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SAN JERÓNIMO DE TUNÁN Orfebreria

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SAN JERÓNIMO DE TUNÁN

En el corazón del Valle del Mantaro, a la margen izquierda del río caudaloso, en la Región Junín,
Perú.

con un tapiz de maizales, alcachofas, alfalfa y los frondosos eucaliptos, cielo azul, gente
trabajadora y sencilla que brinda sus manos con calidez y nobleza.

Los Avelinos de San Jerónimo de Tunán héroes de la resistencia con el brujo de los Andes en la
Guerra con Chile.

San Jerónimo de Tunán tiene historia.

TEXTO, FOTOGRAFÍA Y MAQUETACIÓN:

UBICACIÓN

Plaza Norte, Lima. Seis de la mañana. Es un magnífico día para viajar a la siempre cálida sierra
central del Perú. La tierra de los chalay santos, San Jerónimo de Tunán, nos espera para conocer el
pueblo y a su gente. Allá vamos.

Nuestro equipaje es breve, demasiado si lo comparamos con nuestra ilusión. Después de seis
horas de recorrido, bajamos en el paradero que queda frente a la plaza principal, en la avenida
Arequipa. Allá, casi en la misma proporción, conviven tiendas de joyería y carpas. En las primeras,
brillan las piezas de filigrana trabajadas en oro o en plata; y en las segundas, hacen humeante
presencia los caldos de cabeza de carnero, el café de cebada y el pan con lechón caliente. Es el
desayuno del pueblo, y desde ese ritual que implica saborearlo, miramos absortos cómo unas
manos proverbiales, hilvanan hilos de metal hasta quedar convertidas en figuras cotidianas.
ORFEBRERÍA

Esta actividad no es fortuita. Don Ronald Meza y su esposa Beatriz Sebalto, dueños de la joyería
San Jerónimo, situada en la misma avenida, cuentan que varias generaciones de familias se
dedican a la orfebrería de oro y plata y se han especializado en filigrana, martillados, vaciados
cincelados y esmaltados con hilos de plata.

“Toda la familia está unida al arte del oro y la plata” explica don Ronald, quien, con un gesto
amable, nos desplaza por un camino que conduce a su taller. Allí comprendemos, por ejemplo, la
referencia que se hace en las Tradiciones peruanas a la figura de Catalina Huanca: humilde,
caritativa, pero de impresionante riqueza. La leyenda, que me muchas veces se confunde con la
historia, dice que una ascendencia incaica está oculta en las profundidades de la tierra, que es una
ciudad de oro y que Catalina Huanca es la princesa que recibe las ofrendas. Esa riqueza delineó, de
algún modo, lo que ocurre hoy en el distrito huancaíno de San Jerónimo de Tunán.

A finales de ese siglo, Jerónimo Guacrapaucar, cacique de Urin Wanqa empieza la construcción del
templo de San Jerónimo y manda a hacer parte de los adornos de plata de los santos a España y
otra parte se produce en San Jerónimo.

HISTORIA

San Jerónimo de Tunán, destaca desde la primera mitad del siglo XX, en la filigrana, una técnica de
elaboración de joyas conocida en oro y plata. Se ha observado que algunas familias han masificado
por generaciones el trabajo fino.

Sobre la tradición de orfebrería en San Jerónimo de Tunán encontramos varias referencias, como
en el Compendio y Descripción de las Indias Occidentales del cronista Vásquez de Espinoza
difundido en 1565, donde se menciona a los “indios plateros” del valle de Jauja…“con muy
diferentes herramientas que las nuestras, labran y hacen cosas de mucho primor, no tienen
martillos, sino a su usanza, un pedazo de metal de bronce con cuatro esquinas y aquel que les
sirve de martillo y con el que labran cuanto quieren, sus fuelles son unos cañutos”.

A finales de ese siglo, Jerónimo Guacrapaucar, cacique de Urin Wanqa empieza la construcción del
templo de San Jerónimo y manda a hacer parte de los adornos de plata de los santos a España y
otra parte se produce en San Jerónimo.
Durante el siglo XIX los orfebres de San Jerónimo de Tunán labraban en níquel y bronce, para
realizar piezas como anillos o aretes, así como los relacionados con los templos, como arneses o
incensarios. Hacia finales de ese siglo se incorporan pasadores y remaches para bridas, y monturas
de caballos; es también en esa época que empezamos a encontrarnos con algunos nombres de los
orfebres, como Marcelino Ricse y Juan Bonifacio. En los primeros años del siglo XX aparece Manuel
Sanabria, quien, junto con su hijo, también Manuel, recupera el trabajo de labrado sobre plata
dejando a un lado el níquel. En 1925 el orfebre Luis Véliz Inga viaja a Ayacucho y observa los
trabajos de filigrana y cincelado en láminas. Podríamos decir que la filigrana de San Jerónimo de
Tunán nace cuando, a su regreso, convoca y enseña la técnica al grupo de orfebres de quienes
parte la tradición de la filigrana de San Jerónimo de Tunán.

