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Trabajo Final A. SF.

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Hacer historia desde abajo y desde adentro: La escuela historiográfica

que llegó para quedarse.

Francisco Parra A.
Resumen:

La presente investigación tiene por objeto analizar los fundamentos epistemológicos de la


Nueva Historia Social Chilena y en cómo han abordado su principal sujeto de estudio que
es el bajo pueblo o el sujeto popular. En la misma línea se buscará plantear en cómo esta
línea investigativa visibilizó y mostró como protagonista al movimiento popular en Chile en
el tercer cuarto de siglo del XIX y comienzos del XX. Los puentes entre lo social con lo
político son nexos fundamentales que le dan riqueza al gran trabajo realizado por la
Nueva Historia Social Chilena. Por tanto, este escrito se centrará en como esta escuela
historiográfica analiza la metamorfosis que va desde el movimiento de la regeneración del
pueblo en el siglo XIX hasta los inicios del movimiento obrero.

Palabras claves: Historia social, movimiento popular, regeneración del pueblo, Historia
desde abajo y desde dentro, movimiento obrero.
Introducción:

La historia social en Chile en la actualidad está muy vigente y cuenta con una gran
producción historiográfica que se ve plasmada en la gran cantidad de artículos que salen
publicados en las diferentes revistas científicas tanto a nivel nacional como a nivel
internacional. Además de un océano bibliográfico que se expresa en una vasta cantidad
de libros que conciernen temáticas relacionadas al mundo popular y obrero en su
conjunto. Cabe mencionar que está corriente historiográfica que se preocupó por el
movimiento popular finisecular y del movimiento obrero en los albores del siglo XX, fue
propulsada por la generación de historiadores del ochenta y cinco. Variados autores tales
como Gabriel Salazar, Luis Ortega y Leonardo León se les puede considerar los pioneros
en adentrarse en estas temáticas. Luego se le sumaran más autores como María Angélica
Illanes, Julio Pinto, Sergio Grez, Mario Garcés en los años venideros contribuyendo y
ampliando las diferentes aristas del movimiento obrero en sus orígenes, donde se
adentraron en sus dimensiones políticas, sociales, culturales, etc. Esta línea sigue
sumando adeptos y tal como lo hemos mencionado no ha dejado de producir y ampliar la
historia troncal del movimiento obrero y popular en todas sus expresiones y
temporalidades. Si bien es cierto estos estudios se abocaron en la consolidación de la
modernidad en Chile, se han extendido a periodos más contemporáneos, destacando
siempre los elementos de continuidad y cambio de los sujetos.

La vitalidad que tiene esta corriente es propia de un largo proceso de consolidación de la


historia social en Chile. Esta cimentó sus bases a mediados de la década de 1980,
cuando se comenzaron a hacer los primeros congresos de historia que discutían
problemáticas de cómo abordar al sujeto popular en todas sus dimensiones. Unos los
primeros esfuerzos que condensan estos largos debates es la obra historiográfica de
Gabriel Salazar que lleva por nombre Historia desde abajo y desde dentro (2003). Si bien
es cierto la fecha de publicación es comenzando el siglo XXI, este libro resume de
excelente manera los grandes debates de la historia social y es más se le puede
considerar un escrito fundacional de la corriente historiográfica. Lo que hizo Gabriel
Salazar en aquella obra fue solo compilar las síntesis de la gran cantidad de voces de
historiadores que asistieron en esas jornadas en el ocaso de la Dictadura Militar en Chile.
Una de las grandes contribuciones de este libro fue la caja de herramientas para hacer
historia social que nos referiremos más adelante, pero por ahora solo diremos que esta
caja de herramientas es la epistemología ineludible si se quiere hacer historia social.1

El presente escrito tiene por objetivo adentrarse en como la Nueva Historia Social Chilena
aborda los orígenes del movimiento popular chileno en sus primeros pasos que van desde
el movimiento liberal a la proletarización, que incluyen la consolidación organizacional
entre el último tercio del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Para ello recurriremos a
los grandes clásicos de la historiografía social chilena que nos darán un paneo general de
estos sujetos. Cabe mencionar que este escrito tiene por propósito abordar no solamente
en contenido sobre el movimiento popular, sino también adentrarse en cuestiones
epistemológicas y metodológicas en cómo estos autores se aproximaron a estudiar a
estos sujetos. Una de las razones principales es que el primer acápite de este texto estará
dedicado a comprender desde una mirada teórica las principales contribuciones de la
historia social del país.

