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LÓGICA DEL OBJETO Romulo Lander PDF

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LÓGICA

DEL OBJETO

Rómulo lander
Página |2

Primera edición: 2011


Editorial Psicoanalítica

Escrita en Georgia ref. Punto 11, espaciado simple.

Imagen de Portada: ‘Nacimiento del Rey Ciro’ lienzo de 1779. Ciro


fue abandonado por sus padres, fue conquistador de Babilonia y
futuro fundador del Imperio Persa. Detalle del lienzo en gran for-
mato de Andrea Vassalo. Actualmente exhibido en el Museo Her-
mitage de San Petersburg [Rusia].

Depósito Legal: lf2522011150194


ISBN: 978-980-12-4795-1

Caracas, Venezuela
ralander@viptel.com

Impresión: Yuruani Güerere


Yuruani73@gmail.com
Página |3

INDICE DE CONTENIDO

Introducción: Página 13

Capítulo 1
EL CONCEPTO DE <OBJETO>

Sobre la naturaleza del objeto—Objeto de la Pulsión—El objeto au-


sente—Objeto en falta—Necesidad, demanda y Deseo—El objeto
perdido—C Construcción del objeto en niños con pérdida de la vista y
la audición desde el nacimiento—Trabajos de Selma Fraiberg--
Freud y el juego del <Fort-Da>. Página 17

Capítulo 2
EL CONCEPTO DE <SUJETO>

Sobre la naturaleza del Sujeto—El sujeto del inconsciente—El cero y


el sujeto—El cero como objeto imposible y ausente, a pesar de que
cuenta como un número—El sujeto como un significante [incons-
ciente] de un algo presente y no presente--El sujeto se revela en la
cadena significante. El sujeto no es el Yo [Ego]. Página 21

Capítulo 3
EL CONCEPTO DEL <SELF>

Sobre la naturaleza del Self—El Self no es el Yo [Ego] —El Self co-


mo una expresión de consciencia--Self como una representación—
El Self como el sí mismo—El Self responde por el ¿Quién soy Yo? –
El Self como una vivencia del ser. Página 25
Página |4

Capítulo 4
EL CONCEPTO DEL <YO>

Sobre la naturaleza del Yo [Ego] —El Yo [Ego] es principalmente


consciencia—El Yo [Ego] como una instancia psíquica con ciertas
funciones—El Yo [Ego] como imagen especular que da unidad [solo
en ficción]—La demanda [como una cadena significante]--El Yo
[Ego] como síntoma. Página 27

Capítulo 5
EL CONCEPTO DEL <OTRO>

Sobre la naturaleza del <Otro>—El Otro que no existe—El gran


<Otro> y el pequeño <otro>--El objeto y el otro—El sujeto se des-
vanece en el lugar del otro—La relación imposible y el inevitable
diálogo de sordos—El otro encarnado. Página 29

Capítulo 6
LOS <OBJETOS PARCIALES>

El encuentro entre el Bebé y el mundo [y viceversa] —La represen-


tación del objeto de la pulsión—El objeto ausente—El objeto par-
cial—El objeto total—La controversia—Los polos <esquizoparanoi-
de y depresivo>--La constancia objetal—Reconocimiento al
extraño—Melanie Klein y su <oscilación> de las posiciones— La
imposibilidad de la armonía y unificación del objeto de deseo.
Página 33

Capítulo 7
EL <OBJETO TRANSICIONAL>

Sobre la naturaleza del objeto transicional—El objeto que calma la


angustia de separación—El objeto de apego y la madre ausente—El
objeto continente—Un objeto que poseo, pero que no soy Yo—El
objeto que está en el lugar del otro ausente—El objeto transicional
no es el objeto(a) —La carencia temprana y la imposibilidad para la
aparición del objeto transicional—Sus consecuencias--El espacio
transicional. Página 37
Página |5

Capítulo 8
EL <OBJETO ADHESIVO>

Sobre la naturaleza del objeto adhesivo—Se trata de un objeto que


es anterior al objeto transicional—La identificación y la creación de
un espacio virtual psíquico—Esther Bick y Donald Meltzer—
Ausencia de discriminación sujeto/objeto—René Spitz y el periodo
del ‘no-Yo’ —La presencia de mecanismos biológicos cenestésicos—
Ausencia del objeto continente de la angustia--La relación ‘piel-
piel’—Ilustración clínica—Cas0 1. Página 39

Capítulo 9
EL <OBJETO BIZARRO>

Wilfred Bion y su nueva propuesta del objeto bizarro—El objeto


bizarro y las partes persecutorias proyectadas—El objeto externo
adquiere las características de las <partículas> proyectadas perse-
cutorias—El objeto bizarro [externalizado] pasa a tener <vida pro-
pia> en el pensamiento esquizofrénico—Consecuencias de la acu-
mulación de objetos bizarros. Página 45

Capítulo 10
EL <OBJETO ANACLÍTICO>

Freud y su teoría del <objeto anaclítico>--Naturaleza del objeto


anaclítico—Vínculo y necesidad del objeto—Dialéctica satisfac-
ción/frustración—El narcisismo y el objeto anaclítico—La posesión
del objeto ‘no-anaclítico’ que luego produce angustia ante su ausen-
cia—Relación con el ‘objeto anaclítico’ y su ‘indiferencia’ [ausencia
de angustia] posterior a la ausencia del objeto—La psicopatología
de la ‘relación anaclítica’—El amor y la relación con un objeto
anaclítico. Página 47

Capítulo 11
EL <OBJETO ESCINDIDO>

Sobre la naturaleza del objeto escindido—La spaltung—Freud y la


escisión fundante [1895] –Freud y la desmentida [escisión] de
Página |6

1927—Freud y la escisión del Yo [Ego] de 1939—La escisión del


sujeto y del Yo [Ego]—La escisión horizontal y la vertical—La dis-
minución del <sentido y juicio de realidad> en el mecanismo de la
escisión—Escisión y represión—Tres destinos de lo escindido: la
represión, la desmentida y lo proyectado—La escisión del Yo
[Ego]—Escisión del sujeto—Escisión del objeto—El estatuto del
objeto—Ilustración clínica—Caso 2 y el Caso 3. Página 51

Capítulo 12
EL <OBJETO IDEALIZADO>

Melanie Klein y su objeto idealizado--El objeto dividido [Split] en-


tre persecutorio e idealizado—Bueno y malo--La idealización del
objeto--Cuando el sujeto se identifica con el ‘objeto idealizado’ pasa
a ser <objeto grandioso>--La idealización excesiva y la persecución
exagerada—La persecución [exigencias] del objeto idealizado—
Rosenfeld y la idealización como defensa—El objeto ‘idolizado’—La
aparición y origen de ‘los ídolos’—El Fanatismo. Página 67

Capítulo 13
EL <OBJETO DESVALORIZADO Y DENIGRADO>

El narcisismo y la dialéctica satisfacción/frustración—No aparece el


odio al otro—El otro se desvaloriza--La denigración del objeto--La
denigración del sí mismo--Caso 4. Página 71

Capítulo 14
EL <OBJETO PARANOICO>

En el inicio está la división [Split] de la representación del objeto—


La representación del objeto queda dividido en bueno y malo—Las
defensa primitiva: La proyección—Subjetivamente lo bueno es co-
locado ‘adentro’ y lo malo ‘afuera’—La ‘represión’ y posterior ‘pro-
yección’—Lo proyectado como ajeno—El objeto paranoico es rígido
y paralizante—La destrucción proyectada—El deseo de destrucción
al otro, como resultado de un temor de ser destruido—Las formas
de la paranoia—Freud y el origen de la paranoia: los deseos homo-
sexuales reprimidos—Klein y la paranoia: la proyección como de-
Página |7

fensa primitiva—Lacan y la paranoia: Proyección por sentimiento


inconsciente de culpabilidad—Caso 5. Página 75

Capítulo 15
EL <OBJETO DE ODIO>

La falta y el objeto odiado—Las carencias y el objeto de odio—La


frustración y el odio al objeto y luego al sí-mismo—El resentimiento
y la amargura—La depresión y el odio a sí mismo—La desesperan-
za—la denigración del objeto—formas clínicas de la violencia: La
destructividad, el odio y la agresividad. Página 81

Capítulo 16
EL <OBJETO DE AMOR>

El objeto del deseo—El estado de pasión—La ‘falta’ y su relación


con el objeto amado—El objeto de amor—El amor y el objeto(a)—El
objeto(a) encuentra al sujeto y no a la inversa—El detalle físico en
el cuerpo del otro—Lo irresistible—Lacan decía <Amar es dar lo
que no se tiene>--El objeto(a) se impone al sujeto—El objeto(a) y el
señuelo--La convicción del encuentro—El amor de pasión—El amor
y la muerte—Morir de amor—Amor a muerte—El amor que mata--
Diferencias con el ‘a
amor cortés’ y con el ‘a
amor de conveniencia’--
Una breve ilustración del ‘aamor de pasión’ y del ‘eerotismo en el
amor’. Pá
ágina 95

Capítulo 17
EL <OBJETO DE DOMINIO>

Notas sobre la relación de simetría y alteridad--Naturaleza del obje-


to de dominio—El <objeto de dominio> y la <relación de dominio>
No se trata del <discurso del amo>--El objeto de dominio refiere al
<otro>--La representación del otro es el que domina--El <discurso
del amo> refiere al propio sujeto que habla y que al hablar, se ubica
como amo—Orígenes del objeto de dominio—El narcisismo y el
objeto de dominio—Caso 6. Página 107
Página |8

Capítulo 18
EL <OBJETO NARCISISTA> Y LA INTOLERANCIA DEL SER

El origen de la intolerancia: La imposibilidad de mantener la alteri-


dad y de tolerar la diferencia de los ideales del otro—El empuje a la
destrucción del otro--El narcisismo maniqueo--Las formas clínicas
de la intolerancia del ser—Maniqueísmo—Fanatismo— Autorita-
rismo—Fundamentalismo —Dogmatismo—Intolerancia a la frus-
tración. Página 117

Capítulo 19
EL OBJETO <BIPOLAR>

La extraña combinatoria de amor y odio al objeto—La oscilación


posible determinada por los acontecimientos de la temprana infan-
cia—El predominio de uno y otro—Los bipolares que pierden el
juicio de realidad y los que no—Los dos tipos de bipolares: horizon-
tal y vertical—el bipolar clásico [PMD] y el bipolar narcisista bor-
derline. Página 135

Capítulo 20
EL <OBJETO DE APEGO>

El apego no es el objeto--El objeto, el vínculo y la supervivencia—El


apego y la necesidad biológica— Freud y el apego al objeto—El ape-
go y las necesidades afectivas—Jacob Harlow y su mono de alam-
bre-- John Bowlby y el apego al objeto—Peter Fonagy y su teoría del
apego. Página 141

Capítulo 21
LA <PÉRDIDA DE OBJETO>

Respuestas del <Yo> a las pérdidas de objeto—Luego la respuesta


del <Sujeto> a las pérdidas de objeto—Las contribución de Lacan—
Naturaleza del ‘objeto perdido’ desde lo <Real, simbólico e imagi-
nario>—Naturaleza de la pérdida: por <Privación, frustración y
castración>—Naturaleza del agente [de la pérdida]: <Real, simbóli-
co e imaginario>. Página 145
Página |9

Capítulo 22
EL <OBJETO(a)> de LACAN

El objeto(a) como un resto—Los pedazos o <Éclats>--El objeto(a)


como el objeto perdido—Objeto (a) como objeto topológico—Es el
objeto de <la falta>—Es el objeto del <deseo>—Es el objeto del
<plus de goce>--Es el objeto del amor y del odio--Relación del obje-
to(a) con la angustia—Relación del objeto(a) con el analista y con la
transferencia--El deseo y el objeto perdido—Lacan y Hegel—Los
fragmentos del objeto—Experiencias tempranas—Los fragmentos
como un referente: <la mirada, la voz, las heces y los senos>—El
objeto (a) siempre buscado y nunca encontrado—El encuentro ficti-
cio del objeto (a) en el cuerpo del otro—El objeto topológico—La
ventana a ‘Lo Real’—El objeto del cual no se tiene ninguna idea—la
importancia del objeto-(a). Página 149

Capítulo 23
EL LUGAR DEL ANALISTA COMO <OBJETO(a)>

El analista virtuoso—Los atributos de poder [proyectados] —La


transferencia necesaria—El lugar del analista—El analista como
semblante del objeto(a)—El despliegue de la transferencia revelará
las vicisitudes tempranas con el objeto(a) perdido. Página 151

Capítulo 24
EL OBJETO EN LA <ESTRUCTURA HISTERICA>

La estructura histérica inconsciente se organiza con la identifica-


ción a un otro castrado—Busca poseer el falo del otro—El señuelo
fálico de poder, fama, dinero, belleza y sabiduría—La histérica <es
una esclava que busca un amo sobre quien reinar>--La necesidad
de aprobación del otro fálico. Capítulo 153

Capítulo 25
EL OBJETO EN LA <ESTRUCTURA OBSESIVA>

La estructura obsesiva inconsciente se organiza con la identifica-


ción a otro fálico—Las cualidades poderosas del falo—El deseo de
P á g i n a | 10

completar al otro--<El obsesivo es un amo que no puede evitar ser


un esclavo>--La histerización del obsesivo. Página 155

Capítulo 26
EL OBJETO EN LA <ESTRUCTURA NARCISISTA>

La inevitable escisión del objeto en <bueno y malo>--La escisión


vertical de la representación del objeto—Objeto persecutorio y obje-
to idealizado—Problema con la alteridad--La estructura narcisista y
la ley del todo o nada—Identificaciones masivas y súbitas—Estados
de pánico—Pobreza en la discriminación sujeto/objeto—Reversión
de la perspectiva. Página 157

Capítulo 27
EL OBJETO EN LA <PSICOSIS ESTABILIZADA>

Naturaleza del objeto en el psicótico estabilizado—Apariencia de un


funcionamiento neurótico—La relación rígida con el otro—
Imposibilidad del uso de la metonimia—No desliza el significante—
No dispone del Shifter—El necesario uso de la suplencia [prótesis
mental] para continuar su desarrollo cognitivo. Página 161

Capítulo 28
EL OBJETO EN LA <ESTRUCTURA PERVERSA>

Acto sexual perverso en neuróticos y su sentimiento de culpa—Acto


sexual perverso en perversos verdaderos, estructurales—El guión
sexual petrificado y rígido del perverso verdadero—La inversión de
los lugares subjetivos—El sujeto en el lugar del objeto—El objeto
sexual como un sostén para invertir los lugares—El mecanismo de
la desmentida y la escisión vertical—Otro uso social de la desmen-
tida. Página 163

Capítulo 29
EL OBJETO EN LA <EXPERIENCIA DEL INCESTO>

Freud y la prohibición del incesto y parricidio—El proceso civiliza-


torio del sujeto—Los ideales familiares—Tótem y Tabú—La impron-
P á g i n a | 11

ta [Imprinting]—Konrad Lorenz y la impronta con los gansos—La


impronta y la teoría del objeto—El efecto Westermarck—La expe-
riencia en el Kibutz—El Tabú del incesto—El horror del incesto—La
tribu Arapesh y el matrimonio entre hermanos—La endogamia [el
llamado <Inbreeding>]—El incesto como algo diferente a la endo-
gamia. Página 167

Capítulo 30
INDICE DE PALABRAS Y CONCEPTOS
Página 175

Capítulo 31
INDICE BIBLIOGRÁFICO
Página 185
P á g i n a | 12
P á g i n a | 13

INTRODUCCIÓN

En la práctica del psicoanálisis actual <posterior a las contribu-


ciones de Jacques Lacan> encuentro que para comprender las ca-
racterísticas ‘estructurales’ de la mente humana debemos estudiar,
primero la teoría del <Objeto>, segundo la lógica del <Falo> y ter-
cero la teoría actualizada de la <Angustia>. Ocurre que la concep-
tualización teórica y clínica de estos tres conceptos es algo contro-
versial y requiere de cierto debate teórico para aclarar las diferen-
cias de criterio. En especial los temas del <Objeto> y del <Falo>
están sometidos a revisión ya que existen diferentes formas de en-
tenderlos. El propósito de este pequeño volumen es abrir a estudio
el primer punto, es decir, las diversas aproximaciones a la com-
prensión de la <teoría del objeto> en el psicoanálisis actual. 1

Existen ciertos elementos en la estructura psíquica que se en-


cuentran muy próximos al <concepto de objeto>. Con el propósito
de diferenciarlos creo útil e inevitable comenzar por discutir la <na-
turaleza del objeto> a contrapunto con la <naturaleza del Sujeto>.
Se trataría pues de aclarar cuál es la teoría del <sujeto> visto desde
el psicoanálisis y discutir que lo hace diferente a la teoría del <obje-
to>.

Igual propuesta encuentro en la necesidad de trabajar con el ac-


tual concepto del <Self>. Esta es una palabra de origen anglosajón
que carece de traducción de uso corriente en español. Sabemos que
el <Self> no es el <objeto>. Pero cabe preguntarse cual es la dife-
rencia entre ambos. Esta pregunta y esta dialéctica también van a
aplicar al concepto del <Yo> [Ego] y al concepto lacaniano del

1 Para ampliar la lectura de este tema pueden referirse al trabajo de Jac-


ques Lacan de 1958 ‘La significación del Falo’ que aparece en los Escritos
II y a su Seminario número 10 del año 1963 sobre ‘La Angustia’ o al texto
aclaratorio redactado por mí en (2004) titulado ‘Experiencia Subjetiva y
lógica del otro’ en el capítulo 17 (La angustia) y el capítulo 27 (El falo).
P á g i n a | 14

<Otro>. El <Otro> no es el <Objeto> pero están bastante cerca. Es


importante proceder a estas aclaratorias y precisar cuál es la dife-
rencia entre estos conceptos, antes de comenzar a estudiar los dife-
rentes aspectos del <objeto> en Psicoanálisis.

Durante el desarrollo del Psicoanalisis ocurrido en estos cien


años y llevados por la permanente experiencia clínica, diversos ana-
listas de muy variadas regiones, han contribuido con teorizaciones
específicas que inauguran nuevos aspectos del objeto. El mismo
Freud ya desde los inicios propone aspectos específicos del <obje-
to> y les da un nuevo nombre, como por ejemplo, cuando introduce
la teoría del <objeto anaclítico> el cual es muy importante para la
clínica de las patologías narcisistas de hoy en día.

Igualmente Freud propone la teoría del <objeto escindido> que


es lo que va sostener sus propuestas sobre la represión [basada en
la Spaltung] y luego diferenciarlo del <objeto> de la desmentida,
que tan importante papel juega hoy en día en la estructura de las
perversiones. A estos temas dedicaremos cierto espacio en el texto.

Posteriormente vamos a encontrar el estudio del <objeto transi-


cional> descrito por Donald Winnicott y del <objeto adhesivo> des-
crito por Donald Meltzer y Esther Bick en forma separada y si-
multánea. Con Melanie Klein aparecen nuevos objetos a ser
estudiados. Así tenemos la inauguración del <objeto interno> con
sus <objetos total y parcial> los cuales han sido motivo, después de
Lacan, de una gran controversia. Luego los objetos idealizados y
desvalorizados [denigrados] los cuales nos abren al estudio de la
depresión y del actual problema confuso de los clínicamente llama-
dos <bipolares>.

Luego está el <objeto persecutorio> el cual nos abre el entendi-


miento al difícil problema de la <Paranoia> presente en las actuales
patologías narcisistas.

Después de muchas dudas, ya que el <apego> no cae en el es-


pecífico campo del estudio del <objeto>, decidí incluir el estudio del
<objeto de apego> descrito inicialmente en los tres tomos de John
P á g i n a | 15

Bowlby sobre ‘Separación y Pérdida’ y que ahora ha sido retomado


en forma especial por el analista inglés Peter Fonagy, el cual ha des-
arrollado una propuesta clínica y técnica sobre las consecuencias
del <apego al objeto> y su manejo en la clínica y en la técnica.

El tema de <las pérdidas de objeto> ha sido muy controversial.


En su inicio fue estudiado desde el punto de vista de la segunda
tópica, es decir, desde la respuesta que va a ofrecer el Yo [Ego] a las
pérdidas de objeto. Allí están los trabajos de Freud sobre las diver-
sas pérdidas y los duelos normales y patológicos. Igual tenemos los
trabajos ya citados de John Bowlby sobre separación y pérdida. La
novedad en este tema está en las contribuciones de Jacques Lacan,
quien propone una <tercera tópica> al diferenciar el <sujeto del
inconsciente> y el <Otro> de la instancia psíquica freudiana del
<Yo> [Ego]. La diferencia estriba en que el <Sujeto> del incons-
ciente va a responder a las <pérdidas de objeto> de una manera
distinta a la respuesta clásica del <Y
Yo> a la misma pérdida de obje-
to. Esa es una novedad a la teoría del objeto y a la teoría de las
pérdidas de objeto que en forma muy resumida presento en este
libro.

De seguidas describiré una propuesta novedosa e inédita que


Jacques Lacan presentó en 1960. Es algo que él llamó el <Obje-
to(a)>. Esta propuesta que para algunos puede ser novedad nos
permitirá estudiar la naturaleza del objeto en el estado de pasión de
<Amor y Odio>. Estos dos últimos aspectos nos abren la posibilidad
para presentar el <lugar del analista> como <objeto(a)> es decir
como <un semblante> 2 en el fenómeno de la transferencia.

Al estudiar las <estructuras clínicas inconscientes> propuestas


por Lacan es necesario tomar en cuenta las características del <Ob-
jeto> y de <la lógica del Falo>. Así podemos presentar las cualida-

2 La idea del ‘semblante’ refiere a un objeto que ‘asemeja’, que es ‘seme-


jante’ o también ‘que engaña’ y que no es lo que parece. Los cazadores de
patos, colocan un ‘pato de madera’ flotando en el lago para engañar a los
patos migratorios y así invitarlos a bajar. Ese ‘pato de madera’ se puede
decir que es ‘un semblante’.
P á g i n a | 16

des y la naturaleza diferente del objeto en las estructuras clínicas


inconscientes, ya sean estas de tipo ‘histérica u obsesivas’, así como
también la naturaleza del objeto en la estructura clínica ‘narcisista’,
en la ‘Psicosis esquizofrénica estabilizada’ y en la estructura ‘perver-
sa’.

Finalmente presentaré una observación más, la relacionada con


un tema que siempre ha sido de especial interés para el psicoanáli-
sis, me refiero a ‘la naturaleza del objeto’ en la experiencia del in-
cesto. 3

Rómulo Lander.
Caracas, 2011

3
Una versión reducida y simplificada de este trabajo fue presentada en el
Panel sobre “Las relaciones de objeto’ que se presentó en el Congreso In-
ternacional de Psicoanálisis [IPAC] en Chicago [2009]. Expreso aquí mi
gratitud a mis colegas del panel Otto Kernberg y Daniel Widlocher y espe-
cialmente al organizador del panel Harold Blum.
P á g i n a | 17

Capítulo 1
EL CONCEPTO DE <OBJETO>

Sobre la naturaleza del objeto

Para abrir el debate presentaré una declaración que es contro-


versial y por la tanto refutable y discutible. Afirmo que para los
psicoanalistas de hoy en día, el concepto de objeto tiene <dos as-
pectos>, o también puede decirse que tiene <u una doble faz>. Por
un lado es el <objeto de la pulsión> y por el otro lado es el <objeto
ausente>.

Objeto de la pulsión

El <objeto de la pulsión> es contingente 4 a la experiencia de la


dialéctica satisfacción/frustración. Esta dialéctica es el sostén de las
introyecciones e identificaciones que fundan y constituyen la mente
humana. Tradicionalmente si nosotros seguimos la lógica de la pul-
sión, el psicoanálisis designa como objeto, a cualquier cosa que
adquiere <rrepresentación psíquica> sea esta representación de
naturaleza simbólica o imaginaria (palabras o imágenes). Cuando
mediante los órganos de percepción: la imagen percibida ya sea
visual, sónica, olfativa o gustativa es <cargada con energía> es decir
recibe <energía libidinal>, esta investidura llamada catexia 5 produ-
ce una <rrepresentación mental> y pasa a tener existencia psíquica.
La pulsión y su viaje alrededor de la cosa percibida dan origen al
concepto psicoanalítico de <objeto de la pulsión> como una repre-
sentación mental con existencia intra psíquica [Sigmund Freud 6 7 y
Melanie Klein 8]

4 El concepto de <contingente> significa que no está rigurosamente prede-


terminado por la biología. Lo determina la singularidad de la historia del
sujeto.
5Sigmund Freud (1914): Sobre el Narcisismo. Obras Completas de Amo-

rortu Editores Vol. 7. BA (1972)


6 Sigmund Freud (1905): Tres ensayos sobre una teoría sexual. OC Amo-

rortu Editores Vol. 7. BA (1972)


P á g i n a | 18

Al comienzo de la vida, los órganos de la <visión>, del <oído> y


del <olfato> son de primordial importancia para la construcción de
<la representación> del objeto psíquico. Los niños <ciegos de na-
cimiento> van a encontrar tremendas dificultades para relacionarse
con la figura materna y construir ‘su representación psíquica’. Solo
aquellas madres que poseen una suficiente <capacidad reverie>
además de la capacidad innata de comunicación <verbal y táctil>
podrán ayudar a sus hijos ciegos [de nacimiento] a relacionarse con
ella y construir así la representación del objeto materno con los
otros sentidos y por esta vía salvarse de un aislamiento autista
(Selma Fraiberg, 1968) 9. Así el <objeto de la pulsión> se apoya
inicialmente en la necesidad. La necesidad y el empuje a la supervi-
vencia permiten la aparición del <objeto de la pulsión> el cual por
medio de la introyección e identificación, inauguran la vida mental
del sujeto.

Sigmund Freud al final de su vida en 1939, estando ya instalado


en Londres, escribe en su trabajo póstumo titulado <Esquema del
Psicoanálisis> en el capítulo 9 [pág. 207] lo siguiente: ...‘Un frag-
mento del mundo exterior, ha sido signado como objeto, al menos
parcialmente y a cambio por identificación es acogido en el interior
del Yo. Es decir ha devenido ingrediente del mundo interno’.

Objeto ausente

Por otra parte [lo cual es algo muy importante para el Psicoaná-
lisis] el concepto psicoanalítico de <objeto> refiere específicamente
al <objeto ausente> también llamado <o objeto en falta>. La intensa
experiencia del amamantamiento que ocurre cuando el pezón [o la

7 Sigmund Freud (1938): Esquema del Psicoanálisis. OC Amorrortu Edito-


res Vol. 20 BA (1972)
8 Melanie Klein (1928): Estadio temprano del Conflicto Edípico. IJPA

Vol. 9, 1928
9 Selma Fraiberg (1968): Patrones divergentes en los niños ciegos y en los

videntes. Estudio Psicoanalítico del Niño. Vol. 23, página 244 (1968).
P á g i n a | 19

tetina artificial] llenan la boca y ofrecen una abundante leche, van a


dar origen a la catéxia y a la construcción de la representación del
objeto <pecho> en la psique del bebe. Se puede decir que en ese
momento ha ocurrido un encuentro entre <el mundo y el bebe> [o
viceversa] inaugurándose los inicios de la constitución de la psique.

Ocurre que después de satisfecho el hambre, el bebe pierde


el interés en el pecho y cae dormido. Cuando a las tres horas apare-
ce de nuevo la terrible experiencia del hambre, el bebe va a descu-
brir que el pecho está ausente. A través del llanto hará saber que
necesita de nuevo el alimento. Sin embargo la experiencia de frus-
tración y de <ausencia del pecho> ya ha sido vivida y ha quedado
inscrita en su mente.

Este <objeto ausente> va a aparecer cada vez que el bebe siente


el hambre [con su angustia de muerte] y no encuentra [en forma
inmediata] el pezón con su correspondiente oferta de leche alimen-
ticia y de alivio de la angustia. Ese pecho demorado y <experimen-
tado como ausente> va a constituir <la presencia ausente> del ob-
jeto perdido. A su vez este objeto ausente [e en falta] es lo que va a
constituir el origen del deseo humano (Jacques Lacan) 10.

Lacan introdujo una diferencia importante entre las nociones de


<deseo, necesidad y demanda> 11. Abrió así la posibilidad de retirar
el deseo del campo biológico. En ese sentido ‘e el deseo es un efecto
de la falta y una marca del significante’ 12 en el ser humano, en 'el

10 Jacques Lacan (1956): ‘Relaciones de objeto’ Seminario 4. Editorial


Paidos, Barcelona (1994).
11 La <nnecesidad> refiere al campo biológico: necesidad de dormir, respi-
rar, moverse, etcétera. La <d demanda> refiere al uso de la palabra para
pedir o para solicitar algo. El <d deseo> es mudo [no tiene palabra] es insa-
tisfacible y no cesa de insistir, cuando se expresa en palabras, el deseo deja
de ser deseo y se convierte en demanda, que siempre será demanda de
otra cosa.
12 El concepto de <significante> es rico y complejo. Podemos referirlo

aquí, al uso de ‘palabras y conceptos’. El significante refiere a <una idea>


la cual es expresada en palabras. Lacan se refería al orden simbólico [la
parición de la palabra y de la cadena significante]. Para profundizar en
P á g i n a | 20

ser que habla' [o llamado por Lacan hablante-ser]. Lacan establece


claramente como hizo Freud que <el deseo humano> debe ser ins-
talado, es decir, que se constituye temprano en la vida como un
efecto de la experiencia de la dialéctica satisfacción/frustración.

Este 'objeto ausente' aparece cuando el sujeto pierde su objeto de


satisfacción. Esta 'objeto en falta' da origen como ya dije a la pre-
sencia del deseo. Las experiencias del sujeto con el objeto perdido
dejan una marca mnémica (representación mental). Según Lacan el
<objeto perdido> es experimentado por el ‘sujeto’ en tres formas
diferentes: como <privación, frustración y castración>, tal como lo
presentaré a ustedes en el gráfico que aparece algunas páginas más
adelante en el capítulo relativo a ‘la pérdida de objeto’.

Este objeto ausente en los inicios de la vida está relacionado con


el objeto(a) el cual es ese objeto perdido, siempre buscado y nunca
encontrado [solo encontrado en ficción]. El objeto(a) va a tener que
ver con la construcción del fantasma sexual, con la relación de
amor y odio y con el fenómeno universal de la transferencia. Por
eso el <objeto ausente> es muy importante de estudiar en la teoría,
en la clínica y la técnica psicoanalítica.

El <J
Juego del carretel> que Sigmund Freud presenta en su pro-
puesta del <F
Fort-Da> refiere al deseo de controlar la ausencia tem-
poral del objeto. El niño lanza <el objeto> [el carretel] que está
amarrado a una cuerda, voluntariamente lo empuja, lo pierde de
vista y luego lo rescata al tirar de la cuerda, diciendo en alemán:
<Fort-da> [que va y viene]. Este juego ilustra el deseo del niño de
tener control sobre la pérdida del objeto. Es una forma ilusoria --
pero importante-- de <afirmación>.

este tema los refiero al texto que escribí en el 2004 ‘Experiencia subjetiva
y lógica del otro’ en su capítulo 7 titulado: ‘Lógica del significante’. Edito-
rial Psicoanalitica, Caracas, 2004.
P á g i n a | 21

Capítulo 2
EL CONCEPTO DE <SUJETO>

Sobre la naturaleza del <sujeto>

El planteamiento del psicoanálisis estructural [posterior a Ja-


ques Lacan] sostiene que el concepto psicoanalítico de <sujeto>
refiere al <sujeto del inconsciente>. Existen diversas formas de
abordar este concepto de <sujeto> pero en este texto nos vamos a
referir específicamente a un sujeto, que no es el sujeto de la cons-
ciencia. Todos sabemos que existe <el sujeto de la consciencia>,
también existe <el sujeto de la ciencia>, el <sujeto de la biología>,
el <ssujeto de la ley>, el <ssujeto de la voluntad>, etcétera. Pero tam-
bién existe <eel suje
jeto> visto desde el Psicoanálisis.

Cuando Freud describe el primer modelo de aparato mental [la


primera tópica en 1895], deja claro que el sistema de la consciencia
[sujeto de la consciencia] está supeditado a las fuerzas y los efectos
del inconsciente. Luego en su segundo modelo [segunda tópica de
1923] plantea en una metáfora, que el Yo [Ego] es como un jinete
montado sobre la fuerza de un brioso caballo, que representa las
fuerzas del inconsciente dinámico [sujeto del inconsciente]. Desde
entonces el inconsciente, determina el destino del hombre. Revierte
el cogito cartesiano: <pienso luego existo> y allí dice Freud: <Exis-
to donde no pienso> es decir en el inconsciente. El dialogo del psi-
coanalista intenta conocer los motivos y las fuerzas ocultas en el
discurso del paciente. Su propósito de trabajo no está en la fuerza
de la voluntad del paciente, sino en el trabajo de descubrir elemen-
tos del inconsciente. Por lo tanto se puede decir que el concepto
psicoanalítico de <sujeto> en términos abstractos refiere al <suje-
to> ubicado en el ámbito del inconsciente. Por eso se le refiere co-
mo el <sujeto del inconsciente>.

Jacques Lacan muy de acuerdo con este concepto hace una pro-
puesta topológica cuando dice que el <sujeto> es ambas cosas a la
vez <e
es el efecto del discurso y a la vez es su causa> (Seminario 1,
P á g i n a | 22

1953) 13. Siete de años después Lacan afirmará que el <sujeto> es lo


que un significante [con esto me refiero a las palabras y conceptos]
representa para otro significante. De esta manera el <sujeto> para
el psicoanálisis, no es el <concepto del Yo> [no es el Yo] y no es el
‘sujeto de la consciencia’, sino que el <sujeto> del psicoanálisis
habita el ámbito de la instancia del inconsciente. 14

El 'cero’ y el 'sujeto'

Hacia el final de su vida en el Seminario 26 (1978)15 Jacques


Lacan hace una comparación llamativa entre la naturaleza del <su-
jeto> en la teoría psicoanalítica y las características matemáticas
del número <cero>. Lacan dice que el ‘cero’ es un número dotado
de dos propiedades opuestas: primero, es un objeto imposible y
ausente. Y segundo, en la sucesión numérica, el ‘cero’ cuenta como
cualquier otro número. Del mismo modo el <sujeto> aún cuando
está totalmente rechazado (ausente) por la cadena significante (pa-
labras y conceptos) el <sujeto del inconsciente> es representado no
obstante por un significante.

Lacan plantea así una semejanza ajustada entre el <sujeto> y el


<cero>. Esto llega a ser aún más claro, cuando Lacan dice que en el
<ser hablante> me refiero a un <ser humano> con vida psíquica,
no como un simple cerebro biológico, el sujeto es ambas cosas a la
vez: <sujeto del inconsciente> y <efecto del significante>. La pre-
sencia de significantes (palabras y conceptos) rinde al sujeto una
<constante> (que es la presencia de sujeto) y a la vez es una ausen-
cia (un cero). Es este mismo <sujeto> el que de hecho mantiene la
cadena significante, para ser luego 'eclipsado' en la misma cadena
significante. Cuando es eclipsado en la cadena significante, el sujeto
se desvanece en el 'Otro'.

13 Jacques Lacan (1953): Escritos técnicos de Freud. Seminario 1 Paidos,


Buenos Aires., 1989
14 Jacques Lacan (1960): La subversión del sujeto y la dialéctica del deseo.

Escritos 2, FCE México, 1984.


15 Jacques Lacan (1978): Topología y el tiempo. Seminario 26. Sin publi-

car, version fotocopia, 1992


P á g i n a | 23

Así, dice Lacan, el <sujeto> [y no me refiero al Yo] habla y al


hablar se desvanece [se eclipsa] en el lugar del <otro>. Luego en el
mismo Seminario, Lacan progresa e insiste en la división (fisura,
splitting) del <sujeto>. Dice que la naturaleza del splitting no radi-
ca entre el <ser o el no-ser> sino entre un <uno> y el <Otro>. Entre
un significante --palabras y conceptos-- que representan al <suje-
to> y su disolución [eclipse] del mismo <sujeto> en la cadena signi-
ficante, que resulta ser el lugar del <Otro> del inconsciente.
P á g i n a | 24
P á g i n a | 25

Capítulo 3
EL CONCEPTO DEL <SELF>

Sobre la naturaleza del ‘Self’

a. El ‘Self’ no es el 'Yo’

Heinz Hartmann16 en los años cincuenta introduce el con-


cepto de <Representaciones del Self> y <Representaciones del ob-
jeto>, dando así inicio al estudio de un nuevo concepto teórico en
Psicoanálisis. ‘Objeto’ y ‘Self’ eran vistos entonces como conceptos
opuestos. Según descripciones de trabajos escritos en ese entonces,
la naturaleza de la <representación de objeto> corresponde al con-
cepto de <Objeto de la pulsión> ya presentado y descrito en un
capítulo anterior. Pero el concepto de <Self> era nuevo. Se relacio-
na al concepto de <representación del Self>. Este concepto era algo
diferente. Las descripciones presentadas en esos trabajos ponen el
concepto de <Self> más cerca del concepto del <Yo> [Ego] pero no
es el <Yo>. Melanie Klein 17 se aventura a decir: El Yo es la parte
organizada del Self y agrega: El Self representa la totalidad de la
personalidad (incluyendo las pulsiones).

b. El Self como una experiencia de consciencia

Posteriormente Heinz Kohut18 se refiere al <Self> como una


estructura mental interna, cercana a una experiencia de conscien-
cia. Y aclara que el ‘Self’ no es el <Yo>. Kohut se refiere al Self como
<representaciones del Self>. Estas representaciones se organizan
básicamente de dos maneras: Primero: como un <Self grandioso>
el cual es una consecuencia de una identificación especular (en es-
pejo) con un figura parental grandiosa, produciendo un sentido

16 Heinz Hartman (1963): Ensayos en Psicología del Yo. Paidos, Buenos


Aires, 1964.
17 Melanie Klein (1952): La vida emocional del niño. Aparece en ‘Desarro-

llos’ Paidos, 1952.


18 Heinz Kohut (1971): Análisis del Self. Amorrortu Editores, Bs. As. 1977.
P á g i n a | 26

interior de perfección narcisista. Y segundo: como un <Self ideali-


zado> que es una consecuencia de identificaciones post fusiónales
(ya discriminadas) con una ‘figura parental idealizada’ produciendo
un sentido interior de perfección post narcisista. Para Kohut este
<Self> ofrece un sentimiento consciente de <si-mismo> respon-
diendo a la pregunta de <Quien soy Yo>. Este mecanismo de ideali-
zación ofrece al niño el sentido de que el <poder y la felicidad>
radican en el objeto idealizado. Esta es una buena razón para que el
niño resista continuar con su desarrollo. En el futuro como anali-
zando en una <transferencia idealizada> igualmente resistirá al
conocimiento y a la resolución de este mecanismo. Kohut 19 suge-
rirá: ‘el analista debería estar listo para llevar sobre sus hombros la
carga de una transferencia idealizada’.

c. Self como el ‘si mismo’

Otto Kernberg20 se refiere al Self como una estructura men-


tal unida con el Yo y con influencia mutua. Kernberg a veces se re-
fiere al 'Self' como 'carácter’. Donald Winnicott 21 concibe al ‘Yo’
como una estructura que precede la emergencia del 'Self'. Para
Winnicott el ‘Yo’ es una estructura mental interior con funciones de
cognición, percepción y síntesis y en general este ‘Yo’ nos relaciona
al mundo externo. Para Winnicott, el concepto de 'Self' es relativo
al concepto de ser consciente de <Si mismo> y es la base para res-
ponder al <Quien soy yo>. Finalmente para muchos analistas del
presente, la visión interna de existencia personal se llama 'Self'.

19 Heinz Kohut (1977): Reconstrucción del Self. Editorial Paidos, Buenos


Aires, 1980
20 Otto Kernberg (1987): Relación de objeto y Psicoanálisis clínico. Edito-

rial Paidos, 1988


21 Donald Winnicott (1965): El proceso de maduración. Paidos, B.A. 1965
P á g i n a | 27

Capítulo 4
EL CONCEPTO DEL <YO>

Sobre la naturaleza del Yo

a. El ‘Yo’ es principalmente conciencia

El Yo no es el sujeto. Nosotros [siguiendo a Freud] podemos decir


que el <Yo> es una instancia, una agencia psíquica, representada
por un grupo de funciones [cognitivas] que incluye además las fun-
ciones de juicio y síntesis. Estas diversas funciones del <Yo> están
ubicadas dentro de la dimensión del orden imaginario (quiere decir
propio de las imágenes). A pesar de que existe una pequeña parte
del Yo que se hunde en el sistema inconsciente, [los mecanismos de
defensa que son inconsciente], el <Yo> sostiene lo que nosotros
podríamos llamar el <sujeto de la consciencia>. Este <Yo> [Ego]
consciente participa del sentimiento de <unidad> que tiene el ser.

