Arte y Utopia en America Latina
Arte y Utopia en America Latina
Arte y Utopia en America Latina
en américa latina
alberto híjar
.
.
alberto argüello cristina híjar gonzález
luis rius caso miguel ángel esquivel
alberto híjar
alberto argüello • cristina híjar gonzález
luis rius caso • miguel ángel esquivel
ISBN 970-18-5672-4
alberto híjar
los torcidos caminos de la utopía
estética, 11
alberto argüello
la utopía del arte puro:
conciencia crítica, heterodoxia
y creación, 43
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
1
Martín Hopenhayn. “Fuerza descriptiva, fuerza normativa, la utopía contra la crisis
o cómo despertar de un largo insomnio”. Ni apocalípticos ni integrados. Aventura de
la modernidad en América Latina K (Apartado m), en Sociología. FCE, México, 1995.
Conforme cita Franz Hinkelammert, está en “Realismo en política como arte de lo
posible”. Documento de trabajo, FLACSO, Santiago de Chile. 1984. La segunda cita
es de Norbert Lechner, “El consenso como estrategia y como utopía”. Documento de
trabajo, FLACSO, Santiago de Chile, 1983.
2 Martín Hopenhayn. Op. cit.
3 David Hume. “Of the Standard of Taste”, en Essays Moral; Political and Litera-
ry, de Green y Grose, Londres, 1988. Citado por Cassirer Emst en Filosofía de la
Ilustración, cap. VII “Los problemas fundamentales de la estética”, México-Buenos
Aires, Fondo de Cultura Económica, 2ª. ed., 1950.
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
La psicología, por su parte, no podía aún liberarse del alma creada por
Dios, y de la atomización y fragmentación de las facultades humanas
aspirantes a integrarse por un acto de fe o de orden racionalista o por
ambas determinaciones. En estas condiciones de producción, las críti-
cas de Hume dieron lugar a la preocupación por la sensibilidad más
como sensoriedad que como sentimentalidad. De aquí la adopción de
Baumgarten de la palabra estética referida a la sensoriedad, antece-
dente necesario para el conocimiento riguroso, es decir, racional. Con
esta reducción, el racionalismo triunfó y se extravió la posibilidad de
articular sentimentalidad y racionalidad.
3. Kant confiesa: “Hume interrumpió mi adormecimiento dog-
mático”.5 La crítica avanza con él hacia la necesidad de explicación de
todos los tipos de juicio, por encima de clasificaciones jerarquizadas
prejuiciadas. Esto sería propio de las filosofías a las que Kant califica
de trascendentes en el sentido de partir de principios absolutistas de los
que deriva el universo entero. En cambio, la filosofía trascendental
descubriría las condiciones de posibilidad de los juicios evitando todo
principismo.
Así, Kant construye sus críticas de la razón pura y de la razón prác-
tica, siguiendo paso a paso y según su idea fragmentada de las facultades
humanas, los caminos de la percepción, la apercepción, el entendimiento
y la razón, los de la voluntad y el deseo. Faltaba el tratamiento de dos fan-
tasmas aparecidos en sus críticas: el de la historia, que parece relacio-
narse con la moral, y el de los sentimientos de placer y dolor que, dan
lugar a extraños juicios que sin nada en la base pretenden ser universales.
De la historia, Kant 6 resuelve su carencia de leyes por ocuparse
de hechos individuales imposibles de sujetar por ley alguna. Pero su
4 Johannes Winckelmann. De la belleza en el arte clásico, México, UNAM, 1959.
5
lmmanuel Kant. Prolegómenos a toda metafísica futura (1973). “Prefacio”,
Biblioteca de iniciación filosófica, Madrid-Buenos Aires-México, Aguilar, 1959.
6 Immanuel Kant. Filosofía de la historia, Buenos Aires, Ed. Nova, 1958. En espe-
cial los ensayos “Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmopolita”
y “Respuesta a la pregunta ¿Qué es la ilustración?”.
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7
Manuel García Morente. “Prólogo del traductor: la estética de Kant” en Kant l.
Crítica del juicio, Buenos Aires, Librería El Ateneo, Editorial Col. Clásicos inolvi-
dables, tomo II, 1951, explica con atingencia la genealogía de la Crítica de la razón
práctica.
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
co, represor de todo aquello que estorba la idea práctica de sistema ce-
rrado, lineal y excluyente de lo que ponga en crisis la racionalidad pro-
ductiva. Sin lugar en el capitalismo, la sentimentalidad encuentra con
Kant la legitimidad filosófica negada por la tendencia racionalista do-
minante a pesar de la proliferación artística, imposible de controlar y
reprimir por las academias. Utopía represora es la del capitalismo
frente a la sentimentalidad: no ha lugar. Utopía liberadora la empren-
dida por Kant al reivindicar un lugar para los sentimientos y sensa-
ciones como portadores de la puesta en crisis de todo racionalismo.
Hasta Kant, la estética tuvo un lugar anticipatorio y previo a las intui-
ciones y las sensaciones. Pero el problema es “subjetivo, en una repre-
sentación, lo que no puede de ningún modo llegar a ser un elemento de
conocimientos, es el placer o el dolor que con ella va unido” (Crítica de
juicio, Introducción, VII). De esta dialéctica entre lo que no tiene lugar
en la acumulación capitalista y la argumentación de lo contrario sólo en
el plano conceptual, es que los críticos de la modernidad —como Mar-
cuse—, plantean la dimensión estética como problema clave de la libe-
ración de la humanidad en la fase histórica moderna, esto es, dominada
por el capitalismo.
