Chiavazza 2004
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PERSISTENCIAS Y REEMPLAZOS CULTURALES EN LAS POBLACIONES
INDÍGENAS DEL NORTE DE MENDOZA: UN ENSAYO ARQUEOLÓGICO1
Horacio Chiavazza2
Introducción
En el presente trabajo describiremos el proceso de cambios y persistencias
culturares que experimentaron las sociedades indígenas que habitaron el territorio
que ocupa actualmente la provincia de Mendoza. Este ensayo lo realizaremos a
través de un modo particular de obtener conocimiento sobre el pasado y la cultura,
esto es, por medio del análisis de los restos materiales producidos y usados por
las sociedades humanas, que es concretamente el que realiza la arqueología.
Una característica de la especie humana es su comportamiento cultural. A
su vez, son particularidades de la cultura su diversidad en el espacio y su
variabilidad a través del tiempo. Estos aspectos son parte intrínseca de la agenda
de estudios de cualquier ciencia social, entre ellas la antropología, la historia y la
arqueología.
El presente trabajo trata sintéticamente algunas interpretaciones acerca del
proceso de desarrollo de las comunidades indígenas del norte de Mendoza y sus
relaciones con otras de áreas vecinas. Se enfoca desde una mirada general, que
intenta detectar aspectos culturales que se mantuvieron y otros que cambiaron a
lo largo de su historia. Por tratarse de una síntesis el espacio considerado es
amplio y el intervalo cronológico extenso. En este sentido el avance de estudios
realizados en base al registro arqueológico, permite proponer una narración sobre
situaciones que llevaron a las poblaciones locales a cambiar o mantener ciertos
rasgos de sus comportamientos.
El conocimiento del comportamiento cultural, sus continuidades y cambios
en etapas prehispánicas, e incluso de la temprana colonia, depende
fundamentalmente de los resultados obtenidos por medio de los estudios
1
El presente ensayo está destinado a servir como documentación de apoyo para docentes. Se
basa en un trabajo elaborado para ingresantes a la carrera de Historia de FFyL, UNC. (Chiavazza
2003)
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Arqueólogo. Prof. Adjunto cát. “Ambiente y Cultura en América Prehispánica”. Facultad de
Filosofía y Letras U.N.Cuyo, Mendoza.
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Etnohistoria es entendida en este caso como el campo de estudio ocupado de acceder al
conocimiento de las características de culturas ágrafas por medio de los documentos escritos por
otros grupos humanos que entraron en contacto con ellas.
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HUARPES
PUELCHES
PEHUENCHES
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Figura 2: vista de los ambientes del norte de Mendoza desde el este al oeste (1. Planicie y monte;
2.Piedemonte; 3.Precordillera; 4.Cordillera
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Esto es, el cultivo de plantas, su control productivo.
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San Juan, se orientan en esta dirección puesto que no se han observado ajuares
especialmente diferenciados en los entierros (aunque recientemente se ha
propuesto la aplicación de técnicas de momificación por deshidratación- Marcelino
1998 – lo que supondría una inversión en los difuntos que podría ser indicio de un
proceso de formación de jerarquías). Esta situación queda remarcada al comparar
estos entierros con los más tardíos. Los entierros no aparecen con elementos que
destaquen un posicionamiento social especial entre las sociedades cazadoras
recolectoras cuyanas. Un correlato a este tipo de situaciones es el que
descubrimos excavando una gruta de Villavicencio, en el noroeste de Mendoza en
el año 2002. El hallazgo de dos entierros humanos juveniles, sin ajuar alguno, en
el sitio Vaquería, datado relativamente en más de 3000 años AP. podría
correlacionarse con lo señalado para San Juan5.