El segundo capítulo de este escrito busca ejemplificar en como la Nueva Historia Social
visibilizó las voces del sujeto popular desde mediados del siglo XIX hasta los albores del
siglo XX. Para ello tomaremos fundamentalmente obras como De la regeneración del
pueblo a la huelga general (2007) de Sergio Grez, quien establece cierta relación que
existe entre los liberales del siglo XIX y los primeros pasos del movimiento obrero de
finales de ese siglo. También consideraremos la obra de Julio Pinto titulada Desgarros y
utopías en la pampa salitrera (2007) en donde el autor aborda los principales movimientos
políticos, principalmente anarquistas y socialistas tras la huelga general de 1890 en uno
de los enclaves de proletarios más grande del país que fue la región de Tarapacá debido
a la extracción del caliche. Como vemos en este apartado tiene por objetivo relacionar al
movimiento social popular en una de sus tantas expresiones, donde con el tiempo fueron
mutando, pero a la vez se le puede apreciar una línea troncal de proyecto y horizonte
político en sus diversas expresiones.

Es así como este escrito se propone ser una síntesis de algunas aristas de lo que se ha
escrito del movimiento popular chileno, específicamente en sus primeros pasos. Cabe
mencionar que geográficamente se ha tomado el estudio de autores que han hecho
historia social en territorios como Santiago y el norte salitrero. Localidades que tuvieron
una gran cantidad artesanos en Santiago y posteriormente la proliferación de obreros o
proletarios modernos en donde el movimiento proletario fue fuerte, lo que decantó en que
1
Gabriel Salazar, La Historia desde abajo y desde dentro. (Santiago de Chile: LOM,2003), pp.12-128.
se ganaran un espacio en la memoria colectiva nacional. No se puede pasar por alto la
gran Huelga General de 1890 o La Matanza de Iquique de 1907. Hitos fundamentales que
en esta obra nos hacen poner la lupa en estos lugares, lo que no quita que en otros
territorios se hayan vivido experiencias similares en torno a este sujeto que surgió en la
segunda mitad del siglo XIX y que a comienzos del siglo XX ya era una realidad en los
primeros enclaves industriales del país como Valparaíso, Concepción o Valdivia.

Ruptura, tradición y un punto de encuentro: Orientaciones epistemológicas y breve


devenir de la historia social mundial y nacional.

Pues se trata de opciones y decisiones del sujeto historiador en tanto sujeto


viviente y sujeto social. (…) tiene que ver, con el modo cómo sintoniza su arsenal
de métodos y técnicas de investigación con su sentido humano de sociabilidad.2

Las palabras de Gabriel Salazar (2003) vertidas en esta célebre obra tienen por objetivo
delimitar los alcances que tiene esta nueva historia social que se comenzó a consolidar
avanzada la década del noventa. El autor en su primer capítulo de esta obra hace un
debate epistemológico en cómo se debe hacer historia social. También en este apartado
hace críticas a como hasta ese entonces se hacía historia. Marcada por vertientes
conservadoras en las cuales la esfera política estatal era el principal sustento
historiográfico. Por otro lado, el autor dice que el sujeto popular nunca se había estudiado
desde abajo y desde adentro. Dicha máxima es una de las bases elementales de este
enfoque, es decir comprender desde las mismas inquietudes que ha tenido este sujeto a
lo largo de su devenir.

La Historia desde abajo y desde dentro (2003), tal como lo hemos dicho es uno de los
pilares fundamentales de la Nueva Historia Social Chilena. En su primer acápite nos invita
a tomar una mirada estratégica en la cual tiene que estar presente una epistemología
lucida que aporte una posición. Es decir, en cómo los historiadores deben aproximarse al
sujeto de estudio. Uno de los grandes posicionamientos del autor es tomar distancia del
paradigma investigador-objeto, el cual es reemplazado por el enfoque de sujeto a sujeto.
Es más, se aventura a decirnos que cada investigación debe ser una conversación entre
dos seres pensantes, donde el investigador aporta al debate en los mismos términos en
cómo se expresa el sujeto popular.

2
Salazar, La historia desde abajo y desde dentro, p.12.
Cabe mencionar que la apuesta de investigar al sujeto popular tiene por propósito en
centrarse en los sujetos de carne y hueso. Es aquí donde se agrega la segunda estrategia
que es la teórica que aporta la visión. Esta mirada no debe caer en categorías abstractas
o grandes estructuras como lo habían hechos algunas corrientes predecesoras como la
desarrollista de la CEPAL o el marxismo clásico chileno —sobre esta última corriente
volveremos más adelante —. Es decir, comprender al sujeto popular en categorías en las
cuales se puedan apreciar subjetividad y dinamismo, ya que por lo general el
estructuralismo tiende a generalizar y a crear determinismos. Otra salvedad muy relevante
es que, al momento de investigar al sujeto popular, no se debe creer que tengan
cualidades inmutables o que tengan un estado ideal. Este precepto busca tomar distancia
de estudios folclóricos que tienden a idealizar o petrificar expresiones que provienen de
los sujetos populares. La apuesta fundamental que propone Salazar es comprender que
la dialéctica es una perspectiva que tiene que estar presente para realizar estos tipos de
estudios, es decir comprender que existen elementos de continuidad y cambio.3

