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Informe GEOLOGIA AMBIENTAL

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8. GEOLOGÍA AMBIENTAL
8.1. RIESGO GEOLÓGICO
Se define riesgo como el producto entre vulnerabilidad y peligrosidad, siendo la primera
entendida como el daño que pueden sufrir obras civiles y construcciones, y la segunda como la
probabilidad de ocurrencia de un evento potencialmente destructor durante un tiempo en un área
definida (United Nations Office of the Coordinator of Disaster Relief, 1979 en Geología de
Campo II, 2010).

Identificar, caracterizar y evaluar los sectores expuestos a dichos riesgos, es parte importante en
el rol social de los estudios geológicos. Para ello, se debe delimitar y caracterizar los espacios
amenazados y jerarquizar, según tipo de riesgo, los lugares más vulnerables, teniendo en
consideración los diversos factores que atañen a cada uno, así como la probabilidad de ocurrencia
de los mismos.

Todo lo anterior debe expresarse con mapas de riesgo, creados a partir de una ponderación
cuantitativa de la vulnerabilidad y la peligrosidad. En el área de estudio, la primera es
considerada de ponderación idéntica para cada riesgo, pues depende de la densidad poblacional y
de las obras civiles; mientras que la segunda se considera variable, pues está asociada a los
procesos geológicos (González de Vallejos, 2002) que afectan la zona en cuestión. Así la
cuantificación del peligro en cada caso, se hace utilizando un mecanismo de krigging de
ponderación arbitraria, donde 0,1 implica una influencia muy baja en el proceso estimado y 1 una
influencia elevada. Los riesgos evaluados se presentan a continuación.

8.1.1. Riesgo Sísmico


Ya desde los períodos de la conquista se sabe del peligro que representan los movimientos
telúricos en Chile. Particularmente en el área de estudio, se tiene registro de 6 sismos por
subducción de magnitud ≥ 8 en la escala Richter, que hasta antes del terremoto del Maule de
2010 entregaban un período de recurrencia de 90 ± 5 años (Barrientos, 1994), cálculo que se
reduce a 88 años al contemplar el sismo del 27 de febrero de 2010.

Por la experiencia in situ de réplicas y otros sismos de menor magnitud, se considera, para la
generación del mapa de riesgo sísmico (figura 8.1, anexo A), solo la peligrosidad que implica la
recurrencia de terremotos sobre los 8 grados Richter.

Dada la imposibilidad actual de predecir la ocurrencia de movimientos telúricos, el presente


informe considera el estudio estocástico de Barrientos (1994) y los análisis de acople sísmico de
Barrientos y otros (2007), que permiten inferir una baja probabilidad de ocurrencia de un evento
telúrico por subducción Mw ≥ 8 dentro de los próximos 10 años; no obstante lo anterior, sismos
como el de Chillán de 1939, que quedan fuera de los trabajos antes mencionados, impiden
descartar tajantemente la alta probabilidad de un sismo destructivo en el área.
Para la creación del mapa de riesgo sísmico (figura 8.1, anexo A) se toma en cuenta que: a) la
zona estudiada es comparativamente diminuta respecto del área que afecta un sismo de la
magnitud considerada, por lo que tiende a responder de modo semejante a la perturbación (lo que
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implica un valor constante); b) las rocas sedimentarias vibran más que las metamórficas y las
intrusivas (lo que aumenta el valor de peligrosidad); c) un movimiento de magnitud 8 Richter
podría reactivar alguna de las fallas reconocidas en terreno (esto incrementa el valor de
peligrosidad en las inmediaciones de las mismas); y d) la cercanía de acuíferos, y del nivel
freático en sí, con la superficie de áreas en las que predominan sustratos semi y no consolidados,
lo que podría iniciar procesos de licuefacción. Todas estas consideraciones se muestran en la
tabla 8.1.

