Sagrada Biblia - Cantera Iglesias PDF
Sagrada Biblia - Cantera Iglesias PDF
Sagrada Biblia - Cantera Iglesias PDF
En otoño de 1975, aparecieron simultáneamente en el mercado del libro español dos nuevas
traducciones de la Biblia: la de Francisco Cantera y Manuel Iglesias en la 'Biblioteca de Autores
Cristianos - BAC Maior' (que es la que el lector tiene en sus manos) y la 'Nueva Biblia Española' de L.
Alonso Schökel y J. Mateos en 'Ediciones Cristiandad'.
Encarnaban, grosso modo, dos tradiciones de interpretación de los textos bíblicos que venían
debatiéndose desde la antigüedad: la traducción literal, 'verbum e verbo', y la traducción según el
sentido, 'sensus de sensu'.
La primera ponía el énfasis en la lengua fuente, y pretendía acompañar al lector moderno en el
largo itinerario hasta el original antiguo. La segunda, por el contrario, ponía el énfasis en la lengua
término, y pretendía traer el texto antiguo hasta el lector moderno.
Dos opciones legítimas de traducción, en buena parte condicionadas por los destinatarios de la
misma.
En las traducciones bíblicas había predominado a lo largo de la historia la primera opción, la
traducción literal, porque Jerónimo, el pionero de las traducciones bíblicas -si exceptuamos los
traductores anónimos de los Setenta- ya había advertido que, en la Sagrada Escritura, hasta el orden
de las palabras era un misterio. Pero en la segunda mitad del siglo XX, las modernas teorías
lingüísticas, aplicadas a las versiones bíblicas sobre todo por E. Nida, habían puesto de moda la
traducción dinámica o funcional, que primaba la traducción según el sentido, sobre la traducción
literal. En esta línea se insertaba la traducción de la 'Nueva Biblia Española'.
La Biblia de Cantera-Iglesias, a pesar del tiempo transcurrido desde 1975, es considerada una de
las mejores (si no la mejor) edición de la Biblia en lengua española, como lo prueba el hecho de que,
hasta hoy, haya tenido tres reimpresiones (hecho del todo infrecuente en este tipo de libros), lo que
demuestra que ha resistido muy bien el paso del tiempo, y explica que, a comienzos del nuevo siglo,
siga utilizándose en los medios académicos como una de las traducciones más literales y científicas
al español; especialmente apta para la lectura y el estudio, va dirigida a aquellos lectores que quieran
hacer un viaje de siglos hasta los originales, con sus dificultades iniciales pero también con la
satisfacción de saborear algo de la riqueza, colorido y encanto de las lenguas originales.
Los autores trabajaron, directamente, sobre los textos históricos escritos en hebreo, arameo y
griego, y, aunque con posterioridad a 1975 ha habido nuevas traducciones que se han visto
enriquecidas con las últimas conclusiones de los estudios bíblicos, la edición de Cantera-Iglesias
sigue sobresaliendo sobre todas las demás, no sólo por su fidelidad a los textos originales, sino,
también, por su elegante traducción al español.
En su versión electrónica, esta edición de la 'Sagrada Biblia' ha sido perfectamente adaptada a
los modernos dispositivos de lectura, de modo que, por ejemplo, incorpora centenares de títulos y
epígrafes (en cuatro niveles) que permiten un acceso inmediato a todos los Libros sagrados, a sus
capítulos y a cualquiera de sus pasajes.
Además, se han incorporado cerca de 4.000 notas a pie de página, que ilustran al lector sobre
multitud de conceptos, locuciones y términos religiosos, geográficos, etimológicos o históricos.
ANTIGUO TESTAMENTO
GÉNESIS
Introducción.
GÉNESIS es una palabra griega, que significa "origen". El primer libro de la Biblia lleva ese
nombre, porque trata de los orígenes del universo, del hombre y del Pueblo de Dios.
El libro del Génesis se divide en dos grandes partes. La primera es denominada habitualmente
"Historia primitiva", porque presenta un amplio panorama de la historia humana, desde la creación
del mundo hasta Abraham (caps. 1-11). La segunda narra los orígenes más remotos del pueblo de
Israel: es la historia de Abraham, Isaac y Jacob, los grandes antepasados de las tribus hebreas. Al final
de esta segunda parte, adquiere particular relieve la figura de José, uno de los hijos de Jacob, ya que
gracias a él su padre y sus hermanos pudieron establecerse en Egipto. La historia de los Patriarcas se
cierra con el anuncio del retorno de los israelitas a la Tierra prometida, cuyo cumplimiento
comienza a relatarse en el libro del Éxodo.
Estas dos partes presentan notables diferencias en cuanto a la forma literaria y al contenido, pero
están íntimamente relacionadas. El Génesis se remonta primero a los orígenes del mundo y de la
humanidad. Luego, mediante una serie de genealogías cada vez más restringidas, establece una
sucesión ininterrumpida entre Adán, el padre de la humanidad pecadora, y Abraham, el padre del
Pueblo elegido. Este vínculo genealógico pone bien de relieve que la elección de Abraham no fue un
simple hecho al margen de la historia humana. La elección divina no era un privilegio reservado para
siempre a una sola persona o a una sola nación. Si Dios manifestó su predilección por Abraham y
por la descendencia nacida de él, fue para realizar un designio de salvación que abarca a todos los
pueblos de la tierra.
En la redacción final del libro del Génesis, se emplearon elementos de las tradiciones "yahvista",
"elohísta" y "sacerdotal". Esta última fuente tiene una importancia especial en el conjunto de la obra,
debido a que constituye la base literaria en la que se insertaron las otras tradiciones.
Los primeros capítulos del Génesis ofrecen una dificultad muy particular para el hombre de hoy.
En ellos se afirma, por ejemplo, que Dios creó el universo en el transcurso de una semana, que
modeló al hombre con barro y que de una de sus costillas formó a la mujer. ¿Cómo conciliar estas
afirmaciones con la visión del universo que nos da la ciencia? La dificultad se aclara si tenemos en
cuenta que el libro del Génesis no pretende explicar "científicamente" el origen del universo ni la
aparición del hombre sobre la tierra. Con las expresiones literarias y los símbolos propios de la
época en que fueron escritos, esos textos bíblicos nos invitan a reconocer a Dios como el único
Creador y Señor de todas las cosas. Este reconocimiento nos hace ver el mundo, no como el
resultado de una ciega fatalidad, sino como el ámbito creado por Dios para realizar en él su Alianza
de amor con los hombres. La consumación de esa Alianza serán el "cielo nuevo" y la "tierra nueva"
(Is. 65. 17; Apoc. 21. 1) inaugurados por la Resurrección de Cristo, que es el principio de una nueva
creación.
LOS ORÍGENES DEL UNIVERSO Y DE LA
HUMANIDAD
La fe de Israel en el Dios creador encontró su máxima expresión literaria en el gran poema de la
creación, que ahora figura al comienzo de la Biblia. Una verdad se perfila a lo largo de todo este
relato: el universo, con todas las maravillas y misterios que encierra, ha sido creado por el único Dios
y es la manifestación de su sabiduría, de su amor y su poder. Por eso, cada una de las cosas creadas es
"buena" y el conjunto de ellas es "muy bueno". En ese universo, al hombre le corresponde un lugar de
privilegio, ya que Dios lo creó "a su imagen" y lo llamó a completar la obra de la creación.
Pero el relato del origen del universo sirve de prólogo a lo que constituye el principal centro de
interés de los once primeros capítulos del Génesis, a saber, el drama de la condición humana en el
mundo. Los diversos personajes que se van sucediendo —Adán y Eva, Caín y sus descendientes, los
pueblos que intentan edificar la torre de Babel— representan arquetípicamente a la humanidad entera
que pretende ocupar el puesto de Dios, constituyéndose así en norma última de su propia conducta.
Esta pretensión, en lugar de convertir al hombre en dueño de su destino, hizo entrar en el mundo el
sufrimiento y la muerte, rompió los lazos fraternales entre los hombres y provocó la dispersión de los
pueblos. En el marco de esta historia, Dios va a realizar su designio de salvación.
Para describir este drama, los autores inspirados no recurrieron a formulaciones abstractas. Lo
hicieron por medio de una serie de relatos convenientemente ordenados, de hondo contenido
simbólico, que llevan la impronta del tiempo y de la cultura en que fueron escritos. Por eso, al leer
estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y
actualidad permanentes, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo cultural común a todos
los pueblos del Antiguo Oriente.
La creación del mundo y la caída del hombre
Génesis 1
primero.
6 Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.»
7 E hizo Dios el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento, de las aguas de
por encima del firmamento. Y así fue.
8 Y llamó Dios al firmamento «cielos». Y atardeció y amaneció: día segundo.
9 Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese
estaba bien.
19 Y atardeció y amaneció: día cuarto.
20 Dijo Dios: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra contra el
firmamento celeste.»
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos y todo animal viviente, los que serpean, de los
que bullen las aguas por sus especies, y todas las aves aladas por sus especies; y vio Dios que estaba
bien;
22 y bendíjolos Dios diciendo: «sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas en los mares, y
en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en
todas las sierpes que serpean por la tierra.
27 Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los
creó.1
28 Y bendíjolos Dios, y díjoles Dios: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y
sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre
la tierra.»
29 Dijo Dios: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la haz de toda la tierra,
así como todo árbol que lleva fruto de semilla; para vosotros será de alimento.
30 Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a toda sierpe de sobre la tierra, animada
Génesis 2
1 Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su aparato,
2 y dio por concluida Dios en el séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de
La creación del hombre y la mujer
El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos,
5 no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había
germinado todavía, pues Yahveh Dios no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que
labrara el suelo.
6 Pero un manantial brotaba de la tierra, y regaba toda la superficie del suelo.
7 Entonces Yahveh Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de
formado.3
9 Yahveh Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para
comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.4
10 De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos.
11 El uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro.
12 El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice.
13 El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Kus.
14 El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asur. Y el cuarto río es el Eufrates.
15 Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en al jardín de Edén, para que lo labrase y
cuidase.
16 Y Dios impuso al hombre este mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer,
17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él,
adecuada.»
19 Y Yahveh Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los
llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el
hombre le diera.
20 El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del
campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.
21 Entonces Yahveh Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le
hombre.5
23 Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.»
24 Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.
25 Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
La tentación y el pecado del hombre
Génesis 3
16 La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahveh Dios había hecho.
Y dijo a la mujer: «¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del
jardín?»7
2 Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
3 Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo
brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles del jardín.
9 Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
10 Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me
escondí.»
11 El replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que
te prohibí comer?»
12 Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.»
13 Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y contestó la mujer: «La
serpiente me sedujo, y comí.»
La maldición de la serpiente
14 Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las
bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los
días de tu vida.
15 Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras
acechas tú su calcañar.»89
El castigo de la mujer
16 A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los
hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.
El castigo del hombre
17 Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te
había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos
los días de tu vida.
18 Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo.
19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado.
Porque eres polvo y al polvo tornarás.»
20 El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes.
21 Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió.
22 Y dijo Yahveh Dios: «¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto
a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la
vida y comiendo de él viva para siempre.»
23 Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido
tomado.
24 Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de
espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
DESDE ADÁN HASTA EL DILUVIO
Caín y Abel
Génesis 4
110 Conoció el hombre a Eva, su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: «He
adquirido un varón con el favor de Yahveh.»
2 Volvió a dar a luz, y tuvo a Abel su hermano. Fue Abel pastor de ovejas y Caín labrador.
3 Pasó algún tiempo, y Caín hizo a Yahveh una oblación de los frutos del suelo.
4 También Abel hizo una oblación de los primogénitos de su rebaño, y de la grasa de los
mismos. Yahveh miró propicio a Abel y su oblación,
5 mas no miró propicio a Caín y su oblación, por lo cual se irritó Caín en gran manera y se
abatió su rostro.
6 Yahveh dijo a Caín: «¿Por qué andas irritado, y por qué se ha abatido tu rostro?
7 ¿No es cierto que si obras bien podrás alzarlo? Mas, si no obras bien, a la puerta está el pecado
acechando como fiera que te codicia, y a quien tienes que dominar.»
8 Caín, dijo a su hermano Abel: «Vamos afuera.» Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín
contra su hermano Abel y lo mató.
9 Yahveh dijo a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel? Contestó: «No sé. ¿Soy yo acaso el guarda
de mi hermano?»
10 Replicó Yahveh: «¿Qué has hecho? Se oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo.
11 Pues bien: maldito seas, lejos de este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre
de tu hermano.
12 Aunque labres el suelo, no te dará más su fruto. Vagabundo y errante serás en la tierra.»
13 Entonces dijo Caín a Yahveh: «Mi culpa es demasiado grande para soportarla.
14 Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en
Los descendientes de Caín
17 Conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Henoc. Estaba construyendo una
engendró a Lámek.
19 Lámek tomó dos mujeres: la primera llamada Adá, y la segunda Sillá.
20 Adá dio a luz a Yabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
21 El nombre de su hermano era Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta.
22 Sillá por su parte engendró a Túbal Caín, padre de todos los forjadores de cobre y hierro.
Hermano de Túbal Caín fue Naamá.
El canto de Lámek
23 Y dijo Lámek a sus mujeres: «Adá y Sillá, oíd mi voz; mujeres de Lámek, escuchad mi
palabra: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que
recibí.
24 Caín será vengado siete veces, mas Lámek lo será 77.»11
Set y su descendencia
25 Adán conoció otra vez a su mujer, y ella dio a luz un hijo, al que puso por nombre Set,
diciendo: «Dios me ha otorgado otro descendiente en lugar de Abel, porque le mató Caín.»12
26 También a Set le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Este fue el primero en invocar el
nombre de Yahveh.13
Los patriarcas anteriores al Diluvio
Génesis 5
114 Esta es la lista de los descendientes de Adán: El día en que Dios creó a Adán, le hizo a
imagen de Dios.
2 Los creó varón y hembra, los bendijo, y los llamó «Hombre» en el día de su creación.
3 Tenía Adán 130 años cuando engendró un hijo a su semejanza, según su imagen, a quien puso
hijas.
5 El total de los días de la vida de Adán fue de 930 años, y murió.
6 Set tenía 105 años cuando engendró a Enós.
7 Vivió Set, después de engendrar a Enós, 807 años y engendró hijos e hijas.
8 El total de los días de Set fue de 912 años, y murió.
9 Enós tenía noventa años cuando engendró a Quenán.
10 Vivió Enós, después de engendrar a Quenán, 815 años, y engendró hijos e hijas.
11 El total de los días de Enós fue de 905 años, y murió.
12 Quenán tenía setenta años cuando engendró a Mahalalel.
13 Vivió Quenán, después de engendrar a Mahalalel, 840 años, y engendró hijos e hijas.
14 El total de los días de Quenán fue de 910 años, y murió.
15 Mahalalel tenía 65 años cuando engendró a Yéred.
16 Vivió Mahalalel, después de engendrar a Yéred, 830 años, y engendró hijos e hijas.
17 El total de los días de Mahalalel fue de 895 años, y murió.
18 Yéred tenía 162 años cuando engendró a Henoc.
19 Vivió Yéred, después de engendrar a Henoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas.
20 El total de los días de Yéred fue de 962 años, y murió.
21 Henoc tenía 65 años cuando engendró a Matusalén.
22 Henoc anduvo con Dios; vivió, después de engendrar a Matusalén, trescientos años, y
engendró hijos e hijas.
23 El total de los días de Henoc fue de 365 años.
24 Henoc anduvo con Dios, y desapareció porque Dios se lo llevó.
25 Matusalén tenía 187 años cuando engendró a Lámek.
26 Vivió Matusalén, después de engendrar a Lámek, 782 años, y engendró hijos e hijas.
27 El total de los días de Matusalén fue de 969 años, y murió.
28 Lámek tenía 182 años cuando engendró un hijo,
29 y le puso por nombre Noé, diciendo “«Este nos consolará de nuestros afanes y de la fatiga de
Los hijos de Dios y las hijas de los hombres
Génesis 6
1 Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas,
2 vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a
Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la
antigüedad, hombres famosos.15
La corrupción de la humanidad
5 Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que
ideaba su corazón eran puro mal de continuo,
6 le pesó a Yahveh de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón.
7 Y dijo Yahveh: «Voy a exterminar de sobre la haz del suelo al hombre que he creado, - desde el
hombre hasta los ganados, las sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa haberlos hecho.»
8 Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahveh.
El anuncio del Diluvio y la orden de construir el arca
9 Esta es la historia de Noé: Noé fue el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con
Dios.
10 Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet.
11 La tierra estaba corrompida en la presencia de Dios: la tierra se llenó de violencias.
12 Dios miró a la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta
violencias por culpa de ellos. Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra.
14 Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo y la calafateas por dentro y por
tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá.16
18 Pero contigo estableceré mi alianza: Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres
de tus hijos contigo.
19 Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una pareja para que sobrevivan
ellos.»
22 Así lo hizo Noé y ejecutó todo lo que le había mandado Dios.
La entrada de Noé en el arca
Génesis 7
1 Yahveh dijo a Noé: «Entra en el arca tú y toda tu casa, porque tú eres el único justo que he visto
en esta generación.
2 De todos los animales puros tomarás para ti siete parejas, el macho con su hembra, y de todos
los animales que no son puros, una pareja, el macho con su hembra.
3 (Asimismo de las aves del cielo, siete parejas, machos y hembras) para que sobreviva la casta
exterminaré de sobre la haz del suelo todos los seres que hice.»
5 Y Noé ejecutó todo lo que le había mandado Yahveh.
El comienzo del Diluvio
6 Noé contaba seiscientos años cuando acaeció el diluvio, las aguas, sobre la tierra.
7 Noé entró en el arca, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos, para salvarse de las
saltaron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo se abrieron,
12 y estuvo descargando la lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
13 En aquel mismo día entró Noé en el arca, como también los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y
Génesis 8
1 Acordóse Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el arca.
menguado,
4 y en el mes séptimo, el día diecisiete del mes, varó el arca sobre los montes de Ararat.
5 Las aguas siguieron menguando paulatinamente hasta el mes décimo, y el día primero del
tierra.
8 Después soltó a la paloma, para ver si habían menguado ya las aguas de la superficie terrestre.
9 La paloma, no hallando donde posar el pie, tornó donde él, al arca, porque aún había agua
de la tierra. Noé retiró la cubierta del arca, miró y he aquí que estaba seca la superficie del suelo.
14 En el segundo mes, el día veintisiete del mes, quedó seca la tierra.
La salida del arca
15 Habló entonces Dios a Noé en estos términos:
16 «Sal del arca tú, y contigo tu mujer, tus hijos y las mujeres de tus hijos.
17 Saca contigo todos los animales de toda especie que te acompañan, aves, ganados y todas las
sierpes que reptan sobre la tierra. Que pululen sobre la tierra y sean fecundos y se multipliquen sobre
la tierra.»
18 Salió, pues, Noé, y con él sus hijos, su mujer y las mujeres de sus hijos.
19 Todos los animales, todos los ganados, todas las aves y todas las sierpes que reptan sobre la
tierra salieron por familias del arca.
El sacrificio de Noé
20 Noé construyó un altar a Yahveh, y tomando de todos las animales puros y de todas las aves
suelo por causa del hombre, porque las trazas del corazón humano son malas desde su niñez, ni
volveré a herir a todo ser viviente como lo he hecho.
22 «Mientras dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche, no
cesarán.»
La bendición de Dios a Noé
Génesis 9
1 Dios bendijo a Noé y a sus hijos, y les dijo: «Sed fecundos, multiplicaos y llenad la tierra.
2 Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo
lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición.
3 Todo lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento: todo os lo doy, lo mismo que os di la
hierba verde.
4 Sólo dejaréis de comer la carne con su alma, es decir, con su sangre,
5 y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre: la reclamaré a todo animal y al hombre: a
con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la tierra.
11 Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada toda carne por las
Dios y toda alma viviente, toda carne que existe sobre la tierra.»
17 Y dijo Dios a Noé: «Esta es la señal de la alianza que he establecido entre yo y toda carne que
El catálogo de las naciones
Génesis 10
119 Esta es la descendencia de los hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, a quienes les nacieron hijos
después del diluvio:
2 Hijos de Jafet: Gomer, Magog, los medos, Yaván, Túbal, Mések y Tirás.
3 Hijos de Gomer: Askanaz, Rifat, Togarmá.
4 Hijos de Yaván: Elisá, Tarsis, los Kittim y los Dodanim.
5 A partir de éstos se poblaron las islas de las gentes. Estos fueron los hijos de Jafet por sus
respectivas.
32 Hasta aquí los linajes de los hijos de Noé, según su origen y sus naciones. Y a partir de ellos se
Génesis 11
el de su prójimo.»
8 Y desde aquel punto los desperdigó Yahveh por toda la haz de la tierra, y dejaron de edificar la
ciudad.
9 Por eso se la llamó Babel; porque allí embrolló Yahveh el lenguaje de todo el mundo, y desde
Los descendientes de Téraj
27 Estos, son los descendientes de Téraj: Téraj engendró a Abraham, a Najor y a Harán. Harán
engendró a Lot.
28 Harán murió en vida de su padre Téraj, en su país natal, Ur de los caldeos.
29 Abraham y Najor se casaron. La mujer de Abraham se llamaba Saray, y la mujer de Najor,
su hijo Abraham, y salieron juntos de Ur de los caldeos, para dirigirse a Canaán. Llegados a Jarán, se
establecieron allí.
32 Fueron los días de Téraj 205 años, y murió en Jarán.
LOS ORÍGENES DEL PUEBLO DE DIOS: LA ÉPOCA
PATRIARCAL
En las narraciones sobre los Patriarcas se encuentran reunidos los recuerdos que conservó Israel
acerca de sus antepasados más remotos. Estos relatos provienen en buena parte de la tradición oral,
una tradición donde la historia se reviste de rasgos legendarios, y que antes de ser fijada por escrito
se mantuvo viva en la memoria del pueblo a lo largo de los siglos. De allí la frescura y vivacidad de
esas narraciones casi siempre breves y anecdóticas, más interesadas en el detalle pintoresco que en la
exactitud histórica, geográfica o cronológica.
Los principales protagonistas de esta historia son Abraham, Isaac y Jacob. La tradición los
presenta como jefes de clanes, que se desplazan constantemente en busca de pastos y agua para sus
rebaños. Todavía no forman un pueblo ni poseen una tierra. El país de Canaán no es para ellos una
posesión estable, sino el lugar donde residen como extranjeros. Pero Dios les promete una
descendencia numerosa y les asegura que sus descendientes recibirán esa tierra en herencia. Sobre
esta promesa divina gira toda la historia patriarcal. En virtud de esta promesa, Dios se abre un nuevo
camino en ese mundo que los primeros capítulos del Génesis nos presentan ensombrecido por el
pecado. Así comienza la "Historia de la salvación".
La época de los Patriarcas se inicia con la vocación de Abraham y culmina con la llegada de un
pequeño grupo de israelitas a Egipto. Esto indica que la gesta patriarcal, como la promesa de que
ellos son depositarios, está totalmente orientada hacia el futuro, hacia el Éxodo de Egipto. En ese
momento decisivo, el Señor intervendrá para formarse un Pueblo consagrado a él, dando así
cumplimiento a las promesas hechas a Abraham, Isaac y Jacob.
ABRAHAM
Abraham es el peregrino que vive pendiente de la promesa de Dios. La Palabra del Señor
irrumpió en su vida de una manera misteriosa e imprevisible, y lo puso en camino hacia un futuro
totalmente nuevo. Obedeciendo a esa palabra divina, y sin otra garantía que su confianza en la
fidelidad de Dios, Abraham rompió sus ataduras terrenas, sus vínculos nacionales y familiares, y
partió hacia un país desconocido (Heb. 11. 8-10). Por ese acto de fe, que más de una vez se vio
sometido a duras pruebas —sobre todo cuando Dios le ordenó sacrificar a su hijo Isaac— él llegó a
ser el padre y el modelo de todos los creyentes (Rom. 4; Gál. 3. 7).
El Dios que se reveló a Abraham es aquel "que da vida a los muertos y llama a la existencia a las
cosas que no existen" (Rom. 4. 17). El relato bíblico lo pone bien de relieve, al indicar que el
Patriarca, cuando recibió la promesa divina, era ya muy anciano y su mujer estéril. Así, el
acontecimiento esperado —el nacimiento del hijo que daría continuidad a la promesa— no debe nada
a la intervención de los hombres, sino que se realiza en virtud de la libre elección y del poder creador
de Dios.
A partir de Abraham, el ámbito de la narración bíblica se estrecha cada vez más, hasta
concentrarse exclusivamente en la historia de Israel. Pero esta limitación no implica falta de interés
por las demás naciones, ya que, a través de Abraham, la bendición divina alcanzará finalmente a
todas las familias de la tierra (12. 3).
El llamado de Dios a Abraham
Génesis 12
1 Yahveh dijo a Abraham: «Vete de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que
yo te mostraré.
2 De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición.
3 Bendeciré a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán todos
los linajes de la tierra.»
4 Marchó, pues, Abraham, como se lo había dicho Yahveh, y con él marchó Lot. Tenía Abraham
logrado, y el personal que habían adquirido en Jarán, y salieron para dirigirse a Canaán. Llegaron a
Canaán,
6 y Abraham atravesó el país hasta el lugar sagrado de Siquem, hasta la encina de Moré. Por
Abraham en Egipto
10 Hubo hambre en el país, y Abraham bajó a Egipto a pasar allí una temporada, pues el hambre
abrumaba al país.
11 Estando ya próximo a entrar en Egipto, dijo a su mujer Saray: «Mira, yo sé que eres mujer
hermosa.
12 En cuanto te vean los egipcios, dirán: “Es su mujer”, y me matarán a mí, y a ti te dejarán viva.
13 Di, por favor, que eres mi hermana, a fin de que me vaya bien por causa tuya, y viva yo en
gracia a ti.»
14 Efectivamente cuando Abraham entró en Egipto, vieron los egipcios que la mujer era muy
hermosa.
15 Viéronla los oficiales del Faraón, los cuales se la ponderaron, y la mujer fue llevada al palacio
del Faraón.
16 Este trató bien por causa de ella a Abraham, que tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, siervas,
asnas y camellos.
17 Pero Yahveh hirió al Faraón y a su casa con grandes plagas por lo de Saray, la mujer de
Abraham.
18 Entonces el Faraón llamó a Abraham, y le dijo: «¿Qué es lo que has hecho conmigo? ¿Por qué
suyo.22
La separación de Abraham y de Lot
Génesis 13
1 De Egipto subió Abraham al Négueb, junto con su mujer y todo lo suyo, y acompañado de Lot.
2 Abraham era muy rico en ganado, plata y oro.
3 Caminando de acampada en acampada se dirigió desde el Négueb hasta Betel, hasta el lugar
donde estuvo su tienda entre Betel y Ay,
4 el lugar donde había invocado Abraham el nombre de Yahveh.
5 También Lot, que iba con Abraham, tenía ovejas, vacadas y tiendas.
6 Ya la tierra no les permitía vivir juntos, porque su hacienda se había multiplicado, de modo que
Yahveh a Sodoma y Gomorra - como el jardín de Yahveh, como Egipto, hasta llegar a Soar.
11 Eligió, pues, Lot para sí toda la vega del Jordán, y se trasladó al oriente; así se apartaron el
uno del otro.
12 Abraham se estableció en Canaán y Lot en las ciudades de la vega, donde plantó sus tiendas
hasta Sodoma.
13 Los habitantes de Sodoma eran muy malos y pecadores contra Yahveh.
La renovación de la promesa
14 Dijo Yahveh a Abraham, después que Lot se separó de él: «Alza tus ojos y mira desde el lugar
en donde estás hacia el norte, el mediodía, el oriente y el poniente.
15 Pues bien, toda la tierra que ves te la daré a ti ya tu descendencia por siempre.
16 Haré tu descendencia como el polvo de la tierra: tal que si alguien puede contar el polvo de la
tierra, también podrá contar tu descendencia.
17 Levántate, recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo he de dar.»
18 Y Abraham vino a establecerse con sus tiendas junto a la encina de Mambré, que está en
Génesis 14
123 Aconteció en los días de Amrafel, rey de Senaar, de Aryok, rey de Ellasar, de Kedorlaomer,
rey de Elam, y de Tidal, rey de Goyim,
2 que éstos hicieron guerra a Berá, rey de Sodoma, a Birsá, rey de Gomorra, a Sinab, rey de
los refaítas en Asterot Carnáyim, a los zuzíes en Ham, a los emíes en la llanura de Quiryatáyim,
6 y a los joritas en las montañas de Seír hasta El Parán, que está frente al desierto.
7 De vuelta, llegaron a En Mispat (o sea, Cadés), y batieron todo el territorio de los amalecitas, y
el rey de Belá (esto es, de Soar) y en el valle de Siddim les presentaron batalla:
9 a Kedorlaomer, rey de Elam, a Tidal, rey de Goyim, a Amrafel, rey de Senaar, y a Aryok, rey
fueron.
12 Apresaron también a Lot, el sobrino de Abraham, y su hacienda, pues él habitaba en Sodoma, y
se fueron.
El rescate de Lot
13 Un evadido vino a avisar a Abraham el hebreo, que habitaba junto a la encina de Mambré el
amorreo, hermano de Eskol y de Aner, aliados a su vez de Abraham.
14 Al oír Abraham que su hermano había sido hecho cautivo, movilizó la tropa de gente nacida
diezmo de todo.24
21 Dijo luego el rey de Sodoma a Abraham: «Dame las personas, y quédate con la hacienda.»
22 Pero Abraham dijo al rey de Sodoma: «Alzo mi mano ante el Dios Altísimo, creador de cielos
y tierra:
23 ni un hilo, ni la correa de un zapato, ni nada de lo tuyo tomaré, y así no dirás: “Yo he
enriquecido a Abraham.”
24 Nada en absoluto, salvo lo que han comido los mozos y la parte de los hombres que fueron
conmigo: Aner, Eskol y Mambré. Ellos que tomen su parte.»
La promesa de Dios a Abraham
Génesis 15
1 Después de estos sucesos fue dirigida la palabra de Yahveh a Abraham en visión, en estos
términos: «No temas, Abraham. Yo soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.»
2 Dijo Abraham: «Mi Señor, Yahveh, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?.»
3 Dijo Abraham: «He aquí que no me has dado descendencia, y un criado de mi casa me va a
heredar.»
4 Mas he aquí que la palabra de Yahveh le dijo: «No te heredará ése, sino que te heredará uno que
La alianza de Dios con Abraham
7 Y le dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos, para darte esta tierra en
propiedad.»
8 El dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser mía?»
9 Díjole: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una
tórtola y un pichón.»
10 Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas por medio, puso cada mitad enfrente de la otra. Los
El nacimiento de Ismael
Génesis 16
1 Saray, mujer de Abraham, no le daba hijos. Pero tenía una esclava egipcia, que se llamaba Agar,
2 y dijo Saray a Abraham: «Mira, Yahveh me ha hecho estéril. Llégate, pues, te ruego, a mi
esclava. Quizá podré tener hijos de ella.» Y escuchó Abraham la voz de Saray.27
3 Así, al cabo de diez años de habitar Abraham en Canaán, tomó Saray, la mujer de Abraham, a
su esclava Agar la egipcia, y diósela por mujer a su marido Abraham.
4 Llegóse, pues, él a Agar, la cual concibió. Pero luego, al verse ella encinta, miraba a su señora
con desprecio.
5 Dijo entonces Saray a Abraham: «Mi agravio recaiga sobre ti. Yo puse mi esclava en tu seno,
pero al verse ella encinta me mira con desprecio. Juzgue Yahveh entre nosotros dos.»
6 Respondió Abraham a Saray: «Ahí tienes a tu esclava en tus manos. Haz con ella como mejor te
el camino de Sur-28
8 y dijo: «Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?» Contestó ella: «Voy huyendo
Génesis 17
129 Cuando Abraham tenía 99 años, se le apareció Yahveh y le dijo: «Yo soy El Sadday, anda en
mi presencia y sé perfecto.30
2 Yo establezco mi alianza entre nosotros dos, y te multiplicaré sobremanera.»
3 Cayó Abraham rostro en tierra, y Dios le habló así:
4 «Por mi parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una muchedumbre de pueblos.
5 No te llamarás más Abraham, sino que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre
de pueblos te he constituido.31
6 Te haré fecundo sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti.
7 Y estableceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación
generación.
10 Esta es mi alianza que habéis de guardar entre yo y vosotros - también tu posteridad -: Todos
Sara.
16 Yo la bendeciré, y de ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en naciones;
Génesis 18
133 Apareciósele Yahveh en la encina de Mambré estando él sentado a la puerta de su tienda en lo
más caluroso del día.
2 Levantó los ojos y he aquí que había tres individuos parados a sur vera. Como los vio acudió
manteniéndose en pie delante de ellos bajo el árbol. Así que hubieron comido
9 dijéronle: «¿Dónde está tu mujer Sara?» - «Ahí, en la tienda», contestó.
10 Dijo entonces aquél: «Volveré sin falta a ti pasado el tiempo de un embarazo, y para entonces
tu mujer Sara tendrá un hijo.» Sara lo estaba oyendo a la entrada de la tienda, a sus espaldas.
11 Abraham y Sara eran viejos, entrados en años, y a Sara se le había retirado la regla de las
mujeres.
12 Así que Sara rió para sus adentros y dijo: «Ahora que estoy pasada, ¿sentiré el placer, y
además con mi marido viejo?».
13 Dijo Yahveh a Abraham. «¿Cómo así se ha reído Sara, diciendo: “¡Seguro que voy a parir
ahora de vieja!”?
14 ¿Es que hay nada milagroso para Yahveh? En el plazo fijado volveré, al término de un
embarazo, y Sara tendrá un hijo.»
15 Sara negó: «No me he reído», y es que tuvo miedo. Pero aquél dijo: «No digas eso, que sí te
has reído.»
La intercesión de Abraham en favor de Sodoma
16 Levantáronse de allí aquellos hombres y tomaron hacia Sodoma, y Abraham les acompañaba
de despedida.
17 Dijo entonces Yahveh: «¿Por ventura voy a ocultarle a Abraham lo que hago,
18 siendo así que Abraham ha de ser un pueblo grande y poderoso, y se bendecirán por él los
pueblos todos de la tierra?
19 Porque yo le conozco y sé que mandará a sus hijos y a su descendencia que guarden el camino
de Yahveh, practicando la justicia y el derecho, de modo que pueda concederle Yahveh a Abraham lo
que le tiene apalabrado.»
20 Dijo, pues, Yahveh: «El clamor de Sodoma y de Gomorra es grande; y su pecado gravísimo.
21 Ea, voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha
llegado hasta mí, y si no, he de saberlo.»
22 Y marcharon desde allí aquellos individuos camino de Sodoma, en tanto que Abraham
permanecía parado delante de Yahveh.
23 Abordóle Abraham y dijo: «¿Así que vas a borrar al justo con el malvado?
24 Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos, y no perdonarás a aquel
lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro?
25 Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al justo con el malvado, y que corran parejas el uno
con el otro. Tú no puedes. El juez de toda la tierra ¿va a fallar una injusticia?»
26 Dijo Yahveh: «Si encuentro en Sodoma a cincuenta justos en la ciudad perdonaré a todo el
lugar por amor de aquéllos.
27 Replicó Abraham: «¡Mira que soy atrevido de interpelar a mi Señor, yo que soy polvo y
ceniza!
28 Supón que los cincuenta justos fallen por cinco. ¿Destruirías por los cinco a toda la ciudad?»
134 Los dos ángeles llegaron a Sodoma por la tarde. Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma.
Al verlos, Lot se levantó a su encuentro y postrándose rostro en tierra,
2 dijo: «Ea, señores, por favor, desviaos hacia la casa de este servidor vuestro. Hacéis noche, os
laváis los pies, y de madrugada seguiréis vuestro camino.» Ellos dijeron: «No; haremos noche en la
plaza.»
3 Pero tanto porfió con ellos, que al fin se hospedaron en su casa. El les preparó una comida
cociendo unos panes cenceños y comieron.
4 No bien se habían acostado, cuando los hombres de la ciudad, los sodomitas, rodearon la casa
desde el mozo hasta el viejo, todo el pueblo sin excepción.
5 Llamaron a voces a Lot y le dijeron: «¿Dónde están los hombres que han venido donde ti esta
noche? Sácalos, para que abusemos de ellos.»
6 Lot salió donde ellos a la entrada, cerró la puerta detrás de sí,
7 y dijo: «Por favor, hermanos, no hagáis esta maldad.
8 Mirad, aquí tengo dos hijas que aún no han conocido varón. Os las sacaré y haced con ellas
como bien os parezca; pero a estos hombres no les hagáis nada, que para eso han venido al amparo
de mi techo.»
9 Mas ellos respondieron: «¡Quita allá! Uno que ha venido a avencindarse, ¿va a meterse a juez?
Ahora te trataremos a ti peor que a ellos.» Y forcejearon con él, con Lot, de tal modo que estaban a
punto de romper la puerta.
10 Pero los hombres alargaron las manos, tiraron de Lot hacia sí, adentro de la casa, cerraron la
puerta,
11 y a los hombres que estaban a la entrada de la casa les dejaron deslumbrados desde el chico
hasta el grande, y mal se vieron para encontrar la entrada.
La destrucción de Sodoma
12 Los hombres dijeron a Lot: «¿A quién más tienes aquí? Saca de este lugar a tus hijos e hijas y a
lugar, porque Yahveh va a destruir la ciudad.» Pero sus yernos le tomaron a broma.
15 Al rayar el alba, los ángeles apremiaron a Lot diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus
dos hijas que se encuentran aquí, no vayas a ser barrido por la culpa de la ciudad.»
16 Y como él remoloneaba, los hombres le asieron de la mano lo mismo que a su mujer y a sus
dos hijas por compasión de Yahveh hacia él, y sacándole le dejaron fuera de la ciudad.
17 Mientras los sacaban afuera, dijo uno: «¡Escápate, por vida tuya! No mires atrás ni te pares en
vida, mira que no puedo escaparme al monte sin riesgo de que me alcance el daño y la muerte.
20 Ahí cerquita está esa ciudad a donde huir. Es una pequeñez. ¡Ea, voy a escaparme allá - ¿verdad
con él, sin que él se enterase de cuándo ella se acostó ni cuándo se levantó.
36 Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre.
37 La mayor dio a luz un hijo, y le llamó Moab: es el padre de los actuales moabitas.
38 La pequeña también dio a luz un hijo, y le llamó Ben Ammí: es el padre de los actuales
ammonitas.36
Abraham y Sara en Guerar
Génesis 20
1 Trasladóse de allí Abraham al país del Négueb, y se estableció entre Cadés y Sur. Habiéndose
avecindado en Guerar,
2 decía Abraham de su mujer Sara: «Es mi hermana.» Entonces el rey de Guerar, Abimélek, envió
honrada?
5 ¿No me dijo él a mí: “Es mi hermana”, y ella misma dijo: “Es mi hermano?” Con corazón
íntegro y con manos limpias he procedido.»
6 Y le dijo Dios en el sueño: «Ya sé yo también que con corazón íntegro has procedido, como
que yo mismo te he estorbado de faltar contra mí. Por eso no te he dejado tocarla.
7 Pero ahora devuelve la mujer a ese hombre, porque es un profeta; él rogará por ti para que
vivas. Pero si no la devuelves, sábete que morirás sin remedio, tú y todos los tuyos.»
8 Levantóse Abimélek de mañana, llamó a todos sus siervos y les refirió todas estas cosas; los
hombres se asustaron mucho.
9 Luego llamó Abimélek a Abraham, y le dijo: «¿Qué has hecho con nosotros, o en qué te he
faltado, para que trajeras sobre mí y mi reino una falta tan grande? Lo que no se hace has hecho
conmigo.»
10 Y dijo Abimélek a Abraham: «¿Qué te ha movido a hacer esto?»
11 Dijo Abraham: «Es que me dije: “Seguramente no hay temor de Dios en este lugar, y van a
mujer Sara.
15 Y dijo Abimélek: «Ahí tienes mi país por delante: quédate donde se te antoje.»
16 A Sara le dijo: «Mira, he dado a tu hermano mil monedas de plata, que serán para ti y para los
que están contigo como venda en los ojos, y de todo esto serás justificada.»
17 Abraham rogó a Dios, y Dios curó a Abimélek, a su mujer, y a sus concubinas, que tuvieron
hijos;
18 pues Yahveh había cerrado absolutamente toda matriz de casa de Abimélek, por lo de Sara, la
mujer de Abraham.
El nacimiento de Isaac
Génesis 21
1 Yahveh visitó a Sara como lo había dicho, e hizo Yahveh por Sara lo que había prometido.
2 Concibió Sara y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo predicho por Dios.
3 Abraham puso al hijo que le había nacido y que le trajo Sara el nombre de Isaac.
4 Abraham circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días, como se lo había mandado Dios.
5 Abraham era de cien años cuando le nació su hijo Isaac.
6 Y dijo Sara: «Dios me ha dado de qué reír; todo el que lo oiga se reirá conmigo.»
7 Y añadió: «¿Quién le habría dicho a Abraham que Sara amamantaría hijos?; pues bien, yo le he
quiero ver morir al niño.» Sentada, pues, enfrente, se puso a llorar a gritos.
17 Oyó Dios la voz del chico, y el Ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos y le dijo: «¿Qué
te pasa, Agar? No temas, porque Dios ha oído la voz del chico en donde está.
18 ¡Arriba!, levanta al chico y tenle de la mano, porque he de convertirle en una gran nación.»
19 Entonces abrió Dios los ojos de ella, y vio un pozo de agua. Fue, llenó el odre de agua y dio
de beber al chico.
20 Dios asistió al chico, que se hizo mayor y vivía en el desierto, y llegó a ser gran arquero.
21 Vivía en el desierto de Parán, y su madre tomó para él una mujer del país de Egipto.
La alianza de Abraham con Abimélek
22 Sucedió por aquel tiempo que Abimélek, junto con Pikol, capitán de su tropa, dijo a Abraham:
nietos, que la misma benevolencia que he tenido para contigo, la tendrás tú para conmigo y con el
país donde te hemos recibido como huésped.»
24 Abraham dijo: «Lo juro».
25 Entonces Abraham se quejó a Abimélek con motivo de un pozo que habían usurpado los
súbditos de Abimélek.
26 Y dijo Abimélek: «No sé quién ha hecho eso. Ni tú me lo habías notificado, ni yo había oído
Génesis 22
137 Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y le dijo: «¡Abraham, Abraham!»
El respondió: «Heme aquí.»
2 Díjole: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete al país de Moria y ofrécele allí en
holocausto en uno de los montes, el que yo te diga.»
3 Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su asno y tomó consigo a dos mozos y a su
hijo Isaac. Partió la leña del holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había dicho Dios.
4 Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el lugar desde lejos.
5 Entonces dijo Abraham a sus mozos: «Quedaos aquí con el asno. Yo y el muchacho iremos
hasta allí, haremos adoración y volveremos donde vosotros.»
6 Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo Isaac, tomó en su mano el fuego
y el cuchillo, y se fueron los dos juntos.
7 Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió: «¿qué hay, hijo?» - «Aquí está el fuego y
la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?»
8 Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío.» Y siguieron andando
los dos juntos.
9 Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí Abraham el altar, y dispuso la leña;
luego ató a Isaac, su hijo, y le puso sobre el ara, encima de la leña.
10 Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
11 Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos diciendo: ¡Abraham, Abraham!» El
dijo: «Heme aquí.»
12 Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que tú
eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único.»
13 Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos. Fue
Abraham, tomó el carnero, y lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
14 Abraham llamó a aquel lugar «Yahveh provee», de donde se dice hoy en día: «En el monte
“Yahveh provee”»
15 El Ángel de Yahveh llamó a Abraham por segunda vez desde los cielos,
16 y dijo: «Por mí mismo juro, oráculo de Yahveh, que por haber hecho esto, por no haberme
cielo y como las arenas de la playa, y se adueñará tu descendencia de la puerta de sus enemigos.
18 Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, en pago de haber obedecido
tú mi voz.»
19 Volvió Abraham al lado de sus mozos, y emprendieron la marcha juntos hacia Berseba. Y
Najor:
21 Us, su primogénito; Buz, hermano del anterior, y Quemel, padre de Aram,
22 Késed, Jazó, Pildás, Yidlaf y Betuel.»
23 (Betuel engendró a Rebeca.) Estos ocho le dio Milká a Najor, hermano de Abraham.
24 Su concubina, llamada Reumá, también dio a luz a Tébaj, Gájam, Tájas, y Maaká.
La tumba de los Patriarcas
Génesis 23
138 Sara vivió 127 años.
2 Murió Sara en Quiryat Arbá - que es Hebrón - en el país de Canaán, y Abraham hizo duelo por
Sara y la lloró.
3 Luego se levantó Abraham de delante de la muerta, y habló a los hijos de Het en estos términos:
4 «Yo soy un simple forastero que reside entre vosotros. Dadme una propiedad sepulcral entre
vosotros, para retirar y sepultar a mi muerta.»
5 Respondieron los hijos de Het a Abraham diciéndole:
6 «A ver si nos entendemos, señor; tú eres un príncipe divino entre nosotros. En el mejor de
nuestros sepulcros sepulta a tu muerta. Ninguno de nosotros te negará su sepulcro, para que entierres
a tu muerta.»
7 Levantóse Abraham, e hizo una reverencia a los paisanos, a los hijos de Het,
8 y les habló en estos términos: «Si estáis de acuerdo con que yo retire y sepulte a mi muerta,
de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad diciendo:
11 «No, señor, escúchame: te doy la finca y te doy también la cueva que hay en ella. A la vista de
la ciudad.
19 Después Abraham sepultó a su mujer Sara en la cueva del campo de la Makpelá frente a
Mambré (es Hebrón), en Canaán.
20 Así aquel campo y la cueva que hay en él llegaron a ser de Abraham como propiedad
Génesis 24
1 Abraham era ya un viejo entrado en años, y Yahveh había bendecido a Abraham en todo.
2 Abraham dijo al siervo más viejo de su casa y mayordomo de todas sus cosas: «Ea, pon tu
para mi hijo de entre las hijas de los cananeos con los que vivo;
4 sino que irás a mi tierra y a mi patria a tomar mujer para mi hijo Isaac.»
5 Díjole el siervo: «Tal vez no quiera la mujer seguirme a este país. ¿Debo en tal caso volver y
llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?»
6 Díjole Abraham: «Guárdate de llevar allá a mi hijo.
7 Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que me tomó de mi casa paterna y de mi patria, y
que me habló y me juró, diciendo: “A tu descendencia daré esta tierra”, él enviará su Ángel delante de
ti, y tomarás de allí mujer para mi hijo.
8 Si la mujer no quisiere seguirte, no responderás de este juramento que te tomo. En todo caso,
hablado.
10 Tomó el siervo diez camellos de los de su señor y de las cosas mejores de su señor y se puso
las aguadoras,
12 y dijo: «Yahveh, Dios de mi señor Abraham: dame suerte hoy, y haz favor a mi señor
Abraham.
13 Voy a quedarme parado junto a la fuente, mientras las hijas de los ciudadanos salen a sacar
agua.
14 Ahora bien, la muchacha a quien yo diga “Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba”, y
ella responda: “Bebe, y también voy a abrevar tus camellos”, ésa sea la que tienes designada para tu
siervo Isaac, y por ello conoceré que haces favor a mi señor.»
15 Apenas había acabado de hablar, cuando he aquí que salía Rebeca, hija de Betuel, el hijo de
saciado.»
20 Y apresuradamente vació su cántaro en el abrevadero y corriendo otra vez al pozo sacó agua
para todos los camellos.
21 El hombre la contemplaba callando para saber si Yahveh había dado éxito o no a su misión.
22 En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de
peso, que colocó en la nariz de la joven, y un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,
23 y dijo: «¿De quién eres hija? Dime: ¿hay en casa de tu padre sitio para hacer noche?»
24 Ella le dijo: «Soy hija de Betuel, el hijo que Milká dio a Najor.»
25 Y agregó: «También tenemos paja y forraje en abundancia, y sitio para pasar la noche.»
26 Entonces se postró el hombre y adoró a Yahveh,
27 diciendo: «Bendito sea Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que no ha retirado su favor y su
lealtad para con mi señor. Yahveh me ha traído a parar a casa del hermano de mi señor.»
28 La joven corrió a anunciar a casa de su madre todas estas cosas.
29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán. Este corrió donde el hombre, afuera, a la fuente.
30 En efecto, en cuanto vio el anillo y los brazaletes en los brazos de su hermana, y oyó decir a su
hermana Rebeca: «Así me ha hablado aquel hombre», se llegó a donde él. Le encontró todavía junto a
los camellos cerca de la fuente,
31 y le dijo: «Ven, bendito de Yahveh. ¿Por qué te quedas parado fuera, si yo he desocupado la
cuanto posee.
37 En cuanto a mí, mi señor me ha tomado juramento, diciendo: “No tomarás mujer para mi hijo
cántaro al hombro, bajó a la fuente y sacó agua. Yo le dije: “Ea, dame de beber”,
46 y enseguida bajó su cántaro del hombro y dijo: “Bebe, y también voy a abrevar tus camellos.”
dio a Najor.” Entonces puse el anillo en su nariz, y los brazaletes en sus brazos,
48 y postrándome adoré a Yahveh, y bendije a Yahveh, el Dios de mi señor Abraham, que me
había puesto en el buen camino para tomar a la hija del hermano de mi señor para su hijo.
49 Ahora, pues, decidme si estáis dispuestos a usar de favor y lealtad para con mi señor, y si no,
decídmelo también, para que yo tire por la derecha o por la izquierda.»
50 Respondieron Labán y Betuel: «De Yahveh ha salido este asunto. Nosotros no podemos decirte
está mal o está bien.
51 Ahí tienes delante a Rebeca: tómala y vete, y sea ella mujer del hijo de tu señor, como ha dicho
Yahveh.»
52 Cuando el siervo de Abraham oyó lo que decían, adoró a Yahveh en tierra.
53 Acto seguido sacó el siervo objetos de plata y oro y vestidos, y se los dio a Rebeca. También
hizo regalos a su hermano y a su madre.
54 Luego comieron y bebieron, él y los hombres que le acompañaban, y pasaron la noche. Por la
mañana se levantaron, y él dijo: «Permitidme que marche donde mi señor.»
55 El hermano y la madre de Rebeca dijeron: «Que se quede la chica con nosotros unos días, por
ella.
59 Entonces despidieron a su hermana Rebeca con su nodriza, y al siervo de Abraham y a sus
hombres.
60 Y bendijeron a Rebeca, y le decían: «¡Oh hermana nuestra, que llegues a convertirte en
Génesis 25
mujer Sara.
11 Después de la muerte de Abraham, bendijo Dios a su hijo Isaac. Isaac se estableció en las
inmediaciones del pozo de Lajay Roí.
Los descendientes y la muerte de Ismael
12 Estos son los descendientes de Ismael, hijo de Abraham, el que le dio a Abraham Agar la
con su pueblo.
18 Ocupó desde Javilá hasta Sur, que cae enfrente de Egipto, según se va a Asur. Se estableció
consultar a Yahveh.
23 Yahveh le dijo: «Dos pueblos hay en tu vientre, dos naciones que, al salir de tus entrañas, se
Génesis 26
1 Hubo hambre en el país - aparte de la primera que tuvo lugar en tiempo de Abraham - y fue
reparo decir: «Es mi mujer», no fuesen a matarle los del lugar por causa de Rebeca, ya que ella era
de buen ver.
8 Ya llevaba largo tiempo allí, cuando aconteció que Abimélek, rey de los filisteos, atisbando por
una ventana, observó que Isaac estaba solazándose con su mujer Rebeca.
9 Llama Abimélek a Isaac y le dice: ¡Con que es tu mujer! ¿Pues cómo has venido diciendo: Es mi
hermana?» Dícele Isaac: «Es que me dije: A ver si voy a morir por causa de ella.»
10 Replicó Abimélek: «¿Qué es lo que nos has hecho? Si por acaso llega a acostarse cualquiera
Los pozos entre Guerar y Berseba
15 Todos los pozos que habían cavado los siervos de su padre -en tiempos de su padre Abraham-
que los filisteos habían cegado después de la muerte de Abraham, y les puso los mismos nombres que
les había puesto su padre.
19 Cavaron los siervos de Isaac en la vaguada y encontraron allí un pozo de aguas vivas.
20 Pero riñeron los pastores de Guerar con los pastores de Isaac, diciendo: «El agua es nuestra.»
capitán de su tropa.
27 Díceles Isaac: «¿Cómo es que venís a mí. vosotros que me odiáis y me habéis echado de
vuestra compañía?»
28 Contestaron ellos: «Hemos visto claramente que Yahveh se ha puesto de tu parte, y hemos
dicho: “Ea, haya un juramento entre nosotros, entre tú y nosotros, y vamos a hacer un pacto contigo,
29 de que no nos harás mal, como tampoco nosotros te hemos tocado a ti; no te hemos hecho sino
La bendición de Isaac a Jacob
Génesis 27
1 Como hubiese envejecido Isaac, y no viese ya por tener debilitados sus ojos, llamó a Esaú, su
los traes.»
14 El fue a buscarlos y los llevó a su madre, y ella hizo un guiso suculento, como le gustaba a su
padre.
15 Después tomó Rebeca ropas de Esaú, su hijo mayor, las más preciosas que tenía en casa, y
dispuso a bendecirle.
24 Dijo, pues: «¿Eres tú realmente mi hijo Esaú?» Respondió: «El mismo.»
25 Dijo entonces: «acércamelo, que coma de la caza, hijo, para que te bendiga mi alma.»
padre mío!» Isaac guardó silencio y Esaú alzó la voz y rompió a llorar.
39 Su padre Isaac le dijo por respuesta: «He aquí que lejos de la grosura de la tierra será tu
dijo Esaú: «Se acercan ya los días del luto por mi padre. Entonces mataré a mi hermano Jacob.»
42 Se dio aviso a Rebeca de las palabras de Esaú, su hijo mayor; y ella envió a llamar a Jacob, su
yo a que te traigan de allí. ¿Por qué he de perderos a los dos en un mismo día?»
El viaje de Jacob a Padán Arám
46 Rebeca dijo a Isaac: «Me da asco vivir al lado de las hijas de Het. Si Jacob toma mujer de las
hijas de Het como las que hay por aquí, ¿para qué seguir viviendo?»
Génesis 28
1 Llamó, pues, Isaac a Jacob, le bendijo y le dio esta orden: «No tomes mujer de las hijas de
Canaán.
2 Levántate y ve a Paddán Aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma allí mujer de entre
las hijas de Labán, hermano de tu madre.
3 Que El Sadday te bendiga, te haga fecundo y te acreciente, y que te conviertas en asamblea de
pueblos.44
4 Que te dé la bendición de Abraham a ti y a tu descendencia, para que te hagas dueño de la tierra
una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal, y acostóse en aquel lugar.
12 Y tuvo un sueño; soñó con una escalera apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he
Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia.
14 Tu descendencia será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al
norte y al mediodía; y por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra; y por tu descendencia.
15 Mira que yo estoy contigo; te guardaré por doquiera que vayas y te devolveré a este solar. No,
pagaré el diezmo.»
Jacob en casa de Labán
Génesis 29
apacentarlas.»
8 Contestaron: «No podemos hasta que se reúnan todos los rebaños y se revuelva la piedra de
sobre la boca del pozo. Entonces abrevaremos las ovejas.»
9 Aún estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era
pastora.
10 En cuanto vio Jacob a Raquel, hija de Labán, el hermano de su madre, y las ovejas de Labán,
hermano de su madre, acercóse Jacob y revolvió la piedra de sobre la boca y abrevó los ovejas de
Labán, el hermano de su madre.
11 Jacob besó a Raquel y luego estalló en sollozos.
12 Jacob anunció a Raquel que era pariente de su padre e hijo de Rebeca. Ella se echó a correr y
lo anunció a su padre.
13 En cuanto oyó Labán hablar de Jacob, el hijo de su hermana, corrió a su encuentro, le abrazó,
mes cumplido.
Las dos esposas de Jacob
15 Labán dijo a Jacob: «¿Acaso porque seas pariente mío has de servirme de balde? Indícame
cuál será tu salario.»
16 Ahora bien, Labán tenía dos hijas: la mayor llamada Lía, y la pequeña, Raquel.
17 Los ojos de Lía eran tiernos. Raquel, en cambio, era de bella presencia y de buen ver.
18 Jacob estaba enamorado de Raquel. Así pues, dijo: «Te serviré siete años por Raquel, tu hija
pequeña.»
19 Dijo Labán: «Mejor es dártela a ti que dársela a otro. Quédate conmigo.»
20 Sirvió, pues, Jacob por Raquel siete años, que se le antojaron como unos cuantos días, de tanto
que la amaba.
21 Jacob dijo a Labán: «Dame mi mujer, que se ha cumplido el plazo, y quiero casarme con ella.»
22 Labán juntó a todos los del lugar y dio un banquete.
23 Luego a la tarde tomó a su hija Lía y la llevó a Jacob, y éste se unió a ella.
24 Labán dio su esclava Zilpá como esclava de su hija Lía.
25 Se hizo de mañana, ¡y resultó que aquélla era Lía! Jacob dijo a Labán: «¿Qué es lo que has
hecho conmigo? ¿No te he servido por Raquel? ¿Pues por qué me has hecho trampa?»45
26 Labán dijo: «No se usa en nuestro lugar dar la menor antes que la mayor.
27 Cumple esta semana, y te daré también a la otra por el servicio que me prestarás todavía otros
siete años.»
28 Así lo hizo Jacob; y habiendo cumplido aquella semana, le dio por mujer a su hija Raquel.
29 Labán dio su esclava Bilhá como esclava de su hija Raquel.
30 El se unió también a Raquel, y amó a Raquel más que a Lía, y sirvió en casa de su tío otros
siete años más.
Los hijos de Lía
31 Vio Yahveh que Lía era aborrecida y la hizo fecunda, mientras que Raquel era estéril.
32 Lía quedó encinta y dio a luz un hijo al que llamó Rubén, pues dijo: «Yahveh ha reparado en
Génesis 30
1 Vio Raquel que no daba hijos a Jacob, y celosa de su hermana dijo a Jacob: «Dame hijos, o si
no me muero.»
2 Jacob se enfadó con Raquel y dijo: ¿Estoy yo acaso en el lugar de Dios, que te ha negado el
Neftalí.
Los hijos de Zilpá
9 Viendo Lía que había dejado de dar a luz, tomó a su esclava Zilpá, y se la dio a Jacob por mujer.
10 Y Zilpá, la esclava de Lía, dio a Jacob un hijo.
11 Lía dijo: «¡Enhorabuena!» Y le llamó Gad.
12 Zilpá, la esclava de Lía, dio a Jacob un segundo hijo,
13 y dijo Lía: «¡Feliz de mí! pues me felicitarán las demás.» Y le llamó Aser.
Los otros hijos de Lía
14 Una vez fue Rubén, al tiempo de la siega del trigo, y encontró en el campo unas mandrágoras
que trajo a su madre Lía. Y dijo Raquel a Lía “«¿Quieres darme las mandrágoras de tu hijo?»48
15 Respondióle: «¿Es poco haberte llevado mi marido, que encima vas a llevarte las mandrágoras
de mi hijo?» Dijo Raquel: «Sea: que se acueste contigo Jacob esta noche, a cambio de las
mandrágoras de tu hijo.»
16 A la tarde, cuando Jacob volvió del campo, sale Lía a su encuentro y le dice: «Tienes que venir
conmigo porque he pagado por ti unas mandrágoras de mi hijo.» Y él se acostó con ella aquella
noche.
17 Dios oyó a Lía, que concibió y dio un quinto hijo a Jacob.
18 Y dijo Lía: «Dios me ha dado mi recompensa, a mí, que tuve que dar mi esclava a mi marido.»
Y le llamó Isacar.
19 Lía concibió otra vez y dio el sexto hijo a Jacob.
20 Y dijo Lía: «Me ha hecho Dios un buen regalo. Ahora sí que me apreciará mi marido, pues le
he dado seis hijos.» Y le llamó Zabulón.
21 Después dio a luz una hija a la que llamó Dina.
El primer hijo de Raquel
22 Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno,
23 y ella concibió y dio a luz un hijo. Y dijo: «Ha quitado Dios mi afrenta.»
24 Y le llamó José, como diciendo: «Añádame Yahveh otro hijo.»
El enriquecimiento de Jacob
25 Cuando Raquel hubo dado a luz a José, dijo Jacob a Labán: «Déjame que me vaya a mi lugar y
a mi tierra.
26 Dame a mis mujeres y a mis hijos por quienes te he servido, para que me vaya; pues bien sabes
bendecido a mi llegada. Pues bien: ¿cuándo voy a hacer yo también algo por mi casa?»
31 Dijo Labán: «¿Qué he de darte?» Respondió Jacob: «No me des nada. Si haces por mí esta,
que no fuere pinto y manchado entre las cabras y negro entre los corderos, será lo que he robado.»
34 Dijo Labán: «Bien, sea como dices.»
35 Y aquel mismo día apartó los machos cabríos listados y manchados, todo lo que tenía en sí
algo de blanco, así como todo lo negro entre las ovejas, y lo confió a sus hijos,
36 interponiendo tres jornadas de camino entre él y Jacob. Este último apacentaba el resto del
rebaño de Labán.
37 Entonces Jacob se procuró unas vares verdes de álamo, de almendro y de plátano, y labró en
camellos y asnos.49
La huida de Jacob
Génesis 31
1 Oyó Jacob que los hijos de Labán decían: «Jacob se ha apoderado de todo lo de nuestro padre,
y con lo de nuestro padre ha hecho toda esa fortuna.»
2 Jacob observó el rostro de Labán y vio que ya no era para con él como hasta entonces.
3 Entonces Yahveh dijo a Jacob: «Vuélvete a la tierra de tus padres, a tu patria, y yo estaré
contigo.»
4 Jacob envió a llamar a Raquel y a Lía al campo, donde estaba su rebaño,
5 y les dijo: «Vengo observando que vuestro padre ya no me mira como antes; pero el Dios de mi
que había adquirido en Paddán Aram, para irse a donde su padre Isaac a Canaán.
19 Como Labán había ido a esquilar sus ovejas, Raquel robó los ídolos familiares que tenía su
padre,50
20 y Jacob actuó a hurtadillas de Labán el arameo, no dándole ningún indicio de que se fugaba.
21 En efecto, se fugó con todo lo suyo; se levantó, pasó el Río y enderezó hacia la montaña de
Galaad.
La persecución de Labán a Jacob
22 Al tercer día recibió Labán la noticia de que Jacob se había fugado.
23 Entonces tomó a sus hermanos consigo y tras siete jornadas de persecución a su zaga le dio
alcance en la montaña de Galaad.
24 Pero aquella noche vino Dios en sueños a Labán el arameo y le dijo: «Guárdate de hablar nada
con Jacob, ni bueno ni malo.»
25 Alcanzó, pues, Labán a Jacob. Este había plantado su tienda en la montaña y Labán plantó la
había sentado encima. Labán registró toda la tienda sin hallar nada.
35 Ella dijo a su padre: «No le dé enojo a mi señor de que no pueda levantarme en tu presencia,
porque estoy con las reglas.» El siguió rebuscando por toda la tienda sin dar con los ídolos.
36 Entonces Jacob, montando en cólera recriminó a Labán, y encarándose con él le dijo: «¿Cual
Génesis 32
1 A la mañana siguiente, Labán besó a sus hijos e hijas, les bendijo y se volvió a su lugar.
2 Jacob se fue por su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios.
3 Al verlos, dijo Jacob: «Este es el campamento de Dios»; y llamó a aquel lugar Majanáyim.
Los preparativos de Jacob para su encuentro con Esaú
4 Jacob envió mensajeros por delante hacia su hermano Esaú, al país de Seír, la estepa de Edom,
5 encargándoles: «Diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Fui a pasar una temporada
en dos campamentos,
9 y dijo: «Si llega Esaú a uno de los campamentos y lo ataca, se salvará el otro.»
10 Y dijo Jacob: «¡Oh Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Yahveh, que me
tras las manadas diciendo: «En estos términos hablaréis a Esaú cuando le encontréis,
21 añadiendo: “Precisamente, tu siervo Jacob viene detrás de nosotros.”» Pues se decía: «Voy a
ganármelo con el regalo que me precede, tras de lo cual me entrevistaré con él; tal vez me haga
buena cara.»
22 Así, pues, mandó el regalo por delante, y él pasó aquella noche en el campamento.
La lucha misteriosa de Jacob
23 Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y a sus once hijos y
cruzó el vado de Yabboq.
24 Les tomó y les hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía.
25 Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba.
26 Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob
hayas bendecido.»
28 Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» - «Jacob.» -
29 «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los
salva.»
32 El sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo.
33 Por eso los israelitas no comen, hasta la fecha, el nervio ciático, que está sobre la articulación
del muslo, por haber sido tocado Jacob en la articulación femoral, en el nervio ciático.53
El encuentro de Jacob con Esaú
Génesis 33
1 Jacob levantó los ojos y al ver que venía Esaú con cuatrocientos hombres, repartió a los niños
mano, ya que he visto tu rostro como quien ve el rostro de Dios, y me has mostrado simpatía.
11 Acepta, pues, el obsequio que te he traído; pues Dios me ha favorecido y tengo de todo.» E
154 Dina, la hija que Lía había dado a Jacob, salió una vez a ver a las mujeres del país.
2 Siquem, hijo de Jamor el jivita, príncipe de aquella tierra, la vio, se la llevó, se acostó con ella
y la humilló.
3 Su alma se aficionó a Dina, hija de Jacob, se enamoró de la muchacha y trató de convencerla.
4 Siquem dijo a su padre Jamor: «Tómame a esta chica por mujer.»
5 Jacob oyó que Siquem había violado a su hija Dina, pero sus hijos estaban con el ganado en el
campo, y Jacob guardó silencio hasta su llegada.
6 Jamor, padre de Siquem, salió a donde Jacob para hablar con él.
7 Los hijos de Jacob volvieron del campo al oírlo, y se indignaron los hombres y les dio mucha
rabia la afrenta hecha por Siquem acostándose con la hija de Jacob: «Eso no se hace.»
8 Jamor habló con ellos diciendo: «Mi hijo Siquem se ha prendado de vuestra hija, así que
dádsela por mujer.
9 Emparentad con nosotros: dadnos vuestras hijas, y tomad para vosotros la nuestras.
10 Quedaos a vivir con nosotros: tenéis la tierra franca. Instalaos, circulad libremente y adquirid
propiedades.»
11 Siquem dijo al padre y a los hermanos de la chica: «Ojalá me concedáis vuestro favor, y yo os
daré lo que me pidáis.
12 Pedidme cualquier dote, por grande que sea, que yo os daré cuanto me digáis; pero dadme a la
muchacha por mujer.»
13 Los hijos de Jacob respondieron a Siquem y a su padre Jamor con disimulo, y dirigiéndose a
aquel que había violado a su hermana Dina,
14 dijeron: «No podemos hacer tal cosa: dar nuestra hermana a uno que es incircunciso, porque
eso es una vergüenza para nosotros.
15 Tan sólo os la daremos a condición de que os hagáis como nosotros, circuncidándose todos
vuestros varones.
16 Entonces os daremos nuestras hijas, y tomaremos para nosotros las vuestras, nos quedaremos
con vosotros y formaremos un solo pueblo.
17 Pero si no nos escucháis respecto a la circuncisión, entonces tomaremos a nuestra hija y nos
iremos.»
18 Sus palabras parecieron bien a Jamor y a Siquem, hijo de Jamor,
19 y el muchacho no tardó en ponerlo en práctica, porque quería a la hija de Jacob. El mismo era
conciudadanos diciéndoles:
21 «Estos hombres nos vienen en son de paz. Que se queden en el país y a circulen libremente,
pues y a veis que pueden disponer de tierra espaciosa. Tomemos a sus hijas por mujeres y démosles
las nuestras.
22 Pero sólo con esta condición accederán estos hombres a quedarse con nosotros para formar
un solo pueblo: que nos circuncidemos todos los varones; igual que ellos están circuncidados.
23 Sus ganados y hacienda y todas sus bestias, ¿no van a ser para nosotros? Así que lleguemos a
Génesis 35
1 Dios dijo a Jacob: «Levántate, sube a Betel y te estableces allí, haciendo un altar al Dios que se
orejas, y Jacob los escondió debajo de la encina que hay al pie de Siquem.56
5 Partieron, pues, y un pánico divino cayó sobre las ciudades de sus contornos; así no
acompañaba,
7 y edificó allí un altar, llamando al lugar El Betel, porque allí mismo se le había aparecido Dios
este es hijo!»
18 Entonces ella, al exhalar el alma, cuando moría, le llamó Ben Oní; pero su padre le llamó
Benjamín.
19 Murió Raquel y fue sepultada en el camino de Efratá, o sea Belén.
20 Jacob erigió una estela sobre su sepulcro: es la estela del sepulcro de Raquel hasta hoy.
El incesto de Rubén
21 Israel partió y desplegó su tienda más allá de Migdal Eder.
22 Sucedió por entonces, mientras Israel residía en aquel país, que fue Rubén y se acostó con
Bilhá, la concubina de su padre, e Israel se enteró de ello. Los hijos de Jacob fueron doce.
Los hijos de Jacob
23 Hijos de Lía: el primogénito de Jacob, Rubén; después Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
24 Hijos de Raquel: José y Benjamín.
25 Hijos de Bilhá, la esclava de Raquel: Dan y Neftalí.
26 Hijos de Zilpá, la esclava de Lía: Gad y Aser. Estos fueron los hijos de Jacob, que le nacieron
en Paddán Aram.
La muerte de Isaac
27 Jacob llegó adonde su padre Isaac, a Mambré o Quiryat Arbá, -o sea, Hebrón- donde
Génesis 36
mujer de Esaú.
11 Los hijos de Elifaz fueron: Temán, Omar, Sefó, Gaetam y Quenaz.
12 Timná fue concubina de Elifaz, hijo de Esaú, y dio a luz a Amalec. Estos son los descendientes
jeque Mizzá. Estos son los jeque de Reuel, en el país de Edom; y éstos los descendientes de Basmat,
mujer de Esaú.
18 Los hijos de Oholibamá, mujer de Esaú, fueron: el jeque Yeús, el jeque Yalam, el jeque Coré.
Los descendientes de Seír
20 He aquí los hijos de Seír el jorita, que habitaban en aquella tierra: Lotán, Sobal, Sibeón, Aná,
21 Disón, Eser y Disán. Estos son los jeques de los joritas, hijos de Seír, en el país de Edom.
22 Los hijos de Lotán fueron: Jorí y Hemam, y hermana de Lotán fue Timná.
23 Los hijos de Sobal fueron: Alván, Manájat, Ebal, Sefó y Onam.
24 Los hijos de Sibeón: Ayyá y Aná. Este es el mismo Aná que encontró las aguas termales en el
país de Seír.
Los reyes de Edom
31 Estos son los reyes que reinaron en Edom, antes de reinar rey alguno de los israelitas.
32 Reinó en Edom Belá, hijo de Beor; y el nombre de su ciudad era Dinhabá.
33 Murió Belá, y reinó en su lugar Yobab, hijo de Zéraj, de Bosrá.
34 Murió Yobab, y reinó en su lugar Jusam, del país de los temanitas.
35 Murió Jusam, y reinó en su lugar Hadad, hijo de Bedad, el que derrotó a Madián en el campo
Génesis 37
1 Jacob, por su parte, se estableció en el que fue país residencial de su padre, el país de Canaán.
LA HISTORIA DE JOSÉ
La historia de José se distingue considerablemente de los relatos anteriores. La narración tiene
ahora una trama mucho más compleja y elaborada. Ya no está compuesta de escenas breves, más o
menos independientes unas de otras, sino que presenta una sucesión dramática. Cada nuevo episodio
presupone todas las etapas anteriores y prepara el desenlace final. Además, hay una mayor variedad
de personajes y situaciones, que manifiestan una notable maestría en el arte de narrar.
El relato tiene como protagonista a José, el primer hijo de Raquel (30. 22-24) y el preferido de su
padre Jacob (37.3). Víctima de la envidia de sus hermanos, es llevado de Canaán a Egipto. Pero Dios
está con él cuando es vendido como esclavo y acusado injustamente, y lo eleva a la más alta dignidad,
para que pueda salvar un día a toda su familia asediada por el hambre. De esta manera, el Señor va
preparando secretamente el nacimiento de su Pueblo elegido. Con la llegada de Jacob y sus hijos a
Egipto, se cierra la etapa de la historia patriarcal, que sirve de preludio a la epopeya del Éxodo.
José es presentado como el ideal del hombre sabio y prudente, y toda su vida encierra una
lección de sabiduría. Aquí no hay intervenciones espectaculares del Señor: José no habla
familiarmente con Dios como lo habían hecho Abraham, Isaac y Jacob; tampoco recibe una nueva
revelación o una confirmación de la Promesa divina. Pero Dios está presente en cada acontecimiento,
y sabe valerse de los pecados de los hombres para el bien de sus elegidos, como lo expresa claramente
el mismo José, al final del relato (50.20).
Los sueños de José
2 Esta es la historia de Jacob. José tenía diecisiete años. Estaba de pastor de ovejas con sus
hermanos - él, muchacho todavía, con los hijos de Bilhá y los de Zilpá, mujeres de su padre. Y José
comunicó a su padre lo mal que se hablaba de ellos.
3 Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le
había hecho una túnica de manga larga.
4 Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos sus otros hijos, y le aborrecieron hasta
levantaba y se tenía derecha, mientras que vuestras gavillas le hacían rueda y se inclinaban hacia la
mía.»
8 Sus hermanos le dijeron: «¿Será que vas a reinar sobre nosotros o que vas a tenernos
domeñados?» Y acumularon todavía más odio contra él por causa de sus sueños y de su palabras.
9 Volvió a tener otro sueño, y se lo contó a sus hermanos. Díjoles: «He tenido otro sueño: Resulta
que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.»
10 Se lo contó a su padre y a sus hermanos, y su padre le reprendió y le dijo: «¿Qué sueño es ése
que has tenido? ¿Es que yo, tu madre y tus hermanos vamos a venir a inclinarnos ante ti hasta el
suelo?»
11 Sus hermanos le tenían envidia, mientras que su padre reflexionaba.
José atacado por sus hermanos
12 Fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem,
13 y dijo Israel a José: «¿No están tus hermanos pastoreando en Siquem? Ve de mi parte a donde
ellos.» Dijo: «Estoy listo.»
14 Díjole: «Anda, vete a ver si tus hermanos siguen sin novedad, y lo mismo el ganado, y tráeme
pongáis la mano sobre él.» Su intención era de salvarle de sus hermanos para devolverle a su padre.
23 Y ocurrió, que cuando llegó José donde sus hermanos, éstos despojaron a José de su túnica -
venían de Galaad, con camellos cargados de almáciga, sandáraca y ládano, que iban bajando hacia
Egipto.
José llevado a Egipto
26 Entonces dijo Judá a sus hermanos: «¿Qué aprovecha el que asesinemos a nuestro hermano y
luego tapemos su sangre?
27 Venid vamos a venderle a los ismaelitas, pero no pongamos la mano en él, porque es nuestro
José a los ismaelitas por veinte piezas de plata, y éstos se llevaron a José a Egipto.
29 Vuelve Rubén al pozo, y he aquí que José nos estaba en el pozo. El desgarró sus ropas,
30 y volviendo donde sus hermanos les dijo: «El niño no aparece, y yo ¿qué hago ahora?»
31 Entonces tomaron la túnica de José, y degollando un cabrito, tiñeron la túnica en sangre,
32 y enviaron la túnica de manga larga, haciéndola llegar hasta su padre con este recado: «Esto
muchos días.
35 Todos sus hijos e hijas acudieron a consolarle, pero él rehusaba consolarse y decía: «Voy a
bajar en duelo al seol donde mi hijo.» Y su padre le lloraba.
36 Por su parte, los madianitas, llegados a Egipto, le vendieron a Putifar, eunuco del Faraón y
1 Por aquel tiempo bajó Judá de donde sus hermanos para dirigirse a cierto individuo de
Adullam llamado Jirá.
2 Allí conoció Judá a la hija de un cananeo llamado Súa y tomándola por esposa se llegó a ella;
3 ella concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Er.
4 Volvió a concebir y dio a luz otro hijo, al que llamó Onán.
5 Nuevamente dio a luz otro hijo, al que llamó Selá. Ella se encontraba en Akzib al darle a luz.
6 Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar.
7 Er, el primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahveh, Yahveh le hizo morir.
8 Entonces Judá dijo a Onán: «Cásate con la mujer de tu hermano y cumple como cuñado con
Tamar ha fornicado, y lo que es más, ha quedado encinta a consecuencia de ello.» Dijo Judá: «Sacadla
y que sea quemada.»
25 Pero cuando ya la sacaban, envió ella un recado a su suegro: «Del hombre a quien esto
pertenece estoy encinta», y añadía: «Examina, por favor, de quién es este sello, este cordón y este
bastón.»
26 Judá lo reconoció y dijo: «Ella tiene más razón que yo, porque la verdad es que no la he dado
por mujer a mi hijo Selá.» Y nunca más volvió a tener trato con ella.
Los hijos de Tamar
27 Al tiempo del parto resultó que tenía dos mellizos en el vientre.
28 Y ocurrió que, durante el parto, uno de ellos sacó la mano, y la partera le agarró y le ató una
cinta escarlata a la mano, diciendo: «Este ha salido primero.»
29 Pero entonces retiró él la mano, y fue su hermano el que salió. Ella dijo: «¡Cómo te has abierto
brecha!» Y le llamó Peres.
30 Detrás salió su hermano, que llevaba en la mano la cinta escarlata, y le llamó Zéraj.
José, mayordomo de Putifar
Génesis 39
1 José fue bajado a Egipto, y le compró un egipcio, Putifar, eunuco del Faraón y jefe de los
señor egipcio.
3 Este echó de ver que Yahveh estaba con él y que Yahveh hacía prosperar todas sus empresas.
4 José ganó su favor y entró a su servicio, y su señor le puso al frente de su casa y todo cuanto
tenía se lo confió.
5 Desde entonces le encargó de toda su casa y de todo lo que tenía, y Yahveh bendijo la casa del
egipcio en atención a José, extendiéndose la bendición de Yahveh a todo cuanto tenía en casa y en el
campo.
6 El mismo dejó todo lo suyo en manos de José y, con él, ya no se ocupó personalmente de nada
más que del pan que comía. José era apuesto y de buena presencia.
José y la mujer de Putifar
7 Tiempo más tarde sucedió que la mujer de su señor se fijó en José y le dijo: «Acuéstate
conmigo.»
8 Pero él rehusó y dijo a la mujer de su señor: «He aquí que mi señor no me controla nada de lo
Génesis 40
1 Después de estas cosas sucedió que el escanciador y el panadero del rey de Egipto ofendieron a
panaderos,
3 y les puso bajo la custodia en casa del jefe de los guardias, en prisión, en el lugar donde estaba
detenido José.
4 El jefe de los guardias encargó de ellos a José, para que les sirviese. Así pasaban los días en
presidio.
5 Aconteció que ambos soñaron sendos sueños en una misma noche, cada cual con su sentido
propio: el escanciador y el panadero del rey de Egipto que estaban detenidos en la prisión.
6 José vino a ellos por la mañana, y los encontró preocupados.
7 Preguntó, pues, a los eunucos del Faraón, que estaban con él en presidio en casa de su señor:
levantó la cabeza del jefe de escanciadores y la del jefe de panaderos en presencia de sus siervos.
21 Al jefe de escanciadores le restituyó en su oficio, y volvió a poner la copa en manos del
Faraón.
22 En cuanto al jefe de panaderos, le colgó: tal y como les había interpretado José.
23 Pero el jefe de escanciadores no se acordó de José, sino que le echó en olvido.
Los sueños del Faraón
Génesis 41
1 Al cabo de dos años. El Faraón soñó que se encontraba parado a la vera del río.
2 De pronto suben del río siete vacas hermosas y lustrosas que se pusieron a pacer en el carrizal.
3 Pero he aquí que detrás de aquéllas subían del río otras siete vacas, de mal aspecto y macilentas,
las cuales se pararon cabe las otras vacas en la margen del río,
4 y las vacas de mal aspecto y macilentas se comieron a las siete vacas hermosas y lustrosas.
era un sueño.
8 Aquella mañana estaba inquieto su espíritu y envió a llamar a todos los magos y a todos los
sabios de Egipto. El Faraón les contó su sueño, pero no hubo quien se lo interpretara al Faraón.
9 Entonces el jefe de escanciadores habló al Faraón diciéndole: «Hoy me acuerdo de mi yerro.
10 El Faraón se había enojado contra sus siervos y me había puesto bajo custodia en casa del jefe
sentido propio.
12 Había allí con nosotros un muchacho hebreo, siervo del jefe de los guardias. Le contamos
nuestro sueño, y él nos dio el sentido propio de cada cual.
13 Y resultó que según nos lo había interpretado, así fue: A mí me restituyó el Faraón en mi
puesto, y a él le colgó.»
La interpretación de los sueños del Faraón
14 El Faraón mandó llamar a José y le sacaron del pozo con premura, se afeitó y mudó de vestido
y compareció ante el Faraón.
15 Dijo el Faraón a José: «He tenido un sueño y no hay quien lo interprete, pero he oído decir de
ti que te basta oír un sueño para interpretarlo.»
16 Respondió José al Faraón: «No hablemos de mí, que Dios responda en buena hora al Faraón.»
17 Y refirió el Faraón a José su sueño: «Resulta que estaba yo parado a la orilla del río,
18 cuando de pronto suben del río siete vacas lustrosas y de hermoso aspecto, las cuales pacían en
el carrizal.
19 Pero he aquí que otras siete vacas subían detrás de aquéllas, de muy ruin y mala catadura y
macilentas, que jamás vi como aquéllas en toda la tierra de Egipto, de tan malas.
20 Y las siete vacas macilentas y malas se comieron a las siete vacas primeras, las lustrosas.
21 Pero una vez que las tuvieron dentro, ni se conocía que las tuviesen, pues su aspecto seguía tan
malo como al principio. Entonces me desperté,
22 y volví a ver en sueños cómo siete espigas crecían en una misma caña, henchidas y buenas.
23 Pero he aquí que otras siete espigas secas, flacas y asolanadas, brotaban después de aquéllas
24 y consumieron las espigas flacas a las siete espigas hermosas. Se lo he dicho a los magos,
pero no hay quien me lo explique.»
25 José dijo al Faraón: «El sueño del Faraón es uno solo: Dios anuncia al Faraón lo que va a
hacer.
26 Las siete vacas buenas son siete años de abundancia y las siete espigas buenas, siete años son:
igualmente las siete espigas flacas y asolanadas, es que habrá siete años de hambre.
28 Esto es lo que yo he dicho al Faraón. Lo que Dios va a hacer lo ha mostrado al Faraón.
29 He aquí que vienen siete años de gran hartura en todo Egipto.
30 Pero después sobrevendrán otros siete años de hambre y se olvidará toda la hartura en Egipto,
pues el hambre asolará el país,
31 y no se conocerá hartura en el país, de tanta hambre como habrá.
32 Y el que se haya repetido el sueño del Faraón dos veces, es porque la cosa es firme de parte de
aflicción».
53 Concluyéronse los siete años de hartura que hubo en Egipto,
54 y empezaron a llegar los siete años de hambre como había predicho José. Hubo hambre en
Génesis 42
1 Vio Jacob que se repartía grano en Egipto, y dijo Jacob a sus hijos: «¿Por qué os estáis ahí
mirando?
2 Yo tengo oído que hay reparto de grano en Egipto. Bajad a comprarnos grano allí, para que
vivamos y no muramos.»
3 Bajaron, pues, los diez hermanos de José a proveerse de grano en Egipto;
4 pero a Benjamín, hermano de José, no le envió Jacob con sus hermanos, pues se decía: «No
vaya a sucederle alguna desgracia.»
5 Fueron, pues, los hijos de Israel a comprar con otros que iban, pues había hambre en el país
cananeo.
El primer encuentro de José con sus hermanos
6 José era el que regía en todo el país, y él mismo en persona era el que distribuía grano a todo el
les dijo: «¿De dónde venís?» Dijeron: «De Canaán, para comprar víveres.»
8 O sea, que José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron.
9 José entonces se acordó de aquellos sueños que había soñado respecto a ellos, y les dijo:
«Vosotros sois espías, que venís a ver los puntos desguarnecidos del país.»
10 Dijéronle: «No, señor, sino que tus siervos han venido a proveerse de víveres.
11 Todos nosotros somos hijos de un mismo padre, y somos gente de bien: tus siervos no son
espías.»
12 Díjoles: «Nada de eso: a lo que venís es a ver los puntos desguarnecidos del país.»
13 Dijéronle: «Tus siervos somos doce hermanos, hijos de un mismo padre, en el país cananeo;
sólo que el menor está actualmente con nuestro padre, y el otro no existe.»
14 José replicó: «Lo que yo os dije: sois espías.
15 Con esto seréis probados, ¡por vida del Faraón!, no saldréis de aquí mientras no venga vuestro
hermano pequeño acá.
16 Enviad a cualquiera de vosotros y que traiga a vuestro hermano, mientras los demás quedáis
presos. Así serán comprobadas vuestras afirmaciones, a ver si la verdad está con vosotros. Que si no,
¡por vida del Faraón!, espías sois.»
17 Y los puso bajo custodia durante tres días.
18 Al tercer día les dijo José: «Haced esto - pues yo también temo a Dios - y viviréis.
19 Si sois gente de bien, uno de vuestros hermanos se quedará detenido en la prisión mientras los
demás hermanos vais a llevar el grano que tanta falta hace en vuestras casas.
20 Luego me traéis a vuestro hermano menor; entonces se verá que son verídicas vuestras
veíamos cuando nos pedía que tuviésemos compasión y no le hicimos caso. Por eso nos hallamos en
esta angustia.»
22 Rubén les replicó: «!? Nos os decía yo que no pecarais contra el niño y no me hicisteis caso?
¡Ahora se reclama su sangre!»
23 Ignoraban ellos que José les entendía, porque mediaba un intérprete entre ellos.
24 Entonces José se apartó de su lado y lloró; y volviendo donde ellos tomó a Simeón y le hizo
amarrar a vista de todos.
25 Mandó José que se les llenaran los envases de grano, que se devolviera a cada uno su dinero
en la talega, y que se les pusiera provisiones para el camino; así se hizo con ellos.
26 Ellos pusieron su cargamento de grano sobre los burros, y se fueron de allí.
La vuelta de los hermanos de José a Canaán
27 Al ir a hacer noche, uno de ellos abrió su talega para dar pienso a su burro, y vio que su
dinero estaba en la boca de la talega de grano.
28 Y dijo a sus hermanos: «Me han devuelto el dinero; lo tengo aquí en mi talega.» Se quedaron
sin aliento, y se miraban temblando y diciendo: «¿Qué es esto que ha hecho Dios con nosotros?»
29 Llegaron donde su padre, a Canaán, y le manifestaron todas sus aventuras, diciéndole:
30 «El hombre que es señor del país ha hablado con nosotros duramente y nos ha tomado por
espías del país.
31 Nosotros le hemos dicho que éramos gente de bien y no espías,
32 que éramos doce hermanos, hijos del mismo padre; que uno de nosotros no existía, y que el
otro se encontraba actualmente con nuestro padre en Canaán.
33 Entonces nos dijo el hombre que es señor del país: “De este modo conoceré si sois gente de
bien; dejad conmigo a uno de vosotros, tomad lo que hace falta en vuestras casas y marchaos
34 a buscarme a vuestro hermano pequeño. Así conoceré que no sois espías, sino gente de bien.
Entonces os entregaré a vuestro hermano y circularéis libremente por el país.”»
35 Ahora bien, cuando estaban vaciando sus talegas, he aquí que cada uno tenía su dinero en la
talega, y tanto ellos como su padre, al ver las bolsas, sintieron miedo.
36 Su padre Jacob les dijo: «Me dejáis sin hijos: Falta José, falta Simeón, y encima vais a
quitarme a Benjamín. Esto acabará conmigo.»
37 Dijo Rubén a su padre: «Que mueran mis dos hijos si no te lo traemos. Confíalo a mí y yo te lo
devolveré.»
38 Replicó: «No bajará mi hijo con vosotros, pues su hermano está muerto y sólo me queda él. Si
le ocurre cualquier desgracia en ese viaje que vais a hacer, entonces haríais bajar mi vejez con pena
al seol.»
El segundo viaje de los hermanos de José a Egipto
Génesis 43
vuestro otro hermano, y a Benjamín. Por mi parte, si he de perder a mis hijos, qué le vamos a hacer.»
15 Ellos tomaron dicho regalo y el doble de plata consigo, y asimismo a Benjamín, y poniéndose
algún animal y lo preparas, porque esos hombres van a comer conmigo a mediodía.»
17 El hombre hizo como le había dicho José, y llevó a los hombres a casa de José.
18 Ellos se asustaron porque se les llevaba a casa de José, y dijeron: «Es por lo de la plata
devuelta en nuestros sacos la otra vez, por lo que se nos trae acá, para ponernos alguna trampa, caer
sobre nosotros y reducirnos a esclavitud, junto con nuestros asnos.»
19 Y acercándose al mayordomo de José le dijeron a la puerta de la casa:
20 «Por favor, señor, nosotros bajamos anteriormente a comprar víveres.
21 Pero resultó que cuando fuimos a hacer noche y abrimos nuestras talegas de grano, nos
encontramos con que la plata de cada uno estaba en la boca de su talega, nuestra plata bien pesada, y
la hemos devuelto con nosotros,
22 y además traemos con nosotros más plata para comprar víveres. Ignoramos quién puso nuestra
ese tesoro en las talegas. Vuestra plata ya me llegó.» Y les sacó a Simeón.
24 Luego los introdujo en casa de José, les dio agua y se lavaron los pies, y les dio pienso para
sus asnos.
25 Entonces ellos prepararon el regalo, mientras llegaba José a mediodía, pues oyeron que iban a
comer allí.
El segundo encuentro de José con sus hermanos
26 Al entrar José en casa, le presentaron el regalo que llevaban consigo y se inclinaron hasta el
suelo.
27 El les saludó y les preguntó: «Vuestro anciano padre de quien me hablasteis, ¿vive aún?»
28 Y le dijeron: «Está bien tu siervo, nuestro padre: todavía vive.» Y postrándose se inclinaron.
29 Entonces José volvió los ojos y vio a Benjamín, su hermano de madre, y dijo: «¿Este es
vuestro hermano menor, de quien me hablasteis?» Y añadió: «Dios te guarde, hijo mío.»
30 José tuvo que darse prisa, porque le daban ganas de llorar de emoción por su hermano, y
Génesis 44
1 Entonces él dio esta orden a su mayordomo: «Llena de víveres las talegas de estos hombres,
«Levántate y persigue a esos hombres, les das alcance y les dices: ¿Por qué habéis pagado mal por
bien?
5 ¡Se trata nada menos que de lo que utiliza mi señor para beber, y también para sus
quedaréis disculpados.»
11 Ellos se dieron prisa en bajar sus talegas a tierra y fueron abriendo cada cual la suya;
12 él les registró empezando por el grande y acabando por el chico, y apareció la copa en la
talega de Benjamín.
13 Entonces rasgaron ellos sus túnicas, y cargando cada cual su burro regresaron a la ciudad.
14 Judá y sus hermanos entraron a casa de José, que todavía estaba allí, y cayeron rostro en tierra.
15 José les dijo: «¿Qué habéis hecho? ¡ignorabais que uno como yo tenía que adivinarlo sin
falta?»
16 Judá dijo: «¿Qué vamos a decir al señor, qué vamos a hablar, qué excusa vamos a dar? Dios ha
hallado culpables a sus siervos, y henos aquí como esclavos de nuestro señor, tanto nosotros como
aquel en cuyo poder ha aparecido la copa.»
17 Replicó: «¡Lejos de mí, hacer eso! Aquel a quien se le ha hallado la copa, ése será mi esclavo,
que los demás subiréis sin novedad donde vuestro padre.»
La intervención de Judá en favor de Benjamín
18 Entonces se le acercó Judá y le dijo: «Con permiso, señor, tu siervo va a pronunciar una
palabra a los oídos de mi señor, y que no se encienda tu ira contra tu siervo, pues tú eres como el
mismo Faraón.
19 Mi señor preguntó a sus siervos: “¿Tenéis padre o algún hermano?”
20 Y nosotros dijimos a mi señor: «”Sí, tenemos padre anciano, y un hijo pequeño de su
ancianidad. Otro hermano de éste murió; sólo le ha quedado éste de su madre, y su padre le quiere.”
21 Entonces tú dijiste a tus siervos: «Bajádmelo, que ponga mis ojos sobre él.”
22 Y dijimos a mi señor: “Imposible que el muchacho deje a su padre, pues si le dejara, éste
moriría.”
23 Pero dijiste a tus siervos: “Pues si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis
a verme la cara.”
24 Así pues, cuando subimos nosotros a mi padre, tu siervo, le expusimos las palabras de mi
señor.
25 Nuestro padre dijo: “Volved y compradnos algo de comer.”
26 Dijimos: “No podemos bajar, a menos que nuestro hermano pequeño vaya con nosotros. En
ese caso sí bajaríamos. Porque no podemos presentarnos a aquel hombre si no está con nosotros
nuestro hermano el pequeño.”
27 Mi padre, tu siervo, nos dijo: “Bien sabéis que mi mujer me dio a los dos:
28 el uno se me marchó, y dije que seguramente habría sido despedazado, y no le he vuelto a ver
más hasta ahora.
29 Y ahora os lleváis también a éste de mi presencia, y le ocurre alguna desgracia, y habréis
Génesis 45
1 Ya no pudo José contenerse delante de todos los que en pie le asistían y exclamó: «Echad a todo
el mundo de mi lado.» Y no quedó nadie con él mientras se daba a conocer José a sus hermanos.
2 (Y se echó a llorar a gritos, y lo oyeron los egipcios, y lo oyó hasta la casa del Faraón.)
3 José dijo a sus hermanos: «Yo soy José. ¿Vive aún mi padre?» Sus hermanos no podían
inmediatamente en Canaán ,
18 tomad a vuestro padre y vuestras familias, y venid a mí, que yo os daré lo mejor de Egipto, y
vosotros.»
21 Así lo hicieron los hijos de Israel; José les proporcionó carretas por orden del Faraón; y les
mudas.
23 A su padre le envió asimismo diez burros cargados de lo mejor de Egipto y diez asnas
cargadas de trigo, pan y víveres para el viaje de su padre.
24 Luego despidió a sus hermanos, y cuando se iban les dijo: «No os excitéis en el camino.»
25 Subieron, pues, de Egipto y llegaron a Canaán, a donde su padre Jacob,
26 y le anunciaron: «Todavía vive José, y es el amo de todo Egipto.» Pero él se quedó impasible,
porque no les creía.
27 Entonces le repitieron todas las palabras que José les había dicho, vio las carretas que José
Génesis 46
1 Partió Israel con todas sus pertenencias y llegó a Berseba, donde hizo sacrificios al Dios de su
padre Isaac.
2 Y dijo Dios a Israel en visión nocturna: «¡Jacob, Jacob!» - «Heme aquí», respondió. -
3 «Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te haré una gran nación.
4 Y bajaré contigo a Egipto y yo mismo te subiré también. José te cerrará los ojos.»
5 Jacob partió de Berseba y los hijos de Israel montaron a su padre Jacob, así como a sus
pequeños y mujeres, en las carretas que había mandado el Faraón para trasportarle.
6 También tomaron sus ganados y la hacienda lograda en Canaán, y fueron a Egipto, Jacob y toda
La familia de Jacob
8 Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto: Jacob y sus hijos. El
primogénito de Jacob: Rubén,
9 y los hijos de Rubén: Henoc, Pallú, Jesrón y Karmí;
10 los hijos de Simeón: Yemuel, Yamín, Ohad, Yakín, Sójar y Saúl, hijo de la cananea;
11 los hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí;
12 los hijos de Judá: Er, Onán, Selá, Peres y Zéraj, (¡pero Er y Onán ya habían muerto en
y Malkiel.
18 Estos son los hijos de Zilpá, la que Labán diera a su hija Lía; ella engendró para Jacob estas
dieciséis personas.
19 Los hijos de Raquel, mujer de Jacob: José y Benjamín.
20 A José le nacieron en Egipto Manasés y Efraím, de Asnat, hija de Poti Fera, sacerdote de On.
21 Los hijos de Benjamín: Belá, Béker, Asbel, Guerá, Naamán, Ejí, Ros, Muppim, Juppim y Ard.
22 Estos son los hijos que Raquel dio a Jacob. En total catorce personas.
23 Los hijos de Dan: Jusim.
24 Los hijos de Neftalí: Yajseel, Guní, Yéser y Sillem.
25 Estos son los hijos de Bilhá, la que Labán diera a su hija Raquel, y que aquélla engendró para
al país de Gosen.
29 José engancho su carroza y subió a Gosen, al encuentro de su padre Israel; y viéndole se echó
a su cuello y estúvose llorando sobre su cuello.
30 Y dijo Israel a José: «Ahora ya puedo morir, después de haber visto tu rostro, pues que tú vives
todavía.»
31 José dijo a sus hermanos y a la familia de su padre: «Voy a subir a avisar al Faraón y decirle:
“Han venido a mí mis hermanos y la casa de mi padre que estaban en Canaán.
32 Son pastores de ovejas, pues siempre fueron ganaderos, y, han traído ovejas, vacadas y todo lo
suyo.»
33 Así, cuando os llame el Faraón y os diga. “¿Cuál es vuestro oficio?”,
34 le decís: “Ganaderos hemos sido tus siervos desde la mocedad hasta ahora, lo mismo que
nuestros padres.” De esta suerte os quedaréis en el país de Gosen.» Porque los egipcios detestan a
todos los pastores de ovejas.63
La entrevista de los hijos de Jacob con el Faraón
Génesis 47
1 Vino, pues, José a dar parte al Faraón, diciendo: «Mi padre, mis hermanos, sus ovejas y vacadas
rebaños que tienen tus siervos, por ser grave el hambre en Canaán. Así pues, deja morar a tus siervos
en el país de Gosen.»
5-a Y dijo el Faraón a José:
Otro relato del establecimiento de los hebreos en Egipto
5-b Jacob, y sus hijos vinieron a Egipto donde José. El Faraón, rey de Egipto, se enteró y dijo a
José: «Tu padre y tus hermanos han venido a ti.
6-a Tienes el territorio egipcio por delante: en lo mejor del país instala a tu padre y tus
hermanos.»
6-b «Que residan en el país de Gosen. Y si te consta que hay entre ellos gente capacitada, ponles
por rabadanes de lo mío.»
7 José llevó a su padre Jacob y le presentó delante del Faraón, y Jacob bendijo al Faraón.
8 Dijo el Faraón a Jacob: «¿Cuántos años tienes?»
9 Respondió Jacob al Faraón: «Los años de mis andanzas hacen 130 años: pocos y malos han sido
los años de mi vida, y no han llegado a igualar los años de vida de mis padres, en el tiempo de sus
andanzas.»
10 Bendijo, pues, Jacob al Faraón, y salió de su presencia.
11 José instaló a su padre y sus hermanos, asignándoles predio en territorio egipcio, en lo mejor
del país, en el país de Ramsés, según lo había mandado el Faraón.
12 Y José proveyó al sustento familiar de su padre y sus hermanos y toda la casa de su padre.
La habilidad administrativa de José
13 No había pan en todo el país, porque el hambre era gravísima y tanto Egipto como Canaán
estaban muertos de hambre.
14 Entonces José se hizo con toda la plata existente en Egipto y Canaán a cambio del grano que
ellos compraban, y llevó José aquella plata al palacio del Faraón.
15 Agotada la plata de Egipto y de Canaán, acudió Egipto en masa a José diciendo: «Danos pan.
¿Por qué hemos de morir en tu presencia ahora que se ha agotado la plata?»
16 Dijo José: «Entregad vuestros ganados y os daré pan por vuestros ganados, ya que se ha
agotado la plata.»
17 Trajeron sus ganados a José y José les dio pan a cambio de caballos, ovejas, vacas y burros. Y
les abasteció de pan a trueque de todos sus ganados por aquel año.
18 Cumplido el año, acudieron al año siguiente y le dijeron: «No disimularemos a nuestro señor
que se ha agotado la plata, y también los ganados pertenecen ya a nuestro señor; no nos queda a
disposición de nuestro señor nada, salvo nuestros cuerpos y nuestras tierras.
19 ¿Por qué hemos de morir delante de tus ojos así nosotros como nuestras tierras? Aprópiate de
nosotros y de nuestras tierras a cambio de pan, y nosotros con nuestras tierras pasaremos a ser
esclavos del Faraón. Pero danos simiente para que vivamos y no muramos, y el suelo no quede
desolado.»
20 De este modo se apropió José todo el suelo de Egipto para el Faraón, pues los egipcios
vendieron cada uno su campo porque el hambre les apretaba, y la tierra vino a ser del Faraón.
21 En cuanto al pueblo, lo redujo a servidumbre, de cabo a cabo de las fronteras de Egipto.
22 Tan sólo las tierras de los sacerdotes no se las apropió, porque los sacerdotes tuvieron tal
privilegio del Faraón, y comieron de dicho privilegio que les concedió el Faraón. Por lo cual no
vendieron sus tierras.
23 Dijo entonces José al pueblo: «He aquí que os he adquirido hoy para el Faraón a vosotros y
vosotros, para siembra del campo, y para alimento vuestro y de vuestros familiares, para alimento de
vuestras criaturas.»
25 Dijeron ellos: «Nos has salvado la vida. Hallemos gracia a los ojos de mi señor, y seremos
quinto al Faraón. Tan sólo el territorio de los sacerdotes no pasó a ser del Faraón.
La última voluntad de Jacob
27 Israel residió en Egipto, en el país de Gosen; se afincaron en él y fueron fecundos y se
multiplicaron sobremanera.
28 Jacob vivió en Egipto diez y siete años, siendo los días de Jacob, los años de su vida, 147 años.
29 Cuando los días de Israel tocaron a su fin, llamó a su hijo José y le dijo: «Si he hallado gracia
a tus ojos, pon tu mano debajo de mi muslo y hazme este favor y lealtad: No me sepultes en Egipto.
30 Cuando yo me acueste con mis padres, me llevarás de Egipto y me sepultarás en el sepulcro de
ellos.» Respondió: «Yo haré según tu palabra.» -
31 «Júramelo», dijo. Y José se lo juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su lecho.
La bendición de Efraím y Manasés
Génesis 48
1 Sucedió tras esto que se le dijo a José: «Mira que tu padre está malo.» Entonces él tomó consigo
contigo, míos son: Efraím y Manasés, igual que Rubén y Simeón, serán míos.
6 En cuanto a la prole que has engendrado después de ellos, tuya será y con el apellido de sus
cananeos, a poco trecho para llegar a Efratá, y allí la sepulté, en el camino de Efratá, o sea Belén.»
8 Vio Israel a los hijos de José y preguntó: «¿Quiénes son éstos?»
9 Dijo José a su padre: «Son mis hijos, los que me ha dado Dios aquí.» Y él dijo: «Tráemelos acá,
izquierda sobre la cabeza de Manasés: es decir que cruzó las manos, puesto que Manasés era el
primogénito;
15 y bendijo a José diciendo: «El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac,
el Dios que ha sido mi pastor desde que existo hasta el presente día,
16 el Ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos muchachos; sean llamados con mi
nombre y con el de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense y crezcan en medio de la tierra.»
17 Al ver José que su padre tenía la diestra puesta sobre la cabeza de Efraím, le pareció mal, y
asió la mano de su padre para retirarla de sobre la cabeza de Efraím a la de Manasés.
18 Y dijo José a su padre: «Así no, padre mío, que éste es el primogénito; pon tu diestra sobre su
cabeza.
19 Pero rehusó su padre, y dijo: «Lo sé, hijo mío, lo sé; también él será grande. Sin embargo, su
hermano será más grande que él, y su descendencia se hará una muchedumbre de gentes.
20 Y les bendijo aquel día, diciendo: «Que con vuestro nombre se bendiga en Israel, y se diga:
¡Hágate Dios como a Efraím y Manasés!» - y puso a Efraím por delante de Manassés. -
21 Dijo entonces Israel a José: «Yo muero; pero Dios estará con vosotros y os devolverá a la
tierra de vuestros padres.
22 Yo, por mi parte, te doy Siquem a ti, mejorándote sobre tus hermanos: lo que tomé al amorreo
Génesis 49
164 Jacob llamó a sus hijos y dijo: «Juntaos, y os anunciaré lo que os ha de acontecer en días
venideros:
2 Apiñaos y oíd, hijos de Jacob, y escuchad a Israel, vuestro padre.
3 Rubén, mi primogénito eres tú, mi vigor y las primicias de mi virilidad, plétora de pasión y de
ímpetu,
4 espumas como el agua: ¡Cuidado, no te desbordes! porque subiste al lecho de tu padre; entonces
bendiciones de los cielos desde arriba, bendiciones del abismo que yace abajo, bendiciones de los
pechos y del seno,
26 bendiciones de espigas y de frutos, amén de las bendiciones de los montes seculares, y el
anhelo de los collados eternos. ¡Sean para la cabeza de José, y para la frente del consagrado entre sus
hermanos!
27 Benjamín, lobo rapaz; de mañana devora su presa, y a la tarde reparte el despojo.»
28 Todas estas son las tribus de Israel, doce en total, y esto es lo que les dijo su padre,
sepulté yo a Lía.
32 Dicho campo y la cueva que en él hay fueron adquiridos de los hititas.»
33 Y en habiendo acabado Jacob de hacer encargos a sus hijos, recogió sus piernas en el lecho,
Génesis 50
embalsamaron a Israel.
3 Emplearon en ellos cuarenta días, porque este es el tiempo que se emplea con los
embalsamados. Y los egipcios le lloraron durante setenta días.
4 Transcurridos los días de luto por él, habló José a la casa del Faraón en estos términos: «Si he
hallado gracia a vuestros ojos, por favor, haced llegar a oídos del Faraón esta palabra:
5 Mi padre me tomó juramento diciendo: “Yo me muero. En el sepulcro que yo me labré en el
país de Canaán, allí me has de sepultar.” Ahora, pues, permíteme que suba a sepultar a mi padre, y
luego volveré.»
6 Dijo el Faraón: «Sube y sepulta a tu padre como él te hizo jurar.»
7 Subió José a enterrar a su padre, y con él subieron todos los servidores del Faraón, los más
viejos de palacio, y todos los ancianos de Egipto,
8 así como toda la familia de José, sus hermanos y la familia de su padre. Tan sólo a sus
pequeñuelos, sus rebaños y vacadas, dejaron en el país de Gosen.
9 Subieron con él además carros y aurigas: un cortejo muy considerable.
10 Llegados a Goren Haatad, que está allende el Jordán, hicieron allí un duelo muy grande y
solemne, y José lloró a su padre durante siete días.
11 Los cananeos, habitantes del país, vieron el duelo en Goren Haatad y dijeron: «Duelo de
importancia es ése de los egipcios.» Por eso se llamó el lugar Abel Misráyim, que está allende el
Jordán.
12 Sus hijos, pues, hicieron por él como él se lo había mandado;
13 le llevaron sus hijos al país de Canaán, y le sepultaron en la cueva del campo de la Makpelá, el
campo que había comprado Abraham en propiedad sepulcral a Efrón el hitita, enfrente de Mambré.
14 Regresó José a Egipto con sus hermanos, y todos cuantos habían subido con él a sepultar a su
padre.
El temor de los hermanos de José
15 Vieron los hermanos de José que había muerto su padre y dijeron: «A ver si José nos guarda
rencor y nos devuelve todo el daño que le hicimos.»
16 Por eso mandaron a José este recado: «Tu padre encargó antes de su muerte:
17 “Así diréis a José: Por favor, perdona el crimen de tus hermanos y su pecado.” Cierto que te
hicieron daño, pero ahora tú perdona el crimen de los siervos del Dios de tu padre.» Y José lloró
mientras le hablaban.
La promesa de José a sus hermanos
18 Fueron entonces sus hermanos personalmente y cayendo delante de él dijeron: «Henos aquí,
os hará subir de este país al país que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob.»
25 José hizo jurar a los hijos de Israel, diciendo: «Dios os visitará sin falta, y entonces os
llevaréis mis huesos de aquí.»
26 Y José murió a la edad de 110 años; le embalsamaron, y se le puso en una caja en Egipto.
ÉXODO
Introducción.
Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí
se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el
paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre
en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo
ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el
"Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó
el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en
medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés
que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21).
El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa
"salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber
manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por
medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a
constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma,
desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo,
rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las
generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por
el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un
testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra
de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon
elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de
origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas
para anunciar un nuevo Éxodo (Is. 43. 18-21) y una nueva Alianza (Jer. 31. 31-34) más admirables que
los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra
redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" (1 Cor. 5. 7), que selló con su sangre "una Alianza más
excelente" (Heb. 8. 6). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del
Bautismo (1 Cor. 10. 1-4).
LA MISIÓN DE MOISÉS
Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos
trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de
exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de
Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés,
que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "Él prefirió compartir los
sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo
firme como si estuviera viendo al Invisible" (Heb. 11. 25, 27). De ahí que se enfrentó con el Faraón
para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos
que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que
luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo
en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios.
Los descendientes de Jacob
Éxodo 1
1 Estos son los nombres de los israelitas que entraron con Jacob en Egipto, cada uno con su
familia:
2 Rubén, Simeón, Leví, Judá,
3 Isacar, Zabulón, Benjamín,
4 Dan, Neftalí, Gad y Aser.
5 El número de los descendientes de Jacob era de setenta personas. José estaba ya en Egipto.
El crecimiento y la opresión de los israelitas
6 Murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación;
7 pero los israelitas fueron fecundos y se multiplicaron; llegaron a ser muy numerosos y fuertes
y llenaron el país.
8 Se alzó en Egipto un nuevo rey, que nada sabía de José;
9 y que dijo a su pueblo: «Mirad, los israelitas son un pueblo más numeroso y fuerte que
nosotros.
10 Tomemos precauciones contra él para que no siga multiplicándose, no sea que en caso de
guerra se una también él a nuestros enemigos para luchar contra nosotros y salir del país.»
11 Les impusieron pues, capataces para aplastarlos bajo el peso de duros trabajos; y así
a los niños?»
19 Respondieron las parteras al Faraón: «Es que las hebreas no son como las egipcias. Son más
robustas, y antes que llegue la partera, ya han dado a luz.»
20 Y Dios favoreció a las parteras. El pueblo se multiplicó y se hizo muy poderoso.
21 Y por haber temido las parteras a Dios, les concedió numerosa prole.
22 Entonces el Faraón dio a todo su pueblo esta orden: «Todo niño que nazca lo echaréis al Río;
Éxodo 2
1 Un hombre de la casa de Leví fue a tomar por mujer una hija de Leví.
2 Concibió la mujer y dio a luz un hijo; y viendo que era hermoso lo tuvo escondido durante tres
meses.
3 Pero no pudiendo ocultarlo ya por más tiempo, tomó una cestilla de papiro, la calafateó con
betún y pez, metió en ella al niño, y la puso entre los juncos, a la orilla del Río.
4 La hermana del niño se apostó a lo lejos para ver lo que le pasaba.
5 Bajó la hija del Faraón a bañarse en el Río y, mientras sus doncellas se paseaban por la orilla
del Río, divisó la cestilla entre los juncos, y envió una criada suya para que la cogiera.
6 Al abrirla, vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: «Es uno de los
niños hebreos.»
7 Entonces dijo la hermana a la hija del Faraón: «¿Quieres que yo vaya y llame una nodriza de
entre las hebreas para que te críe este niño?»
8 «Vete», le contestó la hija del Faraón. Fue, pues, la joven y llamó a la madre del niño.
9 Y la hija del Faraón le dijo: «Toma este niño y críamelo que yo te pagaré.» Tomó la mujer al
niño y lo crió.
10 El niño creció, y ella lo llevó entonces a la hija del Faraón, que lo tuvo por hijo, y le llamó
penosos trabajos; vio también cómo un egipcio golpeaba a un hebreo, a uno de sus hermanos.
12 Miró a uno y a otro lado, y no viendo a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena.
13 Salió al día siguiente y vio a dos hebreos que reñían. Y dijo al culpable: «¿Por qué pegas a tu
compañero?»
14 El respondió: «¿Quién te ha puesto de jefe y juez sobre nosotros? ¿Acaso estás pensando en
matarme como mataste al egipcio?» Moisés, lleno de temor, se dijo: «La cosa ciertamente se sabe.»
15 Supo el Faraón lo sucedido y buscaba a Moisés para matarle; pero él huyó de la presencia del
El clamor de los israelitas escuchado por Dios
23 Durante este largo período murió el rey de Egipto; los israelitas, gimiendo bajo la
servidumbre, clamaron, y su clamor, que brotaba del fondo de su esclavitud, subió a Dios.
24 Oyó Dios sus gemidos, y acordóse Dios de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob.
25 Y miró Dios a los hijos de Israel y conoció...
El llamado de Dios a Moisés
Éxodo 3
1 Moisés era pastor del rebaño de Jetró su suegro, sacerdote de Madián. Una vez llevó las ovejas
zarza.»
4 Cuando vio Yahveh que Moisés se acercaba para mirar, le llamó de en medio de la zarza,
tierra sagrada.»
6 Y añadió: «Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de
oro y vestidos, que pondréis a vuestros hijos y a vuestras hijas, y así despojaréis a los egipcios.»
El poder dado por Dios a Moisés
Éxodo 4
1 Respondió Moisés y dijo: «No van a creerme, ni escucharán mi voz; pues dirán: “No se te ha
aparecido Yahveh.”»
2 Díjole Yahveh: «¿Qué tienes en tu mano?» «Un cayado», respondió él.
3 Yahveh le dijo: «Échalo a tierra.» Lo echó a tierra y se convirtió en serpiente; y Moisés huyó de
ella.
4 Dijo Yahveh a Moisés: «Extiende tu mano y agárrala por la cola.» Extendió la mano, la agarró,
ver a mis hermanos de Egipto para saber si viven todavía.» Dijo Jetró a Moisés: «Vete en paz.»
19 Yahveh dijo a Moisés en Madián: «Anda, vuelve a Egipto ; pues han muerto todos los que
buscaban tu muerte.»
20 Tomó, pues, Moisés a su mujer y a su hijo y, montándolos sobre un asno, volvió a la tierra de
prodigios que yo he puesto en tu mano; yo, por mi parte, endureceré su corazón, y no dejará salir al
pueblo.75
22 Y dirás al Faraón: Así dice Yahveh: Israel es mi hijo, mi primogénito.
23 Yo te he dicho: “Deja ir a mi hijo para que me dé culto,” pero como tú no quieres dejarle
Éxodo 5
1 Después se presentaron Moisés y Aarón al Faraón y le dijeron: «Así dice Yahveh, el Dios de
Israel: Deja salir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto.»
2 Respondió el Faraón: «¿Quién es Yahveh para que yo escuche su voz y deje salir a Israel? No
de tres días al desierto para ofrecer sacrificios a Yahveh, nuestro Dios, no sea que nos castigue con
peste o espada.»
4 El rey de Egipto les replicó: «¿Por qué vosotros, Moisés y Aarón, apartáis al pueblo de sus
trabajos?»
Las instrucciones del Faraón a sus capataces
6 Aquel mismo día dio el Faraón esta orden a los capataces del pueblo y a los escribas:
7 «Ya no daréis como antes paja al pueblo para hacer ladrillos; que vayan ellos mismos a
buscársela.
8 Pero que hagan la misma cantidad de ladrillos que hacían antes, sin rebajarla; pues son unos
perezosos. Y por eso claman diciendo: Vamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios.
9 Que se aumente el trabajo de estos hombres para que estén ocupados en él y no den oídos a
palabras mentirosas.
10 Salieron los capataces del pueblo diciendo: «Esto dice el Faraón: No os daré ya más paja;
11 id vosotros mismos a buscárosla donde la podáis hallar. Pero vuestra tarea no se disminuirá en
nada.»
12 Esparcióse, pues, el pueblo por el país de Egipto en busca de rastrojo para emplearlo como
paja.
13 Los capataces por su lado los apremiaban, diciendo: «Terminad la tarea que os ha sido fijada
me has enviado?
23 Pues desde que fui al Faraón para hablarle en tu nombre está maltratando a este pueblo, y tú no
Éxodo 6
1 Respondió Yahveh a Moisés: «Ahora verás lo que voy a hacer con el Faraón; porque bajo
fuerte mano tendrá que dejarles partir y bajo fuerte mano él mismo los expulsará de su territorio.»
Otro relato de la vocación de Moisés
2 Habló Dios a Moisés y le dijo: «Yo soy Yahveh.
3 Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como El Sadday; pero mi nombre de Yahveh no se lo
di a conocer.77
4 También con ellos establecí mi alianza, para darles la tierra de Canaán, la tierra en que
son los jefes de las casas paternas de los levitas, según sus familias.
26 Estos son, pues, aquel Aarón y aquel Moisés a quienes dijo Yahveh: «Sacad a los israelitas de
Faraón?»
Éxodo 7
1 Dijo Yahveh a Moisés: «Mira que te he constituido como dios para el Faraón y Aarón, tu
hermano, será tu profeta;
2 tú le dirás cuanto yo te mande; y Aarón, tu hermano, se lo dirá al Faraón, para que deje salir de
pueblo.
15 Preséntate al Faraón por la mañana, cuando vaya a la ribera. Le saldrás al encuentro a la orilla
pueblo, para que me den culto en el desierto”; pero hasta el presente no has escuchado.
17 Así dice Yahveh: En esto conocerás que yo soy Yahveh: Mira que voy a golpear con el cayado
Egipto, sobre sus canales, sobre sus ríos, sobre sus lagunas y sobre todos sus depósitos de agua. Se
convertirán en sangre; y habrá sangre en toda la tierra de Egipto, hasta en los árboles y la piedras.»
20 Moisés y Aarón hicieron lo que Yahveh les había mandado: alzó el cayado y golpeó las aguas
que hay en el Rió en presencia del Faraón y de sus servidores, y todas las aguas del Rió se
convirtieron en sangre.
21 Los peces del Río murieron, el Río quedó apestado de modo que los egipcios nos pudieron
Éxodo 8
1 Dijo Yahveh a Moisés: «Di a Aarón: Extiende tu mano con tu cayado sobre los canales, sobre
los ríos y sobre las lagunas, y haz que suban las ranas sobre la tierra de Egipto.»
2 Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto; subieron la ranas y cubrieron la tierra de
Egipto.
3 Pero los magos hicieron lo mismo con sus encantamientos, e hicieron subir las ranas sobre la
tierra de Egipto.
4 El Faraón llamó a Moisés y a Aarón y dijo: «Pedid a Yahveh que aparte las ranas de mí y de mi
por tu pueblo, para que se alejen las ranas de ti y de tus casas, y queden solamente en el Río.»
6 «Mañana», contestó el. Replicó Moisés: «Será conforme a tu palabra, para que sepas que no hay
mosquitos sobre los hombres y sobre los ganados. Todo el polvo de la tierra se convirtió en
mosquitos sobre todo el país de Egipto.
14 Los magos intentaron con sus encantamientos hacer salir mosquitos, pero no pudieron. Hubo,
La quinta plaga: la mortandad del ganado
Éxodo 9
1 Yahveh dijo a Moisés: «Preséntate al Faraón y dile: Así dice Yahveh, el Dios de los hebreos:
asnos, sobre los camellos, sobre la vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste.
4 Pero Yahveh hará distinción entre el ganado de Israel y el ganado de los egipcios, de modo que
Dios de los hebreos: “Deja salir a mi pueblo para que me den culto.”
14 Porque esta vez voy a enviar todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo para
desaparecido de la tierra;
16 pero te he dejado con vida, para hacerte ver mi poder, y para que sea celebrado mi nombre
descargará sobre todos los hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan
recogido bajo techumbre perecerán.»
20 Aquéllos de los siervos del Faraón que temieron la palabra de Yahveh pusieron al abrigo a sus
siervos y su ganado;
21 mas los que no hicieron caso de la palabra de Yahveh, dejaron en el campo a sus siervos y su
ganado.
22 Dijo Yahveh a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y que caiga granizo en toda la tierra
de Egipto, sobre los hombres, sobre los ganados y sobre todas las hierbas del campo que hay en la
tierra de Egipto.»
23 Extendió Moisés su cayado hacia el cielo, y Yahveh envió truenos y granizo; cayeron rayos
nunca hubo semejante en toda la tierra de Egipto desde que comenzó a ser nación.
25 El granizo hirió cuanto había en el campo en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta
los ganados. El granizo machacó también toda la hierba del campo, y quebró todos los árboles del
campo.
26 Tan sólo en la región de Gosen, donde habitaban los israelitas, no hubo granizo.
27 El Faraón hizo llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: «Ahora sí, he pecado; Yahveh es el justo,
y yo y mi pueblo somos inicuos.
28 Rogad a Yahveh que cesen ya los truenos y el granizo; y os dejaré salir. No tendréis que
quedaros más tiempo aquí.»
29 Moisés le respondió: «Cuando salga de la ciudad extenderé mis manos hacia Yahveh, cesarán
los truenos, y no habrá más granizo, para que sepas que la tierra es de Yahveh.
30 Pero bien sé que ni tú ni tus siervos teméis todavía a Yahveh, Dios.»
31 Fueron destrozados el lino y la cebada, pues la cebada estaba ya en espiga, y el lino en flor.
32 El trigo y la espelta no fueron destrozados por ser tardíos.
33 Dejando al Faraón, salió Moisés de la ciudad, extendió las manos hacia Yahveh, y cesaron los
Éxodo 10
1 Dijo Yahveh a Moisés: «Ve al Faraón, porque he endurecido su corazón y el corazón de sus
hebreos: ¿Hasta cuándo te resistirás a humillarte ante mí? Deja salir a mi pueblo para que me dé culto.
4 Si te niegas a dejar salir a mi pueblo, mira que mañana traeré langostas sobre tu territorio;
5 y cubrirán la superficie del país, de suerte que ni podrá verse el suelo. Devorarán lo que os
quedó de la granizada, y comerán todos los árboles que os crecen en el campo.
6 Llenarán tus casas, las casas de todos los egipcios, como nunca vieron tus padres, ni los padres
de tus padres, desde el día en que existieron sobre la tierra hasta el día de hoy.» Y retirándose salió de
la presencia del Faraón.
7 Dijeron entonces al Faraón sus siervos: «¿Hasta cuándo ha de ser este hombre causa de nuestra
ruina? Deja salir a esa gente y que den culto a Yahveh, su Dios. ¿Te darás cuenta a tiempo de que
Egipto se pierde?»
8 Hicieron, pues, volver a Moisés y a Aarón a la presencia del Faraón; el cual les dijo: «Id a dar
La novena plaga: las tinieblas
21 Yahveh dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y haya sobre la tierra de Egipto
tinieblas que puedan palparse.»
22 Extendió, pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo por tres días densas tinieblas en todo el
país de Egipto.
23 No se veían unos a otros, y nadie se levantó de su sitio por espacio de tres días, mientras que
todos los israelitas tenían luz en sus moradas.
24 Llamó el Faraón a Moisés y dijo: «Id y dad culto a Yahveh; que se queden solamente vuestras
ovejas y vuestras vacadas. También vuestros pequeños podrán ir con vosotros.»
25 Respondió Moisés: «Nos tienes que conceder también sacrificios y holocaustos, para que los
hemos de tomar para dar culto a Yahveh, nuestro Dios. Y no sabemos todavía qué hemos de ofrecer a
Yahveh hasta que lleguemos allá.»
27 Yahveh endureció el corazón del Faraón, que no quiso dejarles salir.
28 Y dijo el Faraón a Moisés: «¡Retírate de mi presencia! ¡Guárdate de volver a ver mi rostro,
El anuncio de la décima plaga
Éxodo 11
1 Dijo Yahveh a Moisés: «Todavía traeré una plaga más sobre el Faraón y sobre Egipto; tras de
lo cual os dejará marchar de aquí y cuando, por fin, os deje salir del país, él mismo os expulsará de
aquí.
2 Habla, pues, al pueblo y que cada hombre pida a su vecino, y cada mujer a su vecina, objetos de
todo el pueblo que te sigue. Y entonces, saldré.» Y, ardiendo en cólera, salió de la presencia del
Faraón.
9 Y dijo Yahveh a Moisés: «no os escuchará el Faraón, para que así pueda yo multiplicar mis
Éxodo 12
hierbas amargas.
9 Nada de él comeréis crudo ni cocido, sino asado, con su cabeza, sus patas y sus entrañas.
10 Y no dejaréis nada de él para la mañana; lo que sobre al amanecer lo quemaréis.
11 Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra
Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo,
Yahveh.
13 La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre pasaré de
largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de
Egipto.
14 Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de
dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa
hasta la mañana.
23 Yahveh pasará y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas,
Yahveh pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestras casas
para herir.
24 Guardad este mandato como decreto perpetuo para vosotros y vuestros hijos.
25 También guardaréis este rito cuando entréis en la tierra que os dará Yahveh, según su promesa.
26 Y cuando os pregunten vuestros hijos: “¿Qué significa para vosotros este rito?”,
27 responderéis: “Este es el sacrificio de la Pascua de Yahveh, que pasó de largo por las casas de
los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras casas.”» Entonces el pueblo se
postró para adorar.
28 Fueron los israelitas e hicieron lo que había mandado Yahveh a Moisés y a Aarón; así lo
hicieron.
La décima plaga: la muerte de los primogénitos
29 Y sucedió que, a media noche, Yahveh hirió en el país de Egipto a todos los primogénitos,
desde el primogénito del Faraón, que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso en la
cárcel, y a todo primer nacido del ganado.
30 Levantóse el Faraón aquella noche, con todos sus servidores y todos los egipcios; y hubo
medio de mi pueblo, vosotros y los israelitas, e id a dar culto a Yahveh, como habéis dicho.
32 Tomad también vuestros rebaños y vuestras vacadas, como dijisteis. Marchaos y bendecidme
también a mí.»
33 Los egipcios por su parte instaban al pueblo para acelerar su salida del país, pues decían.
«Vamos a morir todos.»
34 Tomó, pues, el pueblo la masa, antes que fermentara y, envolviendo en los mantos las artesas
de la harina, se las cargaron a hombros.
35 Los israelitas hicieron lo que les dijo Moisés y pidieron a los egipcios objetos de plata,
objetos de oro y vestidos.
36 Yahveh hizo que el pueblo se ganara el favor de los egipcios, los cuales se los prestaron. Así
despojaron a los egipcios.
La partida de los israelitas
37 Los israelitas partieron de Ramsés hacia Sukkot, unos 600.000 hombres de a pie, sin contar los
niños.
38 Salió también con ellos una muchedumbre abigarrada y grandes rebaños de ovejas y vacas.
39 De la masa que habían sacado de Egipto cocieron tortas ázimas, porque no había fermentado
todavía; pues al ser echados de Egipto no pudieron tomar víveres ni provisiones para el camino.
40 Los israelitas estuvieron en Egipto 430 años.81
41 El mismo día que se cumplían los 430 años, salieron de la tierra de Egipto todos los ejércitos
de Yahveh.
42 Noche de guardia fue ésta para Yahveh, para sacarlos de la tierra de Egipto. Esta misma noche
será la noche de guardia en honor de Yahveh para todos los israelitas, por todas sus generaciones.82
Otras prescripciones para la celebración de la Pascua
43 Dijo Yahveh a Moisés y a Aarón: «Estas son las normas sobre la Pascua: no comerá de ella
ningún extranjero.
44 Todo siervo, comprado por dinero, a quien hayas circuncidado, podrá comerla.
45 Pero el residente y el jornalero no la comerán.
46 Se ha de comer dentro de casa; no sacaréis fuera de casa nada de carne, ni le quebraréis ningún
hueso.
47 Toda la comunidad de Israel la celebrará.
48 Si un forastero que habita contigo quiere celebrar la Pascua de Yahveh, que se circunciden
todos sus varones, y entonces podrá acercarse para celebrarla, pues será como los nativos; pero
ningún incircunciso podrá comerla.
49 Una misma ley habrá para el nativo y para el forastero que habita en medio de vosotros.»
50 Así lo hicieron todos los israelitas. Tal como había mandado Yahveh a Moisés y a Aarón, así
lo hicieron.
51 Y en aquel mismo día sacó Yahveh del país de Egipto a los israelitas en orden de campaña.
La consagración de los primogénitos
Éxodo 13
1 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 «Conságrame todo primogénito, todo lo que abre el seno materno entre los israelitas. Ya sean
servidumbre, pues Yahveh os ha sacado de aquí con mano fuerte; y no comáis pan fermentado.
4 Salís hoy, en el mes de Abib.
5 Así, cuando Yahveh te haya introducido en la tierra de los cananeos, de los hititas, de los
amorreos, de los jivitas y de los jebuseos, que juró a tus padres que te daría, tierra que mana leche y
miel, celebrarás ese rito en este mes.
6 Siete días comerás ázimos y el día séptimo será fiesta de Yahveh.
7 Se comerán ázimos durante siete días, y no se verá pan fermentado en tu casa, ni levadura en tu
casa, en todo tu territorio.
8 En aquel día harás saber a tu hijo: “Esto es con motivo de lo que hizo conmigo Yahveh cuando
salí de Egipto.”
9 Y esto te servirá como señal en tu mano, y como recordatorio ante tus ojos, para que la ley de
Yahveh esté en tu boca; porque con mano fuerte te sacó Yahveh de Egipto.83
10 Guardarás este precepto, año por año, en el tiempo debido.»
El rescate de los primogénitos
11 Cuando Yahveh te haya introducido en la tierra del cananeo, como lo tiene jurado a ti y a tus
padres, y te la haya dado,
12 consagrarás a Yahveh todo lo que abre el seno materno. Todo primer nacido de tus ganados, si
son machos, pertenecen también a Yahveh.
13 Todo primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero; y si no lo rescatas lo desnucarás.
país de Egipto, desde el primogénito del hombre hasta el primogénito del ganado. Por eso sacrifico a
Yahveh todo macho que abre el seno materno, y rescato todo primogénito de mis hijos.
16 Esto será como señal en tu mano y como insignia entre tus ojos; porque con mano fuerte nos
filisteos, aunque era más corto; pues se dijo Dios: «No sea que, al verse atacado, se arrepienta el
pueblo y se vuelva a Egipto.»85
18 Hizo Dios dar un rodeo al pueblo por el camino del desierto del mar de Suf. Los israelitas
israelitas, diciendo: «Ciertamente Dios os visitará, y entonces llevaos de aquí mis huesos con
vosotros.”
20 Partieron de Sukkot y acamparon en Etam, al borde del desierto.
21 Yahveh iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de
noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.
22 No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la
noche.87
Desde Etám hasta el Mar Rojo
Éxodo 14
188 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 «Di a los israelitas que se vuelvan y acampen frente a Pi Hajirot, entre Migdol y el mar,
enfrente de Baal Sefón. Frente a ese lugar acamparéis, junto al mar.
3 El Faraón dirá de los israelitas: “Andan errantes en el país, y el desierto les cierra el paso.”
4 Yo endureceré el corazón del Faraón, y os perseguirá; pero yo manifestaré mi gloria a costa
del Faraón y de todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yahveh.» Así lo hicieron.
Los israelitas perseguidos por los egipcios
5 Cuando anunciaron al rey de Egipto que había huido el pueblo, se mudó el corazón del Faraón
y de sus servidores respecto del pueblo, y dijeron: «¿Qué es lo que hemos hecho dejando que Israel
salga de nuestro servicio?»
6 El Faraón hizo enganchar su carro y llevó consigo sus tropas.
7 Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, montados por sus
combatientes.
8 Endureció Yahveh el corazón del Faraón rey de Egipto, el cual persiguió a los israelitas, pero
otorgará en este día, pues los egipcios que ahora veis, no los volveréis a ver nunca jamás.
14 Yahveh peleará por vosotros, que vosotros no tendréis que preocuparos.»
El paso del Mar Rojo
15 Dijo Yahveh a Moisés: «¿Por qué sigues clamando a mí? Di a los israelitas que se pongan en
marcha.
16 Y tú, alza tu cayado, extiende tu mano sobre el mar y divídelo, para que los israelitas entren en
medio del mar a pie enjuto.
17 Que yo voy a endurecer el corazón de los egipcios para que los persigan, y me cubriré de
gloria a costa del Faraón y de todo su ejército, de sus carros y de los guerreros de los carros.
18 Sabrán los egipcios que yo soy Yahveh, cuando me haya cubierto de gloria a costa del Faraón,
de sus carros y de sus jinetes.
19 Se puso en marcha el Ángel de Yahveh que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a
retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás,
20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era
tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche.
21 Moisés extendió su mano sobre el mar, y Yahveh hizo soplar durante toda la noche un fuerte
viento del Este que secó el mar, y se dividieron las aguas.
22 Los israelitas entraron en medio del mar a pie enjuto, mientras que las aguas formaban
muralla a derecha e izquierda.
23 Los egipcios se lanzaron en su persecución, entrando tras ellos, en medio del mar, todos los
caballos del Faraón, y los carros con sus guerreros.
24 Llegada la vigilia matutina, miró Yahveh desde la columna de fuego y humo hacia el ejército
exclamaron los egipcios: «Huyamos ante Israel, porque Yahveh pelea por ellos contra los egipcios.»
26 Yahveh dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, y las aguas volverán sobre los egipcios,
que los egipcios, al querer huir, se vieron frente a las aguas. Así precipitó Yahveh a los egipcios en
medio del mar,
28 pues al retroceder las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejército del Faraón,
Éxodo 15
1 Entonces Moisés y los israelitas cantaron este cántico a Yahveh. Dijeron: «Canto a Yahveh pues
de Suf;
5 cubriólos el abismo, hasta el fondo cayeron como piedra.
6 Tu diestra, Yahveh, relumbra por su fuerza; tu diestra, Yahveh, aplasta al enemigo.
7 En tu gloria inmensa derribas tus contrarios, desatas tu furor y los devora como paja.89
8 Al soplo de tu ira se apiñaron las aguas, se irguieron las olas como un dique, los abismos
de Canaán temblaron.90
16 Pavor y espanto cayó sobre ellos. La fuerza de tu brazo los hizo enmudecer como una piedra,
hasta que pasó tu pueblo, oh Yahveh, hasta pasar el pueblo que compraste.
17 Tú le llevas y le plantas en el monte de tu herencia, hasta el lugar que tú te has preparado para
Yahveh hizo que las aguas del mar volvieran sobre ellos, mientras que los israelitas pasaron a pie
enjuto por medio del mar.
20 María, la profetisa, hermana de Aarón tomó en sus manos un tímpano y todas la mujeres la
el agua se volvió dulce. Allí dio a Israel decretos y normas, y allí le puso a prueba.
26 Y dijo: «Si de veras escuchas la voz de Yahveh, tu Dios, y haces lo que es recto a sus ojos,
dando oídos a sus mandatos y guardando todos sus preceptos, no traeré sobre ti ninguna de las plagas
que envié sobre los egipcios; porque yo soy Yahveh, el que te sana.»
27 Después llegaron a Elim, donde hay doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí
Éxodo 16
191 Partieron de Elim, y toda la comunidad de los israelitas llegó al desierto de Sin, que está
entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida del país de Egipto.
2 Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto.
3 Los israelitas les decían: «¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahveh en la tierra de Egipto
cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta hartarnos! Vosotros
nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea.»
4 Yahveh dijo a Moisés: «Mira, yo haré llover sobre vosotros pan del cielo; el pueblo saldrá a
recoger cada día la porción diaria; así le pondré a prueba para ver si anda o no según mi ley.
5 Mas el día sexto, cuando preparen lo que hayan traído, la ración será doble que la de los demás
días.»
6 Dijeron, pues, Moisés y Aarón a toda la comunidad de los israelitas: «Esta tarde sabréis que es
mañana os hartaréis de pan; y así sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios.»
13 Aquella misma tarde vinieron las codornices y cubrieron el campamento; y por la mañana
era. Moisés les dijo: «Este es el pan que Yahveh os da por alimento.93
16 He aquí lo que manda Yahveh: Que cada uno recoja cuanto necesite para comer, un gomor por
cabeza, según el número de los miembros de vuestra familia; cada uno recogerá para la gente de su
tienda.»
17 Así lo hicieron los israelitas; unos recogieron mucho y otros poco.
18 Pero cuando lo midieron con el gomor, ni los que recogieron poco tenían de menos. Cada uno
se derretía.
El maná y el sábado
22 El día sexto recogieron doble ración, dos gomor por persona. Todos los jefes de la
comunidad fueron a decírselo a Moisés;
23 él les respondió: «Esto es lo que manda Yahveh: Mañana es sábado, día de descanso
consagrado a Yahveh. Coced lo que se deba cocer, hervid lo que se tenga que hervir; y lo sobrante,
guardadlo como reserva para mañana.»
24 Ellos lo guardaron para el día siguiente, según la orden de Moisés; y no se pudrió, ni se
agusanó.
25 Dijo entonces Moisés: «Hoy comeréis esto, porque es sábado de Yahveh; y en tal día no
hallaréis nada en el campo.
26 Seis días podéis recogerlo, pero el día séptimo, que es sábado, no habrá nada.»
27 A pesar de todo, salieron algunos del pueblo a recogerlo el séptimo día, pero no encontraron
nada.
28 Yahveh dijo a Moisés: «¿Hasta cuándo os negaréis a guardar mi mandatos y mis leyes?
29 Mirad que Yahveh os ha puesto el sábado; por eso el día sexto os da ración para dos días.
Quédese cada uno en su sitio, y que nadie se mueva de su lugar el día séptimo.»
30 Y el día séptimo descansó el pueblo.
31 La casa de Israel lo llamó maná. Era como semilla de cilantro, blanco, y con sabor a torta de
miel.
El maná conservado en el Arca
32 Dijo Moisés: «Esto manda Yahveh: Llenad un gomor de maná, y conservadlo, para vuestros
descendientes, para que vean el pan con que os alimenté en el desierto cuando os saqué del país de
Egipto.»
33 Dijo, pues, Moisés a Aarón: «Toma una vasija, pon en ella un gomor lleno de maná, y
colócalo ante Yahveh, a fin de conservarlo para vuestros descendientes.»
34 Tal como Yahveh se lo mandó a Moisés, Aarón lo puso ante el Testimonio para conservarlo.
35 Los israelitas comieron el maná por espacio de cuarenta años, hasta que llegaron a tierra
habitada. Lo estuvieron comiendo hasta que llegaron a los confines del país de Canaán.
36 El gomor es la décima parte de la medida.94
El agua brotada de la piedra
Éxodo 17
1 Toda la comunidad de los israelitas partió del desierto de Sin, a la orden de Yahveh, para
continuar sus jornadas; y acamparon en Refidim, donde el pueblo no encontró agua para beber.
2 El pueblo entonces se querelló contra Moisés, diciendo: «Danos agua para beber.»
Respondióles Moisés: «¿Por qué os querelláis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yahveh?»
3 Pero el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés: «¿Nos has hecho salir
de Egipto para hacerme morir de sed, a mí, a mis hijos y a mis ganados?»
4 Clamó Moisés a Yahveh y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me
apedreen.»
5 Respondió Yahveh a Moisés: «Pasa delante del pueblo, llevando contigo algunos de los
ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el Río y vete,
6 que allí estaré yo ante ti, sobre la piña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para
que beba el pueblo.» Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.
7 Aquel lugar se llamó Massá y Meribá, a causa de la querella de los israelitas, y por haber
Éxodo 18
1 Jetró, sacerdote de Madián, suegro de Moisés, se enteró de lo que había hecho Dios en favor de
Moisés y de Israel, su pueblo, y cómo Yahveh había sacado a Israel de Egipto.
2 Entonces Jetró, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, a la que Moisés había
despedido,
3 y a sus hijos; el uno se llamaba Guersom, pues Moisés dijo: «Forastero soy en tierra extraña,»
4 y el otro se llamaba Eliezer, pues dijo Moisés: «El Dios de mi padre es mi protector y me ha
la tienda.
8 Moisés contó a su suegro todo lo que Yahveh había hecho al Faraón y a los egipcios, en favor
de Israel; todos los trabajos sufridos en el camino y cómo Yahveh les había librado de ellos.
9 Jetró se alegró de todo el bien que Yahveh había hecho a Israel, librándole de la mano de los
egipcios.
10 Y dijo Jetró: «¡Bendito sea Yahveh, que os ha librado de la mano de los egipcios y de la mano
haces eso con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo haciendo que todo el pueblo tenga que
permanecer delante de ti desde la mañana hasta la noche?»
15 Contestó Moisés a su suegro: «Es que el pueblo viene a mí para consultar a Dios.
16 Cuando tienen un pleito, vienen a mí; yo dicto sentencia entre unos y otros, y les doy a conocer
incorruptibles, y ponlos al frente del pueblo como jefes de mil, jefes de ciento, jefes de cincuenta y
jefes de diez.
22 Ellos juzgarán al pueblo en todo momento; te presentarán a ti los asuntos más graves, pero en
los asuntos de menor importancia, juzgarán ellos. Así se aliviará tu carga, pues ellos te ayudarán a
llevarla.96
23 Si haces esto, Dios te comunicará sus órdenes, tú podrás resistir, y todo este pueblo por su
Éxodo 19
197 Al tercer mes después de la salida de Egipto, ese mismo día, llegaron los hijos de Israel al
desierto de Sinaí.
2 Partieron de Refidim, y al llegar al desierto de Sinaí acamparon en el desierto. Allí acampó
Israel frente al monte.
Ofrecimiento de la Alianza
3 Moisés subió hacia Dios. Yahveh le llamó desde el monte, y le dijo: «Así dirás a la casa de
oiga hablar contigo, y así te dé crédito para siempre.» Y Moisés refirió a Yahveh las palabras del
pueblo.
10 Yahveh dijo a Moisés: «Ve donde el pueblo y haz que se santifiquen hoy y mañana; que laven
sus vestidos
11 y estén preparados para el tercer día; porque al día tercero descenderá Yahveh a la vista de
todo el pueblo sobre el monte Sinaí.
12 Deslinda el contorno de la montaña, y di: Guardaos de subir al monte y aun de tocar su falda.
Todo aquel que toque el monte morirá.
13 Pero nadie pondrá la mano sobre el culpable, sino que será lapidado o asaeteado; sea hombre
o bestia, no quedará con vida. Cuando resuene el cuerno, subirán ellos al monte.»
14 Bajó, pues, Moisés del monte, adonde estaba el pueblo, y ellos lavaron sus vestidos.
15 Y dijo al pueblo: «Estad preparados para el tercer día, y absteneos de mujer.»
La teofanía
16 Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y
un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar.
17 Entonces Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y se
detuvieron al pie del monte.
18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Yahveh había descendido sobre él en el fuego. Subía el
humo como de un horno, y todo el monte retemblaba con violencia.
19 El sonar de la trompeta se hacía cada vez más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con
el trueno.
20 Yahveh bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte; llamó Yahveh a Moisés a la cima de la
montaña y Moisés subió.
21 Dijo Yahveh a Moisés: «Baja y conjura al pueblo que no traspase las lindes para ver a Yahveh,
porque morirían muchos de ellos;
22 aun los sacerdotes que se acercan a Yahveh deben santificarse para que Yahveh no irrumpa
contra ellos.»
23 Moisés respondió a Yahveh: «El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos lo has
no traspasarán las lindes para subir hacia Yahveh a fin de que no irrumpa contra ellos.”
25 Bajó, pues, Moisés adonde estaba el pueblo y les dijo...
Los diez mandamientos
Éxodo 20
198 Entonces pronunció Dios todas estas palabras diciendo:
2 «Yo, Yahveh, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
3 No habrá para ti otros dioses delante de mí.
4 No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay
abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra.
5 No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que
castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
odian,99
6 y tengo misericordia por millares con los que me aman y guardan mis mandamientos.
7 No tomarás en falso el nombre de Yahveh, tu Dios; porque Yahveh no dejará sin castigo a quien
descansó; por eso bendijo Yahveh el día del sábado y lo hizo sagrado.
12 Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que Yahveh, tu
Dios, te va a dar.
13 No matarás.
14 No cometerás adulterio.
15 No robarás.
16 No darás testimonio falso contra tu prójimo.
17 No codiciarás la casa de tu prójimo, ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su
Dios.
El Código de la Alianza: la ley relativa al altar
22 Dijo Yahveh a Moisés: Así dirás a los israelitas: Vosotros mismos habéis visto que os he
tus ovejas y tus bueyes. En todo lugar donde haga yo memorable mi nombre, vendré a ti y te
bendeciré.
25 Y si me haces un altar de piedra, no lo edificarás de piedras labradas; porque al alzar tu cincel
Los esclavos
Éxodo 21
matarle.
Otros delitos castigados con la muerte
15 El que pegue a su padre o a su madre morirá.
16 Quien rapte a una persona - la haya vendido o esté todavía en su poder - morirá.
17 Quien maldiga a su padre o a su madre morirá.
Las heridas corporales
18 Si dos hombres riñen y uno hiere a otro con una piedra o con el puño, pero no muere, sino
de venganza.
21 Pero si sobrevive un día o dos, no será vengado, pues lo había comprado con dinero.
22 Si unos hombres, en el curso de una riña, dan un golpe a una mujer encinta, y provocan el
parto sin más daño, el culpable será multado conforme a lo que imponga el marido de la mujer y
mediante arbitrio.
23 Pero si resultare daño, darás vida por vida,
24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
25 quemadura por quemadura, herida por herida, cardenal por cardenal.100
26 Si un hombre hiere a su siervo o a su sierva en el ojo y le deja tuerto, le dará libertad en
diente.
28 Si un buey acornea a un hombre o a una mujer, y le causa la muerte, el buey será apedreado, y
no se comerá su carne, pero el dueño del buey quedará exculpado.
29 Mas si el buey acorneaba ya desde tiempo atrás, y su dueño, aun advertido, no le vigiló, y ese
buey mata a un hombre o a una mujer, el buey será apedreado, y también su dueño morirá.
30 Si se le impone un precio por ello, dará en rescate de su vida cuanto le impongan.
31 Si acornea a un muchacho o a una muchacha, se seguirá esta misma norma.
32 Si el buey acornea a un siervo o a una sierva, se pagarán treinta siclos de plata al dueño de
Éxodo 22
1101 Si el ladrón, sorprendido al perforar la pared, es herido mortalmente, no habrá venganza de
sangre.
2 Mas si esto sucede salido ya el sol, su sangre será vengada. - Debe restituir; si no tiene con qué,
será vendido para restituir por su robo.
3 Si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble.
4 Si un hombre causa daño en un campo o en una viña, dejando suelto su ganado de modo que
pazca en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su propio campo y lo mejor de su propia viña.
5 Si se declara un fuego, y se incrementa con zarzales de modo que se abrasen las hacinas, la
mies, o el campo, el autor del incendio deberá resarcir el daño.
6 Cuando un hombre dé a otro dinero o utensilios en depósito para que se lo guarde, y son
huérfanos.
24 Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero;
no le exigiréis interés.
25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol,
26 porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a
me lo darás.
30 Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una fiera en el campo;
echádsela a los perros.
Deberes humanitarios y de justicia
Éxodo 23
1 No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio injusto.
2 No sigas a la mayoría para hacer el mal; ni te inclines en un proceso por la mayoría en contra
de la justicia.
3 Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.
4 Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás.
5 Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehúses tu ayuda. Acude a ayudarle.
6 No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito.
7 Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo; y no absuelvas al malvado.
8 No recibas regalos; porque el regalo ciega a los perspicaces y pervierte las causas justas.
9 No oprimas al forastero; ya sabéis lo que es ser forastero, porque forasteros fuisteis vosotros
en la tierra de Egipto.
El año sabático y el sábado
10 Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto;
11 al séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los pobres de tu pueblo, y lo
que quede lo comerán los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar.
12 Seis días harás tus trabajos, y el séptimo descansarás, para que reposen tu buey y tu asno, y
vuestra boca.
Las fiestas religiosas de Israel
14 Tres veces al año me celebrarás fiesta.103
15 Guardarás la fiesta de los Ázimos. Durante siete días comerás ázimos, como te he mandado, en
el tiempo señalado, en el mes de Abib; pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de mí
con las manos vacías.
16 También guardarás la fiesta de la Siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas
sembrado en el campo; y la fiesta de la Recolección al término del año, al recoger del campo los
frutos de tu trabajo.
17 Tres veces al año se presentarán tus varones delante de Yahveh, el Señor.
Otras leyes litúrgicas
18 No ofrecerás la sangre de mi sacrificio con pan fermentado ni guardarás hasta el día siguiente
la grasa de mi fiesta.
19 Llevarás a la Casa de Yahveh, tu Dios, las mejores primicias de tu suelo. No cocerás el cabrito
en la leche de su madre.104
Instrucciones sobre la entrada en Canaán
20 He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te
los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré.
24 No te mostrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitarás su conducta; al contrario, los
destruirás por completo y romperás sus estelas.
25 Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios, yo bendeciré tu pan y tu agua. Y apartaré de ti las
enfermedades.
26 No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril; y colmaré el número de tus días.
27 «Sembraré delante de ti mi terror; llenaré de turbación a todos los pueblos donde llegues; y
haré que todos tus enemigos huyan ante ti.
28 Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al jivita, al cananeo y al hitita.
29 No les expulsaré de tu presencia en un solo año, no sea que al quedar desierta la tierra se
el Río, pues entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los arrojes de tu presencia.
32 No hagas pacto con ellos ni con sus dioses.
33 No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, pues dando culto a sus dioses
caerías en un lazo.»
La conclusión de la Alianza
Éxodo 24
1105 Dijo a Moisés: «Sube donde Yahveh, tú, Aarón, Nadab y Abihú, con setenta de los ancianos
de Israel; os postraréis desde lejos.
2 Sólo Moisés se acercará a Yahveh; ellos no se acercarán. Tampoco el pueblo subirá con ellos.»
3 Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Yahveh y todas sus normas. Y todo
el pueblo respondió a una voz: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho Yahveh.»
4 Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y, levantándose de mañana, alzó al pie
del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel.
5 Luego mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen holocaustos e inmolaran
Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras.»
9 Moisés subió con Aarón, Nadab y Abihú y setenta de los ancianos de Israel,
10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro tan puro como el
mismo cielo.
11 No extendió él su mano contra los notables de Israel, que vieron a Dios, comieron y bebieron.
Moisés en la cumbre de la montaña
12 Dijo Yahveh a Moisés: «Sube hasta mí, al monte; quédate allí, y te daré las tablas de piedra - la
Éxodo 25
mostrarte.
El Arca
10 Harás un arca de madera de acacia de dos codos y medio de largo, codo y medio de ancho y
La Tapa del Arca y los Querubines
17 Harás asimismo un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo y codo y medio
de ancho.107
18 Harás, además, dos querubines de oro macizo; los harás en los dos extremos del
propiciatorio:
19 haz el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro. Los querubines formarán un
cuerpo con el propiciatorio, en sus dos extremos.
20 Estarán con las alas extendidas por encima, cubriendo con ellas el propiciatorio, uno frente al
daré.
22 Allí me encontraré contigo; desde encima del propiciatorio, de en medio de los dos
querubines colocados sobre el arca del Testimonio, te comunicaré todo lo que haya de ordenarte para
los israelitas.
La mesa de los panes de la ofrenda
23 Harás una mesa de madera de acacia, de dos codos de largo, uno de ancho, y codo y medio de
alto.
24 La revestirás de oro puro y le pondrás alrededor una moldura de oro.
25 Harás también en torno de ella un reborde de una palma de ancho, con una moldura de oro
mesa.
29 Harás también las fuentes, los vasos, los jarros y las tazas para las libaciones. De oro puro los
harás.
30 Y sobre la mesa pondrás perpetuamente delante de mí el pan de la Presencia.108
El candelabro
31 Harás también un candelabro de oro puro. Harás de oro macizo el candelabro, su pie y su
corola, debajo de los dos siguientes, y una corola, debajo de los dos últimos brazos; así con los seis
brazos que salen del candelabro.
36 Las corolas y los brazos formarán un cuerpo con el candelabro. Todo ello formará un cuerpo
La Morada
Éxodo 26
1110 Harás la Morada con diez tapices, de lino fino torzal, de púrpura violeta y escarlata y de
carmesí; bordarás en ellos unos querubines.
2 La longitud de cada tapiz será de veintiocho codos y la anchura de cuatro. Todos los tapices
tendrán las mismas medidas.
3 Cinco tapices estarán unidos entre sí y lo mismo los otros cinco.
4 Pondrás lazos de púrpura violeta en el borde del tapiz con que termina la primera serie, y lo
mismo harás en el borde del tapiz con que termina el segundo conjunto.
5 Pondrás cincuenta lazos en el primer tapiz y otros cincuenta en el borde del último tapiz del
Tienda.
10 Harás cincuenta lazos en el borde de la última pieza del primer conjunto, y cincuenta lazos en
el borde de la última pieza del segundo conjunto.
11 Harás cincuenta broches de bronce e introducirás los broches en los lazos, uniendo así la
de un tablero para sus dos espigas y dos basas debajo del otro tablero para sus dos espigas.
20 Para el segundo flanco de la Morada, la parte del norte, otros veinte tableros,
21 con sus cuarenta basas de plata: dos basas debajo de un tablero y dos basas debajo de otro
tablero.
22 Para la parte posterior de la Morada, hacia el occidente, harás seis tableros;
23 y para los ángulos de la Morada, en su parte posterior, dos más,
24 que estarán unidos, desde abajo hasta arriba, hasta la primera anilla. Así se hará con los dos
Morada,
27 cinco travesaños para los tableros del otro flanco, y cinco travesaños para los tableros de la
El velo del Santuario
31 Harás un velo de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal; bordarás en él unos
querubines.
32 Lo colgarás de cuatro postes de acacia, revestidos de oro, provistos de ganchos de oro y de
Éxodo 27
1 Harás el altar de madera de acacia de cinco codos de largo y cinco de ancho; será cuadrado y
tendrá tres codos de alto.
2 Harás sobresalir de sus cuatro ángulos unos cuernos, que formarán un cuerpo con él; lo
revestirás de bronce.111
3 Le harás ceniceros para la grasa incinerada, badiles y acetres, tenedores y braseros. Fundirás de
El atrio de la Morada
9 También harás el atrio de la Morada. Del lado del Négueb, hacia el sur, el atrio tendrá un
cortinaje de lino fino torzal, en una longitud de cien codos a uno de los lados.
10 Sus veinte postes descansarán sobre veinte basas de bronce; sus ganchos y varillas serán de
plata.
11 A lo largo del lado septentrional habrá igualmente un cortinaje en una longitud de cien codos,
con sus veinte postes que descansarán sobre veinte basas de bronce; los ganchos de los postes y sus
varillas serán de plata.
12 A lo ancho del atrio, por el lado occidental, habrá un cortinaje de cincuenta codos; sus postes
serán diez, y diez igualmente las basas en que descansarán.
13 La anchura del atrio, al este, al oriente, será de cincuenta codos.
14 Quince codos tendrá el cortinaje de un lado, con sus tres postes y sus tres basas.
15 Por el otro lado, otro cortinaje de quince codos, con sus tres postes y sus tres basas.
El cortinado para la entrada del atrio
16 La puerta del atrio tendrá un tapiz de veinte codos, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y
lino fino torzal, labor de recamador. Tendrá cuatro postes y cuatro basas.
17 Todos los postes que rodean al atrio tendrán varillas de plata; sus ganchos serán de plata y sus
basas de bronce.
18 El atrio tendrá cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y cinco codos de alto; todo de
1 Manda acercarse a ti de en medio de los israelitas a tu hermano Aarón, con sus hijos, para que
ejerza mi sacerdocio: Aarón, con Nadab y Abihú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón.
2 Harás para Aarón, tu hermano, vestiduras sagradas, que le den majestad y esplendor.
3 Hablarás tú con todos los artesanos hábiles a quienes he llenado de espíritu de sabiduría; ellos
harán las vestiduras de Aarón para que sea consagrado sacerdote mío.
4 Harán las vestiduras siguientes: un pectoral, un efod, un manto, una túnica bordada, una tiara y
una faja. Harán, pues, a tu hermano Aarón y a sus hijos vestiduras sagradas para que ejerzan mi
sacerdocio.
5 Tomarán para ello oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino.
El efod
6 Bordarán el efod de oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino torzal.112
7 Se le pondrán dos hombreras y se fijará por sus dos extremos.
8 La cinta con que se ciña el efod será de la misma hechura y formará con él una misma pieza: de
recordar a los hijos de Israel, y así llevará Aarón sus nombres sobre sus dos hombros para recuerdo
delante de Yahveh.
13 Harás engarces de oro;
14 y también dos cadenillas de oro puro; las harás trenzadas a manera de cordones, y fijarás las
«Consagrado a Yahveh.»
37 La sujetarás con un cordón de púrpura violeta, de modo que esté fija sobre la tiara; estará en la
Las vestiduras de los sacerdotes
40 Para los hijos de Aarón harás túnicas. Les harás también fajas y mitras que les den majestad y
esplendor.
41 Vestirás así a tu hermano Aarón y a sus hijos; los ungirás, los investirás y los consagrarás
oficiar en el Santuario, para que no incurran en culpa y mueran. Decreto perpetuo será éste para él y
su posteridad.
La consagración de Aarón y de sus hijos
Éxodo 29
1 Para consagrarlos a mi sacerdocio has de proceder con ellos de esta manera. Toma un novillo
y el lóbulo de la oreja derecha de sus hijos; el pulgar de su mano derecha y el pulgar de su pie
derecho, y derramarás la sangre alrededor del altar.
21 Tomarás luego sangre de la que está sobre el altar, y óleo de la unción, para rociar a Aarón y
sus vestiduras, a sus hijos y las vestiduras de sus hijos juntamente con él. Así quedará consagrado él y
sus vestiduras y con él sus hijos y las vestiduras de sus hijos.
La investidura de los sacerdotes
22 Toma después el sebo de este carnero: la cola, el sebo que cubre las entrañas, el que queda
junto al hígado, los dos riñones con el sebo que lo envuelve y la pierna derecha, porque se trata del
carnero de la investidura.
23 Toma del canastillo de los ázimos que está delante de Yahveh un pan redondo, una torta de pan
de aceite y otra, untada de aceite.
24 Lo pondrás todo sobre las palmas de las manos de Aarón y de sus hijos; y lo mecerás como
Éxodo 30
lámparas,
8 y lo quemará también cuando al atardecer alimente las lámparas. Será incienso continuo ante
libación alguna.
10 Aarón una vez al año hará expiación sobre los cuernos de este altar. Con la sangre del
sacrificio por el pecado, es decir, el de la expiación, una vez cada año hará expiación por él en
vuestras sucesivas generaciones. Cosa sacratísima es el altar en honor de Yahveh.
El impuesto para el Santuario
11 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
12 Cuando cuentes el número de los israelitas para hacer su censo, cada uno pagará a Yahveh el
rescate por su vida al ser empadronado, para que no haya plaga entre ellos con motivo del
empadronamiento.
13 Esto es lo que ha de dar cada uno de los comprendidos en el censo: medio siclo, en siclos del
Santuario. Este siclo es de veinte óbolos. El tributo reservado a Yahveh es medio siclo.
14 Todos los comprendidos en el censo, de veinte años en adelante, pagarán el tributo reservado a
Yahveh.
15 El rico no dará más, ni el pobre menos del medio siclo, al pagar el tributo a Yahveh como
rescate de vuestras vidas.
16 Tomarás el dinero del rescate de parte de los israelitas, y lo darás para el servicio de la Tienda
del Encuentro; y será para los israelitas como recordatorio ante Yahveh por el rescate de sus vidas.
La fuente de bronce
17 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
18 Haz una pila de bronce, con su base de bronce, para las abluciones. Colócala entre la Tienda
del Encuentro y el altar, y echa agua en ella,
19 para que Aarón y sus hijos se laven las manos y los pies con su agua.
20 Antes de entrar en la Tienda del Encuentro se han de lavar con agua para que no mueran;
también antes de acercarse al altar para el ministerio de quemar los manjares que se abrasan en honor
de Yahveh.
21 Se lavarán las manos y los pies, y no morirán. Este será decreto perpetuo para ellos, para
Aarón y su posteridad, de generación en generación.
El óleo de la unción
22 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
23 Toma tú aromas escogidos: de mirra pura, quinientos siclos; de cinamomo, la mitad, o sea,
generación en generación.
32 No debe derramarse sobre el cuerpo de ningún hombre; no haréis ningún otro de composición
pueblo.
El incienso sagrado
34 Dijo Yahveh a Moisés: Procúrate en cantidades iguales aromas: estacte, uña marina y gálbano,
especias aromáticas e incienso puro.
35 Prepara con ello, según el arte del perfumista, un incienso perfumado, sazonado con sal, puro
y santo;
36 pulverizarás una parte que pondrás delante del Testimonio, en la Tienda del Encuentro, donde
yo me encontraré contigo. Será para vosotros cosa sacratísima.
37 Y en cuanto a la composición de este incienso que vas a hacer, no la imitéis para vuestro uso.
Éxodo 31
de trabajos;
4 para concebir y realizar proyectos en oro, plata y bronce;
5 para labrar piedras de engaste, tallar la madera y ejecutar cualquier otra labor.
6 Mira que yo le he dado por colaborador a Oholiab, hijo de Ajisamak, de la tribu de Dan; y
además, en el corazón de todos los hombres hábiles he infundido habilidad para que hagan todo lo
que te he mandado:
7 la Tienda del Encuentro, el arca del Testimonio, el propiciatorio que la cubre y todos los
utensilios de la Tienda;
8 la mesa con sus utensilios, el candelabro con todos sus utensilios, el altar del incienso,
9 el altar del holocausto con todos sus utensilios, la pila con su base;
10 las vestiduras de ceremonia, las vestiduras sagradas del sacerdote Aarón, y las vestiduras de
lo que te he ordenado.
El Sábado
12 Habló Yahveh a Moisés diciendo:
13 Habla tú a los israelitas y diles: No dejéis de guardar mis sábados; porque el sábado es una
señal entre yo y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo, Yahveh, soy el que os
santifico.
14 Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros. El que lo profane morirá. Todo el que
perpetua.
17 Será entre yo y los israelitas una señal perpetua; pues en seis días hizo Yahveh los cielos y la
Éxodo 32
1115 Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, se reunió el pueblo en torno a
Aarón y le dijeron: «Anda, haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué ha
sido de Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto.»
2 Aarón les respondió: «Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de
vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos.»
3 Y todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que llevaba en las orejas, y los entregó a Aarón.
4 Los tomó él de sus manos, hizo un molde y fundió un becerro. Entonces ellos exclamaron:
Yahveh.»
6 Al día siguiente se levantaron de madrugada y ofrecieron holocaustos y presentaron sacrificios
de comunión. Luego se sentó el pueblo a comer y beber, y después se levantaron para solazarse.
La amenaza del Señor
7 Entonces habló Yahveh a Moisés, y dijo: «¡Anda, baja! Porque tu pueblo, el que sacaste de la
tierra de Egipto, ha pecado.
8 Bien pronto se han apartado el camino que yo les había prescrito. Se han hecho un becerro
fundido y se han postrado ante él; le han ofrecido sacrificios y han dicho: “Este es tu Dios, Israel, el
que te ha sacado de la tierra de Egipto.”»
9 Y dijo Yahveh a Moisés: «Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz.
10 Déjame ahora que se encienda mi ira contra ellos y los devore; de ti, en cambio, haré un gran
pueblo.»
La intercesión de Moisés
11 Pero Moisés trató de aplacar a Yahveh su Dios, diciendo: “¿Por qué, oh Yahveh, ha de
encenderse tu ira contra tu pueblo, el que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y mano
fuerte?
12 ¿Van a poder decir los egipcios: Por malicia los ha sacado, para matarlos en las montañas y
exterminarlos de la faz de la tierra? Abandona el ardor de tu cólera y renuncia a lanzar el mal contra
tu pueblo.
13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel, siervos tuyos, a los cuales juraste por ti mismo:
Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; toda esta tierra que os tengo
prometida, la daré a vuestros descendientes, y ellos la poseerán como herencia para siempre.»
14 Y Yahveh renunció a lanzar el mal con que había amenazado a su pueblo.
La destrucción de las Tablas de la Ley
15 Volvióse Moisés y bajó del monte, con las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas
escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas.
16 Las tablas eran obra de Dios, y la escritura, grabada sobre las mismas, era escritura de Dios.
17 Cuando Josué oyó la voz del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: «Gritos de guerra en el
campamento.»
18 Respondió Moisés: «No son gritos de victoria, ni alarido de derrota. Cantos a coro es lo que
oigo.»
19 Cuando Moisés llegó cerca del campamento y vio el becerro y las danzas, ardió en ira, arrojó
pecado?»
22 Aarón respondió: «No se encienda la ira de mi señor. Tú mismo sabes que este pueblo es
inclinado al mal.
23 Me dijeron: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros, ya que no sabemos qué le ha
sucedido a Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto.”
24 Yo les contesté: “El que tenga oro despréndase.” Ellos se lo quitaron y me lo dieron; yo lo
repasad por el campamento de puerta en puerta, y matad cada uno a su hermano, a su amigo y a su
pariente.»
28 Cumplieron los hijos de Leví la orden de Moisés; y cayeron aquel día unos 3000 hombres del
pueblo.
29 Y dijo Moisés: «Hoy habéis recibido la investidura como sacerdotes de Yahveh, cada uno a
costa de vuestros hijos y vuestros hermanos, para que él os dé hoy la bendición.»117
Nueva súplica de Moisés
30 Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: «Habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir
ahora donde Yahveh; acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado.»
31 Volvió Moisés donde Yahveh y dijo: «¡Ay! Este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse
un dios de oro.
32 Con todo, si te dignas perdonar su pecado..., y si no, bórrame del libro que has escrito.»
33 Yahveh respondió a Moisés: Al que peque contra mí, le borraré yo de mi libro.118
34 Ahora ve y conduce al pueblo adonde te he dicho. He aquí que mi ángel irá delante de ti, mas
en el día de mi visita los castigaré yo por su pecado.»
35 Y Yahveh castigó al pueblo a causa del becerro fabricado por Aarón.
Orden de partida y advertencia del Señor al pueblo
Éxodo 33
1 Dijo Yahveh a Moisés: «Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de Egipto, a la tierra que
al jebuseo.
3 Sube a una tierra que mana leche y miel; que yo no subiré contigo, pues eres un pueblo de dura
yo saliera contigo, aunque fuera un solo momento, te destruiría. Ahora, pues, quítate tus galas, para
que yo sepa qué he de hacer contigo.»
6 Y los israelitas se despojaron de sus galas a partir del monte Horeb.
La Carpa del Encuentro
7 Tomó Moisés la Tienda y la plantó para él a cierta distancia fuera del campamento; la llamó
Tienda del Encuentro. De modo que todo el que tenía que consultar a Yahveh salía hacia la Tienda del
Encuentro, que estaba fuera del campamento.
8 Cuando salía Moisés hacia la Tienda, todo el pueblo se levantaba y se quedaba de pie a la puerta
de su tienda, siguiendo con la vista a Moisés hasta que entraba en la Tienda.
9 Y una vez entrado Moisés en la tienda, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta de la
Moisés al campamento, pero su ayudante, el joven Josué, hijo de Nun, no se apartaba del interior de
la Tienda.
La oración de Moisés
12 Dijo Moisés a Yahveh: «Mira, tú me dices: Haz subir a este pueblo; pero no me has indicado a
quién enviarás conmigo; a pesar de que me has dicho: “Te conozco por tu nombre”, y también: “Has
hallado gracia a mis ojos.”
13 Ahora, pues, si realmente he hallado gracia a tus ojos, hazme saber tu camino, para que yo te
conozca y halle gracia a tus ojos, y mira que esta gente es tu pueblo.»
14 Respondió él: «Yo mismo iré contigo y te daré descanso.»
15 Contestóle: «Si no vienes tú mismo, no nos hagas partir de aquí.
16 Pues ¿en qué podrá conocerse que he hallado gracia a tus ojos, yo y tu pueblo, sino en eso, en
que tú marches con nosotros? Así nos distinguiremos, yo y tu pueblo, de todos los pueblos que hay
sobre la tierra.»
17 Respondió Yahveh a Moisés: «Haré también esto que me acabas de pedir, pues has hallado
gracia a mis ojos, y yo te conozco por tu nombre.»
La gloria del Señor
18 Entonces dijo Moisés: «Déjame ver, por favor, tu gloria.»
19 El le contestó: «Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el
nombre de Yahveh; pues hago gracia a quien hago gracia y tengo misericordia con quien tengo
misericordia.»
20 Y añadió: «Pero mi rostro no podrás verlo; porque no puede verme el hombre y seguir
viviendo.»
21 Luego dijo Yahveh: «Mira, hay un lugar junto a mí; tú te colocarás sobre la peña.
22 Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que
yo haya pasado.
23 Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver.»
Las nuevas Tablas de la Ley
Éxodo 34
1119 Dijo Yahveh a Moisés. «Labra dos tablas de piedra como las primeras, sube donde mí, al
monte y yo escribiré en las tablas las palabras que había en las primeras tablas que rompiste.
2 Prepárate para subir mañana temprano al monte Sinaí; allí en la cumbre del monte te
presentarás a mí.
3 Que nadie suba contigo, ni aparezca nadie en todo el monte. Ni oveja ni buey paste en el
monte.»
4 Labró Moisés dos tablas de piedra como las primeras y, levantándose de mañana, subió al
monte Sinaí como le había mandado Yahveh, llevando en su mano las dos tablas de piedra.
5 Descendió Yahveh en forma de nube y se puso allí junto a él. Moisés invocó el nombre de
Yahveh.
Aparición del Señor a Moisés
6 Yahveh pasó por delante de él y exclamó: «Yahveh, Yahveh, Dios misericordioso y clemente,
los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la
tercera y cuarta generación.»
8 Al instante, Moisés cayó en tierra de rodillas y se postró,
9 diciendo: «Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor, dígnese mi Señor venir en
medio de nosotros, aunque sea un pueblo de dura cerviz; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado,
y recíbenos por herencia tuya.»
Renovación de la Alianza
10 Respondió él: «Mira, voy a hacer una alianza; realizaré maravillas delante de todo tu pueblo,
cono nunca se han hecho en toda la tierra ni en nación alguna; y todo el pueblo que te rodea verá la
obra de Yahveh; porque he de hacer por medio de ti cosas que causen temor.
11 Observa bien lo que hoy te mando. He aquí que voy a expulsar delante de ti al amorreo, al
cananeo, al hitita, al perizita, al jivita y al jebuseo.
12 Guárdate de hacer pacto con los habitantes del país en que vas a entrar, para que no sean un
lazo en medio de ti.
13 Al contrario, destruiréis sus altares, destrozaréis sus estelas y romperéis sus cipos.
Las prescripciones de la Alianza
14 No te postrarás ante ningún otro dios, pues Yahveh se llama Celoso, es un Dios celoso.
15 No hagas pacto con los moradores de aquella tierra, no sea que cuando se prostituyan tras sus
señalado, esto es, en el mes de Abib, pues en el mes de Abib saliste de Egipto.
19 Todo lo que abre el seno es mío, todo primer nacido, macho, sea de vaca o de oveja, es mío.
20 El primer nacido de asno lo rescatarás con una oveja; y si no lo rescatas, lo desnucarás.
Rescatarás todos los primogénitos de tus hijos, y nadie se presentará ante mí con las manos vacías.
21 Seis días trabajarás, mas en el séptimo descansarás; descansarás en tiempo de siembra y siega.
22 Celebrarás la fiesta de las Semanas: la de las primicias de la siega del trigo, y también la fiesta
tierra cuando tres veces al año subas a presentarte ante Yahveh, tu Dios.
25 No inmolarás con pan fermentado la sangre de mi sacrificio, ni quedará hasta el día siguiente
con ellos.
32 Se acercaron a continuación todos los israelitas y él les conminó cuanto Yahveh le había dicho
en el monte Sinaí.
33 Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre el rostro.
34 Siempre que Moisés se presentaba delante de Yahveh para hablar con él, se quitaba el velo
hasta que salía, y al salir decía a los israelitas lo que Yahveh había ordenado.
35 Los israelitas veían entonces que el rostro de Moisés irradiaba, y Moisés cubría de nuevo su
Éxodo 35
1 Moisés reunió a toda la comunidad de los israelitas y les dijo: «Esto es lo que Yahveh ha
mandado hacer.
2 Durante seis días se trabajará, pero el día séptimo será sagrado para vosotros, día de descanso
La convocatoria de Moisés para la construcción del Santuario
4 Moisés habló así a toda la comunidad de los israelitas: «Esta es la orden de Yahveh:
5 Reservad de vuestros bienes una ofrenda para Yahveh. Que reserven ofrenda para Yahveh todos
aquellos a quienes su corazón mueva: oro, plata y bronce,
6 púrpura violeta y escarlata, carmesí, lino fino, pelo de cabra,
7 pieles de carnero teñidas de rojo, cueros finos y maderas de acacia,
8 aceite para el alumbrado, aromas para el óleo de la unción y para el incienso aromático,
9 piedras de ónice y piedras de engaste para el efod y el pectoral.
10 Que vengan los artífices hábiles de entre vosotros a realizar cuanto Yahveh ha ordenado:
11 la Morada, su Tienda y su toldo, sus broches, sus tableros, sus travesaños, sus postes y sus
basas;
12 el Arca y sus varales, el propiciatorio y el velo que lo cubre;
13 la mesa con sus varales y todos sus utensilios, el pan de la Presencia,
14 el candelabro para el alumbrado con sus utensilios, y sus lámparas, y el aceite del alumbrado;
15 el altar del incienso con sus varales; el óleo de la unción, el incienso aromático, la cortina del
con su base;
17 los cortinajes del atrio con sus postes y sus basas; el tapiz de la entrada del atrio;
18 la clavazón de la Morada y la clavazón del atrio y sus cuerdas;
19 los ornamentos de ceremonia para oficiar en el Santuario; las vestiduras sagradas para el
sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para sus funciones sacerdotales.»
Los donativos de los israelitas
20 Entonces, toda la comunidad de los israelitas se retiró de la presencia de Moisés;
21 todos aquellos a quienes impulsaba su corazón y movía su espíritu vinieron a traer la ofrenda
reservada a Yahveh, para los trabajos de la Tienda del Encuentro, para todo su servicio y para las
vestiduras sagradas.
22 Venían hombres y mujeres: todos los que eran movidos por su corazón traían zarcillos,
pendientes, anillos de oro, el oro que cada uno presentaba como ofrenda mecida para Yahveh.
23 Cuantos poseían púrpura violeta y escarlata, y carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de
cualquiera de los trabajos que Yahveh, por medio de Moisés, les había encomendado, presentaron sus
ofrendas voluntarias a Yahveh.
Los obreros empleados en la construcción del Santuario
30 Moisés dijo entonces a los israelitas: «Mirad, Yahveh ha designado a Besalel, hijo de Urí, hijo
de trabajos,
32 para concebir y realizar proyectos en oro, plata y bronce,
33 para labrar piedras de engaste, tallar la madera y ejecutar cualquier otra labor de artesanía;
34 a él y Oholiab, hijo de Ajisamak de la tribu de Dan, les ha puesto en el corazón el don de
enseñar.
35 Les ha llenado de habilidad para toda clase de labores en talla y bordado, en recamado de
púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino, y en labores de tejidos. Son capaces de ejecutar
toda clase de trabajos y de idear proyectos.»
Éxodo 36
1 Así, pues, Besalel, Oholiab y todos los hombres hábiles en quienes Yahveh había infundido
habilidad y pericia para saber realizar todos los trabajos en servicio del Santuario, ejecutaron todo
conforme había mandado Yahveh.
La suspensión de los donativos
2 Llamó Moisés a Besalel y a Oholiab y a todos los hombres hábiles en cuyo corazón Yahveh
había infundido habilidad, a todos los que su corazón movía a ponerse al trabajo para realizarlo.
3 Recibieron de Moisés todas las ofrendas que los israelitas habían reservado para la ejecución
de la obra del Santuario. Entre tanto los israelitas seguían entregando a Moisés cada mañana ofrendas
voluntarias.
4 Por eso, todos los artífices dedicados a los trabajos del Santuario dejaron cada cual su trabajo,
5 y fueron a hablar con Moisés, diciendo: «El pueblo entrega más de lo que se precisa para la
realización de las obras que Yahveh ha mandado hacer.»
6 Entonces Moisés mandó correr la voz por el campamento: «Ni hombre ni mujer reserve ya más
ofrendas para el Santuario.» Suspendió el pueblo su aportación,
7 pues había material suficiente para ejecutar todos los trabajos; y aun sobraba.
La construcción de la Morada
8 Entonces los artífices más expertos de entre los que ejecutaban el trabajo hicieron la Morada.
La hizo con diez tapices de lino fino torzal, de púrpura violeta y escarlata y de carmesí con
querubines bordados.
9 La longitud de cada tapiz era de veintiocho codos y la anchura de cuatro. Todos los tapices
tenían las mismas medias.
