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Terapia Basada en La Confianza

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TBRI

Trust-Based Relational Intervention®


Intervención Relacional Basada en la Confianza

Herramientas para la aplicación en las


modalidades y servicios de protección

1
Instituto Colombiano
de Bienestar Familiar
Lina María Arbeláez Arbeláez
Directora General
Liliana Pulido Villamil
Subdirectora General
Diana Lorena Cortés
Paola Hernández Vallejo
Autoras
1. Glosario

Apego: es la vinculación afectiva y sana entre el adulto, el profesional o el cuidador,


y el niño, la niña o el adolescente; logra conexión y funcionamiento saludables.

Conexión: se entiende como la relación significativa entre el cuidador y el niño, la


niña o el adolescente por medio de las demostraciones de afecto, confianza, cariño
y comprensión.

Confianza: se refiere a la seguridad sentida que pueden depositar los niños, las
niñas y los adolescentes en los demás; se representa en acciones y facilita la ayuda
o el soporte que el adulto, el profesional o el cuidador busca dar.

Desarrollo natural: es el proceso evolutivo y estructural en las etapas de vida del niño,
la niña o el adolescente desde su gestación. En TBRI® se enfatiza en el crecimiento
cerebral y cómo los factores externos benefician o afectan dicho desarrollo, y causan
consecuencias, en el niño, la niña o el adolescente, que se manifiestan durante su
trayecto de vida.

Ecológico: se relaciona con el efecto que causa el entorno o el ambiente externo


en el niño, la niña o el adolescente; integra rutinas, transiciones, procedimientos
y prácticas diarias. Desarrolla habilidades de autorregulación que influyen en el
comportamiento del niño, la niña o el adolescente.

Empoderamiento: se entiende como la capacidad y las habilidades desarrolladas en


el niño, la niña o el adolescente para participar en sus propios procesos evolutivos.
En TBRI®, uno de los principales objetivos del empoderamiento es ayudar al niño, la
niña o el adolescente a adquirir habilidades, como la autorregulación.

Fisiológico: se relaciona con las funciones y el funcionamiento de las características


físicas y sensoriales del niño, la niña o el adolescente; por ejemplo, hambre, sed,
niveles de glicemia o sensación de dolor. La satisfacción de estas necesidades
produce calma, seguridad y confort, lo cual facilita los objetivos planteados.

Interacción: es la manera como se aborda una relación con el niño, la niña o el


adolescente, y la situación a su alrededor; permite emprender acciones y estrategias
de trato, comprensión y apoyo.

Intervención: se refiere al conjunto de acciones desarrolladas por los adultos, los


profesionales y/o los cuidadores por medio del reconocimiento de afectaciones por
traumas en el niño, la niña o el adolescente; el inicio de un ciclo de apego seguro, y
la aplicación de principios de conexión, empoderamiento y corrección.

Rutina: es la secuencia de acciones que inciden directamente en el comportamiento


del niño, la niña o el adolescente. Con la implementación de rutinas convenientes, se
puede generar estabilidad, aprendizaje y desarrollo adecuados.

3
TBRI®: (Trust-Based Relational Intervention, Intervención Relacional Basada en la
Confianza) es una intervención basada en el apego e informada en traumas que
está diseñada específicamente para satisfacer las necesidades complejas del niño,
la niña o el adolescente que vienen de situaciones difíciles, como maltrato, abuso,
abandono o violencia.

Trauma infantil: es una afectación temprana en el niño, la niña o el adolescente, y


conlleva a riesgos en su desarrollo, lo cual implica consecuencias en su manera de
pensar, confiar, relacionarse y conectarse con los demás.

4
2. TBRI®

“Todos los niños necesitan saber que son


preciosos, únicos y especiales”.

TBRI® es la sigla de Trust-Based Relational Intervention (Intervención Relacional


Basada en la Confianza). Se enfoca en la observación del niño, la niña o el adolescente
de manera integral, y busca producir una conexión por medio de la confianza para
suplir las necesidades del niño, la niña o el adolescente. Lo anterior, demostrándole
atención, seguridad y estabilidad, acciones indispensables para su desarrollo y su
proyecto de vida.

Los niños, las niñas y los adolescentes atendidos en los servicios de protección
del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, han presentado una o varias
afectaciones a sus derechos, o, han vivido alguna situación de riesgo que motivó la
intervención del Estado para adoptar medidas y garantizar el restablecimiento de sus
derechos. Parte de esta población se encuentra separada de su familia biológica o
red vincular, en modalidades de carácter institucional, a cargo de familias sustitutas.
Otra está en su medio familiar de origen recibiendo atención en el marco de alguna
modalidad de apoyo y fortalecimiento a la familia.

Son diversos los motivos de ingreso y los factores de riesgo. Muchos provienen de
contextos difíciles: víctimas de maltrato físico o psicológico, abandono, violencia sexual,
alta permanencia en calle, consumo de sustancias o discapacidad sin los apoyos
necesarios. En otras palabras, esta población tiene antecedentes que han generado
traumas complejos de desarrollo y requiere atención especial adecuada a sus necesidades.

Por lo anterior, y en aras de brindar ayuda, soporte y atención a estos niños, niñas
y adolescentes, el ICBF cuenta con un modelo de atención en los servicios de
protección y restablecimiento de derechos que indica el paso a paso de la asistencia
que requiere un beneficiario desde su ingreso en la medida de protección en el
marco del desarrollo del Proceso Administrativo de Restablecimiento de Derechos,
PARD, abierto a su favor. Además, en la fase del egreso, contempla los aspectos
técnicos, los principios que enmarcan la atención, la descripción de los enfoques y
los niveles de atención.

Estas acciones implementadas en las realidades y los contextos sociales traen consigo
necesidades en la actualización del modelo de atención y el perfeccionamiento de
las acciones ejecutadas para obtener mejores resultados y lograr procesos exitosos
en los niños, las niñas y los adolescentes. Por lo tanto, hay que ampliar el contexto
teórico y, revisar, adoptar y adecuar herramientas que promuevan la cualificación
del servicio. Por esta razón, las estrategias que brinda TBRI® se incorporan en la
atención de los beneficiarios de protección.

