Giménez González Yesica TFG
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Giménez González Yesica TFG
MONOGRAFIA
Estudiante:
Año 2018
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Contenido
Introducción: ....................................................................................................... 3
Capítulo IV: Las Personas con Discapacidad sujetos de derechos: “el Derecho
a la Educación”................................................................................................. 18
Conclusión........................................................................................................ 48
Bibliografía ....................................................................................................... 49
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Introducción
La redacción de la monografía se presenta como uno de los requisitos académicos
necesario para obtener el título de Licenciado y Profesor en Ciencias de la Educación
de la Universidad Nacional de Luján, dicho trabajo consiste en una producción escrita
de manera individual a partir de una temática seleccionada, de relevancia para el
campo de las Ciencia de la Educación y de la integración de los distintos aportes de
las asignaturas.
En este trabajo, mi atención se dirige hacia la comprensión del sujeto adulto con
discapacidad, quien ya ha realizado su recorrido por el sistema educativo y, sin
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embargo, se ha encontrado con barreras para insertarse en la sociedad en igualdad de
condiciones que los demás.
Este tema además, surge a partir de mi experiencia laboral, como orientadora de taller
en un Hogar con Centro de Día, trabajando diariamente con los residentes y
concurrentes, en su totalidad mayores de 18 años, observé que muchos de ellos no
llegan a ser considerados por quienes allí trabajan y sus familias como adultos y
personas con derechos, suponiendo que esto se debe al desconocimiento que existe
en la sociedad sobre la discapacidad y especialmente sobre el cambio de paradigma,
que aboga por el “Modelo Social de la discapacidad”, tema que profundizaremos a lo
largo del trabajo.
El propósito de este trabajo es promover una toma de conciencia sobre sus derechos y
romper con los estereotipos en función de su diagnóstico / edad / y posibilidades en la
sociedad, en pos de un reconocimiento de sus capacidades, autonomía (incluida la
libertad de tomar sus propias decisiones) y su independencia.
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niveles del sistema, superando de esta forma definiciones anteriores que aludían a
subsistemas segmentados.
Tomaré los aportes de Riddell (1998), quien sostiene que las políticas oficiales de la
discapacidad están conformadas teóricamente y tienden a ofrecer una justificación del
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statu quo. En su trabajo, dicha autora señala una serie de planteamientos teóricos,
que de alguna manera se han reflejado en documentos políticos oficiales.
Por último, el proyecto de los grupos de la discapacidad “que actúan como nuevos
movimientos sociales no es el de producir teorías absolutas e irrefutables, sino
desarrollar unos principios rectores que informen la acción en favor del cambio en un
momento determinado” (Riddell: 1998:109).
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Para Riddell (1998) , las teorías siguen siendo importantes, pero no hay que esperar
que expliquen todo, “los estudiosos no discapacitados que trabajan en estos temas
deberían tener en cuenta la necesidad de ser humildes, de escuchar con atención lo
que tengan que decir los discapacitados sobre su trabajo, y ser precavidos con las
conclusiones de sus investigaciones que lleven el distintivo de la respetabilidad
académica pero que quizá tenga implicancias negativas para las personas
discapacitadas” (p. 120).
Esta lectura me permite comprender que la cuestión esencial, sigue siendo desde qué
teoría nos ubicamos para hablar de la discapacidad, qué discurso cobra mayor
importancia, si desde los profesionales o por el contario desde los propios sujetos
discapacitados y de qué manera logran calar hondo en el interior de las normativas y
leyes.
Otro autor, como Skliar (2002) en su trabajo, invita al lector a revisar cómo se
construyeron términos como normalidad, anormalidad, y alteridad deficiente, “volver a
mirar bien en el sentido de percibir, como ese otro fue producido, gobernado,
inventado y traducido” (p.115).
De la Vega (2010) también afirma que, en esa urgencia, luego de las luchas internas y
la llegada de inmigrantes, por organizar la educación nacional, las concepciones
dominantes concebían a las masas como una fuerza instintiva y privada de inteligencia
que se cruzaban con teorías psiquiátricas y psicológicas para diseñar el proyecto
(integracionista y paternalista) de una escuela pública que funcionara como ámbito de
normalización (p.67).
De la Vega (2010) relata que en la provincia de Buenos Aires funcionaba desde 1906
un Instituto para Afásicos y Retardados que luego pasó a depender del cuerpo Médico
Escolar. Luis Morzone, su director, era especialista en la educación de sordomudos y
fue quien dictó los primeros cursos para la formación de maestras de educación
especial.
Este autor, también sostiene que, en otros países cómo, por ejemplo; México y
Colombia, la educación de niños anormales fue una problemática que surgió en la
confluencia entre la delincuencia, la infancia y la debilidad mental.
Durante las últimas décadas de siglo XIX, el ámbito educativo se convirtió en tierra de
misión para los médicos higienistas preocupados por el regeneramiento racial. De
estas preocupaciones nacieron, según De la Vega (2010) los primeros espacios
escolares segregados. Las escuelas para niños débiles, desnutridos y enfermos
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inspiradas por la psiquiatría y el higienismo, surgieron en un contexto medicalizado y
obsesionado por el niño anormal (p.99).
El autor considera que “la presunción de que la deficiencia es, simplemente , un hecho
biológico y con características universales, debería ser, una vez más, problematizada
epistemológicamente; comprender el discurso de la deficiencia , para luego revelar
que el objeto de ese discurso no es la persona que está en una silla de ruedas o
aquella que usa prótesis auditiva, o aquella que no aprende según el ritmo y la forma
cómo la norma espera, sino los procesos históricos, culturales, sociales y económicos
que regulan y controlan el modo a través del cual son pensados e inventados los
cuerpos, las mentes, el lenguaje, la sexualidad de los otros. Para expresarlo aún más
contundentemente, este autor, afirma que, la deficiencia no es una cuestión biológica
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sino una retórica cultural. La deficiencia no es un problema de los deficientes o de sus
familias o de los especialistas. La deficiencia está relacionada con la idea misma de la
normalidad y con su historicidad” (Skliar: 2002: 118).
Finalmente, Skliar (2002) sostiene que es preciso volver a mirar bien y problematizar
aquello ha sido insuficientemente problematizado en esta área; la producción de un
espacio colonial, e inclusive hoy multicultural, con relación a los individuos, sujetos,
comunidades representadas como formando parte de la alteridad deficiente. Construir
un espacio descolonizado, que anule los efectos del colonialismo no es una tarea
simple, en virtud de la omnipresencia del discurso o funciones textuales coloniales, o
neocoloniales (p.123).
