ENSAYO - 5.3. Trastornos Del Comportamiento Alimentario 5.4. Alimentación de La Adolescente Embarazada
ENSAYO - 5.3. Trastornos Del Comportamiento Alimentario 5.4. Alimentación de La Adolescente Embarazada
ENSAYO - 5.3. Trastornos Del Comportamiento Alimentario 5.4. Alimentación de La Adolescente Embarazada
PRESENTA
Materia
Nutrición Pediátrica
Síntomas
Los síntomas varían en función del tipo de trastorno de la alimentación. La anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el
trastorno alimentario compulsivo son los trastornos de la alimentación más frecuentes. Otros trastornos de la
alimentación comprenden el trastorno de rumiación y el trastorno por evitación o restricción de la ingesta de
alimentos.
Anorexia nerviosa
Cuando tienes anorexia, limitas en exceso la ingesta de calorías o usas otros métodos para bajar de peso; por ejemplo,
te ejercitas de forma desmesurada, tomas laxantes o suplementos dietéticos, o vomitas después de comer. Los
esfuerzos para bajar de peso, incluso cuando el peso corporal es bajo, pueden causar problemas de salud graves al
punto de morirse de hambre.
Bulimia nerviosa
Durante estos episodios, es normal que consumas una gran cantidad de alimentos en un tiempo corto, para luego
intentar deshacerte de las calorías extra de una manera poco saludable. Debido a la culpa, la vergüenza y el temor
intenso a aumentar de peso por comer en exceso, puedes provocarte vómitos, puedes ejercitarte desmesuradamente o
puedes usar otros métodos, como los laxantes, para deshacerte de las calorías.
Si tienes bulimia, probablemente te preocupe tu peso y tu figura corporal, y tal vez te juzgues con severidad y dureza
por los defectos que son producto de tu autopercepción. Puedes tener un peso normal o, incluso, un poco de sobrepeso.
Trastorno alimentario compulsivo
Cuando tienes el trastorno alimentario compulsivo, habitualmente comes en exceso (atracón) y tienes la sensación de
pérdida de control sobre lo que comes. Puedes comer con rapidez o consumir más alimentos de los que tienes pensado,
incluso cuando no tienes apetito, y seguir comiendo mucho tiempo después de sentirte demasiado lleno.
Después de un atracón, puedes sentir culpa, enojo o vergüenza por la conducta y por la cantidad de alimentos
consumidos. Sin embargo, no intentas compensar esta conducta con el ejercicio desmesurado o la purga, tal como lo
haría una persona bulímica o anoréxica. La vergüenza puede provocar que comas solo para ocultar tus atracones.
Por lo general, se produce una nueva ronda de atracones por lo menos una vez a la semana. Puedes tener un peso
normal, sobrepeso u obesidad.
Trastorno de rumiación
El trastorno de rumiación es la regurgitación repetida y continua de los alimentos después de comer, pero que no se
debe a una enfermedad ni a otro trastorno de la alimentación, como anorexia, bulimia o trastorno alimentario
compulsivo. La comida vuelve a la boca sin náuseas ni arcadas, y puede que la regurgitación no sea intencional. A
veces, los alimentos que se regurgitan se mastican nuevamente y se vuelven a tragar, o bien se escupen.
El trastorno puede derivar en desnutrición, si los alimentos se escupen o si la persona come mucho menos para evitar
la conducta. El trastorno de rumiación puede ser más frecuente en los niños pequeños o en las personas que tienen una
discapacidad intelectual.
Este trastorno se caracteriza por no alcanzar los requerimientos nutricionales diarios mínimos por la falta de interés en
alimentarse; es decir, evitas las comidas con determinadas características sensoriales, como el color, la textura, el
aroma o el sabor; o bien estás preocupado por las consecuencias al comer, como el temor a atragantarse. No evitas
alimentos por temor a aumentar de peso.
El resultado del trastorno puede ser un adelgazamiento significativo o la imposibilidad de aumentar de peso en la
niñez, así como deficiencias nutricionales que pueden acarrear problemas de salud.
Cuándo consultar al médico
Un trastorno de la alimentación puede ser algo difícil de controlar o de superar solo. Los trastornos de la alimentación
prácticamente pueden tomar el control de tu vida. Si tienes alguno de estos problemas, o crees tener un trastorno de la
alimentación, busca ayuda médica.
Lamentablemente, muchas personas que sufren trastornos de la alimentación pueden creer que no necesitan
tratamiento. Si estás preocupado por un ser querido, pídele encarecidamente que hable con un médico. Aunque tu ser
querido no esté listo para reconocer que tiene un problema con la comida, puedes iniciar el camino expresando tu
preocupación y tu deseo de escuchar.
Presta atención a los hábitos de alimentación y a las creencias que pueden indicar conductas poco saludables, así como
a la presión de grupo que puede desencadenar los trastornos de la alimentación. Las señales de alerta que pueden
indicar la presencia de un trastorno de la alimentación incluyen las siguientes:
Preocuparse o quejarse continuamente por estar gordo y hablar sobre cómo bajar de peso
Mirarse con frecuencia al espejo para ver los defectos que se perciben
Comer reiteradamente grandes cantidades de dulces o de alimentos con alto contenido de grasas
Ejercitarse en exceso
Tener problemas de pérdida del esmalte dental, un posible signo de vómitos reiterados
Comer a escondidas
Si te preocupa que tu hijo pueda tener un trastorno de la alimentación, comunícate con su médico para hablar al
respecto. Si es necesario, puedes conseguir una derivación a un profesional de salud mental capacitado con pericia en
trastornos de la alimentación, o si tu seguro lo permite, comunícate con un experto directamente.
