CANCIONEROIBNQUZMANFEDERICOCORIERO2929731
CANCIONEROIBNQUZMANFEDERICOCORIERO2929731
CANCIONEROIBNQUZMANFEDERICOCORIERO2929731
HISP ANOARABE
Introduccion, traduccion y notas de Federico Corriente Cordoba
BlBLIOTECA DE LA LITERATURA
y EL PENSAMlENTO HISPANICOS
IBN QUZMAN
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El
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EDITORA NACIONAL
'
Torregalindo. 10 - Madrid-16
INTRODUCCION
Presentar al lector espanol contemporaneo la persona,
obra e impacto estético en su entorno de Ibn QUZJJIan es
una tarea de rasgos paradrijicos, pues, como ocurre con el
arte abstracto, la ùiformacùJn de que disponemos sobre el
z~jelero andalusl es mas rica en sugestiones e indicios que
en detalles y difiniciones. Las fuentes histrfricas dicen poco
sobre su vida, cuando no meze/an con los datos reales anéc-
dotas que se le encajaban por convenir a una imagen for-
mada, en parte basandose en la realidad, en parte en la
misma leyenda deI personaje, como en el caso de nuestro
Quevedo; por otra parte, cuando los investigadores tratan
de lIenar lagunas y corregir diformaciones procurando ex-
traer ùiformacirfn biogr4fica de su misma obra, el Cancia-
nera que hoy presentamos, caen a menudo en el error de
tomar en sentido literaI qfirmaciones que el poeta emi/la
por «(fxigirlo el argumento)) y sin preocuparse demasiado,
como por otra parte es natural, de que se ajustaran mas 0
menos a la realidad. En cuanto a las fuentes literarias,
para hacerse cargo dei poco eco «((ificiabJ de la persona y
obra de este hombre singular, bastara recordar que el Can-
cianero ha sobrevivido en un unico manuscrito, mutdado
de algunas partes, y en raras citas de algunos literatos que
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crryeron conveniente conservar para los lectores alguna
muestra, generalmente fragmentaria, de sus zéjeles. En este
sentido, y como curiosa cotifirmacion moderna de la limita-
da aceptaciofl por el mundo islamico de la iflnovacion cultu-
ral audaz -yen seguida veremos en qué sentido la obra
de Ibn Quzman entraba en este caPitulo--, es curioso con-
signar que nuestra edicion deI Cancionero ha tenido hasta
ahora escasisima demaflda en tierras arabrfjonas, en compa-
racion con el mlmero de ejemplares solicitados desde Euro-
pa y América.
iQuiere esto decir que Ibn Quzman no ha interesado ni
tenido impacto entre los arabes y que su importaflcia ha
sido exagerada desmesuradamente por la investigaciofl ara-
bistica occidental, que le ha dedicado bastantes paginas en
proporcion con otros literatos reputados muy superiores en-
tre sus connacionales? No, exactamente: mas correcto seria
decir que el impacto real de su creacion fue aminorado,
consciente 0 inconscientemente, por la actitud de circulos cul-
turales de orientacion mas conservadora, tras haber alcan-
zado cotas notables e inc/uso sorprendentes, no solo para 10
que cabia esperar en el ambito arabe, siempre reacio a ma-
nifestaciones lingüisticas dialectales y a géneros innovados,
sino inc/uso en comparacion con la acogida que podia espe-
rar por aquellas fichas y en la propia Europa una obra no
redactada en la lengua qficial, 0 sea, el latin. No olvidemos,
por otra parte, que, a la sazon, bastaba con que una obra
perdiera popularidad durante algunos decenios para que,
en ausencia de nuevas copias que prolongaran la vida de
las antiguas, pudiera perderse para la posteridad, como de
hecho ha sucedido, de modo mas bien azaroso que motivado
por posturas tomadas, con obras importantisimas deI acervo
cultural arabe 0 deI greco-Iatino.
En cuanto al gran iflterés despertado en Occidente por
el Cancionero de Ibn Quzman, desde su descubrimiento
efoctivo por Rosen en Safi Petersburgo en 188 1 Y hasta
fluestros dias, lejos de constÎtuir una preforencia torcida ha-
cia aspectos de la literatura arabe considerados de segunda
10
fila en tierras deI Islam, se explica sobradamente por la
impresùJn que en seguida se tuvo de que dicha obra podria
arrojar importantes luces sobre nexos culturales entre los
arabes y Europa, tema que ha sido siempre o/e central y
preocupacùJn legitimisima deI arabismo occidental T ambién
es comprensible, por la misma difèrencia de su actitud ha-
cia 10 exterior, que los arabes, portadores de una gran cul-
tura que habia //egado a sentine completa e inalterable ya
antes de nacer Ibn Quzman, se hayan despreocupado en
huena medida, tras pasar su moda, de las originalidades de
este hombre de una Io/ana tierra fronteriza, y cuantos ras-
gos en su obra puedan seiialar una interaccion cultural en
un pais que acabaria perdiéndose para el Islam. Como ve-
remos en su momento, 10 que vamos averiguando sobre Ibn
Quzman, en particular, y sobre el zéje/ y el muwassaç, en
general, va frustrando no pocas de las esperanzas puestas
por el arabismo occidental en ha//ar en este tipo de litera-
tura una conexion cultural en terreno intermedio entre 10
arabe y 10 europeo, al tiempo que se pepIa mas c/aramente
la evidencia de que estos géneros se desarro//aron dentro de
direcciones ya apuntadas en el seno de la cultura arabe, y
con escasa 0 nula intetftrencia de un factor coadyuvante de
cuiio occidental
Tras esta digresùJn, encaminada a explicar la aparente
paradoja de que Ibn Quzman haya interesado, al parecer,
mas en Occidente que entre los arabes 0, al menos, los
circulos de alta cultura arabe, conviene, para prrfundizar
mas en 10 apuntado y para conocer m%r al personaje, su
obra e impacto real, emprender un breve repaso de su hio-
grafia, el contexto hist6rico-cultural de su pais y época, al-
Andaltis almoravide, y caracteristicas diferenciales de su
obra, 10 que implicara necesariamente un estudio métrico y
lingiiistico deI zéje/ y sus re/aciones, indiscutibles con la
poesia arabe c/asica y el muwassal),y no tan intimas como
a veces se ha supuesto, pero, en todo caso, existentes con al-
gunos géneros liricos de la Europa occidental, muy en par-
ticular la Penfnsula Ibérica.
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La mejor puesta al dia de los datos de que se dispone
sobre Abii Bakr Muf;ammad Ibn (pronunciado por los
andalusies Aben, flnémicamente Ab(d)n) Quzman «(CI me-
nor)) se encuentra en el mas completo tratado de «Quzma-
nologiaJ) escrito hasta la Jecha, a saber, el Todo Ben
Quzman de Emilio Garcia Grimez, a quien todos tenemos
que agradecer el impulso difinitivo que supuso, para el co-
nocimiento de nuestro poeta, su primera edicirJn con traduc-
cirJn completa, aunque, como ocurre con toda notable creacirJn
humana, su misma actividad haya engendrado un movi-
miento de investigacirJn deI dialecto hispanoarabe y de la
métrica dl: la poesia estrr!fica andalusi que ha acabado exi-
giendo una reedicirJn actualizada deI Cancionero y necesi-
tando una nueva hiprJtesis sobre la naturaleza 'de aquella
métrica. Quien quiera informarse cumplidamente sobre el
linaje y vicisitudes personales de Ibn Quzman puede encon-
trar dicha puesta al dia en las paginas 889-899 dei vo-
lumen II de aquella obra: para nuestros proprJsitos bastara
aqui recordar que, aunque es bien sabido que murirJ a fina-
les de ramadan de 555 h. (= octubre de 1160), no consta
en ninguna parte ni es posible ca/cular con exactitud la Je-
cha de su nacimiento, si bien, de ser cierta la alusirJn auto-
biogrdfica dei zéjel 38 (9/3), no hab ria nacido min en
1806, Jecha de la batalla de Zallaqa, 10 que supondria
que no habria excedido la edad de setenta y cinco alios,
o poco mas, como mucho. Sin embargo, quizfi su longe-
vidad no habria sido mucho menor, si damos una vez mas
valor autobiogrdfico a determinadas alusiones que hace el
poeta (vgr., en 50;3) a haber conocido en su mocedad
una época de costumbres relajadas por ausencia de poder
central (xilaf, if. el término marroqui siba), 10 que debirJ
de ser antes de 1110, en que las Tai/as sucumben difiniti-
vamente al poderio de los almoravides, siendo de suponer
que, tras tomar éstos las riendas efectivas dei gobierno y
emprender la campanà moralizadora de su primera época,
los alfaquies volvieran a ejercer el control temporalmente
perdido sobre la moral y las costumbres: segun dice literal-
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mmte el poe/a, con lIostalgia)' filla ironia, «habia Ilegado
Harun ar- RaSïd), y el libertinaje volvia a necesÎtar dei
velo de la hipocresia.
No tiene el menor interés practico la cuestion, en otros
tiempos debatida con cierto ardor, de si el linaje de Ibn
Quzman era godo, arabe u otra cosa: todo ello, dentro de
unas proporciones conocidas de probabilidad, era posible en
al- Andaltis, donde, junto a frecuentisimas falsificaciones de
genealogias, todo el mundo practicamente Ilevaba en las ve-
nas todas aquellas sangres, sin excluir frecuentes aportacio-
Nes bereberes, judias, eslavas 0 centroeuropeas, etc. Dejando
aparte la inextricable marana genética, cuyo esclarecimiento
seria de improbable utilidad, 10 cierto es que 10 que contaba
socialmente, hasta cierto punto, era la aceptacion por los
demas de una pretendida nobleza de clan, y, en este sentido,
parece posible afirmar que los quzmanies hablan sido una
muy buena familia de Cordoba, que habia producido algu-
nos individuos notables, pero que en la época de nuestro
poeta habia venido ya muy a menos, probablemente a causa
de una decadencia economica, bien patente en la precariedad
de recursos de que éste se queja constantemente en sus zije-
les, aunque ésta, como casi todas las afirmaciones autobio-
grtificas que hace, es contradictoria con otras, puesto que
poree al menos una esclava para su servicio (aparentemente,
una Negra de las calificadas por los expertos como waxs
ar-raqiq, «esclavos de valor menorJ»,'y tiene una finca de
campo de donde el mayoral le trae unos me/ocotones y gra-
nadas (19/5). No ht?y que creer, pues, que Ibn Quzman
llegara a caer literalmente en la miseria, como él afirma
mando pide ayuda, ni que dilapidara totalmente unos ya
magros bienes heredados de sus antepasados, pues su pre-
tendido derroche de fortunas en el vicio parece ser otro cli-
ché al que no se podia sustraer un autor de zijeles, cliché
tanto mas conscientemente provocador de escandalo cuanto
que la avaricia era regla en la sociedad andalus!, hasta el
punto de contarnos e/ jurista Ibn al- 'AU71r, en su formu-
lario notarial, que algunos ponlan pleitos por no haber re-
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cibido exacta correspondencia a un regalo 0 invitacùfn a co-
mer. Es, en cambio, bastante probable que, aun teniendo
algunas propiedades, el zejelero cordobés conociera, incluso
con cardeter cronico, la escasez de numerario, cosa bien com-
prensible en quien ni ejerda el comercio ni una prrfesion
regularmente remunerada, y esto ultimo, no porque él no 10
intenta ra, ya que parece haber qfrecido repetidamente sus
servicios como secretario, sin que nunca se los aceptaran, no
sabemos si por su cardcter poco serio 0 por sus jacciones
poco agraciadas, segun se cuenta.
Lo que no le jaltaba, en todo caso, era una aceptable
cultura, otro indicio mds de haber transcurrido sus prime-
ros anas en el seno de una jami!ia acomodada. Conoda los
autores orientales y occidentales mas en boga, sin excluir a
los autores de muwassai), como 10 prueba el que use sus
versos en plagios como xarja, y conoda aceptablemente la
versificacion y lengua clasicas, puesto que nos ha dejado al-
gun testimonio que 10 demuestra; pero su habi!idad en estas
!ides era bastante !imitada, ya que, segun el Mugrib de
Ibn St/Id, jracaso en sus intentos de convertirse en un poeta
clasico de talla, y hubo de encontrar su mina y el vehiculo
apropiado a su temperamento en el zéjel. En nues/ra tra-
duccion senalamos ocasionales despistes y conjusiones de Ibn
Quzmem que parecen indicar que en su formacion habla
habido cier/as lagunas, si no es que con el paso de los anos
y jrecuentes libaciones se le hubiesen revuelto los conceptos.
Su jracaso como poeta clasico y su conversion al zéjel
jueron buma cosa para él y para este género. Para él,
porque autor y género se compenetraron y congeniaron tempera-
mentalmente; para el zéjel, porque de ser un género despre-
ciado por su lenguaje vulgar y poco desarrollado técnica-
mente, paso a adornarse con no pocos recursos artisticos de
,registros culturales mas elevados, sin por ello perder su
gracia coloquial y popularizante. Pero como de la evolucion
de este género tenemos que hablar mas adelante, sigamos
ahora con la trayectoria biogrdftca de Ibn Quzman. Esta-
blecida su jama de gracioso zejelero, habla de vivir plena-
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mente la existencia que como tal le correspondia. Habia de
buscar las dddivas de eventuales mecenas, de los que le co-
flocemos varias en Cordoba, coma los miembros de la pode-
rosa jamilia de los Banu lf.amdin, asi como otros en Sevi-
lia, Granada, Jaén y hasta al otro lado dei Estrecho, en
Fez, pues es casi seguro que se traslado alli para buscQr el
javor dei destinatario de alguno de sus zéjeles, coma el
138. Pero, contra 10 que él mismo tifirma en su proPio
prologo, al dedicar su Cancionero al que parcce haber
sido el tiltimo de sus mecenas importantes, el alamin al-
Wasql, no siempre pudo 0 quiso seleccionar a sus protecto-
res, ya que entre ellos encontramos tanto a personas ilustres
camo a meros mercaderes, a personas piadosas como a liber-
tinos, a andalusies como a bereberes. Este tiltimo hecho me-
rcce comentario, puesto que se ha dicho en algtin momento
por persona ilustre (H. TERRASSE: Islam d'Espagne,
Paris, 1958, pdg. 141) que <dos poemas de Ibn Quzman
son, a su manera, una protesta contra la tirania espiritual
de los Almoravides»: no creemos que el cordobés encaje de
manera alguna en el género (protesta)) contra una ideologia
o una represion ideolOgica, pues sus protestas van dirigidas
meramente contra la carestia de la vida, la avaricia de sus
conciudadanos y el descaro de quienes le roban sus versos;
pero es cierto, por otra parte, que, como buen andalusi, de-
testaba profundamente a los norteafricanos, a los que pone
varias veces por ,modela de deslealtad y zafiedad, 0 coloca
en el papel poco airoso de marido burlado. En cuanto a la
represion moral ejercida por la dominacion almordvid, no
parece haber creado demasiados problemas al poe/a, quien
explica que era jdcti sus/raerse a ella mediante una dosis
suficiente de disimulo y precaucion.
Tendriamos que hablar ahora de la moral y habitos dei
poeta, aunque con ello adelantemos en buena medida cosas que
pertenecen al contexto historico-cultural de que debemos ocu-
parnos mas adelante. En este sentido, Ibn Quzman ha tenido
siempre muy mala prensa, puesto que él mismo tuvo buen
CIIidado de retratarse coma borracbo derrochador, imPio
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irrespetuoso, adtiltero sin escrtipulos, juerguista empedernido
y sodomita estuprador, mientras que, por otra parte, en sus
zéjeles aluae a haberse casado, tenido hijos, y haberse divor-
ciado «canônicamenfe)), por no poder soportar el caracter de
las mujeres, a quienes pinta con trazos negativos, segun la
mejor tradicùfn de la misoginia isldmica. Es, por otra parte,
casi seguro el caracter autobiogr4fico de sus dos zéjeles carce-
leros, 39 Y 4 1, donde setiala que estuvo a punto de ser ejecu-
tado por acusaciôn de impiedad, lanzada contra él por el cadi
Ibn al-Muna.fif, para la que hay Pie, en términos de juris-
prudencia musulma!za, en mas de un pastlje deI Cancione-
ra, dei que concluiriamos que a Ibn Quzman le complacia
lIevar el atuendo inmaculado,y el alma, negra. Pero a veces el
lector actual se pregunta imparcialmente si la imagen de vicio
y alryecciôn moral con que aquél gusta de presentarse no era,
en alguna 0 bastante medida, requerida por un prototipo so-
cialmente establecido para un zejelero, con una exigencia que
él procuraria cumplir con algtin que otro acto bien notorio,
pero a menudo por el mero expediente de atribuirse excesos
que probablemente no le habrlan permitido las fuerzas, el di-
nero, la salud 0 las conveniencias sociales, puesto que, aJin de
cuentas, también nos dice que cuidaba de su reputaciôn entre
los vecinos. T eniendo en cuenta que, si es cierto 10 que dice en
147/5 de que, en su vejez, se habla hecho iman de mezquita,
que subia y bajaba deI alminar, parece haber vivido demasia-
dos atios con buenas facultades fisicas para 10 que es de espe-
rar en una vida de crapula, y que sus impiedades son mas
bien reacciones contra la represiôn religiosa que reflejo de des-
creimiento filosôJico, tal vezfuera conveniente pensar que, de
la misma manera que al-Mutanabbï tuvo que arriesgar y
perder la vida, mando se proponia huir, para no ser desleal
al cliché de «poeta caballero)) que habla reflejado en los versos
de toda una vida, nuestro Ibn Quzman tuvo que ajustar sus
hechos, pero sobre todo sus dichos, a las exigencias de 10 que
la gente esperaba de la prifesiôn de zejelero. Por otra parte,
no debemos olvidar que en la sociedad andalusi de entonces, y
a puertas cerradas, literatos, gobernantes, y hasta aifaquies
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rabelesianos avant la lettre, cometian discretamente las mis-
mas faltas que se atribuye nuestro poeta, con la diférencia de
que a el/os no convenia, y a él si, proclamarlas.
Acerca de los tiltimos altoS de Ibn QUZ!1ltJn, supuso Nykl,
primer editor dei Caneionero, aunque en forma rudimenta-
ria, y pertinaz «quZ!1lanologO), no siempre aJortunado, pero
no por ello menos meritorio pionero, que su fortuna se vio
tifectada negativamente por la caida de los Almoravides en
1149 (Hispano Arabie poetry and its relation with
the old Provençal trobadours, Baltimore, 1946, pag.
268), obligandole entonces la miseria a hacerse iman de mez-
quita: son conclusiones dificiles de sustanciar, puesto que, si
bien es probable que la inestabilidad dei periodo que entonces
se abrio afectara negativamente al mercado dei zéjel, ya he-
mos senàlado que las peticiones angustiadas de diversos poe-
mas dei autor pueden responder mas a las exigencias dei
género, 0 a la avaricia de los mecenas, que al real empobreci-
mÏento dei primero, quien, por otro lado, parecia siempre en-
contrar alguien que le pagara su mercancia, como hizo al-
Waiqï en las postrimerias de su vida. Precisamente el tono
con que le dedica el Caneionero no es tI de un artista fraca-
sado e indigente en su vejez, sino el de un relajado triuifador,
que conoce el eco de su obra y dispone de reposo stificiente para
preparar su edicion, con el fin de perpetuar su mem,)ria y su
proPiedad intelectual. Esto, por supuesto, no quiere decir que
no se viera tifectado por los sucesos de aquellos alios, desastro-
sos para la ciudad de Cordoba, 10 que, como senala Garcia
Gomez, ha podido inspirar la tristeza dei zéjtl148, pero se-
guramente era Ibn QUZ!1ltJn, incluso en su vejez, demasiado
vital como para dejarse amargar y dominar por un juicio ne-
gativo sobre la vida: la tonica general dei Cancionero haC/!
pensar que procuro aprovecharla hasta su tiltimo momento.
T ras hacer a vuelapluma este bosquejo de semblanza dei
gran zejelero cordobés, es absolutamente imprescindible decir
unas palabras sobre el contexto histrJrico-cultural de su vida,
a saber, el periodo almordvide de la historia de al-Andaltls,
la que remlta tanto mas necesario por cuanto que muchas de
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las opiniones, incluso de especialistas, que circulan sobre el
conjunto de dicha historia parecen iJiciadas, en unos casos por
una romantica inclinacion a idealizar 10 hispanomusulman,
en otros por un curioso nacionalismo retroactivo, hispanizante
a ultranza de 10 que no era hispanico, entre otras cosas por-
que 10 hispanico no tardrJ demasiado en hacerse andalusly,ji-
nalmente, en otras ocasiones, por una maurqfobia, mas 0 me-
nos criptica, interesada solo en presentar los rasgos negros de
la civilizacion andalusl, como si no se hubieran cocido habas
en todas partes.
La ocupacùfn isltimica de Hispania habla sido la conse-
cuencia de una serie infrecuente de coincidencias: debilidad de
los imperios persa y bizantino, vacio politico-militar en el
Norte de Africa y caos dei reino hispano-visigodo; pero el
que dicha ocupacirJn se perpetuara en forma de Estado 0 esta-
dos, con las vicisitudes historicas conocidas,fue algo muy pro-
ximo a 10 que suele I/amarse milagro. Es dificil creer que este
milagro se hubiera producido sin los omeyas, en quienes se dio
repetidamente la capacidad de regir, coincidiendo con los mo-
mentos en que no habla en el occidente de Europa un poder
sujicientemente fuerte como para impedir la consolidacion de
al-Andalus isltimico, y estas dos circunstancias permitieron
que; no solo sin mas cryuda dei resto dei mundo isltimico, sino
incluso en pugna con poderosos vecinos como I/egaron a serlo
los fatimles de Ifriqiyya, el estado omeya alcanzara en la Pe-
nlnsula una hegemonla politica, cultural y militar que sera
indiscutible hasta el desmoronamiento dei poder cordobés, ya
no controlado eftctivamente por un califa omeya, sino por su
«chambeltim> 'amirl. AI-Andalus se fragmenta en taifas,
como de hecho habla ocurrido otras veces, antes de la domina-
cion omeya y durante el/a, pero ya no consigue ninguno de sus
hijos reuntficarlo y, aunque aun brilla la cultura, que conoce
uno de sus mejores momentos, parece haberse apoderado de
todos el convencimiento, subrcryado por ominosos éxitos de los
cristianos dei Norte, de que no era posible sobrevivir sin el
apqyo de sus correligionarios norte4ricanos.
La inclusiOn de al-Andaltis en el estado almoravide su-
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puso alteraciones importantes en la vida deI pais. En el te-
rreno militar y tras los primeros éxitos, que devolvieron el
aliento al Islam andalusf, no se vuelve a la hegemonla de épo-
cas anteriores, haciéndose permanente la conciencia de amena-
za como factor inseparable ya de 10 que queda de vida a sus
estados. Ello tiene una incidencia inmediata en el terreno re-
ligioso y moral, pues se alteran las relaciones entre la autori-
dad (y la oligarqula que la rodea 0 de donde ella procede), la
masa de subditos y el grupo pequeiio, pero poderoso y a ve-
ces temible, de los representantes de la ortodoxia islamica.