Este sentimiento de unidad es una consecuencia de la relación es-


pecular con el <Otro> del orden imaginario [imágenes]. Original-
mente este otro es la figura parental proveedora que se transforma
desde el orden de lo <Real>, al orden de lo imaginario, debido a la
dialéctica de las experiencias de satisfacción/frustración.

b. El 'Yo’ como un síntoma

El niño, más allá de los seis o siete meses, ve a su madre como una
sola cosa, unificada. Esta relación especular con el otro imaginario
mantiene la ilusión de unidad. Este fenómeno va a llegar a ser un
obstáculo <inevitable y permanente> al reconocimiento del deseo
(que es de naturaleza inconsciente). Este Deseo se origina en el
‘objeto en falta’ o también llamado ‘objeto perdido’. El deseo es
<silencioso [mudo], inconsciente e imposible de satisfacer>, tal
como ocurre con las formaciones del inconsciente: (sueños, chistes,
síntomas y errores de la vida cotidiana o parapraxias). El deseo
siempre será resbaladizo e imposible de atrapar. Pero puede par-
cialmente conocerse únicamente mediante la 'demanda' (que es
P á g i n a | 28

consciente expresada en la cadena significante) y que siempre será


una 'demanda' de otra cosa. Esta 'demanda' se va a estructurar co-
mo un lenguaje: Lacan solía decir que la 'demanda' se construye
<cuando el deseo pasa por el desfiladero de los significantes>. De
esta manera, la 'demanda' complica el concepto de 'sujeto' y lo diri-
ge hacia el problema del deseo.

Lacan dirá finalmente que el sujeto es <el sujeto del deseo>, y el


<Yo> [Ego] construido por identificaciones, es nada más que un
<síntoma del Sujeto> 22. Lacan lo llama síntoma porque El <Yo>
[Ego] es creado por las identificaciones que luego caen en conflicto
por la creación de ideales. Por eso lo llama el <Yo como síntoma>.

22 Jacques Lacan (1960): La subversión del Sujeto y la dialéctica del deseo.


Escritos 2. FCE, México (1984)
P á g i n a | 29

Capítulo 5
EL CONCEPTO DEL <OTRO>

Desde la topografía a la topología:


---aparece el ‘Otro’ que no existe

Esta propuesta es una consecuencia de una previa paradoja


estructural Lacaniana por medio de la cual el <sujeto> del incons-
ciente es ambas cosas: <causa y efecto de la cadena significante>
[refiere a palabras y conceptos que constituyen al sujeto]. Como ya
he dicho por medio del discurso, el <sujeto> se desvanece en el
lugar del <Otro>. Este lugar indica al inconsciente. Lacan afirma
que el <sujeto> se constituye en ese lugar del <Otro>. Este 'Otro' es
el lugar del tesoro de los significantes [refiere a palabras y concep-
tos]. Es necesario detenernos aquí por un momento para precisar
que la teoría Lacaniana establece una diferencia clara entre el pe-
queño 'otro' y el gran 'Otro'. El <Objeto> pequeña-(a), o llamado
también pequeño-otro [Petit-(a)], refiere al orden imaginario (imá-
genes). El <Objeto> gran 'Otro', corresponde al 'Otro’ del lenguaje,
inscrito en el orden simbólico [que refiere a las palabras y concep-
tos] 23.

El concepto del ‘OObjeto’ [gran 'Otro'] refiere al lugar donde


la cadena significante se origina. El <sujeto> encontrará este lugar
después de su llegada a este mundo. Este lugar del <Otro> siempre
tendrá <una referencia> en otro ser humano <de carne y hueso>.
Estos serían los <otros> quienes inicialmente son parte del orden
de lo <Real> (garantes originales) y quienes inevitablemente parti-
cipan en la pre-existencia del orden simbólico, en el cual todos no-
sotros nos encontramos inmersos desde antes de nacer. Es necesa-
rio hacer notar aquí que debido al efecto de las identificaciones este
gran 'Otro' no es nadie en particular.

23 Jacques Lacan (1955): El Yo en la teoría de Freud. Seminario 2. Paidos,

(1983)
P á g i n a | 30

Nos refiere al 'Otro' del inconsciente. Ese es el lugar de don-


de surge la cadena significante (palabras y conceptos) y es el lugar
donde el ‘sujeto’ se constituye. El gran 'Otro' es el lugar del tesoro
de los significantes. Así el <sujeto del inconsciente> y el <Otro>
ocupan el mismo lugar. El <sujeto> vacila así en el momento de su
constitución entre el lugar del pequeño ‘otro’ (en el eje imaginario,
de imágenes) y el lugar del gran 'Otro' (el eje simbólico, de palabras
y conceptos).

Esta propuesta no es topográfica en el sentido de progresión


[y regresión] o llamado ‘desarrollo mental’ del individuo. Son
fenómenos simultáneos y permanentes (no están sujetos a evolu-
ción o desarrollo). En esencia, esta es una propuesta topológica.
Desde un punto de <vista topológico> el <Otro> como una entidad
independiente del 'sujeto' <no existe>. Es decir el <Otro> encarna-
do en el mundo exterior, no existe. Si el <Otro> no existe, entonces
los otros seres humanos, no son más, que un reflejo de uno mismo
[proyecciones]. Hace muchos años Sigmund Freud lo descubre y lo
llamó la <Transferencia> precisando que es un fenómeno universal
involuntario e inevitable de los seres humanos.

La relación imposible: inevitable diálogo de sordos

En un sentido topológico el diálogo con el 'Otro' será siem-


pre un diálogo de sordos. Esto es así por dos razones. La primera: el
'sujeto’ siempre se dirige a alguien que no existe [a un otro]. Me
refiero a alguien que este fuera de su mundo mental. Este 'otro'
siempre será un reflejo del 'sujeto’. No puede ser de ninguna otra
manera. El sujeto ‘le habla’ a la ‘representación’ de otro en su pro-
pia mente.

La segunda razón: un ser humano estructuralmente no pue-


de oír más allá de su propia subjetividad. Lacan solía decir que no-
sotros todos estamos atrapados en el mismo fenómeno: 'atrapados
por la estructura del lenguaje en un diálogo de sordos'.

En Milán [Italia], Lacan enseña lo siguiente, en un semina-


rio al cual fue invitado: 'Que se diga va a quedar olvidado tras lo
P á g i n a | 31

que se dice en lo que se escucha’. Esta frase fue escrita en el pi-


zarrón de un aula en Milán e ilustrará cabalmente el inevitable diá-
logo [estructural] de sordos.

Dice lo siguiente: 'Que se diga va a quedar olvidado’ signifi-


cando que sus decires (en su intención específica) no alcanzarán al
otro, sino mediante la subjetividad de cada quién y por esa vía lo
dicho no alcanza el estado de consciencia del que escucha (tal como
fue pronunciado). Continúa diciendo: 'Tras lo que se dice en lo que
se escucha’ Significa que el que escucha, solo puede escuchar lo que
él o ella cree que se dijo. El significado de todo lo escuchado lo de-
termina la subjetividad de cada quien. Esta es la razón, para enten-
der la interesante propuesta que dice: El fenómeno de la interpre-
tación en psicoanálisis, se refiere, no a lo dicho por el analista, sino
a lo escuchado y entendido por el analizando.
P á g i n a | 32
P á g i n a | 33

Capítulo 6
LOS <OBJETOS PARCIALES>

El encuentro con el mundo y viceversa

Se refiere al resultado de los primeros encuentros del bebé


con el mundo. Es cuando el bebé encuentra al mundo y el mundo
encuentra al bebé. Es un encuentro subjetivo, determinado por la
actividad de la fantasía inconsciente del niño, en donde la pulsión
rodea, da vuelta al <oobjeto de percepción> hace catéxia y fabrica su
<rrepresentación mental>. Los objetos parciales son característicos
de la posición esquizoparanoide. Como ya dije, se refieren a la per-
cepción que el Yo [Ego] inmaduro del bebé hace de su madre [o
figura sustitutiva] al percibir solo aspectos parciales de esta. Así el
bebé se relaciona con el pezón y el pecho como sus primeros obje-
tos parciales. Las frustraciones y las satisfacciones experimentadas
con el pecho materno permiten y facilitan la deflexión de los aspec-
tos agresivos [algunos lo llaman equivocadamente pulsión de
muerte] en estos objetos parciales. Conjuntamente con el meca-
nismo de escisión y proyección van a crear todo un mundo de obje-
tos parciales: buenos y malos, idealizados y persecutorios. Las ex-
periencias buenas [de satisfacción alimenticia y de cariño] están
presentes desde la posición esquizoparanoide y se encuentran más
definidas en la posición depresiva [después de los nueve meses de
edad].

Al objeto <bueno> [interno] se le siente como fuente de vi-


da, amor y bondad. Así es introyectado y no es el objeto idealizado.
Al objeto bueno se le pueden reconocer sus malas cualidades y en
contraste con el objeto idealizado puede ser experimentado como
frustrante. Se lo siente como vulnerable a los ataques y por consi-
guiente te lo puede sentir como dañado y destruido. La función
básica del objeto parcial bueno es la de proporcionar al Yo [Ego]
una seguridad interna frente a la frustración y el ataque. Su ausen-
cia en los momentos en que es necesitado para recibir alimentación
y afecto va a dar inicio a la aparición del <objeto ausente> fuente y
origen del deseo humano.
P á g i n a | 34

El objeto <malo> es un objeto también parcial y es la con-


traparte del objeto bueno. Se refiere al objeto experimentado en
situación de frustración sobre el cual se proyectan las partes escin-
didas del Yo [Ego] cargadas de agresión y hostilidad propia de la
posición esquizoparanoide del bebé. Así [por proyección intra-
psíquica] son atribuidas al objeto malo todas las malas experiencias
y hostilidad del bebé. Estos aspectos del objeto parcial se unen [el
bueno y el malo] para formar luego, posterior a los nueve meses, el
<objeto total>.

El <objeto idealizado> es un objeto parcial propio de la po-


sición esquizoparanoide. Es el resultado de la escisión y negación
de los aspectos malos del objeto y de la proyección de los aspectos
buenos. El bebé en el periodo esquizoparanoide atribuye sus expe-
riencias buenas a este objeto [interno] ideal, con el que ansia iden-
tificarse. En 1957 en su libro ‘Envidia y Gratitud’ Melanie Klein 24
dice que la idealización excesiva proviene de sentimientos de perse-
cución exagerada. Así, la idealización es un producto de ansiedades
persecutorias en las etapas tempranas del desarrollo de la psique.

La memoria del objeto

La capacidad de mantener <la memoria del objeto> aparece


aproximadamente a los seis meses de edad. René Spitz 25 logró rea-
lizar experimentos con bebés para determinar aproximadamente el
momento de aparición de <la constancia del objeto> también lla-
mada <constancia objetal>. Esto ocurre cuando la memoria está
suficientemente desarrollada para que el bebé pueda reconocer el
rostro de su madre a los seis meses. A consecuencia de este hecho
va a aparecer <la angustia al extraño>. Entre los seis y los nueve
meses es posible que el bebé pueda reconocer a la imagen de la ma-
dre como una sola: <la que gratifica> y la <que frustra>. En ese
momento aparece la capacidad de construir la <representación de
un objeto total>. Melanie Klein llamó a este periodo del desarrollo

24Melanie Klein: ‘Envidia y Gratitud’ [1952] Editorial Paidos, 1968.


25René Spitz: ‘El No y el Sí’ [1950], aparece en: ‘El primer año de vida’ de
René Spitz [1965] IUP, NY
P á g i n a | 35

<posición depresiva>. Esto desarrollo teórico es un logro muy va-


lioso. La llamó depresiva por los sentimientos de tristeza y culpa
que aparecen como consecuencia de haber agredido en fantasía a la
madre buena, creyendo que era mala.

Melanie Klein logra en 1952 realizar una ruptura episte-


mológica importantísima, cuando afirma que las dos posiciones no
son <evolutivas> sino que son <dos formas de funcionar> la mente
humana. Estas dos posiciones oscilan de <un polo al otro> depen-
diendo de la angustia del momento. Hasta este momento solo se
conocían las teorías freudianas de la <progresión, regresión y fija-
ción> de la pulsión. Con la propuesta de <oscilación> Melanie
Klein ha dado un enorme paso en la comprensión del funciona-
miento mental. Ella aquí ha producido la primera ruptura episte-
mológica del pensamiento Freudiano.

En relación a la teoría del <objeto total> existe una impor-


tante controversia. Klein propone al objeto total como un objeto
unificado, producto de la unificación de los objetos parciales. El
niño reconoce a la madre como una sola. Con sus aspectos buenos y
malos. Esto dio oportunidad para futuras teorizaciones sobre la
armonía del deseo sexual. La sexualidad humana sería luego llama-
da [equivocadamente] <perversa> si esta consistía en el deseo por
objetos parciales. Seria [equivocadamente] llamada <adulta> si
esta consiste en un deseo por los objetos totales. Aquí es donde
estalla el pandemónium. Resulta ser que la pulsión sexual está
constituida por <pulsiones parciales>. La sexualidad humana
siempre será el producto del deseo sexual. Este deseo sexual es
siempre despertado por la presencia ilusoria en el otro de la <pe-
queña(a)> que no es precisamente un objeto total. Así la teoriza-
ción Kleiniana de <parcial y total> termina en una controversia sin
solución.
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Capítulo 7
EL <OBJETO TRANSICIONAL>

El objeto que calma la angustia de separación

Donald Winnicott introdujo en 1951 en la Sociedad Psicoanalítica


Británica su teorización del objeto transicional26. Winnicott había
observado el apego del niño a ciertos objetos de su entorno espe-
cialmente a su pequeña cobija o su osito de peluche. El observó que
la presencia de este ‘objeto-cobija’ y ‘objeto-peluche’ calmaban la
angustia de separación del niño pequeño, especialmente durante
las horas de dormir. El teorizó que estos objetos representaban a la
madre ausente. Se trata de un objeto construido por la subjetividad
del niño, en un espacio transicional que reemplaza a la madre en su
ausencia. Así pues este objeto es creado en un espacio intermedio
(transicional), entre un otro del inconsciente y un algo diferenciado
del sujeto. Winnicott lo llamó un <not-me possesion> es decir <un
algo que poseo, pero que no soy yo> 27.

Un objeto que poseo, pero que no soy yo

Winnicott insistió en que este objeto transicional no era un simple


objeto de identificación que pasaría a formar un objeto interno. Por
eso insiste en que este objeto, es una construcción que el sujeto
posee, pero que sabe <no soy Yo>.Este objeto a la vez representa y
está en el lugar de un otro ausente. Los fenómenos u objetos transi-
cionales refieren a un objeto intermedio (transicional) que tiene
<cualidad de ausencia>. Esta cualidad de ausencia, acerca este ob-
jeto transicional al concepto del <objeto-(a)> de Lacan, que es bási-
camente un objeto ausente. Pero no es el objeto-(a), ya que el obje-
to transicional de Winnicott tiene un función completamente
diferente: la cual es, la de calmar la angustia de separación del ni-

26 Donald Winnicott (1951): Objetos transicionales. Aparece en ‘Realidad y


juego’ Buenos Aires, Galerna, 1972.
27 Donald Winnicott (1951): <posesión no-yo>. Aparece en ‘Escritos de

pediatría y psicoanálisis’ Barcelona, Laia, 1979.


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ño. Las personalidades con patología narcisista grave por haber


experimentado serios déficit de cuidados maternos, encuentran
<dificultades para crear el objeto transicional>. No lo tienen. Esto
los deja a merced de una mayor angustia de desamparo e indefen-
sión. Winnicott solía decir que estas personalidades narcisistas
patológicas hacen síntomas y no hacen objetos transicionales.
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Capítulo 8
EL OBJETO <ADHESIVO>

Sobre la naturaleza del objeto adhesivo

Refiere a un objeto que tiene existencia en las etapas más


tempranas del desarrollo de la psique. El objeto adhesivo es ante-
rior a la aparición del objeto transicional, el cual como ya he dicho
en el capítulo anterior fue descrito por Donald Winnicott. Por lo
tanto es anterior a la aparición de los mecanismos esquizoparanoi-
des. Donald Meltzer y Esther Bick proponen por separado, a finales
de la década de los años sesenta (Bick) 28 y a comienzos de los años
setenta (Meltzer) 29 la descripción de lo que ellos llamaron el ‘Objeto
adhesivo’.

Como un punto previo es necesario aclarar que los meca-


nismos de introyección y proyección son los que van a constituir los
espacios virtuales psíquicos (Freud) 30 en los que se distribuyen <las
representaciones del objeto>. Luego aparece el mecanismo de la
identificación el cual se presenta de tres tipos: identificación: ad-
hesiva, introyectiva y proyectiva.

La identificación adhesiva

Este tipo de identificación ocurre cuando existen dificulta-


des para el establecimiento de la vivencia de un espacio psíquico
interno. La aparición de este espacio psíquico es lo que origina la
percepción de lo propio [mundo interno] y lo ajeno [mundo exter-
no].31 Es importante insistir en que ambos espacios <interno y

28 Esther Bick (1968). The experience of the skin in early object relations.
IJPA (1968) Hogarth Press, London.
29 Donald Meltzer (1972) Identificación Adhesiva. Aparece en Exploración

del autismo, Paidós (1979)


30 Sigmund Freud (1900) Interpretación de los sueños. OC Amorrortu

Editores. BA (1967)
31 Sigmund Freud (1939): En el ‘Esquema del Psicoanálisis’ Freud dice en

el capítulo 9 [pág. 207] lo siguiente: “Un fragmento del mundo exterior ha


P á g i n a | 40

externo> son <espacios psíquicos virtuales> del sujeto. Con la apa-


rición de estos espacios se inicia la vivencia de interioridad, es decir
aparece el espacio psíquico para las identificaciones. Estas identifi-
caciones van a ser fundamentalmente identificaciones introyectivas
y proyectivas. En el caso de la estructura adhesiva la dificultad con
la creación subjetiva de este espacio psíquico interno provoca un
vínculo de <pegoteo> pegado al objeto de percepción [algo en la
superficie del espacio psíquico] que da origen a un tipo especial de
identificación que se ha llamado ‘identificación adhesiva’.

Los espacios relativos

En las primeras semanas de la vida, previo a esta etapa de


identificaciones y de aparición de un espacio psíquico, la primitiva
vida psíquica del niño obedece a mecanismos biológicos neuronales
de tipo cenestésicos (sensaciones). En ese momento la madre no es
percibida con separada del niño. Es la etapa de ausencia de discri-
minación entre el yo y el no-Yo. Por lo tanto es previa al periodo de
la discriminación sujeto/objeto. En este momento no existe aún en
la psique del bebe un objeto continente (o contenedor) de las an-
siedades del niño. Por lo tanto la angustia primitiva de tipo aniqui-
latoria y catastrófica debe ser contenida de alguna forma o manera.
El contacto del niño con el objeto de percepción es de piel a piel. La
naturaleza de este contacto es de superficie, es bidimensional. No
está sometido al proceso de catéxia libidinal con su consecuente
introyección y creación de un espacio interior. No aún. Como he
dicho no existe la discriminación entre Yo y el objeto. Por lo tanto
la relación con el objeto es sensorial, de contacto, de adhesión al
objeto. No ha aparecido aún la vivencia de un espacio psíquico. La
angustia es de aniquilación.

Bick y Meltzer

Para esta experiencia del bebe Esther Bick propone a la piel


como un límite del Yo, describe a la piel como un continente de

sido signado como objeto, al menos parcialmente y a cambio por identifi-


cación es acogido en el interior del Yo. Es decir ha devenido ingrediente
del mundo interno”.
P á g i n a | 41

estas ansiedades. Ella encontró que la presión sensorial de ciertos


objetos que llamó adhesivos (sábanas apretadas al cuerpo, chaque-
tas de cuero apretadas al cuerpo, abrazos fuertes al cuerpo) servía
de continente a estas intensas angustias de aniquilación y catástro-
fe en el adulto. Propone que esas sábanas, chaquetas y abrazos
forman una ‘segunda piel’ que es contenedora de ansiedades. De
allí surge su teoría de la ‘segunda piel’.

Donald Meltzer describió por separado un mecanismo simi-


lar de ‘apego adhesivo’ a ciertos objetos. El presentó la cualidad
espacial bidimensional y la temporal circular, en donde el tiempo
no progresa. La relación del niño con este objeto de superficie, él lo
llamó ‘objeto adhesivo’. Es un objeto al cual el adulto tiene que es-
tar ‘pegado’. Esther Bick hizo más énfasis en la cualidad que tiene
la piel de <contener las ansiedadesy a esta ‘función psíquica conte-
nedora’ la llamó, como ya he mencionado, la llamó ‘segunda piel’.
Meltzer hizo más énfasis en la ‘naturaleza adhesiva’ del objeto. A
veces se suele decir: ‘pegado como una estampilla al sobre’. Poste-
riormente Margaret Mahler en Nueva York, Didier Anzieu 32 en
París y Thomas Ogden33 en San Francisco, ofrecieron nuevas des-
cripciones y versiones de este concepto adhesivo temprano relacio-
nado con la piel.

Las carencias afectivas

En algunos niños con serias dificultades tempranas con se-


rias carencias afectivas y deficiencias biológicas (como deficiencias
en los órganos de la percepción) el mecanismo de introyección y
proyección se obstaculiza, impidiendo la aparición del espacio
psíquico, que va a habilitar el espacio para las identificaciones. Es-
tos niños crecen con dificultades de vivenciar el espacio virtual
psíquico subjetivo interno. Se desarrollan espontáneamente con
mecanismos adhesivos, los cuales son mecanismos primitivos. Son
mecanismos diferentes a la dependencia infantil con el objeto de
amor. Se parecen más a las relaciones simbióticas con el objeto.

32Didie Anzieu (1986): El Yo piel. París, Dunod, (1986).


33Thomas Ogden (1986): The Matrix of the Mind. Aronson, NY y London,
Karnac (1986).
P á g i n a | 42

Pero no lo son, ya que en la relación simbiótica ambos objetos ob-


tienen algún beneficio [uno del otro]. En la relación adhesiva solo
un objeto se beneficia, el otro objeto simplemente está pegado.

Espacio topológico y el lugar del objeto

Pero volvamos atrás un poco y revisemos de nuevo. Freud en ‘La


interpretación de los sueños [1900] y en ‘El Yo y el Ello’ [1923] su-
giere que deberíamos pensar las instancias del psiquismo a la ma-
nera de ‘espacios virtuales’. Estos espacios que de forma simplifica-
da llamaremos <interno y externo> se constituyen en un sistema de
relaciones cuyo lugar se define por las posiciones relativas del obje-
to. La introyección y luego la proyección son mecanismos que van a
constituir el espacio relativo subjetivo del adentro y del afuera.
Freud plantea en ‘Los instintos y sus vicisitudes’ [1915] que el ‘prin-
cipio del placer’ regula de forma automática los montantes de
energía.34 Aparecen los mecanismos primitivos de ‘aceptación y
no-aceptación’ que luego se llamaran de introyección y proyección.
Con estos mecanismos primitivos se comienza a diferenciar dos
espacios relativos [topológicos] que remiten a la idea subjetiva de lo
<interno y lo externo>. La sensación de placer [monto de carga no
excesiva] se vivencia como <adentro> y lo que es displacer [monto
de carga excesiva] se vivencia como <afuera>. Estos espacios relati-
vos [topológicos] son subjetivos ‘representaciones psíquicas’ am-
bos. Lo importante entonces es que ambos espacios <interno y ex-
terno> son representaciones psíquicas de lo que comúnmente
llamamos ‘realidad interna’ y ‘realidad externa’.

Así pues la realidad externa no es más que un espacio topológico


que habita en nuestra mente [lo subjetivo de toda experiencia].
Esto no lleva a una inevitable pregunta. ¿Qué es entonces el mundo
exterior? Podría responder que es dos cosas a la vez. Por un lado el
mundo exterior no es más que nuestra propia proyección, la subje-
tividad, la transferencia [según Freud] y por otro lado, el mundo
exterior es un algo que existe, sin contar con nuestra participación.

34 Sigmund Freud (1915): El instinto y sus vicisitudes. Vol. 14. Página 116.

SE, London 1967


P á g i n a | 43

Jacques Lacan lo llamó ‘Lo Real’. Es decir aquello que existe fuera
de nuestra consciencia [fuera de nuestra percepción]. Lacan decía:
<no atravesado por el significante>. Es aquello con lo cual trope-
zamos [sin darnos cuenta] pero que al tropezarlo es captado por
nuestros órganos de los sentidos y en ese momento [al percibirlo]
lo transformamos en la <la realidad externa> [deja de ser Lo Real]
la cual siempre será subjetiva. Lacan fue más allá aún y teorizó mu-
cho sobre ‘Lo Real’ encontrando que por un lado está más allá de
nuestra percepción y por otro lado, también está más allá de lo re-
primido inconsciente. En ese más allá del Inconsciente donde está
el ‘Das Ding’ Freudiano [La Cosa].

Esto nos permite afirmar que lo proyectado ‘afuera’ no es más


que una proyección hecha en un <objeto interno propio> que es
percibido subjetivamente por el Yo <como externo>, pero que no es
más que una representación del objeto dentro de la misma psique.
Es decir un objeto que ocupa un lugar relativo topológico. No existe
un adentro y un afuera geográfico, sino topológico. Así pues la his-
toria de la constitución de <lo interno y lo externo> del sujeto
humano está determinada por el principio del placer-displacer.

Una viñeta clínica ilustrativa

Una paciente de treinta años quien sufría de intensas ansiedades


de separación solía estar muy pendiente de los minutos antes de ser
la hora de terminar la sesión. Me decía: ‘tengo que irme’. Era ella la
que terminaba la sesión. Al interpretarle su temor de que fuera yo
el que le pusiera fin a la sesión, ella me respondía ‘que eso le resul-
taría insoportable’. Cada día el final de sesión ocurría en ella una
sensación de vacío en el centro del pecho con gran ansiedad. La
separación le era traumática. Las ansiedades antes de la separación
por vacaciones eran terribles. Lo curioso era que una vez realizada
la separación [por vacaciones] al día siguiente <yo dejaba de existir
en su mente>. Dejaba de ser un objeto adhesivo que podía contener
sus ansiedades. Esto era así, porque al día siguiente, ella ya había
conseguido <otro objeto adhesivo> con el cual podía reorganizar
sus funciones mentales al contener sus ansiedades. En este tipo de
personas el espacio psíquico es muy inestable. Poco apto para la
P á g i n a | 44

introyección de objetos. Por lo tanto viven exclusivamente debido


<a su apego adhesivo> a un objeto del mundo exterior que ella hac-
ía suyo.

Estas estructuras adhesivas carecen de interioridad y de


proyecto de futuro. La intensidad del mecanismo de la represión es
muy débil y las relaciones de objeto son adhesivas y simbióticas.
Para soportar las separaciones breves necesitan saber que ‘son pen-
sadas por el otro’. Son muy difíciles de modificar con el análisis. Es
una estructura producida por una seria patología de carencia tem-
prana, la cual no tiene compongo. Son análisis interminables que
requieren de una presencia adhesiva permanente del analista. 35

35 Esta breve cita está basada en un largo caso presentado por mí en


1979 titulado: ‘La aparición del espacio psíquico: un estudio sobre
el proceso introyectivo temprano’, inédito.
P á g i n a | 45

Capítulo 9
EL <OBJETO BIZARRO>

Sobre la naturaleza del <objeto Bizarro>

La teoría del <objeto bizarro> fue introducida al Psicoanáli-


sis por el psicoanalista inglés Wilfred Bion en su libro ‘Volviendo a
pensar’ (1957). Bion plantea que el <objeto bizarro> está constitui-
do por partes de la mente proyectadas en el objeto <externo>. En-
tiendo que con esto Bion ‘quiere decir proyectado’ en la <represen-
tación mental> que el sujeto tiene del objeto externo. El objeto
externo [su representación mental] adquiere así las características
de las partes o <partículas> proyectadas.

Las partes proyectadas

Estas partes proyectadas pueden ser los aspectos persegui-


dores del propio Sujeto proyectados en la representación del objeto.
El objeto externo escogido pasa a tener las características y funcio-
nes de las <partes proyectadas> del Sujeto. El paciente pasa a rela-
cionarse con <el objeto externo> de una manera especial determi-
nada por la naturaleza de la proyección que ha tenido lugar. Esto
ocurre en pacientes con <un funcionamiento psicótico> en donde
los objetos externos <tienen vida propia> asignada por el paciente
en sus proyecciones. Bion utilizaba el concepto de <parte psicótica
de la personalidad> para referirse a este tipo de pacientes. Ese ob-
jeto resultante de las proyecciones [en la representación mental]
del <objeto externo> es llamado <objeto bizarro>.

El objeto tiene una existencia propia

Dice Bion: ‘Los fragmentos expulsados del aparto percep-


tual continúan con una existencia alienada como <objetos biza-
rros>. Penetran con omnipotencia en un objeto externo para for-
mar un objeto particularmente persecutorio. Cada partícula se vive
como si consistiera en un objeto externo real encapsulado en un
trozo de personalidad que la ha englobado. Por la repetida evacua-
P á g i n a | 46

ción de estas partes de su psique <el pensamiento del esquizofréni-


co> y su capacidad de prestar atención a la realidad se desmontan
cada vez más. La acumulación de objetos bizarros construye un
mundo egocéntrico persecutorio donde el esquizofrénico está des-
tinado a quedar atrapado. 36

36
Wilfred Bion (1957): Volviendo a pensar. Editorial Paidos. Buenos Ai-
res.
P á g i n a | 47

Capítulo 10
EL <OBJETO ANACLÍTICO>

Algo más sobre el <narcisismo>

Por Ernest Jones sabemos que Freud utilizó por primera vez
el termino <narcisismo> en la reunión de la Sociedad Psicoanalíti-
ca de Viena, el día 10 de Noviembre de 1909. 37 Ese día, él dijo: …el
narcisismo es una etapa intermedia en el pasaje del <autoerotis-
mo> al <haloerotismo>. Esto coincide con el texto que él escribió
posteriormente en el caso del Presidente Schreber. 38 En ese texto
sobre Schreber, Freud dice: …‘investigaciones recientes han dirigi-
do nuestra atención a una etapa en el desarrollo de la libido, en la
cual, ésta del autoerotismo, pasa --al amor objetal—y esta nueva
etapa ha recibido el nombre de narcisista’.

Las contradicciones e imprecisiones

Está claro que Freud nos deja con ciertas inconsistencias y


contradicciones teóricas. Los tres conceptos presentados por
Freud: La relación de ‘objeto narcisista primario’, el ‘autoerotismo’
como algo primario y luego la idea del ‘narcisismo primario’ son
descritos como mecanismos primitivos de la mente y a la vez simi-
lares entre sí. Pero en la descripción de estos mecanismos encuen-
tro ciertas contradicciones como cuando dice 39: La ‘escogencia nar-
cisista de objeto’ refiere al ‘sujeto que se toma a sí mismo’ o a
alguien ‘que lo representa’ como el ‘objeto de amor’. Pero a la vez ‘la
escogencia de objeto narcisista’ refiere a la necesidad de ser amado
por el otro’, lo cual implica una catéxia al otro y una escogencia de
objeto [no narcisista].

37
Michael Balint (1960): Primary Narcissism and Primary Love. Psychoa-
nalytic Quarterly. Vol. 29: 6-43, 1960.
38
Sigmund Freud: Caso Schreber Obras Completas, Amorrortu Editores.
39
Sigmund Freud: La pulsión y sus vicisitudes. Obras Completas, Amo-
rrortu Editores.
P á g i n a | 48

En las descripciones más antiguas 40 parece que la ‘escogen-


cia anaclítica’ es anterior a la ‘escogencia narcisista’. Posteriormen-
te 41 42como consecuencia de establecer una diferencia entre la ‘libi-
do narcisista’ y la ‘libido objetal’ se reordenan las ideas y se plantea
que la ‘escogencia de objeto narcisista’ es anterior a la ‘escogencia
de objeto anaclítica’ que es posterior 43. Allí se plantea la teoría de la
‘escogencia objetal’ y aparece una ‘escogencia de objeto narcisista’ y
otra ‘anaclítica’. 44 Freud plantea que la escogencia de ‘objeto narci-
sista’ remite a una ‘escogencia objetal’ con un objeto similar a si
mismo [con los objetos de identificación primaria]. En cambio la
escogencia de ‘objeto anaclítica’ remite a un objeto el cual ha reci-
bido catéxia objetal <un objeto de necesidad para la superviven-
cia>. Es una escogencia dice Freud: ‘que sigue el camino de la nece-
sidad narcisista de supervivencia y se une al objeto de satisfacción
de esas necesidades’. Lo llama ‘escogencia anaclítica de objeto’ a
diferencia de la ‘escogencia narcisista de objeto’.

Lo fundamental del <objeto anaclítico>

La característica más importante de esta relación de ‘objeto


anaclítica’ a mi entender es la siguiente: <el objeto anaclítico deja
de tener importancia para el sujeto, tan pronto sus necesidades de
supervivencia están satisfechas>. Por ejemplo el <pecho materno>
como fuente de leche, afecto y de alimentación, es muy valioso solo
cuando el bebé tiene hambre y angustia. Al ser satisfechas sus nece-
sidades alimenticias, el <pecho> pierde todo valor e importancia
para ese bebé ya satisfecho. Ese tipo de relación de objeto es llama-

40
Sigmund Freud (1903): Tres ensayos sobre una teoría sexual. OC Amo-
rrortu Editores, 1967.
41
‘Conferencia’ número 26 de 1917, luego aparece en el texto ‘El Yo y el
Ello’ de 1923. Y por último en el ‘Esquema del Psicoanálisis’ de 1938.
42
Sigmund Freud (1914): Introducción al narcisismo. SE Vol. 14
43
Sigmund Freud (1905): ‘Tres ensayos para una teoría sexual’. El sub-
capítulo dedicado a la organización pre-genital de la líbido fue agregada al
texto original en el año de 1915 (Según James Strachey).
44
Estas ideas aparecen en el trabajo titulado ‘El Yo y el Ello’ de 1923 y
luego en ‘Los tipos libidinales’ de 1927.
P á g i n a | 49

da <anaclítica>. Es de naturaleza narcisista en la medida en que


ese mecanismo es propio de los mecanismos primitivos de la mente
y opera con los objetos parciales.

La permanencia de la <relación anaclítica>

Las experiencias con el pecho y la dialéctica satisfacción


frustración van a determinar el predominio de una u otra tipo de
experiencias. Si predominan las de frustración es posible que el
mecanismo de relación de objeto <anaclítico> se mantenga en el
tiempo. La escogencia de objeto sexual y la naturaleza narcisista de
esta escogencia explica la característica natural <anaclítica> de esa
relación con el objeto del deseo sexual en ambos sexos. La angustia
aparece solo cuando aparece nuevamente <la necesidad> del obje-
to, el cual es encontrado, se satisface la necesidad y luego desapare-
ce el interés. Con el objeto del amor usualmente la característica
anaclítica cede a otro tipo de relación que mantiene constancia ob-
jetal con el objeto de amor.

Una psicopatología <anaclítica>

En el movimiento psicoanalítico americano [USA] el con-


cepto de <psicopatología anaclítica> se ha desarrollado desde los
años setenta. Todos sabemos que la presencia predominante en
una persona de la <relación de objeto anaclítica> produce dificul-
tades para mantener las relaciones sociales y amorosas estables por
cierto tiempo, debido precisamente a la pérdida de interés en el
<objeto anaclítico> una vez satisfecha <la necesidad>. Este tipo de
personas que usan este mecanismo a veces se acompaña con difi-
cultades para sentir y expresar sus emociones. Esto dio pie para
proponer [en USA] desde el punto de vista fenomenológico [al esti-
lo del DSM IV] una <psicopatología anaclítica>. Así encontramos
los estudios epidemiológicos y clínicos de la prestigiosa ‘Clínica
Menninger’ y otros estudios en la también prestigiosa clínica de
<Austin Riggs center> en Massachusetts.

Así encontramos por ejemplo ‘un estudio de seguimiento’ de


noventa pacientes en tratamiento prolongado de Psicoanálisis defi-
P á g i n a | 50

nido por [cinco veces por semana] y otros con Psicoterapia psicoa-
nalítica definido por [dos o tres veces por semana]. Ya este criterio
de definir una terapia de la otra, en base a la simple frecuencia, es
muy cuestionable. Ese estudio 45 46 divide a los noventa pacientes en
dos grupos: los <anaclíticos> y los <introyectivos>. Con esto se
refieren a <los anaclíticos> como pacientes con problemas del afec-
to, problemas con la capacidad de intimidad y problemas para sos-
tener las relaciones interpersonales por largo tiempo. Los <intro-
yectivos> son personas con problemas de ideación, de obsesiones,
preocupados por su rabia y agresividad y por saber quiénes son.
Este estudio y este enfoque lo encuentro más fenomenológico que
psicoanalítico y no ofrece mucha novedad sobre el problema teóri-
co, ni clínico, del estudio del <vínculo anaclítico>.

Al final, el estudio concluye con la sugerencia de que los


<introyectivos> responden mejor a la terapia de cinco sesiones
semanales y los <anaclíticos> responden mejor a la terapia de tres
o dos sesiones por semana. Las argumentaciones intra-psíquicas de
los mecanismos que contribuyen a esta evolución del tratamiento y
a este epilogo no se ofrecen en el trabajo.

45 Sidney Blatt and Richard Ford: ‘The Assessment of Change during the

Intensive Treatment of Borderline and Schizophrenic Young Adults’ in


‘Psychoanalytic Psychology’ 5: (2) 127-158, 1988 [Menninger Clinic].
46 Sidney Blatt and Shula Shichman: ‘Two Primary Configurations of Psy-

chopathology’. in ‘Psychoanalysis and Contemporary Thought’ 6: (2) 187-


254, 1983 [Austin Riggs Center]
P á g i n a | 51

Capítulo 11
EL <OBJETO ESCINDIDO>

Sobre la Spaltung y la naturaleza del objeto escindido

El concepto de Escisión refiere a un mecanismo psíquico


descrito por Sigmund Freud desde sus primeros escritos en 1895.
Ya desde ‘Los Estudios sobre la Histeria’ Freud utiliza el vocablo
alemán <Spaltung> y se usa originalmente para designar la esci-
sión fundante de la Psique al establecer los sistemas consciente e
inconsciente a través de la aparición de la <Spaltung> o <escisión
primaria>. Desde entonces este mecanismo se refiere a un algo que
divide. En inglés se utiliza la palabra <splitting> para referirse al
mismo concepto y en español se han consagrado cuatro términos
diferentes con el mismo significado: <escisión, clivaje, desgarradu-
ra y disociación>. En la obra de Freud se pueden precisar tres
momentos en los cuales este concepto es revisado.

Tres momentos en la evolución del concepto

Es necesario rastrear primero la evolución del concepto en


Freud. He encontrado que Freud lo usa en 1895 en ‘Estudios sobre
la Histeria’ cuando introduce el concepto de la <Spaltung> como
mecanismo fundante de la personalidad. Segundo lo usa en 1927
en el artículo sobre el Fetichismo, cuando Freud se refiere a la
<desmentida>, llamada algunas veces en español <renegación> y
llamada originalmente en alemán <verleugnung>. Y tercero lo usa
en 1939 en el ‘Esquema del Psicoanálisis’ cuando define a la <esci-
sión del Yo> como una división en dos partes opuestas, coexis-
tiendo simultáneamente, sin que entren en conflicto y por la tanto
sin la necesidad de aparezca el mecanismo de la formación del
síntoma. Como ejemplo de esta <escisión del Yo> Freud señala la
dualidad del Yo frente al problema de la castración materna, cuan-
do a la vez, ésta es perfectamente reconocida y a la vez completa-
mente ignorada. Freud plantea que se trata de ‘una partición sin
línea de conflicto aparente’ en el seno de una misma estructura (se
refiere a la instancia psíquica del Yo, Ego).
P á g i n a | 52

‘Escisión del objeto’ y ‘Escisión del Yo’

Esta escisión del Yo ocurre de la siguiente manera. Frente a


las exigencias pulsionales la función sintética del Yo se encuentra
sometida a toda una serie de perturbaciones. El empuje pulsional
exige satisfacción de pulsión, es decir la descarga de energía pul-
sional. A la vez la tensión intra psíquica derivada de las exigencias
opuestas, entre la demanda pulsional y las prohibiciones que deri-
van de los ideales, colocan al Yo en una situación de conflicto. En
una situación como esta, la síntesis entre ambas exigencias se hace
imposible. Freud habla de una <desgarradura del Yo> [que coinci-
de con el concepto de escisión] como solución para alguna de estas
exigencias contradictorias. En algunos casos estas contradicciones
(que llamaremos conflicto psíquico) se resuelven por vía de la for-
mación de síntoma y en otros casos se resuelve por vía de la desga-
rradura, es decir de la escisión vertical. Aquí aparece la idea de la
escisión del objeto y la escisión del Yo. Ahora bien, siendo el objeto
introyectado <parte del Yo>, entonces esta solución de la desga-
rradura incluye al objeto y al Yo. Por eso propongo que termina
siendo una solo operación psíquica. Se trata de posiciones relativas
del Objeto y del Yo.

