Cabello de Balboa (1586); Garcilaso de la Vega (1604); pecho del cerdo. Dícese que su nombre proviene de chicha-
Poma de Ayala (1615); en (Echeverría, J1981: 110). rra, porque el canto de este hemíptero chirría como la
carne del cerdo al freírsela. (Guevara, 1960-1961: 230).
Charqui En quichua, la carne salada, secada al sol.
También se llama cecina. Chichería Lugar donde se hace o vende la chicha.
(Larrea, 1970: 15).
Charquiucho Quichuismo que significa ají de
carne. Especie de locro con carne de chancho, tocino y Chifimote “choclo desgranado mezclado en fréjol
huevos duros. (Larrea, 1970: 14). tierno y cocinados juntos. (Gonzalo Rubio Orbe.
Punyaro). (Larrea, 1970: 15).
Chaspar Quichuismo por chamuscar. Luis Cordero
registra formas flexionales de este verbo. Chifles Rodajitas de plátano verde cortadas muy
finas y fritas. De origen costeño, son muy generalizados
Chaucha Tobar Donoso registra la voz como chile- en todas las comidas ecuatorianas. (Larrea, 1970: 15).
nismo: papa temprana o menuda que se deja para
simiente”. (Larrea, 1970: 14). Chigüil Masa de harina de maíz, manteca y huevos, con
condumio de queso, envuelta en hojas asimismo de maíz, y
Chicha En quichua, azua. Chicha de maíz. En el cocida al vapor. Hemos escrito la palabra condumio con letra
Ecuador se preparan chichas de avena, chontaduro, bastardilla, porque para el Diccionario de la Academia,
yuca. Chicha de arroz: De sango de arroz con agua, miel dicha palabra no significa, cual para nosotros los america-
de panela y naranjilla, pasados por el cedazo. nos, guiso o manjar que se pone dentro de otro, como en las
(Guevara, 1960-1961: 265) Chicha de jora: Esta es la más empanadas, etc., sino “Manjar que se come con pan, como
común y la más tradicional, más entre los indios que cualquier cosa guisada”, es decir, que toda cosa guisada es
entre los mestizos. Se la prepara con jora o maíz germi- condumio para los españoles; pues el pan es el compañero
nando y secado que se lo muele para su cocimiento en inseparable de todo lo que se come. (Tobar, 1907: 158).
310
Chinchulines Menudos de borrego. (Larrea, 1970: 15). una pequeña porción de hispanoamericanos, pues en
general en Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Los
Chingana Quichuismo “lugar de venta de comesti- venezolanos nombran jojoto al choclo. (Tobar, 1907: 164).
bles y licor en fiestas de pueblo” (Luis Cordero). Creo Choclo asado: Asado al fogón a fuego lento. (Guevara,
que esta palabra -que en habla de otros países tiene 1960-1961: 231).Choclo-mote o chogllo-mote: maíz tierno
sentido diverso- sea el origen del ecuatorianismo chin- desgranado y cocinado en agua. Tiene el mismo uso del
guero. (Larrea,1970: 15). mote con cáscara. (Guevara, 1960-1961: 231).
Chinguero Aguado con huevos batidos y una mez- Choclotanda o chogllotanda Especie de tamal de nombre
cla de licores: cerveza, aguardiente y cuantos más hay a quichua: choclo y tanda, pan. El choclo molido se mezcla
la mano. Embriaga con excesiva rapidez. (Guevara, con manteca, sal y huevos, y cada porción del pan lleva
1960-1961: 268). condumio de queso o pedacillos de fritada, cuando la
Chiricaldo Hibridismo de base quichua: chiri signifi- choclotanda es de sal. Cuando es de dulce, no lleva
ca frío. Este caldo frío, propio de los indios y mestizos relleno, pero la masa es batida con azúcar en vez de sal.
campesinos de la Sierra, se prepara en agua cruda, Las choclotandas llamadas también humitas (otro nom-
disolviendo sal y agregándosele cebolla y perejil fina- bre quichua), envueltas en las glumas de los mismos
mente picados. Al servirse, se acompaña de papas con frutos tiernos del maíz, se cocinan al vapor en pailas de
chaqueta calientes. (Guevara, 1960-1961: 230). bronce. (Guevara, 1960-1961: 231).
Chirimoya Fruto del chirimoyo, de forma esférica y Chocolate Con queso y chapo. Forma ecuatoriana
pulpa blanca, muy perfumado y de sabor agradable. de tomar el chocolate. La primera añadiéndole pedaci-
(Hoppe, 1999:79). tos de queso de crema en el chocolate muy caliente para
que se haga veta. La segunda consiste en añadir mashca
Chirle En quichua, aguado. (Larrea, 1970: 15). al chocolate. (Larrea, 1970:16).
Chivo Cría de la cabra, desde que no mama hasta la Chontaruro Fruto de la palma espinosa, denomina-
edad de procrear. (Hoppe, 1999:79). da chonta.
Chochos Lupinus albus. En español general altra- Chorizo Embutido de carne de cerdo, picada y ado-
muz. Se lo conoce en la alimentación ecuatoriana, en la bada con pimentón y otras especias. De origen español,
primera acepción del DRAE. (Larrea, 1970:16). se consume crudo o frito, y es uno de los ingredientes
infaltables en la preparación del cocido y la paella.
Choclo o Chocllo Aunque en algunos lugares de (Hoppe, 1999:79).
Centro América llamen elote al maíz que está en leche o
aún no maduro; la Academia, caso de tener que elegir Chuchuca Especie de maíz amarillo triturado del
entre el vocablo quiché y la palabra quichua choclo, que se hace sopa con carne de puerco, coles y papas.
debería quedarse a esta, cuyo uso no está restringido a (Larrea, 1970:16).
EL SABOR DE LA MEMORIA
311
Chuchuca mote “la chuchuca cocinada en granos Chunchulli Tripas. (Velasco, 1964: 53).
enteros, a veces en fréjol maduro”. (Larrea, 1970:16).
Chupa Rabadilla de ave. (Velasco,1964: 49).
Chucula Mazamorra de plátano cocido, batido con
leche, azúcar y canela. Es plato de la costa ecuatoriana.
Chupé En la Costa, lleva necesariamente algún pes-
cado, especialmente corvina. Darío Guevara lo define
Carvallho Neto, Diccionario del Folklore, registra diversas
como “locro de papas y queso con colas y cabezas de
maneras de preparar la chucula según varios lexicó-
corvina en cocimiento”. (Larrea, Piedad, 1970:16).
grafos como Lemos, Acosta Solís, Hidalgo, Costales, etc.
(Larrea, 1970:16). Chupete Caramelo o helado que se coloca en un pali-
to para que puedan chupar los niños. (Larrea, 1970:16).
Chugchucara Del quichua chugchu = tembloroso,
trémulo, y cara = cuero, cuero de cerdo tratado en Churo En quichua, caracol pequeño que crece en las
forma particular que constituye una atracción de la quebradas y los arenales de la Sierra. Sancochados y
cocina típica de la ciudad de Latacunga, provincia del sazonados con jugo de limón, aceite, sal, etc., se sirven
Cotopaxi. Según Guevara, “conjunto de trocitos de carne extrayéndole el gusanillo con los labios y preferentemen-
de cerdo fritos con su propio cuero, pedacillos de cuero te con colada de alverja. (Guevara, 1960-1961: 232).
reventado” (Larrea, 1970:16).
Churrasco Plato que se compone de un buen pedazo
Chulco Variación fonética del quichua chulcu. Sopa de de carne de res frita, con uno o dos huevos fritos y rode-
huevos cocidos en leche con ahogado de cebollas y queso.
las de papas fritas; todo acompañado de salsa, cebolla
En la cocina tradicional ecuatoriana se lo usaba como
roja (cebolla paiteña), lechuga picada y arroz seco.
comida improvisada, de donde su nombre festivo: “sopa de
(Guevara, 1960-1961: 233).
carishina”. (Larrea, 1970:16). Chulco es el nombre de una
planta acedera pequeña, herbácea. También el de una sopa Chuso-fritada Del quichua: chusu = pequeño.
de cebolla refrita con manteca, sal ajo, etc., hervida en agua Pedazos pequeños de fritada.
y leche y complementada con rebanadas de pan, queso y
huevos. (Guevara, 1960-1961: 232). Chuspa La chuspa en habla popular quiteña es más
bien una pequeña porción de masa de maíz a la que se le
Chulpi El género Zea de los botánicos, o sea el cereal da forma cóncava para cocinarla en sopa en igual forma
maíz que hacemos tanto uso en la Sierra del Ecuador, que la descrita para las bolas de maíz. (Larrea, 1970:16).
posee muchas variedades, que mencionamos al tratar
del vocablo canguil. Chulpi en quichua significa arruga, Chuya Aplicada a colada, es aquella que no tiene
y de ahí se denominó chulpi a la variedad de maíz chico suficiente consistencia, generalmente en alimentos:
Chuya api. Colada poco espesa. (Velasco, 1964: 7) Se
y arrugado, pero rico en materia sacarina, suave, delica-
do, que nuestro pueblo destina a usos distintos a los del dice de las horchatas o mazamorras muy ligeras.
maíz ordinarios. (Tobar, 1907: 172). (Larrea, 1970:17).
