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Renta Vitalicia

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RENTA VITALICIA

Se puede considerar que la Renta Vitalicia tiene sus inicios según la

percepción de algunos autores, en el Derecho romano, posiblemente como una

forma de resguardo a los acontecimientos futuros y el deseo de asegurarse tal vez

la tranquilidad de sus últimos días. Así, una relación jurídica de renta podía nacer

a través de la “stipulatio”; es por ello que se afirma, que las fuentes romanas

contemplan expresamente la obligación de renta vitalicia, concebida como una

obligación autónoma del deudor hacia el acreedor de la misma, durante la vida de

este último o la del mismo deudor. Durante la Edad Media, la figura de la renta

vitalicia alcanza gran difusión, uno de sus antecedentes más importantes fue el

contractus vitalicius, originado del precario; dicha figura consistía en que una

persona transmitía la propiedad de un bien a otra, comúnmente de derecho

eclesiástico, quien se obligaba a entregarle una suma periódica de dinero o de

cosas fungibles durante toda su vida. Al inicio, el precario tuvo un carácter

alimentario, de alojamiento y vestido, pero posteriormente, por la evolución de la

economía, se empezaron a reconocer pensiones consistentes en dinero. Con el

tiempo, la práctica de esa operación económica dio lugar a preocupaciones

originadas en la usura o el abuso por parte de quienes recibían la propiedad de los

bienes, haciendo que se originaran disposiciones tendientes a defender a los

acreedores de las rentas. La Revolución francesa mantuvo la institución, la renta

vitalicia fue incluida en el artículo 1968 del Code, el cual señalaba que esta podría

constituirse a título oneroso mediante una cantidad de dinero, por una cosa

mueble con precio estimable o por un inmueble. También la conservó el Código de


Napoleón, a pesar de que durante su redacción, la renta vitalicia fue duramente

combatida, tanto con argumentos de orden moral como con consideraciones de

carácter económico y social. Frente a todo ello prevaleció la apreciación de su

función previsora, así como la aleatoriedad y la reciprocidad del riesgo para ambas

partes que intervenían en la relación de renta. La doctrina francesa, al estudiar la

renta vitalicia, constituida a título oneroso, suele hacerla semejante a un préstamo,

cuando se constituye mediante una suma en metálico, y otras veces a una

variedad de la venta, cuando se constituye mediante la enajenación de una cosa,

mueble o inmueble. Cabe destacar que dicha concepción de la renta vitalicia,

conduce a caracterizarla como un contrato real y no consensual, sobre todo en los

casos en que se asemeja al préstamo. Ya en el Derecho moderno,

particularmente, en el siglo XVIII, la aparición de las primeras empresas que

aplicaron esta idea con criterio comercial, permitieron la estructuración orgánica de

cobertura. Se aseguró que la renta vitalicia era una venta en la cual la cosa

vendida es el capital, la cosa mueble o inmueble y, el precio, la renta. Otros, la

consideraron como una permuta cuando el pago de la renta pida estipularse en

especie. La doctrina francesa considera que cuando la renta vitalicia se constituyó

mediante la enajenación de un capital, no hay venta si no préstamo, pero esa

afirmación se funda todavía en las disposiciones del Código napoleónico. En la

América colonial, más precisamente en la Nueva Granada, el antecedente más

próximo a una noción de renta vitalicia pudo haber sido el censo. En virtud de

dicho convenio, se le daba el derecho a una persona de percibir un rédito anual

por la cesión de un bien, o la transferencia de un dinero a otro, principalmente a

las instituciones eclesiásticas. Expuesto lo anterior, se puede decir que la Renta


Vitalicia es el acto a título gratuito u oneroso, por el cual una persona se obliga a

pagar a otra periódicamente y por toda la duración de vida de una o más

personas, cierta cantidad de dinero. Entonces, la renta vitalicia no siempre se

origina en un contrato, ya que puede provenir de un testamento o de la ley en

sentido restringido. Guillermo Cabanellas expresa, que la renta vitalicia "Es un

contrato aleatorio en el que una de las partes entrega a otra un capital o ciertos

bienes con la obligación de pagar al cedente o a un tercero una pensión o renta

durante su vida o la de aquel a cuyo beneficio se impone la suma o la cosa". En

cambio, Diez Picazo y Gullón argumentan que: "El contrato aleatorio de renta

vitalicia obliga al deudor a pagar una pensión o rédito anual durante la vida de una

o varias personas determinadas por un capital en bienes muebles o inmuebles,

cuyo dominio se le transfiere desde luego con la carga de la pensión". En

consecuencia, la renta vitalicia es un contrato en virtud del cual una de las partes

denominada, el deudor de la renta, entrega a la otra llamada, beneficiario o

acreedor de la renta, una cantidad de dinero y otro bien fungible, para que sean

pagados en los periodos estipulados. La renta vitalicia se refiere a diversas

situaciones jurídicas. Podría referirse a un contrato, ya sea gratuito u oneroso, a

una prestación que nace de una indemnización de perjuicios o a un acto o negocio

jurídico unilateral como el testamento. Para la duración de la renta puede

señalarse la vida de una o varias personas y también constituirse en beneficio de

una tercera persona. Si llevamos la renta vitalicia llevada al campo de la previsión

social, lo constituyen las pensiones de jubilación que tienen el carácter jurídico de

rentas vitalicias. Es por ello que se defines como aquella relación jurídica

originada de un acto o de ley consistente en que una persona se obligue a pagar,


de forma periódica, una pensión o renta en dinero o cosas fungibles a otra,

independientemente de recibir o no una contraprestación, durante la vida del

beneficiario de la renta, de quien se obliga, o de un tercero que se designe.

