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Discurso

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Bueno primeramente, muy buenos días a todos los presentes, para dar inicio a este

presente trabajo especial de grado, que lleva por título: ANÁLISIS COMPARATIVO DE
LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LA IMPERICIA EN LOS PROCEDIMIENTOS
MÉDICOS ENTRE LAS LEGISLACIONES VENEZOLANA Y COLOMBIANA.

La cual está integrado por:

González, Yorvin

Nava, Ingrid

Paz, Euri

Estrada, Jeraldin

Bueno para comenzar el planteamiento del problema, que surge de la responsabilidad


penal en la que incurre en profesional de la salud, la cual es un tema que ha venido
generando dilemas a lo largo del tiempo.

De tal manera, que la mala praxis, es un acto ilícito e inapropiado en el ejercicio

de una profesión, en términos más sencillos, se trata de algún tipo de error con unas

determinadas consecuencias, por lo tanto la mala praxis es aplicable a cualquier

actividad profesional. Pero es en la medicina donde se emplea con más frecuencia

porque provoca un daño en el cuerpo o en la salud del paciente.

Ahora bien, con base a la deontología médica, donde están aquellos principios y

reglas éticas que inspirar y guían la conducta profesional del médico, se trata de los

deberes que adquieren por el simple hecho de ser un profesional de la salud, por tal

razón este tipo de mala praxis no debería existir, pero resulta inexcusable que el

profesional de la salud, con su grado de conocimiento, practica y experiencia, incurra

en tal Imperia médica, la cual esta típicamente regulado en el código penal venezolano

(2005), por lo tanto le trae unas consecuencias penales, en comparación a la

legislación colombiana que también lo regula y castiga a través de su código penal

colombiano (2000).
Sin embargo, la doctrina mayoritaria ha establecido que el derecho a equivocarse

es una de las responsabilidades que asume el individuo, Así pues, los médicos, como

cualquier otro tipo de profesional, han de estar sometidos al imperio de la Ley. De no

ser así, supondría un privilegio contrario a la carta magna, al igual que la Constitución

Política de Colombia (1991).

Cabe resaltar con respecto a otras profesiones, que es la del médico, la que gira

en torno a un derecho fundamental de la persona: como lo es la salud. De ahí, que

todos los ordenamientos jurídicos presten una especial atención a la protección de ese

derecho.

En este orden y dirección, la responsabilidad penal del médico es personal, si un

profesional del equipo no observa sus deberes de cuidado, cada uno debe responde

por sus acción u omisión, es decir responderá él exclusivamente.

No obstante, el problema se presenta, cuando alguien del equipo ejerce una

actividad para la cual no estaba preparado. . Ahora bien, la responsabilidad derivada de

la impericia en la praxis médica, guarda similitud con el ordenamiento jurídico

colombiano.

Es por esta razón que se requiere realizar un análisis comparativo de la

responsabilidad penal por impericia en los procedimientos médicos entre las

legislaciones venezolana y colombiana, a fin de conocer sus consecuencias penales,

las normas jurídicas que la regulan, las sanciones previstas, así como las semejanzas y

diferencias de su responsabilidad penal en ambas legislaciones.

Asimismo la categoría de estudio es la RESPONSABILIDAD PENAL DE LA


IMPERICIA EN LOS PROCEDIMIENTOS MÉDICOS EN LAS LEGISLACIONES
VENEZOLANA Y COLOMBIANA
Para quienes investigan, la responsabilidad penal de la impericia en los procedimientos médicos en la
legislación venezolana y colombiana, trata sobre una obligación y un derecho, en donde la obligación
esta en cabeza del médico, a quien se le atribuye dicha responsabilidad ya sea por acción u omisión al
momento de ejercer su profesión y realizar actos que atenten contra la vida y salud del paciente
tratante.