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Cilantro Especia aromática formada por el fruto de que se colocan en la paila cuando el almíbar que contie-
la planta Coriandrum sativum. La rusa es la más aprecia- ne está en punto, es decir, en la consistencia requerida
da, junto con la variedad marroquí. Se utiliza en la ela- para el efecto. (Larrea, 1970: 12).
boración de embutidos y como condimento de carnes,
sopas, salsas, etc. (Hoppe, 1999:57).
Colada Úsase en el Ecuador por mazamorra. Colada de
almidón: el almidón se obtiene de la papa, de la yuca y de la
Ciruela Fruto del ciruelo, de pulpa, sabor y color achira. Estos productos se rallan finamente y luego se sepa-
variables según las clases, aunque siempre jugoso. ra la fécula del salvado por filtración, el nuevo producto, el
(Hoppe, 1999:57). almidón, se utiliza como la harina para colada dulce con
leche. Colada de alverja: cocido de la harina de alverja en
Cocada Dulce de coco rallado con azúcar y leche (a agua con sal, manteca, papas y carne, coloreándole con
veces también con panela). Según su consistencia, se achiote o color, fruto menudo de la Bixa Orellana L. Es la
hacen en forma de bocadillos, a veces en coloreados de colada preferida para servirse con churos. Colada de choclo:
rosa. (Larrea, 1970: 12). del maíz tierno y molido y cocido en agua. Tiene sus varie-
Cocolón El arroz tostado en manteca, que se asienta en dades conocidas: de sal con manteca, papas y carne; de
el fondo de la olla en que se preparó el arroz seco, se llama leche y de dulce. Colada de harina de trigo: sobre la base de la
cocolón. Es muy apetecido por quienes saben dar buena preparación usual, esta colada se hace comúnmente con
cuenta de sus muelas. (Guevara, 1960-1961: 226). dulce y leche, y se la considera de distinción entre los ali-
mentos. Colada de máchica: de la harina de cebada tostada,
Cogollo Lo interior y lo más apretado de algunas molida y cernida, llamada mashca o máchica. Se la prefie-
hortalizas. Brote o retoño que arrojan las plantas. re en dulce con naranjilla. (Guevara, 1960-1961: 227).
(Hoppe, 1999:59).
Colada morada o mazamorra negra El
Colación Además de las acepciones 5a y 7a del primer nombre se usa en ciudades y poblados; el segun-
Diccionario de Casares -que en Ecuador se aplican do, en los medios rurales. La colada en cuestión es ritual
especialmente en términos de convento o colegio- se usa en cuanto es la ofrenda a los muertos en el Día de
en sentido de confetti, en italiano; pralines, en francés; Difuntos. Se la prepara con harina de maíz negro, fer-
peladillas en español peninsular. Es una calidad espe- mentada en agua con naranjilla y teñida con la flor del
cial de azucarado que, por lo general, rodea una nuez o ataco denominada también sangorache (Amaranihus
almendra cualquiera. En Quito, son célebres las cola- caudatus L.). Al cocérsela se tiene el buen cuidado de
ciones, de maní; en la costa, las de coco. Las de maní, se agregar ramitas menudas de arrayán (Myrtus commu-
hacen en el barrio tradicional de San Roque, colgando nis L.). (Guevara, 1960-1961: 228).
una paila de bronce, en cuerdas sobre las brasas de car-
bón para que, al movimiento que se imprime, el azuca- Concho Borras. (Velasco, 1964: 24) Sedimento de
rado envuelva en capas sucesivas los granos de maní una bebida que, en algunas casas sirve para preparar
otras iguales o similares. Del concho de la chicha de
EL SABOR DE LA MEMORIA
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jora, verbigracia, se hace otra vez la chicha en cuestión, con Coronta Combustible de tusas. Término usado en el
sólo agregarle agua hervida y un poco de panela raspada. Valle de Los Chillos, provincia de Pichincha. (Larrea,
Empero, se dice también concho al sobrante de aquella chi- 1970: 13).
cha, después de una fiesta. (Guevara,1960-1961: 265)
Corvina De río, de mar, dos órdenes diversos conoci-
Condumio Manjar que se pone dentro del pan, de dos con el mismo nombre. Se emplea mucho para los
las empanadas, de los tamales, etc. Unas veces es de sal mismos platos: corvina frita, seviche de corvina, chupé.
con queso, carne frita, cebolla y condimentos varios, y (Larrea, 1970: 13).
otras es de dulce en cualquiera de las formas más usua-
les. (Guevara, 1960-1961: 228). Cosas finas Nombre que se da, en el habla festiva
popular en Quito, a la mezcla de viandas callejeras tales
Confitar Cubrir con un baño de azúcar las frutas u como: mote, fritada, chochos, papas con cáscara, churos,
otros alimentos preparados para este fin. / Cocer las etc. (Larrea, 1970: 13).
frutas en almíbar. / Endulzar, suavizar, etc./ Referido a
las carnes, procedimiento de conservación, general- Costra Rebanada o pedazo de bizcocho de sal o de dulce.
mente de cerdo, oca, pato o pavo, a base de freírlas inten- Cotufa En el Ecuador, bolas de canguil y almíbar en
samente en su propia grasa y guardarlas en tarros punto de caramelo.
recubiertas de grasa. (Hoppe, 1999:63).
Crema Licor suave y dulce, con alguna esencia. Hay
Confite Pasta hecha de azúcar y algún otro ingrediente, cremas de mandarinas, de naranjilla, de menta, etc. La
en forma de bolillas de varios tamaños. (Hoppe, 1999:63). toman especialmente las mujeres, mientras los hombres
Confitería Arte de fabricar dulces y confituras de beben licor fuerte. (Guevara, 1960-1961: 265).
todas las clases. / Lugar donde se fabrican. / Tienda Crema pastelera Crema muy utilizada en pastele-
donde se venden. (Hoppe, 1999:6). ría y repostería para rellenar canutillos, brazos, cubani-
Consignación Tienda de expendio de productos tos, etc., a base de harina, huevos, leche, azúcar y perfu-
agrícolas que los recibe directamente de sus dueños. me de canela, vainilla, limón, etc. (Hoppe, 1999:68).
(Larrea, 1970: 13). Criadilla Testículos de animal, generalmente de res o
Copa Forma compuesta, integrada por un recipiente carnero, que e preparan de diversas formas. (Hoppe, 1999:68).
comúnmente hemisférico, y un soporte sólido o no, gene- Cuajada Dícese de la leche a la que se le ha añadido
ralmente cónico o cilíndrico, a veces, antropomorfo o cuajo para hacer el queso. Sinónimo castizo de reque-
zoomorfo, que funciona como agarradera. Sinónimo: són. (Larrea, 1970: 13).
“compotera”. (Echeverría, 1981: 97).
Cuartillo Medida equivalente a 500 cc o medio litro.
Coquinario Relativo a la comida. (Hoppe, 1999:65). (Hoppe, 1999:69).
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Cucaui Bastimento. Cucaui o Cucayo, fiambre que el comérsele al modo de galleta. Es suave y sirve también
trabajador agrícola o el viajero lleva en bolsas de cabu- para preparar un locro que lleva su mismo nombre.
ya o shigras.(Velasco, 1964: 21). (Guevara, 1960-1961: 229).
Cucayo Llamamos a los fiambres u otros comestibles Culantro Cilantro. (Hoppe, 1999:72).
que se llevan de viaje; y debe ser del quichua cucahui.
(Tobar, 1907: 135).
Curar Preparar, con un procedimiento especial, los
utensilios que deben usarse al fuego. (Larrea, 1970: 13).
Cuchara mama Sinónimo de cuchara grande,
especialmente la de palo o madera. (Larrea, 1970: 13).
Cutani Moler. (Velasco, 1964: 44).
Cuchicara Cuero del chancho tostado que se usa para Cutules Hoja que envuelve a la mazorca de maíz. La
del choclo sirve para envolver las choclotandas.
numerosas viandas características como el conocido locro
(Larrea, 1970: 13).
de cuero. Una preparación especial es la chugchucara.
(Larrea, 1970: 13).Nombre quichua: cuchi, cerdo y cara, piel, Cuy El animalito que los zoológicos llaman Cavia
cuero. El cuero del puerco chamuscado, se le come inmedia- cobaya (orden Roedores, suborden Hystrichidae), no tiene,
tamente después de despegado del cuerpo del animal, medio que sepamos, nombre en la lengua castellana. Los tra-
crudo y con sal. También asándolo, en pedacillos, con mote ductores de obras de Historia Natural francesa lo nom-
pelado. Finalmente el cuchicara seco, pedaceado, sirve para bran cochinillo de Indias, otros apérea o conejillo de Indias o
sazonar el locro de cuero. (Guevara, 1960-1961: 229). cerdo de la India. Para evitar la multiplicidad de palabras
en la denominación, debería llamársele con el solo vocablo
Cuchillos Instrumentos para cortar, manufactura-
cuy, tanto más cuanto que así se lo nombra en el Ecuador,
dos en lascas de basalto, calcedonia, ópalo, cuarzo,
Perú y otros lugares de América. (Tobar, 1907: 142).
chert, obsidiana, etc., que exhiben un borde afilado no
retocado, opuesto a un borde abrupto o dorso para faci-
litar el manejo del artefacto. (Cfr. Mayer-Oakes, 1963;
Carluci, 1963; Salazar, 1979; 1980; Bonifaz, 1979; Bell,
D
1965, inter alia) en (Echeverría, 1981: 104).