En este mismo orden de ideas, la renta vitalicia puede constituirse a título

oneroso (compraventa o permuta) y a título gratuito, ya sea por acto inter vivos

(donación) o mortis causa (legado). El artículo 1.788 del Código Civil venezolano

establece: “La renta vitalicia puede constituirse a título oneroso, mediante una

cantidad de dinero u otra cosa mueble, o mediante un inmueble”. El contrato

oneroso de renta vitalicia constituye la convención mediante la cual una persona

(deudor) se obliga a pagar al constituyente o a un tercero (el acreedor) una

pensión durante la vida de éste o de una persona determinada, a cambio de un

capital en bienes muebles o inmuebles, cuyo dominio se transfiere. La renta

vitalicia constituida a título oneroso siempre es un contrato. De la obligación de

pagar la pensión al acreedor, surge la facultad de requerir dicho pago. Ello

confiere un derecho de crédito sobre las pensiones adeudadas según se infiere

del artículo. 1796 Código Civil. Por lo tanto no se configura un derecho real sino

personal. Se trata de una obligación a término, específicamente “resolutorio”, pues

una vez acaecido hace cesar la obligación, en cuya fijación del plazo pueden

distinguirse varias opciones. El carácter oneroso no queda desnaturalizado en el

supuesto de que el beneficiario acreedor resulte ser otra persona y no el dador

constituyente, pues la onerosidad se da cuando la prestación de uno tiene como

razón de ser la contraprestación de otro. Cuando se hace referencia a la renta

vitalicia a título gratuito, podemos señalar que pueden existir rentas vitalicias

constituidas por testamento (legado) o por donación, no mediando desplazamiento


patrimonial del rentista al pagador. El contrato gratuito de renta vitalicia está

sometido al régimen de las liberalidades. La renta vitalicia constituida a título

gratuito sin que medie contrato es siempre un acto “mortis causa” consistente en

un legado. Establece el artículo 1.789 del Código Civil venezolano: “También

puede constituirse a título puramente gratuito, por donación o por testamento,

debiendo entonces hacerse con las formalidades que establece la Ley para tales

casos”. Tales formalidades vienen dadas por la forma auténtica, la aceptación, el

registro en caso de inmuebles a los efectos de terceros. Fuera de lo indicado, la

figura se rige por las normas generales relativas a la renta vitalicia.

Los efectos de la Renta Vitalicia está regulados en el Código Civil

venezolano en el Capítulo II, “De los Efectos del Contrato de Renta Vitalicia entre

las Partes Contratantes” (artículos 1.795 al 1.799). Se distingue entre las

obligaciones y derechos (posición jurídica) del constituyente por contraste con las

del obligado al pago de la renta (deudor). Una de las Obligaciones del

Constituyente es que se obliga a la transmisión del dominio de los bienes muebles

o inmuebles al deudor de la renta, así como al saneamiento por evicción y vicios

ocultos de los bienes transmitidos. Por otra parte, dentro de los Deberes del

obligado al pago de la renta encontramos: La pensión o renta vitalicia es la

prestación más característica del contrato, la que le da nombre y configura su

aleatoriedad. La obligación de pagar la renta ha de cumplirse según las reglas

generales. Prevé el artículo 1.798 Código Civil venezolano: “La renta vitalicia se

debe al propietario, en proporción del número de días que haya vivido. Sin

embargo, si se ha convenido en pagarla por plazos anticipados, se debe toda la

pensión desde el día en que haya de hacerse el pago”. Tal norma debe
conectarse con el artículo 552 eiusdem según el cual “…Los frutos civiles se

reputan adquiridos día por día” ya que las pensiones de renta vitalicia se

consideran frutos civiles. Dispone el artículo 1.797 ejusdem: “El deudor de la renta

no puede libertarse de ella ofreciendo el reembolso del capital y renunciando al

cobro de las anualidades pagadas; está obligado a pagar la renta durante toda la

vida de la persona o de las personas por quienes se ha constituido, cualquiera que

sea la duración de la vida de estas personas, o por oneroso que haya podido

llegar a ser el pago de la renta”. No cabe pues alegar onerosidad según afirma la

doctrina porque ello forma parte esencial del alea característica del contrato. El

hecho de que la persona de la vida contemplada viva más tiempo del inicialmente

previsto se compensa con la eventualidad de que también hubiera podido morir

mucho antes. Igualmente establece el artículo 1.795 del Código in comento: “La

persona en cuyo provecho se ha constituido la renta vitalicia a título oneroso,

puede hacer que se resuelva el contrato, si no se le otorgan las seguridades

estipuladas para su cumplimiento. Si la renta se hubiere constituido en testamento

sin designación de bienes determinados, el legatario tendrá derecho a que el

heredero señale bienes bastantes sobre los que haya de constituirse la hipoteca”.

Interpreta tal norma la doctrina en el sentido de que la resolución opera por la no

constitución de las garantías ofrecidas. En caso de falta de pago de los atrasos de

la renta dispone el artículo 1.796 ejusdem: “La sola falta de pago de los atrasos de

la renta no autoriza a aquél en cuyo favor se ha constituido ésta, a pedir el

reembolso del capital o entrar en posesión del fundo enajenado. Tiene aquél

solamente derecho de embargar y hacer vender los bienes de su deudor y pedir

que se ordene, si el deudor no consiente en ello, que del producto de la venta se


tome la cantidad suficiente para pagar los atrasos”. A tono con la norma previa se

interpreta que la simple falta de pago de atrasos de la renta no constituye causa

de resolución del contrato constituido a título oneroso, si bien concede al

beneficiario la facultad de embargar y vender los bienes del deudor para la

satisfacción de la deuda. Se afirma que ello constituye una excepción a la

procedencia de la acción resolutoria de los contratos bilaterales.

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