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2-ARFUCH-La Entrevista. Una Invención Dialógica

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Leonor Arfuch

La entrevista,
una invención
dialógica

Paidós Pa pe le s de Com unicación 8


Papeles de Com unicación/ 8 Leonor Arfuch
C o l e c c i ó n d i r i g i d a p o r J. M . P é r e z T o r n e r o y P i l a r S a n a g u s t ín

La entrevista,
una invención
dialógica

1. M. d e Fo n t cu b e r t a -
La noticia
2. I. T u b a u - Periodismo oral
3. F.F. D ie z y J. M a r t ín e z A b a d ía - La dirección de producción
para cine y televisión
4. A . G . M e s e g u e r - ¿Es sexista la lengua española?
5. M . A . O r t iz y J. M a r c h a m a l o - Técnicas de
comunicación en radio
6. J. M . P é r e z T o r n e r o - El desafío educativo de la
televisión
7. P. R o d r íg u e z - Periodismo de investigación: ediciones
técnicas y estrategias PAI DOS
8. L. A r f u c h - La entrevista, una invención B a rc e lo n a
B u e n o s A ire s
dialógica M é x ic o
U N I VERSI D AD N A CI O N A L D EL CQ M A H U E
Ce n t r o Re g io n a l Z o o a A t lá o t lc a J
i i im — aacaacg f cg 3cc.- sc¿r-n ~ t 'Á
Pro ce d e n cia : C< Ca ^ a .| - ^ u ? , (_/ ^ /..

I n ven tarte N* (s ^ O 3* _________

i E3H A 2 l - H ~ 9 ¿

A H o r a c io

C u b ie r t a d e M a r io Es k e n a z i

1? edición, 1995

Q u e d a n r ig u r o s a m e n t e p r o h ib i d a s , s in la a u t o r i z a c ió n e s c r i t a d e i o s t i t u la r e s d e l
“ Co p y r ig h t " , b a j o l a s s a n c i o n e s e s t a b l e c i d a s e n l a s le y e s , la r e p r o d u c c i ó n t o t a l o
p a r c ia l d e e s t a o b r a p o r c u a l q u i e r m e d i o o p r o c e d im ie n t o c o m p r e n d i d o s la
r e p r o g r a f ía y e l t r a t a m i e n t o in f o r m á t ic o , y la d i s t r ib u c ió n d e e j e m p l a r e s d e e lla
m e d i a n t e a lq u ile r o p r é s t a m o p ú b lic o s .

© d e t o d a s la s e d ic io n e s e n c a s t e lla n o ,
E d i c i o n e s P a i d ó s I b é r ic a , S. A . ,
M a r i a n o C u b í, 9 2 - 0 8 0 2 1 B a r c e l o n a
y E d i t o r ia l P a i d ó s , S A I CF,
D e f e n s a , 5 9 9 - B u e n o s A ir e s.

I SB N : 8 4 - 4 9 3 - 0 1 0 2 - 5
D e p ó s i t o le g a l: B - 3 . 3 7 2 / 1 9 9 5

I m p r e s o e n N o v a g r á f i k , S. L . ,
P u ig c e r d á , 1 2 7 - 0 8 0 1 9 B a r c e l o n a

I m p r e s o e n E s p a ñ a - P r in t e d in S p a i n
S U M A R IO

Presentación, B e a t r i z S a r l o .................................................... 11
Agradecimientos .................................................................... 17
Al lector .................................................................................. 21
Introducción............................................................................ 23

1. Los lenguajes de la entrevista.................................. ..... 27


1.1. La invención dialógica ........................................ ..... 30
1.1.1. El género discursivo, un espacio de hetero­
geneidad ............................................................ 32
1.2. La conversación, una apuesta estratég ica.......... ..... 36
1.3. Conversación y sociabilidad: «turnos» e infracciones 42
1.4. La entrevista com o a c c ió n .................................. ..... 46

2. Entrevistadores/entrevistados: el juego de los perso­


najes ............................................................................... ..... 57
2.1. El ser es el p a r e c e r .............................................. ..... 59
2.2. Para conocerte m ejor (a ti m is m o ) .................... ..... 61
2.3. Elogio de la p e r f o r m a n c e o las pruebas del héroe 66
2.4. Escenografías .............................................................. 73
2.5. Entrevistas de divulgación: el científico en proxi­
m idad .......................................................................... 74
2.6. Voces sobre la escritura ...................................... ..... 78
2.7. R e a l i t y s h o w s o la vida sin fro n te ra s .................. ..... 82

3. La entrevista, una n arrativa.......................................... 89


3.1. La «verdad» entre el fragmento y el detalle . . . 92
10 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIA LÓ G ICA

3.2. La obsesión biográfica: entrever la interioridad 95


3.3. Ficcionalizar la vida tal cual es ........................ 103

4. La política como conversación ................................ 109


4.1. La política espectáculo: predicciones cumplidas 112
4.2. Los políticos en clave p e r s o n a l.......................... 116 PR ES EN T A C IÓ N
4.3. El entrevistador, nuestro «representante» ........ 123

5. La entrevista en la investigación periodística ___ 131


5.1. El investigador/detective, una figura mítica . . . 133
La distancia entre los discursos y lo que llamamos «realidad» pro­
5.2. Periodismo, literatura e in v e stig ació n ................ 137
dujo, durante siglos, discusiones apasionantes. Verdad y verosimilitud,
5.3. Autobiografía, m em oria, narración .................. 143
invención y representación, organicidad y descentramiento, fragmen­
to y totalidad fueron las palabras con que se trató y se trata de aferrar
Conclusión ......................................................................... 151
esas dos lógicas diferentes y, en un punto, también incomunicables.
Referencias bibliográficas ............................................... 155
En la fractura entre las dos lógicas y en el reconocimiento de que son,
Bibliografía básica sobre el tema ................................ 161
efectivamente, distintas, con regulaciones y configuraciones que no se
sobreimprimen nunca a la perfección, se m ontaron todas las polémi­
cas sobre el realismo y las soluciones (siempre contingentes) a la pre­
gunta sobre las formas de la representación.
Doble problema: por un lado, verdad y verosimilitud son radical­
mente incomensurables, porque para definirlas hay que colocarse en
espacios regidos según reglas diferentes; por el otro, la verdad nos mues­
tra finalmente sólo sus grietas, deja de ser una verdad, se oculta ha­
ciéndose negativa, o se disipa cuando la pensamos en términos relati­
vos. Así, lo verosímil no garantiza ninguna verdad y la verdad misma
queda en cuestión.

¿De qué hablan los discursos del periodismo, de la literatura, de


la televisión o el cine? De un ideal tan arduo como imprescindible:
el de la presentación de una diferencia (la diferencia entre «discurso»
y «vida»), a través de medios que varían históricamente. El gran equí­
voco consiste en pensar que las posiciones filosóficas que apostaron
a la relación entre verdad y verosimilitud confiaban sólo en la seme­
janza. Según creo, señalaban también el trabajo sobre las diferencias
entre el decir y el suceder; y esas diferencias impulsan hasta hoy las
22 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIA LÓ G ICA

que podía tomar, la diversidad de personajes y temas que incluía, el


interés que suscitaba la posibilidad de ver, leer o escuchar a algunas
figuras particularmente apreciadas. ¿Por qué, entre las innumerables
formas de la narración que se nos ofrecen a diario, nos interesa esa
posibilidad de conocer a quien admiramos, o nos despierta curiosi­
dad, qué magia encierra el hecho de que nos cuente cómo fue su vida, IN T R O D U C C IÓ N
cómo se inspiró para su obra, qué cosas le gustan, qué huellas guarda
en su memoria? ¿Por qué, aunque no siempre creamos a pie juntillas
lo que se dice, le atribuimos autenticidad a esa palabra? ¿Cuál es el
p l u s de significación que se busca al interrogar incluso al pensador, En el caleidoscópico horizonte contemporáneo, donde las ofertas
al escritor, al cineasta, a aquellos que trabajan «contándonos» cosas? culturales nos asedian haciéndonos vivir casi en permanente z a p p i n g ,
Estas inquietudes me llevaron a abandonar el análisis de una for­ la entrevista periodística, esa vieja forma de indagación, ha conquista­
ma tan estructurada como el discurso político, para aventurarme en do un lugar de privilegio entre los géneros massmediáticos. Su versati­
un terreno menos teorizado y transitado, pero por otro lado familiar, lidad, que va de lo informativo a lo científico, de lo político a lo ínti­
m uy próximo a la conversación. Así, decidí abordar el estudio de la mo y hasta lo obsceno, no desdibuja su apuesta esencial: una especie
entrevista como género, es decir, como una forma de cierta especifici­ de renovación cotidiana del contacto personalizado con el mundo, con
dad en el universo de la comunicación massmediática, a través de la una realidad que la revolución tecnológica hace cada vez más lejana
cual era posible aprehender rasgos significativos de nuestra cultura, en e inasible.
esa simultaneidad de la experiencia que nos ofrece el escenario con­ Si en los D i á l o g o s de Platón, Sócrates inauguraba el camino de la
temporáneo. conversación con un otro como posibilidad de acceso al conocimien­
Esa experiencia compartida, no importa en qué ciudad, ante las
to, la entrevista ha conservado algo de esta herencia, aproximándonos
mismas y sin embargo diferentes pantallas, es lo que quizá pueda inte­
a una gama m uy amplia de personajes, temáticas y situaciones. Consi­
resarle al lector de este libro. Com o consumidor de entrevistas que
derando su creciente expansión en el discurso informativo —uno de
alimenta la pasión por la vida y la obra de sus ídolos o sus referentes
sus usos posibles—, es evidente que constituye una instancia irreem­
políticos o intelectuales, reconocerá sin duda muchas cosas de lo que
plazable para la creación del contenido de las noticias, sobre todo en
aquí se dice, recordará otros ejemplos (de hum or, de identificación,
la radio y la televisión.1 Remitiéndonos específicamente a la política,
de beligerancia), se dejará tentar por lo biográfico, formulará sus pro­
la entrevista ha ido reemplazando gradualmente a otras formas (decla­
pias reflexiones y objeciones.
raciones, mensajes, discursos oficiales), instaurando con las figuras pú­
Pero también, si se trata de alguien especialmente interesado en la
blicas una relación de proximidad.
comunicación, incluso profesionalmente interesado, podrá encontrar
¿Qué es lo que hace a su peculiaridad, a su eficacia y hasta su insis-
alguna ayuda en el momento de enfrentarse al duro oficio de entrevis­
tador o el no menos arriesgado de analista. U na y otra alternativa es­
tuvieron presentes en el m omento de la escritura de este texto en ese 1. R e f i ri é n d o s e a l a i m p o rt a n c i a c re c i e n te d e l g é n e ro e n to d a s l a s f o rm a s q u e a s u ­

m e l a c o m u n i c a c i ó n c o n t e m p o rá n e a , Jo h n H E R I T A G E l a m e n t a b a q u e , a p e s a r d e e l l o ,
espacio imaginario donde se trama la complicidad del otro.
e s ta f o rm a d i a l ó g i c a p a r t i c u l a r n o « h a b í a a tra í d o d e m a s i a d o a l e s tu d i o s i s te m á ti c o » .
(V a n D I JK , T . y o t ro s , 1 9 8 5 ) .
24 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA
IN T R O D U C C IÓ N 25

tencia en poner «bajo los ojos» todos los aspectos de la actualidad? no le resto importancia a tal empresa; tampoco trazar un inventario
Sin duda, el prestigio del «directo», esa obligación testimonial que está de los usos periodísticos, o una tipología de personajes. La idea es tra­
en el origen mismo de la institución social de la prensa. Pero ese diá­ bajar con libertad una trama de sentidos, aspectos múltiples que van
logo, que se presenta como el acceso más inmediato a una palabra autén­ desde su funcionamiento conversacional, sus reglas y sus desviaciones,
tica, testimonial, autorizada, se enfrenta a una paradoja: su credibili­ hasta su incidencia en la configuración de lo político, por ejemplo,
dad se construye con procedimientos propios de los géneros de ficción, o de los territorios de la intimidad.
literarios o mediáticos (formas de narrar, gestos, expresiones, entona­ Esta sintonía entre el aparato formal, los usos y los significados so­
ciones); su «objetividad» puede derivar curiosamente de la puesta en ciales de esos usos —es decir, su relevancia en el contexto cultural—,
escena, a veces exacerbada, de la subjetividad. encontró en la noción de género discursivo un principio organizador.
Es que, justamente, los usos de la entrevista no siempre apuntan Desde una óptica multidisciplinaria, la definición de la entrevista como
a incrementar nuestro conocimiento de los «hechos» sino, muy fre­ género abordará en prim er lugar la situación comunicativa, regida por
cuentemente, a relacionar dos universos existenciales, lo público y lo el intercambio dialógico, sus participantes, su vecindad con la conver­
privado, en una variedad de cruces, mezclas y superposiciones. Así, sación cotidiana, los usos del lenguaje, sus infracciones, lo que de pre­
el carácter público de ciertos personajes autoriza a interesarnos en su visible y de imprevisible tiene ese juego intersubjetivo de la verdad
vida privada, y a la inversa, la singularidad de algunas privacidades las (de lo coloquial a lo formal, del chiste, el malentendido, a la ironía
hacen dignas del espacio público. La interdependencia entre estos dos o la agresión).
espacios, que por otra parte ha sido ampliamente teorizada (Arendt, En segundo lugar, me interesó la manera en que interviene la afec­
1978), asume en la entrevista una dimensión modelizadora: no sólo tividad, la expresión de los sentimientos, los personajes que se dibu­
se muestra (una vida, una función, un acontecimiento), sino que se jan en esa escena (tanto entrevistadores como entrevistados), en busca
proponen criterios de valoración e identificación, se postula un orden de admiración, reconocimiento, identificación. Opuesta a las formas
deseable, ejemplarizador. impersonales del discurso informativo, amplificando el detalle por en­
O tro terreno en que predomina esta forma discursiva es la divulga­ cima de la mirada global, apoyada en la voz (la opinión, la creencia),
ción: la ciencia, el arte, la cultura, la reflexión, las problemáticas de la entrevista autoriza una hipótesis respecto de un uso regulador de
la sociedad. Tanto en la entrevista breve al científico, el artista, el es­ los sentimientos en el plano social. Así aparece también con nitidez
critor, como en el libro de «Conversaciones» —que puede ser tanto la figura del héroe, distante de los valores clásicos pero inspirada en
teórico como biográfico—, se pretende una articulación tranquiliza­ nuevas hazañas, donde la fama suplanta con ventaja a las motivacio­
dora entre vida y obra, una aproximación al fenómeno de la creación, nes trascendentales.
a ese «lado oculto» de la autoría que el producto en sí mismo no al­ En cuanto al tercer aspecto, las «historias» que se narran en el deve­
canzaría a iluminar. Es que en la entrevista —con excepción quizá de nir del diálogo, éstas van más allá del acontecer de la noticia o de la
esos intercambios triviales cuyo objeto es casi publicitario—, siempre puesta al día de un campo de especialización, para acercarse a la litera­
se juega al descubrimiento de una verdad, una revelación que el diálo­ tura, y sobre todo a los géneros biográficos (autobiografías, memorias,
go, en alguna medida próximo a la indagación detectivesca, ayudaría diarios íntimos, testimonios, confesiones). La diferencia respecto de
a descubrir. éstos reside quizá en la inmediatez del contacto, esa palabra que pare­
Estas hipótesis generales organizan el recorrido del libro. N o me ce dicha sin mediación, en la espontaneidad del intercambio «cara a
he propuesto realizar un análisis lingüístico de la entrevista, aunque cara», y que aun las formas escritas tratan de restituir.
26 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IA LÓ G ICA