5. Kant describe los juicios estéticos de manera negativa, esto es,
contraponiéndolos con la ciencia y la moral. Es en este sentido que
resultan sin objeto en la base, sin finalidad, como finalidad sin otro fin
que sí mismos, desinteresados en su libre juego de las facultades. Pero
es el punto de partida lo que hace de esta negatividad un recurso
dialéctico. “El juicio de gusto es estético”, afirma tajantemente en un
subtítulo de su descripción del Primer momento del primer libro sobre
Analítica de lo bello8 y precisa la importancia explicativa de esta tesis:
su carácter subjetivo. No deja Kant de advertir que esto pone a los
juicios estéticos fuera del conocimiento racional pero, a la par, ocupa
todo su poder crítico en destacar su lugar no sólo en la filosofía, sino
en la vida.
8
Immanuel Kant. “Primera sección: Analítica del juicio estético. Primer libro:
Analítica de lo bello. Primer momento: del juicio de gusto según la cualidad.
Parágrafo 1: el juicio del gusto es estético” en Crítica del juicio, primera parte,
Buenos Aires, Librería El Ateneo, Col. Clásicos inolvidables, tomo II, 1951.
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9
Hans George Gadamer. La actualidad de lo bello. El arte como juego, símbolo y
fiesta, Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós. Col. Pensamiento contemporáneo,
FCE de la Universidad Autónoma de Barcelona, 1991. Vattimo Gianni. El fin de la
modernidad, nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna, Barcelona, Gedisa,
núm. 14, febrero 1986.
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10
Roberto Fernández Retamar. Calibán y otros ensayos. Cuadernos de arte y
sociedad, La Habana, Arte y Literatura, 1979. “Adiós a Calibán” en Estrategias,
revista de análisis político núm. 111, México, mayo-junio de 1993.
11
Samir Amin. El eurocentrismo. Crítica de una ideología, México, Siglo XXI, 1989.
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12
Karl Marx. “Trabajo enajenado” en Manuscritos económicos y filosóficos de
1844, La Habana, Política, 1965.
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ALBERTO HÍJAR
a la ‘‘figura viva, concepto que sirve para indicar todas las propiedades
estéticas de los fenómenos y, en una palabra, lo que en su más amplio
sentido se llama belleza”. Schiller no plantea esta lucha por lo sublime
y la plenitud sino como juego. El libre juego de las facultades resulta así
el proceso de creación como transformación de lo inerte y natural en
‘‘figura viva”. Una vaga noción de la práctica como transformación
deseable de las cosas reivindica al juego en un sentido superior, aunque
al fin desinteresado, en tanto tiende al triunfo del género humano sobre
la necesidad natural y sus leyes. La utopía estética, no llamada así por
Schiller, es la forma libre por la imaginación y el juego y hasta puede
dar sentido a una clasificación de las artes según su desprendimiento de
lo sensible, algo así como lo intentado por Hegel en esa Estética que no
escribió pero que conocemos por los apuntes (¿fieles?) de sus discípulos.
12. “Pero ¿existe tal Estado de la apariencia bella?, ¿dónde ha-
llarlo?” se pregunta Schiller al final.
Acaso pueda encontrarse como la iglesia pura y la república pura,
en algunos, pocos, círculos elegidos, donde la conducta es regida
no por una imitación servil de ajenas costumbres sino por la propia
Belleza donde el hombre atraviesa las más complicadas relaciones
con audaz sencillez y tranquila inocencia, no necesitando, para
afirmar su libertad, menoscabar la ajena, ni para manifestar su gra-
cia, sacrificar su dignidad.
13
Karl Marx. Tesis sobre Feuerbach, numerosas ediciones. A. Híjar, “La cuestión
civil, los materialismos y el buen corazón” en Zurda, revista de arte y sociedad,
México, núm. 11, vol. m, año 11, 1997.
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15
Friedrich Engels. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana,
diversas ediciones.
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
que el problema del valor no está en el origen social del arte griego sino
en su perdurabilidad más allá de su origen. En esa “nota bene” enlista y
describe sumariamente los universos siguientes: la guerra, la historia
como “historia de las civilizaciones que son las historias de la religión y
los estados”, “fenómenos secundarios y terciarios” (las relaciones inter-
nacionales, por ejemplo), los materialismos y sus relaciones de produc-
ción, “la relación desigual entre el desarrollo de la fuerza material y el
arte”, “(el progreso, etc.), el azar, los factores naturales, (tribus, razas,
etc.)”. Esta lista termina con un párrafo sobre “arte griego y sociedad
moderna” donde Marx advierte el problema de no reducir el valor de lo
clásico europeo a las determinaciones sociales griegas sino a su vigen-
cia actual. Aparentemente transhistórico, eterno y universal, este valor
irreductible a una formación social, tendría que explicarse dialéctica-
mente a modo de descubrir el dominio económico concretado en especi-
ficaciones concretas. Se trata así de producir el sitio de lo que parece no
tenerlo sino más allá de todo lo extraviado con cualquier otra cosa.
Irreductible a lo inmediato, el valor artístico es un proceso dialéctico de
las ideologías, sus réplicas y las determinaciones económico-políticas.