En el norte de Mendoza la movilidad de aquellos cazadores, sobre todo en
el sector precordillerano y del piedemonte articulaba estacionalmente la ocupación
de sectores de diferentes niveles altitudinales. Así se complementaban las
condiciones habitacionales estacionales entre zonas altas (en la precordillera por
encima de los 2.500 msnm en primavera-verano) e intermedias (piedemonte por
debajo de los 1.700 msnm y hasta los 1000 msnm en otoño – invierno) (Durán y
García 1989). Esta complementariedad ocupacional respondió a las situaciones de
temperatura y precipitaciones que además operaban sobre el ambiente y
consecuentemente sobre el comportamiento de los recursos considerados básicos
en la subsistencia de aquellas poblaciones (agua, guanacos Lama sp. y ñandúes
Pterocnemia sp.). La dispersión regional del registro arqueológico y las
características de las rocas usadas así como las técnicas aplicadas para la
elaboración de artefactos, muestra patrones de este manejo del ambiente. Se
observa un predominio de la explotación de rocas cuyas fuentes de
aprovisionamiento se localizan en radios menores a los 10 kilómetros de distancia
de los sitios. La economía de estas comunidades se basaba en la caza y
seguramente en la recolección de frutos silvestres (del algarrobo Prosopis
5
La cronología es relativa, ya que por ausencia de cerámica y la semejanza tipológica de
artefactos líticos (microinstrumentos) relacionados a los entierros la antigüedad podría remontarse
incluso a más de 6000 años AP.
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flexuosa y chañar Geoffroea decorticants entre otros). Este patrón implicó una
intensa movilidad y por ende, al analizar las dispersiones de elementos
arqueológicos en la región y a su vez, las características de los sitios ocupados,
puede inferirse la existencia de grupos poco numerosos y sin jerarquías, al menos
no visibles en el registro arqueológico). Por otro lado, es importante mencionar
que hasta hace por lo menos 2000 años, este fue el patrón cultural dominante en
esta región.
Figura 3: sitio Agua de la Cueva, en la precordillera. Aquí se registraron las ocupaciones más
antiguas del norte provincial (circa 12000 años AP., García 2003). La flecha señala el sector sur.
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Figura 4: Puntas “cola de pescado”. Estas corresponden a las armas de caza de las poblaciones
más antiguas encontradas en la provincia (La Crucesita) (en Schobinger 1971).
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Esta situación constituye una línea base cultural desde la que se pueden
empezar a rastrear cambios a medida que se avanza en el tiempo. En términos
arqueológicos se registra un cambio del patrón de asentamiento local y la
determinación de redes de intercambio macroregional de productos. Con estos
intercambios irían también nuevas costumbres –económicas, domésticas y
funerarias-. Según las investigaciones se pudieron establecer que hace
aproximadamente 1.500 años, se produjo un cambio a nivel regional (lapso
atribuido arqueológicamente a la Cultura de Agrelo según Canals Frau 1956). El
asentamiento se organizó en torno a puntos estables sobre el paisaje, sobre todo
en las márgenes de los ríos (caso del río Mendoza) los que se articulaban con
explotaciones de zonas altas (al oeste) y lacustres (al noreste). Se ha comprobado
que en este lapso existió la ingresión de pautas culturales del norte,
fundamentalmente del Complejo Molle del Norte Chico de Chile (Schobinger 1977,
Bárcena 2003). Esto pudo observarse sobre todo en restos importados que se
incorporaron a tumbas a modo de ajuar. Un caso paradigmático es el del
enterratorio conocido como “Uspallata usina sur”6, en el que se recuperaron
elementos vinculados al consumo de alucinógenos (una pipa en forma de “T” y
con rasgos ofídicos probablemente relacionada con rituales) y elaborados sobre
materias primas absolutamente foráneas (por ejemplo un vaso de combarbalita,
una roca de origen muy puntual: Combarbalá en el Norte Chico de Chile). Un
aspecto que confirma estas interrelaciones macro regionales lo constituyen las
representaciones rupestres del mismo Valle de Uspallata. Estas manifestaciones
tanto por sus estilos como por los temas y modos de ejecución (petroglifos) se
corresponden a un patrón registrado en el Valle del Encanto en Chile y en San
Juan. Estas manifestaciones, conocidas como petroglifos, de acuerdo a los
estudios de especialistas corresponderían al lapso en cuestión y se vincularían
con prácticas rituales “shamánicas”7 (Schobinger 1982).
