L Difteria
L Difteria
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Difteria
Fue Brettoneau quien dio nombre a la enfermedad (difte=membrana) y el que sugirió que la
difteria estaba causada por un germen y que se transmitía de persona a persona. Poco
después Trousseau señaló el daño miocárdico y renal en los casos graves. En 1880 Klebs
describió el agente etiológico en tinciones procedentes de las membranas diftéricas. Loeffler,
en 1884 consiguió cultivar el germen así como su crecimiento en medios de cultivo por lo que
inicialmente fue conocido como bacilo de Klebs-Löeffler y posteriormente Lehmanny Newman
lo denominaron Corynebacterium diphteriae. En 1885 Roux y Yersin purificaron la toxina que
produce la enfermedad. Poco después Behring y Kitasato describieron la antitoxina. En 1913
Schick describió el test cutáneo para demostrar la susceptibilidad del individuo a la difteria tras
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inmunizar a animales. En 1923 Ramón inicia la profilaxis de la difteria con la antoxina. A partir
de la utilización de la antitoxina diftérica cambió radicalmente el pronóstico de esta grave
enfermedad y posteriormente la aplicación universal de la vacuna ha hecho que la difteria sea
una enfermedad erradicada de los países desarrollados.
En 1981 Molstad y col demostraron experimentalmente que la L-carnitina protege contra los
efectos de la toxina sobre el miocardio y en 1984 Ramos y cols comprueban su eficacia
aplicándola en niños con difteria (tabla 1.I).
Etiología
El C. diphteriae resiste bien la desecación y las bajas temperaturas (hasta 1 año en los cultivos
conservados en la oscuridad), mientras que resiste poco a la luz solar directa, por lo que se
trata de una enfermedad “heliófoba” y esto explica que los gérmenes virulentos pueden
permanecer contagiantes en juguetes, libros, muebles, etc. durante largo tiempo.
La toxina difteria es una exotosina, que podemos considerar una toxialbumina de peso
molecular de 72.000. Solo las cepas que producen toxinas pueden causar la forma florida de la
enfermedad con miocarditis y afectación neurológica.
Epidemiología
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En 1994 se produjeron en la ex URSS, 47.802 casos de difteria con 1.746 fallecimientos, de los
cuales el 70% tenían más de 15 años, como consecuencia de que se habían bajado las
coberturas vacunales, junto a malas condiciones socio-económicas, hacinamiento, etc.
La difteria es una infección que se da solo en humanos y el contagio se produce del enfermo o
del portador al sujeto sano y más rara vez a través de servilletas, juguetes, libros, etc.
Sin duda algunas hay casos de infección asintomática como se puede deducir de la existencia
de niveles de anticuerpos positivos y como lo demuestra la reacción de Shick, en sujetos que
no padecieron una difteria clínica.
La reacción de Shick se realiza inoculando, por vía intradérmica, en la cara de flexión del
antebrazo una cantidad de toxina de 1/50 de dosis mínima letal (d.m.l.) (se denomina d.m.l. la
más pequeña cantidad de toxina capaz de matar una cávia de 250 gramos en 4 días) y en la
región homóloga del brazo contralateral la misma dosis inactivada por el calor como control.
Los sujetos en los que no aparece en 24-48 horas ninguna reacción se consideran Schick-
negativos, es decir, que tienen anticuerpos propios que les protegen frente a la acción
dermonecrótica de la toxina y por lo tanto inmunes a la difteria. Sin embargo en los sujetos en
los que aparece en el punto de inyección de la toxina activa un halo eritematoso, ligeramente
infiltrado que persiste durante 2-8 días, curando con una leve pigmentación y descamación se
consideran Schick-positivos y por lo tanto susceptibles a la enfermedad, en caso de un
eventual contagio. Sin duda alguna a esta reacción se le pueden formular muchas críticas
respecto a su interpetración y su utilidad sirve para una investigación poblacional no teniendo
valor en los casos concretos y particulares, pero nos permite “grosso modo” evaluar el
porcentaje de sujetos inmunes o susceptibles a la difteria. El que haya sujetos Schick-
negativos que no han sufrido ni han sido vacunados indica que probablemente sufrieron
infección sub-clínica por C. diphteriae lo que explica que tengan inmunidad frente al mismo.