Délfica Especie de jalea muy transparente que se
Cuchipata Voz híbrida que significa pata de cerdo. hace del cocimiento de las frutas sin su pulpa. Las más
(Larrea, 1970: 13). comunes son la de guayaba, membrillo, durazno.
(Larrea, 1970:17).
Cuenco Vasija de barro, honda y sin reborde.
(Hoppe, 1999:72). Delicado Pastelillo de harina de maíz, mantequilla,
azúcar y ajonjolí. (Larrea, 1970:17).
Cuero reventado El cuero del puerco salado y
asado al horno en forma tal que se esponja y se presta a Derribar Hacer cuartos una res. (Larrea, 1970:17).
EL SABOR DE LA MEMORIA
315
Desabrido Sin sabor o de poco sabor. En el campo Dulce de higos Higos pasados en miel de azúcar o
suelen decir desabrido al postre. panela. Este dulce tradicional en la repostería ecuato-
riana, generalmente se lo come con queso fresco.
Descachazar Admitido como americanismo: quitar (Larrea, 1970:17).
la cachaza a la miel o guarapo. Descachazadora llaman
en algunas partes a la caldera en la que se purifica el Dulce de sambo Dulce popular que consiste en
guarapo. En el Ecuador he oído apellidarlo simplemen- cocinar el sambo o zapallo con leche, panela o azúcar.
te calentador”. (Julio Tobar Donoso). (Larrea, 1970:17). (Larrea, 1970:17).
un tratamiento especial de la masa, tienen la propiedad Entrada Antiguamente, el plato que seguía a la sopa
de inflarse mucho al freírselas. o consomé. Hoy en día el primer plato de un menú.
(Hoppe, 1999:90).
Empanizado Término culinario con el que se desig-
na un estado de la miel -de azúcar o de panela- que alcan- Envuelto Nombre registrado por Justino Cornejo
za una excesiva densidad por cocción. En este sentido expli- por choclotanda. (Larrea, 1970:18).
ca el término Julio Tobar Donoso. (Larrea, 1970:18).
Escalfar Cocer en agua hirviendo o en caldo los hue-
Emulsión Mezcla más o menos líquida, compuesta vos sin la cáscara. / Cocer el pan con demasiado fuego.
de una sustancia que sirve de vehículo y de otra que se (Hoppe, 1999:91).
halla en suspensión, dividido en pequeñísimas gotas o
partículas, como la salsa mayonesa. (Hoppe, 1999:89). Escudilla Vasija de boca ancha con base de diáme-
tro menor que el de la boca; su altura no puede ser
Encurtidos Frutos u hortalizas conservadas en mayor que el diámetro de la boca ni menor que la terce-
vinagre. Preferentemente coliflor, pepinillos, pimientos, ra parte de ella. Por su silueta o cuerpo, las escudillas
alcaparras, etc. (Hoppe, 1999:89). pueden ser hemisféricas, troncocónicas o de silueta
compuesta. Las bases pueden ser cóncavas, convexas o
Engobe Delgada capa de la misma arcilla de que se planas y a veces tienen soportes trípodes, tetrápodes,
había fabricado el núcleo, pero exenta de cascajos toscos, y
anulares o pedestales. Cuando la escudilla tiene la altu-
presentando una consistencia cremosa, de modo que pudie-
ra y el diámetro igual, se denomina escudilla honda;
se “deslizarse” cubriendo la superficie. Antes de su aplicación,
cuando el diámetro de la boca es mayor que la altura se
a la mencionada capa de revestimiento se le añadía óxido de
dice escudilla abierta; y cuando la boca o diámetro es
hierro, o algún otro color terroso, en cuyo caso se la podía
menor que el medio cuerpo, se habla de escudilla res-
calificar de pintura. Una tal capa de revestimiento o barniz
tringida. Términos correlativos a escudillas son: cajete,
externo realza el aspecto exterior a descascarillarse. [...] Una
cuenco, tecomate, taza y puco. (Echeverría, 1981: 130).
capa muy tenue de tal revestimiento, si ha sido diluida con
agua suficiente hasta convertirla en prácticamente líquida, Esencia Aceite aromático. / Extracto concentrado de
se denomina a menudo un baño. (Echeverría, 1981: 124). una planta o especia. (Hoppe, 1999:93).
Ensalada de sambo El sambo tierno pedaceado Esencia de café Forma típica de la preparación del
y cocido en agua. Después de escurrido el líquido, el café que se la hace colocando agua hirviendo sobre el
sambo se adereza con leche, queso, maní molido cebolla café tostado y molido en cantidad tal de dar a la esen-
y otros condimentos. cia una gran concentración. (Larrea, 1970:18).
Entibiar Humberto Toscano registra esta voz como Especería Se distinguen en el Ecuador las especies
ecuatorianismo -usada también en otros países ameri- de sal y de dulce. (Larrea, 1970:18). No se ha decir, pues,
canos- por tibiar. (Larrea, 1970:18). especería en vez de especia: las cocineras y reposteros
EL SABOR DE LA MEMORIA
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Espumilla Es una tela muy delicada y rala. El dulce Frutilla Fruto americano de la familia de las
que denominamos espumilla en el Ecuador es, si no me Ramnáceas. En Europa, fresón.
equivoco, el bienmesabe, cuyos ingredientes son las cla-
ras de huevo y el azúcar. (Tobar, 1907: 233). Fuente Plato grande que se usa para servir los ali-
mentos. / Cantidad de alimento que cabe en una fuen-
Espumilla cocinada Postre de claras de huevo te. (Hoppe, 1999:129).
batidas a las que se le añade almíbar muy caliente.
(Larrea, 1970:18).
Gastrónomo Persona entendida en gastronomía. // 2. Guaspete Copa de aguardiente que se ofrece a una
Persona aficionada a las comidas exquisitas. DRAE. persona en ocasiones especiales.
Gato encerrado Tajadas de plátano y queso embo- Guatita Plato elaborado a base de estómago de res. /
rrajadas. (Larrea, 1970: 20) Callos /mondongo. (Hoppe, 1999:138).
Gigacho Variedad de la familia de las caricáceas. Guatusa Dasyprocta aguti. Roedor. Constituye una
vianda de cacería bastante rara y apreciada. (Larrea,
Gloriado Bebida americana, a manera de ponche 1970: 21).
con aguardiente. (Hoppe, 1999:135).
Guaytambo Amygdalus pérsica. Variedad de meloco-
Gollete Cuello estrecho que tienen algunas vasijas. tón pérsico que en el Diccionario general se define como
(Echeverría, 1981: 165).
abridor. Guaytambo se usa también como un agnomento
Granadilla Passiflora ligularis juss. En el siglo XVII, para designar a los nativos de la provincia de
conocida como fruta de la pasión. Tungurahua, en donde existe la mayor producción de
este fruto. (Larrea, 1970: 21)
Granizado Refresco que se prepara con hielo picado
y alguna esencia o jugo de fruta. (Hoppe, 1999:136). Guayusa Symplocos alstonia o Nuda. Aparte de nume-
rosas calidades medicinales, inclusive mágicas, que se
Guaba En quichua, pacay. Su fruto, de diverso tamaño atribuyen al cocimiento de las hojas, éste se toma
según el clima del que procede, consiste en una vaina mucho como té o mate, en el Oriente ecuatoriano, de
grande y dura que contiene algunas pepas cubiertas por donde este árbol es originario. (Larrea, 1970: 21)
una especie de algodón dulce y jugoso que es la parte
comestible. Julio Tobar Donoso registra otras especifica-
ciones botánicas de la guaba. (Larrea, Piedad, 1970: 20)
G
Guanábana Fruto del guanábano, de la familia de
las anonáceas. Propio de climas subtropical y tropical. Habas En el Ecuador se comen habas tiernas cocidas
Guarapería El lugar donde se expende el guarapo. con cáscara y acompañadas con sal y queso; habas
secas tostadas y habas maduras garrapiñadas. Dícese
Guarapo El Diccionario acepta la voz para designar habas enconfitadas en vez de habas confitadas. Son
el jugo de caña fermentado. En el Ecuador tiene muchos habas maduras remojadas y descortezadas, cocidas o
derivados: aguarapado, guarapería. Rubio Orbe adjudi- fritas, que llevan un baño seco de almíbar o de miel de
ca al guarapo caracteres mágicos. (Larrea, 1970: 21) panela. (Guevara, 1960-1961: 239).
