Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

CORDERO, Néstor - La Invención de La Filosofía (Cap 8)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 9

Néstor Luis Cordero

La invención de la filosofía
Una introducción a la filosofía antigua

Edlt•• rlal Blbloll


Fllo.ofl.
112 NÉSTOR L UIS CORDERO

Apéndice
¿Pudo Platón ignorar la existencia de Demócrito'?
CAPÍTULO 8
En varios momentos de nuestro tratamiento de la filos ofía de Demó-
crito hemos hecho referen cia a Platón. Cronológicamente, Demócrito es Una manera diferente de filosofar: la sofística
anterior a Platón (habría nacido unos treinta y cinco años. antes), y ocu-
rre que hay por lo m enos dos puntos de coincidencia entre ambos filóso-
fos. Demócrito utilizó el término idéa (figura), entre otros, para caracte-
rizar a sus átomos, pero precisamente los átomos se diferencian por sus
"figuras", o sea que esta noción describe, podríamos decir, c'el ser" del áto-
mo. Seria superfluo recordar que el mismo término, acompañado por ei-
dos ("forma"), será central en la ontología platónica. El otro punto de
coincidencia consiste en haber postulado un tipo de no-ser no absol uto, o
sea, existente en cierto modo, con lo cual la superación de la filosofía de
Parménides se llevaría a cabo ya en Demócrito. Este "no-ser" no es abso- a) El contexto histórico
ll
luto porque es "lo otro" del átomo, o sea, es un "no-ser-átomo pero exis-
,

t e. También seria su perfluo recordar que la superación de Parménides se


Hasta las primeras décadas del siglo v a.C. , Atenas, que ya había llega-
ll evará a cabo en el Sofista cuando Platón proponga la noción del "no-ser"
do a ser una pólis más poderosa e influyente que otras, no había visto
como "lo otro" del ser y descubra así la alteridad. Además, en un pasaje
nacer en su seno a ningún fi16sofo. Se sabe que Anaxágoras vivió un
clásico de la R epública, cuando Platón dice que no se puede opinar "na-
tiempo en Atenas, hasta que tuvo que exiliarse, y en el capítulo a nte R

da", recurre a un juego de palabras muy similar al de Demócrito (ver


rior hemos mostrado un cierto esceptici smo r especto de la presencia de
Simplicio, Comentario al De caelo de Aristóteles, 294.33): "nada" es
"oukh' hén ti ", "no una cosa" (478b). Demócrito. E l prilner filósofo ateniense será, en r ealidad, Sócrates. Pe-
Como sería irreverente acusar a Plat ón de plagio, creemos que una ro desde m ediados del siglo v, cuando Sócrates era apenas un adoles-
anécdota narrada por Diógenes Laercio (Ix.6) puede darnos l a clave de cente, importantes figuras provenientes de otr as ciudades (y, en conse-
la solución: "Llegué a Atenas, pero n a die me reconoció", h ab ría dicho cuencia, extranjeros para los atenie nses, si bien también eran griegos)
Demócrito (con cierta exageración se colocan estas palabra s como frag- pulul aron en Atenas y cambiaron el rostro de la filosofía. Se trata de los
mento 116 ). Nuestra hipótesis es la siguiente: como la presencia de De- sofistas. La importancia que estos personajes ejercieron no sólo en el
mócrito en Atenas no está confirmada por ninguna otra fuerte, proba- ámbito del pensamiento sino también en la ideología de la época fue tal
blemente l a anécdota haga referencia a la presencia en Atenas de los que hicieron falta los esfuerzos combinados de Sócrates, Platón y Aris-
libros de Demócrito, sin que se hayan divulgado. Platón, entonces, bien tóteles para refundar la filosofía. Aunque - avanzamos nuestra conclu-
pudo no haberlos conocido sino tardíamente, cuando ya h abía escrito sión- esta refundación asimiló gran parte de los apo rtes de la sofística.
varios de sus diálogos. Otra anécdota narrada también por Diógencs Pero ¿por qué pensadores tan eminentes se trasladaron a Atenas?
Laercio completaría el panorama, pues ella cuenta el acceso de furor P:lra r esponder a esta cues tión, debemos echar una rápida mirada a
del que fue víctim a Platón cuando fin almente leyó esos libros y encon- ci( ~ rt(),Io; aco ntecimientos hi stóricos. Poco después del comienzo d el S1 -
tró en ellos anticipos de sus teorías, escritas no obstante después. Se- ,~Io V , 1m; persas decidi er on expandirse h acia occidente: comenzaron
gún esa anécdota, Platón habría querido quemar los escritos de Dcmó- por m:upnr las ciudades griegas de la costa jónica y avanzaron luego
crito, pero dos pitagóricos, Arnyclas y Clinias, ]0 disuadieron diciéndo- II/wi .. la Orccia continenta l. Durante catorce años, y ante invasiones
le que su acción no t endría ningún efecto ya que mucha gente ya 1m; :'Hln~~ ivlI s, los griegos tuvieron que hacer fr e nte a los persas. h asta
poseía (Diógcnes Laercio, IX.40). Si la anécdo ta es cierta, la historia <1(\ quo l(l~ n~<.;h:lzaTon. La victoria fue consecuencia de la unión de tropas
la filosofía debería rendir homenaje a es tos dos pitRg6ricns (!ll(! Hvitn R