Según esta resolución, garantizar el derecho a la educación de todas las personas con
discapacidad exige que todos los/as alumnos/as con discapacidad estén en aquella
escuela que los beneficie en mayor medida, tomando como referencia el curriculum
común y elaborando, en base a este, estrategias diversificadas que contemplen la
complejidad o especificidad de la problemática de los/as estudiantes, de manera de
implementar las configuraciones de apoyo que se requieran.
El término exclusión social “ha cobrado especial relevancia en las últimas décadas,
tanto en el debate sociológico como en la agenda política, para referirse a la aparición
de nuevas formas de desigualdad que van más allá de las viejas clases sociales en un
contexto de profundas transformaciones económicas y sociales a escala global”
(Sánchez Alías y Jiménez Sánchez :2003:134).
Sánchez Alías y Jiménez Sánchez (2003) consideran que las palabras inclusión,
inserción, integración, exclusión, cohesión, son términos que han ido surgiendo según
el enfoque de las políticas sociales y cuyo contenido se ha adaptado a los objetivos de
éstas (p.139).
Las autoras afirman que el término exclusión, empezó a usarse en Francia a mediados
de los años „60 en el ámbito académico y de los movimientos sociales, se empezó a
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considerar “excluidos” a quienes permanecían en la pobreza sin incorporarse a la
prosperidad general.
Según Sánchez Alias y Jiménez Sánchez (2003), a finales de los „70 el término pasó a
utilizarse en el ámbito político de la administración francesa y al final de la década de
1980 ya se había extendido a la escena europea, pero esa idea inicial de incapacidad
personal o falta de voluntad del individuo para incorporarse a un progreso
generalizado había acaparado el significado de la palabra exclusión (p.140).
Poniendo el énfasis en esta serie de rupturas sucesivas, Castel (2004) “no habla de
exclusión sino de desafiliación, concepto que transmite la idea de trayectoria, de
procesos, de personas que se desenganchan y caen” (Sánchez Alías y Jiménez
Sánchez :2003:142). En su opinión, los procesos actuales de desafiliación tienen su
origen en la nueva organización del trabajo asalariado. Así, la exclusión estaría
estructurada en base a dos ejes fundamentales; la inserción ocupacional y las
relaciones sociales; familia, comunidad, y asociacionismo laboral (Sánchez Alías y
Jiménez Sánchez: 2003:142).
Las autoras explican que, “a diferencia del concepto clásico de pobreza, la exclusión
social se genera como consecuencia de un retroceso respecto a una situación
anterior, retroceso provocado por mecanismos estructurales que dificultan al sujeto su
plena participación en los procesos sociales. Distintas posturas teóricas coinciden en
señalar su origen estructural, llegando incluso a contemplarla como una noción
edificada deliberadamente desde la esfera económico-política por ser, no un efecto,
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sino una condición necesaria para el funcionamiento del neoliberalismo” (Sánchez
Alias y Jiménez Sanchez:2003.149).
Por otra parte, también Jiménez Ramírez (2008) analiza el concepto exclusión social,
entendiendo que este concepto está muy relacionado con los procesos que más se
vinculan con la ciudadanía social, es decir, con aquellos derechos y libertades básicas
de las personas que tiene que ver con su bienestar; trabajo, salud, educación,
formación, vivienda y calidad de vida (p.174).
Jiménez Ramírez (2008) explica que aunque los términos de pobreza y exclusión
puedan tener aspectos comunes, no necesariamente son sinónimos, la exclusión
social se puede analizar y entender como un proceso multidimensional, que tiende a
menudo a acumular, combinar y separar, tanto a individuos como a colectivos, de una
serie de derechos sociales tales como; el trabajo, la educación, la salud, la cultura, la
economía y la política, a los que otros colectivos si tienen acceso y posibilidad de
disfrute y que terminan por anular el concepto de ciudadanía. (p. 178).
Jiménez Ramírez (2008) concluye su trabajo afirmando que la exclusión exige prestar
atención a la educación y a las políticas de formación, sobre todo teniendo en cuenta
que el aprendizaje permanente resulta vital si se pretende capacitar a los individuos
para que puedan participar plenamente en la sociedad del conocimiento y la
información (p.180).
Estos aportes teóricos, tanto el de Sánchez Alías y Jiménez Sánchez (2003) cómo el
de Jiménez Ramírez (2008) nos permiten profundizar y comprender la utilización del
término exclusión, teniendo en cuenta sus orígenes y definiciones, para comprender,
porqué es tan importante la intervención profesional, para desnaturalizar el termino y
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trabajar por la inclusión de las personas con y sin discapacidad en los distintos
ámbitos, especialmente en el ámbito educativo.
Stainback (1999) explica que se ha producido un cambio del concepto integración por
el de inclusión plena, a partir de algunas razones; en primer lugar, esto se debe a que
el termino inclusión comunica con mayor precisión y claridad lo que hace falta “hay
que incluir a todos los niños en la vida educativa y social de sus escuelas y aulas de
su barrio y no sólo colocarlos en clases normales” (p.21).
Es importante según Stainback (1999) tener una idea de lo que significa la comunidad
para poder fomentarla en la escuela, porque la comunidad se centra en el modo de
organizarse de tal manera que todos se sientan ligados, aceptados, apoyados y en las
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que cada uno apoye a sus compañeros y a los demás miembros de la comunidad
escolar, al tiempo que se satisfacen sus necesidades educativas (p. 23).
Las aulas inclusivas asumen determinadas características; así lo explica la autora, las
clases se organizan de forma heterogénea y se estimula e impulsa a estudiantes y
maestros para que se apoyen mutuamente; se parte de la filosofía de que todos
pertenecen al grupo y todos pueden aprender en la vida normal de la escuela y de la
comunidad, la diversidad es valorada porque ofrece mayores oportunidades de
aprendizaje a todos sus miembros.
En ellas, es decir, en las aulas inclusivas, según Stainback (1999) se presta apoyo y
asistencia a los estudiantes para ayudarles a conseguir los objetivos curriculares
adecuados. No se pretende que dominen el currículo escolar de acuerdo con una
norma definida de antemano, sin tener en cuenta sus distintas características y
necesidades. Cuando hace falta y con el fin de satisfacer sus necesidades, el
curriculum de la enseñanza general se adapta, se amplia o ambas cosas (p. 26).
Las aulas inclusivas, como lo sostiene Stainback (1999) tienden a promover las redes
naturales de apoyo, destacando la tutela a cargo de compañeros, las redes de
compañeros, los círculos de amigos, el aprendizaje cooperativo y demás formas de
establecer relaciones activas y de ayuda entre los propios alumnos ; en el caso de
necesitar la ayuda de “expertos” externos para satisfacer necesidades específicas de
un estudiante, el sistema de apoyo y el proyecto curricular no sólo se modifican para
ayudar al que necesita una asistencia especializada, sino que también otros
estudiantes de la misma clase pueden beneficiarse de ayudas similares ( p.27).