Guarapo Jugo de la caña de azúcar. / Bebida fer- Harina En el Ecuador se consumen: harina de
mentada hecha de este jugo. (Hoppe, 1999:138). Castilla o de trigo, harina de cebada o máchica, harina
EL SABOR DE LA MEMORIA
319
de alverja, harina de haba, harina de habilla, harina de Horchata Este término tiene, en el habla general
plátano, harina de maíz tostado, harina de maíz crudo. ecuatoriana, una semántica muy diversa que en la del
español general. Las horchatas son mazamorras lige-
Hueso Hueso de azúcar: hueso de ganado bovino de ras o coladas de poca consistencia que usan para la ali-
mejor calidad y color blanco, especialmente de la rodi-
mentación de los niños o de enfermos. Se les hace de
lla, que se prefiere para los caldos. (Larrea, Piedad,
arroz de cebada, de Castilla, de avena. (Larrea,1970:
1970: 22) De cadera: el de la parte posterior del espinazo
22) Horchata de arroz de cebada: esta horchata es la
del buey. De médula: es el de la canilla. (Larrea,1970: 22)
más corriente en la Sierra. Se la prefiere con panela y
Helados Jugos de frutas con agua y azúcar, congela- naranjilla, y tiene ponderado crédito de diurética.
dos. Es de advertir que fuera del empleo de las moder- (Guevara, 1960-1961: 239).
nas refrigeradoras, todavía se ejercita en pueblos y
Hornado Forma local del adjetivo castellano horne-
aldeas, el viejo procedimiento de congelación: girar una
ado. Se designa con él a la carne de cerdo que, previo un
paila con el jugo sobre una mezcla frigorífica de hielo y
adobo especial, se le prepara al horno, y que constituye
sal. (Guevara, 1960-1961: 239).
una de las viandas predilectas en la comida ecuatoria-
Hembrilla Decimos los ecuatorianos al embrión, na. (Larrea, 1970: 22)
germen, o sea la parte de la semilla de que se forma la
Horticultura Forma primaria de agricultura.
planta. Hembrilla, diminutivo de hembra, tiene varios
Cultivo a mano del suelo, que utiliza herramientas tales
significados; pero no el que le damos en el Ecuador.
como el azadón, que puede operarse con la sola fuerza
(Tobar, 1907: 271).
del hombre. El palo de cavar es probablemente la herra-
Hojaldre Masa compuesta de harina, mantequilla y mienta más usada. Las mujeres tienen a su cargo la
agua. Cuenta la leyenda que en 1613, un pastelero francés mayor parte del trabajo en la horticultura. La regla
llamado Claude Lorrain, olvidó agregar la grasa a una general es el cultivo a poca profundidad. Es frecuente
masa que estaba preparando. Para solucionar el error, se encontrar perros en las poblaciones hortícolas, en las
le ocurrió agregar grasa a la masa ya preparada. Para que es común la alfarería. (Echeverría, 1981: 165).
facilitar el proceso, extendió la masa, pasó grasa sobre
Huaco Término genérico para designar a las piezas
ella y la dobló varias veces. Después de repetir la opera-
cerámicas antiguas. (Echeverría, 1981: 166).
ción, cortó las piezas y las colocó al horno, Pero cuál sería
su sorpresa al ver el resultado: una masa liviana vistosa y Huampuro angara Batea de calabaza. (Velasco,
muy sabrosa. Había inventado el hojaldre. El nuevo pro- 1964: 21).
ducto se volvió muy popular y aunque Lorrain trató de
guardar la fórmula en secreto, ésta fue robada y el paste- Huaranga Algarroba. (Velasco, 1964: 11).
lero muerto por hombres ansiosos de hacer fortuna con la Huevo mol Preparación de origen árabe que se
nueva delicia pastelera. (Hoppe, 1999:144). hace mezclando yemas de huevo crudas a un almíbar
320
de punto espeso. El espesor dado por la cocción debe Jarabe Jugo de caña de azúcar. (Guevara, 1960-
estar acorde al uso que se le destine. Se usa en la repos- 1961: 277).
tería árabe y latinoamericana. (Hoppe, 1999:156). En el
Ecuador, huevos chimbos o de faltriquera. Jarra Vasija de barro, de cuerpo globular o semiesféri-
co, o de paredes rectas evertidas, cuello alto, angosto y
Huira Manteca. (Velasco, 1964: 43). borde evertido, base plana y generalmente con un asa
vertical. (Echeverría, 1981: 175).
Humitas Nombre peruano de la choclotanda, cuyo
uso se ha generalizado en todo el territorio ecuatoriano, Jícama Frutos de jícamas. Planta tuberosa, tal vez del
de manera preferente en la Costa. (Larrea, 1970: 22). género de polymeas. Endulzados al sol durante algunos
días se comen crudos. (Carvalho Neto). (Larrea, 1970: 23).
L
J
Lampreado Este término se usa para designar a
Jacu Agua. Esta voz según está escrita por el P. Juan las comidas en cuyo guiso se utiliza la mezcla de sal y
Velasco, fonéticamente se ha suavizado en el lenguaje azúcar. (Larrea, 1970: 23).
actual, con Yacu, cambiándose la J fuerte por la Y. Cfr.
Juan de Velasco, Vocabulario de la Lengua Índica, 1964: 10.
Leche Leche calostra o Zamora: calidad muy cremosa y
amarillenta de la primera leche de la vaca, después del
Jaiba Especie de crustáceo que se prepara de manera alumbramiento. (Larrea, Piedad, 1970: 23). En el Ecuador,
similar al cangrejo. (Larrea, 1970: 23). suele prepararse con azúcar. Leche de tigre: se la prepara
con leche, huevos, canela y aguardiente de caña de azúcar.
Jalea Conserva a base de jugo de fruta cocida y combi-
nada con azúcar, de consistencia sólida y algo elástica. Lengua Parte carnosa y movible de la boca de las
(Hoppe, 1999:161). reses, de carne y sabor muy estimada. Las de vaca son
EL SABOR DE LA MEMORIA
321
las más comunes, las de cordero las más tiernas. de toda la región serrana, especialmente, de la provincia de
(Hoppe, 1999:172). Pichincha. Según el Diccionario de Casares, es voz ameri-
cana; nos aclara que viene del quichua lugru, sustantivo
Lengua de gato Chocolate pequeño y delgado con éste que tiene su derivado verbal en lugruna = hacer locro
forma de la lengua de ese felino. (Hoppe, 1999:172).
o sopas. (Larrea, 1970: 23).
Librillo Nombre con el que se conoce al estómago de Lomo Con este término se conoce, no solamente la
los rumiantes. Según Toscano, por la semejanza de las
parte del bovino así llamado en el español general, sino
diversas partes de éste con las páginas de un libro. Muy
a la carne de las diferentes partes del animal. Se pueden
corrientes son también el ají y el locro de librillo.
señalar: el aguja (relajamiento de aguja), de falda, etc.,
(Larrea, Piedad, 1970: 23).
según la ubicación de la carne en relación con el espi-
nazo del bovino, (Larrea, 1970: 24).
Máchica Harina de maíz tostado o de cebada tos- Martajar Quebrar el maíz en la piedra. En el habla
tada. popular ecuatoriana, martajar es sinónimo de macha-
car o majar. (Larrea, 1970: 25).
Majar Aplastar plátano y tubérculos con mazo de
madera o con mano de piedra. MasatoMasa de yuca desaguada y deshidratada.
Malacología Estudio de los moluscos. (Echeverría, Mashca Por máchica. Harina de cebada tostada o de
1981: 184). maíz tostado. Máchica traposa: máchica que se hace en
la paila, una vez que se ha retirado la manteca y la fri-
Mandarina Fruto del mandarino. Variedad de
tada; se añade azúcar o panela rallada.
naranja pequeña y aplastada, de cáscara fácil de sepa-
rar, muy aromática y dulce. Destaca la variedad cle- Mashua Tropeolum tuberosum. Tubérculos “algo féti-
mentina. (Hoppe, 1999:182). dos”; pero los indios de la Sierra los hierven y desaguan
para servirse, alternando con las ocas o solos. También
Mango De tajada, de manzana, de chupar; varieda- hacen de las mashuas un sango y luego la chicha de
des del fruto de este árbol tropical, de la familia de las
mashua. (Guevara, 1960-1961: 243).
anacardiáceas. (Larrea, 1970: 26).
Mate Calabazos de comer como en plato. (Velasco,
Manjar Manjar blanco: Dulce de leche, azúcar y cane- 1964: 25).
la de consistencia espesa. Manjar prieto: como el anterior,
pero con panela. También se denominan con el término Mate Infusión de hojas de hierba del Paraguay o té de
manjar los bocadillos de leche.. los jesuitas, que crece en sitios húmedos y poco soleados;
se bebe como infusión principalmente en la Argentina,
Mano de metate Instrumento activo comúnmente Paraguay, Brasil y sur de Chile. / / Calabaza vacía y
de piedra, utilizando para moler. Sinónimo: mano de
seca, a modo de vasija que sirve para beber el mate.
moler. (Echeverría, 1981: 184).
(Hoppe, 1999:185).
Mapahuira Palabra compuesta del quichua mapa = Mayorca Aguardiente preparado y embotellado.
sucio + huira = manteca. Restos de la manteca usada en
(Guevara, 1960-1961: 277).
la fritada que se precipitan al fondo del perol. Manteca
negra. (Larrea, 1970: 25). Mazorca Espiga densa o apretada de algunos frutos,
como el maíz. / Baya del cacao. (Hoppe, 1999:185).
Maqueño Variedad de plátano.
Mechada Corte de carne chileno, cilíndrico, en cuyo
Maquimashca Su nombre quichua lo determina interior se insertan lonjas de tocino, tiras de zanahoria,
categóricamente: harina de cebada tostada, pero moli-
dientes de ajo o algún embutido. Se prepara a la olla, Para
da a la mano en la familiar “piedra de moler”.-
esta preparación se acostumbra usar los cortes de pollo o
(Guevara,1960-1961: 276).
de ganso, choclillo o punta de picana. (Hoppe, 1999:185).