La entrevista a figuras políticas aparece tratada en particular, dado


que es una de las formas más habituales de la comunicación política
en nuestro tiempo —cada vez más identificada con el espectáculo—,
que puede asumir tanto un carácter programático/propagandístico
como intimista o humorístico. En mayor o m enor medida, el diálogo
apunta a la cercanía de la persona, a ese «ser común» del entrevistado CA PÍTU LO 1
que lo asemeja a cualquiera de nosotros y puede despertar, por ende,
nuestra confianza. L O S L E N G U A JE S D E L A E N T R E V I S T A
Por último, he considerado los usos de la entrevista en la investiga­
ción periodística, su relevancia, sus semejanzas y diferencias con las
formas vecinas de otras disciplinas. Allí se acentúa el carácter detecti-
E l f u n c i o n a m i e n t o d e l le n g u a je e n la e n t r e v i s t a n o s r e m i t e a
vesco de la indagación, ese mito de la búsqueda de la primicia, la resolu­
ción de un enigma o la denuncia del caso espectacular, aunque también f o r m a s d e la s c u a le s te n e m o s u n a e x p e r ie n c ia c o ti d ia n a : e l d i á l o ­

opere, sin sobresaltos, en el planteamiento de temas y problemáticas g o , la c o n v e r s a c ió n . A p e s a r d e q u e e l p r i n c i p i o d i a là g i c o d e t e r m i ­

cotidianos. n a a q u í q u e « u n o p r e g u n t a y e l o tr o r e s p o n d e » , lo s r e c o r r id o s s o n
Este trazado de un género discursivo (el lenguaje, sus usos, los suje­ s ie m p r e a z a r o s o s . P e n s a r la e n t r e v i s t a c o m o g é n e r o d i s c u r s i v o es
tos involucrados, sus destinatarios, sus escenas, temáticas, narraciones) a t e n d e r a la s it u a c i ó n c o m u n i c a t i v a , s u s in te r lo c u t o r e s , e l « p a c to
no supone por cierto más que una relativa especificidad: a cada paso d e c o o p e r a c ió n » q u e se e s ta b le c e e n t r e e llo s ( a u n c u a n d o se a p a r a
advertimos que los umbrales con otras formas son borrosos, y a veces d is e n t ir ) , s u s r e g la s y su s in f r a c c io n e s . P e r o t a m b i é n es c o n s id e r a r
indefinibles. Por otra parte, y aunque se formulen hipótesis respecto lo s s e n t id o s d e esa in te r a c c ió n , lo s s is te m a s d e v a l o r a c i ó n d e l m u n ­
de los esquemas valorativos puestos en juego en la recepción, hay que
d o q u e s e p o n e n e n j u e g o , l a r e la c ió n c o n o tr a s f o r m a s d i s c u r s iv a s ,
tener en cuenta el carácter azaroso de la lectura, la negociación de sen­
e l m o d o e n q u e se a r ti c u l a a l c o n t e x t o s o c io c u ltu r a l. E l c a r á c te r
tidos que el texto siempre suscita en el lector. A esa suerte dejamos
p ú b lic o , i n s t i t u c i o n a l iz a d o , d e la e n t r e v i s t a n o i m p i d e e l d e s b o r ­
también librada nuestra lectura.
d a m ie n t o , la d is p u ta , e l h u m o r , y h a s ta la in c o n v e n ie n c ia . E n ese
j u e g o i n t e r s u b j e t i v o p a r t i c i p a m o s c o m o e l « te r c e r o in c lu id o » .
Si un día cualquiera nos decidiéramos a hacer u n registro de
nuestros consum os massmediáticos, desde las noticias de la ma­
ñana a la lectura más o menos apresurada del diario, la radio que
quizá nos acompañe en el coche, las revistas que leemos distraí­
dam ente en el consultorio o la peluquería, y finalmente, el m o­
m ento ritualizado en que nos instalamos frente al televisor, nos
sorprendería descubrir que ese espacio múltiple, discontinuo, es­
tuvo ocupado en buena m edida p o r entrevistas.
Esas voces, en el sonido distanciado de las líneas telefónicas
o con la calidez de su presencia en el estudio de radio, en la re­
conocible diagramación de la prensa escrita o el encuentro más
o menos form al en la pantalla, nos habrán hablado de política,
de crímenes, de experiencias de la vida, de chismes, de las nove­
dades en los campos del arte o de la ciencia. Abstraídos o intere­
sados, habremos seguido con naturalidad los diálogos, ese reparto
desigual donde uno de los protagonistas (periodista, locutor, pre­
sentador, escritor) usa (y tam bién, ¿por qué no decirlo?, a veces
abusa) del derecho a la interrogación.
H abituados al oficio de la conversación —quizá el que ejer­
citamos con mayor asiduidad—, no somos ajenos a esa palabra
pública, más bien estamos incluidos desde el principio en su di­
námica, que moviliza nuestras propias creencias y sentimientos,
y nos suscita la réplica o la objeción. Por ello, si nos pregunta­
ran cuál es la diferencia con respecto a nuestras charlas cotidia­
nas, probablemente diríamos que, salvando las distancias que nos
separan de algunos protagonistas, se trata de la m ism a práctica.
Es justamente en esa semejanza, por momentos engañosa, don­
de podría delinearse el espacio social que ocupa la entrevista:
p o r un lado, el diálogo com o lazo de proxim idad, com o fami­
liaridad del intercambio entre personas, cualquiera que sea el nivel
30 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA

de las investiduras; p o r el otro, una estricta norm ativa institu­ siempre un interlocutor (éste puede estar presente
cional que rige las posiciones no intercambiables de entrevista­ taseado), y p o r lo tanto, el atributo principal de
dor y entrevistado, los temas y recorridos autorizados según de do es su carácter de d e s ti n a d o , m odulado p o r la «presenó
quien se trate, los límites respectivos y hasta las posibles infrac­ o tro (el destinatario), en la medida en que argum enta para per­
ciones. suadirlo, le responde p o r anticipado, se adelanta a sus objecio­
Terreno conflictivo p o r cierto: espacio público que puede in­ nes («tal com o yo me las imagino») a p artir de una hipótesis
volucrar a lo político, intereses en juego de los soportes mass- sobre su capacidad de com prensión. El destinatario es entonces
mediáticos, propósitos de los interlocutores, pugnas p o r el sen­ una figura im aginaria, una idea que tenemos de cóm o podrá ser
tido de lo que se dice, vidas privadas puestas en escena. La nuestro «Lector Modelo»; sin embargo, está inscrito en el texto
com plejidad de la apuesta com unicativa de la entrevista, en la o en la conversación, en su lenguaje, sus giros, sus recorridos.2
que participam os com o consum idores expertos y empecinados, La idea de que el destinatario está presente en el enunciado
merece sin duda que nos detengamos a analizarla desde diversos aun antes de que pueda em itir cualquier respuesta, e inclusive
puntos de vista. independientem ente de ella, sugiere un protagonism o conjunto
Pero, ¿por dónde em pezar en esa caracterización, en el des­ de los partícipes de la com unicación. Siguiendo esta línea, la re­
linde de similitudes y diferencias? ¿C óm o aproxim arnos a un cepción puede ser vista com o un proceso activo y simultáneo,
cam po tan versátil, que cubre formas y usos tan distanciados donde si bien la secuencia lógica es que «uno habla y el otro
entre sí? El cam ino elegido, siempre uno entre otros posibles, escucha», para luego invertir los términos, en realidad ocurre que
nos lleva en prim er lugar a su materialidad, el lenguaje, a la es­ to d o s « h a b la n » t o d o e l t i e m p o (ese continuo asociativo en que
cena com unicativa en la cual se realiza (el encuentro de p o r lo uno imagina, recuerda, piensa, evalúa m i e n t r a s alguien dice).
menos dos interlocutores), y a los sentidos que, p o r lo menos Tal apreciación, válida aun para la relación desigual que sos­
provisionalm ente, se juegan en ese diálogo cara a cara, tan leja­ tenemos con los medios de com unicación, donde no tenemos
no y tan próxim o del devenir socrático. posibilidad de «emitir» nuestra respuesta, es m uy relevante en
el caso de la entrevista, en la cual el diálogo se construye preci­
samente en esa m utua adecuación de hablar no solam ente p a r a
1.1. La invención dialógica sino p o r un otro.

Si pensamos cóm o es el funcionam iento de la entrevista des­ Mel Brooks, entrevistado p o r L arry Siegel para P la y b o y (1982)
de el p u nto de vista de la situación com unicativa y sus partici­
pantes, la perspectiva de MijaíljBajtín (1982) resulta sum am ente — O ig a , ¿ q u i é n es ese t i p o q u e a c a b a d e e n t r a r a la h a b i ta c i ó n
útil. Este teórico ruso, cuyos trabajos han tenido una influencia c o n u n a c á m a r a f o to g r á fic a ?
perdurable en la lingüística, la crítica literaria y otras discipli­
nas, ha desarrollado una reflexión tan profunda com o abarca-
2. L a n o c i ó n d e « L e c t o r M o d e l o » f u e d e s a rro l l a d a p o r U m b e r t o E c o e n s u L e c t o r
dora en to rn o de la enunciación y de su naturaleza interactiva,
in F a b u l a ( 1 9 8 1 ) , d o n d e d e s c ri b e l a s e s tra te g i a s , d e s v í o s y « tra m p a s » q u e e l t e x t o ti e n d e
hasta el p u n to que su teoría suele denom inarse «dialogismo». a e s e L e c t o r i m a g i n a ri o e i d e a l , a p a r t i r d e i n f e re n c i a s c o m u n e s . E s j u s t a m e n te e n e s e

Para Bajtín, toda enunciación es dialógica, es decir, supone j u e g o d e d a r p i s ta s p a ra l a i n t e r p r e t a c i ó n q u e e l M o d e l o s e c o n s t i t u y e y d e f i n e .


LOS LENGUAJES DE LA ENTREVISTA 33
32 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA

P: Es uno de nuestros fotógrafos. Le va a tom ar una fotogra­ plicidad de los usos de la lengua, los contextos y los usuarios
fía para publicar con el reportaje. o enunciadores. Más que a productos fijos, acabados, el género
remite aquí a estabilidades relativas, a procesos en perm anente
— ¿T en go q u e d e s v e s t i r m e ? tensión entre repetición e innovación.

Esta «adecuación» opera sutilm ente de manera indirecta, des­ U na función determinada —señala Bajtín— (científica, técnica,
plazada, produciendo un efecto hum orístico en la transposición periodística, oficial, cotidiana), y unas condiciones determinadas,
específicas para cada esfera de la comunicación discursiva, generan
de la situación de la entrevista a las características temáticas que
determinados géneros, es decir, unos tipos temáticos, composicio-
han dado fama internacional a la revista.
nales y estilísticos de enunciados determinados y relativamente es­
tables (Bajtín, 1982, pág. 252).

1.1.1. E l g é n e r o d i s c u r s i v o , u n e s p a c i o d e h e t e r o g e n e i d a d
Desde este p u n to de vista los géneros son extremadam ente
heterogéneos, pero lo que los hace comparables es su naturaleza
Tam bién el concepto de g é n e r o d i s c u r s iv o , propuesto p o r el lingüística com ún: «Incluyen... tanto la diversidad de los tipos
mism o autor, es pertinente para nuestros fines. Recordemos que del diálogo cotidiano... com o una carta., una orden... todo un
la vieja idea de g é n e r o , proveniente del cam po de la literatura, universo de declaraciones públicas... las m últiples manifestacio­
rem itía a rígidas norm ativas a las que debían ajustarse las obras nes científicas, así com o todos los géneros literarios» (ídem, págs.
para merecer ser incluidas en un canon: «poesía lírica», «drama», 248-249).
«novela», etc.3 A pesar de que los criterios y las formas fueron La heterogeneidad está presente incluso en el interior de cada
variando a lo largo de los siglos y según las teorías, en general uno, ya que los géneros son producto de mezclas y com binacio­
com partían la consideración de la obra com o algo acabado, cuya nes. Entre los géneros discursivos simples o p r i m a r i o s se ubican
pertenencia a un género dependía de sus características propias. justamente las formas cotidianas del diálogo, la conversación,
La noción de g é n e r o d i s c u r s i v o am plía considerablem ente el los registros familiares.
horizonte, al incluir no solamente a la literatura sino a cualquier Los géneros s e c u n d a r io s o complejos com prenden todas las
tipo de discurso, pero con un propósito bien diferente: el de dar variedades: periodísticos, literarios, oficiales, mediáticos, etc. Entre
cuenta de las prácticas sociales que se juegan en cada esfera de ellos ubicamos p o r supuesto a la entrevista, sin duda uno de los
la com unicación, sin pretensión norm ativa o clasificatoria. La grandes géneros periodístico/m ediáticos, pero que tam bién es
atención se desplazará entonces de las reglas formales a la m ulti­ susceptible de ser considerada literatura o discurso científico, se­
gún ciertas formas, funciones, temáticas o enunciadores.4
3. L a s c o n c e p c i o n e s c l á s i c a s r e s p e c t o d e l o s g é n e ro s l i te ra ri o s s e s u s te n ta b a n f u n d a ­ El interés de esta tópica bajtiniana no es solam ente el hecho
m e n t a l m e n t e e n e l c r i t e r i o a r i s t o t é l i c o d e l o s m o d o s d e e n u n c i a c i ó n ( l í ri c a , é p i c a , d ra ­ de que perm ite pensar de acuerdo a m últiples variables, com o
m á t i c a ) , o b i e n e n l a trí a d a p l a tó n i c a ( n a rra t i v o — q u e s u b s u m e l í ri c o y é p i c o — , m i x t o ,

d r a m á t i c o ) . M á s m o d e r n a m e n t e s e p o s t u l a ro n d i s ti n to s c ri t e ri o s , e n t re e l l o s , e l d e l o s
4. N o s re f e ri m o s s o b re t o d o a l o s l i b ro s d e e n t re v i s ta s , q u e p u e d e n a p ro x i m a rs e
« m u n d o s p o s i b l e s » d e l a l i te ra tu ra y s u r e l a c i ó n c o n l a re a l i d a d e n c u a n t o re f e re n te ,
a l a a u t o b i o g ra f í a , s i s e c e n tra n e n l a v i d a d e l e n t re v i s ta d o , o b i e n a l e n s a y o , s i f o c a l i z a n
d a n d o l u g a r a o t ra s c l a s i f i c a c i o n e s ( f a n t á s t i c o , m a ra v i l l o s o , re a l i s ta , s u rre a l i s ta , e tc . ) .
e n s u e x p e ri e n c i a c i e n t í f i c a o a r tí s ti c a .
(V é a s e G e n e tte y o t ro s , 1 9 8 6 . )
34 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 35

lo estamos haciendo con la entrevista, la productividad discur­ A n te s a u n , la G u e r r a d e V i e tn a m . Ú l t i m a m e n t e la G u e r r a d e l


