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PEC 1 Prehistoria II UNED

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Prehistoria II: Las Sociedades Metalúrgicas

Departamento de Prehistoria y Arqueología


Facultad de Geografía e Historia

UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

PREHISTORIA II: LAS SOCIEDADES METALÚRGICAS

PRIMERA PRUEBA DE EVALUACIÓN CONTINUA

CURSO 2020/2021

NOMBRE: Ángel Luis

APELLIDOS: Puerta Obispo

DNI: 51086838C

CORREO ELECTRÓNICO: apuerta51@alumno.uned.es

POBLACIÓN: Madrid

PROVINCIA: Madrid

CENTRO ASOCIADO: Gregorio Marañón


Alumno: Ángel Luis Puerta Obispo Centro Asociado: Gregorio Marañón

Ejercicio 1.

En la imagen nº 1 podemos observar una reconstrucción infográfica de una vivienda tipo del Neolítico
centroeuropeo perteneciente al tecnocomplejo LBK (Linearbanderkeramik), también conocido como Neolítico
Danubiano o Cultura de la Cerámica de Bandas.

Se trata de una estructura de habitación de planta rectangular y gran tamaño. Las dimensiones habituales de
estas viviendas solían ser de entre 15 y 30 metros de largo por 6 o 7 metros de ancho. La cubierta hecha de paja
o entramado de ramas, que generalmente era a dos aguas, se sustentaba con gruesos postes de madera, y los
muros perimetrales, también realizados con troncos o ramas, estaban enlucidos con arcilla o mortero que
normalmente se obtenía de canteras cercanas. Habitualmente estas construcciones solían estar habitadas por
una familia, que podía ser nuclear o extensa. La distribución interior estaba condicionada por las prácticas
económicas del Neolítico, agricultura y ganadería, ya que se encontraban divididas en tres espacios a lo largo del
eje mayor del edifico: la zona central se reservaba para la residencia de los propietarios, uno de los extremos se
utilizaba como corral para estabular el ganado, y el extremo opuesto servía como almacén de productos y
aperos de labranza. En algunas ocasiones se añadía un cuarto espacio en uno de los extremos a modo de porche.
Estas viviendas están edificadas con una orientación de noroeste a sureste y se solían agrupar en poblaciones de
tamaño variable desde granjas a pequeñas aldeas, con sus casas organizadas en calles, como en Bylany (Rep.
Checa) o Sittard (Países Bajos). Estas construcciones solían estar rodeadas por un foso o una empalizada para el
control del ganado. Para emplazar estas poblaciones era habitual elegir lugares cercanos a fuentes de agua y con
suelos fértiles, preferiblemente llanuras loessicas. El concepto de casa grande neolítica se adopta en esta
cultura, probablemente, por el incremento de valores sociales de cooperación e intercambio, lo que contribuyó
a la proliferación de unidades sociales mayores debido a la necesidad de una gran cohesión social en grupos muy
dispersos en el territorio.

Al tecnocomplejo LBK se le atribuye una cronología entre el 5.500 a.C. y el 4.800 a.C., aproximadamente. Se
encuentra emplazado en Europa Central limitando al norte con el Báltico, la cuenca media del Danubio al sur, la
cuenca de París al oeste y el Dniester al este. Es una cultura muy homogénea en todo el territorio a excepción de
las fases finales cuando se empiezan a observar ciertos regionalismos. En un principio, se consideró que esas
tierras fueron colonizadas por agricultores procedentes de los Balcanes en una “Ola de Avance”, pero en la
actualidad se considera más probable, por un lado, la aculturación por parte de los pueblos mesolíticos locales
de algunas características sociales de los pueblos productores (se sabe de la existencia de grandes redes de
intercambio con las gentes de la Europa meridional por aparición de conchas típicas del Mediterráneo y hachas
de anfibolita en los yacimientos LBK ), y por otro, de la llegada en “Salto de Rana” de productores neolíticos
procedentes del Oriente Europeo, el Cáucaso, Anatolia y Oriente próximo.

