II.4.-Atribución de La Potestad
II.4.-Atribución de La Potestad
II.4.-Atribución de La Potestad
Por otra parte, las potestades administrativas ni son, ni pueden lógicamente ser,
ilimitadas, incondicionadas y absolutas, sino estrictamente tasadas en su extensión y
en su contenido, y sobre esta limitación se articula una correlativa situación
jurídico-activa de los ciudadanos. La legalidad define y atribuye potestades a la
Administración. La acción administrativa en el ejercicio de tales potestades, creará,
modificará o extinguirá relaciones jurídicas concretas.
En concreto, puede decirse que son cuatro, por lo menos, los elementos reglados
por la Ley en toda potestad discrecional: la existencia misma de la potestad, su
extensión, la competencia para actuarla y, por último, el fin, porque todo poder es
conferido por la Ley como instrumento para la obtención de una finalidad específica,
la cual estará normalmente implícita y se referirá a un sector concreto de las
necesidades generales, pero que en cualquier caso tendrá que ser necesariamente
una finalidad pública. Además de estos cuatro elementos preceptivamente reglados
puede haber en la potestad otros que lo sean eventualmente: tiempo u ocasión de
ejercicio de la potestad, forma de ejercicio, fondo parcialmente reglado. De este
modo, el ejercicio de toda potestad discrecional es un compositum de elementos
legalmente determinados y de otros configurados por la apreciación subjetiva de la
Administración.
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III.2.- Justificación
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Sobre esta base se observa que una buena parte de los supuestos tradicionalmente
tenidos por atribuciones de potestad discrecional por las leyes, no son sino el
enunciado de simples conceptos jurídicos indeterminados. Hoy se ve que justamente
en tales casos la discrecionalidad está excluida, y que más que remitir la ley a una
decisión libre de la Administración, se trata, por el contrario, de delimitar una única
solución justa, cuya búsqueda reglada debe hacer la Administración cuando a ella
corresponde su aplicación, y cuyo control último, por ser un control de legalidad, es
accesible al Juez. Así, conceptos como urgencia, orden público, justo precio, etc., no
permiten en su aplicación una pluralidad de soluciones justas, sino una sola solución
en cada caso.
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poder el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los fijados por
el ordenamiento jurídico”.
Toda potestad discrecional se apoya en una realidad de hecho que funciona como
presupuesto fáctico de la norma de cuya aplicación se trata. Este hecho ha de ser
una realidad como tal hecho (existencia de la vacante, aparcamiento en lugar
prohibido, etc.) y ocurre que la realidad es siempre una y sólo una. La valoración de
la realidad podrá, acaso, ser objeto de una facultad discrecional, pero la realidad, co -
mo tal, si se ha producido el hecho o no se ha producido y cómo se ha producido,
esto ya no puede ser objeto de una facultad discrecional.
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III.4.3.- El control de los principios generales del derecho.
Los principios generales del derecho ofrecen una última posibilidad de control de la
discrecionalidad. La Administración no es un poder soberano, sino una organización
subalterna al servicio de la comunidad, y por esta simplísima e incontestable razón
no puede pretender apartar en un caso concreto, utilizando una potestad
discrecional, la exigencia particular y determinada que dimana de un principio gene -
ral del Derecho en la materia de que se trate. No tiene sentido por ello pretender
ampararse en una potestad discrecional para justificar una agresión administrativa al
orden jurídico, a los principios generales, que no sólo forman parte de éste, sino
mucho más, lo fundamentan y lo estructuran, dándole su sentido propio por encima
del simple agregado de preceptos casuísticos.
Los principios generales del derecho proporcionan, por ello, otros tantos criterios que
habrán de ser tenidos en cuenta a la hora de enjuiciar las actuaciones
discrecionales. Conviene recodar a este propósito que los principios generales del
derecho son una condensación de los grandes valores jurídicos materiales que
constituyen el substratum del ordenamiento y de la experiencia reiterada de la vida
jurídica.
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