Una de las apuestas fundamentales del texto La historia desde abajo y desde dentro
(2003) es la construcción de una caja de herramientas. Dicha metáfora busca marcar un
precedente en cómo hacer historia social. En primer lugar, el autor nos invita a
distanciarnos como hemos dicho de la teoría abstracta y /o estructural que a veces nubla
el sujeto de estudio. Salazar propuso para realizar historia social debía existir flexibilidad a
la hora de investigar, lo que permitiría un estudio cabal del sujeto popular. El escritor
chileno en el libro nos muestra algunas consideraciones que se deben tomar para realizar
historia social, tal como hacer observaciones cualitativas directamente relacionadas en un
esqueleto cuantitativo de larga duración es un primer paso. Otros elementos de
perspectiva temporal como considerar los procesos de corta, mediana y larga duración,
comprendiendo que el tiempo no es uno solo, ni de tipo uniforme para todos los sujetos.
Por último, podemos considerar que los sujetos al momento de estudiarlos no se le debe
aislar, sino más bien comprender su relación con otros y con su territorio.

Esta caja de herramientas que fue el nombre acuñado por el autor buscó generar
precedente y a la vez cambiar el paradigma de causa-efecto por una visión de “totalidad
viviente”. Lugar donde “ocurren por relaciones más complejas, cruzadas, diagonales y de
ida y vuelta, que se pulverizan la linealidad simple de ese viejo principio”. 4 Es así como se

3
Salazar, La historia desde abajo y desde dentro, p.62.
4
Salazar, La historia desde abajo y desde dentro, p.24.
comprende la construcción del sujeto popular no con explicaciones mecánicas, sino como
una multivariedad de tiempo, de causalidades que generan el proceso histórico.

Uno de los grandes desafíos de la historia social es la reconstrucción del pasado a través
de las fuentes que puede encontrar. Los grandes obstáculos que encuentran los
historiadores sociales es la difusa voz de los protagonistas. Esta dificultad se debe
primordialmente a que por lo general el sujeto popular no tenía una relación muy directa
con la escritura, por lo general las tasas de analfabetismo en el siglo XIX y a comienzos
del XX eran altas. Por ende, para poder abordar solo por una vía escrita el estudio del
sujeto popular sería una tarea incompleta. El autor nos describe que se encontraron
algunos testamentos de sujetos populares, pero aun así no describen toda la amplitud del
devenir histórico. Es necesario precisar igual de todas formas que la gran cantidad de
fuentes escritas del periodo inicial que se abocó la historia social (siglo XIX y comienzos
del XX), primordialmente se encuentran vestigios escritos por otros que se refieren sobre
el sujeto popular. Quedarse con estas fuentes también tiene un riesgo, ya que la visión de
otro puede distorsionar la reconstrucción del pasado (archivos estatales o archivos
judiciales). La solución dialéctica es complementar ambas fuentes, comprendiendo que la
dominación también influye directamente sobre el sujeto popular. Como modo de ejemplo
la proletarización que se realizó entre el último cuarto del siglo XIX y comienzos del XX
fue un proceso que cambió la forma de reproducir la vida de muchos campesinos que
dejaron la guadaña y se abalanzaron sobre las industrias.

¿Se puede considerar a la historia social chilena como una corriente nueva entre la
década de los ochenta y noventa?, esta pregunta fue muy importante a la hora de
considerar si había continuidad con los marxistas clásicos previos al golpe militar. Luis
Vitale o Hernán Ramírez Necochea, son dos autores que se dedicaron a hacer una
interpretación marxista de la historia con el paradigma clásico, es decir con una visión
estructural economicista de los procesos. De por si el diagnóstico que se hizo de esta
escuela marxista clásica es que separó en dos partes de análisis la historia de Chile, la
primera de ellas entre 1810-1891 el motor de estudio estuvo centrado en la lucha de
clases y de 1870 a 1960, estuvo más presente estudios del imperialismo. Como podemos
ver grandes estructuras, elemento que esta nueva historia social toma un poco de
distancia. Cabe destacar que la historia social no reniega la existencia de la lucha de
clases o del imperialismo, sino más bien su foco lo pone en otros elementos en
comprender las relaciones internas del mismo sujeto popular, y este como se va
adaptando en su devenir. A modo de ejemplo que grafica las diferencia entre la nueva
historia social chilena y el marxismo clásico chileno es que:
El que el análisis marxista haya exaltado al máximo la condición proletaria,
reconociéndola como punto culmine en un contexto de progresiva “toma de
conciencia”, deja al descubierto una situación paradójica: las resistencias al
proceso de proletarización demuestran que pocos deseaban alcanzar tal
condición; si la aceptaron, fue porque no existían otras opciones.5
Es así como podemos comprender que la nueva historia social toma distancia de algunos
conceptos del marxismo clásico principalmente vinculados a un excesivo estructuralismo y
una visión centrada en la búsqueda del estado ideal del sujeto popular. Podemos decir
que la Historia Social Chilena, es una línea totalmente nueva que toma el marxismo no
como dogma incuestionable, sino que lo utiliza como una herramienta metodológica.
Es innegable considerar los puntos de encuentro que tiene la Nueva Historia Social
Chilena del marxismo británico, corriente historiográfica que surgió en la década de 1960.
La obra magistral de Edward Palmer Thompson, La formación de la clase obrera en
Inglaterra marcó un precedente, como también abrió la puerta a nuevas posibilidades de
estudio. Luego se le sumaron más autores como fue el caso de Eric Hobsbawm quien
también desarrolló obras que apuntaban a esta dirección.