Al igual que en la carta de Kugelman, esto de ninguna manera
marxista exalta al clasicismo griego, sino más bien llama la atención
sobre la necesidad de explicar la transhistoriedad del valor artístico. Lo
anterior es importante porque el tono estético de las utopías remite siem-
pre a valores eternos y universales, a una sustancia humana recuperada,
cuando en rigor, los signos metafísicos y metahistóricos de las utopías
son explicados como reproducción de tendencias ideológicas favorables
a la reproducción de relaciones de producción concretas, lo cual no
impide ese valor excedente propio del arte con su transhistoriedad. Esto
tiene explicación concreta en la dialéctica entre la adscripción y los usos
ideológicos y la construcción transclasista de la especie humana.
22. La ideología es precisamente la garantía de esa reproducción.
En ésta y por ésta, las ideas, los sentimientos y las sensaciones con-
tribuyen a reproducir intereses sociales concretos. Así se entiende la
determinación en última instancia del dominio capitalista por ejemplo,
a la par de la réplica que moldea y precisa ese dominio en una dialéc-
tica constante entre la subsunción y la liberación de ésta; lo cual per-
mite descubrir una nota fundamental de las utopías siempre empeñadas
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20 Carlos Gaitán. “Cuando sobrevino la guerra de Troya y Ulises tuvo que marchar
con los ejércitos griegos, Penélope se quedó en Ítaca esperando pacientemente su
regreso. Durante diez años esquivó las insistencias de los numerosos pretendientes a
su mano que trataban de convencerla de que Ulises había muerto[...] Se dice –¡ese
malévolo se dice!– que concedió sus favores a todos los ciento dieciséis pretendien-
tes, que quedó encinta y que dio a luz a Pan[...] Otros mitólogos afirman que cuan-
do Ulises regresó a Ítaca después de su peregrino peregrinar, encontró a Penélope
encinta y que ella fue tan hábil que logró persuadir al astuto Odiseo que por merced
de Juno, ella estaba encinta desde hacía diez años y que el hijo que nació a los pocos
días, era suyo. Le llamaron Policarpo”. Esta dimensión del realismo mágico da fe de
la ironía fantasiosa para hacer ver la fidelidad imposible, la espera del amado tejien-
do y destejiendo como pantalla de situaciones prácticas del deseo. Racine hace durar
veintidós meses el embarazo del que nace Pantagruel, para destacar su carácter
tremendo en el sentido de no mundanal, para sustentar lo que Mijail Bajtin llama el
realismo grotesco, cargado de simbolismos sarcásticos e irónicos. Diccionario mito-
lógico, México, Diana, mayo de 1965.
Pedro y el capitán es una obra teatral de Mario Benedetti sobre la mutua depen-
dencia de un carcelero y su víctima.
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21
Franz J. Hinckelammert. “América Latina, la nueva rigidez del estado: frente a la
desesperanza, la utopía” en Horizonte sindical, estudios laborales y sindicales, núm.
2, abril-junio, México 1996.
22
Adolfo Sánchez Vázquez. Del socialismo científico al socialismo utópico, Mé-
xico, Era, Serie Popular, núm. 32, 1975.
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
23
Alí Gómez García. Falsas, maliciosas y escandalosas reflexiones de un ñángara,
Cuba, Testimonios. Premio Casa de las Américas, cap. 18, págs. 148 a 151, 1985.
38
ALBERTO HÍJAR
24
Mijail Bastin. “Una importante cualidad de la risa en la fiesta popular es que escar-
nece a los mismos bailadores [...] Esta es una de las diferencias esenciales que separan
la risa festiva popular de la risa puramente satírica de la época moderna [...] la risa popu-
lar ambivalente expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución en el que están
incluidos los que ríen. Debemos señalar especialmente el carácter utópico y de cos-
movisión de esta risa festiva dirigida contra toda concepción de superioridad. Esta
risa mantiene viva aún, con un cambio sustancial de sentido, la burla ritual de la
divinidad, tal como existe en los antiguos ritos cósmicos. Pero los elementos cultura-
les característicos han desaparecido y sólo subsisten los rasgos humanos, universales
y utópicos”. “Introducción, planteamiento del problema” en La cultura popular en la
Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais, Madrid, Alian-
za Universitaria, 1987, 1988, 1999, 1990.
25
Adolfo Sánchez Vázquez. “El Socialismo, una utopía para el siglo XXI”, confe-
rencia magistral en la Facultad de Filosofía, UNAM, noviembre de 1998.
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LOS TORCIDOS CAMINOS DE LA UTOPÍA ESTÉTICA
26
Eugenio Imaz. “Topía y Utopía”, estudio preliminar a Utopías del Renacimiento.
Tomás Moro: “Utopía”. Tomaso Campanella: “La Ciudad del Sol”. Francis Bacon:
“Nueva Atlántida”. México, Fondo de Cultura Económica, 1941.
27 Antonio Gramsci. “Consenso de las naciones o de los espíritus selectos [...] ¿Y
quiénes son los espíritus considerados selectos? Cada escritor o artista tiene sus
espíritus selectos, es decir, que en la realidad se manifiesta una disgregación de los
intelectuales en comillas y sectas de espíritus selectos, disgregación que depende jus-
tamente de la falta de adherencia a la nación-pueblo, del hecho de que el contenido
sentimental del arte del mundo cultural está separado de las corrientes profundas de
la vida popular-nacional que permanece disgregada y sin expresión” (aparente podría
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ALBERTO HÍJAR
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la utopía del arte puro
conciencia crítica,
heterodoxia y creación
la utopía del arte puro:
conciencia crítica, heterodoxia
y creación
alberto argüello
La problemática
El asunto difícil del que me ocuparé es uno que despierta o revive pasa-
jes de la historia que, se supone, ya están superados y bien enterrados.