Los principios de TBRI® conducen a la comprensión de las afectaciones causadas en


el cerebro del niño, la niña o el adolescente desde su gestación, y de las consecuencias

5
de los maltratos, la desprotección y la no atención de sus necesidades. Lo anterior se
refleja en su comportamiento a lo largo de su vida. Los cuidadores condenan y juzgan
algunas conductas, como la agresividad, la impulsividad, el rechazo, la oposición, los
gritos, la rebeldía o la irritación, y esto refuerza los comportamientos del niño, la niña
o el adolescente; limita toda posibilidad de aprendizaje y corrección; desatiende sus
necesidades, y bloquea toda posibilidad de apoyo para canalizar sus emociones y
transformar sus realidades.

Algunos niños, niñas y adolescentes adquieren aptitudes o mecanismos de


autoprotección, que muchas veces son solicitudes de ayuda. Entonces, al comprender
la razón o la causa por la cual el niño, la niña o el adolescente actúa, se logra adquirir
una mirada teórica y comprensiva orientada a la asistencia de sus necesidades.

TBRI® se diseñó para satisfacer las necesidades básicas de relacionamiento y desarrollo


de los niños, las niñas y los adolescentes en situaciones difíciles, así como las de los
adultos que trabajan con ellos ayudándolos a sanar, aprender y crecer. Consecuentemente,
TBRI® brinda estrategias de apoyo para el quehacer profesional, para ponerlas en práctica
en cuanto a los principios de conexión, empoderamiento y corrección se refiere, y para
comprender las dimensiones del sujeto de derechos atendido.

Las estrategias planteadas también aportan de manera significativa al profesional, el


cuidador, el padre, la madre o la persona perteneciente a la red vincular que asiste
al niño, la niña o el adolescente, ya que aporta herramientas para implementar la
autorregulación, la calma, la comprensión y la conciencia, y promueve la continuación
de su investigación, para ponerlas en práctica y adaptarlas a las realidades que
enfrenta el niño, la niña o el adolescente. De esta manera, su objetivo es enriquecer
las acciones para cualificar los servicios y los modelos de atención.

3. Orientaciones generales dirigidas al operador

Con este contenido, se espera brindar herramientas que faciliten los procesos de
atención y contribuyan a la prestación del servicio. Por lo tanto, se espera tener
un efecto directo y positivo en el proceso de restablecimiento de derechos de los
niños, las niñas y los adolescentes que tienen un PARD abierto a su favor y están con
medida de ubicación, ya sea en apoyo y fortalecimiento a la familia o red vincular,
en medida de ubicación en modalidades residenciales o en hogar sustituto. Esta
estrategia de intervención contiene un paquete significativo de herramientas que
son de utilidad para los cuidadores, los profesionales, los padres, las madres y los
adultos cuyas funciones están encaminadas a la protección integral de niños, niñas
y adolescentes beneficiarios de los servicios de protección.

Teniendo en cuenta las particularidades de cada región, la idiosincrasia, las


costumbres, la cultura, la etnia, etc., estas teorías deben ajustarse a las necesidades,
las potencialidades, las condiciones y el contexto del niño, la niña y el adolescente, y
las familias atendidas; respetar su proceso individual, y conducir a la superación de
factores de vulnerabilidad

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3.1. Aproximaciones teóricas

Se presentan a continuación las aproximaciones conceptuales y bibliográficas que


sustentan desde la teoría la comprensión de la Intervención Relacional Basada
en la Confianza (TBRI). En primera instancia, se expondrán las características del
desarrollo natural del niño y la niña enfatizando en las afectaciones que sufren como
consecuencia del maltrato infantil y las repercusiones en su cerebro y, por ende, en
su comportamiento. Posteriormente, se presentarán las herramientas, las estrategias
y los medios; como la confianza, para dar respuesta a las necesidades del niño y la
niña teniendo en cuenta los principios de conexión, empoderamiento y corrección.

Existen implicaciones en el desarrollo normal del cerebro del niño y la niña causadas
por el maltrato o la exposición a cualquier tipo de violencia, lo que puede conllevar
afectaciones en la adolescencia y la adultez. Estas consecuencias se presentan
en una o más esferas del ser: problemas emocionales, neurológicos, fisiológicos,
metabólicos, comportamentales, etc. Algunos estudios han demostrado que el
desarrollo del feto se altera durante su gestación cuando la madre es maltratada,
no desea su embarazo, consume sustancias psicoactivas, no tiene condiciones de
cuidado o se expone a riesgos. Así mismo, una madre bajo estrés durante la lactancia
transmite cortisol (hormona del estrés) al bebé. Entonces, un cuidado prenatal o
materno pobre impacta el desarrollo cerebral del niño o la niña, y, posteriormente,
del adolescente.

Según el estudio realizado por Felitti, Anda, Nordenberg y otros (1998), que contó
con la participación de 17 421 adultos y abordó la relación entre el comportamiento
de riesgo para la salud y la enfermedad en la edad adulta al estar expuestos en la
niñez a abuso emocional, físico o sexual, o a disfunción doméstica, se identificó
una fuerte relación gradual entre la exposición al abuso o la disfunción en el hogar
durante la niñez y múltiples factores de riesgo para varias de las principales causas de
muerte en adultos. Este estudio logró demostrar la correlación entre las experiencias
infantiles adversas (ACE, por su sigla en inglés) y las afectaciones a nivel de salud
en la vida adulta, aunada a las ya mencionadas afectaciones de tipo emocional,
comportamental, de desarrollo, físico y cognitivo, entre otras manifestaciones que
pueden presentarse a lo largo del curso de vida.

