Justo Rufino Barrios Fue Asesinado o Mur
Justo Rufino Barrios Fue Asesinado o Mur
Justo Rufino Barrios Fue Asesinado o Mur
MURIÓ EN BATALLA?
Publicado en:
The Black Box –Blog económico y político de Centro América, 4 abril
2013 - http://ca-bi.com/blackbox/?p=7834
Monografías.com, 29 de mayo de 2013
http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/a-justo-rufino-barrios-fue-
asesinado-o-murio-batalla/a-justo-rufino-barrios-fue-asesinado-o-murio-
batalla.shtml
3
INDICE
Pág.
Presentación 7
I. Antecedentes 11
II. Biografía de Justo Rufino Barrios 15
III. ¿José o Justo Rufino Barrios? 19
IV. ¿Misteriosa muerte de Barrios? 23
V. Una hipótesis arriesgada o sin pruebas 25
VI. Lo que escribió Rafael Meza, Secretario de Barrios, en sus memorias 39
VII. Versión del coronel Ramón G. Cáceres, un testigo de vista 47
VIII. Texto completo de Manuel Coronado Aguilar: Así murió el general J. 51
Rufino Barrios
IX. Manifiesto del general Arcadio Cojulún, abril 8 de 1885 59
X. Lo que dice el periódico ―El Patriota‖; agosto 2 y 13 de 1891 61
XI. ¿La muerte del general Venancio Barrios fue un suicidio? 89
XII. Barrios fue asesinado, según el historiador Luis Beltranena Sinibaldi 93
XIII. Lo que escribió José Martí respecto a la muerte de Barrios 117
PRESENTACIÓN
No obstante, es de aclarar que Coronado Aguilar en ningún momento señaló que se trataba
de una hipótesis; simplemente dio como un hecho cierto y probado lo del asesinato. El
denominar como tal a su conjetura es responsabilidad del autor de estas líneas. A pesar de
la certeza con que expone su argumento, es mejor tomarlo como una presunción que
amerita una mínima verificación para darla por válida, toda vez que no fue el primero ni el
último en presentarla.
insubordinación del citado Batallón se dio porque ―aquí no tenemos verdaderos ejércitos
disciplinados, sino masas inconscientes que pelean y se sacrifican no por deber sino por
amor y por respeto al Jefe que han tenido y conocen, y que de algún modo ha sabido
ganárselos y dominar sus instintos.‖ Y es que a pesar de que Meza no observó directamente
la acción –se encontraba en el campamento militar y no en la línea de fuego– para dar visos
de verdad a lo que expone tuvo a bien conversar y citar lo que el coronel salvadoreño
Andrés Téllez le comentó inmediatamente después de la muerte de Barrios, por ser este
un testigo de vista del suceso, del cual no cabría dudar habida cuenta que entre el general
y el coronel existía una íntima amistad de veinticinco años, que venía desde 1860 cuando
ambos ingresaron a la Universidad de San Carlos de Guatemala en calidad de estudiantes
de la carrera de abogacía y notariado.
En agosto de 1891 el periódico ―El Patriota‖ en dos ediciones publicó un extenso artículo
donde describe la situación en su momento cumbre, achacando al Batallón Jalapa y al
soldado Onofre Obando la muerte de Barrios. Pero claro, debe comprenderse que en tal mes
y año la campaña electoral estaba en su apogeo, había que encontrar razones válidas para
quitar fuerza a la campaña de los liberales por mantenerse en el poder y lograr que los
conservadores volvieran a ocuparlo, lo cual no ocurrió pues ganaron de nuevo los
representantes del liberalismo y herederos de Barrios.
Y por si hubiera duda respecto a la causal de la muerte, el coronel Ramón G. Cáceres que
acompañaba a Barrios en el momento preciso del deceso, aclara en 1924 que la bala fatal
provino ―de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto, [ingresando] En conclusión,
Barrios murió en el fragor de la batalla por una bala disparada desde las filas enemigas,
siendo que él constituía un buen blanco al estar sentado sobre la yegua y colocado en un
promontorio; dicha bala fue factible que ingresara de arriba abajo en su cuerpo,
proviniendo de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto.
, y no como se ha dicho en muchas ocasiones, que de parte de las tropas Jalapa procedió ese
tiro, no siendo posible, me creo con el derecho de aclarar cierta aberración que hay a ese
respecto, por ser testigo ocular de esos momentos y posición en que se encontraba el
General Barrios.‖
Nótese que el coronel Cáceres fue testigo ocular por encontrarse prácticamente a la par del
general Barrios en su último instante de vida. Pero como siempre hay un pero, otro
historiador, el abogado Luis Beltranena Sinibaldi (1898-1983) señaló en 1979 que ―Los
cronistas difieren en cuanto a lo que siguió inmediatamente después que Barrios asumió el
mando del batallón Jalapa.‖ En esto tiene razón, según se trate de Rafael Meza, de Casimiro
9
Rubio, Batres Jáuregui, Reyna Barrios o el periódico ―El Patriota‖, las versiones resultan
disímiles en algunos puntos de la descripción, especialmente en las horas en que señalan
que ocurrió determinado hecho, que en este caso son cruciales para el historiador toda vez
que no se está hablando de algo que se desarrolló durante varios meses sino en tan solo dos
horas después de las 8:00 a.m.
Obviamente que al escribir la historia, don Manuel Coronado Aguilar desvirtuó o mal
interpretó los hechos y de ahí su obsesión por demostrar que el general Barrios fue
asesinado, olvidando que este con sus impulsos de tigre o pantera como se le conocía, en
lugar de designar a su amigo el coronel Andrés Téllez como éste se lo pidió, decide
comandar él mismo al Batallón Jalapa y al colocarse en el punto de mira fue derribado de
un certero balazo. Lo demás, sólo cupo en la mente del respetable Coronado Aguilar, lo que
no es motivo para dudar de su capacidad, solo de la calidad de sus afirmaciones. Igual
ocurrió con Beltranena Sinibaldi: él mismo señaló en forma dubitativa: ―Barrios muerto
por los suyos o en combate‖.
En conclusión, Barrios murió en el fragor de la batalla por una bala disparada desde las
filas enemigas, siendo que él constituía un buen blanco al estar sentado sobre la yegua y
colocado en un promontorio; dicha bala fue factible que ingresara de arriba abajo en su
cuerpo, proviniendo de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto.
10
11
I. ANTECEDENTES
1
Véase Cronología de Manuel Coronado Aguilar (1895-1982) en el sitio:
Martes 6 de marzo de 2012, en: The Black Box –Blog económico y político de Centro América, http://ca-
bi.com/blackbox/?p=6433
2
Publicado en: El Diario del Gallo, Blog sobre Literatura Guatemalteca, 15 de junio de 2011 -
http://diariodelgallo.files.wordpress.com/2011/06/el-ac3b1o-2001-manuel-coronado-aguilar.pdf
3
Coronado Aguilar, Manuel; Apuntes histórico-guatemalenses. Guatemala : Tercera edición. Talleres del
Centro Nacional de Libros de Te to y Material Didáctico ―José de Pineda Ibarra‖ –CENALTEX–, del
Ministerio de Educación, 1987. Página 54.
4
Idem., página 522.
12
de José Rufino y no Justo Rufino; una niñería de parte de dicho autor, difícil de aceptar en
un historiador que se respete, sobre todo cuando anota en forma sarcástica:
―[…] en el instante más solemne de su vida privada, como lo fue cuando contrajo
matrimonio con doña Francisca Aparicio Mérida, en Quezaltenango, el 5 de marzo
de 1874, dijo, y como lo dijo lo aceptó, llamarse José Rufino. Tal aparece por tres
veces, escrito en su acta matrimonial, según lo comprueba el ilustrado «barrista»
don Casimiro Rubio en su libro Biografía del Jeneral Justo Rufino Barrios,
edición julio de 1935, Tipografía Nacional, página 217.5 Uno se llama y a uno se le
llama, como a uno le conviene que le llamen, como dijera Perogrullo. Volvamos a
nuestro tema.‖ 6
Acerca de la esposa del dictador, procede referir algunos rasgos biográficos: Francisca
Aparicio Mérida (1858-1943), nació el 2 de julio de 1858 en Guatemala y murió el 30 de
enero de 1943 en la ciudad de Berna, Suiza. Casó con Justo Rufino Barrios el 24 de julio de
1877 habiendo procreado con él 7 hijos. Después del fallecimiento de éste en 1885 parte
inmediatamente a residir en la ciudad de Nueva York donde conoce a José Martínez de
Roda, Marqués de Vista Bella, con quien se casa en 1892, heredando el título de Marquesa
de Vista Bella en razón que la pareja no tuvo hijos. 7
Algunos detalles respecto a qué hizo Francisca Aparicio después de la muerte de ―la
pantera‖ los narra el abogado e historiador Antonio Batres Jáuregui en: La América Central
ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Tomo III. Bien haría el lector en
consultarlos, toda vez que se trata de la versión personal que ofrece dicho ―memorialista‖
respecto a algunas presiones y rabietas que recibió de la viuda por asuntos de dinero y
herencia. Así por ejemplo, refiere que pocos días después de la muerte de Barrios, ocurrida
el 2 de abril de 1885:
5
En efecto, en dicha página se incluye el ―Acta Matrimonial‖ asentada por el Cura de la Catedral de
Quezaltenango en el ―libro de matrimonios de ladinos, número 11, al folio 24, frente y vuelto‖ donde se lee
por tres veces el nombre de José Rufino. El único lapsus de Coronado es que el enlace no se efectuó en el mes
de marzo sino en agosto.
6
Coronado Aguilar, Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, edición del
viernes 29 de marzo de 1968. Página 3.
7
Fundación para la Cultura y el Desarrollo. Asociación de Amigos del País; ―Aparicio Mérida, Francisca‖.
Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala. Guatemala : Primera edición. Editorial Amigos del País,
2004.
13
―Yo poseo datos verídicos sobre cómo acaeció la muerte del general Barrios;
datos que me fueron suministrados por su asistente, el coronel José Angel Jolón,
que se encontraba con él, cuando fue mortalmente herido. Estaba yo en Nueva
York, algún tiempo después, para recibir en esa gran ciudad a la esposa de don
Rufino, con sus hijos, todavía pequeños. La acompañaban Luciano Barrios, el
coronel Jolón y la señorita Luz Ruiz. Doña Paca Aparicio v. de Barrios, ocupó una
casa en la 5ª avenida, frente al Parque Central. Esa mansión lujosa y bien situada
la había comprado don Rufino, pero, como la señora no sabía las prácticas
domésticas de la gente rica de allá, puso al coronel Jolón de portero, sin duda, por
la seguridad que dicho guatemalteco ofrecía, como honrado y leal. Ya en vísperas
de regresar yo a Guatemala, fui, una de tantas veces, a visitar a doña Paca, a quien
procuré servir, haciendo que entrase, sin pagar derechos, que importaban diez mil
dólares, un gran equipaje, varios caballos, y otras muchas cosas, que de aquí llevó
a los Estados Unidos.‖ 8
Habiendo Barrios salido en su última campaña militar, tiene tiempo para redactar su
testamento el 23 de marzo de 1885, dejando a doña Francisca como única heredera:
8
Batres Jáuregui; La América Central ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Tomo III.
Introducción por Manuel Galich. Guatemala :Tipografía Nacional, 1949. Página 499.
14
Francisca de Barrios 10
9
Estrada Monroy, Agustín; Datos para la historia de la iglesia en Guatemala. Tomo III. Guatemala :
Tipografía Nacional, 1979. Páginas 215 a 216.
10
Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Op. Cit.,
página 213.
15
Previo a entrar en materia respecto a si la muerte de Justo Rufino Barrios ocurrió en batalla
o fue producto de un asesinato fraguado previamente, para conocimiento de lectores
nacionales y de otros países precisa dar a conocer una síntesis biográfica del personaje, con
el fin de comprender por qué continúa la discusión acerca de la causa de su deceso. Con tal
propósito, continuación se transcribe literalmente la Biografía publicada en el blog de
Wikiguate, 11 cuya última revisión corresponde al 12 de septiembre de 2012, la cual puede
consultarse directamente en: http://wikiguate.com.gt/wiki/Justo_Rufino_Barrios.
Justo Rufino Barrios (San Marcos, 19 de julio de 1835-El Salvador, 2 de abril de 1885)
fue un notario público, General militar y Presidente de Guatemala desde 1873 hasta 1885.
Fue uno de los líderes de la Revolución Liberal de 1871 junto con Miguel García Granados,
que derrocaron el gobierno del mandatario Vicente Cerna. Murió en 1885, siendo aún
presidente de la nación, cuando intentaba conquistar territorio salvadoreño (Móbil, 2011).
Contenido
1 Vida
2 Legados como mandatario
3 Referencias bibliográficas
Vida
Barrios nació en San Lorenzo, San Marcos, el 19 de julio de 1835. Fue hijo de Ignacio
Barrios y Josefa Auyón (Asociación de Amigos del País, 2004). Estudió la carrera de leyes
por dos años en la Universidad de San Carlos de Guatemala. En 1862, recibió el título de
escribano público o notario. Ese mismo año regresó a San Marcos y dividió su tiempo entre
el ejercicio de su profesión y el cultivo de su finca, El Malacate. Más tarde en su vida,
Barrios contrajo matrimonio con Francisca Aparicio, de las principales familias
11
Según se describe en el propio blog: ―Wikiguate es una breve enciclopedia en línea sobre Guatemala,
desarrollada y coordinada por el Instituto de Lingüística e Interculturalidad de la Universidad Rafael
Landívar. Esta plataforma virtual es una iniciativa del Grupo Multimedios y opera con financiamiento del
Programa de Apoyo a la Calidad Educativa (PACE), de la cooperación técnica alemana (GTZ). El objetivo
del portal es ofrecer a estudiantes y docentes insumos en español, maya k‟iche‟ y maya mam, relacionados
con los contenidos del Currículum Nacional Base del Nivel Medio.‖
16
En 1971, y sin hacer referencia a Coronado Aguilar, el historiador Francis Gall en la ―Nota
Liminar‖ a la obra del norteamericano Paul Burguess, Justo Rufino Barrios: una biografía
(1926) se preocupó por deslindar el entuerto acerca de si el general se llamó José o Justo, y
para ello acude no solo al acta matrimonial mencionada, sino a la partida de bautismo, a
resultas de lo cual se aprecia que eso de discutir respecto al primer nombre de pila no es
más que perder tiempo, pues en realidad su llamó ―Justo‖, aunque en muchos de sus actos
públicos no haya sido igual de justo.
Una copia en facsímil de la partida nacimiento de Justo Rufino Barrios la proporciona Paul
Burguess: 12
12
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Traducción del inglés, Documentación y Nota
Liminar de Francis Gall. Guatemala : Publicación Especial No. 17 de la Sociedad de Geografía e Historia de
Guatemala. Editorial del Ejército, 1971. Página XXVII. Nota: la obra fue escrita en 1920. La primera edición
en inglés fue publicada en 1926 por la editorial Dorrance and Company de Philadelphia, con el título Justo
Rufino Barrios - A Biography. En Guatemala hubo nueva edición en inglés, impresa en Quetzaltenango por
Tipografía ―El Noticiero Evangélico‖, 1946.
20
―La fotografía de la partida de bautismo de Barrios aclara una duda que durante
decenios existía, sobre el nombre con el cual se le inscribió en la parroquia de San
Marcos el 21 de julio de 1835.
Después de un detenido examen de la grafía, de la tinta y del papel, se pudo
constatar que NO existe alteración alguna en su nombre: JUSTO RUFINO.
Debido a que en su partida de casamiento (5 de agosto de 1874) figura como
JOSE RUFINO, Burguess comenta en llamada de pie de página que Barrios
‗pudiera ser que por entonces no supiera que su primer nombre era Justo‘.
Al respecto, deseo exponer aquí lo siguiente, que estoy seguro aclarará más de
alguna duda:
1º. La partida de bautismo asentada en el libro número doce (12) de bautismos, folio
tres (3) anverso, de la Parroquia de San Marcos, tanto en el texto como en su
anotación al margen dice claramente JUSTO RUFINO.
2º. El resultado de un examen cuidadoso de la letra, de la tinta y del papel demuestra
que NO EXISTE BORRON O ENMIENDA ALGUNA EN EL NOMBRE.
[…]
4º. La certificación de la partida de bautismo fue realizada en el mes de septiembre
de 1861, o sea durante la época en que Barrios estudiaba para Notario Público en
la ciudad de Guatemala. Es decir, que indudablemente ha de haber sabido para
entonces bajo cuál nombre había sido bautizado.
5º. Barrios nació el 19 de julio de 1835, que en el Santoral corresponde a SANTA
JUSTA y SANTA RUFINA, vírgenes y mártires. Entonces, al igual que ahora,
ha sido práctica común que a los recién nacidos se les dé el nombre del santo del
día en que nacieron, ‗como aparece en el almanaque‘.
[…]
6º. ¿Por qué en muchos decretos que emitió, en gran número de documentos, así
como en varias citas de sus contemporáneos se menciona a Barrios como JOSE
RUFINO? Puede mencionarse al respecto lo siguiente:
a) A la fecha no se ha encontrado documento alguno, fidedigno y de la época que
aclare esta interrogante y, de consiguiente, cualquier hipótesis no pasaría de
ser precisamente eso. Empero, sí se desea hacer hincapié en lo que sigue:
1. Que se sepa, Barrios no firmó como JUSTO RUFINO ni como JOSE
RUFINO, sino que siempre con una ―J‖ inicial: J. RUFINO BARRIOS,
seguido de su rúbrica.
21
Biografías acerca de Justo Rufino Barrios las hay para todos los gustos: en algunas se le
idolatra y en otras se le execra. Autores hay que lo tratan como un dios, magnificando su
obra material, en tanto que varios lo califican de déspota, sanguinario y dictador.
Prácticamente todas se ocupan de lo realizado como líder o gobernante durante 1871 a
1885, incluyendo algunos pasajes de su vida antes de llegar al poder. Quizá por esa razón el
guatemalteco José Luis García Aceituno escribió en 1958 la novela Don Rufino,
publicándola al año siguiente.
―Ciertamente, no es éste el primer libro que se escribe para dar a conocer la vida
de don Rufino; bastantes se han publicado. Unos, en cantos a sus proezas; otros, con
Gall, Francis; ―Nota Liminar‖. En: Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit. páginas
13
XVII a XX.
22
14
García Aceituno, José Luis; Don Rufino. Guatemala : Tipografía Nacional, 1959. Página 7.
15
Idem., páginas 9 y 10.
23
―[…] Sin la confusión creada por la muerte del presidente Barrios, Rodolfo Luis
no se hubiera atrevido a correr ese riesgo. Hasta ahora había logrado distribuir los
volantes en las fincas de varias parroquias vecinas, además de la propia, sin que los
poderosos finqueros dieran señales de agitación.‖ 16
―—¿De veras cree que el trabajo forzado en las fincas va a seguir por tanto
tiempo? —reflexionó Chepe mientras cerraba su matate—. El padre Rodolfo Luis
16
Hinshaw, Robert E.; Los coyotes tienen suerte. Guatemala : F&G Editores, 2012. Página 23.
17
Idem., página 26.
24
dijo que ahora que el presidente Barrios está muerto, si suficientes campesinos nos
negamos a trabajar, el gobierno tiene que cambiar la ley.‖ 18
Nótese que los diálogos anteriores se producen en 1885; nadie habla de asesinato, solo de la
muerte de Barrios. Sin embargo, pasados los años, entre 1935 y 1940, Rodolfo Ajcojóm ha
transcurrido su vida como caporal en una finca de Panajachel y Eliseo –de origen indígena
aunque no muchos lo saben– le comenta al padre Jacobo –español de pura cepa– qué
Rodolfo es un sabio –principal– y el origen de su nombre, hablando ahora del asesinato de
Barrios ya no como simple muerte. Y como el eclesiástico como que no muy cree que
Rodolfo sea sabio, Eliseo le ratifica:
18
Idem., página 40.
19
Idem., página 294.
25
Debido a que en prácticamente todos los libros de historia se cuenta que Justo Rufino
Barrios murió en la batalla de Chalchuapa (El Salvador), exactamente en la mañana del 2
de abril de 1885, don Manuel Coronado Aguilar se atreve a lanzar la hipótesis: que no
necesariamente fue peleando que ocurrió su deceso, sino producto de un vil y planificado
asesinato.
20
Vela Castañeda, Manolo E. (coordinador); Guatemala, la infinita historia de las resistencias. Guatemala :
Edición de la Secretaría de la Paz de la Presidencia de la República. Magna Terra editores, 2011. Página 18.
26
He aquí lo expuesto por Coronado Aguilar, adosado con la transcripción de las fuentes que
cita, para finalmente incluir lo señalado por Marroquín Rojas, así como otros ―detalles‖
complementarios, que a juicio de quien esto escribe demuestran que la hipótesis de
Coronado Aguilar está equivocada.
Para Coronado Aguilar, Justo Rufino Barrios no murió gallardamente como lo repetía el
licenciado Pedro Penagos, su antiguo profesor de Historia en el Instituto Nacional Central
de Varones en el año de 1912, sino por la bala asesina de un traidor, el soldado Onofre
Obando. Del licenciado Penagos escribió poco gratos recuerdos en 1942:
―Durante los dos primeros meses del año, este abogado nos dio clases de Historia
Universal. Ha de haber conocido su materia, no hay duda, y de haber tenido la mejor
de las intenciones para explicarla. Más, no pudo comprobar una ni otra cosa,
primero, porque su ancianidad tan avanzada le impedía ser llano en la expresión, y
segundo, porque su incurable afición al régimen imperante, le quitaba la libertad
para lanzarse con independencia por el ancho valle de la observación diáfana, pues
en todo veía siempre algo que pudiese contrariar al representante del Poder Público.