La subsistencia de estas sociedades se basaba en el cultivo de cebada, leguminosas como la alubia o el guisante,
varios tipos de trigo y lino, aunque hay evidencias de que se continuaban consumiendo algunas especies
silvestres. Se utilizaban técnicas de cultivo itinerante e intensivo y se trabajaba la tierra con palos cavadores y
azuelas. Se empleaban hachas pulimentadas para talar masas boscosas y roturar nuevas tierras en las cercanías
de los poblados. Se sabe que la caza y la pesca todavía era practicada por estos pueblos, aunque de una manera
minoritaria. La ganadería se centraba, principalmente, en la cría de toros, cerdos y ovicápridos.

El elemento de cultura material que da nombre al tecnocomplejo es la cerámica lineal o de bandas. Aparecen
piezas como vasijas, copas o cuencos decorados con motivos geométricos. La cerámica suele ser oscura, sin
elementos de prensión o suspensión y sin pintar, decorada con bandas horizontales, verticales o en zigzag
mediante incisiones, punteado o peinado de la arcilla con un objeto duro y afilado mientras esta está tierna
antes del proceso de cocido. También hay documentadas piezas decoradas con espirales, guirnaldas y motivos
meandriformes.

Es una sociedad que cuenta con necrópolis externas a los núcleos de población. Algunos cementerios llegan a
contar con centenares de tumbas. Se tiene evidencia de dos ritos funerarios bien diferenciados: la cremación y la
inhumación individual en decúbito lateral izquierdo con los miembros flexionados. Se observan diferencias en los
ajuares funerarios según el sexo. Los varones tienen asociadas puntas de flecha y azuelas, mientras que las
féminas presentan pequeños utensilios y cerámica. La edad del difunto también es un factor de diferenciación.
Este es más abundante cuanto más mayor sea la persona fallecida.

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Alumno: Ángel Luis Puerta Obispo Centro Asociado: Gregorio Marañón

Ejercicio 2.

En la figura nº 2 podemos observar el calco de una pintura rupestre perteneciente al abrigo rocoso de “Les
Dogues” en el término municipal de Ares del Maestre, provincia de Castellón. Pertenece al Arte Rupestre
Levantino que se desarrolló en el tercio este de la Península Ibérica entre el Epipaleolítico y la Edad de los
Metales. La pintura se encuentra en la parte izquierda de un pequeño abrigo en el barranco de Gasulla, muy
próximo a otras estaciones arqueológicas como el barranco de Valltorta, Mas Blanc o El Cingle. Fue descubierta
en 1934 por J. B. Porcar Ripollés en una exploración sistemática de la zona impulsada por el descubrimiento,
muy cerca de allí, de la Cueva Remigia. El hallazgo fue hecho público por Hugo Obermaier en la revista
L´Anthropologie en 1937. La pintura contiene una escena bélica entre dos grupos de arqueros contendientes.
Con su pequeño tamaño, de apenas 50 cm de ancho, está considerada como la más completa de todo el arte
parietal levantino.

Observamos 27 figuras de arqueros de entre 3 y 5 cm de alto, realizadas en tinta plana de color negro pardo
elaborado con carbón vegetal (recientes análisis paleobotánicos han revelado en los pigmentos células vegetales
fragmentadas de coníferas y angiospermas) y un aglutinante aún desconocido (se cree que era algún tipo de
grasa animal, pero se ha especulado también con el uso de clara de huevo, orina e incluso sangre), sobre un
fondo liso de ocre natural propio del estrato. Aparecen dos grupos humanos en furiosa lucha, unos contra otros.
Todos portan arcos con flechas y se observa gran dinamismo en el movimiento de las figuras. El autor quiso
diferenciar, clara e intencionalmente, los dos bandos en liza no solo con la oposición de uno contra el otro. En
los estilizados y dinámicos trazos podemos distinguir que los rasgos humanos de unos y otros son diferentes. A la
izquierda podemos observar que los hombres representados son de mayor tamaño y su movimiento menos
“veloz” que los de la derecha. También se puede intuir que los individuos de la izquierda parecen tener cráneos
dolicocéfalos, en oposición a los de la derecha, que se pueden clasificar como braquicéfalos. Se podría
considerar que se trata de aborígenes contra invasores, o vencedores y vencidos, por lo que es probable que el
artista quisiera dejar constancia de una batalla que supuso un cambio de población. Esto podría estar en línea
con el planteamiento hecho por el abate Breuil en el primer cuarto del siglo XX. Argumentaba, por un lado, que
este arte era Paleolítico y no Neolítico, y por otro, que al principio del Holoceno existían dos grupos humanos en
la península, el Franco-Cantábrico y el Capsiense. Con los cambios climáticos sucedidos después del Último
Máximo Glacial, la fauna en la que se basaba el sustento de los pueblos norteños, como son el caballo, el toro, el
ciervo o el jabalí, emigran hacia el sur y, por consiguiente, los humanos los siguen. Esto explicaría la
confrontación de los pueblos reflejados en la pintura y cómo se introdujeron las técnicas pictóricas
Magdalenienses, como son la perspectiva torcida o la tinta plana, en el Arte Levantino. Estas afirmaciones fueron
apoyadas por la mayoría de los prehistoriadores de la época, incluidos H. Obermaier o Bosch Gimpera, hasta que
E. Hernández Pacheco formuló teorías opuestas a raíz del descubrimiento de la Cueva de la Araña.