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Figura 1: Experiencias infantiles adversas (ACE) y traumas

Indicadores ACE Impacto del trauma

Abuso sexual
Maltrato �sico
Problemas de aprendizaje
Maltrato psicológico
Problemas de comportamiento
Racismo
Retraso cogni�vo
Bullying (acoso)
Riesgo de consumo de sustancias
Negligencia �sica psicoac�vas
Negligencia emocional Retraso en el desarrollo del lenguaje
Violencia domés�ca Retraso en el desarrollo social
Cuidador privado de la libertad Cáncer de pulmón
Enfermedad mental de algún Enfermedad pulmonar obstruc�va
integrante de la familia crónica (EPOC)
Divorcio Enfermedad isquémica del corazón
Problema de consumo de sustancias Muerte a edad temprana
psicoac�vas de algún integrante de
la familia
Violencia Intrafamiliar

Fuente: Basado en Felitti, Anda, Nordenberg y otros (1998)

Por su parte, Bath (2008) expone que muchos de los niños, las niñas y los adolescentes
que se encuentran en protección infantil, con problemas de salud mental, educación
especial o problemas con la justicia, fueron expuestos a distintos tipos de trauma
a edad temprana. Puede ser un solo episodio agudo de exposición a una situación
traumática (tipo I) o exposición prolongada a situaciones traumáticas (tipo II), o
trauma complejo. A partir de estas aproximaciones a las implicaciones del trauma
complejo, Bath postula las claves para sanar estos factores críticos. Básicamente, se
trata de tres pilares para propiciar el proceso de sanación: sentirse seguro, conexión
y manejo de las emociones. Estos dan un lugar relevante a los cuidadores, el padre,
la madre, los maestros y los referentes de apoyo en el proceso de sanación, y no solo
se limita a la terapia clínica en sí misma como parte del proceso de atención a niños,
niñas y adolescentes que han experimentado situaciones adversas o traumáticas.

Los niños, las niñas y los adolescentes que sienten que su entorno y sus relaciones
son seguros y previsibles pueden aprender a confiar en los demás y, desarrollar
emociones y conductas saludables que se erijan en la confianza y no en el miedo
(Knight, et al., 2004).

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3.2. Consecuencias del maltrato en el cerebro del niño, la niña y el
adolescente

En El cerebro del niño (2011), del psicólogo, neuropsiquiatra y escritor Daniel Siegel,
y la psicoterapeuta, consultora de padres y madres, y directora de departamento
de desarrollo parental Tina Payne Bryson, se dan directrices sobre el conocimiento
relacionado con la naturaleza, el desarrollo y el funcionamiento del cerebro, y cómo
la madre, el padre y los cuidadores pueden ayudar al niño, la niña o el adolescente a
desarrollar la inteligencia emocional.

Tabla 1: Consecuencias del maltrato

Parte del cerebro Funciones Consecuencias del maltrato

• Respiración
• Ritmo cardiaco • Alteración de dichas funciones.
Tallo cerebral
• Ritmo del sueño y la vigilia • Depresión.
• Emociones

• Control hormonal
• Temperatura del cuerpo • Obesidad
Hipotálamo
• Apetito • Comportamiento sexual anormal
• Función sexual

• Memoria • Pobre manejo del estrés


Hipocampo • Aprendizaje • Olvidos
• Control del estrés • Dificultades de aprendizaje
• Sentimiento constante de amenaza
Amígdala cerebral • Reacciones emocionales
• Agresividad
• Ausencia de calma en momentos de estrés
• Miedo constante
• Buen juicio
Corteza prefrontal • Dificultad en la resolución de problemas
• Control de impulsos y emociones
• Dificultad en el control de emociones
negativas

• Toma de decisiones • Ausencia de comprensión del otro


Cíngulo anterior • Empatía • Falta de empatía
•Comprensión del dolor de los demás • Incomprensión del dolor de los demás

• Procesos estomacales • Impedimento del disfrute de lo que lo


Corteza sensorial
• Tacto y gusto rodea

Fuente: Basado en la información de “El impacto del maltrato en la niñez en el desarrollo del cerebro”
(Red PaPaz, 2021

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Las aproximaciones teóricas de las consecuencias del maltrato en los niños, las
niñas y los adolescentes permiten tener claridad sobre la estructura de su cerebro y
los principios básicos de procesamiento. De igual manera, facilitan entender:

• La importancia de ayudar a que los hemisferios derecho e izquierdo trabajen en


conjunto para equilibrar las facetas lógicas y emocionales;
• La importancia de conectar el cerebro inferior (encargado de la parte instintiva)
con el cerebro superior (encargado del aspecto reflexivo y responsable de las
decisiones de la percepción personal, la empatía y la moralidad); y
• Cómo se puede ayudar al niño, la niña o el adolescente a ser resiliente de una
forma consciente y amorosa.
El objetivo es, entonces, descubrir cómo ayudar al niño, la niña o el adolescente
a reflexionar sobre su comportamiento, desarrollar su autocontrol, mantener su
identidad única y obtener la capacidad de relacionarse con los demás.

Las interacciones estresantes que se viven a diario con el niño, la niña o el adolescente
son oportunidades para ayudarlos a alcanzar su verdadero potencial. TBRI® enseña
la respuesta ideal enfocada en los niveles de conducta para tranquilizar.

Figura 2: Respuesta tradicional vs. Respuesta ideal para tranquilizar

Cas�gar
Aislar

Causar malestar.
No hay reflexión sobre
los actos.

Tranquilizar
Dialogar y reflexionar

Hay escucha.
Se promueve la calma.
Se crea una oportunidad
para enseñar y aprender.

Fuente: Basado en TBRI®

Se comprende, así, cómo existe una serie de sentimientos, emociones y pensamientos


alrededor de las actitudes de los niños, las niñas y los adolescentes: qué los impulsa a
tener determinados comportamientos. El objetivo es, entonces, reconocer el trauma
infantil desde una mirada empática, reveladora y compasiva, orientada a emprender
acciones para generar bienestar, transmitir una sensación de seguridad y conducir
a la búsqueda de salidas del sufrimiento causado por el trauma que se refleja en el

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cuerpo, como se explica ampliamente en El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente
y cuerpo en la superación del trauma (Kolk, 2015).