Tabla 8.1: Parámetros utilizados para el krigging del mapa de riesgo sísmico.
Parámetro Valor 0,1 Valor 1 Ponderación
Posibilidad de ocurrencia Muy baja. Muy alta. 0,45
de un sismo Mw ≥ 8
Litología Intrusivas y Sedimentos no 0,35
metamórficas. consolidados.
Distancia a una falla Mayor a 20 km de la falla En la falla 0,10
Profundidad nivel Muy profundo Superficial 0,20
freático

8.1.2. Remociones en masa


Hauser (2000) define las remociones en masa como “procesos de movilización lenta o rápida de
determinado volumen de suelo, roca o ambos en diversas proporciones, generados por una serie
de factores”, clasificándolos por su tipo de movimiento (figura 8.1); esta clasificación es

Figura 8.1: Clasificación según tipo de movimiento de los procesos de remoción en


masa. Modificado de Hauser (2000).

simplificada por González de Vallejo (2002) para los procesos de movimiento en laderas, de
especial interés para este informe. Respecto de los factores mencionados, Derch (2007) en
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Geología de Campo II (2010), los separa en “condicionantes” y “detonantes” (tabla 8.2), siendo
los primeros intrínsecos a la roca y los segundos ajenos a la misma; sobre éstos últimos es
necesario señalar que aquellos relacionados con volcanes y glaciares han sido retirados del
estudio.

Tabla 8.2: Factores condicionantes y detonantes de remociones en masa (Modificado de Derch, 2007 en
Geología de Campo II, 2010).
Factores Condicionantes Factores Detonantes
Material plástico débil. Lluvias.
Material colapsable. Viento.
Material meteorizado. Deshielo.
Material fallado por corte. Erosión de la pata del talud.
Material fisurado o agrietado. Movimientos tectónicos (sismos).
Orientación desfavorable de las Socavón de la pata del talud por oleaje.
discontinuidades.
Contraste en permeabilidad de materiales. Carga en la corona del talud.
Meteorización por contracción/ extensión. Erosión subterránea.
Meteorización por congelamiento/ deshielo. Mantenimiento deficiente de sistemas de
drenaje.
Deforestación o ausencia de vegetación. Minería.
Vibración artificial.

Basados en la figura 8.1, los procesos de remoción en masa observados en terreno son
clasificados en flujos, deslizamientos y desprendimientos.

Los flujos (lámina 8.1) son las remociones en masa en las que el agua es el principal
desencadenante; en estos el material está disgregado y se comporta como un fluido, no presenta
superficies de rotura definida y suelen ocurrir en lugares de baja pendiente (Álvarez, 2006). Se
identificaron en el área de trabajo flujos de detritos en la intersección de las rutas O-232 y O-250,
al oeste de la localidad de El Peral. En ambos casos los principales factores condicionantes serían
la orientación desfavorable de las discontinuidades y las fisuras en el material; mientras que los
detonantes más probables serían las lluvias y los sismos. También se reconoció en terreno un
proceso de reptación de suelo en Punta de Talca. Para este caso el factor condicionante principal
es la plasticidad del material y el detonante más probable la sísmica.

Los deslizamientos son aquellos procesos en los que el movimiento ocurre sobre una o más
superficies de ruptura (al ser superada la resistencia de corte de las mismas), con desplazamiento
de la masa en conjunto como una unidad, y que pueden dar origen a flujos producto de la pérdida
de resistencia, del contenido de agua o de la pendiente (Álvarez, 2006); González de Vallejos
(2002) los clasifica en rotacionales y traslacionales de carácter simple o múltiple. En este tipo de
remoción en masa, la alta pendiente del talud facilita su ocurrencia, pues favorece la superación
de la resistencia al corte del material. En terreno se observa deslizamientos rotacionales (lámina
8.2) en la localidad de Cocholgüe y la ruta O-216. Otro tipo de deslizamiento reconocido en
terreno es el de rocas, en los que el material removido no actúa como un único bloque, mas si
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como una unidad; este tipo de procesos fueron reconocidos en el sector Punta de Talca y en la
salida N de Lirquén (lámina 8.3). En todos los casos los factores condicionantes que predominan
son el fallado y/o fisurado del material y la orientación desfavorable de las discontinuidades, por
su parte los principales detonantes serían las lluvias y los movimientos telúricos. Cabe mencionar
que en el hito minero Santa Paola (al E de Penco) y en la ruta O-14 (al N de Purema) se aprecian
grietas subparalelas que constituyen potenciales deslizamientos.