En este mismo orden, como primera sub-categoría u objetivo especifico

“LAS CONSECUENCIAS PENALES DE LA MALA PRAXIS POR IMPERICIA EN LOS


PROCEDIMIENTOS MÉDICOS ENTRE LAS LEGISLACIONES VENEZOLANA Y
COLOMBIANA”

Es preciso desarrollar teóricamente los términos “mala praxis”, e “impericia”, con

el fin de entender en qué consiste cada una. De esta manera, Herrera 2014 define

La mala praxis se refiere a la responsabilidad profesional en el caso de la


medicina por un acto mal realizado por parte del médico tratante que acaba
causando alguna lesión al paciente.

Por su parte, Vázquez (2017, p. 99) explica que la mala praxis:

Puede ser producida por varios tipos de errores:


 Imprudencia: actuar con falta de sensatez, juicio y cuidado.
 Negligencia: omisión, descuido o falta de esfuerzo.
 Impericia: no tener suficiente entrenamiento o experiencia para realizar
algún procedimiento médico.
 No acatar las normas: no seguir la normativa de manejo de un paciente
establecida anteriormente por un consenso de profesionales.
 
Siguiendo este mismo orden de ideas, y concatenado a la idea anterior, Ferreira

(2018, p. 09) sostiene que: “La mala praxis suele ser involuntaria, lo que se

consideraría delito culposo; por otro lado, en algunas circunstancias excepcionales, la

mala praxis puede ser intencionada, por lo que recibe el nombre de delito doloso”.

Ahora bien, para Rivas y Santamaría (2019, p. 77) la impericia:

Se dice que alguien tiene impericia, cuando carece de experiencia o bien en


aquellos casos en los que no se presta la suficiente atención. Es lo contrario
de la pericia, es decir, la habilidad o destreza para realizar una acción.
En este sentido, Cristancho (2018, p. 66) explica que:

La característica principal cuando se actúa con impericia es que la


persona no tiene intención de provocar daño o perjuicio alguno.
Se le alude a la impericia la falta total o parcial de conocimiento técnico,
falta de experiencia y/o habilidad para desarrollar ciertas tareas de una
profesión. Se le pueden asociar sinónimos como ineptitud, torpeza,
incompetencia o incapacidad.

El motivo más común de impericia es la falta de experiencia en el


desempeño profesional, cuando por ejemplo, un profesional lleva poco
tiempo ejerciendo y perjudica, por falta de experiencia, el bienestar de su
cliente, ya sea un médico, un enfermero, un conductor, un abogado o un
perito.

De esta manera, la impericia es una de las formas jurídicas de la culpa o mala

praxis, a efectos de establecer responsabilidad legal. De modo que, la imprudencia es

la falta de precaución y la carencia de previsión a la hora de tomar un riesgo. Ante esta

coyuntura, se actúa de forma precipitada sin considerar precaución o cautela alguna,

prescindiendo de adoptar medidas de seguridad que puedan reducir el riesgo.

En resumen, la impericia se asocia a la falta de experiencia o pericia, Por lo tanto,

la impericia es una categoría dentro de la mala praxis.

En otro orden de ideas, siguiendo a Chiossone (2009, p. 46): “La responsabilidad

penal y consiguientemente civil del médico por hechos punibles derivados del ejercicio

de su profesión, es limitada”. Esto no quiere decir que las funciones del médico estén

amparadas por la impunidad, sino que el concepto de culpa en las situaciones de

ejercicio profesional reviste peculiar naturaleza con respecto a las demás personas a

quienes se imputan delitos culposos.


En este sentido, la culpa profesional, en la situación especial del médico:

Debe ser analizada con respecto a los actos profesionales que directamente
puedan serle imputados, fundamentalmente por impericia. Y digo
fundamentalmente por impericia, porque no siempre es la negligencia y la
imprudencia, e inobservancia de reglamentos que también son elementos
de la culpa, pero se encuentran separados de aquella.

Consecuentemente, Momblac y Momblac (2018, p. 19), explica que: “Los actos

profesionales que directamente puedan serle imputados a un médico en un tratamiento

clínico o quirúrgico, son aquellos que derivan de su propia actuación y no de las

circunstancias complementarias en que intervienen otros profesionales.

