Tecnologias Productivas Agricultura Tradicional
Tecnologias Productivas Agricultura Tradicional
Tecnologias Productivas Agricultura Tradicional
FACULTAD DE ECONOMÍA
FACULTAD DE ECONOMÍA
TECNOLOGIAS PRODUCTIVAS
AGRICULTURA TRADICIONAL
CÁTEDRA:
CATEDRÁTICO:
ESTUDIANTES:
SEMESTRE: IX
HUANCAYO
Diciembre-2022
INTRODUCCIÓN
La
AGRICULTURA TRADICIONAL
Estos sistemas de agricultura tradicional, unos más sostenibles que otros, comparten la
misma finalidad: garantizar la subsistencia de las comunidades locales con el cultivo de varios
productos y el uso de herramientas o técnicas rudimentarias. Se distinguen principalmente en
tres tipos: itinerante, extensiva de secano y ricicultura monzónica.
Agricultura moderna
Agricultura Tecnificada
Cuando el hombre comenzó a cultivar la tierra, sus actividades influyeron poco sobre los
ecosistemas globales. Las personas vivían cerca de sus fuentes de alimento y sus desechos
biodegradables eran devueltos directamente a las zonas de cultivo. Durante el último medio
siglo se ha presentado en el mundo un inusitado crecimiento poblacional, así como una
elevación de los niveles de vida. Esto conlleva a una demanda creciente de alimentos y al
aumento de la producción agrícola y pecuaria. La satisfacción de esta demanda ha sido posible
gracias a una expansión constante de la frontera agrícola y a una elevación sostenida y sin
precedentes de la productividad por hectárea. El costo ecológico ha sido alto, ya que la
ampliación de las superficies de cultivo ha resultado en grandes extensiones de bosque
deforestado, erosión y disminución de la fertilidad de los suelos, drenaje y relleno de humedales
y pérdida de biodiversidad (Gabaldón, 1998).
Los avances tecnológicos más importantes aplicados a la actividad agrícola han sido el
control de plagas y enfermedades de los cultivos, el suministro de nutrientes específicos al
suelo, la introducción de nuevas especies modificadas genéticamente y la mecanización. Desde
su aparición, la agricultura ha experimentado continuos avances que han sustentado su
desarrollo; sin embargo, nunca ha sido tan intensa y eficiente como ahora, tanto desde el punto
de vista productivo como económico. En los años 50 del siglo XX, el principal objetivo de la
agricultura era satisfacer las necesidades inmediatas de alimentos y mejorar el nivel de
autoabastecimiento de la población mediante un fuerte incremento de la productividad aplicando
los modelos de la agricultura moderna o Revolución Verde (Gómez, 2000). Sin embargo, desde
finales de aquella década se han planteado dudas sobre la sustentabilidad de los procesos
agrícolas tal como se han venido manejando hasta ahora, lo cual viene sustentado por elementos
tales como la alta dependencia de los fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas, la
destrucción de los hábitats naturales, la contaminación ambiental y los riesgos a la salud de los
seres humanos. En tal sentido se plantean alternativas tales como la agricultura orgánica (López,
2000), agroecología, agricultura sostenible y tecnologías limpias aplicadas a la agricultura.
Uno de los problemas más graves derivados de la agricultura es el agotamiento del suelo
(Seoánez, 1998). La alternativa para solventar esta situación es el suministro de fertilizantes al
suelo. Si bien los abonos, tanto de origen químico como orgánico, restablecen algunas
condiciones fisicoquímicas del suelo, también pueden producir acumulación de algunos
minerales como el nitrógeno y el potasio. Estos elementos, al ser lavados por las aguas de lluvia
o riego, pueden acumularse en los cuerpos hídricos donde fluyen, tales como embalses o lagunas
naturales, generando su eutroficación (Sandia et al., 1999).
Si bien los biocidas de origen orgánico o natural originan poco o ningún efecto nocivo
sobre los agricultores, ocurre lo contrario con los de origen de síntesis química. Los plaguicidas
con mayor índice de toxicidad son los compuestos organoclorados; éstos persisten a lo largo de
la cadena trófica por no ser hidrosolubles y se almacenan en los últimos eslabones de la cadena.