Aspectos de la escisión ‘horizontal y vertical’

En ambos casos la solución a las exigencias contradictorias


o conflicto psíquico, ya sea por vía del síntoma (escisión horizon-
tal) o de la desgarradura (escisión vertical) se introduce un cierto
grado de pérdida del ‘sentido de realidad’ en el sujeto. Queda claro
la propuesta de Freud: toda vez que se recurre al mecanismo de la
escisión del Yo (que incluye inevitablemente la del objeto) sea esta
vertical u horizontal, el Yo pierde cierto grado del sentido de reali-
dad.

En el trabajo de 1927 sobre el Fetichismo Freud plantea la


escisión del objeto de una manera muy específica y precisa. Toda
vez que el Yo recurre al mecanismo de la escisión vertical (desga-
rradura del Yo) en relación a la castración materna (presen-
cia/ausencia del Falo materno) estamos en presencia de un meca-
nismo propio de las estructuras perversas y que este mecanismo
P á g i n a | 53

conlleva también una cierta parcial magnitud de la <pérdida de la


realidad>.

¿Escisión o represión?

En el estudio del tema de la escisión del Yo es inevitable que


surja esta pregunta. Cuando el Yo se encuentra ante la tensión de
un conflicto psíquico y desea rechazar uno de los elementos del
conflicto, podría utilizar el recurso de la represión. Esto nos lleva a
preguntarnos lo siguiente: ¿Qué diferencia existe entre la escisión y
la represión? En 1939 en el ‘Esquema del Psicoanálisis’ Freud dice
lo siguiente:...’La diferencia entre los dos casos es esencialmente
topográfico. No es siempre fácil precisar de cuál de las dos eventua-
lidades se trata en cada caso en particular’. Este punto quedará
más claro en el próximo acápite.

Tres destinos de lo escindido

(1) Primer destino: la represión. El mecanismo de la represión


refiere a un contenido del Yo que es separado, desgarrado de este
Yo y luego ubicado fuera de la consciencia en el sistema inconscien-
te. Allí estos contenidos (significantes) pasan a formar parte de lo
reprimido inconsciente y de su investidura pulsional, siguen exi-
giendo satisfacción. Por lo tanto el empuje pulsional precipita ine-
vitablemente a una solución negociada: la formación del síntoma.
En caso de que las defensas sean exitosas en controlar la exigencia
pulsional y mantener lo reprimido, estas defensas que no hacen
síntoma pasan a constituir carácter, lo que he llamado <síntasma>,
es decir una parte de la manera de ser del sujeto. Así el mecanismo
de la represión utiliza el mecanismo de la escisión horizontal del
objeto y por ende del Yo para sacar de consciencia los contenidos
no deseados.

(2) Segundo destino: la desmentida. El mecanismo de escisión


vertical [desgarradura] refiere a una división del Yo que permite la
coexistencia de dos partes --una al lado de la otra-- separadas como
decía Freud ‘por una tenue línea divisoria’. Por lo tanto esta esci-
sión al no utilizar la represión, no precipita la formación de sínto-
ma. Esta desgarradura del Yo (escisión vertical) <sin conflicto apa-
P á g i n a | 54

rente> testimonia la coexistencia de dos partes que se ignoran una


a otra. Esta escisión vertical siempre termina por fracasar, revelan-
do el contenido de una parte, a la otra, para gran sorpresa del suje-
to. Es importante destacar que ambos aspectos escindidos se man-
tienen dentro de la estructura del Yo.

(3) Tercer destino: la proyección. El mecanismo de la escisión


vertical tiene otro destino adicional. Me refiero a la escisión y pro-
yección de los contenidos escindidos del Yo. El rechazo de ciertos
contenidos (significantes) que producen sufrimiento psíquico en el
sujeto, pueden ser ilusoriamente externalizados y proyectados en
una representación psíquica propia [que corresponde a un objeto
aparentemente ajeno al Yo]. Sin embargo este objeto aparentemen-
te externo, que ofrece una alteridad al Yo, es percibido y construido
(catéxia) como una representación. Es allí en esa representación del
otro (del inconsciente) donde se va a ubicar el contenido escindido
y proyectado. El Yo lo percibe como ajeno, sin embargo nunca ha
salido de la estructura [mental] del Yo. Es una ficción de externali-
zación. Sin embargo, operativamente funciona de manera diferen-
te, al caso de la escisión vertical con coexistencia simultánea de las
dos partes en el Yo.

‘Escisión del Yo’, ‘del objeto’ y ‘del sujeto’

(a) La primera es la escisión del Yo. Esta idea es la que ha sido


fundamentalmente considerada en el acápite anterior

(b) La segunda es la escisión del Objeto: El Yo es una estructura


que se ha constituido como efecto del mecanismo de las identifica-
ciones narcisistas (eje imaginario) y Edípica (eje simbólico). El pre-
cipitado de estas identificaciones con el otro [como objeto de iden-
tificación] pasa a constituir la estructura del Yo. Dicho de otra
manera: el <Yo> [Ego] está constituido por objetos de introyección
e identificación, por lo tanto, la <escisión del objeto> va a producir
inevitablemente <la escisión del Yo>.

(c) La tercera es la Escisión del Sujeto: Este concepto refiere a la


Spaltung original, descrita por Freud en 1895. Rescatada por Lacan
al introducir afirmativamente su propuesta estructural de la teoría
P á g i n a | 55

del significante y de la constitución del sujeto. Es un mecanismo


psíquico, fundante del sujeto, quien desde ese momento va a que-
dar dividido para siempre, con una instancia psíquica inconsciente.
Esta propuesta Freudiana deja establecida en forma inequívoca que
el ser humano carece de toda unidad psíquica. Los mecanismos que
buscan la armonía y la unidad psíquica ‘tal como la función sintéti-
ca del Yo’ no son más que intentos incompletos e insatisfactorios
del< Yo> de lograr la coexistencia de contradicciones y paradojas
en el seno de la estructura. La mente humana siempre estará divi-
dida y somos donde no pensamos [en el inconsciente]. Para el psi-
coanálisis somos fundamentalmente sujetos del inconsciente.

Una revisión [una vez más] del <estatuto del objeto>

El estudio del ‘estatuto del objeto’ en psicoanálisis se ordena, como


ya he presentado más arriba al comienzo de este trabajo, desde dos
registros fundamentales: (a) Desde el registro del objeto de la pul-
sión y (b) Desde la dialéctica de la presencia/ausencia del objeto
que refiere al ‘objeto ausente’.

Primero, como <objeto de pulsión>: Según este registro <obje-


to> en teoría psicoanalítica sería entonces <todo aquello a lo cual
el Yo le ha investido catéxias>. Es decir el Yo ha realizado una in-
vestidura de energía psíquica pulsional. Toda cosa, pasa a ser obje-
to y a tener representación psíquica, gracias a la investidura de
energía pulsional (catéxia). Por lo tanto el encuentro, el contacto y
la construcción del mundo para el sujeto no pueden dejar de ser un
fenómeno completamente subjetivo. Cada sujeto hace la investidu-
ra al objeto según la ley del deseo (estableciendo su subjetividad).

Segundo como <objeto ausente>: El objeto en psicoanálisis es


fundamentalmente el objeto perdido. El encuentro inaugural con el
objeto (el pecho, la mirada, la voz) que inevitablemente luego se
pierde marca el destino del hombre quien pasará su vida buscando
incansablemente el objeto perdido. Lo encontrará en ficción [tran-
sitoriamente en los episodios de amor y odio pasional] para perder-
lo inevitablemente de nuevo. En muchos pasajes de su obra, Freud
reduce la cuestión del objeto en psicoanálisis a la del objeto perdi-
do. En el juego del carretel el niño pone en acto la dialéctica de la
P á g i n a | 56

presencia/ausencia del objeto y sirve de modelo para la compulsión


a la repetición, búsqueda interminable del objeto perdido. El en-
cuentro inicial con el objeto deja un registro gracias a los mecanis-
mos de la introyección e identificación. Si tomamos como modelo la
relación del niño con el pecho materno, esta presencia con su oferta
de alimentación, inevitablemente va a sufrir de la dialéctica de la
presencia/ausencia, convirtiendo al objeto en un objeto perdido. De
allí en adelante todo encuentro con el objeto, no será más que un
re-encuentro.

Material Clínico ilustrativo

Caso 2:

Se trata de una paciente que tiene conmigo seis años en análisis,


cuatro veces por semana. Esta sesión que voy a narrar es la sesión
del día viernes, pero en las tres sesiones anteriores a esta, la
paciente ha traído un material con una situación inesperada para
ella: El día lunes [inmediato anterior] es un día en el cual no tiene
sesión y ella recibe una llamada telefónica del padre pidiéndole un
préstamo de una gran cantidad de dinero. Ella le pregunta de que
se trata y el padre responde que ‘es una necesidad que él tiene y que
ya le explicará posteriormente con más calma’. Ella se sorprende
ante esta llamada telefónica y se muestra reacia al pedido. Ambos --
la llamada y el pedido del padre-- le han caído mal.

Este pedido repite circunstancias anteriores de su vida, cuando


era hija única. Ella es una mujer casada con 45 años de edad con un
matrimonio intacto. Tiene tres hijos ya adultos. En la historia de su
vida el padre siempre ha sido descrito en su análisis como un ‘ser
tramposo, estafador y fracasado’ [este es el significante padre]. Sin
embargo, este mismo hombre, es el padre a quien ella expresa
querer a veces y despreciar otras. En cierta forma a ella le gusta
mantener a esta figura, como la de un padre valioso. Este pedido de
dinero le recuerda otros momentos de la historia de su vida.
Cuando tenia diez años de edad y su padre quedó en la ruina. Este
tuvo que vender todas las propiedades que tenía: el automóvil y el
apartamento, dejando a su hija y a su esposa abandonadas en la
calle, quienes lograron refugiarse en la casa de los abuelos
P á g i n a | 57

maternos. El padre no enfrentó el problema y desapareció de sus


vidas por varios meses.

La llamada telefónica le cayó muy mal. Ella piensa que


finalmente tendrá que prestarle el dinero pues el no tiene a quien
más acudir. Está molesta y dice “que se lo va a poner difícil, que va
a hacer que él sufra, lo va a obligar a que la llame varias veces y le
entregará el dinero por partes, de manera que la pase mal y sufra
en la obtención de este dinero”. Queda claro para mí, que ella,
desde el primer momento ha decidido que si le prestará el dinero.
Un punto importante de la llamada del padre, es que este le pide,
que no le diga nada a su madre y la invita a la complicidad de un
secreto. Ella está de acuerdo en no decir nada a la madre. El padre
le ha dicho: “tu sabes como se pone tu mamá y hay que evitar eso”.
Todo este material lo trae ella a las sesiones de los días martes,
miércoles y jueves. Es algo que la tiene muy molesta y muy rabiosa.

Durante estas sesiones yo observé la forma en la cual ella se


relaciona con el objeto padre [significante padre]. Tal y como lo
trae a estas sesiones actuales, es la misma relación tal como ella se
relacionaba con ese ‘objeto paterno’ durante su infancia. Es una
relación ambivalente de rabia [despecio] y [aprecio] con el padre.
De gran molestia por recibir esta llamada de pedido de dinero y por
otro lado, me lo muestra como una figura importante para ella, una
figura de autoridad, invitándola como en otras oportunidades a la
complicidad. Cosa que ella acepta.

A todo esto, yo pienso, que ahora 37 años después, ella se


relaciona con el objeto padre [significante padre] de la misma
manera que lo hizo en su infancia. En mis intervenciones durante
estas tres ultimas sesiones, yo le muestro este aspecto de su
relación actual con la figura del padre y también la relación que
tiene con el vínculo antiguo infantil. Detrás de estas intervenciones
mías existe el pensamiento de que hay una oportunidad para ella de
actualizar (re-significar) el tipo de vínculo que tiene con el padre
actual.

Después de tener una simple indignación infantil quiere “hacerle


difícil el pedido y la obtención del dinero”. Ella podría intentar ver
P á g i n a | 58

¿de qué se trata ese préstamo? podría establecer un diálogo con su


padre y preguntarle cuál es su dificultad. ¿Será una inversión que
va a hacer? ¿Será una deuda que tiene y no halla como pagarla?
¿que pasa con él? Se trata de poder preguntar todo esto en vez de
repetir incesantemente una indignación (infantil) con el [signi-
ficante padre malo] que la deja en la pobreza. Además, ¿por que no
informar a la madre? ¿Por que no incluirla en este enorme drama
de la deuda paterna? ¿Por que mantener a la madre en la posición
de una niña que no puede ser informada de los problemas
familiares?

Al trasmitirle todas estas ideas ella se indigna conmigo. Se puso


muy brava, me decía que de alguna manera yo no entendía la
gravedad de lo que significaba informar a la madre, que ella no
podría soportar esa situación y que por lo tanto ella estaba en la
obligación de proteger a la madre. Ella pensaba que tenia una
semana entera para decidir lo que haría con respecto al pedido de
su padre, ya que este no la llamaría otra vez sino el próximo lunes.

Estaba claro para mí que la analizante estaba muy contrariada y


muy disgustada con su padre y a la vez conmigo. Yo le interpreto
que su rabia hacia mi esta basada en que <yo no la comprendo> y
me pregunto si en el fondo ella desea que <su padre la
comprenda>. Y yo le pregunto [‘Qué es lo que ella quiere que su
padre no comprenda’] Ella dice que no sabe, que se siente como
aturdida, como dando vueltas en el mismo punto, se siente como
un disco rayado, siente impotencia ante su relación con el padre. Se
siente caer en un punto muerto en donde la rabia y la indignación
es lo único que le da una orientación y lo que le indica como
proceder. Realmente ella no llega a establecer ninguna relación
transferencial negativa intensa conmigo. Solo en ciertos momentos
de las sesiones expresa toda esta rabia transferencial, pero yo diría
que fue resuelta y que cuando llega a la sesión del viernes no existe
una problemá-tica de transferencia negativa.

En la sesión del día viernes ocurre algo que es el motivo por el


cual este material clínico en relación al tema de ‘la escisión del
objeto’ se hace relevante. Es usual en ella llegar 15 o 20 minutos
antes de la hora y espera sola leyendo tranquilamente en la sala de
P á g i n a | 59

espera, hasta que llega su hora y yo la haga pasar. El analizante


anterior a ella sale por otra puerta. Por circunstancias de la vida
que en este momento yo me atrevería a llamar circunstancias del
azar, la persona que viene en la hora anterior a la de ella [paciente
B] es una mujer de 55 años que tiene a su padre anciano con una
enfermedad terminal, la cual está viviendo los últimos días de su
vida. Es verdad que este hombre anciano se está muriendo. Puede
que muera dentro de un mes, dentro de una semana u hoy mismo.
Para esta paciente de 55 años, su padre esta en sus últimos días.
Esta paciente durante las sesiones de las dos ultimas semanas esta
trabajando de forma muy dramática e intensa las dificultades que
tiene para aceptar la muerte de su padre. La dificultad consiste en
que ella se acusa cruelmente de no haber hecho lo necesario, ni lo
conveniente, para salvarle la vida, a su padre. Este padre [según
ella falsamente cree] se está muriendo por su culpa.

Ella desarrolla intensos autoreproches. Los sentimientos de


culpa inconscientes la hacen sentir sumamente atormentada. La
magnitud de estos sentimientos de culpa es tan fuerte y sus
autoreproches son tan resistentes y absurdos que me ha preocupa-
do la posibilidad de que esta paciente, que siempre la he
considerado una ‘neurótica narcisista grave’ haga un ‘episodio
psicotico transitorio’ [llamada or Meyer Gross ‘psicosis funcional’
pero no es un episodio esquizofrénico]. Para el día viernes en
cuestión esta paciente a quien llamaré Ana, había decidido llevar a
su marido a la sesión conmigo, cosa que ha hecho en muchas otras
oportunidades.

Cuando yo abro la puerta de la sala de espera y la paciente (B,


Ana) va a pasar a la consulta, me doy cuenta de que ese día ella ha
invitado a su esposo, sin haberlo consultado previamente conmigo.
Al verlo allí pienso que ha ocurrido algo inesperado y trágico, que
hay una situación de emergencia. No se si tiene que ver con la
posibilidad de que ella esté en un episodio fuera de la realidad y
rápidamente decido que yo prefiero aceptar el hecho consumado.
Por lo tanto no hago ninguna observación y permito que el esposo
pase a la sesión.
P á g i n a | 60

Quiero ver lo que ocurre en esta oportunidad. Los hago pasar y


sentarse y espero el material emergente de la sesión. Ella abre la
sesión, obviamente muy molesta y dice que ella quiso traer a su
esposo a la sesión de hoy, porque quiere que su esposo pueda
escuchar lo que ella tiene que decir. Lo que ella tiene que decir, es
que ella quiere que <el esposo se vaya de la casa>, que no lo quiere
ver más allí. Se trata de una solicitud dramática de separación
conyugal inesperada con un consecuente posterior plan para un
divorcio definitivo. Ella agrega que le ha dicho esto a su esposo
muchas veces antes [lo cual es cierto] y que él sencillamente la
ignora, como si ella estuviera hablando en un estado de confusión o
de pérdida de realidad. Ella quiere traerlo a la sesión conmigo, para
que él entienda ‘que su pedido es claro’ coherente y con una fuerte
convicción.

Todo este material clínico que la analisanda (B, Ana) me


presenta este día, lo traigo aquí, porque esta sesión va a transcurrir
dentro de una violencia máxima, inaudita. La paciente (B) en el
curso de la sesión, se va a parar de la silla, caminará agitadamente
por el consultorio y va a gritar al marido con todas sus fuerzas. Ella
le dice violentamente, que si él no se va de la casa, que si él no
entiende que su pedido es coherente, ella entonces lo va a matar. Lo
va a matar esa misma noche. Que esta harta de verlo, que no quiere
verle más la cara, que él no la comprende y que lo que hace es
acusarla de estar loca y de que de verdad ella siente que se esta
volviendo loca por la muerte inminente de su padre. Ella dice que él
no entiende <lo que significaba la muerte de su padre para ella>.
Que ella no lo soportaba más. Ni tenia porque soportar más, ni su
presencia, ni sus alegatos.

Agrega que además de este enorme problema que es la gravedad


y próxima muerte de su padre, él la acusa y la descalifica y que
además ella sabe que él nunca la quiso. En su argumentación, se
remonta a la historia del matrimonio 35 años atrás. Este modo de
agresividad y violencia en la sesión se acompaña en momentos de
una respuesta también violenta del marido, aunque él se encuentra
relativamente más tranquilo. Ella camina agitada de un extremo a
P á g i n a | 61

otro del consultorio. Se vuelve a sentar, se vuelve a parar, vuelve a


gritar, etc. 47

El punto importante de toda esta presentación del historial, que


aquí hago, es que ‘la otra paciente’ ha estado afuera, durante los
últimos veinte minutos de la sesión y está oyendo toda esta
violencia desatada en la sesión que la precede. La sesión de la
paciente (B, Ana) finaliza a la hora convenida. Durante toda esta
sesión yo he permanecido tranquilo, sentado, haciendo continencia
de los expresado por esta pareja. Me siento bien. Estoy
acostumbrado a este tipo de sesiones, en donde hay a veces mucha
violencia. Además pienso que esta sesión de afirmación y catarsis
con acting out de la paciente (B) va a aliviarla considerablemente.
Mucho más que cualquier cosa que yo le hubiera podido decir. Para
mí este acting out fué bien venido.

Termina la sesión, escucho mis mensajes telefónicos, me sirvo


un té y paso a la paciente que esta en la sala de espera. Ella pasa y al
acostarse en el diván me dice: ...“que no sabia que hacer en la sala
de espera con toda la violencia que ella estaba oyendo”... En un
momento determinado quiso retirarse de la sala de espera y se fué
al pasillo de afuera. Solo que allí parece que se oía igual de fuerte
toda aquella violencia y aquella gritería. Ella vuelve a entrar en la
sala de espera en donde al menos esta sola y en privacidad, allí se
sienta, hasta que termina la sesión oyendo todo lo que se hablaba
en términos de gritos. Una vez que ella vuelve a la sala de espera y
entiende que no le queda más remedio que sentarse y oír este pleito
entre esposos, comienza a recordar todas las escenas de violencia
conyugal que tenían sus padres durante los años de su infancia.

Desde muy niña hasta que ella se ausenta del hogar paterno,
había frecuentemente episodios en donde la madre era quizás peor
de lo que ella había oído que era la paciente (B) con su marido

47 A la sesión siguiente esta paciente asistió normalmente, estaba más


tranquila y dispuesta a conversar sobre sus deseos de separación y la rela-
ción que tiene con sus sentimientos de culpa por la inminente muerte de
su padre. Puedo aclarar que ella nunca llega a separarse de su esposo. El
muere un largo tiempo después de cáncer.
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cuando lo amenazaba con matarlo si no se iba de la casa. Fue


entonces que ella, la paciente recordó y sus imágenes la llevaron a
una situación de infancia en donde rememoraba todos estos pleitos
de una manera vivencial. Recordaba como su madre le reclamaba a
su padre todas sus insuficiencias, fracasos laborales y económicos.
La estafa que le había hecho a la familia. Todas las veces que le
reclamaba violentamente sus mentiras y como él le quitaba el poco
dinero que la madre producía. El reclamo violento cuando dejaba
tantas veces a la familia en situación de indefensión económica. El
reclamo violento de por que no le decía a ella lo que estaba
pasando, que no la informaba de la naturaleza de su trabajo y de
por que no producía dinero.

En otros momentos la madre reclamaba por las largas ausencias


del padre en las que ellas quedaban virtualmente abandonadas ya
que no sabían nada de el, ni siquiera si regresaría o cuando lo haría.
En todos estos episodios de violencia conyugal la paciente refiere
que el padre tomaba una posición mas bien sumisa y pasiva. No
decía nada y oía todos los reclamos violentos de la esposa, quien
tenia razón, ya que realmente existía una situación grave de
pérdida del patrimonio familiar y una gran incertidumbre de cómo
lograr sobrevivir el mes. Estos altibajos económicos de recupera-
ción por una parte e improductividad por la otra, ocasionados por
el padre, que arrastraba a la familia a la pobreza, se repetían
continuamente, al igual que los episodios de violencia conyugal.

Yo oigo todo esto que narra la paciente y me doy cuenta de que


es sorprendente que durante seis años, ella me ha traído al análisis
la figura de un padre estafador, bastante impostor, mal inversionis-
ta y poco inteligente en la producción de su trabajo. Siempre
fracasado. Pretencioso de lo que no es, siempre pretendiendo mos-
trar lo que no tiene. Va al aeropuerto y viene con un periodico
extranjero, solo para pretender que viene de un viaje por grandes
ciudades extranjeras, cuando en realidad nunca ha estado en
ninguna de ellas. La paciente me ha mostrado el sentido de sus
mentiras y de su impostura. Por otro lado me ha mostrado a la
madre como una mujer sumisa, silenciosa, víctima, que lloriquea
P á g i n a | 63

constantemente, incapaz de vivir independientemente, incapaz de


ganarse la vida, infantil y dependiente de un marido tramposo.

Estos son los dos objetos (padre y madre) [los dos significantes]
que ella ha traído al análisis durante todos estos años. Yo escucho
todo este material de hoy y me doy cuenta de que aquí hay un
objeto dividido (escindido) en forma vertical. El padre esta
escindido con una parte fuera de conciencia [reprimida] y la madre
igual esta escindida con una parte [reprimida] fuera de consciencia.
Es solo en la sesión de hoy, gracias a este inesperado encuentro
con el azar, en el que estando en la sala de espera, escuchando la
violencia conyugal, logra rescatar, de ese sitio escindido y
reprimido recuerdos de la madre agresiva y violenta que la hacia
sufrir en su infancia con estas escenas. Esta parte de la madre
fuerte, capaz de confrontar violentamente al marido, es la parte que
esta escindida y reprimida. Ella durante todos estos años nunca
hablo de una madre violenta y capaz de reclamar violentamente lo
que eran las insuficiencias y desafíar del esposo. A la vez el padre
también tiene una parte escindida y reprimida, que es la parte del
padre que se queda callado, sumiso e indefenso ante toda esa
confrontación verbal violenta de su esposa. Durante todos estos
años la figura del padre se mostraba como un activo estafador,
fracasado y mentiroso. A la vez como un hombre poderoso capaz de
realizar todas estas trampas y mentiras. A la vez querido y a la vez
odiado. Es decir un padre fálico.

La sesión continúa. Yo le muestro este doble aspecto de la figura


paterna y materna que ella tiene. Ella escucha y a la vez se siente
sorprendida. La sesión sigue y ella continua interrogándose y
rescatando de su memoria las distintas formas de la relación de
ella con su padre y con su madre y también de la relación que
existía entre ambos padres. También recuerda que ella misma
entendía o había inventado que las ausencias de su padre se debían
a que este tenía un trabajo en el interior y que eso lo obligaba a
estar fuera de su casa muchos días. Luego llegaba a pensar que en
ese sitio en el que él estuviera trabajando, allí debía tener quizás,
otra mujer y otra familia y comienza a recordar los efectos que le
producía el pensar que su padre podía tener otra familia.
P á g i n a | 64

Pienso que esta en esta sesión del viernes, finalmente se


muestran dos variables. La primera la que hemos trabajado en los
tres días anteriores y que tiene que ver con una fijación a una forma
de relacionarse con la figura paterna de la infancia. En esta línea
ella prefiere molestarse con el padre. Percibirlo como una figura
abusadora y estafadora y no decirle nada a la madre con la idea de
evitarle todo sufrimiento. En la otra línea que aparece hoy como
una nueva variable, nos muestra a la figura de su madre como una
mujer fuerte capaz de tener episodios de defensa y de mucha
violencia y con capacidad de confrontar al padre. Cuando ella
decide el día lunes anterior [al recibir la llamada del padre] que ella
no informará a su madre de esta novedad del pedido de dinero del
padre no necesariamente esta protegiendo a la madre de un sufri-
miento. Esta protegiéndose ella misma de lo que podría resultar un
estallido de violencia entre la madre y el padre al ésta darse cuenta
de las andanzas económicas de su marido. Todo esto ocurre fuera
de conciencia, ya que ella no recuerda las características confronta-
doras y violentas de la madre. La complicidad sería solo “para
proteger a su pobre madre” Al interpretarle esta idea pienso que
existe la oportunidad de una resignificación de la parte escindida y
disociada de la imágenes paterna y materna.

Creo que este punto ilustra (1) el tema de la escisión del objeto y
(2) la controversia sobre la existencia o nó del azar en psicoanálisis.
Hoy en día pienso que el azar muchas veces hace presencia dentro
del proceso analítico e introduce lo inesperado. Inevitablemente
esto nos lleva a la reconsideración teórica del fenómeno del azar en
la vida psíquica. Freud durante muchos años plantea insistente-
mente la idea de que en la vida anímica no existía nada por azar. Al
contrario cualquier fenómeno psíquico tenia una causalidad.
Generalmente una causalidad inconsciente. Y si había suficiente
tiempo para detenerse a examinar las causalidades de los aconteci-
mientos anímicos encontraríamos finalmente la causa que los
precipitó. Por lo tanto Freud propone una ley para los fenómenos
psíquicos que llamó la ‘Ley del Determinismo Psíquico’. Según esta
ley todo fenómeno psíquico es producido por un algo ya sea
consciente o inconsciente. El azar por lo tanto queda fuera de
consideración. Durante muchos años tome esta propuesta Freudia-
P á g i n a | 65

na a la letra. Hoy en día después de muchos años de práctica con-


sidero que el encuentro con ‘lo inesperado’ si existe en este mundo.
El encuentro con un algo que no es producido por un mecanismo
inconsciente resulta que es posible. El fenómeno de la compulsión a
la repetición y el retorno de lo reprimido dan cuenta de casi todos
los fenómenos psíquicos por vía de la causalidad inconsciente. Sin
embargo el encuentro del sujeto con algo inesperado introduce la
posibilidad del azar. Lacan lo llamo la Tyche y en otro texto lo
conceptualiza dentro del orden de ‘Lo real’.

Caso 3:

Este caso ilustra el otro aspecto del problema de la escisión del


objeto. Se trata de una viñeta clínica que me refiere un experimen-
tado analista. Se trata de un paciente masculino de 40 años de edad
que este analista había visto en tres sucesivas sesiones de evalua-
ción. Un paciente que presentaba toda una serie de problemas muy
serios de personalidad con inadaptación, fracaso laboral y dificul-
tades en la relacion familiar. Él consideró que este paciente ne-
cesitaba análisis y además el paciente estaba interesado en recibir
análisis. El no podía tomarlo y por lo tanto lo refiere a otro analista.

Este otro analista lo comienza a ver tres veces por semana y en el


curso del primer mes de análisis el paciente se suicida. Tanto el
primer analista que lo evaluó como el segundo que inicio el análisis,
se sienten muy sorprendidos y conmovidos con este suicidio
inesperado. Ambos deciden ir al velatorio y expresar las condo-
lencias a los familiares de este paciente. Los dos pensaban que los
familiares podrían estar muy molestos con ellos por el desenlace
fatal que el caso había tenido y pensaron que ellos podrían
reprocharles no haber podido evitar el suicidio. Sin embargo
encuentran a los familiares muy amables y agradecidos por todo lo
que los analistas hicieron por el paciente. Los familiares afirmaban
que ellos no pudieron hacer nada por este hombre que
constantemente hablaba de matarse y que expresaba que la vida no
tenía sentido. Por más que su familia había tratado de buscar
opciones y soluciones, este hombre nunca las había aceptado.
Decían que siempre fue muy negativo y que siempre habló de que
la solución era morirse. Cuando el paciente les informa que
P á g i n a | 66

pensaba ir al análisis los familiares se sintieron muy contentos de


que alguien pudiera intentar ayudarlo. El analista que me estaba
refiriendo esta viñeta me dice entonces, que él se sorprende porque
éste hombre en las tres entrevistas de evaluación que tuvo con él y
en las otras sesiones de análisis que tuvo con el otro analista, nunca
hablo de los deseos de morirse, ni de la intención o planes de
suicidio. Nunca presentó ningún tipo de ideología suicida, ni nada
que pudiera hacer sospechar de este peligro.

Yo planteo que este paciente presenta una escisión vertical del


objeto. Demuestra tener escindida la parte suicida que aparece
nada más que cuando se relaciona con sus familiares. No sabemos
que tipo de vínculos tenia con la familia (madre, padre, hermanos).
No tenemos información de su estructura familiar. Pero cualquiera
que haya sido esta < su relación con el objeto familia> despierta en
él esa parte suicida [escindida vertical]. Cuando estaba en otra
situación, que no tenía que ver con el vinculo familiar, no tenía
ideas suicidas, ni hablaba sobre la muerte.

Cuando el primer analista le hace la evaluación, no escucha en el


material nada que le haga sospechar la presencia de un deseo, una
intensión o una peligrosidad suicida. Esta parte del objeto se
hallaba escindida [vertical] y no relacionada con la otra parte del
vinculo objetal que estaba presente en la entrevista con el analista.
Por lo tanto no lo podía traer a la sesión analítica.

Se podría decir que la escisión del objeto, que incluye la escisión


del Yo, es de tipo vertical, mientras que en el caso anterior que he
presentado mas arriba se podría hablar de una escisión más de tipo
horizontal con elementos reprimidos y colocados fuera de la
conciencia. Esta escisión vertical correspondería mas con los
mecanismos tempranos, primitivos y narcisistas. La escisión
horizontal corresponderá con mecanismos más propios del eje
edipico de la constitución del sujeto.
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Capítulo 12
EL <OBJETO IDEALIZADO>

Melanie Klein y su objeto idealizado

Este objeto fue inicialmente descrito por Melanie Klein en


193548. Se trata de un objeto parcial típico de la posición esquizopa-
ranoide y refiere a la percepción incompleta que el Yo inmaduro del
bebé tiene de su madre [del pecho que da satisfacción]. Este <obje-
to idealizado> surge como resultado de la escisión y negación de los
aspectos malos del objeto y de la proyección de los aspectos buenos,
libidinales del Yo. El bebé atribuye todas sus experiencias buenas
[reales o fantaseadas] a este objeto ideal, al que anhela poseer y con
el que ansia identificarse. Melanie Klein dice en 1957 49 que la idea-
lización excesiva proviene de la persecución exagerada. Dice que la
idealización es un producto de las ansiedades persecutorias, es una
defensa contra estas, en donde el ‘pecho ideal’ sería la contraparte
del ‘pecho devorador’. El ‘objeto idealizado’ esta mucho menos in-
tegrado que el ‘objeto bueno’ ya que surge de las ansiedades perse-
cutorias y no surge de un vínculo de amor con el objeto.

La persecución producida por el <objeto idealizado>

La persecución ejercida al niño y al luego al adulto por los obje-


tos idealizados tiene una matriz originaria distinta de la que tienen
los objetos perseguidores. La persecución proveniente del objeto
idealizado, se trataría de una persecución ética y de una exigencia
de perfección impuesta al Yo [Ego] que por ser de --naturaleza ‘ide-
al’-- no puede ser cumplida. Por otro lado, la persecución de los
‘Objetos persecutorios’ consiste en una amenaza de dañar y aniqui-
lar al Yo [Ego] y al objeto bueno, sin intención de castigo, lo cual
proyecta. La diferencia entre ambas persecuciones es difícil de de-

48 Melanie Klein (1935): ‘Una contribución a la psicogénesis de los estados


maniaco-depresivos’. Aparece en ‘Contribuciones al Psicoanalisis’ Edito-
rial Paidos, BA 1960.
49 Melanie Klein (1957): Envidia y Gratitud. Editorial Paidos, BA 1967
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tectar clínicamente cuando estas se han unificado en la estructura


del Superyó.

Herbert Rosenfeld en 1983 50, se refiere a la ‘idealización’ como


un mecanismo de defensa y lo vincula como una forma primaria de
escisión, destinada a establecer relaciones con el objeto bueno.

La idolización

Existe una muy importante diferencia entre el ‘objeto ideal’ y el


‘objeto idolizado’. Empecemos por establecer que ambos objetos
son propios del periodo narcisista [imaginario], igual ambos obje-
tos son parciales. Su origen surge de la necesidad protectora del Yo
[Ego] de ‘idealizar’ la experiencia buena de satisfacción con el ‘pe-
cho’ y así neutralizar la experiencia con el pecho frustrante. Cuando
la capacidad del Yo [Ego] de asimilar la experiencia de frustración y
hambre del bebe es limitada, entonces la mente del bebe fabrica el
objeto ‘súper-idealizado’.

Si estos mecanismos primitivos se mantienen operativos a lo


largo del desarrollo de la vida del niño y luego del adulto, entonces
este objeto ‘súper-idealizado’ se convierte en la matriz del ‘objeto
ídolo’ [ o idolizado]. El sujeto encuentra cierta paz interior bajo la
creencia de la existencia de un ‘ídolo’. La vida social generalmente
ofrece la posibilidad de ‘idolizar’ los personajes reales que rodean al
sujeto: sean estos intelectuales, artistas, políticos o personajes reli-
giosos. Dependiendo del nivel y magnitud que este sujeto tiene del
uso de sus mecanismos narcisistas primitivos, este ‘personaje’ se va
a convertir para el sujeto en un ‘ídolo’ dando origen al ‘fanatismo’
del sujeto idolizador.

La perdida de la ‘alteridad’ con este ‘personaje ídolo’ [debido a


sus intensas y múltiples ‘identificaciones proyectivas’] realizadas
con este ‘personaje’, el sujeto no puede discriminarse de él o ella.

50Herbert Rosenfeld (1983): ‘Primitive objects relations and mechanisms’


IJPA 64: 261-267. London, Hogarth Press
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Pasan a ser ‘la misma cosa’. Aparece el fenómeno del ‘Yo soy tú’ y
‘Tú eres Yo’. Su ‘autonomía de criterio’ y su apropiado ‘Juicio de
realidad’ se encuentran en estos casos, muy afectado y disminuido.

El decir del nuevo ‘ídolo’ pasa a dirigir la vida del sujeto [fenó-
meno del fanatismo]. Surge una convicción en el sujeto, de que
todo lo que diga u ordene el ídolo, es perfecto. Así pues este meca-
nismo de idolización, va a soportar o va a ser la matriz a ese extraño
fenómeno mental llamado ‘Fanatismo’. El ‘Fanatismo’ es propio de
las mentes que trabajan con mecanismos narcisistas, es decir con
mecanismos primitivos de la personalidad.

La persona fanática recibe también el nombre genérico de ‘fun-


damentalista’. Estos fanáticos llegan a incorporar ‘como suyos’[por
identificación] los ‘valores perfectos’ de sus ‘ídolos’. En las luchas
raciales y religiosas estas personalidades primitivas, narcisistas,
llamadas ‘fanáticos fundamentalistas’, llegan a matar al semejante
para imponer ‘su verdad’, que no es otra que la del ‘ídolo’. El fanáti-
co fundamentalista dice: ‘te mato por mis ideales’. A diferencia del
héroe que dice: ‘muero por mis ideales’.
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Capítulo 13
EL <OBJETO DESVALORIZADO Y DENIGRADO>

El objeto amado

El deseo del sujeto es el deseo del deseo del otro (Lacan, J.


1956). Para el psicoanálisis estructural el sujeto [del inconsciente]
se constituye en el lugar del otro [del inconsciente]. Nadie puede
engendrarse a sí mismo. La madre desea a su hijo (o lo odia) aún
antes de este nacer. En metáfora se podría decir que ‘el niño’ pre-
existe a su propio nacimiento. Por lo tanto desde sus inicios, el
sujeto es producto del deseo del otro y desea ser el deseo del otro.
El sujeto [siempre en falta desde el nacimiento] desea ser amado
por ese otro. A veces cree haberlo logrado y exclama convencido ser
amado por un otro.

El objeto no amado

Pero esto no es más que una ficción o si se quiere una


ficción verdadera. En la temprana infancia, el amar al objeto y
creerse amado por este, produce amor hacia si-mismo y una buena
autoestima. Cuando esto no ocurre así, debido a diversas razones
en la historia infantil de la persona, entonces van a ocurrir diversas
cosas en la constitución de la psique. Por ejemploo en el sujeto [del
inconsciente] podría desaparecer el deseo de ser el deseo del otro.
Por esta vía puede aparecer la desesperanza y la renuncia al deseo
de vivir. Ademas se podría tener otra consecuencia: <acepta no ser
el deseo de la madre>. El objeto madre pasa a desvalorizado y a
veces denigrado como una forma de respuesta a su ausencia de
deseo. Pero luego el sujeto va a introyectar este objeto denigrado.
Por esta vía se identifica con ese objeto desvalorizado o denigrado y
se desvaloriza a si mismo.

Caso 4

Esta es una analizando de cuarenta y cinco años de edad a


quien comencé a atender a consecuencias de una serio intento sui-
P á g i n a | 72

cida. La primera sesión ocurrió cuando aún ella estaba hospitaliza-


da por la ingesta suicida de una gran sobredosis de tranquilizantes.
Se trata de una mujer con graves carencias afectivas desde la tem-
prana infancia. Su historia me resultó conmovedora y la atendí por
muchos años hasta que ella dejó el país. Su historia ‘de carencias y
de pérdidas’ se remonta a su abuela en el alto Apure. Recuerda la
historia contada por su madre en la que su abuela bajando el rio
Apure en un bongo, arrimándolo a la orilla, en medio de un amane-
cer rojizo, se detiene para enterrar, sin cruz, ni marca en el medio
de la sabana, el cadáver de su pequeña hija, que de fiebre, a media-
noche, había muerto en el regazo de sus brazos.

Su abuela en duelo habría de tener un próximo embarazo


que precisamente iba a ser el de su madre. Su madre iba a conver-
tirse en <una hija de la muerte> al intentar suplantar a su pequeña
hermana enterrada en la soledad de la sabana. El duelo de la abuela
impide que su madre recibiera la calidez del amor materno. No
recibió ese amor temprano y por lo tanto no aprendió a darlo a sus
futuros hijos. Su capacidad procreadora iba a ser muy abundante.
Tuvo diez y nueve hijos. Mi paciente, una de las últimas hijas, iba a
sufrir de la ausencia del calor materno. En una sesión me dice: ‘Ayi-
ta fue el único ser que me dio algo de cariño a mí’. Me dice ‘que
unos seres nacen con estrella y otros nacen estrellados’. Y además
me dice que ‘su tierra es extensa y solitaria’. Que ‘su tierra es sola
como su alma’.