No obstante, me pareció interesante revisarlos en un seminario que versa
sobre arte y utopía, pues considero que el artepurismo tiene diversas
aristas, despreciadas acríticamente, que generan incomodidad y la sen-
sación de que se reabre un capítulo de la historia del arte que ya había
sido discutido y agotado. Si considero que aún hay cosas que decir al
respecto, es porque mi relectura intenta rescatar, por un lado, la utopía
del arte puro como el arte propio para la utopía de una sociedad sin
clases y la utopía del artista con responsabilidad moral y social.
Desde luego, la problemática se complica pues apunta hacia dos
esferas que subrayan la exigencia de una espiritualidad en el arte: la
estética y la ética, lo cual provocaría la risa irrestricta de los expertos
en el marketing artístico.
Aquí sería posible reunir una colección de “grandes pasajes” para
mostrar cómo cierta noción de arte puro, de modo discreto pero crucial,
ha producido un discurso que nos vemos históricamente obli-
gados a repudiar. Pero aun sobre las limitaciones reales de tiempo y do-
cumentación, intentaré abrir un panorama que nos lleve a otras nociones
paralelas o cercanas, y a sus concepciones opuestas, las cuales –se-
gún creo– enriquecerán nuestra visión sobre una problemática social,
45
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
46
ALBERTO ARGÜELLO
1
Jean Gimpel. Contra el arte y los artistas, o el nacimiento de una religión,
Barcelona, Gedisa, 1979, pág. 107.
47
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
2 Théophile Gautier. Mademoiselle de Maupin, París, 1910, pág. 22; citado por
48
ALBERTO ARGÜELLO
5
Tesis doctoral de Albert Cassagne. La théorie de l’ art pour l’ art en France chez les
derniers romantiques et les premiers réalistes, París, Lucien Dorbon, pág. 349; citado
por Gimpel. Ibid., pág. 109.
49
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
Purismo y socialismo
6
Ibid., pág. 113.
7
Ibid., pág. 115.
8
Loc. cit.
50
ALBERTO ARGÜELLO
“arte por el arte”, como en nada se basa, nada es. Lamenta su irra-
cionalidad, su desprecio por el mundo contemporáneo y por el progreso.
Lamenta, por último, no tener la posibilidad de contar con ellos en su
lucha por mejorar la condición humana y social. Asegura que los artis-
tas deben desempeñar un papel en la elaboración de un mundo nuevo.
Las invectivas del socialista revolucionario evocan, sin duda,
las tesis del enciclopedista Diderot, quien fija a la pintura y la escul-
tura un fin educativo y moral y también las concepciones de Saint-
Simon sobre el papel del artista en su utopía social.
En la línea de pensamiento del socialista utópico Saint-Simon,
particularmente en Nuevo cristianismo (1825), según lo recuerda Paul
Ricoeur en su Ideología y utopía, el artista es colocado a la cabeza de
la dirección de la sociedad, junto a los sabios y los industriales (aque-
llos que él denomina la clase productiva; en contraposición con la aris-
tocracia y el clero, que son vistos como la clase ociosa).
El papel que Saint-Simon asigna a los artistas es el de ser utopis-
tas profesionales, visionarios, estetas y moralistas. Y como a la ciencia
y a la industria las concibe como la parte más seria de la vida (la parte
ruda), al artista también le corresponde ocuparse de las pasiones, la
festividad y el juego.
Saint-Simon plantea que en su sociedad utópica figurarían primero
los artistas, luego los hombres de ciencia y por último los industriales.
Cabría preguntarse ¿por qué los artistas han de encabezar la marcha de
la sociedad?, y la respuesta es por la fuerza de su imaginación. Saint-
Simon espera que los artistas resuelvan los problemas de motivación y
eficiencia que evidentemente faltan en una utopía compuesta sólo por
científicos y productores. Lo que falta, dice Saint-Simon, es “una pa-
sión general”. La pasión que, como en la utopía de Charles Fourier, es
la base de la marcha social. El propio Saint-Simon explica su concep-
ción de esta manera: “los artistas, hombres de imaginación, abrirán la
marcha. Proclamarán el futuro de la especie humana [...] En una pa-
labra, desarrollarán la parte poética del nuevo sistema [...] Que los
artistas realicen en el futuro el paraíso general [...] y entonces este sis-
tema se construirá rápidamente”.9
9
Citado por Paul Ricoeur. Ideología y utopía, Barcelona, Gedisa, 1997, pág. 311.
51
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
10
Citado por Gimpel. Op. cit., págs. 116-117.
11 Ricoeur. Op. cit., pág. 311.
12
Ibid., págs. 311-312.
52
ALBERTO ARGÜELLO
13
Ibid, pág. 312.
14
Anatoli V. Lunacharski. “Lenin y el arte”, en Las artes plásticas y la política en
la Rusia revolucionaria, Barcelona, Seix y Barral, 1969, pág. 9.
15
“El gobierno soviético y el arte”, Ibid., pág. 94.
53
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
16
Loc. cit.
17
Loc. cit.
18
Ibid., pág. 93.
19
Loc. cit.
20
Ibid., pág. 92.
54
ALBERTO ARGÜELLO
21
Ibid., pág. 75.
22
Loc. cit.
55
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
56
ALBERTO ARGÜELLO
25
Philip P. Meggs. Historia del diseño gráfico, México, Trillas, 1992, pág. 345.
26
“El LEF” en Mario de Micheli: Las vanguardias artísticas del siglo XX, La
Habana, Ediciones Unión, 1967, pág. 459.