En este orden y dirección, Martínez (2018, p. 05) sostiene que:

Si el tratamiento de un paciente está correctamente impuesto y dirigido, y el


médico ha dado claramente las directivas para su aplicación, los errores en
que se hubiere incurrido en ésta, sólo afectará a los encargados de
realizarlas. En muchos casos la culpa del paciente. — víctima— viene a
producir un desenlace letal que no puede serle imputado al médico.

Ahora bien, las consecuencias penales de la mala praxis por impericia en los

procedimientos médicos de las legislaciones venezolana y colombiana son

básicamente las mismas; es decir, sí a razón de una mala praxis médica, el paciente

muere, el profesional de salud será condenado a cumplir una pena corporal, esto es

una consecuencia de carácter sancionatorio y de naturaleza penal, por cuanto los

delitos pueden ser dolosos, resultado antijurídico coincide exactamente con la intención

finalista del sujeto ya que debe responder él directamente por sus acciones y

omisiones y culposo por la voluntaria inobservancia de aquellas normas de conducta

en los procedimientos médicos.


2.1.1.1 IMPUTACIÓN Y PRESIDIO EN VENEZUELA

Los deberes y obligaciones del médico están claramente especificados en las

leyes que rigen el Ejercicio de la Medicina y el Código de Deontología Médica (2003).

Cuando se sospeche o haya indicios de que hubo o pudo haber una mala conducta

podrá el paciente, sus familiares, la institución o bien el Estado venezolano a través del

Ministerio Público (de oficio), iniciar contra el profesional médico las acciones legales

pertinentes o juicio de responsabilidad.

Desde el punto de vista jurídico, Morán (2016, p. 33) define la responsabilidad

como:

La «obligación» que tiene toda persona que ejerce el arte de curar, de


responder ante la Justicia por los daños que causare en el ejercicio de su
profesión. Para dar respuesta podrá ser requerido desde el punto de:
1. Civil: La instancia es privada y se persigue la reparación del daño.
Implica un resarcimiento de tipo económico. Afecta a personas e
Instituciones. Se debe probar el daño y la relación de causalidad entre la
conducta médica y la producción del mismo.
2. Penal: La instancia es pública y se persigue la sanción social con
reclusión, prisión o inhabilitación para que no constituya un peligro o
amenaza. Afecta únicamente a personas, se debe probar si el profesional
infringió lo dispuesto en el Código Penal. En otras palabras si cometió:
Impericia, Imprudencia o Negligencia.
3. Administrativo: Persigue la sanción del profesional de acuerdo a una
normativa o reglamento interno del lugar. La pena puede ser amonestación,
la inhabilitación o el despido.
   

Así las cosas, la responsabilidad tanto de índole Civil como Penal para los

profesionales de la salud requiere de un acto o comportamiento antijurídico, que

vulnere o quebrante obligaciones o deberes. La imputabilidad del hecho debe

considerar la capacidad de discernimiento del médico y la previsibilidad del acto.


Asimismo, en la justa valoración de la “culpa médica” debe examinarse con

extremo cuidado el ejercicio de tal actividad con la falta de prudencia, atención,

diligencia, minuciosidad necesaria y no desde el punto de vista del conocimiento o

habilidad que el profesional de la medicina pueda tener. Tal como explica Cristancho

(2018, p. 19): “Aun cuando la legislación vigente no regula taxativamente los aspectos

que deben seguirse ante el traslado interhospitalarios de pacientes, los principio

básicos que rigen la conducta del médico si están establecidas”.

Ahora bien, en el ámbito que atañe la presente investigación, se hace especial

énfasis en la responsabilidad penal derivada de la mala praxis médica, la cual nace

cuando el profesional de salud ocasiona la muerte del paciente, consumándose en tal

situación según las ideas propuestas por Belandria (2016 p. 55) “homicidio culposo por

mala praxis médica previsto y sancionado en el artículo 409 del código penal”.