10 Unió cinco tapices entre sí y lo mismo los otros cinco.
11 Puso lazos de púrpura violeta en el borde del tapiz con que termina el primer conjunto; los
puso también en el borde del tapiz con que termina el segundo conjunto.
12 Puso cincuenta lazos en el primer tapiz y otros cincuenta en el borde del último tapiz del
segundo conjunto, correspondiéndose los lazos unos a otros.
13 Hizo también cincuenta broches de oro, y con los broches enlazó entre sí los tapices, de modo
que la Morada vino a formar un espacio único.
14 Tejió también piezas de pelo de cabra para que, a modo de tienda, cubrieran la Morada. Tejió
once de estas piezas.
15 La longitud de cada pieza era de treinta codos y de cuatro la anchura. Las once piezas tenían
las mismas medidas.
16 Juntó cinco piezas en una parte y seis en la otra.
17 Hizo cincuenta lazos en el borde de la última pieza del primer conjunto, y cincuenta lazos en el
borde de la última pieza del segundo conjunto.
18 Hizo cincuenta broches de bronce para unir la Tienda, formando un espacio único.
19 Hizo además para la Tienda un toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, y encima otro toldo
de cueros finos.
El armazón de la Morada
20 Para la Morada hizo los tableros de madera de acacia y los puso de pie.
21 Cada tablero tenía diez codos de largo, y codo y medio de ancho.
22 Tenía además dos espigas paralelas. Hizo lo mismo todos los tableros de la Morada.
23 Puso los tableros para la Morada: veinte para el flanco del Négueb, hacia el sur;
24 hizo cuarenta basas de plata para colocarlas debajo de los veinte tableros: dos basas debajo de
un tablero para sus dos espigas y dos basas debajo del otro tablero para sus dos espigas.
25 Para el segundo flanco de la Morada, la parte del norte, hizo otros veinte tableros,
26 con sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de un tablero y dos basas debajo del otro
tablero.
27 Para la parte posterior de la Morada, hacia el occidente, hizo seis tableros;
28 para los ángulos de la Morada en su parte posterior, dos más,
29 que estaban unidos desde abajo hasta arriba, hasta la primera anilla. Así lo hizo con los dos
Éxodo 37
1 Besalel hizo el arca de madera de acacia, de dos codos y medio de largo, codo y medio de
oro.
3 Fundió cuatro anillas de oro para sus cuatro pies, dos anillas a un costado y dos anillas al otro.
4 Hizo también varales de madera de acacia, que revistió de oro;
5 pasó los varales por las anillas de los costados del arca, para transportarla.
6 Después hizo un propiciatorio de oro puro, de dos codos y medio de largo, y de codo y medio
de ancho.
La Tapa del Arca y los querubines
7 Hizo igualmente dos querubines de oro macizo; los hizo en los dos extremos del propiciatorio;
8 el primer querubín en un extremo y el segundo en el otro; hizo los querubines formando un
medio de alto.
11 La revistió de oro puro y le puso alrededor una moldura de oro.
12 Hizo además, en torno de ella, un reborde de una palma de ancho, con una moldura de oro
vasos, sus tazas y sus jarros con los que se hacían las libaciones.
El candelabro
17 Hizo el candelabro de oro puro. Hizo el candelabro de oro macizo, su pie y su tallo. Sus
flores;
21 una corola debajo de los dos primeros brazos que formaban cuerpo con él, una corola debajo
de los siguientes, y una corola debajo de los dos últimos brazos; así con los seis brazos que salían del
mismo.
22 Las corolas y los brazos formaban un cuerpo con el candelabro; todo ello formaba un cuerpo
El altar del incienso y el óleo de la unción
25 Hizo también de madera de acacia el altar del incienso, de un codo de largo y uno de ancho,
cuadrado, y de dos codos de alto. Sus cuernos formaban un solo cuerpo con él.
26 Lo revistió de oro puro, por su parte superior, sus costados y también sus cuernos. Puso en su
Éxodo 38
1 Hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia, de cinco codos de largo y cinco de ancho,
cuadrado, y de tres codos de alto.
2 Hizo sobresalir de sus cuatro ángulos unos cuernos que formaban un cuerpo con él, y lo
revistió de bronce.
3 Hizo, además, todos los utensilios del altar: Los ceniceros, los badiles, los acetres, los
tenedores y los braseros. Fundió de bronce todos sus utensilios.
4 Fabricó para el altar una rejilla de bronce en forma de red, bajo la cornisa inferior, de modo
eran de plata.
11 Por el lado septentrional había igualmente un cortinaje de cien codos. Sus postes eran veinte, y
veinte sus basas de bronce; los ganchos de los postes y sus varillas eran de plata.
12 En el lado occidental había un cortinaje de cincuenta codos. Sus postes eran diez, y diez sus
basas; los ganchos de los postes y sus varillas eran de plata.
13 En el lado Este, al oriente, colgaban también cincuenta codos de cortinaje.
14 El cortinaje era de quince codos, con tres columnas y tres basas, por un lado de la entrada;
15 y por el otro lado - a ambos lados de la entrada del atrio - había un cortinaje de quince codos;
sus postes eran tres, y tres sus basas.
16 Todos los cortinajes del recinto del atrio eran de lino fino torzal.
17 Las basas de los postes eran de bronce, sus ganchos y sus varillas de plata. También sus
capiteles estaban revestidos de plata, y todos los postes del atrio llevaban varillas de plata.
El tapiz para la entrada del atrio
18 El tapiz de la puerta del atrio era labor de recamador y estaba recamado de púrpura violeta y
escarlata, de carmesí y lino fino torzal. Tenía veinte codos de largo; su altura - en el ancho - era de
cinco codos, lo mismo que los cortinajes del atrio.
19 Sus cuatro postes y sus cuatro basas eran de bronce; sus ganchos de plata, como también el
Moisés,
23 juntamente con Oholiab, hijo de Ajisamak, de la tribu de Dan, que era artífice, bordador y
recamador en púrpura violeta y escarlata, en carmesí y lino fino.
24 El total del oro empleado en el trabajo, en todo el trabajo del Santuario, es decir, el oro de la
ofrenda reservada, fue de veintinueve talentos y 730 siclos, en siclos del Santuario;
25 la plata de los incluidos en el censo de la comunidad, cien talentos y 1.775 siclos, en siclos del
Santuario:
26 un becá por cabeza, o sea medio siclo, en siclos del Santuario, para cada hombre comprendido
en el censo de los 603.550 hombres, de veinte años en adelante.
27 Los cien talentos de plata se emplearon en fundir las basas del Santuario y las basas del velo;
cien basas correspondientes a los cien talentos, un talento por basa.
28 De los 1.775 siclos hizo ganchos para los postes, revistió sus capiteles y los unió con varillas.
29 El bronce de la ofrenda reservada fue de setenta talentos y 2.400 siclos.
30 Con él hizo las basas para la entrada de la Tienda del Encuentro, el altar de bronce con su
Éxodo 39
1 Hicieron para el servicio del Santuario vestiduras de ceremonia de púrpura violeta y escarlata,
de carmesí y lino fino. Hicieron también las vestiduras sagradas de Aarón, como Yahveh había
mandado a Moisés.
El efod
2 Hicieron, pues, el efod, de oro, de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y lino fino torzal.
3 Batieron oro en láminas y las cortaron en hilos para hacer bordado junto con la púrpura violeta
oro, púrpura violeta y escarlata, carmesí y lino fino torzal, como Yahveh se lo había mandado a
Moisés.
6 Prepararon igualmente las piedras de ónice engastadas en engastes de oro y grabadas como se
doble.
10 Lo llenaron de cuatro filas de piedras. En la primera fila había un sardio, un topacio y una
esmeralda;
11 en la segunda fila: un rubí, un zafiro y un diamante;
12 en la tercera fila: un ópalo, una ágata y una amatista;
13 y en la cuarta: un crisólito, un ónice y un jaspe. Todas ellas estaban engastadas en engarces de
oro.
14 Las piedras eran doce, correspondientes a los nombres de los hijos de Israel, grabadas con sus
nombres como se graban los sellos, cada una con su nombre, conforme a las doce tribus.
15 Hicieron para el pectoral cadenillas de oro puro, trenzadas a manera de cordones.
16 Hicieron dos engastes de oro y dos anillas de oro; fijaron las dos anillas en los dos extremos
del pectoral.
17 Pasaron después las dos cadenillas de oro por las dos anillas en los extremos del pectoral.
18 Unieron los otros dos extremos de las dos cadenillas a los dos engarces, que fijaron del efod.
19 Hicieron otras dos anillas de oro y las pusieron en los otros dos extremos del pectoral en el
púrpura violeta, para que quedase el pectoral sobre la cinta del efod y no se desprendiese del efod,
como Yahveh había mandado a Moisés.
El manto
22 Tejieron el manto del efod, todo de púrpura violeta.
23 Había una abertura en el centro del manto, semejante al cuello de una cota, con una orla
inferior del manto. Servía para oficiar, como Yahveh había ordenado a Moisés.
Las vestiduras de los sacerdotes
27 Tejieron también las túnicas de lino fino para Aarón y sus hijos;
28 la tiara de lino fino, los adornos de las mitras de lino fino y también los calzones de lino fino
torzal,
29 lo mismo que las fajas recamadas de lino fino torzal, de púrpura violeta y escarlata y de
toda la obra conforme a lo que Yahveh había mandado a Moisés. Así lo hicieron.
33 Presentaron a Moisés la Morada, la Tienda y todos sus utensilios; los broches, los tableros, los
travesaños, los postes y las basas;
34 el toldo de pieles de carnero teñidas de rojo, el toldo de cueros finos y el velo protector;
35 el arca del Testimonio con sus varales y el propiciatorio;
36 la mesa con todos sus utensilios y el pan de la Presencia;
37 el candelabro de oro puro con sus lámparas - las lámparas que habían de colocarse en él -,
todos sus utensilios y el aceite del alumbrado;
38 el altar de oro, el óleo de la unción, el incienso aromático y la cortina para la entrada de la
Tienda;
39 el altar de bronce con su rejilla de bronce, sus varales y todos sus utensilios; la pila con su
base;
40 el cortinaje del atrio, los postes con sus basas, el tapiz para la entrada del atrio, sus cuerdas, su
clavazón y todos los utensilios del servicio de la Morada para la Tienda del Encuentro;
41 las vestiduras de ceremonia para el servicio en el Santuario: los ornamentos sagrados para el
sacerdote Aarón y las vestiduras de sus hijos para ejercer el sacerdocio.
42 Conforme a cuanto Yahveh había ordenado a Moisés, así hicieron los hijos de Israel toda la
obra.
43 Moisés vio todo el trabajo y comprobó que lo habían llevado a cabo; tal como había mandado
Yahveh, así lo habían hecho. Y Moisés los bendijo.
La erección y consagración de la Morada
Éxodo 40
a la entrada de la Morada.
6 Colocarás el altar de los holocaustos ante la entrada de la Morada de la Tienda del Encuentro.
7 Pondrás la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar, y echarás agua en ella.
8 En derredor levantarás el atrio y tenderás el tapiz a la entrada del atrio.
9 Entonces tomarás el óleo de la unción y ungirás la Morada y todo lo que contiene. La
postes.
19 Después desplegó la Tienda por encima de la Morada y puso además por encima el toldo de la
Tienda, como Yahveh había mandado a Moisés.
20 Luego tomó el Testimonio y lo puso en el arca; puso al arca los varales y sobre ella colocó el
propiciatorio en la parte superior.
21 Llevó entonces el arca a la Morada, colgó el velo de protección y cubrió así el arca del
Testimonio, como Yahveh había mandado a Moisés.
22 Colocó también la mesa en la Tienda del Encuentro, al lado septentrional de la Morada, fuera
del velo.
23 Dispuso sobre ella las filas de los panes de la Presencia delante de Yahveh, como Yahveh había
ordenado a Moisés.
24 Luego instaló el candelabro en la Tienda del Encuentro, frente a la mesa, en el lado meridional
de la Morada,
25 y colocó encima las lámparas delante de Yahveh, como Yahveh había mandado a Moisés.
26 Asimismo puso el altar de oro en la Tienda del Encuentro, delante del velo;
27 y quemó sobre él incienso aromático como Yahveh había mandado a Moisés.
28 A la entrada de la Morada colocó la cortina,
29 y en la misma entrada de la Morada de la Tienda del Encuentro colocó también el altar de los
holocaustos, sobre el cual ofreció el holocausto y la oblación, como Yahveh había mandado a
Moisés.
30 Situó la pila entre la Tienda del Encuentro y el altar, y echó en ella agua para las abluciones;
31 Moisés, Aarón y sus hijos se lavaron en ella las manos y los pies.
32 Siempre que entraban en la Tienda del Encuentro y siempre que se acercaban al altar, se
lavaban, como Yahveh había mandado a Moisés.
33 Por fin alzó el atrio que rodeaba la Morada y el altar, y colgó el tapiz a la entrada del atrio. Así
Los judíos de habla griega llamaron LEVÍTICO al tercer libro del Pentateuco. Este nombre da
una idea bastante adecuada de su contenido, porque el mismo consta casi exclusivamente de las
prescripciones rituales que debían poner en práctica los sacerdotes de la tribu de Leví.
La primera parte del Levítico está dedicada al ritual de los sacrificios (caps. 1-7). Luego vienen
el ceremonial para la investidura de los sacerdotes (caps. 8-10), y la ley sobre lo puro y lo impuro
(caps. 11-15), que concluye con el ritual para el gran Día de la Expiación (cap. 16). Los caps. 17-26
contienen la así llamada "Ley de Santidad", que se cierra con una serie de bendiciones y maldiciones.
A modo de Apéndice, el cap. 27 determina las condiciones para el rescate de las personas, los
animales y los bienes consagrados al Señor.
El Levítico pertenece en su totalidad a la tradición "sacerdotal". De allí su estilo minucioso y
preciso, sobrecargado de términos técnicos y de repeticiones. Esta es una característica de todas las
legislaciones cultuales, que se extienden hasta los más mínimos detalles para asegurar la eficacia de
los ritos.
Aunque el Libro recibió su forma definitiva en la comunidad postexílica, algunos de los
elementos que lo integran tienen un origen muy antiguo. Las prohibiciones alimenticias (cap. 11) y
las reglas relativas a la pureza (caps. 13-15) conservan vestigios de una edad primitiva, cargada de
tabúes y concepciones mágicas. El ceremonial del gran Día de la Expiación (cap. 16) yuxtapone a un
rito arcaico un concepto muy elevado del pecado.
Como en el resto del Pentateuco, las leyes están encuadradas en un marco narrativo. Pero en el
Levítico ese marco es muy simple, y se reduce casi siempre a una fórmula convencional, que hace
depender todo el culto israelita de una orden dada por Dios a Moisés en el Sinaí. Así se pone de
relieve la relación del culto con la Alianza.
La lectura del Levítico deja casi inevitablemente la impresión de que su contenido pertenece a
una cultura lejana y extraña al hombre moderno. Esto es verdad, pero visto en su contexto histórico,
el Libro atestigua un sentido muy profundo de la trascendencia divina y de la preocupación por
formar un Pueblo santo, consagrado al culto del verdadero Dios en medio de las naciones paganas.
La antigua Ley no era más que "la sombra de los bienes futuros" (Heb. 10. 1), y el único
Sacrificio de Cristo hizo caducar todo el ceremonial del antiguo Templo. Pero las exigencias de
santidad y de pureza en el servicio de Dios siguen siendo siempre válidas, y la referencia al Levítico
es indispensable para entender muchos pasajes del Nuevo Testamento, que nos hablan de Cristo y de
su Sacrificio redentor.
EL RITUAL DE LOS SACRIFICIOS
Para Israel —como para toda religión— el acto de culto por excelencia, la expresión más natural
y espontánea del reconocimiento debido a la absoluta soberanía de Dios, es el "sacrificio". Al ofrecer
un sacrificio, el hombre se despoja de algo valioso, de un alimento necesario para su vida, y lo
consagra al Señor sobre el fuego del altar. El humo que sube de la ofrenda es como un lazo de unión
entre el cielo y la tierra.
El sacrificio puede ofrecerse en acción de gracias, o para implorar del Señor algún beneficio.
También hay sacrificios de expiación por el pecado, donde la sangre cumple una función purificadora.
Otras veces, sólo una parte de la víctima se quema sobre el altar; la otra porción es compartida en un
banquete sagrado, estableciéndose así un vínculo de comunión con la divinidad, de quien proceden la
fuerza y la vida.
El ritual israelita despoja a los sacrificios de todo elemento mágico y hace resaltar el aspecto
personal. Pero estos ritos, como toda acción litúrgica, están expuestos a convertirse en prácticas
puramente exteriores, desprovistos de espíritu. Israel incurrió muchas veces en este pecado, y los
profetas tuvieron que alzar su voz para recordar que Dios detesta el humo de los sacrificios, cuando
faltan la justicia y la fidelidad a sus mandamientos (Is. 1. 10-20; Os. 6.6; Am. 5. 21-25; Sal. 50. 7-15).
Por eso, el Sacrificio por excelencia es el de Cristo, que aceptó "por obediencia la muerte y muerte de
cruz" (Flp. 2. 8).
Los holocaustos
Levítico 1
1121 Yahveh llamó a Moisés y le habló así desde la Tienda del Encuentro:
2 Habla a los israelitas y diles: Cuando alguno de vosotros presente a Yahveh una ofrenda,
podréis hacer vuestras ofrendas de ganado, mayor o menor.
3 Si su ofrenda es un holocausto de ganado mayor ofrecerá un macho sin defecto; lo ofrecerá a
la entrada de la Tienda del Encuentro, para que sea grato ante Yahveh.
4 Impondrá su mano sobre la cabeza de la víctima y le será aceptada para que le sirva de
expiación.122
5 Inmolará el novillo ante Yahveh; los hijos de Aarón, los sacerdotes, ofrecerán la sangre y la
fuego;
8 luego, los hijos de Aarón, los sacerdotes, dispondrán las porciones, la cabeza y el sebo, encima
sin defecto.
11 Lo inmolará al lado septentrional del altar ante Yahveh, y los hijos de Aarón los sacerdotes,
derramarán la sangre alrededor del altar.
12 Luego, lo despedazará en porciones, y el sacerdote las dispondrá, con la cabeza y el sebo,
Levítico 2
1123 Cuando alguien ofrezca a Yahveh una oblación, su ofrenda consistirá en flor de harina,
sobre la que derramará aceite y pondrá incienso.
2 La llevará a los hijos de Aarón, a los sacerdotes; tomará un puñado de la harina con aceite y
todo el incienso; el sacerdote lo quemará en el altar como memorial, manjar abrasado de calmante
aroma para Yahveh.124
3 El resto de la oblación será para Aarón y para sus hijos, como porción sacratísima del manjar
falte nunca la sal de la alianza de tu Dios; en todas tus ofrendas ofrecerás sal.125
14 Si ofreces a Yahveh una oblación de primicias ofrecerás, como oblación de tus primicias,
espigas tostadas al fuego o grano tierno majado.
15 Derramarás sobre ella aceite y le echarás además incienso; es una oblación.
16 El sacerdote quemará, como memorial de la misma, parte del grano majado y del aceite, con
todo el incienso, como manjar abrasado para Yahveh.
El sacrificio de comunión
Levítico 3
1126 Si su ofrenda es un sacrificio de comunión, si lo que ofrece es vacuno, macho o hembra,
ofrecerá ante Yahveh una res sin defecto.
2 Impondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda y la inmolará en la entrada de la Tienda del
Encuentro. Luego los hijos de Aarón, los sacerdotes, derramarán la sangre alrededor del altar.
3 El ofrecerá parte del sacrificio de comunión como manjar abrasado para Yahveh: el sebo que
cubre las entrañas y todo el que hay sobre las mismas;
4 los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos; y el resto que cubre el hígado; quitará
todo este sebo junto con los riñones.
5 Los hijos de Aarón lo quemarán en el altar encima del holocausto que está sobre la leña, que
está encima del fuego. Será un manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh.
6 Si su ofrenda de sacrificio de comunión para Yahveh es de ganado menor, macho o hembra,
ofrecerá una res sin defecto.
7 Si ofrece como ofrenda un cordero, lo presentará ante Yahveh,
8 impondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda y la inmolará ante la Tienda del Encuentro; los
rabo entero que se cortará desde la rabadilla; el sebo que cubre las entrañas y todo el que hay sobre
las mismas;
10 los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; quitará
todo este sebo junto con los riñones.
11 El sacerdote lo quemará en el altar como alimento, manjar abrasado para Yahveh.
12 Si su ofrenda consiste en una cabra, la presentará ante Yahveh,
13 impondrá la mano sobre su cabeza y la inmolará ante la Tienda del Encuentro; los hijos de
1127 Yahveh habló así a Moisés:
2 Habla a los israelitas y diles: Si alguien peca por inadvertencia contra cualquiera de los
mandamientos de Yahveh sobre lo que no se debe hacer y comete una de estas acciones prohibidas:
3 Si el que peca es el sacerdote ungido, haciendo culpable al pueblo, entonces ofrecerá a Yahveh
por el pecado que ha cometido un novillo sin defecto, como sacrificio por el pecado.128
4 Llevará el novillo a la entrada de la tienda del Encuentro ante Yahveh, impondrá la mano sobre
la cabeza del novillo y lo inmolará ante Yahveh.
5 El sacerdote ungido tomará parte de la sangre del novillo y la llevará a la Tienda del Encuentro.
6 El sacerdote mojará su dedo en la sangre y rociará con ella siete veces ante Yahveh frente al
velo del Santuario.
7 El sacerdote pondrá parte de la sangre en los cuernos del altar del incienso aromático ante
Yahveh en la Tienda del Encuentro, y verterá toda la sangre del novillo al pie del altar de los
holocaustos que se encuentra a la entrada de la Tienda del Encuentro.
8 De todo el sebo del novillo sacrificado por el pecado, reservará el sebo que cubre las entrañas
y todo el que hay sobre las mismas;
9 los dos riñones y el sebo adherido a ellos y a los lomos, y el resto que cubre el hígado; quitará
todo este sebo junto con los riñones, -
10 todo como lo reservado del novillo del sacrificio de comunión - y el sacerdote lo quemará
sobre el altar de los holocaustos.
11 La piel del novillo, toda su carne, con su cabeza y sus patas, sus entrañas con los excrementos,
12 el novillo entero, lo sacará fuera del campamento, a un lugar puro, al vertedero de las cenizas.
Lo quemará con fuego de leña; será quemado en el vertedero de las cenizas.
El sacrificio por el pecado de toda la comunidad
13 Si toda la comunidad de Israel peca por inadvertencia, haciendo cualquiera de las cosas
prohibidas por los mandamientos de Yahveh, haciéndose así culpable, quedando el hecho oculto a los
ojos de la asamblea;
14 en cuanto llegue a saberse el pecado cometido en ella, la asamblea ofrecerá un novillo en
sacrificio por el pecado. Lo llevarán ante la Tienda del Encuentro;
15 los ancianos de la comunidad impondrán las manos sobre la cabeza del novillo ante Yahveh y
Encuentro, y derramará el resto de la sangre al pie del altar de los holocaustos, situado a la entrada de
la Tienda del Encuentro.
19 Reservará todo el sebo del novillo y lo quemará en el altar,
20 haciendo con este novillo como con el novillo del sacrificio por el pecado. Lo mismo hará
con él. Así el sacerdote hará expiación por ellos y se les perdonará.
21 Sacará el novillo fuera del campamento y lo quemará como el novillo anterior. Este es el
holocaustos.
30 El sacerdote mojará su dedo en la sangre, untará los cuernos del altar de los holocaustos, y
sacerdote lo quemará en el altar como calmante aroma para Yahveh. El sacerdote hará así expiación
por él y se le perdonará.
32 Si lleva un cordero como ofrenda suya por el pecado, sea lo que lleve una hembra sin defecto;
33 impondrá su mano sobre la cabeza de la víctima y la inmolará como sacrificio por el pecado
comunión, y el sacerdote lo quemará en el altar, junto con los manjares abrasados de Yahveh. El
sacerdote hará expiación por él, por el pecado cometido, y se le perdonará.
Otros casos de sacrificio por el pecado
Levítico 5
1 Si alguien peca en uno de estos casos: Uno ha oído la fórmula conjuratoria, y es testigo, porque
impuro o el de un bicho impuro, y, aun sin darse cuenta, se hace así él mismo impuro y culpable;
3 o bien, uno toca cualquiera de las inmundicias humanas con que puede contaminarse, sin darse
pecado, una décima de medida de flor de harina como sacrificio por el pecado. No añadirá aceite, ni
echará sobre ella incienso, porque es sacrificio por el pecado.
12 La llevará al sacerdote; y el sacerdote, tomando de ella un puñado como memorial, lo
quemará en el altar, junto con los manjares que se abrasan para Yahveh. Es un sacrificio por el
pecado.
13 El sacerdote hará expiación por él, a causa del pecado que cometió en cualquiera de aquellos
lo dará al sacerdote. El sacerdote hará por él la expiación con el carnero del sacrificio de reparación;
y se le perdonará.
17 Si alguien peca sin darse cuenta, haciendo algo prohibido por los mandamientos de Yahveh, se
su valoración; y el sacerdote hará expiación por él a causa del error que cometió sin darse cuenta, y
se le perdonará.
19 Es un sacrificio de reparación, pues era ciertamente culpable ante Yahveh.129
La reparación de los delitos contra el prójimo
20 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
21 Si uno peca y comete una prevaricación contra Yahveh engañando a su prójimo acerca de un
depósito o de un objeto confiado a sus manos, o de algo robado, o bien oprimiendo a su prójimo
violentamente,
22 o si halla un objeto perdido y lo niega, o jura en falso acerca de cualquiera de las cosas en que
Levítico 6
Prescripciones sobre la oblación
7 Esta es la ley de la oblación: Los hijos de Aarón la presentarán delante de Yahveh, frente al
altar;
8 uno de ellos tomará de la oblación un puñado de flor de harina (con su aceite, y todo el
incienso que se añade a la oblación), y lo quemará en el altar, en memorial, como calmante aroma
para Yahveh.
9 Aarón y sus hijos comerán lo que quede de ella; debe comerse sin levadura, en lugar santo. Han
mí. Es cosa sacratísima, como el sacrificio por el pecado y como el sacrificio de reparación.
11 Todos los varones de los hijos de Aarón podrán comer de ello. Es ley perpetua para vuestros
descendientes, relativa a los manjares que se abrasan para Yahveh. Todo cuanto los toque quedará
consagrado.
La ofrenda de los sacerdotes
12 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
13 Esta es la ofrenda que Aarón y sus hijos ofrecerán a Yahveh el día de su unción: una décima de
medida de flor de harina, como oblación perpetua, la mitad por la mañana, y la mitad por la tarde.
14 Será preparada con aceite en la sartén; la ofrecerás bien frita y la presentarás partida en trozos
Levítico 7
reparación.
6 Podrán comerlo todos los varones de entre los sacerdotes; se comerá en lugar sagrado. Es cosa
sacratísima.
Los derechos de los sacerdotes
7 El sacrificio por el pecado es como el sacrifico de reparación: tienen la misma ley. La víctima
pertenece al sacerdote que hace la expiación con ella.
8 El sacerdote que ofrece el holocausto de una persona se quedará con la piel de la víctima que le
han ofrecido.
9 También toda oblación cocida al horno y toda la preparada en cazuela o en sartén pertenece al
sacerdote que la ofrece;
10 pero toda oblación amasada con aceite, o seca, se dará a todos los hijos de Aarón, en
porciones iguales.
Prescripciones sobre el sacrificio de comunión
11 Esta es la ley del sacrificio de comunión que se ofrece a Yahveh:
12 Si se ofrece en alabanza, se ofrecerán, juntamente con el sacrificio de alabanza, panes ázimos
amasados con aceite, tortas ázimas untadas de aceite y tortas de flor de harina amasadas con aceite.
13 Se añadirá esta ofrenda a las tortas de pan fermentado y al sacrificio de comunión en alabanza.
14 Se reservará una pieza de cada clase como ofrenda reservada a Yahveh y corresponderá al
sacerdote que derrama la sangre del sacrificio de comunión.
15 La carne del sacrificio de comunión en alabanza se comerá el mismo día de su ofrecimiento,
sin dejar nada de ella para la mañana siguiente.
Los sacrificios votivos y espontáneos
16 Si se ofrece la víctima en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, se comerá el
mismo día en que ha sido ofrecida, y lo que sobre deberá comerse al día siguiente.
17 Pero el tercer día será quemado lo que quede de la carne de la víctima.
18 Si se come la carne de un sacrificio de comunión al tercer día, no obtendrá favor el oferente
del mismo; no se le tendrá en cuenta. Será abominación. Y quien coma de ella, cargará con su
iniquidad.
19 No podrá comerse la carne que haya tocado cualquier cosa impura; será consumida por el
otra abominación impura y luego come de la carne del sacrificio de comunión ofrecido a Yahveh,
será exterminado de su parentela.
Otras prescripciones relacionadas con el culto
22 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
23 Habla a los israelitas y diles: No comeréis sebo de buey, ni de cordero ni de cabra.
24 El sebo de animal muerto o destrozado podrá servir para cualquier uso, pero en modo alguno
lo comeréis.
25 Porque todo aquel que coma sebo de animal del que suele ofrecerse manjar abrasado a
La parte de los sacerdotes
28 Yahveh habló a Moisés, diciendo:
29 Habla a los israelitas y diles: Quien ofrezca a Yahveh un sacrificio de comunión, presente a
presentará el sebo y el pecho; el pecho para mecerlo como ofrenda mecida ante Yahveh.
31 El sacerdote quemará el sebo sobre el altar; el pecho será para Aarón y sus hijos.
32 Daréis también al sacerdote, como ofrenda reservada, la pierna derecha de vuestros sacrificios
de comunión.
33 Esta pierna derecha pertenecerá a aquel de los hijos de Aarón que haya ofrecido la sangre y el
Levítico 8
para consagrarlas.
11 Roció con él por siete veces el altar y ungió el altar con todos su utensilios, así como la pila
la faja y les puso las mitras, como Yahveh había mandado a Moisés.
Los sacrificios de consagración
14 Después hizo traer el novillo para el sacrificio por el pecado, y Aarón y sus hijos impusieron
las manos sobre la cabeza del novillo, víctima por el pecado.
15 Moisés lo inmoló. Tomó la sangre y mojó con su dedo los cuernos del altar, todo en derredor,
para purificarlo. Después derramó la sangre al pie del altar; de esta manera lo consagró haciendo por
él la expiación.
16 Tomó luego todo el sebo que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado, y los dos
la oreja derecha, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho; y derramó la sangre sobre el
altar, todo en derredor.
25 Tomó luego el sebo: el rabo, todo el sebo que cubre las entrañas, el que queda junto al hígado,
los dos riñones con su sebo y la pierna derecha.
26 Sacó del canastillo de los ázimos que estaba ante Yahveh un pan ázimo, una torta de pan
amasada con aceite y otra torta untada, y las puso sobre el sebo y sobre la pierna derecha.
27 Entregó todo esto en manos de Aarón y en manos de sus hijos haciéndolo mecer como
ofrenda mecida ante Yahveh.
28 Moisés lo recibió de sus manos y lo quemó en el altar, encima del holocausto. Era el sacrificio
porción del carnero de la investidura que pertenecía a Moisés, como Yahveh se lo había mandado.
La aspersión con la sangre de los sacrificios
30 Después Moisés tomó óleo de la unción y sangre de la que había encima del altar, roció a
Aarón y sus vestiduras de sus hijos. Así consagró a Aarón y sus vestiduras, así como a sus hijos y las
vestiduras de sus hijos.
31 Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: «Coced la carne a la entrada de la Tienda del Encuentro y
comedla allí mismo; comed también el pan del canastillo de la investidura tal como lo he mandado
diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán.
32 Quemaréis la carne sobrante y el pan.
33 Y no os apartaréis de la entrada de la Tienda del Encuentro por espacio de siete días, hasta el
día en que se cumplan los días de vuestra investidura; porque siete días durará vuestra investidura.
34 Yahveh mandó que se procediera como se ha procedido hoy para hacer expiación por
vosotros.
35 Así quedaréis siete días, día y noche, a la entrada de la Tienda del Encuentro, guardando la
norma de Yahveh para no morir, pues así me fue ordenado.»
36 Aarón y sus hijos hicieron cuanto Yahveh había mandado por medio de Moisés.
Los primeros sacrificios de Israel
Levítico 9
1 El día octavo Moisés llamó a Aarón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel.
2 Dijo a Aarón: «Trae un becerro para el sacrificio por el pecado y un carnero para el
holocausto, ambos sin defecto, para ofrecerlos ante Yahveh.
3 Hablarás a los israelitas, diciendo: “Tomad un macho cabrío para el sacrificio por el pecado y
un becerro y un cordero, ambos de un año y sin defecto, para el holocausto;
4 para los sacrificios de comunión, un toro y un carnero, que se sacrificarán ante Yahveh; y una
oblación amasada con aceite. Cierto que hoy se os mostrará Yahveh.”»
5 Trajeron, pues, ante la Tienda del Encuentro lo que Moisés había mandado; toda la comunidad
se acercó y se mantuvo delante de Yahveh.
6 Dijo entonces Moisés: «Esto es lo que ha mandado Yahveh; hacedlo y se os mostrará la gloria
de Yahveh.»
7 Después Moisés dijo a Aarón: «Acércate al altar, ofrece tu sacrificio por el pecado y tu
holocausto, y haz la expiación por ti mismo y por tu casa; presenta también la ofrenda del pueblo y
haz la expiación por ellos, como Yahveh lo ha prescrito.»
8 Acercóse, pues, Aarón al altar e inmoló el becerro del sacrificio por su propio pecado.
9 Los hijos de Aarón le presentaron la sangre; y él, mojando su dedo en la sangre, untó con ella
sobre el altar.
14 Y habiendo lavado las entrañas y las patas, las quemó encima del holocausto sobre el altar.
15 Después presentó la ofrenda del pueblo: tomó el macho cabrío correspondiente al sacrificio
por el pecado del pueblo, lo inmoló y lo sacrificó como el primero.
16 Ofreció el holocausto, haciéndolo según la norma.
17 Además presentó lo oblación. Tomando un puñado de ella, la quemó en el altar encima del
holocausto de la mañana.
18 Inmoló asimismo el toro y el carnero como sacrificio de comunión por el pueblo. Los hijos
de Aarón le entregaron la sangre, que él derramó sobre todos los lados del altar.
19 En cuanto a las partes grasas del toro y del carnero, el rabo, el sebo que cubre las entrañas, los
riñones y lo que queda junto al hígado,
20 las puso sobre los pechos de las víctimas, y él las quemó sobre el altar;
21 Aarón por su parte meció los pechos y la pierna derecha como ofrenda mecida ante Yahveh
conforme Moisés había mandado.
22 Entonces Aarón, alzando las manos hacia el pueblo, lo bendijo; después de haber acabado el
sacrificio por el pecado, el holocausto y el sacrificio de comunión, descendió.
La gloria del Señor
23 Luego Moisés y Aarón entraron en la Tienda del Encuentro y, cuando salieron, bendijeron al
Levítico 10
1 Nadab y Abihú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, pusieron fuego en ellos y, tras
echar incienso encima, ofrecieron ante Yahveh un fuego profano, que él no les había mandado.
2 Entonces salió de la presencia de Yahveh un fuego que los devoró, y murieron delante de
Yahveh.
3 Moisés dijo entonces a Aarón: «Esto es lo que Yahveh ha declarado diciendo: Entre los
cercanos a mí mostraré mi santidad. y ante la faz del pueblo manifestaré mi gloria.» Aarón no dijo
nada.
El retiro de los cadáveres
4 Moisés llamó a Missael y a Elsafán, hijos de Uzziel, tío paterno de Aarón, y les dijo:
«Acercaos, retirad a vuestros hermanos de delante del santuario y llevadlos fuera del campamento.»
5 Se acercaron y los llevaron en sus propias túnicas fuera del campamento, como Moisés había
mandado.
6 Moisés dijo a Aarón y a sus hijos, Eleazar e Itamar: «No llevéis la cabeza desgreñada, ni
rasguéis vuestros vestidos, para no morir, pues la ira de Yahveh recae sobre toda la comunidad.
Vuestros hermanos, toda la casa de Israel, llorarán a los abrasados por el fuego de Yahveh.
7 No os apartéis de la entrada de la Tienda del Encuentro, no sea que muráis, pues tenéis sobre
vosotros la unción de Yahveh.» Ellos obedecieron a la palabra de Moisés.
La prohibición de bebidas alcohólicas
8 Yahveh habló a Aarón, diciendo:
9 «Cuando hayáis de entrar en la Tienda del Encuentro, no bebáis vino ni bebida que pueda
embriagar, ni tú ni tus hijos, no sea que muráis. Decreto perpetuo es éste para vuestros descendientes,
10 para que podáis distinguir entre lo sagrado y lo profano, entre lo impuro y lo puro,
11 y enseñar a los israelitas todos los preceptos que Yahveh les ha dado por medio de Moisés.
Los derechos de los sacerdotes
12 Moisés dijo a Aarón y a Eleazar e Itamar, los hijos que le quedaban: «Tomad la oblación que
queda de los manjares que se abrasan en honor de Yahveh y comedla sin levadura junto al altar, pues
es cosa sacratísima.
13 La comeréis en lugar sagrado, por ser la porción tuya y la porción de tus hijos, de los
manjares que se abrasan en honor de Yahveh, pues así me ha ordenado.
14 Tú, y contigo tus hijos y tus hijas, comeréis también en lugar puro el pecho mecido y la pierna
reservada, porque os han sido dados como porción tuya y de tus hijos, de los sacrificios de comunión
de los israelitas.
15 Ellos traerán la pierna reservada y el pecho mecido, además de las grasas que han de ser
abrasadas para Yahveh como ofrenda mecida delante de Yahveh; serán la porción perpetua para ti y
para tus hijos junto a ti, según ha mandado Yahveh.»
Disposición acerca del sacrificio por el pecado
16 Moisés preguntó con interés acerca del macho cabrío del sacrificio por el pecado; pero he
aquí que había sido ya quemado. Irritado contra Eleazar e Itamar, los hijos que le habían quedado a
Aarón, dijo:
17 «¿Por qué no comisteis en lugar sagrado la víctima del sacrificio por el pecado? Pues era cosa
sacratísima que se os daba a vosotros para quitar la falta de la comunidad, haciendo expiación por
ellos ante Yahveh.
18 Teníais que haberla comido en lugar sagrado según os había ordenado, porque su sangre no
había sido llevada al interior del santuario.»
19 Respondió Aarón a Moisés: «Mira que ellos han presentado hoy su sacrificio por el pecado y
su holocausto delante de Yahveh, y me ha sucedido esto; ¿si yo hubiera comido la víctima por el
pecado, acaso hubiera sido esto grato a Yahveh?»
20 Cuando Moisés oyó esto, se dio por satisfecho.
LEGISLACIÓN SOBRE LO PURO Y LO IMPURO
En esta serie de prescripciones, lo "puro" y lo "impuro" -como lo santo y lo profano- no son
cualidades morales, sino "estados" que afectan casi físicamente al hombre y le permiten o le impiden
acercarse a Dios para rendirle culto. Lo "impuro" es una fuerza misteriosa y temible, que se transmite
por simple contacto, incluso involuntario. Basta tocar un cadáver para quedar impuro. En algunos
casos, el estado de impureza es inevitable, como en los enfermos de lepra.
Para salir de este estado y reintegrarse a la comunidad cultual, es preciso someterse a ciertos
ritos de purificación. A las purificaciones establecidas para cada caso particular, se añade el ritual
del gran Día de la Expiación, que consistía en enviar cada año al desierto el "chivo emisario",
portador tanto de las impurezas como de los pecados del pueblo.
Estas prácticas ancestrales, que encierran a veces principios elementales de higiene, sirvieron
para mantener vivo en Israel el sentido de la santidad, es decir, de la absoluta trascendencia de Dios
(Is. 6. 3). Pero el punto débil de la legislación estaba en no distinguir suficientemente el mal físico del
mal moral y en identificar algunas enfermedades con el estado de impureza. Por eso Jesús la declaró
abolida, al afirmar que nada de lo que está fuera del hombre puede mancharlo, sino sólo el mal y la
impureza que brotan de su corazón (Mc. 7. 14-23).
Los animales puros e impuros: los terrestres
Levítico 11
vosotros.
8 No comeréis su carne ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros.
Los animales acuáticos
9 De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer éstos: cuantos tienen aletas y
todos los que bullen en las aguas, en mares y ríos, y entre todos los demás animales que viven en el
agua.
11 Serán abominables para vosotros: no comeréis su carne y tendréis sus cadáveres como
abominables.
12 Tendréis por abominable todo cuanto en las aguas carece de aletas y escamas.
Las aves
13 Las siguientes de entre las aves tendréis por inmundas, y no podrán comer por ser
abominación: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina,
14 el buitre, el halcón en todas sus especies,
15 toda clase de cuervos,
16 el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies,
17 el búho, el somormujo, el ibis,
18 el cisne, el pelícano, el calamón,
19 la cigüeña, la garza en todas sus especies, la abubilla y el murciélago.
Otros animales alados
20 Será abominable para vosotros todo bicho alado que anda sobre cuatro patas.
21 Pero de todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas, podréis comer aquellos que
además de sus cuatro patas tienen zancas para saltar con ellas sobre el suelo.
22 De ellos podréis comer: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de jargol y
de jagab.
23 Cualquier otro bicho alado de cuatro patas será para vosotros abominable.
El contacto con los animales impuros
24 Por estos animales podéis contraer impureza. El que toque su cadáver quedará impuro hasta la
tarde.
25 El que levante alguno de sus cadáveres tendrá que lavar sus vestidos y quedará impuro hasta la
tarde.
26 Asimismo todos los animales que tienen pezuña no partida en dos uñas y no rumian, serán
impuros para vosotros. Todo aquel que los toque quedará impuro.
27 De entre los cuadrúpedos os serán impuros todos los que andan sobre las plantas de sus pies.
El que toque sus cadáveres quedará impuro hasta la tarde.
28 El que levante el cadáver de uno de ellos tendrá que lavar sus vestidos, y quedará impuro hasta
la tarde; son impuros para vosotros.
Los animales pequeños
29 De entre los bichos pequeños que andan arrastrándose por el suelo serán impuros para
instrumento de madera, o un vestido, una piel, un saco o cualquier utensilio. Será metido en agua y
quedará impuro.
33 Si cae uno de estos cadáveres en una vasija de barro, cuanto haya dentro de ella quedará
doble fogón serán derribados; son impuros y los tendréis por impuros.
36 (Solamente las fuentes y cisternas, donde se recogen las aguas, permanecerán puras), pero el
muchos pies, es decir, ningún bicho que se arrastra por el suelo, porque son abominación.
43 No os hagáis inmundos con ninguna clase de bicho que se arrastra, ni os hagáis impuros con
ellos, para que no os contaminéis por su causa.
44 Porque yo soy Yahveh, vuestro Dios; santificaos y sed santos, pues yo soy santo. No os haréis
impuros con ninguno de esos bichos que se arrastran por el suelo.
45 Pues yo soy Yahveh, el que os he subido de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Sed,
pues, santos porque yo soy santo.
Conclusión
46 Esta es la ley acerca de los animales, de las aves, y de todos los seres vivientes que se mueven
Levítico 12
1133 Yahveh habló a Moisés y dijo:
2 Habla a los israelitas y diles: Cuando una mujer conciba y tenga un hijo varón, quedará impura
durante siete días; será impura como en el tiempo de sus reglas.
3 Al octavo día será circuncidado el niño en la carne de su prepucio;
4 pero ella permanecerá todavía 33 días purificándose de su sangre. No tocará ninguna cosa santa
entrada de la Tienda del Encuentro, un cordero de un año como holocausto, y un pichón o una tórtola
como sacrificio por el pecado.
7 El sacerdote lo ofrecerá ante Yahveh, haciendo expiación por ella, y quedará purificada del
flujo de su sangre. Esta es la ley referente a la mujer que da a luz a un niño o una niña.
8 Mas si a ella no le alcanza para presentar una res menor, tome dos tórtolas o dos pichones, uno
como holocausto y otro como sacrificio por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella y
quedará pura.
La impureza provocada por la lepra
Levítico 13
1134 Yahveh habló a Moisés y a Aarón, diciendo:
2 Cuando uno tenga en la piel de su carne tumor, erupción o mancha blancuzca brillante, y se
forme en la piel de su carne como una llaga de lepra, será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus
hijos, los sacerdotes.
3 El sacerdote examinará la llaga en la piel de la carne; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco,
y la llaga parece más hundida que la piel de su carne, es llaga de lepra; cuando el sacerdote lo haya
comprobado, le declarará impuro.
4 Mas si hay en la piel de su carne una mancha blancuzca brillante sin que parezca más hundida
que la piel, y sin que el pelo se haya vuelto blanco, el sacerdote recluirá durante siete días al afectado.
5 Al séptimo día el sacerdote lo examinará, y si comprueba que la llaga se ha detenido, no se ha
extendido por la piel, el sacerdote entonces lo recluirá otros siete días.
6 Pasados estos siete días, el sacerdote lo examinará nuevamente: si ve que la llaga ha perdido su
color y no se ha extendido en la piel, el sacerdote lo declarará puro; no se trata más que de una
erupción. Lavará sus vestidos y quedará puro.
7 Pero si después que el sacerdote le ha examinado y declarado puro, sigue la erupción
extendiéndose por la piel, se presentará de nuevo al sacerdote.
8 El sacerdote, al comprobar que la erupción se extiende por la piel, lo declarará impuro: es un
caso de lepra.
La lepra crónica
9 Cuando en un hombre se manifieste una llaga como de lepra, será llevado al sacerdote.
10 El sacerdote lo examinará, y si observa un tumor blancuzco en la piel, el color del pelo
es impuro.
12 Pero si la lepra se ha extendido por la piel hasta cubrir toda la piel del enfermo desde la cabeza
lepra.
16 Pero si la úlcera cambia, volviéndose blanca, el afectado ha de presentarse al sacerdote.
17 El sacerdote lo examinará, y al ver que la llaga se ha vuelto blanca, declarará puro al afectado
más hundida que la piel, es que se ha producido lepra en la quemadura. El sacerdote lo declarará
impuro; es un caso de lepra.
26 Si, en cambio, el sacerdote observa que en la mancha no aparece pelo blanco, que no está más
es un caso de lepra.
28 Pero si la mancha sigue estacionaria sin extenderse por la piel y ha perdido color, se trata de la
ella pelo amarillento, recluirá al afectado por la tiña durante siete días.
32 Al séptimo, el sacerdote examinará el mal, y si no se ha extendido la tiña, ni hay en ella pelo
más hundida que la piel, le declarará puro; lavará sus vestidos y quedará puro.
35 Pero si la tiña, después de la purificación, se extiende mucho por la piel,
36 el sacerdote lo examinará. Si comprueba que la tiña se ha extendido por la piel, el sacerdote ya
hecho de cuero, tiene color verdoso o rojizo, es llaga de lepra y debe ser mostrada al sacerdote.
50 El sacerdote examinará la mancha y encerrará el objeto manchado durante siete días.
51 Al séptimo, el sacerdote examinará la mancha y si se ha extendido por el vestido, tejido,
cobertor, piel o por un objeto de cuero, es un caso de lepra maligna y el objeto es impuro.
52 Se quemará el vestido, tejido, cobertor de lana o de lino o el objeto de cuero en que se
encuentre la mancha, pues es lepra maligna; será quemado.
53 Pero si el sacerdote ve que no se ha extendido la mancha por el vestido, tejido, cobertor o el
objeto de cuero,
54 hará lavar el objeto manchado y lo encerrará otros siete días.
55 Si el sacerdote ve que la mancha, después de haber sido lavada, no ha mudado de aspecto,
aunque la mancha no se haya extendido, el objeto es impuro; lo entregarás al fuego: es una infección
por la cara y el envés.
56 Pero si el sacerdote ve que la parte manchada, después de lavada, ha perdido color, la rasgará
del vestido, del cuero, del tejido o del cobertor.
57 Pero si vuelve a aparecer en el vestido, tejido, cobertor o en un objeto de cuero, es mal
tejido e en el cobertor o en cualquier objeto hecho de cuero, para declararlos puros o impuros.
La purificación del leproso
Levítico 14
holocausto, en lugar sagrado; porque, tanto en el sacrificio por el pecado como en el sacrificio de
reparación, la víctima pertenece al sacerdote; es cosa sacratísima.
14 Después el sacerdote tomará sangre de la víctima de reparación y mojará el lóbulo de la oreja
derecha del que se está purificando, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho.
15 Y, tomando del cuartillo de aceite, el sacerdote echará parte de él sobre la palma de su mano
izquierda.
16 Después untará un dedo de su mano derecha en el aceite que tiene en la palma de su mano
que se purifica, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho sobre la sangre de la víctima de
reparación.
18 El resto del aceite que quede en la mano del sacerdote, se echará sobre la cabeza del que se
mi casa.»135
36 El sacerdote, antes de entrar en la casa para examinar la lepra, ordenará que desocupen la casa,
para que nada quede inmundo de cuanto hay en ella. Después entrará el sacerdote a examinar la casa.
37 Si al examinarla observa que la mancha forma en las paredes de la casa cavidades verdosas y
casa,
40 mandará arrancar las piedras manchadas y arrojarlas fuera de la ciudad en un lugar inmundo.
41 Hará raspar todo el interior de la casa; y echarán fuera de la ciudad, en un lugar inmundo, el
polvo que hayan quitado.
42 Luego tomarán otras piedras y las pondrán en lugar de las primeras; y también argamasa
en la sangre del pájaro degollado y en el agua viva; y rociará la casa siete veces.
52 Y, tras haber realizado el sacrificio por el pecado en favor de la casa con la sangre del pájaro,
con el agua viva, el pájaro vivo, la madera de cedro, el hisopo y la lana escarlata,
53 soltará el pájaro vivo fuera de la ciudad, en el campo. De este modo hará expiación por la
Las impurezas sexuales en el hombre
Levítico 15
retenga, es impuro.
4 Todo lecho en que duerma el que padece flujo será impuro y todo asiento en que se siente será
impuro.
5 Quien toque su lecho lavará sus vestidos, se bañará en agua y quedará impuro hasta la tarde.
6 Quien se siente sobre un mueble donde se haya sentado cualquiera que padece flujo lavará sus
esta manera el sacerdote hará expiación por él ante Yahveh, a causa de su flujo.
16 El hombre que tenga derrame seminal lavará con agua todo su cuerpo y quedará impuro hasta
la tarde.
17 Toda ropa y todo cuero sobre los cuales se haya derramado el semen serán lavados con agua y
tarde.
22 Quien toque un mueble cualquiera sobre el que ella se haya sentado lavará sus vestidos, se
cuando sus reglas se prolonguen, quedará impura mientras dure el flujo de su impureza como en los
días del flujo menstrual.
26 Todo lecho en que se acueste mientras dura su flujo será impuro como el lecho de la
menstruación, y cualquier mueble sobre el que se siente quedará impuro como en la impureza de las
reglas.
27 Quien los toque quedará impuro y lavará sus vestidos, se bañará en agua u quedará impuro
hasta la tarde.
28 Una vez que ella sane de su flujo, contará siete días, quedando después pura.
29 Al octavo día tomará para sí dos tórtolas o dos pichones y los presentará al sacerdote a la
Levítico 16
1136 Yahveh habló a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón que murieron al
acercarse a Yahveh.
2 Dijo Yahveh a Moisés: Di a tu hermano Aarón que no entre en cualquier tiempo en el santuario
que está tras el velo, ante el propiciatorio que está encima del arca, no sea que muera: pues yo me
hago ver en la nube encima del propiciatorio.
3 Sólo en estas condiciones podrá entrar Aarón en el santuario: con un novillo para el sacrificio
y se cubrirá con la tiara de lino. Estas son las vestiduras sagradas que vestirás después de haberse
lavado con agua.
5 Recibirá de la comunidad de los israelitas dos machos cabríos para el holocausto.
6 Después de ofrecer su novillo por el pecado como expiación por sí mismo y por su casa,
7 tomará Aarón los dos machos cabríos y los presentará ante Yahveh, a la entrada de la Tienda
del Encuentro.
8 Luego echará suertes sobre los dos machos cabríos, una para Yahveh, y otra para Azazel.
9 Presentará el macho cabrío sobre el cual haya caído la suerte «para Yahveh» ofreciéndolo
casa, y lo inmolará.
12 Tomará después un incensario lleno de brasas tomadas del altar que está ante Yahveh y dos
pecados. Lo mismo hará con la Tienda del Encuentro que mora con ellos en medio de sus impurezas.
17 Nadie debe estar en la Tienda del Encuentro cuando Aarón entre a hacer la expiación dentro
del santuario, hasta que salga. Después de haber hecho expiación por sí mismo, por su casa y por toda
la asamblea de Israel,
18 saldrá hacia el altar que se halla ante Yahveh, y hará por él expiación tomando sangre del
novillo y del macho cabrío y untando los cuernos en torno del altar.
19 Hará sobre él con su dedo siete aspersiones de sangre, y así lo purificará y lo separará de las
impurezas de los israelitas.
20 Acabada la expiación del santuario, de la Tienda del Encuentro y del altar, Aarón presentará el
macho cabrío vivo.
21 Imponiendo ambas manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo hará confesión sobre él de
todas las iniquidades de los israelitas y de todas las rebeldías en todos los pecados de ellos y
cargándolas sobre la cabeza del macho cabrío, lo enviará al desierto por medio de un hombre
dispuesto para ello.
22 Así el macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos, hacia una tierra árida; y
ofrecerá su holocausto y el holocausto del pueblo, hará la expiación por sí mismo y por el pueblo,
25 y quemará sobre el altar el sebo de la víctima por el pecado.
26 El hombre encargado de soltar el macho cabrío para Azazel lavará sus vestidos y bañará su
sangre fue introducida en el santuario para hacer expiación, serán sacados fuera del campamento y
quemados con fuego sus pieles, su carne y sus excrementos.
28 El que los queme lavará sus vestidos y se bañará en agua; después de esto podrá entrar en el
campamento.
29 Será éste para vosotros un decreto perpetuo: En el mes séptimo, el día décimo del mes,
ayunaréis, y no haréis trabajo alguno, ni el nativo ni el forastero que reside en medio de vosotros.
30 Porque en ese día se hará expiación por vosotros para purificaros. De todos vuestros pecados
como sucesor de su padre: él se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas,
33 y hará la expiación del santuario sagrado, de la Tienda del Encuentro y del altar. El hará
pecados, una vez al año. Y se hizo como Yahveh había mandado a Moisés.
LA LEY DE SANTIDAD
El Señor es el "Santo de Israel" (Is. 1. 4) y hace de su Pueblo una comunidad santa. La santidad
de Israel es, ante todo, una gracia inmerecida, una cualidad que no proviene de él mismo, sino del
Dios que lo eligió y lo separó de las demás naciones para consagrarlo a su servicio. Pero esa santidad
es también una meta y un ideal que es preciso realizar. El Pueblo de Dios está llamado a ser en la
tierra la imagen viviente de la santidad divina.
Para que este ideal fuera una realidad, los sacerdotes del Templo de Jerusalén, en los últimos
tiempos de la monarquía, recopilaron y codificaron un conjunto de leyes y costumbres, vinculadas
principalmente con el Santuario y el culto. Esta recopilación, que luego fue sometida a diversas
revisiones y adaptaciones, constituye ahora la parte más importante del Levítico. Se la suele
denominar "Ley de Santidad", porque su tema dominante y el espíritu que la anima pueden expresarse
con esta sola frase: "Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy Santo" (19. 2).
En la legislación predominan las prescripciones de carácter cultual. Pero la santidad que exige
el Señor no se limita a la pureza ritual y a las celebraciones litúrgicas. También hay preceptos que
revelan una honda sensibilidad moral. Es precisamente aquí donde se encuentra el célebre pasaje que
propone el amor a sí mismo como medida del amor al prójimo: "Amarás a tu prójimo como a ti
mismo" (19. 18). En el Antiguo Testamento, el "prójimo" es el compatriota, el israelita, y también el
extranjero que reside en la misma tierra (19. 33-34). El Nuevo Testamento, en cambio, dará al amor un
alcance universal y hará de este mandamiento el resumen de toda la Ley (Rom. 13. 9; Gál. 5.14; Sant.
2. 8).
Reglas para la inmolación de animales
Levítico 17
Yahveh:
3 Cualquier hombre de la casa de Israel que inmole buey, oveja o cabra dentro del campamento, o
ante la Morada de Yahveh, será considerado reo de sangre. Tal hombre ha derramado sangre y será
exterminado de en medio de su pueblo.
5 Por eso los israelitas presentarán al sacerdote, para Yahveh, a la entrada de la Tienda del
Encuentro, aquellas víctimas que suelen inmolar en el campo, para que se ofrezcan como sacrificios
de comunión.
6 El sacerdote derramará la sangre sobre el altar de Yahveh, a la entrada de la Tienda del
estaban prostituyéndose. Decreto perpetuo será éste para ellos de generación en generación.137
8 Diles: Cualquier hombre de la casa de Israel, o de los forasteros que residen en medio de ellos,
Prohibición del incesto
Levítico 18
1138 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 Habla a los israelitas, y diles: Yo soy Yahveh vuestro Dios.
3 No hagáis como se hace en la tierra de Egipto, donde habéis habitado, ni hagáis como se hace
Dios.
5 Guardad mis preceptos y mis normas. El hombre que los cumpla, por ellos vivirá. Yo, Yahveh.
6 Ninguno de vosotros se acerque a una consanguínea suya para descubrir su desnudez. Yo,
Yahveh.
7 No descubrirás la desnudez de tu padre ni la desnudez de tu madre. Es tu madre; no descubrirás
su desnudez.
8 No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la misma desnudez de tu padre.
9 No descubrirás la desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o
fuera de ella.
10 No descubrirás la desnudez de la hija de tu hijo o de la hija de tu hija, pues es tu propia
desnudez.
11 No descubrirás la desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, que es tu
hermana.
12 No descubrirás la desnudez de la hermana de tu padre; es carne de tu padre.
13 No descubrirás la desnudez de la hermana de tu madre; es carne de tu madre.
14 No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre; no te acercarás a su mujer; es la mujer de
tu tío.
15 No descubrirás la desnudez de tu nuera, es la mujer de tu hijo; no descubrirás su desnudez.
16 No descubrirás la desnudez de la mujer de tu hermano; es la desnudez de tu hermano.
17 No descubrirás la desnudez de una mujer y la de su hija, ni tomarás la hija de su hijo ni la hija
habitantes.
26 Vosotros, pues, guardad mis preceptos y mis normas, y nos cometáis ninguna de estas
abominaciones, ni los de vuestro pueblo ni los forasteros que residen entre vosotros.
27 Porque todas estas abominaciones han cometido los hombres que habitaron el país antes que
anteriores a vosotros;
29 sino que todos los que cometan una de estas abominaciones, ésos serán exterminados de en
medio de su pueblo.
30 Guardad, pues, mis observancias; no practicaréis ninguna de las costumbres abominables que
se practicaban antes de vosotros, ni os hagáis impuros con ellas. Yo, Yahveh, vuestro Dios.
Prescripciones morales y rituales
Levítico 19
gratos.
6 La víctima se ha de comer el mismo día en que la inmoléis, o al día siguiente; y lo que sobre
hasta el día tercero, será quemado.
7 Si se come algo al tercer día, será un manjar corrompido; el sacrificio no será grato.
8 El que lo coma, cargará con su iniquidad, porque ha profanado la Santidad de Yahveh. Esa
siguiente.
14 No maldecirás a un mudo, ni pondrás tropiezo ante un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo,
Yahveh.
15 Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia
juzgarás a tu prójimo.
16 No andes difamando entre los tuyos; no demandes contra la vida de tu prójimo. Yo, Yahveh.
17 No odies en tu corazón a tu hermano, pero corrige a tu prójimo, para que no te cargues con
con dos clases distintas de grano. No uses ropa de dos clases de tejido.142
20 Si un hombre se acuesta maritalmente con una mujer que es una sierva perteneciente a otro, sin
que haya sido rescatada ni liberada, será él castigado, pero no con pena de muerte, pues ella no era
libre.
21 El ofrecerá un carnero, su sacrificio de reparación para Yahveh, a la entrada de la Tienda del
fruto, como incircunciso; por tres años os serán como incircuncisos y no se podrán comer.
24 Al cuarto año todos su frutos serán consagrados en fiesta de alabanza en honor de Yahveh.
25 Y en el quinto año podréis comer de su fruto y almacenar en vuestro provecho su producto.
incestos.
30 Guardad mis sábados y respetad mi santuario. Yo, Yahveh.
31 No os dirijáis a los nigromantes, ni consultéis a los adivinos haciéndoos impuros por su causa.
Levítico 20
como la adúltera.
11 El que se acueste con la mujer de su padre, ha descubierto la desnudez de su padre; ambos
puesto al desnudo la fuente de su flujo y ella también ha descubierto la fuente de su sangre. Ambos
serán exterminados de entre su pueblo.
19 No descubras la desnudez de la hermana de tu madre ni de la hermana de tu padre, porque
desnudas su propia carne; por eso cargarán con su iniquidad.
20 El que se acueste con la mujer de su tío paterno, descubre la desnudez de éste. Cargarán con su
pecado; morirán sin hijos.
21 Si uno toma por esposa a la mujer de su hermano, es cosa impura, pues descubre la desnudez
de su hermano; quedarán sin hijos.
Exhortación a cumplir los preceptos del Señor
22 Guardad, pues, todos mis preceptos y todas mis normas, y cumplidlos; así no os vomitará la
tierra adonde os llevo para que habitéis en ella.
23 No caminéis según las costumbres de las naciones que yo voy a expulsar ante vosotros; pues,
porque han obrado así, yo estoy asqueado de ellas.
24 Pero a vosotros os he dicho: «Poseeréis su suelo, el que yo os daré en herencia, tierra que
mana leche y miel.» Yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os ha separado de estos pueblos.
Lo puro y lo impuro
25 Habéis de hacer separación entre animales puros e impuros, y entre aves impuras y puras; para
que no os hagáis abominables, ni con animales ni con aves, ni con lo que se arrastra por el suelo;
porque os he separado todo eso como impuro.
26 Sed, pues, santos para mí, porque yo, Yahveh, soy santo, y os he separado de entre los pueblos,
Levítico 21
1 Dijo Yahveh a Moisés: Habla a los sacerdotes, hijos de Aarón, y diles: Nadie se haga impuro
impuro.
4 Pues no debe hacerse impuro, siendo señor entre los suyos; se profanaría.
5 Los sacerdotes no se raparán la cabeza, ni se cortarán los bordes de la barba, ni se harán
incisiones en su cuerpo.
6 Santos han de ser para su Dios y no profanarán el nombre de su Dios, pues son ellos los que
presentan los manjares que se han de abrasar para Yahveh, el alimento de su Dios; han de ser santos.
7 No tomarán por esposa a una mujer prostituta ni profanada, ni tampoco una mujer repudiada
por su marido; pues el sacerdote está consagrado a su Dios.
8 Le tendrás por santo, porque él es quien presenta el alimento de tu Dios; por tanto será santo
para ti, pues santo soy yo, Yahveh, el que os santifico.
9 Si la hija de un sacerdote prostituyéndose se profana, a su padre profana; será quemada.
La santidad del Sumo Sacerdote
10 El sumo sacerdote, superior a sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la
unción y que recibió la investidura para vestir los ornamentos, no llevará desgreñada su cabellera ni
rasgará sus vestidos,
11 ni se acercará a ningún cadáver; ni siquiera por su padre o por su madre puede hacerse
impuro.
12 No saldrá del santuario para no profanar el santuario de su Dios; pues lleva sobre sí la
consagración del óleo de la unción de su Dios. Yo, Yahveh.
13 Tomará una virgen por esposa.
14 No se casará con viuda ni repudiada ni profanada por prostitución, sino que tomará por esposa
una virgen de entre su parentela.
15 No profanará su descendencia entre su pueblo, pues soy, yo, Yahveh, el que lo santifico.
Los impedimentos para el sacerdocio
16 Yahveh habló a Moisés y dijo:
17 Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes en cualquiera de sus generaciones, si tiene
ni monstruoso,
19 ni el que tenga roto el pie o la mano;
20 ni jorobado ni raquítico ni enfermo de los ojos, ni el que padezca sarna o tiña, ni el eunuco.
21 Ningún descendiente de Aarón que tenga defecto corporal puede acercarse a ofrecer los
manjares que se abrasan en honor de Yahveh. Tiene defecto; no se acercará a ofrecer los manjares
que se abrasan en honor de Yahveh. Tiene defecto; no se acercará a ofrecer el alimento de su Dios.
22 Sin embargo, podrá comer el alimento de su Dios, las cosas sacratísimas, y las sagradas;
23 mas no entrará hasta el velo ni se acercará al altar, porque tiene defecto, para no profanar mi
La santidad de los que participan de las comidas sagradas
Levítico 22
los forasteros residentes en Israel, en cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, presenta
una ofrenda que como holocausto ofrece a Yahveh
19 para que os alcance favor, la víctima habrá de ser macho, sin defecto, buey, oveja o cabra.
20 No ofrezcáis nada defectuoso, pues no os sería aceptado.
21 Si alguno ofrece a Yahveh ganado mayor o menor como sacrificio de comunión, sea en
cumplimiento de un voto, o como ofrenda voluntaria, ha de ser una res sin defecto para alcanzar
favor; no debe tener defecto alguno.
22 No presentaréis ante Yahveh animal ciego, quebrado, mutilado, ulcerado, sarnoso o ruin; de
ellos nada pondréis en el altar como manjar que se abrasa para Yahveh.
23 Si es buey u oveja desproporcionado o enano, podréis presentarlo como ofrenda voluntaria,
Levítico 23
1145 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
2 Habla a los israelitas y diles: Solemnidades de Yahveh que convocaréis como asambleas santas.
señaladas.
5 El mes primero, el día catorce del mes, entre dos luces, será la Pascua de Yahveh.
6 El quince de este mes se celebrará la fiesta de los Ázimos en honor de Yahveh. Durante siete
mecerá el sacerdote.
12 Ese mismo día en que mecieres la gavilla, sacrificaréis un cordero de un año, sin defecto,
abrasado de calmante aroma para Yahveh. Su libación de vino será un cuarto de sextario.
14 No comeréis pan ni grano tostado ni grano tierno hasta ese mismo día, hasta traer la ofrenda
de vuestro Dios. Decreto perpetuo será éste de generación en generación dondequiera que habitéis.
La Fiesta de las Semanas
15 Contaréis siete semanas enteras a partir del día siguiente al sábado, desde el día en que habréis
gran descanso, una fiesta conmemorativa con clamor de trompetas, una reunión sagrada.
25 No haréis ningún trabajo servil, y ofreceréis manjares abrasados a Yahveh.
El Día de la Expiación
26 Habló Yahveh a Moisés, diciendo:
27 Además el día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación, en el cual tendréis
frondosos y sauces de río; y os alegraréis en la presencia de Yahveh, vuestro Dios, por espacio de
siete días.
41 Celebraréis fiesta en honor de Yahveh durante siete días cada año. Será decreto perpetuo de
El cuidado de las lámparas
Levítico 24
continuo ante Yahveh desde la tarde hasta la mañana. Es decreto perpetuo para vuestros descendientes.
4 El colocará las lámparas sobre el candelabro puro que permanece ante Yahveh.
Los panes de la ofrenda
5 Tomarás flor de harina, y cocerás con ella doce tortas, dos décimas para cada una.
6 Las colocarás en dos filas, seis en cada fila, sobre la mesa pura en la presencia de Yahveh.
7 Pondrás sobre cada fila incienso puro, que hará del pan un memorial, manjar abrasado para
Yahveh.
8 Se colocará en orden cada sábado en presencia continua ante Yahveh de parte de los israelitas,
cosa sacratísima, de los manjares que se abrasan para Yahveh. Decreto perpetuo.146
El castigo de la blasfemia
10 Había salido con los israelitas el hijo de una mujer israelita y de padre egipcio. Cuando el hijo
causado a otro.147
21 El que mate un animal, indemnizará por él; mas el que mate a un hombre, morirá.
22 Del mismo modo juzgarás al forastero y al nativo; porque yo soy Yahveh vuestro Dios.
La aplicación del castigo
23 Habló entonces Moisés a los israelitas. Sacaron al blasfemo fuera del campamento y lo
Levítico 25
Dios.149
18 Cumplid mis preceptos; guardad mis normas y cumplidlas; así viviréis seguros en esta tierra.
19 Y la tierra dará su fruto, y comeréis hasta saciaros; y habitaréis seguros en ella.
La Providencia divina
20 Si preguntáis: «¿Qué comeremos el año séptimo, puesto que no podremos sembrar ni
Los esclavos extranjeros
44 Los siervos y las siervas que tengas, serán de las naciones que os rodean; de ellos podréis
vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos
pueden ser vuestra propiedad,
46 y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A
éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como
entre hermanos, no le mandarás con tiranía.
El derecho al rescate de los esclavos israelitas
47 Si el forastero o huésped que mora contigo adquiere bienes, y, en cambio, tu hermano se
empobrece en asuntos con él y se vende al forastero, al que mora contigo, o a algún descendiente de
familia de forastero,
48 después de haberse vendido le quedará el derecho al rescate: uno de sus hermanos podrá
rescatarlo.
49 Lo rescatará su tío paterno, o el hijo de su tío, o algún otro pariente cercano suyo dentro de su
familia, o, si alcanzan sus recursos, él mismo podrá rescatarse.
50 Contará con su comprador los años desde el de la venta hasta el año jubilar; y el precio se
calculará en proporción de los años, valorando sus días de trabajo como los de un jornalero.
51 Si faltan todavía muchos años, en proporción a ellos devolverá, como precio de su rescate,
una parte del precio de venta.
52 Si faltan pocos años hasta el jubileo, se le calculará en proporción a ellos, y lo pagará como
rescate,
53 como quien trabaja a jornal año por año. No permitas que se le trate con tiranía ante tus ojos.
54 Si nos es rescatado por otros, quedará libre el año del jubileo, él y sus hijos con él.
55 Porque a mí es a quien sirven los israelitas; siervos míos son, a quienes yo he sacado del país
Levítico 26
1150 No os hagáis ídolos, ni pongáis imágenes o estelas, ni coloquéis en vuestra tierra piedras
grabadas para postraros ante ellas, porque yo soy Yahveh vuestro Dios.
2 Guardaréis mis sábados, y respetaréis mi santuario. Yo, Yahveh.
Promesas de bendición
3 Si camináis según mis preceptos y guardáis mis mandamientos, poniéndolos en práctica,
4 os enviaré las lluvias a su tiempo, para que la tierra dé sus frutos y el árbol del campo su fruto.
5 El tiempo de trilla alcanzará hasta la vendimia, y la vendimia hasta la siembra; comeréis
vosotros.
10 Comeréis de cosecha añeja y llegaréis a echar la añeja para dar cabida a la nueva.
11 Estableceré mi morada en medio de vosotros y no os rechazaré.
12 Me pasearé en medio de vosotros, y seré para vosotros Dios, y vosotros seréis para mí un
pueblo.
13 Yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os saqué del país de Egipto, para que no fueseis sus
esclavos; rompí las coyundas de vuestro yugo y os hice andar con la cabeza erguida.
Promesas de maldición
14 Pero si no me escucháis y no cumplís todos estos mandamientos;
15 si despreciáis mis preceptos y rechazáis mis normas, no haciendo caso de todos mis
mandamientos y rompiendo mi alianza,
16 también yo haré lo mismo con vosotros. Traeré sobre vosotros el terror, la tisis y la fiebre,
que os abrasen los ojos y os consuman el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues se la
comerán vuestros enemigos.
17 Me volveré contra vosotros y seréis derrotados ante vuestros enemigos; os tiranizarán los que
vuestro ganado y os reducirán a unos pocos, de modo que vuestros caminos queden desiertos.
23 Si aun con esto no os corregís ante mí, sino que seguís enfrentándoos conmigo,
24 también yo me enfrentaré con vosotros, y os azotaré yo mismo siete veces más por vuestros
pecados.
25 Traeré sobre vosotros la espada vengadora de la alianza. Os reuniréis entonces en vuestras
ciudades, pero yo enviaré la peste en medio de vosotros y seréis entregados en manos del enemigo.
26 Cuando yo os retire el bastón del pan diez mujeres cocerán todo vuestro pan en un solo horno,
y os lo darán tan medido que comeréis y no os saciaréis.
27 Si con esto no me obedecéis y seguís enfrentándoos conmigo,
28 yo me enfrentaré a vosotros con ira, y os castigaré yo mismo siete veces más por vuestros
pecados.
29 Comeréis la carne de vuestros hijos y la carne de vuestras hijas comeréis.
30 Destruiré vuestros altos, abatiré vuestros altares de incienso, amontonaré vuestros cadáveres
ocuparla.
33 A vosotros os esparciré entre las naciones, y desenvainaré la espada en pos de vosotros.
vosotros estéis en el país de vuestros enemigos; entonces sí que descansará la tierra y pagará sus
sábados.
35 Durante todo el tiempo de la desolación descansará, por lo que no pudo descansar en vuestros
enemigos; el ruido de una hoja caída los ahuyentará, huirán como quien huye de la espada, y caerán
sin que nadie los persiga.
37 Se atropellarán unos a otros, como delante de la espada, aunque nadie los persiga. No podréis
su total exterminio, anulando mi alianza con ellos, porque yo soy Yahveh, su Dios;
45 me acordaré, en su favor, de la alianza hecha con sus antepasados, a quienes saqué de la tierra
de Egipto, ante los ojos de las naciones, para ser su Dios, yo Yahveh.
46 Estos son los preceptos, normas y leyes que Yahveh estableció entre él y los israelitas en el
Levítico 27
Las casas
14 Si alguno consagra su casa, como cosa sagrada, a Yahveh, el sacerdote la tasará, según sea
El rescate de los primogénitos
26 Nadie, sin embargo, podrá consagrar los primogénitos de su ganado que ya, por ser tales,
pertenecen a Yahveh. Sean del ganado mayor o del menor, pertenecen a Yahveh.
27 Si se trata de un animal impuro, y lo quiere rescatar según la tasación, añadirá la quinta parte
al precio; pero si no es rescatado, será vendido, conforme a la tasación.
Los bienes consagrados al exterminio
28 Nada de lo que a uno pertenece - hombre, animal o campo de su propiedad - que haya sido
consagrado a Yahveh con anatema podrá venderse ni rescatarse. Todo anatema es cosa sacratísima
para Yahveh.
29 Ningún ser humano consagrado como anatema podrá ser rescatado; deberá morir.
Los diezmos
30 El diezmo entero de la tierra, tanto de las semillas de la tierra como de los frutos de los
el animal permutado como su sustituto serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados.
34 Estos son los mandamientos que Yahveh encomendó a Moisés para los hijos de Israel en el
monte Sinaí.
NÚMEROS
Introducción.
El título NÚMEROS refleja bastante imperfectamente el contenido del cuarto libro del
Pentateuco, pero destaca, al menos, una de sus características: la preocupación por las precisiones
numéricas. Esta preocupación se manifiesta, entre otras cosas, en los dos censos registrados en el
Libro (caps. 1-4; 26), en la reglamentación sobre los sacrificios (caps. 28-29), y en las instrucciones
para el reparto del botín (cap. 31) y para la división del territorio alrededor de las ciudades levíticas
(35. 1-8).
Los judíos de lengua hebrea llamaban a este libro "EN EL DESIERTO", porque estas son las
palabras más importantes del versículo inicial. Dicho titulo evoca otro de sus temas característicos: la
marcha de los israelitas a través del desierto, desde el Sinaí hasta las fronteras de la Tierra prometida.
El libro de los Números da la impresión de ser un conjunto de elementos heterogéneos, sin
ninguna conexión lógica. A pesar de todo, es posible establecer un cierto orden, si se tiene en cuenta
el marco geográfico de los acontecimientos relatados.
1.º La partida desde el Sinaí se prepara con un censo del pueblo y con las ofrendas presentadas
con motivo de la dedicación del Santuario (1. 1 — 10. 10).
2.º Después de celebrar la segunda Pascua, los israelitas salen del Sinaí y llegan a Cades, donde
realizan un intento desafortunado de entrar en Canaán por el sur (10. 11 - 21. 35).
3.º Tras una larga permanencia en Cades, vuelven a ponerse en camino y llegan a las estepas de
Moab, frente a Jericó (caps. 22-36).
En torno a estos relatos, se mezclan numerosas disposiciones legales y litúrgicas, que completan
la legislación del Sinaí o preparan el establecimiento de Israel en Canaán.
En el libro de los Números vuelven a aparecer las tradiciones "yahvista", "elohísta" y
"sacerdotal". Esta última es la que dio una forma acabada a toda la obra y le imprimió su espíritu
peculiar.
Es inútil buscar en esta compilación de antiguas tradiciones, un relato exacto y ordenado de los
hechos. La tradición sobre el itinerario del desierto es fragmentaria y se limita a unos pocos
episodios. Además, la historia es vista desde una perspectiva religiosa. Su intención es mostrar la
solícita providencia de Dios en favor de su Pueblo, a pesar de las murmuraciones y rebeldías del
mismo.
Durante su marcha por el desierto, Israel vivió sus primeras experiencias como Pueblo de Dios.
Allí la masa heterogénea de fugitivos que habían salido de Egipto bajo la guía de Moisés (Éx. 12. 38)
comenzó a tomar conciencia de su destino común. Al llegar la plenitud de los tiempos, también el
nacimiento del nuevo Pueblo de Dios estuvo vinculado con el desierto. Allí predicó y bautizó Juan el
Bautista, para preparar "el camino del Señor" (Mt. 3. 3). Y allí Jesús "fue llevado por el Espíritu" (Mt.
4. 1) para prepararse a cumplir su misión de "iniciador y consumador de nuestra fe" (Heb. 12. 2).
ORGANIZACIÓN DE LOS ISRAELITAS EN EL SINAÍ
ANTES DE SU PARTIDA
Israel ya se dispone a abandonar el Sinaí, la Montaña santa de su encuentro con Dios. Pero antes
de ponerse en camino, se realiza el censo de las tribus, y Moisés complementa la legislación con
algunas disposiciones relativas al Santuario, al culto y a los levitas. Así el libro de los Números
retoma la trama narrativa que había quedado en suspenso al final del libro del Éxodo.
El Pueblo de Dios aparece aquí como un ejército bien organizado, reunido alrededor de sus jefes
y sus estandartes. Pero, sobre todo, es la Asamblea del Señor, una comunidad litúrgica agrupada en
círculos concéntricos alrededor del Santuario. El Señor está presente en medio de ella y manifiesta su
presencia a través de la "nube". La marcha de Israel por el desierto tiene todas las características de
una solemne procesión: la "nube" da la orden de partida y el Arca de la Alianza, el trono visible del
Señor, avanza al frente de la caravana.
Esta presentación nos da una visión muy idealizada del número y la organización de los israelitas
en el tiempo del desierto. En realidad, el grupo que salió de Egipto bajo la guía de Moisés, estaba
lejos de formar una corporación tan numerosa y compacta como a veces se piensa. Pero esta
presentación idealizada, que la tradición sacerdotal propone como norma y modelo a Israel, encierra
un profundo sentido: el Pueblo de Dios es y debe ser siempre una comunidad en marcha, sin morada
permanente; su organización y el camino que debe recorrer no los fija él mismo, sino el Dios que lo
liberó de la servidumbre y lo consagró a su servicio. Esto vale igualmente para la Iglesia, el Pueblo
de la Nueva Alianza.
El censo de las doce tribus
Números 1
1 Yahveh habló a Moisés en el desierto del Sinaí, en la Tienda del Encuentro, el día primero del
Los encargados del censo
5 Estos son los nombres de los que os ayudarán: Por Rubén, Elisur, hijo de Sedeur.
6 Por Simeón, Selumiel, hijo de Surisadday.
7 Por Judá, Najsón, hijo de Aminadab.
8 Por Isacar, Natanael, hijo de Suar.
9 Por Zabulón, Eliab, hijo de Jelón.
10 Por los hijos de José: por Efraím, Elisamá, hijo de Ammihud; por Manasés, Gamaliel, hijo de
Pedahsur.
11 Por Benjamín, Abidán, hijo de Guideoní.
12 Por Dan, Ajiézer, hijo de Ammisadday.
13 Por Aser, Paguiel, hijo de Okrán.
14 Por Gad, Elyasaf, hijo de Reuel.
15 Por Neftalí, Ajirá, hijo de Enán».
16 Eran éstos afamados en la comunidad, principales de las tribus de sus antepasados, jefes de
millar de Israel.
La realización del censo
17 Moisés y Aarón tomaron a aquellos hombres que habían sido designados por sus nombres,
18 y convocaron a toda la comunidad, el día primero del mes segundo. Fueron afiliados por
clanes y familias, anotando uno por uno los nombres de los de veinte años para arriba.
19 Tal como Yahveh se lo había mandado, les pasó revista Moisés en el desierto del Sinaí.
Los resultados del censo
20 Hecho el recuento de las parentelas de los hijos de Rubén, primogénito de Israel, por clanes y
familias, anotados uno por uno los nombres de todos los varones de veinte años para arriba, útiles
para la guerra,
21 resultaron los revistados de la tribu de Rubén, 46.500
22 Parentelas de los hijos de Simeón, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
23 59.300 revistados de la tribu de Simeón.
24 Parentelas de los hijos de Gad, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
25 45.650 revistados de la tribu de Gad.
26 Parentelas de los hijos de Judá, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
27 74.600 revistados de la tribu de Judá.
28 Parentelas de los hijos de Isacar, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
29 54.400 revistados de la tribu de Isacar.
30 Parentelas de los hijos de Zabulón por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
31 57.400 revistados de la tribu de Zabulón.
32 De los hijos de José: Parentelas de los hijos de Efraím, por clanes y familias, anotados uno por
uno los nombres de todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
33 40.500 revistados de la tribu de Efraím.
34 Parentelas de los hijos de Manasés por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
35 32.200 revistados de la tribu de Manasés.
36 Parentelas de los hijos de Benjamín, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres
de todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
37 35.400 revistados de la tribu de Benjamín.
38 Parentelas de los hijos de Dan, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
39 62.700 revistados de la tribu de Dan.
40 Parentelas de los hijos de Aser, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
41 41.500 revistados de la tribu de Aser.
42 Parentelas de los hijos de Neftalí, por clanes y familias, anotados uno por uno los nombres de
todos los varones de veinte años para arriba, útiles para la guerra:
43 53.400 revistados de la tribu de Neftalí.
44 Estos fueron los revistados por Moisés y Aarón y por los doce principales de Israel, que
pertenecían cada uno a una casa paterna.
45 Sacado el total de los israelitas de veinte años para arriba, de todos los que había en Israel,
El estatuto de los levitas
47 Pero los levitas, y su tribu paterna, no fueron revistados con ellos.
48 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
49 «No pases revista a la tribu de Leví ni hagas su padrón entre los demás israelitas.
50 Alista tú mismo a los levitas para el servicio de la Morada del Testimonio, de todos sus
utensilios y de todo lo que se relaciona con ella. Ellos han de llevar la Morada con todos sus
utensilios, estarán al servicio de ella y acamparán en torno a ella.
51 Cuando haya de trasladarse la Morada, la desmontarán los levitas, y cuando la Morada se
detenga, los levitas la montarán. El laico que se acerque, será muerto.
52 Los israelitas acamparán cada uno en su campamento y bajo su bandera, por cuerpos de
ejército.
53 Pero los levitas acamparán alrededor de la Morada del Testimonio; y así no se desatará la
Cólera contra la comunidad de los israelitas. Los levitas se encargarán del ministerio de la Morada
del Testimonio.»
54 Los israelitas lo hicieron tal como se lo había mandado Yahveh a Moisés. Así lo hicieron.
La disposición de las tribus en el campamento
Números 2
1151 Habló Yahveh a Moisés y Aarón y les dijo:
2 «Los israelitas acamparán cada uno bajo su bandera, bajo las enseñas de sus casas paternas,
Surisadday.
13 Su cuerpo de ejército, según el censo: 59.300.
14 La tribu de Gad. Principal de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel.
15 Su cuerpo de ejército, según el censo: 45.650.
16 Total de alistados en el campamento de Rubén: 151.450, repartidos en cuerpos de ejército.
los demás campamentos. En el orden en que acamparon partirán, cada uno por su lado, bajo su propia
bandera.
18 Al occidente, la bandera del campamento de Efraím, por cuerpos de ejército. Principal de los
banderas.»
32 Estos fueron los israelitas revistados por casas paternas. Total de alistados en los
Moisés.
34 Los israelitas hicieron todo tal como Yahveh había mandado a Moisés: así acampaban bajo sus
banderas y así emprendían la marcha, cada uno entre los demás de su clan y con su familia.
La tribu de Leví: los sacerdotes
Números 3
1152 Esta era la descendencia de Aarón y de Moisés, cuando Yahveh habló a Moisés en el monte
Sinaí.
2 Estos eran los nombres de los hijos de Aarón: Nadab, el primogénito, Abihú, Eleazar e Itamar.
3 Estos eran los nombres de los hijos de Aarón, que fueron ungidos sacerdotes, y cuyas manos
el desierto del Sinaí. Como no tenían hijos, fueron Eleazar e Itamar los que ejercieron el sacerdocio
en presencia de su padre Aarón.153
Las funciones de los levitas
5 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
6 «Manda que se acerque la tribu de Leví y ponlos delante del sacerdote Aarón, que estén a su
servicio.
7 Se encargarán de las obligaciones que incumben a él y a toda la comunidad ante la Tienda del
los israelitas.154
10 A Aarón y a sus hijos los alistarás para que se encarguen de sus funciones sacerdotales. El
familias.
21 De Guesón procedían el clan libnita y el clan semeíta: ésos son los clanes guersonitas.
22 El total de los alistados, contando todos los varones de un mes para arriba: 7.500.
23 Los clanes guersonitas acampaban detrás de la Morada, al poniente.
24 El principal de la casa paterna de Guersón era Elyasaf, hijo de Lael.
25 Los hijos de Guersón estaban encargados, en la Tienda del Encuentro, de la Morada, de la
Moisés y Aarón con sus hijos que estaban encargados del santuario en nombre de los israelitas.
Cualquier laico que se acercara, sería muerto.
39 El total de levitas alistados, de los que registró Moisés por clanes, siguiendo la orden de
israelitas; y el ganado de los levitas en lugar de todos los primogénitos del ganado de los israelitas.»
42 Moisés registró, según le había ordenado Yahveh, a todos los primogénitos de los israelitas.
43 Y resultó ser el total de los primogénitos varones, contando los nombres desde la edad de un
número.»156
49 Moisés tomó la plata del rescate de los que pasaban del número de los rescatados por los
levitas.
50 Tomó la plata de los primogénitos de Israel: 1.365 siclos, en siclos del santuario.
51 Y entregó Moisés la plata del rescate a Aarón y a sus hijos, según la orden de Yahveh, como
Números 4
lámparas, despabiladeras y ceniceros, y todos los vasos de aceite que se utilizan en el servicio del
candelabro.
10 Lo pondrán con todos sus utensilios en una cubierta de cuero fino y lo colocarán sobre las
angarillas.
11 Sobre el altar de oro extenderán un paño de púrpura, lo cubrirán con una cubierta de cuero
tenedores, badiles, acetres: todos los utensilios del altar; extenderán sobre él una cubierta de cuero
fino y le pondrán los varales.
15 Después que Aarón y sus hijos hayan terminado de envolver las cosas sagradas con todos sus
utensilios, al ponerse en marcha el campamento, llegarán los hijos de Quehat para transportarlas;
pero que no toquen lo sagrado pues morirían. Esta es la carga de los hijos de Quehat en la Tienda del
Encuentro.
16 Pero Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, estará al cuidado del aceite del alumbrado, del
incienso aromático, de la oblación perpetua y del óleo de la unción; al cuidado de toda la Morada y
de cuanto hay en ella, sean cosas sagradas o sus utensilios.»
17 Habló Yahveh a Moisés y a Aarón y dijo:
18 «No separéis de los demás levitas la tribu de los clanes quehatitas.
19 Haced con ellos de esta manera, para que vivan y no mueran al acercarse a las cosas
sacratísimas: Aarón y sus hijos irán y pondrán a cada uno en su servicio y junto a su carga.
20 Y no entrarán, ni por un instante, a ver las cosas sagradas; de lo contrario morirían.»
Los guersonitas
21 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
22 «Haz también el censo de los hijos de Guersón, por familias y clanes.
23 Alistarás a los de treinta años en adelante hasta los cincuenta a todos los aptos para la milicia
para que presten el servicio de la Tienda del Encuentro.
24 Este será el servicio de los clanes guersonitas, su servicio y su carga.
25 Llevarán los tapices de la Morada, la Tienda del Encuentro, su toldo y el toldo de cueros finos
cuerdas y todos los utensilios de su servicio: todo lo que se necesita para ellos. Prestarán su servicio;
27 pero todo el servicio de los hijos de Guersón, todas sus funciones y cargas, las desempeñarán
a las órdenes de Aarón y de sus hijos. Los vigilaréis en el ministerio de su cargo.
28 Este será el servicio de los clanes guersonitas en la Tienda del Encuentro. Lo desempeñarán a
las órdenes de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.
Los meraritas
29 Harás el censo de los hijos de Merarí, por clanes y familias.
30 Harás el censo de los de treinta años en adelante hasta los cincuenta, de todos los aptos para la
preciso para su servicio. Nominalmente señalaréis cada uno de los objetos con que han de cargar.
33 Ese es el servicio de los clanes meraritas. Para todo su servicio en la Tienda del Encuentro
Tienda del Encuentro. Los alistaron Moisés y Aarón, según había ordenado Yahveh por medio de
Moisés.
38 Se hizo el censo de los hijos de Guersón, por clanes y familias,
39 de treinta años para arriba hasta los cincuenta, de todos los aptos para la milicia para que
servicio y su carga: su censo se hizo tal como lo había ordenado Yahveh a Moisés.
La expulsión de las personas impuras
Números 5
restituir a Yahveh, será para el sacerdote; aparte del carnero expiatorio con que el sacerdote expiará
por él.
9 Y toda ofrenda reservada de lo que los hijos de Israel consagran y presentan al sacerdote, será
para éste.
10 Lo que cada uno consagra, es suyo; pero lo que se presenta al sacerdote, es para el sacerdote.»
El rito para probar la infidelidad de la mujer
11 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
12 «Habla a los israelitas. Diles: Cualquier hombre cuya mujer se haya desviado y le haya
engañado:
13 ha dormido un hombre con ella con relación carnal a ocultas del marido; ella se ha manchado
no te has desviado ni manchado desde que estás bajo la potestad de tu marido, sé inmune a estas aguas
amargas y funestas.
20 Pero si, estando bajo la potestad de tu marido, te has desviado y te has manchado, durmiendo
“... Que Yahveh te ponga como maldición y execración en medio de tu pueblo, que haga languidecer
tus caderas e infle tu vientre.
22 Que entren estas aguas de maldición en tus entrañas, para que inflen tu vientre y hagan
amargas.
24 Hará beber a la mujer las aguas de maldición y funestas, y las aguas funestas entrarán en ella
marido, cuando entren en ella las aguas funestas le serán amargas: se inflará su vientre,
languidecerán sus caderas y será mujer de maldición en medio de su pueblo.
28 Pero si la mujer no se ha manchado, sino que es pura, estará exenta de toda culpa y tendrá
hijos.158
29 Este es el rito de los celos, para cuando una mujer, después de estar bajo la potestad de su
Los nazireos
Números 6
1159 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
2 Diles esto a los israelitas: «Si un hombre o mujer se decide a hacer voto de nazir,
consagrándose a Yahveh,
3 se abstendrá de vino y de bebidas embriagantes. No beberá vinagre de vino ni de bebida
embriagante; tampoco beberá ningún zumo de uvas, ni comerá uvas, frescas o pasas.
4 En todo el tiempo de su nazireato no tomará nada de lo que se obtiene de la vid, desde el agraz
hasta el orujo.
5 En todos los días de su voto de nazireato no pasará navaja por su cabeza: hasta cumplirse los
días por los que se consagró a Yahveh, será sagrado y se dejará crecer la cabellera.
6 No se acercará, en todos los días de su nazireato en honor de Yahveh, a ningún cadáver.
7 Ni por su padre, ni por su madre, ni por su hermano, ni por su hermana se manchará, en el caso
de que murieran, pues lleva sobre su cabeza el nazireato de su Dios.
8 Todos los días de su nazireato es un consagrado a Yahveh.
9 Si alguien muere de repente junto a él y mancha así su cabellera de nazir, se rapará la cabeza el
tomara la cabellera de su nazireato y la echará al fuego que arde debajo del sacrificio de comunión.
19 El sacerdote tomará un brazuelo, ya cocido, del carnero, un pan ázimo del canastillo y una
torta sin levadura, y lo pondrá todo en manos del nazir, una vez que se haya rapado su cabellera de
nazir.
20 El sacerdote presentará todo ello como ofrenda mecida delante de Yahveh. Es cosa santa,
pertenece al sacerdote, además del pecho mecido y de la pierna reservada. Luego el nazir beberá
vino.
21 Ese es el rito del nazir que, además de su nazireato, ha prometido una ofrenda a Yahveh (aparte
de lo que sus posibilidades le permitan): a tenor del voto que prometió lo cumplirá además de lo
prescrito para su nazireato.»
La bendición de los sacerdotes
22 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
23 Habla a Aarón y a sus hijos y diles: «Así habéis de bendecir a los israelitas. Les diréis:
24 Yahveh te bendiga y te guarde;
25 ilumine Yahveh su rostro sobre ti y te sea propicio;
26 Yahveh te muestre su rostro y te conceda la paz.»
27 Que invoquen así mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré.»
Las ofrendas de los jefes para la dedicación del Santuario
Números 7
1161 El día en que Moisés acabó de montar la Morada, la ungió y la consagró con todo su
mobiliario, así como el altar con todos sus utensilios. Cuando lo hubo ungido y consagrado,
2 los principales de Israel, jefes de familias, y principales de las tribus, que habían presidido el
cada dos principales y un buey por cada uno. Lo presentaron delante de la Morada.
4 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
5 «Tómaselos y que presten servicio en la Tienda del Encuentro. Dáselos a los levitas, a cada uno
según su servicio.»
6 Moisés recibió las carretas y los bueyes y se los dio a los levitas:
7 dos carretas y cuatro bueyes dio a los hijos de Guersón, según sus servicios;
8 cuatro carretas y ocho bueyes a los hijos de Merarí, según los servicios que desempeñaban a las
altar.»
La ofrenda de la tribu de Judá
12 El que ofreció su ofrenda el primer día fue Najsón, hijo de Aminadab, de la tribu de Judá.
13 Su ofrenda consistía en una fuente de plata de 130 siclos de peso, un acetre de plata de setenta
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
14 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
15 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
16 un chivo para el sacrificio por el pecado;
17 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
32 una naveta de diez siclos de oro llena de incienso;
33 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
34 un chivo para el sacrificio por el pecado;
35 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos, cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
38 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
39 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
40 un chivo para el sacrificio por el pecado;
41 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Esa fue la ofrenda de Selumiel, hijo de Surisadday.
La ofrenda de la tribu de Gad
42 El día sexto, el principal de los hijos de Gad, Elyasaf, hijo de Reuel.
43 Su ofrenda consistía en una fuente de plata de 130 siclos; un acetre de plata de setenta siclos, en
siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
44 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
45 un novillo, un carnero y un cordero de un año, para el holocausto;
46 un chivo para el sacrificio por el pecado;
47 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
50 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
51 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
52 un chivo, para el sacrificio por el pecado;
53 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
56 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
57 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
58 un chivo para el sacrificio por el pecado;
59 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
62 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
63 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
64 un chivo para el sacrificio por el pecado;
65 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
68 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
69 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
70 un chivo para el sacrificio por el pecado;
71 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
74 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
75 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
76 un chivo para el sacrificio por el pecado;
77 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Esa fue la ofrenda de Paguiel, hijo de Okrán.
La ofrenda de la tribu de Neftalí
78 El día duodécimo, el principal de los hijos de Neftalí, Ajirá, hijo de Enán.
79 Su ofrenda consistía en una fuente de plata de 130 siclos de peso, un acetre de plata de setenta
siclos, en siclos del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite, para la oblación;
80 una naveta de oro de diez siclos, llena de incienso;
81 un novillo, un carnero, un cordero de un año, para el holocausto;
82 un chivo para el sacrificio por el pecado;
83 y para el sacrificio de comunión, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco
corderos de un año. Esa fue la ofrenda de Ajirá, hijo de Enán.
Conclusión
84 Esta fue la ofrenda de los principales de Israel en la dedicación del altar, el día en que fue
ungido: doce fuentes de plata, doce acetres de plata y doce navetas de oro.
85 Cada fuente era de 130 siclos, y cada acetre de setenta. Los siclos de plata de estos objetos eran
con sus oblaciones correspondientes; para el sacrificio por el pecado, doce chivos.
88 El total del ganado para los sacrificios de comunión: veinticuatro novillos, sesenta carneros,
sesenta machos cabríos y sesenta corderos de un año. Esas fueron las ofrendas de la dedicación del
altar, una vez que fue ungido.
El diálogo de Dios con Moisés
89 Cuando Moisés entraba en la Tienda del Encuentro para hablar con El, oía la voz que le
hablaba de lo alto del propiciatorio que está sobre el arca del Testimonio, de entre los dos
querubines. Entonces hablaba con El.
Las lámparas del candelabro
Números 8
abren el seno materno, de todos los primogénitos; los he tomado para mí de entre los demás
israelitas.
17 Porque míos son todos los primogénitos entre los israelitas, igual de hombres que de ganados:
presten el servicio, en nombre de los israelitas, en la Tienda del Encuentro, y para expiar por los
israelitas de manera que ningún israelita incurra en castigo por acercarse al Santuario.»
20 Moisés y Aarón y toda la comunidad de los israelitas hicieron con los levitas conforme había
mandado Yahveh a Moisés; así hicieron con ellos los israelitas.
21 Los levitas se purificaron, lavaron sus vestidos, y Aarón los presentó como ofrenda mecida
prestará servicio. Así harás con los levitas en lo tocante a sus funciones.»
Nuevas prescripciones sobre la Pascua
Números 9
1 Habló Yahveh a Moisés, en el desierto del Sinaí, el año segundo de la salida de Egipto, el mes
primero, y le dijo:
2 «Que los israelitas celebren la Pascua a su tiempo.
3 La celebrarán el día catorce de este mes, entre dos luces, al tiempo debido. La celebrarán según
hierbas amargas.
12 No dejarán nada para la mañana, ni le quebrantarán ningún hueso. Según todo el ritual de la
Pascua la celebrarán.
13 Pero el que, encontrándose puro y no habiendo estado de viaje, deje de celebrar la Pascua, ese
tal será extirpado de su pueblo. Ese hombre cargará con su pecado, por no haber presentado la
ofrenda a Yahveh a su tiempo.
14 Y si un forastero reside entre vosotros y celebra la Pascua en honor de Yahveh, la celebrará
según los preceptos y normas de la Pascua. Uno mismo será el ritual para vosotros, tanto para el
forastero como para el nativo del país.»163
La nube
15 El día en que se erigió la Morada, la Nube cubrió la Morada, la Tienda del Testimonio. Por la
acampados todos los días que la Nube estaba parada sobre la Morada.
19 Si se detenía la Nube muchos días sobre la Morada, los israelitas cumplían con el culto de
Yahveh y no partían.
20 En cambio, si la Nube estaba sobre la Morada pocos días, a la orden de Yahveh acampaban y a
Números 10
las trompetas a clamoreo; así se acordará Yahveh, vuestro Dios, de vosotros, y seréis librados de
vuestros enemigos.
10 En vuestros días de fiesta, solemnidades, neomenias, tocaréis las trompetas durante vuestros
holocaustos y sacrificios de comunión. Así haréis que vuestro Dios se acuerde de vosotros. Yo,
Yahveh, vuestro Dios.»
MARCHA DE LOS ISRAELITAS DESDE EL SINAÍ
HASTA LAS ESTEPAS DE MOAB
Antes de llegar a la Tierra prometida, Israel tiene que pasar por el desierto. Pero el suelo
inhóspito y los peligros de la marcha constituyen una dura prueba, que lo hunde en el desaliento y
provoca su rebeldía y su protesta. Aunque Dios lo ha liberado de la esclavitud, esa libertad no parece
significar nada para él. Añora los alimentos que comía en Egipto y quiere volver a su antigua
servidumbre. Moisés lucha sin cesar contra el pueblo, para llevarlo hacia Dios. Y lucha también
"contra" Dios, para evitar que descargue su ira contra los rebeldes.
Estos relatos nos dan una imagen muy vívida de Moisés. Destacan su inquebrantable fidelidad a
la misión que el Señor le ha encomendado, sin atenuar sus debilidades y desfallecimientos. Él se
siente agobiado por una tarea compleja e ingrata, y confiesa amargamente su impotencia frente a los
caprichos y rebeldías del pueblo. Cansado de su cometido, llega incluso a desear la muerte. Toda una
generación tendrá que morir en el desierto, a causa de su obstinación. Pero el Señor llevará a cabo su
designio con la generación siguiente: sólo la comunidad completamente renovada alcanzará el
destino que él señala.
Esta marcha de Israel a través del desierto simboliza el itinerario espiritual del Pueblo de Dios,
a lo largo de toda su historia. También él avanza y se detiene; camina bajo la guía del Señor, pero a
veces mira hacia atrás, por cansancio, por temor o porque pierde de vista una meta que le parece
demasiado lejana. Pero siempre la fuerza de Dios triunfa sobre la debilidad de los hombres.
El orden de la marcha
11 El año segundo, el mes segundo, el día veinte del mes, se levantó la Nube de encima de la
desierto de Parán.
13 Partieron en vanguardia según la orden que Yahveh había dado a Moisés:
14 la bandera del campamento de los hijos de Judá en primer lugar, por cuerpos de ejército. Al
frente de su tropa, iba Najsón, hijo de Aminadab;
15 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Isacar, Natanael, hijo de Suar;
16 al frente de la tropa de la tribu de los hijos de Zabulón, Eliab, hijo de Jelón.
17 Entonces fue desmontada la Morada y partieron los hijos de Guerson y los hijos de Merarí,
llevando la Morada.
18 Partió luego la bandera del campamento de Rubén, por cuerpos de ejército: al frente de su
que llegaran).
22 Partió luego la bandera del campamento de los hijos de Efraím, por cuerpos de ejército; al
La partida
33 Partieron del monte de Yahveh para hacer tres jornadas. El arca de la alianza de Yahveh iba
delante de ellos los tres días de camino, buscándoles donde hacer alto.
34 La Nube de Yahveh iba de día sobre ellos, desde que dejaron el campamento.
35 Cuando partía el arca, decía Moisés: «Levántate, Yahveh, que tus enemigos se dispersen, huyan
El castigo del Señor en Taberá
Números 11
1 El pueblo profería quejas amargas a los oídos de Yahveh, y Yahveh lo oyó. Se encendió su ira y
volvieron a sus llantos diciendo: «¿Quién nos dará carne para comer?166
5 ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos de balde en Egipto, y de los pepinos,
maná.»167
7 El maná era como la semilla del cilantro; su aspecto era como el del bedelio.
8 El pueblo se desparramaba para recogerlo; lo molían en la muela o lo majaban en el mortero;
luego lo cocían en la olla y hacían con él tortas. Su sabor era parecido al de una torta de aceite.
9 Cuando, por la noche, caía el rocío sobre el campamento, caía también sobre él el maná.
La intercesión de Moisés
10 Moisés oyó llorar al pueblo, cada uno en su familia, a la puerta de su tienda. Se irritó mucho la
ira de Yahveh. A Moisés le pareció mal,
11 y le dijo a Yahveh: «¿Por qué tratas mal a tu siervo? ¿Por qué no he hallado gracia a tus ojos,
para que hayas echado sobre mí la carga de todo este pueblo?
12 ¿Acaso he sido yo el que ha concebido a todo este pueblo y lo ha dado a luz, para que me
digas: “Llévalo en tu regazo, como lleva la nodriza al niño de pecho, hasta la tierra que prometí con
juramento a sus padres?”
13 ¿De dónde voy a sacar carne para dársela a todo este pueblo, que me llora diciendo: Danos
carne para comer?
14 No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado pesado para mí.
15 Si vas a tratarme así, mátame, por favor, si he hallado gracia a tus ojos, para que no vea más
mi desventura.»
La respuesta del Señor
16 Yahveh respondió a Moisés: «Reúneme setenta ancianos de Israel, de los que sabes que son
ancianos y escribas del pueblo. Llévalos a la Tienda del Encuentro y que estén allí contigo.
17 Yo bajaré a hablar contigo; tomaré parte del espíritu que hay en ti y lo pondré en ellos, para
que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo.
18 «Y al pueblo le dirás: Santificaos para mañana, que vais a comer carne, ya que os habéis
lamentado a oídos de Yahveh, diciendo: “¿Quién nos dará carne para comer? Mejor nos iba en
Egipto.” Pues Yahveh os va a dar carne, y comeréis.
19 No un día, ni dos, ni cinco, ni diez ni veinte la comeréis,
20 sino un mes entero, hasta que os salga por las narices y os dé náuseas, pues habéis rechazado a
Yahveh, que está en medio de vosotros, y os habéis lamentado en su presencia, diciendo: ¿Por qué
salimos de Egipto?»
21 Moisés respondió: «El pueblo en que estoy cuenta 600.000 de a pie, ¿y tú dices que les darás
los setenta ancianos. Y en cuanto reposó sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar, pero ya no
volvieron a hacerlo más.
26 Habían quedado en el campamento dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad. Reposó
también sobre ellos el espíritu, pues aunque no habían salido a la Tienda, eran de los designados. Y
profetizaban en el campamento.
27 Un muchacho corrió a anunciar a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el
campamento.»168
28 Josué, hijo de Nun, que estaba al servicio de Moisés desde su mocedad, respondió y dijo: «Mi
señor Moisés, prohíbeselo.»
29 Le respondió Moisés: «¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Quién me diera que todo el pueblo de
Números 12
1 María y Aarón murmuraron contra Moisés por causa de la mujer kusita que había tomado por
El elogio del Señor a Moisés
4 De improviso, Yahveh dijo a Moisés, a Aarón y a María: «Salid los tres a la Tienda del
El castigo de María
10 y la Nube se retiró de encima de la Tienda, he aquí que María estaba leprosa, blanca como la
consumida.»
13 Moisés clamó a Yahveh diciendo: «Oh Dios, cúrala, por favor.»
14 Yahveh respondió a Moisés: «Si tu padre le hubiera escupido al rostro, ¿no tendría que pasar
siete días de vergüenza? Que quede siete días fuera del campamento y luego sea admitida otra vez.
15 María quedó siete días excluida del campamento. Pero el pueblo no partió hasta que ella se
reintegró.
16 Después el pueblo partió de Jaserot y acamparon en el desierto de Parán.
La exploración de Canaán
Números 13
numeroso;
19 y qué tal es el país en que viven, bueno o malo; cómo son las ciudades en que habitan, abiertas
o fortificadas;
20 y cómo es la tierra, fértil o pobre, si tiene árboles o no. Tened valor y traed algunos productos
teníamos ante ellos como saltamontes, y eso mismo les parecíamos a ellos.»173
La rebelión de Israel
Números 14
1 Entonces toda la comunidad alzó la voz y se puso a gritar; y la gente estuvo llorando aquella
noche.
2 Luego murmuraron todos los israelitas contra Moisés y Aarón, y les dijo toda la comunidad:
israelitas.
6 Pero Josué, hijo de Nun, y Caleb, hijo de Yefunné, que eran de los que habían explorado el país,
leche y miel.
9 No os rebeléis contra Yahveh, ni temáis a la gente del país, porque son pan comido. Se ha
retirado de ellos su sombra, y en cambio Yahveh está con nosotros. No tengáis miedo.»
La indignación del Señor
10 Toda la comunidad hablaba de apedrearlos, cuando la gloria de Yahveh se apareció en la
Tienda del Encuentro, a todos los israelitas.
11 Y dijo Yahveh a Moisés: «¿Hasta cuándo me va a despreciar este pueblo? ¿Hasta cuándo van a
desconfiar de mí, con todas las señales que he hecho entre ellos?
12 Los heriré de peste y los desheredaré. Pero a ti te convertiré en un pueblo más grande y
poderoso que ellos.»
13 Moisés respondió a Yahveh: «Pero los egipcios saben muy bien que, con tu poder, sacaste a
este pueblo de en medio de ellos.
14 Se lo han contado a los habitantes de este país. Estos se han enterado de que tú, Yahveh, estás en
medio de este pueblo, y te das a ver cara a cara; de que tú, Yahveh, permaneces en tu Nube sobre
ellos, y caminas delante de ellos de día en la columna de Nube, y por la noche en la columna de
fuego.
15 Si haces perecer a este pueblo como un solo hombre, dirán los pueblos que han oído hablar de
ti:
16 Yahveh, como no ha podido introducir a ese pueblo en la tierra que les había prometido con
juramento, los ha matado en el desierto.”
17 Muestra, pues, ahora tu poder, mi Señor, como prometiste diciendo:
18 Yahveh es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y rebeldía; aunque nada deja sin
castigo, castigando la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación.”
19 Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has
soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí.»
El castigo de la infidelidad
20 Dijo Yahveh: «Le perdono, según tus palabras.
21 Pero, vivo yo y la gloria de Yahveh llena toda la tierra,
22 que ninguno de los que han visto mi gloria y las señales que he realizado en Egipto y en el
desierto, que me han puesto a prueba ya diez veces y no han escuchado mi voz,
23 verá la tierra que prometí con juramento a sus padres. No la verá ninguno de los que me han
despreciado.
24 Pero a mi siervo Caleb, ya que fue animado de otro espíritu y me obedeció puntualmente, le
mis oídos.
29 Por haber murmurado contra mí, en este desierto caerán vuestros cadáveres, los de todos los
que fuisteis revistados y contados, de veinte años para arriba.
30 Os juro que no entraréis en la tierra en la que, mano en alto, juré estableceros. Sólo a Caleb,
Números 15
como ofrenda voluntaria o con ocasión de vuestras fiestas, ofreciendo así, de vuestros bueyes u
ovejas, calmante aroma para Yahveh,
4 el oferente presentará, para su ofrenda a Yahveh, una oblación de una décima de flor de harina
sacrificio.
6 Si es un carnero, la oblación será de dos décimas de flor de harina amasada con un tercio de
sextario de aceite,
7 y la libación, de un tercio de sextario de vino, que ofrecerás como calmante aroma para
Yahveh.
8 Y si ofreces a Yahveh un novillo en holocausto o sacrificio, para cumplir un voto, o como
sacrificio de comunión,
9 se ofrecerá además del novillo una oblación de tres décimas de flor de harina amasada con
medio sextario de aceite,
10 y una libación de medio sextario de vino, como manjar abrasado de calmante aroma para
Yahveh.
11 Así se hará con nada novillo y con las reses menores, cordero o cabrito.
12 Haréis así con cada uno de los que inmoléis, con tantos como hubiere.
13 Así hará todo hombre de vuestro pueblo, cuando ofrezca un manjar abrasado como calmante
abrasado como calmante aroma para Yahveh, lo mismo que vosotros hará
15 la asamblea. No habrá más que una norma para vosotros y para el forastero residente. Es
decreto perpetuo para vuestros descendientes: igual será delante de Yahveh para vosotros que para el
forastero.
16 Una sola ley y una sola norma regirá para vosotros y para el forastero que reside entre
vosotros.»
Las primicias del pan
17 Yahveh habló así a Moisés:
18 «Habla a los israelitas y diles: Cuando entréis en la tierra a la que os voy a llevar,
19 y comáis el pan del país, reservaréis primero la ofrenda para Yahveh.
20 Como primicias de vuestra molienda reservaréis como ofrenda una torta; la reservaréis igual
generaciones.
La expiación de las faltas cometidas inadvertidamente
22 «Cuando por inadvertencia no cumpláis alguno de estos preceptos que Yahveh ha comunicado
a Moisés,
23 algo de lo que os ha mandado Yahveh por medio de Moisés, desde que Yahveh lo ordenó en
comunidad ofrecerá un novillo en holocausto, como calmante aroma para Yahveh, con su
correspondiente oblación y libación según costumbre, y un macho cabrío en sacrificio por el pecado.
25 El sacerdote expiará por toda la comunidad de los israelitas, y se les perdonará, porque ha
sido un descuido. Cuando presenten sus ofrendas, como manjar abrasado a Yahveh, y su sacrificio
por el pecado delante de Yahveh por su descuido,
26 se le perdonará a la comunidad de los israelitas y al forastero que reside entre ellos, pues el
pueblo entero lo ha hecho por inadvertencia.
27 En el caso de que una sola persona haya pecado por inadvertencia, ofrecerá en sacrificio por
Así los cumpliréis y no seguiréis los caprichos de vuestros corazones y de vuestros ojos, que os han
arrastrado a prostituiros.
40 Así os acordaréis de todos mis mandamientos y los cumpliréis, y seréis hombres consagrados
a vuestro Dios.
41 Yo, Yahveh, vuestro Dios, que os saqué de Egipto para ser Dios vuestro. Yo, Yahveh, vuestro
Dios.
La rebelión de Coré
Números 16
1174 Coré, hijo de Yishar, hijo de Quehat, hijo de Leví, Datán y Abirón, hijos de Eliab, y On, hijo
de Pélet, hijos de Rubén, se enorgullecieron,
2 y se alzaron contra Moisés junto con 250 israelitas, principales de la comunidad, distinguidos
en la asamblea, personajes famosos.
3 Se amotinaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: «Esto ya pasa de la raya. Toda la
comunidad entera, todos ellos están consagrados y Yahveh está en medio de ellos. ¿Por qué, pues, os
encumbráis por encima de la asamblea de Yahveh?»
4 Lo oyó Moisés y cayó rostro en tierra.
5 Dijo luego a Coré y a toda su cuadrilla: «Mañana por la mañana hará saber Yahveh quién es el
suyo, quién es el consagrado y le dejará acercarse. Al que Yahveh haya elegido le dejará acercarse.
6 Mirad, pues, lo que habéis de hacer: Tomad los incensarios de Coré y de toda su cuadrilla,
7 ponedles fuego y mañana les echaréis incienso ante Yahveh. Aquel a quien elija Yahveh, será el
consagrado; ¡esto ya pasa de la raya, hijos de Leví!»
8 Dijo Moisés a Coré: «Oídme, hijos de Leví.
9 ¿Os parece poco que el Dios de Israel os haya apartado de la comunidad de Israel para ponerlos
junto a sí, prestar el servicio a la Morada de Yahveh y estar al frente de la comunidad atendiendo al
culto en lugar de ella?
10 Te ha puesto junto a sí, a ti y a todos tus hermanos, los hijos de Leví, y ¡todavía se os ha
antojado el sacerdocio!
11 Por eso, contra Yahveh os habéis amotinado, tú y toda tu cuadrilla; porque ¿quién es Aarón,
queremos ir.
13 ¿Te parece poco habernos sacado de una tierra que mana leche y miel para hacernos morir en
campos y vergeles. ¿Pretendes cegar los ojos de estos hombres? ¡No iremos!»
15 Moisés se enojó mucho y dijo a Yahveh: «No mires a su oblación. Yo no les he quitado ni un
su incensario: 250 incensarios en total. Tú también, y Aarón, presentad cada uno vuestro incensario.»
18 Tomaron cada uno su incensario, le pusieron fuego, le echaron incienso y se presentaron a la
malvados, y no toquéis nada de cuanto les pertenece, no sea que perezcáis por todos sus pecados.»
27 Ellos se apartaron de los alrededores de la morada de Coré. Datán y Abirón habían salido y
estaban a la puerta de sus tiendas, con sus mujeres, hijos y pequeñuelos.
28 Moisés dijo: «En esto conoceréis que Yahveh me ha enviado para hacer todas estas obras, y
Los incensarios de los rebeldes
Números 17
el fuego a distancia,
3 porque esos incensarios de pecado están consagrados a precio de la vida de esos hombres.
Haced con ellos láminas de metal, para cubrir el altar, pues fueron presentados a Yahveh y
consagrados. Serán una señal para los israelitas.»
4 Tomó el sacerdote Eleazar los incensarios de bronce que habían presentado los que fueron
del Encuentro. Y vieron que la Nube la había cubierto y se había aparecido la gloria de Yahveh.
8 Moisés y Aarón se llegaron hasta delante de la Tienda del Encuentro.
9 Yahveh habló a Moisés y le dijo:
10 «Alejaos de esa comunidad, que voy a consumirlos en un instante.» Ellos cayeron rostro en
tierra.
11 Dijo entonces Moisés a Aarón: «Toma el incensario, ponle fuego del que hay sobre el altar,
echa incienso y vete rápidamente donde la comunidad a expiar por ellos. Porque ha salido ya la
Cólera de la presencia de Yahveh y ha comenzado la Plaga.»
12 Aarón lo tomó como le había dicho Moisés y corrió a ponerse en medio de la asamblea; la
Plaga había comenzado ya en el pueblo. Echó el incienso e hizo la expiación por el pueblo.
13 Se plantó entre los muertos y los vivos, y la Plaga se detuvo.
14 Los muertos por aquella plaga fueron 14.700, sin contar los que murieron por causa de Coré.
15 Luego Aarón se volvió donde Moisés a la puerta de la Tienda del Encuentro: había cesado ya
la Plaga.
La vara de Aarón
16 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
17 «Habla a los israelitas. Que te den una rama por cada familia paterna: que entre todos los
principales, en representación de sus familias paternas, de den doce ramas. Y escribe el nombre de
cada uno en su rama.
18 En la rama de Leví escribe el nombre de Aarón, pues ha de haber también una rama para el
jefe de la familia de Leví.
19 Las depositarás en la Tienda del Encuentro, delante del Testimonio, donde me suelo manifestar
a ti.
20 El hombre cuya rama retoñe, será el que yo elijo. Así dejarán de llegar hasta mí las
murmuraciones que los israelitas profieren contra vosotros.»
21 Moisés habló a los israelitas, y cada uno de los principales le dio una rama, doce ramas, en
representación de todas las familias paternas. Entre sus ramas estaba también la rama de Aarón.
22 Moisés depositó las ramas delante de Yahveh en la Tienda del Testimonio.
23 Al día siguiente, cuando entró Moisés en la Tienda del Testimonio, vio que había retoñado la
rama de Aarón, por la casa de Leví: le habían brotado yemas, había florecido y había producido
almendras.
24 Moisés sacó todas las ramas de la presencia de Yahveh, ante los israelitas; las vieron, y
perecido!
28 Cualquiera que se acerca a la Morada de Yahveh, muere. ¿Es que vamos a perecer hasta no
quedar uno?»
Los deberes de los sacerdotes y de los levitas
Números 18
1 Entonces Yahveh dijo a Aarón: «Tú, tus hijos y la casa de tu padre contigo, cargaréis con las
faltas cometidas contra el santuario. Tú y tus hijos cargaréis con las faltas de vuestro sacerdocio.
2 Haz que se acerquen también contigo tus hermanos de la rama de Leví, de la tribu de tu padre.
Que sean tus ayudantes y te sirvan a ti y a tus hijos, delante de la Tienda del Testimonio.
3 Atenderán a tu ministerio y al de toda la Tienda. Pero que no se acerquen ni a los objetos
vosotros.
5 Vosotros desempeñaréis el ministerio en el santuario y en el altar, y así no vendrá de nuevo la
Cólera sobre los israelitas.
6 Yo he elegido a vuestros hermanos los levitas, de entre los demás israelitas. Son un don que os
hago; son «donados» a Yahveh para prestar servicio en la Tienda del Encuentro.
7 Pero tú y tus hijos os ocuparéis de vuestro sacerdocio en todo lo referente al altar y a todo lo de
detrás del velo y prestaréis vuestro servicio. Como un servicio gratuito os doy vuestro sacerdocio. El
laico que se acerque morirá.»
Los derechos de los sacerdotes
8 Dijo Yahveh a Aarón: «Yo te doy el servicio de lo que se reserva para mí. Todo lo consagrado
por los israelitas te lo doy a ti y a tus hijos, como porción tuya, por decreto perpetuo.
9 Esto es lo que será tuyo de las cosas sacratísimas, del manjar que se abrasa: todas las ofrendas
que me restituyan los israelitas, como oblación, como sacrificio por el pecado, o como sacrificio de
reparación, son sacratísimas: serán para ti y para tus hijos.
10 De las cosas sacratísimas os alimentaréis. Todo varón lo podrá comer. Lo considerarás como
sagrado.
11 También te pertenecerá la ofrenda reservada de todo lo que los israelitas den a mecer; te lo
doy a ti y a tus hijos y a tus hijas por decreto perpetuo. Cualquiera que esté puro en tu casa lo podrá
comer.
12 Todo lo mejor del aceite y la flor del mosto y del trigo, las primicias que ofrezcan a Yahveh,
te las doy a ti.
13 Los primeros productos que lleven a Yahveh, de todo lo que produzca su tierra, serán para ti.
Todo el que esté puro en tu casa lo podrá comer.
14 Cuanto caiga bajo el anatema en Israel, será para ti.
15 Todo primogénito que se presente a Yahveh de cualquier especie, hombre o animal, será para
ti. Pero harás rescatar al primogénito del hombre y harás también rescatar al primogénito de animal
impuro.
16 Los harás rescatar al mes de nacidos, valorándolos en cinco siclos de plata, en siclos del
su sangre sobre el altar y su grasa la harás arder como manjar abrasado de calmante aroma para
Yahveh.
18 Su carne será para ti, así como el pecho del rito del mecimiento y la pierna derecha.
19 Todo lo reservado de las cosas sagradas que los israelitas reservan a Yahveh, te lo doy a ti y a
tus hijos e hijas, por decreto perpetuo. Alianza de sal es ésta, para siempre, delante de Yahveh, para ti
y tu descendencia.»176
Los derechos de los levitas
20 Yahveh dijo a Aarón: «Tú no tendrás heredad ninguna en su tierra; no habrá porción para ti
entre ellos. Yo soy tu porción para ti entre ellos. Yo soy tu porción y tu heredad entre los israelitas.
21 A los hijos de Leví, les doy en herencia todos los diezmos de Israel, a cambio de su servicio:
decreto perpetuo para vuestros descendientes: no tendrán heredad entre los israelitas,
24 porque yo les doy en herencia a los levitas los diezmos que los israelitas reservan para
Yahveh. Por eso les he dicho que no tendrán heredad entre los israelitas.»
Los diezmos
25 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
26 «Hablarás a los levitas y les dirás: Cuando percibáis de los israelitas el diezmo que yo tomo de
ellos y os doy en herencia, reservaréis de él la reserva de Yahveh: el diezmo del diezmo.
27 Equivaldrá a vuestra ofrenda reservada, lo mismo que el trigo tomado de la era y el mosto del
lagar.
28 Así también vosotros reservaréis previamente la reserva de Yahveh de todos los diezmos que
percibáis de los israelitas. Se lo daréis como ofrenda reservada de Yahveh al sacerdote Aarón.
29 De todos los dones que recibáis, reservaréis la reserva de Yahveh; separaréis la parte sagrada
de todo lo mejor.
30 Les dirás: Una vez que hayáis reservado lo mejor, que equivale para los levitas al producto de
la era y al producto del lagar,
31 lo podréis comer, en cualquier lugar, vosotros y vuestras familias: es vuestro salario por
vuestro servicio en la Tienda del Encuentro.
32 No tendréis que cargar por ello con ningún pecado, pues antes habéis reservado lo mejor: así
no profanaréis las cosas consagradas por los israelitas y no moriréis.»
El rito para la preparación del agua lustral
Números 19
1177 Habló Yahveh a Moisés y a Aarón y les dijo:
2 «Este es uno de los preceptos legales, prescrito por Yahveh con estas palabras: Diles a los
israelitas que te traigan una vaca roja, sin defecto, que no tenga manchas, y que no haya llevado yugo.
3 Dádsela al sacerdote Eleazar. Que la saquen fuera del campamento y sea inmolada en su
presencia.
4 Entonces el sacerdote Eleazar untará su dedo en la sangre de la vaca y hará con la sangre siete
excrementos.
6 Tomará el sacerdote leña de cedro, hisopo y grana, y la echará en medio de la hoguera de la
vaca.
7 El sacerdote purificará sus vestidos y se lavará el cuerpo con agua; luego podrá ya entrar en el
lugar puro. Servirán a la comunidad de los israelitas para el rito de hacer el agua lustral: es un
sacrificio por el pecado.
10 El que haya recogido las cenizas de la vaca lavará sus vestidos y será impuro hasta la tarde.
Este será decreto perpetuo tanto para los israelitas como para el forastero residente entre ellos.
El uso del agua lustral
11 El que toque a un muerto, cualquier cadáver humano, será impuro siete días.
12 Se purificará con aquellas aguas los días tercero y séptimo, y quedará puro. Pero si no se ha
purificado los días tercero y séptimo, no quedará puro.
13 Todo el que toca un muerto, un cadáver humano, y no se purifica, mancha la Morada de
Yahveh; ese individuo será extirpado de Israel, porque las aguas lustrales no han corrido sobre él: es
impuro; su impureza sigue sobre él.
14 Esta es la ley para cuando uno muere en la tienda. Todo el que entre en la tienda, y todo el que
esté en la tienda, será impuro siete días.
15 Y todo recipiente descubierto, que no esté cerrado con tapa o cuerda, será impuro.
16 Todo el que toque, en pleno campo, a un muerto a espada, o a un muerto, o huesos de hombre,
o una sepultura, será impuro siete días.
17 Se tomará para el impuro ceniza de la víctima inmolada en sacrificio por el pecado, y se
verterá encima agua viva de una vasija.
18 Un hombre puro tomará el hisopo, lo mojará en agua y rociará la tienda y todos los objetos y
personas que había en ella, e igualmente al que tocó los huesos o al asesinado, o al muerto, o la
sepultura.
19 El hombre puro rociará al impuro los días tercero y séptimo: el séptimo día le habrá limpiado
de su pecado. Lavará el impuro sus vestidos, se lavará con agua, y será puro por la tarde.
20 Pero el hombre que quedó impuro y no se purificó, ése será extirpado de la asamblea, pues ha
manchado el santuario de Yahveh. Las aguas lustrales no han corrido sobre él: es un impuro.
21 Este será para vosotros decreto perpetuo. El que haga la aspersión con las aguas lustrales
lavará sus vestidos, y el que haya tocado las aguas lustrales será impuro hasta la tarde.
22 Y todo lo que haya sido tocado por el impuro, será impuro; y la persona que le toque a él, será
impura hasta la tarde.
La muerte de María
Números 20
1 Los israelitas, toda la comunidad, llegaron al desierto de Sin el mes primero, y se quedó todo el
manifestó su santidad.178
El conflicto entre Israel y Edóm
14 Envió Moisés mensajeros desde Cadés: «Al rey de Edom. Así dice tu hermano Israel: Ya sabes
por qué gran calamidad hemos pasado.
15 Nuestros padres bajaron a Egipto y nos quedamos en Egipto mucho tiempo. Pero los egipcios
nos trataron mal, a nosotros igual que a nuestros padres.
16 Clamamos entonces a Yahveh, y escuchó nuestra voz: envió un ángel, y nos sacó de Egipto.
Ahora estamos en Cadés, ciudad fronteriza de tu territorio.
17 Déjanos, por favor, pasar por tu tierra. No cruzaremos por campo ni por viñedo, ni beberemos
agua de pozo. Seguiremos el camino real, sin torcer ni a la derecha ni a la izquierda hasta que
crucemos tus fronteras.»
18 Edom le respondió: «No pasarás por mí. Si lo haces, saldré espada en mano a tu encuentro.»
19 Le respondieron los israelitas: «Seguiremos por la calzada, y si bebemos agua tuya, yo y mis
rebaños, pagaremos su precio. Se trata de pasar a pie: no tiene importancia».
20 Respondió él: «No pasarás.» Y salió Edom a su encuentro con mucha gente y mano poderosa.
21 Como Edom negó el paso a Israel por su territorio, Israel dio un rodeo.
La muerte de Aarón
22 Partieron de Cadés los israelitas, toda la comunidad, y llegaron a Hor de la Montaña.
23 Y dijo Yahveh a Moisés y Aarón en Hor de la Montaña, en la frontera del país de Edom:
24 «Que se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que he dado a los
la comunidad.
28 Quitó Moisés a Aarón sus vestiduras y se las puso a su hijo Eleazar. Y murió allí Aarón, en la
Números 21
1 Oyó el rey de Arad, cananeo, que ocupaba el Négueb, que llegaba Israel por el camino de
morir en el desierto? Pues no tenemos ni pan ni agua, y estamos cansados de ese manjar miserable.»
6 Envió entonces Yahveh contra el pueblo serpientes abrasadoras, que mordían al pueblo; y
Intercede ante Yahveh para que aparte de nosotros las serpientes,» Moisés intercedió por el pueblo.
8 Y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido
Arnón,182
15 y el declive del torrente que corre hacia la región de Ar y se apoya en la frontera de Moab.
16 Y de allí fueron a Beer - Este es el pozo a propósito del cual dijo Yahveh a Moisés: «Reúne al
Mádaba.185
31 Israel se estableció en la tierra de los amorreos.
32 Moisés mandó a explorar Yazer y la tomaron junto con sus aldeas despojando al amorreo que
vivía allí.
La derrota de Og, rey de Basán
33 Se volvieron y subieron camino de Basán. Og, rey de Basán, salió a su encuentro con toda su
tierra. Harás con él como hiciste con Sijón, el rey amorreo que habitaba en Jesbón.»
35 Y le batieron a él, a sus hijos y a toda su gente, hasta que no quedó nadie a salvo. Y se
apoderaron de su tierra.
ISRAEL EN LAS ESTEPAS DE MOAB
La parte final de este Libro presenta a Israel ante las fronteras de la Tierra prometida, al término
de su larga y penosa marcha por el desierto. Las armas no han podido detener el avance del Pueblo de
Dios, y Balac, el rey de Moab, trata de conjurar el peligro mediante el recurso a las artes mágicas.
Con este fin, hace venir apresuradamente a un famoso mago y adivino, llamado Balaam. Pero todos
los poderes mágicos fracasan ante el poder de Dios. El espíritu del Señor transforma al adivino en
profeta y el que debía maldecir se ve obligado a bendecir.
La historia de Balaam es narrada, sobre todo, para que sirva de marco a sus oráculos de
bendición. Estos bellos poemas describen a Israel como una nación numerosa, separada de las otras
naciones, que avanza victoriosa bajo la guía de su Dios. En el cuarto de esos oráculos el horizonte se
amplía, y el profeta ve alzarse de ese Pueblo una "estrella" y un "cetro" (24. 17), que simboliza la
realeza. Tales símbolos se refieren en primer lugar a David y a su glorioso reinado, pero detrás de
ellos se vislumbra la gloria del futuro Mesías, nacido del linaje davídico.
A pesar de estas promesas y bendiciones, Israel reincide en la idolatría. El Señor lo castiga
severamente, pero no lo abandona. Moisés continúa su obra gigantesca de jefe y legislador, y prepara
al Pueblo para la conquista de Canaán. Él sabe que no entrará en la Tierra prometida, pero sabe
también que su tarea no quedará inconclusa. Josué, su fiel servidor, será el encargado de llevarla
adelante.
El primer llamado de Balac a Balaam
Números 22
1 Luego partieron los israelitas y acamparon en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, a la
altura de Jericó.
2 Vio Balaq, hijo de Sippor, todo lo que había hecho Israel con los amorreos
3 y se estremeció Moab ante pueblo, pues era muy numeroso. Tuvo miedo Moab de los israelitas
4 y dijo a los ancianos de Madián: «Ahora veréis cómo esa multitud va a devastarlo todo a
nuestro alrededor, como devasta el buey la hierba del campo.» Balaq, hijo de Sippor, era rey de Moab
por aquel tiempo.
5 Envió mensajeros a buscar a Balaam, hijo de Beor, a Petor del Río, en tierra de los hijos de
Ammav, para decirle: «He aquí que el pueblo que ha salido de Egipto ha cubierto la superficie de la
tierra y se ha establecido frente a mí.
6 Ven, pues, por favor, maldíceme a ese pueblo, pues es más fuerte que yo, a ver si puedo
vencerle y lo arrojo del país. Pues sé que el que tú bendices queda bendito y el que maldices,
maldito.»186
7 Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián, con la paga del vaticinio en sus manos.
burra se apartó del camino y se fue a campo traviesa. Balaam pegó a la burra para hacerla volver al
camino.
24 Pero el Ángel de Yahveh se puso en un sendero entre las viñas, con una pared a un lado y otra
a otro.
25 Al ver la burra al Ángel de Yahveh, se arrimó a la pared y raspó el pie de Balaam contra la
día de hoy? ¿Acaso acostumbro a portarme así contigo?» Respondió él: «No.»
31 Entonces abrió Yahveh los ojos de Balaam, que vio al Ángel de Yahveh, de pie en el camino, la
no, para ahora te habría matado y a ella la habría dejado con vida.»
34 Dijo entonces Balaam al Ángel de Yahveh: «He pecado, pues no sabía que tú te habías puesto
en mi camino. Pero ahora mismo, si esto te parece mal, me vuelvo.»
35 Respondió el Ángel de Yahveh a Balaam: «Vete con esos hombres, pero no dirás nada más que
lo que yo te diga.» Balaam marchó con los jefes de Balaq.
La llegada de Balaam a Moab
36 Oyó Balaq que llegaba Balaam y salió a su encuentro hacia Ar Moab, en la frontera del Arnón,
en los confines del territorio.
37 Dijo Balaq a Balaam: «¿No te mandé llamar? ¿Por qué no viniste donde mí? ¿Es que no puedo
recompensarte?»
38 Respondió Balaam a Balaq: «Mira que ahora ya he venido donde ti. A ver si puedo decir algo.
La palabra que ponga Dios en mi boca es la que diré.»
39 Marchó Balaam con Balaq y llegaron a Quiryat Jusot.
40 Sacrificó Balaq una vaca y una oveja y le envió porciones a Balaam y a los jefes que le
acompañaban.
41 A la mañana, tomó Balaq a Balaam y lo hizo subir a Bamot Baal, desde donde se veía un
extremo del campamento.
El primer oráculo de Balaam
Números 23
1 Dijo Balaam a Balaq: «Constrúyeme aquí siete altares y prepárame siete novillos y siete
carneros.»
2 Balaq hizo lo que le había dicho Balaam, y ofreció en holocausto un novillo y un carnero en
cada altar.
3 Dijo entonces Balaam a Balaq: «Quédate junto a tus holocaustos, mientras yo voy a ver si me
le dirás.»
6 Volvió donde él y estaba aún de pie junto a su holocausto, con todos los príncipes de Moab.
7 El entonó su trova y dijo: «De Aram me hace venir Balaq, el rey de Moab desde los montes de
carneros.»
30 Balaq hizo lo que le había dicho Balaam, y ofreció en holocausto un novillo y un carnero en
cada altar.
El tercer oráculo de Balaam
Números 24
1 Vio Balaam que agradaba a Yahveh bendecir a Israel, y ya no fue como las otras veces al
lo que le hace ver Sadday, del que obtiene la respuesta, y se le abren los ojos.
17 Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca: de Jacob avanza una estrella, un
cetro surge de Israel. Aplasta las sienes de Moab, el cráneo de todos los hijos de Set.
18 Será Edom tierra conquistada, tierra conquistada Seír. Israel despliega su poder,
19 Jacob domina a sus enemigos, aniquila a los fugitivos de Ar.»
20 Vio Balaam a Amalec, entonó su trova y dijo: «Primicias de las naciones, Amalec; pero al
siempre.»190
25 Luego se levantó Balaam, y se fue de vuelta a su país. También Balaq se fue por su camino.
Idolatría de Israel en Peor
Números 25
1 Israel se estableció en Sittim. Y el pueblo se puso a fornicar con las hijas de Moab.
2 Estas invitaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comió y se postró ante sus
dioses.
3 Israel se adhirió así al Baal de Peor, y se encendió la ira de Yahveh contra Israel.
4 Dijo Yahveh a Moisés: «Toma a todos los jefes del pueblo y empálalos en honor de Yahveh,
porque él ha sido, de entre vosotros, el que ha sentido celo por mí; por eso no he acabado con los
israelitas a impulso de mis celos.
12 Por eso digo: Le concedo a él mi alianza de paz.
13 Habrá para él y para su descendencia después de él una alianza de sacerdocio perpetuo. En
recompensa de haber sentido celo por su Dios, celebrará el rito de expiación sobre los israelitas.»
14 El israelita herido, el que fue herido con la madianita, se llamaba Zimri, hijo de Salú, principal
lo de su hermana Kozbí, hija de un príncipe de Madián, la que fue herida el día de la plaga que hubo
por lo de Peor.»
El segundo censo
19 Después de la plaga,
Números 26
1191 Yahveh habló a Moisés y a Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y les dijo:
2 «Haced el recuento de toda la comunidad de los israelitas, por casas paternas, de veinte años en
en adelante:
5 Rubén, primogénito de Israel. Hijos de Rubén: de Henoc, el clan henoquita; de Pallú, el clan
paluita;
6 de Jesrón, el clan jesronita; de Karmí, el clan karmita.
7 Esos eran los clanes rubenitas. Hecho el censo, resultaron ser 43.730.
8 Hijos de Pallú: Eliab.
9 Hijos de Eliab: Nemuel, Datán y Abirón. Estos Datán y Abirón eran famosos en la comunidad y
se rebelaron contra Moisés y Aarón con la cuadrilla de Coré, cuando ésta se rebeló contra Yahveh.
10 La tierra abrió su boca y los tragó a ellos y a Coré, cuando el fuego devoró a 250 hombres,
clan sunita;
16 de Ozní, el clan oznita; de Erí, el clan erita;
17 de Arod, el clan arodita; de Arelí, el clan arelita.
18 Esos eran los clanes de los hijos de Gad. Según el censo fueron contados: 40.500.
19 Hijos de Judá: Er y Onán. Er y Onán murieron en la tierra de Canaán.
20 Los hijos de Judá, por clanes, eran: de Selá, el clan selanita; de Peres, el clan peresita; de
clan yajleelita.
27 Esos eran los clanes de Zabulón. Según el censo: 60.500.
28 Hijos de José, por clanes: Manasés y Efraím.
29 Hijos de Manasés: de Makir, el clan makirita. Makir engendró a Galaad. De Galaad, el clan
galaadita.
30 Los hijos de Galaad eran: de Yézer, el clan Yezerita; de Jéleq, el clan jelequita;
31 Asriel, el clan asrielita; Sekem, el clan sekemita;
32 Semidá, el clan semidaita; Jéfer, el clan jeferita;
33 Selofjad, hijo de Jéfer, no tuvo hijos; solamente hijas. Se llamaban las hijas de Selofjad: Majlá,
berita.
45 De los hijos de Beriá: de Jéber, el clan jeberita; de Malkiel, el clan malkielita.
46 La hija de Aser, se llamaba Sáraj.
47 Esos eran los clanes de los hijos de Aser. Según el censo fueron contados: 53.400.
48 Hijos de Neftalí, por clanes: de Yajseel, el clan yajseelita; de Guní, el clan gunita;
49 de Yéser, el clan yisrita; de Sillem, el clan silemita.
50 Esos eran los clanes de Neftalí, por clanes. Según el censo fueron contados: 45.400.
51 Los revistados de los israelitas resultaron ser 601.730.
Instrucciones sobre el reparto de la tierra
52 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
53 «A éstos les has de repartir la tierra en herencia, conforme al número de alistados:
54 al grande le aumentarás la herencia y al pequeño se la reducirás; a cada uno se le dará la
distribución.
56 A suertes distribuirás la herencia, distinguiendo entre el grande y el pequeño.
El censo de los levitas
57 Estos fueron los alistados de Leví, por clanes. De Guerson, el clan guersonita; de Quehat, el
alistados con los demás israelitas, pues no se les daba herencia entre los demás israelitas.
Los registrados en el segundo censo
63 Estos fueron los revistados por Moisés y el sacerdote Eleazar. Revistaron a los israelitas en las
Números 27
1 Entonces se acercaron las hijas de Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de
Manasés, de los clanes de Manasés, hijo de José. Se llamaban las hijas: Majlá, Noá, Joglá, Milká y
Tirsá.
2 Se presentaron a Moisés y al sacerdote Eleazar, a los principales y a toda la comunidad, a la
entrada de la Tienda del Encuentro, y dijeron:
3 «Nuestro padre murió en el desierto. No era de la facción que se amotinó contra Yahveh, de la
facción de Coré; por sus propios pecados murió sin tener hijos.
4 ¿Por qué ha de ser borrado de su clan el nombre de nuestro padre, sólo por no haber tenido
hijos? Danos alguna propiedad entre los hermanos de nuestro padre.»
5 Moisés expuso su caso ante Yahveh.
6 Respondió Yahveh a Moisés:
7 «Han hablado bien las hijas de Selofjad. Dales, pues, en propiedad una heredad entre los
hija.
9 Si tampoco tiene hija, daréis la herencia a sus hermanos.
10 Si tampoco tiene hermanos, daréis la herencia a los hermanos de su padre.
11 Y si su padre no tenía hermanos, daréis la herencia al pariente más próximo de su clan, el cual
tomará posesión de ella. Esta será norma de derecho para los israelitas, según lo ordenó Yahveh a
Moisés.»
Josué constituido jefe de la comunidad
12 Dijo Yahveh a Moisés: «Sube ahí a la sierra de Abarim y mira la tierra que he dado a los
israelitas.
13 Cuando la veas, irás a reunirte tú también a los tuyos, como se reunió tu hermano Aarón.
14 Porque os rebelasteis en el desierto de Sin, cuando protestó la comunidad y cuando os mandé
manifestar delante de ella mi santidad, por medio del agua.» Estas son las aguas de Meribá de Cadés,
en el desierto de Sin.
15 Habló Moisés a Yahveh y le dijo:
16 «Que Yahveh, Dios de los espíritus de toda carne, ponga un hombre al frente de esta
comunidad,
17 uno que salga y entre delante de ellos y que los haga salir y entrar, para que no quede la
impónle tu mano,
19 y colócalo delante del sacerdote Eleazar y delante de toda la comunidad para darle órdenes en
presencia de ellos
20 y comunicarle parte de tu dignidad, con el fin de que le obedezca toda la comunidad de los
israelitas.
21 Que se presente al sacerdote Eleazar y que éste consulte acerca de él, según el rito del Urim,
delante de Yahveh. A sus órdenes saldrán y a sus órdenes entrarán él y todos los israelitas, toda la
comunidad.»
22 Moisés hizo como le había mandado Yahveh: tomó a Josué y lo puso delante del sacerdote
Eleazar, y delante de toda la comunidad.
23 Le impuso su mano y le dio sus órdenes, como había dicho Yahveh por Moisés.
Los sacrificios cotidianos
Números 28
luces;
5 y como oblación, una décima de medida de flor de harina, amasada con un cuarto de sextario
de aceite virgen.
6 Es el holocausto perpetuo ofrecido antaño en el monte Sinaí como calmante aroma, manjar
El sacrificio mensual
11 Los primeros de mes ofreceréis un holocausto a Yahveh: dos novillos, un carnero y siete
décimas de flor de harina amasada con aceite, como oblación por el carnero;
13 una décima de flor de harina amasada con aceite, por cada cordero. Es un holocausto de
corderos de un año.
28 La oblación correspondiente será de flor de harina amasada con aceite: tres décimas por
Los sacrificios para la Fiesta de la Aclamación
Números 29
1 «El mes séptimo, el primero de mes, tendréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil.
uno de los trece novillos, dos décimas por cada uno de los dos carneros,
15 y una décima por cada uno de los catorce corderos;
16 y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su
oblación y su libación.
17 El día segundo, doce novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha,
18 con las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos,
oblación y su libación.
23 El día cuarto: diez novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha;
24 las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a
oblación y su libación.
26 El día quinto: nueve novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha;
27 las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a
su número y según la norma;
28 y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su
oblación y su libación.
29 El día sexto: ocho novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha;
30 las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a
su número y según la norma;
31 y un macho cabrío, como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo, de su
oblación y su libación.
32 El día séptimo: siete novillos, dos carneros, catorce corderos de un año, sin tacha;
33 las oblaciones y libaciones correspondientes a los novillos, carneros y corderos, conforme a
su número y según la norma;
34 y un macho cabrío como sacrificio por el pecado; además del holocausto perpetuo y de su
oblación y su libación.
35 El día octavo será para vosotros de reunión solemne; no haréis ningún trabajo servil.
36 Ofreceréis un holocausto, como manjar abrasado de calmante aroma para Yahveh: un novillo,
oblación y su libación.
39 Estos son los sacrificios que ofreceréis a Yahveh en vuestras solemnidades, aparte de vuestras
Números 30
1 Moisés habló a los israelitas conforme en todo a lo que le había ordenado Yahveh.
2 Habló Moisés a los jefes de tribu de los israelitas y les dijo: «Esto es lo que ha ordenado
Yahveh:
3 Si un hombre hace un voto a Yahveh, o se compromete a algo con juramento, no violará su
palabra: cumplirá todo lo que ha salido de su boca.
4 Y si una mujer hace un voto a Yahveh, o adquiere un compromiso, en su juventud, cuando está
en casa de su padre,
5 si su padre se entera de su voto o del compromiso que ha contraído, y no le dice nada su padre,
serán firmes todos sus votos, y todos los compromisos que ha contraído serán firmes.
6 Pero si su padre, el mismo día en que se entera de cualquiera de sus votos o de los
firmes.
11 Si una mujer ha hecho votos en casa de su marido, o se ha comprometido con juramento,
12 y se entera su marido y no le dice nada, no lo desaprueba, serán firmes todos sus votos, y todo
compromiso que haya adquirido será firme.
13 Pero si su marido se los anula el mismo día en que se entera, no será firme nada de lo que ha
salido de sus labios, sea voto o compromiso. Yahveh no se lo tendrá en cuenta, porque su marido se
los anuló.
14 Cualquier voto o compromiso jurado que grava a la mujer, puede ratificarlo o anularlo el
marido.
15 Si no le dice nada su marido para el día siguiente, es que confirma cualquier voto o
compromiso que tenga; los confirma por no haberle dicho nada el día que se enteró.
16 Pero si los anula más tarde, cargará él con la falta de ella.»
17 Estos son los preceptos que Yahveh dio a Moisés acerca de las relaciones entre marido y
mujer, y entre el padre y la hija que, durante su juventud, vive todavía en casa de su padre.
La guerra contra Madián
Números 31
para la guerra.
6 Moisés envió al combate mil por cada tribu, y con ellos a Pinjás, hijo del sacerdote Eleazar, que
llevaba en su mano los objetos sagrados y las trompetas del clamoreo.
7 Atacaron a Madián como había mandado Yahveh a Moisés y mataron a todos los varones.
8 Mataron también a los reyes de Madián: Eví, Réquem, Sur, Jur y Rebá, cinco reyes madianitas;
comunidad de los israelitas, al campamento, en las Estepas de Moab, que están cerca del Jordán, a la
altura de Jericó.
Las mujeres cautivas y la purificación del botín
13 Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los principales de la comunidad salieron a su encuentro
siguiendo el consejo de Balaam, cuando lo de Peor; por eso azotó la plaga a la comunidad de
Yahveh.193
17 Matad, pues, a todos los niños varones. Y a toda mujer que haya conocido varón, que haya
dormido con varón, matadla también.
18 Pero dejad con vida para vosotros a todas las muchachas que no hayan dormido con varón.
19 Y vosotros, todos los que hayáis matado a alguno y todos los que hayáis tocado a algún
muerto, acampad fuera del campamento siete días. Purificaos vosotros y vuestros cautivos, el día
tercero y el día séptimo.
20 Purificad también todos los vestidos, todos los objetos de cuero, todo tejido de pelo de cabra y
purificado con las aguas lustrales. Pero todo lo que no pueda pasar por el fuego lo pasaréis por las
aguas.»
24 Lavaréis vuestros vestidos el día séptimo y quedaréis puros. Luego podréis entrar en el
campamento.
El reparto del botín
25 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
26 «Sacad la cuenta, tú, el sacerdote Eleazar y los principales de las familias de la comunidad, del
para Yahveh.
30 Y de la mitad de los israelitas, uno por cada cincuenta, sean hombres, bueyes, asnos u ovejas,
cualquier clase de bestias, y se lo darás a los levitas, que están encargados del ministerio de la
Morada de Yahveh.
31 Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como había mandado Yahveh a Moisés.
32 Fue el botín, el remanente de lo que la gente de guerra había saqueado: 675.000 cabezas de
ganado lanar,
33 72.000 de vacuno
34 y 61.000 de ganado asnal.
35 En cuanto a las personas, las mujeres que no habían dormido con varón eran, en total, 32.000.
36 La mitad correspondiente a los que fueron al combate: 337.500 cabezas de ganado lanar,
37 siendo la parte de Yahveh de ganado lanar, 675 cabezas;
38 36.000 de vacuno, siendo la parte de Yahveh 72,
39 30.500 de asnal, siendo la parte de Yahveh 61.
40 Las personas eran 16.000, correspondiendo a Yahveh, 32.
41 Moisés dio al sacerdote Eleazar la reserva de Yahveh, como había ordenado Yahveh a Moisés.
42 La mitad perteneciente a los israelitas, que había separado Moisés de la de los combatientes,
43 esta mitad correspondiente a la comunidad era de 337.500 cabezas de ganado lanar;
44 36.000 de vacuno;
45 30.500 de asnal,
46 y 16.000 personas.
47 Tomó Moisés de la mitad de los israelitas, a razón de uno por cincuenta, hombres y bestias, y
se los dio a los levitas, que se encargan del ministerio de la Morada de Yahveh, como había ordenado
Yahveh a Moisés.
Las ofrendas
48 Se presentaron ante Moisés los jefes de las tropas de Israel que habían ido a la guerra, jefes de
millar y jefes de cien,
49 y dijeron a Moisés: «Tus siervos han sacado la cuenta de los combatientes que tenían a sus
órdenes, y no falta ni uno.
50 Por eso traemos de ofrenda a Yahveh lo que cada uno de nosotros ha encontrado en objetos de
oro, brazaletes, ajorcas, anillos, arracadas y collares, para hacer expiación por nosotros delante de
Yahveh.»
51 Moisés y el sacerdote Eleazar recibieron de ellos el oro y las joyas.
52 El total del oro de la reserva que reservaron para Yahveh, de parte de los jefes de millar y de
llevaron ala Tienda del Encuentro, para que sirviera ante Yahveh de memorial en favor de los
israelitas.
La propuesta de los rubenitas y los gaditas
Números 32
1 Los hijos de Rubén y los hijos de Gad tenían muchos rebaños, muy grandes. Vieron que el país
principales de la comunidad:
3 «Atarot, Dibón, Yazer, Nimrá, Jesbón, Elalé, Sebam, Nebo, y Meón,
4 el país que Yahveh conquistó delante de la comunidad de Israel es tierra de ganado, y tus
cuarenta años, hasta que se acabó toda aquella generación que había obrado mal a los ojos de Yahveh.
14 ¡Y ahora vosotros os alzáis a imitación de vuestros padres, como retoño de hombres
pecadores, para atizar más el fuego de la ira de Yahveh contra Israel!
15 Si os apartáis de él, volverá a retenernos en el desierto, y acarrearéis el desastre a todo este
pueblo.»
Nueva propuesta de los rubenitas y los gaditas
16 Entonces se acercaron a Moisés y le dijeron: «Podemos construir aquí rediles para nuestras
en sus lugares, mientras que nuestros hijos de quedarán en las plazas fuertes, al abrigo de los
habitantes del país.
18 No volveremos a nuestras casas hasta que los israelitas se posesionen cada uno de su herencia.
19 Que nosotros no tendremos herencia con ellos al otro lado del Jordán, pues nuestra herencia
ante Yahveh y ante Israel. Esta tierra os pertenecerá en propiedad delante de Yahveh.
23 Pero si no lo hacéis así, habréis pecado contra Yahveh, y sabed que vuestro pecado os saldrá al
encuentro.
24 Construíos ciudades para vuestros niños, y rediles para vuestros rebaños; pero haced lo que
habéis prometido.»
25 Dijeron los hijos de Gad y los hijos de Rubén a Moisés: «Tus siervos harán como mi Señor
manda.
26 Nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros rebaños y todo nuestro ganado, se quedarán aquí en
las ciudades de Galaad.
27 Pero tus siervos, todos los que llevan armas, pasarán delante de Yahveh, para ir a la guerra,
Las etapas del Éxodo: la salida de Egipto
Números 33
1 Estas son las etapas de los israelitas, que salieron de Egipto por cuerpos de ejército, a las
Pascua, salieron los israelitas, la mano en alto, en presencia de todos los egipcios.
4 Los egipcios estaban enterrando a los suyos que habían sido heridos por Yahveh, a todos los
delante de Migdol.
8 Partieron de Pi Hajirot y pasaron por medio del mar hasta el desierto. Anduvieron tres días de
camino por el desierto de Etam y acamparon en Mará.
9 Partieron de Mará y llegaron a Elim. En Elim había doce fuentes de agua y setenta palmeras;
allí acamparon.
10 Partieron de Elim y acamparon cerca del mar de Suf.
11 Partieron del mar de Suf y acamparon en el desierto de Sin.
12 Partieron del desierto de Sin y acamparon en Dofcá.
13 Partieron de Dofcá y acamparon en Alús.
14 Partieron de Alús y acamparon en Refidim, pero no había allí agua para que bebiera la gente.
15 Partieron de Refidim y acamparon en el desierto del Sinaí.
Del desierto del Sinaí a Cades
16 Partieron del desierto del Sinaí y acamparon en Quibrot Hattaavá.
17 Partieron de Quibrot Hattaavá y acamparon en Jaserot.
18 Partieron de Jaserot y acamparon en Ritmá.
19 Partieron de Ritmá y acamparon en Rimmón Peres.
20 Partieron de Rimmón Peres y acamparon en Libná.
21 Partieron de Libná y acamparon en Rissá.
22 Partieron de Rissá y acamparon en Quehelatá.
23 Partieron de Quehelatá y acamparon en el monte Séfer.
24 Partieron del monte Séfer y acamparon en Jaradá.
25 Partieron de Jaradá y acamparon en Maqhelot.
26 Partieron de Maqhelot y acamparon en Tájat.
27 Partieron de Tájat y acamparon en Táraj.
28 Partieron de Táraj y acamparon en Mitcá.
29 Partieron de Mitcá y acamparon en Jasmoná.
30 Partieron de Jasmoná y acamparon en Moserot.
31 Partieron de Moserot y acamparon en Bene Yaacán.
32 Partieron de Bene Yaacán y acamparon en Jor Haguidgad.
33 Partieron de Jor Haguidgad y acamparon en Yotbatá.
34 Partieron de Yotbatá y acamparon en Abroná.
35 Partieron de Abroná y acamparon en Esyón Guéber.
36 Partieron de Esyón Guéber y acamparon en el desierto de Sin, es decir, en Cadés.
De Cades a Moab
37 Partieron de Cadés y acamparon en Hor de la Montaña, en la frontera del país de Edom.
38 El sacerdote Aarón subió a Hor de la Montaña, según la orden de Yahveh, y murió allí, el año
cuarenta de la salida de los israelitas de Egipto, el mes quinto, el primero del mes.
39 Tenía Aarón 123 años cuando murió en Hor de la Montaña.
40 El rey cananeo de Arad, que habitaba en el Négueb, en el país de Canaán, se enteró de que
llegaban los israelitas.
41 Partieron de Hor de la Montaña y acamparon en Salmoná.
42 Partieron de Salmoná y acamparon en Punón.
43 Partieron de Punón y acamparon en Obot.
44 Partieron de Obot y acamparon en Iyyé Haabarim, en la frontera de Moab.
45 Partieron de Iyyim, y acamparon en Dibón Gad.
46 Partieron de Dibón Gad y acamparon en Almón Diblatáyim.
47 Partieron de Almón Diblatáyim, y acamparon en los montes de Abarim, frente al Nebó.
48 partieron de los montes de Abarim y acamparon en las Estepas de Moab, cerca del Jordán, a la
altura de Jericó.
49 Acamparon cerca del Jordán entre Bet Hayesimot y Abel Hassittim en las Estepas de Moab.
Instrucciones acerca del reparto de Canaán
50 Yahveh habló a Moisés en las Estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, y le
dijo:
51 «Habla a los israelitas y diles: Cuando paséis el Jordán hacia el país de Canaán,
52 arrojaréis delante de vosotros a todos los habitantes del país. Destruiréis todas sus imágenes
pintadas, destruiréis sus estatuas de fundición, saquearéis todos sus altos.
53 Os apoderaréis de la tierra y habitaréis en ella, pues os doy a vosotros todo el país en
propiedad.
54 Repartiréis la tierra a suertes entre vuestros clanes. Al grande le aumentaréis la herencia y al
pequeño se la reduciréis. Donde le caiga a cada uno la suerte, allí será su propiedad. Haréis el reparto
por tribus paternas.
55 Pero si no expulsáis delante de vosotros a los habitantes del país, los que dejéis se os
Las fronteras de Canaán
Números 34
terminará por el sur en Cadés Barnea. Luego irá hacia Jasar Addar y pasará por Asmón.
5 Torcerá la frontera de Asmón hacia el Torrente de Egipto y acabará en el Mar.194
6 Vuestra frontera occidental será el mar Grande. Esta frontera será vuestro límite al oeste.
7 Vuestra frontera por el norte será la siguiente: Desde el mar Grande trazaréis el límite hasta
Hor de la Montaña.
8 De Hor de la Montaña, trazaréis el límite hasta la Entrada de Jamat, y vendrá a salir la frontera a
Sedad.
9 Seguirá luego la frontera hacia Zifrón y terminará en Jasar Enán. Esa será vuestra frontera
septentrional.
10 Luego trazaréis vuestra frontera oriental desde Jasar Enán hasta Sefam.
11 La frontera bajará de Sefam hacia Arbel, al oriente de Ayín. Seguirá bajando la frontera, y,
tocando la orilla del mar de Kinnéret por el oriente,
12 bajará al Jordán y vendrá a dar en el mar de la Sal. Esa será vuestra tierra con las fronteras que
la circunscriben.»
13 Moisés dio esta orden a los israelitas: «Este es el país que habéis de repartir a suertes, el que
Yahveh mandó dar a las nueve tribus y a la mitad de la otra,
14 pues la tribu de los hijos de Rubén con sus distintas casas paternas y la tribu de los hijos de
Gad con sus distintas casas paternas, han recibido ya su herencia; y la media tribu de Manasés ha
recibido también su herencia.
15 Las dos tribus y la otra media tribu han recibido ya su herencia más allá del Jordán, a oriente
La herencia de los levitas
Números 35
1 Habló Yahveh a Moisés en las Estepas de Moab, cerca del Jordán, a la altura de Jericó, y le dijo:
2 «Manda a los israelitas que cedan a los levitas, de la herencia que les pertenece, ciudades en las
que puedan habitar y pastos de alrededor de las ciudades. Se las daréis a los levitas.
3 Esas ciudades serán su morada, y sus pastos serán para sus bestias, su ganado y todos sus
animales.
4 Los pastos de las ciudades que cedáis a los levitas comprenderán mil codos alrededor de la
ciudad, a contar desde las murallas.
5 Mediréis, fuera de la ciudad, 2000 codos a oriente, 2000 codos a mediodía, 2000 codos a
occidente y 2000 codos al norte, teniendo la ciudad como centro. Estos serán los pastos de las
ciudades.
6 Las ciudades que daréis a los levitas serán las seis de asilo, que cederéis para que se pueda
refugiar en ellas el homicida, y además les daréis otras 42 ciudades.
7 El total de ciudades que daréis a los levitas será 48 ciudades, todas ellas con sus pastos.
8 Estas ciudades que cederéis de la propiedad de los israelitas, las tomaréis en mayor número del
grande y en menor del pequeño; cada uno cederá ciudades a los levitas en proporción a la herencia
que le haya tocado.»195
Las ciudades de refugio
9 Habló Yahveh a Moisés y le dijo:
10 «Habla a los israelitas y diles: Cuando paséis el Jordán hacia la tierra de Canaán,
11 encontraréis ciudades de las que haréis ciudades de asilo: en ellas se refugiará el homicida, el
que ha herido a un hombre por inadvertencia.
12 Esas ciudades os servirán de asilo contra el vengador; no debe morir el homicida hasta que
comparezca ante la comunidad para ser juzgado.
13 De las ciudades que les cedáis, seis ciudades serán de asilo:
14 tres ciudades les cederéis al otro lado del Jordán y tres ciudades en el país de Canaán; serán
ciudades de asilo.
15 Las seis ciudades serán de asilo tanto para los israelitas como para el forastero y para el
huésped que viven en medio de vosotros, para que se pueda refugiar en ellas todo aquel que haya
matado a un hombre por inadvertencia.
16 Pero si le ha herido con un instrumento de hierro, y muere, es un homicida. El homicida debe
morir.
17 Si le hiere con una piedra como para causar la muerte con ella, y muere, es homicida. El
homicida debe morir.
18 Si le hiere con un instrumento de madera como para matarle, y muere, es un homicida. El
homicida debe morir.
19 El mismo vengador de la sangre dará muerte al homicida: en cuanto le encuentre, lo matará.
20 Si el homicida lo ha matado por odio, o le ha lanzado algo con intención, y muere,
21 o si por enemistad le ha golpeado con las manos, y muere, el que le ha herido tiene que morir:
ni buscara su daño,
24 la comunidad juzgará entre el homicida y el vengador de la sangre según estas normas,
25 y salvará la comunidad al homicida de la mano del vengador de la sangre. Le hará volver la
comunidad a la ciudad de asilo en la que se refugió y en ella vivirá hasta que muera el Sumo
Sacerdote ungido con el óleo santo.
26 Pero si sale el homicida de los límites de la ciudad de asilo en que se ha refugiado,
27 y le encuentra el vengador de la sangre fuera del término de su ciudad de asilo, el vengador de
la sangre podrá matar al homicida, sin ser responsable de su sangre,
28 porque aquél debía permanecer en la ciudad de asilo hasta la muerte del Sumo Sacerdote.
habitéis.196
30 En cualquier caso de homicidio, se matará al homicida según la declaración de los testigos;
queda expiada de la sangre derramada más que con la sangre del que la derramó.
34 No harás impura la tierra en que habitáis, porque yo habito en medio de ella, pues yo, Yahveh,
Números 36
1 Los jefes de familia del clan de los hijos de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, uno de los
clanes de los hijos de José, se presentaron y dijeron delante de Moisés y de los principales jefes de
las casas paternas de los israelitas:
2 «Yahveh mandó a mi Señor que diera la tierra en herencia, por suertes, a los israelitas, y mi
Señor recibió orden de Yahveh de dar la herencia de Selofjad, nuestro hermano, a sus hijas.
3 Si resulta que se casan con alguno de otra tribu israelita, será arrancada su parte de la herencia
hijos de José.
6 Esto es lo que Yahveh ordenó acerca de las hijas de Selofjad: Tomarán por esposos a los que
bien les parezca, con tal que se casen dentro de los clanes de la tribu de su padre.
7 La herencia de los israelitas no podrá pasar de una tribu a otra, sino que los israelitas estarán
vinculada a su heredad.»
10 Tal como había mandado Yahveh a Moisés, así hicieron las hijas de Selofjad.
11 Majlá, Tirsá, Joglá, Milká y Noá, las hijas de Selofjad, se casaron con los hijos de sus tíos
paternos.
12 Tomaron marido de los clanes de los hijos de Manasés, hijo de José, y así su herencia fue para
DEUTERONOMIO es una palabra de origen griego, que significa "segunda ley". Tal
designación expresa sólo en parte el contenido del quinto libro del Pentateuco, ya que este, más que
un código de leyes en sentido estricto, es una larga y vibrante exhortación destinada a "recordar" a
Israel el sentido y las exigencias de la Alianza. De allí que las prescripciones concretas estén siempre
acompañadas de advertencias y reproches, de promesas y amenazas.
El Deuteronomio está estructurado como una serie de discursos dirigidos por Moisés a los
israelitas antes de su entrada en Canaán. Esta forma literaria se explica por las circunstancias que
dieron origen a la composición del Libro. Desde tiempos muy antiguos, los sacerdotes levíticos
prolongaron la actividad de Moisés, proclamando solemnemente en las celebraciones litúrgicas la
Alianza del Señor con su Pueblo elegido. En estas celebraciones, ellos no se limitaban a repetir una
Ley fijada para siempre, sino que la completaban y actualizaban, a fin de responder a nuevas
situaciones y necesidades. Así las leyes contenidas en los códigos tradicionales de Israel se vieron
enriquecidas con elementos originales de importancia, que luego quedaron consignados en la
legislación deuteronómica. Entre estos aportes merecen especial atención la ley sobre la unidad del
Santuario, los criterios para discernir a los auténticos profetas y las severas prescripciones contra la
idolatría. Todo esto estaba destinado a contrarrestar el pernicioso influjo que la religión de Baal y los
cultos cananeos ejercían sobre la fe de Israel.
La composición del Deuteronomio atravesó por diversas etapas. Su redacción primitiva puede
situarse en el siglo VIII a.C., en los ambientes levíticos del reino del Norte. Después de la destrucción
de Samaría, estos grupos se refugiaron en Judá y el Libro quedó depositado en los archivos del
Templo de Jerusalén. En el año 622 a.C., el rey Josías mandó reparar el Templo, y allí se encontró un
"libro de la Alianza" (2 Rey. 23.2), que fue leído en presencia del rey y dio un nuevo impulso a la
reforma religiosa iniciada por él. Este "libro de la Alianza" era sin duda el Deuteronomio, aunque en
una forma más breve que la actual. A partir de ese momento, la legislación deuteronómica se
convirtió en objeto de asidua meditación y proporcionó un criterio de primer orden para interpretar
toda la historia de Israel. Posteriormente, la obra original fue completada y enriquecida con nuevos
aportes, hasta que pasó a formar parte del Pentateuco.
Entre todos los escritos del Antiguo Testamento, el Deuteronomio se destaca por su estilo
peculiar. Su lenguaje es solemne, pero al mismo tiempo directo, cálido y preocupado por suscitar una
incondicional fidelidad al Señor. Es un estilo que quiere hablar sobre todo al corazón. La repetición
incansable de ciertas palabras y giros confiere a toda la obra una notable fuerza persuasiva.
El paso frecuente del "tú" al "ustedes" es otra característica del estilo deuteronómico. Esta
alternancia es un procedimiento oratorio para interpelar a los oyentes: el "tú" apunta menos a los
individuos en particular que a la conciencia de la comunidad, en la que cada uno debe verse
representado y medir su propia responsabilidad.
El Deuteronomio traza para Israel un programa de vida, inspirado en la predicación de los
Profetas, en los escritos sapienciales y en las tradiciones históricas del Pentateuco, desde los tiempos
patriarcales hasta la entrada en la Tierra prometida. El Dios que aquí se manifiesta no es una
divinidad fría y distante, sino el Dios misericordioso que está cerca de su Pueblo y le revela su Ley,
porque lo ama y espera ser amado con la misma intensidad. De esa manera, el Deuteronomio marca
un jalón decisivo en el camino hacia la revelación definitiva de Dios en el Nuevo Testamento, donde
el Apóstol san Juan afirma: "Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios
permanece en él" (1 Jn. 4. 16).
PRIMER DISCURSO DE MOISÉS
El Deuteronomio se presenta como el testamento espiritual de Moisés. Poco antes de su muerte,
él reúne por última vez al pueblo y pronuncia sus palabras de despedida. En su primer discurso,
Moisés evoca la experiencia común vivida en el desierto. Esta experiencia está llena de enseñanzas.
En los acontecimientos de su propia historia, Israel debe ver el signo más elocuente del amor del
Señor, que lo eligió gratuitamente. Y también debe reconocer el poder de su Dios, que lo liberó de
todos los peligros. Así, antes de proclamar la voluntad divina expresada en la Ley, el legislador
expone los hechos que fundamentan la autoridad del Señor y su derecho a reclamar una absoluta
fidelidad.
En esta evocación histórica, se destaca la suerte corrida por la primera generación de israelitas
en el desierto. Por su pecado de incredulidad, ellos fueron condenados a morir sin entrar en la Tierra
prometida. También este hecho debe servir de advertencia. El amor del Señor es exigente. La fidelidad
a él abre el camino de la felicidad; la infidelidad separa al Pueblo de su Dios, única fuente de vida, y
lo lleva necesariamente a la ruina.
Ubicación geográfica del discurso
Deuteronomio 1
1 Estas son las palabras que dijo Moisés a todo Israel al otro lado del Jordán en el desierto, en la
Arabá, frente a Suf, entre Parán y Tófel, Labán, Jaserot y Di Zahab. -
2 Once son las jornadas desde el Horeb, por el camino del monte Seír, hasta Cadés Barnea -.197
3 El año cuarenta, el día uno del undécimo mes, habló Moisés a los israelitas exponiendo todo
cuanto Yahveh la había mandado respecto a ellos.
4 Después de batir a Sijón, rey de los amorreos, que moraba en Jesbón, y a Og, rey de Basán, que
moraba en Astarot y en Edreí,
5 al otro lado del Jordán, en el país de Moab, decidió Moisés promulgar esta Ley. Dijo:
Mirada histórica retrospectiva: la partida del Horeb
6 Yahveh, nuestro Dios, nos habló así en el Horeb: «Ya habéis estado bastante tiempo en esta
montaña.
7 ¡En marcha!, partid y entrad en la montaña de los amorreos, y donde todos sus vecinos de la
Arabá, la Montaña, la Tierra Baja, el Négueb y la costa del mar; en la tierra de Canaán y el Líbano,
hasta el río grande, el río Eufrates.
8 Mirad: Yo he puesto esa tierra ante vosotros; id a tomar posesión de la tierra que Yahveh juró
dar a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, y a su descendencia después de ellos.»
La institución de los jueces
9 Yo os hablé entonces y os dije: «No puedo cargar con todos vosotros yo solo.
10 Yahveh, vuestro Dios, os ha multiplicado y sois ahora tan numerosos como las estrellas del
cielo.
11 Yahveh, el Dios de vuestros padres, os aumente mil veces más todavía y os bendiga como os
ha prometido.
12 Pero ¿cómo voy a poder yo solo llevar vuestro peso, vuestra carga y vuestros litigios?
13 Escoged entre vosotros hombres sabios, perspicaces y experimentados, de cada una de
vuestras tribus, y yo los pondré a vuestra cabeza.»
14 Me respondisteis: «Está bien lo que propones hacer.»
15 Yo tomé, entre los jefes de vuestras tribus, hombres sabios y experimentados, y los hice jefes
vuestros: jefes de millar, de cien, de cincuenta y de diez, así como escribas para vuestras tribus.
16 Y di entonces esta orden a vuestros jueces: «Escucharéis lo que haya entre vuestros hermanos
tendréis miedo al hombre, pues la sentencia es de Dios. El asunto que os resulte demasiado difícil, me
lo remitiréis a mí, y yo lo oiré.»
18 Yo os prescribí entonces todo lo que tenías que hacer.
La llegada a Cadés Barnea
19 Partimos del Horeb y fuimos por ese enorme y temible desierto que habéis visto, camino de la
montaña de los amorreos, como Yahveh nuestro Dios nos había mandado, y llegamos a Cadés
Barnea.
La exploración de Canaán
20 Yo os dije: «Ya habéis llegado a la montaña de los amorreos que Yahveh nuestro Dios nos da.
21 Mira: Yahveh tu Dios ha puesto ante ti este país. Sube a tomar posesión de él como te ha dicho
que exploren el país y nos den noticias sobre el camino por donde hemos de subir y sobre las
ciudades en que podemos entrar.»
23 Me pareció bien la propuesta y tomé de entre vosotros doce hombres, uno por tribu.
24 Partieron y subieron a la montaña; llegaron hasta el valle de Eskol y lo exploraron.
25 Tomaron en su mano frutos del país, nos los trajeron, y nos informaron: «Buena tierra es la
más grande y corpulento que nosotros, las ciudades son grandes y sus murallas llegan hasta el cielo.
Y hasta anaquitas hemos visto allí.»
La exhortación de Moisés a confiar en el Señor
29 Yo os dije: «No os asustéis, no tengáis miedo de ellos.
30 Yahveh vuestro Dios, que marcha a vuestro frente, combatirá por vosotros, como visteis que
lo hizo en Egipto,
31 y en el desierto, donde has visto que Yahveh tu Dios te llevaba como un hombre lleva a su hijo,
a todo lo largo del camino que habéis recorrido hasta llegar a este lugar.»199
32 Pero ni aun así confiasteis en Yahveh vuestro Dios,
33 que era el que os precedía en el camino y os buscaba lugar donde acampar, con el fuego
durante la noche para alumbrar el camino que debíais seguir, y con la nube durante el día.200
La indignación del Señor y el castigo del pueblo
34 Yahveh oyó encolerizado vuestras palabras y juró así:
35 «Ni un solo hombre de esta generación perversa verá la tierra buena que yo juré dar a vuestros
padres,
36 excepto Caleb, hijo de Yefunné: él la verá, y yo le daré a él y a sus hijos la tierra que ha pisado,
posesión de la tierra.
39 Pero vuestros pequeños, de los que dijisteis que iban a servir de botín, vuestros hijos que no
conocen todavía el bien y el mal, sí entrarán allá, a ellos se la daré yo, y ellos la poseerán.
40 Y vosotros ahora, volveos y partid hacia el desierto por el camino del mar de Suf.»
41 Vosotros me respondisteis: «Hemos pecado contra Yahveh nuestro Dios. Subiremos y
combatiremos como Yahveh nuestro Dios nos ha mandado.» Ceñísteis cada uno vuestras armas y
creísteis fácil subir a la montaña.202
42 Pero Yahveh me dijo: «Diles: No subáis a combatir porque no estoy yo en medio de vosotros,
oídos.
46 Por eso tuvisteis que permanecer en Cadés todo ese largo tiempo que habéis estado allí.
El paso por Edóm y Moab
Deuteronomio 2
1 Luego nos volvimos y partimos hacia el desierto, por el camino del mar de Suf, como Yahveh
Esaú, que habitan en Seír. Ellos os temen; pero vosotros tened mucho cuidado;203
5 no los ataquéis, porque yo no os daré nada de su país, ni siquiera la medida de la planta del pie,
desierto, y hace ya cuarenta años que Yahveh tu Dios está contigo sin que te haya faltado nada.»
8 Pasamos, pues, al lado de nuestros hermanos, los hijos de Esaú que habitan en Seír, por el
camino de la Arabá, de Elat y de Esyón Guéber; después cambiando de rumbo, tomamos el camino
del desierto de Moab.
9 Yahveh me dijo: «No ataques a Moab, no le provoques al combate, pues yo no te daré nada de
su país, ya que Ar se la he dado en posesión a los hijos de Lot.
10 (Antiguamente habitaban allí los emitas, pueblo grande, numeroso y corpulento como los
anaquitas.
11 Tanto a ellos como a los anaquitas se los tenía por refaítas, pero los moabitas los llamaban
emitas.
12 Igualmente en Seír habitaron antiguamente los joritas, pero los hijos de Esaú los desalojaron,
los exterminaron y se establecieron en su lugar, como ha hecho Israel con la tierra de su posesión, la
que Yahveh les dio.)
La llegada a la Transjordania
13 Y ahora, levantaos y pasad el torrente Zéred.» Y pasamos el torrente Zéred.
14 El tiempo que estuvimos caminando desde Cadés Barnea hasta que pasamos el torrente Zéred
fue de 38 años; por lo que había desaparecido ya del campamento toda la generación de hombres de
guerra, como Yahveh les había jurado.
15 La misma mano de Yahveh había caído sobre ellos para extirparlos de en medio del
campamento hasta hacerlos desaparecer.
16 Cuando la muerte había hecho desaparecer a todos los hombres de guerra en medio del
pueblo,
17 Yahveh me habló y me dijo:
18 «Vas a pasar hoy la frontera de Moab, por Ar,
19 y vas a encontrarte con los hijos de Ammón. No los ataques ni les provoques; pues yo no te
daré nada del país de los hijos de Ammón, ya que se lo he entregado a los hijos de Lot en posesión.
20 (También éste era considerado país de refaítas; los refaítas habitaron aquí antiguamente; y los
delante de ellos a los joritas; aquéllos los desalojaron y se establecieron en su lugar hasta el día de
hoy.
23 Y también a los avitas, que habitan en los campos hasta Gaza; los kaftoritas, venidos de Kaftor,
pasar a pie,
29 como me han dejado los hijos de Esaú que habitan en Seír y los moabitas que habitan en Ar,
hasta cruzar el Jordán para ir hacia la tierra que nos da Yahveh nuestro Dios.»
30 Pero Sijón, rey de Jesbón, no quiso dejarnos pasar por allí porque Yahveh tu Dios le había
empedernido el espíritu y endurecido el corazón, a fin de entregarle en tus manos, como lo está
todavía hoy.
