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BIBLIOTECA de LA NACIÓN
ROBERTO PROCTOR
LONDRES
IMPRESO PARA
ARCHIBALDO CONSTABLE Y C.*, Edimburgo,
Y HURST, ROBINSON Y C.% Londres.
1825
BUENOS AIRES
1919
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LJBRARY
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Derechos reservados.
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índice
-PiGS.
— — — —
mino. Bustamante. Casablianca. El terremoto 83
XVI. ^Valparaíso. —
Efectos del terremoto. —
Entrevista con
— —
O'Higgins. Su carácter. Asesiniatos en Chile 90
XVII. —Embarque para Lima y entrada en el Callao. — Camino a
Lima. — La- Alameda 94
XVIII.— Descripción de Lima. — El palacio, la catedral, el cabildo.
Las Iglesias, la Inquisición, la moneda, los mercados, etc. 99
XIX. —Retrospocto de loa asuntos después del retiro de San Mar-
tín. — Derrota de Alvarado. — Riva Agüero : su nombra-
miento y carácter 105
XX. — Noticia del avance realista, y alarma en Lima. — Disolu-
ción del congreso. —Fug'ft al Callao. — Tratamiento de los
'
españolee residentes en Lima. —Visita a la ciudad 112
XXI. — Estado del CaUao. — Entrada del ejército español en Lima.
— Carácter del general Sucre. —Partida del Congreso pa-
ra TrujiUo. — Noticias de Lima 119
XXII. —Entrevistas del capitán Prescott con Canterac. — Carácter
de Canterac y de los generales Loriga, MiUer y Raulet.
—Amago de ataque al CaUao.—Nueva expedición a In-
termedios 125
XXIII.—Viaje a TrujiUo. —Huacho y sus habitantes indios. — Di-
ficultad para conseguir caballos. — El país cerca de Hua-
cho. — Huaura y el desierto arenoso 131
XXIV. — Supe. — Cena con el gobernador. —Barranca y su río. —Pa-
tilvica. — Agricultura peruana. — Ruinas indias y descrip-
ción de la costa y' país 137
XXV. —Asesinatos de viajeros. — Salvaje orilla inhospitalaria. — Di-
ficultades del camino. — Guarmey. — El cura la canción
«y
de su concubina 144
XXVI. —Paso del río. —Viru.—Mocua.— Llegada a TrujiUo. — Su as-
pecto. — Situación y comercio. —Huanchaco 150
XXVII. —Visita al presidente. — Disolución foríosa del Congreso y
nombramiento de un Senado. —Regreso a Lima. — Ata-
que por ladrones. — Historia de un inglés.- 156
XXVIII. — Despido el guía. —La loma. —Los pesioadores y un inciden-
te referente al sitio. —Ohancay. —Entrada en Lima y
efectos recientes de la guerra 163
XXIX. — Entrada en Lima. — Conducta de los realistas mientras la
ocuparon. —Montoneros y su institución y usos. — El mar-
qués de Torre Tagle proclamado presidente. — Su carácter, 170
XXX. — Damas limeñas, su educación, vestido, costumbres y ocu-
paciones. —Ocupaciones ordinarias de la familia duran-
te el día 175
XXXI. —Loa 1^'meños. — Población y ?as clases principales. — Sacer-
dotes y su influencia. — Ceremonias religoeas. —Funera-
les.—Repiques. —Un bautizo 185
XXXII. — Llegada de Bolívar el libertador. — Su persona y aspecto.
Visita al teatro. — Descripción de la casa. — Corrida de
toros y descripción de la plaza 192
XXXIII. — Recibimiento de Bolívar. — Ceremonias y desfiles antes de
la lidia. — Descripción de las corridas de toros 197
XXXIV. — Derrota de Santa Cruz.—-Su expedición y fracaso. — La
Paz. —BataUa de Zepita. — Fuga de Santa Cruz 203
XXXV.—Expediciones de los generales MiUer, Alvarado y Sucre.
Crítica situación del Perú. — El regimiento de los inocen-
tes. — Revuelta de Riva Agüero. — Carácter de VaJdez... 210
I
—
—5—
PÍG8.
XXXVI. — Declaración —
de puorra contra Riva Agüero. Tcrminftción
de los —
amagos de guerra civil. Examen do los móvi-
les y miras do Riva Agüero. —Su esoaiM) para Inglaterra. 217
XXXVII. — Medidas tomadas por Bolívar para la prx)secución de la
— Nucirá
guerra. Constitución. — Escasez de dinero en Li-
— Monto del comercio del Perú con la Gran Breta-
ma.
ña. — Modo de hacerlo 223
XXXVIII. — Chorrillos, ol Brighton de Lima. —Baño de damas. — Habi-
tantes indios. — Miraflores. — Nieblas del invierno. — El chu- ,
Carlos A. A,ldao.
PREFACIO
CAPITULO I
— 17 —
En seguida contraté un correo del Gobierno. Es-
tos hombres, criados en el camino de Buenos Aires a
Valparaíso, ce hacen cargo del manejo completo de la
jornada y son responsables de todo. Se les paga cien
pesos hasta Mendoza y cincuenta más a Santiago.
Contratado uno a mi satisf ación, inmediatamente se
puso a la obra de buscar peones, que se consiguen a
veinte pesos por viaje, y, ayudado por ellos, el correo
procede a aprontar los carruajes para la jornada. Con
este objeto remojan cueros vacunos hasta ablandar-
los por completo y luego los cortan en tiras delgadas
envolviendo con ellas los rayos de las ruedas, las va-
ras y los elásticos. Esta envoltura se contrae tanto al
secarse que se adhiere fortísimamente, y no sólo re-
fuerza las diferentes partes, sino que impide a la ma-
dera de las ruedas calentarse en las junturas.
Como los lujos y algunas cosas necesarias son es-
casísimos en el camino, se acostumbra llevar algún
vino, aguardiente, bizcochos, y yerba mate del Pa-
raguay que reemplaza al te. La consumen los peones
y se tiene por especialmente refrescante para la fa-
tiga. Llevábamos también paquetes de cigarrillos y
de azúcar para regalos y así asegurar la buena vo-
luntad de los habitantes en el viaje.
Los carruajes, en vez de varas ^ tenían pértigo con
travesano en la punta, agujereado en ambos extremos,
al que se atan con soga de cuero caballos muy aris-
cos, prendida en la argolla del recado, y la soga se pa-
sa varias veces por el agujeto del travesano. Cada ca-
ballo va montado por un peón y no se usa más arnés
que recado' y brida los animales van atados al ca-
;
II
—
PARTIDA DE BUENOS AIRES. DESCRIPCIÓN. DEL CAMI-
NO. — —
LA PRIMERA POSTA. CENA Y MANERAS DE LOS
— —
PEONES. TROPAS DE CARROS. UNA TOl^MENTA.
