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Semiótica en El Arte

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Semiótica en el arte

¿Has escuchado hablar sobre la semiótica en el arte? Si te interesa el arte y el mundo creativo,
seguramente —y aunque no lo sepas— estás interesado en la semiótica. Esto se debe a que, de alguna
manera, la semiótica, como la cultura, está en todas partes.
El arte es ese mundo subjetivo, que para algunos resulta incomprensible, mientras que otros se sienten
cautivados por su belleza. Pero, ¿qué ocurre cuando queremos realizar una interpretación de alguna
obra? ¿En qué elementos debemos basarnos para conseguir recibir el mensaje que nos puede
transmitir una expresión artística? Buscaremos abordar la respuesta a esas preguntas en este post.

Pero antes de adentrarnos en la importancia de la semiótica en el arte (y la semiótica del arte) veamos
qué es la semiótica en general y cómo se ha desarrollado.

¿Qué es la semiótica?

La semiótica es la ciencia encargada de analizar la presencia de los signos en la sociedad. En


palabras de la RAE, lo semiótico vendría a ser una teoría cuyo objeto de estudio son los signos.
Aunque no lo creas, esta definición ha significado un punto de confusión para muchas personas
durante años. Porque si esto es la semiótica, ¿entonces qué es la semiología?

La semiología, según la Real Academia, es el estudio de signos en el marco de la vida


social. Entonces aquí existe una confusión. ¿Nos está diciendo el prestigioso organismo que
semiótica y semiología son sinónimos?
En esencia, sí: semiótica y semiología son consideradas lo mismo (o al menos tienen una relación
estrecha). Pero los especialistas nos revelan que existen diferencias entre los orígenes de ambos
términos. Conozcamos más al respecto.

Semiótica y semiología

Existe cierta confusión entre los términos semiótica y semiología, a tal grado que algunos han
llegado a pensar que se trata de campos conceptuales distintos y separados.

La semiótica tiene dos orígenes, o quizá sería más preciso decir que tiene un origen doble. A
comienzos del siglo XX Ferdinand de Saussure (el padre de la lingüística ginebrino) y el
estadounidense Charles Sanders Pierce (desde el ámbito de la lógica matemática) llegaron
paralelamente, por medio de sus investigaciones, al mismo punto: el signo.

En su Curso de lingüística general, Saussure da cuenta de la necesidad de una ciencia que


estudiara “la vida de los signos en el seno de la vida social”. A esta ciencia le dio el nombre de
semiología. Pierce, por su parte, busca crear una teoría general del significado y la representación
centrada en el signo, a la cual nombró semiótica. En realidad las diferencias entre ambas eran poco
claras y paulatinamente fueron desapareciendo.
Hoy en día la palabra semiótica engloba las dos tradiciones y comprende tanto el estudio de los
signos como las prácticas de significación y la producción de sentido.
Marcel Duchamp, Fountain 1917, réplica, 1964. Fuente: tate.org.uk

Ramas de la semiótica

Al ser una ciencia tan amplia, debe dividirse en varias subdivisiones que debemos tener en cuenta
antes de hablar de la semiótica en el arte como tal.

Existen un total de 5 ramas en la semiótica, entre las cuales podemos encontrar:

1. Semántica
Esta división de la semiótica quizá sea la más conocida. Concretamente, se encarga de estudiar la
relación que existe entre los significantes y sus respectivos significados.

2. Onomasiología
Tenemos que esta especialización de la semiótica se encarga del nombramiento de las cosas, así
como también de establecer las diversas denominaciones.

3. Semasiología
Una nueva rama de la semiótica que se encarga de analizar la relación que hay entre un objeto y su
nombre.

4. Pragmática
En cuanto a la pragmática y su relación con la semiótica, tenemos que es la forma en la que las
personas usan los diferentes signos, al momento de comunicarse.

5. Sintaxis
Otra de las más mencionadas entre las ramas de la semiótica es la sintaxis, que no es más que el
estudio de las relaciones entre los diferentes significantes.

Es muy amplio todo lo que comprende lo que es la semiótica, por lo que debemos tratar de abarcar
mucho material al respecto. Veamos más en qué circunstancias puede aplicarse.
Broken statue. Fuente: Eric Peacock https://www.flickr.com/photos/evilpeacock/495874505

¿En qué puede aplicarse la semiótica?


Como te darás cuenta a lo largo de este artículo sobre la semiótica en el arte, este procedimiento es
aplicable a muchas otras áreas.

¿En qué ámbitos podemos aplicar la semiótica? Algunos de los más comunes son los siguientes:

 Discursos políticos, periodísticos o publicitarios.

