Conceptos de Semioětica
Conceptos de Semioětica
Conceptos de Semioětica
CONCEPTOS DE SEMIOTICA
(extracto de la tesis de licenciatura)
Toda vez que se teoriza sobre lo estético, conviene concientizar el campo o terreno
desde el cual son empleados los conceptos para la ejecución del análisis. De esta manera
se evitarán malos entendidos, ya que muchos términos suelen tener diversos
significados, según se los emplee en filosofía, psicoanálisis, semiótica, técnicas de
producción, etcétera. El desarrollo subsiguiente anhela aclarar la terminología que luego
se utilizará como estructura de la teoría. Dichos términos se articularán para establecer
una plataforma móvil que posibilite hablar del carácter ambiguo y autorreflexivo en las
producciones estéticas. Con todo, éstos no se postulan como algo que está fuera de toda
crítica, pero en el marco de esta tesis no serán discutidos y se promoverán como
parámetros para que se pueda ejercer el análisis desde un marco de referencia.
La semiótica* de Eco entiende al signo como toda cosa que pueda ser asumida como
el sustituto significante de cualquier otra cosa. El signo puede ser entendido a pesar de
los múltiples debates y clasificaciones como “algo que se pone en lugar de otra cosa, o
por alguna otra cosa bajo un aspecto o capacidad suya”, es decir, “desde un determinado
punto de vista o con el fin de alguna utilización práctica” (Eco, Signo). Según Eco, es
signo toda cosa que pueda ser asumida como un sustituto significante de cualquier otra
cosa.
En este sentido, la semiótica es, en principio, la disciplina que estudia todo aquello
que puede ser usado para mentir.
*es válido aclarar que la semiótica se distingue de la semiología por abordar específicamente las
cuestiones del signo, mientras que la segunda investiga y desarrolla los aspectos concernientes al símbolo,
problemática también abordada por la hermenéutica.
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El concepto de signo fue susceptible de diversos enfoques, pero lo que nos interesa
aquí es dejar en claro que, interpretando la definición de más arriba, el signo podría
descomponerse en tres partes, que lejos de contraer un vínculo estrecho se presentan
como relacionadas de manera muy inestable.
El significante: es el elemento de expresión, una parte fáctica, matérica, que es
necesaria para su aprehensión: la palabra escrita, los sonidos que emito para articular la
palabra, la entidades limitantes negras del plano blanco del papel que representan a
/caballo/, los colores; en definitiva, son huellas que se proponen desde un soporte.
El significado: es el elemento del contenido, está relacionado con las ideas que, a
partir de la aprehensión del significante, se despiertan en la mente del destinatario. Es
decir que su desarrollo se produce a nivel conceptual produciendo una entidad no
definida (si leo la palabra /mesa/ se me presentan innumerables mesas, una idea de
mesa, quizás esa mesa, pero no una mesa determinada).
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Las divisiones arriba citadas permiten entender mejor al signo y las variables que se
suponen incluidas desde la semiótica en todo acto comunicativo. Por otro lado, también
se pueden delinear los contornos de aquellos puntos de vista desde los cuales intentamos
analizar las manifestaciones semiósicas. Para ello, es válido considerar las
categorizaciones que promovió Morris:
La sintáctica: el signo se considera en relación con otros signos, así como también en su
estructura interna, según unas reglas combinatorias.
La semántica: el signo se considera en relación con lo que significa.
La pragmática: el signo se considera en relación con sus propios orígenes, con el efecto que
causa cuando lo acogen y lo utilizan los destinatarios.
Esta terminología será también muy utilizada en la presente tesis, aunque siempre
apropiándosela para poder hablar no solamente de lo verbal sino también de los
elementos que componen y configuran una imagen.
De modo que cuando se hable de sintáctica, se estará aludiendo a la configuración
interna de cada imagen, a la disposición de los colores, a la tensión de las formas, de sus
bordes, de sus texturas, a las relaciones espaciales, etc. Cuando se hable de semántica,
se lo hará teniendo en cuenta la carga significativa, la actividad conceptual que se
desarrolla a partir del conjunto de colores-formas y contexto de cada texto. Por último,
el concepto de pragmática estará vinculado a los contextos y circunstancias que
influyen y condicionan tanto al autor como al destinatario.