Volviendo a la pintura, los personajes no portan ningún tipo de escudo ni protección, lo que les define como
pueblos cazadores con pocas muestras de neolitización. Se aprecia que el autor parece haber dotado a cada
figura de una personalidad propia. Algunos llevan tocados radiales en la cabeza, otros están adornados con
plumas, otros parecen llevar zaragüelles cubriéndoles los miembros inferiores, alguno levanta el brazo en señal
de arenga, otro parece retroceder herido con una flecha clavada en la pierna, etc.

El Arte Rupestre Levantino abarca una zona geográfica que va desde Huesca y Lérida al norte, hasta Almería al
sur, y Cuenca o Teruel al oeste, siendo la zona de Tarragona y Castellón el epicentro de esta cultura donde se
pueden encontrar escenas tan dispares como cacerías de jabalíes, un arquero atacado por un toro, grupos de
guerreros, una ejecución o un jinete con casco. El entorno en el que está enclavada la obra es muy rico en arte
parietal, pero llama la atención que la escena de “Les Dogues” esté aislada en oposición a los complejísimos
paneles de El Cingle o Cueva Remigia. Una novedad importante del Arte Levantino es la aparición de
composiciones y escenas, y no figuras sueltas como en las etapas precedentes. Estas se realizaban con
pigmentos minerales de color rojo, negro y blanco, y se aplicaban con finos pinceles confeccionados con plumas
de ave o pelos de animales, siempre en abrigos al aire libre donde les pudiera dar la luz del sol, lo que supone un
problema a la hora de la datación. La posible cronología general que se le asigna es del 7.000 al 1.200 a.C. (6.000
a 4.000 a.C. para la obra en cuestión), aunque no se dispone de sistemas de datación absolutos, solo métodos
relativos, atendiendo a parámetros como estilo, tamaño, técnicas, etc. Muchos prehistoriadores elaboraron
clasificaciones al respecto, pero la más importante fue la realizada por E. Ripoll en 1960 que dividía la facies
levantina en cuatro fases: naturalista, estilizada estática, estilizada dinámica o clásica (esta es en la que está
encuadrada la obra que nos ocupa) y esquemática. Sin descartar completamente la función mágico-religiosa,
existe un amplio consenso en atribuir a estas expresiones artísticas un significado conmemorativo o historicista.

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Alumno: Ángel Luis Puerta Obispo Centro Asociado: Gregorio Marañón

Ejercicio 3.

En las dos imágenes que conforman la figura 3 podemos observar la planimetría de un enterramiento
campaniforme con la ubicación detallada del ajuar funerario que contiene. La fosa pertenece al yacimiento de
Humanejos, ubicado al SO del término municipal de Parla, en Madrid. Se descubrió en 1981 durante las
prospecciones realizadas, a orillas del arroyo epónimo, por el Museo Arqueológico Nacional dirigidas por L.
Caballero y J. Zozaya. La zona es muy rica en estaciones arqueológicas ya que han aparecido yacimientos
prehistóricos, romanos y medievales a lo largo del cauce, y en los vecinos términos de Torrejón de la Calzada y
Torrejón de Velasco.