Para llevar con éxito la enseñanza en las aulas inclusivas, esta autora considera que
es importante la creatividad y la apertura de mente de los miembros de la institución y
es fundamental que el docente se comprometa con la plena inclusión “lo que supone
que acepte a los alumnos antes excluidos como miembros valiosos y de pleno derecho
de la clase” (Stainback: 1999: 29).
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También considera que “los apoyos formales e informales necesarios para hacer
funcionar las aulas inclusivas que responda a las necesidades de todos los miembros
pueden facilitarse eliminando las escuelas, aulas y programas especiales segregados”
(Stainback: 1999: 30). Los maestros de la educación especiales y ordinarios deberían
trabajar juntos, en equipo, desde el punto de vista de la autora y establecer un grupo
de trabajo para que todos los individuos implicados en la institución entiendan mejor el
desarrollo y el mantenimiento de una comunidad escolar integrada, acogedora e
inclusiva.
Estos autores sostienen que “la integración en la sociedad es un proceso que culmina,
en gran medida, con la incorporación al mundo laboral. A través de ella, pasamos a
ser un miembro útil de la sociedad a la que pertenecemos, y dónde se concreta el
proceso de normalización e inclusión de las personas con discapacidad. Sin embargo,
éste no concluye con la firma del contrato; el éxito de la inserción laboral y la garantía
de permanencia en el puesto de trabajo requiere un proceso de formación inicial
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específica, pero la clave diferenciadora consiste en que se prolongue el apoyo en el
tiempo” (Hernández Castilla, Cerrillo y Izuzquiza: 2009: 44).
Esta experiencia, les permitió comprender a estos autores que el papel del mediador
laboral es una figura clave, para preparar la inserción en el puesto específico de una
empresa concreta, en un contexto concreto y para un trabajador concreto.
En el año 2006 se aprobó la Convención sobre los derechos de las personas con
discapacidad, en ella se reafirman los derechos humanos y la necesidad de garantizar
que las personas con discapacidad los ejerzan plenamente y sin discriminación.
Moliner García (2013) explica que “se trata del primer instrumento amplio de derechos
humanos del siglo XXI y señala un cambio paradigmático de las actitudes y enfoques
respecto de las personas con discapacidad. Se aclara y precisa cómo se aplican a las
personas con discapacidad todas las categorías de derechos y se indican las esferas
en las que es necesario introducir adaptaciones para que las personas con
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discapacidad puedan ejercer en forma efectiva sus derechos y las esferas en las que
se han vulnerado esos derechos” (p. 21).
Abberley (1998) explica que la teoría tradicional, a la que se suele llamar modelo
médico, sitúa la fuente de la discapacidad en la deficiencia del individuo y en sus
discapacidades personales, en contraposición el modelo social entiende la
discapacidad como el resultado del fracaso de la sociedad al adaptarse a las
necesidades de las personas discapacitadas (p. 78).
Las barreras más relevantes y frecuentes son; Socio comunicativas ( la forma que
tenga de comunicarse y relacionarse un determinado grupo influye en la posibilidad de
relación social de una persona con discapacidad; no es lo mismo que los compañeros,
los docentes o los padres de una persona con discapacidad sepan y conozcan, por
ejemplo , el uso de pictogramas, a que no lo conozcan), actitudinales ( la disposición
que las personas del entorno tengan a relacionarse, aceptar o incluir a la persona con
discapacidad), formativas ( el nivel de conocimiento que tenga una persona o grupo
para dar un apoyo eficaz a la persona con discapacidad) físicas (aquellos obstáculos o
barreras que dificulten el acceso a diferentes espacios) Psicológicas o cognitivas ( la
dificultad o complejidad de las tareas o demandas del entorno tiene una función
decisiva; puede ser desde una tarea escolar, a usar el transporte público o comprar en
un mercado) culturales ( el conjunto de creencias compartidas que un colectivo tenga
acerca de diversos temas como la discapacidad, la educación, la igualdad, entre otros,
influye significativamente en las personas con discapacidad, motivo por el cual es
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relevante que este aspecto se constituya central en el Proyecto Institucional)
Socioeconómicas ( el grado de desarrollo social y económico de una familia, una
escuela o un país son decisivos también en la vida de las personas con discapacidad)
y materiales ( la existencia de los recursos humanos y materiales que se necesitan, y
los recursos didácticos y tecnológicos requeridos) ( Anexo II resolución 1664: 2017:
14).
En este artículo, los Estados Partes reconocen el derecho de las personas con
discapacidad a la educación, asegurando un sistema educativo inclusivo a todos los
niveles, así como la enseñanza a lo largo de toda la vida (p.19).
De esta manera se asegura que las personas con discapacidad puedan acceder a una
educación primaria y secundaria inclusiva, de calidad y gratuita; se faciliten medidas
de apoyo personalizada y efectivas en entornos que fomenten al máximo el desarrollo
académico y social; el aprendizaje de habilidades para la vida y el desarrollo social; el
aprendizaje del Braille y de la lengua de señas y el acceso general a la educación
superior, la formación profesional y el aprendizaje durante toda la vida sin
discriminación y en igualdad de condiciones que los demás.
Podríamos decir, que para hacer efectivo este derecho, que es el derecho a la
educación, es necesario que el sistema educativo se modifique; que los docentes y
directivos de la educación común y de las distintas modalidades, puedan detectar las
barreras para el aprendizaje y la participación, para luego conseguir diseñar los
apoyos que sean necesarios para mejorar la enseñanza y el aprendizaje de las
personas con discapacidad.
De esta manera, se estaría cumpliendo con la inclusión de los alumnos y alumnas con
discapacidades en todos los niveles y modalidades del sistema educativo tal como
establece la Ley de Educación Nacional (2006).
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A continuación, Nieto Cano (1996) explica que el termino de apoyo educativo se ha ido
redefiniendo en función de la evolución teórica y práctica producida durante los últimos
años, en el seno de diferentes disciplinas; este se ha caracterizado, en una primera
fase, por minimizar la intervención directa de tipo clínico o terapéutico sobre los
alumnos y potenciar la ayuda a profesores y padres para que actúen más eficazmente
con los alumnos o hijos.
Esta redefinición del concepto de apoyo educativo, según Nieto Cano (1996) también
ha producido cambios en relación con el rol que desempeñan los profesionales que
actúan como especialistas en este ámbito, hacia modelos de asesoramiento a
profesores y centro escolares sobre la base de esquema de resolución de problemas
conjunta, negociación y responsabilidad compartida (p. 111)
Para este autor, el apoyo educativo comprendería “el conjunto de procesos de carácter
sistemático y sostenido a través de los cuales, personas, grupos o instituciones
interaccionan y satisfacen necesidades profesionales orientadas a mejorar las
condiciones de aprendizaje de los alumnos y las condiciones organizativas de los
centros escolares con el propósito de mejorar la calidad de las experiencias educativas
de los alumnos con necesidades y alcanzar más eficazmente las metas educativas”
(Nieto Cano: 1996: 112).