A largo de su vida siempre se consideró a sí misma como


una desgraciada. Su madre le era inaccesible. El dolor de su infan-
cia y la identificación con un objeto triste e inaccesible, con una
vida llena de soledad, van a contribuir a la forma de percibirse a sí
misma y al mundo que la rodea. Es conveniente confirmar que en
esta historia, los sentimientos de culpabilidad están ausentes. No
observo una problemática de castigo y expiación. Se trata de un
azar de la vida, en la cual, se le ofrece a esta analizanda una particu-
lar forma de Goce 51 desde el inicio de su existencia. Este monto de

51 El Goce refiere a un concepto muy valioso introducido por Lacan. Se


trata del <monto de sufrimiento> presente en el sujeto durante la estruc-
P á g i n a | 73

Goce lo va a mostrar en las sesiones como <una forma de vivir> y


no como <un síntoma> producto de algún conflicto inconsciente.

Su relación con <el objeto> subjetivo interior desvalorizado,


lo cual es la razón por lo cual traigo esta viñeta clínica a este capítu-
lo, nos muestra la relación que existe entre <un sujeto del incons-
ciente> con <su objeto> subjetivo interno. En este caso se trata de
un objeto frio, carente de calidez y amor, desvalorizado, a veces
odiado y a veces denigrado. Este objeto que la habita, no es un obje-
to enfermo, ni patológico. No, este es el objeto que el azar de la vi-
da, le presentó para la constitución de su mente por vía de la intro-
yección [encuentro con Lo Real] para luego identificarse con él. No
tiene otro. Ella me lo dice en las sesiones una y otra vez: ‘El que
nació para triste, ni que le canten canciones’. ‘El que va a morir
oscuro, ni que salga a vender velas’. ‘Para el ciego siempre es de
noche, manque le prendan candela’.

Su estado de acoplamiento armonioso con su particular


cosmovisión la muestra en su valiosa obra pictórica de gran forma-
to. Son enormes pinturas al oleo que refieren a escenas de soledad
en una inmensa sabana donde no habitan personas, ni animales. Su
intento suicida no es producido por esta forma de ver la vida. Aun-
que debería decir que su intento de morir si está indirectamente
relacionada con su historia, al ofrecer a su pareja una relación par-
ticular sufriente. Una relación que transcurre en un mundo gris y
pesimista, no violento. Los otros aspectos de su carácter muestran a
una mujer voluntariosa, inteligente, con capacidad para la acción y
con deseos de dominación. Su pareja muchas veces no resistía sus
embates, ni la dureza verbal de sus reclamos y en una oportunidad
decidió abandonarla y así lo hizo [temporalmente]. Ese fue el deto-
nante de su deseo de morir. El dialogo analítico [sin ningún medi-
camento] le ofreció una continencia a su soledad infinita. El análi-

turación temprana de su mente. Todos nosotros tenemos <un monto de


Goce> y con el vivimos. Posteriormente en la vida el sujeto requiere de un
<monto de Goce> similar --al ya vivido-- para que su psique funcione
armoniosamente. Lacan decía que el inconsciente tiene <su modo de Go-
zar>.
P á g i n a | 74

sis le ofrecía un interlocutor que podía escuchar los desgarros de su


vida, sin ofrecer ningún comentario que implicara un juicio de va-
lor a su forma de vivir. Ningún consejo que significara el cómo co-
rregir su vida. Se trataba solo de que ella entendiera <que ella era
como era> por el azar de las vicisitudes de su historia.
P á g i n a | 75

Capítulo 14
EL <OBJETO PARANOICO>

Melanie Klein y el objeto persecutorio

Se trata de un objeto parcial el cual fue inicialmente descrito


por Melanie Klein en 1935 52 y aparece como complementario al
‘objeto idealizado’ propio de la ‘Posición Esquizoparanoide’. Es un
‘objeto’ que representa los impulsos y las fantasías destructivas
escindidas y proyectadas por el Yo [Ego] en el objeto. Este ‘objeto
perseguidor’ que tiene un origen temprano [oral y anal] es rígido y
paralizante. Además es inasimilable por el Yo [Ego] no evoluciona a
otra cosa. Aún cuando Melanie Klein describe la formación de am-
bos objetos: idealizado y persecutorio [paranoico] como comple-
mentarios [uno del otro], ella no los concibe como paralelos.

Ella también se refiere al ‘objeto idealizado’ como un objeto


parcial, pero más unificado. El ‘objeto paranoico’ [o llamado tam-
bién persecutorio] es descrito como parcial y se percibe dividido
por un proceso de fragmentación. Melanie Klein nos dice en 1952 53
que los deseos ‘oral sádicos’ del niño [activos desde el principio de
la vida] son fácilmente estimulados por la frustración --
provenientes de fuentes externas o internas-- suscitando inevita-
blemente, una y otra vez, el sentimiento de que el pecho está des-
truido y en pedazos dentro de él, como resultado de sus ataques
violentos fantaseados. Estos objetos dañados se hacen persecuto-
rios al ser ubicados fuera del Yo [Ego] por el mecanismo de proyec-
ción. Mientras mayor ha sido la intensidad de la violencia pulsional
fantaseada, mayor será el sentimiento persecutorio.

52 Melanie Klein (1935): ‘Una contribución a la psicogénesis de los estados


maniaco-depresivos’. Aparece en ‘Contribuciones al Psicoanalisis’ Edito-
rial Paidos, BA 1964.
53 Melanie Klein (1952): ‘Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emo-

cional del lactante’ Aparece en ‘Desarrollos en Psicoanálisis’ Editorial


Paidos, BA 1962.
P á g i n a | 76

Creo de utilidad clínica introducir en este capítulo algunas


ideas sobre la ‘Identificación proyectiva’. La <identificación proyec-
tiva> es un concepto introducido al Psicoanálisis por Melanie Klein
en 1946 en ‘Notas sobre algunos mecanismos esquizoides’. Sin em-
bargo es necesario precisar que el origen de este concepto se re-
monta a sus primeros trabajos con niños desde 1919 y 1923. El con-
cepto de la <identificación proyectiva> se puede entender de
diversas formas. Klein, Meltzer y Bion lo entienden cada uno de
manera diferente y así lo plantean en sus textos. Esto ha producido
variación en el uso cotidiano del término, con su consecuente deba-
te. Para mí la <identificación proyectiva> es un mecanismo mental
que engloba toda una serie de procesos mentales relacionados con
la escisión y proyección de partes del Yo en la ‘representación’ que
‘el sujeto tiene del objeto’ y con el cual el sujeto se identifica a pos-
teriori.

Esto tiene consecuencias: se percibe al objeto [su represen-


tación subjetiva] como teniendo las características de las propias
partes [escindidas] que han sido proyectadas. Recordemos que este
es un mecanismo automático e involuntario [inconsciente]. Mela-
nie Klein insiste en que la principal defensa contra la ansiedad en la
posición esquizoparanoide es la ‘identificación proyectiva’.

Encuentro que el mecanismo de la <identificación proyecti-


va> puede cumplir múltiples propósitos: (1) Dirigirse hacia el obje-
to malo [depositario de las proyecciones de la maldad propia] para
así obtener control de la propia maldad y esto produce fantasías de
control del objeto. (2) Se pueden proyectar partes malas del Yo pa-
ra librarse de ellas y así destruir la ‘representación del objeto’. (3)
Se pueden proyectar ‘partes buenas’ para mantenerlas a salvo de la
‘maldad interna’. (4) Lo ‘reprimido proyectado’ proveniente de la
‘representación del objeto idealizado’ se hace para evitar el senti-
miento de su ausencia. (5) Se puede utilizar para mejorar el objeto
externo en un intento de ‘reparación proyectiva’ y así percibirlo
mejor de lo que en realidad es. Con este mecanismo el sujeto se
engaña a sí mismo y disminuye la calidad de su ‘juicio de realidad’.
P á g i n a | 77

Cuando este mecanismo de identificación proyectiva es usa-


do en exceso aparece ‘la pérdida de la alteridad’. Va a aparecer la
vivencia del <Yo soy tu> o el <tú eres Yo>. Se trata del deseo de
hacer ‘uno’ con el ‘otro’ y así obturar la vivencia de la ausencia [de
lo que falta] y de la incompletud interior [esto refiere a la vivencia
de ‘la falta en ser’ descrita inicialmente por Hegel]. Esta es una
tendencia muy natural frecuentemente usada por los seres huma-
nos y aparece de forma ‘inevitable’ en las relaciones de amistad
sincera y en las pasiones de amor y odio.

En este fenómeno psíquico de ‘simetría’ --presente por efec-


to de la identificación proyectiva-- se borran los límites entre el
sujeto y el objeto. Lo que el sujeto piensa, siente, entiende o perci-
be, es otorgado al otro con convicción. Como vemos la usencia de
alteridad [o presencia de simetría] pone en evidencia la aparición
de una relación de objeto primitiva ‘narcisista’ con sus correspon-
dientes mecanismos mentales.

En una situación así, en donde los ‘mecanismos narcisistas’


están en plena operación, es muy posible, dependiendo del tipo de
relación que se tiene con el objeto [con el otro] --proyectar dife-
rentes aspectos y contenidos del sujeto-- en la ‘representación’ del
objeto. Al proyectar se percibe así al ‘objeto’ [al ‘otro’] cono te-
niendo ‘aspectos persecutorios’. Estos mecanismos narcisistas
provocan al ‘sujeto’ iniciar un proceso de ‘ideas y sentimientos pa-
ranoicos’. Es decir persecutorios. Aparece la convicción de ser ob-
servado, traicionado, odiado, o amado [como en la erotomanía],
despreciado, vigilado, etcétera. El contenido de la idea persecuto-
ria depende de los contenidos que el sujeto proyecta en el otro.

Caso 5

Se trata de un analizando masculino de 40 años de edad que


consulta por intensa angustia persecutoria. Actualmente ejerce con
mucho éxito su profesión. La angustia no representa un obstáculo
para ejercer su oficio. El juicio de realidad se hace borroso, solo por
momentos. El analizando muestra una intensa angustia y un temor
a sufrir de un colapso mental. Este paciente ha tenido un previo
P á g i n a | 78

análisis exitoso que duró varios años y el cual fuera suspendido por
viaje al exterior de su analista. El paciente soportó bien la termina-
ción, la despedida y la posterior separación, la cual ocurre hace
varios años.

Hoy en día siente mucha ansiedad desencadenada por la


presencia de ‘intensos celos paranoicos’, producidos por una recién
iniciada relación amorosa clandestina. Como ya dije esta situación
de ansiedad paranoica es el motivo de la consulta actual.

El analizando tiene un primer matrimonio en su adultez jo-


ven, con el amor de su juventud. Esta primera esposa lo dejo por
razones de sus repetidos actos de infidelidad. El aclara con asertivi-
dad que siempre ha sido infiel. El siente y está convencido que no
puede ser un esposo fiel. En su segundo matrimonio le ha ido bien.
Con ella, ambos esposos han disfrutado de una esplendida vida
conyugal y de una relación sexual multiorgásmica. Ella tiene un
carácter muy apacible y tolerante. No padece de celos, ni reclama
sus horarios. Ella no tiene ningún deseo de separación. Con ella
tiene dos hijos menores a quienes adora por encima de todas las
cosas. Ellos le ofrecen, sin saberlo, cuando él los abraza: <un refu-
gio y seguridad a sus permanentes angustias>. En los brazos de sus
hijos él <se siente protegido>.

Algo de su historia de infancia

Sus padres se divorcian cuando él aún no ha cumplido los


diez años de edad. En esa época siente que él fue abandonado por el
padre, lo cual le causó mucho dolor. De su madre dice que <nunca
se condujo como una verdadera madre>. Esta madre <estuvo au-
sente> en varios periodos de su vida de infancia. Otras veces estuvo
presente. Dice que la vida de su padre fue un desastre. El siente que
su padre lo abandonó. Su padre pasó de ser un profesional exitoso a
un vendedor de Bienes Raíces mediocre y fracasado. De hombre
muy rico, paso a un ser empresario empobrecido, tramposo. Él cree
que su padre varias veces <le deseo la muerte>. En su anterior aná-
lisis tenia la sugerencia clara de parte de su analista de ‘apartarse
geográficamente de su padre’ lo cual cumplió con alivio.
P á g i n a | 79

Me refiere padecer de diversos episodios de ‘fenómenos pa-


ranormales’. Cuando en algún momento de su vida se va la luz eléc-
trica, cree que puede tratarse de un mensaje del más allá [enviado
por su padre]. Revisa con cuidado los números que le trae el azar,
los cuales pudieran traer algún significado del más allá.

En oportunidades no sabe donde se encuentra su bella


amante. Piensa que esta con otro hombre. Un hombre importante.
Allí comienza a sufrir de intensa ansiedad paranoica [celos]. En
búsqueda de alguna tranquilidad --lee los mensajes de amor-- que
ella le ha dejado gravado en su teléfono celular. Allí ella le expresa
su inmenso amor por él. La lectura de estos mensajes le alivia algo.
Solo después de localizarla y encontrarla en persona, y después de
interrogarla, es que se da cuenta de su error y en consecuencia sien-
te un alivio de esta desagradable angustia paranoica. Estos ataques
de celos paranoicos pueden ocurrir una o dos veces al día.

El analizando dice no sentir culpa por sus infidelidades.


Dice sentir miedo de perder su esposa y sus hijos. Al hablar sobre
sus infidelidades sugiere la idea de que la relación con otras muje-
res, le alivia del ‘abandono paterno’. También surge la idea del te-
mor [o el peligro] de entregarse ‘totalmente’ o ‘exclusivamente’ a
una sola mujer [como puede ser: su querida y deseada esposa]. Esa
amenaza de estar atrapado, le desata un sentimiento desagradable
de ‘prisionero’. Las infidelidades le liberan de ese sentimiento in-
comodo de estar atrapado. En cierto momento agrega y dice que ‘la
presencia de su padre siempre fue peligrosa para él’.

Al examinar en este caso los celos paranoicos no encuentro


evidencias de sentimientos homosexuales reprimidos. Tal como
sugiere Freud en estos casos de paranoia y tal como él encontró en
su análisis del caso del Presidente Schreber. Más bien encuentro
que esas ideas paranoicas podrían ser una expresión de sentimien-
tos de culpa inconscientes con la figura del padre, que originan ‘el
deseo’ de que sea ‘el padre’ quien ‘le quite’ a su mujer. Tal como
sugiere Jacques Lacan en su tesis sobre la paranoia. El origen de
estas ideas paranoicas puede entenderse como ‘una punición’ o
P á g i n a | 80

penitencia que produciría alguna forma de ‘expiación’ y en conse-


cuente alivio de la culpa inconsciente. Los sentimientos e ideas pa-
ranoicas terminan siendo un ‘sufrimiento paranoico’ [una puni-
ción] cuándo hay ‘un hombre importante’ que le quita su mujer.

He pensado que existen tres factores, que en este caso, han ali-
viado su angustia paranoica:

1. Dice que ahora se ocupa de su casa y de sus hijos a quienes


adora. Hace la tarea escolar con ellos. Eso le gusta mucho.
Eso le produce un sentimiento especial: ‘no siente culpa’
‘qué alivio’. Le gusta sentir ‘la pertenencia’ natural a su
hogar. Esto no tiene relación con el sentimiento de estar
prisionero, ya que está dispuesto a iniciar otra relación ex-
traconyugal [no pasional].

2. Ha logrado ‘suspender los coitos’ con su amante. Eliminan-


do la culpabilidad y rescatando su interés de terminar defi-
nitivamente con ella. Ella sigue siendo un ‘objeto sexual
muy deseado’ [por la manera fantasmática como ella pone
en acto el sexo]: ‘ella se masturba, viéndolo a él desnudo, e
idealiza y le habla de su magnífico pene’. Suele tener coitos
y orgasmos múltiples. Toda esta vida sexual se ha distancia-
do por acción de su propia voluntad. Dice tener el ‘timón del
barco en sus manos’. Pero a la vez está consciente del ‘poder
erótico’ que está mujer ejerce sobre él.

3. Las ideas de la existencia de otro hombre en la vida erótica


de ella, ha cambiado. Ya no ‘percibe’ a ese hombre como al-
guien ‘superior’ [una figura padre]. Ahora en su ‘imagina-
ción’ esa relación sería con ‘un igual’. Lo cual lo deja sin an-
siedad. Los celos paranoicos han desaparecido. Siente alivio
cuando dice que la idea de que ella ‘está con otro hombre’ lo
tiene sin cuidado. No produce ansiedad paranoica [tipo ce-
los].
P á g i n a | 81

Capítulo 15
EL <OBJETO DE ODIO>

(a) Desde la teoría con Sigmund Freud

Dejemos claro que para muchos analistas, en los cuales me


incluyo, el estudio de la violencia y la destructividad humana, no se
agota con la propuesta que Sigmund Freud 54 hiciera en 1920. En
su trabajo de ese año titulado: <Más allá del principio del placer>
Freud introduce una novedad importante en la teoría psicoanalíti-
ca. Freud plantea la existencia de una segunda pulsión, a la cual va
a denominar: <Pulsión de muerte>. Ciertamente la violencia y la
destructividad en el hombre no habían sido tema especial de estu-
dio en Psicoanálisis, como había sido desde el comienzo, el tema de
la <sexualidad infantil> lo cual llevó al planteamiento de la <Pul-
sión de vida>. Solo después de los horrores de la segunda guerra
mundial es que aparece la violencia y la destructividad humana
como un importante tema de estudio para los psicoanalistas de la
época. La teoría de la <Pulsión de Muerte> de 1920, va a completar
la primera teoría de las pulsiones de 1895 y 1905. Hasta entonces,
Freud se había referido exclusivamente a la teoría de la <Pulsión de
vida> o también llamada por él <Teoría de la Libido>. La <Pulsión
de Muerte> venía posteriormente a completar su teoría pulsional,
que desde ese momento pasa a ser una <teoría dual de Pulsiones>.

Esta <Pulsión de Muerte> tiene dos aspectos. Uno, el filo-


genético y energético, en donde se plantea, que toda materia viva,
se dirige inevitablemente a su propia destrucción, es decir, de re-
greso a un estado inorgánico. Concepto que posteriormente va a ser
nominado en fisiología como el <Principio de la Apoptosis>. El otro
aspecto plantea, que la <Pulsión de Muerte> va dirigida primero
contra el <sí-mismo> produciendo el llamado <sadismo primario>
y luego dirigida a los objetos externos, dando origen al <sadismo

54Sigmund Freud (1920): ‘Mas allá del Principio del Placer’ OC Amorortu
Editores. BA, 1980.
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secundario>. Este segundo aspecto de la pulsión de muerte, es el


que da apoyo a algunas teorías psicoanalíticas posteriores que ven
en la <agresión humana>, una consecuencia del sadismo secunda-
rio. Es decir una simple expresión de la <Pulsión de Muerte>. De
esta forma igualan y hacen sinónimas a <la capacidad de agresión>
con la <Pulsión de Muerte>, con lo cual no estoy de acuerdo. Con-
sidero que el estudio de <la violencia y la destructividad> en el
hombre es algo más complejo que no se agota con la simple expre-
sión pulsional.

Fuera de la teoría de la <Pulsión> Freud había planteado


desde el comienzo de sus teorizaciones que el sujeto responde con
una respuesta agresiva cuando se enfrenta a la frustración tempra-
na. Así aparece la respuesta agresiva ante las insuficiencias de los
cuidados maternos tempranos y ante la frustración de sus deseos
Edípicos <deseos parricidas>. Freud decía en 1930, en el <Malestar
en la cultura>, que el sujeto debe domesticar estas pulsiones (de
vida y de muerte) y renunciar a ellas. De esta manera el sujeto re-
nuncia al incesto y al parricidio, aparece la exogamia, la capacidad
de socialización y el fenómeno de la civilización. Sin embargo, estos
elementos arcaicos destructivos reprimidos, pueden encontrar libre
expresión, con autorización de la cultura, cuando el <odio> va diri-
gido a los <enemigos> de la tribu o de la nación. Las guerras ofre-
cen así un canal de expresión libre a los deseos reprimidos de odio
y destrucción.

(b) Según Melanie Klein:

Desde 1932 Melanie Klein teoriza públicamente sobre la


función de la crueldad y la agresividad encontrada en la actividad
mental de los niños 55. Teoriza ampliamente sobre la naturaleza
pulsional de la agresividad que llega a la categoría de crueldad, en-
contrada en el funcionamiento mental primitivo de los niños. Utili-
za el concepto Freudiano de la <Pulsión de Muerte> para organizar
su teoría. Habla del <odio> que el niño muy pequeño siente hacia

55 Melanie Klein (1932): ‘Psicoanalisis de Niños’ Editorial Paidos, BA.


P á g i n a | 83

el objeto <pecho materno>, que no le da el alimento a tiempo y lo


condena a sufrir el horror de la angustia (de muerte) por hambre.

Este mismo objeto <pecho>, cuando es generoso y ofrece el


alimento a tiempo, es introyectado como un objeto amado, bueno y
maravilloso. Esta matriz doble de vínculo con el objeto, da origen a
dos objetos introyectados: el idealizado y el odiado. Este objeto
odiado internalizado, es el que se va a convertir, desde el interior
del niño, en objeto persecutorio. Así surgen los temores de natura-
leza persecutoria paranoica, fabricados por el inconsciente del niño.
Estos son los temores a la oscuridad, el pavor nocturno y a veces el
‘temor a estar solo’ que tiene una naturaleza fóbica.

A su vez, la dialéctica de la crueldad infantil en niños meno-


res, va a jugar un papel muy importante en el desarrollo mental de
los niños. La capacidad de tolerar estas fantasías crueles y destruc-
tivas, sin caer en un estado de persecución paranoica, va a permitir
al niño pequeño desarrollar su conocimiento del mundo. Para
aprender y hacer suyo lo desconocido, el niño tiene que ser capaz
de accionar, de tomar riesgos y eso requiere de una disponibilidad
de agresividad saludable. Así encontramos una relación saludable y
productiva entre la agresividad humana y el desarrollo del conoci-
miento.

(c) Según Wilfred Bion

Wilfred Bion no hace proposiciones específicas sobre la te-


oría de la violencia. Plantea ideas originales sobre los <vínculos>
del Self con el objeto. Habla del vínculo de <amor: (L)>, <odio:
(H)> y <conocimiento: (K)>. Describe tres tipos de vínculos que
representan las relaciones emocionales entre el Self y los objetos.
Estos son considerados por Bion como <elementos> que contienen
todas las emociones. Cuando Bion habla de los <Supuestos bási-
cos> plantea tres tipos de respuestas involuntarias, automáticas e
inconscientes del grupo. Refiere a emociones anónimas intensas y
primitivas del grupo. En el supuesto básico de <Ataque y Fuga> los
miembros del grupo se identifican [en forma inconsciente] con los
P á g i n a | 84

líderes paranoicos del grupo y actúan en consecuencia, ya sea para


la fuga o para el ataque.

(d) Según Jacques Lacan

A lo largo de su obra Jacques Lacan va a coincidir con Sig-


mund Freud en sus planteamientos sobre el origen de la destructi-
vidad y la violencia. Lacan denomina <Odio Primordial> a la res-
puesta que el sujeto va a encontrar con el objeto temprano de la
frustración [que aumentan el displacer]. Así el sujeto <Odia> y en
ficción pretende destruir los objetos que para él son fuente de dis-
placer. Estos vínculos frustrantes corresponden al momento de la
constitución imaginaria, (eje aa’). Es en la relación Edípica
simbólica (eje Aa’) con el padre, donde Lacan va presentar sus
ideas complementarias sobre el <Odio>.

La presencia del padre hace obstáculo para la satisfacción


del deseo con la madre, cualquiera que sea su sexo. En el varón este
<Odio> aparece con más vigor, porque le prohíbe gozar de la ma-
dre. La significación simbólica de las consecuencias de este <Odio>
como producto de la función paterna interdictora, distingue este
<Odio Edípico> del <Odio primordial>. Después de todo es la ins-
cripción del <Nombre del Padre> lo que va a rescatar al sujeto de la
posibilidad de una estructura psicótica. Sin esta inscripción de la
<Ley del Padre> el sujeto no accede al <orden simbólico> que or-
dena al mundo y lo inaugura en la estructura de las neurosis.

En su seminario de 1962, titulado <La identificación>, La-


can insiste en el <Odio> fraterno, odio que aparece como <celos>
durante la experiencia de la alimentación temprana se relaciona
con el odio primordial>. Plantea el ejemplo de los <celos> expresa-
do por el niño que San Agustín describe en sus <Confesiones>. La
<imagen> de su rival lo ubica como <desposeído> del objeto de su
deseo. Es el otro el que la goza. Esta <imagen> representa al objeto
perdido y es fundante de su deseo. Plantea que el sujeto paranoico
se mantiene fijado a este <odio> proveniente de la <imagen>: la
imagen del <otro que goza>, sin tener acceso al objeto del deseo.
Este otro <que goza> y a quien <odia> se convierte en el persegui-
P á g i n a | 85

dor. En el seminario de 1973, titulado: <Aún>, Jacques Lacan


habla de un <Odio al Ser>. Este <odio al ser> se ubica más allá de
los <celos>, concierne a la figura de Dios o de alguien <de un otro>
colocado en una posición muy superior. Surge cuando el sujeto
imagina la existencia de un ser que posee un saber inalcanzable,
omnímodo y que amenaza su acceso al goce. Lo <Odia> con violen-
cia. Puede ser dirigido a cualquier persona o institución a la que le
es supuesta un saber más perfecto y quien amenaza su acceso al
goce. Muchos hombres en la historia han sido víctimas de este
<odio al ser>, como es el caso de Sócrates, Galileo, Cantor y en cier-
ta medida el mismo Freud.

2. Desde la clínica de la violencia

Utilizando todos estos conceptos teóricos descritos previa-


mente, propongo conceptuar la violencia --desde un punto de vista
clínico-- en tres acápites fundamentales. Tres aspectos que se com-
plementan uno al otro y que no son mutuamente excluyentes. Me
refiero a dividir estas ideas en tres conceptos clínicos que van a
requerir de examinarlos por separado. Estos son: (a) La <Destruc-
tividad> fundamentada en la envidia temprana, se trata del <Odio
al ser> (b) El <Odio> fundamentado en el fenómeno de la pasión
imaginaria, narcisista, refiere al <Odio primordial> (c) La <Agresi-
vidad> fundamentada en un código de ideales o de Ética y refiere a
la <Defensa propia>.

(a) Lógica de la destructividad

La destructividad humana refiere a una conducta destinada


a causar daño y destrucción al propio sujeto y/o al otro (sadismo
secundario). Si consideramos, cosa con la cual estoy muy de acuer-
do, que la destructividad humana, no es una expresión directa, ni
automática de la <pulsión de muerte> <invariante a-histórica>,
tendríamos entonces que explicarla de otra manera. La propuesta
que quiero ofrecer, sostiene la hipótesis de relacionar la magnitud
de la destructividad del hombre, con la magnitud de la patología de
la envidia temprana en el niño. De esta manera, el monto de capa-
P á g i n a | 86

cidad destructiva de cada persona, está determinada por su propia


historia personal: <variante histórica>.

(1) Vínculo objetal

Ya desde 1971, Hanna Segal, una muy respetada analista


Kleiniana, había afirmado que la <envidia temprana infantil> se
encuentra en íntima relación con la naturaleza del vínculo objetal y
agrega que es en relación al objeto que el niño desarrolla la envidia
temprana: ‘El pecho nutricio como metáfora’. La destructividad
provocada como consecuencia de la envidia al objeto, es primera-
mente un empuje destructivo dirigido contra el objeto [el objeto
nutricio] y sólo secundariamente por deflexión de la catéxia sobre
el sujeto, esta pasa a ser dirigido contra <el sí-mismo>. La pregunta
fundamental es si la energía utilizada en esta envidia temprana, es
una expresión directa y automática de la <pulsión de muerte>, o si
la energía utilizada por la envidia temprana, para en fantasía des-
truir al objeto, es originada en una energía pulsional que no tiene
calificativo, ni de vida, ni de muerte: <fusión de ambas pulsiones>.

Me inclino claramente por esta segunda opción. La expe-


riencia del niño con el pecho puede ser una experiencia de <satis-
facción>, en la cual el alimento y el calor afectivo de la madre son
oportunos y suficientes para satisfacer la demanda del niño. O pue-
de ser una experiencia de <insatisfacción> que origina la aparición
del dolor psíquico y el displacer en el niño.

En este último caso, el objeto es considerado amenazante,


peligroso y malvado, ya que el objeto tendría todo aquello que el
niño necesita para aliviar su dolor y entrar en bienestar. Ese objeto
que contiene en ficción, todo el bienestar necesario que el niño no
tiene, pasa a ser primero, un objeto frustrante pues no da al niño lo
que este necesita. Y segundo un objeto envidiado, porque en fic-
ción, este objeto posee lo que el niño desea. Es oportuno recordar
que esta experiencia va a ocurrir en el período imaginario, especu-
lar de la constitución del sujeto. El niño tendría una capacidad de
respuesta a esta frustración de la demanda. La respuesta específica,
es una respuesta de agitación. La propuesta psicoanalítica plantea,
P á g i n a | 87

que desde el punto de vista de <la fantasía inconsciente>, esta res-


puesta va acompañada de fantasías de ataque al objeto. Estas fan-
tasías de ataque, son fantasías de destrucción al objeto, y es tan
importante para la vida psíquica, que esta fantasía pasa a ser uno
de los puntos del origen de la violencia. Toda vez que el sujeto en su
vida futura, se encuentre en una situación similar básica de frustra-
ción y envidia, tiende a producir conductas o fantasías de violencia
y destrucción.

(2) Voracidad

En la medida en que sus experiencias tempranas le permi-


tieron un balance entre las experiencias de satisfacción y frustra-
ción, el sujeto tendrá la posibilidad de tolerar la frustración, <sin
recurrir a la violencia>. Esta propuesta se va a complicar con la
aparición de la voracidad. La voracidad es un mecanismo psíquico
relacionado con la dificultad en la capacidad de satisfacción. En ella
el niño pide más y más, porque no puede lograr sentirse satisfecho.
Esto ocurre así, porque su verdadero deseo está en otro lugar. Exis-
te un desencuentro entre la demanda y el proveedor. Pide más y
más y en esa progresiva exigencia, encuentra cada vez más insatis-
facción, aumentando en forma geométrica la experiencia de la en-
vidia al objeto, con el consecuente ataque destructivo.

(3) Furor narcisista

Como hemos visto el predominio de las experiencias de <in-


satisfacción y frustración> en el niño van a dar origen a la aparición
de una psicopatología de la envidia. El predominio y la excesiva
experiencia de frustración de la demanda, provocarán una intole-
rancia progresiva a la frustración. Ante la más pequeña frustración
el niño puede caer en lo que llamaríamos un furor narcisista. Esto
equivale en clínica a lo que podríamos llamar: un ataque de rabieta
del niño (muy común a los veinticuatro meses). Estos ataques de
rabieta, llamados también episodios de furor narcisista, son testi-
monios del predominio del eje imaginario en la constitución del
sujeto. Posteriormente a lo largo de la vida, ya como adolescentes o
como adultos, ante la experiencia de frustración, este tipo de suje-
P á g i n a | 88

tos, con funcionamiento mental a predominio del eje imaginario,


pueden caer en un ataque de furor narcisista intenso, despropor-
cionado, algunas veces difícil de controlar, que empujan al acto y
que puede tener serias consecuencias en el registro de la violencia.

(4) Peligro homicida y suicida

La pregunta más delicada es, si esta destructividad origina-


da en la frustración de la demanda, que toma su energía de la fu-
sión pulsional, es capaz de provocar violencia tan intensa que lleve
al homicidio y al suicidio. Esta pregunta a mi manera de ver, tiene
que ser respondida en forma afirmativa. La envidia desarrollada al
objeto, en esta forma repetida y consistente, puede llevar la fantasía
de destrucción, a la acción y crear un espacio para la conducta
homicida y/o suicida.

(5) Identificación con el grupo

Es común observar, que la conducta violenta de las pandi-


llas de jóvenes y de otros tipos de grupos sectarios, producen des-
trucción creada por el grupo. Si la destructividad que proviene de la
frustración de la demanda y de la consecuente envidia al objeto no
encuentra suficiente intensidad, como para pasar a una acción de
violencia destructiva y homicida en términos individuales, puede
pasar al acto por la identificación del sujeto con el grupo. Estos
sujetos encuentran su forma de expresar su propia destructividad
en acto, a través de la identificación con los ideales del grupo. Esta
claro, que el sujeto individual aporta su propia carga destructiva y
su necesidad de internalizar los ideales ofrecidos por el líder y por
la pertenencia al grupo. Hay una identificación por sugestión con
las consignas del líder del grupo, que permite como ya dije, pasar al
acto destructivo y homicida.

Igual mecanismo puede ocurrir en los grupos bien organi-


zados, que por manipulación política o ideológica, ofrecen un ene-
migo común como objetivo para la expresión de la destructividad y
la violencia individual. En ese caso la identificación por sugestión
de los ideales políticos, explica el paso a la violencia con la destruc-
P á g i n a | 89

ción de la propiedad y a veces ataque a las personas, con posibili-


dad de realizar el homicidio. El mecanismo opuesto también es
posible. Quiero decir, una tolerancia social producida por un dis-
curso anti violencia, que por identificación con las consignas del
grupo, sostiene los ideales en contra de la violencia. En ese caso la
presión del grupo sostiene la capacidad de tolerar la humillación y
el ataque personal, sin producir una reacción de defensa violenta.

(b) Lógica del Odio

Para explicar la naturaleza del ‘objeto de odio’ es necesario


utilizar la teoría freudiana y la teoría Lacaniana del sistema (RSI)
en lo relativo al orden imaginario (J. Lacan: T.1, p.191).

La pulsión y su recorrido dan origen al concepto radical de


objeto en psicoanálisis. El objeto en psicoanálisis puede ser concep-
tualizado al menos en dos formas diferentes. Primero, para la es-
cuela de la <Psicología del Yo>, el objeto es ante todo pulsional,
aquello que ha recibido catéxia. Se refiere a la investidura de cargas
de energía o libido, en lo que luego va a pasar a ser llamado ‘objeto’.
Este objeto pasa a existir en el mundo interno como representación
psíquica. Segundo, para el psicoanálisis estructural propuesto por
Lacan, el concepto de objeto es otra cosa. Va más allá de la teoría de
la catéxia. En esta propuesta que en el fondo es freudiana, el objeto
es el objeto perdido, objeto ausente, causa del deseo, (Lacan, J. T.4,
Pág. 61). Es claro que el objeto original de satisfacción pulsional,
investido de catéxias se va a convertir en el objeto perdido. Esto es
así por la reiterada necesidad de satisfacción de pulsión, que no
cesa en su empuje y busca de nuevo el objeto original. Así la natura-
leza del objeto es siempre ‘la de un objeto perdido’ luego en ficción
re-encontrado, para igualmente perderse cada vez. El objeto del
amor y el objeto del odio naturalmente son objetos perdidos y re-
encontrados en ficción. Su naturaleza va a estar en un más allá de
lo propiamente pulsional. Cada persona va a construir en un perío-
do muy temprano de su vida las características exclusivas de su
objeto perdido de amor y odio.
P á g i n a | 90

(1) Objeto de odio

Es en el eje imaginario (o narcisista) de la constitución del


sujeto (grafo Lambda) donde se va a tramitar la relación de objeto
imaginario (narcisista) y el vínculo de pasión. Este eje refiere al
período sincrónico, especular, topológico de la constitución del
sujeto en su época más temprana. El verdadero prototipo del víncu-
lo de odio (y también de amor) no se encuentra en la satisfacción
pulsional por sí misma, sino en la lucha del sujeto por su existencia
y afirmación. Este objeto de odio es un objeto desprendido de la
figura del otro originario (imaginario), pedazos o restos del otro,
desprendidos de la experiencia, sin mantener cualidad de concien-
cia, pero siempre buscado. Encontrado momentáneamente, cuando
en ficción el sujeto lo percibe en el otro que lo porta. Ese otro apa-
rece como semblante de objeto, portador del objeto perdido, objeto
del amor o del odio.

(2) Sujeto del odio

Así el concepto de sujeto aparece en el ir y venir de la pul-


sión sobre el objeto. Se inaugura el sujeto y de allí en adelante, co-
mo ya vimos, el objeto es específicamente un objeto perdido. Este
objeto perdido (objeto-a) es el objeto de la pasión. Transcurre y se
mantiene toda vez que el sujeto opera o funciona en el eje imagina-
rio (narcisista). Este objeto de pasión es un objeto de imagen (vi-
sual, auditiva, olfativa, táctil) que tiene la característica de ofrecer
la ilusión de completud al sujeto, quien padece de estar siempre en
falta constitutiva [refiere al concepto de la falta-en-ser]. La percep-
ción ilusoria de ver, oír u oler en el otro ese (objeto-a) perdido, lo
empuja irresistiblemente a un vínculo especial con ese otro, porta-
dor de este (objeto-a) perdido. Ese vínculo especial, que padece el
sujeto, a la manera de un síntoma, constituye el vínculo de pa-
sión. Este vínculo de pasión puede ser de odio o de amor, según sea
el caso de frustración o satisfacción pulsional con el objeto origina-
rio. Recordemos que la naturaleza de este vínculo pasional de odio,
tiene características propias del eje imaginario (narcisista), es de-
cir: (a) Es irracional (b) Es involuntario (c) Es automático (d) Se
construye con el mecanismo de la apropiación subjetiva (identifica-
P á g i n a | 91

ción proyectiva) al encontrar en el otro, el objeto perdido, que en


ficción va a completar al sujeto.

(3) Odio como pasión

Así pues, el origen del odio como pasión, es similar al origen


del amor. Si en el amor, el objeto-a, objeto de pasión, en ficción
completa al sujeto, en el vínculo de odio este mismo objeto-a, por-
tado por el otro, objeto que es capaz de producir en el sujeto un
rechazo o frustración pulsional, va a ser por lo tanto convertido en
el objeto del odio, y el vínculo será un vínculo pasional de odio, que
en ficción completa al sujeto. Por lo tanto, la pasión de odio es el
reverso de la pasión de amor. Lo opuesto al amor, no es el odio,
sino el desamor, que se desliza en el devenir de la indiferencia. Es
oportuno aclarar que en esta propuesta, el odio no es presentado
como un afecto, sino como una pasión. El afecto como resultante de
la pasión de odio, sería la ira o la rabia. Igualmente el amor no es
presentado como un afecto, sino como una pasión y el afecto co-
rrespondiente se expresa en un sentimiento de entrega total, con
empuje a la fusión corporal en el encuentro sexual y en la conviven-
cia cotidiana que empuja a la desaparición de la otredad. El sujeto
no puede escaparse voluntariamente a la pasión de odio. Como
tampoco puede escaparse a la pasión de amor. Es algo que lo habita
y lo más que puede hacer es negarlo o suprimirlo momentánea-
mente.

(4) Odio y sadismo

El vínculo irracional de naturaleza involuntaria, en la cual se


establece la pasión de odio, puede tomar dimensiones alarmantes.
La intensidad del vínculo de odio puede llegar a ser de tal magni-
tud, que deslice hacia la progresiva construcción delirante. Aun
cuando el sujeto es capaz de reconocer lo absurdo o lo irracional del
odio al otro, este no puede evitarlo. Este odio que se va a expresar
en ira o en rabia, va a constituir lo que se podría llamar --la razón
de la venganza. La venganza que corresponde a la forma organizada
de atacar al objeto, puede dar origen en este registro de pasión de
odio, a la violencia y al sadismo humano. La pasión puede ser de tal
P á g i n a | 92

magnitud que el sujeto no pueda escapar a sus efectos y producir


un acto de violencia. No es accesible a la interpretación por dos
razones: primero, porque es una formación inconsciente pre-verbal
y segundo, porque tiene características de certeza delirante. Sólo el
tiempo, al igual que en el vínculo pasional de amor, permitirá su
disolución progresiva al ser sustituido por un nuevo objeto. Es
oportuno aclarar que no todo sadismo humano tiene su origen en la
pasión del odio. Otras variables del sadismo humano se originan
por la vía de la destructividad.

(5) Sadismo y conocimiento

Antes del momento de la capacidad de discriminación entre


el Self y el objeto, es inevitable que la expresión del malestar del
niño <displacer>, mostrada en su llanto y agitación motora, puede
ser visto de varias maneras, que no son excluyentes: (1) como una
forma de expresión de un sadismo natural primario, expresión de la
<Pulsión de Muerte>. (2) Para otros, como una forma primitiva y
muy efectiva de comunicación. El llanto motivado por el malestar y
el displacer se convierte en <un significante> cuando encuentra
sentido en un otro. Por lo tanto la presencia de este llanto y de agi-
tación motora, expresión para algunos de un <sadismo primario>
resulta en un efecto beneficioso de inicio en el conocimiento. Quie-
ro decir, que esta experiencia de dolor psíquico y luego su alivio,
producido por el encuentro con la satisfacción de pulsión (al ser
satisfecha la demanda expresada en el llanto), va a contribuir a la
transformación del <grito> en <llamado>, apareciendo un primer
significante, que significa algo para otro significante. Así pues, la
aparición del otro (la alteridad especular), y el despliegue de los
mecanismos de introyección y proyección, van a permitir la progre-
siva diferenciación entre el Self y el objeto, en un proceso continuo
de desarrollo mental.

