Cuento - Secuencia
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Cuento - Secuencia
SECUENCIA DIDÁCTICA
CUENTO POLICIAL
6° Grado
Alumna:
2017
Contenidos a trabajar:
Cuento policial
Crónica periodística
Verbos en pretérito
Fundamentación:
Saber:
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Esto supone:
En la narración:
Identificar las personas, el tiempo y el espacio en los que ocurren los
hechos.
Identificar las acciones, su orden y las relaciones causales.
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Leer textos literarios, con la colaboración del docente, con el propósito
de identificar recursos propios del género (cuento policial).
Propósitos:
Objetivos:
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saben qué tipo de trabajo realiza diariamente. A partir de ello, los alumnos
despertarán los conocimientos previos, relacionándolo con el género policial.
El cuento elegido es “El crimen casi perfecto”, de Roberto Arlt. Una copia
será entregada a cada alumno luego de la lectura, para trabajar en forma
grupal. La razón por la que la copia no se entrega antes es porque, en primer
lugar, se perdería la “magia” del detective que se presenta ante ellos para
contar su caso, y en segundo lugar, porque esta “actuación” se realiza como
una forma de despertar sus conocimientos previos.
Lo más curioso del caso es que aquel día los tres hermanos almorzaron con la suicida para
festejar su cumpleaños, y ella, a su vez, en ningún momento dejó de traslucir su intención
funesta. Comieron todos alegremente; luego, a las dos de la tarde, los hombres se retiraron.
Sus declaraciones coincidían en un todo con las de la antigua doméstica que servía hacía
muchos años a la señora Stevens. Esta mujer, que dormía afuera del departamento, a las
siete de la tarde se retiró a su casa. La última orden que recibió de la señora Stevens fue que
le enviara por el portero un diario de la tarde. La criada se marchó; a las siete y diez el
portero le entregó a la señora Stevens el diario pedido y el proceso de acción que ésta siguió
antes de matarse se presume lógicamente así: la propietaria revisó las adiciones en las
libretas donde llevaba anotadas las entradas y salidas de su contabilidad doméstica, porque
las libretas se encontraban sobre la mesa del comedor con algunos gastos del día
subrayados; luego se sirvió un vaso de agua con whisky, y en esta mezcla arrojó
aproximadamente medio gramo de cianuro de potasio. A continuación, se puso a leer el
diario, bebió el veneno, y al sentirse morir trató de ponerse de pie y cayó sobre la alfombra.
El periódico fue hallado entre sus dedos tremendamente contraídos.
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Tal era la primera hipótesis que se desprendía del conjunto de cosas ordenadas
pacíficamente en el interior del departamento, pero, como se puede apreciar, este proceso
de suicidio está cargado de absurdos psicológicos. Ninguno de los funcionarios que
intervinimos en la investigación podíamos aceptar congruentemente que la señora Stevens
se hubiese suicidado.
Sin embargo, únicamente la Stevens podía haber echado el cianuro en el vaso. El whisky no
contenía veneno. El agua que se agregó al whisky también era pura. Podía presumirse que
el veneno había sido depositado en el fondo o las paredes de la copa, pero el vaso utilizado
por la suicida había sido retirado de un anaquel donde se hallaba una docena de vasos del
mismo estilo; de manera que el presunto asesino no podía saber si la Stevens iba a utilizar
éste o aquél. La oficina policial de química nos informó que ninguno de los vasos contenía
veneno adherido a sus paredes.
El asunto no era fácil. Las primeras pruebas, pruebas mecánicas como las llamaba yo, nos
inclinaban a aceptar que la viuda se había quitado la vida por su propia mano, pero la
evidencia de que ella estaba distraída leyendo un periódico cuando la sorprendió la muerte
transformaba en disparatada la prueba mecánica del suicidio.
Tal era la situación técnica del caso cuando yo fui designado por mis superiores para
continuar ocupándome de él. En cuanto a los informes de nuestro gabinete de análisis, no
cabían dudas.
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Tales eran los hermanos de la señora Stevens. En cuanto a ésta, había enviudado tres
veces.
El día del “suicidio” cumplió 68 años; pero era una mujer extraordinariamente conservada,
gruesa, robusta, enérgica, con el cabello totalmente renegrido. Podía aspirar a casarse una
cuarta vez y manejaba su casa alegremente y con puño duro. Aficionada a los placeres de
la mesa, su despensa estaba provista de vinos y comestibles, y no cabe duda de que sin
aquel “accidente” la viuda hubiera vivido cien años. Suponer que una mujer de ese
carácter era capaz de suicidarse, es desconocer la naturaleza humana. Su muerte
beneficiaba a cada uno de los tres hermanos con doscientos treinta mil pesos.
La criada de la muerta era una mujer casi estúpida, y utilizada por aquélla en las labores
groseras de la casa. Ahora estaba prácticamente aterrorizada al verse engranada en un
procedimiento judicial.