Finalmente, califican como desprendimientos las caídas libres de bloques independizados por
planos de discontinuidad preexistentes, frecuentes en laderas escarpadas, acantilados y, en
general, en paredes rocosas (Álvarez, 2006). Como se observa en la figura 8.1, en estos procesos
la cantidad de agua, y por ende su participación, es baja en comparación a los deslizamientos y
los flujos. Se identifican en terreno desprendimientos en la localidad de Cocholgüe y el sector
Punta de Talca reconociéndose para todos los casos el material fallado y/o fisurado y la
orientación desfavorable de las discontinuidades como los predominantes factores
condicionantes, y particularmente para el área de Cocholgüe la importancia del contraste de
permeabilidad de materiales; por su parte, la sísmica es el principal detonante.

Análogo al método utilizado para la evaluación del riesgo sísmico, se generó un mapa (figura 8.2,
anexo A) a partir de una ponderación de los diversos factores observados en terreno, y
reconocidos como los más significativos, según indica la tabla 8.3. Cabe señalar que: a) los
cálculos de pluviosidad fueron obtenidos por la extrapolación de la información de estaciones
meteorológicas en el área; b) el factor sísmica deriva del mapa antes mencionado; c) el material
fracturado y/o fisurado se pondera en base a la densidad de fallas y diaclasas; d) se consideraron
imponderables y/o incalculables la plasticidad del terreno, el diferencial de permeabilidad y la
orientación desfavorable de las discontinuidades; y e) la pendiente de los taludes se calculó a
partir de un modelo digital del área.

Tabla 8.3: Parámetros utilizados para el krigging del mapa de riesgo de remociones en masa.
Parámetro Valor 0,1 Valor 1 Ponderación
Pluviosidad ≤ 93 mm/año ≥ 1854 mm/año 0,30
Sísmica Peligrosidad muy baja Peligrosidad muy alta 0,25
Densidad de fracturas ≤ 1 por metro ≥ 10 por metro 0,15
Pendiente de talud ≤ 15° ≥ 60° 0,30

8.1.3. Inundaciones: fluviales, anegamientos, tsunami y marejadas


Se entiende por inundación el “aumento del agua por arriba del nivel normal, siendo éste último
la altura a la que la superficie del agua no genera daños” (WMM-UNESCO, 2012). Clasificadas
según su origen, podemos subdividir las inundaciones en fluviales, anegamientos, marejadas y
tsunami.

Las inundaciones fluviales son la invasión de un territorio por el escurrimiento descontrolado de


un curso de agua, debido a una crecida (Mardones y Vidal, 2001 en Geología de Campo II,
2010). Éstas últimas afectaron el sector del Camping Quillayes durante las fuertes lluvias del
invierno de 2006 (Quinzio, comunicación verbal, 2013). El mismo año, las intensas
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precipitaciones en la región desencadenaron aumentos de caudal en los ríos Andalién, límite sur
del área de estudio, y Biobío, al sur de la misma.

Los anegamientos corresponden a la acumulación de un volumen de agua-lluvia sobre la


superficie del suelo (Mardones y Vidal, 2001 en Geología de Campo II, 2010) por la elevación
del nivel freático; y son producto de la conjugación de un suelo insuficientemente permeable y
grandes volúmenes de precipitaciones caídos de forma rápida y/o constantes en un tiempo
prolongado. Este tipo de inundaciones se concentran en bajíos topográficos donde el subsuelo es
poco o no permeable, y dado su control pluvial, ocurren principalmente en invierno. Sobre lo
último, de experiencias in situ se sabe de la ocurrencia de anegamientos anuales en el sector
Bellavista en la comuna de Tomé, y de esto se infiere que ocurren anegamientos en otras
localidades de semejantes características en el área de estudio.

Las marejadas acontecen en circunstancias atmosféricas muy específicas y están relacionadas casi
exclusivamente a tormentas, que suceden normalmente en invierno. Esta anomalía climática,
genera en las costas y mar adentro elevadas velocidades en el viento, lo que impulsa mayores
masas de agua de gran energía; las olas usualmente tienen un período de 20 segundos y como
máximo suelen invadir pocos metros tierra adentro, dado que su propagación es limitada por la
pendiente de la costa y por la distancia desde el lugar donde el viento las está generando. Dado
que es un fenómeno conocido por los habitantes de las zonas aledañas al mar y a que ocurren
frecuentemente, se han tomado en la mayoría de las ciudades medidas de prevención tales como
rompe olas, muros de contención, construcciones tipo palafitos o áreas pre-inundables entre la
costa y las zonas habitadas.