27
Ibid., pág. 460.
28
Ibid., pág. 461.
29
Loc. cit.
57
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
30
“Constructivismo”, Ibid., pág. 448.
31
Meggs. Op. cit., pág. 344.
58
ALBERTO ARGÜELLO
Arte oficial
32
K.V. Chemenko. El PCUS, la sociedad, los derechos humanos, Moscú, Prensa
Nóvosti, 1981, págs. 205-206.
33
Karin Thomas. Diccionario de arte actual, Barcelona, Labor, 1982, pág. 174.
34
Meggs. Op. cit., pág. 349.
59
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
Emancipación ético-estética
Esta liberación vista entonces, y aún ahora, como una epifanía reac-
cionaria, como desviación “derechista”, antisocial, egoísta y absurda, fue
reivindicada por Teodoro Adorno en su Teoría estética (1970). Según este
importante autor de la sociología crítica de la Escuela de Frankfurt, la re-
35
Suzi Gablik. ¿Ha muerto el arte moderno?, Madrid, Blume, 1987, pág. 21.
36
Meggs. Op. cit., pág. 343.
60
ALBERTO ARGÜELLO
37
Marc Jiménez. Theodor Adorno: arte, ideología y teoría del arte, Buenos Aires,
Amorrortu, 1977, págs. 140-141.
61
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
Deslinde
38
Gablik. Op. cit., pág. 22.
39
Palabras de Siqueiros; selección, prólogo y notas de Raquel Tibol, México, FCE,
1996, pág. 61.
62
ALBERTO ARGÜELLO
40
Meggs. Op. cit., pág. 351.
63
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
que este arte puro fue “estructuralmente utópico” y que de ahí derivó,
en alguna medida, el repudio de las burocracias políticas.
En su análisis sobre el cáracter autoritario, Teodoro Adorno afir-
ma que desde la perspectiva del poder totalitario (de derecha o de
izquierda) se lamentó la falta de sentido y de “contenido de verdad” del
arte moderno. Sin embargo, como hemos visto, en los artistas hubo
congruencia. Los puristas rompieron con las formas realistas tradi-
cionales de representación y con las tareas que tradicionalmente les
asignaba el poder (funciones culturales, religiosas, políticas, etc.). El
arte moderno, según Adorno, puso caos en ese orden.
Ahora bien, es claro que, a la larga, los artistas que en la URSS
asumieron esa posición fueron marginados (y censurados como antiso-
ciales); y en lo que corresponde a quienes así se arredraron en los paí-
ses capitalistas (aunque también fueron llamados, en algún momento,
antisociales), a la postre fueron derrotados (es decir, asimilados) por el
poder neutralizador del mercado.
En lo personal, el creador de arte puro ha sido estigmatizado
bajo los epítetos de antisocial, aicónico, anticomunicativo y, rayando
en una visión ahistórica, se le ha identificado, sin más, con el artista
romántico creador del “arte por el arte”; lo cual implica que, además, se
le señale como excéntrico, enemigo de las masas, “genio”, ocioso,
improductivo y regido moralmente por un individualismo egoísta.
Hay aquí, en esta mescolanza, muchos resabios de esa infinita
censura de la que hemos hablado. Con ese discurso agresivo, los arte-
puristas fueron nulificados y prácticamente expulsados del escenario
histórico. Hemos señalado que éstos también rechazaban el “arte por el
arte” por ocioso y que más bien se guiaban por la utopía social. Estetas-
teólogos, místicos, profetas, eran practicantes de un individualismo vir-
tuoso. Detengámonos, por un momento, en esta última expresión. ¿Hay
aquí un contrasentido? Al parecer sí, porque dependiente de un doloso
sentido común (históricamente nutrido desde el poder) el artepuris-
mo, por ser individualista, es egoísta y pedestre, rechazable de ante-
mano y malo; en cambio el arte de compromiso, por ser colectivo, es
solidario y virtuoso, digno de imitarse.
Lugar común de un altruismo desmesurado, empeñado en demo-
ler el amor propio ajeno, el desconocimiento del valor del individuo en-
64
ALBERTO ARGÜELLO
41 Arnold Hauser. Sociología del arte: arte y clases sociales, Barcelona, 1977,
pág. 372.
65
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
66
ALBERTO ARGÜELLO
67
LA UTOPÍA DE ARTE PURO
47
Mijail Bajtin. Estética de la creación verbal, México, Siglo XXI, 1982, pág. 11.
68
1 Vladimir Tatlin
Maqueta para el
Monumento a la III Internacional, 1920.
Jean-Louis Ferrier
(Director de la publicación):
El arte del siglo XX, 1900-1949, Barcelona, Salvat, 1990.
69
2 Marcel Breuer
Silla de brazos «Wassily», 1925.
Jean-Louis Ferrier
(Director de la publicación):
El arte del siglo XX, 1900-1949, Barcelona, Salvat, 1990.
70
3 Kazimir Malevich
Suprematismo, 1915.
Jean-Louis Ferrier
(Director de la publicación):
El arte del siglo xx, 1900-1949, Barcelona, Salvat, 1990.
71
4 Kazimir Malevich
Cuadro blanco sobre blanco, 1915.
Jean-Louis Ferrier
(Director de la publicación):
El arte del siglo xx, 1900-1949, Barcelona, Salvat, 1990.
72
5 Kazimir Malevich
El leñador, 1911.
Jean-Louis Ferrier
(Director de la publicación):
El arte del siglo xx, 1900-1949, Barcelona, Salvat, 1990.