31 Yahveh me dijo: «Mira, he comenzado a entregarte a Sijón y su país; empieza la conquista,
apodérate de su territorio.»
32 Sijón salió a nuestro encuentro con todo su pueblo, y nos presentó batalla en Yahás.
33 Yahveh nuestro Dios nos lo entregó y le derrotamos a él, a sus hijos y a todo su pueblo.
34 Nos apoderamos entonces de todas sus ciudades y consagramos al anatema toda ciudad:
hubo ciudad inaccesible para nosotros; Yahveh nuestro Dios nos las entregó todas.
37 Únicamente respetaste el país de los ammonitas, toda la ribera del torrente Yabboq y las
Deuteronomio 3
1 Luego nos volvimos y subimos por el camino de Basán. Og, rey de Basán, salió a nuestro
país. Harás con él lo que hiciste son Sijón, el rey amorreo que habitaba en Jesbón.»
3 Yahveh nuestro Dios entregó en nuestras manos también a Og, rey de Basán, con todo su
que se halla en Rabbá de los ammonitas, de nueve codos de largo por cuatro de ancho, en codos
corrientes.
La distribución de la Transjordania
12 De este país tomamos posesión entonces: desde Aroer, a orillas del torrente Arnón, la mitad de
la montaña de Galaad con sus ciudades se la di a los rubenitas y a los gaditas.
13 A la media tribu de Manasés le di el resto de Galaad y todo Basán, reino de Og: toda la
confederación de Argob. (A todo este Basán es a lo que se llama el país de los refaítas.)
14 Yaír, hijo de Manasés, se quedó con toda la confederación de Argob, hasta la frontera de los
guesuritas y de los maakatitas, y dio a Basán su nombre que aún conserva: Aduares de Yaír.
15 A Makir le di Galaad.
16 A los rubenitas y a los gaditas les di desde Galaad hasta el torrente Arnón - la mitad del
torrente marcaba la frontera - y hasta el torrente Yabboq, frontera de los ammonitas.
17 La Arabá y el Jordán hacían de frontera, desde Kinnéret hasta el mar de la Arabá (el mar de la
Sal), al pie de las laderas del Pisgá, al oriente.
Instrucciones de Moisés a las tribus de la Transjordania
18 Yo os ordené entonces: «Yahveh, vuestro Dios, os ha dado esta tierra en posesión. Vosotros
pasaréis armados al frente de vuestros hermanos los israelitas, todos hombres de armas.
19 Sólo vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros rebaños (pues sé que tenéis rebaños
hayan tomado posesión de la tierra que Yahveh vuestro Dios les ha dado al otro lado del Jordán;
entonces volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado.»
21 A Josué también le di entonces la orden siguiente: «Tus propios ojos han visto todo lo que
Yahveh vuestro Dios ha hecho con estos dos reyes; lo mismo hará Yahveh con todos los reinos por
donde vas a pasar.
22 No les temáis, porque el mismo Yahveh vuestro Dios combate por vosotros.»
Moisés excluido de la Tierra prometida
23 Entonces hice esta súplica a Yahveh:
24 «Yahveh, Señor mío, tú has comenzado a manifestar a tu siervo tu grandeza y tu mano fuerte;
pues ¿qué Dios hay, en los cielos ni en la tierra, que pueda hacer obras y proezas como las tuyas?
25 Déjame, por favor, pasar y ver la tierra buena de allende el Jordán, esa buena montaña y el
Líbano.»
26 Pero, por culpa vuestra, Yahveh se irritó contra mí y no me escuchó; antes bien me dijo:
Exhortación de Moisés: la Ley del Señor, sabiduría de Israel
Deuteronomio 4
1208 Y ahora, Israel, escucha los preceptos y las normas que yo os enseño para que las pongáis
en práctica, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que os da Yahveh, Dios de
vuestros padres.
2 No añadiréis nada a lo que yo os mando, ni quitaréis nada; para así guardar los mandamientos
de Yahveh vuestro Dios que yo os prescribo.
3 Vuestros propios ojos han visto lo que hizo Yahveh con Baal Peor: a todos los que habían
os expongo hoy?
La revelación de Dios en el monte Horeb
9 Pero ten cuidado y guárdate bien, no vayas o olvidarte de estas cosas que tus ojos han visto, ni
dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida; enséñaselas, por el contrario, a tus
hijos y a los hijos de tus hijos.
10 El día que estabas en el Horeb en presencia de Yahveh tu Dios, cuando Yahveh me dijo:
«Reúneme al pueblo para que yo les haga oír mis palabras a fin de que aprendan a tenerme mientras
vivan en el suelo y se las enseñen a sus hijos»,
11 vosotros os acercasteis y permanecisteis al pie de la montaña, mientras la montaña ardía en
tablas de piedra.
14 Y a mí me mandó entonces Yahveh que os enseñase los preceptos y normas que vosotros
deberíais poner en práctica en la tierra en la que vais a entrar para tomarla en posesión.
Advertencia contra la idolatría
15 Tened mucho cuidado de vosotros mismos: puesto que no visteis figura alguna el día en que
los cielos, no vayas a dejarte seducir y te postres ante ellos para darles culto. Eso se lo ha repartido
Yahveh tu Dios a todos los pueblos que hay debajo del cielo,211
20 pero a vosotros os tomó Yahveh y os sacó del horno de hierro, de Egipto, para que fueseis el
alguna escultura de cualquier representación, si hacéis lo malo a los ojos de Yahveh tu Dios hasta
irritarle,
26 pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra que desapareceréis rápidamente de
esa tierra que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán. No prolongaréis en ella vuestros días,
porque seréis completamente destruidos.
27 Yahveh os dispersará entre los pueblos y no quedaréis más que unos pocos, en medio de las
naciones adonde Yahveh os lleve.
28 Allí serviréis a dioses hechos por manos de hombre, de madera y piedra, que ni ven ni oyen,
ni comen ni huelen.
29 Desde allí buscarás a Yahveh tu Dios; y le encontrarás si le buscas con todo tu corazón y con
toda tu alma.
30 Cuando estés angustiado y te alcancen todas estas palabras, al fin de los tiempos, te volverás a
Yahveh tu Dios y escucharás su voz;
31 porque Yahveh tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te destruirá, y no se
olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres.
La predilección de Dios por su Pueblo
32 Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido desde el día en que Dios creó
al hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro del cielo palabra tan grande como
ésta? ¿Se oyó semejante?
33 ¿Hay algún pueblo que haya oído como tú has oído la voz del Dios vivo hablando de en medio
de pruebas, señales, prodigios y guerra, con mano fuerte y tenso brazo, por grandes terrores, como
todo lo que Yahveh vuestro Dios hizo con vosotros, a vuestros mismos ojos, en Egipto?
35 A ti se te ha dado a ver todo esto, para que sepas que Yahveh es el verdadero Dios y que no hay
Egipto,
46 al otro lado del Jordán, en el valle próximo a Bet Peor, en el país de Sijón, rey de los
amorreos, que habitaba en Jesbón, aquel a quien Moisés y los israelitas habían batido a su salida de
Egipto,
47 y cuyo país habían conquistado, así como el país de Og, rey de Basán, - los dos reyes
Hermón) -
49 con toda la Arabá del lado oriental del Jordán, hasta el mar de la Arabá, al pie de las laderas
del Pisgá.
La promulgación del Decálogo
Deuteronomio 5
1213 Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Escucha, Israel, los preceptos y las normas que yo
pronuncio hoy a tus oídos. Apréndelos y cuida de ponerlos en práctica.
2 Yahveh nuestro Dios ha concluido con nosotros una alianza en el Horeb.
3 No con nuestros padres concluyó Yahveh esta alianza, sino con nosotros, con nosotros que
fuerte y tenso brazo; por eso Yahveh tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso
Yahveh tu Dios te ha mandado guardar el día del sábado.
16 Honra a tu padre y a tu madre, como te lo ha mandado Yahveh tu Dios, para que se prolonguen
nube y la densa niebla, con voz potente, y nada más añadió. Luego las escribió en dos tablas de piedra
y me las entregó a mí.
Moisés, mediador entre Dios y el pueblo
23 Cuando vosotros oísteis la voz que salía de las tinieblas, mientras la montaña ardía en fuego,
su voz de en medio del fuego. Hemos visto en este día que puede Dios hablar al hombre y seguir éste
con vida.
25 Pero ahora, ¿por qué hemos de morir? - porque este fuego nos va a devorar -; si seguimos
fuego, y ha sobrevivido?
27 Acércate tú a oír todo lo que diga Yahveh nuestro Dios, y luego nos dirás todo lo que Yahveh
nuestro Dios te haya dicho; nosotros lo escucharemos y lo pondremos en práctica.»
28 Yahveh oyó vuestras palabras y me dijo: «He oído las palabras de este pueblo, lo que te han
Deuteronomio 6
1 Estos son los mandamientos, preceptos y normas que Yahveh vuestro Dios ha mandado
enseñaros para que los pongáis en práctica en la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión,
2 a fin de que temas a Yahveh tu Dios, guardando todos los preceptos y mandamientos que yo te
prescribo hoy, tú, tu hijo y tu nieto, todos los días de tu vida, y así se prolonguen tus días.
3 Escucha, Israel; cuida de practicar lo que te hará feliz y por lo que te multiplicarás, como te ha
dicho Yahveh, el Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
4 Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Yahveh.214
5 Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza.215
6 Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy.
7 Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así
Exhortación a la fidelidad
14 No vayáis en pos de otros dioses, de los dioses de los pueblos que os rodean,
15 porque un Dios celoso es Yahveh tu Dios que está en medio de ti. La ira de Yahveh tu Dios se
encendería contra ti y te haría desaparecer de la haz de la tierra.
16 No tentaréis a Yahveh vuestro Dios, como le habéis tentado en Massá.217
17 Guardaréis puntualmente los mandamientos de Yahveh vuestro Dios, los estatutos y preceptos
que te ha prescrito,
18 harás lo que es justo y bueno a los ojos de Yahveh para que seas feliz y llegues a tomar
posesión de esa tierra buena de la que Yahveh juró a tus padres
19 que arrojaría a todos tus enemigos ante ti, como te ha dicho Yahveh.
20 Cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: «¿Qué son estos estatutos, estos preceptos y estas
normas que Yahveh nuestro Dios os ha prescrito?»,
21 dirás a tu hijo: «Éramos esclavos del Faraón en Egipto, y Yahveh nos sacó de Egipto con mano
fuerte.
22 Yahveh realizó a nuestros propios ojos señales y prodigios grandes y terribles en Egipto,
contra el Faraón y toda su casa.
23 Y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos y entregarnos la tierra que había prometido
bajo juramento a nuestros padres.
24 Y Yahveh nos mandó que pusiéramos en práctica todos estos preceptos, temiendo a Yahveh
nuestro Dios, para que fuéramos felices siempre y nos permitiera vivir como el día de hoy.
25 Tal será nuestra justicia: cuidar de poner en práctica todos estos mandamientos ante Yahveh
nuestro Dios, como él nos ha prescrito.»
Israel, pueblo elegido
Deuteronomio 7
1 Cuando Yahveh tu Dios te haya introducido en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en
posesión, y haya arrojado delante de ti a naciones numerosas: hititas, guirgasitas, amorreos,
cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos, siete naciones más numerosas y fuertes que tú,
2 cuando Yahveh tu Dios te las entregue y las derrotes, las consagrarás al anatema. No harás
alianza con ellas, no les tendrás compasión.
3 No emparentarás con ellas, no darás tu hija a su hijo ni tomarás su hija para tu hijo.
4 Porque tu hijo se apartaría de mi seguimiento, serviría o otros dioses; y a la ira de Yahveh se
pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.
La gratuidad de la elección
7 No porque seáis el más numeroso de todos los pueblos se ha prendado Yahveh de vosotros y os
ha sacado Yahveh con mano fuerte y os ha librado de la casa de servidumbre, del poder del Faraón,
rey de Egipto.
9 Has de saber, pues, que Yahveh tu Dios es el Dios verdadero, el Dios verdadero, el Dios fiel que
guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos,
10 pero que da su merecido en su propia persona a quien le odia, destruyéndole. No es remiso
trigo, tu mosto, tu aceite, las crías de tus vacas y las camadas de tus rebaños, en el suelo que a tus
padres juró que te daría.
14 Serás bendito más que todos los pueblos. No habrá macho ni hembra estéril en ti ni en tus
rebaños.
15 Yahveh apartará de ti toda enfermedad; no dejará caer sobre ti ninguna de esas malignas
epidemias de Egipto que tú conoces, sino que se las enviará a todos los que te odian.
16 Destruirás, pues, todos esos pueblos que Yahveh tu Dios te entrega, sin que tu ojo tenga piedad
de ellos; y no darás culto a sus dioses, porque eso sería un lazo para ti.
Exhortación a confiar en el poder de Dios
17 Acaso digas en tu corazón: «Esas naciones son más numerosas que yo; ¿cómo voy a poder
desalojarlas?»
18 Pero no las temas: acuérdate bien de lo que Yahveh tu Dios hizo con el Faraón y con todo
Egipto,
19 de las grandes pruebas que tus ojos vieron, las señales y prodigios, la mano fuerte y el tenso
brazo con que Yahveh tu Dios te sacó. Lo mismo hará Yahveh tu Dios con todos los pueblos a los que
temes.
20 Yahveh tu Dios enviará incluso avispas contra ellos para destruir a los que hubieren quedado y
temible.
22 Yahveh tu Dios irá arrojando a esas naciones de delante de ti poco a poco; no podrás
exterminarlas de golpe, no sea que las bestias salvajes se multipliquen contra ti,
23 sino que Yahveh tu Dios te las entregará y les infligirá grandes descalabros hasta que queden
destruidas.
24 Entregará a sus reyes en tu mano y tú borrarás sus nombres de debajo del cielo: nadie podrá
resistir ante ti, hasta que los hayas destruido.
Advertencia contra la idolatría
25 Quemaréis las esculturas de sus dioses, y no codiciarás el oro y la plata que los recubren, ni lo
tomarás para ti, no sea que por ello caigas en un lazo, pues es una cosa abominable para Yahveh tu
Dios;
26 y no debes meter en tu casa una cosa abominable, pues te harías anatema como ella. Las
Deuteronomio 8
1 Todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, cuidad de practicarlos, para que viváis, os
multipliquéis y lleguéis a tomar posesión de la tierra que Yahveh prometió bajo juramento a vuestros
padres.
2 Acuérdate de todo el camino que Yahveh tu Dios te ha hecho andar durante estos cuarenta años
en el desierto para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si ibas o no a guardar
sus mandamientos.
3 Te humilló, te hizo pasar hambre, te dio a comer el maná que ni tú ni tus padres habíais
conocido, para mostrarte que no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que
sale de la boca de Yahveh.218
4 No se gastó el vestido que llevabas ni se hincharon tus pies a lo largo de esos cuarenta años.
5 Date cuenta, pues, de que Yahveh tu Dios te corregía como un hombre corrige a su hijo,
6 y guarda los mandamientos de Yahveh tu Dios siguiendo sus caminos y temiéndole.
Las tentaciones de los israelitas en la Tierra prometida
7 Pues Yahveh tu Dios te conduce a una tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y hontanares
que manan en los valles y en las montañas,
8 tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares, de aceite y de miel,
9 tierra donde el pan que comas no te será racionado y donde no carecerás de nada; tierra donde
las piedras tienen hierro y de cuyas montañas extraerás el bronce.
10 Comerás hasta hartarte, y bendecirás a Yahveh tu Dios en esa tierra buena que te ha dado.
11 Guárdate de olvidar a Yahveh tu Dios descuidando los mandamientos, normas y preceptos que
yo te prescribo hoy;
12 no sea que cuando comas y quedes harto, cuando construyas hermosas casas y vivas en ellas,
13 cuando se multipliquen tus vacadas y tus ovejas, cuando tengas plata y oro en abundancia y se
acrecienten todos tus bienes,
14 tu corazón se engría y olvides a Yahveh tu Dios que te sacó del país de Egipto, de la casa de
servidumbre;
15 que te ha conducido a través de ese desierto grande y terrible entre serpientes abrasadoras y
escorpiones: que en un lugar de sed, sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca más dura;
16 que te alimentó en el desierto con el maná, que no habían conocido tus padres, a fin de
prosperidad»,
18 sino acuérdate de Yahveh tu Dios, que es el que te da la fuerza para crear la prosperidad,
cumpliendo así la alianza que bajo juramento prometió a tus padres, como lo hace hoy.
19 Pero si llegas a olvidarte de Yahveh tu Dios, si sigues a otros dioses, si les das culto y te
postras ante ellos, yo certifico hoy contra vosotros que pereceréis.
20 Lo mismo que las naciones que Yahveh va destruyendo a vuestro paso, así pereceréis también
Deuteronomio 9
1 Escucha, Israel. Hoy vas a pasar ya el Jordán para ir a desalojar a naciones más grandes y
fuertes que tú, ciudades grandes, de murallas que llegan hasta el cielo,
2 un pueblo grande y corpulento, los anaquitas, a quienes tú conoces y de quienes has oído decir:
devorador que los destruirá y te los someterá, para que los desalojes y los destruyas rápidamente,
como te ha dicho Yahveh.
4 No digas en tu corazón cuando Yahveh tu Dios los arroje de delante de ti: «Por mis méritos me
ha hecho Yahveh entrar en posesión de esta tierra», siendo así que sólo por la perversidad de estas
naciones las desaloja Yahveh ante ti.
5 No por tus méritos ni por la rectitud de tu corazón vas a tomar posesión de su tierra, sino que
sólo por la perversidad de estas naciones las desaloja Yahveh tu Dios ante ti; y también por cumplir la
palabra que juró a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob.
6 Has de saber, pues, que no es por tu justicia por lo que Yahveh tu Dios te da en posesión esa
tierra buena, ya que eres un pueblo de dura cerviz.
Recuerdo de las rebeldías pasadas
7 Acuérdate. No olvides que irritaste a Yahveh tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste
del país de Egipto hasta vuestra llegada a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahveh.
8 En el Horeb irritasteis a Yahveh, y Yahveh montó en tal cólera contra vosotros que estuvo a
punto de destruiros.
9 Yo había subido al monte a recoger las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahveh
había concluido con vosotros. Permanecí en el monte cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan
ni beber agua.
10 Yahveh me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios, en las que estaban todas
las palabras que Yahveh os había dicho de en medio del fuego, en la montaña, el día de la Asamblea.
11 Al cabo de cuarenta días y cuarenta noches, después de darme las dos tablas de piedra, las
tablas de la alianza,
12 me dijo Yahveh: «Levántate, baja de aquí a toda prisa, porque tu pueblo, el que tú sacaste de
Egipto, se ha pervertido. Bien pronto se han apartado del camino que yo les había prescrito: se han
hecho un ídolo de fundición.»220
13 Continuó Yahveh y me dijo: «He visto a este pueblo: es un pueblo de dura cerviz.
14 Déjame que los destruya y borre su nombre de debajo del cielo; y que haga de ti una nación
fundición: bien pronto os habíais apartado del camino que Yahveh os tenía prescrito.
17 Tomé entonces las dos tablas, las arrojé de mis manos y las hice pedazos a vuestros propios
ojos.221
La intercesión de Moisés
18 Luego me postré ante Yahveh; como la otra vez, estuve cuarenta días y cuarenta noches sin
comer pan ni beber agua, por todo el pecado que habíais cometido haciendo el mal a los ojos de
Yahveh hasta irritarle.
19 Porque tenía mucho miedo de la ira y del furor que irritaba a Yahveh contra vosotros hasta
la tierra que les había prometido, y por el odio que les tiene, los ha sacado para hacerlos morir en el
desierto.”
29 Pero ellos son tu pueblo, tu heredad, aquellos a quienes tú sacaste con tu gran fuerza y tu tenso
brazo.»223
Las tablas de la Ley depositadas en el Arca
Deuteronomio 10
1 Yahveh me dijo entonces: «Labra dos tablas de piedra como las primeras y sube donde mí a la
caminos, que le ames, que sirvas a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma,
13 que guardes los mandamientos de Yahveh y sus preceptos que yo te prescribo hoy para que
seas feliz?
14 Mira: De Yahveh tu Dios son los cielos y los cielos de los cielos, la tierra y cuanto hay en ella.
15 Y con todo, sólo de tus padres se prendó Yahveh y eligió a su descendencia después de ellos, a
vosotros mismos, de entre todos los pueblos, como hoy sucede.
16 Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz,
17 porque Yahveh vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los señores, el Dios grande,
poderoso y temible, que no hace acepción de personas ni admite soborno;
18 que hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a quien da pan y vestido.
19 (Amad al forastero porque forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto.)
20 A Yahveh tu Dios temerás, a él servirás, vivirás unido a él y en su nombre jurarás.
21 El será objeto de tu alabanza y él tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas grandes y terribles
Deuteronomio 11
1 Amarás a Yahveh tu Dios y guardarás siempre sus ritos, sus preceptos, normas y
mandamientos.
2 Vosotros sabéis hoy - no vuestros hijos, que ni saben ni han visto la lección de Yahveh vuestro
su pueblo;
4 lo que hizo con el ejército de Egipto, con sus caballos y sus carros, precipitando sobre ellos las
aguas del mar de Suf cuando os perseguían, y aniquilándolos Yahveh hasta el día de hoy;
5 lo que ha hecho por vosotros en el desierto hasta vuestra llegada a este lugar;
6 lo que hizo con Datán y Abirón, hijos de Eliab el rubenita, cuando la tierra abrió su boca y los
tragó en medio de todo Israel, con sus familias, sus tiendas y todos los que les seguían.226
7 Pues vuestros mismos ojos han visto toda esta gran obra que Yahveh ha realizado.
Promesas y amenazas
8 Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que os hagáis fuertes y
lleguéis a poseer la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión,
9 y para que prolonguéis vuestros días en el suelo que Yahveh juró dar a vuestros padres y a su
del que habéis salido, donde después de sembrar había que regar con el pie, como se riega un huerto
de hortalizas.227
11 Sino que la tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión es una tierra de montes y
valles, que bebe el agua de la lluvia del cielo.
12 De esta tierra se cuida Yahveh tu Dios; los ojos de Yahveh tu Dios están constantemente
puestos en ella, desde que comienza el año hasta que termina.
13 Y si vosotros obedecéis puntualmente a los mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a
Yahveh vuestro Dios y sirviéndole con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma,
14 yo daré a vuestro país la lluvia a su tiempo, lluvia de otoño y lluvia de primavera, y tú podrás
cosechar tu trigo, tu mosto y tu aceite;
15 yo daré a tu campo hierba para tu ganado, y comerás hasta hartarte.
16 Cuidad bien que no se pervierta vuestro corazón y os descarriéis a dar culto o otros dioses, y a
el suelo no daría su fruto y vosotros pereceríais bien pronto en esa tierra buena que Yahveh os da.
18 Poned estas palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a vuestra mano como una
señal, y sean como una insignia entre vuestros ojos.
19 Enseñádselas a vuestros hijos, hablando de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así
Yahveh vuestro Dios, siguiendo todos sus caminos y viviendo unidos a él,
23 Yahveh desalojará delante de vosotros a todas esas naciones, y vosotros desalojaréis a
naciones más numerosas y fuertes que vosotros.
24 Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro; desde el Río, el río Eufrates, hasta el
posesión, pondrás la bendición sobre el monte Garizim y la maldición sobre el monte Ebal.228
30 (Estos montes están, como sabéis, al otro lado del Jordán, detrás del camino del poniente, en el
país de los cananeos que habitan en la Arabá, frente a Guilgal, cerca de la Encina de Moré.)
31 Ya que vais a pasar el Jordán para ir a tomar posesión de la tierra que Yahveh vuestro Dios os
da, cuando la poseáis y habitéis en ella,
32 cuidaréis de poner en práctica todos los preceptos y normas que yo os expongo hoy.
LA LEGISLACIÓN DEUTERONÓMICA
Los discursos anteriores han aclarado el sentido y el valor de la Alianza. Ahora el Deuteronomio
determina cómo se debe vivir esa Alianza en las circunstancias concretas de la existencia individual y
social. Pero esta legislación dista mucho de ser un tratado rígidamente jurídico. Las diversas
prescripciones están expuestas en un tono pausado, cálido y sugestivo. Sobre todo, se trata de inculcar
el amor a la Ley. No es cuestión de imponerla desde afuera, sino de arraigarla en lo más profundo del
corazón. Su finalidad esencial es hacer de Israel una comunidad de "hermanos". La idea de la unidad
domina todo el Deuteronomio: un Dios, un Pueblo, un Templo, una Tierra y una Ley.
Otro rasgo característico de esta legislación es el espíritu humanitario que la anima. La honda
preocupación por defender a los más débiles -personificados en el huérfano, la viuda y el extranjero,
debido a la incapacidad de estos para hacer valer sus derechos- pone bien de manifiesto ese
sentimiento de humanidad, que se extiende incluso a los animales y a las plantas (20. 19-20; 22. 6-7;
25. 4). Esto es lo que da una vigencia siembre actual al Deuteronomio, más allá de las diferencias
culturales y sociales que separan su época de la nuestra.
El Santuario único
Deuteronomio 12
1 Estos son los preceptos y normas que cuidaréis de poner en práctica en la tierra que Yahveh el
Dios de tus padres te ha dado en posesión, todos los días que viváis en su suelo.
2 Suprimiréis todos los lugares donde los pueblos que vais a desalojar han dado culto a sus
dioses, en lo alto de los montes, en las colinas, y bajo todo árbol frondoso;
3 demoleréis su altares, romperéis sus estelas, quemaréis sus cipos, derribaréis las esculturas de
reservadas de vuestras manos, vuestras ofrendas votivas y vuestras ofrendas voluntarias, los
primogénitos de vuestro ganado mayor y menor,
7 allí comeréis en presencia de Yahveh vuestro Dios y os regocijaréis, vosotros y vuestras casas,
cuando él os haya puesto al abrigo de todos vuestros enemigos de alrededor, y viváis con
tranquilidad,
11 llevaréis al lugar elegido por Yahveh vuestro Dios para morada de su nombre todo lo que yo
os prescribo: vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, vuestros diezmos y las ofrendas reservadas
de vuestras manos, lo más selecto de vuestras ofrendas que hayáis prometido con voto a Yahveh;
12 y os regocijaréis en presencia de Yahveh, vosotros, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros
siervos y vuestras siervas, así como el levita que vive en vuestras ciudades, ya que no tiene parte ni
heredad con vosotros.
Indicaciones sobre los sacrificios
13 Guárdate de ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar sagrado que veas;
14 sólo en el lugar elegido por Yahveh en una de tus tribus podrás ofrecer tus holocaustos y sólo
allí pondrás en práctica todo lo que yo te mando.
15 Podrás, sin embargo, siempre que lo desees, sacrificar y comer la carne, como bendición que
te ha dado Yahveh tu Dios, en todas tus ciudades. Tanto el puro como el impuro podrán comerla,
como si fuese gacela o ciervo.
16 Sólo la sangre no la comeréis; la derramarás en tierra como agua.
17 No podrás comer en tus ciudades el diezmo de tu trigo, de tu mosto o de tu aceite, ni los
primogénitos de tu ganado mayor o menor, ninguna de tus ofrendas votivas o de tus ofrendas
voluntarias, ni las ofrendas reservadas de tus manos.
18 Sino que lo comerás en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por Yahveh tu Dios y
solamente allí, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive en tus ciudades. Y te
regocijarás en presencia de Yahveh tu Dios por todas tus empresas.
19 Guárdate de dejar abandonado al levita mientras vivas en tu suelo.
20 Cuando Yahveh tu Dios haya ensanchado tu territorio, como te ha prometido, y digas:
«Querría comer carne», si deseas comer carne, podrás hacerlo siempre que quieras.
21 Si el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre está demasiado lejos de ti,
podrás sacrificar del ganado mayor y menor que Yahveh te haya concedido, del modo que yo te he
prescrito; lo podrás comer en tus ciudades a la medida de tus deseos;
22 y lo comerás como se come la gacela o el ciervo; podrán comerlo tanto el puro como el
impuro.
23 Guárdate sólo de comer la sangre, porque la sangre es la vida, y no debes comer la vida con la
carne.
24 No la comerás, la derramarás en tierra como agua.
25 No la comerás, para que seas feliz, tú y tu hijo después de ti, por haber hecho lo que es justo a
los ojos de Yahveh.
26 Pero las cosas sagradas que te correspondan y las que hayas prometido con voto, irás a
sacrificios será derramada sobre el altar de Yahveh tu Dios, y tu podrás comer la carne.
28 Observa y escucha todas estas cosas que yo te mando, para que seas feliz siempre, tú y tu hijo
después de ti, por haber hecho lo que es bueno y justo a los ojos de Yahveh tu Dios.
Advertencia contra los cultos cananeos
29 Cuando Yahveh tu Dios haya exterminado las naciones que tú vas a desalojar ante ti, cuando las
exterminados ante ti, y de buscar sus dioses, diciendo; «¿Cómo servían estas naciones a sus dioses?
Así haré yo también,»
31 No procederás así con Yahveh tu Dios. Porque todo lo que es una abominación para Yahveh, lo
que detesta, lo hacen ellos en honor de sus dioses: llegan incluso a quemar al fuego a sus hijos e hijas
en honor de sus dioses.
Castigo de los falsos profetas
Deuteronomio 13
1 Todo esto que yo os mando, cuidaréis de ponerlo por obra, sin añadir ni quitar nada.
2 Si surge en medio de ti un profeta o vidente en sueños, que te propone una señal o un prodigio,
3 y llega a realizarse la señal o el prodigio que te ha anunciado, y te dice: «Vamos en pos de otros
Dios os pone a prueba para saber si verdaderamente amáis a Yahveh vuestro Dios con todo vuestro
corazón y con toda vuestra alma.
5 A Yahveh vuestro Dios seguiréis y a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su
voz, a él serviréis y viviréis unidos a él.
6 Ese profeta o vidente en sueños deberá morir por haber predicado la rebelión contra Yahveh tu
Dios - que te sacó del país de Egipto y te rescató de la casa de servidumbre - para apartarte del
camino que Yahveh tu Dios te ha mandado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
Castigo de los que instigan a la idolatría
7 Si tu hermano, hijo de tu padre o hijo de tu madre, tu hijo o tu hija, la esposa que reposa en tu
seno o el amigo que es tu otro yo, trata de seducirte en secreto diciéndote: «Vamos a servir a otros
dioses», desconocidos de ti y de tus padres,
8 de entre los dioses de los pueblos próximos o lejanos que os rodean de un extremo a otro de la
tierra,
9 no accederás ni le escucharás, tu ojo no tendrá piedad de él, no le perdonarás ni le encubrirás,
10 sino que le harás morir; tu mano caerá la primera sobre él para darle muerte, y después la
Castigo de las ciudades apóstatas
13 Si oyes decir que en una de las ciudades que Yahveh tu Dios te da para habitar en ella
14 algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, han seducido a sus conciudadanos
diciendo: «Vamos a dar culto a otros dioses», desconocidos de vosotros,
15 consultarás, indagarás y preguntarás minuciosamente. Si es verdad, si se comprueba que en
con todos sus despojos, todo ello en honor de Yahveh tu Dios. Quedará para siempre convertida en
un montón de ruinas, y no volverá a ser edificada.
18 De este anatema no se te quedará nada en la mano, para que Yahveh aplaque el ardor de su ira y
sea misericordioso contigo, tenga piedad de ti y te multiplique como prometió bajo juramento a tus
padres,
19 a condición de que escuches la voz de Yahveh tu Dios guardando todos sus mandamientos que
Deuteronomio 14
1 Hijos sois de Yahveh vuestro Dios. No os haréis incisión ni tonsura entre los ojos por un
muerto.230
2 Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios, y Yahveh te ha escogido para que seas
el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.
Los animales puros e impuros
3 No comerás nada que sea abominable.231
4 Estos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
5 ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza.
6 Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer.
7 Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida no podréis
comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen la pezuña hendida;
los tendréis por impuros.
8 Tampoco el cerdo, que tiene la pezuña partida y hendida, pero no rumia; lo tendréis por
él la coma, o bien véndesela a un extranjero. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios.
No cocerás el cabrito en la leche de su madre.232
El diezmo anual
22 Cada año deberás apartar el diezmo de todo lo que tus sementeras hayan producido en tus
campos,
23 y, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar que él haya elegido para morada de su nombre,
comerás el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como los primogénitos de tu ganado
mayor y menor; a fin de que aprendas a temer siempre a Yahveh tu Dios.233
24 Si el camino es demasiado largo para ti, si no puedes transportarlo porque el lugar elegido
por Yahveh para morada de su nombre te cae demasiado lejos, cuando Yahveh tu Dios te haya
bendecido,
25 lo cambiarás por dinero, llevarás el dinero en tu mano e irás al lugar elegido por Yahveh tu
Dios;
26 allí emplearás este dinero en todo lo que desees, ganado mayor o menor, vino o bebida
fermentada, todo lo que tu alma apetezca. Comerás allí en presencia de Yahveh tu Dios y te
regocijarás, tú y tu casa.
27 Y no abandonarás al levita que vive en tus ciudades, ya que él no tiene parte ni heredad
contigo.
El diezmo trienal
28 Cada tres años apartarás todos los diezmos de tus cosechas de ese año y los depositarás a tus
puertas.
29 Vendrán así el levita - ya que él no tiene parte ni heredad contigo - el forastero, el huérfano y
la viuda que viven en tus ciudades, y comerán hasta hartarse. Y Yahveh tu Dios te bendecirá en todas
las obras que emprendas.
El séptimo año: la remisión de las deudas
Deuteronomio 15
1234 Cada siete años harás remisión.
2 En esto consiste la remisión. Todo acreedor que posea una prenda personal obtenida de su
séptimo, el año de la remisión», para mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada; él
apelaría a Yahveh contra ti y te cargarías con un pecado.
10 Cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por esta acción te bendecirá Yahveh, tu
Dios en todas tus obras y en todas tus empresas.
11 Pues no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: debes abrir tu
Yahveh.
21 Si tiene alguna tara, si es cojo o ciego o con algún otro defecto grave, no lo sacrificarás a
Yahveh tu Dios.
22 Lo comerás en tus ciudades, lo mismo el puro que el impuro, como si fuese gacela o ciervo;
23 sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como agua.
Las Fiestas de peregrinación: la Pascua y los Ácimos
Deuteronomio 16
1236 Guarda el mes de Abib y celebra en él la Pascua en honor de Yahveh tu Dios, porque fue en
el mes de Abib, por la noche, cuando Yahveh tu Dios te sacó de Egipto.
2 Sacrificarás en honor de Yahveh tu Dios una víctima pascual de ganado mayor y menor, en el
lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre.
3 No comerás con la víctima pan fermentado; durante siete días la comerás con ázimos - pan de
aflicción - porque a toda prisa saliste del país de Egipto: para que te acuerdes todos los días de tu vida
del día en que saliste del país de Egipto.
4 Durante siete días no se verá junto a ti levadura, en todo tu territorio, y de la carne que hayas
sacrificado la tarde del primer día no deberá quedar nada para la mañana siguiente.
5 No podrás sacrificar la Pascua en ninguna de las ciudades que Yahveh tu Dios te da,
6 sino que sólo en el lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada de su nombre, sacrificarás la
Pascua, por la tarde a la puesta del sol, hora en que saliste de Egipto.
7 La cocerás y la comerás en el lugar elegido por Yahveh tu Dios, y a la mañana siguiente te
volverás y marcharás a tus tiendas.
8 Comerás ázimos durante seis días; el día séptimo habrá reunión en honor de Yahveh tu Dios; y
no harás ningún trabajo.
La Fiesta de las Semanas
9 Contarás siete semanas. Cuando la hoz comience a cortar las espigas comenzarás a contar estas
siete semanas.
10 Y celebrarás en honor de Yahveh tu Dios la fiesta de las Semanas, con la ofrenda voluntaria
que haga tu mano, en la medida en que Yahveh tu Dios te haya bendecido.
11 En presencia de Yahveh tu Dios te regocijarás, en el lugar elegido por Yahveh tu Dios para
morada de su nombre: tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita que vive en tus ciudades, el
forastero, el huérfano y la viuda que viven en medio de ti.
12 Te acordarás de que fuiste esclavo en Egipto y cuidarás de poner en práctica estos preceptos.
La Fiesta de las Tiendas
13 Celebrarás la fiesta de las Tiendas durante siete días, cuando hayas recogido la cosecha de tu
era y de tu lagar.
14 Durante tu fiesta te regocijarás, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el levita, el forastero,
tu Dios te bendecirá en todas tus cosechas y en todas tus obras, y serás plenamente feliz.
Resumen sobre las Fiestas
16 Tres veces al año se presentarán todos tus varones ante Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por
él: en la fiesta de los Ázimos, en la fiesta de las Semanas, y en la fiesta de las Tiendas. Nadie se
presentará ante Yahveh con las manos vacías;
17 sino que cada cual ofrecerá el don de su mano, según la bendición que Yahveh tu Dios te haya
otorgado.
Los jueces
18 Establecerás jueces y escribas para tus tribus en cada una de las ciudades que Yahveh te da;
Advertencias contra las desviaciones cultuales
21 No plantarás cipo, ni ninguna clase de árbol, junto al altar de Yahveh tu Dios que hayas
construido;
22 y no te erigirás estela, cosa que detesta Yahveh tu Dios.
Deuteronomio 17
1 No sacrificarás a Yahveh tu Dios ganado mayor o menor que tenga cualquier tara o defecto,
porque es una abominación para Yahveh tu Dios.
2 Si hay en medio de ti, en alguna de las ciudades que Yahveh tu Dios te da, un hombre o una
mujer que haga lo que es malo a los ojos de Yahveh tu Dios, violando su alianza,
3 que vaya a servir a otros dioses y se postre ante ellos, o ante el sol, la luna, o todo el ejército de
los cielos, cosa que yo no he mandado,
4 y es denunciado a ti; si, después de escucharle y haber hecho una indagación minuciosa, se
derechos, o de lesiones, un litigio cualquiera en tus ciudades, te levantarás, subirás al lugar elegido
por Yahveh tu Dios,
9 y acudirás a los sacerdotes levitas y al juez que entonces esté en funciones. Ellos harán una
servicio de Yahveh tu Dios, ni al juez, ese hombre morirá. Harás desaparecer el mal de Israel.
13 Así todo el pueblo, al saberlo, temerá y no actuará más con insolencia.
Los reyes
14 Si cuando llegues a la tierra que Yahveh tu Dios te da, la tomes en posesión y habites en ella,
dices: «Querría poner un rey sobre mí como todas las naciones de alrededor».
15 deberás poner sobre ti un rey elegido por Yahveh, y a uno de entre tus hermanos pondrás
sobre ti como rey; no podrás darte por rey a un extranjero que no sea hermano tuyo.
16 Pero no ha de tener muchos caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto para aumentar su
caballería, porque Yahveh os ha dicho: «No volveréis a ir jamás por ese camino.»
17 No ha de tener muchas mujeres, cosa que podría descarriar su corazón. Tampoco deberá tener
sacerdotes levitas.
19 La llevará consigo; la leerá todos los días de su vida para aprender a temer a Yahveh su Dios,
guardando todas las palabras de esta Ley y estos preceptos, para ponerlos en práctica.
20 Así su corazón no se engreirá sobre sus hermanos y no se apartará de estos mandamientos ni a
derecha ni a izquierda. Y así prolongará los días de su reino, él y sus hijos, en medio de Israel.
El sacerdocio levítico
Deuteronomio 18
1 Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad con Israel: vivirán de
de tu ganado menor.
5 Porque a él le ha elegido Yahveh tu Dios entre todas las tribus para ejercer su ministerio en el
nombre de Yahveh él y sus hijos para siempre.
6 Si el levita llega de una de tus ciudades de todo Israel donde reside, y entra por deseo propio en
el lugar elegido por Yahveh,
7 oficiará en el nombre de Yahveh su Dios, como todos sus hermanos levitas que se encuentran
allí en presencia de Yahveh;
8 comerá una porción igual a la de ellos, aparte lo que obtenga por la venta de sus bienes
patrimoniales.
Los profetas
9 Cuando hayas entrado en la tierra que Yahveh tu Dios te da, no aprenderás a cometer
escucharéis.
16 Es exactamente lo que tú pediste a Yahveh tu Dios en el Horeb, el día de la Asamblea, diciendo:
«Para no morir, no volveré a escuchar la voz de Yahveh mi Dios, ni miraré más a este gran fuego».
17 Y Yahveh me dijo a mí: «Bien está lo que han dicho.
18 Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras
que Yahveh no ha dicho tal palabra; el profeta lo ha dicho por presunción; no le tengas miedo.
Las ciudades de refugio y el derecho de asilo
Deuteronomio 19
1 Cuando Yahveh tu Dios haya exterminado a las naciones cuya tierra te va a dar Yahveh tu Dios,
Yahveh tu Dios te da en posesión: esto para que todo homicida pueda huir allá.
4 Este es el caso del homicida que puede salvar su vida huyendo allá. El que mate a su prójimo
sin querer, sin haberle odiado antes
5 (por ejemplo, si va al bosque con su prójimo a cortar leña y, al blandir su mano el hacha para
tirar el árbol, se sale el hierro del mango y va a herir mortalmente a su prójimo), éste puede huir a
una de esas ciudades y salvar su vida:
6 no sea que el vengador de sangre, cuando su corazón arde de ira, persiga al asesino, le dé
alcance por ser largo el camino, y le hiera de muerte, siendo así que éste no es reo de muerte, puesto
que no odiaba anteriormente al otro.
7 Por eso te doy yo esta orden: «Te reservarás tres ciudades»;
8 y si Yahveh tu Dios dilata tu territorio, como juró a tus padres, y te da toda la tierra que
amando a Yahveh tu Dios y siguiendo siempre sus caminos -, a estas tres ciudades añadirás otras tres.
10 Así no se derramará sangre inocente en medio de la tierra que Yahveh tu Dios te da en
pie.238
Las instrucciones a los combatientes
Deuteronomio 20
1 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y veas caballos, carros y un pueblo más
numeroso que tú, no les tengas miedo; porque está contigo Yahveh tu Dios, el que te sacó del país de
Egipto.
2 Cuando estéis para entablar combate, el sacerdote se adelantará y hablará al pueblo.
3 Les dirá: «Escucha, Israel; hoy vais a entablar combate con vuestros enemigos; no desmaye
vuestro corazón, no tengáis miedo ni os turbéis, ni tembléis ante ellos,
4 porque Yahveh vuestro Dios marcha con vosotros para pelear en favor vuestro contra vuestros
enemigos y salvaros.»
5 Luego los escribas hablarán al pueblo y dirán: «¿Quién ha edificado una casa nueva y no la ha
estrenado todavía? Váyase y vuelva a su casa, no sea que muera en el combate y la estrene otro
hombre.
6 «¿Quién ha plantado una viña y todavía no la ha disfrutado? Váyase y vuelva a su casa, no sea
casa, no sea que muera en el combate y se case con ella otro hombre.»
8 Los escribas dirán además al pueblo: «¿Quién tiene miedo y siente enflaquecer su ánimo?
Váyase y vuelva a su casa, para que no desanime el corazón de sus hermanos como lo está el suyo.»
9 En cuanto los escribas hayan acabado de hablar al pueblo, se pondrán al frente de él jefes de
tropa.
El asedio de las ciudades enemigas
10 Cuando te acerques a una ciudad para combatir contra ella, le propondrás la paz.
11 Si ella te responde con la paz y te abre sus puertas, todo el pueblo que se encuentre en ella te
como botín. Comerás los despojos de los enemigos que Yahveh tu Dios te haya entregado.
15 Así has de tratar a las ciudades muy alejadas de ti, que no forman parte de estas naciones.
16 En cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahveh tu Dios te da en herencia, no dejarás
nada con vida,
17 sino que las consagrarás al anatema: a hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas, y
Deuteronomio 21
Yahveh.239
El matrimonio con una prisionera de guerra
10 Cuando vayas a la guerra contra tus enemigos, y Yahveh tu Dios los entregue en tus manos y te
entero. Después de esto podrás llegarte a ella, y serás su marido y ella será tu mujer.
14 Si más tarde resulta que ya no la quieres, la dejarás marchar en libertad, y no podrás venderla
como la otra le dan hijos, si resulta que el primogénito es de la mujer a quien no ama,
16 el día que reparta la herencia entre sus hijos no podrá dar el derecho de primogenitura al hijo
de la mujer que ama, en perjuicio del hijo de la mujer que no ama, que es el primogénito.
17 Sino que reconocerá como primogénito al hijo de ésta, dándole una parte doble de todo lo que
colgado es una maldición de Dios. Así no harás impuro el suelo que Yahveh tu Dios te da en herencia.
Prescripciones diversas
Deuteronomio 22
1 Si ves extraviada alguna res del ganado mayor o menor de tu hermano, no te desentenderás de
cobrado aversión,
17 y ahora le achaca acciones torpes diciendo: “No he encontrado virgen a tu hija.” Sin embargo,
aquí tenéis las señales de la virginidad de mi hija», y levantarán el paño ante los ancianos de la
ciudad.
18 Los ancianos de aquella ciudad tomarán a ese hombre, le castigarán,
19 y le pondrán una multa de cien monedas de plata, que entregarán al padre de la joven, por
haber difamado públicamente a una virgen de Israel. El la recibirá por mujer, y no podrá repudiarla
en toda su vida.
20 Pero si resulta que es verdad, si no aparecen en la joven las pruebas de la virginidad,
21 sacarán a la joven a la puerta de la casa de su padre, y los hombres de su ciudad la apedrearán
hasta que muera, por haber cometido una infamia en Israel prostituyéndose en casa de su padre. Así
harás desaparecer el mal de en medio de ti.
El adulterio, la violación y el incesto
22 Si se sorprende a un hombre acostado con una mujer casada, morirán los dos: el hombre que
se acostó con la mujer y la mujer misma. Así harás desaparecer de Israel el mal.
23 Si una joven virgen está prometida a un hombre y otro hombre la encuentra en la ciudad y se
acuesta con ella,
24 los sacaréis a los dos a la puerta de esa ciudad y los apedrearéis hasta que mueran: a la joven
por no haber pedido socorro en la ciudad, y al hombre por haber violado a la mujer de su prójimo.
Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
25 Pero si es en el campo donde el hombre encuentra a la joven prometida, la fuerza y se acuesta
sorprendidos,
29 el hombre que acostó con ella dará al padre de la joven cincuenta monedas de plata; ella será
Las personas excluidas de la comunidad de Israel
Deuteronomio 23
1 (2) El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la
asamblea de Yahveh.
2 (3) El bastardo no será admitido en la asamblea de Yahveh; ni siquiera en su décima generación
fuere el voto que hayas hecho: porque ambos son abominación para Yahveh tu Dios.243
El préstamo a interés
19 (20) No prestarás a interés a tu hermano, ya se trate de réditos de dinero, o de víveres, o de
cualquier otra cosa que produzca interés.
20 (21) Al extranjero podrás prestarle a interés, pero a tu hermano no le prestarás a interés, para
que Yahveh tu Dios te bendiga en todas tus empresas, en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en
posesión.
El cumplimiento de los votos
21 (22) Si haces un voto a Yahveh tu Dios, no tardarás en cumplirlo, porque sin duda Yahveh tu
Deuteronomio 24
1 Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, y resulta que esta mujer no halla gracia a sus
ojos, porque descubre en ella algo que le desagrada, le redactará un libelo de repudio, se lo pondrá
en su mano y la despedirá de su casa.
2 Si después de salir y marcharse de casa de éste, se casa con otro hombre,
3 y luego este otro hombre le cobra aversión, le redacta un libelo de repudio, lo pone en su mano
y la despide de su casa (o bien, si llega a morir este otro hombre que se ha casado con ella),
4 el primer marido que la repudió no podrá volver a tomarla por esposa después de haberse
hecho ella impura. Pues sería una abominación a los ojos de Yahveh, y tú no debes hacer pecar a la
tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia.
Leyes humanitarias
5 Si un hombre está recién casado, no saldrá a campaña ni se le impondrá compromiso alguno;
quedará exento en su casa durante un año, para recrear a la mujer que ha tomado.
6 No se tomará en prenda el molino ni la muela; porque ello sería tomar en prenda la vida
misma.
7 Si se encuentra a un hombre que haya raptado a uno de sus hermanos, entre los israelitas - ya le
haya hecho su esclavo o le haya vendido - ese ladrón debe morir. Harás desaparecer el mal de en
medio de ti.
8 En caso de lepra, cuida bien de observar y ejecutar todo lo que os enseñen los sacerdotes
Egipto.
10 Si haces algún préstamo a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar la prenda, sea cual
fuere.
11 Te quedarás fuera, y el hombre a quien has hecho el préstamo te sacará la prenda afuera.
12 Y si es un hombre de condición humilde, no te acostarás guardando su prenda;
13 se la devolverás a la puesta del sol, para que pueda acostarse en su manto. Así te bendecirá y
habrás hecho una buena acción a los ojos de Yahveh tu Dios.
14 No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que
resida en tus ciudades.
15 Le darás cada día su salario, sin dejar que el sol se ponga sobre esta deuda; porque es pobre, y
para vivir necesita de su salario. Así no apelará por ello a Yahveh contra ti, y no te cargarás con un
pecado.
16 No morirán los padres por culpa de los hijos ni los hijos por culpa de los padres. Cada cual
viuda.
18 Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató de allí. Por
buscarla. Será para el forastero, el huérfano y la viuda, a fin de que Yahveh tu Dios te bendiga en
todas tus obras.
20 Cuando varees tus olivos, no harás rebusco. Lo que quede será para el forastero, el huérfano y
la viuda.
21 Cuando vendimies tu viña, no harás rebusco. Lo que quede será para el forastero, el huérfano
y la viuda.
22 Recuerda que fuiste esclavo en el país de Egipto. Por eso te mando hacer esto.
Deuteronomio 25
1 Cuando hay pleito entre dos hombres, se presentarán a juicio para que se pronuncie entre ellos:
Obligaciones matrimoniales de los cuñados
5 Si unos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se
casará fuera con un hombre de familia extraña. Su cuñado se llegará a ella, ejercerá su levirato
tomándola por esposa,
6 y el primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano difunto; así su nombre no
se borrará de Israel.
7 Pero si el cuñado se niega a tomarla por mujer, subirá ella a la puerta donde los ancianos y
dirá: «Mi cuñado se niega a perpetuar el nombre de su hermano en Israel, no quiere ejercer conmigo
su levirato.»
8 Los ancianos de su ciudad llamarán a ese hombre y le hablarán. Cuando al comparecer diga:
«No quiero tomarla»,
9 su cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará su sandalia del pie, le
escupirá a la cara y pronunciará estas palabras: «Así se hace con el hombre que no edifica la casa de
su hermano»;
10 y se le dará en Israel el nombre de «Casa del descalzado».244
El pudor en las peleas
11 Si un hombre está peleándose con su hermano, y la mujer de uno de ellos se acerca y, para
librar a su marido de los golpes del otro, alarga la mano y agarra a éste por sus partes,
12 tú le cortarás a ella la mano sin piedad.
Deberes de justicia
13 No tendrás en tu bolsa pesa y pesa, una grande y otra pequeña.
14 No tendrás en tu casa medida y medida, una grande y otra pequeña.
15 Has de tener un peso cabal y exacto, e igualmente una medida cabal y exacta, para que se
Yahveh tu Dios.
El castigo de Amalec
17 Recuerda lo que te hizo Amalec cuando estabais de camino a vuestra salida de Egipto,245
18 cómo vino a tu encuentro en el camino y atacó por la espalda a todos los que iban agotados en
tu retaguardia, cuando tú estabas cansado y extenuado; ¡no tuvo temor de Dios!
19 Por eso, cuando Yahveh tu Dios te haya asentado al abrigo de todos tus enemigos de alrededor,
en la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia para que la poseas, borrarás el recuerdo de Amalec
de debajo de los cielos. ¡No lo olvides!
La entrega de las primicias
Deuteronomio 26
1 Cuando llegues a la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia, cuando la poseas y habites en
ella,
2 tomarás las primicias de todos los productos del suelo que coseches en la tierra que Yahveh tu
Dios te da, las pondrás en una cesta, y las llevarás al lugar elegido por Yahveh tu Dios para morada
de su nombre.
3 Te presentarás al sacerdote que esté entonces en funciones y le dirás: «Yo declaro hoy a Yahveh
mi Dios que he llegado a la tierra que Yahveh juró a nuestros padres que nos daría.»
4 El sacerdote tomará de tu mano la cesta y la depositará ante el altar de Yahveh tu Dios.
5 Tú pronunciarás estas palabras ante Yahveh tu Dios: «Mi padre era un arameo errante que bajó
a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y
numerosa.
6 Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre.
7 Nosotros clamamos a Yahveh Dios de nuestros padres, y Yahveh escuchó nuestra voz; vio
nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión,
8 y Yahveh nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo en medio de gran terror, señales y
prodigios.
9 Nos trajo aquí y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel
10 Y ahora yo traigo las primicias de los productos del suelo que tú, Yahveh, me has dado.» Las
depositarás ante Yahveh tu Dios y te postrarás ante Yahveh tu Dios.
11 Luego te regocijarás por todos los bienes que Yahveh tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, y
Deuteronomio 27
1 Moisés y los ancianos de Israel dieron al pueblo esta orden: «Guardad todos los mandamientos
que yo os prescribo hoy.
2 Cuando paséis el Jordán para ir a la tierra que Yahveh tu Dios te da, erigirás grandes piedras,
las blanquearás con cal,
3 y escribirás en ellas todas las palabras de esta Ley, en el momento en que pases para entrar en la
tierra que Yahveh tu Dios te da, tierra que mana leche y miel, como te ha dicho Yahveh el Dios de tus
padres.
4 Y cuando hayáis pasado el Jordán, erigiréis estas piedras en el monte Ebal, como os lo mando
hoy, y las blanquearéis con cal.
5 Levantarás allí en honor de Yahveh tu Dios un altar de piedras, sin labrarlas con el hierro.
6 Con piedras sin labrar harás el altar de Yahveh tu Dios, y sobre este altar ofrecerás holocaustos
a Yahveh tu Dios.
7 Allí también inmolarás sacrificios de comunión, los comerás y te regocijarás en presencia de
Yahveh tu Dios.
8 Escribirás en esas piedras todas las palabras de esta Ley. Grábalas bien.»
9 Después Moisés y los sacerdotes levitas hablaron así a todo Israel: «Calla y escucha, Israel. Hoy
yo te prescribo hoy.»
11 Y Moisés ordenó aquel día al pueblo:
12 Estos son los que se situarán en el monte Garizim para dar la bendición al pueblo, cuando
Amén.
20 Maldito quien se acueste con la mujer de su padre, porque descubre el borde del manto de su
padre. - Y todo el pueblo dirá: Amén.
21 Maldito quien se acueste con cualquier bestia. - Y todo el pueblo dirá: Amén.
22 Maldito quien se acueste con su hermana, hija de su padre o hija de su madre. - Y todo el
pueblo dirá: Amén.
23 Maldito quien se acueste con su suegra. - Y todo el pueblo dirá: Amén.
24 Maldito quien mate a traición a su prójimo. - Y todo el pueblo dirá: Amén.
25 Maldito quien acepte soborno para quitar la vida a un inocente. - Y todo el pueblo dirá: Amén.
26 Maldito quien no mantenga las palabras de esta Ley, poniéndolas en práctica. - Y todo el
Deuteronomio 28
de Yahveh tu Dios.
3 Bendito serás en la ciudad y bendito en el campo.
4 Bendito será el fruto de tus entrañas, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el parto de
oscuridad, y tus pasos no llegarán a término. Estarás oprimido y despojado toda la vida, y no habrá
quien te salve.
30 Te desposarás con una mujer y otro hombre la hará suya; edificarás una casa y no la habitarás;
presencia, y no se te devolverá; tus ovejas serán entregadas a tus enemigos, y no habrá quien te salve;
32 tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo; tus ojos se consumirán mirando todos los
devorará.
40 Tendrás olivos por todo tu territorio, pero no te ungirás de aceite, porque tus olivos caerán.
41 Engendrarás hijos e hijas, pero no serán para ti, porque irán al cautiverio.
42 Todos tus árboles y los frutos de tu suelo serán presa de los insectos.
43 El forastero que vive junto a ti subirá a costa tuya cada vez más alto, y tú caerás cada vez más
bajo.
44 El te prestará, y tú tendrás que tomar prestado; él estará a la cabeza y tú a la zaga.
45 Todas estas maldiciones caerán sobre ti, te perseguirán y te alcanzarán hasta destruirte, por no
haber escuchado la voz de Yahveh tu Dios, guardando los mandamientos y los preceptos que él te ha
prescrito.
46 Serán como una señal y un prodigio sobre ti y sobre tu descendencia para siempre.
47 Por no haber servido a Yahveh tu Dios en la alegría y la dicha de corazón, cuando abundabas
en todo,
48 servirás a los enemigos que Yahveh enviará contra ti, con hambre, sed, desnudez y privación
águila que se cierne. Será una nación de lengua desconocida para ti,
50 una nación de rostro fiero, que no respetará al anciano ni tendrá compasión del niño.
51 Comerá el fruto de tu ganado y el fruto de tu suelo, hasta destruirte; no te dejará trigo, mosto,
ni aceite, ni los partos de tus vacas, ni las crías de tus ovejas, hasta acabar contigo.
52 Te asediará en todas tus ciudades, hasta que caigan en toda tu tierra tus murallas más altas y
más fortificadas, en las que tú ponías tu confianza. Te asediará en tus ciudades, en toda la tierra que te
haya dado Yahveh tu Dios.
53 Comerás el fruto de tus entrañas, la carne de tus hijos y tus hijas que te haya dado Yahveh tu
osado posar en tierra la planta de su pie, mirará con malos ojos al esposo de su corazón, e incluso a
su hijo y a su hija,
57 a las secundinas salidas de su seno y a los hijos que dé a luz, pues los comerá a escondidas,
por la privación de todo, en el asedio y la angustia a que te reducirá tu enemigo en todas tus ciudades.
58 Si no cuidas de poner en práctica todas las palabras de esta Ley escritas en este libro, temiendo
pegarán a ti.
61 Más todavía, todas las enfermedades y plagas que no se mencionan en el libro de esta Ley, las
volverás a verlo más.» Y allí os ofreceréis en venta a vuestros enemigos como esclavos y esclavas,
pero no habrá ni comprador.
ÚLTIMO DISCURSO DE MOISÉS
Este último discurso vuelve sobre el tema central del Deuteronomio —la Alianza del Señor con su
Pueblo— y resume los aspectos del mismo. Dios no puede pactar en términos de igualdad con el
hombre, porque la Alianza es siempre una iniciativa de su gracia. Pero él no impone su Alianza, sino
que la ofrece como un don y una responsabilidad. Así quedan abiertos dos caminos: el de la fidelidad
y la vida, o el de la rebeldía y la muerte. A cada uno le toca decidir libremente, comprometiendo en
esa decisión todo su futuro.
Introducción
69 Estas son las palabras de la alianza que Yahveh mandó a Moisés concluir con los israelitas en
el país de Moab, aparte de la alianza que había concluido con ellos en el Horeb.
Deuteronomio 29
1 Moisés convocó a todo Israel y les dijo: Vosotros visteis todo lo que Yahveh hizo a vuestros
propios ojos en Egipto con el Faraón, sus siervos y todo su país:
2 las grandes pruebas que tus mismos ojos vieron, aquellas señales, aquellos grandes prodigios.
3 Pero hasta el día de hoy no os había dado Yahveh corazón para entender, ojos para ver, ni oídos
para oír.
4 Durante cuarenta años os he hecho caminar por el desierto, sin que se hayan gastado los
vestidos sobre vosotros ni las sandalias en tus pies.
5 No habéis tenido pan que comer, ni vino o licor fermentado que beber, para que supierais que
yo, Yahveh, soy vuestro Dios.
6 Luego llegasteis a este lugar. Sijón, rey de Jesbón, y Og, rey de Basán, salieron a nuestro
encuentro para hacernos la guerra, pero los derrotamos.
7 Conquistamos su país, y se lo dimos en heredad a Rubén, a Gad y a la media tribu de Manasés.
8 Guardad, pues, las palabras de esta alianza y ponedlas en práctica, para que tengáis éxito en
llegado de un país lejano, verán las plagas de esta tierra y las enfermedades con que Yahveh la
castigará, y exclamarán:
22 «Azufre, sal, calcinación es su tierra entera; no se sembrará ni germinará ni hierba alguna
crecerá en ella, como en la catástrofe de Sodoma y Gomorra, Admá y Seboyím, que Yahveh asoló en
su ira y su furor.»
23 Y todas las naciones preguntarán: «¿Por qué ha tratado así Yahveh a esta tierra? ¿Por qué el
Deuteronomio 30
1 Cuando te sucedan todas estas cosas, la bendición y la maldición que te he propuesto, si las
meditas en tu corazón en medio de las naciones donde Yahveh tu Dios te haya arrojado,
2 si vuelves a Yahveh tu Dios, si escuchas su voz en todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos,
con todo tu corazón y con toda tu alma,
3 Yahveh tu Dios cambiará tu suerte, tendrá piedad de ti, y te reunirá de nuevo de en medio de
está escrito en el libro de esta Ley, si te conviertes a Yahveh tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma.
11 Porque estos mandamientos que yo te prescribo hoy no son superiores a tus fuerzas, ni están
fuera de tu alcance.
12 No están en el cielo, para que hayas de decir: «¿Quién subirá por nosotros al cielo a buscarlos
del mar a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?»
14 Sino que la palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu corazón para que la pongas en
práctica.
Israel ante la vida y la muerte
15 Mira, yo pongo hoy ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia.
16 Si escuchas los mandamientos de Yahveh tu Dios que yo te prescribo hoy, si amas a Yahveh tu
Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, preceptos y normas, vivirás y
multiplicarás; Yahveh tu Dios te bendecirá en la tierra a la que vas a entrar para tomarla en posesión.
17 Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, si te dejas arrastrar a postrarte ante otros dioses y a
darles culto,
18 yo os declaro hoy que pereceréis sin remedio y que no viviréis muchos días en el suelo que
como la prolongación de tus días mientras habites en la tierra que Yahveh juró dar a tus padres
Abraham, Isaac y Jacob.
ÚLTIMAS DISPOSICIONES Y MUERTE DE MOISÉS
El final del Deuteronomio es también la conclusión de todo el Pentateuco. Ante la inminencia de
su muerte, Moisés da sus últimas instrucciones. Israel ha vivido una dura experiencia en el desierto,
pero ahora se abre ante él un futuro lleno de esperanza. Josué será el nuevo jefe, y tanto él como el
Pueblo deben saber que el Señor está con ellos, para no caer en el temor, el desaliento o la cobardía.
Aquí se incluyen, además, dos textos poéticos. El primero es un hermoso poema lírico-didáctico,
que recapitula la historia de Israel, contraponiendo la bondadosa condescendencia del Señor a la
infidelidad de su Pueblo. El otro es un antiguo poema, que contienen una serie de bendiciones,
introducidas por un canto guerrero. La bendición a las tribus israelitas sirve de ocasión para trazar
un breve retrato de cada una de ellas. Las alusiones históricas indican que el poema proviene de los
tiempos heroicos de la conquista de Canaán.
Las últimas instrucciones de Moisés
Deuteronomio 31
asustes.»
La lectura ritual de la Ley
9 Moisés puso esta Ley por escrito y se la dio a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el arca
que oigan, aprendan a temer a Yahveh vuestro Dios, y cuiden de poner en práctica todas las palabras
de esta Ley.
13 Y sus hijos, que todavía no la conocen, la oirán y aprenderán a temer a Yahveh vuestro Dios
todos los días que viváis en el suelo que vais a tomar en posesión al pasar el Jordán.»
Instrucciones del Señor a Moisés y a Josué
14 Yahveh dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte; llama a Josué y presentaos en la
Tienda del Encuentro, para que yo le dé mis órdenes.» Fue, pues, Moisés con Josué a presentarse en
la Tienda del Encuentro.
15 Y Yahveh se apareció en la Tienda, en una columna de nube; la columna de nube estaba parada
a la entrada de la Tienda.
16 Yahveh dijo a Moisés: «He aquí que vas a acostarte con tus padres, y este pueblo se levantará
para prostituirse yendo en pos de dioses extraños, los de la tierra en la que va a entrar. Me
abandonará y romperá mi alianza, que yo he concluido con él.
17 Aquel día montaré en cólera contra él, los abandonaré y les ocultaré mi rostro. Será pasto y
presa de un sinfín de males y adversidades, de suerte que dirá aquel día: «¿No me habrán llegado
estos males porque mi Dios no está en medio de mí?»
18 Pero yo ocultaré mi rostro aquel día, a causa de todo el mal que habrá hecho, yéndose en pos
de otros dioses.
19 «Y ahora escribid para vuestro uso el cántico siguiente; enséñaselo a los israelitas, ponlo en su
boca para que este cántico me sirva de testimonio contra los israelitas,
20 cuando yo les lleve a la tierra que bajo juramento prometí a sus padres, tierra que mana leche
y miel, y ellos, después de comer hasta hartarse y engordar bien, se vuelvan hacia otros dioses, les
den culto, y a mí me desprecien y rompan mi alianza.
21 Y cuando les alcancen males y adversidades sin número, este cántico dará testimonio contra él,
porque no caerá en olvido en la boca de su descendencia. Pues sé muy bien los planes que está
tramando hoy, incluso antes de haberle introducido en la tierra que le tengo prometida bajo
juramento.»
22 Y Moisés escribió aquel día este cántico y se lo enseño a los israelitas.
23 Luego dio esta orden a Josué, hijo de Nun: «¡Sé fuerte y valeroso!, porque tú llevarás a los
israelitas a la tierra que yo les tengo prometida bajo juramento, y yo estaré contigo.»
La Ley junto al Arca de la Alianza
24 Cuando terminó de escribir en un libro las palabras de esta Ley hasta el fin,
25 Moisés dio esta orden a los levitas que llevaban el arca de la alianza de Yahveh:
26 «Tomad el libro de esta Ley. Ponedlo al lado del arca de la alianza de Yahveh vuestro Dios.
pronunciar a sus oídos estas palabras, poniendo por testigos contra ellos al cielo y a la tierra.
29 Porque sé que después de mi muerte no dejaréis de pervertiros; os apartaréis del camino que
os he prescrito; y la desgracia vendrá sobre vosotros en el futuro, por haber hecho lo que es malo a
los ojos de Yahveh, irritándole con vuestras obras.»
30 Luego, a oídos de toda la asamblea de Israel, Moisés pronunció hasta el fin las palabras de este
cántico:
El canto de Moisés
Deuteronomio 32
1 Prestad oído, cielos, que hablo yo, escuche la tierra las palabras de mi boca.
2 Como lluvia se derrame mi doctrina, caiga como rocío mi palabra, como blanda lluvia sobre la
hierba verde, como aguacero sobre el césped.
3 Porque voy a aclamar el nombre de Yahveh; ¡ensalzad a nuestro Dios!
4 Él es la Roca, su obra es consumada, pues todos sus caminos son justicia. Es Dios de la lealtad,
machos cabríos, con la flor de los granos de trigo, y por bebida la roja sangre de la uva.
15 Come Jacob, se sacia, engorda Yesurún, respinga, - te has puesto grueso, rollizo, turgente -,
también voy a encelarles con lo que no es pueblo, con una nación fatua los irritaré!
22 Porque ha saltado fuego de mi ira, que quemará hasta las honduras del seol; devorará la tierra
y sus productos, abrasará los cimientos de los montes.
23 Acumularé desgracias sobre ellos, agotaré en ellos mis saetas.
24 Andarán extenuados de hambre, consumidos de fiebre y mala peste. Dientes de fieras mandaré
que digan: «Nuestra mano prevalece, y no es Yahveh el que hace todo esto.»
28 Porque es gente de consejo obtuso, y no hay inteligencia en ellos.
29 Si fueran sabios, podrían entenderlo, sabrían vislumbrar su suerte última.
30 Pues, ¿cómo un solo hombre puede perseguir a mil, y dos poner en fuga a una miríada, sino
los mensajeros de Dios narren su fuerza! Porque él vengará la sangre de sus siervos, tomará
venganza de sus adversarios, dará su pago a quienes le aborrecen y purificará el suelo de su pueblo.
44 Fue Moisés y pronunció o oídos del pueblo todas las palabras de este cántico, acompañado de
Deuteronomio 33
1253 Esta es la bendición con la que Moisés, hombre de Dios, bendijo a los israelitas antes de
morir.
2 Dijo: Ha venido Yahveh del Sinaí. Para ellos desde Seír se ha levantado, ha iluminado desde el
monte Parán. Con él las miríadas de Cadés, Ley de fuego en su diestra para ellos.
3 Tú que amas a los antepasados, todos los santos están en tu mano. Y ellos, postrados a tus pies,
cargados están de tus palabras.
4 Una Ley nos señaló Moisés herencia de la asamblea de Jacob.
5 Hubo un rey en Yesurún, cuando se congregaron los jefes del pueblo, todas juntas las tribus de
Israel.
6 ¡Viva Rubén y nunca muera, aunque sean pocos sus nombres!
7 Para Judá dijo esto: Escucha, Yahveh, la voz de Judá y guíale hacia su pueblo. Sus manos le
sacrificio en tu altar.
11 Bendice, Yahveh, su vigor, y acepta la obra de sus manos. Rompe los lomos a sus adversarios
y a sus enemigos, que no se levanten.
12 Para Benjamín dijo: Querido de Yahveh, en seguro reposa junto a El, todos los días le protege,
pueblos todos juntos hasta los confines de la tierra. Tales son las miríadas de Efraím, tales los
millares de Manasés.
18 Para Zabulón dijo: Regocíjate, Zabulón, en tus empresas, y tú, Isacar, en tus tiendas.
19 Convocarás a los pueblos en el monte, ofrecerán sacrificios de justicia, pues gustarán la
majestad.
27 El Dios de antaño es tu refugio, estás debajo de los brazos eternos. El expulsa ante ti al
espada es tu esplendor? Tus enemigos tratarán de engañarte, pero tú hollarás sus espaldas.
La muerte y la sepultura de Moisés
Deuteronomio 34
1 Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, cumbre del Pisgá, frente a Jericó, y
tumba.
7 Tenía Moisés 120 años cuando murió; y no se había apagado su ojo ni se había perdido su
vigor.
8 Los israelitas lloraron a Moisés treinta días en las Estepas de Moab; cumplieron así los días de
manos. A él obedecieron los israelitas, cumpliendo la orden que Yahveh había dado a Moisés.
El elogio de Moisés
10 No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien Yahveh trataba cara a cara,
11 nadie como él en todas las señales y prodigios que Yahveh le envió a realizar en el país de
Josué 1
1 Sucedió después de la muerte de Moisés, siervo de Yahveh, que habló Yahveh a Josué, hijo de
padres.
7 Sé, pues, valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir toda la Ley que te dio mi siervo
Moisés. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que
vayas.
8 No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en
todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas.
9 ¿No te he mandado que seas valiente y firme? No tengas miedo ni te acobardes, porque Yahveh
dentro de tres días pasaréis ese Jordán, para entrar a poseer la tierra que Yahveh vuestro Dios os da
en posesión.»
12 A los rubenitas, a los gaditas y a la medio tribu de Manasés les habló así:
13 «Recordad la orden que os dio Moisés, siervo de Yahveh: Yahveh vuestro Dios os ha
Josué 2
1 Josué, hijo de Nun, envió secretamente desde Sittim dos espías con esta orden: «Id y explorad el
país y Jericó.» Fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y durmieron allí.
2 Se le dijo al rey de Jericó: «Mira que unos hombres israelitas han entrado aquí por la noche
para explorar el país.»
3 Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rajab: «Haz salir a los hombres que han entrado donde
ti - que han entrado a tu casa - porque han venido para explorar todo el país.»
4 Pero la mujer tomó a los dos hombres y los escondió. Luego respondió: «Es verdad que esos
hombres han venido a mi casa, pero yo no sabía de dónde eran.
5 Cuando se iba a cerrar la puerta por la noche, esos hombres salieron y no sé adónde han ido.
a vuestra salida de Egipto, y lo que habéis hecho con los dos reyes amorreos del otro lado del
Jordán, Sijón y Og, a quienes consagrasteis al anatema.
11 Al oírlo, ha desfallecido nuestro corazón y no se encuentra ya nadie con aliento en vuestra
presencia, porque Yahveh vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
12 Juradme, pues, ahora por Yahveh, ya que os he tratado con bondad, que vosotros también
trataréis con bondad a la casa de mi padre, y dadme una señal segura;
13 que respetaréis la vida de mi padre y de mi madre, de mis hermanos y hermanas, y de todos
los suyos, y que libraréis nuestras vidas de la muerte.»
14 Los hombres le respondieron: «Muramos nosotros en vez de vosotros, con tal de que no
divulguéis nuestro asunto. Cuando Yahveh no haya entregado la tierra, te trataremos a ti con bondad y
lealtad.»
15 Ella los descolgó con una cuerda por la ventana, pues su casa estaba en la pared de la muralla
y vivía en la misma muralla.
16 Les dijo: «Id hacia la montaña, para que no os encuentren los que os persiguen. Estad
escondidos allí tres días hasta que vuelvan los perseguidores: después podéis seguir vuestro camino.»
17 Los hombres le respondieron: «Nosotros quedaremos libres de ese juramento que nos has
exigido.257
18 Cuando estemos entrando en el país, atarás este cordón de hilo escarlata a la ventana por la que
nos has descolgado, y reunirás junto a ti en casa a tu padre, a tu madre, a tus hermanos y a toda la
familia de tu padre.
19 Si alguno sale fuera de las puertas de tu casa, caiga su sangre sobre su cabeza. Nosotros
seremos inocentes. Pero la sangre de todos los que estén contigo en casa, caiga sobre nuestras
cabezas, si alguien pone su mano sobre ellos.
20 Mas si divulgas nuestro asunto, quedaremos libres del juramento que nos has exigido.»
21 Ella respondió: «Sea según vuestras palabras.» Y los hizo marchar; ellos se fueron, y ella ató
perseguidores. Estos los habían buscado por todo el camino, pero no los encontraron.
23 Entonces los dos hombres volvieron a bajar del monte, pasaron el río y fueron donde Josué,
Josué 3
1 Josué se levantó de mañana, partieron de Sittim y llegaron hasta el Jordán, él y todos los
camino. Pero que haya entre vosotros y el arca una distancia de unos 2.000 codos: no os acerquéis.»
5 Josué dijo al pueblo: «Purificaos, porque mañana Yahveh va a obrar maravillas en medio de
vosotros.»
6 Y dijo Josué a los sacerdotes: «Tomad el arca de la alianza y pasad al frente del pueblo.» Ellos
tomaron el arca de la alianza y partieron al frente del pueblo.
7 Yahveh dijo a Josué: «Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para
que sepan que, lo mismo que estuve con Moisés, estoy contigo.
8 Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: “En cuanto lleguéis a la
orilla del agua del Jordán, os pararéis en el Jordán.”»
9 Josué dijo a los Israelitas: «Acercaos y escuchad las palabras de Yahveh vuestro Dios.»
10 Y dijo Josué: «En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que arrojará
ciertamente de delante de vosotros al cananeo, al hitita, al jivita, al perizita, al guirgasita, al amorreo
y al jebuseo.
11 He aquí que el arca de Yahveh, Señor de toda la tierra, va a pasar el Jordán delante de vosotros.
12 Escoged, pues, doce hombres de las tribus de Israel, un hombre por cada tribu.
13 En cuanto las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Yahveh, Señor de toda
la tierra, pisen las aguas del Jordán, las aguas del Jordán las que vienen de arriba, quedarán cortadas
y se pararán formando un solo bloque.»
El paso del Jordán
14 Cuando el pueblo partió de sus tiendas para pasar el Jordán, los sacerdotes llevaban el arca de
la alianza a la cabeza del pueblo.
15 Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que
llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas, y el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el
tiempo de la siega,
16 las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, en
Adam, la ciudad que está al lado de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o
mar de la Sal, se separaron por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó.
17 Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahveh se estuvieron a pie firme, en seco,
en medio del Jordán, mientras que todo Israel pasaba en seco, hasta que toda la gente acabó de pasar
el Jordán.
Las doce piedras conmemorativas
Josué 4
1 Cuando todo el pueblo acabó de pasar el Jordán, Yahveh habló a Josué y le dijo:
2 «Escoged doce hombres del pueblo, un hombre por cada tribu,
3 y dadles esta orden: “Sacad de aquí, del medio del Jordán, doce piedras, que pasaréis con
lo mismo que había hecho Yahveh vuestro Dios con el mar de Suf, que secó delante de nosotros hasta
que pasamos,
24 para que todos los pueblos de la tierra reconozcan lo fuerte que es la mano de Yahveh, y para
1 Cuando oyeron todos los reyes de los amorreos que habitaban al otro lado del Jordán, al
poniente, y todos los reyes de los cananeos que vivían hacia el mar, que Yahveh había secado las
aguas del Jordán ante los israelitas hasta que pasaron, desfalleció su corazón y les faltó el aliento ante
la presencia de los israelitas.
La circuncisión de los israelitas en Guilgal
2 En aquel tiempo dijo Yahveh a Josué: «Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar (por
nación, los hombres salidos de Egipto útiles para la guerra. No obedecieron a la voz de Yahveh y
Yahveh les juró que no les dejaría ver la tierra que había prometido a sus padres que nos daría, tierra
que mana leche y miel.
7 En su lugar puso a sus hijos y éstos son los que Josué circuncidó, porque eran incircuncisos, ya
israelitas no tuvieron en adelante maná, y se alimentaron ya aquel año de los productos de la tierra de
Canaán.
La aparición del jefe del ejército del Señor
13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, levantó los ojos y vio a un hombre plantado frente
a él con una espada desnuda en la mano. Josué se adelantó hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o
de nuestros enemigos?»
14 Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahveh. He venido ahora.» Cayó Josué
Josué 6
1262 Jericó estaba cerrada a cal y canto por mielo a los israelitas: nadie salía ni entraba.
2 Yahveh dijo a Josué: «Mira, yo pongo en tus manos a Jericó y a sus rey. Vosotros, valientes
guerreros,
3 todos los hombres de guerra, rodearéis la ciudad, (dando una vuelta alrededor. Así harás
durante seis días.
4 Siete sacerdotes llevarán las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca. El séptimo
día daréis la vuelta a la ciudad siete veces y los sacerdotes tocarán las trompetas).
5 Cuando el cuerno de carnero suene (cuando oigáis la voz de la trompeta), todo el pueblo
prorrumpirá en un gran clamoreo y el muro de la ciudad se vendrá abajo. Y el pueblo se lanzará al
asalto cada uno por frente a sí.»
6 Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: «Tomad el arca de la alianza y que siete
sacerdotes lleven las trompetas de cuerno de carnero delante del arca de Yahveh.»
7 Al pueblo le dijo: «Pasad y dad la vuelta a la ciudad y que la vanguardia pase delante del arca de
Yahveh.»
8 (Se hizo según la orden dada por Josué al pueblo). Siete sacerdotes llevando las siete trompetas
de cuerno de carnero delante de Yahveh pasaron y tocaron las trompetas; el arca de la alianza de
Yahveh iba tras ellos;
9 la vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas y la retaguardia marchaba
detrás del arca. Según iban caminando, tocaban las trompetas.
10 Josué había dado esta orden al pueblo: «No gritéis, ni dejéis oír vuestras voces (que no salga
ni una palabra de vuestra boca) hasta el día en que yo os diga: “Gritad.” Entonces gritaréis.»
11 Hizo que el arca de Yahveh diera la vuelta a la ciudad (rodeándola una vez); luego volvieron al
campamento, donde pasaron la noche.
12 Josué se levantó de mañana y los sacerdotes tomaron el arca de Yahveh.
13 Siete sacerdotes, llevando las siete trompetas de cuerno de carnero delante del arca de Yahveh,
iban caminando y tocando las trompetas según caminaban. La vanguardia iba delante de ellos y la
retaguardia detrás del arca de Yahveh, desfilando al son de las trompetas.
14 Dieron (el segundo día) una vuelta a la ciudad y volvieron al campamento. Se hizo lo mismo
siete veces. (Sólo aquel día dieron la vuelta a la ciudad siete veces.)
16 La séptima vez, los sacerdotes tocaron la trompeta y Josué dijo al pueblo: «¡Lanzad el grito de
Rajab, la prostituta, quedará con vida, así como todos los que están con ella en su casa, por haber
ocultado a los emisarios que enviamos.
18 Pero vosotros guardaos del anatema, no vayáis a quedaros, llevados de la codicia, con algo de
prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo. La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí, y
se apoderaron de ella.
21 Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos,
bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada.
La familia de Rajab
22 Josué dijo a los dos hombres que habían explorado el país: «Entrad en la casa de la prostituta y
haced salir de ella a esa mujer con todos los suyos, como se lo habéis jurado.»
23 Los jóvenes espías fueron e hicieron salir a Rajab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a
todos los suyos. También hicieron salir a todos los de su familia y los pusieron a salvo, fuera del
campamento de Israel.
24 Prendieron fuego a la ciudad con todo lo que contenía. Sólo la plata, el oro y los objetos de
bronce y de hierro los depositaron el tesoro de la casa de Yahveh.
25 Pero a Rajab, la prostituta, así como a la casa de su padre y a todos los suyos, Josué los
conservó con vida. Ella se quedó en Israel hasta el día de hoy, por haber escondido a los emisarios
que Josué había enviado a explorar Jericó.
La maldición sobre Jericó
26 En aquel tiempo Josué pronunció este juramento: ¡Maldito sea delante de Yahveh el hombre
que se levante y reconstruya esta ciudad (de Jericó)! ¡Sobre su primogénito echará su cimiento y
sobre su pequeño colocará las puertas!263
27 Y Yahveh estuvo con Josué, cuya fama se extendió por toda la tierra.
El pecado de Akán
Josué 7
1 Pero los israelitas cometieron un delito en lo del anatema. Akán, hijo de Karmí, hijo de Zabdí,
hijo de Zéraj, de la tribu de Judá, se quedó con algo del anatema, y la ira de Yahveh se encendió
contra los israelitas.
La derrota de los israelitas en Ay
2 Josué envió de Jericó a Ay, que está (junto a Bet Avén) al oriente de Betel, unos hombres,
suban dos o 3.000 hombres. No molestes a toda la gente haciéndoles subir hasta allí, porque ellos son
pocos.»
4 Subieron a Ay unos 3.000 hombres del pueblo, pero tuvieron que huir ante los hombres de Ay.
5 Los hombres de Ay les mataron como unos 36 hombres y los persiguieron más allá de la puerta
hasta Sebarim, batiéndolos en la bajada. Entonces desfalleció el corazón del pueblo y se derritió
como agua.
La queja de Josué
6 Josué desgarró sus vestidos, se postró rostro en tierra delante del arca de Yahveh hasta la tarde,
junto con los ancianos de Israel, y todos esparcieron polvo sobre sus cabezas.
7 Dijo Josué: «¡Ah, Señor Yahveh! ¿Por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para
entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos? ¡Ojalá nos hubiésemos empeñado en
establecernos al otro lado del Jordán!
8 ¡Perdón, Señor! ¿Qué puedo decir ahora que Israel ha vuelto la espalda a sus enemigos?
9 Se enterarán los cananeos y todos los habitantes del país: se aliarán contra nosotros y borrarán
nuestro nombre de la tierra. ¿Que harás tú entonces por tu gran nombre?»
La respuesta del Señor
10 Yahveh respondió a Josué: «¡Arriba! ¡Vamos! ¿Por qué te estás así rostro en tierra?
11 Israel ha pecado, también ha violado la alianza que yo le había impuesto. Y hasta se han
quedado con algo del anatema, y lo han robado, y lo han escondido y lo han puesto entre sus
utensilios.
12 Los israelitas no podrán sostenerse ante sus enemigos; volverán la espalda ante sus enemigos,
de Israel: El anatema está dentro de ti, Israel; no podrás mantenerte delante de tus enemigos hasta que
extirpéis el anatema de entre vosotros.
14 Os presentaréis, pues, mañana por la mañana, por tribus: la tribu que Yahveh designe por la
suerte se presentará por clanes, el clan que Yahveh designe se presentará por familias, y la familia
que Yahveh designe se presentará hombre por hombre.
15 El designado por la suerte en lo del anatema será entregado al fuego con todo lo que le
pertenece, por haber violado la alianza de Yahveh y cometido una infamia en Israel.»
El descubrimiento y el castigo del culpable
16 Josué se levantó de mañana; mandó que se acercara Israel por tribus, y fue designada por la
Mandó que se acercara el clan de Zéraj por familias, y fue designado por la suerte Zabdí.
18 Mandó que se acercara la familia de Zabdí, hombre por hombre, y fue designado por la suerte
cincuenta siclos de peso, me gustaron y me los guardé. Están escondidos en la tierra en medio de mi
tienda, y la plata debajo.»
22 Josué envió emisarios, que fueron corriendo a la tienda, y en efecto el manto estaba escondido
del furor de su cólera. Por eso se llama aquel lugar Valle de Akor hasta el día de hoy.265
La campaña contra Ay
Josué 8
1 Yahveh dijo entonces a Josué: «¡No tengas miedo ni te asustes! Toma contigo a toda la gente de
guerra; levántate y sube contra Ay. Mira que entrego en tus manos al rey de Ay, a su pueblo, su ciudad
y su territorio.
2 Harás con Ay y con su rey lo que has hecho con Jericó y con su rey. Pero como botín sólo
tomaréis los despojos y el ganado. Pon una emboscada a espaldas de la ciudad.»
3 Josué se levantó con toda la gente de guerra para marchar sobre Ay. Escogió Josué 30.000
guerreros valientes y les hizo salir de noche,
4 dándoles esta orden: «Mirad, vosotros vais a estar emboscados a espaldas de la ciudad, pero no
os alejéis mucho de ella, y estad todos alerta.
5 Yo y toda la gente que me acompaña nos acercaremos a la ciudad y, cuando la gente de Ay salga
a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos.
6 Saldrán tras de nosotros hasta que los alejemos de la ciudad, porque se dirán: “Huyen delante de
nosotros como la primera vez.
7 Entonces vosotros saldréis de la emboscada y os apoderaréis de la ciudad; Yahveh, vuestro
mando yo.»
9 Los envió Josué y fueron al lugar de la emboscada, y se apostaron entre Betel y Ay, al occidente
frente de la tropa.
11 Toda la gente de guerra que estaba con él subió y se acercó hasta llegar ante la ciudad.
emboscada al oeste de la ciudad. Josué pasó aquella noche en medio del valle.
La batalla de Ay
14 En cuanto vio esto el rey de Ay, se dieron prisa, se levantaron temprano y salieron él y toda su
gente a presentar batalla a Israel en la bajada, frente a la Arabá, sin saber que tenía una emboscada a
espaldas de la ciudad.
15 Josué y todo Israel se hicieron los derrotados por ellos y huyeron camino del desierto.
16 Toda la gente que estaba en la ciudad se puso a dar grandes alaridos saliendo tras ellos y al
el cadáver del árbol. Lo echaron luego a la entrada de la puerta de la ciudad y amontonaron sobre él
un gran montón de piedras, que existe todavía hoy.
El sacrificio y la lectura de la Ley sobre el monte Ebal
30 Entonces Josué construyó un altar a Yahveh, Dios de Israel, en el monte Ebal,
31 como había mandado Moisés, siervo de Yahveh, a los israelitas, según está escrito en el libro
de la Ley de Moisés: un altar de piedras sin labrar, a las que no haya tocado el hierro. Ofrecieron
sobre él holocaustos a Yahveh e inmolaron sacrificios de comunión.
32 Josué escribió allí mismo, sobre las piedras, una copia de la Ley que Moisés había escrito
sacerdotes levitas que llevaban el arca de la alianza de Yahveh, todos, tanto forasteros como
ciudadanos, se colocaron la mitad en la falda del monte Garizim y la otra mitad en la falda del monte
Ebal, según la orden de Moisés, siervo de Yahveh, para bendecir por primera vez al pueblo de
Israel.266
34 Luego, Josué leyó todas las palabras de la Ley - la bendición y la maldición - a tenor de cuanto
Josué 9
1 En cuanto se enteraron todos los reyes que estaban de este lado del Jordán, en la Montaña, en la
Tierra Baja, a lo largo de la costa del mar Grande hasta la región del Líbano, hititas, amorreos,
cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos,
2 se aliaron para combatir como un solo hombre contra Josué e Israel.
La astucia de los gabaonitas
3 Pero los habitantes de Gabaón se enteraron de lo que había hecho Josué con Jericó y Ay,
4 y recurrieron también ellos a la astucia. Fueron y se proveyeron de víveres, tomaron alforjas
venís?»
9 Le respondieron: «De muy lejana tierra vienen tus siervos, por la fama de Yahveh tu Dios, pues
manos provisiones para el viaje, id a su encuentro y decidles: “Siervos vuestros somos: haced, pues,
alianza con nosotros.”
12 Este nuestro pan estaba caliente cuando hicimos provisión de él en nuestras casas para el viaje,
el día en que partimos para venir a vuestro encuentro: miradlo ahora duro y desmigado.
13 Estos odres de vino, que eran nuevos cuando los llenamos, se han roto; nuestras sandalias y
de la comunidad se lo juraron.
16 Sucedió que, al cabo de tres días de cerrado este pacto, supieron que vivían cerca y habitaban
en medio de Israel.
17 Los israelitas partieron del campamento y llegaron al tercer día a sus ciudades, que eran
Gabaón, Kefirá, Beerot y Quiryat Yearim.
18 Los israelitas no los mataron porque los principales de la comunidad se lo habían jurado por
Josué 10
1 Sucedió, pues, que Adoni Sédeq, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué se había apoderado de
Ay y la había consagrado al anatema, haciendo con Ay y su rey como había hecho con Jericó y su rey,
y de que los habitantes de Gabaón habían hecho las paces con Israel y que estaban en medio de Israel.
2 Se atemorizó mucho con ello, porque Gabaón era una ciudad grande, como una ciudad real,
los israelitas.»
5 Se juntaron y subieron los cinco reyes amorreos: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey
de Yarmut, el rey de Lakís y el rey de Eglón, con todas sus tropas; asediaron Gabaón y la atacaron.
La victoria de Gabaón
6 Los gabaonitas mandaron a decir a Josué al campamento de Guilgal: No dejes solos a tus
siervos; sube aprisa donde nosotros, sálvanos y socórrenos, porque se han aliado contra nosotros
todos los reyes amorreos que habitan en la montaña.»
7 Josué subió de Guilgal con toda la gente de guerra y todos los guerreros valientes.
8 Y Yahveh dijo a Josué: «No les temas, porque los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te
podrá resistir.»
9 Josué cayó sobre ellos de improviso, tras haber caminado toda la noche desde Guilgal.
10 Yahveh los puso en fuga delante de Israel y les causó una gran derrota en Gabaón: los
persiguió por el camino de la subida de Bet Jorón, y los batió hasta Azecá (y hasta Maquedá).
El auxilio divino
11 Mientras huían ante Israel por la bajada de Bet Jorón, Yahveh lanzó del cielo sobre ellos hasta
Azecá grandes piedras, y murieron. Y fueron más los que murieron por las piedras que los que
mataron los israelitas a filo de espada.
12 Entonces habló Josué a Yahveh, el día que Yahveh entregó al amorreo en manos de los
israelitas, a los ojos de Israel y dijo: «Deténte, sol, en Gabaón, y tú, luna, en el valle de Ayyalón.»
13 Y el sol se detuvo y la luna se paró hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos.¿No está esto
escrito en el libre del Justo? El sol se paró en medio del cielo y no tuvo prisa en ponerse como un día
entero.269
14 No hubo día semejante ni antes ni después, en que obedeciera Yahveh a la voz de un hombre.
Es que Yahveh combatía por Israel.
15 Josué volvió con todo Israel al campamento de Guilgal.
El fin de los cinco reyes amorreos
16 Aquellos cinco reyes habían huido y se habían escondido en la cueva de Maquedá.
17 Se dio aviso a Josué: «Han sido descubiertos los cinco reyes, escondidos en la cueva de
Maquedá.»
18 Josué respondió: «Rodad unas piedras grandes a la boca de la cueva y poned junto a ella
dejéis entrar en sus ciudades, porque Yahveh vuestro Dios los ha puesto en vuestras manos.»
20 Cuando Josué y los israelitas acabaron de causarles una grandísima derrota, hasta acabar con
de tropa que le habían acompañado: «Acercaos y poned vuestros pies sobre la nuca de esos reyes.»
Ellos se acercaron y pusieron los pies sobre las nucas.
25 «No tengáis miedo - les dijo Josué - ni os desaniméis; sed valientes y decididos, porque así
hará Yahveh con todos los enemigos con quienes tenéis que combatir.»
26 Acto seguido, Josué los hirió, les dio muerte y los hizo colgar de cinco árboles, de los que
arrojaron a la cueva en que se habían escondido, y echaron unas piedras grandes a la boca de la
cueva: allí están todavía hoy.
La conquista del sur de Canaán: Maquedá
28 El mismo día Josué tomó Maquedá y la pasó a filo de espada, a ella y a su rey: los consagró al
anatema con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó escapar a nadie, e hizo con el rey de
Maquedá como había hecho con el rey de Jericó.
Libná
29 Josué, con todo Israel, pasó de Maquedá a Libná y la atacó.
30 Y Yahveh la entregó también, con su rey, en manos de Israel, que la pasó a filo de espada con
todos los seres vivientes que había en ella: no dejó en ella ni uno solo con vida. Hizo con su rey
como había hecho con el rey de Jericó.
Lakís
31 Josué, con todo Israel, pasó de Libná a Lakís, la asedió y atacó.
32 Yahveh entregó Lakís en manos de Israel, que la tomó al segundo día, y la pasó a cuchillo con
todos los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Libná.
33 Entonces Horam, el rey de Guézer, subió en ayuda de Lakís, pero Josué le derrotó a él y a su
pueblo, hasta no dejar ni un superviviente.
Eglón
34 Josué, con todo Israel, pasó de Lakís a Eglón. La sitiaron y atacaron.
35 La tomaron aquel mismo día y la pasaron a cuchillo. Consagró al anatema aquel día a todos
los seres vivientes que había en ella, lo mismo que había hecho con Lakís.
Hebrón
36 Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y a la atacaron.
37 La tomaron y la pasaron a cuchillo, con su rey, todas sus ciudades y todos los seres vivientes
que había en ella. No dejó ni un superviviente, igual que había hecho con Eglón. La consagró al
anatema, a ella y a todos los seres vivientes que había en ella.
Debir
38 Entonces Josué, con todo Israel, se volvió contra Debir y la atacó.
39 Se apoderó de ella, de su rey y de todas sus ciudades, las pasaron a filo de espada y
consagraron al anatema a todos los seres vivientes que había en ella, sin dejar uno solo con vida.
Como había hecho con Hebrón, así hizo con Debir y su rey, igual que había hecho con Libná y con su
rey.
Recapitulación de las conquistas realizadas en el Sur
40 Batió, pues, Josué todo el país: la Montaña, el Négueb, la Tierra Baja y las laderas, con todos
sus reyes, sin dejar ni un superviviente. Consagró a todos los seres vivientes al anatema, como
Yahveh, el Dios de Israel, le había ordenado.
41 Josué los batió desde Cadés Barnea hasta Gaza, y toda la región de Gosen hasta Gabaón.
42 Se apoderó Josué de todos aquellos reyes y de sus territorios de una sola vez, porque Yahveh,
Josué 11
1 Cuando Yabín, rey de Jasor, se enteró, mandó aviso a Yobab, rey de Merom, al rey de Simrón,
al rey de Aksaf,
2 y a los reyes de la parte norte de la montaña, del valle al sur de Kinerot, de la Tierra Baja y de
Grande y hasta Misrefot y, por oriente, hasta el valle de Mispá. Los batió hasta que no quedó ni uno
vivo.
9 Josué los trató como le había dicho Yahveh: desjarretó sus caballos y quemó sus carros.
La toma de Jasor y de otras ciudades del norte
10 Por entonces, Josué se volvió y tomó Jasor, y mató a su rey a espada. Jasor era antiguamente
cuchillo para cumplir en ellos el anatema, según le había mandado Moisés, siervo de Yahveh.
13 Pero Israel no quemó ninguna de las ciudades emplazadas sobre sus montículos de ruinas; con
la única excepción de Jasor, que fue incendiada por Josué.
14 El botín de estas ciudades, incluso el ganado, se lo repartieron los israelitas. Pero pasaron a
cuchillo a todo ser humano hasta acabar con todos. No dejaron ninguno con vida.
15 Tal como Yahveh había ordenado a su siervo Moisés, Moisés se lo había ordenado a Josué,
Josué lo ejecutó: no dejó de pasar una sola palabra de lo que Yahveh había ordenado a Moisés.
Resumen de la conquista
16 Josué se apoderó de todo el país: de la montaña, de todo el Négueb y de todo el país de Gosen,
Josué 12
1 Estos son los reyes del país vencidos por los israelitas y despojados de su territorio en
Transjordania, al oriente, desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón, con toda la Arabá oriental:
2 Sijón, rey de los amorreos, que residía en Jesbón, y dominaba desde Aroer, situada a la orilla
del torrente Arnón, la cuenca del torrente y la mitad de Galaad hasta el torrente Yabboq, que sirve de
frontera con los ammonitas,
3 y, al oriente, la Arabá hasta el mar de Kinerot por una parte y hasta el mar de la Arabá, o mar de
la Sal, por otra, camino de Bet Hayesimot, hasta llegar por el sur al pie de las laderas del Pisgá.
4 Y Og, rey de Basán, un residuo de los Refaím, que residía en Astarot y en Edreí,
5 y dominaba en la montaña de Hermón y Salká, y todo el Basán hasta la frontera de los
guesuritas y los maakatitas, y la mitad de Galaad hasta la frontera de Sijón, rey de Jesbón.
6 Moisés, siervo de Yahveh, y los israelitas los habían vencido, y Moisés, siervo de Yahveh, había
dado el territorio en propiedad a los rubenitas, a los gaditas y a la medio tribu de Manasés.
7 Estos son los reyes del país, vencidos por Josué y los israelitas, del lado occidental del Jordán,
desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta el monte Pelado, que se alza hacia Seír, y cuya tierra
repartió Josué en herencia a las tribus de Israel según sus suertes:
8 en la montaña, en la Tierra Baja, en la Arabá, en las laderas, en le desierto, en el Négueb: hititas,
Josué 13
1 Josué era ya viejo y entrado en años. Yahveh le dijo: «Eres viejo y entrado en años, y queda
todavía muchísima tierra por conquistar.
2 Esta es la tierra que queda: «Todos los distritos de los filisteos y todo lo de los guesuritas;
3 desde Sijor, que esta al lado de Egipto, hasta el límite de Ecron por el norte, es considerado
como de los cananeos. Los cinco tiranos de los filisteos son el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el
de Gat y el de Ecrón. Los avitas
4 están al sur. Todo el país de los cananeos, y Mearah, que es de los sidonios, hasta Afeqá y hasta
de la heredad que Moisés les había dado al lado oriental del Jordán, como Moisés, siervo de Yahveh,
les había dado:
El territorio asignado a las tribus de la Transjordania
9 la tierra desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, y la ciudad que está en medio de la
vaguada: y toda la llanura desde Medbá hasta Dibón;
10 todas las ciudades de Sijón, rey de los amorreos, que había reinado en Jesbón, hasta la frontera
de los ammonitas.
11 Además, Galaad y el territorio de los guesuritas y los maakatitas con toda la montaña del
Hermón y todo Basán hasta Salká;
12 y dentro de Basán todo el reino de Og, que había reinado en Astarot y en Edreí, y era último
residuo de los Refaím. Moisés los había batido y desposeído.
13 Pero los israelitas no desposeyeron ni a los guesuritas ni a los maakatitas, de manera que
Guesur y Maaká siguen todavía hoy habitando en medio de Israel.
14 La tribu de Leví fue la única a la que no se dio heredad: Yahveh, Dios de Israel, fue su heredad,
como se lo había dicho.
La tribu de Rubén
15 Moisés había dado a la tribu de los hijos de Rubén una parte por clanes.
16 Su territorio fue desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, incluida la ciudad que está
en medio de la vaguada, y todo el llano hasta Medbá;
17 Jesbón con todas las ciudades situadas en el llano: Dibón, Bamot, Baal, Bet Baal Meón,
18 Yahás, Quedemot, Mefaat,
19 Quiryatáyim, Sibmá, y Seret Hassajar, en el monte del valle;
20 Bet Peor, las laderas del Pisgá, Bet Hayesimot,
21 todas las ciudades del llano y todo el reino de Sijón, rey de los amorreos, que reinó en Jesbón
y a quien venció Moisés, igual que a los príncipes de Madián: Eví, Réquem, Sur, Jur, Rebá, vasallos
de Sijón, que habitaban en el país.
22 Al adivino Balaam, hijo de Beor, los israelitas lo habían pasado a cuchillo con otras víctimas.
23 Así el territorio de los rubenitas llegaba hasta el Jordán. Esta fue la heredad de los hijos de
Rubén por clanes: las ciudades y sus aldeas.
La tribu de Gad
24 A la tribu de Gad, a los hijos de Gad, había dado Moisés una parte conforme a sus clanes.
25 Su territorio fue Yazer, todas las ciudades de Galaad, la mitad del país de los ammonitas hasta
Debar;
27 y en el valle: Bet Jaram, Bet Nimrá, Sukkot, Safón - el resto del reino de Sijón, rey de Jesbón -,
el Jordán y el territorio hasta la punta del mar de Kinnéret, al lado oriental del Jordán.
28 Esta fue la heredad de los hijos de Gad por clanes: las ciudades y sus aldeas.
La mitad de la tribu de Manasés
29 A la media tribu de Manasés le había dado Moisés una parte conforme a sus clanes.
30 Su territorio comprendía, desde Majanáyim, todo el Basán, todos los Aduares de Yaír en
Basán: sesenta ciudades;
31 la mitad de Galaad, Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og en Basán. Pasaron a ser de los
hijos de Makir, hijo de Manasés, de la mitad de los hijos de Makir por clanes.
32 Esto fue lo que repartió en heredad Moisés en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al
oriente de Jericó.
33 Pero Moisés no dio heredad a la tribu de Leví: Yahveh, el Dios de Israel, es su heredad, como
se lo había dicho.
El territorio asignado a las tribus de la Cisjordania
Josué 14
1 Esto es lo que recibieron como heredad los israelitas en el país de Canaán, lo que les
repartieron como heredad el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, y los cabezas de familia de las
tribus de Israel.
2 El reparto para las nueve tribus de Israel y la media tribu se hizo a suertes, como Yahveh había
«Ya sabes lo que le dijo Yahveh a Moisés, el hombre de Dios, de ti y de mí en Cadés Barnea.
7 Cuarenta años tenía yo cuando Moisés, siervo de Yahveh, me envió de Cadés Barnea a explorar
Yahveh mi Dios.
9 Aquel día Moisés hizo este juramento: “Te juro que la tierra que ha hollado tu pie será heredad
tuya y de tus hijos para siempre. Porque has sido fiel a Yahveh mi Dios.”
10 Pues ahora mira cómo Yahveh me ha conservado con vida según lo prometió. Hace 45 años
que Yahveh le dijo esto a Moisés, cuando Israel iba por el desierto, y ahora tengo 85 años.
11 Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Conservo todo mi vigor de
anaquitas y ciudades grandes y fuertes. Si Yahveh está conmigo, los expulsaré, como me prometió
Yahveh.»
13 Josué bendijo a Caleb, hijo de Yefunné, y le dio Hebrón por heredad.
14 Por eso Hebrón sigue siendo hasta el día de hoy heredad de Caleb, hijo de Yefunné el
1 La suerte que tocó a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus clanes cayó hacia la frontera
de Edom, desde el desierto de Sin hacia el mediodía hasta Cadés en el extremo sur.
2 Su límite meridional partía del extremo del mar de la Sal, desde la lengua que da hacia el sur;
3 luego se dirigía por el sur de la subida de los Escorpiones, pasaba hacia Sin y subía por el sur
de Cadés Barnea; pasando por Jesrón, subía hacia Adar y volvía a Carcá;
4 pasaba por Asmón, iba hacia el torrente de Egipto y venía a salir al mar. Esa será vuestra
frontera por el sur.
5 Al oriente el límite era el mar de la Sal hasta la desembocadura del Jordán. La frontera por el
lado norte partía de la lengua de mar que hay en la desembocadura del Jordán.
6 El límite subía a Bet Joglá, pasaba al norte de Bet Haarabá y subía hasta la Peña de Boján, hijo
de Rubén.
7 El límite subía desde el valle de Akor hasta Debir y volvía al norte hacia el círculo de piedras
que hay enfrente de la subida de Adummim, que está al sur del Torrente. El límite pasaba hacia las
aguas de En Semes y venía a salir a En Roguel.
8 Subía después por el valle de Ben Hinnom, por el sur, al Hombro del Jebuseo, es decir,
Jerusalén; subía el límite por el oeste a la cima del monte que hay frente al valle de Hinnom, al
extremo norte del valle de los Refaím.
9 El límite torcía de la cumbre del monte hacia la fuente de agua de Neftoaj y seguía hacia las
ciudades del monte Efrón para torcer en dirección a Baalá, o sea, Quiryat Yearim.
10 De Baalá, el límite doblaba por el oeste hacia el monte Seír y, pasando por la vertiente norte
del monte Yearim, o sea Kesalón, bajaba a Bet Semes, pasaba a Timná,
11 iba hacia el lado norte de Ecrón, doblaba hacia Sikkarón, pasaba por el monte de Baalá, salía
por Yabneel. La frontera terminaba en el mar.
12 El límite occidental era el mar Grande. Este era el límite que rodeaba el territorio de los hijos
de Judá por clanes.
Caleb en Hebrón
13 A Caleb, hijo de Yefunné, se le dio una parte entre los hijos de Judá, según la orden de Yahveh
a Josué: Quiryat Arbá, la ciudad del padre de Anaq, que es Hebrón.
14 Caleb echó de allí a los tres hijos de Anaq: Sesay, Ajimán y Talmay, descendientes de Anaq.
15 De allí se dirigió hacia los habitantes de Debir, que antiguamente se llamaba Quiryat Séfer.
16 Entonces dijo Caleb: «Al que derrote a Quiryat Séfer y la tome, le daré mi hija Aksá por
mujer.»
17 El que la tomó fue Otniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, y éste le dio su hija Aksá por
mujer.
18 Cuando iba a casa de su marido, éste le incitó a que pidiera a su padre un campo; ella se apeó
Etam, Culón, Tatam, Sores, Karem, Gallim, Béter, Manaj: once ciudades con sus aldeas.
60 Quiryat Baal, que es Quiryat Yearim, y Harabbá: dos ciudades con sus aldeas.
61 En el desierto: Bet Haarabá, Middin, Sekaká,
62 Nibsán, la ciudad de la Sal y Engadí: seis ciudades con sus aldeas.
63 Pero los hijos de Judá no pudieron echar a los jebuseos que ocupaban Jerusalén. Por eso los
jebuseos siguen habitando en Jerusalén junto a los hijos de Judá hasta el día de hoy.
La tribu de Efraím
Josué 16
1 La suerte que tocó a los hijos de José comenzaba, por el lado oriental, en el Jordán, a la altura
de Jericó (las aguas de Jericó), en el desierto que sube de Jericó a la montaña de Betel;
2 siguiendo de Betel a Luz, pasaba hacia la frontera de los arquitas por Atarot;
3 bajaba después al oeste hacia la frontera de los yafletitas, hasta Guézer, y venía a salir al mar.
4 Esta fue la heredad de los hijos de José, Manasés y Efraím.
5 Límite de los hijos de Efraím por clanes: el límite de su heredad era por el este Atrot Arak hasta
Josué 17
primogénito de Manasés y padre de Galaad, como era hombre de guerra, le tocó Galaad y Basán;
2 y a los otros hijos de Manasés, según sus clanes: a los hijos de Abiezer, a los hijos de Jeleq, a
los hijos de Asriel, a los hijos de Sekem, a los hijos de Jéfer, a los hijos de Semidá, estos eran los
hijos varones de Manasés, hijo de José, por clanes.
3 Pero Selofjad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Makir, hijo de Manasés, no tenía hijos; sólo
tenía hijas. Sus hijas se llamaban: Majlá, Noá, Joglá, Milká y Tirsá.
4 Estas se presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué, hijo de Nun, y ante los principales, y
dijeron: «Yahveh ordenó a Moisés que nos diera una heredad entre nuestros hermanos.» Les dio,
pues, según la orden de Yahveh, una heredad entre los hermanos de su padre.
5 Tocaron a Manasés diez porciones además del país de Galaad y de Basán, situado en
Transjordania,
6 pues las hijas de Manasés obtuvieron una heredad entre sus hijos. El país de Galaad pertenecía a
más que una suerte, una sola porción, siendo tan numeroso como soy porque Yahveh me ha
bendecido?»
15 Josué respondió: «Si eres un pueblo tan numeroso sube a los bosques y corta para ti el de la
región de los perizitas y de los refaítas, pues la montaña de Efraím es demasiado estrecha para ti.»
16 Los hijos de José respondieron: «La montaña no nos basta, y todos los cananeos que habitan
en el llano tienen carros de hierro, lo mismo los de Bet Seán y sus filiales que los de la llanura de
Yizreel.»
17 Josué dijo a la casa de José, a Efraím y a Manasés: «Eres un pueblo grande y tienes mucha
región resultante; y expulsarás al cananeo, aunque tiene carros de hierro y es muy fuerte.»
La distribución del territorio en Silo
Josué 18
1 Toda la comunidad de los israelitas se reunió en Silo, donde alzaron la Tienda del Encuentro;
heredad; y Gad, Rubén y la media tribu de Manasés, han recibido ya al lado oriental del Jordán, la
heredad que les dio Moisés, siervo de Yahveh.»
8 Los hombres se pusieron en camino. Josué dio esta orden a los que iban a hacer la descripción
del país: «Id, recorred el país y describidlo, y después volved donde mí; yo os haré el sorteo de la
tierra aquí delante de Yahveh, en Silo.»
9 Fueron los hombres, recorrieron la comarca, y la describieron ciudad por ciudad, en siete
partes, en un escrito que llevaron a Josué, al campamento de Silo.
10 Josué les echó suertes en Silo, delante de Yahveh, y repartió allí la tierra entre los israelitas,
conforme a sus particiones.
La tribu de Benjamín
11 Tocó una suerte a la tribu de los hijos de Benjamín por clanes: los límites de su suerte
resultaron comprendidos entre los de los hijos de Judá y los de los hijos de José.
12 Su límite, por el lado norte, partía del Jordán, subía por el flanco norte de Jericó, hasta
alcanzar la montaña hacia el oeste, y venía a salir al desierto de Bet Avén.
13 De allí pasaba el límite hacia Luz, por el flanco sur de Luz, que es Betel, y bajaba a Atrot
Addar sobre el monte que está al sur de Bet Jorón de Abajo.
14 Torcía el límite y volvía por el oeste hacia el sur, desde el monte que está al lado meridional
de Bet Jorón, para ir a salir hacia Quiryat Baal, que es Quiryat Yearim, ciudad de los hijos de Judá.
Ese era el lado oeste.
15 Y el lado sur: desde el extremo de Quiryat Yearim, el límite seguía hacia Gasín y salía cerca de
la fuente de las aguas de Neftóaj,
16 luego bajaba hacia el extremo del monte que está frente al valle de Ben Hinnom, al norte del
valle de Refaím, bajaba al valle de Hinnom por el flanco sur del jebuseo y seguía bajando hasta En
Roguel.
17 Doblaba luego por el norte, salía en En Semes y salía hacia el círculo de piedras que hay frente
a la subida de Adummim; bajaba a la Peña de Boján, hijo de Rubén;
18 pasaba luego hacia la vertiente de Bet Haarabá por el norte y bajaba hacia la Arabá;
19 pasaba el límite hacia la pendiente de Bet Joglá al norte, e iba a dar el límite a la lengua
septentrional del mar de la Sal, en el extremo sur del Jordán. Ese era el límite meridional.
20 El Jordán era el límite del lado oriental. Esa fue la heredad de los hijos de Benjamín,
Quesís;
22 Bet Haarabá, Semaráyim, Betel;
23 Avvim, Pará, Ofrá;
24 Kefar Haamoní, Ofní, Gabá: doce ciudades con sus aldeas.
25 Gabaón, Ramá, Beerot,
26 Mispé, Kefirá, Mosá;
27 Réquem, Yirpeel, Taralá;
28 Sela Haalef, el Jebuseo, es decir Jerusalén, Guibeá y Quiryat: catorce ciudades con sus aldeas.
Esa fue la heredad de los hijos de Benjamín, por clanes.
La tribu de Simeón
Josué 19
1 La segunda suerte cayó a Simeón, a la tribu de los hijos de Simeón, por clanes: su heredad
estaba en medio de la heredad de los hijos de Judá.
2 Les correspondió como heredad: Berseba, Semá, Moladá;
3 Jasar Sual, Balá, Esem;
4 Eltolad, Betul, Jormá;
5 Siquelag, Bet Hammarkabot; Jasar Susá;
6 Bet Lebaot y Sarujem: trece ciudades y sus aldeas;
7 Ayín, Rimmón, Eter y Asán; cuatro ciudades y sus aldeas.
8 Adémas todas las aldeas de los alrededores de estas ciudades hasta Baalat Beer, Ramá del
Négueb. Esa fue la heredad de la tribu de los hijos de Simeón, por clanes.
9 La heredad de los hijos de Simeón se tomó de la porción de los hijos de Judá, porque la parte
de los hijos de Judá era demasiado grande para ellos. Los hijos de Simeón recibieron, pues, su
heredad en medio de la heredad de los hijos de Judá.
La tribu de Zabulón
10 La tercera suerte tocó a los hijos de Zabulón, por clanes: el límite de su heredad se extendía
hasta Sadud;
11 su límite subía al occidente hacia Maraalá y tocaba en Dabbéset y luego en el torrente que hay
frente a Yoqneam.
12 De Sadud volvía el límite hacia el este, hacia la salida del sol, hasta el límite de Kislot Tabor,
La tribu de Isacar
17 La cuarta suerte tocó a Isacar, a los hijos de Isacar, por clanes.
18 Su territorio se extendía hasta Yizreel y comprendía Kesulot y Sunem;
19 Jafaráyim, Sión, Anajarat,
20 Daberat, Quisyón, Ebes;
21 Rémet y En Gannim, En Jaddá y Bet Passés.
22 Su límite tocaba en el Tabor, en Sajasima y en Bet Semes, y el límite terminaba en el Jordán;
La tribu de Aser
24 La quinta suerte tocó a la tribu de los hijos de Aser, por clanes.
25 Su territorio comprendía: Jelcat, Jalí, Beten, Aksaf,
26 Alammélek, Amad, Misal; tocaba en el Carmelo por el oeste y en el curso del Libnat;
27 volvía luego hacia la salida del sol hasta Bet Dagón y tocaba por el norte en Zabulón y en el
valle de Yiftaj El, y Bet Haemeq y Neiel, yendo a parar hacia Kabul por la izquierda con
28 Abdón, Rejob, Jammón y Caná hasta Sidón la Grande.
29 El límite volvía a Ramá y hasta la plaza fuerte de Tiro y hasta Josá, e iba a terminar en el mar.
Majaleb, Akzib,
30 Akko, Afeq, Rejob: veintidós ciudades con sus aldeas.
31 Esa fue la heredad de la tribu de los hijos de Aser, por clanes: esas ciudades y sus aldeas.
La tribu de Neftalí
32 A los hijos de Neftalí les tocó la sexta suerte; a los hijos de Neftalí, por clanes:
33 su límite iba de Jélef y de la Encina de Saanannim y Adamí Hannéqueb y Yabneel hasta
La tribu de Dan
40 A la tribu de los hijos de Dan, por clanes, tocó la séptima suerte.
41 El territorio de su heredad comprendía: Sorá, Estaol, Ir Simes.
42 Saalbim, Ayyalón, Silatá;
43 Elón, Timná, Ecrón,
44 Eltequé, Guibbetón, Baalat;
45 Azor, Bené Beraq, Gat Rimmón;
46 y hacia el mar Yeraqón con el territorio de enfrente de Joppe.
47 Pero el territorio de los hijos de Dan quedaba fuera de su poder. Por eso, los hijos de Dan
subieron a atacar a Lésem; la tomaron y la pasaron a cuchillo. Tomada la ciudad, se establecieron en
ella y a Lésem la llamaron Dan, del nombre de Dan su padre.
48 Esa fue la heredad de la tribu de los hijos de Dan, por clanes: esas ciudades y sus aldeas.
La propiedad hereditaria de Josué
49 Acabaron, pues, de sortear el país con sus límites. Y los israelitas dieron a Josué, hijo de Nun,
sortearon entre las tribus de Israel en Silo, en presencia de Yahveh, a la entrada de la Tienda del
Encuentro; y así se terminó el reparto de la tierra.
Las ciudades de refugio
Josué 20
1271 Yahveh dijo a Josué:
2 «Habla a los israelitas y diles: Señalaos las ciudades de asilo de las que os hablé por medio de
Moisés,
3 a las que pueda huir el homicida que haya matado a alguien por inadvertencia (sin querer), y
expondrá su caso a los ancianos de la ciudad. Estos le admitirán en su ciudad y le señalarán una casa
para que habite con ellos.
5 Si el vengador de la sangre le persigue, no le entregarán al homicida en su manos, pues ha
herido a su prójimo sin querer, y no le tenía odio anteriormente.
6 El homicida habrá de permanecer en la ciudad, hasta que comparezca en juicio ante la
comunidad, hasta la muerte del Sumo Sacerdote que esté en funciones por aquel tiempo. Entonces el
homicida podrá volver a sus ciudad y a su casa, a la ciudad de la que huyó.»
7 Consagraron: Quedes en Galilea, en la montaña de Neftalí, Siquem en la montaña de Efraím,
Quiryat Arbá, o sea Hebrón, en la montaña de Judá.
8 En Transjordania, al oriente de Jericó, se designó Béser, de la tribu de Rubén, en el desierto, en
el llano; Ramot en Galaad, de la tribu de Gad, y Golán en Basán, de la tribu de Manasés.
9 Estas son las ciudades designadas para todos los israelitas, así como para el forastero residente
entre ellos, para que pueda refugiarse en ellas cualquiera que haya matado a alguien por
inadvertencia, y no muera a manos del vengador de la sangre, hasta que comparezca ante la
comunidad.
Las ciudades levíticas
Josué 21
1272 Se acercaron los cabezas de familia de los levitas al sacerdote Eleazar, a Josué, hijo de Nun,
y a los cabezas de familia de las tribus de Israel,
2 cuando estaban en Silo, en tierra de Canaán, y les dijeron: «Yahveh ordenó por medio de
Moisés que se nos dieran ciudades donde residir, con sus pastos para nuestro ganado.»
3 Los israelitas, conforme a la orden de Yahveh, dieron a los levitas, de su heredad, las siguientes
Zabulón.
8 Los israelitas dieron a los levitas por suertes esas ciudades y sus pastos, como Yahveh había
ordenado por boca de Moisés.
Las ciudades de los quehatitas
9 De la tribu de Judá y de la tribu de Simeón les dieron las ciudades que se nombran a
continuación;
10 esta fue la parte de los hijos de Aarón, pertenecientes al clan quehatita, de los hijos de Leví;
porque la primera suerte fue para ellos.
11 Les dieron Quiryat Arbá (ciudad del padre de Anaq), o sea Hebrón, en la montaña de Judá, con
los pastos circundantes.
12 Pero la campiña de esta ciudad con sus aldeas se la dieron en propiedad a Caleb, hijo de
Yefunné.
13 A los hijos del sacerdote Aarón les dieron, como ciudad de asilo para los homicidas, Hebrón
con sus pastos, y además Libná y sus pastos,
14 Yattir con sus pastos, Estemoa con sus pastos
15 Jolón con sus pastos, Debir con sus pastos,
16 Asan con sus pastos, Yutta con sus pastos, Bet Semes con sus pastos: nueve ciudades de esas
dos tribus.
17 De la tribu de Benjamín, Gabaón y sus pastos, Gueba y sus pastos,
18 Anatot y sus pastos, Almón y sus pastos: cuatro ciudades.
19 Total de las ciudades de los sacerdotes hijos de Aarón: trece ciudades con sus pastos.
20 A los clanes de los hijos de Quehat, a los levitas restantes entre los hijos de Quehat, les tocaron
en suerte ciudades de la tribu de Efraím.
21 Se les dio, como ciudad de asilo para los homicidas, Siquem con sus pastos, en la montaña de
ciudad de asilo para los homicidas, Golán en Basán con sus pastos, y Astarot con sus pastos: dos
ciudades.
28 De la tribu de Isacar, Quisyón con sus pastos, Daberat con sus pastos
29 Yarmut con sus pastos, En Gannim con sus pastos: cuatro ciudades.
30 De la tribu de Aser, Misal con sus pastos, Abdón con sus pastos,
31 Jelcat con sus pastos, Rejob con sus pastos: cuatro ciudades.
32 De la tribu de Neftalí, como ciudad de asilo para los homicidas, Quedes en Galilea con sus
pastos, Jammot Dor con sus pastos, Raqcat con sus pastos: tres ciudades.
33 Total de ciudades de los guersonitas, por clanes: trece ciudades con sus pastos.
Las ciudades de los meraritas
34 A los clanes de los hijos de Merarí, al resto de los levitas: de la tribu de Zabulón: Yoqneam con
en el desierto, en el llano, con sus pastos, y además Yahás con sus pastos,
37 Quedemot con sus pastos, Mefaat con sus pastos: cuatro ciudades.
38 De la tribu de Gad, como ciudad de asilo para los homicidas, Ramot en Galaad, y Majanáyim
39 Jesbón con sus pastos, Yazer con sus pastos: cuatro ciudades.
40 Total de ciudades asignadas por suerte a los hijos de Merarí, por clanes, es decir, al resto de
sus pastos.
42 Cada una de las ciudades comprendía la ciudad y los pastos circundantes. Así todas las
ciudades mencionadas.
Conclusión general
43 Yahveh dio a los israelitas toda la tierra que había jurado dar a sus padres. La ocuparon y se
establecieron en ella.
44 Yahveh les concedió paz en todos sus confines, tal como había jurado a sus padres, y ninguno
de sus enemigos pudo hacerles frente. Yahveh entregó a todos sus enemigos en sus manos.
45 No falló una sola de todas las espléndidas promesas que Yahveh había hecho a la casa de
Josué 22
que améis a Yahveh vuestro Dios, que sigáis siempre sus caminos, que guardéis sus mandamientos y
os mantengáis unidos a él y le sirváis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.»
6 Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas.
7 Moisés había dado a la media tribu de Manasés su parte en Basán; a la otra media se la dio
Josué entre sus hermanos, al lado occidental del Jordán. Cuando los mandó Josué a sus tiendas, les
dio la bendición
8 y les dijo: «Volvéis a vuestras tiendas con grandes riquezas, rebaños numerosos, plata, oro,
bronce, hierro y gran cantidad de vestidos; repartid con vuestros hermanos el botín de vuestros
enemigos.»
El altar levantado a orillas del Jordán
9 Los rubenitas y los gaditas, con la media tribu de Manasés, se volvieron y dejaron a los
israelitas en Silo, en la tierra de Canaán, para volver a la tierra de Galaad, tierra de su propiedad
donde se habían establecido según la orden de Yahveh dada por medio de Moisés.
10 Cuando llegaron a los círculos de piedras del Jordán, en tierra de Canaán, los rubenitas y los
gaditas y la media tribu de Manasés levantaron allí un altar a orillas del Jordán, un altar de grandioso
aspecto.
11 Se enteraron los israelitas y dijeron: «Mirad, los rubenitas, los gaditas y la media tribu de
Manasés han levantado ese altar, frente al país de Canaán, junto a los círculos de piedras del Jordán,
del lado de los israelitas.»
12 Al oír esto los israelitas, se reunió en Silo toda la comunidad de los israelitas para hacerles
guerra.
13 Los israelitas enviaron donde los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, al país de
Galaad, al sacerdote Pinjás, hijo de Eleazar
14 y a diez principales con él, un principal por cada familia, por cada tribu de Israel: cada uno de
ellos era cabeza de su familia en los clanes de Israel.
15 Cuando llegaron donde los rubenitas, los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés, al
cometido contra el Dios de Israel, apartándoos hoy de Yahveh, al construiros un altar, rebelándoos
hoy contra Yahveh?
17 «¿No teníamos bastante con el crimen de Peor, del que hoy todavía no hemos acabado de
Yahveh, donde ha fijado su morada, y estableceos entre nosotros. Pero no os rebeléis contra Yahveh,
ni nos arrastréis en vuestra rebeldía al construiros un altar aparte del altar de Yahveh nuestro Dios.
20 ¿No prevaricó Akán, hijo de Zéraj, en el anatema, y la Cólera alcanzó a toda la comunidad de
Israel, aunque él no era más que un solo individuo? ¿No murió por su crimen?»
La respuesta de las tribus de la Transjordania
21 Respondieron los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés y dijeron a los jefes de los
clanes de Israel:
22 «El Dios de los dioses, Yahveh, el Dios de los dioses, Yahveh, lo sabe bien, y que lo sepa
también Israel: si ha habido por nuestra parte rebelión o prevaricación contra Yahveh, que no nos
salve hoy;
23 y si hemos levantado un altar para apartarnos de Yahveh y para ofrecer en él holocausto y
oblación o para hacer sobre él sacrificios de comunión, que Yahveh nos lo demande.
24 En verdad, lo hemos hecho así por preocupación y razonadamente, diciéndonos: El día de
mañana podrían decir vuestros hijos a los nuestros: “¿Qué tenéis que ver vosotros con Yahveh el
Dios de Israel?
25 Yahveh ha puesto entre nosotros y vosotros, rubenitas y gaditas, la frontera del Jordán. No
tenéis parte con Yahveh.” Así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejaran de temer a Yahveh.
26 «Y nos hemos dicho: Vamos a construir este altar, pero no para holocaustos, ni sacrificios,
27 sino para que sea testigo entre nosotros y vosotros y entre nuestros descendientes después de
nosotros, de que rendimos culto a Yahveh en su presencia con nuestros holocaustos, nuestras víctimas
y nuestros sacrificios de comunión. Así no podrán decir mañana vuestros hijos a los nuestros: “No
tenéis parte con Yahveh.”
28 No hemos dicho: Si llega a suceder que nos hablen así a nosotros o el día de mañana a
nuestros descendientes, les podremos responder: “Mirad la edificación del altar de Yahveh que
hicieron nuestros padres, no para ofrecer holocaustos ni sacrificios, sino como testigo entre nosotros
y vosotros.”
29 Lejos de nosotros rebelarnos contra Yahveh y desertar hoy de su servicio, levantando, para
ofrecer en él holocaustos, oblaciones o sacrificios, un altar aparte del altar de Yahveh nuestro Dios
erigido delante de su morada.»
El restablecimiento de la paz entre las tribus
30 Cuando el sacerdote Pinjás, los principales de la comunidad y los jefes de los clanes de Israel
que le acompañaban, oyeron las palabras pronunciadas por los gaditas, los rubenitas y los manasitas,
les pareció bien.
31 Y el sacerdote Pinjás, hijo de Eleazar, dijo a los rubenitas, los gaditas y los manasitas: «Ahora
reconocemos que Yahveh está en medio de nosotros, pues no habéis cometido tan grande
prevaricación contra él. Así habéis salvado a los israelitas de la mano de Yahveh.»
32 El sacerdote Pinjás, hijo de Eleazar, y los principales, dejando a los rubenitas y a los gaditas,
volvieron del país de Galaad al de Canaán, a donde los israelitas, y les dieron la respuesta.
33 La cosa pareció bien a los israelitas: los israelitas dieron gracias a Dios y no hablaron más de
hacerles la guerra y devastar el territorio habitado por los rubenitas y los gaditas.
34 Los rubenitas y gaditas llamaron al altar..., porque decían: «Será testigo entre nosotros de que
Yahveh es Dios.»
Las últimas recomendaciones de Josué al pueblo
Josué 23
1 Sucedió, mucho tiempo después de que Yahveh concediera a Israel la paz de todos los enemigos
todos estos pueblos; pues Yahveh vuestro Dios era el que combatía por vosotros.
4 Mirad, yo os he dado por suertes, como heredad para vuestras tribus, esos pueblos que quedan
por conquistar, así como todos los pueblos que yo exterminé desde el Jordán hasta el mar Grande de
occidente.
5 Yahveh mismo, vuestro Dios, los arrojará delante de vosotros, los expulsará de delante de
vosotros, y vosotros tomaréis posesión de su tierra, como os lo ha prometido Yahveh vuestro Dios.
6 «Esforzaos mucho en guardar y cumplir todo lo que está escrito en el libro de la Ley de
de sus dioses ni juraréis por ellos, no les serviréis ni os postraréis ante ellos,
8 sino manteneos unidos a Yahveh vuestro Dios, como habéis hecho hasta el día de hoy.
9 Yahveh ha arrojado de vuestra presencia a pueblos numerosos y fuertes, y nadie os ha podido
resistir hasta el presente.
10 Uno solo de vosotros perseguía a mil, porque Yahveh mismo, vuestro Dios, peleaba por
dioses, y os postráis ante ellos, la ira de Yahveh se encenderá contra vosotros y desapareceréis
rápidamente de la espléndida tierra que os ha dado.»
La asamblea de Siquem
Josué 24
1 Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquem, llamó a los ancianos de Israel, a sus jefes,
jueces y escribas que se situaron en presencia de Dios.
2 Josué dijo a todo el pueblo: «Esto dice Yahveh el Dios de Israel: Al otro lado del Río habitaban
antaño vuestros padres, Téraj, padre de Abraham y de Najor, y servían a otros dioses.
3 Yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del Río y le hice recorrer toda la tierra de
Canaán, multipliqué su descendencia y le di por hijo a Isaac.
4 A Isaac le di por hijos a Jacob y Esaú. A Esaú le di en propiedad la montaña de Seír. Jacob y sus
hizo volver sobre ellos el mar, que los cubrió. Visteis con vuestros propios ojos lo que hice con
Egipto; luego habitasteis largo tiempo en el desierto.
8 Os introduje después en la tierra de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán; ellos
os declararon la guerra y yo los entregué en vuestras manos; y así pudisteis poseer su tierra, porque
yo los exterminé delante de vosotros.
9 Después se levantó Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab, para pelear contra Israel, y mandó
llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera.
10 Pero no quise escuchar a Balaam, y hasta tuvo que bendeciros; así os salvé yo de su mano.
11 «Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó; pero las gentes de Jericó os hicieron la guerra, igual
que los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los guirgasitas, los jivitas y los jebuseos,
pero yo los entregué en vuestras manos.
12 Mandé delante de vosotros avispas que expulsaron, antes que llegarais, a los dos reyes de los
amorreos; no fue con tu espada ni con tu arco.
13 Os he dado una tierra que no os ha costado fatiga, unas ciudades que no habéis construido y en
las que sin embargo habitáis, viñas y olivares que no habéis plantado y de las que os alimentáis.
14 «Ahora, pues, temed a Yahveh y servidle perfectamente, con fidelidad; apartaos de los dioses a
los que sirvieron vuestros padres más allá del Río y en Egipto y servid a Yahveh.
15 Pero, si no os parece bien servir a Yahveh, elegid hoy a quién habéis de servir, o a los dioses a
quienes servían vuestros padres más allá del Río, o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis
ahora. Yo y mi familia serviremos a Yahveh.»
16 El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar a Yahveh para servir a otros dioses.
17 Porque Yahveh nuestro Dios es el que nos hizo subir, a nosotros y a nuestros padres, de la
tierra de Egipto, de la casa de servidumbre, y el que delante de nuestros ojos obró tan grandes señales
y nos guardó por todo el camino que recorrimos y en todos los pueblos por los que pasamos.
18 Además Yahveh expulsó delante de nosotros a todos esos pueblos y a los amorreos que
La alianza de Siquem
25 Aquél día, Josué pactó una alianza para el pueblo; le impuso decretos y normas en Siquem.
26 Josué escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios. Tomó luego una gran piedra y la
todas las palabras que Yahveh ha hablado con nosotros; ella será testigo contra vosotros para que no
reneguéis de vuestro Dios.»
28 Y Josué despidió al pueblo cada uno a su heredad.
La muerte de Josué
29 Después de estos acontecimientos, murió Josué, hijo de Nun, siervo de Yahveh, a la edad de
110 años.
30 Fue enterrado en el término de su heredad, en Timnat Séraj, que está en la montaña de Efraím,
viviendo después de Josué y que sabían todas las hazañas que Yahveh había hecho en favor de Israel.
Los restos de Josué
32 Los huesos de Josué, que los hijos de Israel habían subido de Egipto, fueron sepultados en
Siquem, en la parcela de campo que había comprado Jacob a los hijos de Jamor, padre de Siquem,
por cien pesos, y que pasó a ser heredad de los hijos de José.273
33 También Eleazar, hijo de Aarón, murió y lo enterraron en Guibeá, ciudad de su hijo Pinjás,
El libro de los JUECES nos presenta a Israel en una de las etapas más críticas de su historia. Es
el tiempo que transcurre entre la penetración de las tribus hebreas en Canaán y la instauración de la
monarquía, es decir, entre los años 1200 y 1020 a. C. El pueblo se encuentra amenazado por todas
partes. Algunos grupos cananeos, sólidamente atrincherados en sus plazas fuertes, continúan
oponiendo una tenaz resistencia. Otros invasores —especialmente los filisteos, mucho mejor
organizados y armados que Israel— luchan por adueñarse de los mismos territorios. Las tribus
israelitas se encuentran aisladas unas de otras, sin un gobierno central que pueda asegurar una firme
cohesión interna. Y la única base de la unidad nacional —la fe en el Señor, el Dios de Israel— corre
el peligro de dejarse contaminar por los seductores cultos cananeos.
En este clima de inseguridad y anarquía, se ve surgir a los héroes llamados "Jueces". Este título
tiene un sentido más amplio que el habitual entre nosotros. Los Jueces de Israel son "caudillos", que
se constituyen en defensores de la "justicia" para hacer valer el derecho conculcado. Bajo la presión
de un grave peligro, se ponen al frente de una o varias tribus y liberan a sus hermanos de la opresión
a que estos han sido sometidos. Su autoridad no es estable, sino transitoria y excepcional. Una vez
concluida la acción militar, vuelven a su vida ordinaria, aunque el prestigio adquirido con sus
hazañas les asegura a veces una cierta preeminencia sobre las tribus liberadas.
Por su origen, su carácter y su condición social, estos caudillos y libertadores difieren
considerablemente unos de otros. Pero tienen un rasgo común: todos actúan bajo el impulso del
"espíritu". El espíritu del Señor se manifiesta siempre como una fuerza divina, que irrumpe
súbitamente, se posesiona de ellos y los mueve a realizar proezas que están por encima de sus
capacidades naturales. De allí que a los protagonistas de estas gestas guerreras se los pueda llamar
con razón líderes "carismáticos".
Los héroes del libro de los Jueces viven en una época de costumbres rudas e incluso bárbaras.
La traición de Ejud, el asesinato de Sísara, la masacre de Abimélec, el sacrificio de la hija de Jefté y
las aventuras amorosas de Sansón reflejan una moral que no es la del Evangelio. Pero estos viejos
relatos no están exentos de grandeza. En ellos se vislumbra la pujanza de un pueblo que lucha por
sobrevivir y mantener su identidad en medio de circunstancias adversas. Y se descubre, sobre todo, la
acción del Señor, que guía y defiende a Israel, a pesar de sus miserias y claudicaciones.
INTRODUCCIONES
Dos Introducciones sirven de prólogo a la historia de los Jueces propiamente dicha. La primera,
de carácter histórico, describe sumariamente la instalación de las tribus israelitas en Canaán. La
ocupación es lenta, las tribus actúan casi siempre separadamente y los triunfos se alternan con las
derrotas. Esta presentación de los hechos completa y matiza la "epopeya" relatada en el libro de
Josué, donde la penetración de todo Israel en la Tierra prometida aparece como una conquista rápida,
unificada y total.
La segunda Introducción —inspirada en la enseñanza del Deuteronomio— expone una visión de
conjunto sobre la época de los Jueces, desde una perspectiva religiosa. Dicha visión es presentada
mediante un esquema cíclico, que se desarrolla en cuatro tiempos: Israel cae en la idolatría y el Señor
lo entrega en manos de sus enemigos; la opresión lleva al arrepentimiento y el Señor responde al
clamor de su Pueblo, suscitando un "salvador". Una vez completado el ciclo, el proceso vuelve a
repetirse con la misma regularidad (6. 1-6; 10. 6-16).
A pesar de su esquematismo, esta sucesión de infidelidad y castigo, de súplica y liberación, pone
bien de relieve la crisis que sacudió a Israel al entrar en contacto con los pueblos cananeos. Muchos
israelitas, sin renunciar por completo a la fe en el Dios de sus padres, comenzaron a rendir culto a los
dioses del país. Este sincretismo religioso ponía en peligro la unidad nacional y hacía a Israel más
vulnerable a los ataques de sus enemigos.
LA PENETRACIÓN DE LOS ISRAELITAS EN
CANAÁN
La ocupación progresiva de Canaán: la campaña de Judá contra los cananeos
Jueces 1
1 Después de la muerte de Josué, los israelitas hicieron esta consulta a Yahveh: «¿Quién de
nosotros subirá el primero a combatir a los cananeos?»
2 Yahveh respondió: «Subirá Judá, he puesto el país en sus manos.»
3 Judá dijo a su hermano Simeón: «Sube conmigo al territorio que me ha tocado; atacaremos al
cananeo; y luego yo también iré contigo a tu territorio.» Y Simeón marchó con él.274
4 Subió Judá; Yahveh puso en sus manos a los cananeos y a los perizitas, y derrotaron en Bezeq a
10.000 hombres.
5 Habiendo encontrado en Bezeq a Adoni Bézeq, le atacaron y derrotaron a los cananeos y a los
perizitas.
6 Huyó Adoni Bézeq, pero le persiguieron, le capturaron y le cortaron los pulgares de manos y
pies.
7 Y Adoni Bézeq dijo: «Setenta reyes, con los pulgares de manos y pies cortados, andaban
recogiendo migajas bajo mi mesa. Según lo que yo hice, así me ha pagado Dios.» Le llevaron a
Jerusalén, y allí murió.
8 (Los hijos de Judá atacaron a Jerusalén, la tomaron, la pasaron a cuchillo y prendieron fuego a
la ciudad).275
La conquista de Hebrón
9 Después, los hijos de Judá bajaron a atacar a los cananeos, que ocupaban la Montaña, el Négueb
y la Tierra Baja.
10 Luego Judá marchó contra los cananeos que habitaban en Hebrón - el nombre de Hebrón era
mujer.
14 Cuando ella vino donde el marido, le incitó a que pidiera a su padre un campo. Ella se apeó del
las Palmeras al desierto de Judá, que está en el Négueb de Arad, y fueron a habitar con el pueblo.
17 Judá se fue con su hermano Simeón, derrotaron a los cananeos que habitaban en Sefat y
Anaq.
21 Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén; por eso los
jebuseos siguen habitando en Jerusalén con los hijos de Benjamín, hasta el día de hoy.
La conquista de Betel
22 También la casa de José subió a Betel; Yahveh estuvo con ella.278
23 La casa de José hizo una exploración por Betel. (Antes la ciudad se llamaba Luz.)
24 Los espías vieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: «Indícanos la entrada de la
ciudad y te lo agradeceremos.»
25 El les enseñó la entrada de la ciudad: la pasaron a cuchillo, y dejaron libre a aquel hombre con
toda su familia.
26 El hombre se fue al país de los hititas y construyó una ciudad, a la que llamó Luz. Es el
nombre que tiene hasta la fecha.
Conquistas y fracasos de las tribus del Norte
27 Manasés no se apoderó de Bet Seán y sus filiales, ni de Tanak y sus filiales. No expulsó a los
habitantes de Dor y sus filiales, ni a los de Yibleam y sus filiales, ni a los de Meguiddó y sus filiales:
los cananeos siguieron ocupando el territorio.
28 Sin embargo, cuando Israel cobró más fuerza, sometió a los cananeos a tributo, aunque no
llegó a expulsarlos.
29 Tampoco Efraím expulsó a los cananeos que habitaban en Guézer, de manera que los cananeos
Afiq, ni de Rejob.
32 Los aseritas se establecieron, pues, entre los cananeos que habitaban en el país, porque no los
expulsaron.
33 Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet Semes, ni a los de Bet Anat, y se estableció entre los
cananeos que habitaban en el país; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sus
tributarios.
34 Los amorreos rechazaron hacia la montaña a los hijos de Dan sin dejarles bajar a la llanura.
35 Los amorreos se mantuvieron en Har Jéres, en Ayyalón y en Saalbim, pero luego pesó sobre
arriba.)
Oráculo del Señor en Bojím
Jueces 2
1 El Ángel de Yahveh subió de Guilgal a Betel y dijo: «Yo os hice subir de Egipto y os introduje
en la tierra que había prometido con juramento a vuestros padres. Yo dije: “No romperé jamás mi
alianza con vosotros.
2 Pero vosotros no pactaréis con los habitantes de este país; sino que destruiréis sus altares.” Pero
no habéis escuchado mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto?
3 Por eso os digo: No los arrojaré delante de vosotros; serán vuestros opresores y sus dioses una
trampa para vosotros.»
4 Así que el Ángel de Yahveh dijo estas palabras a todos los israelitas, el pueblo se puso a llorar a
gritos.
5 Llamaron a aquel lugar Bokim, y ofrecieron allí sacrificios a Yahveh.279
VISIÓN DE CONJUNTO SOBRE EL PERÍODO DE
LOS JUECES
La muerte de Josué y de su generación
6 Josué despidió al pueblo, y los israelitas se volvieron cada uno a su heredad para ocupar la
tierra.
7 El pueblo sirvió a Yahveh en vida de Josué y de los ancianos que le sobrevivieron y que habían
sido testigos de todas las grandes hazañas que Yahveh había hecho a favor de Israel.
8 Josué, hijo de Nun, siervo de Yahveh, murió a la edad de 110 años.
9 Le enterraron en el término de su heredad, en Timnat Jeres, en la montaña de Efraím, al norte
del monte Gaás.
10 También aquella generación fue a reunirse con sus padres y les sucedió otra generación que
siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos, irritaron a Yahveh;
13 dejaron a Yahveh y sirvieron a Baal y a las Astartés.282
14 Entonces se encendió la ira de Yahveh contra Israel. Los puso en manos de salteadores que los
despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse
ante sus enemigos.
15 En todas sus campañas la mano de Yahveh intervenía contra ellos para hacerles daño, como
postraron ante ellos. Se desviaron muy pronto del camino que habían seguido sus padres, que
atendían a los mandamientos de Yahveh; no los imitaron.
18 Cuando Yahveh les suscitaba jueces, Yahveh estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus
enemigos mientras vivía el juez, porque Yahveh se conmovía de los gemidos que proferían ante los
que los maltrataban y oprimían.
19 Pero cuando moría el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres, yéndose tras de
otros dioses, sirviéndoles y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las prácticas y a la
conducta obstinada de sus padres.
La permanencia de las naciones paganas
20 Se encendió la ira de Yahveh contra el pueblo de Israel y dijo: «Ya que este pueblo ha
de Josué.
Los pueblos que subsistieron
Jueces 3
1 Estos son los pueblos que Yahveh dejó subsistir para probar con ellos a Israel, a cuantos no
dioses.
HISTORIA FRAGMENTARIA Y ANECDÓTICA DE
LOS JUECES
Después de su llegada a Canaán, las tribus israelitas tuvieron que afrontar una larga lucha para
afianzar su dominio sobre los territorios ocupados. En los momentos más críticos de esa lucha lenta y
penosa, surgieron los "salvadores" suscitados por el espíritu del Señor. El recuerdo de sus hazañas
impresionó vivamente la imaginación del pueblo, y dio origen a las tradiciones que luego fueron
recopiladas en el libro de los Jueces.
La índole de estas tradiciones es bastante diversa. A veces relatan una acción militar de cierta
envergadura, como la llevada a cabo por Débora y Barac; otras se refieren a episodios aislados, en el
ámbito de un clan, de una tribu o de un grupo reducido de tribus vecinas. Merecidamente célebres por
su calidad literaria son las tradiciones relativas a Sansón, el héroe fabuloso de fuerza sobrehumana, a
quien los filisteos no lograron vencer ni en la vida ni en la muerte.
En la redacción final del Libro, los hechos relatados ilustran la verdad que se trata de inculcar
una y otra vez a lo largo de la obra: cuando Israel es infiel al Dios de la Alianza, cae bajo el dominio
de las naciones cuyas constumbres había imitado. Sin embargo, "el Señor no abandona a su pueblo ni
deja desamparada a su herencia" (Sal. 94. 14). Con inagotable paciencia responde al clamor de su
Pueblo oprimido, y le concede generosamente el perdón y la liberación.
Otniel, vencedor de Edóm
7 Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahveh. Se olvidaron de Yahveh su Dios y
Ehúd, vencedor de Moab
12 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh; y Yahveh fortaleció a Eglón, rey
tributo;
19 pero él, al llegar a los Ídolos que hay en la región de Guilgal, volvió otra vez y dijo: «Tengo
un mensaje secreto para ti ¡oh rey!» El rey respondió: ¡Silencio!» y salieron de su presencia todos los
que estaban con él.
20 Ehúd se le acercó . El rey estaba sentado en su galería fresca particular. Ehúd le dijo: «Tengo
una palabra de Dios para ti.» El rey se levantó de su silla.
21 Ehúd alargó su mano izquierda, cogió el puñal de su cadera derecha y se lo hundió en el
vientre.
22 Detrás de la hoja entró incluso el mango, y la grasa se cerró sobre la hoja, pues Ehúd no le
sacó el puñal del vientre. Luego escapó por la ventana.
23 Ehúd salió por el pórtico; había cerrado tras de sí las puertas de la galería y echado el cerrojo.
24 Después que se fue, llegaron los criados y vieron que las puertas de la galería tenían echado el
cerrojo. Y se dijeron para sí: «Sin duda se está cubriendo los pies en el aposento de la galería fresca.»
25 Estuvieron esperando hasta quedar desconcertados, porque no acababan de abrirse las puertas
de la galería. Cogieron la llave y abrieron. Su amo yacía en tierra, muerto.
26 Mientras esperaban, Ehúd había huido: había pasado los Ídolos y se había puesto a salvo en
Hasseirá.
27 En cuanto llegó tocó el cuerno en la montaña de Efraím y los israelitas bajaron con él de la
manos.» Bajaron tras él, cortaron a Moab los vados del Jordán y no dejaron pasar a nadie.
29 Derrotaron en aquella ocasión a los de Moab; eran unos 10.000 hombres, todos fuertes y
Samgar, vencedor de los filisteos
31 Después de él vino Samgar, hijo de Anat. Derrotó a los filisteos, que eran seiscientos hombres,
con una aguijada de bueyes; él también salvó a Israel.
Débora y Baraq: la opresión de los cananeos
Jueces 4
1287 Cuando murió Ehúd los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh,
2 y Yahveh los dejó a merced de Yabín, rey de Canaán, que reinaba en Jasor. El jefe de su ejército
ordena esto Yahveh, Dios de Israel: “Vete, y en el monte Tabor recluta y toma contigo 10.000
hombres de los hijos de Neftalí y de los hijos de Zabulón.
7 Yo atraeré hacia ti al torrente Quison a Sísara, jefe del ejército de Yabín, con sus carros y sus
tropas, y los pondré en tus manos”?»289
8 Baraq le respondió: «Si vienes tú conmigo, voy. Pero si no vienes conmigo, no voy, porque no
acercó callando y le hincó la clavija en la sien hasta clavarla en tierra. El estaba profundamente
dormido, agotado de cansancio; y murió.
22 Cuando llegó Baraq persiguiendo a Sísara, Yael salió a su encuentro y le dijo: «Ven, que te voy
a mostrar al hombre que buscas.» Entró donde ella, y Sísara yacía muerto con la clavija en la sien.
23 Así humilló Dios aquel día a Yabín, rey de Canaán, ante los israelitas.
24 La mano de los israelitas fue haciéndose cada vez más pesada sobre Yabín, rey de Canaán,
Jueces 5
1290 Aquel día, Débora y Baraq, hijo de Abinoam, entonaron este cántico:
2 Al soltarse en Israel la cabellera, cuando el pueblo se ofrece voluntario, ¡bendecid a Yahveh!291
3 ¡Escuchad, reyes! ¡Prestad oídos, príncipes! yo a Yahveh, yo voy a cantar. tocaré el salterio para
La situación de Israel antes de la batalla
6 En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Yael, no había caravanas; los que hollaban
oh madre de Israel.
8 Se elegían dioses nuevos; por entonces la guerra en las puertas; ni un escudo se ve ni una lanza
camino, cantad,294
11 al clamor de los repartidores junto a los abrevaderos. Allí se cantan los favores de Yahveh, los
favores a sus poblados de Israel. (Entonces el pueblo de Yahveh bajó a las puertas).
Las tribus reunidas para el combate
12 Despierta, Débora, despierta! ¡Despierta, despierta, entona un cantar! ¡Animo! ¡Arriba, Baraq!
¡Apresa a los que te apresaron, hijo de Abinoam!
13 Entonces Israel bajó a las puertas, el pueblo de Yahveh bajó por él, como un héroe.
14 Los principales de Efraím en el valle. Detrás de ti Benjamín entre tu gente. De Makir han
botín de paños de colores para Sísara, botín de paños de colores; un manto, dos mantos bordados
para mi cuello!»
Conclusión
31 ¡Así perezcan todos tus enemigos, oh Yahveh! ¡Y sean los que te aman como el salir del sol
con todo su fulgor! Y el país quedó tranquilo cuarenta años.
Gedeón y Abimélek: la opresión de los madianitas
Jueces 6
1 Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahveh y Yahveh los entregó durante siete años en
manos de Madián,
2 y la mano de Madián pesó sobre Israel. Para escapar de Madián, los israelitas se valieron de las
Israel,295
4 acampaban en sus tierras y devastaban los productos de la tierra hasta la entrada de Gaza. No
Intervención de un profeta
7 Cuando los israelitas clamaron a Yahveh por causa de Madián,
8 Yahveh envió a los israelitas un profeta que les dijo: «Así habla Yahveh, Dios de Israel: Yo os
esto? ¿Dónde están todos esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: “¿No nos
hizo subir Yahveh de Egipto?” Pero ahora Yahveh nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de
Madián...»
14 Entonces Yahveh se volvió hacia él y dijo: «Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel
de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te envía?»
15 Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿cómo voy a salvar yo a Israel? Mi clan es el más
pobre de Manasés y yo el último en la casa de mi padre.»
16 Yahveh le respondió: «Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un hombre
solo.»
17 Gedeón le dijo: «Si he hallado gracia a tus ojos dame una señal de que eres tú el que me
hablas.
18 No te marches de aquí, por favor, hasta que vuelva donde ti. Te traeré mi ofrenda y la pondré
delante de ti». El respondió: «Me quedaré hasta que vuelvas.»
19 Gedeón se fue, preparó un cabrito y con una medida de harina hizo unas tortas ázimas; puso la
carne en un canastillo y el caldo en una olla, y lo llevó bajo el terebinto. Cuando se acercaba,
20 le dijo el Ángel de Yahveh: «Toma la carne y las tortas ázimas, ponlas sobre esa roca y vierte
el caldo.» Gedeón lo hizo así.
21 Entonces el Ángel de Yahveh extendió la punta del bastón que tenía en la mano y tocó la carne
y las tortas ázimas. Salió fuego de la roca, consumió la carne y las tortas ázimas, y el Ángel de
Yahveh desapareció de su vista.
22 Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el Ángel de Yahveh y dijo: «¡Ay, mi señor Yahveh!
Ofrá de Abiezer.
Destrucción del altar del Baal
25 Sucedió que aquella misma noche Yahveh dijo a Gedeón: «Toma el toro de tu padre, el toro de
siete años; vas a derribar el altar de Baal propiedad de tu padre y cortar el cipo que está junto a él.
26 Luego construirás a Yahveh tu Dios, en la cima de esa altura escarpada, un altar bien
preparado. Tomarás el toro y lo quemarás en holocausto, con la leña del cipo que habrás cortado.»
27 Gedeón tomó entonces diez hombres de entre sus criados e hizo como Yahveh le había
ordenado. Pero, como temía a su familia y a la gente de la ciudad, en lugar de hacerlo de día, lo hizo
de noche.
28 A la mañana siguiente se levantó la gente de la ciudad; el altar de Baal estaba derruido, el cipo
que se alzaba junto a él, cortado; y el toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar recién
construido.
29 Entonces se dijeron unos a otros: «¿Quién habrá hecho esto?» Tras indagar y buscar dijeron:
«Es Gedeón, hijo de Joás, el que lo ha hecho.»
30 La gente de la ciudad dijo entonces a Joás: «Haz salir a tu hijo, y que muera, pues ha derruido
el altar de Baal y cortado el cipo que se alzaba a su lado.»
31 Joás respondió a todos los que tenía delante: «¿Es que vosotros vais a salir en defensa de Baal?
¿Vosotros le vais a salvar? (El que defiende a Baal, tiene que morir antes del amanecer.) Si es dios,
que pleitee con él, ya que le destruyó su altar.»
32 Aquel día se llamó a Gedeón Yerubbaal, porque decían: «¡Que Baal pleitee con él, pues le
destruyó su altar!».
Preparativos para el combate
33 Todo Madián, Amalec y los hijos de Oriente se juntaron, pasaron el Jordán, y acamparon en la
llanura de Yizreel.
34 El espíritu de Yahveh revistió a Gedeón; él tocó el cuerno y Abiezer se reunió a él.
35 Envió mensajeros por todo Manasés, que se reunió también con él; y envió mensajeros por
Aser, Zabulón y Neftalí, que le salieron al encuentro.
La prueba del vellón de lana
36 Gedeón dijo a Dios: «Si verdaderamente vas a salvar por mi mano a Israel, como has dicho,
37 yo voy a tender un vellón sobre la era; si hay rocío solamente sobre el vellón y todo el suelo
queda seco, sabré que tú salvarás a Israel por mi mano, como has prometido.»
38 Así sucedió. Gedeón se levantó de madrugada, estrujó el vellón y exprimió su rocío, una copa
llena de agua.
39 Gedeón dijo a Dios: «No te irrites contra mí si me atrevo a hablar de nuevo. Por favor,
quisiera hacer por última vez la prueba con el vellón: que quede seco sólo el vellón y que haya rocío
por todo el suelo.»
40 Y Dios lo hizo así aquella noche. Quedó seco solamente el vellón y por todo el suelo había
rocío.
La reducción del ejército de Gedeón
Jueces 7
1 Madrugó Yerubbaal (o sea Gedeón), así como todo el pueblo que estaba con él, y acampó junto
a En Jarod; el campamento de Madián quedaba al norte del suyo, al pie de la colina de Moré, en el
valle.
2 Yahveh dijo a Gedeón: «Demasiado numeroso es el pueblo que te acompaña para que ponga yo
a Madián en sus manos; no se vaya a enorgullecer Israel de ello a mi costa diciendo: “¡Mi propia
mano me ha salvado!”
3 Ahora pues, pregona esto a oídos del pueblo: “El que tenga miedo y tiemble, que se vuelva y
mire desde el monte Gelboé”. 22.000 hombres de la tropa se volvieron y quedaron 10.000.
4 Yahveh dijo a Gedeón: «Hay todavía demasiada gente; hazles bajar al agua y allí te los pondré a
prueba. Aquel de quien te diga: “Que vaya contigo”, ése irá contigo. Y aquel de quien te diga: “Que
no vaya contigo”, no ha de ir.»
5 Gedeón hizo bajar la gente al agua y Yahveh le dijo: «A todos los que lamieren el agua con la
lengua como lame un perro, los pondrás a un lado y a todos los que se arrodillen para beber, los
pondrás al otro.»
6 El número de los que lamieron el agua con las manos a la boca resultó ser de trescientos. Todo
el resto del pueblo se había arrodillado para beber.
7 Entonces Yahveh dijo a Gedeón: «Con los trescientos hombres que han lamido el agua os
salvaré, y entregaré a Madián en tus manos. Que todos los demás vuelvan cada uno a su casa.»
8 Tomaron en sus manos las provisiones del pueblo y sus cuernos, y mandó a todos los israelitas
cada uno a su tienda, quedándose sólo con los trescientos hombres. El campamento de Madián estaba
debajo del suyo en el valle.
Presagio de la victoria
9 Aquella noche le dijo Yahveh: «Levántate y baja al campamento, porque lo he puesto en tus
manos.
10 No obstante, si temes bajar, baja al campamento con tu criado Purá,
11 y escucha lo que dicen. Se fortalecerá tu mano con ello y luego bajarás a atacar al
campamento. Bajó, pues, con su criado Purá hasta la extremidad de las avanzadillas del campamento.
12 Madián, Amalec y todos los hijos de Oriente habían caído sobre el valle, numerosos como
langostas, y sus camellos eran innumerables como la arena de la orilla del mar.
13 Se acercó Gedeón y he aquí que un hombre contaba un sueño a su vecino; decía: «He tenido un
sueño: una hogaza de pan de cebada rodaba por el campamento de Madián, llegó hasta la tienda,
chocó contra ella y la volcó lo de arriba abajo.»
14 Su vecino le respondió: «Esto no puede significar más que la espada de Gedeón, hijo de Joás,
el israelita. Dios ha entregado en sus manos a Madián y a todo el campamento.»
15 Cuando Gedeón oyó la narración del sueño y su explicación, se postró, volvió al campamento
de Israel y dijo: «¡Levantaos! porque Yahveh ha puesto en vuestras manos el campamento de Madián.»
Derrota y persecución de Madián
16 Gedeón dividió a los trescientos hombres en tres cuerpos. Les dio a todos cuernos y cántaros
izquierda tenían las antorchas y en la derecha los cuernos para tocarlos; gritaban: «Espada por
Yahveh y por Gedeón!»
21 Y se quedaron quietos cada uno en su lugar alrededor del campamento. Todo el campamento
se despertó y, lanzando alaridos, se dieron a la fuga.
22 Mientras los trescientos tocaban los cuernos, Yahveh volvió la espada de cada uno contra su
compañero por todo el campamento. La tropa huyó hasta Bet Hassittá, hacia Sartán, hasta la orilla de
Abel Mejolá frente a Tabbat.
23 Los hombres de Israel se reunieron, de Neftalí, de Aser y de todo Manasés, y persiguieron a
Madián.
24 Gedeón envió mensajeros por toda la montaña de Efraím diciendo: «Bajad al encuentro de
Madián y cortadles los vados hasta Bet Bará y el Jordán.» Se reunieron todos los hombres de Efraím
y ocuparon los vados hasta Bet Bará y el Jordán.
25 Hicieron prisioneros a los dos jefes de Madián, Oreb y Zeeb; mataron a Oreb en la Peña de
Oreb y a Zeeb en el Lagar de Zeeb. Persiguieron a Madián y llevaron a Gedeón, al otro lado del
Jordán, las cabezas de Oreb y Zeeb.
Reproche de Efraím a Gedeón
Jueces 8
1 La gente de Efraím dijo a Gedeón: «¿Por qué has hecho esto con nosotros, no convocándonos
cuando has ido a combatir a Madián?» Y discutieron con él violentamente.
2 El les respondió: «¿Qué he hecho yo en comparación de lo que habéis hecho vosotros? ¿No
vale más el rebusco de Efraím que la vendimia de Abiézer?
3 Dios ha entregado a los jefes de Madián en vuestras manos, a Oreb y a Zeeb. ¿Qué he podido
hacer yo en comparación con vosotros?» Con estas palabras que les dijo, se calmó su animosidad
contra él.
Persecución y derrota de Zébaj y Salmunná
4 Gedeón llegó al Jordán y lo pasó; pero él y los trescientos hombres que tenía consigo estaban
Salmunná, os desgarraré las carnes con espinas del desierto y con cardos.»
8 De allí subió a Penuel y les habló de igual manera. Pero la gente de Penuel le respondió como
habían quedado del ejército de los hijos de Oriente. Los que habían caído eran 120.000 guerreros.
11 Gedeón subió por el camino de los que habitan en tiendas, al este de Nóbaj y de Yogbohá, y
valentía.» Gedeón se levantó, mató a Zébaj y a Salmunná y tomó las lunetas que sus camellos llevaban
al cuello.
Propuesta de los israelitas a Gedeón
22 Los hombres de Israel dijeron a Gedeón: «Reina sobre nosotros tú, tu hijo y tu nieto, pues nos
vuestro rey.»297
24 Y añadió Gedeón: «Os voy a pedir una cosa: que cada uno me dé un anillo de su botín.» Porque
lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura que llevaban los reyes de Madián, ni tampoco los
collares que pendían del cuello de sus camellos.
27 Gedeón hizo con todo ello un efod, que colocó en su ciudad, en Ofrá. Y todo Israel se
prostituyó allí tras él y vino a ser una trampa para Gedeón y su familia.298
Muerte de Gedeón
28 Allí fue humillado Madián ante los israelitas, y no volvió a levantar cabeza. El país estuvo
Abimélek.
32 Murió Gedeón, hijo de Joás, después de una dichosa vejez y fue enterrado en la tumba de su
enemigos de alrededor.
35 No fueron agradecidos con la casa de Yerubbaal-Gedeón, por todo el bien que había hecho a
Israel.
La coronación de Abimélek
Jueces 9
1 Abimélek, hijo de Yerubbaal, marchó a Siquem, donde los hermanos de su madre, y les dijo a
que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Yerubbaal, o que os mande uno solo?
Recordad además que yo soy de vuestros huesos y de vuestra carne.»
3 Los hermanos de su madre hablaron de él en los mismos términos a todos los señores de
Siquem, y su corazón se inclinó hacia Abimélek, porque se decían: «Es nuestro hermano.»
4 Le dieron setenta siclos de plata del templo de Baal Berit, con los que Abimélek contrató a
hombres, sobre una misma piedra. Sólo escapó Jotam, el hijo menor de Yerubbaal, porque se
escondió.
6 Luego se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet Milló, y fueron y proclamaron rey
portado bien con Yerubbaal y su casa y le habéis tratado según el mérito de sus manos?
17 Mi padre combatió por vosotros, arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián;
18 y vosotros os habéis alzado hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta
hombres sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélek, el hijo de su esclava, sobre los
señores de Siquem, por ser él vuestro hermano.
19 Si, pues, habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y con su casa en el día de hoy,
que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la suya.
20 De lo contrario, que salga fuego de Abimélek y devore a los señores de Siquem y de Bet
Milló; y que salga fuego de los señores de Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek.»
21 Y Jotam huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de su
hermano Abimélek.
Rebelión de los siquemitas contra Abimélek
22 Abimélek gobernó tres años en Israel.
23 Pero Dios envió un espíritu de discordia entre Abimélek y los señores de Siquem; y los
señores de Siquem traicionaron a Abimélek,
24 para que el crimen cometido contra los setenta hijos de Yerubbaal fuera vengado y su sangre
cayera sobre su hermano Abimélek, que los había asesinado, y sobre los señores de Siquem, que le
habían ayudado a asesinar a sus hermanos.
25 Los señores de Siquem prepararon contra él emboscadas en las cimas de los montes y
saqueaban a todo el que pasaba cerca por el camino. Y se dio aviso a Abimélek.
26 Gaal, hijo de Obed, acompañando a sus hermanos, vino a pasar por Siquem y se ganó la
confianza de los señores de Siquem.
27 Salieron éstos al campo a vendimiar sus viñas, pisaron las uvas, hicieron fiesta y entraron en
el templo de su dios. Comieron y bebieron y maldijeron a Abimélek.
28 Entonces Gaal, hijo de Obed, exclamó: «¿Quién es Abimélek y qué es Siquem para que le
sirvamos? ¿por qué el hijo de Yerubbaal y Zebul, su lugarteniente, no han de servir a la gente de
Jamor, padre de Siquem? ¿Por qué hemos de servirles nosotros?302
29 ¡Quién pusiera este pueblo en mis manos! Yo echaría a Abimélek y le diría: Refuerza tu
cólera.
31 Envió secretamente mensajeros donde Abimélek, para decirle: «Mira que Gaal, hijo de Obed,
con sus hermanos, ha llegado a Siquem y están soliviantando a la ciudad contra ti.
32 Por tanto, levántate de noche, tú y la gente que tienes contigo, y tiende una emboscada en el
campo;
33 por la mañana temprano, en cuanto salga el sol, te levantas y te lanzas contra la ciudad. Cuando
Gaal salga a tu encuentro con su gente, harás con él lo que te venga a mano.»
34 Abimélek se levantó de noche con todas las tropas de que disponía y tendieron una emboscada
frente a Siquem, repartidos en cuatro grupos.
35 Cuando Gaal, hijo de Obed, salió y se detuvo a la entrada de la puerta de la ciudad, Abimélek y
manos, cortó una rama de árbol, la alzó y echándosela al hombro dijo a la tropa que le acompañaba:
«Lo que me habéis visto hacer, deprisa, hacedlo también vosotros.»
49 Y todos sus hombres cortaron cada uno su rama; luego siguieron a Abimélek, pusieron las
ramas sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta con ellos debajo. Así murieron también todos los
habitantes de Migdal Siquem, unos mil hombres y mujeres.
Asedio de Tebes y muerte de Abimélek
50 Marchó Abimélek contra Tebés, la asedió y tomó.
51 Había en medio de la ciudad una torre fuerte, y en ella se refugiaron todos los hombres y
mujeres, y todos los señores de la ciudad. Cerraron por dentro y subieron a la terraza de la torre.
52 Abimélek llegó hasta la torre, la atacó y alcanzó la puerta de la torre con ánimo de prenderle
fuego.
53 Entonces una mujer le arrojó una muela de molino a la cabeza y le partió el cráneo.
54 El llamó enseguida a su escudero y le dijo: «Desenvaina tu espada y mátame, para que no
digan de mí: Lo ha matado una mujer.» Su escudero lo atravesó y murió.
55 Cuando la gente de Israel vio que Abimélek había muerto, se volvió cada uno a su lugar.
56 Así devolvió Dios a Abimélek el mal que había hecho a su padre al matar a sus setenta
hermanos.
57 Y también sobre la cabeza de la gente de Siquem hizo Dios caer toda su maldad. De este modo
se cumplió en ellos la maldición de Jotam, hijo de Yerubbaal.
Los Jueces menores: Tolá
Jueces 10
1 Después de Abimélek surgió para salvar a Israel Tolá, hijo de Puá, hijo de Dodó. Era de Isacar
La guerra de los amonitas contra Israel
6 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh. Sirvieron a los Baales y a las
Astartés, a los dioses de Aram y Sidón, a los dioses de Moab, a los de los ammonitas y de los
filisteos. Abandonaron a Yahveh y ya no le servían.
7 Entonces se encendió la cólera de Yahveh contra Israel y los entregó en manos de los filisteos y
en manos de los ammonitas.
8 Estos molestaron y oprimieron a los israelitas desde aquel año durante dieciocho años, a todos
los israelitas que vivían en Transjordania, en el país amorreo de Galaad.
9 Los ammonitas pasaron el Jordán para atacar también a Judá, a Benjamín y a la casa de Efraím,
e Israel pasó por grave aprieto.
El arrepentimiento de los israelitas
10 Los israelitas clamaron a Yahveh diciendo: «Hemos pecado contra ti, porque hemos
abandonado a Yahveh nuestro Dios para servir a los Baales.»
11 Y Yahveh dijo a los israelitas: «Cuando los egipcios, los amorreos, los ammonitas, los
filisteos,
12 los sidonios, Amalec y Madián os oprimían y clamasteis a mí ¿no os salvé de sus manos?
13 Pero vosotros me habéis abandonado y habéis servido a otros dioses. Por eso no he de
salvaros otra vez.
14 Id y gritad a los dioses que habéis elegido: que os salven ellos en el tiempo de vuestra
angustia».
15 Los israelitas respondieron a Yahveh: «Hemos pecado, haz con nosotros todo lo que te plazca;
pero, por favor, sálvanos hoy.»
16 Y retiraron de en medio de ellos a los dioses extranjeros y sirvieron a Yahveh. Y Yahveh no
acamparon en Mispá.
18 Entonces el pueblo, los jefes de Galaad, se dijeron unos a otros: «¿Quién será el hombre que
emprenda el ataque contra los hijos de Ammón? El estará al frente de todos los habitantes de Galaad.»
Jefté
Jueces 11
1 Jefté el galaadita, era un valiente guerrero. Era hijo de una prostituta. Y era Galaad el que había
engendrado a Jefté.
2 Pero la mujer de Galaad le había dado hijos, y crecieron los hijos de la mujer y echaron a Jefté
diciéndole: «Tú no tendrás herencia en la casa de nuestro padre, porque eres hijo de otra mujer.»
3 Jefté huyó lejos de sus hermanos y se quedó en el país de Tob. Se le juntó una banda de gente
nosotros; tú atacarás a los ammonitas y serás nuestro jefe y el de todos los habitantes de Galaad.»
9 Jefté respondió a los ancianos de Galaad: «Si me hacéis volver para combatir a los ammonitas
Egipto, se apoderó de mi país desde el Arnón hasta el Yabboq y el Jordán. Así que ahora
devuélvemelo por las buenas.»
14 Jefté envió de nuevo mensajeros al rey de los ammonitas
15 y le dijo: «Así habla Jefté: Israel no se ha apoderado ni del país de Moab ni del de los
ammonitas.
16 Cuando subió de Egipto, Israel caminó por el desierto hasta el mar de Suf y llegó a Cadés.
17 Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: “Déjame, por favor, pasar por
tu país”, pero el rey de Edom no les atendió. Los envió también al rey de Moab, el cual tampoco
accedió, e Israel se quedó en Cadés;
18 luego, avanzando por el desierto, rodeó el país de Edom y el de Moab y llegó al oriente del
país de Moab. Acamparon a la otra parte del Arnón, sin cruzar la frontera de Moab, pues el Arnón es
el límite de Moab.
19 Israel envió mensajeros a Sijón, rey de los amorreos, que reinaba en Jesbón, y le dijo:
“Déjame, por favor, pasar por tu país hasta llegar a mi destino.”
20 Pero Sijón le negó a Israel el paso por su territorio, reunió toda su gente, que acampó en
Yahsá, y atacó a Israel.
21 Yahveh, Dios de Israel, puso a Sijón y a todo su pueblo en manos de Israel, que los derrotó, y
conquistó Israel todo el país de los amorreos que habitaban allí.
22 Así conquistaron todo el territorio de los amorreos, desde el Arnón hasta el Yabboq y desde el
nosotros poseemos todo lo que Yahveh nuestro Dios ha quitado para nosotros a sus poseedores.
25 ¿Vas a ser tú más que Balaq, hijo de Sippor, rey de Moab? ¿Pudo acaso él hacerse fuerte contra
ciudades que están a ambos lados del Arnón, (trescientos años) ¿por qué no las habéis recuperado
desde entonces?
27 Yo no te he ofendido; eres tú el que te portas mal conmigo si me atacas. Yahveh, el Juez,
El voto y la victoria de Jefté
29 El espíritu de Yahveh vino sobre Jefté, que recorrió Galaad y Manasés, pasó por Mispá de
Galaad y de Mispá de Galaad pasó donde los ammonitas.
30 Y Jefté hizo un voto a Yahveh: «Si entregas en mis manos a los ammonitas,
31 el primero que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando vuelva victorioso de los
de las panderetas. Era su única hija; fuera de ella no tenía ni hijo ni hija.
35 Al verla, rasgó sus vestiduras y gritó: «¡Ay, hija mía! ¡Me has destrozado! ¿Habías de ser tú la
galaadita.
La guerra entre Efraím y Galaad
Jueces 12
1 Los hombres de Efraím se juntaron, pasaron el Jordán en dirección a Safón y dijeron a Jefté:
«Por qué has ido a atacar a los ammonitas y no nos has invitado a marchar contigo? Vamos a prender
fuego a tu casa contigo dentro.»
2 Jefté les respondió: «Teníamos un gran conflicto mi pueblo y yo con los ammonitas; os pedí
Elón
11 Después de él fue juez en Israel Elón de Zabulón. Juzgó a Israel diez años.
12 Y murió Elón de Zabulón y fue sepultado en Ayyalón, en tierra de Zabulón.
Abdón
13 Después de él fue juez en Israel Abdón, hijo de Hillel, de Piratón.310
14 Tenía cuarenta hijos y treinta nietos, que montaban setenta pollinos. Juzgó a Israel ocho años.
15 Y murió Abdón, hijo de Hillel de Piratón, y fue sepultado en Piratón, en tierra de Efraím, en la
1311 Los israelitas volvieron a hacer lo que desagradaba a Yahveh y Yahveh los entregó a
merced de los filisteos durante cuarenta años.
2 Había un hombre en Sorá, de la tribu de Dan, llamado Manóaj. Su mujer era estéril y no había
tenido hijos.312
3 El ángel de Yahveh se apareció a esta mujer y le dijo: «Bien sabes que eres estéril y que no has
tenido hijos,
4 pero concebirás y darás a luz un hijo. En adelante guárdate de beber vino ni bebida fermentada
y no comas nada impuro.
5 Porque vas a concebir y a dar a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño
será nazir de Dios desde el seno de su madre. El comenzará a salvar a Israel de la mano de los
filisteos.»313
6 La mujer fue a decírselo a su marido: «Un hombre de Dios ha venido donde mí; su aspecto era
como el del Ángel de Dios, muy terrible. No le he preguntado de dónde venía ni él me ha manifestado
su nombre.
7 Pero me ha dicho: “Vas a concebir y a dar a luz un hijo. En adelante no bebas vino ni bebida
fermentada y no comas nada impuro, porque el niño será nazir de Dios desde el seno de su madre
hasta el día de su muerte.»
8 Manóaj invocó a Yahveh y dijo: «Te ruego, Señor, que el hombre de Dios que has enviado
venga otra vez donde nosotros y nos enseñe lo que hemos de hacer con el niño cuando nazca.»
9 Dios escuchó a Manóaj y el Ángel de Dios vino otra vez donde la mujer cuando estaba sentada
en el campo. Manóaj, su marido, no estaba con ella.
10 La mujer corrió enseguida a informar a su marido y le dijo: «Mira, se me ha aparecido el
hombre que vino donde mí el otro día.»
11 Manóaj se levantó y, siguiendo a su mujer, llegó donde el hombre y le dijo: «¿Eres tú el que
has hablado con esta mujer?» El respondió: «Yo soy.»
12 Le dijo Manóaj: «Cuando tu palabra se cumpla ¿cuál deberá ser la norma del niño y su
conducta?»
13 El Ángel de Yahveh respondió a Manóaj: «Deberá abstenerse él de todo lo que indiqué a esta
mujer.
14 No probará nada de lo que procede de la viña, no beberá vino ni bebida fermentada, no
comida. Pero si quieres preparar un holocausto, ofréceselo a Yahveh.» Porque Manóaj no sabía que
era el Ángel de Yahveh.
17 Manóaj dijo entonces al Ángel de Yahveh: «¿Cuál es tu nombre para que, cuando se cumpla tu
Jueces 14
1 Sansón bajó a Timná y se fijó en Timná en una mujer entre las hijas de los filisteos.314
2 Subió y se lo dijo a su padre y a su madre: «He visto en Timná una mujer de entre las hijas de
los filisteos: tomádmela para esposa.»
3 Su padre y su madre le dijeron: «¿No hay ninguna mujer entre las hijas de tus hermanos y en
todo mi pueblo, para que vayas a tomar mujer entre esos filisteos incircuncisos?» Pero Sansón
respondió a su padre: «Toma a ésa para mí, porque esa es la que me gusta.»
4 Su padre y su madre no sabían que esto venía de Yahveh, que buscaba un pretexto contra los
encuentro.
6 El espíritu de Yahveh le invadió, y sin tener nada en la mano, Sansón despedazó al león como se
del león y he aquí que en el cuerpo del león había un enjambre de abejas con miel.
9 La recogió en su mano y según caminaba la iba comiendo. Cuando llegó donde su padre y su
madre les dio miel y comieron, pero no les dijo que la había cogido del cadáver del león.
10 Su padre bajó donde la mujer y Sansón hizo allí un banquete, pues así suelen hacer los jóvenes.
11 Pero, al verle, eligieron treinta compañeros para que estuvieran con él.
La adivinanza propuesta por Sansón
12 Sansón les dijo: «Os voy a proponer una adivinanza. Si me dais la solución dentro de los siete
Jueces 15
1 Algún tiempo después, por los días de la siega del trigo, fue Sansón a visitar a su mujer
llevando un cabrito y dijo: «Quiero llegarme a mi mujer, en la alcoba.» Pero el padre de ella no le
dejó entrar.
2 y le dijo: «Yo pensé que ya no la querías y se la di a tu compañero. ¿No vale más su hermana
menor? Sea tuya en lugar de la otra.»