IJt'()V\Hl¡t~ llt{~R de varias ciudades, pero los generales ateniense s estu -


ron que Platón hiciera lo irreparnhl(\ In qunmn di! lihros .
[ 11:1 [
114 NÉSTOR L UIS CORDERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFÍSTICA 115

vieron a cargo d e los combates deci sivos, y Atenas reivindicó para sí E n tramos ahora en un t erreno peligroso, porque tanto se ha escri-
la victoria. Años después el hist oriador Her odoto escribirá que "si al- to sobre la sofistica (a favor y en contra) que es dificil exponer con ob-
guien dice que fueron los atenienses quie nes salvaron a los griegos, j etivida d los alcances de este movimiento, máxime cu ando somos h er e-
dirá la verdad" (Historias, vIl.139). Y, p ara prevenir nuevas amena- deros de l a caracterización hech a por Platón y Aristóteles, que detes-
zas, los dir igentes de Atenas crear on una confederación de ciudades t a ban a estos personajes. Felizment e nos quedan textos de algunos so-
aliadas que, a cambio de un tributo, serían protegidas por esta suer- fistas (en especial, discursos), que nos dan una idea de la coherencia
t e de m etro-póli s ("ciudad madre") que devino Atenas. Ya por enton- que había en estos pensadores entre su activid ad y el fundamento teó-
ces, para asegurar el dominio de una superpotencia sobre pueblos más rico que la sustentaba, que ser á el único aspecto de su pensamiento del
débil es, se especuló con el miedo al enemigo que viene "del este" . cual nos ocuparemos. Respecto de la actividad d e los sofistas, que fu e
Varios historiadores actuales no dudan en h ablar de un "imperia- en r ealidad el punto más criticado por Platón (ya que, intelectualmen-
lismo" ate ni ense (por ejemplo, Georges Méau tis o Michael Rostovtzeff). te, no puede ocultar una cierta admiración por las grandes figuras),
Sea como fuere, Atenas se comportó como la cabeza de un pulpo globa- hoy vemos que, como ya dij o Werner Jaeger en Paideia (1933), en rea-
lizante, que exigió tributos muy fuert es a las ciudades "defendidas" y lidad, y mutatis mutandis, los sofistas fueron sin duda los primeros
no dudó en castigar severamente a quienes pretendieron ser disiden- educadores. En una sociedad en la cual n o hay instrucción pública y
tes. Tucídides r eprodu ce discursos de generales atenienses que nada donde sólo las familias aristocráticas pueden dar se el lujo de tener un
tienen que envidi ar a los de quienes hoy afirma n expor tar la democra- "pedagogo" en casa para "guia r al niño" (sentido etimológico de upaid~
cia, sólo para controlar fuentes de producción que ellos n ecesitan para agogós"), la p resenci a de intelectuales que se pr esentan como gcnera-
subsistir a r tificialmente. li stas del saber y que proponen "educar" a l clie nte (pues se hacen pa-
Éste fue el caso de Atenas a partir de la derrota de los persas. El gar por su s cursos, como todo educador actu al), con precios variables
di nero de los aliados se amontona en el equivalente del Banco Central según l a condición social de cada uno, son sin duda bienvenidos·en una
de entonces, la legislación deviene cada vez más "democrática" (para sociedad que necesita "educar a l soberano" para que adquier a argu-
los ciudadanos), lo cual permite que hombres influyentes si n duda bien mentos que le permitan defender sus intereses en la asamblea, a la
intencion ados, como PericIes, orienten la política en benefici o de todos, cual todos los ciudadanos deben concurrir.
proponiendo e ingeniándoselas para que se vo t en leyes que beneficien En esta nueva situaci ón, un fil ósofo (y los sofi stas son filósofo s) ya
al conjunto (se suele Uamar "siglo de oro" a esos pocos años de auge no es más lo que era. Un filósofo <la la antigua" se supone que escribe
económico-cultural). Por entonces se encaran gr andes trabajos edili- o da conferencias sobre sus propias ideas; un "nuevo filósofo)) expone,
cios, se construye el Partenón y el puer t o del Pireo, y se promueven las supon emos, aquello que convien e a su cli ent e. Y, poco a poco, un d omi-
actividad es culturales (las tragedias atenienses -mal llamadas "grie- nio del quehacer humano , apenas frecuentado por los grandes filó sofos
gas"- son un producto del momento). del pasado, ocupa el primer plano: el discur so y sus reglas o leyes. No
importa el contenido del pensamiento (que varía en función del clien-
te); lo importante es saber presentar las propias ideas. El discur so de-
b) Los "sofistas", generalistas de l saber be se r convincente, persuasivo, cautivante, impon en te (debe impon er-
"e). ¿Y la verdad? Algún rol debe jugar, ya que se supone, como h abía
E s entonces cuando intelectuales de los cuatro puntos del m undo di cho con solemnidad Parménides, que si el discurso convence es por-
griego se d esplazan a Atenas, atr aídos por "las luces de la ciudad". Se qu e m~tá acompañado por la verdad (fr. 2.4). La n ovedad sofística con-
trata fundamentalmente de figuras ilustres , cada uno en supólis , legis- :->i ~..;to en a fi rmar 10 contrario: el disc urso nada tiene qu e ver con l a ver-
lador es, hombres públicos, que negan a Atenas sea por curiosidad, sea <I; ld, 0, s i .se prefiere, crea pcrformativarnente su propia verdad. Hay
como embajadores de sus ciudades r espectivas. Se supone que alguno~ LHJ\t.nH v(~nlaclcfi como discurseadores, O sea, no h ay una verdad abso-

de ellos son ya "filósofos", pues apenas ponen l os pies en Atenas hacen luLu. Como cHcribió Lui hri Pirandello: "Así es, si le parece" ("Casi e) se
ostentaci ón de "sabiduría", y, precisamente, como uparecen ser sahioK". tl/: pare";, Cnda individuo eH crite rio de lo realidad de las cosas, y así l a
se los lla ma "sofistas", palabra emparent ada con «sophos", ":,mhio". uxpunu un HUH diHeurHoH.
116 NÉSTOR L UIS CORDERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFisTICA 117