siva en redes abiertas y virtuales. Su concepto de género discur­ ( lo lfo y la c r is is d e lo s p a ís e s d e l E s te . P e r o h a y m u c h a s o t r a s c o sa s
sivo supone tam bién una v a l o r a c i ó n , o mejor, un conjunto de q u e n o t ie n e n la f o r m a d e e v e n to s , q u e c a r e c e n d e la t e a t r a l i d a d
esquemas valorativos del mundo. p r o p ia d e lo s a c o n te c im ie n to s y q u e , s in e m b a r g o , tie n e n u n a e n o r m e
Volver a la entrevista desde la noción de género discursivo im p o r ta n c ia : p o r e je m p lo , lo s e fe c to s d e la d e s c o lo n iz a c ió n d e A f r ic a
nos dará ahora cierta ventaja: los rasgos que vayamos anotando o la c a tá s tr o f e d e l T ercer M u n d o . D e s a s tr e s f r e n t e a lo s c u a le s e l p r o ­
(funcionam iento, tipos de enunciadores y de enunciados, tem á­ b l e m a d e l S id a p a r e c e p e q u e ñ o . I n c lu s o e l f i n d e l apartheid d is i­
ticas, situaciones, regularidades, valoraciones) se integrarán con m u la u n e s ta d o d e c o sa s q u e n o ti e n e n la t e a t r a l i d a d m e d i á t i c a
m ayor arm onía en el trazado de una forma. D e todas maneras, d e l a c o n te c im ie n to . M á s a ú n , p a r e c i e r a q u e n o h a y a c o n t e c i m i e n ­
nuestro intento es más descriptivo que ordenador: aun cuando to s. P e r o lo q u e s u c e d e es q u e h a y q u e p e n s a r d e o t r a m a n e r a re s­
se trate de intercam bios pautados, donde uno de los interlocu­ p e c to a la n o c i ó n d e a c o n te c im ie n to .
tores es el que pregunta y el otro está allí para responder, sabe­
mos que todo encuentro tiene una buena dosis de azar, y p o r P: ¿Por qué?
ende, nunca es del todo previsible.
Aquí, lo que guía la respuesta no es tanto el referente («los»
Juan G elm an, escritor (diario C la r ín , 9/9/1993) acontecimientos), sino el propio concepto implicado, que gene­
ra un desplazamiento de la pregunta hacia el recorrido interior
J G : U n a m o r m u y f u e r te q u e m e p u s o f r e n te a u n a c a n tid a d de la reflexión.
d e s e n tim ie n to s q u e u n o a r r a s tr a s in te n e r c o n c ie n c ia , c o m o la m u e r ­ Si bien las entrevistas presentan una gran variedad, desde diá­
te, la i m p o s i b i l i d a d d e la f u s i ó n c o n e l o tr o , u n a c a n t i d a d d e c o ­ logos m uy formales o interrogatorios estrictos a una suerte de
sa s... P e n s a r q u e u n o e n r e a l i d a d le d a a o t r o lo q u e u n o n o tie n e . charla entre amigos, el rasgo com ún a todas es una notoria flexi-
Y o n o sé, ¿ u s t e d q u é p i e n s a ? bilización del lenguaje, donde está perm itido el uso de expre­
siones coloquiales y hasta domésticas. Parecería que las media­
P: N o, yo soy el que pregunta, usted el que piensa. ciones, inclusive las de la palabra escrita, no alcanzaran a disipar
ese carácter de la oralidaa, que se aviene p o r otra parte a la mís­
E s e s ta i m p r e v i s i b i l i d a d d e la p a l a b r a o r a l la q u e h a c e p o s ib l e tica de la función periodística, a esa escena legendaria de la pre­
n o s ó lo e l m o v i m i e n t o y h a s ta la i n v e r s i ó n d e r o le s s in o in c lu s o gunta al testigo de los hechos.
e l d e s p l a z a m i e n t o s u b r e p t ic io d e la p r e g u n t a m is m a . La cercanía que sugiere la entrevista no tiene que ver sola­
mente con el encuentro de sus protagonistas (que puede darse
Jacques D errida (C l a r í n , 7/1/1993) asimismo de manera indirecta, telefónica o por medio de un cues­
tionario enviado), sino tam bién con una com petencia que el re­
P: ¿Qué acontecimientos de los que tuvieron lugar desde en­ ceptor com parte con ellos. C ontrariam ente a lo que ocurre con
tonces (mayo del 68) han tenido un im pacto semejante? otros géneros, donde éste puede m uy bien interpretar pero no
producir el texto (pensemos en la poesía, la novela, el ensayo,
J D : H u b o , c la r o , s e ís m o s h is tó r ic o s o s u c e so s d e g r a n m a g n it u d . etc.), en la entrevista —y más allá de obvias especializaciones—,
36 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IA LÓ G IC A LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 37

la aptitud básica para el diálogo form a parte de sus com peten­ Esta exclusión, quizá im prescindible para form ular algunas
cias habituales. distinciones en el terreno escurridizo de la significación, fue,
En definitiva, es siempre en la recepción donde se resuelven com o suele ocurrir, el p u n to de partida de una «segunda funda­
las expectativas de u n género y se consum an sus itinerarios vir­ ción» de la lingüística, aquella que, preocupada precisamente por
tuales. El lector no sólo actualiza un texto p o r el acto material los usos y las prácticas, postularía la noción de «discurso»,''no
de la lectura, sino sobre todo p o r los sentidos que le otorga, en como otro m odo de nom brar el «habla» sino com o una dife­
diálogo con lo que el texto aporta. A pesar de que la lectura mis­ rencia cualitativa im portante respecto de ella: el discurso, com o
ma está sujeta a ciertas com petencias históricas que determ inan (tuesta en juego de la lengua, algo que se dirim e entre un «yo»
cóm o debe leerse, siempre existe la libertad de alterar los códi­ y un «tú», es tam bién social, intersubjetivo, som etido a reglas,
gos y leer de otro m odo, en otra clave. lugar no sólo de una intencionalidad sino tam bién de la repeti­
ción, de lo involuntario, del inconsciente.5
El umbral del discurso, así entendido, prom etía nuevos y pro­
1.2. La conversación, una apuesta estratégica ductivos itinerarios para el estudio de los fenómenos de signifi­
cación, las ideologías y los discursos sociales. Si la conversación
Estos com entarios en to rn o a la lectura tam bién son válidos no fue prim era en la predilección de los especialistas, su interés
para el terreno menos trillado de la conversación, que a pesar se fue insinuando sin embargo desde diferentes perspectivas. «La
de su familiaridad, o quizá justam ente p o r ella, fue tardíam ente conversación —diría Roland Barthes en el prólogo de un núm e­
abordada com o objeto de estudio. E n efecto, fueron en princi­ ro de C o m m u n i c a t i o n s dedicado a ella— es uno de esos objetos
pio los géneros literarios y posteriorm ente el discurso religioso, que plantean un desafío discreto a la ciencia porque son asiste-
político o massmediàtico los que alim entaron una verdadera ob­ máticos y tom an su valor, si pudiera decirse, de su pereza for­
sesión en los analistas, tanto desde la óptica lingüística com o mal» (Barthes, 1979, pág. 5).
discursiva y com unicacional. Ese núm ero de la revista francesa, pionera en el análisis trans-
Probablem ente tuvo que ver con esta dem ora la abrum adora disciplinario de fenómenos y tendencias contem poráneos, co­
diversidad de situaciones, protagonistas, niveles de lenguaje, ese locaba a la conversación en el centro de la escena. D e la com ple­
desorden prim ordial que evocara el concepto de «habla», acuña­ jidad de la retórica griega a las pláticas de las Preciosas en el siglo
do p o r Ferdinand de Saussure para designar lo inabordable, lo XVII, pasando p o r el refinado ejercicio literario de la conversa­
que quedaba afuera de la «lengua», único objeto de estudio p o r ción en Proust, se delineaba un espacio exuberante, abierto a re­
entonces form alizable en una ciencia lingüística en su «primera sonancias poéticas, pero asimismo susceptible de teorización.
fundación». La entrevista tam bién form aba parte de los objetos aborda­
La célebre dicotomía saussuriana oponía así «la lengua», como dos, no ya en alguna de sus versiones más comunes, sino en esa
norm a, institución social, sistema jerárquico de diferencias oposi- especie de «antigénero» que la estética p o p de A nd y W arhol se
tivas —los signos— que hace posible la significación, a su realiza­
ción en los usos, el «habla» (justamente la imagen más cercana a la
5. E s e l l i n g ü i s ta f ra n c é s E m i l e B e n v e n i s té q u i e n p o s t u l ó e s ta n o c i ó n d e « d i s c u r­
conversación), individual, caótica, heterogénea, dependiente de
s o » , e s e n c i a l e n s u te o rí a d e l a e n u n c i a c i ó n , q u e re s u l ta ra d e g ra n i m p o r t a n c i a p a ra
la voluntad de cada hablante y por lo tanto imposible de analizar. e l p s i c o a n á l i s i s , e l a n á l i s i s d e l d i s c u rs o y o t ra s d i s c i p l i n a s . ( B e n v e n i s te , 1 9 6 6 )
38 LA ENTREVISTA, LINA IN V E N C IÓ N D IA LÓ G ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 39

había encargado de cultivar. Lejos de la idea de verdad o revela­ i k »gantes: ¿cuáles son los indicadores de la pertinencia de un tema
ción que está presente en toda entrevista, las de W arhol en su i • de una intervención (en otras palabras, cóm o no «hablar p o r
revista I n t e r v i e w , con su vocación de captar nada más que la re­ lublar»)?, ¿cómo se modifican durante un intercambio?, ¿qué pro-
petición, el cliché, lo banal, operaban com o un límite al senti­ ■ cdimientos deben utilizarse para cambiar con legitimidad el cur-
do. Esa posibilidad —esa libertad— era tal vez lo que hacía rele­ '.o de la conversación?
vante incluirlas com o objeto de reflexión en ese incipiente espacio
analítico (Mauriés, 1979). Manuel Puig, escritor, entrevistado p o r M.E. G ilio (1986,
Paralelamente, diversas indagaciones orientadas al análisis de pág. 131)
los usos cotidianos fueron revelando que la conversación, más
allá de sus infinitas variaciones, estaba sujeta no solamente a nor­ P: ¿Qué le parece si empezamos p o r su infancia, en esa leja-
mas del lenguaje sino tam bién a una tram a lógica de relaciones n.i provincia que para m uchos es la Pampa?
y a ciertas reglas propias de funcionam iento que las frecuentes
infracciones no hacían sino confirm ar. — N o , n o . N o q u i e r o h a b l a r d e m i in f a n c ia . Y a h a b l é m u c h o .
U n aporte fundam ental en esta dirección lo constituyó el clá­
sico artículo de H . Paul Grice, «Logic and Conversation» Allí —Resulta difícil hacer una entrevista a un escritor sin hablar
se postulaba la existencia de un p r i n c i p i o b á s ic o d e c o o p e r a c ió n , un poco de su infancia.
sin el cual nuestros intercam bios cotidianos se reducirían a una
serie de frases deshilvanadas: «(Nuestros intercambios) ...son el — S i, y o e n tie n d o . P e r o es q u e n o q u ie r o , n o q u ie r o i r p a r a a tr á s ,
resultado, hasta un cierto punto al menos, de esfuerzos de coo­ ta n lejo s. N o q u ie r o .
peración, y cada participante reconoce en ellos (siempre hasta
u n cierto punto) un objetivo com ún a un conjunto de objeti­ —Lo único que me puede convencer es que ir para atrás lo
vos, o, al menos, una dirección aceptada p or todos» (Grice, 1975, ponga triste.
pág- 46).
Este objetivo o dirección puede ser definido en un acuerdo — N o sé, n o s é s i es eso. N o s é —dijo con una voz tan melancó-
previo, someterse a discusión o aparecer durante el intercambio, lica que para m í fue evidente que era eso.
pero en cada situación los participantes tienen la capacidad ne­
cesaria para operar el ajuste de lo que se considere apropiado. Si el orden racional de estas máximas y su idea tan marcada
Tal principio se sustenta a su vez en una serie de reglas agru­ de finalidad e intencionalidad son quizá un tan to discutibles,
padas en cuatro categorías a la m anera kantiana: la de C antidad lo que sí parece evidente es el carácter «cuasicontractual» de los
(«Que tu contribución contenga tanta inform ación com o sea intercambios. La noción de i m p l i c a t u r a da cuenta de esto: cier­
requerida»), la de Calidad («Que tu contribución sea verídica», tos sobreentendidos que com parten los interlocutores y que per­
«No afirmes lo que creas falso ni aquello de lo cual no tengas miten descifrar en una conversación tanto la adecuación com o
pruebas») la de Relación («Sé relevante») y la de M odalidad («Ha­ la infracción.
bla con claridad», «Evita ser ambiguo»). Existiría así un modelo normativo implícito, socialmente acep­
Q uizá la máxima de Relación es la que plantea mayores inte- tado, que las ocurrencias cotidianas se encargan de confirm ar
40 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 41

p o r vía negativa, a través de expresiones m uy corrientes («es un i;.mdo desaprensivamente otro juego (aludimos p o r supuesto a
pesado», «habla siempre él», «dice tonterías», «es un m entiro­ la muy conocida noción de W ittgenstein «juego de lenguaje»,6
so», «es una tum ba», etc.). Tam bién el h u m o r se inspira a me­ >|iie se aproxima, sin confundirse, a la de «género discursivo»).
nudo en el efecto sorpresa de la inadecuación. En cuanto a la pertinencia de las cuatro categorías m encio­
nadas, dependerá de la situación comunicativa, los intereses en
Mel Brooks, entrevistado p o r L arry Siegel en P la y b o y (1982, luego y el tip o de entrevista, pero indudablem ente una de las
págs. 121-122) máximas más ajustadas para el caso es la de «Calidad», en tanto
icinite a la cuestión de la veracidad, principio básico del discur­
P: ¿C óm o descubrió su sentido del hum or? so informativo.
Pero no siempre la palabra adopta acentos reveladores o su­
— L o e n c o n t r é e n t r e la s c a lle s T e rcera S u r y H o o p e r . E s t a b a e n pone una tom a de posición. Ciertos intercam bios fácticos, tri­
u n p a q u e t i t o a t a d o c o n u n c a b le e lé c tr ic o y c o n u n a e ti q u e ta q u e viales, donde lo im portante es establecer el contacto, y si se tra­
d e c ía B U E N H U M O R . C u a n d o lo a b r í, s a l t ó d e é l u n g r a n g e n io ta de la televisión, sim plem ente «estar allí», bajo la cámara,
ju d ío . «Te c o n c e d e r é tr e s d e se o s» , d ijo . « B u e n o , m e j o r q u e s e a n d o s .» parecen consumarse con independencia del diálogo, o con el sim­
ple recurso a unas fórm ulas trilladas.
Aquí, el entrevistado decide ignorar el uso metafórico de la De todos modos, y en tanto la entrevista aparece com o la
palabra «descubrir» que el entrevistador le ofrece —de alguna rscena más típica de la com unicación cara a cara, casi com o un
manera, no pacta—, y usándola de m odo literal, com o si el hu­ modelo canónico, se enfrenta siem pre a la exigencia de ajuste,
m o r fuese una «cosa», lo que en realidad denuncia es lo absurdo de autocorrección (que en las formas escritas supone un trabajo
de la pregunta misma. •i posteriori), y los deslices tienen un um bral de aceptabilidad
Cabe señalar que las ideas de pacto, contrato, convención, que incluye p o r supuesto el rechazo a responder determinadas
cooperación, han tenido una gran productividad para dar cuen­ preguntas o aun lim ita su propia form ulación.
ta de los usos del lenguaje, la com petencia comunicativa, el es­ Por otra parte, el nivel m etacom unicativo, e incluso meta-
tudio de la recepción y de la lectura. E n este sentido, las encon­ 11 ngüístico, donde la palabra se vuelve sobre sí m ism a (se refuer­
trarem os repetidas veces a lo largo de este libro, referidas a zan o deslindan sentidos, se aclaran expresiones, se interviene
problem as y contextos diversos. en la interpretación, en lo que «se quiso decir»), alcanza una am-
El enfoque de G rice nos perm ite pensar, en relación con la
entrevista, que el acuerdo previo que perm ite el encuentro (una 6. « L a e x p re s i ó n j u e g o d e l e n g u a j e d e b e p o n e r d e re l i e v e a q u í q u e h a b l a r e l l e n g u a j e
cita concertada de antemano, o bien, esa típica requisitoria pe­ l o rm a p a n e d e u n a a c ti v i d a d o d e u n a f o rm a d e v i d a . T e n a l a v i s t a l a m u l ti p l i c i d a d

il c j u e g o s d e l e n g u a j e e n e s to s e j e m p l o s y e n o t ro s :
riodística al paso), no necesariamente se m antiene en el curso
D a r ó rd e n e s y a c t u a r s i g u i e n d o ó rd e n e s
de la conversación (ésta puede volverse, com o todos hem os ob­ D e s c ri b i r u n o b j e to . . .
servado alguna vez, un campo de batalla). R e l a ta r u n s u c e s o . . .