Los efectos nocivos se pueden detectar en los sistemas nervioso, reproductor e inmunológico,
considerándose como generadores potenciales de problemas de cáncer, asma e infertilidad, entre
otros.
Estos efectos son a largo plazo, y una vez introducidos al ecosistema, serían de difícil
control.
Tecnologías Limpias Aplicadas a la Agricultura
Las tecnologías limpias en la agricultura constituyen la parte técnica a ser aplicada en los
proyectos de desarrollo rural basados en la agroecología. En tal sentido, su sola implementación,
ya sea parcial o total, no asegura un desarrollo rural sostenible, por lo que es necesario apoyarlas
sobre una plataforma socioeconómica local y adecuada a los requerimientos particulares del
proyecto que se pretenda desarrollar.
Corchete (1986) planteó otras medidas que pueden considerarse como tecnologías
limpias, como recoger y clasificar los residuos de naturaleza inorgánica para su posterior venta,
reutilización o destrucción adecuada; retirar los cadáveres de animales (ganado) a lugares que
permitan ser utilizados por los organismos carroñeros; enterrar en labor profunda rastrojos y
residuos vegetales; y utilizar rastrojos vegetales como fuente alternativa de agro energía.
Entre las alternativas propuestas por Altieri (1991) para mejorar la productividad y
resiliencia de los sistemas agroecológicos, se encuentran diferentes diseños de policultivos
vegetales, sistemas diversificados de cultivos de maleza, cultivos de cobertura y mulches vivos.
Debido al auge de las tecnologías limpias, existe gran variedad de productos comerciales que
entran en la clasificación de orgánicos y son utilizados cada vez más por los agricultores
comprometidos con la agroecología. Como ejemplo tenemos humus de lombriz San Rafael
(abono), Tricobiol (fungicida), Nemabiol (nematicida) y Biograss (insecticida), entre otros.
En contraste con lo indicado, algunos autores como Barlow (2002) sostienen que no
existen suficientes evidencias de que las alternativas orgánicas de control de plagas sean más
seguras. Al respecto, este autor indica que los pesticidas naturales que son aceptados por los
agricultores orgánicos incluyen sulfato de cobre, compuesto prohibido por la Unión Europea
porque persiste en los suelos y produce daños hepáticos. Igualmente asegura que las granjas
orgánicas tienen una producción menor que la reseñada para las siembras convencionales,
concluyendo que la agricultura orgánica no parece tan buena idea para los cultivos a gran escala.
Por otra parte, también el desarrollo de la agricultura productivo permite y favorece las
interacciones biológicas, los mecanismos de regulación de los organismos, la estructura trófica y
el reciclaje de nutrientes. Lo que facilita e incrementa la diversidad biológica y genética de
especies, variedades vegetales y animales
Esto genera una mayor estabilidad en los ecosistemas que se apropian pues la mayor
diversidad estructural y funcional promovida por la agricultura productiva del campesino, es un
rasgo que favorece la resistencia de los sistemas naturales intervenidos. Esta experiencia
agrícola brinda un rico conocimiento sobre la recolección, selección, germinación y tratamiento
de semillas, suelos y su preparación, métodos de cultivar plantas, control de pestes y protección
de cultivos, la crianza y cuidado de animales.
(Altieri, 1991) Menciona que el sistema de agricultura tradicional campesino ofrece más
ventajas que la agricultura convencional, al recrear el complejo de plantas naturales:
Para ello, se contextualiza el carácter integral del sistema productivo y sus implicaciones
ecológicas, económicas, históricas, donde se reconocen en los sistemas tradicionales
campesinos, los principios agroecológicos.
Para el año 2050 se prevé que la población mundial sobrepase los 9.000 millones de
personas. Para alimentar a toda esa gente, la agricultura tiene por delante un gran reto: producir
alimento suficiente de forma sostenible, eficiente y rentable. Para lograr este objetivo, la
agricultura del futuro deberá apostar por la tecnología de vanguardia. Para que no pierdas detalle
de las nuevas tendencias, en este viaje al futuro de la agricultura te contamos cuáles son las
últimas innovaciones.