Como dijimos antes, esta posición se apoya sobre una concepción de la realidad del objeto, en definitiva, la realidad del objeto no puede ser
la realidad, del "ser" de las cosas. Con escas as variantes (1a excepción exhibida, ya que no podernos saber cuál d e los dos argumentos es váli-
notable es Antifonte) los sofistas niegan en bloque todo cuanto dijeron do. Ambos pueden ser verdaderos, ambos pueden ser falsos, y no hay
los filósofo s anteriores, tanto los pensadores de la physis corno Parmé- ningún criterio para decidir cuál corresponde a la ('esencia" del objet o,
nides, que será el enemigo númer o uno para Gorgias. Para elJos no hay ya que ell a no existe.
un ser, sea perma nente, sea cambiante, d e las cosas, por detrás de los La mism a conclusión se extrae de una tesis que se le atribuye (co-
fenómenos, o sea, de las apariencias. Protágoras h ar á una defensa de nocida como "argumentos demoledores") según la cual el argumento
la sensación corno único medio para capt ar la realidad, y Gorgias escri- m ás débil puede vencer al más fuerte. Como la r ealidad no es captable
birá un verdadero panfleto para demostrar que nada existe. Pasare- por la razón, ya que no hay un ser permanente de las cosas, sólo exis-
mos a presentar una visión lamentablemente muy superfi cial de estos t e la m anera de presentar las cos as a quien nos pregunte cómo son. Si
verdaderos gigantes de la filosofía, e invitamos al lector a profundizar la presentación que menos posibilidades tiene de ser convincente es ex-
la cuestión apoyándo se en la sección "Elementos de bibliografía". puesta de manera atrayente y seductor a, p uede impo nerse al otro pun-
to de vista, m ás próximo quizá a la r ealid ad. Esta manera de argumen-
tar encontraba ya eco e n t re los a bogados de la época, quienes, para
e) Protágoras inocentar a un culpable, solían aducir (como hoy), frente a pruebas
concretas, que su cliente "j a más hubiera podido hacer eso".
Se ubica alrededor del año 450 la llegada de Protágoras a Atenas, P ero sin hIgar a dudas es una frase atribuida a un tratado llamado
proveniente de Abdera, en Tracia, l a patri a de Demócrito, quien pudo L a verdad la que ha a segurado la inmortalidad de Protágoras: "El hom-
haber sido incluso un poco más joven que él (se habla a veces de una bre es la medida de todas l as cosas, tanto del ser de las que son, como
relació n intelectual entre ambos, pero no se sabe quién p udo haber si~ del no-ser de las que no son'), A part ir de P latón , varios testim onios de
do m aestro de quién). Protágoras no tarda en relacionarse con el e n tor- la antigüedad la repi ten, a veces con una pequeña variante; es muy
no d e Pericles quien, sin ocupar ningún car go público importante (era probable entonces que Protágor as pudiera haberla escrito, pues su con-
sólo un strategós, equival ente d e Ugeneral"), orienta la política de en- tenido concuerda con lo que se sabe dél pensamiento del sofista. E n
tonces , al punto de encargarle al visitante extranjero la elaboración de efecto, ya se deducía de sus Antilogías que Protágoras no creía que h u-
las leyes de Thurioi, una ciudad modelo que se crea en la Calabria ac- biese un "ser" de las cosas , es decir, un fundamento objetivo, captahle
tual en 444 y en cuya construcción colabora el mejor arquitecto de en- por la razón y comunicable a un interlocutor. El t exto que acabamos de
tonces, Hippodamos de Mileto. A partir de este privilegi o acordado se citar expone las bases t eóricas de su relativi smo: el hombr e (con el sen-
deduce que Protágoras gozó rápidamente de una s uponemos que bien t ido de '¡cada h ombre"; así lo interpreta Platón) que seguramente cono-
merecida fam a de ('sabio", y, s i bien regresó a su Tracia natal, cada des- cía a la perfección el sentido de la fra se, en el Teeteto) es el criterio (el
plazamiento que efect u a ba a Atenas t enia el carácter de u n aconteci- "canon", la "medida") de cada cosa. El t énnino traducido por "cosa" es
miento público. El lector interesado puede leer las primeras páginas hhréma, que tiene un sentido más concr eto que ((ónta~' o "pánta», que se
del Protágoras de Platón, verdadero sainete sobre la idolatría que des- encuentra en los pensadores anteriores. Se trata de "cosas)} en el senti-
pertaba este p ersonaje . do de '¡asuntos" ("affa ire s", se traduce en francés, pues la etimología de
Se sabe que Protágoras escribió, quizá un t ratado, quizá varios, la palabra está en relación con la economía, como se ve incluso en el es-
pues suelen citarse fr ases text uales de] sofi sta. Una combinaci ón de p af'lO l 'Icl'ema-tística"), relacionados ya a priori con un sujeto humano,
testimo nios no sólo de P la t ón sino t ambién de a utores menos hostiles que ( ~:-; quien les d a su valor, subjetivamente C'cada" hombre).
al sofi sta n os permiten afirmar que Protágor as habría escrit o un t ra- L : l medida huma na decide no sólo la realidad d e lo que es, sino
tado titulado Antilogías en el cual) como S u nombre lo indica, habría tHlllbi t ~1I t:tl quó consistiría el no-ser de lo que no es. Muchos intérpre-
presentado "argum entos" (lógoi) opuestos (a nU) los unos n los otros, tml d( ~dI I Ct : 1l cI(~ ('sta segunda parte de la sentencia una suerte de ateís-
respecto de la misma r ealidad. El obj etivo de Protágoras habría Rido el mo pOI' po rttl du Pr() t;í.g()rn~, ya que también se le atribuye un t exto en
ele mostrar que, como ambos argumC'!ntoH (qtW Hon ()rnw~tm,) dW-WriUflll tJl q~l u d11:w t¡1.l": IH t~xi:-jlcllc.:if.l d ~ I() ~ dioses es un asunto demasiado com-
118 NÉSTOR LUIs CORDERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFíSTICA 119