I n v e n ta r u n a h i s t o ri a
Pero es que, justamente, tam bién la polém ica —y hasta la
H a c e r u n c h i s t e .......
pelea— supone una adecuación a los principios de cooperación, S u p l i c a r, a g ra d e c e r, m a l d e c i r, s a l u d a r, r e z a r. . . e tc . »
salvo en el caso en que alguien, sin darse p o r enterado, siga ju- ( W i ttg e n s te i n , 1 9 8 8 , p a g .3 9 y 4 1 )
42 LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 43
LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA

plitud m ayor que en los diálogos cotidianos, sobre todo en en­ u.imiento de los t u r n o s , com o principio ordenador de las inter­
trevistas políticas y de divulgación científica. venciones respectivas.
Pero quizá una de las máximas a las que aun el lector despre­ Verdaderos sistemas conversacionales, los turnos regulan los
venido esté más sensibilizado, sea la de Relación («Sé relevan­ i .imbios de locutor, la duración de la em isión, la distribución
te»), que acota según el medio, el soporte, el personaje y el des­ de los participantes, la continuidad/discontinuidad en el uso de
tinatario los enunciados que deben y/o pueden ser dichos. Sobre l .i palabra y p o r supuesto, las transgresiones. La dinámica es va-
ese límite, que puede transformarse en prohibición, se juega tam ­ i iable según el género en cuestión (conversaciones sociales, in-
bién la difícil articulación, ética, estética y política, entre lo pú­ icrrogatorio, conferencia de prensa, panel, debate, etc.), y opera
blico y lo privado. Más adelante volveremos sobre el tema. en un equilibrio.siem pre am enazado p o r la pasión: todos sabe­
mos del calor de la discusión, las tensiones, las disputas p o r el
control o p o r «la últim a palabra».
1.3. Conversación y sociabilidad: «turnos» e infracciones ¿Cóm o funcionan los turnos en la entrevista? Parecería una
pregunta irrelevante, p o r cuanto se trata en general de posicio­
Tam bién desde una perspectiva sociolingüística, que pone_e 1 nes no reversibles, donde el cambio de voz estaría dado p o r la
acento en la relación entre lenguaje y sociedad, la conversación natural conclusión de la respuesta, y el ru m bo de la charla p o r
ha sido objeto de interés. U n grupo de especialistas norteam eri­ un «mutuo consentim iento». Sin embargo, no escapa a ninguna
canos, los llamados «conversacionalistas»,7 consideran que los de las tretas de las que tenem os una vieja experiencia: disputar
intercambios cotidianos son lugares privilegiados de ejecución el espacio del otro, desviar una pregunta, in terru m pir un hilo
de competencias socialmente adquiridas y relevantes, donde es narrativo, desautorizar, agredir, cortar la palabra. Más aún, nuestra
posible estudiar la com pleja red de las relaciones sociales, la dis­
asiduidad como receptores atentos, nos habilita a percibir no sólo
tribución del poder, las identidades.
el ejemplo sino tam bién el contraejemplo: he ahí lo que no debe
En este sentido se concentran sobre todo en los procedimien­
hacerse cuando uno sostiene un diálogo con otra persona.
tos y reglas de la interacción «cara a cara», y p o r ende, en los
lenguajes gestuales y corporales (kinésica) y la utilización del es­
Carlos M onzón,9 entrevistado por M.E. Gilio, (1986, pág. 37)
pacio (proxémica),8 otorgando una gran im portancia al funcio-
L a s p r im e r a s p a la b ra s e n su casa fu e r o n : « R á p id o , p o r q u e m e
7. L o s « c o n v e rs a c i o n a l i s ta s » ( H . S a c k s , E . S c h e g l o f f , G . Je f f e rs o n , e n t re o t ro s ) s e

i n s c ri b e n e n i a tra d i c i ó n a m e ri c a n a d e l a s m i c ro s o c i o l o g í a s , d e g ra n e x p a n s i ó n e n l o s vo y a l c in e » .
a ñ o s 6 0 y 7 0 , o ri e n ta d a s f u n d a m e n ta l m e n t e h a c i a l o s c o m p o r t a m i e n t o s c o ti d i a n o s y

l a p r o d u c c i ó n d e l s e n ti d o c o m ú n , d o n d e s e d e s ta c a e l a p o rt e d e l a f e n o m e n o l o g í a d e

S c h u t z , e l i n t e r a c c i o n i s m o d e G o f f m a n , l a e t n o m e t o d o l o g í a d e G a rf i n k e l , l a s o c i o l i n ­
P: ¿Qué le pasa, tiene miedo?
g ü í s ti c a d e L a v o v , e tc . U n a e v a l u a c i ó n d e c o n j u n t o d e l as p ri n c i p a l e s te n d e n c i a s p u e d e
e n c o n t r a rs e e n W O L F , 1 9 8 2 .
— ¿Yo, a u n a m u je r ?
8. L a a te n c i ó n p re s ta d a a l a c o m u n i c a c i ó n n o v e rb a l , ti e n e m u c h o q u e v e r c o n 1a

p r á c t i c a d e i a te ra p i a s i s té m i c a d e s a rro l l a d a p o r l a E s c u e l a d e P a l o A l t o , d o n d e e l a n a ­

l i s ta tra ta a l p a c i e n te j u n ta m e n te c o n s u n ú c l e o f a m i l i a r, y s e o b s e rv a e l c o m p o rt a m i e n t o
9. B o x e a d o r a rg e n t i n o q u e o b t u v o v a ri o s tí tu l o s . V a ri o s a ñ o s d e s p u é s d e e s ta e n t re ­
p r o x é m i c o / k i n é s i c o d e l g r u p o d u ra n te l a s e s i ó n p o r c á m a ra G e s e l l . E s t a l e c t u ra g e s-
v i s ta f u e a c u s a d o d e h a b e r c a u s a d o l a m u e rte d e s u m u j e r, g o l p é a n d o l a y e m p u j á n d o l a
tu a l s e i n te g ra d e m o d o s i g n i f i c a ti v o a l o c o n v e rs a d o e n l a s e n t re v i s ta s . ( B a te s o n , B i rd -
i l u ra n te u n a p e l e a . A c t u a l m e n t e e s tá to d a v í a e n l a c á rc e l p o r e s e c ri m e n .
w h i s te l i , G o f f m a n y o t r o s , 1 9 8 1 ) , ( W a t z l a w i c k , H e l m i c k , y o t ro s , 1 9 8 5 ) .
44 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 45

P: N o a una mujer, a una periodista. P: Mel, nos gustaría preguntarle...

—N ooo. —¿ Q u ié n es « n o s» ? V eo a u n a s o la p e r s o n a e n e s te c u a r to . S i n
c o n t a r m e a m í , p o r s u p u e s to .
P: Yo sí le tengo miedo.
P: A l decir «nosotros» nos referimos a P la y b o y .
—¿ A m í ? N o l e v o y a p e g a r . ¿ P o r q u é ?
—E n o t r a s p a l a b r a s , ¿ q u ie r e d e c i r q u e u s t e d m e in te r r o g a e n
P: Sé que no le gusta hablar. Q ue no quiere reportajes. n o m b r e d e t o d a la s e x u a lm e n te l ib e r a d a o r g a n i z a c i ó n Playboy?

— N o , eso, p a r a m í .. . B u e n o , h a y a l g u n o s q u e l e ti e n e n m i e d o P: Así es.


h a s t a a lo s m u e r t o s . Yo, p a r a m í , s e m u r i ó , s e jo d i ó .
—D e p a s o , ¿ c u á n to m e v a n a p a g a r p o r e s te r e p o r ta je ?
P: ¿Cóm o em pezó a boxear?
P: N osotros no pagamos a nuestros entrevistados.
—¡ O h ! , é sa s s o n p r e g u n t a s v ie j a s (...)
—¿ Y q u é m e d ic e d e usted, s e ñ o r N o s o tr o s ? A usted le p a g a n
P: ¿Por qué se ríe ahora? p o r h a c e r e s to ?

— P o r la s p a v a d a s q u e i n v e n t a n lo s p e r io d is ta s . ¡ I n v e n t a n c a d a P: Bueno, sí, pero porque somos empleados de P la y b o y (...)


pavada!
—L e d i r é lo q u e h a r e m o s . Y o le h a r é la s p r e g u n t a s a usted Y
O tra noción pertinente para pensar nuestro género discursi­ que m e pagu en a mí.
vo, es la de «parejas» de enunciados, cada uno de ellos form ula­
do p o r un enunciador diferente pero que se corresponden en Estas aproximaciones a la competencia comunicativa podrían
una relación com plem entaria: pregunta/respuesta, invitación/ parecer un tan to formalistas, limitadas a funcionam ientos me­
aceptación-rechazo, reclam ación/concesión, etc. Aquí tam bién, cánicos entre interlocutores entrenados. Sin embargo, el alcance
a un encadenam iento lógico, esperable, pueden contraponerse de estas «microsociologías» (que p o r otra parte se abren a una
alternativas tangenciales, respuestas laterales, elusivas, en form a pluralidad disciplinaria), a p artir de investigaciones de cam po
de nuevas preguntas, juegos de hum or, deslizamientos que ha­ muy minuciosas, es quizá la atención otorgada a la relación, siem­
blan en definitiva de las estrategias discursivas idiosincrásicas de pre conflictiva, entre fenómenos sociales y lingüísticos, al p u n ­
una sociedad. to de considerar que es en las prácticas conversacionales donde
los individuos manifiestan y construyen el orden, los lazos y
Mel Brooks, entrevistado p o r L arry Siegel en P la y b o y (1982, los sentidos de la sociedad en que viven, y, p o r supuesto, sus
págs. 121/122) propias diferencias grupales, étnicas, culturales, generacionales, etc.
46 LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 47
LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA

1.4. La entrevista com o acción l\r oyo me com prom eto desde el p rim er día a que se note el
inicio de un cam ino distinto. (El subrayado es nuestro.)
Separados en tiem po y espacio, estos paradigmas com parten
con el de Jo h n A ustin, un em inente representante de la «filoso­ Sin ir a intercam bios tan arriesgados (los políticos siempre
fía del lenguaje ordinario» de O xford, la consideración del len­ pagan costos p o r sus promesas pendientes), po d ría decirse que
guaje com o un tip o particular de acción. La indagación de Aus­ iodo tipo de actos lingüísticos (afirmar, recom endar, advertir,
tin ya en los años cincuenta, en to rn o de «qué se quiere decir elogiar, felicitar, etc.) produce u n cam bio en la situación, en la
cuando se usan determ inadas expresiones» partió de u n intento medida en que aquéllos son interpretados p o r otro, el destinata­
de refutación de las teorías representacionistas (el lenguaje «re­ rio, en u n marco de circunstancias apropiadas.
presenta» los estados del m undo) y se centró en el análisis p o r­ Pero, ¿qué es lo que da sentido a la acción de prom eter, orde­
m enorizado de usos y situaciones, para poner de manifiesto su nar, elogiar, afirmar, dem andar, sino la existencia de convencio­
carácter em inentem ente creador, transform ador de la realidad. nes sociales que dictam inan que las promesas deben cumplirse,
Así, todo enunciado, más allá de «lo que dice» cum ple un i|ue algunas personas pueden dar órdenes, que el elogio implica
acto i lo c u t o r io p o r el hecho m ism o de su enunciación, u n h a c e r un reconocim iento, que una afirm ación supone una responsa­
inherente al lenguaje: afirmar, proponer, objetar, opinar, inte­ bilidad, etc., etc.?
rrogar, negar, prom eter, ordenar, aconsejar, etc. En este sentido, El acto o valor ilocutorio entonces, que concierne a la rela­
lejos de ser u n m ero reflejo de lo existente, produce modifica­ ción entre interlocutores y sus posiciones respectivas en la si-
ciones en la situación, generando nuevas relaciones entre los in­ i nación de enunciación, acentúa el aspecto c o n v e n c io n a l de todo
terlocutores. U n o de sus ejemplos clásicos, la promesa, perm ite intercambio, que supone reglas y condiciones necesarias para una
ver bien este principio: al prom eter, alguien realiza una acción satisfactoria ejecución. N uevam ente nos enfrentam os a la idea
que crea una obligación, desde el m om ento en que o tro tiene de un acuerdo, de un equilibrio norm ativo que sostiene la posi­
el derecho a esperar su cum plim iento (lo que algunos autores bilidad m ism a de la com unicación.
llam an una «transformación jurídica»). La acción de prom eter, Desde esta óptica, la entrevista se puede analizar com o un
entonces, se cum ple en sí misma, independientem ente de que ejemplo canónico: se construye a p artir del derecho a pregun­
luego se concrete o no lo prom etido (Austin, 1982). tar, convoca p o r ello m ism o al acto p e r l o c u t o r i o («lo que produ­
cimos y logramos porque decimos algo») en form a de respuesta
Carlos S. M enem { P á g in a , 12, 12/5/1989) inm ediata,10 puede operar com o un simple intercam bio pero
también com o una instancia de verificación, de control o de de­
P: Usted aclaró en bastantes oportunidades que los cambios nuncia, llegando inclusive a ejercer una violencia de la interro­
no vendrán tan rápidamente. gación.
E n efecto, es bien reconocible cierta m odalidad tribunalicia
— L o q u e h a y q u e c a m b i a r i n m e d i a t a m e n t e es u n a te n d e n c ia , donde el entrevistado parece som etido a juicio público, oblíga­
u n c a m in o . Q u e e n la A r g e n t i n a v u e l v a a s e r n e g o c io h a c e r n e g o ­
cio s, q u e v u e l v a a s e r n e g o c io tr a b a ja r . A p a r t i r d e a h í, y o p i d o lo . E l a c t o p e r l o c u t o r i o , e n t a n t o re s p u e s ta , p u e d e s e r l i n g ü í s ti c o o c o n s i s t i r e n

u n p l a z o d e d o s a ñ o s p a r a e m p e z a r a v e r r e a l m e n t e la s s o lu c io n e s . u n a a c c i ó n d e c u a l q u i e r ti p o .
48 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IA LÓ G ICA LOS LENGUAJES DE LA ENTREVISTA 49