Con esta contextualización, se va dando el siguiente paso, encaminado a mostrar a


los cuidadores, los padres, las madres y el personal relacionado con la protección
integral las medidas que han de tomarse y la implementación de diálogos reflexivos
que conlleven al autoconocimiento, autocontrol y autorreflexión del niño, la niña o el
adolescente. Así, se desarrollará su inteligencia emocional.

Lo ideal es conducirlos hacia la reflexión de sus acciones:

• Invitarlos a revisarse (evaluarse) a sí mismos;


• Reconocer sus propios sentimientos; y
• Comprender las consecuencias de sus acciones.
El padre, la madre o el cuidador deben ser una fuente de conocimiento y refugio,
contrario a verse como una fuente de castigo.

Se resalta, pues, la importancia de impulsar habilidades en los niños, las niñas y


los adolescentes, de tal forma que reflexionen, se relacionen y estén listos para
enfrentar las situaciones que les traerá la vida. Se espera el desarrollo de un ser
humano que entable relaciones adecuadas; que sea responsable, bondadoso y feliz,
y se sienta bien consigo mismo.

Estos conceptos teóricos deben:

• Tener sentido en la aplicación práctica;


• Aterrizar estas definiciones en la población beneficiaria de las modalidades de
protección para contrastar las realidades; y
• Permitir que la experiencia sea la evidencia para nuevas investigaciones,
definiciones, estudios y líneas técnicas que den solución o respuesta a las
necesidades de los niños, las niñas y los adolescentes.
Los profesionales, los padres, las madres, los cuidadores y, toda persona que tenga
incidencia en la crianza de niños, niñas y adolescentes están llamados a insertar en
sus acciones las prácticas del buen trato y, todo lo relacionado con la comprensión, la
humanidad y el amor. Los esfuerzos deben estar encaminados a formar adultos sanos.

Uno de los componentes más importantes de las relaciones afectivas que forjan a
una persona sana es el hecho de haber sido atendido, cuidado, protegido y educado
en periodos tan cruciales de la vida como la infancia y la adolescencia, lo cual
determina la capacidad de cuidarse a sí mismo y de participar en dinámicas sociales
para atender las necesidades de los demás (Badury, 2005).

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Figura 3: El bienestar de los niños, las niñas y los adolescentes

Debe haber
contacto visual.

La conexión con el niño,


la niña o el adolescente puede
cambiar la química del cerebro.

La expresión de los
sen�mientos por parte del niño,
la niña o el adolescente es un
signo de confianza.
Los niños, las niñas y los
adolescentes necesitan
ser amados.

El bienestar incluye una


buena alimentación.

La ac�vidad �sica regular y el


contacto �sico ayudan a fomentar
la sensación de bienestar.

Los niños, las niñas y los


adolescentes necesitan compañía,
seguridad y autorregulación.

Todos los niños tienen necesidades


Emocionales Fisiológicas

Lep�na La atención del


Vasopresina Frío padre cuidador
Contacto visual
Oxitocina Hambre para atender las
Tacto - Sentir cercanía Miedo
Adrenalina necesidades
Escuchar con atención Noradrenalina Estrés proporcionan un
Cor�sol Afecto balance
Melo�na hormonal
CAPACIDAD
DE CONFIAR
Químicos
Inhibitorios Padres y cuidadores deben
estabilizar a los niños, niñas y
Serotonina
adolescentes
GABA

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4. Orientaciones metodológicas

TBRI® contempla tres principios de interacción: principio de conexión, principio de


empoderamiento y principio de corrección.

4.1 Principio de conexión

En el principio de conexión se crean conexiones, se desarma el miedo, se gana


confianza y se favorece el aprendizaje. Tiene como objetivo construir relaciones de
confianza que ayuden a los niños, las niñas y los adolescentes a sentirse valorados,
cuidados, seguros y conectados. Se desarma el miedo y se construye confianza al
aumentar la capacidad de conexión, crecimiento y aprendizaje. Alude a fomentar las
relaciones cercanas y significativas entre el padre, la madre o el cuidador, y el niño, la
niña o el adolescente. Esto se logra con la confianza.

En las modalidades de protección, es fundamental recuperar la confianza y brindar


seguridad a la población beneficiaria, dado que la vulneración o la amenaza a sus
derechos causa incertidumbre en los niños, las niñas y los adolescentes; pérdida de
esperanza en los adultos, y ruptura total de la confianza en ambos grupos

Figura 4: Principio de conexión

Principio
de conexión

Conciencia observacional Habilidades de apego Sintonía


• Armonía, conciencia y respuesta
• Conciencia aguda • Comunicaciones verbales y no verbales
• Observación de las respuestas comportamentales y • Atención, búsqueda de atención
• Comodidad siendo autónomo • Comportamientos conscientes, contacto visual, voz,
fisiológicas durante las interacciones para controlar la entonación, posición del cuerpo y contacto seguro
ansiedad y el confort • Negociación
• Edificación de la propia voz (darles voz • Conciencia (matching)
• Reconocimiento de los signos de estrés y ansiedad • Conciencia del estado conductual (entrar de
• Reconocimiento de los marcadores no verbales u otorgársela)
manera cuidadosa y atenta al espacio �sico y
• Conciencia de las señales no verbales de pelea, emocional del niño, la niña o el adolescente
huida o congelamiento para evitar episodios adversos
del comportamiento, a través de respuestas atentas

Interacción mediante el juego


Autoconciencia • Calidez y confianza entre el padre, la madre o el
cuidador, y el niño, la niña o el adolescente
• Conciencia del estado emocional, el es�lo de apego • Desarme del temor, promoción del apego y construc-
y la disponibilidad emocional ción de la competencia social
• Autoproporción de cuidados atentos y �ernos • Mejoramiento del desarrollo del apego, la socialización
• Cambios posi�vos en los es�los de apego y el lenguaje
• Resolución de las necesidades propias de apego • Ac�vidades de juego terapéu�cos (theraplay)
• Entrevista apego al adulto • Interacciones diver�das con contacto (�sico y visual)
• Redirección alegre de los comportamientos nega�vos

Fuente: Elaboración propia

El principio de conexión hace referencia a las estrategias de participación, que invitan


al niño, la niña o el adolescente a participar en el proceso de atención mediante
un uso adecuado de la comunicación verbal y no verbal. También se refiere a las
estrategias de conciencia, que implican que los adultos (padres, madres y cuidadores)
sean conscientes del efecto de sus acciones.