(c) Lógica de la agresividad

La agresividad refiere a una conducta o una actitud del su-


jeto, que tiene como propósito, defender su integridad personal, su
vida, su propiedad, su patrimonio y sus valores e ideales. Esta pro-
P á g i n a | 93

puesta no tiene nada que ver con la propuesta de la <Pulsión de


Muerte>. La agresividad humana al igual que la destructividad po-
see una energía que le permite realizar la tarea. Esta energía se ori-
gina en la pulsión. Pulsión unificada (dual) <fusión pulsional> que
no tiene calificativo, ni de vida ni de muerte.

(1) Código de ideales

Ciertos ideales pueden incluir dentro de su propio código la


autorización dada al sujeto de reaccionar con agresividad ante un
ataque que intente destruir las identificaciones y los significantes
que sostienen estos ideales. En algunos casos, el código del ideal
invita o apoya la respuesta de agresividad. Una convocatoria ética
que autoriza a la defensa personal. En otros casos otro código pide
al sujeto inhibirse de cualquier reacción de agresividad o violencia y
de tener lo que se llama una protesta pasiva (exigencia de poner la
otra mejilla). Código de no-violencia. En los casos en que el código
permita y estimule la respuesta de defensa agresiva, podemos en-
contrar toda una serie de acciones de violencia que van desde la
agresividad verbal y escrita, hasta los actos de violencia contra la
propiedad y las personas.

(2) Miedo y agresividad

La angustia que en clínica (fenomenológica) se detecta co-


mo miedo y temor, puede desplazarse a una expresión despropor-
cionada de rabia y agresividad. Algunas veces, personas que pade-
cen estados fóbicos o temores excesivos, ante la amenaza real a su
integridad física, o ante el peligro de perder su propiedad, respon-
den con un temor que paraliza. Estas mismas personas en otras
circunstancias, pueden transformar este estado de temor y paráli-
sis, en una respuesta agresiva con violencia verbal o física. La vio-
lencia y la agresividad desencadenada por este tipo de respuesta,
generalmente son controlables a voluntad por el sujeto. La conse-
cuente violencia sólo se desarrolla y alcanza los niveles que el sujeto
desea que alcancen. No ocurre así en el caso de la destructividad
humana, donde la naturaleza involuntaria, no permite que la vio-
lencia desatada por esa destructividad pueda ser controlada a vo-
P á g i n a | 94

luntad por el sujeto. Los resultados pueden sobrepasar la intención


del sujeto, y muertes ocurridas como consecuencia de esa destruc-
tividad fuera de control es posteriormente causa de sentimientos de
culpabilidad y alegatos de arrepentimientos ante el horror del acto
destructivo consumado. No ocurre así con la violencia producida
por la agresividad provocada por mandato de defensa propia.
P á g i n a | 95

Capítulo 16
EL <OBJETO DE AMOR>

(a) El objeto de deseo

Tal como ya he expresado, el deseo proviene de la falta, la cual


se instala debido a la pérdida inicial del objeto. Debido a que la
pérdida original ocurrió temprano en la vida, el objeto original per-
dido representará un objeto muy especial. Este objeto fue llamado
por Jacques Lacan el objeto-(a) a veces llamado la pequeña-(a).

Este Objeto-(a) será el original objeto de deseo. Es un referente


de la relación temprana con el otro primordial, algo pre-verbal.
Lacan se refiere a él ‘como el objeto del cual no se tiene ninguna
idea'. Ya que este objeto representa al original perdido (imagina-
rio). Este Objeto-(a) siempre será buscado, pero nunca se encon-
trará. Cuando el sujeto cree --en ficción-- haberlo encontrado, en-
tonces la experiencia de un estado de pasión se desata. Esta pasión
puede ser de amor o de odio. Todo depende de la cualidad [de satis-
facción o frustración] de las experiencias tempranas del sujeto con
este objeto perdido. El amor y el odio son las pasiones (las ilusio-
nes) sufridas por el sujeto (no por el Yo), quien en ficción cree
haber encontrado el objeto perdido en el campo del otro 56.

Realmente este encuentro ocurre cuando el Objeto-(a) es el que


‘encuentra al sujeto’ en el campo del otro y no en viceversa. Esto
ocurre por casualidad, ya que se trata de un encuentro del azar de
la vida. Este encuentro azaroso se muestra como una revelación.
Este encuentro tiene una ‘agarre’ sobre algún detalle del cuerpo del
otro. Este detalle representa un pedazo del 'Real' arrastrado del
pasado original olvidado del sujeto que ama. El sujeto sinceramen-
te percibe, ve, oye, huele, la ilusión del algo irresistible: el <Objeto-
(a)> apareciendo en el cuerpo del otro. De hecho este pedazo de

56
Jacques Lacan (1963). Los cuatro conceptos fundamentales del Psico-
análisis. Seminario 11. 1977
P á g i n a | 96

'Real' se origina en una proyección del amante, en el cuerpo del ser


amado. Es el ‘amador’ el que coloca [proyecta] y construye su con-
vicción de haber encontrado ese detalle [del real perdido] en el
cuerpo del otro. Pero está claro que ese cuerpo del objeto ‘amado’
tiene un algo que recuerda a ese ‘Real perdido’. Por eso Lacan 57
solía decir que El amor de pasión, ‘es dar lo que no se tiene’. Noso-
tros podemos decir que el odio como pasión también es de similar
naturaleza.

(b) El objeto <causa de deseo>

Pero este encuentro azaroso es un poco más complicado. Me


voy a explicar. Como ya he dicho el objeto perdido-(a) originará el
deseo en el ser humano. Pero aquí nosotros tenemos que teorizar
un poco más. Una cosa es el <objeto del deseo> y otra cosa es el
objeto <causa de deseo>.

El Objeto-(a) no aparece por adelante [en el frente] del sujeto


<convocado por su deseo a voluntad>. Por el contrario, se ubica por
detrás del sujeto <sin voluntad> ya que sorprende al sujeto, cau-
sando el deseo. Según esta lógica, será el objeto perdido-(a) en fic-
ción, quien encontrará al sujeto. El sujeto no puede exitosamente ir
en busca del objeto-(a). El objeto-(a) se impone realmente sobre el
sujeto por casualidad, por razones del azar. Es claro que el deseo
del sujeto (como ser humano, como un hablante-ser) consiste en el
‘deseo del deseo del otro’. Después que todo, es este otro quien ha
dejado una marca (la falta), un referente en la constitución tempra-
na del sujeto.

Ese referente es el objeto-(a). La turbación proviene porque el


sujeto no tiene alternativa posible, sino buscar por el resto de su
vida, a ese objeto perdido-(a). Él o ella lo buscarán siempre por
adelante. El objeto de deseo (erróneamente) se coloca por delante
(en el frente visual), el sujeto va a encontrar un semblante de obje-

57
Jacques Lacan (1960). La transferencia, Seminario 8. Paidos, Barcelona
1997
P á g i n a | 97

to-(a) como una apariencia (como un señuelo). De esta manera el


Objeto-(a) será el <objeto de deseo> que es encontrado (errónea-
mente) por delante del sujeto.

Pero hay otra historia: la que ocurre es que el ‘oobjeto perdido-


(a)’ el que encuentra al sujeto. Cuando esto sucede el objeto-(a)
aparece desde atrás, como el <objeto causa de deseo>. Este encuen-
tro (azaroso) del objeto-(a) con el sujeto, desatará inevitablemente
un <estado de pasión>. Estos fenómenos ilusorios de pasión pue-
den tener la cualidad de Amor u Odio, esto dependerá de la cuali-
dad de satisfacción o frustración en las relaciones tempranas con el
objeto-(a).

Algo más sobre el Amor

No todo amor tiene la característica del ‘amor de Pasión’.


Propongo a pesar de toda la controversia y fuerte crítica que en-
cuentro cada vez que presento estas ideas, que al menos, para mí
existen tres tipos básicos de amor. Estos son: El ‘amor de pasión’, el
‘amor cortés’ y el ‘amor de conveniencia’.

Amor de Pasión

El ‘o
objeto de amor’ al cual me he referido más arriba, en este
mismo capítulo refiere específicamente al ‘amor de pasión’. Como
ya dije se trata del encuentro del sujeto amador con su Pequeña-(a)
perdida y luego en ficción encontrada. Este encuentro, producto del
azar de la vida, desata un vínculo de pasión. Este amor de pasión se
vive con convicción. Se ama y se cree ser amado. La convicción de
ser amado o amada por el otro, será siempre ‘puesto en duda’. No
existe forma de que el sujeto pueda tener certeza en forma definiti-
va, que es ciertamente amado o amada por el otro. Surgen así ‘los
tormentos del amor’. De allí surge la imagen eterna y muy antigua
del amador ‘desojando la margarita’ y diciendo: ‘me quiere-no me
quiere, me quiere-no me quiere’, hasta el fin de los días.
P á g i n a | 98

Estas dudas inevitables empujan al amador a tratar de en-


contrar alguna ‘prueba de amor’ de que en definitiva pruebe que el
otro: ‘lo ama’ o ‘la ama’.

En mi práctica clínica me ha tocado escuchar infinitud de


pruebas que cada quien se inventa, para encontrar paz y tranquili-
dad, en la búsqueda de esa necesaria convicción de ser amado o
amada. Así he oído por ejemplo decir como ‘pruebas de amor’ que
si ‘el hombre o la mujer tiene orgasmo simultáneo con su pareja,
esa es la prueba definitiva de ser amado. O por ejemplo: ‘Si cuando
está ausente, me llama por teléfono, esa es la prueba definitiva de
que si me ama’. O cuando dicen ‘si él desea tener un hijo conmigo’,
es porque me ama. ‘Si piensa en mí’, es porque me ama. ‘Si quiere
vivir junto a mí’, es porque me ama. ‘Si me protege’, es porque me
ama. A la verdad, el que pide y obtiene su ‘prueba de amor’ se paga
y se da el vuelto, a sí mismo. Pero si la prueba ofrece una respuesta
afirmativa, entonces se sabe amado y obtiene paz y tranquilidad,
por unos días.

El ‘amor de pasión’ presenta al sujeto problemas difíciles en el


diario vivir. Por la siguiente razón: La pasión de amor empuja ‘uno
a otro’ a formar una unidad. De ser inicialmente, dos personas dis-
tintas, progresivamente se convierten en un solo ser. No es raro oír
a aquellos seres que se aman, decir: ‘Yo soy tuyo, tu eres mía’.

De allí el viejísimo aforismo Socrático de ‘la media naranja’ en


donde ambas mitades, pasan la vida, en búsqueda de la otra mitad.
Cuando la encuentran, se unen, y forman una sola naranja. Ese es
el peligro. Porque al ocurrir ese fenómeno psíquico de hacer ‘uno
con el otro’, se ha perdido la otredad [la alteridad]. La consecuen-
cia, es la pérdida del amor de pasión, ya que el objeto-(a) perdido,
debe habitar el cuerpo de un otro [no de si mismo]. La vida conyu-
gal muchas veces con la convivencia y el compartir diariamente la
cama y las costumbres, empujan a formar una unidad [a ser uno]
con el otro. Por eso el aforismo popular dice: ‘el matrimonio [o la
convivencia] es la tumba del amor’. Este aforismo se refiere especí-
ficamente al ‘amor de pasión’ y al problema de la pérdida de la
otredad.
P á g i n a | 99

¿Cuánto dura el amor de pasión?

En mi experiencia, este amor de pasión no dura ‘toda la vida’.


La visualizo como una curva parabólica, en la cual, desde que se
inicia, es inexorable, que al final de la curva, la pasión va a desapa-
recer. Es decir, en ese momento, el sujeto deja de ver el [objeto-(a)]
en el cuerpo del otro. En ese momento el ‘amor de pasión’ ha des-
aparecido. Diría que se ha transformado en otra cosa. En el mejor
de los casos se ha transformado en el ‘a amor cortés’. Y en otros casos
se transforma en ‘e el desamor’ que no es otra cosa que la ausencia
del amor de pasión. Muchas veces me han preguntado: ¿Y cuanto
dura el amor? Si nos guiamos por la sabiduría de Marilyn Monroe,
contestaría que siete años [por aquello de la comezón del séptimo].
Otras personas me han dicho que les ha durado 12 años. Otras 21 y
otras solo cuatro años. Es decir la respuesta depende del caso-por-
caso. Así pues es algo del orden individual, subjetivo.

Dos veces en la vida

Otros me han preguntado si es posible ‘enamorarse de pasión


dos veces distintas de la misma persona. Eso equivale a ‘ser encon-
trado’ dos veces por la misma Pequeña-(a) que porta el cuerpo del
otro. Eso no me ha tocado verlo nunca. Podría decir que ‘no es po-
sible bañarse dos veces en el mismo rio’. No es posible sufrir una
‘pasión de amor’ dos veces con la misma persona. Pero es posible
encontrar un ‘amor cortes’ dos veces con la misma persona. Y tam-
bién es posible un amor cortes después de un amor de pasión.

El amor y la muerte

Existe una relación inevitable entre el ‘amor de pasión’ y la


realidad de la muerte. En mi práctica clínica he encontrado tres
formas de relación: El morir de amor, el amor a muerte y el amor
que mata. Tal parece que aquel viejo aforismo que dice: ‘nadie se
muere de amor’ está completamente equivocado, ya que el ‘amor de
pasión’ puede llegar a ser un asunto mortal.
P á g i n a | 100

Morir de amor

Lo ubico en el caso de los ‘amores de pasión’ no correspon-


didos, o en el caso de la ‘pérdida del objeto de amor de pasión’, el
cual es generalmente, una pérdida traumática. Recordemos los
esposos que se han unido en un ‘vínculo de pasión’, a veces por
muchos años y uno de ellos muere. Es observación repetida por
diferentes personas, que el otro sobreviviente muere poco tiempo
después. El común dice: ‘murió de amor’.

En la novela francesa llevada al cine titulada ‘Relaciones Pe-


ligrosas’ la Señora de Tourvel ‘muere de amor’ cuando su ‘objeto de
pasión’ el Vizconde de Valmont le repite una y otra vez que ‘no la
ama’ y que ‘eso está en su naturaleza’. La Presidenta Señora de
Tourvel no soporta esa pérdida de su ‘objeto de pasión’ y muere de
inanición. Ella ha muerto de amor. 58

58 ‘Relaciones peligrosas’ es una famosa novela escrita por Pierre Choder-


los de Laclos, que narra el duelo malvado y libertino de dos miembros de
la nobleza francesa a finales del siglo XVIII. Fue publicada por primera
vez en 1782. La Marquesa de Merteuil y el Vizconde de Valmont que en
otro tiempo llegaron a ser amantes, se aprovechan para sus quehaceres
amorosos de la sociedad puritana y privilegiada en la que viven. Estos dos
personajes egoístas cuentan sus hazañas que constituyen la trama de la
historia. Es cierto que el vizconde de Valmont seduce primero y luego
abandona ‘al haber sido deshonradas’ por él mismo a las mujeres que
conquista. El dice que solo sigue su inclinación natural. La Marquesa de
Merteuil harta de escuchar los alardes de Valmont sobre sus aptitudes
seductoras le reta a seducir a la más virtuosa de las mujeres conocidas en
la sociedad en la que se desenvuelven: la Presidenta Señora de Tourvel. Si
consigue seducirla, la propia Marquesa engañará a su actual amante y se
entregará a Valmont. A lo largo de la primera parte del libro iremos vien-
do los avances de Valmont en su estrategia de seducción de la señora
Tourvel, que poco a poco, irá cediendo ante los encantos de Valmont, para
luego una vez conquistada y ganada su apuesta, con la Marquesa de Mer-
teuil, él la va a rechazar, cosa que la Señora de Tourvel no soporta y muere
de amor.
P á g i n a | 101

Es oportuno mencionar a las jóvenes de corta edad que tie-


nen una estructura psíquica histérica que no soportan la pérdida de
su objeto de ‘amor de pasión’ y proceden en un ‘relampagueo enlo-
quecido’ a quitarse la vida. Se tiran de un edificio, se toman una
dosis mortal de sedantes o se tiran al metro. Esos jóvenes que están
en el inicio de la vida [hombres y mujeres] y que no soportan la
pérdida del objeto de pasión: mueren de amor. Si solo pudieran
soportar la perdida ‘por unas horas’ y que tengan la buena suerte de
encontrar a alguien que les acompañe y les sostenga la ‘angustia de
perdida’ de ese objeto amoroso, sin el cual creen ilusoriamente, que
no pueden vivir, ya después de ese momento, desaparece el ‘relam-
pagueo enloquecedor’ y el dolor de ser abandonadas o abandona-
dos se les hace soportable. Ya desde ese momento, no son suicidas.
Sin embargo a pesar de ser tan simple, la cantidad de jóvenes que
‘mueren de amor’ al suicidarse en un momento de pasión, es abru-
madora.

Amor a muerte

Refiere a los amantes [de pasión] que se juran sinceramente


el amor ‘a muerte’. Esto hace referencia al ‘amor con todo’. Refiere
a los amantes que desafían al mundo y a sus prejuicios, por razones
de su ‘amor a muerte’. Los ejemplos del romanticismo y de la mo-
dernidad abundan en la literatura, el cine, la opera y en la clínica.
Así conocemos el caso emblemático de Romeo y Julieta, aquellos
adolescentes que se ‘amaban a muerte’. Amor en el cual su ‘amor de
pasión’ va a desafiar los valores de su cultura y por un enredo equi-
voco de venenos, ambos encuentran la muerte. Igual ocurre con
Abelardo y Eloísa.

En el cine español [1980] aparece un film titulado ‘El Nido’


donde se narra un ‘amor de pasión’ entre una adolescente y un
hombre mayor, ya retirado en la montaña. Entre ellos surge un
‘amor de pasión’ que lo lleva a ‘morir de amor’ por su objeto amado,
P á g i n a | 102

en una versión moderna ‘del amor con todo’ de lo que se ha llama-


do ‘el amor hasta la muerte’. 59

Amor que mata

Refiere a los amores de pasión que son contrariados. Son los


amantes que saben de la imposibilidad de estar juntos y que a pesar
de todo continúan con su inaceptable e imparable proyecto de
amor. Son como la mariposa que no puede evitar acercase a la lla-
ma de la vela que precisamente la matará. Aquí encontramos a los
amores imposibles ejemplificados en filmes que muestran la impo-
sibilidad del amor entre judíos y musulmanes. Amores imposibles
que muchas veces llevan a los amantes a encontrar la muerte.

Un simple ejemplo de un ‘amor de pasión’ 60

… ‘Por cierto asunto relacionado con el trabajo, nos citamos


y comimos juntos. Después fuimos a tomar algo. Ya sabes que ape-
nas bebo, así que el sumo de naranjas, que me tomé, no contenía ni
una gota de alcohol. De lo que sucedió, el alcohol no tuvo pues,
ninguna culpa. Nos vimos como siempre y hablamos como siempre.
Pero cuando en un determinado momento, nos rozamos acciden-
talmente, me entraron de repente unas irrefrenables ganas de hacer
el amor con él. Al tocarnos adiviné de manera instintiva que él me
deseaba. Y que él sabía que yo lo deseaba a él. Fue algo irracional,
una especie de descarga eléctrica paralizadora, que saltó entre no-
sotros. Sentí como el cielo se derrumbaba sobre mí. Mis mejillas
empezaron a arder, el corazón me palpitó con fuerza, sentí una pe-

59 La película El nido [1980] de Jaime de Armiñán, es interpretada por

Héctor Alterio y Ana Torrent con fotografía de Teo Escamilla. El filme fue
seleccionado oficialmente para el Festival Internacional de Montreal,
donde Ana Torrent obtuvo el premio de interpretación femenina por su
trabajo en este film.
60 Tomado del libro ‘Crónica del pájaro que le da cuerda al mundo’ de

Haruki Murakami. Segunda parte: ‘El pájaro profeta’, Segmento del Capí-
tulo 11, titulado ‘La larga carta de Kumiko’. Maxi Tusquets Editores, Mexi-
co [2001].
P á g i n a | 103

sada presión en el bajo vientre. Casi me resultaba difícil permane-


cer sentada en el taburete. Al principio no sabía que me estaba su-
cediendo. Pero pronto comprendí que era un sentimiento de amor y
un fuerte deseo sexual. Era tan acuciante, que casi se me entrecor-
taba la respiración. Sin que ninguno de los dos lo propusiera, en-
tramos en un hotel cercano e hicimos el amor como si nos devorá-
ramos el uno al otro.

Quizás hiera tus sentimientos que te describa todo con pelos


y señales. Pero, a la larga, creo que será mejor que te lo cuente, de
manera sincera y detallada. Por eso, aunque te duela, te pido que
sigas leyendo.

No sé si esto tiene relación alguna con el amor. Lo único que


yo quería, era tener relaciones sexuales con él. Sentirlo dentro de
mí. Por primera vez en mi vida deseaba a un hombre hasta el punto
de faltarme el aliento. Antes había leído en los libros, la expresión
‘un deseo irrefrenable’, pero jamás había sabido de qué se trataba
con exactitud.

¿Por qué me ocurre esto a mí, así de repente? ¿Por qué me


sucedió con alguien que no eras tú? No lo sé. Lo que sí sé, es que en
aquel momento, no pude frenarme. Ni siquiera lo intenté. Entién-
delo, por favor. Ni se me pasó por la cabeza que te estuviera trai-
cionando. Y, en la cama de aquel hotel, hice el amor, con aquel
hombre, como una posesa. Te lo digo de todo corazón: nunca me
había sentido mejor en toda mi vida. No, no era algo tan simple
como sentirse bien. Me estaba revolcando en un barro cálido. Mi
mente absorbía el placer, hinchándose, hasta el punto de estallar. Y
estallaba. Un autentico milagro. Una de las cosas más maravillosas
que me han sucedido en la vida’.

El amor cortés

Refiere a un vínculo de amor más tranquilo. Es un vínculo


con un objeto con el cual se tiene un sentimiento de amor --de mu-
cho cariño-- pero del cual se está discriminado. No existe el ‘Yo soy
tu’, ni el ‘T
Tú eres Yo’. Existe más bien: el ‘Y
Yo soy yo, y el ‘T
Tú eres tú’.
P á g i n a | 104

Ese otro discriminado es el depositario de un vínculo amo-


roso de cariño [algo valioso]. Además de ese vínculo amoroso sua-
ve, generalmente existen además, bienes e hijos compartidos. Exis-
ten buenos recuerdos, compatibilidad en el carácter y en los
intereses. Puede existir buena ‘compatibilidad sexual’ al compartir
[sin problemas morales] el ‘fantasma sexual’ que cada uno de ellos
tiene. Este ‘amor cortés’ es menos conflictivo ya que no está basado
en ‘ideales’ inalcanzables y existe más tolerancia del uno para el
otro y el ‘objeto’ sigue siendo ‘un objeto de amor’.

El amor de conveniencia

Es quizás el más viejo tipo de amor que existe. Desde antes


de Cristo existen testimonios, escritos por los historiadores Roma-
nos y en los papiros de la antigua India, en los cuales el vínculo más
apreciado y valioso entre los conyugues, era el ‘amor de convenien-
cia’. Muchas veces la pareja era ‘aarreglada a conveniencia’ por los
intereses de los padres o de la ciudad. Muchas veces estas parejas
‘arregladas’ por personas ajenas a los conyugues, resultaban muy
buenas y los conyugues estaban muy satisfechos del arreglo. Otras
veces no eran tan afortunadas. En esa época, el ‘amor de pasión’ era
visto como algo ‘plebeyo’. Era solo algo propio de las clases incultas
e ignorantes y un tipo de amor propio de los esclavos. Los ‘patri-
cios’ es decir, las clases más cultas, educadas y poderosas, se guia-
ban por la regla de ‘la conveniencia’.

Es solo muchos años después, al final de la edad media y


durante el renacimiento, que aparece la figura del ‘trovador’ quien
inicia la poesía y el canto al ‘amor de pasión’. Es entonces cuando
aparece una transformación de ‘los ideales sociales’ en relación a
los vínculos de amor. El ‘amor de pasión’ comienza a ser convertido
en una aspiración y en un ideal. Los cuentos de Hadas contados a
los niños perpetúan estos ideales. La niña aspira a encontrar su
‘príncipe azul’ y a ser amada intensamente ‘hasta que la muerte los
separe’.

Hoy en día, el ‘a
amor de conveniencia’ existe y tiene cierta
validez. Los novios encuentran razones válidas, como por ejemplo
P á g i n a | 105

lograr una posición económica favorable, o un buen acoplamiento


sexual, o un adecuado compartir los intereses mutuos, o una buena
compatibilidad en el carácter, razones suficientes para aceptar el
matrimonio a ‘convivencia mutua’. En estos casos existe una rela-
ción de amor, pero no es de naturaleza pasional.

La figura social de la ‘machmaker’ o llamada en español ‘la


celestina’ es la que fabrica buenas parejas. Son parejas compatibles
que desarrollan una buena relación de amor de conveniencia, algo
muy valioso y sincero. Hoy en día la figura digital de ‘los buscado-
res de pareja’ hace el mismo trabajo de ‘fabricar parejas’ que antes
no se conocían. La maquina los pone en contacto, se encuentran, se
conocen y puede que el ‘maching’ funcione, tal como ha ocurrido
muchas veces.

Según las cifras que me ha tocado revisar estos matrimonios


‘de conveniencia’ son más duraderos que los matrimonios estable-
cidos por el ‘aamor de pasión’. Es decir son más estables. Esto lo
encuentro bastante comprensible, ya que están basados en una
aceptación mutua, en la cual ambos conyugues conocen los defectos
y las cualidades del otro. Recordemos que en el amor de pasión ‘el
objeto de amor’ es perfecto. Es un objeto que no tiene defectos ya
que es ‘idealizado’. Solo tiene cualidades. Esa idealización es la ma-
triz de la ‘ilusión de amor’. Muchas veces al terminar la ficción
[cuando cesa la pasión], los defectos del conyugue se hacen conoci-
dos --y en algunos casos afortunados-- estos defectos son tolerados
y son aceptables. En estos casos la ‘compatibilidad sexual’, la posi-
bilidad de mantener un ‘vínculo de cariño al otro’, el ‘compartir la
crianza de los hijos’ y disfrutar de los ‘bienes conyugales’ permiten
el paso de una ‘relación amorosa de pasión’, a una ‘relación amoro-
sa cortés’ con el mismo conyugue, sin producirse ninguna separa-
ción o divorcio.
P á g i n a | 106

Un ejemplo de simple erotismo en el amor 61


61

… ‘El rio sigue su curso y a comenzado a nevar, en la orilla


opuesta resplandecen las hogueras a la luz del crepúsculo. No cuen-
ta con que Anna Sergeyevna vuelva a su lado. Ella lo hace con tan
pocas explicaciones como antes. Como su hija Matryona se encuen-
tra en la habitación contigua, su furor al hacer el amor, le sorpren-
de por su intrepidez. Sus jadeos y sus gritos solamente los sofoca a
medias. No son, ni han sido nunca, sonidos de placer animal, sino
el medio que emplea para entrar en un trance erótico. Al principio
su intensidad pasa por encima de él como un ciclón. Hay un largo
trecho, durante el cual, pierde de nuevo el sentido y no sabe quién
es él, o quien es ella.

Hacen el amor como si sobre ellos colgara una sentencia de


muerte. Hay momentos en que no sabe, quién es quién. Quién es el
hombre, quién es la mujer. Momentos en que son como esqueletos,
como ensambladuras de huesos, apretados el uno contra el otro, la
boca contra la boca, el ojo contra el ojo, entrelazadas las costillas,
enredados los huesos de las piernas.

Nunca ha conocido a una mujer que se entregue tan sin re-


servas a lo erótico. No obstante cuando Anna Sergeyevna alcanza el
frenesí, el comienza a alejarse. Hay en ella algo que parece ir cam-
biando. Las sensaciones que en la primera noche juntos, tenían
lugar en las profundidades de su cuerpo, ahora parecen emigrar
hacia la superficie. De hecho se está poniendo eléctrica como tantas
otras mujeres que él ha conocido. Ella ha insistido en dejar encen-
dida la vela en la mesilla. A medida que se acerca al clímax, sus ojos
oscuros lo miran a la cara con más y más atención incluso cuando
le tiemblan los párpados y comienza a estremecerse. Después, ella
yace con él, en la estrecha cama, apoyada la cabeza sobre su pecho,
con una pierna montada graciosamente sobre la suya’.

61 Tal como aparece en el libro ‘El maestro de Petersburgo’ de J. M. Coet-

zee, fragmento del capítulo 19, titulado: ‘Las hogueras’. Editorial Random
House Mondadori, Bogotá 2009. [Premio Nobel de Literatura 2003].
P á g i n a | 107

Capítulo 17
EL <OBJETO DE DOMINIO>

Algo sobre la ‘alteridad’

Muchas veces en el interés de evitar el <dolor psíquico> y el


sufrimiento que ocurre al descubrir asuntos dolorosos reprimidos,
el analizando resiste el proceso analítico desarrollando una relación
‘pasional amorosa’ o ‘pasional de odio’ con el analista, lo cual para-
liza el análisis, que en el fondo es lo que desea el inconsciente del
analizando.

Cuando esto ocurre la relación del analizando con su analista


ha perdido la ‘asimetría’ o llamada también ‘alteridad’ y ha caído en
‘simetría’62
62. Esto a veces es rescatable y a veces no. Todo depende

de la frecuencia e intensidad de las experiencias tempranas de ‘sa-


tisfacción o frustración’ [en el periodo inicial de la vida] que el ana-
lizando ha tenido con su cuidador primario [quien a veces es su
madre].

Los analizandos que han padecido <carencias severas> en la


temprana infancia se resisten con éxito a rescatar <la alteridad> y
mantienen la ilusión de amor [simétrica] provocando la detención
del análisis. A veces esta detención resulta ambivalente y conflictiva
provocando sufrimiento al analizando.

Ocurre que algunos otros analizandos, que también han pa-


decido en <su infancia temprana> de serias deficiencias narcisistas,
pierden igualmente ‘la alteridad’ pero toman otra ruta, otro desti-
no, diferente a la pasión de amor o de odio. Estos analizandos ‘en
simetría’ muestran un tipo particular de <relación de transferen-

62El concepto de ‘alteridad’ refiere a la capacidad del sujeto [del <Yo>] de


relacionarse con el otro de una manera discriminada. Es decir: sentir cla-
ramente el ‘Yo no soy tú’. Cuando esta ‘alteridad’ o llamada también ‘asi-
metría’ se pierde, aparece el ‘Yo soy tu’. En ese caso el sujeto ha entrado en
una relación ‘simétrica’ con el otro y ha perdido la alteridad.
P á g i n a | 108

cia> en la cual se sienten tiranizados por su analista. Aparece lo que


he llamado una ‘relación de dominio’. Esta relación de dominio se
basa en la existencia ficcional de un ‘objeto de dominio’. Para ilus-
trar esta idea me voy a permitir presentarles una viñeta clínica.

Caso 6

Se trata de un caso donde se presenta <la perdida de la alte-


ridad> es decir una relación transferencial ‘simétrica’ y con la apa-
rición de una <relación de dominio>.

Es una analizanda femenina, atractiva, soltera, egresada


universitaria, que está en análisis conmigo cuatro veces por semana
en diván desde hace dos años. En la última sesión de la semana
pasada, como en muchas otras oportunidades, la paciente expresa
un fuerte disgusto conmigo porque siente que yo soy dominante y
autoritario con ella. A lo largo de este año la transferencia ha osci-
lado varias veces de positiva a negativa y viceversa. Por temporadas
me siente como una figura amable y comprensiva. Siente que yo me
intereso sinceramente por sus problemas. En otros momentos está
muy disgustada, porque no la comprendo y quiero dominarla. En
esos momentos hace presencia una idea que ha tenido varias veces
en su vida: <siente que todo lo que ella tiene ‘como suyo’ no sirve>.
Por lo tanto <yo no le sirvo>. Me ve como ‘un hombre que tiene
ideas preconcebidas, que yo no la entiendo y que trato de impo-
nerme’.

Dice: ...‘Aquí con Ud. yo no puedo pensar libremente. Fíjese


usted, si mi fondo es un fondo homosexual, entonces me pregunto
¿Porqué siento tanto deseo por casarme y tener un esposo? Y si mi
fondo es heterosexual, entonces ¿Porque tengo tantos deseos de
estar con una mujer? Como yo no quiero oír que Ud. me interprete,
pues entonces no le digo nada de esto. Yo no quiero ser convencida
de nada. Bueno, tengo que admitir que Ud. directamente no me
trata de convencer de nada. Pero cuando yo le cuento todas estas
cosas <yo sé, que Ud. ya tiene su conclusión de antemano>. Queda
en silencio un rato y agrega: ...‘Que mal he estado. Yo por tratar de
probarlo a Ud. le he puesto muchas pruebas, para ver si Ud. caía y
P á g i n a | 109

lo que hice fue perjudicarme yo misma. Porque al poner las pruebas


y ver que confirmaban mis ideas de que Ud. ya tiene su conclusión,
al hacer eso, quedo atrapada en mi misma’... Yo intervengo y le
digo, <con sus pruebas usted se paga y se da el vuelto>.

Ella Dice: ...‘mis pruebas confirmaron que Ud. ya tiene sus


conclusiones. Yo quería saber que pensaba Ud. de mí’... Yo le digo:
¿y porque no preguntarme directamente? Hace un pequeño silencio
y dice: ‘en mi análisis anterior [realizado por tres años en el extran-
jero] yo me di cuenta de que no es posible preguntar algo al analista
y obtener respuesta. Todas mis pruebas son para saber cuál es el
diagnóstico que Ud. tiene de mí’... Yo entonces le pregunto ¿y cuál
es ese diagnóstico que Ud. cree yo tengo de usted? Responde di-
ciendo: ...‘no lo sé. Pero sobretodo quiero saber el diagnóstico que
Ud. tiene de mi sexualidad. Como Ud. puede entender este asunto
de las pruebas es un modo de funcionar mío. Pero admito que es
horrible y no me gusta. Me escucho hablando y me suena igual que
como lo hacía mi madre. Que horrible. No me quiero parecer a
ella’...

De su madre había dicho que esta era de origen humilde, de


naturaleza violenta y ejercía una disciplina a golpes <a cuerazos>.
Había dicho: ...<Ella era una mujer que le temía a la gente>. Ella ha
dañado mucho a todos sus hijos. <Es una espía maldita>. De su
padre dice que era un comerciante viajero y fundamentalmente
<un padre ausente>. Dice que su padre no puede querer y no en-
trega el amor. Ella está convencida que su padre <no la quiso>.
Tiene un solo recuerdo en su infancia donde su padre le expreso
algo de amor. Este es un recuerdo vívido muy grabado en ella: ...Un
día su padre la vio con catarro nasal y le dijo: <hija tienes que so-
narte la nariz>. Ese fragmento de conversación quedó marcado en
su memoria como <la única prueba de amor> que le dio su padre.
Cuando ella quiere recordar que su padre la quiere, entonces re-
cuerda esa oración. De resto ella está convencida que el padre no la
quiere.

Esta es una mujer muy inteligente que ha vivido sola en va-


rios países. Tiene una educación universitaria superior en el campo
P á g i n a | 110

de la psicología, con un rendimiento intelectual destacado. Inicia su


vida sexual después de la pubertad con un profundo enamoramien-
to homosexual que llega luego a una entrega sexual completa, con
satisfacción orgásmica. Esto ocurre a lo largo de los años con cuatro
mujeres algo mayores, a quienes ella les veía muchas cualidades.
Inicialmente mi paciente se deja seducir, complacida de ser querida
y ser importante para alguien. Durante estos años [que llega hasta
los 37] ella dice que no aceptaba la idea de que ella era homosexual.
Se trataba solo de <juegos de amor>. Sobre todo porque durante
este período se intercalaron dos relaciones heterosexuales intensas
con enamoramiento del hombre y completa entrega sexual satisfac-
toria. Además dice que <el pene le atrae y le gusta>.

En la actualidad y luego de iniciado el análisis conmigo se


enamora apasionadamente en forma de <flechazo> de una mujer
de su edad, con la cual ella actúa por primera vez como activa en la
seducción. Se muestra motivada en la conquista de esta nueva y
hermosa mujer. Esta última relación se mantiene presente hasta
hoy día. El análisis ha podido cautelosamente ayudarla a descubrir
la presencia [repetida varias veces en el pasado] de <una forma de
relación particular social> en la cual ella se siente tiranizada y do-
minada por el otro [a la vez que ella intenta ser controladora del
otro]. Tomar conciencia de este aspecto de sus relaciones de objeto
[en el pasado y conmigo] le ha resultado útil con esta nueva pareja
la cual teme que pueda terminar en cualquier momento por ese
motivo.

Ella había solicitado el análisis conmigo porque consideró


que existía algún problema con ella que <le impedía sostener a lo
largo del tiempo las relaciones amorosas>. Desea casarse o en todo
caso tener una relación de pareja estable con posibilidad de convi-
vencia. Durante el primer año de análisis [como ya he mencionado
más arriba] ella muestra un tipo de ‘relación objetal’ en la cual ‘ella
es muy precisa’ en lo que ‘el otro debe hacer’. Esto se percibe más
claro en la forma como el otro en lo cotidiano <se separa> de ella y
<se reencuentra> con ella. Luce como <un control del otro> sin
embargo ella no es una obsesiva. Es una lectura extraña del en-
cuentro y el desencuentro donde lo que importa <es la prueba de
P á g i n a | 111

amor>. Ella dice: <Si me quiere no se hubiera ido así> <si me quie-
re me hubiera llamado> <si me quiere yo estaría primero que eso
otro> etcétera. Lo importante es que esta lectura que ella hace de
la relación de objeto <la lleva al reclamo> a la <confrontación> y
<al pleito> con el otro amado, ubicándose ella como víctima y no
querida.

Este problema que dificultaba la estabilidad de sus relacio-


nes amorosas [que impedía que estas fueran relaciones prolonga-
das] se instala también en la transferencia. Al comienzo fue una
transferencia positiva cálida y suave. Nada problemático. Luego
resentía fuertemente si me retrasaba ocasionalmente unos minu-
tos. Se molestaba si mi reloj [según ella] estaba adelantado uno o
dos minutos. Se molestaba si sonaban los dos repiques de la contes-
tadora telefónica. Luego se molestaba por la forma como yo inter-
venía e interpretaba. Luego esto se transformó y comenzó a percibir
que yo me imponía a ella. Esto ocurría ante cualquier cosa que yo
dijera.

En el momento cuando este tipo de transferencia hizo


máxima intensidad, yo sentía que me encontraba arrinconado.
Cualquier cosa que dijera, era para imponérselo. Yo era visto como
un analista autoritario y tiránico. Yo me sentía incómodo e impo-
tente para resolver este problema. Pensaba que yo no podía ayudar-
la y que está situación ya no tenía salida. Pensé en un <impasse
analítico> 63. Le deje saber de su derecho de interrumpir el análisis
si así ella lo deseaba. Para ese entonces yo me rehusaba a aceptar
que fuera yo el que procediera a interrumpir el análisis. Para mi
sorpresa ella también rehusaba ser la que interrumpiera el análisis.
Entonces para mí quedó claro, que en el nivel de <lo latente> in-
consciente <ninguno de los dos estaba dispuesto a interrumpir>.
Este insight [entendimiento] me ayudó mucho y decidí comenzar a
escribir este historial.

63Para mí el <impasse analítico> es un fenómeno propio del proceso


analítico que detiene el análisis y en el cual participan con <sus mecanis-
mos inconscientes> ambos miembros de la dupla analítica. El <impasse
analítico> puede o no ser reversible.
P á g i n a | 112

Al escribirlo me di cuenta de cosas, que yo ya conocía, pero


que a la vez rehusaba conocer. Es decir, me di cuenta de la presen-
cia en mí, de un saber desmentido. Escribir me ayudó a rescatar la
cualidad consciente de esas ideas. Mientras yo más interpretaba
<lo que para mí era razonable interpretar> ella más se resistía y me
acusaba de autoritario y tiránico. Eventualmente decidí dejar de
interpretar. Solo hacer una escucha atenta. Ponerme en <atención
flotante>. Intervenir muy brevemente solo para hacerle saber que
estaba allí, despierto y atento. Ella no paraba de hablar. Asuntos
importantes y que tantas veces convocaban a mi intervención, sin
embargo yo me mantenía silente. Mi incomodidad desapareció. Me
di cuenta de que ella no quería oírme. Ella quería que yo la oyera,
sin parar. Y así fue por varios meses. Ocasionalmente me pedía mi
opinión de algún tema que estaba trabajando. Yo le respondía con
una interpretación basada en mi entendimiento del asunto. A veces
intervenciones fuertes dirigidas al grano del problema. Ella las to-
maba bien. Con algunas estaba de acuerdo y con otras no. Pero lo
importante era que ella <no sentía> que yo las imponía. El punto
era que ella la había solicitado. Eso la ponía en posición receptiva
para oír lo que fuera que yo dijera. Ella es la que sabe cuando está
en ese momento de capacidad receptiva y cuando no. Mientras tan-
to yo solo escucho atentamente. Se trataba de la existencia de <un
interlocutor calificado por ella> que la oyera sin ser interrumpida.

