Historia Prehispanica
Historia Prehispanica
Historia Prehispanica
Hasta 1498 el territorio que más tarde sería conocido como América se encontraba ocupado por
numerosos pueblos y naciones que, desde tiempos remotos, habían desarrollado sus propias
culturas y civilizaciones absolutamente al margen de lo que ocurría en el resto de los continentes.
Los cuatro períodos permiten explicar la diversidad de grados de desarrollo de las sociedades
indígenas de Venezuela para el momento del contacto con el europeo, cuando se reportan grupos
recolectores y grupos agricultores, unos con grandes expresiones de alfarería, otros con ingenioso
desarrollo de sus viviendas y algunos, como los timoto-cuica, con un reconocido talento para la
agricultura. Son dos situaciones representativas de las diversas líneas de desarrollo del tiempo
histórico prehispánico.
Los primeros pobladores de Venezuela proceden del norte del continente y son descendientes de
las oleadas provenientes del continente asiático, constituidas por cazadores de grandes mamíferos
que ingresaron a nuestro territorio trayendo consigo instrumentos de piedra y una incipiente
tecnología lítica que consistía en golpear una piedra contra otra –el núcleo– para obtener un filo
tosco y lascas. Las lascas o trozos pequeños y delgados desprendidos de la piedra, son modificadas
progresivamente hasta convertirlas en cuchillos y raspadores. Trabajan, además, madera, fibra,
hueso, cuero y conchas marinas.
Durante mucho tiempo estos primeros pobladores conviven con una fauna compuesta
principalmente por mastodontes, caballos, megaterios y cliptodontes, animales todos de grandes
volúmenes. Una de las técnicas desarrolladas por los paleoindios para cazar estos voluminosos
animales consiste en acosar la presa hasta aislarla y darle muerte con palos afilados y artefactos
de piedra enmangados. Con el paso del tiempo, la disminución progresiva de los grandes animales
y el aumento poblacional, obligan a la invención de métodos e instrumentos más eficaces para la
caza de presas más pequeñas
Se emplearon armas menos pesadas que podían ser arrojadas y permitían herirlas de manera más
fácil.
Un gran salto tecnológico se produjo con la invención de la punta del proyectil en forma de dardo
y del propulsor que actuaría como una prolongación del brazo y del antebrazo. Son los
antecedentes del arco y la flecha que hace 9.000 años le permitieron al hombre del paleoindio
cazar a distancia e individualmente y, por ello, aprovechar animales de menos tamaño y más
veloces como las aves y los peces, y animales terrestres como venados y roedores, especies
anteriormente poco explotadas como fuente de alimentación.
La unidad social básica de los primeros habitantes de nuestro territorio estaría constituida por la
microbanda, de 12 a 35 miembros, cuya unión formarían bandas de entre 100 y 500 miembros. Su
existencia transcurre dentro del nomadismo, modo de vida que limita la producción de utensilios
difíciles de transportar y el crecimiento demográfico, pues no le permite a la mujer parir más hijos
que los que puede cargar consigo. Suponen los investigadores que en esos momentos de la
antigua Venezuela estaba en marcha el inicio de la vida social en nuestro territorio, la gestación de
las primeras tradiciones transmitidas oralmente durante los descansos o en los rituales, y la
expresión de las primeras inquietudes artísticas pintadas o talladas en huesos y piedras.
No significa esto que dejaran de existir las antiguas prácticas –como parece demostrarlo una
industria rudimentaria de piedra tallada que hacia los 5000/4000 años a.C. existió en la península
de Paria– sino que habría una situación de convivencia en la que comienzan a predominar las
nuevas formas de vida, sustentadas en una aparente abundancia y estabilidad de recursos
provenientes del mar. Las evidencias arqueológicas señalan el norte de Venezuela como un área
de mayor concentración de comunidades recolectoras. En las costas de Sucre y Anzoátegui y en la
isla de Cubagua hay evidencias del abandono de la industria lítica (piedra) y de la adopción de una
economía fundamentada en la recolección de productos marinos.
De otras evidencias se infiere que los mesoindios basaron su subsistencia en las siguientes
alternativas: explotación de productos marinos en las zonas costeras, recolección de recursos
vegetales en el interior del territorio y caza de pequeños mamíferos. En las dos primeras existiría
una especie de sedentarismo semipermanente que daría origen a las primeras manifestaciones de
la agricultura.
Las fiestas religiosas de nuestro calendario popular contienen en su música, letras, instrumentos,
coreografía, vestuario y sentido elementos indígenas. Las Turas y el Maremare ofrecen rasgos de
claro origen prehispánico. Algunas músicas autóctonas merideñas, y de otras zonas criollas del
país, como la de la Bajada de los Reyes en San Miguel de Boconó, son de origen indígena, así como
algunos elementos de nuestras danzas y bailes populares.
Algunas deidades y héroes culturales prehispánicos sobreviven, transfigurados, en casi todas las
expresiones dancísticas y creencias del pueblo venezolano. Tal es el caso de la fiesta del Espuntón
o Parranda de los Caribes, en Caigua (Anzoátegui); el Baile
del Mono, en Caicara de Maturín, (Monagas), y el Espontón de Pueblo Nuevo (Mérida). La fiesta de
San Isidro Labrador, en nuestros Andes, es celebrada en vinculación directa con las labores
agrícolas, así como la Bajada de Ches.
La Candelaria, fin del ciclo de Navidad, es celebrada en varios lugares del país y algunos de sus
elementos tienen evidente connotación indígena, sobre todo en lo que se refiere a la reproducción
coreográfica de labores agrícolas. Igual ocurre con la fiesta de San Benito, particularmente en las
regiones andinas, y algunas de Locos y Locainas, en cuyo vestuario y adornos corporales se
recuerdan posibles influencias indígenas, lo que parece reafirmarse con el porte de arcos y flechas.
Principalmente en el oriente del país se montan diversiones en cuyos nombres y coreografía y en
algunos de sus aditamentos, es indudable el aporte indígena. Han sido consagradas como
diversiones orientales El Sebucán o Baile de Cintas, El Carite, El Chiriguare, El Pájaro Guarandol, El
Baile de la Culebra. En La Victoria (Aragua) el baile de La Llora, que recuerda costumbres
funerarias prehispánicas.