pEcado para ser resuel to por el ser humano. Sea como fuere, sabemos °
libro de Melisa, titulado, aparentemente, Sobre la physis So bre el ser.
que Protágoras, h aeia el final de su vida, t uvo que abandonar d efiniti- Gorgi as sería entonces un repr esentante de la tendencia que tantas ve-
vamente Atenas porque fue acusado, precisamente , de ateísmo . ces hemos señalado que consiste en atacar los fundamentos de u na fi -
Digamos por último que, a pesar de la aversión que Platón siente losofía en función de la evolución posterior de ella. Decimos esto por-
por la sofística en general, se deduce tanto del Teeteto como del Protá - que el verdadero enemigo de Gorgias es Parménides, pero resulta nlás
goras un a uténtico respeto en lo que concierne al filósofo. En el prime- fácil r efutar sus ideas en la versió n edulcor ada adaptada por Melisa.
ro de los diálogos, a unque Sócrates critica su posición, Protágoras es Platón h ará otro tanto en su diálogo el S ofista.
presentado como un pen sador coherente y sólido, y en el Protágoras Dos resúmenes nos han llegado del tratado de Gorgias: uno escr ito
son especialmente sus seguidores quienes son ridiculiz ados. La teoría por Sexto Empírico en el siglo 1II d.C ., y otro, de a utor anónimo, que se
sobre las perfecciones o "virtudes" que Pl atón le hace exponer (y que ubica poco después de Aristóteles (a quien se le atribuyó la obra, que
lu ego critica) y, especialmente, el mito sobre el origen del trabajo y de figura a veces como el tratado seudoaristotélico De Melisso, X enopha-
las técnica s for.m an parte de un diálogo entre "colegas", no entre ene- ne et Gorgia ( ~ M.X.G.]). La ver sión de Sexto, m ás sistemática, nos in-
mIgos. form a que el trat ado dem ostraba tr es tesis: 1) nada existe; 2) si algo
existe, es impensable, y 3) si algo es pensable, es incomunicable. Como
se apr ecia desde ya, a partir de una posición nihilista (,In ada existe")
d ) Gorgias Gor gias llega al punto que le interesa: la imposibilidad de comunicar
lo r eal por parte del discurso (el "lógos", t ema de la tercera tesi s). Pe-
Se dice que Gorgias llegó a Atenas en 427 como embajador de supó- ro, como el lenguaje exist e, habrá que encontrarle otra funci ón, y de
lis, Leontini, en Sicilia, a efecto s de conseguir el apoyo d e la metro- eso se encargarán los dos discursos que expondremos después de ha-
pólis contra las constantes am enazas de su s vecinos, los siracusanos . ber dicho dos palabras sobre su polémico t r atado.
E ste hecho demuestra que el filósofo era ya una pers onalid ad destaca- Para demostrar sus dos primeras tesis Gorgias se vale, m aliciosa-
da, y al poco tiempo llegó a serlo también en Atenas. Poco se sabe de mente, de argumen tos sost enidos por los filósofos que ataca, especial-
su vida, pero se supone que, después de este prim er viaje, realizó des- m et e Zen6n de Elea y Melisa, pretendidos discípul os de Parmé nides, y
plazamientos sucesivos o directamente se radicó en Atenas , donde ga- no duda en recurrir a paradojas y sofismas , lo cual no debe extrañar-
nó fama como orador y maestro de retórica. Fue incluso profesor de no s de parte de un sofista. En realidad, cada una de las tesis pret ende
or atoria de P ericIes. Según pareco, utilizaba un estilo or atorio muy pe- de struir sendos pilares de l a filosofía de Parménides, quien sostuvo
culiar, al punto que se inventó por entonces el verbo "gorgianizar" pa- que "hay ser"; que 10 que es, se piens a (ver fr. 3: /(}o mismo es ser y pen-
ra referirse a quien h ablaba "corno Gorgias". E ste d etalle nos permite sar"); y que lo que se piensa, se expresa (fr. 6,1: «es necesario decir y
aden t r arnos en el núcleo de la filosofía de Gorgias: el discurso. S us pensar' que siendo, se es"). Para demostrar que nada es (prim er a t esis)
a portes en este terren o fueron decisivos y la actual filosofia dellengua- Gorgias sigue un razonamiento por el absurdo. Si se dice que "algo" es.
je lo considera un an te pasado ilustre. ese "algo debe ser algo que es, algo que no es, o una mezcla de ambos.
ll