3 Sansón les replicó: «Esta vez no tengo culpa con los con los filisteos si les hago daño.»
4 Se fue Sansón, y cazó trescientas zorras; cogió unas teas y, juntando a los animales cola con
cola, puso una tea en medio entre las dos colas.
5 Prendió fuego a las teas y luego, soltando las zorras por las mieses de los filisteos, incendió las
gavillas y el trigo todavía en pie y hasta las viñas y olivares.
6 Los filisteos preguntaron: «¿Quién ha hecho esto?» Y les respondieron: «Sansón, el yerno del
timnita, porque éste tomó a su mujer y se la dio a su compañero.» Entonces los filisteos subieron y
quemaron a aquella mujer y la casa de su padre.
7 Sansón les dijo: «Ya que os portáis así no he de parar hasta vengarme de vosotros.»
8 Y les midió las costillas causándoles un gran estrago. Después bajó a la gruta de la roca de
«Hemos subido para amarrar a Sansón, para hacer con él lo que él ha hecho con nosotros.»
11 3.000 hombres de Judá bajaron a la gruta de la roca de Etam y dijeron a Sansón: «¿No sabes
que los filisteos nos están dominando? ¿Qué nos has hecho?» El les respondió: «Como me trataron a
mí, les he tratado yo a ellos.»
12 Ellos le dijeron: «Hemos bajado para amarrarte y entregarte en manos de los filisteos.»
Sansón les dijo: «Juradme que no me vais a matar vosotros mismos.»
13 Le respondieron: «No; sólo queremos amarrarte y entregarte, no te mataremos.» Lo
amarraron, pues, con dos cordeles nuevos y lo sacaron de entre las rocas.
Victoria de Sansón con la quijada de un asno
14 Cuando llegaba a Lejí y los filisteos corrían a su encuentro, con gritos de triunfo, el espíritu
de Yahveh vino sobre él: los cordeles que sujetaban sus brazos fueron como hilos de lino que se
queman al fuego y las ligaduras se deshicieron entre sus manos.
15 Encontró una quijada de asno todavía fresca, alargó la mano, la cogió y mató con ella a mil
hombres.
16 Sansón dijo entonces: «Con quijada de asno los amontoné. Con quijada de asno, a mil hombres
sacudí.»
17 Cuando terminó de hablar, tiró la quijada: por eso se llamó aquel lugar Ramat Lejí.
18 Entonces sintió una sed terrible e invocó a Yahveh diciendo: «Tú has logrado esta gran
victoria por mano de tu siervo y ahora ¿voy a morir de sed y a caer en manos de los incircuncisos?»
19 Entonces Dios hendió la cavidad que hay en Lejí y brotó agua de ella. Sansón bebió, recobró
su espíritu y se reanimó. Por eso se dio el nombre de En Haccoré a la fuente que existe todavía hoy en
Lejí.
20 Sansón fue juez en Israel en la época de los filisteos por espacio de veinte años.
Hazaña de Sansón en Gaza
Jueces 16
1 De allí Sansón se dirigió a Gaza, vio allí una meretriz y entró donde ella.
2 Se dio aviso a los hombres de Gaza: «Ha venido Sansón.» Ellos le rodearon y le estuvieron
acechando a la puerta de la ciudad. Estuvieron quietos toda la noche pensando: «Esperemos hasta que
despunte el día y lo mataremos.»
3 Sansón estuvo durmiendo hasta media noche; y a media noche se levantó, cogió las hojas de la
puerta de la ciudad con sus dos jambas, las arrancó junto con la barra, se las cargó a la espalda, y las
subió hasta la cumbre del monte que está frente a Hebrón.
Sansón y Dalila
4 Después de esto, se enamoró de una mujer de la vaguada de Soreq, que se llamaba Dalila.
5 Los tiranos de los filisteos subieron donde ella y le dijeron: «Sonsácale y entérate de dónde le
viene esa fuerza tan enorme, y cómo podríamos dominarlo para amarrarlo y tenerlo sujeto. Nosotros
te daremos cada uno 1.100 siclos de plata.»
Sansón traicionado por Dalila
6 Dalila dijo a Sansón: «Dime, por favor, ¿de dónde te viene esa fuerza tan grande y con qué
rompió las cuerdas de arco como se rompe el hilo de estopa en cuanto siente el fuego. Así no se
descubrió el secreto de la fuerza.
10 Entonces Dalila dijo a Sansón: «Te has reído de mí y me has dicho mentiras; dime pues, por
favor, con qué habría que atarte.»
11 El le respondió: «Si me amarraran bien con cordeles nuevos sin usar, me debilitaría y sería
como un hombre cualquiera.»
12 Dalila cogió unos cordeles nuevos, lo amarró con ellos y le gritó: «Los filisteos contra ti,
Sansón.» Tenía ella hombres apostados en la alcoba, pero él rompió los cordeles de sus brazos como
un hilo.
13 Entonces Dalila dijo a Sansón: «Hasta ahora te has estado burlando de mi y no me has dicho
más que mentiras. Dime con qué habría de amarrarte.» El le respondió: «Si tejieras las siete trenzas
de mi cabellera con la trama y las clavaras con la clavija del tejedor, me debilitaría y sería como un
hombre cualquiera.»
14 Ella le hizo dormir, tejió luego las siete trenzas de su cabellera con la trama, las clavó con la
clavija y le gritó: «Los filisteos contra ti, Sansón.» El se despertó de su sueño y arrancó la trama y la
clavija. Así no se descubrió el secreto de su fuerza.
15 Dalila le dijo: «¿Cómo puedes decir: “Te amo “, si tu corazón no está conmigo? Tres veces te
has reído ya de mí y no me has dicho en qué consiste esa fuerza tan grande.»
16 Como todos los días le asediaba con sus palabras y le importunaba, aburrido de la vida,
17 le abrió todo su corazón y le dijo: «La navaja no ha pasado jamás por mi cabeza, porque soy
las otras veces y me desembarazaré.» No sabía que Yahveh se había apartado de él.
21 Los filisteos le echaron mano, le sacaron los ojos, y lo bajaron a Gaza. Allí lo ataron con una
Los festejos de los filisteos
23 Los tiranos de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a su dios Dagón y
hacer gran fiesta. Decían: «Nuestro dios ha puesto en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.»
24 En cuanto lo vio la gente, alababa a su dios diciendo: «Nuestro dios ha puesto en nuestras
manos a Sansón nuestro enemigo, al que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestras víctimas.»
25 Y como su corazón estaba alegre, dijeron: «Llamad a Sansón para que nos divierta.» Trajeron,
pues, a Sansón de la cárcel, y él les estuvo divirtiendo; luego lo pusieron de pie entre las columnas.
Venganza y muerte de Sansón
26 Sansón dijo entonces al muchacho que lo llevaba de la mano: «Ponme donde pueda tocar las
columnas en las que descansa la casa para que me apoye en ellas.»
27 La casa estaba llena de hombres y mujeres. Estaban dentro todos los tiranos de los filisteos y,
en el terrado, unos 3.000 hombres y mujeres contemplando los juegos de Sansón.
28 Sansón invocó a Yahveh y exclamó: «Señor Yahveh, dígnate acordarte de mí, hazme fuerte
nada más que esta vez, oh Dios, para que de un golpe me vengue de los filisteos por mis dos ojos.»
29 Y Sansón palpó las dos columnas centrales sobre las que descansaba la casa, se apoyó contra
Jueces 17
forastero.
8 Este hombre dejó la ciudad de Belén de Judá para ir a residir donde pudiera. Haciendo su
hijos.
12 Miká invistió al levita; el joven fue su sacerdote y se quedó en casa de Miká.
13 Y dijo Miká: «Ahora sé que Yahveh me favorecerá, porque tengo a este levita como
sacerdote.»
La tribu de Danen busca de un territorio
Jueces 18
1 Por aquel tiempo no había rey en Israel. Por entonces la tribu de Dan buscaba un territorio
donde habitar, pues hasta aquel día no le había tocado heredad entre las tribus de Israel.315
2 Los danitas enviaron a cinco hombres de su familia, hombres valientes de Sorá y Estaol, para
recorrer el país y explorarlo. Y les dijeron: «Id a explorar esa tierra.» Llegaron a la montaña de
Efraím cerca de la casa de Miká, y pasaron allí la noche.
3 Como estaban cerca de la casa de Miká, reconocieron la voz del joven levita, y llegándose allá
le dijeron: «¿Quién te ha traído por acá?, ¿qué haces en este lugar? ¿qué se te ha perdido aquí?»
4 El les respondió: «Esto y esto ha hecho por mí Miká. Me ha tomado a sueldo y soy su
sacerdote.»
5 Le dijeron: «Consulta, pues, a Dios, para que sepamos si el viaje que estamos haciendo tendrá
feliz término.»
6 Les respondió el sacerdote: «Id en paz; el viaje que hacéis está bajo la mirada de Yahveh.»
7 Los cinco hombres partieron y llegaron a Lais. Vieron que las gentes que habitaban allí vivían
seguras, según las costumbres de los sidonios, tranquilas y confiadas; que nada faltaba allí de cuanto
produce la tierra, que estaban lejos de los sidonios y no tenían relaciones con los arameos.316
8 Volvieron entonces donde sus hermanos, a Sorá y Estaol, y éstos les preguntaron: «¿Qué
noticias traéis?»
9 Ellos respondieron: «¿Arriba!, vayamos contra ellos, porque hemos visto el país y es excelente.
Pero ¿por qué estáis parados sin decir nada? No dudéis en partir para ir a conquistar aquella tierra.
10 Cuando lleguéis, os encontraréis con un pueblo tranquilo. El país es espacioso: Dios lo ha
puesto en nuestras manos; es un lugar en el que no falta nada de lo que puede haber sobre la tierra.»
La migración de los danitas
11 Partieron, pues, de allí, del clan de los danitas, de Sorá y Estaol, seiscientos hombres bien
armados.
12 Subieron y acamparon en Quiryat Yearim, en Judá. Por eso, todavía hoy, se llama aquel lugar
el Campamento de Dan. Está detrás de Quiryat Yearim.
13 De allí pasaron a la montaña de Efraím y llegaron a la casa de Miká.
14 Los cinco hombres que habían ido a recorrer la tierra, tomaron la palabra y dijeron a sus
hermanos: «¿No sabéis que hay aquí en estas casas un efod, unos terafim, una imagen y un ídolo de
metal fundido? Considerad, pues, lo que habéis de hacer.»317
15 Llegándose allá entraron en la casa del joven levita, la casa de Miká, y le dieron el saludo de
paz.
16 Los seiscientos hombres danitas con sus armas de guerra estaban en el umbral de la puerta.
17 Los cinco hombres que habían ido a recorrer la tierra subieron, entraron dentro y cogieron la
imagen, el efod, los terafim y el ídolo de fundición; entre tanto el sacerdote estaba en el umbral de la
puerta con los seiscientos hombres armados.
18 Aquéllos, pues, entrando en la casa de Miká, cogieron la imagen, el efod, los terafim y el ídolo
objetos preciosos.
22 Estaban ya lejos de la casa de Miká, cuando los hombres de las casas vecinas a la casa de Miká
dieron la alarma y salieron en persecución de los danitas,
23 y les gritaron. Se volvieron éstos y dijeron a Miká: «¿Qué te pasa para gritar así?»
24 Respondió: «Me habéis quitado a mi dios, el que yo me había hecho, y a mi sacerdote.
Vosotros os marcháis, y a mí ¿qué me queda? y encima me decís: ¿Qué te pasa?»
25 Los danitas le contestaron: «Calla de una vez, no sea que algunos irritados caigan sobre
vosotros y pierdas tu vida y la de tu casa.»
26 Los danitas siguieron su camino; y Miká, viendo que eran más fuertes, se volvió a su casa.
Fundación de la ciudad de Dan y de su santuario
27 Ellos tomaron el dios que Miká había fabricado y el sacerdote que tenía, y marcharon contra
Lais, pueblo tranquilo y confiado. Pasaron a cuchillo a la población e incendiaron la ciudad.
28 Nadie vino en su ayuda, porque estaba lejos de Sidón y no tenía relaciones con los arameos.
Estaba situada en el valle que se extiende hacia Bet Rejob. Reconstruyeron la ciudad, se establecieron
en ella,
29 y le pusieron el nombre de Dan, en recuerdo de su padre Dan, hijo de Israel. Aunque
antiguamente la ciudad se llamaba Lais.
30 Los danitas erigieron para sí la imagen. Jonatán, hijo de Guersón, hijo de Moisés, y después
sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el día de la deportación del país.318
31 Se erigieron la imagen que había hecho Miká y allí permaneció mientras estuvo en Silo la casa
de Dios.
LA GUERRA CONTRA LOS BENJAMINITAS
El levita de Efraím y su concubina
Jueces 19
1 En aquel tiempo, cuando aún no había rey en Israel, hubo un hombre, levita, que residía como
forastero en los confines de la montaña de Efraím. Tomó por concubina a una mujer de Belén de
Judá.
2 Se enfadó con él su concubina y lo dejó para volver a la casa de su padre en Belén de Judá,
dejemos el camino y entremos en esa ciudad de los jebuseos para pasar allí la noche.»
12 Su amo le respondió: «No vamos a entrar en una ciudad de extranjeros, que no son israelitas;
Guibeá o Ramá.»
14 Pasaron, pues, de largo y continuaron su marcha. Y a la puesta del sol, llegaron frente a
Guibeá de Benjamín.
15 Se desviaron hacia allí y fueron a pasar la noche en Guibeá. El levita entró y se sentó en la
plaza de la ciudad, pero no hubo nadie que les ofreciera casa donde pasar la noche.
16 Llegó un viejo que volvía por la tarde de sus faenas del campo. Era un hombre de la montaña
de Efraím que residía como forastero en Guibeá; mientras que la gente del lugar era benjaminita.
17 Alzando los ojos, se fijó en el viajero que estaba en la plaza de la ciudad, y el anciano le dijo:
alguna vez cosa semejante desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy? Pensad en
ello, pedid consejo y tomad una decisión.» Y todos los que lo veían, decían: «Nunca ha ocurrido ni se
ha visto cosa igual desde que los israelitas subieron del país de Egipto hasta hoy.»
La venganza de los israelitas
Jueces 20
1 Salieron, pues, todos los israelitas y se reunió toda la comunidad como un solo hombre, desde
por cada 10.000; ellos recogerán víveres para la tropa, para hacer, en cuanto lleguen, con Guibeá de
Benjamín según la infamia que han cometido en Israel.»
11 Así se juntó contra la ciudad toda la gente de Israel como un solo hombre.
El empecinamiento de los benjaminitas
12 Las tribus de Israel enviaron emisarios a toda la tribu de Benjamín diciendo: «¿Qué crimen es
ése que se ha cometido entre vosotros?
13 Ahora, pues, entregadnos a esos hombres malvados de Guibeá, para que los matemos y
desaparezca el mal de Israel.» Pero los benjaminitas no quisieron hacer caso a sus hermanos los
israelitas.
Los preparativos para el combate
14 Los benjaminitas, dejando sus ciudades, se reunieron en Guibeá para salir al combate contra
los israelitas.
15 Aquel día los benjaminitas llegados de las diversas ciudades hicieron el censo, que dio en total
de nosotros subirá el primero a combatir contra los benjaminitas?» Y Yahveh respondió: «Judá
subirá primero.»
Victoria inicial de los benjaminitas
19 Los israelitas se levantaron temprano y acamparon frente a Guibeá.
20 Salieron los hombres de Israel para combatir contra Benjamín y se pusieron en orden de
hombres de Israel.
22 Los israelitas subieron a llorar delante de Yahveh hasta la tarde y luego consultaron a Yahveh
diciendo: «¿He de entablar combate otra vez contra los hijos de mi hermano Benjamín?» Yahveh
respondió: «Subid contra él.»
23 Entonces la tropa de Israel recobró su valor y volvió a ponerse en orden de batalla en el
Benjamín porque contaban con la emboscada que habían puesto contra Guibeá.
37 Los emboscados marcharon a toda prisa contra Guibeá, se desplegaron y pasaron a cuchillo a
toda la ciudad.
38 La gente de Israel y los emboscados habían convenido en levantar una humareda, como señal,
desde la ciudad;
39 entonces harían frente a los combatientes de Israel. Benjamín comenzó matando a algunos
israelitas, unos treinta hombres. Y se decían: «Están completamente derrotados ante nosotros, como
en la primera batalla.»
40 Pero entonces, la señal, la columna de humo, comenzó a levantarse de la ciudad, y Benjamín,
Jueces 21
1 Los hombres de Israel habían jurado en Mispá: «Ninguno de nosotros dará su hija en
matrimonio a Benjamín.»
2 El pueblo fue a Betel y allí permaneció delante de Dios hasta la tarde clamando y llorando con
grandes gemidos.
3 Decían: «Yahveh, Dios de Israel, ¿por qué ha de suceder esto en Israel, que desaparezca hoy de
Israel una de sus tribus?»
4 Al día siguiente el pueblo se levantó de madrugada, construyó allí un altar, y ofreció
Yahveh?» Porque se había jurado solemnemente que el que no subiera a Mispá ante Yahveh tenía que
morir.
Las jóvenes de Yabés de Galaad entregadas a los benjaminitas
6 Los israelitas estaban apenados por su hermano Benjamín y decían: «Hoy ha sido arrancada una
tribu de Israel.
7 ¿Qué haremos para proporcionar mujeres a los que quedan? Pues nosotros hemos jurado por
pasad a cuchillo a los habitantes de Yabés de Galaad, incluidos las mujeres y los niños.
11 Esto es lo que habéis de hacer: Consagraréis al anatema a todo varón y a toda mujer que haya
conocido varón, pero dejaréis con vida a las doncellas.» Así lo hicieron.
12 Entre los habitantes de Yabés de Galaad encontraron cuatrocientas muchachas vírgenes que no
habían conocido varón y las llevaron al campamento (de Silo, que está en el país de Canaán).
13 Toda la comunidad mandó emisarios a los benjaminitas que estaban en la Peña de Rimmón
Este relato encantador recoge en forma novelada una antigua tradición referente a una extranjera
del tiempo de los Jueces, que llegó a ser la bisabuela de David. Nada sabemos de su autor y
seguramente fue escrito después del exilio en Babilonia, entre el 520 y el 450 a. C.
RUT es una mujer moabita, viuda de un hombre judío, que por seguir incondicionalmente a su
suegra (1. 16) se traslada a Israel y abraza la fe de su esposo difunto. Allí se encuentra con Booz, y
este la toma por esposa en cumplimiento de la ley del "levirato" (Lev. 25. 25; Deut. 25. 5-10). De esa
manera, Rut entró en la comunidad de Israel y de ella surgió el linaje de David.
Este breve relato contiene un admirable ejemplo de piedad filial, a la vez que de obediencia a la
Ley y de solidaridad familiar. En él encontramos también ese espíritu de simplicidad y de confianza
que es característico de los "pobres del Señor". Pero el libro de Rut, a la par que el de Jonás, es sobre
todo un testimonio en favor de la corriente universalista que comenzaba a abrirse paso en aquella
época. Dicha corriente trataba de contrarrestar la actitud rigorista con que Esdras y Nehemías, lo
mismo que el profeta Malaquías, insistían en asegurar la fe tradicional, mediante la estricta
separación de las otras naciones y la absoluta prohibición de los matrimonios mixtos (Mal. 2. 11-12;
Esd. 9. 1-2; Neh. 13. 23-27).
Rut, perteneciente a un pueblo extranjero y enemigo del Pueblo elegido (Deut. 23. 4-7), se
convierte en el prototipo del "prosélito" que abandona los cultos paganos para adorar al Dios de
Israel y llega a ser un modelo de todas las virtudes. Por ella, la judía Noemí recibe la bendición de
una descendencia. Así Rut mereció figurar en el Evangelio entre las cuatro mujeres del Antiguo
Testamento mencionadas en la genealogía de Jesús (Mt. 1. 5). Y es en el Nuevo Testamento donde el
universalismo latente en este Libro iba a manifestarse con todas sus consecuencias.
Emigración de la familia de Noemí a Moab
Rut 1
1 En los días en que juzgaban los Jueces hubo hambre en el país, y un hombre de Belén de Judá se
fue a residir, con su mujer y sus dos hijos, a los campos de Moab.
2 Este hombre se llamaba Elimélek, su mujer Noemí y sus dos hijos Majlón y Kilyón; eran
marido.324
6 Entonces decidió regresar de los campos de Moab con sus dos nueras, porque oyó en los
la tierra de Judá.
El regreso de Noemí y Rut a Belén
8 Noemí dijo a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a casa de vuestra madre. Que Yahveh
tenga piedad con vosotras como vosotras la habéis tenido con los que murieron y conmigo.
9 Que Yahveh os conceda encontrar vida apacible en la casa de un marido.» Y las besó. Pero ellas
rompieron a llorar,
10 y dijeron: «No; contigo volveremos a tu pueblo.»
11 Noemí respondió: «Volveos, hijas mías, ¿por qué vais a venir conmigo? ¿Acaso tengo yo aún
con ella.»
16 Pero Rut respondió: «No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque donde tú vayas,
yo iré, donde habites, habitaré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
17 Donde tú mueras moriré y allí seré enterrada. Que Yahveh me dé este mal y añada este otro
de amargura!325
21 Colmada partí yo, vacía me devuelve Yahveh. ¿Por qué me llamáis aún Noemí, cuando Yahveh
da testimonio contra mí y Sadday me ha hecho desdichada?»
22 Así fue como regresó Noemí, con su nuera Rut la moabita, la que vino de los campos de
Moab. Llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.
La generosidad de Booz
Rut 2
1 Tenía Noemí por parte de su marido un pariente de buena posición, de la familia de Elimélek,
llamado Booz.326
2 Rut la moabita dijo a Noemí: «Déjame ir al campo a espigar detrás de aquél a cuyos ojos halle
el vinagre.» Ella se sentó junto a los segadores, y él le ofreció un puñado de grano tostado. Comió
ella hasta saciarse y aun le sobró.
15 Cuando se levantó ella para seguir espigando, Booz ordenó a sus criados: «Dejadla espigar
riñáis.»
17 Estuvo espigando en el campo hasta el atardecer y, cuando desgranó lo que había espigado,
ha fijado en ti!» Ella contó a su suegra con quién había estado trabajando y añadió: «El hombre con
quien he trabajado hoy se llama Booz.»
20 Noemí dijo a su nuera: «Bendito sea Yahveh que no deja de mostrar su bondad hacia los vivos
y los muertos.» Le dijo Noemí: «Ese hombre es nuestro pariente, es uno de los que tienen derecho de
rescate sobre nosotros.»328
21 Dijo Rut a su suegra: «Hasta me ha dicho: Quédate con mis criados hasta que hayan acabado
toda mi cosecha.»
22 Dijo Noemí a Rut su nuera: «Es mejor que salgas con sus criados, hija mía, así no te
Rut 3
1 Noemí, su suegra, le dijo: «Hija mía, ¿es que no debo procurarte una posición segura que te
convenga?
2 Ahora bien: ¿Acaso no es pariente nuestro aquel Booz con cuyos criados estuviste? Pues mira:
Esta noche estará aventando la cebada en la era.
3 Lávate, perfúmate y ponte encima el manto, y baja a la era; que no te reconozca ese hombre
antes que acabe de comer y beber.
4 Cuando se acueste, mira el lugar en que se haya acostado, vas, descubres un sitio a sus pies y te
sus pies.
9 Dijo: «¿Quien eres tú?», y ella respondió: «Soy Rut tu sierva. Extiende sobre tu sierva el borde
no puede reconocer a otro, pues se decía: «Que no se sepa que la mujer ha venido a la era.»
15 El dijo: «Trae el manto que tienes encima y sujeta bien.» Sujetó ella, y él midió seis medidas de
donde tu suegra.”»
18 Noemí le dijo: «Quédate tranquila, hija mía, hasta que sepas cómo acaba el asunto; este
hombre no parará hasta concluirlo hoy mismo.»
Conversaciones de Booz con su pariente
Rut 4
1 Mientras tanto Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Acertó a pasar el pariente de
que había hablado Booz, y le dijo: «Acércate y siéntate aquí, fulano.» Y éste fue y se sentó.330
2 Tomó diez de los ancianos de la ciudad y dijo: «Sentaos aquí.» Y se sentaron.
3 Dijo entonces al que tenía el derecho de rescate: «Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab,
La solemne decisión de Booz
9 Entonces dijo Booz a los ancianos y a todo el pueblo: «Testigos sois vosotros hoy de que
adquiero todo lo de Elimélek y todo lo de Kilyón y Majlón de manos de Noemí
10 y de que adquiero también a Rut la moabita, la que fue mujer de Kilyón, para que sea mi mujer
a fin de perpetuar el nombre del difunto en su heredad y que el nombre del difunto no sea borrado
entre sus hermanos y en la puerta de su localidad. Vosotros sois hoy testigos.»
11 Toda la gente que estaba en la puerta y los ancianos respondieron: «Somos testigos. Haga
Yahveh que la mujer que entra en tu casa sea como Raquel y como Lía, las dos que edificaron la casa
de Israel. Hazte poderoso en Efratá y sé famoso en Belén.
12 Sea tu casa como la casa de Peres, el que Tamar dio a Judá, gracias a la descendencia que
un niño.
14 Las mujeres dijeron a Noemí: «Bendito sea Yahveh que no ha permitido que te falte hoy uno
que te rescate para perpetuar su nombre en Israel.
15 Será el consuelo de tu alma y el apoyo de tu ancianidad, porque lo ha dado a luz tu nuera que te
Los libros de SAMUEL formaban originariamente una sola obra, que luego fue dividida en dos
partes, debido a la considerable extensión de la misma. Esta obra abarca un amplio e importante
período de la historia de Israel. Es el que transcurre entre el fin de la época de los Jueces y los
últimos años del reinado de David, o sea, entre el 1050 y el 970 a. C. Israel vive en este tiempo una
difícil etapa de transición, que determina el paso del régimen tribal a la instauración de un estado
monárquico.
Los hechos que aquí se relatan están centrados en torno a tres figuras protagónicas: Samuel, el
profeta austero; Saúl, el primer rey de Israel, y David, el elegido del Señor. Aunque de muy diversa
manera, los tres tuvieron una parte muy activa en la agitada vida de su Pueblo y ejercieron sobre ella
una influencia decisiva.
Samuel fue el guía espiritual de la nación en los días oscuros de la opresión filistea. Firmemente
arraigado en las tradiciones religiosas de Israel, luchó más que ningún otro por mantener viva la fe
en el Señor, estimulando al mismo tiempo el fervor patriótico de los israelitas y la voluntad de
resistir a la dominación extranjera. Una vez instaurada la realeza, le prestó su apoyo, pero nunca dejó
de afirmar que por encima de la autoridad del rey está la Palabra del Señor, manifestada por medio
de sus Profetas.
Saúl fue, ante todo, un rey guerrero. El relato bíblico ha conservado ciertos episodios que nos
hacen entrever, al mismo tiempo, la importancia histórica de Saúl y la tragedia de su reinado. Hacia
el año 1030 a. C., él comienza la guerra de liberación y los filisteos tienen que replegarse a sus
fronteras. Pero la violación de las leyes de la guerra santa (1 Sam. 13. 8-14; 15) le atrae la
reprobación de Samuel. Con inflexible severidad, el profeta proclama la caída del rey, y este
comienza a perder prestigio. Saúl se vuelve receloso y colérico. La primera víctima de sus celos es
David, contra quien desata una encarnizada persecución. Así se desgastan las fuerzas de la monarquía
naciente, precisamente cuando el peligro filisteo se hacía cada vez más amenazador. Por último, hacia
el 1010 a. C., el desastre de Gelboé marca el trágico fin de este héroe contradictorio y desdichado.
David restauró las ruinas del reino en franco proceso de desintegración. La más significativa de
sus hazañas fue ganarse la adhesión de todas las tribus de Israel. Los filisteos fueron rechazados
definitivamente y las plazas fuertes cananeas quedaron sometidas al dominio israelita, lográndose así
la unidad territorial. Después de la conquista de Jerusalén, el reino davídico tuvo su capital política y
religiosa, y las victorias de David sobre los pueblos vecinos aseguraron su hegemonía sobre la
Transjordania y sobre los arameos de Siria meridional. Sin embargo, la unidad interna de Israel no
llegó a consolidarse realmente. La revuelta de Absalón —apoyada por las tribus del Norte— puso en
peligro la estabilidad del reino apenas constituido. A pesar de todo, al término de su larga y azarosa
vida, David dejó a su hijo Salomón un reino lleno de gloria y de grandeza.
Basta una somera lectura de los libros de Samuel para descubrir en ellos la presencia de
elementos heterogéneos. Fuera de la "Crónica de la sucesión al trono de David" (2 Sam. 9-20), que se
caracteriza por su notable unidad, el resto de la obra fue compuesto a partir de tradiciones y
documentos de índole bastante diversa. De allí las frecuentes repeticiones y las divergencias en la
presentación de los mismos hechos, particularmente en los relatos sobre los orígenes de la
monarquía. En la redacción final de la obra se percibe la influencia del Deuteronomio, aunque en
menor medida que en los libros de Josué, de los Jueces y de los Reyes.
Los libros de Samuel relatan una historia que llega a su etapa de madurez con la formación del
reino de David. En el centro de la narración, el oráculo de Natán (2 Sam. 7. 1-17) asegura la
continuidad de la dinastía davídica en el trono de Israel. Así la historia de David adquiere un
significado profético y mesiánico. El recuerdo de esta historia fue perfilando en Israel la figura ideal
de un descendiente de David, de un "nuevo" David, el Ungido del Señor, el Mesías. Y "cuando se
cumplió el tiempo establecido" (Gál. 4. 4), "de la descendencia de David, como lo había prometido,
Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús" (Hech. 13. 23).
INFANCIA Y VOCACIÓN DE SAMUEL
La historia de Samuel, el primero de los grandes profetas que dejaron una huella indeleble en la
vida de Israel, comienza con el relato de su nacimiento, su infancia y su vocación profética. Estas
narraciones, desbordantes de frescura y de unción religiosa, figuran entre las más conmovedoras de
toda la Biblia.
La tradición bíblica nos da de Samuel una imagen polifacética, ya que lo presenta ejerciendo las
funciones de "juez", de sacerdote, de vidente y de profeta. Su acción se desarrolla en una época de
profunda transformación social, cuando ya las viejas instituciones israelitas no ofrecen una respuesta
válida a la crisis provocada por el desafío filisteo. Al comienzo, Samuel se resiste al cambio, porque
ve los peligros e inconvenientes de la monarquía. Pero al fin renuncia a sus propios criterios, y así
prepara el advenimiento de una nueva era para el Pueblo de Dios.
La peregrinación de Elcaná al santuario de Silo
1 Samuel - Capítulo 1
1 Hubo un hombre de Ramatáyim, sufita de la montaña de Efraím, que se llamaba Elcaná, hijo de
Yeroján, hijo de Elihú, hijo de Toju, hijo de Suf, efraimita.
2 Tenía dos mujeres: una se llamaba Ana y la otra Peninná; Peninná tenía hijos, pero Ana no los
tenía.334
3 Este hombre subía de año en año desde su ciudad para adorar y ofrecer sacrificios a Yahveh
Sebaot en Silo, donde estaban Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, sacerdotes de Yahveh.335
4 El día en que Elcaná sacrificaba, daba sendas porciones a su mujer Peninná y a cada uno de sus
hijos e hijas,
5 pero a Ana le daba solamente una porción, pues aunque era su preferida, Yahveh había cerrado
su seno.
6 Su rival la zahería y vejaba de continuo, porque Yahveh la había hecho estéril.
7 Así sucedía año tras año; cuando subían al templo de Yahveh la mortificaba. Ana lloraba de
sacerdote Elí estaba sentado en su silla, contra la jamba de la puerta del santuario de Yahveh.
10 Estaba ella llena de amargura y oró a Yahveh llorando sin consuelo,
11 e hizo este voto: «¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de
mí, no olvidarte de tu sierva y darle un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su
vida y la navaja no tocará su cabeza.»336
12 Como ella prolongase su oración ante Yahveh, Elí observaba sus labios.
13 Ana oraba para sí; se movían sus labios, pero no se oía su voz, y Elí creyó que estaba ebria,
14 y le dijo: «¿Hasta cuándo va a durar tu embriaguez? ¡Echa el vino que llevas!»
15 Pero Ana le respondió: «No, señor; soy una mujer acongojada; no he bebido vino ni cosa
pareció ya la misma.
El nacimiento y la consagración de Samuel
19 Se levantaron de mañana y, después de haberse postrado ante Yahveh, regresaron, volviendo a
su casa, en Ramá. Elcaná se unió a su mujer Ana y Yahveh se acordó de ella.
20 Concibió Ana y llegado el tiempo dio a luz un niño a quien llamó Samuel, «porque, dijo, se lo
he pedido a Yahveh».
21 Subió el marido Elcaná con toda su familia, para ofrecer a Yahveh el sacrificio anual y
cumplir su voto,
22 pero Ana no subió, porque dijo a su marido: «Cuando el niño haya sido destetado, entonces le
llevaré, será presentado a Yahveh y se quedará allí para siempre.»
23 Elcaná, su marido, le respondió: «Haz lo que mejor te parezca, y quédate hasta que lo destetes;
así Yahveh cumpla su palabra.» Se quedó, pues, la mujer y amamantó a su hijo hasta su destete.
24 Cuando lo hubo destetado, lo subió consigo, llevando además un novillo de tres años, una
medida de harina y un odre de vino, e hizo entrar en la casa de Yahveh, en Silo, al niño todavía muy
pequeño.
25 Inmolaron el novillo y llevaron el niño a Elí
26 y ella dijo: «Óyeme, señor. Por tu vida, señor, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti,
orando a Yahveh.
27 Este niño pedía yo y Yahveh me ha concedido la petición que le hice.
28 Ahora yo se lo cedo a Yahveh por todos los días de su vida; está cedido a Yahveh.» Y le dejó
allí, a Yahveh.
El canto de Ana
1 Samuel - Capítulo 2
1 Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en Yahveh, mi cuerno se levanta en Dios,
nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha
sentado el universo.
9 Guarda los pasos de sus fieles, y los malos perecen en tinieblas, (pues que no por la fuerza
triunfa el hombre).
10 Yahveh, ¡quebrantados sus rivales! el Altísimo truena desde el cielo. Yahveh juzga los confines
de la tierra, da pujanza a su Rey, exalta el cuerno de su Ungido.»
11 Partió Elcaná para Ramá, y el niño se quedó para servir a Yahveh a las órdenes del sacerdote
Elí.
Los abusos de los hijos de Elí
12 Los hijos de Elí eran unos malvados que no conocían a Yahveh
13 ni las normas de los sacerdotes respecto del pueblo: cuando alguien ofrecía un sacrificio,
venía el criado del sacerdote, mientras se estaba cociendo la carne, con el tenedor de tres dientes en la
mano,
14 lo hincaba en el caldero o la olla, en la cacerola o el puchero, y todo lo que sacaba el tenedor,
el sacerdote se lo quedaba; y así hacían con todos los israelitas que iban allí, a Silo.
15 Incluso antes de que quemasen la grasa, venía el criado del sacerdote y decía al que
sacrificaba: «Dame carne para asársela al sacerdote, no te aceptará carne hervida, sino solamente
carne cruda.»
16 Y si el hombre le decías: «Primero se quema la grasa, y después tomarás cuanto se te antoje»,
le respondía: «No, me lo darás ahora o lo tomo por la fuerza.»
17 El pecado de los jóvenes era muy grande ante Yahveh, porque trataban con desprecio la
ofrenda hecha a Yahveh.
Samuel en el Templo de Silo
18 Estaba Samuel al servicio de Yahveh, muchacho vestido con efod de lino.338
19 Le hacía su madre un vestido pequeño que le llevaba de año en año, cuando subía con su
Yahveh ¿quién intercederá por él?» Pero ellos no escucharon la voz de su padre, porque Yahveh
deseaba hacerles morir.
26 Cuanto al niño Samuel, iba creciendo y haciéndose grato tanto a Yahveh como a los hombres.
Anuncio profético contra los descendientes de Elí
27 Vino un hombre de Dios a Elí y le dijo: Así ha dicho Yahveh. Claramente me he revelado a la
casa de tu padre, cuando ellos estaban en Egipto al servicio de la casa del Faraón.
28 Y le elegí entre todas las tribus de Israel para ser mi sacerdote, para subir a mi altar, incensar
la ofrenda y llevar el efod en mi presencia, y he concedido a la casa de tu padre parte en todos los
sacrificios por el fuego de los hijos de Israel.
29 ¿Por qué pisoteáis el sacrificio y la oblación que yo he ordenado y pesan tus hijos más que yo,
cebándoos con lo mejor de todas las oblaciones de mi pueblo Israel?
30 Por eso - palabra de Yahveh, Dios de Israel - yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre
andarían siempre en mi presencia, pero ahora - palabra de Yahveh - me guardaré bien de ello. Porque
a los que me honran, yo les honro, pero los que me desprecian son viles.
31 He aquí que vienen días en que amputarán tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de suerte
que en tu casa los hombres no lleguen a madurar.
32 Tú mirarás al lado de la Morada todo el bien que yo haga a Israel y nunca habrá hombres
maduros en tu casa.
33 Conservaré a alguno de los tuyos cabe mi altar para que sus ojos se consuman y su alma se
marchite, pero la mayor parte de los tuyos perecerá por la espada de los hombres.
34 Será para ti señal lo que va a suceder a tus dos hijos Jofní y Pinjás: en el mismo día morirán
los dos.
35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos, le edificaré una
pan y dirá: “Destíname, por favor, a una función sacerdotal cualquiera, para que tenga un bocado de
pan que comer.”»
La vocación de Samuel
1 Samuel - Capítulo 3
1 Servía el niño Samuel a Yahveh a las órdenes de Elí; en aquel tiempo era rara la palabra de
estoy, porque me has llamado.» Elí le respondió: «Yo no te he llamado, hijo mío, vuélvete a acostar.»
7 Aún no conocía Samuel a Yahveh, pues no le había sido revelada la palabra de Yahveh.
8 Tercera vez llamó Yahveh a Samuel y él se levantó y se fue donde Elí diciendo: «Aquí estoy,
porque me has llamado.» Comprendió entonces Elí que era Yahveh quien llamaba al niño,
9 y dijo a Samuel: «Vete y acuéstate, y si te llaman, dirás: Habla, Yahveh, que tu siervo escucha.»
casa de Elí.»
15 Samuel siguió acostado hasta la mañana y después abrió las puertas de la Casa de Yahveh.
Samuel temía contar la visión a Elí,
16 pero Elí le llamó y le dijo: «Samuel, hijo mío»; él respondió: «Aquí estoy.»
17 El preguntó: «¿Qué es lo que te ha dicho? ¡No me ocultes nada! Que Dios te haga esto y añada
1 Samuel - Capítulo 4
1 Y la palabra de Samuel llegaba a todo Israel. Elí era muy anciano, mientras que sus hijos
persistían en su malvada conducta respecto de Yahveh. Ocurrió en aquel tiempo que los filisteos se
reunieron para combatir a Israel, y los israelitas salieron a su encuentro para el combate. Acamparon
cerca de Eben Haézer, mientras que los filisteos habían acampado en Afeq.341
2 Se pusieron los filisteos en orden de batalla contra Israel; se libró un gran combate y fue batido
Israel por los filisteos, muriendo en las filas, en campo abierto, cerca de 4.000 hombres.
3 Volvió el ejército al campamento, y los ancianos de Israel dijeron: «¿Por qué nos ha derrotado
hoy Yahveh delante de los filisteos? Vamos a buscar en Silo el arca de nuestro Dios; que venga en
medio de nosotros y que nos salve del poder de nuestros enemigos.»
4 El pueblo envió a Silo y sacaron de allí el arca de Yahveh Sebaot que está sobre los querubines;
arca de Dios había sido capturada y la muerte de su suegro y su marido, se encogió y dio a luz, pues
la habían acometido sus dolores.
20 Estando a la muerte, las que la asistían le dijeron: «Animo, que es un niño lo que has dado a
Los estragos causados por el Arca
1 Samuel - Capítulo 5
1 Los filisteos, por su parte, tomaron el arca de Dios y la llevaron de Eben Haézer a Asdod.
2 Tomaron los filisteos el arca de Dios, la introdujeron en el templo de Dagón y la colocaron al
lado de Dagón.342
3 A la mañana siguiente vinieron los asdodeos al templo de Dagón y he aquí que Dagón estaba
caído de bruces en tierra, delante del arca de Yahveh. Levantaron a Dagón y le volvieron a su sitio.
4 Pero a la mañana siguiente temprano, Dagón estaba caído de bruces en tierra, delante del arca
de Yahveh y la cabeza de Dagón y sus dos manos estaban rotas en el umbral; sólo quedaba el tronco
de Dagón.
5 Por eso los sacerdotes de Dagón y todos los que entran en el templo de Dagón no pisan el
Israel; que vuelva a su sitio y no me haga morir a mí y a mi pueblo.» Pues había un terror mortal en
toda la ciudad, porque descargó allí duramente la mano de Dios.
12 Los que no murieron fueron atacados de tumores y los alaridos de angustia de la ciudad
1 Samuel - Capítulo 6
ofrecedle una reparación y entonces sanaréis y sabréis por qué no se ha apartado su mano de
vosotros.»
4 Preguntaron ellos: «¿Qué reparación hemos de ofrecer?» Y respondieron: «Conforme al
número de los tiranos de los filisteos, cinco tumores de oro y cinco ratas de oro, porque el mismo
castigo sufrís vosotros que vuestros tiranos.
5 Haced imágenes de vuestros tumores y de vuestras ratas que devastan el país y dad gloria al
Dios de Israel. Acaso aligere su mano de sobre vosotros, vuestros dioses y vuestra tierra.
6 ¿Por qué habéis de endurecer vuestros corazones como endurecieron su corazón los egipcios y
el Faraón? ¿No los tuvieron que dejar partir después que Dios los hubo maltratado?
7 Ahora, pues tomad y preparad una carreta nueva y dos vacas que estén criando y que no hayan
llevado yugo; unciréis las vacas a la carreta y haréis volver sus becerros al establo.
8 Tomaréis el arca de Yahveh y la pondréis sobre la carreta. Cuanto a los objetos de oro que le
habéis ofrecido como reparación, los meteréis en un cofre a su lado, y la dejaréis marchar.
9 Y fijaos: si toma el camino de su país, hacia Bet Semes, es él el que nos ha causado esta gran
calamidad; si no, sabremos que no ha sido su mano la que nos ha castigado y que todo esto nos ha
sucedido por casualidad.»343
10 Así lo hicieron aquellos hombres: tomaron dos vacas que estaban criando y las uncieron a la
carreta, pero retuvieron las crías en el establo.
11 Colocaron sobre la carreta el arca de Yahveh y el cofre con las ratas de oro y las imágenes de
sus tumores.
12 Tomaron las vacas en derechura por el camino de Bet Semes y mantuvieron la misma ruta;
caminaban mugiendo, sin desviar ni a derecha ni a izquierda. Los tiranos de los filisteos las siguieron
hasta los confines de Bet Semes.
El Arca en Bet Semes
13 Estaban los de Bet Semes segando el trigo en el valle, y alzando la vista vieron el arca y
fueron gozosos a su encuentro.
14 Al llegar la carreta al campo de Josué de Bet Semes, se detuvo; había allí una gran piedra.
Astillaron la madera de la carreta y ofrecieron las vacas en holocausto a Yahveh.
15 Los levitas bajaron el arca de Yahveh y el cofre que estaba a su lado y que contenía los objetos
de oro, y lo depositaron todo sobre la gran piedra. Los de Bet Semes ofrecieron aquel día
holocaustos e hicieron sacrificios a Yahveh.
16 Cuando los cinco tiranos filisteos lo vieron, se tornaron a Ecrón el mismo día.
17 Estos son los tumores de oro que los filisteos ofrecieron en reparación a Yahveh: uno por
Asdod, uno por Gaza, uno por Ascalón, uno por Gat, uno por Ecrón.
18 Y ratas de oro, tantas cuantas son las ciudades de los filisteos, las de los cinco tiranos, desde
las ciudades fortificadas hasta las aldeas abiertas. Testigo, la gran piedra sobre la que se colocó el
arca de Yahveh y que está en el campo de Josué de Bet Semes, hasta el día de hoy.
El Arca en Quiryat Yearím
19 De entre los habitantes de Bet Semes, los hijos de Jeconías no se alegraron cuando vieron el
arca de Yahveh y castigo Yahveh a setenta de sus hombres. El pueblo hizo duelo porque Yahveh los
había castigado duramente.
20 Dijeron entonces las gentes de Bet Semes: «¿Quién podrá resistir delante de Yahveh, el Dios
1 Samuel - Capítulo 7
1 Vinieron las gentes de Quiryat Yearim y subieron el arca de Yahveh. La llevaron a la casa de
Abinadab, en la loma, y consagraron a su hijo Eleazar para que custodiase el arca de Yahveh.
La intercesión de Samuel y la victoria sobre los filisteos
2 Pasaron muchos días - veinte años - desde el día en que el arca se instaló en Quiryat Yearim, y
toda la casa de Israel suspiró por Yahveh.
3 Entonces Samuel habló así a toda la casa de Israel: «Si os volvéis a Yahveh con todo vuestro
corazón, quitad de en medio de vosotros los dioses extranjeros y las Astartés, fijad vuestro corazón
en Yahveh y servidle a él solo y entonces él os librará de la mano de los filisteos.»
4 Los israelitas quitaron los Baales y las Astartés y sirvieron sólo a Yahveh.
5 Samuel dijo: «Congregad a todo Israel en Mispá y yo suplicaré a Yahveh por vosotros.»
6 Se congregaron, pues, en Mispá, sacaron agua, que derramaron ante Yahveh, ayunaron aquel
día y dijeron: «Hemos pecado contra Yahveh.» Samuel juzgó a los israelitas en Mispá.
7 Cuando los filisteos supieron que los israelitas se habían reunido en Mispá, subieron los tiranos
de los filisteos contra Israel. Habiéndolo oído los israelitas, temieron a los filisteos
8 y dijeron los israelitas a Samuel: «No dejes de invocar a Yahveh nuestro Dios, para que él nos
salve de la mano de los filisteos.»
9 Tomó Samuel un cordero lechal y lo ofreció entero en holocausto a Yahveh, invocó a Yahveh
en favor de Israel y Yahveh le escuchó.
10 Estaba Samuel ofreciendo el holocausto, cuando los filisteos presentaron batalla a Israel, pero
tronó Yahveh aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, los llenó de terror y fueron batidos
ante Israel.
11 Los hombres de Israel salieron de Mispá y persiguieron a los filisteos desbaratándolos hasta
Ecrón hasta Gat, liberando Israel su territorio del dominio de los filisteos. Y hubo paz entre Israel y
los amorreos.
Samuel, Juez de Israel
15 Samuel juzgó a Israel todos los días de su vida.
16 Hacía cada año un recorrido por Betel, Guilgal, Mispá, juzgando a Israel en todos estos
lugares.
17 Después se volvía a Ramá porque allí tenía su casa, y juzgaba a Israel. Y edificó allí un altar a
Yahveh.
LOS COMIENZOS DE LA MONARQUÍA: EL
REINADO DE SAÚL
El primer libro de Samuel ha conservado dos tradiciones paralelas sobre la institución de la
monarquía. Ambas coinciden en reconocer a Saúl como el primer rey de Israel, pero manifiestan
actitudes opuestas con respecto a la realeza. Según la primera tradición, la iniciativa de instituir un
rey proviene del Señor, que elige a Saúl como libertador de Israel (9. 16). La segunda, en cambio,
condena el deseo del pueblo de tener un rey "como todas las naciones" (8. 5, 20), aunque indica al
mismo tiempo que el Señor termina por acceder a los reclamos de los israelitas.
En un primer momento, Saúl aparece como el continuador de las acciones guerreras de los
Jueces. Lo mismo que ellos, es invadido por el "espíritu" del Señor y emprende una guerra de
liberación contra los amonitas (11. 1-13). Pero a esta elección divina se añade, por primera vez, el
reconocimiento de todo el pueblo: después de su victoria, Saúl es aclamado rey (11. 15), y así el líder
carismático queda investido de una autoridad estable. Durante todo el reinado de Saúl, la institución
monárquica tiene un carácter bastante rudimentario, reducido casi exclusivamente al ámbito militar.
La monarquía propiamente dicha sólo comienza con David.
El pueblo pide un rey
1 Samuel - Capítulo 8
1345 Cuando Samuel se hizo viejo, puso a sus hijos como jueces en Israel.
2 Su primogénito se llamaba Joel y el otro, Abías; juzgaban en Israel en Berseba.
3 Pero sus hijos no siguieron su camino: fueron atraídos por el lucro, aceptaron regalos y
torcieron el derecho.
4 Se reunieron, pues, todos los ancianos de Israel y se fueron donde Samuel a Ramá,
5 y le dijeron: «Mira, tú te has hecho viejo y tus hijos no siguen tu camino. Pues bien, ponnos un
rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos.346
8 Todo lo que ellos me han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, abandonándome
y sirviendo a otros dioses, te han hecho también a ti.
9 Escucha, sin embargo, su petición. Pero les advertirás claramente y les enseñarás el fuero del
destinará a sus carros y a sus caballos y tendrán que correr delante de su carro.
12 Los empleará como jefes de mil y jefes de cincuenta; les hará labrar sus campos, segar su
servidores.
15 Tomará el diezmo de vuestros cultivos y vuestras viñas para dárselo a sus eunucos y a sus
servidores.
16 Tomará vuestros criados y criadas, y vuestros mejores bueyes y asnos y les hará trabajar para
él.
17 Sacará el diezmo de vuestros rebaños y vosotros mismos seréis sus esclavos.
18 Ese día os lamentaréis a causa del rey que os habéis elegido, pero entonces Yahveh no os
responderá.»
19 El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo: «¡No! Tendremos un rey
20 y nosotros seremos también como los demás pueblos: nuestro rey nos juzgará, irá al frente de
1 Samuel - Capítulo 9
1 Había un hombre de Benjamín, llamado Quis, hijo de Abiel, hijo de Seror, hijo de Bekorat, hijo
volvernos, no sea que mi padre olvidando las asnas se inquiete por nosotros.»
6 Pero él respondió: «Cabalmente hay en esta ciudad un hombre de Dios. Es hombre acreditado:
todo lo que dice se cumple con seguridad. Vamos, pues, allá y acaso nos oriente acerca del viaje que
hemos emprendido.»
7 Saúl dijo a su criado: «Vamos a ir, pero ¿qué ofreceremos a ese hombre? No queda pan en
nuestros zurrones y no tenemos ningún regalo que llevar al hombre de Dios. ¿Qué le podemos dar?»
8 Replicó el criado y dijo a Saúl: «Es el caso que tengo en mi poder un cuarto de siclo de plata; se
llegar ahora a la ciudad, porque hay hoy un sacrificio por el pueblo en el alto.347
13 En cuanto entréis en la ciudad, le encontraréis antes de que suba al alto para la comida. El
conmigo. Mañana por la mañana te despediré y te descubriré todo lo que hay en tu corazón.
20 No te preocupes por las asnas que perdiste hace tres días, porque ya han aparecido. Por lo
demás, ¿para quién es lo mejor de Israel? ¿No es para ti y para la casa de tu padre?»
21 Saúl respondió: ¿No soy yo de Benjamín, la menor de las tribus de Israel? ¿No es mi familia la
más pequeña de todas las de la tribu de Benjamín? ¿Cómo me dices estas cosas?»
22 Tomó Samuel a Saúl y a su criado y los hizo entrar en la sala, y les dio un asiento a la
cabecera de los invitados, que eran unos treinta.
23 Después dijo Samuel al cocinero: «Sirve la porción que te entregué, la que te dije que pusieras
aparte.»
24 Tomó el cocinero la pierna y el rabo poniéndolos delante de Saúl. Y dijo: «Aquí tienes, ante ti,
lo que se guardó. Come...» Aquel día Saúl comió con Samuel.
25 Bajaron del alto a la ciudad. Se extendió una estera para Saúl en el terrado,
26 y se acostó. Cuando apuntó el alba, llamó Samuel a Saúl en el terrado y le dijo: «Levántate, que
1 Samuel - Capítulo 10
1 Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y después le besó
diciendo: «¿No es Yahveh quien te ha ungido como jefe de su pueblo Israel? Tú regirás al pueblo de
Yahveh y le librarás de la mano de los enemigos que le rodean. Y ésta será para ti la señal de que
Yahveh te ha ungido como caudillo de su heredad.
2 En cuanto te separes hoy de mí, encontrarás dos hombres junto a la tumba de Raquel, sobre la
frontera de Benjamín... y ellos te dirán: “Las asnas que has ido a buscar ya han aparecido. Ahora tu
padre ha olvidado el asunto de las asnas y está preocupado por vosotros, diciendo: ¿Qué debo hacer
por mi hijo?”
3 Pasando más allá, y en llegando a la Encina del Tabor, encontrarás tres hombres que suben
hacia Dios, a Betel, uno llevará tres cabritos, otro llevará tres tortas de pan, y el tercero llevará un
odre de vino.
4 Te saludarán y te darán dos panes, que tú tomarás de su mano.
5 Llegarás después a Guibeá de Dios (donde se encuentra el gobernador de los filisteos) y a la
entrada de la ciudad tropezarás con un grupo de profetas que bajan del alto, precedidos del añafil, el
adufe, la flauta y la cítara, en trance profético.
6 Te invadirá entonces el espíritu de Yahveh, entrarás en trance con ellos y quedarás cambiado en
otro hombre.
7 Cuando se te hayan cumplido estas señales, haz lo que te viniere a mano, porque Dios está
contigo.
8 Bajarás delante de mí a Guilgal, y yo me reuniré allí contigo para ofrecer holocaustos y
sacrificios de comunión. Esperarás siete días a que yo vaya a tu encuentro y te diré lo que debes
hacer.»
El regreso de Saúl
9 Apenas volvió las espaldas para dejar a Samuel, le cambió Dios el corazón y todas las señales
se realizaron aquel mismo día.
10 Desde allí fueron a Guibeá, y he aquí que venía frente a él un grupo de profetas; le invadió el
espíritu de Dios y se puso en trance en medio de ellos.
11 Los que le conocían de toda la vida le vieron profetizando con los profetas, y todos los del
pueblo se decían entre sí: «¿Qué le ha pasado al hijo de Quis? ¿Conque también Saúl anda entre los
profetas?»
12 Replicó uno de allá: «Y ¿quién es su padre?» Y así pasó a proverbio: «¿Conque también Saúl
entre los profetas?».
13 Y cuando salió del trance se fue a casa.
14 El tío de Saúl le dijo a él y a su criado: «¿A dónde habéis ido?» Contestó: «A buscar las asnas.
vuestros males y aprietos, y le habéis dicho: “No: tú ponnos un rey.” Ahora, pues, compareced delante
de Yahveh distribuidos por tribus y familias.»
20 Samuel hizo acercarse a todas las tribus de Israel y fue designada la tribu de Benjamín.
21 Hizo que se acercara la tribu de Benjamín por familias y fue designada la familia de Matrí, y
luego mandó acercarse a la familia de Matrí por individuos y quedó finalmente Saúl, hijo de Quis, y
le buscaron, pero no le encontraron.
22 Entonces volvieron a interrogar a Yahveh: «¿Ha venido ése?» Dijo Yahveh: «Aquí le tenéis
1 Samuel - Capítulo 11
1 subió Najás el ammonita, y acampó contra Yabés de Galaad. Y todos los de Yabés dijeron a
Najás. «Ponnos condiciones y te serviremos.»
2 Dijo Najás el ammonita: «Estas son mis condiciones: saltar a todos el ojo derecho y quedará en
ridículo todo Israel.»
3 Y los ancianos de Yabés le dijeron: «Danos una tregua de siete días y mandaremos mensajeros
por todo el territorio de Israel y, si no hay quien nos socorra, entonces nos rendiremos a ti.»
4 Llegaron los mensajeros a Guibeá de Saúl, y dijeron estas palabras a oídos del pueblo, y todo
medio de mensajeros, diciendo: «Así se hará con los bueyes del que no salga detrás de Saúl.» Y el
temor de Yahveh cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.
8 Les pasó revista en Bézeq, y eran los israelitas 300.000 y los de Judá 30.000.
9 Dijeron a los mensajeros que habían venido: «Así diréis a los de Yabés de Galaad: Mañana,
cuando el sol apriete , seréis liberados.» Fueron los mensajeros y lo anunciaron a los de Yabés, que
se alegraron.
10 Y dijeron los de Yabés a Najás: «Mañana salimos a vosotros y hacéis con nosotros lo que
mejor os parezca.»
11 A la mañana siguiente dispuso Saúl a sus hombres en tres columnas que irrumpieron en el
campamento durante la guardia de la madrugada, y batieron a los ammonitas hasta que apretó el sol.
Y los demás huyeron no quedando dos juntos.
Saúl reconocido por todo el pueblo
12 El pueblo dijo a Samuel: «¿Quién andaba preguntando si Saúl iba a reinar sobre nosotros?
Dadnos esos hombres y los haremos morir.»
13 Pero Saúl dijo: «Que no muera nadie en este día, porque Yahveh ha realizado hoy una
liberación en Israel.»
14 Samuel dijo al pueblo: «Vamos todos a Guilgal e inauguraremos allí la monarquía.»
15 Fue todo el pueblo a Guilgal, y allí en Guilgal, proclamaron rey a Saúl delante de Yahveh,
ofreciendo allí sacrificios de comunión delante de Yahveh; y Saúl y todos los israelitas se alegraron
en extremo.
El discurso de despedida de Samuel
1 Samuel - Capítulo 12
1 Samuel dijo a todo Israel: «Ya veis que os he atendido en todo lo que me habéis pedido y he
puesto un rey sobre vosotros.
2 En adelante, el rey marchara delante de vosotros. Cuanto a mí, he envejecido y encanecido, y
mis hijos entre vosotros están. He andado delante de vosotros desde mi juventud hasta hoy.
3 Aquí me tenéis. Atestiguad contra mí delante de Yahveh y delante de su ungido. ¿De quién he
tomado yo el buey o de quién he tomado el asno? ¿A quién he atropellado u oprimido? ¿Quién me ha
sobornado para que cerrara los ojos? Yo os lo restituiré.»
4 Respondieron: «No nos has atropellado ni oprimido, y nada has recibido de nadie.»
5 El les dijo: «Yahveh es testigo contra vosotros, y su ungido es testigo hoy de que vosotros no
habéis encontrado nada en mis manos.» Respondieron: «Es testigo.»
6 Dijo entonces Samuel al pueblo: «Testigo es aquel Yahveh que suscitó a Moisés y Aarón y que
hizo subir a vuestros padres del país de Egipto.
7 Presentaos ahora para que yo pleitee con vosotros ante Yahveh y para recordaros todos los
Yahveh. Entonces Yahveh envió a Moisés y Aarón que sacaron a vuestros padres de Egipto y los puso
en este lugar.
9 Pero ellos olvidaron a Yahveh su Dios, y él los entregó en manos de Sísara, jefe del ejército de
Jasor, en manos de los filisteos y del rey de Moab, que combatieron contra ellos.348
10 Clamaron a Yahveh diciendo: “Hemos pecado, porque hemos abandonado a Yahveh y servido
a los Baales y a las Astartés. Pero ahora, líbranos de las manos de nuestros enemigos y te
serviremos.”
11 Envió entonces Yahveh a Yerubbaal, a Baraq, a Jefté y a Samuel; os ha librado de los enemigos
que os rodeaban y habéis vivido en seguridad.
12 Pero, en cuanto habéis visto que Najás, rey de los ammonitas, venía contra vosotros, me habéis
dicho: “¡No! Que reine un rey sobre nosotros,” siendo así que vuestro rey es Yahveh, Dios vuestro.349
13 Aquí tenéis ahora al rey que os habéis elegido. Yahveh ha establecido un rey sobre vosotros.
14 Si teméis a Yahveh y le servís, si escucháis su voz y no os rebeláis contra las órdenes de
Yahveh; si vosotros y el rey que reine sobre vosotros seguís a Yahveh vuestro Dios, está bien.350
15 Pero si no escucháis la voz de Yahveh, si os rebeláis contra las órdenes de Yahveh, entonces la
llover. Reconoced y ved el gran mal que habéis hecho a los ojos de Yahveh, a pedir un rey para
vosotros.»
18 Invocó Samuel a Yahveh, que hizo tronar y llover aquel mismo día, y todo el pueblo cobró
mucho temor a Yahveh y a Samuel.
19 Dijo todo el pueblo a Samuel: «Suplica a Yahveh tu Dios en favor de tus siervos, para que no
muramos; hemos colmado nuestros pecados pidiendo en rey para nosotros.»
20 Pero Samuel dijo al pueblo: «No temáis. Cierto que habéis hecho esta maldad. Pero ahora, no
La rebelión contra los filisteos
1 Samuel - Capítulo 13
1 Saúl tenía... años cuando comenzó a reinar, y reinó... años sobre Israel.353
2 Se eligió Saúl 3.000 hombres de Israel; había 2.000 con Saúl en Mikmás y en las montañas de
Betel, y mil con Jonatán en Gueba de Benjamín, y el resto del pueblo lo devolvió a sus tiendas.354
3 Jonatán mató al gobernador de los filisteos que se hallaba en Guibeá, y supieron los filisteos
que los hebreos se habían rebelado. Saúl hizo sonar el cuerno por toda la tierra,355
4 y todo Israel oyó la noticia: «Saúl ha matado al gobernador de los filisteos. Israel se ha hecho
odioso a los filisteos.» Y se reunió el pueblo tras Saúl en Guilgal.
5 Se concentraron los filisteos para combatir a Israel: 3.000 carros, 6.000 caballos y un ejército
tan numeroso como la arena de la orilla del mar; y acamparon en Mikmás, al este de Bet Avén.
6 Cuando los hombres de Israel se vieron en peligro, porque se les apretaba de cerca, se escondió
la gente en las cavernas, los agujeros, las hendiduras de las peñas, los subterráneos y las cisternas.
7 Algunos hebreos pasaron también el Jordán al país de Gad y Galaad. Saúl estaba todavía en
holocausto.
La ruptura de Samuel con Saúl
10 Acababa él de ofrecer el holocausto, cuando llegó Samuel, y Saúl le salió al encuentro para
saludarle.
11 Samuel dijo: «¿Qué has hecho?» Y Saúl respondió: «Como vi que el ejército me abandonaba y
se desbandaba, que, por otro lado, tú no venías en el plazo fijado, y que los filisteos estaban ya
concentrados en Mikmás,
12 me dije: Ahora los filisteos van a bajar contra mí a Guilgal y no he apaciguado a Yahveh.
Entonces me he visto forzado a ofrecer el holocausto.»
13 Samuel dijo a Saúl: «Te has portado como un necio. Si hubieras cumplido la orden que Yahveh
tu Dios te ha dado, entonces Yahveh hubiera afianzado tu reino para siempre sobre Israel.
14 Pero ahora tu reino no se mantendrá. Yahveh se ha buscado un hombre según su corazón, al
que ha designado caudillo de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que Yahveh te había
ordenado.»356
Los preparativos para la guerra
15 Se levantó Samuel y partió de Guilgal para seguir su camino. Los que quedaban del pueblo
subieron tras Saúl al encuentro de los hombres de guerra, y vino de Guilgal a Gueba de Benjamín.
Saúl pasó revista a las tropas que tenía con él: había unos seiscientos hombres.
16 Saúl, su hijo Jonatán y las tropas que estaban con ellos, se hallaban situados en Gueba de
Benjamín, mientras que los filisteos acampaban en Mikmás.
17 La fuerza de choque salió del campo filisteo en tres columnas: una columna tomó la dirección
de Ofrá, en la comarca de Sual;
18 otra tomó la dirección de Bet Jorón y la tercera tomó la dirección del alto que domina el valle
de los Seboím, hacia el desierto.
19 No había herreros en todo el territorio de Israel, porque los filisteos se decían: «Que no hagan
los hebreos espadas ni lanzas.»
20 Así todos los israelitas tenían que bajar a los filisteos para vaciar cada cual su reja, su hacha,
su azuela o su aguijada.
21 El precio era dos tercios de siclo por aguzar las azuelas y enderezar la aguijada.
22 Y así ocurrió que el día de la batalla nadie, en toda la tropa que estaba con Saúl y Jonatán, tenía
en la mano espada ni lanza. Las había sólo para Saúl y para su hijo Jonatán.
23 Una avanzadilla de filisteos partió hacia el paso de Mikmás.
La hazaña de Jonatán
1 Samuel - Capítulo 14
1 Un día, Jonatán, hijo de Saúl, dijo a su escudero: «Ven, vamos a cruzar hasta la avanzadilla de
los filisteos que están en este paso», pero nada dijo a su padre.
2 Saúl estaba situado en el límite de Gueba, bajo el granado que está cerca de la era, y las gentes
picacho por un lado y un picacho por el otro. Uno se llama Boses y el otro Senné;
5 el primer picacho está al norte, frente a Mikmás, el segundo al sur, frente a Gueba.
6 Jonatán dijo a su escudero: «Ven, crucemos hasta la avanzadilla de esos incircuncisos. Acaso
Yahveh haga algo por nosotros, porque nada impide a Yahveh dar la victoria con pocos o con
muchos.»
7 Su escudero respondió: «Haz todo lo que tu corazón te dicte. Por mi parte estoy contigo, a tu
voluntad.»
8 Jonatán dijo: «Vamos a pasar hacia esa gente y nos haremos ver de ellos.
9 Si nos dicen: “¡Alto ahí! hasta que lleguemos a vosotros”, nos quedaremos en el sitio y no
subiremos a ellos.
10 Pero si nos dicen: “Subid hacia nosotros,” subiremos, porque Yahveh los ha entregado en
nuestras manos; esto nos servirá de señal.»
11 Cuando se dejaron ver de la avanzadilla de los filisteos, éstos dijeron: «Mirad los hebreos que
salen de los escondrijos donde se habían metido.»
12 Y la gente de la avanzadilla, dirigiéndose a Jonatán y a su escudero, dijeron: «Subid hacia
nosotros, que os vamos a enseñar algo.» Entonces Jonatán dijo a su escudero: «Sube detrás de mí,
pues Yahveh los ha entregado en manos de Israel.»
13 Subió Jonatán ayudándose de pies y manos, y su escudero le seguía. Caían los filisteos ante
cuerpos de descubierta fueron presa del espanto, la tierra tembló y hubo un terror de Dios.
La derrota de los filisteos
16 Los escuchas de Saúl que estaban en Gueba de Benjamín vieron que el campamento se agitaba
de un lado para otro,
17 y Saúl dijo a las tropas que estaban con él: «Pasad revista y ved quién se ha marchado de los
nuestros.» Se pasó revista y vieron que faltaban Jonatán y su escudero.
18 Entonces Saúl dijo a Ajías: «Trae el efod», porque este era el que llevaba el efod en presencia
de Israel.
19 Pero mientras Saúl hablaba al sacerdote, el tumulto del campamento filisteo iba creciendo y
que la espada de cada uno se volvía contra el otro, ¡un enorme desconcierto!
21 Los hebreos que de antes estaban al servicio de los filisteos y que habían subido con ellos al
campamento, también desertaron y se pasaron a los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán.
22 Todos los israelitas que se habían escondido en la montaña de Efraím, al saber que los filisteos
El juramento de Saúl y la reacción de Jonatán
24 Los hombres de Israel estaban en gran apuro aquel día y Saúl pronunció una imprecación
sobre el pueblo: «Maldito el hombre que coma algo antes del anochecer, antes que me haya vengado
de mis enemigos.» Y nadie del pueblo probó bocado.
25 Había, pues, un panal de miel por el suelo,
26 y el pueblo llegó al panal cuando la miel estaba destilando, pero nadie se llevó la mano a su
la punta de la vara que tenía en la mano, la metió en el panal y después llevó la mano a su boca y le
brillaron los ojos.
28 Uno del pueblo le habló diciendo: «Tu padre ha pronunciado solemnemente esta imprecación
sobre el pueblo; ha dicho “Maldito el hombre que coma hoy algo.”»
29 Jonatán respondió: «Mi padre ha causado un trastorno al país. Ved cómo tengo los ojos más
brillantes por haber tomado este poco de miel.
30 Pues si la tropa hubiese comido hoy del botín tomado al enemigo ¿no hubiera sido mayor el
estrago de los filisteos?»
La transgresión de un precepto ritual
31 Aquel día fueron batidos los filisteos desde Mikmás hasta Ayyalón y la gente quedó extenuada.
32 La tropa se arrojó sobre el botín y tomando ganado menor, bueyes y terneros, los inmoló
sobre el suelo y lo comieron con la sangre.
33 Avisaron a Saúl: «El pueblo está pecando contra Yahveh comiendo la sangre.» El entonces
dijo: «Habéis sido infieles. Rodadme hasta aquí una piedra grande.»
34 Luego dijo: «Repartíos entre el pueblo y decidles: que cada uno traiga su buey o su carnero;
los inmolaréis aquí y comeréis, sin pecar contra Yahveh por comerlo con sangre.» Todos los
hombres llevaron cada cual lo que tenía aquella noche y lo inmolaron allí.
35 Alzó Saúl un altar a Yahveh; este fue el primer altar que edificó.
Jonatán salvado por el pueblo
36 Saúl dijo: «Bajemos durante la noche en persecución de los filisteos y saqueémoslos hasta el
amanecer; no dejaremos ni un solo hombre.» Le respondieron: «Haz lo que mejor te parezca.» Pero
el sacerdote dijo: «Acerquémonos aquí a Dios.»
37 Consultó Saúl a Dios: «¿Bajaré en persecución de los filisteos? ¿Los entregarás en manos de
pecado es mío o de mi hijo Jonatán, Yahveh Dios de Israel, da urim; si el pecado es de tu pueblo
Israel, da tummim.» Fueron señalado Saúl y Jonatán, quedando libre el pueblo.
42 Saúl dijo: «Sortead entre mi hijo Jonatán y yo»; y fue señalado Jonatán.
43 Dijo entonces Saúl a Jonatán: «Cuéntame lo que has hecho.» Jonatán respondió: «No he hecho
más que probar un poco de miel con la punta de la vara que tenía en la mano. Estoy dispuesto a
morir.»
44 Saúl replicó: «Que Dios me haga esto y me añada esto otro si no mueres, Jonatán.»
45 Pero el pueblo dijo a Saúl: «¿Es que va a morir Jonatán siendo él quien ha conseguido esta
gran victoria en Israel? ¡Dios nos libre! ¡Vive Yahveh! que no caerá en tierra ni un cabello de su
cabeza, porque con ayuda de Dios lo hizo.» Así rescató el pueblo a Jonatán y no murió.
46 Regresó Saúl de la persecución de los filisteos y los filisteos alcanzaron su país.
Vista de conjunto sobre el reinado de Saúl
47 Cuando Saúl se constituyó rey sobre Israel guerreó por todas partes contra todos sus
enemigos: contra Moab, los ammonitas, Edom, el rey de Sobá y los filisteos; doquiera se dirigía
resultaba vencedor.
48 Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y libró a Israel del poder de los que le saqueaban.
49 Los hijos de Saúl fueron: Jonatán, Isyó y Malki Súa. Los nombres de sus dos hijas eran: Merab
la mayor y Mikal la más pequeña.
50 La mujer de Saúl se llamaba Ajinoam, hija de Ajimaas. El jefe de su ejército se llamaba Abner,
hijo de Ner, tío de Saúl:
51 Quis, padre de Saúl, y Ner, padre de Abner, eran hijos de Abiel.
52 Hubo una guerra encarnizada contra los filisteos toda la vida de Saúl. En cuanto Saúl veía un
hombre fuerte y valeroso, se lo incorporaba.
La guerra contra Amalec
1 Samuel - Capítulo 15
1 Samuel dijo a Saúl: «Yahveh me ha enviado para consagrarte rey sobre su pueblo Israel.
Escucha, pues, las palabras de Yahveh:
2 Esto dice Yahveh Sebaot: He decidido castigar lo que Amalec hizo a Israel, cortándole el
compasión de él, mata hombres y mujeres, niños y lactantes, bueyes y ovejas, camellos y asnos.»
4 Convocó Saúl al pueblo y le pasó revista en Telam: 200.000 infantes y 10.000 hombres de Judá.
5 Avanzó Saúl hasta la capital de Amalec y se emboscó en el barranco.
6 Dijo Saúl a los quenitas: «Marchaos, apartaos de los amalecitas, no sea que os haga desaparecer
con ellos, pues os portasteis bien con todos los israelitas cuando subían de Egipto»; y los quenitas se
apartaron de los amalecitas.
La desobediencia de Saúl
7 Batió Saúl a los amalecitas desde Javilá, en dirección de Sur que está al este de Egipto.
8 Capturo vivo a Agag, rey de los amalecitas, y pasó a todo el pueblo a filo de espada en
Yahveh.»
14 Pero Samuel preguntó: «¿Y qué son esos balidos que vienen a mis oídos y esos mugidos que
oigo?»
15 Respondió Saúl: «Los hemos traído de Amalec porque el pueblo ha perdonado lo mejor del
ganado mayor y menor con intención de ofrecerlo en sacrificio a Yahveh tu Dios. Cuanto a lo demás,
lo hemos entregado al anatema.»
16 Pero Samuel dijo a Saúl: «Basta ya y deja que te anuncie lo que Yahveh me ha revelado esta
noche.» El le dijo: «Habla.»
17 Entonces Samuel dijo: «Aunque tú eres pequeño a tus propios ojos ¿no eres el jefe de las tribus
de Israel? Yahveh te ha ungido rey de Israel.
18 Yahveh te ha enviado por el camino y te ha dicho: “Vete, y consagra al anatema a estos
pecadores, los amalecitas, hazles la guerra hasta el exterminio”.
19 Por qué no has escuchado a Yahveh? ¿Por qué te has lanzado sobre el botín y has hecho lo que
desagrada a Yahveh?»
20 Saúl respondió a Samuel: «¡Yo he obedecido a Yahveh! Anduve por el camino por el que me
obediencia a la palabra de Yahveh? Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa
de los carneros.
23 Como pecado de hechicería es la rebeldía, crimen de terafim la contumacia. Porque has
desgarró,
28 y Samuel dijo: «Hoy te ha desgarrado Yahveh el reino de Israel y se lo ha dado a otro mejor
que tú.»359
29 (Y la Gloria de Israel no miente ni se arrepiente, porque no es un hombre para
arrepentirse).360
30 Saúl dijo: «He pecado, pero, con todo, te ruego que me honres ahora delante de los ancianos
de mi pueblo y delante de Israel y vengas conmigo para que adore a Yahveh tu Dios.»
31 Volvió Samuel con Saúl y éste adoró a Yahveh.
Muerte de Agag y partida de Samuel
32 Después dijo Samuel: «Traedme a Agag, rey de los amalecitas», y vino Agag hacia él y se
resistía diciendo: «En verdad es amarga la muerte.»
33 Samuel dijo: «Como tu espada ha privado a las mujeres de sus hijos, así entre las mujeres,
privada de su hijo será tu madre», y Samuel despedazó a Agag ante Yahveh en Guilgal.
34 Partió Samuel para Ramá, y Saúl subió a su casa en Guibeá de Saúl.
35 Samuel no vio más a Saúl hasta el día de su muerte. Y lloraba Samuel por Saúl, pero Yahveh se
1 Samuel - Capítulo 16
1 Dijo Yahveh a Samuel: «¿Hasta cuándo vas a estar llorando por Saúl, después que yo le he
rechazado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de
Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.»
2 Samuel replicó: «¿Cómo voy a ir? Se enterará Saúl y me matará.» Respondió Yahveh: «Lleva
yo te diga.»
4 Hizo Samuel lo que Yahveh le había ordenado y se fue a Belén. Salieron temblando a su
descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las
apariencias, pero Yahveh mira el corazón.»
8 Llamó Jesé a Abinadab y le hizo pasar ante Samuel, que dijo: «Tampoco a éste ha elegido
Yahveh.»
9 Jesé hizo pasar a Sammá, pero Samuel dijo: «Tampoco a éste ha elegido Yahveh.»
10 Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: «A ninguno de éstos ha
elegido Yahveh.»
11 Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿No quedan ya más muchachos?» El respondió: «Todavía falta
el más pequeño, que está guardando el rebaño.» Dijo entonces Samuel a Jesé: «Manda que lo traigan,
porque no comeremos hasta que haya venido.»
12 Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia. Dijo Yahveh:
tocar; es valeroso, buen guerrero, de palabra amena, de agradable presencia y Yahveh está con él.»
19 Despachó Saúl mensajeros a Jesé que le dijeran: «Envíame a tu hijo David, el que está con el
rebaño.»
20 Tomó Jesé cinco panes, un odre de vino y un cabrito y lo envió a Saúl con su hijo David.
21 Llegó David donde Saúl y se quedó a su servicio. Saúl le cobró mucho afecto y le hizo su
escudero.
22 Mandó Saúl a decir a Jesé: «Te ruego que tu hijo David se quede a mi servicio, porque ha
hallado gracia a mis ojos.»
23 Cuando el espíritu de Dios asaltaba a Saúl, tomaba David la cítara, la tocaba, Saúl, encontraba
calma y bienestar y el espíritu malo se apartaba de él.
Goliat, el gigante filisteo
1 Samuel - Capítulo 17
1 Reunieron los filisteos sus tropas para la guerra y se concentraron en Soko de Judá, acampando
orden de batalla? ¿Acaso no soy yo filisteo y vosotros servidores de Saúl? Escogeos un hombre y
que baje contra mí.
9 Si es capaz de pelear conmigo y me mata, seremos vuestros esclavos pero si yo le venzo y le
Gat, subía de las filas de los filisteos, diciendo las mismas palabras, y le oyó David.
24 En viéndole todos los hombres de Israel huyeron delante de él, llenos de miedo.
25 Los hombres de Israel decían: «¿Habéis visto a este hombre que sube? Sube a provocar a
Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y librará de tributo la casa
de su padre en Israel.»
26 Preguntó, pues, David a los hombres que estaban a su lado: «¿Qué se hará al hombre que mate
a ese filisteo y aparte la afrenta de Israel? Pues ¿quién es ese filisteo incircunciso para injuriar a las
huestes de Dios vivo?»
27 Y el pueblo le repitió las mismas palabras: «Así se hará al hombre que lo mate.»
28 Se enteró Eliab, su hermano mayor, de su pregunta a los hombres y se encendió en cólera
Eliab contra David, y le dijo: «¿Para qué has bajado, y a quién has dejado aquel pequeño rebaño en el
desierto? Ya sé yo tu atrevimiento y la maldad de tu corazón. Has bajado para ver la batalla.»
29 Respondió David: «Pues ¿qué he hecho yo? ¿es que uno no puede hablar?»
30 Y volviéndose se dirigió a otro y preguntó lo mismo y la gente le respondió como la primera
vez.
31 Fueron oídas las palabras que decía David y se lo contaron a Saúl, que le hizo venir.
32 Dijo David a Saúl: «Que nadie se acobarde por ése. Tu siervo irá a combatir con ese filisteo.»
33 Dijo Saúl a David: «No puedes ir contra ese filisteo para luchar con él, porque tú eres un niño
mano de ese filisteo.» Dijo Saúl a David: «Vete, y que Yahveh sea contigo.»
El combate de David con Goliat
38 Mandó Saúl que vistieran a David con sus propios vestidos y le puso un casco de bronce en la
cabeza y le cubrió con una coraza.
39 Ciñó a David su espada sobre su vestido. Intentó David caminar, pues aún no estaba
acostumbrado, y dijo a Saúl: «No puedo caminar con esto, pues nunca lo he hecho.» Entonces se lo
quitaron.
40 Tomó su cayado en la mano, escogió en el torrente cinco cantos lisos y los puso en su zurrón
de pastor, en su morral , y con su honda en la mano se acercó al filisteo.
41 El filisteo fue avanzando y acercándose a David, precedido de su escudero.
42 Volvió los ojos el filisteo, y viendo a David, lo despreció, porque era un muchacho rubio y
apuesto.
43 Dijo el filisteo a David: «¿Acaso soy un perro, pues vienes contra mí con palos?» Y maldijo a
David el filisteo por sus dioses,
44 y dijo el filisteo a David: «Ven hacia mí y daré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del
campo.»
45 Dijo David al filisteo: «Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti
en nombre de Yahveh Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado.
46 Hoy mismo te entrega Yahveh en mis manos, te mataré y te cortaré la cabeza y entragaré hoy
mismo tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, y
sabrá toda la tierra que hay Dios para Israel.
47 Y toda esta asamblea sabrá que no por la espada ni por la lanza salva Yahveh, porque de
en su mano.
51 Corrió David, se detuvo sobre el filisteos y tomando la espada de éste de sacó de su vaina, le
mató y le cortó la cabeza. Viendo los filisteos que había muerto su campeón, huyeron.
52 Se levantaron los hombres de Israel y de Judá y, lanzando el grito de guerra, persiguieron a
los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Los cadáveres de los filisteos cubrían
el camino, desde Saaráyim hasta Gat y Ecrón.
53 Cuando los hijos de Israel regresaron de perseguir sañudamente a los filisteos, saquearon el
campamento.
54 Tomó David la cabeza del filisteo, y la llevó a Jerusalén; pero sus armas las colocó en su
tienda.363
La presentación de David a Saúl
55 Cuando Saúl vio a David salir al encuentro del filisteo, preguntó a Abner, jefe del ejército:
«¿De quién es hijo este muchacho, Abner?» Abner respondió: «Por tu vida, oh rey, que no lo sé.»
56 El rey dijo: «Pregunta de quién es hijo este muchacho.»
57 Cuando volvió David de matar al filisteo, le tomó Abner y le llevó ante Saúl con la cabeza del
filisteo en la mano .
58 Saúl le preguntó: «¿De quién eres hijo, muchacho?» David respondió: «De tu siervo Jesé, de
Belén.»
La amistad de Jonatán con David
1 Samuel - Capítulo 18
1 En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y le amó
arco y su cinturón.
5 David lograba éxito en todas las campañas que Saúl le encomendaba, y le puso Saúl al frente de
hombres de guerra, y se hizo querer de todo el pueblo, también de los servidores de Saúl.
Los celos de Saúl contra David
6 A su regreso, cuando volvió David de matar al filisteo, salían las mujeres de todas las ciudades
de Israel al encuentro del rey Saúl para cantar danzando al son de adufes y triángulos con cantos de
alegría.
7 Las mujeres, danzando, cantaban a coro: «Saúl mató sus millares y David sus miríadas.
8 Irritóse mucho Saúl y le disgustó el suceso, pues decía: «Dan miríadas a David y a mí millares;
sólo le falta ser rey.»
9 Y desde aquel día en adelante miraba Saúl a David con ojos de envidia.
10 Al día siguiente se apoderó de Saúl un espíritu malo de Dios y deliraba en medio de la casa;
Los planes de Saúl para deshacerse de David
17 Dijo Saúl a David: «Voy a darte por mujer a mi hija mayor Merab, tan sólo con que me seas
valeroso y luches las batallas de Yahveh.» Saúl se había dicho: «Que no muera por mi mano, sino por
mano de los filisteos.»
18 Dijo David a Saúl: «¿Quién soy yo y cuál es mi linaje, la casa de mi padre en Israel, para ser
yerno del rey?»
19 Pero cuando llegó el tiempo de entregar a Merab, la hija de Saúl, a David, fue entregada a
Adriel de Mejolá.
20 Mikal, hija de Saúl, se enamoró de David; se lo dijeron a Saúl y le agradó la noticia.
21 Dijo Saúl: «Se la entregaré, pero será para él un lazo, pues caerá sobre él la mano de los
filisteos.» (Saúl, pues, dijo dos veces a David: «Ahora serás mi yerno.»)
22 Ordenó Saúl a sus servidores: «Insinuad a David: Mira que el rey te estima; también te estiman
todos sus servidores; procura ser yerno del rey.»
23 Los servidores de Saúl dijeron estas palabras a oídos de David y David replicó: «¿Os parece
sencillo ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y ruin.»
24 Comunicaron a Saúl sus servidores: «Estas palabras ha dicho David.»
25 Respondió Saúl: «Decid así a David: No quiere el rey dote, sino cien prepucios de filisteos
para vengarse de los enemigos del rey.» Tramaba el rey hacer sucumbir a David a manos de los
filisteos.
El matrimonio de David con la hija de Saúl
26 Los servidores comunicaron a David estas palabras y la cosa pareció bien a David para llegar
trajo David sus prepucios que entregó cumplidamente al rey para ser yerno del rey. Saúl le dio a su
hija Mikal por mujer.
28 Temió Saúl, pues sabía que Yahveh estaba con David y que toda la casa de Israel le amaba.
29 Aumentó el temor de Saúl hacia David y fue siempre hostil a David.
30 Salían los jefes de los filisteos, pero en todas sus incursiones obtenía David más éxito que los
1 Samuel - Capítulo 19
1 Saúl dijo a su hijo Jonatán y a todos sus servidores que haría morir a David; pero Jonatán, hijo
David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios.
5 Puso su vida en peligro, mató al filisteo y concedió Yahveh una gran victoria para todo Israel.
Tú lo viste y te alegraste. ¿Por qué, pues, vas a pecar contra sangre inocente haciendo morir a David
sin motivo?»
6 Escuchó Saúl las palabras de Jonatán y juró: «¡Vive Yahveh!, no morirá.»
7 Llamó entonces Jonatán a David, le contó todas estas palabras y llevó a David donde Saúl, y se
quedó a su servicio como antes.
Nuevo atentado de Saúl contra David
8 Reanudada la guerra, partió David para combatir a los filisteos, les causó una gran derrota y
huyeron ante él.
9 Se apoderó de Saúl un espíritu malo de Yahveh; estaba sentado en medio de la casa con su lanza
en su mano y David tocaba.
10 Intentó Saúl clavar con su lanza a David en la pared; esquivó David a Saúl y la lanza se clavó
en la pared; huyó David y se puso a salvo. Aquella misma noche
David salvado por su esposa Mical
11 envió Saúl gente a la casa de David para vigilarle y matarle por la mañana, pero su mujer
Mikal advirtió a David: «Si no te pones a salvo esta misma noche, mañana morirás.»
12 Mikal hizo bajar a David por la ventana. El partió y huyó poniéndose a salvo.
13 Tomó Mikal uno de los terafim y lo puso en el lecho, colocó una estera de pelos de cabra a la
para matarlo.»
16 Entraron los enviados y hallaron un terafim en el lecho y la estera de pelos de cabra en la
cabecera.
17 Dijo Saúl a Mikal: «¿Por qué me has engañado y has dejado escapar a mi enemigo para que se
salve?» Respondió Mikal a Saúl: «El me dijo: déjame escapar o te mato.»
Saúl y David con el profeta Samuel
18 Huyó, pues, David y se puso a salvo, yéndose a donde Samuel, en Ramá, y le contó cuanto Saúl
trance de profetizar, con Samuel a la cabeza. Vino sobre los emisarios de Saúl el espíritu de Dios y
también ellos se pusieron en trance.
21 Se lo comunicaron a Saúl y envió nuevos emisarios que también se pusieron en trance. Saúl
volvió a enviar mensajeros por tercera vez y también éstos se pusieron en trance.
22 Entonces partió él mismo para Ramá y llegó a la gran cisterna de la era que está en Seku y
preguntó: «¿Dónde están Samuel y David?», y le dijeron: «Están en las celdas de Ramá.»
23 Se fue de allí a las celdas de Ramá y vino también sobre él el espíritu de Dios e iba caminando
en trance hasta que llegó a las celdas de Ramá.
24 También él se quitó sus vestidos y se puso en trance profético ante Samuel, y quedó desnudo
en tierra todo aquel día y toda aquella noche, por lo que se suele decir: «¿Conque también Saúl entre
los profetas?»
El encuentro de David con Jonatán
1 Samuel - Capítulo 20
1 Huyó David de las celdas de Ramá y se fue a decir a Jonatán: «¿Qué he hecho, cuál es mi falta y
en qué he pecado contra tu padre para que busque mi muerte?»
2 Jonatán le dijo: «De ninguna manera, no morirás. Mi padre no hace ninguna cosa, grande o
pequeña, sin descubrírmela; ¿por qué me había de ocultar mi padre este asunto? ¡No puede ser!»
3 Pero David volvió a jurar: «Save muy bien tu padre que me tienes mucho afecto y se ha dicho:
“Que no lo sepa Jonatán para que no se apene.” Y, con todo, por Yahveh y por tu vida, que no hay más
que un paso entre yo y la muerte.»
4 Dijo Jonatán a David: «Dime lo que deseas y te lo haré.»
5 Dijo David a Jonatán: «Mira, mañana es el novilunio; yo tendría que sentarme con el rey a
comer, pero tú me dejarás marchar y me esconderé en el campo hasta la noche.
6 Si tu padre nota mi ausencia, dirás: “David me ha pedido con insistencia que le deje hacer una
escapada a Belén, su ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de toda la familia.”
7 Si tu padre dice: “Está bien,” tu siervo está a salvo; pero si se enfurece, sabrás que por su parte
está decretada la ruina.
8 Haz este favor a tu siervo ya que hiciste que tu siervo estableciera contigo alianza de Yahveh; si
hay falta en mí, dame tú mismo la muerte; ¿para qué llevarme hasta tu padre?»
9 Respondió Jonatán: «¡Lejos de ti! Si yo supiera con certeza que por parte de mi padre está
decretado que venga la ruina sobre ti, ¿no te lo avisaría?»
10 Respondió David a Jonatán: «¿Quién me avisará si tu padre te responde con aspereza?»
11 Respondió Jonatán a David: «Ven, salgamos al campo.» Y salieron ambos al campo.
El pacto de David con Jonatán
12 Dijo Jonatán a David: «Por Yahveh, Dios de Israel, te juro que mañana a esta misma hora
sondearé a mi padre; si la cosa se pone bien para David y no envío quien te lo haga saber,
13 que Yahveh haga esto a Jonatán y añada esto otro. Si mi padre decide hacerte mal, te lo haré
saber para que te pongas a salvo y vayas en paz. Y que Yahveh sea contigo como lo fue con mi padre.
14 Si para entonces estoy vivo todavía, usa conmigo la bondad de Yahveh y, si muerto,
15 nunca apartes tu misericordia de mi casa. Y cuando Yahveh haya exterminado a los enemigos
David.»
17 Juró de nuevo Jonatán a David por el amor que le tenía, pues le amaba como a sí mismo.
La intervención de Jonatán en favor de David
18 Jonatán le dijo: «Mañana es novilunio y se notará tu ausencia, porque mirarán tu asiento.
19 Pasado mañana se notará más; tú irás al sitio en que te escondiste el día del suceso aquel, y te
de ti, tómala,” vienes, porque todo va bien para ti y no hay nada, por Yahveh.
22 Pero si digo al muchacho: “La flecha está más allá de ti,” vete, porque Yahveh quiere que te
vayas.
23 Cuanto a la palabra que tú y yo tenemos hablada, mira, Yahveh está entre los dos para
siempre.»
24 David se escondió en el campo. Llegado el novilunio, el rey se puso a la mesa para comer.
25 Se sentó el rey en su asiento, como de costumbre, en el asiento de la pared; Jonatán se sentó
enfrente y Abner al lado de Saúl; el asiento de David quedó vacío.
26 Saúl no dijo nada aquel día, porque pensó: «Será un accidente, no estará puro por no haberse
purificado.»
27 Al día siguiente del novilunio, el segundo día, se fijaron en el asiento de David, y Saúl dijo a
su hijo Jonatán: ¿Por qué no ha venido a comer ni ayer ni hoy el hijo de Jesé?»
28 Jonatán respondió a Saúl: «David me pidió con insistencia poder ir a Belén.
29 Me dijo: “Déjame ir, por favor, porque es nuestro sacrificio de familia en la ciudad y mis
hermanos me han reclamado. Así que, si he hallado gracia a tus ojos, déjame hacer una escapada para
ver a mis hermanos.” Por esto no ha venido a la mesa del rey.»
30 Se encendió la cólera de Saúl contra Jonatán y le dijo: «¡Hijo de una perdida! ¿Acaso no sé yo
que prefieres al hijo de Jesé para vergüenza tuya y vergüenza de la desnudez de tu madre?
31 Pues mientras viva sobre el suelo el hijo de Jesé, no estarás a salvo ni tú ni tu realeza; así que
La despedida de David y Jonatán
41 Se marchó el muchacho y David se levantó de junto a la loma y, cayendo sobre su rostro en
1 Samuel - Capítulo 22
1 Yéndose de allí David se refugió en la caverna de Adullam. Lo supieron sus hermanos y toda la
refugio.
5 El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Vete y penetra en las tierras de Judá.»
Partió David y entró en el bosque de Jéret.
La masacre de los sacerdotes de Nob
6 Oyó Saúl que David y los hombres que estaban con él habían sido descubiertos. Estaba Saúl en
Guibeá, en el alto, debajo del tamarisco, con la lanza en la mano, rodeado de todos sus servidores.
7 Dijo Saúl a todos los servidores que le rodeaban: «Oídme todos, benjaminitas: ¿también a cada
uno de vosotros os va a dar el hijo de Jesé campos y viñas y os va a nombrar a todos jefes de
millares y jefes de cien,
8 pues conspiráis todos contra mí y no ha habido quien me descubriera la alianza de mi hijo con
el hijo de Jesé, nadie que se compadeciera de mí y me avisara que mi hijo hacía que mi servidor
atentase contra mí, como ocurre hoy mismo?»
9 Respondió Doeg el edomita, que estaba entre los servidores de Saúl: «Yo he visto al hijo de
Jesé venir a Nob, donde Ajimélek, hijo de Ajitub.
10 Consultó por él a Yahveh, le dio víveres e incluso llegó a entregarle la espada de Goliat el
filisteo.»
11 Mandó el rey llamar al sacerdote Ajimélek, hijo de Ajitub, y a toda la casa de su padre, a los
sacerdotes que había en Nob, y vinieron todos donde el rey.
12 Dijo Saúl: «Oye, hijo de Ajitub.» Este respondió: «Aquí estoy, mi señor.»
13 Díjole Saúl: «¿Por qué conspiráis contra mí tú y el hijo de Jesé, pues le diste pan y una espada
y consultaste a Dios por él, para que se alzase contra mí, como ahora está sucediendo?»
14 Respondió Ajimélek al rey: «¿Y quién, entre todos tus servidores, es como David, el fiel, el
yerno del rey y el jefe de tu guardia personal y honrado en tu propia casa?
15 ¿Es que he comenzado hoy a consultar a Dios por él? ¡Líbreme Dios! No achaque el rey a su
siervo y a toda la casa de mi padre una cosa tal porque nada sabe tu siervo de esto, ni poco ni
mucho.»
16 Respondió el rey: «Vas a morir, Ajimélek, tú y toda la casa de tu padre.»
17 Dijo pues el rey a los corredores que estaban a su lado: «Acercaos y dad muerte a los
sacerdotes de Yahveh porque también su mano está con David y, sabiendo que él huía, no me lo
hicieron saber.» Pero los servidores del rey no quisieron alzar su mano para herir a los sacerdotes de
Yahveh.
18 Dijo, pues, el rey a Doeg: «Acércate tú y hiere a los sacerdotes.» Acercóse Doeg el edomita y
él mismo hirió a los sacerdotes; mató aquel día a 85 hombres que llevaban efod de lino.
La huida de Abiatar al campamento de David
19 Saúl pasó a filo de espada a Nob, la ciudad de los sacerdotes, hombres, mujeres, niños y
1 Samuel - Capítulo 23
1 Avisaron a David: «Mira, los filisteos están atacando a Queilá y han saqueado las eras.»
2 Consultó David a Yahveh: «¿Debo ir a batir a esos filisteos?» Yahveh respondió a David: «Vete,
errando. Avisaron a Saúl que David se había escapado de Queilá y suspendió la expedición.
El encuentro de David y Jonatán en el desierto de Judá
14 David se asentó en el desierto, en refugios, y se quedó en la montaña del desierto de Zif; Saúl
casa.
David traicionado por la gente de Zif
19 Subieron algunos zifitas a Guibeá, donde Saúl, para decirle: «¿No se esconde David entre
nosotros, en los refugios de Jorsa, en la colina de Jakilá, que está al sur de la estepa?
20 Tú deseas con toda tu alma, oh rey, descender. Desciende y es cosa nuestra entregarlo en
seguros y subiré con vosotros, y si está en la comarca le rebuscaré entre todas las familias de Judá.»
24 Se levantaron y se fueron a Zif, precediendo a Saúl. Estaban David y sus hombres en el
desierto de Maón, en la llanura, al sur del desierto.
25 Fue Saúl con sus hombres en su busca; avisaron a David y bajó al tajo que está en el desierto
de Maón. Lo oyó Saúl y persiguió a David en el desierto de Maón.
26 Iba Saúl y sus hombres por un lado de la montaña, y David y sus hombres por el lado de la
otra. Huía David a toda prisa ante Saúl, mientras Saúl y sus hombres intentaban pasar a la parte de
David y sus hombres para apresarlos,
27 cuando he aquí que llegó un mensajero a Saúl y le dijo: «Date prisa y ven, porque los filisteos
1 Samuel - Capítulo 24
1364 Subió de allí David y se asentó en los refugios de Engadí.
2 Cuando regresó Saúl de perseguir a los filisteos, le avisaron: «David está en el desierto de
Engadí.»
3 Tomó entonces Saúl 3.000 hombres selectos de todo Israel y partió en busca de David y de sus
hacer sus necesidades. David y sus hombres estaban instalados en el fondo de la cueva.
5 Los hombres de David le dijeron: «Mira, este es el día que Yahveh te anunció: Yo pongo a tu
enemigo en tus manos, haz de él lo que te plazca.» Levantóse David y silenciosamente cortó la punta
del manto de Saúl.
6 Después su corazón le latía fuertemente por haber cortado la punta del manto de Saúl,
7 y dijo a sus hombres: «Yahveh me libre de hacer tal cosa a mi señor y de alzar mi mano contra
Volvió Saúl la vista, e inclinándose David, rostro en tierra, se postró ante él,
10 y dijo David a Saúl: «¿Por qué escuchas a las gentes que te dicen: David busca tu ruina?
11 Hoy mismo han visto tus ojos que Yahveh te ha puesto en mis manos en la cueva, pero no he
querido matarte, te he perdonado, pues me he dicho: No alzaré mi mano contra mi señor, porque es el
ungido de Yahveh.
12 Mira, padre mío, mira la punta de tu manto en mi mano; si he cortado la punta de tu manto y
no te he matado, reconoce y mira que no hay en mi camino maldad ni crimen, ni he pecado contra ti,
mientras que tú me pones insidias para quitarme la vida.
13 Que juzgue Yahveh entre los dos y que Yahveh me vengue de ti, pero mi mano no te tocará,
14 pues como dice el antiguo proverbio: De los malos sale malicia, pero mi mano no te tocará.
15 ¿Contra quién sale el rey de Israel, a quién estás persiguiendo? A un perro muerto, a una pulga.
16 Que Yahveh juzgue y sentencie entre los dos, que él vea y defienda mi causa y me haga justicia
librándome de tu mano.»
17 Cuando David hubo acabado de decir estas palabras a Saúl, dijo Saúl: «¿Es ésta tu voz, hijo
mío David?» Y alzando Saúl su voz, rompió a llorar,
18 y dijo a David: «Más justo eres tú que yo, pues tú me haces beneficios y yo te devuelvo males;
19 hoy has mostrado tu bondad, pues Yahveh me ha puesto en tus manos y no me has matado.
20 ¿Qué hombre encuentra a su enemigo y le permite seguir su camino en paz? Que Yahveh te
La muerte de Samuel
1 Samuel - Capítulo 25
1 Samuel murió. Todo Israel se congregó para llorarle y lo sepultaron en su heredad, en Ramá.
mi nombre,
6 y hablad así a mi hermano; Salud para ti, salud para tu casa y salud para todo lo tuyo.
7 He sabido que estás de esquileo; pues bien, tus pastores han estado con nosotros y nunca les
hemos molestado ni han echado en falta nada de lo suyo mientras estuvieron en Carmelo.
8 Pregunta a tus criados y ellos te lo dirán. Que estos muchachos encuentren, pues gracia a tus
ojos, ya que hemos venido en un día de fiesta, y dales lo que tengas a mano para tus siervos y tu hijo
David.”»
9 Llegaron los muchachos de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David y
se quedaron esperando.
10 Pero Nabal respondió a los servidores de David: «¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé?
Abundan hoy en día los siervos que andan huídos de sus señores.
11 ¿Voy a tomar acaso mi pan y mi vino y las reses que he sacrificado para los esquiladores y se
las voy a dar a unos hombres que no sé de dónde son?»
12 Los muchachos de David dieron la vuelta y se volvieron por su camino, y en llegando le
comunicaron todas estas palabras.
13 David dijo a sus hombres: «Que cada uno ciña su espada.» Todos ciñeron su espada. También
David se ciñó su espada. Subieron detrás de David unos cuatrocientos hombres, quedándose
doscientos con el bagaje.
La actitud de Abigail con respecto a David
14 Uno de los servidores avisó a Abigaíl, mujer de Nabal, diciendo: «Mira que David ha enviado
mensajeros desde el desierto para saludar a nuestro amo, y se ha lanzado contra ellos.
15 Sin embargo, esos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nada echamos en falta
mientras anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo.
16 Fueron nuestra defensa noche y día todo el tiempo que estuvimos con ellos guardando el
ganado.
17 Date cuenta y mira lo que debes hacer, porque ya está decretada la ruina de nuestro amo y de
toda la casa, y es un necio al que nada se puede decir.
18 Tomó Abigaíl a toda prisa doscientos panes y dos odres de vino, cinco carneros ya
preparados, cinco arrobas de trigo tostado, cien racimos de uvas pasas y doscientos panes de higos
secos, y lo cargó sobre unos asnos,
19 diciendo a sus servidores: «Pasad delante de mí, que yo os sigo.» Pero nada dijo a su marido
Nabal.
20 Cuando bajaba ella, montada en el asno, por lo cubierto de la montaña, David y sus hombres
bajaban en dirección contraria y se tropezó con ellos.
21 David se decía: «Muy en vano he guardado en el desierto todo lo de este hombre para que nada
de lo suyo le faltase, pues me devuelve mal por bien.
22 Esto haga Dios a David y esto otro añada si para el alba dejo con vida ni un solo varón de los
de Nabal.»
23 Apenas vio a David, se apresuró Abigaíl a bajar del asno y cayendo ante David se postró en
tierra, y
24 arrojándose a sus pies le dijo: «Caiga sobre mí la falta, señor. Deja que tu sierva hable a tus
la necedad está con él; yo, tu sierva, no vi a los siervos que mi señor había enviado.
26 Ahora, mi señor, por Yahveh y por tu vida, por Yahveh que te ha impedido derramar sangre y
tomarte la justicia por tu propia mano, que sean como Nabal tus enemigos y los que buscan la ruina
de mi señor.
27 Cuanto a este presente que tu sierva ha hecho traer para mi señor, que sea entregado a los
mi señor, pues mi señor combate las batallas de Yahveh y no vendrá mal sobre ti en toda tu vida.
29 Y aunque se alza un hombre para perseguirte y buscar tu vida, la vida de mi señor está
encerrada en la bolsa de la vida, al lado de Yahveh tu Dios, mientras que la vida de los enemigos de
mi señor la volteará en el hueco de la honda.
30 Cuando haga Yahveh a mi señor todo el bien que te ha prometido y te haya establecido como
caudillo de Israel,
31 que no haya turbación ni remordimiento en el corazón de mi señor por haber derramado
sangre inocente y haberse tomado mi señor la justicia por su mano; y cuando Yahveh haya
favorecido a mi señor, acuérdate de tu sierva.»
32 David dijo a Abigaíl: «Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi
encuentro.
33 Bendita sea tu prudencia y bendita tú misma que me has impedido derramar sangre y tomarme
la justicia por mi mano.
34 Pero con todo, vive Yahveh, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que de no haberte
apresurado a venir a mi encuentro, no le hubiera quedado a Nabal, al romper el alba, ni un solo
varón.»
35 Tomó David de mano de ella lo que le traía y le dijo: «Sube en paz a tu casa; mira, he
contra la injuria de Nabal y ha preservado a su siervo de hacer mal. Yahveh ha hecho caer la maldad
de Nabal sobre su cabeza.» Envió David mensajeros para proponer a Abigaíl que fuera su mujer.
40 Llegaron los mensajeros de David a casa de Abigaíl en Carmelo y le hablaron diciendo:
«David nos envía a ti para tomarte por mujer.»
41 Se levantó ella y se postró rostro en tierra diciendo: «Tu sierva es una esclava para lavar los
Nueva persecución de Saúl contra David
1 Samuel - Capítulo 26
1 Llegaron los zifitas donde Saúl, en Guibeá, diciendo: «¿Acaso no está escondido David en la
colina de Jakilá, hacia el este de la estepa?»
2 Se levantó Saúl y bajó al desierto de Zif, con tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar
acostados Saúl y Abner, hijo de Ner, jefe de su tropa. Dormía Saúl en el círculo del campamento,
estando la tropa acampada en derredor de él.
6 David dirigió la palabra a Ajimélek, hitita, y a Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab,
diciendo: «¿Quién quiere bajar conmigo al campamento, donde Saúl?» Abisay respondió: «Yo bajo
contigo.»
7 David y Abisay se dirigieron de noche hacia la tropa. Saúl dormía acostado en el centro del
campamento, con su lanza, clavada en tierra, a su cabecera; Abner y el ejército estaban acostados en
torno a él.
Saúl perdonado otra vez por David
8 Dijo entonces Abisay a David: «Hoy ha copado Dios a tu enemigo en tu mano. Déjame que
ahora mismo lo clave en tierra con la lanza de un solo golpe. No tendré que repetir.»
9 Pero David dijo a Abisay: «No lo mates. ¿Quién atentó contra el ungido de Yahveh y quedó
impune?»
10 Añadió David: «Vive Yahveh, que ha de ser Yahveh quien le hiera, bien que llegue su día y
muera, bien que baje al combate y perezca.
11 Líbreme Yahveh de levantar mi mano contra el ungido de Yahveh. Ahora toma la lanza de su
cabecera y el jarro de agua y vámonos.»
12 Tomó David la lanza y el jarro de la cabecera de Saúl y se fueron. Nadie los vio, nadie se
enteró, nadie se despertó. Todos dormían porque se había abatido sobre ellos el sopor profundo de
Yahveh.
El reproche de David a Saúl
13 Pasó David al otro lado y se colocó lejos, en la cumbre del monte, quedando un gran espacio
entre ellos.
14 Gritó David a la gente y a Abner, hijo de Ner, diciendo : «¿No me respondes, Abner?»
Respondió Abner: «¿Quién eres tú que me llamas?»
15 Dijo David a Abner: «¿No eres tú un hombre? ¿Quién como tú en Israel? ¿Por qué, pues, no
has custodiado al rey tu señor? Pues uno del pueblo ha entrado para matar al rey, tu señor.
16 No está bien esto que has hecho. Vive Yahveh que sois reos de muerte por no haber velado
sobre vuestro señor, el ungido de Yahveh. Mira ahora. ¿Dónde está la lanza del rey y el jarro del agua
que había junto a la cabecera?»
17 Reconoció Saúl la voz de David y preguntó: «¿Es ésta tu voz, hijo mío David?» Respondió
excita contra mí, que sea aplacado con una oblación, pero si son los hombres, malditos sean ante
Yahveh, porque me expulsan hoy para que no participe en le heredad de Yahveh, diciéndose: «Que
vaya a servir a otros dioses.»
20 Que no caiga ahora mi sangre en tierra lejos de la presencia de Yahveh, pues ha salido el rey
de Israel a la caza de mi vida como quien persigue una perdiz en los montes.»
21 Respondió Saúl: «He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal, ya que mi
vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente equivocado.»
22 Respondió David: «Aquí está la lanza del rey. Que pase uno de los servidores y la tome.
23 Yahveh devolverá a cada uno según su justicia y su fidelidad; pues hoy te ha entregado Yahveh
1 Samuel - Capítulo 27
1 David se dijo a sí mismo: «Algún día voy a perecer a manos de Saúl. Lo mejor será refugiarme
en tierra de filisteos. Saúl dejará de perseguirme por todos los términos de Israel y escaparé de sus
manos.»
2 Levantóse David y pasó, con los seiscientos hombres que tenía, a Akís, hijo de Maok, rey de
Gat.
3 Se asentó David con Akís en Gat, él y sus hombres, cada cual con su familia; David con sus dos
ciudades del territorio, para residir en ella. ¿Por qué ha de morar tu siervo a tu lado, en la ciudad
real?»
6 Aquel mismo día le asignó Akís Siquelag; por esto Siquelag pertenece hasta el día de hoy a los
reyes de Judá.
7 El número de días que moró David en territorio de los filisteos fue de un año y cuatro meses.
Las incursiones de David
8 Subía David con su gente y hacía incursiones contra los guesuritas, los guirzitas y los
amalecitas, pues éstos son los habitantes de la región, desde Telam, yendo hacia Sur, hasta la tierra de
Egipto.
9 Devastaba David la tierra y no dejaba con vida hombre ni mujer; se apoderaba de las ovejas y
contra nosotros y digan: “Esto ha hecho David.” «De esta forma se comportó David todo el tiempo
que moró en territorio de filisteos.
12 Akís confiaba en David diciéndose: «Seguramente se ha hecho odioso a su pueblo Israel y será
1 Samuel - Capítulo 28
1 Por aquellos días reunieron los filisteos sus tropas para ir a la guerra contra Israel; Akís dijo a
David: «Bien sabes que debes venir a la guerra conmigo, tú y tus hombres.»
2 Respondió David a Akís: «Ahora vas a saber bien lo que va a hacer tu servidor.» Dijo Akís a
acampó en Gelboé.366
5 Vio Saúl el campamento de los filisteos y tuvo miedo, temblando sobremanera su corazón.
6 Consultó Saúl a Yahveh, pero Yahveh no le respondió ni por sueños ni por los urim, ni por los
profetas.
7 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme una nigromante para que vaya a consultarla.» Dijéronle
nigromantes y adivinos. ¿Por qué tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?»
10 Saúl juró por Yahveh diciendo: «¡Vive Yahveh! Ningún castigo te vendrá por este hecho.»
11 La mujer dijo: «¿A quién debo invocar para ti?» Respondió: «Evócame a Samuel.»
12 Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un gran grito. Dijo la mujer a Saúl: «¿Por qué me has
engañado? ¡Tú eres Saúl¡»
13 El rey le dijo: «No temas, pero ¿qué has visto?» La mujer respondió a Saúl: «Veo un espectro
envuelto en su manto.» Comprendió Saúl que era Samuel y cayendo rostro en tierra se postró.
15 Samuel dijo a Saúl: «¿Por qué me perturbas evocándome?» Respondió Saúl: «Estoy en grande
angustia; los filisteos mueven guerra contra mí, Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni
por los profetas ni en sueños. Te he llamado para que me indiques lo que debo hacer.»
16 Dijo Samuel: «¿Para qué me consultas si Yahveh se ha separado de ti y se ha pasado a otro?
17 Yahveh te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado Yahveh el reino de tu mano y se
manera.
19 También a Israel entregará Yahveh en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos estaréis
escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por obedecer las órdenes que me diste.
22 Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te sirva un bocado de pan para
que comas y tengas fuerzas para ponerte en camino.»
23 Saúl se negó diciendo: «No quiero comer.» Pero sus servidores, a una con la mujer, le
insistieron hasta que accedió. Se levantó del suelo y se sentó en el diván.
24 Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y
coció unos ázimos.
25 Lo sirvió a Saúl y sus servidores, comieron y levantándose se marcharon aquella misma
noche.367
David excluido del ejército filisteo
1 Samuel - Capítulo 29
1 Los filisteos concentraron todo su ejército en Afeq, mientras que los israelitas acamparon en la
fuente que hay en Yizreel.
2 Los tiranos de los filisteos marcharon al frente de las centurias y millares; David y sus hombres
marchaban a retaguardia con Akís.
3 Dijeron los jefes de los filisteos: «¿Qué hacen estos hebreos?» Akís respondió a los jefes de los
filisteos: «Es David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo un año o dos y no he
hallado nada contra él desde el día en que vino a mí hasta hoy.»
4 Pero los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: «Manda regresar a ese
hombre y que se vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se
vuelva contra nosotros durante la lucha. ¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las
cabezas de estos hombres?
5 No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl mató sus millares y David sus miríadas?»
6 Akís llamó a David y le dijo: «! Vive Yahveh! que tú eres leal y me hubiera gustado que salieras
y entraras conmigo en el campamento, pues nada malo he hallado en ti desde el día en que viniste a
mí hasta hoy, pero no eres bien visto por los tiranos.
7 Ahora vuélvete y vete en paz, y así no harás nada malo a los ojos de los tiranos de los filisteos.»
8 David dijo a Akís: «¿Qué he hecho yo y qué has hallado en tu siervo, desde el día en que me
puse a tu servicio hasta hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos del rey, mi
señor?»
9 Respondió Akís a David: «Bien sabes que me eres grato como un ángel de Dios; pero los
1 Samuel - Capítulo 30
1 Cuando David y sus hombres llegaron al tercer día a Siquelag, los amalecitas habían hecho una
pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y sus hijas. Pero David halló fortaleza en
Yahveh su Dios.
7 Dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ajimélek: «Acércame el efod.» Abiatar acercó el efod a
David.
8 Consultó David a Yahveh diciendo: «¿Debo perseguir a esta banda? ¿Le daré alcance?» Le
comido, recobró su espíritu, pues había estado tres días y tres noches sin comer pan ni beber agua.
13 David le preguntó: «¿A quién perteneces y de dónde eres?» Respondió: «Soy un muchacho
egipcio, esclavo de un amalecita, pero mi dueño me abandonó porque me puse enfermo hace tres
días.
14 Hemos hecho una incursión contra el Négueb de los kereteos y el de Judá y contra el Négueb
por el gran botín que habían tomado en tierra de filisteos y en tierra de Judá.
17 David los batió desde el alba al anochecer; sólo se salvaron de entre ellos cuatrocientos
mujeres.
19 Nada les faltó, ni pequeño ni grande, ni el botín, ni sus hijos, ni sus hijas, ni nada de cuanto les
David.»
El reparto del botín
21 Llegó David donde los doscientos hombres que, demasiado fatigados para seguirle, se habían
quedado en el torrente Besor. Salieron al encuentro de David y de la gente que venía con él; se
acercaron David y la tropa y les saludaron.
22 Pero todos los perversos y malvados de entre los hombres que habían ido con David,
contestaron: «A los que no han ido con nosotros no se les dará el botín que hemos salvado, sino sólo
su mujer y sus hijos; que lo tomen y se vayan.»
23 David dijo: «No hagáis esto con lo que Yahveh nos ha concedido. Nos ha guardado y ha
entregado en nuestras manos a esa banda que vino contra nosotros.
24 ¿Quién os dará la razón en este caso? Porque: Esta es la parte del que baja a la batalla y ésta la
parte del que se queda con la impedimenta. Se partirá por igual.»
25 Y desde aquel día en adelante lo estableció como decreto y norma para Israel, hasta el día de
hoy.
David y los ancianos de Judá
26 Llegó David a Siquelag y envió parte del botín a los ancianos de Judá, según sus ciudades,
diciendo: «Aquí tenéis un presente del botín tomado a los enemigos de Yahveh»,
27 a los de Betul, a los de Ramá del Négueb, a los de Yattir,
28 a los de Aroer, a los de Sifmot, a los de Estemoa,
29 a los de Carmelo, a los de las ciudades de Yerajmeel, a los de las ciudades de los quenitas,
30 a los de Jormá, a los de Bor Asan, a los de Eter,
31 a los de Hebrón y a todos los lugares por donde anduvo David con su gente.
El desastre del Gelboé y la muerte de Saúl
1 Samuel - Capítulo 31
1 Trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y
hagan mofa de mí», pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la
espada y se arrojó sobre ella.
5 Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó también sobre su espada y murió con él.
6 Así murieron aquel día juntamente Saúl y sus tres hijos y su escudero.
7 Cuando los hombres de Israel que estaban del lado frontero del valle y del otro lado del Jordán
vieron que las tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron
sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se establecieron en ellas.369
8 Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos y encontraron a Saúl y a sus tres
2 Samuel - Capítulo 1
1 Después de la muerte de Saúl, volvió David de derrotar a los amalecitas y se quedó dos días en
Siquelag.371
2 Al tercer día llegó del campamento uno de los hombres de Saúl, con los vestidos rotos y
batalla; han caído muchos del pueblo y también Saúl y su hijo Jonatán han muerto.»
5 Dijo David al joven que le daba la noticia “: «¿Cómo sabes que han muerto Saúl y su hijo
Jonatán?»
6 Respondió el joven que daba la noticia: «Yo estaba casualmente en el monte Gelboé; Saúl se
la vida en mí.”
10 Me acerqué a él y le maté, pues sabía que no podría vivir después de su caída; luego tomé la
diadema que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en el brazo y se los he traído aquí a mi
señor.»372
11 Tomando David sus vestidos los desgarró, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con
él.
12 Se lamentaron y lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán, por el
2 Samuel - Capítulo 2
1 Después de esto, consultó David a Yahveh diciendo: «¿Debo subir a alguna de las ciudades de
Judá?» Yahveh le respondió: «Sube.» David preguntó: «¿A cuál subiré?» «A Hebrón», respondió.
2 Subió allí David con sus dos mujeres, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl la mujer de Nabal de
Carmelo.
3 David hizo subir a los hombres que estaban con él, cada cual con su familia, y se asentaron en
las ciudades de Hebrón.
El mensaje de David a Yabés de Galaad
4 Llegaron los hombres de Judá, y ungieron allí a David como rey sobre la casa de Judá.
Comunicaron a David que los hombres de Yabés de Galaad habían sepultado a Saúl.
5 Y David envió mensajeros a los hombres de Yabés de Galaad para decirles: «Benditos seáis de
Yahveh por haber hecho esta misericordia con Saúl, vuestro señor, dándole sepultura.
6 Que Yahveh sea con vosotros misericordioso y fiel. También yo os trataré bien por haber
hecho esto.
7 Y ahora tened fortaleza y sed valerosos, pues murió Saúl, vuestro señor, pero la casa de Judá
Majanáyim.
9 Le proclamó rey sobre Galaad, sobre los aseritas, sobre Yizreel, sobre Efraím y Benjamín y
seis meses.
El enfrentamiento de Israel y Judá en Gabaón
12 Salió Abner, hijo de Ner, y los seguidores de Isbaal, hijo de Saúl, de Majanáyim hacia Gabaón.
13 Salieron también Joab, hijo de Sarvia, y los veteranos de David, y se encontraron cerca de la
alberca de Gabaón; se detuvieron, los unos a un lado de la alberca y los otros al otro.
14 Dijo Abner a Joab: «Que se levanten los muchachos y luchen en nuestra presencia.» Dijo Joab:
«Que se levanten.»
15 Se levantaron y avanzaron los designados: doce de Benjamín por Isbaal, hijo de Saúl, y doce
de los veteranos de David.
16 Cada uno agarró a su adversario por la cabeza y le hundió la espada en el costado; así cayeron
todos a la vez, por lo que aquel lugar se llamó: «Campo de los costados»; está en Gabaón.
17 Hubo aquel día una batalla durísima y Abner y los hombres de Israel fueron derrotados por
los veteranos de David.
18 Estaban allí los tres hijos de Sarvia: Joab, Abisay y Asahel; era Asahel ligero de pies como un
corzo montés.
19 Asahel marchó en persecución de Abner, sin desviarse en su carrera tras de Abner ni a la
derecha ni a la izquierda.
20 Se volvió Abner y dijo: «¿Eres tú Asahel?» Respondió: «Yo soy.»
21 Abner le dijo: «Apártate a la derecha o a la izquierda. Atrapa a uno de esos muchachos y
apodérate de sus despojos.» Pero Asahel no quiso apartarse.
22 Insistió de nuevo Abner diciendo a Asahel: «¡Apártate de mí! ¿Por qué he de derribarte en
tierra? ¿Cómo podré alzar la vista ante tu hermano Joab?»
23 Pero no quiso apartarse y Abner le hirió en el vientre con el cuento de la lanza, saliéndole la
lanza por detrás. Cayó y allí mismo murió. Todos cuantos llegaban al lugar donde Asahel cayó y
murió se detenían.
24 Joab y Abisay partieron en persecución de Abner; cuando el sol se ponía llegaron a la colina
de Ammá que está al oriente de Giaj, sobre el camino del desierto de Gabaón.
El fin de la lucha
25 Los benjaminitas se agruparon tras de Abner en escuadrón cerrado y aguantaron a pie firme
será amargura? ¿Hasta cuándo esperas a decir al pueblo que deje de perseguir a sus hermanos?»
27 Respondió Joab: «¡Vive Yahveh, que de no haber hablado tú, mi gente no hubiera dejado de
combate.
29 Abner y sus hombres marcharon toda la noche por la Arabá, pasaron el Jordán y, después de
1 Se prolongó la guerra entra la casa de Saúl y la casa de David; pero David se iba fortaleciendo,
había parecido bien a los ojos de Israel y a los ojos de toda la casa de Benjamín.
20 Llegó Abner a donde David, en Hebrón, con veinte hombres. Y David ofreció un banquete a
me haga Dios y esto me añada, si pruebo el pan o cualquiera otra cosa antes de ponerse el sol.»
36 Todo el pueblo lo supo y lo aprobó. Todo lo que hizo el rey pareció bien a todo el pueblo.
37 Y aquel día supo todo el pueblo y todo Israel que el rey no había tenido parte en la muerte de
2 Samuel - Capítulo 4
1 Cuando Isbaal, hijo de Saúl, supo que había muerto Abner en Hebrón, desfallecieron sus manos
Rekab, hijos de Rimmón de Beerot, benjaminitas, porque también Beerot se considera de Benjamín.
3 Los habitantes de Beerot habían huido a Guittáyim, donde se han quedado hasta el día de hoy
como forasteros residentes.
4 Tenía Jonatán, hijo de Saúl, un hijo tullido de pies. Tenía cinco años cuando llegó de Yizreel la
noticia de lo de Saúl y Jonatán; su nodriza le tomó y huyó, pero con la prisa de la fuga, cayó y se
quedó cojo. Se llamaba Meribbaal.
5 Se pusieron en camino Rekab y Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y llegaron a casa de Isbaal
con el calor del día, cuando dormía la siesta.
6 Entraron en la casa. La portera se había dormido mientras limpiaba el trigo. Rekab y su
hermano Baaná se deslizaron cautelosamente
7 y entraron en la casa; estaba Isbaal acostado en su lecho, en su dormitorio; le hirieron y le
mataron; luego le cortaron la cabeza y tomándola caminaron toda la noche por la ruta de la Arabá.
8 Llevaron la cabeza de Isbaal a David, en Hebrón, y dijeron al rey: «Aquí tienes la cabeza de
Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo, el que buscó tu muerte. Hoy ha concedido Yahveh a mi señor el rey
venganza sobre Saúl y sobre su descendencia.»
9 Respondió David a Rekab y a su hermano Baaná, hijos de Rimmón de Beerot, y les dijo: «¡Vive
los colgaron junto a la alberca de Hebrón. Tomaron la cabeza de Isbaal y la sepultaron en el sepulcro
de Abner, en Hebrón.
DAVID, REY DE JUDÁ Y DE ISRAEL
El reino del Norte, que desde la muerte de Saúl se debate en la anarquía, termina por reconocer a
David como rey. Así Israel y Judá, sin dejar de ser dos reinos distintos, tienen ahora un solo monarca.
Al ceñir la doble corona, David neutraliza por un momento el arraigado antagonismo entre el Norte y
el Sur. Sin embargo, la tensión seguirá latente, hasta provocar la ruptura definitiva después de la
muerte de Salomón (1 Rey. 12).
Para consolidar la unidad, David decide establecer una nueva capital. La ciudad elegida es
Jerusalén, una antiquísima plaza fuerte cananea, que no pertenecía ni debía lealtad a ninguna de las
tribus israelitas. La conquista de Jerusalén se realiza en un ataque sorpresivo, llevado a cabo por los
hombres de David y no por soldados reclutados entre las tribus de Israel. De esa manera, Jerusalén se
convierte en la "Ciudad de David". Un tiempo después, el traslado del Arca de la Alianza a la nueva
capital, la convierte en la "Ciudad de Dios" y en el centro religioso de "todo" Israel.
En el apogeo de su reinado, David se propone erigir un Templo para el Arca de la Alianza. El
profeta Natán, en nombre del Señor, se opone a ese proyecto. Pero David recibe, en cambio, grandes
promesas para su dinastía. Por medio del profeta, el Señor le anuncia que ha establecido en favor de
él una Alianza eterna y le promete que su dinastía permanecerá para siempre. Esta promesa hará
surgir en Israel la esperanza mesiánica.
David ungido rey de Israel
2 Samuel - Capítulo 5
1 Vinieron todas las tribus de Israel donde David a Hebrón y le dijeron: «Mira: hueso tuyo y
tierra. Dijeron éstos a David: «No entrarás aquí; porque hasta los ciegos y cojos bastan para
rechazarte.» (Querían decir: no entrará David aquí.)
7 Pero David conquistó la fortaleza de Sión que es la Ciudad de David.
8 Y dijo David aquel día: «Todo el que quiera atacar a los jebuseos que suba por el canal..., en
cuanto a los ciegos y a los cojos, David los aborrece.» Por eso se dice: «Ni cojo ni ciego entrarán en
la Casa.»375
9 David se instaló en la fortaleza y la llamó Ciudad de David. Edificó una muralla en derredor,
desde el Milló hacia el interior.
10 David iba medrando y Yahveh el Dios Sebaot estaba con él.
La casa y la familia de David en Jerusalén
11 Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros con maderas de cedro, carpinteros y canteros
que construyeron la casa de David.
12 Y David conoció que Yahveh le había confirmado como rey de Israel y que había exaltado su
Dos victorias de David sobre los filisteos
17 Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey de Israel, subieron todos en
entregarás en mis manos?» Respondió Yahveh a David: «Sube, porque ciertamente entregaré a los
filisteos en tus manos.»
20 Llegó David a Baal Perasim. Allí los derrotó David y dijo: «Yahveh me ha abierto brecha entre
mis enemigos como brecha de aguas.» Por eso se llamó aquel lugar Baal Perasim.
21 Ellos abandonaron allí sus ídolos y David y sus hombres se los llevaron.
22 Volvieron a subir los filisteos y se desplegaron por el Valle de Refaím.
23 David consultó a Yahveh, que le dijo: «No subas contra ellos. Da un rodeo detrás de ellos y
Guézer.
El traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén
2 Samuel - Capítulo 6
la loma. Uzzá y Ajyó, hijos de Abinadab, conducían la carreta con el arca de Dios.
4 Uzzá caminaba al lado del arca de Dios y Ajyó iba delante de ella.
5 David y toda la casa de Israel bailaban delante de Yahveh con todas sus fuerzas, cantando con
cítaras, arpas, adufes, sistros y cimbalillos.
6 Al llegar a la era de Nakón, extendió Uzzá la mano hacia el arca de Dios y la sujetó porque los
carnero cebado.
14 David danzaba y giraba con todas sus fuerzas ante Yahveh, ceñido de un efod de lino.
15 David y toda la casa de Israel hacían subir el arca de Yahveh entre clamores y resonar de
cuernos.
16 Cuando el arca de Yahveh entró en la Ciudad de David, Mikal, hija de Saúl, que estaba mirando
por la ventana, vio al rey David saltando y girando ante Yahveh y le despreció en su corazón.
17 Metieron el arca de Yahveh y la colocaron en su sitio, en medio de la tienda que David había
hecho levantar para ella y David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de
Yahveh.
18 Cuando David hubo acabado de ofrecer los holocaustos y sacrificios de comunión, bendijo al
pan, un pastel de dátiles y un pan de pasas a cada uno de ellos, y se fue todo el pueblo cada uno a su
casa.
20 Cuando se volvía David para bendecir su casa, Mikal, hija de Saúl, le salió al encuentro y le
dijo: «¡Cómo se ha cubierto hoy de gloria el rey de Israel, descubriéndose hoy ante las criadas de sus
servidores como se descubriría un cualquiera!»
21 Respondió David a Mikal: «En presencia de Yahveh danzo yo. Vive Yahveh, el que me ha
preferido a tu padre y a toda tu casa para constituirme caudillo de Israel, el pueblo de Yahveh, que yo
danzaré ante Yahveh,
22 y me haré más vil todavía; seré vil a tus ojos pero seré honrado ante las criadas de que hablas.
23 Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.
La profecía de Natán
2 Samuel - Capítulo 7
1 Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus enemigos de
alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios
La oración de David
18 El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, señor mío Yahveh, y qué mi
tu siervo.
22 Por eso eres grande, mi Señor Yahveh; nadie como tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron
nuestros oídos.
23 ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel a quien un dios haya ido a rescatar
para hacerle su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas,
expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a naciones y dioses extraños?
24 Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo para siempre, y tú, Yahveh, eres
su Dios.
25 Y ahora, Yahveh Dios, mantén firme eternamente la palabra que has dirigido a tu siervo y a su
casa y haz según tu palabra.
26 Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se diga: Yahveh Sebaot es Dios de Israel; y que
2 Samuel - Capítulo 8
1 Después de esto, batió David a los filisteos y los humilló; tomó David a Gat y sus dependencias
de manos de los filisteos...
2 Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo que se echaran en tierra;
midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas
quedaron sometidos a David, pagando tributo.
3 David batió a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a imponerse su dominio en el
Río.
4 David le apresó 1.700 hombres de carro y 20.000 de a pie y desjarretó toda la caballería de los
carros reservando cien tiros.
5 Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadézer, rey de Sobá: pero David causó
22.000 bajas a los arameos.
6 Y estableció David gobernadores en Aram de Damasco. Los arameos quedaron sometidos a
David, pagando tributo; Yahveh hizo triunfar a David por dondequiera que iba.
7 Tomó David los escudos de oro que llevaban los servidores de Hadadézer y los llevó a
Jerusalén.
8 De Tebaj y de Berotay, ciudades de Hadadézer, tomó el rey una gran cantidad de bronce.
9 Tou, rey de Jamat, supo que David había derrotado a todas las fuerzas de Hadadézer,
10 y envió a su hijo Hadoram al rey David para saludarle y felicitarle por haber atacado y
vencido a Hadadézer, ya que Tou estaba siempre en guerra con Hadadézer. Traía Hadoram vasos de
plata, oro y bronce.
11 El rey David los consagró también a Yahveh, con la plata y el oro consagrado procedente de
número de 18.000.
14 Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas quedaron sometidos a David, y Yahveh hizo
triunfar a David dondequiera que iba.
La administración del reino
15 Reinó David sobre todo Israel, administrando derecho y justicia a todo su pueblo.
16 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército, y Josafat, hijo de Ajilub, era el heraldo.
17 Sadoq, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélek, eran sacerdotes. Seraya era secretario,
18 Benaías, hijo de Yehoyadá, mandaba a los keretos y los peleteos. Los hijos de David eran
sacerdotes.378
CRÓNICA DE LA SUCESIÓN AL TRONO DE DAVID
En los últimos años de su reinado, David vivió muchas horas amargas. El jefe guerrero que supo
consolidar un reino, se mostró más de una vez demasiado condescendiente con sus hijos, y esta
debilidad le impidió ejercer una autoridad efectiva sobre su familia. Así se creó el clima propicio para
los conflictos domésticos y las rebeliones que nos relata la "Crónica de la sucesión al trono de David",
obra compuesta por un testigo presencial, en una época bastante cercana a los hechos. El narrador
quiere mostrar cómo Salomón llegó a ser el legítimo sucesor de David, a través de una serie de
circunstancias dramáticas e imprevisibles que hicieron fracasar una tras otra las ambiciones de los
demás pretendientes al trono.
Por su valor literario y su manera de presentar los acontecimientos, esta crónica ocupa un lugar
de excepción en toda la historiografía del Antiguo Oriente. Los hechos reviven ante nosotros en una
sucesión de cuadros, que revelan el arte de un agudo observador y de un narrador sobrio e imparcial.
De un modo particular, el carácter de David aparece lleno de contrastes, como lo pone de manifiesto
el comienzo mismo de la narración. Las consecuencias de su pasión por Betsabé lo llevan a cometer
un crimen fríamente premeditado. Pero el reproche del profeta Natán lo hace recapacitar sobre la
gravedad de su pecado y provoca en él un sincero arrepentimiento. Ante esta muestra de miseria y de
grandeza, el narrador no emite ningún juicio. Deja que los hechos hablen por sí mismos.
David y Meribbaal, hijo de Jonatán
2 Samuel - Capítulo 9
1 David preguntó: «¿Queda todavía algún hijo de la casa de Saúl? Quiero favorecerle por amor a
Jonatán.
2 Tenía la familia de Saúl un siervo llamado Sibá. Le convocaron ante David y el rey le dijo:
«¿Eres tú Sibá?» Respondió: «Tu siervo soy.»
3 Dijo el rey: «¿Queda alguien todavía de la casa de Saúl para que yo tenga con él una
misericordia sin medida?» Sibá contestó al rey: «Vive todavía un hijo de Jonatán, tullido de pies.»
4 El rey le preguntó: «¿Dónde está?» Respondió Sibá al rey: «Esta en casa de Makir, hijo de
Ammiel, en Lo Debar.»
5 Y el rey David mandó traerlo de la casa de Makir, hijo de Ammiel, de Lo Debar.
6 Llegó Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, adonde David y cayendo sobre su rostro se
para que pueda comer. Meribbaal, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa.» Tenía Sibá quince
hijos y veinte siervos.
11 Respondió Sibá al rey: «Tu siervo hará todo lo que mi señor el rey ha mandado a su siervo.»
Meribbaal comía a la mesa de David como uno de los hijos del rey.
12 Tenía Meribbaal un hijo pequeño, llamado Miká. Todos los que vivían en casa de Sibá eran
siervos de Meribbaal.
13 Pero Meribbaal vivía en Jerusalén porque comía siempre a la mesa del rey. Estaba tullido de
pies.
La afrenta de los amonitas a los enviados de David
2 Samuel - Capítulo 10
1 Después de esto murió el rey de los ammonitas y reinó en su lugar su hijo Janún.
2 Dijo David: «Tendré con Janún, hijo de Najás, la misma benevolencia que su padre tuvo
conmigo.» David envió a sus servidores para que le consolaran por su padre. Cuando los servidores
de David llegaron al país de los ammonitas,
3 dijeron los jefes de los ammonitas a Janún, su señor: «¿Acaso David te envía a consolar porque
quiere hacer honor a tu padre ante tus ojos? ¿No te ha enviado David sus siervos para espiar la
ciudad, explorarla y destruirla?»
4 Entonces Janún prendió a los servidores de David, les rapó la mitad de la barba, cortó sus
vestidos hasta la mitad de las nalgas, y los despachó.
5 Se lo comunicaron a David y envió gente a su encuentro porque los hombres estaban cubiertos
de vergüenza; el rey les mandó a decir: «Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba; después
volveréis.»
Primera campaña de Israel contra los amonitas
6 Vieron los ammonitas que se habían hecho odiosos a David y enviaron para tomar a sueldo
arameos de Bet Rejob y arameos de Sobá 20.000 infantes; del rey de Maaká mil hombres y del rey de
Tob 12.000.
7 Lo supo David y mandó a Joab con toda la tropa, los valientes.
8 Salieron a campaña los ammonitas y se ordenaron en batalla a la entrada de la puerta, mientras
que los arameos de Sobá y de Rejob, y los hombres de Tob y de Maaká estaban aparte en el campo.
9 Viendo Joab que tenía un frente de combate por delante y otro por detrás, escogió a los mejores
ammonitas.
11 Y dijo: «Si los arameos me dominan, ven en mi ayuda; si los ammonitas te dominan a ti,
vendré en tu socorro.
12 Ten fortaleza, esforcémonos por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios y que
y entraron en la ciudad, mientras que Joab se alejó de los ammonitas y entró en Jerusalén.
Nueva victoria de David sobre los arameos
15 Vieron los arameos que habían sido vencidos por Israel y se concentraron todos.
16 Hadadézer mandó venir a los arameos del otro lado del Río. Y llegaron a Jelam, viniendo a su
2 Samuel - Capítulo 11
1 A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, envió David a Joab con sus
veteranos y todo Israel. Derrotaron a los ammonitas y pusieron sitio a Rabbá, mientras David se
quedó en Jerusalén.
2 Un atardecer se levantó David de su lecho y se paseaba por el terrado de la casa del rey cuando
vio desde lo alto del terrado a una mujer que se estaba bañando. Era una mujer muy hermosa.
3 Mandó David para informarse sobre la mujer y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam, mujer de
Urías el hitita.»
4 David envió gente que la trajese; llegó donde David y él se acostó con ella, cuando acababa de
purificarse de sus reglas. Y ella se volvió a su casa.
5 La mujer quedó embarazada y envió a decir a David: «Estoy encinta.»
6 David mandó decir a Joab: «Envíame a Urías el hitita.» Joab envió a Urías adonde David.
7 Llegó Urías donde él y David le preguntó por Joab, y por el ejército y por la marcha de la
guerra.
8 Y dijo David a Urías: «Baja a tu casa y lava tus pies.» Salió Urías de la casa del rey, seguido de
un obsequio de la mesa real.
9 Pero Urías se acostó a la entrada de la casa del rey, con la guardia de su señor, y no bajó a su
casa.
10 Avisaron a David: «Urías no ha bajado a su casa.» Preguntó David a Urías: «¿No vienes de un
viaje? ¿Por qué no has bajado a tu casa?
11 Urías respondió a David: «El arca, Israel y Judá habitan en tiendas; Joab mi señor y los siervos
de mi señor acampan en el suelo ¿y voy a entrar yo en mi casa para comer, beber y acostarme con mi
mujer? ¡Por tu vida y la vida de tu alma, no haré tal!»
12 Entonces David dijo a Urías: «Quédate hoy también y mañana te despediré.» Se quedó Urías
salida contra nosotros en campo raso y los rechazamos hasta la entrada de la puerta,
24 pero los arqueros tiraron contra tus veteranos desde lo alto de la muralla y murieron algunos
porque la espada devora ya a uno ya a otro. Redobla tu ataque contra la ciudad y destrúyela.” Y así le
darás ánimos.»
26 Supo la mujer de Urías que había muerto Urías su marido e hizo duelo por su señor.
27 Pasado el luto, David envió por ella y la recibió en su casa haciéndola su mujer; ella le dio a
luz un hijo; pero aquella acción que David había hecho desagradó a Yahveh.
Reproche de Natán y arrepentimiento de David
2 Samuel - Capítulo 12
1 Envió Yahveh a Natán donde David, y llegando a él le dijo: «Había dos hombres en una ciudad,
compasión.»
7 Entonces Natán dijo a David: «Tú eres ese hombre. Así dice Yahveh Dios de Israel: Yo te he
ungido rey de Israel y te he librado de las manos de Saúl.379
8 Te he dado la casa de tu señor y he puesto en tu seno las mujeres de tu señor; te he dado la casa
remedio.»
Muerte del hijo de Betsabé y nacimiento de Salomón
15 Y Natán se fue a su casa. Hirió Yahveh al niño que había engendrado a David la mujer de Urías
y enfermó gravemente.
16 David suplicó a Dios por el niño; hizo David un ayuno riguroso y entrando en casa pasaba la
noche acostado en tierra.
17 Los ancianos de su casa se esforzaban por levantarle del suelo, pero el se negó y no quiso
comer con ellos.
18 El séptimo día murió el niño; los servidores de David temieron decirle que el niño había
muerto, porque se decían: «Cuando el niño aún vivía le hablábamos y no nos escuchaba. ¿Cómo le
diremos que el niño ha muerto? ¡Hará un desatino!»
19 Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió David que el niño había
muerto y dijo David a sus servidores: «¿Es que ha muerto el niño?» Le respondieron: «Ha muerto.»
20 David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de vestidos. Fue luego a la casa de
Conquista de Rabbá y sometimiento de los amonitas
26 Joab atacó a Rabbá de los ammonitas y conquistó la ciudad real.
27 Y envió Joab mensajeros a David para decirle: «He atacado a Rabbá y me he apoderado
2 Samuel - Capítulo 13
1 Sucedió después que Absalón, hijo de David, tenía una hermana que era hermosa, llamada
Tamar, y Amnón, hijo de David, se prendó de ella.
2 Estaba Amnón tan atormentado que se puso enfermo, porque su hermana Tamar era virgen y le
parecía difícil a Ammón hacerle algo.
3 Tenía Amnón un amigo llamado Yonadab, hijo de Simá, hermano de David; era Yonadab
hombre muy astuto,
4 y le dijo: «¿Qué te sucede, hijo del rey, que de día en día estás más afligido? ¿No me lo vas a
descubrir?» Amnón le dijo: «Estoy enamorado de Tamar, hermana de mi hermano Absalón.»
5 Yonadab le dijo: «Acuéstate en tu lecho y fíngete enfermo y cuando tu padre venga en verte le
dices: Que venga, por favor, mi hermana Tamar a darme de comer; que prepare delante de mí algún
manjar para que lo vea yo y lo coma de su mano.»
6 Y Amnón se acostó fingiéndose enfermo. Entró el rey a verle y Amnón dijo al rey: «Que venga,
por favor, mi hermana Tamar y fría delante de mí un par de frituras y yo las comeré de su mano.»
7 David envió a decir a Tamar a su casa: «Vete a casa de tu hermano Amnón y prepárale algo de
comer.»
8 Fue, pues, Tamar a casa de su hermano, que estaba acostado; tomó harina, la amasó, hizo los
Tomo Tamar las frituras que había hecho, se las llevó a su hermano Amnón a la alcoba
11 y se las acercó para que comiese, pero él la sujetó y le dijo: «Ven, acuéstate conmigo, hermana
mía.»
12 Pero ella respondió: «No, hermano mío, no me fuerces, pues no se hace esto en Israel. No
que el amor con que la había amado. Y le dijo Amnón: «Levántate y vete.»
16 Ella le dijo: «No, hermano mío, por favor, porque si me echas, este segundo mal es peor que
el que me hiciste primero.» Pero él no quiso escucharla.
17 Llamó al criado que le servía y le dijo: «Échame a ésta fuera y cierra la puerta tras ella.»
18 (Vestía ella una túnica con mangas, porque así vestían antes las hijas del rey que eran
vírgenes). Su criado la hizo salir fuera y cerró la puerta tras ella.
19 Tamar puso ceniza sobre su cabeza, rasgó la túnica de mangas que llevaba, puso sus manos
sobre la cabeza y se iba gritando mientras caminaba.
20 Su hermano Absalón le dijo: «¿Es que tu hermano Amnón ha estado contigo? Ahora calla,
hermana mía; es tu hermano. No te preocupes de este asunto.» Y Tamar quedó desolada en casa de su
hermano Absalón.
21 Cuando el rey David supo todas estas cosas se irritó en extremo, pero no quiso castigar a su
hijo Amnón, al que amaba porque era su primogénito.
22 Absalón no dijo a Amnón ni una palabra, ni buena ni mala, pues odiaba Absalón a Amnón
porque había humillado a su hermana Tamar.
Asesinato de Amnón y huida de Absalón
23 Dos años después, estaban los esquiladores con Absalón esquilando en Baal Jasor, junto a
Efraím, y Absalón invitó a todos los hijos del rey.
24 Se presentó Absalón al rey y le dijo: «Ya que estoy de esquileo, que vengan, por favor,
conmigo el rey y sus servidores.»
25 El rey dijo a Absalón: «No, hijo mío, no podemos ir todos para no serte gravosos.» Insistió,
pero el rey no quiso ir y le dio su bendición.
26 Absalón le dijo: «Que venga, por favor, con nosotros mi hermano Amnón.» Respondió el rey:
«¿Para qué ha de ir contigo?»
27 Pero Absalón le insistió y dejó que fueran con él Amnón y todos los hijos del rey. Absalón
mandó preparar un convite regio.
28 Y ordenó a sus criados: «Estad atentos: cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino y
yo os diga: “Herid a Amnón”, le mataréis. No tengáis temor, porque os lo mando yo. Cobrad ánimo y
sed valerosos.»
29 Los criados de Absalón hicieron con Amnón lo que Absalón les había mandado. Entonces
todos los hijos del rey se levantaron y montando cada cual en su mulo huyeron.
30 Estando ellos en camino llegó a David el rumor de que Absalón había matado a todos los hijos
el rey que han muerto todos los muchachos, los hijos del rey, porque solamente ha muerto Amnón;
pues era cosa decidida en boca de Absalón desde el día en que aquél humilló a su hermana Tamar.
33 Así que no haga caso mi señor el rey de esos rumores de que han muerto todos los hijos del
camino de Bajurim, a la bajada, y fue a avisar el rey: «He visto algunos hombres que bajan por el
camino de Bajurim, por la ladera de la montaña.»
35 Yonadab dijo al rey: «Son los hijos del rey que llegan; ha sido lo que tu servidor había dicho.»
36 Apenas había acabado de hablar, entraron los hijos del rey y alzando su voz lloraron. También
2 Samuel - Capítulo 14
1 Conoció Joab, hijo de Sarvia, que el corazón del rey estaba por Absalón
2 y envió Joab a Técoa, a traer de allí una mujer sagaz a la que dijo: «Da muestras de duelo,
vístete de luto y no te perfumes; pórtate como una mujer que hace muchos días que está en duelo por
un muerto.
3 Entra luego donde el rey y dile estas palabras», y Joab puso las palabras en su boca.380
4 Entró, pues, donde el rey la mujer de Técoa y cayendo sobre su rostro en tierra se postró y
dijo: «¡Sálvame, oh rey!»
5 El rey le dijo: «¿Qué te pasa?» Y ella contestó: «¡Ay de mí! Soy una mujer viuda. Mi marido ha
muerto.
6 Tu sierva tiene dos hijos. Se pelearon en el campo, no había quien los separase y uno hirió al
otro y le mató.
7 Y ahora se alza toda la familia contra tu sierva y dicen: “Entréganos al asesino de su hermano:
le haremos morir por la vida de su hermano, al que mató, y haremos desaparecer también al
heredero.” Así van a extinguir el ascua que me queda y no dejarán a mi marido nombre ni
superviviente en la tierra.»
8 El rey dijo a la mujer: «Vete a tu casa que yo daré órdenes sobre tu asunto.»
9 Pero la mujer de Técoa dijo al rey: «Caiga, oh rey mi señor, la culpa sobre mí y sobre la casa
sangre no aumente la ruina y no extermine a mi hijo.» El dijo: «Vive Yahveh, que no caerá en tierra ni
un cabello de tu hijo.»
12 La mujer dijo: «Te suplico que tu sierva pueda decir a mi señor el rey una palabra.» Dijo:
«Habla».
13 Respondió la mujer: «¿Por qué has tenido tal pensamiento contra el pueblo de Dios y se hace
metido miedo y tu sierva se ha dicho: Hablaré al rey y acaso el rey cumpla la palabra de su esclava,
16 pues el rey me escuchará y librará a su esclava de la ira del hombre que quiere exterminarme,
a mí juntamente con mi hijo, de la heredad de Dios.
17 Tu sierva dice: Que la palabra de mi señor el rey traiga la paz, pues mi señor el rey es como el
Ángel de Dios para discernir el bien y el mal. Y que Yahveh tu Dios sea contigo.»
18 El rey respondió a la mujer y dijo: «No me oculte nada de lo que voy a preguntarte.» La mujer
dijo: «Habla, oh rey, mi señor.»
19 Dijo el rey: «¿No anda contigo la mano de Joab en todo esto?» Respondió la mujer: «Por tu
vida, oh rey mi señor, que no se desvía ni a la derecha ni a la izquierda nada de lo que el rey mi señor
dice. Tu siervo Joab me ha mandado y ha puesto en la boca de tu sierva todas estas palabras.
20 Para abordar con rodeos el tema hizo esto tu siervo Joab. Pero mi señor es prudente como el
Ángel de Dios y sabe todo cuanto sucede en la tierra.»
21 Entonces el rey dijo a Joab: «Mira, he decidido el asunto. Anda y haz que regrese el joven
Absalón.»
22 Cayó Joab sobre su rostro en tierra y postrándose bendijo al rey. Joab dijo: «Hoy ha conocido
tu siervo que ha hallado gracia a tus ojos, oh rey mi señor, pues ha cumplido el rey el deseo de su
siervo.»
23 Levantóse Joab, fue a Guesur y llevó a Absalón a Jerusalén.
24 Pero el rey dijo: «Que se retire a su casa, pues no ha de ver mi rostro.» Y Absalón se retiró a
su casa sin ver el rostro del rey.
La prestancia de Absalón
25 No había en todo Israel un hombre tan apuesto como Absalón, ni tan celebrado; de la planta de
los pies hasta la coronilla de la cabeza no había en él defecto.
26 Cuando se cortaba el pelo - y se lo cortaba cada año; porque le pesaba mucho y por eso se lo
cortaba - pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos, peso real.
27 Le nacieron a Absalón tres hijos y una hija, llamada Tamar; era una mujer de gran belleza.
El reencuentro de David y Absalón
28 Absalón estuvo en Jerusalén dos años sin ver el rostro del rey.
29 Llamó Absalón a Joab para enviarle al rey, pero él no quiso ir. Le llamó todavía una segunda
2 Samuel - Capítulo 15
1 Después de esto se hizo Absalón con un carro, caballos y cincuenta hombres que corrían
delante de él.
2 Se levantaba Absalón temprano y se colocaba a la vera del camino de la puerta, y a los que
tenían algún pleito y venían donde el rey para el juicio, les llamaba Absalón y les decía: «¿No eres tú
de...?» El respondía: «Tu siervo es de tal tribu de Israel.»381
3 Absalón le decía: «Mira, tu causa es justa y buena, pero nadie te escuchará de parte del rey.»
4 Y añadía Absalón: «¡Quién me pusiera por juez de esta tierra! Podrían venir a mí todos los que
huyamos, porque no tenemos escape ante Absalón. Apresuraos a partir, no sea que venga a toda prisa
y nos dé alcance, vierta sobre nosotros la ruina y pase la ciudad a filo de espada.»
15 Dijeron al rey sus servidores: «Para todo cuanto mi señor el rey elija estamos aquí tus
servidores.»
16 El rey salió con toda su casa, a pie, dejando diez concubinas para guardar la casa.
17 Salió el rey a pie, con todo el pueblo, y se detuvieron en la última casa.
18 Estaban con él todos sus veteranos. Todos los kereteos, los perizitas, Ittay y todos los guititas,
seiscientos hombres que le habían seguido desde Gat, marchaban delante del rey.
19 Y dijo el rey a Ittay el guitita: «¿Por qué has de venir tú también conmigo? Vuélvete y quédate
Vuélvete y haz que tus hermanos se vuelvan contigo; y que Yahveh tenga contigo amor y fidelidad.»
21 Ittay respondió al rey: «¡Por vida de Yahveh y por tu vida, rey mi señor, que donde el rey mi
sus criaturas.
23 Iban todos llorando con gran llanto. El rey se detuvo en el torrente Cedrón y toda la gente
tu padre, ahora soy siervo tuyo,” podrás frustrar, en favor mío, los consejos de Ajitófel.
35 ¿No estarán allí contigo los sacerdotes Sadoq y Abiatar? Todo cuanto oigas en la casa del rey,
La adhesión de Sibá a David
2 Samuel - Capítulo 16
1 Había pasado David un poco más allá de la cumbre, cuando le salió al encuentro Sibá, criado de
Meribbaal, con dos asnos aparejados, cargados con doscientos panes, cien racimos de uvas pasas,
cien frutas maduras y un odre de vino.
2 El rey preguntó a Sibá: «¿Para qué es esto?» Sibá contestó: «Los asnos son para que la familia
del rey pueda montar, los panes y frutas son para que los muchachos coman y el vino para que beba
el que se fatigue en el desierto.»
3 El rey preguntó: «¿Dónde está el hijo de tu señor?» Sibá respondió al rey: «Se ha quedado en
entregado tu reino en manos de Absalón tu hijo. Has caído en tu propia maldad, porque eres un
hombre sanguinario.»
9 Abisay, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Por qué ha de maldecir este perro muerto a mi señor el
rey? Voy ahora mismo y le corto la cabeza.»
10 Respondió el rey: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia? Deja que maldiga, pues si
Yahveh le ha dicho: “Maldice a David” ¿quién le puede decir: «Por qué haces esto?»
11 Y añadió David a Abisay y a todos sus siervos: «Mirad, mi hijo, salido de mis entrañas, busca
mi muerte, pues ¿cuánto más ahora un benjaminita? Dejadle que maldiga, pues se lo ha mandado
Yahveh.
12 Acaso Yahveh mire mi aflicción y me devuelva Yahveh bien por las maldiciones de este día.»
13 Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí marchaba por el flanco de la
Absalón en Jerusalén
15 Absalón y todos hombres de Israel entraron en Jerusalén; Ajitófel estaba con él.
16 Llegó Jusay el arquita, amigo de David, donde Absalón y dijo Jusay a Absalón: «¡Viva el rey,
viva el rey!»
17 Absalón dijo a Jusay: «¿Es éste tu afecto por tu amigo? ¿Por qué no te has ido con tu amigo?»
18 Jusay respondió a Absalón: «No. Yo quiero estar y permanecer con aquel a quien ha elegido
Yahveh, este pueblo y todos los hombres de Israel.
19 Por lo demás ¿a quién voy a servir? ¿No es a su hijo? Como he servido a tu padre, te serviré a
ti.»
20 Absalón dijo a Ajitófel: «Tomad consejo sobre lo que se debe hacer.»
21 Ajitófel dijo a Absalón: «Llégate a las concubinas que tu padre ha dejado para guardar la casa;
todo Israel sabrá que te has hecho odioso a tu padre y se fortalecerán las manos de todos los que están
contigo.
22 Se levantó, pues, una tienda para Absalón sobre el terrado y Absalón se unió a las concubinas
Así era tenido el consejo de Ajitófel, tanto por David como por Absalón.
El plan de Ajitófel frustrado por Jusay
2 Samuel - Capítulo 17
1 Ajitófel dijo a Absalón: «Voy a elegir 12.000 hombres y me lanzaré en persecución de David
como una osa salvaje a la que han quitado sus oseznos. Tu padre es hombre de guerra y no permitirá
que el pueblo descanse durante la noche.
9 Ahora estará escondido en alguna caverna o en algún lugar. Si caen al principio algunos de los
nuestros se correrá el rumor y se dirá: Ha habido un desastre en la tropa que sigue a Absalón.
10 Y sucederá que incluso los más valientes, cuyo corazón es como corazón de león, perderán el
ánimo, porque todo Israel sabe que tu padre es esforzado y que son valerosos los que están con él.
11 Por eso te aconsejo que reúnas en torno a ti a todo Israel, desde Dan hasta Berseba, como la
arena que hay en la orilla del mar, y tú marcharás en persona en medio de ellos.
12 Nos acercaremos a él en cualquier lugar en que se encuentre, caeremos sobre él como cae el
rocío sobre la tierra y no dejaremos con vida ni a él ni a uno solo de los hombres que le acompañan.
13 Si se recoge a una ciudad, todo Israel llevará cuerdas y la arrastraremos hasta el torrente, de
consejo de Ajitófel.» Es que Yahveh había decidido frustrar el consejo de Ajitófel - que era bueno -
para traer Yahveh la ruina sobre Absalón.
El repliegue de David hacia la Transjordania
15 Después Jusay dijo a los sacerdotes Sadoq y Abiatar: «Esto ha aconsejado Ajitófel a Absalón y
a los ancianos de Israel; y esto y esto he aconsejado yo.
16 Ahora mandad rápidamente a avisar a David: “No hagas noche en las llanuras del desierto.
Pasa sin tardanza al otro lado, no vaya a ser devorado el rey y todo el pueblo que le acompaña.”»
17 Jonatán y Ajimaas estaban apostados en la fuente de Roguel. Una criada vendría a avisarles y
ellos irían a comunicárselo al rey David, porque no podían dejarse ver al entrar en la ciudad.
18 Pero los vio un muchacho y avisó a Absalón. Entonces los dos partieron a toda prisa y
entraron en casa de un hombre de Bajurim. Tenía éste un pozo en el patio y los bajaron a él.
19 La mujer tomó una manta, la extendió sobre la boca del pozo, y puso encima grano trillado; de
Jonatán?» La mujer respondió: «Han pasado más allá hacia el agua.» Buscaron, pero no hallaron
nada y se volvieron a Jerusalén.
21 Después que se fueron, subieron ellos del pozo y fueron a avisar al rey David diciéndole:
«Levantaos y pasad aprisa el agua, porque este consejo les ha dado Ajitófel contra vosotros.»
22 Se levantó David y todo el pueblo que estaba con él y pasaron el Jordán; al romper la luz de la
mañana no quedaba nadie sin pasar el Jordán.
El suicidio de Ajitófel
23 Cuando vio Ajitófel que no habían seguido con su consejo, aparejó el asno y levantándose fue
Israel.
25 Absalón había puesto a Amasá al frente del ejército, en lugar de Joab. Amasá era hijo de un
hombre llamado Yitrá el ismaelita, que se había unido con Abigaíl, hija de Jesé, hermana de Sarvia,
madre de Joab.
26 Israel y Absalón acamparon en tierra de Galaad.
27 Cuando David llegó a Majanáyim, Sobí, hijo de Najás, de Rabbá de los ammonitas, y Makir,
hijo de Ammiel, de Lo Debar, y Barzillay de Galaad de Roguelim,
28 llevaron lechos, esteras, copas y vasos de barro, así como trigo, cebada, harina, grano tostado,
lentejas, habas,
29 miel, cuajada, ovejas y quesos de vaca, y lo ofrecieron a David y a la gente que estaba con él,
para que comiesen, pues se habían dicho: «La gente habrá pasado hambre, fatigas y sed en el
desierto.»
El enfrentamiento de David y Absalón
2 Samuel - Capítulo 18
1 David pasó revista al ejército que estaba con él y puso a su cabeza jefes de millar y de cien.
2 Dividió David el ejército en tres cuerpos: un tercio a las órdenes de Joab; un tercio a las
órdenes de Abisay, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y un tercio a las órdenes de Ittay de Gat. Y dijo
David a su ejército: «Yo mismo saldré también con vosotros.»
3 Pero la tropa dijo: «No debes salir, porque si nosotros tenemos que huir, no tendría
importancia; aunque muriera la mitad de nosotros no tendría importancia; pero tú eres como 10.000
de nosotros. Es mejor que puedas venir en nuestra ayuda desde la ciudad.»
4 El rey les dijo: «Haré lo que bien os parezca.» Se quedó, pues, el rey junto a la puerta y salió
el ejército oyó las órdenes del rey a todos los jefes acerca de Absalón.
6 El ejército salió al campo, al encuentro de Israel, y se trabó la batalla en el bosque de Efraím.
7 El pueblo de Israel fue derrotado allí por los veteranos de David, y hubo aquel día un gran
ejército.
17 Tomaron a Absalón, le echaron en el bosque en un gran hoyo y pusieron encima un gran
correr tras el kusita.» Joab le dijo: «¿Para qué vas a correr, hijo mío? aunque vayas, por esta noticia
no te van a dar albricias.»
23 El dijo: «Pase lo que pase, voy a correr.» Entonces le dijo: «Corre.» Ajimaas corrió por el
hombre solo, corriendo.» Dijo el rey: «También éste trae buenas noticias.»
27 Dijo el centinela: «Ya distingo el modo de correr del primero: por su modo de correr es
Ajimaas, hijo de Sadoq.» Dijo el rey: «Es un hombre de bien; viene para dar buenas noticias.»
28 Se acercó Ajimaas y dijo al rey: «¡Paz!», y se postró ante el rey, rostro en tierra. Luego
prosiguió: «Bendito sea Yahveh tu Dios que ha sometido a los hombres que alzaban la mano contra
mi señor el rey.»
29 Preguntó el rey: «¿Está bien el joven Absalón?» Ajimaas respondió: «Yo vi un gran tumulto
cuando el siervo del rey, Joab, envió a tu siervo pero no sé qué era.»
30 El rey dijo: «Pasa y ponte acá.» El pasó y se quedó.
31 Llegó el kusita y dijo: «Recibe, oh rey mi señor, la buena noticia, pues hoy te ha liberado
Yahveh de la mano de todos lo que se alzaban contra ti.»
32 Dijo el rey al kusita: «Está bien el joven Absalón?» Respondió el kusita: «Que les suceda como
a ese joven a todos los enemigos de mi señor el rey y a todos los que se levantan contra ti para
hacerte mal.»
El dolor de David por la muerte de Absalón
2 Samuel - Capítulo 19
1 Entonces el rey se estremeció. Subió a la estancia que había encima de la puerta y rompió a
llorar. Decía entre sollozos: «¡Hijo mío, Absalón; hijo mío, hijo mío, Absalón! ¡Quién me diera
haber muerto en tu lugar, Absalón, hijo mío, hijo mío!»
2 Avisaron a Joab: «Mira que el rey está llorando y lamentándose por Absalón.»
3 La victoria se trocó en duelo aquel día para todo el pueblo, porque aquel día supo el pueblo que
el rey estaba desolado por su hijo.
4 Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un
ejército que huye avergonzado de la batalla.
5 El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos: «¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío,
hijo mío!»
6 Entró Joab en la casa, donde el rey, y le dijo: «Estás hoy cubriendo de vergüenza el rostro de
todos tus servidores, que han salvado hoy tu vida, la vida de tus hijos y tus hijas, la vida de tus
mujeres y la vida de tus concubinas,
7 porque amas a los que te aborrecen y aborreces a los que te aman; hoy has demostrado que
nada te importan tus jefes ni tus soldados; ahora estoy comprendiendo que si Absalón viviera y todos
nosotros hubiéramos muerto hoy, te habría parecido bien.
8 Ahora, pues, levántate, sal y habla al corazón de tus servidores, porque por Yahveh te juro que,
si no sales, no quedará contigo esta noche ni un hombre, y esto sería para ti mayor calamidad que
cuantas vinieron sobre ti desde tu juventud hasta hoy.»
9 Se levantó el rey y vino a sentarse a la puerta. Se avisó a todo el ejército: «El rey está sentado a
la puerta», y todo el ejército se presentó ante el rey. Israel había huido cada uno a su tienda.
El retorno de David
10 Y todo el pueblo discutía en todas las tribus de Israel diciendo: «El rey nos libró de nuestros
enemigos y nos salvó de manos de los filisteos y ahora ha tenido que huir del país, lejos de Absalón.
11 Pero Absalón, a quien ungimos por rey nuestro, ha muerto en la batalla. Así pues, ¿por qué
sacerdotes Sadoq y Abiatar: «Decid a los ancianos de Judá: “¿Por qué vais a ser los últimos en traer
al rey a su casa?
13 Sois mis hermanos, mi carne y mis huesos sois, y ¿vais a ser los últimos en hacer volver al
rey?”
14 Decid también a Amasá: “¿No eres tú hueso mío y carne mía? Esto me haga Dios y esto me
añada si no entras a mi servicio toda mi vida como jefe del ejército, en lugar de Joab.”»
15 Entonces se inclinó el corazón de todos los hombres de Judá como un solo hombre y enviaron
a decir al rey: «Vuelve, tú y todos tus servidores.»
El encuentro de David con Semeí
16 Volvió, pues, el rey y llegó hasta el Jordán. Judá llegó hasta Guilgal, viniendo al encuentro del
rey para ayudar al rey a pasar el Jordán.
17 Semeí, hijo de Guerá, benjaminita de Bajurim, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al
encuentro del rey David.
18 Venían con él mil hombres de Benjamín. Sibá, criado de la casa de Saúl, sus quince hijos y sus
veinte siervos bajaron al Jordán delante del rey,
19 para ayudar a pasar a la familia del rey, y hacer todo lo que le pareciera bien. Semeí, hijo de
Guerá, se echó ante el rey, cuando hubo pasado el Jordán,
20 y dijo al rey: «No me impute culpa mi señor y no recuerdes el mal que tu siervo hizo el día en
que mi señor el rey salía de Jerusalén; que no lo guarde el rey en su corazón,
21 porque bien conoce tu siervo que he pecado, pero he venido hoy el primero de toda la casa de
José, para bajar al encuentro de mi señor el rey.»
22 Entonces Abisay, hijo de Sarvia, tomó la palabra y dijo: «¿Es que no va a morir Semeí por
haber maldecido al ungido de Yahveh?»
23 Pero David dijo: «¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia, que os convertís hoy en
adversarios míos? ¿Ha de morir hoy alguien en Israel? ¿Acaso no conozco que hoy vuelvo a ser rey
de Israel?»
24 El rey dijo a Semeí: «No morirás.» Y el rey se lo juró.
El encuentro con Meribbaal
25 También Meribbaal, hijo de Saúl, bajó al encuentro del rey. No había aseado sus pies ni sus
manos, no había cuidado su bigote ni había lavado sus vestidos desde el día en que se marchó el rey
hasta el día en que volvió en paz.
26 Cuando llegó de Jerusalén al encuentro del rey, el rey le dijo: «¿Por qué no viniste conmigo,
Meribbaal?»
27 Respondió él: «¡Oh rey, señor mío! Mi servidor me engañó: Tu siervo le había dicho:
“Aparéjame el asno; montaré en él, y me iré con el rey”, porque tu siervo es cojo.
28 Ha calumniado a tu siervo ante mi señor el rey. Pero el rey mi señor es como el Ángel de Dios
has puesto a tu siervo entre los que comen a tu mesa. ¿Qué derecho tengo yo a implorar todavía al
rey?»
30 El rey le dijo: «¿Para qué vas a seguir repitiendo tus palabras? He decidido que tú y Sibá os
su casa.»
El encuentro con Barzilla
32 También Barzillay de Galaad había bajado de Roguelim y había pasado el Jordán con el rey
para despedirle en el Jordán.
33 Barzillay era muy anciano; tenía ochenta años. Había proporcionado alimentos al rey durante
su estancia en Majanáyim, porque era un hombre muy rico.
34 Dijo el rey a Barzillay: «Sigue conmigo y yo te mantendré junto a mí en Jerusalén.»
35 Pero Barzillay dijo al rey: «¿Cuántos podrán ser los años de mi vida para que suba con el rey a
Jerusalén?
36 Ochenta años tengo. ¿Puedo hoy distinguir entre lo bueno y lo malo? Tu siervo no llega ya a
saborear lo que come o bebe, ni alcanzo ya a oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu siervo
ha de seguir siendo una carga para el rey mi señor?
37 Tu siervo continuará con el rey un poco más allá del Jordán, pero ¿para qué ha de concederme
el rey tal recompensa?
38 Permite que tu siervo se vuelva para morir en mi ciudad, junto al sepulcro de mi padre y de mi
madre. Aquí está tu siervo Kimham. Que siga él con el rey mi señor y haz con él lo que bien te
parezca.»
39 Dijo el rey: «Que venga Kimham conmigo; haré por él cuanto desees, y todo cuanto me pidas
te lo concederé.»
40 Todo el pueblo pasó el Jordán. Pasó el rey, que besó a Barzillay y le bendijo, y éste se volvió a
su casa.
Disensiones entre Israel y Judá
41 Siguió el rey hacia Guilgal y Kimham pasó con él. Iba con el rey todo el pueblo de Judá y la
los hombres de Judá, te tienen secuestrado y han hecho pasar el Jordán al rey, a su casa y a todos los
hombres de David con él?»
43 Todos los hombres de Judá respondieron a los hombres de Israel: «Porque el rey está
emparentado conmigo. ¿Por qué te ha de irritar esto? ¿Hemos comido acaso a expensas del rey? ¿O
nos hemos llevado alguna ración?»
44 Los hombres de Israel respondieron a los hombres de Judá: «Yo tengo diez partes en el rey y
además soy el primogénito. ¿Por qué me has menospreciado? ¿No hablé yo primero para hacer
volver a mi rey?» Pero las palabras de los hombres de Judá fueron más ásperas que las de los
hombres de Israel.
La rebelión de Seba
2 Samuel - Capítulo 20
1 Había allí un malvado llamado Seba, hijo de Bikrí, benjaminita, que hizo sonar el cuerno y
dijo: «No tenemos parte con David, ni tenemos heredad con el hijo de Jesé. ¡Cada uno a sus tiendas,
Israel!»
2 Y todos los hombres de Israel se apartaron de David para seguir a Seba, hijo de Bikrí, mientras
que los hombres de Judá se adhirieron a su rey, desde el Jordán hasta Jerusalén.
3 David entró en su casa de Jerusalén; tomó el rey las diez concubinas que había dejado para
guardar la casa y las puso bajo custodia. Proveyó a su mantenimiento, pero no se acercó a ellas y
estuvieron encerradas hasta el día de su muerte, como viudas de por vida.
Amasá asesinado por Joab
4 El rey dijo a Amasá: «Convócame a los hombres de Judá y preséntate aquí dentro de tres días.»
5 Partió Amasá para convocar a Judá pero tardó más tiempo del señalado.
6 Entonces David dijo a Abisay: «Ahora Seba, hijo de Bikrí, nos va a hacer más mal que Absalón.
Toma los veteranos de tu señor y parte en su persecución para que no alcance las ciudades
fortificadas y se nos escape.»
7 Salieron en pos de Abisay los hombres de Joab, los kereteos, los peleteos y todos los valientes;
salieron de Jerusalén para perseguir a Seba, hijo de Bikrí.
8 Estaban cerca de la piedra grande que hay en Gabaón cuando Amasá se presentó ante ellos.
Vestía Joab su vestido militar y llevaba sobre él la espada, en la vaina, ceñida al costado. La espada se
salió y cayó.
9 Joab dijo a Amasá: «¿Estás bien, hermano mío?» y sujetó Joab con su mano derecha la barba de
Amasá como para besarle.
10 Amasá no se fijó en la espada que Joab tenía en su mano; y éste le hirió en el vientre
derramando sus entrañas en tierra. No tuvo que repetir para matarle. Luego Joab y su hermano
Abisay continuaron la persecución de Seba, hijo de Bikrí.
11 Se quedó junto a Amasá uno de los criados de Joab que decía: «Quien quiera a Joab y quien
esté por David, que siga a Joab.»
12 Amasá, envuelto en sangre, estaba en medio del camino; viendo el hombre que todo el pueblo
paraba, apartó a Amasá del camino al campo, y le puso encima un vestido, porque vio que todos los
que llegaban hasta él se detenían.
13 Cuando Amasá fue apartado del camino, todos los hombres seguían en pos de Joab,
persiguiendo a Seba, hijo de Bikrí.
Fin de la rebelión de Seba
14 Seba atravesó todas las tribus de Israel hacia Abel Bet Maaká, y todos los bikritas... se habían
madre de ciudades en Israel? ¿Por qué quieres destruir una heredad de Yahveh?»
20 Respondió Joab: «¡Lejos, lejos de mí querer destruir y aniquilar!
21 No se trata de eso sino de un hombre de la montaña de Efraím, llamado Seba, hijo de Bikrí,
que ha alzado su mano contra el rey, contra David. Entregadle en nuestras manos y me marcharé de la
ciudad.» Respondió la mujer a Joab: «Se te echará su cabeza por encima del muro.»
22 La mujer entró en la ciudad y habló a todo el pueblo con su habitual prudencia. Le cortaron la
cabeza a Seba, hijo de Bikrí, y se la arrojaron a Joab. Entonces éste hizo sonar el cuerno y se alejaron
de la ciudad cada uno a su tienda. Joab se volvió a Jerusalén junto al rey.
Los oficiales de la corte de David
23 Joab era jefe de todo el ejército. Benaías, hijo de Yehoyadá, era jefe de los kereteos y los
peleteos.
24 Adoram era jefe de la leva, y Josafat, hijo de Ajilud, era el heraldo.
25 Seraya era secretario; Sadoq y Abiatar eran sacerdotes.
26 También Irá el yairita era sacerdote de David.
APÉNDICES
Los seis Apéndices agrupados en los capítulos siguientes interrumpen la "Crónica de la sucesión
al trono de David", que será retomada en 1 Rey. caps. 1-2. Aquí se pone en boca de David un bello
poema, que es una especie de testamento espiritual (23. 1-7). De la misma manera que Jacob (Gn. 49.
1) y Moisés (Deut. 33. 1), David acaba su vida con unas palabras de despedida. En ellas, el rey se
expresa como profeta y como beneficiario de la "alianza eterna" (23. 5) que el Señor estableció con él
y con su dinastía.
La ejecución de siete descendientes de Saúl
2 Samuel - Capítulo 21
1 En tiempo de David hubo hambre por tres años consecutivos. David consultó el rostro de
Yahveh y Yahveh respondió: «Hay sangre sobre Saúl y sobre su casa, porque mató a los
gabaonitas.»384
2 Llamó el rey a los gabaonitas y les dijo: (Estos gabaonitas no eran israelitas, sino uno de los
residuos amorreos, a los que los israelitas habían hecho juramento. Pero Saúl intentó exterminarlos,
llevado del celo por los israelitas y Judá.)
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: «¿Qué debo hacer por vosotros y cómo puedo aplacaros
para que bendigáis la heredad de Yahveh?»
4 Le respondieron los gabaonitas: «No es para nosotros cuestión de oro ni plata con Saúl y su
casa, ni se trata de hacer morir a nadie en Israel.» El dijo: «Haré por vosotros lo que me digáis.»385
5 Entonces ellos dijeron al rey: «Aquel hombre nos exterminó y proyectó aniquilarnos para
hacernos desaparecer de todos los términos de Israel.
6 Que se nos entreguen siete de entre sus hijos y los despeñaremos ante Yahveh en Gabaón, en el
monte de Yahveh.» El rey dijo: «Os los entregaré.»
7 Pero el rey perdonó a Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, a causa del juramento de Yahveh
a los cinco hijos que Merab, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzillay de Mejolá
9 y los puso en manos de los gabaonitas que los despeñaron en el monte ante Yahveh. Cayeron
los siete a la vez; fueron muertos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la siega de la
cebada.
10 Rispá, hija de Ayyá, tomó un sayal y se lo tendía sobre la roca desde el comienzo de la siega
hasta que cayeron sobre ellos las lluvias del cielo; no dejaba que se pararan junto a ellos las aves del
cielo por el día ni las bestias del campo por la noche.
11 Avisaron a David lo que había hecho Rispá, hija de Ayyá, concubina de Saúl.
12 Entonces David fue a recoger los huesos de Saúl y los huesos de su hijo Jonatán, de entre los
vecinos de Yabés de Galaad que los habían hurtado de la explanada de Betsán, donde los filisteos los
habían colgado el día que mataron a Saúl en Gelboé;
13 subió desde allí los huesos de Saúl y los huesos de su hijo Jonatán y los reunió con los huesos
de los despeñados.
14 Sepultaron los huesos de Saúl, los de su hijo Jonatán y los de los despeñados, en tierra de
Benjamín, en Selá, en el sepulcro de Quis, padre de Saúl, y ejecutaron cuanto había ordenado el rey,
después de lo cual Dios quedó aplacado con la tierra.
David salvado por Abisay
15 Hubo otra guerra de los filisteos contra Israel. Bajó David con sus veteranos y atacaron a los
filisteos. David estaba extenuado.
16 Había un campeón de los descendientes de Rafá; el peso de su lanza era de trescientos siclos de
bronce, ceñía una espada nueva y se dijo: «Voy a matar a David.»
17 Pero acudió en su socorro Abisay, hijo de Sarvia, que hirió al filisteo y le mató. Entonces los
hombres de David le conjuraron diciendo: «No vuelvas a salir al combate con nosotros, para que no
apagues la antorcha en Israel.»
Hazañas contra los filisteos
18 Después de esto, hubo guerra de nuevo en Gob contra los filisteos; entonces Sibbekay, jusatita,
cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro dedos en total; también él descendía de Rafá.
21 Desafió éste a Israel, y Jonatán, hijo de Simá, hermano de David, le mató.
22 Estos cuatro descendían de Rafá de Gat y sucumbieron a manos de David y de sus veteranos.
Salmo de David
2 Samuel - Capítulo 22
1387 David dijo a Yahveh las palabras de este cántico el día que le salvó Yahveh de la mano de
todos sus enemigos y de la mano de Saúl.
2 Dijo: Yahveh, mi roca, y mi baluarte, mi liberador,
3 mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi
encendidos.
10 El inclinó los cielos y bajó, un espeso nublado debajo de sus pies.
11 Cabalgó sobre un querube, emprendió el vuelo, sobre las alas de los vientos planeó.
12 Se puso como tienda un cerco de tinieblas, tinieblas de las aguas, espesos nubarrones.
13 Del fulgor que le precedía se encendieron granizo y ascuas de fuego.
14 Tronó Yahveh dese los cielos, lanzó el Altísimo su voz;
15 arrojó saetas y los puso en fuga, rayos fulminó y sembró derrota.
16 El fondo del mar quedó a la vista, los cimientos del orbe aparecieron ante la increpación de
manos.