 La fotografía.

 El cine.

 La televisión.

 Los videojuegos y los cómics.

 El diseño gráfico.

Y tantos, tantísimos otros campos. El uso de la semiótica es muy amplio, especialmente por su
capacidad para que podamos entender, en gran medida, el mundo que nos rodea.

¿Quieres ver el uso de la semiótica con un ejemplo cotidiano? Durante un partido de fútbol, ocurre
una falta y el árbitro saca una tarjeta... ¿acaso no sabes qué ocurre, en función del color de la
tarjeta? Si es amarilla, sabes que fue amonestado; pero si fue roja, entonces ese jugador deberá irse
expulsado del terreno de juego.

Lo mismo ocurre con otros signos cotidianos: una paloma blanca con una rama de olivo representa
la paz o una cruz es el indicativo de los cristianos. Incluso con las señales de tráfico, en la que un
color o un cartel determinado nos sugiere una indicación concreta que debemos tomar en cuenta.
Eso es lo que es la semiótica.

Por medio de lo que es la semiótica, tenemos la capacidad de comprender la forma en la que los
seres humanos actuamos y nos comunicamos entre nosotros. De esta manera podemos interpretar
mucho más fácilmente fenómenos sociales, culturales e, incluso, psicológicos de nuestra sociedad.
El objeto de la semiótica

Los dos dominios de la semiótica, según Umberto Eco, son una teoría de los códigos y una teoría
de la producción de signos; es decir, cómo se crean los signos y en qué marcos se pueden “leer”
dichos signos.
El ser humano tiene dos repertorios de signos: verbal y no verbal. Esto es importante porque la
semiótica no es solamente una teoría, sino un método de análisis: “la ciencia de todos los sistemas
de signos”, a decir de Roland Barthes. Los sistemas de signos son lenguajes y, como tales,
comunican. Y es por eso que, aunque el saber semiológico surgió de la lingüística, muy pronto tuvo
el objetivo de aplicarse a objetos no lingüísticos. (Más adelante veremos la importancia de la
semiótica en el arte.)

Hacia una doctrina de los signos


Aunque la idea de una doctrina de los signos surgió en la Grecia antigua con los estoicos, “la
semiótica es una disciplina joven —como apunta Eco—, tiene dos mil años, pero está legitimada
desde hace poco”.
El centro de esa doctrina parte de las ideas de Saussure, para quien el signo se compone de dos
elementos: significado y significante, los cuales están unidos de manera arbitraria, sin ningún
vínculo material o lógico.
Un signo puede ser definido como un elemento (ya sea una palabra, un objeto o una imagen) que
refiere a otra cosa. De acuerdo con la definición de San Agustín, “un signo es una cosa que,
además de la imagen asimilada por los sentidos, hace venir por sí misma al pensamiento
alguna otra cosa” y, por lo tanto, nos empuja a conocer algo más que esa misma cosa.
Para ejemplificar la arbitrariedad del signo, podemos pensar en el signo lingüístico: la palabra (el
significante) ‘verde’ no es verde, llamamos así a ese color por mera convención y es por eso que
cada lenguaje usa una palabra diferente para la misma cosa.

Sin embargo, la tríada de Pierce considera que el proceso de significación (semiosis) se da por
medio de la interacción de tres y no dos elementos: el representamen, el objeto y el interpretante.
Asimismo, Pierce llevó a cabo una clasificación de los signos en tres grandes grupos: símbolos,
íconos e indicios.
Con estas bases la semiótica se fue extendiendo a diversos campos de la vida cultural y refinó sus
herramientas analíticas hasta el punto de que se puede llegar a concebir como una teoría general
de la cultura.

La semiósfera

Si lo piensas por un momento, te darás cuenta de que toda interacción con la realidad, toda
experiencia sensorial, es traducida a un significado, una idea, una emoción. Y esto es
porque percibimos la realidad como un sistema de signos —que interpretamos, que leemos, que
traducimos.
Yuri Lotman acuñó el término semiósfera (en oposición a la biósfera) para referirse a ese
sistema de signos en el que vivimos. Para él la comunicación era un acto de traducción que se
genera en el marco de la cultura, lo cual significa que la cultura es un texto.
Como especie, somos seres en busca de sentido. Crear significado es un acto inherentemente
humano. En cualquier situación social estamos creando sentido: lo que hacemos y decimos
significa algo. Acaso todo lo que media entre las personas son signos.
Gestos, señas, palabras, pero también una pintura, un poema o un relato, un bordado, una
película, una escultura, una pieza musical. Todo significa porque, como afirma Umberto Eco
en La estructura ausente, “todos los fenómenos culturales son sistemas de signos” y es por eso que
“la cultura es esencialmente comunicación”. La significación es el valor con el que cubrimos
de sentido nuestras vidas, como un velo que ponemos sobre la experiencia.
Lectores de signos