El apoyo educativo, como lo sostiene Nieto Cano (1996) puede adquirir entonces
muchas formas, expresarse en múltiples funciones o actividades y dirigirse a
diferentes destinatarios y niveles. Este se puede configurar como: intervención,
asesoramiento, formación, provisión de recursos y cooperación (p. 112).
Por otra parte, como consecuencia de los nuevos modos de pensar y conceptualizar la
discapacidad, Wehmeyer (2009) sugiere que los educadores, deberían reconsiderar
sus enfoques históricos y modelos de intervención, y por lo tanto tendrían que dejar de
crear programas para estudiantes basados en sus etiquetas, para pasar a diseñar
verdaderos apoyos generalizados, esta idea es la tesis que guía su trabajo.
Para Wehmeyer (2009) los “Apoyos” son recursos y estrategias para mejorar el
funcionamiento humano; la educación es, en sí misma, un tipo de apoyo, que mejora
el funcionamiento humano al aumentar la capacidad de una persona para
desenvolverse en un amplio espectro de entornos. Los estudiantes, desde luego,
difieren en el nivel, tipo, e intensidad de apoyos que necesitan para tener éxito, incluso
dentro de las mismas categorías de discapacidad; ellos difieren, esencialmente, en su
necesidad de apoyos o en sus necesidades de apoyo (p.49).
Según Wehmeyer (2009) los apoyos añadidos a la jornada escolar del estudiante
pueden ser de varias formas, pero tienen que ser diseñados de manera que alteren los
elementos del currículo; una clase, una lección o una actividad sólo si es necesario
para permitir que los estudiantes sean educados con sus compañeros no
discapacitados. Muchos apoyos desaparecerán una vez que el estudiante participe
con éxito en una actividad y domine nuevas competencias; sin embargo, si los apoyos
son más intrusivos que necesarios, serán más difíciles de eliminar o de reducir (p.50).
Jenney y Snell (2004) consideran que “cuando los apoyos dirigen atención
innecesaria hacia el estudiante, la participación viene acompañada de estigma.
Algunas veces la participación de los compañeros puede ayudar a los profesionales a
diseñar adaptaciones y situaciones menos intrusivas “(Wehmeyer: 2009: 50).
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través de estos medios y, por tanto, no tendrían la oportunidad de aprender este
contenido (p.50).
Orkwis y McLane (1998), definieron Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA) como:
“el diseño de materiales y actividades para la instrucción que permite que los objetivos
en el aprendizaje sean alcanzables por individuos con amplias diferencias en sus
capacidades para ver, oír, hablar, moverse, leer, escribir, comprender inglés, asistir,
organizar, participar y recordar” (p. 9). DUA promueve la flexibilidad en representar un
contenido -cómo los materiales de instrucción representan el contenido-, en presentar
un contenido -cómo los educadores y los materiales presentan el contenido-, en
demostrar dominio del contenido -cómo los estudiantes proporcionan evidencia de su
aprendizaje- (Wehmeyer: 2009: 51).
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que solucionar, a reconocer que el tratamiento e intervención ha de centrarse en el
contexto social y ambiental y la interacción entre ese contexto y las limitaciones del
individuo” (Wehmeyer: 2009:53).
Este concepto, afirma Schalock (2008), fue introducido en la década de 1980 y produjo
un nuevo modelo mental; “los modelos mentales son imágenes internas acerca de
cómo funciona el mundo; están profundamente arraigadas a las suposiciones, las
generalizaciones y las formas que tenemos de entenderlo” (p. 273).
Schalock (2008) afirma que la calidad de vida es multidimensional, esta compuesta por
los mismos dominios para cualquier persona y está tan influenciada por los factores
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personales y ambientales como por la interacción entre ellos. La calidad de vida se
incrementa con la autodeterminación, el número de recursos disponibles, la inclusión y
las metas o los propósitos que se establezcan para la vida (p. 275).
Finalmente, este desarrollo teórico nos permite comprender que utilizando distintas
herramientas como el Diseño de Aprendizaje Universal (DUA), las tecnologías
educativas y la incorporación del concepto de autodeterminación en el curriculum
general de enseñanza, estamos posibilitando no sólo mejorar el aprendizaje de las
personas con discapacidad, contribuyendo a su integración en todos niveles y
modalidades del sistema educativo ; sino que también estamos mejorando otros
aspectos relacionados con su calidad de vida.
En el año 2016, se aprueba la Resolución del Consejo Federal de Educación 311 que,
entre los aspectos a destacar, instituye que las escuelas tienen prohibido rechazar la
inscripción o reinscripción de un/a estudiante por motivos de discapacidad. El rechazo
por motivo de discapacidad, de forma directa o indirecta, será considerado un acto de
discriminación.
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discriminación y el derecho de los estudiantes a ser evaluados/as en su desempeño y
logros.
También se propone que a partir de la revisión de las Resoluciones del CFE N°155 y
Nº 174 se busca avanzar para seguir profundizando en políticas y estrategias que
garanticen el ordenamiento y cohesión del Sistema Educativo, en lo que respecta a la
organización y articulación de los niveles y modalidades de la educación.
Y se sostiene que la certificación será la prevista por el Nivel tal como lo establece la
Resolución CFE Nº 18/07 y lo avalado por la Resolución CFE Nº 102/10.
Por otra parte, en el año 2017, se coloca en vigencia en la provincia de Buenos Aires,
a través de la Dirección General de Cultura y Educación la resolución 1664, que
establece lo siguiente: “la educación inclusiva es un derecho de todas las personas
que se despliega en la actualidad como un horizonte pedagógico que no queda
reducida ni limitada únicamente a la educación de los estudiantes con discapacidad,
sino que da cuenta del reconocimiento de las particularidades y necesidades de cada
uno y de todos los alumnos” (p.1).
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Entre otras cuestiones importantes en la resolución 1664/17, se plantea la
incorporación sobre educación inclusiva, el modelo social de la discapacidad, los
derechos de las personas con discapacidad en el contexto educativo y las estrategias
pedagógicas para su inclusión en la Formación inicial de los docentes de todos los
niveles (p.3). Y la organización inicial de Dispositivos Educativos de Inclusión entre los
Niveles y los Equipos de Orientación Escolar de la Dirección de Psicología
Comunitaria y Pedagogía Social como primera instancia de intervención educativo.