A este respecto, el artículo citado por el autor in comento señala que:

El que por haber obrado con imprudencia o negligencia, o bien con impericia
en su profesión, arte o industria, o por inobservancia de los reglamentos,
órdenes e instrucciones, haya ocasionado la muerte de alguna persona,
será castigado con prisión de seis meses a cinco años

De lo indicado anteriormente, se puede colegir que ante una mala praxis médica

que ocasione la muerte del paciente, nacerá una responsabilidad penal para el médico,

por lo que le será imputable un delito castigado con presidio de seis a cinco años,

tomando en consideración si existen circunstancias agravantes en la pena corporal.

Ahora bien, el presidio es definido por Montero (2014, p. 114) como “la más grave entre

las penas corporales o restrictivas de la libertad, es la que se cumple en las

penitenciarias, que establezcan y reglamente la ley”.


La imputación por su parte, de acuerdo con Hernández (2010, p. 08) “es la

fórmula utilizada en derecho para declarar por la autoridad judicial que una persona

física o jurídica está siendo investigada en un proceso judicial penal”. Con base en los

postulados teóricos previamente citados, se puede inferir que cuando el médico

ocasiona la muerte del paciente, en primer lugar debe iniciarse la investigación para

determinar la culpabilidad del mismo, por tanto debe garantizársele la presunción de

inocencia. Posterior a ello, se toma en cuenta la imputabilidad en los hechos suscitados

y de resultar culpable, será castigado con presidio de 6 meses a 5 años, según la

decisión tomada por el administrador de justicia penal.

Por otro lado, se debe tener muy en cuenta que la doctrina imperante denota que

en muchas circunstancias, durante el ejercicio de la medicina, se comenten actos de

impericia y negligencia, con lo cual estaría el médico en riesgo de serle imputado un

juicio, como son los asuntos Toxicológicos los cuales generalmente son de naturaleza

médico-legal.

Para Romero (2019, p. 18):

El error en los procedimientos médicos puede ser excusable y no genera


culpa, esta excusabilidad se valora de acuerdo con la previsión que se tomo
durante el acto médico, sin embargo el ocultamiento de la identificación de
quien elabora la referencia introduce el elemento jurídico del dolo o
intencionalidad, que pudiese acarrear sanciones penales.
Los errores en la atención al paciente intoxicado -a nuestro juicio- se
producen por:
Una deficiente formación de pregrado y postgrado en toxicología. El plan de
estudio de los postgrados incluye temas toxicológicos aislados con un
enfoque que muchas veces se limita a dictar pautas de tratamiento ante
cada intoxicación específica. El personal docente, salvo algunas
excepciones, se encuentra insuficientemente preparado y actualizado en
temas de toxicología y no cuentan con una literatura adecuada en la que
apoyar su labor.
   

Bajo la óptica de autores como Ramírez (2017), es previsible en el futuro un

aumento en la tendencia a efectuar juicios por mal praxis por parte de los pacientes y

sus familiares, como se evidencia en las estadísticas de la Dirección de Delitos

Comunes de la fiscalía donde en el año 2015 se instruyeron 212 casos por mal praxis.

Ahora bien, en relación a las consecuencias penales de la responsabilidad por

impericia en los procedimientos médicos en la legislación venezolana, se debe

destacar que las mismas se determinan en razón de la culpabilidad del profesional de

salud, en el tema en cuestión. Así pues, Arteaga (2013) explica que:

La culpa en su esencia, consiste en la voluntaria inobservancia de aquellas


normas de conducta que imponen al hombre que vive en sociedad la
obligación de obrar con prudencia y diligencia o con el cuidado debido, a fin
de evitar determinados resultados de daño o de peligro para los intereses
jurídicamente protegidos.
De tal manera, la inobservancia de tales normas que pueden ser impuestas por la

experiencia común o técnica, son precisamente a las que se refiere el Código Penal

(2005) cuando alude a la imprudencia, negligencia o impericia; y a la inobservancia de

tales normas establecidas por las autoridades, cuando habla de la inobservancia de los

reglamentos, órdenes, instrucciones, etc.

Según Guzmán (2009, p. 165):

La base de la responsabilidad en medicina es la culpa, la cual se define


desde un punto de vista general como el resultado de una conducta
consiente no acorde con la norma jurídica y que por lo tanto es susceptible
de reproche por parte de la sociedad.