Don Pedro, ha de haber renunciado a su cátedra, obligado sin duda, por nuestras
incansables impertinencias estudiantiles.‖ 21
¿Cómo demostrar que Barrios fue asesinado? A manera de comprobación refiere el atrevido
autor que en la edición del 10 de abril de 1885 del Diario de Centroamérica, se reproduce el
informe que el general Arcadio Cojulún diera acerca de la muerte del caudillo, en el cual
este señaló que fue provocada, lo cual es una deducción de las palabras que expresó:
21
Coronado Aguilar, Manuel; Retazos de la vida. Coram veritate (frente a la verdad). Guatemala : Tipografía
San Antonio, 1942. Páginas 166 a 167. Nota: el licenciado Penagos fue sustituido en dicho año de 1912 por el
también abogado José Antonio Villacorta Escobar, el que nuevamente fue profesor de Coronado en 1917
cuando impartió la cátedra de Derecho Penal Primer Curso y en 1922 fundó con él la Asociación de
Abogados.
22
Coronado Aguilar, Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, edición del
viernes 29 de marzo de 1968. Página 3.
27
En vista que los soldados de un batallón casi se amotinaron al no querer recibir órdenes de
quien los comandaba, llega Barrios y les pregunta, según Coronado:
―«¿Me quieren a mí por jefe?», y al escuchar que le gritan: «Con usted sí vamos»,
su suerte estaba echada, su destino sellado y los minutos de su vida comprimidos.
Barrios salta sobre el lomo de su yegua, la que inmediatamente hubo de
estremecerse ante el desplome de su jinete. Onofre Obando y su pequeño grupo de
seis compañeros complicados en aquel crimen, habían cumplido la consigna de
matar al audaz. «Crimen», hemos dicho y lo reiteramos, porque crimen fue el hecho
de darle muerte de esa manera al General Barrios, en donde hubo alevosía,
premeditación, seguridad y ventaja. La víctima cae dentro de un zanjón, sin que
hubiera un auxilio cerca, pues hasta los médicos militares que debieron apresurar su
paso, carecieron de valor para llegar prestos a aquel punto desde entonces
histórico.‖ 24
23
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., páginas 284 a 285.
24
Coronado Aguilar, Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, edición del
viernes 29 de marzo de 1968. Op. Cit., página 15.
28
Y como tercer documento para ―demostrar‖ que lo de Justo Rufino Barrios fue asesinato y
no una muerte en acción, Manuel Coronado Aguilar inserta el texto escrito por el sobrino
de éste, el general José María Reina Barrios, en ese entonces Jefe del Batallón Canales,
quien:
Toda vez que a lo largo de la refutación a la atrevida hipótesis lanzada por Coronado
Aguilar se mencionarán los nombres de algunos militares que comandaban las brigadas que
integraban el ejército al mando de Justo Rufino Barrios, a continuación se inserta el
esquema de la organización el cual fue tomado de Perspectiva Militar; Batalla de
Chalchuapa, 1885. Publicado el 2 de abril de 2008 en el portal digital del blog con el
mismo nombre, etiqueta ―Temas académicos militares‖
http://perspectivamilitar.blogspot.com/2008/04/batalla-de-chalchuapa-1885.html
25
La e presión ―(sic)‖ fue colocada por Coronado; así es su estilo al finalizar la copia de un párrafo de alguna
fuente que consultó.
26
Loc. Cit.
29
En el blog de Perspectiva Militar se indica que fueron 14,500 hombres los que integraban el
ejército de Justo Rufino Barrios. Empero, es más fiable la versión del doctor Rafael Meza
Raquin (1843-1926) quien era Secretario Particular de Barrios y testigo ocular de los
hechos, quien suma 7,900 hombres, distribuidos como sigue: 27
27
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Guatemala : Segunda edición. Tipografía
Nacional, abril de 1935. Páginas 221 a 222.
30
La acusación contra los jalapas le fue recordada duramente a Reina Barrios el 20 de julio de
1891, durante la campaña por la presidencia. En tal fecha el periódico ―El Pueblo‖, de
oposición a su candidatura así como a la del doctor Lorenzo Montúfar, le señaló:
―Los pocos defensores y propagandistas que hoy tiene son unos pocos
descamisados que doña Francisca A. de Barrios ha comprado con el oro que para
este efecto remite desde Nueva York.
Pero fuera de estos votos vendidos, no tiene ni puede tener popularidad, porque
carece de aquellas dotes que conquistan prestigio y simpatías generales.
[…]
Se ha querido propagar que tiene grandes simpatías en Oriente, pero cabalmente
allí es donde menos puede estimársele.
Porque los valientes orientales no olvidarán jamás que Reina Barrios fué quien los
insultó cobardemente en el folleto que publicó en 1885 después de la campaña de la
Unión.
He aquí lo que Reina dice en ese documento del denodado batallón Jalapa:
‗Se puso en marcha (Barrios) con la Brigada Jirón, compuesta de los Jalapas.
Estos soldados se comportaron ese día de la manera más cobarde é infame. Se cree
que estaban ganados y ALECCIONADOS POR MISERABLES TRAIDORES.‘
31
Después de tal insulto dirigido, no solo á los jalapas, sino á todos sus compañeros,
es decir, á todas las tropas orientales, es imposible que los orientales y los jalapas
den sus votos á quien los injurió de ese modo.‖ 28
Y qué casualidad ―histórica‖ con respecto al apellido Obando, con similitudes y diferencias
según el crimen cometido y sus consecuencias: el cabo Onofre Obando, de escasa categoría
en la escala jerárquica, supuestamente asesina a Justo Rufino Barrios en 1885. En Ecuador,
55 años antes, otro militar pero con rango de general, José María Obando, da muerte en
1830 por propia mano, en un camino solitario, al héroe de la batalla de Ayacucho, Antonio
José de Sucre. La diferencia es que en el primer caso, el de Barrios, no hubo investigación,
solamente conjeturas y ―balbucencias de la Señora Rumor‖ como les llama Burguess. Para
el de Sucre sí fue ordenada una investigación, recayendo la misma en el guatemalteco
Antonio José de Irisarri, quien probó que efectivamente el general Obando fue el autor, a
resultas de lo cual este fue juzgado y condenado.
En efecto, durante el año 1845 cuando Irisarri aún vivía en Ecuador, el presidente Juan José
Flores (1839-1845) le pide que investigue y escriba sobre el asesinato de Antonio José de
Sucre (1795-1830), conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho, título que se le dio por
haber sido el ejército bajo su mando quien el 9 de diciembre de 1824 derrotó en Ayacucho
(Perú) al ejército español. La petición de Flores se justificaba en el sentido que necesitaba
se estableciera su inocencia en el asunto, pues no estaba claro quién disparó sobre Sucre el
4 de junio de 1830, y años después se decía que había sido por orden del mismo. Sin
embargo, una rebelión que estalló en 1845, promovida por la burguesía mercantil contra su
gobierno dictatorial y defensora de los intereses de los grandes propietarios, le obligó a
exiliarse; Irisarri también abandonó Ecuador y se dirigió a Pasto (ciudad del suroeste de
Colombia, capital del departamento de Nariño) donde inició y concluyó la investigación. El
resultado fue su Historia crítica del asesinato cometido en la persona del Gran Mariscal de
Ayacucho (impresa en Curacao en 1849), una obra maestra para Luis Cardoza y Aragón, 29
elaborada por el ―ilustre trotamundos y hombre sin alma en todo sentido, cuya mejor obra
es el libro en que describe el asesinato de don Antonio José de Sucre, el gran mariscal de
28
El Pueblo; Luchas electorales. Guatemala : Año I, Núm. 8, edición del 20 de julio de 1891. Redactor
responsable: Marcelino Pineda. Página 1.
29
Cardoza y Aragón, Luis; Guatemala: las líneas de su mano. Edición princeps 1955. México: Tercera
edición. Colección Popular, Fondo de Cultura Económica, 1976. Página 231. En página 223 de la misma obra
señaló: ―No sé de ningún guatemalteco más guatemalteco y continental, más brillante y extraordinario, que
don Antonio José de Irisarri (1786-1868).‖
32
Ayacucho‖ 30 donde demostró que no había sido Flores el instigador sino el general José
María Obando. Es una excelente descripción histórica y analítica de los acontecimientos y
de sus autores, que en la edición guatemalteca de 1968 alcanza 407 páginas, incluyendo 46
anexos con pruebas documentales tomadas muchas de ellas de los mismos tribunales que
intervinieron en la causa. 31
Regresando a la hipótesis. A decir verdad, tanto los lectores de Coronado Aguilar en 1968
cuando escribió su artículo, como los del siglo XXI actual, necesitarían de mayores
argumentos contundentes para aceptar la presunción referente a que se trató de un asesinato
preparado con anticipación, donde la renuencia de los soldados de un batallón para
combatir con el jefe que tenían asignado, no fue más que un ardid para provocar en la
ligereza del Caudillo su decisión de comandar él mismo dicho batallón, sin saber que se
trataba de una treta para ponerlo a la vista del enemigo minutos después de la incursión.
Para Marroquín Rojas no hubo conspiración ni asesinato. Todo fue producto de la mala
interpretación acerca de que los soldados del Batallón Canales no querían pelear, cuando lo
que plantearon fue que no aceptaban al jefe que les habían impuesto y por ello
imprudentemente Barrios los lideró y de ahí su muerte, ocurrida en campo abierto, a pesar
de los ruegos que le hicieran su amigo Téllez y su yerno Sánchez.
30
Marroquín Rojas, Clemente (León de la Selva); David Vela no es Irisarri. Guatemala : diario La Hora,
edición del jueves 10 de octubre de 1974. Páginas 4 y 6.
31
Irisarri, Antonio José de; Historia crítica del asesinato cometido en la persona del Gran Mariscal de
Ayacucho. Con Prólogo mínimo de Enrique Del Cid Fernández. Guatemala : Editorial ―José de Pineda
Ibarra‖, Colección Documentos No. 28. Ministerio de Educación Pública, 1968. Nota: Escrita originalmente
en 1846; impresa en Curacao en 1849.
33
veces cobardes. En sus filas no había nadie que se llamara Obando; apellido
desconocido en Jalapa; en sus filas no iban soldados en quienes se podía confiar la
realización de una maniobra política a base de aquel asesinato. La prueba es que al
lado de Barrios murieron muchos suyos; su hijo Venancio, el cadete Hall,
trescientos jalapas con el propio coronel Girón y muchos más, y en contra de éstos
no había francotiradores que valieran. Aquella muerte fue la natural y lógica: un
hombre que avanza a menos de quinientos metros por una vía libre, montado a
caballo, daba un blanco maravilloso […] Todo esto se inventó para no dar a los
salvadoreños la ‗gloria‘ de haber dado muerte al jefe afamado de Guatemala, cuyos
sistemas llevaba en los pliegues de aquella bandera que cayó con él. Buscaremos el
periódico para tratar este asunto más detenidamente y demostraremos que tan malas
son las pruebas que censura Coronado Aguilar como las que él aporta.‖ 32
Esto es: la ―aclaración‖ que Marroquín Rojas le efectúa a Coronado Aguilar sí tiene lógica:
si hubiera sido un asesinato fraguado por una mente maquiavélica que indujo al dictador a
tomar el mando del batallón y así morir por una bala certera, junto con él no hubieran
perecido por la lluvia de balas más de trescientos soldados, en cuenta su yerno Urbano
Sánchez y el afamado soldado raso Adolfo V. Hall, cuyo nombre figura en el centro de
formación castrense para muchachos que estudian el bachillerato de la educación, ―Instituto
Adolfo V. Hall‖. En el caso de su hijo Venancio Barrios, este
falleció durante la tarde, prácticamente suicidándose al
arremeter contra un grupo de soldados salvadoreños; también
murió el –según Coronado Aguilar– urdidor del asesinato,
Coronel Antonio Girón. Sin embargo, el hecho que en el
Batallón Jalapa no hubiera ―nadie que se llamara Obando;
apellido desconocido en Jalapa‖, no significa que alguien con
dicho apellido no haya llegado a las filas y cometido el crimen;
aspecto que se verá infra.
32
Marroquín Rojas, Clemente; Una aclaración a Manuel Coronado Aguilar. Guatemala : diario La Hora.
Edición del martes 2 de abril de 1968. Página 4.
34
Como se verá más adelante, el periódico ―El Patriota‖ hace ver que el coronel Girón murió
antes de las ocho de la mañana del 2 de abril, poco después que Justo Rufino Barrios lo
sustituyera porque el Batallón Jalapa a su cargo no lo quería como jefe. Sin embargo, es
Rafael Meza el que en calidad de testigo de vista de lo ocurrido antes y después de la
batalla, quien refiere que Girón y Urbano Sánchez, yerno de Barrios, fallecieron después
del combate y a resultas del mismo.
Por otra parte, si se lee con detenimiento lo escrito por Casimiro Rubio, al que Coronado
Aguilar cita para confirmar su hipótesis del asesinato, podrá notar el lector de hoy que en el
texto referente a la muerte de Barrios, el escritor liberal no dice ni induce a pensar que se
haya tratado de un asesinato. Por esta razón a continuación se transcriben algunos párrafos
de su obra, misma que resulta valiosa en este momento por cuanto dicho autor copia a su
vez los informes de quienes estuvieron presentes en el momento de la muerte, incluyendo a
Reina Barrios, su sobrino. 35
33
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., páginas 282 a 283.
34
Meza, Rafael; ―Batalla de Chalchuapa‖. En: Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino
Barrios : reformador de Guatemala. Recopilación histórica y documentada. Homenaje de la Policía Nacional
de Guatemala a su fundador. Centenario 19 de julio, 1835-1935. Editada bajo los auspicios del general c.
Jorge Ubico, Presidente de la República. Guatemala : Tipografía Nacional, 1935. Página 598.
35
José María Reyna Barrios (1854-1898), siete años después que su tío, ocupó también la silla presidencial, el
15 marzo de 1892; sin embargo, murió asesinado la noche del 8 febrero de 1898. Al día siguiente amaneció
35
Respecto a que fueran los propios hombres de Barrios, del Batallón Jalapa, los que le
dieron muerte, Paul Burguess señala:
En la transcripción de Burguess como que hizo falta que completara el primer párrafo, lo
cual es necesario para aclarar que el artículo que él cita no trata acerca de la muerte de
Barrios, sino solamente hace tal aseveración como párrafo introductorio para cuestionar por
qué los ministros del recién fallecido tomaron decisiones la tarde del 2 de abril de 1885,
siendo que a su juicio si el mandatario ya no existía, de hecho los ministros cesaban en el
cargo inmediatamente y por ende sus órdenes y firmas no valían. El primer párrafo, copiado
en toda su extensión, dice:
La discusión que ―El Renacimiento‖ quiso iniciar acerca de la legalidad en las funciones
desempeñadas por los ministros de Barrios nadie la siguió en éste o en otros periódicos.
como Presidente el Primer designado a la Presidencia, Manuel Estrada Cabrera, quien se mantendría en el
cargo hasta el 8 de abril de 1920.
36
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., página 280. La respuesta de Rafael Meza que
cita Burguess, aparece en dos de los párrafos del texto que se incluyen más adelante, lo cual se advertirá en su
momento.
37
El Renacimiento; Ministerio Cesante. Guatemala : Año I, Núm. 3, edición del 15 de julio de 1885. Redactor
responsable: Lic. Manuel J. Diéguez. Página 1.
36
Como que no había tiempo para eso toda vez que tales funcionarios renunciaron el 7 de
abril de 1885 ante el nuevo presidente general Manuel Lisandro Barillas (1845-1907),
quien aceptó la nota que en conjunto le dirigieron y a la vez nombró a sus sustitutos en la
misma fecha, información que puede consultarse en el Diario de Centroamérica, edición del
8 de abril de 1885, página 2.
―El Renacimiento‖ fue uno de los periódicos consultados por Burguess en su investigación
biográfica, explicando éste del mismo:
Tomando en cuenta que Burguess anota que ―El Renacimiento‖ apareció ―pocos meses
después de la muerte de Barrios‖, debe advertirse que no fue así, toda vez que el diario en
mención publicó su primer número el 13 de julio de 1885, once días posteriores a dicha
defunción. Anuncia de hecho en su página editorial que nunca estuvo de acuerdo con la
dictadura del Reformador y en números subsiguientes ofrece artículos de opinión contraria
al temido león para quien había sido creada una Constitución en 1879, a sabiendas que se
trataba de una jaula con hilos de seda para que él pudiera salir y entrar a su gusto. En el No.
1 de tal medio de comunicación se advierte:
38
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., página 6.
39
El Renacimiento; El Renacimiento -Editorial. Guatemala : Año I, Núm. 1, edición del 13 de julio de 1885.
Redactor responsable: Lic. Manuel J. Diéguez. Página 1.
37
40
El Renacimiento; El Renacimiento informa. Guatemala : Año I, Núm. 51, edición del 14 de septiembre de
1885. Redactor responsable: Lic. Manuel J. Diéguez. Página 1.
38
39
Paul Burguess cita al hondureño Rafael Meza Raquin (1843-1926), quien fuera Secretario
de Justo Rufino Barrios al momento de su muerte.
De Rafael Meza Raquin, en 1915 aparece una somera biografía en El “Libro azul” de
Guatemala, en razón que éste ocupaba un cargo en la Oficina Internacional Centro-
Americana, aquella que Rafael Arévalo Martínez describe cáusticamente en su novela La
Oficina de Paz de Orolandia:
41
Gobierno de Guatemala; El “Libro Azul” de Guatemala. Revisor Oficial, Máximo Soto-Hall. New Orleáns
: Searcy & Pfaff, Ltd., 1915. Página 342. NOTA: En otras fuentes secundarias aparece citado así: Soto-Hall,
Máximo; El Libro Azul de Guatemala. New Orleáns : Searcy & Pfaff, Ltd., 1915.
40
Rafael Meza escribió ―de fines de 1906 a mediados de 1907‖ el libro Centro América:
campaña nacional de 1885, 43 en el que narra los sucesos previos, durante y después de la
muerte de Barrios. Por su parte, y aprovechando que provienen de primera mano, Casimiro
Rubio transcribe el Capítulo VI correspondiente a la ―Batalla de Chalchuapa‖ del 2 de abril
de 1885. No obstante, es preferible tomar la versión primigenia, en función a que Rubio
omite o agrega palabras, suprime dos párrafos, insertando o borrando símbolos
gramaticales que figuran en la edición de Meza (1935) del cual, por tales razones, se toman
los párrafos siguientes: 44
Rafael Meza 45
42
Idem., página 343.
43
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Guatemala : Segunda edición. Tipografía
Nacional, abril de 1935. Página 9.
44
Es pertinente consignar que Rafael Meza describe los hechos referentes a la Batalla de Chalchuapa en los
Capítulos VI y VII, páginas 201 a 237 de su obra Centro América : campaña nacional de 1885. Tales
capítulos y páginas corresponden a la edición de 1935.
45
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Guatemala : Cuarta edición. Tipografía
Nacional, abril de 1985. Página 9.
41
46
El sinónimo de ―revocadas‖ es ―derogadas‖ o ―anuladas‖, pero así aparece en la edición que se tiene a la
vista. Posiblemente Meza quiso decir ―retocadas‖ o ―pintadas‖, que sería la palabra correcta para darle sentido
a la e presión ―revocadas de mezcla‖.
43
porque aún las recuerdo con fidelidad, de tal modo como si en estos momentos las
escuchase. […] y que fueron las últimas que yo escuché de los labios del General
Barrios y que quedaron de modo indeleble grabadas en mi alma.
El único que le habló en aquel instante fue el General Pérez que se hallaba
inmediato a él, diciéndole. —Sí, señor, eso es grave; sólo usted lo arregla.
El General Barrios montó en el acto y salió a escape sin llamar a nadie ni decir
otra palabra. De los Jefes del Estado Mayor lo siguieron el Coronel Andrés Téllez,
[…] su yerno don Urbano Sánchez […] Le vimos descender la colina con rapidez,
montado en su briosa yegua de raza inglesa y seguido de aquellos ayudantes. Por mi
parte, acostumbrado como estaba a que me dijese que lo acompañara cuando salía,
como nada me dijo en aquella ocasión, me quedé en el Cuartel General.
[…]
Al llegar donde se encontraba el Batallón Jalapa, Barrios preguntó a los
principales Oficiales que estaban formados, que por qué no querían pelear, sin decir
nada al Comandante Girón. Ellos le contestaron que sí pelearían y que en todo
obedecerían sus órdenes, que su disgusto era con el Coronel Girón que los trataba
mal, pero que le suplicaban que se los cambiara para entrar todos con gusto a pelear.
No hay necesidad de hacer eso, les replicó, yo soy su Jefe y me pongo al frente de
ustedes para pelear, conmigo irán a la batalla y triunfaremos como en El Coco. 47
Entonces todos los Oficiales y soldados gritaron:
¡Viva el Presidente…!
¡Viva el Jefe Supremo…!‘
Acto continuo ordenó el movimiento y se puso al frente del Batallón Jalapa. El
Coronel Téllez que había sido su amigo, compañero de la juventud y que lo trataba
con familiaridad, se acercó a él, y le dijo: encárgame a mí el Batallón, nombradme
Jefe, pero tú no debes abandonar tu puesto e ir a pelear; conmigo entrarán gustosos.
No hizo caso de aquella observación tan oportuna y sensata, y tan llena de interés
personal, continuando la marcha al frente de los soldados, guiado por el práctico que
allí tenía. El destino inexorable lo arrastraba, fatalmente, a su fin.
Esto que aquí relato, como lo que diré adelante, me fue repetido en varias
ocasiones por casi todos los ayudantes que siguieron al General Barrios y que se
encontraron en el momento que murió.
Llegó pronto a un punto que se llama Río del Molino, por las vertientes que allí
existen y donde se halla colocada la maquinaria de un molino hidráulico que eleva
el agua que surte la población. En una casa inmediata a donde llegó, tomó algunos
informes del dueño o guardián que se encontró, y después de breve descanso
47
Esta batalla se efectuó un día antes.