En La aventura semiológica, Roland Barthes da cuenta de la tarea semiótica que todos llevamos a
cabo cotidianamente: “El hombre moderno, el hombre de las ciudades, pasa su tiempo leyendo.
Lee, ante todo y sobre todo, imágenes, gestos, comportamientos [...] Todas estas ‘lecturas’ son
muy importantes en nuestra vida, implican demasiados valores sociales, morales, ideológicos”.
Esto significa que los mensajes admiten muchas lecturas (significan o pueden significar muchas
cosas); los signos tienen más de un sentido, a este fenómeno se le llama polisemia y es de especial
interés para la semiótica en el arte.
Para retomar el ejemplo mencionado anteriormente, asumimos que el verde significa ‘avanzar’
dentro de la señalética vial, pero no hay nada en el color verde o en la palabra ‘verde’ que quiera
decir eso, hacemos esta asociación arbitrariamente por un aprendizaje cultural. Siguiendo a
Barthes, “el sentido siempre es un hecho de cultura, un producto de la cultura”. Este segundo
sentido que tiene un signo, un mensaje o un texto se llama sentido connotado.
Pero la diversidad de significados de un signo no depende solamente de las distintas connotaciones
que éste entraña, sino del receptor, es decir, del lector. Y esto se vuelve aún más notorio al ver la
injerencia de la semiótica en el arte.

Ahora que ya sabemos lo habido y por haber sobre la semiótica, debemos ver más allá y
preguntarnos: ¿existe la semiótica en el arte?

Cildo Meireles, Inserçoes em circuitos ideológicos. Projeto Coca-Cola, 1970. Fuente: Fundación MACBA

La semiótica en el arte
Pues resulta que sí existe la semiótica en el arte. Como viste, la semiótica estudia todos los
procesos culturales como procesos de comunicación. Por lo tanto, la semiótica en el arte permite
ver a la obra artística como un texto (una red de símbolos) que demanda una interpretación o
un mensaje que debe ser decodificado, y a la experiencia estética como un contacto entre la obra y
el espectador (lector del texto) en el que los dos se afectan mutuamente, construyendo un diálogo.
Veamos un poco más acerca de lo que es el arte, antes de entrar en la explicación sobre la
influencia de la semiótica en él.

¿Qué es el arte?
Existe una infinidad de definiciones. En el curso Dirección de arte y composición, la
profesora Leticia Ramos entiende por arte cualquier actividad u obra con una finalidad estética y
comunicativa mediante la cual se expresa una visión del mundo.
A menudo se define al arte de manera tautológica o metafísica (el arte es el arte, el arte expresa lo
inefable, el arte es la poesía, el arte es la manifestación del espíritu…). La semiótica en el arte le da
la espalda a ese tipo de concepciones que revelan una pereza analítica, pues brinda las herramientas
para analizar los niveles de comunicación y significación que se ponen en juego en la práctica
artística de manera concreta,
Esto ocurre porque la semiótica asume que nos enfrentamos con “una complejidad estructural que
se resiste al análisis, indudablemente, pero no se sustrae a él” (Umberto Eco, Tratado de semiótica
general).
El arte, al hacer un uso creativo de los signos, se vuelve un fenómeno de comunicación altamente
complejo que estimula las interpretaciones y, por lo tanto, invita a su análisis.

"Toda obra artística parte de una búsqueda y nos transforma, afirma Majo Moirón en su curso El
arte de la escritura. Desde el punto de vista de la semiótica en el arte, la obra artística es “un
texto que sus destinatarios adaptan”

John Baldessari, I Will Not Make Any More Boring Art, 1971. Fuente: Whitney Museum of American Art.

¿Cómo interpretar una obra de arte?


En realidad no existe una sola manera de interpretar una obra de arte, pues aunque cada obra
establece su propio código de lectura (el idiolecto de la obra), es el lector del texto estético quien
completa el significado de la obra.
Y en esto tiene fundamental trascendencia la semiótica, pues opera bajo la premisa de que una
imagen sólo puede ser comprendida desde una perspectiva particular: la del observador.