En ifecto, el estado omrya se habla caracterizado, y en parte
hecho viable, por un habil equilibrio entre estos tres estamen-
tos, restaurado siempre que se romPla en favor, en todo caso,
de la autoridad deI soberano, garante de la estabilidad, el or-
den y la sujecion mas 0 menos estrecha al emir 0 califa. Asl
se demostrrJ mando la rebelirJn deI Arrabal cordobés, en
liempos de al-lfakam l, cuya moral disgustrJ a los a!faqules
que azuzaron contra Il al pueblo, y en la repetida represirJn
de bander/as de signo Itnico, local 0 religioso. En aquel estado
de cosas, el soberano era un difensor nato de la ortodoxia
sunnf, lIegando ocasionalmente a la persecucirJn de eventua/es
heterodoxos como los disdpulos de Ibn Masarra, para calmar
los temores antidesviacionistas de los a!faqules, quienes goza-
ban de una autoridad moral que, sin embargo, debla supedi-
tarse a la ejecutiva dei principe reinante, absteniéndose de
intentar ejercerla a través de presiones sobre la masa de sub-
ditos.
Resultado de esta polltica omrya habla sido una notable
estabilidad social, poco sacudida por agitaciones ideolrJgicas,
una prosperidad material bien patente en los dlas de sus til-
limos dinastas, y una buena imagen dei Islam, al que menu-
dearon las conversiones, de manera que los musulmanes pasa-
ron de ser minorla ocupantt a mt9'0rla aplastante, en una
evolucirJn que, a cierta distancia, era seguida por el abandono
graduaI por muladles, e inc/uso moztirabes, deI monolingüis-
mo romance, y hasta dei bilingüismo, en favor de la adopcion
generalizada dei arabe como lengua tinica 0 predominante de
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comunÎcacùfn en todas las esfiras. En este sentido, el Cancia-
nera de Ibn QUZ1lJ"(ln, esgrimidopor algunos como prueba de
prolongadisima duracùfn dei bilingüismo generalizado, nos
pareee, desde una postura mas imparcial, indicar mas bien
que en dicha poca el reeuerdo y entendimiento de algunas
frases y palabras mozarabes perduraban alin, con un math
de gracia fllklOrica, entre algunos segmentos de la poblacion
andalus!, como ocurre entre nosotros h'!J con determinados
<datinajos)) a entre los arabOfonos marroqules con alguna que
otra palabra bereber.
Pero el equilibrio de la sociedad andalusl habrla de empe-
zor a quebrantarse con el advenimiento dei régimen 'amiri,
introducido por Almanzor. Este arrolla la legitimidad di-
nastica omrya, que solo en apariencia respeta, con un poder
personal ap'!Jado en un dército de mercenarios norte4ricanos,
con cuyos éxitos <para mayor gloria dei Islam) se legitima
ante el pueblo, asl como con una actitud de ortodoxia a ul-
tranzo, traducida en su adopcion de un consdo de aifaqules, a
los que consulta rd todas sus decisiones, reabriendo la puerta a
las ambiciones teocratieas, sielllPre presentes) de éstos. El
perlodo de las Tatras, que en buena porte fue un ajuste de euffl-
tas prolongado entre determinados grupos dei estamento aris-
tocratico y los norte4ricanos, con ocasional proposito de res-
taurar el orden de antana, supuso un alivio temporal para la
libre expresù;n de grandes personalidades, pero la presi';n
militar de los cristianos dei Norte vuelve a poner las cartas
en manos de los aifaquies, que gobiernan hdbilmente los temo-
res de la masa de subditos, agobiados por gastos militares y
tributos que no consiguen detener al enemigo,y escandalizodos
por la fastuosidad de una aristocracia que no parece partici-
par de la tragedia, sino ser insensible a euanto no fueran sus
francachelas y extravagancias rifinadas, nada ortodoxas.
Como es bien sabido, ello trajo a al-AndalUs a los allllo-
ravides y, con ellos, un reforzamiento dei concepto teocratico
dei gobierno, inseparable de la ortodoxia musulmana, pero
con mucha frecuencia reducido a minima expresùfn por sobe-
ranos poco dispuestos a compartir su autoridad con los aifa-
20
quics. Como cada vez que un estado hace hincapié en su ca-
racter confesional, la hipocresia iba a incrementarse extraor-
dinariamente, puesto que se suma al comercio y a las armas
como modo de progresar en la escala social: de ahi que entre
los mccenas loados por nuestro poeta hqya mercaderes, mi/i-
tares y a(faquies.
La situacion era delicada para los poetas, ya anatemati-
zados en el proPio Coran y, por menester dei oficio y sus tra-
diciones, muy propensos a chocar con la ortodoxia: a pesar de
su serio contraticmpo con Ibn al-Muna{ij, cs sorprendente la
habilidad con que Ibn Quzman, mas propenso a la burla que
a /a Picdad, ni siquicra aparente, supo hacerse perdonar y
aprcciar unas anacreonticas de tono subido, por no hablar de
sus agudas pullas contra a(faquies y bereberes (lege almora-
vides), gracias a sus excelentes relaciones con personas in-
fiuyentes y moralmente tolerantes, entre los que se cuentan a/-
gunos a(faquies, a los que, lIegado el caso, dedica poemas de
tenor mas ortodoxo. Ello demuestra, sin lugar a dudas, que
en al-Andalus almoravide, la moralizacion oficial fue mas
represion de manifestaciones demasiado evidentes que meta-
noia, pues seguia habiendo consumidores de /0 prohibido y
posibilidad de sobrevivir con tal comercio en el sena de una
sociedad que seguia siendo bastante polifacética como para te-
ner, junto al monje-soldado, a estetas amorales. Sc escriben
tratados de J:ùsba en que sc pretende regular no solo la hon-
radez de los comerciantes, sino, en general, la moral, sobre
todo publica; pero los pudientes celebran aun fiestas baquico-
eroticas, y sc deleitan con su recuerdo en zéjeles como los de
Ibn Quzm(Jn que no parece encontraran gran dificultad en cir-
cular, ine/uso bien fuera y lejos de al-AndalUs. Podemos de-
cir que, a pesar de circunstancias adversas, la vena IUdica,
xenrffoba y antje/erica/ dei andalusi sigue laticndo, con Ibn
Quzman, en el periodo almordvide.
En el marco histrJrico-social que acabamos de esbozar,
~qué habia. ocurrido con la cultura, especialmente la cultura
literaria, que es la otra dimension en que hay que situar el
Cancionero de Ibn Quzman? Como tierra conquistada, en
21
al-Anda/us se babian encontrado dos culturas, la bispani-
ca, 0 bispanorromana, 0 incluso cristiano-bispanorromana, y
la arabe 0 arabo-isldmica. La relativa posicùJn de sus de-
tentadores, vencidos y vencedores, y las conocidas circunstan-
cias de la conquista, realizada con una minima aportacion
étnica arabe, determinaron el grado y manera de interaccion
entre ambas culturas y, en buena parte, su remltante, la
cultura andalus!, cuya supraestructura es dominantemente
arabe, mientras que en su infraestructura abundan los
atavismos bispanicos. Es tema Iste indudablemente atrac-
tivo y constantemente discutido con los pareceres mas en-
contrados, pero se sale de nuestro proposito abora ba-
blar de manto no sea el aspecto literario de la cuestion,
bastante menos controvertible, puesto que para juzgarlo
contamos con datos objetivos representados por las caracte-
risticas de unas obras y personalidades re/ativamente bien
conocidas.
Si dejamos a un lado, puesto que no se integran en la
resultante cultural andalusi y se extinguen con sus porta-
dores, las maniftstaciones latinas 0 arabes de la cultura
literaria mozarabe, resulta evidente la gran pobreza de
las maniftstaciones de una literatura andalusi en arabe
entre la conquista y el reinado de 'Abdarraf;man II
(822-852) en que tiene /ugar, en imitacion dei esplendor
dei Bagdad 'abbas!, el primer impulso rftcial serio a la
cultura. Abundan las anécdotas atribuidas a este periodo,
e incluso posteriores, que proclaman el asombro de los ara-
bes orientales mando ocasionalmente aparecia entre ellos un
andalusi que sabia recitar y componer buenos versos; pero
esta primera pobreza se veria ampliamente compensada por
el gran desarrollo que adquiere la cultura arabe en al-
Andalus, y muy particularmente la poesia clasica, bajo los
ultimos omryas y en ade/ante, con periodos particularmente
brillantes, como el de las Taifas, en el que brillaron las fi-
guras seneras de Ibn Zqydtin y al-Mu'tamid, de manera
que, al lIegar a aquel mundo Ibn Quzman, la poesia tenia
ya en al-Andaltis una larga tradicion e inc/uso unos mode-
22
los y exigencias de calidad de nivel bastante elevado como
para que il fracasara en el empeno que parece haber tenido
de brillar haciendo versos de hechura clasica.
Afortunadamente para il y para el arte, ista no era la
unica via que se abria ante un poeta en aquel entonces.
funto a la poesia drabe cldsica de corte tradicional, se ha-
bian creado en al-Andalus dos nuevos gineros peculiares:
primeramente, el muwassa};\ en lengua clasica, pero sin las
exigencias mitricas de la versificacùin arabe tradicional, y
el zéjel, de la misma naturaleza mitrica, pero ademas en
lengua vulgar, en dialecto hispanoarabe, teniendo ademas en
comun ambos gineros una estructura estrrffica en que la di-
versidad de rimas contrasta agilmente con la naturaleza
monorrima de la casida clasica. De estos dos gineros, en
realidad versiones clasica y dialectal de uno solo, Ibn Quz-
n!(Jn escogeria, para trillifar en il y elevarlo de una condi-
cùin poco brûlante, al zéjel, que asiy gracias a il, junto con
el muwassa9, constituiria durante siglos una alternativa a
la versificacùin cldsica que conoceria momentos de gran po-
pularidad en todo el mundo arabe y se perpetuarfa en cier-
to modo hasta nuestros dias.
La gran pregunta es, naturalmente, de donde sale la
poesia estrrffica hispanoarabe, pregunta que muchos investi-
gadores, sobre todo occidentales, han querido responder, con-
tribuyendo con sus esfuerzos, si no a esclarecer definitiva-
mente la euestion, si à la abundante produccion de estudios
sobre este tema en general, y sobre Ibn Quzman en particu-
lar, que senaltibamos mas arriba. Lo que las fuentes arabes
nos dicen sobre la invencion de muwassaQ y zéjel es poco, y
de todos conocido: quien dice cosas mas importantes y origi-
nales es Ibn Bassam de Santarén (m. en 1147) en SIl Da-
x/ra, que atribuye su invencion a Mu~ammad b. Ma~
mud «el ciego de Cabra» (personaje identificado por
otros, sin embargo, con Muqaddam b. Mu'tifà de Cabra,
poeta aulico dei emir 'Abdallah), tomando para ello «he-
mis/iquios de versos clasicos y frases romances a modo de
estribiIlO), mientras que los indicios bibliogr4ftcos apl/ntan
23
haeia una invenciOn deI zéjel anterior, pero no demasiado, a
la generaeion de Ibn Quzman.
En todo caso, la afirmaeion de Ibn Bassam parece res-
ponsable de las dos teorias que, a Jalta de datos historicos
fiables, han eirculado, y cbocado con violeneia que a veces
sorprende, sobre el origen de esta poesia estrrJflca hispanod-
rabe: la deI origen arabe, sostenida primeramente por
Hartmann, y la deI origen romance, sugerida en primer lu-
gar por Ribera y expresada en su forma mds detallada,
argumentada y perfllada por Garcia Gamez Unos se han
apqyado en 10 de los «hemistiquios de versos clasicos»; otros,
en 10 de (das frases romances a modo de estribillo», sin que,
a la hora de la verdad, los versos en cuestion se suje/a-
ran sin violeneia a ninguna de ambas escansiones sugeridas,
situaeion que no Ilevaba al desistimien/o de la hipo/esis,
sino a tratar de reforzarla con argumentos culturales y no
lingüis/icos ni prosrJdicos, si bien es verdad que éstos no es-
taban aun al alcance de la mano. Lo que, en todo caso, era
el trasfondo de la cuestion, puesto que se conocia la relaeion
eierta deI zéjel con algun género /frico romance, y se trataba
de saber era si habia habido una injluencia accidentaI en
una parcela de la cultura arabe, 0 St; por el contrariO, par-
te de las métricas oceidentales debian su existeneia a una
forma poética de origen arabe.
Es eviden/e que una respuesta menas apasionada y mas
eien/(fica a esta euestion ha de basarse, ante todo, en un es-
tudio interno de la métrica y otras caracteris/icas de esta
poesia es/rrJflca que permita difinir su sistema, casa que
nunca hieieron los tratadistas nativos, pero también en una
critica bistdrica de las afirmaciones bistdrico-literarias en
que se ban basado casi exclusivamen/e las dos teorias en
pugna. Es/a mera critica ya nos revela algunos datos poco
coberentes con las ficbas sugeridas par Ibn Bassam, pues
resulta evidente que el periodo prebistdrico deI muwassaç,
anterior al siglo XI deI que datan sus primeros especime-
nes, debio de ser bas/ante prolongado, pues no de otro pro-
to/ipo pueden ser copia los poemas bebreos Ilamados mu-
24
sammat de Dunai b. Labra~, que vivirJ bajo la igida de
'Abdarra4man III, y que debla de imitar algo ya suficien-
temente prestigioso y bien establecido entre los andalusies
como para que pensemos que estaba ya en boga a finales dei
siglo IX mientras que, por 10 que se rejiere al zéjeJ, y aun-
que el dato haya que recibirse con cautela, hemos senalado
la posible existencia de un proto-zéjeJ, que datarla dei ano
912, en el texto de al-Muqtabis (vol V) de Ibn lfayyan
(viase su traduccirJn, anotada por Maria Jesus VIGUERA:
Cr6nica deI Califa 'Abdarral:rnan III an-Na~r entre
los anos 912 y 942, Zaragoza, 1981, pdg. 59, ntim.
58).
Parece, pues, bastante probable que muwassary y zéjel
fueron mds antiguos de 10 que a primera vista indican sus
noticias, que solamente reflejarian el momento en que la ac-
titud rficial de los literatos cambirJ suficientemente como
para sustituir el silencio por la mencirJn, aunque desdenosa,
de su existencia, cambio de actitud que hay que atribuir
tanto a la popularidad que dicbos gineros empezaban a
disfrutar en circulos cada vez mas serios y elevados, como
al proceso de depuracirJn y reftnamiento que hablan ido su-
friendo basta ganarse una cierta consideracirJn en unos
medios cuitas muy conservadores, sin olvidar que quizd en-
tonces fue cuando istos se enteraron finalmente de que tam-
biin en Oriente habla habido algunas innovaciones en el
arte poitico avaladas por algtin nombre tan ilustre como el
de Abii Nuwas (m. hacia 815) Y no rechazadas por el
buen gusto bagdadf, imitado y reputado superior en al-
Andaltis. No parece, en todo caso, aventurado afirmar que
la estructura estrr!fica dei muwassal:\ camo entrevirJ Stern
(Hispano-Arabic Strophic Poetry, Oxford, 1974, pdg.
55), con una frJrmula bbbAA, derive de la dei musam-
mat (AA bbbAA), que a su vez se explica camo
un desarrollo dei ta~ï' 0 rima interna de los hemistiquios,
tan antiguo camo el usa dei metro rajaz, considerado tradi-
cionalmente coma el primero que bubieran usado los drabes.
La aceptacirJn de este principio, para la que hay pocos
25
obstdculos, produce una hipotesis de la estructura estro-
fica de estos poemas como desarrol/o interno de determina-
das posibilidades de la versificacion arabe, sin necesidad de
recurrir a itifluencias exteriores, teniendo bien entendido
que el camino quedaba asi abierto a posibilidades crecientes
de complicacion, como nuevas rimas internas, que iban a
darse hasta alcanzarse un cierto barroquismo estructural.
lPor qué, sin embargo, no se ha producido una adoption sin
reservas de esta hipotesis seneil/a y razonable?
Pues porque e/ verdadero cabal/o de batal/a en la
cuestion dei origen de esta poesia no era tanto su es-
truelura estrOfica como su estructura métrica, que, al no
poder reeibir una solutiôn coherente de orden lingiiisti-
co y prosOdico, dejaba a las dos teorias faltas de com-
probaeion practica y libres de ap'!)'arse en una argumen-
tation poco decisiva, de naturaleza basada en la re/ativa
importantia de 10 arabe y 10 hispanico en la cultura de
al-AndalUs. En otras palabras, mientras no demostraran
los partidarios de/ origen arabe de la poesia estrOfica an-
dalusi la posibilidad de escandir sus versos con el siste-
ma arabe clasico y hubiese alguna probabilidad de que
I/evaran razon los que le atribuian un origen hispanico,
era arriesgado cifirmar que no nos encontrdbamos ante una
hibridacion cultural, en la que el drabe habia puesto el
estrrfismo y el romance, la métrica.
Una posible solution para esta espinosa cuestion es la que
venimos proponiendo en una serie de trabcljos que van desde
la publication de nuestra Gramatiea, métriea y texto dei
Caneionero hispanoarabe de Aban Quzma!l (Madrid,
1980) al estudio métrico dei Cantionero de aS-Sustarr (que
aparecerd en Awrag V), pasando por nuestro articulo sobre
los metros dei muwassaQ en Journal of Arabie Literatu-
re XIII, 76-82). Todos estos trabcljos coinciden en demostrar,
sin ningun lugar a dudas, que los muwassaQs y zéjeles an-
dalusies son escandibles segun los metros de la versification
drabe cldsica, siempre y cuando se acepten, en position de bre-
ves, si/abas largas dtonas, mientra que en position de largas
26
pueda haber largas dtonas 0 tônicas, 0 incluso breves tônicas
(segun los usos de la acentuaci6n andalus!, que detal/amos en
A grammatical sketch of the Spanish Arabic dialect
bundle, Madrid, 1977, pdgs. 60-66). Un hecho de esta
naturaleza no puede ser mera coincidencia e invalida a prio-
ri cualquier teoria dei origen romance de esta métrica, al re-
sultar evidente que nos encontramos ante una adaptaciôn sui
generis de la métrica drabe cldsica, aunque, como veremos,
en esa adaptaci6n hqya jugado un papel el substrato hispdni-
co de los andalusies, a nivel fonémico. Por otra parte, se hace
necfsario intentar una explicaci6n de la naturaleza de dicha
adaptaciôn, que no se habria producido sin ser requerida por
determinadas circunstancias, y ésta es nuestra hipôtesis de 10
sucedido:
a) El drabe hispdnico, como sucediera anteriormenfe
con el latin hispdnico, habia perdido el ritmo de cantidad
sildbica, sustituyéndolo por el de acentuaciôn tônica. En
otras palabras, los andalusies dejaron de percibir las sila-
bas como largas y breves, qyéndolas como trJnicas y dtonas,
segun ocurre en el romance peninsular. Esta circunstancia
estd ampliamente demostrada por los errores de los escribas
andalusies en los manuscritos menos cuidados, donde puede
apreciarse cômo omiten a veces los grtifemas que marcan en
drabe la cantidad larga de las vocales, al tiempo que los
introducen indebidamente en silabas breves en la prosodia
cldsica, pero que sabemos eran t6nicas en el dialecto anda-
lusf.
b) En estas circunstancias no podian recitar correcta-
mente, ni componer de manera natural, versos en drabe cld-
sico, por bien que conocieran la gramdtica y el léxico de
esta ltngua, pues hqy que suponer que la prosodia de su
dialecto era la que usaban también al utilizar la lengua
clasfca, como ha ocurrido en Europa con las distintas pro-
nunciaciones locales dei latin. Esto explica el periodo sin
producciôn poética de los primeras tiempos de al- Andaltis,
ya que, en aquellas circunstancias, la versificaciôn no podia
ser sino imitacùJn académica penosisima de modelos cuya
27
armonia no podia percibirse, ni mas ni menos que ocurre
con los bexametros latinos de nuestros cultos.
c) La situacùJn requeria una sa/ida, que podia ser de
dos tipos: adoption de una métrica acentual, adecuada al
ritmo de la lengua bab/ada, 0 adaptation a éste deI modelo
tradicional, la métrica arabe c/asica. Lo primero no tuvo
lugar, pese a que tal vez existia el modelo entre los que
bablaban romance en la Peninsula, sin duda por el escaso
prestigio que su cultura tenia entre los andalusies, y la so-
lucion fue la segunda, generada casi automaticamente por la
lectura de poemas en arabe c/asico donde, al colocar acentos
en lugar de cantidades largas con cierta periodicidad por la
misma estructura de los pies deI metro, se producia un
cierto ifecto ritmico. La imitacion de este ifecto era posible
y aprovecbable para la creacion de una métrica donde la
cantidad no contaba (puesto que fonémicamente no existia),
salvo cuando iba acompmiada en su rea/izacirJn de un acen-
to, cuya posicion si tenia que coincidir con los establecidos
para cada metro, dentro de esta adaptacion. No es sorpren-
dente que esta métrica no fuese enseguida admitida por los
circulos cultos, conservadores y reacios a las innovaciones, y
que priferian entonces y después versos que se ajustaran
ademas a fodas las normas c/asicas; pero es muy probable
que, puesto que los poemas asi compuestos sonaban bien
a todos, circularan a nive/es menos elevados, basta emerger
mucbo mas tarde por doquier, primero el muwassal), mas
aceptable por conservar al menos la lengua c/asica, y luego
el zéjel, que 10 bace en un momento en que e/ mismo bastio
de la fastidiosa repeticion de 10 c/asico permitia buscar aire
fresco donde 10 bubiere, aunque fuese en lengua vulgar, pero
desde luego mas como poesia popularizante que popular,
puesto que pance cierta la extracciôn mas bien cuita de sus
autores. Y éste babria sido el momento en que se encuen-
tran nuestro poeta y e/ zéjel, siendo el resto de la bistoria
conocido.
El lector se preguntara, naturalmente, qué ocurre enton-
ces con la teoria que se ba quertdo apqyar en las palabras
28
de Ibn Bassfim, de que todo el poema, muwassal). 0 zéjel,
se construia «basandose en frases romances)), 0 sea, 10 que
se suele lIamar xarja, de donde se ha conc/uido que, si ésta
era una copIa 0 estribillo de copIa moztirabe, naturalmente
con su mitrica propia de origen hispanico, era natural que
todo el poema tuviese esa misma métrica. Creemos que se
ha echado demasiado peso sobre ese «basandose)), que se ha
tomado como prueba de identidad estructural, siendo asi
que es perftctamente legitimo suponer que el apoyo consistie-
ra meramente en una relacion tematica, de manera que el
poeta, una vez encontrada xarja graciosa (y probablemente
arreglada para que encajase arentualmente en el metro que
queria usar), compusiera su poema entero y buscase a su
final la transicion aproPiada, mas 0 menos brusca, para co-
locarla. De ahi a que la xarja fuera necesariamente la fal-
silla mitrica deI poema h'!J gran distancia. Ademas, es sa-
bido que las xarjas en romance son minoria notable, en
parte porque su inteligencia no era tan general como se sue-
le decir, tratdndose mas bien de un recurso rebuscado mas y
de una variacion sobre la circunstancia normal que era el
que estuvieran en hispanoarabe, 10 que nos obliga a pregun-
tarnos si la xarja no es, en realMad, 10 que queda de an-
tiguos zéjeles, convertidos en muwassal), es decir, traduci-
dos a lengua c/asica para m%rar su aceptabilidad en
circulos mas cultos 0 lingiiisticamente mas exigentes.
Pero hemos entrado ya en un terreno de hipotesis inde-
mostrables por el que no queremos seguir, pues nuestra in-
tencion es merammte sacar dei call%n sin salida en que
estaba la cuestion deI origen de la poesia estr4fica andalusl,
presentando algunos hechos a los que no se prestaba la nece-
saria atencion, e indicando caminos por donde puede seguir
la investigacion dei tema. Creemos que, con los datos ahora
disponibles, no es posible mantmer el origen hispanico de la
métrica dei muwassal). y dei zéjel, aunque, por el contra-
rio, Iste si que pasara a /ierras cris/ianas, como es bien sa-
bido, por 10 menos en cuan/o a su es/ructura estr4fica, y sin
que queramos ni podamos en/rar en el complicado /ema de
29
las relaciones entre las /incas andalus! y de Europa oc-
cidental y meridional.