Lo político desde los ojos del movimiento popular: Una mirada de la Historia Social.
La historia política fue una de las pioneras en la disciplina historiográfica profesional. En
los inicios rankeanos la historia estatal fue una de las primeras formas de recopilar lo que
había acontecido, para los autores de mediados del siglo XIX esta era una manera de
aproximarse a los hechos tal cual ocurrieron. El principal argumento del historicismo
clásico encabezado por Leopold Von Ranke (1986) era centrase en los documentos
oficiales emitidos por el Estado, los cuales para su mirada no tenían sesgos. La segunda
regla era tomar una distancia temporal con los hechos ocurridos, lo que ayudaba a que el
autor no tomara una posición por los protagonistas o hechos que se narraban en esos
archivos.6 Así también la historia política solo se centraba como lo dijimos en los archivos
estatales y que luego con el desarrollo de la política moderna y el sistema de partidos en
las democracias de occidente, la historia política tomó nuevas direcciones como hacer

5
Gabriel Salazar & Julio Pinto, Historia contemporánea de Chile II: Actores, identidad y movimiento. (Santiago
de Chile: LOM,1998), p.113.
6
Leopold Von Ranke, Pueblos y Estados en la historia moderna. (México D.F: Fondo de Cultura
Económica ,1986), p.32.
evaluaciones de los distintos partidos hegemónicos que eran preponderante en los
tiempos estudiados7.
Centrados en la historiografía nacional, encontramos al interior de la producción
historiográfica un caso que cumple con las características anteriormente mencionadas. La
obra del autor Alberto Edwards La Fronda Aristocrática en Chile (1928), relata
principalmente la pugna entre el Estado autoritario que se consumó en el orden portaliano
y que siempre tuvo la oposición de ideas aristocráticas que no les acomodaba el Estado
centralista. El autor para llevar a cabo su obra consideró principalmente artículos de
prensa del diario El Mercurio, lo que le propicio hacer una recopilación política del siglo
XIX. Cabe señalar que la obra de Edwards se centra en los conflictos de la gran política
estatal y en más de alguna ocasión se hace alusión al pueblo, pero este no es el mismo
que el que reivindica la Historia Social, sino que se refiere a la ciudadanía que podía
ejercer sus derechos cívicos (hombres mayores de 25 años que sepan leer y escribir y
que tengan un bien raíz).8
Una de las grandes tareas que tuvieron los historiadores sociales fue visibilizar y disputar
el concepto pueblo en primera instancia. Para esta corriente el pueblo era lo popular, las
personas marginadas, los que no tenían un bien raíz, por lo general no sabían leer ni
escribir. Sobre este sujeto popular no se había escrito, pese a tener un gran
protagonismo, ya que como lo hemos dicho los cánones de la época se centraban por lo
general en la Historia Política militar. La evidencia de la existencia del sujeto popular
saltaba a la vista, ya que las escaladas de huelgas a principios del siglo XX no surgieron
de la noche a la mañana, como quizás se vieron sorprendidos los gobiernos de la
república parlamentaria, sino que estas crecientes huelgas venían de un proyecto
histórico mayor de largo aliento. Dicho proceso ha sido catalogado como la regeneración
del pueblo por Sergio Grez que va desde la conformación de la Sociedad de la Igualdad a
mediados del siglo XIX hasta la Huelga General impulsada inicialmente por el gremio de
jornaleros y lancheros en 1890 y que dio pie para una escalada manifestación obrera en
los años venideros.9
La Nueva Historia Social se hizo cargo de este vacío que era hegemónico, y a la vez tejió
un puente entre lo social y lo político. Es más, comprendió, como lo hemos dicho que no
se puede entender la historia del sujeto popular sin comprender la opresión, los cambios
7
George Iggers, La historiografía del siglo XX: Desde la objetividad científica al giro posmoderno. (Santiago
de Chile: Fondo de Cultura económica ,2012), p.66.
8
Alberto Edwards, La Fronda aristocrática en Chile. (Santiago de Chile: Imprenta Nacional:1928).
9
Sergio Grez, De la regeneración del pueblo a la huelga general: Génesis y evolución histórica del
movimiento popular en Chile (1810-1890). (Santiago de Chile: RIL editores,2007), p.28.
políticos-económicos que repercuten directamente sobre estos y que cambian las formas
de vida. Antes de seguir adentrándonos en la nueva historia social chilena, es preciso
reconocer que la historia marxista chilena fue una de las primeras en adentrarse y
estudiar el movimiento popular. Cabe señalar que debido a su paraguas teórico estos
autores como Hernán Ramírez Necochea comprendieron que la historia del proletariado
era el punto culmine de las transformaciones que debía tener el pueblo. Es más, para este
autor el proceso de formación y devenir del sujeto popular, a través del artesanado era
solamente un antecedente o un paso previo de la madurez que alcanzó a partir de su
masiva proletarización avanzado el segundo tercio del siglo XIX. La nueva historia social
no está de acuerdo con estos argumentos, como es el de caso de Sergio Grez:
Para este autor, en el siglo XIX sí hubo un auténtico movimiento social popular
encabezado por los artesanos y obreros calificados, quienes desarrollaron
conciencia de clase y levantaron organizaciones cuyo proyecto, la regeneración
del pueblo, transcendió en el tiempo, bajo diversas formas.10
El autor Grez en su obra De la regeneración del pueblo a la huelga general (2007),
desarrolla argumentos fundamentales en una línea de continuidad y cambio.
Primeramente, establece diferencias entre lo que fue el mutualismo y las ideas de
socialismo y/o anarquismo que proliferaron avanzada la década del setenta del siglo XIX.
Establece que hay diferencias entre el horizonte al que apuntaban y a la vez diferencias
de clase de quien dirigía los procesos, como también de objetivos. Cabe señalar que
fueron procesos complementarios que ayudaron a que estallara las escaladas de huelgas
de 1890 y fue en este periodo donde el mutualismo fue desplazado por otros idearios más
ambiciosos que buscaban transformar la realidad en que vivían la gran mayoría de los
obreros.
La regeneración del pueblo concepto fundamental para entender al movimiento social
popular que dio carne al mutualismo, tiene sus orígenes en un proyecto que se opuso
constantemente al orden republicano portaliano. Los principales protagonistas fueron
algunos disidentes de la clase política hegemónica, artesanos, como también la creciente
clase media que comenzó a expandirse a mediados del siglo XIX al alero de la burocracia
estatal. Dichas organizaciones apelaban a la solidaridad y también tenían un horizonte de
ampliar este sentimiento de solidaridad que se gestaba a todo el pueblo. Hablar del
pueblo para aquel tiempo era ambiguo, por parte de este proyecto lo comprendía como la
gente que tenía derechos cívicos y por otra parte también se entendía al pueblo como a