Etiopatogenia
El C. diphteriae una vez que del enfermo o el portado llega al sujeto susceptible, inicia su
multiplicación. Su virulencia está relacionada con la capacidad de elaborar y excretar toxina
desde el foco local, ya que no produce bacteriemia, lo cual explica las manifestaciones locales
y los efectos tóxicos a distancia (miocardio, sistema nervioso, riñón, etc.) (figura 1.1). Las
lesiones se localizan en la mucosa respiratoria del tracto superior y tras 2-4 días de periodo de
incubación, las cepas lisógenas elaboran la toxina, que a nivel local dan lugar a fenómenos
necróticos, inflamatorios y exudativos que condicionan un ambiente propicio para el crecimiento
del microorganismos y para que siga elaborando más toxinas. Por su parte las células
epiteliales necróticas, los leucocitos, hematíes, material fibrinoide y los propios bacilos
diftéricos junto a otros gérmenes presentes en la mucosa respiratoria dan lugar a las típicas
membranas diftéricas en la que se elabora y libera la extoxina. Estas membranas en
ocasiones producen un auténtico molde del árbol respiratorio.
La toxina producida a nivel local en las membranas, pasa a la corriente sanguínea y linfática y
se distribuye a los distintos tejidos. El tamaño y la extensión de las membranas pueden estar
en relación directa con la cantidad de toxina producida. Por otra parte el paso de la toxina a la
sangre suele ser más rápido cuando las membranas se localizan a nivel faringo-amigdalar que
cuando asientan en laringe y tráquea, por lo tanto podemos afirmar que la difteria
laringotraqueal es menos “tóxica” que la faringoamigdalar pero que dada su localización
anatómica es capaz de producir asfixia por obstrucción de la vía respiratoria, lo que requiere
intubación o traqueotomía para solventar el cuadro obstructivo. La toxina diftérica puede
afectar a cualquier órgano o tejido pero van a ser el corazón, sistema nervioso y riñón los
sistemas más afectados. Las manifestaciones clínicas tóxicas, a distancia, van a aparecer tras
un periodo latente variable, de 10-14 días para la miocarditis y de 3-7 semanas para las neuritis
periféricas como posteriormente analizaremos con más detalle. Debemos recordar desde el
punto de vista terapéutico, que la antitoxina puede neutralizar la toxina circulante o la toxina
absorbida por las células pero que es ineficaz una vez que la toxina ha penetrado la célula, por
lo que es necesario instaurar precozmente el tratamiento para limitar el daño tisular.
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Le exotoxina diftérica contiene dos subunidades A y B. La subunidad B se une a las células
diana y permite que la subunidad A penetre en las células. Una vez que la subunidad A está
en el interior de la célula bloquea, la síntesis proteica por inactivación del factor de elongación
(EF2).
Clínica
La rinitis diftérica puede ser aislada o puede prolongarse a la faringe (forma descendente) o ser
consecuencia de una progresión hacia arriba de una forma primitivamente faríngea (forma
ascendente) teniendo estas formas una mayor gravedad por su extensión. También desde la
nariz se puede propagar hacia el oído medio (otitis diftérica). Las complicaciones a distancia
de la rinitis diftérica, aunque posibles, son poco frecuentes dada la escasa absorción de la
toxina.
La angina diftérica es, entre las distintas localizaciones, la que dada su rica vascularización
sanguínea y linfática, tiene mayores posibilidades de absorción de toxinas y por tanto de
complicaciones cardiacas y neurológicas.
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- cuerpo extraño
- sinusitis
- adenoiditis
- sífilis connatal
- faringoamigdalitis bacterianas, especialmente estreptocócica
- faringitoamigdalitis virásicas
- herpangina
- mononucleosis infecciosa
- síndromes simil-mononucleósicos
- absceso peri o retroamigdalino
- angina ulceronecrótica de Paul-Vincent
- angina necrótica agranulocítica
- faringe post-amigdalectomía
Cuando la localización sea laríngea con:
- crup
- epiglotitis aguda
- cuerpo extraño
- papiloma laríngeo
- tumor laríngeo
Hay casos de amigdalitis diftérica que ya desde el comienzo muestran una especial gravedad y
que tiene un peor pronóstico a pesar de la puesta en marcha de las medidas terapéuticas, se
trata de la angina diftérica maligna, que se ve a diferenciar de la angina diftérica común por:
a) un mayor compromiso del estado general, con fiebre constantemente elevada, palidez,
postración, taquicardia, hipotensión arteriosa, vómito frecuente fuera de las comidas, y
dolor en el hipocondrio derecho en relación con el éxtasis de la circulación hepática.
b) por el carácter particular de las lesiones faríngeas y de la adenopatía satélite: las
seudomembranas en estos casos son de una gran extensión de colorido oscuro, de
olor fétido y las adenopatías satélites muestran una mayor tumefacción con suculencia
e infiltración de la zona que impide la normal delimitación de las adenopatías y
tumefacción del cuello tal que adquiere el aspecto de cuello “proconsular o cesáreo”.
c) por frecuentes alteraciones de los capilares con formación de petequias cutáneas y
hemorragias mucosas o en correspondencia de las mismas seudomembranas. Según
la prevalencia de los síntomas se han descrito en la A.D. maligna 3 formas:
1.- forma fulminante, con síntomas miocárdicos desde el inicio y muerte por colapso
cardio-circulatorio en 2-3 días.