LÍMITE DE BUENOS AIRES.
AFICIONES AL JUEGO. —
SUELO Y CLIMA. BOLEADA —
—
DE AVESTRUCES. ANIMALES, ETC. DE LAS PAMPAS.
jinetes y muy
habilidosos en el manejo del lazo, que
siempre llevan arrollado a la grupa y lo usan para to-
do. La montura es un lomillo sobre jergas para no
lastimar el lomo del animal, y encima del lomillo po-
nen dos o tres cueros de oveja para blandura los :
— 26 —
el ruano y el overo y produce un efecto precioso ver
;
—
ACCIDENTE EN ÜN ARROYO. INSTALACIÓN DE UNA GUAR-
DIA. — CANCIÓN NACIONAL. —
VILLORRIOS DE CRUZ
ALTA, CABEZA DE TIGRE Y SALADILLO.
— 31 —
Oíd mortales el grito sagrado,
¡Libertad Libertad
1
i
Libertad
! ¡ !
Coro.
Coro.
Sean eternos, etc.
. — 32 --
- 33 -
los peones no gustaba andar de noche por tanto hici-
;
siones de indios.
BARRANCAS. —INVASIONES —
DE INDIOS. FRAYLE MUER-
TO. — —
MODO DE CONSERVAR GRANOS. TRES CRUCES.
— ESQüIiíA DE MEDRANO. — —
LA ALGARROBA. CAMINOS
A CHILE Y PERÚ. —
SIERRA DE CÓRDOBA.
1
— 37 —
los árboles hacían efecto muy fúnebre'. Después de
la jornada más
larga desde que dejamos Buenos Aires,
es decir, setenta millas, llegamos a Punta de Agua,
donde conseguimos buen hospedaje en lo tocante a
provisiones, pero nos vimos obligados a colgar una
frazada por ausencia de puerta en el cuarto. Como te-
nía los dientes casi arrancados por los asados de ca-
pón flaco, comida que más parecía estirar cuerdas
de guitarra que masticar carne, resolví probar el her-
vido, una especie de caldo o sopa hecho de la ma-
nera siguiente Se mete un pedazo de pulpa en la
:
VI
—
LA CASA DE ACHIRAS Y SU SITUACIÓN. TUMBADA DEL
—
CARRUAJE. VISITA DE LOS HABITANTES DEL MORRO.
— CUENTA DEL ADMINISTRADOR DE CORREOS.
La situación de esta casa es muy pintoresca. El
terreno circundante, de inmensos bloques de granito
amontonados en confusión, forma a veces, en los inter-
valos, lindos valles verdes con arbustos que sombrean
los fragmentos gigantescos. La casa, como todas las
demás, está en el bajo, con huerta cercada de rocas
desnudas; llena de lindísimas higueras cuyo exuberan-
te follaje obscuro, mezclado con el verdor de man-
zanos y perales, se doblaba por el p^so de la fruta,
mientras las parras con riquísimos racimos colgaban
en festones llenando los claros. Los corrales para ga-
nado se hacían limpiando el suelo de piedras y amon-
tonándolas en círculo para formar el cercado. Como
a las cinco se despejó y tomamos un sendero entre es-
tos rudos bloques multiformes, no pocos derribados de
punta en que descansaba el resto ensanchándose ha-
cia el tope otros agujereados o agrupados de modo
;
chancletas.
La mañana del 4 hubo neblina, y los peones no
pudieron dar con los caballos, lo que nos impidió salir
muy temprano como era mi intento para llegar a San
,
VII
—
pareciéndose a las Pampas larga llanura nivelada,
con pajas secas pero verde debajo —
Por la tarde en-
.
vin
—
MENDOZA. ESCUELA DE LANCÁSTER. EL GENERAL SAN —
—
MARTÍN Y SU RETIRO. LOS VIÑEDOS DE MENDOZA.
PREPARATIVOS PARA REANUDAR EL VIAJE.
IX
X
—
LLANO Y MINA DE ÜSPALLATA. LLEGADA AL PRIMER PA-
SO.— DESCRIPCIÓN DE LOS PASOS.
XI
cado.
Luego de acampar, cada cual atendió a sus diferen-
tes ocupaciones, uno llevando la pava al torrente para
llenarla de agua y los demás errando por la quebrada
en busca de leña, sumamente escasa. Al fin, conse-
guimos juntar cantidad suficiente con ayiida de algu-
nos arbustos ruines que corté con hachita a propósito
;
— 66 —
Naturaleza los hubiera arrancado de sus cauces na-
turales. Estos torrentes semejan a lo lejos riachuelos
ie leche, pues, como saltan de roca en roca, el agua
3S blanca de espuma y contrasta lindamente con la
superficie obscura de la montaña. El agua es muy
t)uena y clara como cristal aunque sumamente fría.
Los arrierías, pasar los diferentes arroyos, bajan
al
guampas agujereadas en el borde y atadas a un tien-
to largo, y de este modo levantan agua para aplacar
la sed sin detener la marcha.
-66-
Tres leguas más adelante hay otra casucha don-
^
de pasamos la noche está sobre un montículo, con
;
XII
PUENTE DEL INCA. —BOBO Y ASESINATO DE UN INGLÉS.
PASO DE LA CUMBRE.
Encontramos que el agua se había escarchado con'
tres pulgadas de espesor durante la noche, y por la ma-
— 67 —
lana el aire era rauy cortante aunque a mediodía
jiempre lo encontrábamos suficientemente caliente
;on nuestra ropa adicional. Siguiendo el llano una le-
^ua, llegamos al Puente del Inca de que tanto se ha-
)la en esta parte del mundo. Tengo toda razón para
íreer que esta bella obra natural sufrió con el terre-
noto, comparando lo que vi con la descripción que
le ella me hizo, antes de partir de Mendoza, mi inte-
igente amigo el doctor Gillies. Es necesario al via-
ero que desee visitar esta curiosidad tener presente
as instrucciones, de otra manera es muy probable
30 vea ni oiga nada. En este caso mi correo se asom-
bró de que sintiese el menor deseo de ver lo que qui-
sas él nunca había observado en sus viajes por la
Cordillera. Está a doscientas o trescientas yardas del
iíamíno' y estas gentes se oponen a alargar el viaje
lunque sea cinco minutos la vista no obstante com-
;
— 71 —
un hemisferio : en efecto, uno de nuestros modernos
poetas (Champbell) ha dicho :
XIII
—
BAJADA A CHILE. LAGUNA DEL INCA. —PRINCIPIA EL TE-
RRITORIO CHILENO. —EL SALTO DEL SOLDADO.