A propósito de estos dos últimos términos, es menester subrayar que la palabra autor
será utilizada con la misma significación que emisor; no así en cambio la palabra lector
(que supone un interlocutor activo): ésta será usada para establecer una diferencia
cualitativa en oposición a destinatario (que supone un sujeto pasivo).
La Información
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Pablo Lehmann
Los códigos
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Pablo Lehmann
*la utilización de el término marca obedece a un intento de abordar de modo más genérico y global la
aparición de elementos significantes, sin tener que recurrir al concepto de signo, que en rigor se justifica
nada más que en el plano verbal.
dos planos se organizan en forma y substancia a partir de una materia o continuum.
En caso de una lengua natural, las formas de la expresión suponen un sistema
fonológico, su léxico y sus reglas sintácticas; en el caso de códigos visuales podríamos
incluir a todos los colores, las formas, las texturas, las disposiciones espaciales, la luz,
etc... Articuladas en las formas de expresión, se encuentran las distintas substancias de
expresión, léase palabras, oraciones, textos (en el caso de la lengua natural) y textos bi y
tri-dimensionales en el caso de la plástica.
En cuanto al plano del contenido, su continuum o materia se presenta como todo
cuanto se podría pensar y decir, lo que abarca todo el universo, tanto físico como
mental. Filtrando este continuum, cada cultura segmenta el universo de lo que puede ser
dicho y pensado en una forma del contenido (por ejemplo el sistema de colores,
oposiciones semánticas de tipo bueno/malo, etc.)*
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Por último, la substancia del contenido sería “el sentido de cada uno de los
enunciados que producimos como substancia de expresión” (Eco, 1994).
continuum
Contenido substancia
forma
continuum
Expresión substancia
forma
*La búsqueda de la forma del contenido se torna imposible, aunque para lo que a nosotros nos interesa, es
preciso citar las investigaciones que ha hecho Greimas, que, de alguna manera, proponen un visón
bastante acertada de las posibilidades de estructurar el campo del contenido.
Greimas postula que hay categorías mentales que corresponden a aspectos fundamentales de la
experiencia conformadas en unidades semánticas elementales, constituidas en ejes opuestos, en los que
participa cada significado. Estas estructuras elementales de la significación son los llamados ejes o
campos semánticos (por ejemplo: alto-bajo; horizontal-vertical; hombre-mujer etcétera) que varían según
la cultura y que se reestructuran constantemente.
Por ello, el código puede definirse como un sistema de probabilidades que reduce la
información y permite su transmisión al eliminar el desorden primario por selección.
Los
códigos (sea una lengua natural, el alfabeto Morse o el estilo particular de un artista)
filtran, ordenan, eligen y combinan los sistemas de expresión y contenido, permitiendo
generar dis-cursos y posibilitando su socialización. Desde esta perspectiva, la noción
de código “entraña en cualquier caso la de convención, de acuerdo social, así como la
de mecanismo que obedece a reglas.” (Semiótica y Filosofía del lenguaje, pág.295)
Por último, debemos mencionar que aunque la idea de código se halla siempre
encadenada a la de un sistema coercitivo, también puede entenderse como la condición
de posibilidad para la comunicación, como las reglas que hay que aceptar para
comprender cualquier desafío.
A propósito de esto, Eco se encarga de subrayar que los códigos, además de su poder
intrínseco de des-encriptar y analizar la vida cultural entera, de exorcizar lo inefable, de
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erigirse como leyes que “cierran”, pueden también constituirse como redes que “abren”
la posibilidad de jugar, de generar nuevas conexiones.
“El código no puede ser solo una cifra: tendrá que ser una matriz
capaz de infinitas manifestaciones, la fuente de un juego. Pero
ningún juego, ni siquiera el más libre y creativo, procede al azar”
U. Eco, Semiótica y filosofía del lenguaje, pág. 339
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otras para describir cada unidad cultural (ej: las rayas de la cebra). El mismo código
icónico es el que asignará para cada una de estas unidades pertinentes signos gráficos
que puedan expresarlas, construyendo una serie de relaciones formales homologable al
modelo perceptivo.