Queda acreditado el uso funerario del lugar durante unos 2000 años ya que, sólo de la época prehistórica
(Precampaniforme, Campaniforme y Bronce), se han localizado 160 individuos enterrados en tumbas, tanto
individuales como colectivas, con y sin ajuar. Del periodo Campaniforme hay documentadas 9 sepulturas. Estas
no conforman una necrópolis ya que no están todas juntas, no cuentan con un espacio diferenciado para su
emplazamiento y se encuentran intercaladas con las estructuras domésticas. Algunas son subterráneas a modo
de hipogeos, pero la mayoría son semienterradas con una techumbre formada por ramas o cobertura vegetal,
sustentada por uno o dos gruesos postes de madera. La mayoría sólo cuentan con la cámara destinada al
enterramiento, pero algunas tienen atrios de acceso a menor profundidad que la fosa, conectada con esta por
escalones formados por lajas de piedra o directamente tallados en el sustrato. Los hallazgos realizados aquí
sitúan este yacimiento como uno de los más importantes de la península.

La planimetría que ilustra este ejercicio se corresponde con la tumba Campaniforme nº 4 que data del 2.484-
2.295 cal a.C. Se trata de un enterramiento en fosa circular irregular con un diámetro de entre 3 y 3,5 m y una
profundidad de 1,7 m, con un escalón de 0,75 m a la entrada, orientada esta, hacia el sur/sureste (en dirección al
arroyo). En su interior podemos apreciar la existencia de un solo cuerpo tendido decúbito lateral izquierdo con
las piernas flexionadas y los brazos, uno flexionado y el otro no. Se aprecian dos agujeros de poste en los
extremos opuestos de la fosa formando un eje longitudinal, y el ajuar funerario depositado a los pies del cuerpo.
La existencia de los agujeros indica que estuvo cubierta por la techumbre antes descrita, por lo que la tumba
permaneció cierto tiempo en uso, aunque llama la atención que una fosa tan grande solo contenga un cadáver.
La tierra que rellenaba la sepultura era de color anaranjado-grisáceo lo que indica que se cubrió de una manera
rápida e intencional. Los restos mortales pertenecen a una mujer adulta de entre 25 y 35 años cuyos huesos
yacen en posición primaria y están cubiertos de cinabrio. El estado de conservación del contenido de la fosa es
extraordinariamente bueno, tanto el cuerpo como el ajuar.

Es el ajuar funerario lo que convierte en excepcional a esta tumba. En ella podemos encontrar objetos de adorno
personal, piezas de cobre y dos juegos de cerámica campaniforme. El caso de los objetos de adorno personal es
absolutamente infrecuente en la Península Ibérica ya que fueron hallados en la posición exacta en la que
quedaron en el momento de la inhumación, lo que indica que el cuerpo se descompuso cubierto por tierra y no
al aire. En torno a su cuello se ha encontrado un collar con 44 cuentas de marfil bitroncocónicas y también 15
perlas tubulares realizadas con finas láminas rectangulares de oro plegadas sobre sí mismas que, por la posición
en la que aparecieron, se ha dado en considerar que iban prendidas del cabello. Sobre el cuerpo se han hallado 3
botones de hueso o marfil con perforación en V que debieron pertenecer a una prenda que le cubría el tórax,
quizá una capa. A unos 35-50 cm de los pies del cuerpo encontramos los primeros objetos votivos. Se trata de un
puñal de lengüeta de unos 15 cm de longitud y 3 cm de ancho, con dos filos y falto de empuñadura que, al ser de
madera, se ha corrompido, y un punzón también de 15 cm de longitud y 3 mm de ancho, ambos realizados en
cobre. Un poco más alejados del cuerpo se hallan dos magníficas piezas de cerámica campaniforme. En primer
término, un vaso de unos 11 cm de diámetro y, un poco más lejos, la gran cazuelilla de 26 cm, ambos decorados
en estilo Puntillado geométrico con algunos rasgos de estilo Marítimo, excelentemente realizados en arcilla
negra y con acabado bruñido. Un poco más alejados del cuerpo se hallaron, sepultados bajo las grandes piedras
que sellaban la entrada a la fosa, un juego de cerámica campaniforme, esta vez lisa, con todas las piezas una
dentro de la otra. Se cree que este juego no pertenecía al ajuar funerario, sino que debieron ser usados en el rito
que acompañaba al sellado de la sepultura. Está compuesto de un gran vaso campaniforme de almacenaje de 26
cm de diámetro, una cazuelilla lisa también grande de 27 cm, un cuenco hemisférico mediano de 17 cm, un vaso
campaniforme de 13 cm y una cazuelilla pequeña de 10 cm. Hay marcas dejadas por las manos del alfarero que
hacen pensar que fueron realizados por la misma persona.