Podríamos preguntarnos entonces ¿Qué sucede con estos jóvenes y adultos con
discapacidad que ingresan a las Escuelas de Adultos? ¿Qué estrategias pedagógicas
se ponen en marcha para su inclusión? A continuación, profundizaremos en esta
modalidad, para comprender desde los marcos normativos cómo funciona y quienes
son los sujetos que asisten a esta modalidad.
En la resolución del CFE 118/10, también se propone que, a partir de 2015, el ingreso
al nivel secundario de la educación permanente de jóvenes y adultos solo será
admisible para los mayores de 18 años. “Las personas con discapacidades
permanentes o transitorias, en contextos de privación de la libertad, de la población
rural, de pueblos originarios, también concurren a los centros educativos de la
modalidad” (p. 22).
En esta misma resolución, queda establecido que “se adopta para la EPJA a nivel
nacional un diseño curricular modular basado en criterios de flexibilidad en tiempo y
espacio y de apertura hacia la realidad de cada estudiante, contextualizando los
contenidos de enseñanza” (Resolución del CFE 118: 2010: 29).
La ley de Educación Común N° 1420, del año 1884 es “el primer instrumento legal que
enmarca las experiencias que se venían realizando en educación de adultos no sólo
para paliar el analfabetismo, sino también para brindar educación al creciente número
de inmigrantes”. Si bien tuvo el logro de reconocer a la Educación de Adultos como
parte del sistema de enseñanza básica, se la equiparó con la educación destinada a
niños, con rígidos mecanismos de control propios del nivel primaria y homologando
sus contenidos, sin vincularlos con los sujetos jóvenes y adultos ni con el contexto
socio económico y político (Resolución del CFE 118:2010:18).
La resolución del CFE 118/10, sostiene que las políticas que se implementaron a lo
largo de más de un siglo en general no favorecieron el reconocimiento de la
especificidad y complejidad de la Educación de Adultos y se sostuvo la pretensión de
equipararla pedagógicamente con los niveles del sistema educativo destinados a niños
y púberes.
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finalidad atender las necesidades que no pudieran ser satisfechas por la estructura
básica …” (art.11) De este modo se conservó el carácter remedial y compensatorio y
quedó restringida a dar respuesta a los jóvenes y adultos que, por diversos motivos,
quedaban excluidos de los niveles obligatorios de la educación común (Resolución del
.CFE 118:2010: 19).
También con este concepto se ha designado la parte del sistema educativo que
atiende a la población que supera la edad de obligatoriedad escolar y que no ha
accedido o no ha finalizado sus estudios. Dichas autoras además plantean que lo que
caracteriza a la educación de adultos es su heterogeneidad; de propuestas, de
públicos, de espacios institucionales, de tipo de personas que cumplen función
docente y de modos de trabajo (Brusilovsky y Cabrera: 2006: 10).
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El concepto de educación de adultos se define desde dos perspectivas: por la edad
de la población hacia quienes se dirigen las actividades o por sus características
sociales. Las autoras asumen el segundo enfoque, ya que, a lo largo de la historia, en
la Argentina y en América Latina, la expresión constituyó un eufemismo para hacer
referencia a la educación escolar y no escolar de adolescentes, jóvenes y adultos de
sectores populares. “Es la clase social hacia la que se dirigen las ofertas, y el nivel de
educación escolar de sus potenciales participantes, lo que ha dado lugar a que sea
nombrada como educación de adultos” (Brusilovsky y Cabrera: 2006: 10).
Brusilovsky y Cabrera (2006) también sostienen que, desde sus orígenes, la mayor
parte de las ofertas comparte ciertas características que se han mantenido en forma
relativamente permanente y que volvemos a encontrar hasta el presente. “Documentos
históricos dan cuenta de que la educación de jóvenes y adultos ha presentado una
persistente dificultad para construir de manera coherente su especificidad: las
prácticas y sentidos dominantes en su sistema escolar dependen de las de la
educación infantil” (p. 10).
Esta tendencia originaria, que dificulta la construcción de una identidad propia del
nivel, se mantuvo a lo largo del tiempo vigente en mayor o menor medida.
33
aún más desfavorecida. Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la disolución de la
DINEA en el año 1993 y en el espacio que ocupa el nivel de adultos en la Ley Federal
de Educación N° 24.195, sancionada en dicho período.
Existen otras definiciones acerca de la educación de adultos, como por ejemplo, la que
ha tomado la Conferencia Internacional de Educación de adultos (CONFITEA)
establecida por primera vez en la Recomendación de Nairobi sobre el desarrollo de la
educación de adultos de 1976 y desarrollada en la Declaración de Hamburgo de 1997,
según la cual la educación de adultos denota “el conjunto de procesos de aprendizaje,
formal o no, gracias al cual las personas cuyo entorno social considera adultos
desarrollan sus capacidades, enriquecen sus conocimientos y mejoran sus
competencias técnicas o profesionales o las reorientan a fin de atender sus propias
necesidades y las de la sociedad” (CONFITEA VI:2009:1).
“La referencia a la clase social que conforma este grupo de edad que no ha sido
sujeto de derecho a la educación, ya que el atraso escolar y la carencia educativa
están vinculados a la pobreza” (Brusilovsky:2000:292).
Sirvent (1999) explica que términos como educación de adultos, educación no formal,
educación popular y educación permanente refieren a cuatro perspectivas diferentes
para analizar el espacio educativo “más allá de escuela” (p.6).
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“educación y política”. Por otra parte, una educación de adultos abarca acciones
organizadas tanto dentro del sistema formal como fuera del mismo.
En tercer lugar, la educación permanente, según Sirvent (1999) hace referencia a una
visión global de la educación, a una concepción totalizadora del hecho educativo que
abarca tanto la escuela como los otros recursos educativos existentes más allá de la
misma. Se basa en supuestos referidos a la educación percibida como necesidad y
derecho durante toda la vida, a la capacidad y posibilidad del adulto de un aprendizaje
continuo; a la conformación de una red educativa que articule la escuela con otras
instancias educativas de la sociedad; a la posibilidad de que toda área de la vida
cotidiana se torne en un espacio educativo, entre otros aspectos destacado por la
autora (p.7)
35
educación no formal no han roto el círculo de la discriminación y la pobreza. Por el
contrario, no sólo no compensa, sino que se consolidan las deficiencias del sistema
escolar formal.
En este apartado, quisiera reflexionar acerca de los espacios educativos que existen
“más allá de la escuela” destinados a las personas adultas con discapacidad. Cómo
mencioné al inicio de este trabajo, mi experiencia laboral en un Centro de Día y Hogar
para la atención a las personas con Discapacidad Intelectual me motivó a escribir y
vincular a la educación especial con la educación de adultos.