EL SABOR DE LA MEMORIA
323
Mejido Dulce de queso y yemas de huevo que se usa Milhojas Pastel de hojaldre, relleno de crema, crema
mucho para rellenos. (Larrea, 1970: 25). pastelera, dulce de leche o mermelada de manzana y
merengue. (Hoppe, 1999:189).
Melcocha Miel preparada en forma de pasta muy
correosa. / Cualquier pasta comestible compuesta prin- Mirabel En el Ecuador, corresponde a una variedad
cipalmente de miel . (Hoppe, 1999:186). Para darle de la ciruela, roja, pequeña y muy dulce. (Larrea,
mejor sazón baten la melcocha con maní tostado, coco 1970: 25).
chileno desmenuzado o almendras de togte, fruto de
nogal conocido científicamente como Juglans Nigra L..
Mishca Maíz suave, de buena calidad. (Larrea, 1970:
25). Es una variedad de maíz propia de los valles aleda-
La melcocha se reparte en forma de roscas, bastoncillos,
ños al río Guayllabamba.
espirales, etc. (Guevara, Darío, 1960-1961: 245).
Membrillada Dulce de membrillos. (Larrea, 1970: 25). Mitra Extremidad movible en donde están las plumas
de la cola de las aves.
Menestra Guisado de hortalizas, legumbres y carne.
Frecuentemente se sirve con arroz seco. (Guevara, 1960- Mojicón Bizcocho bañado con raspadura.
1961: 245).
Molcajete Mortero grande de piedra o de barro cocido,
Menudo Intestinos y vísceras del ganado lanar, con tres pies cortos y resistentes. (Echeverría, 1981: 194).
vacuno o porcino, cocinados con sal y servidos con salsa
o ají picante. El menudo se parece al treintaiuno. En Mollete En Ambato, panecillo esponjoso relleno con
general, se dice menudo también a las tripas y vísceras carne de cerdo machacada con raspadura y canela.
antes de su preparación. (Guevara, 1960-1961: 246). Molo Probablemente se origina en la voz quichua
Mestizo Pan de harinas de trigo y maíz. mulu = plato rústico de barro. Consiste en un puré de
papa que se sirve con rajas de queso, huevo duro, lengua
Metate o molino plano Instrumento pasivo, y cebolla. Es un plato característico de Semana Santa.
generalmente de piedra, utilizado para moler por fric- (Larrea, 1970: 26).
ción. De acuerdo a su forma, pueden ser: circulares, rec-
tangulares, cuadrangulares, etc., ápodos, tetrápodos, Molo Del quichua móloc o mólog (Carlos R. Tobar)
polípodos. (Echeverría, 1981: 196). Puré de papas, algo seco, con rebanadas de huevo duro,
324
pedacillos de queso, cebolla picada y hojas de lechuga. Mote pata: manjar característico de la región austral -
De preferencia se come el Jueves Santo a continuación en la que se usa mucho el mote mezclado con tocino,
del plato de fanesca. (Guevara, 1960-1961: 246). otras carnes de cerdo y aliños especiales. Mote pillo: frito
con huevo revuelto. (Larrea, 1970: 26). Mote sucio:
Moncaiba Pastel de harina de maíz con azúcar,
revuelto con mapahuira o el resto de la manteca que
mantequilla. (Larrea, 1970: 26).
sobra de la fritada.
Mondongo Constituye un manjar característico
Motilón Fruto de un árbol, probablemente de la
para el que se cuecen muy largamente maíz blanco,
familia de las mirtáceas; es originario de las regiones
cabeza y patas de cordero o patas de buey. (Larrea,
altas de la cordillera. (Larrea, 1970: 26).
1970: 26). En español, mondongo o mondejo, que es el
guisado con intestino y panza de res. Moyuelo o muyuelo Pan hecho de una mezcla
de harina con salvado. Llámase de otro modo, pamba-
Morcilla En el Ecuador, blanca o negra. Se hacen zo, como quien dice pan grande y ordinario. (Guevara,
con tripa de cerdo, arroz, bledo y otros ingredientes.
1960-1961: 248).
Para la negra se utiliza la sangre del animal.
Muchines De alguna de las formas del quichua
Morocho Comida preparada con morocho, una
muchana = besar. Especie de buñuelos de yuca, huevos y
variedad del maíz que se caracteriza por ser de consis-
manteca que se fríen y sirven con miel. (Larrea, 1970: 26).
tencia dura y exterior brilloso. Morocho de leche: el moro-
cho cocido en agua y leche, con una muy reducida por-
ción de sal para darle un salado apenas perceptible.
Morocho de sal: Morocho cocido con sal, manteca, carne, N
pedazos de papa y algunos condimentos usuales.
(Guevara, 1960-1961: 247). Naranjilla Solanum quintanse Lam. Fruta muy caracte-
rística de las regiones subtropicales del Ecuador. Se la emplea
Moros y Cristianos Arroz cocido con lentejas.
en numerosos usos alimenticios como los dulces, las coladas,
(Larrea, 1970: 26).
los helados, los jugos, canelazos, etc. (Larrea, 1970: 26).
Mortero Pequeño recipiente globular, cilíndrico, zoo-
morfo, etc., con o sin soportes generalmente de piedra,
Naranjillada Bebida hecha con el jugo de la naran-
jilla o naranjita de Quito, ya sea con agua y azúcar, o ya
que sirve para moler o machacar en él especies, semi-
solo con azúcar. (Tobar, 1907: 337).
llas, etc. (Echeverría, 1981: 196).
Nogada Dulce duro de azúcar o panela, mezclada Olla Vasija redonda, cuello bajo o sin él, con o sin asas,
generalmente de amplia abertura, de base plana, conve-
con almendras de la nuez o del togte que, como se vio, es
xa, trípode, tetrápoda. (Echeverría, 1981: 207.
el fruto del nogal. Se vende en cajitas cilíndricas de
madera. La ciudad de Ibarra es el centro nacional de su Olleta Humberto Toscano define la voz como: “dimi-
fabricación. (Guevara,1960-1961: 248). nutivo de olla” (Larrea, 1970: 26).
Nuez moscada Nombre común: Nuez moscada. Orégano Nombre común: Orégano. Nombre científi-
Nombre científico: Familia: Miráceas / Myrstica fragans. co: Familia: Labiadas / Oreganum marjorana. Se utilizan
Origen de la planta y dónde se encuentra: Holanda, sus hojas frescas o secas en diversos potajes y sopas.
Indonesia. Aspecto y cómo se encuentra: Fruto de la
semilla de baya carnosa (nuez). Utilización en la coci- OritoEspecie de plátano pequeño. (Larrea, 1970: 26).
na: Productos de pastelería y panadería. Carnes, verdu-
ras, ensaladas, sopas, etc. (Hoppe, Alice, 1999:106).
P
Ñ Paico Chenopodium ambrosioides L. En la cocina del
Ecuador, se la utiliza para dar sabor al locro de papas.
Ñuto Del quichua ñutu= lo molido. “La carne sin Paila En el Ecuador, vasijas grandes y pequeñas de
hueso se llama ñuta” (Larrea, 1970: 26). bronce.
extremo inferior en punta o biselado. Utilizado todavía locro. Papas con chaqueta: papas con cáscara como tam-
por parte de algunos campesinos, para hacer agujeros bién se las denomina. Son papas sin mondar, cocidas en
en el surco y /o pequeños camellones, a fin de enterrar agua con muy poca sal. Papas enteras: papas mondadas
las semillas, principalmente del maíz. (Echeverría, y cocidas en agua sal. Se sirve con carne frita, sardina
1981: 216). enlatada, estofado, etc., siendo imprescindibles la salsa ,
el ají o ambas cosas a la vez.
Pan Pan de leche: pan de harina de maíz con leche. Pan
mestizo: pan en cuya composición se mezcla masa de hari- Pasado (a) Saturado, embebido. Dícese de las frutas
na de maíz y trigo. Pan de Pinllo: del pueblo de Pinllo, se hace en almíbar o en otras substancias. (Larrea, 1970: 28).
con harina integral, manteca, sal, sin levadura. Se lo ahor-
na sobre el piso del horno calentado con madera y hojas de
Pastas Pasteles preparados con harina de trigo o
harina de maíz, huevos, azúcar o sal, mantequilla, etc.
eucalipto. Pan rodilla de Cristo: se lo cubre con queso y achio-
Son asados al horno. Su variedad es numerosa.
te para hornearlo. Otros panes: de dulce, de huevo, de agua,
(Guevara, 1960-1961: 251).
de yuca, pan tapado (de doble masa, propio de Ambato).
Pan de Corpus y de finados Este pan se sirve Pasteles De sal o de dulce, de harina o de fécula, de
masa de tubérculos o de gramíneas secas o frescas.
en toda la República, en el día de Corpus. Fuera de las
formas comunes, en muchos lugares -de la Sierra prin- Patacón Plátano dominico cortado en rajas fritas,
cipalmente- representan palomas, llamingos (caméli- machacadas.
dos), puercos, etc. (Guevara, 1960-1961: 249). Pan de
finados: Variedad de panes que se hacen para el 2 de Pavo Ave gallinácea de origen mexicano, de cabeza y
Noviembre por el Día de Finados, entre los cuales los cuello cubierto de carúnculas rojas, así como la mem-
más característicos son las guaguas. (Larrea, 1970: brana eréctil que lleva encima del pico. Tiene en el
28). Este pan se elabora con manteca de cerdo y huevos. pecho un mechón de cerdas de tres a cuatro centímetros
Se lo reconoce por las formas de muñecas (guaguas), de longitud. Se cría en domesticidad y su carne es muy
soldados, palomas con decoraciones de colores. apreciada. / Turkey en inglés. (Hoppe, 1999:211).
