El Principe Ceniciento
El Principe Ceniciento
El Principe Ceniciento
EL PRINCIPE CENICIENTO
Os voy a contar la historia del Príncipe Ceniciento que había heredado ese nom bre
de su tatarabuela a la que todos llamaban Cenicienta. -
Ceniciento era gran amante de los animales, digamos que de mayor no quería
dedicarse a las tareas reales, sino que quería ser veterinario. Pero sobre todo,
Ceniciento adoraba a su Caballo Lucero y era inmensamente feliz cuidándolo,
jugando con él y saliendo a cabalgar juntos por el bosque. Disfrutaba mucho
dándole de comer, bañándolo, peinándolo…
Sucedió que su padre el Rey y su madre la Reina debían hacer un largo viaje por
otros reinos para solucionar importantes problemas. Cuando se lo comunicaron
Ceniciento se puso muy triste, pero luego se alegró al saber quién se quedaría a
su cuidado, ¡EL VETERINARIO REAL! ¡HURRA! Podría aprender con él su
profe- sión y cuidar de los animales que era lo que más le gustaba hacer. La
verdad es que con esa noticia el disgusto se le pasó un poco.
El veterinario real vivía con su esposa y sus dos hijos. En su reino eran las
mamás las encargadas de las tareas de la casa y del cuidado de sus hijos e hijas.
Los hijos del veterinario real, cuando no iban a la escuela, iban con su papá a
ayudarle en sus tareas de cuidado de los animales. Ceniciento solía ir con ellos y
era muy feliz en contacto con los animales. La primera semana curaron a un loro
afónico, una gatita que se había resfriado y a varias yeguas y caballos que habían
comido demasiada hierba en el prado.
Ceniciento pasaba mucho tiempo con su amigo más especial, su caballo Lucero.
Salía a pasear con él y el veterinario real le enseñó algunos trucos para cuidarle
mejor.
Pero sucedió que la esposa del veterinario real enfermó y la tuvieron que llevar
al hospital. El veterinario reunió a sus hijos y a Ceniciento, les comunicó la noti-
cia y también les dijo que debían decidir quién cuidaría de la casa durante la au-
sencia de la mamá. Decidieron sortear la tarea y… ¡LE TOCó A NUESTRO
AMIGO CENICIENTO!
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Guía didáctica para madres y padres
Ceniciento desde ese día tuvo que hacer todas las tareas
de la casa: cocinar, lavar, planchar, fregar, limpiar, hacer
la compra, hacer las camitas, etc, etc, etc…
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Siete rompecuentos para siete noches
Una tarde mientras barría el porche, vino a visitarle la Gran Maga Luna que
vivía en la Montaña Mágica. La Gran Maga Luna le confesó a Ceniciento la
verdadera causa de la enfermedad de su caballo: Lucero había enfermado de
la tristeza que le causaba la ausencia de su gran amigo. Ceniciento contó a la
Maga su idea de escaparse, llevándose con él a Lucero, pero ésta le explicó
que si, esa misma no- che, Lucero no ingería algo de alimento su vida
correría grave peligro.
Mientras tanto el veterinario real y sus hijos se prepararon para cenar y vieron
que Ceniciento no estaba. Pensaron que algo malo le había sucedido y tras espe-
rarle toda la noche, salieron a buscarle al amanecer.
Cuando regresó la esposa del veterinario real, también se alegró de ese nuevo re-
parto de tareas, pues a partir de ese momento ella ya no tendría que regresar del
trabajo y hacer todo, sin tiempo para nada, sino que compartirían entre toda la
familia las tareas, y ella estaría más descansada y tendría tiempo libre para otras
actividades o para descansar.
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