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Estas son algunas preguntas clave que promueven el principio de conexión:

• ¿Cómo puedo involucrar de manera efectiva a este niño, niña o adolescente en


términos de atención plena, proximidad, expresión facial, tono de voz, lenguaje
corporal, etc.?
• ¿Qué estoy trayendo de mi historia personal a esta situación?
• ¿Cómo me percibe el niño, la niña o el adolescente?
• ¿Qué más está sucediendo en el entorno que está influyendo esta situación?
El principio de conexión permite tanto a padres, madres y cuidadores, como a niños,
niñas y adolescentes experimentar comportamientos personales e interpersonales
que conducen a un apego seguro. Las acciones que componen el principio de
conexión se asemejan a las conexiones de comportamiento entre una madre y su
bebe recién nacido, y busca la satisfacción de necesidades.

4.2. Principio de empoderamiento

El principio de empoderamiento potencia el aprendizaje y la regulación al satisfacer


las necesidades físicas y ambientales. Tiene como objetivo preparar el cuerpo y
la mente para el éxito al satisfacer las necesidades físicas, y preparar un entorno
que satisfaga las necesidades físicas de los niños, las niñas y los adolescentes.
Promueve en los niños, las niñas y los adolescentes el desarrollo de su potencial, el
descubrimiento de las habilidades que sobresalen en ellos y ellas, y su impulso para
lograr que sean ellos y ellas los gestores de su propio desarrollo.

Figura 5: Principio de empoderamiento

• Protocolo de tacto
amoroso y co�diano
• Es�mulación frecuente
y somatosensorial
• Ac�vidad �sica • Mantas de peso a la
• Ac�vidades y dietas hora de dormir
sensoriales • Condiciones ambienta-
Ambiente seguro • Habitación sensorial Nutrición les adecuadas Actividad
y estructurado física
Necesidades • Alimentación adecuada
Sueño
• Transiciones diarias • Ac�vidad �sica regular
sensoriales • Refrigerio nutri�vo cada
• Transiciones • Ejercicios de respiración
dos horas profunda (yoga)
importantes
• Refrigerios y comidas en • Danza
• Transiciones de
horarios regulares • Juego al aire libre
desarrollo
• Hidratación

Fuente: Elaboración propia

Para el principio de empoderamiento se tienen en cuenta las estrategias fisiológicas


enfocadas en regular y estabilizar las necesidades físicas y corporales del niño, la niña
o el adolescente, tales como la hidratación; la glicemia; el estado de la vista, el tacto,
el gusto y el olfato, y las estrategias ecológicas que se enfocan en el entorno o el

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ambiente que rodea al niño, la niña o el adolescente. El principio de empoderamiento,
además, es necesario para detectar e impulsar técnicas de autorregulación por
medio de las rutinas o los hábitos diarios1.

Este principio busca un cambio positivo en las condiciones saludables, y que el niño,
la niña o el adolescente pueda estar o sentirse seguro.

Estas son algunas preguntas clave que promueven el principio de empoderamiento:

• ¿He satisfecho las necesidades físicas del niño, la niña o el adolescente para
que pueda aprender según su máximo potencial?
• En las últimas dos horas, ¿ha tenido este niño, niña o adolescente agua, comida
y actividad sensorial?
• ¿Es el entorno propicio para optimizar el aprendizaje y el comportamiento?
• En el entorno, ¿hay poca estimulación y/o sobreestimulación (como demasiado
ruido, olor o luz)?
4.3. Principio de corrección

El principio de corrección modela creencias y comportamientos. Con las estrategias


que lo componen, los niños, las niñas y los adolescentes se sienten seguros,
conectados y empoderados. Tiene como objetivo ayudar a los niños, las niñas y los
adolescentes a aprender estrategias adecuadas para satisfacer sus necesidades y
aprender a manejar interacciones exitosas cada día.

El principio de corrección ayuda al niño, la niña o el adolescente a reconocer su


entorno social y desempeñarse en él. Así mismo, permite que la intervención logre
generar en los beneficiarios de protección un reconocimiento de su entorno y la
comprensión de cómo sus acciones tienen un efecto en los demás.

En el principio de corrección, se incluyen estrategias proactivas que consisten en


brindar tranquilidad, apaciguar situaciones adversas y, en ese momento de calma,
enseñar habilidades sociales. También comprende las estrategias de respuesta, que
otorgan herramientas al padre, la madre o el cuidador para enfrentar los momentos de
crisis y responder a los comportamientos desafiantes del niño, la niña o el adolescente.

La corrección debe centrarse en el comportamiento, no en el niño, la niña o el


adolescente. Es decir, no se señala o se juzga a la persona, sino que se enseña sobre
la acción, sus causas y sus consecuencias. Las actitudes de los niños, las niñas y los
adolescentes pueden modificarse mediante estas técnicas de interacción.

1 La garantía de los ambientes seguros y estructurados, así como las respuestas a las necesidades
sensoriales, la nutrición, el sueño adecuado y las actividades físicas regulares puede realizarse de
una manera diferente y acorde con la cultura y las costumbres propias tanto del territorio donde
se ubique la modalidad, como del lugar de procedencia del niño, la niña o el adolescente. Para la
implementación de actividades relacionadas con estos elementos, se tendrán en cuenta dichas
características.

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El principio de corrección se compone de estrategias proactivas y de estrategias
responsivas para promover comportamientos apropiados.