El término tsunami, acuñado del japonés “ola en la bahía”, define un tipo de inundación
excepcional, asociada a un desplazamiento anómalo en la vertical de la masa de agua oceánica
producto de un sismo, una erupción volcánica, una remoción en masa de grandes proporciones en
la costa o la caída de un meteorito de grandes dimensiones en el mar. Consiste en una serie de
olas procedentes del océano que pueden alcanzar alturas de hasta 30 m y desplazarse a
velocidades cercanas a los 800 km/h en mar abierto, por lo que su poder destructivo es grande,
como quedó demostrado en el área de estudio el año 2010 luego del terremoto del 27 de febrero
de ese año. El registro histórico da cuenta de 8 tsunami (1570, 1657, 1751, 1835, 1960 y 2010)
que han afectado fuertemente la zona estudiada en localidades como Dichato, Tomé, Lirquén y
Penco (Geología de Campo II, 2010) en los últimos 443 años; éstos tienen su origen en sismos
tanto locales (por ejemplo los de 1960 y 2010), como transpacíficos. Cabe señalar que algunos
tsunami no aparecen como olas masivas y gigantescas sino como una ola que emerge
rápidamente e inunda la costa.

Del mismo modo que se evalúan riesgo sísmico y de remoción en masa, se generan mapas a
partir de un krigging arbitrario. Se considera en el presente informe que los factores que
controlan las inundaciones fluviales y anegamientos son semejantes entre sí; por su parte, son
similares los factores que regulan marejadas y tsunami. por ello se crearon un mapa de riesgo de
inundaciones fluviales y anegamientos (figura 8.3, anexo A) y otro de riesgo de marejadas y
tsunami (figura 8.4, anexo A). Las consideraciones tomadas para la generación del primer mapa
(tabla 8.4) son que: a) los cálculos de pluviosidad y de pendientes son los mismos que se utilizan
en el mapa de la figura 8.2 (anexo A); b) el cálculo del nivel freático es extraído del que se usa en
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el mapa de riesgo sísmico (figura 8.1, anexo A); y c) el uso de suelos se extrae del análisis de
fotografías aéreas y satelitales, así como del trabajo en terreno.

Tabla 8.4: Parámetros utilizados para el krigging del mapa de riesgo de inundaciones fluviales y anegamientos.
Parámetro Valor 0,1 Valor 1 Ponderación
Pluviosidad ≤ 93 mm/año ≥ 1854 mm/año 0,30
Profundidad nivel ≥ 100 m ≤2m 0,10
freático
Pendiente ≥ 40° ≤ 10° 0,40
Uso del suelo Arena de buena Urbano 0,20
selección

Por otra parte, las consideraciones para el mapa de riesgo de marejadas y tsunami (tabla 8.5) son
que: a) la altura de las olas se asocia a la masa de agua desplazada en marejadas y tsunami; b) el
cálculo de pendientes es el mismo que utiliza la tabla anterior; c) el aumento de distancia a la
línea de costa disminuye el peligro de tsunami y/o marejadas; d) las medidas de mitigación
existentes en un área disminuyen el peligro; y e) la gran variedad de factores detonantes de un
tsunami vuelve imponderable este parámetro, por ende no se lo considera.

Tabla 8.5: Parámetros utilizados para el krigging del mapa de riesgo de marejadas y tsunami.
Parámetro Valor 0,1 Valor 1 Ponderación
Pendiente ≥ 40° ≤ 10° 0,50
Distancia al mar ≥ 1000 m ≤ 10 m 0,30
Medidas de mitigación Presentes y óptimas Inexistentes 0,20

En general las ciudades se encuentran emplazadas en zonas de alto riesgo de inundación y


anegamiento, ya que se ubican sobre llanuras aluviales y planicies litorales, por tal razón se debe
poner especial cuidado a las acciones tanto estáticas como dinámicas del mar. Otro de los
motivos por los cuales el riesgo aumenta, es la irresponsable ocupación de terrenos no aptos para
la construcción y el vertiginoso crecimiento de las ciudades, lo que colapsa el sistema de
evacuación de aguas.