44
continuó la marcha por el amplio camino que conduce a las primeras casas del
pueblo. Al divisarlas hizo alto: desplegó algunas guerrillas y dio orden de atacar las
trincheras del enemigo que por el frente y por ambos lados se miraban. Estaban
entablados los fuegos que acababan de romperse, cuando Barrios se dirigió,
montado, a un lugar inmediato que quedaba a su izquierda, que forma una pequeña
prominencia en donde existen una piedras grandes, árboles de mango, y entonces un
rancho de paja solo, de donde podía dominarse bien el campo enemigo,
particularmente las trincheras de la ‗Casa Blanca‘. No desmontó, llevó la yegua
sobre aquella altura: en efecto, todo se miraba desde aquel lugar, pero como el
animal era alto, el jinete presentaba desde lejos un visible blanco en un campo
despejado, fácil de acertarle, porque de dondequiera se descubría. Los ayudantes
siguieron tras de él, pero quedaban en bajo. El enemigo hacía fuego nutrido, y el
General Barrios mientras examinaba el lugar, se inclinó un poco sobre el pescuezo
de la yegua del lado derecho, para ocultarse de las trincheras del frente. En esa
posición se encontraba, el fuego era recio, cuando se le vio soltar repentinamente las
riendas, bambolear y caer al suelo, quedando la yegua inmóvil, parada en el mismo
punto. El asistente José Angel Jolón, gritó diciendo, el patrón se ha caído, 48 y todos
los ayudantes inclinándose acudieron donde él. Una bala lo había herido
mortalmente, y cuando aquellos fieles servidores acudían en su auxilio y lo
levantaban en sus brazos, cerraba los ojos y exhalaba el último suspiro, tranquilo,
sin articular una palabra. Retiraron un tanto de aquel punto el cuerpo, exánime, se lo
pusieron por delante al Coronel Vachet, y montados todos regresaron llevándoselo a
la casa en donde poco hacía que el General había hablado con el dueño de la misma,
ocultándole el rostro. Le pidieron una camilla que facilitó, y habiendo preguntado a
quien llevaban, se le dijo que a un oficial herido, para que no supiera quién era el
muerto: le pusieron encima ramas verdes de almendro que se encuentran por
aquellas fuentes, y siguieron con el cadáver.
48
El nicaragüense Pedro Joaquín Chamorro Zelaya (1891-1952) elaboró una biografía crítica acerca de Justo
Rufino Barrios, llamándole ―El Patrón‖, sobrenombre que lo debe a una e presión del también nicaragüense
Enrique Guzmán Selva (1843-1911), el que en tiempos de Barrios era un emigrado en Guatemala. Y es que
Guzmán, a quien Chamorro cita por lo menos treinta veces en su obra El Patrón (1966), escribió en su Diario
Íntimo: ―‗Patrón‘ (así le dicen aquí a don Rufino)‖. Chamorro, Pedro Joaquín; El patrón. Estudio histórico
sobre la personalidad del general Justo Rufino Barrios. Guatemala: Segunda edición. Editorial Kódices,
2009. Página 359.
Véase reseña acerca de la obra de Chamorro en: Batres Villagrán, Ariel; El patrón y rastros perdidos en la
historia, 2009. Acotaciones, segunda parte. Ensayo publicado el 4 de marzo de 2010 en
http://www.monografias.com/trabajos-pdf3/patron-rastros-perdidos-historia-acotaciones/patron-rastros-
perdidos-historia-acotaciones.shtml
45
El General Barrios había salido del Cuartel General a las 9 de la mañana, bajo la
fuerte emoción que le había causado la noticia del Batallón Jalapa, y una hora
después, a las 10 más o menos, lo llevaban ya muerto al mismo lugar.
Hemos visitado varias veces el sitio donde cayó, que está al Norte de la ‗Casa
Blanca‘ […] Por la dirección en que se colocó montado, por la posición inclinada
que tenía para resguardarse de los fuegos con el pescuezo de la yegua, cosa natural e
instintiva que debe haber ejecutado al llevarla a la altura del terreno para examinar
por algunos minutos las trincheras del frente, y por el lugar del cuerpo en donde
recibió el balazo, tenemos la seguridad y convicción de que el proyectil partió de la
más inmediata de las trincheras que le quedaban a su lado derecho, que quizá él no
distinguió bien por las muchas cercas de piedra que las rodeaban, pero de donde sin
duda fue él bien descubierto.
La bala le penetró debajo de la clavícula del hombro derecho y le tocó el corazón,
produciéndole una muerte instantánea. No ha tenido fundamento cierta especie que
en aquellos días se hizo circular, asegurándose que soldados jalapas habían sido los
que le dieron muerte al General Barrios. 49 En primer lugar, porque los del Batallón
que él llevó los había distribuido por ambos lados para atacar y se encontraban ya en
acción, y los que quedaban estaban retirados a retaguardia, que no lo veían y que no
podían haber hecho fuego sobre él sin hacerlo sobre los ayudantes, de los que
ninguno apareció herido; y en segundo lugar porque fue herido de frente y no por
detrás, no pudiendo en aquel momento encontrarse adelante un soldado de los
jalapas sin estar confundido con los del enemigo, cuyo supuesto es inadmisible.
Dicha especie fue sin duda inventada por haberse sabido la insubordinación referida,
que en el fondo no fue otra cosa que un disgusto de los oficiales con el Comandante
a quien no querían, ocurrido en momento inoportuno, que a no haber sido el carácter
fogoso y violento del General y la duda que en su ánimo surgió por ciertos
antecedentes, hubiera podido de otro modo arreglar aquella funesta ocurrencia, o
proceder conforme se lo indicó a tiempo el Coronel Téllez. Estos casos ocurren sólo
entre nosotros, porque aquí no tenemos verdaderos ejércitos disciplinados, sino
masas inconscientes que pelean y se sacrifican no por deber sino por amor y por
respeto al Jefe que han tenido y conocen, y que de algún modo ha sabido ganárselos
y dominar sus instintos.‖ 50 / 51
49
La respuesta de Rafael Meza que cita Burguess, para aclararle a la ―Señora Rumor‖, constituye el anterior
párrafo y parte del presente, hasta esta línea. Véase: Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op.
Cit., página 280.
50
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Segunda edición. Op. Cit., páginas 201 a 213.
46
51
Meza, Rafael; ―Batalla de Chalchuapa‖. En: Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino
Barrios : reformador de Guatemala. Op. Cit., páginas 586 a 595.
47
Así también, Casimiro Rubio reproduce parte de lo publicado en 1924 por el coronel
Ramón G. Cáceres, otro testigo de vista acerca de la muerte de Barrios pues fue uno de los
Ayudantes u Oficiales mencionados por Rafael Meza sin dar el nombre, toda vez que en
1885 dicho coronel era solamente un Teniente de Infantería, quien se refiere al tema que
tanto ocupa a Coronado Aguilar: no murió por la Batalla sino fue asesinado en un ataque
premeditado y traidor de los soldados del Batallón Jalapa, lo cual es imposible de aceptar
para Clemente Marroquín Rojas pues un día antes habían triunfado en la batalla del Coco,
hipótesis que de hecho fue invalidada por el mismo Rafael Meza ya transcrito.
El coronel Cáceres escribe para aportar nuevos datos y confirmar lo anotado por el antiguo
Secretario de Barrios, pero… con la diferencia que en tanto éste vio desde lejos lo que le
ocurrió a Barrios y escribe con base en lo que le contaron los que estuvieron a su lado en el
lugar donde encontró la muerte, Cáceres sí observó la manera como moría su Jefe y por
ende es un observador calificado. Su relato es como sigue:
52
Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Op. Cit.,
página 629.
48
53
Tome en cuenta el lector que Clemente Marroquín Rojas también menciona las piñuelas y Casa Blanca,
para demostrarle a Coronado Aguilar que está equivocado con su hipótesis.
49
54
Nótese que el coronel Cáceres, un testigo de vista, narra que el coronel Girón murió o por lo menos fue
herido, después que el propio Barrios. Más adelante se verá cómo el periódico ―El Patriota‖ para demostrar
que hubo confabulación para asesinar al Reformador, coloca a Girón muerto en batalla antes de las ocho de la
mañana. Igual lo hace el panegirista Jesús E. Carranza en El Gral. Justo Rufino Barrios (1901), quien
―refiere‖ lo que le contaron o leyó y repite la leyenda del pabellón sobre el pecho del unionista: ―Refiérese
que herido o muerto en el combate el coronel Girón, jefe del Batallón Jalapa, vencedor en el «Coco», Barrios
«dispuso a eso de las ocho de la mañana, dirigir personalmente el combate […] Una hora después, en lo más
recio del combate, caía herido mortalmente el Gran Barrios, entregando su gloriosa existencia en brazos de la
fama y su cuerpo e ánime quedó envuelto entre los pliegues del pabellón federal…‖ Carranza, Jesús E.; El
Gral. Justo Rufino Barrios : Datos y referencias del Benemérito Reformador de Guatemala y Caudillo de la
Unión de Centroamérica. Guatemala: Tercera edición. Biblioteca Guatemalteca de Cultura Popular ―15 de
septiembre‖. Volumen 7. Ministerio de Educación Pública, 1956. Página 131.
Acerca de Carranza escribió Burguess, después de examinar los documentos publicados por el General
Andrés Téllez y Rafael Meza: ―Decididamente, el trabajo de Jesús Carranza es inferior al de ambos
anteriores, tanto porque Carranza no fue un testigo presencial de lo que describe, como por estar
completamente dominado por la parcialidad de su partido. De hecho, no finge en exponer que su trabajo sea
otra cosa que una defensa del histórico liberalismo centroamericano. Aún así, su obra es la única existente que
aun con apología puede ser catalogada como una biografía completa.‖ Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios:
una biografía. Op. Cit., página 5.
55
No lo vio porque el hijo del dictador, quien lo procreó con una sirvienta en la hacienda de sus padres en San
Lorenzo, San Marcos, cuando tenía 17 años, se encontraba en batalla: ―Venancio Barrios obtuvo toda clase de
oportunidades cuando su padre llegó a ser Presidente de la República y, a su debido tiempo, recibió los
despachos de General en el Ejército de Guatemala. Cuando su padre partió hacia la campaña en que murió,
Venancio había caído en desgracia debido a que se había separado de su esposa contra los deseos de su padre.
Acompañó al ejército al frente de batalla, aunque sin tener a cuerpo alguno de tropas bajo su mando. Cuando
supo que su padre había fallecido, casi solo se lanzó contra las tropas opuestas de la República de El Salvador
y murió en combate. Dichas tropas anunciaron la muerte del hijo de Barrios, antes de que supieran de la del
propio Barrios.‖ Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., página 16. Más adelante, en
50
nos ayudó el Cabo Estanislao Aragón; y el soldado José María Ramírez sacó la
yegua, conduciéndola hacia Casa Blanca. En este trayecto, como a medio camino,
tropezamos con el Teniente Coronel Vachet, montado en su mula, con dirección a
Casa Blanca; antes de llegar encontramos al Coronel Téllez, a quien entregamos el
cadáver.
[…]
Causa de esa revuelta que dio al dar la orden el General Barrios, fue que recibió el
balazo de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto, en la clavícula derecha,
atravesándole el corazón y brazo izquierdo, y no como se ha dicho en muchas
ocasiones, que de parte de las tropas Jalapa procedió ese tiro, no siendo posible, me
creo con el derecho de aclarar cierta aberración que hay a ese respecto, por ser
testigo ocular de esos momentos y posición en que se encontraba el General Barrios.
Me permito hacer, como al principio indiqué, estos apuntes para que si en la
opinión del que escriba la historia nuevamente de esta campaña, los cree útiles, los
tome en consideración, pues son verídicos y me constan de vista.
Ramón G. Cáceres.
Guatemala, 2 de abril de 1924.‖ 56
páginas del presente ensayo se reproduce el artículo publicado por El Renacimiento; Últimos momentos del
General don Venancio Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 31, edición del 20 de agosto de 1885.
56
Cáceres, Ramón G.; ―Un recuerdo a la memoria del General Barrios‖. En: Rubio, Casimiro D.; Biografía
del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Recopilación histórica y documentada. Op.
Cit., páginas 628 a 635.
51
―El patrón ha caído‖ señaló uno de los soldados cuando vio cómo Barrios estaba en tierra
ya muerto y su yegua a la par de él; como patrón o tirano, sus panegiristas no dudaron en
compararlo con Morazán, y uno de ellos –Carranza– concluyó su biografía citando a Juan
Montalvo: 57 ―Barrios había sido el hombre de la espada; ha concluido como el hombre de
la idea. Morazán se ha descubierto en la eternidad al ver llegar a Barrios‖. 58 Otro adulador,
Zeceña, no duda en bendecir su dictadura al decir: ―Ese fue su papel histórico. Fue tirano
porque la tiranía se hizo indispensable para consolidar la paz, salvar la Reforma y
robustecer el principio de autoridad en aquella época turbulenta.‖ 59 Quien anticipa que su
discurso no tiene por objeto hacer un panegírico para con Barrios, es Ramón A. Salazar
quien en Tiempo Viejo (1896) inserta su discurso ―Justo Rufino Barrios‖, pronunciado el 2
de abril de 1892: ―Presencié algunos de sus raptos de orgullo, así como tuve ocasión de
escuchar su palabra cariñosa y amiga. Hay más: con una curiosidad natural he estudiado lo
que pensaba sobre la vida, aquel Dictador temible; y la impresión que saqué fue buena. […]
Lejos de mí la idea de hacer una apoteosis ciega de aquel ilustre muerto, ni mucho menos
halagar, adulando, a los partidarios de su memoria. El país sobre todo; y la verdad como
base de mi discurso.‖ 60
Obviamente que al escribir la historia, don Manuel Coronado Aguilar desvirtuó o mal
interpretó los hechos y de ahí su obsesión por demostrar que el General Barrios fue
asesinado, que se trató de un plan fraguado previamente por el Coronel Girón, el que según
el Coronel Cáceres no era más que un comandante del Batallón Jalapa que por abusar de su
mando fue rechazado por los Oficiales a su cargo, Cáceres incluido, siendo esta la razón
que les motivó a prácticamente sublevarse y pedir que les cambiaran jefe, lo cual no quería
decir que no pelearían. Barrios, con sus impulsos de tigre como se le conocía, en lugar de
designar al Coronel Téllez como éste se lo pidió, decide comandar él mismo al Batallón y
57
Las obras del ecuatoriano Juan Montalvo eran citadas y utilizadas a su conveniencia por tirios y troyanos.
Carranza, defensor del liberalismo las adapta a la biografía de Barrios, y los conservadores del periódico ―El
Patriota‖, en sus ediciones del 2 y 13 de agosto de 1891, las apropian para endilgarle el título de tirano.
58
Carranza, Jesús E.; El Gral. Justo Rufino Barrios. Op. Cit., página 139.
59
Zeceña, Mariano; La Revolución de 1871 y sus caudillos. Guatemala: Tercera edición. Biblioteca
Guatemalteca de Cultura Popular ―15 de septiembre‖. Volumen 17. Ministerio de Educación Pública, 1957.
Página 112.
60
Salazar, Ramón A.; Tiempo viejo : Recuerdos de mi juventud. Guatemala: Segunda edición. Biblioteca
Guatemalteca de Cultura Popular ―15 de septiembre‖. Volumen 14. Ministerio de Educación Pública, 1957.
Página 167.
52
al colocarse en el punto de mira fue derribado de un certero balazo. Lo demás, sólo cabe en
la mente del respetable Coronado Aguilar, quien no por ello será objeto de desafecto por
parte de quien esto escribe. Total, todos pueden equivocarse, hasta el más experto en
labores históricas.
Para que el lector pueda realizar la lectura completa del texto publicado por don Manuel
Coronado Aguilar en 1968, y evitarse la molestia de asistir a la Hemeroteca Nacional
―Clemente Marroquín Rojas‖, sobre todo si reside fuera de Guatemala, a continuación se
transcribe el artículo por él editado, con leves comentarios a pié de página a manera de
comparación, cuando procede, con lo anotado directamente por Casimiro Rubio o bien por
los participantes en la batalla que él también copia.
61
Tome en cuenta el lector que a don Manuel Coronado Aguilar siempre se le tildó de conservador, mote que
él llegó a aceptar con sorna, toda vez que si bien se consideraba como tal por estar en contra de los liberales
de nombre, muchas de sus ideas sí que eran tan liberales como las de aquellos que solamente del diente al
53
labio se autonombraban con dicho epíteto, aunque en la práctica podían pasarla de conservadores por estar en
contra de los cambios.
62
El ―Acta Matrimonial‖ incluida por Casimiro Rubio en su obra indica tres veces el nombre de José Rufino,
aunque no señala que fuera en marzo sino en agosto como efectivamente ocurrió.
63
Se refiere al Instituto Nacional Central de Varones donde estudió la educación secundaria, de 1909 a 1914.
64
Increíble que en 1968 Manuel Coronado recuerde con exactitud lo que dijo su maestro en 1912, ¡y eso que
solo fue su alumno durante los meses de enero y febrero!, pues a partir de marzo ―ha de haber renunciado a su
cátedra, obligado sin duda, por nuestras incansables impertinencias estudiantiles.‖ Véase: Coronado Aguilar,
Manuel; Retazos de la vida. Coram veritate (frente a la verdad). Op. Cit., página 167.
54
¡Caramba!, nos decíamos, «tata Rufo», en verdad, fue superior a Napoleón, al Cid
Campeador, a Perseo, a Alejandro y al mismo Carrera en su Batalla de la Arada, tan
nos lo retrata este don Pedro Penagos. Pero al llegar a nuestra casa nos desasnaban,
esto es, nos instruían en la verdad frente a documentos incontrovertibles. Al día
siguiente sofocábamos al profesor con tanta pregunta, y éste, acorralado, no cabe
duda, terminaba siempre con esta frase sacramental: yo estudié todo esto en
Montúfar. Y… otra vez, en casa a leer la Historia de «tío» Lencho: en la página 11
de la parte titulada «Dos palabras acerca de esta Reseña», Tomo III, que es una
especie de versículo en la Biblia Liberal criolla donde el autor opina sobre su propia
obra, leamos: «Al calificar lo que se dice sobre la falta de imparcialidad en las
apreciaciones juzgo asertos propios, y nadie puede ser imparcial en su propia
causa»; (sic) 65 66
Volvamos al objeto de nuestro tema. Barrios no murió de la manera como nos lo
dicen los historiadores que juzgan hechos dentro de su propia causa. Murió
asesinado, vulgarmente si se quiere. La vida le había dado cuanto él le exigiera. Un
día de tantos, en aquel 2 de abril, esa vida le tomó cuentas, y en un instante no más,
le cobró con subidos intereses cuanto prestado le entregara.
Es el 2 de abril de 1885. Barrios —Justo Rufino o José Rufino, el nombre poco
importa—, 67 cae en Chalchuapa, matado por la bala de su soldado Onofre Obando,
65
Salvo indicación en contrario, la expresión ―(sic)‖ es colocada por Coronado; en este y otros trabajos, así es
su estilo al finalizar la copia de un párrafo de alguna fuente que consultó.
66
Efectivamente, el párrafo que copia Coronado así aparece en el Tercer tomo de la Reseña Histórica de
Lorenzo Montúfar, integrado por los libros quinto (30 capítulos) y ―sesto‖ (21 capítulos) con un total de 657
páginas de contenido que abarcan el período 5 de febrero de 1838 al 15 de septiembre de 1842. Sin ánimo de
defender al conocido como corifeo de los liberales, bien vale indicar que sus ―Dos palabras de esta Reseña‖ lo
anotó a manera de prólogo el 20 de octubre de 1879, después de explicar que había recibido comentarios a los
tomos anteriores donde los diarios de Madrid, Viena y El Salvador alababan o criticaban su obra. Así por
ejemplo, ―‗El diario Vespertino‘ de Viena, en su número 5,391, felicita al autor, por el trabajo ímprobo que
supone la reunión de un cúmulo de documentos y por la fuerza de voluntad que cree revela la franca
enunciación de pensamientos contra estensos círculos militantes. Agrega que la obra no está exenta del
espíritu de partido; pero que no pueden ver la luz pública libros semejantes cuando ellos narran sucesos
contemporáneos, sin que se comprenda á qué partido pertenece el autor. / Al calificar lo que se dice sobre la
falta de imparcialidad en las apreciaciones juzgo asertos propios, y nadie puede ser imparcial en su propia
causa. / Pero hay consideraciones que se hallan por cima de todos los intereses individuales, y voy á
presentarlas. / Los hechos que se enuncian no han sido contestados, ni pueden serlo, porque los justifican
documentos fehacientes. La falta de imparcialidad se atribuye á las reflexiones, al juicio particular del autor
sobre cada uno de los sucesos que se narran.‖ Montúfar, Lorenzo; Reseña Histórica de Centroamérica. Tomo
III. Guatemala: Tipografía ―El Progreso‖, 1879. Página II.
67
Si no importa, por qué se esmeró en traer a cuenta lo que dice el Acta de matrimonio, sumando que ahí
aparece tres veces el nombre de José Rufino en lugar de Justo Rufino.
55
68
La frase latina Qualis Vitae finicitae que Coronado Aguilar utiliza no aparece en los diccionarios
especializados. Quizá trató de escribir: Qualis vita, finis ita; en latín: como es la vida, por lo que es el final.