Por medio de la semiótica, el artista deja de ser la persona que le da la interpretación al objeto y
delega esta función en el observador de la obra. Incluso podemos ir más allá y considerar una
interpretación como válida, independientemente de que el creador de la obra jamás pensara en ello
y considerara irreal esa visión.

Una de las aportaciones de la semiótica en el arte es que nos permite ver de qué modo toda
interpretación está necesariamente mediada por elementos políticos, económicos, sociales e
históricos.

Es así como vemos a obras trascender en el tiempo, con connotaciones que jamás consideraron en
su momento. Incluso, en el marco de concepciones contemporáneas como el feminismo, existen
obras que adoptan una nueva perspectiva bastante interesante de analizar por medio de la semiótica.

Como bien estableció la crítica de arte, Rosalind E. Krauss, se acabó el monopolio del artista
sobre el significado de su obra. Gracias a lo que es la semiótica.
Obra abierta
La semiótica del arte nos enseña que el receptor/lector del mensaje estético, o texto estético, es
parte fundamental de la obra. El concepto de obra abierta hace referencia a la apertura de
interpretaciones que permiten las obras de arte.
Existen distintos niveles de apertura o de participación que dependen de una tensión “dialéctica
entre la libertad de interpretación y la fidelidad al contexto estructurado del mensaje” (Eco, La
estructura ausente).
Un ejemplo paradigmático de obra abierta es la novela Rayuela, de Julio Cortázar, pues no sólo
permite sino que invita a distintos modos de lectura, permitiendo que el lector reorganice la
estructura del libro, convirtiéndose así en una suerte de coautor. En ese texto el escritor
argentino pone de manifiesto algo que hace toda obra de arte: permitir que cada lector elija sus
propios recorridos de lectura, creando una interpretación subjetiva.

René Magritte, La Trahison des images (Ceci n'est pas une


pipe), 1929. Fuente: Centre Pompidou.

El arte conceptual como arte


semiótico
El arte conceptual, o cierto tipo de arte
conceptual al menos, parece poner en
práctica las incursiones de la semiótica en
el arte, a tal punto que se ha llegado a
considerar a este tipo de manifestaciones
artísticas como arte semiótico.

 Cuando Duchamp puso un urinal al


revés en una galería de arte con el
nombre Fuente, estaba haciendo un juego semiótico, transfiriendo signos de un contexto a
otro en el que eran ajenos, dotándolos de un nuevo sentido.
 En La traición de las imágenes, serie de obras célebres por la frase “esto no es una
pipa”, Magritte enfrenta dos sistemas de signos y los hace eclosionar: la pintura de una pipa
no es una pipa pero sí es el signo de una; la frase que señala la traición sígnica desmonta el
entramado semiótico.
 One and Three Chairs, de Joseph Kosuth va más allá. Se trata de un signo traducido a tres
lenguajes semióticos distintos: la silla como objeto, la silla como imagen y la silla como texto.
Tres casos, entre muchos, de la fuerte influencia de la semiótica en el arte.

Joseph Kosuth, One and Three


Chairs, 1965. Fuente: MoMA.
¿Y dónde queda la semiótica visual?

Si te preguntabas dónde entraba la semiótica visual en todo esto, pues te responderemos enseguida
(y si no te preguntabas nada y es la primera vez que la escuchas nombrar, también te aclararemos
tus dudas. Siempre inclusivos).

Para el que lo sepa (y para el que no), la semiótica visual es una rama de la semiótica, basada en la
interpretación de imágenes, expresiones corporales y objetos, que sirven para tener una idea de lo
que se quiere expresar con el objeto. Lo que está muy relacionado con el punto anterior.

Y por eso es que es fundamental esta rama de la semiótica en el arte.

La (in)utilidad del arte

Más allá de que quiera imputársele un carácter utilitario, que le es ajeno, el arte contribuye a
moldear y/o cambiar la manera en que una cultura ve el mundo. Por eso resultan un laboratorio
fértil para la semiótica. Como creía el propio Joseph Kosuth, "arte es crear significados", por eso
puede fungir como un laboratorio fértil para la semiótica.
El arte, al poner en circulación y cuestionar los signos de una cultura, “impugna —como afirma
Eco— las verdades establecidas e invita a un nuevo análisis de los contenidos”. Ese análisis es
precisamente el que lleva a cabo la semiótica en el arte.

Como puedes ver, tanto la semiótica como el arte han conseguido elementos de vinculación
importantes a lo largo del tiempo; por lo que hoy podemos establecer interpretaciones y
formular argumentaciones relacionadas con el género artístico, gracias a la influencia del
concepto semiótico en nuestras vidas.

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