10
Salazar y Pinto, Historia contemporánea de Chile II, p.114.
los sectores marginados de la sociedad, los que eran desplazados de sus puestos de
trabajo de artesanos principalmente; los mismo que Vicuña Mackenna quiso aislar con un
muro para que no entraran al corazón de la capital; cuando fue intendente de la Santiago
en la década de 1870.11
La trayectoria del movimiento mutualista de corte liberal tiene una trazabilidad amplia, ya
que para autores como Gabriel Salazar (2009) este movimiento tuvo su expresión previa a
la Batalla de Lircay con el líder militar Ramón Freire quien se oponía al proyecto
hegemónico de liberalismo económico que fue el ideario vencedor de la batalla. Las ideas
que existieron entre los opositores al liberalismo económico en 1820:
Era la democrática productivista de los pueblos de provincia, y la centrista-
mercantil del patriciado de Santiago. Por tener una aplastante mayoría, la
concepción provincial se impuso desde el principio sobre la capitalina, tanto más si
el Ejército ‘patriota’ profesaba la misma concepción y si, en añadidura, el nuevo
Director Supremo, General Ramón Freire, la apoyaba decididamente.12
Para la interpretación de este autor este movimiento tuvo una vocación democrática que
fue derrotada, ya que este proceso político decantó en la primera Asamblea Nacional
Constituyente en 1823 y que tras dos intentos fallidos en 1825 y 1826 terminó por culpa
de los aires de fronda del proyecto conservador estanquero, sumado también a la batalla
civil de Lircay que concluyó aplastando fuertemente por las ideas que se convirtieron en el
régimen portaliano. La derrota de este movimiento no significó por ningún motivo que
desaparecieran por completo la hebra del proyecto liberal democrático. El ideario
derrotado residió en espacios importantes de la esfera pública con los procesos de
modernización de la ciudad proliferaron puntos de encuentros donde estas ideas
encontraron eco, como lo fue los cuerpos de bomberos en gran parte del territorio
nacional, la existencia de partidos con ideas laicas como el Partido Radical, y la
francmasonería como un espacio de libres pensadores. Un antecedente fundamental fue
también la sociedad de la igualdad que fue dando forma al proyecto de la regeneración
del pueblo, ya que aportó los nexos entre distintos actores como los artesanos, la
incipiente clase media que creció al alero del Estado y personas más acaudaladas que