69
De ―liberal‖ no tenía nada, todo lo contrario: ―conservador‖ hasta los tuétanos. Opositor declarado del
general Manuel Lisandro Barillas y sus intentos de reelección en 1891, según el contenido del ―Editorial‖ que
aparece en página 1 del 2 de agosto. En la edición del 13 de agosto, página 1, el mismo periódico se auto
califica de conservador, cuando invita o reta a los liberales a probar que está equivocado en sus aseveraciones
56
caudillo fue menester, antes, que se hiciera morir al coronel Vicente Bonilla Cruz,
segundo jefe del Batallón Jalapa; al licenciado y coronel, don Antonio Girón, primer
jefe del mismo batallón, y al ayudante personal del General Barrios, que además era
su hijo político, don Urbano Sánchez. 70
Despejado de este modo el campo que conduciría al crimen, lo cual formaba parte
del plan concebido, vino lo inevitable: que J. Rufino, violento como era e
impetuoso, a la vista de un batallón casi en rebeldía, decidiera personalmente
restaurar la disciplina de sus soldados, seguro de que con su sola presencia iba a
lograrlo. Él sabía que se le temía. Y así fue que, como en un alarde de deferencia y
de confianza hacia los rebeldes que se negaban a pelear y que virtualmente no tenían
jefe, en vez de terminar aquel caso como era de ordenanza, máxime que se estaba en
pleno campo de batalla, pregunta a sus soldados: ―«¿Me quieren a mí por jefe?», y
al escuchar que le gritan: «Con usted sí vamos», su suerte estaba echada, su destino
sellado y los minutos de su vida comprimidos. Barrios salta sobre el lomo de su
yegua, la que inmediatamente hubo de estremecerse ante el desplome de su jinete.
Onofre Obando y su pequeño grupo de seis compañeros complicados en aquel
crimen, habían cumplido la consigna de matar al audaz. «Crimen», hemos dicho y lo
reiteramos, porque crimen fue el hecho de darle muerte de esa manera al General
Barrios, en donde hubo alevosía, premeditación, seguridad y ventaja. La víctima cae
dentro de un zanjón, sin que hubiera un auxilio cerca, pues hasta los médicos
militares que debieron apresurar su paso, carecieron de valor para llegar prestos a
aquel punto desde entonces histórico. Después de varias horas es traído el cadáver
del caudillo, a suelos guatemaltecos, no sin antes descansar su cuerpo sobre un
taburete histórico también y verlo tendido encima de un catre-tijera de emergencia.
En Jutiapa, el doctor Monteros practica una mini autopsia, le extrae las entrañas ya
en proceso de corrupción, y para conservar lo mejor posible el cadáver en tanto su
arribo a la capital de Guatemala, sin menesteres suficientes para verificar una
acerca de la muerte de Barrios. Más adelante se transcribe el artículo a que se refiere Coronado Aguilar,
publicado en dos partes en las fechas mencionadas.
70
Girón murió después, según el coronel Ramón G. Cáceres. Véase en páginas anteriores la transcripción
parcial de su escrito titulado ―Un recuerdo a la memoria del General Barrios‖. Según Rafael Meza, ―Tanto
Girón como Sánchez no murieron en el acto; sino que salieron gravemente heridos, habiendo muerto el
primero en Jutiapa días después, y el segundo en el camino.‖ Meza, Rafael; ―Batalla de Chalchuapa‖. En:
Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Op. Cit., página
598.
57
71
Increíble que Coronado Aguilar llegue a decir que en el área abdominal del cuerpo de Justo Rufino Barrios,
después de haberle extraído las entrañas, le fueron vaciadas 100 libras de sal, cuando cualquier médico puede
afirmar que solo cabrían 40 libras cuando mucho.
72
La e presión ―(sic)‖ es colocada por Coronado.
73
Coronado Aguilar, Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, 29 de marzo
de 1968. Páginas 3 y 15.
58
59
Don Manuel Coronado Aguilar inserta la para él ―bomba de hidrógeno‖ que lanzó el
general Arcadio Cojulún en su manifiesto, al decir que mano aleve asesinó al general
Barrios y que por ello se ordenó que todo oficial que quisiera publicar algo primero
debía obtener el visto bueno de la superioridad.
No obstante, debe comentarse lo siguiente: a juicio de quien esto escribe eso de la mano
aleve es pura retórica, el general Cojulún no está señalando a nadie en particular; igual
efecto tendría que hubiese escrito ―mano salvadoreña‖ o ―mano militar‖ o alguna otra
figura.
Por otra parte, la orden general referente a que en el futuro, después del 10 de abril de
1885, todo oficial debía pedir permiso antes de enviar a los periódicos cualquier
información o manifiesto, se debe no a que su propia mano aleve haya enviado un
bombazo político al gobierno de Barillas, sino porque se atrevió a señalar al gobierno de
El Salvador y su presidente Zaldívar, con quien Barillas ya estaba en negociaciones para
la firma de la paz, con palabras fuera de lo común: ―ese gobernante salvadoreño, nada
vale‖, de tal suerte que una publicación como la de Cojulún no tenía por qué ser vista
con buenos ojos, al tenor de su contenido, que es el siguiente, y que se copia completo
para evitar que la transcripción parcial de lugar a equívocos de interpretación como el
de Manuel Coronado, por sacar de contexto una frase:
Todos sus verdaderos amigos, los que le pertenecían de corazón y han trabajado con
ardoroso entusiasmo por la santa causa de la libertad, sin haberle abandonado un solo
instante en las horas de prueba, protestan hoy ante los altares de la Patria, serle fieles para
siempre: honrar con nobles acciones su memoria y no permitir jamás que se violen los
principios rejeneradores implantados por él a costa de tantos y tantos sacrificios.
En cuanto a mí, cábeme la honra de manifestar: que habiéndome tocado en suerte ser
soldado del 71, he sido soy y seré leal y consecuente partidario de la causa: mi conducta
está a la vista de todos, y la ambición más grande de mi vida, es contribuir en el puesto del
peligro al sostenimiento de nuestras instituciones liberales y eminentemente progresistas.
Empeño mi palabra de honor, de que compartiré las horas de labor y de lucha con todos
mis dignos compañeros de armas que son la salvaguardia de la Patria, y que, por sus
heróicas proezas, se han distinguido en estos momentos de supremo conflicto defendiendo
con dignidad la honra y los intereses de la Nación.
Ocupar pues, el lugar más insignificante en las filas del Ejército ó como simple particular;
pero prestando mi pequeño continjente al Gobierno que sostenga el jigantesco edificio
levantado por el potente brazo del inmortal Jeneral Barrios, he allí el colmo de mis
aspiraciones.
¡Jefes, Oficiales y Soldados del Ejército! Trabajemos sub tregua ni descanso por el
restablecimiento de la República: tenemos al frente del Gobierno á un hombre leal y
consecuente que nos inspira plena confianza por su valor, patriotismo y acrisolados
principios liberales.
Hoy más que nunca debemos permanecer unidos, porque en nosotros está cifrada la
seguridad y con justicia la buena reputación de Guatemala.
Ya no serán Zaldívar ni sus correlijionarios con sus traiciones, los que pudieran poner
obstáculo á nuestras palabras y á nuestros hechos: ese gobernante salvadoreño, nada vale ni
podrá, ante la voluntad y orgullo de los valientes y denodados hijos de Centro América, que
comprenden bien sus derechos y harán efectivas sus lejítimas represalias.
¡Compatriotas! nada más os prometo: servir á la Patria en cualquier puesto en que me
encuentre; ser consecuente con el partido liberal, y sacrificar gustoso mi existencia para
honrar la memoria de nuestro queridísimo Jefe, el Mártir y Caudillo de la Unión Centro-
Americana, Jeneral Justo Rufino Barrios.
Guatemala, Abril 8 de 1885
Vuestro compatriota y amigo,
Arcadio Cojulún.‖
74
74
Diario de Centroamérica; Arcadio Cojulún / A sus Conciudadanos. Guatemala : edición del 10 de abril de
1885. Página 2.
61
Previo a transcribir lo anotado por el periódico ―El Patriota‖, cuya lectura recomienda
Coronado Aguilar, debe señalarse que en la Hemeroteca Nacional de Guatemala ―Clemente
Marroquín Rojas‖ e iste la colección parcial de dicho medio de comunicación, la cual
inicia en el número 5 y concluye con el 34, aunque intermedio a éstos hacen falta otros,
como se indica a continuación:
Se estima que ―El Patriota‖ principió a publicarse en el mes de mayo de 1891 (el número 3
que no aparece en la colección resguardada en la Hemeroteca es de fecha 18 de junio); Luis
Beltranena Sinibaldi escribe en nota número 2 a pie de página:
75
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de
Guatemala. Guatemala : Año LII, Tomo LII, enero-diciembre de 1979. Página 41.
62
Qué excelente que Beltranena haya tenido en su propia biblioteca la colección completa
de ―El Patriota‖; lástima que no indique la fecha de publicación del primer número.
―El Patriota‖ no tenía periodicidad fija, llegando a los suscriptores en forma semanal o
quincenal, por el valor de un real. Su impresión estaba a cargo de Tipografía ―La Unión‖.
Al igual que otros medios impresos en tal año, apareció en medio de la campaña
presidencial como vocero del Partido Constitucional cuyo presidente era Joaquín Macal y
miembros activos Salvador Falla (quien después fuera profesor de don Manuel Coronado
Aguilar en la Facultad de Derecho) y el escritor y abogado Agustín Mencos Franco.
―El Patriota
Periódico Independiente
_________
¡Viva el sufragio libre! ¡Viva el Partido Constitucional!
¡Ciudadanos: A las urnas electorales; cumplid vuestro deber; Seguid derrotando al
Gobierno!!‖
Los primeros cinco números estuvieron a cargo de Teodoro Rivera S, siendo el 5 el último
en que participó Rivera. A partir del 6 fue sustituido por Marcelino Pineda aunque ya no en
el cargo de director sino como Redactor responsable. El mismo medio de comunicación
informa que el 4 de agosto de 1891 fue detenido Rivera, conducido a Casa Presidencial en
calidad de visitante sin conocer él a la persona que lo invitaba; salió libre dos días después.
Sin embargo, y no obstante que ―El Patriota‖ e presa no sentir miedo alguno, seguramente
por las amenazas latentes de cierre: ―A muchas personas que conocieron del asunto, consta
que si hubo algún temor ó debilidad, fue únicamente en el señor Rivera quien por tal
motivo y á pesar de sus e cusas, ha sido removido del cargo de Editor.‖ 76
A la vez que redactor de ―El Patriota‖, el Sr. Marcelino Pineda también actuaba como
director de otro medio, ―El Pueblo‖, del mismo cariz que el anterior: oposición al gobierno
de Manuel Lisandro Barrillas y a las candidaturas presidenciales de Lorenzo Montúfar y
José María Reina Barrios. Dichos periódicos no lo dicen, pero seguramente apoyaban al
76
El Patriota; Contratiempo. Guatemala : Año I, Núm. 6, edición del 13 de agosto de 1891. Redactor
responsable: Marcelino Pineda. Página 8.
63
77
Defensor pero también crítico del gobierno de Justo Rufino Barrios y del régimen liberal, durante el cual
ocupó diversos cargos públicos y desempeñó varias comisiones oficiales: visitó Estados Unidos con la misión
de hacer grabar los billetes de papel moneda que se pondrían en circulación por el Banco Nacional de
Guatemala, y de contratar profesores para mejorar los sistemas educativos (1872); diputado y presidente de la
Asamblea Nacional (1873-1883); consejero de Estado, Ministro (Secretario) de Fomento (1876); Secretario
Particular de la Presidencia (1877); y, embajador de Guatemala en Estados Unidos (1887-1889). Fundó la
imprenta El Progreso, así como un periódico con el mismo nombre (1875), y el Diario de Centroamérica, del
que fue director-propietario y a la vez redactor, el cual vendió al gobierno de Estrada Cabrera en 1902.
Como novelista publicó en 1879 A vista de pájaro, acerca de la cual David Vela comenta: ―A vista de Pájaro,
que él consideró un ‗librito sin pretensiones‘ tuvo resonancia, incluso Barrios pedía a doña Francisca /su
esposa/ que le leyese unos capítulos y se reía; otros en cambio, tomaron a mal su intención humorística, y las
críticas le indicaban que había dado en el blanco, aunque fuera injusto querer buscarle el anatema clerical.‖
Lainfiesta, Francisco; Apuntamientos para la historia de Guatemala -Período de 20 años corridos del 14 de
abril de 1865 al 6 de abril de 1885. Con biografía del autor por David Vela. Edición princeps, Honduras
1886. Guatemala : Editorial ―José de Pineda Ibarra‖, Ministerio de Educación, 1975. Página XVIII.
78
El Patriota; El Futuro Presidente. Guatemala : Año I, Núm. 30, edición del 9 de marzo de 1892. Redactor
responsable: Marcelino Pineda. Página 1.
64
Está pues Reina bajo la acción de los Tribunales, se le instruye un proceso por un
grave delito penado fuertemente por nuestros Códigos y carece en consecuencia de
los derechos de ciudadano […]
Está pues claramente demostrado que Reina no puede desempeñar ningún destino
público y en tal caso, la Asamblea Legislativa, no puede elegirlo sin contrariar la
ley, no puede nombrarlo Presidente porque esta elección es nula. 79
[…]
Bien sabemos que á última hora se puede hacer una farsa para devolver a Reina
sus derechos de ciudadano; pero no importa. […]
Para concluir solo nos falta hacer constar que en el archivo de los Tribunales
existe el proceso y que si en lo sucesivo desaparece, será porque Reina y sus amigos
se valgan del fraude para robarlo porque de otro modo no pueden salir del archivo
los e pedientes judiciales.‖ 80
―En Guatemala los Presidentes no suben al poder como en Francia y los Estados
Unidos; como solían en España. No; allá los Presidentes, antes de merecer los
honores de la elección, se han distinguido en las letras ó en las armas, han dado a
conocer sus ideas, han hecho méritos, tienen compromisos solemnes con el partido
que los eleva y con la Nación. El pueblo, antes de tener la obligación de
79
La Asamblea Legislativa debía elegir Presidente, toda vez que ninguno de los tres candidatos (Reina
Barrios, Lorenzo Montúfar y Francisco Lainfiesta) alcanzó la mayoría de votos.
80
El Patriota; Reina Barrios no puede ser Presidente. Guatemala : Año I, Núm. 30, edición del 9 de marzo de
1892. Redactor responsable: Marcelino Pineda. Páginas 1 y 2.
65
Así también, ―El Patriota‖ presenta la semblanza de los ministros nombrados en el gabinete
de Reina Barrios, ―destacándose‖ el desconocido Manuel Estrada Cabrera. No podían
anticipar los editores de la publicación que cuando Reina fuera asesinado en 1898, sería
Estrada Cabrera su sucesor, siendo nombrado presidente provisional aprovechando la
calidad de ―Designado a la Presidencia‖ que ostentaba. Y como bien señaló ―El Patriota‖ en
uno de sus artículos, ya en la presidencia monta las elecciones respectivas y ―triunfa‖, a
fines de tal año, convirtiéndose en presidente constitucional de la República. Y no solo eso:
el perfecto desconocido en 1892, organiza su propia reelección durante tres veces
consecutivas (1904, 1910 y 1916), para caer finalmente en abril de 1920, después de largos
22 años de dictadura.
81
El nombre correcto es Ulysses Simpson Grant (1822-1885), general estadounidense y presidente de Estados
Unidos (1869-1877). Participó activamente durante la Guerra Civil o de Secesión; su principal contrincante
fue el general Robert E. Lee, a quien venció en abril de 1865.
82
Emilio Castelar (1832-1899), fue presidente de la I República española (1873-1874).
83
Adolphe Thiers (1797-1877), político y también historiador francés. Primer ministro de Francia durante seis
meses en 1836; en 1840 presidente del Consejo y ministro de Asuntos Exteriores; presidente de la III
República Francesa del 30 de agosto de 1871 a 1873.
84
Se trata del francés Edme Patrice Maurice Mac-Mahon (1808-1893). Gobernador general de Argelia, de
1864 a 1870; presidente de la III República de 1873 a 1877.
85
El Patriota; El Sistema Panterista / El Señor Presidente. Guatemala : Año I, Núm. 20, edición del 3 de
diciembre de 1891. Redactor responsable: Marcelino Pineda. Página 4.
66
El gabinete ministerial de Reina Barrios fue integrado por los siguientes personajes, de
quienes ―El Patriota‖ ofrece sus comentarios críticos, aunque no incluye al coronel
Próspero Morales, quien también ocupó un cargo ministerial:
En eso de calificar de ―desconocido‖ a Manuel Estrada Cabrera pareciera que hubo cierta
especie de confabulación de los periódicos de la oposición, conservadores y por ende
contrarios a los liberales representados por Reina Barrios y su equipo ministerial, quienes
no dejaron de señalar que se sentían defraudados pues con los nuevos nombramientos de
funcionarios estaban seguros que la situación no se iba a resolver, o por lo menos la de
ellos. Nueve lustros después, en 1938, el periódico capitalino ―Nuestro Diario‖ dirigido por
el periodista Federico Hernández de León, conocido como el corifeo de Jorge Ubico y
quien en época de don Manuel fue encarcelado y torturado por orden de éste quedando su
rolliza figura con la ―huella impresa en nuestras carnes‖, recuerda ese título de
―desconocido‖ contra Estrada Cabrera, lanzado por los conservadores, al señalar:
86
El Patriota; El Nuevo Ministerio. Guatemala : Año I, Núm. 31, edición del 20 de marzo de 1892. Redactor
responsable: Marcelino Pineda. Página 1.
67
Y si según sus detractores, los conservadores de la época, don Manuel Estrada Cabrera era
un desconocido ¿cómo llegó a convertirse en Secretario (Ministro) de Gobernación? Según
el abogado Rafael Montúfar (hijo de don Lorenzo Montúfar) y quien sufrió prisión por
orden de Estrada Cabrera al suponer que estuvo involucrado en el atentado de la bomba de
abril de 1907 contra el dictador, quien lo recomendó en calidad de Secretario en 1892 fue el
coronel y abogado Próspero Morales en razón que lo conoció cuando trabajaba en su natal
departamento de Quetzaltenango como ―tinterillo‖, llamándolo ―barreño‖ por su filiación
política con Justo Rufino Barrios:
Respecto a la captura de Teodoro Rivera, los periódicos de la época en sus ediciones del 5 y
6 de agosto de 1891 expresaron su animadversión al gobierno por semejante hecho: todos
reclamaban por la libertad de prensa y se oponían a la detención de Rivera, dando a conocer
que el licenciado Miguel Zeceña también era perseguido y la policía lo buscaba por
suponérsele redactor de ―El Patriota‖. Los periódicos que publicaron sus muestras de
87
Nuestro Diario; Don Manuel, el hombre desconocido. Guatemala : Tercera época, No. 5,398, edición del
sábado 24 de septiembre de 1938. Director, Federico Hernández de León. Página 3.
88
Montúfar, Rafael; Memorias de una prisión páginas de la historia de Centro América . Guatemala : s. n.
e., 1908. Página 73.
68
adhesión fueron: ―La República‖; ―El Independiente‖, que actuaba como órgano divulgador
del Partido Constitucional; ―El Republicano‖; ―El Club Constitucional‖, vocero del Partido
Constitucional; y, ―El Pueblo‖, vocero del Club El Pueblo. El Club Liberal presidido por
Rosendo Santa Cruz, no emitió declaración alguna por medio de su respectivo órgano de
prensa.
[2]
―Hace tiempo que leímos un precioso escrito, redactado por un caballero culto,
serio e instruido, que siendo originario de esta Capital, donde ejercía con lustre su
profesión literaria trasladó después su domicilio á la República del Salvador, en
medio de cuya sociedad vivió pobre, honrado y bien querido.
De ese escrito, que no tardará en ver la luz pública, según noticias, tomamos los
datos importantísimos, que reunidos con otros varios que aquí se han colectado, nos
servirán para coordinar este artículo, en que nos proponemos responder los dos que
aparecen en el número 3 de ‗El Partido Liberal‘ bajo los epígrafes de ‗A los
Tribunales‘ é ‗Ignorancia crasa de la Historia.‘
Son tan pulcros y bien intencionados esos dos artículos magistrales del liberal
colaborador de aquel periódico, que no resistimos á la tentación de examinarlos uno
á uno y parte por parte.
[3]
[…]
Recordamos la perpetuidad establecida en 854 y nos duele que haya existido, 89 lo
mismo que le duele á ‗El Partido Liberal‘, pero con dos cortitas diferencias: 1ª que
muchos liberales, aceptando el régimen creado en 1839, pidieron á Carrera empleos,
que éste no quiso otorgarles, como el de la Legación Payés de la Romana, y
nosotros nada tuvimos que ver con esos errores que, en su tiempo, no fueron
combatidos por aquellos caballeros; y 2ª que ellos colaboraron á instituir y sirvieron
dictaduras perpetuas, como la de don Justo Rufino, su amo ayer y su ídolo de hoy,
mientras que nosotros ni siquiera hemos dispuesto de tiempo oportuno para trabajar
en favor de alguna.
Decretada la inconsulta campaña de ‗La Unión‘ á que diera margen la ley bárbara
de 28 de febrero de 1885, que mas que otra cosa alguna ha sembrado la discordia
entre los hermanos de Centro-América, un cuerpo del Ejército Salvadoreño, al
mando de los Generales don Carlos Molina y don Carlos Zepeda, tomó posiciones
en el Coco, el día 25 de marzo siguiente. Iban con dicho cuerpo á levantar los planos
y construir los respectivos atrincheramientos en aquel punto avanzado sobre nuestra
89
Se refiere a 1854 cuando la Asamblea Legislativa dispuso declarar Presidente Vitalicio a Rafael Carrera. Es
uno de los errores que Coronado Aguilar señala al régimen de los treinta años, en su obra El general Rafael
Carrera ante la historia. Guatemala : Editorial del Ejército, 1965.
70
frontera, los Ingenieros don Henrique Invernizio, de origen italiano, y don Manuel
Rodríguez Castillejo, guatemalteco emigrado en el Salvador. (1) 90
Hiciéronse con bastante premura las primeras obras de defensa, y aún no habían
montado todos los cañones y ametralladoras que llevaba este cuerpo, cuando el
Batallón ‗Jalapa‘ del Ejército guatemalteco, se dejó ver en las alturas que enfrentan
con las ocupadas entonces por los salvadoreños.