Las estrategias proactivas de comportamiento de TBRI® se diseñaron como medidas


de prevención en materia de enseñanza, y constan de los juegos de rol, la práctica
de valores y, repeticiones sostenidas y constantes:

• Los juegos de rol implican practicar un libreto entre el padre, la madre o el cuidador,
y el niño, la niña o el adolescente, para permitir que este último practique respuestas
apropiadas a las frustraciones que pueda encontrar.
• Practicar los valores de vida proporciona a los niños, las niñas y los adolescentes
las herramientas necesarias para resolver problemas adecuadamente en situaciones
de la vida real.
• Es importante recordar que se requieren repeticiones sostenidas y constantes, a lo
largo del tiempo, para que un niño, una niña o un adolescente pueda autorregularse;
lo anterior, con el apoyo de un adulto atento.
Figura 6: Estrategias proactivas de comportamiento

RECORDATORIOS VERBALES

ENSAYOS DE COMPORTAMIENTO

JUEGO DE ROLES CON OTROS O CON TÍTERES

ENSEÑAR VALORES DE VIDA

DEMOSTRACION DE SEGUIR LAS


REGLAS O COMPORTAMIENTOS
SOCIALMENTE APROPIADOS

Fuente: Elaboración propia

Las estrategias responsivas de comportamiento incluyen: niveles de respuesta y el


enfoque IDEAL. Se han desarrollado como parte del principio de corrección de TBRI®
para orientar a los padres, las madres y los cuidadores en la solución de problemas
de comportamiento cuando ocurren.

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Figura 7: Estrategias responsivas de comportamiento

NIVEL UNO NIVEL TRES

Interacción mediante el juego o un Interacción para calmar cuando


desa�o de bajo nivel hay riesgo de escalada total

Por ejemplo, las palabras soeces o el Por ejemplo, se anima al padre,


irrespeto verbal pueden manejarse la madre o el cuidador a dar al
con mucha interacción. niño, la niña o el adolescente un
momento para pensar en lo que
necesita (mientras el adulto está
cerca de él o ella).

NIVELES
DE RESPUESTA

NIVEL DOS NIVEL CUATRO


(Hay amenaza significa�va de violencia o
daño del niño, la niña o el adolescente
Interacción estructurada con desa�o hacia sí mismo o hacia otro)
ligeramente elevado
Interacción de protección
Por ejemplo, cuando el niño, la niña
o el adolescente no responde Por ejemplo, se alienta al padre,
adecuadamente a la interacción la madre o el cuidador a contener
lúdica, el padre, la madre o el la violencia de una forma
cuidador puede ofrecer opciones. tranquila y calmada.

Fuente: Elaboración propia

Estas son algunas preguntas clave que promueven el principio de corrección:

• • ¿Qué necesita aprender este niño, niña o adolescente para tener éxito en el día
a día y en la vida?
• • ¿Cómo puedo enseñar esto durante los momentos de calma, los de alerta y
los de enseñanza?
• • ¿Cómo puedo usar actividades lúdicas o de crianza para enseñar estas
habilidades de manera proactiva?
• • ¿Qué está diciendo realmente este comportamiento?
• • ¿Qué necesita realmente este niño, niña o adolescente?
• • ¿Qué nivel de respuesta se necesita aquí?
• • ¿Estoy dando la respuesta IDEAL?
• • ¿Qué tan rápido puedo volver a encarrilar el comportamiento de este niño,
niña o adolescente para que siga conmigo?

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En cada uno de los niveles, se busca mantener la conexión con el niño, la niña o el
adolescente mientras se le guía para que tenga respuestas y conductas adecuadas, y que
sepa que el adulto puede ayudarlo a regularse hasta que él mismo pueda autorregularse.

Un componente fundamental en TBRI® es la negociación, y es vital en estrategias


tanto proactivas como responsivas, dado que hay muchos niños, niñas y adolescentes
lastimados que han aprendido a utilizar la violencia o la manipulación para darse
una sensación de seguridad o conseguir que se satisfagan sus necesidades. Al
darles voz para la negociación, se disminuyen significativamente los episodios, su
duración y su frecuencia.

4.4. Respuesta IDEAL

La respuesta IDEAL se basa en cinco cualidades que deben implementarse cuando


se producen comportamientos desafiantes: Inmediata, Directa, Eficiente, Activa y
Llana. La respuesta IDEAL se basa en lo planteado por Hester y otros (2009).

• Inmediata: responder de inmediato a la conducta


• El aprendizaje es mayor cuando la respuesta es veloz en relación con la
proximidad temporal del comportamiento.
• Directa: responder directamente al niño, la niña o el adolescente con contacto
visual brindándole atención y llevándolo cerca físicamente para enseñanza y
orientación. Se producen cambios en la química cerebral y la actividad cuando hay
contacto visual y proximidad.
• Eficiente: responder de una manera eficiente y medida. Esto se refleja en
los niveles de respuesta, en los que el padre, la madre o el cuidador utiliza la
menor cantidad de firmeza, esfuerzo correctivo y dirección verbal para corregir
el comportamiento. Esta estrategia también ayuda a los niños, las niñas y los
adolescentes a adquirir confianza al saber que los adultos no sobrerreaccionarán
a sus comportamientos.
• Activa (action based): responder con base en la acción. La respuesta se basa
en la acción. Se redirige al niño, la niña o el adolescente para que adopte una
conducta alternativa apropiada. Físicamente, se trata de guiarlo a través de un
rehacer cuando sea posible. Una vez se rehace la acción de manera correcta,
se felicita al niño, la niña o el adolescente, porque utiliza una alternativa de su
comportamiento apropiada (Heimlich y Ardoin, 2008).
• Llana (leveled at the behavior): responder de manera nivelada en relación con
el comportamiento. Nunca debe rechazarse al niño, la niña o el adolescente, sino
su acción (Barber y Harmon, 2002.
En TBRI® se implementa la interrelación con los niños, las niñas y los adolescentes. La
base natural de todo proceso de crianza positiva es la conexión, el empoderamiento
y la corrección, de manera que se complementan e interactúan frecuentemente
durante el contacto sin un orden establecido, y pueden ser usadas según la situación
y las necesidades que se presenten en el momento.