CAMBIO EN EL ASPECTO DEL PAÍS.
XIV
LLEGADA A SANTA ROSA. —
SALIDA PARA SANTIAGO.
—
LA AGRICULTURA DE CHILE. EL CAMPO DE BATALLA
DE CHACABUCO Y EL VILLORRIO DE LA COLINA. EN- —
TRADA A SANTIAGO.
— 81 —
milia hasta que llegó la cena, simplemente hervido se-
mejante alque habíamos gustado en las Pampas. La
única porción de la familia que permanecía en el ran-
cho eran tres -muchachonas atareadísimas en hacer
pan, de harina y grasa mezcladas, golpeado violen-
tamente con las manos y sobado en una batea seme-
jante a artesa de carnicero. Esta ocupación era ejer-
cicio muy duro, y las muchachas se turnaban sin :
I
Ciudadanos ! el amor sagrado
De la patria os convoca a la lid ;
XV
PESCRIPCIÓN DE SANTIAGO. —
VISITA AL DIRECTOR.
—
PARTIDA PARA VALPARAÍSO. ESCASEZ DE POBLACIÓN.
—
ROBOS EN EL CAMINO. —
BÜSTAMANTE. —
CASA-
—
BLANCA. EL TERREMOTO.
La
entrada inmediata a Santiago era por una su-
cia calleancha, con casas generalmente muy ruines ;
ción, diría que nunca viajé por un país con tan poco
aspecto de aptitud y tan totalmente imposibilitado
para mantener población densa. Todo el camino de
Santiago a Valparaíso es sucesión de tres cuestas que
producen poco, excepto matorral. En algunos luga-
res, en efecto, se encuentran lindas quebradas um-
brosas, llenas de verdor, que algo alivian la tristeza del
camino. En vez de valles bien cultivados entre cerros,
no encontré más que llanuras chamuscadas, menos
donde los habitantes de un rancho desdichado se ha-
bían esforzado para regar y cultivar un parchecito
en la aridez circundante. También me sorprendió la^
escasez de población, más especialmente en el cami-'
no principal de Chile. Creo que pasé solamente dos o
tres villorrios de no más de 200 habitantes cada uno,
en toda la distancia de noventa millas, fuera de al-
gunos ranchos aislados muy desparramados.
El camino de la ciudad al puerto, supondría según
lo que veía y recordaba, es uno de los mejores de Sud
América es muy ancho y sólido y para bajar los ce-
;
día y se abandonó.
Estas cuestas son refugio de numerosos bandidos
que diariamente roban y asesinan a viajeros nativos ;
— go-
la inmensa distancia que nos separaba de nuestros
amigos y de nuestro país. El sendero de muías, desde
el alto de esta cuesta áspera, es lo más incómodo pero ;
XVI
—
VALPARAÍSO. EFECTOS DEL TERREMOTO. ENTREVISTA —
CON o'HIGGINS. —
SU CARÁCTER. —
ASESINATOS EN
CHILE.
— 91 —
sorprendía que en seis meses los habitantes no hu-
biesen progresado más en reconstruir sus viviendas.
En los departamentos del Gobierno esta demora era
más visible, pues mientras la mayor parte de los
particulares se ocupaban en sacar los escombros o re-
construir sus moradas casi todos los edificios públicos
permanecían siendo un montón de ruinas. Entre los
más notables de éstos estaba la iglesia del Almendral,
que, aunque con muros de materiales sólidos de cua-
tro pies de espesor, cedió al remesón, y sepultó mu-
chas pobres víctimas que habían esperado de la san-
tidad del lugar evitar la espantosa catástrofe. El cas-
tillo y fuerte de Valparaíso también tenía el mismo
aspecto de haber sido hecho pedazos por el enemigo.
Algunas casas nuevas fueron reconstruidas, como di-
cen «a prueba de terremoto» enteramente de madera
,
i
_ 95 —
rro, una desgracia para la capital vecina. Remamos
en el bote hacia un miiellecito que entra cien yardas
en la bahía, compuesto en parte con un buque de se-
senta cañones echado a pique muchos años atrás con
este fin, y prolongado con algo como muelle de pilo-
tes, con intervalos rellenos de piedras.
Sentí calor sofocante al desembarcar, y el polvo
fino y sucio del lugar, que casi llegaba al tobillo, era
muy molesto. Como tenía carta de recomendación pa-
ra la casa española del señor Estanislao Lynch, agen-
te del Medway, fui con el capitán para visitarle; y
bondadosamente mandó buscar carruaje que llevase
mi familia^ a la ciudad.
Del Callao, el camino de Lima, pasa por el portón
del fuerte, a un camino nivelado, con antepecho a am-
bos lados de diez y ocho pulgadas de altura. El piso
es de guijarros sueltos o de arena espesa, que lo hacen
muy desagradable para quienes van a caballo. Como
a media milla del Callao pasamos un villorrio impor-
tante, a la derecha, llamado Bellavista, que en épo-
cas florecientes era lugar de recreo para excursiones
de placer, pero ahora está muy descuidado. Los jar-
dines, al principio muy cuidadosamente cultivados, se
hallaban en estado de desolación. Me sorprendió mu-
cho el aspecto de bullicio y tráfico en todo el camino,
indj^ando la vecindad de una gran capital. El cami-
no, notablemente ancho, era frecuentado por arrias
de muías grandes llevando sus cargas para Lima cu-
yas torres acabábamos de ver rodeadas de verdor, al
pie de los Andes gigantescos.
Camino de la capital iban mezcladas mercaderías
procedentes de todo el mundo manufacturas británi-
;
— 97 —
triunfal y sugiere al viajero una gran idea de la ciu-
dad. Mirando atrás hacia el Callao, la vista también
es muy linda los árboles se diría llegan hasta la ori-
:
M
— 99 —
hicieron con gran facilidad, sino que también toca-
ban marchas en los intervalos. Empezando el baile a
las diez, a las doce se abrió el salón para una cena
magnlñca, provista de todas las delicadezas. Este
apartamento, como el salón de baile, estaba adorna-
do con los colores argentinos, y los dulces eran muy
apropiados. El moblaje, la plata labrada etc., se ha-
,
XVIII
—
DESCRIPCIÓN DE LIMA. EL PALACIO, LA CATEDRAL, EL
—
CABILDO. LAS IGLESIAS^, LA INQUISICIÓN, LA MO-
NEDA, LOS MERCADOS, ETC.