Desde mucho tiempo atrás, era Comandante de ese Batallón el Coronel don
Vicente Bonilla Cruz; pero, al iniciarse la campaña, el General Barrios, cuyas
veleidades todos conocimos, confirió su mando al Coronel Ldo. don Antonio Jirón
—Jefe bisoño, recién salido del Colegio de Infantes— dejando como segundo y
subalterno al señor Bonilla Cruz, militar valeroso y diestro en los combates.
Desde el momento en que los jalapas se dejaron ver en las alturas mencionadas,
(marzo 29 a.m.) la intranquilidad cundió entre los salvadoreños —reclutas todos y
noveles en el servicio de las armas— […]
Los nuestros no se paran; avanzan sin cesar; cruzan la barranca; trepan a la altura
contraria; la acción se generaliza; el cuerpo salvadoreño cede y entra luego en
desorden; la confusión crece y la derrota se pronuncia sin remedio. […]
El cuerpo salvadoreño, compuesto de 2,000 hombres, dejó en poder de los jalapas
la posición que ocupaba con los atrincheramientos respectivos; […] 91
90
La nota (1) a pié de página dice: ―El Dr. don Domingo Rodríguez Castillejo y sus dos hermanos, el
Ingeniero don Manuel y el hoy Licenciado don Juan Francisco, se aprestaron á servir en el Salvador durante la
campaña referida.
El Dr. D. Domingo, armado Coronel y habiendo recibido de la Sra. esposa del Dr. Zaldívar, en concepto de
regalo, el caballo, la montura, y la espada que constituyeron su equipo, se incorporó como Cirujano mayor en
la legión guatemalteca ó de los remicheros, que organizaron los Generales don Mardoqueo Sandoval y don
Máximo Cerna y los Coroneles don Camilo de Batle, don José Víctor Palacios, don Eugenio López, don
Máximo Salguero, don Aquilino Gómez Colange, don Luis Batres García y don Rafael Andreu. Con esta
legión y su botiquín é instrumental quirúrgico, suministrado en la Farmacia de don Otto von Niebecquer,
marchó a combatir contra Barrios y su partido, entró á nuestro territorio en son de guerra contra su gobierno,
anduvo por nuestros pueblos, secundando las ideas políticas de los Jefes bajo cuyas órdenes militaba y regresó
al fin á la plaza salvadoreña.
El Ingeniero don Manuel, que salió mucho antes que don Domingo, dirigió la construcción de los
atrincheramientos de San Lorenzo y una parte de los de Chalchuapa é incorporándose a la Brigada del
General Molina, al pasar por esa ciudad, tuvo ocasión de dirigir también los empezados en el Coco.
Después de la derrota sufrida por los salvadoreños en este paraje, del cual huyó junto con Invernizio,
montados ambos en un mismo mulo, se agregó á la propia legión guatemalteca, como artillero Comandante de
la batería ligera (2 piezas del sistema Uraga) que el Presidente Zaldívar facilitara á los Jefes expedicionarios,
habiendo hecho, en consecuencia, las mismas jornadas y la misma carrera que el Dr. don Domingo.
El señor don Juan Francisco permaneció en la plaza del Salvador empleado en la Comandancia y Mayoría
General del Ejército de la República.
71
Eran las 8 ú 8 y ½ a.m. Apenas han transcurrido unas pocas horas desde que, al
declinar el alba, se emprendió el ataque. Separado Jirón del campo, la fuerza entra
en desorden; retírase sola del puesto que ocupaba, tomando rumbo á la izquierda;
muéstrase rebelde y resistente á obedecer á otro Jefe, y una revuelta amenaza
estallar al frente de los campamentos salvadoreños.
¡Cuánta diferencia entre el espíritu y la actitud del soldado jalapense, al principio
de esta jornada, y los que hizo visibles en los momentos que describimos!
Indudablemente que la intención es perceptible.
Advertido Barrios por un subalterno de lo que en el Cuerpo de Jalapa acontecía,
monta en el acto en su enorme yegua, después de beber una taza de agua azucarada,
en una casita de la comarca y, no obstante la enorme cantidad de aguardiente
Comiteco que había tragado, 94 se constituye animoso en el lugar en que dicho
cuerpo se hallaba, seguido de cerca por su hijo político don Urbano Sánchez. Hay
que hacer justicia al valor y energía con que Barrios se dejó ver, á esa hora, en
medio de una legión, si nó del todo, si al menos casi insurrecta.
Sin embargo y a pesar de la presencia del General en Jefe, el Batallón continuó
rebelde, resuelto á no admitir Comandantes que le desagradasen, según así lo decía
y vociferaba en esa circunstancia solemne. Al oírle, Barrios le anima y le pregunta.
¿Me quieren a mí por Jefe? Y al escuchar su respuesta asertiva: ‗con Ud. sí vamos,‘
repetida por muchas voces, le manda desfilar para colocarlo en batalla, luego que se
aviste al enemigo.
[4]
[…]
Desfilaron los jalapas hacia el callejón, cruzando al efecto por el platanar, el cual
se encuentra amurallado con zanjas. Casi al borde de la que lo atraviesa á lo largo,
cercanas detonaciones y fogonazos de rifle hicieron comprender a los circunstantes,
que se hacía fuego dentro del grueso de la fuerza jalapeña. Barrios saltó de la yegua,
como precipitado de cabeza, y cayó en tierra, próximamente á las orillas de la
callejuela, pero antes todavía de divisar á los contrarios luchadores. Detrás de ese
sitio y momentos más tarde, cayó también Urbano Sánchez. Una de las balas
disparadas á boca de jarro, que penetró por el hombro derecho, […] dejó e ánime al
General en Jefe, en el acto de recibirla y de caer á consecuencia de ella. […]
¡Qué graves y necesarias conclusiones arrojan estos hechos! ¿Qué pasa que así
busca la muerte á los conductores de la hueste?
94
Este es otro de los infundios contra Barrios: ―De alcohólicos no gustaba, ni sé que se le haya visto nunca
una vez embriagado. Cuando murió sus enemigos inventaron que estaba borracho, lo que fue una infame
calumnia.‖ Salazar, Ramón A.; Tiempo viejo. Op. Cit., página 170.
73
Tres Jefes del Batallón Jalapa rinden sucesivamente á la tierra su último tributo. Si
la muerte de sus dos Coroneles ya infundía, de por sí, serias conjeturas respecto al
propósito de eliminarlos que alimentaba aquella tropa, con el fin de llegar al
superior, la de éste, en tales condiciones, no deja dudas que abrigar.
Los dos primeros desaparecen en el campo donde zumban ó zumbar pueden balas
enemigas; el último espira dentro de un plantío, donde las balas no cruzan, por no
permitirlo la espesura, que al mismo tiempo cortaba al adversario la dirección de su
rayo visual. Fallecen los dos primeros sin que se advierta, desde luego, síntoma
alguno alarmante de parte de la soldadesca con la cual pelearon; el último se va, casi
todavía en medio de la revuelta, que armó la cohorte, con la mira tangible de
atraerle á su seno. Aquellos pasan a otro mundo sin que se perciban disparos dentro
de sus filas, de un modo evidenciables, á lo menos éste pasa cuando se perciben y
sienten, y muere por ellos. Los unos se despiden solos de la vida; al otro le
acompaña su hijo. ¡Qué coincidencia tan marcada! La bala buscó jefes y al hijo del
último jefe; y no así como quiera, sinó á los del Batallón Jalapa. De los demás
cuerpos, ningún comandante, como ningún oficial de alta clase perdió en el campo
la existencia. Ha muerto también, es cierto, el Brigadier don Venancio Barrios; pero
este infeliz, lejos de su padre, que le rechaza y oprime inclemente, acabó a las 4
p.m., haciéndose matar, desesperado de la vida. 95
Más, si estas inducciones, por su calidad de precisas, vehementes y concordantes,
son aptas de suyo para dar testimonio al partidario más reacio de que Barrios fue
fusilado por una pequeña escuadra del Cuerpo á que nos referimos, otras pruebas,
que á renglón seguido aduciremos, directamente encaminadas al mismo objeto,
dejarán en el ánimo, acerca de ese hecho, seguridad completa y persuasión
inestinguible. 96
[…]
El desorden más completo reina entonces al contorno del improvisado cadalso; y
la confusión crece, y comienza el desbandamiento, y el ejército se marcha rebelde,
sin esperar la voz de sus superiores ni prestarles ya obediencia, ni respeto ni
consideraciones. […]
95
Como se anotó supra, es Burguess quien años después comenta la razón del distanciamiento de Barrios con
su hijo Venancio, y que éste prácticamente se suicidó peleando, o ―haciéndose matar‖ como también recalca
―El Patriota‖. Para aclarar la duda, si entró en batalla para suicidarse o bien murió gallardamente, en páginas
más delante del presente estudio, se transcribe un artículo publicado por El Renacimiento; Últimos momentos
del General don Venancio Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 31, edición del 20 de agosto de 1885.
96
Las palabras ―rehacio‖ e ―inestinguible‖, así en el original.
74
97
Lo de Constitucional Bajá se entiende en su doble acepción irónica: Constitucional porque como presidente
de la República se debía a la Constitución de 1879, la que sin embargo era para él una jaula con hilos de seda;
en cuanto a ser un Bajá, al estilo de los árabes, era por sus caprichos y forma de tratar a la gente que le
rodeaba.
75
98
Lástima que dicho testimonio no lo presentó el editor de ―El Patriota‖, para estar en capacidad de
corroborar algunos hechos y en particular, aceptar que hubo un cabo o soldado de nombre Onofre Obando
quien, al frente de otros seis, ―ajustició‖ a Barrios.
99
Qué manera de escribir, es como la apología del delito, si es que lo hubo toda vez que a estas alturas de la
lectura el editor no ha sido convincente para ―demostrar‖ que Barrios fue asesinado. Y no obstante dicho
estilo de redacción, o mejor dicho, alegrarse por el supuesto ―asesinato‖ del dictador, Coronado Aguilar
todavía se atreve a calificarlo de ―periódico liberal El Patriota, de 2 de agosto de 1891‖, que es como decir
que un liberal de aquella época atacaría a los de su propia grey política. Véase de nuevo, Coronado Aguilar,
Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, 29 de marzo de 1968. Página 15.
77
Evidente es, á todas luces que, en nuestro ejército y en el del Salvador el hecho
adquirió uniforme notoriedad. Hablábase de él con desenfado y confianza,
comentándose por unos con aplauso y ánimo tranquilo, y calificándose por otros con
desasosiego y cólera. No existía en aquella época causal bastante para callarlo; y en
esta sociedad y en la del Salvador hubo persuasión suficiencia respecto al modo de
verificarse.
Tanto es así que el General don José Reina Barrios, sobrino del difunto, presente
en la campaña como jefe de una de las brigadas que formaban nuestro ejército y,
según esos antecedentes, interesado más que otro alguno en la verdad de los
acontecimientos —sobre todo de los que se relacionan con la persona, la suerte y el
nombre de su tío y de la familia— corrobora, en su mayor parte, la exactitud de
nuestras apreciaciones en el folleto que, para explicar los sucesos de la guerra
centro-americana de 1885, escribió y publicó en mayo del propio año, con el título
de ‗Campaña de la Unión Centro-Americana‘ —Sucesos de nueve días. A la página
12 de ese cuaderno, suscrito por el mismo General bajo el anagrama de ‗Rosario
Yérjabens,‘ —que es de su propia firma,—, se encuentra el párrafo que á la letra
dice:
‗El General en Jefe Justo Rufino Barrios dispuso, á eso de las 8 a.m., dirigir
personalmente el ataque sobre el lado N.E., de la ‗Casa Blanca‘ y al efecto se puso
en marcha hacia aquel lugar con la Brigada Jirón, compuesta por los jalapas. Estos
soldados se comportaron de la manera más cobarde é infame. Se cree que estaban
ganados y aleccionados por miserables traidores, por esos hombres sin corazón y sin
conciencia, por esos ingratos que durante mucho tiempo lamieron la mano de su
bienhechor y explotaron su buen corazón y su bolsa.
Desgraciadamente un momento después de comenzar el ataque y como á las 9
a.m. una bala enemiga lo hirió mortalmente y fue retirado en el acto del campo del
combate. Este lamentable acontecimiento dio lugar para que algunos cobardes
soldados de Jalapa, que vieron caer al benemérito General Barrios, se retiraran del
lugar del combate y divulgasen entre algunas tropas tan triste suceso.‘ 100
Ni más categórica ni más expresiva pudiera ser esta demostración. El grupo salido
del bando jalapense no escapó a las miradas de Reina Barrios y sus compañeros de
100
La declaración de Reyna Barrios también la transcribe Coronado Aguilar en su artículo de 1968, con la
pequeña diferencia que él incluye o elimina algunos signos de puntuación y modifica algunos artículos, como
por ejemplo ―del‖ por ―de‖, quizá para darle un estilo gramatical que hiciese más entendible el te to.
78
armas. 101 Del bullicio y tumultuaria efervescencia, originados en las filas del
famoso Batallón, antes, después y por efecto del fusilamiento, también se
apercibieron éstos al tiempo mismo en que aquellas acaecían. Aparte, pues, de los
desahogos del General, vertidos con amargo despecho al ver truncada la cabeza de
la dinastía que empezaba a instituirse en esta tierra de libertad; pero desahogos que
nosotros descartamos para que los hechos se muestren desnudos de embrollos, el
párrafo trascrito nada deja que apetecer en orden á la prueba que con él rendimos.102
Quede el General y escritor foliculario de la campaña ingrata que ocupó su pluma
la responsabilidad de los insultos proferidos contra la hueste jalapense 103 y quede
así mismo, encomendada á la eficacia negatoria de su dicho aislado é inconciliable
con el todo del párrafo, la afirmación referente á la bala enemiga, que él quería de
buena gana colocar en el pecho de su tío, para desvanecer las sombras vagarosas
que siempre coronan las sienes del ajusticiado; 104 pero que esta vez, por desgracia
suya, no puede descubrirse en otra parte que no sea en el fusil del ejecutor, á buen
seguro disparado en nombre de la justicia y de la humanidad.
Las mismas impresiones y las mismas referencias que en el campo guatemalteco,
había en el de los salvadoreños respecto al suplicio de Barrios. Convicción íntima se
abrigó en el ejército y en todas las clases sociales sobre el particular.
Cierto es que en el Salvador hay empeño en sostener que fue suya la bala
libertadora que, desgarrando el corazón del mónstruo que tiranizaba á Guatemala,
puso en salvo á los demás pueblos centroamericanos de la voracidad salvaje con que
los amenazaba. Cierto es igualmente que se dan grandes humos y á mucha honra y
gloria tienen nuestros vecinos cuando nos enrostran á nosotros los guatemaltecos,
nuestras debilidades para deshacernos del tirano y el servicio inapreciable que nos
prestaron, removiéndole por siempre jamás de esta esfera de acción, para que no
vuelva á pesar en el porvenir de nuestra patria; pero cierto es al mismo tiempo que,
puesto á un lado el interés con que se habla y discute de esta manera, nadie hay por
101
Como lo indica Rafael Meza, el general Reyna Barrios fue enviado a la retaguardia del Batallón Jalapa y
por ende no fue un actor que estuviese presente al momento del deceso de su tío. Él también escribe de oídas.
Será mejor atenerse tanto a la versión de Meza, como a la del coronel Ramón Cáceres, transcritas supra.
102
Se insiste: dicho párrafo no es ninguna prueba porque Reyna Barrios no fue un observador participante; él
se encontraba en la retaguardia.
103
De cuya retaguardia él estaba a cargo, lo cual es más grave pues ataca con su gacetilla a quienes
supuestamente dirigió y protegía las espaldas, pues el mando lo tenía en un principio el coronel Barillas,
después el coronel Girón y por último el mismo Justo Rufino Barrios.
104
Pero qué manera de acusar la de ―El Patriota‖. Primero utiliza el escrito de Reyna Barrios para ―demostrar‖
que hubo una mano aleve que asesinó o fusiló a Barrios; y después, le revierte el asunto indicando que él
también hubiera querido hacerlo pero se le adelantaron.
79
allá que no esté seguro de que la ÚLTIMA PENA le fue impuesta en castigo de sus
grandes crímenes.
Todos sabemos la privanza que con él tuvo el Brigadier don Narciso Avilés,
Gobernador y Comandante de la Provincia de Santa Ana, durante el Gobierno
Zaldívar. 105 106 Todos sabemos que el 2 de abril, en medio del desparpajo ocurrido
en la ciudad cabecera de dicha Provincia, al tener conocimiento de que Chalchuapa
sucumbiría sin remedio, derrotadas como estaban por doquiera las fuerzas
salvadoreñas, un convite amigable y una recepción de familia se preparaban á
Barrios en casa y por parte de los deudos del amigo Avilés, 107 ocupados al mismo
tiempo en servir al Presidente Zaldívar. Todos supimos que el entusiasmo cambió
en fiera cólera y el regocijo en funeraria congoja al divulgarse allí la noticia de que
Barrios había sido ajusticiado dentro del campamento guatemalteco. Todos sabemos
en fin, cómo esas especies se repetían, propagadas de boca en boca, á los cuales no
cupo la menor duda de su exactitud, aunque empeño mucho se haya puesto por
desfigurarlas.
Pues bien; el Amigo Avilés —así conocido entre nosotros desde que Zaldívar
usando de ese calificativo, participó á Barrios, en un telegrama oficial, haberlo
comisionado para que conferenciase con él respecto al incalificable Decreto de 28
de febrero— 108 confesó y proclamó, en circunstancias muy solemnes, el suceso de
105
Se trata del médico Rafael Zaldívar (1834-1903), Presidente de El Salvador en dos períodos: 1 de mayo de
1876 al 6 de abril de 1884 y posteriormente del 21 de agosto del mismo año al 14 de mayo de 1885.
Cuando Justo Rufino Barrios ―decretó‖ la Unión Centroamericana, el 28 de febrero de 1885 con el apoyo de
Honduras, Zelaya se opuso aliándose con Costa Rica y Nicaragua. No obstante su negativa para con Barrios,
él también sufrió los embates de la oposición siendo abruptamente separado del poder mes y medio después
de la muerte del autonombrado jefe militar de Centroamérica, exiliándose en París donde fallece el 2 de
marzo de 1903. Véase: http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Zald%C3%ADvar.
106
Quien derrocó a Zaldívar fue el general Francisco Menéndez, el que en abril de 1885 ―participó en la
campaña unionista promovida por el general Barrios. Comandó el batallón integrado en su mayoría por
exiliados salvadoreños, y fue, en cierta forma, quien vengó la inconsecuencia del presidente Zaldívar con su
protector el gral. Barrios, derrocándolo en 1885, y encabezó obviamente un gobierno pro-guatemalteco.‖
Aguilar de León, Juan de Dios; José María Orellana, Presidente de Guatemala 1922-1926 : compilación
documentada de la vida y obra del fundador de la Moneda Guatemalteca. Guatemala : Delgado Impresos &
Cía. Ltda., 1986. Página 14.
107
Podría ser cierta esta afirmación, toda vez que algunos militares y políticos siempre actúan sirviendo a dos
bandos al mismo tiempo, amén que según Rafael Meza, la expresión triunfalista de Justo Rufino Barrios en la
noche del 1 de abril le hizo decir: ―mañana a las once almorzaremos en Chalchuapa‖.
108
Y quizá por ello Barrios en un telegrama parecido también le llama también así. Zaldívar le escribe
―Conforme habíamos convenido, mañana deben salir de aquí los Señores Ministros Meléndez y don Narciso
Avilés para hablar con Ud. y por lo mismo que Ud. tiene poder yo deseo que los espere, en lo cual nada pierde
y que dando lugar a la prudencia, no precipite los acontecimientos. / Barrios contestó como sigue: ‗Enterado
80
la fusilación. Pudiera acontecer que hoy lo negase, á causa de serle muy grave lo
que en seguida va á decirse; pero hay de ello testigos presenciales, cuyo testimonio
debidamente recibido, ha de publicarse en día oportuno.
Y en efecto; fue el brigadier Avilés uno de los trece Jefes superiores salvadoreños
que en los encuentros bélicos de ‗Paraje Galán y Candelaria‘ habidos en los días
14, 15 y 16 de julio de 1890, pelearon con el Batallón Jalapa, en apoyo del General
don Horacio Villavicencio, sublevado, como ellos, contra el régimen que en el
Salvador inauguraban los Ezeta. Fue uno de los trece Generales, positiva docena del
Fraile, cuyo desorden é impericia dieron margen al descalabro que nuestro ejército
sufrió en la última de aquellas jornadas. 109 Fue uno de los que sin darse cuenta de la
situación por ellos creada, dejaron que á los soldados se repartiesen pesos fuertes en
vez de parque, cuyas cajas permanecían intactas, muy lejos del punto en que el [6]
combate se libraba. Fue uno de los trece Generales que corrieron, veloces como el
gamo hasta encontrarse seguros en tierra guatemalteca, abandonando al Batallón
que, heroico siempre y en toda oportunidad valeroso, subsistió en el campo por más
de una hora, acostado boca abajo, aislado, aguantando pacientemente el fuego
enemigo y no respondiéndolo, de su parte, con un solo tiro, por carecer en absoluto
de municiones. Fue uno de los que á ese Cuerpo impertérrito comprometieron,
abandonándolo en la hora de peligro, hasta que él solo, sin Jefes ni elementos, sin
perder su moral y ni siquiera interrumpir su función, dejó aquel campo y se vino en
perfecto orden á esta Capital, quejoso de su mala suerte por lo muy mal que había/n/
sido guiados.
El Brigadier Avilés, ya el Batallón acá de la frontera, le sale al encuentro, se afana
por detenerlo, le echa en cara su orgullosa actitud y le injuria y maltrata, como si
culpa suya hubiera sido, y no de los jefes, el desastre de Candelaria.