do a dar detalles, cifras, datos, aclaraciones. E n esos casos, los Los enfoques que hem os venido presentando perm iten estu­
golpes de efecto, las citas sorpresa («en tal fecha usted dijo o hi­ diar al género entrevista com o una actividad discursiva comple-
zo ...»), tom an claramente el lugar de la prueba para una acusa­ |.i, que teje redes de intersubjetividad, crea obligaciones, ejerce
ción. Curiosam ente, este registro n o sólo se activa en relación l.i persuasión, el control o la violencia. E n este sentido, aunque
a figuras o asuntos públicos (allí se juega un im aginario clásico libada a las prácticas de la conversación cotidiana, se aleja sin
de la inform ación: el reportero/detective que en aras del interés embargo de ellas p o r su grado de institucionalización, p o r su
general tiene la obligación de dar estado público a lo que quizá intencionalidad, p o r su articulación al espacio público y a la fun-
arteramente quiera ocultarse), sino también suele referirse al m un­ i ión periodística, p o r la notoriedad o el estatus de sus protago­
do de lo privado. nistas, pero además, p o r el tipo de competencias exigidas en el
Límite peligroso que a veces deviene en sadismo, en agresivi­ rol del entrevistador.
dad del entrevistador: buscar una verdad puede term inar, com o En efecto, si bien los turnos se reparten generalmente en el
señalara Roland Barthes, en un gesto de indelicadeza «...¿por qué Inegó m ism o de la interrogación, la necesidad de ajuste cons-
al hablar, no tendríam os el derecho, en lo que respecta a tal o t ante entre preguntas y respuestas, así com o el requisito de m an­
cual punto em itido p o r nuestro interlocutor, de quedarnos sin tener el propio interés, el del entrevistado y el del público, de­
combustible?» (Barthes, 1983, pág. 12).
mandan una serie de com petencias específicas p o r parte del
entrevistador.
Juan M anuel Casella,11 político (revista V o s o tr a s oct. 1986)
Plantear con claridad las preguntas, repreguntar, volver so­
bre un tem a o cuestión que quedó pendiente, resumir, glosar o
P: ¿Com parte las tareas con su mujer? ¿Alguna vez dio el bi­
desarrollar lo sustancial de las afirmaciones del otro, hacer avanzar
berón, cambió pañales o bañó a sus chicos en estos catorce años?
el diálogo, anular el silencio, aprovechar elementos inesperados
pero relevantes, dar un giro radical si es necesario, abrir una po ­
-—¿ T a rea s m a te r ia le s ? N o . B u e n o .... a eso a p u n t o . C o m p a r t i m o s
s u e d u c a c ió n .
lémica, son algunas de las habilidades pragmáticas que resume
el concepto de f o r m u l a t i n g (form ulación) propuesto p o r Gar-
P: Pero un pañal, un biberón... ¿nunca? linkel y Sacks para este tipo de intercambios, que suponen una
práctica inusual en la charla cotidiana.
— N o ... N o ... N u n c a .' 1 Podemos contrastar dos ejemplos de «formulación»:

1 1 . J. M . C a s e l l a , p e rte n e c i e n te a l P a r t i d o R a d i c a l , e n e s e m o m e n t o e n e l p o d e r b a j o ( )svaldo D ragún, dram aturgo (revista H u m or, 1986)


l a p re s i d e n c i a d e R a ú l A l f o n s í n , s e p re s e n ta b a e n t o n c e s c o m o c a n d i d a t o a g o b e r n a d o r
d e l a p ro v i n c i a d e B u e n o s A i re s .
—H a c e c a s i d o s a ñ o s q u e n o te n g o tr a b a jo e n t e le v i s ió n .. .
1 2 . E s t e e j e m p l o m u e s tra u n a c u e s ti ó n b a s ta n te i n te re s a n te re s p e c to d e c ó m o s e a c e n ­

t ú a l a d i f e re n c i a s e x u a l e n l a e n t re v i s ta , q u e p a re c e o p e ra r, s o b re t o d o e n l o q u e h a c e

a l o s p o l í t i c o s , u n a e s p e c i e d e i n v e rs i ó n s i m b ó l i c a : u n a « f e m i n i z a c i ó n » d e l h o m b re , P: ¿Y eso a qué se debe?


l l e v a d o a h a b l a r s o b re s u d o m e s ti c i d a d , u n a i n s i s te n c i a e n « h a b l a r d e p o l í t i c a » e n la

m u j e r c o m o p a ra b a l a n c e a r e l p e s o d e s u s « f u n c i o n e s » e n e l h o g a r, d o b l e c o n d i c i ó n

q u e d i f í c i l m e n te e s c a p a a l a p re g u n ta . E n a m b o s c a s o s , h a y u n a e s p e c i e d e a u to j u s ti f i - —N o te n g o la m e n o r id e a ...
c a c i ó n a l re s p e c to .
50 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIA LÓ G ICA LOS LENGUAJES DE LA ENTREVISTA 51

P : ¿Se p u e d e h a b la r d e cen su r a ? a m enudo conflictivo, que tiende a confirm ar las imágenes res­
pectivas. La naturaleza del intercam bio sería entonces la im per-
— N o , n o c re o ... íccción, la precariedad, un desajuste casi obligado que exige una
adaptación m utua, un «remodelado» para alcanzar la ilusión de
P: ¿Y de quién depende? estar más o m enos en la mism a longitud de onda.
Sin embargo, el conflicto, en una cierta dosis, no es ajeno a
— N o s é d e q u i é n d e p e n d e ... (y aquí com ienza de hecho la res­ una buena interacción: la diferenciación de posiciones redunda
puesta, donde hay, efectivamente, un q u i é n ) tanto en interés del tem a com o de la relación que se juega en
ella. Este parám etro tam bién puede servir para caracterizar ten­
O scar Aráiz, coreógrafo, ( C l a r í n , junio de 1986) dencias en la com unicación (O recchioni, 1986) (belicistas, paci­
fistas, intermedias).
P: O curre que no hay artista que no sueñe con llegar a la En las formas radiofónicas o televisivas, la tensión posible entre
m ayor cantidad posible de gente... ambas voces, la pugna o el desacuerdo, suelen ser inmediatamente
evidentes (y muchas veces insalvables), aunque tam bién se ex­
— N o e s to y d e a c u e r d o . presen en la materialidad de la escritura. Sin duda, hay allí un
problem a de tiem po, un «diferido», un trabajo unilateral a pos-
P: ¿Por qué? teriori que, según com o se mire, resulta inquietante: qué puede
liacer el otro con la propia palabra al escribir; en definitiva, ¿cómo
— Y ¿ p o r q u é ? ¿ P a r a s e r m á s c o n o c id o ...? ¿ P a r a t e n e r m á s é x ito ? se reparte el poder de la enunciación?

P: Porque piensa que tiene algo im portante que comunicar. Marión Brando, entrevistado p o r L. G robel en P la y b o y (1982,
pág. 243)
— N o . Y b n o s é s i la d a n z a t ie n e q u e c o m u n i c a r a lg o . ¿ Q u ié n
d i j o q u e t ie n e q u e c o m u n i c a r a lg o ? P: D urante la mayor parte de su carrera usted ha evitado las
entrevistas prolongadas, ¿por qué?
M ientras que el prim er ejem plo se inscribe dentro de las for­
mulaciones tendentes a desarrollar un tema, a sacar a luz algo —M e h e a r r e p e n t i d o d e la m a y o r p a r t e d e la s e n t r e v i s t a s q u e
que no se quiere y/o puede decir, el segundo parece más bien m e h a n h e c h o , p o r q u e n o e s c r ib e n lo q u e u n o d ic e , o p o r q u e lo d i ­
abogar p o r la negativa planteando una inversión de roles: el en­ c e n f u e r a d e c o n te x to , o p o r q u e lo y u x t a p o n e n d e t a l m a n e r a q u e
trevistador propone al otro discurrrir dentro de su propia lógi­ n o r e fle ja lo q u e u n o h a d ic h o ( ...) y a d e m á s , se p u e d e d e c i r a lg o
ca y el diálogo term ina im pulsado p o r el rechazo. d e n tr o d e u n d e t e r m i n a d o e s p ír itu , c o n u n a s o n r is a , p e r o c u a n d o
Este últim o ejemplo, que resulta anóm alo para la percepción a p a r e c e im p r e s o , la s o n r is a n o e s tá .
ya automatizada que se tiene del género, parecería confirm ar una
tesis de F. Flahaut (1978) según la cual la m ayor parte de los diá­ P: Siempre podem os indicarla entre paréntesis (...)
logos se reducen, en su estructura profunda, a un intercam bio
52 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 53

Ese m om ento utópico de la transparencia, de la restitución ■ ii »lies involucradas en cada caso y los soportes mediáticos en
de una palabra «tal com o fue dicha» aparece al m ism o tiem po i iiestión.
com o regla y com o im posibilidad de la escritura: la obligación lista «ajenidad» de la palabra (por cuanto se está obligado a
de reproducir «textualmente» enunciados que sin embargo ya iln ir o no decir, a «hablar p o r boca de otros»), com partida p o r
están fuera del marco de su enunciación, en otro contexto y otro li' interlocutores, participa de un fenóm eno mayor, que ya Baj-
tiempo. E n un juego de cajas chinas, esa escena «primigenia» del i ni analizara, y que tiene que ver con la pluralidad de voces que
encuentro, donde ya estábamos incluidos com o un tercero vir­ li.iblan, sin que nos demos cuenta, en los enunciados que consi-
tual (destinatarios, alocutarios, públicos), entra, transformada, iIríamos «propios»: viejos saberes, creencias, dichos del sentido
en un relato que pretende ser representación de esa escena, y i oinún, verdades que no necesitan dem ostración, opiniones fi-
que define a su vez los lugares posibles para el receptor. I ulas por el estereotipo.
Más allá de la fotografía casi obligada para la ilustración de Así, cada enunciado n o solam ente interactúa, com o vimos,
la entrevista, o el reconocim iento am biental que hace la cámara • ■ >i i un O tro que instituye frente a sí (dialogismo) sino tam bién

televisiva, hay en las propias form as escritas o radiofónicas un ■ ni la otredad de lo y a d i c h o ; con el antiguo sustrato de una
intento de representación «visual», de atrapar «entre paréntesis» le ligua y una cultura. E n ese sentido nunca es u n p r im e r o , por
aquello que es de o tro orden (com o la sonrisa), una utilización luis que responda a nuestra iniciativa personal, al m undo de nues-
de signos diegéticos, a la manera del guión de cine, o del segun­ n,i experiencia.
do texto teatral:
<.mlietta Masina, entrevistada p o r M.E. G ilio (1986)13
M el Brooks, entrevistado p o r Brad D arrach (1982, pág. 129)
I’: ¿Qué distingue al prim er actor?
(C om iendo un puñado de pasas de uvas recubiertas de cho­
colate y masticándolas con la típica sonrisa del m uchacho del — S u c a p a c id a d d e e je r c e r s o b r e e l p ú b l i c o u n a e s p e c ie d e f u e r z a
barrio de Brooklyn): —M u y b ie n , e m p i e c e c o n la s p r e g u n ta s , m u ­ tic g r a v e d a d , y eso n o e s tá s o la m e n t e r e la c io n a d o c o n q u e s e a n b u e ­
c h a c h ito j u d ío , o lo q u e se s u p o n e q u e sea. n os. H a y a c to r e s b u e n ís im o s q u e n o h a c e n l l o r a r a n a d ie .

P: D e episcopalista a episcopalista, ¿qué le parece si les da­ P: ¿Se trata entonces de una condición especial...?
mos a nuestros lectores una idea de su verdadero aspecto físico?
E n la prim era página de este reportaje habrá tres fotografías su­ —A c t o r se nace; es i n ú t i l q u e r e r s e r lo s i n o s e ti e n e a d e n tr o u n a
yas, pero creo que no le harán justicia. (...) condición especial. (El subrayado es nuestro)

A un cuando aparezca com o un recorrido azaroso, librado a Este reconocim iento del carácter polifónico del lenguaje ha
la iniciativa m utua, todo diálogo está atravesado p o r múltiples ■ .ido de gran im portancia, tanto para la reflexión filosófica com o
determinaciones, no sólo las inherentes al uso del lenguaje y a
las posiciones de los enunciadores (tal com o viéramos en los en­ 13. A g ra d e z c o a D e b ra F e r r a r i l a b ú s q u e d a d e a l g u n o s e j e m p l o s p e rti n e n t e s p a ra

foques presentados), sino tam bién las que im ponen las institu- • s te c a p í tu l o .
54 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA LOS LENGUAJES D E LA ENTREVISTA 55

para diversas disciplinas. E n p rim er lugar, porque contribuyó mu iones —autor/narrador/personaje—, el tiem po del relato, su
a desdibujar la ilusión del sujeto com o fuente de su palabra y velocidad y ritm o, los modos de la narración.
del sentido: hablam os no desde una absoluta soledad sino desde I’ero si en el texto literario se ha establecido ya con suficien-
una tram a sociocultural, s o m o s h a b l a d o s (diría el psicoanálisis) ii i laridad la distancia que va del a u t o r en carne y hueso, con
en tanto el lenguaje nos precede y nos im pone sus marcas (des­ iti biografía y sus obsesiones, al n a r r a d o r , este últim o com o una
de nuestro nom bre) y más aún, en tanto no solam ente somos li|Mira discursiva, voz interior al texto que talla sus propios acentos
sujetos de razón sino tam bién del inconsciente. ‘ mi independencia del orden de «lo real», en el reportaje haría
U na segunda conclusión que podría sacarse es que el lengua­ la lia trazar la diferencia entre la persona cuyo cuerpo y voz se
je atesora una sabiduría acum ulada en sus usos históricos, una imponen a la mirada y q u i e n h a b l a a l l í , en el diálogo, en defini-
riqueza de significaciones que se actualizan en nuevos contex­ i iva tam bién un sujeto discursivo. Pese a la innegable cercanía,
tos. Asimismo, la idea m ism a de esa heterogeneidad, de esa tra­ i ampoco aquí se confunden ambas figuras; p o r eso quizá pueda
ma polifónica de voces, nos hace sensibles a lo que, en el plano hablarse con m ayor propiedad de p e r s o n a j e s (tanto entrevista-
de los textos, puede denom inarse i n t e r t e x t u a l i d a d : el m odo en llares com o entrevistados) construidos para su exhibición pú ­
que dialogan entre sí los discursos, las diferentes huellas de unos blica, con los mismos procedim ientos de ficción de la literatura
en otros, las afiliaciones, las deudas y préstamos. i) la televisión.14
D esarrollando estos postulados, la lingüista francesa Jacque­ Si ya en los umbrales de la m odernidad, la conversación m un­
line A uthier distingue en la polifonía dos aspectos: una «hetero­ dana del salón o la corte y su representación literaria jugaron
geneidad c o n s t i t u t i v a » del discurso, que es la que no está marca­ un papel preponderante en la constitución histórica del ám bito
da, y p o r lo tanto, es asumida com o propia, frente a una de lo privado, otras conversaciones confluyeron en la delimita-
«heterogeneidad m o s t r a d a » , que está dada p o r todos los meca­ i ión misma del espacio m oderno de lo público: las que tenían
nismos donde se hace explícita la referencia a otros discursos: lugar en las «casas de refrigerio» londinenses del siglo XVIII,
la citación, el entrecom illado, la cursiva, el uso de expresiones donde los temas de interés eran abordados p o r los contertulios
idiomáticas, la jerga, el discurso referido (directo o indirecto), dejando de lado diferencias entre rangos y clases sociales, las de
la atribución de autoría, etc. (Authier, 1982). los cafés parisienses y vieneses de la misma época, las que circu­
E n su estructura dialógica, y aun cuando consista en un bre­ laban en circuitos tan diferentes com o las tabernas de trabajado­
ve intercambio, la entrevista perm ite sin embargo la expansión res manuales, los clubes en Inglaterra o los contem poráneos a
narrativa que tiene que ver con las transform aciones de una his­ la Revolución Francesa.15
toria. E n este sentido se aproxim a a la conversación cotidiana
—una actividad cuya naturalidad hace quizá im perceptible su 1 4 . L a e n t re v i s ta p o n e e n e v i d e n c i a u n f e n ó m e n o c o t i d i a n o : a l h a b l a r, s o n l a s m a r ­

importancia—, donde el sujeto, a partir de relatos personales, cons­ ra s e m o c i o n a l e s , l a g e s tu a l i d a d , l a e n t o n a c i ó n , l o q u e re a l m e n te h a c e a l s e n ti d o d e l o

q u e s e d i c e . P e r o e s a s m a rc a s s o n t a m b i é n s o c i a l e s , c o n v e n c i o n a l e s , y s e e s p e ra e n c a d a
truye un lugar de reflexión, de autoafirm ación (de un ser, de
u s o q u e s e a n l a s a d e c u a d a s a l a s i t u a c i ó n ( l a 'g ra v e d a d , l a p a s i ó n , l a s o rp re s a , e t c . ) . E n
u n hacer, de un saber), de objetivación de la propia experiencia. u n a i d a y v u e l t a c o n s ta n te s , s i e l a rte « i m i ta b a » l a v i d a , a h o ra , l a v i d a s e n u tre y a d e

Este trabajo narrativo tiene cierta sim ilaridad con los relatos H csto s y e x p re s i o n e s d e l c i n e o l a te l e v i s i ó n .