A partir de observar algunas cuestiones como, por ejemplo; la edad de los residentes y
concurrentes de esta institución superaban los 18 años; el nivel educativo alcanzado,
porque en su totalidad no habían completado la escolaridad obligatoria (primaria y
secundaria) y su situación laboral porque ninguno de ellos había logrado insertarse en
el mercado laboral y muy pocos habían experimentado las actividades de los Talleres
Protegidos.
Estas cuestiones nos permiten suponer que estas personas habían experimentado
procesos de exclusión social a lo largo de su vida, como lo trabajamos en los
apartados anteriores.
Este Centro de Día y Hogar tiene la particularidad de contar con varias instalaciones
preparadas para atender las necesidades de los residentes y concurrentes, cómo, por
ejemplo; amplias habitaciones y baños, cocina, comedor, lavadero, office de
enfermería, consultorio, gimnasio, pileta, patio y salas para los distintos talleres;
además de contar con personal idóneo.
36
La gran mayoría de las personas con discapacidad vivía de forma permanente allí, en
el tiempo que estuve trabajando en esta institución, observé entre otros aspectos que
recibían pocas visitas de sus familiares y que sus salidas al exterior y el contacto con
otras instituciones estaban pautadas por el Hogar y Centro De Dia.
En el caso particular de esta institución considero que prevalecía una mirada desde el
modelo médico por sobre el modelo social de la discapacidad, que es el que toma la
Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006).
Desde mi opinión, el trabajo por parte del directivo y de los profesionales se dirigía
hacia la contención y el tratamiento de los residentes y concurrentes, más que a la
valoración de sus derechos y en especial hacia la autodeterminación, de la que habla
Wehmeyer (2009).
En dicho espacio se vincula la “educación y salud”, que como bien expresa Sirvent
(1999) la educación de adultos incluye instancias tales como esta, por lo tanto, si
miramos a estos espacios desde la “mirada de la educación de adultos” creo que
habría que trabajar mucho más en las propuestas educativas que se desarrollan en
estas instituciones para las personas con discapacidad, defendiendo la mirada del
modelo social de la discapacidad y trabajando por su inclusión en la sociedad.
Esta lectura, nos permite pensar que para llegar a crear una “escuela inclusiva” es
necesario que los docentes reflexionen acerca de sus prácticas y de las estrategias
pedagógicas que desarrollan en sus aulas.
Y finalmente en tercer lugar, “la diversidad como un valor educativo pone a nuestro
alcance la posibilidad de utilizar determinados procedimientos de enseñanza
difícilmente viables en situaciones de alto grado de homogeneidad”
(Puigdellivol:1998:12).
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Asimismo, Puigdellivol (1998) explica que muchas escuelas ignoran también la
diversidad existente entre el propio profesorado, y que muchas veces se les impone la
adopción de un rol estándar como profesor, al margen de sus características, intereses
y aptitudes personales. Y que las escuelas pueden optar por obviar las diferencias
existentes entre los profesores o buscar los procedimientos que favorezcan el
aprovechamiento de la diversidad presente entre los profesores, en un intento de que
esa diversidad constituya una base para dotar a la escuela de una línea educativa
propia (p.16).
El autor también manifiesta que, entre las propias escuelas, existe también una gran
diversidad, es decir, que cada escuela tiene una personalidad propia y diferenciada de
las demás, aunque aparentemente presenten una tipología parecida.
Moliner García (2013) considera que la diversidad se manifiesta cada día en nuestras
aulas, y la escuela, aun reconociendo su existencia, la escuela se empeña en llevar a
la práctica un tratamiento educativo más o menos homogeneizante de la diversidad en
aras de una supuesta efectividad y/o rentabilidad de recursos. Para ello se sirve de
procesos que pueden derivar en «prácticas exclusoras» en la medida que impiden o
limitan la participación de determinadas personas en determinadas situaciones;
minorías étnicas, lingüísticas, geográficas o culturales, personas con discapacidad,
personas con pocos recursos económicos, personas mayores, mujeres (p.9).
Según Moliner García (2013), la mayor parte de estas prácticas no nos parecen
segregadoras porque estamos habituados a ellas. Creemos que a pesar de ellas
podemos crear una escuela para todos, sin plantearnos que en la raíz de nuestras
actuaciones están los prejuicios hacia los que son diferentes, vienen de fuera, hablan
otra lengua o son menos capaces (p. 9).
Para contrarrestar esta tendencia homogeneizadora, sostiene este autor, “ha surgido
en el ámbito internacional el movimiento de las escuelas inclusivas que nace como
alternativa al sistema tradicional de la Educación especial, y trata no sólo de hacer
posible que los alumnos con necesidades educativas especiales ( NEE) puedan
acceder al currículo, sino de transformarlo para que todos tengan acceso a una
educación de calidad, participen plenamente desde la garantía de la igualdad de
oportunidades y aprendan juntos desde el respeto a las características individuales de
cada uno “( Moliner García: 2013: 5).
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El origen de la escuela inclusiva sostiene Moliner Garcia (2013) se encuentra en
Estados Unidos en 1975 con la Public Law 94-142 (Education for All Handicapped
Children Act), que consideró que los alumnos con alguna deficiencia podían recibir una
educación apropiada en ambientes menos restrictivos, concretamente en clases de
educación ordinaria o general (p. 11).
Este autor sostiene que todavía existen barreras para implementar la escuela inclusiva
que, según Kochhar, West y Taymans (2000) se pueden clasificar en barreras de
organización, de actitud y de conocimiento. Las barreras de organización se
relacionan con las diferencias en las maneras de enseñar, proveer de personal y
gestionar las clases y las escuelas. Las barreras de actitud y conocimiento,
especialmente entre los maestros, se refieren al desconocimiento sobre la educación
inclusiva y sobre el deber ético y normativo que avala y exige su desarrollo en
nuestras escuelas (Moliner García: 2013: 16).
Sin embargo, Duk y Narvarte (2008) establecen cuales serían los factores claves de la
inclusión , entre ellos ; actitudes de aceptación y valoración de las diferencias , un
proyecto Educativo Institucional que contemple la diversidad , compromiso y apoyo del
equipo directivo con el aprendizaje de todos los alumnos y docentes, trabajo
colaborativo del equipo docente en torno a objetivos comunes, formación y reflexión
permanente de los docentes sobre las prácticas, desarrollo de un currículum amplio y
flexible, susceptible de ser adaptado, estrategias y metodologías activas y variadas ,
criterios y procedimientos flexibles de evaluación y promoción, desarrollo de una
cultura de apoyo y colaboración entre padres, docentes y alumnos y disponibilidad de
servicios de apoyo para los alumnos que lo requieran ( Moliner García: 2013: 17).