Son reconocidos Edilberto Meza, Jacinto Loroña, Paulino Santibáñez, Fermín de la Cruz, Augusto
Loroña, Juan Porras, Benigno Sánchez, Sebastián Ríos, Máximo y Ricardo Véliz, Amador Castillo,
Juana Vásquez, Paulino y Jeremías Ledesma, Isidro Tello, Silvestre Calderón y Teófilo Manrique. A
mediados de la década de 1940, el destacado filigranista Sebastián Ríos León obtuvo un
reconocimiento en el Concurso de Plateros de Lima, lo que llamó la atención de las autoridades
del Ministerio de Educación de la época, quienes decidieron crear el Instituto Industrial N° 23 de
San Jerónimo de Tunán, que contaba entre sus especialidades con la de platería y filigrana.

A finales de la década de 1940 casi todas las casas de San Jerónimo de Tunán se habían convertido
en talleres alcanzando su mayor producción y llegando a mercados internacionales. En 1947 se
organiza el primer Concurso Nacional de Platería y Filigrana que contó con la asistencia de
delegaciones de Ayacucho, Cusco, Arequipa, Piura, Lima y San Jerónimo, y fue esta la más
premiada. Paulino Ledesma Sánchez fue el primer filigranista de San Jerónimo de Tunán en
obtener el primer premio en el Concurso Nacional de Artesanía, en 1967.

Su comercialización ha encontrado diferentes canales, como la Feria de Huancayo en la que San


Jerónimo de Tunán ha tenido tradicionalmente una presencia destacada y donde vestidos con sus
trajes típicos, un centenar de artesanos ocupa más de una cuadra. Otro grupo viaja alrededor del
país, a las diferentes ferias artesanales.

Los artesanos en San Jerónimo de Tunán son guardianes del conocimiento ancestral con alta
especialización y dominio de la técnica de producción, con capacidad de utilizar casi cualquier
temática y desarrollar piezas escultóricas con la identificación de su iconografía y simbolismos que
reflejen sus costumbres de enfoque comercial hacia el turismo de alto nivel en San Jerónimo de
Tunán.
IGLESIA

La iglesia del pueblo tiene brillo propio, es una de las mejores iglesias de la zona y es, sin duda, un
atractivo que todos deben conocer.

Es en la parafernalia religiosa presente en fiestas patronales de los pueblos de Junín, e incluso de


Huancavelica y Ayacucho— donde se genera gran demanda por coronas, cruces y adornos que
llevan las imágenes de los santos patronos. A esto se suman prendedores, aretes y anillos que
usan los bailantes para sobresalir. El arte, total, queda en casa, aunque también llega a Lima y gran
parte de Europa y Asia.

La Iglesia Matriz, la más antigua en el valle del Mantaro, construida entre 1540 y 1560, con bellos
altares de estilo barroco, churrigueresco y romano, pinturas murales del siglo XVI que conservan
cuadros pintados con representación de Ángeles, la Virgen María y San Jerónimo.

Tres campanas fundidas con aleación de oro y bronce, el tañer de ellas convocan un sonido
especial para la misa, reuniones del poblado o anuncia la muerte de un parroquiano.

En1854 fue enriquecida con pinturas traídas desde el Cusco, Ayacucho y en 1935 fue remodelada,
para que el 30 de octubre de 1940, el presidente de la Republica, Dr. Manuel Carlos Prado y
Ugarteche, declaro Monumento Artístico por su gran valor arquitectónico y artístico.

Lastimosamente el tiempo y el clima son los peores enemigos para el deterioro de la Iglesia, la
falta de especialistas en conservación y restauración hacen que en la actualidad haya sido
declarado por el Gobierno Regional Junín en situación de alto riesgo por el mal estado de
conservación y deterioro de sus componentes estructurales que lo califican en situación de peligro
inminente.

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