A diferencia de Protágoras, han llegado hasta nosotros extensos No pu ede ser algo que no es, porque lo que no es, no es. Pero s i lo que
pasajes de un tratado de Gorgias, pero la versi ón no es literal, sino que (~S, es l/algo" que es, ese al go debe haber comenzado, o no. Si no com en-
se trata de r esúmenes posteriores. En cambio, dos extensos discursos ZÚ, no cs. Entonces tuvo que haber comenzado. P ero ¿qué había antes
parecen haber sido transmitidos hasta nosotros en forma casi lite ral. d { ~ ¡jiU! comenzara? La nada. Pero de la n ada, nada sale, o sea que de-
Debemos comenzar por exponer brevemente el contenido de s u trata- ili" (:O!Tlonzar a partir d e algo. Pero este nuevo Halgo". ¿de donde s ur-
do, ya que en él están los fundamentos ontológicos de sus d] SC Ul'HO~, J.~iI W I)(! la nad a. Imposible. El r azonamiento vuelve a empezar. O sea
que son una suerte de ejercicios de retórica apoyados en cierta concep- q t W :--li ual go" es, ese algo no puede ser ni lo que es, dadas las p aradojas
ción dcllenguaje. (lKpltC~tw; . ni lo que no es, que, por definición, no es. Y, en consecuen-
El tratado de Gorgias habría llevado como título Sobre la fihys':s (1 cin , t l\t11 .r)O{~() plwd(~ ser una mezcla de algo que es y de algo que no es,
Sobre el no-ser. Si es así, se trataría de una polórnica il'únicl'\ (:olltrn 01 yll qua ninguno dl' l1,"itOK d n¡;¡ un lgo:-l" ()xisten . I;~s evidente que este razo-
120 NÉSTOR LUIS CORDERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFtSTICA 1~ 1

namiento toma eleme ntos de las paradojas de Zenón respecto del re· so). Recién Platón , e n el Sofista, volverá a poner las cosas en su lugar,
gressus ad infinitum. Hay varios otros argumentos de este tipo, pero y Aristóteles, fiel discípulo (en este aspecto ), complet ará su tarea. Gor-
seguramente la dosis de masoquismo del lector ya quedó satisfecha, y gi as aprovecha esta circunstancia para transformar la aparente debi-
es m ej or no a busar. lidad del discurso (ya que es discurso ... d e nada) en su fuerza: el dis·
La segunda tesis subsanaría las carencias (si las hay ) de la prime- cur so crea su propio objeto. En el siglo XX (John Austi n, por ejemplo,
ra. A pesar d e lo dicho, puede ocurrir que algo exis t a . Y bien : si algo aut or de Cómo hacer cosas con palabras) se hablará de discurso "per-
existe, ese algo es impensable (segunda t esis), es decir, no pu ede ser formativo" .
r acionalizado por el intelecto. Pa ra demostrarlo, Gorgías sostiene la En el caso de Gorgías el discm'so crea estados de ánimo al modifi-
inadecuación entre ser y pensami ento y, para hacerlo, transforma en car la actitud del hablante, y, para demostrarlo, escribió dos discursos
r eversible (sin decirlo) la tesis de Parménides recién citada (fr. 3): se polémicos que han ll egado hasta nosotros. En el primero, Elogio de H e·
supone que P arménides sostenia que sólo lo que es, es pens able, pero lena, demuestra que si Helena abandonó a su marido y traicionó a su
Gorgias deduce que, si es aSÍ, también todo cua nto es pensable, es. Sin gente es porque fue "seducida y engañada" por cl lógos, que e s "un gran
saberlo preanuncia la fórm ula hegeliana que afirm ará que n o sólo to- déspota" a pesar de s u pequeño cuerpo, ca paz de curar o de m atar. Per-
do lo real es racional, sino que también todo lo que es ra cional , es real. suasión (péitho) y engaño (apáte) son los caracteres que reem plazan a
Y, para demostrarlo, Gorgias ofrecerá el caso de a lgo pensa ble, por la pretensión de verdad que poseía el di scurso para los filó sofos ante-
ejemplo, carros que tra nsitan sobr e el agua, y que no por ello es real , riores. Es sintomático r ecordar que también para Parménides el dis-
ya que no h ay carros que circulen sobre e l agua. P or consiguiente, si curso era l'persuasivo"l pero lo era porque acompaña ba a la verdad (fr.
lo pensable no es real, 10 real, aunque exi ste, no es pensable, que es lo 2.4). Para Gorgías es persuasivo sólo por el "orden" d e sus palabras, o
que se quería demostr ar. sea, por su belleza (cuando en griego se habla de {(kósmos ", "orden"l la
La tercera tesis es la principal, ya que aplica a la comunicación dis- idea de belleza va implícita). E n el segundo discurso, Defensa de Pala-
cursiva las consecuencias de l as dos prilner as y, como dijimos, el tema medes, Gorgias da su versión del caso de Palamedes, acusado injusta-
principal de Gorgias es el análisi s del discurso. Como en el caso de la m ente de traición por UEses, y qu e preci samente no llega a convencer
segunda tesis, Gorgias admite que s i, a pesar de sus a rgumentos, algo a los jueces de su inocencia porque no hay relación entre las palabras
podría negar a ser pensado, ese contenido de pensamiento no podrá ser y los hechos . "Si el discurso fuese capaz de captar la verdad de los h e-
expuesto a otra persona (tercera tesis). Un análisis del texto griego de chos, juzgarme sería muy fácil ; pero no es así" (fr. 11a , § 35).
est e argum ento (que n o podemos reprodu cir en esta somera introduc- También en el caso de Gorgías se puede detectar en Platón cierto
ción) muestra que hay una antítesis entre lo "exterior " y lo "interior". r espeto por el personaje. El "villano" del diálogo Gorgias es en realidad
Lo exterior (las cosas) es percibido por las sensaciones, pero el "sen ti- Calic1es, defensor de la ley del m ás fuerte. Gorgías, en cambio, a pesar
ll
do (lógos) de las cosas no entra por ningún órgano sensorial. E se sen- de su soberbia, es presentado como un verdadero m aestro de r et órica, lo
t id o, sin embargo, exi ste, pero se forj a en el "interior" del individuo a cual, según parece, correspondió a la realidad históri ca del personaje.
partir de las sensaciones. Y cuando comunicarnos a otro ese sentido, el
lógos deviene discurso, vehículo de comunicación. P ero, ¿qué es lo que
comunicamos? "Nuestro" lógos, que no es "exhibidor" de lo exterior; al e) J\ntifontc
contrario, al lógos lo fa bricamos a partir d e lo exterior, pero lo exterior
nos llega po-r las sensaciones, y éstas son irremediablemente subjeti- Todo historiadO!' de la filo soña se encuentra ante un auténtico di-
vas. N o hay dos personas que sientan l o mismo. Comunicam os pala- !C!111 iI cuand o trata de ocuparse de Antifonte l ya que l si se atiene a los
bra s, no el sentido de las cosas. ft'llg·lIwntos o a las cita s de sus obras que han llegado hasta nosotros,
Esta ruptura del cordón umbilical que unía la realidad con d ,lis· rO:'l1'Ilt/1 i lloportuno considerarlo un sofista; en cambio, si se atiene a los
curso traerá aparejada u na revolución e n el pensamiento filo ~('l ieo CClHwlltario:; o a las descripciones de su actividad que ya sus contem-
(pues habrá que justificar la pert inencia del discurso verdadl~rtl, y, HO - P0I't'uw(J}\ lnd rillll Iweho, p:o·qweinlmente su concepción del lenguaje, no
gún como s e lo explique, se caerá en la imposibilidad del diHcunso rnl~ lI a In pUt.1dn rltljlll' ('UOfll tlu tíll:l~ 1I.tl.lvitlli(~ll t(), con la Hnlvedarl de que se
122 NÉSTOR LUIS COIWERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFÍSTICA l23

