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Una Hoja en Blanco Representa La Muerte o La Vida

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una hoja en blanco representa la muerte o la vida

es un vació
desconocido e insólito
al mismo tiempo
el mundo es un arte vivo que se transforma
yo ahora estoy viendo como cae la tarde
a través de la ventana
y pienso en todas las mujeres que harán lo mismo en este momento
en todas las mujeres que alguna vez sobre esta tierra vieron
como el sol se escondía en el horizonte
Y puedo poner en palabras todo eso
pero el sol
es algo que las palabras no llegan a abrazar
la tarde cae
cae otra vida
en las veredas juegan los jóvenes
se ríen
el viento les trae historias que nadie ha llegado a contar
una vez salió el sol- dice el viento -y así comenzó el día…

-Las mujeres no leen.

- Las mujeres no escriben...


todas las horas
el viento
interminable
todos los días
la tierra en el espejo
todo
un tiempo
los tiempos en mi cara
en mi mente
en las lágrimas
en el cuchillo ensangrentado
en las marcas de mi cuerpo cansado
todas las horas
cada minuto
minutos que espero
esperar
esperarme
esperar un tiempo
esperarte en los instantes
todas las horas
que llevo aquí sentada
que llevo allá parada
que nunca tendré
que nunca nunca nunca

las horas
Cuando tenía dieciséis encontré un libro de poemas y textos breves en el escritorio de
mi padre. Estaba guardado bajo llave. Creí en ese momento, que lo escondía para sí
mismo como un deleite personal, hasta que comprendí que no era un poema para
hombres. Fue tan severo el castigo que me dio por haberlo encontrado simplemente
que nunca me volví a acercar a él.
No sé por qué mi padre quiso asegurarse de que ese libro llegara a mis manos después
de que él muriese, pero creo que él quería decirme algo.
Las palabras sólo son lo que yo he hecho de ellas. Ahora, afuera, está la calle, sí
pudiera sentir lo que sentí cuando leí ese poema toda la vida, no dudaría en correr bajo
este cielo, entre los autos sin detenerme nunca.

-tengo miedo de mí cuando mis pensamientos aparecen

Hubo un tiempo en donde creí poder ser inmortal. Hubo un tiempo en donde creí que
me amaban.
No quiero hablar de amor esta noche y volverme nostálgica.
Pero este tango que suena en los cuartos vacíos de la casa me lleva hasta las sombras.
No había pisado este lugar en años.
No habíamos pisado este lugar en años. Ella y yo somos una ahora.
Y ahora estoy aquí, y los recuerdos se vuelven insoportables.
Cada puerta al abrirse, trae consigo miles de secretos que creí enterrados para
siempre en mi memoria. Ahora están aquí. Todos sueltos. Flotan por el aire, me
atraviesan y se ríen en mi cara. Me miran y dicen -Sara ¿porqué nos olvidaste?
¿Porqué te fuiste aquel día?

La vida de mis padres dependía del campo. Mi padre fue hijo de estancieros, y eso
éramos nosotros. Mi madre, en cambio, era la simple hija de un peón que tuvo suerte
de que el hijo del jefe se fijara en ella. Si se le puede decir así. No había recibido
gran educación, lo que no hacía nada extraño para mí su rechazo a la literatura y su
enojo constante en mi interés en los libros. Nunca desistió, ni dejó de intentar
alejarme de ellos. Yo odiaba su actitud, a tal punto que fui alejándome cada vez más
de ella. Llegamos a no hablarnos. Ella sólo demostraba interés porque me casara y no
que me preocupara por lo que ella llamaba “tonterías inútiles y sin sentido”

Hay un recuerdo en mi mente de cuando era chica que todavía sigue invadiendo mi
mente. Era una noche de lluvia. Siempre la lluvia. Mi madre y yo habíamos preparado
un bizcochuelo. Cuando lo sacamos del horno mi madre abrió la puerta de la cocina que
daba al patio y me contó una historia. Me dijo que la lluvia era inmortal, que el acto de
llover era una acto interminable y que el tiempo no puede controlarlo. “Ayer llovió,
quizá mañana lloverá, hace miles de años llovió sobre esta tierra. La lluvia no tiene
huellas de tiempo ni de olvido, todos los hombres y mujeres de este mundo han visto
llover alguna vez y otros también lo harán”.
Ese fue el único momento en que mi madre se comportó conmigo como quien realmente
era. Pero sólo fue un breve instante. Luego de eso se incorporó, cortó tres pedazos
grandes de bizcochuelo y se lo llevó a mi padre.
Por eso quizá cuando diez años después me fui de casa lo hice un día de lluvia, y quizá
tal vez por esa misma razón sentí una gran libertad y también lloré ese día.

Cantan canciones
qué otra cosa podrían hacer
los hombres que trabajan el trigo
los que caminan por las calles llenas de humo
Bajo la luna
Cantan
Y sueñan con lo que nadie toca
Y cantan lo que la vida no les dará nunca.

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