Las Fuentes de Las Obligaciones
Las Fuentes de Las Obligaciones
Las Fuentes de Las Obligaciones
Las fuentes de las obligaciones son los hechos jurídicos - hechos a los que la ley
reconoce determinados efectos - que tienen como efecto el nacimiento de éstas.
El artículo 1.089 C.Civil establece: “Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y
cuasicontratos, y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género
de culpa o negligencia”.
Esta clasificación acogida por nuestro Código civil procede inmediatamente del Código
italiano de 1865 – modificado con posterioridad -. Clasificación que, a su vez, se
inspiraba en la que formuló el Derecho romano, y el Código Napoleón recogió.
De la enumeración legal recogida en el artículo 1.089 del Código Civil, unas veces ha
dicho la jurisprudencia que es exhaustiva y en otras ocasiones que no lo es. Según el
Prof. Albaladejo evidentemente no es exhaustiva dicha enumeración.
d) Los delitos: establece el artículo 1.092 C.Civil: “Las obligaciones civiles que
nazcan de los delitos o faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal”.
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e) Los cuasidelitos: establece el artículo 1.093 C.Civil: “Las que se deriven de
actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas por la Ley,
quedarán sometidas a las disposiciones del capítulo II de este Libro”.
No hay precepto alguno del Código Civil donde se acoja con carácter general.
Nuestra ley, salvo que disponga – implícita o explícitamente – otra cosa, parte
del principio de que las obligaciones nacen por el acuerdo de voluntades de los
interesados.
Por el contrario, los autores que aceptan que el sujeto sí puede quedar obligado por su
propia voluntad unilateral, sólo lo admiten en un único supuesto excepcional: la
promesa pública de recompensa u oferta pública. La promesa pública de recompensa
consiste en que en un sujeto se obligue a entregar una recompensa a la persona/s que
realice un acto o bien que obtenga un resultado determinado. Por ejemplo, A promete
premiar con 100 euros a quien logre encontrar y le devuelva el perro que perdió y ello lo
hace enganchando carteles por su barrio. Los requisitos que debe reunir una oferta
pública deben ser los siguientes:
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Esta oferta puede ser revocada por el promitente, pero en el caso de que una
persona realice el acto o bien obtenga el resultado que quería el promitente,
antes de dicha revocación, el promitente deberá cumplir con la promesa.
La revocación para que tenga validez, tiene que realizarse de la misma forma en
que se hizo la promesa. Por ejemplo: pegando carteles por el barrio
comunicando que retira la recompensa por encontrar al perro.
Una vez llegados a este punto surge la cuestión de qué sucederá si son varias las persona
las que realizan el acto o consiguen el resultado que se perseguía. En este caso, quién
tendrá derecho a la recompensa. Dos son las teorías a este respecto:
Una teoría apunta que será el primero que ponga en conocimiento del
promitente que se ha conseguido el resultado el que tendrá derecho a la
recompensa (solución seguida, por ejemplo, por el Código Civil italiano).
Otra teoría establece que se tendría que repartir la recompensa entre todas
aquellas personas que hubiesen conseguido el resultado (solución seguida, por
ejemplo, por el Código Civil portugués).
Tal y como ya hemos apuntado con anterioridad el Código Civil español nada prevé al
respecto, si bien doctrinalmente hablando la teoría más seguida es la primera.
A. Concepto de contrato
En cuanto a la definición de contrato que nos aporta la teoría del negocio jurídico es la
siguiente: se trata de un negocio jurídico bilateral con base patrimonial y susceptible de
valoración económica, y que además genera obligaciones. Siempre supone la existencia
de dos o más declaraciones de voluntad libremente emitidas por las partes.
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El contrato se perfecciona desde el momento en que ambas partes consienten en
obligarse. Así, el artículo 1.254 del Código Civil establece que “el contrato existe desde
que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna
cosa o a prestar algún servicio”. Además, el artículo 1.258 del Código Civil se
pronuncia en los mismos términos al afirmar que “los contratos se perfeccionan por el
mero consentimiento, y desde entonces obligan, no sólo al cumplimiento de lo
expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que, según su naturaleza,
sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley”.
Finalmente, también es necesario que en el contrato concurran los requisitos esenciales
enumerados en el artículo 1.261 del Código Civil:
En los negocios jurídicos rige la regla de que el sujeto tiene autonomía de voluntad con
los límites señalados – artículo 1.255 del Código Civil -, es decir, que puede celebrarlo
o no, y, celebrándolo, puede regular mediante él sus relaciones jurídicas como desee.
Los límites al principio de la autonomía de la voluntad de las partes son excepcionales,
y aunque en algunos sectores del Derecho civil – como en el derecho de familia -,
dichos límites son abundantes, en cambio, en otros sectores, como es el caso del
derecho de obligaciones, la autonomía alcanza su máxima extensión.
C. Distintos puntos de vista bajo los que puede ser contemplado el contrato
Entonces una vez tememos claro que el contrato es un negocio jurídico bilateral,
podemos afirmar que el contrato puede ser a su vez, atendiendo al número de
obligaciones que se generan:
Contratos unilaterales: sólo una de las partes está obligada a realizar una
prestación. Por ejemplo, el comodato.
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b) El contrato como norma. Abordamos el contrato desde un punto de vista funcional.
El contrato como establece el artículo 1.091 del Código Civil funciona como norma
entre las partes. Las partes contratantes libremente pueden pactar, estipulando las
cláusulas que estimen convenientes, siempre y cuando ambas partes consientan con el
contenido de esas cláusulas. También hay que tener presentes los límites de la
autonomía de la voluntad establecidos en los artículos 1.255 y 1.258 del Código Civil.