Algo más sobre el ‘objeto de dominio’

Entiendo que en este particular proceso analítico, la dificul-


tad aparece, cuando se instala ‘una relación transferencial muy
especial’ que he llamado <la tiranía del otro fálico> o también la
<relación de dominio>. Sabemos que toda transferencia se inicia
con la instalación de un <sujeto supuesto saber>. Él analizando
busca ayuda en alguien. Este fenómeno le otorga en transferencia
un poder al analista. El poder de ayudarla. Esta es la base de la
transferencia positiva, en donde la relación inconsciente es a un
<otro histórico amado>. La transferencia negativa refiere a un
vínculo inconsciente con un <otro histórico odiado>. En transfe-
rencia el objeto puede pasar de ser amado a ser odiado. Es curioso,
pero ella solo <me odia> cuando siente que <yo la domino>. Es
P á g i n a | 113

decir cuando se proyecta y se instala en la transferencia al objeto


materno: <la espía maldita, la que todo lo sabe>

Ahora bien, ¿Cómo ocurre eso? ¿Cómo es que yo la domi-


no? Para mí significa, que yo, en transferencia, tengo según sus
asociaciones libres <el poder de saber todo sobre ella>, <de saber
lo que le pasa>, <de saber lo que le conviene>, <de saber lo que
debe y no debe hacer>. Ella instala en transferencia [en mí] ese
<objeto de dominio>, <objeto fálico> y se identifica con el objeto
fálico proyectado.

Al hacer esto ha perdido ‘la alteridad’. Entra en ‘simetría’


con el analista. Ha utilizado <una identificación proyectiva> especí-
fica con el analista. Ahora el analista y el analizando son casi la
misma persona. Es claro para mí, que ella utiliza este mecanismo
de <la identificación proyectiva> con un propósito inconsciente
<curativo y sanador>. Yo entiendo que lo hace para luego poder
rebelarse a ese objeto de dominio proyectado en mí. Para rebelarse
en transferencia [a mí] y a la figura imaginaria que está detrás de
mí [el señuelo, el significante materno]. Sabemos por la historia de
infancia que la figura materna es poderosa y peligrosa. Además está
marcada por ‘un significante’. El significante de <una maldita esp-
ía>, <la que lo sabe todo>. Yo pienso que la paciente instala esa
figura en la transferencia para oponerse a ella, para rebelarse a ella,
para afirmarse [mecanismo Bejahum] y obtener en ficción un triun-
fo liberador transferencial sobre ella. Toda esta operación de meca-
nismos psíquicos tiene el propósito de la sanación.

De ninguna manera a ella le interesa interrumpir el análisis.


Al contrario le conviene continuar con esta <relación de dominio>
para oponerse una y otra vez. Y así afirmarse una y otra vez sobre la
madre espía. Las interpretaciones de este fenómeno carecen de
efectividad, porque caen dentro de la figura del dominio. Diga lo
que diga la interpretación va a provenir del <otro fálico> es decir
del <objeto dominador> por lo tanto es adversada y descalificada.

La diferencia con el <discurso del amo> propuesta por Jac-


ques Lacan en 1968, consiste en que el <discurso del amo> surge
P á g i n a | 114

en el lugar del sujeto, mientras que la <relación de dominio> surge


en el lugar del otro. En el <discurso del amo> este sujeto en su dis-
curso <no se da cuenta> [es involuntario] pero habla desde el lugar
del amo. Solo a posteriori se da cuenta del lugar que ha ocupado.
Mientras que en la <relación de dominio> este dominio surge en
ficción en el lugar del otro. Se proyecta un <otro fálico> con el cual
se hace una identificación. El otro es el tiránico y el dominador. Al
otro se le asigna <un dominio fálico>. Así el sujeto [la analizando]
<sufre> la tiranía del otro al perder la alteridad.

Creo que la estrategia de sostener el semblante transferen-


cial de objeto dominador <pero que guarda silencio> fue una estra-
tegia afortunada. Para ella [en transferencia] yo seguía siendo el
objeto tiránico dominador <pero como guardaba silencio> no tenía
una razón particular para oponerse, ya que yo no había dicho nada.
Ella solo estaba en guardia [vigilante] ante el analista dominador
silencioso. Con el tiempo la molestia de ambos se fue calmando.
Para mí había sido crucial entender de alguna manera lo que estaba
pasando. Eso fue lo que produjo un cambio en mi posición analítica
y me permitió colocarme solamente en <atención flotante> sin
identificarme con el semblante [el objeto transferencial proyecta-
do]. Por esta vía logré mantener la <alteridad> <asimetría> con mi
analizanda.

Ella a su vez se mantenía en ‘simetría’ es decir había perdido


su ‘alteridad’. A posteriori he pensado con dudas, que lo ocurrido
en este proceso analítico, podría caer dentro del concepto de lo que
anteriormente referí como <impasse analítico>, que como todos
sabemos, no siempre termina en una interrupción del análisis ya
que el fenómeno puede ser reversible.

Insisto en preguntarme ¿Porqué algunos sujetos desarrollan


este tipo de <tiranía del otro fálico> o llamada también por mí <re-
lación de dominio>? Me encuentro con una respuesta posible: Si el
sujeto en su constitución psíquica temprana ha sufrido serias insu-
ficiencias de la función materna, entonces aparecerá <un defecto
estructural>. Siguiendo las ideas de Lacan diría que se instala un
hueco [un vacío estructural] en el imaginario [en lo narcisista].
P á g i n a | 115

Este <defecto estructural> es permanente e irreparable.


Pueden encontrarse formas de alivio al instalar en ese hueco ‘una
prótesis’ imaginaria llamada también <una suplencia>. A veces
<un síntoma> hace de prótesis [de suplencia]. Encuentro que la
tendencia irresistible de <identificarse con lo proyectado en el
otro> hace las veces de una prótesis imaginaria, es decir de una
suplencia. Si la estructura es histérica, el sujeto le va a otorgar al
otro la tenencia de un Falo maravilloso y deseado. Esta cercanía
objetal con el otro <identificándose con el otro fálico> puede pro-
ducir la ilusión de un <yo soy tu> o un <Tu eres yo> y la ilusión de
un control del otro. Si ese <otro fálico> se muestra autónomo e
independiente eso va a crear una fuerte incomodidad con una crisis
de angustia. Esta incomodidad se puede mostrar como rabia primi-
tiva. El otro como depositario del Falo [proyectado] aparece como
<un tirano> ante el cual se revela el sujeto. El sujeto creerá que
<esta figura tiránica> puede hacer con él <lo que le de la gana>. Es
decir se instala <la tiranía del otro fálico> lo que he llamado en este
y otros textos <la relación de dominio>.

El tema de la organización sexual de esta analizando fue ini-


cialmente dejado de lado por mí, en la redacción de este historial.
Mi interés fue concentrarme especialmente en el estudio del ‘víncu-
lo transferencial de dominio’ y en el tema de la pérdida de <la alte-
ridad>. Sé que existen otros temas importantes de estudio en este
caso. Me refiero a su capacidad de enamoramiento y entrega sexual
orgásmica con ambos sexos. Esto aspecto del historial invita al es-
tudio del interesante y misterioso problema de la estructura psíqui-
ca bisexual.
P á g i n a | 116
P á g i n a | 117

Capítulo 18
EL <OBJETO NARCISISTA> Y LA INTOLERANCIA DEL SER

La intolerancia en la conducta humana será estudiada en es-


te texto exclusivamente desde el punto de vista del Psicoanálisis.
Me interesa especialmente el origen de la intolerancia y el estudio
de sus formas clínicas. Aquí propongo y lo hago desde un punto de
vista personal, que la intolerancia está específicamente fundamen-
tada ‘e
en la imposibilidad del ser de mantener la alteridad’. La con-
ducta intolerante se va a mostrar en diversas formas clínicas y en
todas ellas aparece en ‘la relación que el sujeto tiene con el otro’. La
intolerancia ‘sse pone en acto’ en la relación que el sujeto tiene con
su pareja, sus hijos, su familia, su trabajo, con los grupos sociales y
en un contexto social político más amplio. Allí encontraremos ‘llas
formas clínicas de la intolerancia del ser’. Así pues les presentaré
las formas de la intolerancia que observo en el maniqueísmo, fana-
tismo, autoritarismo, fundamentalismo, dogmatismo y finalmente
en su forma más benigna, tal como aparece en la intolerancia a la
frustración.

1. Una introducción multimedia

Hace unos días recibí por internet un pequeño video de tres


minutos, relativo a una entrevista que se realiza en una televisora
de un país árabe. En dicha entrevista observo a una mujer musul-
mana de edad media, profesional de la psicología, es entrevistada
junto a un clérigo musulmán de una edad similar. La mujer clara-
mente plantea a la cámara, su forma de pensar y su ideología. Insis-
te en tener derecho a expresar su opinión. El clérigo se ofende por
lo que escucha y procede a calificarla de hereje. Expresa que ella no
tiene derecho a pensar así y que su ideología la condena. Dice: No
vale la pena discutir con una hereje. Ella replica exigiendo su dere-
cho a un libre pensar. Ella afirma que ella respeta la ideología del
clérigo y no lo califica de nada, pero exige que el clérigo igualmente
le respete su ideología y su forma de pensar. Ella dice: Usted puede
adorar las piedras, yo lo respeto, siempre y cuando no me las tire a
mí. Todo esto dura tres minutos. En ese corto tiempo se ejemplifica
P á g i n a | 118

el serio problema de la intolerancia del ser. La mujer, a mi enten-


der, se muestra como un ser psíquicamente evolucionado, con un
funcionamiento mental que muestra su capacidad de discriminar el
Sujeto del objeto. Es decir, <ella es ella> y el <otro es el otro>. El
clérigo se muestra, a mi entender, como un ser no evolucionado.
Como un ser detenido en su desarrollo mental en el nivel del narci-
sismo, en donde no es capaz de discriminar el sujeto del objeto.
Sirva esto como una ilustración clínica a las ideas teóricas que les
voy a presentar.

2. El origen: La intolerancia por pérdida de la alteridad

La teoría Psicoanalítica postula que la mente se va formar,


es decir se va a constituir, después de la gestación y después del
nacimiento, a través de múltiples experiencias dialécticas entre el
deseo y el objeto. En una primera etapa la mente del bebe ‘no dis-
crimina’ el Sujeto del objeto. Es decir para la mente del bebé, el
pecho y el <son la misma cosa>. A esta etapa que coincide con el
periodo de amamantamiento, se le llama ‘oral’ o también ‘monádi-
ca’. Esta relación de objeto se caracteriza por una simbiosis [una
indiferenciación] entre el bebé y su madre. Es solo posterior al des-
tete y al adquirir la capacidad de caminar [de movilizarse] la rela-
ción de objeto cambia y se convierte en dual [diádica]. Allí desarro-
lla una nueva capacidad, aparece una clara discriminación entre el
Sujeto y el objeto. Con esta capacidad de discriminación entre el
niño y el mundo, aparece lo que se ha llamado la alteridad. Así
pues, la alteridad es la capacidad que tiene el sujeto de discriminar-
se del objeto. Con la alteridad aparece el <Yo soy Yo> y el <Tú eres
tú>, por lo tanto puede aparecer: el <Yo, no soy Tú>. Cuando por
algún motivo en años posteriores, se pierde la alteridad, el sujeto
pasa a no discriminar al otro como un ser diferente. Aparece de
nuevo la idea del <Yo soy tú>, es decir se ha perdido la alteridad.
Esta pérdida de la alteridad es muy común en los estados pasiona-
les de amor y odio que el sujeto desarrolla con el objeto.

Al no poder discriminarse el sujeto del objeto y hacer <uno>


con el objeto, se va a hacer imposible que ese sujeto pueda ‘ttolerar
las diferencias’ que usualmente existe en el otro. Sabemos que cada
P á g i n a | 119

sujeto desarrolla en la vida, según hayan sido las identificaciones


fundantes del ser, su propio sistema de valores e ideales. Cuando se
pierde la alteridad y el sujeto no reconoce la validez de las diferen-
cias de cada ser, no va a ser posible, que ese sujeto ‘ssin capacidad de
alteridad’, pueda tolerar las diferencias del otro, ya que el sujeto y
el objeto son la misma cosa. Así aparece el racismo e igualmente
aparece la intolerancia a las múltiples diferencias en la conducta
sexual y no se tolera la diversidad sexual del otro.

Vale decir que el sujeto intolerante ‘no acepta la diferencia


que hay en el otro’ porque al perder la alteridad, las siente como
suyas. Por lo tanto no puede tolerar al otro diferente. Inevitable-
mente tiene que lidiar con el empuje natural a eliminar y destruir al
otro. Al contrario, las personas que si pueden mantener su capaci-
dad adquirida de ‘discriminarse del objeto’, si pueden entonces
reconocerse a sí mismas, como diferentes del otro. En esos casos, la
presencia de ‘lla diferencia que muestra el otro’ no constituye una
amenaza a sus ideales, ya que en la discriminación se plantea el
<Yo soy Yo> y el <Tú eres Tú>. Estas personas pueden desarrollar
a plenitud la ‘ttolerancia a la diferencia’.

En los tiempos difíciles de la historia de la Humanidad, en


donde la adversidad, la guerra, la pobreza extrema, la hambruna y
otro tipo de tragedias, que han ocurrido en algunas zonas habitadas
del mundo, es lógico pensar, que la crianza de los niños en esos
grupos humanos, va a estar en dificultades. Estas dificultades pue-
den ser muy variadas. Por ejemplo, de alimentarlos correctamente,
de atender sus diversas necesidades biológicas y educativas, sus
necesidades afectivas y de amor, etcétera. Estos pequeños niños
‘crecerán con carencias afectivas’ y estas ‘carencias’ producen un
obstáculo para el desarrollo natural de la mente. Se producen de-
tenciones y fijaciones en el desarrollo de la personalidad. El niño
continúa creciendo corporalmente y también se desarrollan nor-
malmente ciertas funciones cognitivas de su psique, pero queda
detenido en ‘un funcionamiento narcisista’ de su aparato mental,
con predominio de una ‘relación de objeto --fusional simbiótico--
que no permite la capacidad de alteridad’. Esa inmensa cantidad de
niños [futuros adultos que pueden pertenecer a cualquier clase so-
P á g i n a | 120

cial] ‘no alcanzan la alteridad’ y van a padecer las consecuencias de


la ‘relación de objeto fusional’, en donde la regla es: el <Yo soy Tú>
y <tu eres Yo>. No podrán tolerar la diferencia que les presenta el
otro, no podrán tener tolerancia, con los ideales del otro. Sus pro-
pios ideales impiden la existencia de los ideales del otro. Aparece a
plenitud y con todas sus consecuencias el ‘fenómeno de la intole-
rancia del ser’.

3. El Maniqueísmo como una forma clínica de


la intolerancia del Ser

El Maniqueísmo fue un movimiento filosófico religioso me-


sopotámico fundado por Maní en los comienzos de nuestra era cris-
tiana. Esta filosofía religiosa propone en forma ‘estricta y rigurosa’
la distinción de dos principios opuestos: lo divino que representa a
lo bueno y lo diabólico que representa a lo malo. Esta filosofía dua-
lista propone que en ‘los orígenes del mundo’ una ‘catástrofe
cósmica misteriosa’, produjo en los humanos ‘una mezcla del bien y
del mal’. Desde entonces estos ‘dos principios’ pasan a coexistir
mezclados en cada ser humano. El ser humano que ‘desee ser bue-
no’ tendría que restaurar la separación original de los dos princi-
pios y quedar solo con la ‘p pureza del bien’. Para lograr este objetivo
purificador, la persona debe proceder a ‘expulsar el mal’ que habita
en él. Debe deshacerse del mal propio y tiene que expulsarlo de sí
mismo. Esta necesidad de la ‘expulsión del mal’ será ejecutada uti-
lizando un mecanismo mental básico que esta normalmente pre-
sente en los inicios de la vida psíquica. Recibe el nombre de meca-
nismo de ‘p proyección’ [complementario al mecanismo básico de la
introyección]. Esta expulsión de ‘llo malo propio’ [se ejecuta en la
‘representación mental’ que cada sujeto tiene del otro] produce el
consecuente ‘rrechazo pasional al otro’, quien pasa a ser ‘el deposita-
rio de lo malo proyectado’. Como tal ‘este otro malvado’ debe ser
alejado y preferiblemente destruido. Esta filosofía maniquea tuvo
una presencia atroz, con expansión geográfica en todo el mundo
conocido, por más de mil quinientos años. 64 A comienzos del siglo

64
Maniqueísmo es el nombre que recibe la religión universalista [o a veces
vista como una filosofía] fundada por el sabio persa Maní o Manes, en el
P á g i n a | 121

veinte hubo una reinstalación del uso de estas ideas teológicas fi-
losóficas maniqueas. Los gobernantes de turno, con intereses ge-
ográficos expansionistas, se apropiaban y explotaban esta doctrina,
que practicada en forma ‘estricta e inflexible’ lleva al ser humano
hacia a la instalación de ‘la intolerancia’ y al ‘rechazo de las diferen-
cias’. Algunos antropólogos piensan, que el haber encontrado hace
cien años textos antiguos originales maniqueos en el Turquestán,
China y Egipto, ha contribuido a su utilización religiosa y política y
ha producido ‘efectos culturales y políticos maniqueos’ visibles hoy
en día. En lo personal y desde el punto de vista del Psicoanálisis,
pienso que la ‘rreinstalación del maniqueísmo’ se debe a otra razón.

Pienso que se debe a ‘lla explosión demográfica’, es decir al


‘e
exceso de población’. Cuando el exceso de población se hace inma-
nejable se producen generaciones de niños mal alimentados, mal
atendidos en sus necesidades afectivas y biológicas y por lo tanto

siglo 2 de nuestra era. Maní se creyó el último de los profetas enviados por
Dios a la humanidad. El maniqueísmo se concibe desde sus orígenes como
‘lla fe definitiva’ en tanto que pretende completar e invalidar a todas las
demás religiones. Al rivalizar en este sentido con otras religiones, como el
zoroastrismo, el budismo, el judaísmo, el cristianismo y el islam, y de sus
contactos con ellas, se derivaron numerosos ‘fenómenos de fusión doctri-
nal’. La definición teológica del maniqueísmo ha dividido a la crítica.
Mientras que para algunos eruditos, el fenómeno maniqueo no es reducti-
ble a una ‘concepción dualista’ de la divinidad y el cosmos, ni tampoco es
definible como ‘un gnosticismo’, para otros muchos estudiosos teólogos el
Maniqueísmo es esencialmente ‘gnóstico y dualista’. Se divulgó desde la
Antigüedad tardía por el Imperio Persa, en el Imperio romano y durante la
Edad Media por el mundo islámico, Asia Central y China, donde perdurar-
ía, al menos, hasta el siglo XVII. Por ello sus escritos litúrgicos y sagrados
se encuentran registrados en múltiples lenguas, entre ellas, latín, griego,
copto, persa, chino, parto, sogdiano, etcétera. Por lo demás, existen fuen-
tes ‘no-maniqueas’ que nos informan sobre las creencias y costumbres de
esta religión desde San Agustín a al-Biruni. En la Edad Media, el cataris-
mo y bogomilismo, fueron consideradas ‘herejías de raigambre maniquea’,
y en la actualidad, algunas sectas y nuevas religiones ‘se declaran mani-
queas o neo maniqueas’, aunque sin relación directa o histórica con el
maniqueísmo.
P á g i n a | 122

crecen con ‘ggrandes carencias afectivas’. Estas ‘ccarencias afectivas’


los llevan a una detención del desarrollo de su aparato mental,
quedando con un ‘ffuncionamiento mental narcisista’, en donde ‘lla
proyección permanente del malestar’ en la representación mental
de la figura del otro, se hace inevitable.65 Estos son seres, que tie-
nen ‘uuna naturaleza espontánea y natural narcisista maniquea’. Es
decir, su forma de ser ‘no se explica por ser víctimas’ de un proseli-
tismo o adoctrinamiento religioso o político, ya que ‘eellos son narci-
sistas maniqueos por naturaleza’. Su forma de ser se explica por la
explosión demográfica. Este exceso de población puede llevarlos a
migrar a diversos sitios que aparentemente ofrecen una vida mejor,
sin embargo terminan en campos de refugiados, donde son hacina-
dos en inadecuadas condiciones de vida. En las súper ciudades po-
pulosas [que existen en los cinco continentes] estos seres ‘narcisis-
tas maniqueos’ habitan en zonas urbanas muy pobres y
desorganizadas, y a veces por tsunamis, deslaves, guerras y terre-
motos, son transferidos a nuevas áreas de refugios, en donde en-
cuentran condiciones peores de hacinamiento y múltiples caren-
cias, que incluyen las necesidades afectivas. Así pues propongo que
debido a esta ‘explosión demográfica’ y sus consecuentes ‘carencias
afectivas’ el ‘lumpenproletariat’ 66 de hoy día, está constituido, en
su mayoría, por ‘seres narcisistas maniqueos’.

65
El funcionamiento mental narcisista se define por el tipo de ‘relación de
objeto’, por los ‘mecanismos de defensa’ que están disponibles y por el
‘tipo de angustia’ que esta organización mental puede utilizar. En la orga-
nización narcisista de la personalidad la ‘relación de objeto’ narcisista es
fusional, en donde la capacidad de discriminación Self/objeto es imposi-
ble. Es decir se relacionan con el otro con el mecanismo del <Yo soy Tú>.
Los ‘mecanismos de defensa’ más usados son la ‘Proyección’ [en la repre-
sentación mental del otro] complementada con la ‘Identificación proyecti-
va’. El uso de la ‘negación’ de la realidad es muy útil y es usada en estos
estados narcisistas. La ‘angustia’ más frecuente es la ‘angustia de aniquila-
ción’ que es capaz de producir estados confusionales y momentos disocia-
tivos.
66
Lumpenproletariat es un término marxista de origen alemán [Lumpen
significa andrajoso] con el que se designa a la población situada social-
mente por debajo del ‘proletariado obrero’ [están por debajo de sus condi-
P á g i n a | 123

Ahora bien, estos ‘seres narcisistas maniqueos’ constitutivos


del ‘lumpenproletariat’ que en ciertos países y comunidades consti-
tuyen ‘la mayoría de la población’ pueden ser utilizados con fines
religiosos o fines políticos para ‘d
desatar un exterminio’ de ‘los que
piensan diferente’ y que según ellos son los ‘rrepresentantes del
mal’. Eso ya lo vimos ocurrir durante los quinientos años que dura-
ron ‘Las Cruzadas’ con el grito maniqueo del ‘Rescate del Santo
Sep
epulcro’ 67. O más recientemente con el grito maniqueo de la ‘lim-
pieza étnica’ de Adolfo Hitler 68 en Alemania, de Slobodan Milose-

ciones de trabajo y de vida]. Está formado por los elementos degradados,


desclasados y no organizados del sub-proletariado urbano. Refiere a aque-
lla parte de la población que para su subsistencia desarrolla actividades al
margen de la legalidad o en la marginación social. [Karl Marx y Friedrich
Engels en su obra "La ideología alemana" (1845)].
67
Las cruzadas fueron una serie de ‘campañas militares’ comúnmente
sostenidas por motivos religiosos llevadas a cabo por gran parte de la Eu-
ropa cristiana, en particular los ‘Francos de Francia’ y el ‘Sacro Imperio
Romano’. Las cruzadas con el objetivo específico de restablecer el ‘control
cristiano’ de la ‘Tierra Santa’ se desarrollaron durante un período conse-
cutivo de casi 200 años, entre 1095 y 1291. Otras ‘ccampañas militares’
sagradas en España y en Europa oriental, continuaron hasta el siglo XV.
Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra ‘los musulmanes’,
aunque también varias campañas se hicieron contra los ‘eslavos paganos’,
‘los judíos’, ‘los cristianos ortodoxos griegos y rusos’, ‘los mongoles’, ‘los
cátaros’, ‘los husitas’, ‘los valdenses’, ‘los prusianos’ y principalmente con
‘los enemigos políticos de los papas’. El ‘enemigo’ era un hereje que tenía
que ‘ser destruido’. Los cruzados tomaron votos y se les concedió ‘la lucha
como una penitencia’ por los pecados del pasado, a menudo llamada la
‘indulgencia’.
68
Adolf Hitler [Nacido en Braunau, Imperio Austro-Húngaro, el 20 de
abril de 1889 y fallecido en Berlín, Alemania, el 30 de abril de 1945] fue un
poderoso político alemán de origen austriaco. Líder, ideólogo y miembro
original del Partido Nacional socialista Alemán de los Trabajadores. Esta-
bleció un régimen nacional socialista en Alemania entre 1933 y 1945 cono-
cido como el ‘Tercer Reich’. Durante ese período, recibió y ocupó sucesi-
vamente los cargos de Canciller Imperial [Reichskanzler] de enero de 1933
a abril de 1945. Jefe de Estado [Führer und Reichskanzler] de 1934 a abril
de 1945 y Comandante Supremo de las fuerzas armadas alemanas durante
P á g i n a | 124

vic 69 en Serbia y el caso del exterminio étnico en Ruanda 70. Solo por
mencionar unos cuantos casos conocidos y enjuiciados pública-

la Segunda Guerra Mundial [de septiembre de 1939 a abril de 1945]. La


ideología de Hitler la cual fue la causa directa del estallido de la Segunda
Guerra Mundial y al desarrollo del Holocausto, se basaba en una serie de
puntos de vista ‘visionarios’ de ‘carácter innegociable’ [yo diría manique-
os] tales como: la eliminación de los judíos, la consecución de un ‘espacio
vital’ para garantizar el futuro de Alemania, la raza como explicación de la
historia del mundo [proponiendo la superioridad aria] y la lucha eterna
como ley básica de la existencia humana. La ideología maniquea de Hitler
que coincidió con la forma de pensar de ‘la mayoría’ de la población ale-
mana [o población de habla alemana] de esa época, pone en clara eviden-
cia ‘el funcionamiento mental narcisista maniqueo’ que había en la pobla-
ción europea traumatizada, hambreada y hacinada por la primera guerra
mundial. Recordemos que no solo fueron los alemanes quienes apoyaron
‘la ideología nazi’, hubo muchos otras comunidades europeas maniqueas
[víctimas y maltratadas por la primera guerra] que también lo hicieron.
69
Slobodan Milosevic [Nacido en Pozaverac, Yugoslavia en 1941 y fallecido
en La Haya en 2006] fue un poderoso político serbio y luego Presidente de
la República de Serbia entre 1989 y 2000. De padres montenegrinos, se
afilió al partido comunista yugoslavo a los 18 años. Tras ejercer como di-
rectivo de varias empresas, en 1984 se dedicó de lleno a la política, vincu-
lado a la Liga Comunista de Serbia, de la cual fue presidente entre 1986 y
1988. Impulsor de las ambiciones nacionalistas serbias, en 1989, sustituyó
a Ivan Stambolic en la Presidencia de la República de Serbia por decisión
del Parlamento, cargo en el que fue confirmado en las primeras elecciones
multipartidistas de 1990. Esto ya nos habla de la magnitud de la población
maniquea en esa época. Durante la guerra civil iniciada en 1991, apoyó a la
minoría serbia de Croacia y Bosnia-Herzegovina, utilizando para ello al
ejército yugoslavo, formado en su mayoría por oficiales serbios. Desató
una guerra de exterminio y limpieza étnica contra la población civil inde-
fensa de una ferocidad poco vista antes. En 1992 fue nuevamente reelegi-
do y presionado por la comunidad Europea en noviembre de 1995 firmó
con Bosnia y Croacia los acuerdos de paz de Dayton. En 1998 desarrolló
otra guerra, una cruenta ‘limpieza étnica’ en Kosovo que provocó la reac-
ción internacional y los bombardeos de la OTAN sobre posiciones serbias
[entre febrero y junio de 1999]. El conflicto acabó con el control de Kosovo
por parte de la OTAN y de las fuerzas especiales de la ONU. Tras la derro-
ta, la oposición a Milosevic se fue aglutinando en la coalición opositora
P á g i n a | 125

llamada [Oposición Democrática de Serbia]. Esta coalición triunfó en las


elecciones generales del 24 de septiembre de 2000 con un 50,2 % de los
votos y con Vojislav Kostunica como candidato principal [aquí es impor-
tante anotar el alto porcentaje aún presente de la población maniquea en
el año 2000]. Sin embargo Milosevic se negó a reconocer el resultado y
siguió en el poder. Tras una campaña de desobediencia civil, el 5 de octu-
bre, el Parlamento fue asaltado por unos manifestantes, hecho que desen-
cadenó la caída de Milosevic, reemplazado en la presidencia del país por
Kostunica. En 2001 el gobierno accedió a la extradición de Milosevic ante
el Tribunal Internacional de La Haya y se inició su procesamiento, en el
que el propio Milosevic se defendió. De este modo se convirtió en el pri-
mer jefe de Estado en ser juzgado por la justicia internacional, que le ad-
judicó 66 cargos de genocidio, crímenes de guerra y de lesa humanidad.
Murió antes de que el proceso judicial llegara a su fin.
70
Se denomina ‘Genocidio de Ruanda’ al exterminio de la población ‘Tutsi’
por parte del gobierno hegemónico totalitario ‘Hutu’ de Ruanda en 1994.
En Ruanda se distinguían dos estamentos dentro de la etnia Banyaruanda
a la que pertenece toda la población: la ‘mayoría hutu’ y el grupo ‘minori-
tario de tutsis’. Ambas distinciones fueron eliminadas de los carnets de
identidad en 1994. No es posible distinguir los ciudadanos, porque no hay
rasgos biológicos, ni rasgos de raza, ni lingüísticos, específicos de hutus y
tutsis. Antes de la independencia del país en 1961 sus líderes siempre fue-
ron tutsis. Desde 1961 hasta 1994 el poder fue asumido por los hutus. En
1994 las milicias hutus llamadas Interahamwe [que significa ‘golpeemos
juntos’] son entrenadas y equipadas por el ejército ruandés entre arengas
y ánimos a la confrontación con los tutsis por parte de la Radio Televisión
Libre de las Mil Colinas [RTLM] dirigida por las facciones hutus más ex-
tremas. Estos mensajes incidían en las diferencias que separaban a ambos
‘grupos étnicos’ y a medida que avanza el conflicto los llamamientos a la
confrontación y a la ‘caza del tutsi’ se hicieron más explícitos, especial-
mente a partir del mes de abril en el que se hizo circular la historia de que
la minoría tutsi planeaba un genocidio contra los hutus. Según Linda Mel-
vern una reportera británica que tuvo acceso a documentos oficiales, el
genocidio estuvo bien planeado. En el momento del inicio de la matanza,
la milicia ruandesa estaba compuesta por treinta mil hombres [un miem-
bro por cada diez familias] y organizados a lo largo del país con represen-
tantes en cada vecindario. Algunos miembros de la milicia podían adquirir
rifles de asalto Ak-47 con sólo rellenar un formulario. Otras armas como
granadas no requirieron ningún papeleo y se distribuyeron masivamente.
El genocidio fue financiado, por lo menos en parte, con el dinero sacado
P á g i n a | 126

mente. También podría incluir otros casos denunciados por estu-


diosos de la historia, como son las persecuciones y el exterminio
soviético maniqueo de Joseph Stalin, quien utilizó los ‘fusilamien-
tos clandestinos’ en masa en los ‘campos de la muerte’ en la zona
soviética después de terminada la segunda guerra mundial. Con
iguales fines de exterminio maniqueo también utilizó el ya existente
‘sistema de prisiones siberiano’ llamado GULAG. O puedo mencio-
nar el exterminio maniqueo de las matanzas en masa chinas, du-
rante ‘la revolución cultural’ de Mao. Igual podría incluir el exter-
minio maniqueo de la conquista de ‘América del norte’ y de
‘América del Sur’. Podría también incluir el terrible exterminio ma-
niqueo del Pol Pot en Cambodia, con sus ‘killing fields’. Y muchas
otras más, que se encuentran en pleno desarrollo, bajo la excusa
maniquea del ‘exterminio del mal’. Considero que cualquier perso-
na que tenga ‘entusiasmo por’ y ‘promueva la guerra’, posee una
estructura mental narcisista maniquea, en donde los portadores del
mal siempre están colocados afuera de sí mismos. Antes de termi-
nar este acápite, no puedo dejar de mencionar el ‘grito maniqueo
fanático’ de ‘patria, socialismo o muerte’ que excluye, con fines
autoritarios y destructivos, al resto de una población que piensa y
tiene una ideología diferente.

de programas de ayuda internacionales, tales como la financiación pro-


porcionada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional
[ayudas enviadas para un Programa de Ajuste Social Estructural]. Se es-
tima que se gastaron 134 millones de dólares en la preparación del geno-
cidio, Ruanda ya de por sí una de las naciones más pobres de la tierra,
gastó unos 4,6 millones de dólares sólo en machetes, azadas, hachas, cu-
chillos y martillos. Se estima que tal gasto permitió que uno de cada tres
varones hutus tuviera un machete nuevo. Según Melvern el primer minis-
tro de Ruanda Jean Kambanda reveló que el genocidio se discutió abier-
tamente en reuniones de gabinete y reveló cómo una ministra de gabinete
dijo que estaba ‘personalmente a favor de conseguir librarse de todos los
tutsis’. Opinó que ‘sin tutsis todos los problemas de Ruanda desaparece-
rían’.
P á g i n a | 127

4. El Fanatismo como una forma clínica de


la intolerancia del Ser

El fanatismo es una forma clínica de la intolerancia y por lo


tanto está fundamentado en el mismo origen de la ‘imposibilidad
de mantener la alteridad’. El fanático no discrimina entre sus idea-
les y la realidad diferente que le ofrece el mundo. Ambas cosas son
lo mismo. Su mente se encuentra en fusión o simbiosis, con la re-
presentación mental del otro. Es donde opera el <Yo soy Tú>. Por
lo tanto ‘nno puede tolerar las diferencias ideológicas’ que el otro
inevitablemente le presenta, ya que esas diferencias serian intole-
rables para los propios ideales. Esta intolerancia lo lleva al acto y
tiene que proceder a destruir a ese otro diferente. Los fanáticos son
seres intolerantes, que respetan y aman a sus propios ideales, pero
al estar en fusión con la representación mental del otro, no pueden
tolerar, los ideales diferentes del otro, a los cuales inevitablemente
hay que destruir.

Los fanáticos están muy cerca de los héroes, pero no impor-


ta lo cerca que estén, desde el punto de vista teórico psicoanalítico,
son seres diferentes. El héroe tiene respeto y amor por sus ideales,
igual que el fanático. El sujeto se hace héroe cuando está dispuesto
a morir por sus propios ideales. El héroe dice: ‘muero por mis idea-
les’. El fanático en cambio al no tolerar ‘las diferencias’, mata al
otro, por sus propios ideales. Así pues el fanático dice: ‘te mato por
mis ideales’. Un ejemplo conocido y común lo encontramos en el
racismo y en las prácticas violentas del Ku-Klux-Klan 71. Las miles

71
Ku Klux Klan (KKK) es el nombre que han adoptado varias organizacio-
nes en los Estados Unidos creadas desde el siglo XX que promueven prin-
cipalmente la xenofobia, así como la supremacía de la raza blanca y la
homofobia, igualmente promueven el anti semitismo, racismo, anti comu-
nismo, y el anti catolicismo. Con frecuencia estas organizaciones han recu-
rrido, para oprimir a sus víctimas, a actos intimidatorios, actos terroristas
y a la violencia, como la persecución, secuestro, muerte, destrucción de
bienes y la quema de cruces. La primera encarnación del Klan fue fundada
a finales de 1865 por veteranos del Ejército de los Estados Confederados
de América, quienes después de la Guerra de Secesión quisieron resistirse
a la Reconstrucción. La organización adoptó rápidamente métodos violen-
P á g i n a | 128

de personas que sienten cercanía con estos grupos o con los grupos
‘neo nazis’, son personas con un ‘a aparato mental narcisista mani-
queo’ con serias dificultades para la alteridad. En nombre del amor
a sus ideales, el fanático puede actuar con odio y operar con violen-
cia hacia el ‘sujeto diferente’ y someterlo por vía del terror y del
crimen. El fanatismo defiende el amor a una idea [a sus ideales
propios] y cuando logra acceder al poder político, instrumenta ‘e en
nombre de sus ideales y de la patria’ los más diversos modos de
discriminación, muerte y rechazo al ‘otro diferente’, los cuales le
son intolerables. Por eso es inevitable que ‘los disidentes’ sean vis-
tos, no como adversarios, sino como enemigos, ya que ellos consti-
tuyen ‘uun otro intolerable’, al cual hay que inevitablemente recha-
zar y preferiblemente destruir y aniquilar.

tos para conseguir sus fines. Sin embargo, hubo una reacción que en poco
tiempo llevó a la organización al declive, pues las élites sureñas veían al
Klan como un pretexto para que las tropas federales estuvieran activas en
los Estados del Sur. El KKK fue formalmente disuelto en 1870 por el Pre-
sidente republicano Ulysses S. Grant a través del Acta de derechos civiles
de 1871. En 1915 se fundó una nueva asociación que utilizaba el mismo
nombre inspirada por el poder que tenían los medios de comunicación de
masas. El segundo Klan fue una organización más formal, con membrecía
registrada y con una estructura estatal y nacional. El número de miembros
llegó a ser de 4 a 5 millones. La popularidad del Klan comenzó a caer en la
Gran depresión de 1929 y durante la Segunda Guerra Mundial, ya que
algunos miembros destacados del Klan protagonizaron escándalos por
apoyar a la Alemania nazi. Desde entonces, varias agrupaciones diferentes
han utilizado el nombre, incluyendo a las que se oponían al Acta de Dere-
chos Civiles y a la de segregación en las décadas de 1950 y 1960. Algunos
miembros de estas organizaciones llegaron a ser condenados por diversos
crímenes. Aunque docenas de organizaciones emplean hoy todo o parte
del nombre en sus títulos, la membrecía real se estima en unos cuantos
miles. Estos grupos, con operaciones separadas en pequeñas unidades
aisladas, son considerados grupos de odio extremo. El KKK moderno ha
sido repudiado por los medios de comunicación de masas y por los líderes
políticos y religiosos de los Estados Unidos.
P á g i n a | 129

5. El autoritarismo como una forma clínica


de intolerancia del Ser

El autoritarismo ‘como forma de gobierno’ 72 72 se sostiene en

el fanatismo y su consecuente necesidad de poder maniqueo. Así


‘llos miembros fanáticos’ de un mismo grupo político defienden sus
ideales y se unen en una lucha inevitable de odio y destrucción, ya
que ‘la ideología del otro’ que es diferente, le es intolerable. El
fanático puede ser un sujeto muy culto e ilustrado y aún así man-
tiene su personalidad narcisista maniquea. Desde allí, en una posi-
ción de poder, se dispone a alterar las leyes a su conveniencia, pri-
mero para mantenerse en el poder, segundo para satisfacer sus
propios ideales y lograr perseguir con éxito, al otro diferente que es
portador del mal. El fanático tiene certeza y está convencido de
tener toda la razón en la ejecución de sus conductas. Este aspecto
de la vida pública de los fanáticos muestra la ‘p patología delirante’
de su conducta visible. El fanático no es pues un delincuente
común. Los fanáticos como todo ser narcisista maniqueo, no tolera
la incertidumbre, ni las opiniones contrarias. Los fanáticos creen en
‘la verdad única’ y en la ‘eternidad’ de sus ideales. Es común oír en
vivo y leer sus mensajes, de que sus ideales serán para siempre.
Basta recordar el enunciado de aquel Tercer Reich ‘que duraría mil
años’. El fanático aún cuando cambie de bando por razones de con-
veniencia, siempre mantiene su estructura mental narcisista mani-
quea, y allí estará, a la espera de una nueva oportunidad, para asal-

72
El autoritarismo es una modalidad o forma de ejercer la autoridad, en la
que se extreman ‘la ausencia de consenso’, ‘la irracionalidad del pensa-
miento’ y ‘la falta de fundamentos creíbles en las decisiones’ originando
un orden social opresivo y carente de libertad. En ciencia política, el auto-
ritarismo refiere a ‘lla doctrina política que aboga por el principio absoluto
de gobierno: autocracia, absolutismo, despotismo, dictadura, totalitaris-
mo’. El término se utiliza para calificar a organizaciones o estados, que
pretenden conservar y gestionar el poder político, mediante mecanismos
que se encuentren en abierta contradicción con la libertad.
P á g i n a | 130

tar el poder y proceder ‘a limpiar el mundo’ de lo que el narcisista


maniqueo cree es ‘la maldad imperante’ y lo hará a través del ejer-
cicio del odio y de la destrucción.