Esto ocurre todos los inviernos y aún no se activan medidas de prevención, debido a la negativa
de cambiar las infraestructuras de todas las zonas afectadas, además se carece de presupuesto
fiscal para dicho fin. La mala proyección en el crecimiento de las ciudades y la nula preocupación
por los riesgos naturales no hace más que empeorar la situación.

8.2. CONTAMINACIÓN DE ACUÍFEROS


La vulnerabilidad de los acuíferos se puede definir como el nivel de penetración con que un
contaminante alcanza una posición específica en un sistema acuífero, luego de introducirse sobre
una zona no saturada. Debido a esto, el riesgo de contaminación se determina por las
características del acuífero, las que son relativamente estáticas, es decir, permanentes a escalas
razonables de tiempo, y por la existencia de actividades potencialmente contaminantes que son
esencialmente dinámicas.
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Los parámetros utilizados para la determinación de la vulnerabilidad del acuífero son:


características de la zona no saturada, profundidad del agua subterránea, recarga neta,
permeabilidad del subsuelo, entre otras. Por lo que, la elección del método a utilizar depende de
la disponibilidad de información para satisfacer los parámetros.

La zona de estudio está asociada al aporte de agua de la Cordillera de la Costa y se encuentra


ubicada dentro de la Provincia Hidrogeológica de Cuencas Costeras, Subprovincia Costera
Exorreica.

Se pueden identificar las siguientes cuencas hidrográficas de acuerdo a la red hidrográfica y al


mapa topográfico del área de estudio, correspondientes a las del Río Itata, Estero Pudá, ríos
Pingueral-Rafael, Estero Dichato, Estero Coliumo, esteros Bellavista y Nachur, estero Roa y Juan
Chico, Estero Pirumávida, y esteros Penco y Lirquén.

8.2.1. Método GODS


Es modificado por Custodio (1995) a partir del método GOD propuesto por Foster e Hirata
(1991), basado en la asignación de valores entre 0 a 1 para las variables: groundwateroccurrence
o tipo de acuífero (G), overallaquiferclass o litología de la cobertura (O) y depthtogroundwater o
profundidad del agua o del acuífero (D) (figura 8.5, anexo A). Adicionalmente, el método GODS
incorpora las características texturales del suelo (en lo sucesivo, S). La evaluación de la
vulnerabilidad se obtiene entonces multiplicando los cuatro factores (A) y con ayuda de la figura
8.1, anexo B.

Índice de Vulnerabilidad: G x O x D x S

Para la determinación del parámetro G se consideran las series de suelo presentes en el área, dado
que todos los acuíferos de la zona son libres (MOP-DGA, 1986), por lo que solo es posible hacer
distinciones según la cubierta. Así, se otorgan las calidades de acuífero no confinado, a los
ubicados en las series de suelo que posean menor a 50 % de finos, y de no confinado cubierto a
los con mayor a un 50 % de finos (Geología de Campo II, 2008) (tabla 8.1, anexo B).

Las variables O y D, utilizan la geología de la zona de estudio, considerando cuatro litologías


principales (tabla 8.2, anexo B), y las profundidades del nivel freático de 43 punteras, facilitados
por la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas (tablas de la 8.3 a la 8.6,
anexo B), respectivamente. Por último el valor del parámetro S (tabla 8.7, anexo B), considera la
caracterización textural de las series de suelo (Geología de Campo II, 2008).

Como resultado de lo anterior, se determina vulnerabilidades de baja, para la mayoría del área y
moderada hacia el E (figura 8.6, anexo A). De acuerdo a los valores obtenidos para aguas
contenidas en rocas intrusivas y metamórficas, se concluye que los valores de vulnerabilidad
esperados fueran más bajos, debido a que carecen de permeabilidad y poseen baja captación, por
lo que sólo transmiten agua debido al fracturamiento de las rocas. Es importante mencionar que
la información de pozos en el área y caracterización de acuíferos es insuficiente, lo que impide
utilizar un método para obtener vulnerabilidad de forma satisfactoria.

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