La cerámica Campaniforme aparece durante el Calcolítico europeo entre el 2.770-2.600 a.C. y el 2.200-1.700 a.C.
en contextos de arqueológicos muy dispares. El ámbito geográfico del mismo abarca desde el norte de Europa al

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Alumno: Ángel Luis Puerta Obispo Centro Asociado: Gregorio Marañón

norte de África, y de la Europa atlántica a Bohemia y Moravia. Esta gran difusión fue posible por la existencia de
grandes redes de comerciales y de intercambio en todo el Occidente y Centro de Europa, además de la
existencia de movimientos migratorios que también ayudaron a su expansión. Las características comunes de la
cerámica campaniforme son que el vaso que le da nombre tiene forma de campana, las piezas suelen estar
realizadas a mano en arcillas depuradas de buena calidad de color rojizo o negruzco, la decoración varía de una
zona a otra, pero suelen utilizarse incisiones de líneas y puntos, excisiones e impresiones de cuerdas, peines,
conchas o ruedecillas, además de rellenos de barbotina blanca, en algunas ocasiones. Estas cerámicas se
encuentran tanto en hábitats como en enterramientos, siendo estos últimos los mejor documentados. Su
aparición es el resultado de la evolución de las técnicas de alfarería precedentes, no surgiendo de la nada como
una moda repentina. El Campaniforme no se puede explicar con un conjunto homogéneo, en cada zona varía
según los contextos culturales. Algunos autores le califican como el responsable de grandes cambios sociales,
pero hoy día se considera que es al contrario, que el Campaniforme surge como consecuencia de esos cambios.

Bibliografía:

Para la realización de estos ejercicios se han consultado las siguientes fuentes:

Beltrán Martínez, A. (1985). Problemas del Arte Rupestre levantino en la provincia de Castellón. Cuadernos de
Prehistoria y Arqueología Castellonenses, Nº 11. Páginas 111-140.

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Oxford, UK. ISBN 978-1-84217-530-9

Fernández Vega, A. M.; Hernando Grande, A.; Jordá Pardo, J. F.; Maíllo Fernández, J. M.; Muñoz Ibáñez, F. J.;
Quesada López, J. M. y Ripoll López, S. PREHISTORIA II: LAS SOCIEDADES METALÚRGICAS (2ª Ed. 2015). Editorial
Universitaria Ramón Areces. ISBN 978-84-9961-198-3

Fernández Vega, A. M.; Hernando Grande, A.; Jordá Pardo, J. F.; Maíllo Fernández, J. M.; Muñoz Ibáñez, F. J.;
Quesada López, J. M. y Ripoll López, S. LA PREHISTORIA Y SU METODOLOGÍA (2º Ed. 2014). Editorial Universitaria
Ramón Areces. ISBN 978-84-996-1170-9

Flores Fernández, R.; Garrido-Pena, R. y Herrero-Corral, A. M. (2019). Las sepulturas Campaniformes de


Humanejos (Parla, Madrid). Biblioteca Virtual de la Comunidad de Madrid. Páginas 68-87. ISBN 978-84-451-
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vegetales en pigmentos negros del arte rupestre levantino prehistórico español mediante un enfoque
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Porcar Ripollés, J. B. (1953). Las pinturas rupestres del barranco de “Les Dogues”. Archivo de Prehistoria
Levantina (APL). Revista del Museu de Prehistòria de València, Vol. 4. Páginas 75-80. ISSN 0210-3230

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