1 5 . R e f e re n c i a s e n t o r n o d e l a c o n s t i t u c i ó n d e l o p ú b l i c o a tra v é s d e e s p a c i o s d e
de ficción de la literatura. A quí tam bién son identificables algu­
c o n v e rs a c i ó n p u e d e n e n c o n t r a rs e e n o b ra s t a n d i s í m i l e s c o m o H a b e rm a s , 1 9 8 1 , S e n -
nos de los com ponentes canónicos de aquélla: la voz, y sus dis- n e t t, 1 9 7 8 , Ja n i c k y T o u l m i n , 1 9 8 3 , C h a r t i e r , 1 9 9 0 , A ri e s , D u b y y o t ro s , 1 9 9 0 .
56 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA

Estos espacios, contrapuestos a la creciente privatización del


ám bito doméstico,16 sin confundirse con los que constituían tri­
buna oficial (Parlamento, asambleas, juntas estamentales), tuvie­
ron un papel protagonista en las transformaciones del Estado
y las nuevas formas de la política, perm itiendo la confrontación
de ideas entre ciudadanos y tendencias, un tipo de intercam bio Ca p í t u l o 2
que aparece com o huella lejana de lo que, tras profundas trans­
formaciones, entendem os com o «opinión pública». I N T R EV IS T A D O R ES /EN T R EV IS T A D O S :
La revolución tecnológica, las cada vez más sofisticadas ins­ E L JU E G O D E L O S P E R S O N A JE S
tancias de una com unicación vía satélite, los contactos inform á­
ticos y despersonalizados, no han acallado las conversaciones pú­
blicas, quizá sólo las han distanciado, m ultiplicando escenarios
y voces. La entrevista, en el um bral entre lo público y lo priva­ ¿ Q u ié n e s s o n lo s p e r s o n a je s d e l a e n t r e v i s t a ? L a l i s t a es v a r ia -
do, entre el intercam bio personal y la audiencia masiva, entre J,i c ie n tíf ic o s , a r tis ta s , p o l ít ic o s , d e p o r tis ta s , p r e s id e n te s . S u a u te n -
la palabra y la imagen, es u n o de los lugares posibles de su ma­ iii i d a d d e p e n d e , p a r a d ó ji c a m e n t e , d e la f i c c i o n a l i z a c i ó n : s u «ser»
nifestación. n e l p a r e c e r , es d e c ir , u n a a c tu a c ió n , u n a g e s tu a l id a d , u n a v e s t i ­
m e n ta a p r o p ia d a s s e g ú n e l « tip o » , y h a s ta u n a e s c e n o g r a fía . L a m o s -
i r a c ió n d e l a a f e c t i v i d a d lo s h a c e a p t o s c o m o m o d e l o s p a r a e l c o n -
¡ii u t o . L a im a g e n d e h é r o e q u e a p a r e c e e n la e n t r e v i s t a e s tá l ig a d a
,i l o s v a l o r e s c o n t e m p o r á n e o s : e l é x ito , la e f ic ie n c ia , la a u d a c ia , la
11a y e c to r ia , la f a m a . M u c h a s v e c e s lo q u e se b u s c a es l o g r a r « u n
ir tr a to » d e l p e r s o n a je , d e s c u b r i r s u « la d o o c u lto » , s u v e r d a d . L a
p a s ió n b io g r á f ic a n o s o la m e n t e n o r e s p e ta u m b r a l e s d e la p r i v a c i -
tla d d e lo s f a m o s o s s in o q u e ú l t i m a m e n t e a l c a n z a t a m b i é n a lo s
•sin v o z » , a t r a v é s d e l reality show. E n la d i v u l g a c i ó n c i e n t íf i c a
o la e n t r e v i s t a a e s c r ito r e s e s tá e n ju e g o , a d e m á s , la a r ti c u l a c i ó n
p o s it i v a e n t r e v i d a y o b r a .

16. L a d i v i s i ó n e n t re e s to s e s p a c i o s s e d e l i n e a b a ta m b i é n e n re l a c i ó n a l a d i f e re n c i a

s e x u a l : e l a m p l i o m u n d o d e l o p ú b l i c o / p o l í t i c o c o m o i n c u m b e n c i a d e l o s h o m b re s ,

l a c l a u s u ra d e l a d o m e s ti c i d a d p a ra l a s m u j e re s . E l S a l ó n o l a te r t u l i a c o n t i n u a b a n s i e n ­

d o , n o o b s t a n te , r e c i n to s p ri v i l e g i a d o s d e c o n v e rs a c i ó n c o n n e t a p r e d o m i n a n c i a f e m e ­
n i n a . V é as e A R I E S y D U B Y , 1989.

C a p ítu lo 3

L A E N T R E V I S T A , U N A N A R R A T IV A

l a e n t r e v i s t a es u n a n a r r a t i v a , es d e c ir , u n r e la to d e h is to r ia s
ili i'crsas q u e r e f u e r z a n u n o r d e n d e la v i d a , d e l p e n s a m i e n t o , d e
I r. p o s ic io n e s s o c ia le s , la s p e r te n e n c i a s y p e r ti n e n c ia s . E n ese s e n t i ­
do, l e g i ti m a p o s ic io n e s d e a u t o r i d a d , d is e ñ a id e n tid a d e s , d e s a r r o -
II.i te m á tic a s , n o s a le c c io n a t a n to s o b r e la a c t u a l i d a d d e lo q u e o c u -
i te, los d e s c u b r im ie n to s d e la c ie n c ia o la v id a , a secas. F r a g m e n ta r ia ,
i orn o to d a c o n v e r s a c ió n , c e n tr a d a e n e l d e ta lle , la a n é c d o ta , la f lu c -
i n a c ió n d e la m e m o r i a , la e n t r e v i s t a n o s a c e r c a a la v i d a d e lo s
o l i o s , su s c r e e n c ia s , s u f i l o s o f í a p e r s o n a l , s u s s e n ti m ie n t o s , su s m i e ­
dos. L a i n f a n c i a es u n t e r r i t o r i o p r iv i l e g i a d o , d o n d e s e e n c u e n tr a n
Lis c la v e s d e l p r e s e n te , e l é x ito , la n o t o r ie d a d , la e x c e le n c ia , q u e
h a cen d e l e n t r e v i s t a d o u n p e r s o n a je . U n a n te c e d e n te d i r e c to d e la s
a¡ líta le s m o d a l i d a d e s d e e n t r e v i s t a f u e e l N u e v o P e r io d i s m o a m e -
n c a n o d e lo s a ñ o s 6 0 , u n p e r i o d i s m o s u b j e ti v o , m a r c a d o p o r lo s
p r o c e d im ie n to s d e la n o v e la .
Una prim era imagen de las historias que narra la entrevista
puede asociarse a la fragmentación, a la incom pletud, a esa ame-
ii.iza de interrupción súbita que está siempre latente en el diálo-
l',<i. Azarosa como toda conversación, susceptible de caer en punto
muerto, la entrevista se enfrenta además, com o producto ya con­
fu id o , a la tiranía del espacio en los medios gráficos (que a ve-
• es nos deja en suspenso con un final precipitado) y del tiem po
i .ulial o televisivo (el eterno «lam entablem ente tenemos que ir­
nos»).25 Su conclusión es p o r lo tanto relativa, aunque la últi­
ma frase sea un cierre feliz, y siempre queda abierta a la prome-
'.a, aun im plícita, de intercam bios futuros. Así, con frecuencia
volvemos a encontrarnos con ciertos entrevistados en el m ism o
0 en otros medios, en otros textos, frente a otras (o similares)
preguntas.
Estas historias breves, acotadas, tienen otra tem poralidad en
el libro de «Conversaciones», un texto habitualm ente construi­
do en encuentros sin límites prefijados, que traza u n recorrido
más abarcador en la disponibilidad de sus páginas. E n las «Con­
versaciones» suele haber una m ayor aproxim ación a esos géne­
ros literarios donde la vida se expande en una narración que es
.il mismo tiem po búsqueda de sentido (la novela, la biografía,
la autobiografía, las m emorias, el diario íntim o, etc.), y el pro­
pio discurrir del diálogo perm ite ficcionalizar m om entos cul­
minantes y, p o r supuesto, un desenlace.

25. U n a e x p e ri e n c i a q u e c o n t ra r i a b a e s ta v e l o c i d a d d e l t i e m p o te l e v i s i v o f u e l a d e l

p ro g ra m a « E l p e r r o v e rd e » d e Je s ú s Q u i n t e r o ( q u e s e t ra n s m i ti e ra e n A rg e n t i n a d u ra n -

i f l o s m e s e s d e j u n i o y j u l i o d e 1 9 8 9 ) , d o n d e e n u n d e c o ra d o te a t ra l , q u e s ó l o i l u m i n a -

1i.i a l o s i n t e r l o c u t o re s , e l e n t re v i s ta d o r, c o n p re g u n ta s m u y a b i e rt a s , d e j a b a a s u e n t re -

v i s ta d o s i n n i n g u n a p re m u ra p a ra l a re s p u e s ta , a c re c e n t a n d o a s í e l e f e c t o d r a m á t i c o

d e e s te c a m b i o d e « ti m i n g » .
92 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA
LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 93

Por el contrario, el producto más efímero es quizá cierto tipo


inferencia a lo dicho en otro lugar), otra, semiprivada, de los
de entrevista en los medios audiovisuales, donde las v e d e t te s se
encuentros con el m ism o entrevistador, y una tercera que segu­
suceden (y se eclipsan) sin interrupción o son convocadas en si­
ía mente nos incluye en tanto involucra nuestro propio recono-
m ultáneo, desdibujándose así las líneas individuales. También
i uniento, nuestra m em oria y valoración.
el f l a s h del noticiario puede ser frustrante en tanto el personaje
Sin embargo, y quizá paradójicamente, la entrevista no sólo
queda siempre «con la palabra en la boca» o, para nuestra decep­
m ntribuye a dejar huellas sino tam bién a borrarlas: la acelera-
ción, elude toda respuesta significativa.
' Hm caracteriza el ascenso y ocaso de las figuras en el espacio
Esta aceleración, que es ya un rasgo de lo contem poráneo (el
público, a veces p o r interm edio del m ism o ritual. Las solicita-
tableteo de los noticiarios, las maratones televisivas, la conden­
i iones múltiples son tanto un signo de éxito com o un m odo
sación de cada segundo a su m áxim a expresividad),26 la discon­
ile preservarlo, y toda interrupción notoria en una «historia con­
tinuidad, el ritm o del c lip , producen sin embargo la continui­
versacional» requiere de una especie de rehabilitación al volver
dad de un flujo espacio-temporal donde nuestra atención flotante
i «ser p r e g u n ta d o » . Esta dinámica, que concierne sobre todo a los
nos perm ite u n ir de m anera inconsciente las imágenes disper­
iilolos, estrellas y políticos (aunque no excluye del todo a cientí-
sas. Así, a semejanza de u n puzzle, los retazos de entrevistas que
Iicos e intelectuales), suele oscilar, de m odo u n tan to extremis-
percibimos, en el desorden de sus apariciones, van com ponien­
i .i, entre la borradura y la saturación.
do un personaje, una narración, una historia abierta a sucesivas
Volviendo a la idea de fragmentación, podríam os retener en
actualizaciones. ielación con la entrevista p o r lo menos dos acepciones: el frag­
mento com o parte de una obra donde lo esencial se ha perdido o
no ha sido com puesto, o bien, com o parte extraída de una obra
3.1. La «verdad» entre el fragm ento y el detalle 0 un texto cualquiera.
La prim era tiene una connotación arqueológica, no sólo res-
Esta historia no es solam ente la del entrevistado sino que es
1tecto de algo perdido, sino también de lo que puede reconstruirse
tam bién una «historia conversacional» (Golopentia-Eretescu, I
i partir de ello: el fragmento com o índice. La segunda evoca la
1985). Esta expresión alude a la tram a que sostiene a través del
i n ación, el entrecomillado, la transposición de una palabra a otra.
tiem po los intercam bios periódicos entre padres e hijos, entre
Ambos sentidos están presentes en el género que nos ocupa: por
amigos, terapéuticos, en el seno de instituciones, e incluso en
un lado, la reconstrucción de un retrato vivencial o de una his-
el espacio público (interinstitucional, coloquios, asambleas, par­
ti <ria que es la propia vida (nunca del todo compuesta), a partir de
lamentos, etc.), donde a p artir de ciertos supuestos, se retoman
algunas pinceladas (un índice que muestra-señala una totalidad
temas, argumentos, se definen posiciones de reconocim iento re­
imaginaria de la «persona»). Por el otro, es la parte rescatada
cíproco. La entrevista desarrolla varias líneas simultáneas de «his­
ile algo perdido (los diálogos, gestos, textos, que han quedado fue-
toria conversacional»: una, pública, de las apariciones de un per­
ia de la transcripción o la emisión) y tam bién una palabra cita-
sonaje en el m ism o o en diversos medios (es m uy com ún la
ila, «literal», aunque esté ya en un contexto ajeno al de su enun-
i iación.
26. H a c e y a v a ri o s a ñ o s q u e e n e l F e s ti v a l I n t e r n a c i o n a l d e C i n e d e A n i m a c i ó n d e Según cierta reflexión estética (Calabrese, 1989), en el hori-
A v o ri a z s e i n s t i t u y ó u n p r e m i o a l « M i n u t o m á s i n te n s o » .
/(mte contemporáneo se com binan el fragmento y el d e ta lle , este
94 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D I ALÓGICA LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 95