18
“Los niños con antecedentes de trauma complejo del desarrollo, incluyendo
aquellos que han experimentado el acogimiento, institucionalización, maltrato y
descuido, presentan desafíos únicos para los cuidadores que se esfuerzan por
ofrecer la atención y el apoyo que necesitan”.
Karyn Purvis

Figura 8: Procesos de crianza

VS
Fuente: Elaboración propia

Figura 9: Conexión, empoderamiento y corrección

¡CORRECÍON!
Empoderamiento
Conexión ¡CONEXIÓN!
Empoderamiento
Corrección

Fuente: Elaboración propia

19
4.5. Consejos prácticos para implementar estos principios

TBRI® es un modelo basado en relaciones para cuidadores amorosos y perspicaces


que puede implementarse en prácticamente cualquier entorno con niños, niñas y
adolescentes de cualquier edad y cualquier nivel de riesgo. De naturaleza holística y
respetuoso de los efectos del trauma en el desarrollo, tiene un potencial significativo
para crear un efecto positivo en la vida de los niños, las niñas y los adolescentes que
vienen de situaciones difíciles.

Para una crianza positiva, se hace necesario:

• Brindar un cuidado empático y una atención de calidad;


• Establecer confianza y generar seguridad;
• Detectar y disminuir las consecuencias de experiencias adversas en la niñez y
la adolescencia;
• Promover habilidades identificadas;
• Ser coherente con las normas;
• Establecer rutinas y horarios;
• Estabilizar el área física del niño, la niña o el adolescente; y
• Emplear la disciplina para aprender (no para castigar).
Es importante tener en cuenta, además, que conocer las causas del comportamiento
permite planear una intervención oportuna y adecuada.

En la interacción con los niños, las niñas y los adolescentes, hay que promover la
participación divertida y reflexiva, escuchar, entablar diálogos cara a cara, mantener
contacto visual, generar confianza, brindar seguridad y, conservar la calma y
transmitirla. El cerebro del niño, la niña o el adolescente es moldeable, así que
con una intervención multidisciplinaria a tiempo pueden recuperarse las funciones
cerebrales afectadas.

En la figura 10, se presentan algunos consejos para la interacción con los niños, las
niñas y los adolescentes.

20
Figura 10: Consejos para la interacción con niños, niñas y adolescentes

5 6
4
Haga

3
contacto suave
Intente (cuando sea posible)

2
Calmarle
Ayúdele
a controlar

1
Mirele su respiración
a los ojos
U�lice una
palabra amable
acuda de
manera inmediata

Fuente: Elaboración propia

Para que los niños, las niñas y los adolescentes se sientan seguros y protegidos, es
importante implementar prácticas cotidianas que les den la percepción de seguridad
con su cuidador. Estas acciones son de fácil implementación en el día a día y ayudan
a generar cambios significativos en el comportamiento y las relaciones afectivas.

Figura 11: Prácticas cotidianas que aumentan la percepción de seguridad en los niños, las
niñas y los adolescentes

Dar voz y Enseñar ante toda


Verificar el comprometerle oportunidad
entorno

Verificar la estabilidad �sica del


niño, la niña o el adolescente: Verificar las posibilidades de
hidratación, respuesta sensorial, Hacer elogios y
solución de una situación felicitarle
temperatura y hambre

21
4.6. La implementación de rutinas y hábitos

Los niños, las niñas y los adolescentes provenientes de contextos difíciles necesitan
ser guiados para obtener regulación emocional, confianza y seguridad. Los adultos, el
padre, la madre, los profesionales y los cuidadores pueden transmitir estos estados
poniendo en marcha rutinas en la interrelación cotidiana con el niño, la niña o el
adolescente, y en sus procesos de atención.

Figura 12: Las rutinas y el desarrollo infantil y adolescente

Crear Se crea Se promueve


ru�nas confianza la par�cipación
y se provee
seguridad

Fuente: Elaboración propia

En TBRI® se identifican las rutinas como estrategias que se implementan en la


atención a niños, niñas y adolescentes afectados por trauma para brindarles estabilidad
física, emocional y comportamental, ya que les permite predecir situaciones o
entornos, experimentar un contexto seguro y conservar la calma, autorregularse y
obtener disciplina. La comunicación clara es necesaria en estas actividades, tareas
e instrucciones.

Figura 13: Aspectos para tener en cuenta en las rutinas

• Manifestar gestos
asociados a
acciones posi�vas
para es�mular

• Escribir las • Manifestar gestos


ru�nas y asociados a
• Construir ru�nas publicarlas en un • Anunciar las acciones nega�vas • Incluir hábitos
con base en las lugar visible transiciones de una para reflexionar iniciales y finales, y
propuestas de los ac�vidad a otra prác�cas que
niños, las niñas y • Ser crea�vo permitan expresar
los adolescentes • Ser organizado expecta�vas y
con el �empo aprendizajes

Fuente: Elaboración propia

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Dos características de las rutinas que hay que tener en cuenta para estimular
adecuadamente a los niños, las niñas y los adolescentes son:

• A la hora de establecer rutinas, hay que ser creativo. Una estrategia que facilita
el seguimiento de las rutinas es utilizar los estímulos; por ejemplo, un sistema
de puntos acumulativos para obtener un premio (puede ser tangible o alguna
experiencia vivencial, como una salida, una actividad de ocio, compartir o visitar un
lugar que no se conoce). Lo importante es que las estrategias se orienten a reforzar
las técnicas expuestas en la presente cartilla.
• Las rutinas se establecen dependiendo el contexto en el que se desenvuelve el
niño, la niña o el adolescente, y se ajustan a las necesidades de acompañamiento
que se brindan. Por ejemplo: rutinas en casa, rutinas en el contexto escolar o
rutinas en procesos de atención de modalidades de protección.
Otras estrategias e intervenciones que ayudan a potencializar las acciones de los
principios de interacción se relacionan con la conciencia plena (mindfull awareness).
Según se ha demostrado, la conciencia plena modifica la función cerebral, la actividad
mental y las relaciones interpersonales hacia el bienestar.