XIX
RETROSPECTO DE LOS ASUNTOS DESPUÉS DEL RETIRO DE
— —
SAN MARTÍN. DERROTA DE ALVARADO. RIVA AGÜE-
RO :SU NOMBRAMIENTO Y CARÁCTER.
É
— 111 —
gobernaban en el Perú, Kiva Agüero fué abogado, fac-
cioso e intrigante, y a menudo había sido encarcelado
a causa de sus opiniones. Es activo e industrioso, muy
listo con la pluma y constante en utilizarla. Bajo el
gobierno de San Martín, ocupó la presidencia del de-
partamento de Lima, empleo de primer magistrado, y
desempeñó los deberes de su cargo con mucho crédito
para sí y utilidad para su superior. Se creía general-
mente que durante San Martín estuvo ausente de Li-
ma para visitar a Bolívar en Guayaquil, Kiva Agüe-
ro, con sus intrigas, sublevó el populacho para depo-
ner a-Monteagudo. Es buen gobernante civil, pero to-
talmente desprovisto de experiencia en asuntos mili-
tares; muy insignificante en su aspecto, pero dotado
del arte de atraer a sus paisanos. Se refería y creía en
Lima que entregó a Santa Cruz una suma importante
de dinero para realizar el cambio que lo puso al fren-
te del Gobierno. Se enorgullece del grado de confian-
za prestado a su Gobierno, y de la rapidez con que
pudo reunir y equipar la expedición de Santa Cruz ;
XX
NOTICIA DEL AVANCE REALISTA, Y ALARMA EN LIMA.
DISOLUCIÓN DEL CONGRESO. —
FUGA AL CALLAO.
TRATAMIENTO DE LOS ESPAÑOLES RESIDENTES EN LI-
MA. —VISITA A LA CIUDAD.
El 2 de junio se esparció el rumor en la ciudad de
haberse efectuado algún movimiento de las trapas, es-
pañolas acuarteladas en Jauja. Los realistas de Lima
(o godos, como los patriotas les apodan) siempre de-
cían que los españoles caerían sobre la ciudad y nues-
;
— 114 —
que no lo había encontrado todavía y que sus caba-
llos estaban completamente inutilizados rogaba por
;
— 118 —
trado en la calle, dos horas después de publicado el
bando, sería arcabuceado, intimando rigurosamente
que todos acudiesen a Bellavista con este fin y se les
daría pasaporte, al presentarse.
A las cuatro de la tarde, habiéndome despedido de
mis amigos y provisto de una nota oficial dirigida al
capitán Fresco tt, de la Aurora, por los comerciantes,
requiriendo su presencia en Lima para tratar óon los
españoles, salí de retorno, esperándose cada hora la
entrada de los realistas. El camino estaba tan concu-
rrido como cuando lo recorrí en la mañana, por tanto
tomé mucho tiempo para llegar al Calko. Al pasar
la puerta del fuerte principal, un soldado enlazó el pes-
cuezo de mi caballo, y me metió entre la tropilla de
más de cien caballos que habían requisado. Mi pri-
mer impulso fué sacar la pistola y hacer fuego al su-
jeto, tan exasperado estaba por sacárseme del cami-
no sin ceremonia y ya le había puesto la puntería
;
— 121 —
medio descubiertos en todos los estados de 'putrefac-
ción, algunos vestidos y desnudos otros.
Las intrigas del Congreso contra Kiva Agüero,
aplacadas durante los últimos pocos días de confusión
empezaron luego a renacer, y pronto se encontró la
persona para jefe y campeón. El general Sucre, a
quien Bolívar había conferido el mando .limitado de
las tropas colombianas hasta su llegada, es joven de
buen aspecto marcial, especialmente a caballo, que
se ha distinguido en Colombia. Mandó las tropas en
la batalla de Quito, expulsando completamente a los
españoles de la provincia sin embargo, yo le tendría
;
É
— 123 —
muchos otros estaban persuadidos de lo contrario, y
resultó que las luces procedían solamente de los fogo-
nes del ejército español acampado entre Lima y
Callao.
Con las primeras luces de la mañana, el 20 vimos
que el enemigo había tomado posiciones sobre una
fila de cerros artificiales, restos de construcciones o
cementerios de los antiguos indios. Era sitio bien ele-
gido, de donde podían ver todo lo que pasaba en el
Callao. El general Miller llegó en un reconocimiento
tan cerca de un cuerpo español que pudo conversar
con ellos, y uno de los oficiales le dijo en broma que
él (el oficial español) deseaba unirse al general Mi-
ller que era del regimiento de negros arequipeño y
;
XXII
ENTREVISTAS DEL CAPITÁN PRESCOTT CON CANTERAC.
CARÁCTER DE CANTERAC Y DE LOS GENERALES LORI-
GA, MJLLER Y RAULET. —
AMAGO DE ATAQUE AL CA-
LLAO. —
NUEVA EXPEDICIÓN A INTERMEDIOS.
NARRACIÓN. --9
-^ 130 —
recibir el mismo tratamiento, lo sacaban para arcabu-
cearlo, cuando felizmente llegó al pueblo un oficial
montonero que lo reconoció y salvó.
Mientras estos tres oficiales conversaban juntos,
Canterac había avanzado considerablemente desde Be-
llavista, con un dragón asistente, para reconocer los
castillos y permaneció a tiro un cuarto de hora con
;
XXIII
XXIV
SUPE. —CENA CON EL GOBERNADOR. —BARRANCA Y SU
RÍO. —PATILVICA. — AGRICULTURA PERUANA. RUI-
NAS INDIAS Y DESCRIPCIÓN DE LA COSTA Y PAÍS.
^ 138 —
españoles conservaron autoridad, y lo confirmaron los
patriotas.
Sin probar bocado desde que dejamos el barco en
la mañana, no me disgustó ver la cena en la mesa,
consistente en chupe y picadillo de gallina. El chupe
es buen manjar, originariamente aprendido de los in-
dios, y compuesto de pescado, huevos, queso y papas,
estofados juntos. Los comensales se sientan alrededor
y cada uno con su cuchara se sirve lo que guste. No
se usaban platos, aunque se puso uno para mí por
cumplimiento. Después de la cena se trajeron dulces
en cajita de madera, acompañados de un cántaro de
agua cristalina. El teniente gobernador se disculpó de
no tener cama para mí, pero puso un pellón blando
sobre la mesa y, con mi montura por almohada, ha-
bría dormido notablemente bien si las pulgas, que
hierven especialmente en la costa, no me hubiesen casi
devorado.
