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Glauce Baldovin

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Glauce Baldovin porque a ellos también les robaron los panes,

a ellos también les royeron los huesos.


(Río Cuarto, 1928 – Córdoba, 1995)
(Mi signo es de fuego, 2018)
En tren

Voy en tren. VII


Lo he tomado en el mismo corazón de la Pampa,
junto al río de los areneros, El cementerio está a mitad de camino del pueblo.
y me voy hacia el sur Los muertos están rodeados de silencio.
desde donde vienen girando
los médanos. Abro el pórtico y penetro en la soledad.
El tren quiere adormecerme, Con la punta de los pies camino por el musgo.
pero no me adormezco. Ellos están atentos, cada uno en su tumba,
Espero ver los cardos violáceos esperando.
abrirse, Clementina, Silverio, mis padres. Paso de largo.
espero la lenta llegada de los pueblos. Mi hijo está solo.
Sampacho, Succo, Solo y rodeado de nombres en su nicho de granito.
no me adormezco. Para él las fresias y los aromos.
Antes quiero saber, Él
preguntar, que podría ser hombre ya
que me cuenten. necesita flores con olor a doncellas.
Y entre nubes de tierra y de tabaco negro,
Saturnino Barzola, (Mi signo es de fuego, 2018)
el hombre de mi lado,
ya no es un misterio.
“Tengo tres hijos XX
–dice–
y he limpiado un campo Mi canto es como el canto de las chicharras.
de poleo. Me tiro al pasto, justo donde picotean las gallinas,
Pero cuando el maíz madure, y canto.
cuando comience el frío, El sol me hace cantar,
me echarán del rancho, La lluvia, la vaca, la tierra, el potro.
me arrancarán del suelo”. Todo, en fin, lo que amo.
Saturnino Barzola
ya no es un misterio. Y aunque son breves, estos momentos de canto y
¡Cuánto quisiera que el tren se convirtiera en toro alegría,
y lanzara bramidos de fuego! breves y espaciados,
Los que trabajan en el campo no son sus dueños. por estos solos momentos, no me gustaría
Siembran para otros semillas y sangre morirme jamás.
dejan en la tierra marchitar sus huesos.
Voy llegando a un pueblo, (Mi signo es de fuego, 2018)
diré que a mi pueblo.
¡Adiós, Saturnino!
Aquí, *
en una tumba,
están mis abuelos Lucía y Silverio La poesía sale de su oscuro rincón
que murieron locos, me enfrenta
murieron de miedo, me mira desde sus ojos sin párpados
y me exige testimonio sobre el hambre
1
la persecución tan juntos como hemos vivido.
el crimen.
(Poemas crueles, 1996)
Me conmina.
Me sentencia. La mano

Y antes de esfumarse otra vez La miro. Es mi mano.