22 Porque he guardado los caminos de Yahveh, y no he hecho el mal lejos de mi Dios.
23 Porque tengo ante mí todos sus juicios, y sus preceptos no aparto de mi lado.
24 He sido ante él irreprochable, y de incurrir en culpa me he guardado.
25 Y Yahveh me devuelve según mi justicia, según mi pureza que está a sus ojos.
26 Con el piadoso eres piadoso, intachable con el hombre sin tacha.
27 Con el puro eres puro, con el ladino, sagaz.
28 Tú que salvas al pueblo humilde, y abates los ojos altaneros.
29 Tú eres, Yahveh, mi lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas.
30 Con tu ayuda las hordas acometo, con mi Dios escalo la muralla.
31 Dios es perfecto en sus caminos, la palabra de Yahveh, acrisolada, él es el escudo de cuantos a
él se acogen.
32 Pues ¿quién es Dios, fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
33 El Dios que me ciñe de fuerza y hace mi camino irreprochable.
34 Que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie.
35 El que mis manos para el combate adiestra, y mis brazos para tensar arcos de bronce.
36 Tú me das tu escudo salvador, multiplicas tus respuestas favorables
37 Mis pasos ensanchas ante mí; no se tuercen mis tobillos.
38 Persigo a mis enemigos, los deshago, no vuelvo hasta haberlos acabado.
39 Los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.
40 Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,
41 a mis enemigos haces dar la espada, extermino a los que me odian.
42 Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.
43 Los machaco como polvo de la tierra, como al barro de las calles los piso.
44 De las querellas de mi pueblo me libras. me pones a la cabeza de las gentes, pueblos que no
conocía me sirven.
45 Los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen.
46 Los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.
47 ¡Viva Yahveh bendita sea mi Roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado!
48 El Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas.
49 Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, y del hombre violento me
salvas.
50 Por eso, Yahveh, quiero alabarte entre los pueblos y cantar tu nombre.
51 El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y su linaje para
siempre.
Las últimas palabras de David
2 Samuel - Capítulo 23
1 Estas son las últimas palabras de David: Oráculo de David, hijo de Jesé, oráculo del hombre
Dammim cuando los filisteos se concentraron para presentar batalla y los hombres de Israel
retrocedían.
10 El se mantuvo firme y atacó a los filisteos hasta que se le crispó la mano y se le quedó pegada
a la espada; aquel día obró Yahveh una gran victoria; el ejército volvió sobre sus pasos, pero sólo
para apoderarse de los despojos.
11 Después de él, Sammá, hijo de Elá, hararita. Los filisteos se habían concentrado en Lejí. Había
allí una pieza toda de lentejas. El ejército huyó ante los filisteos.
12 Pero él se puso en medio de la pieza, la defendió y batió a los filisteos. Yahveh obró una gran
victoria.
13 Tres de los Treinta bajaron al tiempo de la cosecha y llegaron donde David a la caverna de
Belén!»
16 Rompieron entonces los Tres héroes por el campamento de los filisteos y sacaron agua de la
cisterna que hay a la puerta de Belén, se la llevaron y la ofrecieron a David, pero él no quiso beberla,
sino que la derramó como libación a Yahveh,
17 diciendo: «¡Líbreme Yahveh de hacer tal cosa! ¡Es la sangre de los hombres que han ido
exponiendo su vida!» Y no quiso beberla. - Estas cosas hicieron los Tres héroes.
18 Abisay, hermano de Joab, e hijo de Sarvia, era jefe de los Treinta; fue el que blandió su lanza
mató a los dos héroes de Moab; el que bajó y mató al león dentro del pozo, un día de nieve.
21 Mató también a un egipcio de gran estatura; tenía el egipcio una lanza en su mano, pero él bajó
a su encuentro con un bastón, arrancó la lanza de la mano del egipcio y con su misma lanza le mató.
22 Esto hizo Benaías, hijo de Yehoyadá, y se granjeó renombre entre los Treinta valientes.
23 Fue más ilustre que los Treinta pero no igualó a los Tres. David le hizo jefe de su guardia
personal.
24 Asahel, hermano de Joab, estaba entre los Treinta. Eljanán, hijo de Dodó, de Belén.
25 Sammá, de Jarod. Elicá, de Jarod.
26 Jeles, de Bet Pélet. Irá, hijo de Iqques, de Técoa.
27 Abiezer, de Anatot. Sibbekay, de Jusá.
28 Salmón, de Ajoj. Majray, de Netofá.
29 Jeled, hijo de Baaná, de Netofá. Ittay, hijo de Ribay, de Guibeá de Benjamín.
30 Benaías, de Piratón. Hidday, de los torrentes de Gaás.
31 Abibaal, de Bet Haarabá. Azmávet de Bajurim.
32 Elyajbá, de Saalbón. Yasén, de Guizón. Jonatán,
33 hijo de Sammá, de Harar. Ajiam, hijo de Sarar, de Harar.
34 Elifélet, hijo de Ajasbay, de Bet Maaká. Eliam, hijo de Ajitófel, de Guiló.
35 Jesray, de Carmelo. Paaray, de Arab.
36 Yigal, hijo de Natán, de Sobá. Baní, de Gad.
37 Séleq el ammonita. Najray, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Sarvia.
38 Irá, de Yattir. Gareb, de Yattir.
39 Urías el hitita. En total, 37.
El censo de los israelitas
2 Samuel - Capítulo 24
1388 Se encendió otra vez la ira de Yahveh contra los israelitas e incitó a David contra ellos
diciendo: «Anda, haz el censo de Israel y de Judá.»389
2 El rey dijo a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él: «Recorre todas las tribus de
Israel desde Dan hasta Berseba y haz el censo para que yo sepa la cifra de la población.»
3 Joab respondió al rey: «Que Yahveh tu Dios multiplique el pueblo cien veces más de lo que es y
que los ojos de mi señor el rey lo vean. Mas ¿para qué quiere esto mi señor el rey?»
4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab y los jefes del ejército y salió Joab con los jefes
del ejército de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.
5 Pasaron el Jordán y comenzaron por Aroer, la ciudad que está en medio del valle, y por Gad
hasta Yazer.
6 Fueron luego a Galaad y al país de los hititas, a Cadés. Llegaron hasta Dan y desde Dan
Yahveh: «He cometido un gran pecado. Pero ahora, Yahveh, perdona, te ruego, la falta de tu siervo,
pues he sido muy necio.»
11 Cuando David se levantó por la mañana, le había sido dirigida la palabra de Yahveh al profeta
Gad, vidente de David, diciendo:
12 «Anda y di a David: Así dice Yahveh: Tres cosas te propongo; elije una de ellas y la llevaré a
cabo.»
13 Llegó Gad donde David y le anunció: «¿Qué quieres que te venga, tres años de gran hambre en
tu país, tres meses de derrotas ante tus enemigos y que te persigan, o tres días de peste en tu tierra?
Ahora piensa y mira qué debo responder al que me envía.»
14 David respondió a Gad: «Estoy en grande angustia. Pero caigamos en manos de Yahveh que es
grande su misericordia. No caiga yo en manos de los hombres.»
15 Y David eligió la peste para sí. Eran los días de la recolección del trigo. Yahveh envió la peste
a Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado y murieron 70.000 hombres del pueblo, desde Dan
hasta Berseba.
16 El ángel extendió la mano hacia Jerusalén para destruirla, pero Yahveh se arrepintió del
estrago y dijo al ángel que exterminaba el pueblo: «¡Basta ya! Retira tu mano.» El ángel de Yahveh
estaba entonces junto a la era de Arauná el jebuseo.
17 Cuando David vio al ángel que hería al pueblo, dijo a Yahveh: «Yo fui quien pequé, yo cometí
el mal, pero estas ovejas ¿qué han hecho? Caiga, te suplico, tu mano sobre mí y sobre la casa de mi
padre.»
La construcción de un altar en la era de Arauná
18 Vino Gad aquel día donde David y le dijo: «Sube y levanta un altar a Yahveh en la era de
Arauná el jebuseo.»
19 David subió, según la palabra de Gad, como había ordenado Yahveh.
20 Miró Arauná y vio al rey y a sus servidores que venían hacia él. Entonces Arauná salió y se
postró rostro en tierra ante el rey.
21 Y dijo Arauná: «¿Cómo mi señor el rey viene a su siervo?» David respondió: «Vengo a
comprarte la era para levantar un altar a Yahveh y detener la plaga del pueblo.»
22 Arauná dijo a David: «Que el rey mi señor tome y ofrezca lo que bien le parezca. Mira los
bueyes para el holocausto, los trillos y los yugos de los bueyes para leña.
23 El siervo de mi señor el rey da todo esto al rey.» Y Arauná dijo al rey: «Que Yahveh tu Dios te
sea propicio.»
24 Pero el rey dijo a Arauná: «No; quiero comprártelo por su precio, no quiero ofrecer a Yahveh
mi Dios holocaustos de balde.» Y David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.
25 Levantó allí David un altar a Yahveh y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión.
Entonces Yahveh atendió a las súplicas en favor de la tierra y la peste se apartó de Israel.
PRIMER LIBRO DE LOS REYES
Introducción.
1 Reyes - Capítulo 1
1 Era ya viejo el rey David y entrado en años; le cubrían con vestidos pero no entraba en calor.
2 Sus servidores le dijeron: «Que se busque para mi señor el rey una joven virgen que sirva al
rey, y le atienda; que duerma en tu seno y dé calor a mi señor el rey.»
3 Se buscó una muchacha hermosa por todos los términos de Israel y encontraron a Abisag la
sunamita, y la llevaron al rey.
4 La joven era extraordinariamente bella; cuidaba y servía al rey, pero el rey no la conoció.
La sucesión al trono de David: las pretensiones de Adonías
5 Mientras tanto Adonías, hijo de Jagguit, se gloriaba diciendo: «Yo seré rey.» Se había hecho
con un carro y hombres de carro y cincuenta hombres que corrían ante él.390
6 Nunca en su vida le había disgustado su padre diciendo: «¿Por qué haces esto?» Era de muy
junto a la fuente de Roguel, e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de
Judá, servidores del rey,391
10 pero no invitó al profeta Natán ni a Benaías ni a los valientes ni a Salomón su hermano.
La reacción de los partidarios de Salomón
11 Dijo Natán a Betsabé, madre de Salomón: «¿No has oído que Adonías, hijo de Jagguit, se hace
Salomón tu hijo reinará después de mí y él se sentará en mi trono? ¿Pues por qué Adonías se hace el
rey?”
14 Y mientras estés tú allí hablando con el rey, entraré yo detrás de ti y completaré tus palabras.»
15 Entró Betsabé donde el rey, en la alcoba; el rey era muy anciano, y Abisag la sunamita servía
al rey .
16 Arrodillóse Betsabé y se postró ante el rey; el rey dijo: «¿Qué te pasa?»
17 Ella le dijo: «Mi señor, tú has jurado a tu sierva por Yahveh tu Dios: “Salomón tu hijo reinará
rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, jefe del ejército, pero no ha invitado a tu siervo Salomón.
20 Ahora, mi señor el rey, los ojos de todo Israel te miran para que les indiques quién ha de
sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él.
21 Y ocurrirá que, cuando mi señor el rey se acueste con sus padres, yo y mi hijo Salomón
seremos tratados como culpables.»
22 Estaba ella hablando con el rey cuando llegó el profeta Natán.
23 Avisaron al rey: «Está aquí el profeta Natán.» Entró donde el rey y se postró sobre su rostro en
todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Abiatar; están ahora comiendo y
bebiendo en su presencia y gritan: “Viva el rey Adonías.”
26 Pero yo, tu siervo, y el sacerdote Sadoq y Benaías, hijo de Yehoyadá, y tu siervo Salomón no
el rey David.»
32 Dijo el rey David: «Llamadme al sacerdote Sadoq, al profeta Natán y a Benaías, hijo de
los kereteos y peleteos, y le han hecho montar sobre la mula del rey.
45 El sacerdote Sadoq y el profeta Natán le han ungido rey en Guijón; han subido de allí llenos de
nombre de Salomón más dichoso que tu propio nombre y haga su trono más grande que tu trono. El
rey se ha prosternado en su lecho,
48 y ha dicho así: “Bendito Yahveh, Dios de Israel, que ha permitido que un descendiente mío se
su camino.
50 Adonías tuvo miedo de Salomón; se levantó y se fue y se agarró a los cuernos del altar.394
51 Avisaron a Salomón: «Mira que Adonías tiene miedo del rey Salomón y se ha agarrado a los
cuernos del altar diciendo: Que el rey Salomón me jure desde hoy que su servidor no morirá a
espada.»
52 Dijo Salomón: «Si es hombre honrado, no caerá en tierra ni uno de sus cabellos, pero si se
1 Reyes - Capítulo 2
1 Cuando se acercaron los días de la muerte de David, dio órdenes a su hijo Salomón:
2 «Yo me voy por el camino de todos. Ten valor y sé hombre.
3 Guarda las observancias de Yahveh tu Dios, yendo por su camino, observando sus preceptos,
sus órdenes, sus sentencias y sus instrucciones, según está escrito en la ley de Moisés, para que tengas
éxito en cuanto hagas y emprendas.395
4 Para que Yahveh cumpla la promesa que me hizo diciendo: “Si tus hijos guardan su camino
para andar en mi presencia con fidelidad, con todo su corazón y toda su alma, ninguno de los tuyos
será arrancado de sobre el trono de Israel.”396
5 También sabes lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a los dos jefes de los ejércitos
de Israel: a Abner, hijo de Ner, y a Amasá, hijo de Yéter, que los mató y derramó en la paz sangre de
guerra; ha puesto sangre inocente en el cinturón de mi cintura y en la sandalia de mis pies.
6 Harás según tu prudencia y no dejarás bajar en paz sus canas al seol.
7 Tratarás con benevolencia a los hijos de Barzillay de Galaad y estarán entre los que comen a tu
mesa, porque también ellos se acercaron a mí cuando yo huía ante tu hermano Absalón.
8 Ahí tienes contigo a Semeí, hijo de Guerá, el benjaminita de Bajurim, que me lanzó atroces
maldiciones el día que yo iba a Majanáyim; pero bajó a mi encuentro al Jordán y le juré por Yahveh:
No te mataré a espada.
9 Pero tú no le dejarás impune, pues eres hombre avisado y sabes qué tienes que hacer para que
mí sus rostros para que yo reinara; pero la realeza se volvió y fue para mi hermano, pues de Yahveh
le ha venido.
16 Ahora quiero pedirte una sola cosa, no me la niegues.» Ella le dijo: «Habla.»
17 Dijo: «Habla, por favor, al rey Salomón, que no te rechazará, para que me dé a Abisag la
su encuentro y se postró ante ella, y se sentó después en su trono; pusieron un trono para la madre del
rey y ella se sentó a su diestra.
20 Ella dijo: «Tengo que hacerte una pequeña petición, no me la niegues.» Dijo el rey: «Pide,
Pues ya pide el reino para él, pues es mi hermano mayor y tiene de su parte al sacerdote Abiatar y a
Joab, hijo de Sarvia.»
23 Y el rey Salomón juró por Yahveh: «Esto me haga Dios y esto me añada, si Adonías no ha
padre, y le ha dado una casa como había prometido, que hoy mismo morirá Adonías.»
25 El rey Salomón encargó de ello a Benaías, hijo de Yehoyadá, que le hirió y murió.
El destierro del sacerdote Abiatar
26 Dijo el rey al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tus tierras, porque eres reo de muerte, pero
no quiero hacerte morir hoy porque llevaste el arca de mi Señor Yahveh en presencia de mi padre
David y te afligiste con todas las aflicciones de mi padre.»399
27 Y expulsó Salomón a Abiatar del sacerdocio de Yahveh cumpliendo la palabra que Yahveh
inclinado por Absalón, se refugió Joab en la Tienda de Yahveh y se agarró a los cuernos del altar.
29 Avisaron al rey Salomón: «Joab se ha refugiado en la Tienda de Yahveh y está al lado del
altar.» Envió Salomón a decir a Joab: «¿Qué te sucede, que te refugias en el altar?» Respondió Joab:
«He tenido miedo de ti y me he refugiado junto a Yahveh.» Envió Salomón a Benaías, hijo de
Yehoyadá, con esta orden: «Vete y mátale.»
30 Entró Benaías en la Tienda de Yahveh y le dijo: «Así dice el rey: Sal.» Respondió: «No. Moriré
aquí.» Benaías llevó la respuesta al rey diciendo: «Esto ha dicho Joab y esto me ha respondido.»
31 El rey le dijo: «Haz como él dijo. Mátale y sepúltale, y apartarás de sobre mí y de sobre la casa
mejores que él, matándolos a espada sin saberlo mi padre, a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de
Israel, y a Amasá, hijo de Yéter, jefe del ejército de Judá.401
33 Que su sangre caiga sobre la cabeza de Joab y de su descendencia para siempre, y que David y
ni acá ni allá.
37 El día que salgas y cruces el torrente Cedrón ten por sabido que sin remedio morirás y tu
1 Reyes - Capítulo 3
1 Salomón fue yerno del Faraón, rey de Egipto; tomó la hija del Faraón y la llevó a la Ciudad de
David, mientras terminaba de construir su casa, la casa de Yahveh y la muralla en torno a
Jerusalén.402
2 Con todo, el pueblo ofrecía sacrificios en los altos, porque en aquellos días no había sido aún
construida una casa para el Nombre de Yahveh.
3 Salomón amaba a Yahveh y andaba según los preceptos de David su padre, pero ofrecía
sacrificios y quemaba incienso en los altos.
El sueño y la súplica de Salomón en Gabaón
4 Fue el rey a Gabaón para ofrecer allí sacrificios, porque aquel es el alto principal. Salomón
tu presencia con fidelidad, con justicia y rectitud de corazón contigo. Tú le has conservado este gran
amor y le has concedido que hoy se siente en su trono un hijo suyo.
7 Ahora Yahveh mi Dios, tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un
el bien y el mal, pues ¿quién será capaz de juzgar a este pueblo tuyo tan grande?»
10 Plugo a los ojos del Señor esta súplica de Salomón,
11 y le dijo Dios: «Porque has pedido esto y, en vez de pedir para ti larga vida, riquezas, o la
muerte de tus enemigos, has pedido discernimiento para saber juzgar,
12 cumplo tu ruego y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo hubo antes de ti ni lo
habrá después.
13 También te concedo lo que no has pedido, riquezas y gloria, como no tuvo nadie entre los
reyes.
14 Si andas por mis caminos, guardando mis preceptos y mis mandamientos, como anduvo David
tu padre, yo prolongaré tus días.»
15 Se despertó Salomón y era un sueño. Entró en Jerusalén y se puso delante del arca de la alianza
del Señor; ofreció holocaustos y sacrificios de comunión y dio un banquete a todos sus servidores.
La sabiduría de Salomón para juzgar
16 Vinieron por entonces al rey dos prostitutas y se presentaron ante él.
17 Una de las mujeres dijo: «Oyeme, mi señor. Yo y esta mujer vivíamos en una misma casa, y yo
he dado a luz, estando ella conmigo en la casa.
18 A los tres días de mi alumbramiento, también dio a luz esta mujer; estábamos juntas, no había
ningún extraño con nosotras en la casa, fuera de nosotras dos.
19 El hijo de esa mujer murió una noche, porque ella se había acostado sobre él.
20 Se levantó ella durante la noche y tomó a mi hijo de mi lado, mientras tu sierva dormía, y lo
acostó en su regazo, y a su hijo muerto lo acostó en mi regazo.
21 Cuando me levanté por la mañana para dar de mamar a mi hijo, lo hallé muerto; pero
fijándome en él por la mañana vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz.»
22 La otra mujer dijo: «No, todo lo contrario, mi hijo es el vivo y tu hijo es el muerto.» Pero la
otra replicó: «No; tu hijo es el muerto y mi hijo es el vivo.» Y discutían delante del rey.
23 Dijo el rey: «Esta dice: “Mi hijo es éste, el vivo, y tu hijo es el muerto.” Pero la otra dice: “No,
tu hijo es el muerto, y mi hijo es el vivo.”
24 Dijo el rey: «Traedme una espada.» Llevaron una espada ante el rey.
25 Dijo el rey: «Partid en dos al niño vivo y dad una mitad a una y otra a la otra».
26 La mujer de quien era el niño vivo habló al rey, porque sus entrañas se conmovieron por su
hijo, y dijo: «Por favor, mi señor, que le den el niño vivo y que no le maten.» Pero la otra dijo: «No
será ni para mí ni para ti: que lo partan.»
27 Respondió el rey: «Entregad a aquélla el niño vivo y no le matéis; ella es la madre.»
28 Todo Israel oyó el juicio que hizo el rey y reverenciaron al rey, pues vieron que había en él
1 Reyes - Capítulo 4
las levas.
Los gobernadores de Salomón
7 Salomón tenía doce gobernadores sobre todo Israel que proveían al rey y a su casa; cada uno
proveía un mes del año.
8 Estos eran sus nombres: hijo de Jur, en la montaña de Efraím.
9 ... hijo de Dequer, en Mahás, Saalbim, Bet Semes, Ayyalón, hasta Bet Janán.
10 ... hijo de Jésed, en Arubbot; tenía Soko y toda la tierra de Jéfer.
11 hijo de Abinadab: todo el distrito de Dor. Tabaat, hija de Salomón, fue su mujer.
12 ... Baaná, hijo de Ajilud, en Tanak y Meguiddó hasta más allá de Yoqmeam, y sobre todo Bet
Seán, por debajo de Yizreel, desde Bet Seán hasta Abel Mejolá, que está hacia Sartán.
13 ... hijo de Guéber, en Ramot de Galaad; tenía los aduares de Yaír, hijo de Manasés, que están en
Galaad; tenía la región de Argob en el Basán, sesenta ciudades fortificadas, amuralladas y con
cerrojos de bronce.
14 Ajinadab, hijo de Iddó, en Majanáyim.
15 Ajimaas en Neftalí; también se casó con una hija de Salomón, llamada Basmat.
16 Baaná, hijo de Jusay, en Aser y las subidas.
17 Josafat, hijo de Paruaj, en Isacar.
18 Semeí, hijo de Elá, en Benjamín.
19 Guéber, hijo de Urí, en la tierra de Gad, el país de Sijón, rey de los amorreos, y de Og, rey de
alegraban.
La magnificencia de Salomón
1 Reyes - Capítulo 5
1 Salomón dominaba todos los reinos, desde el Río hasta el país de los filisteos y hasta la
frontera de Egipto. Pagaban tributo y servían a Salomón todos los días de su vida.406
2 Los víveres de Salomón eran treinta cargas de flor de harina y sesenta cargas de harina cada
día,
3 diez bueyes cebados y veinte bueyes de pasto, cien cabezas de ganado menor, aparte los ciervos
más acá del Río; tuvo paz en torno a todas sus fronteras.
5 Judá e Israel vivieron en seguridad, cada uno bajo su parra y bajo su higuera, desde Dan hasta
causa de las guerras en que sus enemigos le envolvieron hasta que Yahveh los puso bajo la planta de
sus pies.
18 Al presente, Yahveh mi Dios me ha concedido paz por todos lados. No hay adversario ni
maldad.
19 Ahora me he propuesto edificar una Casa al Nombre de Yahveh mi Dios según lo que Yahveh
dijo a David mi padre: “El hijo tuyo que yo colocaré en tu lugar sobre tu trono edificará una Casa a
mi Nombre.”
20 Así pues, ordena que se corten para mí cedros del Líbano. Mis servidores estarán con tus
servidores: te pagaré como salario de tus servidores todo lo que me digas, pues tú sabes que no hay
nadie entre nosotros que sepa talar los árboles como los sidonios.»
21 Cuando Jiram oyó las palabras de Salomón se alegró mucho y dijo: «Bendito sea hoy Yahveh,
pues ha dado a David un hijo sabio para jefe de este pueblo numeroso.»
22 Jiram envió a decir a Salomón: «He oído lo que me enviaste a decir. Yo haré cuanto deseas en
lugar a que me mandes; allí se soltarán y tú los cargarás, y por tu parte harás según mi deseo dando
víveres a mi casa.»
24 Jiram dio a Salomón toda la madera de cedro y ciprés que deseaba.
25 Salomón dio a Jiram 20.000 cargas de trigo para la manutención de su casa y 20.000 medidas
de sillería.
32 Los obreros de Salomón, los obreros de Jiram y los guiblitas cortaron y dispusieron la
1 Reyes - Capítulo 6
1 En el año 480 de la salida de los israelitas de la tierra de Egipto, el año cuarto del reinado de
Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv, que es el segundo mes, emprendió la construcción de la Casa
de Yahveh.409
2 La Casa que edificó el rey Salomón a Yahveh tenía sesenta codos de largo, veinte de ancho y
veinticinco de alto.410
3 El Ulam delante del Hekal de la Casa tenía veinte codos de largo en el sentido del ancho de la
laterales en derredor.
6 La galería inferior tenía cinco codos de ancho, la intermedia seis codos de ancho y la tercera
siete codos de ancho, porque fue rebajando alrededor de la Casa, por la parte exterior, para no
empotrar en los muros de la Casa.
7 (La Casa fue construida con piedras preparadas en la cantera; durante su construcción no se
vigas de cedro.
11 Fue dirigida a Salomón la palabra de Yahveh diciendo:
12 «Por esta Casa que estás edificando, si caminas según mis preceptos, obras según mis
sentencias y guardas todos mis mandamientos para andar conforme a ellos, yo cumpliré mi palabra
contigo, la que dije a David tu padre,
13 habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel.»
14 Edificó Salomón la Casa y la terminó.
15 Revistió los muros de la Casa en el interior con planchas de cedro desde el suelo de la Casa
hasta las vigas del techo; revistió de madera el interior y recubrió el suelo de la Casa con planchas de
ciprés.
16 Construyó los veinte codos del fondo de la Casa con planchas de cedro desde el suelo hasta las
vigas, formando así por la parte interior el Debir, el Santo de los Santos;
17 cuarenta codos tenía la Casa, es decir, el Hekal, delante del Debir.
18 El cedro del interior de la Casa estaba esculpido con figuras de calabazas y capullos abiertos;
todo era cedro, no se veía la piedra.
19 Había preparado un Debir al fondo de la Casa en el interior para colocar en él el arca de la
alianza de Yahveh.
20 El Debir tenía veinte codos de largo, veinte codos de ancho y veinte codos de alto ; lo revistió
de oro fino; y alzó un altar de cedro
21 delante del Debir y lo revistió de oro.
22 Revistió de oro también la Casa, absolutamente toda la Casa.
Los querubines del Templo
23 Hizo en el Debir dos querubines de madera de acebuche de diez codos de altura.411
24 Un ala del querubín tenía cinco codos y la otra ala del querubín cinco codos: diez codos desde
la punta de una de sus alas hasta la punta de la otra de sus alas.
25 El segundo querubín tenía diez codos, las mismas medidas y la misma forma para los dos
querubines.
26 La altura de un querubín era de diez codos y lo mismo el segundo querubín.
27 Colocó los querubines en medio del recinto interior; y las alas de los querubines estaban
desplegadas; el ala de uno tocaba un muro y el ala del segundo querubín tocaba el otro muro, y sus
alas se tocaban en medio del recinto, ala con ala.
28 Revistió de oro los querubines.
29 Esculpió todo en torno los muros de la Casa con grabados de escultura de querubines,
palmeras, capullos abiertos, al interior y al exterior.
30 Recubrió de oro el piso de la Casa al interior y al exterior.
Las puertas y el patio del Templo
31 Hizo la puerta del Debir con batientes de madera de acebuche, y el dintel y las jambas
palmas y capullos abiertos, y los revistió de oro, poniendo láminas de oro sobre los querubines y las
palmeras.
33 Hizo lo mismo en la puerta del Hekal: los montantes de madera de acebuche que ocupaban la
cuarta parte;
34 dos batientes de madera de abeto: dos planchas de un batiente eran giratorias y también eran
La fecha de la construcción del Templo
37 El año cuarto, en el mes de Ziv, se pusieron los cimientos de la Casa de Yahveh,
38 y el año once, en el mes de Bul - que es el mes octavo - fue acabada la Casa en todas sus partes,
1 Reyes - Capítulo 7
lleno de ciencia, pericia y experiencia para realizar todo trabajo en bronce; fue donde el rey Salomón
y ejecutó todos sus trabajos.
Las columnas de bronce
15 Fundió las dos columnas de bronce; la altura de una columna era de dieciocho codos, un hilo
en total,
20 colocadas sobre la prominencia que estaba detrás del trenzado; doscientas granadas alrededor
El Mar de bronce
23 Hizo el Mar de metal fundido que tenía diez codos de borde a borde; era enteramente redondo,
Sur y tres mirando al Este; el Mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior.
26 Su espesor era de un palmo y su borde era como el borde del cáliz de la flor de la azucena.
Contenía 2.000 medidas.
Los soportes movibles para los recipientes de bronce
27 Hizo también las diez basas de bronce de cuatro codos de largo cada basa, cuatro codos su
los listones. Por encima y por debajo de los leones y de los toros había volutas...
30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce y ejes de bronce; sus cuatro pies tenían asas debajo de
un soporte de codo y medio; había también sobre la boca esculturas, pero los paneles eran cuadrados,
no redondos.
32 Las cuatro ruedas estaban bajo los paneles, y los ejes de las ruedas estaban en la basa; la altura
para las puertas de la cámara interior, el Santo de los Santos, y para las puertas de la Casa y el Hekal.
51 Así fue concluida toda la obra que hizo el rey Salomón para la Casa de Yahveh; Salomón hizo
traer todo lo consagrado por David su padre, la plata, el oro y los objetos, y lo puso en los tesoros de
la Casa de Yahveh.
La Dedicación del Templo: el traslado del Arca
1 Reyes - Capítulo 8
1 Entonces congregó Salomón a los ancianos de Israel en Jerusalén para hacer subir el arca de la
Debir, pero no se veían desde fuera. Están allí hasta el día de hoy.
9 En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés hizo poner en ella, en el
Horeb, las tablas de la alianza que pactó Yahveh con los israelitas cuando salieron de la tierra de
Egipto.
10 Al salir los sacerdotes del Santo, la nube llenó la Casa de Yahveh.417
11 Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria de
Yahveh llenaba la Casa de Yahveh.
12 Entonces Salomón dijo: «Yahveh quiere habitar en densa nube.
13 He querido erigirte una morada un lugar donde habites para siempre.»
Alocución de Salomón al pueblo
14 Se volvió el rey y bendijo a toda la asamblea de Israel mientras que toda la asamblea de Israel
estaba en pie.
15 El dijo: «Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, que habló por su boca a mi padre David y ha
tierra, tú que guardas la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su
corazón,
24 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo
cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!
28 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh Dios mío, y escucha el clamor y la
pues tú conoces su corazón y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres,
40 para que te teman todos los días que vivan sobre la faz de la tierra que has dado a nuestros
padres.
41 «También al extranjero que no es de tu pueblo Israel, al que viene de un país lejano a causa de
tu Nombre,
42 porque oirá hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu tenso brazo, y vendrá a orar a
esta Casa,
43 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz según cuanto te pida el extranjero, para
que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman como tu pueblo Israel, y sepan que
tu Nombre es invocado en esta Casa que yo he construido.
44 «Si tu pueblo va a la guerra contra su enemigo por el camino por el que tú le envíes, y
suplican a Yahveh vueltos hacia la ciudad que has elegido y hacia la Casa que yo he construido para tu
Nombre,
45 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.
46 Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú irritado contra ellos los
entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven al país enemigo, lejano o próximo,
47 si se convierten en su corazón en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te
suplican en la tierra de sus deportadores diciendo: “Hemos pecado, hemos sido perversos, somos
culpables”,
48 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de los enemigos que los
deportaron, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que has
elegido y hacia la Casa que he edificado a tu Nombre,
49 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada,
50 y perdona a tu pueblo, que ha pecado contra ti, todas las rebeliones con que te han traicionado,
y concédeles que hallen compasión entre sus deportadores para que éstos les tengan piedad,
51 porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, de en medio del crisol del hierro.
52 «Que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a la súplica de tu pueblo Israel, para
como dijiste por boca de Moisés tu siervo cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, Señor
Yahveh.»
La bendición de Salomón a la asamblea
54 Cuando Salomón acabó de dirigir a Yahveh toda esta plegaria y esta súplica, se levantó de
delante del altar de Yahveh, del lugar donde se había arrodillado con las manos extendidas hacia el
cielo,
55 y se puso de pie para bendecir a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz:
56 «Bendito sea Yahveh que ha dado reposo a su pueblo Israel, según todas sus promesas; no ha
fallado ninguna de las palabras de bien que dijo por boca de Moisés su siervo.
57 Que Yahveh, nuestro Dios, esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos
abandone ni nos rechace.
58 Que incline nuestros corazones hacia él para que andemos según todos sus caminos y
guardemos todos los mandamientos, los decretos y las sentencias que ordenó a nuestros padres.
59 Que estas palabras con que he suplicado ante Yahveh permanezcan día y noche junto a Yahveh,
nuestro Dios, para que dé lo justo a su siervo y justicia a su pueblo Israel, según las necesidades de
cada día,
60 para que todos los pueblos de la tierra sepan que Yahveh es Dios y no hay otro,
61 y vuestros corazones estarán enteramente con Yahveh, nuestro Dios, para caminar según sus
decretos y para guardar sus mandamientos como hoy.»
Los sacrificios de la Dedicación del Templo
62 El rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios ante Yahveh.
63 Salomón sacrificó, como sacrificios de comunión que ofreció en sacrificio a Yahveh, 22.000
bueyes y 120.000 ovejas; así inauguraron la Casa de Yahveh el rey y todos los hijos de Israel.
64 Aquel día consagró el rey el interior del patio que está delante de la Casa de Yahveh, pues
ofreció allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, porque el altar de
bronce que estaba ante Yahveh era demasiado pequeño para contener el holocausto, la oblación y las
grasas de los sacrificios de comunión.
65 En aquella ocasión celebró Salomón la fiesta con todos los israelitas en magna asamblea desde
la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto, ante Yahveh nuestro Dios, durante siete días.
66 El día octavo despidió al pueblo. Bendijeron al rey y se fueron a sus tiendas, gozosos y con el
corazón alegre por todo el bien que Yahveh había hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.
Nueva aparición del Señor a Salomón
1 Reyes - Capítulo 9
1 Cuando Salomón hubo acabado de construir la Casa de Yahveh, la casa del rey y todo cuanto
cuando dije: “Ninguno de los tuyos será arrancado de sobre el trono de Israel.”
6 Pero si vosotros, y vuestros hijos después guardáis los mandamientos y los decretos que os he
dado, y os vais a servir a otros dioses postrándoos ante ellos,
7 yo arrancaré a Israel de la superficie de la tierra que les he dado; arrojaré de mi presencia esta
Casa que yo he consagrado a mi Nombre, e Israel quedará como proverbio y escarnio de todos los
pueblos.
8 Todos los que pasen ante esta Casa sublime quedarán estupefactos, silbarán y dirán: “¿Por qué
ha hecho así Yahveh a esta tierra y a esta Casa?”
9 Y se responderá: “Porque abandonaron a Yahveh su Dios, que sacó a sus padres de la tierra de
Egipto, y han seguido a otros dioses, se han postrado ante ellos y les han servido, por eso ha hecho
venir Yahveh todo este mal sobre ellos”»
Las ciudades cedidas por Salomón a Jiram
10 Al cabo de los veinte años, durante los cuales edificó Salomón las dos casas, la Casa de
Yahveh y la casa del rey,
11 como Jiram, rey de Tiro, había proporcionado a Salomón madera de cedro y madera de ciprés
y todo el oro que deseaba, entonces el rey Salomón dio a Jiram veinte ciudades de la tierra de
Galilea.
12 Salió Jiram de Tiro para ver las ciudades que le había dado Salomón y no le agradaron,
13 Y dijo: «¿Qué ciudades son éstas que me has dado, hermano mío?» Y las llamó: «Tierra de
Casa de Yahveh y su propia casa, el Milló y la muralla de Jerusalén, Jasor, Meguiddó y Guézer,
16 (pues el Faraón, rey de Egipto, había subido y se había apoderado de Guézer, la incendió y
mató a los cananeos que habitaban en la ciudad, y se la dio en dote a su hija, la mujer de Salomón,
17 y Salomón reconstruyó Guézer) Bet Jorón de abajo,
18 Baalat y Tamar en el desierto del país,
19 todas las ciudades de aprovisionamiento que tenía Salomón, las ciudades de los carros y las
ciudades para los caballos, y todo cuanto Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda
la tierra de su dominio.
20 Con toda la gente que había quedado de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los
habían podido entregar al anatema, hizo Salomón una leva que dura hasta el día de hoy.
22 Pero Salomón no empleó a ninguno de los israelitas como esclavo para sus obras, sino que
eran sus hombres de guerra, sus oficiales y sus jefes, sus escuderos y jefes de sus carros y de su
caballería.
23 Estos eran los capataces de los prefectos que estaban al frente de las obras de Salomón; 550
había edificado a Yahveh y hacía quemar ante Yahveh las ofrendas abrasadas, cuando hubo terminado
la Casa.
La flota de Salomón
26 El rey Salomón construyó una flota en Esyón Guéber, que está cerca de Elat, a orillas del mar
de Suf, en la tierra de Edom.
27 Jiram envió a las naves a sus servidores, marineros, conocedores del mar, con los servidores
de Salomón.
28 Llegaron a Ofir, y trajeron de allí 420 talentos de oro que llevaron al rey Salomón.420
La visita de la reina de Sabá
1 Reyes - Capítulo 10
1 La reina de Sabá había oído la fama de Salomón... y vino a probarle por medio de enigmas.421
2 Llegó a Jerusalén con gran número de camellos que traían aromas, gran cantidad de oro y
piedras preciosas; llegada que fue donde Salomón, le dijo todo cuanto tenía en su corazón.
3 Salomón resolvió todas sus preguntas. No hubo ninguna proposición oscura que el rey no le
pudiese resolver.
4 Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón y la casa que había edificado,
5 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus ministros y sus
vestidos, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en la Casa de Yahveh, se quedó sin aliento,
6 y dijo al rey: «¡Verdad es cuanto oí decir en mi tierra de tus palabras y tu sabiduría!
7 No daba yo crédito a lo que se decía hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos, y
hallo que no dijeron ni la mitad. Tu sabiduría y tu prosperidad superan todo lo que oí decir.
8 Dichosas tus mujeres, dichosos estos tus servidores que están siempre en tu presencia y
escuchan tu sabiduría.
9 Bendito Yahveh tu Dios que se ha complacido en ti y te ha colocado en el trono de Israel para
siempre, a causa del amor de Yahveh a Israel, y te ha puesto como rey para administrar derecho y
justicia.»
10 Dio al rey 120 talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca llegaron
aromas en tanta abundancia como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón.
11 La flota de Jiram, la que transportó el oro de Ofir, trajo también madera de almugguim en
del rey, cítaras y salterios para los cantores. No vino más madera de almugguim y no se ha vuelto a
ver hasta el día de hoy.
13 El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso pedirle, aparte lo que Salomón le
dio con magnificencia de un rey como Salomón. Ella se volvió y regreso a su país con sus
servidores.
Las riquezas de Salomón
14 El peso del oro que llegaba a Salomón cada año era de 666 talentos de oro,
15 sin contar las contribuciones de los mercaderes, las ganancias de los comerciantes y de todos
su corazón.
25 Y cada uno de ellos traía su presente: objetos de plata, objetos de oro, vestidos, armas y
aromas, caballos y mulos, año tras año.
La caballería real
26 Salomón reunió carros y caballos; tuvo 1.400 carros y 12.000 caballos que llevó a las ciudades
también como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram.
Las mujeres de Salomón y el culto tributado a sus dioses
1 Reyes - Capítulo 11
1 El rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras, además de la hija del Faraón, moabitas,
a vosotros, pues de seguro arrastrarán vuestro corazón tras sus dioses», pero Salomón se apegó a
ellas por amor;
3 tuvo setecientas mujeres con rango de princesas y trescientas concubinas.
4 En la ancianidad de Salomón sus mujeres inclinaron su corazón tras otros dioses, y su corazón
no fue por entero de Yahveh su Dios, como el corazón de David su padre.
5 Salomón se fue tras de Astarté, diosa de los sidonios, y tras de Milkom, monstruo abominable
de los ammonitas.
6 Salomón hizo lo malo a los ojos de Yahveh, y no siguió plenamente con Yahveh como David su
padre.
7 Entonces edificó Salomón un altar a Kemós, monstruo abominable de Moab, sobre el monte
que está frente a Jerusalén, y a Milkom, monstruo abominable de los ammonitas.
8 Lo mismo hizo con todas sus mujeres extranjeras que quemaban incienso y sacrificaban a sus
dioses.
El anuncio de la división del reino
9 Se enojó Yahveh contra Salomón por que había desviado su corazón de Yahveh, Dios de Israel,
que se le había aparecido dos veces,
10 y le había ordenado sobre este asunto que no fuera en pos de otros dioses, pero no guardó lo
que Yahveh le había ordenado.
11 Yahveh dijo a Salomón: «Porque de tu parte has hecho esto y no has guardado mi alianza y las
leyes que te ordené, voy a arrancar el reino de sobre ti y lo daré a un siervo tuyo.
12 No lo haré sin embargo en vida tuya por causa de David tu padre; lo arrancaré de mano de tu
hijo.
13 Tampoco arrancaré todo el reino; daré una tribu a tu hijo, en atención a David, mi siervo, y a
causa de Jerusalén que he elegido.»
Los enemigos externos de Salomón
14 Suscitó Yahveh un adversario a Salomón en Hadad, edomita, de la estirpe real de Edom.
15 Cuando David batió a Edom, y Joab, jefe del ejército, subió a sepultar los muertos, mató a
Edom.
17 Pero Hadad consiguió huir con algunos hombres edomitas de entre los servidores de su padre,
Egipto, donde el Faraón, rey de Egipto, que le dio casa, le prometió sustento y le dio tierras.423
19 Hadad encontró mucho favor a los ojos del Faraón, que le dio por mujer a la hermana de su
Faraón, y Guenubat vivió en la casa del Faraón con los hijos del Faraón.
21 Oyó Hadad en Egipto que David se había acostado con sus padres y que había muerto Joab,
jefe del ejército, y dijo Hadad al Faraón: «Déjame partir para ir a mi tierra.»
22 El Faraón le dijo: «¿Qué te falta a mi lado para que trates de ir a tu tierra?» El respondió:
presencia, delante de mí en Jerusalén, la ciudad que me elegí para poner allí mi Nombre.428
37 Te tomaré a ti y te haré reinar sobre cuanto desee tu alma, y serás rey de Israel.
38 Si escuchas todo cuanto yo te ordene, y andas por mi camino, y haces lo recto a mis ojos
guardando mis decretos y mis mandamientos como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te
edificaré una casa estable como se la edifiqué a David. Te entregaré Israel
39 y humillaré el linaje de David por esta causa. Pero no para siempre.»
40 Salomón trató de dar muerte a Jeroboam, pero Jeroboam se levantó y huyó a Egipto, junto a
1 Reyes - Capítulo 12
1 Roboam se fue a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para proclamarle rey.429
2 Lo supo Jeroboam, hijo de Nebat, que estaba todavía en Egipto, adonde había ido huyendo del
rey Salomón y se volvió Jeroboam de Egipto.
3 Enviaron a llamarle y llegó Jeroboam con toda la asamblea de Israel y hablaron a Roboam
diciendo:
4 «Tu padre ha hecho pesado nuestro yugo; ahora tú aligera la dura servidumbre de tu padre y el
pesado yugo que puso sobre nosotros, y te serviremos.»
5 El les dijo: «Id, y dentro de tres días volved a mí», y el pueblo se fue.
6 El rey Roboam pidió consejo a los ancianos que habían servido a su padre Salomón en vida de
éste, diciendo: «¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo?»
7 Ellos le respondieron: «Si tú te haces hoy servidor de este pueblo y les sirves y les das buenas
palabras, ellos serán siervos tuyos para siempre».
8 Pero él abandonó el consejo que los ancianos le aconsejaron y pidió consejo a los jóvenes que
pueblo que te ha dicho: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo; ahora tú aligera nuestro yugo”, esto
debes responder: Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre.
11 Un yugo pesado cargó mi padre, mas yo haré más pesado vuestro yugo; mi padre os azotaba
aconsejaron,
14 y hablándoles según el consejo de los jóvenes diciendo: «Mi padre hizo pesado vuestro yugo,
yo lo haré más pesado todavía. Mi padre os ha azotado con azotes, mas yo os azotaré con
escorpiones.»
15 No escuchó el rey al pueblo, pues se trataba de una intervención de Yahveh para cumplimiento
de la palabra que Yahveh había anunciado a Jeroboam, hijo de Nebat, por medio de Ajías de Silo.
16 Viendo todo Israel que el rey no le oía, replicó el pueblo al rey diciendo: «¿Qué parte tenemos
nosotros con David? ¡No tenemos herencia en el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! ¡Mira ahora por
tu casa, David!» Israel se fue a sus tiendas.430
17 Roboam reinó sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá.
18 El rey Roboam envió a Adoram, jefe de la leva, pero todo Israel le mató a pedradas; el rey
Roboam se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén.
19 Israel está en desobediencia contra la casa de David hasta el día de hoy.
20 Cuando todo Israel supo que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarle a la asamblea y le
hicieron rey sobre todo Israel; no hubo quien siguiera a la casa de David, aparte sólo la tribu de Judá.
La división del reino
21 En llegando a Jerusalén reunió Roboam a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín,
180.000 hombres guerreros escogidos, para combatir contra la casa de Israel y devolver el reino a
Roboam, hijo de Salomón.
22 Pero fue dirigida la palabra de Dios a Semaías, hombre de Dios, diciendo:
23 «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá, a Benjamín y al resto
del pueblo y diles:
24 Así habla Yahveh: No subáis a combatir con vuestros hermanos los israelitas. Que cada uno se
vuelva a su casa porque esto es cosa mía.» Ellos escucharon la palabra de Yahveh, y se volvieron para
ir conforme a la palabra de Yahveh.
25 Jeroboam fortificó Siquem, en la montaña de Efraím, y habitó en ella. Salió de ella y fortificó
Penuel.
El culto cismático de Israel
26 Jeroboam se dijo en su corazón: «En esta situación el reino acabará por volver a la casa de
David.
27 Si este pueblo continúa subiendo para ofrecer sacrificios en la Casa de Yahveh en Jerusalén, el
corazón de este pueblo se volverá a su señor, a Roboam, rey de Judá, y me matarán.»
28 Tomó consejo el rey, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: «Basta ya de subir a
de Leví.
32 Hizo Jeroboam una fiesta en el mes octavo, el día quince del mes, parecida a la fiesta de Judá,
y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho y
estableciendo en Betel sacerdotes para los altos que había instituido.
33 Subió al altar que había hecho en Betel el día quince del octavo mes, el mes que se había
discurrido por su cuenta para instituir una fiesta para los israelitas, y subió al altar para quemar
incienso.431
El altar de Betel reprobado por un profeta
1 Reyes - Capítulo 13
1 Por orden de Yahveh, un hombre de Dios llegó de Judá a Betel cuando Jeroboam estaba en pie
mi mano pueda volver a mí.» Aplacó el hombre de Dios el rostro de Yahveh, volvió la mano al rey y
quedo como antes.
7 Dijo el rey al hombre de Dios: «Entra en casa conmigo para confortarte y te haré un regalo.»
8 Dijo el hombre de Dios al rey: «Aunque me dieras la mitad de tu casa no entraré contigo y no
comeré ni beberé agua en este lugar,
9 porque así me lo ha ordenado la palabra de Yahveh: No comerás pan ni beberás agua ni
volverás por el camino por el que has ido.»
10 Y se fue por otro camino, no volvió por el camino por donde había venido a Betel.
El hombre de Dios y el profeta de Betel
11 Vivía en Betel un anciano profeta. Vinieron sus hijos y le contaron cuanto había hecho aquel
día el hombre de Dios en Betel, contaron a su padre las palabras que dijo el rey.
12 Su padre les dijo: «¿Por qué camino se ha ido?» Sus hijos le mostraron el camino por el que
se fue el hombre de Dios que vino de Judá.
13 Dijo a sus hijos: «Aparejadme el asno.» Y aparejaron el asno y se montó sobre él.
14 Fue en seguimiento del hombre de Dios y le encontró sentado bajo el terebinto y le dijo:
Yahveh diciendo: Hazle volver contigo a tu casa para que coma y beba agua», pero le mentía.
19 Se volvió, pues, con él y comió pan y bebió agua en su casa.
20 Estando ellos sentados a la mesa, fue dirigida la palabra de Dios al profeta que le había hecho
volver,
21 y gritó al hombre de Dios que vino de Judá, diciendo: «Así dice Yahveh: Porque has
desobedecido la voz de Yahveh y no has guardado la orden que Yahveh tu Dios te había dado,
22 sino que te has vuelto y has comido pan y has bebido agua en el lugar del que dijo: No
comerás pan y no beberás agua, tu cadáver no entrará en la tumba de tus padres.»
23 Después de haber comido y bebido, el profeta que le había hecho volver le aparejó su asno.
24 Partió, y un león le encontró en el camino y le mató; su cadáver yacía en el camino y el asno
mío!»
31 Después que le hubo sepultado, dijo a sus hijos: «Cuando yo muera, me sepultaréis en el
sepulcro en que ha sido sepultado el hombre de Dios; junto a sus huesos depositaréis mis huesos,
32 porque con toda certeza se cumplirá la palabra que por orden de Yahveh gritó contra el altar
de Betel y contra todos los santuarios de los altos que hay en las ciudades de Samaría.»
Las consecuencias de la apostasía de Jeroboam
33 Después de esto no se volvió Jeroboam de su mal camino, continuó haciendo sacerdotes para
los altos de entre el pueblo común; a todo el que lo deseaba le investía como sacerdote de los altos,
34 Este proceder hizo caer en pecado a la casa de Jeroboam y fue causa de su perdición y su
exterminio de sobre la faz de la tierra.
LOS REINOS DE ISRAEL Y DE JUDÁ HASTA LOS
TIEMPOS DE ELÍAS
Una vez consumado el cisma político y religioso, los reinos de Israel y de Judá llevan una
existencia paralela. Son dos reinos hermanos, ya que forman un solo Pueblo, reconocen a un mismo
Dios y poseen tradiciones comunes. Pero, como hermanos mal avenidos, sólo se encuentran
transitoriamente para una guerra fratricida o una alianza ocasional. En Judá, la dinastía davídica se
mantiene estable durante tres siglos y medio. Las dinastías de Israel, por el contrario, se suceden una
tras otra en medio de rebeliones sangrientas y golpes de estado, y duran solamente dos siglos.
En este marco político y religioso tan poco alentador, se desarrolla y adquiere una vigencia cada
vez mayor el movimiento profético. Mientras los reyes no hacen más que enredarse en sus propios
manejos políticos, los Profetas, como enviados del Señor, denuncian con igual severidad el despotismo
de los monarcas y la idolatría del pueblo.
Predicción de la ruina de Jeroboam
1 Reyes - Capítulo 14
Jeroboam, y vete a Silo, pues estará allí el profeta Ajías, el que me predijo que yo reinaría sobre este
pueblo.
3 Toma en tus manos diez panes, tortas y un tarro de miel, y entra donde él; él te revelará qué
podía ver porque sus pupilas se habían quedado rígidas a causa de su vejez,
5 pero Yahveh había dicho a Ajías: «Mira, la mujer de Jeroboam viene a pedirte un oráculo
acerca de su hijo que está enfermo. Esto y esto le dirás. Cuando ella entre, se hará pasar por otra.»
6 En oyendo Ajías el ruido de sus pasos, cuando entraba por la puerta, dijo: «Entra, mujer de
Jeroboam. ¿Por qué quieres pasar por otra? Tengo un duro mensaje para ti.
7 Vete a decir a Jeroboam: “Así dice Yahveh, Dios de Israel: Por cuanto te levanté de en medio del
varones, esclavos o libres en Israel, barreré a fondo la casa de Jeroboam como se barre del todo la
basura.
11 Los de Jeroboam que mueran en la ciudad serán comidos por los perros, y los que mueran en
el campo, serán comidos por las aves del cielo, porque ha hablado Yahveh.”
12 Cuanto a ti, levántate y vete a tu casa; cuando tus pies entren en la ciudad, morirá el niño.
13 Todo Israel le llorará y le darán sepultura. Este tan sólo de los de Jeroboam entrará en el
sepulcro, porque de la casa de Jeroboam sólo en él se ha hallado algo bueno ante Yahveh, Dios de
Israel.
14 Yahveh se suscitará un rey sobre Israel que exterminará la casa de Jeroboam.
15 Yahveh golpeará a Israel como las aguas agitan una caña, y arrojará a Israel de esta tierra
buena que dio a sus padres, y los dispersará al otro lado del Río, porque hicieron sus cipos que
irritaban a Yahveh.
16 Y entregará a Israel a causa de los pecados que cometió Jeroboam e hizo cometer a Israel.»432
17 La mujer de Jeroboam se levantó, se fue y entró en Tirsá; y cuando ella entraba en el umbral
de su casa, había muerto el niño.
18 Le dieron sepultura y todo Israel hizo duelo según la palabra que Yahveh había dicho por boca
de su siervo, el profeta Ajías.
19 El resto de los hechos de Jeroboam, cómo guerreó y cómo reinó, están escritos en el libro de
los Anales de los reyes de Israel.
20 El tiempo que reinó Jeroboam fueron veintidós años y se acostó con sus padres. Reinó en su
sala de la guardia.
Fin del reinado de Roboam
29 El resto de los hechos de Roboam, todo cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales
hijo Abiyyam.434
El reinado de Abiyyam en Judá (915-913)
1 Reyes - Capítulo 15
1 El año dieciocho del rey Jeroboam, hijo de Nebat, comenzó a reinar Abiyyam sobre Judá.
2 Reinó tres años en Jerusalén; el nombres de su madre era Maaká, hija de Absalón.
3 Siguió en todo los pecados que su padre había hecho antes de él, y su corazón no fue por entero
de Yahveh su Dios, como el corazón de David su padre.
4 Pero en atención a David, le dio Yahveh su Dios una lámpara en Jerusalén, suscitando a su hijo
después de él y manteniendo en pie a Jerusalén,
5 porque David había hecho lo que era recto a los ojos de Yahveh y no se había apartado de
cuanto le ordenó en todos los días de su vida, salvo en el caso de Urías el hitita. 6435
7 El resto de los hechos de Abiyyam, todo cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales
de los reyes de Judá? Hubo guerra entre Abiyyam y Jeroboam.
8 Se acostó Abiyyam con sus padres y le sepultaron en la ciudad de David. Reinó en su lugar su
hijo Asá.
El reinado de Asá en Judá (912-871) y su reforma religiosa
9 El año veinte de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Asá en Judá.
10 Reinó 41 años en Jerusalén; su abuela se llamaba Maaká, hija de Absalón.
11 Asá hizo lo recto a los ojos de Yahveh, como David su padre.
12 Expulsó de la tierra a los consagrados a la prostitución, y quitó todos los ídolos que sus padres
habían hecho.
13 Incluso llegó a quitar a su abuela Maaká el título de Gran Dama porque había hecho un Horror
su vida.
15 Llevó a la Casa de Yahveh las ofrendas consagradas por su padre y sus propias ofrendas, plata,
oro y utensilios.
La guerra de Asá contra Basá, rey de Israel
16 Hubo guerra entre Asá y Basá, rey de Israel, toda su vida.
17 Basá, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó Ramá, para cortar las comunicaciones a Asá,
rey de Judá.
18 Sacó entonces Asá toda la plata y el oro que quedaban en los tesoros de la Casa de Yahveh y en
los tesoros de la casa del rey, se lo dio a sus servidores y los envió a Ben Hadad, hijo de Tabrimmón,
hijo de Jezyón, rey de Aram, que habitaba en Damasco, diciendo:
19 «Haya alianza entre nosotros como entre mi padre y tu padre. Te envío un presente de plata y
oro. Anda, rompe tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se aleje de mí.»
20 Ben Hadad escuchó al rey Asá y envió a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel,
conquistando Iyyón, Dan y Abel Bet Maaká, todo el Kinerot y todo el país de Neftalí.
21 Cuando Basá lo supo suspendió las fortificaciones de Ramá y se volvió a Tirsá.
22 El rey Asá convocó a todo Judá sin excepción. Se llevaron la piedra y la madera con que Basá
fortificaba Ramá, y el rey Asá fortificó con ellas Gueba de Benjamín y Mispá.
Fin del reinado de Asá
23 El resto de los hechos de Asá, toda su bravura y cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de los
Anales de los reyes de Judá? Sólo que en su ancianidad enfermó de los pies.
24 Asá se acostó con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de su padre David.
Reinó después de él su hijo Josafat.
El reinado de Nadab en Israel (911-910)
25 Nadab, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar en Israel el año segundo de Asá, rey de Judá, y
reinó dos años sobre Israel.
26 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, y anduvo por el camino de su padre y en el pecado con que
hizo pecar a Israel.
27 Basá, hijo de Ajías, de la casa de Isacar, conspiró contra él y le mató en Guibbetón de los
filisteos, cuando Nadab y todo Israel estaban asediando a Guibbetón.
28 Basá le hizo morir el año tercero de Asá, rey de Judá, y reinó en su lugar.
29 Cuando se hizo rey, mató a toda la casa de Jeroboam, no dejó a nadie de los de Jeroboam con
vida, hasta exterminarlos según la palabra que Yahveh había dicho por boca de su siervo el profeta
Ajías de Silo,
30 por los pecados que Jeroboam cometió e hizo cometer a Israel y con los que provocó la
1 Reyes - Capítulo 16
1 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jehú, hijo de Jananí, contra Basá diciendo:
2 «Por cuanto te he levantado del polvo y te he puesto como jefe de mi pueblo Israel, pero tú has
ido por el camino de Jeroboam y has hecho pecar a mi pueblo Israel irritándome con sus pecados,
3 voy a barrer a Basá y a su casa y voy a hacer tu casa parecida a la casa de Jeroboam, hijo de
Nebat.
4 Los de Basá que mueran en la ciudad serán comidos por los perros, y a los que mueran en el
campo los comerán las aves del cielo.»
5 El resto de los hechos de Basá, todo cuanto hizo y su bravura, ¿no está escrito en el libro de los
aquel mismo día todo Israel proclamó en el campamento a Omrí, jefe del ejército, como rey de
Israel.
17 Omrí y todo Israel con él subieron de Guibbetón y pusieron sitió a Tirsá.
18 Cuando Zimrí vio que la ciudad iba a ser tomada, entró en la ciudadela de la casa del rey,
ciudad que él había construido puso por nombre Samaría, del nombre de Semer, dueño del monte.437
25 Omrí hizo el mal a los ojos de Yahveh y fue peor que cuantos le precedieron.
26 Fue en todo por el camino de Jeroboam, hijo de Nebat, y por el pecado que hizo cometer a
Israel irritando a Yahveh, Dios de Israel, con sus vanos ídolos.
27 El resto de los hechos de Omrí, cuanto hizo y su bravura ¿no está escrito en el libro de los
fundamentos, y al precio de su hijo menor Segub, puso las puertas, según la palabra que dijo Yahveh
por boca de Josué, hijo de Nun.439
EL CICLO DE ELÍAS
La rebelión de las tribus del Norte contra la dinastía davídica contó con el apoyo de algunos
profetas, profundamente disgustados por la orientación que había tomado la realeza en tiempos de
Salomón. Pero también Jeroboám y sus sucesores defraudaron muy pronto las esperanzas que se
habían cifrado en ellos. En lugar de promover la justicia, hicieron de Samaría una capital más
fastuosa aún que Jerusalén. Y en vez de mantenerse fieles a las tradiciones heredadas de Moisés, se
mostraron complacientes con los cultos cananeos. Esta situación llegó a su punto álgido en la época
de Ajab y de su esposa, la princesa fenicia Jezabel, fanática propagadora de la religión de Baal.
En este contexto despliega su actividad el profeta Elías. Con un celo y una valentía
incomparables, él combate el absolutismo de los reyes y se convierte en el más denodado defensor de
la fe en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Así logra poner un freno a la ola de paganismo que
parecía incontenible, y abre el camino que seguirán más tarde los grandes profetas de Israel y de
Judá, en especial, Amós, Oseas, Isaías y Jeremías. En el relato de la transfiguración de Jesús, Elías
aparece como el Profeta por excelencia, junto a Moisés, el representante de la Ley (Mt. 17.3).
El anuncio de la gran sequía
1 Reyes - Capítulo 17
1 Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo. No
habrá estos años rocío ni lluvia más que cuando mi boca lo diga.»440
2 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo:
3 «Sal de aquí, dirígete hacia oriente y escóndete en el torrente de Kerit que está al este del
Jordán.
4 Beberás del torrente y encargaré a los cuervos que te sustenten allí.»
5 Hizo según la palabra de Yahveh, y se fue a vivir en el torrente de Kerit que está al este del
Jordán.
6 Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente.
Elías y la viuda de Sarepta
7 Al cabo de los días se secó el torrente, porque no había lluvia en el país.
8 Le fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo:
9 «Levántate y vete a Sarepta de Sidón y quédate allí, pues he ordenado a una mujer viuda de allí
que te dé de comer.»441
10 Se levantó y se fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad había allí una mujer
viuda que recogía leña. La llamó Elías y dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua para mí en tu
jarro para que pueda beber.»
11 Cuando ella iba a traérsela, le gritó: «Tráeme, por favor, un bocado de pan en tu mano.»
12 Ella dijo: «Vive Yahveh tu Dios, no tengo nada de pan cocido: sólo tengo un puñado de harina
en la tinaja y un poco de aceite en la orza. Estoy recogiendo dos palos, entraré y lo prepararé para mí
y para mi hijo, lo comeremos y moriremos.»
13 Pero Elías le dijo: «No temas. Entra y haz como has dicho, pero primero haz una torta pequeña
para mí y tráemela, y luego la harás para ti y para tu hijo.
14 Porque así habla Yahveh, Dios de Israel: No se acabará la harina en la tinaja, no se agotará el
aceite en la orza hasta el día en que Yahveh conceda la lluvia sobre la haz de la tierra.
15 Ella se fue e hizo según la palabra de Elías, y comieron ella, él y su hijo.
16 No se acabó la harina en la tinaja ni se agotó el aceite en la orza, según la palabra que Yahveh
había dicho por boca de Elías.
La resurrección del hijo de la viuda
17 Después de estas cosas, el hijo de la dueña de la casa cayó enfermo, y la enfermedad fue tan
recia que se quedó sin aliento.
18 Entonces ella dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¿Es que has venido a mí
para recordar mis faltas y hacer morir a mi hijo?»
19 Elías respondió: «Dame tu hijo.» El lo tomó de su regazo y subió a la habitación de arriba
donde él vivía, y lo acostó en su lecho;
20 después clamó a Yahveh diciendo: «Yahveh, Dios mío, ¿es que también vas a hacer mal a la
viuda en cuya casa me hospedo, haciendo morir a su hijo?»
21 Se tendió tres veces sobre el niño, invocó a Yahveh y dijo: «Yahveh, Dios mío, que vuelva, por
favor, el alma de este niño dentro de él.»
22 Yahveh escucho la voz de Elías, y el alma del niño volvió a el y revivió.
23 Tomó Elías al niño, lo bajó de la habitación de arriba de la casa y se lo dio a su madre. Dijo
Elías: «Mira, tu hijo vive.»
24 La mujer dijo a Elías: «Ahora sí que he conocido bien que eres un hombre de Dios, y que es
verdad en tu boca la palabra de Yahveh.»
El encuentro de Elías con Abdías
1 Reyes - Capítulo 18
1 Pasado mucho tiempo, fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías, al tercer año, diciendo: «Vete a
había ocultado, de cincuenta en cincuenta, en una cueva, dándoles de comer pan y agua. -
5 Dijo Ajab a Abdías: «Ven, vamos a recorrer el país por todas sus fuentes y todos sus torrentes;
acaso encontremos hierba para mantener los caballos y mulos y no tengamos que suprimir el
ganado.»
6 Se repartieron el país para recorrerlo: «Ajab se fue solo por un camino y Abdías se fue solo
por otro.
7 Estando Abdías en camino, le salió Elías al encuentro. Le reconoció y cayó sobre su rostro y
morir?
10 ¡Vive Yahveh tu Dios! No hay nación o reino donde no haya mandado a buscarte mi señor, y
cuando decían: “No está aquí”, hacía jurar a la nación o al reino que no te había encontrado.
11 Y ahora tú dices: “Vete a decir a tu señor: Ahí está Elías.”
12 Y sucederá que, cuando me aleje de ti, el espíritu de Yahveh te llevará no sé dónde, llegaré a
avisar a Ajab, pero no te hallará y me matará. Sin embargo, tu siervo teme a Yahveh desde su
juventud.
13 ¿Nadie ha hecho saber a mi señor lo que hice cuando Jezabel mató a los profetas de Yahveh,
que oculté a cien de los profetas de Yahveh, de cincuenta en cincuenta, en una cueva, y les alimenté
con pan y agua?
14 Y ahora tú me dices: “Vete a decir a tu señor: Ahí está Elías.” ¡Me matará»
15 Respondió Elías: «¡Vive Yahveh Sebaot a quien sirvo! Hoy me presentaré a él.»
El encuentro de Elías con Ajab
16 Abdías fue al encuentro de Ajab y le avisó, y Ajab partió al encuentro de Elías.
17 Cuando Ajab vio a Elías le dijo: «¿Eres tú, azote de Israel?»
18 El respondió: «No soy yo el azote de Israel, sino tú y la casa de tu padre, por haber
abandonado a Yahveh y haber seguido a los Baales.
19 Pero ahora, envía a reunir junto a mí a todo Israel en el monte Carmelo, y a los 450 profetas
de Baal que comen a la mesa de Jezabel.»
El juicio de Dios en el monte Carmelo
20 Ajab envió a todos los israelitas y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21 Elías se acercó a todo el pueblo y dijo: «¿Hasta cuándo vais a estar cojeando con los dos pies?
Si Yahveh es Dios, seguidle; si Baal, seguid a éste.» Pero el pueblo no le respondió nada.
22 Dijo Elías al pueblo: «He quedado yo solo como profeta de Yahveh, mientras que los profetas
sobre la leña, pero que no pongan fuego. Yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, pero
no pondré fuego.
24 Invocaréis el nombre de vuestro dios; yo invocaré el nombre de Yahveh. Y el dios que
responda por el fuego, ése es Dios.» Todo el pueblo respondió: «¡Está bien!»
25 Elías dijo a los profetas de Baal: «Elegíos un novillo y comenzad vosotros primero, pues sois
mañana hasta el mediodía, diciendo: «¡Baal, respóndenos!» Pero no hubo voz ni respuesta. Danzaban
cojeando junto al altar que habían hecho.
27 Llegado el mediodía, Elías se burlaba de ellos y decía: «¡Gritad más alto, porque es un dios;
tendrá algún negocio, le habrá ocurrido algo, estará en camino; tal vez esté dormido y se
despertará!»
28 Gritaron más alto, sajándose, según su costumbre, con cuchillos y lancetas hasta chorrear la
leña.» Lo hicieron así. Dijo: «Repetid» y repitieron. Dijo: «Hacedlo por tercera vez.» Y por tercera
vez lo hicieron.
35 El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.
36 A la hora en que se presenta la ofrenda, se acercó el profeta Elías y dijo: «Yahveh, Dios de
Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y
que por orden tuya he ejecutado toda estas cosas.
37 Respóndeme, Yahveh, respóndeme, y que todo este pueblo sepa que tú, Yahveh, eres Dios que
echaron mano y Elías les hizo bajar al torrente de Quisón, y los degolló allí.
El fin de la sequía
41 Dijo Elías a Ajab: «Sube, come y bebe, porque ya se oye el rumor de la lluvia.»
42 Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cima del Carmelo, y se encorvó
hacia la tierra poniendo su rostro entre las rodillas.
43 Dijo a su criado : «Sube y mira hacia el mar.» Subió, miró y dijo: «No hay nada.» El dijo:
«Vuelve.» Y esto siete veces.
44 A la séptima vez dijo: «Hay una nube como la palma de un hombre, que sube del mar.»
Entonces dijo: «Sube a decir a Ajab: Unce el carro y baja, no te detenga la lluvia.»
45 Poco a poco se fue oscureciendo el cielo por las nubes y el viento y se produjo gran lluvia.
entrada de Yizreel.
El viaje de Elías al monte Horeb
1 Reyes - Capítulo 19
1 Ajab refirió a Jezabel cuanto había hecho Elías y cómo había pasado a cuchillo a todos los
profetas.
2 Envió Jezabel un mensajero a Elías diciendo: «Que los dioses me hagan esto y me añaden esto
otro si mañana a estas horas no he puesto tu alma igual que el alma de uno de ellos.»
3 El tuvo miedo, se levantó y se fue para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su
criado.
4 El caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo una retama. Se deseó la
muerte y dijo: «¡Basta ya, Yahveh! ¡Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres!»
5 Se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel le tocó y le dijo: «Levántate y come.»
6 Miró y vio a su cabecera una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y
bebió y se volvió a acostar.
7 Volvió segunda vez el ángel de Yahveh, le tocó y le dijo: «Levántate y come, porque el camino
es demasiado largo para ti.»
8 Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta
alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi
vida para quitármela.»
11 Le dijo: «Sal y ponte en el monte ante Yahveh.» Y he aquí que Yahveh pasaba. Hubo un huracán
tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en
el huracán. Después del huracán, un temblor de tierra; pero no estaba Yahveh en el temblor.
12 Después del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego. Después del fuego, el susurro
de una brisa suave.
13 Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. Le fue
dirigida una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?»
14 El respondió: «Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu
alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi
vida para quitármela.»
15 Yahveh le dijo: «Anda, vuelve por tu camino hacia el desierto de Damasco. Vete y unge a
Jazael como rey de Aram.
16 Ungirás a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, le
ungirás como profeta en tu lugar.
17 Al que escape a la espada de Jazael le hará morir Jehú, y al que escape a la espada de Jehú, le
bueyes y dio a sus gentes, que comieron. Después se levantó, se fue tras de Elías y entró a su servicio.
Primera campaña de los arameos: el asedio de Samaría
1 Reyes - Capítulo 20
1 Ben Hadad, rey de Aram, reunió todo su ejército. Tenía consigo 32 Reyes - Capítulo, caballos y
carros. Subió y puso sitio a Samaría y la atacó.
2 Envió mensajeros a la ciudad, a Ajab, rey de Israel,
3 para decirle: «Así habla Ben Hadad: Tu plata y tu oro son para mí. Tus mujeres y tus hijos para
ti.»
4 El rey de Israel respondió: «Como tú dices, rey mi señor, tuyo soy yo y todo lo mío.»
5 Volvieron los mensajeros y dijeron: «Así habla Ben Hadad: Envío a decirte: Me darás tu plata,
vez a tu siervo, lo haré; pero esto no puedo hacerlo.» Se fueron los mensajeros llevando la respuesta.
10 Entonces, Ben Hadad envió a decir: «Esto me hagan los dioses y esto me añadan si hay bastante
de los jefes de distritos.» Preguntó Ajab: «¿Quién debe entablar el combate?» Respondió: «Tú.»
15 Pasó revista a los jóvenes de los jefes de distritos, que eran 232; después de ellos, pasó revista
ellos.
20 Abatió cada uno a su hombre. Aram se dio a la fuga e Israel le persiguió. Ben Hadad, rey de
Aram, pudo salvarse a caballo con algunos jinetes.
21 Salió el rey de Israel y se apoderó de los caballos y carros, infligiendo a Aram una gran
derrota.
Nuevos preparativos bélicos
22 Se acercó el profeta al rey de Israel y dijo: «Anda, cobra ánimo, y conoce y mira lo que has de
hacer, porque el año que viene el rey de Aram subirá contra ti.»
23 Los servidores del rey de Aram le dijeron: «Su Dios es un Dios de las montañas; por eso
fueron más fuertes que nosotros. Pero atacaremos en la llanura y ¿no seremos más fuertes que ellos?
24 Haz esto: quita de su puesto a cada uno de los reyes, y pon gobernadores en su lugar.
25 Por tu parte, recluta un ejército como el ejército que perdiste, con otros tantos caballos y
carros, y les atacaremos en la llanura. ¿No seremos más fuertes que ellos?» Escuchó su voz e hizo
así.
Segunda campaña de los arameos y nueva victoria de los israelitas
26 A la vuelta del año, Ben Hadad pasó revista a los arameos y subió a Afeq para luchar contra
Israel.
27 Se pasó revista a los israelitas que fueron provistos de vituallas y marcharon a su encuentro.
Los israelitas acamparon frente a ellos como dos rebaños de cabras, mientras que los arameos
llenaban la tierra.
28 El hombre de Dios se acercó al rey de Israel y dijo: «Así habla Yahveh: Por haber dicho los
arameos: Yahveh es un Dios de la montaña, no es Dios de las llanuras, voy a entregar toda esta gran
muchedumbre en tus manos y sabrás que yo soy Yahveh.»
29 Acamparon frente a frente durante siete días y el séptimo día trabaron batalla. Los israelitas
batieron a los arameos, 100.000 infantes en un día.
30 Los restantes huyeron a la ciudad de Afeq, pero la muralla se desplomó sobres los 27.000
hombres que quedaban. Ben Hadad había huido y se había refugiado en la ciudad, en una habitación
retirada.
31 Sus servidores le dijeron: «Hemos oído que los reyes de la casa de Israel son reyes
misericordiosos. Deja que nos pongamos sayales sobre nuestros lomos y cuerdas en nuestras cabezas
y salgamos hacia el rey de Israel. Acaso te deje la vida.»
32 Se ciñeron sayales a sus lomos y cuerdas sobre sus cabezas y fueron al rey de Israel y le
dijeron: «Tu siervo Ben Hadad dice: Que pueda yo conservar mi vida.» El respondió: «¿Vive aún? ¡Es
mi hermano!»
33 Los hombres lo tomaron como buen augurio y se apresuraron a tomarle la palabra diciendo:
«Hermano tuyo es Ben Hadad.» El dijo: «Id a traerlo.» Ben Hadad salió hacia él, y él le hizo subir a su
carro.
34 Ben Hadad le dijo: «Devolveré las ciudades que mi padre tomó a tu padre; y tú pondrás
bazares para ti en Damasco, como mi padre puso en Samaría.» - «Con este pacto te dejaré libre.»
Hizo un pacto con él y le dejó libre.
Reprobación profética del pacto de Ajab
35 Un hombre de los hijos de los profetas dijo a su compañero: «Por orden de Yahveh, hiéreme»;
cuando uno abandonó las filas y me trajo un hombre y me dijo: “Custodia a este hombre; si llega a
faltar, tu vida responderá por la suya, o pagarás un talento de plata.”
40 Pero tu siervo estaba ocupado aquí y allá y éste desapareció.» El rey de Israel le dijo: «Esa es
1 Reyes - Capítulo 21
1 Después de estos sucesos ocurrió que Nabot, de Yizreel, tenía una viña junto al palacio de Ajab,
rey de Samaría,
2 y Ajab habló a Nabot diciendo: «Dame tu viña para que me sirva de huerto para hortalizas, pues
está pegando a mi casa, y yo te daré por ella una viña mejor que está, o si parece bien a tus ojos te
daré su precio en dinero.»
3 Respondió Nabot a Ajab: «Líbreme Yahveh de darte la herencia de mis padres.»
4 Se fue Ajab a su casa triste e irritado por la palabra que le dijo Nabot de Yizreel: «No te daré la
heredad de mis padres»; se acostó en su lecho, volvió su rostro y no quiso comer.
5 Vino a donde él su mujer Jezabel, y le habló: «¿Por qué está triste tu espíritu y por qué no
quieres comer?»
6 El le respondió: «Porque he hablado con Nabot de Yizreel y le he dicho: “Dame tu viña por
dinero o, si lo prefieres, te daré una viña a cambio”, y me dijo: “No te daré mi viña.”»
7 Su mujer Jezabel le dijo: «¿Y eres tú el que ejerces la realeza en Israel? Levántate, come y que
1 Reyes - Capítulo 22
rey de Israel: «Yo soy como tú, mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como tus caballos.»
5 Josafat dijo al rey de Israel: «Consulta antes, por favor, la palabra de Yahveh.»
La intervención de los falsos profetas
6 El rey de Israel reunió a los profetas, cuatrocientos hombres, y les dijo: «¿Debo atacar a Ramot
de Galaad, o debo desistir?» Le respondieron: «Sube, porque Yahveh la entregará en manos del rey.»
7 Pero Josafat dijo: «No hay aquí otro profeta de Yahveh a quien podamos consultar?»
8 Dijo el rey de Israel a Josafat: «Queda todavía un hombre por quien podríamos consultar a
Yahveh, pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de
Yimlá.» Dijo Josafat: «No hable el rey así.»444
9 Llamó el rey de Israel a un eunuco y le dijo: «Trae en seguida a Miqueas, hijo de Yimlá.»
10 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos de gala,
en la era que hay a la entrada de la puerta de Samaría, mientras que todos los profetas estaban en
trance delante de ellos.
11 Sedecías, hijo de Kenaaná se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Así dice Yahveh:
Con éstos acornearás a Aram hasta acabar con ellos.»
12 Todos los profetas profetizaban del mismo modo diciendo: «Sube contra Ramot de Galaad,
aposento.»
26 El rey de Israel dijo: «Prende a Miqueas y llévaselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a
Joás, hijo del rey.
27 Y les dirás: Así habla el rey: Meted a éste en la cárcel y racionadle el pan y el agua hasta que
yo vuelva victorioso.»
28 Dijo Miqueas: «Si es que vuelves victorioso, no ha hablado Yahveh por mí.»
Muerte de Ajab en Ramot de Galaad
29 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, subieron contra Ramot de Galaad.
30 El rey de Israel dijo a Josafat: «Yo voy a disfrazarme para entrar en combate, mientras que tú
sangre y las prostitutas se bañaron en ella, según la palabra que Yahveh había dicho.
39 El resto de los hechos de Ajab, todo cuanto hizo, la casa de marfil que edificó, todas las
ciudades que fortificó ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
40 Ajab se acostó con sus padres y reinó en su lugar su hijo Ocozías.
El reinado de Josafat en Judá (870-846)
41 Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel.
42 Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre
Yahveh.
44 Con todo, no desaparecieron los altos; el pueblo seguía sacrificando y quemando incienso en
los altos.
45 Josafat estuvo en paz con el rey de Israel.
46 El resto de los hechos de Josafat, la bravura que demostró y las guerras que sostuvo ¿no está
en Esyón Guéber.
50 Entonces Ocozías, hijo de Ajab, dijo a Josafat: «Mis siervos irán con tus siervos en la flota»,
2 Reyes - Capítulo 1
mensajeros a los que dijo: «Id a consultar a Baal Zebub, dios de Ecrón, si sobreviviré a esta
desgracia.»
3 Pero el Angel de Yahveh dijo a Elías tesbita: «Levántate y sube al encuentro de los mensajeros
del rey de Samaría y diles: ¿Acaso porque no hay Dios en Israel vais vosotros a consultar a Baal
Zebub, dios de Ecrón?
4 Por eso, así habla Yahveh: Del lecho al que has subido no bajarás, porque de cierto morirás.» Y
Elías se fue.
5 Los mensajeros se volvieron a Ocozías y éste les dijo: «¿Cómo así os habéis vuelto?»
6 Le respondieron: «Nos salió al paso un hombre que nos dijo: “Andad, volveos al rey que os ha
enviado y decidle: Así habla Yahveh: ¿Acaso porque no hay Dios en Israel envías tú a consultar a Baal
Zebub, dios de Ecrón? Por eso, del lecho al que has subido no bajarás, porque de cierto morirás.”»
7 Les preguntó: «¿Qué aspecto tenía el hombre que os salió al paso y os dijo estas palabras?»
8 Le respondieron: «Era un hom445 bre con manto de pelo y con una faja de piel ceñida a su
sentado en la cumbre de la montaña, y le dijo: «Hombre de Dios, el rey manda que bajes.»446
10 Respondió Elías y dijo al jefe de cincuenta: «Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y
te devore a ti y a tus cincuenta.» Bajó fuego del cielo que le devoró a él y a sus cincuenta.
11 Volvió a enviarle otro jefe de cincuenta, que subió y le dijo: «Hombre de Dios. Así dice el rey:
Apresúrate a bajar.»
12 Respondió Elías y le dijo: «Si soy hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a
tus cincuenta.» Bajó fuego del cielo que le devoró a él y a sus cincuenta.447
13 Volvió a enviar un tercer jefe de cincuenta con sus cincuenta; llegó el tercer jefe de cincuenta,
cayó de rodillas ante Elías y le suplicó diciendo: «Hombre de Dios, te ruego que mi vida y la vida de
estos cincuenta tuyos sea preciosa a tus ojos.
14 Ya ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos jefes de cincuenta anteriores y a sus
donde el rey,
16 y le dijo: «Así dice Yahveh: Porque has enviado mensajeros para consultar a Baal Zebub, dios
de Ecrón, por eso, del lecho al que has subido no bajarás, pues de cierto morirás.»
17 Murió según la palabra de Yahveh que Elías había dicho, y reinó en su lugar su hermano
Joram, en el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá, porque él no tenía hijos.
18 El resto de los hechos de Ocozías, lo que hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los
reyes de Israel?
EL CICLO DE ELISEO
A diferencia de Elías, el profeta intransigente y solitario, Eliseo vive en estrecho contacto con las
comunidades proféticas que solían encontrarse en las inmediaciones de los santuarios israelitas. En el
ciclo que relata su actividad, pueden distinguirse fácilmente dos series de narraciones, de índole
bastante diversa. La primera reúne un conjunto de relatos breves, de carácter más bien anecdótico y
popular, en los que predomina el gusto por lo maravilloso. Eliseo aparece como un taumaturgo dotado
de extraordinarios poderes sobrenaturales, que le permiten realizar toda clase de milagros en favor de
los pobres y necesitados.
La otra serie de relatos presenta a este profeta plenamente comprometido con la vida política de
Israel. Como ferviente patriota, él defiende la causa de su pueblo contra las naciones enemigas,
aconseja a los reyes, los acompaña en sus guerras y preanuncia sus victorias. En su ardiente celo
religioso llega incluso a apoyar la sangrienta rebelión de Jehú contra la dinastía reinante, demasiado
complaciente con el paganismo cananeo. Así, a través de Eliseo, el movimiento profético sigue
luchando por mantener incontaminada la fe de Israel.
Elías arrebatado al cielo
2 Reyes - Capítulo 2
1 Esto pasó cuando Yahveh arrebató a Elías en el torbellino al cielo. Elías y Eliseo partieron de
Guilgal.
2 Dijo Elías a Eliseo: «Quédate aquí, porque Yahveh me envía a Betel.» Eliseo dijo: «Vive Yahveh
y vive tu alma, que no te dejaré.» Y bajaron a Betel.
3 Salió la comunidad de los profetas que había en Betel al encuentro de Eliseo y le dijeron: «¿No
sabes que Yahveh arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?» Respondió: «También yo lo sé.
¡Callad!»
4 Elías dijo a Eliseo: «Quédate aquí, porque Yahveh me envía a Jericó.» Pero él respondió: «Vive
que Yahveh arrebatará hoy a tu señor por encima de tu cabeza?» Respondió: «También yo lo sé.
¡Callad!»
6 Le dijo Elías: «Quédate aquí, porque Yahveh me envía al Jordán.» Respondió: «Vive Yahveh y
ser arrebatado de tu lado.» Dijo Eliseo: «Que tenga dos partes de tu espíritu.»448
10 Le dijo: «Pides una cosa difícil; si alcanzas a verme cuando sea llevado de tu lado, lo tendrás;
si no, no lo tendrás.»449
11 Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se
interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino.450
12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y
Eliseo sucede a Elías
14 Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está Yahveh, el Dios de Elías?»
Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo.
15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: «El espíritu de
Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se postraron ante él en tierra,
16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos; que vayan a buscar a tu
señor, no sea que el espíritu de Yahveh se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o
algún valle.» El dijo: «No mandéis a nadie.»
17 Como le insistieran hasta la saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron cincuenta hombres que le
buscaron durante tres días, pero no le encontraron.
18 Se volvieron donde él, que se había quedado en Jericó, y les dijo: «¿No os dije que no
fuerais?».452
Dos milagros de Eliseo
19 Los hombres de la ciudad dijeron a Eliseo: «El emplazamiento de la ciudad es bueno, como mi
señor puede ver, pero las aguas son malas y la tierra es estéril.»
20 El dijo: «Traedme una olla nueva y poned sal en ella.» Y se la trajeron.
21 Fue al manantial de las aguas, arrojó en él la sal y dijo: «Así dice Yahveh: Yo he saneado estas
destrozaron a 42 de ellos.453
25 De allí se fue al monte Carmelo, de donde se volvió a Samaría.
El reinado de Joram en Israel (852-841)
2 Reyes - Capítulo 3
1 Joram, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año dieciocho de Josafat, rey
se apartó de ellos.
La expedición de Joram contra Mesá, rey de Moab
4 Mesá, rey de Moab, era pastor de ovejas y pagaba al rey de Israel 100.000 corderos y 100.000
venir conmigo a la guerra contra Moab?» Respondió: «Subiré. Yo seré como tú; mi pueblo como tu
pueblo, mis caballos como tus caballos.»
8 Y preguntó: «¿Por qué camino subiremos?» Respondió: «Por el camino del desierto de Edom.»
9 Fueron el rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edom; dieron un rodeo durante siete días y
faltó el agua para el campamento y para las bestias de carga que les seguían.
10 El rey de Israel dijo: «¡Ay! Que Yahveh ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en
manos de Moab!»
11 Pero Josafat dijo: «¿No hay aquí algún profeta de Yahveh para que consultemos a Yahveh por
su medio?» Respondió uno de los servidores del rey de Israel y dijo: «Esta aquí Eliseo, hijo de Safat,
el que vertía el agua en manos de Elías.»456
12 Dijo Josafat: «Con él está la palabra de Yahveh.» Y bajaron donde él el rey de Israel, Josafat, y
el rey de Edom.
13 Dijo Eliseo al rey de Israel: «¿Qué tengo que ver yo contigo? ¡Vete a los profetas de tu padre y
a los profetas de tu madre!» Respondió el rey de Israel: «Es que Yahveh ha llamado a estos tres reyes
para entregarlos en manos de Moab.»
14 Dijo Eliseo: «Vive Yahveh Seboat a quien sirvo, que si no tuviera delante a Josafat, rey de
Yahveh,457
16 y dijo: «Así dice Yahveh: “Haced en este valle zanjas y más zanjas “,
17 porque así, dice Yahveh: “No veréis viento y no veréis lluvia, pero este valle se llenará de agua
llenó de agua.
21 Habiendo oído todo Moab que subían los reyes para hacerles la guerra, convocaron a todos,
llenaron, cegaron todos los manantiales, talaron todo árbol bueno; sólo le quedaron sus piedras a
Quir Jeres, y los honderos la cercaron y la batieron.458
26 Viendo el rey de Moab que llevaba la parte peor de la batalla, tomó consigo setecientos
hombres que tiraban de espada para abrir brecha hacía el rey de Aram, pero no pudieron.
27 Tomó entonces a su primogénito, el que había de reinar en su lugar, y lo alzó en holocausto
sobre la muralla, y hubo gran cólera contra los israelitas, que se alejaron de allí volviendo al país.459
ALGUNOS MILAGROS DE ELISEO
El aceite de la viuda
2 Reyes - Capítulo 4
1 Una de las mujeres de la comunidad de los profetas clamó a Eliseo diciendo: «Tu siervo, mi
marido, ha muerto; tú sabes que tu siervo temía a Yahveh. Pero el acreedor ha venido a tomar mis dos
hijos para esclavos suyos.»
2 Eliseo dijo: «¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa.» Respondió ella: «Tu sierva no
una mesa, una silla y una lámpara, y cuando venga por casa, que se retire allí.»
11 Vino él en su día, se retiró a la habitación de arriba, y se acostó en ella.
12 Dijo él a Guejazí su criado: «Llama a esta sunamita.» La llamó y ella se detuvo ante él.
13 El dijo a su criado: «Dile: Te has tomado todos estos cuidados por nosotros, ¿qué podemos
hacer por ti?, ¿quieres que hablemos en tu favor al rey o al jefe del ejército?» Ella dijo: «Vivo en
medio de mi pueblo.»
14 Dijo él: «¿Qué podemos hacer por ella?» Respondió Guejazí: «Por desgracia ella no tiene
te diga.»
25 Fue ella y llegó donde el hombre de Dios, al monte Carmelo. Cuando el hombre de Dios la vio
a lo lejos, dijo a su criado Guejazí: «Ahí viene nuestra sunamita.
26 Así que corre a su encuentro y pregúntale: ¿Estás bien tú? ¿Está bien tu marido? ¿Está bien el
niño?» Ella respondió: «Bien.»
27 Llegó donde el hombre de Dios, al monte, y se abrazó a sus pies; se acercó Guejazí para
apartarla, pero el hombre de Dios dijo: «Déjala, porque su alma está en amargura y Yahveh me lo ha
ocultado y no me lo ha manifestado.»
28 Ella dijo: «¿Acaso pedí un hijo a mi señor? ¿No te dije que no me engañaras?»
29 Dijo a Guejazí: «Ciñe tu cintura, toma mi bastón en tu mano y vete; si te encuentras con
alguien no le saludes, y si alguien te saluda no le respondas, y pon mi bastón sobre la cara del
niño.»463
30 Pero la madre del niño dijo: «Vive Yahveh y vive tu alma, que no te dejaré.» El pues, se levantó
no tenía voz ni señales de vida, de modo que se volvió a su encuentro y le manifestó: «El niño no se
despierta.»
32 Llegó Eliseo a la casa; el niño muerto estaba acostado en su lecho.
33 Entró y cerró la puerta tras de ambos, y oró a Yahveh.
34 Subió luego y se acostó sobre el niño, y puso su boca sobre la boca de él, sus ojos sobre los
ojos, sus manos sobre las manos, se recostó sobre él y la carne del niño entró en calor.464
35 Se puso a caminar por la casa de un lado para otro, volvió a subir y a recostarse sobre él hasta
«Toma tu hijo.»
37 Entró ella y, cayendo a sus pies, se postró en tierra y salió llevándose a su hijo.
El caldo envenenado
38 Cuando Eliseo se volvió a Guilgal había hambre en el país. La comunidad de los profetas
estaba sentada ante él y dijo a su criado: «Toma la olla grande y pon a cocer potaje para los profetas.»
39 Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas comestibles; encontró una viña silvestre y
recogió una especie de calabazas silvestres hasta llenar su vestido; fue y las cortó en pedazos en la
olla del potaje, pues no sabía lo que era.
40 Lo sirvieron después para que comieran los hombres y, cuando estaban comiendo,
comenzaron a gritar diciendo: «¡La muerte en la olla, hombre de Dios!» Y no pudieron comer.
41 El dijo: «Traedme harina», y la echó en la olla. Dijo: «Repartid entre la gente.» Comieron y no
había nada malo en la olla.
La multiplicación de los panes
42 Vino un hombre de Baal Salisa y llevó al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de
cebada y grano fresco en espiga; y dijo Eliseo: «Dáselo a la gente para que coman.»
43 Su servidor dijo: «¿Cómo voy a dar esto a cien hombres?» Él dijo: «Dáselo a la gente para que
2 Reyes - Capítulo 5
1 Naamán, jefe del ejército del rey de Aram, era hombre muy estimado y favorecido por su
señor, porque por su medio había dado Yahveh la victoria a Aram. Este hombre era poderoso, pero
tenía lepra.466
2 Habiendo salido algunas bandas de arameos, trajeron de la tierra de Israel una muchachita que
se quedó al servicio de la mujer de Naamán.
3 Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse al profeta que hay en Samaría, pues
le curaría de su lepra.»
4 Fue él y se lo manifestó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha israelita.»
5 Dijo el rey de Aram: «Anda y vete; yo enviaré una carta al rey de Israel.» Fue y tomó en su
mano diez talentos de plata, 6.000 siclos de oro y diez vestidos nuevos.
6 Llevó al rey de Israel la carta que decía: «Con la presente, te envío a mi siervo Naamán, para
muerte y vida, pues éste me manda a que cure a un hombre de su lepra? Reconoced y ved que me
busca querella.»
8 Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a
decir al rey: «¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en
Israel.»
9 Llegó Naamán con sus caballos y su carro y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo.
10 Eliseo envió un mensajero a decirle: «Vete y lávate siete veces en el Jordán y tu carne se te
volverá limpia.»
11 Se irritó Naamán y se marchaba diciendo: «Yo que había dicho: ¡Seguramente saldrá, se
detendrá, invocará el nombre de Yahveh su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la
lepra!
12 ¿Acaso el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, no son mejores que todas las aguas de Israel?
¿No podría bañarme en ellos para quedar limpio?» Y, dando la vuelta, partió encolerizado.
13 Se acercaron sus servidores, le hablaron y le dijeron: «Padre mío; si el profeta te hubiera
mandado una cosa difícil ¿es que no la hubieras hecho? ¡Cuánto más habiéndote dicho: Lávate y
quedarás limpio!»
14 Bajó, pues, y se sumergió siete veces en el Jordán, según la palabra del hombre de Dios, y su
se fueron.469
25 Cuando llegó y se presentó a su señor, Eliseo le dijo: «¿De dónde vienes Guejazí?» Respondió
él: «Tu siervo no ha ido ni aquí ni allá.»
26 Le replicó: «¿No iba contigo mi corazón cuando un hombre saltó de su carro a tu encuentro?
Ahora has recibido plata y puedes adquirir jardines, olivares y viñas, rebaños de ovejas y bueyes,
siervos y siervas.
27 Pero la lepra de Naamán se pegará a ti y a tu descendencia para siempre.» Y salió de su
presencia con lepra blanca como la nieve.
El hacha hundida en el río
2 Reyes - Capítulo 6
1 Los profetas dijeron a Eliseo: «Mira, el lugar en que habitamos a tu lado, es estrecho para
nosotros.
2 Vayamos al Jordán y tomemos allí cada uno una viga, y nos haremos allí un lugar para habitar
El enceguecimiento de las tropas de los arameos
8 El rey de Aram estaba en guerra con Israel y celebró consejo con sus siervos diciendo: «Bajad
contra tal plaza.»
9 El hombre de Dios envió a decir al rey de Israel: «Ten cuidado de esa plaza, porque los
avisado al rey de Israel de las palabras que has dicho en el interior de tu dormitorio.»
13 El dijo: «Id y ved dónde está y enviaré a prenderlo.» Se le avisó diciendo: «Está en Dotán.»471
14 Y mandó allí caballos, carros y un fuerte destacamento, que llegaron por la noche y cercaron
la ciudad.
15 Al día siguiente se levantó el criado del hombre de Dios para salir, pero el destacamento
rodeaba la ciudad, con caballos y carros, y su criado le dijo: «¡Ay, mi señor!, ¿qué vamos a hacer?»
16 El respondió: «No temas, que hay más con nosotros que con ellos.»
17 Oró Eliseo y dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vea.» Abrió Yahveh los ojos del criado y
vio que la montaña estaba llena de caballos y carros de fuego en torno a Eliseo.
18 Bajaron hacia él los arameos y entonces Eliseo suplicó a Yahveh diciendo: «Deslumbra a esas
gentes.» Y las deslumbró según la palabra de Eliseo.
19 Eliseo les dijo: «No es éste el camino y no es ésta la ciudad. Venid detrás de mí y os llevaré
donde el hombre que buscáis.» Y los llevó a Samaría.
20 Cuando entraron en Samaría, Eliseo dijo: «Yahveh, abre sus ojos para que vean.» Abrió
sitio a Samaría.
25 Hubo gran hambre en Samaría; y tanto la apretaron que una cabeza de asno valía ochenta
señor!»
27 Respondió: «Si Yahveh no te salva, ¿con qué puedo salvarte yo? ¿Con la era o con el lagar?»
28 Díjole el rey: «¿Qué te ocurre?» Ella respondió: «Esta mujer me dijo: “Trae a tu hijo y lo
ella lo ha escondido.»472
30 Cuando el rey oyó las palabras de la mujer desgarró sus vestidos; como pasaba sobre la
2 Reyes - Capítulo 7
1 Dijo Eliseo: «Escucha la palabra de Yahveh: Así dice Yahveh: Mañana a esta hora estará la
arroba de flor de harina a siclo, y las dos arrobas de cebada a siclo, en la puerta de Samaría.»474
2 El escudero, sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios y le dijo:
«Aunque Yahveh abriera ventanas en el cielo ¿podría ocurrir tal cosa?» Respondió: «Con tus ojos lo
verás, pero no lo comerás.»
Fin del asedio de Samaría
3 Cuatro hombres que estaban leprosos se hallaban a la entrada de la puerta y se dijeron uno a
nos quedamos aquí, moriremos igual. Así que vamos a pasarnos al campamento de Aram; si nos
dejan vivir, viviremos, y si no matan, moriremos.»
5 Se levantaron al anochecer para ir al campamento de Aram; llegaron hasta el límite del
caballos y estrépito de un gran ejército, y se dijeron unos a otros: «El rey de Israel ha tomado a
sueldo contra nosotros a los reyes de los hititas y a los reyes de Egipto para que vengan contra
nosotros.»
7 Se levantaron y huyeron al anochecer abandonando su tiendas, sus caballos y sus asnos, el
bebieron y se llevaron de allí plata, oro y vestidos, y fueron a esconderlo. Regresaron y entraron en
otra tienda y escondieron lo que de allí se llevaron.
9 Se dijeron uno a otro: «No está bien lo que hacemos; hoy es un día de albricias; y si nosotros
estamos callados hasta el lucir de la mañana incurriremos en culpa; así pues, vayamos, entremos y
anunciémoslo a la casa del rey.»
10 Llegaron y llamaron a los guardias de la ciudad y se lo anunciaron diciendo: «Hemos ido al
campamento de Aram y no hay nadie, ninguna voz de hombre; sólo los caballos atados, los asnos
atados y las tiendas intactas.»
11 Llamaron los centinelas y lo comunicaron al interior de la casa del rey.
12 Se levantó el rey de noche y dijo a sus oficiales: «Os voy a decir lo que nos ha hecho Aram;
saben que estamos hambrientos, han salido del campamento y se han escondido en el campo
pensando: Saldrán de la ciudad, los prenderemos vivos y entraremos en la ciudad.»
13 Uno de los oficiales respondió y dijo: «Que se tomen cinco de los caballos restantes, pues les
va a pasar lo que a toda la muchedumbre de Israel que ha perecido; y enviémosles para ver.»
14 Tomaron dos tiros de caballos y los envió el rey en pos de los arameos diciendo: «Id y ved.»
15 Fueron tras ellos hasta el Jordán, y todo el camino estaba lleno de vestidos y objetos que
habían arrojado los arameos en su precipitación. Los mensajeros volvieron y se lo comunicaron al
rey.
16 Salió el pueblo y saqueó el campamento de Aram; la arroba de flor de harina estaba a siclo y
las dos arrobas de cebada a siclo, según la palabra de Yahveh.
17 El rey había puesto de vigilancia a la puerta al escudero en cuyo brazo se apoyaba; pero el
pueblo le pisoteó en la puerta y murió, según la palabra del hombre de Dios, cuando el rey bajó
donde él.
18 Sucedió según la palabra del hombre de Dios al rey cuando dijo: «Mañana a esta hora estarán a
siclo las dos arrobas de cebada y a siclo la arroba de flor de harina en la puerta de Samaría.»
19 Respondió el escudero al hombre de Dios diciendo: «Aunque Yahveh abriera ventanas en el
cielo, ¿podría ocurrir tal cosa?» Respondió: «Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás.»
20 Y así sucedió. El pueblo lo pisoteó en la puerta y murió.
La devolución de los bienes de la sunamita
2 Reyes - Capítulo 8
1 Eliseo dijo a la mujer cuyo hijo había resucitado: «Levántate y vete, tú y tu casa, a residir donde
puedas, porque Yahveh ha llamado al hambre y viene ya hacia la tierra por siete años.»
2 Se levantó la mujer e hizo según la palabra del hombre de Dios; se fue ella y su familia a vivir
en tierra de filisteos siete años.
3 Al cabo de los siete años volvió la mujer del país de los filisteos y fue a apelar al rey por su
había resucitado, para apelar al rey por su casa y su campo y dijo Guejazí: «¡Oh mi señor! Esta es la
mujer y éste su hijo, al que resucitó Eliseo.»
6 Preguntó el rey a la mujer y ella se lo relató; el rey puso un eunuco a disposición de la mujer
diciendo: «Que se le devuelva todo lo suyo, con todos los productos del campo, desde el día en que
ella abandonó la tierra hasta ahora.»
La predicción de Eliseo acerca de Ben Hadad y Jazael
7 Eliseo fue a Damasco. Ben Hadad, rey de Aram, estaba enfermo y le avisaron: «El hombre de
carga de cuarenta camellos; entró, se detuvo ante él y dijo: «Tu hijo Ben Hadad, rey de Aram, me ha
enviado a ti para preguntarte: ¿Sobreviviré a esta enfermedad?»
10 Eliseo le dijo: «Vete y dile: “Puedes vivir”; pero Yahveh me ha hecho ver que de cierto
morirá.»
11 Y se inmovilizaron sus facciones quedándose rígido en extremo, y rompió a llorar el varón de
Dios.
12 Dijo Jazael: «¿Por qué llora mi señor?» Le respondió: «Porque sé el mal que vas a hacer a los
israelitas: pasarás a fuego sus fortalezas, matarás a espada a sus mejores, aplastarás a sus
pequeñuelos y abrirás el vientre a sus embarazadas.»
13 Dijo Jazael: «Pues, ¿qué es tu siervo? ¿Como un perro hará cosa tan enorme?» Respondió
Eliseo: «Yahveh ha hecho que te vea como rey de Aram.»
14 Partió de junto a Eliseo y llegó donde su señor. Le preguntó: «¿Qué te ha dicho Eliseo?»
rey de Judá.475
17 Tenía 32 años cuando comenzó a reinar y reinó ocho años en Jerusalén.
18 Anduvo por el camino de los reyes de Israel como había hecho la casa de Ajab, porque se
había casado con una mujer de la familia de Ajab, e hizo mal a los ojos de Yahveh.
19 Pero Yahveh no quiso destruir a Judá a causa de David su siervo según lo que le había dicho,
que le daría una lámpara en su presencia para siempre.
20 En sus días se rebeló Edom de bajo la mano de Judá, y se proclamaron un rey.
21 Pasó Joram a Saír con todos sus carros. Se levantó por la noche y batió a Edom que le tenía
cercado a él y a los jefes de los carros, pero el pueblo huyó a sus tiendas.
22 Así se rebeló Edom de bajo la mano de Judá hasta el día de hoy; también se rebeló Libná. En
aquel tiempo...
23 El resto de los hechos de Joram, todo lo que hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de
rey de Judá.
26 Veintidós años tenía Ocozías cuando comenzó a reinar y reinó un año en Jerusalén; el nombre
arameos en Ramot cuando combatía a Jazael, rey de Aram; Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó
a Yizreel a visitar a Joram, hijo de Ajab, porque estaba enfermo.
Jehú ungido y proclamado rey de Israel
2 Reyes - Capítulo 9
1 El profeta Eliseo llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: «Ciñe tu cintura y toma este
Israel.
9 Dejaré la casa de Ajab como la casa de Jeroboam, hijo de Nebat, y como la casa de Basá, hijo
de Ajías.
10 Y a Jezabel la comerán los perros en el campo de Yizreel; no tendrá sepultura.» Y abriendo la
puerta, huyó.
11 Jehú salió a donde los servidores de su señor. Le dijeron: «¿Todo va bien? ¿A qué ha venido a
infligido los arameos en su batalla contra Jazael, rey de Aram. Jehú dijo: «Si éste es vuestro deseo,
que no salga de la ciudad ningún fugitivo que ponga en aviso a Yizreel.»
16 Montó Jehú en el carro y se fue a Yizreel, pues Joram estaba acostado allí, y Ocozías, rey de
tropa.» Dijo Joram: «Que se tome uno de a caballo y se le envíe a su encuentro y pregunte: ¿Hay
paz?»
18 Salió el jinete a su encuentro y dijo: «Así dice el rey: ¿Hay paz?» Jehú respondió: «¿Qué te
importa a ti la paz? Ponte detrás de mí.» El vigía avisó: «El mensajero ha llegado donde ellos, pero
no vuelve.»
19 Volvió segunda vez a enviar un jinete que llegó donde ellos y dijo: «Así dice el rey: ¿Hay
paz?» Respondió Jehú: «¿Qué te importa a ti la paz? Ponte detrás de mí.»
20 El vigía avisó: «Ha llegado a ellos pero no vuelve. Su modo de guiar es el guiar de Jehú, hijo
de Nimsí, pues conduce como un loco.»
21 Dijo Joram: «Enganchad.» Engancharon su carro y salieron Joram, rey de Israel, y Ocozías,
rey de Judá, cada uno en su carro, y partieron al encuentro de Jehú. Le encontraron en el campo de
Nabot el de Yizreel.
22 Cuando Joram vio a Jehú, preguntó: «¿Hay paz, Jehú?» Respondió: «¿Qué paz mientras duran
recuerda que, cuando yo y tú marchábamos en carro detrás de Ajab, su padre, Yahveh lanzó contra él
esta sentencia:
26 “¿Es que no he visto yo ayer la sangre de Nabot y la sangre de sus hijos?, oráculo de Yahveh.
Yo le devolveré lo mismo en este campo, oráculo de Yahveh.” Así que llévale y arrójale en el campo
según la palabra de Yahveh.»
El asesinato de Ocozías
27 Viendo esto Ocozías, rey de Judá, huyó por el camino de Bet Haggan; Jehú partió en su
persecución diciendo: «¡También a él! ¡Matadle!» Y le hirieron en su carro en la cuesta de Gur, la de
Yibleam; se refugió en Meguiddó y murió allí.
28 Sus servidores le llevaron en carro a Jerusalén y le sepultaron en su sepulcro con sus padres
en la ciudad de David.
29 Ocozías había comenzado a reinar en Judá en el año once de Joram, hijo de Ajab.
La muerte de Jezabel
30 Entró Jehú en Yizreel; habiéndolo oído Jezabel, se puso afeites en los ojos, adornó su cabeza y
se asomó a la ventana,
31 y cuando Jehú entraba por la puerta, dijo ella: «¿Todo va bien, Zimrí, asesino de su señor?»479
32 Alzó su rostro hacia la ventana y dijo: «¿Quién está conmigo, quién?» Se asomaron hacia él
que la pisotearon.
34 Entró, comió, bebió y dijo: «Ocupaos de esa maldita y enterradla, pues es hija de rey.»
35 Fueron a enterrarla y no hallaron de ella más que el cráneo, los pies y las palmas de las manos.
36 Volvieron a comunicárselo y él dijo: «Es la palabra que Yahveh había dicho por boca de su
siervo Elías tesbita: “En el campo de Yizreel comerán los perros la carne de Jezabel.480
37 El cadáver de Jezabel será como estiércol sobre la superficie del campo, de modo que no se
2 Reyes - Capítulo 10
1 Tenía Ajab setenta hijos en Samaría. Escribió Jehú cartas y las envió a Samaría, a los jefes de la
a decir a Jehú: «Somos siervos tuyos; haremos cuanto nos digas; no proclamaremos rey a nadie; haz
lo que parezca bien a tus ojos.»
6 Les envió una segunda carta diciendo: «Si estáis por mí y escucháis mi voz, tomad a los jefes de
los hombres de la casa de vuestro señor y venid a mí mañana a esta hora, a Yizreel.» (Los setenta
hijos del rey estaban con los magnates de la ciudad que los criaban.)
7 En llegando la carta, tomaron a los hijos del rey y degollaron a los setenta, pusieron sus
Pastores,
13 encontró Jehú a los hermanos de Ocozías, rey de Judá, y preguntó: «¿Quiénes sois vosotros?»
Ellos respondieron: «Somos los hermanos de Ocozías y bajamos a saludar a los hijos del rey y a los
hijos de la reina.»
14 Dijo él: «Prendedlos vivos.» Los prendieron vivos, y los degolló en la cisterna de Bet Equed,
42 hombres, y no dejó ni uno de ellos.
El encuentro de Jehú con Yonadab, hijo de Rekab
15 Partió de allí y encontró a Yonadab, hijo de Rekab, que le salía al encuentro; le saludó y le
dijo: «¿Es tu corazón tan recto como el mío para el tuyo?» Respondió Yonadab: «Lo es.» «Si lo es,
dame tu mano.» Yonadab le dio la mano, y él le hizo subir a su carro.484
16 Y le dijo: «Sube conmigo y verás mi celo por Yahveh»; y le llevó en su carro.
17 Entró en Samaría y mató a todos los supervivientes de Ajab en Samaría, hasta exterminarlos,
según la palabra que había dicho Yahveh a Elías.
Exterminio de todos los servidores de Baal
18 Reunió Jehú a todo el pueblo y les dijo: «Ajab sirvió a Baal un poco, Jehú le servirá mucho,
19 así que llamadme a todos los profetas de Baal, y a todos sus sacerdotes, sin que falte ninguno,
porque tengo que hacer un gran sacrificio a Baal; todo el que falte morirá.» Jehú obraba con astucia
para hacer perecer a los servidores de Baal.
20 Dijo Jehú: «Convocad una reunión santa para Baal.» Ellos la convocaron.
21 Envió Jehú mensajeros por todo Israel y vinieron todos los siervos de Baal, no quedó nadie
sin venir. Entraron en el templo de Baal quedando lleno el templo de punta a cabo.485
22 Dijo al encargado del vestuario: «Saca los vestidos para todos los servidores de Baal.» El hizo
sacar los vestidos para ellos.
23 Jehú vino con Yonadab, hijo de Rekab, al templo de Baal y dijo a los fieles de Baal:
«Investigad y ved no haya aquí entre vosotros algún siervo de Yahveh, sino tan sólo siervos de Baal.»
24 Y entró para hacer los sacrificios y los holocaustos. Pero Jehú había colocado fuera ochenta
hombres y dijo: «El que deje escapar a uno de los hombres que yo voy a entregar en vuestras manos,
responderá con su vida.»
25 Cuando hubo acabado de hacer el holocausto, dijo Jehú a la guardia y a los escuderos: «Entrad
y matadles. Que nadie salga.» La guardia y los escuderos entraron, los pasaron a filo de espada y
llegaron hasta el santuario del templo de Baal.486
26 Sacaron el cipo del templo de Baal y lo quemaron.
27 Derribaron el altar de Baal, demolieron el templo de Baal, y lo convirtieron en cloaca hasta el
día de hoy.
El reinado de Jehú en Israel (841-814)
28 Jehú exterminó a Baal de Israel.
29 Pero Jehú no se apartó de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, hizo pecar a Israel,
casa de Ajab según todo lo que yo tenía en mi corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se
sentarán sobre el trono de Israel.»487
31 Pero Jehú no guardó el camino de la ley de Yahveh, Dios de Israel, con todo su corazón, no se
Israel,
33 desde el Jordán al sol levante, todo el país de Galaad, de los gaditas, de los rubenitas, de
El crimen y el interregno de Atalía en Judá (841-835)
2 Reyes - Capítulo 11
1 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que había muerto su hijo, se levantó y exterminó toda la
estirpe real.488
2 Pero Yehosebá, hija del rey Joram y hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías y lo
sacó de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y puso a él y a su nodriza en el dormitorio,
ocultándolo de la vista de Atalia, y no le mataron.
3 Seis años estuvo escondido con ella en la Casa de Yahveh, mientras Atalía reinaba en el país.
La conjuración contra Atalía y la entronización de Joás
4 El año séptimo, Yehoyadá envió a buscar a los jefes de cien de los carios y de los corredores, y
los hizo venir donde él a la Casa de Yahveh y, haciendo un pacto con ellos, les hizo prestar juramento
y les mostró al hijo del rey.489
5 Luego, les ordenó: «Esto es lo que tenéis que hacer: un tercio de vosotros, los que entran el
junto al rey.
8 Os pondréis en torno al rey, cada uno con sus armas en la mano. Todo el que venga contra
hombres, los que entraban el sábado y los que salían el sábado, y vinieron junto al sacerdote
Yehoyadá.
10 El sacerdote dio a los jefes de cien las lanzas y escudos del rey David que estaban en la Casa de
Yahveh.
11 La guardia se apostó cada uno con sus armas en la mano, desde el lado derecho de la Casa
hasta el lado izquierdo, entre el altar y la Casa, para que rodeasen al rey.
12 Hizo salir entonces al hijo del rey, le puso la diadema y el Testimonio y le ungió. Batieron
junto al rey, y a todo el pueblo de la tierra lleno de alegría y tocando las trompetas, rasgó Atalía sus
vestidos y gritó: «¡Traición, traición!»
15 El sacerdote Yehoyadá dio orden a los jefes de las tropas diciendo: «Hacedla salir de las filas y
el que la siga que sea pasado a espada», porque dijo el sacerdote: «Que no la maten en la Casa de
Yahveh.»
16 Le echaron mano y, cuando llegó a la casa del rey, por el camino de la Entrada de los
el rey y el pueblo.
18 Fue todo el pueblo de la tierra al templo de Baal y lo derribó. Destrozaron sus altares y sus
imágenes, y mataron ante los altares a Matán, sacerdote de Baal. El sacerdote puso centinelas en la
Casa de Yahveh,
19 y después tomó a los jefes de cien, a los carios y a la guardia y a todo el pueblo de la tierra, e
hicieron bajar al rey de la Casa de Yahveh y entraron a la casa del rey por el camino de la guardia, y
se sentó en el trono de los reyes.
20 Todo el pueblo de la tierra estaba contento y la ciudad quedó tranquila; en cuanto a Atalía,
había muerto a espada en la casa del rey.
El reinado de Joás en Judá (835-796)
2 Reyes - Capítulo 12
de Yahveh, el dinero de las tasas personales, todo el dinero que ofrece el corazón de cada uno a la
Casa de Yahveh,
6 lo tomarán los sacerdotes, cada uno en el círculo de sus amistades, y ellos proveerán a las
Casa.
8 Llamó entonces el rey Joás al sacerdote Yehoyadá y a los sacerdotes y les dijo: «¿Por qué no
hacéis las reparaciones de la Casa? Así que no recibiréis el dinero de vuestras amistades, sino que lo
daréis para la reparación de la Casa.»
9 Los sacerdotes consintieron en no tomar dinero del pueblo ni hacer reparaciones en la Casa.
10 El sacerdote Yehoyadá tomó un cofre, hizo un agujero en la tapa y lo puso junto a la estela, a
la derecha según se entra en la Casa de Yahveh, y los sacerdotes que custodiaban el umbral
depositaban en él todo el dinero ofrecido a la Casa de Yahveh.
11 Cuando veían que había mucha plata en el cofre subía el secretario del rey y el sumo sacerdote,
2 Reyes - Capítulo 13
1 En el año veintitrés de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá, comenzó a reinar Joacaz, hijo de
Aram, y en manos de Jazael, rey de Aram, y en manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo aquel
tiempo.
4 Joacaz aplacó el rostro de Yahveh y Yahveh le escuchó porque había visto la opresión de Israel,
El reinado de Joás en Israel (803-787)
10 En el año 37 de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Joás, hijo de Joacaz, sobre Israel, en
rey de Judá ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?492
13 Se acostó Joás con sus padres y Jeroboam ocupó su trono. Fue sepultado Joás en Samaría,
junto a los reyes de Israel.
Último anuncio y muerte de Eliseo
14 Cuando Eliseo enfermó de la enfermedad de que murió, bajó donde él Joás, rey de Israel, y
lloró sobre su rostro diciendo: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballos de Israel!»493
15 Eliseo le dijo: «Toma un arco y flechas.» El se hizo con un arco y flechas.
16 Dijo al rey de Israel: «Pon tu mano sobre el arco»; puso su mano. Entonces Eliseo colocó sus
«Flecha de victoria de Yahveh, flecha de victoria contra Aram. Batirás a Aram en Afeq hasta el
exterminio.»
18 Añadió: «Toma las flechas.» El las tomó. Eliseo dijo al rey: «Hiere la tierra.» La hirió tres
veces y se detuvo.
19 El hombre de Dios se irritó contra él y le dijo: «Tenías que haber herido cinco o seis veces y
entonces hubieras batido a Aram hasta el exterminio, pero ahora lo batirás sólo tres veces.»
20 Eliseo murió y le sepultaron. Las bandas de Moab hacían incursiones todos los años.
21 Estaban unos sepultando un hombre cuando vieron la banda y, arrojando al hombre en el
sepulcro de Eliseo, se fueron. Tocó el hombre los huesos de Eliseo, cobró vida y se puso en pie.
Victoria de Joás sobre los arameos
22 Jazael, rey de Aram, había oprimido a Israel todos las días de Joacaz.
23 Pero Yahveh tuvo piedad y se compadeció de ellos volviéndose a ellos a causa de su alianza
ciudades que había tomado de mano de Joacaz su padre, por las armas. Joás le batió tres veces y
recobró las ciudades de Israel.
LOS REYES DE ISRAEL Y DE JUDÁ HASTA LA
CAÍDA DE SAMARÍA
Después de una época de inusitada prosperidad, comienza para el reino de Israel un período de
franca decadencia. La guerra civil hace estragos en el país, y en seis años se suceden cinco reyes.
Mientras tanto, el poderoso Imperio de los asirios despierta de un prolongado letargo y se extiende
peligrosamente hacia las regiones del Mediterráneo. Israel se alía con el reino arameo de Damasco,
en un intento desesperado por detener el avance. Pero la resistencia es inútil. Al término de un largo
asedio, Samaría cae en poder de las tropas asirias y el reino del Norte ya no volverá a levantarse de
sus ruinas. También el reino de Judá sufre las consecuencias de esta invasión, quedando sometido a la
condición de vasallo.
Para evitar posibles rebeliones, los asirios deportaban masivamente a los pueblos vencidos. Por
eso, una parte importante de la población israelita es llevada al destierro, y en la región de Samaría
se instalan colonos traídos de otros lugares del Imperio. Estos colonos se fueron mezclando poco a
poco con los israelitas salvados de la catástrofe, y de esta unión surgieron los “samaritanos”,
enemigos irreconciliables de los judíos (Jn. 4. 9).
El reinado de Amasías en Judá (811-782)
2 Reyes - Capítulo 14
1 En el año segundo de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, comenzó a reinar Amasías, hijo de
Joás.
4 Tan sólo que no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando
padre,
6 pero no hizo morir a los hijos de los asesinos, según está escrito en el libro de la Ley de
Moisés, donde Yahveh dio una orden diciendo: «No harán morir a los hijos por los padres, sino que
cada uno morirá por su pecado.»495
La victoria de Amasías sobre Edóm y su derrota frente a Israel
7 El fue el que batió a los edomitas en el valle de la Sal, a 10.000 hombres, y conquistó la Peña
al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi hijo; pero las bestias salvajes del Líbano pasaron
y pisotearon el cardo.
10 Cierto que has batido a Edom y tu corazón te ha envanecido; sé glorioso, pero quédate en tu
y lo llevó a Jerusalén. Abrió brecha de cuatrocientos codos en la muralla de Jerusalén desde la puerta
de Efraím hasta la puerta del Angulo.
14 Tomó todo el oro, toda la plata y todos los objetos que se hallaban en la Casa de Yahveh, los
tesoros de la casa del rey y también rehenes, y se volvió a Samaría.
15 El resto de los hechos de Joás, cuanto hizo, su bravura y cómo combatió contra Amasías, rey
de Judá, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
16 Se acostó Joás con sus padres y fue sepultado en Samaría junto a los reyes de Israel. Reinó en
El reinado de Jeroboám II en Israel (787-747)
23 En el año quince de Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, comenzó a reinar Jeroboam, hijo de
la palabra que Yahveh, Dios de Israel, había dicho por boca de su siervo, el profeta Jonás, hijo de
Amittay, el de Gat de Jéfer,501
26 porque Yahveh había visto la miseria, amarga en extremo, de Israel; no había esclavo ni libre,
devolvió Jamat y Damasco a Judá y a Israel, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de
Israel?
29 Se acostó Jeroboam con sus padres y fue sepultado en Samaría con los reyes de Israel. Reinó
2 Reyes - Capítulo 15
1 En el año veintisiete de Jeroboam, rey de Israel, comenzó a reinar Ozías, hijo de Amasías, rey
de Judá.
2 Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar y reinó 52 años en Jerusalén; el nombre de su
madre era Yekolía de Jerusalén.
3 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh, enteramente como lo había hecho su padre Amasías.
4 Sólo que no desaparecieron los altos y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y quemando
incienso en los altos.
5 Yahveh hirió al rey y quedó leproso hasta el día de su muerte. Vivió en una casa aislada, y
Jotam, hijo del rey, estaba al frente de la casa y administraba justicia al pueblo de la tierra.
6 El resto de los hechos de Ozías, todo cuanto hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de
los reyes de Judá?
7 Se acostó Ozías con sus padres y le sepultaron con sus padres en la Ciudad de David. Reinó en
su lugar su hijo Jotam.
El reinado de Zacarías en Israel (747)
8 En el año 38 de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Zacarías, hijo de Jeroboam, sobre Israel,
Israel?
12 Esta fue la palabra de Yahveh, la que habló a Jehú diciendo: «Tus hijos hasta la cuarta
Samaría.502
14 Menajem, hijo de Gadí, subió de Tirsá, entró en Samaría e hirió a Sallum, hijo de Yabés, en
Tirsá, porque no le abrieron las puertas; a todas sus embarazadas abrió el vientre.
El reinado de Menajem en Israel (746-737)
17 En el año 39 de Ozías, rey de Judá, comenzó a reinar Menajem, hijo de Gadí, en Israel. Reinó
Maacá, Yanóaj, Cadés, Jasor, Galaad, Galilea, todo el país de Neftalí, y los deportó a Asiria.505
30 Oseas, hijo de Elá, tramó una conjuración contra Pecaj, hijo de Remalías, le hirió, le mató y
reinó en su lugar.
31 El resto de los hechos de Pecaj, todo cuanto hizo, está escrito en el libro de los Anales de los
reyes de Israel.
El reinado de Jotam en Judá (740-735)
32 En el año segundo de Pecaj, hijo de Remalías, rey de Israel, comenzó a reinar Jotam, hijo de
reyes de Judá?
37 En aquellos días comenzó Yahveh a enviar contra Judá a Rasón, rey de Aram, y a Pecaj, hijo
de Remalías.
38 Jotam se acostó con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de su padre David.
Reinó en su lugar su hijo Ajaz.
El reinado de Ajaz en Judá (735-716)
2 Reyes - Capítulo 16
1 En el año diecisiete de Pecaj, hijo de Remalías, comenzó a reinar Ajaz, hijo de Jotam, rey de
Judá.
2 Tenía Ajaz veinte años cuando comenzó a reinar y reinó dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo
las abominaciones de las naciones que Yahveh había arrojado ante los israelitas.506
4 Ofreció sacrificios y quemó incienso en los altos, en las colinas y bajo todo árbol frondoso.
La invasión siro-efraimita
5 Entonces subió Rasón, rey de Aram, y Pecaj, hijo de Remalías, rey de Israel, para combatir a
pues y sálvame de manos del rey de Israel que se han levantado contra mí.»
8 Y tomó Ajaz la plata y el oro que había en la Casa de Yahveh y en los tesoros de la casa del rey
Rasón.
El altar de Damasco y su réplica en Jerusalén
10 El rey Ajaz fue a Damasco al encuentro de Teglatfalasar, rey de Asiria, y viendo el altar que
había en Damasco, envío al sacerdote Urías la imagen del altar y su modelo, según toda su hechura.
11 El sacerdote Urías construyó un altar; todo cuanto el rey Ajaz había mandado desde Damasco
mañana y la oblación de la tarde, el holocausto del rey y su oblación, el holocausto de todo el pueblo
de la tierra, sus oblaciones y sus libaciones, derramarás sobre él toda la sangre del holocausto y toda
la sangre del sacrificio. Cuanto al altar de bronce, yo me ocuparé de él.»
16 El sacerdote Urías hizo cuanto le había ordenado el rey Ajaz.
17 El rey Ajaz desmontó los paneles de las basas, quitó de encima de ellos la jofaina; hizo bajar
el Mar de bronce de sobre los bueyes que estaban debajo de él y lo colocó sobre un solado de piedra.
18 Cuanto al estrado del trono de la Casa de Yahveh, que se había construido en ella, y la entrada
2 Reyes - Capítulo 17
1 En el año doce de Ajaz, rey de Judá, comenzó a reinar Oseas, hijo de Elá, en Samaría, sobre
La caída de Samaría (722)
3 Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Oseas; Oseas se le sometió y le pagó tributo.
4 Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba, pues había enviado mensajeros a So, rey
de Egipto, y no pagó tributo al rey de Asiria, como lo venía haciendo cada año; el rey de Asiria lo
detuvo y lo encadenó en la cárcel.
5 El rey de Asiria subió por toda la tierra, llegó a Samaría y la asedió durante tres años.
6 El año noveno de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria; los
subir de la tierra de Egipto, de bajo la mano del Faraón, rey de Egipto, y habían reverenciado a otros
dioses,
8 siguiendo las costumbres de las naciones que Yahveh había arrojado delante de ellos.
9 Los israelitas maquinaron acciones no rectas contra Yahveh su Dios, se edificaron altos en
todas las ciudades, desde las torres de guardia hasta las ciudades fortificadas.
10 Se alzaron estelas y cipos sobre toda colina elevada y bajo todo árbol frondoso,
11 y quemaron allí, sobre todos los altos, incienso, como las naciones que Yahveh había
«Volveos de vuestros malos caminos y guardad mis mandamientos y mis preceptos conforme a la
Ley que ordené a vuestros padres y que les envié por mano de mis siervos los profetas.»
14 Pero ellos no escucharon y endurecieron sus cervices como la cerviz de sus padres, que no
creyeron en Yahveh su Dios.
15 Despreciaron sus decretos y la alianza que hizo con sus padres y las advertencias que les hizo,
caminando en pos de vanidades, haciéndose ellos mismos vanidad, en pos de las naciones que les
rodeaban, acerca de las que Yahveh les había ordenado: «No haréis como ellas.»
16 Abandonaron todos los mandamientos de Yahveh su Dios, y se hicieron ídolos fundidos, los
dos becerros; se hicieron cipos y se postraron ante todo el ejército de los cielos y dieron culto a Baal.
17 Hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por el fuego, practicaron la adivinación y los augurios,
y se prestaron a hacer lo malo a los ojos de Yahveh, provocando su cólera.
18 Yahveh se airó en gran manera contra Israel y los apartó de su rostro, quedando solamente la
tribu de Judá.
19 Tampoco Judá guardó los mandamientos de Yahveh su Dios y siguió las costumbres que
practicó Israel.
20 Rechazó Yahveh el linaje de Israel, los humilló y los entregó en mano de saqueadores, hasta
que los arrojó de su presencia;
21 pues como había arrancado a Israel de la casa de David y ellos se habían elegido rey a
Jeroboam, hijo de Nebat, Jeroboam alejó a Israel del seguimiento de Yahveh, haciéndoles cometer un
gran pecado.
22 Cometieron los israelitas todos los pecados que hizo Jeroboam, y no se apartaron de ellos,
23 hasta que Yahveh apartó a Israel de su presencia, como había anunciado por medio de todos
sus siervos los profetas; deportó a Israel de su tierra a Asiria, hasta el día de hoy.
El origen de los samaritanos
24 El rey de Asiria hizo venir gentes de Babilonia, de Kutá, de Avvá, de Jamat y de Sefarváyim y
los estableció en las ciudades de Samaría en lugar de los israelitas; ellos ocuparon Samaría y se
establecieron en sus ciudades.
25 Sucedió que, cuando comenzaron a establecerse allí, no veneraban a Yahveh, y Yahveh envió
contra ellos leones que mataron a muchos.
26 Entonces dijeron al rey de Asiria: «Las gentes que has hecho deportar para establecerlas en las
ciudades de Samaría no conocen el culto del dios de la tierra, y ha enviado contra ellos leones que los
matan, porque ellos no conocen el culto del dios de la tierra.»
27 El rey de Asiria dio esta orden: «Haced partir allá a uno de los sacerdotes que deporté de allí;
que vaya y habite allí y les enseñe el culto del dios de la tierra.»
28 Vino entonces uno de los sacerdotes deportados de Samaría, se estableció en Betel y les enseñó
sido deportados.
34 Hasta el día de hoy siguen sus antiguos ritos. No reverenciaban a Yahveh y no seguían sus
preceptos y sus ritos, la ley y los mandamientos que había mandado Yahveh a los hijos de Jacob, al
que dio el nombre de Israel.
35 Yahveh hizo una alianza con ellos y les dio esta orden: «No reverenciaréis dioses extraños, no
2 Reyes - Capítulo 18
1 En el año tercero de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Ajaz,
rey de Judá.
2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén; el
que había hecho Moisés, porque los israelitas le habían quemado incienso hasta aquellos días; se la
llamaba Nejustán.511
5 Confió en Yahveh, Dios de Israel. Después de él no le ha habido semejante entre todos los reyes
le sirvió.
8 El batió a los filisteos hasta Gaza y sus fronteras, desde las torres de guardia hasta las ciudades
fortificadas.
Evocación de la caída de Samaría
9 En el año cuarto del rey Ezequías, que es el año séptimo de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel,
fuerte destacamento. Subió a Jerusalén y en llegando se colocó en el canal de la alberca superior que
está junto al camino del campo del Batanero.
18 Llamó al rey, y el mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el
que se apoya sobre ella. Pues así es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
22 Pero vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh, nuestro Dios.” ¿No ha sido él, Ezequías,
quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Os postraréis delante de
este altar en Jerusalén?”
23 Pues apostad ahora con mi señor, el rey de Asiria: te daré 2.000 caballos si eres capaz de
siervos, en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está
sobre la muralla.»513
27 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y
no a los hombres que se encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber
sus orinas con vosotros?»
28 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz, en lengua de Judá, diciendo: «Escuchad
«No le respondáis.»514
37 Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, y el secretario Sebná y el heraldo Yoaj,
hijo de Asaf, fueron a Ezequías, desgarrados los vestidos, y le relataron las palabras del copero
mayor.
La intervención del profeta Isaías
2 Reyes - Capítulo 19
1 Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue a la Casa de
Yahveh.
2 Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los sacerdotes ancianos cubiertos de
hijos están para salir del seno, pero no hay fuerza para dar a luz.
4 ¿No habrá oído Yahveh tu Dios, todas las palabras del copero mayor al que ha enviado el rey de
Asiria su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No castigará Yahveh tu Dios, las palabras que ha oído?
¡Dirige una plegaria en favor del resto que aún queda!»
5 Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías,
6 éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahveh: No tengas miedo por las palabras
que has oído, con las que me insultaron los criados del rey de Asiria.
7 Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a su tierra, y en su tierra yo le haré
caer a espada.»
8 El copero mayor se volvió y encontró al rey de Asiria atacando a Libná, pues había oído que
había partido de Lakís,
Nuevas amenazas de Senaquerib contra Jerusalén
9 porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus: «Mira que ha salido a
guerrear contra ti.» Volvió a enviar mensajeros para decir a Ezequías:
10 «Así hablaréis a Ezequías, rey de Judá: No te engañe tu Dios en el que confías pensando: “No
será entregada Jerusalén en manos del rey de Asiria”.
11 Bien has oído lo que los reyes de Asiria han hecho a todos los países, entregándolos al
anatema, ¡y tú te vas a librar!
12 ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis padres aniquilaron, a Gozán, a
anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido.
29 La señal será ésta: Este año se comerá lo que rebrote, lo que nazca de sí al año siguiente. Al
año tercero sembrad y segad, plantad las viñas y comed su fruto.
30 El resto que se salve de la casa de Judá echará raíces por debajo y frutos en lo alto.
31 Pues saldrá un Resto de Jerusalén, y supervivientes del monte Sión; el celo de Yahveh Sebaot
lo hará.
32 Por eso, así dice Yahveh al rey de Asiria: No entrará en esta ciudad. No lanzará flechas en ella.
No le opondrá escudo, ni alzará en contra de ella empalizada.
33 Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad. Palabra de Yahveh.
34 Protegeré a esta ciudad para salvarla, por quien soy y por mi siervo David.»
Retirada y muerte de Senaquerib
35 Aquella misma noche salió el Angel de Yahveh e hirió en el campamento asirio a 185.000
hombres; a la hora de despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.
36 Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive.
37 Y sucedió que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok, sus hijos Adrammélek y
Saréser le mataron a espada y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó en su
lugar.
Enfermedad y curación de Ezequías
2 Reyes - Capítulo 20
1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a
decirle: «Así habla Yahveh: Da órdenes acerca de tu casa, porque vas a morir y no vivirás.»
2 Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahveh diciendo:
3 «¡Ah, Yahveh! Dígnate recordar que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón
diciendo:
5 «Vuelve y di a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así habla Yahveh, Dios de tu padre David: He oído
tu plegaria y he visto tus lágrimas y voy a curarte. Dentro de tres días subirás a la Casa de Yahveh.
6 Voy a darte quince años más de vida y te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria,
y ampararé esta ciudad por quien soy y por amor a mi siervo David.»
7 Isaías dijo: «Tomad una masa de higos.» La tomaron, la aplicaron sobre la úlcera y sanó.
8 Ezequías dijo a Isaías: «¿Cuál será la señal de que Yahveh me va a curar y dentro de tres días
dicho: ¿Quieres que la sombra avance diez grados o que retroceda diez grados?»
10 Ezequías dijo: «Fácil es para la sombra extenderse diez grados. No. Mejor que la sombra
aromas, el aceite precioso, su arsenal y todo cuanto había en los tesoros; no hubo nada que Ezequías
no les mostrara en su casa y en todo su dominio.
14 Fue el profeta Isaías al rey Ezequías y le dijo: «¿Qué han dicho estos hombres y de dónde han
venido a ti?» Respondió Ezequías: «Han venido de un país lejano, de Babilonia.»
15 Dijo: «¿Qué han visto en tu casa?» Respondió Ezequías: «Han visto cuanto hay en mi casa;
nada hay en los tesoros que no les haya enseñado.»
16 Dijo Isaías a Ezequías: «Escucha la palabra de Yahveh:
17 Vendrán días en que todo cuanto hay en tu casa y cuanto reunieron tus padres hasta el día de
hoy será llevado a Babilonia; nada quedará, dice Yahveh.
18 Se tomará de entre tus hijos, los que han salido de ti, los que has engendrado, para que sean
eunucos en el palacio del rey de Babilonia.»
19 Respondió Ezequías a Isaías: «Es buena la palabra de Yahveh que me dices.» Pues pensaba:
«¿Qué me importa, si hay paz y seguridad en mis días?»
Fin del reinado de Ezequías
20 El resto de los hechos de Ezequías, toda su bravura, cómo hizo la alberca y la traída de aguas a
la ciudad ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
21 Ezequías se acostó con sus padres y reinó en su lugar su hijo Manasés.
El reinado de Manasés en Judá (687-642)
2 Reyes - Capítulo 21
1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó 55 años en Jerusalén; el nombre de
cipo como lo había hecho Ajab, rey de Israel; se postró ante todo el ejército de los cielos y les sirvió.
4 Construyó altares en la Casa de la que Yahveh había dicho: «En Jerusalén pondré mi Nombre.»
5 Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios de la Casa de Yahveh.
6 Hizo pasar a su hijo por el fuego; practicó los presagios y los augurios, hizo traer los adivinos
Salomón su hijo: «En esta Casa y en Jerusalén, que he elegido de entre todas las tribus de Israel,
pondré mi Nombre para siempre.
8 No haré errar más los pasos de Israel fuera de la tierra que di a sus padres, con tal que procuren
hacer según todo lo que les he mandado y según toda la Ley que les ordené por mi siervo Moisés.»
9 Pero no han escuchado, y Manasés los ha extraviado para que obren el mal más que las
hicieron los amorreos antes de él, haciendo que también Judá pecase con sus ídolos,
12 por eso, así habla Yahveh, Dios de Israel: Voy a hacer venir sobre Jerusalén y Judá un mal tan
El reinado de Josías en Judá (640-609)
2 Reyes - Capítulo 22
1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar y reinó 31 años en Jerusalén; el nombre de su
que he dicho contra este lugar y contra sus habitantes, que serán objeto de espanto y execración, ya
que has rasgado tus vestidos y has llorado ante mí, yo a mi vez he oído, oráculo de Yahveh.
20 Por eso voy a reunirte con tus padres y serás recibido en paz en tu sepulcro, y no verán tus
ojos ninguno de los males que yo voy a traer contra este lugar.”» Ellos llevaron la respuesta al rey.
La lectura de la Ley y la renovación de la Alianza
2 Reyes - Capítulo 23
de Yahveh y guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos con todo el corazón y toda el
alma, y para poner en vigor las palabras de esta alianza escritas en este libro. Todo el pueblo
confirmó la alianza.516
La reforma del culto en Judá
4 El rey ordenó a Jilquías, al segundo de los sacerdotes y a los encargados del umbral que
sacaran del santuario de Yahveh todos los objetos que se habían hecho para Baal, para Aserá y para
todo el ejército de los cielos; los quemó fuera de Jerusalén en los yermos del Cedrón y llevó sus
cenizas a Betel.
5 Suprimió los sacerdotes paganos que pusieron los reyes de Judá y que quemaban incienso en
los altos, en las ciudades de Judá y en los contornos de Jerusalén, a los que ofrecían incienso a Baal,
al sol, a la luna, a los astros celestes y a todo el ejército de los cielos.
6 Sacó la Aserá de la Casa de Yahveh fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón, la quemó allí en el
torrente Cedrón, la redujo a cenizas y arrojó las cenizas a las tumbas de los hijos del pueblo.
7 Derribó las casas de los consagrados a la prostitución que estaban en la Casa de Yahveh y
donde las mujeres tejían velos para Aserá.
8 Hizo venir a todos los sacerdotes de las ciudades de Judá y profanó los altos donde quemaban
incienso, desde Gueba hasta Berseba. Derribó los altos de las puertas que estaban a la entrada de la
puerta de Josué, gobernador de la ciudad, a la izquierda según se pasa la puerta de la ciudad.
9 Con todo, los sacerdotes de los altos no podían acercarse al altar de Yahveh en Jerusalén,
aunque comían los panes ázimos en medio de sus hermanos.
10 Profanó el Tofet del valle de Ben Hinnom, para que nadie hiciera pasar por el fuego a su hijo
Salomón, rey de Israel, había construido a Astarté, monstruo abominable de los sidonios, a Kemós,
monstruo abominable de Moab, y a Milkom, abominación de los amonitas.
14 Rompió las estelas, cortó los cipos y llenó sus emplazamientos de los huesos humanos.
La extensión de la reforma al antiguo territorio de Israel
15 También el altar que había en Betel y el alto que hizo Jeroboam, hijo de Nebat, el que hizo
pecar a Israel, derribó este altar y este alto, rompió las piedras, las redujo a polvo, y quemó el
cipo.518
16 Volvió la cabeza Josías y vio los sepulcros que habían allí en la montaña; mandó tomar los
huesos de las tumbas y los quemó sobre el altar, profanándolo, y cumpliéndose así la palabra de
Yahveh que había dicho al hombre de Dios cuando Jeroboam estaba en pie junto al altar durante la
fiesta. Josías se volvió y vio la tumba del hombre de Dios que había dicho estas cosas;519
17 y dijo: «¿Qué monumento es ése que veo?» Los hombres de la ciudad le respondieron: «Es la
tumba del hombre de Dios que vino de Judá y anunció estas cosas que has hecho contra el altar de
Betel.»
18 Dijo él: «Dejadle en paz. Que nadie toque sus huesos.» Y salvaron sus huesos, junto con los
huesos del profeta que vino de Samaría.
19 También hizo desaparecer Josías todos los templos de los altos de las ciudades de Samaría que
hicieron los reyes de Israel, irritando a Yahveh, e hizo con ellos enteramente como había hecho en
Betel.
20 Inmoló sobre los altares a todos los sacerdotes de los altos que se encontraban allí y quemó
sobre ellos huesos humanos. Y se volvió a Jerusalén.
La celebración de la Pascua
21 El rey dio esta orden a todo el pueblo: «Celebrad la Pascua en honor de Yahveh, vuestro Dios,
según está escrito en este libro de la alianza.»
22 No se había celebrado una Pascua como está desde los días de los Jueces que habían juzgado a
Israel, ni en los días de los reyes de Israel y de los reyes de Judá.
23 Tan sólo en el año dieciocho del rey Josías se celebró una Pascua así en honor de Yahveh en
Jerusalén.
Conclusión sobre la reforma religiosa
24 También los nigromantes y los adivinos, los terafim y los ídolos y todos los monstruos
abominables que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, fueron eliminados por Josías, para
poner en vigor las palabras de la Ley escritas en el libro que encontró el sacerdote Jilquías en la Casa
de Yahveh.
25 No hubo antes de él ningún rey que se volviera como él a Yahveh, con todo su corazón, con
toda su alma y con toda su fuerza, según toda la ley de Moisés, ni después de él se ha levantado nadie
como él.
26 Sin embargo, Yahveh no se volvió del ardor de su gran cólera que se había encendido contra
Judá por todas las irritaciones con que le había irritado Manasés.
27 Yahveh había dicho: «También a Judá apartaré de mi presencia, como he apartado a Israel, y
rechazaré a esta ciudad que había elegido, a Jerusalén y a la Casa de que había dicho: Mi Nombre
estará en ella.»
Trágico fin de Josías
28 El resto de los hechos de Josías, todo cuanto hizo ¿no está escrito en el libro de los Anales de
Fue el rey Josías a su encuentro, pero Nekó le mató en Meguiddó en cuanto le vio.520
30 Sus servidores trasladaron en carro el cadáver desde Meguiddó, llegaron a Jerusalén y lo
Faraón, impuso una derrama al país, a cada uno según sus bienes; apremió al pueblo de la tierra
acerca del dinero que había de dar al faraón Nekó. Nekó.
El reinado de Yoyaquim en Judá (609-598)
36 Veinticinco años tenía Yoyaquim cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el
nombre de su madre era Zebida, hija de Pedaías de Rumá.
37 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como hicieron sus padres.
La campaña de Nabucodonosor
2 Reyes - Capítulo 24
1 En sus días, Nabucodonosor, rey de Babilonia, hizo una expedición y Yoyaquim le quedó
ammonitas; los envió contra Judá para destruirlo según la palabra que Yahveh había dicho por boca
de sus siervos los profetas.
3 Tan sólo por orden de Yahveh ocurrió esto en Judá, para apartarlo de su presencia por los
desde el torrente de Egipto hasta el río Eufrates, todo cuanto era del rey de Egipto.
El reinado de Joaquín y la primera deportación de Judá (598-597)
8 Dieciocho años tenía Joaquín cuando comenzó a reinar y reinó tres meses en Jerusalén; el
nombre de su madre era Nejustá, hija de Elnatán, de Jerusalén.
9 Hizo el mal a los ojos de Yahveh enteramente como había hecho su padre.
10 En aquel tiempo las gentes de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén y la
todos los objetos de oro que había hecho Salomón, rey de Israel, para el santuario de Yahveh, según
la palabra de Yahveh.
14 Deportó a todo Jerusalén, todos los jefes y notables, 10.000 deportados; a todos los herreros y
2 Reyes - Capítulo 25
1 En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de
Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén; acampó contra ella y la cercaron con una
empalizada.521
2 La ciudad estuvo sitiada hasta el año once de Sedecías.
3 El mes cuarto, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la ciudad y no había pan para la
noche, por el camino de la Puerta, entre los dos muros que están sobre el parque del rey, mientras los
caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fue por el camino de la Arabá.523
5 Las tropas caldeas persiguieron al rey y le dieron alcance en los llanos de Jericó; entonces todo
el ejército se dispersó de su lado.
6 Capturaron al rey y lo subieron a Riblá donde el rey de Babilonia, que lo sometió a juicio.524
7 Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a Sedecías le sacó los ojos, le encadenó y
le llevó a Babilonia.
La ruina de Jerusalén y la segunda deportación a Babilonia (587)
8 En el mes quinto, el siete del mes, en el año diecinueve de Nabucodonosor, rey de Babilonia,
rodeaban a Jerusalén.
11 Cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los desertores que se habían pasado al rey
gobernador a Godolías y fueron donde Godolías a Mispá: Ismael, hijo de Netanías, Yojanán, hijo de
Caréaj, Seraías, hijo de Tanjumet el netofita, Yaazanías de Maaká, ellos y sus hombres.
24 Godolías les hizo un juramento, a ellos y a sus hombres, y les dijo: «No temáis nada de los
siervos de los caldeos, quedaos en el país y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.»
El asesinato de Godolías
25 Pero en el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, que era de linaje real, vino
con diez hombres e hirieron de muerte a Godolías, así como a los judíos y caldeos que estaban con
él, en Mispá.
26 Entonces todo el pueblo, desde el más pequeño al más grande, y los jefes de tropas se
Evil Merodak, rey de Babilonia, hizo gracia, en el año en que comenzó a reinar, a Joaquín, rey de
Judá, y lo sacó de la cárcel.527
28 Le habló con benevolencia y le dio un asiento superior al asiento de los reyes que estaban con
él en Babilonia.
29 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre a la mesa en su presencia, todos los
días de su vida.
30 Le fue dado constantemente su sustento de parte del rey, día tras día, todos los días de su vida.
LIBRO PRIMERO DE LAS CRÓNICAS
Introducción.
Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue
deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de
origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua
tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero
desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero
¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado?
Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en
las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta
necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una
unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el
300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de
Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de
David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son
pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los
comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la
realeza del Señor sobre Israel" (1 Crón. 28. 5). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de
Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron
a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y
Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los
Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción
de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron
el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando
todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la
continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las
genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él
reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros
documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de
ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el
punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales
están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la
Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir
de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive
replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la
cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las
Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del
Mesías.
LISTAS GENEALÓGICAS: DESDE ADÁN HASTA
DAVID
El primer libro de las Crónicas comienza con una larga serie de listas genealógicas, que sirven
de introducción a la historia de David. Una intención bien precisa guió al Cronista en la recopilación
y el ordenamiento de estas listas. Él quiere mostrar que la organización del culto y la construcción del
Templo de Jerusalén son la realización de un designio divino, que asciende hasta los orígenes mismos
de la humanidad. Según él, toda la historia humana converge hacia estos dos acontecimientos, porque
el Templo y el culto han sido instituidos por el Señor para ejercer su reinado sobre la tierra.
De allí la importancia asignada en estas listas a las tribus de Judá, de Leví y de Benjamín. A la
primera pertenecían David, el organizador del culto divino, y su hijo Salomón, el constructor del
Templo de Jerusalén. Leví era la tribu sacerdotal, la encargada de celebrar el culto establecido por
David. Y en el territorio de Benjamín estaba emplazada la ciudad santa de Jerusalén, donde fue
erigido el Templo del Señor.
Desde Adán a los hijos de Noé
1 Crónicas - Capítulo 1
La descendencia de Jafet
5 Hijos de Jafet: Gómer, Magog, los medos, Yaván, Túbal, Mések y Tirás.
6 Hijos de Gómer: Askenaz, Rifat y Togarmá
7 Hijos de Yaván: Elisá, Tarsis, Kittim y Rodanim.
La descendencia de Cam
8 Hijos de Cam: Kus y Misrayim, Put y Canaán.
9 Hijos de Kus: Sebá, Javilá, Sabtá, Ramá y Sabteká. Hijos de Ramá: Sebá y Dedán.
10 Kus engendró a Nimrod, que fue el primer hombre poderoso de la tierra.
11 Misrayim engendró a los luditas, anamitas, lahabitas, naftujitas,
12 patrusitas, kaslujitas y kaftoritas, de donde proceden los filisteos.
13 Canaán engendró a Sidón, su primogénito, a Jet,
14 y al jebuseo, al amorreo, al guirgasita,
15 al jivita, al arquita, al sinita,
16 al arvadita, al semarita y al jamatita.
La descendencia de Sem
17 Hijos de Sem: Elam, Assur, Arpaksad, Lud y Aram. Hijos de Aram: Us, Jul, Guéter y Mések.
18 Arpaksad engendró a Sélaj y Sélaj engendró a Héber.
19 A Héber le nacieron dos hijos: el nombre del primero era Pélej, porque en sus días fue
Mibsam,
30 Mismá, Dumá, Massá, Jadad, Temá,
31 Yetur, Nafís y Quedmá. Estos son los hijos de Ismael.
32 Hijos de Queturá, concubina de Abraham. Dio a luz a Zimrán, Joqsán, Medán, Madián, Yisbaq
La descendencia de Isaac y Esaú
34 Abraham engendró a Isaac. Hijos de Isaac: Esaú e Israel.
35 Hijos de Esaú: Elifaz, Reuel, Yeús, Yalam y Coré.
36 Hijos de Elifaz: Temán, Omar, Sefí, Gatam, Quenaz, Timná y Amalec.
37 Hijos de Reuel: Nájat, Zéraj, Sammá y Mizzá.
La descendencia de Seír
38 Hijos de Seír: Lotán, Sobal, Sibón, Aná, Disón, Eser y Disán.
39 Hijos de Lotán: Jorí y Homán. Hermana de Lotán fue Timná.
40 Hijos de Sobal: Alyán, Manájat. Ebal, Sefí y Onam. Hijos de Sibón: Ayyá y Aná.
41 Hijos de Aná: Disón. Hijos de Disón: Jamrán, Esbán, Yitrán y Kerán.
42 Hijos de Eser: Bilhán, Zaaván y Yaacán. Hijos de Disón: Us y Arán.
Los reyes de Edóm
43 Estos son los reyes que reinaron en el país de Edom antes de que hubiera rey entre los
Los hijos de Israel
1 Crónicas - Capítulo 2
1 Estos son los hijos de Israel: Rubén, Simeón, Leví y Judá, Isacar y Zabulón,
2 Dan, José y Benjamín, Neftalí, Gad y Aser.
La descendencia de Judá
3 Hijos de Judá: Er, Onán y Selá; los tres le nacieron de Bat Súa la cananea. Er, primogénito de
y Ardón.
19 Murió Azubá y Caleb tomó por mujer a Efratá, de la que tuvo a Jur.
20 Jur engendró a Urí, y Urí engendró a Besalel.
21 Después se unió Jesrón a la hija de Makir, padre de Galaad. Tenía él sesenta años cuando la
Yearim;
51 Salmá, padre de Belén; Járef, padre de Bet Gáder.
52 Sobal, padre de Quiryat Yearim, tuvo por hijos a Haroé, es decir, la mitad de los manajatitas
53 y las familias de Quiryat Yearim; los yitríes, los putíes, los sumatíes y los misraíes. De ellos
soríes
55 y las familias de los sofríes que habitaban en Yabés, los tiratíes, los simatíes, los sukatíes.
Estos son kineos, descendientes de Jamat, padre de la casa de Rebak.
La descendencia de David
1 Crónicas - Capítulo 3
1 Estos son los hijos que le nacieron a David en Hebrón: el primogénito Amnón, hijo de
Ajinoam, de Yizreel; el segundo, Daniel, hijo de Abigaíl de Carmelo;
2 el tercero, Absalón, hijo de Maaká, hija de Talmay, rey de Guesur; el cuarto, Adonías, hijo de
Jagguit;
3 el quinto, Sefatías, de Abital; el sexto, Yitream, de su mujer Eglá.
4 Estos seis le nacieron en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. Reinó en Jerusalén 33
años.
5 Estos son los que le nacieron en Jerusalén: Simá, Sobab, Natán, Salomón, los cuatro de Bat Súa,
hija de Ammiel.
6 Además, Yibjar, Elisamá, Elifélet,
7 Nogah, Néfeg, Yafía,
8 Elisamá, Elyadá, Elifélet: nueve.
9 Estos son todos los hijos de David, sin contar los hijos de las concubinas. Hermana de ellos fue
Tamar.
Los reyes de Judá
10 Hijo de Salomón: Roboam; hijo suyo, Abías; hijo suyo, Asá; hijo suyo, Josafat;
11 hijo suyo, Joram; hijo suyo, Ocozías; hijo suyo, Joás;
12 hijo suyo, Amasías; hijo suyo, Azarías; hijo suyo, Jotam;
13 hijo suyo, Acaz; hijo suyo, Ezequías; hijo suyo, Manasés;
14 hijo suyo, Amón; hijo suyo, Josías.
15 Hijos de Josías: Yojanán, el primogénito; Yoyaquim, el segundo; Sedecías, el tercero; Sallum,
el cuarto.
16 Hijos de Yoyaquim: su hijo Joaquim y su hijo Sedecías.
El linaje davídico después del exilio
17 Hijos de Joaquín, el cautivo: Sealtiel su hijo;
18 Malkiram, Pedaías, Senassar, Yecamías, Hosamá, Nedabías.
19 Hijos de Pedaías: Zorobabel y Simí. Hijos de Zorobabel: Mesullam, Jananías y Selomit,
hermana de ellos.
20 Hijos de Mesullam: Jasubá, Ohel, Berekías, Jasadías y Yusab Jésed: cinco.
21 Hijos de Jananías: Pelatías; Isaías, hijo suyo; Refaías, hijo suyo; Arnán, hijo suyo; Abdías, hijo
1 Crónicas - Capítulo 4
términos, tu mano estará conmigo y alejarás el mal para que no padezca aflicción.» Y otorgóle Dios
su petición.
Otros descendientes de Caleb
11 Kelub, hermano de Sujá, engendró a Mejir, que fue padre de Estón.
12 Estón engendró a Bet Rafá, Paséaj y Tejinná, padre de Ir Najás. Estos son los hombres de
Rekal.
13 Hijos de Quenaz: Otniel y Seraías. Hijos de Otniel: Jatat y Meonotay.
14 Meonotay engendró a Ofrá, y Seraías engendró a Joab, padre de Gue Jarasim, pues eran
artesanos.
15 Hijos de Caleb, hijo de Yefunné: Ir, Elá y Náam; hijo de Elá: Quenaz.
16 Hijos de Yehallelel: Zif, Zifá, Tiryá y Asarel.
17 Hijos de Ezrá: Yéter, Méred, Efer y Yalón. Ella concibió a María, Samay y Yisbaj, padre de
Estemoa.
18 Su mujer, la de Judá, dio a luz a Yéred, padre de Guedor, a Héber, padre de Sokó, y a Yecutiel,
padre de Zanóaj. Estos son los hijos de Bitía, hija del Faraón, que Méred había tomado por esposa.
19 Hijos de la mujer de Odías, hermana de Nájam, padre de Queilá el garmita y Estemoa el
maakatita.
20 Hijos de Simón: Ammón y Rinná, Ben Janán y Tilón. Hijos de Yisí: Zójet y Ben Zójet.
La descendencia de Selá
21 Hijos de Sela, hijo de Judá: Er, padre de Leká, y Ladá, padre de Maresá, y las familias de los
que trabajan el lino en Bet Asbea.
22 Yoquim, los hombres de Kozebá; y Joás y Saraf, que se casaron en Moab, antes de volver a
David.
32 También sus aldeas: Etam, Ayim, Rimmón, Tokén y Asán, cinco ciudades,
33 y todas sus aldeas que están en torno a aquellas ciudades, hasta Baalat. Aquí habitaron y éste
ganados.
40 Y hallaron pastos pingües y buenos y una tierra espaciosa, tranquila y segura, pues antes
destruyeron las tiendas de aquéllos, y los refugios que allí se encontraban, entregándolos al anatema
hasta el día de hoy; y habitaron en lugar de ellos, ya que había allí pastos para sus ganados.
42 Algunos de los hijos de Simeón, en número de quinientos hombres, se fueron a la montaña de
Seír; sus jefes eran Pelatías, Nearías, Refaías, Uzziel, hijos de Yisí:
43 derrotaron a los restos de Amalec, que habían escapado, y habitaron allí hasta el día de hoy.
La descendencia de Rubén
1 Crónicas - Capítulo 5
1 Hijos de Rubén, primogénito de Israel. Rubén había nacido el primero, mas por haber
manchado el tálamo de su padre fue dada su primogenitura a los hijos de José, hijo de Israel. Con
todo, José no fue inscrito en las genealogías como el primogénito,
2 pues Judá se hizo poderoso entre sus hermanos y de él procede el príncipe, pero la
primogenitura pertenece a José.
3 Hijos de Rubén, primogénito de Israel: Henoc, Pallú, Jesrón y Karmí.
La descendencia de Joel
4 Hijos de Joel: Semaías, hijo suyo; Gog, hijo suyo; Simí, hijo suyo;
5 Miká, hijo suyo; Reaías, hijo suyo; Báal, hijo suyo;
6 Beerá, hijo suyo, al cual Teglatfalasar, rey de Asiria, llevó cautivo. Era jefe de los rubenitas.
7 Hermanos suyos, por familias, agrupados según sus genealogías: el primero, Yeiel, Zacarías,
8 Belá, hijo de Azaz, hijo de Sema, hijo de Joel. Este habitaba en Aroer y hasta Nebo y Báal
Meón.
9 Habitaban, asimismo, al oriente hasta el borde del desierto que se extiende desde el río Eufrates,
escudo y espada, manejaban el arco y eran diestros en la guerra. Salían a campaña en número de
44.760.
19 Hicieron guerra contra los agareos, contra Yetur, Nafis y Nodab,
20 y Dios les ayudó contra ellos, de suerte que los agareos y todos los que con ellos estaban
fueron entregados en sus manos; pues en la batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto
confiaban en él.
21 Capturaron sus ganados: sus camellos, en número de 50.000, 250.000 ovejas, 2.000 asnos y
100.000 personas,
22 pues, por ser guerra de Dios, cayeron muertos muchos. Habitaron el lugar de ellos hasta el
destierro.
La mitad de la tribu de Manasés
23 Los hijos de la media tribu de Manasés habitaron en el país desde Basán hasta Báal Hermón,
Senir y la montaña de Hermón. Eran muy numerosos.
24 He aquí los jefes de sus casas paternas: Efer, Yisi, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Yajdiel,
Otros descendientes de Leví
1 Crónicas - Capítulo 6
Los cantores y sus familias
16 Estos son los que puso David para dirigir el canto en la Casa de Yahveh, desde que el arca tuvo
un lugar de reposo.
17 Ejercían el ministerio de cantores ante la Morada de la Tienda del Encuentro, hasta que
Salomón edificó la Casa de Yahveh en Jerusalén. Cumplían su servicio conforme a su reglamento.
18 Estos son los que ejercían ese ministerio con sus hijos: De los hijos de Quehat: Hemán el
cantor, hijo de Joel, hijo de Samuel,
19 hijo de Elcaná, hijo de Yerojam, hijo de Eliel, hijo de Tóaj,
20 hijo de Suf, hijo de Elcaná, hijo de Májat, hijo de Amasay,
21 hijo de Elcaná, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías,
22 hijo de Tájat, hijo de Assir, hijo de Ebyasaf, hijo de Coré,
23 hijo de Yishar, hijo de Quehat, hijo de Leví, hijo de Israel.
24 Su hermano Asaf, que asistía a su derecha: Asaf, hijo de Berekías, hijo de Simá,
25 hijo de Miguel, hijo de Baasías, hijo de Malkías,
26 hijo de Etní, hijo de Zéraj, hijo de Adaías,
27 hijo de Etán, hijo de Zimmá, hijo de Simí,
28 hijo de Yájat, hijo de Guersom, hijo de Leví.
29 Los hijos de Merarí, hermanos de ellos, asistían a la izquierda: Etán, hijo de Quisí, hijo de
Los levitas y los sacerdotes descendientes de Aarón
33 Sus hermanos, los levitas, estaban dedicados a los servicios de la Morada de la Casa de Dios.
34 Aarón y sus hijos quemaban las ofrendas en el altar del holocausto y en el altar de los
perfumes, según todo el servicio de las cosas sacratísimas, y hacían la expiación por todo Israel,
conforme a todo cuanto había mandado Moisés, siervo de Dios.
35 Estos son los hijos de Aarón: Eleazar, su hijo; Pinjás, su hijo: Abisúa, su hijo;
36 Buqquí, su hijo; Uzzí, su hijo; Zerajías, su hijo;
37 Merayot, su hijo; Amarías, su hijo; Ajitub, su hijo;
38 Sadoq, su hijo; Ajimaas, su hijo.
Las ciudades levíticas
39 He aquí sus residencias según el orden de sus fronteras: A los hijos de Aarón, de la familia de
sus ejidos.
63 Y en la otra parte del Jordán, frente a Jericó, al oriente del Jordán, de la tribu de Rubén: Béser
en el desierto, con sus ejidos, y Yahsa con sus ejidos,
64 Quedemot con sus ejidos y Mefaat con sus ejidos.
65 De la tribu de Gad: Ramot en Galaad con sus ejidos, Majanáyim con sus ejidos,
66 Jesbón con sus ejidos y Yazer con sus ejidos.
La descendencia de Isacar
1 Crónicas - Capítulo 7
Tolá. Su número, en los días de David, era, según sus genealogías, de 22.600, valientes guerreros.
3 Hijos de Uzzí: Yizrajías; hijos de Yizrajías: Miguel, Abdías, Joel, Yissaías: en total cinco jefes.
4 Tenían, según sus genealogías, por sus casas paternas, divisiones de tropas de guerra en
número de 36.000; pues tenían muchas mujeres e hijos.
5 Sus hermanos de todas las familias de Isacar, eran 87.000, esforzados guerreros, inscritos todos
La descendencia de Manasés
14 Hijos de Manasés: Asriel, que le dio a luz su concubina aramea. Esta le dio también a luz a
Makir, padre de Galaad.
15 Makir tomó una mujer para Juppim y para Suppim, y el nombre de su hermana era Maaká. El
nombre del segundo era Selofjad; Selofjad tuvo hijas.
16 Maaká, mujer de Makir, dio a luz un hijo, a quien llamó Peres. Su hermano se llamaba Seres y
Guézer y sus aldeas anejas hacia el occidente, en Siquem y sus aldeas hasta Ayyá y sus aldeas.
29 Y en manos de los hijos de Manasés estaban Bet Seán y sus aldeas anejas, Tanak y sus aldeas,
Meguiddó y sus aldeas, Dor y sus aldeas. En ellas habitaron los hijos de José, hijo de Israel.
La descendencia de Aser
30 Hijos de Aser: Yimná, Yisvá, Yisví, Beriá, y Seraj, hermana de éstos.
31 Hijos de Beriá: Héber y Malkiel, el cual fue padre de Birzayit.
32 Héber engendró a Yaflet, Semer, Jotam y Suá, hermana de ellos.
33 Hijos de Yaflet: Pasak, Bimhal y Asvat. Estos son los hijos de Yaflet.
34 Hijos de Sémer: Ají, Rohgá, Jubbá y Aram.
35 Hijos de Hélem, su hermano: Sofaj, Yimná, Seles y Amal.
36 Hijos de Sofaj: Súaj, Jarnéfer, Sual, Berí y Yimrá;
37 Béser, Hod, Sammá, Silsá, Yitrán y Beerá.
38 Hijos de Yéter: Yefunné, Pispá y Ará.
39 Hijos de Ullá: Araj, Janniel y Risías.
40 Todos estos fueron hijos de Aser, jefes de familia, gente escogida, esforzados guerreros, jefes
de príncipes. En los registros genealógicos estaban inscritos en número de 26.000 hombres, aptos
para la milicia y la guerra.
La descendencia de Benjamín
1 Crónicas - Capítulo 8
deportaron a Manájat:
7 Naamán, Ajías y Guerá. Este los deportó, y engendró a Uzzá y Ajijud.
8 Sajaráyim engendró hijos en los campos de Moab, después de haber repudiado a sus mujeres
Jusim y Baará.
9 Y de su nueva mujer engendró a Yobab, Sibías, Mesá, Malckom,
10 Yeús, Sakías y Mirmá. Estos son sus hijos, jefes de casas paternas.
11 Y de Jusim engendró a Atibub y Elpáal:
12 Hijos de Elpáal: Héber. Misam y Semed, el cual edificó Onó, Lud y sus aldeas anejas.
13 Beriá y Sema fueron cabezas de familia de los habitantes de Ayyalón, que pusieron en fuga a
sus hermanos.
Saúl y su familia
33 Ner engendró a Quis, Quis engendró a Saúl, Saúl engendró a Jonatán, Malki Súa, Abinadab y
Esbáal.
34 Hijo de Jonatán: Merib Báal. Merib Báal engendró a Miká.
35 Hijos de Miká: Pitón, Mélek, Tarea, Ajaz.
36 Ajaz engendró a Yehoaddá, Yehoaddá engendró a Alémet, Azmávet y Zimri; Zimrí engendró a
Mosá.
37 Mosá engendró a Biná, cuyo hijo fue Rafá, cuyo hijo fue Elasá, cuyo hijo fue Asel.
38 Asel tuvo seis hijos, cuyos nombres son: Azricam, su primogénito; después, Israel, Searías,
1 Crónicas - Capítulo 9
1 Todos los israelitas estaban registrados en las genealogías e inscritos en el libro de los reyes de
de la Casa de Dios.
14 De los levitas: Semaías, hijo de Jassub, hijo de Azricam, hijo de Jasabías, de los hijos de
Merarí.
15 Baqbacar, Herés, Galal y Mattanías, hijo de Miká, hijo de Zikrí, hijo de Asaf.
16 Abdías, hijo de Semaías, hijo de Galal, hijo de Yedutún; y Berekías, hijo de Asá, hijo de
casa paterna, tenían el servicio del culto como guardianes de los umbrales de la Tienda, pues sus
padres habían tenido a su cargo la guardia de acceso al campamento de Yahveh.
20 Antiguamente había sido su jefe Pinjás, hijo de Eleazar, con el que estaba Yahveh.
21 Zacarías, hijo de Meselemías, era portero de la entrada de la Tienda del Encuentro.
22 El total de los elegidos para porteros era de 212, y estaban inscritos en sus poblados. David y
Tienda.
24 Había porteros a los cuatro vientos: al oriente, al occidente, al norte y al mediodía.
25 Sus hermanos, que habitaban en sus poblados, tenían que venir periódicamente a estar con
1 Crónicas - Capítulo 10
1 Trabaron batalla los filisteos contra Israel; huyeron los hombres de Israel ante los filisteos, y
arqueros.
4 Dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella; no sea que vengan esos
incircuncisos y hagan mofa de mí.» Pero el escudero no quiso, pues estaba lleno de temor. Entonces
tomó Saúl la espada y se arrojó sobre ella.
5 Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó, también él, sobre su espada y murió con
él.
6 Así murió Saúl con sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él.
7 Viendo todos los hombres de Israel, que estaban en el valle, que las tropas de Israel se daban a
la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los
filisteos y se establecieron en ellas.
8 Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos, y encontraron a Saúl y a sus hijos
1 Crónicas - Capítulo 11
1 Congregóse todo Israel en torno a David, en Hebrón, y dijeron: «Mira: hueso tuyo y carne tuya
somos nosotros.
2 Ya de antes, cuando Saúl era nuestro rey, eras tú el que dirigías las entradas y salidas de Israel;
Hebrón, en presencia de Yahveh; y ellos ungieron a David como rey sobre Israel, según la palabra
que Yahveh había pronunciado por boca de Samuel.
La conquista de Jerusalén
4 Después marchó David con todo Israel contra Jerusalén, o sea, Jebús; los habitantes del país
eran jebuseos.
5 Y decían los habitantes de Jebús a David: «No entrarás aquí.» Conquistó David la fortaleza de
Sión, que es la Ciudad de David.
6 Y dijo David: «El que primero ataque al jebuseo, será jefe y capitán.» Subió el primero Joab,
Los Guerreros de David
10 He aquí los jefes de los valientes que tenía David, y que, durante su reinado, se esforzaron con
él y con todo Israel para hacerle reinar, conforme a la palabra de Yahveh respecto de Israel.
11 Esta es la lista de los héroes que tenía David: Yasobam, hijo de Jakmoní, jefe de los Treinta,
que blandió su lanza e hizo más de trescientas bajas de una sola vez.
12 Después de él Eleazar, hijo de Dodó, el ajotita, que era uno de los Tres héroes.
13 Este estaba con David en Pas Dammim, donde los filisteos se habían concentrado para la
batalla. Había allí una parcela toda de cebada, y el pueblo estaba ya huyendo delante de los filisteos,
14 pero él se apostó en medio de la parcela, la defendió y derrotó a los filisteos. Yahveh obró allí
una gran victoria.
15 Tres de los Treinta bajaron a la peña de la cueva de Adullam, donde David, cuando los filisteos
se hallaban acampados en el valle de los Refaím.
16 David estaba a la sazón en el refugio, mientras que una guarnición de filisteos ocupaba Belén.
17 Vínole a David un deseo y dijo: «¡Quién me diera a beber agua de la cisterna que hay a la
puerta de Belén!»
18 Rompieron los Tres por el campamento de los filisteos, y sacaron agua de la cisterna que hay
a la puerta de Belén, se la llevaron y se la ofrecieron a David, pero David no quiso beberla, sino que
la derramó como libación a Yahveh,
19 diciendo: «¡Líbreme Dios de hacer tal cosa! ¿Voy a beber yo la sangre de estos hombres junto
con sus vidas? Pues con riesgo de sus vidas la han traído.» Y no quiso beberla. Esto hicieron los Tres
héroes.
20 Abisay, hermano de Joab, era el primero de los Treinta. Hirió con su lanza a trescientos
héroes de Moab; además bajó y mató a un león dentro de una cisterna, en un día de nieve.
23 Mató también a un egipcio que tenía cinco codos de altura; tenía el egipcio una lanza en su
mano del tamaño de un enjullo de tejedor, pero Benaías bajó contra él con un bastón, arrancó la lanza
de la mano del egipcio, y con su misma lanza le mató.
24 Esto hizo Benaías, hijo de Yehoyadá, y se conquistó renombre entre los Tres héroes.
25 Fue muy famoso entre los Treinta, pero no igualó a los Tres; David le hizo jefe de su guardia
personal.
26 Los valientes esforzados fueron: Asahel, hermano de Joab; Eljanán, hijo de Dodó, de Belén;
27 Sammot, de Harod; Jeles, el pelonita;
28 Irá, hijo de Iqqués, de Técoa; Abiézer, de Anatot;
29 Sibbekay, de Jusá; Ilay, el ajotita;
30 Mahray, de Netofá; Jéled, hijo de Baaná, de Netofá;
31 Itay, hijo de Ribay, de Guibeá, de los hijos de Benjamín; Benaías, de Piratón;
32 Juray, de los torrentes de Gaás; Abiel, el arbatita;
33 Azmávet, de Bajurim; Elyajabá, de Saalbón;
34 Bené Hasem, el guizonita; Jonatán, hijo de Sagué, de Arar;
35 Ajiam, hijo de Sakar, el ararita; Elifélet, hijo de Ur;
36 Jéfer, de Mekerá; Ajías, el pelonita;
37 Jesró, de Carmelo; Naaray, hijo de Ezbay;
38 Joel, hermano de Natán; Mibjar, hijo de Agrí;
39 Sélecq, el ammonita; Najray, de Berot, escudero de Joab, hijo de Sarvia;
40 Irá, de Yattir; Gareb, de Yattir;
41 Urías, el hitita; Zabad, hijo de Ajlay;
42 Adiná, hijo de Sizá, el rubenita, jefe de los rubenitas, y con él treinta;
43 Janán, hijo de Maaká; Josafat, el mitnita;
44 Uzzías, de Astarot: Sama y Yeiel, hijos de Jotam, de Aroer;
45 Yediael, hijo de Simrí; Jojá, su hermano, el tisita.
46 Eliel, el majavita; Yeribay y Yosavías, hijos de Elnaam; Yitmá, el moabita;
47 Eliel, Obed y Yaasiel, de Sobá.
Los primeros partidarios de David
1 Crónicas - Capítulo 12
1 Estos son los que vinieron donde David, a Siquelag, cuando estaba retenido lejos de Saúl, hijo
Jehú, de Anatot;
4 Yismaías, de Gabaón, valeroso entre los Treinta y jefe de los mismos;
5 Jeremías, Yajaziel, Yojanán, Yozabad, de Guederot;
6 Eluzay, Yerimot, Bealías, Semarías y Sefatías, de Jarif;
7 Elcaná, Isaías, Azarel, Yoézer, Yasobam, coreítas;
8 Yoelá y Zebadías, hijos de Yerojam, de Guedor.
9 Y hubo también gaditas que se pasaron a David en el desierto, guerreros valientes, hombres de
guerra, preparados para el combate, diestros con el escudo y la lanza. Sus rostros, como rostros de
león, y ligeros como la gacela salvaje.
10 Su jefe era Ezer; Obadías, el segundo; Eliab, el tercero;
11 Masmanná, el cuarto; Yirmeyá, el quinto;
12 Attay, el sexto; Eliel, el séptimo;
13 Yojanán, el octavo; Elzabad, el noveno;
14 Jeremías, el décimo; Makbannay, el undécimo;
15 estos eran, entre los hijos de Gad, jefes del ejército; el menor mandaba sobre cien, y el mayor
sobre mil.
16 Estos fueron los que atravesaron el Jordán en el mes primero, cuando suele desbordarse por
todas sus riberas, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles, a oriente y occidente.
17 También vinieron al refugio, donde estaba David, algunos de los hijos de Benjamín y Judá.
18 Presentóse David delante de ellos y les dijo: «Si venís a mí en son de paz para ayudarme, mi
corazón irá a una con vosotros; pero si es para engañarme en favor de mis enemigos, sin que hubiere
violencia en mis manos, ¡véalo el Dios de nuestros padres y lo castigue!»
19 Entonces el espíritu revistió a Amasay, jefe de los Treinta: «¡A ti, David! ¡Contigo, hijo de
Jesé! ¡Paz, paz a ti! ¡Y paz a los que te ayuden, pues tu Dios te ayuda a ti!» David los recibió y los
puso entre los jefes de las tropas.
20 También de Manasés se pasaron algunos a David, cuando éste iba con los filisteos a la guerra
contra Saúl, aunque no les ayudaron, porque los tiranos de los filisteos, habido consejo, le
despidieron, diciendo: «Se pasará a Saúl, su señor, con nuestras cabezas.»
21 Cuando regresó a Siquelag, pasáronse a él algunos de los hijos de Manasés: Adná, Yozabad,
Yediel, Miguel, Yozabad, Elihú y Silletay, jefes de millares de Manasés.
22 Estos ayudaron a David al frente de algunas partidas, pues todos eran hombres valientes y
llegaron a ser jefes en el ejército.
23 Cada día, en efecto, acudía gente a David para ayudarle, hasta que el campamento llegó a ser
grande, como un campamento de Dios.
Los guerreros que proclamaron rey a David en Hebrón
24 Este es el número de los guerreros preparados para la guerra que vinieron donde David, a
Hebrón, para transferirle el reino de Saúl, conforme a la orden de Yahveh.
25 De los hijos de Judá, llevando escudo y lanza, 6.800, armados para la guerra.
26 De los hijos de Simeón, hombres valerosos para la guerra, 7.100.
27 De los hijos de Leví, 4.600.
28 Yehoyadá, príncipe de los hijos de Aarón, con otros 3.700.
29 Sadoq, joven y valeroso, con veintidós jefes de su casa paterna.
30 De los hijos de Benjamín, hermano de Saúl, 3.000; hasta entonces la mayor parte de ellos
habían permanecido fieles a la casa de Saúl.
31 De los hijos de Efraím, 20.800 hombres valientes, famosos en sus casas paternas.
32 De la media tribu de Manasés, 18.000, nominalmente designados para ir a proclamar rey a
David.
33 De los hijos de Isacar, duchos en discernir las oportunidades y saber lo que Israel debía hacer,
200 jefes, y todos sus hermanos bajo sus órdenes.
34 De Zabulón, 50.000 aptos para salir a campaña, preparados para la batalla, provistos de todas
entero para proclamar a David rey sobre todo Israel; y los demás israelitas estaban unánimes en
hacer rey a David.
40 Permanecieron allí con David tres días comiendo y bebiendo, porque sus hermanos les
proveían.
41 Además, los que estaban cerca y hasta de Isacar, Zabulón y Neftalí traían víveres en asnos,
camellos, mulos y bueyes; provisiones de harina, tortas de higos y pasas, vino, aceite, ganado mayor
y menor en abundancia; pues reinaba la alegría en Israel.
El traslado del Arca de la Alianza
1 Crónicas - Capítulo 13
1 Después de consultar David con los jefes de millar y de ciento y con todos los caudillos,
2 dijo a toda la asamblea de Israel: «Si os parece bien y la cosa viene de Yahveh, nuestro Dios,
vamos a mandar un mensaje a nuestros hermanos que han quedado a todas las regiones de Israel y,
además, a los sacerdotes y levitas en sus ciudades y ejidos, para que se reúnan con nosotros;
3 y volvamos a traer a nuestro lado el arca de nuestro Dios, ya que no nos hemos preocupado de
ella desde los días de Saúl.»
4 Toda la asamblea resolvió hacerlo así, pues la propuesta pareció bien a todo el pueblo.
5 Congregó entonces David a todo Israel, desde Sijor de Egipto hasta la Entrada de Jamat, para
traer el arca de Dios desde Quiryat Yearim.
6 Fue, pues, David, con todo Israel, hacia Baalá, a Quiryat Yearim de Judá, para subir allí el arca
del Dios que lleva el Nombre de Yahveh que está sobre los querubines.