El caso es que, tanto los códigos perceptivos (aquellos que tamizan y organizan el
mundo) como los códigos icónicos (aquellos que sirven para representarlo
gráficamente) están completamente vinculados a la cultura; es más, ellos mismos son la
cultura y, por lo tanto, poco o nada tienen que ver con determinada inclinación “natural”
o sentido común para registrar lo real. Cada imagen, cada manifestación visual, emerge
desde la pura arbitrariedad, desde artificios generados a partir de convenciones, y no de
una supuesta adecuación al modelo real.
En este sentido hay que subrayar que en el caso de los artistas plásticos, los códigos
icónicos altamente convencionalizados son puestos en crisis, porque los artistas
apuestan por un código o relaciones gráfico-semánticas totalmente inusitadas,
establecidas por cada poética* particular. Esto se acentúa más si se tiene en cuenta que
cuando el artista ejecuta un enunciado icónico bi o tridimensional, no lo produce
meramente desde lo que él ve, sino también desde lo que él conoce y no conoce, desde
lo que presume, fantasea, y también –porqué no- inconscientemente desea.
Por otra parte, como explicaré después con más detalle, un artista no expresa
(siempre) un contenido ya conocido por la cultura, sino que intenta configurar uno
nuevo. Ergo: si hay algo nuevo que se piensa y que se quiere expresar, se deberá
encontrar una nueva substancia que lo exprese (nuevas posibilidades de articulaciones
de las formas de expresión). En tanto y en cuanto esta actividad se concrete, el artista
habrá logrado INVENTAR un código nuevo, generando nuevas correlaciones entre los
planos de expresión y contenido.
Por último, vale mencionar que si bien en el caso de las artes visuales el concepto de
código icónico es el que mas se adapta a su especificidad, las continuas
transformaciones y aperturas en el campo de la plástica hacen que aún se vea este
concepto en algunos casos como demasiado coercitivo, por cuanto muchos prefieren
utilizar un término más abarcativo, que comprende tanto los enunciados verbales
(utilizados frecuentemente en la plástica contemporánea) así como las imágenes,
objetos, esculturas, videos, etc. Este concepto es del de texto, que a continuación se
procederá a analizar.
El concepto de Texto
Queda claro que aquí no se trata de llevar forzadamente los elementos constitutivos
de las comunicaciones visuales a andariveles rígidos de la semiótica. Pero si quisiera
subrayar que los conceptos arriba expresados pueden servir –de manera mas laxa- para
ejercer un análisis de lo visual.
Y es que si bien lo visual no contiene elementos tan “cerrados” como una palabra, sí
se puede hablar de elementos significantes y también de significados.
Y en este punto, ayuda enormemente la nueva concepción de texto, más genérica que
las anteriores.
* por el término poética entendemos “(...)el programa operativo que una y otra vez se propone el artista,
el proyecto de obra a realizar como lo entiende explicita o implícitamente el artista.” (Obra abierta, pág,
36)
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Eco entiende al texto como una máquina semántico- pragmática que pide ser
actualizada en un proceso interpretativo, y cuyas reglas de generación coinciden con sus
propias reglas de interpretación. Un texto puede ser un filme, un anuncio publicitario,
una novela, un construcción arquitectónica.
El texto es, para Eco, una máquina perezosa que exige del lector un arduo trabajo
cooperativo para colmar los espacios de lo “no dicho” o de lo “ya dicho”, espacios que,
por así decirlo, han quedado en blanco. El texto no es más que una máquina
presuposicional. (Lector in fábula)
Pero es válido aclarar, que, como bien especifican Eco y Barthes, los textos no tienen
porqué ser el producto de un mensaje estético. Y más aún, ni siquiera deben estar
configurados por una serie compleja de estructuras, ya que:
Ahora bien, más allá de su configuración, un texto implica siempre un estar dirigido
a alguien, siempre es pensado para un interlocutor que es el destinatario del discurso.