El interés por estos temas ha determinado, creemos, en
buena parte la abundante investigacùjn de estudiosos euro-
peas en torno a la poesla estro/ica andalusf, en genera!, y a
Ibn Quzman, en particular, temas que hqy pareeen ocupar
puesto secundario en las prefirencias de la cultura arabe
actua/,' pero no debemos creer que su impacto en otras po-
cas fuese tan insignificante. En la obra citada de Stern,
cuya lectura es obligada para los interesados en este tema,
podemos seguir los pasos de la difusion de estos géneros por
el Norte de Africa, Egipto, Siria y hasta Yemen, asl coma
su utilizacion «a la divinQ), que alcanzarla sus cimas
en los muwassal;ls deI mu~ciano Ibn 'Arabï y los zéjeles
deI granadino errante as=Sustarï, un imitador formaI de
Ibn Quzman en sus peregrinaciones misticas par lodo el
mundo islamico, donde sin duda encontraba aidas familiari-
zados con los ritmos y expresiones deI deserifadado cordobés,
que no exageraba cuando dec!a que sus zéjeles eran escu-
chados en Iraq. De la' difusion y éxito de su obra en el
Oriente arabe son testimonio irrifutable el rango que le
otorga el tratadista iraqul de géneros poéticos no clasicos
al-1;Iilft (m. 1339), autor deI Kita:b al-'atil al-J:nli
wal-muraxxa~ al-gal! (edilado por W. Hoenerbach,
Wiesbaden, 1956), asl coma la circunstancia de proceder
de S4ad (Palestina) el unico manuscrito que tenemos deI
Cancionero.
AI lIegar a este punta es inevitable abordar la cuestion
de por qué el zéjel (y, par supuesto, el muwass~Q, deI que
no siempre se distingue bien, como ocurre en as-Sustarï), en
general e Ibn Quzman, en par/icular, conocen un éxito tan
notable en determinada éPoca, para extinguirse luego sus
ecos y caer casi en el olvido de los arabes. La respuesta no
es faci!, pues todo clio fue cuestiOn de gustos, sobre los que,
aunque erroneamente, suele decirse que no hay nada escrito,
pero intentaremos al menas, y dentro de la posible, centrar
la cuestion. Se ha hablado mucho de gracia, frescura, inge-
30
nio, atrevimiento e innovaciones en Ibn Quzman, lIegando a
califlcarsele, por Garcia Grimez, con Ibn Ffazm e Ibn Tu-
fayl, como <runo de los tres autores arabigoandaluces que
pintan de verdad en la gran literatura universab): hqy se
encontrara pocos arabes que suscriban esta evaluacirin, y, en
cuanto a los arabistas, nuestro impeifecto conocimiento de la
lengua y la cultura quita bastante valor a nuestros juicios
estéticos sobre una obra literaria; de ahl la diflcultad para
uno de nosotros, aunque fuese mucho mas perito en el tema
que quien escribe estas /ineas, de dar la respuesta que en
este pamifo se solicita. Es diJicil, pues, medir la talla real
de Ibn Quzman, porque nuestro gusto no siempre coincide
con la estética arabe, porque uno y otra han cambiado a 10
largo de los siglos y porque, ademas, la obra en dialecto deI
zejelero cordobés suponla una innovacirin para la que no
habla, ni practicamente ha habido posteriormente, riferencia
ni baremo. En este sentido, si la singularidad es geniali-
dad, hqy que decir que Ibn Quzman fue un genio, puesto
que no ha habido otro autor en el mundo arabe que hqya
tenido semejante éxito utilizando un dialecto, una forma de
comunicacirin oral informaI, frente a la lengua c/asica pres-
crita para la comunicacirin solemne. Le hemos de apreciar
ademas la gracia, la frescura, el ingenio, el atrevimiento y
muchas mas virtudes literarias, 10 cual no quiere tampoco
decir que no resulte a veces pesado, convencional y devalua-
do con respecto a la mejor poesla arabe c/asica; pero tam-
poco seria justo juzgar a un poeta por sus momentos menos
qfortunados. Quizd una correcta evaluacirin estética de su
obra no pueda producirse sino cuando sea mejor conoci;,a
por todos, arabes y no arabes, cosa que hasta ahora no ve-
nia sucediendo por el caracter experimental y no destinado
al gran ptiblico de las ediciones existentes.
Lo que, en cualquier caso, parece cierto es que las virtu-
des de Ibn Quzman hicieron su aparicirin en un momento
adecuado, y ésta puede ser la explicacùJn, tanto de su éxito
como de su posterior olvido. La tendencia estética arabe de
no renovar los géneros, sino multiplicar sus variaciones y el
31
barroquismo de sus adornos, ha producido a menudo el
hastio dei auditorio y ocasionaln reacciones de algunos poe-
tas que no se resignaban a perderlo. Es 10 que sucediO en
Oriente con los «modernistas», como BaiSar b. Burd y
Abu Nuwas, que consagran una renovacùJn especialmen-
te tematica, y en menor medMa métrica y estrOftca, de la
casMa clasica, ya desgastada por el uso dentro de unos cau-
ces estrechos; pero incluso estas innovaciones, refle)adas de
lIeno por la ponia clasica andalusl, estaban practicamente
agotadas y caian en el manierismo rebuscado que es patente
en la obra de algunos poctas dei periodo de las T atlas. El
muwassal). y, sobre todo, el zéjel, con exigencias métrÎcas y
lingiiisticas menores, de)aban al poeta menos atado a la for-
ma y a la penosa tirania de encontrar palabras que encaja-
ran en metro, rima y registro, liberando buena parte de su
energia y talento en pos de la idea original, de la locuciôn
qfortunada, de la expresùJn dei sentimiento y hasta de
la gracia 0 el descaro dei decir calle)ero. Sabemos peifecta-
mente que, por el caracter culto y rebuscado, harto arcaÎ-
zante, de buma parte de la pocs/a drabe cldsica, fue
focuente que un meœnas tuviese que sopor/ar y retribuir ver-
sos que ni siquiera entendia bien, y esto es algo que, en
cambio, no sucedia con el muwassal). 0, sobre todo, el zéjel,
cuyos auditorios no eran minoritarios: todos estos factores
debieron de aunarse y crear ese momento propicio en que
ambos gêneros florecen y se propagan, desde al-Andaltis
al resto deI mundo drabe, hasta producirse su decadencia,
muy lenta para el muwassal)., que, por su lengua clasica
era mas viable, raPida para el zéjel dialectal, que consti-
tuia un continuo destifio para la norma lingiiistica general
y que solo en manos de personas excepcionales podia alcan-
zar cierta difusion y permanencia.
En ese momento oportuno, y en el contexto de las cir-
cunstancias que hemos descrito brevemente, surge la obra de
Ibn Quzman, que no es tematÎcamente revolucionaria, como
observara elleetor familiarizado con la ponia drabe, ni su-
pone la invencion precisamente de una nueva forma poitica,
32
sinD un grado notable de perfeccifin en una fase historico-
literaria en que el gusto exigia un aligeramiento de las ya
demasiadas trab?lS tematicas y formaies, 0 sea, una simpli-
ficaciOn de asunto, métrica y lengua. El haber sabido res-
ponder a estas exigencias es, probablemente, el mérito
m~or de nuestro poeta y por el que se gano en su mo-
mento popularidad y derecho indiscutible a un lugar en la
literatura universal.
33
efectuada ni dei manuscrito unico en que se basa: fruto de
ello ha sido un estudio, ya entregado para su publicacion en
la revista Awraq, ti/ulado <dstidrakat waqtira4at jadida
'alà hamH diwan Ibn Quzmam> «<Correcciones y nuevas
propuestas al margen dei Cancionero de Ibn Quzmam»,
y la traduccion que inexorablemente nos hemos visto obliga-
dos a abordar, como método de precisar los matices dei
texto y de alcanzar una mas exac/a formulacùJn de su edi-
cion. y, una vez, hecha dicha traduccion, y a la par que se
han desvanecido aigunas de las consideraciones por las que
no pensabamos dar/a a la luz no hace aun mucho /iempo,
se nos ha planteado el dtÏema de retenerla 0 publicar/a. Al
considerar esta ultima opcion, no se nos ocultaban los ries-
gos que elio suponia: por hablar solo de riesgos cient!ftcos, es
evidente que seguimos operando con un texto no definitiva-
mente establecido en bas/antes pasajes, y de los que natu-
ralmente solo se puede dar una edicion y traduccion hipoté-
ticas, y que la imprescindible anotacÎrm dei crmtexto histOrico,
literario y cultural no esta suficientemente madura como
para lanzar un «Cancionero de Ibn Quzmam> defini/ivo,
si es que existen obras definitivas de esta naturaleza, por
10 que no ha de faltar quien, en lugar de considerar 10 ade-
lantado con estos es/udios, haga un factÏ catalogo de 10 aun
no hecho y una facil critica de lagunas donde todos sabemos
hones/amente que htry un océano por lienar.
Pero dejando atras tales criticas, dignas de inclusion en
el <dadran, luego cabaigamos», el no publicar los resul/ados
de nuestro trabajo mas reciente sobre Ibn Quzman ha-
bria supuesto dejar sin circulacion decenas de nuevas pro-
puestas de mejoras a la edicion dei texto, y muy particu-
larmente, privar a los estudiosos de la literatura medieval
de una referencia puesta al dia sobre el contenido auténtico
dei famoso Cancionero, en bastantes de cuyos puntos las
traducciones hasta ahora existentes carecen hqy ya de apqyo
/extual, por la evolucion habida en el establecimiento dei
original. En estas circunstancias, una nueva traduccion mas
fiel al original que las anteriores podia ser de gran utili-
34
dad a los expertos no arabistas en literatura medievai
comparada quienes, por ejemplo, podian conocer por prime-
ra vez el curiosisimo «brindis al diabloJ-\ dei zijel 90, a
las alusiones, hasta ahora desconocidas, a la existencia de
unos poetas populares satiricos (I/amados 'uttab 0 'attaa-
bïn), mencionados en los zijeles 23 y 118, datos cuya ex-
plotacion dejamos a los expertos, como tantos otros que
ifrece el Cancionero en dreas en que cotifèsamos nuestra im-
pericia.
Ademds, por riflejar el texto editado un dialecto
que el conocedor meramente dei arabe cldsico no puede com-
prender sin cierta dificultad, su lectura e inteligencia venia
siendo privilegio de mtry pocas personas: por todas estas ra-
zones nos ha parecido priferible no esperar a tener una edi-
cion y traduccion mejores, sino ifrecer ya los resultados ob-
tenidos, a sabiendas de que son ampliamente petfeccionables,
como casi todos los resultados dei trabajo cientifico.
Habiendo, pues, decidido publicar una nueva traduccion
dei Camcionero de Ibn Quzman que incorporase todos los
adelantos obtenidos en el estudio de su texto, y a hacer
frente a las posibles consecuencias negativas dei empeiio,
cientificas 0 de otra naturaleza, habia también que decidir-
se por un estdo castel/ano determinado en el que riflejar un
texto poético. Siendo tarea ardua y fuera de nuestro' alcance
intentar una traduccion en verso, nos hemos limitado a re-
producir la version castellana que el original nos sugeria,
con la exigencia de que fuera literai dentro de 10 posible,
sin tratar de evitar arcaicismos provocados por el sabor a
veces rancio dei texto, y sin cuidarnos demasiado de que, al
traducir algunos versos, adoptara el riflejo castel/ano a ve-
ces e inconsistentemente formas acordes con determinados
metros de nues/ra lengua. No busque el lector en ello pro-
posito, logrado ni fal/ido, de alcanzar determinadas cotas
estéticas, puesto que 10 que fundamentalmente se le quiere
dar en esta obra es una traduccion exacta, con la que pue-
da formarse cabal idea dei mensaje y bagaje ideolOgico dei
poeta, ya que, obviamente, para poder juzgarlo estéticamen-
35
te, es necesario poder tener acceso al texto original y am-
plios conocimientos de estilistica y poética drabes.
Finalmente, nos resta agradecer al Institulo Hispano-
Arabe de Cultura y a su eficaclsimo director don Francis-
co Ulrtry Sardd, el concurso que en ésla, como en anleriores
ocasiones, han prestado a nues/ra obra.
36
EL CANCIONERO
HISPANOARABE
INTRODUCCION
39
ciéndolo suave al tacto y desbastando su rudeza,
porque 10 despojé del i'rab 3 y 10 despojé de pesade-
ces y convencionalismos como quien desnuda la es-
pada de la vaina, y a un tiempo tornélo asequible y
remoto, casera y exquisito, dificil y facil, oscuro y
claro, ocurri6 que, al percibir el oyente la soltura de
sus divisiones y hemistiquios 4, acababa toda indo-
lencia que hubiera en sus prop6sitos; mas 5, cuando
seguia mis pasos e imitaba mi estro, veia que es
algo inalcanzable e inasequible y deda: «iQué inspi-
rado eres, Fulano!», y es la verdad.
Veia yo que la gente idolatraba a los predeceso-
res, enalteciendo a aquellos iniciadores hasta poner-
los por las nubes, pues les concedfan la mas alta
categorfa y la suprema magnitud; mas ellos descono-
dan el camino y, de jando la derechura, se perdian
hacia Oriente 0 Poniente, elaborando conceptos in-
sipidos, vagos prop6sitos y expresiones de insumiso
genio 6, y con i'rab, que es 10 mas feo que puede ha-
ber en el zéjel y mas desagradable que la misma
muerte, coma cuando dijo uno, de quien Dios haya
tenido misericordia:
Se te ha roto el ala,
y ha quedado soso tu chiste 7
40
Semejantes cosas son mas bien naderias, aunque
los tales han producido 10 ocasionalmente conceptos
hennosos y hemistiquios mas agudos que armas, vi-
niendo a ser sus palabras guijarros con alguna perla,
o almendra du1ce junto a otra amarga. De ellos, nadie
vi de estro mas d6cil y sueIo mas feraz, hasta eI pun-
to de que quienes hasta él peregrinaron le dieron sie-
te vueltas 11, ni a nadie mas merecedor de primada y
principado en esta que al maestro Axtal b. Numara,
pues traz6 el camioo y 10 abri6 excelentemente, pro-
duciendo brillantes conceptos y resplandecientes
prop6sitos su estro fluido y socorrido 12, no aeompa-
fl.ado por la ignorancia de algunos, seeundado por di-
visiones y rimas coma el ha1c6n por sus plumas, y
que pasa dei pr6logo galante al panegfrico t3 con faeil
empefl.o y hennosa dicci6n. Bastarfale 14, coma prue-
ba de eapacidad imaginativa y eorrecto parang6n 15,
su verso:
o aquel otro:
Tan, tan, llaman al zaguan,
doc, doc, con piedra de dos libras 16.
° este otro:
y 0 soy hombre de campo
y tengo una casa vada,
pero lien a de sangre de parra 18.
41
o aquel otro:
o cuando dijo:
iQuiebre Dios la pierna a todo pesado! 22
o en el pasaje:
Se asombra la gente de mi poca suerte 23,
42
Ibn Numara V1Vlera y nos juntara un soberano y
abarcara un palacio, de manera que pudiera ofr mis
exquisiteces y magia, advertirfa que era mfa la meta
y el gallardete de la victoria, quedando su naturale-
za confusa al cotejar una esencia con otra. iQué las-
tima! Si hubiera alcanzado a conocerle, me hubiera
unido a él sin dejarlo, le habrfa reconocido la prio-
ridad, le habrfa tanido antiguos tonos 26, le habrfa
dicho: «Tti eres el rico; yo, el pobre», guardandole
las consideraciones debidas a su edad, encantado de
mi parangon y comparacion con él.
Cuando, accediendo a los deseos de los sobera-
nos y senores del estado, hice el panegfrico de su
hermosura e importancia, escogiéndolos 27 de noble
en noble y de distinguido a distinguido y poderoso
senor, valedor glorioso por favor divino, prosperos,
aunque prisioneros de su munificencia, coma el
cadi de la aljama Abulqasim AJ:mad b. I;Iamdin, su
hermano el alfaquf Abu Ja'far I:Jamdïn, el visir y al-
faquf Abul'alâ ibn Zuhr, el excelso visir Ibn al-
Qurasi az-Zuhri (a quien Dios haga volver con
bien, propiciando su retorno en bien de sus ami-
gos) 28 Y otros personajes'M 29 mucho, no dejando to-
dos los amigos de rogarme que se los dictara, coma
favor que les haffa, por 10 mucho que se holgaban
de mis dichos, coma era mi proposito, en la certeza
en que estaban de no encontrar a nadie que me
aventajara, y por temor a que se perdiera alguno y
se 10 atribuyera alguien 0 me fuera negada su pater-
nidad. Pero yo les daba largas de mes en mes y ano
en ano, hast a que me parecio satisfacerlos cosa me-
ritoria, y, el obedecerlos, bueno y titil.
Era el motivo que me apartaba de reunirlos y re-
gistrarlos, haciéndome tener en poco su adorno y
hechura, mi btisqueda de un hombre generoso con
cuyo nombre bordarlos, embelleciéndolos con su
marca, hasta que la fortuna mostro 10 que ocultaba,
43
de jandome ver a su ser mas noble y mejor, donan-
donos aquello que escatimaba y haciéndonos ver en
vigilia 10 que ni en suefios creerfamos, al damos a
conocer bajo forma humana al lucero cual sol, dul-
zura de Iraq en cuna andalusi, al de sinceros acen-
tos, de sobrecogedoramente brillante mirada, al de
vida la mas digna de ser rescatada con tesoros,
cumplidor sin dilaci6n de Sil palabra, el que en la
discusi6n responde sin titubeo ni pausa, quien en
su gracia adorna y enjoya, y en la amenaza es causa
de todo mal, creado a su propio gusto con bien al-
canzadas virtudes, de las que no se rebaja a pavo-
nearse, aunque bien pudiera, cuya gloria se conoce
en sus cualidades y de cuya noble condici6n hay
pruebas, coma si a ellas se refiriese el poeta 30 cuan-
do dijo:
45
virtudes: a Dios, glorificado y ensalzado sea, pedi-
mos buen fin.
[Fue 10 primero que dijo Abu Bakr b. Quzman
en C6rdoba, haciéndole galanteos y elogiandolo.
iDescansen ambos en paz!:] 36
46
ZEJELES
1 1
47
5 Rubito, dulce, hermoso, delgado y alto
con dedos de noble, cortesano y pendolista,
que parecen, al extenderlos, bizcochos 2;
tanto, que al verlos se asombrara un pastelero 3.
21
48
Pardiez, que eres engreido: accede a saludar, al
[menos;
mas haces bien presumiendo, pues la pres un-
[ci6n te sienta.
49
pero es trampa tendida, y ic6mo grita quien cae
[en ella!
3 1
41
51
52
y cuando me dicen que es ya generoso
me entristece dejarlo, cuando falta.
53
9 La embriaguez hace mas persistente,
pues es lubrificaci6n de la vida;
preso esta mi coraz6n y en cepo,
bien me parece soltarlo.
61
54
6 iPleites{a a vuestro senor ciento por cien!
AI-Wassgï es sultan, y vosotros, subditos;
en belleza y azucaradas maneras
vosotros reun{s la mengua, y él, las virtudes.
71
55
El reinado de miseria necesariamente acaba;
esta el pobre consumido y ni fuerza ya le queda:
10 ha dejado despojado un campeon de cuida-
[do 2;
iqué bien que partioJ 3.
56
y veré dias de gloria y honor,
que no hay visir secretario mas abundante y
[magnifico.»
57
y ellebeche se me burla en la nuca,
pues llevo en la testa capirote de nieve.
58
8 1
59
ni de tiempo alguno tirania,
pues en paz estoy con sus avatares.
9 1
60
no quedando censor que temer:
a quien delate, déjalo hablar.
61
14 Quien no sirve ni sabe tratar,
quien lee una sura y se olvida diez,
codicia los ojos de la hermosa 6,
cuando la naturaleza rechaza su caletre sin
[mas 7.
62
21 Te enfrentas con fuerte brazo a las ocasiones,
condescendiendo cuando 10 permite el caso,
y barruntas los hechos antes de acontecer:
que se ha de emplumar la flecha antes de tirar.
66
hoy no habrfa en la mezquita
mas que atados con soguillas.
11 1
67
iQué amado, pardiez, si amara; qué bebida, si
[duraral
Basta que vengas y acabose: veré beber a Zo-
[raya 2,
recordaré bajo el frasco que estoy bajo Zoraya.
68
Eso que en la boca tienes, ~es
awcar disuelto 0
[qué es?
No quiera Dios, amigo, que me desdenes cuando
te vine, seca la boca, por una gotita de agua.
69
Zuhra, Maryam, 'A'isa, ~do estais? iMoveos!
iHaced alborbolas, putillas s, por Aquél que os
[gu{a!
70
o Tengo un amado alto, blanco, rubio.
~Has visto de noche la luna? Pues él brilla mas.
71
que seas sabio, habil y aprovechado,
como Abiï Yiïnus 4, loado y mentado.
14 1
7 Su mérito es conocido;
su fortuna, en loas gastada;
si ante él se sienta un cuitado,
su cuita ya esta disipada.
74
13 Quien ve esa escudilla 4 ha dicha:
Ibn Quzman Mul:mnmad,
libre esta ya tu rescate,
y aherrojada tu miseria.
15 1
76
o Cuando llegue sma/ 2
alentaré: si es mi sino,
[nos veremos.
iQué blanca, oh manana, me pareces! iQué radian-
[te!
77
pues liso y limpio la hallas en arreglo y correc-
[cion.
Su xarja es de un muwassal; de Ibn Baqi:
«La gacela corto el viento, acosada por los gal-
[gos,
pero a mi solo me apena mi tesoro no alcanza-
[do» 4
18 1
79
4 Dime, pardiez, amigo mio:
«Como tomaste, 10 habras de dejar.»
Pues yo ahora mismo me vuelvo.
y luego, ~quién me hara tornar?
81
trayéndoseme el jugo de cordera anal 8,
y refrescandome con jazmin sucotrino 9.
84
15 Dios hizo que todo saliera bien:
puesto el cepo, cayo el ave.
iSolos ambos en la casa, sin mas!
2No fue justo soportar y esperar?
85
Este es, hermano, el senorio mas fino:
ae viste apreciar cuanto 10 necesitaba?
86
21 l
87
y la Luna incluso es primor de telar!
Ibn al-Ab ras en aprietos sea valedor.
88
15 Lo sabes: desde que salto y me ataco,
mie nt ras ladraba y querfa morder,
y yo buscaba una pied ra dando tiempo,
coma quien bajo la ropa solto un pedo.
22 1
89
4 S610 el inexperto terne al alfaqu!;
yo ni 10 respeto, ni me escondo de é~
de la madre del abstemio hagan cecina 2,
aunque esté frente a mi Aigacel 3.
23 1
6 Al volver de mi afiacea,
no he de donde pagar el alquiler
de la casa en que resido:
Abu ]a'far, a ti 10 pido.
92
11 Bello es mi decir. ~He de faltar en tertulia?
~Por qué me envi di an los de mi oficio?
Mas bien debieran a mi venir;
justo es que me acaten, obedientes.
24 1
93
que esté el estofado hecho con una buena cos-
[tura:
nada hay que yo mas odie que las costuras mal
[hechas.