6. El fundamentalismo como una forma clínica


de la Intolerancia del Ser

El fundamentalismo igualmente se sostiene en la intoleran-


cia del ser. Su origen igualmente se encuentra en el narcisismo ma-
niqueo y la dificultad del Ser para sostener la alteridad. Existe una
diferencia teórica psicoanalítica entre ‘el fanático’ y ‘el fundamenta-
lista’. El fanático puede actuar y existir solo. El fanático es un narci-
sista maniqueo que no tolera la diferencia con sus ideales. Así el
fanático racista, sigue siendo un fanático racista, aún cuando este
solo. El fundamentalista es diferente, es un narcisista maniqueo
con sus propios ideales, pero que tiene un ‘d defecto estructural adi-
cional’. Tiene una carencia adicional relativa al ‘nombre del padre’.
Esta carencia específica se alivia con una suplencia [un tapón, una
especie de ortopedia psíquica que obtura la falta] y que le da co-
herencia a su existir. Esa suplencia [tapón] tiene el efecto de unir
los tres órdenes psíquicos [RSI] y así permitir su funcionamiento
mental.

En el fundamentalista esta suplencia tiene que ver con sus


ideales, los cuales ‘ttienen que ser compartidos’ con un grupo y ‘sso-
bre todo con un líder’. Aparece así un fenómeno que es cercano a la
Fe. La admiración y la ‘ccreencia ciega en el líder’ adquieren en el ser
fundamentalista ‘característica de Fe’: esa es la suplencia. Esta Fe
es del orden de la identificación. El fundamentalista esta en fusión,
en simbiosis, no solo con sus ideales, sino también con la persona
de su líder y en extensión con el grupo fanático. El amor extremo a
sus ideales y a su líder lo puede llevar a la violencia extrema. Este
fundamentalista es capaz de morir a voluntad [de suicidarse]. Es
capaz de morir con tal de realizar un acto de limpieza homicida
múltiple, un acto con la intención de matar a todos ‘los enemigos’
posibles que naturalmente son los ‘depositarios del mal’ [es decir,
los que son diferentes]. Estos seres fundamentalistas, narcisistas
P á g i n a | 131

maniqueos, son los candidatos a ser ‘bombas humanas suicidas’,


desgraciadamente tan frecuentes hoy día, en el oriente medio.

7. Una excepción: La intolerancia y el dogmatismo

Es necesario presentar aquí un agregado. Una aclaratoria que dis-


tinga la existencia de ciertas conductas intolerantes que ‘n no tienen
que ver con la maldad, ni con la pérdida de la alteridad’. Me refiero
a ‘llos dogmáticos y los seres apasionados’ de sus ideas y de su tra-
bajo. También me refiero a ciertos sujetos religiosos, que en su Fe
religiosa, pueden aceptar la diferencia y profesar su Fe, en su pro-
pio grupo, sin provocar la persecución de los que piensan diferente.
‘E
Estos seres son dogmáticos’, creen en su dogma, lo cual no es más
que creer en sus ideales. Ideales, que no están sujetos a corrección,
ya que son dogmas. Pero la diferencia es que ‘n no son estructuras
mentales narcisistas maniqueas’. Son estructuras mentales más
evolucionadas, que han pasado de una relación de objeto monádica
fusional [oral], a una relación más avanzada dual, a una relación
tríadica, discriminada, triangular, Edípica. ‘EEs decir seres evolucio-
nados’, cuya evolución les permite ‘rrespetar la diferencia de ideo-
logías’ que habitan en el otro y por lo tanto, no están pasionalmente
comprometidos [o condenados] con la destrucción del otro. Así
encontramos algunos seres apasionados innovadores, descubrido-
res, avanzados a su tiempo, que creen en sí mismos y en su enten-
der de las cosas y de las ciencias. Tienen ideas innovadoras a las
cuales no renuncian, aún cuando sus ideas se ‘oponen a lo conocido
y a la sabiduría oficial’. Estos seres ‘n
no so
son narcisistas maniqueos’.
Son seres evolucionados que reconocen y aceptan la ‘e existencia
legítima de ideas diferentes’ con las cuales pueden o no estar de
acuerdo. Son seres que ‘respetan la diferencia ideológica en el otro’,
y aún así son capaces de creer en sí mismos, y siendo dogmáticos,
pueden coexistir en un mundo o una sociedad que tolera la diversi-
dad de ideologías.
P á g i n a | 132

8. La intolerancia originada por


la ‘experiencia de frustración’

La capacidad de tolerar la frustración se va a desarrollar en


el niño después que cumple su primer año de vida y cuando ya ha
experimentado el trauma del destete. Es usual y frecuente que el
niño de 18 meses desarrolle --de la nada-- una conducta nueva, que
puede sorprender a los padres y que consiste en presentar frecuen-
tes estallidos de violencia llamado <las pataletas>, también llama-
dos frecuentemente los <temper tramtrums>. Estas pataletas son
la respuesta del niño al encuentro inesperado con la frustración.
Esto aparece como un choque inevitable con las realidades geográ-
ficas físicas del mundo. A esta edad el niño ya camina y procede a
explorar todo lo que puede. Allí va a encontrar que sus deseos no
pueden ser satisfechos. Por ejemplo, desea alcanzar al interruptor
de la luz que está muy alto y no puede llegar a él. O desea un helado
que en el momento no hay. Su frustración se le hace inmanejable y
se desata un ‘estallido de protesta’ con agitación, pataletas, gritos y
frecuente llanto, que a los pocos minutos puede desaparecer solo.
Si los padres le expresan que ellos comprenden su frustración, ante
lo imposible, el niño se siente comprendido. Si los padres lo repri-
men con violencia, exigiendo una conducta apropiada, el asunto
empieza a complicarse.

Poco a poco su capacidad de ‘ttolerar la frustración’ va a me-


jorar con el paso de los meses. Dependiendo de las experiencias
previas en el primer año de la vida, el niño supera este periodo de
pataletas con más o menos facilidad. Los niños con experiencias
previas de carencia y de muy repetidas frustraciones durante el
amamantamiento, tendrán muchos problemas para superar esta
etapa del desarrollo. O no lo pueden superar nunca. Son niños que
no evolucionan a una relación de objeto diferenciada y triangular,
por lo tanto mantienen una tendencia hacer <uno con el otro> y no
alcanzan la alteridad. Así la ‘intolerancia a la frustración’ se man-
tiene por muchos años, creando enormes dificultades en la adapta-
ción a la escuela y en la capacidad para socializar. Las personalida-
des narcisistas que utilizan mecanismos mentales primitivos, pero
que no evolucionan a una relación de objeto triangular, sufren de la
P á g i n a | 133

‘iintolerancia a la frustración’. Ya como adultos reaccionan con vio-


lencia a las frustraciones de sus deseos. Muchas veces son respues-
tas violentas, inadecuadas socialmente o políticamente, otras veces,
son respuestas tan desproporcionadas que llegan a crear daño pa-
trimonial y a veces graves daños a las personas y a las naciones, que
le traen consecuencias legales presentes y futuras. En algunos casos
pasan a ser narcisistas maniqueos, con todas las consecuencias que
esto significa.

La ‘buena tolerancia a la frustración’ que desarrollan mu-


chos adultos, gracias a sus satisfactorias experiencias en la infancia,
a veces, no siempre se mantienen. Si el adulto sufre de agotamiento
por exceso de trabajo, o sufre alguna grave enfermedad, que inevi-
tablemente va a producir ‘una regresión psíquica’, entonces ese
adulto, va a perder mucha de su capacidad para tolerar la frustra-
ción, entra en intolerancia [pierde fácilmente la paciencia] y res-
ponde inadecuadamente a diversas situaciones de pareja, familia,
trabajo o en el intercambio social y ‘se hace transitoriamente un ser
intolerante’. Pero cuando descansan o se recuperan de la enferme-
dad o de la intervención quirúrgica, vuelen de nuevo a recuperar su
capacidad de tolerancia.
P á g i n a | 134
P á g i n a | 135

Capítulo 19
EL <OBJETO BIPOLAR>

El <objeto bipolar> refiere a una extraña combinatoria de


identificaciones ‘de amor y odio’ con la representación del objeto.
Los trastornos maniacos depresivos [PMD] tienen una historia que
se remonta a la época anterior a Cristo. Pero es desde los comienzos
del siglo 20, cuando un célebre Psiquiatra clásico llamado Emil
Kraepelin en Alemania, había identificado un grupo de pacientes
que presentaban por varios meses una conducta agitada, acelerada
maniaca, con trastornos del pensamiento, caracterizados por deli-
rios de grandeza y que alternaban con periodos de meses de dura-
ción, donde presentaban una conducta de excesiva quietud, melan-
colía, tristeza y delirios de desvalorización. El llamó a estos
pacientes ‘Psicosis Maniaco Depresiva’ [PMD]. Como su patología
oscilaba en dos polos [excitación maníaca y quietud depresiva me-
lancólica] se ha llamado en los últimos años: ‘Trastorno ‘bipolar’.

Resulta que este cuadro fenomenológico de ‘agitación ma-


niaca’ y ‘quietud melancólica’, se confunde con otro cuadro clínico
psiquiátrico, que se caracteriza por mostrar ‘altibajos’ con etapas de
grandiosidad, elocuencia y exceso de energía, para luego ser alter-
nadas con periodos de desvalorización de sí mismo, con pérdida de
energía y presencia de ansiedades variadas, muchas veces aniquila-
torias. Esta segunda patología recibe el nombre en Psiquiatría de
‘Estados fronterizos’ y a veces los llaman ‘Borderline’.

Son dos patologías muy distintas y ambas comparten la ca-


racterística de oscilar en dos polos. Es decir ambas son ‘bipolares’.
Una de naturaleza horizontal: ‘polo maniaco y polo depresivo’. Y el
otro de naturaleza vertical: ‘polo alto [grandioso] y un polo bajo
[desvalorizado]’.

Desde el punto de vista del Psicoanálisis estas dos maneras


de funcionar la mente pueden ser comprendidas en sus mecanis-
mos mentales. La primera mencionada, es decir la ‘maniaco-
depresiva’ [PMD] corresponde a la combinatoria simultánea de
P á g i n a | 136

identificaciones al objeto de ‘amor’ y luego identificación al objeto


de ‘odio’ ambos relacionados con el objeto materno original. Allí en
donde predomina la pérdida del juicio de realidad [PMD] se va a
utilizar el mecanismo mental de la ‘escisión horizontal’. El segundo
llamado ‘fronterizo’ con sus altos y bajos [polarizados] utiliza el
mecanismo mental de la ‘escisión vertical’.

Procederé en los párrafos siguientes a explicar estos dos


modos de presentarse la bipolaridad y el detalle de sus mecanismos
mentales y el tipo de relación de ‘objeto’ que ambos presentan.
Primero haré un resumen breve de las ideas sobre la constitución
temprana de la psique y la aparición del objeto amado y del objeto
odiado.

Amor y odio al objeto

La relación del bebé con el objeto ‘pecho’ va a estar influida


por las experiencias inevitables de ‘satisfacción y frustración’. Estas
experiencias dan origen a la representación de un objeto bueno y
otro malo. Según sean las diversas experiencias de la vida algunos
seres van a sufrir de negligencia parental en diversas magnitudes.
Esto va a provocar experiencias de ‘carencias afectivas’ en el sujeto.
Las ‘carencias’ dejan fallas o ‘huecos’ en la constitución del Yo
[Ego].

La vida temprana del bebé, es decir los primeros seis meses,


[periodo paranoico] se caracterizan por una relación de objeto que
está limitada a una percepción parcial del objeto. Se trata de la pre-
sencia de ‘objetos parciales’ [incompletos]. Las ansiedades en este
periodo son de tipo aniquilatoria y las defensas para estas ansieda-
des son primitivas. Aparecen defensas de tipo fundamentalmente
proyectivas, que colocan la representación de todo lo displacentero
‘afuera’ y las defensas de negación y omnipotencia. A los seis meses
suele ocurrir dos cosas. Una, el destete y dos la aparición de la ca-
pacidad de memoria. En esa época aparece la ansiedad al extraño,
ya que el bebé puede recordar la cara, el olor y el sonido de su ma-
dre. Aparece la capacidad de una representación del objeto más
completa, lo cual se ayuda con la recién adquirida capacidad de
P á g i n a | 137

memoria. Esta etapa del desarrollo es integradora. La ansiedad es


más evolucionada y es de tipo de ‘separación’. Los mecanismos de
defensa que aparecen corresponden con la ‘represión’. Estas dos
etapas en el desarrollo del bebé se han denominado 73: Esquizopa-
ranoide y depresiva. Estas etapas no son de naturaleza ‘sucesiva’
sino que son ‘oscilantes’. Esto quiere decir que si posteriormente en
la vida, la circunstancias producen intensas ansiedades ‘no mane-
jables’ por el Yo [Ego], entonces la mente de forma espontánea y
automática pasa a funcionar con mecanismos esquizoparanoides. Si
posteriormente las circunstancias de la vida son favorables y la an-
siedad aniquilatoria disminuye o desaparece, entonces la mente
pasa a funcionar nuevamente con mecanismos llamados ‘depresi-
vos’.

Cuando en la posición depresiva aparecen de nuevo intensas


ansiedades persecutorias se produce un conjunto de defensas que
han recibido el nombre de ‘defensas maniacas’. Son defensas que
aparecen por los sentimientos de pérdida, daño y culpa por el obje-
to bueno. Generalmente el dolor psíquico que aparece en la posi-
ción depresiva por las ansiedades persecutorias sólo puede ser ma-
nejado con ‘defensas maníacas’ que protegen al Yo de mayor
sufrimiento. Las defensas maníacas están basadas en la negación
omnipotente de la realidad psíquica. Cuando el dolor psíquico -
disminuye, las ‘defensas maníacas’ dan paso progresivamente a la
‘actividad reparatoria’. 74

La organización de las ‘defensas maníacas’ en la posición


depresiva incluye mecanismos que ya han estado presentes en la
posición esquizoparanoide. Incluye los mecanismos de escisión,
idealización, negación e identificación proyectiva. Las ‘defensas
maníacas’ tratarán de evitar cualquier relación entre el Yo [Ego] y

73 Melanie Klein (1935): Una contribución a la psicogénesis de los estados


maníaco depresiva.
74 Melanie Klein (1940): ‘El Duelo y su relación con los estados maníaco-

depresivos’.
P á g i n a | 138

el objeto que amenace de contener dependencia, ambivalencia y


culpa. La relación maníaca con el objeto se caracteriza por la apari-
ción de tres sentimientos: Control, triunfo y desprecio. El control es
una forma de negar la dependencia. El triunfo es una negación de
los sentimientos de valoración y de aprecio por el objeto y está rela-
cionado con la omnipotencia. El desprecio por el objeto es una ne-
gación directa de los sentimientos de valoración hacia este objeto.
El desprecio actúa como una defensa en contra de sentimientos de
pérdida y culpa. 75

La envidia temprana es considerada como uno de los facto-


res que actuando desde el nacimiento afecta la experiencia del bebé
con el pecho. Se trata de una inmensa emoción primitiva y arcaica
en la cual están involucrados sólo dos partes: el sujeto que envidia y
el objeto envidiado, dentro de un nivel de relación de objeto parcial.

Melanie Klein la diferencia de los celos al plantear éstos


últimos como una relación de amor cuyo objetivo es poseer al obje-
to amado y excluir al rival. Existen tres objetos: el amador, el ama-
do y el rival. Se distingue de la envidia porque aquí hay una rela-
ción de tres objetos y por lo tanto corresponde a la época de la vida
en que se reconocen y diferencian claramente los objetos totales.

Melanie Klein también diferencia la envidia temprana de la


voracidad, al decir que ésta voracidad implica el deseo de poseer
todo lo bueno que pueda extraerse del objeto, sin considerar las
consecuencias incluyendo la posibilidad de destruirlo. Sin embargo
su objetivo principal no es destruirlo, sino sacarle y adquirir todo lo
bueno a cualquier costo.

La envidia temprana tiene como objetivo que el Yo sea tan


bueno como el objeto envidiado y como esto es imposible, el objeti-
vo se convierte en arruinar lo bueno que posee el objeto para su-
primir la fuente de envidia. Es este aspecto dañino de la envidia lo
que la hace tan destructiva para el desarrollo del aparato psíquico,

75
Melanie Klein (1953): Envidia y reparación.
P á g i n a | 139

ya que convierte en malo (el pecho) la fuente misma de todo lo


bueno, impidiendo las identificaciones con el objeto bueno. La en-
vidia se puede unir con la voracidad, constituyendo así otro deter-
minante para lograr el deseo de agotar enteramente al objeto.

Si la envidia temprana es excesiva va a interferir con el fun-


cionamiento normal de los mecanismos esquizoides, dificultándose
los mecanismos de escisión produciendo así estados permanentes
de confusión y caos.

Algo más sobre ambos ‘Bipolares’

Los sujetos ‘bipolares’ de tipo horizontal [maniaco depresi-


vos] oscilan en una identificación con el ‘objeto bueno idealizado’ y
el ‘objeto malo denigrado’. Cuando la identificación es con el objeto
bueno, idealizado, el sujeto se siente grandioso, desconfiado, ma-
niaco [energía disponible excesiva] y desprecia al objeto envidiado.
En este caso las angustias son persecutorias. Cuando se encuentra
identificado con el objeto malo, desvalorizado, el sujeto se siente
disminuido, desvalorizado por sí mismo, sin energía y triste. Aquí
la angustia es depresiva. Esta manera de oscilar el funcionamiento
de la mente va a ocurrir después de muchos meses de que la mente
opera con uno de los dos polos. La causa de esta forma de vivir se
encuentra en las carencias de la temprana infancia y no responden
de una manera efectiva y duradera a una terapia de ‘entender y
conocerse a sí mismo’. Los síntomas pueden ser aliviados por me-
dios medicamentosos. Las razones por la cual ocurre el giro de un
polo al otro tiene que ver con experiencias traumáticas de la vida
cotidiana: desilusiones amorosas, fracasos en la vida y pérdidas.

Los sujetos ‘bipolares’ de tipo vertical [los borderlines o


fronterizos] padecen de un déficit estructural, de un ‘hueco’ tem-
prano en la constitución de la psique. Predominan las experiencias
de ‘carencias afectivas’ en la temprana infancia. El progresivo en-
tramado, el tejido de su personalidad deja ‘huecos’ debido a las
carencias. Estos déficits dificultan la estabilidad de las progresivas
identificaciones del niño. Cuando se hacen adultos son seres muy
‘volátiles’, inestables que suelen oscilar en un sentimiento grandio-
P á g i n a | 140

so que le da energía y seguridad [un alto] y luego un sentimiento de


desvalorización, perdida de la energía y cierta tristeza. A veces se
les describe como viviendo en una ‘montaña rusa’ [rollercoster] que
produce una constante excitación con ‘el subir y bajar’ del tren en el
parque de diversión mecánico. En inglés le dicen: [ups and downs].
P á g i n a | 141

Capítulo 20
EL <OBJETO DE APEGO>

Sobre la naturaleza del objeto de Apego

(a) Apego como una unión biológica

La ‘teoría del apego’ refiere a una unión que se desarrolla entre


dos individuos. En este caso específico la <teoría del apego> se va a
referir especialmente a dos seres humanos. Según esta teoría esta
unión instintiva proviene de <la necesidad de seguridad y de pro-
tección> del niño 76 77 78. Como nosotros sabemos el estado de inde-
fensión está presente en esta época de la infancia (hilflosigkeit ) 79.
En los niños esta unión es de carácter asimétrico con la figura pa-
rental. Esta teoría <no-psicoanalítica> del apego, establece que los
niños se unen a la figura parental de forma instintiva, buscando
‘sseguridad y supervivencia’. Esta teoría no pretende ser exhaustiva,
ni excluyente. 80

Desde mi punto de vista personal digo lo siguiente: Más allá


de la necesidad biológica del niño por la supervivencia [con lo cual
estoy de acuerdo] y que contribuye a establecer el apego, deseo pre-
sentar a ustedes <otros mecanismos mentales> que considero son
imprescindibles en la constitución del ‘aparato psíquico humano’ y
que están cerca de estos ‘fenómenos de apego’. Además estos me-
canismos psíquicos que voy a proponer se fundamentan en la teoría
psicoanalítica del objeto.

76 John Bowlby (1951): Maternal Care and Mental Health. WHO (1951).
77 Harry Harlow (1958): ‘The Nature of Love’ American Psychologist. Vol.
13, 573-685 (1958).
78 Peter Fonagy (2001): Attachment Theory and Psychoanalysis. Other

Press, NY (2001)
79 Sigmund Freud (1911): Los dos principios del suceder psíquico. Obras

Completas, Amorrortu Editores. Vol. 12 (1978)


80 John Bowlby (1958): The nature of the child's tie to his mother. IJPA

Vol. 39 (5): 350–73 (1958)


P á g i n a | 142

Además de la necesidad de seguridad y supervivencia que con-


duce al apego, el niño muy pequeño [el infante] tiene necesidad de
dos cosas adicionales <que no son biológicas>, pero que se relacio-
nan con el concepto de Objeto. Estas son: <nnecesidad del recono-
cimiento> y <la necesidad de afirmación>.

(b) Prototipo primario de reconocimiento

Esto refiere al pasaje en el niño del ‘grito’ a la ‘llamada’. Este


pasaje no es un proceso de aprendizaje. El niño no está aprendien-
do el uso de un signo que puede ser enseñado o imitado ya que
desde el principio el niño posee este signo en el grito o en el llanto
natural. El punto importante aquí es que este grito va a significar
algo para alguien [la figura parental]81. La figura parental respon-
derá o no a este grito o a este llanto. Esta respuesta [la que sea]
determinará el significado del grito. Cualquier tipo de respuesta se
transformará en una significación particular y representará un sig-
nificante [un concepto] para el niño, así el niño se inaugura en la
cadena significante humana. El grito, el llanto y el significado ad-
quirirán el valor de una unión [de un apego] con el Otro. Como ya
he mencionado más arriba este otro del orden ‘Real’ se convertirá
por medio de las introyecciones e identificaciones en un objeto in-
terno, que tendrá cualidad inconsciente, aparece el ‘otro’. Y tal co-
mo ya se dijo el sujeto se constituirá en el lugar de este Otro del
inconsciente.

81 Jacques Lacan (1953). Estudios técnicos de Freud. Seminario 1. Edito-


rial Paidos 1986.
P á g i n a | 143

(c) Tres afirmaciones básicas del sujeto

1. La primera afirmación. El niño pequeño 'agarra' de la figura


parental [quien tiene simultáneamente una cualidad Simbólica,
Imaginaria y Real] esa pequeña cosa que transformará su grito en
una llamada. Esta 'pequeña cosa' que no es un decir del Otro, es el
primer significante [como un concepto] enigmático que permite
que el niño exprese su demanda y en una paradoja extraordinaria,
permite que se reconozca a sí mismos en ese lugar del Yo temprano
[que es de naturaleza imaginaria]. Cuando el niño en su llamado
exige algo, este llamado también significa: ‘Este soy Yo’. Este suceso
constituye la primera afirmación.

2. La segunda afirmación. En la segunda mitad de su segundo


año de vida el niño insistentemente usará el vocablo ‘no’ como una
afirmación. En esta corta edad su vocabulario es limitado, sin em-
bargo su presencia como ser humano es mejor afirmado con un ‘no’
que con un ‘si’. El niño tiene ambos significantes [palabras-
conceptos] a su disposición pero el 'no’ es más fuerte ‘en la afirma-
ción’ porque constituye un repulsa voluntaria a la figura parental
[la madre]. Esta es la segunda afirmación82 que va a ofrecer el ne-
cesario ‘reconocimiento’ del otro.

3. La tercera afirmación. Posteriormente, durante la adolescen-


cia el joven pugnará y luchará por la independencia de sus figuras
parentales [fundamentalmente el padre que representa la ley y las
prohibiciones]. En la mayoría de los casos el apego y la unión a las
figuras parentales es fuerte y permanente. El joven adolescente
probará su independencia cuando viola o rompe con las reglas de la
familia. Así se revela principalmente contra las reglas del padre. Al
ejecutar esta rebeldía el adolescente establece una tercera afirma-
ción y abre así la puerta a la independencia. Esta es la razón por
qué tantas actuaciones adolescentes [acting out] son tan bienveni-

82
Rómulo Lander (2004). Experiencia subjetiva y Lógica del otro. Ver el
capítulo sobre la afirmación. Editorial Psicoanalítica. Caracas (2004).
P á g i n a | 144

dos 83 y representan una nueva oportunidad de reconocimiento


[esta vez proveniente de si-mismo].

83
Rómulo Lander (2004). Experiencia subjetiva y Lógica del otro. Ver el
capítulo sobre Acting out y pasaje al acto. Editorial Psicoanalítica. Caracas
(2004).
P á g i n a | 145

Capítulo 21
TIPOS DE RESPUESTA A LA <PÉRDIDA DE OBJETO>

(a) El ‘sujeto’ y la pérdida de objeto

Comencemos por la forma como el ‘sujeto’ experimenta las


pérdidas de objeto. En 1956 (Seminario 4) 84 Lacan plantea tres
formas en la cual el ‘sujeto’ del inconsciente podría experimentar la
pérdida del objeto (no confundir esto con la respuesta del ‘Yo’ a las
pérdidas). Lacan propone que la pérdida del objeto puede ser expe-
rimentada por el sujeto de tres maneras diferentes: (a) por medio
de la Privación (b) de la Frustración (c) de la castración. Entonces
Lacan relaciona y examina estas tres de maneras de perder el obje-
to, con la ruta, la naturaleza y el agente, que pudieran estar presen-
te en esta pérdida. Esta propuesta nos deja ver: (a) Tres rutas para
la pérdida: Real (para la privación), Imaginaria (para la frustra-
ción) y Simbólica (para la castración). (b) Luego vemos las tres de
maneras de conceptuar la naturaleza de la pérdida del objeto:
Simbólica (para la privación), Real (para la frustración) e Imagina-
ria (para la castración). Y finalmente nos deja ver los tres tipos dife-
rentes de ‘agentes’ de la pérdida: Imaginario (para la privación),
Simbólico (para la frustración) y Real (para la castración).

A continuación usted verá un gráfico que realicé en 1998 pa-


ra ampliar y aclarar esta propuesta85. Primero la privación, segun-
do la frustración y tercero la castración:

84 Jacques Lacan (1956). Tomo 4. Relación de Objeto. Editorial Paidos,


Barcelona (1994).
85 Rómulo Lander (2006). Experiencia subjetiva y lógica del otro. Editorial

Psicoanalítica. Caracas (2006).


P á g i n a | 146

Ámbito Vía Naturaleza Objeto Agente

La naturale-
za de la falta El agente
Tiene que
Tiene que es Real. El objeto de de la falta
ver con la
ver con la la falta es es imagina-
Privación.
necesidad (Ejemplo simbólico. r io .
clínico posi-
Es un
(como un ble: El suje- (Concepto (La ausen-
asunto de
ser bio- to carece de de madre cia de la
fusión es-
lógico) madre, es dentro del madre,
pecular
huérfano simbólico) como un
simbiosis
desde la imagina-
temprana rio)
infancia)

La naturale-
za de la falta
es imagina-
Tiene que ria.
El agente
ver con la El objeto de
de la falta
Tiene que Frustra- (Ejemplo la falta es
es simbóli-
ver con la c ió n clínico posi- Real.
co .
demanda ble: El suje-
Es un to sufre de (El emba-
(El signifi-
(palabras) asunto vergüenza razo como
cado de los
dual donde por tener un real
ideales
existe rup- una hija inespera-
dentro del
tura espe- embarazada do)
simbólico)
cular antes del
matrimo-
nio: perdió
el honor)
P á g i n a | 147

La naturale-
za del la
falta es
Tiene que simbólica.
Tiene que ver con la El objeto de
El agente
ver con el Castración. (Ejemplo la falta es
de la falta
deseo clínico posi- imaginario.
es Real.
Es un ble: El suje-
(silencio- asunto to es un (El concep-
(El dinero
so y mu- donde apa- financista, to de rique-
como un
do) rece el ter- que sufre za como un
real)
cero una crisis imaginario)
simbólico financiera y
quiebra,
luego se
suicida)

(b) El ‘Yo’ y la pérdida de objeto

Sigmund Freud 86 en 1915 escribe su trabajo titulado ‘Duelo


y Melancolía’. Allí nos describe entre otras cosas, como el Yo res-
ponde a la pérdida del objeto amado y acuña su célebre frase: ‘la
sombra del objeto (perdido) cae sobre el Yo’. Posteriormente el
inglés John Bowlby 87 dedica casi toda su vida al estudio del apego y
la separación (las pérdidas). Esto le permite a Bowlby ampliar no-
tablemente la teorización sobre las pérdidas de objeto. El psicoaná-

86 Sigmund Freud (1915). Duelo y Melancolía. OC Amorrortu Editores


(1980)
87 John Bowlby (1958). The nature of the child's tie to his mother. IJPA

Vol. 39 (5): 350–73 (1958)


P á g i n a | 148

lisis de hoy en día considera que el Yo responde a la perdida de ob-


jeto de una manera particular y esta respuesta a la pérdida del obje-
to amado ha recibido el nombre de ‘estado de duelo’. Este estado de
duelo no es patológico, aún cuando puede patologizarse. Básica-
mente consiste en una respuesta doble: afectiva y biológica. Esta
respuesta del Yo va a depender de la naturaleza del vínculo previo
que el Yo ha mantenido con el objeto amado perdido. Podemos
encontrar una relación de objeto previa de tipo: vínculos simbióti-
cos, dependientes, autónomos, culposos, persecutorios, amorosos,
odiosos, anaclíticos etc.), dependiendo de esta cualidad del vínculo
la respuesta del Yo va a variar.

Aparece así el concepto del ‘duelo normal’ y ‘duelo patológi-


co’. En el duelo normal el Yo responde con sus afectos: Temor
(miedo), rabia (ira) y tristeza (dolor). Con el paso del tiempo (me-
ses) el duelo evoluciona, a lo que se llama la etapa de ‘elaboración’
de la pérdida. Cuando el Yo acepta la pérdida, se da inicio al retiro
de las investiduras de energía (catéxia libidinal) que existía en la
‘representación’ del objeto perdido, dando final al proceso normal
de duelo. Cuando la vinculación previa con el objeto amado perdido
es simbiótica, el sujeto pierde su sostén y entra en pánico. El traba-
jo de duelo se va a complicar y va a requerir de la aparición de una
nueva relación de objeto simbiótica para concluir el duelo. Cuando
la relación previa con el objeto amado perdido fue violenta y des-
tructiva, además de amorosa, entonces los sentimientos de culpa
van a complicar el trabajo normal de duelo. El sujeto sufre de culpa
inconsciente y busca punición.
P á g i n a | 149

Capítulo 22
EL <OBJETO-a> de LACAN

Sobre la naturaleza del objeto(a)

(a) El Deseo y el objeto perdido

Jacques Lacan afirma, siguiendo la enseñanza de Hegel 88 <que


el deseo del sujeto, es el deseo del deseo del Otro>. El sujeto quiere
ser querido por el Otro. Hegel afirma que el deseo (no como un
deseo biológico) <es específicamente humano, si uno desea, no el
cuerpo, sino el deseo del otro>. Es decir, el sujeto quiere ser desea-
do o amado o reconocido en su valor humano (vía Kojève) 89. Lacan
también establece claramente como lo hizo Freud que el deseo
humano debe ser instalado, significando que se constituye tempra-
no en la vida como un efecto de la experiencia de satisfacción y apa-
rece cuando el sujeto pierde su objeto de satisfacción. La ‘Falta’ del
objeto da origen a la presencia del deseo 90. La pulsión se convierte
en deseo cuando esta se une a la representación o marca [huella] de
la Falta. Lacan define por lo menos tres de las características del
deseo: (a) El deseo es mudo (silencioso) debido a su naturaleza
inconsciente. (b) El deseo no puede ser satisfecho. (c) El deseo es
siempre sexual en su naturaleza 91.

(b) Los fragmentos del objeto

El objeto-(a) refiere a un tipo muy especial de objeto que se ori-


gina en las experiencias más tempranas del sujeto con el otro. De
estas experiencias tempranas que producen investiduras de pulsión

88 Wilhelm Frederic Hegel (1807). Phenomenology of the Spirit (1925).


89 Alexandre Kojève (1947) Introduction to the Reading of Hegel, New
York and London: Basic Books, 1969.
90 Jacques Lacan (1960). The Subversion of the Subject and the Dialectic

of Desire: Writings (Ecrits) Volume 2.


91 Jacques Lacan (1960). The Subversion of the Subject and the Dialectic

of Desire: Writings (Ecrits) Volume 2.


P á g i n a | 150

(catexia) algunas permanecerán un 'referente inconsciente’ que se


incorporará en la constitución y a la estructura de la psique. Este
'referente' se perderá para siempre, pero el sujeto pasará su vida
buscándolo. Los objetos perdidos (como referentes) son los frag-
mentos parciales del cuerpo de la madre (éclats). El objeto perdido
puede ser la imagen de la mirada, la voz, el seno, o los excrementos,
o puede también ser la imagen de otro objeto corporal. Constituirá
el objeto <causa de deseo>. Es un referente construido (adquirido)
por cada sujeto. Es una ventana (quizá la única) que el sujeto tiene
al 'Real'. El sujeto en ficción cree haber encontrado el objeto perdi-
do en el objeto de pasión (amor y odio). El objeto-(a) llega a ser
una ilusión de un objeto ‘percibido en ficción’ y así encontrado en el
cuerpo del otro (porque no es más que una proyección). De esta
manera el sujeto no puede evitar para caer en el eje imaginario (eje
narcisista). En otras palabras, el encuentro ficticio con objeto-(a)
precipita a l sujeto en un estado de pasión, inscrito por lo tanto en
el eje imaginario.

(c) El objeto topológico

Este objeto-(a) es un objeto topológico. No es parcial, ni total,


no es un objeto interno, ni es un objeto externo. No es el objeto
'Real', aunque que si abre una ventana en este orden del 'Real'. El
objeto-(a) es el objeto perdido, nunca encontrado y siempre busca-
do. Es el objeto causa de deseo. Es un elemento fundamental en el
fantasma sexual. En este lugar del fantasma el objeto-(a) es opaco y
encubrirá (como un vel, parcialmente cubriendo) la castración.
Esto disfraza la angustia de castración y aumenta la intensidad de
placer sexual.
P á g i n a | 151

Capítulo 23
LUGAR DEL ANALISTA COMO OBJETO(a)

El analista como objeto-(a) en la transferencia

(a) El analista virtuoso

Al inicio cuando se presenta una demanda de análisis esta pro-


viene por la presencia de algún sufrimiento psíquico. La necesidad
del paciente hará que haga un llamado a algún analista que pueda
ayudar. A este analista se le suponen algunas virtudes especiales.
Significa tener algún conocimiento especial y una sapiencia particu-
lar. Este analista llega así a ser el otro. Estos <atributos de poder>
son otorgados por el paciente, por proyección. Esto representa los
inicios de una transferencia necesaria. Como nosotros sabemos
cada sesión analítica ocurrirá bajo los efectos de la transferencia.
Nosotros también sabemos que estructuralmente no puede ser de
ninguna otra manera. Posteriormente este analista ocupará el lugar
que le será asignado por la estructura de la transferencia. Este lugar
será definido por las experiencias particulares de la niñez temprana
del paciente.

(b) El lugar del analista

De esta manera el analista en la pareja analítica va a ocupar


inevitablemente el lugar de un semblante inconsciente (un señue-
lo). Este semblante es el objeto perdido-(a) del paciente, que en
ficción se encuentra en el lugar del analista (fenómeno imaginario).
Este analista había recibido ya el atributo de conocimiento y sa-
piencia que aliviará el sufrimiento del paciente. Este hallazgo del
objeto perdido-(a) en el analista, es muy parecido a la experiencia
de Amor y el Odio que he descrito en el acápite anterior. Lacan sol-
ía decir que desde un punto de vista estructural, no hay diferencia
entre ellos92. El encuentro diario con este Objeto-(a) durante las

92 Jacques Lacan (1960). The Seminar, Book 8. The Transference. Paidos,

Barcelona 1997
P á g i n a | 152

sesiones analíticas, dará a conocer al analista, las vicisitudes del


periodo pre-verbal del paciente al revivirlos de nuevo en la transfe-
rencia. Estas vicisitudes darán a conocer la naturaleza de las expe-
riencias tempranas del paciente. El trabajo de esta transferencia
será muy útil para re-significar experiencias traumáticas olvidadas
y tempranas que son re-vividas nuevamente en la intensidad de la
transferencia.
P á g i n a | 153

Capítulo 24
EL OBJETO EN LA ESTRUCTURA HISTERICA

Sobre la naturaleza del objeto en la estructura histérica

(a) El histérico se identifica con un objeto castrado

Las estructuras clínicas a la cual me voy a referir aquí son in-


conscientes en su naturaleza. El histérico así como también las
otras estructuras clínicas se organizan alrededor la lógica del falo y
del complejo de castración. La estructura histérica se organiza [se
constituye] temprano en vida alrededor de un otro castrado con
quien el histérico se identifica93. Esto significa que el histérico se
identifica con el objeto castrado. Tanto es esto así que la estructura
histérica se siente incompleta y desea [a fin de sentirse completa] el
falo del otro. Jacques Lacan solía decir que la 'histérica es un escla-
va que busca un dueño sobre quien reinar'.

(b) El histérico buscará el falo en el otro

La estructura histérica tiene una tendencia a encantar y seducir


ambos sexos, especialmente esos quienes muestran un 'señuelo
fálico' de poder, fama, belleza, dinero o conocimiento valioso. Esta
tendencia para seducir ocasiona una capacidad y la exageración
emocional y para la escena. A veces el histérico no da cuenta del
intenso efecto erótico ella (o él) produce. El interés cierto del histé-
rico yace sobre la captura del otro con la apariencia fálica (el señue-
lo fálico). El histérico necesita de la aprobación del otro fálico, así
que siempre están en la búsqueda de esa aprobación. La seducción
exitosa del otro fálico quien sostiene el señuelo fálico traerá al
histérico un sentimiento de completud y satisfacción. La estructura
histérica está dominadas por el deseo del otro fálico, por lo los
histéricos estarán bajo el poder de ser sugestionados fácilmente por
ellos (0 ellas). Una vez la que la estructura histérica ha tenido éxito

93 Rómulo Lander (2004) Experiencia Subjetiva y lógica del otro. Ed. Psi-

coanalítica, Caracas (2004)


P á g i n a | 154

con la conquista del otro fálico, con el pase de tiempo, esta ilusión
de un poseer el señuelo fálico perderá su fuerza fálica, perderá su
brillo, y la misma histérica lo percibe como castrado. La estructura
histérica se sentirá nuevamente incompleta y comenzará la caza
para un nuevo ilusorio otro fálico: 'el pasto de vecino es siempre
más verde'.
P á g i n a | 155

Capítulo 25
EL OBJETO EN LA ESTRUCTURA OBSESIVA

Sobre la naturaleza del objeto en la estructura obsesiva

(a) El obsesivo se identifica con un otro fálico

La estructura obsesiva se organiza temprano en la vida alrede-


dor de un otro no-castrado. El obsesivo se identifica con un otro
fálico. De esta manera la estructura obsesiva se siente completa y
en el control de su vida, ellos sienten que tienen las cualidades po-
derosas de falo. El deseo del obsesivo será generoso ya que desean
completar la carencia en el otro. Pero ellos viven en una paradoja:
El sentimiento obsesivo de completud cierra (obtura) su falta, por
lo tanto cierra el campo de deseo. Nosotros debemos recordar que
el deseo se origina en la experiencia de una falta. Para las estructu-
ras obsesivas las promesas dadas en buena fe, acaban en la nada.
Jacques Lacan solía decir que ‘el obsesivo es un amo que no puede
evitar de ser un esclavo'.