Siegel (2009) refiere que las funciones como la regulación corporal, la comunicación
sintonizada, el balance emocional, la extinción o la modulación del miedo, la respuesta
flexible, la introspección o el autoconocimiento, la empatía, la moralidad y la intuición
son funciones que se benefician ampliamente con la práctica de la conciencia plena,
y que esta conduce a una salud mental adecuada.

Según el trabajo de la doctora Burke Harris (2018), las estrategias principales para
restablecer la respuesta desregulada del estrés y los efectos del estrés tóxico son:
un sueño adecuado, una buena salud mental, unas relaciones interpersonales sanas,
ejercicio y una buena nutrición. Adicionalmente, encontró que la meditación ayuda
en la disminución de los niveles de cortisol, regula el sistema inmunológico y mejora
las funciones cognitivas.

En ese sentido, en la figura 14, se recoge información sobre la conciencia plena, para
que sea implementada con el fin de alcanzar un estado de bienestar y calma en los
niños, las niñas y los adolescentes.

23
Figura 14: La conciencia plena en los niños, las niñas y los adolescentes

• La meditación es una técnica que permite focalizar y reconocer los pensamientos


y los sen�mientos.
• Permite ser consciente de ellos para calmar la mente y relajar el cuerpo.
• La meditación puede ser individual o colec�va.

Prac�car yoga regularmente beneficia la salud �sica y mental, ya que:


• Mejora la postura; y
• Ayuda a regular el ritmo cardiaco, promueve la atención focalizada y disminuye
el estrés.

La alimentación consciente es poner atención plena en el acto de comer.


También es:
• Poner atención en cómo comemos;
• Qué emociones nos despiertan los alimentos; y
• Qué necesidades subyacen detrás de ciertas conductas asociadas a la alimentación.

• Los ejercicios de respiración ayudan a regular el estado de ánimo cuando se


presenta una situación estresante o una alteración del comportamiento.
• Brindan una respuesta eficaz e inmediata para recuperar el estado de calma.

• Llevar un diario de emociones y pensamientos ayuda a los niños, las niñas y los
adolescentes a reconocer cómo se sienten regularmente y qué les producen dichos
sen�mientos y emociones.
• El diario es una formar de dar poder a las palabras para expresar y sanar.

Es mejor poner una intención al realizar cualquier técnica:


• ¿Qué quiero sanar?
• ¿Qué quiero mejorar?

Fuente: Basado en Siegel (2009) y Harris (2018)

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5. Bibliografía

Badury, J., y Dantagnan, M. 2005. Los buenos tratos a la infancia: parentalidad, apego
y resiliencia. Editorial Gedisa.

Barber, B. K., y Harmon, E. L. 2002. “Violating the Self: Parental Psychological Control
of Children and Adolescents”. Intrusive Parenting: How Psychological Control Affects
Children and Adolescents. Washington, D. C.: American Psychological Association.

Bath, H. 2008. “The Three Pillars of Trauma-informed Care”. Reclaiming Children and
Youth. 17(3). Pp. 17-21. En https://cutt.ly/kmBjPNC.

Burke, H. 2018. The Deepest Well. Healing the Long-term Effect of Childhood Adversity.
Mariner Books. Boston-New York: Houghton Mifflin Harcourt.

Danforth, J. S. 2006. “Parent Training for Families of Cchildren with Comorbid ADHD
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Felitti, V. J.; Anda R. F.; Nordenberg, D., et al. 1998. “Relationship of Childhood Abuse
and Household Dysfunction to Many of the Leading Causes of Death in Adults. The
Adverse Childhood Experiences (ACE) Study”. Am J Prev Med.

Heimlich, J. E., y Ardoin, N. M. 2008. “Understanding Behavior to Understand Behavior


Change: A Literature Review”. Environmental Education Research, 14(3). Pp. 215-237.

Hester, P. et al. 2009. “Forty Years Later: The Value of Praise, Ignoring, and Rules for
Preschoolers at Risk for Behavior Disorders”. Education and Treatment of Children,
32(4). Pp. 513-535.

Knight, D. C., et al. 2004. “Amygdala and Hippocampal Activity during Acquisition
and Extinction of Human Fear Conditioning”. Cognitive, Affective, and Behavioral
Neuroscience. 4(3). Pp. 317-325. En https://cutt.ly/ZmBkhn6.

Kolk, B. 2015. El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del
trauma. Editorial Eleftheria.

Red PaPaz. 2021. “El impacto del maltrato en la niñez en el desarrollo del cerebro”.
Conferencia virtual dirigida a madres, padres y cuidadores del primera infancia e
infancia.

Siegel, D. J. 2009. “Mindful Awareness, Mindsight, and Neural Integration”. The


Humanistic Psychologist, (37)2. Pp. 137-158. En https://cutt.ly/rmBCCEO.

Siegel, D. y Payne. 2011. El cerebro del niño: 12 estrategias revolucionarias para cultivar
la mente en desarrollo de tu hijo. Editorial Alba.

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6. Recursos adicionales

11 ejercicios de mindfulness para niños https://cutt.ly/6mBVXx0

Apego, TBRI® https://cutt.ly/9mBVzyq

El niño conectado https://cutt.ly/qmBVGEO

Estrés tóxico y cerebro, TBRI® https://cutt.ly/cmBVo9S

Karyn Purvis Institute of Child Development https://cutt.ly/kmBVm8I

Respuesta IDEAL, TBRI® Animate https://cutt.ly/zmBVq0b

TBRI® (1) https://cutt.ly/rmBVgRH

TBRI® (2) https://cutt.ly/5mBVIPK

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TBRI

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