MATERIAL DE ESTUDIO CURSO Digaia
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¿QUE ES EL SUICIDIO?
El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como el acto
deliberado de quitarse la vida. Su prevalencia y los métodos utilizados varían de acuerdo a
los diferentes países. Desde el punto de vista de la salud mental, los y las adolescentes
poseen vulnerabilidades particulares, por su etapa del desarrollo. La adolescencia es una
categoría construida socialmente utilizada para nombrar el período que va de la niñez a la
adultez. Suele caracterizarse a este período como una etapa de pleno desarrollo y grandes
cambios. Sin embargo, la adolescencia no es vivida de la misma manera por todas las
personas, está determinada por factores sociales, económicos y culturales. Según un
informe de la OMS “tener ocasionalmente pensamientos suicidas no es anormal”. Estos
son parte de un proceso normal de desarrollo en la infancia y adolescencia al tratar de
elucidar los problemas existenciales cuando se trata de comprender el sentido de la vida y
la muerte. La mayoría de las personas que intenta suicidarse es ambivalente y no busca
exclusivamente la muerte. Se supone entonces que el suicida no quiere fallecer, sino que
desea dejar de sufrir. Esta premisa se complementa con la idea de que los niños de entre 8
y 11 años no tienen noción de que la muerte es para siempre y muchos adolescentes
tampoco. Por eso, pueden llegar a pensar que cuando estén muertos, las personas que los
hicieron sufrir recapacitarán y dejarán de provocarles dolor cuando resuciten.
INTERVENCIONES EDUCATIVAS
Los centros educativos son el lugar donde niños y jóvenes pasan más tiempo, por lo que
las escuelas juegan un rol importante en la prevención del suicidio. La conducta suicida no
consiste solo en la intención de quitarse la vida, incluye los pensamientos e intentos, por
lo que las escuelas deben saber cómo intervenir y tener los recursos necesarios para
ayudarlos a dejar de sufrir en silencio.
Las instituciones educativas son un recurso ideal para que los alumnos aprendan
habilidades socioemocionales, es el lugar donde socializan con personas de su edad y es el
primer lugar donde pasan una cantidad significativa de horas sin la supervisión de sus
familiares. Es por ello importante que las escuelas aprovechen para potencializar la
habilidad para gestionar emociones, el autocontrol y el cómo relacionarse con otras
personas. Para ello, es necesario que las instituciones inviertan en la prevención,
ofreciendo atención puntual y eficiente para los problemas de salud mental de niños y
jóvenes según un estudio, se ha encontrado que aplicando programas de resiliencia
emocional, las escuelas han reducido los síntomas de ansiedad y depresión en niños de 6 a
12 años.
ESTRATEGIAS DE PREVENCION
Crear programas escolares que tengan un plan de estudios de concientización y
educación para enseñar a los estudiantes sobre el suicidio, sus factores de riesgo y
qué hacer cuando se enfrentan a una situación de estudiantes con tendencias
suicidas. Esto representa una vía prometedora para tener un cambio de
comportamiento significativo.
Muchas familias no son conscientes de las conductas auto lesivas y suicidas de sus
hijos, especialmente porque los jóvenes no buscan ayuda. Una solución es
administrar un cuestionario de detección preliminar para obtener ayuda
psiquiátrica emergente
Capacitar en habilidades a grupos pequeños de estudiantes con promedio bajo,
con alto porcentaje de ausentismo o referencias directas del personal, para reducir
los factores de riesgo.
Acentuar las experiencias positivas y los logros. Estos aumentan las posibilidades
de que los jóvenes tengan en el futuro mayor confianza en sí mismos. Por eso los
docentes deben señalarlo y valorarlo
No presionar constantemente a los jóvenes para hacer más y mejor. El aprendizaje
más efectivo es el que se logra a partir del disfrute. hacer que el alumno disfrute
de sus logros es la principal tarea del docente. Como dijo John Locke hace más de
300 años” la principal tarea del docente no es enseñar su ciencia sino inspirar en
sus alumnos el amor conocimiento.
Demostrar afecto. No es suficiente que los docentes digan que quieren a los
alumnos, sino que estos tienen que sentirse queridos. Existe una gran diferencia
entre ser querido y sentirse querido. Los niños tienen que ser aceptados y
apreciados tal como son. Tienen que sentirse especiales solo por el hecho de
existir.
No juzgar. Una parte de nuestra tarea como docentes consiste en evaluar el
trabajo y el comportamiento de nuestros alumnos, pero de ninguna manera
podemos permitirnos evaluar a los alumnos como personas. Aun cuando los
trabajos de los alumnos o sus comportamientos no cumplan las expectativas,
debemos comunicar esto con amabilidad, valorando los aciertos, el esfuerzo, el
progreso o cualquier otro aspecto que se pueda valora, expresando nuestra
confianza en la capacidad del alumno para mejora y nuestro aprecio por el alumno
como persona aun cuando no logre los resultados esperados.
Mostrarse abierto para escuchar a los alumnos, tanto en temas relativos a la
materia de estudio como en temas personales o grupales. Debemos saber
distinguir lo que es público de lo que es íntimo y privado, y cuando nos
comprometemos a mantener confidencialidad, debemos cumplir nuestra promesa
y si lo consideramos necesario alentar al adolescente para que sea el mismo quien
busque ayuda en sus padres o en los servicios de salud o de ayuda.
La salud mental y la conducta suicida necesitan ser parte del contexto educativo. Más allá
de cumplir con el currículo académico, las escuelas, el personal educativo y los estudiantes
deben ser concientizados sobre la importancia de la corresponsabilidad social y su papel
para prevenir el suicidio. Como se sabe siempre hay intentos antes de la consumación d
un suicidio, saber identificar estas y otras señales de alarma puede prevenir un fatal
desenlace y ayudar al estudiante a salir adelante.