Tomlinson (2005) explica que en un aula con poca o ninguna enseñanza diferenciada,
sólo las similitudes entre los estudiantes parecen ocupar el centro de la escena. En
una clase diferenciada, los puntos en común son reconocidos y aprovechados, y las
diferencias entre los alumnos también pasan a ser elementos importantes en la
enseñanza y el aprendizaje (“Que es -y qué no es – la enseñanza diferenciada”
párr.1).
En correlación con ello sostiene que “(…) una clase diferenciada provee diversos
caminos para adquirir contenidos, procesar o comprender ideas y elaborar productos,
para que cada alumno pueda aprender de manera eficaz” (Tomlinson: 2005: párr.2).
41
diferenciada, el docente parte de la base de que cada uno de los estudiantes tiene
necesidades diferentes, por lo tanto planificará en forma proactiva distintas maneras
de alcanzar y expresar el aprendizaje, la misma se basa en un diagnostico al
comienzo de una unidad para determinar las necesidades particulares de los alumnos
en relación con los objetivos de la clase, proporciona múltiples enfoques del contenido,
el proceso y el producto , esta centrada en el alumno, combina la enseñanza global a
toda la clase, la grupal y la individual, alumnos y docentes aprenden juntos.
En relación con el rol de los docentes en un aula diferenciada, señalará que “los
docentes que se sienten a gusto con las aulas diferenciadas probablemente dirán que
su rol difiere en forma significativa del de un docente más tradicional. Al diferenciar la
enseñanza, ya no se ven a sí mismos como guardianes y transmisores de
conocimientos, sino como organizadores de oportunidades de aprendizaje. Si bien el
conocimiento de los contenidos sigue siendo importante, estos docentes se
concentran menos en saber todas las respuestas y más en "leer a sus alumnos". Así,
pueden crear modos de aprender que a la vez capten la atención de los estudiantes y
promuevan su comprensión. Organizar las clases apuntando a la actividad y la
investigación eficaz pasa entonces a ser la tarea prioritaria” (Tomlinson: 2005: “El rol
del docente en un aula diferenciada párr. 2).
Y que “la diferenciación nos obliga a ver que las aulas deben ser ámbitos donde los
docentes pongan en práctica a diario sus mejores conocimientos de la enseñanza y el
aprendizaje, y tener siempre presente que ningún procedimiento es el mejor a menos
que le sirva a cada estudiante “(Tomlinson: 2005: “La mejor practica toma en cuenta”
párr. 1).
Esta autora además señala tres metáforas en relación con el rol del docente en un
aula diferenciada, las cuales cada docente puede sentirse a gusto y escoger la que
mas le parezca; “el docente como director de orquesta”, “el docente como entrenador”
y “el docente como músico de jazz”.
Tomlinson (2005) también nombra algunas reglas prácticas que facilitan trabajar con la
diferenciación ; la primera de ellas es tener en claro los conceptos claves y las
generalizaciones o principios que dan significado y estructura al tema, capítulo, unidad
o lección que está planificando, considerando que es conveniente comenzar a
planificar a partir de los conocimientos, nociones y destrezas que el docente quiere
que los alumnos dominen al concluir la unidad, y luego retroceder paso a paso a fin de
determinar la mejor progresión a seguir para llegar a destino.
En segundo lugar, los docentes deberían utilizar el diagnóstico como un mapa de ruta
para su planificación. Explicando que la escuela a menudo considera el diagnostico
como un test; todo lo que hace el alumno, ya sea una intervención oral, una tarea
domiciliaria o una lista de intereses personales, es una forma de diagnóstico.
En las escuelas, el diagnostico suele verse como algo que ocurre al final de una
unidad para saber quién la "captó" y quién no. En los hechos, es más útil cuando se
efectúa al principio de una unidad o durante su transcurso. En esos puntos, el
diagnóstico nos invita a ajustar nuestra enseñanza sobre la base de la información
obtenida. La escuela generalmente hace depender el diagnóstico de la lectura y la
escritura. Si bien ambas son destrezas esenciales para la mayoría de los roles de la
vida, explica Tomlinson (2005) no siempre constituyen el mejor medio de averiguar
que han llegado a comprender los alumnos y que son capaces de hacer como
resultado de la secuencia de aprendizaje. Desde su punto de vista, el diagnóstico
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productivo plantea la pregunta: ¿qué conjunto de medios puedo ofrecer a los
estudiantes para que demuestren sus conocimientos y destrezas? De ese modo, el
diagnóstico pasa a ser una parte de la enseñanza eficaz, así como un instrumento
para ampliar, y no sólo medir, el aprendizaje. (“Como diferenciar la enseñanza” párr. 3)
En tercer lugar, las clases deben fomentar el pensamiento crítico y creativo en todos
los estudiantes, la mencionada autora sostiene que no es aceptable que los
estudiantes con dificultades hagan tareas de "bajo nivel" que sólo demandan la
memorización de datos y una mínima comprensión. Todas las tareas deben requerir
que los alumnos, como mínimo, entiendan y puedan aplicar el significado de las ideas
estudiadas.
En cuarto lugar, Tomlison (2005), propone que las clases deben ser atractivas para
todos los estudiantes, argumentando que, para muchos estudiantes con dificultades,
aprender seria más natural y razonable si se les propusieran problemas, cuestiones,
dilemas e incógnitas que les demandaran una mayor aplicación de lo que han
aprendido.
Por último, y, en quinto lugar, sostiene que “en un aula diferenciada debe haber un
equilibrio entre tareas y agrupamientos elegidos por los estudiantes y los asignados
por el docente. Este equilibrio puede variar un poco para cada alumno según su
madurez, la índole de la tarea, las condiciones del aula, etcétera. Pero todos los
estudiantes deberían tener tareas optativas y otras asignadas de acuerdo con su perfil
de aprendizaje individual. También en este caso, no es conveniente que los
estudiantes con dificultades trabajen solos en una tarea asignada por el docente
mientras otros realizan juntos tareas de su propia elección” (Tomlison: 2005: párr.6).
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Permite una disposición flexible y optativa de los pupitres, como una forma de brindar
un buen recibimiento, y hacer del aula un lugar de pertenencia; Tomlinson (2005)
argumenta que el objetivo del docente es determinar dónde está cada alumno en el
camino hacia las metas de aprendizaje y luego proporcionarle experiencias didácticas
que lo hagan ir más allá, y con mayor rapidez, de lo que le resulta fácil y cómodo.
Cuando un estudiante ponga real empeño en una tarea, el docente se asegurará de
brindarle el respaldo necesario para ayudarlo a lograr una meta que parecía no estar
del todo a su alcance, este tipo de ayuda suele llamarse andamiaje.
“Se denomina andamiaje a todo tipo de ayuda necesaria para que cualquier estudiante
avance de un nivel dado de conocimientos y destrezas al siguiente. En una buena
clase diferenciada, el docente eleva continuamente las expectativas de logro de cada
alumno, haciendo luego lo necesario para ayudarlo a dar el próximo paso”
(Tomlison:2005: “Características de una comunidad” párr.6).
