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Santa Clara

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“Vida

transparente”
Santa Clara era de familia
noble. Desde niña aprendió de
su madre, la beata Ortolana, la
piedad y el celo por el Señor.
Desde pequeña fue asidua a la oración y
mortificación. Siempre mostró gran
desapego de las cosas del mundo y deseo
de crecer en su vida espiritual.
Clara se sentía unida
espiritualmente con
Francisco y los suyos.

Un día de tormenta
se compadeció de
ellos y les dio un
pan.
Aunque tenía prohibido ver a los
“Hermanos Menores”, procuraba
cuidar de ellos enviando a una de sus
criadas.
La conversión de santa Clara hacia la plena
santidad fue al escuchar un sermón de san
Francisco.
Insistía que para
tener plena libertad
en seguir a
Jesucristo hay que
librarse de las
riquezas y bienes
materiales.
Clara tenía 18 años.
Al oír a san Francisco se dijo: “Este es el
momento; ha llegado el tiempo de dirigirme a
Él que me habla al corazón. Es el tiempo de
escoger”.

Sintió la
confirmación
de lo que venía
experimentando
en su interior.
El domingo de ramos de 1212, engalanada, asistió a
misa.

Pero mientras los demás iban a por la palma, ella se


quedó ensimismada en su sitio. Entonces el obispo
descendió del altar y le colocó la palma en su mano.
Aquella misma noche tomó la decisión
de comunicárselo a Francisco y de no
poner obstáculo a la llamada del Señor

En Él
ponía toda
su fuerza y
esperanza.
Encontró una oposición muy grande
en su familia
Ese domingo de ramos de 1212 tuvo que
escaparse de su casa para ir al encuentro
de Francisco y los “hermanos menores”
en la Porciúncula.
Quería
consagrarse
a Jesús por
medio de
Francisco

En Jesús veía la luz en


medio de la oscuridad.
Veía en El el cambio, el
poder, el puro Amor.
Como primer
paso Francisco
le corta a
Clara su larga
y hermosa
cabellera
poniéndole un
sencillo
manto.
De rodillas Clara hace la promesa de renunciar a
las riquezas y comodidades del mundo para dedi-
carse a una vida de oración, pobreza y penitencia.
No quiso tener otro señor
más que el que dio la vida
por todos nosotros.

Quería entregarse a Dios de una manera


total y radical
No todo fue
fácil. Debe huir
de la furia de su
padre
refugiándose en
un convento de
benedictinas.

La firmeza de su fe en Dios unida a su


humildad y deseo de entrega y servicio
terminan por vencer las dificultades.
Pronto Luego
vienen vendrían
seguidoras: otras
impulsadas
Su por el
hermana carisma de
Inés y su amor y de
pobreza.
prima
Pacífica.
La nueva comunidad comienza en la vieja capilla de san
Damián.
La nueva comunidad comienza en la vieja
capilla de san Damián.

San Francisco y compañeros habían hecho unos


Francisco
arreglosyindispensables
sus compañeros hicieron
para poder los arreglos
habitar.
más indispensables para poder habitar.
Cuando se trasladan las primeras clarisas a
san Damián, san Francisco pone al frente de la
comunidad, como guía de las “damas pobres”,
a santa Clara.
Ella acepta el estar al frente de la comunidad
como un medio de renunciar a su voluntad y
ser verdaderamente esclava.
Es la madre amorosa de sus hijas espirituales,
siendo fiel custodia y prodigiosa sanadora de
las enfermas.
Santa Clara acostumbraba tomar los
trabajos más difíciles y estaba pendiente
de los detalles más pequeños dando
respuesta al llamado de responsabilidad
que Dios había puesto en sus manos.
El amor
al Señor Ella
la decía:
impulsa-
“El
ba a toda
clase de
amor
sacrifi- que no
cios y puede
peniten- sufrir
cias. no es
digno
de ese
nombr
Santa Clara era un
ejemplo de
humildad. Lo que
ella mandaba a sus
hijas lo cumplía
primero ella misma
con toda perfección.
Se exigía más de lo
que pedía a sus
hermanas.
Para santa Clara la pobreza
era el camino por el que
podía alcanzar más
perfectamente la unión con
Cristo, pobre en el pesebre y
llevado a su cúlmen en la
cruz.