Asimismo, establece el Código de Deontología Médica venezolano (2003), en su

artículo 216 lo siguiente:


Las faltas a la moral médica cometidas por ignorancia, negligencia,
impericia o mala fe debidamente comprobadas, serán objeto de sanciones
por parte de los Tribunales Disciplinarios de los Colegios de Médicos y por
la Federación Médica Venezolana, las cuales podrán recomendar y tramitar
la suspensión del ejercicio profesional ante los organismos competentes, sin
perjuicio de las sanciones establecidas en la Ley del Ejercicio de la Medicina
y en el Código Penal. En los casos de impericia, que por su repetición
significaren ignorancia de la materia, se participará a la Universidad que
confirió el titulo, a fin de que conozca el caso.

Al respecto la Ley del Ejercicio de la Medicina venezolana (1982), prevé en su

artículo 118 que: Las sanciones disciplinarias y administrativas se aplicarán sin

perjuicio de la responsabilidad civil o penal a que haya lugar como consecuencia de la

acción, omisión, impericia, imprudencia o negligencia en el ejercicio profesional".

Para quienes investigan, las consecuencias penales de la responsabilidad por

impericia en los procedimientos médicos en la legislación venezolana, se origina en

razón de la actuación contraria a la norma jurídica, producto de la imprudencia,

impericia, negligencia e inobservancia de los reglamentos que rigen el ejercicio médico.

Estas conductas se encuentran tipificadas como delitos médicos dentro del

ordenamiento jurídico venezolano, específicamente en el Código Penal (2005). De esta

manera, se toman en cuenta la imputabilidad del médico ante la comisión de un

homicidio culposo por mala praxis médica, y si se determina judicialmente su

culpabilidad, será castigado con una pena de presidio de 6 meses a 5 años.

2.1.1.2 IMPUTACIÓN Y PRESIDIO EN COLOMBIA

En muchas oportunidades las negligencias médicas, conocidas como

responsabilidad médica en procedimientos médicos en Colombia, pueden llegar a ser

un tema muy delicado para la calidad de vida de las personas. De acuerdo con Montero
(2014, p. 55): “surgen a partir de un principio legal importante que es el de no exponer

al paciente a un riesgo injustificado", lo que se puede llegar a presentar en

procedimientos simples que desencadenan consecuencias de salud leves o

intermedias, hasta consecuencias graves como la muerte.

Por su parte, Belisario (2017, p. 33) sostiene que:

El principio médico civil de que las obligaciones de los prestadores de salud


consisten en brindar al paciente todas las herramientas que dispongan con
el objetivo de curarlo, así en todos los casos no se pueda cumplir. A pesar
de ello, hay muchas situaciones donde los casos de responsabilidad o
negligencia médica quedan impunes por desconocimiento del procedimiento
legal que se puede interponer, por los costos de la defensa legal de las
víctimas o porque la consecuencia de verdad lo llegó a afectar a
sobremanera para poder realizar este proceso legal.

Por otro lado, Beltrán y Torres (2020, p. 109) explican que:

Contrario a lo que ocurre en otras legislaciones, en el aspecto civil y penal


no existen normatividades específicas sobre el acto médico, en el ámbito
disciplinario es obvio que debe haberla, como efectivamente ocurre con la
ley 23 de 1981, en cuanto a las responsabilidades ético-disciplinarias en
Colombia.

En este mismo orden de ideas, Momblac y Momblac (2018, p. 13) argumentan

que: “la ley 23 de 1981 por la cual se dictan normas en materia de ética médica

promulga que los deberes del médico tienen rango legal”. Estos deberes del médico

frente al paciente, los colegas, las instituciones, la sociedad y el Estado son de

obligatorio cumplimiento, puesto que dicha Ley creó además un procedimiento a cargo

de los Tribunales de Ética Médica, para determinar a través de investigaciones la

violación de dichos deberes.