A las 9 a. m. del 14 de julio, pasaba la gran
dificultad de conseguir caballos, que al fin resultaron
casi tan malos como los de ayer, partí, bebiendo pre-
viamente con el padre que habitaba puerta por medio,
f
M
^ 143 —
cas que en la actualidad, y que los nativos actuales,
teniendo tierra suficiente bajo cultivo para sus propósi-
tos, no se toman la misma pena y gasto para traer
agua de su fuente, como los indios antiguos estaban
obligados a hacer para que el país soportase mayor
población.
Por otro lado, parece probable haya habido algu-
na revolución de la Naturaleza que cambió entera-
mente el curso de las aguas como que en la costa hay
;
XXV
—
ASESINATOS DE VIAJEEOS. SALVAJE ORILLA INHOSPITA-
LARIA. — —
DIFICULTADES DEL CAMINO. GüARMEY.
EL CURA Y LA CANCIÓN DE SU CONCUBINA.
':ñl..
— 146 —
lares trataba de ahorrar mi caballo lo que fuera posi-
ble, pasándolos a pie.
La aquí se cubría de aves marinas, y entre
orilla
ellas abundaban los pelícanos las rocas destacadas,
;
/
—Corazón, ¿por qué pretendes
Con ese traidor estar?
Si él no te tiene amor,
Deja, corazón, de amar.
— Pretende porque lo quise
Con él a perseverar,
Y aunque él me sea traidor
Yo siempre lo he de amar.
XXVI
— — —
PASO DEL EÍO. VIRU. MOCUA. LLEGADA A TRUJILLO.
—
SU ASPECTO.
• —
SITUACIÓN Y COMERCIO. HUAN- —
CHACO.
XXVII
VISITA AL PRESIDENTE. —
DISOLUCIÓN FORZOSA DEL CON-
—
GRESO Y NOMBRAMIENTO DE UN SENADO. REGRESO
— —
A LIMA. ATAQUE POR LADRONES. HISTORIA DE UN
INGLÉS.
i
-^ 159 -
El día siguiente el presidente ofreció un banquete
al nuevo gabinete y un número de amigos se propu-
;
astros. Vagamos
bastante tiempo con nuestros ca-
)allos fatigados en médanos vivos hasta que, por fin,
aliendo la luna, llegamos a una senda que parecía
ornar nuestra dirección. Había hecho que el guía in-
lio montase mi caballo porque el suyo estaba más can-
;ado y él no tenía rebenque ni espuelas para apurar-
o ;él iba pocas yardas delante de mí, con mi equi-
paje y silla, cuando encontró de repente dos hombres
m el camino uno se apoderó súbitamente de mis al-
:
XXVIII
— —
DESPIDO EL GUÍA. LA LOMA. LOS PESCADORES Y UN
INCIDENTE REFERENTE AL SITIO. CHANCAY. EN- — —
TRADA EN LIMA Y EFECTOS RECIENTES DE LA GUERRA.
Marchábamos muy despacio, la muía resultó un
demonio perfecto y acudía a toda suerte de tretas para
'
— 164 —
librarle de mí. Aunque pude distinguir
casi obscuro,
un esqueleto humano tendido en la arena, y el guía me
dijo ser los restos de un soldado que había sido sacado
y arcabuceado un año antes por asesinar un indio de
Huacho. Por fin llegamos a orillas del mar, en la ba-
hía de Salinas pero se puso tan obscuro por la niebla
;
animal cansado.
Como solo nunca habría encontrado el camino, re-
solví incorporarme al arreo que había dejado y a la
sazón se acercaba con gran pausa. Semejante a los
patriarcas de la antigüedad, que llevaban ganados y
rebaños por el desierto, adelantamos algunas leguas
hasta llegar al fin de lo que los vaqueros llaman la
— 165 —
Loma. Es una especie de pasto que en invierno cubre
los cerros arenosos más elevados y entonces alimenta
casi todo el í^^anado del país, pues la hierba de los
valles generalmente falta en esa estación del año. Es-
te verdor es ])roducido por densas nieblas (camanchas)
que se asientan sobre los cerros y dan tanta humedad
a la tierra, que convierten en suelo grueso la arena se-
ca pulverizada de que parecen formadas estas alturas
en el verano de horrible desierto, el país conviérte-
:
Trujillo a Viru. , 14
Viru a Santa 18
Santa a Nepeña 8
Nepeña a Casma 8
Casma a Guarmey. 18
Guarmey a Patilvica 18
Patilvica a Huacho 10
Huacho a Chancay 12
Chancay a Lima 12
118 leguas.
XXIX
ENTKADA EN LIMA. —
CONDUCTA DE LOS BE^^LISTAS
—
MIENTRAS LA OCUPARON. MONTONEROS Y SU INSTI-
—
TUCIÓN Y USOS. EL MARQUÉS DE TORRE TAGLE PRO-
—
CLAMADO PRESIDENTE. SU CARÁCTER.
— 172 --
cenas desgraciadas.
Así de saberse en Lima la disolución del Congre-
so en Trujillo, unos veinte diputados godos que ha-
bían quedado en la ciudad cuando los otros se retira-
—
ron al Callao ^y no habían emigrado ahora proba-
blemente porque sus servicios serían útiles en el Con-
greso para sus amigos realistas— creyendo la presen-
,
XXX
DAMAS LIMEÑAS, SU EDUCACIÓN, VESTIDO, COSTUMBRES
Y OCUPACIONES. —OCUPACIONES ORDINARIAS DE LA
FAMILIA DURANTE EL DÍA.
— 179 —
en el suelo, con jeringazo de establero in-
el injurioso
glés, la saliva recogida en la boca.
Se juega con grande exceso en Lima, por hombres
y mujeres, y algunas de las familias más opulentas
continuamente están por el juego en la pobreza. Una
viuda respetable, de mi relación, tenía renta superior
a £ 7.000 anuales, y aunque gastaba poco en su ma-
nera de vivir, siempre se hallaba endeudada por en-
tregarse a este vicio y su hija, de catorce años, era
;
— 182 —
da cuando se despiden por mucho tiempo o se en-
:
— 184 —
y tres estrofas de una, constantemente pedida en sus
alegres reuniones. La incluyo para mostrar el estilo
general de tales producciones, pues no son indeco-
rosas.
• No te cause admiración,
Pqcs mi adoración es tanta
Y es tan grande mi pasión.