11
Gabriel Salazar, Mercaderes, Capitalistas y Empresarios. (Santiago de Chile: Debate,2018), p.568.
Sobre el concepto pueblo y sus implicancias se puede profundizar más en la obra de Julio Pinto & Verónica
Valdivia, ¿Chilenos Todos? La construcción de la nación (1810-1840). (Santiago de Chile: LOM,2009).
12
Gabriel Salazar, “Cuando la ciudadanía construyó el Estado”, Diario La Nación, semana 13 al 19 de
diciembre de 2009 ,p.5,Última visita 10 de julio de 2022, disponible en:
http://www.opech.cl/aulas/2_dolencia_historica.pdf
diferían de que la iglesia se metiera en asuntos estatales (separación iglesia -estado,
registro civil, libertad de credo, cementerios públicos).
El cenit de la regeneración del pueblo se vivió cuando proliferaron la existencia de
sociedades de artesanos, que luego con la modernización de la ciudad decantaron en
sociedades de obreros, filarmónicas de estos mismos, escuelas nocturnas, etc. Para Grez
este espacio tuvo un fuerte incentivo de la francmasonería y de los proyectos liberales
laicos. Lugar que apostaba a nivelación en primer lugar de los distintos miembros que la
componían, es por ello la existencia de escuelas nocturnas autogestionadas por estas
sociedades. También se buscaba el incentivo de construir un sistema de valores
inspirados en la Revolución Francesa (libertad, igualdad y fraternidad) en los
participantes, que se hacía mediante la escuela anteriormente señalada asimismo con la
asistencia de los espacios asamblearios. Por último, se incentivaba la solidaridad
mediante la creación de un seguro de cuota mortuoria, seguro en caso de enfermedad,
relacionado con esto mismo se coordinaban las visitas en caso de que un socio estuviera
enfermo.
Las mutuales fueron un espacio de camaradería que ayudó a convocar a un gran número
de artesanos primeramente y que con los procesos de migración campo ciudad se
ampliaron a obreros. Este tipo de espacio igualmente tuvo su competencia directa entre
las décadas de 1860 y 1870 por parte de los espacios católicos que imitaron en cierta
medida estos encuentros asamblearios. Una renovación eclesiástica se le puede
considerar esta apuesta que hizo la iglesia católica que buscaba disputarle los miembros
que encarnaban este proyecto de la regeneración del pueblo. Ya que por lo general
alejaban a sus feligreses como también las ideas laicas amenazaban el status quo del
clero. Dentro de los principales idearios estaban justificar la pobreza como una condición
original de la sociedad, debido a que las escrituras religiosas lo afirmaban. También hubo
un esfuerzo avanzado el siglo XIX por responder las demandas del movimiento obrero, ya
que la Encíclica Rerorum Novarum, interpeló la creciente desigualdad e hizo una
campaña para apelar que pagaran un sueldo justo, con el compromiso de que los obreros
y patrones podían convivir en la sociedad, una alternativa a las ideas anarquistas y
socialistas. Sobre este punto retomaremos más adelante.13
El proyecto de la regeneración del pueblo tuvo también sus bajas e interpelaciones
avanzado el siglo XIX. No se puede desconocer el alcance que tuvo este movimiento
social en gran parte de los sectores artesanos y también alcanzó a ganarse un lugar

13
Sergio Grez, De la regeneración del pueblo a la huelga general, pp.653-660.
dentro de la sociabilidad obrera. La Guerra del Pacífico debilitó un poco al movimiento de
la regeneración del pueblo por razones de que los ojos de la sociedad estaban puestos en
el norte salitrero, debido a la gran campaña estatal que incentivaba el alistamiento en el
ejército. Un segundo temblor para este movimiento fue la interpelación de los sectores
populares que lograron entrar a las mutuales y todos los movimientos asociados a estos
idearios. La conducción de estos movimientos y sus idearios tampoco eran suficientes
para lo que buscaban algunos, ya que de por sí el movimiento de la regeneración del
pueblo era mesurado en torno a las huelgas y buscaba un mayor diálogo entre las partes
afectadas. También los idearios europeos revolucionarios comenzaron a surgir y
adentrarse dentro de la población. Un resultado de lo que provocó este movimiento
asambleario mutualista fue la articulación para la primera huelga general. Es aquí donde
se le puede considerar que hay un relevo de idearios, se pasa de un mutualismo a ideas
más combativas en búsqueda de justicia y nuevos horizontes. Cabe señalar, que con esto
no queremos decir que el mutualismo desaparece, es más persiste, pero pierde la
adherencia popular que había conseguido.
Como lo hemos mencionado, el movimiento obrero comenzó una escalada de huelgas a
partir de 1890 y tuvo su apogeo en 1907 con la Huelga de la Escuela de Santa María muy
conocida nacionalmente; sin duda con el pasar de los años aportó al correlato del
movimiento obrero, como también fue una conmemoración importante para los partidos
de raigambre de izquierda que florecieron avanzado el siglo XX. Podemos contraponer
visiones de autores, Julio Pinto es uno de los autores que propone que a partir de 1890 el
movimiento toma mayor fuerza en el enclave salitrero, incluso tiene mayor relevancia que
las agrupaciones socialistas que alcanzan su cenit entre la década de 1910 y 1920 del
siglo anterior. Este autor propone que los anarquistas destacaron porque fueron un
movimiento horizontal, lo que les permitió ganarse la simpatía de la gran mayoría de los
trabajadores. No se recuerdan muchos nombres porque siempre apelaron a lo colectivo,
pero si queda manifiesto la gran cantidad de periódicos emitidos en aquel tiempo que
tenían ideas ácratas. Bajo estos argumentos una de las ideas más presentes al interior de
la emblemática huelga de 1907 fue la que provenía de las corrientes anarquistas.14
Por otro lado, encontramos un autor regionalista que contrapone lo propuesto por Pinto
que es Sergio González Miranda quien dice que el movimiento obrero desde la primera
huelga de 1890 hasta 1907:

14
Julio Pinto, Desgarros y utopías en la pampa salitrera: La consolidación de la identidad obrera en tiempos
de la cuestión social (1890-1923). (Santiago de Chile: LOM,2007), pp.75-100.
era de obreros organizados que esperaban de los políticos de los partidos
demócratas y radicales (…) Es un movimiento confiado en la férrea organización y
el buen juicio del Estado. Este movimiento no se cuestiona el asalto al poder, ni se
cuestiona el carácter burgués y capitalista del Estado, ni menos se plantea mirarlo
como un aparato represivo de las clases dominantes.15
Las ideas contrapuestas de los escritores nos dan un rico debate de lo que pudo ser el
movimiento obrero entre 1890 y 1921. Sin duda el autor Julio Pinto reconoce que después
de 1907 la organización laboral estuvo mermada por un par de años y que a partir de
1912 con la fundación del Partido Obrero Socialista y con el quiebre definitivo con las
ideas del Partido Demócrata, el movimiento obrero nuevamente comenzó a tomar fuerzas
y a resignificar los hechos que habían acontecido recientemente. La matanza de Santa
María es una sola muestra de cómo los partidos de izquierda comenzaron con un relato
de lucha y que se fue consolidando con el tiempo.
Por último, para cerrar este acápite la Matanza de Santa María es la muestra de cómo el
Estado llevó los conflictos sociales y políticos en la conformación de la clase obrera
chilena. Julio Pinto, Gabriel Salazar, Sergio González Miranda, Sergio Grez (por
mencionar algunos autores) todos ellos coinciden que el Estado al no tener una política
social respondió de una manera represiva y sin tacto de cómo llevar los conflictos de esta
índole. Por otra parte, pese a la represión sufrida en un primer lugar por los movimientos
liberales que apostaban a la regeneración del pueblo como también después los
movimientos netamente obreros, todos estos tuvieron retrocesos en sus proyectos, pero
no significó que retrocedieran en sus apuestas que se materializaron bidireccionalmente
de lo social a lo político.

Conclusiones:
"Este libro tiene un título un tanto tosco, pero que cumple su cometido. Formación
porque es el estudio de un proceso activo, que debe tanto a la acción como al
condicionamiento. La clase obrera no surgió como el sol, a una hora determinada.
Estuvo presente en su propia formación”.16
Las palabras de Thompson (2012) son una de las bases fundamentales para comprender
el estudio de las clases sociales. Esta idea de entender que la formación de la clase
obrera fue un proceso y que esta misma se fue construyendo en su relación con un otro,

15
Sergio González Miranda, Hombres y mujeres de la pampa: Tarapacá en el ciclo de expansión del salitre.
(Santiago de Chile: LOM,2002), p.67.
16
Thompson, La formación clase obrera, p.27.
como también la relación que tuvieron ellos mismos. Estos nexos fueron los forjadores de
las distintas expresiones que tuvo la clase obrera y su largo camino.
Volviendo a la realidad nacional, dentro de este escrito podemos apreciar que los autores
que tomaron como bandera la historia social y que decantó en la Nueva Historia Social a
partir de la década de 1980 recogen gran parte sus inquietudes y visibilizan al sujeto
popular. Este puente ayudó a complejizar de mejor manera los problemas investigativos,
estudiando realidades de una forma dialéctica, es decir estudiando al sujeto popular como
también sus contactos con la clase dominante o el poder, etc. Un ejemplo magistral son
las obras de Gabriel Salazar Peones, proletarios y labradores (2000) que aborda en
desarrollo todas las expresiones vistas desde la óptica del sujeto popular. En el otro
extremo encontramos su escrito titulado Mercaderes, empresarios y capitalistas (2018),
desarrolla principalmente los nexos de poder que tiene la clase dominante y como fueron
ocupados en su beneficio mediante un proyecto político y económico que afectó a las
clases populares.
Tal como lo hemos dicho, la Nueva Historia Social en nuestro país se encuentra muy viva
y constantemente, ya que están saliendo obras publicadas que abordan diferentes aristas
del sujeto popular. Las temporalidades se han extendido y las fronteras con otras
corrientes historiográficas también se han ampliado. Los puentes que se han construido
entre la Nueva Historia Social con la Historia del Tiempo Presente, es un claro ejemplo de
la renovación constante que tiene esta corriente historiográfica y proyectamos que a lo
largo del tiempo seguirá vigente.17
Adentrándonos en la problemática obrera podemos concluir que el sujeto popular tuvo un
largo camino de formación. El siglo XIX fue la piedra angular en donde movimientos de
corte liberal formaron espacios sociales que decantaron en un movimiento social genuino
que tuvo su visibilidad y alcance dentro de la esfera pública. No hay que desconocer que
estas organizaciones en su conjunto tejieron camino para la organización obrera.
Podemos hablar de que existió una transposición de conocimientos por parte del
movimiento de la regeneración del pueblo hacia el movimiento obrero en cuanto a
organización y en la carga valórica. Con esta aseveración no queremos decir que las