El desapego de todo era


para tener un verdadero
abandono en la
Providencia de Dios.
Era exigente con ella
misma en las
mortificaciones.
Todo lo hacía llena
de amor.

Su gran anhelo era vivir, servir y desear


solamente a su amado Jesús.
Para santa Clara la oración era la alegría, la
vida, la fuente y manantial de todas las gracias.

Muchas veces oraba cubierta


de lágrimas o sintiendo el
gozo de la presencia del Señor
en la Eucaristía o movida por
el dolor de los pecados,
propios o ajenos.
Cuando salía de
la oración su
semblante
irradiaba
felicidad y sus
palabras eran tan
ardientes que
movían y
despertaban el
amor por el
Señor.
Ella decía: Hay unos
que no rezan ni se
sacrifican; hay
muchos que sólo
viven para la idolatría
de los sentidos.

Ha de haber compensación.
Alguien debe rezar y sacrificarse
por los que no lo hacen.
En 1241 los sarracenos atacaron
la ciudad de Asís.
Cuando se
acercaban a
atacar el
convento
que está en
la falda de la
loma, en el
exterior de
las murallas
de Asís...
las monjas se fueron
a rezar muy
asustadas, y santa
Clara, que era
extraordinariamente
devota del Santísimo
Sacramento, tomó en
sus manos la
custodia con la
hostia consagrada y
se les enfrentó a los
atacantes.
Ellos experimentaron en ese momento tan
terrible oleada de terror que huyeron
despavoridos.
En otra ocasión fueron otros atacantes contra
Asís. Clara y sus monjas oran ante el Santísimo,
de modo que se produce una tal tormenta que el
ejército se desbarata y deben huir.
La última visita de san Francisco al convento de
san Damián fue estando casi ciego.
Día triste para
santa Clara
fue cuando se
enteró de la
muerte de su
padre y
maestro, san
Francisco.
Los “hermanos menores” tuvieron la delicadeza de pasar
con el cadáver de san Francisco ante el convento de santa
Clara para que pudieran despedirle.
Santa Clara daría gracias a Dios por los buenos
ratos que pasó escuchando a san Francisco
recitar el “Cántico de las creaturas”.
Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor...

Las criaturas todas, load a mi Señor.


Mucho se ayudaron mutuamente Clara y Francisco.

Estaban unidos por el mismo amor a Cristo.


En el año 1228 el papa fue a Asís para
canonizar a san Francisco. Y fue a visitar
a las “damas pobres” de san Damián.

Como el papa
no quería que
viviesen en
plena
pobreza, santa
Clara tuvo
que pedírselo
llorando.
Sólo tres días antes de su muerte recibió
el decreto papal definitivo aprobando la
regla según el parecer de santa Clara.
El 10 de Agosto del año 1253, a los 60
años de edad y 31 de ser religiosa, santa
Clara se fue al cielo a recibir su premio.
Dos años después era declarada santa por el
papa Alejandro 4º. Entonces dijo el papa:

“Fue alto candelabro de santidad,


rutilante de luz esplendorosa ante
el tabernáculo del Señor; a su
ingente luz acudieron y acuden
muchas vírgenes para encender
sus lámparas. Ella cultivó la viña
de la pobreza de la que se recogen
abundantes y ricos frutos de
salud... Ella fue la abanderada de
los pobres, caudillo de los
humildes, maestra de continencia
y abadesa de penitentes.”
Automático
Clara, ilumina
el seguir

el silencio
interior,
Pobre entre
los pobres,
gana el
corazón.
Eres fuerte y
joven, símbolo
de paz
Clara,
imagen
de
Dios.
Pobre
entre
los
pobres,
gana el
corazón
Eres fuerte y
joven, símbolo
de paz
AMÉN

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