73
utopías para caminar
utopías para caminar
[...] vale sólo aquello que nos permita liberamos del encarcelamiento
de lo necesario, de aquello que reduce la vida a la satisfacción
de pequeñas dosis homeopáticas, de la identidad funeraria
del nombre propio, del autoengaño de la sobrevivencia, del control
de la voluptuosidad y del ansiado weekend como liberación del trabajo
cotidiano, de aquella forma de vida que no conoce goce más importante
que el de haber superado el hambre y la miseria;
vale sólo aquello que nos afirma vivos.
Leticia Flores Farfán l
1
Leticia Flores Farfán. “Utopía y ficción” en La utopía en América, México, UNAM,
Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, 1991, pág. 102.
77
UTOPÍAS PARA CAMINAR
78
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
2
Martín Hopenhayn. Ni apocalípticos ni integrados. Aventuras de la modernidad en
América Latina, México, FCE, 1995. pág. 13.
79
UTOPÍAS PARA CAMINAR
3
Franz Hinkelammert. “América Latina: la nueva rigidez del Estado” en Horizonte
sindical, revista del Instituto de Estudios Sindicales de América, México, 1996, núm.
2, abril-junio; Dialéctica del desarrollo desigual, Buenos Aires, Centro de Estudios de
la Realidad Nacional, Amorrortu Editores, 1970.
80
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
para que nuestros países accedieran a los privilegios del mismo, inte-
grándose a un orden mundial en construcción benéfico para la humanidad
entera. Evidentemente esto no ocurrió, los estados nacionales se fueron
adelgazando ante la imposibilidad de construir economías independientes
del real poder económico para, en cambio, convertirse en sustento y ga-
rantía de desarrollo para la minoría transnacional. La dependencia es
ahora total, reducida a economías de exportación de materias primas y
mano de obra barata, y al pago de la creciente deuda externa como prio-
ridad nacional. La globalización y el orden neoliberal se traducen, para
nuestros países, en un crecimiento económico limitado, en la imposibili-
dad de una industria competitiva, pobreza y marginación, y la destrucción
del estado de bienestar. El aparato estatal se reduce a un simple adminis-
trador y organizador local de las estrategias económicas impuestas por el
Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional. La máxima neoli-
beral: dejar hacer, dejar pasar, es decir la libre realización del mercado
hace de la competitividad en los mercados su máximo y único criterio.
Como mi intención no es hacer un análisis económico de la situa-
ción mundial, sino esbozar un panorama de lo que vivimos, baste con
citar algunas de las cifras que Fidel Castro enunció en una de sus magis-
trales intervenciones en un organismo internacional.4 Planteó que la
economía mundial creció seis veces y que la producción de bienes y ser-
vicios pasó de menos de cinco billones a más de 29 billones de dólares
entre 1950 y 1997, ante esto, elaboró una serie de cuestionamientos esca-
lofriantes como los siguientes: ¿por qué mueren cada año 12 millones de
niños menores de cinco años, es decir, 33000 por día que podrían sal-
varse?, ¿por qué 1300 millones de seres human s viven en pobreza abso-
luta?, y suma y sigue. En el nivel nacional, baste para muestra un botón:
en 1998 el índice de población desempleada abierta ascendió a un 50.2
por ciento, y la pérdida acumulada del salario durante el sexenio zedi-
llista asciende ya a un 46 por ciento, y a un 86 por ciento en relación a
1976.5 Sólo 47 familias detentan el poder económico del país entero.
4
Fidel Castro. El mundo puede luchar y vencer, aniversario 50 de la OMS y de la
OMC, La Habana, Editora Política, 1998.
5
Miguel Concha. “Neoliberalismo y derechos humanos laborales” en La Jornada,
30 de abril 1999, pág. 7.
81
UTOPÍAS PARA CAMINAR
6
Franz Hinkelammert. “América Latina...”, pág. 9.
82
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
83
UTOPÍAS PARA CAMINAR
7
Ibid., pág. 15.
8
Gilles Lipovetsky. El crepúsculo del deber, Barcelona, Editorial Anagrama, 1994.
84
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
85
UTOPÍAS PARA CAMINAR
9 Gilles Lipovetsky. La era del vacío, Barcelona, Editorial Anagrama, pág. 19.
10
Ibid., pág. 24.
11 Martín Hopenhayn. Op. cit.
12 Gilles Lipovetsky. La era..., pág. 42.
86
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
87
UTOPÍAS PARA CAMINAR
15
Louis Althusser. “El marxismo desbloqueado” en Alternativa, Bogotá, núm.
228/79, agosto-septiembre 1979.
88
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
89
UTOPÍAS PARA CAMINAR
19
Raúl Vidales. Op. cit., pág. 56.
20
Resulta pertinente plantear la distinción apuntada por Kant (Prolegómenos a toda
metafísica pura, 1783) entre los conceptos de trascendente y trascendental. El pri-
mero se refiere a una desviación metafísica de la razón, el segundo se plantea como
un ideal necesario a donde se conducen la moral y la historia para hacer posible el
conocimiento.
90
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
22
Para advertir los riesgos de la religiosidad, se sugiere: Alberto Híjar, “La cuestión
civil, los materialismos y el buen corazón”, en Zurda, Revista de arte y sociedad,
México, núm. 11, vol. m /año II.
23
Alberto Híjar. Op. cit., pág. 32.
91
UTOPÍAS PARA CAMINAR
24
Horado Cerutti. “Historiografía, utopía y filosofía latinoamericana”, en Memoria
comprometida, Costa Rica, Universidad Nacional, 1993.
25
Leticia Flores Farfán. Op. cit., pág. 8.
92
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
26
Paul Ricoeur. Ideología y utopía, México, Ed. Gedisa, 1991, pág. 295 (consultar
nota 79).
27
Adolfo Sánchez Vázquez. “La utopía del fin de la utopía” en México ahora,
Revista Internacional, La Habana, núm 1, 1996.
93
UTOPÍAS PARA CAMINAR
28
Horacio Cerutti. Op. cit., pág. 48.
29
Horacio Cerutti. “Crítica de la razón utópica (Esbozo programático)” en Presagio
y tópica del descubrimiento, México, UNAM, 1991.
94
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
30
Horacio Cerutti. “Utopía y revolución” en Presagio y tópica..., pág. 50.
31
Horacio Cerutti. “Utopía y revolución”, Ibid., pág. 47.
95
UTOPÍAS PARA CAMINAR
32
Raúl Vidales. Op. cit., pág. 55.
33
John Dewey. Una fe común, Buenos Aires, Losada, 1964.
96
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
34
Paul Ricoeur. Op. cit., pág. 310.
35
Adolfo Sánchez Vázquez. Op. cit.
97
UTOPÍAS PARA CAMINAR
98
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36
Los ejemplos poéticos enunciados provienen de la antología Poesía trunca,
(comp. Mario Benedetti), La Habana, Casa de las Américas, 1977.
99
UTOPÍAS PARA CAMINAR
37
Comunicado del EZLN “Recuerda Marcos los 20 años de la huelga de hambre de
las ‘doñas”‘, La Jornada, 28 de agosto de 1998.
38
Subcomandante insurgente Marcos. “7 piezas sueltas del rompecabezas mundial”
en VVAA, Chiapas, México, era-IIEC/UNAM,1997, pág. 143.
100
CRISTINA HÍJAR GONZÁLEZ
101
UTOPÍAS PARA CAMINAR
40
Adolfo Sánchez Vázquez. Op. cit., pág. 117.
102
1 Calcomanía del
Consejo General de Huelga de la UNAM, 2000.
(Archivo CENIDIAP)
103
2 Taller de Investigación Plástica,
«El fardo», Morelia, Michoacán, 1978.
(Archivo CENIDIAP)
104
3 Manta sobre los indocumentados del
Frente Mexicano de Grupos Trabajadores de la Cultura, 1978.
(Archivo CENIDIAP)
105
4 Manta del Taller de
Gráfica Monumental, UAM-X
(Archivo CENIDIAP)
106
5 Manta de Ojos de Lucha en manifestación del
Sindicato de Costureras,
ciudad de México, 1985.
(Archivo CENIDIAP)
107
Pelearemos, moriremos, pero no seguirá
esta larga noche sin que un relámpago
anuncie la mañana... para todos
EZLN
6 Calcomanía zapatista
(Archivo CENIDIAP)
108
la dimensión utópica
en la historiografía
del arte mexicano
la dimensión utópica
en la historiografía del
arte mexicano.
detección de fuentes
111
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
1927, pág. 6.
112
LUIS RIUS CASO
2 Paul Ricoeur. Ideología y utopía, México, Editorial Gedisa, 1991. Ver capítulo
dedicado a Mannheim, págs. 289-302.
3
Leticia Flores Farfán. “Utopía y ficción” en La utopía en América, México, UNAM,
Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos, 1991, núm. 2, abril-junio.
4 Horacio Cerutti. “Crítica de la razón utópica (esbozo programático)” en Presagio
113
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
114
LUIS RIUS CASO
5
José Juan Tablada. Historia del arte en México, México, Compañía Nacional
Editora Águilas, S. A., 1927.
115
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
principios materialistas del arte y, por si fuera poco, también unos prin-
cipios fundamentales de la Estética (con mayúsculas), son la mejor
prueba de la eficacia que puede tener la política del ninguneo en la cul-
tura. La mayor parte de esta literatura soterrada por el tiempo fue escri-
ta para los alumnos del creador de “la señorita etcétera”, en la Escuela
Normal Superior –a manera de aportación de un granito de arena, en
un proyecto de enseñanza utópico en sí mismo–; de ahí, en parte, su
condena a las sombras. Existen, desde luego, otras razones: la misma
gravedad y soberbia que inspiraron semejante empresa icárica, desco-
munal hasta para la época tan propicia para la fundación de institu-
ciones y de titánicos proyectos abarcadores, se aprecia en la difícil, a
veces indigesta lectura de los libros. Asimismo, pesan la temprana con-
dena que recibió el escritor por parte de los altos jerarcas del medio y
de la burocracia cultural, así como su perfil ideológico, supongo que
en primer término. Con todo, los sesudos trabajos de Arqueles Vela
contienen elementos de gran valor para la historia de las ideas estéti-
cas y, muy particularmente, para este tema. Su visión de la historia es,
como la de Siqueiros, progresiva y lineal, y, como el artista, considera
el realismo mexicano como una meta para el arte mundial, aunque no
desde la misma expectativa mesiánica. Entre sus méritos destacan el
haber situado al arte mexicano dentro de la historia universal,6 desde un
enfoque materialista, y el habernos dejado unas lecciones de estética,7
donde el gran escritor escribe en alianza con el teórico preocupado en
distinguir la dimensión artística de la estética, lo cual les conceden una
vigencia insospechada.