Alimentación de la adolescente durante el embarazo y la lactancia El embarazo es una etapa fisiológica de la vida
femenina que presenta unas necesidades nutricionales específicas. Desde el primer momento del embarazo, se
producen en el organismo cambios encaminados a lograr un crecimiento y desarrollo fetales óptimos. Por este motivo
las necesidades nutricionales de la embarazada están incrementadas en comparación con las de la mujer sana no
embarazada1 . Posteriormente, en la lactancia, las necesidades de determinados nutrientes se incrementan aún más que
en el embarazo, condicionando la salud de la madre y también del niño.
El embarazo supone un aumento de las necesidades energéticas, de vitaminas y minerales. El estado nutricional previo
al embarazo y durante el mismo es un factor determinante de la salud materna, fetal y neonatal. Aunque existen
variaciones de una niña a otra, hay un crecimiento residual durante los dos-cuatro años posteriores a la menarquia,
según autores.
Las niñas que deben afrontar un embarazo antes de completar su crecimiento completo, tienen por ello requerimientos
nutricionales mayores que las mujeres adultas embarazadas, ya que se crean dos tipos de demandas: las del feto y las
de la madre que está todavía creciendo2 . Las demandas de las adolescentes que ya han madurado serán menores. La
edad ginecológica (diferencia entre la edad cronológica y la edad de la menarquia), se puede usar como un indicador
indirecto de crecimiento potencial4 . De esta manera, una adolescente embarazada, con una edad ginecológica ≤ 2
años, probablemente se encuentra en fase de crecimiento y tendrá requerimientos nutricionales mayores que una
adolescente que haya completado su crecimiento.
Energía y macronutrientes Las necesidades de energía de las adolescentes gestantes, si bien son mayores que las de las
mujeres de la misma edad no embarazada, son difíciles de determinar, ya que varían mucho de unas personas a otras.
Los factores que influyen en las necesidades totales de energía son4 : — Estado de crecimiento — Peso antes del
embarazo — Grado de actividad física — Etapa del embarazo — Composición corporal Un aporte suficiente de
energía es una necesidad dietética primaria e imprescindible en el embarazo. Si las necesidades de energía no están
cubiertas, las proteínas y micronutrientes no pueden ser utilizados de forma eficaz para desempeñar las diferentes
funciones metabólicas. Las recomendaciones actuales sugieren que se debe incrementar la ingesta energética media en
unas 100 kcal/día en el primer trimestre y una 300 kcal/día durante el segundo y tercer trimestre del embarazo. En
cualquier caso, nunca menos de 2000 kcal/día.
Ya que las necesidades calóricas son variables en función de la persona y de los factores comentados previamente, la
mejor garantía de que la ingesta de energía es adecuada es un aumento de peso satisfactorio. Al menos el 50% de las
calorías consumidas durante el embarazo deben provenir de los carbohidratos, para ello se debe promover el consumo
de alimentos como cereales, frutas y verduras. Sin embargo hay que tener en cuenta que un consumo excesivo de
azúcar puede aumentar el riesgo de tener niños de bajo peso para la edad gestacional.
La ingesta de fibra es positiva para aliviar el estreñimiento y las hemorroides que a menudo se producen durante el
embarazo. Este aumento en la ingesta de fibra, debe ir asociado a un aumento en la ingesta de líquidos. Las
adolescentes (embarazadas o no), deberían consumir unos 25-35 g de fibra cada día, a partir de alimentos de grano
entero, frutas, verduras, legumbres y frutos secos4 . Las necesidades de proteínas aumentan durante el embarazo, y
una ingesta adecuada de las mismas es necesaria para permitir el crecimiento y desarrollo del feto y la adolescente.
La cantidad diaria recomendada de proteínas para las adolescentes es 45 g/día aproximadamente. Durante el
embarazo, se debe incrementar en unos 10 g/ día. En general, la ingesta proteica es elevada en la población en general
y en la población adolescente, por lo que en ningún caso se debe recurrir a la utilización de suplementos
hiperproteicos, que además pueden ser perjudiciales especialmente durante el embarazo (se han asociado a aumento de
prematuridad).
Algunos factores de riesgo para condicionar una ingesta inadecuada de proteínas son, por ejemplo: un bajo nivel
socioeconómico, un consumo deficitario de energía (de forma que la proteína debe ser catabolizada para obtener
energía) o una dieta sin productos de origen animal1,4. Otro dato relevante a tener en cuenta es la calidad de las
proteínas ingeridas. Alrededor de dos tercios de las proteínas totales deben ser de origen animal, ya que proporcionan
proteínas de alta calidad biológica. También se pueden conseguir equivalentes proteicos en personas con dietas con
exclusión de alimentos de origen animal, pero en ese caso, exigirá una valoración más cuidadosa. La grasa es un
nutriente indispensable, proporciona energía (debería aportar el 30% aproximadamente de la energía ingerida), ácidos
grasos esenciales necesarios para el desarrollo de sistema nervioso fetal y participa en el transporte de las vitaminas
solubles en grasa. Las grasas consumidas durante el embarazo deben ser principalmente ácidos grasos mono y
poliinsaturados. Las fuentes de estas grasas son: aceite de oliva y girasol, margarina, nueces y pescado azul. Otro
aspecto importante a considerar en la embarazada adolescente es la ingesta hídrica. En general, la ingesta de agua en
los adolescentes es baja2,3, y las necesidades de líquidos aumentan durante el embarazo. Se recomienda la ingesta de
al menos 8 vasos de líquidos al día, destacando que el agua es la mejor elección.