trató de un sofista un poco especial. Como el personaje es digno de ser pueden variar en función de ellos y ser reemplazadas unas por otras
estudiado, nosotros hemos decidido consagrarle algunas páginas. (obsérvese que la etimología de nómos parece estar ligada al verbo né-
Hasta hace unos años, esta cuestión de la clasificación de Antifon- mo, que significa ({compartir"; una ley sería entonces la consolidación
te dentro o fuera de la sofística estaba acompañada por un problema de algo compartido por una sociedad, en determinado momento). Fren-
más grave, ya que concernía directamente a una serie de textos: los te a este convencionalismo, Antifonte coloca como modelo algo que no
discursos que se conservan de un orador llamado Antifontc, y los frag- cambia, que se impone, y que, si se quiere, hasta tiene sus propias le-
mentos de un texto filosófico escrito por Antifonte. Ambos trabajos, yes (que ya no son "convencionales"): la physis. Resulta atípico que un
¿pertenecen al mismo Antifonte? El problema es serio, porque "Anti- sofista defienda las "leyes de la naturaleza", y por eso dijimos al co-
fonte" era un nombre muy popular en la antigüedad, al punto de que mienzo que, si tenemos en cuenta las ideas de Antifonte, hay motivos
al menos seis Antifontes pueden ser hoy identificados, entre ellos el para dudar en colocarlo dentro del movimiento.
mencionado orador y el pretendido "filósofo". Que un orador sea filóso- Aristóteles transcribe un texto atribuido a Antifonte en el cual éste
fo al mismo tiempo no fue el origen de la dificultad (ya que tanto Gor- afirma que cuando en un compuesto hay algo "natural", la materia, y
gias como Protágoras lo fueron), sino el carácter pretendidamente "de- algo convencional, la forma (pues con un trozo de madera se puede ha-
mocrático" del tratado de uno de los Antifontes, y la actividad decidi- cer tanto una cama como una mesa), es la materia la que se impone. La
damente "antidemocrática" del otro. prueba de ello es la siguiente: si se entierra una cama de madera en un
Pero si al comienzo del párrafo anterior hemos hablado en tiem- terreno húmedo, al poco tiempo no brotarán camas, sino nuevas ramas.
po pasado es porque hoy el problema ya no existe, y esto gracias a los La materia (o sea, la madera) se impondrá a la forma. En los fragmen-
progresos que se nevan a cabo en el conocimiento de los textos de la tos de su tratado conservado en los dos papiros a que hicimos alusión
antigüedad que, como dijimos en varias ocasiones, DO han dicho aún (uno descifrado ya desde principios de siglo, el otro mucho más recien-
su última palabra. En efecto, el Antifonte "filósofo" era conocido fun- temente), Antifonte retoma la supremacía de la materia, representada
damentalmente por fragmentos de un tratado transcriptos en un pa- por la naturaleza, pero fundamentalmente en el ámbito social.
piro descubierto en 1905 en Oxyrhincos (actual Egipto) en los cuales, Es así como sostiene que se llama "justicia" en la ciudad a la no
como veremos, hay una defensa de la igualdad entre los hombres, la transgresión de las leyes pero que, si alguien las transgrede sin que ha-
cual sería incompatible con las ideas del "orador" Antifonte, ideólogo ya testigos, escapa a todo castigo. Ello demuestra que el poder de la ley
de un golpe de Estado aristocrático en Atenas y que, por esa razón, es relativo. En cambio, nadie escapa a las leyes de la naturaleza, haya
fue condenado a muerte en 411, una vez caído el régimen. Pero ocu- o no testigos. El castigo, en este caso, no es "convencional" sino que se
rre que alrededor de 1980 fue descifrado un nuevo papiro del grupo produce "gracias a la verdad", lo cual significa que es real. La relación
descubierto en 1905 y el texto que este papiro presenta del mismo que establece Antifonte entre naturaleza y verdad es inédita en otros
tratado de Antifonte es un tanto diferente, y sus ideas bien pueden sofistas, que suelen reemplazar la noción de verdadero por la de verosÍ-
coincidir con las de un autor antidemocrático. O sea que el orador y mil. En Antifonte, en cambio, las leyes naturales se imponen porque na-
el filósofo son, desde hace poco más de un cuarto de siglo, la misma die puede hacer de cuenta que se esconde ante la naturaleza.
persona. Pero la oposición entre leyes de la ciudad y leyes de la naturaleza
Dijimos que Antifonte es un sofista diferente de los demás en lo que se agudiza cuando Antifonte afirma que las primeras están en conflic-
a sus ideas se refiere pues se opone al relativismo que caracterizó al to con las segundas, lo cual es una manera sutil de decir que éstas son
movimiento en general. Tanto Protágoras como Gorgias negaron la antinaturales. En un pasaje citado muy a menudo Antifonte dice: "Se
existencia de una realidad objetiva de las cosas, y, por consiguiente, de ha l(:gislado, respecto de los ojos, qué deben ver o qué no deben ver;
todo tipo de "verdad", pues sólo se perciben apariencias, fenómenooS, y j"(~SI)(~cto ele los oídos, qué deben escuchar o qué no deben escuchar; r8S-
cada individuo es el criterio de la realidad de éstos. En el plano social, P(~cto (h: la lengua, qué debe decir o qué no debe decir; respecto de las
este relativismo conduce a un convencionalismo: toda leyes fruto d(~ lllnI10!-i, qll(~ d(:hc:n hacer y qué no deben hacer; respecto de los pies, por
una convención, y es válida en tanto se la respete; pero como la ley (UD dÓlldu }ltwdon t:HllIinnl' y por dónde no pueden; respecto del intelecto,
griego, nómos) no hace sino consagrar usos y costumbres, las leyes 'tU. d~ bQ dOIUf, y CjI.lÓ no dolio doso;¡r" (I'r. 14, A, 2-3). Pero ocurre que
124 NÉSTOR LUIS CORDERO UNA MANERA DIFERENTE DE FILOSOFAR: LA SOFÍSTICA 125