94
8 Ibn al-FaraQi hay muchos, mas él es el mas hon-
[rado;
si en esto se le reprocha, nadie creera el repro-
[che,
pues ha escrito en los doblones: «Deber es por
[fuerza dar»;
tan s610 come y se viste, y 10 demas 10 reparte.
25 1
95
«La boca tiene tapada, y la diestra, atajada.»
iPero si ayer tarde mismo, juntos en la bodega,
corro hicimos unos diez,
con diez copas, cada uno con la suya!
26 1
96
2 Sembrasteis en mi coraz6n opini6n que qued6
[sembrada,
didendo: «Por mucho que huyas, habras de caeo>;
coraz6n, atente a 10 honrado, deja este riesgo;
son mis ojos de Dios obra, que no lanzas.
97
èQuién abrazar su pecho, quién su boca besar?
Siente que me muero, mas resiste 10 que siento,
sin que le abrase mi fuego ni queme mi quema-
[dura.
98
haciendo junto al elogio, como ves, alguna bro-
[ma,
cosas que sueien los que elogian mencionar;
pero, por btevedad, dejaremos esta parte.
28 1
[la sombra,
que la hermosa y yo bebamos, mientras los paja-
[ros cantan.
99
si ail{ entras preocupado, cesan todas las cuitas,
y si quieres ahora ver la espesura, sube,
entra en el cortijo 4 y bebe, ent6nate, canta y re-
[lincha.
30 1
102
7 Oro, tu eres amado;
siempre deseé tu union;
contigo alcanzo mi anhelo:
icomo te ansio, qué pasion!.
iqué acorde y sometimiento!
31 1
104
9 Si 10 ves en la calle, te admiraras;
a veces a pie, otras a caballo va:
en él la hermosura manda y se regodea,
y en reuniones y juntas no se le ve,
sin que destaque de quicn 10 rodea.
105
en pasmo, cuando se recuerdan
yen mudez.
7 Si alcanzo mi deseo,
10 diré en ultima estrofa.
~Por qué no he de cantar:
«La generosidad y el favor
son de Ibn 'Abdalbarr
Abïi Isljiq»?
106
o Penas, corazon, por 10 sucedido;
mas, sUfraslo 0 no, bastete 10 que paso.
34 1
Si en conformidad me acoge,
mas luego cambia y termina,
también mi coraz6n tiene caprichos,
y coma at6, me desata.
108
sin tftulo recibir 2 ni estima,
es por cierto de baja laya.
35 1
110
6 Pero mis zéjeles son casa grande,
coma un doblon es cada estrofa,
y yo say tan inspirado coma es liberal
tan solo AbU: IsJ:iiq Ibn al-Maw~ll.
111
«Un mendrugo, por Dios, si al Profeta amais»,
y ojala algUn viandante me 10 dé.
36 1
112
5 Dfjome: «Me has conjurado con glorioso nombre;
aunque me hubieras hecho un cahiz de faitas,
su menci6n me es mas cara que oro acendrado,
y si enviara a por mi coraz6n, se 10 enviaria.
37 1
113
3 Bebi a tu salud, que es para mi logro de anhelo,
me arremangué 2 para bailar segun el compas,
y mientras todos iban a rezar a Dios, me puse,
entre la copa y el jarro, borracho como una cuba.
38 1
117
24 Como te ama y te tiene ley,
a ti s610 fue y se dirigi6,
hallando en ti, mas que 10 habituaI,
honores y especial consideraci6n.
119
38 Es peregrino que con él nunca hubo mal,
ni llegaron cristianos a al-Andahis,
ni se alzaron los jinetes de Sus 22,
ni hubo en Almerfa malogrado intento 23,
39 1
40 1
121
iQué vista tu alcazar tiene y la juventud en él,
y qué triste se queda cuando lejos estas!
8 Seiior, ~soy
inspirado 0 qué crees?
~Cuanto valdrfa si estuviera en venta?
Mi palabra es lisa, mi mente cual espejo;
bien esta, pardiez, di que soy bueno.
122
9 Si llega enero 2 y se cumple mi voluntad,
he de ponerme mis mejores galas,
dar un con vite e invitar a los vecinos:
bastete enero, que fiesta haré de él.
41 1
124
10 De todo senor y amor eres tu amo y senor,
su dicha, su gloria, su alborozo 8 y fiesta;
10 que tu no quieres, por mi padre 9, no 10 quiero.
nombra y dep6n a quien quieras, suelta y ata t~
[placer.
Il Cual Luna son mis palabras, que aqul y alla es
[observada
y, cuando se constata 10, aumenta tu alegda y
[gozo,
pues las veo circulando y hallo que esto sa1i6 de
[aquello,
pues 10 amado y todo 10 bello marcha y vuelve
[a ml.
43 1
2 Sei'l.ores, yo 10 quiero,
y esta brisa me 10 trae,
aumentando su tormento:
siervo entre sus siervos soy,
y hasta un perro entre los suyos.
126
3 Corre cual agua mi llanto
por amor del innominado.
Tanto da decirlo 0 no;
si me sorprendi6, pardiez,
no 10 traje yo, sino Dios.
6 Mi tormento es largo,
mas mi lengua dice
el mérito de Ibn Sural:hil:
no de balde le agradezco,
sino retribuyéndolo.
44 1
45 1
130
digna de reyes, propia de nobles:
nunca fuera su belleza precedida.
131
10 Las cosas se ponen propicias,
los anhelos son tus amigos,
las puertas con su estrella se abren,
no queda una sola cerrada.
46 1
47 1
481
134
3 Todo rostro adornado esta esta noche fuera,
y se Bora en camposanto por los amigos de otrora,
conmemorando las penas y celebrando alegrfa,
hay lagrimas de pésame en ropas de sinvergüenzas.
135
Ha tomado mi (dolido) 2 coraz6n un amado
de suave cuello, dulce, eIegante.
A quien es como yo no se pregunta por qué
[adeIgaza,
pues no hay ya cuerpo en mis vestidos.
136
8 Buenas noticias tengo que alcanzar,
aunque tu casa con alas vuele,
y la rodee tropa armada,
y aunque en tu cinto ocho nudos haya.
50 t
137
5 ~Quién viera beldad cual creciente lunar
mostrando 6 ojos bajo SU cabellera,
coma visi6n de trasnochadores 7, mas bella que
[gacela?
Cy es, para ml, el mejor verso del poema).
51 1
139
o Me dejo por tedio, cuando era amado mi cora-
(zon:
Dios haga que pronto al desdén siga la reunion.
140
famoso y nombrado por excelencia, y noble lina-
[judo,
generoso, bienhadado y guiado, agudo y de alcur-
(nia.
142
y con justicia se ha de vanagloriar,
que no 10 disculparfan si nada de ello tuviera.
54 1
o ~C6mo olvidarlo?
Con desdén me espanta quien tiene mi coraz6n.
Siendo opresor injusto, ~qué juicio se hani a mi
[amor?
Pidele cuentas, Sefior, de este rechazo;
mi coraz6n ha torcido como brazalete;
adrede 10 hace,
sabiendo que me duele; por eso tuerce.
2 Una mirada suya me basta y saludarlo;
si se enoja, cacharro soy en sus manos.
Mis amigos me censuran serie sumiso:
si 10 honro,
fuerza me empuja a halagarlo.
3 En Iraq de mi se habla, y el Iraq es poco;
reunida esta la juventud en él, mucho se dice
de mi que soy inspirado, del mozo que es hermoso,
y ambos merecemos:
yo, que digan inspirado; él, que hermoso.
55 1
o Mi amor me ha abandonado,
y sin él no puedo aguantar.
8 Si me 10 pusieras, de cierto
pondrias estera en mezquita 3.
Mas dfjome: «~Sabes mi intenci6n?
Dejarte es mejor galard6n.»
145
ascender a union total,
y bajo al mayor desdén.
56 1
57 1
148
No quiere de jarme, pues, ni resto de vida;
cuando en mortaja me tenga, di, ~qué habni des-
[pués?
Veni el inconstante si halla a uno como al que
[sepult6.
58 J
150
Dfjele cuando mi coraz6n tom6:
«Di, ~cuando vendras?» Dijo: «Mafiana.»
Pronto es mafiana para quien aguarda 2.
152
«Tengo un amado herrnoso y fiel;
bueno seda, si no tuviera arrebatos.»
60 1
153
no pretendas que tiene socio ni parang6n,
que quien tal pretenda es injusto en su preten-
[si6n.
61 1
154
2 «Hermano, no oprimas a tu coraz6n, sé justo;
los mozos de ahora abusando oprimen;
recoge el coraz6n que te doy, no 10 pierdas.»
Mas me dijo: «y ~qué es para recogerlo?»
155
62 1
156
y le dije, habhindole con desahogo:
«Amigo, ~d6nde corniste manzanas?
Ven, hazme ah.»
157
siempre seré coma tu peopio hermano;
si no eres tu, ~quién 10 sera?
64 1
o ~Hasta cmindo,
amor, vas a agraviar?
2 Si me deja mi amor,
bâsteme Dios, no mâs:
~a qué el coraz6n meter
en aprieto
o en tal estrechez?
4 Si bebida en la copa
pone el taberneeo ,2.
alzando 3 debajo un pene,
158
hasta el mudo
al punto habla ra 4.
7 Tu que compaginas
las cualidades todas
el emir Zayd es mas ilustre
y generoso:
de su mano aprenderfas.
159
65 1
3 Pervierten ascetas,
atraviesan entraiias,
derriban campeones 2:
~qué es esta magia,
por Mahoma y por 'AIt?
4 Celador, da alivio,
vete a su;etar a otro,
pues aunque aletee
tu halc6n volador,
no ha volado mi perdiz 3.
160
seria, si tal fuera,
de alto rango,
rico de sobra.
7 Tu eres el senor,
prodigio sin pero,
el mas digno de procurar,
pues nada de 10 que digo
10 digo s610 de oidas.
9 El oro seduce;
el misero es holgazan:
10 que yo querria
son siquiera dos doblas,
que cese mi pereza.
10 Mi ilustre zéjel
se escucha en Iraq;
es cosa inspirada,
y no valen poemas 5
ante este htlZllIi 6.
66 1
162
mi miseria ha huido,
mis cuitas se han retirado,
acabamiento las ha alcanzado.
165
caido tengo el bigote de 10 mucho que hace que
[no 10 tuerzo 10;
cada dia mi pan recorto, mas estoy sin corte de
[pelo.
68 1
167
6 El trigo esta caro, alfaqui, y la harina mucho
[mas,
y al vientre, como bien sabes, de jar sin pan no
[se puede:
manana, de derto, mendigo, si Dios no manda
[algo;
si, por favor, vas a darme, por Mahoma, hazlo
[correr pronto.
69 1
169
6 El hijo del /iiijj 2 Ibn Ubayy
es dulce, educado y juicioso:
nada hay tras su belleza,
proclama quien 10 ve a gritos.
701
8 Y si 10 espolea 6 agarrandose,
sacando eI brazo y fustigando,
suelta la silla sin atarla,
trepidante el pecho y la cincha.
172
9 jAy, mejor mozo de la mejor tribu!
A ti se vuelven los ojos de todos,
todo mando para ti es poco,
pues eres hoy senor de esclavo.
71 1
72 1
174
4 Parece la mesa una casa en bodas,
siendo el rosco la coronada novia;
higos y bellotas, la lana y brocado,
y pongo los platos en lugar del con vite.
73 1
176
2 Me dijeron: «Viaja, que quien viaja se alivia
de todo.» Y yo dije: «Salvo de amores.»
~De veras me 10 dijeron, sefiores, 0 de broma?
Quien 10 dijo, no dijo verdad ni fue sincero.
75 1
179
Pero que sea yo tu senor es decir un absurdo;
no me hagas mas cumplidos que 10 que se puede
[decir,
y 10 que en respeto mengües, anadelo en intimi-
[dad;
no pongas en tu pecho alquitran y leche en la
[boca.
76 1
181
2 Ped{le venia para de jar su amor, pues me mal-
2
[trataba;
dijo mi amor amenazante y terco: «Moriras por
[mi',
pardiez; has de inquietarte, sufrir y azararte hasta
[verme,
y por mor de mis noticias, amaras a mi vecino».
183
5 Presume quien amo, y aguanto su presunci6n;
si me ve llegar por alli, se marcha.
No me parece comparable sino
a autoritario sultan que ordena y prohibe.
78 1
184
2 iQué tristes esos lugares! Pero ~cuando?
Cuando se te caen las hojas con alguna lluvia,
coma si los arboles te dijeran: «Huye, hombre.»
y yo toma el camino, sin volverme siquiera.
187
9 La luna brilla en su plenilunio,
con Mercurio, el escriba, a su siniestra;
]awzahar 9 de 10 suyo gasta,
y son tropa, en torno suyo, las estrellas.
188
perpleja estaba la judicatura hasta alcanzarte,
cesando 10 vano y mostrandose 10 recto.
80 1
189
2 Considera mi casa s610 tuya;
quédate en mi casa, y yo a tu lado;
tiempo ya hace que te esperaba;
si algo demoras 4, Dios te reclame.
81 1
190
3 0 gato que va suelto por el tejado,
con boca htimeda y mostachos largos,
que viene corriendO' y huye con piltrafa:
sabes que soy mejor que un gato.
191
2 Sale gente el dia de Minà ': vedas en el zoco 5
[aprietos,
yendo de un carnera a otra: «He aquf un carne-
[ra atado.
~Cminto yale? Paga, toma.» Lo revuelven, mano-
[sean,
10 trae un cargador al cuello gritando: «iPaso,
[cuidadoh>
192
al que le queda la cresta 8, de tan seca, descasca-
[rada?
83 1
193
'1
, i
194
1
i
7 Siempre oyes: «Por mi vida,
es cosa mia, déjamelo a mi,
por vida mia que es cosa hecha y bendita por
[Dios,
que yo he de cumplir y hacer tal y tab>
195
14 Tu pérdida ha sido gran calamidad:
la costumbre de la bondad ha dejado de se rio;
tras ti retroceden numerosas gentes,
como las pulgas en la frente deI calvo.
84 1
9 Al atardecer me vino,
cacharrillo 6 en mano, y comenzo
197
a moverlo y tocar palillos,
cual gusta a las mujercillas.
198
17 Al dia siguiente me dispuse a viajar,
sin de jar en casa sino las hue lIas;
pasada la noche, me alcé de maiiana,
pues los arrieros parten al alba.
201
yéndose en derechura unos hombres contra
[otros,
si ves que un pecho se vuelve, atraviésale el co-
[raz6n.
[d6n,
con banderas, atabales, campan as y cuernos,
diciendo Ramfrez Il: ((La lid decidi6se 9, bar6n.»
Dijo bien el hideputa: las guerras deciden.
202
mil labores en un momento hada,
aun levantar pesados pedruscos.
204
ponte andrajos, aljuba, 10 que encuentres,
y la lengua cambia con la figura»
205
24 En un momento me hizo la gente
mont6n de insultos y de tormentos;
unos dedan: «jSalid a ver tierras de Fez!» 1',
y otros tocabanme el caramillo 12.
207
y me avergüenza darme postfn,
si ella le dice: «Se fue al cortijo.»
210
27 Con tu gloria corran los cuatro vientos,
mientras anden pies y vueIen alas,
y, oculta la tiniebla, vea la maftana
al lucero dei sol en la frente dei dia.
89 1
211
luego comienzan desdenes yves entonces los
[fraudes,
y te ves en dura trance y estrecho, sin que se
[apiaden.
212
y ~qué
de almendras peladas, ya que como tanta
[almendra?
También preciso granadas zafarfes, tal vez bana-
[nas;
son necesarios asados y algtin vinillo del viejo.
213
90 1
214
que excelente fue la gracia que hiciste 5;
cuanto tu me mandes, se ha de hacer»
215
15 U na arranca el parpado, la otra abofetea;
ésta desgarra ropa, muerde aquélla;
de donde lanz6se membrillo agraz
resp6ndeme un bast6n en la cabeza.
91 t
218
después que estuvo grande e inflada,
y es que maroma se hila sutil 3.
93 1
220
mienten todos los que dicen que acab6 la era dei
[verso.
221
o No me parece correcto, ni provechoso,
mas que beber vino y amar beldades.
223
15 No tengo cura del mal de tu amor,
~heridaes en mi coraz6n tu amor 0 llaga?
Dios guarde a 'AbdaŒih. ibn al-l;)ajj
de todo ojo que hiera mi coraz6n.
95 1
227
96 1
228
no !leva a mana cobertor de algodon:
en este frio un vaso es mejor que cobertor.
230
cuyo corazon y veste son en él ambos puros:
si en ti busco apoyo, sé mi apoyo y valedor,
y si por meses te ruego, ayudame algunos dias.
98 1
99 1
233
3 iAy, si al menos te viera
cuanto te pones mohino!
~Asi me dejarias?
Esto es algo matador.
6 También es largo en él
el ser sabio y alfaqui,
y, si inteligente dices,
algo es que debes decir.
10 Es familia de cargos:
siempre el cadiazgo de faIt as 4,
234
y alabarlos es mas largo;
solo he escogido capftulos.
100 1
No masculles, no empieces,
no me levantes los enemigos,
que si la bilis negra me excitas,
soy colérico y altanero:
quien me 10 nombre, sufra su azar 2.
236
Tuve una vez corazon sensato;
mas, ail! alcanzado, dejo de serlo.
101 1
237
sin tormento, de aqui a Bagdad,
hallaras montones de beldad diversa.»
102 1
239
12 Muy orgulloso estoy de alabarte,
gue a ti llego l:filtim 8 y paro luego:
guien sabe de perlas, desprecia el nacar,
y el dulce arrope no es coma miel.
103 1
240
iDios te guarde, por Mahoma, vive hasta la resu-
[rreccion,
pues qué tiempos yo sufriera, si en el mio no es-
[tuvieras!
241
104 1
244
que el leon solo tiene 10 que caza,
y el milano solamente 10 que roba.
106 1
7 Necesariamente ha de ser
cual su abuelo, el gran cadi:
~no 10 ves con su mismo apellido 4
y su nombre, Mu}:nmmad?
AI abuelo suple el nieto.
108 1
248
4 Tu mirada me revive, 0 muera por tu mirada:
cuando él pas a, con esa pasada,
a veces queda mi rostro amarillo intenso 3,
y a mi amor se le pone rojo coma la grana.
249
109 1
4 Lo he escondido en mi costado
y en el coraz6n conmigo,
hasta correr mis lagrimas,
marcando sobre mi mejilla
una lluvia.
252
si en mi ves provecho, visitame mas,
y si quieres revivirlo, hazle bien.
111 1
253
3 DfJome el corazon: «Mejor cart a que mensajero»;
mas, listo el papel, no sabia qué decirle:
largamente describi mis pesares y la delgadez,
y que me moria por su beso de amor.
255
6 Acoge bien a mi mensajero,
y, si te avienes a escribir cart a,
con mi sangre te trazaré la respuesta,
afilandome los huesos en lugar de pluma.
114 1
115 1
116 1
261
118 1
262
119 l
120 1
121 1
265
que si, por mi vida, tengo suerte,
pardiez que daré jaquemate a mi mal sino.
266
3 lQué cosas me hace, c6mo me maltratal
Si no tuviera vergüenza, llorarfa ahora.
Dice a mis amigos: «~Qué quiere que diga?
Si muriese, me alegrarfa que 10 amortajaran.»
123 1
267
El amor me ha dejado plilido y delgado:
mira y veras c6mo mi color torn6se;
ahora poddas ya llamarme moreno,
y en mi ropa no hay ya cuerpo;
no me vedas, si no fuera porque gimo.
124 t
269
125 1
126 1
128 1
129 1
1301
131 1
277
~c6mo, si eres rostro de los ârabes
y ojo deI Islam, cuando mira?
132 1
133 1
134 1
281
110raré, cual l1or6 Jacob;
me cegaré y diré: «Me ceg6 mi amor.»
Tai vez me cure Horar 2.
282
135 1
136 1
284
2 Despertad, desvergonzados,
por Mahoma, compaii.eros;
los dfas del ayuno en seguida
se acaban.
286
~Qué diversiones fueron y qué alegrfa, si dura-
[ran!
Con el «toma, coge», «dame», «mira, ése se ha
[dormido»,
«levantate, no duermas», «despierta, que estas
[cascado»,
B A mi me conviene y a la gente ta da
alabar a quien, de veria u oirlo,
no se alzara ayo en ninglin lugar,
ni aun yendo con baculo y alforja 2.
290
140 1
o Quiero a un muchachito,
y 10 querré mientras viva.
141 1
hacia abajo.
143 1
294
iQué flores hay, qué hermosura, qué belleza!
Bordado brocado nuestras plantas pisan.
~De veras, borrachos, os arrepentis? iDios os asista!
Muy justo es 10 que deds. iDios os asista!
296
145 1
5 Me seduce la desvergüenza
y 'pasi6n coma la muerte;
sea, pues, 10 que Dios quiera:
cumpli6se en mi la magia de ojos,
como se cumple el destino.
146 1
4 Tu familia en el visirato,
sin adornos ni cumplidos,
es como orla en capote,
o como alabar a Dios el iman 3.
299
Bien estâ: ~me reprochâis porque
pu se eI vino en femenino? 4,
147 1
300
con todos los distinguidos, hermosos y afables.
iQué hermoso adorno aquellos vestidos,
mientras eI son deI laud su labor hada,
y el fmpetu de la flauta desde fuera se ofa!
148 1
301
2 Rodo, alhelf y mirto, reposo, sombra y agua;
el hermoso, complaciente y bello; el espfa, sordo
[y ciego;
tafie. el flautista con arte; canta una voz". 2
el cielo limpio, vidriado, la bebida, dorada y cla-
[ra.
149 1
304
NOTAS
INTRODUCCION
307
sam es la mudanza, habni 'lue pensar 'lue mi[ra' sea otra casa, tal vez
nombre indiferente de vueltas y mudanzas, 0 s610 de las vueltas.
5 Arreglamos con este remiendo la construcci6n 'lue Ibn Quzman
dej6 mal trabada, en unD de sus no infrecuentes descuidos.
6 Hay una palabra ilegible en esta frase, 'lue debe aludir a la creen-
cia de los arabes de 'lue la elocuencia en prosa, y sobre todo en verso,
.es obra de genios 0 demonios 'lue la transmiten a los autores, dicién-
dose de éstos 'lue dominan a dichos seres, cuando sobresalen.
7 Parece un ramaI, con las licencias propias dei zéjel. Su fallo con sis-
tirfa en el uso de las formas clasicas takassara y tabarrada, en lugar de
las dialectales atkassdr y atbarrdd, 10 'lue 'luit aria gracia a la expresi6n.
8 Estos versos pueden medirse como mustafi/un fa'll/un (variedad de ra-
jaz no atestiguada en el Cancionero, donde si hay un mustali/un fa'iI: am-
bas combinaciones se dan en as-SustarJ 5, 7, 8, 62 Y 55). Para ello hay
'lue Ieee: fi Iydwmi mare ra )tdyn 1 ya t!.a Iwizaratdyn 1 taq41 li
1 ajatdyn 1 wa1Ina'it!. tabayn 1; los fallos estarfan en el i'rab de yawmi y tJ!z y
en el nun aseverativo de tabdyn.
9 Admite escansi6n de sari' leyendo: ~ a/d' alma 1alta liras assarir 1 it!.(a)
nud'a lam ara kayfa aslr, consistiendo su fallo en el clasicismo de los cuatro
ûltimos términos.
10 En este punto, la grafia dei manuscrito s610 permite una lectura
con jetural.