7 Cargaron el arca de Dios en una carreta nueva y se la llevaron de la casa de Abinadab; Uzzá y
Ajyó conducían la carreta.
8 David y todo Israel bailaban delante de Dios con todas sus fuerzas, cantando y tocando cítaras,
salterios, adufes, címbalos y trompetas.
9 Al llegar a la era de Kidón, extendió Uzzá su mano para sostener el arca, porque los bueyes
amenazaban volcarla.
10 Se encendió contra Uzzá la ira de Yahveh y le hirió por haber extendido su mano hacia el arca;
1 Crónicas - Capítulo 14
1 Jiram, rey de Tiro, envió a David mensajeros y maderas de cedro, y también albañiles y
Victoria de David sobre los filisteos
8 Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey sobre todo Israel, subieron todos
en su busca. Lo supo David y les salió al paso.
9 Llegaron los filisteos y se desplegaron por el valle de Refaím.
10 Consultó David a Dios, diciendo: «¿Debo subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis
manos?» Yahveh le respondió: «Sube, pues yo los entregaré en tu mano.»
11 Y subieron a Baal Perasim, donde David los derrotó. Dijo entonces David: «Dios ha abierto
brecha entre mis enemigos por mi mano, como una brecha de aguas.» Por eso se llamó a aquel lugar
Baal Perasim.
12 Abandonaron allí a sus ídolos, y dijo David: «Arrojadlos al fuego.»
13 Otra vez invadieron los filisteos el valle,
14 y David volvió a consultar a Dios, y Dios le contestó: «No subas contra ellos: da un rodeo y
atácalos frente a las balsameras.
15 Y cuando oigas el ruido de pasos en la copa de las balsameras, saldrás a la batalla, porque
Dios sale delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos.»
16 Hizo David como le había mandado Dios, y derrotaron al campamento de los filisteos desde
naciones.
Preparativos para entronizar el Arca
1 Crónicas - Capítulo 15
1 Se hizo casas en la Ciudad de David, preparó un lugar para el arca de Dios y le levantó una
Tienda.
2 Entonces dijo David: «Solamente los levitas han de llevar el arca de Dios, pues a ellos los
hermanos, para subir el arca de Yahveh, el Dios de Israel, al lugar que para ella tengo preparado;
13 pues por no haber estado vosotros la vez primera, Yahveh, nuestro Dios, hizo brecha en
nosotros, ya que no le consultamos conforme a la norma.»
14 Se santificaron, pues, los sacerdotes y los levitas, para subir el arca de Yahveh, Dios de Israel.
15 Y los levitas trasladaron el arca de Dios a hombros, como lo había ordenado Moisés, según la
palabra de Yahveh, llevando los varales sobre los hombros.
16 Dijo David a los jefes de los levitas que dispusieran a sus hermanos los cantores, con
instrumentos músicos, salterios, cítaras y címbalos, para que los hiciesen resonar, alzando la voz con
júbilo.
17 Los levitas designaron a Hemán, hijo de Joel; y de sus hermanos, a Asaf, hijo de Berekías; y
de los hijos de Merarí, hermanos suyos, a Etán, hijo de Cusaías.
18 Y con ellos, como segundos, a sus hermanos Zacarías, hijo de Yaaziel, Semiramot, Yejiel,
Unní, Eliab, Benaías, Maaseías, Mattitías, Eliflehú, Miqneías, Obededom y Yeiel, porteros.
19 Los cantores Hemán, Asaf y Etán hacían resonar címbalos de bronce.
20 Zacarías, Yaaziel, Semiramot, Yejiel, Unní, Eliab, Maaseías y Benaías tenían salterios de tonos
altos.
21 Mattitías, Eliflehú, Miqneías, Obededom, Yeiel y Azazaías tenían cítaras de octava, para dirigir
el canto.
22 Kenanías, jefe de los levitas encargados del transporte, dirigía el traslado, porque era hombre
entendido.
23 Berekías y Elcaná eran porteros del arca.
24 Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benaías y Eliezer, sacerdotes, tocaban las
trompetas delante del arca de Dios. Obededom y Yejiyías eran porteros del arca.
El Arca de la Alianza en Jerusalén
25 Así pues, David los ancianos de Israel y los jefes de millares, fueron a traer el arca de la
alianza de Yahveh, desde la casa de Obededom, con alborozo.
26 Y habiendo Dios ayudado a los levitas portadores del arca de la alianza de Yahveh,
sacrificaron siete becerros y siete carneros.
27 David iba revestido de un manto de lino fino, lo mismo que todos los levitas, que portaban el
arca, los cantores y Kenanías, el jefe que dirigía el traslado. Llevaba también David sobre sí un efod
de lino.
28 Todo Israel subía el arca de la alianza de Yahveh entre clamores y resonar de cuernos,
trompetas y címbalos, y haciendo sonar los salterios y las cítaras.
29 Cuando el arca de la alianza de Yahveh entró en la Ciudad de David, Mikal, hija de Saúl, estaba
mirando por una ventana, y vio al rey David que saltaba y bailaba, y le despreció en su corazón.
Conclusión de la ceremonia
1 Crónicas - Capítulo 16
1 Introdujeron el arca de Dios y la colocaron en medio de la Tienda que David había hecho
como porteros;
39 y el sacerdote Sadoq y a sus hermanos, los sacerdotes, delante de la Morada de Yahveh, en el
alto de Gabaón,
40 para que ofreciesen continuamente holocaustos a Yahveh en el altar de los holocaustos, por la
mañana y por la tarde, según todo lo escrito en la Ley que Yahveh había mandado a Israel.
41 Con ellos estaban Hemán y Yedutún y los restantes escogidos y nominalmente designados para
alabar a Yahveh: «Porque es eterno su amor.»
42 Y con ellos, Hemán y Yedutún, que hacían sonar trompetas, címbalos e instrumentos para los
cánticos de Dios. Los hijos de Yedutún eran porteros.
43 Luego, todo el pueblo se fue, cada cual a su casa; también David se volvió para bendecir su
casa.
La profecía de Natán
1 Crónicas - Capítulo 17
1 Morando ya David en su casa, dijo a Natán, profeta: «Mira, yo habito en una casa de cedro,
mientras el arca de la alianza de Yahveh está bajo pieles.»
2 Respondió Natán a David: «Haz todo cuanto tienes en tu corazón, porque Dios está contigo.»
3 Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán en estos términos:
4 «Vete y di a mi siervo David: Así dice Yahveh: No serás tú quien me edifique Casa para que
habite yo en ella.
5 Pues no he habitado en casa alguna desde el día en que hice subir a los israelitas hasta el día de
los Jueces de Israel, a los que mandé me apacentaran a mi pueblo: Por qué no me edificáis una Casa
de cedro?
7 Di, pues, ahora esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo te he tomado del pastizal,
La oración de David
16 Entró entonces el rey David, se sentó delante de Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, oh Yahveh
de Israel, es el Dios para Israel.” Y que la casa de tu siervo David subsista en tu presencia.
25 Ya que tú, oh Dios mío, has revelado a tu siervo que vas a edificarle una casa, por eso tu siervo
1 Crónicas - Capítulo 18
1 Después de esto, batió David a los filisteos y los humilló, tomando Gat y sus dependencias de
el río Eufrates.
4 David apresó mi carros, 7.000 soldados de carro y 20.000 hombres de a pie; David desjarretó
toda la caballería de los carros, reservando cien tiros.
5 Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadézer, rey de Sobá, y David hizo 22.000
Jerusalén.
8 De Tibjat y Kun, ciudades de Hadadézer, tomó David una gran cantidad de bronce, con el cual
hizo Salomón el Mar de bronce, las columnas y los utensilios de bronce.
9 Cuando Tou, rey de Jamat, supo que David había derrotado a todas las fuerzas de Hadadézer,
rey de Sobá,
10 envió a Hadoram, su hijo, donde el rey David para saludarle y para felicitarle por haber
atacado y vencido a Hadadézer, ya que Tou estaba en guerra con Hadadézer. Traía Hadoram toda
clase de objetos de oro, de plata y de bronce.
11 El rey David los consagró también a Yahveh, con la plata y el oro que había tomado a todas las
naciones: a Edom, a Moab, a los ammonitas, a los filisteos y a los amalecitas.
12 Abisay, hijo de Sarvia, derrotó en el Valle de la Sal a 18.000 edomitas;
13 puso gobernadores en Edom; y todos los edomitas quedaron sometidos a David. Yahveh hizo
triunfar a David dondequiera iba.
La administración del reino
14 Reinó David sobre todo Israel administrando derecho y justicia a todo el pueblo.
15 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, era el heraldo;
16 Sadoq, hijo de Ajitub, y Ajimélek, hijo de Abiatar, eran sacerdotes; Savsá era secretario;
17 Benaías, hijo de Yehoyadá, mandaba a los kereteos y a los peleteos, y los hijos de David eran
los primeros junto al rey.
La afrenta de los ammonitas a los enviados de David
1 Crónicas - Capítulo 19
1 Después de esto, murió Najas, rey de los ammonitas, y en su lugar reinó su hijo.
2 Dijo entonces David: «Tendré con Janún, hijo de Najás, la misma benevolencia que su padre
tuvo conmigo.» Y envió David mensajeros para que le consolaran por su padre. Pero cuando los
servidores de David llegaron al país de los ammonitas, donde Janún, para consolarle,
3 dijeron los príncipes de los ammonitas a Janún: «¿Es que David ha enviado a consolarte porque
quiere hacer honor a tu padre ante tus ojos? ¿No han venido a ti sus servidores más bien para
explorar y destruir y para espiar el país?»
4 Prendió, pues, Janún a los servidores de David, les rapó, cortó a media altura sus vestidos, y los
despachó.
5 Fueron a avisar a David lo de estos hombres; y él envió gente a su encuentro, porque los
hombres estaban cubiertos de vergüenza. El rey les dijo: «Quedaos en Jericó hasta que os crezca la
barba y después volveréis.»
Primera campaña de Israel contra los ammonitas
6 Cuando los ammonitas vieron que se habían hecho odiosos a David, Janún y los ammonitas
enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y hombres de carro de Aram de
Mesopotamia, de Aram de Maaká y de Sobá.
7 Tomaron a sueldo 32.000 carros y al rey de Maaká con su ejército, los cuales vinieron y
acamparon frente a Medebá. Los ammonitas se congregaron también desde sus ciudades y salieron a
campaña.
8 David lo supo y envió a Joab con toda la tropa y con los valientes.
9 Salieron a campaña los ammonitas y se ordenaron en batalla a la entrada de la ciudad, mientras
1 Crónicas - Capítulo 20
1 A la vuelta del año, al tiempo que los reyes salen a campaña, llevó Joab el grueso del ejército y
asoló el país de los ammonitas; después fue a poner sitio a Rabbá. Mientras, David se quedó en
Jerusalén. Entretanto Joab derrotó a Rabbá y la destruyó.
2 David tomó de la cabeza de Milkom la corona y encontró que pesaba un talento de oro. Había
en ella una piedra preciosa que fue puesta en la cabeza de David, y se llevó un enorme botín de la
ciudad.
3 Hizo salir a la gente que había en ella y la empleó en las sierras, en los trillos de dientes de
hierro y en las hachas de hierro. Hizo lo mismo con todas las ciudades de los ammonitas, y David se
volvió con todo su ejército a Jerusalén.
Hazañas contra los filisteos
4 Después de esto, tuvo lugar una batalla en Guézer contra los filisteos; entonces Sibbekay,
jusatita, mató a Sippay, uno de los descendientes de Rafá. Los filisteos fueron sometidos.
5 Hubo otra guerra contra los filisteos, y Eljanán, hijo de Yaír, mató a Lajmí, hermano de Goliat
el de Gat, el asta de su lanza era como un enjullo de tejedor.
6 Hubo guerra de nuevo en Gat y había un hombre de gran estatura, que tenía veinticuatro dedos,
seis en cada extremidad. También éste descendía de Rafá.
7 Desafió a Israel y le mató Jonatán, hijo de Simá, hermano de David.
8 Estos descendían de Rafá de Gat y sucumbieron a manos de David y de sus veteranos.
El censo de los israelitas
1 Crónicas - Capítulo 21
1 Alzóse Satán contra Israel, e incitó a David a hacer el censo del pueblo.530
2 Dijo, pues, David a Joab y a los jefes del ejército: «Id, contad los israelitas desde Berseba hasta
oh rey mi señor, todos ellos siervos de mi señor? ¿Por qué, pues, pide esto mi señor? ¿Por qué
acarrear culpa sobre Israel?»
4 Pero prevaleció la orden del rey sobre Joab, de modo que éste salió y recorrió todo Israel,
volviéndose después a Jerusalén.
5 Joab entregó a David la cifra del censo del pueblo: había en todo Israel 1.100.000 hombres
capaces de manejar las armas; había en Judá 470.000 hombres capaces de manejar las armas.
6 No incluyó en este censo a Leví y Benjamín, porque Joab detestaba la orden del rey.
El castigo del Señor y el arrepentimiento de David
7 Desagradó esto a Dios, por lo cual castigó a Israel.
8 Entonces dijo David a Dios: «He cometido un gran pecado haciendo esto. Pero ahora perdona,
cabo.»
11 Llegó Gad donde David y le dijo: «Así dice Yahveh: Elige para ti:
12 tres años de hambre, o tres meses de derrotas ante tus enemigos, con la espada de tus enemigos
a la espalda, o bien tres días durante los cuales la espada de Yahveh y la peste anden por la tierra y el
ángel de Yahveh haga estragos en todo el territorio de Israel. Ahora, pues, mira qué debo responder
al que me envía.»
13 David respondió a Gad: «Estoy en gran angustia. Pero ¡caiga yo en manos de Yahveh, que es
miró Yahveh y se arrepintió del estrago, y dijo al ángel Exterminador: «¡Basta ya; retira tu mano!» El
ángel de Yahveh estaba junto a la era de Ornán el jebuseo.
16 Alzando David los ojos vio al ángel de Yahveh que estaba entre la tierra y el cielo con una
espada desenvainada en su mano, extendida contra Jerusalén. Entonces David y los ancianos,
cubiertos de sayal, cayeron rostro en tierra.
17 Y dijo David a Dios: «Yo fui quien mandé hacer el censo del pueblo. Yo fui quien pequé, yo
cometí el mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? ¡Oh Yahveh, Dios mío, caiga tu mano sobre mí y
sobre la casa de mi padre, y no haya plaga entre tu pueblo!»
La construcción de un altar en la era de Ornán
18 Entonces el ángel de Yahveh dijo a Gad que diera a David la orden de subir para alzar un altar
escondieron.
21 Cuando David llegó junto a Ornán, miró Ornán y, viendo a David, salió de la era y postróse
ante David, rostro en tierra.
22 Dijo David a Ornán: «Dame el sitio de esta era para erigir en él un altar a Yahveh - dámelo por
su justo valor en plata - para que la plaga se retire del pueblo.»
23 Respondió Ornán a David: «Tómalo, y haga mi señor el rey lo que bien le parezca. Mira que te
doy los bueyes para holocaustos, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda; todo te lo doy.»
24 Replicó el rey David a Ornán: «No; quiero comprártelo por su justo precio, pues no tomaré
para Yahveh lo que es tuyo, ni ofreceré holocaustos de balde.»
25 Y David dio a Ornán por el sitio la suma de seiscientos siclos de oro.
26 David erigió allí un altar a Yahveh y ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invocó a
Yahveh, el cual le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto.
27 Entonces Yahveh ordenó al ángel que volviera la espada a la vaina.
28 En aquel tiempo, al ver David que Yahveh le había respondido en la era de Ornán el jebuseo,
ofreció allí sacrificios.
29 Pues la Morada de Yahveh, que Moisés había hecho en el desierto, y el altar de los
holocaustos, estaban a la sazón en el alto de Gabaón;
30 pero David no se había atrevido a presentarse delante de Dios para consultarle, porque estaba
aterrado ante la espada del ángel de Yahveh.
1 Crónicas - Capítulo 22
1 Entonces dijo David: «¡Aquí está la Casa de Yahveh Dios, y aquí el altar de los holocaustos para
Israel!»
Preparativos para la construcción del Templo
2 Mandó, pues, David reunir a los forasteros residentes en la tierra de Israel, y designó canteros
en abundancia.
5 Porque David se decía: «Mi hijo Salomón es todavía joven y débil, y la Casa que ha de
edificarse para Yahveh debe ser grandiosa sobre toda ponderación, para tener nombre y gloria en
todos los países. Así que le haré yo los preparativos.» Hizo David, en efecto, grandes preparativos
antes de su muerte.
6 Después llamó a su hijo Salomón y le mandó que edificase una Casa para Yahveh, el Dios de
Israel.
7 Dijo David a Salomón: «Hijo mío, yo había deseado edificar una Casa al nombre de Yahveh, mi
Dios.
8 Pero me fue dirigida la palabra de Yahveh, que me dijo: “Tú has derramado mucha sangre y
hecho grandes guerras; no podrás edificar tú la Casa a mi nombre, porque has derramado en tierra
mucha sangre delante de mí.
9 Mira que te va a nacer un hijo, que será hombre de paz; le concederé paz con todos sus
enemigos en derredor, porque Salomón será su nombre y en sus días concederé paz y tranquilidad a
Israel.531
10 El edificará una Casa a mi nombre; él será para mí un hijo y yo seré para él un padre y
consolidaré el trono de su reino sobre Israel para siempre.”
11 Ahora, pues, hijo mío, que Yahveh sea contigo, para que logres edificar la Casa de Yahveh tu
Dios, como él de ti lo ha predicho.
12 Quiera Yahveh concederte prudencia y entendimiento y darte órdenes sobre Israel, para que
guardes la Ley de Yahveh tu Dios.
13 No prosperarás si no cuidas de cumplir los decretos y las normas que Yahveh ha prescrito a
Moisés para Israel. ¡Sé fuerte y ten buen ánimo! ¡No temas ni desmayes!
14 Mira lo que yo he preparado en mi pequeñez para la Casa de Yahveh: 100.000 talentos de oro,
un millón de talentos de plata y una cantidad de cobre y de hierro incalculable por su abundancia. He
preparado también maderas y piedras que tú podrás aumentar.
15 Y tienes a mano muchos obreros, canteros, artesanos en piedra y en madera, expertos en toda
clase de obras.
16 El oro, la plata, el bronce y el hierro son sin número. ¡Levántate, pues! Manos a la obra y que
ha entregado en mis manos a los habitantes del país y el país está sujeto ante Yahveh y ante su pueblo.
19 Aplicad ahora vuestro corazón y vuestra alma a buscar a Yahveh vuestro Dios. Levantaos y
edificad el santuario de Yahveh Dios, para trasladar el arca de la alianza de Yahveh y los utensilios
del santuario de Dios a la Casa que ha de edificarse al Nombre de Yahveh.»
Organización de los levitas
1 Crónicas - Capítulo 23
1532 Viejo ya David y colmado de días, proclamó a su hijo Salomón rey de Israel.
2 Reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas,
3 y se hizo el censo de los levitas de treinta años para arriba; su número, contado por cabezas uno
a uno, fue de 38.000 varones.
4 De éstos, 24.000 estaban al frente del servicio de la Casa de Yahveh; 6.000 eran escribas y
jueces,
5 4.000 eran porteros y 4.000 alababan a Yahveh con los instrumentos que David había fabricado
para rendir alabanzas.
6 David los distribuyó por clases, según los hijos de Leví: Guersón, Quehat y Merarí.
7 De los guersonitas: Ladán y Simí.
8 Hijos de Ladán: Yejiel, el primero, Zetam y Joel, tres.
9 Hijos de Simí: Selomit, Jaziel y Harán, tres. Estos son los jefes de las casas paternas de Ladán.
10 Hijos de Simí: Yájat, Zizá, Yeús y Beriá. Estos eran los cuatro hijos de Simí.533
11 Yájat era el jefe, Zizá, el segundo, Yeús y Beriá no tuvieron muchos hijos, por lo cual
representaron en el censo una sola casa paterna.
12 Hijos de Quehat: Amram, Yishar, Hebrón y Uzziel, cuatro.
13 Hijos de Amram: Aarón y Moisés. Aarón fue separado, juntamente con sus hijos, para
consagrar por siempre las cosas sacratísimas, para quemar incienso ante Yahveh, para servirle y para
bendecir en su nombre por siempre.
14 En cuanto a Moisés, varón de Dios, sus hijos fueron contados en la tribu de Leví.
15 Hijos de Moisés: Guersom y Eliezer.
16 Hijos de Guersom: Sebuel, el primero.
17 Hijos de Eliezer: Rejabías, el primero. Eliezer no tuvo más hijos, pero los hijos de Rejabías
el cuarto.
20 Hijos de Uzziel: Miká, el primero y Yissías el segundo.
21 Hijos de Merarí: Majlí y Musí. Hijos de Majlí: Eleazar y Quis.
22 Eleazar murió sin tener hijos; sólo tuvo hijas, a las que los hijos de Quis, sus hermanos,
ellos, contados nominalmente uno por uno. Estaban encargados del servicio de la Casa de Yahveh
desde la edad de veinte años en adelante.
25 Pues David había dicho: «Yahveh, el Dios de Israel, ha dado reposo a su pueblo y mora en
su cargo los atrios y las cámaras, la limpieza de todas las cosas sagradas y la obra del servicio de la
Casa de Dios;
29 asimismo tenían a su cargo disponer en filas los panes, la flor de harina para la oblación, las
tortas sin levadura, lo frito en la sartén, lo cocido y toda clase de medidas de capacidad y longitud.
30 «Tenían que estar presentes todas las mañanas y todas las tardes para celebrar y alabar a
Yahveh
31 y para ofrecer todos los holocaustos a Yahveh en los sábados, novilunios y solemnidades,
1 Estas son las clases de los hijos de Aarón. Hijos de Aarón: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.
2 Nadab y Abihú murieron antes que su padre, sin tener hijos, de modo que ejercieron las
funciones sacerdotales Eleazar e Itamar.
3 David, junto con Sadoq, de los hijos de Itamar, los clasificó y los inscribió en el registro según
sus funciones.
4 Se hallaron entre los hijos de Eleazar más varones que entre los hijos de Itamar, por lo que se
dividió a los hijos de Eleazar en dieciséis jefes de casas paternas; y a los hijos de Itamar, en ocho
jefes de casas paternas.
5 Los repartieron por suertes a unos y otros; porque había jefes del santuario y jefes de Dios,
tanto entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamar.
6 Semaías, hijo de Natanael, escriba, uno de los levitas, los inscribió en presencia del rey y de los
jefes, y en presencia del sacerdote Sadoq, de Ajimélek, hijo de Abiatar, y de los jefes de familias
sacerdotales y levíticas. Se sacaba a suertes: una vez para Itamar y dos veces para Eleazar.
7 Tocó la primera suerte a Yehoyarib; la segunda a Yedaías;
8 la tercera a Jarim; la cuarta a Seorim;
9 la quinta a Malkiyías; la sexta a Miyyamín;
10 la séptima a Haqcós; la octava a Abías;
11 la novena a Yesúa; la décima a Sekanías;
12 la once a Elyasib; la doce a Yaquín;
13 la trece a Juppá; la catorce a Yisbáal;
14 la quince a Bilgá; la dieciséis a Immer;
15 la diecisiete a Jezir; la dieciocho a Happissés;
16 la diecinueve a Petajías; la veinte a Ezequiel;
17 la veintiuna a Yakín; la veintidós a Gamul;
18 la veintitrés a Delaías; la veinticuatro a Maazías.
19 Fueron inscritos en el registro según sus servicios para entrar en la Casa de Yahveh conforme
al reglamento que Yahveh, el Dios de Israel, había prescrito por medio de Aarón, padre de ellos.
Otros miembros de las familias levíticas
20 Respecto de los otros hijos de Leví: De los hijos de Amram: Subael. De los hijos de Subael:
Yejdeías.
21 De Rejabías: de los hijos de Rejabías, Yissiyías era el primero.
22 De los yisharitas, Selomot; de los hijos de Selomot, Yájat.
23 Hijos de Hebrón: Yeriyías, el primero; Amarías, el segundo; Yajaziel, el tercero; Yecamam, el
cuarto.
24 Hijos de Uzziel: Miká; de los hijos de Miká, Samir;
25 Yissiyías era hermano de Miká; de los hijos de Yissiyías, Zacarías.
26 Hijos de Merarí: Majlí y Musí. Hijos de Yaaziyías, su hijo;
27 hijos de Metarí por la línea de Yaaziyías, su hijo: Soham, Zakkur e Ibrí.
28 De Majlí: Eleazar, que no tuvo hijos.
29 De Quis: los hijos de Quis: Yerajmeel.
30 Hijos de Musí: Majlí, Eder y Yerimot. Estos fueron los hijos de los levitas según sus casas
paternas.
31 También éstos entraron en suerte de la misma manera que sus hermanos, los hijos de Aarón,
en presencia del rey David, Sadoq, Ajimélek y los cabezas de familias sacerdotales y los levitas,
siendo tratadas las primeras familias igual que las últimas.
Organización de los cantores
1 Crónicas - Capítulo 25
1 David y los jefes del ejército separaron para el servicio a los hijos de Asaf, Hemán y Yedutún,
profetas, que cantaban con cítaras, salterios y címbalos. Este es el número de personas que se
encargaban de este servicio:
2 De los hijos de Asaf: Zakkur, José, Netanías, Asarelá, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf,
que profetizaba según las órdenes del rey.
3 De Yedutún: los hijos de Yedutún: Guedalías, Serí, Isaías, Jasabías y Mattitías, seis, bajo la
dirección de su padre Yedutún que profetizaba al son de la cítara para celebrar y alabar a Yahveh.
4 De Hemán: los hijos de Hemán: Buqquiyías, Mattanías, Uzziel, Sebuel, Yerimot, Jananías,
Jananí, Eliyatá, Guiddaltí, Romamti Ezer, Yosbecasa, Mallotí, Hotir, Majaziot.
5 Todos estos eran hijos de Hemán, vidente del rey; a las palabras de Dios debían hacer sonar la
trompa. Dios había dado a Hemán catorce hijos y tres hijas.
6 Todos ellos se hallaban bajo la dirección de su padre para el canto de la Casa de Yahveh, con
címbalos, salterios y cítaras al servicio de la Casa de Dios, siguiendo las indicaciones del rey, de
Asaf, Yedutún y Hemán.
7 Su número, contando a sus hermanos, los que estaban instruidos en el canto de Yahveh, todos
ellos maestros, era de 288.
8 Echaron a suertes el turno del servicio, tanto el pequeño como el grande, el maestro como el
discípulo.
9 La primera suerte recayó sobre el asafita José; la segunda sobre Guedalías con sus hermanos e
hijos, doce;
10 la tercera, sobre Zakkur, sus hijos y hermanos, doce;
11 la cuarta sobre Yisrí, sus hijos y hermanos, doce;
12 la quinta sobre Netanías, sus hijos y hermanos, doce;
13 la sexta sobre Buqquiyías, sus hijos y hermanos, doce;
14 la séptima sobre Yesarela, sus hijos y hermanos, doce;
15 la octava sobre Isaías, sus hijos y hermanos, doce;
16 la novena sobre Mattanías, sus hijos y hermanos, doce;
17 la décima sobre Simí, sus hijos y hermanos, doce;
18 la once sobre Azarel, sus hijos y hermanos, doce;
19 la doce sobre Jasabías, sus hijos y hermanos, doce;
20 la trece, sobre Subael, sus hijos y hermanos, doce
21 la catorce, sobre Mattitías, sus hijos y hermanos, doce;
22 la quince, sobre Yeremot, sus hijos y hermanos, doce;
23 la dieciséis, sobre Jananías, sus hijos y hermanos, doce;
24 la diecisiete, sobre Yosbecasa, sus hijos y hermanos, doce;
25 la dieciocho, sobre Jananí, sus hijos y hermanos, doce;
26 la diecinueve, sobre Mallotí, sus hijos y hermanos, doce;
27 la veinte, sobre Eliyatá, sus hijos y hermanos, doce;
28 la veintiuna, sobre Hotir, sus hijos y hermanos, doce;
29 la veintidós, sobre Guiddaltí, sus hijos y hermanos, doce;
30 la veintitrés, sobre Majaziot, sus hijos y hermanos, doce;
31 la veinticuatro, sobre Romamti Ezer, sus hijos y hermanos, doce.
Organización de los porteros
1 Crónicas - Capítulo 26
1 Estas son las clases de porteros: De los coreítas: Meselemías, hijo de Qoré, de los hijos de
Ebyasaf.
2 Meselemías tuvo hijos: el primogénito, Zacarías; el segundo, Yediael; el tercero, Zebadías; el
cuarto, Yatniel;
3 el quinto, Elam; el sexto, Yehojanán; el séptimo, Elyehoenay.
4 Hijos de Obededom: Semaías, el primogénito; Yehozabad, el segundo; Yoaj, el tercero; Sakar,
hombres valerosos.
7 Hijos de Semaáis: Otní, Rafael, Obed, Elzabad y sus hermanos, hombres valerosos, Elihú y
Semakías.
8 Todos estos eran hijos de Obededom; ellos y sus hijos y sus hermanos eran hombres de gran
valor para el servicio. 62 de Obededom.
9 Meselemías tuvo hijos y hermanos, dieciocho hombres valerosos.
10 Josá, de los hijos de Merarí, tuvo como hijos a Simrí, el primero, pues aunque no fue el
de dos en dos;
18 en el Parbar, a occidente, había cuatro para la subida, dos para el Parbar.
19 Estas son las clases de los porteros, de entre los hijos de los coreítas y de los hijos de Merarí.
Los encargados de los tesoros del Templo
20 Los levitas, sus hermanos, custodiaban los tesoros de la Casa de Dios, y los tesoros de las
cosas sagradas.
21 Los hijos de Ladán, hijos de Guersón por la línea de Ladán, tenían a los yejielitas por jefes de
familia de Ladán el guersonita.
22 Los yejielitas, Zetam y su hermano Joel, estaban al frente de los tesoros de la Casa de Yahveh.
23 Cuanto a los amramíes, los yisharitas, los hebronitas y los ozzielitas:
24 Sebuel, hijo de Guersóm, hijo de Moisés, era tesorero mayor.
25 Sus hermanos por parte de Eliezer: Rejabías, hijo suyo; Isaías, hijo suyo; Joram, hijo suyo;
1 Crónicas - Capítulo 27
1 Por lo que se refiere al número de los hijos de Israel: Los cabezas de casas paternas, los jefes
de millar y de cien y sus escribas atendían al servicio de todo el que acudiera. Las secciones
intervenían en todo asunto del rey relevándose todos los meses del año. Cada sección tenía 24.000
hombres.
2 Al frente de la primera sección, que era la del primer mes, estaba Yasobam, hijo de Zabdiel; en
hombres.
12 El noveno, para el noveno mes, era Abiézer, de Anatot de los benjaminitas; en su sección había
24.000 hombres.
13 El décimo, para el décimo mes, era Mahray, de Neftofá, zarejita; su sección constaba de 24.000
hombres.
14 El undécimo, para el mes undécimo, era Benaías, de Piratón, de los efraimitas; su sección tenía
24.000 hombres.
15 El duodécimo, para el mes duodécimo, era Jelday, de Netofá, de la estirpe de Otniel; su
de Abner.
22 De Dan: Azarael, hijo de Yerojam. Estos son los jefes de las tribus de Israel.
23 David no hizo el censo de los que tenían menos de veinte años, porque Yahveh había dicho que
multiplicaría a Israel como las estrellas del cielo.
24 Joab, hijo de Sarvia, comenzó a hacer el censo, pero no lo acabó; pues con ese motivo la
Cólera descargó sobre Israel, por eso su número no alcanza el número de los Anales del rey David.
Los encargados de la administración
25 Azmávet, hijo de Adiel, tenía a su cargo los depósitos reales. Sobre los depósitos del campo,
de las ciudades, de las aldeas, y de las torres, estaba Jonatán, hijo de Uzzías;
26 sobre los labradores del campo que cultivaban las tierras, Ezrí, hijo de Kelub;
27 sobre las viñas, Simí, de Ramá; sobre las provisiones de vino de las bodegas, Zabdí, de Sefán;
28 sobre los olivares y los sicómoros que había en la Tierra Baja, Báal Janán, de Guéder; sobre
los almacenes de aceite, Joás;
29 sobre las vacadas que pacían en Sarón, Sitray el saronita; sobre las vacadas de los valles, Safat,
hijo de Adlay;
30 sobre los camellos, Obil el ismaelita; sobre las asnas, Jejdeías, de Meronot;
31 sobre las ovejas, Yaziz el hagarita. Todos estos eran intendentes de la hacienda del rey David.
El Consejo del rey
32 Jonatán, tío de David, hombre prudente e instruido, era consejero; él y Yejiel, hijo de
Yakmoní, cuidaban de los hijos del rey.
33 Ajitófel era consejero del rey, y Jusay el arquita era amigo del rey.
34 Después de Ajitófel, lo fueron Yehoyadá, hijo de Benaías, y Abiatar. Joab era el jefe del
ejército del rey.
Instrucciones de David para la edificación del Templo
1 Crónicas - Capítulo 28
1 David reunió en Jerusalén a todos los jefes de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las
secciones que estaban al servicio del rey, los jefes de millar y los jefes de cien, los administradores
de la hacienda y del ganado del rey y de sus hijos, a los eunucos, los valientes y todos los hombres de
valor.
2 Y, poniéndose en pie, dijo el rey David: «Oídme, hermanos míos y pueblo mío: Había decidido
en mi corazón edificar una Casa donde descansase el arca de la alianza de Yahveh y sirviese de
escabel de los pies de nuestro Dios. Ya había hecho yo preparativos para la construcción,
3 pero Dios me dijo: “No edificarás tú la Casa a mi nombre, pues eres hombre de guerra y has
derramado sangre.
4 «Sin embargo, Yahveh, el Dios de Israel, me ha elegido de entre toda la casa de mi padre, para
que fuese rey de Israel para siempre. Pues escogió a Judá para ser caudillo, y de las familias de Judá a
la casa de mi padre, y de entre los hijos de mi padre se ha complacido en mí para establecer un rey
sobre todo Israel.
5 Y entre todos mis hijos - pues Yahveh me ha dado muchos hijos - eligió a mi hijo Salomón para
Dios, guardad y meditad todos los mandamientos de Yahveh vuestro Dios, para que podáis poseer
esta tierra espléndida y la dejéis como heredad a vuestros hijos después de vosotros para siempre.
9 «Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele con corazón entero y con
ánimo generoso, porque Yahveh sondea todos los corazones y penetra los pensamientos en todas sus
formas. Si le buscas, se dejará encontrar; pero si le dejas, él te desechará para siempre.
10 Mira ahora que Yahveh te ha elegido para edificar una Casa que sea su santuario. ¡Sé fuerte, y
manos a la obra!»
Entrega de los planos y de los materiales para el Templo
11 David dio a su hijo Salomón el diseño del vestíbulo y de los demás edificios, de los almacenes,
de las salas altas, de las salas interiores y del lugar del Propiciatorio;
12 y también el diseño de todo lo que tenía en su mente respecto de los atrios de la Casa de
Yahveh, y de todas las cámaras de alrededor, para los tesoros de la Casa de Dios y los tesoros de las
cosas sagradas;
13 asimismo respecto de las clases de los sacerdotes y de los levitas y del ejercicio del servicio
de la Casa de Yahveh, como también de todos los utensilios del servicio de la Casa de Yahveh.
14 Cuanto al oro, el peso de oro para cada uno de los utensilios de cada servicio, y también la
plata, según el peso que correspondía a cada uno de los utensilios de cada clase de servicio;
15 asimismo el peso de los candelabros de oro y sus lámparas de oro, según el peso de cada
candelabro y de sus lámparas, y para los candelabros de plata según el peso de cada candelabro y sus
lámparas, conforme al servicio de cada candelabro;
16 el peso de oro para las mesas de las filas de pan, para cada mesa, y la plata para las mesas de
plata;
17 oro puro para los tenedores, los acetres y los jarros; y asimismo lo correspondiente para las
copas de oro, según el peso de cada copa, y para las copas de plata según el peso de cada copa;
18 para el altar del incienso, oro acrisolado según el peso; asimismo según el peso; asimismo el
modelo de la carroza y de los querubines que extienden las alas y cubren el arca de la alianza de
Yahveh.
19 Todo esto conforme a lo que Yahveh había escrito de su mano para hacer comprender todos
los detalles del diseño.
Exhortación de David a Salomón
20 Y dijo David a su hijo Salomón: «¡Sé fuerte y ten buen ánimo; y manos a la obra! No temas ni
desmayes, porque Yahveh Dios, el Dios mío, está contigo; no te dejará ni te desamparará, hasta que
acabes toda la obra para el servicio de la Casa de Yahveh.
21 Ahí tienes las clases de los sacerdotes y de los levitas para todo el servicio de la Casa de Dios;
estarán a tu lado para cada clase de obra, todos los hombres de buena voluntad y hábiles para
cualquier clase de servicio; y los jefes del pueblo entero están a tus órdenes.»
Las ofrendas para el Templo
1 Crónicas - Capítulo 29
1 Dijo el rey David a toda la asamblea: «Mi hijo Salomón, el único elegido por Dios, es todavía
joven y débil, y la obra es grande; pues este alcázar no es para hombre, sino para Yahveh Dios.
2 Con todas mis fuerzas he preparado, con destino a la Casa de mi Dios, el oro para los objetos
de oro, la plata para los de plata, el bronce para los de bronce, el hierro para los de hierro, y la
madera para los de madera; piedras de ónice y de engaste, piedras brillantes y de varios colores, toda
suerte de piedras preciosas y piedras de alabastro en abundancia.
3 Fuera de esto, en mi amor por la Casa de mi Dios, doy a la Casa de mi Dios el oro y la plata
que poseo, además de todo lo que tengo preparado para la Casa del santuario:
4 3.000 talentos de oro, del oro de Ofir, y 7.000 talentos de plata acrisolada para recubrir las
voluntariamente todo esto con rectitud de corazón, y ahora veo con regocijo que tu pueblo, que está
aquí, te ofrece espontáneamente tus dones.
18 Oh Yahveh, Dios de nuestros padres Abraham, Isaac, e Israel, conserva esto perpetuamente
para formar los pensamientos en el corazón de tu pueblo, y dirige tú su corazón hacia ti.
19 Da a mi hijo Salomón un corazón perfecto, para que guarde tus mandamientos, tus
instrucciones y tus preceptos, para que todo lo ponga por obra y edifique el alcázar que yo te he
preparado.»
20 Después dijo David a toda la asamblea: «¡Bendecid a Yahveh, vuestro Dios!» Y toda la
asamblea bendijo a Yahveh, el Dios de sus padres, se inclinaron y se postraron ante Yahveh y ante el
rey.
Coronación de Salomón
21 Al día siguiente sacrificaron víctimas a Yahveh y le ofrecieron holocaustos: mil novillos, mil
carneros y mil corderos, con sus libaciones y muchos sacrificios por todo Israel.
22 Aquel día comieron y bebieron ante Yahveh con gran gozo y por segundo vez proclamaron
rey a Salomón, hijo de David; le ungieron como caudillo ante Yahveh, y a Sadoq como sacerdote.
23 Sentóse Salomón como rey sobre el trono de Yahveh en lugar de su padre David: él prosperó
vidente Samuel, en la historia del profeta Natán y en la historia del vidente Gad,
30 juntamente con todo su reinado y sus hazañas, y las cosas que le sobrevinieron a él, a Israel y a
todos los reinos de los demás países.
LIBRO SEGUNDO DE LAS CRÓNICAS
EL REINADO DE SALOMÓN
Introducción.
Salomón, lo mismo que David, aparece en los libros de las Crónicas con rasgos fuertemente
idealizados. No se menciona nada que pueda empañar su gloria: ni la eliminación de sus rivales al
comienzo de su reinado, ni el lujo y la fastuosidad de su corte, ni su despotismo, ni la actitud
tolerante frente a los cultos paganos de sus esposas. El primer acto de Salomón como rey es la visita
al santuario de Gabaón, donde recibe el don de la sabiduría -el don real por excelencia- que es el
fundamento de su grandeza.
Según el Cronista, Salomón fue elegido para construir el Templo de Jerusalén, conforme a las
minuciosas instrucciones recibidas de su padre David. (1 Crón. 28. 10). Con la Dedicación del
Templo, queda completado el conjunto de las instituciones destinadas a realizar el reinado de Dios en
Israel: la Ley, la dinastía davídica y el único Santuario elegido por el Señor como lugar de culto
legítimo. Reunida alrededor del Templo y bajo la guía de sus sacerdotes y levitas, la comunidad de
Israel debe consagrarse al culto del verdadero Dios y a la observancia de la Ley. Así podrá esperar
confiadamente que se cumplan las promesas divinas hechas a David.
El sueño y la súplica de Salomón en Gabaón
2 Crónicas - Capítulo 1
1 Salomón, hijo de David, se afianzó en su reino; Yahveh, su Dios, estaba con él y le engrandeció
sobremanera.
2 Salomón habló a todo Israel, a los jefes de millar y de cien, a los jueces y a todos los jefes de
en su lugar.
9 Ahora, pues, oh Yahveh Dios, que se cumpla la promesa que hiciste a mi padre David, ya que tú
grande.»
11 Respondió Dios a Salomón: «Ya que piensas esto en tu corazón, y no has pedido riquezas ni
bienes ni gloria ni la muerte de tus enemigos; ni tampoco has pedido larga vida, sino que has pedido
para ti sabiduría e inteligencia para saber juzgar a mi pueblo, del cual te he hecho rey,
12 por eso te son dadas la sabiduría y el entendimiento, y además te daré riqueza, bienes y gloria
como no las tuvieron los reyes que fueron antes de ti, ni las tendrá ninguno de los que vengan
después de ti.»
13 Salomón regresó a Jerusalén desde el alto de Gabaón, de delante de la Tienda del Encuentro, y
reinó sobre Israel.
La caballería de Salomón
14 Salomón reunió carros y caballos, tuvo 1.400 carros y 12.000 caballos que llevó a las ciudades
de los carros y junto al rey en Jerusalén.
15 Hizo el rey que la plata y el oro fuese tan abundante en Jerusalén como las piedras y los
cedros, como los sicómoros de la Tierra Baja.
16 Los caballos de Salomón procedían de Musur y de Cilicia; los mercaderes del rey los
adquirían en Cilicia por su precio en dinero.
17 Traían de Egipto un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por 150. Los traían
también como intermediarios para todos los reyes de los hititas y todos los reyes de Aram.
18 Decidió, pues, Salomón edificar una Casa al Nombre de Yahveh y una casa real para sí.
La alianza con el rey de Tiro para la construcción del Templo
2 Crónicas - Capítulo 2
1 Salomón señaló 70.000 hombres para transportar cargas, 80.000 canteros en el monte y 3.600
enviándole maderas de cedro para que se construyera una casa en que habitar.
3 Te hago saber que voy a edificar una Casa al Nombre de Yahveh, mi Dios, para consagrársela,
para quemar ante él incienso aromático, para la ofrenda perpetua de los panes presentados, y para los
holocaustos de la mañana y de la tarde, de los sábados, novilunios y solemnidades de Yahveh nuestro
Dios, como se hace siempre en Israel.
4 La Casa que voy a edificar será grande, porque nuestro Dios es mayor que todos los dioses.
5 Pero ¿quién será capaz de construirle una Casa, cuando los cielos y los cielos de los cielos no
pueden contenerle? ¿Y quién soy yo para edificarle una Casa, aunque esté destinada tan sólo para
quemar incienso en su presencia?
6 Envíame, pues, un hombre diestro en trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la púrpura
escarlata, el carmesí y la púrpura violeta, y que sepa grabar; estará con los expertos que tengo
conmigo en Judá y en Jerusalén, y que mi padre David ya había preparado.
7 Envíame también madera de cedro, de ciprés y algummim del Líbano; pues bien sé que tus
siervos saben talar los árboles del Líbano, y mis siervos trabajarán con tus siervos,
8 para prepararme madera en abundancia; pues la Casa que voy a edificar ha de ser grande y
maravillosa.
9 Daré para el sustento de tus siervos, los taladores de los árboles, 20.000 cargas de trigo, 20.000
2 Crónicas - Capítulo 3
1 Empezó, pues, Salomón a edificar la Casa de Yahveh en Jerusalén, en el monte Moria, donde
Dios se había manifestado a su padre David, en el lugar donde David había hecho los preparativos, en
la era de Ornán el jebuseo.
2 Dio comienzo a las obras el segundo mes del año cuarto de su reinado.
3 Este es el plano sobre el que Salomón edificó la Casa de Dios: sesenta codos de longitud, en
correspondiente al ancho de la Casa, y una altura de 120. Salomón lo recubrió por dentro de oro
puro.
5 Revistió la Sala Grande de madera de ciprés y la recubrió de oro fino, haciendo esculpir en ella
palmas y cadenillas.
6 Para adornar la Casa la revistió también de piedras preciosas; el oro era oro de Parvayim.
7 Recubrió de oro la Casa, las vigas, los umbrales, sus paredes y sus puertas, y esculpió
la Casa, era de veinte codos, y su anchura igualmente de veinte codos. Lo revistió de oro puro, que
pesaba seiscientos talentos.
9 Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. Cubrió también de oro las salas altas.
10 En el interior de la sala del Santo de los Santos hizo dos querubines, de obra esculpida, que
revistió de oro.
11 Las alas de los querubines tenían veinte codos de largo. Un ala era de cinco codos y tocaba la
pared de la sala; la otra ala tenía también cinco codos y tocaba el ala del otro querubín.
12 El ala del segundo querubín era de cinco codos y tocaba la pared de la sala; la otra ala tenía
también cinco codos y pegaba con el ala del primer querubín.
13 Las alas desplegadas de estos querubines medían veinte codos. Estaban de pie, y con sus caras
vueltas hacia la sala.
14 Hizo también el velo de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, y en él hizo
poner querubines.
15 Delante de la sala hizo dos columnas de 35 codos de alto. El capitel que las coronaba tenía
cinco codos.
16 En el Debir hizo cadenillas y las colocó sobre los remates de las columnas; hizo también cien
granadas, que puso en las cadenillas.
17 Erigió las columnas delante del Hekal, una a la derecha y otra a la izquierda, y llamó a la de la
2 Crónicas - Capítulo 4
1 Construyó también un altar de bronce de veinte codos de largo, veinte codos de ancho y diez
codos de alto.
2 Hizo el Mar de metal fundido, de diez codos de borde a borde. Era enteramente redondo y de
cinco codos de alto. Un cordón de treinta codos medía su contorno.
3 Debajo del borde había en todo el contorno unas como figuras de bueyes, diez por cada codo,
y tres mirando al este. El Mar estaba sobre ellos, quedando sus partes traseras hacia el interior.
5 Su espesor era de un palmo, y su borde como el borde del cáliz de la flor de lirio. Cabían en él
3.000 medidas.
6 Hizo diez pilas para las abluciones y colocó cinco de ellas a la derecha y cinco a la izquierda
para lavar en ellas lo que se ofrecía en holocausto. El Mar era para las abluciones de los sacerdotes.
7 Hizo diez candelabros de oro según la forma prescrita, y los colocó en el Hekal, cinco a la
puertas de bronce.
10 Colocó el Mar al lado derecho, hacia el sureste.
Los otros utensilios del Santuario
11 Juram hizo también los ceniceros, las paletas y los acetres. Así concluyó Juram la obra que le
pan de la Presencia,
20 los candelabros con sus lámparas de oro fino, para que ardieran, según el rito, delante del
Debir;
21 las flores, las lámparas y las despabiladeras de oro, de oro purísimo;
22 y los cuchillos, los acetres, los vasos y los braseros, de oro puro. Eran también de oro las
puertas interiores de la Casa a la entrada del Santo de los Santos, y las puertas de la Casa para el
Hekal.
2 Crónicas - Capítulo 5
1 Así fue concluida todo la obra que hizo Salomón para la Casa de Yahveh. Salomón hizo traer
todo lo consagrado por su padre David, la plata, el oro y todos los objetos, y lo puso en los tesoros
de la Casa de Dios.
La Dedicación del Templo: el traslado del Arca
2 Entonces congregó Salomón en Jerusalén a todos los ancianos de Israel, a todos los jefes de las
tribus y a los principales de las casas paternas de los hijos de Israel, para hacer subir el arca de la
alianza de Yahveh desde la Ciudad de David, que es Sión.
3 Se reunieron junto al rey todos los hombres de Israel, en la fiesta del mes séptimo.
4 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los levitas alzaron el arca;
5 y llevaron el arca y la Tienda del Encuentro y todos los utensilios del santuario que había en la
Tienda; lo llevaron los sacerdotes levitas.
6 El rey Salomón, con toda la comunidad de Israel que se había reunido en torno a él,
alabando y celebrando a Yahveh; alzando la voz con las trompetas y con los címbalos y otros
instrumentos de música, alababan a Yahveh diciendo: «Porque es bueno, porque es eterno su amor»;
la Casa se llenó de una nube, la misma Casa de Yahveh.534
14 Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria de
Yahveh llenaba la Casa de Dios.
2 Crónicas - Capítulo 6
estaba en pie.
4 Dijo: «Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, que habló por su boca a mi padre David, y ha
entre todas las tribus de Israel, para edificar una Casa en la que esté mi Nombre; ni elegí varón que
fuese caudillo de mi pueblo Israel;
6 pero elijo a Jerusalén, para que esté allí mi Nombre, y elijo a David para que sea jefe de mi
pueblo Israel.”
7 «Mi padre David pensó en su corazón edificar una Casa al Nombre de Yahveh, Dios de Israel.
8 Pero Yahveh dijo a mi padre David: “Cuanto a haber pensado en tu corazón edificar una Casa a
mi Nombre, bien has hecho en tener tal voluntad.
9 Pero no edificarás tú la Casa, sino que será un hijo tuyo, salido de tus entrañas, quien edifique
la Casa a mi Nombre.”
10 Yahveh ha cumplido la promesa que dijo; he sucedido a mi padre David, me he sentado en el
trono de Israel, como Yahveh había dicho, y he construido la Casa al Nombre de Yahveh, Dios de
Israel;
11 y he puesto allí el arca, en la cual está la alianza de Yahveh, que él pactó con los israelitas.»
La súplica de Salomón
12 Salomón se puso ante el altar de Yahveh en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió
las manos.
13 Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho, y
tres codos de alto, que había colocado en medio del atrio; poniéndose sobre él se arrodilló frente a
toda la asamblea de Israel. Y extendiendo sus manos hacia el cielo,
14 dijo: «Yahveh, Dios de Israel, no hay Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra; tú que guardas
la alianza y el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su corazón;
15 tú que has mantenido a mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo
prometiste, y con tu mano lo has cumplido este día.
16 Ahora, pues Yahveh, Dios de Israel, mantén a tu siervo David, mi padre, la promesa que le
hiciste, diciendo: “ Nunca será quitado de mi presencia uno de los tuyos, que se siente en el trono de
Israel, con tal que tus hijos guarden su camino andando en mi Ley, como tú has andado delante de
mí.”
17 Ahora, Yahveh, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David.
18 Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los
cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!
19 Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yahveh, Dios mío, y escucha el clamor y la
plegaria que tu siervo hace en tu presencia.
20 ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que
pondrías en él tu Nombre para escuchar la oración que dirige tu siervo hacia este lugar!
21 «Oye, pues, las plegarias de tu siervo Israel, tu pueblo, cuando oren hacia este lugar. Escucha
recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, para darle según su justicia.
24 «Si Israel, tu pueblo, es batido por el enemigo por haber pecado contra ti, y ellos se vuelven y
enseñarás el camino bueno por el que deben andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu
pueblo por herencia.
28 «Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón, añublo, langosta o pulgón,
cuando su enemigo le asedie en una de sus puertas, en todo azote y toda enfermedad,
29 si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y, reconociendo
caminos, pues tú conoces su corazón - y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres
-
31 para que teman y sigan tus caminos todos los días que vivan sobre la haz de la tierra que has
tu gran Nombre, tu mano fuerte y tu tenso brazo, cuando venga a orar en esta Casa,
33 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz cuanto te pida el extranjero, para que
todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman, como tu pueblo Israel, y sepan que tu
Nombre es invocado sobre esta Casa que yo he construido.
34 «Si tu pueblo va a la guerra contra sus enemigos por el camino por el que tú le envíes, si oran
a ti, vueltos hacia esta ciudad que tú has elegido, y hacia la Casa que yo he construido a tu Nombre,
35 escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia.
36 Cuando pequen contra ti - pues no hay hombre que no peque - y tú, irritado contra ellos, los
entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven cautivos a un país lejano o cercano,
37 si se convierten en su corazón en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te
suplican en la tierra de su cautividad, diciendo: “Hemos pecado, hemos sido perversos, somos
culpables”;
38 si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de la cautividad al que
fueren deportados, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que
tú has elegido y hacia la Casa que yo he edificado a tu Nombre,
39 escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y
perdona a tu pueblo los pecados cometidos contra ti.
40 «Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este
lugar.
41 Y ahora ¡levántate, Yahveh Dios, hacia tu reposo, tú y el arca de tu fuerza! ¡Que tus sacerdotes,
a David tu siervo.»535
Los sacrificios de la Dedicación del Templo
2 Crónicas - Capítulo 7
1 Cuando Salomón acabó de orar, bajó fuego del cielo que devoró el holocausto y los
sacrificios; y la gloria de Yahveh llenó la Casa.
2 Los sacerdotes no podían entrar en la Casa de Yahveh, porque la gloria de Yahveh llenaba la
Casa de Yahveh.
3 Entonces todos los hijos de Israel, viendo descender el fuego y la gloria de Yahveh sobre la
Casa, se postraron rostro en tierra sobre el pavimento y adoraron y alabaron a Yahveh «porque es
bueno, porque es eterno su amor».
4 Luego el rey y todo el pueblo ofrecieron sacrificios ante Yahveh.
5 El rey Salomón ofreció en sacrificio 22.000 bueyes y 120.000 ovejas. Así inauguraron la Casa
de Dios el rey y todo el pueblo.
6 Los sacerdotes atendían a su ministerio, mientras los levitas glorificaban a Yahveh con los
instrumentos que el rey David fabricó para acompañar los cánticos de Yahveh, «porque es eterno su
amor», ejecutando los cánticos compuestos por David. Los sacerdotes estaban delante de ellos
tocando las trompetas, y todo Israel se mantenía en pie.
7 Salomón consagró el interior del patio, que está delante de la Casa de Yahveh, pues ofreció allí
los holocaustos y las grasas de los sacrificios de comunión, ya que el altar de bronce que había hecho
Salomón no podía contener el holocausto, la oblación y las grasas.
8 Entonces Salomón celebró la fiesta durante siete días y con él todo Israel, en magna asamblea,
venida desde la Entrada de Jamat hasta el Torrente de Egipto.
9 El día octavo tuvo lugar la asamblea solemne, pues habían hecho la dedicación del altar por
su corazón por el bien que Yahveh había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel.
Nueva aparición del Señor a Salomón
11 Acabó Salomón la Casa de Yahveh y la casa del rey y llevó a cabo todo cuanto se había
propuesto hacer en la Casa de Yahveh y en su propia casa.
12 Aparecióse entonces Yahveh a Salomón por la noche y le dijo: «He oído tu oración, y me he
elegido este lugar como Casa de sacrificio.
13 Si yo cierro el cielo y no llueve, si yo mando a la langosta devorar la tierra, o envío la peste
entre mi pueblo;
14 y mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y
se vuelven de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra.
15 Mis ojos estarán abiertos, y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar;
16 pues ahora he escogido y santificado esta Casa, para que en ella permanezca mi Nombre por
siempre. Allí estarán mis ojos y mi corazón todos los días.
17 Y en cuanto a ti, si andas en mi presencia como anduvo tu padre David, haciendo todo lo que
he mandado y guardando mis decretos y mis sentencias,
18 afianzaré el trono de tu realeza como pacté con tu padre David diciendo: “No te faltará un
hombre que domine en Israel.”
19 Pero si os apartáis, abandonando los decretos y los mandamientos que os he dado, y vais a
servir a otros dioses, postrándoos ante ellos,
20 os arrancaré de mi tierra que os he dado; arrojaré de mi presencia esta Casa que yo he
consagrado a mi Nombre y la haré objeto de proverbio y de escarnio entre todos los pueblos.
21 Y esta Casa que es tan sublime vendrá a ser el espanto de todos los que pasen cerca de ella, de
modo que dirán: “¿Por qué ha hecho así Yahveh a esta tierra y a esta Casa?”
22 Y se responderá: “Porque abandonaron a Yahveh, el Dios de sus padres que los sacó de la
tierra de Egipto, y han seguido a otros dioses, se han postrado ante ellos y les han servido; por eso ha
hecho venir sobre ellos todo este mal.”»
Las construcciones de Salomón
2 Crónicas - Capítulo 8
1 Al cabo de los veinte años que empleó Salomón en edificar la Casa de Yahveh y su propia casa,
2 reconstruyó las ciudades que Juram le había dado, y estableció allí los israelitas.
3 Salomón marchó contra Jamat de Sobá y se apoderó de ella;
4 reedificó Tadmor en el desierto, y todas las ciudades de avituallamiento que construyó en
Jamat;
5 reconstruyó Bet Jorón de arriba y Bet Jorón de abajo, ciudades fortificadas, con murallas,
puertas y barras,
6 y Baalat, con todas las ciudades de avituallamiento que pertenecían a Salomón, todas las
ciudades de carros y las ciudades para los caballos, y todo cuanto quiso edificar en Jerusalén, en el
Líbano y en toda la tierra de su dominio.
El reclutamiento de trabajadores
7 Con toda la gente que había quedado de los hititas, los amorreos, los perizitas, los jivitas y los
sábados, los novilunios y en las solemnidades, tres veces al año: en la fiesta de los Ázimos, en la
fiesta de las Semanas y en la fiesta de las Tiendas.
14 Estableció también las secciones de los sacerdotes en sus servicios conforme al reglamento de
su padre David, a los levitas en sus cargos de alabar y servir junto a los sacerdotes, según el rito de
cada día; y a los porteros con arreglo a sus secciones, en cada puerta; porque ésta era la orden de
David, hombre de Dios.
15 No se apartaron en nada de la orden del rey en lo tocante a los sacerdotes y los levitas, ni
fueron con los siervos de Salomón a Ofir, de donde tomaron 450 talentos de oro, que trajeron al rey
Salomón.
La visita de la reina de Sabá
2 Crónicas - Capítulo 9
1 La reina de Sabá había oído la fama de Salomón, y vino a Jerusalén para probar a Salomón por
medio de enigmas, con gran séquito y con camellos que traían aromas, gran cantidad de oro y
piedras preciosas. Llegada que fue donde Salomón, le dijo todo cuanto tenía en su corazón.
2 Salomón resolvió todas sus preguntas; y no hubo ninguna proposición oscura que Salomón no
pudiese resolver.
3 Cuando la reina de Sabá vio la sabiduría de Salomón y la casa que había edificado,
4 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus servidores, el porte de sus ministros y sus
vestidos, sus coperos con sus trajes y los holocaustos que ofrecía en la Casa de Yahveh, se quedó sin
aliento,
5 y dijo al rey: «Verdad es cuanto oí decir en mi tierra de tus palabras y de tu sabiduría.
6 No daba yo crédito a lo que se decía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; y
encuentro que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo
lo que oí decir.
7 ¡Dichosas tus gentes! ¡Dichosos estos tus servidores, que están siempre en tu presencia y
escuchan tu sabiduría!
8 ¡Bendito sea Yahveh, tu Dios, que se ha complacido en ti, poniéndote sobre su trono como rey
de Yahveh, tu Dios, por el amor que tu Dios tiene hacia Israel para conservarle por siempre, y te ha
puesto por rey sobre ellos para administrar derecho y justicia!»
9 Dio al rey 120 talentos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca hubo
cítaras y salterios para los cantores. No se había visto nunca en la tierra de Judá madera semejante.
12 El rey Salomón dio a la reina de Sabá todo cuanto ella quiso pedirle, aparte lo que ella había
ningún reino.
20 Todas las copas de beber del rey Salomón eran de oro, y toda la vajilla de la casa «Bosque del
Líbano» era de oro fino. La plata no se estimaba en nada en tiempo del rey Salomón.
21 Porque el rey tenía naves que navegaban a Tarsis con los siervos de Juram, y cada tres años
venía la flota de Tarsis trayendo oro y plata, marfil, monos y pavos reales.
22 Así el rey Salomón sobrepujó a todos los reyes de la tierra en riqueza y sabiduría.
23 Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón, para oír la sabiduría que Dios
2 Crónicas - Capítulo 10
1 Fue Roboam a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para proclamarle rey.
2 Apenas lo supo Jeroboam, hijo de Nebat, que estaba todavía en Egipto, adonde había ido
huyendo del rey Salomón, volvió de Egipto,
3 pues habían enviado a llamarle. Vino entonces Jeroboam con todo Israel, y hablaron a Roboam
diciendo:
4 «Tu padre ha hecho pesado nuestro yugo; ahora tú aligera la dura servidumbre de tu padre y el
cumplimiento a la palabra que Yahveh había anunciado a Jeroboam, hijo de Nebat, por medio de
Ajías de Silo.
16 Viendo todo Israel que el rey no le oía, replicó el pueblo al rey diciendo: «¿Qué parte tenemos
nosotros con David? No tenemos herencia en el hijo de Jesé. ¡A tus tiendas, Israel! Mira ahora por tu
casa, David.» Y todo Israel se fue a sus tiendas.
17 Roboam reinó sobre los israelitas que habitaban en las ciudades de Judá.
18 El rey Roboam envió a Adoram, jefe de la leva, pero los israelitas le mataron a pedradas y
murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén.
19 Israel está en desobediencia contra la casa de David hasta el día de hoy.
La división del reino
2 Crónicas - Capítulo 11
diciendo:
4 Así habla Yahveh: No subáis a combatir con vuestros hermanos; que cada uno se vuelva a su
casa, porque esto es cosa mía.» Ellos escucharon la palabra de Yahveh y desistieron de marchar
contra Jeroboam.
5 Roboam habitó en Jerusalén y edificó ciudades fortificadas en Judá.
6 Fortificó Belén, Etam, Técoa,
7 Bet Sur, Sokó, Adullam,
8 Gat, Maresá, Zif,
9 Adoráyim, Lakís, Azecá,
10 Sorá, Ayyalón y Hebrón, ciudades fortificadas de Judá y Benjamín.
11 Reforzó las fortificaciones y puso en ellas comandantes y provisiones de víveres, de aceite y
vino.
12 En todas estas ciudades había escudos y lanzas, y las hizo sumamente fuertes. Estaban por él
Judá y Benjamín.
Adhesión de los sacerdotes y levitas a Roboám
13 Los sacerdotes y levitas de todo Israel se pasaron a él desde todos sus territorios;
14 pues los levitas abandonaron sus ejidos y sus posesiones y se fueron a Judá y a Jerusalén,
porque Jeroboam y sus hijos les habían prohibido el ejercicio del sacerdocio de Yahveh,
15 y Jeroboam instituyó sus propios sacerdotes para los altos, los sátiros y los becerros que había
hecho.
16 Tras ellos vinieron a Jerusalén, para ofrecer sacrificios a Yahveh, el Dios de sus padres,
aquellos de entre todas las tribus de Israel que tenían puesto su corazón en buscar a Yahveh, el Dios
de Israel;
17 y fortalecieron el reino de Judá y consolidaron a Roboam, hijo de Salomón, por tres años.
Pues tres años siguió el camino de David y de Salomón.
Las mujeres y los hijos de Roboám
18 Roboam tomó por mujer a Majalat, hija de Yerimot, hijo de David y de Abiháyil, hija de Eliab,
hijo de Jesé.
19 Esta le dio los hijos Yeús, Semarías y Zaham.
20 Después de ésta tomó a Maaká, hija de Absalón, la cual le dio a Abías, Attay, Zizá y Selomit.
21 Roboam amaba a Maaká, hija de Absalón, más que a todas sus mujeres y concubinas, pues tuvo
dieciocho mujeres y sesenta concubinas; y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas.
22 Roboam puso a la cabeza a Abías, hijo de Maaká, como príncipe de sus hermanos, porque
quería hacerle rey.
23 Repartió hábilmente a todos sus hijos por toda la tierra de Judá y de Benjamín, en todas las
ciudades fortificadas, les dio alimentos en abundancia y les buscó mujeres.
La invasión de Sisac, rey de Egipto
2 Crónicas - Capítulo 12
1 Cuando Roboam hubo consolidado y afianzado el reino, abandonó la Ley de Yahveh y con él
todo Israel.
2 Y sucedió que el año quinto del rey Roboam subió Sosaq, rey de Egipto, contra Jerusalén, -
hacer frente a Sosaq, y les dijo: «Así dice Yahveh: Vosotros me habéis abandonado, y por esto
también yo os abandono en manos de Sosaq.»
6 Entonces los jefes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: «¡Justo es Yahveh!»
7 Cuando Yahveh vio que se habían humillado, fue dirigida la palabra de Yahveh a Semaáis,
diciendo: «Por haberse ellos humillado, no los destruiré, sino que dentro de poco les daré la
salvación y no se derramará mi cólera sobre Jerusalén por mano de Sosaq.
8 Pero serán sus siervos, para que sepan lo que es mi servidumbre y la servidumbre de los reinos
de las naciones.»
9 Subió, pues, Sosaq, rey de Egipto, contra Jerusalén y se apoderó de los tesoros de la Casa de
Yahveh y de los tesoros de la casa del rey. De todo se apoderó. Habiéndose llevado los escudos de
oro que había hecho Salomón,
10 el rey Roboam hizo en su lugar escudos de bronce, que confió a los jefes de la guardia que
custodiaban la entrada de la casa del rey.
11 Cuando el rey entraba en la Casa de Yahveh, venían los de la guardia y los llevaban, y después
2 Crónicas - Capítulo 13
1 Abías comenzó a reinar sobre Judá el año dieciocho del rey Jeroboam.536
2 Reinó tres años en Jerusalén. El nombre de su madre era Mikaía, hija de Uriel, de Guibeá. Hubo
señor.
7 Se juntaron con él unos hombres fatuos y malvados y prevalecieron sobre Roboam, hijo de
hijos de David, porque vosotros sois una gran muchedumbre? Pero tenéis los becerros de oro que
Jeroboam os puso por dioses.
9 ¿No habéis expulsado a los sacerdotes de Yahveh, los hijos de Aarón y los levitas? ¿No os
habéis hecho sacerdotes a la manera de los pueblos de los demás países? Cualquiera que viene con un
novillo y siete carneros y pide ser consagrado, es hecho sacerdote de los que no son dioses.
10 Cuanto a nosotros, Yahveh es nuestro Dios y no le hemos abandonado; los sacerdotes que
sirven a Yahveh son los hijos de Aarón, igual que los levitas en su ministerio.
11 Cada mañana y cada tarde quemamos holocaustos a Yahveh, y tenemos el incienso aromático;
las filas de pan están sobre la mesa pura, y el candelabro de oro con sus lámparas para ser encendidas
cada tarde, pues nosotros guardamos el ritual de Yahveh nuestro Dios, en tanto que vosotros le habéis
abandonado.
12 He aquí que con nosotros, a nuestra cabeza, está Dios con sus sacerdotes y las trompetas del
clamor, para lanzar el grito de guerra contra vosotros. Israelitas, no hagáis la guerra contra Yahveh,
el Dios de vuestros padres, porque nada conseguiréis.»
La victoria de Judá sobre Israel
13 Entre tanto, Jeroboam hizo dar un rodeo para poner una emboscada y atacarles por detrás, de
manera que él estaba frente a Judá y la emboscada a espaldas de éstos.
14 Al volver Judá la cabeza, vio que se presentaba combate de frente y por detrás.
15 Entonces clamaron a Yahveh y, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, los hombres de
Judá lanzaron el grito de guerra; y al alzar el grito de guerra los hombres de Judá, desbarató Dios a
Jeroboam y a todo Israel delante de Abías y de Judá.
16 Huyeron los israelitas delante de Judá, y Dios los entregó en sus manos.
17 Abías y su tropa les causaron una gran derrota; cayeron 500.000 hombres escogidos de Israel.
18 Quedaron entonces humillados los israelitas y prevalecieron los hijos de Judá por haberse
apoyado en Yahveh, el Dios de sus padres.
19 Abías persiguió a Jeroboam y le tomó las ciudades de Betel con sus aldeas, Yesaná con sus
aldeas y Efrón con sus aldeas.
20 Jeroboam ya no tuvo fuerza en los días de Abías, pues Yahveh le hirió y murió.
21 Pero Abías se fortaleció; tomó catorce mujeres y engendró veintidós hijos y dieciséis hijas.
Fin del reinado de Abías
22 El resto de los hechos de Abías, sus hechos y sus acciones, están escritos en el midrás del
profeta Iddó.
23 Se acostó Abías con sus padres y le sepultaron en la ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo
2 Crónicas - Capítulo 14
1 Asá hizo lo que era bueno y recto a los ojos de Yahveh su Dios.
2 Suprimió los altares del culto extranjero y los altos; rompió las estelas, abatió los cipos,
3 y mandó a Judá que buscase a Yahveh, el Dios de sus padres, y cumpliese la ley y los
mandamientos.
4 Hizo desaparecer de todas las ciudades de Judá los altos y los altares de incienso; y el reino
mientras el país esté a nuestra disposición; pues hemos buscado a Yahveh, nuestro Dios, y por haberle
buscado, él nos ha dado paz por todas partes.» Edificaron, pues y prosperaron.
7 Asá tenía un ejército de 300.000 hombres de Judá, que llevaban pavés y lanza, y 280.000 de
Benjamín, que llevaban escudo y eran arqueros; todos ellos esforzados guerreros.
La invasión y la derrota de Zéraj
8 Salió contra ellos Zéraj el etíope, con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros,
el desvalido! ¡Ayúdanos, pues, Yahveh, Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre
marchamos contra esta inmensa muchedumbre! ¡Yahveh, tú eres nuestro Dios! ¡No prevalezca contra
ti hombre alguno!»
11 Yahveh derrotó a los etíopes ante Asá y Judá; y los etíopes se pusieron en fuga.
12 Asá y la gente que con él estaba los persiguieron hasta Guerar; y cayeron de los etíopes hasta
no quedar uno vivo, pues fueron destrozados delante de Yahveh y su campamento; y se recogió un
botín inmenso.
13 Batieron todas las ciudades de los alrededores de Guerar, porque el terror de Yahveh cayó
sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, pues había en ellas gran botín.
14 Asimismo atacaron las majadas y capturaron gran cantidad de ovejas y camellos. Después se
volvieron a Jerusalén.
La profecía de Azarías
2 Crónicas - Capítulo 15
Yahveh estará con vosotros mientras vosotros estéis con él; si le buscáis, se dejará hallar de vosotros;
pero si le abandonáis, os abandonará.
3 Durante mucho tiempo Israel estará sin verdadero Dios, sin sacerdote que enseñe y sin ley.
4 Mas cuando en su angustia se vuelva a Yahveh, el Dios de Israel, y le busque, él se dejará hallar
de ellos.
5 En aquellos tiempos no habrá paz para los hombres, sino grandes terrores sobre todos los
suerte de aflicciones.
7 ¡Vosotros, pues, esforzaos, y que no se debiliten vuestras manos! Porque vuestras obras tendrán
recompensa.”
La reforma religiosa de Asá
8 Al oír Asá estas palabras y esta profecía cobró ánimo e hizo desaparecer los monstruos
abominables de todo el país de Judá y Benjamín y de las ciudades que había conquistado en la
montaña de Efraím, y restauró el altar de Yahveh, que estaba ante el vestíbulo de Yahveh.
9 Congregó a todo Judá y Benjamín, y a los de Efraím, Manasés y Simeón que habitaban entre
ellos; pues se habían pasado a él muchos de los israelitas, viendo que Yahveh su Dios estaba con él.
10 Se reunieron en Jerusalén en el mes tercero del año quince del reinado de Asá.
11 Aquel día ofrecieron a Yahveh sacrificios del botín que habían traído: setecientos bueyes y
7.000 ovejas.
12 Y se obligaron con un pacto a buscar a Yahveh, el Dios de sus padres, con todo su corazón y
2 Crónicas - Capítulo 16
1 El año 36 del reinado de Asá subió Basá, rey de Israel, contra Judá, y fortificó a Ramá, para
rompe tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se aleje de mí.»
4 Ben Hadad escuchó al rey Asá y envió a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel;
conquistó Iyyón, Dan, Abel Máyim y todos los depósitos de las ciudades situadas en Neftalí.
5 Cuando Basá lo supo, suspendió las fortificaciones de Ramá e hizo parar su obra.
6 Entonces el rey Asá tomó a todo Judá y se llevaron de Ramá las piedras y maderas que Basá
este asunto. En esa época también maltrató Asá a varios del pueblo.
Fin del reinado de Asá
11 Estos son los hechos de Asá, los primeros y los postreros; están escritos en el libro de los
reyes de Judá y de Israel.
12 El año 39 de su reinado enfermó Asá de los pies, pero tampoco en su enfermedad buscó a
Yahveh, sino a los médicos.
13 Se acostó Asá con sus padres. Murió el año 41 de su reinado,
14 y le sepultaron en el sepulcro que se había hecho en la Ciudad de David. Lo pusieron sobre un
lecho lleno de bálsamo, de aromas y de ungüentos preparados según el arte de los perfumistas; y le
encendieron un fuego enorme.
El reinado de Josafat en Judá (870-846)
2 Crónicas - Capítulo 17
país de Judá y en las ciudades de Efraím, que Asá su padre había conquistado.
3 Estuvo Yahveh con Josafat, porque anduvo por los caminos que había seguido anteriormente su
Israel.
5 Yahveh consolidó el reino en su mano; y todo Judá traía presentes a Josafat, que adquirió
los cipos.
7 El año tercero de su reinado envió a sus oficiales Ben Jáyil, Abdías, Zacarías, Natanael y
ciudades de aprovisionamiento.
El ejército de Josafat
13 Llevó a cabo muchas obras en las ciudades de Judá, y tuvo una guarnición de guerreros
escogidos en Jerusalén.
14 Esta es la lista, por sus casas paternas: De Judá, jefes de millar: Adná, el jefe, y con él 300.000
hombres esforzados.
15 A su lado el jefe Yehojanán, y con él 280.000.
16 A su lado Amasías, hijo de Zikrí, que se había consagrado espontáneamente a Yahveh, y bajo
2 Crónicas - Capítulo 18
de Galaad o debo desistir?» Le respondieron: «Sube, porque Dios la entregará en manos del rey.
6 Pero Josafat dijo: «¿No hay aquí algún otro profeta de Yahveh a quien podamos consultar?»
7 Respondió el rey de Israel a Josafat: «Queda todavía un hombre por quien podríamos consultar
a Yahveh, pero yo le aborrezco, pues nunca me profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de
Yimlá.» A lo que respondió Josafat: «No hable el rey así.»
8 Llamó el rey de Israel a un eunuco y le dijo: «Trae enseguida a Miqueas, hijo de Yimlá.»
9 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada cual en su trono, vestidos de gala,
en la era que hay a la entrada de la puerta de Samaría, mientras que todos los profetas estaban en
trance delante de ellos.
10 Sedecías, hijo de Kenaaná, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: «Así dice Yahveh:
voz predicen el bien al rey, procura hablar como uno de ellos y anuncia el bien.»
13 Respondió Miqueas “«¡Vive Yahveh, que lo que mi Dios me diga, eso anunciaré!»
14 Llegó donde el rey; y el rey le dijo: «Miqueas, ¿debemos subir a Ramot de Galaad para
atacarla, o debo desistir?» Le respondió: «Subid, tendréis éxito. Serán entregados en vuestras manos.»
15 Pero el rey le dijo: «¿Cuántas veces he de conjurarte a que no me digas más que la verdad en
nombre de Yahveh?»
16 Entonces él dijo: «He visto todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor;
Yahveh ha dicho: No tienen señor; que vuelvan en paz cada cual a su casa.»
17 El rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te dije que nunca me anuncia el bien sino el mal?»
18 Miqueas entonces dijo: «Escuchad, pues, la palabra de Yahveh: He visto a Yahveh sentado en su
aposento.»
25 El rey de Israel dijo: «Prended a Miqueas y llevádselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a
yo vuelva victorioso.”»
27 Miqueas dijo: «Si es que vuelves victorioso, no ha hablado Yahveh por mí.»
Muerte de Ajab en Ramot de Galaad
28 El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, subieron contra Ramot de Galaad.
29 El rey de Israel dijo a Josafat: «Yo voy a disfrazarme para entrar en combate, mientras que tú
te pondrás tus vestidos.» El rey de Israel se disfrazó, y así entraron en la batalla.
30 Ahora bien, el rey de Aram había ordenado a los jefes de sus carros: «No ataquéis ni a chicos
ni a grandes, sino tan sólo al rey de Israel.»
31 Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Seguro que es el rey de Israel», y le
rodearon para cargar sobre él. Pero Josafat gritó y Yahveh le socorrió, alejándolos Dios de él.
32 Viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel, se apartaron de él.
33 Entonces un hombre disparó su arco al azar e hirió al rey de Israel por entre las placas de la
coraza; el rey dijo al auriga: «Da la vuelta y sácame de la batalla, porque me siento mal.»
34 Pero arreció aquel día la batalla, y el rey de Israel fue sostenido en pie en su carro frente a los
2 Crónicas - Capítulo 19
y amas a los que aborrecen a Yahveh? Por esto ha caído sobre ti la cólera de Yahveh.
3 Sin embargo, han sido halladas en ti obras buenas, porque has quitado de esta tierra los cipos, y
has dispuesto tu corazón para buscar a Dios.»
La reforma judicial de Josafat
4 Residía Josafat en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo desde Berseba hasta la montaña de
Efraím; y los convirtió a Yahveh, el Dios de sus padres.
5 Estableció jueces en el país, en todas las ciudades fortificadas de Judá, de ciudad en ciudad;
6 y dijo a los jueces: «Mirad lo que hacéis; porque no juzgáis en nombre de los hombres, sino en
nombre de Yahveh, que está con vosotros cuando administráis justicia.
7 ¡Que esté sobre vosotros el temor de Yahveh! Atended bien a lo que hacéis, porque en Yahveh
nuestro Dios no hay iniquidad ni acepción de personas ni soborno.»
8 También en Jerusalén estableció Josafat levitas, sacerdotes y cabezas de familia de Israel, para
la administración de la justicia de Yahveh y para los litigios. Estos habitaban en Jerusalén.
9 Les dio esta orden: «Obraréis en todo en el temor de Yahveh, con fidelidad y con corazón
perfecto.
10 En todo pleito que venga a vosotros de parte de vuestros hermanos que habitan en sus
ciudades, sean causas de sangre o cuestiones de la Ley, de los mandamientos, decretos y sentencias,
habéis de esclarecerlos, a fin de que no se hagan culpables para con Yahveh y se encienda su ira
contra vosotros y contra vuestros hermanos. Obrando así, no os haréis culpables.
11 «Amarías, como sacerdote, será vuestro jefe en todos las asuntos de Yahveh; y Zebadías, hijo
de Ismael, jefe de la casa de Judá, en todos los asuntos del rey. Los levitas os servirán de escribas.
¡Esforzaos, y manos a la obra! Y Yahveh sea con el bueno.»
Invasión de los moabitas y los amonitas
2 Crónicas - Capítulo 20
1 Después de esto, los moabitas y ammonitas, y con ellos algunos maonitas, marcharon contra
de gentes de allende el mar, de Edom, que están ya en Jasasón Tamar, o sea, Engadí.»
Súplica de Josafat
3 Tuvo miedo y se dispuso a buscar a Yahveh promulgando un ayuno para todo Judá.
4 Congregóse Judá para implorar a Yahveh, y también de todas las ciudades de Judá vino gente a
suplicar a Yahveh.
5 Entonces Josafat, puesto en pie en medio de la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la Casa de
los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano el poder y la fortaleza, sin que nadie pueda resistirte?
7 ¿No has sido tú, oh Dios nuestro, el que expulsaste a los habitantes de esta tierra delante de tu
pueblo Israel, y la diste a la posteridad de tu amigo Abraham para siempre?
8 Ellos la han habitado, y han edificado un santuario a tu Nombre, diciendo:
9 “Si viene sobre nosotros algún mal, espada, castigo, peste o hambre, nos presentaremos delante
de esta Casa, y delante de ti, porque tu Nombre reside en esta Casa; clamaremos a tí en nuestra
angustia, y tú oirás y nos salvarás.”
10 «Pero ahora, mira que los ammonitas y moabitas y los del monte Seír, a donde no dejaste
entrar a Israel cuando salía de la tierra de Egipto, por lo cual Israel se apartó de ellos sin destruirlos,
11 ahora nos pagan viniendo a echarnos de la heredad que tú nos has legado.
12 Oh Dios nuestro, ¿no harás tú justicia con ellos? Pues nosotros no tenemos fuerza contra esta
gran multitud que viene contra nosotros y no sabemos qué hacer. Pero nuestros ojos se vuelven hacia
ti.»
13 Todo Judá estaba en pie ante Yahveh con sus niños, sus mujeres y sus hijos.
14 Vino el espíritu de Yahveh sobre Yajaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaías, hijo de Yeiel, hijo
de Mattanías, levita, de los hijos de Asaf, que estaba en medio de la asamblea,
15 y dijo: «¡Atended vosotros, Judá entero y habitantes de Jerusalén, y tú, oh rey Josafat! Así os
dice Yahveh: No temáis ni os asustéis ante esa gran muchedumbre; porque esta guerra no es vuestra,
sino de Dios.
16 Bajad contra ellos mañana; mirad, ellos van a subir por la cuesta de Sis. Los encontraréis en el
Yahveh que vendrá sobre vosotros, oh Judá y Jerusalén. ¡No temáis ni os asustéis! Salid mañana al
encuentro de ellos, pues Yahveh estará con vosotros.»
18 Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante
emboscadas contra los ammonitas y moabitas y los del monte Seír, que habían venido contra Judá, y
fueron derrotados.
23 Porque se levantaron los ammonitas y moabitas contra los moradores del monte Seír, para
entregarlos al anatema y aniquilarlos, y cuando hubieron acabado con los moradores de Seír se
aplicaron a destruirse mutuamente.
La celebración del triunfo
24 Judá había venido a la atalaya del desierto y se volvieron hacia la multitud, pero no había más
vestidos y objetos preciosos, y recogieron tanto que no lo podían llevar. Emplearon tres días en
saquear el botín, porque era abundante.
26 Al cuarto día se reunieron en el valle de Beraká, y allí bendijeron a Yahveh; por eso se llama
a Jerusalén, porque Yahveh les había colmado de gozo a costa de sus enemigos.
28 Entraron en Jerusalén, en la Casa de Yahveh, con salterios, cítaras y trompetas.
29 El terror de Dios cayó sobre todos los reinos de los países cuando supieron que Yahveh había
peleado contra los enemigos de Israel.
30 El reinado de Josafat fue tranquilo, y su Dios le dio paz por todos lados.
Fin del reinado de Josafat
31 Josafat reinó sobre Judá. Tenía 35 años cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en
Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí.
32 Siguió en todo el camino de su padre Asá, sin desviarse de él, haciendo lo que era recto a los
ojos de Yahveh.
33 Con todo no desaparecieron los altos, pues el pueblo aún no había fijado su corazón en el Dios
de sus padres.
34 El resto de los hechos de Josafat, los primeros y los postreros, están escritos en la historia de
Jehú, hijo de Jananí, que se halla inserta en el libro de los reyes de Israel.
35 Después de esto, Josafat, rey de Judá, se alió con Ocozías, rey de Israel, que le impulsó a hacer
el mal.
36 Se asoció con él para construir naves que fueran a Tarsis; y fabricaron las naves en Esyón
Guéber.
37 Entonces Eliezer, hijo de Dodaías, de Maresá, profetizó contra Josafat diciendo: «Por haberte
aliado con Ocozías, Yahveh ha abierto brecha en tus obras.» En efecto, las naves se destrozaron y no
pudieron ir a Tarsis.
2 Crónicas - Capítulo 21
1 Se acostó Josafat con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. En su lugar
había casado con una mujer de la familia de Ajab, e hizo el mal a los ojos de Yahveh.
7 Pero Yahveh no quiso destruir la casa de David, a causa de la alianza que había hecho con
David, porque le había prometido que le daría siempre una lámpara a él y a sus hijos.
La rebelión de Edóm y de Libná
8 En sus días se rebeló Edom de bajo la mano de Judá y se proclamaron un rey.
9 Pasó Joram con sus jefes, y con todos sus carros. Se levantó por la noche y batió a los de Edom
del rey, y también a sus hijos y a sus mujeres, no dejándole otro hijo que Ocozías, el menor.
18 Después de todo esto le hirió Yahveh con una enfermedad incurable de vientre.
19 Y al cabo de cierto tiempo, al fin del año segundo, se le salieron las entrañas a causa de su
enfermedad, y murió en medio de terribles dolores. El pueblo no le encendió fuego, como lo había
encendido por su padre.
20 Tenía 32 años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén ocho años. Se fue sin que nadie le
2 Crónicas - Capítulo 22
1 Los habitantes de Jerusalén proclamaron rey en su lugar a su hijo menor Ocozías, porque una
banda de árabes que había invadido el campamento había dado muerte a todos los mayores, de suerte
que llegó a ser rey Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá.
2 Tenía Ocozías cuarenta y dos años cuando empezó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su
contra Jazael, rey de Aram. Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Yizreel para visitar a Joram,
hijo de Ajab, que se hallaba enfermo;
7 esta visita a Joram vino de Dios para ruina de Ocozías; pues llegado allí, salió con Joram
contra Jehú, hijo de Nimsí, a quien Yahveh había ungido para exterminar la casa de Ajab.
8 Mientras Jehú hacía justicia de la casa de Ajab, se encontró con los jefes de Judá y con los hijos
2 Crónicas - Capítulo 23
1 El año séptimo, Yehoyadá cobró ánimo y envió a buscar a los jefes de cien, a Azarías, hijo de
Yerojam; a Ismael, hijo de Yehojanán; a Azarías, hijo de Obed; a Maaseías, hijo de Adaías, y a
Elisafat, hijo de Zikrí; concertando un pacto con ellos,
2 recorrieron Judá y reunieron a los levitas de todas las ciudades de Judá, y a los cabezas de
hijo del rey que ha de reinar, como dijo Yahveh de los hijos de David.
4 Esto es lo que tenéis que hacer: Un tercio de vosotros, así sacerdotes como levitas, los que
servicio; éstos podrán entrar por estar consagrados, pero todo el pueblo tiene que guardar el
precepto de Yahveh.
7 Los levitas se pondrán en torno al rey, cada uno con sus armas en la mano, y cualquiera que
penetre en la Casa, morirá. Sólo ellos acompañarán al rey cuando entre y cuando salga.»
8 Los levitas y todo Judá hicieron cuanto les había mandado el sacerdote Yehoyadá. Tomó cada
uno a sus hombres, tanto los que entraban el sábado como los que salían el sábado; pues el sacerdote
Yehoyadá no exceptuó a ninguna de las secciones.
9 El sacerdote Yehoyadá entregó a los jefes de cien las lanzas y los escudos, grandes y pequeños,
2 Crónicas - Capítulo 24
1 Siete años tenía Joás cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se
La restauración del Templo de Jerusalén
4 Después de esto resolvió Joás restaurar la Casa de Yahveh.
5 Reunió a los sacerdotes y a los levitas y les dijo: «Recorred las ciudades de Judá y juntad cada
año plata en todo Israel para reparar la Casa de vuestro Dios; y daos prisa en ello.» Pero los levitas
no se dieron prisa.
6 Llamó entonces el rey a Yehoyadá, sumo sacerdote, y le dijo: «¿Por qué no has tenido cuidado
de que los levitas trajesen de Judá y de Jerusalén la contribución que Moisés, siervo de Yahveh, y la
asamblea de Israel prescribieron para la Tienda del Testimonio?»
7 Pues la impía Atalía y sus hijos habían arruinado la Casa de Dios, llegando incluso a emplear
mucho dinero, venía el secretario del rey y el inspector del sumo sacerdote para vaciar el cofre;
luego, lo tomaban y lo volvían a su lugar. Así lo hacían cada vez, y recogían dinero en abundancia.
12 El rey y Yehoyadá se lo daban a los encargados de las obras del servicio de la Casa de Yahveh,
y éstos tomaban a sueldo canteros y carpinteros para restaurar la Casa de Yahveh, y también a los que
trabajaban en hierro y bronce, para reparar la Casa de Yahveh.
13 Trabajaron, pues, los encargados de la obra, y con sus trabajos adelantaron las reparaciones
objetos para la Casa de Yahveh, utensilios para el ministerio y para los holocaustos, vasos y objetos
de oro y plata. Durante toda la vida de Yehoyadá se ofrecieron siempre holocaustos en la Casa de
Yahveh.
La apostasía de Joás y asesinato de Zacarías
15 Envejeció Yehoyadá, y murió colmado de días. Tenía 130 años cuando murió.
16 Le sepultaron en la Ciudad de David, con los reyes, porque había hecho el bien en Israel, con
presentándose delante del pueblo, les dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué traspasáis los mandamientos de
Yahveh? No tendréis éxito; pues por haber abandonado a Yahveh, él os abandonará a vosotros.»
21 Mas ellos conspiraron contra él, y por mandato del rey le apedrearon en el atrio de la Casa de
Yahveh.
22 Pues el rey Joás no se acordó del amor que le había tenido Yehoyadá, padre de Zacarías, sino
que mató a su hijo, que exclamó al morir: «¡Véalo Yahveh y exija cuentas!»539
La invasión aramea y asesinato de Joás
23 A la vuelta de un año subió contra Joás el ejército de los arameos, que invadieron Judá y
Jerusalén, mataron de entre la población a todos los jefes del pueblo, y enviaron todo el botín al rey
de Damasco,
24 pues aunque el ejército de los arameos había venido con poca gente, Yahveh entregó en sus
manos a un ejército muy grande; porque habían abandonado a Yahveh, el Dios de sus padres. De este
modo los arameos hicieron justicia con Joás.
25 Y cuando se alejaron de él, dejándole gravemente enfermo, se conjuraron contra él sus
servidores, por la sangre del hijo del sacerdote Yehoyadá, le mataron en su lecho y murió. Le
sepultaron en la Ciudad de David, pero no le sepultaron en los sepulcros de los reyes.
26 Los que conspiraron contra él fueron Zabad, hijo de Simat la ammonita, y Yehozabad, hijo de
Simrit la moabita.
27 Lo tocante a sus hijos, la gran cantidad de impuestos que percibió y la restauración de la Casa
de Dios, se halla escrito en el midrás del libro de los reyes. En su lugar reinó su hijo Amasías.
El reinado de Amasías en Judá (811-782)
2 Crónicas - Capítulo 25
1 Veinticinco años tenía Amasías cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén.
padre.
4 Pero no hizo morir a los hijos de ellos, conforme a lo escrito en la Ley, en el libro de Moisés,
donde Yahveh tenía prescrito: «No han de morir los padres por los hijos ni los hijos han de morir
por los padres, sino que cada uno morirá por su propio pecado.»540
La victoria de Amasías sobre Edóm
5 Amasías congregó a Judá y estableció por todo Judá y Benjamín, según las casas paternas, jefes
de millar y jefes de cien; hizo el censo de ellos, desde los veinte años para arriba, y halló 300.000
hombres escogidos, aptos para la guerra y el manejo de lanza y pavés.
6 Tomó también a sueldo en Israel, por cien talentos de plata, a 100.000 hombres valientes.
7 Pero vino donde él un hombre de Dios que le dijo: «Oh rey, que no salga contigo el ejército de
Israel, porque Yahveh no está con Israel, ni con ninguno de los efraimitas.
8 Si vienen contigo, tú te portarás esforzadamente en la batalla, pero Dios te hará caer ante el
enemigo, porque Dios tiene poder para ayudar y para derribar.»
9 Respondió Amasías al hombre de Dios: «¿Y qué hacer con los cien talentos que he dado a la
tropa de Israel?» Contestó el hombre de Dios: «Tiene Yahveh poder para darte mucho más que eso.»
10 Y Amasías apartó los destacamentos que le habían venido de Efraím, para que se volviesen a
sus lugares. Ellos se irritaron mucho contra Judá y se volvieron a sus casas ardiendo en cólera.
11 Amasías cobró ánimo y, tomando el mando de su pueblo, marchó al valle de la Sal, y dio
muerte a 10.000 hombres de los seiríes.
12 Los hijos de Judá apresaron vivos a otros 10.000 y, llevándolos a la cumbre de la peña, los
hijo de Jehú, rey de Israel, para decirle: «¡Sube y nos veremos las caras!»
18 Pero Joás, rey de Israel, mandó decir a Amasías, rey de Judá: «El cardo del Líbano mandó a
decir al cedro del Líbano: Dame tu hija para mujer de mi hijo. Pero las bestias salvajes del Líbano
pasaron y pisotearon el cardo.
19 Tú te dices: “He derrotado a Edom.” Por eso te lleva tu corazón a jactarte. Sé glorioso, pero
quédate ahora en tu casa. ¿Por qué exponerte a una calamidad y a caer tú y Judá contigo?»
20 Pero Amasías no le escuchó, pues era disposición de Dios entregarlos en manos de sus
huyó a Lakís; pero enviaron gente en su persecución hasta Lakís y allí lo mataron.
28 Trajéronle a caballo y le sepultaron con sus padres en la Ciudad de David.
El reinado de Ozías en Judá (781-740)
2 Crónicas - Capítulo 26
1 Todo el pueblo de Judá tomó a Ozías, que tenía dieciséis años, y le proclamaron rey en lugar de
su padre Amasías.541
2 Reconstruyó Elat y la devolvió a Judá, después que el rey se hubo acostado con sus padres.
3 Dieciséis años tenía Ozías cuando empezó a reinar, y reinó 52 años en Jerusalén. Su madre se
llamaba Yekoliá, de Jerusalén.
4 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh, enteramente como lo había hecho su padre Amasías.
5 Buscó a Dios durante la vida de Zacarías, que le instruyó en el temor de Dios; y mientras buscó
a Yahveh, Dios le dio prosperidad.
Victorias y poderío de Ozías
6 Salió a campaña contra los filisteos y abrió brecha en el muro de Gat, en el muro de Yabné y en
el muro de Asdod; restauró las ciudades en la región de Asdod y entre los filisteos.
7 Dios le ayudó contra los filisteos, contra los árabes que habitaban en Gur Báal y contra los
meunitas.
8 Los ammonitas pagaron tributo a Ozías, y su fama llegó hasta la frontera de Egipto, porque se
ganados en la Tierra Baja y en la llanura, así como labradores y viñadores en las montañas y en los
campos fértiles, porque le gustaba la agricultura.
11 Ozías tenía un ejército que hacía la guerra; salía a campaña por grupos, conforme al número
de su censo hecho bajo la vigilancia de Yeiel el escriba, y Maaseías el notario, a las órdenes de
Jananías, uno de los jefes del rey.
12 El número total de los jefes de familia era de 2.600 hombres esforzados.
13 A sus órdenes había un ejército de campaña de 307.500 hombres, que hacían la guerra con
y los ángulos y para arrojar saetas y grandes piedras. Su fama se extendió lejos, porque fue
prodigioso el modo como supo buscarse colaboradores hasta hacerse fuerte.
El pecado y el castigo de Ozías
16 Mas, una vez fortalecido en su poder, se ensoberbeció hasta acarrearse la ruina, y se rebeló
contra Yahveh su Dios, entrando en el Templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del
incienso.
17 Fue tras él Azarías, el sacerdote, y con él ochenta sacerdotes de Yahveh, hombres valientes,
18 que se opusieron al rey Ozías y le dijeron: «No te corresponde a ti, Ozías, quemar incienso a
Yahveh, sino a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que han sido consagrados para quemar el incienso.
¡Sal del santuario porque estás prevaricando, y tú no tienes derecho a la gloria que viene de Yahveh
Dios!»
19 Entonces Ozías, que tenía en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira, y
mientras se irritaba contra los sacerdotes, brotó la lepra en su frente, a vista de los sacerdotes, en la
Casa de Yahveh, junto al altar del incienso.
20 El sumo sacerdote Azarías y todos los sacerdotes volvieron hacía él sus ojos, y vieron que
tenía lepra en la frente. Por lo cual lo echaron de allí a toda prisa; y él mismo se apresuró a salir,
porque Yahveh le había herido.
Fin del reinado de Ozías
21 El rey Ozías, quedó leproso hasta el día de su muerte, y habitó en una casa aislada, como
leproso, porque había sido excluido de la Casa de Yahveh; su hijo Jotam estaba al frente de la casa del
rey y administraba justicia al pueblo de la tierra.
22 El resto de los hechos de Ozías, los primeros y los postreros, los escribió el profeta Isaías,
hijo de Amós.
23 Acostóse Ozías con sus padres y lo sepultaron con sus padres en el campo de los sepulcros de
los reyes, porque decían: «Es un leproso.» En su lugar reinó su hijo Jotam.
El reinado de Jotám en Judá (740-735)
2 Crónicas - Capítulo 27
1 Tenía Jotam veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su
labor.
5 Hizo guerra contra el rey de los ammonitas, a los que venció. Los ammonitas le dieron aquel
año cien talentos de plata, 10.000 cargas de trigo y 10.000 de cebada. Los ammonitas le trajeron lo
mismo el año segundo y el tercero.
6 Jotam llegó a ser poderoso, porque se afirmó en los caminos de Yahveh su Dios.
7 El resto de los hechos de Jotam, todas sus guerras y sus obras, están escritos en el libro de los
Ajaz.
El reinado de Ajaz en Judá (735-716)
2 Crónicas - Capítulo 28
1 Tenía Ajaz veinte años cuando empezó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo
recto a los ojos de Yahveh, como David su padre.
2 Siguió los caminos de los reyes de Israel, llegando a fundir estatuas para los Baales.
3 Quemó incienso en el valle de Ben Hinnom e hizo pasar a sus hijos por el fuego, según los
ritos abominables de las gentes que Yahveh había arrojado de delante de los israelitas.
4 Ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los altos, sobre los collados y bajo todo árbol
frondoso.
La invasión siro-efraimita
5 Yahveh su Dios le entregó en manos del rey de los arameos, que le derrotaron, haciéndole gran
número de prisioneros, que fueron llevados a Damasco. Fue entregado también en manos del rey de
Israel, que le causó una gran derrota.
6 Pecaj, hijo de Remalías, mató en Judá en un solo día a 120.000, todos ellos hombres valientes;
porque habían abandonado a Yahveh, el Dios de sus padres.
7 Zikrí, uno de los valientes de Efraím, mató a Maasías, hijo del rey, a Azricam, mayordomo de
palacio, y a Elcaná, segundo después del rey.
8 Los israelitas se llevaron de entre sus hermanos 200.000 prisioneros: mujeres, hijos e hijas. Se
apoderaron también de un enorme botín, que se llevaron a Samaría.
El reproche del profeta Obed a los israelitas
9 Había allí un profeta de Yahveh, llamado Oded, que salió al encuentro del ejército que volvía a
Samaría, y les dijo: «He aquí que Yahveh, el Dios de vuestros padres, irritado contra Judá, los ha
entregado en vuestras manos, mas vosotros los habéis matado con un furor que ha subido hasta el
cielo.
10 Y ahora pensáis en someter a los hijos de Judá y de Jerusalén como siervos y siervas vuestros.
¿Es que vosotros mismos no sois culpables contra Yahveh vuestro Dios?
11 Oídme, pues, y dejad volver a vuestros hermanos que habéis tomado prisioneros, porque el
de Mesillemot; Ezequías, hijo de Sallum, y Amasá, hijo de Jadlay, se levantaron contra los que venían
de la guerra,
13 y les dijeron: «No metáis aquí a estos prisioneros. ¿Por qué, además de la culpa contra Yahveh
que ya tenemos contra nosotros, habláis de aumentar todavía nuestros pecados y nuestro delito?; pues
grande es nuestro delito y el furor de la ira amenaza a Israel.»
14 Entonces la tropa dejó a los prisioneros y el botín delante de los jefes y de toda la asamblea.
15 Levantáronse entonces los hombres nominalmente designados, reanimaron a los prisioneros y
vistieron con el botín a todos los que estaban desnudos, dándoles vestido y calzado. Les dieron de
comer y de beber y los ungieron; y transportaron en asnos a todos los débiles, los llevaron a Jericó,
ciudad de las palmeras, junto a sus hermanos. Luego se volvieron a Samaría.
El recurso de Ajaz al rey de Asiria
16 En aquel tiempo el rey Ajaz envió mensajeros a los reyes de Asiria para que le socorriesen.
17 Porque los de Edom habían venido otra vez y habían derrotado a Judá, llevándose algunos
prisioneros.
18 También los filisteos invadieron las ciudades de la Tierra Baja y del Négueb de Judá, y
tomaron Bet Semes, Ayyalón, Guederot, Sokó con sus aldeas, Timná con sus aldeas y Guimzó con
sus aldeas, y se establecieron allí.
19 Porque Yahveh humillaba a Judá a causa de Ajaz, rey de Israel, que permitía el desenfreno de
colocaron en los sepulcros de los reyes de Israel. En su lugar reinó su hijo Ezequías.
El reinado de Ezequías en Judá (716-687)
2 Crónicas - Capítulo 29
1 Ezequías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar y reinó veintinueve años en Jerusalén.
La reforma religiosa de Ezequías
3 En el año primero de su reinado, el primer mes, abrió las puertas de la Casa de Yahveh y las
reparó.
4 Hizo venir a los sacerdotes y levitas, los reunió en la plaza oriental,
5 y les dijo: «¡Escuchadme, levitas! Santificaos ahora y santificad la Casa de Yahveh, el Dios de
le han abandonado, y apartando sus rostros de la Morada de Yahveh, le han vuelto la espalda.
7 Hasta llegaron a cerrar las puertas del Vestíbulo, apagaron las lámparas, y no quemaron
cautividad.
10 Pero ahora he decidido en mi corazón hacer alianza con Yahveh, el Dios de Israel, para que
aparte de nosotros el furor de su ira.
11 Hijos míos, no seáis ahora negligentes; porque Yahveh os ha elegido a vosotros para que
estéis en su presencia y le sirváis para ser sus ministros y para quemarle incienso.»
La purificación del Templo
12 Levantáronse entonces los levitas Májat, hijo de Amasay, y Joel, hijo de Azarías, de los hijos
de Quehat; Quis, hijo de Abdí, y Azarías, hijo de Yallelel, de los hijos de Merarí; Yoaj, hijo de
Zimmá, y Eden, hijo de Yoaj, de los hijos de los guersonitas;
13 Simrí y Yeiel, de los hijos de Elisafán; Zacarías y Mattanías, de los hijos de Asaf;
14 Yejiel y Simí, de los hijos de Hemán; Semaías y Uzziel, de los hijos de Yedutún.
15 Estos reunieron a sus hermanos, se santificaron y vinieron a purificar la Casa de Yahveh,
conforme al mandato del rey, según las palabras de Yahveh.
16 Los sacerdotes entraron en el interior de la Casa de Yahveh para purificarla, y sacaron al atrio
de la Casa de Yahveh todas las impurezas que encontraron en el santuario de Yahveh. Los levitas, por
su parte, las amontonaron para llevarlas fuera, al torrente de Cedrón.
17 Comenzaron la consagración el día primero del primer mes, y el día octavo del mes llegaron
al Vestíbulo de Yahveh; pasaron ocho días consagrando la Casa de Yahveh y el día dieciséis del mes
primero habían acabado.
18 Fueron luego a las habitaciones del rey Ezequías y le dijeron: «Hemos purificado toda la Casa
de Yahveh, el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la mesa de las filas de pan con todos sus
utensilios.
19 Hemos preparado y santificado todos los objetos que profanó el rey Ajaz durante su reinado
con su infidelidad, y están ante el altar de Yahveh.»
El sacrificio de expiación
20 Entonces se levantó el rey Ezequías de mañana, reunió a los jefes de la ciudad y subió a la
Casa de Yahveh
21 Trajeron siete novillos, siete carneros, siete corderos y siete machos cabríos para el sacrificio
por el pecado en favor del reino, del santuario y de Judá; y mandó a los sacerdotes, hijos de Aarón,
que ofreciesen holocaustos sobre el altar de Yahveh.
22 Inmolaron los novillos, y los sacerdotes recogieron la sangre y rociaron el altar; luego
inmolaron los carneros y rociaron con su sangre el altar; degollaron igualmente los corderos y
rociaron con la sangre el altar.
23 Acercaron después los machos cabríos por el pecado, ante el rey y la asamblea, y éstos
como expiación por todo Israel; porque el rey había ordenado que el holocausto y el sacrificio por el
pecado fuese por todo Israel.
25 Luego estableció en la Casa de Yahveh a los levitas con címbalos, salterios y cítaras, según las
disposiciones de David, de Gad, vidente del rey, y de Natán, profeta; pues de mano de Yahveh había
venido ese mandamiento, por medio de sus profetas.
26 Cuando ocuparon su sitio los levitas con los instrumentos de David, y los sacerdotes con las
trompetas,
27 mandó Ezequías ofrecer el holocausto sobre el altar. Y al comenzar el holocausto,
comenzaron también los cantos de Yahveh, al son de las trompetas y con el acompañamiento de los
instrumentos de David, rey de Israel.
28 Toda la asamblea estaba postrada, se cantaban cánticos y las trompetas sonaban. Todo ello
duró hasta que fue consumido el holocausto.
29 Consumido el holocausto, el rey y todos los presentes doblaron las rodillas y se postraron.
30 Después, el rey Ezequías y los jefes mandaron a los levitas que alabasen a Yahveh con las
palabras de David y del vidente Asaf; y ellos cantaron alabanzas hasta la exaltación, e inclinándose,
adoraron.
31 Después tomó Ezequías la palabra y dijo: «Ahora estáis enteramente consagrados a Yahveh;
acercaos y ofreced víctimas y sacrificios de alabanza en la Casa de Yahveh.» Y la asamblea trajo
sacrificios en acción de gracias, y los de corazón generoso, también holocaustos.
32 El número de los holocaustos ofrecidos por la asamblea fue de setenta bueyes; cien carneros y
ayudaron sus hermanos los levitas, hasta que terminaron la labor, y los sacerdotes se santificaron,
pues los levitas estaban más dispuestos que los sacerdotes para santificarse.
35 Hubo, además, muchos holocaustos de grasa de los sacrificios de comunión y libaciones para
se hizo rápidamente.
Proclamación de la Pascua
2 Crónicas - Capítulo 30
1 Ezequías envió mensajeros a todo Israel y Judá, y escribió también cartas a Efraím y Manasés,
para que viniesen a la Casa de Yahveh, en Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua en honor de Yahveh,
el Dios de Israel.
2 Pues el rey y sus jefes y toda la asamblea de Jerusalén habían determinado celebrar la Pascua en
el mes segundo,
3 ya que no fue posible celebrarla a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían
había mandado y decían: «Hijos de Israel, volveos a Yahveh, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel,
y él se volverá al resto que ha quedado de vosotros, los que han escapado de la mano de los reyes de
Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles a Yahveh, el Dios de
sus padres; por lo cual él los entregó a la desolación, como estáis viendo.
8 Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la mano a Yahveh, venid a su
santuario, que él ha santificado para siempre; servid a Yahveh, vuestro Dios, y se apartará de
vosotros el furor de su ira.
9 Porque si os volvéis a Yahveh, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia ante
aquellos que los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra, pues Yahveh vuestro Dios es clemente y
misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os convertís a él.»
10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad por el país de Efraím y de Manasés, llegaron hasta
Zabulón; pero se reían y se burlaban de ellos.
11 Sin embargo, hubo hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón que se humillaron y vinieron a
Jerusalén.
12 También en Judá se dejó sentir la mano de Dios, que les dio corazón unánime para cumplir el
mandamiento del rey y de los jefes, según la palabra de Yahveh.
Celebración de la Pascua y de los Ácimos
13 Se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta de los Ázimos en el mes segundo;
era una asamblea muy grande.
14 Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los
altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón.
15 Inmolaron la Pascua el día catorce del mes segundo. También los sacerdotes y los levitas,
llenos de confusión, se santificaron y trajeron holocaustos a la Casa de Yahveh.
16 Ocuparon sus puestos según su reglamento, conforme a la Ley de Moisés, hombre de Dios; y
los sacerdotes rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas.
17 Y como muchos de la asamblea no se habían santificado, los levitas fueron encargados de
inmolar los corderos pascuales para todos los que no se hallaban puros, a fin de santificarlos para
Yahveh.
18 Pues una gran parte del pueblo, muchos de Efraím, de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se
habían purificado, y con todo comieron la Pascua sin observar lo escrito. Pero Ezequías oró por
ellos diciendo: «¡Que Yahveh, que es bueno, perdone a todos aquellos
19 cuyo corazón está dispuesto a buscar al Dios Yahveh, el Dios de sus padres, aunque no tengan
gran alegría; mientras los levitas y los sacerdotes alababan a Yahveh todos los días con todas sus
fuerzas.
22 Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían perfecto conocimiento de Yahveh.
Comieron durante los siete días las víctimas de la solemnidad, sacrificando sacrificios de comunión
y alabando a Yahveh, el Dios de sus padres.
23 Toda la asamblea resolvió celebrar la solemnidad por otros siete días, y la celebraron con
ovejas. Los jefes, por su parte, habían reservado para la asamblea mil novillos y 10.000 ovejas, pues
ya se habían santificado muchos sacerdotes.
25 Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas y también toda la asamblea que había
venido de Israel y los forasteros venidos de la tierra de Israel, lo mismo que los que habitaban en
Judá, se llenaron de alegría.
26 Hubo gran gozo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel,
2 Crónicas - Capítulo 31
1 Terminado todo esto, salieron todos los israelitas que se hallaban presentes a recorrer las
ciudades de Judá; y rompieron las estelas, abatieron los cipos y derribaron los altos y los altares en
todo Judá y Benjamín, y también en Efraím y Manasés, hasta acabar con ellos. Después volvieron
todos los hijos de Israel, cada cual a su propiedad, a sus ciudades.
La reorganización del servicio del Templo
2 Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas, cada uno en su sección, según
tarde y holocaustos de los sábados, de los novilunios y de las solemnidades, según lo escrito en la
Ley de Yahveh.
4 Mandó al pueblo que habitaba en Jerusalén que entregase la parte de los sacerdotes y levitas a
del vino, del aceite y de la miel y de todos los productos del campo; presentaron igualmente el
diezmo de todo en abundancia.
6 Los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá trajeron también el diezmo
del ganado mayor y menor y el diezmo de las cosas sagradas consagradas a Yahveh, su Dios, y lo
distribuyeron por montones.
7 En el mes tercero comenzaron a apilar los montones y terminaron el mes séptimo.
8 Vinieron Ezequías y los jefes a ver los montones y bendijeron a Yahveh y a su pueblo Israel.
9 Cuando Ezequías preguntó a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones,
10 respondió el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoq, y dijo: «Desde que se comenzaron a
traer las ofrendas reservadas a la Casa de Yahveh, hemos comido y nos hemos saciado, y aún sobra
muchísimo, porque Yahveh ha bendecido a su pueblo; y esta gran cantidad es lo que sobra.»
11 Entonces mandó Ezequías que se preparasen salas en la Casa de Yahveh. Las prepararon,
12 y metieron allí en lugar seguro las ofrendas reservadas, los diezmos y las cosas consagradas.
El levita Konanías fue nombrado intendente, y Simí, hermano suyo, era el segundo.
13 Yejiel, Azazías, Najat, Asahel, Yerimot, Yozabad, Eliel, Jismakías, Májat y Benaías eran
inspectores, a las órdenes de Konanías y de Simí, su hermano, bajo la vigilancia del rey Ezequías y
de Azarías, príncipe de la Casa de Dios.
14 El levita Qoré, hijo de Yimná, portero de la puerta oriental, estaba encargado de las ofrendas
voluntarias hechas a Dios, y de repartir la ofrenda reservada a Yahveh y las cosas sacratísimas.
15 En las ciudades sacerdotales estaban permanentemente bajo sus órdenes Eden, Minyamín,
Yesúa, Semaías, Amarías y Sekanías, para repartir a sus hermanos, así grandes como chicos, según
sus clases,
16 dejando aparte a los hombres de treinta años para arriba, inscritos en las genealogías, a todos
los que entraban en la Casa de Yahveh, según la tarea de cada día, para cumplir los servicios de su
ministerio, conforme a sus clases.
17 Los sacerdotes estaban inscritos en las genealogías, conforme a sus casas paternas, igual que
los levitas, desde los veinte años en adelante, según sus obligaciones y sus clases.
18 Estaban también inscritos en las genealogías todos sus niños, sus mujeres, sus hijos y sus hijas,
de toda la asamblea, porque se santificaban fielmente por medio de las cosas sagradas.
19 Para los sacerdotes, hijos de Aarón, que vivían en el campo, en los ejidos de sus ciudades,
había en cada ciudad hombres designados nominalmente, para dar las porciones a todos los varones
de los sacerdotes, y a todos los levitas inscritos en las genealogías.
20 Esto hizo Ezequías en todo Judá haciendo lo bueno y recto y verdadero ante Yahveh su Dios.
21 Todas las obras que emprendió en servicio de la Casa de Dios, la Ley y los mandamientos, las
2 Crónicas - Capítulo 32
1 Después de todas estas pruebas de fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria, invadió Judá, puso
sitio a las ciudades fortificadas y mandó forzar las murallas.
2 Cuando vio Ezequías que Senaquerib venía con intención de atacar a Jerusalén,
3 tomó consejo con sus jefes y sus valientes en orden a cegar las fuentes de agua que había fuera
de la ciudad; y ellos le apoyaron.
4 Juntóse mucha gente, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que corría por medio de la región,
diciendo: «Cuando vengan los reyes de Asiria, ¿por qué han de hallar tanta agua?»
5 Y cobrando ánimo, reparó toda la muralla que estaba derribada, alzando torres sobre la misma,
levantó otro muralla exterior, fortificó el Milló en la Ciudad de David, y fabricó una gran cantidad de
armas arrojadizas y escudos.
6 Puso jefes de combate sobre el pueblo, los reunió a su lado en la plaza de la puerta de la ciudad,
muchedumbre que viene con él, porque es más el que está con nosotros que el que está con él.
8 Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Yahveh nuestro Dios para ayudarnos y
para combatir nuestros combates.» Y el pueblo quedó confortado con las palabras de Ezequías, rey de
Judá.
Amenazas de Senaquerib contra Jerusalén
9 Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, que estaba sitiando Lakís, con todas sus fuerzas,
envió sus siervos a Jerusalén, a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén
para decirles:
10 «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En qué ponéis vuestra confianza, para que permanezcáis
cercados en Jerusalén?
11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a la muerte por hambre y sed, cuando dice: “Yahveh
«Así como los dioses de las naciones de otros países no han salvado a sus pueblos de mi mano, así
tampoco el Dios de Ezequías salvará a su pueblo de mi mano.»
18 Los enviados gritaban en voz alta, en lengua judía, al pueblo de Jerusalén, que estaba sobre el
de manos de hombre.
Retirada y muerte de Senaquerib
20 En esta situación, el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amós, oraron y clamaron al cielo.
21 Y Yahveh envió un ángel que exterminó a todos los guerreros esforzados de su ejército, a los
príncipes y a los jefes que había en el campamento del rey de Asiria; el cual volvió a su tierra
cubierta la cara de vergüenza, y al entrar en la casa de su dios, allí mismo, los hijos de sus propias
entrañas le hicieron caer a espada.
22 Así salvó Yahveh a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de
Asiria, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados.
23 Muchos trajeron entonces ofrendas a Yahveh, a Jerusalén, y presentes a Ezequías, rey de Judá;
el cual de allí en adelante adquirió gran prestigio a los ojos de todas las naciones.
Enfermedad y curación de Ezequías
24 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte; pero hizo oración a Yahveh, que le
de Jerusalén; y por eso no estalló contra ellos la ira de Yahveh en los días de Ezequías.
Las riquezas y la gloria de Ezequías
27 Ezequías tuvo riquezas y gloria en gran abundancia. Adquirió tesoros de plata, oro, piedras
muchísima hacienda.
30 Este mismo Ezequías cegó la salida superior de las aguas del Guijón y las condujo, bajo tierra,
a la parte occidental de la Ciudad de David. Ezequías triunfó en todas sus empresas;
31 cuando los príncipes de Babilonia enviaron embajadores para investigar la señal maravillosa
ocurrida en el país, Dios le abandonó para probarle y descubrir todo lo que tenía en su corazón.542
Fin del reinado de Ezequías
32 El resto de los hechos de Ezequías y sus obras piadosas están escritos en las visiones del
profeta Isaías, hijo de Amós, y en el libro de los reyes de Judá y de Israel.
33 Se acostó Ezequías con sus padres, y le sepultaron en la subida de los sepulcros de los hijos de
David; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén le rindieron honores a su muerte. En su lugar reinó
su hijo Manasés.
El reinado de Manasés en Judá (687-642)
2 Crónicas - Capítulo 33
1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó 55 años en Jerusalén.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh según las abominaciones de las gentes que Yahveh había
augurios y la hechicería, e hizo traer nigromantes y adivinos, haciendo mucho mal a los ojos de
Yahveh y provocando su cólera.
7 Colocó la imagen del ídolo, que había fabricado, en la Casa de Dios, de la cual había dicho
Dios a David y a Salomón, su hijo: «En esta Casa y en Jerusalén, que he elegido de entre todas las
tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre.
8 Y no apartaré más el pie de Israel de sobre la tierra que di a vuestros padres, con tal que
procuren hacer según todo lo que les he mandado, según toda la Ley, los decretos y las normas
ordenados por Moisés.»
9 Manasés desvió a Judá y a los habitantes de Jerusalén para que hicieran mayores males que las
La conversión de Manasés
11 Entonces Yahveh hizo venir sobre ellos a los jefes del ejército del rey de Asiria, que apresaron
sacrificios y sirvió a todos los ídolos que había fabricado su padre Manasés.
23 Pero no se humilló delante de Yahveh, como se había humillado su padre Manasés; al
2 Crónicas - Capítulo 34
1 Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y reinó 31 años en Jerusalén.
2 Hizo lo recto a los ojos de Yahveh, siguiendo los caminos de su padre David; sin apartarse a
derecha ni a izquierda.
Las primeras reformas religiosas
3 El año octavo de su reinado, siendo todavía joven, comenzó a buscar al Dios de su padre David;
y en el año doce empezó a purificar a Judá y Jerusalén de los altos, de los cipos, de las estatuas y de
los ídolos fundidos.
4 Derribaron en su presencia los altares de los Baales, hizo arrancar los altares de aromas que
había sobre ellos, y rompió los cipos, las imágenes y los ídolos fundidos reduciéndolos a polvo, que
esparció sobre las sepulturas de los que les habían ofrecido sacrificios.
5 Quemó los huesos de los sacerdotes sobre los altares y purificó a Judá y Jerusalén.
6 En las ciudades de Manasés, de Efraím y de Simeón, y hasta en Neftalí y en los territorios
libro que ha sido encontrado, porque grande es la cólera de Yahveh que se derrama sobre nosotros;
pues nuestros padres no han guardado la palabra de Yahveh haciendo conforme a todo lo escrito en
este libro.»
22 Jilquías y los enviados del rey fueron donde la profetisa Juldá, mujer de Sallum, hijo de
Toqhat, hijo de Jasrá, encargado del vestuario; vivía ella en Jerusalén, en la ciudad nueva; y ellos le
hablaron conforme a lo indicado;
23 ella les respondió: «Así habla Yahveh, el Dios de Israel: Decid al hombre que os ha enviado a
mí:
24 Así habla Yahveh: Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes; todas las
maldiciones escritas en el libro que se ha leído delante del rey de Judá;
25 porque ellos me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, irritándome con
todas las obras de sus manos; mi cólera se ha derramado sobre este lugar y no se apagará.
26 Y al rey de Judá que os ha enviado para consultar a Yahveh, le diréis: Así dice Yahveh, Dios de
Israel, acerca de las palabras que has oído...
27 Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante de Dios al oír sus palabras
contra este lugar y sus habitantes, y porque te has humillado ante mí, has rasgado tus vestidos y has
llorado ante mí, por eso yo, a mi vez, he oído, oráculo de Yahveh.
28 Voy a reunirte con tus padres y serás recibido en paz en tu sepulcro; y no verán tus ojos
ninguno de los males que voy a traer sobre este lugar y sus moradores.» Ellos llevaron la respuesta
al rey.
La lectura de la Leyy renovación de la Alianza
29 Entonces el rey hizo reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
30 Subió el rey a la Casa de Yahveh con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén,
los sacerdotes y los levitas, y todo el pueblo desde el mayor hasta el menor, y leyó a sus oídos todas
las palabras del libro de la alianza que había sido encontrado en la Casa de Yahveh.
31 Y puesto en pie junto a la columna, hizo el rey alianza en presencia de Yahveh, para andar tras
de Yahveh y guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus preceptos, con todo su corazón y con
toda su alma, cumpliendo las palabras de la alianza escritas en aquel libro.
32 Hizo que la aceptaran cuantos se hallaban en Jerusalén y en Benjamín. Y los habitantes de
Jerusalén hicieron conforme a la alianza de Dios, el Dios de sus padres.
33 Josías hizo desaparecer todas las abominaciones de todas las regiones de los israelitas, y
obligó a todos los que se hallaban en Israel a servir a Yahveh su Dios. Y mientras él vivió no se
apartaron de Yahveh, el Dios de sus padres.
Preparación de la Pascua
2 Crónicas - Capítulo 35
1 Josías celebró una Pascua en honor de Yahveh en Jerusalén; inmolaron la Pascua el día catorce
«Colocad el arca santa en la Casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, porque ya no
habréis de llevarla a hombros; servid ahora a Yahveh vuestro Dios y a Israel, su pueblo.
4 Estad preparados según vuestras casas paternas y vuestras clases, conforme a lo escrito por
vuestros hermanos, los hijos del pueblo; los levitas tendrán parte en la familia paterna.
6 E inmolad la Pascua, santificaos y preparadla para vuestros hermanos, cumpliendo la orden de
de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y 3.000 bueyes.
Todo ello de la hacienda del rey.
8 También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo, los sacerdotes y los levitas.
Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas
pascuales, 2.600 ovejas y trescientos bueyes.
9 Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y Yozabad, jefes de los levitas,
reservaron para los levitas 5.000 corderos pascuales y quinientos bueyes.
10 Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo mismo que los levitas, según
sus clases, conforme al mandato del rey.
Solemne celebración de la Pascua
11 Se inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los sacerdotes rociaban con la sangre que
recibían de mano de los levitas, los levitas las desollaban
12 y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las secciones de las casas paternas de los
hijos del pueblo, a fin de que lo ofreciesen a Yahveh conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo
mismo se hizo con los bueyes.
13 Asaron la Pascua al fuego, según el ritual; cocieron las cosas sagradas en ollas, calderos y
cazuelas, y las repartieron con presteza entre todos los hijos del pueblo.
14 Después prepararon la Pascua para sí y para los sacerdotes; porque los sacerdotes, hijos de
Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y las grasas. Por eso los levitas
la prepararon para sí y para los sacerdotes, hijos de Aarón.
15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto, conforme a lo dispuesto por David,
Asaf, Hemán y Yedutún, vidente del rey; lo mismo los porteros, cada uno en su puerta. No tenían
necesidad de retirarse de su servicio, porque sus hermanos, los levitas, se lo preparaban todo.
16 De esta manera se organizó aquel día todo el servicio de Yahveh para celebrar la Pascua y
ofrecer los holocaustos sobre el altar de Yahveh, según la orden del rey Josías.
17 Los israelitas que se hallaban allí celebraron en ese tiempo la Pascua y la fiesta de los Ázimos
durante siete días.
18 No se había celebrado Pascua como ésta en Israel desde los días de Samuel, profeta; y ningún
rey de Israel celebró una Pascua como la que celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo
Judá e Israel, que allí se hallaban presentes, y los habitantes de Jerusalén.
19 Esta Pascua se celebró el año dieciocho del reinado de Josías.
Trágico fin de Josías
20 Después de todo lo que hizo para reparar el Templo, subió Nekó, rey de Egipto, para combatir
Nekó, que venían de boca de Dios. Y avanzó para librar batalla en la llanura de Meguiddó.
23 Los arqueros tiraron contra el rey Josías, y dijo el rey a sus siervos: «Llevadme fuera, pues
de Josías en sus elegías; lo cual se ha hecho costumbre en Israel. Están escritas entre las
Lamentaciones.
26 El resto de los hechos de Josías, sus obras piadosas conforme a lo escrito en la Ley de Yahveh,
27 y sus obras primeras y postreras, están escritas en el libro de los reyes de Israel y de Judá.
El reinado de Joacaz en Judá (609)
2 Crónicas - Capítulo 36
1 El pueblo de la tierra tomó a Joacaz, hijo de Josías, y le proclamó rey en Jerusalén, en lugar de
su padre.
2 Joacaz tenía veintitrés años cuando comenzó a reinar, y reinó tres meses en Jerusalén.
3 El rey de Egipto le destituyó en Jerusalén, e impuso al país una contribución de cien talentos de
plata y un talento de oro.
4 El rey de Egipto proclamó rey de Judá y Jerusalén a Eliaquim, hermano de Joacaz,
cambiándole el nombre por el de Yoyaquim. Y a Joacaz, su hermano, le tomó Nekó y lo llevó a
Egipto.
El reinado de Yoyaquim en Judá (609-598)
5 Yoyaquim tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.
conducirle a Babilonia.
7 Nabucodonosor llevó también a Babilonia algunos objetos de la Casa de Yahveh que depositó
en su santuario, en Babilonia.
8 El resto de los hechos de Yoyaquim, las abominaciones que cometió y todo lo que le sucedió,
está escrito en el libro de los reyes de Israel y de Judá. En su lugar reinó su hijo Joaquín.
El reinado de Joaquín en Judá (598-597)
9 Joaquín tenía ocho años cuando empezó a reinar, y reinó tres meses y diez días en Jerusalén;
los objetos más preciosos de la Casa de Yahveh, y puso por rey en Judá y Jerusalén a Sedecías,
hermano de Joaquín.
El reinado de Sedecías en Judá (597-587)
11 Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén.
12 Hizo el mal a los ojos de Yahveh su Dios, y no se humilló ante el profeta Jeremías que le
según todas las costumbres abominables de las gentes, y mancharon la Casa de Yahveh, que él se
había consagrado en Jerusalén.
15 Yahveh, el Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus
mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada.
16 Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de
sus profetas, hasta que subió la ira de Yahveh contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.
La ruina de Jerusalén y la deportación a Babilonia (587)
17 Entonces hizo subir contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a los mejores en la
Casa de su santuario, sin perdonar a joven ni a doncella, a viejo ni a canoso; a todos los entregó Dios
en su mano.
18 Todos los objetos de la Casa de Dios, grandes y pequeños, los tesoros de la Casa de Yahveh y
los tesoros del rey y de sus jefes, todo se lo llevó a Babilonia.
19 Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén: pegaron fuego a todos sus
palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos.
20 Y a los que escaparon de la espada los llevó cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos de él
y de sus hijos hasta el advenimiento del reino de los persas;
21 para que se cumpliese la palabra de Yahveh, por boca de Jeremías: «Hasta que el país haya
pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta
años.»544
Esperanza para el porvenir
22 En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahveh, por boca
de Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por
escrito en todo su reino:
23 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
tierra. El me ha encargado que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros
pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!»
ESDRAS
Introducción.
En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus
victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor.
Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden
hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta
entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del
Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los
pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y
propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y
Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en
Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del
desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a
cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las
poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada
resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se
lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén
reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la
Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este
importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra
con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda
parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los
hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte
persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de
la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la
sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de
primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los
acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en
varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar
prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico
Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha
perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que
el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La
deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la
letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias
morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si
el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará
pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.
EL RETORNO DE LOS DEPORTADOS Y LA
RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO
En el verano del 538 a. C., Ciro promulga un edicto autorizando a los judíos exiliados en
Babilonia a regresar a su patria. En seguida se organiza una primera caravana, a la que se van
sumando otras, que llevan a Jerusalén parte de los desterrados. Allí el pueblo, purificado por la
prueba del exilio y animado por una ardiente esperanza mesiánica, restaura el altar de los sacrificios
y pone los cimientos del nuevo Templo.
Pero la comunidad judía, si bien goza de una cierta autonomía interna, depende de la provincia
persa de Samaría, que no ve con buenos ojos la llegada de los repatriados. Esta animosidad de las
poblaciones vecinas agrava las penurias del pequeño grupo que debe rehacerlo todo desde el
comienzo, y las obras de restauración del Templo quedan pronto interrumpidas.
Varios años más tarde, en el 520, los profetas Ageo y Zacarías despiertan al pueblo de su inercia,
y las obras se reinician con renovado entusiasmo. Después de cinco años de trabajo, en el 515, el
edificio queda terminado, y el pueblo celebra solemnemente la Dedicación del Templo y la fiesta de
la Pascua.
El edicto de Ciro y el retorno de Sesbasar
Esdras 1
1 En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra de Yahveh, por boca de
Jeremías, movió Yahveh el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por
escrito en todo su reino:
2 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la
proporcionándoles plata, oro, hacienda y ganado, así como ofrendas voluntarias para la Casa de Dios
que está en Jerusalén.»
5 Entonces los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sacerdotes y los levitas, todos aquellos
cuyo ánimo había movido Dios, se pusieron en marcha para subir a edificar la Casa de Yahveh en
Jerusalén;546
6 y todos sus vecinos les proporcionaron toda clase de ayuda: plata, oro, hacienda, ganado,
objetos preciosos en cantidad, además de toda clase de ofrendas voluntarias.
7 El rey Ciro mandó tomar los utensilios de la Casa de Yahveh que Nabucodonosor se había
Esdras 2
1549 Estas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio, aquellas que había
deportado a Babilonia Nabucodonosor, rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y Judá, cada
uno a su ciudad.
2 Vinieron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Seraías, Reelaías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán,
Mispar, Bigvay, Rejum, Baaná. Lista de los hombres del pueblo de Israel:550
3 los hijos de Parós: 2.172;
4 los hijos de Sefatías: 372;
5 los hijos de Araj: 775;
6 los hijos de Pajat Moab, por parte de los hijos de Josué y de Joab: 2.812;
7 los hijos de Elam: 1.254;
8 los hijos de Zattú: 945;
9 los hijos de Zakkay: 760;
10 los hijos de Baní: 642;
11 los hijos de Bebay: 623;
12 los hijos de Azgad: 1.222;
13 los hijos de Adonicam: 666;
14 los hijos de Bigvay: 2.056;
15 los hijos de Adín: 454;
16 los hijos de Ater, de Ezequías: 98;
17 los hijos de Besay: 323;
18 los hijos de Yorá: 112;
19 los hijos de Jasum: 223;
20 los hijos de Guibbar: 95;
21 los hombres de Belén: 123;
22 los hombres de Netofá: 56;
23 los hombres de Anatot: 128;
24 los hombres de Azmávet: 42;
25 los hombres de Quiryat Yearim, Kefirá y Beerot: 743;
26 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
27 los hombres de Mikmás: 122;
28 los hombres de Betel y de Ay: 223;
29 los hijos de Nebo: 52;
30 los hijos de Magbís: 156,
31 los hijos del otro Elam: 1.254;
32 los hijos de Jarim: 320;
33 los hombres de Lod, Jadid y Onó: 725;
34 los hombres de Jericó: 345;
35 los hombres de Senaá: 3.630.
36 Sacerdotes: los hijos de Yedaías, de la casa de Josué: 973;
37 los hijos de Immer: 1.052;
38 los hijos de Pasjur: 1.247;
39 los hijos de Jarim: 1.017.
40 Levitas: los hijos de Josué, y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías: 74.
41 Cantores: los hijos de Asaf: 128.
42 Porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Aqcub, los
cual se había casado con una de las hijas de Barzillay el gaaladita, cuyo nombre adoptó -.
62 Estos investigaron en su registro genealógico, pero no figuraban, por lo cual se les excluyó
ofrendas voluntarias para la Casa de Dios, para que fuese reedificada en su mismo emplazamiento.
69 Según sus posibilidades, entregaron al tesoro de la obra 61.000 dracmas de oro, 5.000 minas
de plata y 100 túnicas sacerdotales.
70 Los sacerdotes, los levitas y parte del pueblo se establecieron en Jerusalén; los cantores, los
porteros y los donados, en sus ciudades respectivas. Todo Israel estaba, pues, en sus ciudades.
La reconstrucción del altar y la restauración del culto
Esdras 3
1 Llegado el séptimo mes, los israelitas estaban ya en sus ciudades y entonces todo el pueblo se
hermanos, se pusieron a reconstruir el altar del Dios de Israel, para ofrecer en él holocaustos, como
está escrito en la Ley de Moisés, hombre de Dios.
3 Erigieron el altar en su emplazamiento, a pesar del temor que les infundían los pueblos de la
tierra, y ofrecieron en él holocaustos a Yahveh, holocaustos de la mañana y de la tarde;
4 celebraron la fiesta de las Tiendas, según está escrito, con el número de holocaustos cotidianos
establecidos según el rito de cada día;
5 después, ofrecieron el holocausto perpetuo y los de los sábados, novilunios y todas las
solemnidades consagradas a Yahveh, además de lo que cada uno quería ofrecer voluntariamente a
Yahveh.
6 Desde el día primero del séptimo mes, comenzaron a ofrecer holocaustos a Yahveh, aunque no
se habían echado todavía los cimientos del santuario de Yahveh.
7 Se dio entonces dinero a los canteros y a los carpinteros; a los sidonios y a los tirios se les
mandó víveres, bebidas y aceite, para que enviasen por mar a Joppe madera de cedro del Líbano,
según la autorización de Ciro, rey de Persia.
La colocación de los cimientos del nuevo Templo
8 El año segundo de su llegada a la Casa de Dios en Jerusalén, el segundo mes, Zorobabel, hijo
de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadaq, con el resto de sus hermanos, los sacerdotes, los levitas y todos
los que habían vuelto del destierro a Jerusalén, comenzaron la obra; designaron a algunos levitas, de
veinte años en adelante, para dirigir las obras de la Casa de Yahveh.552
9 Josué, sus hijos y sus hermanos, Cadmiel y sus hijos, los hijos de Hodavías, se pusieron como
sacerdotes, revestidos de lino fino, con trompetas, y los levitas, hijos de Asaf, con címbalos, para
alabar a Yahveh según las prescripciones de David, rey de Israel.
11 Cantaron alabando y dando gracias a Yahveh: «Porque es bueno, porque es eterno su amor
para Israel.» Y el pueblo entero prorrumpía en grandes clamores, alabando a Yahveh, porque la Casa
de Yahveh tenía ya sus cimientos.553
12 Muchos sacerdotes, levitas y jefes de familia, ya ancianos, que habían conocido con sus
propios ojos la primera Casa, sobre sus cimientos, lloraban con grandes gemidos, mientras que otros
lanzaban gozosos clamores.
13 Y nadie podía distinguir los acentos de clamor jubiloso de los acentos de lamentación del
pueblo, porque el pueblo lanzaba grandes clamores, y el estrépito se podía oír desde muy lejos.
La oposición de los samaritanos a la reconstrucción del Templo
Esdras 4
1 Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín se enteraron de que los deportados estaban
edificando un santuario a Yahveh, Dios de Israel,554
2 se presentaron a Zorobabel, a Josué y a los cabezas de familia, y les dijeron: «Vamos a edificar
junto con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios y le sacrificamos, desde los
tiempos de Asarjaddón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.»
3 Zorobabel, Josué y los restantes cabezas de familia israelitas les contestaron: «No podemos
edificar juntos nosotros y vosotros una Casa a nuestro Dios: a nosotros solos nos toca construir para
Yahveh, Dios de Israel, como nos lo ha mandado Ciro, rey de Persia.»
4 Entonces el pueblo de la tierra se puso a desanimar al pueblo de Judá y a meterles miedo para
que no siguiesen edificando;
5 y sobornaron contra ellos a algunos consejeros para hacer fracasar su proyecto; así durante
todo el tiempo de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
Correspondencia entre los samaritanos y el rey Artajerjes
6 Bajo el reinado de Jerjes, al comienzo de su reinado, presentaron ellos por escrito una
a Artajerjes, rey de Persia. El texto del documento estaba en escritura aramea y en lengua aramea.
8 Rejum, gobernador, y Simsay, secretario, escribieron al rey Artajerjes contra Jerusalén una
carta.555
9 Rejum el gobernador, Simsay el secretario y demás colegas; los jueces y los legados,
funcionarios persas; las gentes de Uruk, de Babilonia y de Susa - es decir los elamitas -
10 y los restantes pueblos que el gran Asurbanipal deportó y estableció en las ciudades de
Transeufratina, etc.
12 Ha de saber el rey que los judíos que subieron de tu lado hacia nosotros y llegaron a Jerusalén
están reconstruyendo esta ciudad rebelde y perversa; tratan de levantar las murallas, y ya han echado
los cimientos.
13 Sepa, pues, el rey, que si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, no se pagarán
más impuestos, contribución ni peaje, y al fin esta ciudad perjudicará a los reyes.
14 Ahora bien, a nosotros, puesto que comemos la sal del palacio, nos resulta intolerable ver esta
afrenta que se hace al rey; por eso enviamos al rey esta denuncia,
15 para que se investigue en las Memorias de tus padres: en estas Memorias encontrarás y te
enterarás de que esta ciudad es una ciudad rebelde, molesta para los reyes y las provincias, y que en
ella se han fomentado insurrecciones desde antiguo. Por este motivo fue destruida esta ciudad.
16 Nosotros informamos al rey que, si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, bien
contra los reyes desde antiguo, y que por ella se han fomentado revueltas e insurrecciones.556
20 Que hubo en Jerusalén reyes poderosos, cuyo dominio se extendía sobre toda Transeufratina:
Simsay, el secretario , y sus colegas, salieron a toda prisa hacia Jerusalén, donde los judíos, y les
obligaron a suspender sus obras por la fuerza de las armas.
24 Así se suspendieron las obras de la Casa de Dios en Jerusalén: quedaron interrumpidas hasta el
Esdras 5
1 Los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Iddó, empezaron a profetizar a los judíos de Judá y de
construcción de la Casa de Dios en Jerusalén: los profetas de Dios estaban con ellos, apoyándoles.
3 Por entonces, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas vinieron donde
ellos y les preguntaron: «¿Quién os ha autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?
4 ¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?»
5 Pero los ojos de su Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y no se les obligó a
suspender la obra en espera de que llegase un informe a Darío y volviera un decreto oficial sobre el
particular.
Informe del gobernador al rey Darío
6 Copia de la carta que Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas, las
reconstruyendo con piedras sillares; se recubren de madera las paredes; la obra se ejecuta
cuidadosamente y adelanta en sus manos.
9 Preguntando, pues, a estos ancianos, les hemos dicho: “¿Quién os ha autorizado a construir esta
tierra; estamos reconstruyendo una Casa que estuvo en pie anteriormente durante muchos años y que
un gran rey de Israel construyó y acabó.558
12 Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y él los entregó en manos de Nabucodonosor,
santuario de Jerusalén y había llevado al santuario de Babilonia, el rey Ciro los mandó sacar del
santuario de Babilonia, y entregar a un hombre llamado Sesbassar, a quien constituyó sátrapa;559
15 y le dijo: Toma estos utensilios; vete a llevarlos al santuario de Jerusalén y que sea
reconstruida la Casa de Dios en su emplazamiento;
16 vino, pues, este Sesbassar y echó los cimientos de la Casa de Dios en Jerusalén, y desde
Babilonia si es verdad que el rey Ciro dio autorización para reconstruir esta Casa de Dios en
Jerusalén. Y que se nos remita la decisión del rey sobre este asunto.»
La respuesta del rey Darío al gobernador
Esdras 6
1 Entonces, por orden del rey Darío, se investigó en los archivos del tesoro conservado allí en
Babilonia,
2 y se encontró en Ecbátana, la fortaleza situada en la provincia de los medos, un rollo cuyo tenor
será construida como lugar donde se ofrezcan sacrificios y sus fundamentos quedarán establecidos.
Su altura será de sesenta codos, su anchura de sesenta codos.
4 Habrá tres hileras de piedras de sillería y una de madera. Los gastos serán costeados por la casa
del rey.
5 Además, los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del santuario
de Jerusalén y se llevó a Babilonia, serán restituidos, para que todo vuelva a ocupar su lugar en el
santuario de Jerusalén y vuelva a ser colocado en la Casa de Dios.
6 «Ahora, pues, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y vosotros, sus colegas, las
reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos reales de los impuestos de Transeufratina, se les
pagarán a esos hombres los gastos exactamente y sin interrupción.
9 Lo que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos, carneros y corderos, así como
trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará sin falta cada día, según las indicaciones de los
sacerdotes de Jerusalén,
10 para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se ruegue por la vida del rey y de
sus hijos.
11 Ordeno, además, lo siguiente: A todo aquel que no cumpla este edicto, le será arrancada de su
casa una viga, se le amarrará a ella y será azotado; en cuanto a su casa, será reducida, por este delito,
a un montón de escombros.
12 Y el Dios que ha puesto allí la morada de su Nombre, aplaste a todo aquel rey o pueblo que
trate de transgredir esto, destruyendo esa Casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he promulgado este
decreto. Sea ejecutado exactamente.»
La conclusión y Dedicación del Templo
13 Entonces Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas ejecutaron
exactamente las instrucciones mandadas par el rey Darío.
14 Así, los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con éxito, según la profecía de
Ageo el profeta, y de Zacarías, hijo de Iddó. Llevaron a término la construcción según la orden del
Dios de Israel y la orden de Ciro y de Darío.
15 Esta Casa fue terminada el día veintitrés del mes de Adar, el año sexto del reinado del rey
Darío.562
16 Los israelitas - los sacerdotes, los levitas y el resto de los deportados - celebraron con júbilo
la dedicación de esta Casa de Dios;
17 ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros,
cuatrocientos corderos y, como sacrificio por el pecado de todo Israel, doce machos cabríos,
conforme al número de las tribus de Israel.
18 Luego establecieron a los sacerdotes según sus categorías, y a los levitas según sus clases,
para el servicio de la Casa de Dios en Jerusalén, según está escrito en el libro de Moisés.
La celebración de la Pascua
19 Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes;
20 ya que los levitas se habían purificado como un solo hombre, todos estaban puros; inmolaron,
pues, la pascua para todos los deportados, para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos.
21 Comieron la pascua los israelitas que habían vuelto del destierro y todos aquellos que,
habiendo roto con la impureza de las gentes del país se habían unido a ellos para buscar a Yahveh,
Dios de Israel.
22 Celebraron con júbilo, durante siete días, la fiesta de los Ázimos, porque Yahveh les había
llenado de gozo, pues volvió hacia ellos el corazón del rey de Asiria, para que reafirmase sus manos
en las obras de la Casa de su Dios, el Dios de Israel.563
LA MISIÓN DE ESDRAS
Una vez reconstruido el Templo, era necesario organizar a la comunidad. Los dos grandes
realizadores de esta ardua tarea fueron Nehemías y Esdras. Este último, sacerdote y escriba encargado
de los asuntos judíos en la corte persa, llega a Jerusalén con una nueva caravana de repatriados. El
rey Artajerjes le ha conferido plenos poderes para imponer a sus compatriotas la Ley de Moisés. El
rigorismo y la intransigencia con que realiza la reforma religiosa -sobre todo en lo relativo a los
matrimonios con mujeres extranjeras- muestran que su preocupación fundamental es mantener
incontaminado al "Resto" salvado del exilio.
La reforma de Esdras ha dejado una huella indeleble en la historia del Pueblo judío. Él es el
verdadero padre del "Judaísmo", con sus tres ideas centrales: el Templo, la Ley y el Pueblo separado
de las demás naciones. Con él aparece, además, una nueva figura bíblica: el "escriba", experto
conocedor e intérprete de la Ley, cuya presencia, frecuentemente provocativa, se encuentra a menudo
en el Evangelio.
El viaje de Esdras a Jerusalén
Esdras 7
1 Después de estos acontecimientos, bajo el reinado de Artajerjes, rey de Persia, Esdras, hijo de
Seraías, hijo de Azarías, hijo de Jilquías,
2 hijo de Sallum, hijo de Sadoq, hijo de Ajitub,
3 hijo de Amarías, hijo de Azarías, hijo de Merayot,
4 hijo de Zerajías, hijo de Uzzí, hijo de Buqquí,
5 hijo de Abisúa, hijo de Pinjás, hijo de Eleazar, hijo del sumo sacerdote Aarón,
6 este Esdras subió de Babilonia. Era un escriba versado en la Ley de Moisés que había dado
Yahveh, Dios de Israel. Como la mano de Yahveh su Dios estaba con él, el rey le concedió todo lo que
pedía.
7 Subieron también a Jerusalén, el año séptimo del rey Artajerjes, parte de los israelitas, de los
sacerdotes, levitas, cantores, porteros y donados.
8 El llegó a Jerusalén el mes quinto: era el año séptimo del rey.564
9 Había dispuesto para el día uno del primer mes su salida de Babilonia, y el día uno del quinto
mes llegaba a Jerusalén. ¡La mano bondadosa de su Dios estaba con él!
10 Porque Esdras había aplicado su corazón a escrutar la Ley de Yahveh, a ponerla en práctica y a
dedicado a escribir las palabras de los mandamientos de Yahveh y sus decretos acerca de Israel.
12 «Artajerjes, rey de reyes, al sacerdote Esdras, secretario de la Ley del Dios del cielo, paz
perfecta, etc.
13 «Estas son mis órdenes: Todo aquel que en mi reino pertenezca al pueblo de Israel, a sus
ofrendas voluntarias que el pueblo y los sacerdotes hayan hecho para la Casa de su Dios en Jerusalén.
17 Con este dinero procura comprar novillos, carneros, corderos, con las oblaciones y libaciones
correspondientes, para ofrecerlo luego sobre el altar de la Casa de vuestro Dios en Jerusalén;
18 y la plata y el oro que sobre, lo emplearéis como mejor os parezca a ti y a tus hermanos,
tu Dios en Jerusalén.
20 Lo que aún se necesite para la Casa de tu Dios y que tú tengas que procurarte, se te dará de los
tesoros reales.
21 Yo mismo, el rey Artajerjes, doy esta orden a todos los tesoreros de Transeufratina: “Todo lo
que os pida el sacerdote Esdras, Secretario de la Ley del Dios del cielo, se lo daréis puntualmente,
22 hasta la suma de cien talentos de plata, cien cargas de trigo, cien medidas de vino y cien
medidas de aceite; la sal se le dará sin tasa.
23 Todo lo que ordena el Dios del cielo, debe ser cumplido con celo para la Casa del Dios del
cielo, a fin de que la Cólera no caiga sobre el reino del rey y de sus hijos.
24 Os hacemos saber también que no se puede percibir impuesto, contribución o peaje, de
ninguno de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros, donados, de ninguno de los servidores de esta
Casa de Dios.”
25 «Y tú, Esdras, conforme a la sabiduría de tu Dios, que posees, establece escribas y jueces que
administren la justicia a todo el pueblo de Transeufratina, a todos los que conocen la Ley de tu Dios.
A quienes la ignoran, habréis de enseñársela.
26 Y a todo aquel que no cumpla la Ley de tu Dios y la ley del rey, aplíquesele una rigurosa
Esdras 8
1 Estos son, con su genealogía, los cabezas de familia que subieron conmigo de Babilonia en el
Los preparativos para la partida
15 Yo los reuní junto al río que corre hacia Ahavá. Allí acampamos tres días. Observé que había
laicos y sacerdotes, pero no encontré ningún levita.
16 Entonces llamé a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Yarib, Elnatán, Natán, Zacarías, y Mesullam,
hombres discretos,
17 y les mandé donde Iddó, jefe de la localidad de Kasifías; puse en su boca las palabras que
habían de decir a Iddó y a sus hermanos, establecidos en la localidad de Kasifías, para que nos
proporcionaran ministros para la Casa de nuestro Dios.
18 Y gracias a la mano bondadosa de nuestro Dios que estaba con nosotros, nos trajeron a un
hombre experto, de los hijos de Majlí, hijo de Leví, hijo de Israel: a Serebías, con sus hijos y
hermanos: dieciocho hombres;
19 además a Jasabías, y con él a su hermano Isaías, de los hijos de Merarí, y sus hijos: veinte
hombres.
20 Y de los donados que David y los jefes habían destinado al servicio de los levitas: 220
donados. Todos ellos fueron designados nominalmente.
21 Allí, a orillas del río Ahavá, proclamé un ayuno para humillarnos delante de nuestro Dios y
pedirle un viaje feliz para nosotros, nuestros hijos y nuestros bienes.
22 Pues me daba vergüenza solicitar del rey tropa y gente de a caballo para protegernos del
enemigo en el camino; por el contrario, habíamos declarado al rey: «La mano de nuestro Dios está,
para bien, con todos los que le buscan; y su poder y su cólera sobre todos los que le abandonan.»
23 Ayunamos, pues, buscando a nuestro Dios por esta intención, y él nos atendió.
24 Elegí a doce jefes de los sacerdotes, y además a Serebías y Jasabías, y con ellos a diez de sus
hermanos;
25 les pesé la plata, el oro y los utensilios, ofrendas que el rey, sus consejeros, sus jefes y todos
los israelitas que se encontraban allí habían reservado para la Casa de nuestro Dios.
26 Pesé y les entregué 650 talentos de plata, cien utensilios de plata de dos talentos, cien talentos
de oro,
27 veinte copas de oro de mil dáricos y dos objetos de hermoso bronce dorado, preciosos como
el oro.
28 Y les dije: «Vosotros estáis consagrados a Yahveh; estos utensilios son sagrados; esta plata y
este oro son una ofrenda voluntaria a Yahveh, Dios de nuestros padres.
29 Vigilad y guardadlos hasta que los peséis ante los jefes de los sacerdotes y de los levitas y los
Dios estaba con nosotros y nos salvó en el camino de la mano de enemigos y salteadores.
32 Llegamos a Jerusalén y descansamos allí tres días.
33 El cuarto día, la plata, el oro y los utensilios fueron pesados en la Casa de nuestro Dios y
entregados al sacerdote Meremot, hijo de Urías, con quien estaba Eleazar, hijo de Pinjás; les
acompañaban los levitas Yozabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Binnuy.
34 Todo se contó y se pesó, y se registró su peso total. En aquel tiempo,
35 los deportados que volvían del cautiverio ofrecieron holocaustos al Dios de Israel: doce
novillos por todo Israel, 96 carneros, 77 corderos y doce machos cabríos por el pecado: todo en
holocausto a Yahveh.
36 Y se entregaron los decretos del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores de
Transeufratina, los cuales favorecieron al pueblo y la Casa de Dios.
Los matrimonios con mujeres extranjeras
Esdras 9
1 Concluido esto, se me presentaron los jefes diciendo: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y los
levitas no se han separado de las gentes del país, hundidas en sus abominaciones - cananeos, hititas,
perizitas, jebuseos, ammonitas, moabitas, egipcios y amorreos -,
2 sino que han tomado para ellos y para sus hijos mujeres de entre las hijas de ellos: la raza santa
se ha mezclado con las gentes del país; los jefes y los consejeros han sido los primeros en esta
rebeldía.»
3 Al oír esto rasgué mis vestiduras y mi manto, me arranqué los pelos de la cabeza y de la barba,
y me senté desolado.
4 Todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a mí, a causa de
esta rebeldía de los deportados. Yo permanecí sentado, desolado, hasta la oblación de la tarde.
5 A la hora de la oblación de la tarde salí de mi postración y, con las vestiduras y el manto
rasgados, caí de rodillas, extendí las manos hacia Yahveh mi Dios,
Súplica de Esdras
6 y dije: «Dios mío, harta vergüenza y confusión tengo para levantar mi rostro hacia ti, Dios mío.
Porque nuestros crímenes se han multiplicado hasta sobrepasar nuestra cabeza, y nuestro delito ha
crecido hasta el cielo.
7 Desde los días de nuestros padres hasta el día de hoy nos hemos hecho muy culpables: por
nuestros crímenes fuimos entregados, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, en manos de
los reyes de los países, a la espada, al cautiverio, al saqueo y al oprobio, como todavía hoy sucede.
8 Mas ahora, en un instante, Yahveh nuestro Dios nos ha concedido la gracia de dejarnos un Resto
y de darnos una liberación en su lugar santo: nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha
reanimado en medio de nuestra esclavitud.
9 Porque esclavos fuimos nosotros, pero en nuestra esclavitud nuestro Dios no nos ha
abandonado; nos ha granjeado el favor de los reyes de Persia, dándonos ánimos para levantar de
nuevo la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y procurándonos un valladar seguro en Judá y
Jerusalén.
10 Pero ahora, Dios nuestro, ¿qué vamos a decir, si, después de todo esto, hemos abandonado tus
mandamientos,
11 que por medio de tus siervos los profetas tú habías prescrito en estos términos: “La tierra en
cuya posesión vais a entrar es una tierra manchada por la inmundicia de las gentes de la tierra, por las
abominaciones con que la han llenado de un extremo a otro con su impureza?
12 Así pues, no deis vuestras hijas a sus hijos ni toméis sus hijas para vuestros hijos; no busquéis
nunca su paz ni su bienestar, a fin de que podáis haceros fuertes, comáis los mejores frutos de la
tierra y la dejéis en herencia a vuestros hijos para siempre.”566
13 «Mas después de todo lo que nos ha sobrevenido por nuestras malas acciones y nuestras culpas
- y eso que tú, Dios nuestro, has disminuido nuestros crímenes y nos has concedido esta liberación -
14 ¿hemos de volver a violar tus mandamientos, emparentándonos con estas gentes abominables?
¿No te irritarías tú contra nosotros hasta exterminarnos sin que quedara Resto ni salvación?
15 Yahveh, Dios de Israel, justo eres, pues un Resto nos hemos salvado, como en el caso presente:
aquí estamos ante ti, con nuestro delito. Pues por su causa nadie resiste en tu presencia.»
El compromiso de deshacer las uniones ilícitas
Esdras 10
1 Mientras Esdras, llorando y prosternado ante la Casa de Dios, oraba y hacía esta confesión, una
inmensa asamblea de Israel, hombres, mujeres y niños, se había reunido en torno a él: y este pueblo
lloraba copiosamente.
2 Entonces, Sekanías, hijo de Yejiel, de los hijos de Elam, dijo a Esdras: «Hemos sido rebeldes a
nuestro Dios, casándonos con mujeres extranjeras, tomadas de entre las gentes del país. Ahora bien, a
pesar de ello, todavía, hay una esperanza para Israel.
3 Hagamos alianza con nuestro Dios de despedir a todas las mujeres extranjeras y a los hijos
nacidos de ellas, conforme al consejo de mi señor y de los temerosos de los mandamientos de
nuestro Dios. Hágase según la Ley.
4 Levántate, que este asunto te incumbe a ti; nosotros estaremos a tu lado. ¡Animo y manos a la
obra!»
5 Entonces Esdras se levantó e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes y de los levitas y a todo
Israel que harían conforme a lo dicho; y lo juraron.
6 Luego Esdras se retiró de delante de la Casa de Dios y se fue al aposento de Yehojanán, hijo de
Elyasib, donde pasó la noche sin comer pan ni beber agua, haciendo duelo a causa de la rebeldía de
los deportados.
La puesta en práctica de la decisión
7 Se publicó un bando en Judá y Jerusalén a todos los deportados para que se reunieran en
Jerusalén.
8 Todo aquel que no viniera en el plazo de tres días, según el consejo de los jefes y de los
ancianos, vería consagrada al anatema toda su hacienda y sería él mismo excluido de la asamblea de
los deportados.
9 Todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron, pues, en Jerusalén en el plazo de tres
días: era el día veinte del mes noveno; todo el pueblo se situó en la plaza de la Casa de Dios,
temblando, debido al caso, y también porque llovía a cántaros.
10 Entonces el sacerdote Esdras se levantó y les dijo: «Habéis sido rebeldes al casaros con
la intemperie; además, no se trata de una cosa de un día o dos, porque somos muchos los que hemos
incurrido en este pecado.
14 Nuestros jefes podrían representar a toda la asamblea: todos los que en nuestras ciudades se
hayan casado con mujeres extranjeras, vendrían a plazos fijados, acompañados de los ancianos y los
jueces de cada ciudad, hasta que hayamos apartado de nosotros el furor de la cólera de nuestro Dios
por causa de este asunto.»
15 Sólo Jonatán, hijo de Asahel, y Yajzeías, hijo de Tiqvá, se opusieron a esto, apoyados por
Mesullam y el levita Sabtay.
16 Los deportados actuaron según lo convenido. El sacerdote Esdras escogió como
colaboradores a los cabezas de familia, según sus casas, todos ellos designados nominalmente. Se
comenzaron las sesiones para examinar el caso el día uno del décimo mes.
17 Y el día uno del primer mes se había terminado ya con todos los hombres que estaban casados
con mujeres extranjeras.
La lista de los culpables
18 Entre los sacerdotes, se halló que se habían casado con mujeres extranjeras los siguientes:
entre los hijos de Josué, hijo de Yosadaq, y entre sus hermanos: Maaseías, Eliezer, Yarib y Guedalías;
19 éstos se comprometieron bajo juramento a despedir a sus mujeres, y ofrecieron por su delito
un carnero en sacrificio de reparación.
20 Entre los hijos de Immer: Jananí y Zebadías.
21 Entre los hijos de Jarim: «Maaseías, Elías, Semaías, Yejiel y Uzziyías.
22 Entre los hijos de Pasjur: Elyoenay, Maaseías, Ismael, Natanael, Yozabad y Elasá.
23 Entre los levitas: Yozabad, Simí, Quelaías (es decir, Quelitá), Petajías, Judá y Eliezer.
24 Entre los cantores: Elyasib y Zakkur. Entre los porteros: Sallum, Telem y Urí.
25 Entre los israelitas: de los hijos de Parós: Ramías, Yizziyías, Malkiyías, Miyyamín, Eleazar,
Malkiyías y Benaías;
26 de los hijos de Elam: Mattanías, Zacarías, Yejiel, Abdí, Yeremot y Elías;
27 de los hijos de Zattú: Elyoenáy. Elyasib Mattanías, Yeremot, Zabad y Azizá:
28 de los hijos de Bebay: Yehojanán, Jananías, Zabbay, Atlay;
29 de los hijos de Bigvay: Mesullam, Malluk, Yedaías, Yasub, Yisal, Yeremot;
30 de los hijos de Pajat Moab: Adná, Kelal, Benaías, Maaseías, Mattanías, Besalel, Binnuy y
Manasés;
31 de los hijos de Jarim: Eliezer, Yissiyías, Malkiyías, Semaías, Simeón,
32 Benjamín, Malluk, Semarías;
33 de los hijos de Jasum: Mattenay, Mattattá, Zabad, Elifélet, Yeremay, Manasés, Simí;
34 de los hijos de Baní: Maaday, Amram, Joel,
35 Benaías, Bedías, Kelaías,
36 Vanías, Meremot, Elyasib,
37 Mattanías, Mattenay y Yaassay;
38 de los hijos de Binnuy: Simí,
39 Selemías, Natán y Adaías;
40 de los hijos de Zakkay: Sasay, Saray,
41 Azareel, Selemías, Semarías,
42 Sallum, Amarías, José;
43 de los hijos de Nebo: Yeiel, Mattitías, Zabad, Zebiná, Yadday, Joel, Benaías.
44 Todos éstos se habían casado con mujeres extranjeras, pero despidieron tanto a las mujeres
Nehemías 1
1 Palabras de Nehemías, hijo de Jakalías. En el mes de Kisléu, el año veinte del rey Artajerjes,
estando yo en la ciudadela de Susa,
2 Jananí, uno de mis hermanos, llegó con algunos hombres venidos de Judá. Yo les pregunté por
los judíos - el Resto que se había salvado del cautiverio - y por Jerusalén.
3 Me respondieron: «Los restos del cautiverio que han quedado allí en la provincia se encuentran
en gran estrechez y confusión. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas
incendiadas.»
La oración de Nehemías
4 Al oír estas palabras me senté y me puse a llorar; permanecí en duelo algunos días ayunando y
ahora en tu presencia día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos, confesando los pecados que los
hijos de Israel hemos cometido contra ti; ¡yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado!
7 Hemos obrado muy mal contigo, no observando los mandamientos, los preceptos y las normas
mano.568
11 ¡Ea, Señor, estén atentos tus oídos a la oración de tu siervo, a la oración de tus servidores, que
desean venerar tu Nombre! Concede ahora, te suplico, gracia a tu siervo y haz que encuentre favor
ante ese hombre.» Era yo entonces copero del rey.569
El viaje de Nehemías a Jerusalén
Nehemías 2
1 En el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes, siendo yo encargado del vino, tomé vino y
se lo ofrecí al rey. Anteriormente nunca había estado yo triste.
2 Me dijo, pues, el rey: «¿Por qué ese semblante tan triste? Tú, enfermo no estás. ¿Acaso tienes
alguna preocupación en el corazón?» Yo quedé muy turbado,
3 y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la
ciudad donde están las tumbas de mis padres está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego?»
4 Replicóme el rey: «¿Qué deseas, pues?» Invoqué al Dios del cielo,
5 y respondí al rey: «Si le place al rey y estás satisfecho de tu siervo, envíame a Judá, a la ciudad
madera de construcción para las puertas de la ciudadela del Templo, la muralla de la ciudad y la casa
en que yo me he de instalar.» El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba
conmigo.
9 Me dirigí, pues, a los gobernadores de Transeufratina y les entregué las cartas del rey. El rey
me había hecho escoltar por oficiales del ejército y gente de a caballo.
10 Al enterarse de ello Samballat el joronita y Tobías el servidor ammonita, les sentó muy mal
me había inspirado que hiciera por Jerusalén, y sin llevar conmigo más que la cabalgadura en que iba
montado.
13 Saliendo, pues, de noche por la puerta del Valle, me dirigí hacia la Fuente del Dragón y hacia
la puerta del Muladar: inspeccioné la muralla de Jerusalén por donde tenía brechas, y las puertas que
habían sido devoradas por el fuego.
14 Continué luego hacia la puerta de la Fuente y la alberca del Rey, pero no había paso para mi
cabalgadura.
15 Volví a subir, pues, de noche, por el Torrente, inspeccionando la muralla, y volví a entrar por
Nehemías 3
1572 El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los sacerdotes se encargaron de construir la
puerta de las Ovejas: la armaron, fijaron sus hojas, barras y goznes, y continuaron hasta la torre de
los Cien y hasta la torre de Jananel.
2 Al lado de ellos construyeron los de Jericó; a su lado construyó Zakkur, hijo de Imrí.
3 Los hijos de Hassenáa construyeron la puerta de los Peces: la armaron y fijaron sus hojas,
barras y goznes.
4 A su lado reparó Meremot, hijo de Urías, hijo de Haqcós; a continuación reparó Mesullam, hijo
sus señores.
6 La puerta del Barrio nuevo la repararon Yoyadá, hijo de Paséaj, y Mesullam, hijo de Besodías:
Jananías, del gremio de los perfumistas: ellos reconstruyeron Jerusalén hasta el muro de la Plaza.
9 A continuación reparó Refaías, hijo de Jur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
10 A continuación reparó Yedaías, hijo de Harumaf, delante de su casa; a continuación reparó
hojas, barras y goznes, e hicieron mil codos de muro, hasta la puerta del Muladar.
14 La puerta del Muladar la reparó Malkiyías, hijo de Rekab, jefe del distrito de Bet Hakkérem,
con sus hijos: fijó sus hojas, barras y goznes.
15 La puerta de la Fuente la reparó Sallum, hijo de Kol Jozé, jefe del distrito de Mispá: la
construyó, la cubrió y fijó sus hojas, barras y goznes. También restauró el muro de la alberca del
canal, que está junto al huerto del rey, hasta las escaleras que bajan de la Ciudad de David.
16 Después de él Nehemías, hijo de Aztuq, jefe de la mitad del distrito de Bet Sur, reparó hasta
enfrente de las tumbas de David, hasta la alberca artificial y hasta la Casa de los Valientes.
17 A continuación repararon los levitas: Rejum, hijo de Baní; a su lado reparó Jasabías, jefe de la
mitad del distrito de Queilá, en su distrito;
18 a continuación repararon sus hermanos: Binnuy, hijo de Jenadad, jefe de la mitad del distrito
de Queilá;
19 a continuación Ezer, hijo de Josué, jefe de Mispá, reparó otra sección frente a la subida del
Angulo y la esquina.
25 A continuación Palal, hijo de Uzay, reparó enfrente del Angulo y de la torre en saliente de la
casa del rey, la de arriba que da al patio de la cárcel. Después de él Pedaías, hijo de Parós, reparó
26 hasta la puerta de las Aguas hacia Oriente y hasta delante de la torre en saliente.
27 A continuación los de Técoa repararon otro sector frente a la torre grande en saliente hasta el
muro del Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos repararon los sacerdotes, cada uno frente a su casa.
29 Después de ellos reparó Sadoq, hijo de Immer, frente a su casa. Después de él reparó Semaías,
los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección, hasta la cámara alta del ángulo.
32 Y entre la cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas, repararon los orfebres y los
comerciantes.
La continuación de los trabajos, a pesar de los obstáculos
33 Cuando Samballat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, montó en cólera y se
Nehemías 4
1 Cuando Samballat, Tobías, los árabes, los ammonitas y los asdoditas se enteraron de que la
reparación de la muralla de Jerusalén adelantaba - pues las brechas comenzaban a taparse - se
enfurecieron mucho;
2 y se conjuraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y a humillarme a mí.
3 Pero invocamos a nuestro Dios y montamos guardia contra ellos de día y de noche.
4 Judá decía: «¡Flaquean las fuerzas de los cargadores: hay demasiado escombro; nosotros no
descubiertos, y coloqué a la gente por familias, cada uno con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
8 Al ver su miedo, me levanté y dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «¡No
les tengáis miedo; acordaos del Señor, grande y terrible, y combatid por vuestros hermanos, vuestros
hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!»
9 Cuando nuestros enemigos supieron que estábamos advertidos y que Dios había desbaratado
sus planes, se retiraron, y todos nosotros volvimos a la muralla, cada cual a su trabajo.
10 Pero desde aquel día, sólo la mitad de mis hombres tomaban parte en el trabajo; la otra mitad,
provistos de lanzas, escudos, arcos y corazas, se mantenía detrás de toda la casa de Judá
11 que construía la muralla. También los cargadores estaban armados: con una mano cuidaba
Nehemías 5
1 Un gran clamor se suscitó entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judíos.
2 Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en prenda nuestros hijos y nuestras hijas para
carga impone cada uno de vosotros a su hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros
hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a
vuestros hermanos para que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin saber qué responder.
9 Y yo continué: «No está bien lo que estáis haciendo. ¿No queréis caminar en el temor de nuestro
deuda del dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habéis prestado.»
12 Respondieron ellos: «Restituiremos y no les reclamaremos ya nada; haremos como tú has
dicho.» Entonces llamé a los sacerdotes y les hice jurar que harían seguir esta promesa.
13 Luego sacudí los pliegues de mi manto diciendo: «¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su
hacienda, a todo aquel que no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la
asamblea respondió: «¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió esta palabra.
El desinterés de Nehemías
14 Además, desde el día en que el rey me mandó ser gobernador del país de Judá, desde el año
veinte hasta el 32 del rey Artajerjes, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos jamás del
pan del gobernador.574
15 En cambio los gobernadores anteriores que me precedieron gravaban al pueblo: cada día
percibían de él, como contribución por el pan, cuarenta siclos de plata; también sus servidores
oprimían al pueblo. Pero yo, por temor de Dios, no hice nunca esto.
16 Además he ayudado a la obra de la reparación de esta muralla, y, aunque no he adquirido
Nehemías 6
1 Cuando Samballat, Tobías, Guésem el árabe, y los demás enemigos nuestros se enteraron de
que yo había reconstruido la muralla y de que ya no quedaba en ella brecha alguna - aunque en aquel
tiempo no estaban colocadas las hojas de las puertas -
2 Samballat y Guésem mandaron a decirme: «Ven a entrevistarte con nosotros en Hakkefirim, en
carta abierta
6 en la que estaba escrito: «Se oye entre las naciones, y así lo afirma Gasmu, el rumor de que tú y
los judíos estáis pensando sublevaros; que para ello reconstruyes la muralla y tratas de hacerte su rey,
7 que incluso has designado profetas para proclamar acerca de ti en Jerusalén: ¡Judá tiene rey!
Estos rumores van a ser oídos por el rey; así que ven para que tomemos consejo juntos.»
8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que dices; son invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando: «Desfallecerán sus manos y no acabarán
burlarse de mí.
14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías, por lo que ha hecho; y también de Noadía, la profetisa, y de
los demás profetas que trataron de asustarme.
Conclusión de las murallas
15 La muralla quedó terminada el día veinticinco de Elul, en 52 días.
16 Cuando se enteraron todos nuestros enemigos y todas las naciones de alrededor lo vieron, les
pareció una gran maravilla y reconocieron que esta obra había sido realizada por nuestro Dios.
17 En aquellos mismos días, los notables de Judá multiplicaron sus cartas dirigidas a Tobías y
recibían las de éste;
18 porque tenía en Judá muchos aliados, por ser yerno de Sekanías, hijo de Ará, y por estar
Nehemías 7
1 Reconstruida la muralla, y una vez que hube fijado las hojas de las puertas, se colocaron
todavía esté alto, se cerrarán y se echarán las barras a las puertas; y se establecerán puestos de
guardia de entre los habitantes de Jerusalén, unos en su puesto y otros delante de su casa.»
Lista de los primeros repatriados
4 La ciudad era espaciosa y grande, pero tenía muy poca población y no se fundaban nuevas
familias.
5 Me puso Dios en el corazón reunir a los notables, a los consejeros y al pueblo, para hacer el
registro genealógico. Hallé el registro genealógico de los que habían venido al principio, y encontré
escrito en él:
6 Estas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio, aquellos que
Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado y que volvieron a Jerusalén y Judea, cada uno a su
ciudad.577
7 Vinieron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán,
Mispéret, Bigvay, Nejum y Baaná. Lista de los hombres del pueblo de Israel:
8 los hijos de Parós: 2.172;
9 los hijos de Sefatías: 372;
10 los hijos de Araj: 652;
11 los hijos de Pajat Moab, por parte de los hijos de Josué y de Joab: 2.818;
12 los hijos de Elam: 1.254;
13 los hijos de Zattú: 845;
14 los hijos de Zakkay: 760;
15 los hijos de Binnuy: 648;
16 los hijos de Bebay: 628;
17 los hijos de Azgad: 2.322;
18 los hijos de Adonicam: 667;
19 los hijos de Bigvay: 2.067;
20 los hijos de Adín: 655;
21 los hijos de Ater, de Ezequías: 98;
22 los hijos de Jalum: 328;
23 los hijos de Besay: 324;
24 los hijos de Jarif: 112;
25 los hijos de Gabaón: 95;
26 los hombres de Belén y de Netofá: 188;
27 los hombres de Anatot: 128;
28 los hombres de Bet Azmávet: 42;
29 los hombres de Quiryat Yearim, Kefirá y Beerot: 743;
30 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
31 los hombres de Mikmás: 122;
32 los hombres de Betel y de Ay: 123;
33 los hombres de Nebo: 52;
34 los hijos del otro Elam: 1.254;
35 los hijos de Jarim: 320;
36 los hombres de Jericó: 345;
37 los hijos de Lod, Jadid y Onó: 721;
38 los hijos de Senaá: 3.930.
39 Sacerdotes: los hijos de Yedaías, de la casa de Josué: 973;
40 los hijos de Immer: 1.052;
41 los hijos de Pasjur: 1.247;
42 los hijos de Jarim: 1.017.
43 Levitas: los hijos de Josué y Cadmiel, de los hijos de Hodías: 74.
44 Cantores: los hijos de Asaf: 148.
45 Porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Aqcub, los
Peridá,
58 los hijos de Yaalá, los hijos de Darcón, los hijos de Guiddel,
59 los hijos de Sefatías, los hijos de Jattil, los hijos de Pokéret Hassebayim, los hijos de Amón.
60 Total de los donados y de los hijos de los siervos de Salomón: 392.
61 Y estos eran los que venían de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Kerub, Addón e Immer, y que no pudieron
Las ofrendas para el Templo
69 Algunos de los cabezas de familia hicieron ofrendas para la obra. El Gobernador entregó al
tesoro mil dracmas de oro, 50 copas y 30 túnicas sacerdotales.
70 Entre los cabezas de familia entregaron al tesoro de la obra 20.000 dracmas de oro y 2.200
minas de plata.
71 Lo que entregó el resto del pueblo ascendía a 20.000 dracmas de oro, 2.000 minas de plata y 67
túnicas sacerdotales.
72 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los donados y todos los demás israelitas
Nehemías 8
1578 todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta
del Agua. Dijeron al escriba Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yahveh había
prescrito a Israel.579
2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres, mujeres y todos los
que tenían uso de razón. Era el día uno del mes séptimo.
3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el alba hasta el
mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos
del pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión; junto a
él estaban: a su derecha, Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda, Pedaías,
Misael, Malkías, Jasum, Jasbaddaná, Zacarías y Mesul-lam.
5 Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto que todo el pueblo - y
Janán, Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.)
8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que
comprendieran la lectura.
9 Entonces (Nehemías - el Gobernador - y) Esdras, el sacerdote escriba (y los levitas que
explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no
estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos, bebed bebidas dulces y mandad su ración a
quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes: la
alegría de Yahveh es vuestra fortaleza.»
11 También los levitas tranquilizaban al pueblo diciéndole: «Callad: este día es santo. No estéis
tristes.»
12 Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a repartir raciones y hacer gran festejo, porque
habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
La celebración de la fiesta de las Tiendas
13 El segundo día los cabezas de familia de todo el pueblo, los sacerdotes y levitas se reunieron
junto al escriba Esdras para comprender las palabras de la Ley.
14 Y encontraron escrito en la Ley que Yahveh había mandado por medio de Moisés que los hijos
de Israel habitaran en cabañas durante la fiesta del séptimo mes.
15 En cuanto lo oyeron, hicieron pregonar en todas las ciudades y en Jerusalén: «Salid al monte y
traed ramas de olivo, de pino, de mirto, de palmera y de otros árboles frondosos, para hacer cabañas
conforme a lo escrito.»580
16 Salió el pueblo y trajeron ramas y se hicieron cabañas, cada uno en su terrado, en sus patios,
en los atrios de la Casa de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraím.
17 Toda la asamblea, los que habían vuelto del cautiverio, construyó cabañas y habitó en ellas -
cosa que los israelitas no habían hecho desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día - y hubo
gran regocijo.
18 Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios diariamente, desde el primer día al último. Durante
siete días, se celebró fiesta; al octavo tuvo lugar, según la norma, una asamblea solemne.
Liturgia de expiación por los pecados de Israel
Nehemías 9
1 El día veinticuatro de aquel mismo mes, se congregaron los israelitas para ayunar, vestidos de
un cuarto de día; durante otro cuarto hacían confesión y se postraban ante Yahveh su Dios.)
4 (Josué, Binnuy, Cadmiel, Sebanías, Bunní, Serebías, Baní y Quenaní subieron al estrado de los
«¡Levantaos, bendecid a Yahveh nuestro Dios!») ¡Bendito seas, Yahveh Dios nuestro, de eternidad en
eternidad! ¡Y sea bendito el Nombre de tu Gloria que supera toda bendición y alabanza!
6 ¡Tú, Yahveh, tú el único! Tú hiciste los cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra
y todo cuanto abarca, los mares y todo cuanto encierran. Todo esto tú lo animas, y la mesnada de los
cielos ante ti se prosterna.
7 Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abraham, le sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre
de Abraham.
8 Hallaste su corazón fiel ante ti, con él hiciste alianza, para darle el país del cananeo, del hitita y
del amorreo, del perizita, del jebuseo y del guirgasita, a él y a su posteridad. Y has mantenido tu
palabra, porque eres justo.
9 Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar de Suf.
10 Contra el Faraón obraste señales y prodigios, contra sus siervos y todo el pueblo de su país,
pues supiste que eran altivos con ellos. ¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy!
11 Tú hendiste el mar ante ellos: por medio del mar pasaron a pie enjuto. Hundiste en los abismos
a sus perseguidores, como una piedra en aguas poderosas.
12 Con columna de nube los guiaste de día, con columna de fuego por la noche, para alumbrar
ante ellos el camino por donde habían de marchar.
13 Bajaste sobre el monte Sinaí y del cielo les hablaste; les diste normas justas, leyes verdaderas,
preceptos y mandamientos excelentes;
14 les diste a conocer tu santo sábado; les ordenaste mandamientos, preceptos y Ley por mano de
Moisés, tu siervo.
15 Del cielo les mandaste el pan para su hambre, para su sed hiciste brotar el agua de la roca. Y
se obstinaron en volver a Egipto y a su servidumbre. Pero tú eres el Dios de los perdones, clemente y
entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad. ¡No los desamparaste!