Muévate la compasión
De mi dolor tan funesto ;
m
— 185 —
las comidas, y para el otro coser. El tratamiento de
los esclavos por los españoles es la parte más amable
de su carácter y forma violento contraste con el bru-
tal de los portugueses. Durante mi estada en el Perú,
nunca vi látigo o un esclavo castigado. En Río Ja-
neiro la espalda de casi todos los esclavos está saja-
da con azotes aplicados por los motivos más triviales.
Si la familia se queda en casa, para recibir visitas
por la noche, se sientan exactamente como por la
mañana, con una bujía solitaria en el inmenso vestí-
bulo de modo que al entrar, casi se imagina hacerlo
;
XXXI
LOS LIMEÑOS. —POBLACIÓN Y SUS CLASES PRINCirALES.
— SACERDOTES Y SU INFLUENCIA. — CEREMONIAS RELI-
•
GIOSAS. — FUNERALES.—REPIQUES. —UN BAUTIZO.
J
rito de copa angosta en la cabeza, podéis asegurar que
es limeño. Si os cruzáis con un hombre elegantemen-
te vestido, si no es europeo, es de algún otro país his-
pano-americano. Dentro de casa dos limeños se sacan
la capa que en invierno y verano usan para salir. Su
traie usual, debajo, es de corte antiguo, casaca bor-
dada, medias de seda y aditamento de un gran bas-
tón puño de oro.
Esta carencia de energía corporal y mental en los
naturales del Perú proviene, sin duda, principalmente
de dos causas falta de educación y clima igual la
: ;
gadores y aguateros.
Los negros africanos son escasos y caros, costan-
do un buen esclavo de 80 £ a 120. Los mulatos son
lindísima raza de hombres corpulentos, sumamente
fuertes pero de ninguna manera industriosos, pues
;
188 — ,
— 189 —
sus fines mientras enseñan a las víctimas casi a glo-
riarse del crimen, como si se honrasen con la santi-
dad de sus seductores y se descargasen del pecado con
su santa jjbsolución.
Como prueba de la manera en cjue los confesores
muestran el poder más tiránico en los asuntos tempo-
rales, puedo citar el caso de una joven española que nos
visitaba con frecuencia y era parienta de la familia,
parte de cuya casa ocupábamos. Admiraba mucho los
vestidos ingleses de mi esposa y tomándolos por mo-
delo se hizo algunos para su uso pero como las lime-
;
— 192 — •
XXXII
LLEGADA DE BOLÍVAR EL LIBERTADOR. — Sü PERSONA Y
ASPECTO. —VISITA AL TEATRO, —DESCRIPCIÓN DE LA
CASA.— CORRIDA DE TOROS Y DESCRIPCIÓN DE LA
PLAZA.
— 193 —
peruanos, chilenos y argentinos, con divisas apropia-
das, se ostentaban én honor de su llegada, y Lima se
entregaba a la más entusiasta expresión de admiración
por este dichoso guerrero americano. Casi una se-
mana no se oyeron sino discursos y hubo diversiones en
su honor.
Uno o dos días después de llegar, se anunció al
público su intención de ir al teatro, donde tendrían
oportunidad de verle. Se- entabló inmediatamente la
mayor competencia para conseguir palcos, pues eran
pocos los disponibles, por estar la mayor parte alqui-
lados a las familias mensualmente o por año. La sala,
más o menos del tamaño y aspecto de nuestro teatro
de Hay Market, estaba toda adornada con los colo-
res colombianos, y sobre el palco presidencial, inme-
diatamente en el centro del orden más bajo, estaban
las banderas entrelazadas del Perú y Colombia. Des-
de temprano la sala se llenó por completo. La llegada
de Bolívar se hizo saber encendiendo afuera cohetes
voladores, y entró en el palco con el presidente. Natu-
ralmente, fué acogido con el mayor entusiasmo, y con-
testó al saludo con una rápida reverencia, sentándose
inmediatamente
Es hombre muy delgado y pequeño, con aspecto
de gran actividad personal su rostro es bien forma-
;
XXXIII
RECIBIMIENTO DE BOLÍVAR. —
CEREMONIAS Y DESFILES
—
ANTES DE LA LIDIA. DESCRIPCIÓN DE LAS CORRIDAS
DE TOROS.
tivos. A
cada lado de la puerta del toril, que era del
tamaño del animal, había otras dos una grande y
;
XXXIV
DERROTA DE SANTA CRUZ.— SU EXPEDICIÓN Y FRACASO.
— — —
LA PAZ. BATALLA DE ZEPITA. FUGA DE SANTA
CRUZ.
^
— 207 —
ro, y se efectuó así la conjunción con Olañeta, a des-
pecho de los esfuerzos patriotas.
Valdez luego con todas sus fuerzas combinadas
y siendo por tanto superior al ejército patriota, a su
turno ofreció batalla que Santa Cruz esquivó, y se
resolvió en consejo de guerra retirarse rápidamente
por el Desaguadero para incorporarse al ejército del
general Sucre. Para que los patriotas marchasen tan
expeditamente como posible fuera, así como para apro-
vechar el forraje de los animales, la munición y la
artillería del ejército se enviaron por diferente ruta
que la seguida por el cuerpo principal. Las fuerzas
realistas, sin embargo, acosaban tan duramente a
Santa Craz, que fué inevitable una batalla, y se tomó
posición en consecuencia y se enviaron oficiales inme-
diatamente para traer la munición y artillería ahora
tan necesarias. Como no se tenían noticias y los ofi-
ciales despachados en su seguimiento nunca volvie-
ron, se hizo inevitable una fuga precipitada más bien
que una retirada. Valdez, efectivamente, escribió a
Santa Cruz que marcharía contra el ejército patriota,
rápidamente mermado por la fatiga, desgranándose los
hombres por centenas en el camino. En un solo día,
no menos de 1.000 quedaron rezagados.
El deshecho ejército de Santa Cruz llegó al Des-
aguadero en la mayor confusión e insubordinación.
Aquí el general habría deseado hacer pie firme para
defender el paso y recoger los rezagados que llegaban
continuamente pero del total, solamente quedaban
;
á08
I
marchaba despacio en su seguimiento, recogiendo los
prisioneros, armas y bagajes de que el camino estaba
sembrado.