II Alusi6n al rito de peregrinaci6n a la Ka'ba, pues en arabe se dice
de algo 0 alguien 'lue es una Ka'ba, para indicar «centro de atenci6m>.
12 Corregimos agui el manuscrito ma'an en mu 'an, 'lue exige el con-
texto.
13 La casida cIasica se componia de estas partes, separadas por un
ra~ïl, 0 descripci6n dei viaje del poeta enamorado para encontrar al
loado, tema en 'lue la reacci6n posclasica se ceoo con las mas duras
crfticas a su falta de espontaneidad. Reacci6n acusada por Ibn Quzman,
pues mientras a'luellas dos partes estan c1aramente presentes en mu-
chos de sus zéjeles, el ra~i/ s610 aparece en el 72. Otros tienen s610 pa-
negirico (0 elegla), y alguno s610 tema galante (vgr, el 26), abundando
en muchos otros las descripciones (aw{ af) en lugar de ra1 il, bien dentro
de la corriente posclasica.
14 Palabra 'lue hay 'lue ailadir, pues Ibn Quzman se dej6 la frase in-
completa.
15 T raducimos asi mu'ara4 a, tecnicismo 'lue 'luiere decir (,imitaci6n dei
metro y rima de otro poema», sin 'lue podamos en este casa identificar el
modelo. En cuanto a la capacidad imaginativa en estos casos, parece refe-
rirse al recurso de la onomatopeya.
16 Escandible coma xafif (/ii'iratun mustafi/un fa'/an), leyendo: !aqa
~ al"! dq .JIf!a/1ds assawdtr 1 dNba durdNb hi[ dxra min ra! Idyn (para este sentÎ-
do de t41is, véase Vocabu/ista in arabiro, s.v. «retundere»).
17 También xafif, alternando el ûltimo pie confo'i/un, si se lee: qdd-
308
dar alltih Wasdqll alwaswas 1 wala'abna ~II/ annahar ba/leas 1 waja a/ltiyl
wamtadda mit! a/qatll j.
18 Escandible como rajaz. leyendo: ana min ahl albadiya 1 wama'i da-
ran xa/iya 1 malti bidtimm addaliya j.
19 No podemos escandir estos versos con certeza, porque el primero
parece falto. Si se leyera Jea"ale (a{)t!.antib (at) wahtid 1 walltih inna htit!.a
ba/ad, serfa un mlltadiirile (fa'/an pi'i/lln pi'illln).
20 Preferimos esta transcripci6n a la hispanizaci6n «moaxaja>., cuya
jota es injustificable, y su género femenino, contrario al uso normal
arabe. Por razones similares, tampoco usaremos el ya frecuent{simo
«jarcha>., que seguimos transcribiendo como xarja. En esta obra, las vo-
ces hispanoarabes son transcritas seglin las normas de nuestro A gram-
matica/ Sleetch tf the Spanish-Arabie dia/ect bllndle; en las chisicas se indica,
por supuesto, la cantidad vodlica, sistema que se ha preferido también
en los nombres propios, para uniformarlos.
21 También rajaz. leyendo: lamtin garas nll'manatayn 1 Ji rtiwrfi ti/le a/-
wajnatayn l, donde Ibn Quzman censurada la vocal de i'rob de rawrfi.
22 Se escande coma madid, leyendo: letissar allah sdqa ledlli ~aqll, don-
de nuestro autor censurada· el i'rob de sdqa.
23 Se escande como basl~, leyendo: ta'tijjab annas min qillati sa'di l,
donde Ibn Quzman censurada el j'rob de qlllati.
24 El hacer zéjeles mas, e incluso muchisimo mas largos, parece ha-
ber sido ocurrencia caractedstica de Ibn Quzman; en efecto, en el otro
ûnico gran zejelero del que nos ha llegado un diwon, as-Sustarï, son ra-
ros los que pasan de aquella medida.
25 Corregimos el manuscrito, no muy c1aro, donde se ha le!do najara
por naxara.
26 F rase que parece aludir a que Ibn Quzman le habda recitado zéje-
les «a la antigua usanza>•.
27 Como observaca el lector dei Cancionero, en realidad Ibn Quzman
dist6 mucha de ser siempre tan selectivo coma pretende con los desti-
natarios de sus zéjeles, algunos de los cuales no ten{an mas mérito que
la similitud de gustos con nuestro pocta, 0 su fortuna persona!.
28 Mi compai'lera y docta especialista doctora Maria ]esûs Viguera
me facilita los siguientes datos de la historiograHa andalus{ acerca de
los Banü l:Iamdin: el primer miernbro mencionado es Abü 'Abdalah
MlÙ}ammad b. 'Ali b. MlÙ}ammad b. 'Abdal 'Azïz at-Taglibï (439-508 h.),
cadi de la aljama cordobesa, mencionado en ~ila nûm. 1.138, BlIgya
nûm. 230 y Na'!7" pag. 14, padre de los dos hermanos loados y que
también detentaron dicho puesto: Abulqasim AJ:mad b. Abï 'Abdallah
(472-521), mencionado en ~ila nûm. 169, Na'!7" pag. 18 y A 'mol 252, y
Abü ]a'far I;hmdïn b. Abï 'Abdallah (m. en 546 0 548), que se alz6 en
C6rdoba contra los almoravides, proclamandose sobrerano en 539, se-
glin noticias de N~m pag. 217, Bugya nÛffi. 685, Talemila nÛffi. 119,
A'mol pag. 252, J. BOSCH: los Almoravides, Tetuan, 1936, pags. 288-291;
309
E. LEVI-PROVENÇAl, «Du nouveau sur Ibn Quzman», en a/-Anda/lls 9
(1944) 366. Es también sabido que el antepasado ep6nimo Ijamdin lIe-
gO a Espaila con las tropas sirias de Balj, a mediados dei siglo VIII. y se
instal6 en Pego, y hay también noticias sobre un Abu 'Abdallah (Mu-
I:runmad) b. AJ:mad, 0 sea, el cadi de la aljama Abulqasim, en ~i/a num.
169. En cuanto a Abul'ala Ibn Zuhr, no se trata dei famoso médico co-
nocido en Occidente como Avenzoar, sino de su padre, acerca dei cual
véase EI2 111, pags. 1.001-1.002. En 10 que respecta al visir Ibn al-
Qurasi az-Zuhri, que debio de desempeilar un papel polltico y militar
de cierto relieve, a juzgar por los zéjeles a él dedicados, nucstros esfuer-
ws y consultas a especialistas en la historia de al-Andalus no han pro-
ducido hasta ahora una identificacion dei personaje, de quien solo pue-
de decirse que era un qll,ai; emparentado con la importante familia se-
villan a de los BanU Zuhr, cuyo apellido habla enlazado al propio.
29 Al final de esta pâgina deI manuscrito hay una laguna textual,
probablemente breve, que dirla algo asi como: «a los que dediqué zéje-
les y sobre quienes escribl...».
30 Verso de Abu Tammam, en su casida dedicada a Mahdi b. A~am
(véase Di",an Abï Tammam, ed. 'Abduh 'Azzam, El Cairo, Dar al-
Ma'arif, 1951, vol. II, pag. 340, num. 92.
31 No hemos podido conocer nuevos datos acerca de este aristôcrata
cordobés, al que estan dedicados el Di",an de Ibn Quzman y muchos de
sus zéjeles.
32 Famoso verso de al-~utanabbj en su panegirico a 'A<;hd ad-
Dawla (véase Di",an Abi Ttryyib a/-Mlltanabbi biiar~ Abi /-!3aqa' a/-
'Ukbari, ed. Mugafà as-Saqqa, Ibrahim al-Ibyarî y Abdallpfi~ Salabi, El
Cairo 2,1956, vol. IV, pag. 275 0 284.
33 En Najd, véase YAQUT: MII'jam a/-BII/dan (Beirut, ~dir, 1977, vol.
II, pâg. 88).
34 Comienzo de la casida en elogio de 'AçLd ad-Dawla (véase op.
cit, vol. III, pâg. 276 0 215).
35 En arabe, I{abat a/-agriilj fi ~ikr a/-a'rat!, Utulo con que no es cier-
tamente muy conocido 10 que solemos llamar el lYllIIan 0 Candontro de
Ibn Quzman.
36 Esta frase, asi como todo 10 igualmente abarcado por corchetes al
principio y final de la Introduccion, no son de la pluma dei poeta.
ZEJELES
310
3 Hâr, Iea'lei 0 Ieah lei, de lea'Iea 0 leah Iea, «roseo», aun en uso.
4 Hâr, cirlei, «simÙar a la encina., ~r 10 retorcido y rugoso.
5 Falta este verso en el manuserito.
6 Verso de dificil interpretaci6n, en el que hemos preferido suponer
DIa/aie en lugar de ail' /ak.
311
5
312
2 Verso en romance salvo la palabra miqddm, «eampe6m), muy clara
en el manuscrito; es, en cambio, hipotética la lectura de 10 que sigue.
3 Verso ineompleto por cotte dei margen.
4 Literalmente «mi mOnOl), metonimia por «mala suette».
5 Sabemos ahora, gracias a los refranes de az-ZajjaIJ (Amfâl al-
'awiimm, ed. Bencherifa, pag. 172, num. 761), que los andalusles conside-
raban de mal agüero ponerse la ropa al revés.
6 Esta expresi6n proverbial parece aludir al mal final de los tiranos.
7 El comienzo de este verso es de problem>itica lectura, pues aunque
la grafla es c1adsima, no asl su interpretaci6n, siendo posible que quss
no signifique «sacerdote», sino que aluda a Quss b. Sa'ada, mltieo pro-
pulsor de la ret6rica, a quien se atribuyen muchos dichos.
8 En el original, Xllmaysa, no identificado hasta ahora con ningUn jue-
go descrito 0 oonocido, aunque es evidente que se trata de un juego f.icil.
9 Esta sustitucion del original clarlsimo bu(!murx, por ininteligible,
no deja de ser hipotética.
10 Verso falto que completamos con esta palabra (najda), suponien-
do una haplografla, 10 que es mera hip6tesis, naturalmente.
11 Hemos eorregido aqul el mad/a' editado en maria', tras advertir
que se lIamaban asl las alforjas en el Vocabulisla in arabico.
12 De este pasaje se deduce que el falrik era el viento de Poniente,
no procediendo corregir la grafla (clarlsima aqul eomo en 38/15/4) ni
sustituirla por ialiik, pues éste (de donde nuestro «)aloque») era mera-
mente el «viento de la marina», seglin propusimos en Vox Romanica 39
(1980) 205. A 10 comentado en dichas «Notas de lexicologla hispanoa-
rabe», pag. 185, podemos agregar ahora una explicacion de la sustitu-
cion dei nombre arabe elasico deI Poniente, dalJiir, por el haro falrik,
que seria un eufemismo: dabur, literai mente «el que sopla en la direc-
cion dei traserOl), seglin la orientacion semltica conocida, en la que se
da cara a Oriente, quedando el Sur y Norte a la diestra y siniestra res-
pectivamente, debi6 de parecer malsonante, siendo sustituido por una
palabra de idéntica forma, pero derivada dei eufemismo falak (literal-
mente, «redondez», pero «traserOl), vgr, en el dialecto egipcio), eufemis-
mo probablemente antiguo, ya que los diecionarios clasicos recogen
esta voz en la acepcion de «Ileno de nalgas».
13 Palabra problematica, escrita ~aJtar en el manuscrito. Ahora susti-
tuimos nuestro muy hipotético t!ab~dJr de la edicion por el gràficamen-
te cercanlsirno ('9'( aw, que parece un caso de metanaIisis de marca de
unidad, a partir del clasico ('9'( awà, deI que podda derivar nuestro <<1:0-
tovla» (a través de un nombre de unidad (aJ(awiiJa, con modificaciones
fonéticas bastante normales).
14 0 sea, de su <megra» 0 mala suette, en el original, «mono».
15 En el original, «con ~ur~ri,.,), bonete alto propio de funcionarios
distinguidos, sobre el cual véase Dozy Dictionnaire détaillé des noms des
vêtements chez les arabes, pàg. 262-278.
313
8
314
8 Verso incompleto por corte del margen en la encuadernaciôn del
manuscrito.
9 Reflejo de la costumbre de las mujeres arabes de animar a los va-
rones al combate desde la zaga, emitiendo estos sonidos. Sobre la pre-
sencia de mujeres en las batallas con la finalidad de enardecer a los
combatientes, tenemos ya la menciôn de la mll'allaqa de 'Amr b. Kul-
tütn (versos 84-90, pag. 117 y nûm. 19 de nuestra traducciôn). Pero
;tribuir este uso a los cristianos a los que combatirfa Ibn Zuhr no pa-
rece ser sino uno de los despistes dei poeta, quien, como confiesa en
otro zéjel, sabia poco de escenas guerreras.
10 Leemos ahora jlldfa)m.
11 Perfectamente claro en el manuscrito blllayl, acerca de 10 cual
véase nuestro artfculo citado en nota 12 al zéjel 7, pag. 210, nota c.
12 Letra dei alifato arabe. Por «marcas» alude a las que se ponian en
el pan para reconocer en el horno pûblico el de cada cual.
13 Los nifios hadan practica de escritura en las escuelas utilizando ta-
blillas lavables u homoplatos.
14 No existfa, naturalmente, ciudad de este nombre; pero es sabido que
la cultura de Ibn Quzman, 0 su preocupaciôn por la exactitud, eran muy
relativas.
15 Letra del alfabeto arabe.
16 Letras arabes distintas, pero generalmente confundidas en la pro-
nunciaciôn, 10 que ocasiona frecuentes faltas de ortografia, que nuestro
poeta se precia de evitar. Sobre el terna, véase nuestro artfculo (<Q 1-L
doublets in Classical Arabic as evidence of the process of de-Iateralisation
of t(ad and development of its standard reflex», en fOllmal if Semi/ic Stlldies,
23 1 (1978), 50-55.
17 Verso incompleto por corte del margen en la encuadernaciôn del
manuscrito.
18 Palabras en romance en el original.
19 Mes de la alegria por excelencia, tras las privaciones de ramadan.
10
315
3 Esta traducci6n refleja 10 sugerido en nuestro artlculo «Istidrakat...»,
antes citado: el nombre de esta esdava seria, pues, Layma (<<lima dulce»),
y el poeta estaria diciendo que, aûn llam:indose asl, era mas bien una es-
trellita que una lima.
4 Palabra en romance.
Verso en romance.
Lugares no identificados en C6rdoba, sin duda alejados entre si.
Pues todos irian a darle limosna, como pretexto para verIa.
Il
12
Curiosisimo zéjel juglaresco, sin destinatario expreso, del 'lue hay
otra edici6n y traducci6n por J. T. MONROE en El romancero hoy: Histo-
ria, Comparatismo, Madrid, Gredos, 1979.
2 Creemos que Jiz no son aqul castanuelas, sino los palillos para el
bombo, aunque 10 primero no es imposible.
3 Preferimos aqui "la sugesti6n de Monroe a opiniones ameriores.
Qurra es nombre propio masculino; pero un hombre, especialmente si
era afeminado, no debla de ser cos a tan rara en estos papeles de baya-
dera.
4 Pensamos que este qarawi es nombre técnico de uno de los pape les
represemados por estos grupos juglarescos.
5 Palabra arabe con plural romance, 10 que imposibilitaba su inteli-
gencia hasta hace poco.
6 Creemos que aqul se trata deI nombre de un esdavo 0 esdava
316
(<<alondra»), y no de un instrumenta musical, pues el contexto alude a
personas.
7 Los «:irabes», coma el «f\lstico», el «hebreo», el «soidado» y el «vie-
jillo cascada», que van a aparecer en seguida, serian papeles usuales en
esta comparsa. No es improbable, coma sena lamas en la edicion, que la
historia puesta en escena en este casa fuera la de José en Egipto, que
casa bien con la escenograffa aqul aludida de arabes con una camelia
(los mercaderes que la compraron), un soldado (Putifar), un hebreo
Oosé) y un viejo que 1I0ra desconsoladamente Oacob, conocedor de la
mala nueva, figura proverbial 'lue reaparece en el Cancionero).
8 No es tan misteriosa la aparicion de estas perros en el zéjeJ. Estos
grupos juglarescos distraian al publico con diversas representaciones y
juegos, en los que a veces participarlan animales adiestrados, camo es
practica de los titiriteros actuales. Terminada la actuacion con gran éxi-
to (<<magia superioD», el poeta director de la compaMa despide a todos,
diciendo que hay que dormir, para continuar la labor al dia siguiente.
S610 la de «ir de caza» es probablemente metaf6rico: con tales perros
seguramente no se cazaba sino el dinero de los espectadores. La impor-
tancia de este zéjel coma posible testimonio de la existencia de un tea-
tro rudimentario en al-Andalus, paralelo al conocido en el Norte cris-
tiano, y seguramente conexo, es grande, pero no hay que apresurarse a
concluir que nuestro poeta de hecho hubiera actuado coma director de
uno de estos grupos, pues es conocida su costumbre de imaginarse en
situaciones, con el unico fin de renovar la tematiea dei zéjel.
13
317
14
1 Panegirico de un visir de nombre problematico, pues el labbtuJ deI
manuscrito es improbable: nos inclinamos a un al-Abbar.
2 Seguramente el Guadalquivir, que era familiarmente lIamado asi.
3 Juego de palabras intraducible entre ramaq, «resto de vida», y qa-
mar, «Iuna», queriendo decir que el poeta trueca la vida que le da el
loado, invirriendo las letras en luna, 0 sea, la hermosura dei rostro dei
segundo.
4 La tradicional escudilla de la generosidad beduina ofrecida a los
huéspedes, aun en los peores tiempos.
1S
Dedicado al visir y alfaqui Abü Bakr b. Faraj.
Aqui debe de haber laguna textual, pues el verso esta falto de dos
sflabas, y lIamar a un morral «rey de la religi6m) seria una blasfemia
que enca;a mal en este contexto.
3 Se refiere a las Cuestiones juridicas, seguramente las recogidas en
el Mllwa!!a' de Malik b. Anas, obra bâsica de la practica legal de al-
Andalus.
4 Llteralmente, «visir almocadén», 10 que sugiere un rango militar.
16
1 Dedicado a Abull;asan 'Ali (Ibn) al-Bayyani, probablemente un
rico comerciante, mencionado también en 36/6/4 y 76/4/3, donde la
supresi6n de ibn se entiende por ser ya apellido familiar, y no nombre
de su padre, el gentilicio de «de Baena».
2 Véase num. 9, nota 19, y nUm. 13, nota 3.
3 Alude, al parecer, al color y textura de la misma piel.
4 Xarja bien conocida, pero con variantes por doquier, tanto en la
edici6n de)Jar ~-Tiraz. por Rikabï, como en el estudio de 'Adnan Mu-
l;ammad AI Tu'ma, M1IWai;a~at Ibn Baqi a!-TlllaY!1I1i wa-xllfifllha aI-
fanniyya, Bagdad, 1979, pag. 187. A la vista de todas las variantes, nos
hemos inclinado a suponer un texto: alg~I saqq alxarlq, etc;' modifi-
cando asi ligeramente nuestra edici6n de este zéjel.
17
1 Falta en este zéjel la menci6n expresa dei loado. Como en 6/3 hay
una referencia en plural, tal vez se trate de alguno de los Banü J:llmdïn,
a los que individual y colectivamente alab6 el poeta tan a menudo.
318
2 Asi se acentuaba esta voz en haro no habiendo motivo al hispani-
zaria de usar otras acentuaciones sugeridas por el uso oriental moder-
no.
3 El nowruz, fiesta con nombre persa del Ano Nuevo, en versi6n an-
dalusi nayniz (véase S/eetrh, 1.1.10, pag. 26 Y nota 12) 0 1INrUs, como en
este pasaje, era llamado tambiényonn,ryr (véase F. DE LA GRANJA: «Fies-
tas cristianas en al-Andalus [Materiales para un estudio] I.'al-durr al-
mun~~am' de al-'Azafin, en oi-Andaills, 34.1 (1969) 1-53).
18
19
319
6 A juzgar por las protestas de pobreza deI poeta en este zéjel, hay
que pensar que se trata sencillamente de una sopa 0 menestra de tres
verduras.
7 Interpretaci6n hipotética dei problematico 'dmda, sobre el cual véa-
se nuestra nota a la edici6n, pag. 136.
8 Seguimos aqui la sugerencia de «!stidrakat», a saber, m,;dda li ;,;kk
al-xar';j, donde j';kk, «jugO», es nuevo romancismo, basado en sakka,
«Sugere», dei V ocabulista in arabico, que hasta ahora pasaba inadvertido.
9 Esta Ifnea deI manuscrito es de muy diffcil interpretaci6n. A 10
editado anteriormente preferimos ahora, siempre hipotéticamente, un
texto kinnubarrdd bij';lIi lIIaiuq! ad (sobre esta ultima voz, véase «aloes»,
en V ocabulista in arabico).
10 Corregimos asl, un tanto hipotéticamente, la grafla deI manuscrito
falafal, seglin la pronunciaci6n hispanoarabe.
Il En romance en el original.
12 Literalmente, «de palo».
13 Literalmente, un «h6rreo» 0 «alfoll».
20
21
320
3 Alusi6n a la ceremonia de desvelar a la novia, tlpica del casamien-
to ishimico.
4 Sabemos por diversas fuentes que los andalusles, ordinariamente
parcos en el gasto, hadan alardes de ostentaci6n en las bodas, parti cu-
lartnente en los lujosos aderezos de las novias. Los formularios notaria-
les testifican que para que ni siquiera los mas pobres se vieran privados
de la pompa y circunstancia de tales ocasiones, algunas personas pu-
dientes legaban en habiz aderezos de boda para que fueran prest ados a
los pobres en su momento.
5 Alusi6n a la antigua creencia de que la locura era producida por
una piedra que se desarrollaba en el occipucio y que habla que extirpar
para curarla. El poeta alude aqul a un loco que tuviera no una, sino
dos de estas piedras.
6 Seguimos la correcci6n propuesta en «!stidrakab).
7 Literalmente, «a la hora de la siesta», expresi6n romance que de-
sentrail6 al-Ahwaru.
8 Gracias a la amabilidad de mi compailera, doctora Labarta, se con-
firma que AUfa era nombre de mujer entre los musulmanes andalusles,
pues asl se refleja en algunos documentos de la Inquisici6n. A juzgar
por el contexto en que este nombre reaparece en 144/2/1, tal vez fue-
ra en la época nombre adoptado por judlas.
9 En romance original.
1() Es conocida la costumbre de las mujeres arabes, en algunas zonas
y épocas, de teilirse las manos con alheila, 10 que ha dado lugar a de-
signar a la mujer poéticamente como <da de teilidas manos».
Il Invertimos el orden de estos dos versos en el original, pues pare-
ce exigirlo el sentido. Faql parece ser el nombre dei elogiado, pero en
ello hay también un juego de palabras intraducible, pues esta voz signi-
ficaba también «orla» (de donde el arabismo fatel; véase DozY-
ENGELMANN: Glossaire des mots espagnols et portugais..., pag. 266), 10 que
hace juego con el verso siguiente.