18 Ni siquiera cuando se fabricaron un becerro de metal fundido y exclamaron: «¡Este es tu dios
de ellos, para guiarles de día por la ruta, ni la columna de fuego por la noche, para alumbrar ante
ellos el camino por donde habían de marchar.
20 Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el maná no retiraste de su boca, y para su sed les
diste agua.
21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó: ni sus vestidos se gastaron ni se
hincharon sus pies.
22 Reinos y pueblos les donaste y las tierras vecinas repartiste: se apoderaron del país de Sijón,
cananeos, los pusiste en sus manos, con sus reyes y las gentes del país, para que los trataran a merced
de su capricho.
25 Ciudades fuertes conquistaron y una tierra generosa; y heredaron casas de toda suerte de
bienes rebosantes, cisternas ya excavadas, viñas y olivares, árboles frutales sin medida: comieron, se
saciaron, engordaron, se deleitaron en tus inmensos bienes.
26 Pero después, indóciles, se rebelaron contra ti, arrojaron tu Ley a sus espaldas, mataron a los
hacia ti, y tú los escuchabas desde el cielo; y en tu inmensa ternura les mandabas salvadores que los
libraron de las manos opresoras.
28 Pero, apenas en paz, volvían a hacer el mal ante ti, y tú los dejabas en mano de sus enemigos
que los oprimían. Ellos de nuevo gritaban hacia ti, y tú escuchabas desde el cielo: ¡muchas veces, por
ternura, los salvaste!
29 Les conminaste para volverlos a tu Ley, pero ellos en su orgullo no escucharon tus mandatos;
contra tus normas pecaron, contra aquellas que, cumplidas, dan la vida; dieron la espalda,
endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 Tuviste paciencia con ellos durante muchos años; les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus
profetas; pero ellos no escucharon. Y los pusiste en manos de las gentes de los países.
31 Mas en tu inmensa ternura no los acabaste, no los abandonaste, porque eres tú Dios clemente y
lleno de ternura.
32 Ahora, pues, oh Dios nuestro, tú, Dios grande, poderoso y temible, que mantienes la alianza y
el amor, no menosprecies esta miseria que ha caído sobre nosotros, sobre nuestros reyes y príncipes,
nuestros sacerdotes y profetas, sobre todo tu pueblo, desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta el
día de hoy.
33 Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, pues tú fuiste fiel, y nosotros malvados:
34 nuestros reyes y jefes, nuestros sacerdotes y padres no guardaron tu Ley, no hicieron caso de
generosa tierra que tú les habías preparado, no te sirvieron ellos ni se convirtieron de sus malas
acciones.
36 Míranos hoy a nosotros esclavos, y en el país que habías dado a nuestros padres para gozar de
capricho dominan nuestras personas, cuerpos y ganados. ¡En gran angustia nos hallamos!
El compromiso de la comunidad
Nehemías 10
1 De acuerdo con todo esto, nosotros tomamos un firme compromiso por escrito. En el
documento sellado figuran nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes...
2 En el documento sellado figuraban: Nehemías, hijo de Jakalías, y Sedecías.
3 Seraías, Azarías, Jeremías,
4 Pasjur, Amarías, Malkías,
5 Jattús, Sebanías, Malluk,
6 Jarim, Meremot, Abdías,
7 Daniel, Guinnetón, Baruc,
8 Mesullam, Abías, Miyyamín,
9 Maazías, Bilgay, Semaías: estos son los sacerdotes.
10 Luego los levitas: Josué, hijo de Azanías, Binnuy, de los hijos de Jenadad, Cadmiel
11 y sus hermanos Sekanías, Hodavías, Quelitá, Pelaías, Janán,
12 Miká, Rejob, Jasabías,
13 Zakkur, Serebías, Sebanías,
14 Hodiyías, Baní, Quenaní.
15 Los jefes del pueblo: Parós, Pajat Moab, Elam, Zattú, Baní,
16 Bunní, Azgad, Bebay,
17 Adonías, Bigvay, Adín,
18 Ater, Ezequías, Azzur,
19 Hodiyías, Jatum, Besay,
20 Jarif, Anatot, Nobay,
21 Magpiás, Mesullam, Jezir,
22 Mesezabel, Sadoq, Yaddúa,
23 Pelatías, Janán, Hanaías,
24 Oseas, Jananías, Jassub,
25 Hallojés, Piljá, Sobeq,
26 Rejum, Jasabná, Maaseías,
27 Ajías, Janán, Anán,
28 Malluk, Jarim, Baaná.
29 y el resto del pueblo, los sacerdotes y los levitas los porteros, los cantores, los donados y
todos los separados de las gentes del país para seguir la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos y sus
hijas, cuantos tienen uso de razón,
30 se adhieren a sus hermanos y a los nobles y se comprometen por imprecación y juramento a
caminar en la Ley de Dios, que fue dada por mano de Moisés, siervo de Dios, y a guardar y practicar
todos los mandamientos de Yahveh nuestro Señor, sus normas y sus leyes.
Las cláusulas del compromiso
31 A no dar nuestras hijas a las gentes del país ni tomar sus hijas para nuestros hijos.
32 Si las gentes del país traen, en día de sábado, mercancías o cualquier otra clase de comestibles
para vender, nada les compraremos en día de sábado ni en día sagrado. En el año séptimo
abandonaremos el producto de la tierra y todas las deudas.
33 Nos imponemos como obligación: Dar un tercio de siclo al año para el servicio de la Casa de
nuestro Dios:
34 para el pan que se presenta, para la oblación perpetua y el holocausto perpetuo, para los
sacrificios de los sábados, de los novilunios, de las solemnidades, para los alimentos sagrados, para
los sacrificios por el pecado como expiación por Israel y para toda la obra de la Casa de nuestro
Dios;
35 Hemos echado a suertes - sacerdotes, levitas y pueblo - la ofrenda de la leña que ha de traer a
la Casa de nuestro Dios cada familia en su turno, a sus tiempos, cada año, para quemarla sobre el
altar de Yahveh nuestro Dios con arreglo a lo escrito en la Ley.
36 y traer cada año a la Casa de Yahveh las primicias de nuestro suelo y las primicias de los
frutos de todos los árboles,
37 y los primogénitos de nuestros hijos y de nuestro ganado, conforme a lo escrito en la Ley - los
primeros nacidos de nuestro ganado mayor y menor, que se traen a la Casa de nuestro Dios son para
los sacerdotes que ejercen el ministerio en la casa de nuestro Dios -.
38 Lo mejor de nuestras moliendas, de los frutos de todo árbol, del vino y del aceite, se lo
traeremos a los sacerdotes, a los aposentos de la Casa de nuestro Dios; y el diezmo de nuestro suelo a
los levitas, y ellos mismos cobrarán el diezmo en todas las ciudades de nuestra labranza;
39 un sacerdote, hijo de Aarón, irá con los levitas cuando éstos cobren el diezmo; los levitas
subirán el diezmo del diezmo a la Casa de nuestro Dios a los aposentos de la casa del tesoro;
40 pues a estos aposentos traen los israelitas y los levitas la ofrenda reservada de trigo, vino y
aceite; allí se encuentran también los utensilios del santuario, de los sacerdotes que están de servicio
y de los porteros y cantores. No abandonaremos más la Casa de nuestro Dios.
LA REORGANIZACIÓN DE LA COMUNIDAD
Después de reparar los muros de Jerusalén, Nehemías comprende que aún queda mucho por
hacer. La tarea más urgente es repoblar la ciudad, que se encuentra casi desierta y con sus casas en
ruinas (7. 4). Con este fin, ordena que uno de cada diez judíos se instale en el recinto amurallado de la
capital. El recurso al sorteo y las felicitaciones que reciben los voluntarios demuestran que pocos
repatriados deseaban habitar en la Ciudad santa, donde las condiciones de vida eran más duras que
en los pueblos de campaña.
Para poner un digno broche de oro a la primera misión de Nehemías, el Cronista relata a
continuación la solemne dedicación de las murallas. La desbordante alegría de esta celebración
contrasta con la dolorosa inspección nocturna que realizó Nehemías, cuando llegó a Jerusalén y
encontró los muros derruidos y las puertas quemadas (2. 12-16). A este relato se añade un cuadro
idealizado de la comunidad religiosa en tiempos de Zorobabel y Nehemías (12. 44 - 13. 3).
La distribución de los habitantes de Judá
Nehemías 11
1 Los jefes del pueblo se establecieron en Jerusalén. El resto del pueblo echó a suertes para que
de cada diez hombres habitase uno en Jerusalén, la Ciudad Santa, quedando los otros nueve en las
ciudades.
2 Y el pueblo bendijo a todos los hombres que se ofrecieron voluntarios para habitar en
Jerusalén.
3 Estos son los jefes de la provincia que se establecieron en Jerusalén y en las ciudades de Judá;
Israel, sacerdotes, levitas, donados e hijos de los siervos de Salomón, vivían en sus ciudades, cada
uno en su propiedad.
La población judía de Jerusalén
4 Habitaban en Jerusalén hijos de Judá e hijos de Benjamín. De los hijos de Judá: Ataías, hijo de
Uzzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Mahalalel, de los hijos de Peres;
5 Maaseías, hijo de Baruc, hijo de Kol Jozé, hijo de Jazaías, hijo de Adaías, hijo de Yoyarib, hijo
de Zacarías, el selanita.
6 El total de los hijos de Peres que habitaban en Jerusalén era de 468, hombres vigorosos.
7 Los hijos de Benjamín eran: Sallú, hijo de Mesullam, hijo de Yoed, hijo de Pedaías, hijo de
de gracias de la oración; Baqbuquías, el segundo entre sus hermanos; Abdías, hijo de Sammúa, hijo
de Galal, hijo de Yedutún.
18 Total de los levitas en la Ciudad santa: 284.
19 Los porteros: Aqcub, Talmón y sus hermanos, que hacían la guardia de las puertas: 172.
20 El resto de los israelitas, de los sacerdotes y levitas, se estableció en todas las ciudades de
Haarbá y sus aldeas anejas, en Dibón y sus aldeas anejas, en Jeqcabsel y sus poblados,
26 en Yesúa, en Moladá, en Bet Pélet,
27 en Jasar Sual, en Berseba y sus aldeas anejas,
28 en Siquelag, en Mekoná y sus aldeas anejas,
29 en Enrimmón, en Soreá, en Yarmut,
30 en Zanóaj, Adullam y sus caseríos; Lakis y su comarca, Azecá y sus aldeas anejas: se
Otra lista de sacerdotes y levitas
Nehemías 12
1 Estos son los sacerdotes y los levitas que subieron con Zorobabel, hijo de Sealtiel, y con Josué:
Lista genealógica de los sumos sacerdotes
10 Josué engendró a Yoyaquim; Yoyaquim engendró a Elyasib; Elyasib engendró a Yoyadá;
11 Yoyadá engendró a Yojanán, y Yojanán engendró a Yaddúa.
Sacerdotes y levitas en la época del Sumo Sacerdote Yoyaquím
12 En los días de Yoyaquim los sacerdotes cabezas de familia eran: de la familia de Seraías:
frente por frente para ejecutar los himnos de alabanza y de acción de gracias, conforme a las
instrucciones de David, hombre de Dios, en grupos alternos,
25 eran: Mattanías, Baqbuquías, y Abdías. Y Mesullam, Talmón y Aqcub, porteros, montaban la
instrumentos músicos de David, hombre de Dios. Y Esdras el escriba iba al frente de ellos.
37 A la altura de la puerta de la Fuente, subieron a derecho por la escalera de la Ciudad de David,
por encima de la muralla, y por la subida de la Casa de David, hasta la puerta del Agua, al Oriente.
38 El segundo coro marchaba por la izquierda; yo iba detrás, con la mitad de los jefes del pueblo,
por encima de la muralla, pasando por la torre de los Hornos, hasta la muralla de la Plaza,
39 por encima de la puerta de Efraím, la puerta de los Peces, la torre de Jananel, hasta la puerta de
consejeros,
41 y a los sacerdotes Elyaquim, Maaseías, Minyamín, Miká, Elyoenay, Zacarías, Jananías, con
trompetas,
42 y Maaseías, Semaías, Eleazar, Uzzí, Yehojanán, Malkiyías, Elam y Ezer -. Los cantores
había concedido un gran gozo; también se regocijaron las mujeres y los niños. Y el alborozo de
Jerusalén se oía desde lejos.
Las contribuciones para los sacerdotes y levitas
44 En aquel tiempo se puso al frente de los aposentos destinados para almacenes de las ofrendas
reservadas, de las primicias y de los diezmos, a hombres que recogiesen en ellos, del territorio de las
ciudades, las porciones que la Ley otorga a los sacerdotes y a los levitas. Pues Judá se complacía en
ver a los sacerdotes y levitas en sus funciones.
45 Ellos cumplían el ministerio de su Dios y el ministerio de las purificaciones, junto con los
porteros las raciones correspondientes a cada día. A los levitas se les entregaban las cosas sagradas, y
los levitas entregaban su parte a los hijos de Aarón.
La separación de los extranjeros
Nehemías 13
1 En aquel tiempo se leyó a oídos del pueblo en el libro de Moisés, y se encontró escrito en él:
oblaciones, el incienso, los utensilios, el diezmo del trigo, del vino y del aceite, es decir, las
porciones de los levitas, los cantores y los porteros, y lo reservado a los sacerdotes.
6 Cuando sucedía esto, yo no estaba en Jerusalén, porque el año 32 de Artajerjes, rey de
Babilonia, había ido donde el rey; pero al cabo de algún tiempo el rey me permitió volver;
7 volví a Jerusalén, y me enteré de la mala acción que había hecho Elyasib en favor de Tobías,
oblaciones y el incienso.
Disposiciones sobre el pago de los diezmos
10 Me enteré también de que ya no se entregaban las raciones de los levitas, por lo que ellos se
habían marchado cada uno a su campo - los levitas y los cantores encargados del servicio -.
11 Reprendí por ello a los consejeros diciéndoles: «¿Por qué ha sido abandonada la Casa de
levitas, y como ayudante, a Janán, hijo de Zakkur, hijo de Mattanías, porque eran considerados como
personas fieles; les incumbía distribuir las porciones a sus hermanos.
14 ¡Acuérdate de mí por esto, Dios mío; no borres las obras de piedad que yo hice por la Casa de
sábado!
18 ¿No fue así como obraron vuestros padres y por lo que nuestro Dios hizo caer toda esta
desgracia sobre nosotros y sobre esta ciudad? ¡Y vosotros aumentáis así la Cólera contra Israel
profanando el sábado!»
19 Así que ordené que cuando la sombra cubriese las puertas de Jerusalén, la víspera del sábado
se cerrasen las puertas, y que no se abriesen hasta después del sábado. Y puse junto a las puertas a
algunos de mis hombres para que no entrase carga alguna en día de sábado.
20 Una o dos veces, algunos mercaderes que vendían toda clase de mercancías pasaron la noche
fuera de Jerusalén,
21 pero yo les avisé diciéndoles: «¿Por qué pasáis la noche junto a la muralla? ¡Si volvéis a
hacerlo, os meteré mano!» Desde entonces no volvían más en sábado.
22 Ordené también a los levitas purificarse y venir a guardar las puertas, para santificar el
sábado. ¡También por esto acuérdate de mí, Dios mío, y ten piedad de mí según tu gran misericordia!
Prohibición de los matrimonios con extranjeras
23 Vi también en aquellos días que algunos judíos se habían casado con mujeres asdoditas,
ammonitas o moabitas.
24 De sus hijos, la mitad hablaban asdodeo o la lengua de uno u otro pueblo, pero no sabían ya
hablar judío.
25 Yo les reprendí y les maldije, hice azotar a algunos de ellos y arrancarles los cabellos, y los
conjuré en nombre de Dios: «¡No debéis dar vuestras hijas a sus hijos ni tomar ninguna de sus hijas
por mujeres ni para vuestros hijos ni para vosotros mismos!584
26 ¿No pecó en esto Salomón, rey de Israel? Entre tantas naciones no había un rey semejante a él;
era amado de su Dios; Dios le había hecho rey de todo Israel. Y también a él le hicieron pecar las
mujeres extranjeras.
27 ¿Se tendrá que oír de vosotros que cometéis el mismo gran crimen de rebelaros contra nuestro
Dios casándoos con mujeres extranjeras?»
Otras disposiciones
28 Uno de los hijos de Yoyadá, hijo del sumo sacerdote Elyasib, era yerno de Samballat el
El libro de TOBÍAS fue escrito hacia el año 200 a. C. y sólo se ha conservado en varias
versiones griegas y latinas, bastante diversas unas de otras. Como los libros de Ester y de Judit,
pertenece al género de los relatos "edificantes" o narraciones elaboradas con el fin de transmitir una
enseñanza de carácter moral y religioso.
Los protagonistas del relato son los miembros de una familia de la tribu de Neftalí, deportada a
Nínive cuando los asirios invadieron y conquistaron el territorio de Galilea (2 Rey. 15. 29). Esta
ambientación fuera de Palestina es un elemento esencial de la narración, ya que la enseñanza
contenida en el Libro está destinada principalmente a sostener la fe de los judíos dispersos en un
ambiente pagano y casi siempre hostil. Para animarlos a mantenerse fieles al Señor, aun en medio de
las pruebas, el autor les propone un modelo ejemplar en la figura de Tobit, el padre del joven Tobías.
Lo que más se destaca a través del relato es la acción providencial de Dios. Los hechos que a primera
vista parecen casuales responden en realidad a un designio divino -un "secreto"- que sólo al final se
pone de manifiesto (12. 11). Y por eso, la verdadera sabiduría consiste en mantener la confianza en el
Señor, incluso en las situaciones más desesperadas.
En el libro de Tobías, el ejecutor de este designio divino es un "ángel" llamado Rafael, que
significa "Dios sana". Mientras que en los textos bíblicos más antiguos el Señor se acerca
personalmente a los hombres y habla con ellos, en esta etapa de la Revelación se acentúa el sentido de
la trascendencia divina. Una distancia infinita separa a los hombres de Dios, pero esa distancia es
salvada por la intervención de los ángeles, cuya función consiste en ser los "mensajeros" de las
bendiciones y de los castigos divinos, y en presentar al Señor las súplicas y necesidades de los
hombres (12. 12-15).
Junto con la invitación a confiar en la Providencia divina, la historia de Tobías destaca otros
valores de profundo contenido evangélico: la santidad del matrimonio, el respeto filial, la
misericordia hacia los pobres, la práctica de la limosna, la aceptación humilde de las pruebas y la
eficacia de la oración.
Introducción
Tobías 1
1 Historia de Tobit, hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, del linaje de
de Neftalí, en la Galilea superior, por encima de Jasor, detrás del camino del oeste y al norte de Sefat.
Presentación de Tobit
3 Yo, Tobit, he andado por caminos de verdad y en justicia todos los días de mi vida y he
repartido muchas limosmas entre mis hermanos y compatriotas, deportados conmigo a Nínive, al
país de los asirios.
4 Siendo yo joven todavía y estando en mi país, en la tierra de Israel, toda la tribu de mi padre
Neftalí se apartó de la casa de David y de Jerusalén, la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel
para ofrecer allí sacrificios y en la que había sido edificado y consagrado, para todas las
generaciones venideras, el Templo de la Morada del Altísimo.
5 Todos mis hermanos y la casa de mi padre Neftalí ofrecían sacrificios al becerro que
Tobías.
Tobit en el destierro
10 Cuando la deportación de Asiria, yo también fui deportado y me trasladé a Nínive. Todos mis
hermanos y los de mi linaje comían los manjares de los gentiles,
11 más yo me guardé bien de comerlos.
12 Como yo me acordaba de Dios con toda mi alma,
13 me concedió el Altísimo gracia y favor ante Salmanasar, y llegué a ser procurador suyo.
14 Me trasladé a Media y administré allí sus negocios hasta su muerte; y desposité en Ragués de
Media, en casa de Gabael, hermano de Gabrí, unos sacos de plata por valor de diez talentos.
15 Muerto Salmanasar, le sucedió en el trono su hijo Senaquerib; en su reinado, los caminos de
Media se hicieron inseguros y no pude volver allí.
16 En los días de Salmanasar hice yo muchas limosmas a mis hermanos de raza;
17 di mi pan a los hambrientos y vestido a los desnudos; y si veía el cadaver de alguno de los de
escarmiento que hizo contra él el Rey del Cielo, a causa de sus blasfemias. Senaquerib, en su cólera,
mandó matar a muchos israelitas); y yo sustraje sus cuerpos y los enterré. Senaquerib los buscó sin
encontrarlos.
19 Un ninivita fue a denunciarme al rey de que yo los había enterrado en secreto. Cuando supe
que el rey tenía informes acerca de mí, y que me buscaba para matarme, tuve miedo y escapé.
20 Me fueron arrebatados todos mis bienes; nada quedó sin confiscar para el tesoro real, salvo mi
Tobías 2
1 En el reinado de Asarjaddón pude regresar a mi casa y me fue devuelta mi mujer Ana y mi hijo
Tobías. En nuestra solemnidad de Pentecostés, que es la santa solemnidad de las Semanas, me habían
preparado una excelente comida y me dispuse a comer.
2 Cuando me presentaron la mesa, con numerosos manjares, dije a mi hijo Tobías: «Hijo, ve a
buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún indigente que se acuerde del Señor y
tráelo para que coma con nosotros. Te esperaré hasta que vuelvas, hijo mío.»
3 Fuese, pues, Tobías a buscar a alguno de nuestros hermanos pobres, y cuando regresó me dijo:
«Padre.» Le respondí: «¿Qué hay, hijo?» Contestó: «Padre, han asesinado a uno de los nuestros; le
han estrangulado y le han arrojado en la plaza del mercado y aún está allí.»
4 Me levanté al punto y sin probar la comida, alcé el cadáver de la plaza y lo dejé en una
habitación, en espera de que se pusiera el sol, para enterrarlo.
5 Volví a entrar, me lavé y comí con aflicción
6 acordándome de las palabras que el profeta Amós dijo contra Betel: Vuestras solemnidades se
querido matarme por un hecho semejante.) Apenas si pudo escapar y ya vuelve a sepultar a los
muertos.»
La ceguera de Tobit
9 Aquella misma noche, después de bañarme, salí al patio y me recosté contra la tapia, con el
ojos y me salieron manchas blancas. Fui a los médicos, para que me curasen; pero cuantos más
remedios me aplicaban, menos veía a causa de las manchas, hasta que me quedé completamente
ciego. Cuatro años estuve sin ver. Todos mis hermanos estaban afligidos; Ajikar, por su parte,
proveyó a mi sustento durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida.590
11 En aquellas circunstancias, mi mujer Ana, tuvo que trabajar a sueldo en labores femeninas;
se lo entregó a los dueños, que le dieron todo su jornal y le añadieron un cabrito para una comida.
13 Cuando entró ella en casa, el cabrito empezó a balar; yo, entonces, llamé a mi mujer y le dije:
«¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿Es que ha sido robado? Devuélvelo a sus dueños, porque no
podemos comer cosa robada.»
14 Ella me dijo: «Es un regalo que me han añadido a mi sueldo.» Pero yo no la creí; ordené que
lo devolviera a los dueños y me irrité contra ella por este asunto. Entonces ella me replicó: «¿Dónde
están tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!»591
La oración de Tobit
Tobías 3
1 Anegada entonces mi alma de tristeza, suspirando y llorando, comenzé a orar con gemidos:
2 Tú eres justo, Señor, y justas son todas tus obras. Misericordia y verdad son todos tus caminos.
Tú eres el Juez del Universo.
3 Y ahora, Señor, acuérdate de mí y mírame. No me condenes por mis pecados, mis
inadvertencias y las de mis padres. Hemos pecado en tu presencia,
4 no hemos escuchado tus mandatos y nos has entregado al saqueo, a la burla, al comentario y al
oprobio de todas las gentes entre las que nos has dispersado.
5 Pero cierto es, Señor, que todas tus sentencias a la verdad responden cuando me tratas según
mis pecados y los de mis padres; porque no hemos cumplido tus mandatos, y no hemos caminado en
la verdad delante de ti.
6 Haz conmigo ahora según lo que te plazca y ordena que reciban mi vida para que yo me
disuelva sobre la faz de la tierra, porque más me vale morir que vivir. Tengo que aguantar injustos
reproches y me anega la tristeza. Manda, Señor, que sea liberado de esta aflicción y déjame partir al
lugar eterno, y no apartes, Señor, tu rostro de mí, pues prefiero morir a pasar tanta aflicción durante
la vida y tener que seguir oyendo injurias.
Las desgracias de Sara
7 Sucedió aquel mismo día, que también Sarra, hija de Ragüel, el de Ecbátana de Media, fue
había matado antes de que se unieran a ella como casados. La esclava le decía: «¡Eres tú la que matas
a tus maridos! Ya has tenido siete, pero ni de uno siquiera has disfrutado.593
9 ¿Nos castigas porque se te mueren los maridos? ¡Vete con ellos y que nunca veamos hijo ni hija
tuyos!»
10 Entonces Sarra, con el alma llena de tristeza, se echó a llorar y subió al aposento de su padre
con intención de ahorcarse. Pero, reflexionando, pensó: «Acaso esto sirva para que injurien a mi
padre y le digan: "Tenías una hija única, amada y se ha ahorcado porque se sentía desgraciada." No
puedo consentir que mi padre, en su ancianidad, baje con tristeza a la mansión de los muertos. Es
mejor que, en vez de ahorcarme, suplique al Señor que me envíe la muerte para no tener que oír
injurias durante mi vida.»
La oración de Sara
11 Y en aquel momento, extendiendo las manos hacia la ventana, oró así: Bendito seas tú, Dios de
misericordias, y bendito sea tu Nombre por los siglos, y que todas tus obras te bendigan por siempre.
12 Vuelvo ahora mi rostro y alzo mi ojos hacia ti.
13 Manda que yo sea librada de la tierra, para no escuchar ultrajes.
14 Tú sabes, Señor, que yo estoy pura de todo contacto de varón;
15 que no he mancillado mi nombre ni el nombre de mi padre en la tierra de mi cautividad. Soy la
única hija de mi padre; no tiene otros hijos que le hereden, no tiene junto a sí ningún hermano ni
pariente a quien me deba por mujer. Ya perdí siete maridos: ¿para qué quiero la vida? Si no te place,
Señor, darme la muerte, ¡mírame con compasión! y no tenga yo que escuchar injurias.
La misión del ángel Rafael
16 Fue oída en aquel instante, en la Gloria de Dios, la plegaria de ambos
17 y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de
los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sarra la de Ragüel, para entregarla por
mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado; porque Tobías tenía más
derechos sobre ella que todos cuantos la pretendían. En aquel mismo momento se volvía Tobit del
patio a la casa, y Sarra, la de Ragüel, descendía del aposento.
Los consejos de Tobit a su hijo
Tobías 4
1 Aquel día, se acordó Tobit del dinero que había dejado en depósito a Gabael, en Ragués de
Media,
2 y se dijo para sí: «Yo, ya estoy deseando morirme. Así que voy a llamar a mi hijo Tobías y le
una digna sepultura; honra a tu madre y no le des un disgusto en todos los días de su vida; haz lo que
le agrade y no le causes tristeza por ningún motivo.
4 Acuérdate, hijo, de que ella pasó muchos trabajos por ti cuando te llevaba en su seno. Y cuando
practica la justicia todos los días de tu vida y no andes por caminos de injusticia,
6 pues si te portas según verdad, tendrás éxito en todas tus cosas,
7 como todos los que practican la justicia. «Haz limosma con tus bienes; y al hacerlo, que tu ojo
no tenga rencilla. No vuelvas la cara ante ningún pobre y Dios no apartará de ti su cara.
8 Regula tu limosma según la abundancia de tus bienes. Si tienes poco, da conforme a ese poco,
mujer extraña que no pertenezca a la tribu de tu padre, porque somos descendientes de profetas.
Recuerda, hijo, que desde siempre nuestros padres Noé, Abraham, Isaac y Jacob tomaron mujeres de
entre sus hermanos y fueron bendecidos en sus hijos, de modo que su estirpe poseerá la tierra en
herencia.
13 Así pues, hijo, ama a tus hermanos; no tengas con tus hermanos, ni con los hijos y las hijas de
tu pueblo, corazón soberbio, en orden a tomar para ti mujer de entre ellos; pues la soberbia acarrea
la ruina y prolija inquietud; y la ociosidad, bajeza y extrema penuria; porque la ociosidad es madre
de la indigencia.
14 «No retengas el salario de los que trabajan para ti; dáselo al momento. Si sirves a Dios serás
recompensado. Pon cuidado, hijo, en todas tus acciones y muéstrate educado en toda tu conducta.
15 No hagas a nadie lo que no quieras que te hagan. No bebas vino hasta emborracharte y no
Tobías 5
1 Entonces Tobías respondió a su padre Tobit: «Haré cuanto me has mandado, padre.
2 Pero ¿cómo podré recuperar el depósito? Ni él me conoce a mí ni yo a él. ¿Qué señal debo
darle para que me reconozca, me crea y me devuelva el dinero? Por otra parte, desconozco la ruta
que conduce a Media.»
3 Tobit, entonces, respondió a su hijo Tobías: «El me dio un recibo y yo a él otro; lo partí en dos,
tomé una parte y dejé la otra con el dinero. ¡Ya va para veinte años que deposité esta suma! Ahora,
hijo, busca un hombre de confianza que vaya contigo, y le tomaremos a sueldo hasta tu vuelta, y vete
a recuperar esta plata.»
El encuentro de Tobías con el ángel Rafael
4 Salió Tobías a buscar un hombre que conociera la ruta y fuera con él a Media. En saliendo,
encontró a Rafael, el ángel, parado ante él; pero no sabía que era un ángel de Dios.
5 Díjole, pues: «¿De dónde eres, joven?» Le respondió: «De los israelitas, tus hermanos y ando
Media con frecuencia y he sido huésped de Gabael, nuestro hermano, el que vive en Ragués de Media.
Hay dos jornadas de camino entre Ecbátana y Ragués, pues Ragués está en la montaña y Ecbátana en
el llano.»
7 Tobías le dijo: «Espérame, joven, que voy a decírselo a mi padre, porque necesito que vengas
hermano nuestro.» Contestóle Tobit: «Llámale, para que yo sepa a qué familia y tribu pertenece, y si
es digno de confianza para que te acompañe, hijo.» Salió Tobías, le llamó y le dijo: «Joven, mi padre
te llama.»
El diálogo de Tobit con el ángel
10 Entró el ángel y Tobit se adelantó a saludarle; el ángel contestó: «Que disfrutes de mucha
alegría.» Replicó Tobit: «¿Qué alegría puedo disfrutar ya? Estoy ciego y no puedo ver la luz del
cielo; yazgo en tinieblas como los muertos, que no contemplan la luz; vivo como un muerto; oigo la
voz de los hombres, pero no los veo.» Le dijo el ángel: «Ten confianza, que Dios te curará dentro de
poco. Ten confianza.» Tobit le dijo: «Mi hijo Tobías quiere ir a Media. ¿Puedes ir con él y servirle de
guía? Yo te daría tu salario, hermano.» El respondió: «Puedo ir con él, pues conozco al detalle todos
los caminos y he viajado a Media con frecuencia; he recorrido todos sus llanos y sus montes y tengo
conocimiento de todas sus rutas.»
11 Tobit le dijo: «¿Querrías decirme, hermano, a qué familia y tribu perteneces?
12 Le respondió el ángel: «¿Qué puede importar mi tribu?» Tobit insitió: «Me gustaría, hermano,
saber con seguridad tu tribu y nombre.»
13 Respondió el ángel: «Yo soy Azarías, hijo del gran Ananías, uno de tus hermanos.»
14 Le dijo Tobit: «Seas venido sano y salvo, hermano; y no lleves a mal, hermano, mi deseo de
conocer con certeza tu nombre y familia. Resulta ahora que eres de mi parentela y que perteneces a
un linaje bueno y honrado. He conocido a Ananías y a Natán, los dos hijos del gran Semeías; ellos
iban conmigo a Jerusalén y conmigo adoraban allí, sin desviarse del buen camino. Tus hermanos son
hombres de bien; de buen linaje procedes. ¡El gozo sea contigo!»
15 Y añadió: «Te daré como sueldo una dracma por día, y en lo demás tendrás el mismo trato que
mi hijo.595
16 Vete con mi hijo y después te añadiré un sobresueldo.»
La partida de Tobías
17 Le dijo el ángel: «Partiré con él y no abrigues temor; sanos partimos y sanos regresaremos a
ti, porque la ruta es segura.» Le respondió Tobit: «Bendito seas, hermano.» Y llamando a su hijo le
anunció: «Hijo, prepara las cosas para el camino y emprende la marcha con tu hermano; que el Dios
que está en los cielos os proteja allí y os devuelva a mí sanos; y su ángel os acompañe con su
protección, hijo.» Tobías se dispuso a emprender la marcha y besó a su padre y a su madre. Tobit le
dijo: «¡Que tengáis buen viaje!»
18 Pero su madre lloraba y dijo a Tobit: «¿Por qué has hecho que se vaya mi hijo? ¿No era él el
Tobías 6
1 Y ella dejó de llorar.
2 Partió el muchacho en compañía del ángel, y el perro les seguía. Yendo de camino, aconteció
arrastró a tierra.
5 El ángel añadió: «Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado y guárdatelo, y tira los
intestinos; porque su hiel, su corazón y su hígado son remedios útiles.»
6 El joven abrió el pez y tomó la hiel, el corazón y el hígado. Asó parte del pez y lo comió,
salando el resto. Luego continuaron su camino, los dos juntos, hasta cerca de Media.
7 Preguntó entonces el muchacho al ángel: «Hermano Azarías, ¿qué remedios hay en el corazón,
el hígado y la hiel del pez?»
8 Le respondió: «Si se quema el corazón o el hígado del pez ante un hombre o una mujer
atormentados por un demonio o un espíritu malo, el humo ahuyenta todo mal y le hace desaparecer
para siempre.
9 Cuanto a la hiel, untando con ella los ojos de un hombre atacado por manchas blancas, y
maridos y que todos han muerto la noche de bodas; que cuando entraban donde ella, morían; también
he oído decir que un demonio los mataba;
15 así que tengo miedo, pues a ella no le hace ningún daño, porque la ama; pero al que intenta
acercarse a ella, le mata; yo soy hijo único, y si muero, haré bajar en tristeza al sepulcro, por mi
causa, la vida de mi padre y de mi madre. Ellos no tienen otro hijo que les dé sepultura.»
16 Respondió el ángel: «¿Has olvidado las recomendaciones de tu padre, que te mandó tomar
mujer de la casa de tu padre? Escúchame bien, hermano: no tengas miedo a ese demonio y tómala; sé
bien que esta noche te la darán por mujer.
17 Cuando entres en la cámara nupcial, tomas el corazón del pez y parte del hígado y lo pones
sobre las brasas de los perfumes. Se difundirá el aroma y cuando el demonio lo huela, huirá y nunca
aparecerá ya a su lado.
18 Y cuando vayas a unirte a ella, levantaos primero los dos y haced oración y suplicad al Señor
del Cielo que se apiade de vosotros y os salve. Y no tengas miedo, porque para ti está destinada desde
el principio; tú la salvarás; ella se vendrá contigo y te aseguro que te dará hijos que serán para ti
como hermanos. No te preocupes.»
19 Cuando Tobías oyó las razones de Rafael y que era hermana suya, del linaje de la casa de su
padre, se enamoró de tal modo que se le apegó el corazón a ella.
El recibimiento en la casa de Ragüel
Tobías 7
1 Cuando entraron en Ecbátana dijo Tobías: «Hermano Azarías, guíame en derechura a casa de
Ragüel, nuestro hermano.» Le condujo, pues a casa de Ragüel y le encontraron sentado a la puerta del
patio. Le saludaron ellos primero y él les contestó: «Mucha dicha os deseo, hermanos, y en buena
salud vengáis.» Los llevó a su casa
2 y dijo a su mujer Edna: «¡Cómo se parece este muchacho a mi hermano Tobit!»
3 Edna les preguntó: «¿De dónde sois, hermanos?» Respondieron: «Somos de los hijos de
Neftalí, de los deportados de Nínive.»
4 Les dijo: «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Ellos contestaron: «Sí, le conocemos.» -
«¿Está bien?» -
5 «Vive y está bien.» Y Tobías añadió: «Es mi padre.»
6 Ragüel se puso en pie de un salto, le besó, lloró y le dijo: «¡Bendito seas, hijo! Tienes un padre
honrado y bueno. ¡Qué gran desgracia, haberse quedado ciego un hombre tan justo y tan limosnero!»
Y echándose al cuello de su hermano Tobías, rompió a llorar.
7 También lloró su mujer Edna y su hija Sarra.
8 Mató luego un carnero del rebaño y los acogió con toda cordialidad.
La promesa de Ragüel a Tobías
9 Después de lavarse y bañarse, se pusieron a comer. Tobías dijo entonces a Rafael: «Hermano
hombre hay, fuera de ti, que tenga derecho a tomar a mi hija Sarra, de modo que ni yo mismo estoy
facultado para darla a otro, si no es a ti, que eres mi pariente más próximo. Pero voy a hablarte con
franqueza, muchacho.
11 Ya la he dado a siete maridos, de nuestros hermanos, y todos murieron la misma noche que
entraron donde ella. Así que, muchacho, ahora come y bebe y el Señor os dará su gracia y su paz.»
Pero Tobías replicó: «No comeré ni beberé hasta que no hayas tomado una decisión acerca de lo que
te he pedido.» Ragüel le dijo: «¡Está bien! A ti se te debe dar, según la sentencia del libro de Moisés, y
el Cielo decreta que te sea dada. Recibe a tu hermana. A partir de ahora, tú eres su hermano y ella es
tu hermana. Tuya es desde hoy por siempre. Que el Señor del Cielo os guíe a buen fin esta noche,
hijo, y os dé su gracia y su paz.»
El matrimonio de Tobías y Sara
12 Llamó Ragüel a su hija Sara, y cuando ella se presentó, la tomó de la mano y se la entregó a
Tobías, diciendo: «Recíbela, pues se te da por mujer, según la ley y la sentencia escrita en el libro de
Moisés. Tómala y llévala con bien a la casa de tu padre. Y que el Dios del Cielo os guíe en paz por el
buen camino.»
13 Llamó luego a la madre, mandó traer una hoja de papiro y escribió el contrato matrimonial,
con lo cual se la entregó por mujer, conforme a la sentencia de la ley de Moisés.
14 Y acabado esto, empezaron a comer y beber.
15 Ragüel llamó a su mujer Edna y le dijo: «Hermana, prepara la otra habitación y lleva allí a
Sarra.»
16 Ella fue y preparó un lecho en la habitación, tal como se lo había ordenado, y llevó allí a
Sarra. Lloró ella y luego, secándose las lágrimas, le dijo: «Ten confianza, hija: que el Señor del Cielo
te dé alegría en vez de esta tristeza. Ten confianza, hija.» Y salió.
La expulsión del demonio
Tobías 8
aposento.
2 Recordó Tobías las palabras de Rafael y, tomando el hígado y el corazón del pez de la bolsa
donde los tenía, los puso sobre las brasas de los perfumes.
3 El olor del pez expulsó al demonio que escapó por los aires hacia la región de Egipto. Fuese
¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos!
Bendígante los cielos, y tu creación entera, por los siglos todos.
6 Tú creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para que de ambos
proviniera la raza de los hombres.Tú mismo dijiste: No es bueno que el hombre se halle solo;
hagámosle una ayuda semejante a él.596
7 Yo no tomo a esta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y
El temor no confirmado de Ragüel
9 Y se acostaron para pasar la noche. Se levantó Ragüel y, llamando a los criados que tenía en
casa, fueron a cavar una tumba,
10 porque se decía: «No sea que haya muerto y nos sirva de mofa y escarnio.»
11 Cuando tuvieron cavada la tumba, volvió Ragüel a casa, llamó a su mujer
12 y le dijo: «Manda a una criada que entre a ver si vive; y si ha muerto, le enterraremos sin que
nadie se entere.»
13 Mandaron a la criada, encendieron la lámpara y abrieron la puerta; y entrando ella vio que
estaban acostados juntos y dormidos.
14 Salió la criada y les anunció: «Vive, nada malo ha ocurrido.»
La oración de Ragüel
15 Ragüel bendijo al Dios del Cielo, diciendo: ¡Bendito seas, oh Dios, con toda pura bendición y
seas bendecido por los siglos todos!
16 Seas bendecido por haberme alegrado y no haber ocurrido el mal que temía, sino que has
hecho con nosotros según tu gran piedad.
17 Seas bendecido por tener compasión de dos hijos únicos. Ten, Señor, piedad de ellos y dales tu
salvación, y haz que su vida transcurra en alegría y piedad.
18 Después ordenó a sus criados que rellenasen la fosa antes que amaneciera.
La fiesta y el regalo de bodas
19 Mandó a su mujer cocer una gran hornada; y él fue al establo, tomó dos bueyes y cuatro
conmigo comiendo y bebiendo y llenarás de gozo el corazón de mi hija por sus tristezas pasadas.
21 Luego, tomarás la mitad de todo cuanto aquí poseo y te volverás con felicidad a casa de tu
padre. Cuando mi mujer y yo hayamos muerto, también será para vosotros la otra mitad. Ten
confianza, hijo; yo soy tu padre y Edna tu madre; junto a ti estaremos y junto a tu hermana desde
ahora en adelante. Ten confianza, hijo.»
La visita de Rafael a Gabael
Tobías 9
camino para Ragués de Media con los cuatro criados y los dos camellos y fueron a pernoctar en casa
de Gabael. Le presentó el recibo y le dio la noticia de que Tobías, hijo de Tobit, se había casado y le
invitaba a la boda. Gabael se levantó, le entregó todos los sacos de dinero, con los sellos intactos, y
los cargaron sobre los camellos.
El encuentro de Gabael y Tobías
6 Levantándose de madrugada, partieron juntos para la boda y llegados a casa de Ragüel
encontraron a Tobías puesto a la mesa. Y como se levantara a toda prisa para saludarle, Gabael
rompió a llorar y le bendijo diciendo: «¡Hombre bueno y honrado, hijo de un hombre honrado y
bueno, justo y limosnero! Que el Señor te conceda las bendiciones del cielo a ti, a tu mujer, al padre y
a la madre de tu mujer. ¡Bendito sea Dios, que me ha permitido ver un vivo retrato de mi primo
Tobit!»
Inquietud de Tobit y temores de su esposa
Tobías 10
1 Tobit, mientras tanto, llevaba cuenta, uno por uno, de los días de ida y vuelta. Cuando se
cumplió el plazo sin que el hijo hubiera regresado,
2 pensó: «¿Habrá algo que le retenga allí? ¡Acaso haya muerto Gabael y no haya nadie que le
entregue el dinero!»
3 Y empezó a ponerse triste.
4 Ana, su mujer, decía: «Mi hijo ha muerto y ya no se cuenta entre los vivos.» Y rompió a llorar y
a lamentarse por su hijo, diciendo:
5 «¡Ay de mí, hijo mío! ¡Que te dejé marchar a ti, luz de mis ojos!»
6 Tobit le dijo: «Calla, hermana, no pienses eso. El está bien. Habrán tenido algún contratiempo
allí, pero su compañero es hombre de fiar y uno de los nuestros; no te inquietes por él, que debe estar
cerca.»
Despedida de Tobías y Sara
7 Ella le replicó: «Déjame, no intentes engañarme. Mi hijo ha muerto.» Y todos los días se iba a
mirar el camino por donde su hijo había marchado. No creía a nadie. Y cuando se ponía el sol,
entraba en casa y pasaba las noches gimiendo y llorando, sin poder dormir.
8 Cuando se pasaron los catorce días con que Ragüel había determinado celebrar la boda de su
hija, se dirigió a él Tobías y le dijo: «Déjame regresar, porque estoy seguro que mi padre y mi madre
están pensando que ya no van a volver a verme. Así que te ruego, padre, que me permitas regresar al
lado de mi padre. Ya te dije en qué situación le he dejado.»
9 Ragüel respondió a Tobías: «Quédate, hijo; quédate commigo y yo enviaré mensajeros a tu
padre Tobit para que le den noticias tuyas.» Pero Tobías replicó: «No. Te ruego que me permitas
volver al lado de mi padre.»
10 Entonces Ragüel se levantó y entregó a Tobías su mujer Sarra y la mitad de todos sus bienes,
del Cielo os guíe a vosotros y a tu mujer Sarra por buen camino y que pueda yo ver vuestros hijos
antes de morir.»
12 A su hija Sarra le dijo: «Vas al lado de tu suegro, pues desde ahora ellos son padres tuyos igual
que los que te han engendrado. Vete en paz, hija. Que tenga buenas noticias de ti, mientras yo viva.» Y
saludándoles, se despidió de ellos.
13 Edna dijo a Tobías: «Hijo y hermano queridísimo: Que el Señor te devuelva y que yo viva
hasta ver tus hijos y de mi hija Sarra antes de morir. En presencia del Señor te entrego a mi hija en
custodia; no le causes tristeza en todos los días de tu vida. Vete en paz, hijo. A partir de ahora, yo soy
tu madre y Sarra es tu hermana. ¡Ojalá pudiéramos vivir juntos todos los días de nuestra vida!» Y
besando a los dos, los dejó partir llenos de gozo.
14 Tobías salió de casa de Ragüel contento y gozoso, y bendiciendo al Señor del Cielo y de la
tierra, rey de todas las cosas, porque había llevado a buen término su viaje. Bendijo a Ragüel y a su
mujer Edna y les dijo: «Que pueda yo honraros todos los días de mi vida.»
La vuelta de Tobías
Tobías 11
detrás de ellos.
5 Estaba Ana sentada, con la mirada fija en el camino de su hijo.
6 Tuvo la corazonada de que él venía y dijo al padre: «Mira, ya viene tu hijo y el hombre que le
acompañaba.»
7 Rafael iba diciendo a Tobías, mientras se acercaban al padre: «Tengo por seguro que se abrirán
los ojos de tu padre.
8 Untale los ojos con la hiel del pez, y el remedio hará que las manchas blancas se contraigan y
se le caerán como escamos de los ojos. Y así tu padre podrá mirar y ver la luz.»
9 Corrió Ana y se echó al cuello de su hijo, diciendo: «¡Ya te he visto, hijo! ¡Ya puedo morir!» Y
rompió a llorar.
La curación de Tobit
10 Tobit se levantó y trompicando salió a la puerta del patio.
11 Corrió hacia él Tobías, llevando en la mano la hiel del pez; le sopló en los ojos y abrazándole
casa lleno de gozo y bendiciendo a Dios con toda su voz; luego contó a su padre el éxito de su viaje,
cómo traía el dinero y cómo se había casado con Sarra, la hija de Ragüel, y que venía ella con él y
estaba ya a las puertas de Nínive.
La llegada de Sara
16 Tobit salió al encuentro de su nuera hasta las puertas de Nínive, bendiciendo a Dios, lleno de
gozo. Cuando los de Nínive le vieron caminar, avanzando con su antigua firmeza, sin necesidad de
lazarillo, se maravillaron. Tobit proclamó delante de ellos que Dios se había compadecido de él y le
había abierto los ojos.
17 Se acercó Tobit a Sarra, la mujer de su hijo, y la bendijo diciendo: «¡Bienvenida seas, hija! Y
bendito sea tu Dios, hija, que te ha traído hasta nosotros. Bendito sea tu padre, y bendito Tobías, mi
hijo, y bendita tú misma, hija. Bienvenida seas, entra en tu casa con gozo y bendición.»
18 Todos los judíos de Nínive celebraron fiesta aquel día.
19 También Ajikar y Nabad, primos de Tobit, vinieron a congratularle.
La recompensa ofrecida a Rafael
Tobías 12
1 Acabados los días de la boda, llamó Tobit a su hijo Tobías y le dijo: «Hijo, ya es tiempo de
vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los
hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.
7 Bueno es mantener oculto el secreto del rey y también es bueno proclamar y publicar las obras
mantener oculto el secreto del rey y que también es bueno publicar las obras gloriosas de Dios.
12 Cuando tú y Sarra hacíais oración, era yo el que presentaba y leía ante la Gloria del Señor el
del Señor».
16 Se turbaron ambos y cayeron sobre sus rostros, llenos de terror.
17 El les dijo: «No temáis. La paz sea con vosotros. Bendecid a Dios por siempre.
18 Si he estado con vosotros no ha sido por pura benevolencia mía hacia vosotros, sino por
Tobías 13
1 Y dijo: ¡Bendito sea Dios, que vive eternamente, y bendito sea su reinado!
2 Porque él es quien castiga y tiene compasión; el que hace descender hasta el más profundo
Hades de la tierra y el que hace subir de la gran Perdición, sin que haya nada que escape de su mano.
3 Confesadle, hijos de Israel, ante todas las gentes, porque él os dispersó entre ellas
4 y aquí os ha mostrado su grandeza. Exaltadle ante todos los vivientes, porque él es nuestro Dios
con regocijo, su Tienda, y llene en ti de gozo a todos los cautivos y muestre en ti su amor a todo
miserable por todos los siglos de los siglos.
11 Brillará luz de lámparas por todos los confines de la tierra. Vendrán a ti de lejos pueblos
numerosos, y los habitantes del confín del mundo, al Nombre del Señor, tu Dios, llevando en sus
manos los obsequios para el Rey del Cielo. Todas las generaciones darán en ti señales de alegría, y el
Nombre del Elegido durará por siempre.
12 ¡Malditos cuantos digan palabras crueles! ¡Malditos sean cuantos te destruyan! ¡Cuantos
derriben tus muros echen tus torres por tierra y pasen a fuego tus moradas! ¡Mas sean benditos por
siempre los que te construyan!
13 Entonces exultarás, te alegrarás por los hijos de los justos, pues serán reunidos todos y
quedare de mi raza para ver tu Gloria y confesar al Rey del Cielo. Las puertas de Jerusalén serán
rehechas con zafiros y esmeraldas, y de piedras preciosas sus murallas. Las torres de Jerusalén serán
alzadas con oro, y con oro puro sus defensas.
17 Las plazas de Jerusalén serán soladas con rubí y piedra de Ofir; las puertas de Jerusalén
entonarán cantos de alegría y todas sus casas cantarán: ¡Aleluya! ¡Bendito sea el Dios de Israel! Y los
benditos bendecirán el Santo Nombre por todos los siglos de los siglos.
Palabras finales y muerte de Tobit
Tobías 14
1 Aquí acabaron las palabras de acción de gracias de Tobit. Tobit murió en paz a la edad de 112
años y recibió honrosa sepultura en Nínive.
2 Tenía 62 años cuando perdió la vista; y después de recuperarla, vivió feliz, practicando la
agradable en su presencia. Mandad a vuestros hijos que practiquen la justicia y la limosna, que se
acuerden de Dios y bendigan su Nombre en todo tiempo, en verdad y con todas sus fuerzas.
9 «Tú, hijo, sal de Nínive. No te quedes aquí.
10 El día que sepultes a tu madre junto a mí, ya ese mismo día, no te quedes en este territorio,
porque he visto que se cometen aquí muchas injusticias y muchos engaños, sin rebozo. Mira, hijo lo
que hizo Nadab con Ajikar, que le había criado. ¿No le hizo bajar vivo a la tierra? Pero Dios le
cubrió de infamia ante su misma víctima. Sacó a Ajikar a la luz y metió a Nadab en las tinieblas
eternas, por haber tramado la muerte de Ajikar. Por haber practicado la limosna se libró Ajikar de la
trampa mortal que le había tendido Nadab. Fue Nadab quien cayó en la trampa de muerte para su
perdición.
11 Ved, pues, hijos, a dónde lleva la lismona y a dónde la injusticia: a la muerte. Pero me falta el
cautivos a Media, cuando la deportación de Ciajares, rey de Media. Y bendijo a Dios por todo cuanto
había hecho a los ninivitas y asirios. Antes de morir pudo alegrarse por la suerte de Nínive y bendijo
al Señor Dios por los siglos de los siglos. Amén.
JUDIT
Introducción.
Otra vez nos encontramos ante un relato didáctico, con un marco histórico completamente
imaginario, del que sólo se conservan las versiones griega y latina. Probablemente, fue escrito en el
siglo II a. C., para mantener el ánimo de la pequeña comunidad judía que luchaba tenazmente por
conservar su independencia frente al avance helenista.
Este Libro refleja cierta influencia de la literatura "apocalíptica", tan en boga en esa época,
según la cual las luchas del tiempo presente no son sino la manifestación del combate librado
continuamente entre las fuerzas del bien y del mal. Nabucodonosor y Holofernes simbolizan a los
eternos enemigos de Dios. Judit —que significa "la Judía"— personifica el alma de su nación. Fiel a
Dios y a su pueblo, ella expone la vida para salvar a sus compatriotas.
A la prepotencia y la fuerza de un jefe militar, el Libro opone la debilidad de una mujer, sin más
armas que su fe en Dios y en el poder de la oración. Los recursos que ella emplea no son del todo
ejemplares, pero más que dar una lección moral lo que pretende el autor es poner de relieve que la
aparente "debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres" (1 Cor. 1. 25). La astucia
decidida de Judit triunfa sobre el opresor del Pueblo elegido, como en otra ocasión pudo más la
honda de David que la insolencia y la espada de Goliat.
La liturgia cristiana ha visto en el triunfo de Judit algo así como la contrapartida de la victoria
de la serpiente sobre la mujer, al comienzo del género humano (Gn. 3. 15). Por eso aquella valiente
mujer se convirtió en figura de María, la nueva Eva, por quien recibimos al vencedor del espíritu del
mal. Y el Canto de la Virgen María, como el de Judit, celebra el triunfo de los débiles sobre los
poderosos de este mundo (Lc. 1. 46-55).
Nabucodonosor y Arfaxad
Judit 1
1 El año doce del reinado de Nabucodonosor, que reinó sobre los asirios en la gran ciudad de
Nínive, Arfaxad, que reinaba en aquel tiempo sobre los medos, en Ecbátana,
2 rodeó esta ciudad con un muro de piedras de sillería que tenían tres codos de anchura y seis
codos de longitud, dando al muro una altura de setenta codos y una anchura de cincuenta.
3 Alzó torres de cien codos junto a las puertas, siendo la anchura de sus cimientos sesenta codos.
4 Las puertas se elevaban a setenta codos de altura, con una anchura de cuarenta codos, para
del Hidaspes y los de la llanura de Arioj, rey de Elam. Se congregaron, pues, muchos pueblos, para
combatir a los hijos de Jeleúd.597
7 Envió, además, Nabucodonosor, rey de Asiria, mensajeros a todos los habitantes de Persia, y a
todos los habitantes de Occidente: a los de Cilicia, Damasco, el Líbano y el Antilíbano, y a todos los
que viven en el litoral,
8 a todos los pueblos del Carmelo y Galaad, de la Galilea superior y de la gran llanura de
Esdrelón,
9 a todos los de Samaría y sus ciudades, y a los del otro lado del Jordán, hasta Jerusalén, Batanea,
Jelús, Cadés, el río de Egipto, Tafnes, Remeses y toda la tierra de Gósem,
10 y hasta más arriba de Tanis y Menfis, a todos los habitantes de Egipto, hasta los confines de
Etiopía.
11 Pero los moradores de toda aquella tierra despreciaron el mensaje de Nabucodonosor, rey de
los asirios, y no quisieron ir con él a la guerra, pues no le temían, sino que le consideraban un
hombre sin apoyo. Así que despidieron a los mensajeros de vacío y afrentados.
12 Nabucodonosor experimentó una gran cólera contra toda aquella tierra y juró por su trono y
por su reino que tomaría venganza y pasaría a cuchillo todo el territorio de Cilicia, Damasco y Siria,
y a todos los habitantes de Moab, a los ammonitas, a toda la Judea y a todos los de Egipto, hasta los
confines de los dos mares.
La victoria de Nabucodonosor sobre Arfaxad
13 El año diecisiete libró batalla con su ejército contra el rey Arfaxad; le derrotó en el combate,
poniendo en fuga a todas las fuerzas de Arfaxad, a toda su caballería y a todos sus carros;
14 se apoderó de sus ciudades, llegó hasta Ecbátana, ocupó sus torres, devastó sus calles y
convirtió en afrenta su hermosura.
15 Alcanzó a Arfaxad en las montañas de Ragáu, lo atravesó con sus lanzas y le destruyó para
siempre.
16 Luego regresó con sus soldados y con una inmensa multitud de gente armada que se les había
agregado. Y se quedó allí con su ejército, viviendo en la molicie, durante 120 días.
La venganza de Nabucodonosor
Judit 2
1 El año dieciocho, el día veintidós del primer mes, se celebró consejo en el palacio de
Nabucodonosor, rey de Asiria, en orden a la venganza que había de tomarse a toda aquella tierra, tal
como lo había anunciado.
2 Convocó a todos sus ministros y a todos sus magnates y expuso ante ellos su secreto designio,
su boca.
La misión de Holofernes
4 Acabado el consejo, Nabucodonosor, rey de Asiria, llamó a Holofernes, jefe supremo del
valor probado, unos 120.000 infantes y una gran cantidad de caballos, con 12.000 jinetes;
6 marcha contra toda la tierra de occidente, pues no escucharon las palabras de mi boca.
7 Ordénales que pongan a tu disposición tierra y agua, porque partiré airado contra ellos y
cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados, a los que entregaré el país como
botín.
8 Sus heridos llenarán sus barrancos; sus ríos y torrentes, repletos todos de cadáveres, se
desbordarán;
9 y los deportaré hasta los confines de la tierra.
10 Parte, pues, y comienza por apoderarte de su territorio. Si se rinden a ti, resérvamelos para el
día de su vergüenza.
11 Pero que no perdone tu ojo a los rebeldes. Entrégalos a la muerte y al saqueo en todo el país
conquistado.
12 Porque, por mi vida y por el poderío de mi reino, como lo he dicho, lo cumpliré por mi
propia mano.
13 Por tu parte, no traspases ni una sola de las órdenes de tu señor; las cumplirás estrictamente,
sin tardanza, tal como te lo he mandado.»
La organización del ejército de Holofernes
14 En saliendo Holofernes de la presencia de su señor, convocó a todos los príncipes, jefes y
capitanes del ejército asirio,
15 y eligió a los hombres más selectos para la guerra, como lo había ordenado su señor: unos
120.000 hombres, más 12.000 arqueros a caballo,
16 y los puso en orden de combate, como se ordena una multitud para la batalla.
17 Tomó una gran cantidad de camellos, asnos y mulas para el bagage e incontable número de
ovejas, bueyes y cabras para el avituallamiento;
18 provisiones abundantes para cada hombre y muchísimo oro y plata de la casa real.
La campaña victoriosa de Holofernes
19 Se puso luego Holofernes en camino con todo su ejército para preceder al rey Nabucodonosor
y para cubrir toda la superficie de la tierra de occidente con sus carros, sus caballos y sus mejores
infantes.
20 Se les agregó una multitud tan numerosa como la langosta y como la arena de la tierra, que les
cultivos, exterminó sus rebaños de ovejas y bueyes, saqueó sus ciudades, devastó sus campos y pasó a
cuchillo a todos sus jóvenes.
28 Temor y espanto de él cayó sobre todos los habitantes del litoral. Los de Sidón y Tiro, los
habitantes de Sur y Okina, los de Yamnia, Azoto y Ascalón temblaron ante él.
La rendición general ante Holofernes
Judit 3
parezca.
3 Nuestras granjas y todo nuestro territorio, nuestros campos de trigo, los rebaños de ovejas y
bueyes, todas las majadas de nuestros campamentos, están a tu disposición. Haz con ellos lo que
quieras.
4 También nuestras ciudades y los que las habitan son siervos tuyos. Ven, dirígete a ellas y haz lo
que te parezca bien.»
5 Los enviados se presentaron ante Holofernes y le comunicaron estas palabras.
6 Entonces él bajó con todo su ejército al litoral, puso guarniciones en las ciudades altas, y les
tomó los mejores hombres en calidad de tropas auxiliares.
7 Los habitantes de las ciudades y todos los de los contornos salieron a recibirle con coronas y
danzando al son de tambores.
8 El saqueó sus santuarios y taló sus bosques sagrados, pues había recibido la orden de destruir
todas las divinidades del país para que todas las gentes adorasen únicamente a Nabucodonosor y
todas las lenguas y todas las tribus le proclamasen dios.
9 Llegó después frente a Esdrelón, junto a Dotán, que está ante la gran sierra montañosa de Judea,
10 acamparon entre Gueba y Escitópolis y se detuvo allí un mes, haciendo acopio de provisiones
para su ejército.
La reacción de los israelitas
Judit 4
1 Los israelitas que habitaban en Judea oyeron todo cuanto Holofernes, jefe supremo del ejército
de Nabucodonosor, rey de Asiria, había hecho con todas las naciones: cómo había saqueado sus
templos y los había destruido,
2 y tuvieron gran miedo ante él, temblando por la suerte de Jerusalén y por el Templo del Señor
su Dios,
3 pues hacía poco que habían vuelto del destierro y apenas si acababa de reunirse el pueblo de
poblados que había en ellas e hicieron provisiones con vistas a la guerra, pues tenían reciente la
cosecha de los campos.
6 El sumo sacerdote Yoyaquim, que estaba entonces en Jerusalén, escribió a los habitantes de
Betulia y Betomestáin, que está frente a Esdrelón, a la entrada de la llanura cercana a Dotán,
7 ordenándoles que tomaran posiciones en las subidas de la montaña que dan acceso a Judea, pues
era fácil detener allí a los atacantes por la angostura del paso que sólo permite avanzar dos hombres
de frente.
8 Los israelitas cumplieron la orden del sumo sacerdote Yoyaquim y del Consejo de Ancianos de
todo el pueblo de Israel que se encontraba en Jerusalén.
La súplica de los israelitas al Señor
9 Todos los hombres de Israel clamaron a Dios con gran fervor, y con gran fervor se
humillaron;
10 y ellos, sus mujeres, sus hijos y sus ganados, los forasteros residentes, los jornaleros y los
esclavos, se ciñeron de sayal.
11 Todos los hombres, mujeres y niños de Israel que habitaban en Jerusalén se postraron ante el
Templo, cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos ante el Señor.
12 Cubrieron el altar de saco y clamaron insistentemente, todos a una, al Dios de Israel, para que
no entregase sus hijos al saqueo, sus mujeres al pillaje, las ciudades de su herencia a la destrucción y
las cosas santas a la profanación y al ludibrio, para mofa de los gentiles.
13 El Señor oyó su voz y vio su angustia. El pueblo ayunó largos días en toda Judea y en
Jerusalén, ante el santuario del Señor Omnipotente.
14 El sumo sacerdote Yoyaquim y todos los que estaban delante del Señor, sacerdotes y ministros
del Señor, ceñidos de sayal, ofrecían el holocausto perpetuo, las oraciones y las ofrendas voluntarias
del pueblo,
15 y con la tiara cubierta de ceniza clamaban al Señor con todas sus fuerzas para que velara
benignamente por toda la casa de Israel.
La indignación de Holofernes
Judit 5
1 Se dio aviso a Holofernes, jefe supremo del ejército asirio, de que los israelitas se habían
preparado para la guerra, que habían cerrado los pasos de las montañas, fortificado todas las alturas
de los montes elevados y puesto obstáculos en las llanuras.
2 Esto le irritó sobremanera, y mandó llamar a todos los jefes de Moab, a los generales de
ciudades habita, cuál es la importancia de su ejército y en qué estriba su poder y su fuerza, qué rey
está a su frente y manda a sus soldados,
4 y por qué, a diferencia de todos los demás pueblos de occidente, han desdeñado salir a
recibirme.»
El informe y el consejo de Ajior
5 Entonces Ajior, general de todos los ammonitas, le dijo: «Escuche mi señor las palabras de la
boca de tu siervo y te diré la verdad sobre este pueblo que habita esta montaña junto a la que te
encuentras. No saldrá mentira de la boca de tu siervo.598
6 Este pueblo desciende de los caldeos.
7 Al principio se fueron a residir a Mesopotamia, porque no quisieron seguir a los dioses de sus
reconocido. Por eso les arrojaron de la presencia de sus dioses y ellos se refugiaron en
Mesopotamia, donde residieron por mucho tiempo.
9 Su Dios les ordenó salir de su casa y marchar a la tierra de Canaán; se establecieron en ella y
fueron colmados de oro, de plata y de gran cantidad de ganado.
10 Bajaron después a Egipto, porque el hambre se extendió sobre la superficie de la tierra de
Canaán, y permanecieron allí mientras tuvieron alimentos. Allí se hicieron muy numerosos, de modo
que no se podía contar a los de su raza.
11 Pero el rey de Egipto se alzó contra ellos y los engañó con el trabajo de los ladrillos, los
humilló y los redujo a esclavitud.
12 Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas incurables. Los egipcios,
desierto,
15 se establecieron en el país de los amorreos y aniquilaron por la fuerza a todos los jesbonitas.
por múltiples guerras, y deportados a tierra extraña; el Templo de su Dios fue arrasado y sus
ciudades cayeron en poder de sus adversarios.
19 Pero ahora, habiéndose convertido a su Dios, han vuelto de los diversos lugares en que habían
sido dispersados, han tomado posesión de Jerusalén, donde se encuentra su santuario, y se han
estabecido en la montaña que había quedado desierta.
20 Así pues, dueño y señor, si hay algún extravío en este pueblo, si han pecado contra su Dios, y
estaba en torno de la tienda, y los magnates de Holofernes y los habitantes de la costa y de Moab
hablaron de despedazarle.
23 «¡No tememos a los israelitas! No son gente que tenga fuerza ni vigor para un encuentro
violento.
24 ¡Subamos y serán un bocado para todo tu ejército, señor, Holofernes!»
Judit 6
1 Calmado el tumulto provocado por los hombres que estaban en torno al Consejo. Holofernes,
jefe supremo del ejército de Asiria, dijo a Ajior delante de todos los pueblos extranjeros y de los
moabitas:
2 «¿Quién eres tú, Ajior, y quiénes los mercenarios de Ammón, que te permites hoy lanzar
profecías entre nosotros y nos aconsejas que no luchemos contra esta ralea de Israel, porque su Dios
los cubrirá con su escudo? ¿Qué otro dios hay fuera de Nabucodonosor? Este enviará su fuerza y los
aniquilará de sobre la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos.
3 Nosotros, sus siervos, los batiremos como si fueran sólo un hombre,
4 y no podrán resistir el empuje de nuestros caballos. Los pasaremos a fuego sin distinción. Sus
montes se embriagarán de su sangre y sus llanuras se colmarán con sus cadáveres. No podrán
mantenerse a pie firme ante nosotros y serán totalmente destruidos, dice el rey Nabucodonosor,
Señor de toda la tierra. Porque lo ha dicho y no quedarán sin cumplimiento sus palabras.
5 Cuanto a ti, Ajior, mercenario ammonita, que has dicho estas palabras el día de tu iniquidad, a
partir de ahora no verás ya mi rostro hasta el día en que tome venganza de esa ralea venida de Egipto.
6 Entonces, el hierro de mis soldados y la lanza de mis servidores te atravesará los costados y
las subidas.
8 No perecerás sino cuando seas aniquilado justo con ellos.
9 Y no muestres un rostro tan abatido ya que en tu corazón esperas que no serán conquistados.
llanura abierta pasaron a la región montañosa, alcanzando las fuentes que había al pie de Betulia.
12 Cuando los hombres de la ciudad los divisaron desde la cumbre del monte, corrieron a las
armas y salieron fuera de la ciudad, a la cumbre del monte, mientras los honderos dominaban la
subida y disparaban sus piedras contra ellos.
13 Entonces los asirios se deslizaron al pie del monte, ataron a Ajior, lo dejaron tendido en la
falda y se volvieron donde su señor.
La recepción de Ajior en Betulia
14 Los israelitas bajaron de su ciudad, se acercaron y desatándole le llevaron a Betulia y le
todos lo jóvenes y las mujeres; pusieron a Ajior en medio de todo el pueblo y Ozías le interrogó
acerca de los sucedido.
17 Ajior respondió narrándoles las deliberaciones habidas en el Consejo de Holofernes, todas las
cosas que él mismo había dicho delante de todos los jefes de los asirios y las bravatas que Holofernes
había proferido contra la casa de Israel.
18 Entonces el pueblo se postró, adoró a Dios y clamó:
19 «Señor, Dios del cielo, mira su soberbia, compadécete de la humillación de nuestra raza y
Judit 7
1 Al día siguiente ordenó Holofernes a todo su ejército y a todos los pueblos que iban como
tropas auxiliares mover el campo contra Betulia, ocupar los accesos de la montaña y comenzar las
hostilidades contra los israelitas.
2 El mismo día levantaron el campo todos los hombres de su ejército; el número de sus
guerreros era de 120.000 infantes y 12.000 jinetes, sin contar los encargados del bagaje y la gran
cantidad de hombres que iban a pie con ellos.
3 Acamparon en el valle que hay cerca de Betulia, junto a la fuente, y se desplegaron en
profundidad desde Dotán hasta Belbáin, y en longitud desde Betulia hasta Kiamón, que está frente a
Esdrelón.
4 Cuando los israelitas vieron su muchedumbre, quedaron sobrecogidos y se dijeron unos a
otros: «Estos ahora van a arrasar toda la tierra y ni los montes más altos ni los barrancos ni las
colinas podrán soportar su peso.»
5 Tomó cada cual su equipo de guerra, encendieron hogueras en las torres y permanecieron
sobre las armas toda aquella noche.
6 Al segundo día, Holofernes hizo desfilar toda su caballería ante los israelitas que había en
Betulia.
7 Inspeccionó todas las subidas de la ciudad, reconoció las fuentes y las ocupó, dejando en ellas
entregarte la ciudad. Nosotros y nuestro pueblo ocuparemos las alturas de los montes cercanos y
acamparemos en ellas, vigilando para que no salga de la ciudad ni un solo hombre.
14 Ellos, sus mujeres y sus hijos, serán consumidos por el hambre y, aun antes de que la espada
en son de paz.»
16 Parecieron bien estos consejos a Holofernes y a todos sus oficiales, y ordenó que se ejecutara
lo que proponían.
17 Se puso en marcha el ejército moabita, reforzado por 5.000 asirios, acamparon en el valle y se
apoderaron de los depósitos de agua y de las fuentes de los israelitas.
18 Los edomitas y ammonitas, por su parte, acamparon en el monte, frente a Dotán, y enviaron
destacamentos hacia el sur y el este, frente a Egrebel, que está al lado de Jus, sobre el torrente
Mojmur. El resto del ejército asirio quedó acampado en la llanura y cubría toda la superficie del
suelo. Sus tiendas y bagajes formaban un campamento inmenso, porque eran una enorme
muchedumbre.
Consternación de los israelitas
19 Clamaron los israelitas al Señor su Dios, pues su ánimo empezaba a flaquear, viendo que el
enemigo les había cercado y cortado toda retirada.
20 34 días estuvieron cercados por todo el ejército asirio, infantes, carros y jinetes. A todos las
habitantes de Betulia se les acabaron las reservas de agua;
21 las cisternas se agotaron; ni un solo día podían beber a satisfacción, porque se les daba el agua
racionada.
22 Los niños aparecían abatidos, las mujeres y los adolescentes desfallecían de sed y caían en las
plazas y a las salidas de las puertas de la ciudad, faltos de fuerzas.
La protesta del pueblo
23 Todo el pueblo, los adolescentes, las mujeres y los niños, se reunieron en torno a Ozías y a los
todo su ejército.
27 Mejor nos es convertirnos en botín suyo. Seremos sus esclavos, pero salvaremos la vida y no
tendremos que ver cómo, a nuestros ojos, se mueren nuestros niños y expiran nuestras mujeres y
nuestros hijos.
28 Os conjuramos por el cielo y por la tierra, y por nuestro Dios, Señor de nuestros padres, que
nos ha castigado por nuestros pecados, y por los pecados de nuestros padres, que cumpláis ahora
mismo nuestros deseos.»
29 Y toda la asamblea, a una, prorrumpió en gran llanto y clamaron, a grandes voces, al Señor
Dios.
La intervención de Ozías
30 Ozías les dijo: «Tened confianza, hermanos; resistamos aún cinco días, y en este tiempo el
Señor Dios nuestro volverá su compasión hacia nosotros, porque no nos ha de abandonar por
siempre.
31 Pero si pasan estos días sin recibir ayuda cumpliré vuestros deseos.»
32 Y despidió a la gente, cada cual a su puesto. Los hombres fueron a las murallas y torres de la
ciudad, y a las mujeres y niños los enviaron a casa. Había en la ciudad un gran abatimiento.
Presentación de Judit
Judit 8
1 Se enteró entonces de ello Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Oziel, hijo de
Elcías, hijo de Ananías, hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de Elías, hijo de Jilquías,
hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasaday, hijo de Israel.
2 Su marido Manasés, de la misma tribu y familia que ella, había muerto en la época de la
recolección de la cebada.
3 Estaba, en efecto, en el campo, vigilando a los que ataban las gavillas, y le dio una insolación a
la cabeza, cayó en cama y vino a morir en su ciudad de Betulia. Fue sepultado junto a sus padres, en el
campo que hay entre Dotán y Balamón.
4 Judit llevaba ya tres años y cuatro meses viuda, viviendo en su casa.
5 Se había hecho construir un aposento sobre el terrado de la casa, se había ceñido de sayal y se
vestía vestidos de viuda; ayunaba
6 durante toda su viudez, a excepción de los sábados y las vigilias de los sábados, los novilunios
y sus vigilias, las solemnidades y los días de regocijo de la casa de Israel.
7 Era muy bella y muy bien parecida. Su marido Manasés le había dejado oro y plata, siervos y
siervas, ganados y campos, quedando ella como dueña,
8 y no había nadie que pudiera decir de ella una palabra maliciosa, porque tenía un gran temor de
Dios.
Exhortación de Judit a los jefes del pueblo
9 Oyó, pues, Judit las amargas palabras que el pueblo había dicho contra el jefe de la ciudad, pues
habían perdido el ánimo ante la escasez de agua. Supo también todo cuanto Ozías les había
respondido y cómo les había jurado que entregaría la ciudad a los asirios al cabo de cinco días.
10 Entonces, mandó llamar a Jabrís y Jarmís, ancianos de la ciudad, por medio de la sierva que
palabras que habéis pronunciado hoy delante del pueblo, cuando habéis interpuesto entre Dios y
vosotros un juramento, asegurando que entregaríais la ciudad a nuestros enemigos si en el plazo
convenido no os enviaba socorro el Señor.
12 ¿Quiénes sois vosotros para permitiros hoy poner a Dios a prueba y suplantar a Dios entre los
hombres?
13 ¡Así tentáis al Señor Onmipotente, vosotros que nunca llegaréis a comprender nada!
14 Nunca llegaréis a sondear el fondo del corazón humano, ni podréis apoderaros de los
pensamientos de su inteligencia, pues ¿cómo vais a escrutar a Dios que hizo todas las cosas, conocer
su inteligencia y comprender sus pensamientos? No, hermanos, no provoquéis la cólera del Señor,
Dios nuestro.
15 Si no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para protegernos en cualquier
somete a las amenazas, como un hombre, ni se le marca, como a un hijo de hombre, una línea de
conducta.
17 Pidámosle más bien que nos socorra, mientras esperamos confiadamente que nos salve. Y él
escuchará nuestra súplica, si le place hacerlo.
18 «Verdad es que no hay en nuestro tiempo ni en nuestros días tribu, familia, pueblo o ciudad de
las nuestras que se postre ante dioses hechos por mano de hombre, como sucedió en otros tiempos,
19 en castigo de lo cual fueron nuestros padres entregados a la espada y al saqueo, y sucumbieron
desastradamente ante sus enemigos.
20 Pero nosotros no conocemos otro Dios que él, y en esto estriba nuestra esperanza de que no
nos mirará con desdén ni a nosotros ni a ninguno de nuestra raza.
21 «Porque si de hecho se apoderan de nosotros, caerá todo Judea; nuestro santuario será
saqueado y nosotros tendremos que responder de esta profanación con nuestra propia sangre.
22 La muerte de nuestros hermanos, la deportación de esta tierra y la devastación de nuestra
heredad, caerá sobre nuestras cabezas, en medio de las naciones en que estemos como esclavos y
seremos para nuestros amos escarnio y mofa,
23 ya que nuestra esclavitud no concluiría en benevolencia, sino que el Señor nuestro Dios la
convertiría en deshonra.
24 Ahora, pues, hermanos, mostremos a nuestros hermanos que su vida depende de nosotros y
nuestros padres.
26 Recordad lo que hizo con Abraham, las pruebas por que hizo pasar a Isaac, lo que aconteció a
Jacob en Mesopotamia de Siria, cuando pastoreaba los rebaños de Labán, el hermano de su madre.
27 Como les puso a ellos en el crisol para sondear sus corazones, así el Señor nos hiere a
nosotros, los que nos acercamos a él, no para castigarnos, sino para amonestarnos.»
La respuesta de Ozías a Judit
28 Ozías respondió: «En todo cuanto has dicho, has hablado con recto juicio y nadie podrá
oponerse a tus razones,
29 ya que no has empezado hoy a dar muestras de tu sabiduría, sino que de antiguo conoce todo el
habéis fijado para entregar la ciudad a nuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano.
34 No intentéis averiguar lo que quiero hacer, pues no lo diré hasta no haberlo cumplido.»
35 Ozías y los jefes le dijeron: «Vete en paz y que el Señor Dios te preceda para tomar venganza
de nuestros enemigos.»
36 Y dejando el aposento, regresaron a sus puestos.
La oración de Judit
Judit 9
1 Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el sayal que tenía puesto y, a
la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la Casa de Dios, el incienso de aquella tarde, clamó
al Señor en alta voz diciendo:
2 Señor, Dios de mi padre Simeón, a quien diste una espada para vengarse de extranjeros que
habían soltado el ceñidor de una virgen para mancha, que desnudaron sus caderas para vergüenza y
profanaron su seno para deshonor; pues tú dijiste: «Eso no se hace», y ellos lo hicieron.
3 Por eso entregaste sus jefes a la muerte y su lecho, rojo de vergüenza por su engaño, lo dejaste
engañado hasta la sangre. Castigaste a los esclavos con los príncipes, a los príncipes con los siervos.
4 Entregaste al saqueo a sus mujeres, sus hijas al destierro, todos sus despojos en reparto para tus
hijos amados, que se habían encendido de tu celo, y tuvieron horror a la mancha hecha a su sangre y
te llamaron en su ayuda. ¡Oh Dios, mi Dios, escucha a esta viuda!599
5 Tú que hiciste las cosas pasadas, las de ahora y las venideras, que has pensado el presente y el
futuro; y sólo sucede lo que tú dispones,
6 y tus designios se presentan y te dicen: «Aquí estamos!» Pues todos tus caminos están
preparados y tus juicios de antemano previstos.
7 Mira, pues, a los asirios que juntan muchas fuerzas, orgullosos de sus caballos y jinetes,
engreídos por la fuerza de sus infantes, fiados en sus escudos y en sus lanzas, en sus arcos y en sus
hondas, y no han reconocido que tú eres el Señor, quebrantador de guerras.
8 Tu Nombre es «¡Señor!» ¡Quebranta su poder con tu fuerza! ¡Abate su poderío con tu cólera!,
pues planean profanar tu santuario, manchar la Tienda en que reposa la Gloria de tu Nombre, y
derribar con fuerza el cuerno de tu altar.
9 Mira su altivez, y suelta tu ira sobre sus cabezas; da a mi mano de viuda fuerza para lo que he
proyectado.
10 Hiere al esclavo con el jefe, y al jefe con su siervo, por la astucia de mis labios. Abate su
humildes, el defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de
los desesperados.
12 ¡Sí, sí! Dios de mi padre y Dios de la herencia de Israel, Señor de los cielos y la tierra,
poner por obra los deseos de que me habéis hablado.» Ellos mandaron a los jóvenes que le abrieran,
tal como lo pedía.
10 Así lo hicieron ellos, y salió Judit con su sierva. Los hombres de la ciudad la siguieron con la
mirada mientras descendía por la ladera, hasta que llegó al valle; y allí la perdieron de vista.
Judit en el campamento asirio
11 Avanzaron ellas a derecho por el valle, hasta que le salió al encuentro una avanzada de los
asirios,
12 que la detuvieron y preguntaron: «¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas?» Ella
respondió: «Hija de hebreos soy y huyo de ellos, porque están a punto de ser devorados por vosotros.
13 Vengo a presentarme ante Holofernes, jefe de vuestro ejército, para hablarle con sinceridad y
mostrarle un camino por el que pueda pasar para adueñarse de toda la montaña, sin que perezca
ninguno de sus hombres y sin que se pierda una sola vida».
14 Oyéndola hablar aquellos hombres, y viendo la admirable hermosura de su rostro, le dijeron:
15 «Has salvado tu vida con tu decisión de bajar a presentarte ante nuestro señor. Dirígete a su
tienda, que algunos de los nuestros te acompañarán hasta ponerte en sus manos.
16 Cuando estés en su presencia, no tengas miedo; anúnciale tus propósitos y él se portará bien
contigo.»
17 Y eligieron entre ellos cien hombres que le dieran escolta a ella y a su sierva y las llevaran
otros: «¿Quién puede menospreciar a un pueblo que tiene mujeres como ésta? ¡Sería un error dejar
con vida a uno solo de ellos, porque los que quedaran, serían capaces de engañar a toda la tierra!»
El encuentro de Judit con Holofernes
20 Salieron, pues, los de la escolta personal de Holofernes y todos sus servidores y la
introdujeron en la tienda.
21 Estaba Holofernes descansando en su lecho, bajo colgaduras de oro y púrpura recamadas de
esmeraldas y piedras preciosas.
22 Se la anunciaron y él salió hasta la entrada de la tienda, precedido de lámparas de plata.
23 Cuando Judit llegó ante Holofernes y sus ministros, todos se maravillaron de la hermosura de
su rostro. Cayó ella rostro en tierra y se postró ante él, pero los siervos la levantaron.
Diálogo de Judit con Holofernes
Judit 11
1 Holofernes le dijo: «Ten confianza, mujer, no tengas miedo, porque yo ningún mal hago a
Nabucodonosor.»
5 Respondió Judit: «Acoge las palabras de tu sierva, y que tu sierva pueda hablar en tu presencia.
recto camino a todo viviente!; porque gracias a ti no le sirven tan sólo los hombres, sino que, por
medio de tu fuerza, hasta las fieras salvajes, los ganados y las aves del cielo viven para
Nabucodonosor y para toda su casa.
8 «Nosotros, en efecto, hemos oído hablar de tu sabiduría y de la prudencia de tu espíritu, y se
dice por toda la tierra que tú eres el mejor en todo el reino, de profundos conocimientos y admirable
como estratega.
9 Por lo que se refiere al discurso que Ajior pronunció en tu Consejo, nosotros hemos oído sus
mismas palabras, pues los hombres de Betulia le han salvado y él les refirió todo lo que te dijo.
10 Acerca de esto, dueño y señor, no desestimes sus palabras; tenlas bien presentes, porque
responden a la verdad. Pues muestra raza no recibe castigo ni la espada tiene poder sobre ellos, si no
han pecado contra su Dios.
11 Pero precisamente para que mi señor no se vea rechazado y con las manos vacías, la muerte va
a caer sobre sus cabezas. Han caído en un pecado con el que provocan la cólera de su Dios cada vez
que cometen tal desorden.
12 En vista de que se les acaban los víveres y escasea el agua, han deliberado echar mano de sus
ganados y están ya decididos a consumir todo aquello que su Dios, por sus leyes, les ha prohibido
comer.
13 Han decidido, igualmente, consumir las primicias del trigo y el diezmo del vino y del aceite
que habían reservado, porque están consagrados a los sacerdotes que están en la presencia de nuestro
Dios, en Jerusalén, y que ningún laico puede ni tan siquiera tocar con la mano.
14 Han enviado mensajeros a Jerusalén (cuyos habitantes hacen estas mismas cosas) para recabar
del Consejo de Ancianos los permisos.
15 Y en cuanto les sea concedido y lo realicen, en ese mismo momento te serán entregados para
su destrucción.
16 Cuando yo, tu esclava, supe todo esto, huí de ellos. Mi Dios me ha enviado para que yo haga
contigo cosas de que se pasmará toda la tierra y todos cuantos las oigan.
17 Porque tu esclava es piadosa y sirve noche y día al Dios del Cielo. Ahora, mi señor, quisiera
quedarme a tu lado. Tu sierva saldría por las noches hacia el barranco, para suplicar a mi Dios y El
me dirá cuándo han cometido su pecado.
18 Yo vendré a comunicártelo y entonces tú saldrás con todo tu ejército y ninguno de ellos podrá
resistirte.
19 Yo te guiaré por medio de Judea hasta llegar a Jerusalén y haré que te asientes en medio de
ella. Tú los llevarás como rebaño sin pastor, y ni un perro ladrará contra ti. He tenido el
presentimiento de todo esto; me ha sido anunciado y he sido enviada para comunicártelo.»
20 Agradaron estas palabras a Holofernes y a todos sus servidores, que estaban admirados de su
sabiduría, y dijeron:
21 «De un cabo al otro del mundo, no hay mujer como ésta, de tanta hermosura en el rostro y
nuestras manos el poder, y en manos de los que han despreciado a mi señor, la ruina.
23 Por lo demás, eres tan bella de aspecto como prudente en tus palabras. Si haces lo que has
prometido, tu Dios será mi Dios, vivirás en el palacio del rey Nabucodonosor y serás famosa en toda
la tierra.»
Fidelidad a la Ley y plegarias de Judit
Judit 12
1 Mandó luego que la introdujeran donde tenía su vajilla y ordenó que le sirvieran de sus propios
Judit 13
1 Cuando se hizo tarde, sus oficiales se apresusaron a retirarse y Bagoas cerró la tienda por el
exterior, después de haber apartado de la presencia de su señor a los que todavía quedaban; y todos se
fueron a dormir, fatigados por el exceso de bebida;
2 quedaron en la tienda tan sólo Judit y Holofernes, desplomado sobre su lecho y rezumando
vino.
3 Judit había mandado a su sierva que se quedara fuera de su dormitorio y esperase a que saliera,
como los demás días. Porque, en efecto, ella había dicho que saldría para hacer su oración y en este
mismo sentido había hablado a Bagoas.
4 Todos se habían retirado; nadie, ni grande ni pequeño, quedó en el dormitorio. Judit, puesta de
pie junto al lecho, dijo en su corazón: «¡Oh Señor, Dios de toda fuerza! Pon los ojos, en esta hora, a
la empresa de mis manos para exaltación de Jerusalén.
5 Es la ocasión de esforzarse por tu heredad y hacer que mis decisiones sean la ruina de los
enemigos que se alzan contra nosotros.»
6 Avanzó, después, hasta la columna del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, tomó
de allí su cimitarra,
7 y acercándose al lecho, agarró la cabeza de Holofernes por los cabellos y dijo: «¡Dame
fortaleza, Dios de Israel, en este momento!»
8 Y, con todas sus fuerzas, le descargó dos golpes sobre el cuello y le cortó la cabeza.
9 Después hizo rodar el tronco fuera del lecho, arrancó las colgaduras de las columnas y
jefe supremo del ejército asirio, y mirad las colgaduras bajo las cuales se acostaba en su borracheras.
¡El Señor le ha herido por mano de mujer!
16 ¡Vive el Señor!, el que me ha guardado en el camino que emprendí, que fue seducido, para
perdición suya, por mi rostro, pero no ha cometido conmigo ningún pecado que me manche o me
deshonre.»
Celebración del triunfo de Judit
17 Todo el pueblo quedó lleno de estupor y postrándose adoraron a Dios y dijeron a una:
«¡Bendito seas, Dios nuestro, que has aniquilado el día de hoy a los enemigos de tu pueblo!»
18 Ozías dijo a Judit: «¡Bendita seas, hija del Dios Altísimo más que todas las mujeres de la
tierra! Y bendito sea Dios, el Señor, Creador del cielo y de la tierra, que te ha guiado para cortar la
cabeza del jefe de nuestros enemigos.
19 Jamás tu confianza faltará en el corazón de los hombres que recordarán la fuerza de Dios
eternamente.
20 Que Dios te conceda, para exaltación perpetua, el ser favorecida con todos los bienes, porque
no vacilaste en exponer tu vida a causa de la humillación de nuestra raza. Detuviste nuestra ruina
procediendo rectamente ante nuestro Dios.»Todo el pueblo respondió: «¡Amén, amén!»
Plan de Judit contra los asirios
Judit 14
1 Judit les dijo: «Escuchadme, hermanos; tomad esta cabeza y colgadle en el saliente de nuestras
murallas;
2 y apenas despunte el alba y salga el sol sobre la tierra, empuñaréis cada uno vuestras armas y
saldréis fuera de la ciudad todos los hombres capaces. Que se ponga uno al frente, como si intentarais
bajar a la llanura, contra la avanzada de los asirios. Pero no bajéis.
3 Los asirios tomarán sus armas y marcharán a su campamento para despertar a los jefes del
ejército de Asiria. Correrán a la tienda de Holofernes, pero al no dar con él, quedarán aterrorizados y
huirán ante vosotros.
4 Entonces, vosotros y todos los habitantes del territorio de Israel, saldréis en su persecución y
los abatiréis en la retirada.
5 «Pero antes, traed aquí a Ajior el ammonita, para que vea y reconozca al que despreciaba a la
casa de Israel, al que le envió a nosotros como destinado a la muerte.»
La conversión de Ajior
6 Hicieron, pues, venir a Ajior desde la casa de Ozías. Al llegar y ver que uno de los hombres de
la asamblea del pueblo tenía en la mano la cabeza de Holofernes, cayó al suelo, desvanecido.
7 Cuando le reanimaron, se echó a los pies de Judit, se postró ante ella y dijo: «¡Bendita seas en
todas las tiendas de Judá y en todas las naciones que, cuando oigan pronunciar tu nombre, se sentirán
turbadas!»
8 «Y ahora, cuéntame lo que has hecho durante este tiempo.» Judit le contó, en medio del pueblo,
todo cuanto había hecho, desde que salió hasta el momento en que les estaba hablando.
9 Cuando hubo acabado su relato, todo el pueblo lanzó grandes aclamaciones y en toda la ciudad
todos los hombres de Israel y salieron, por grupos, hacia las subidas.
12 Al verlos los asirios, communicaron la novedad a sus oficiales, y éstos la fueron comunicando
Judit 15
noticia de cuanto había pasado, para que todos se arrojaran sobre los enemigos y los exterminaran.
5 Cuando los israelitas lo supieron, todos, como un solo hombre, se lanzaron sobre los asirios y
los batieron hasta Jobá. También acudieron los de Jerusalén y los de la montaña, porque también a
ellos se les dio noticia de lo sucedido en el campo enemigo; de igual modo, los de Galaad y Galilea,
atacándoles de flanco, les hicieron enorme estrago hasta que pudieron refugiarse en Damasco y su
región.
Reparto del botín y elogio de Judit
6 En cuanto a los demás habitantes de Betulia, cayeron sobre el campamento asirio, le saquearon
granjas de la montaña y del llano obtuvieron gran botín, porque había una abundancia incalculable.
8 El sumo sacerdote Yoyaquim, con el Consejo de Ancianos de Israel y los habitantes de
Jerusalén, vinieron a contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel, y a ver y saludar a
Judit.
9 En llegando a su presencia, todos a una voz la bendijeron diciendo: «Tú eres la exaltación de
que has hecho.Bendita seas del Señor Omnipotente por siglos infinitos.» Y todo el pueblo respondió:
«¡Amén!»
11 Todo el pueblo estuvo recogiendo botín del campamento durante treinta días; dieron a Judit la
tienda de Holofernes, con toda su vajilla de plata, sus divanes, sus vasijas y todo su mobiliario. Ella
lo tomó y lo cargó sobre su mula, preparó sus carros y los amontonó todo encima.
El júbilo del pueblo
12 Todas las mujeres de Israel acudieron para verla y la bendecían danzando en coro. Judit
tomaba tirsos con la mano y los distribuía entre las mujeres que estaban a su lado.
13 Ellas y sus acompañantes se coronaron con coronas de olivo; después, dirigiendo el coro de
las mujeres, se puso danzando a la cabeza de todo el pueblo. La seguían los hombres de Israel,
armados de sus armas, llevando coronas y cantando himnos.
El canto de Judit
14 Judit entonó, en medio de todo Israel, este himno de acción de gracias y todo el pueblo repetía
sus alabanzas:
Judit 16
1 ¡Alabad a mi Dios con tamboriles, elevad cantos al Señor con címbalos, ofrecedle los acordes
los lactantes, de entregar como botín a mis niños y de dar como presa a mi doncellas.
5 El Señor Omnipotente por mano de mujer los anuló.
6 Que no fue derribado su caudillo por jóvenes guerreros, ni le hirieron hijos de Titanes, ni
altivos gigantes le vencieron; le subyugó Judit, hija de Merarí, con sólo la hermosura de su rostro.
7 Se despojó de sus vestidos de viudez, para exaltar a los afligidos de Israel; ungió su rostro de
perfumes,
8 prendió con una cinta sus cabellos, ropa de lino vistió para seducirle.
9 La sandalia de ella le robó los ojos, su belleza cautivóle el alma ¡y la cimitarra atravesó su
cuello!
10 Se estremecieron los persas por su audacia, se turbaron los medos por su temeridad.
11 Entonces clamaron mis humildes, y ellos temieron; clamaron mis débiles y ellos quedaron
poder e insuperable!»600
14 Sírvante a ti las criaturas todas, pues hablaste tú y fueron hechas, enviaste tu espíritu y las hizo,
se fundirán como cera; pero con aquellos que te temen, te muestras tú siempre propicio.
16 Porque es muy poca cosa todo sacrificio de calmante aroma, y apenas es nada la grasa para
serte ofrecida en holocausto. Mas quien teme al Señor será grande para siempre.
17 ¡Ay de las naciones que se alzan contra mi raza! El Señor Omnipotente les dará el castigo en el
día del juicio. Entregará sus cuerpos al fuego y a los gusanos, y gemirán en dolor eternamente.
Celebración litúrgica de la victoria
18 Cuando llegaron a Jerusalén, adoraron a Dios, y una vez purificado el pueblo, ofrecieron sus
holocaustos, sus ofrendas voluntarias y sus regalos.
19 Judit ofreció todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le había concedido, y entregó a
Dios en anatema las colgaduras que ella misma había tomado del dormitorio de Holofernes.
20 Durante tres meses permaneció el pueblo en Jerusalén, celebrando festejos delante de
santuario. También Judit estaba presente.
Los últimos años de Judit
21 Pasados aquellos días, se volvió cada uno a su heredad. Judit regresó a Betulia, donde vivió
muerte.
ESTER
Introducción.
El libro de ESTER, lo mismo que el de Judit, cuenta cómo el Pueblo judío fue liberado de sus
enemigos gracias a la intervención de una mujer. Este relato es anterior a la guerra de los Macabeos,
ya que en ese tiempo los judíos de Palestina celebraban el "día llamado de Mardoqueo" (2 Mac. 15.
36), lo cual supone que conocían la historia de Ester y posiblemente el Libro mismo. Es probable que
la obra haya sido escrita a fines de la época persa o a comienzos del período griego, es decir, entre
los siglos IV y III a. C.
Este Libro ilustra de manera ejemplar una idea contenida en los escritos sapienciales: "El que
cava una fosa cae en ella" (Ecl. 10. 8). Toda la narración, en efecto, va presentando una serie de
personajes contrapuestos y de situaciones que terminan por revertirse. La orgullosa reina Vasti es
humillada y sustituida por Ester, la humilde joven judía. Arnán, el primer ministro omnipotente y
pagado de sí mismo, es ajusticiado en el patíbulo que había preparado para vengarse de Mardoqueo.
Por fin, los judíos dan muerte a todos sus enemigos en el día fijado para su propio exterminio. Detrás
de todos estos "cambios de papeles", está el Señor, cuyo nombre no es mencionado ni una sola vez en
el texto hebreo, pero que va guiando los acontecimientos para dar la victoria a su Pueblo.
El arte con que están narrados los hechos muestra que el autor no se propuso escribir la crónica
detallada de un hecho histórico preciso. Su intención fue más bien presentar en forma novelada una
triste experiencia vivida repetidas veces por el Pueblo elegido: la del odio y las persecuciones
provocadas por lo que hoy en día se llama "antisemitismo". Esto explica, al menos en parte, el
increíble encarnizamiento con que los judíos se desquitaron de la amenaza que había pesado sobre
ellos. Lo cierto es que el libro de Ester se opone a la corriente universalista, que había encontrado
una de sus más bellas expresiones en los libros de Rut y de Jonás.
El recuerdo de la gran liberación evocada en este relato fue relacionado más tarde con la fiesta
de los "Purím" o de las "Suertes". Así dicha fiesta, de origen pagano y meramente profana, entró en el
calendario de las fiestas nacionales del Judaísmo, convirtiéndose en la celebración del triunfo del
Señor sobre los enemigos de su Pueblo. La versión griega de este Libro es bastante más extensa y
tiene un tono mucho más religioso que el texto hebreo original, donde apenas se insinúa una posible
intervención del Señor (4. 14). Las partes propias de la traducción griega se encuentran entre los
Libros "deuterocanónicos".
Al destacar la violenta oposición entre judíos y paganos, este Libro nos lleva a comprender
mejor el alcance de la obra reconciliadora de Cristo. "Él ha unido a los dos pueblos en uno solo,
derribando el muro de enemistad que los separaba... Así creó con los dos pueblos un solo Hombre
nuevo en su propia persona, restableciendo la paz" (Ef. 2. 14-15).
El banquete del rey Asuero
Ester 1
1 En tiempo del rey Asuero, el que reinó desde la India hasta Etiopía sobre 127 provincias,601
2 en aquellos días, estando el rey sentado en el trono real, en la ciudadela de Susa,
3 en el año tercero de su reinado, ofreció un banquete en su presencia a todos sus servidores: a
jefes del ejército de los persas y los medos, a los nobles y a los gobernadores de las provincias.
4 Les hizo ver la riqueza y la gloria de su reino y del magnífico esplendor de su grandeza
maridos, pues dirán: “El rey Asuero mandó hacer venir a su presencia a la reina Vastí, pero ella no
fue.”
18 Y a partir de hoy, las princesas de los persas y los medos, que conozcan la conducta de la
reina, hablarán de ello a los jefes del rey y habrá menosprecio y altercados.
19 Si al rey le parece bien, publíquese, de su parte, e inscríbase en las leyes de los persas y los
medos, para que no sea traspasado, este decreto: que no vuelva Vastí a presencia del rey Asuero. Y dé
el rey el título de reina a otra mejor que ella.
20 El acuerdo tomado por el rey será conocido en todo el reino, a pesar de ser tan grande, y todas
1 Después de estos sucesos se aplacó la cólera del rey Asuero y se acordó de Vastí, de cuanto
palacio real.
14 Se presentaba por la tarde y a la mañana siguiente volvía al otro harén, bajo la vigilancia de
Saasgaz, el eunuco del rey encargado de las concubinas; no se presentaba más ante el rey, a no ser
que el rey deseara y la llamara expresamente.
La elección de Ester como reina
15 Cuando a Ester, hija de Abijayil, tío de Mardoqueo, que la había adoptado por hija, le llegó el
turno de presentarse al rey, no pidió sino lo que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las
mujeres. Ester se ganaba el favor de cuantos la veían.
16 Ester fue presentada al rey Asuero, en el palacio real, el mes décimo, que es el mes de Tébet,
favor que ninguna otra virgen y el rey colocó la diadema real sobre la cabeza de Ester y la declaró
reina, en lugar de Vastí.
18 Ofreció el rey un gran banquete a todos sus jefes y servidores, el banquete de Ester; concedió
un día de descanso a todas las provincias y repartió presentes con real magnificencia.
La denuncia del atentado contra el rey
19 Cuando Ester pasó, como las otras jóvenes, al segundo harén,
20 no reveló ni su origen ni su pueblo, tal como se lo había ordenado Mardoqueo; pues Ester
seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo como cuando vivía bajo su tutela.
21 Por aquellos mismos días, estaba adscrito Mardoqueo a la Puerta Real; Bigtán y Teres, dos
eunucos del rey, guardianes del umbral, estaban irritados y andaban buscando poner la mano sobre el
rey Asuero.
22 Llegó el hecho a conocimiento de Mardoqueo, el cual se lo comunicó a la reina Ester, y Ester
se lo dijo al rey, en nombre de Mardoqueo.
23 Se investigó el caso y resultó verdadero; por lo que fueron colgados los dos del madero y se
consignó por escritos, en los Anales, en presencia del rey.
El conflicto entre Mardoqueo y Amán
Ester 3
1 Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Amán, hijo de Hamdatá, del país de Agag; le
encumbró y colocó su asiento por encima de todos los dignatarios que estaban con él;605
2 todos los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, doblaban la rodilla y se postraban ante
Amán, porque así lo había ordenado el rey; pero Mardoqueo ni doblaba la rodilla ni se postraba.
3 Los servidores del rey, adscritos a la Puerta Real, dijeron a Mardoqueo: «¿Por qué traspasas la
ver si Mardoqueo persistía en su palabra, pues les había manifestado que él era judío.
5 Vio Amán que Mardoqueo no doblaba la rodilla ni se postraba ente él, y se llenó de ira.
6 Y cuando le notificaron a qué pueblo pertenecía Mardoqueo, no contentándose con poner la
mano sobre él solo, intentó exterminar, junto con él, a todos los judíos de todo el reino de Asuero.
La decisión de exterminar a los judíos
7 El año doce del rey Asuero, el mes primero, que es el mes de Nisán, se sacó el «Pur» (es decir,
las suertes) en presencia de Amán, por días y por meses. Salió el doce, que es el mes de Adar.606
8 Amán dijo al rey Asuero: «Hay un pueblo disperso y diseminado entre los pueblos de todas las
provincias de tu reino, con sus leyes, distintas de las de todos los pueblos, y que no cumplen las leyes
reales. No conviene al rey dejarlos en paz.
9 Si el rey juzga conveniente publicar un decreto para exterminarlos, yo haré que se entreguen
10.000 talentos de plata a los intendentes, para que los ingresen en la cámara del tesoro.»607
10 El rey sacó el anillo de su dedo, se lo entregó a Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de
los judíos,608
11 y dijo el rey a Amán: «La plata, te la regalo; y te regalo también ese pueblo para que hagas lo
que te parezca.»
12 El día trece del primer mes fueron convocados los secretarios del rey para escribir, según lo
ordenado por Amán, a los sátrapas del rey, a los inspectores de cada provincia y a los jefes de todos
los pueblos, a cada provincia según su escritura, y a cada pueblo según su lengua; se escribió en
nombre del rey Asuero, se selló con el anillo del rey,
13 y se enviaron las cartas, por medio de los correos, a todas las provincias del rey, para
exterminar, matar y aniquilar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, y para saquear
sus bienes, en el espacio de un solo día, el trece del mes doce, que es el mes de Adar.
14 El texto de este escrito debía ser promulgado como ley en todas las provincias, y fue puesto en
conocimiento de todos los pueblos a fin de que estuviesen preparados para aquel día.
15 Por orden del rey, partieron los correos apresuradamente. El decreto fue publicado también en
la ciudadela de Susa. Mientras el rey y Amán banqueteaban, en Susa reinaba la consternación.
La intervención de Mardoqueo y Ester
Ester 4
1 Cuando Mardoqueo supo lo que pasaba, rasgó sus vestidos, se vistió de sayal y ceniza y salió
por la ciudad lanzando grandes gemidos,
2 hasta llegar ante la Puerta Real, pues nadie podía pasar la Puerta cubierto de sayal.
3 En todas las provincias, dondequiera que se publicaban la palabra y el edicto real, había entre
los judíos gran duelo, ayunos y lágrimas y lamentos, y a muchos el sayal y la ceniza les sirvió de
lecho.
4 Las siervas y eunucos de Ester vinieron a comunicárselo. La reina se llenó de angustia y mandó
enviar a Mardoqueo vestidos para que se vistiese y se quitase el sayal, pero él no quiso.
5 Llamó Ester a Hatak, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y le envió a
Mardoqueo para enterarse de lo que pasaba y a qué obedecía todo aquello.
6 Salió Hatak y fue donde Mardoqueo, que estaba en la plaza de la ciudad que hay frente a la
Puerta Real.
7 Mardoqueo le informó de todo cuanto había pasado y de la suma de dinero que Amán había
enseñara a Ester y se informara; y ordenó a la reina que se presentase ante el rey, se ganara su favor y
suplicara por su pueblo.
9 Regresó Hatak e informó a Ester de las palabras de Mardoqueo.
10 Ester mandó a Hatak que dijera a Mardoqueo:
11 «Todos los servidores del rey y todos los habitantes de las provincias del rey saben que todo
hombre o mujer que se presente al rey, en el patio interior, sin haber sido llamado, es condenado a
muerte por el edicto, salvo aquel sobre quien el rey extienda su cetro de oro; y hace ya treinta días
que yo no he sido llamada a presencia del rey.»
12 Llevó a Mardoqueo la respuesta de Ester
13 y Mardoqueo hizo que le contestara: «No te imagines que por estar en la casa del rey, te vas a
Ester 5
1 Al tercer día, se revistió de reina. Franqueando todas las puertas, llegó hasta la presencia del
rey; estaba el rey sentado en el trono real, y alzando su rostro, en dulzura, 2 y tomando el rey el cetro
de oro, lo puso sobre el cuello de Ester. 3 El rey le preguntó: «¿Qué sucede, reina Ester? ¿Qué
deseas? Incluso la mitad del reino te será dada.»
4 Respondió Ester: «Si al rey le place, venga hoy el rey, con Amán, al banquete que le tengo
preparado.»
5 Respondió el rey: «Avisad inmediatamente a Amán para que se cumpla el deseo de Ester.» El
rey y Amán fueron al banquete preparado por Ester,
6 y durante el banquete, dijo el rey a Ester: «¿Qué quieres pedir?, pues se te dará. ¿Qué deseas?
Hasta la mitad del reino te será concedida.»
7 Ester respondió: «¿Mi petición y mi deseo?
8 Si he hallado gracia a los ojos del rey, y si al rey le place escuchar mi petición y cumplir mi
deseo, que vengan mañana el rey y Amán al banquete que he preparado para ellos. Y haré entonces lo
que el rey me pide.»
El odio de Amán contra Mardoqueo
9 Salió aquel día Amán contento y con alegre corazón; pero al ver a Mardoqueo en la Puerta
Real, que no se levantaba, ni siquiera se movía ante él, se llenó Amán de ira contra Mardoqueo,
10 pero se dominó, y yéndose a su casa, mandó venir a sus amigos y a su mujer Zeres,
11 y les habló de su gloria y sus riquezas, de sus muchos hijos y de cómo el rey le había
que ha preparado; también para mañana estoy invitado por ella, junto con el rey.
13 Pero todo esto nada significa para mí, mientras vea que el judío Mardoqueo, sigue sentado a la
Puerta Real.»
14 Su mujer Zeres y todos sus amigos le respondieron: «Manda preparar una horca de cincuenta
codos de altura y mañana por la mañana pides al rey que cuelguen de ella a Mardoqueo; así podrás ir
satisfecho al banquete con el rey.» Agradó el consejo a Amán y mandó preparar la horca.
Los honores tributados a Mardoqueo
Ester 6
1 Aquella misma noche, no pudiendo el rey conciliar el sueño, mandó que trajeran y leyeran en
Ester 7
Ester?, pues te será concedido. ¿Cuál es tu deseo? Aunque fuera la mitad del reino, se cumplirá.»
3 Respondió la reina Ester: «Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si al rey le place,
hubiéramos sido vendidos para esclavos y esclavas, aún hubiera callado; mas ahora, el enemigo no
podrá compensar al rey por tal pérdida.»
5 Preguntó el rey Asuero a la reina Ester: «¿Quién es, y dónde está el hombre que ha pensado en
su corazón ejecutar semejante cosa?»
6 Respondió Ester: «¡El perseguidor y enemigo es Amán, ese miserable!» Amán quedó aterrado
en presencia del rey y de la reina.
7 El rey se levantó, lleno de ira, del banquete y se fue al jardín del palacio; Amán, se quedó junto
a la reina Ester, para suplicarle por su vida, porque comprendía que, de parte del rey, se le venía
encima la perdición.
8 Cuando el rey volvió del jardín de palacio a la sala del banquete, Amán se había dejado caer
sobre el lecho de Ester. El rey exclamó: «¿Es que incluso en mi propio palacio quiere hacer violencia
a la reina?» Dio el rey una orden y cubrieron el rostro de Amán.
9 Jarboná, uno de los eunucos que estaban ante el rey, sugirió: «Precisamente, la horca que Amán
había destinado para Mardoqueo, aquel cuyo informe fue tan útil al rey, está preparada en casa de
Amán, y tiene cincuenta codos de altura.» Dijo el rey: «¡Colgadle de ella!»
10 Colgaron a Amán de la horca que había levantado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.
Ester 8
1 Aquel mismo día, el rey Asuero entregó a la reina Ester la hacienda de Amán, el enemigo de
los judíos, y Mardoqueo fue presentado al rey, pues Ester le hizo saber lo que él había sido para ella.
2 El rey se sacó el anillo que había mandado quitar a Amán y se lo entregó a Mardoqueo, a quien
anulara la maldad de Amán, el de Agag, y los proyectos que había concebido contra los judíos.
4 Extendió el rey el cetro de oro y tocó a Ester, que se puso en pie en presencia del rey.
5 Dijo ella: «Si al rey le parece bien, y si he hallado gracia a sus ojos, si la petición le parece
justa al rey y yo misma soy grata a sus ojos, que se escriba para revocar los decretos escritos por
Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, y maquinados para hacer perecer a los judíos de todas las
provincias del rey.
6 Porque ¿cómo podré yo ver la desgracia que amenaza a mi pueblo y la ruina de mi gente?»
7 El rey Asuero respondió a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Ya he dado a la reina Ester la
hacienda de Amán, a quien he mandado colgar de la horca por haber alzado su mano contra los
judíos.
8 Vosotros, por vuestra parte, escribid acerca de los judíos, en nombre del rey, lo que os parezca
oportuno, y selladlo con el anillo del rey. Pues todo lo que se escribe en nombre del rey y se sella con
su sello, es irrevocable.»
9 Fueron convocados al momento los secretarios del rey, en el mes tercero, que es el mes de
Siván, el día veintitrés, y escribieron, según las órdenes de Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a
los inspectores y a los jefes de todas las provincias, desde la India hasta Etiopía, a las 127 provincias,
a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su lengua y
escritura.
10 Escribieron en nombre del rey Asuero y lo sellaron con el anillo del rey. Se enviaron las
Ester 9
1 Las órdenes del rey fueron ejecutadas en el mes doce, que es el mes de Adar, el día trece del
mes, el mismo día en que los enemigos de los judíos esperaban aplastarlos; pero la situación cambió
y fueron los judíos los que aplastaron a sus enemigos.
2 En todas las provincias del rey Asuero se reunieron los judíos en sus ciudades para poner la
mano sobre cuantos habían intentado hacerles mal, sin que nadie les opusiera resistencia, porque el
temor se había apoderado de todos los pueblos.
3 Todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los inspectores y los funcionarios del rey
Susa.
12 Dijo el rey a la reina Ester: «En la ciudadela de Susa han matado y exterminado los judíos a
quinientos hombres y a los diez hijos de Amán. ¿Qué habrán hecho en las restantes provincias del
rey? ¿Qué deseas pedir ahora? Pues te será concedido. Se seguirá haciendo lo que tú desees.»
13 Respondió Ester: «Si al rey le parece bien, que se conceda a los judíos de Susa que puedan
actuar mañana según el edicto de hoy; cuanto a los diez hijos de Amán, que sean colgados de la
horca.»
14 Ordenó el rey que se hiciera así; se promulgó la ley en Susa y los diez hijos de Amán fueron
colgados.
15 Los judíos de Susa se reunieron también el día catorce del mes de Adar y mataron en Susa a
trescientos hombres, pero no saquearon sus bienes.
16 Los judíos de las restantes provincias del rey se reunieron para defender, contra sus enemigos,
sus vidas y su seguridad; mataron de entre sus adversarios a 75.000, pero no saquearon sus bienes.
17 Ocurrió esto el día trece del mes de Adar y el día catorce descansaron, convirtiéndolo en un
de Adar con alegres festines, como día de fiesta, y se envían recíprocos regalos,
La institución oficial de la Fiesta de los Purím
20 Mardoqueo consignó por escrito todas estas cosas y envió cartas a los judíos de todas las
provincias del rey Asuero tanto lejanos como próximos,
21 ordenándoles que celebraran todos los años el día catorce y el día quince del mes de Adar,
22 porque en tales días obtuvieron los judíos paz contra sus enemigos, y en este mes la aflicción
se trocó en alegría y el llanto en festividad; que los convirtieran en días de alegres festines y mutuos
regalos, y de donaciones a los pobres.
23 Los judíos adoptaron esta costumbre, que ya habían comenzado a observar y acerca de la cual
les escribió Mardoqueo:
24 «Amán, hijo de Hamdatá, de Agag, enemigo de todos los judíos, había proyectado exterminar
él, y los males que había meditado contra los judíos cayeron sobre su cabeza, siendo ahorcados él y
sus hijos.
26 Por esta razón, estos días son llamados “Purim”, de la palabra “Pur”.» Asimismo, por todo la
relatado en esta carta por lo que ellos mismos vieron y por lo que se les contó,
27 hicieron los judíos de estos días una institución irrevocable para sí, para sus descendientes y
para todos los que se pasaron a ellos, conforme a este escrito y esta fecha, de año en año.
28 Así, estos días de los Purim, conmemorados y celebrados de generación en generación, en
todas las familias, en todas las provincias y en todas las ciudades, no desaparecerán de entre los
judíos, y su recuerdo no se perderá entre sus descendientes.
29 La reina Ester, hija de Abijayil, y el judío Mardoqueo, escribieron, con toda su autoridad, para
Mardoqueo y la reina Ester, y tal como lo habían establecido para sí mismos y para sus
descendientes, añadiendo lo tocante a los ayunos y lamentaciones.
32 La orden de Ester fijó la institución de estos Purim, siendo consignada en el libro.
Epílogo
Ester 10
el rey enalteció, ¿no están escritas en las Crónicas de los reyes de los medos y los persas?
3 Pues el judío Mardoqueo era el segundo después del rey, persona importante entre los judíos,
amado por la multitud de sus hermanos, preocupado por el bien de su pueblo y procurador de la paz
de su raza.
LIBRO PRIMERO DE LOS MACABEOS
Introducción.
Los libros de los MACABEOS son dos escritos independientes, que relatan las luchas del Pueblo
judío contra la dinastía de los Seléucidas, en defensa de su autonomía política y su libertad religiosa.
El título de los mismos proviene del sobrenombre "Macabeo", aplicado primero a Judas -el principal
protagonista de aquella lucha- y extendido luego a sus hermanos e incluso a sus partidarios. Según
algunos, este sobrenombre deriva de una palabra hebrea que significa "martillo", y aludiría a los
tremendos golpes que Judas asestaba a sus enemigos; otros piensan, en cambio, que signifca
"designado por Dios".
Para comprender los hechos relatados en estos Libros, es necesario tener en cuenta el contexto
histórico que dio origen a la rebelión de los Macabeos. En el siglo IV a. C., el Próximo Oriente
experimenta una enorme transformación política y cultural. Alejandro Magno, el joven rey de
Macedonia, se asegura el dominio sobre toda Grecia y luego se lanza a la conquista del Imperio
persa. Cuando una muerte prematura lo sorprende en Babilonia, en el 323 a. C., él deja tras de sí el
más vasto Imperio conocido hasta entonces. Con sus conquistas comienza la época llamada
"helenística", cuya principal característica es la difusión de la cultura y la lengua griegas en toda la
cuenca del Mediterráneo.
Pero el Imperio de Alejandro no tarda en desmembrarse. Dos de sus generales se reparten el
Próximo Oriente: Tolomeo, hijo de Lagos, se adueña de Egipto y funda la dinastía de los "Lágidas";
Seleuco se convierte en el soberano de Siria e inicia la dinastía de los "Seléucidas". A raíz de esta
división, Palestina se encuentra una vez más entre dos fuegos. Durante un siglo predominan los
Lágidas en Egipto, que se muestran respetuosos de las costumbres nacionales. Pero en el 199 a. C.,
Antíoco III de Siria derrota al ejército egipcio y Palestina cae en poder de los Seléucidas. A partir de
este momento, la dominación comenzará a desbordar el ámbito político, para extenderse al terreno
cultural y religioso.
La opresión del Pueblo judío entra en su etapa más crítica con el advenimiento de Antíoco IV, que
se hace llamar Epífanes, es decir, "manifestación divina" (175-164 a. C.). Este rey no se contenta con
profanar y saquear el Templo de Jerusalén, sino que también hace edificar en la Ciudad santa una
fortaleza, donde instala un destacamento de guardia permanente. Luego promueve un vasto proceso de
helenización de las costumbres y prácticas religiosas locales. Así queda proscrita la Ley de Moisés y
se la suplanta por la legislación del Estado. Esta política de Antíoco encuentra colaboradores entre
los judíos de las clases pudientes, incluso entre los sacerdotes. Muchos, en cambio, prefieren afrontar
la persecución y la muerte antes que renegar de su fe, con la esperanza puesta en el Dios de Israel.
Otro grupo, finalmente, se inspira en el recuerdo de los antiguos héroes nacionales y elige el camino
de la resistencia armada. A este grupo pertenecen el sacerdote Matatías y sus hijos, y ellos emprenden
la guerra de liberación narrada en estos Libros.
Este Libro, compuesto hacia el año 100 a. C., refiere los acontecimientos que van desde la
ascensión al trono de Antíoco IV Epífanes, en el año 175 a. C., hasta la muerte de Simón, el último
sobreviviente de los hermanos Macabeos, en el 134 a. C. El autor es desconocido, pero sin duda se
trata de un judío de Jerusalén, muy buen conocedor de Palestina, que escribió su obra con el fin de
exaltar a los héroes de la lucha por la independencia. Los Macabeos son presentados como los
nuevos "Jueces" de Israel, suscitados por Dios para liberar a su Pueblo y restaurar la teocracia.
La precisión y vivacidad de ciertos relatos parecen indicar que el autor recogió el testimonio
directo de algunos combatientes. Pero él también tuvo acceso a los archivos del Templo de Jerusalén,
donde se conservaban los anales de los sumos sacerdotes y otros textos oficiales citados en el libro.
Además de estas fuentes, utilizó un documento de la corte seléucida, que le permitió reconstruir la
cronología de los hechos. Sobre esta base compuso un relato de gran valor histórico, empleando los
recursos literarios propios de la época helenística. Por eso, a menudo exagera las cifras de los
enemigos, para exaltar las hazañas de los judíos. También pone en boca de los héroes elocuentes
discursos, que destacan la enseñanza fundamental extraída de las victorias de los Macabeos: la fe en el
Señor y la fidelidad a la Ley son una fuerza más poderosa que un gran ejército.
Con el decurso del tiempo, la lucha religiosa de los Macabeos fue cediendo a las intrigas
políticas y a las ambiciones de poder. Llevado por el entusiasmo del triunfo y de la independencia
reconquistada, el autor pasa por alto este aspecto y aun corre el riesgo de identificar el designio de
Dios con las guerras de una nación. Eso no impide que nos presente una historia profundamente
humana, donde campean la intransigencia de la fe y la pasión por la libertad.
1 Macabeos — Capítulo 1
1 Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, partió del país de Kittim, derrotó a Darío, rey de los
pagaban tributo.
5 Después, cayó enfermo y cononció que se moría.
6 Hizo llamar entonces a sus servidores, a los nobles que con él se habían criado desde su
como rehén en Roma. Subió al trono el año 137 del imperio de los griegos.610
11 En aquellos días surgieron de Israel unos hijos rebeldes que sedujeron a muchos diciendo:
«Vamos, concertemos alianza con los pueblos que nos rodean, porque desde que nos separamos de
ellos, nos han sobrevenido muchos males.»
12 Estas palabras parecieron bien a sus ojos,
13 y algunos del pueblo se apresuraron a acudir donde el rey y obtuvieron de él autorización para
cayeron heridos.
19 Ocuparon las ciudades fuertes de Egipto y Antíoco se alzó con los despojos del país.
20 El año 143, después de vencer a Egipto, emprendió el camino de regreso. Subió contra Israel y
sus accesorios,
22 la mesa de la proposición, los vasos de las libaciones, las copas, los incensarios de oro, la
cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que recubría la fachada del Templo.
23 Se apropió también de la plata, oro, objetos de valor y de cuantos tesoros ocultos pudo
encontrar.
24 Tomándolo todo, partió para su tierra después de derramar mucha sangre y de hablar con gran
insolencia.
25 En todo el país hubo gran duelo por Israel.
26 Jefes y ancianos gimieron, languidecieron doncellas y jóvenes, la belleza de las mujeres se
marchitó.
27 El recién casado entonó un canto de dolor, sentada en el lecho nupcial, la esposa lloraba.
28 Se estremeció la tierra por sus habitantes, y toda la casa de Jacob se cubrió de vergüenza.
La ocupación de Jerusalén
29 Dos años después, envió el rey a las ciudades de Judá al Misarca, que se presentó en Jerusalén
tiempo.
37 Derramaron sangre inocente en torno al santuario y lo profanaron.
38 Por ellos los habitantes de Jerusalén huyeron; vino a ser ella habitación de extraños, extraña
El decreto de Antíoco IV
41 El rey publicó un edicto en todo su reino ordenando que todos formaran un único pueblo
42 y abandonara cada uno sus peculiares costumbres. Los gentiles acataron todos el edicto real
43 y muchos israelitas aceptaron su culto, sacrificaron a los ídolos y profanaron el sábado.
44 También a Jerusalén y a la ciudades de Judá hizo el rey llegar, por medio de mensajeros, el
fiestas;
46 mancillar el santuario y lo santo;
47 levantar altares, recintos sagrados y templos idolátricos; sacrificar puercos y animales
impuros;
48 dejar a sus hijos incircuncisos; volver abominables sus almas con toda clase de impurezas y
profanaciones,
49 de modo que olvidasen la Ley y cambiasen todas sus costumbres.
50 El que no obrara conforme a la orden del rey, moriría.
51 En el mismo tono escribió a todo su reino, nombró inspectores para todo el pueblo, y ordenó
país
53 y obligaron a Israel a ocultarse en toda suerte de refugios.
54 El día quince del mes de Kisléu del año 145 levantó el rey sobre el altar de los holocaustos la
holocaustos.
60 A las mujeres que hacían circuncidar a sus hijos las llevaban a la muerte, conforme al edicto,
61 con sus criaturas colgadas al cuello. La misma suerte corrían sus familiares y los que habían
efectuado la circuncisión.
62 Muchos en Israel se mantuvieron firmes y se resistieron a comer cosa impura.
63 Prefirieron morir antes que contaminarse con aquella comida y profanar la alianza santa; y
murieron.
64 Inmensa fue la Cólera que descargó sobre Israel.
Matatías y sus hijos
1 Macabeos — Capítulo 2
1 Por aquel tiempo, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Yehoyarib,
Lamentación de Matatías sobre Jerusalén
6 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,
7 exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la ciudad santa, y
para estarme allí cuando es entregada en manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?
8 Ha quedado su Templo como hombre sin honor,
9 los objetos que eran su gloria, llevados como botín, muertos en las plazas sus niños, y sus
dolor.
La rebelión de Matatías
15 Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín para
los sacrificios.
16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus hijos fueron convocados.
17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a Matatías y le dijeron: «Tú
eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás bien apoyado de hijos y hermanos.
18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han cumplido todas las
naciones, los notables de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis
contados entre los amigos del rey, y os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas
dádivas.»613
19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que forman el imperio del rey le
obedezcan hasta abandonar cada uno el culto de sus padres y acaten sus órdenes,
20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de nuestros padres.
21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.
22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro culto ni a la derecha ni a la
izquierda.»
23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un judío se adelantó, a la vista de
Los judíos masacrados en el desierto
29 Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad, bajaron al desierto para
establecerse allí
30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males duramente les oprimían.
31 La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la
denuncia de que unos hombres que habían rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares
ocultos del desierto.
32 Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se prepararon para atacarles el
día del sábado.
33 Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis vuestras vidas.»
34 Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del rey de profanar el día de
sábado.»
35 Asaltados al instante,
36 no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas. Dijeron:
37 «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son testigos de que nos matáis
injustamente.»
38 Les atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos y ganados: unas mil
personas.
La organización de la resistencia
39 Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.
40 Pero se dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros hermanos y no peleamos contra
los gentiles por nuestras vidas y nuestras costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra.»
41 Aquel mismo día tomaron el siguiente acuerdo: «A todo aquel que venga a atacarnos en día de
sábado, le haremos frente para no morir todos como murieron nuestros hermanos en las cuevas.»
42 Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas valientes y entregados de corazón a
la Ley.614
43 Además, todos aquellos que querían escapar de los males, se les juntaron y les ofrecieron su
apoyo.
44 Formaron así un ejército e hirieron en su ira a los pecadores, y a los impíos en su furor. Los
restantes tuvieron que huir a tierra de gentiles buscando su salvación.
45 Matatías y sus amigos hicieron correrías destruyendo altares,
46 obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el territorio de Israel
47 y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus manos:
48 arrancaron la Ley de mano de gentiles y reyes, y no consintieron que el pecador se impusiera.
El testamento y la muerte de Matatías
49 Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus hijos: «Ahora reina la
padres.
51 Recordad las gestas que en su tiempo nuestros padres realizaron; alcanzaréis inmensa gloria,
inmortal nombre.
52 ¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por justicia?615
53 José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley y vino a ser señor de Egipto.616
54 Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la alianza de un sacerdocio eterno.617
55 Josué, por cumplir su mandato, llegó a ser juez en Israel.
56 Caleb, por su testimonio en la asamblea, obtuvo una herencia en esta tierra.618
57 David, por su piedad, heredó un trono real para siempre.619
58 Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado al cielo.620
59 Ananías, Azarías, Misael, por haber tenido confianza, se salvaron de las llamas.621
60 Daniel por su rectitud, escapó de las fauces de los leones.622
61 Advertid, pues, que de generación en generación todos los que esperan en El jamás sucumben.
62 No temáis amenazas de hombre pecador: su gloria parará en estiércol y gusanos;
63 estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará: habrá vuelto a su polvo y sus
maquinaciones se desvanecerán.
64 Hijos, sed fuertes y manteneos firmes en la Ley, que en ella hallaréis gloria.
65 Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es hombre sensato; escuchadle siempre: él será
vuestro padre.
66 Tenéis a Judas Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe de vuestro ejército y dirigirá
1 Macabeos — Capítulo 3
Las primeras victorias de Judas Macabeo
10 Apolonio reunió gentiles y una numerosa fuerza de Samaría para llevar la guerra a Israel.624
11 Judas, al tener noticia de ello, salió a su encuentro, le venció y le mató. Muchos sucumbieron y
circunvecinos.
26 Su nombre llegó hasta el rey y en todos los pueblos se comentaban las batallas de Judas.
Los preparativos bélicos de Antíoco IV
27 El rey Antíoco, al oír esto, se encendió en violenta ira; mandó juntar las fuerzas todas de su
reino, un ejército poderosísimo;
28 abrió su tesoro y dio a las tropas la soldada de un año con la orden de que estuviesen
preparadas a todo evento.
29 Entonces advirtió que se le había acabado el dinero del tesoro y que los tributos de la región
eran escasos, debido a las revueltas y calamidades que él había provocado en el país al suprimir las
leyes en vigor desde los primeros tiempos.
30 Temió no tener, como otras veces, para los gastos y para los donativos que solía antes
prodigar con larga mano, superando en ello a los reyes que le precedieron.
31 Hallándose, pues, en tan grave aprieto, resolvió ir a Persia a recoger los tributos de aquellas
año 147. Atravesó el río Eufrates y prosiguió su marcha a través de la región alta.626
La invasión de Judea
38 Lisias eligió a Tolomeo, hijo de Dorimeno, a Nicanor y a Gorgias, hombres poderosos entre
los amigos del rey,
39 y les envió con 40.000 infantes y 7.000 de a caballo a invadir el país de Judá y arrasarlo, como
lo había mandado el rey.
40 Partieron con todo su ejército, llegaron y acamparon cerca de Emaús, en la Tierra Baja.
41 Los mercaderes de la región, que oyeron hablar de ellos, tomaron grandes sumas de plata y
oro, además de grilletes, y se fueron al campamento con intención de adquirir como esclavos a los
hijos de Israel. Se les unió también una fuerza de Idumea y del país de los filisteos.
La reacción de Judas Macabeo
42 Judas y sus hermanos comprendieron que la situación era grave: el ejército estaba acampado
dentro de su territorio y conocían la consigna del rey de destruir el pueblo y acabar con él.
43 Y se dijeron unos a otros: «Levantemos a nuestro pueblo de la ruina y luchemos por nuestro
misericordia.
45 Pero Jerusalén estaba despoblada como un desierto, ninguno de sus hijos entraba ni salía;
vestidos.
48 Desenrollaron el libro de la Ley para buscar en él lo que los gentiles consultan a las imágenes
de sus ídolos.
49 Trajeron los ornamentos sacerdotales, las primicias y los diezmos, e hicieron comparecer a
llevaremos?
51 Tu Lugar Santo está conculcado y profanado, tus sacerdotes en duelo y humillación,
52 y ahí están los gentiles coligados contra nosotros para exterminarnos. Tú conoces lo que
La organización del ejército judío
55 A continuación, Judas nombró jefes del pueblo: jefes de mil hombres, de cien, de cincuenta y
de diez.
56 A los que estaban construyendo casas, a los que acababan de casarse o de plantar viñas y a los
1 Macabeos — Capítulo 4
1 Gorgias, tomando 5.000 hombres y mil jinetes escogidos, partió con ellos de noche
2 para caer sobre el campamento de los judíos y vencerles por sopresa. La gente de la Ciudadela
los guiaba.
3 Pero lo supo Judas y salió él a su vez con sus guerreros con intención de batir al ejército real
que quebada en Emaús
4 mientras estaban todavía dispersas las tropas fuera del campamento.
5 Gorgias llegó de noche al campamento de Judas y al no encontrar a nadie, los estuvo buscando
acobarde.
9 Recordad cómo se salvaron nuestros padres en el mar Rojo, cuando el Faraón les perseguía
con su ejército.
10 Clamemos ahora al Cielo, a ver si nos tiene piedad, recuerda la alianza de nuestros padres y
nuestros enemigos y combatid con ellos; después podréis con tranquilidad haceros con el botín.»
19 Apenas había acabado Judas de hablar, cuando se dejó ver un destacamento que asomaba por la
montaña.
20 Advirtieron éstos que los suyos habían huido y que el campamento había sido incendiado,
como se lo daba a entender el humo que divisaban.
21 Viéndolo se llenaron de pavor y al ver por otro lado en la llanura el ejército de Judas
dispuesto para el combate,
22 huyeron todos al país de los filisteos.
23 Judas se volvió entonces al campamento para saquearlo. Recogieron mucho oro y plata, telas
teñidas en púrpura marina, y muchas otras riquezas.
24 De regreso cantaban y bendecían al Cielo: "Porque es bueno, porque es eterno su amor."628
25 Hubo aquel día gran liberación en Israel.
26 Los extranjeros que habían podido escapar se fueron donde Lisias y le comunicaron todo lo
ellos.629
29 Llegaron a Idumea y acamparon en Bet Sur. Judas fue a su encuentro con 10.000 hombres
30 y cuando vio aquel poderoso ejército, oró diciendo: «Bendito seas, Salvador de Israel, que
quebraste el ímpetu del poderoso guerrero por mano de tu siervo David y entregaste el ejército de los
filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero.
31 Pon de la misma manera este ejército en manos de tu pueblo Israel y queden corridos de sus
fuerzas y de su caballería.
32 Infúndeles miedo, rompe la confianza que en su fuerza ponen y queden abatidos con su
derrota.
33 Hazles sucumbir bajo la espada de los que te aman, y entonen himnos en tu alabanza todos los
estaban resueltos a vivir o morir valerosamente, partió para Antioquía, donde reclutó mercenarios
con ánimo de presentarse de nuevo en Judea con fuerzas más numerosas.
Purificación del Templo y Dedicación del altar
36 Judas y sus hermanos dijeron: «Nuestros enemigos están vencidos; subamos, pues, a purificar
nacidos en los atrios como en un bosque o en un monte cualquiera, y las salas destruidas,
39 rasgaron sus vestidos, dieron muestras de gran dolor y pusieron ceniza sobre sus cabezas.
40 Cayeron luego rostro en tierra y a una señal dada por las trompetas, alzaron sus clamores al
Cielo.
41 Judas dio orden a sus hombres de combatir a los de la Ciudadela hasta terminar la purificación
incienso y la mesa.
50 Quemaron incienso sobre el altar y encendieron las lámparas del candelabro, que lucieron en
el Templo.
51 Pusieron panes sobre la mesa, colgaron las cortinas y dieron fin a la obra que habían
emprendido.
52 El día veinticinco del noveno mes, llamado Kisléu, del año 148, se levantaron al romper el día
53 y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido un sacrificio
conforme a la Ley.
54 Precisamente fue inaugurado el altar, con cánticos, cítaras, liras y címbalos, en el mismo
al triunfo.
56 Durante ocho días celebraron la dedicación del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y el
Institución de la fiesta de la Dedicación y otras medidas
59 Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, decidió que cada año, a
su debido tiempo y durante ocho días a contar del veinticinco del mes de Kisléu, se celebrara con
alborozo y regocijo el aniversario de la dedicación del altar.631
60 Por aquel tiempo, levantaron en torno al monte Sión altas murallas y fuertes torres, no fuera
que otra vez se presentaran como antes los gentiles y lo pisotearan.
61 Puso Judas allí una guarnición que lo defendiera y para que el pueblo tuviese una fortaleza
1 Macabeos - Capítulo 5
1 Cuando los pueblos circunvecinos supieron que había sido reconstruido el altar y restaurado
Preliminares de las campañas contra Galilea y Galaad
9 Los gentiles de Galaad se unieron para exterminar a los israelitas que vivían en su territorio,
pero ellos se refugiaron en la fortaleza de Datemá.
10 Enviaron cartas a Judas y sus hermanos diciéndoles: «Los gentiles que nos rodean se han
unido para exterminarnos;
11 se preparan para venir a tomar la fortaleza donde nos hemos refugiado, y Timoteo está al
frente de su ejército.
12 Ven, pues, ahora a librarnos de sus manos, que muchos de entre nosotros han caído ya;
13 todos nuestros hermanos que vivían en el país de Tobías han sido muertos, llevados cautivos
sus mujeres, hijos y bienes, y han perecido allí unos mil hombres.»633
14 Estaban todavía leyendo las cartas, cuando otros mensajeros, con los vestidos rasgados,
nosotros.»
16 Cuando Judas y el pueblo oyeron tales noticias, reunieron una gran asamblea para deliberar
sobre lo que habían de hacer para socorrer a sus hermanos puestos en angustia y combatidos de
enemigos.
17 Judas dijo a su hermano Simón: «Toma gente contigo y parte a librar a tus hermanos de
Galilea; mi hermano Jonatán y yo iremos a la región de Galaad.»
18 Dejó para defensa de Judea a José, hijo de Zacarías, y a Azarías, jefe del pueblo, con el resto
del ejército,
19 dándoles esta orden: «Estad al frente del pueblo y no entréis en batalla con los gentiles hasta
que nosotros regresemos.»
20 Se le dieron 3.000 hombres a Simón para la campaña de Galilea y 8.000 a Judas para la de
Galaad.
La expedición de Simón contra Galilea
21 Simón partió para Galilea y luego de empeñar muchos combates con los gentiles, los derrotó
22 y los persiguió hasta la entrada de Tolemaida. Sucumbieron unos 3.000 gentiles y se llevó sus
despojos.
23 Tomó luego consigo a los judíos de Galilea y Arbattá, con sus mujeres, hijos y cuanto
poseían, y en medio de una gran alegría los llevó a Judea.634
La expedición de Judas Macabeo contra Galaad
24 Por su parte, Judas Macabeo y su hermano Jonatán atravesaron el Jordán y caminaron tres
enemigos habían fijado el día siguiente para atacar las fortalezas, tomarlas y exterminarlos a todos en
un solo día.
28 Inmediatamente Judas hizo que su ejército tomara el camino de Bosorá, a través del desierto;
tomó la ciudad y después de pasar a filo de espada a todo varón y de saquearla por completo, la
incendió.
29 Partió de allí por la noche y avanzó hasta las cercanías de la fortaleza.
30 Cuando, al llegar el día, alzaron los judíos sus ojos, vieron una muchedumbre innumerable
que levantaba escalas e ingenios para tomar la plaza, y había comenzado ya el ataque.
31 Al ver que el ataque se había iniciado y que un inmenso griterío y sonido de trompetas se
levantaba de la ciudad hasta el cielo,
32 Judas dijo a los hombres de su ejército: «Combatid hoy por vuestros hermanos.»
33 Y, ordenados en tres columnas, les hizo avanzar detrás del enemigo tocando las trompetas y
gritando invocaciones.
34 El ejército de Timoteo, al reconocer que era Macabeo, huyeron ante él, sufrieron una fuerte
derrota y dejaron tendidos unos 8.000 hombres aquel día.
35 Volvióse luego Judas contra Alemá. La atacó, la tomó y después de matar a todos los varones y
de Galaad.
Victoria definitiva de Judas Macabeo en Galaad
37 Después de estos acontecimientos, juntó Timoteo un nuevo ejército y acampó frente a Rafón,
tropas: «Si él lo pasa primero y viene sobre nosotros, no podremos resistirle, porque nos vencerá
seguramente,
41 pero si muestra miedo y acampa al otro lado del río, lo atravesaremos nosotros, iremos sobre
él y le venceremos.»
42 Cuando Judas llegó al borde del torrente de agua, situó a los escribas del pueblo a la orilla y
les dio esta orden: «No dejéis acampar a nadie; que todos vayan al combate.»
43 Pasó él el primero contra el enemigo y toda su gente le siguió. Los gentiles todos, derrotados
ante ellos, tiraron las armas y corrieron a buscar refugio en el templo de Carnáyim.
44 Pero los judíos tomaron la ciudad y quemaron el templo con todos los que había dentro.
Carnáyim fue arrasada. Y ya nadie pudo resistir a Judas.
El regreso de Judas Macabeo a Jerusalén
45 Judas reunió a todos los israelitas de la región de Galaad, pequeños y grandes, a sus mujeres,
hijos y bienes, una inmensa muchedumbre, para llevarlos al país de Judá.
46 Llegaron a Efrón, ciudad importante y muy fuerte, situada en el camino. Necesariamente tenían
que pasar por ella, por no haber posibilidad de desviarse ni a la derecha ni a la izquierda.
47 Pero los habitantes les negaron el paso y bloquearon las entradas con piedras.
48 Judas les envió un mensaje en son de paz diciéndoles: «Pasaremos por vuestro país para llegar
al nuestro; nadie os hará mal alguno; no limitaremos a pasar a pie.» Pero no quisieron abrirle.
49 Entonces Judas hizo anunciar por el ejército que cada uno tomara posición donde se
encontrara.
50 La gente de guerra tomó posición y Judas atacó la ciudad todo aquel día y toda la noche, hasta
que cayó en sus manos.
51 Hizo pasar a filo de espada a todos los varones, la arrasó, la saqueó, y atravesó la ciudad por
encima de los cadáveres.
52 Pasaron el Jordán para entrar en la Gran Llanura frente a Bet San.
53 Judas fue durante toda la marcha recogiendo a los rezagados y animando al pueblo hasta
llegar a la tierra de Judá.
54 Subieron al monte Sión con alborozo y alegría y ofrecieron holocaustos por haber regresado
Tolemaida,
56 José, hijo de Zacarías, y Azarías, jefes del ejército, al oír las proezas y combates que aquéllos
habían realizado,
57 se dijeron: «Hagamos nosotros también célebre nuestro nombre saliendo a combatir a los
Otros triunfos de Judas Macabeo en Idumea y Filistea
63 El valiente Judas y sus hermanos alcanzaron gran honor ante todo Israel y todas las naciones a
1 Macabeos - Capítulo 6
1 El rey Antíoco, en su recorrido por la región alta, tuvo noticia de que había una ciudad en
ante los judíos. Estos se habían crecido con las tropas y los muchos despojos tomados a los ejércitos
vencidos.
7 Habían destruido la Abominación levantada por él sobre el altar de Jerusalén. Habían rodeado
de altas murallas como antes el santuario, así como a Bet Sur, ciudad del rey.
La muerte de Antíoco IV Epífanes y el advenimiento de Antíoco V
8 Ante tales noticias, quedó el rey consternado, presa de intensa agitación, y cayó en cama
se iba a morir.
10 Hizo venir entonces a todos sus amigos y les dijo: «Huye el sueño de mis ojos y mi corazón
desfallece de ansiedad.
11 Me decía a mí mismo: ¿Por qué he llegado a este extremo de aflicción y me encuentro en tan
plata y oro que en ella había y envié gente para exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
13 Reconozco que por esta causa me han sobrevenido los males presentes y muero de inmensa
nuestros hermanos?
23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, seguir sus órdenes y obedecer sus
edictos.
24 Esta es la causa por la que nuestros conciudadanos se nos muestran hostiles. Han matado a
cuantos de nosotros han caído en sus manos y nos han arrebatado nuestras haciendas.
25 Pero no sólo han alzado su mano sobre nosotros, sino también sobre todos tus territorios.
26 He aquí que hoy tienen puesto cerco a la Ciudadela de Jerusalén con intención de tomarla y
han fortificado el santuario y Bet Sur.
27 Si no te apresuras a atajarles, se atreverán a más, y ya te será imposible contenerles.»
La campaña de Antíoco V y de Lisias
28 Al oírlo el rey, montó en cólera y convocó a todos sus amigos, capitanes del ejército y
comandantes de la caballería.
29 Le llegaron tropas mercenarias de otros reinos y de la islas del mar.
30 El número de sus fuerzas era de 10.000 infantes, 20.000 jinetes y 32 elefantes adiestrados para
la guerra.
31 Viniendo por Idumea, pusieron cerco a Bet Sur y la atacaron durante mucho tiempo,
valiéndose de ingenios de guerra. Pero los sitiados, en salidas que hacían, se los quemaban y
peleaban valerosamente.
La batalla de Betzacaría
32 Entonces Judas partió de la Ciudadela y acampó en Bet Zacaría, frente al campamento real.
33 El rey se levantó de madrugada y puso en marcha el ejército con todo su ímpetu por el camino
de Bet Zacaría. Los ejércitos se dispusieron para entrar en batalla y se tocaron las trompetas.640
34 A los elefantes les habían mostrado zumo de uvas y moras para prepararlos al combate.
35 Las bestias estaban repartidas entre las falanges. Mil hombres, con cota de malla y casco de
bronce en la cabeza, se alineaban al lado de cada elefante. Además, con cada bestia iban quinientos
jinetes escogidos,
36 que estaban donde el animal estuviese y le acompañaban adonde fuese, sin apartarse de él.
37 Cada elefante llevaba sobre sí, sujeta con cinchas, una torre fuerte de madera como defensa y
tres guerreros que combatían desde ella, además del conductor.
38 Al resto de la caballería el rey lo colocó a un lado y otro, en los flancos del ejército, con la
ellas.
La toma de Betsur y el sitio de Jerusalén
48 El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó contra Judea y
contra el monte Sión.
49 Hizo la paz con los de Bet Sur, que salieron de la ciudad al no tener allí víveres para sostener
liberados de los gentiles y traídos a Judea habían consumido las últimas reservas.
54 Víctimas, pues, del hambre, dejaron unos pocos hombres en el Lugar Santo y los demás se
ejército y a la tropa: «De día en día venimos a menos; las provisiones faltan; la plaza que asediamos
está bien fortificada y los negocios del reino nos urgen.
58 Demos, pues, la mano a estos hombres, hagamos la paz con ellos y con toda su nación
59 y permitámosles vivir según sus costumbres tradicionales, pues irritados por habérselas
1 Macabeos - Capítulo 7
1 El año 151, Demetrio, hijo de Seleuco, salió de Roma y, con unos pocos hombres, arribó a una
en la provincia del rey han causado, y los castigue a ellos y a todos los que les apoyan.»
Las represalias de Báquides y de Alcimo contra los israelitas
8 El rey eligió a Báquides, uno de los amigos del rey, gobernador de Transeufratina, grande en el
solución justa.
13 Los asideos eran los primeros entre los israelitas en pedirles la paz,
14 pues decían: «Un sacerdote del linaje de Aarón ha venido con el ejército: no nos hará ningún
mal.»
15 Habló con ellos amistosamente y les aseguró bajo juramento: «No intentaremos haceros mal
sepultura.»643
18 Con esto, el miedo hacia ellos y el espanto se apoderó del pueblo, que decía: «No hay en ellos
verdad ni justicia, pues han violado el pacto y el juramento que habían jurado.»
19 Báquides partió de Jerusalén y acampó en Bet Zet. De allí mandó a prender a muchos que
habían desertado donde él y a algunos del pueblo, los mató y los arrojó en el pozo grande.
20 Luego puso la provincia en manos de Alcimo, dejó con él tropas que le sostuvieran y se
marchó adonde el rey.
La reacción de Judas Macabeo contra Alcimo
21 Alcimo luchó por el sumo sacerdocio.
22 Se le unieron todos los perturbadores del pueblo, se hicieron dueños de la tierra de Judá y
David.
Amenazas de Nicanor contra el Templo
33 Después de estos sucesos, subió Nicanor al monte Sión. Salieron del Lugar Santo sacerdotes y
ancianos del pueblo para saludarle amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey.
34 Pero él se burló de ellos, les escarneció, les mancilló y habló insolentemente.
35 Colérico, les dijo con juramento: «Si esta vez no se me entrega Judas y su ejército en mis
manos, cuando vuelva, hecha la paz, prenderé fuego a esta Casa.» Y salió lleno de furor.
36 Entraron los sacerdotes y, de pie ante el altar y el santuario, exclamaron llorando:
37 «Tú has elegido esta Casa para que en ella fuese invocado tu nombre y fuese casa de oración y
súplica para tu pueblo;
38 toma vengaza de este hombre y de su ejército y caigan bajo la espada. Acuérdate, de sus
1 Macabeos - Capítulo 8
1 La fama de los romanos llegó a oídos de Judas. Decían que eran poderosos, se mostraban
benévolos con todos los que se les unían, establecían amistad con cuantos acudían a ellos646
2 (y eran poderosos). Le contaron sus guerras y las proezas que habían realizado entre los galos,
allí,
4 cómo se habían hecho dueños de todo el país gracias a su prudencia y perseverancia (a pesar de
hallarse aquel país a larga distancia del suyo); a los reyes venidos contra ellos desde los confines de
la tierra, los habían derrotado e inferido fuerte descalabro, y los demás les pagaban tributo cada año;
5 habían vencido en la guerra a Filipo, a Perseo, rey de los Kittim, y a cuantos se habían alzado
mataron a muchos de ellos, llevaron cautivos a sus mujeres y niños, saquearon sus bienes,
subyugaron el país, arrasaron sus fortalezas y les sometieron a servidumbre hasta el día de hoy;
11 a los demás reinos y a las islas, a cuantos en alguna ocasión les hicieron frente, los
corazón.
26 No darán a los enemigos ni les suministrarán trigo, armas, dinero ni naves. Así lo ha decidido
qué has hecho sentir pesadamente tu yugo sobre nuestros amigos y aliados los judíos?
32 Si otra vez vuelven a quejarse de ti, nosotros les haremos justicia y te haremos la guerra por
mar y tierra."»
La batalla de Beerzet y la muerte de Judas Macabeo
1 Macabeos - Capítulo 9
1 Cuando supo Demetrio que Nicanor y su ejército habían caído en la guerra, envió a la tierra de
Judá, en una nueva expedición, a Báquides y Alcimo con el ala derecha de su ejército.
2 Tomaron el camino de Galilea y pusieron cerco a Mesalot en el territorio de Arbelas; se
volvamos luego con nuestros hermanos para combatir contra ellos, que ahora estamos pocos.»
10 Judas replicó: «¡Eso nunca, obrar así y huir ante ellos! Si nuestra hora ha llegado, muramos
trompetas. Los que estaban con Judas tocaron también las suyas,
13 y la tierra se estremeció con el estruendo de los ejércitos. Se trabó el combate y se mantuvo
Los funerales de Judas Macabeo
19 Jonatán y Simón tomaron a su hermano Judas y le dieron sepultura en el sepulcro de sus
padres en Modín.
20 Todo Israel le lloró, hizo gran duelo por él y muchos días estuvieron repitiendo esta
lamentación:
21 «¡Cómo ha caído el héroe que salvaba a Israel!»647
22 Las demás empresas de Judas, sus guerras, proezas que realizó, ocasiones en que alcanzó
gloria, fueron demasiado numerosas para ser escritas.
JONATÁN, JEFE DE LOS JUDÍOS Y SUMO
SACERDOTE (160-142 a. C.)
La muerte de Judas Macabeo infligió un duro golpe a sus partidarios y acrecentó el poderío de
los judíos helenizantes. Pero estos últimos, en lugar de aprovechar la ocasión para unificar el país,
multiplicaron las persecuciones y las venganzas contra sus adversarios. La reacción no se hizo
esperar y, una vez más, estos se replegaron hacia el desierto de Judá, dispuestos a continuar la lucha
religiosa. Al frente de ellos estaba Jonatán, el menor de los cinco hermanos Macabeos.
Jonatán no poseía la grandeza heroica ni la fe ardiente de su hermano Judas. Pero su actuación
se vio favorecida por las disensiones entre los pretendientes al trono de Siria que le permitieron
concluir con ellos una serie de acuerdos ventajosos. Así él pudo dilatar progresivamente el territorio
sometido a su control y gobernar a Israel con un amplio margen de autonomía, hasta el momento de su
trágico fin.
Resurgimiento del partido helenista
23 Con la muerte de Judas asomaron los sin ley por todo el territorio de Israel y levantaron
Jonatán, jefe de la resistencia
28 Entonces todos los amigos de Judas se reunieron y dijeron a Jonatán:
29 «Desde la muerte de tu hermano Judas no tenemos un hombre semejante a él que salga y vaya
contra los enemigos, contra Báquides y contra los que odian a nuestra nación.
30 Por eso, te elegimos hoy a ti para que, ocupando el lugar de tu hermano, seas nuestro jefe y
guía en la lucha que sostenemos.»
31 En aquel momento Jonatán tomó el mando como sucesor de su hermano Judas.
La huida de Jonatán y sus partidarios al desierto
32 Al enterarse Báquides trataba de hacer morir a Jonatán.
33 Pero Jonatán lo supo y su hermano Simón y todos sus partidarios y huyeron al desierto de
La muerte de Juan y la represalia contra los jambritas
35 Jonatán envió a su hermano, jefe de la tropa, a pedir a sus amigos los nabateos autorización
celebraban una espléndida boda y traían de Nabatá, en medio de gran pompa, a la novia, hija de uno
de los principales de Canaán.
38 Recordaron entonces el sangriento fin de su hermano Juan y subieron a ocultarse al abrigo de
la montaña.
39 Al alzar los ojos, vieron que avanzaba en medio de confusa algazara una numerosa caravana,
y que a su encuentro venía el novio, acompañado de sus amigos y hermanos, con tambores, música y
gran aparato.
40 Salieron entonces de su emboscada y cayeron sobre ellos para matarlos. Muchos cayeron
muertos y los demás huyeron a la montaña. Se hicieron con todos sus despojos.
41 La boda acabó en duelo y la música en lamentación.
42 Una vez tomada venganza de la sangre de su hermano, se volvieron a las orillas pantanosas del
Jordán.
El combate del Jordán
43 Al enterarse Báquides, vino el día de sábado con numerosa tropa a las riberas del Jordán.
44 Jonatán dijo a su gente: «Levantémonos y luchemos por nuestras vidas, que hoy no es como
ayer y anteayer.
45 Delante de nosotros y detrás, la guerra; por un lado y por otro, las aguas del Jordán, las
marismas, las malezas: no hay lugar a donde retirarse.
46 Levantad, pues, ahora la voz al Cielo para salvaros de las manos de vuestros enemigos.»
47 Entablado el combate, Jonatán tendió su mano para herir a Báquides y éste le esquivó
echándose atrás,
48 con lo que Jonatán y los suyos pudieron lanzarse al Jordán y ganar a nado la orilla opuesta.
Sus enemigos no atravesaron el río en su persecución.
49 Unos mil hombres del ejército de Báquides sucumbieron aquel día.
La construcción de plazas fuertes en Judea
50 Vuelto a Jerusalén, hizo Báquides levantar ciudades fortificadas en Judea: la fortaleza de
Jericó, Emaús, Bet Jorón, Betel, Tamnatá, Faratón y Tefón, con altas murallas, puertas y cerrojos
51 y puso en ellas guarniciones que hostilizaran a Israel.
52 Fortificó también la ciudad de Bet Sur, Gázara y la Ciudadela, y puso en ellas tropas y
depósitos de víveres.
53 Tomó como rehenes a los hijos de los principales de la región y los dejó bajo guardia en la
Ciudadela de Jerusalén.
La muerte de Alcimo y la retirada de Báquides
54 El segundo mes del año 153, ordenó Alcimo demoler el muro del atrio interior del Lugar
Santo. Destruía con ello la obra de los profetas. Había comenzado la demolición,648
55 cuando en aquel tiempo sufrió Alcimo un ataque y su obra quedó parada. Se le obstruyó la
boca y se le quedó paralizada, de suerte que no le fue posible ya pronunciar palabra ni dar
disposiciones en la tocante a su casa.
56 Alcimo murió entonces en medio de grandes sufrimientos.
57 Cuando Báquides vio que había muerto Alcimo, se volvió adonde el rey y hubo tranquilidad en
el país de Judá por espacio de dos años.
Nueva campaña de Báquides
58 Todos los sin ley se confabularon diciendo: «Jonatán y los suyos viven tranquilos y confiados.
Hagamos, pues, venir ahora a Báquides y los prenderá a todos ellos en una sola noche.»
59 Fueron a comunicar el plan con él,
60 y Báquides se puso en marcha con un fuerte ejército. Envió cartas secretas a sus alidados de
Judea ordenándoles prender a Jonatán y a los suyos. Pero no pudieron, porque fueron conocidas sus
intenciones,
61 antes bien ellos prendieron a unos cincuenta hombres de la región, cabecillas de esta maldad, y
tropa,
66 con la que derrotó en su campamento a Odomerá y a sus hermanos, así como a los hijos de
1 Macabeos - Capítulo 10
1 El año 160, Alejandro Epífanes, hijo de Antíoco, vino por mar y ocupó Tolemaida donde,
contra nosotros,
5 al recordar los males que le causamos a él, a sus hermanos y a su nación.»
6 Le concedía autorización para reclutar tropas, fabricar armamento y contarse entre sus aliados.
Mandaba, además, que le fuesen entregados los rehenes que se encontraban en la Ciudadela.
El establecimiento de Jonatán en Jerusalén
7 Jonatán fue a Jerusalén y leyó la carta a oídos de todo el pueblo y de los que ocupaban la
Ciudadela.
8 Les entró mucho miedo cuando oyeron que el rey le concedía autorización para reclutar tropas.
9 La gente de la Ciudadela entregó los rehenes a Jonatán y él los devolvió a sus padres.
10 Jonatán fijó su residencia en Jerusalén y se dio a reconstruir y restaurar la ciudad.
11 Ordenó a los encargados de las obras levantar las murallas y rodear el monte Sión con piedras
contaron además las guerras y proezas que él y sus hermanos habían realizado y los trabajos que
habían sufrido.
16 Y dijo: «¿Podremos hallar otro hombre como éste? Hagamos de él un amigo y un aliado
nuestro.»
17 Le escribió, pues, y le envió una carta redactada en los siguientes términos:
18 «El rey Alejandro saluda a su hermano Jonatán.
19 Hemos oído que eres un valiente guerrero y digno de ser amigo nuestro.
20 Por eso te nombramos hoy sumo sacerdote de tu nación y te concedemos el título de amigo del
rey - le enviaba al mismo tiempo una clámide de púrpura y una corona de oro -. Por tu parte, haz tuya
nuestra causa y guárdanos tu amistad.»
21 El séptimo mes del año 160, con ocasión de la fiesta de las Tiendas, vistió Jonatán los
míos.»
25 Y les escribió en estos términos:
26 El rey Demetrio saluda a la nación de los judíos. Nos hemos enterado con satisfacción de que
habéis guardado los términos de nuestra alianza y perseverado en nuestra amistad sin pasaros al
bando de nuestros enemigos.
27 Continuad, pues guardándonos fidelidad y os recompensaremos por todo lo que por nosotros
hagáis.
28 Os descargaremos de muchas obligaciones y os concederemos favores.
29 Y ya desde ahora os libero y descargo a todos los judíos de las contribuciones, del impuesto
de la sal y de las coronas.
30 Renuncio también de hoy en adelante a percibir el tercio de los granos y la mitad de los frutos
de los árboles que me correspondían, del país de Judá y también de los tres distritos que le son
anexionados de Samaría - Galilea... a partir de hoy para siempre.
31 Jerusalén sea santa y exenta, así como todo su territorio, sus diezmos y tributos.
32 Renuncio asimismo a mi soberanía sobre la Ciudadela de Jerusalén y se la cedo al sumo
sacerdote que podrá poner en ella de guarnición a los hombres que él elija.
33 A todo judío llevado cautivo de Judá a cualquier parte de mi reino, le devuelvo la libertad sin
rescate. Todos queden libres de tributo, incluso sobre sus ganados.
34 Todas las fiestas, los sábados y los novilunios y, además del día fijado, los tres días que las
preceden y los tres que las siguen, sean todos ellos días de inmunidad y franquicia para todos los
judíos residentes en mi reino:
35 nadie tendrá autorización para demandarles ni inquietarles a ninguno de ellos por ningún
motivo.
36 En los ejércitos del rey sean alistados hasta 30.000 judíos que percibirán la soldada asignada a
puestos de confianza en el reino. Sus oficiales y jefes salgan de entre ellos, y vivan conforme a sus
leyes, como lo ha dispuesto el rey para el país de Judá.
38 Los tres distritos incorporados a Judea, de la provincia de Samaría, queden anexionados a
Judea y contados por suyos, de modo que, sometidos a un mismo jefe, no acaten otra autoridad que la
del sumo sacerdote.
39 Entrego Tolemaida y sus dominios como obsequio al Lugar Santo de Jerusalén para cubrir los
localidades convenientes.
41 Todo el excedente que los funcionarios no hayan entregado como en años anteriores, lo darán
desde ahora para las obras de la Casa.
42 Además, los 5.000 siclos de plata que se deducían de los ingresos del Lugar Santo en la cuenta
de cada año, los cedo por ser emolumento de los sacerdotes en servicio del culto.
43 Todo aquel que por deudas con los impuestos reales, o por cualquier otra deuda, se refugie en
correrán asimismo a cuenta del rey, como también la reconstrucción de murallas en Judea.»
Rechazo de la propuesta de Demetrio I
46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron tales ofrecimientos, no les dieron crédito ni los aceptaron,
porque recordaban los graves males que Demetrio había causado a Israel y la opresión tan grande a
que les había sometido.
47 Se decidieron, pues, por el partido de Alejandro que, a su parecer, les ofrecía mayores
ventajas y fueron aliados suyos en todo tiempo.
La muerte de Demetrio I
48 El rey Alejandro juntó un gran ejército y acampó frente a Demetrio.
49 Los dos reyes trabaron combate y salió huyendo el ejército de Alejandro. Demetrio se lanzó
en su persecución y prevaleció sobre ellos.
50 Mantuvo vigorosamente el combate hasta la puesta del sol. Pero en aquella jornada Demetrio
sucumbió.
La alianza de Alejandro con Tolomeo VI
51 Alejandro envió embajadores a Tolomeo, rey de Egipto, con el siguiente mensaje:
52 «Vuelto a mi reino, me he sentado en el trono de mis padres y ocupado el poder después de
derrotar a Demetrio y hacerme dueño de nuestro país;
53 porque trabé combate con él y luego de derrotarle a él y a su ejército, nos hemos sentado en su
trono real.
54 Establezcamos, pues, vínculos de amistad entre nosotros y dame a tu hija por esposa; seré tu
año 162.651
58 El rey Alejandro fue a su encuentro, y Tolomeo le entregó a su hija Cleopatra y celebró la
Cumplida la orden,
63 le hizo el rey sentar a su lado y dijo a sus capitanes: «Salid con él por medio de la ciudad y
anunciad a voz de heraldo que nadie le levante acusación alguna ni le molesten por ningún motivo.»
64 Sus acusadores, que vieron el honor que a voz de heraldo se le hacía y a él vestido de púrpura,
huyeron todos.
65 El rey, queriendo honrarle, le inscribió entre sus primeros amigos y le nombró estratega y
meridarca.
66 Jonatán regresó a Jerusalén con paz y alegría.
El desafío de Apolonio a Jonatán
67 El año 165, Demetrio, hijo de Demetrio, vino de Creta al país de sus padres.652
68 Al enterarse el rey Alejandro, quedó muy disgustado y se volvió a Antioquía.
69 Demetrio confirmó a Apolonio como gobernador de Celesiria, el cual, juntando un numeroso
irrisión y desprecio. ¿Por qué ejerces tu poder contra nosotros desde las montañas?
71 Si es que tienes confianza en tus fuerzas, baja ahora a encontrarte con nosotros en la llanura y
grandes honores.
87 Luego Jonatán regresó a Jerusalén con los suyos, cargados de rico botín.
88 Cuando el rey Alejandro se enteró de estos acontecimientos, concedió nuevos honores a
Jonatán,
89 le envió una fíbula de oro, como es costumbre conceder a los parientes de los reyes, y le dio
1 Macabeos - Capítulo 11
1 El rey de Egipto reunió fuerzas numerosas como las arenas que hay a orillas del mar y muchas
naves. Intentaba hacerse por astucia con el reino de Alejandro y unirlo al suyo.
2 Salió, pues, para Siria en son de paz y la gente de las ciudades le abría las puertas y salía a su
encuentro, ya que tenían orden del rey Alejandro de salir a recibirle por ser suegro suyo.
3 Pero una vez que entraba en las ciudades, Tolomeo ponía tropas de guarnición en cada una de
ellas.
4 Cuando llegó cerca de Azoto le mostraron el templo de Dagón incendiado, la ciudad y sus
aldeas destruidas, los cadáveres por el suelo y los restos calcinados de los abrasados en la guerra,
pues habían hecho montones de ellos por el recorrido del rey.
5 Le contaron lo que Jonatán había hecho para que el rey le censurara, pero el rey guardó
silencio.
6 Jonatán fue al encuentro del rey a Joppe con fasto; se saludaron y pasaron allí aquella noche.
7 Acompañó Jonatán al rey hasta el río llamado Eléuteros y regresó a Jerusalén.
8 Por su parte el rey Tolomeo se hizo dueño de las ciudades de la costa hasta Seleucia Marítima y
aquella región.
15 Al saber lo que ocurría, vino a luchar contra él. Tolomeo salió con fuerzas poderosas, fue a su
encuentro y le derrotó.
16 Alejandro huyó a Arabia buscando un refugio allí y el rey Tolomeo quedó triunfador.
17 El árabe Zabdiel cortó la cabeza a Alejandro y se la envió a Tolomeo.
18 Pero tres días después murió el rey Tolomeo y los que estaban en sus plazas fuertes perecieron
Las relaciones de Jonatán con Demetrio II
20 Por aquellos días juntó Jonatán a los de Judea para atacar la Ciudadela de Jerusalén y levantó
Jonatán que cesara en el cerco y que viniera a verle lo antes posible a Tolemaida para entrevistarse
con él.
23 Al enterarse, ordenó Jonatán que se siguiese el cerco, eligió ancianos de Israel y sacerdotes y
resistencia, licenció todas sus tropas mandando a cada uno a su lugar, excepto las tropas extranjeras
que había reclutado en las islas de las naciones. Todas las tropas que había recibido de sus padres se
enemistaron con él.
39 Entonces Trifón, antiguo partidario de Alejandro, al ver que todas las tropas murmuraban
contra Demetrio, se fue donde el árabe Yamlikú que criaba al niño Antíoco, hijo de Alejandro,
40 y le instaba a que se lo entregase para ponerlo en el trono de su padre. Le puso al corriente de
toda la actuación de Demetrio y del odio que le tenían sus tropas. Permaneció allí muchos días.
La ayuda de Jonatán a Demetrio II
41 Entre tanto envió Jonatán a pedir al rey Demetrio que retirara las guarniciones de la Ciudadela
Las relaciones amistosas de Antíoco VI con Jonatán
57 El joven Antíoco escribió a Jonatán diciéndole: «Te confirmo en el sumo sacerdocio, te pongo
al frente de los cuatro distritos y quiero que te cuentes entre los amigos del rey.»
58 Le envió copas de oro y un servicio de mesa, y le concedió autorización de beber en copas de
unieron como aliadas. Llegó a Ascalón y los habitantes de la ciudad le salieron a recibir con muchos
honores.
61 De allí pasó a Gaza donde los habitantes le cerraron las puertas. Entonces la sitió y entregó sus
los hijos de los jefes y los envió a Jerusalén. A continuación, siguió recorriendo la región hasta
Damasco.
Triunfo de Jonatán sobre los generales de Demetrio II
63 Jonatán se enteró de que los generales de Demetrio se habían presentado en Kedes de Galilea
con un ejército numeroso para apartarle de su cargo.
64 Entonces dejó en el país a su hermano Simón y salió a su encuentro.
65 Simón acampó frente a Bet Sur, la atacó durante muchos días y la bloqueó.
66 Le pidieron que les diese la mano y él se la dio. Les hizo salir de allí, ocupó la ciudad y puso
en ella una guarnición.
67 Por su parte, Jonatán y su ejército acamparon junto a las aguas de Gennesar, y muy de
madrugada partieron para la llanura de Asor
68 donde el ejército extranjero les vino al encuentro en la llanura después de dejar hombres
emboscados en los montes. Mientras este ejército se presentaba de frente,
69 surgieron de sus puestos los emboscados y entablaron combate.
70 Todos los hombres de Jonatán se dieron a la fuga sin que quedara ni uno de ellos, a excepción
de Matatías, hijo de Absalón, y de Judas, hijo de Kalfi, capitanes del ejército.
71 Jonatán entonces rasgó sus vestidos, echó polvo sobre su cabeza y oró.
72 Vuelto al combate, derrotó al enemigo y le puso en fuga.
73 Al verlo, sus hombres que huían volvieron a él y con él persiguieron al enemigo hasta su
campamento en Kedes y acamparon allí.
74 Cayeron aquel día del ejército extranjero hasta 3.000 hombres. Jonatán regresó a Jerusalén.
Embajadas de Jonatán a Roma y Esparta
1 Macabeos - Capítulo 12
1 Viendo Jonatán que las circunstancias le eran favorables, escogió hombres y los envió a Roma
de los judíos nos han enviado para que se renueve con ellos la amistad y la alianza como antes.»
4 Les dieron los romanos cartas para la gente de cada lugar recomendando que se les condujera
Onías en que le decía que erais vosotros hermanos nuestros como lo atestigua la copia adjunta.
8 Onías recibió con honores al embajador y tomó la carta que hablaba claramente de alianza y
amistad.
9 Nosotros, aunque no tenemos necesidad de esto por tener como consolación los libros santos
que están en nuestras manos,
10 hemos procurado enviaros embajadores para renovar la fraternidad y la amistad con vosotros
y evitar que vengamos a seros extraños, pues ha pasado mucho tiempo ya desde que nos enviasteis
vuestra embajada.
11 Por nuestra parte, en las fiestas y demás días señalados, os recordamos sin cesar en toda
ocasión en los sacrificios que ofrecemos y en nuestras oraciones, como es justo y conveniente
acordarse de los hermanos.
12 Nos alegramos de vuestra gloria.
13 A nosotros, en cambio, nos han rodeado muchas tribulaciones y guerras, pues nos hemos visto
atacados por los reyes vecinos.
14 Pero en estas luchas no hemos querido molestaros a vosotros ni a los demás aliados y amigos
nuestros,
15 porque contamos con el auxilio del Cielo que, viniendo en nuestra ayuda, nos ha librado de
nuestros enemigos y a ellos los ha humillado.
16 Hemos, pues, elegido a Numenio, hijo de Antíoco, y a Antípatro, hijo de Jasón, y les hemos
enviado a los romanos para renovar la amistad y la alianza que antes teníamos,
17 y les hemos dado orden de pasar también donde vosotros para saludaros y entregaros nuestra
de la raza de Abraham.657
22 Y ahora que estamos enterados de esto, haréis bien escribiéndonos sobre vuestro bienestar.
23 Nosotros por nuestra parte os escribimos: Vuestro ganado y vuestros bienes son nuestros, y
los nuestros vuestros son. Damos orden de que se os envíe un mensaje en tal sentido.»
Campañas de Jonatán en Celesiria y de Simón en Filistea
24 Tuvo noticia Jonatán de que los generales de Demetrio habían vuelto con fuerzas mayores que
irrumpir en su país.
26 Envió exploradores al campamento enemigo y supo por ellos, a su vuelta, que los enemigos
amanecer.
30 Entonces se lanzó Jonatán en su persecución, pero no les pudo dar alcance porque habían
atravesado ya el río Eléuteros.
31 Jonatán se volvió contra los árabes llamados zabadeos, los derrotó y se hizo con sus despojos.
32 Levantó luego el campamento, llegó a Damasco y recorrió toda la región.
33 Simón por su parte hizo una expedición hasta Ascalón y las plazas vecinas. Se volvió luego
entregaré la ciudad, las demás fortalezas, el resto de las fuerzas y a todos los funcionarios, y luego
emprenderé el regreso pues para eso he venido.»
46 Le creyó Jonatán y obró como le decía: despachó sus tropas, que partieron para el país de
Judá,
47 y conservó consigo 3.000 hombres de los cuales dejó 2.000 en Galilea y mil le acompañaron.
48 Pero apenas entró Jonatán en Tolemaida cuando los tolemaiditas cerraron las puertas, le
partidarios de Jonatán,
50 pero éstos, enterados de que él había sido apresado y muerto con los que le acompañaban, se
animaron unos a otros y avanzaron, cerradas las filas, prontos para combatir.
51 Sus perseguidores, al ver que luchaban por su vida, se volvieron.
52 Aquéllos llegaron todos en paz al país de Judá, lloraron a Jonatán y a sus compañeros y un
les ayude. Esta es la ocasión de atacarles y borrar su recuerdo de entre los hombres.»
SIMÓN, SUMO SACERDOTE Y ETNARCA DE LOS
JUDÍOS (142-134 a. C.)
Mientras el reino seléucida se debatía en un laberinto de conflictos internos, Simón, el último
sobreviviente de los hermanos Macabeos, continuó la política de su hermano Jonatán, que se había
fijado como meta la reconstitución del Estado judío. Bajo el gobierno de Simón, comienza para Israel
una era de progresiva independencia y de relativa tranquilidad. Él reconquista la Ciudadela de
Jerusalén, que desde hacía veinticinco años constituía una amenaza permanente para la Ciudad santa
y el Templo. También mantiene relaciones diplomáticas con los sirios, romanos y espartanos, y logra
que estos reconozcan su autoridad. Finalmente, en una solemne asamblea del pueblo, Simón es
proclamado jefe político y religioso de la nación.
Pero también él, como su hermano Jonatán, es asesinado. Después de la muerte de Simón, el
poder queda en mano de su hijo Juan. De esta manera, los descendientes de Matatías fundan la
dinastía de los Asmoneos, que gobiernan a Israel hasta la conquista romana.
Simón, sucesor de Jonatán
1 Macabeos - Capítulo 13
1 Supo Simón que había juntado Trifón un ejército numeroso para ir a devastar el país de Judá.
2 Viendo al pueblo espantado y medroso, subió a Jerusalén, reunió al pueblo
3 y le exhortó diciendo: «Vosotros sabéis todo lo que hemos hecho mis hermanos, la casa de mi
padre y yo por la Ley y el Lugar Santo, y las guerras y tribulaciones que hemos sufrido.
4 Por esta causa, por Israel, han muerto mis hermanos todos y he quedado yo solo.
5 Lejos de mí ahora mirar por salvar mi vida en cualquier tiempo de angustia, que no soy yo
Jonatán;
9 toma la dirección de nuestra guerra y haremos cuanto nos mandes».
10 Reunió entonces Simón a todos los hombres aptos para la guerra y se dio prisa en acabar las
murallas de Jerusalén hasta que la fortificó en todo su contorno.
11 Envió a Jonatán, hijo de Absalón, a Joppe con un importante destacamento, el cual expulsó a
desempeño de su cargo.
16 Envíanos, pues, cien talentos de plata y a dos de sus hijos como rehenes, no sea que una vez
libre se rebele contra nosotros. Entonces le soltaremos.»
17 Simón, aunque se dio cuenta de que le hablaban con falsedad, envió a buscar el dinero y los
niños para no provocar contra sí una gran enemistad del pueblo que diría:
18 «Porque no envié yo el dinero y los niños, ha muerto Jonatán.»
19 Envió, pues, los niños y los cien talentos, pero Trifón faltó a su palabra y no soltó a Jonatán.
20 Después de esto, se puso Trifón en marcha para invadir la región y devastarla. Dio un rodeo
por el camino de Adorá, mientras Simón y su ejército obstaculizaban su marcha dondequiera que iba.
21 Los de la Ciudadela enviaron a Trifón legados dándole prisa a que viniese donde ellos a través
del desierto y les enviase víveres.
22 Preparó Trifón toda su caballería para ir, pero aquella noche cayó tal cantidad de nieve que le
La sepultura de Jonatán en Modín
25 Envió Simón a recoger los huesos de su hermano Jonatán y le dio sepultura en Modín, ciudad
de sus padres.
26 Todo Israel hizo gran duelo por él y le lloró muchos días.
27 Simón construyó sobre el sepulcro de su padre y sus hermanos un mausoleo alto, que pudiera
verse, de piedras pulidas por delante y por detrás.
28 Levantó siete pirámides, una frente a otra, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro
hermanos.
29 Levantó alrededor de ellas grandes columnas y sobre las columnas hizo panoplias para
recuerdo eterno. Al lado de las panoplias esculpió unas naves que pudieran ser contempladas por
todos los que navegaran por el mar.
30 Tal fue el mausoleo que construyó en Modín y que subsiste en nuestros días.
Acuerdo entre Simón y Demetrio II
31 Trifón, procediendo insidiosamente con el joven rey Antíoco, le dio muerte.
32 Ocupó el reino en su lugar, se ciñó la diadema de Asia y causó grandes estragos en el país.
33 Simón, por su parte, reconstruyó las fortalezas de Judea, las rodeó de altas torres y grandes
remisión para la región, dado que toda la actividad de Trifón había sido un continuo robo.
35 El rey Demetrio contestó a su petición y le escribió la siguiente carta:
36 «El rey Demetrio saluda a Simón, sumo sacerdote y amigo de reyes, a los ancianos y a la
concertar con vosotros una paz completa y a escribir a los funcionarios que os concedan la remisión
de las deudas.
38 Cuanto hemos decidido sobre vosotros, quede firme y sean vuestras las fortalezas que habéis
construido.
39 Os perdonamos los errores y delitos cometidos hasta el día de hoy y la corona que nos debéis.
comprar y de vender. Sufrían grave escasez y bastantes de ellos habían perecido de hambre.
50 Clamaron a Simón que hiciera con ellos la paz y Simón se lo concedió. Les echó de allí y
palma, con liras, címbalos y arpas, con himnos y cantos, porque un gran enemigo había sido vencido
y expulsado de Israel.659
52 Simón dispuso que este día se celebrara con júbilo cada año. Fortificó el monte del Templo
residencia en Gázara.
Demetrio II, prisionero de los persas
1 Macabeos - Capítulo 14
1 El año 172 juntó el rey Demetrio su ejército y partió para Media para procurarse ayuda con que
combatir a Trifón.660
2 Pero al enterarse Arsaces, rey de Persia y Media, de que Demetrio había entrado en su término,
Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatros, hijo de Jasón, embajadores de los judíos, se nos han
presentado para renovar la amistad con nosotros.
23 Ha sido del agrado del pueblo recibir con honor a estos personajes y depositar la copia de sus
discursos en los archivos públicos para que el pueblo espartano conserve su recuerdo. Se ha sacado
una copia de esto para el sumo sacerdote Simón.»
24 Después, envió Simón a Roma a Numenio con un gran escudo de oro de mil minas de peso
antes las armas de los enemigos, y puso en ella una guarnición de guerreros judíos.
34 Fortificó Joppe, situada junto al mar, y Gázara, en los límites de Azoto, donde habitaban
anteriormente los enemigos, y estableció en ella una población judía a la que proveyó de todo lo
necesario para su sustento.
35 Viendo el pueblo la fidelidad de Simón y la gloria que procuraba alcanzar para su nación, le
nombró su hegumeno y sumo sacerdote por todos los servicios que había prestado, por la justicia y
fidelidad que había guardado a su nación y por sus esfuerzos de toda clase por exaltar a su pueblo.