Santa Cruz, entretanto, reunió como pudo sus
fuerzas dispersas en Pomata, convocando un conse-
jo de guerra para resolver si repasarían inmediata-
mente la cordillera y refugiarse en los barcos, o tra-
tarían de alcanzar la división del general Sucre en
Arequipa. En este consejo se manifestó la mayor in-
subordinación entre los oficiales. Santa Cruz era fa-
vorable a avanzar hasta Puno, pero Soulanges, oficial
francés que se había distinguido en la pelea de Zepi-
ta, declaró amotinadamente que el resto del ejército
podía ir donde quisiera, pero que él y su escuadrón de
caballería marcharían directamente a la costa ame-
;
pudieron herirle.
— 214 —
Llegado a la costa, elgeneral Sucre escribió a Bo-
lívar pidiendo órdenes, pues sabía que había llegado
una expedición de Chile compuesta de 2.500 hom-
bres y muchos creían que se la haría internar para
;
XXXVI
DECLARACIÓN DE GUERRA CONTRA RIVA AGÜERO. TER- —
MINACIÓN DE LOS AMAGOS DE GUERRA CIVIL. EXA- —
MEN DE LOS MÓVILES Y MIRAS DE RIVA AGÜERO. SU —
ESCAPE PARA INGLATERRA.
— 224 —
pero especialmente a la diputación que le fué envia-
da, manifestó que se necesitaba reformar varios ra-1
mos del Gobierno y se entendió dejaba a cargo del Con-
greso las investigaciones necesarias para cumplir este
objeto.
Para demostrar el sistema de imposición adopta-
do, quizás sea justo mencionar brevemente las medi-
das tomadas por el cuerpo representativo, a este res-
pecto. Primero, procedió a una nueva elección de pre-
sidente, y nombró a Torre Tagle. En seguida se pu-
blicó un código de leyes impreso, que se leía bien en
el papel) pero no se pensaba ejecutar. También hizo
una gran reforma importantísima cambiando el santo
patrono de los ejércitos, pues no había tenido éxito con
el anterior; y, por último decretó una renovación del
juramento de independencia, que se realizó pocos días
después con grande esplendor y ceremonia. Se levan-
taron tablados en diferentes puntos de la ciudad y a
ellos marchaba el gobierno en procesión al frente de
tropas y se leía un largo documento conteniendo las
principales prescripciones de la Constitución. Cuánto
más prudente habría sido elegir un gobernador eficaz
en Lima que hiciese algo por restaurar el crédito del
país, poner al comercio sobre cimientos convenientes,
administrar justicia igual para todos, inducir a los pro-
pietarios de los fundos que rodeaban la capital a cul-
tivarlos^ y levantar refuerzos para el ejército.
La nueva Constitución, además, abolió los títulos
de nobleza, reduciendo todas las clases al simple ran-
go de ciudadanos, y el marqués de Torre Tagle ahora
firmaba Ciudadano Tagle, presidente y el conde de
;
XXXVIII
—
CHORRILLOS, EL BRIGHTON DE LIMA. BAÑO DE DAMAS.
—
HABITANTES INDIOS. —
MIRAFLORES. NIEBLAS —
—
DEL INVIERNO. EL CHUCHO Y OTRAS DOLENCIAS.
XXXIX
VIAJE A PASCO. —
UNA PARTIDA DE INOCENTES. ASE- —
—
SINATOS Y ROBOS. MINAS DE CANTA. —
COCOTO.
—
PAISAJE PERUANO Y HABITANTES. LA CniCHA.
I
— 235 —
da que estaba a corta distancia con «caballos del Es-
tado» pastando gratis en un plantío cuyo propietario
,
sai
-r- 243 —
más de haberse apoderado de Pasco los españoles, ocu-
paban el camino bandas de montoneros, del partido
de Kiva Agüero, todavía no sometidas a Bolívar. Se
componían muchísimo de indios que hablaban poco
o nada español, según nos decía, muy bárbaros y crue-
les. En estas circunstancias había sido una locura in-
sistir y como el valle no llevaba a otro punto, vime
,
XLI
PASCO Y SU CÉREO. —
MINERALES EN LAS INMEDIACIO-
NES, ORO, PLATA, COBRE, ESTAÑO, HIERRO Y HULLA.
—
—MINA MATAGENTE. MODO DE TRABAJAR LAS MI-
—
NAS. —CASA DE ARIZMENDI Y ABADÍA. REYES. —
JAUJA. — —
GUÁNUCO. PUENTES COLGANTES SOBRE EL
AMAZONAS. *
XLII
—
ENTUSIASMO DE LOS INDIOS. VUELTA DE LOBROJILLO A
LIMA. —
CANCIÓN EN ELOGIO DE LA CHICHA. NOTI- —
CIA DE LA VUELTA DE LOS REALISTAS A LIMA. ROBOS—
Y ASESINATOS EN EL CAMINO DEL CALLAO.
iSt
9
,
— 256 —
guíente canción española en elogio de su licor nativo í
Patriotas, el mate
De chicha llenad,
Y alegres brindemos
Por la libertad.
Es muy espumosa
Y yo la prefiero
A cuanto el ibero
Pudo codiciar. . •
Coro.
El Inca la usaba
, En su regia mesa,
•
Conque ahora no empieza, * '
Que es inmemorial.
Coro.
— 267 —
i
Oh licor precioso !
Tú, peruano,
licor
Licor sobrehuraano
Mitiga mi sed.
i
Oh néctar sabroso
De color del oro.
Del indio tesoro
Patriotas, bebed.
Coro.
^
pletamente inesperadas, pues antes de salir de Lima,
como he dicho, no se pensaba en tal peligro. Por tan-
to, curioso en extremo de volver sin demora, partí por
la mañana muy temprano para, si era posible, llegar
a la capital al romper el día.
Al aproximarme a las murallas encontré grupos
de indios a pie, diciendo les habían quitado todos los
animales, inclusive los pollinos y, aunque los reahs-
tas no habían llegado, la ciudad era presa de gran con-
fusión. Tropas enteras de muías y asnos cargados con
NARRACIÓN. — 17
— 258 —
arroz, papas y maíz, habían hecho alto en distintas
partes del camino, pues los dueños temían llevar víve-
res a los mercados, con la seguridad de perder sus bes-
tias. No gustándome entrar en Lima por las calles
principales, temeroso que nos despojaran también de
nuestros caballos, pasamos por algunas callejuelas, y
llegando a orillas del río bastante abajo del puente, va-
deamos diferentes torrentes en el cauce ancho y llega-
mos a mi casa por calles excusadas.