2.- forma edematosa, en la que prevalecen al inicio los fenómenos locales y en la que
los síntomas de insuficiencia circulatoria se hacen evidentes solo en la 2º semana de
enfermedad.
3.- forma hemorrágica, en la que prevalecen al inicio las alteraciones capilares y en la
que solo después de algunas semanas se manifiestan los síntomas más peligrosos de
insuficiencia miocárdica y las parálisis postdiftéricas. Por lo tanto cada vez que nos
encontremos delante de un cuadro de D.D. maligna, se debe tener presente la
posibilidad de que el enfermo puede morir precozmente, o que superando la fase
edematosa muera de forma imprevista en la 2ª semana o bien que fallezca después de
4 semanas como consecuencia de las parálisis.
Laringitis diftérica: Es particularmente frecuente entre el 1er y 3er año de vida. Es peligrosa
sobre todo por la amenaza de asfixia que pueden provocar las seudomembranas en la luz
laríngea. Una vez superada la fase aguda y expulsadas las membranas, el pronóstico es
favorable, dado que la escasa vascularización del órgano dificulta la absorción de toxinas que
pueden afectar al miocardio y al S.N.C. La laringitis D puede ser aislada o bien asociada a
A.D., en este caso a la gravedad de la L.D., se asocia la posible absorción de toxinas con lo
que el riesgo es aún mayor.
La expulsión de las membranas es más fácil en la L.D. que en las otras formas. En la angina
diftérica la membrana asienta sobre un epitelio poliestratificado, sin embargo en la laringe el
epitelio es cilíndrico y la membrana se desprende mejor, esto facilita el pronóstico pues a veces
un golpe de tos hace expulsar un trozo de membrana, otras veces vemos salir un auténtico
molde que reproduce la estructura tubular de las vías aéreas, pero por otro lado representa un
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peligro pues un trozo de membrana puede obstruir las vías aéreas y ocasionar una asfixia con
muerta rápida.
Esta clasificación en tres fases es fundamentalmente didáctica, ya que los 3 estadios no están
perfectamente delimitados sino que gradualmente se va pasando de uno a otro y por otra parte
puede sobrevenir la disnea y asfixia, ya en el primer estadio por desprendimiento de un trozo
de membrana que puede obstruir el paso del aire o bien por un imprevisto edema de la glotis o
por un espasmo de los músculos laríngeos, sobre todo en sujetos espasmofílicos y alérgicos.
La L.D. puede propagarse hacia abajo originando la traquobronquitis diftérica. En estos casos
la disnea se agrava notablemente y se hace también espiratoria.
El diagnóstico de L.D. puede presentar dudas de carácter diferencial con otras laringitis
estenosante y obstructivas de variada etiología, sobre todo viral, y con otras afecciones que
pueden en la infancia originar estridor, disnea y tiraje. Van recordadas entre las causas no
inflamatorias capaces de determinar una compresión extrínseca de la laringe la timomegalia,
las anomalías de los grandes vasos, estos procesos dan una sintomatología no aguda, ni
progresiva, ni disfónica. Entre las causas intrínsecas van recordadas: los cuerpos extraños
(anamnesis, radiología, etc.), los tumores laríngeos (rarísimos). El laringoespasmo: el nombre
de laringoespasmo va reservado al espasmo laríngeo súbito que se manifiesta como uno de los
síntomas fundamentales de la tetania manifiesta del lactante, el laringoespasmo se manifiesta
con una inspiración sibiliante seguida de un periodo de apnea más o menos largo. El edema
agudo de la glotis, puede ser aislado pero a menudo se acompaña de edema de la lengua y de
la mucosa oral, a menudo también de la cara, es de naturaleza alérgica y a menudo se puede
asociar a la presencia de alérgeno que ha desencadenado el edema cede bien con la
administración de adrenalina y efedrina.
Entre las formas inflamatorias que pueden simular la L.D. hay que señalar sobre todo el
“Seudocrup” o “laringitis estridulosa” que se presentan en sujetos espasmofílicos, en el que hay
un componente espástico con estenosis laríngea, en estos casos la fiebre es elevada, no hay
afonía, la tos es fuerte y cede rápidamente como surgió, con antiespásticos y sedantes.
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- Estomatitis: Con formación de seudomembranas sobre la mucosa de los labios, de la
lengua, de las mejillas, de la gingiva. Se hace el diagnóstico diferencial con el S. de
Stevens-Johnson.
- Otitis externa diftérica.
- Otitis media diftérica, secundaria a R.D. o A.D.
- Onfalitis: Es grave pues se suelen asociar otros gérmenes a la infección y porque es
una zona muy vascularizada y se absorben muy fácilmente las toxinas.
- Vulvovaginitis.
- Adenoiditis.
- Esofagitis.