12 Creemos que esta palabra del original es, efectivamente, un tipo
de perro, aunque no podemos garantizar la vocalizaci6n de este hapax,
que tal vez no sea 'iqdb. En nuestra edici6n 10 conectamos con el suda-
rabigo epigrafico 'qb (<<custoS», seglin C. ROSSINI: Chrestomathia Arabica
Meridionalis Epigraphica, Roma, 1931, pag. 211; es también voz muy
usual en geez, seglin el Lexieon de Dillmann); serfa otro yemenismo
mas del har, ya que en nordanibigo y norsemltÎco esta rafz sigue otros
cauces semanticos; con todo, en el Lisan se encuentran otras voces que
podrfan indicar supervivencias dei uso meridional, como 'aqib, «nombre
de una dignidad en el Yemem); mi'qab, «velm), y mu'aqqibat, «angeles
guardianes». Incluso 'uqab, <dguila», podrfa ser una designaci6n antono-
mastica (<<vigilante») de esta procedencia: todo hace pensar que dei sen-
tido de «ir a los talones, seguin), bien reflejado en el resto dei semftico,
el sudarâbigo epigrafico y el geez han derivado un «vigilaD) secundario,
321
s610 ocasionalmente infiltrado en el nordarabigo, como una intluencia
yemeni mas, 10 que da cierto relieve a este testimonio de Ibn Quzman.
22
Oedicado al visir Abulwalld az-Zajjall.
2 Este sentido tiene el verbo cancdq, de origen romance, que hemos
estudiado en Vox Romanica, 39 (1970), 203, donde seilaIabamos, sin
embargo, que en Aleala ya habia derivado a «de jar hecho un andrajo»,
por 10 que no excluimos, como dedamos en (<!stidrakat», que, como en
el casa dei arabe oriental Jarma! y Jarmu!a, haya habido una evoluci6n
semantica y que esta frase quiera decir «[raten como a trapajo / prosti-
tuta, etc.».
3 Sobre el famoso fil6sofo y m{stico oriental Abu I;fimid MuI:nmmad
al-Gaz(z)all (1058-1111), véase El zI!, pags. 1.062-1.066).
4 Interpretaci6n plausible de GARCiA GOMEZ.
5 Traducimos enmendando el original editado wa'in en wa'an.
6 Literalmente, «bordado», !irïïz. sobre cuy a industria véase Historia
d. Espa"a, dirigida por R. MENÉNDEZ-PIDAL, vol. V, por E. LÉV!-
PROVENÇAL, pâg. 782 Y ss.
7 F rase romance en el original.
8 Enmendamos aqui el manuscrito, fielmente reproducido en nues-
tra edici6n, por un Ijayra, preferible por el sentido.
9 !ronia 0 queja dei gasro diario, aunque esto es contradictorio con
la afirmaci6n que sigue de no hacer uso dei cedazo.
10 Restituimos el texto claro y correcto del manuscrito maxbi, inex-
plicablemente deturpado en todas las ediciones.
23
Panegirico de un visir llamado Abu )a'far.
Modificamos asi el texto editado Ijibd/ en xabdl, mas concorde con
el sentido, aunque el manuscrito parece llevar ,?ayl, no imposible, 10 que
daria un «herido en mis fuerzas»; pero métricamente esto es peor.
3 Sobre el nombre de esta moneda originaria de Sicilia, véase STERN,
«Tari (the quarter dinar»), en Studi Medievali, 3.' serie, 9.1 (1970),
117-209. Los datos del volumen V dei Muqtabis de Ibn J:hyyan sobre el
comercio entre C6rdoba y Amalfi permiten comprender la rapida difu-
si6n de aquella moneda en el este y sur de Espaila, asi como la apari-
ci6n en el sur de ltalia de los cassimini, que no son sino los solidos kavni
mencionados en el norte de Espaila, 0 sea, los acuilados por Qasim b.
Xalid, encargado de la ceca bajo 'Abdarr~an III (véase la traducci6n
de aquella obra bajo el Utulo Cronica dei Califa «Abdarra,?man III an-
322
Na{ir entre los anos 812 y 942, por M. J. VIGUERA y F. CORRIENTE, Za-
ragoza, 1981, pags. 358-359),
4 Modificamos el texto editado como jaqih, pues el manuscrito dice
claramente jaqfr: pareee, pues, que ya entonces en el al-Andahis se lIa-
maba asl al mlstico, designaci6n luego ya normal en, vgr, as-Sustari.
5 Interesante dato que indica que también en al-Andalùs hubo bufo-
nes con adorno de cascabeles en la cabeza (cf. 118/6/4, que 10 confir-
ma).
b El bon ete rojo de los alfaqules es comparado a una cresta de gallo,
y el penacho de la cogujada representa el capuch6n dei buf6n.
7 Alusi6n al famoso alfaqul cordobés que jugara importante papel en
la rebeli6n dei Arrabal de C6rdoba, bajo al-Ij akam 1, y en la introduc-
ci6n dei maliquismo.
8 Alusi6n al prototipo preislimico de la generosidad, el poeta J:lltim
24
1 Dedicado a un Abj 'Ali Ibn al-FaraÇl, quizi de la conocida familia
cordobesa de este apellido, pero que, por el tono deI panegfrico, no pa-
rece haber sido sino hombre de medios y afici6n al zéjel.
2 Traducci6n hipotética de una palabra poco clara en el original y
sobre cuya identifieaci6n no estamos seguros.
3 Famosa guerra tribal preislamica, promovida por una disputa en
torno a un caballo de dicho nombre.
4 Verso cortado en el margen perdido en la encuadernaci6n.
5 0 sea, fruto de trabajo y esfuerzo paciente, no de la inspiraci6n.
25
323
26
Poema de amor sin destinatario expreso, tal vez incompleto, como
supuso Garda G6mez, pues es demasiado breve y tiene en su tlltima
estrofa lagunas métricas y deturpaciones que podrlan indicar que fue
abreviado por el copista. La persona que, con posteridad a la copia deI
manuscrito, numer6 los zéjeles debi6 pensar 10 mismo, porque 10 dej6
sin numerar entre el 29 Y 30 de su numeraci6n, distinta de la actual,
por la laguna en que se han perdido el 3, 4, 5 Y comienzo dei 6, ahora
el 3.
2 Para traducir asl preferimos al texto editado una lectura mas cer-
cana al manuscrito: qa~~a bandi.
3 Verso con una laguna métrica y corrupciones; para traducirlo aqul,
seguimos la enmienda propuesla en dstidrakatP' man {tibba ya pm, yan-
,ab laiMy My jiMy.
4 Laguna métrica, cerrada seglin parece pedir el senlido ya en la edi-
ci6n con un texto que literalmente significa «para que sobre m( invo-
quen la demencia divina, 0 para obtener sustento».
27
28
324
VIII dei Libro de Hmoe, seglin el cu al los angeles que bajaron a la tierra,
seducidos por la belleza de las mujeres, ensenaron a los hombres magia,
astrologfa, metalurgia, etc, leyenda oriental sin duda muy amigua, pues-
to que figura muy resumida en Génesis, VI, 2-4 (véase sabre este tema
T. FAHIJ. La divination arabe, Leiden, 1966, pag. 70, nota 3).
29
Dedicado al gobernador Ibn 'Udays 0 'Uways (véase infra).
Larga lista de nombres aproximadamente sin6nimos deI vino que
emparejamos, sin pretender exactitud, con otra de designaciones caste-
Ilanas.
3 Sobre la dudos. identificacion de este nombre, véase la nota co-
rrespondiente en la edicion. Cabe, sin embargo, que el 'adabbas propues-
to por Garcia G6mez fuera pronunciado 'adtibJ, con 10 que desaparece-
ria la dificultad métrica, aunque queda la de la rareza de la voz en el
uso comun y en la onamastica.
30
31
325
rioso sistema, véase CH. PELLAT, T,xleJ arab" relalifs à la darldonomie,
Paris, 1977.
3 Seguimos en esta traducci6n la propuesta de enmienda de «Istidra-
kab), 0 sea, navar donde el manuscrito lIeva nakyar, apoyandose en
otras confusiones de ~ y k en este manuscrito, facilmente comprensi-
bles en una copia oriental de un manuscrito occidental, por su parecido
en la grafia magrebina.
4 El verso alude claramente a la costumbre de l~s leiiadores de de·
rribar arboles sin mas que un grito de adverrencia a los posibles vian-
dantes. El verso se sale de medida y hubo que abreviarlo en la edici6n;
es cosa que ocurre otras veces en este manuscrito y que atribuimos a
que el copista tenia mas de un original, y, en casos de discrepancia,
mezclaba varias lecturas.
5 V éase zéjel 23, nota 8.
6 Traducimos seglin correcci6n sugerida en <dstidrakat».
7 Traducimos asi pensando que el manuscrito ftil no tiene mucho
semido y que es errata por ndf, 0 tal vez por bdl.
8 0 sea, estrofas de zéjel, que en la terminologia se lIamaban bayt,
reminiscencia deI origen de estos poemas estr6ficos, resultantes de anti-
guos poemas monorrimos en que los versos adquirieron rimas internas.
9 Refràn que parece atribuir a los arrieros la costumbre de cargar las
acémilas y marcharse cuando empiezan a estar a gusto al calor del fue-
go de las ventas.
32
Dedicado al alamin Abu IsJ;üq b. 'Abdalbarr.
33
1 Dedicado, como los zéjeles 16 y 76, a Abull;nsan 'Ali (Ibn) al-
Bayyani.
2 Preferimos asi leer nard, seglin <dstidrakab).
3 Ante la grafia confusa dei manuscrito aqui, traducimos seglin su-
gerencia hecha en <dstidrakab) de leer taq(y)if
4 Alusi6n a que el poema usa la r como rima de los estribillos 0
vueltas.
34
326
10 que en a<juella época y àrea seria senal de respeto, y no de familiari-
dad, como en otros casos.
3 Seguimos aqui una nueva lectura, aq'ddta, mas fiel al manuscrito.
35
Dedicado al visir Abu Isl:Rq b. al-Maw~ll, sobre cuya familia véase
la nota de GARCiA GOMEZ en TBQ, l, 185,
2 Asi se debe traducir, y no en diminutivo, como figura en nuestra
edici6n, pues el manuscrito es correcto y se debe leer ya ibni.
3 El manuscrito ma kan b.lham requiere una de dos correcciones: la
que sirve de base a esta traducci6n (ma kdn bi /Mm), 0 la sugerida en
nota a nuestra edici6n (makdn a/Mm); en todo caso, la diferencia de
sentido es minima.
4 Sobre esta unidacl de peso, véase la nota de GARCiA G()MEZ en
TBQ, 1,185.
5 Segûn me informa mi corn panera, doctora Viguera, debe tratarse
deI cadi almoràvide Mazdall b. Salan kan, caldo en batalla en sawwa/ de
580 h, segûn noticia de Na,!!" al-Juman (ecl. M. 'A. Makkl, pàg. 19).
36
1 Dedicado a un Ibn Ubayy, sobre cuya dudosa identificaci6n véase
nûm, 25, nota 1.
2 Como ocurrirla ante un ser sobrenatural.
3 Kunya 0 apodo descriptivo, en este caso.
4 Designaci6n deI introcluctor de visitas en la residencia deI emir al-
moràvide.
5 Sobre este nombre, no clefinido con el oponuno calificativo dife-
renciador, de las dos estrellas Arcturus y Spica, véase TBQ, l, 189.
37
327
38
328
compensaban excesos en la mesa: aquf se alude a que, por demostrar su
alto linaje, el oponente de Abü ja'far seria capaz de hacerse matar a
sangrias.
19 Traducimos asi suponiendo que el verso, métricamente falto, con-
tendria un hipotético verbo yigayyl, formado sobre el sustantivo g4Yya,
«error» (de hecho, tenemos un ga",d, «suggerere» = «sugerir diab6lica-
mente» en el Vocab,ilista in arabiro).
20 Reconstrucci6n del texto perdido en el margen cortado.
21 No se trata de que las casas de los habices, le~das por personas
piadosas para albergar a pobres que 10 merecieran, fuesen particular-
mente humildes, sino que su adjudicaci6n era una prebenda mas que
los cadies concedian indiscutiblemente a sus amistades.
22 Alusi6n, seglin Garcia G6mez, a la primera insurgencia almohade.
23 Tai vez se aluda aqui a la intentona de Alfonso 1 contra Andalu-
cia, si no a otro suceso en Almeria; pero no creemos que el manuscrito
pueda convertirse en algo como r4Yat RMdmir, «el estandarte de Ramiro
(cualquier rey aragonés)), y preferimos esta traducci6n, basada en la co-
rrecci6n de «lstidrakat».
39
Dedicado a un personaje (ra'ù) no nombrado, por haberle sacado de
la carcel, adonde le lIevaron, al parecer, acusaciones de impiedad. No pue-
de afirmarse que se trate del mismo Ibn Sayr MuJ:nmmad, dedicatario del
num. 41, de igual tema, pues no seria extrai\o que en su liberaci6n hubie-
ra habido multiples gestiones, y ademas, este zéjel es mucho mas conser-
vador que aquél, donde el poeta no s610 se queja de las penalidades sufri-
das, sino que acusa abiertamente de arbitrariedad a un cadi: diriase que
los destinatarios son personas de distinta actitud moral.
2 Expresi6n metaf6rica de perplejidad.
3 Aceptamos asi ahora la enmienda al manuscrito que hiciera Garcia
G6mez, pues parece mejor que respetar el original.
40
1 Dedicado a un agellid 0 prfncipe bereber euyo nombre no se men-
ciona, pero a quien elogia y pide una dadiva para celebrar debidamente
el Primero de Enero (cristiano), fiesta sobre cuya importancia en al-
Andalus véase num. 17, nota 3.
2 Entiéndase el Primero de Enero.
329
41
1 Dedicado a un Mul:ammad b. Sayr que le saco de la drcel (véase
num. 39, nota 1), donde le habda colocado la acusacion dei cadi Ibn al-
Muna~f, de bien conocida familia cordobesa (véase TBQ, I, 218).
2 «Hip6crita» es como suele traducirse el término coninico ",ulliifiq,
préstamo dei eti6pico (geez), en que significa «escépticQ», siendo de no-
tar su evolucion semantiea en el ambiente inieial deI Islam en gue mu-
chos, aunque no convencidos por esta doctrina, hubieron de aparentar
seguirla.
3 Literalmente, «gue saliera mi alma estando yo de pie», diferencian
do esta muerte de la deI que, acostado, agoniza de muerte natura!.
4 Sobre estas expresiones, véase la nota correspondiente de nuestr.
edicion (pag. 287), donde se sdiala la influencia sobre esta imagen de
un verso de la ",u'al/aga de Imru' al-Qays (pag. 74, verso 45 de nuestra
traducci6n citada en mim. 9, nota 6).
5 Ya senalamos en la edici6n que «casa de cuitas» es metafora por
«tumba», as! como el estudio de esta expresi6n por F. DE LA GRAI\o)A
en a/-Anda/us, 39, pag. 323.
6 En la edici6n hadamos observar que esta voz, ma/a~j, ya recogida
por Dozy en su Supp/iment, junto al comenlario que sigue e indica que
no se trataba de un musulman, hacen pensar que tal vez se empleaba a
malteses para esta funcion, a 10 que hay que sumar la alusion marinera
de 5/4.
Verso cortado con el margen en la encuadernacion.
8 El bunh era la parada militar previa a una expedicion.
9 Correcci6n hipotética, seglin ,dstidrakat», a una palabra de dudosa
lectura.
10 En esta estrofa se camparan las sucesivas informaciones de ha-
berse visto la luna de iawwa/ y la subsiguiente declaraci6n, ya oficial,
dei fin de ramadan, con el usa de su obra por otras personas, donde él
podia reconocer las partes imitadas de sus zéjeles. En este caso, no se
queja de ello, como suele, sinD 'se enorgullece y regocija de laIes imila-
ciones.
42
Dedicado a un Ibn Mufa<;l::hl dei que nada mas sabemos.
2 Tendencia estética de algunos poetas arabes anliguos, caracterizada
por la total castidad de su pasion.
43
Dedicado a un Ibn Surat:Dll, dei que nada mas sabemos.
Traducimos, seglin propuesta en «Istidrakat», li mà por am111à.
330
44
J Dedicado al cadi Abu Ja'far Ibn I;hmdjn, con motivo de Su elec-
cion al cargo.
2 Alusion a la norma canonica por la 'lue el rezo hecho con ciertas
omisiones no es valido.
3 Literalmente, «ata y desata». En estas estrofas, el poeta personaliza
el cadiazgo, suponiendo 'lue el loado tiene derecho a estar enojado con
él por su titubeo en ofrecérsele.
4 Siguiendo con el simil, Ibn Quzman mete aqul ahora la conocida
historia dei reencuentro de Jacob con José, en la cual el primero, 'lue
habia perdido la vista de tanto 1I0rarlo, la recupera, pero confunde los
papeles, ya 'lue si el cargo 1I0ra hasta perder la vista, y la recupera al
encontrar a Ibn lj arnd!n, tendria que decir que el cargo es Jacob, no
José. El poeta dice temer la disciplina deI juez, porque esta compara-
cion con profetas podrla ser atrevida. Los textos coranicos correspon-
dientes son XII, 84 Y XII, 96 (cf. num. 134, nota 2).
5 Véase num.l, nota 3.
6 El poeta glosa a'lul, en un juego de palabras, el nombre I;hmdïn,
analizandolo coma ~am(m), «la mayor parte; 10 mundano», y Jin, «reli-
giom).
7 Traducimos, seglin correcci6n de "lstidrakab>, I1JtaqdJ/u por I1Jta'dd·
du.
Volvemos con esta traduccion a un original fiel al manuscrito,
kiyyardh rdy Jaw 'u~i Ji rtiy mandub, aun'lue el verso no deja de ser de
lectura problematica, pudiendo ser corregido de mas de una manera.
45
Dedicado a un AbulJ:nsan, de los Banu I;hmdïn, a su regreso de un
viaje y pidiéndole el aguinaldo.
2 Esta traduccion supone un texto la kdn, en lugar de law kan.
T raducimos seglin traducci6n propuesta en "lstidrakat».
Refran recuperado tras la correcciôn propuesta en ,dstidrakat».
46
Dedicado al visir Abu I;hf~ 'Umar b. Murajjà.
Traducimos asl, suponiendo un original murjd, seglin ,dstidrakat».
Nombres de las letras arabes 'lue componen la palabra muhja(h),
"vida», siendo de observar el que se da a la generalmente lIamada ta'
marbiita.
4 Palabra romance en el original.
Sa!r, "linea», era nombre técnico de la estrofa de zéjel.
331
47
Zéjel seguramente trunco, aun con la adici6n de la estrofa tercera,
recuperada por Garda G6mez dei MlIgrib de Ibn Sa'id, por mas que el
propio autor aluda a su brevedad, adecuada a los senores almoravides a
quienes irla dedicado, y no especificados, pues la menci6n que hay de
lasufin parece epis6dica. Véase TBQ, 1, 247 Y siguientes.
48
49
1 Sin dedicatoria.
2 Adici6n conveniente, ya en la edici6n de Garda G6mez, a un ver-
so falto.
3 Frase romance en el original.
4 Traducci6n que restaura el manuscrito como ",tÜ?,?a ~a rraqt", supo-
niendo que el haro daba a clicho verbo el sentido de «gastar, consumio>.
5 AI-Ahwani explic6 este dialogo como alusi6n a la creencia popular
de que el trueno mata al gusano de seda.
6 Alusi6n a los turnos de ejercicios piadosos y combate que observa-
ban los almoravides y sus imitadores en los ri~ 0 cuarteles-capillas.
50
332
3 Véase mim 12, nota 2.
4 Suponemos asl que xlitif es abreviaci6n de dar alxiltif, «pals en disi-
dencia», 10 que cuadrarla bien con el verso siguiente, donde se alude a
la ausencia de alfaqules y peregrinos, pues en tales wnas la pnictica re-
ligiosa decala un tanto, en comparaci6n con las sometidas al poder cen-
tral. Si e.la mcnci6n fuese realmente autobiogrâfica, habria que tenerla
en cuenta para alargar la vida de Ibn Quzman hacia atras, de manera
que hubiera podido conocer en su mocedad una zona dei Sur aùn no
sometida a los almoravides.
5 Rasïda y Muhayja serian dos muchachas, participantes en una fies-
ta acuatica de placer, como la descrita en el nùm. 28. Con Harun ar-
Rasld (<<el recto») alude sin duda a un gobernante (~almoravide?), 0 al
nuevo estado de cosas, en que ya no se toleraban aquellos escarceos.
6 T raducimos suponiendo ahora una lectura leil/ab/Ji}, muy cercana
dei ininteligible leamifaj dei manuscrito.
7 Traducimos segùn correcci6n en «Istidrllkat>,.
8 Propuesta muy plausible de al-Ahwanï.
51
52
1 Dedicado indudablemente a RabI' ibn Ubayy (véase nùm. 25), a
quien da ya el tltulo de visir. El IsI:Rq de la estrofa 4 era indudablemen-
te su padre, siendo Ibn Ubayy apellido familiar.
2 Apelativo 0 nombre supuesto (cf. nùm. 132), y no parte dei nom-
bre real dei loado.
3 Alusi6n al gran poeta preisIamico Imru' al-Qays, 0 a al-Mutanabbl
que fue conocido con dicha nisba, aunque realmente no le correspondla.
4 Famoso poeta oriental dei periodo Omeya.
5 l;hblb b. Aws, mâs conocido por AbU Tammam, famoso poeta
neoclasico oriental.
333
53
Dedicado a un Ibn J:hzm.
T.aducimos seglin correccion propuesta en «Istidra:kat».
Palabra romance en el original.
54
Dedicado al visir Ibn Sa'ld, mencionando también las gracias de su
hijo pequeilo 'Abdarr~a:n (cf. mims. 59 y 146).
55
1 Poema de amor, sin loa ni destinatario expreso, que debio de al-
canzar gran popularidad, a juzgar por la imitacion «a 10 divino» de que
10 hizo objeto as-Sustarl en su zéjel mim. 96.
2 Sobre las dificultades de imeligencia de esta voz, véase nuestra edi-
ci6n.
3 0 sea, harfas una obra pfa.
56
1 Dedicado a un 'Abdallah, al parecer mis como requiebro que
como panegfrico retribuible en metalico.
2 Mera interpretacion posible deI original, no totalmente c1aro; no se
excluyen otras, como leer qab!a, «fracasQ».
3 V éase num 16, nota 4; efectivamente, tamo este zéjel como el
num. 16 son una version dei metro maâid.
57
58
334
(véase la nota correspondiente en nuestra edici6n). Aunque, coma se-
ilala Garda G6mez, es un dicho proverbial que se atribuye al poet a
preislâmico Qurada b. Ajda' en un paneg!rico al rey Nu'man b. Mun~ir,
es mâs probable que Ibn Quzman 10 tomara de Mihyar, puesto que 10
da en forma tex tuai mas cercana a los versos de éste.
59
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335
62
1 Dedicado a un AbulJ:usayn 'Alï (Ibn) az-Zarhünî, de quien nada
mas sabemos.
63
Reclamacion de pago a un mecenas no nombrado.
Entiéndase, un zéjel (cf. Olim. 19, nota 2). Es probable que los pri-
meros zéjeles, derivados dei mllwassaq por mera sustitucion de la lengua
clasica por la vulgar, heredaran dicha designacion, hasta imponerse la
nueva.
3 0 sea, el famoso poeta oriental Abu Nuwas.
4 Sobre la localizacion de la carcel cordobesa, véase a/- Anda/IIJ, 30
(1965), 361-363, dentro dei artfeulo de GARCiA GOMEZ «Notas sobre la
topograffa cordobesa en los Anales de al-J:lakam 1 por 'lsà Riizî».
64
65
1 Dedicado a un Abü 'Amir b. Sa'dan, dei que no sabemos mas.
2 Miqdacl, nombre propio de algunos campeones arabes (véase TBQ,
l, 326, nota 1), parece utilizado aqui como comun.