Panela o raspadura Dos discos semiconvexos de Pecho Parte interna del animal, de la región costal y
miel de caña de azúcar solidificada, unidos por la el esternón. (Hoppe, 1999:212).
superficie interior plana y forrados con hojas de la
Pedestal Base, generalmente, cono truncado, sólida
misma caña o con tallos secos de plátano. (Guevara,
o hueca, que sostiene un recipiente, comúnmente, una
1960-1961: 250).
escudilla hemisférica. (Echeverría, 1981: 220).
Papa Planta solanácea. Del quichua papa. Se conoce Pediforme Término genérico para designar a los
una gran variedad de papas. Algunos platos tradiciona-
diseños u objetos que tienen la forma o la apariencia de
les del Ecuador que se hacen con papas, además del
pie humano. (Echeverría, 1981: 218).
EL SABOR DE LA MEMORIA
327
Pepino dulce Fruto de la familia de las solanáceas, Pinol Harina de cebada mezclada con panela y espe-
cultivado en América Central y Sur. De sabor poco cias aromáticas. Se come seco o se disuelve en agua fría
pronunciado, de pulpa firme y jugosa y con sabor para usarlo como bebida. (Guevara, 1960-1961: 252).
semejante al melón. Es rico en vitamina C. (Hoppe,
1999:213).
Pintón En el litoral ecuatoriano pintón es el plátano a
medio madurar.
Perejil Nombre común: Perejil. Nombre científico:
Protoselium hortense. Origen de la planta y donde se
Pitahaya Cereus pitajaya D.C. Se pronuncia algunas
veces con h aspirada tendiente a la j castellana. Fruto
encuentra: Grecia, hoy universal. Aspecto y cómo se
pequeño y jugoso de este cactus que se encuentra en las
encuentra: Hojas frescas en comidas. Su aroma no resiste
zonas templadas. (Larrea, 1970: 29).
temperaturas muy elevadas. Utilización en la cocina: Se
utiliza en sopas, guisos, salsas, pebre, aliños para carnes y Plato Recipiente de forma abierta, en la cual la altu-
pescados, etc. (Hoppe, 1999:107). ra es menor que la tercera parte del diámetro. Por su
forma se clasifican en: circulares, rectangulares, cua-
Pernil Preparado de pierna o brazo de cerdo, sin
drangulares, elípticos, etc. La base puede ser plana, con-
la grasura, por el procedimiento de saladura y des-
vexa o con soportes de varios tipos, entre ellos trípodes,
hidratación. Se sirve horneado. (Guevara, 1960-
tetrápodos, anular, muy pequeños y sin pintura. Se les
1961: 251).
denomina también “puco” o “pucu” (plato incásico,
Pestiño Pastel frito, hecho de masa de harina y hue- generalmente con falsas asas. (Echeverría, 1981: 237).
vos batidos, bañado luego con miel. (Hoppe, 1999:215).
En el Ecuador, pristiño.
Pollo sudado Pollo cocinado al vapor. (Larrea, 1970: 29).
Picadillo En el Ecuador, mezcla de cebolla blanca, Polvorón Torta o dulce de harina, mantequilla y
azúcar que se deshace en la boca al comerlo. (Hoppe,
culantro, perejil, picados muy finamente que se pone en
1999:219).
los caldos. (Larrea, 1970: 29).
Picante Vianda de vísceras de vaca que se sirve con Pomelo Fruto del árbol del mismo nombre, de forma
esférica, agrio y refrescante. / Toronja. / Pamplemousse,
ají. (Guevara, 1960-1961: 252).
en francés. (Hoppe, 1999:219).
Picantería Lugar donde se venden picantes.
(Larrea, 1970: 29).
Ponche Postre preparado con huevos batidos y hervi-
dos en leche con azúcar y canela. Mientras hierve lo
Piquiucho Ají pequeño de monte. (Larrea, 1970: 29). mantienen en constante movimiento por medio de un
molinillo. (Guevara, 1960-1961: 252).
Pilche Media calabaza que se emplea especialmente
en el campo para recoger agua, leche y para beber la Pondos En las provincias de la Sierra ecuatoriana
chicha. (Larrea, 1970: 29). reciben el nombre de “pondos” (del quichua “pundu”),
328
las grandes vasijas de almacenaje y transporte de líqui- Probana En el Ecuador, degustación. DRAE.
dos y sólidos, manufacturadas de cerámica, utilizadas
en medios rurales en la actualidad. Tienen estas vasijas Pucará Pukara o fortaleza indígena. Este término, de
una morfología aribaloide, y solo de ocasiones asas. La amplio uso en los Andes Centrales, designa construccio-
superficie ha sido alisada y en otros casos engobada, nes defensivas (y aún ofensivas) construidas antes y
mostrando una coloración rojo oscuro. Curiosamente, durante las campañas de conquista inca. Un pukara
su técnica constructiva en -por lo menos- el medio rural, (castellanizado como pucará) es un rasgo topográfico
no incluye la utilización del torno, pese a que sus gran- natural (generalmente un cerro, acantilado, o macizo
des dimensiones y acabadas formas parecerían suge- rocoso) transformado en estructura artificial y con
rirlo. Hemos observado que la técnica de elaboración gran dispendio de trabajo humano, en un asentamiento
tradicional, consiste en una especie de molde en negati- militar, mediante la construcción de muros defensivos,
vo, rudimentariamente fabricado con una rigurosa fosos (o cualquier otro tipo de cortes profundos) o una
excavación practicada en el suelo, sobre el que se aplica combinación de ambos elementos, donde un grupo de
la pasta que va conformando las paredes de la vasija. soldados podía ofrecer resistencia o atrincherarse
Posteriormente es sacada de esta especie de molde y durante un cierto período de tiempo. El pukara (pukara-
dada la terminación. Las bases, comúnmente de forma kuna) en plural, solía presentar recintos habitacionales
cónica, terminan en un pequeño achatamiento muy donde los defensores podían buscar refugio y guardar
peculiar. (Echeverría, 1981: 239). sus municiones y suministros. Los pukarakuna y fortale-
zas normalmente se encontraban próximos a pueblos
Poroto Fréjol. (Velasco, 1964: 35) indígenas, donde residía habitualmente el contingente
encargado de su defensa, el que, a la vez, se dedicaba en
Potaje Del francés potage= puchero, cocido.// 2. Por tiempos de paz a las labores económicas habituales en
antonom. Guiso hecho con legumbres, verduras y otros
su vecindad. (Echeverría, 1981: 243).
ingredientes que se come especialmente los días de abs-
tinencia. // 3. Legumbres secas. Provisión de potajes para Puchero Sopa en caldo de carne de pecho, con coles,
la Cuaresma. DRAE. tocino, camote, plátano, zanahoria blanca, duraznos y peri-
tas pequeñas. (Larrea, 1970: 29).
Pipián Calabacera. 5. Mex. Salsa de semillas de calaba-
za, o almendras o maíz tostado, molidos con chile verde. Puco o pucu Plato generalmente de madera; quizá
DRAE. En el Ecuador se acostumbra la salsa de semillas de así llamado porque se hace a las veces de cocos u otras
sambo con leche o agua, y sin ají. No se usa el término pipián. frutas maduras, quichua pucuc, pucushca. En castellano,
hortera. (Tobar, 1907: 392).
Pristiños Coronillas de masa de harina de trigo con
huevos y fritos en manteca. Se sirve con miel de panela Pucunero Del quichua pucuna = soplar. Tubo de
en Nochebuena y navidad, del mismo modo que los carrizo u otra caña que se usa para avivar el fuego.
buñuelos. (Guevara, 1960-1961: 252). (Larrea, 1970: 20).
EL SABOR DE LA MEMORIA
329
Puntas La primera porción del licor que sale de una Queso de hoja Queso sin crema cocido en agua. Se
destilación, principalmente del aguardiente. La estiman envuelve con hojas de achira.
de calidad especial. Es atención fina de amistad ofrecer
unas puntas. (Guevara, 1960-1961: 277).
Quimbolito No podemos dejar de tener en cuenta
al individuo más noble de la familia de los chigüiles,
Puro Aguardiente de caña de azúcar. Equivale a choclotandas, tamales y más pastelones envueltos en
aguardiente puro, por más que se lo vende hidratado. hojas y cocidos por el vapor: el quimbolito. Hácese de
(Guevara, 1960-1961: 273). harina de maíz o de almidón de papas, con azúcar,
manteca, huevos, etc.; y le caracterizan, tanto el dulzor,
Puru Calabazo de coger agua. (Velasco, 1964: 25). cuanto el no contener condumio, mientras que sus deu-
Pusundao Término registrado por Justino Cornejo dos los dichos tamales y choclotandas pueden ser dulces
en su artículo “Turismo y folklore” para designar un o salobres, y llevan siempre entrañas de queso u otros
manjar típico de la provincia de Esmeraldas. (Larrea, manjares empanados en la masa respectiva. Como la
1970: 29). del tamal, la pasta de los quimbolitos, envuelta en hojas
de achira, se cuece merced al vaho que desarrolla un
Puzún Estómago de las reses vacunas. (Larrea, 1970: 29). perol, cuya agua del fondo está separada de aquéllos
por un poco de paja. (Tobar, 1907: 402).