todas las prohibiciones no son más agradables o más naturales que que los textos de los comentadores se refieren a sufrimientos en gene-
aquello que pretenden prohibir. Todo cuanto las leyes proclaman como ral, es obvio que la terapia de Antifonte se ejercía sobre el "alma"
útil es un atentado contra la naturaleza, ya que para ésta no es más (psykhéJ, fundamento de la personalidad. Este punto surge claramen-
provechoso nuestro sufrimiento que nuestra alegría. El mensaje de An- te de los discursos judiciales que nos han llegado con su nombre (de los
tifante es claro y distinto. Ya que las leyes naturales sólo nos imponen, que no nos ocuparemos), en los cuales Antifonte sostenía que la misión
a todos, vivir y morir, ¿por qué introducir leyes que nos hacen sufrir? del abogado consistía en influenciar (y, llegado el caso, en modificar) el
"¿Por qué privarnos de nuestra alegría, cuando podríamos aumentar- alma del jurado.
la?" (fr. 44, A, 5), Breves citas de un tratado de Antifonte titulado Sobre la interpre-
En la segunda parte de su tratado, Antifonte demuestra el relati- tación de los sueños han llegado hasta nosotros. El interés de Antifon-
vismo de las diferencias basadas en los usos y costumbres. Por natura- te por los sueños reside en que éstos anuncian el porvenir, o sea, están
leza, griegos y bárbaros son semejantes, pues las necesidades "natura- en relación con la adivinación, que él llama "la conjetura del hombre
les" son las nlismas: "respiramos todos el mislllO aire por la boca y por sabio", y que es considerada una "técnica", opuesta a la adivinación
la nariz, y todos comemos ayud"ándonos con las manos" (fr. 44, B, 2). tradicional, consideraba "artificiosa". Esta adivinación técnica permite
Pero la conclusión que Antifonte extrae de estas afirmaciones, y que al buen analista ir más allá de 10 evidente en los sueños, y descubrir,
surge de modo evidente del papiro descifrado recientemente, es el ca- por ejemplo, un presagio negativo en un sueño positivo, y viceversa.
rácter arbitrario de las leyes de la ciudad incluso cuando ellas estable- Respecto de alguien que soñó que llegaba primero en una carrera de
cen derechos y deberes diferentes para griegos y para no griegos (como cuádrigas, Antifonte le habría dicho: "¿No viste que cuatro caballos lle-
se sabe, un ilbárbaro'l es alguien que no es griego simplemente porque garon antes?" (fr. 80). El carácter innovador de la perspectiva de Anti-
no habla griego, y sólo "balbucea", "bla-bla~riza", bar-bar-izei), cuando fonte consiste en admitir que el sueño no es un presagio divino, sino un
la naturaleza no reconoce diferencias. Esta nueva versión del texto su- síntoma del estado de espíritu del durmiente. Una interpretación co-
geriría una crítica de Antifonte a las leyes de una pólis democrática. rrecta del sueño lleva a predecir racionalmente una actitud futura. En
Es su concepción dellógos la que más asimila Antifonte a la sofís- el caso del corredor, del tipo de la imagen soñada se "deduce" una fal-
tica, si bien no quedan textos auténticos que la atestigüen. Este lejano ta de motivación que lo llevará a fracasar en alguna empresa que se
antepasado del psicoanálisis (se lo consideraba un "logoterapeuta") ha- proponga llevar a cabo en el futuro. Se confirma así el axioma de Anti-
bría poseído en Corinto, no lejos del ágora, un local con una inscripción fonte según el cual "el pensamiento [gnóme/ conduce al cuerpo" (fr. 2).
según la cual en ese consultorio "se curaba con discursos [diá lógon
therapéucinJ a quien padecía un sufrimiento [lupouménosJ" (Pseudo-
Plutarco, Sobre 'los poetas, 1.833 c). De más está decir que esta activi- t) Balance de la sofística
dad -de cuyo éxito o fracaso sólo los pacientes podrían dar testimonio-
supone una concepción muy particular dellógos, lenguaje y discurso a A la sofística le tocó jugar un papel decisivo en la historia del pen-
la vez. Vimos que Gorgias consideraba que el lógos era un gran tirano samiento. Como es sabido, cada pueblo, o cada cultura, piensa según
contenido en un cuerpo pequeño, capaz de curar o de matar. Antifonte las circunstancias concretas de su tiempo. Cuando los sofistas filosofan
privilegia sin duda el carácter positivo del poder tiránico dcllogos, ya los tiempos han cambiado. La filosofía, "hija natural de lapólis", según
que, como dice la continuación del texto de Pseudo-Plutarco que aca- la expresión clásica de Jean-Pierre Vernant, descubre que su madre ha
bamos de citar, "una vez conocida la causa del sufrimiento, él sosega- (!volucionado. Cuando se comienza a filosofar en Atenas, ésta es ya
ba con palabras a quien sufría". ln¡Ü, que una pólis, es una metro-pólis. Y después de la cúspide de su
Un testimonio de Filóstrato es mucho más explícito: "Antifontc po- I.'HpJündor alcanzada en tiempos de Pericles primero y de Platón des-
seía un inmenso poder de convicción y era llamado «Néstor», ya que po- PUt">H (como veremos), la pólis dejará lugar a los imperios. El relativis-
día convencer [péisanJ a cualquiera. Anunciaba en sus confcrcl1tias mo Hol"ír:;tico no e~ ajeno a estos cambios. Los filósofos pycsofísticos ha-
que era capaz de suprimir el dolor y afirmaba que, si conocía su caURn, h!nll n~rotnd() laH pot'¡ hilidnd{~s de develar los secretos de laphysis, y la
no había mal que no pudiese curar" (Vidas de los sofista ..", Lxv.2). Al1n ~ úlLimu lli1euull1; ya QO-MU[l,l;ilicn, el aL()mismo, Iwhín llcg-ado a estahlecer
126 NÉSTOR LUIS CORDERO