Cada texto es, en cierto modo, una pregunta, una quaestio: aunque afirme algo, siempre
esperará un acuerdo, si dicta una orden, esperará una obediencia. Y aunque –como es
común en muchos artistas- se piense que se pinta o dibuja “para mi” o porque “tengo
ganas”, el texto producido (la pintura, el dibujo) no deja de ser diálogo con el Otro. Así
pues, podría decirse que hablar de texto significa hablar de diálogo, ya que
exteriorización y comunicabilidad son una y la misma cosa: entretejen parte de nuestra
vida con el logos del discurso.
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Un texto nunca deja de ser una fijación del discurso en un portador externo: la
producción textual se genera cuando una forma es aplicada a alguna materia o tema con
el objetivo de configurarla. A partir de allí, el texto, instancia de señales materiales que
transmiten el mensaje, exterioriza: las impresiones trascienden y se convierten en
expresiones, lo privado se metamorfosea y se vuelve público.
Como cosa, un texto se resiste a la entropía de la visión y los pensamientos
ordinarios, su existencia amplía el significado del mundo y del hombre, capturándolo
en una red de marcas breves y finitas. Es este tejido el que va a posibilitar a cualquier
abstracción emerger transformada en concreción comunicativa, a dar el salto de la
virtualidad de los sistemas a la realidad del mensaje, a exteriorizar diacrónicamente el
discurso para actualizar (o poner en crisis) los sincronicidad de los códigos.
El texto es una totalidad irreductible a la suma de sus partes, está hecho de signos o
unidades significantes, pero no es un signo en si, no es una entidad compleja, algo que
estuviera compuesto por muchas partes. El texto es una entidad complicada, algo que
tiene muchos pliegues, un tejido urdido por significantes, expresiones que responden a
una variación muy amplia de códigos y subcódigos. No es una fila de palabras, una serie
de colores-formas dispuestos en una tela ni una secuencia de imágenes rodadas en un
film: es un espacio de múltiples dimensiones, un hojaldre de citas tensionadas en una
configuración particular.
El concepto de Enciclopedia
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Los textos, entonces, se encuentran siempre encadenados a otros textos, en una red
de semiosis interminable de la cual el lector no escapa (su propia vida puede ser
interpretada y, por lo tanto, pasar a ser texto de la Biblioteca. Por otro lado, al contener
toda la información de la vida de la cultura, implica que“la serie de las interpretaciones
es indefinida y materialmente inclasificable”, porque contiene, entre otras cosas,
interpretaciones contradictorias.
Esta red múltiple, hace pensar que
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Eco, como pensador latino, está obsesionado por las fronteras: si la enciclopedia
es infinita como un rizoma, será reducida, ordenada, disciplinada, reconocida dentro de
los límites que los contextos y circunstancias puedan establecer para encarar cada texto.
Para él, la enciclopedia es considerada como el único modelo capaz de comprender la
semiosis en el plano teórico y también como hipótesis que posibilita regular los
procesos de interpretación.
Es cierto que Eco se sale de la estructura al pensar la enciclopedia como un
rizoma, en donde todo punto está conectado (o puede conectarse) con varios otros
puntos. Como el mismo menciona, en el rizoma
Sin embargo, aun cuando Eco se fascina con el vértigo que engendra la trama
rizomática, frena antes de caer en ella: reconoce el carácter laberíntico de los textos
pero promueve el descubrimiento de las hipotéticas reglas subyacentes y los recorridos
más legítimos de interpretación. Eco siempre cree que “es necesario buscar en el texto
lo que dice con referencia a su misma coherencia contextual y ala situación de los
sistemas de significación a los que remite”.
La enciclopedia, abierta en principio, cede ante la tentación de fijar límites a la
interpretación, y, aunque no se persiga ya ingenuamente la presunta e inequívoca
intención del autor, sí trata de fijar, de distinguir entre el magma de interpretaciones
posibles, aquellas que, según el análisis, pueden ser legitimadas.
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