Raspadura Panela, chancaca, pilonsillo. Runaucho Del quichua runa = hombre + uchu = ají.
Mazamorra de harina de cebada con papas, coles, y
Refrito Ajo, cebolla y otros ingredientes, fritos en
carne de cerdo. (Larrea, 1970: 31).
aceite, que se añade caliente a algún guiso. (Hoppe,
1999:233).
1970: 31). Se acompaña con arroz amarillo, lechuga, encuentra: Árbol de gran tamaño que produce legumbres
papas enteras y aguacate. de pericarpio carnoso. Utilización en la cocina: Las vainas
poseen un sabor agridulce y refrescante; el extracto de la
Shungo En quichua, corazón. Por extensión se dice tam- pulpa sirve para aromatizar bebidas y salsas. En India se
bién del pulmón (shungo blanco), hígado, riñones y otras vís-
usa como condimento. (Hoppe, 1999:110).
ceras comestibles de los animales. (Larrea, 1970: 31).
Tapado Comida regional hecha de carne seca y plá-
Socrocio Dulce de panela muy característico de la tano. Se usa en la Costa (pronúnciase tapao). Ídem en
tradicional repostería quiteña. Va desapareciendo.
Colombia, Guatemala y Honduras. (Larrea, 1970: 32).
(Larrea, 1970: 31).
Taruga Venado. (Velasco, 1964: 54).
Suplicación Barquillo estrecho en forma de canuto.
(Hoppe, 1999:252). Tasín En quichua, nido. Úsase por semejanza con un
dispositivo de paja que en los campos reemplaza al uten-
Suspiros Bocadillos de claras de huevo batidos con silio culinario propio para cocer al vapor. (Larrea,
azúcar es estado de merengue y asados al horno.
1970: 32).
Además del color blanco natural, llevan otros dados
con tintes vegetales al momento de batir la delicada Taxo Fruto de la planta trepadora Taxonia mixta: hay
“masa” de espumilla. (Guevara, 1960-1961: 258). dos o tres variedades, más o menos dulces, pero siempre
con un aroma muy agradable.
terrenos que pueden ser cultivados, a fin desprevenir la Torta De choclo: como para choclotandas, se muele y se
erosión, y favorecer la acumulación de suelo, y una cierne el choclo que se aproxima a la madurez; luego la
mayor infiltración y esparcimiento, principalmente del masa se la mezcla con sal, manteca o mantequilla y hue-
agua lluvia y de escorrentía. Existen muchas varieda- vos. Una capa de esta masa se coloca en el molde; encima
des, de acuerdo a su forma, el lugar en que se hallan o se pone el condumio de queso y se tapa con otra capa de la
el terreno que han modificado. Las más comunes son misma especie, para dar paso al cocimiento en horno.
las terrazas en pendiente. En este caso la pendiente ha Torta de ocas: de las ocas endulzadas, cocidas y majadas.
sido reducida mediante la acumulación de tierra detrás Su preparación tiene el procedimiento de la torta dulce de
del muro de contención, que puede ser construido de pie- camote. Torta de papas: similar a la torta de camotes en su
dra o simplemente nivelado el terreno en forma escalo- variedad de sal. Tortas de camotes: masa de camotes mon-
nada. (Echeverría, 1981: 278). dados y cocidos, batida con huevos y manteca. (Guevara,
1960-1961: 260). Todas las tortas se ahornan.
Tetera Vasija en forma adecuada para preparar y
servir el té. Vasija con pico y asa que cruza de un perí- Tortillas Tortillas de fréjol: son hechas de harina de
metro a otro, que se usa para hervir el agua. Pava. maíz con manteca y sal. Llevan condumio de fréjol coci-
(Hoppe, 1999:258). do y molido. Son asadas al tiesto. (Guevara, 1960-1961:
260) De maíz: tortillas de harina de maíz rellenas con
Tetrápodo Dícese de los utensilios que tienen cuatro queso y asadas en tiesto, denominadas bonitísimas.
pies o soportes por debajo de su base. (Echeverría, 1981: 278). Tortillas de viento: de masa de harina de trigo cocinada.
Timbushca Quichuismo que significa hervido. Se las cubre con claras de huevo batidas con azúcar y se
las ahorna.
Vianda de papas enteras con carne, pedazos grandes de
hojas de col, sal, manteca y especias. (Guevara, 1960- Tostado de manteca El grano del maíz frito en
1961: 259). manteca, con sal, es la forma más común. El tostado frito así,
es el compañero de la fritada. (Guevara, 1960-1961: 260)
Tinaja Vasija grande de barro cocido, que sirve para
contener líquidos. (Echeverría, 1981: 281). Totuma Especie de pequeña paila con dos orejas
laterales y perpendiculares. Hasta el siglo anterior se
Tocte Junglas nigra. Nombre que se da a la nuez de
las hacía de plata, actualmente las hay de metal.
aquí, de cuesco mucho más duro que la otra. (Larrea,
(Larrea, 1970: 33).
1970: 32).
Trago Bebida alcohólica. (Larrea, 1970: 33).
Togro En la provincia de Cotopaxi, gelatina de patas
de res. (Larrea, 1970: 32). Trapos Mashca frita. (Larrea, 1970: 33).
Torreja Es un pastel o croqueta de arroz, de carne, Treintaiuno Tripas de res o de ovejuno cocidas en
etc. (Larrea, 1970: 32). agua-sal y reducidas a pedazos. Se sirven juntamente
EL SABOR DE LA MEMORIA
333
Tzímbalo Fruto silvestre de la cordillera andina. Es Vendaje Yapa o adehala. (Larrea, 1970: 33).
de un sabor semejante al del pepino. (Larrea,1970: 33).
Verdulero Vendedor de hortalizas, legumbres y fru-
tas. (Hoppe, 1999:270).
Z
Zanahoria blanca Arracacha esculenta D. C.
Tubérculo del que se hacen pasteles, torta; se la come
frita y con salsa de cebollas. Esta última preparación
constituía parte de la dieta de las mujeres que habían
dado a luz. (Larrea, 1970: 34).