Algunos tipos habituales de andamiaje empleados en las aulas, para Tomlison (2005)
son: directivas que aporten mayor o menor estructura, grabadores para facilitar tareas
de lectura y escritura que esta fuera del alcance de los alumnos, gráficos para ayudar
a interpretar textos , reiteración o ampliación de lo enseñado, ejemplificación, criterios
claros para el logro de las expectativas , compañeros de lectura ( con directivas
apropiadas) , registros de doble entrada ( a un nivel de desafío apropiado) , estrategias
de estudios de textos, enseñanza a través de múltiples modalidades, adaptación de
texto al nivel de lecturas de los alumnos , utilización de guías de estudios y utilización
de organizadores.
Esta técnica involucra a los estudiantes en actividades de aprendizaje que les permite
procesar información, lo que da como resultado mayor retención de la materia de
estudio, de igual manera, mejora las actitudes hacia el aprendizaje, las relaciones
interpersonales y hacia los miembros del grupo.
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Los elementos esenciales del AC son; responsabilidad individual, interdependencia
positiva, interacción cara a cara, trabajo en equipo, y proceso de grupo. El primer
elemento, la responsabilidad individual, esta relacionado con la parte de la tarea que
les corresponde, sin embargo, todos en el grupo deben comprender las tareas que les
han sido asignadas al resto de los compañeros (p.3).
La interacción cara a cara, el tercer elemento, permite que los estudiantes se vuelvan
personalmente comprometidos con los otros, como así también con las metas de
trabajo del grupo al que pertenecen. El cuarto elemento, el trabajo en equipo, les
permite desarrollar habilidades y competencias, como liderazgo, comunicación,
confianza, toma de decisiones y solución de conflictos, que les ayuda a aprender a
resolver los problemas que se presenten (p.4).
El grupo informal son los grupos que más se utilizan para trabajos que pueden durar
desde unos minutos hasta todo un período de clase y los grupos base son grupos de
largo alcance, o de largo plazo, pueden durar hasta un año, son grupos heterogéneos
con una membresía estable cuyo propósito principal es el de brindar a cada uno de
sus miembros apoyo, ayuda y asistencia en cada una de las necesidades que surjan
mientras se lleva a cabo una tarea que llevará al progreso académico (p.6).
El tamaño óptimo del grupo dependerá de los recursos necesarios para completar la
tarea, (a más grande el grupo, mayores los recursos) las habilidades cooperativas de
los miembros del grupo (a menores habilidades cooperativas, menor el tamaño del
grupo), el tiempo disponible para llevar a cabo la actividad (a menor tiempo disponible,
menor el tamaño del grupo) y la naturaleza de la tarea (p.7).
Asignar los estudiantes a los equipos, por una variedad de razones, los grupos
heterogéneos tienden a ser más poderosos que los grupos homogéneos, ya que el
poder en la cooperación viene de la necesidad de la discusión, explicación,
justificación, y el compartir resoluciones sobre el material aprendido. Concesos rápidos
sin discusión no promueven el aprendizaje tan efectivamente como el tener diferentes
perspectivas y argumentar diferentes puntos de vista.
Arreglar el salón de clases para que los miembros del grupo estén cerca unos de los
otros y frente a frente, y tanto el profesor como los miembros de otros grupos
necesitan tener acceso a todos los grupos. Al interior de cada grupo, los miembros
necesitan poder ver los materiales relevantes, conversar con otros fácilmente, e
intercambiar materiales e ideas fácilmente (p.7).
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La evaluación puede ocurrir tanto a nivel individual como dentro de los grupos,
facilitada por el monitoreo y la intervención, del profesor, revisando el progreso de los
grupos mientras se realizan las actividades colaborativas (p.11).
El asignar roles a los miembros de los grupos sirve también como un mecanismo
formal para evaluar el progreso de los grupos. Evaluar la responsabilidad individual
debe ser parte importante del proceso de evaluación de AC, monitoreando al azar a
los grupos, ya sea en forma de cuestionamientos orales individuales sobre el trabajo
del grupo o con exámenes escritos (p.11).
Lo desarrollado en los párrafos anteriores nos permite por un lado hacer visible la
necesidad de capacitar y formar a los docentes en la educación inclusiva y por el otro
adquirir las herramientas que necesitamos para mejorar las estrategias pedagógicas y
construir aulas más inclusivas.
Conclusión
Lo trabajado hasta acá nos permite tener una mirada más amplia sobre lo que significa
que la educación especial sea entendida como modalidad en la actual Ley de
Educación Nacional N° 26.206, a partir de comprender de qué manera intenta articular
con los niveles y las otras modalidades del sistema de educación, entre ellas, en la
cual hemos centrado nuestra atención, en la modalidad de Educación Permanente de
Jóvenes y Adultos.
A través de los distintos autores hemos podido pensar en diversos conceptos como el
de integración, inclusión social y su par exclusión social, logramos comprender porque
se ha abandonado el término de Integración por el de Inclusión Educativa, que
aparece en las actuales leyes de educación (Ley de Educación Nacional 26.206 y la
Ley de Educación Provincial 13.688) .
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También trabajamos con la Convención Internacional sobre los Derechos de las
personas con Discapacidad (2006), lo cual nos ha permitido comprender el cambio de
paradigma del modelo médico hegemónico al “modelo social de la discapacidad”,
conocer cuáles son las barreras para el aprendizaje y la participación y trabajar el
art.24 “el derecho a la educación.”
Este recorrido teórico además nos ha conducido a abordar términos que comienzan a
utilizarse para pensar las practicas educativas como por ejemplo; diversidad, aulas
inclusivas, apoyo educativo o configuraciones de apoyo, Diseño Universal para el
Aprendizaje (DUA), hasta llegar a poner de manifiesto la importancia del rol de los
docentes, para que todos estos conceptos puedan aplicarse y modificar el currículo
escolar.
Quisiera concluir este trabajo, reconociendo que para que la Educación Inclusiva sea
posible y romper con la antigua herencia de la escuela segregada, es necesario que
todos los miembros de la comunidad educativa estén involucrados y compartan este
objetivo, que es la inclusión; que los docentes se animen y puedan trabajar juntos con
otros profesionales (maestras integradoras, los equipos de orientación escolar,
psicopedagoga etc.) y que los directivos acompañen el trabajo de los docentes.
Bibliografía
49
sos_bibliograficos/educacion_de_adultos/educacion_de_jovenes_y_adultos_brusil
ovsky.pdf)
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(file:///C:/Users/Usuario/Downloads/BelemFramework_Final_es.pdf)
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