últim o27 com o rasgo significante, estrategia de m iniaturizacióu Podría pensarse que el carácter inconcluso, abierto, que tie­
y cambio de escala (frente a la generalidad, lo macro), de tal modo ne la entrevista, la variedad de historias que narra, la im portan-
que uno y o tro dan lugar a dos tipos de prácticas, respectiva­ • i . i del detalle, sus distintas situaciones y personajes hacen difí-

mente, la del «asesino» y la del «detective». • il su caracterización. N o obstante, sus recorridos están bastante
E n tan to los usos discursivos de los medios recurren tanto i ipificados. Si se exceptúan las referencias puntuales a la actuali­
a la fragm entación com o a la búsqueda detallista, en la entrevis­ dad, la política y la divulgación científica o artística, el univer-
ta ambas actúan com plementariamente: los fragmentos (de vida, .ci que alberga a los múltiples relatos es, ni más ni menos, la vida,
de diálogo, de acontecimientos) se nu tren de detalles (microhis- modulada p o r recuerdos de infancia o de madurez, signada p o r
torias, anécdotas, focalizaciones). la experiencia, el trabajo o la función, p o r la filosofía personal
D el orden del detalle son ciertas preguntas que buscan con­ del entrevistado, el éxito o la desgracia, condensada en detalles
firm ación (fechas, hechos, modos), o aclaración (cóm o algo su­ 11 en fragmentos de m em oria, apresada en la instantaneidad del
cedió realmente), o actualizan viejos adagios («para muestra basta presente, tom ada com o excusa narcisista.
u n botón»). El detalle no es entonces accesorio sino necesario,
y en ocasiones, hasta esencial. Volviendo a la metáfora del cri­ Martin A m is ( C l a r í n , 22/7/1993)
men, lo que se sustrae a la escena (lo que falta o se esconde),
se enfrenta con el deseo de revelación, ese lugar de búsqueda P: Su prim era novela, L o s p a p e le s d e R a q u e l , apareció en 1973
(del indicio, del detalle que conduzca a la verdad) que el detecti­ y obtuvo el prem io Somerset M augham. ¿C óm o contem pla es-
ve com parte con el entrevistador. ios veinte años de escritura? ¿Es su carrera lo que usted había
El trabajo detectivesco comienza en ocasiones tratando de ubi­ deseado?
car al personaje, ganarse su confianza, obtener finalm ente una
cita (es el caso de tantos «m onstruos sagrados»); otras veces se — L o s d i e z p r i m e r o s a ñ o s f u e r o n m á s t r a n q u i l o s q u e lo s d i e z
trata de una investigación previa al cuestionario, que concierne iillir n o s . A h o r a te n g o q u e p r e s e n t a r lo s lib r o s , v ia ja r ... L a v e n t a j a
a una biografía, una teoría o una gestión, pero en todos los ca­ tic la s tr a d u c c i o n e s es q u e d e ja n u n e s p a c io d e d e s c a n s o e n t r e la
sos lo que prim a en la im aginación del entrevistador es el deseo ,¡ p a r ic ió n d e l l i b r o y s u p r e s e n t a c ió n e n o t r o s p a ís e s . E n c u a n t o
de desvelar algo, de ir más allá de lo que está a la vista. Así, la ,il o fic io , c r e o q u e es m e j o r q u e m u c h o s o tr o s . E s m u y s o lita r io , p e r o
metáfora de la «ventana» más o menos indiscreta (asomarse al ¡'tira m í es m u c h o m e j o r s e n ta r s e a s o la s a s o ñ a r q u e r e a l i z a r la s
m undo interior, al ser hum ano que hay «detrás» de la máscara, ta r e a s q u e la m a y o r í a d e la g e n te t i e n e q u e h a c e r. A v e c e s m i s h ijo s
acceder a los entresijos, a ciertas claves de interpretación), sos­
m e p r e g u n t a n q u é s ie n t e u n o s ie n d o e s c r ito r , y s ie n t o eso: e l p r i v i ­
tiene un juego m últiple que oscila entre la verdad, la falsedad,
le g io d e e s ta r c o n m ig o m is m o .
el engaño y el secreto (Greimas, 1983).28

27. E l a u t o r p l a n te a l a d i s t i n c i ó n e n t re d e ta l l e y f ra g m e n t o c o m o f o rm a s d e c o m ­

p o s i c i ó n e s té ti c a c u y a p re p o n d e ra n c i a re s p e c ti v a p u e d e o r i e n t a r l a c a ra c t e r i z a c i ó n d e l
3.2. La obsesión biográfica: entrever la interioridad
g u s to d e l a é p o c a . ( C A L A B R E S E , 1 9 8 8 , p á g s . 7 3 / 8 0 ) .

28. E s t o s t é r m i n o s , c o n t ra r i o s y c o n t ra d i c t o r i o s y s u s re s p e c ti v a s re l a c i o n e s c o n ­
Q uizá resulte un tanto paradójico que en plena expansión
f o rm a n l o q u e s e d e n o m i n a « e l c u a d ra d o s e m i ó t i c o » , e n re l a c i ó n a l o s p a rá m e tro s v e r­

d a d / f a l s e d a d ( C f . G re i m a s , 1 9 8 3 ) .
lecnológica, bajo el im perio de la com unicación vía satélite y
LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 97
96 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA

la pasión p o r m undos extraños, poblados p o r c y b o r g s y mons Así, entre otros, el historiador inglés Ronald Fraser (1987)
truos sujetos a eternas metamorfosis, tenga tanta preeminencia mi liza los mismos m étodos de la investigación para indagar en
<ii propia infancia y la especialista italiana en historia oral Luisa
el contar historias simples, que, aunque lejos de los circuitos sa
cralizados de la oralidad, de la vigilia junto al fuego en los cuen P i .scríni, avanzando en los umbrales de la autobiografía, teje su
tos de la abuela, apuntan a la valoración de lo vivencial, lo ínti H lato personal junto al de sus entrevistados de la generación del
fiM que se propone estudiar:
mo, lo cotidiano.
Pero tam bién podría pensarse que justamente, el lugar desta­
cado que ocupan los relatos biográficos en el horizonte mass- I uisa Passerini (1988, pág. 62)
m ediático delinea u n espacio de identificación respecto de la
m acro-narratividad en que está inmerso, anónim am ente, el su­ X ha telefoneado que parte. Durante dos semanas estoy a salvo.
jeto contem poráneo. Som etido a los dictámenes del mercado, cQué es todo esto? Esclavitud, miseria, escarmiento. Todavía la eco­
de la publicidad, del diseño, a la tiranía de las norm ativas tera­ nomía de rapiña, aun en el amor: a toda costa poseer y ser poseí­
péuticas, sanitarias, alimentarias, estéticas, de la evocación del do, de modo exclusivo. Q uerría un amor respetuoso, una relación
de pareja menos sujeta al signo de la pasión.
m undo privado, de la identidad personal y de las experiencias
cercanas, tiene que ver sin duda con la fantasía de que es posible
algún protagonism o, con la búsqueda de singularidad. En otra clave, el grupo francés de los Annales decidió em ­
E n este territo rio narrativo parece no haber distinción: fa­ prender la insólita tarea de construir, con la mirada profesional,
mosos y notables, nuevos héroes, gente com ún, la convocatoria una «egohistoria»:
a expresar el yo desde todas partes alcanza tanto al discurso in­
form ativo com o al científico. Si el escritor, la estrella, el políti­ N i autobiografía falsamente literaria, ni confesiones inútilmente
co nos cuentan sin mayores reparos sus amores o sus preferen­ íntimas, ni profesión de fe abstracta, ni tentativa de psicoanálisis
cias y la crónica periodística se deja invadir p o r las impresiones salvaje. El ejercicio consiste en ilum inar su propia historia como
uno haría la historia de otro, tratando de aplicar a sí mismo ...
y emociones del reportero, la apertura a la subjetividad, con di­
la mirada fría, abarcadora, explicativa que uno ha aplicado a otros
ferentes características, gana tam bién terrreno en el plano aca­
tan a menudo (Nora, 1993, pág. 7).
démico.
Para tom ar sólo el caso de la historia, una de las disciplinas
más condenadas a la «imparcialidad», al relato de acontecimien­ Estas tendencias autorreflexivas tam bién alcanzan a la críti-
tos que parecen contarse a sí mismos, al margen de la voz del i a literaria: después que el estructuralism o contribuyera a po ­
n er entre paréntesis al autor, concentrando su atención en la
historiador, en los últim os años se afirm ó un doble m ovim ien­
••obra» com o un universo autosuficiente, y en el narrador, figu-
to. Por un lado, el interés se fue desplazando de los relatos om-
nicomprensivos, a escenas, personajes y temas más focalizados la construida en el texto, diferente y distanciada del escritor de
■ carne y hueso», vuelve a adquirir relevancia para la interpreta­
y cotidianos («microhistorias»), p o r el otro, fue cam biando el
discurso mismo, incorporando marcas subjetivas del historia­ r o n , la confrontación textual con tram as biográficas, voces de
interioridad a m enudo equívocas, escrituras que operan en los
dor/narrador, hasta el punto que fue posible para algunos la de­
■ márgenes» de su propia producción (diarios íntim os, secretos,
cisión de incluir entre el material la propia autobiografía.
98 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 99

correspondencias privadas, biografías ficcionales, borradores, ciu 1’: ¿Qué hay con respecto a esas fotos en que ella aparece des­
dernos de notas, etc.).29 mida? ¿C óm o fue que las sacó?
Esta exaltación de lo vivencial que parece acom pañar el fin
de siglo, no puede escapar sin embargo a la tentación de impo E s t á b a m o s s e n ta d o s e n e s te c u a r to , h a b l a n d o d e s u c a r r e r a
ner modelos. «La vida», señalaba Bajtín en los años 50, «se tonu 11 u n o m o d e l o y m e p i d i ó q u e le s a c a r a u n a s f o t o s d e s n u d a . Y o n o
del contexto valorativo de las revistas, periódicos, protocolos, «»V d e lo s q u e s a b e n m u c h o s o b r e c á m a r a s d e f o t o s , n o s o y b u e n o
de la popularización de las ciencias, de las conversaciones, etc.», ■ a eso. P e r o s a q u é a l g u n a s p o c a s y m e o l v i d é d e l t e m a y eso f u e .. .
Esta cita, referida al género biografía, expresa de m odo feliz una v r io f u e e l o r ig e n ... N o h a y n a d a m á s q u e d e c i r s o b r e e l te m a .
tendencia actual, un «valor agregado» que circula p o r doquier,
y que se traduce en instrucciones de uso relativas al em pleo del Woody A lien (revista T im e , 31/8/1992)
tiem po, la salud, el am or o el ocio.
Junto a la liberación del «sí mismo» sobreviene el «Estado P: ¿Tomó realmente fotos de desnudos de Soon-Yi?
terapéutico» (Szasz) y sus campañas de prevención y prohibi­
ción, que no solam ente tom a a su cargo la salud y la moral del —S í. S o o n - Y i m e h a b í a h a b l a d o d e q u e q u e r ía s e r m o d e l o y m e
conjunto sino que tam bién custodia los límites privados, el des tii/o s i y o l e p o d í a s a c a r a l g u n a s f o t o s s in r o p a . E n ese m o m e n t o
liz, el exceso. Espada de Damocles que justam ente am enaza con te n ía m o s u n a r e la c i ó n í n t i m a , a s í q u e le d i je q u e p o r s u p u e s to y
más rigor a los que tienen una imagen de éxito y anticonvencio ht h ice. F u e n a d a m á s q u e u n ju e g o s in i m p o r t a n c ia .
nalidad, y donde la entrevista suele trabajar al borde de la pes­
quisa jurídica.
P: ¿Usted usa sus películas para trabajar sobre los dilemas a
W oody A lien (revista Som os, 31/8/1992) i|ue se enfrenta en la vida?

P: ¿Estuvo solo con D ylan el 4 de agosto? —N o , la g e n te s ie m p r e c o n f u n d e m i s p e lí c u la s y m i v id a .

—¿ S i e s tu v e s o lo c o n e lla ? N o . J u e g o c o n lo s c h ic o s t o d o e l t ie m ­
P: ¿Pero no será que usted confunde sus películas y su vida?
p o y e n t r o y s a lg o d e la c a sa y s ie m p r e h a y g e n te . (...).

—N o , la s p e líc u l a s s o n f ic c ió n . L o s a r g u m e n to s d e m i s p e lí c u la s
29. E l c é l e b re « a n á l i s i s e s tru c tu ra l d e l r e l a to » , q u e d o m i n a ra e l h o ri z o n t e d e l a crí
n o t ie n e n n i n g u n a r e la c ió n c o n m i v i d a . M i p r ó x i m a p e lí c u la es
t i c a l i te ra ri a e n l o s ’ 6 0 y p a rte d e l o s ’ 7 0 , i n t r o d u j o d i s t i n c i o n e s e n c u a n t o a l a s re g la s

d e a r t i c u l a c i ó n i n t e r n a d e l te x t o , i n d e p e n d i z á n d o l o d e l a s s i g n i f i c a c i o n e s c o n te x tú a l e s .
so b re u n a s e s in a to .
A s í , a u n c u a n d o u b i c a ra a l a o b ra l i te ra ri a e n u n a s e ri e h i s t ó r i c a , s u s e n ti d o p o d í a s e r

a p re h e n d i d o s i n n e c e s i d a d d e r e m i t i r a l a b i o g ra f í a d e l a u t o r, q u e h a b í a s i d o c o n s i d e ra ­
La autorrepresentación y el relato de la propia vida se mez­
d a e n o t r o s e n f o q u e s f u e n te d e e x p l i c a c i o n e s « c a u s a l e s » , p s i c o l o g i s t a s , e t c . ( C f . B a rth e s ,

G e n e t t e , T o d o ro v , e tc . 1 9 7 5 ) . E n l o s ú l ti m o s a ñ o s s e h a re n o v a d o e l i n te ré s p o r a rc h i
clan en la entrevista con otros objetivos.30 La pugna de puntos
v o s , m a te ri a l e s i n é d i to s y f o rm a s a u to b i o g rá f i c a s , p o r e s e d e s d o b l a m i e n to d e l a u t o r / n a ­

r ra d o r q u e o f re c e a m e n u d o u n c o n t ra s t e n o t a b l e c o n o t ra s o b ra s d e l a u t o r. A l g u n o s

e j e m p l o s e n e s te s e n ti d o s o n l as re e d i c i o n e s d e l D i a r i o d e E t n ó g r a f o , d e M al i n o w s k i 30. A p e s a r d e l a re l e v a n c i a q u e p u e d a n t e n e r c i e rta s p a l a b ra s , l as a p u e s ta s d e l g é n e ­

( 1 9 8 5 ) y d e L A f n q u e F a n t ó m e , d e M i c h e l L e i ri s ( 1 9 8 1 ) a s í c o m o l a r e c i e n te a p a ri c i ó n ro v a n m á s a l l á d e s u s p ro p i a s h i s t o ri a s : o b t e n e r u n a p r i m i c i a , re a l i z a r u n c o n t a c t o ,
d e l o s D i a r i o s S e c r e t o s d e W i t tg e n s t e i n ( 1 9 9 1 ) . | i ro m o v e r u n a i m a g e n , c o m p e t i r c o n o t r o m e d i o , e tc .
100 LA EN T REVI ST A, U N A IN VEN CIÓ N D IALÓ GICA LA EN T REV I ST A , U N A NARRATIVA i*?