deja en mis manos un afilado puñal de punta Distinta a la imagen que culturalmente poseo:
perfecta. larga, dedos puntiagudos
y en las articulaciones exactitud matemática
(Poemas crueles, 1996) de acuerdo al ritmo de Mahler, Yupanqui,
Xenakis.
*
Mi mano cuadrada. Plana.
No es necesario envenenar el agua No están en ella ni el monte de Júpiter ni el de
cortarse las venas Venus ni el de la Luna.
ahorcarse Sí el mapa de siete generaciones que me preceden:
El recuerdo de lo que quisimos ser guerreros, labradores, albañiles, truhanes,
el acto heroico hilanderas, modistas
ante el cual retrocedimos apretando el terrón el puñal la sangre
la muralla que no derrumbamos el pañuelo empapado de sudor
la fortaleza que no construimos la humilde violeta
el fuego que dejamos apagar el dedal el huso la baraja.
son suficientes...
Mírala, bruja de todo alquimería,
(Poemas crueles, 1996) quiromántica.
Mi destino no está escrito en las líneas de la mano,
* está en el Universo.
Lo rigen el tiempo y el espacio:
El miedo la gigantesca espiral de la Historia:
Lo conozco. ese milagro.
Escorpión dorado
hongo venenoso (El rostro en la mano, 2006)
brebaje emponzoñado.
Me lo dieron de beber una tarde de agosto
en taza verde con filigrana de plata. *
Dosificado al principio
enmascarado con almendras y jalea de durazno Al morir
mezclado con poemas en inglés con certeza mi hermana gemela me dejó su vida
"It's many and many years ago in a country prendida al ombligo
by the sea..." para que yo viviera por ella y por mí.
Lo conozco. Este yugo que me unce
Lentamente me lo hicieron beber porque yo el peso de milenarias piedras sobre los hombros
amaba y su voz que es sólo un rumor
por entonces desvela a la paloma a la pantera
las palabras. a la locura que se viste de rojo y violeta
Escorpión dorado. se restriega las manos mientras patina haciendo
Nadie sabe que si enciendo fuego a mi alrededor ochos sobre el piso
me clavarás la cola justo en el centro del corazón las paredes
y moriremos los dos el techo de la casa.
2
Yo dije, hierbas olorosas. Albahaca y laurel
Yo miro aturdida orégano
confundiendo mi cama con un tren que vuela romero para perfumar el corpiño.
enloquecido en busca del sol. La piel perfumada es una alfombra de musgo.
Una playa dorada.
(Mi signo es de fuego, 2018) Olor a tierra. Olor a mar.

Olvidados los adornos despreciado el lujo, sólo


La esperanza una estera de paja una colcha a rayas
y para el amor eso nos basta.
Creo en la esperanza de los pueblos.
En la gran naranja jugosa del mañana, (Libro de la Soledad, 1989)

mas no en la esperanza individual


cruel I
prostituida
emponzoñada Las mujeres que prefieren el mar a la tierra
sabedora de todos los disfraces: tórtola mensajera son mujeres descastadas.
del amor Impías.
gallo de veleta que gira según las brisas arbotantes El mar las tragará, lavará sus rostros y limpios
los cuerpos serán incapaces del recuerdo y la
un no me olvides brotando en la nuca una mano en nostalgia.
espigas y mares Porque la tierra nos ha sido prometida. Aún la más
árida,
La esperanza es tan solo una araña sabia en las la que sin elevaciones se extiende hacia todo el
más oscuras cárcavas horizonte
mejor fortificadas y hacia ella vamos.
y en el veneno elaborado controlada con tal Vencido el coraje nos arrastramos. Colgándonos
maestría el amor
que sin matar perpetra la gran agonía: por la cintura.
inventa el milagro de la muerte y la resurrección
cada vez con más dolor (Libro de la Soledad, 1989)
con menos fuerzas
en un delirio que avanza en línea recta y se
transforma en espiral XII
sin dirección.
Todos se fueron yendo.
Enloquecida. Cada uno a su turno. A su tiempo.
Pero nadie se llevó la primera palabra que digo al
(Libro de la Soledad, 1989) amanecer
cuando abro la ventana
y el primer rayo de sol me tiñe el rostro de ámbar,
III nadie se llevó la última palabra del crepúsculo:
el silencio.
Nada traje para el amor. Nada. Nada traje.
Sábanas de hilo encajes alianzas de oro han (Libro de la Soledad, 1989)
quedado
en los baúles naftalina. En los escaparates.

Él dijo, mi cuchillo.
3
* Se levantó el velo
que le cubría el rostro
Y nosotras y sus ojos azules, negro de tan azules,
esta pléyade de madres deambulando por las se clavaron en mis ojos.
plazas
removiendo los cimientos del orden Nunca más hablamos de ello
hilvanando a golpes de silencio pero cuando me dijo
los barrotes de una cárcel ávida que espera después de haber recorrido toda la casa
bordando con palomas la mortaja que el asesino de haberse detenido en los rincones, en las
prepara colchas, en los espejos
para cubrir la esperanza. "Yo soy tu soledad"
Nosotras ...prodigiosamente unidas nos abrazamos entre llorando y riendo
dando los ojos a las que quedaron ciegas nos acariciamos la cabeza
las piernas a las sin rodillas y fue el momento más tierno del que tengo
el corazón a la abandonada memoria.
¿qué fuerza pudiera arrasar nuestra fuerza?
¿qué dolor qué tortura lograra apaciguarnos? (Libro de la Soledad, 1989)
Nada pudieron las amenazas
Nada el criminal silencio. Vuelvo temprano