3 Quiere decir que el celador (raqlb) esta vigilando hechos que no se
producen, pues aunque aletee el halcon de su vigilancia, no puede lan-
zarse sobre pieza alguna, pues falta la perdiz que vuele, 0 sea, un amor
correspondido.
4 Probable alusion al onanismo 0 «vicio solitario», pues era creencia
astrologica que Saturno induda al aislamiento a las personas sobre las
336
que tenla ascendiente (cf. pag. 250 dei texto arabe deI Kitab atttJ!him li-
awa'il fina'al attanjïm de 7, ed. R. Ramsey Wright, Londres, Luzac &
Co, 1934, referencia y explicaci6n que debo a la amabilidad de mi
compai\ero doctor don Julio Sams6).
5 Es decir, casidas en lengua y metro clasicos.
6 Término que designaba los versos en dialecto.
66
Dedicado a un almojarife no nombrado, que Garcia G6mez pens6
podria ser el Ibn Sa'ïd deI m,m. 104.
2 Leemos aqul ahora Ilij/z, en lugar dei editado yaxdr, donde el ma-
nuscrito lleva laxir.
3 Sobre esta frase, probable proverbio, y su interpretaci6n, s610 hi-
potética, véase la nota correspondiente al num. 116 en «Istidrakab>.
Desde luego, no se puede leer janna, «paralso», por raz6n métrica, ni bi-
jatf/la significa «a cambio de».
67
Dedicado al alfaqul Abu Yunus b. Mugï!, en cuyo elogio incluirla
a su padre, de la misma profesi6n, si no se corrige el w/ldak de la es-
trofa 8 por '/lmll, «su sabeD>, 0 cosa parecida.
2 Esta frase parece un refran en lengua clasica.
3 Traducimos segtln correcci6n propuesta en «Istidrakat».
4 Alusi6n a su incapacidad de componer buenos versos en situaci6n
apurada, segtln el conocido dicho arabe ~ala Ijarïtjll diina Iqaritj, «la ago-
nia impide el estro», atribuido al poet a 'Vbayd b. al-Abra" a quien el
rey Nu'man de ':ira pedla versos a la hora de su suplicio.
5 Gteralmente, «de la Isla».
6 Téngase aqul en cuenta 10 dicho en el num. 1.
7 Suponemos errata el manuscrito y texto editado al-am/r.
8 Probable expresi6n proverbial con que se aludirla a la incapacidad
deI disclpulo de hacer algo mas que ayudar al maestro.
9 Alusi6n al c6mputo digital (véase num. 31, nota 2), sugiriendo que
los granos de cebada ya no se cuentan por decenas (0 sea, artejos de
los dedos), sino uno a unD (0 sea, por unas).
10 Traducimos segtln correcci6n de <<!stidrakab>.
11 Curiosa alusi6n a un antepasado de Ibn Quzman, seguramente su
abuelo materno, llamado Numara, hombre de medios, en cuya casa ha-
bria conocido el poeta en su ninez la prosperidad. Como su padre se
llam6 'Abdalmalik, no es probable que se llamase también Numara,
coma en algtln momento hemos supuesto en la edici6n, al designarse el
337
poeta en 4/3/3 como «hijo de Numara», sino que este «hijo>' querra de-
cir «descendiente". Queda en el aire si este Numara, de quien Ibn Quz-
man habria heredado 10 enamoradizo, tiene alguna relaci6n con el Ax-
çal b. Numara citado en la Introducci6n.
68
Paneglrico y petici6n al alfaqul Ibn SUhayd.
Verso falto en el manuscrito.
Corregimos el texto editado segûn la sugerencia de al-Ahwanï en
RIEl, 28 (1974/5), 47, arabe.
4 Véase mim. 5, nota 4.
5 Alusi6n a que, en tiempo de lluvia, la luna aparece cubierta con
un cendal, comparable al velo de un almoravide.
6 Restituimos el orden dei manuscrito en las estrofas 2 y 3, segûn
,<!stidrakat>,.
7 Traducimos segûn sugerencia en nota al texto editado.
8 El poeta alude aqul a una pronunciaci6n dialectal, como aclaramos
en la nota al texto editado.
9 Literalmente, «tom6 en inzjil", 0 sea, el derecho que tenla la tropa
dei soberano a alojamiento durante las expediciones (véase Dozy: Sup-
plément, s.v.).
69
1 Esta es la llamada por Garda G6mez «n6mina de los chicos gua-
pos de C6rdoban, cuyo ultimo verso, hasta nuestra edici6n no entendi-
do por un error dei copista, que confundi6 k con !, es testimonio directl-
simo de una sociedad bisexual en al-And al us de entonces.
2 Tltulo que recibe el que ha hecho la peregrinaci6n a La Meca.
3 Corregimos este nombre segûn sugerencia de «lstidrakat>,.
4 Poet a medinés dei perlodo omeya, enamorado de Lubnà, por la
que tuvo una pasi6n tormentosa. Era Lubnà alta y rubia; probablemen-
te Ibn al-'A~ar también, a juzgar por esta estrofa.
5 Cualidades, se entiende.
6 Corregimos asl este nombre, onomasticamente mas probable que
10 editado.
7 Manuscrito albagî, seguramente la nisba de Baguh, 0 sea, Priego de
C6rdoba.
8 Sobre la problematica de esta palabra en el manuscrito, véase «lsti-
drakat>,.
338
70
1 Paneglrico y requiebro de un muchacho almodvide, hijo, segura-
mente, de algûn dignatario.
2 Le pide que no le cast igue con puntapiés ni azotandole con la bri-
da (cf. 48/6/3).
3 Palabra expresada deletreandola.
4 En el original, «cu al IVaIV de 'Amn), aludiendo a una peculiaridad
onografica de esta voz, en que se escribe dicha let ra, sin pronunciarse.
5 Palabra de lectura e interpretacion dudosas.
G Traducimos segûn propuesta de <<!stidrakao).
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73
74
339
75
Poema de amor sin destinatario expreso.
2 Es sabido que el orador en el almimbar no se sienta, ni tiene don-
de hacerlo.
3 La construcci6n permite asegurar que no se trata de «un judio»,
sino de un Yehuda, a la saz6n bien conocido coma médico. En la edi-
ci6n sugerlamos una posible identificaci6n con Yehuda ben SawUl b.
Jibbon, nacido en Granada en 1120 y que ejerci6 en al-Andalus hasta
1150; pero era nombre demasiado comun para poder asegurarlo.
4 Frase romance en el original, tomada de una famosa xarja utiliza-
da por poetas hispanomusulmanes e hispanojudios (véase GARCiA G6-
MEZ, Las jarchas romances de la serie drabe en Sil marco, pags. 393-397).
76
Paneglrico de un mecenas, AbulJ:ltsan 'An al-Bayyanï, a cuyo nom-
bre se alude en la xarja.
2 Palabra romance en el original.
3 Verso métricamente falto.
4 Con esta traducci6n corregimos el texto editado, suponiendo ll'a-
Iddda li ...an (en lugar de id).
'5 Es necesario retrasar' aqui este verso, primero de la estrofa en el
manuscrito. Como vern os, toda la estrofa es problematica, y las solucio-
nes que le damos, necesariamente hipotéticas.
6 Verso intercalado de romance, que traducimos seglin propuesta en
«lstidrakal».
77
78
Paneglrico ~l zalmedina sevillano Ibn Na~.
Aqui, coma en 50/2/1, se trata de la fiesta de otono 0 alazer, cele~
braci6n de origen premusulman, muy imponante en al-Andalus y cor.
reminiscencias de la fiesta judia de Tabernaculos (Slikkot).
3 Se trata de la nall'II'dla, nagüela 0 choza que servia de abrigo duran-
te la recolecci6n y la fiesta subsiguiente.
4 No hay otras datos sobre este criminal, pero suponemos por razo-
340
nes métricas que su nombre seda as! y no al-Fallal<, aunque también
podr!a ser deturpaci6n de Filalî, nisba de Tafilete, en cuyo caso se trata-
da de un bereber.
5 Sobre este bandido de tiempos de al-Mu'tamid, véase TBQ, l, 389,
nota 9.
79
Panegirico del cadi de la aljama de C6rdoba, Abulqasim AJ:rnad b.
!;hmdin, sobre cuyas curiosas caractedsticas véase TBQ, 390-391.
2 En arabe as-SÎmak ar-rami, «el alzador armadm>.
3 En arabe as-simak al-a'ZJ11, «el alzador inerme».
y y fi de la Osa Menor.
Véase num. 2, nota 2.
o sea, Aquila.
7 0 sea, Lyra.
8 En la constelacion dei Auriga.
9 Sobre esta estrella, lambda dei Dragon, véase P. K.UNITZ$CH, Ara-
bisch. Stemnamffl in Ellropa, pag. 165.
10 Corregimos el texto editado, fiel al manuscrito, por la propuesta
preferible de Garda G6mez.
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81
341
2 En el original, «en la guerra de DaJ:is» (véase num. 24, nota 3),
pero diiJ;is significa también «panadizo» 0 «sabailôn», y no se excluye
que aqui haya juego de palabras y que esté queriendo decir «pues coma
mas que un sabailôm>, como deciamos en la ediciôn.
82
Peticiôn de un carnero para la Pascua a un protector anônimo, tal
vez el cadi Abulqasim AtnJad b.l;hmdîn, a juzgar por la solemnidad de la
visita que deberfa hacerle el poeta la noche de la fiesta.
2 Para celebrar la Pascua se encalaban las paredes y preparaban cerca-
dos para los carneros.
3 Volvemos a la lectura dei manuscrito, muJ;a=z. suponiendo se trata
del pan marcado de que habla el poeta en 9/32/4.
4 Sobre esta fecha, véase TBQ, l, 408-409, nota 1.
En el texto, 11.F!tiff, que era, en al-Andalus, la calle central dei zoco.
Traducimos seglin propuesta en (<!stidrakat».
El dia de la Pascua.
Traducimos suponiendo un original qllrqllmul, seglin (dstidrakat».
Traducimos suponiendo un original wa'an nakun a~abyd~, palabra esta
ultima romance.
10 aJtar, literalmente «el que tiene el parpado inferior rasgado», es aqui
metafora por «salirse los ojos» (de tanto mirar los carneros).
Il La concordancia impide leer ?filla; debe de tratarse del dialectal ?Jill,
«sombra», en el sentido de (<sombrajo» 0 «corrab>, para tener al carnero
hasta el momento de sacrificarlo.
12 Verso romance en el original. En la copia de que ha sido extraido se
aludirfa con la segunda alba al encuentro con el amado; aqui, al del poeta
con su mecenas. Desde luego, no hay «albada» en este verso.
83
342
da, pero no es imposible darle otras, como la arabe kan~ibdl aqtiJ?i abddu
mdli, «cual se marchitan las margaritas, agotaron mi fortuna».
7 Voz romance en el original.
84
1 Zéjel incompleto, que terminar!a con el paneg!rico de Abul'ala',
probablemente el visir y alfaqu! Abul'ala' b. Zuhr, mencionado en la In-
troducci6n y destinatario de los nÛffis. 9 y 86, pero no de 87 Y 88, de-
dicados a Ibn al-Qurasï az-ZuhrI, también mencionado ail!.
2 Traducimos, seglin ,<lstidraldt», esta alusi6n al refran popular alu-
sivo a 10 mucho que «repite» el pepino, subiendo y bajando dentro de
quien 10 come.
3 Traducimos seglin «Istidraldt», suponiendo un texto wa'ala ~al la·
{drruf alaqddr.
4 Este parece ser el sentido de xa{{a, que ha evolucionado desde
«con cern iD> a «ser necesario» (vgr, en marroqu! actual).
5 Aunque no es imposible mantener el texto del manuscrito preferi-
mos as! ahora la correcci6n de Garcia G6mez.
6 No sabemos exactamente qué instrumento era esta qu{dyfa: proba-
blemente se trataria de una zambomba, pandero 0 tambor, con que se
acompailaria la buenaventura.
7 «Fulano» y «mengano» aluden aqul probablemente a los astros res-
ponsables de la suerte que la mujer trataba de adivinar.
8 Literalmente, «paimito», 0 incluso «retono», de donde el arabismo
aijuma y el aijoma, «mozo», que cita Corominas, DCELC, bajo a)omale
(véanse nuestras «Apostillas de lexicografla hispanoarabe», en las Actas
de las II Jomadas de Cullura Hispanodrabe.
9 Frase en romance en el original.
10 Traducimos suponiendo un texto wanaxqyydrka.
11 Este sentido tiene iaqiq en el Vocabulisla, siendo probable, por la
relaci6n en que figura, que se trate de una calidad intermedia.
12 Todos hemos desbarrado algo sobre el «acebuche». No es voz be-
reber como se viene repitiendo, pero tampoco romance exactamente.
Al fruto del acebuche se Ilamaba en buen arabe za'ba), palabra que se-
ria pronunciada za(')bdc en al-Andalûs, Jo que, con calda de la faringal
y sustituci6n dei sufijo metanalizado por su equivalente despectivo en
·uc, dio zabuc, origen de nuestro acebuche.
85
343
2 Sobre el término 'tisur, véase TBQ, 1, 429, nota t.
3 Parodia de las arengas a los soldados ante el enemigo, del que de-
bian proteger a los miembros mas débiles de la comunidad. Una simi-
lar, dirigida fKlr 'Abdarr~an III a los capitanes a quienes condenaba
a crucifIXi6n fKlr huir en Simancas, puede verse en la traducci6n de a/-
Muqtabis, V, pag. 335.
4 Sabemos que los andalusies eran a menudo avaros e interesados,
por el testimonio irrecusable del formulario notarial de Ibn al-' A!?r, de
que, cuando invitaban a corner a alguien 0 le hacian un regalo, espera-
ban exacta corresfKlndencia, y, de no recibida, eran capaces de poner
pleito, y los jueces atendian tales demandas. De ah{ la extraordinaria in-
correcci6n de caer en casa ajena a horas de comida.
86
Dedicado a la parada militar (burtlz) previa a una expedici6n con-
ducida por el visir Ibn Zuhr contra un rey aragonés.
2 Gritos hélicos con que se invocaba a Mahoma y al gran califa gue-
rrero, 'Ail.
3 Palabra insegura en la rima.
4 La plegaria islamica va precedida de abluciones; en cambio, las ca-
bezas cristianas estarian fKlr tierra sin abluci6n previa.
5 Pasaje ininteligible y de interpretaci6n hifKltética: suponemos, casi
como 10 editado, bani ~ar~d, pero luego (min) 'Nd, expresi6n que aparece
en el num. 19, nota 12.
6 Respetamos ahora el nafts dei manuscrito, renunciando al hifKltéti-
co maqïs.
7 Literalmente, «como tinta».
8 Asi se lIamaba a cualquier rey aragonés.
9 Frase romance de problematica interpretaci6n, aquf traducida se-
glin propuesta en «!stidrakiib).
87
344
4 Mas que brocal, el 'uqab (dguila») del pozo era el soporte de los
accesorios para sacar el agua.
5 Sobre los inconvenientes de tener en la vecindad a personas reli-
giosas, confr6ntese el proverbio de az-ZajjaU: «Si tu vecino hace pere-
grinaci6n, vende tu casa, y si la hace dos veces, véndela de fiado» (ed.
Bencherifa, pag.1, Olim. 1).
6 Suponemos un texto 10",,,,0.
7 Literalmente, «al oratorio (",azdd»>, que parece ser un estableci-
miento almoravide con funciones religiosas, docentes y militares. La
bella era, pues, mujer de un norteafricano, y en esta se manifiesta,
como en la burla que sigue de la indumenta bereber, la conocida anti-
patia de los andalusies a sus correligionarios de la orilla opuesta.
8 La presencia de estos bereberes en al-Andahis es sei'lalada por IBN
J:lAzM: ]o",horot onsab 01- 'orob, ed. Lévi-Provençal, El Cairo, Dar al-
Ma'arif, 1948, pag. 463.
9 Corregimos aqui el manuscrito qartr.d en ~o:tflrt.
10 El ogpil 0 azagaya era arma tipica de los norteafricanos, mencio-
nada en el tratado de ~isbo de Ibn 'Abdun, precisamente para prohibir
que circularan armados con ella, por los incidentes que se produdan
(véase LÉVI-PROVENÇAL: l aïa~ rasa'il ondolusiyyo fi adiib ol-~isbo 11101-
",u~tfJSib, pag. 28, linea 14). A falta de una auténtica, el poeta la susti-
tuye con la barra 0 falleba de asegurar la puerta.
Il Hip6tesis plausible, por el contexto, de una palabra deturpada en
el manuscrito.
12 Palabra deturpada en el manuscrito, que restituimos hipotética-
mente, apoyados en el contexto y en su docurnentaci6n andalusi sei'la-
lada en la edici6n.
88
Panegirico de Ibn al-Qurasî az-Zuhrî, como el anterior.
Literalmente, «los hijos de Qawqaw», designaci6n geografica de a1-
gunas zonas centroafricanas.
3 Texto corrupto, de interpretaci6n hipotética seglin <<!stidriÛ<at».
4 0 sea, «tranquilo».
5 Nombre de la sura 80 deI Corân, que habria constituido una repri-
menda divina al Profeta por haberle molestado la inoportuna aparici6n
de un ciego, cuando trataba de convencer a algunos de Qurays.
6 Sobre la interpretaci6n anecd6tica de este pasaje, véase TBQ, l,
457, nota 11.
7 Seglin Garda G6mez, incubos que asaltan de noche a quien guar-
da castidad
8 Sobre las dos estrellas de este nombre, véase mun. 79, notas 2 y 3.
345
89
Petici6n de aguinaldo al visir Abulwalîd ibn az-Zajjalî.
2 Sobre este proverbial anima~ reminiscente de la gallina de los hue-
vos de oro, véase el comentario de Bencherifa sobre refranes parecidos
en su edici6n a los proverbios de az-Zajjalî.
3 Véase num. 88, nota 7.
\'éase num. 85, nota 2.
Letras de la palabra arabe que significa «harina».
Fiesta que se celebraba al cortar el primer pelo al recién nacido.
Sin duda un judio dedicado a estas operaciones bancarias. La ,?awa-
la 0 i,?a/a consiste en saldar una deuda mediante la transferencia al
acreedor dei adeudo de otra persona, operaci6n ya documentada en pa-
piros arabes egipcios de los siglos 1 y II h, Y reflejada como corriente
entre los mercaderes cordobeses por el formulario notarial de Ibn al-
'A~~ar (m. 399/1008). Talbi (<<Opérations bancaires en Ifriqiya â l'époque
d'al-Mazari (453-536/1061-1141). Crédit bancaire et paiement par chè-
que, en Rtcherches d'ls/am%git... C.t., ANAW AT] et L. GARDET, Lovaina
1977, pp. 3076-319), indica que lleg6 a ser un procedimiento de cuenta
bancaria y cheques, que sabemos se introduce luego en la Europa meri-
dional medieval con el nombre de aval. (Nota debida a la amabilidad de
mi colega Pedro Chalmeta).
90
Panegfrico dei visir Abü Is~q as-Sahlî.
Es probable que haya que corregir aquf el manuscrito bdyt en ba-
IIdyt, pero no es improbable que baddyt tuviera el mismo senti do, a par-
tir dei giro bada li, «he cambiado de parecef», de la rruz bd~ seglin el
Lisall.
3 En romance en el original.
4 Este tema, como su paralelo en las Ruba'iyyat de 'Umar al-
Xayyam, es imitaci6n dei archicelebérrimo fragmento dei poeta preisla-
mico Abu Mlhjan a!-Iaqafi (recogido en el Kitab al-Agani, cuya pronta
circulaci6n por al-Andalus es notoria): «Cuando muera, enterradme jun-
to a una vina / que rieguen mi espfritu, ya muerto, sus venas; / no
me enterréis en el desierto, porque temo / que, una vez muerto, no he
de probarlas» En nota al texto editado senaJabamos también que todo
el asunto parece reflejar una interpretaci6n baquica por los poetas ara-
bes preislamicos de la costumbre de los etfopes de plantar vinas en las
tumbas (véase M. CHAINE Grammaire éthiopitlltle, Beirut, 1938, pâg. 253).
5 No se habla reparado hast a ahora en este «brindis con el diablo»,
al que el poeta escancia agradeciéndole la invenci6n dei vino, que, en
efecto, le atribuyen algunas tradiciones.
6 En el manuscrito «éh), pero es seguramente errata.
346
7 Asi en el manuscrito y ademas el metro rechaza Suhayll, por 10
que no sera "isba de Fuengirola, sino de alguno de los top6nimos que
contienen Jah/, 0 de la as-Sahla de Albarradn.
91
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93
347
94
Panegirico de 'Abdallah b. al-J:lijj.
Traducimos seglin propuesta en «!stidrakab).
Literalmente, «pronuncia las frases: no hay mas dios que Dios, y
loado sea Dios».
4 Enumeraci6n de nombres dei vino, que traducimos por otra serie
paralela, sin pretender correspondencia exacta.
5 Verso falto.
6 En romance en el original.
95
96
97
Panegirico dei cadi electo 'Abdallah Ibn al-J:lijj.
Invocaci6n al comienzo dei rezo, sin la cual éste no es v,Œdo.
348
.1 Los zéjeles y muwaJJa~s se escriblan poniendo las mudanzas (aqsïim
en la terminologla aqul usada) en una misma IInea, separadas por un
espacio, en reminiscencia de su origen, como puede verse en el manus-
crito de Ibn Qumian, Y las vueltas, sepatadas a continuaci6n en otra 11-
nea; de ahl que diga el poeta que este zéjel tiene tres mud?nzas de an-
cho por diez estrofas (bayl) de largo. Otras disposiciones que &_ usaron
y se usan son motivadas en principio por no caber el conjunto en una
IInea.
98
Paneglrico-petici6n a un Ibn Baqî (seguramente asl, aunque el ma-
nuscrito lleve bïiqï), dei que nada mas sabemos. .
2 Del 40/1/1 Y 74/0, asl como de este zéjel, se infiere que se daba
este tltulo bereber a los hijos de ciertos dignatarios almoravides. En
esta estrofa se alude al analfabetismo entonces general de los norteafri-
canos; de ahl que el poeta diga que, de asombro ante su tunica, el
mozo harla 10 mas impensado: leer y escribir.
3 Traducimos suponiendo un original ~uzJr.
4 Suponemos que esta palabra deturpada en el manuscrito sea la bi-
rune, de origen persa, mencionada por Dozy en su Dictionnaire dilaillé
des noms des vilemenls chez les arabes, pag. 116.
5 Tai vez «adornado•• (mulawbal, como lleva el manuscrito y recoge-
mos en «Istidrakat»).
6 Sobre esta prenda, véase TBQ, l, 511, nota 5.
7 Tai vez «mano de exprimidoD>, seglin «Istidrrudït>•.
8 Probable referencia al padre de alglin agellid, muchachos que exci-
taban la concupiscencia de bisexuales como Ibn Quzman, aunque tam-
bién cabe pensar en el marido bereber de alguna mujer, situaci6n favo-
rita de la tematica de nuestro poeta.
99
Paneglrico-petici6n al alamin 'Abda~ad.
2 Juego de palabras entre los dos sentidos de amïn, «persona leah. y
«alamim•.
3 Frase proverbial (cf. num. 149/3/4) con que se alude a la inusitada
rapidez en hacer cosas normalmente lentas. El poeta nos dice que hace
excelentes zéjeles en menos que canta un gallo.
4 El metro ha debido de impedir al poeta usar el nombre entero del
cargo, ~a.? ib XU! ! al al-ma~ïilim, 0 «encargado de la represi6n de abu-
sos••. Es sabido, efectivamente, que dertos cargos recaian casi heredita-
riamente en determinadas familias.
