Rebeca
Rebeca
Rebeca
La historia de Rebeca tiene un comienzo extraordinario. En Génesis 24 podemos verla como la respuesta directa
a la oración de Eliezer, siervo de Abraham, quien fue encomendado a conseguir una prometida para Isaac.
Abraham deseaba para su hijo una mujer que no lo alejara de la promesa de Dios (Gn. 24:3-7 3 y te
juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las
hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; 4 sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás
mujer para mi hijo Isaac. 5 El criado le respondió: Quizá la mujer no querrá venir en pos de mí a esta
tierra. ¿Volveré, pues, tu hijo a la tierra de donde saliste? 6 Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas
a mi hijo allá. 7 Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi
parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel
delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo), y cuando Eliezer revela su misión a la familia de
Rebeca, este deseo es respondido: “Entonces llamaron a Rebeca y le dijeron: ‘¿Te irás con este hombre?’. ‘Iré’,
dijo ella” (Gn. 24:58).
El llamado que recibió Rebeca fue seguido por una respuesta de obediencia, haciéndola partícipe de la misma
bendición que recibió Sara cuando aún no había concebido a Isaac:
El capítulo 24 de Génesis muestra que Rebeca tenía todas las cualidades deseables en una esposa: dispuesta a
ayudar, amable, sumisa. Así, ella se convirtió en consuelo para su esposo en medio del duelo por la pérdida de su
madre.
Sin embargo, Rebeca era estéril (Gen. 25), y es allí donde podemos ver un cambio en su carácter. Para Rebeca,
pasan veinte años de afrenta, aflicción y frustración, en los que la bendición dada por su familia no se
cumple. ¿Por qué, Señor?, seguro preguntó en más de una ocasión.
Si sigues leyendo la historia de Rebeca, verás que Isaac oró al Señor en favor de Rebeca y ella concibió (Gn.
25:21 21 Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su
mujer.). Los 20 largos años de espera tuvieron un propósito enorme: mostrar el poder y la fidelidad de Dios para
su pueblo. Él había prometido que Isaac tendría descendencia; Él cumpliría aún abriendo una matriz estéril. Pero
junto al propósito de su propia gloria, también hay otro: nuestra santificación
La voluntad de Dios siempre es buena. Nuestra tarea es conocer y seguir sus preceptos, y confiar en que lo
que Él hace tiene un buen fin: que veamos su grandeza y que nuestro carácter sea conformado al de Él.
¿Fue esto lo que pensó Rebeca? Su respuesta a las condiciones de su embarazo parecen mostrar lo contrario. Los
hijos luchaban dentro de ella y ella dijo: “Si esto es así, ¿para qué vivo yo?” (Gn. 25:22a). De la Rebeca que dijo
sin titubear “iré”, hemos pasado a una Rebeca que se queja, aún cuando el Señor cumple su deseo. ¡Y cuán a
menudo somos como ella! Las dificultades muestran lo que hay en nuestro corazón y qué tanto confiamos en el
Señor.
Sin embargo, aunque hubo queja, Rebeca aún muestra algo de sensatez: “Y fue a consultar al Señor” (Gn.
25:22b). ¿Consultamos nosotras al Señor cuando sentimos que todo se está poniendo de cabeza en nuestras
vidas?
Entre la voluntad de Dios y la nuestra
Hay tres eventos más registrados en la Biblia que nos muestran cómo Rebeca se fue alejando más y más de la
voluntad de Dios.
1. En Génesis 26:6-11, vemos cómo Isaac engaña al rey Abimelec diciendo que Rebeca era su hermana, por
miedo a que lo mataran. A diferencia de la historia anterior, donde la pareja oró al Señor frente a la
dificultad, ahora toman decisiones apoyándose en su propio entendimiento y no en la voluntad del Padre.
Esta parece ser una actitud constante en ellos en lo que resta de la historia: el favoritismo que cada uno de
ellos mostraba por uno de sus hijos (Gn. 25:28 28 Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas
Rebeca amaba a Jacob.), la forma en la que aparentemente los criaron, y luego el deseo de cada uno de
obtener la bendición de la primogenitura a toda costa para su preferido (Gn. 27).
Genesis 27 Rebeca, en lugar de consultar al Señor frente a la decisión de su esposo de bendecir a Esaú, hace todo
lo que estuvo en sus fuerzas para conseguir la bendición para su hijo favorito, ¡y aún estaba dispuesta a recibir
maldición sobre ella! (Gen. 27:13 13 Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente
obedece a mi voz y ve y tráemelos. ). Lo paradójico de esto es que Dios le había prometido que Esaú serviría
a Jacob (Gen. 25:23 23 y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos
desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.
2. y su embarazo fue prueba de que Dios cumple sus promesas. ¿Estaba ella actuando bajo la voluntad del
Señor o bajo la suya propia? ¡Es tan fácil hacer nuestra voluntad disfrazándola de piedad!
3. Los últimos versículos de Génesis 27 finalmente relatan cómo Rebeca busca que su marido despache a Jacob
para que huya de su hermano, quien desea matarlo. Pero en lugar de hablar con la verdad, ella le hace creer a
Isaac que su preocupación es que Jacob tome mujer en yugo desigual (Gn. 27:46 46 Y dijo Rebeca a Isaac:
Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las hijas de Het,
como estas, de las hijas de esta tierra, ¿para qué quiero la vida?). El patrón se repite: Rebeca se hace
pasar por mujer piadosa para hacer su voluntad.
Proverbios 3:5-6 (“Confía en el Señor con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propio entendimiento.
Reconócelo en todos tus caminos, Y Él enderezará tus sendas”). es un hermoso recordatorio de que vale la pena
confiar y enconmendar nuestros caminos al Señor: