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* Este artículo es una versión revisada de la ponencia presentada ante la X Conferencia de la Asociación
de Organismos Electorales de América del Sur, Protocolo de Quito (Lima, 29 y 30 de enero de 2003).
los analfabetos, rebajar la edad mínima para ejercer el derecho al voto, otor-
gar el voto a los militares, hasta conformar un cuerpo electoral que represen-
ta un porcentaje significativo de la población. Estamos así ante la democracia
de las masas, la democracia de los millones.
Éstos han desdibujado las fronteras de clase. Finalmente todos son con-
sumidores y, como consumidores de política, los ciudadanos comunes se
han acercado al quehacer institucional y a quienes deciden los rumbos polí-
ticos, económicos, sociales y religiosos. Como anota Giovanni Sartori: «el
poder de la imagen se coloca en el centro de todos los procesos de la política
contemporánea» (1997, 65).
La opinión pública
La opinión pública se ha convertido en un elemento vital que no sólo exige
programas y promesas de los políticos, sino que alienta a la población a estar
atenta a la organización del proceso para reclamar resultados fehacientes y
rápidos.
Las condiciones del contexto político y social de cada país son factores deter-
minantes de los costos electorales. Cabe aquí trazar un mapa con los dos esce-
narios posibles en los que se puede desarrollar una elección: en circunstancias
normales y en etapas de transición. Estas últimas, con mayor frecuencia, re-
quieren garantizar, más allá del sistema empleado, la transparencia y la justeza
de los resultados, para cuyo efecto se destinan ingentes recursos y esfuerzos.
3. LA FRECUENCIA ELECTORAL
CUADRO 1
Perú 1931-2002: número de procesos electorales
1931-1966 1978-2002
TIPO DE PROCESO
(35 AÑOS) (24 AÑOS)
Presidenciales y parlamentarias 7 9*
Constituyentes** – 2
Municipales*** 2 6
Regionales – 2
Referéndum / Plebiscito 1 1
Revocatoria de autoridades municipales – 2
Total 10 22
Hasta aquí tenemos elementos para entender por qué se invierte en elec-
ciones. Sin embargo, no todas cuestan igual, no sólo por el número de perso-
nas involucrado, sino porque existen variables que hacen que su costo varíe,
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toda América, parte de Europa del Este y de Asia— se desarrollan dos elec-
ciones: una para elegir al presidente de la República y otra para elegir al
Parlamento. En cambio, en los regímenes parlamentaristas —la mayoría de
los países de Europa y Oceanía, y parte de Asia y África— tan sólo se elige
un Parlamento que, a su vez, designa al presidente de la República.
Tipos de elección
Otra variable fundamental es el tipo de elección de que se trate. Una elección
es más costosa mientras más desagregada sea la clase de representación
que se quiera nombrar. Por ello, una elección municipal resulta más onerosa
que una elección parlamentaria. Ésta lo es más que una presidencial y, a su
vez, esta última, más que un referéndum o plebiscito.
Sistema electoral
Si bien suele considerarse la existencia de dos sistemas electorales, el pro-
porcional y el mayoritario, existen tantos sistemas electorales particulares
como países, debido a sus elementos constitutivos. No necesariamente el
sistema más sencillo y económico resulta ideal. Por el contrario, puede ser
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Otro elemento que hace variar los costos es la exigencia para alcanzar la
presidencia de la República. Países como Honduras, México, Panamá, Pa-
raguay y Venezuela,2 que eligen a sus presidentes por mayoría relativa, y
Bolivia, que tiene el sistema de mayoría absoluta pero con segunda vuelta
a través del Parlamento, realizan una sola elección. 3 En cambio, aquellos
países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Uruguay
que tienen el sistema de mayoría absoluta en dos vueltas electorales están
expuestos —con lo imprevisible del caso— a organizar dos elecciones. Y,
por lo tanto, se trata de un sistema más costoso, así la segunda vuelta elec-
toral cueste menos.4
2. Si bien la Constitución de 1999 establece que gana la presidencia de la República quien haya obtenido
la mayoría de votos, hay una discusión acerca de si el artículo pertinente señala que debe ser por mayo-
ría relativa, como fue siempre en Venezuela, o por mayoría absoluta, en cuyo caso habría una segunda
vuelta electoral.
3. Específicamente en América Latina, la segunda vuelta electoral sólo se realiza en el nivel presidencial.
En el nivel municipal, sólo se puede convocar en Guatemala en los municipios con más de doscientos mil
electores. Perú tuvo el sistema de mayoría absoluta en dos vueltas para elecciones municipales sólo en
1998.