Sobre este respecto, Medina (2019, p. 22) explica que:


El "Proceso Disciplinario Ético-Profesional", es reglamentado por los
artículos 74 a 82 de la Ley 23 de 1981 y los artículos 38 a 47 del decreto
3380 de 1981. Cuando haya una situación no prevista por la Ley y el
Decreto, debe remitirse al Código de Procedimiento Penal como lo
establece el artículo 82 de la Ley 23.

A tal efecto, el prenombrado artículo 82 de la Ley 23 (1981), consagra que en lo

que no esté previsto en ella, se aplicarán las normas pertinentes del Código de

Procedimiento Penal (2004). Por esta razón, tal como estima Romero (2019, p. 110):

“el proceso Ético tiene una naturaleza jurídica mixta debido a que en parte es un

proceso disciplinario similar a los adelantados por la Procuraduría a los servidores o

funcionarios públicos, al tiempo comparte etapas del proceso Penal”.

Respecto a ello, Guzmán (2014, p. 09) plantea que:

Los tribunales de ética médica colombianos, tanto a nivel nacional como


seccional, creados por la Ley 23 de 1981 y su Decreto reglamentario 3380
de 1981, siguen ejerciendo con los lineamientos generales del Código de
Procedimiento Penal de 1980 y son los últimos rezagos de los antiguos
jueces de instrucción criminal, que funcionaron en el sistema penal
colombiano por muchos años.
(…) El procedimiento ético disciplinario médico es un híbrido de los sistemas
anteriores a las leyes 599 de 2000, 600 de 2000 y del Código Único
Disciplinario. Allí todavía se conserva parcialmente la figura del antiguo Juez
de Instrucción Criminal.

De acuerdo con Yépez (2010, p. 11):

Las Etapas del Proceso Disciplinario Ético-Profesional, inician con una


denuncia que puede ser instaurada por el paciente, familiares, ente público
o privado, la Fiscalía, la Procuraduría o la Defensoría del Pueblo, lo mismo
que de oficio, es decir por iniciativa del Tribunal. La decisión del Tribunal
frente al examen de la denuncia puede ser: Decretar el inicio de una
indagación preliminar, dictar un auto inhibitorio absteniéndose de investigar
por no encontrar méritos, o aceptar la denuncia decretándose la apertura del
proceso. En este último caso, se designa uno de los Magistrados para que
realice la investigación, el cual tiene facultades para decretar y practicar las
pruebas que considere conducentes y procedentes para el establecer la
verdad de los hechos que investiga. Los medios probatorios usuales que se
usan en los procesos ético disciplinarios son la ratificación de la denuncia si
es el caso, a fin de aclarar elementos de la denuncia original y ampliar en
temas que sean de interés al magistrado instructor, las declaraciones de los
testigos que puedan dar claridad a los hechos, sean otros, médicos,
familiares, pacientes etc., la información contenida en la Historia Clínica, las
certificaciones de la hoja de vida del investigado con sus títulos y registros
profesionales, la declaración del Médico denunciado sobre los hechos y los
estudios del caso realizado por peritos.

Ahora bien, al igual que sucede en la legislación venezolana, cuando ocurre una

mala praxis médica que causa la muerte del paciente, nace una responsabilidad penal

para el médico en cuestión, a partir de lo cual le será imputable un delito castigado con

presidio de seis meses a dos años, según lo estime e sentenciador penal, atendiendo

lo previsto y sancionado en el artículo 59 de la ley 23 (1981).

Finalmente, los investigadores acotan que, las consecuencias penales en

Colombia se reducen en sanciones pecuniarias para los asuntos de las malas praxis

médicas que den lugar a delitos leves y sanciones corporales cuya pena será presidio

de 6 meses a 12 años. A tal efecto, la Ley 23 (1981), prevé que en el juicio del Tribunal

Ético Profesional, proceden contra las faltas a la ética médica, de acuerdo con su

gravedad o con la reincidencia en ellas, indicando que proceden las siguientes

sanciones: Amonestación privada; censura (escrita pero privada, escrita y pública, o

verbal y pública); suspensión en el ejercicio de la medicina, hasta por cinco años.

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