¡Locura maldita! ¡Insensatez lastimosa!
de su parte de hoy; todas las providencias dictas se han mandado suspender. Espero pues al amigo Meléndez y
al amigo Avilés. Ud. me dice que no quiere ser mi enemigo, así lo he creído y no dude Ud. que siempre
seremos amigos, si como lo espero todavía militamos juntos por la causa de la Unión de Centroamérica‘.‖
Burguess, Paul; Justo Rufino Barrios: una biografía. Op. Cit., páginas 249 a 249.
109
Por la ―docena del Fraile‖ el autor se refiere a aquella docena de trece unidades que aparece en un antiguo
cuento: ―Fue un fraile a comprar huevos y le dijo a la dependienta:„Quiero una docena, pero como son para
distintas personas, me los vas a poner por separado. Para el abad me pones media docena (6); para el pa dre
tornero un tercio de docena (4); y para mí, sólo, un cuarto de docena (3)‟.
Con prontitud el fraile pagó la docena y se llevó, en cambio, trece huevos.
Cuando marchó, la chica, algo mosca, hizo las cuentas y vio que el fraile la había engañado. De modo que,
al cabo de una semana, al volver éste a la huevería con el mismo cuento, ella ya le estaba esperando. Y al
despacharle, le espetó: „Señor fraile, le pongo junta la docena de huevos... y ya se hará vuesa merced los
repartos por el camino‟.‖
81
Entre los cargos que entonces le hacía y entre los anatemas que contra él
fulminaba, cuando ya no era dable percibir el rimbombar del enemigo disparo,
figura de que ÉL MATÓ A BARRIOS EN 85 á la entrada de Chalchuapa como
acababa de matar al Coronel Zenón Solórzano en la actual campaña; cargo que le
repitió y volvió a repetir á voz en cuello y con palabras durísimas; pero el cargo del
cual el Batallón hizo caso omiso en ese momento angustioso, toda vez que no
simplemente lo había matado el pelotón consabido, 110 sino AJUSTICIÁDOLO, a
nombre del pueblo, como al más culminante entre los criminales que, en las varias
edades de la historia, ha producido el mundo.
Estas palabras, en boca del mejor y más celoso de los amigos de Barrios; del que
no dudó abrirle las puertas de su patria para que entrase á imponerle su dominación
tiránica; estas palabras vertidas en circunstancias tan altamente trascendentales para
sus herederos y adoradores y enrostradas, como en revancha de un mal sufrido, que
no tiene ya remedio, son una prenda valiosa en manos del historiógrafo que procura
evidenciar el hecho en que nos ocupamos. 111 Lo que en el corazón se alberga sale á
la cara y de los labios se escapa, cuando la despechada ira nos embarga y nos
sojuzgan las irreflexivas pasiones! No es tiempo de alterar ó desfigurar los sucesos
cuando, arrastrados por la hirviente vorágine de las contrariedades, damos rienda
suelta al sentimiento é inconsiderado ensanche á los afectos varios, que en el
espíritu se agitan!
Corifeos del Partido Liberal! ¡Mirad ahora de qué modo vuestro jefe ha muerto!
Murió, sí, como el Judas; como mueren los réprobos!
Murió como Domiciano; como mueren los impúdicos y desvergonzados, sin honor
y sin conciencia.
Murió como Commodo; como mueren los corruptores de los niños, los seductores
de las vírgenes.
Murió como Tiberio; como mueren los opresores de las conciencias, los
matadores de la libertad.
Murió como Didio Juliano; como mueren los bastardos del poder, que desvinculan
la sociedad y atrofian su organismo.
Murió como el Jestas; como mueren los peculatarios y desvergonzados ladrones.
110
Se refiere a Onofre Obando y su grupo de 6.
111
Que fue efectivamente lo que trató de realizar don Manuel Coronado Aguilar en su artículo de 1968
relacionado con la muerte de Barrios por medio del asesinato fraguado y planificado por sus enemigos
internos y externos, disfrazado como una acción de guerra. Claro está, como se indica en el presente Ensayo,
solamente tiene visos de hipótesis, pero como no fue comprobada queda en presunciones.
82
Las últimas líneas de la primera parte del artículo publicado por ―El Patriota‖, a partir de
donde dice ―Corifeos del Partido Liberal! ¡Mirad ahora de qué modo vuestro jefe ha
muerto!‖, tienen cierto parecido con el estilo irónico y mordaz conque el colombiano José
María Vargas Vila (1860-1933) escribía. Un ejemplo se encuentra en lo que este dijo de
Manuel Estrada Cabrera, a quien denomina ―tirano maya‖, 113 el ―Bachiller letrado‖ y ―la
hiena letrada‖; y por la imposición de las otrora famosas ―Fiestas de Minerva‖ lo designa
―el Bachiller Minerva‖. Cuando originalmente editó Los Divinos y Los Humanos (1903), el
dictador chapín estaba en el apogeo de su gloria; empero, al imprimirse nuevamente en
1920 dicho libro, como parte de sus ―Obras Completas‖, Vargas Vila aprovechó para
actualizar el texto, como sigue:
112
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 5,
edición del 2 de agosto de 1891. Editor: Teodoro Rivera S. Páginas 2 a 6.
113
Vargas Vila, José María; La muerte del cóndor. Buenos Aires, Argentina : Edición definitiva. Ramón
Sopena, editor, 1921. Página 9.
83
ese Nerón tropical, sin otro atractivo que el de su feracidad, me pertenece para
otro libro, por eso aparto mi pluma del cuello del felino vencido y, no lo degüello
ahora;
el cadáver de esa fiera me pertenece;
yo, lo embalsamaré para el Museo de la Historia;
con Estrada Cabrera desaparece el último de los tiranos letrados contra los cuales
reñí rudos combates; 2
soy superior al Orgullo, y, por eso no siento sino un frío desdén ante aquel
pudridero de fieras, a las cuales marqué en el anca con el hierro candente de mis
frases;
es tarde ya, para que el recuerdo de las victorias de mi pluma pueda conmover mi
corazón;
no es digno de la serenidad de mis últimos días, entonar un Himno de Victoria
sobre la miseria de tantas cosas y, tantos hombres vencidos...
[…]
_____________
1
No me extiendo aquí sobre el final del Bachiller Minerva, como llamé yo a ese
trágico eptileptoide, porque su funesta efigie, y la historia de su reinado, aparecerán
completas en la Edición Definitiva de mis «Césares de la Decadencia» ya pronta
para entrar en mis Obras Completas. 114
2
Queda en pie Juan Vicente Gómez, el Tirano analfabeto, que ha hecho del
Capitolio de Caracas, la pesebrera en la cual consume su forraje.‖ 115
Se deja aquí esta digresión, siguiendo ahora con la transcripción literal de la segunda parte
del artículo publicado por ―El Patriota‖:
114
Por alguna razón Vargas Vila no cumplió su promesa pues en dicha obra solo incluye a dictadores de
Colombia y Venezuela. Véase: Vargas Vila, José María; Los césares de la decadencia. Barcelona : Edición
definitiva. Ramón Sopena, editor, 1920.
115
Vargas Vila, José María; Los Divinos y Los Humanos. Barcelona : Edición definitiva. Ramón Sopena,
editor, 1920. Página 6. Nota: escrito en 1892, en la isla de Curaçao. Publicado en París, primera edición,
1903.
84
[1]
Ningún linchamiento es en la historia más justificado, que el de Rufino Barrios en
Chalchuapa. Llena la medida del dolor, agotada la paciencia, en rebalse el pesar, la
miseria y el llanto, cayeron los diques, hizo explosión la cólera y este pueblo, tan
sufrido y sumiso en otras ocasiones, ultimó al tigre de aceradas uñas que, sin tregua
ni descanso, abría sus venas, desgarraba sus carnes. […]
116
A la vez, Marcelino Pineda actuaba como director del periódico ―El Pueblo‖, opuesto al igual que ―El
Patriota‖ a la candidatura presidencial de don Lorenzo Montúfar. Fue ―El Pueblo‖ quien patrocinó la
publicación de la carta que don Antonio José de Irisarri dirigió a don Lorenzo el 31 de octubre de 1863, a la
cual dieron como título Refutación de la Refutación que don Lorenzo Montúfar ha publicado en París, de lo
que él llama aserciones erróneas de „El Monitor Universal‟ del 16 de mayo último, sobre la guerra de
Guatemala contra el Salvador.
85
Era feliz un día; pero languidece de repente, como asfixiado bajo el peso del
cruento cesarismo. Promesas, compromisos, ofertas; todo se borró al repercutirse,
aterrador, el chasquido agudo de hiriente látigo; […] todo feneció con el
advenimiento del panterismo y sus auxiliares, para sustituirse á la probidad, al
honor, á la decencia, á la justicia y á los respetos sociales.
‗Rotas las leyes, rota la caja de Pándora; (sic) los males salen en torbellinos y
braveando por la república, triste la dejan y arrasada: el que las suele romper es el
depositario de ellas; hombre desleal! ¿así agradeces la confianza hecha de ti por los
que te la pusieron en las manos? Traidor, las rompes; haslas roto: cuál es tu pena?
No la has de oír, la has de ver, cuando, las manos con empulgueras, la carlanca al
cuello, vayas lento y aterrado por esas calles, por donde paseabas tu soberbia, teñida
de oro y sangre.
[…] Este tribunal es ine orable: mentiste, engañaste, hiciste burla del pacto
general y befa de la República: muere, perverso; condénate, impío. El patíbulo, un
feo cadáver en los brazos, está dando fe de la justicia de un pueblo, ó las piedras de
las calles teñidas en sangre del réprobo que ha concitado su justa ira‘ (Primera
Catilinaria).
Juan Montalvo juzga a Barrios, juzgando á su Ignacio de la Cuchilla, 117 mejor que
nosotros le hemos apreciado. ‗Muere perverso; condénate impío,‘ 118 por los grandes
delitos que oscurecen tu conciencia y han de seguirte, por todos los tiempos y en
todos los orbes, dejando ver sobre tu frente el estigma infamante del precito. 119
Mirad adalides de ‗El Partido Liberal‘ dónde están los conservadores que
mataron á vuestro maestro, a vuestro Dios, á vuestro ídolo! 120
117
Se refiere al general ecuatoriano Ignacio de Veintemilla y Villacís (1828-1908), quien gobernó Ecuador en
forma dictatorial de 1876 a 1883.
118
La frase aparece en el primer ensayo incluido en Las Catilinarias, obra publicada por Montalvo
gradualmente entre 1880-1882. No dice que se la dedica a Veintemilla; eso es una interpretación antojadiza
del periódico ―El Patriota‖.
119
Como se indicó en líneas anteriores, tirios y troyanos utilizan los escritos del ecuatoriano Juan Montalvo
(1832-1889) para sus propios fines políticos. Así por ejemplo, el defensor del liberalismo Mariano Zeceña
transcribió de Montalvo lo siguiente: ―Barrios había sido el hombre de la espada; ha concluido como el
hombre de la idea. Morazán se ha descubierto en la eternidad al ver llegar a Barrios‖. Carranza, Jesús E.; El
Gral. Justo Rufino Barrios. Op. Cit., página 139.
120
Estos adjetivos no son un invento, sus aduladores los utilizaban en la prensa de la época. Ramón A. Salazar
describe el momento cuando junto con Miguel García Granados toman el poder en 1871 y Barrios era el
poder detrás del trono: ―Contempladlo en ese momento el más glorioso de su vida… Allí le tenéis, con
resplandores de Mesías, con diadema de semidios. / Fuerte en la lucha, pero no manchado aún por la crueldad.
Querido de su país, temido de sus enemigos. Su corazón no palpita sino para el bien. Aquel caudillo es una
86
especie de soñador bíblico, pues ya entrevé con claridades de profeta la regeneración de Guatemala.‖ Salazar,
Ramón A.; Tiempo viejo. Op. Cit., página 173.
87
clase: tiranía es robo a diestro y siniestro; tiranía son los impuestos recargados é
innecesarios […] La tiranía es fiera de cien ojos: ve á un lado y á otro; arriba y
abajo, al frente y atrás […]
Tiranía es un monstruo de cien brazos: alárgalos en todas direcciones y toma lo
que quiere […]; suyo lo superfluo del rico, suyo lo necesario del pobre….‘ 121
¿Y queréis que Obando sea perseguido cuando, en ejercicio del derecho legítimo
de insurrección, creado y sancionado por la naturaleza, se rebela contra la tiranía de
Barrios, tan bien delineada por el escritor ecuatoriano? 122 ¿Queréis que lo sea,
cuando de vosotros mismos ha sido salvación y consuelo, toda vez que, en sus horas
de furor y en sus ímpetus de rabia, era talvez á sus mejores amigos á quienes
primero hería el tirano?
¿Está Obando en Guatemala? Si lo está, buscadlo? Id al Juez, formulad la
acusación ó la denuncia; pero como las formulan los que entienden del asunto.
Estudiad, pues, para saber qué corresponde que hagáis. ¡Siquiera hubierais pedido la
amnistía ó la consideración para el desgraciado, títulos tendríais al nombre de
liberales!
Si no lo está, ¿cómo inaugurar el juicio?
Prohibido es el procedimiento en rebeldía; pero ¿qué importa eso? El panterismo
lo puede todo. Urde causas ¿y no había de urdir procedimientos? Simula cargos,
cohecha funcionarios, falsifica pruebas ¿y no habría de…………..? Lo demás queda
a la consideración del lector.
Sin embargo, es seguro que saldréis vencedores ¿pueden acaso no salir tales los
que á sí mismos se conceptúan siempre y para siempre jamás los iluminados; los de
pasmosa inteligencia, que se pierde de vista;
[3]
los de aguda perspicacia, que se difunde y derrama; los liberales nuevos, de
inconmensurable alcance; los progresistas famosos, de rápida penetración; los del
‗Club Liberal‘ en fin? ¿qué importa entonces…….. lo demás?‖ 123
121
El párrafo transcrito por ―El Patriota‖ se encuentra en el primer ensayo de Juan Montalvo incluido en Las
Catilinarias.
122
Se refiere en consecuencia a Juan Montalvo (1832-1889).
123
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. (Continúa).
Guatemala : Año I, Núm. 6, edición del 13 de agosto de 1891. Redactor responsable: Marcelino Pineda.
Páginas 1 a 3.
89
Es preciso insertar un último recorte de prensa acerca del general Venancio Barrios. Como
quedó anotado en párrafos anteriores, éste murió el mismo día que su padre (2 de abril de
1885) y según ―El Patriota‖ en su edición del 2 de agosto de 1891, así como Paul Burguess
en 1926, su muerte fue un suicidio: el general se hizo matar en batalla. Sin embargo, tal
parece que los autores anteriores no tomaron en cuenta lo publicado escasos cuatro meses
después de la muerte de ambos generales, por uno de los fieles a Venancio Barrios quien
escribe en forma anónima aclarando su muerte en ―El Renacimiento‖, edición del 20 de
agosto de 1885. Con base en lo que el informante describe, Venancio Barrios murió igual
que su padre, toda vez que al estar observando el campo enemigo uno de sus oficiales le
pidió: ―que volviese á sentarse para correr menos peligro; y no se había acabado de oír esa
frase cuando vimos desplomarse al General sobre un capitán de Villa Nueva que estaba á su
derecha. Una bala de rémington le había atravesado el pecho matándole‖
124
Debiera decir ―vítores‖.
125
Nótese que las piñuelas también son mencionadas por Clemente Marroquín Rojas cuando discrepa de
Manuel Coronado Aguilar, señalándole que él no conoce el lugar. Así también, en el artículo de ―El Patriota‖
del 2 de agosto de 1891, se hace referencia a las mismas. Esto es: hay coincidencia respecto a las
características del camino donde pasó el General Barrios antes de su muerte.
126
A todo esto, ya son aproximadamente las 9 de la mañana y el coronel Antonio Girón no ha muerto.
Obsérvese que anteriormente uno de los que insiste en que Justo Rufino Barrios fue asesinado lo hace sobre la
base que para lograr su propósito, los del batallón Jalapa hicieron que se les cambiara a Girón y que éste
murió antes de las 8 de la mañana.
127
Se deduce de esto que el informante anónimo debió ser también un oficial.
91
Cabe agregar que durante el gobierno del general Manuel Lisandro Barillas (1845-1907),
quien ocupó el cargo inmediatamente después de Barrios a partir del 6 de abril de 1885
hasta el 15 de marzo de 1892, el coronel José Angel Jolón se convirtió prácticamente en
128
El Renacimiento; Últimos momentos del General don Venancio Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 31,
edición del 20 de agosto de 1885. Redactor responsable: Lic. Manuel J. Diéguez. Página 2.
92
un sicario al ser enviado a asesinar al comandante Cayetano Sánchez, tal lo refiere don
Antonio Batres Jáuregui que en sus memorias no se guarda de relatar lo que le consta o le
dijeron, explicando que después de la llamada guerra del totopoxte de Guatemala contra
El Salvador en 1890, y que fue un desastre para el país:
―Más tarde, aquel Presidente mandó al coronel José Angel Jolón a asesinar al mu y
valeroso general Cayetano Sánchez. Todo aquello era un desorden, sin orientación
y con constantes cambios de política personal.‖ 129
129
Batres Jáuregui; La América Central ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Tomo III.
Introducción por Manuel Galich. Guatemala :Tipografía Nacional, 1949. Página 545.
93
En efecto, cuando Estrada Monroy presenta la reseña biográfica del padre Ángel María
Arroyo, explica que:
Observe el lector que Estrada Monroy dice que Barrios fue asesinado; pudiera parecer que
lo hace en forma casual e incluso inadvertida. Sin embargo, más adelante inserta el texto
escrito por el sobrino del presidente, anticipando:
El texto de Reina Barrios que Estrada Monroy transcribe es precisamente aquel donde el
doliente sobrino refirió lo del magnicidio, utilizando el seudónimo Rosario Yérjabens. Sin
ser ese su propósito y quizá sin conocerla, Estrada está de acuerdo con la hipótesis de
Manuel Coronado Aguilar a quien no menciona. Como recordará el lector, en líneas atrás se
transcribió lo anotado por éste, cuando refiere:
130
Estrada Monroy, Agustín; Datos para la historia de la iglesia en Guatemala. Op. Cit., página 192.
131
Idem., página 216.
94
―Por otra parte, la muerte del General Barrios nos la relata uno de sus Generales,
compañero suyo en la mal llamada lucha por la unión: su propio sobrino, el
brillante militar don José María Reina Barrios, en aquel entonces jefe del Batallón
Canales. En su folleto intitulado «Campaña de la Unión Centroamericana. Sucesos
de nueve días», página 12, el general Reina Barrios, tras el anagrama «Rosario
Yérjabens», —la simple transmutación de letras lo confirma—, nos relata esto que
copiamos íntegro‖. 132
Cabría pensar que Estrada se inspiró en Coronado para exponer en breves líneas lo
referente al ―asesinato‖ de Barrios. Todo cabe en lo posible toda vez que la relación
profesional entre ambos devenía de años atrás; así por ejemplo, en 1965 participaron como
delegados de la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala en la VIII Asamblea
General del Instituto Panamericano de Geografía e Historia y sus Reuniones Panamericanas
de Consultas conexas; y, en 1967 fueron designados por dicha Sociedad para integrar la
comisión encargada de efectuar un diagnóstico del Archivo General de la Nación.
Por lo que respecta al abogado e historiador Luis Beltranena Sinibaldi (1898-1983), deben
indicarse algunos de sus rasgos biográficos:
132
Coronado Aguilar, Manuel; Así murió el general J. Rufino Barrios. Guatemala : El Imparcial, 29 de marzo
de 1968. Página 15.
133
Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de Guatemala; Tesis, de 1900 a la fecha. Época III,
Tomo IV, Números 1 y 2. Julio-octubre de 1940. Página 137.
134
Marroquín Rojas, Clemente; En el corazón de la montaña : pequeños cuadros de la vida real.
Guatemala : Tipografía Sánchez & de Guise, s.a. Circa marzo 1930.
95
Introducción
Antecedentes
Barrios decreta la Unión
El cuartel general
La sedición de los jalapas
Muerte del caudillo
Al encuentro de los jalapas
135
Álvarez Aragón, Virgilio; Conventos, Aulas y Trincheras : Universidad y movimiento estudiantil en
Guatemala. Volumen I, La ilusión por conservar. Guatemala : FLACSO/ Sede Guatemala y Escuela de
Historia de la USAC, 2002. Página 211.
136
Batres Villagrán, Ariel; Inauguración Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de San Carlos de
Guatemala, 1937. Publicado el 29 de agosto de 2011 en http://ca-bi.com/blackbox/?p=5478
137
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Anales de la Sociedad de Geografía e Historia de
Guatemala. Guatemala : Año LII, Tomo LII, enero-diciembre de 1979. Página 21.
96
Después de Chalchuapa
Llega a la capital Barillas
El entierro del general Barrios
Notas
Fuentes de consulta
Introducción
Para tal efecto, se apoya en lo que un ―testigo presencial‖, el coronel José Angel Jolón le
contó al historiador y ―memorialista‖ Antonio Batres Jáuregui (1847-1929) y que éste
reprodujera en el tercer tomo de su obra La América Central ante la historia (1949),
edición póstuma.
Tiene razón en llamar ―memorialista‖ a don Antonio Batres Jáuregui, toda vez que más que
historia, dicha obra debiera llevar el título de ―Memorias de Antonio Batres Jáuregui‖, en
virtud que buena parte de lo que expone lo hace en forma por demás personal, con un
―yoísmo‖ e tremo y él mismo escribe que son memorias lo que cuenta en varios de los
capítulos.
Como a Beltranena le pareció que lo afirmado por Jolón podría tener visos de verdad,
cotejó lo expuesto por éste con respecto a publicaciones de prensa durante tal época, en
particular del periódico ―El Patriota‖, números correspondientes al año de 1891, incluyendo
el siguiente párrafo que fue el que le llamó la atención cuando lo encontró entre sus papeles
personales años atrás, pues conmina a no creer en Barrios, lo acusa de todo lo malo que
ocurrió durante su período de gobierno y se alegra de su muerte:
97
Qué excelente que Beltranena haya tenido en su propia biblioteca la colección completa
de ―El Patriota‖; lástima que no indique la fecha de publicación del primer número. Si el
lector la busca en la Hemeroteca Nacional ―Clemente Marroquín Rojas‖ encontrará que ahí
tienen los números correspondientes a partir del 5 hasta el 34, publicados entre el 2 de
agosto de 1891 y el 23 de abril 1892.