una síntesis magistral e ntre aquello que d espu és se llama rá "inteligi-


ble-sensible".
Ante la multiplicidad de respuestas (de las cuales apenas dimos CAPÍTULO 9
cuenta a quí), todas verdaderas y todas equivocad as, un saludable re-
lativism o se inst ala con Protágoras, y un inquietante nihilismo ontoló- La restauración de los valores: Sócrates
gico aparece con Gorgias. La tarea de deconstrucción (como se dice
hoy) del pasado ha sido total. Pero como los sofistas fueron, por prime-
r a vez e n la historia de la filosofía, pens adores que sin duda influen-
ciaron las costumbres de la época, los ecos sociales del relativismo fue-
ron percibidos como perniciosos. La derrota de Atenas frente a Espar-
ta en la guerra del Peloponeso, en 404, se atribuyó a la desmoraliza-
ción de los ciudadanos-soldados. Los sofistas y t odo cuanto se les pare-
cía (Sócrates, por ejemplo) comenzaron a ser m al vis t os. Dos tareas se
impondrán a los futuros filósofos: restaurar ciertos valores y, al inten-
tar fundamentarlos fi losóficamente, superar el relativismo. Sócrates Introducción
se ocupará de lo primero; Platón, de lo segundo.
Si las palabras que Platón pone en boca de Sócrates en la Apología co-
rresponden a la r ealid ad , el fil ósofo h abría n acido setenta años antes
d e s u proceso, o sea, alrededor d el año 469 a.C. En ese caso, S ócrates
h a bría s ido coetáneo, aunque más j ove n , d e los sofi stas más destaca~
dos (la elabor ación de las leyes de Thurioi por parte de Protágoras se
ubica en 444, cuando Sócrates t endría veint icin co años, y cuando Gor-
gias llegó a Atenas en 427 , cuarenta y dos), y Platón le hace decir que
incluso siguió un curso dictado por el sofista Pródico (Crátilo, 384b).
Estos datos surgen de uno de los t estigos de la actividad de Sócrates,
Platón. Otras precisiones biográficas se encuentran 'en J enofonte,
quien habla de Sócrates en varios tr abajos, y en el comediógrafo Aris- "
'1
t ófanes. En lo que concierne al pensamiento de Sócrates (o sea, a su
fil osofía) la situación es un poco más complicada, ya que Sócrates no
escribió n ada. Puede aducirse que aunque no se sabe si Tales escribió,
ello no nos impidió consagrarle vari as págin as de esta int roducción,
pe ro el caso de Sócrates es m ás delicado, ya que Platón h izo de él el
protagonist a de casi todos su s diálogos , y si a t ribuimos al Sócr ates
hi s t6ri co cuanto Platón puso e n s u boca, p oco o nada queda como fi lo-
so fí" del propio Platón. Felizmen te desde h ace varios siglos los histo-
l· í:td()re~ de la fi losofia (con la excepción de una tendencia anglosajo-
11ll ("jlW cne en el exceso recién mencionado) se han puest o de acuerdo
pnrn f'(:COIlocer como perteneciente al Sócrates histórico aquellos da-
I.l) H que :-lOO eoncordantes en los testimonios de Platón y de ,Jenofonte,
y q110 Hl1 t'onfirtllnn con lo poco qua di ce Ari stó teles, que, si bien no lo
1127 1

También podría gustarte