4. En Perú, para las elecciones de 2001, en la primera vuelta electoral (presidencial y parlamentaria) el costo
fue de 43 millones de dólares; y, en la segunda vuelta presidencial, el costo fue de 27 millones de dólares.
LA DEMOCRACIA TIENE UN COSTO: HACER ELECCIONES 161
5. Se trata del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC), que se encarga del registro de
los ciudadanos y de la elaboración del Padrón Electoral.
LA DEMOCRACIA TIENE UN COSTO: HACER ELECCIONES 163
La justicia electoral
De acuerdo al diseño de los órganos electorales de cada país, la administra-
ción de justicia electoral puede estar a cargo de la justicia ordinaria, una sala
especializada de la Corte Suprema o un órgano autónomo. La especializa-
ción transita de menor a mayor. En cualquiera de los casos, no obstante la
diferencia en la normatividad entre un país y otro, cada etapa del proceso
electoral ocasiona la necesidad de resolver conflictos e impugnaciones. No
obstante, procedimientos simples y agilidad en resolverlos, muchas veces
pueden enfrentar normas mal elaboradas que incrementan los costos.
Si bien los rubros de los gastos en los que incurren los partidos políticos
son muchos, la mayor fuente de éstos es la televisión. Este medio de comuni-
cación masivo ha encarecido las campañas. Aprovechando el desprestigio
de los partidos políticos, la televisión ha centrado la política en sus escena-
rios al personalizar las campañas y crear la imperiosa necesidad de invertir
en una publicidad que suele ser muy costosa.
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La administración electoral
Las elecciones son acontecimientos que involucran a millones de personas y
exigen de la administración electoral la realización de un conjunto de activi-
dades, en etapas que deben estar bien definidas. Una adecuada administra-
ción electoral influye en la legitimidad que la ciudadanía otorga a los repre-
sentantes elegidos. Por lo tanto, esta responsabilidad exige de los trabajado-
res y funcionarios un alto compromiso con su tarea, que se debe fundar en
independencia, neutralidad partidaria y profesionalismo.
Las exigencias son muchas y variadas: un padrón electoral que acoja a los
que tienen mayoría de edad y que esté adecuada y permanentemente depu-
rado; información continua y veraz en los diversos momentos del proceso;
diseño e instalación de locales de votación accesibles y con facilidades para
la población vulnerable (adultos mayores y ciudadanos con discapacidad);
educación electoral variada que permita el acceso a los sectores no alfa-
betizados y multiculturales; materiales electorales adecuados (votos, actas,
etcétera); información permanente y facilidades de control para los represen-
tantes de los partidos políticos en todas las fases del proceso, particularmente
en el escrutinio; y transmisión de resultados con prontitud y exactitud.
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A MODO DE CONCLUSIÓN
Por esta razón las comparaciones entre elecciones, sin considerar qué
tan eficientemente fueron utilizados los recursos para alcanzar un equilibrio
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Más de una vez, las dictaduras apelaron a las urnas para sobrellevar sus
regímenes. La democracia no puede desvincularse de éstas. Las elecciones,
como mecanismo legitimador del poder, son la base de un sistema democrá-
tico que debe responder a las exigencias y expectativas de los ciudadanos.
De nada servirá presentar el conteo de una votación si no existe confianza en
quien realiza el escrutinio. De nada servirá esta confianza si no se incluyen y
participan todos los llamados a votar. Las dictaduras nunca atenderían a es-
tas consideraciones, pues no las necesitan. La democracia, en cambio, se
sustenta y se debe a ellas. El poder legítimo tiene un precio que bien vale los
mejores esfuerzos y el continuo perfeccionamiento de sus mecanismos de
elección.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
GOODWIN-GILL, Guy S.
1994 Elecciones libres y justas (Derecho internacional y práctica). Ginebra: Unión
Parlamentaria.
HUNTINGTON, Samuel P.
1994 La Tercera Ola. La democratización a finales del siglo XX. Buenos Aires: Paidós.
INSTITUTO INTERNACIONAL PARA LA DEMOCRACIA Y LA ASISTENCIA ELECTORAL
(IDEA Internacional)
2000a Manual para el diseño de sistemas electorales de IDEA Internacional. México,
D. F.: IDEA Internacional / Tribunal Electoral (TE) / Instituto Federal Electo-
ral (IFE).
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