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EL SABOR DE LA MEMORIA
345
Índice Toponímico
Colombia 112, 116, 310, 331, 338 Donoso y Dávalos de León, María 228
Colta lago 125 Durini, Lorenzo 270
Compañía de Jesús, Convento 339
Conocoto 44
Corazón, cerro 22 E
Córcega 262
Cordero, Luis 309, 310 El Belén, Iglesia de 126
Cordillera Central 22, 24 El Ensillado 209
Cordillera Occidental 22 El Inga, señorío 44, 47
Córdoba A., Luis 264 El Pintado 39, 290
Cornejo, Justino 316, 329 El Placer 267
Corro Carrascal, Diego del 146 El Quinche, fortaleza 21, 43, 44, 81
Cortés, Pedro 132 Elén 157
Costa, región de la 53, 186, 188, 216, 224, 256, 291, Enríquez, Eliécer 205
304, 305, 307, 308 Enríquez, Juan 127
Costales, Piedad y Alfredo 339 Esmeraldas, provincia 186, 258, 303, 305, 315, 329
Cotocollao 5, 22, 27, 29, 31, 44, 81, 338 España 6, 9, 15, 127, 128, 137, 139, 142, 144, 150, 154,
Cotopaxi, provincia 311, 332 156, 173, 176, 178, 181, 201, 211, 225, 244, 302, 306,
Cotopaxi, nevado 22, 194, 210 338, 343, 354
Cruz Verde, Esquina 143 Espinosa Coronel, Carlos 270
Cuenca 139, 195, 197, 198, 199, 200, 204, 216, 228, 258, Espinosa, Fernanda 282
259, 271, 343 Espinosa, José Modesto 220
Cumbayá, parroquia de 21, 33, 43, 44, 290, 293 Estados Unidos 15, 128, 187, 214, 266, 272, 275, 276,
Cumbayá, señorío 47 277, 281
Cusco 93, 121 Estrella, Eduardo 53, 112, 356, 357
Estupiñán, Tamara 9, 195, 337
D Europa 153, 201, 223, 247, 266, 270, 272
G
H
Gangotena G., Víctor 249, 269
Gangotena, Dolores 7, 184, 228, 244, 245, 342 Heidelberg 216
Garavito, Leonor de 146 Heinemann, Presidente 278
García Moreno, Gabriel 214, 215, 217, 260, 263 Herbert Hoover 277
García, Alan 281 Herrera, Pablo 128
Géhin, Adolfo 223 Hipia 44, 45
Giacometti, Domingo 262 Holanda 231, 325
Gocial, Pedro 128, 341 Honduras 331
Gondard y López 47, 112, 113, 340 Hospital de San Juan de Dios, Convento 156, 161, 163,
Gonzáles Holguín, Diego 109, 86, 92, 99, 109 166, 180
González Suárez, Federico 16, 121, 145, 300 Huaynacapac 81
Garcilaso, Inca 88, 93, 100, 104, 105, 309
Gran Colombia 201, 259
Grecia 307, 327 I
Grenobles, Río 21
Grimond de La Reynière 228, 229, 340 Ibarra 325
Guachalá, Río 21 Ignacia de San Joaquín 159
Guajaló 22 Ilaló, cerro 21, 22, 29
Guamaní 21 Iliniza, nevado 22
Guanca 44, 45 Imbabura, provincia 103, 187, 215
Guangüilquí 44, 45 India Oriental 205
EL SABOR DE LA MEMORIA
349
Rumicucho, Pucará 21, 81, 82, 100 San Sebastián, barrio 135
Rumiñahui, cantón 106 Sangolquí 22, 50, 290, 293
Rumiñahui, monte 90 Sanguña, Gabriel 263
Rusia 275 Santa Bárbara, Plazoleta de 135
Santa Catalina, Convento 134
Santa Clara de San Millán, barrio 211, 252
S Santa Clara, Convento 134
Santa Elena, Península 111, 125
Saban, Daniel 282 Santa Gertrudis, Juan de 155
Sáenz de Thorne, Manuela 196 Santacruz, Francisco 132
Sahagún, Bernardino de 136 Santo Domingo, Convento 9, 134, 140, 158, 227, 270
Salas, Ramón 260 Sánz, Juan Pablo 7, 179, 182, 227, 343
Salinas 99 Schuatter, Ingeniero 267
Salinas, Pedro 127 Sicilia 156, 275
Salomon, Frank 43, 44, 50, 100 Sierra Norte 113, 114, 340
San Agustín, Iglesia de 9, 147, 152, 161, 162, 166 Sincholagua, nevado 22
San Antonio de Pichincha 21, 43, 81, 82 Sodupe, Fausto de 197
San Diego, Recoleta 9, 129, 130, 149, 162, 163, 340 Sosa, Mariana 266
San Fernando, Colegio 140 Stevenson Benett, William 134, 157, 158, 181, 200, 201, 272, 343
San Francisco de Quito 50, 125, 140, 184, 339 Suárez Rosalía 292
San Francisco, Convento 128 Suárez, Pablo Arturo 267
San Francisco, Plaza de 50, 128, 132, 217, 245 Suárez, Diego 127
San Isidro, Rodríguez de 146 Suaste, Francisca 140
San Jorge, Río 112
San José de Minas 43
San Juan, barrio 246, 291, 293 T
San Juan, Hacienda 210
San Lorenzo 31 Tamayo, José Luis 273
San Luis, Seminario 145 Tambillo 207
San Mateo, Bahía 128 Tandapi 31, 249
San Miguel de Chimbo 207 Tanlagua 44
San Miguel de Tangarara 128 Tapia, Diego de 127
San Pablo del Lago 112 Tapia, Isidro de 127
San Pedro de Alcántara 162, 166 Teatro Sucre, Plaza 138
San Pedro de la Bendita, pueblo 242 Tijeras, Pepe 221
San Raymundo de Peñafort 142 Tiopullo, nudo 22, 43
San Roque, barrio 145, 312 Titicaca, lago 81
EL SABOR DE LA MEMORIA
353
Tobar Donoso, Julio 297, 298, 301, 306, 308, 309, 315, Vásconez, Javier 224
316, 318, 325 Vásquez, María Antonieta 264, 273
Tolú 261 Vázquez de Espinosa, Antonio 154
Tomabela 134 Vázquez, Honorato 221
Tomaselli, Pablo 263 Velasco Ibarra, José María 278, 279, 280
Torres, Juana 263 Velasco Rubio, J.M. 267
Toscano, Humberto 214 Velasco, Juan de 114, 150, 180
Toselli 273 Venegas del Cañaveral, Pedro 145
Trento 144 Verdún 263
Trujillo, Diego de 125 Villacís Terán, Enrique 267
Tumbaco 21, 44, 217 Villamagan, Andrés canónigo 197
Tungurahua, Provincia de 16, 300, 318, 341 Villasante, Salazar de 6, 83, 84, 87, 99, 101, 102, 134, 138, 139
Tupac Yupanqui 81 Virgen de la Empanada 147
Turubamba 22, 40, 45, 126 Viterbo 156
U X
Z
V
Zaldumbide Gonzalo 277
Valdés, Fidel 263 Zámbiza (Sembiza) 21, 43, 44, 210, 260, 217
Valencia, Sebastián 133 Zamora, Bartolomé de 127
Vallecas 155 Zona noroccidental 31, 36, 52
Varicos, Tomé de 133 Zuleta, Hacienda 252
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7) Juicio a Eugenio Espejo, 2007 (Carlos Paladines, edit., edición de la (Patricio Herrera Crespo).
Casa de la Cultura Ecuatorina). - 200 años de escutura quiteña. Xavier Michelena, Citymarket, 2007.
8) Mejía. Portavoz de América (1775-1813), 2007 (Jorge Nuñez, María - 200 años de humor. Esteban Michelena, Citymarket, 2007.
Antonieta Vásquez Hahn, Eduardo Estrella, Erick Beerman, María
José Collantes, Hernán Rodríguez Castelo, edición del FONSAL). PROYECTOS EDITORIALES EN MARCHA
PARA LOS PRÓXIMOS MESES:
REVISTAS:
- Diccionario arquitectónico de Quito.
- Revista Patrimonio de Quito - Biografía de Carlos Montúfar.
N.° 1 : “Quito, espacio para lo sagrado”, junio de 2005 - El canto del ruiseñor. Biografía del maestro José María Trueba.
N.° 2 : “La Compañía de Quito: joya barroca de América” (contiene - La recoleta mercedaria de El Tejar.
CD), diciembre 2005. - Las mujeres en la Independencia.
N.° 3 : “El San Juan de Dios: el hospital de Espejo”, agosto de 2006. - La revolución y contrarrevolución quiteñas (1809-1822).
N.° 4 : “Quito: vientos de revolución”, abril de 2007.
- Revista ¡V iva La Ronda! Siete publicaciones de circulación gratuita, OTROS PRODUCTOS CULTURALES:
2007.
- Juegos, rompecabezas, camisetas, calcomanías, figuras de cerámica,
FOLLETOS: postales, discos compactos (Tadashi Maeda, Carlota Jaramillo, Luis
Alberto Valencia, Gerardo Guevara, Banda Municipal, Alex Alvear),
- Tesoros de Quito. Cinco publicaciones. calendarios, afiches.
- Quito 10 razones para escogerla
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EL SABOR DE LA MEMORIA
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Créditos
de las imágenes
· Carrión, Juan Manuel: 26, 27, 28, 30, 36, 39, 40, 47, 48, 49, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 64, 65, 66, 67, 68,
70, 71, 72, 73, 74, 75, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82.
· Hirtz, Christoph: 131, 134, 211, 215, 216
· Ortiz Crespo, Alfonso: 4, 8, 110, 158, 164, 165, 358
· Pazos Carrillo, Santiago: 233
· Salgado, María Dolores: 50, 51
· Overleau, Olivier: 214
· Cuvi, Ivette : 163
· Vinueza, Jorge: 31, 32, 34, 37, 38, 42, 43, 44, 84, 87, 93, 94, 95, 97, 98, 99, 100, 103, 108, 110, 111, 112,
119, 130, 131, 132, 149, 152, 153, 156, 158, 161, 162, 163, 166, 167, 168, 169, 170, 171, 180, 194, 202,
203, 204, 226, 234, 235, 236, 237, 239, 240, 241, 242, 243.
Asistente de fotografía: Florencia Luna.
· Imágenes en publicaciones:
- Edouard André,Vista del Cayambe, grabado tomado de Le Tour du Monde, XLV, 1883: 22.
- AA. VV: Guía comercial, agrícola e industrial de la República, Guayaquil, editada por la Compañía
“Guía del Ecuador”, 1909: 284.
- Barrera, J., Isaac: Relación de las fiestas del Primer Centenario de la Batalla de Pichincha: 1822 –
1922, Secretario de la Junta del Centenario, Quito, Talleres tipográficos Nacionales, 1922: 274.
- Gangotena y Jijón, C.: Monografía ilustrada de la Provincia de Pichincha, Quito, s/ed., 1922: 284, 285.
- Humboldt, Alexander von, 1810 vues des Cordillères, et monuments des peuples indiènes de l´Amérique.
París (Voyage de Humboldt et Bonpland. Partie 1. Relation Historique. Atlas pittoresque): 23.
- Jiménez, Adolfo: Guía topográfica, estadística, política, industrial, mercantil, y de domicilios de la
ciudad de Quito, Quito, tipografía de los talleres salesianos, primera edición, 1894: 285.
- Jurado Avilés, J.J: editor: El Ecuador en el Centenario de la Independencia de Guayaquil, 1920: 286.
- King, S.G: Album de recuerdos de Quito.
- Meyer, Hans: In den Hoch – Anden von Ecuador: Chimborazo, Cotopaxi, etc, Bilder – Atlas, Berlin,
Lithographie nach Gemälden von Rudolph Reschreiter, 1907: 141.
Este libro se terminó de imprimir en abril de 2008
realizado por Trama Ediciones
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www.trama.ec