Ergo, las palabras resaltadas con cursivas en el párrafo anterior, no es factible establecer si
así las imprimió dicho periódico, o bien Beltranena hizo el cambio en el tipo de letra para
llamar la atención del lector en cuanto a su hipótesis: Barrios murió ajusticiado por el cabo
Onofre Ovando y el grupo de ejecución bajo su mando.
138
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., páginas 24 y 41.
139
Idem., páginas 24 a 25 y 41.
98
―Súpose efectivamente, en aquella época, y se repite ahora que, cuando salió de esta
Capital el 18 ó 19 de marzo de 1885, la tropa del guarda de Mixco, que presta sus
servicios en la Fortaleza de San José, se había acordado entre ella y algunas del
Oriente suprimir al déspota en primera oportunidad, la cual, á no dudarlo, iba a
presentárseles propicia en todo el curso de la campaña que contra el Salvador se
inauguraba.‖ 140
Posiblemente para señalar lo anterior, el Lic. Beltranena se dejó llevar por el siguiente
párrafo tomado de ―El Patriota‖, que corre a continuación del transcrito supra de dicho
periódico:
140
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 5,
edición del 2 de agosto de 1891. Editor: Teodoro Rivera S. Página 5.
141
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 25.
99
Como se indicó supra, es una lástima que dicho testimonio no lo presentara el editor de ―El
Patriota‖, para estar en capacidad de corroborar algunos hechos y en particular, aceptar que
hubo un cabo o soldado de nombre Onofre Obando quien, al frente de otros seis, ―ajustició‖
a Barrios.
Sin embargo, dejando de lado las suspicacias, véase ahora qué antecedentes utiliza
Beltranena para ―demostrar‖ que Barrios fue asesinado.
Antecedentes
Para explicar el por qué Justo Rufino Barrios pudo ser asesinado y no murió en batalla,
nada que mejor que señalar los actos de su gobierno como despóticos, la militarización de
la sociedad, los nombramientos antojadizos que realizó para beneficiar a sus parciales y
las disposiciones legislativas que adoptó, aun cuando de derecho no tenía tal facultad pero
quién le iba a reclamar; la Asamblea Legislativa solamente refrendaba lo que ordenaba. Y
como se trata de ―demostrar‖ que la muerte fue un ―ajusticiamiento‖, nada que mejor que
acudir a un ―autorizado historiador‖ que no es más que su suegro el licenciado Manuel
Valladares Rubio, ―Doctor Fences Redish‖, de quien él se encargó de compilar los escritos
que éste publicó en los periódicos de en Guatemala y México, editándolos con el título de
Estudios históricos (1962). Toma de Valladares el siguiente trozo, que es preferirle copiarlo
directamente de la obra de éste en virtud que Beltranena agrega o elimina algunas palabras
y signos de puntuación:
142
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Op. Cit., página 5.
100
El párrafo anterior le permite señalar a Beltranena que Jalapa también había sido objeto
de la llamada Pacificación de Oriente, ocurrida años antes, razón por la cual para 1885 en
que Barrios convocó a los milicianos para que acudieran a integrar filas en el Ejército que
combatiría en Chalchuapa, muchos de quienes en su tiempo eran niños, ahora ya jóvenes
aún recordaban los estragos que el Reformador causó en sus hogares y tierras, por lo que
era fácil deducir que algunos de dichos milicianos no necesariamente asistían al teatro de la
guerra convencidos de las bondades de la Unión Centroamericana decretada el 28 de
febrero de 1885, sino conminados por el jefe político departamental de Jalapa y algunos
con deseos ocultos de venganza por los horrores que vivieron y los daños que recibieron
sus padres, hermanos mayores y población en general.
―Estos niños eran ahora los jóvenes que formaban el aguerrido batallón. Desde
mucho tiempo atrás era comandante del Batallón el coronel Vicente Bonilla Cruz;
pero al iniciarse la campaña, el general Barrios dispuso relevar del mando a
Bonilla Cruz y sustituirlo por el otro coronel, don Antonio Girón y subordinado a
éste quedó el coronel Bonilla Cruz, el cual era militar fogueado y valeroso y
diestro en los combates, cualidades que faltaban a Girón, bisoño y recién salido
del Colegio de Infantes.‖ 144
143
Valladares Rubio, Manuel; Estudios históricos. Guatemala : Editorial Universitaria, 1962. Páginas 423 a
424.
144
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 26.
101
―Vivían en 85 y aún viven en Oriente los hijos ante quienes el padre fue
martirizado; los padres que presenciaron el martirio del hijo; las esposas que no
pudieron recoger en su regazo el último suspiro de su amante, viéndole morir en la
horca o en el tormento o en el banquillo; los esposos que contemplaron violado el
lecho nupcial y ultrajada la madre de sus pequeñuelos; los que sintieron el aguijón
del dolor, por las iniquidades cometidas en hermanos, tíos, parientes y amigos; […]
los amenazados por esbirros y sicarios, que llevaban los nombres paliativos de Jefes
Políticos, comandantes y comisionados, verdadero flagelo de los pueblos; los que
lloraban con los que lloraban, los que gimieron con los que gemían; los
empobrecidos, los mutilados, los hijos del pueblo oprimido y vilipendiado.‖ 145
Con tales antecedentes, cómo pensar que todo mundo apoyaría a Justo Rufino Barrios y
su desatinada medida de erguirse como el amo de Centroamérica, en calidad de Jefe
Supremo.
Al publicar el decreto del 28 de febrero de 1885, refrendado por sus ministros, Barrios se
echó encima a gente que lo odiaba en Guatemala y a los gobiernos de Nicaragua y Costa
Rica, así como el de El Salvador cuyo gobernante Rafael Zaldívar (1834-1903) no
obstante haber sido impuesto por él, no las tenía todas consigo, era veleidoso y renuente a
la Unión, no a ésta por sí misma sino a que don Justo se convirtiera en el único amo de la
región, y por tal razón también se vio compelido a declararle la guerra.
Sin embargo, no obstante que muchos en Guatemala estaban de acuerdo con el decreto de
Unión, Barrios no estaba muy seguro. Pedía la opinión de algunos, e incluso la de don
Pedro de Aycinena (1802-1897), exministro de Relaciones Exteriores en tiempo de Rafael
Carrera y Vicente Cerna; tras la muerte de Carrera el Consejo de Estado lo nombró
presidente provisional, desempeñando a la vez la función de Ministro de Relaciones
Exteriores; su período de gobierno fue corto: del 14 abril al 3 de mayo de1865; era un
anciano en 1885 pero Barrios lo respetaba y escuchaba de vez en cuando. Beltranena cita
lo que dice Batres Jáuregui acerca de una consulta personal del dictador, cuyo diálogo es
145
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Op. Cit., página 6. Erróneamente
Beltranena cita la edición del 13 de agosto, página 6, siendo que para tal fecha el periódico publicó la
continuación del artículo iniciado el 2 del mismo mes, misma que ocupó solamente las páginas 1 a 3. Ver:
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 41, notas 5 y 6.
102
Sin embargo, antes de salir comisionó a don Antonio Batres para que fuera a Washington
a aclarar diplomáticamente otro asunto, para lo cual ordenó se le pagasen siete meses de
sueldo que le adeudaban, más los gastos de viaje. Batres hizo viaje al exterior junto al
licenciado Arturo Ubico (padre del futuro dictador Jorge Ubico, ahijado de Barrios),
quien llevaba quince mil pesos oro en la maleta que debía pagar al presidente de
Honduras, general Luis Bográn Barahona (1849-1895), a cambio de su colaboración para
146
Batres Jáuregui; La América Central ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Tomo III.
Introducción por Manuel Galich. Guatemala :Tipografía Nacional, 1949. Páginas 480 a 481.
103
con Barrios. Dicha cantidad nunca la recibió pues el 2 de abril muere Barrios, y va a dar a
las arcas de la viuda de éste, doña Francisca Aparicio de Barrios, cuando ésta se
encontraba residiendo en San Francisco, California.
Después de las semanas de travesía en barco, don Antonio Batres llega a Washington
exactamente el 2 de abril de 1885 (don Arturo se había quedado en Panamá), de tal suerte
que todo lo que comenta acerca de la muerte de Barrios no le consta, sino de oídas, siendo
esto lo que el licenciado Luis Beltranena quizá no tomó en cuenta al dar visos de
credibilidad a lo que Batres describe, aspecto que se verá infra.
El cuartel general
Como en cualquier guerra de aquella época, el cuartel general se integraba por tiendas de
campaña levantadas sobre el terreno; en este caso, Barrios instaló el propio en la frontera
con Chalchuapa, a escasos cinco kilómetros de la misma.
Ese uno de abril el batallón Jalapa se desempeña valerosamente al mando del bisoño
coronel Girón, en la llamada ―acción del Coco‖, enfrentándose con los salvadoreños a
quienes logran quitar 400 armas que éstos dejaron tiradas en la refriega. Esto es: novato
podía ser el coronel Girón, comparado con el coronel Bonilla a quien sustituyó quedando
éste bajo sus órdenes; sin embargo, su comportamiento en dicha acción fue determinante.
El relato de la misma se encuentra en la obra del hondureño doctor Rafael Meza Raquin
(1843-1926), secretario particular de Barrios, quien escribió ―de fines de 1906 a mediados
de 1907‖ el libro Centro América: campaña nacional de 1885. 147
147
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Guatemala : Segunda edición. Tipografía
Nacional, abril de 1935. Página 9.
104
Según explica Beltranena Sinibaldi, tomando como referencia las memorias de don
Antonio Batres Jáuregui, en la tarde del 1 de abril Justo Rufino Barrios recibió la visita de
un viejecito. Para narrarla, Batres se auxilia en lo que le contó el coronel José Angel
Jolón poco tiempo después, cuando llegó a Nueva York en calidad de asistente y
―portero‖ de la viuda del general, doña Francisca Aparicio de Barrios. Es preferible
transcribir en forma directa el texto y páginas a las que remite Beltranena, toda vez que
lamentablemente él comete algunas ―infracciones‖ cuando copia. Escribe Batres de quien
se transcriben algunos párrafos más de lo que Beltranena citó, para determinar sus
calidades y establecer si su ―testimonio‖ puede tomarse como válido:
―Yo poseo datos verídicos sobre cómo acaeció la muerte del general Barrios;
datos que me fueron suministrados por su asistente, el coronel José Angel Jolón,
que se encontraba con él, cuando fue mortalmente herido. Estaba yo en Nueva
York, algún tiempo después, para recibir en esa gran ciudad a la esposa de don
Rufino, con sus hijos, todavía pequeños. La acompañaban Luciano Barrios, el
coronel Jolón y la señorita Luz Ruiz. Doña Paca Aparicio v. de Barrios, ocupó una
casa en la 5ª avenida, frente al Parque Central. Esa mansión lujosa y bien situada
la había comprado don Rufino, pero, como la señora no sabía las prácticas
domésticas de la gente rica de allá, puso al coronel Jolón de portero, sin duda, por
la seguridad que dicho guatemalteco ofrecía, como honrado y leal. Ya en vísperas
de regresar yo a Guatemala, fui, una de tantas veces, a visitar a doña Paca, a quien
procuré servir, haciendo que entrase, sin pagar derechos, que importaban diez mil
dólares, un gran equipaje, varios caballos, y otras muchas cosas, que de aquí llevó
a los Estados Unidos. En esa oportunidad, el portero Jolón me suplicó que, si era
posible, le consiguiera permiso para volver a Guatemala, ya que no quería
continuar llevando aquella vida, en país extraño. Hice ver a la señora viuda de
Barrios, que no le convenía tener a un portero que no hablaba inglés; que se
mantenía, en tiempo de calor, en mangas de camisa, y en tiempo normal, sin
uniforme, cuando generalmente lo usan; que Jolón deseaba regresar a Guatemala,
aprovechando mi viaje; y que le suplicaba dar el permiso que él pedía. Quedó
convenido que le pagaría ella el pasaje, en primera, y se iría conmigo dicho
coronel.
En la larga travesía, que en aquel tiempo se hacía para venir por Panamá a
Guatemala, platicaba yo con Jolón; y él me contó, que una tarde, como a las seis,
llegó un viejecito salvadoreño, con un joven, hijo suyo, a hablar con el general
Barrios, cuando estaba en la batalla de Chalchuapa ya para ganarse, por las tropas
unionistas. Que al ver Barrios, a aquellos mensajeros, dijo a Jolón: ‗Dejame solo
105
Nótese entonces que Batres Jáuregui en ningún momento comenta confidencia alguna
respecto a que la muerte de Barrios haya sido un asesinato. Se limita a señalar lo que el
coronel y portero Jolón le contó acerca del dinero que el dictador envió al presidente de
El Salvador, quien le había prometido ayudarlo a lograr la Unión, cobrando por
anticipado los cincuenta mil pesos para después huir del país, lo que no necesariamente
estaba en sus planes en virtud que a la vez estaba en tratos con el gobierno de México; al
final se quedó ―sin el mico ni la montera‖ habida cuenta que fue depuesto
vergonzosamente del poder en mayo del mismo 1885.
Lo que Jolón comentó a Batres tiene visos de certeza por cuanto está referido también por
otros historiadores, especialmente el doctor Rafael Meza quien como secretario particular
de Barrios estaba al tanto de los tratos que éste hacía. Lo extraño es que entre las
confidencias de Jolón a Batres, no le haya contado cómo ocurrió la muerte del general
Barrios, siendo que él era uno de los ayudantes que estando muy cerca del caudillo
cuando éste recibió la bala que lo mató, e clamó: ―el patrón se ha caído‖ 149
Empero, es de hacer notar que durante el gobierno del general Manuel Lisandro Barillas
(1845-1907), Jolón se convirtió prácticamente en un sicario:
148
Batres Jáuregui; La América Central ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Op. Cit., páginas
499 a 501.
149
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Op. Cit., página 211.
106
―Más tarde, aquel Presidente mandó al coronel José Angel Jolón a asesinar al muy
valeroso general Cayetano Sánchez. Todo aquello era un desorden, sin orientación
y con constantes cambios de política personal.‖ 150
No está demás reseñar que el citado general fue uno de los que acompañaba al hijo de don
Justo Rufino, el también general Venancio Barrios, quien murió en batalla la tarde del 2
de abril de 1885:
―Los oficiales de mayor grado que sobrevivieron al General Don Venancio Barrios
en aquel grupo fueron los Comandantes primeros Cayetano Sánchez y Manuel H.‖
151
Principia el Lic. Beltranena esta parte de su alocución leída ante público selecto el día de
su ingreso como nuevo miembro en la Sociedad de Geografía e Historia, explicando que
para contar cómo fue ―la sedición de los jalapas‖ se basará en las siguientes obras:
―a) El relato de don Rafael Meza, Secretario del General Barrios, tomado de las
páginas 586 a 597 de la obra Barrios a través de la Historia, de don Casimiro D.
Rubio;
b) El relato de don Antonio Valenzuela publicado en El Patriota del 2 de agosto
de 1891, páginas 2, 3 y 4; y
c) El relato del coronel Jolón, transcrito y comentado por el señor Batres
Jáuregui.
Debo hacer notar que el propio Rafael Meza se descalifica a sí mismo, porque
no fue testigo ocular de los sucesos trágicos; pues dice que él, Meza, se había
quedado en el Cuartel General. Pero sí es digno de fe en el relato de lo ocurrido
antes de que el general Barrios marchara a sofocar la rebelión de los Jalapas.
d) El panfleto del general José María Reyna Barrios que apareció en mayo del
85, suscrito con su anagrama Rosario Yerjabens. Su título es Campaña de la
Unión Centroamericana, Sucesos de 9 días (páginas 12 y 13).‖ 152
150
Batres Jáuregui; La América Central ante la historia : 1821-1921, memorias de un siglo. Op. Cit., página
545.
151
El Renacimiento; Últimos momentos del General don Venancio Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 31,
edición del 20 de agosto de 1885. Redactor responsable: Lic. Manuel J. Diéguez. Página 2.
152
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 29.
107
Observe el lector que la primera obra o documento citado por Beltranena es la escrita por
Rafael Meza; el problema es que la refiere de segunda mano, tomando lo que éste dijo por
medio de lo transcrito a su vez por don Casimiro Rubio. Es mejor utilizar el texto
original, en virtud que Rubio también comete yerros imperdonables al quitar y poner
palabras o signos de puntuación que no aparecen en la obra primigenia, aspecto que se
hará notar infra.
En el caso del texto tomado de El Patriota, claro que Beltranena tuvo a la vista el
periódico. Lo extraño es que en el mismo no aparece el nombre de Antonio Valenzuela;
quizá también por ―tradición de familia‖ él sepa que lo escribió dicha persona, en función
a que el texto original indica en sus primeros párrafos:
―Hace tiempo que leímos un precioso escrito, redactado por un caballero culto,
serio e instruido, que siendo originario de esta Capital, donde ejercía con lustre su
profesión literaria trasladó después su domicilio á la República del Salvador, en
medio de cuya sociedad vivió pobre, honrado y bien querido.
De ese escrito, que no tardará en ver la luz pública, según noticias, tomamos los
datos importantísimos, que reunidos con otros varios que aquí se han colectado, nos
servirán para coordinar este artículo […]‖ 153
Siendo así, lo mejor es ir por partes para dilucidar si la hipótesis de Beltranena Sinibaldi
en cuando a la causa de la muerte de Barrios es razonable o no.
Rafael Meza explica lo que a él le consta de los sucesos; lo que observó y conversó con el
propio general Justo Rufino Barrios durante el uno de abril y la mañana del 2, hasta e
inclusive las ocho de la mañana. Lo que pasó después de esta hora no pudo apreciarlo
pues se quedó en el cuartel general, pero a juicio de quien esto escribe sí es válido lo que
cuenta pues tomó datos y notas de los directamente participantes en la batalla, en
particular del coronel Andrés Téllez.
Debe recordarse, para dar visos de verdad a lo que el citado coronel le comentó
inmediatamente después de la muerte de Barrios, al Secretario particular de este, que
entre el general y el coronel existía una íntima amistad que venía desde 1860 –veinticinco
años antes– cuando ambos ingresaron a la Universidad de San Carlos de Guatemala en
calidad de estudiantes de la carrera de abogacía y notariado.
153
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 5,
edición del 2 de agosto de 1891. Editor: Teodoro Rivera S. Página 2.
108
La que es denominada como ―la sedición de los jalapas‖ consistió en el hecho que Barrios
sustituyó al coronel Barillas que los dirigía originalmente, por el novel coronel Girón. El
carácter de éste era irascible y se ganó la antipatía de los soldados y oficiales del batallón,
acostumbrados a que los dirigiera alguien de su propia tierra. Antes de las ocho de la
mañana prácticamente se amotinan y niegan a obedecer las órdenes de Girón; éste envía a
un propio a pedirle permiso a Barrios para fusilar a tres y así lograr que le hagan caso.
―Esto solo yo lo arreglo‖, dice Meza que respondió el Jefe Supremo al escuchar el
mensaje, y partió al galope hacia el lugar donde se encontraba reunido el referido grupo
de amotinados. ―Me quieren a mí como jefe‖ les preguntó y al unísono respondieron que
sí; el coronel Andrés Téllez que le acompañaba le pidió que lo nombrara a él, pues no era
correcto que el general se expusiera, pero el belicoso que era Barrios no pudo dominar
sus instintos de gloria y no hizo caso: con el batallón salió hacia Chalchuapa, enviando al
general Reyna Barrios, su sobrino, a la retaguardia, de tal suerte que éste tampoco fue
154
Rubio, Casimiro D.; Biografía del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Op. Cit.,
página 110.
155
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Guatemala : Cuarta edición. Tipografía
Nacional, abril de 1985. Página 263.
109
testigo de la muerte, y aun así escribió al respecto acusando a los soldados jalapanecos y
tildándolos de cobardes.
Dejándose llevar por lo que relató el periódico ―El Patriota‖, Beltranena está ―casi‖
seguro que la sedición prácticamente fue el epílogo de una conspiración o conjura
iniciada semanas atrás, y aunque copia de dicha publicación lo pertinente, es preferible
hacerlo directamente y no de lo que él transcribe pues nuevamente comete algunos yerros.
Es de advertir que él solamente trasladó un párrafo; se agrega el que sigue para completar
la idea que se pretendía dar en 1891, la de la conspiración para el magnicidio:
―[…] Súpose efectivamente, en aquella época, y se repite ahora que, cuando salió
de esta Capital el 18 ó 19 de marzo de 1885, la tropa del guarda de Mixco, que
presta sus servicios en la Fortaleza de San José, se había acordado entre ella y
algunas del Oriente suprimir al déspota en primera oportunidad, la cual, á no
dudarlo, iba a presentárseles propicia en todo el curso de la campaña que contra el
Salvador se inauguraba.
Una información minuciosa instruida por el Comandante de la Vanguardia y otros
jefes de respetabilidad, hizo constar los hechos, tal y como hasta ahora los hemos
narrado. Está allí ese testimonio para perpetua probanza del castigo, pequeño
ciertamente en comparación á la magnitud y fiereza de sus crímenes, que Justo
Rufino sufrió cuando ya se juzgaba en el apojeo de su presunta elevación y en la
plétora de fuerza y de poder con que oprimía a sus semejantes, embistiendo
hermanas nacionalidades y tratando de uncir al yugo de su férreo despotismo á los
centro-americanos que resistían tributarle pleito homenaje. Un día, no lejano quizá,
ha de publicarse el original de esa información, naturalmente molesta al panterismo
terrorista, y nuestros pueblos, honrados y siempre sufridos y bondadosos,
bendecirán la hora en que la mano del destino vino á posarse sobre la llaga, por
medio de unos cuantos esforzados jalapenses, para retirar el miembro pútrido, que
gangrenaba el cuerpo social.‖ 156
Al final de esta parte de su exposición, Beltranena hace mención del comandante Narciso
Avilés, conocido como el ―amigo Avilés‖, a la sazón Gobernador de Santa Ana, quien
previamente había convenido con Barrios en que lo recibiría en su casa después del
156
El Patriota; “El Partido Liberal” — El Panterismo — Muerte de Barrios. Guatemala : Año I, Núm. 5,
edición del 2 de agosto de 1891. Editor: Teodoro Rivera S. Página 5.
