Unidad Ii Psicoterapias
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Gelder, M., Mayou, R., & Geddes, J. (2000/1999)
CLASIFICACIONES DIAGNÓSTICAS
Las clasificaciones ayudan a ordenar la gran diversidad de fenómenos que se encuentran en la práctica clínica. Su propósito es
identificar las características clínicas que aparecen juntas de forma habitual, y ayudar a predecir la evolución y la respuesta al
tratamiento.
En medicina general, las entidades que aparecen en las clasificaciones son conocidas como enfermedades y el término
enfermedad significa la presencia de una patología física.
Se deben diferenciar los términos enfermedad y padecimiento, designando este último un estado de angustia subjetiva.
Normalmente aparecen juntos, pero no siempre: algunos pacientes tienen una enfermedad pero no padecen; otros padecen pero
no tienen ninguna enfermedad.
En salud mental, las entidades que aparecen en las clasificaciones son conocidas como trastornos más que como enfermedades.
Se utiliza este término porque solo en una pequeña parte de los problemas psiquiátricos se logra identificar una patología física,
por lo tanto el término enfermedad no es estrictamente apropiado.
El término trastorno indica que los síntomas son alteraciones causadas por una entidad subyacente (modelo médico), aunque ésta
no sea necesariamente una cuestión orgánica como en una enfermedad.
SISTEMAS DE CLASIFICACIÓN
Actualmente contamos con dos sistemas de clasificación de gran uso en el ámbito de la salud mental. Si bien están desarrollados
por organizaciones diferentes, ambas organizaciones trabajaron en conjunto para tratar de minimizar las diferencias entre ambas
clasificaciones.
• Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11)
Desarrollada por la Organización Mundial de la Salud, actualmente está en su undécima versión.
La sección de psiquiatría utiliza en todos los países del mundo la recopilación de estadísticas para hacer comparaciones
internacionales con fines clínicos. Está disponible en 3 formas: una para la práctica clínica, otra para investigación, y la tercera
para usar en atención primaria.
• Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5)
Desarrollada por la Asociación de Psiquiatría Americana, actualmente está en su quinta versión.
Se utiliza en otros países más allá de Estados Unidos, principalmente en investigación. En este sentido, las clasificaciones
diagnósticas permiten recabar datos acerca de la prevalencia de los trastornos mentales, y también permiten medir el impacto de
los tratamientos, al delimitarse los síntomas que dichos tratamientos apuntan a reducir o eliminar.
DIAGNÓSTICO Y ESTIGMA
El método diagnóstico ha sido criticado por: 1) no reconocer la individualidad del paciente, 2) estigmatizar a los pacientes.
Es verdad que el diagnóstico de esquizofrenia, por ejemplo, puede producir estigma social. Sin embargo, ésta no es razón
suficiente para evitar el diagnóstico de cualquier trastorno mental, sino que es una razón para informar a la gente acerca de la
naturaleza del trastorno, para que las actitudes desfavorables puedan cambiar.
No diagnosticar la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad social, la fobia específica, la anorexia, la bulimia, el autismo, o cualquier
otro trastorno cuando existe, conlleva dejar a las personas sin su derecho a saber sobre su salud, así como sin tratamiento y sin
otras ayudas que puedan requerir.
Si el diagnóstico se usa de forma apropiada, resulta una herramienta muy útil. Se debe acompañar de un proceso orientado a
facilitar la comprensión de la persona que lo padece, y la utilidad de dicha comprensión (como veremos luego con la
conceptualización del caso). Los diagnósticos no son ni buenos ni malos en sí mismos, el problema es su mala utilización.
También es importante mencionar que se diagnostican trastornos, y no personas. No deben funcionar como etiquetas que
caractericen a las personas, sino como herramientas para comprender lo que les sucede y cómo podemos cambiarlo.
FIABILIDAD DIAGNÓSTICA
La fiabilidad diagnóstica es esencial para:
Orientar las recomendaciones terapéuticas
Identificar las tasas de prevalencia para poder planificar los servicios de salud mental
Seleccionar grupos de pacientes para la investigación clínica y básica
Documentar la información importante relativa a la salud pública, como las tasas de morbilidad y mortalidad.
Utilizar adecuadamente el DSM para realizar un diagnóstico requiere entrenamiento y experiencia clínica previos.
Los criterios diagnósticos identifican síntomas, comportamientos, funciones cognitivas, rasgos de personalidad, que requieren
experiencia clínica para diferenciarlos de las variaciones que pueden ser parte de la vida normal y las respuestas transitorias al
estrés.
Para facilitar una minuciosa evaluación de los síntomas presentes, el DSM puede servir de guía para identificar los síntomas más
importantes que deberían examinarse cuando se diagnostica un trastorno.
El diagnóstico de un trastorno mental debe tener utilidad clínica: debe ser útil para que el profesional determine el pronóstico, los
planes de tratamiento y los posibles resultados terapéuticos en sus pacientes.