Los habitantes estaban lo más alarmados, pero los
españoles no tan cerca de la capital como me habían
dicho. Habían avanzado de lea a Cañete, treinta le-
guas de Lima, pero un río cerrentoso aumentado por
las lluvias de la estación, junto a Cañete, era difícil
de pasar, no solamente por esta razón, sino porque los
Granaderos a' Caballo y un batallón de 400 plazas, es-
peraban del lado patriota. No obstante no haber temor
de visita hostil, todas las clases sociales se hallaban
en conflicto y desorden. Por la requisa de todas las mu-
las, etc., en las puertas, los mercados estaban tan
mal surtidos que las provisiones alcanzaban precios
exorbitantes y con frecuencia no se podían conse-
guir por ninguno. Algunas familias limeñas muy res-
petables, que dependían para su ^suatento de salarios
procedentes de empleos de gobierno, estaban realmen-
te hambrientas, y vendieron todo lo que poseían de al-
gún valor. A tal punto llegaba esta calamidad general,
que conocí la madre de una linda familia, el marido
era juez, que mendigaba disfrazada por las calles pa-
ra alimentar diariamente a sus hijos.
Paralizado todo comercio por la suma escasez de
plata, la aduana no producía más renta que la afecta-
da a una contribución anterior, y por propia experien-
cia sé que el gobierno giró sobre la Aduana una orden
de 2 libras esterlinas, quedando impaga algunos días
por falta de fondos. En estas circunstancias, natural-
— au-
mente, dra imposible pagar a las tropas, y los cami-
nos por ello se llenaron de bandidos, sin policía para
imponer obediencia a las leyes. La comunicación en-
tre Callao y Lima era interrumpida con frecuencia un
día entero por las bandas de ladrones que apresaban
los pasajeros despojándolos de todo, a veces aun de la
ropa. Debo decir, haciendo justicia a los peruanos,
que son gente inofensiva e inocente, y rara vez se sabe
que derraman sangre, no creyéndolos culpables de los
actos vergonzosos que ocurrían a diario en el camino
del Callao. Hasta entonces solamente un inglés perdió
la vida en este camino : su nombre era Bingham y
fué misteriosamente asesinado una tarde poco antes
de mi arribo. Ahora, sin embargo, se asesina todos
los días, y por fin la audacia de los bribones, princi-
palmente chilenos y negros del regimiento Río de la
Plata, llegó a tal punto que los comerciantes britá-
nicos solicitaron de las autoridades les permitiesen pa-
trullar el campo a su costa. El gobierno accedió a es-
te pedido, y, aunque los robos fueron después menos
flagrantes, no se suprimieron del todo.
A medio camino de Lima y Callao había un gran
estero lleno de altas cañas que proporcionaban buen
escondrijo a los ladrones y donde era casi imposible
atraparlos ; el oficial que mandaba la patrulla hizo
quemar parte de las cañas, lo que produjo buen efec-
to. Una mañana mandé un sirviente en muía a Be-
llavista para conseguir un poco de carne en la chacra
de un inglés que proveía los barcos con carne fresca, y
fué asaltado por tres hombres que salieron del estero
e intentaron apoderarse de la muía ;
pero fehzmen-
te él tenía mis pistolas e hizo fuego al de adelante, que
cayó el compañero arrastró el cuerpo al estero. A
:
XLIII
IJ
— 273 —
lados sin ser juzgados, y nuevas víctimas se traían ca-
da minuto maniatados en ancas de los granaderos a
caballo. Cuando estaba allí llegó un soldado a todo
galope, arrastrando dos pobres sujetos atados de la
muñeca a la silla y un inglés que estaba conmigo re-
;
XLV
—
ENTRADA DE LOS REALISTAS A LIMA Y CALLAO. CARÁC-
TER DE LOS GENERALES RODIL Y MONET. CONDUC-—
TA DE TORRE TAGLE Y EL GOBIERNO ANTERIOR. EL —
—
CORONEL RAMÍREZ. fRATAMIENTO DE LOS PRISIO-
NEROS. —ESPÍAS.
La fuerza realista acampó a una legua de Lima
la noche del 29 de febrero, entrando al mediodía del
10 de marzo se compotiía de 3.000 hombres, en cua-
:
— 279 —
IMonet luego reunió todas las fuerzas que pudo sa-
car del Callao para juntarse con Canterac en Jauja, lle-
vando consigo los oficiales del regimiento Kío de la
Plata, y otros confinados en los castillos. Estos pobres
marcharon a pie, en el estado más mísero, sin rojjas,
una distancia de 600 millas hasta la islaChupito, en
el lago Titicaca. Tuve oportunidad de ver una carta
escrita por uno de ellos en el camino a un amigo, ro-
gándole le mandara alguna ropa usada y le comprara
bestia para conducirle, pues si no perecería en el cami-
no de frío y de cansancio.
Fueron encerrados la noche antes de partir en una
iglesia de Lima, y* dejaron la ciudad, muy lamentados
por los habitantes que no podían menos de sentir re-
mordimiento por aquellos hombres, otrora los prime-
ros en las reuniones alegres de Lima, que por sus ma-
neras agradables, lindos uniformes y buenas figuras
habían con frecuencia excitado admiración.
Me informó un oficial español, que la división de
ejército mandada por Monet, en el camino de Lurin
para incorporarse a Kodil, sufrió las más grandes pe-
nalidades. Era invierno en la Cordillera, y los hom-
bres fueron obligados a marchar tres días y pasar tres
noches entre la nieve, casi sin alimento y cuando ba-
;
XLVI
ENTREVISTA CON RODIL PARA CONSEGUIR PASAPORTE.
—
REHUSA ACORDARLO. PLANES DIFERENTES PARA ES-
—
CAPAR DE CALLAO. ESCAPE.
El
cariz político de los asuntos peruanos era tan t
desgraciado tocante a la causa liberal, y el gobierno se
había sometido tan malamente, que resolví salir para
Inglaterra en la primera oportunidad, que pronto se
presentó el Crown, buen barco de 300 toneladas, iba
:
— 281 —
forma, que ya tenía las firmas de todas de
las oficinas
Lima me acompañó un caballero inglés que estaba
:
'
e incómoda, pero no creía peligrosa mi persona.
Hallando ahora que nada podía hacerse mediante
negociación, resolví intentar escaparrhe, cualquiera
fuese el resultado. Conocía bien el carácter de mis
— 284 —
enemigos ; quizás ine dejarían sin molestarme mien-
tras sus asuntos siguieran prósperos, pero poco ten-
dría que esperar si los independientes readquiriesen
preponderancia. La siguiente consideración, después
de haber resuelto escaparme, fué sobre los medios de
efectuarlo : deseaba especialmente intentarlo, de tal
modo que, tomado in fraganti, no pudiese ser some-
tido a las leyes vigentes pues tenía toda razón para
;
FIN
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