De las tesis siqueirianas sería una exageración afirmar que todos las
conocemos: algunos documentos que las contienen, como el No hay más
ruta que la nuestra8 son de los más citados y menos leídos en la crítica y
la historiografía contemporánea. Su sola mención hace recular a quienes
6
Lo hace desde varias publicaciones, entre las que destaco: Historia materialista
del arte, SEP, 1936; y Fundamentos de la historia del arte, México, Editorial Patria,
S.A. 1955.
7
Las aportaciones de Arqueles Vela a la estética pueden rastrearse en el siguiente
libro y en sus diversas reediciones ampliadas y modificadas: El arte y la estética,
teoría general del arte, México, 1945.
8
David Alfaro Siqueiros. No hay más ruta que la nuestra, México, 1945.
116
LUIS RIUS CASO
9
Justino Fernández. El arte moderno en México, breve historia, siglos XIX y XX, pró-
logo de Manuel Toussaint, México, Instituto de Investigaciones Estéticas, Antigua
Librería Robredo, José Porrúa e Hijos, 1937.
117
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
118
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119
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
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LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
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123
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
13
Luis Cardoza y Aragón. El río, novelas de caballería, México, FCE (Colección
Tierra Firme), 1986, pág. 340.
124
LUIS RIUS CASO
125
LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
126
LUIS RIUS CASO
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LA DIMENSIÓN UTÓPICA EN LA HISTORIOGRAFÍA DEL ARTE MEXICANO
128
LUIS RIUS CASO
129
utopía, estética y revolución
en las vanguardias artísticas
de américa latina 1920-1930
utopía, estética y revolución
en las vanguardias artísticas
de américa latina 1920-1930
Exordio
1
Horado Cerutti Guldberg. Presagio y tópica del descubrimiento, México, CCYDEL-
UNAM, 1991, cap. V “Utopía y revolución”, pág. 50.
133
UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
Utopía
134
MIGUEL ÁNGEL ESQUIVEL
mo-dernidad sobre el que discurre Alberto Híjar Serrano en “Los torcidos caminos de la
utopía estética” y en el sólido pero discutible texto –ya clásico– de Adolfo Sánchez
Vázquez. Del socialismo científico al socialismo utópico, México, Era, 1975, Serie
Popular, núm. 32.
135
UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
Estética
136
MIGUEL ÁNGEL ESQUIVEL
5
Joaquín Torres García. Documento compilado en el catálogo La Escuela del Sur,
Uruguay, febrero de 1935. El taller Torres-García y su legado, Madrid, Museo Nacional
Centro de Arte Reina Sofía, julio-agosto 1991.
6 Marta Traba. Arte de América Latina, 1900-1980, Washington, D. C., Banco Intera-
Texto compilado por Aracy Amaral. Arte y arquitectura del modernismo brasileño (1917-
1930). Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1978, t. 48, pág. 135.
137
UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
138
MIGUEL ÁNGEL ESQUIVEL
9
Tarsila. Catálogo de exposición. Texto fechado el 21 de diciembre de 1927, Sâo
Paulo, 1929, págs. 20-22. Ídem, pág. 51.
10
Pablo Guadarrama González, Miguel Rojas Gómez. El pensamiento filosófico en
Cuba en el siglo xx: 1900-1960, Félix Varela, La Habana, 1998, págs. 88-97.
139
UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
140
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13
“Manifiesto de Martín Fierro”, en Martín Fierro, año I, núm. 4, 15 de mayo de
1924. Texto compilado por Hugo J. Verani. Las vanguardias literarias en Hispa-
noamérica (Manifiestos, proclamas y otros escritos), México, FCE, 1990, pág. 272.
14
Parto de la idea de Saúl Yurkievich desarrollada en La movediza modernidad,
Madrid, Tauros, 1996.
141
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Revolución
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UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
16
André Reszler: “Las primeras interpretaciones del fenómeno moderno en la lite-
ratura y las artes surgen de reflexiones sobre la naturaleza y las necesidades de la
sociedad futura; desembocan también de una manera totalmente natural en un con-
junto de juicios estéticos sobre la historia. A través de la crítica de la modernidad
estética, expresan de una manera inexorable el punto de vista de las modernidades
políticas, ideológicas y sociales”, en Marxismo y cultura. Reflexiones filosóficas y
estéticas sobre marxismo, cultura y modernidad, trad. Pedro Damell, Barcelona,
Fontanella, 1976, pág. 9.
144
MIGUEL ÁNGEL ESQUIVEL
145
UTOPÍA, ESTÉTICA Y REVOLUCIÓN EN LAS VANGUARDIAS ARTÍSTICAS DE AMÉRICA LATINA
146
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21
Religión y socialismo, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1976.
147
1 Joaquín Torres García,
ilustración para La escuela del sur,
Uruguay, 1935.
148
2 José Carlos Mariátegui,
fragmento de una fotografía de José Malanca,
Lima, 1928.
149
3 César Vallejo en el cuarto de Juan Larrea.
París, marzo de 1926.
(Foto: Juan Larrea).
150
4 Ramón Alva de la Canal,
El Café de Nadie, 1930
Óleo / collage sobre tela
78 X 64 cm
(Reproducción autorizada
por el Museo Nacional de Arte)
151
5 Tarsila de Amaral,
Antropofagia,
óleo/tela, 1929
126x142 cm.
152
6 Primer manifiesto treintatreintista,
movimiento ¡30-30!,
1928
153
CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES
RAFAEL TOVAR
Presidente
GERARDO ESTRADA
CLAUDIA VEITES