Utilizar adecuadamente el DSM para realizar un diagnóstico requiere entrenamiento y experiencia clínica previos.
Los criterios diagnósticos identifican síntomas, comportamientos, funciones cognitivas, rasgos de personalidad, que requieren
experiencia clínica para diferenciarlos de las variaciones que pueden ser parte de la vida normal y las respuestas transitorias al
estrés.
Para facilitar una minuciosa evaluación de los síntomas presentes, el DSM puede servir de guía para identificar los síntomas más
importantes que deberían examinarse cuando se diagnostica un trastorno.
El diagnóstico de un trastorno mental debe tener utilidad clínica: debe ser útil para que el profesional determine el pronóstico, los
planes de tratamiento y los posibles resultados terapéuticos en sus pacientes.
Aunque el DSM ha sido una piedra angular en el progreso de la fiabilidad de los diagnósticos, se ha reconocido que en el pasado
la ciencia no estaba lo suficientemente madura como para conseguir diagnósticos completamente validados y que, por tanto, era
incapaz de proporcionar validadores científicos sistemáticos, sólidos y objetivos para cada trastorno individual del DSM.
Un aspecto importante deriva del reconocimiento general de que un sistema categorial demasiado rígido no capta la experiencia
clínica ni las observaciones científicas importantes.
El DSM debería suministrar vías para introducir abordajes dimensionales en los trastornos mentales, incluso en las dimensiones
que se sitúan entre las categorías actuales.
El DSM-5 se ha diseñado para satisfacer mejor la necesidad de contar con una descripción clara y concisa de cada trastorno
mental, organizada por criterios diagnósticos (categoriales) explícitos y complementada, cuando sea conveniente, con medidas
dimensionales que crucen los límites diagnósticos.
ACLARACIÓN IMPORTANTE
Una clasificación categorial está armada en base a tipos o clases, que se definen cada una de ellas por la ausencia/presencia de
determinadas características, lo que hace que se diferencien entre sí. Por ejemplo, la categoría “depresión” se define por la
presencia de ánimo triste y/o pérdida de placer e interés en cosas que antes se disfrutaban; si no se presentan esas
características, y en cambio se experimentan crisis de ansiedad, no se tiene depresión sino un trastorno de ansiedad.
Este tipo de clasificaciones tienen el beneficio de permitir detectar de manera clara y rápida si una persona presenta un
determinado trastorno mental o no, pero tiene la contra de que no permite distinguir que alguien puede estar algo triste y no por
eso tener depresión, o estar algo ansioso y no un trastorno de ansiedad.
En cambio, una clasificación dimensional está armada en base al grado de presencia de un determinado rasgo o atributo, es decir,
las dimensiones, que se definen por la “cantidad” en que se presenta una determinada característica. Por ejemplo, la depresión
desde una perspectiva dimensional se define por el grado de severidad o nivel de ánimo triste y de pérdida de placer.
Este tipo de clasificaciones suponen que todas las personas tienen los mismos atributos y para diagnosticar un trastorno mental se
debe conocer en qué cantidad se tiene cada atributo. Un ejemplo conocido es el test MIPS que mide cuánto se tiene de
determinados rasgos de personalidad (como extroversión/introversión). Si bien esta clasificación permite aportar mayor
información cualitativa sobre un fenómeno, al día de hoy no hay consenso sobre cuáles son los atributos que se deberían medir en
cada trastorno mental, ni cuáles serían los puntos de corte para distinguir salud de patología.
Por tal motivo, actualmente el DSM es una clasificación categorial, lo que conlleva diferentes limitaciones como veremos más
adelante.
ASPECTOS CULTURALES
Los trastornos mentales se definen en relación a las normas y valores culturales, sociales y familiares.
La cultura proporciona marcos interpretativos que dan forma a la experiencia y expresión de los síntomas, signos y
comportamiento que constituyen criterios para el diagnóstico.
Por tanto, la evaluación diagnóstica debe considerar si las experiencias, los síntomas y los comportamientos del individuo difieren
de las normas socioculturales y crean problemas de adaptación a las culturas de origen y en determinados contextos sociales o
familiares.
En el desarrollo del DSM-5 se han tenido en cuenta los aspectos esenciales de la cultura que son relevantes para la clasificación y
evaluación diagnóstica.
Los límites entre la normalidad y la patología de determinados tipos de comportamiento varían de una cultura a otra.
El reconocimiento del significado cultural puede corregir interpretaciones erróneas de la psicopatología, pero la cultura puede
también contribuir a la vulnerabilidad y al sufrimiento (p. ej., amplificando los miedos que mantienen un trastorno de pánico o
ansiedad en relación con la salud).
Las tradiciones, costumbres y significados culturales pueden también contribuir tanto al estigma como al apoyo en la respuesta
familiar y social a la enfermedad mental.