de vista, el protagonismo conjunto del entrevistador, los supuestos


I
personal con lo docum ental. El que recuerda, de m ataé^ es*
éticos que no siempre se com parten, complejizan bastante la ins i .mea o inducida p o r el entrevistador, puede focalizar :en^@Ülíél
ta n d a de la enunciación. E n ese juego doble, que va siempre más V situaciones que van más allá de su propia experiencia y ~
allá de sí mism o, podría marcarse una diferencia respecto de l.i man parte de la m em oria colectiva. Pero esta «cuenta regresiva»
autobiografía, som etida más bien a una tensión interna entre el minea está disociada del presente de la enunciación, de esa vuel-
fragmento y el «todo», esa fantasía de u n orden articulado que i a sobre el «aquí y ahora» que caracteriza a los relatos massme-
sostiene desde hace m ucho tiem po al tenaz género literario. iliáticos.
Es quizá en el libro de «Conversaciones» centrado en el rela­ El tem a de la infancia es sin duda uno de los más recurren-
to de una vida, donde se estrecha la distancia entre am bos géne­ les, y aparece en general com o una evocación mítica de cierta
ros, hasta el p u n to que a veces resulta difícil definirlos. Allí, sin macronía. N o es solam ente el «color local», el pintoresquism o,
la tiranía del tiem po, en el ritual de encuentros sucesivos, el arco Lis escenas convencionales, lo que se reitera en la rememoración,
vivencial puede delinearse con cierta independencia de la voz son tam bién ciertas relaciones causales o explicativas, que tra­
del entrevistador, p o r m om entos casi m onológicam ente, en un zan líneas directas entre infancia y madurez, entre virtualidad
reenvío especular apenas p untuado com o en la sesión psicoana- y (des)realización. Allí puede percibirse una m atriz com ún, es-
lítica. Nueva escena de la interrogación socrática, la presencia i ructurante de los relatos, que habla de lugares idealizados en
del otro parece estar allí justam ente para ayudar a la exterioriza- el esquema familiar (la voluntad o el deseo del padre o la madre,
ción, apuntalar la debilidad de la m em oria, el desfallecimiento U vigencia de tradiciones, los apoyos u oposiciones).
de las cronologías, la búsqueda de sentidos. Así, ciertos m om entos de la historia serán cargados de fuerte
Y todo ello porque el relato vital, tanto en la entrevista como simbolismo, transform ándose en claves de un destino más aleja­
en otros géneros, no es solam ente una puesta en orden de acon­ do del azar que de la necesidad. Las decisiones vocacionales, los
tecimientos disímiles, ni la articulación tem poral de recuerdos viajes iniciáticos, «los trabajos y los días», las peregrinaciones en
leíanos: es, com o toda narración, una puesta en sentido. La na­ busca de «lo verdadero» (un amor, u n lugar, una profesión, etc.),
rración no es una mera «representación» de lo ocurrido, sino los encuentros reveladores (con personas, libros, ideas, expresio­
una form a que lo hace inteligible, una construcción que postu­ nes artísticas), son estaciones obligadas en esos itinerarios. A l­
la relaciones que quizá no existan en otro lugar, casualidades, gunas historias paradigmáticas operan com o p un to de referen­
causalidades, interpretaciones. C om o sucede con la historia (quizá ■ cia, tanto en lo positivo com o en lo negativo. La fama, el
el ejemplo p o r excelencia), es la form a de la narración la que cum plim iento de metas prefijadas o el azar afortunado se en­
da sentido a hechos que de o tro m odo serían sólo señales en frentan a destinos contrariados, marcados p o r el derrum be o la
el calendario (Ricoeur, 1983, W hite, 1992). El relato vital tiene fatalidad.
así que ver con el sentido de la vida, aun cuando el propio na­ El am or y la vocación son sin duda temas privilegiados. El
rrador no sea consciente de ello. encuentro con el otro, las vicisitudes, la intensidad del sentimien­
Podría decirse que la entrevista ha ocupado tam bién el lugar to, su m odulación, la conform ación de una pareja, su cotidia-
de las m em orias en la sociedad contem poránea. Aquí, lo bio­ neidad, su ruptura, la vivencia propia y hasta la del p a r t e n a i r e
gráfico logra articularse sin m ayor problem a a la actualidad o i ranscurren en relatos atravesados p o r deseos utópicos, verdade­
a una serie histórica determ inada, incluso pone en sintonía lo ras inscripciones del im aginario social. Así se sostienen creen-

I
102 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N D IALÓG ICA LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 103

cias y dichos que el sentido com ún instituye con fuerza de ley, líos, las fiestas, la heterogeneidad cosm opolita despierta fan­
y que los entrevistados asumen a m enudo con la gravedad y la tasías «en estado puro», ofreciendo escapes hedonísticos a la
convicción de la propia autoría. Q uizá la más idealizada de las normatividad, a la rutina. Es más, las revistas dedicadas ex-
experiencias hum anas, la relación amorosa, muestra en la entre i lusivamente al exhibicionism o de las vidas privadas están en
vista todas las facetas que han devenido ya estereotipo: el amor pleno auge y son las que registran los índices más altos en sus
pasión, el capricho erótico, los celos, las tranquilas aguas del coni l¡rajes.
pañerismo. Las intrigas, romances, acontecimientos, que involucran las
La vocación no es m enos im portante en estas lides. El relato i áspides, lo que se mueve en to rn o de los dispositivos del po ­
porm enorizado de una trayectoria p o r boca de su protagonista der, tam bién han am pliado sus circuitos, al tiem po que suscitan
es siempre una experiencia aleccionadora, que renueva la con más curiosidad que desaprobación. Esas historias, de índole pre­
fianza en la posibilidad de diseñar un proyecto de vida. Como dom inantem ente visual (la eterna foto del p a p a r a z z i que cada
manifestación temprana o tardía, como designio casi fatal o como ve/, inquieta m enos a la princesa o al m inistro, los relatos foto­
alteración casual de un destino, la atracción vocacional aparece gráficos de páginas enteras acompañados de unos pocos textos),
con un carácter hasta ontològico, ligada al cumplimiento del «ser», i irculan magnificadas p o r la celebridad del nom bre y sólo oca-
y tam bién al m ito rom ántico del im pulso, la inspiración, el ges lonalmente se acom pañan de breves réplicas de autoría poco
to ilum inado. Sin embargo, tam bién está la vocación en acto, «•gura.
com o ritual y com o persistencia del trabajo que debe asegurar
la excelencia. El héroe vocacional (actor, pintor, deportista, mú
sico) nunca está desligado de las rutinas, el rendim iento y la cam­ 1.3. Ficcionalizar la vida tal cual es
biante lógica del mercado. La fama, el éxito, el dinero, no dejan
de m ostrar la otra cara, tam bién paradigmática: el tiem po ex­ Frente a lo que no se espera que sea otra cosa que simulacro,
propiado, la nostalgia de las cosas simples, la tiranía sobre la in­ existen formas que pretenden dar cuenta de «la vida tal cual es»
timidad. en una aproxim ación directa y personalizada. El ejemplo típico
El líder carism àtico o la estrella, cualquiera que sea su espe­ del trabajo de ficcionalización sobre escenas y personajes de la
cialidad, se alternan con otros personajes en u n escenario que realidad lo constituyó el N uevo Periodism o am ericano de los
raramente incluye al hom bre com ún. E n la dim ensión l ig h t de años 60, que marcó un tránsito a nuevas concepciones del géne­
lo biográfico se juegan las actitudes apropiadas o apropiadamente ro, tanto de la crónica com o de la entrevista. Planteándose com o
anticonvencionales de la je t - s e t, desde las altas finanzas al resa­ un m odo de periodism o subjetivo, con inclusión del reportero
bio de las realezas, p l a y b o y s , aventureros, deportistas. A pesar eomo personaje del relato, libertad estilística y perm iso para uti­
de que nuestra época se caracteriza p o r cierta incredulidad (o lizar una serie de procedim ientos literarios (retratos, descripcio­
quizá justamente p o r ello, diría Greimas)31 el m undo de los bri- nes, climas emocionales, suspense, etc.), se proponía sin em bar­
co una aproxim ación testim onial a los cambios de época a nivel
de las costum bres y vida cotidiana de grandes figuras o grupos
31. « L a s o c i e d a d d e e s c e p ti c i s m o s e d e j a s u m e rg i r p o r o l a s d e c re d u l i d a d , s e d e j a

a tra p a r p o r d i s c u rs o s p o l í t i c o s , d i d á c ti c o s , p u b l i c i ta ri o s , y e l s a b e r a d q u i ri d o s o b re las
sociales, con una especial atención hacia personajes y ambientes
tra m p a s d e l s a b e r e s u n a n t í d o t o a b s o l u ta m e n t e i n e f i c a z » . ( G R E I M A S , 1 9 8 3 p a g . 1 1 2 ) . marginales.
104 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 105

Si desde el punto de vista de la escritura, los reportajes32 del ais historias no en entrevistas formales sino en un «estar allí»,
N uevo Periodism o se acercaban a la novela, especialmente a la una especie de observación participante que lo llevaba a m enu­
novela negra americana, en ningún m om ento se cuestionaba c*l do a la convivencia con el entrevistado o la presencia durante
«contrato» inherente al género de la inform ación, simplementi varios días en el lugar de interés («Esa am bición más bien ele­
se reformulaban algunas cláusulas. E n efecto, en este últim o pue mental y gozosa de m ostrar al lector la v i d a r e a l —«¡venid aquí!
den distinguirse dos com ponentes principales: el «contrato de ¡Mirad! ¡Así es com o vive la gente en estos días!»).33
autenticidad», p o r el cual «el acontecim iento o la noticia deben Los procedimientos compositivos del Nuevo Periodismo han
ser reportados t a l c o m o se p r o d u c e n e n la realidad ( lu g a r d o n d i dejado su marca tan to en la crónica com o en la entrevista. La
u n o i m a g i n a q u e p o d r í a v e r i f ic a r la e x is te n c ia d e lo s a c o n te c im ie ti 1 1 instrucción escena p o r escena, más im portante que el dato in-

to s)» (Charaudeau, 1983 pág. 101); y el «contrato de seriedad» lormativo, la transcripción del diálogo en su totalidad, aun cuan­
que involucra a la actividad de la inform ación en la obligación do resulte escabroso, el “ suspense”, la descripción de indicios,
moral de una trasm isión veraz de la noticia. l'estos, vestimenta, el rescate de objetos simbólicos plenos de sig­
A rticulando la doble vertiente novelesca y testimonial, lo fie nificación.
cionalizado con lo sucedido, el N uevo Periodism o inauguraba
un espacio divergente respecto de esos géneros, que recibiría tam­ Viva se levantó y se quitó los pantalones. Se arrodilló ante mí,
bién el nom bre de n o n f i c t i o n . Tom ando las palabras de Tom desnuda de cintura para abajo, y empezó a hurgar en una pila de
Wolfe, uno de sus exponentes: ropa que había en el suelo.
—Tengo que irme en cuanto encuentre algo que ponerme —ex­
plicó— La revista E y e va a hacer una fotografía oficial del grupo
Las costumbres y las éticas hicieron la historia de los 60 (...)
y me necesitan.
todos los cambios que se clasificaron como el hueco generacional,
En el restaurante Max de Kansas City, después de la sesión de
“la contracultura”, “la conciencia negra”, “la permisividad sexual”
fotografías, Viva, Warhol e Ingrid Superstar y Brigid Polk —ambas
“la muerte de Dios” (...) la revolución s w i n g e r g r o o v y h i p p i e mar
actúan en películas de Warhol—, se hallaban sentados ante una am­
ginado p o p Beatles Andy Baby Jane Bernie Huey Eldridge LSI)
plia mesa redonda en un ángulo. El restaurante les trataba como
concierto-monstruo droga u n d e r g r o u n d (..) a todo eso los novelis
a celebridades; Viva devolvió el pescado, luego un filete, mientras
tas le volvieron la espalda (...) dejando un hueco lo bastante gran­
aspiraba metedrina en una cuchara.
de como para cobijar al Nuevo Periodismo. (Wolfe, 1984, págs.
— Y o la tomo cada tres horas —explicó Brigid—. N o dejes que
47/48)
nadie te diga que la rapidez mata. Llevo años tomándola (Gold-
smith en Wolfe, 1984, pág. 141)
La m isión testim onial, ligada a la imagen legendaria del pe­
riodista en el frente, se unía aquí a la am bición de gloria o de Visto en perspectiva, quizá uno de los aspectos más intere­
dinero, a la pugna p o r la prim icia más impactante. M uy cerca santes de esta herencia para el ám bito de las ciencias sociales sea
del detective y tam bién del antropólogo, el reportero obtenía justamente la creación de un lugar diferente para el entrevista­
dor, un lugar más hum ano, podría decirse, donde no se le soli-
32. « R e p o rta j e » a l u d e e n e l c o n t e x t o a m e ri c a n o a u n a c ró n i c a d o n d e i n te rv i e n e la

e n t re v i s ta p e ro n o d e m o d o e x c l u y e n te . 33. O p . c i t . , p ág . 5 3 .
106 LA ENTREVISTA, U N A IN V E N C IÓ N DIALÓG ICA LA ENTREVISTA, U N A NARRATIVA 107

cita una mirada m aquinal, un ascetismo en cuanto a sus em<> tuclo d e l a f e l i c i d a d (1988, pág. 148): «Advierto que la f e l i c i d a d
ciones. La inclusión del entrevistador en la investigación, viejo es u n a d e la s f o r m a s d e la m e m o r i a . (...) U na intensidad a salvo
tem a de debate, incluye com o dato pertinente no solamente l.i qué otra cosa puede ser la felicidad?— sólo se encuentra en
consideración de lo q u e c a m b i a c o n s u p r e s e n c i a e n e l o t r o sino l.i memoria». Q uizá sea justam ente la felicidad uno de los ejes
tam bién cóm o opera allí su propia subjetividad. que articulan la tram a subjetiva de las entrevistas, relatos donde
U na derivación más lejana en el tiem po pero en relación muy perdura algo de las antiguas historias, aquellas que circulaban
directa en cuanto a los modos de aproximarse a lo vivencial es ile boca en boca hablando de la vida de los otros, que era tam-
sin duda el r e a l i t y s h o w , al cual nos referíamos en el capítulo liién el m odo de hablar de la vida, a secas.
anterior. También en esta forma televisiva de reciente expansión,
es relevante el contar historias que enfrentan al hom bre común
con un destino extraordinario, aun cuando sólo sea p o r la en
vergadura de su desdicha. Aquí, la conexión con lo cotidiano
tiene menos que ver con la prim icia que con la búsqueda del
«caso» ejemplarizador, que a p artir de su banalidad, de aquello
que com parte con la vida de cualquiera de nosotros, da un giro
espectacular y nos confronta al h o rro r doméstico, al azar, a las
injusticias de la sociedad o a la im potencia de las instituciones
(carencias, odios, olvidos, im punidades, pérdidas materiales o de
personas), frente a los cuales la televisión se presenta com o la
instancia de m ayor fortuna, con poder inm ediato de convoca­
toria y eficacia en la resolución.
Desde estas modalidades a encuentros más superficiales, sin
pretensión testimonial, el hablar de los sentimientos es una cons­
tante que suele expresarse en el doble registro de la experiencia
personal y de cierta «filosofía de vida» del entrevistado aplica­
ble a toda circunstancia. E n este espacio de una palabra que no
necesita estar autorizada p o r un saber particular, se dibuja, como
figura en el tapiz, el tem a recurrente de la felicidad. U topía o
realización, m erecim iento o casualidad, im posibilidad, mem o­
ria o futuro, la felicidad es aquello que escapa tanto a la expe­
riencia com o a la narración. Resistente a toda descripción, an­
clada en el «yo» (sólo se puede decir «soy feliz»), deam bula sin
embargo p o r todo tipo de discursos, saturada en la conversación,
los textos de autoayuda o la publicidad.
Trayéndola al plano de la filosofía, dirá Savater en E l c o n te -

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