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en este caso es importante mencionar que si bien los elementos tienen la identidad cultural
propuesta, Bárcena menciona una datación 14C "...sobre colágeno de un hueso de los esqueletos
dio una fecha del último cuarto del siglo XIV...” (Bárcena 2003:59)
7
Este tipo de prácticas se vinculan con una concepción mágico-religiosa, relacionada con rituales
que incluyen danzas, consumo de plantas alucinójenas y transes por parte de un shaman, especie
de sacerdote que experimenta visiones y entra en contacto con poderes sobrenaturales.
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Esto se puso al descubierto en recientes excavaciones desarrolladas en marco del Salvataje
Arqueológico de Potrerillos, Cortegoso y Chiavazza 2002)
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Dataciones realizadas sobre carbón de fogones del interior de las casas por R.Bracco Bocksar en
el Laboratorio de Radiocarbono de la Facultad de Química de la Universidad de la Rca.,
Montevideo, Uruguay.
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En Mendoza, este período se conoce como propio de la “Cultura de Agrelo”(Canals Frau 1956),
agroalfarero medio (Bárcena 1982, García 1992) o Formativo (Durán et al 1995)
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que durante mil años se observa que los sitios se distribuyen en amplias
superficies del territorio. Incluso muchos de ellos evidencian haber sido ocupados
sólo en este lapso, ni antes ni después (Chiavazza 2001), lo que deja algunos
interrogantes acerca de las causas del proceso de cambio que se registra
arqueológicamente en el lapso posterior (¿es resultado de un lapso de expansión
exploratoria?, ¿se trata de una colonización relativamente corta de territorios luego
abandonados?).
Al evaluar aspectos tecnológicos de este período, sobre todo de la
tecnología lítica y los radios de aprovisionamiento de las materias primas según
las distancias entre canteras y sitios, se pudo establecer un funcionamiento de
sistemas locales (Chiavazza 1998, Chiavazza y Cortegoso 2003), es decir, de
sectores ocupados y explotados dentro de circuitos ambientalmente específicos,
por ejemplo en las quebradas que comunican el piedemonte y la precordillera en
el sector de Villavicencio (Chiavazza et al 1999-2000), las laderas y quebradas
aledañas al valle de Potrerillos y el propio valle en las márgenes del río Mendoza
(Cortegoso y Chiavazza 2002), o incluso, los sectores palustres de San Miguel y
las Sierras Centrales (Chiavazza 1999, 2001 y Chiavazza et al 2004). En este
caso, si bien persiste una movilidad que combinaba diferentes ambientes a lo
largo del año, en las diferentes estaciones, la fijación residencial en puntos
específicos del paisaje generaron un achicamiento de los radios de explotación
dentro de sectores ambientalmente más acotados (dentro de la misma
precordillera, el piedemonte o en la llanura). Este aspecto se vincula con el cambio
en las orientaciones económicas, tanto en la dimensión productiva como en la
intensificación; con indicios acerca de delimitaciones territoriales propia de
sistemas jerárquicos (los sitios con petroglifos podrían ser puntos demarcadores si
se considera su lugar estratégico) y por último con la búsqueda de nuevos
territorios de explotación y asentamiento, sobre todo hacia tierras áridas en la
llanura del este.
Hacia mediados del siglo XIV esta situación cambió. Es difícil precisar con
exactitud la fecha o dato cronológico del cambio reflejado en el registro
arqueológico. Para algunos autores sobre la base del desarrollo Formativo antes
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Figura 9: cerámica correspondiente a la cultura Viluco recuperada en las excavaciones del área
fundacional de Mendoza (Ruinas de San Francisco 2004). 1. escudilla y 2. pipa con figura
antropomorfa.
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que son justamente los sistemas que describen los cronistas españoles cuando
ingresan a la región. El correlato económico de este nuevo orden es el de
comunidades con desarrollos agrícolas, centrados en el cultivo del maíz y otros
productos como calabazas, porotos y quinoa con excedentes y la fijación
residencial permanente sobre todo en valles y la planicie NE. A nivel espacial, las
ocupaciones en precordillera son tenues y aparentemente corresponden a lugares
de acampada temporaria en el paso entre el sector del valle de Mendoza y los
valles interandinos, sobre todo el de Uspallata (Durán y García 1989, Chiavazza et
al 1999-2000). En esta zona los sitios presentan materiales que evidencian a la
vez, el mantenimiento de ciertas pautas ancestrales de la subsistencia, como por
ejemplo la caza de guanacos y recolección de huevos de ñandú.