110
triunfo. Seguro del mismo, Rafael Meza recuerda que el uno de abril le dijo: ―Mañana a
las once almorzaremos en Chalchuapa‖ 157 / 158
El almuerzo ofrecido y preparado obviamente que no ocurrió. Antes de las 9:30 a.m. del 2
de abril el general Justo Rufino Barrios caía muerto: ¿en batalla o por mano aleve?
Aquí no ha ocurrido todavía la muerte del caudillo, pero déjese de lado el equívoco en el
título con respecto a lo que en su contenido cuenta el nuevo miembro de la Sociedad de
Geografía e Historia de Guatemala en 1979.
Inicia Beltranena señalando lo que había expuesto en apartado anterior: que Barrios acudió
al encuentro del batallón Jalapa porque este se había amotinado, y que al ofrecerles que él
los comandaría aceptaron gustosos.
Aunque lo que explica debió haberlo descrito en párrafos atrás, es en este apartado donde
relata el deceso, Beltranena señalando que ―Los cronistas difieren en cuanto a lo que siguió
inmediatamente después que Barrios asumió el mando del batallón Jalapa.‖ 159 En esto tiene
razón, según se trate de Rafael Meza, de Casimiro Rubio, Batres Jáuregui, Reyna Barrios o
―El Patriota‖, las versiones resultan disímiles en algunos puntos de la descripción,
especialmente en las horas en que señalan que ocurrió determinado hecho, que en este caso
157
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Op. Cit., página 202.
158
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 30.
159
Idem., página 32.
111
son cruciales para el historiador toda vez que no se está hablando de algo que se desarrolló
durante varios meses sino en tan solo dos horas después de las 8:00 a.m. Para Beltranena,
―[…] Poco favor hace el señor Meza al Jefe de la Unión, militar fogueado, cuando
dice que montado subió a una eminencia del campo, exponiéndose
imprudentemente a las balas enemigas. Esto no pudo ser así. Restablecido el orden,
Barrios ordenó que el Batallón formara en columna de marcha y que lo siguiera. No
advirtieron los Oficiales que la escuadra que comandaba Onofre Ovando (16) se
había adelantado. Estaba compuesta por ocho soldados escogidos por Ovando, sobre
los cuales mantenía el imperio de su autoridad. La escuadra fue a tomar posición
preparando la emboscada en que había de perecer el Caudillo de la Unión.
_____________
(16)
El Patriota del 2 de agosto de 1891, página 5. La vida ulterior de Onofre Ovando y su
muerte en ‗Mirandilla‘, finca de don Julián Batres y Batres, fue conocida por sus hijos y
descendientes, quienes siempre vieron en Ovando su apego al trabajo y modestia. Hombre
de pocas palabras jamás hablaba de su participación en la emboscada que puso fin a la
Campaña de la Unión con la muerte del Caudillo. El autor nunca supo la fecha exacta de su
fallecimiento. Don Julián Batres y Batres fue casado con doña María Sinibaldi Cladera,
hermana del primer designado a la Presidencia.‖
160
A la nota al pie (16), a Beltranena solo le faltó agregar lo que indicó en la nota (3):
(3)
Esto se sabe por tradición de familia y casi no hay descendiente de don Alejandro
Sinibaldi que lo ignore. El Patriota del 2 de agosto de 1891, página 5.‖
161
No se duda que por tradición en la familia del autor, que a la vez es descendiente de don
Alejandro Sinibaldi, el presidente provisional de escasos cuatro días (2 al 6 de abril de
1885), se tenga como válida la afirmación respecto a lo que fue de la vida de Ovando
después de que supuestamente comandó al grupo que ultimó a Barrios. Empero, una cosa es
no dudar de dicha tradición, y otra aceptarla.
En el caso del cuestionamiento que Beltranena hace al doctor Rafael Meza, conviene
recordar que cuando éste narra lo ocurrido en la mañana del 2 de abril de 1885, advierte que
va a: ―relatar con toda e actitud, tal como la presenciamos y como lo supimos en aquellas
horas de angustia, en los detalles que no estuvieron a nuestro alcance, pero que son en un
160
Idem., páginas 32 y 41.
161
Idem., página 41.
112
todo conformes a la verdad, por haberlos obtenido de modo cierto.‖ 162 Es como si el
hondureño se hubiese adelantado a sus posibles detractores o bien a quienes no creyeran en
lo que cuenta y por ello más adelante reitera: ―Esto que aquí relato, como lo que diré
adelante, me fue repetido en varias ocasiones por casi todos los ayudantes que siguieron al
General Barrios y que se encontraron en el momento que murió.‖ 163
Interesa resaltar de dicho párrafo, que para un historiador que se precie de medianamente
objetivo no le preocupa saber si le está o no haciendo un favor a un personaje, por comentar
lo que le consta o que como resultado de su investigación hubiera arribado a dicha
conclusión. Siendo que Meza se desempeñó como secretario particular de Barrios y que
dejó de verlo dos horas antes de su fallecimiento, además de considerarse su amigo, deja en
claro desde un principio que se atendrá a la verdad, que no hará una apología del dictador.
Si Meza hace aparecer a Barrios montado en su yegua en ―una eminencia del campo‖, es
porque los propios oficiales que acompañaban al caído así se lo contaron. No puede el
historiador de hoy decir que ―no pudo ser así‖, a menos que tenga pruebas convincentes
para contrariar a Meza. El simple deseo referente a que una situación se halla dado de
determinado modo, a capricho del historiador, sale de los lindes de la historia como ciencia.
Y es que el secretario hondureño literalmente dijo al respecto:
162
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Op. Cit., página 202.
163
Idem., página 210.
113
Siendo que Beltranena acertadamente indica que ―los cronistas difieren‖ respecto a lo que
cuentan o deducen, no solo de lo que ocurrió durante las dos horas a partir del momento en
que Barrios tomó el mando del batallón Jalapa, las ocho de la mañana, y el instante cuando
murió, cerca de las diez, hubiera sido muy útil para los lectores que diera a conocer la
fuente en que se basa para exponer la hipótesis referente a que quien le disparó al Jefe de la
Unión fue un soldado de dicho batallón, subido en la rama de un árbol 165 y que por ello en
su informe de la necropsia el médico que la practicó, el doctor Joaquín Yela, reportó que la
164
Meza, Rafael; Centro América : campaña nacional de 1885. Op. Cit., páginas 210 a 211.
165
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 32.
114
bala causante de la muerte ―había sido disparada de arriba a abajo. Penetró por el hombro
derecho entre el peto y el espaldar de acero que el Caudillo usaba en lugares de peligro.‖ 166
Para quien esto firma no es aceptable ―deducir‖ con base en el informe médico, que quien
disparó la bala se encontraba posicionado sobre un árbol; igual podría haber sido que el
proyectil hubiera sido dirigido de frente a Barrios, chocó contra algún objeto y de rebote
ingresó por el hombro, dando lugar a pensar lo que Beltranena quiere que sea tomado como
la verdad última.
Hablando de diferentes versiones, interesa ahora, para zanjar la discusión, un texto que
Beltranena no vio o lo más seguro es que no le haya dado importancia por cuanto
contradice las deducciones que lo hacen confirmar como válida su hipótesis.
En efecto, Casimiro Rubio reproduce parte de lo publicado en 1924 por el coronel Ramón
G. Cáceres, y que Beltranena no tomó en cuenta, otro testigo de vista acerca de la muerte de
Barrios pues fue uno de los Ayudantes u Oficiales mencionados por Rafael Meza. En virtud
que el testimonio de Cáceres fue expuesto en páginas anteriores, solamente se anota ahora
que éste señaló:
peripecias y razones que para que se llevara a término ocurrieron.
Volví a ver y Barrios caía resbalando de cabeza a su derecha; corrí a verlo, lo
senté, creyendo estuviera vivo, pero ya había expirado.
En esos mismos momentos llegaba al punto Eusebio Gómez, conduciendo al
Coronel Girón, al que había encontrado escondido a la retaguardia de fuerzas
jalapanecas.
Causa de esa revuelta que dio al dar la orden el General Barrios, fue que recibió
el balazo de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto, en la clavícula
derecha, atravesándole el corazón y brazo izquierdo, y no como se ha dicho en
muchas ocasiones, que de parte de las tropas Jalapa procedió ese tiro, no siendo
posible, me creo con el derecho de aclarar cierta aberración que hay a ese
respecto, por ser testigo ocular de esos momentos y posición en que se
encontraba el General Barrios.167
166
Idem., página 33.
167
Cáceres, Ramón G.; ―Un recuerdo a la memoria del General Barrios‖. En: Rubio, Casimiro D.; Biografía
del General Justo Rufino Barrios : reformador de Guatemala. Recopilación histórica y documentada. Op.
Cit., páginas 628 a 635.
115
Para Beltranena, el coronel Girón murió antes de las ocho de la mañana: ―Ya el coronel
Girón había sido muerto por obra de los amotinados, antes de que Barrios asumiera el
mando del batallón.‖ 168 No obstante, Rafael Meza había expuesto lo que ocurrió, obra
que Beltranena cita con frecuencia; si a esto se agrega la afirmación del coronel Cáceres,
en el sentido que después de la muerte de Barrios: ―En esos mismos momentos llegaba al
punto Eusebio Gómez, conduciendo al Coronel Girón, al que había encontrado escondido a
la de fuerzas jalapanecas‖, queda confirmado no solo qué ocurrió con el bisoño coronel,
sino la falta de profundización en este aspecto por parte del expositor ante el seno de la
Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala en 1979.
El que él mismo señale en forma dubitativa: ―Barrios muerto por los suyos o en
combate‖,169 confirma que no está seguro de lo que explica y por ende su hipótesis no
puede considerarse como verdadera.
En conclusión, Barrios murió en el fragor de la batalla por una bala disparada desde las
filas enemigas, siendo que él constituía un buen blanco al estar sentado sobre la yegua y
colocado en un promontorio; dicha bala fue factible que ingresara de arriba abajo en su
cuerpo, proviniendo de las trincheras salvadoreñas, que estaban en alto.
A juicio de quien esto escribe, ambos no lograron su cometido pues utilizan información de
segunda mano.
168
Beltranena Sinibaldi, Luis; La Tragedia de Chalchuapa. Op. Cit., página 33.
169
Idem., página 37.
116
117
Sabe Barrios que los hombres son viles, y se venden, y los paga; y ellos, por
tener puesto asegurado, y por vivir en lujos, o por miedo, le sirven; y con sus ideas
170
¡ah, prostitutos! cubren los atentados brutales de su dueño: ¡estatuas de fango!‖
Quien no se preocupó o interesó por saber si la muerte de Barrios había sido al participar
éste en la batalla de Chalchuapa, o bien ―mano aleve‖ causó su ―asesinato‖, fue el bardo y
luchador revolucionario por la independencia de Cuba, José Martí (1853-1895).
Martí llega a Guatemala en abril de 1877; es bien recibido por la juventud y funcionarios
del régimen liberal. Se le contrata para impartir clases en la Escuela Normal de maestros,
dirigida por su compatriota José María Izaguirre, quien en Cuba había sido profesor suyo.
También imparte cátedras de filosofía y literatura en la Facultad de Derecho. Escribe un
hermoso libro que lleva por título Guatemala (1878), en el cual al par que describir las
bellezas y riquezas naturales del país, su cultura y adelanto, exalta al régimen de Justo
Rufino Barrios. Sin embargo, es mudo testigo del fusilamiento de doce hombres implicados
en un supuesto complot contra el dictador el 2 de noviembre de dicho año; 171 a finales de
dicho mes parte temporalmente a México para casarse y al regresar en enero de 1878
encuentra el clima enrarecido en su contra: es que dejó de lanzar loas al dictador y prefiere
el silencio; los funcionarios que le apoyaban también se apartan y prefiere salir del país en
julio de 1878 porque ―Con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan
tiranos.‖ 172 Radica en Nueva York a partir de septiembre de 1879, escribiendo para varios
periódicos en dicha ciudad. No le es ajena la situación de Centroamérica. En idioma francés
escribe un artículo, que después será traducido y publicado en edición del año 1941, donde
anota que las cinco ―republiquitas‖ como las llamó el insigne Antonio José de Irisarri
mantienen sus viejas rencillas que devienen desde la época de la colonia cuando a España
le convenía la desunión. Como la independencia de España no costó sangre, no es valorada.
170
Martí, José; José Martí en los Estados Unidos : periodismo de 1881 a 1892. Edición crítica Roberto
Fernández Retamar y Pedro Pablo Rodríguez, coordinadores. Madrid : Colección Archivos, No. 43. ALLCA
XX, 2003. Página 435.
171
Acerca de los sucesos de 1877, véase la novela de: Pérez de Antón, Francisco; El sueño de los justos.
México : Alfaguara, 2008, así como los comentarios a la misma en: Batres Villagrán, Ariel; El sueño de los
justos. 25 pp. Guatemala, 30 de diciembre de 2008. Publicación digital 24 de julio de 2009 en
http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/sueno-justos/sueno-justos.shtml
172
Vela, David; Martí en Guatemala. Guatemala : Colección Contemporáneos No. 41. Editorial del
Ministerio de Educación Pública, 1954. Página 274.
118
―[…] ¿Qué es lo que ocurre en esos países misteriosos, tan poco conocidos y tan
dignos de serlo? A nosotros nos interesan en grado sumo los movimientos y el
desarrollo de esas regiones benditas, donde nuestras crecientes fuerzas, industriales
hallarán algún día el empleo y los mercados que necesitamos. No hay que mirar sólo
la superficie para ver la verdad. Los pequeños acontecimientos chocan y preocupan;
hay que aclararlos y analizarlos para hallar en su fondo los grandes acontecimientos.
El problema en las repúblicas centrales es claro, pero difícil: los intereses de los
partidos se oponen al interés de la comunidad; unidas por naturaleza y por su
significación humana, y por sus medios de vida, no están desunidas más que por
preocupaciones vulgares y rivalidades mezquinas, de esas pueriles rivalidades que
dividen siempre a las ciudades vecinas, y en las cuales los cuentos y chismes
ridículos tienen más importancia que las cuestiones de Estado.
[…] En la América Central no hay más que un Estado. Y como se quiere mantener
a cinco de ahí nace la lucha. Los españoles por incuria más que por malquerencia,
dividieron la Capitanía General de Guatemala en diversas porciones, cada una de las
cuales tenía una ciudad principal. Guatemala la residencia del capitán general, era la
más poderosa y la más rica, y por ello provocaba la envidia y el odio. En esa
situación, se proclamó la independencia, sin esa poderosa agitación tan necesaria en
las nuevas épocas políticas para sacudir y lanzar lejos de ellas el polvo de las épocas
muertas. La independencia, proclamada con la ayuda de las autoridades españolas,
no fue más que nominal y no conmovió a las clases populares, no alteró la esencia
de esos pueblos; la pereza, la negligencia, la incuria, el fanatismo religioso, los
pequeños rencores de las ciudades vecinas; sólo la forma fue alterada. […]
Rota la Federación, esas repúblicas sólo han vivido por el constante miedo, y el
deseo de impedir el crecimiento de sus hermanas, las demás repúblicas. El progreso
de unas era un peligro a los ojos de las otras. Y como el país estaba encerrado por la
funesta influencia española, en una especie de china moral, como los curas católicos
afirmaban que todo cuanto venía de fuera era pecaminoso, hereje y estaba
excomulgado; como ocurre siempre que, en esos países ignorantes, los reformadores
119
173
Idem., páginas 284 a 286.
174
Martí, José; José Martí en los Estados Unidos : periodismo de 1881 a 1892. Op. Cit., páginas 434 y 435.
120
Barrios muere en Chalchuapa, El Salvador, el 14 de abril de 1885. Por tal razón, al día
siguiente –siempre en Nueva York– escribe una Carta (Sucesos de la quincena, publicada
en La Nación de Buenos Aires el 5 de junio de dicho año), que contiene su opinión acerca
del conflicto de Centroamérica, la muerte de Barrios y la actitud de los Estados Unidos, en
los siguientes términos:
―Va ya tan adelantada esta carta que apenas queda en ella espacio para dar cuenta
de la intervención discreta, aunque no hubiera llegado a ser, ni tenía derecho a ser,
eficaz, de los Estados Unidos en la tentativa de unir por la fuerza bajo un solo
imperio las cinco Repúblicas de Centroamérica, tentativa que sólo la muerte
violenta del que la venía desde hace tantos años acariciando, impide comentar con la
sagrada dureza y ardiente inmisericordia que inspiran las ambiciones de los tiranos.
¿Cómo no ha de haber anticipado el cable que Barrios, el Dictador de Guatemala,
es muerto; que en una fiesta de ópera bufa hizo leer la proclama en que se anunciaba
Dictador Militar Supremo de las cinco Repúblicas centroamericanas; que mal
seguro a última hora del apoyo del Presidente de El Salvador, escurridizo y
misterioso, echó sobre él su ejército preparado, y ya en camino para unirse al de
Honduras, mientras que Zaldívar, el Presidente salvadoreño, aclamado jefe del
ejército de resistencia por Nicaragua y Costa Rica, y apoyado por México
eficazmente con un contingente de armas que marchaba sobre Guatemala, reunía en
la frontera guatemalteca, para cerrar a Barrios el camino de Honduras, el ejército
desesperado que en una batalla ya legendaria libró a Guatemala de un dueño cruel, a
Centroamérica del más grave de sus peligros, y a nuestra historia americana de un
período de espanto y de vergüenza? El cable ha de haber dicho que el senador
Edmunds hizo aceptar en el Senado una resolución tan enérgica que hubiera sido
punto menos que una declaración de guerra contra el Dictador, a no haberla
templado con su mera repulsa moral el Secretario de Estado Bayard. No: los Estados
Unidos no intervendrían en las querellas intestinas de los centroamericanos; pero
defenderían a sus súbditos en aquellas tierras; y las propiedades de ellos, y
protegerían la comunicación por el cable interrumpida, a lo que enviaban ya el
buque y las instrucciones necesarias; —y el cable habrá dicho, cómo el generoso
México, que por justo aborrecimiento a la conducta y atentado de Barrios, se ligó
por telégrafo en suerte de armas con el Salvador, y le ayudó grandemente con
distraer parte de las fuerzas de Barrios en ir a esperar a los mexicanos que se le
venían encima,— desiste, apenas Barrios muere, de todo preparativo de guerra, y de
las intenciones de aprovecharse de su posición de persona mayor en Centroamérica,
121
que los Estados Unidos ya le suponían, más celosos que conocedores de su noble
vecino mexicano.‖ 175
Nótese que como buen caballero, José Martí omite entrar en mayores detalles acerca de su
parecer sobre Barrios, respetando que ―sólo la muerte violenta del que la venía desde hace
tantos años acariciando, impide comentar‖.
―[…] Que de barrio a barrio, de calle a calle, de tejado a tejado, debemos ser
desunidos los centroamericanos, tal vez porque sólo vivimos hablando de unión.‖176
175
Idem., páginas 467 y 468.
176
Rodríguez Cerna, José; Itinerario. Guatemala : Tipografía Nacional, 1943. Páginas 21 a 22.
122
123
FUENTES CONSULTADAS
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NOTA: la obra fue escrita en 1920. La primera edición en inglés fue
publicada en 1926 por la editorial Dorrance and Company de
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Escrita originalmente en 1846; impresa en Curacao en 1849.
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125
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Martí, José; José Martí en los Estados Unidos : periodismo de 1881 a 1892. Edición
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Marroquín Rojas, Clemente; En el corazón de la montaña : pequeños cuadros de la
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1935. Editada bajo los auspicios del general c. Jorge Ubico, Presidente
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Jueves 8 de marzo de 2012, en: Portal Web del Ministerio de Cultura y
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---------------; “El año 2001” visto en 1947 por Manuel Coronado Aguilar. Publicado
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El Diario del Gallo, Blog sobre Literatura Guatemalteca, 15 de junio de 2011
-http://diariodelgallo.files.wordpress.com/2011/06/el-ac3b1o-2001-manuel-
coronado-aguilar.pdf; y, Monografías.com, 4 de agosto de 2011
http://www.monografias.com/trabajos88/ano-2001-visto-1947-manuel-
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---------------; El patrón y rastros perdidos en la historia, 2009. Acotaciones, segunda
parte. Ensayo publicado el 4 de marzo de 2010 en
http://www.monografias.com/trabajos-pdf3/patron-rastros-perdidos-
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---------------; El sueño de los justos. 25 pp. Guatemala, 30 de diciembre de 2008.
Publicación digital 24 de julio de 2009 en
http://www.monografias.com/trabajos-pdf2/sueno-justos/sueno-
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---------------; Inauguración Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de San
Carlos de Guatemala, 1937. Publicado el 26 de agosto de 2011 en
http://www.monografias.com/trabajos88/inauguracion-facultad-ciencias-
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http://ca-bi.com/blackbox/?p=5478
Perspectiva Militar; Batalla de Chalchuapa, 1885. Publicado el 2 de abril de 2008 en el
portal digital del blog con el mismo nombre, etiqueta ―Temas académicos
militares‖ http://perspectivamilitar.blogspot.com/2008/04/batalla-de-
chalchuapa-1885.html
Wikiguate; Justo Rufino Barrios. Última revisión 12 de septiembre de 2012:
http://wikiguate.com.gt/wiki/Justo_Rufino_Barrios.