CRÍTICAS AL DSM
• Se arriba a un diagnóstico en base al juicio subjetivo del profesional, en lugar de basarse en medidas objetivas, tales como
análisis o pruebas biológicas.
• Como consecuencia de ser pensado como un manual descriptivo, no tiene en cuenta la etiología. El sufrimiento humano es el
resultado de una compleja combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales, lo que implica la necesidad de la
formulación psicológica y el necesario conocimiento de las historias de vida de los pacientes (en lugar o además del diagnóstico
psiquiátrico), es decir, de una evaluación y de un tratamiento psicológico individualizado, fundamentado en las terapias
psicológicas basadas en la evidencia.
• Las categorías incluyen grupos heterogéneos.
• Es muy frecuente la comorbilidad por criterios categoriales (la casi inexistencia de pacientes con un único diagnóstico puro).
• Esa comorbilidad no es explicada, simplemente es descripta.
CRITERIOS DE INVESTIGACIÓN
• Tal como se mencionó previamente, en un intento de ofrecer una solución a los problemas de la nosología asociada con el DSM y
la CIE, el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) desarrolló la Iniciativa de Criterios de Investigación (Research Domain
Criteria, RDoC), un nuevo marco para clasificar los trastornos mentales basado en dimensiones de comportamientos observables
y de mediciones neurobiológicas.
• Esta iniciativa es un intento de avanzar en el campo de la psiquiatría mediante la creación de un sistema de clasificación que
conceptualiza las enfermedades mentales como trastornos cerebrales.
• El NIMH (the National Institute of Mental Health) propone integrar los hallazgos de las ciencias modernas del cerebro para definir y
diagnosticar los trastornos mentales.
• El objetivo de este proyecto es desarrollar un sistema de clasificación para los trastornos mentales basado en dimensiones
bioconductuales que atraviesen las heterogéneas categorías actuales del DSM.
• El marco del RDoC asume que las disfunciones en los circuitos neuronales pueden ser identificadas con las herramientas de la
neurociencia clínica, incluyendo la electrofisiología, la neuroimagen funcional y los nuevos métodos para la cuantificación de las
conexiones en vivo.
• Hasta ahora el RDoC ha tenido una limitada utilidad clínica porque está destinado principalmente para el avance de futuras
investigaciones, no para guiar la toma de decisiones clínicas.
• Por otra parte, la iniciativa del RDoC comparte con el DSM la fuerte suposición teórica que los problemas psicológicos ("síntomas")
son causados por una enfermedad latente. En el caso del DSM, estas entidades latentes de enfermedad se miden a través del
informe de los síntomas y las impresiones clínicas, mientras que en el caso del RDoC se miden a través de instrumentos
biológicos (por ejemplo, las neuroimágenes) y sofisticadas pruebas de comportamiento (p. ej., pruebas genéticas).
Pero entonces…¿qué debemos hacer ante la consulta de una persona que presenta un intenso malestar y
disfuncionalidad en distintas áreas de su vida? ¿Se deben o no utilizar los manuales diagnósticos?
La respuesta es clara y sencilla: SÍ, deben utilizarse, por los beneficios que ya expusimos.
Pero deben ser empleados sin olvidar las limitaciones que presentan. Para superarlas será necesario complementar el diagnóstico
con otra información que nos hable del paciente, y no solamente de sus signos y síntomas.
Para ello, en la terapia cognitiva-conductual se debe realizar una conceptualización del caso antes de comenzar el tratamiento (y
que se irá actualizando a lo largo de éste hasta su finalización).
Una cosa es conocer el diagnóstico de un trastorno mental para informarle al paciente sobre el curso probable (con y sin
tratamiento), y para evaluar cuáles son los tratamientos con apoyo empírico para ser informados y ofrecidos. Pero otra distinta es
creer que una categoría diagnóstica –sin ninguna información del paciente- va a ser suficiente para planificar un tratamiento.
Si expusimos que lo más importante del diagnóstico tiene que ser la utilidad clínica (es decir, que le sirva al clínico a la hora de
tomar decisiones sobre el tratamiento), necesitamos entonces personalizar esa categoría diagnóstica. Se deberán conocer los
factores que predispusieron a la persona a desarrollar determinado trastorno mental, los que participaron en la precipitación del
mismo y, sobre todo, los que mantienen el problema.
No sólo es importante conocer el trastorno, sino más importante es conocer a la persona que lo padece
¿QUÉ ES LA CONCEPTUALIZACIÓN DEL CASO?
Una serie de hipótesis que establece una relación entre los diferentes problemas que afligen a un paciente determinado,
postulando los mecanismos psicológicos que pueden haber participado en la predisposición, desencadenamiento y mantenimiento
de estos problemas”.
(Persons y Davidson, 2001).
“Es una teoría idiográfica acerca de un paciente determinado, que se basa en una teoría general o nomotética”.
(Bruch, 1998; Persons, 1989, 2001).