Desde hace unos años, el campo apuesta por la agricultura de precisión. La tecnología
agrícola ha evolucionado con el objetivo de obtener más empleando cada vez menos insumos.
Se trata de optimizar. Para ello, el agricultor puede servirse de diferentes herramientas, como los
tractores autónomos, los drones agrícolas, la mejora de la genética vegetal o explorar otras
formas de cultivo como el vertical o en ausencia de suelo.
La agricultura del futuro pasa también por el aire. Los drones agrícolas, esas pequeñas
aeronaves no tripuladas, cada vez sobrevuelan más las fincas agrícolas. Puedes sacarle mucho
partido a un dron agrícola:
Multiespectrales: son capaces de medir el vigor vegetal de la plantación. Con este tipo
de imágenes es más fácil valorar el estado de salud y el crecimiento de los cultivos.
Térmicas: con este tipo de imagen puedes valorar el estrés hídrico en la planta y actuar
en consecuencia. Son fundamentales para aplicar estrategias de riego de precisión.
Topográficas: en proyectos agrícolas de gran envergadura, un levantamiento
topográfico es fundamental para sacar el máximo provecho del terreno.
Además de la toma de imágenes, los drones agrícolas pueden completar otro tipo de
tareas, como aplicar fitosanitarios. Con estas máquinas, se puede llegar a aquellos lugares de la
explotación más complicados y, lo que es más interesante, se evita que un operario se exponga
al producto aplicado.
Por su parte, para la agricultura del futuro se prevé el uso de herramientas de edición del
genoma (la más famosa es CRISPR-Cas9) con las que se podrán introducir genes de una forma
más barata y rápida a las antiguas técnicas de modificación genética. Por ejemplo, en el
laboratorio, se ha editado el genoma:
En el futuro, la tierra no será el único medio que utilicemos para cultivar. La agricultura
del futuro debe tener en cuenta que la tierra fértil se verá muy limitada a la hora de alimentar a
una creciente población. Por eso, ya se están investigando, y en algunos casos produciendo
gracias a sistemas fuera del suelo o con sistemas verticales. A continuación, veremos algunas de
las opciones:
Hidroponía
Esta técnica consiste en cultivar plantas en soluciones que contienen minerales y otros
nutrientes en lugar del suelo. Es decir, las raíces de las plantas no están en el suelo, por el
contrario, el sustrato es una solución nutritiva. Es un sistema que ya se utiliza y que tiene
múltiples beneficios:
• No se necesita suelo.
• Las plantas se desarrollan más rápido.
• No es necesario adaptarse a campañas estacionales.
• Se produce un consumo de agua eficiente.
• Los cultivos no compiten con otras hierbas
• El mantenimiento del cultivo y las labores son más suaves.
Cultivos verticales
Se basa en paredes o muros verticales en los que las plantas se encuentran enraizadas
entre dos láminas de un material fibroso que está anclado en la pared. En realidad, los cultivos
verticales también pueden ser hidropónicos, aeropónicos. Cultivar en vertical será clave para la
agricultura del futuro porque:
Aunque no sabemos cuánto tardará en llegar toda esta tecnología a nuestro día a día, sí
has podido comprobar en este artículo cuál será la agricultura del futuro. De lo que sí puedes
estar seguro es que, como agricultor, es necesario gestionar de forma eficiente tus explotaciones.
CONCLUSIÓN
Los sistemas agrícolas con una estructura diversificada en sus componentes vegetales
reducen la incidencia de plagas y malezas, minimizando el uso de agroquímicos. La inclusión de
organismos fijadores de nitrógeno atmosférico en los sistemas agrícolas disminuye las
necesidades de fertilizantes inorgánicos. Los sistemas de producción vegetal integrados
permiten maximizar el flujo de energía a los productos, reciclar de manera más efectiva y
económica los nutrientes y aumentar la productividad y sustentabilidad del sistema.