- Difteria cutánea: Siempre sobre lesiones de la piel: heridas, traumas, quemaduras, etc.
La forma tardía de insuficiencia cardio-circulatoria, se suele presentar tras 10-15 o más días de
enfermedad. Es de tipo central, por afectación miocárdica de tipo degenerativo e inflamatorio.
La sintomatología de esta segunda forma debe ser bien conocida para no caer en graves
errores diagnósticos. El enfermo se presenta en un estado de grave asistencia, de postración
gravísima, anímico, indiferente al ambiente, pálido, tiene a veces vómitos y náuseas. La
palpación del abdomen demuestra una evidente hepatomegalia de estasis, duro y doloroso a la
palpación. El examen cardiocirculatorio es fundamental. El pulso inicialmente taquicárdico, se
hace bradicárdico seguidamente por neto predominio vagal con neta positividad del reflejo
oculo-cardiaco de Dagnini (la presión sobre los globos oculares produce un marcado descenso
del ritmo cardiaco que puede dar incluso parasa cardiaca), que debe ser siempre explorado
con gran cautela, el pulso es débil, casi imperceptible, blando, la P.A. máxima baja a cifras de
70-50 mm de Hg con una P.D. de 20 mm de Hg o menos. El área cardiaca está aumentada. A
la auscultación podemos entrar disminución de intensidad del primer todo, es decir los dos
tonos se hacen iguales en vez de predominar el primero como normalmente. En los casos
graves encontramos: arritmias, ritmo de galope, extrasístoles, bloqueos de rama, aurico-
ventriculares, alteraciones de la onda T, del espacio ST, etc.
No se debe dar digital, pues por su acción batmotropa negativa (barmotropismo = excitación)
podría acentuar la lentitud e conducción y por su acción estimulante sobre el vago acentuaría la
bradicardia ya manifiesta. También se darán corticoides 1-2 mg/Kg/día por su acción
sustitutiva sobre las suprarrenales lesionadas sino por su acción antiflogística actúan sobre el
componente exudativo-inflamatorio. La alimentación será semilíquida, fácilmente digerible y se
favorecerá la defecación. Se evitará el meteorismo que elevará el diafragma. Se usarán
antibióticos para impedir las complicaciones pulmonares.
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Más recientemente se ha propuesto la adminsitración de carnitina que parece ser eficaz a fin
de evitar o minimizar la miocarditis diftérica.
El pronóstico de las parálisis postdiftérica es variable y cuando el individuo no suele morir por
parálisis de la musculatura respiratoria se puede recuperar totalmente, por lo que conviene
superar con la terapia el momento crítico de las parálisis que suele ser entre el 40º y 50º día de
enfermedad.
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En la poliomielitis, el periodo que va entre la angina y las parálisis es de pocos días, mientras
que en la difteria este periodo es de varias semanas (5-7 semanas), la distribución de la
parálisis poliomielítica es caprichosa, asimétrica y más grave, la parálisis postdiftérica es
menos grave, más distendidas y simétricas, en las p.p.-d. hay casi siempre una afectación del
glosofaríngeo, músculos oculares, facial, etc. En la polio hay un hipertono simpático, en la
difteria una prevalencia vagal. El L.C.R. en la polio, en caso de presentar disociación es
cito/albúminica (↑células, normal cifra de proteínas), en la difteria la disociación es
albúmino/citológica (↑albúmina, escaso aumento de las células).
Pronóstico
El pronóstico de la Difteria será reservado hasta una vez pasados los 50 días desde el
comienzo de la enfermedad. El enfermo puede morir en los primeros días por asfixia (laringitis)
o insuficiencia cardiocirculatoria precoz o en la segunda semana por miocarditis y tardíamente
por las parálisis post-diftéricas.
El pronóstico de la difteria va a depender del estado inmunitario del paciente. Los pacientes no
inmunizados o parcialmente inmunizados tienen una mayor morbi-mortalidad. La rapidez del
diagnóstico, la localización, la precocidad del tratamiento y la calidad de la asistencia médica,
condicionan la evolución y el pronóstico. Si se administra tratamiento específico durante el
primer día de enfermedad, la mortalidad es inferior a 1%; el retraso en el tratamiento
incrementa de forma notable la mortalidad de las formas graves.
Tratamiento
a) hay que tener en cuenta que la antitoxina solo neutraliza la toxina circulante, por lo que no
es útil para la toxina que ya ha penetrado en la célula, de aquí el interés de instaurar un
tratamiento precoz.
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Las dosis a administrar son variables. Clásicamente la escuela alemana utilizaba dosis bajar,
mientras la francesa proponía dosis muy altas. En la tabla 1.III se recogen las pautas
propuestas dependiendo de la localización de que se trate.
El estado de portador puede ser tratado con Penicilina G benzatina o con Eritromicina.
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