349
5 Frase romance en el original.
6 Literalmente, «hip6critas», 0 sea, malos musulmanes, sin caridad
para sus semejantes.
8 Sugiere Garcia G6mez que aqui pueda haber referencia al inicio de
la rebeli6n almohade.
100
101
102
350
103
1 Panegfrico mendicante dirigido a un Abulqasim b. 'Alï b. Yusuf,
quiza el miembro de los Banu I;hmdïn que seria luego cadi de C6rdoba.
2 Expresi6n con que se rechaza al mendigo.
3 V éase M. LOMBARD: Les textiles da/ls le lIIo/lde lIIusulllla/l... (seglin In-
dice).
4 Volvemos aquf a la lectura de Garcia G6mez, pues la prenda en
cuesti6n se menciona en el estudio de al-Ahwanï, AIfo~ lIIagribtyya f/li/l
kifiib lb/l Hiiiif/l al-Laxf/ll fi IaI?/I aI- 'af/lf/la, pag. 47.
5 V éase mim. 23, nota 3.
104
105
106
Panegirico de Abulwalïd MuJ:runmad b. Rusd (Averres).
2Medicamento para el higado, vlscera en que localizaba el amor la
concepci6n ffsica de los arabes.
3 AI parecer, al-J:hkam II.
4 Literalmente, kU/lya 0 filionfmico.
T raducimos seglin propuesta de «!stidrakab).
351
107
Panegirico de un alfaqui no nombrado.
Palabra romance en el original.
Nombre de un rio del Paraiso.
Traduciendo asi suponemos que es correcte cl manuscrito y que
qar fuese el imperativo hispanoarabe del verbo cl:isico lJIaqara-yaqir, 10
que es morfol6gicamente viable (véase Sleetrh, 6.6.3), aunque no esta do-
cumentado.
5 Sobre SalDan, véase num. 18, nota 4; en cuanto al segundo, se tra-
ta de AI:mad ·b. Suray~ maestro safi'! y cadi de Siru (m. 918), a quien
se han atribuido cuatrocientas obras, todas perdidas.
6 Preferimos ahora la lectura de Garda G6mez,yaqtil.
7 Expresi6n curiosa que, al examinar las caracterlsticas ortograficas
deI manuscrito, podrla llevar a pensar que dichos signos se usaban para
marcar los acentos en la recitaci6n.
8 Se trata, en efecto, de una _'Or"" a 0 irnitaci6n métrica deI nt1m.
108.
108
Poema de amor a un Ibralûm, tal vez al-Wasqï.
Sobre el foltik, véase nu.m. 7, nota 12.
Literalmente, «con la hermosura de la vaca», pero es alusi6n a Co-
ran, II, 69, pasaje famosisimo en que Dios pide a los israelitas que le sa-
crifiquen una vaca de color amarillo intenso.
109
1 Panegirico en forma de poema amoroso a un al-QuraSï.
2 Véase nu.m. 79, nota 9.
3 Para los antiguos acabes,_poetas y adivinos debian sus talentos a
un Jinn 0 genio diab6lico, seres que obtenian conocimientos espiando
en el Cielo. Una vez revelado el Coran, fueron colocados angeles guar-
dianes que los ahuyentaban disparandoles estrellas fugaces (véase T.
FAHD: La divination arabe, pag. 66).
4 Juego de palabras: el datil de palmera enana (dalJllll) es siempre in-
ferior al comu.n (~alllr), aunque su otro nombre ('a:rf) signifique, ade-
mas, «son musical».
110
352
2 Traducimos prefiriendo una lectura niqar.
3 Traducimos prefiriendo la lectura de Garda G6me2.
4 Traducimos seglin enmienda de «!stidraklit».
5 Idem.
111
Panegirico-petici6n a un miembro de los Banu Abî Dirham.
Metafora que indica un examen a fondo, como de quien compra
una acémila.
3 Lectura in segura; podrfa ser referencia a los instrumentos de medi-
ci6n usados por los arquitectos al proyectar una construcci6n.
4 Expresi6n metaf6rica.
5 Este verso parece confirmar que «cadi de Huesca» era s610 apelli-
do hereditario de esta familia.
6 Puede referirse a al-Mu'tamid, 0 a su padre al-Mu'taqig, cuyas
proezas militares fueron particularmente notorias.
112
113
Poema de amor a Zuhra.
V éase nUm. 58, nota 2.
114
Poema de amor sin destinatario expreso.
115
1 Poema de amor sin destinatario expreso.
Lectura hipotética de nuestra edici6n.
116
1 Poema de amor sin destinatario expreso.
Véase num. 66, nota 3.
Traducimos seglin propuesta en «Istidraklit».
353
117
118
119
1 Poema baquico con ocasi6n dei inicio dei mes de sallllllal Cita a un
Abul'abbas, que podrfa sec el destinatario, pero no hay eiogio ni peti-
ci6n: tal vez se hallaran en la estrofa perdida probablemente entre la 7
y la 8, pasaje que se nos presenta mal conexo.
2 Identificaci6n de al-Ahwani en RIEl, 18, pag. 77, quien a su vez
se bas6 en el articulo de STERN en al-Andalus, 13, pag. 317; se trataba
de un médico judio de la Corte almoravide.
3 El poeta parece aludir a que popularmente se decia layt 14Y en lu-
gar de layla Si'n, «oja"'»: alguna otra observaci6n lingûfstica de este gé-
nero hay en el Cancionero.
4 0 sea, el que indica el inicio de sawwal y fin dei ayuno de rama-
dan, que Ibn Quzman decia observar, absteniéndose en él dei vino.
s Garcia G6mez repar6 en este ntimero para deducir que el zéjel
esta falto de una estrofa.
120
354
121
1 Curioso zéjel ajedredstico, tal vez una petici6n de dadivas al almo-
cadén Abu M~mad en él mencionado, quiza aficionado a este juego.
2 V éase TBQ, I, 326-327 sobre guerreros de este nombre: es proba-
ble que el poeta se 10 haya inventado, forjandolo con elementos diver-
sos.
3 SegUn Garda G6mez, 'Amr b. Ma'dikarib.
4 Como es sabido, la reina en el ajedrez arabe (fa1"f{fl 0 jiriiin) era
una pieza relativarnente débil, por 10 que conven(a protegerla con otra,
generalmente un pe6n, que es 10 que parece indicar la expresi6n aqui
usada.
5 Expresi6n sin6nima dei movimiento descrito en la nota anterior.
Los movimientos que describe recuerdan la apertura atribuida a Ibn
Sarara al-A~ar (véase EI/ibro dei ajedrez. .., ed. F. Pareja, Madrid, 1935,
II, 27, Y I, 80).
6 En el ajedrez arabe, rey ahogado era partida perdida.
122
1 Anacre6ntica dedicada a Abul'abbas b. al-I;hsan al-Baçalyawsj.
Verso de lectura dudosa. Traducimos segûn 10 editado, pero leyen-
do la ûltima palabra como iman, pues parece decir que su arnado es in-
fiel en sus acciones, pero no 10 parece exteriormente.
3 El verso 3 de esta estrofa podda referirse a un antepasado de la
farnilia, tal vez su Ho y homonimo, secretario de al-Mutawakkil de Ba-
dajoz, de quien el poet a senalada haberse distinguido por su actuacion
como excelente zejelero. Que éste jugaba con su nombre interpretando-
10 como qusman, plural de qasam, «conjurQ», es cosa que explicamos en
la edicion (pâg. 93) Y que se refleja en 1214/3, 30/4/4, 139/4/2 Y
148/7/1.
123
1 Panegirico de un l;iitim, segurarnente un norteafricano, a juzgar
por la estrofa 3; no puede tratarse, pues, dei visir granadino Ibn Sa'ada.
Este zéjel y el 138 confirman que nuestro poeta cruzo alguna vez el
Estrecho.
2 Jarnll b. 'Abdallah al-'U~rj, poeta enarnorado plat6nico de Bu!ayna
(m. hacia 701), y 'Urwa b. al-Ward al-'Absj, poeta «vagabundo» preishi-
mlCO.
3 0 sea, Abu 'Ali al-I;hsan b. Hani', conocido como Abu Nuwas, fa-
moso poeta de época 'abbasj (m. 813).
4 Asi parece que hay que leer.
355
124
125
1 Panegirico de los hermanos Abulqasirn y Abu MuJ.runrnad b. J:Iun-
clin.
T raducirnos seglin propuesta en <<lstidrakab).
3 Leernos ahora li man.
4 El poeta utiliza aquf la noci6n coranica de '?l'lm annaft, 0 dai'lo que
se causa el descrefdo. Seguirnos parcialmente la enrnienda de <<lstidra-
kat»; de seguirla totalmente, traduciriamos «a si rnisrno dai'la, aunque
sea injusto».
5 Epiteto de la Divinidad.
126
1 Requiebro a un desconocido.
Referencia al rey de /:ira, quien, segtin la leyenda, rnataba a aque-
lIos cuyo aspecto le rnolestaba en los dias nefastos.
3 El poeta ha advertido que en el zéjel hay pillerfa, y esta parece in-
dicar que juega con las palabras de esta estrofa: el almora vide que es su
vida podrfa ser el oro «<rnaravedi»), rnencionado en 4/4, y al rnisrno
t~rnpo puede estar refiriéndose a un agellid, de nombre 'Aysï 0 Ibn
'A'isa (propuesta de al-Ahwanï), que seria el destinatario dei requiebro.
4 Preferimos leer xumdri, «burl6n», porque era sin6nirno de h~/1,
designaci6n dei zéjel (cf. 65/10/5 y Vocabulista in arabico, s.v. «vulgare»),
siendo un t6pico de la poesia ârabe en general, y de la de Ibn Quzman
en particular, que los buenos versos son prisioneros de la didiva.
356
127
Panegirico de un Ibn Abilxi~l.
Estos dos versos son ir6nicos.
La ultima frase de este verso es oscura, y su traducci6n, hipotética.
V éase «Istidraldit» acerca de este «cabello» y «vestidos». Literal-
mente son la «reputaci6m. y la «coqueteria», pero siendo el cabello el
orgullo de la mujer, y la ropa, expresi6n de su coqueteda, se entiende
este usa metaf6rico.
128
Poema de amor sin destinatario expreso.
129
Poema de amor sin destinatario expreso.
Véase num. 28, nota 7.
130
131
1 Panegirico al visir Qurasï, quizâ el mismo destinatario dei nUm.
109.
132
357
3 Traducimos seglin correcci6n de «Istidrakah).
4 Juego de palabras, pues Siraj significa «lampar:!».
5 Alusi6n a los ejercicios ecuestres en que se sablea melones a la ca-
rrera.
6 Probablemente, Ibn Quzman se identifica ahora con Mercurio, y
al-WasqI serâ Marte.
133
134
Poema de amor sin destinatario expreso.
El poet~ recurre de nuevo a la historia de Jacob y José, coma en
el nUm. 24, pero esta vez correctamente.
3 Asi el manuscrito, pero el t6pico usual es comparar los pechos con
las granadas: seguramente debe de restituirse !adr por su equivalente
métrico xadd.
4 A saber, el nUm. 30, que es, efectivamente, el tinico otro h=} dei
Cancianero, si prescindimos de los estribillos dei nUm. 4, seglin recoge-
mos en nuestra edici6n, pâg. 78.
135
1 Panegfrico y petici6n a AbulJ:nsan b. ~b ar-radd.
Traducimos suponiendo !ayf en lugar de tjayf.
358
3 El {~ib ar-radd era una especie de asesor judicial (véase LÉVl-
PROVENÇA~ Histoire de l'Espagne Mllsllimane, III, 143-145, Y V, 82-83),
pero no 10 hemos traducido porque estos cargos a veces se convertian
en apellidos familiares heredados por quienes ya no los desempenaban.
4 Ibn Quzman utiliza aqui la palabra arabe bastante comun ~al'a,
mientras que en 111/6/1, pasaje de diffcil lectura, es probable que haya
utilizado taldnl. Como la etimologfa de «talante» dista mucho de estar
clara, se nos ocurre que haya habido contaminacion en mozarabe entre
~al'a y «semblante», con un resultado laldnt.
136
137
1 Dedicado a un Ibn Hani', cadi al parecer, 10 que hace insegura la
identificaci6n con el destinatario del num. 57, donde falta referencia a
este cargo, cosa improbable en nuestro poeta. El zéjel describe la Ilega-
da de ramadan: Ibn Quzman personaliza a los meses y les ordena reci-
bir al honorable huésped, exhortando a sus companeros de crapula a
guardarlo, sin de jar de recordar las orgias propias de otros momentos.
Pero el vino provoca una rina, y es Ilevado ant .. el cadi para ser casti-
gado.
2 El ~ era un dulœ de origen persa, ya citado en el Usan, Y con
la misma forma que aqui, Jïi~aba, en el Kifiib a~-(abjx ft al-Magrib llIal-
Andaills, ed. Huici, pag. 195. En cuanto a 10 que sigue, sugerimos leerlo
mil'?'? a44ayj, para traducirlo como hacemos, pensando que es también
un término de reposterfa, conforme a la costumbre musulmana de con-
sumir postres especiales en las comidas de ramadan.
3 Nombre deI mes lunar anterior a ramadan.
4 Ramadan es mes austero, poco dado a charlar.
Verso falto de un hemistiquio.
Traducimos segtin propuesta en «!stidral<ab).
7 Onomatopeyas del vino echado en las copas, el alboroto y la risa.
S y 9 Traducimos segtin propuesta en «!stidral<ab).
10 Ahora se dirige al vino.
359
138
1 Dedicaclo a un magnate de Fez, aI-'Abbis ibn J:larnacl.
2 Famosa espada de Mahoma, que luego pas6 a Ali.
3 Traducimos segUn «lstidrakat».
4 Juego de palabras: como seilal6 Garcia G6mez, el 70 en cifras ru-
mies es una Iinea curva, y, al mismo tiempo, la frase indica que le ha
hecho a1canzar 0 aparentar clicha edad.
139
1 Panegirico dei visir granadino Abu: 'Abdallah I;Iitim b. Sa'lida.
2 AI parecer, una referencia a la rebeli6n a1mohacle iniciacla por Ibn
i umart, dato precioso para fechar este zéjel y poner otro jal6n en la
vida de Ibn Quzman, cuya fecha de nacimiento es desconocida.
3 Quiere decir que no tiene" ninguna cualidad negativa, 10 que, seglin
creencia popular, le hace blanco favorito dei mal de ojo.
140
141
360
142
143
144
361
6 Esta seria la indumentaria tfpica de estas muchachas.
7 Los tres ultimos versos de esta estrofa son enigmaticos, aunque se
alude claramente a la conveniencia de cailar algo, quiza el gentilicio
«judlo». Una posible explicacion de alguno de estos enigmas seria 'lue
el visir tuviera alglin parentesco con judios y hubiese llevado al poet a a
una fiesta de esta comunidad.
145
146
362
147
Casi un poema ascético (Vlhdiyya J. lleno de nostalgia y tristeza, in-
duso arrepentimiento. sin destinatario expreso.
2 El tema clisico de la visita al campamento abandonado de la ama-
da esta aqul urbanizado: la zanja de drenaje (mu'y, cf. verso 5 de la "",'a-
lIaqa de Zuhayr) ha sido sustituida por el desagüe al arroyo ('la/Ir).
3 Versos escritos al margen, borrosos e ilegibles en nuestras repro-
ducciones.
4 Identificado por Bencherifa (Amfiil al-'Awiimm, de az-Zajjalï, l,
257) como punto de reuni6n de homosexuales.
5 Para bailar, seglin expresi6n repetida en el CancÏonero.
148
Zéjel anacre6ntico, sin destinatario expreso.
Texto cortado en la encuadernaci6n.
Alusi6n a la famosa historieta (contenida, vgr, en El Conde Luca-
nor) de la muchacha que se asusta de nimiedades, como el ruido del bo-
tijo al llenarse, pero no de actos audaces.
4 En romance en el original.
5 Abu Istaq Ka'b b. Mati', judfo yemenl convertido al Islam, que vi-
vi6 bajo Abu Bakr y 'Umar, alcanzando notoriedad por sus conoci-
mientos biblicos, entre otros talentos. La conexi6n entre el nombre
Quzman y la magia fue explicada en el num. 122, nota 3.
6 Es in segura la explicaci6n de este refran; parece ser que abundaba
este color entre las reses vacunas, hasta el punto de decirse constante-
mente «toro abigarrado» y producir antonomasia.
149
Paneg(~co requiebro a un Ibn 'A~af.
Mi companera, doctora Viguera, me sugiere que el incidente en
cuesti6n podrfa haber tenido lugar al entrar los almoravides en Jaén en
1149,0 al atacarla Ibn Mardanls en 1159.
3 Literalmente. «oh, musulmanes».
363
INDICE
INTRODUCCION . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
EL CANCIONERO HISP ANOARABE . . . . . . . • . . . . . 37
Introducci6n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
Zejeles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
NOTAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . , .. . 305
VOLÛMENES PUBLICADOS
BIBLIOTECA DE LA LITERATURA
y EL PENSAMIENTO HISP ANICOS
BIBLIOTECA DE LA LITERATURA
y EL PENSAMIENTO UNIVERSALES
1. Nov AUS: Himnos a la noche y Enrique de OfterdinJ(tn. Edici6n prepara-
da por Eustaquio Barjau.
2. DIDEROT: Escritos filostificos. Edici6n preparada por Fernando Sava-
ter.
3. ApOLONIO DE RODAS: El via}. dt los argonautas. Edici6n preparada
por Carlos Garda GuaI.
4. BARUCH DE ESPINOSA: Ética. Edici6n preparada por Vidal Pella
Garda.
5. ARISTOFANE5: Las avispas. La paz. Las aves. Lisistrata. Edici6n prepa-
rada por Francisco Rodriguez Adrados.
6. KIERKEGAARD: Temor y temblor. Edici6n preparada por Vicente Si-
m6n Merchan.
7. CICERON: T ratado de los deberes. Edici6n preparada por José Santa
Cruz Tejeiro.
8. Himnos V/dicos. Edici6n preparada por Francisco Villar Liébana.
9. LEONARDO DA VINCi: Tratado de pintura. Edici6n preparada por An-
gel Gonzalez Garda.
10. GALILEO: Consideraciones y demostraciones matemdtiC4S sobre dos nuetlas
ciencias. Introducci6n y notas de Carlos Soles Santos. TraducciOn de
Javier Sabada Garay.
Il. HOMERO: Odisea. Edici6n preparada por José Luis Calvo Martinez.
12. LUCIANO DE SAMOSATA: Dialogos de tendencia cinica. Edici6n prepara-
da por F. Garda Yagüe.
13. VOLTAIRE: Carias fiiosOjicas. Edici6n preparada por Fernando Sava-
ter.
14. ARISTOTELEs: La politica. Edici6n preparada por Carlos Garcia GuaI.
15. PROUDHON: El principio jederativo. Edici6n preparada por Juan G6-
mezCasas.
16. MOLIÈRE: Tres romedias. Edici6n preparada por Francisco Javier
Hernandez.
17. JOHANN GoTYLIEB FICHTE: Disamos a la nacitfn alemana. Edici6n pre-
parada por Luis A. Acosta y Maria Jesus Varela.
18. LAO TSE-CHUANG Tzu: Dos grandes maestros dei T aoismo. Edici6n pre-
parada por Carmelo Elorduy.
19. SOFOCLEs: Ayax, Las traquinias, Antigona, Edipo Rry. Edici6n prepa-
rada por José Maria Lucas de Dios.
20. LEIBNIZ: Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. Edici6n prepara-
da por Javier Echevarria.
21. GoTTHOLD EPHRAIM LESSING: Laocoonte. Edici6n preparada por
Eustaquio Barjau.
22. DAVID HUME: Tratado de la naturaitZ/1 humana. Edici6n preparada
por Félix Duque.
23. AN6NIMO: Allna.J Brahma. Edici6n preparada por F. R. Adrados y
F. Villar Liébana.
24. P. B. SHELLEY: Adonais y otros poemas. Edici6n preparada por loren-
zo Peraile.
25. LUCANO: La Farsalia. Edici6n preparada por Sebastian Mariner.
26. DEMOSTENES: Discursos esrogidos. Edici6n preparada por Emilio Fer-
nandez Galiano.
27. Textos literarios betitas. Edici6n preparada por Alberto Bernabé.
28. THOMAS HOBBEs: Leviatan. Edici6n preparada por Carlos Moya y
Antonio Escahotado.
29. JOHN WEBSTER: El diablo blanro. Edicion preparada por Fernando
Villaverde.
30. El Coran. Edici6n preparada por Julio Cortés.
31. ROBERT FLUDD: Escritos sobre mNsica. Edici6n preparada por Luis
Robledo.
32. ANONIMO: La Demanda deI Santo Graal. Edici6n preparada por Car-
los Alvar.
33. LOCKE: Ensayo sobre el entendimiento humano. Edici6n preparada por
Sergio Rabade y Esmeralda Garcia.
34. AN6NIMCJ: Poema de Gilgamesh. Edici6n preparada por F. Lara Peina-
do.
35. Poema babi/Onico de la creadon. Edici6n preparada por F. Lara Peinado
y Maximiliano Garcia Cordero.
36. Sendebar. Libro d. los enga;;os de las mujeres. Edici6n preparada por José
F rade jas Lebrero.
37. ARIST6TELES, HORACIO y BOLLEAU: Poétieas. Edici6n preparada por
Anibal Gonzalez.
38. CHRÉTIENS DE TROYES: Erec y Enid. Edici6n preparada por Carlos
Alvar.
39. Calimaco y Crisorroe. Edici6n preparada por Carlos Garcia GuaI.
40. KALIDASA: Meghaduta. Edici6n preparada por F. Villar Liébana.
41. A. ALCIATO: Embl.mas. Edici6n preparada por B. Daza Pin ciano.
42. JEAN RACINE: Teatro completo. Edici6n preparada por J. M. Azpitarte
y Emilio Naftez.
43. MARiA DE FRANCIA: Lais. Edici6n preparada por Luis Alberto de
Cuenca.
44. Mabinogirfn. Edici6n preparada por Marfa Victoria Cirlot.
45. GOTTFRIED VON STRASSBURG: Tristan e Isolda. Edici6n preparada por
BemdDietz.
46. GUILLERMO IX DUQUE DE AQUITANIA y JAUFRE RÙDE!.: Candone!
completas. Edici6n preparada por Luis Alberto de Cuenca y Miguel
Angel Elvira.
47. FUZULI: LeylâY Memlln. Edici6n preparada por Süleyman Salam.
48. FERNANDO PESSOA: Antologia de Alvaro de Campos. Edici6n prepara-
da por J. A. Liardent.
49. BENJAMiN FRANKLIN: Autobiografîa y otroi eserifos. Edici6n preparada
por Luis L6pez Guerra.
50. JACOPO SANNAZARO: Arcadia. Edici6n preparada por Julio Martfnez
Mesanza.
51. SNORRI STURLUSON: Textos mitologieos de los Eddas. Edici6n preparada
por Enrique Benardez.
52. AN6NIMCJ: Libro de los cambios. Edici6n preparada por Carmelo Elor-
duy.
53. W. B. YEATS; J. M. SINGE; SEAN O'CASEY: Teatro IrltmJis. Edici6n
preparada por Carina J. Reynolds.
54. INMANUEL SWEDENBORG: Antologîa. Edici6n preparada por Jesus
Imirizaldu.
55. AN6NIMO: Romancero chino. Edici6n preparada por Carmelo Elorduy.
56. SNORRI STURLUSON: Saga de Egil Skal/agrimsson. Edici6n preparada
por Enrique Bemardez.