(b) La histerización del obsesivo

Aparentemente existe una contradicción clínica cuando encon-


tramos síntomas histéricos en una estructura obsesiva. Es común
ver estructuras obsesivas que presentan fobias y quejas psicosomá-
ticas (histéricas). Este fenómeno clínico se explica porque la estruc-
tura obsesiva con una identificación fálica (no-castrado) puede te-
ner una identificación transitoria con un objeto castrado. Puede
ocurrir que el obsesivo se ha movido (provisionalmente) a la identi-
ficación con un objeto castrado (modelo histérico). Este fenómeno
se observa también en el dispositivo analítico. El obsesivo, que bus-
ca el análisis tendrá que aceptar algún tipo de incompletud (castra-
ción), esto a fin de aceptar ayuda desde un analista (que en ficción
será fálico y sabio). Nosotros sabemos que en la transferencia el
paciente se relaciona con un analista fálico. Esto significa un analis-
ta extraordinario inteligente y no-castrado. Nosotros dijimos que el
P á g i n a | 156

obsesivo entra en el análisis cuando se histériza. Esto significa que


el obsesivo sinceramente experimenta una falta (la castración),
acepta su incompletud y los problemas, como cualquier otro histé-
rico.
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Capítulo 26
EL OBJETO EN LA ESTRUCTURA NARCISISTA

Tal como describió Melanie Klein 94 en sus trabajos de las


década de los años treinta y cuarenta, en la estructura narcisista
propia y normal del niño pequeño, el sujeto bajos los efectos de la
experiencia de satisfacción/frustración va a dividir (Split) el objeto
en bueno y malo. Ejecuta lo que más arriba en este texto hemos
llamado una ‘escisión’ vertical de la representación del objeto. Es-
tos objetos que han sido ‘escindidos’ fueron llamados objetos par-
ciales (propios de esa temprana edad). Luego la angustia de aniqui-
lación se hace más tolerable y evoluciona a la angustia de
separación. En ese momento no es necesario escindir el objeto y
entonces aparece el objeto llamado total.

Este mecanismo que determina la naturaleza del objeto en


esa temprana edad explica la razón por la cual el sujeto se relaciona
con sus objetos de dos maneras básicas: Por un lado con el objeto
persecutorio y por otro con el Objeto idealizado. Estos dan origen a
una relación persecutoria (paranoica) o a una relación idealizada
(grandiosa) con el Otro.

En la práctica clínica los pacientes narcisistas adultos mues-


tran una característica peculiar en sus relaciones con sus objetos. El
sujeto y sus objetos en estas estructuras narcisistas siguen la regla
de una relación dominada por el principio del ‘ttodo o nada’, 'blanco
o negro', 'conmigo o contra mí’. No toma en consideraciones las
circunstancias atenuantes o agravantes del suceso.

También la cualidad del proceso de identificación es pecu-


liar: Estas identificaciones son masivas y súbitas. El uso frecuente e
intenso de identificaciones con la representación del objeto escin-

94Melanie Klein (1932). Psychoanalysis of Children. Hogarth Press, Lon-


don
P á g i n a | 158

dida y luego proyectada un aspecto escindido en muy común. Me-


lanie Klein la llamó ‘identificación proyectiva’.
En los sujetos de predominio narcisista encontramos una
angustia de tipo aniquilatoria intensa que muchas veces se convier-
ten en lo que se ha llamado hoy en día <estados de pánico> propio
de estos sujetos narcisistas.

En la relación con el otro muestran dificultades en discrimi-


nar el <sujeto del objeto> aumentando su nivel de dificultad de
relación con el mundo y en mantener un apropiado ‘Juicio de reali-
dad’ que es algo importante en el momento de la toma de decisio-
nes.

La reversión de la perspectiva

El concepto de la ‘Reversión de la perspectiva’ remite a un


extraño mecanismo mental propio de la ‘estructura narcisista’ en la
cual el sujeto ‘revierte’ la ‘forma de entender’, revierte la ‘forma de
percibir’ el objeto. Esta reversión ocurre de una forma instantánea
e involuntaria. Generalmente la persona no se da cuenta de lo que
ha ocurrido.

Primero me explico un poco más, utilizando la reversión en


el fenómeno de la percepción. Esta explicación es gráfica y sencilla,
luego paso al campo de los conceptos. La reversión de la perspecti-
va en el campo de la percepción refiere a lo siguiente: Existen figu-
ras [dibujos, objetos] que dependiendo de donde el sujeto pone ‘su
atención’ verá una imagen. Si luego pone su atención en otro aspec-
to de la misma imagen, surge entonces otra ‘imagen’ no vista ante-
riormente. El ejemplo clásico es el de dos perfiles humanos, uno
frente al otro. Si el observador pone su atención sobre ellos, enton-
ces ve los dos perfiles, uno frente al otro. Pero si fija su atención en
el espacio vacío que existe entre los dos perfiles, entonces ve otra
cosa. Surge la imagen de un jarrón perfectamente delimitado. Todo
depende de donde se pone la atención. A ese fenómeno perceptivo
se llamó: ‘Reversión de la perspectiva’.
P á g i n a | 159

Fue Wilfred Bion quien utilizó este concepto para aplicarlo


al Psicoanálisis. Bion en su estudio sobre ‘la parte psicótica’ de la
personalidad había observado que algunos analizandos pueden
cambiar ‘su percepción o su entendimiento’ de la ‘relación transfe-
rencial’ dramáticamente. De ser una relación transferencial positiva
y cálida, puede cambiar de un día a otro, y sin mediar ningún even-
to de la realidad externa que lo explique, cambia a lo contrario: a
ser una relación transferencial negativa, cargada de intenso odio y
de rechazo al analista. Bion entendió que ante la aparición del ‘do-
lor psíquico’, dolor que ha aparecido debido a alguna revelación o
por la idea de algún rechazo, el analizando de forma automática se
protege y ‘revierte la perspectiva’. Así el analista de ser amando
pasa a ser odiado.

Esta peculiaridad de utilizar este mecanismo mental auto-


mático e inconsciente de ‘revertir la perspectiva’ ocurre en las ‘es-
tructuras narcisistas’ en la cual la relación de objeto es narcisista.
P á g i n a | 160
P á g i n a | 161

Capítulo 27
EL OBJETO EN LA ESTRUCTURA PSICOTICA ESTABILIZADA

Sobre la naturaleza del Objeto en el Psicótico estabilizado

En la crisis psicótica aguda [no estabilizado] la magnitud de


la turbulencia creada por los síntomas psicóticos (las alucinacio-
nes, los trastornos del pensamiento y pérdida del juicio) son tan
aparatosas que la relación con el objeto se altera severa y visible-
mente. Por el contrario la relación que <el psicótico estabilizado>
desarrolla con su objeto es muy peculiar. La apariencia clínica del
psicótico estabilizado es similar a la de una personalidad neurótica.
Pero no lo es. La relación con el otro es rígida y podemos decir que
se parece al control obsesivo del objeto. Pero no lo es. Lo que ocu-
rre es que la estructura psicótica estabilizada es incapaz de usar el
recurso de la metonimia en la relación con el otro.

Esta dificultad va a impedir que el psicótico estabilizado


pueda deslizar el significante (palabras y conceptos). Así pues no
puede mentir, no puede producir una broma (un chiste), no puede
‘vacilar’ en la relación con el otro (es una relación rígida). Por eso
decimos que el psicótico estabilizado no puede disponer del uso del
'shifter' en el lenguaje [mecanismo mental que representa una ayu-
da en su relación con el otro]. La ausencia del mecanismo de 'shif-
ter' (metonímico) se debe a la no inscripción del 'nombre del pa-
dre' en el momento apropiado temprano en la vida. Esto significa
que la 'función paterna’ no fue inscrita en la mente del niño en su
momento crucial.

Este momento crucial es posterior a la normal relación dual


narcisista con la madre. Va a ser la madre quien introduciría el
'significante del padre' en la mente del niño pequeño. Si este signi-
ficante (palabra y concepto) no es introducido a ese momento cru-
cial, el niño organizará la mente en una forma particular [esqui-
zofrénica] en donde el recurso de una prótesis psíquica [suplencia]
va a permitir que continúe su desarrolla cognitivo.
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Para continuar adelante en la vida, este niño va a usar un


mecanismo mental llamado ‘suplencia’, que es una especie de
<prótesis mental> utilizado para sustituir el ‘nombre del padre’ el
significante ausente. De esta manera [con el uso de la suplencia]
continúa su vida [con buen desarrollo cognitivo] en una forma de
psicótico estabilizado. Su interés radicará en cuidar esa ‘suplencia’
y evitar un colapso mental. Esta suplencia puede ser: un apego
simbiótico patológico, una obesidad acentuada, un abuso de dro-
gas, algún síntoma raro del sujeto, una pertenencia patológica
[fanático] a un grupo religioso y otras más. La relación con el Obje-
to será rígida ya que no dispone del shifter y el objeto se encuentra
representando otra cosa.
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Capítulo 28
EL OBJETO EN LA ESTRUCTURA PERVERSA

Naturaleza del objeto en la estructura perversa

Es muy importante en la práctica de psicoanálisis clínico


hacer una clara diferencia entre el ‘acto sexual perverso’ desempe-
ñado por una estructura neurótica y ‘acto sexual perverso’ desem-
peñado por una estructura perversa verdadera. En el primer caso,
ese acto sexual perverso, no es más que una manera de intensificar
el placer sexual, aún cuando y es lo más frecuente, este acto pueda
producir sentimientos de culpabilidad. En el segundo caso es una
tragedia. En la <estructura perversa> la vida sexual está petrificada
[rígida] y sin ningún sentimiento de culpabilidad. Se trata de un
acto sexual perverso tan particular, en el cual el acto sexual se rige
por un guión [un protocolo sexual] rígido y petrificado. Este acto
sexual es desempeñado por un individuo mentalmente estructura-
do de una manera diferente.

Cuando este individuo no está en ‘excitación sexual’, ni está


en el desempeño de ningún acto sexual, la naturaleza del objeto es
muy parecida al de un individuo neurótico, en donde hay una capa-
cidad clara para discriminar el objeto, del sujeto. Es decir donde
existe la alteridad. No hay fusión con el objeto. En esos momentos
no-sexuales, estos sujetos con una <estructura perversa verdadera>
son ciudadanos ejemplares y se atienen a la ley. Pero cuando este
individuo está sexualmente excitado y desempeñando un acto
sexual, entonces la naturaleza del objeto sexual es <no-humana>.
El <objeto sexual> con un otro, es un artificio, ese otro es un simple
sostén <no-humano>, que cumplirá una función específica.

Esta función es la siguiente: El <objeto sexual> tiene que


mantener la ilusión, de que el sujeto llegue a <ser> el otro, durante
la realización del acto sexual perverso. Jacques Lacan 95 solía decir
‘que durante el acto sexual perverso el sujeto invierte la posición

95 Jacques Lacan (1960). Kant con Sade. Writtings (Ecrits) Vol.2


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con el objeto sexual'. Esto significa que el sujeto va a aparecer [co-


mo tal] en el lugar del objeto. Por ejemplo, el varón exhibicionista
logrará el orgasmo [masturbándose] cuando siente que él <es> el
niño (o la niña) que lo mira. En ese momento intenso erótico, los
lugares se han invertido y el objeto sexual que no es humano, no es
sino ‘un simple sostén’ para lograr la inversión de lugares. Igual
fenómeno de la inversión de lugares ocurre en los otros tipos de
perversiones como pueden ser el voyerismo y el sadomasoquismo.

Sabemos que la <estructura perversa> se fundamenta en el uso del


mecanismo de la <desmentida> de la diferencia anatómica de los
sexos. Pero no todas las <desmentidas. Se refieren a ese aspecto
específico de la diferencia anatómica de los sexos. Se pueden des-
mentir otros aspectos de la realidad. En todos los casos el meca-
nismo mental de la ‘desmentida’ (verleugnung) implica la presencia
obligada de la escisión vertical. Primero la angustia escinde la ‘re-
presentación del objeto’ en al menos dos aspectos. Luego el sujeto
se relaciona con dos realidades contradictorias y que sin embargo
coexisten, una al lado de la otra. Esto explica la tolerancia a lo into-
lerable: es cuando ‘el sujeto sabe lo que pasa’, pero voltea la cara a
otro lado como si no pasara nada, y se convierte en un sujeto: ‘que
no sabe lo que pasa’. El sujeto tiene consciencia de ambas realida-
des, pero las desmiente [no las reprime].

Freud en 1927 96 en su artículo sobre el fetichismo nos refirió una


desmentida muy especial que tiene serias consecuencias posterio-
res en la vida sexual del sujeto. Me refiero a la desmentida [la ver-
leugnung] que en la temprana infancia --bajo los efectos de la an-
gustia intensa-- algunos niños muy pequeños en relación a <la
diferencia anatómica de los sexos> la desmienten. Allí es donde el
pequeño niño ve un pene en la madre, que sabe no tiene. Según
Jacques Lacan este es el mecanismo fundante de la estructura men-
tal verdaderamente perversa.

96 Sigmund Freud (1927): Sobre el Fetichismo. OC Amorrortu Editores

(1980)
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Solo como una ilustración [no de naturaleza perversa en si


misma] desearía mencionar otro uso de la <desmentida> en la vida
psíquica de los humanos. Cuando la escisión vertical divide la re-
presentación del objeto y aparece la posibilidad de atender un as-
pecto del objeto e ignorar otro. es cuando podemos entender la
grave hipocresía de importantes figuras sociales corruptas [mafio-
sos y políticos] que niegan con sinceridad, el delito cometido. Sen-
cillamente se trata de <estructuras narcisistas> con uso del meca-
nismo de las ‘desmentida’ a veces llamado ‘renegación’ o
‘denegación’ que les permite estar en una paz sincera, convencidos
que no han cometido delito alguno. Este mecanismo mental de <la
desmentida> es muy común en la vida social al referirse a diversos
temas morales, éticos, religiosos y políticos.
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Capítulo 29
EL OBJETO EN LA EXPERIENCIA DEL INCESTO

Sobre la naturaleza del objeto en el Horror de Incesto

(a) Con Freud

Al comienzo del siglo veinte Sigmund Freud presenta la idea


novedosa, de que entre una figura parental y un infante (un bebé)
se desarrolla una fuerte unión (un apego) temprano entre el uno y
el otro. El propone que es ‘un apego’ basado en el amor y el odio.
Este amor es de naturaleza pasional e incluye pulsiones sexuales
(deseos). El argumento era el siguiente: el proceso civilizatorio se
funda sobre la prohibición del incesto y parricidio. Freud97 propuso
que estos deseos incestuosos y parricidas tienen que ser reprimidos
por el pequeño niño para lograr que se civilice. Entonces la natura-
leza del objeto en estos fenómenos es claramente la de un ‘objeto de
deseo’ (de Amor y Odio).

La razón para esta represión de estos deseos prohibidos viene


dada por los valores de familia. Esto significa que estos ideales de
familia de horror y prohibición al incesto y parricidio se pasarán de
una generación a otra, confirmando la repulsión y su consecuente
represión. Pero este fenómeno particular de horror al incesto y al
parricidio es más complejo aún. Una vez que este fenómeno se lleva
fuera del campo del psicoanálisis y es llevado al campo de la antro-
pología, la etnología y la sociología, entonces encontramos nuevas
evidencias contradictorias. Pienso que viene al caso traer aquí un
breve resumen de algunos de estos hallazgos para hacer considera-
ciones adicionales teóricas y clínicas sobre este delicado asunto.
Freud en su libro <Tótem y el tabú> 98 discute las diversas maneras
en que el sistema exogámico totémico impide el incesto, no sola-

97 Sigmund Freud (1905): Three essays on a sexual theory. SE Hogarth


Press, London (1967).
98 Sigmund Freud (1913): Totem and Tabú. OC Amorrortu Editores . Vo-

lumen 8 (1974).
P á g i n a | 168

mente entre la familia nuclear, sino también entre miembros con


ramificaciones más alejadas de la familia. Además el sistema toté-
mico impide el incesto entre miembros del mismo clan totémico,
aunque no estén relacionados por el vínculo consanguíneo.

(b) La importancia de la impronta (imprinting)

La impronta es un proceso de aprendizaje que tiene lugar en


animales muy jóvenes, durante un período corto --específico de
tiempo-- después del nacimiento. Esta impronta da origen a un
comportamiento, a una conducta específica. Para los pájaros este
específico período de impronta dura 36 horas después de salir del
cascarón. Konrad Lorenz99 que trabajó experimentalmente con los
gansos Canadienses, demostró, como gansos criados en la incuba-
dora, al nacer desarrollan <una impronta> sobre el primer estímu-
lo móvil apropiado que ellos vieron dentro de un período crítico
que existe entre 13-16 horas después de romper el cascarón. Es bien
conocida la impronta de los gansos canadienses, desarrollada sobre
el propio Lorenz, y más específicamente sobre sus altas botas ama-
rillas de goma. Hay una fotografía popular de él, siendo seguido por
un grupo numeroso de gansos que habían hecho impronta sobre él.
Este fenómeno de la impronta tendrá importancia en nuestro tema
actual de la naturaleza del objeto si lo relacionamos con el efecto
Westermarck.

(c) El efecto Westermarck

Cuando dos individuos viven en una cercana proximidad


doméstica durante los primeros cuatro de años de vida, ambos in-
dividuos se insensibilizan para desarrollar entre ellos alguna atrac-
ción sexual. Este fenómeno conocido como el efecto Westermarck,
fue formalmente descrito por el antropólogo Finlandés Edvard
Westermarck100. El dijo que los infantes criados juntos son incapa-

99 Konrad Lorenz (1949): King Solomon's Ring. Translated by Marjorie


Kerr Wilson. Methuen, London (1961)
100 Edvard Westermarck (1921): The history of human marriage. London:

Macmillan.
P á g i n a | 169

ces de desarrollar deseos sexuales entre ambos una vez que son
adultos, sin considerar la relación genética que pueda existir entre
ambos.

El efecto Westermarck se ha observado en muchos lugares y


culturas incluyendo el sistema Israelí de kibutz, pero también se ha
observado en familias conexas biológicamente. En el caso de los
kibutz o ‘granjas colectivas’ Israelís, los niños se criaron en ‘grupos
de niños’ (de compañeros). Estos grupos eran organizados en base
en la edad, no sobre filiación familiar. Posteriormente al crecer, un
estudio de los matrimonios de estos niños, dio a conocer que de los
aproximadamente 3,000 casamientos que ocurrieron en todo el
sistema de kibutz, solamente catorce habían ocurrido entre niños
del mismo grupo. De esos catorce, ninguno se había criado junto
durante los primeros seis años de vida. Este resultado provee evi-
dencia parcial, no solamente que el efecto Westermarck es demos-
trable, sino que opera durante el período crítico desde el nacimien-
to hasta los seis años de edad. Cuando la proximidad cercana,
durante este período crítico no ocurre, por ejemplo, donde un her-
mano y una hermana se crían separadamente, sin haberse encon-
trando nunca, ellos como adultos, pueden sentir uno por el otro
fuertes deseos y atracción sexual.

Este efecto Westermarck pasa a ser muy discutible desde el


punto de vista psicoanalítico, ya que nosotros podríamos argumen-
tar, que la repulsa endogámica (horror) con su consecuente repre-
sión, viene dada por los ideales sociales no conscientes de ese grupo
social dado. Por ejemplo en el Kibutz. Por su lado, Westermarck
sugiere un fenómeno de impronta entre los hermanos, que es lo
que va a impedir el desarrollo del deseo sexual entre ellos.

(d) El Tabú del Incesto

El tabú de incesto es un término usado por antropólogos para


referir a una prohibición especial en contra de la realización del
incesto. El incesto generalmente refiere a prácticas sexuales que
ocurren entre parientes cercanos en sociedades humanas. Hay di-
versas teorías que buscan explicar, cómo y por qué, se origina el
P á g i n a | 170

tabú del incesto. Algunos mantienen que algún tipo de tabú al in-
cesto es de naturaleza universal, mientras otros disputan su univer-
salidad. La investigación antropológica 101 sobre el tabú del incesto,
necesariamente involucra el estudio de las diferentes formas de
concebir el incesto.

Según la antropología este concepto varía de una de sociedad a


otra. Las investigaciones etnológicas consideran incesto, cualquier
intercambio sexual entre individuos con grados prohibidos de pa-
rentesco. En cada sociedad hay reglas que prohíben uniones inces-
tuosas, con respecto al intercambio sexual y con respecto al acceso
al matrimonio. Las dos interdicciones no necesariamente coinci-
den. No hay uniformidad con respecto a que los grados de paren-
tesco que conllevan una prohibición. Havelock Ellis 102 sugiere que
el tabú del incesto expresa una repugnancia psicológica. La mayoría
de los antropólogos rechazan esta idea dado que el incesto ocurre
de hecho con cierta frecuencia.

Según el antropólogo Claude Levi-Strauss 103 el tabú de incesto


ha sido la fuerza impulsora del género humano. Porque el hombre
se vio forzado a encontrar una compañera afuera del ámbito
doméstico, así los clanes adversados se pudieron reunir y la socie-
dad pudo florecer. Algunos otros encuentran el rechazo a la unión
sexual con parientes, como originado en un temor primariamente
biológico. La presencia de algún tipo de instinto humano que impi-
de el cruce de genes, con riesgo de degeneración, siendo pasados a
la prole.

101 Franz Boas (1964): Fundamental questions in cultural anthropology.


Ediciones Solar. Buenos Aires,
102 Havelock Ellis (1939): Studies in the Psychology of Sex.
103 Claude Levi-Strauss (1949): Elemental structures of kinship. Paidos,

Barcelona.
P á g i n a | 171

(e) Horror del Incesto

El antropólogo Claude Lévi-Strauss 104 desarrolló un argumento


para explicar la universalidad del tabú de incesto en las sociedades
humanas. Su argumento comienza con la afirmación de que el tabú
de incesto es de hecho una prohibición contra la endogamia. Este
tabú del incesto fomentaría la exogamia. Mediante la exogamia, los
linajes y las familias no relacionadas, formarían relaciones median-
te el casamiento, fortaleciendo de esta manera la solidaridad social.
Lévi-Strauss considera a los casamientos como un intercambio de
mujeres, entre dos grupos sociales. Esta teoría se basa en parte en
los trabajos de Marcel Mauss 105 sobre su teoría del ‘regalo’.

Marcel Mauss propone que el intercambio matrimonial en so-


ciedades primitivas consiste en un regalo recíproco. Estos regalos
recíprocos tienen una función muy importante. Esta forma primiti-
va de intercambio, no es esencialmente de una naturaleza económi-
ca. Sino más bien a lo que él denominó: el hecho social total. Este
suceso del regalo tiene importancia y es de inmediato: social, reli-
gioso, mágico, económico, utilitario, sentimental y moral. Lévi-
Strauss llamó la atención específicamente a los datos recogidos por
Margaret Mead 106 durante su investigación entre los miembros de
la tribu Arapesh. Cuando ella preguntó que si un hombre tendría
sexo con su hermana, el Arapesh contestó: ...'No, nosotros no te-
nemos sexo con nuestras hermanas. Nosotros damos nuestras
hermanas a otros hombres y los otros hombres nos dan sus herma-
nas. Margaret Mead presentó la pregunta de nuevo, esta vez pre-
guntando qué sucede si un hermano y una hermana se casan. Lévi-
Strauss narra la respuesta del Arapesh: ¿Cómo, se casaría usted con
su hermano? ¿Qué cosa pasa con usted? ¿No quiere usted un cuña-
do? ¿No sabe usted que si usted casa con el hermano de otro hom-
bre y otro hombre se casa con su hermana, usted tendrá por lo me-
nos dos nuevos hermanos (en ley), mientras que si usted casa con

104 Claude Levi-Strauss (1958) Structural anthropology B.A. (1977)


105 Marcel Mauss (1950): Sociology and anthropology
106 Margaret Mead (1928): Adolescencia, sexo y cultura in Samoa.

Editorial Paidos, Buenos Aires 1960


P á g i n a | 172

su propio hermano, usted no tendrá ninguno? ¿Con quién va usted


a ir de caza? ¿Con quién va usted a hacer sus cultivos?

(f) La endogamia (Inbreeding)

Así como la exogamia en las sociedades que no están divididas


en estrictas clases sociales, es respetada y exigida, así en sociedades
que se estratifican y se dividen en clases desiguales, existen diver-
sos grados de endogamia favorecida y tolerada. La endogamia refie-
re a la práctica de casamiento entre miembros del mismo grupo
social. Un ejemplo clásico es el sistema de castas de la India en que
las castas son endogámicas. La desigualdad entre las razas y grupos
étnicos hacen que en estas razas y grupos étnicos la endogamia sea
tolerada. Así pues los grupos sociales y las familias, con claros ele-
mentos de casta, clase, etnia y raza, son endogámicas, pero sin em-
bargo coexisten con la exogamia y con la prohibición al incesto. Un
ejemplo extremo de este principio y una excepción al tabú de inces-
to, se encuentra entre miembros de clase en los estados imperiales
antiguos, tales como el inca, el egipcio y el chino.

La prevención de la endogamia (Inbreeding) puede resultar en


una disminución de la incidencia de los defectos congénitos de na-
cimiento. Esta teoría fue propuesta por el jurista Henry Maine 107,
quien no tenía conocimiento de genética moderna, pero quien sacó
sus observaciones del mundo animal. Los antropólogos 108 rechazan
esta propuesta por dos de razones. La primera: La endogamia (In-
breeding) no conduce directamente a un defecto de nacimiento
congénito per se. Conduce al aumento del número de homocigotos
en un individuo. Un aumento en homocigotos tiene diversos efec-
tos. Un código defectuoso de un homocigoto producirá niños con el
defecto de nacimiento, pero un homocigoto cuyo código genético
no es defectuoso, disminuirá el número de portadores defectuosos
en una población. La consecuencia total de estos diversos efectos
depende en parte del tamaño de la población. En poblaciones pe-

Henry Maine (1875). Lectures on the early history of institutions.


107
108Franz Boas (1964). Fundamental questions on cultural anthropology.
Solar Hachette. Buenos Aires.
P á g i n a | 173

queñas, mientras los niños con defectos genéticos mueren al nacer,


o los matan antes de que ellos se puedan reproducir, el efecto defi-
nitivo de la endogamia (Inbreeding) va a la disminución de los ge-
nes defectuosos en la población. A través del tiempo la fuente de
genes será más saludable.

En poblaciones más grandes, sin embargo, es más probable que


los números grandes de portadores de genes defectuosos sobrevi-
virán y se aparearán, conduciendo a un aumento más constante de
defectos de nacimiento. Los antropólogos han indicado que el cons-
tructo social llamado ‘incesto’ y el llamado ‘tabú de incesto’ no son
similares al fenómeno biológico de la endogamia (Inbreeding). En
las tribus ‘Trobriand’, un hombre y la hija de la hermana de su pa-
dre (su prima) y un hombre y la hija de la hermana de su madre (su
prima), son igualmente distantes genéticamente (ya que son pri-
mos). Los biólogos considerarían aceptable la unión en ambos
ejemplos, pero los Trobrianders consideran incestuoso solo el pri-
mer caso. Pero no así en el otro caso. Los antropólogos han docu-
mentado un gran número de sociedades donde casamientos entre
algunos primos hermanos, se prohíben por incestuosos, mientras
casamientos entre otros primos hermanos se fomentan. Por lo tan-
to la interdicción contra las relaciones incestuosas en la mayoría de
las sociedades, no se fundamentan con base a una cercanía biológi-
ca. Ni tampoco puede ser explicado por los efectos de la endogamia
(Inbreeding) en la selección natural. Son arbitrarios y dependen de
los intereses creados por la sociedad.
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Capítulo 30
INDICE DE PALABRAS Y CONCEPTOS

asimetría, 77, 107


acto sexual perverso, 163 aspectos malos del objeto, 67
actuar con odio, 128 ataques violentos fantaseados, 75
Adolfo Hitler, 123 autoerotismo, 47
afirmación, 20 autoritarismo, 129
agresividad, 82, 92
Agresividad, 85 Bipolar y su objeto, 135
agresividad saludable, 83 Bipolar y su psicopatología, 135
alteridad, 107 bipolares, 14
ambos ‘Bipolares’, 139 buena tolerancia a la frustración,
Amor a muerte, 101 133
amor a una idea, 128
amor cortés, 97, 103 capacidad de tolerancia, 133
amor de conveniencia, 97, 104 capacidad reverie, 18
amor de pasión, 97, 102 carencias afectivas, 41, 119, 122
amor objetal, 47 Caso 5, 77
Amor que mata, 102 castración, 145
amor y la muerte, 99 catexia, 17
Amor y Odio, 15 catexia libidinal, 148
Amor y odio al objeto, 136 causa y efecto de la cadena
analista como objeto-(a), 151 significante, 29
analista virtuoso, 151 celos, 84
Angustia, 13 celos paranoicos, 78
angustia de aniquilación, 40 ciegos de nacimiento, 18
angustia de separación, 37 Claude Lévi-Strauss, 171
angustia persecutoria, 77 clínica de la agresividad, 92
anti semitismo, 127 Clínica Menninger, 49
aparato mental narcisista Código de ideales, 93
maniqueo, 128 concepto de Escisión, 51
aparato psíquico humano, 141 concepto de objeto, 13
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concepto de Self, 25 diferencia de ideologías, 131


Concepto de sujeto, 21 diferencias ideológicas, 127
conducta intolerante, 117 discriminarse del objeto, 119
Constitución de la psique, 19 doble faz del objeto, 17
contener las ansiedades, 41 dolor psíquico y el displacer, 86
crueldad, 82 Donald Meltzer, 39
cualidad de ausencia, 37 Donald Winnicott, 26, 37
dos espacios relativos, 42
daño y destrucción, 85 dos patologías bipolares, 135
defecto estructural adicional, 130 dos perfiles humanos, 158
Defensas maníacas, 137 dos posiciones, 35
depositario de lo malo dos posiciones que oscilan, 35
proyectado, 120 duelo normal, 148
desamor, 99 duelo patológico, 148
Desde la topografía a la duración del amor de pasión, 99
topología, 29
deseo, 19 efecto Westermarck, 168
deseo humano, 20 el ‘Otro’ que no existe, 29
deseo, necesidad y demanda, 19 El ‘Yo’ es principalmente
deseos incestuosos, 167 conciencia, 27
deseos prohibidos, 167 El ‘Yo’ y la pérdida de objeto, 147
desesperanza, 71 el amor cortés, 103
desgarradura del Yo, 52 El amor de conveniencia, 104
desmentida, 51, 53 el amor de Pasión, 97
desojando la margarita, 97 El 'cero’ y el 'sujeto', 22
Destructividad, 85 El control, 138
destructividad humana, 85 El Deseo y el objeto perdido, 149
desvalorización de si mismo, 71 El desprecio, 138
dialéctica de la crueldad infantil, El fanático tiene certeza, 129
83 el fanatismo, 129
dialéctica satisfacción el fundamentalista, 130
frustración, 49 El fundamentalista esta en
diálogo de sordos, 30 fusión con el lider, 130
Didier Anzieu, 41
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El histérico buscará el falo en el Esther Bick, 39


otro, 153 estructura narcisista, 158
el histérico se identifica con un estructuras adhesivas, 44
objeto castrado, 153 estructuras clínicas
el ídolo, 68 inconscientes, 15
el Maniqueísmo, 121 estructuras narcisistas
El obsesivo se identifica con un maniqueas, 131
otro fálico, 155 exogamia, 172
el psicótico estabilizado, 161 experiencia del
El triunfo, 138 amamantamiento, 18
el Yo le ha investido catéxias, 55 experiencias con el pecho, 49
El 'Yo’ como un síntoma, 27 experimentado como ausente, 19
eliminación de los judíos, 124 expulsar el mal, 120
Emil Kraepelin, 135 exterminio, 123
encuentro con el mundo, 33 exterminio étnico en Ruanda,
endogamia, 172 124
energía libidinal, 17
Envidia temprana, 138 Falo, 13
escisión del objeto, 52 fanático, 127
escisión del Objeto, 54 Fanatismo, 69
Escisión del Sujeto, 54 fenómeno de la percepción, 158
escisión del Yo, 51, 52, 54 fenómenos de fusión doctrinal,
escisión horizontal, 52 121
escisión primaria, 51 fenómenos transicionales, 37
escisión vertical, 52, 164 fenómenos u objetos
escogencia de objeto, 48 transicionales, 37
escogencia narcisista de objeto, Fetichismo, 52
47 filosofía maniquea, 120
espacial bidimensional, 41 formación de síntoma, 51
espacio psíquico, 41 formas clínicas de la intolerancia
Espacio topológico, 42 del ser, 117
espacios relativos, 40 Fort-Da, 20
espacios virtuales’, 42 fragmentos del objeto, 149
estatuto del objeto, 55 fragmentos expulsados, 45
P á g i n a | 178

Friedrich Engels, 123 ideología del otro que es


Frustración, 145 diferente, 129
función sintética del Yo, 52 ideología maniquea, 124
funcionamiento mental idolización, 68
narcisista, 122 ídolo, 68
funcionamiento narcisista, 119 importancia de la impronta, 168
funcionamiento psicótico, 45 intolerancia, 117
fundamentalismo, 130 intolerancia a la frustración, 132
furor Narcisita, 87
Jacques Lacan, 84
garantes originales, 29 Jaques Lacan, 21
Genocidio de Ruanda, 125 Juego del carretel, 20
gran 'Otro', 29
grito maniqueo, 123 Karl Marx, 123
guerra de exterminio y limpieza Kosovo, 124
étnica, 124 Ku Klux Klan, 127
GULAG, 126
la alteridad es la capacidad que
hacer <uno> con el objeto, 118 tiene el sujeto de
Heinz Kohut, 25 discriminarse del objeto, 118
herejías de raigambre maniquea, la falta en ser, 77
121 La ideología alemana, 123
héroe, 127 La intolerancia por pérdida de la
histerización del obsesivo, 155 alteridad, 118
Holocausto, 124 La intolerancia y el dogmatismo,
horror al incesto, 167 131
la media naranja, 98
idealización excesiva, 67 la presencia ausente, 19
idealizar, 68 La reversión de la perspectiva,
ideas diferentes, 131 158
identificación adhesiva, 39 la tumba del amor, 98
Identificación con el grupo, 88 Lacan, 21
identificación proyectiva, 76 Las cruzadas, 123
identificaciones narcisistas, 54 Ley del Padre, 84
P á g i n a | 179

libido narcisista, 48
libido objetal, 48 narcisismo, 47
limpieza étnica, 123 narcisismo primario, 47
lo bueno, 120 narcisistas maniqueos, 122
lo diabólico, 120 naturaleza adhesiva, 41
lo interno y lo externo, 43 naturaleza del ‘Self’, 25
Lo Real’, 43 naturaleza del <sujeto>, 21
lógica del Falo, 15 naturaleza del objeto, 17
Lógica del Odio, 89 naturaleza del objeto en el
Los fanáticos están muy cerca de Horror de Incesto, 167
los héroes, 127 naturaleza del Objeto en el
los que piensan diferente, 123 Psicótico estabilizado, 161
lugar del analista, 15, 151 naturaleza del objeto en la
lugar del objeto, 42 estructura histérica, 153
lumpenproletariat, 122 naturaleza del objeto en la
estructura narcisista, 157
maldad imperante, 130 naturaleza del objeto en la
Maniqueísmo, 120 estructura obsesiva, 155
Marcel Mauss, 171 Naturaleza del objeto en la
Margaret Mahler, 41 estructura perversa, 163
Margaret Mead, 171 naturaleza del objeto escindido,
matriz originaria, 67 51
mayoría Hutu, 125 naturaleza del objeto(a), 149
mayoría hutu’, 125 naturaleza del Sujeto, 13
mecanismo de 'shifter', 161 naturaleza del Yo, 27
mecanismos adhesivos, 41 naturaleza espontánea y natural
mecanismos primitivos, 42, 68 narcisista maniquea, 122
Melanie Klein, 35, 67 necesidad, 18
memoria del objeto, 34 necesidad biológica del niño, 141
mezcla del bien y del mal, 120 necesidad de afirmación, 142
necesidad de seguridad y
miedo y agresividad, 93
supervivencia, 142
Morir de amor, 100
necesidad de ser amado por el
muchos objetos bizarros, 46
otro, 47
P á g i n a | 180

necesidad del reconocimiento, objeto en falta, 18


142 Objeto en la estructura narcisista,
necesidades afectivas, 121 157
negación omnipotente, 137 objeto es sensorial, 40
No podrán tolerar la diferencia objeto escindido, 14, 51
que les presenta el otro, 120 objeto ideal, 68
Nombre del Padre, 84 objeto idealizado, 34, 67
objeto idolizado, 68
Objeto, 13 objeto interno, 14
objeto <bueno>, 33 objeto narcisista primario, 47
objeto <causa de deseo>, 96 objeto no amado, 71
objeto <malo>, 34 objeto paranoico, 75
objeto adhesivo, 39 objeto persecutorio, 14, 45, 75
objeto amado, 71 objeto perseguidor, 75
Objeto Anaclítco, 47 objeto psíquico, 18
objeto anaclítico, 14 objeto que poseo, pero que no soy
objeto ausente, 17, 55 yo, 37
Objeto ausente, 18 objeto sexual, 163
objeto bipolar, 135 objeto topológico, 150
objeto de apego, 14 objeto total, 35
objeto de Apego, 141 objeto transicional, 14, 37
objeto de dominio, 108, 112 Objeto-(a), 15, 95
Objeto de dominio, 8, 107, 117 objeto-(a),, 37
Objeto de la pulsión, 17, 25 objetos parciales, 33
objeto de odio, 81 objetos perseguidores, 67
Objeto de odio, 90 objetos total y parcial, 14
objeto de percepción, 33 Odio, 85
objeto de pulsión, 55 Odio como pasión, 91
objeto de superficie, 41 Odio Edípico, 84
Objeto del Amor, 95 Odio Primordial, 84
objeto del deseo, 95 Odio y sadismo, 91
objeto denigrado, 71 orden de lo <Real>, 29
objeto desvalorizado, 71 Orden de 'Lo Real’, 43
objeto en ausencia, 19 orden simbólico, 29
P á g i n a | 181

Otro, 14 Principio de la Apoptosis, 81


Otto Kernberg, 26 Privación, 145
privación, frustración y
partes proyectadas, 45 castración, 20
Partido Nacional socialista proceso civilizatorio, 167
Alemán, 123 proceso de fragmentación, 75
pecho, 19 proletariado obrero, 122
pecho nutricio como metáfora, propuesta topológica, 21
86 Prototipo primario de
Peligro homicida y suicida, 88 reconocimiento, 142
pequeña-(a), 29 proyección, 54
perdida de la alteridad, 108, 118 proyección permanente del
pérdida de la alteridad, 77 malestar, 122
pérdida de objeto, 145 prueba de amor, 98
pérdida del ‘sentido de realidad’, pruebas de amor, 98
52 Psicoanálisis actual, 13
pérdidas de objeto, 15 psicopatología anaclítica, 49
persecución, 67 Pulsión de muerte, 81
personaje ídolo, 68 Pulsión de vida, 81
pezón, 18
piel a piel, 40 racismo, 127
población ‘Tutsi’, 125 realidad externa, 42
población maniquea, 125 rechazo de las diferencias, 121
Pol Pot, 126 regresión psíquica, 133
posición depresiva, 137 relación de dominio, 108
posición esquizoparanoide, 67 relación simbiótica, 42
posiciones relativas del objeto, renuncia al deseo de vivir, 71
42 representación mental, 33
Presidente Schreber, 47 representación psíquica, 17
prevención de la endogamia Representaciones del objeto, 25
(Inbreeding), 172 Representaciones del Self, 25
primer modelo de aparato representantes del mal, 123
mental, 21 represión, 53
primera afirmación, 143 Rescate del Santo Sepulcro, 123
P á g i n a | 182

Reversión de la perspectiva, 158


ruptura epistemológica, 35 Tabú del Incesto, 169
Teoría de la Libido, 81
Sadismo y conocimiento, 92 teoría del <objeto bizarro, 45
segunda afirmación, 143 tercera afirmación, 143
segunda piel’, 41 Thomas Ogden, 41
segundo modelo de aparato tiranía del otro fálico, 114
mental, 21 tolerancia de la diferencia, 119
Self, 13 tolerar la frustración, 132
Self como el ‘si mismo’, 26 Transferencia, 30
Self como una experiencia de transitoriamente un ser
consciencia, 25 intolerante, 133
Self grandioso, 25 Trastorno bipolar, 135
Self idealizado, 26 trastornos maniacos depresivos,
seres apasionados de sus ideas, 135
131 Tres afirmaciones básicas del
seres narcisistas maniqueos, 122 sujeto, 143
Sigmund Freud, 18, 81 Tres destinos de lo escindido, 53
simetría, 77, 107 Tú eres Tú, 119
Slobodan Milosevic, 124 tú eres Yo, 77
Spaltung, 51 tumba del amor, 98
sujeto de la biología, 21
sujeto de la consciencia, 21, 27 un furor narcisista, 87
sujeto del deseo, 28 un otro intolerable, 128
sujeto del inconsciente, 21, 22 unión biológica, 141
sujeto del odio, 90 uso de la suplencia, 162
sujetos ‘bipolares’ de tipo
vertical, 139 vida temprana del bebé, 136
sujetos bipolares, 139 Vínculo objetal, 86
Sujetos 'Bipolares' de tipo violencia, 85
horizontal, 139 Voracidad, 87
supremacía de la raza blanca,
127 Wilfred Bion, 83, 159
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Yo soy tu, 77
Yo [Ego], 13 Yo soy tú, 118
Yo inmaduro del bebé, 67 Yo soy Yo, 119
P á g i n a | 184
P á g i n a | 185

Capítulo 31
INDICE BIBLIOGRÁFICO

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