El cadáver fue descubierto por el portero y la sirvienta a las siete de la mañana, hora en
que ésta, no pudiendo abrir la puerta porque las hojas estaban aseguradas por dentro con
cadenas de acero, llamó en su auxilio al encargado de la casa. A las once de la mañana,
como creo haber dicho anteriormente, estaban en nuestro poder los informes del
laboratorio de análisis, a las tres de la tarde abandonaba yo la habitación donde quedaba
detenida la sirvienta, con una idea brincando en mi imaginación: ¿y si alguien había
entrado en el departamento de la viuda rompiendo un vidrio de la ventana y colocando
otro después que volcó el veneno en el vaso? Era una fantasía de novela policial, pero
convenía verificar la hipótesis.
Salí decepcionado del departamento. Mi conjetura era absolutamente disparatada: la
masilla solidificada no revelaba mudanza alguna.
Eché a caminar sin prisa. El “suicidio” de la señora Stevens me preocupaba (diré una
enormidad) no policialmente, sino deportivamente.
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Una hora después nos encontrábamos en el departamento de la suicida con el químico
de nuestra oficina de análisis, el técnico retiró el agua que se encontraba en el depósito
congelador de la heladera y varios pancitos de hielo. El químico inició la operación
destinada a revelar la presencia del tóxico, y a los pocos minutos pudo manifestarnos: –
El agua está envenenada y los panes de este hielo están fabricados con agua
envenenada.
Para comenzar la lectura, les dice que ha venido a contarles un caso que tuvo
hace poco tiempo. Les cuenta que como tenía miedo de olvidarlo, lo escribió en
un cuaderno y que va a leérselos.
Antes de comenzar, les pregunta: (el objetivo es descubrir los conocimientos
previos de los alumnos)
¿De qué creen que va a tratar el caso que les voy a contar?
¿Creen que fue difícil resolverlo?
Comienza la lectura.
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(Las preguntas que se realizarán en cada parada, dependerán de la situación
ocurrida en el texto, con el objetivo de indagar las hipótesis que los alumnos
vayan construyendo y así, poder afirmarlos o refutarlas.)
Responder:
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Para finalizar la sesión, se hará una puesta en común de las respuestas.
De esta forma, los alumnos fijarán las características del cuento policial.
En la carpeta:
1- Hago una lista ordenada con los sucesos narrados en el cuento: “El
crimen casi perfecto”, de Roberto Arlt. .
2- Reconocemos las características del relato policial.
Características del relato policial:
1- Los personajes principales: el detective y los sospechosos.
2- El delito cometido y las pistas (verdaderas y falsas) que sigue
el investigador.
3- La resolución del misterio.
4- El tiempo: presente – pasado.
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Al finalizar esta actividad, la docente les pedirá que marquen los verbos del
tiempo pasado del último párrafo del cuento.
Luego les entregará una fotocopia (ver anexo: fotocopia 1).
A partir de la lectura, los alumnos distinguirán entre los verbos en pretérito
perfecto simple e imperfecto. Luego, se realizará entre todos, y en el pizarrón,
una línea de tiempo con los verbos que hacen avanzar la narración. Una vez
realizada, se agregarán los verbos que describen o hablan de hábitos en el
pasado (ver anexo: imagen 1).
En la carpeta:
Encontramos los verbos en pasado del último párrafo del cuento “El
crimen casi perfecto”.
Realizamos una línea del tiempo con los verbos elegidos.
11 y Crónica.
2- Leemos las definiciones de Noticia
Luego de realizada la actividad, se hará una puesta en común.
Se buscará en el diccionario el significado de la palabra “especial”, se copiará
en el cuaderno y luego se le pedirá a cada alumno que explique con sus
palabras qué significa que algo sea especial.
Con la puesta en común, la docente llevará a los alumnos hacia el significado
de las palabras “subjetividad” y “objetividad”, mostrando que cada uno de ellos
define especial de una manera diferente.
Después se les pedirá que encuentren en el texto aquellas palabras que
pueden significar diferentes cosas para dos personas: por ejemplo, el término
belleza tiene una sola definición, pero lo que cada uno considera bello es
diferente.
En la carpeta:
2- Explicamos con nuestras palabras qué significa que algo sea especial.
La docente propone que a partir del cuento policial trabajado en las sesiones
anteriores, los alumnos divididos en grupo elaboren una crónica policial.
La docente realizará, junto a los alumnos, un esquema sobre las partes de la
crónica en el pizarrón, destacando el uso de paratextos: título, imágenes, etc.
Luego les entregará una fotocopia en la que encontrarán recursos propios de
la crónica: testimonios, datos exactos, evaluaciones personales. (En esta
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fotocopia se encuentra un ejemplo parecido al esquema que se realizó en el
pizarrón). (Ver anexo: fotocopia 4)
En la carpeta:
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Criterios de evaluación
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Reconocer los tiempos verbales: pretérito perfecto simple y pretérito
imperfecto.
Bibliografía
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Anexo
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