(De los poetas,1991) Ella me aguarda leyendo el destino en las hojas de



bordando paneles con pájaros rosados.
* A veces calla
y espera que sea yo quien hable de las últimas
Aun no sé cómo llegó a pesar de todos los años lluvias
transcurridos. de la revolución que avanza.
Se sentó frente a mí. A veces habla.
Yo tejía una bufanda con agujas de metal blanco Como una bruja que dice que hice en el día
o de un gris casi blando en la noche
y me pidió que siguiera tejiendo. y por qué lo hice
Quería ver como movía las manos. A veces callamos las dos
Nunca le pregunté por temor quizá a la respuesta descorremos las cortinas
o porque estando con ella era tanto lo que y miramos en el horizonte no sé si el pasado o el
teníamos que hablar futuro.
tan sugestivo el silencio,
que ese detalle el por qué , el cómo (Libro de la soledad, 1989)
perdía importancia.

Lo único que recuerdo XV


y que se repite a diario
entre esfumado Amaneceres grises.
entre nebuloso Nuevamente la tragedia.
es que las anémonas violetas que llenaban la jarra
de plata Esquilo Sófocles Eurípides en mis venas.
se marchitaron de pronto
y los pétalos blanquecinos lilas de ceniza Alguien
cayeron a la mesa los asesinos
al suelo. golpean a mi puerta.
Abran gatos
4
dejen que ellos se encuentren con mis ojos (Con los gatos el Silencio, 1994)
y por el espanto de tanto dolor
mueran.
Jamás serán llorados I
guitados
aullados No eligió el silencio.
como los que tantas madres tuvimos que aullar. Quizás desde niña alguien la fue empujando.
Alguien que dijo no te tires al suelo no saltes a la
(Con los gatos el Silencio, 1994) soga no toques ese gato.
Alguien que hablaba mucho. Que no escuchaba
¿Quién sabe?
II
Sólo ella lo sabe. O no lo sabe.
El silencio cura mis heridas por ensalmo Y deambula por los puentes
y de un devastado corazón Se para en las estaciones a ver pasar los trenes
de una carne abierta en llagas Traza espirales en el aire.
hoy se desprende la fragancia de antiguas Nadie conoce el fondo de sus ojos. Ni su espejo.
primaveras María ha pasado las manos por él y lo ha dejado
ciego.
y se abre la rosa (Libro de maría- Libro de Isidro, 1997)
no la elegida por el ruiseñor
no la cantada por el poeta.
La rosa que ese paciente jardinero IV
oh gatos
ha hecho florecer bajo la escarcha. Años cuidando la piedra esmeril
mojándola con salmuera
(Con los gatos el Silencio, 1994) resecándola al sol a los vientos apremiados de
agosto.
VI Años embetunando el mango de la cuchilla
reforzando sus clavos
Sus movimientos me incitan amoldándolo al hueco de la mano.
me vuelven a la vida. Años en fin afilando la hoja
Tiemblo. puliendo su punta
Palpito. marcando inexorablemente el contorno del
Y me urge ser mujer corazón.
amar sobre la hierba los paredones el asfalto
los puentes que unen a la muerte con la vida. (Libro de maría- Libro de Isidro, 1997)

(Con los gatos el Silencio, 1994)

XII

¿Qué son las heridas


gatos
sino este rasgarse el corazón por dentro
este sangrar aromas y recuerdos
esta necesidad de olvidar
y tener la memoria como espejo?

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