Figura 10: impronta de poste de una vivienda prehispánica tardía (450 años AP.) descubierta en
niveles sellados por pisos del siglo XVII de la ciudad de Mendoza.
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Figura 11: cabecita de guanaco correspondiente al apéndice de una escudilla hallada en niveles
prehispánicos tardíos del predio Alberdi e Ituzaingó del Área Fundacional de Mendoza.
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Concepto que señala las características que adquiere un determinado desarrollo cultural en el
momento en que comienzan a sentarse las bases para la formación de un nuevo ordenamiento
social político y económico. Cambio dado sobre todo por una creciente asimetría en la distribución
del excedente, una especialización en el trabajo y una jerarquización en términos políticos, lo que
expresa variaciones en los modos de propiedad y en consecuencia en las estrategias de
subsistencia y formas de asentarse en el territorio.
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San Francisco
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cabildo
Figura 12: la ciudad de Mendoza según una representación del siglo XVIII (1790).
Figura 13: excavación de pisos del convento mercedario del siglo XVIII
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Figura 14: mayólicas coloniales procedentes de excavaciones del área fundacional de Mendoza
(La Merced).
Figura 15: moneda acuñada en Potosí (circa siglo XVII) (salvataje de San Agustín).
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Figura 15: la plaza principal de la ciudad 3 años antes del terremoto de 1861
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Conclusiones
De este modo, haciendo una revisión a vuelo de pájaro hemos observado el
paso de economías de corte cazador recolector hacia otras de carácter agrícola.
Este proceso, durante la etapa indígena si bien supuso cambios en la organización
socio-política, no implicó el reemplazo de todas las pautas culturales. Las
influencias recibidas y los procesos locales, fueron configurando un escenario en
el cual, los huarpes sobre todo pescadores y con prácticas horticultoras aun
mantenían la caza y la recolección como formas de gravitación en su economía,
incluso inmediatamente antes del ingreso incaico y europeo. El cambio más
radical y desestructurador lo generó el choque cultural que supuso la conquista
europea. En este caso, las influencias fueron impuestas como consecuencia de un
orden implacable: conquistador-conquistado. Las implicancias y secuelas fueron
definitivas, irreversibles e incluso sirven para entender el grado actual de
postergación de Centro y Sudamérica. Como el resto de América, Mendoza, se
incorpora, pero desde el siglo XVI a un orden global económica, política y
socialmente regido por el avance autoexpansivo, primero incipiente y luego
acelerado, del capitalismo occidental.
A través de lo expuesto, se ha mostrado como la arqueología contribuye al
conocimiento de cambios y continuidades en las pautas culturales de las
sociedades. Se han sintetizado las etapas básicas consensuadas por los
investigadores en relación al paso de las economías cazadoras recolectoras hacia
otras de carácter productor y agrícola en el norte de Mendoza. También se han
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ofrecido las hipótesis y evidencias que indican los modos en que estas culturas se
organizaron en términos económicos, políticos y sociales y que cambios son
perceptibles desde el registro material de la cultura: el arqueológico. En este caso
las evidencias indican tanto cambios como persistencias culturales según de la
esfera que se trate. Sin embargo particularmente radical fue el cambio observado
con el ingreso de la conquista española. Luego de 11.000 años de historia en los
cuales, además de cambios se registraran ciertas persistencias culturales, con el
ingreso europeo y la posterior colonia se concretó un proceso de transformación
de mayor alcance sobre las bases culturales indígenas del norte provincial. Los
cambios son mayormente perceptibles en tópicos económicos y tecnológicos,
pero significativamente intensos se dieron sobre aspectos sociales, políticos,
ideológicos e incluso vinculados a las características biológicas de las
poblaciones. El alcance de estos cambios llega a la actualidad. Hoy incluso es
posible escuchar dos tendencias entre los investigadores en relación a la
existencia de los huarpes, para unos extintos como resultado de este proceso y
para otros con vida y en lucha reivindicativa como minoría indígena.
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Bibliografía
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