17
Véase con más detalles a autores como Verónica Valdivia, Karen Alfaro, Robinson Silva, María Angélica
Illanes, Pablo Artaza que han continuado con el enfoque de la Nueva Historia Social, pero han avanzado en
el tiempo histórico cubriendo incluso procesos más recientes. Cabe destacar que durante mucho tiempo la
Nueva Historia Social tenía como límite el 11 de septiembre de 1973, y que estos autores por mencionar
algunos han traspasado ese limite reconstruyendo en cómo se desenvolvió el sujeto popular en el periodo
tras el Golpe.
organizaciones surgidas en el siglo XIX son solo una precuela de las agrupaciones
obreras, sino que hay contacto como también traspasos de experiencias.
Algunos ejemplos que grafican el traspaso de experiencias de las agrupaciones de corte
liberal-mutualista hacia las colectividades obreras fueron el traspaso de un conjunto de
valores relacionados a la Revolución Francesa que apuntaban a una ampliación a
mayores capas de la población de estos idearios. Es decir que más personas se
empoderaran como ciudadanos o pueblo y que estas denominaciones no fuesen para
unos pocos. Una de las contribuciones de los proyectos liberales que abogaban por la
inclusión de sectores populares del siglo XIX fue buscar una alternativa al ideario del roto
chileno. Construcción estatal hegemónica que resaltaba la picardía, la audacia, el engaño,
etc. Características fundamentales que caracterizaba la clase dominante a los sectores
populares. Por otro lado, las agrupaciones que buscaban la regeneración del pueblo
buscaban fehacientemente destruir este imaginario que se proyectaba para remplazarlo
por el de obrero honesto. Ideario que apostaba apelar a la solidaridad y cooperación,
como también el reconocimiento y confrontación con un otro (clase dominante).18
Este empoderamiento que se proyectó entre 1860 y 1890, tuvo sus efectos en la primera
Huelga General de 1890. Si bien es cierto, hubo un cisma en cuanto a la conducción del
movimiento entre los liberales y las personas que tenían raigambre obrera. Las
necesidades eran diferentes y las apuestas a conseguir sus objetivos también. La
continuidad es clara sujetos empoderados para disputar en el discurso público de igual a
igual. Por otro lado, comenzando el siglo XX el marxismo y el anarquismo dejaron de ser
plantas exóticas y comenzaron a proliferar entre los obreros19. Para González Miranda hay
más ribetes en torno a la adopción de las ideas europeas. Para este autor los idearios
revolucionarios en el norte salitrero existieron, pero la mayoría de los trabajadores no
militó en organizaciones con un horizonte transformador de la sociedad. Con esta
aseveración no queremos decir que los socialistas y anarquistas no tuvieron apoyo de los
trabajadores, sino más bien que sus ideas quedaron mejor expuestas por tener niveles de
organización y dejar un rastro como lo fueron los periódicos, libros y panfletos que
repartían dentro de sus pares.20
La importancia de estudiar el mundo obrero desde la mirada de la Nueva Historia Social
es comprender que tiene muchos ojos, tal cual lo indicaba Gabriel Salazar el sujeto

18
Grez, De la regeneración del pueblo a la huelga general, p.783.
19
Grez, De la regeneración del pueblo a la huelga general, p.765.
20
González Miranda, Hombres y mujeres de la pampa, p.69.
popular tuvo muchas aristas y es diverso 21. En este acotado estudio revisamos la
trayectoria del movimiento popular en los ojos de la Nueva Historia Social que lo reivindica
como una parte importante de la sociedad. También vimos los desafíos epistemológicos
de hacer historia desde abajo y desde dentro, que pese a sonar como simples han sido
todo un aporte a la disputa de paradigmas y visiones sobre un mismo hecho.

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