36 En sus días se consiguió felizmente por su medio exterminar a los gentiles de su país y a los
que se encontraban en la Ciudad de David, en Jerusalén, donde se habían hecho una Ciudadela desde
la que hacían salidas y mancillaban los alrededores del Lugar Santo causando graves ultrajes a su
santidad.
37 Estableció en ella guerreros judíos, la fortificó para defensa de la región y de la ciudad y dio
sumo sacerdote para siempre hasta que apareciera un profeta digno de fe,663
42 y también que fuese su estratega, que estuviese a su cuidado designar los encargados de las
obras del Lugar Santo, de la administración del país, de los armamentos y de las plazas fuertes
43 (que estuviese a su cuidado el Lugar Santo), que todos le obedeciesen, que se redactasen en su
nombre todos los documentos en el país, que vistiese de púrpura y llevase adornos de oro.
44 A nadie del pueblo ni de los sacerdotes le estará permitido rechazar ninguna de estas
disposiciones, ni contradecir sus órdenes, ni convocar en el país asambleas sin contar con él, ni vestir
de púrpura, ni llevar fíbula de oro.
45 Todo aquel que obre contrariamente a estas decisiones o anule alguna de ellas, será reo.
46 El pueblo entero estuvo de acuerdo en conceder a Simón el derecho de obrar conforme a estas
disposiciones,
47 y Simón aceptó y le pareció bien ejercer el sumo sacerdocio, ser estratega y etnarca de los
1 Macabeos - Capítulo 15
1 Envió Antíoco, hijo del rey Demetrio, desde las islas del mar una carta a Simón, sacerdote y
para siempre.
9 Y cuando hayamos ocupado nuestro reino, te honraremos a ti, a tu nación y al santuario con
ciudad por tierra y por mar sin dejar que nadie entrase o saliese.
Promulgación de la alianza con los romanos
15 Entre tanto, regresaron de Roma, Numenio y sus acompañantes trayendo cartas para los reyes
y países, escritas de este modo:
16 «Lucio, cónsul de los romanos, saluda al rey Tolomeo.
17 Han venido a nosotros, en calidad de amigos y aliados nuestros, los embajadores de los judíos
para renovar nuestra antigua amistad y alianza, enviados por el sumo sacerdote Simón y por el
pueblo de los judíos,
18 y nos han traído un escudo de oro de mil minas.
19 Nos ha parecido bien, en consecuencia, escribir a los reyes y países que no intenten causarles
mal alguno, ni les ataquen a ellos ni a sus ciudades ni a su país, y que no presten su apoyo a los que
los ataquen.
20 Hemos decidido aceptar de ellos el escudo.
21 Si, pues, individuos perniciosos huyen de su país y se refugian en el vuestro, entregadlos al
sumo sacerdote Simón para que los castigue según su ley.»
22 Cartas iguales fueron remitidas al rey Demetrio, a Atalo, a Ariarates, a Arsaces
23 y a todos los países: a Sámpsamo, a los espartanos, a Delos, a Mindos, a Sición, a Caria, a
Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Gortina, a
Cnido, a Chipre y a Cirene.
24 Redactaron además una copia de esta carta para el sumo sacerdote Simón.
Los reclamos de Antíoco VII a Simón
25 El rey Antíoco, pues, tenía puesto cerco a Dora en los arrabales, lanzaba sin tregua sus tropas
contra la ciudad y construía ingenios de guerra. Tenía bloqueado a Trifón y nadie podía entrar ni
salir.
26 Simón le envió 2.000 hombres escogidos para ayudarle en la lucha, además de plata, oro y
abundante material.
27 Pero no quiso recibir el envío; antes bien rescindió cuanto había convenido anteriormente con
Simón y se mostró hostil con él.
28 Envió donde él a Atenobio, uno de sus amigos, a entrevistarse con él y decirle: «Vosotros
ocupáis Joppe, Gázara y la Ciudadela de Jerusalén, ciudades de mi reino.
29 Habéis devastado sus territorios, causado graves daños en el país y os habéis adueñado de
muchas localidades de mi reino.
30 Devolved, pues, ahora las ciudades que habéis tomado y los impuestos de las localidades de
estragos que habéis causado y por los impuestos de las ciudades. De lo contrario iremos y os
haremos la guerra.»
32 Llegó, pues, Atenobio, el amigo del rey, a Jerusalén y al ver la magnificencia de Simón, su
aparador con vajilla de oro y plata y todo el esplendor que le rodeaba, quedó asombrado. Le
comunicó el mensaje del rey
33 y Simón le respondió con estas palabras: «Ni nos hemos apoderado de tierras ajenas ni nos
hemos apropiado bienes de otros, sino de la heredad de nuestros padres. Por algún tiempo la
poseyeron injustamente nuestros enemigos
34 y nosotros, aprovechando una ocasión favorable, hemos recuperado la heredad de nuestros
padres.
35 En cuanto a Joppe y Gázara que nos reclamas, esas ciudades causaban graves daños al pueblo
y asolaban nuestro país. Por ellas daremos cien talentos.» No respondió palabra Atenobio,
36 sino que se volvió furioso donde el rey y le refirió la respuesta, la magnificencia de Simón y
1 Macabeos - Capítulo 16
la casa de mi padre hemos combatido a los enemigos de Israel desde nuestra juventud hasta el día de
hoy y llevamos muchas veces a feliz término la liberación de Israel;
3 pero ahora ya estoy viejo mientras que vosotros, por la misericordia del Cielo, estáis en buena
edad. Ocupad, pues, mi puesto y el de mi hermano, salid a combatir por nuestra nación y que el
auxilio del Cielo sea con vosotros.»
4 Escogió luego en el país 20.000 combatientes y jinetes que partieron contra Cendebeo y
miedo de pasar el torrente, lo pasó él el primero, y sus hombres, al verle, pasaron detrás de él.
7 Dividió su ejército (en dos cuerpos) y puso a los jinetes en medio de los de a pie, pues la
bajó con sus hijos, Matatías y Judas, a Jericó. Era el año 177 en el undécimo mes que es el mes de
Sebat.666
15 El hijo de Abubos los recibió traidoramente en una pequeña fortaleza llamada Dok que él
había construido, les dio un gran banquete y ocultó allí hombres.
16 Cuando Simón y sus hijos estuvieron bebidos, se levantó Tolomeo con los suyos, tomaron sus
armas y lanzándose sobre Simón en la sala del banquete, le mataron a él, a sus dos hijos y a algunos
de sus servidores.
17 Cometió de esta manera una gran alevosía y devolvió mal por bien.
18 Luego escribió Tolemeo al rey contándole lo ocurrido y pidiéndole que le enviara tropas en
su auxilio para entregarle el país y sus ciudades.
19 Envió otros a Gázara para quitar de en medio a Juan. Escribió a los quiliarcos invitándoles a
venir donde él para darles plata, oro y otras dádivas.
20 Envió otros que se apoderasen de Jerusalén y del monte del santuario.
21 Pero adelantándose uno, anunció a Juan en Gázara que su padre y sus hermanos había perecido
El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a
él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a.
C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23),
él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de
Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se
llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado
"historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un
medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos
"efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y
ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada
predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de
inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta
idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que
ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos
centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus
hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con
que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido
una especial acogida por parte de la Iglesia.
CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTO Y PRÓLOGO
DEL AUTOR
Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la
primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la
Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo
aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita
pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la
importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato
sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que
acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos
están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como
documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus
intenciones y su método de trabajo.
Primera carta: Exhortación a la práctica de la Ley
2 Macabeos — Capítulo 1
1 A los hermanos judíos que viven en Egipto, les saludan sus hermanos judíos que están en
servidores.
3 Que a todos os dé corazón para adorarle y cumplir su voluntad con corazón grande y ánimo
generoso.
4 Que abra vuestro corazón a su Ley y a sus preceptos, y os otorgue la paz.
5 Que escuche vuestras súplicas, se reconcilie con vosotros y no os abandone en tiempo de
desgracia.
6 Esto es lo que estamos ahora pidiendo por vosotros.
7 Ya el año 169, en el reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, os escribimos así: «En lo más
grave de la tribulación que ha caído sobre nosotros en estos años, desde que Jasón y sus partidarios
traicionaron la tierra santa y el reino,
8 incendiaron el portón (del Templo) y derramaron sangre inocente, suplicamos al Señor y
hemos sido escuchados. Hemos ofrecido un sacrificio con flor de harina, hemos encendido las
lámparas y presentado los panes.»
9 También ahora os escribimos para que celebréis la fiesta de las Tiendas en el mes de Kisléu. Es
el año 188.667
Segunda carta: Acción de gracias por la muerte de Antíoco IV
10 Los que están en Jerusalén y en Judea, los ancianos y Judas saludan y desean prosperidad a
Aristóbulo, preceptor del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos, y a los judíos que están
en Egipto.668
11 Salvados por Dios de grandes peligros, le damos rendidas gracias, como a quien nos ha
desbaratados en el templo de Nanea, gracias al engaño tramado por los sacerdotes de Nanea.669
14 Antíoco, y con él sus amigos, llegaron a aquel lugar como tratando de desposarse con la
La conservación del fuego sagrado en tiempos de Nehemías
18 A punto de celebrar en el veinticinco de Kisléu la purificación del Templo, nos ha parecido
conveniente informaros, para que también vosotros la celebréis como la fiesta de las Tiendas y del
fuego aparecido cuando ofreció sacrificios Nehemías, el que construyó el Templo y el altar.670
19 Pues, cuando nuestros padres fueron llevados a Persia, los sacerdotes piadosos de entonces,
habiendo tomado fuego del altar, lo escondieron secretamente en una concavidad semejante a un
pozo seco, en el que tan a seguro lo dejaron, que el lugar quedó ignorado de todos.671
20 Pasados muchos años, cuando a Dios le plugo, Nehemías, enviado por el rey de Persia, mandó
que buscaran el fuego los descendientes de los sacerdotes que lo habían escondido;
21 pero como ellos informaron que en realidad no habían encontrado fuego, sino un líquido
espeso, él les mandó que lo sacasen y trajesen. Cuando estuvo dispuesto el sacrificio, Nehemías
mandó a los sacerdotes que rociaran con aquel líquido la leña y lo que había colocado sobre ella.
22 Cumplida la orden, y pasado algún tiempo, el sol que antes estaba nublado volvió a brillar, y
grandes piedras.
32 Hecho esto, se encendió una llamarada que quedó absorbida por el mayor resplandor que
brillaba en el altar.
33 Cuando el hecho se divulgó y se refirió al rey de los persas que en el lugar donde los
sacerdotes deportados habían escondido el fuego, había aparecido aquel líquido con el que habían
santificado las ofrendas del sacrificio Nehemías y sus compañeros,
34 el rey después de verificar tal hecho mandó alzar una cerca haciendo sagrado el lugar.
35 El rey recogía grandes sumas y las repartía a quienes quería hacer favores.672
36 Nehemías y sus compañeros llamaron a ese líquido «neftar», que significa «purificación»;
2 Macabeos — Capítulo 2
1 Se encuentra en los documentos que el profeta Jeremías mandó a los deportados que tomaran
consigo la Tienda y el arca; y cómo salió hacia el monte donde Moisés había subido para contemplar
la heredad de Dios.
5 Y cuando llegó Jeremías, encontró una estancia en forma de cueva; allí metió la Tienda, el arca
mostraba en tiempo de Moisés, cuando Salomón rogó que el Lugar fuera solemnemente
consagrado.»
9 Se explicaba también cómo éste, dotado de sabiduría, ofreció el sacrificio de la dedicación y la
cómo éste, para fundar una biblioteca, reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de
David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas.677
14 De igual modo Judas reunió todos los libros dispersos a causa de la guerra que sufrimos, los
Invitación a celebrar la fiesta de la Dedicación del Templo
16 A punto ya de celebrar la purificación, os escribimos: Bien haréis también en celebrar estos
días.
17 El Dios que salvó a todo su pueblo y que a todos otorgó la heredad, el reino, el sacerdocio y la
santidad,678
18 como había prometido por la Ley, el mismo Dios, como esperamos, se apiadará pronto de
nosotros y nos reunirá de todas partes bajo el cielo en el Lugar Santo; pues nos ha sacado de grandes
males y ha purificado el Lugar.
Prólogo del autor
19 La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos, la purificación del más grande Templo, la
dedicación del altar,
20 las guerras contra Antíoco Epífanes y su hijo Eupátor,
21 y las manifestaciones celestiales en favor de los que combatieron viril y gloriosamente por el
Judaísmo, de suerte que, aun siendo pocos, saquearon toda la región, ahuyentaron las hordas
bárbaras,
22 recuperaron el Templo famoso en todo el mundo, liberaron la ciudad y restablecieron las
leyes que estaban a punto de ser abolidas, pues el Señor se mostró propicio hacia ellos con toda
benignidad;
23 todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene, intentaremos nosotros compendiarlo
en uno solo.
24 Porque al considerar la marea de números y la dificultad existente, por la amplitud de la
cómodo. Sin embargo, esperando la gratitud de muchos, soportamos con gusto esta fatiga,
28 dejando al historiador la tarea de precisar cada suceso y esforzándonos por seguir las normas
de un resumen.
29 Pues así como al arquitecto de una casa nueva corresponde la preocupación por la estructura
entera; y, en cambio, al encargado de la encáustica y pinturas, el cuidado de lo necesario para la
decoración, lo mismo me parece de nosotros:
30 profundizar, revolver las cuestiones y examinar punto por punto corresponde al que compone
la historia;
31 pero buscar concisión al exponer y renunciar a tratar el asunto de forma exhaustiva debe
concederse al divulgador.
32 Comencemos, por tanto, desde ahora la narración, después de haber abundado tanto en los
preliminares; pues sería absurdo abundar en lo que antecede a la historia y ser breve en la historia
misma.
HISTORIA DE HELIODORO
El primer acto de la "historia dramática" contenida en este Libro se sitúa inmediatamente antes
del reinado y la persecución de Antíoco IV Epífanes. Todavía reina la paz religiosa, pero los tesoros
del Templo atraen la codicia del rey, y Heliodoro, su encargado de negocios, llega a Jerusalén para
confiscarlos. Con su habitual tendencia a describir los hechos en forma prodigiosa, el autor destaca
sucesivamente la consternación de los judíos por el Templo amenazado, la inviolable santidad del
Santuario y la temible grandeza del Señor, a quien nadie desafía en vano.
La rivalidad entre Simón y Onías
2 Macabeos — Capítulo 3
1 Mientras la ciudad santa era habitada en completa paz y las leyes guardadas a la perfección,
gracias a la piedad y al aborrecimiento de mal del sumo sacerdote Onías,
2 sucedía que hasta los reyes veneraban el Lugar Santo y honraban el Templo con magníficos
presentes,
3 hasta el punto de que Seleuco, rey de Asia, proveía con sus propias rentas a todos los gastos
necesarios para el servicio de los sacrificios.
4 Pero un tal Simón, de la tribu de Bilgá, constituido administrador del Templo, tuvo diferencias
entonces el rey designó a Heliodoro, el encargado de sus negocios, y le envió con la orden de
realizar la trasferencia de las mencionadas riquezas.
8 Enseguida Heliodoro emprendía el viaje con el pretexto de inspeccionar las ciudades de
que había calumniado el impío Simón, que el total era de cuatrocientos talentos de plata y doscientos
de oro;
12 que de ningún modo se podía perjudicar a los que tenían puesta su confianza en la santidad del
recluidas, unas corrían a las puertas, otras subían a los muros, otras se asomaban por las ventanas.
20 Todas, con las manos tendidas al cielo, tomaban parte en la súplica.
21 Daba compasión aquella multitud confusamente postrada y el sumo sacerdote angustiado en
honda ansiedad.
22 Mientras ellos invocaban al Señor Todopoderoso para que guardara intactos, en completa
El castigo de Heliodoro en el Templo
24 Estaba ya allí mismo con su guardia junto al Tesoro, cuando el Soberano de los Espíritus y de
toda Potestad, se manifestó en su grandeza, de modo que todos los que con él juntos se habían
atrevido a acercarse, pasmados ante el poder de Dios, se volvieron débiles y cobardes.
25 Pues se les apareció un caballo montado por un jinete terrible y guarnecido con riquísimo
arnés; lanzándose con ímpetu levantó contra Heliodoro sus patas delanteras. El que lo montaba
aparecía con una armadura de oro.
26 Se le aparecieron además otros dos jóvenes de notable vigor, espléndida belleza y magníficos
vestidos que colocándose a ambos lados, le azotaban sin cesar, moliéndolo a golpes.
27 Al caer de pronto a tierra, rodeado de densa oscuridad, lo recogieron y lo pusieron en una
litera;
28 al mismo que poco antes, con numeroso séquito y con toda su guardia, había entrado en el
mencionado Tesoro, lo llevaban ahora incapaz de valerse por sí mismo, reconociendo todos
claramente la soberanía de Dios.
29 Mientras él yacía mudo y privado de toda esperanza de salvación, a causa del poder divino,
30 otros bendecían al Señor que había glorificado maravillosamente su propio Lugar; y el
Templo, lleno poco antes de miedo y turbación, rebosaba de gozo y alegría después de la
manifestación del Señor Todopoderoso.
31 Pronto algunos de los acompañantes de Heliodoro, instaban a Onías que invocara al Altísimo
para que diese la gracia de vivir a aquel que yacía ya en su último suspiro.
32 Temiendo el sumo sacerdote que acaso el rey sospechara que los judíos hubieran perpetrado
alguna fechoría contra Heliodoro, ofreció un sacrificio por la salud de aquel hombre.
33 Mientras el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio de expiación, se aparecieron otra vez a
Heliodoro los mismos jóvenes, vestidos con la misma indumentaria y en pie le dijeron: «Da muchas
gracias al sumo sacerdote Onías, pues por él te concede el Señor la gracia de vivir;
34 y tú, que has sido azotado por el Cielo, haz saber a todos la grandeza del poder de Dios.» En
2 Macabeos — Capítulo 4
1 El mencionado Simón, delator de los tesoros y de la patria, calumniaba a Onías como si éste
hubiera maltratado a Heliodoro y fuera el causante de sus desgracias;
2 y se atrevía a decir que el bienhechor de la ciudad, el defensor de sus compatriotas y celoso
observante de las leyes, era un conspirador contra el Estado.
3 A tal punto llegó la hostilidad, que hasta se cometieron asesinatos por parte de uno de los
esbirros de Simón.
4 Considerando Onías que aquella rivalidad era intolerable y que Apolonio, hijo de Menesteo,
estratega de Celesira y Fenicia, instigaba a Simón al mal,
5 se hizo llevar donde el rey, no porque pretendiera acusar a sus conciudadanos, sino que miraba
por los intereses generales y particulares de toda su gente.
6 Pues bien veía que sin la intervención real era ya imposible pacificar la situación y detener a
Simón en sus locuras.
Introducción del helenismo por obra de Jasón
7 Cuando Seleuco dejó esta vida y Antíoco, por sobrenombre Epífanes, comenzó a reinar, Jasón,
el hermano de Onías, usurpó el sumo pontificado,
8 después de haber prometido al rey, en una conversación, 360 talentos de plata y ochenta talentos
de otras rentas.
9 Se comprometía además a firmar el pago de otro 150, si se le concedía la facultad de instalar
por su propia cuenta un gimnasio y una efebía, así como la de inscribir a los Antioquenos en
Jerusalén.680
10 Con el consentimiento del rey y con los poderes en su mano, pronto cambió las costumbres de
padre de Eupólemo, el que fue enviado en embajada a los romanos para un tratado de amistad y
alianza, y abrogando las instituciones legales, introdujo costumbres nuevas, contrarias a la Ley.
12 Así pues, fundó a su gusto un gimnasio bajo la misma acrópolis e indujo a lo mejor de la
juventud a educarse bajo el petaso.
13 Era tal el auge del helenismo y el progreso de la moda extranjera a causa de la extrema
perversidad de aquel Jasón, que tenía más de impío que de sumo sacerdote,
14 que ya los sacerdotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que despreciaban el
Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se daba la señal con el gong se apresuraban a tomar
parte en los ejercicios de la palestra contrarios a la ley;
15 sin apreciar en nada la honra patria, tenían por mejores las glorias helénicas.
16 Por esto mismo, una difícil situación les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y
verdugos a los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían parecerse en todo.
17 Pues no resulta fácil violar las leyes divinas; así lo mostrará el tiempo venidero.681
Donativo de Jasón para el sacrificio de Hércules
18 Cuando se celebraron en Tiro los juegos cuadrienales, en presencia del rey,
19 el impuro Jasón envió embajadores, como Antioquenos de Jerusalén, que llevaban consigo
trescientas dracmas de plata para el sacrificio de Hércules. Pero los portadores prefirieron, dado que
no convenía, no emplearlas en el sacrificio, sino en otros gastos.
20 Y así, el dinero que estaba destinado por voluntad del que lo enviaba, al sacrificio de Hércules,
Antíoco que aquél se había convertido en su adversario político se preocupó de su propia seguridad;
por eso, pasando por Joppe, se presentó en Jerusalén.
22 Fue magníficamente recibido por Jasón y por la ciudad, e hizo su entrada entre antorchas y
investido del sumo sacerdocio, ofreciendo trescientos talentos de plata más que Jasón.
25 Provisto del mandato real, se volvió sin poseer nada digno del sumo sacerdocio, sino más
percepción de los tributos. Por este motivo, ambos fueron convocados por el rey.
29 Menelao dejó como sustituto del sumo sacerdocio a su hermano Lisímaco; Sóstrates a Crates,
del Templo, y se los regaló a Andrónico; también logró vender otros en Tiro y en las ciudades de
alrededor.
33 Cuando Onías llegó a saberlo con certeza, se lo reprochó, no sin haberse retirado antes a un
lugar de refugio, a Dafne, cerca de Antioquía.
34 Por eso, Menelao, a solas con Andrónico, le incitaba a matar a Onías. Andrónico se llegó
donde Onías, y, confiando en la astucia, estrechándole la mano y dándole la diestra con juramento,
perusadió a Onías, aunque a éste no le faltaban sospechas, a salir de su refugio, e inmediatamente le
dio muerte, sin respeto alguno a la justicia.
35 Por este motivo no sólo los judíos sino también muchos de las demás naciones se indignaron
y se irritaron por el injusto asesinato de aquel hombre.
36 Cuando el rey volvió de las regiones de Cilicia, los judíos de la ciudad junto con los griegos,
que también odiaban el mal, fueron a su encuentro a quejarse de la injustificada muerte de Onías.
37 Antíoco, hondamente estristecido y movido a compasión, lloró recordando la prudencia y la
Le hizo conducir por toda la ciudad hasta el mismo lugar donde tan impíamente había tratado a
Onías; allí hizo desaparecer de este mundo al criminal, a quien el Señor daba el merecido castigo.
Amotinamiento del pueblo en Jerusalén y muerte de Lisímaco
39 Lisímaco había cometido muchos robos sacrílegos en la ciudad con el consentimiento de
Menelao, y la noticia se había divulgado fuera; por eso la multitud se amotinó contra Lisímaco. Pero
eran ya muchos los objetos de oro que estaban dispersos.
40 Como las turbas estaban excitadas y en el colmo de su cólera, Lisímaco armó a cerca de 3.000
hombres e inició la represión violenta, poniendo por jefe a un tal Aurano, avanzado en edad y no
menos en locura.
41 Cuando se dieron cuenta del ataque de Lisímaco, unos se armaron de piedras, otros de estacas
y otros, tomando a puñadas ceniza que allí había, lo arrojaban todo junto contra las tropas de
Lisímaco.
42 De este modo hirieron a muchos de ellos, y mataron a algunos; a todos los demás los pusieron
cambiar de parecer,
47 de modo que absolvió de las acusaciones a Menelao, el causante de todos los males, y, en
cambio, condenó a muerte a aquellos infelices que hubieran sido absueltos, aun cuando hubieran
declarado ante un tribunal de escitas.
48 Así que, sin dilación, sufrieron aquella injusta pena los que habían defendido la causa de la
2 Macabeos — Capítulo 5
su ciudad, perseguido por todos, detestado como apóstata de las leyes, y abominado como verdugo
de la patria y de los conciudadanos, fue arrojado a Egipto.
9 El que a muchos había desterrado de la patria, en el destierro murió, cuando se dirigía a
por eso regresó de Egipto, rabioso como una fiera, tomó la ciudad por las armas,
12 y ordenó a los soldados que hirieran sin compasión a los que encontraran y que mataran a los
que subiesen a los terrados de las casas.
13 Perecieron jóvenes y ancianos; fueron asesinados muchachos, mujeres y niños, y degollaron a
ofrendas presentadas por otros reyes para acrecentamiento de la gloria y honra del Lugar.
17 Antíoco estaba engreído en su pensamiento, sin considerar que el Soberano estaba irritado por
poco tiempo a causa de los pecados de los habitantes de la ciudad y por eso desviaba su mirada del
Lugar.
18 Pero de no haberse dejado arrastrar ellos por los muchos pecados, el mismo Antíoco, como
Heliodoro, el enviado por el rey Seleuco para inspeccionar el Tesoro, al ser azotado nada más llegar,
habría renunciado a su osadía.
19 Pero el Señor no ha elegido a la nación por el Lugar, sino el Lugar por la nación.
20 Por esto, también el mismo Lugar, después de haber participado de las desgracias acaecidas a
la nación, ha tenido luego parte en sus beneficios; y el que había sido abandonado en tiempo de la
cólera del Todopoderoso, de nuevo en tiempo de la reconciliación del gran Soberano, ha sido
restaurado con toda su gloria.685
Desmanes de los funcionarios de Antíoco IV en Judea
21 Así pues, Antíoco, llevándose del Templo 1.800 talentos, se fue pronto a Antioquía, creyendo
en su orgullo que haría la tierra navegable y el mar viable, por la arrogancia de su corazón.
22 Dejó también prefectos para hacer daño a la raza: en Jerusalén a Filipo, de raza frigia, que
tenía costumbres más bárbaras que el le había nombrado;
23 en el monte Garizim, a Andrónico, y además de éstos, a Menelao, que superaba a los demás en
maldad contra sus conciudadanos. El rey, que albergaba hacia los judíos sentimientos de odio,
La masacre de Apolonio en Jerusalén
24 envió al Misarca Apolonio con un ejército de 22.000 hombres, y la orden de degollar a todos
los que estaban en el vigor de la edad, y de vender a las mujeres y a los más jóvenes.
25 Llegado éste a Jerusalén y fingiendo venir en son de paz esperó hasta el día santo del sábado.
Aprovechando el descanso de los judíos, mandó a sus tropas que se equiparan con las armas,
26 y a todos los que salían a ver aquel espectáculo, los hizo matar e, invadiendo la ciudad con los
Llevaba con sus compañeros, en las montañas, vida de fieras salvajes, sin comer más alimento que
hierbas, para no contaminarse de impureza.687
La helenización del país y la persecución religiosa
2 Macabeos — Capítulo 6
1 Poco tiempo después, el rey envió al ateniense Geronta para obligar a los judíos a que
desertaran de las leyes de sus padres y a que dejaran de vivir según las leyes de su Dios;
2 y además para contaminar el Templo de Jerusalén, dedicándolo a Zeus Olímpico, y el de
Garizim, a Zeus Hospitalario, como lo habían pedido los habitantes del lugar.
3 Este recrudecimiento del mal era para todos penoso e insoportable.
4 El Templo estaba lleno de desórdenes y orgías por parte de los paganos que holgaban con
meretrices y que en los atrios sagrados andaban con mujeres, y hasta introducían allí cosas
prohibidas.
5 El altar estaba repleto de víctimas ilícitas, prohibidas por las leyes.
6 No se podía ni celebrar el sábado, ni guardar las fiestas patrias, ni siquiera confesarse judío;
7 antes bien eran obligados con amarga violencia a la celebración mensual del nacimiento del rey
con un banquete sacrificial y, cuando llegaba la fiesta de Dióniso, eran forzados a formar parte de su
cortejo, coronados de hiedra.
8 Por instigación de los habitantes de Tolemaida salió un decreto para las vecinas ciudades
griegas, obligándolas a que procedieran de la misma forma contra los judíos y a que les hicieran
participar en los banquetes sacrificiales,
9 con orden de degollar a los que no adoptaran el cambio a las costumbres griegas. Podíase ya
entrever la calamidad inminente.
10 Dos mujeres fueron delatadas por haber circuncidado a sus hijos; las hicieron recorrer
públicamente la ciudad con los niños colgados del pecho, y las precipitaron desde la muralla.
11 Otros que se habían reunido en cuevas próximas para celebrar a escondidas el día séptimo,
fueron denunciados a Filipo y quemados juntos, sin que quisieran hacer nada en su defensa, por
respeto a la santidad del día.688
Reflexión sobre el sentido de las persecuciones
12 Ruego a los lectores de este libro que no se desconcierten por estas desgracias; piensen antes
bien que estos castigos buscan no la destrucción, sino la educación de nuestra raza;
13 pues el no tolerar por mucho tiempo a los impíos, de modo que pronto caigan en castigos, es
señal de gran benevolencia.
14 Pues con las demás naciones el Soberano, para castigarlas, aguarda pacientemente a que
lleguen a colmar la medida de sus pecados; pero con nosotros ha decidido no proceder así,
15 para que no tenga luego que castigarnos, al llegar nuestros pecados a la medida colmada.
16 Por eso mismo nunca retira de nosotros su misericordia: cuando corrige con la desgracia, no
narración.
El martirio de Eleazar
18 A Eleazar, uno de los principales escribas, varón de ya avanzada edad y de muy noble aspecto,
razón del conocimiento que de antiguo tenían con este hombre, le invitaban a traer carne preparada
por él mismo, y que le fuera lícita; a simular como si comiera la mandada por el rey, tomada del
sacrificio,
22 para que, obrando así, se librara de la muerte, y por su antigua amistad hacia ellos alcanzara
benevolencia.
23 Pero él, tomando una noble resolución digna de su edad, de la prestancia de su ancianidad, de
sus experimentadas y ejemplares canas, de su inmejorable proceder desde niño y, sobre todo, de la
legislación santa dada por Dios, se mostró consecuente consigo diciendo que se le mandara pronto al
Hades.
24 «Porque a nuestra edad no es digno fingir, no sea que muchos jóvenes creyendo que Eleazar, a
sus noventa años, se ha pasado a las costumbres paganas,
25 también ellos por mi simulación y por mi apego a este breve resto de vida, se desvíen por mi
culpa y yo atraiga mancha y deshonra a mi vejez.
26 Pues aunque me libre al presente del castigo de los hombres, sin embargo ni vivo ni muerto
podré escapar de las manos del Todopoderoso.
27 Por eso, al abandonar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad,
28 dejando a los jóvenes un ejemplo noble al morir generosamente con ánimo y nobleza por las
leyes venerables y santas.» Habiendo dicho esto, se fue enseguida al suplicio del apaleamiento.
29 Los que le llevaban cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír las
la ciencia santa, sabe bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto flagelado en mi cuerpo
recios dolores, pero en mi alma los sufro con gusto por temor de él.»
31 De este modo llegó a su tránsito. (No sólo a los jóvenes, sino también a la gran mayoría de la
2 Macabeos — Capítulo 7
1 Sucedió también que siete hermanos apresados junto con su madre, eran forzados por el rey,
flagelados con azotes y nervios de buey, a probar carne de puerco (prohibida por la Ley).
2 Uno de ellos, hablando en nombre de los demás, decía así: «¿Qué quieres preguntar y saber de
nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que violar las leyes de nuestros padres.»
3 El rey, fuera de sí, ordenó poner al fuego sartenes y calderas.
4 En cuanto estuvieron al rojo, mandó cortar la lengua al que había hablado en nombre de los
demás, arrancarle el cuero cabelludo y cortarle las extremidades de los miembros, en presencia de
sus demás hermanos y de su madre.
5 Cuando quedó totalmente inutilizado, pero respirando todavía, mandó que le acercaran al fuego
y le tostaran en la sartén. Mientras el humo de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos junto
con su madre se animaban mutuamente a morir con generosidad, y decían:
6 «El Señor Dios vela y con toda seguridad se apiadará de nosotros, como declaró Moisés en el
la piel de la cabeza con los cabellos, le preguntaban: «¿Vas a comer antes de que tu cuerpo sea
torturado miembro a miembro?»
8 El respondiendo en su lenguaje patrio, dijo: «¡No!» Por ello, también éste sufrió a su vez la
mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna.»691
10 Después de éste, fue castigado el tercero; en cuanto se lo pidieron, presentó la lengua, tendió
otorga de ser resucitados de nuevo por él; para ti, en cambio, no habrá resurrección a la vida.»
15 Enseguida llevaron al quinto y se pusieron a atormentarle.
16 El, mirando al rey, dijo: «Tú, porque tienes poder entre los hombres aunque eres mortal, haces
pues nosotros por nuestra propia culpa padecemos; por haber pecado contra nuestro Dios (nos
suceden cosas sorprendentes).
19 Pero no pienses quedar impune tú que te has atrevido a luchar contra Dios.»
20 Admirable de todo punto y digna de glorioso recuerdo fue aquella madre que, al ver morir a
sus siete hijos en el espacio de un solo día, sufría con valor porque tenía la esperanza puesta en el
Señor.
21 Animaba a cada uno de ellos en su lenguaje patrio y, llena de generosos sentimientos y
origen de todas las cosas, os devolverá el espíritu y la vida con misericordia, porque ahora no miráis
por vosotros mismos a causa de sus leyes.»
24 Antíoco creía que se le despreciaba a él y sospechaba que eran palabras injuriosas. Mientras el
menor seguía con vida, no sólo trataba de ganarle con palabras, sino hasta con juramentos le
prometía hacerle rico y muy feliz, con tal de que abandonara las tradiciones de sus padres; le haría su
amigo y le confiaría altos cargos.
25 Pero como el muchacho no le hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y la invitó a que
compasión de mí que te llevé en el seno por nueve meses, te amamanté por tres años, te crié y te
eduqué hasta la edad que tienes (y te alimenté).
28 Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, sepas que a
partir de la nada lo hizo Dios y que también el género humano ha llegado así a la existencia.
29 No temas a este verdugo, antes bien, mostrándote digno de tus hermanos, acepta la muerte,
del rey; obedezco el mandato de la Ley dada a nuestros padres por medio de Moisés.
31 Y tú, que eres el causante de todas las desgracias de los hebreos, no escaparás de las manos de
Dios.
32 (Cierto que nosotros padecemos por nuestros pecados.)
33 Si es verdad que nuestro Señor que vive, está momentáneamente irritado para castigarnos y
corregirnos, también se reconciliará de nuevo con sus siervos.
34 Pero tú, ¡oh impío y el más criminal de todos los hombres!, no te engrías neciamente,
amargo el sarcasmo.
40 También éste tuvo un limpio tránsito, con entera confianza en el Señor.
41 Por último, después de los hijos murió la madre.
42 Sea esto bastante para tener noticia de los banquetes sacrificiales y de las crueldades sin
medida.
LA REBELIÓN DE JUDAS MACABEO Y LA
PURIFICACIÓN DEL TEMPLO DE JERUSALÉN
El relato muestra, en un tercer acto, cómo la ira del Señor se cambia en misericordia, gracias al
sacrificio de los mártires judíos. Judas Macabeo organiza la resistencia y combate triunfalmente
contra los enemigos de su Pueblo. Antíoco IV, el profanador del Templo, fracasa en su intento de
saquear otro santuario y muere en medio de terribles dolores, reconociendo el poder del Señor que le
había infligido un justo castigo (9. 1-29). Judas, por su parte, purifica el Templo profanado y
promulga un decreto instituyendo la fiesta de la Dedicación (10. 1-8), a la que se refieren las Cartas
que figuran al comienzo del Libro.
El levantamiento y los primeros triunfos de Judas Macabeo
2 Macabeos — Capítulo 8
1 Judas, llamado también Macabeo, y sus compañeros entraban sigilosamente en los pueblos,
llamaban a sus hermanos de raza y acogiendo a los que permanecían fieles al judaísmo, llegaron a
reunir 6.000 hombres.692
2 Rogaban al Señor que mirase por aquel pueblo que todos conculcaban; que tuviese piedad del
partes.
Preparativos para la campaña de Nicanor
8 Al ver Filipo que este hombre progesaba paulatinamente y que sus éxitos eran cada día más
frecuentes, escribió a Tolomeo, estratega de Celesiria y Fenicia para que viniese en ayuda de los
intereses del rey.
9 Este designó enseguida a Nicanor, hijo de Patroclo, uno de sus primeros amigos, y le envió al
frente de no menos de 20.000 hombres de todas las naciones para exterminar la raza entera de Judea.
Puso a su lado a Gorgias, general con experiencia en lides guerreras.
10 Nicanor intentaba, por su parte, saldar con la venta de prisioneros judíos, el tributo de 2.000
judíos, prometiendo entregar noventa esclavos por un talento sin esperarse el castigo del
Todopoderoso que estaba a punto de caer sobre él.
La victoria de Judas Macabeo sobre Nicanor
12 Llegó a Judas la noticia de la expedición de Nicanor. Cuando comunicó a los que le
acompañaban que el ejército se acercaba,
13 los cobardes y desconfiados de la justicia divina, comenzaron a escaparse y alejarse del lugar;
14 los demás vendían todo lo que les quedaba, y pedían al mismo tiempo al Señor que librara a
los que el impío Nicanor tenía vendidos aun ante de haberse enfrentado.
15 Si no por ellos, sí por las alianzas con sus padres y porque invocaban en su favor el venerable
y majestuoso Nombre.
16 Después de reunir a los suyos, en número de 6.000, el Macabeo les exhortaba a no dejarse
amedrentar por los enemigos y a no temer a la muchedumbre de gentiles que injustamente venían
contra ellos, sino a combatir con valor,
17 teniendo a la vista el ultraje que inicuamente habían inferido al Lugar Santo, los suplicios
infligidos a la ciudad y la abolición de las instituciones ancestrales.
18 «Ellos, les dijo, confían en sus armas y en su audacia; pero nosotros tenemos nuestra
confianza puesta en Dios Todopoderoso, que puede abatir con un gesto a los que vienen contra
nosotros y al mundo entero.»
19 Les enumeró los auxilios dispensados a sus antecesores, especialmente frente a Senaquerib,
de Dios», él mismo al frente del primer cuerpo trabó combate con Nicanor.696
24 Al ponerse el Todopoderoso de su parte en la lucha, dieron muerte a más de 9.000 enemigos,
hirieron y mutilaron a la mayor parte del ejército de Nicanor, y a todos los demás los pusieron en
fuga.
25 Se apoderaron del dinero de los que habían venido a comprarlos. Después de haberlos
2 Macabeos — Capítulo 9
1 Sucedió por este tiempo que Antíoco hubo de retirarse desordenadamente de las regiones de
Persia.
2 En efecto, habiendo entrado en la ciudad llamada Persépolis, pretendió saquear el santuario y
oprimir la ciudad; ante ello, la muchedumbre sublevándose acudió a las armas y le puso en fuga; y
sucedió que Antíoco, ahuyentado por los naturales del país, hubo de emprender una vergonzosa
retirada.
3 Cuando estaba en Ecbátana, le llegó la noticia de lo ocurrido a Nicanor y a las tropas de
Timoteo.
4 Arrebatado de furor, pensaba vengar en los judíos la afrenta de los que le habían puesto en
fuga, y por eso ordenó al conductor que hiciera avanzar el carro sin parar hasta el término del viaje.
Pero ya el juicio del Cielo se cernía sobre él, pues había hablado así con orgullo: «En cuanto llegue a
Jerusalén, haré de la ciudad una fosa común de judíos.»
El castigo divino contra Antíoco IV
5 Pero el Señor Dios de Israel que todo lo ve, le hirió con una llaga incurable e invisible: apenas
pronunciada esta frase, se apoderó de sus entrañas un dolor irremediable, con agudos retortijones
internos,
6 cosa totalmente justa para quien había hecho sufrir las entrañas de otros con numerosas y
desconocidas torturas.
7 Pero él de ningún modo cesaba en su arrogancia; estaba lleno todavía de orgullo, respiraba el
fuego de su furor contra los judíos y mandaba acelerar la marcha. Pero sucedió que vino a caer de su
carro que corría velozmente y, con la violenta caída, todos los miembros de su cuerpo se le
descoyuntaron.
8 El que poco antes pensaba dominar con su altivez de superhombre las olas del mar, y se
imaginaba pesar en una balanza las cimas de las montañas, caído por tierra, era luego transportado en
una litera, mostrando a todos de forma manifiesta el poder de Dios,
9 hasta el punto que de los ojos del impío pululaban gusanos, caían a pedazos sus carnes, aun
estando con vida, entre dolores y sufrimientos, y su infecto hedor apestaba todo el ejército.
10 Al que poco antes creía tocar los astros del cielo, nadie podía ahora llevarlo por la
insoportable repugnancia del hedor.
Arrepentimiento de Antíoco IV
11 Así comenzó entonces, herido, a abatir su excesivo orgullo y a llegar al verdadero
conocimiento bajo el azote divino, en tensión a cada instante por los dolores.
12 Como ni él mismo podía soportar su propio hedor, decía: «Justo es estar sumiso a Dios y que
un mortal no pretenda igualarse a la divinidad.»
13 Pero aquel malvado rogaba al Soberano de quien ya no alcanzaría misericordia, prometiendo
14 que declararía libre la ciudad santa, a la que se había dirigido antes a toda prisa para arrasarla
y transformarla en fosa común,
15 que equipararía con los atenienses a todos aquellos judíos que había considerado dignos, no de
una sepultura, sino de ser arrojados con sus niños como pasto a las fieras;
16 que adornaría con los más bellos presentes el Templo Santo que antes había saqueado; que
devolvería multiplicados todos los objetos sagrados; que suministraría a sus propias expensas los
fondos que se gastaban en los sacrificios;
17 y, además, que se haría judío y recorrería todos los lugares habitados para proclamar el poder
de Dios.
Carta de Antíoco IV a los judíos
18 Como sus dolores de ninguna forma se calmaban, pues había caído sobre él el justo juicio de
Dios, desesperado de su estado, escribió a los judíos la carta copiada a continuación, en forma de
súplica, con el siguiente contenido:
19 «A los honrados judíos, ciudadanos suyos, con los mejores deseos de dicha, salud y
vosotros. A mi vuelta de las regiones de Persia, contraje una molesta enfermedad y he considerado
necesario preocuparme de vuestra seguridad común.
22 No desespero de mi situación, antes bien tengo grandes esperanzas de salir de esta
enfermedad;
23 pero considerando que también mi padre, con ocasión de salir a campaña hacia las regiones
oportunidades y aguardan lo que pueda suceder, he nombrado rey a mi hijo Antíoco, a quien muchas
veces, al recorrer las satrapías altas, os he confiado y recomendado a gran parte de vosotros. A él le
he escrito lo que sigue.
26 Por tanto os exhorto y ruego que acordándoos de los beneficios recibidos en común y en
particular, guardéis cada uno también con mi hijo la benevolencia que tenéis hacia mí.
27 Pues estoy seguro de que él, realizando con moderación y humanidad mis proyectos, se
entenderá bien con vosotros.»
Muerte de Antíoco IV Epífanes
28 Así pues, aquel asesino y blasfemo, sufriendo los peores padecimientos, como los había hecho
padecer a otros, terminó la vida en tierra extranjera, entre montañas, en el más lamentable infortunio.
29 Filipo, su compañero, trasladaba su cuerpo; mas, por temor al hijo de Antíoco, se retiró a
2 Macabeos - Capítulo 10
sagrados.
3 Después de haber purificado el Templo, hicieron otro altar; tomando fuego de pedernal del que
habían sacado chispas, tras dos años de intervalo ofrecieron sacrificios, el incienso y las lámparas, y
colocaron los panes de la Presencia.
4 Hecho esto, rogaron al Señor, postrados sobre el vientre, que no les permitiera volver a caer en
tales desgracias, sino que, si alguna vez pecaban, les corrigiera con benignidad, y no los entregara a
los gentiles blasfemos y bárbaros.
5 Aconteció que el mismo día en que el Templo había sido profanado por los extranjeros, es
decir, el veinticinco del mismo mes que es Kisléu, tuvo lugar la purificación del Templo.
6 Lo celebraron con alegría durante ocho días, como en la fiesta de las Tiendas, recordando
cómo, poco tiempo antes, por la fiesta de las Tiendas, estaban cobijados como fieras en montañas y
cavernas.
7 Por ello, llevando tirsos, ramas hermosas y palmas, entonaban himnos hacia Aquél que había
la injusticia con que se les había tratado, procuraba resolver pacíficamente lo que a ellos concernía;
13 acusado ante Eupátor a consecuencia de ello por los amigos del rey, oía continuamente que le
llamaban traidor, por haber abandonado Chipre, que Filométor le había confiado, y por haberse
pasado a Antíoco Epífanes. Al no poder honrar debidamente la dignidad de su cargo, envenenándose,
dejó esta vida.
La victoria de Judas Macabeo sobre los idumeos
14 Gorgias, hecho estratega de la región, mantenía tropas mercenarias y en toda ocasión
que luchara junto a ellos, se lanzaron contra las fortalezas de los idumeos;
17 después de atacarlos con ímpetu, se apoderaron de las posiciones e hicieron retroceder a todos
los que combatían sobre la muralla; daban muerte a cuantos caían en sus manos. Mataron por lo
menos 20.000.
18 No menos de 9.000 hombres se habían refugiado en dos torres muy bien fortificadas y
abastecidas de cuanto era necesario para resistir un sitio.
19 Macabeo dejó entonces a Simón y José, y además a Zaqueo y a los suyos, en número suficiente
aquellos hombres de haber vendido a sus hermanos por dinero al soltar enemigos contra ellos.
22 Hizo por tanto ejecutarles por traidores e inmediatamente se apoderó de las dos torres.
23 Con atinada dirección y con las armas en las manos, mató en las dos fortalezas a más de
20.000 hombres.
Victoria de Judas sobre Timoteo
24 Timoteo, que antes había sido vencido por los judíos, después de reclutar numerosas fuerzas
extranjeras y de reunir no pocos caballos traídos de Asia, se presentó con la intención de conquistar
Judea por las armas.
25 Ante su avance, los hombres de Macabeo, en rogativas a Dios, cubrieron de polvo su cabeza y
ciñeron de sayal la cintura;
26 y, postrándose delante del Altar, a su pie, pedían a Dios que, mostrándose propicio con ellos,
se hiciera enemigo de sus enemigos y adversario de sus adversarios, como declara la Ley.
27 Al acabar la plegaria, tomaron las armas y avanzaron un buen trecho fuera de la ciudad;
cuando estaban cerca de sus enemigos, se detuvieron.
28 A poco de difundirse la claridad del sol naciente, ambos bandos se lanzaron al combate; los
unos tenían como garantía del éxito y de la victoria, además de su valor, el recurso al Señor; los
otros combatían con la furia como guía de sus luchas.
29 En lo recio de la batalla, aparecieron desde el cielo ante los adversarios cinco hombres
majestuosos montados en caballos con frenos de oro, que se pusieron al frente de los judíos;
30 colocaron a Macabeo en medio de ellos y, cubriéndole con sus armaduras, le hacían
invulnerable; arrojaban sobre los adversarios saetas y rayos, por lo que heridos de ceguera se
dispersaban en completo desorden.
31 20.500 infantes fueron muertos y seiscientos jinetes.
La conquista de Guézer
32 El mismo Timoteo se refugió en una fortaleza, muy bien guardada, llamada Gázara, cuyo
palabras impías.
35 Amanecido el quinto día, veinte jóvenes de las tropas de Macabeo, encendidos en furor a causa
de las blasfemias, se lanzaron valientemente contra la muralla y con fiera bravura herían a cuantos se
ponían delante.
36 Otros, subieron igualmente por el lado opuesto contra los de dentro, prendieron fuego a las
torres y, encendiendo hogueras, quemaron vivos a los blasfemos. Aquéllos, entretanto, rompián las
puertas, y tras abrir paso al resto del ejército, se apoderaron de la ciudad.
37 Mataron a Timoteo, que estaba escondido en una cisterna, así como a su hermano Quereas y a
Apolófanes.
38 Al término de estas proezas, con himnos y alabanzas bendecían al Señor que hacía grandes
beneficios a Israel y a ellos les daba la victoria.
Campaña frustrada de Lisias
2 Macabeos - Capítulo 11
1 Muy poco tiempo después, Lisias, tutor y pariente del rey, que estaba al frente de los negocios,
muy contrariado por lo sucedido,
2 reunió unos 80.000 hombres con toda la caballería, y se puso en marcha contra los judíos, con
dispuestos a atravesar no sólo a hombres, sino aun a las fieras más salvajes murallas de hierro.
10 Avanzaban equipados, con el aliado enviado del Cielo, porque el Señor se había compadecido
de ellos.
11 Se lanzaron como leones sobre los enemigos, abatieron 11.000 infantes y 1.600 jinetes, y
vergonzosamente.699
Paz de Lisias con los judíos
13 Pero Lisias no era hombre sin juicio. Reflexionando sobre la derrota que acababa de sufrir, y
comprendiendo que los hebreos eran invencibles porque el Dios poderoso luchaba con ellos,
14 les propuso por una embajada la reconciliación bajo toda clase de condiciones justas; y que
además obligaría al rey a hacerse amigo de ellos.
15 Macabeo asintió a todo lo que Lisias proponía, preocupado por el interés público; pues el rey
concedió cuanto Macabeo había pedido por escrito a Lisias acerca de los judíos.
Carta de Lisias a los judíos
16 La carta escrita por Lisias a los judíos decía lo siguiente: «Lisias saluda a la población de los
judíos.700
17 Juan y Absalón, vuestros enviados, al entregarme el documento copiado a continuación, me
concedido.
19 Por consiguiente, si mantenéis vuestra buena disposición hacia el Estado, también yo
con vosotros.
21 Seguid bien. Año 148, el veinticuatro de Dióscoro.»701
Carta de Antíoco V Eupátor a Lisias
22 La carta del rey decía lo siguiente: «El rey Antíoco saluda a su hermano Lisias.
23 Habiendo pasado nuestro padre donde los dioses, deseamos que los súbditos del reino vivan
sin inquietudes para entregarse a sus propias ocupaciones.
24 Teniendo oído que los judíos no están de acuerdo en adoptar las costumbres griegas, como era
voluntad de mi padre, sino que prefieren seguir sus propias costumbres, y ruegan que se les permita
acomodarse a sus leyes,
25 deseosos, por tanto, de que esta nación esté tranquila, decidimios que se les restituya el Templo
y que puedan vivir según las costumbres de sus antepasados.
26 Bien harás, por tanto, en enviarles emisarios que les den la mano, para que al saber nuestra
determinación, se sientan confiados y se dediquen con agrado a sus propias ocupaciones.»
Carta de Antíoco IV Epífanes a los judíos
27 La carta del rey a la nación era como sigue: «El rey Antíoco saluda al Senado de los judíos y a
los demás judíos.
28 Sería nuestro deseo que os encontrarais bien; también nosotros gozamos de salud.
29 Menelao nos ha manifestado vuestro deseo de volver a vuestros hogares.
30 A los que vuelvan antes del treinta del mes de Xántico se les ofrece la mano y libertad
31 para que los judíos se sirvan de sus propios alimentos y leyes como antes, y ninguno de ellos
Carta de los romanos a los judíos
34 También los romanos les enviaron una carta con el siguiente contenido: «Quinto Memmio,
Tito Manilio, Manio Sergio, legados de los romanos, saludan al pueblo de los judíos.
35 Nosotros damos nuestro consentimiento a lo que Lisias, pariente del rey, os ha concedido.
36 Pero en relación con lo que él decidió presentar al rey, mandadnos algún emisario en cuanto
lo hayáis examinado, para que lo expongamos en la forma que os conviene, ya que nos dirigimos a
Antioquía,
37 Daos prisa, por tanto; enviadnos a algunos, para que también nosotros conozcamos cuál es
vuestra opinión.
38 Seguid en buena salud. Año 148, día quince de Dióscoro.»
La masacre de Jope
2 Macabeos - Capítulo 12
1 Una vez terminados estos tratados, Lisias se volvió junto al rey, mientras los judíos se
entregaban a las labores del campo.
2 Pero algunos de los estrategas en plaza, Timoteo y Apolonio, hijo de Genneo, y también
Jerónimo y Demofón, además de Nicanor, el Chipriarca, no les dejaban vivir en paz ni disfrutar de
sosiego.
3 Los habitantes de Joppe, por su parte, perpetraron la enorme impiedad que sigue: invitaron a
los judíos que vivían con ellos, a subir con mujeres y niños a las embarcaciones que habían
preparado, como si no guardaran contra ellos ninguna enemistad.
4 Conforme a la común decisión de la ciudad, aceptaron los judíos, por mostrar sus deseos de
vivir en paz y que no tenían el menor recelo; pero, cuando se hallaban en alta mar, los echaron al
fondo, en número no inferior a doscientos.
Represalias de Judas Macabeo contra Jope y Yamnia
5 Cuando Judas se enteró de la crueldad cometida con sus compatriotas, se lo anunció a sus
hombres;
6 y después de invocar a Dios, el justo juez, se puso en camino contra los asesinos de sus
hermanos, incendió por la noche el puerto, quemó las embarcaciones y pasó a cuchillo a los que se
habían refugiado allí.
7 Al encontrar cerrada la plaza, se retiró con la intención de volver de nuevo y exterminar por
completo a la población de Joppe.
8 Enterado de que también los de Yamnia querían actuar de la misma forma con los judíos que
allí habitaban,
9 atacó también de noche a los yamnitas e incendió el puerto y la flota, de modo que el
resplandor de las llamas se veía hasta en Jerusalén y eso que había 240 estadios de distancia.
Victoria de Judas contra los árabes
10 Marchando contra Timoteo, se alejaron de allí nueve estadios, cuando le atacaron no menos de
de Dios; los nómadas, vencidos, pidieron a Judas que les diera la mano, prometiendo entregarle
ganado y serle útiles en adelante.
12 Judas, dándose cuenta de que verdaderamente en muchos casos podían ser de utilidad,
consintió en hacer las paces con ellos; estrechada la mano se retiraron a las tiendas.
Destrucción de Caspín
13 Judas atacó también a cierta ciudad fortificada con terraplenes, rodeada de murallas, y habitada
groseramente con insultos a los hombres de Judas, profiriendo además blasfemias y palabras
sacrílegas.
15 Los hombres de Judas, después de invocar al gran Señor del mundo, que sin arietes ni
máquinas de guerra había derruido a Jericó en tiempo de Josué, atacaron ferozmente la muralla.
16 Una vez dueños de la ciudad por la voluntad de Dios, hicieron una indescriptible carnicería
hasta el punto de que el lago vecino, con su anchura de dos estadios, parecía lleno con la sangre que
le había llegado.
La derrota de Timoteo
17 Se alejaron de allí 750 estadios702 y llegaron a Járaca, donde los judíos llamados tubios.
18 Pero no encontraron en aquellos lugares a Timoteo, que al no lograr nada se había ido de allí,
mucha palabrería que le dejaran ir salvo, pues alegaba tener en su poder a parientes entre los cuales
había hermanos de muchos de ellos, de cuya vida nadie se cuidaría.
25 Cuando él garantizó, después de muchas palabras, la determinación de restituirlos sanos y
La campaña contra Efrón
27 Después de haber derrotado (y destruido) a estos enemigos, dirigió una expedición contra la
ciudad fuerte de Efrón, donde habitaba Lisanias, con una multitud de toda estirpe. Jóvenes vigorosos,
apostados ante las murallas, combatían con valor; en el interior había muchas reservas de máquinas
de guerra y proyectiles.
28 Después de haber invocado al Señor que aplasta con energía las fuerzas de los enemigos, los
judíos se apoderaron de la ciudad y abatieron por tierra a unos 25.000 de los que estaban dentro.
El paso por Escitópolis
29 Partiendo de allí se lanzaron contra Escitópolis, ciudad que dista de Jerusalén sesenta estadios.
30 Pero como los judíos allí establecidos atestiguaron que los habitantes de la ciudad habían sido
benévolos con ellos y les habían dado buena acogida en los tiempos de desgracia,
31 Judas y los suyos se lo agradecieron y les exhortaron a que también en lo sucesivo se
mostraran bien dispuestos con su raza. Llegaron a Jerusalén en la proximidad de la fiesta de las
Semanas.
Campaña y victoria sobre Gorgias
32 Después de la fiesta llamada de Pentecostés, se lanzaron contra Gorgias, el estratega de
Idumea.
33 Salió éste con 3.000 infantes y cuatrocientos jinetes,
34 y sucedió que cayeron algunos de los judíos que les habían presentado batalla.
35 Un tal Dositeo, jinete valiente, del cuerpo de los tubios, se apoderó de Gorgias, y agarrándole
por la clámide, le arrastraba por la fuerza con el deseo de capturar vivo a aquel maldito; pero un
jinete tracio se echó sobre Dositeo, le cortó el hombro, y Gorgias huyó hacia Marisá.
36 Ante la fatiga de los hombres de Esdrías que llevaban mucho tiempo luchando, Judas suplicó
al Señor que se mostrase su aliado y su guía en el combate.
37 Entonó entonces en su lengua patria el grito de guerra y algunos himnos, irrumpió de
2 Macabeos - Capítulo 13
1 El año 149, los hombres de Judas se enteraron de que Antíoco Eupátor marchaba sobre Judea
de 110.000 infantes, 5.300 jinetes, veintidós elefantes y trescientos carros armados de hoces.
3 También Menelao se unió a ellos e incitaba muy taimadamente a Antíoco, no por salvar a su
que aquel hombre era el causante de todos los males, y Antíoco ordenó conducirle a Berea y darle
allí muerte, según las costumbres del lugar.
5 Hay en aquel lugar una torre de cincuenta codos, llena de ceniza, provista de un dispositivo
capturado y ejecutado.
Acuerdo de Antíoco V con los judíos
22 El rey parlamentó por segunda vez con los de Bet Sur, dio y tomó la mano y luego se retiró.
sublevado. Consternado, llamó a los judíos, se avino a sus deseos, y prestó juramento sobre todas las
condiciones justas. Se reconcilió y ofreció un sacrificio, honró al santuario y se mostró generoso
con el Lugar Santo.
24 Prestó buena acogida a Macabeo y dejó a Hegemónides como estratega desde Tolemaida hasta
tratado: estaban en verdad indignados por los acuerdos, que ellos querían abolir.
26 Lisias entonces subió a la tribuna e hizo la mejor defensa que pudo; les convenció y calmó, y
les dispuso a la benevolencia. Luego partió hacia Antioquía. Así sucedió con la expedición y la
retirada del rey.705
LUCHAS Y VICTORIAS DE JUDAS MACABEO BAJO
EL REINADO DE DEMETRIO I
En este último acto, un nuevo personaje vuelve a perturbar las relaciones entre el Pueblo judío y
el Imperio de los Seléucidas. Se trata de Álcimo, deseoso de obtener el Sumo Pontificado con el apoyo
del rey Demetrio I Soter (162-150), que se había apoderado del trono de Siria matando a Lisias y a
Antíoco V Eupátor. A causa de las intrigas de aquel compatriota, Judas Macabeo tiene que enfrentar a
Nicanor, un general pagano que blasfema contra el Templo, pero al fin es derrotado. A partir de
entonces, Israel festejará el aniversario de aquel triunfo memorable —"el día de Nicanor"— instituido
en febrero-marzo del 160 a. C.
Las intrigas de Alcimo ante Demetrio I
2 Macabeos - Capítulo 14
1 Después de tres años de intervalo, los hombres de Judas supieron que Demetrio, hijo de
Seleuco, había atracado en el puerto de Trípoli con un fuerte ejército y una flota,
2 y que se había apoderado de la región, después de haber dado muerte a Antíoco y a su tutor
Lisias.706
3 Un tal Alcimo, que antes había sido sumo sacerdote, pero que se había contaminado
voluntariamente en tiempo de la rebelión, pensando que de ninguna forma había para él salvación ni
acceso posible al altar sagrado,
4 fue al encuentro del rey Demetrio, hacia el año 151, y le ofreció una corona de oro, una palma,
y además, los rituales ramos de olivo del Templo. Y por aquel día no hizo más.
5 Pero encontró una ocasión propicia para su demencia, al ser llamado por Demetrio a consejo y
la mirada puesta en mis propios compatriotas, pues por la locura de los hombres que he mencionado,
toda nuestra raza padece no pocos males.
9 Informado con detalle de todo esto, ¡oh rey!, mira por nuestro país y por nuestra nación por
todas partes asediada, con esa accesible benevolencia que tienes para todos;
10 pues mientras Judas subsista, le es imposible al Estado alcanzar la paz.»
Expedición de Nicanor contra los judíos
11 En cuanto él dijo esto, los demás amigos que sentían aversión hacia lo de Judas, se
Judea y le envió
13 con órdenes de hacer morir a Judas, dispersar a todos sus hombres y restablecer a Alcimo
y prepararon asientos.
22 Judas dispuso en lugares estratégicos hombres armados, preparados para el caso de que se
produjera alguna repentina traición de parte enemiga. Tuvieron la entrevista en buen acuerdo.
23 Nicanor pasó algún tiempo en Jerusalén sin hacer nada inoportuno y despidió a las turbas que,
disfrutó de la vida.708
Nuevas acusaciones de Alcimo contra Judas Macabeo
26 Alcimo, al ver la recíproca comprensión, se hizo con una copia del acuerdo concluido y se fue
donde Demetrio. Le decía que Nicanor tenía sentimientos contrarios a los intereses del Estado, pues
había designado como sucesor suyo a Judas, el conspirador contra el reino.
27 Fuera de sí el rey, excitado por las calumnias de aquel maligno, escribió a Nicanor
comunicándole que estaba disgustado con el acuerdo y ordenándole que inmediatamente mandara
encadenado a Macabeo a Antioquía.
28 Cuando Nicanor recibió la comunicación, quedó consternado, pues le desagradaba mucho
tener que anular lo convenido, sin que hubiera cometido aquel hombre injusticia alguna.
29 Pero, como no era posible oponerse al rey, aguardaba la oportunidad de ejecutar la orden con
alguna estratagema.
30 Cuando Macabeo, por su parte, notó que Nicanor se portaba más secamente con él y que le
trataba con más frialdad en sus habituales relaciones, pensó que tal sequedad no procedía de las
mejores disposiciones. Reunió a muchos de los suyos y procuró ocultarse de Nicanor.
Amenaza de Nicanor contra el Templo
31 Este otro, al darse cuenta de que aquel hombre le había vencido con nobleza, se presentó en el
más grande y santo Templo en el momento en que los sacerdotes ofrecían los sacrificios rituales y
les exigió que le entregaran a aquel hombre.
32 Aseguraron ellos con juramento que no sabían dónde estaba el hombre que buscaba.
33 Entonces él extendiendo la diestra hacia el santuario, hizo este juramento: «Si no me entregáis
encadenado a Judas, arrasaré este recinto sagrado de Dios, destruiré el altar, y aquí mismo levantaré
un espléndido Templo a Dióniso.»
34 Y, dicho esto, se fue. Los sacerdotes con las manos tendidas al cielo, invocaban a Aquél que sin
conciudadanos, muy bien considerado, llamado por su buen corazón «Padre de los judíos»,
38 pues, en los tiempos que precedieron a la sublevación, había sido acusado de Judaísmo, y por
orden de prender fuego e incendiar las puertas, Razías, acosado por todas partes, se echó sobre la
espada.
42 Prefirió noblemente la muerte antes que caer en manos criminales y soportar afrentas indignas
de su nobleza.710
43 Pero, como por la precipitación del combate no había acertado al herirse y las tropas
irrumpían puertas adentro, subió valerosamente a lo alto del muro y se precipitó con bravura sobre
las tropas;
44 pero al retroceder éstas rápidamente, dejando un hueco, vino él a caer en medio del espacio
libre.
45 Con aliento todavía y enardecido su ánimo, se levantó derramando sangre a torrentes; a pesar
de las graves heridas, atravesó corriendo por entre las tropas, y se puso sobre una roca escarpada.
46 Ya completamente exangüe, se arrancó las entrañas y tomándolas con ambas manos, las arrojó
contra las tropas. Y después de invocar al Dueño de la vida y del espíritu que otra vez se dignara
devolvérselas, llegó de este modo al tránsito.
Actitud blasfema de Nicanor
2 Macabeos - Capítulo 15
1 Supo Nicanor que los hombres de Judas se hallaban en la región de Samaría y decidió atacarlos
bárbaro; respeta y honra más bien el día que con preferencia ha sido santificado por Aquél que todo
lo ve.»
3 Aquel hombre tres veces malvado preguntó si en el cielo había un Soberano que hubiera
enemigos.»
Preparativos para el combate
17 Animados por estas bellísimas palabras de Judas, capaces de estimular al valor y de robustecer
conciudadanos, el que había guardado hacia sus compatriotas los buenos sentimientos de su juventud,
mandó cortar la cabeza de Nicanor y su brazo, hasta el hombro, y llevarlos a Jerusalén.
31 Llegado allí convocó a sus compatriotas, puso a los sacerdotes ante el altar y mandó buscar a
los de la Ciudadela.
32 Les mostró la cabeza del abominable Nicanor y la mano que aquel infame había tendido
día trece del duodécino mes, llamado Adar en arameo, la víspera del Día de Mardoqueo.712
Epílogo del autor
37 Así pasaron los acontecimientos relacionados con Nicanor. Como desde aquella época la
ciudad quedó en poder de los hebreos, yo también terminaré aquí mismo mi relato.
38 Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía; si imperfecto y
Por su excepcional valor poético y humano, el libro de JOB ocupa un lugar destacado, no sólo
dentro de la Biblia, sino también entre las obras maestras de la literatura universal. Su autor estaba
perfectamente familiarizado con la tradición sapiencial de Israel y del Antiguo Oriente. Conocía a
fondo los oráculos de los grandes profetas —especialmente las "Confesiones" de Jeremías y algunos
escritos de Ezequiel— y había orado con los Salmos que se cantaban en el Templo de Jerusalén. Los
viajes acrecentaron su experiencia, y es probable que haya vivido algún tiempo en Egipto. Sobre
todo, él sintió en carne propia el eterno problema del mal, que se plantea en toda su agudeza cuando
el justo padece, mientras el impío goza de prosperidad.
Esta obra fue escrita a comienzos del siglo V a. C., y para componerla, el autor tomó como base
un antiguo relato del folclore palestino, que narraba los terribles padecimientos de un hombre justo,
cuya fidelidad a Dios en medio de la prueba le mereció una extraordinaria recompensa. Esta leyenda
popular constituye el prólogo y el epílogo del Libro. Al situar a su personaje en un país lejano, fuera
de las fronteras de Israel (1. 1), el autor sugiere que el drama de Job afecta a todos los hombres por
igual.
No se puede comprender el libro de Job sin tener en cuenta la enseñanza tradicional de los
"sabios" israelitas acerca de la retribución divina. Según esa enseñanza, las buenas y las malas
acciones de los hombres recibían necesariamente en este mundo el premio o el castigo merecidos.
Esta era una consecuencia lógica de la fe en la justicia de Dios, cuando aún no se tenía noción de una
retribución más allá de la muerte. Sin embargo, llegó el momento en que esta doctrina comenzó a
hacerse insostenible, ya que bastaba abrir los ojos a la realidad para ver que la justicia y la felicidad
no van siempre juntas en la vida presente. Y si no todos los sufrimientos son consecuencia del
pecado, ¿cómo se explican?
Pero el autor no se contenta con poner en tela de juicio la doctrina tradicional de la retribución.
Al reflexionar sobre las tribulaciones de Job —un justo que padece sin motivo aparente— él critica la
sabiduría de los antiguos "sabios" y la reduce a sus justos límites. Aquella sabiduría aspiraba a
comprenderlo todo: el bien y el mal, la felicidad y la desgracia, la vida y la muerte. Esta aspiración
era sin duda legítima, pero tendía a perder de vista la soberanía, la libertad y el insondable misterio
de Dios. En el reproche que hace el Señor a los amigos de Job (42. 7), se rechaza implícitamente toda
sabiduría que se erige en norma absoluta y pretende encerrar a Dios en las categorías de la justicia
humana.
El personaje central de este Libro llegó a descubrir el rostro del verdadero Dios a través del
sufrimiento. Para ello tuvo que renunciar a su propia sabiduría y a su pretensión de considerarse
justo. No es otro el camino que debe recorrer el cristiano, pero este lo hace iluminado por el mensaje
de la cruz, que da un sentido totalmente nuevo al misterio del dolor humano. "Completo en mi carne
lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia" (Col. 1. 24). "Los
sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en
nosotros" (Rom. 8. 18).
PRÓLOGO NARRATIVO
El prólogo en prosa quiere destacar la justicia de Job y la causa de sus padecimientos. Estos no
son consecuencia del pecado, sino una prueba permitida por Dios, para mostrar que su servidor lo
ama desinteresadamente y no por los bienes que recibe de él. Pero tanto Job como sus amigos ignoran
el motivo de esta prueba, porque no han asistido al diálogo del Señor con "el Adversario", esa especie
de acusador público en la corte celestial, que se resiste a creer en la virtud desinteresada. Así queda
abierto el debate que se va a desarrollar en el resto del Libro.
Presentación de Job
Job 1
1 Había una vez en el país de Us un hombre llamado Job: hombre cabal, recto, que temía a Dios y
servidumbre muy numerosa. Este hombre era, pues, el más grande de todos los hijos de Oriente.714
4 Solían sus hijos celebrar banquetes en casa de cada uno de ellos, por turno, e invitaban también
a sus tres hermanas a comer y beber con ellos.
5 Al terminar los días de estos convites, Job les mandaba a llamar para purificarlos; luego se
levantaba de madrugada y ofrecía holocaustos por cada uno de ellos. Porque se decía: «Acaso mis
hijos hayan pecado y maldecido a Dios en su corazón.» Así hacía Job siempre.715
El comienzo de la prueba
6 El día que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el
Satán.716
7 Yahveh dijo al Satán: «¿De dónde vienes?» El Satán respondió a Yahveh: «De recorrer la tierra
de ellos;
15 de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, y a los criados los pasaron a cuchillo.
La culminación de la prueba
Job 2
1 El día en que los Hijos de Dios venían a presentarse ante Yahveh, vino también entre ellos el
Satán.
2 Yahveh dijo al Satán: «¿De dónde vienes?» El Satán respondió a Yahveh: «De recorrer la tierra
un hombre cabal, recto, que teme a Dios y se aparta del mal! Aún persevera en su entereza, y bien sin
razón me has incitado contra él para perderle.»
4 Respondió el Satán a Yahveh: «¡Piel por piel! ¡Todo lo que el hombre posee lo da por su vida!
5 Pero extiende tu mano y toca sus huesos y su carne; ¡verás si no te maldice a la cara!»
6 Y Yahveh dijo al Satán: «Ahí le tienes en tus manos; pero respeta su vida.»
7 El Satán salió de la presencia de Yahveh, e hirió a Job con una llaga maligna desde la planta de
cada uno de su país: Elifaz de Temán, Bildad de Súaj y Sofar de Naamat. Y juntos decidieron ir a
condolerse y consolarle.719
12 Desde lejos alzaron sus ojos y no le reconocieron. Entonces rompieron a llorar a gritos.
Job 3
meses.
7 Y aquella noche hágase inerte, impenetrable a los clamores de alegría.
8 Maldíganla los que maldicen el día, los dispuestos a despertar a Leviatán.721
9 Sean tinieblas las estrellas de su aurora, la luz espere en vano, y no vea los párpados del alba.
10 Porque no me cerró las puertas del vientre donde estaba, ni ocultó a mis ojos el dolor.
11 ¿Por qué no morí cuando salí del seno, o no expiré al salir del vientre?
12 ¿Por qué me acogieron dos rodillas? ¿por qué hubo dos pechos para que mamara?
13 Pues ahora descansaría tranquilo, dormiría ya en paz,
14 con los reyes y los notables de la tierra, que se construyen soledades;
15 o con los príncipes que poseen oro y llenan de plata sus moradas.722
16 O ni habría existido, como aborto ocultado, como los fetos que no vieron la luz.
17 Allí acaba la agitación de los malvados, allí descansan los exhaustos.
18 También están tranquilos los cautivos, sin oír más la voz del capataz.
19 Chicos y grandes son allí lo mismo, y el esclavo se ve libre de su dueño.
20 ¿Para qué dar la luz a un desdichado, la vida a los que tienen amargada el alma,
21 a los que ansían la muerte que no llega y excavan en su búsqueda más que por un tesoro,
22 a los que se alegran ante el túmulo y exultan cuando alcanzan la tumba,
23 a un hombre que ve cerrado su camino, y a quien Dios tiene cercado?
24 Como alimento viene mi suspiro, como el agua se derraman mis lamentos.
25 Porque si de algo tengo miedo, me acaece, y me sucede lo que temo.
26 No hay para mí tranquilidad ni calma, no hay reposo: turbación es lo que llega.
Primer discurso de Elifaz: la felicidad de los justos
Job 4
Job 5
1 ¡Llama, pues! ¿Habrá quien te responda? ¿a cuál de los santos vas a dirigirte?
2 En verdad el enojo mata al insensato, la pasión hace morir al necio.
3 Yo mismo he visto al insensato echar raíces, y sin tardar he maldecido su morada:
4 ¡Estén sus hijos lejos de toda salvación, sin defensor hollados en la Puerta!
5 Su cosecha la devora un hambriento, pues Dios se la quita de los dientes, y los sedientos
absorben su fortuna.
6 No, no brota la iniquidad el polvo, ni germina del suelo la aflicción.
7 Es el hombre quien la aflicción engendra, como levantan el vuelo los hijos del relámpago.
8 Yo por mí a Dios recurriría, expondría a Dios mi causa.
9 El es autor de obras grandiosas e insondables, de maravillas sin número.
10 El derrama la lluvia sobre la haz de la tierra, y envía las aguas a los campos.
11 Para poner en alto a los postrados, y que los míseros a la salud se eleven,
12 las tramas de los astutos desbarata, y sus manos no logran sus intrigas.
13 Prende a los sabios en su astucia, el consejo de los sagaces se hace ciego.
14 En pleno día tropiezan con tinieblas, a mediodía van a tientas cual si fuese de noche.
15 El salva al arruinado de sus fauces y al indigente de las manos del violento.
16 Así el débil renace a la esperanza, y cierra su boca la injusticia.
17 ¡Oh sí, feliz el hombre a quien corrige Dios! ¡No desprecies, pues, la lección de Sadday!724
18 Pues él es el que hiere y el que venda la herida, el que llaga y luego cura con su mano;
19 seis veces ha de librarte de la angustia, y a la séptima el mal no te alcanzará.
20 Durante el hambre te salvará de la muerte, y en la guerra, del alcance de la espada.
21 Estarás a cubierto del punzón de la lengua, sin miedo a la devastación, cuando se acerque.
22 Te reirás de la sequía y de la helada, y no temerás a las bestias de la tierra.
23 Pues con las piedras del campo harás alianza, la bestia salvaje vivirá en paz contigo.
24 Sabrás que tu tienda está a cubierto, nada echarás en falta cuando revises tu morada.
25 Sabrás que tu descendencia es numerosa, tus vástagos, como la hierba de la tierra.
26 Llegarás a la tumba vigoroso, como se hacinan las gavillas a su tiempo.
27 Todo esto es lo que hemos observado: y así es. A ti te toca escuchar y aprovecharte.
Respuesta de Job: la miseria del hombre sobre la tierra
Job 6
terrores de Dios.
5 ¿Rozna el onagro junto a la hierba verde? ¿muge el buey junto al forraje?
6 ¿Se come acaso lo insípido sin sal? en la clara del huevo ¿hay algún gusto?
7 Lo que aun tocar me repugnaba eso es ahora mi comida de enfermo.
8 ¡Ojalá se realizara lo que pido, que Dios cumpliera mi esperanza,
9 que él consintiera en aplastarme, que soltara su mano y me segara!
10 Tendría siquiera este consuelo, exultaría de gozo en mis tormentos crueles, por no haber
que pasan:
16 turbios van de aguas de hielo, sobre ellos se disuelve la nieve;
17 pero en tiempo de estiaje se evaporan, en cuanto hace calor se extinguen en su lecho.
18 Por ellos las caravanas se apartan de su ruta, en el desierto se adentran y se pierden.
19 Las caravanas de Temá los otean, en ellos esperan los convoyes de Sabá.725
20 Pero se ve corrida su confianza; al llegar junto a ellos se quedan confundidos.
21 Así sois ahora vosotros para mí: veis algo horrible y os amedrentáis.
22 ¿He dicho acaso: «Dadme algo, haced regalos por mí de vuestros bienes;
23 arrancadme de la mano de un rival, de la mano de tiranos rescatadme?»
24 Instruidme, que yo me callaré; hacedme ver en qué me he equivocado.
25 ¡Qué dulces son las razones ecuánimes!, pero, ¿qué es lo que critican vuestras críticas?
26 ¿Intentáis criticar sólo palabras, dichos desesperados que se lleva el viento?
27 ¡Vosotros echáis a suerte al mismo huérfano, especuláis con vuestro propio amigo!
28 Y ahora, por favor, volveos a mí, que no he de mentiros a la cara.
29 ¡Tornad, pues, que no haya entuerto! ¡Tornad, que está en juego mi justicia!
30 ¿Hay entuerto en mis labios? ¿no distingue mi paladar las cosas malas?
Job 7
1 ¿No es una milicia lo que hace el hombre en la tierra? ¿no son jornadas de mercenario sus
jornadas?
2 Como esclavo que suspira por la sombra, o como jornalero que espera su salario,
3 así meses de desencanto son mi herencia, y mi suerte noches de dolor.
4 Al acostarme, digo: «¿Cuándo llegará el día?» Al levantarme: «¿Cuándo será de noche?», y
buscarás y ya no existiré.
Primer discurso de Bildad: la triste suerte de los impíos
Job 8
Respuesta de Job al discurso de Bildad: la fuerza irresistible de Dios
Job 9
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 Bien sé yo, en verdad, que es así: ¿cómo ante Dios puede ser justo un hombre?
3 A quien pretenda litigar con él, no le responderá ni una vez entre mil.
4 Entre los más sabios, entre los más fuertes, ¿quién le hizo frente y salió bien librado?
5 El traslada los montes sin que se den cuenta, y los zarandea en su furor.
6 El sacude la tierra de su sitio, y se tambalean sus columnas.
7 A su veto el sol no se levanta, y pone un sello a las estrellas.
8 El solo desplegó los Cielos, y holló la espalda de la Mar.
9 El hizo la Osa y Orión, las Cabrillas y las Cámaras del Sur.
10 Es autor de obras grandiosas, insondables, de maravillas sin número.
11 Si pasa junto a mí, yo no le veo, si se desliza, no le advierto.
12 Si en algo hace presa, ¿quién le estorbará? ¿quién le dirá: «¿Qué es lo que haces?»
13 Dios no cede en su cólera: bajo él quedan postrados los esbirros de Ráhab.727
14 ¡Cuánto menos podré yo defenderme y rebuscar razones frente a él!
15 Aunque tuviera razón, no hallaría respuesta, ¡a mi juez tendría que suplicar!
16 Y aunque le llame y me responda, aún no creo que escuchará mi voz.
17 ¡El, que me aplasta por un pelo, que multiplica sin razón mis heridas,
18 y ni aliento recobrar me deja, sino que me harta de amargura!
19 Si se trata de fuerza, ¡es él el Poderoso! Si de justicia, ¿quién le emplazará?
20 Si me creo justo, su boca me condena, si intachable, me declara perverso.
21 ¿Soy intachable? ¡Ni yo mismo me conozco, y desprecio mi vida!
22 Pero todo da igual, y por eso digo: él extermina al intachable y al malvado.
23 Si un azote acarrea la muerte de improviso, él se ríe de la angustia de los inocentes.
24 En un país sujeto al poder de un malvado, él pone un velo en el rostro de sus jueces: si no es
Job 10
1 Asco tiene mi alma de mi vida: derramaré mis quejas sobre mí, hablaré en la amargura de mi
alma.
2 Diré a Dios: ¡No me condenes, hazme saber por qué me enjuicias!
3 ¿Acaso te está bien mostrarte duro, menospreciar la obra de tus manos, y el plan de los
malvados avalar?
4 ¿Tienes tú ojos de carne? ¿Como ve un mortal, ves tú?
5 ¿Son tus días como los de un mortal? ¿tus años como los días de un hombre?,
6 ¡para que andes rebuscando mi falta, inquiriendo mi pecado,
7 aunque sabes muy bien que yo no soy culpable, y que nadie puede de tus manos librar!
8 Tus manos me formaron, me plasmaron, ¡y luego, en arrebato, quieres destruirme!
9 Recuerda que me hiciste como se amasa el barro, y que al polvo has de devolverme.
10 ¿No me vertiste como leche y me cuajaste como queso?
11 De piel y de carne me vestiste y me tejiste de huesos y de nervios.
12 Luego con la vida me agraciaste y tu solicitud cuidó mi aliento.728
13 Y algo más todavía guardabas en tu corazón, sé lo que aún en tu mente quedaba:
14 el vigilarme por si peco. y no verme inocente de mi culpa.
15 Si soy culpable, ¡desgraciado de mí! y si soy inocente, no levanto la cabeza, ¡yo saturado de
ignominia, borracho de aflicción!
16 Y si la levanto, como un león me das caza, y repites tus proezas a mi costa.
17 Contra mí tu hostilidad renuevas, redoblas tu saña contra mí; sin tregua me asaltan tus tropas
de relevo.
18 ¿Para qué me sacaste del seno? Habría muerto sin que me viera ningún ojo;
19 sería como si no hubiera existido, del vientre se me habría llevado hasta la tumba.
20 ¿No son bien poco los días de mi existencia? Apártate de mí para gozar de un poco de
consuelo,
21 antes que me vaya, para ya no volver, a la tierra de tinieblas y de sombra,
22 tierra de oscuridad y de desorden, donde la misma claridad es como la calígine.
Primer discurso de Sofar: la sumisión al juicio de Dios
Job 11
suspiro.
Respuesta de Job: los designios desconcertantes de Dios
Job 12
el justo perfecto!
5 «¡Al infortunio, el desprecio! - opinan los dichosos -; ¡un golpe más a quien vacila!»
6 Mientras viven en paz las tiendas de los salteadores, en plena seguridad los que irritan a Dios,
1 ¡Oh!, mis ojos han visto todo esto, mis orejas lo han oído y entendido.
2 Sí, yo lo sé tan bien como vosotros, no os cedo en nada.
3 Pero es a Sadday a quien yo hablo, a Dios quiero hacer mis réplicas.
4 Vosotros no sois más que charlatanes, curanderos todos de quimeras.
5 ¡Oh, si os callarais la boca! sería eso vuestra sabiduría.
6 Oíd mis descargos, os lo ruego, atended a la defensa de mis labios.
7 ¿En defensa de Dios decís falsía, y por su causa razones mentirosas?
8 ¿Así lucháis en su favor y de Dios os hacéis abogados?
9 ¿No convendría que él os sondease? ¿Jugaréis con él como se juega con un hombre?
10 El os dará una severa corrección, si en secreto hacéis favor a alguno.
11 ¿Su majestad no os sobrecoge, no os impone su terror?
12 Máximas de ceniza son vuestras sentencias, vuestras réplicas son réplicas de arcilla.
13 ¡Dejad de hablarme, porque voy a hablar yo, venga lo que viniere!
14 Tomo mi carne entre mis dientes, pongo mi alma entre mis manos.
15 El me puede matar: no tengo otra esperanza que defender mi conducta ante su faz.
16 Y esto mismo será mi salvación, pues un impío no comparece en su presencia.
17 Escuchad, escuchad mis palabras, prestad oído a mis declaraciones.
18 Mirad: un proceso he preparado, consciente de que tengo razón.
19 ¿Quién es el que quiere litigar conmigo? ¡Pues desde ahora acepto callar y perecer!
Requisitoria de Job al Señor
20 Sólo dos cosas te pido que me ahorres, y no me esconderé de tu presencia:
21 que retires tu mano que pesa sobre mí, y no me espante tu terror.
22 Arguye tú y yo responderé; o bien yo hablaré y tú contestarás.
23 ¿Cuántas son mis faltas y pecados? ¡Mi delito, mi pecado, házmelos saber!
24 ¿Por qué tu rostro ocultas y me tienes por enemigo tuyo?
25 ¿Quieres asustar a una hoja que se lleva el viento, perseguir una paja seca?
26 Pues escribes contra mí amargos fallos, me imputas las faltas de mi juventud;
27 pones mis pies en cepos, vigilas mis pasos todos y mides la huella de mis pies.
28 Y él se deshace cual leño carcomido, como vestido que roe la polilla,
Job 14
surja de su sueño.
13 ¡Ojalá en el seol tú me guardaras, me escondieras allí mientras pasa tu cólera, y una tregua me
llegara mi relevo!
15 Me llamarías y te respondería; reclamarías la obra de tus manos.
16 En lugar de contar mi pasos, como ahora, no te cuidarías más de mis pecados;
17 dentro de un saco se sellaría mi delito, y blanquearías mi falta.
18 Ay, como el monte acabará por derrumbarse, la roca cambiará de sitio,
19 las aguas desgastarán las piedras, inundará una llena los terrenos, así aniquilas tú la esperanza
del hombre.
20 Le aplastas para siempre, y se va, desfiguras su rostro y le despides.
21 Que sean honrados sus hijos, no lo sabe; que sean despreciados, no se entera.
22 Tan solo por él sufre su carne, sólo por él se lamenta su alma.
Segundo ciclo de discursos
Segundo discurso de Elifaz: nadie es justo ante Dios
Job 15
Job 16
Job 17
Job 18
de su sitio?
5 Sí, la luz del malvado ha de apagarse, ya no brillará su ardiente llama.
6 La luz en su tienda se oscurece, de encima de él se apaga la candela.
7 Se acortan sus pasos vigorosos, le pierde su propio consejo.
8 Porque sus pies le meten en la red, entre mallas camina.
9 Por el talón le apresa un lazo, el cepo se cierra sobre él.
10 Oculto en la tierra hay un nudo para él, una trampa le espera en el sendero.
11 Por todas partes le estremecen terrores, y le persiguen paso a paso.
12 El hambre es su cortejo, la desgracia se adhiere a su costado.
13 Devora el mal su piel, el Primogénito de la Muerte roe sus miembros.731
14 Se le arranca del seguro de su tienda, se le lleva donde el Rey de los terrores.732
15 Se ocupa su tienda, ya no suya, se esparce azufre en su morada.
16 Por abajo se secan sus raíces, por arriba se amustia su ramaje.
17 Su recuerdo desaparece de la tierra, no le queda nombre en la comarca.
18 Se le arroja de la luz a las tinieblas, del orbe se le expulsa.
19 Ni prole ni posteridad tiene en su pueblo, ningún superviviente en sus moradas.
20 De su fin se estremece el Occidente, y el Oriente queda preso de terror.
21 Tan sólo esto son las moradas del impío, tal el lugar del que a Dios desconoce.
Respuesta de Job: la íntima esperanza en la reivindicación
Job 19
mi tienda.
13 A mis hermanos ha alejado de mí, mis conocidos tratan de esquivarme.
14 Parientes y deudos ya no tengo, los huéspedes de mi casa me olvidaron.
15 Por un extraño me tienen mis criadas, soy a sus ojos un desconocido.
16 Llamo a mi criado y no responde, aunque le implore con mi propia boca.
17 Mi aliento repele a mi mujer, fétido soy para los hijos de mi vientre.
18 Hasta los chiquillos me desprecian, si me levanto, me hacen burla.
19 Tienen horror de mí todos mis íntimos, los que yo más amaba se han vuelto contra mí.
20 Bajo mi piel mi carne cae podrida, mis huesos se desnudan como dientes.
21 ¡Piedad, piedad de mí, vosotros mis amigos, que es la mano de Dios la que me ha herido!
22 ¿Por qué os cebáis en mí como hace Dios, y no os sentís ya ahítos de mi carne?
23 ¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá en monumento se grabaran,
24 y con punzón de hierro y buril, para siempre en la roca se esculpieran!
25 Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará sobre el polvo.
26 Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios.733
27 Yo, sí, yo mismo le veré, mis ojos le mirarán, no ningún otro. ¡Dentro de mí languidecen mis
entrañas!
28 Y si vosotros decís: «¿Cómo atraparle, qué pretexto hallaremos contra él?»,
29 temed la espada por vosotros mismos, pues la ira se encenderá contra las culpas y sabréis que
hay un juicio.
Segundo discurso de Sofar: la justa retribución de la maldad
Job 20
sobre él,
26 total tiniebla aguarda a sus tesoros. Un fuego que nadie atiza le devora, y consume lo que en su
Respuesta de Job: ¿dónde está la justicia de Dios?
Job 21
Dios?
17 ¿Cuántas veces la lámpara de los malos se apaga, su desgracia irrumpe sobre ellos, y él
meses?
22 Pero, ¿se enseña a Dios la ciencia? ¡Si es él quien juzga a los seres más excelsos!
23 Hay quien muere en su pleno vigor, en el colmo de la dicha y de la paz,
24 repletos de grasa su ijares, bien empapado el meollo de sus huesos.
25 Y hay quien muere, la amargura en el alma, sin haber gustado la ventura.
26 Juntos luego se acuestan en el polvo, y los gusanos los recubren.
27 ¡Oh, sé muy bien lo que pensáis, las malas ideas que os formáis sobre mí!
28 «¿Dónde está, os decís, la casa del magnate? ¿dónde la tienda que habitaban los malos?»
29 ¿No habéis interrogado a los viandantes? ¿no os han pasmado los casos que refieren?
30 Que el malo es preservado en el día del desastre, en el día de los furores queda a salvo.
31 Pues, ¿quién le echa en cara su conducta y le da el merecido de su obras?
32 Cuando es llevado al cementerio, sobre el mausoleo hace vela.
33 Dulces le son los terrones del torrente, y detrás de él desfila todo el mundo.
34 ¿Cómo, pues, me consoláis tan en vano? ¡Pura falacia son vuestras respuestas!
Tercer ciclo de discursos
Tercer discurso de Elifaz: los sufrimientos de Job, atribuidos a sus pecados
Job 22
Respuesta de Job: el silencio de Dios y el triunfo del mal
Job 23
Job 24
1 ¿Por qué Sadday no se reserva tiempos, y los que le conocen no contemplan sus días?
2 Los malvados remueven los mojones, roban el rebaño y su pastor.
3 Se llevan el asno de los huérfanos, toman en prenda el buey de la viuda.
4 Los mendigos tienen que retirarse del camino, a una se ocultan los pobres del país.
5 Como onagros del desierto salen a su tarea, buscando presa desde el alba, y a la tarde, pan para
sus crías.
6 Cosechan en el campo del inicuo, vendimian la viña del malvado.
7 Pasan la noche desnudos, sin vestido, sin cobertor contra el frío.
8 Calados por el turbión de las montañas, faltos de abrigo, se pegan a la roca.
9 Al huérfano se le arranca del pecho, se toma en prenda al niño del pobre.
10 Desnudos andan, sin vestido; hambrientos, llevan las gavillas.
11 Pasan el mediodía entre dos paredes, pisan los lagares y no quitan la sed.
12 Desde la ciudad gimen los que mueren, el herido de muerte pide auxilio, ¡y Dios sigue sordo a
la oración!
13 Otros hay rebeldes a la luz: no reconocen sus caminos ni frecuentan sus senderos.
14 Aún no es de día cuando el asesino se levanta para matar al pobre y al menesteroso. Por la
un velo.
16 Las casas perfora en las tinieblas. Durante el día se ocultan los que no quieren conocer la luz.
17 Para todos ellos la mañana es sombra, porque sufren entonces sus terrores.
18 No es más que una paja sobre el agua, su hacienda es maldita en el país, nadie toma el camino
de su viña.
19 Como el calor de sequía arrebata el agua de nieve, así el seol al que ha pecado.
20 El seno que le formó se olvida de él, y su nombre no se recuerda más. Así la iniquidad es
Tercer discurso de Bildad: himno a la grandeza de Dios
Job 25
Respuesta de Job: proclamación de la soberanía de Dios
Job 26
Job 27
saciarse.
15 Los que queden serán sepultados por la Peste, y sus viudas no los llorarán.
16 Si acumula la plata como polvo, si amontona vestidos como fango,
17 ¡que amontone!: un justo se vestirá con ellos, un inocente heredará la plata.
18 Se edificó una casa de araña, como garita que un guarda construye.
19 Rico se acuesta, mas por última vez; cuando abre los ojos, ya no es nada.
20 En pleno día le asaltan los terrores, de noche un torbellino le arrebata.
21 El solano se lo lleva, y desaparece, le arranca del lugar de su mansión.
22 Sin compasión por blanco se le toma, trata de huir de la mano que le hiere.
23 Bátense palmas a su ruina, doquiera se encuentre se le silba.
PARÉNTESIS: REFLEXIÓN SOBRE LA SABIDURÍA
Este elogio de la Sabiduría no tiene mucha relación con los problemas abordados por Job y sus
amigos. Probablemente, el autor lo escribió como obra independiente, y luego lo insertó aquí como
una especie de paréntesis, para disminuir la tensión provocada por el acalorado debate de los
capítulos precedentes. El tema fundamental del poema es la trascendencia de la Sabiduría divina, que
resulta impenetrable para la inteligencia humana. El hombre explora el universo y va extrayendo, con
ingenio y tenacidad, sus tesoros ocultos. Pero la Sabiduría —el más preciado de todos los tesoros—
queda fuera de su alcance. Sólo Dios la posee y conoce el camino que conduce hacia ella.
La Sabiduría, inaccesible a los hombres
Job 28
1 Hay, sí, para la plata un venero, para el oro un lugar donde se purifica.
2 Se extrae del suelo el hierro, una piedra fundida se hace cobre.
3 Se pone fin a las tinieblas, hasta el último límite se excava la piedra oscura y lóbrega.
4 Extranjeros abren galerías de todo pie olvidadas, y oscilan, se balancean, lejos de los humanos.
5 Tierra de donde sale el pan, que está revuelta, abajo, por el fuego.
6 Lugar donde las piedras son zafiro y contienen granos de oro.
7 Sendero que no conoce el ave de rapiña, ni el ojo del buitre lo columbra.
8 No lo pisaron los hijos del orgullo, el león jamás lo atravesó.
9 Aplica el hombre al pedernal su mano, descuaja las montañas de raíz.
10 Abre canales en las rocas, ojo avizor a todo lo precioso.
11 Explora las fuentes de los ríos, y saca a luz lo oculto.
12 Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene? ¿cuál es la sede de la Inteligencia?
13 Ignora el hombre su sendero, no se le encuentra en la tierra de los vivos.
14 Dice el Abismo: «No está en mí», y el Mar: «No está conmigo.»
15 No se puede dar por ella oro fino, ni comprarla a precio de plata,
16 ni evaluarla con el oro de Ofir, el ágata preciosa o el zafiro.
17 No la igualan el oro ni el vidrio, ni se puede cambiar por vaso de oro puro.
18 Corales y cristal ni mencionarlos, mejor es pescar Sabiduría que perlas.
19 No la iguala el topacio de Kus, ni con oro puro puede evaluarse.
20 Mas la Sabiduría, ¿de dónde viene? ¿cuál es la sede de la Inteligencia?
La Sabiduría, sólo accesible al Creador
21 Ocúltase a los ojos de todo ser viviente, se hurta a los pájaros del cielo.
22 La Perdición y la Muerte dicen: «De oídas sabemos su renombre.»
23 Sólo Dios su camino ha distinguido, sólo él conoce su lugar.
24 (Porque él otea hasta los confines de la tierra, y ve cuanto hay bajo los cielos.)
25 Cuando dio peso al viento y aforó las aguas con un módulo,
26 cuando a la lluvia impuso ley y un camino a los giros de los truenos,
27 entonces la vio y le puso precio, la estableció y la escudriñó.
28 Y dijo al hombre: «Mira, el temor del Señor es la Sabiduría, huir del mal, la Inteligencia.»
CONCLUSIÓN DEL DIÁLOGO
El debate ha llegado a un punto muerto. Ninguno de los contendientes ha cedido en nada, sino
que se ha aferrado cada vez más a su propia posición. En el largo monólogo que viene a continuación,
Job ya no responde a sus amigos. Él se deja llevar por la nostalgia y evoca su antigua felicidad,
contraponiéndola amargamente a su miseria presente. Por último, y a falta de otras pruebas, hace
profesión bajo juramento de su inocencia y lanza a Dios un último desafío. Job ha dicho su última
palabra: ¡que el Todopoderoso venga a responderle! (31. 35).
Pero detrás de todas estas protestas de humildad y de virtud, se esconde un orgullo secreto. Job
está demasiado seguro de su justicia. Sólo cuando renuncie a su amor propio, saldrá purificado de la
prueba y encontrará la verdadera justicia.
Último discurso de Job: evocación de la felicidad pasada
Job 29
Job 30
1 Mas ahora ríense de mí los que son más jóvenes que yo, a cuyos padres no juzgaba yo dignos
soledad.
4 Recogían armuelle por los matorrales, eran su pan raíces de retama.
5 De entre los hombres estaban expulsados, tras ellos se gritaba como tras un ladrón.
6 Moraban en las escarpas de los torrentes, en las grietas del suelo y de las rocas.
7 Entre los matorrales rebuznaban, se apretaban bajo los espinos.
8 Hijos de abyección, sí, ralea sin nombre, echados a latigazos del país.
9 ¡Y ahora soy yo la copla de ellos, el blanco de sus chismes!
10 Horrorizados de mí, se quedan a distancia, y sin reparo a la cara me escupen.
11 Porque él ha soltado mi cuerda y me maltrata, ya tiran todo freno ante mí.
12 Una ralea se alza a mi derecha, exploran si me encuentro tranquilo, y abren hacia mí sus
caminos siniestros.
13 Mi sendero han destruido, para perderme se ayudan, y nada les detiene;
14 como por ancha brecha irrumpen, se han escurrido bajo los escombros.
15 Los terrores se vuelven contra mí, como el viento mi dignidad es arrastrada; como una nube
ha pasado mi ventura.
Amarga queja contra Dios
16 Y ahora en mí se derrama mi alma, me atenazan días de aflicción.
17 De noche traspasa el mal mis huesos, y no duermen las llagas que me roen.
18 Con violencia agarra él mi vestido, me aferra como el cuello de mi túnica.
19 Me ha tirado en el fango, soy como el polvo y la ceniza.
20 Grito hacia ti y tú no me respondes, me presento y no me haces caso.
21 Te has vuelto cruel para conmigo, tu mano vigorosa en mí se ceba.
22 Me llevas a caballo sobre el viento, me zarandeas con la tempestad.
23 Pues bien sé que a la muerte me conduces, al lugar de cita de todo ser viviente.
24 Y sin embargo, ¿he vuelto yo la mano contra el pobre, cuando en su angustia justicia
reclamaba?
25 ¿No he llorado por el que vive en estrechez? ¿no se ha apiadado mi alma del mendigo?
26 Yo esperaba la dicha, y llegó la desgracia, aguardaba la luz, y llegó la oscuridad.
27 Me hierven las entrañas sin descanso, me han alcanzado días de aflicción.
28 Sin haber sol, ando renegrido, me he levantado en la asamblea, sólo para gritar.
29 Me he hecho hermano de chacales y compañero de avestruces.
30 Mi piel se ha ennegrecido sobre mí, mis huesos se han quemado por la fiebre.
31 ¡Mi cítara sólo ha servido para el duelo, mi flauta para la voz de plañidores!
Declaración de la propia inocencia
Job 31
altura?
3 ¿No es acaso desgracia para el inicuo, tribulación para los malhechores?
4 ¿No ve él mis caminos, no cuenta todos mis pasos?
5 ¿He caminado junto a la mentira? ¿he apretado mi paso hacia la falsedad?
6 ¡Péseme él en balanza de justicia, conozca Dios mi integridad!
7 Si mis pasos del camino se extraviaron, si tras mis ojos fue mi corazón, si a mis manos se
adhiere alguna mancha,
8 ¡coma otro lo que yo sembré, y sean arrancados mis retoños!
9 Si mi corazón fue seducido por mujer, si he fisgado a la puerta de mi prójimo,
10 ¡muela para otro mi mujer, y otros se encorven sobre ella!
11 Pues sería ello una impudicia, un crimen a justicia sujeto;
12 sería fuego que devora hasta la Perdición y que consumiría toda mi hacienda.
13 Si he menospreciado el derecho de mi siervo o de mi sierva, en sus pleitos conmigo,
14 ¿qué podré hacer cuando Dios se levante? cuando él investigue, ¿qué responderé?
15 ¿No los hizo él, igual que a mí, en el vientre? ¿no nos formó en el seno uno mismo?
16 Me he negado al deseo de los débiles? ¿dejé desfallecer los ojos de la viuda?
17 ¿Comí solo mi pedazo de pan, sin compartirlo con el huérfano?
18 ¡Siendo así que desde mi infancia me crió él como un padre, me guió desde el seno materno!
19 ¿He visto a un miserable sin vestido, a algún pobre desnudo,
20 sin que en lo íntimo de su ser me bendijera, y del vellón de mis corderos se haya calentado?
21 Si he alzado mi mano contra un huérfano, por sentirme respaldado en la Puerta,
22 ¡mi espalda se separe de mi nuca, y mi brazo del hombro se desgaje!
23 Pues el terror de Dios caería sobre mí, y ante su majestad no podría tenerme.
24 ¿He hecho del oro mi confianza, o he dicho al oro fino: «Tú, mi seguridad»?
25 ¿Me he complacido en la abundancia de mis bienes, en que mi mano había ganado mucho?
26 ¿Acaso, al ver el sol cómo brillaba, y la luna que marchaba radiante,
27 mi corazón, en secreto, se dejó seducir para enviarles un beso con la mano?
28 También hubiera sido una falta criminal, por haber renegado del Dios de lo alto.735
29 ¿Del infortunio de mi enemigo me alegré, me gocé de que el mal le alcanzara?
30 ¡Yo que no permitía a mi lengua pecar reclamando su vida con una maldición!
31 ¿No decían las gentes de mi tienda: «¿Hay alguien que no se haya hartado con su carne?»
32 El forastero no pernoctaba a la intemperie, tenía abierta mi puerta al caminante.
33 ¿He disimulado mis culpas a los hombres, ocultando en mi seno mi pecado,
34 porque temiera el rumor público, o el desprecio de las gentes me asustara, hasta quedar
Job 32
1 Aquellos tres hombres dejaron de replicar a Job, porque se tenía por justo.
2 Entonces montó en cólera Elihú, hijo de Barakel el buzita, de la familia de Ram. Su cólera se
inflamó contra Job, porque pretendía tener razón frente a Dios;
3 y también contra sus tres amigos, porque no habían hallado ya nada que replicar y de esa
manera habían dejado mal a Dios.
4 Mientras hablaban ellos con Job, Elihú se había mantenido a la expectativa, porque eran más
viejos que él.
5 Pero cuando vio que en la boca de los tres hombres ya no quedaba respuesta, montó en cólera.
Primer discurso de Elihú: la pedagogía de Dios a través del sufrimiento
6 Tomó, pues, la palabra Elihú, hijo de Barakel el buzita, y dijo: Soy pequeño en edad, y vosotros
Elihú censura a Job
Job 33
1 Ten a bien, Job, escuchar mis palabras, presta oído a todas mis razones.
2 Ya ves que he abierto mi boca, en mi paladar habla mi lengua.
3 Mi corazón dará palabras cuerdas, la pura verdad dirán mis labios.
4 El soplo de Dios me hizo, me animó el aliento de Sadday.
5 Si eres capaz, replícame, ¡alerta, ponte en guardia ante mí!
6 Mira, soy como tú, no soy un dios, también yo de arcilla fui plasmado.
7 Por eso mi terror no te ha de espantar, no pesará mi mano sobre ti.
8 No has hecho más que decir a mis propios oídos, - pues he oído el son de tus palabras -:
9 «Puro soy, sin delito; limpio estoy, no hay culpa en mí.
10 Pero él inventa contra mí pretextos, y me reputa como su enemigo;
11 mis pies pone en el cepo, espía todas mis sendas.»
12 Pues bien, respondo, en esto no tienes razón, porque Dios es más grande que el hombre.
13 ¿Por qué te querellas tú con él porque no responda a todas tus palabras?
14 Habla Dios una vez, y otra vez, sin que se le haga caso.
15 En sueños, en visión nocturna, cuando un letargo cae sobre los hombres, mientras están
dormidos en su lecho,
16 entonces abre él el oído de los hombres, y con sus apariciones les espanta,
17 para apartar al hombre de sus obras y acabar con su orgullo de varón,
18 para librar su alma de la fosa y su vida de pasar el Canal.
19 También es corregido por el dolor en su camilla, por el temblor continuo de sus huesos,
20 cuando a su vida el alimento asquea y a su alma los manjares exquisitos,
21 cuando su carne desaparece de la vista, y sus huesos, que no se veían, aparecen;
22 cuando su alma a la fosa se aproxima y su vida a la morada de los muertos.
23 Si hay entonces junto a él un Ángel, un Mediador escogido entre mil, que declare al hombre su
deber,736
24 que de él se apiade y diga: «Líbrale de bajar a la fosa, yo he encontrado el rescate de su alma»,
25 su carne se renueva de vigor juvenil, vuelve a los días de su adolescencia.
26 Invoca a Dios, que le otorga su favor, y va a ver con júbilo su rostro Anuncia a los demás su
justicia,
27 canta así entre los hombres: «Yo había pecado y torcido el derecho, mas Dios no me ha dado
el merecido.
28 Ha librado mi alma de pasar por la fosa, y mi vida contempla la luz.»
29 He aquí todo lo que hace Dios, dos y tres veces con el hombre,
30 para recobrar su alma de la fosa, para que sea alumbrado con la luz de los vivos.
31 Atiende, Job, escúchame, guarda silencio, y yo hablaré.
32 Si tienes algo que decir, replícame, habla, pues yo deseo darte la razón.
33 Si no, escúchame, guarda silencio, y yo te enseñaré sabiduría.
Segundo discurso de Elihú: defensa de la justicia de Dios
Job 34
sus manos!
20 Mueren ellos de repente a media noche, perecen los grandes y pasan, y él depone a un tirano
sin esfuerzo.
21 Pues sus ojos vigilan los caminos del hombre, todos sus pasos observa.
22 No hay tinieblas ni sombra donde ocultarse los agentes del mal.
23 No asigna él un plazo al hombre para que a juicio se presente ante Dios.
24 Quebranta a los grandes sin examen, y pone a otros en su sitio.
25 Es que él conoce sus acciones, de noche los sacude y se les pisa.
26 Como a criminales los azota, en lugar público los encadena,
27 porque se apartaron de su seguimiento, y no comprendieron todos sus caminos,
28 hasta hacer llegar a él el gemido del débil y hacerle oír el clamor de los humildes.
29 Mas si él sigue inmóvil, sin que nadie le perturbe, si vela su faz, sin que nadie le perciba, es
Job 35
Cuarto discurso de Elihú: la justicia y la grandeza de Dios
Job 36
Job 37
retumba.
5 Dios nos da a ver maravillas, grandes cosas hace que no comprendemos.
6 Cuando dice a la nieve: «¡Cae sobre la tierra!», y a los aguaceros: «¡Lloved fuerte!»,
7 la mano de todo hombre retiene bajo sello, para que todos conozcan su obra.
8 Las fieras a sus guaridas huyen y en sus cubiles se cobijan.
9 Del sur llega el huracán, el frío, de los vientos del norte.
10 Al soplo de Dios se forma el hielo, se congela la extensión de las aguas.
11 El carga a la nube de un rayo, el nublado esparce su fulgor,
12 y éste, gira girando, circula conforme a sus designios. Así ejecutan sus órdenes en todo sobre
Job 38
El señorío de Dios sobre la tierra y el mar
4 Dónde estabas tú cuando fundaba yo la tierra? Indícalo, si sabes la verdad.
5 ¿Quién fijó sus medidas? ¿lo sabrías? ¿quién tiró el cordel sobre ella?
6 ¿Sobre qué se afirmaron sus bases? ¿quién asentó su piedra angular,
7 entre el clamor a coro de las estrellas del alba y las aclamaciones de todos los Hijos de Dios?
8 ¿Quién encerró el mar con doble puerta, cuando del seno materno salía borbotando;
9 cuando le puse una nube por vestido y del nubarrón hice sus pañales;
10 cuando le tracé sus linderos y coloqué puertas y cerrojos?
11 «¡Llegarás hasta aquí, no más allá - le dije -, aquí se romperá el orgullo de tus olas!»
12 ¿Has mandado, una vez en tu vida, a la mañana, has asignado a la aurora su lugar,
13 para que agarre a la tierra por los bordes y de ella sacuda a los malvados?
14 Ella se trueca en arcilla de sello, se tiñe lo mismo que un vestido.
15 Se quita entonces su luz a los malvados, y queda roto el brazo que se alzaba.
16 ¿Has penetrado hasta las fuentes del mar? ¿has circulado por el fondo del Abismo?
17 ¿Se te han mostrado las puertas de la Muerte? ¿has visto las puertas del país de la Sombra?737
18 ¿Has calculado las anchuras de la tierra? Cuenta, si es que sabes, todo esto.
El señorío de Dios sobre los fenómenos meteorológicos
19 ¿Por dónde se va a la morada de la luz? y las tinieblas, ¿dónde tienen su sitio?,
20 para que puedas llevarlas a su término, guiarlas por los senderos de su casa.
21 Si lo sabes, ¡es que ya habías nacido entonces, y bien larga es la cuenta de tus días!
22 ¿Has llegado a los depósitos de nieve? ¿Has visto las reservas de granizo,
23 que yo guardo para el tiempo de angustia, para el día de batalla y de combate?
24 ¿Por qué camino se reparte la luz, o se despliega el solano por la tierra?
25 ¿Quién abre un canal al aguacero, a los giros de los truenos un camino,
26 para llover sobre tierra sin hombre, sobre el desierto donde no hay un alma,
27 para abrevar a las soledades desoladas y hacer brotar en la estepa hierba verde?
28 ¿Tiene padre la lluvia? ¿quién engendra las gotas de rocío?
29 ¿De qué seno sale el hielo? ¿quién da a luz la escarcha del cielo,
30 cuando las aguas se aglutinan como piedra y se congela la superficie del abismo?
31 ¿Puedes tú anudar los lazos de las Pléyades o desatar las cuerdas de Orión?
32 ¿Haces salir la Corona a su tiempo? ¿conduces a la Osa con sus crías?
33 ¿Conoces las leyes de los Cielos? ¿aplicas su fuero en la tierra?
34 ¿Levantas tu voz hasta las nubes?, la masa de las aguas, ¿te obedece?
35 A tu orden, ¿los relámpagos parten, diciéndote: «Aquí estamos»?
36 ¿Quién puso en el ibis la sabiduría? ¿quién dio al gallo inteligencia?738
37 ¿Quién tiene pericia para contar las nubes? ¿quién inclina los odres de los cielos,
38 cuando se aglutina el polvo en una masa y los terrones se pegan entre sí?
El señorío de Dios sobre los animales
39 ¿Cazas tú acaso la presa a la leona? ¿calmas el hambre de los leoncillos,
40 cuando en sus guaridas están acurrucados, o en los matorrales al acecho?
41 ¿Quién prepara su provisión al cuervo, cuando sus crías gritan hacia Dios, cuando se estiran
faltos de comida?
Job 39
1 ¿Sabes cuándo hacen las rebecas sus crías? ¿has observado el parto de las ciervas?
2 ¿has contado los meses de su gestación? ¿sabes la época de su alumbramiento?
3 Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada.
4 Y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, salen al desierto y no vuelven más a ellas.
5 ¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras del asno salvaje?
6 Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa.
7 Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero;
8 explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde.
9 ¿Querrá acaso servirte el buey salvaje, pasar la noche junto a tu pesebre?
10 ¿Atarás a su cuello la coyunda? ¿rastrillará los surcos tras de ti?
11 ¿Puedes fiarte de él por su gran fuerza? ¿le confiarás tu menester?
12 ¿Estás seguro de que vuelva, de que en tu era allegue el grano?
13 El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y del halcón?
14 Ella en tierra abandona sus huevos, en el suelo los deja calentarse;
15 se olvida de que puede aplastarlos algún pie, o cascarlos una fiera salvaje.
16 Dura para sus hijos cual si no fueran suyos, por un afán inútil no se inquieta.
17 Es que Dios la privó de sabiduría, y no le dotó de inteligencia.
18 Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete.
19 ¿Das tú al caballo la bravura? ¿revistes su cuello de tremolante crin?
20 ¿Le haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho altanero!
21 Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza al encuentro de las armas.
22 Se ríe del miedo y de nada se asusta, no retrocede ante la espada.
23 Va resonando sobre él la aljaba, la llama de la lanza y el dardo.
24 Hirviendo de impaciencia la tierra devora, no se contiene cuando suena la trompeta.
25 A cada toque de trompeta dice: «¡Aah!» olfatea de lejos el combate, las voces de mando y los
clamores.
26 ¿Acaso por tu acuerdo el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur?
27 ¿Por orden tuya se remonta el águila y coloca su nido en las alturas?
28 Pone en la roca su mansión nocturna, su fortaleza en un picacho.
29 Desde allí acecha a su presa, desde lejos la divisan sus ojos.
30 Sus crías lamen sangre; donde hay muertos, allí está.
El desafío del Señor y la respuesta de Job
Job 40
Segundo discurso del Señor
Interpelación inicial del Señor
6 Yahveh respondió a Job desde el seno de la tempestad y dijo:
7 Ciñe tus lomos como un bravo: voy a preguntarte y tú me instruirás.
8 ¿De verdad quieres anular mi juicio?, para afirmar tu derecho, ¿me vas a condenar?
9 ¿Tienes un brazo tú como el de Dios? ¿truena tu voz como la suya?
10 ¡Ea, cíñete de majestad y de grandeza, revístete de gloria y de esplendor!
11 ¡Derrama la explosión de tu cólera, con una mirada humilla al arrogante!
12 ¡Con una mirada abate al orgulloso, aplasta en el sitio a los malvados!
13 ¡Húndelos juntos en el suelo, cierra sus rostros en el calabozo!
14 ¡Y yo mismo te rendiré homenaje, por la victoria que te da tu diestra!
Behemot, el hipopótamo
15 Mira a Behemot, criatura mía, como tú. Se alimenta de hierba como el buey.739
16 Mira su fuerza en sus riñones, en los músculos del vientre su vigor.
17 Atiesa su cola igual que un cedro, los nervios de sus muslos se entrelazan.
18 Tubos de bronce son sus vértebras; sus huesos, como barras de hierro.
19 Es la primera de las obras de Dios: su autor le procuró su espada;
20 los montes le aportan un tributo, y todas las fieras que retozan en ellos.
21 Bajo los lotos se recuesta, en escondite de cañas y marismas.
22 Los lotos le recubren con su sombra, los sauces del torrente le rodean.
23 Si el río va bravo, no se inquieta, firme está aunque un Jordán le llegue hasta la boca.
24 ¿Quién, pues, podrá prenderle por los ojos, taladrar su nariz con punzones?
Leviatán, el cocodrilo
25 Y a Leviatán, ¿le pescarás tú a anzuelo, sujetarás con un cordel su lengua?740
26 ¿Harás pasar por su nariz un junco? ¿taladrarás con un gancho su quijada?
27 ¿Te hará por ventura largas súplicas? te hablará con timidez?
28 ¿Pactará contigo un contrato de ser tu siervo para siempre?
29 ¿Jugarás con él como con un pájaro, o lo atarás para juguete de tus niñas?
30 ¿traficarán con él los asociados? ¿se le disputarán los mercaderes?
31 ¿Acribillarás su piel de dardos? ¿clavarás con el arpón su cabeza?
32 Pon sobre él tu mano: ¡al recordar la lucha no tendrás ganas de volver!
Job 41
Última respuesta de Job
Job 42
un holocausto. Mi siervo Job intercederá por vosotros y, en atención a él, no os castigaré por no
haber hablado con verdad de mí, como mi siervo Job.»
9 Elifaz de Temán, Bildad de Sáaj, y Sofar de Naamat fueron a cumplir la orden de Yahveh. Y
«Cuerno de afeites».
15 No había en todo el país mujeres tan bonitas como las hijas de Job. Y su padre les dio parte en
generaciones.
17 Después Job murió anciano y colmado de días.
LOS DEMÁS ESCRITOS
Después de la LEY y los PROFETAS, la Biblia hebrea presenta una tercera colección de Libros,
que no forman un conjunto homogéneo. Por eso no han recibido un título característico, sino que se
los llamó simplemente LOS DEMÁS ESCRITOS. Entre ellos ocupa un lugar de preeminencia el libro
de los Salmos. De allí que el Nuevo Testamento, siguiendo una costumbre judía, designe a estas tres
partes de la Biblia como "la Ley de Moisés, los Profetas y los Salmos" (Lc. 24. 44).
Además de estos "Escritos", hay otros Libros que los judíos de Palestina no incluyeron en el
canon de las Escrituras, pero que fueron admitidos por los judíos residentes en Alejandría de Egipto.
Estos Libros, redactados originariamente en griego o traducidos a esa lengua, fueron incorporados a
la versión llamada de los "Setenta", que era la Biblia usada por las comunidades judías dispersas en
el mundo grecorromano y por los cristianos de habla griega. Como en los primeros siglos del
Cristianismo se suscitaron ciertas dudas sobre el carácter inspirado de estos Libros, se los llamó
"deuterocanónicos", es decir, incluidos en el canon de los Libros Sagrados en un "segundo" momento.
Actualmente, los cristianos que siguen la reforma protestante, lo mismo que el Judaísmo, sólo admiten
el canon fijado por los rabinos de Palestina hacia el año 90 d. C. La Iglesia Católica, en cambio,
también reconoce como inspirados los Libros "deuterocanónicos".
El grupo más representativo de estos Escritos es el de los Libros llamados "sapienciales", a
saber, Job, Proverbios, Eclesiastés, Eclesiástico y Sabiduría, aunque el género sapiencial también se
encuentra en varios Salmos y en otros Libros de carácter didáctico, como los de Tobías y Baruc. Este
género se remonta a los orígenes de Israel, pero se desarrolló especialmente después del exilio,
cuando se extinguió el profetismo y los "maestros de sabiduría" se convirtieron en los guías
espirituales del Pueblo judío.
LOS ESCRITOS SAPIENCIALES
La literatura sapiencial no es exclusiva de Israel, sino que constituye un fenómeno ampliamente
difundido en todo el Antiguo Oriente. La misma Biblia menciona a "los sabios de las naciones" (Jer.
10. 7) y alude en particular a la sabiduría de Asiria (Is. 10. 13), de Babilonia (Is. 47. 10; Jer. 50. 35) y
de Fenicia (Ez. 28. 3-5). Especialmente célebres eran los sabios de Arabia y de Edóm, y Job lo mismo
que sus tres amigos son presentados como habitantes de aquellas regiones (Jb. 1. 1; 2. 11). No menos
renombrada era la sabiduría de Egipto, de donde procede un conjunto notable de escritos
sapienciales, cuyos orígenes se remontan al 2800 a. C.
El rasgo más característico de la "sabiduría" oriental es su carácter eminentemente práctico. El
sabio observa y escucha, está atento a la compleja trama de la vida y a las reacciones de los hombres.
Él sabe que en la infinita variedad de los acontecimientos es posible descubrir un "orden" que es
preciso conocer para actuar con éxito en la vida. La sabiduría es el arte de gobernarse a sí mismo, la
capacidad de distinguir lo útil y ventajoso de lo nocivo y perjudicial. Las fuentes de ese conocimiento
práctico son la inteligencia, la experiencia y la reflexión.
De este fondo cultural común a muchos pueblos del Antiguo Oriente se benefició también Israel.
El movimiento sapiencial tomó un gran impulso en tiempos de Salomón, cuando el afianzamiento de la
institución monárquica exigía la adecuada formación de las clases dirigentes del reino y la
organización del personal administrativo. De allí que la tradición bíblica considere a aquel célebre
rey como el prototipo del "sabio" (1 Rey. 5. 10) y le atribuya prácticamente todos los escritos
sapienciales del Antiguo Testamento.
Pero Israel no recibió pasivamente aquella herencia cultural, sino que le imprimió su sello
propio. La sabiduría que brota de la experiencia se convirtió gradualmente en una sabiduría religiosa,
fundada en el "temor del Señor" y orientada hacia él. Así, el "humanismo" de la sabiduría oriental
adquirió un contenido nuevo, que se acentúa sobre todo en los escritos más recientes, como son el
prólogo al libro de los Proverbios, el Eclesiástico y la Sabiduría. Al destacar el origen divino de la
Sabiduría, los "sabios" de Israel descubrieron nuevos horizontes, que los llevaron a poner de relieve
la misteriosa trascendencia de esa Sabiduría y la incapacidad del hombre para penetrar en ella (Jb.
28).
Más aún, varios poemas contenidos en estos Libros "personifican" a la Sabiduría divina,
presentándola como alguien que toma la palabra para exponer sus prerrogativas y su inagotable
riqueza (Prov. 8. 22-31). Ella se identifica a sí misma con la Palabra creadora de Dios (Ecli. 24. 3) y
con la Ley revelada a Israel (Ecli. 24. 23; Bar. 3. 9 — 4. 4). Esta personificación poética de la
Sabiduría preparaba la revelación del misterio de Cristo, Palabra de Dios hecha carne (Jn. 1. 14) y
Sabiduría de Dios manifestada plenamente a los hombres (1 Cor. 1. 24).
LOS SALMOS
LA FORMACIÓN DEL SALTERIO
Introducción.
La palabra "Salmo" proviene de un verbo griego que significa "tocar un instrumento de
cuerdas", y se utilizó originariamente para designar los cantos acompañados por ese instrumento.
Este último se llamaba "Salterio", pero más tarde el nombre perdió su significación original y
comenzó a ser empleado como sinónimo de LIBRO DE LOS SALMOS.
El Antiguo Testamento contiene numerosos textos poéticos con características similares a las de
los Salmos. El célebre Canto de Moisés (Ex. 15. 1-18), el himno de victoria entonado por Débora y
Barac (Jc. 5), la elegía de David por la muerte de Saúl y Jonatán (2 Sam. 1. 17-27) y la lamentación de
Jonás (Jon. 2. 3-10), son algunos de los muchos ejemplos que se podrían citar. Pero el tesoro de la
lírica cultual y religiosa de Israel se encuentra fundamentalmente en el Salterio.
Una tradición judía —que luego tuvo amplia difusión en la Iglesia— atribuye a David la mayor
parte de los Salmos. Esta atribución se funda en el testimonio de los Libros históricos del Antiguo
Testamento, que aluden repetidamente al genio musical y poético de David (1 Sam. 16. 16-19, 23; 2
Sam. 1. 17-27; 23. 1). Sin embargo, las múltiples situaciones individuales y nacionales reflejadas en
los Salmos, su variedad de estilos y géneros literarios, como asimismo su íntima vinculación con la
vida litúrgica de Israel, impiden afirmar que el Salterio sea la obra de un solo autor o el producto de
una sola época. Por otra parte, dicha tradición comenzó a formarse mucho después del exilio
babilónico, es decir, en un momento en que era frecuente entre los judíos poner bajo el nombre de
una gran personalidad todos los escritos pertenecientes a un mismo género. Así, por ejemplo, toda la
legislación contenida en el Pentateuco se atribuyó a Moisés, mientras que Salomón fue considerado
el autor de toda la literatura sapiencial.
En realidad, el Salterio es el Libro de oración que los israelitas fueron componiendo a lo largo
de varios siglos para dialogar con su Dios. A través de ciento cincuenta poemas religiosos, ese
Pueblo fue expresando sus experiencias y las aspiraciones más profundas de su alma: sus luchas y sus
esperanzas, sus triunfos y sus fracasos, su adoración y su acción de gracias, sus rebeldías y sus
arrepentimientos y, sobre todo, la súplica ardiente que brota de la enfermedad, la pobreza, el
destierro, la injusticia y de todas las demás miserias del hombre.
Al comienzo de la mayoría de los Salmos se encuentran inscripciones o "títulos", con
indicaciones de carácter musical, poético, litúrgico o histórico, cuyo significado es muchas veces
oscuro. Estos títulos no provienen de los autores de cada Salmo, sino que fueron agregados por los
cantores del Templo de Jerusalén, a medida que los diversos poemas eran agrupados en colecciones.
Los géneros literarios de los Salmos
En el texto hebreo del Antiguo Testamento, los Salmos son designados con una expresión que
significa "Cantos de Alabanza". Esta designación se adapta muy bien a un grupo de Salmos, pero
resulta menos adecuada cuando se la aplica a todo el conjunto, ya que el Salterio incluye —además de
los "Himnos" o "Cantos de Alabanza"— otros tipos de oración, en especial, las "Súplicas" y los
"Cantos de Acción de gracias".
Los "Himnos" expresan la actitud de adoración del creyente frente a la grandeza y la bondad de
Dios. En este grupo se distinguen, por su tema especial, los "Cantos de Sión" y los "Himnos a la
realeza del Señor". Las "Súplicas" responden a la necesidad de apelar confiadamente a la misericordia
divina en los momentos de necesidad, y se pueden distinguir dos tipos diversos: las súplicas
"colectivas" y las "individuales". Los "Cantos de Acción de gracias" son una expresión de
reconocimiento por la ayuda recibida del Señor, y también ellos se dividen en "colectivos" e
"individuales". La característica distintiva de estos Salmos es el relato de los sufrimientos padecidos
por el salmista y la solemne proclamación de los beneficios alcanzados.
A estos tres géneros se añaden otros grupos de salmos que presentan características especiales,
sea de forma o de contenido. A ellos pertenecen, por ejemplo, los Salmos "sapienciales" y los
"reales". Estos últimos cobraron una especial importancia cuando fue depuesto el último de los reyes
davídicos. "Releídos" en sentido mesiánico, se descubrió en ellos un anuncio profético del día en que
el Señor devolvería su antiguo esplendor a la dinastía davídica y establecería un Reino más perfecto
aún que el de David. Dentro de dicha perspectiva mesiánica, el Nuevo Testamento aplicó esto Salmos
a Jesucristo, el Mesías, "nacido de la estirpe de David según la carne" (Rom. 1. 3). Además, existen
otras formas de Salmos, llamadas "mixtas" o "irregulares" porque en ellas se mezclan diversos
géneros.
Los Salmos imprecatorios
Una dificultad particular es la que presentan las "imprecaciones" del Salterio, con sus violentos
deseos de venganza y sus expresiones de odio contra los "enemigos". Para situar esas imprecaciones
en su contexto adecuado, conviene tener en cuenta, aunque sea muy someramente, quiénes son los
"enemigos" a los que se alude en los Salmos.
Unas veces, las imprecaciones están dirigidas contra los "enemigos" de Israel, es decir, contra
los responsables de graves desgracias nacionales, incluso —como en los casos de Asiria y de
Babilonia— de la destrucción de los Reinos de Israel y de Judá (2 Rey. 17. 5-6; 25. 8-21). El orgullo
nacional y la convicción de que los enemigos de Israel eran los enemigos de Dios, hacen más
explicables algunas expresiones, como las de los salmos 79. 12; 137. 7-9. Por otra parte, estas
imprecaciones reproducen fórmulas más o menos estereotipadas, propias del lenguaje guerrero de la
época.
Otras veces, los "enemigos" son todos aquellos que tenían al salmista por un pecador y veían en
sus sufrimientos un castigo de Dios, debido a la perspectiva de retribución puramente terrena propia
del Antiguo Testamento. Para esa mentalidad, todo sufrimiento era una consecuencia del pecado, y
los que lo padecían estaban "abandonados de Dios". Consciente de su inocencia, el salmista apela al
Señor para que "confunda" a sus enemigos. Sólo así se manifestaría la justicia de Dios y la inocencia
de los justos, y no se podría dudar de la protección que el Señor concede a sus amigos. Finalmente,
en otras ocasiones, los "enemigos" son los que persiguen y oprimen a los pobres y a los débiles. En
esos casos, las imprecaciones —incluso las más violentas— revelan un ansia incontenible de justicia
y un legítimo anhelo de liberación que nunca pierden actualidad.
El uso cristiano del Salterio
Los primeros cristianos hicieron del Salterio su "Libro de oración" por excelencia, si bien lo
"releyeron" con un nuevo espíritu, a la luz del Misterio Pascual. Este hecho resulta particularmente
significativo, si se tiene en cuenta que todos los otros elementos cultuales de la ANTIGUA ALIANZA
—el Templo, el sacerdocio y los sacrificios— quedaron abolidos por Cristo, el verdadero Templo,
el Sumo Sacerdote y la única Víctima agradable a Dios.
Al conservar el uso de los Salmos, los primeros cristianos no hicieron más que seguir el
ejemplo de Cristo. Los Salmos, en efecto, animaron su constante diálogo con el Padre. Un salmo
expresa el sentido de su misión, en el momento de venir a este mundo (Sal. 40. 8-9, citado en Heb. 10.
9). En sus peregrinaciones a Jerusalén, antes de iniciar su ministerio público, Jesús cantó los Salmos
graduales (Lc. 2. 41-42). En la última Cena, entonó los Salmos que recitaban los judíos al celebrar la
Cena pascual (Mt. 26. 30). Y en la Cruz, él recurrió una vez más al Salterio para expresar su dolor y
su abandono confiado en las manos del Padre (Mt. 27. 46; Lc. 23. 46; Jn. 19. 28).
(Los números de los Salmos entre paréntesis corresponden a la Vulgata)
Salmo 1
11 ¡Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se
detiene, ni en el banco de los burlones se sienta,2
2 mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche!3
3 Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto, y jamás se
Salmo 2
15 ¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos mascullan planes vanos?6
2 Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos conspiran aliados contra Yahveh y contra su
Ungido:7
3 «¡Rompamos sus coyundas, sacudámonos su yugo!»
4 El que se sienta en los cielos se sonríe, Yahveh se burla de ellos.8
5 Luego en su cólera les habla, en su furor los aterra:
6 «Ya tengo yo consagrado a mi rey en Sión mi monte santo.»
7 Voy a anunciar el decreto de Yahveh: El me ha dicho: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado
hoy.9
8 Pídeme, y te daré en herencia las naciones, en propiedad los confines de la tierra.
9 Con cetro de hierro, los quebrantarás, los quebrarás como vaso de alfarero.»10
10 Y ahora, reyes, comprended, corregíos, jueces de la tierra.
11 Servid a Yahveh con temor,
12 con temblor besad sus pies; no se irrite y perezcáis en el camino, pues su cólera se inflama de
Salmo 3
Salmo 4
mentira?16 Pausa.
3 ¡Sabed que Yahveh mima a su amigo, Yahveh escucha cuando yo le invoco.
4 Temblad, y no pequéis; hablad con vuestro corazón en el lecho ¡y silencio!17 Pausa.
5 Ofreced sacrificios de justicia y confiad en Yahveh.
6 Muchos dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha?» ¡Alza sobre nosotros la luz de tu rostro!
Yahveh,
7 tú has dado a mi corazón más alegría que cuando abundan ellos de trigo y vino nuevo.
8 En paz, todo a una, yo me acuesto y me duermo, pues tú solo, Yahveh, me asientas en seguro.
Salmo 5
Salmo 7
inocencia.28
9 Haz que cese la maldad de los impíos, y afianza al justo, tú que escrutas corazones y entrañas,
oh Dios justo.
10 Dios, el escudo que me cubre, el salvador de los de recto corazón;
11 Dios, el juez justo, tardo a la cólera, pero Dios amenazante en todo tiempo
12 para el que no se vuelve. Afile su espada el enemigo, tense su arco y lo apareje,
13 para sí solo prepara armas de muerte, hace tizones de sus flechas;
14 vedle en su preñez de iniquidad, malicia concibió, fracaso pare.
15 Cavó una fosa, recavó bien hondo, mas cae en el hoyo que él abrió;
16 revierte su obra en su cabeza, su violencia en su cerviz recae.
17 Doy gracias a Yahveh por su justicia, salmodio al nombre de Yahveh, el Altísimo.
Salmo 8
29 Del maestro de coro. Según la... de Gat. Salmo. De David.30
1 ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Tú que exaltaste tu
Salmo 9
jamás;
6 acabado el enemigo, todo es ruina sin fin, has suprimido sus ciudades, perdido su
prendido.
16 Yahveh se ha dado a conocer, ha hecho justicia, el impío se ha enredado en la obra de sus
manos. Sordina. Pausa.
17 Yod¡Vuelvan los impíos al seol, todos los gentiles que de Dios se olvidan!37
18 Kaf.Que no queda olvidado el pobre eternamente, no se pierde por siempre la esperanza de los
desdichados.
19 ¡Levántate, Yahveh, no triunfe el hombre, sean juzgados los gentiles delante de tu rostro!
20 Infunde tú, Yahveh, en ellos el terror, aprendan los gentiles que no son más que hombres.
Pausa.
Salmo 10
138 Lámed ¿Por qué, Yahveh, te quedas lejos, te escondes en las horas de la angustia?
2 Por el orgullo del impío es perseguido el desdichado, queda preso en la trampa que le ha
urdido.
3 (Mem.) Sí, el impío se jacta de los antojos de su alma, el avaro que bendice menosprecia a
Yahveh,
4 (Nun.) el impío, insolente, no le busca: «¡No hay Dios!», es todo lo que piensa.39
5 En todo tiempo se afianzan sus caminos, allá arriba tus juicios muy lejos de él están, a todos sus
rivales da soplidos.
6 Dice en su corazón: «¡Jamás vacilaré!» (Sámek.) porque en desgracia no se ve,
7 maldice. (Pe.) De fraude y perfidia está llena su boca, bajo su lengua sólo maldad e iniquidad;40
8 al acecho se aposta entre las cañas en los recodos mata al inocente. (Ain.) Todo ojos, espía al
desvalido,
9 al acecho escondido como león en su guarida, al acecho para atrapar al desdichado, atrapa al
desdichado arrastrándole en su red.
10 (Sade.) Espía, se agazapa, se encoge, el desvalido cae en su poder;
11 dice en su corazón: «Dios se ha olvidado, tiene tapado el rostro, no ha de ver jamás.»
12 Qof. ¡Levántate, Yahveh, alza tu mano, oh Dios! ¡No te olvides de los desdichados!
13 ¿Por qué el impío menosprecia a Dios, dice en su corazón: «No vendrás a indagar?»
14 Res. Lo has visto ya, que la pena y la tristeza las miras tú para tomarlas en tu mano: el
desvalido se abandona a ti, tú socorres al huérfano.
15 Sin. ¡Quiebra el brazo del impío, del malvado; indaga su impiedad sin dejar rastro!
16 ¡Yahveh es rey por siempre, por los siglos; los gentiles han sido barridos de su tierra!
17 Tau. El deseo de los humildes escuchas tú, Yahveh, su corazón confortas, alargas tus oídos,
18 para hacer justicia al huérfano, al vejado: ¡cese de dar terror el hombre salido de la tierra!
Salmo 11
141 Del maestro de coro. De David. En Yahveh me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: «Huye,
pájaro, a tu monte?
2 «He aquí que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la sombra a
Salmo 12
45 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.
1 ¡Salva, Yahveh, que ya no hay fieles, se acabaron los veraces entre los hijos de Adán!
2 Falsedad sólo dicen, cada cual a su prójimo, labios de engaño, lenguaje de corazones dobles.46
3 Arranque Yahveh todo labio tramposo, la lengua que profiere bravatas,
4 los que dicen: «La lengua es nuestro fuerte, nuestros labios por nosotros, ¿quien va a ser amo
nuestro?»
5 Por la opresión de los humildes, por el gemido de los pobres, ahora me alzo yo, dice Yahveh:
auxilio traigo a quien por él suspira.
6 Las palabras de Yahveh son palabras sinceras, plata pura, de ras de tierra, siete veces purgada.
7 Tú, Yahveh, los guardarás, los librarás de esta ralea para siempre;
8 de todas partes se irán los impíos, colmo de vileza entre los hijos de Adán.
Salmo 13
Del maestro de coro. Salmo. De David.
1 ¿Hasta cuándo, Yahveh, me olvidarás? ¿Por siempre? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
2 ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, en mi corazón angustia, día y noche? ¿Hasta
cuándo triunfará sobre mí mi enemigo?
3 ¡Mira, respóndeme, Yahveh, Dios mío! ¡Ilumina mis ojos, no me duerma en la muerte,
4 no diga mi enemigo: «¡Le he podido!», no exulten mis adversarios al verme vacilar!
5 Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte.
6 ¡A Yahveh cantaré por el bien que me ha hecho Salmodiaré al nombre de Yahveh, el Altísimo!
Salmo 14
Sal 53.
47 Del maestro de coro. De David.
1 Dice en su corazón el insensato: «¡No hay Dios!» Corrompidos están, de conducta abominable,
siquiera.49
4 ¿No aprenderán todos los agentes de mal que comen a mi pueblo como se come el pan, y a
Yahveh no invocan?
5 Allí de espanto temblarán donde nada hay que espante, que Dios está por la raza del justo:
6 de los planes del desdichado os burláis. mas Yahveh es su refugio.
7 ¿Quién traerá de Sión la salvación de Israel? Cuando cambie Yahveh la suerte de su pueblo,
Salmo 15
51 Salmo. De David.
1 Yahveh, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?
2 El que ando sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón,
3 y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo;
4 con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; que jura en su
perjuicio y no retracta,
5 no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás
vacilará.52
Salmo 16
para siempre.56
Salmo 17
57 Oración. De David.
1 Escucha, Yahveh, la justicia, atiende a mi clamor, presta oído a mi plegaria, que no es de labios
engañosos.
2 Mi juicio saldrá de tu presencia, tus ojos ven lo recto.
3 Mi corazón tú sondas, de noche me visitas; me pruebas al crisol sin hallar nada malo en mí; mi
boca no claudica
4 al modo de los hombres. La palabra de tus labios he guardado, por las sendas trazadas
5 ajustando mis pasos; por tus veredas no vacilan mis pies.58
6 Yo te llamo, que tú, oh Dios, me respondes, tiende hacia mí tu oído, escucha mis palabras,
7 haz gala de tus gracias, tú que salvas a los que buscan a tu diestra refugio contra los que atacan.
8 Guárdame como la pupila de los ojos, escóndeme a la sombra de tus alas59
9 de esos impíos que me acosan, enemigos ensañados que me cercan.
10 Están ellos cerrados en su grasa, hablan, la arrogancia en la boca.
11 Avanzan contra mí, ya me cercan, me clavan sus ojos para tirarme al suelo.
12 Son como el león ávido de presa, o el leoncillo agazapado en su guarida.
13 ¡Levántate, Yahveh, hazle frente, derríbale; libra con tu espada mi alma del impío,
14 de los mortales, con tu mano, Yahveh, de los mortales de este mundo, cuyo lote es la vida! ¡De
tus reservas llénales el vientre, que sus hijos se sacien, y dejen las sobras para sus pequeños!60
15 Mas yo, en la justicia, contemplaré tu rostro, al despertar me hartaré de tu imagen.61
Salmo 18
62 Del maestro de coro. Del siervo de Yahveh, David, que dirigió a Yahveh las palabras de este
cántico el día en que Yahveh le libró de todos sus enemigos y de las manos de Saúl.
Dijo:
1 Yo te amo, Yahveh, mi fortaleza, (mi salvador, que de la violencia me has salvado).
2 Yahveh, mi roca y mi baluarte, mi liberador, mi Dios; la peña en que me amparo, mi escudo y
él se acogen.
31 Pues ¿quién es Dios fuera de Yahveh? ¿Quién Roca, sino sólo nuestro Dios?
32 El Dios que me ciñe de fuerza, y hace mi camino irreprochable,
33 que hace mis pies como de ciervas, y en las alturas me sostiene en pie,
34 el que mis manos para el combate adiestra y mis brazos para tensar arco de bronce.
35 Tú me das tu escudo salvador, (tu diestra me sostiene), tu cuidado me exalta,
36 mis pasos ensanchas ante mí, no se tuercen mis tobillos.
37 Persigo a mis enemigos, les doy caza, no vuelvo hasta haberlos acabado;
38 los quebranto, no pueden levantarse, sucumben debajo de mis pies.
39 Para el combate de fuerza me ciñes, doblegas bajo mí a mis agresores,
40 a mis enemigos haces dar la espalda, extermino a los que me odian.
41 Claman, mas no hay salvador, a Yahveh, y no les responde.
42 Los machaco como polvo al viento, como al barro de las calles los piso.
43 De las querellas de mi pueblo tú me libras, me pones a la cabeza de las gentes; pueblos que no
conocía me sirven;
44 los hijos de extranjeros me adulan, son todo oídos, me obedecen,
45 los hijos de extranjeros desmayan, y dejan temblando sus refugios.
46 ¡Viva Yahveh, bendita sea mi roca, el Dios de mi salvación sea ensalzado,
47 el Dios que la venganza me concede y abate los pueblos a mis plantas!
48 Tú me libras de mis enemigos, me exaltas sobre mis agresores, del hombre violento me
salvas.
49 Por eso he de alabarte entre los pueblos, a tu nombre, Yahveh, salmodiaré.
50 El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y a su linaje
para siempre.67
Salmo 19
su ardor escape.69
7 La ley de Yahveh es perfecta, consolación del alma, el dictamen de Yahveh, veraz, sabiduría del
sencillo.70
8 Los preceptos de Yahveh son rectos, gozo del corazón; claro el mandamiento de Yahveh, luz
de los ojos.
9 El temor de Yahveh es puro, por siempre estable; verdad, los juicios de Yahveh, justos todos
ellos,
10 apetecibles más que el oro, más que el oro más fino; sus palabras más dulces que la miel, más
Salmo 20
Salmo 21
Salmo 22
rugidos!79
2 Dios mío, de día clamo, y no respondes, también de noche, no hay silencio para mí.
3 ¡Mas tú eres el Santo, que moras en las laudes de Israel!80
4 En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste;
5 a ti clamaron, y salieron salvos, en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos.81
6 Y yo, gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo,
7 todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza:82
8 «Se confió a Yahveh, ¡pues que él le libre, que le salve, puesto que le ama!»83
9 Sí, tú del vientre me sacaste, me diste confianza a los pechos de mi madre;84
10 a ti fui entregado cuando salí del seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios.
11 ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro!
12 Novillos innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán;85
13 ávidos abren contra mí sus fauces; leones que desgarran y rugen.
14 Como el agua me derramo, todos mis huesos se dislocan, mi corazón se vuelve como cera, se
polvo de la muerte.
16 Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis
de Israel».
24 Porque no ha despreciado ni ha desdeñado la miseria del mísero; no le ocultó su rostro, mas
cuando le invocaba le escuchó.
25 De ti viene mi alabanza en la gran asamblea, mis votos cumpliré ante los que le temen.
26 Los pobres comerán, quedarán hartos, los que buscan a Yahveh le alabarán: «¡Viva por
siempre vuestro corazón!»87
27 Le recordarán y volverán a Yahveh todos los confines de la tierra, ante él se postrarán todas
Salmo 23
89 Salmo. De David.
1 Yahveh es mi pastor, nada me falta.90
2 Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,
3 y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.
4 Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu
está mi copa.91
6 Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh
Salmo 24
93 Salmo. De David.
1 De Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan;
2 que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos.94
3 ¿Quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?
4 El de manos limpias y puro corazón, el que a la vanidad no lleva su alma, ni con engaño jura.
5 El logrará la bendición de Yahveh, la justicia del Dios de su salvación.
6 Tal es la raza de los que le buscan, los que van tras tu rostro, oh Dios de Jacob.95 Pausa.
7 ¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la
gloria!
8 ¿Quién es ese rey de gloria? Yahveh, el fuerte, el valiente, Yahveh, valiente en la batalla.
9 ¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la
gloria!96
10 ¿Quién es ese rey de gloria? Yahveh Sebaot, él es el rey de gloria.97 Pausa
Salmo 25
98 De David
1 Alef. A ti, Yahveh, levanto mi alma,
2 oh Dios mío. Bet. En ti confío, ¡no sea confundido, no triunfen de mí mis enemigos!
3 Guimel. No hay confusión para el que espera en ti, confusión sólo para el que traiciona sin
motivo.
4 Dálet. Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas.
5 He. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación. (Vau) En ti estoy
esperando todo el día,
6 Zain. Acuérdate, Yahveh, de tu ternura, y de tu amor, que son de siempre.
7 Jet. De los pecados de mi juventud no te acuerdes, pero según tu amor, acuérdate de mí. por tu
bondad, Yahveh.
8 Tet. Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino;
9 Yod. conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero.
10 Kaf. Todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus
dictámenes.
11 Lámed. Por tu nombre, oh Yahveh, perdona mi culpa, porque es grande.
12 Mem. Si hay un hombre que tema a Yahveh, él le indica el camino a seguir;99
13 Nun. su alma mora en la felicidad, y su estirpe poseerá la tierra.100
14 Sámek. El secreto de Yahveh es para quienes le temen, su alianza, para darles cordura.
15 Ain. Mis ojos están fijos en Yahveh, que él sacará mis pies del cepo.
16 Pe. Vuélvete a mí, tenme piedad, que estoy solo y desdichado.
17 Sade. Alivia los ahogos de mi corazón, hazme salir de mis angustias.
18 (Qof.) Ve mi aflicción y mi penar, quita todos mis pecados.
19 Res. Mira cuántos son mis enemigos, cuán violento el odio que me tienen.
20 Sin. Guarda mi alma, líbrame, no quede confundido, cuando en ti me cobijo.
21 Tau. Inocencia y rectitud me amparen, que en ti espero, Yahveh.
22 Redime, oh Dios, a Israel de todas sus angustias.
Salmo 26
101 De David.
1 Hazme justicia, Yahveh, pues yo camino en mi entereza, me apoyo en Yahveh y no vacilo.102
2 Escrútame, Yahveh, ponme a prueba, pasa al crisol mi conciencia y mi corazón;
3 está tu amor delante de mis ojos, y en tu verdad camino.
4 No voy a sentarme con los falsos, no ando con hipócritas;
5 odio la asamblea de malhechores, y al lado de los impíos no me siento.
6 Mis manos lavo en la inocencia y ando en torno a tu altar, Yahveh,
7 haciendo resonar la acción de gracias, todas tus maravillas pregonando;
8 amo, Yahveh, la belleza de tu Casa, el lugar de asiento de tu gloria.103
9 No juntes mi alma con los pecadores, ni mi vida con los hombres sanguinarios,
10 que tienen en sus manos la infamia, y su diestra repleta de soborno.
11 Yo, en cambio, camino en mi entereza; rescátame, ten piedad de mí;
12 mi pie está firme en suelo llano; a ti, Yahveh, bendeciré en las asambleas.
Salmo 27
104 De David.
1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por
quién he de temblar?
2 Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y
Salmo 28
109 De David.
1 Hacia ti clamo, Yahveh, roca mía, no estés mudo ante mí; no sea yo, ante tu silencio, igual que
santuario de tu santidad.110
3 No me arrebates con los impíos, ni con los agentes de mal, que hablan de paz a su vecino, mas
la maldad está en su corazón.
4 Dales, Yahveh, conforme a sus acciones, y a la malicia de sus hechos, según la obra de sus
Salmo 29
Salmo 30
conturbado.
8 A ti clamo, Yahveh, a mi Dios piedad imploro:
9 ¿Qué ganancia en mi sangre, en que baje a la fosa? ¿Puede alabarte el polvo, anunciar tu
verdad?
10 ¡Escucha, Yahveh, y ten piedad de mí! ¡Sé tú, Yahveh, mi auxilio!
11 Has trocado mi lamento en una danza, me has quitado el sayal y me has ceñido de alegría;
12 mi corazón por eso te salmodiará sin tregua; Yahveh, Dios mío, te alabaré por siempre.
Salmo 31
121 Del maestro de coro. Salmo. De David.
1 En ti, Yahveh, me cobijo, ¡oh, no sea confundido jamás! ¡Recóbrame por tu justicia, líbrame,
2 tiende hacia mí tu oído, date prisa! Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me
salve;122
3 pues mi roca eres tú, mi fortaleza, y, por tu nombre, me guías y diriges.
4 Sácame de la red que me han tendido, que tú eres mi refugio;
5 en tus manos mi espíritu encomiendo, tú, Yahveh, me rescatas. Dios de verdad,123
6 tú detestas a los que veneran vanos ídolos; mas yo en Yahveh confío:
7 ¡exulte yo y en tu amor me regocije! Tú que has visto mi miseria, y has conocido las angustias
de mi alma,
8 no me has entregado en manos del enemigo, y has puesto mis pies en campo abierto.
9 Tenme piedad, Yahveh, que en angustias estoy. De tedio se corroen mis ojos, mi alma, mis
entrañas.
10 Pues mi vida se consume en aflicción, y en suspiros mis años; sucumbe mi vigor a la miseria,
mis huesos se corroen.
11 De todos mis opresores me he hecho el oprobio; asco soy de mis vecinos, espanto de mis
en silencio al seol,125
18 enmudezcan los labios mentirosos que hablan con insolencia contra el justo, con orgullo y
desprecio!
19 ¡Qué grande es tu bondad, Yahveh! Tú la reservas para los que te temen, se la brindas a los
que a ti se acogen, ante los hijos de Adán.
20 Tú los escondes en el secreto de tu rostro, lejos de las intrigas de los hombres; bajo techo los
Salmo 32
desborden, no le alcanzarán.
7 Tú eres un cobijo para mí, de la angustia me guardas, estás en torno a mí para salvarme. Pausa.
8 Voy a instruirte, a mostrarte el camino a seguir; fijos en ti los ojos, seré tu consejero.
9 No seas cual caballo o mulo sin sentido, rienda y freno hace falta para domar su brío, si no, no
se te acercan.
10 Copiosas son las penas del impío, al que confía en Yahveh el amor le envuelve.
11 ¡Alegraos en Yahveh, oh justos, exultad, gritad de gozo, todos los de recto corazón!
Salmo 33
1130 ¡Gritad de júbilo, justos, por Yahveh!, de los rectos es propia la alabanza;
2 ¡dad gracias a Yahveh con la cítara, salmodiad para él al arpa de diez cuerdas;
3 cantadle un cantar nuevo, tocad la mejor música en la aclamación!131
4 Pues recta es la palabra de Yahveh, toda su obra fundada en la verdad;
5 él ama la justicia y el derecho, del amor de Yahveh está llena la tierra.
6 Por la palabra de Yahveh fueron hechos los cielos por el soplo de su boca toda su mesnada.
7 El recoge, como un dique, las aguas del mar, en depósitos pone los abismos.132
8 ¡Tema a Yahveh la tierra entera, ante él tiemblen todos los que habitan el orbe!
9 Pues él habló y fue así, mandó él y se hizo.133
10 Yahveh frustra el plan de las naciones, hace vanos los proyectos de los pueblos;
11 mas el plan de Yahveh subsiste para siempre, los proyectos de su corazón por todas las edades.
12 ¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se escogió por heredad!134
13 Yahveh mira de lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de Adán;
14 desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra,
15 él, que forma el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones.
16 No queda a salvo el rey por su gran ejército, ni el bravo inmune por su enorme fuerza.
17 Vana cosa el caballo para la victoria, ni con todo su vigor puede salvar.135
18 Los ojos de Yahveh están sobre quienes le temen, sobre los que esperan en su amor,
19 para librar su alma de la muerte, y sostener su vida en la penuria.
20 Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo;
21 en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos.
22 Sea tu amor, Yahveh, sobre nosotros, como está en ti nuestra esperanza.
Salmo 34
136 De David. Cuando fingiéndose demente ante Abimélek, fue despachado por él y se
marchó.137
1 Alef. Bendeciré a Yahveh en todo tiempo, sin cesar en mi boca su alabanza;
2 Bet. en Yahveh mi alma se gloría, ¡óiganlo los humildes y se alegren!
3 Guimel. Engrandeced conmigo a Yahveh, ensalcemos su nombre todos juntos.
4 Dálet. He buscado a Yahveh, y me ha respondido: me ha librado de todos mis temores.
5 He. Los que miran hacia él, refulgirán: no habrá sonrojo en su semblante.
6 Zain. Cuando el pobre grita, Yahveh oye, y le salva de todas sus angustias.
7 Jet. Acampa el ángel de Yahveh en torno a los que le temen y los libra.138
8 Tet. Gustad y ved qué bueno es Yahveh, dichoso el hombre que se cobija en él.
9 Yod. Temed a Yahveh vosotros, santos suyos, que a quienes le temen no les falta nada.
10 Kaf. Los ricos quedan pobres y hambrientos, mas los que buscan a Yahveh de ningún bien
carecen.139
11 Lámed. Venid, hijos, oídme, el temor de Yahveh voy a enseñaros.140
12 Mem. ¿Quién es el hombre que apetece la vida, deseoso de días para gozar de bienes?
13 Nun. Guarda del mal tu lengua, tus labios de decir mentira;
14 Sámek. apártate del mal y obra el bien, busca la paz y anda tras ella.
15 Ain. Los ojos de Yahveh sobre los justos, y sus oídos hacia su clamor,
16 Pe el rostro de Yahveh contra los malhechores, para raer de la tierra su memoria.141
17 Sade. Cuando gritan aquéllos, Yahveh oye, y los libra de todas sus angustias;
18 Qof. Yahveh está cerca de los que tienen roto el corazón. él salva a los espíritus hundidos.
19 Res. Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libera Yahveh;
20 Sin. todos sus huesos guarda, no será quebrantado ni uno solo.142
21 Tau. La malicia matará al impío, los que odian al justo lo tendrán que pagar.
22 Yahveh rescata el alma de sus siervos, nada habrán de pagar los que en él se cobijan.
Salmo 35
143 De David.
1 Ataca, Yahveh, a los que me atacan, combate a quienes me combaten;
2 embraza el escudo y el pavés, y álzate en mi socorro;
3 blande la lanza y la pica contra mis perseguidores. Di a mi alma: «Yo soy tu salvación.»144
4 ¡Confusión y vergüenza sobre aquellos que andan buscando mi vida! ¡Vuelvan atrás y queden
fosa se hunda!
9 Y mi alma exultará en Yahveh, en su salvación se gozará.
10 Dirán todos mis huesos: Yahveh, ¿quién como tú, para librar al débil del más fuerte, al pobre
de su expoliador?
11 Testigos falsos se levantan, sobre lo que ignoro me interrogan;146
12 me pagan mal por bien, ¡desolación para mi alma!
13 Yo, en cambio, cuando eran ellos los enfermos, vestido de sayal, me humillaba con ayuno, y
encorvaba.
15 Ellos se ríen de mi caída, se reúnen, sí, se reúnen contra mí; extranjeros, que yo no conozco,
desgarran sin descanso;
16 si caigo, me rodean rechinando sus dientes contra mí.
17 ¿Cuánto tiempo, Señor, te quedarás mirando? Recobra mi alma de sus garras, de los leones mi
vida.
18 Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré entre un pueblo copioso.
19 No se rían de mí, mis enemigos pérfidos, ni se guiñen sus ojos los que me odian sin razón.
20 Pues no es de paz de lo que hablan a los pacíficos de la tierra; mascullan palabras de perfidia,
21 abren bien grande su boca contra mí; dicen: «¡Ja, Ja, nuestros ojos lo han visto!»
22 Tú lo has visto, Yahveh, no te quedes callado, Señor, no estés lejos de mí;
23 despiértate, levántate a mi juicio, en defensa de mi causa, oh mi Dios y Señor;
24 júzgame conforme a tu justicia, oh Yahveh, ¡Dios mío, no se rían de mí!
25 No digan en su corazón: «¡Ajá, lo que queríamos!» No digan: «¡Le hemos engullido!»
26 ¡Vergüenza y confusión caigan a una sobre los que se ríen de mi mal; queden cubiertos de
Salmo 36
el mal.
5 Oh Yahveh, en los cielos tu amor, hasta las nubes tu verdad;150
6 tu justicia, como los montes de Dios, tus juicios, como el hondo abismo. A hombres y bestias
salvas tú, Yahveh,
7 oh Dios, ¡qué precioso tu amor! Por eso los hijos de Adán, a la sombra de tus alas se
cobijan.151
8 Se sacian de la grasa de tu Casa, en el torrente de tus delicias los abrevas;
9 en ti está la fuente de la vida, y en tu luz vemos la luz.152
10 Guarda tu amor a los que te conocen, y tu justicia a los de recto corazón.
11 ¡Que el pie del orgullo no me alcance, ni la mano de los impíos me avente!
12 Ved cómo caen los agentes de mal, abatidos, no pueden levantarse.
Salmo 37
153 De David.
1 Alef. No te acalores por causa de los malos, no envidies a los que hacen injusticia.
2 Pues aridecen presto como el heno, como la hierba tierna se marchitan.154
3 Bet. Ten confianza en Yahveh y obra el bien, vive en la tierra y crece en paz,
4 ten tus delicias en Yahveh, y te dará lo que pida tu corazón.
5 Guimel. Pon tu suerte en Yahveh, confía en él, que él obrará;
6 hará brillar como la luz tu justicia, y tu derecho igual que el mediodía.
7 Dálet. Vive en calma ante Yahveh, espera en él, no te acalores contra el que prospera, contra el
hombre que urde intrigas.
8 He. Desiste de la cólera y abandona el enojo, no te acalores, que es peor;
9 pues serán extirpados los malvados, mas los que esperan en Yahveh poseerán la tierra.155
10 Vau. Un poco más, y no hay impío, buscas su lugar y ya no está;
11 mas poseerán la tierra los humildes, y gozarán de inmensa paz.
12 Zain. El impío maquina contra el justo, rechinan sus dientes contra él;
13 el Señor de él se ríe, porque ve llegar su día.
14 Jet. Desenvainan la espada los impíos, tienden el arco, para abatir al mísero y al pobre, para
matar a los rectos de conducta;
15 su espada entrará en su propio corazón, y sus arcos serán rotos.
16 Tet. Lo poco del justo vale más que la mucha abundancia del impío;
17 pues los brazos de los impíos serán rotos, mientras que a los justos los sostiene Yahveh.
18 Yod. Yahveh conoce los días de los íntegros, su herencia será eterna;
19 no serán confundidos en tiempo de desgracia, en días de penuria gozarán de hartura.
20 Kaf. Perecerán, en cambio, los impíos, los enemigos de Yahveh; se esfumarán como el ornato
de los prados, en humo se desvanecerán.
21 Lámed. Toma el impío prestado y no devuelve, mas el justo es compasivo y da;
22 los que él bendice poseerán la tierra, los que él maldice serán exterminados.
23 Mem. De Yahveh penden los pasos del hombre, firmes son y su camino le complace;
24 aunque caiga, no se queda postrado, porque Yahveh la mano le sostiene.
25 Nun. Fui joven, ya soy viejo, nunca vi al justo abandonado, ni a su linaje mendigando el pan.
26 En todo tiempo es compasivo y presta, su estirpe vivirá en bendición.
27 Sámek. Apártate del mal y obra el bien, tendrás para siempre una morada;
28 porque Yahveh ama lo que es justo y no abandona a sus amigos. Ain. Los malvados serán por
Salmo 38
Salmo 39
hablar:
4 «Hazme saber, Yahveh, mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que sepa yo cuán frágil
soy.
5 «Oh sí, de unos palmos hiciste mis días, mi existencia cual nada es ante ti; sólo un soplo, todo
Salmo 40
pasos.169
3 Puso en mi boca un canto nuevo, una alabanza a nuestro Dios; muchos verán y temerán, y en
comparable a ti! Yo quisiera publicarlos, pregonarlos, mas su número excede toda cuenta.
6 Ni sacrificio ni oblación querías, pero el oído me has abierto; no pedías holocaustos ni
víctimas,
7 dije entonces: Heme aquí, que vengo. Se me ha prescrito en el rollo del libro
8 hacer tu voluntad. Oh Dios mío, en tu ley me complazco en el fondo de mi ser.171
9 He publicado la justicia en la gran asamblea; mira, no he contenido mis labios, tú lo sabes,
Yahveh.
10 No he escondido tu justicia en el fondo de mi corazón, he proclamado tu lealtad, tu salvación,
no he ocultado tu amor y tu verdad a la gran asamblea.
11 Y tú, Yahveh, no contengas tus ternuras para mí. Que tu amor y tu verdad incesantes me
guarden.
12 Pues desdichas me envuelven en número incontable. Mis culpas me dan caza, y no puedo ya
ver; más numerosas son que los cabellos de mi cabeza, y el corazón me desampara.
13 ¡Dígnate, oh Yahveh, librarme, Yahveh, corre en mi ayuda!
14 ¡Queden avergonzados y confusos todos juntos los que buscan mi vida para cercenarla!
Salmo 41
enemigos;
3 le sostiene Yahveh en su lecho de dolor; tú rehaces entera la postración en que se sume.
4 Yo he dicho: «Tenme piedad, Yahveh, sana mi alma, pues contra ti he pecado!»
5 Mis enemigos hablan mal contra mí: «¿Cuándo se morirá y se perderá su nombre?»
6 Si alguien viene a verme, habla de cosas fútiles, el corazón repleto de maldad, va a murmurar
afuera.
7 A una cuchichean contra mí todos los que me odian, me achacan la desgracia que me aqueja:
8 «Cosa de infierno ha caído sobre él, ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.»
9 Hasta mi amigo íntimo en quien yo confiaba, el que mi pan comía, levanta contra mí su
calcañar.174
10 Mas tú, Yahveh, tenme piedad, levántame y les daré su merecido;
11 en esto sabré que tú eres mi amigo: si mi enemigo no lanza más su grito contra mí;
12 y a mí me mantendrás en mi inocencia, y ante tu faz me admitirás por siempre.
13 ¡Bendito sea Yahveh, Dios de Israel, desde siempre hasta siempre! ¡Amén! ¡Amén!175
Salmo 42
de mi rostro y180
6 mi Dios! En mí mi alma desfallece. por eso te recuerdo desde la tierra del Jordán y los
Hermones, a ti, montaña humilde.181
7 Abismo que llama al abismo, en el fragor de tus cataratas, todas tus olas y tus crestas han
Dios de mi vida.
9 Diré a Dios mi Roca: ¿Por qué me olvidas?, ¿por qué he de andar sombrío por la opresión del
enemigo?
10 Con quebranto en mis huesos mis adversarios me insultan, todo el día repitiéndome: ¿En
dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación
de mi rostro y mi Dios!
Salmo 43
1 Hazme justicia, oh Dios, y mi causa defiende contra esta gente sin amor; del hombre falso y
fraudulento, líbrame.183
2 Tú el Dios de mi refugio: ¿por qué me has rechazado?, ¿por qué he de andar sombrío por la
mío.
5 ¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de
mi rostro y mi Dios!
Salmo 44
maltrataste pueblos;186
3 no por su espada conquistaron la tierra, ni su brazo les dio la victoria, sino que fueron tu
extranjero,
21 ¿no se habría dado cuenta Dios, él, que del corazón conoce los secretos?
22 Pero por ti se nos mata cada día, como ovejas de matadero se nos trata.190
23 ¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor? ¡Levántate, no rechaces para siempre!
24 ¿Por qué ocultas tu rostro, olvidas nuestra opresión, nuestra miseria?
25 Pues nuestra alma está hundida en el polvo, pegado a la tierra nuestro vientre.191
26 ¡Alzate, ven en nuestra ayuda, rescátanos por tu amor!
Salmo 45
192 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios...» De los hijos de Coré. Poema. Canto de
amor.
1 Bulle mi corazón de palabras graciosas; voy a recitar mi poema para un rey: es mi lengua la
del rey.
6 Tu trono es de Dios para siempre jamás; un cetro de equidad, el cetro de tu reino;
7 tú amas la justicia y odias la impiedad. Por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con óleo de alegría
introducidas;
15 entre alborozo y regocijo avanzan, al entrar en el palacio del rey.
16 En lugar de tus padres, tendrás hijos; príncipes los harás sobre toda la tierra.
17 ¡Logre yo hacer tu nombre memorable por todas las generaciones, y los pueblos te alaben por
Salmo 46
198 Del maestro de coro. De los hijos de Coré. Para oboes. Cántico.
1 Dios es para nosotros refugio y fortaleza, un socorro en la angustia siempre a punto.
2 Por eso no tememos si se altera la tierra, si los montes se conmueven en el fondo de los mares,
3 aunque sus aguas bramen y borboten, y los montes retiemblen a su ímpetu. (¡Con nosotros
Salmo 47
Salmo 48
diestra,
11 el monte Sión se regocija, exultan las hijas de Judá a causa de tus juicios.
12 Dad la vuelta a Sión, girad en torno de ella, enumerad sus torres;
13 grabad en vuestros corazones sus murallas, recorred sus palacios; para contar a la edad
venidera
14 que así es Dios, nuestro Dios por los siglos de los siglos, aquel que nos conduce.
Salmo 49
riquezas.
11 Sus tumbas son sus casas para siempre, sus moradas de edad en edad; ¡y a sus tierras habían
Salmo 50
tempestad;215
4 convoca a los cielos desde lo alto, y a la tierra para juzgar a su pueblo.216
5 «¡Congregad a mis fieles ante mí, los que mi alianza con sacrificio concertaron!»217
6 Anuncian los cielos su justicia, porque es Dios mismo el juez.218 Pausa.
7 «Escucha, pueblo mío, que hablo yo, Israel, yo atestiguo contra ti, yo, Dios, tu Dios.
8 «No es por tus sacrificios por lo que te acuso: ¡están siempre ante mí tus holocaustos!
9 No tengo que tomar novillo de tu casa, ni machos cabríos de tus apriscos.
10 «Pues mías son todas las fieras de la selva, las bestias en los montes a millares;
11 conozco todas las aves de los cielos, mías son las bestias de los campos.
12 «Si hambre tuviera, no habría de decírtelo, porque mío es el orbe y cuanto encierra.
13 ¿Es que voy a comer carne de toros, o a beber sangre de machos cabríos?
14 «Sacrificio ofrece a Dios de acción de gracias, cumple tus votos al Altísimo;
15 e invócame en el día de la angustia, te libraré y tú me darás gloria.»219
16 Pero al impío Dios le dice: «¿Qué tienes tú que recitar mis preceptos, y tomar en tu boca mi
alianza,
17 tú que detestas la doctrina, y a tus espaldas echas mis palabras?
18 «Si a un ladrón ves, te vas con él, alternas con adúlteros;
19 sueltas tu boca al mal, y tu lengua trama engaño.
20 «Te sientas, hablas contra tu hermano, deshonras al hijo de tu madre.
21 Esto haces tú, ¿y he de callarme? ¿Es que piensas que yo soy como tú? Yo te acuso y lo
Salmo 51
Cuando el profeta Natán le visitó después que aquél se había unido a Betsabé.222
1 Tenme piedad, oh Dios, según tu amor, por tu inmensa ternura borra mi delito,
2 lávame a fondo de mi culpa, y de mi pecado purifícame.
3 Pues mi delito yo lo reconozco, mi pecado sin cesar está ante mí;
4 contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí. Por que aparezca tu justicia
cuando hablas y tu victoria cuando juzgas.
5 Mira que en culpa ya nací, pecador me concibió mi madre.
6 Mas tú amas la verdad en lo íntimo del ser, y en lo secreto me enseñas la sabiduría.
7 Rocíame con el hisopo, y seré limpio, lávame, y quedaré más blanco que la nieve.223
8 Devuélveme el son del gozo y la alegría, exulten los huesos que machacaste tú.
9 Retira tu faz de mis pecados, borra todas mis culpas.
10 Crea en mí, oh Dios, un puro corazón, un espíritu firme dentro de mí renueva;224
11 no me rechaces lejos de tu rostro, no retires de mí tu santo espíritu.
12 Vuélveme la alegría de tu salvación, y en espíritu generoso afiánzame;
13 enseñaré a los rebeldes tus caminos, y los pecadores volverán a ti.
14 Líbrame de la sangre, Dios, Dios de mi salvación, y aclamará mi lengua tu justicia;225
15 abre, Señor, mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
16 Pues no te agrada el sacrificio, si ofrezco un holocausto no lo aceptas.
17 El sacrificio a Dios es un espíritu contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo
desprecias.226
18 ¡Favorece a Sión en tu benevolencia, reconstruye las murallas de Jerusalén!
19 Entonces te agradarán los sacrificios justos, - holocausto y oblación entera - se ofrecerán
Salmo 52
jamás.232
9 Te alabaré eternamente por lo que has hecho; esperaré en tu nombre, porque es bueno con los
que te aman
Salmo 53
busque a Dios.
3 Todos ellos están descarriados, en masa pervertidos. No hay quien haga el bien, ni uno
siquiera.235
4 ¿No aprenderán todos los agentes de mal que comen a mi pueblo como se come el pan, y no
invocan a Dios?
5 Allí de espanto temblarán, donde nada hay que espante. Pues Dios dispersa los huesos de tu
Salmo 54
Cuando los zifitas vinieron a decir a Saúl: «¿No está escondido David entre nosotros?»238
1 ¡Oh Dios, sálvame por tu nombre, por tu poderío hazme justicia,
2 oh Dios, escucha mi oración, atiende a las palabras de mi boca!
3 Pues se han alzado contra mí arrogantes, rabiosos andan en busca de mi alma, sin tener para
nada a Dios presente. Pausa.
4 Mas ved que Dios viene en mi auxilio, el Señor con aquellos que sostienen mi alma.
5 ¡El mal recaiga sobre los que me asechan, Yahveh, por tu verdad destrúyelos!
6 De corazón te ofreceré sacrificios, celebraré tu nombre, porque es bueno,
7 porque de toda angustia me ha librado, y mi ojo se recreó en mis enemigos
Salmo 55
saña me hostigan.
4 Se me estremece dentro el corazón, me asaltan pavores de muerte;
5 miedo y temblor me invaden, un escalofrío me atenaza.
6 Y digo: ¡Quién me diera alas como a la paloma para volar y reposar!
7 Huiría entonces lejos, en el desierto moraría.
8 En seguida encontraría un asilo contra el viento furioso y la tormenta. Pausa.
9 ¡Oh, piérdelos, Señor, enreda sus lenguas!, pues veo discordia y altercado en la ciudad;
10 rondan día y noche por sus murallas. Y dentro de ella falsedad y malicia,
11 insidias dentro de ella, jamás se ausentan de sus plazas la tiranía y el engaño.
12 Si todavía un enemigo me ultrajara, podría soportarlo; si el que me odia se alzara contra mí,
me escondería de él.
13 ¡Pero tú, un hombre de mi rango, mi compañero, mi íntimo,
14 con quien me unía una dulce intimidad, en la Casa de Dios! ¡Oh, váyanse en tumulto,
15 caiga la muerte sobre ellos, vivos en el seol se precipiten, pues está el mal instalado en medio
de ellos!240
16 Yo, en cambio, a Dios invoco, y Yahveh me salva.
17 A la tarde, a la mañana, al mediodía me quejo y gimo: él oye mi clamor.
18 En paz mi alma rescata de la guerra que me hacen: aunque sean muchos contra mí,
19 Dios escucha y los humilla, él, que reina desde siempre. Pero ellos sin enmienda, y sin temor
de Dios.
20 Cada uno extiende su mano contra sus aliados, viola su alianza;
21 más blanda que la crema es su boca, pero su corazón es sólo guerra; sus palabras, más suaves
que el aceite, son espadas desnudas.
22 Descarga en Yahveh tu peso, y él te sustentará; no dejará que para siempre zozobre el justo.
23 Y tú, oh Dios, los hundirás en el pozo de la fosa, a los hombres de sangre y de fraude, sin
Salmo 56
241 Del maestro de coro. Según: «La opresión de los príncipes lejanos». De David. A media voz.
vivos.244
Salmo 57
245 Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando, huyendo de Saúl, se
escondió en la cueva.246
1 Tenme piedad, oh Dios, tenme piedad, que en ti se cobija mi alma; a la sombra de tus alas me
Pausa.
4 Mi alma está tendida en medio de leones, que devoran a los hijos de Adán; sus dientes son
lanzas y saetas, su lengua, una espada acerada.
5 ¡Alzate, oh Dios, sobre los cielos, sobre toda la tierra, tu gloria
6 Tendían ellos una red bajo mis pasos, mi alma se doblaba; una fosa cavaron ante mí, ¡cayeron
Salmo 58
Salmo 59
253 Del maestro de coro. «No destruyas.» De David. A media voz. Cuando Saúl mandó a vigilar
nuestro escudo!
12 Pecado es en su boca la palabra de sus labios; ¡queden, pues, presos en su orgullo, por la
Salmo 60
256 Del maestro de coro. Según «El lirio del testimonio». A media voz. De David. Para enseñar.
Cuando luchó contra Aram de Naharáyim y Aram de Sobá, y Joab, de vuelta, derrotó a Edom, en
el valle de la Sal: doce mil hombres.257
1 Nos has rechazado, oh Dios, nos has deshecho, estabas irritado, ¡oh, vuélvete a nosotros!
2 Has sacudido la tierra, la has hendido; sana sus grietas, pues se desmorona.
3 Hiciste ver a tu pueblo duras pruebas, nos diste a beber vino de vértigo.258
4 Diste a los que le temen la señal para que pudiesen escapar del arco. Pausa.
5 Para que tus amados salgan libres, ¡salva con tu diestra, respóndenos!
6 Ha hablado Dios en su santuario: «Ya exulto, voy a repartir a Siquem, a medir el valle de
Sukkot.259
7 «Mío es Galaad, mío Manasés, Efraím, yelmo de mi cabeza, Judá, mi cetro,260
8 «Moab, la vasija en que me lavo. Sobre Edom tiro mi sandalia. ¡Canta, pues, victoria contra mí,
Filistea!»261
9 ¿Quién me conducirá hasta la plaza fuerte, quién me guiará hasta Edom?
10 ¿No eres tú, oh Dios, que nos has rechazado, y ya no sales, oh Dios, con nuestras tropas?262
11 Danos ayuda contra el adversario, que es vano el socorro del hombre.
12 ¡Con Dios hemos de hacer proezas, y él hollará a nuestros adversarios!
Salmo 61
263 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. De David.
1 ¡Escucha, oh Dios, mi clamor, atiende a mi plegaria!
2 Desde el extremo de la tierra hacia ti grito, en el desmayo de mi corazón. A la roca que se alza
Salmo 62
apeguéis el corazón.
11 Dios ha hablado una vez, dos veces, lo he oído: Que de Dios es la fuerza,267
12 tuyo, Señor, el amor; y: Que tú al hombre pagas con arreglo a sus obras.
Salmo 63
mentirosos.274
Salmo 64
Salmo 65
canciones!
Salmo 66
Salmo 67
Salmo 68
perros».
24 ¡Se han visto, oh Dios, tus procesiones, las procesiones de mi Dios, mi rey, al santuario:
25 delante los cantores, los músicos detrás, las doncellas en medio, tocando el tamboril!
26 A Dios, en coros, bendecían: ¡es Yahveh, desde el origen de Israel.
27 Allí iba Benjamín, el pequeño, abriendo marcha, los príncipes de Judá con sus escuadras, los
príncipes de Zabulón, los príncipes de Neftalí.
28 ¡Manda, Dios mío, según tu poder, el poder, oh Dios, que por nosotros desplegaste,
29 desde tu Templo en lo alto de Jerusalén, donde vienen los reyes a ofrecerte presentes!
30 Increpa a la bestia del cañaveral, a la manada de toros y novillos de los pueblos. ¡Que se
sometan con lingotes de plata! ¡Dispersa a los pueblos que fomentan la guerra!291
31 Los magnates acudan desde Egipto, tienda hacia Dios sus manos Etiopía.
32 ¡Cantad a Dios, reinos de la tierra, salmodiad para el Señor,
33 para el que cabalga los cielos, los antiguos cielos: Pausa. ved que lanza él su voz, su voz
potente!
34 Reconoced el poderío de Dios. Sobre Israel su exaltación, su poder en las nubes:
35 ¡temible es Dios desde su santuario! El, el Dios de Israel, es quien da poder y fuerza al pueblo.
Salmo 69
boca!
16 ¡Respóndeme, Yahveh, pues tu amor es bondad; en tu inmensa ternura vuelve a mí tus ojos;
17 no retires tu rostro de tu siervo, que en angustias estoy, pronto, respóndeme;
18 acércate a mi alma, rescátala, por causa de mis enemigos, líbrame!
19 Tú conoces mi oprobio, mi vergüenza y mi afrenta, ante ti están todos mis opresores.
20 El oprobio me ha roto el corazón y desfallezco. Espero compasión, y no la hay, consoladores,
y no encuentro ninguno.
21 Veneno me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre.296
22 ¡Que su mesa ante ellos se convierta en un lazo, y su abundancia en una trampa;
23 anúblense sus ojos y no vean, haz que sus fuerzas sin cesar les fallen!297
24 Derrama tu enojo sobre ellos, los alcance el ardor de tu cólera;
25 su recinto quede hecho un desierto, en sus tiendas no haya quien habite:298
26 porque acosan al que tú has herido, y aumentan la herida de tu víctima.
27 Culpa añade a su culpa, no tengan más acceso a tu justicia;
28 del libro de la vida sean borrados, no sean inscritos con los justos.299
29 Y yo desdichado, dolorido, ¡tu salvación, oh Dios, me restablezca!
30 El nombre de Dios celebraré en un cántico, le ensalzaré con la acción de gracias;
31 y más que un toro agradará a Yahveh, más que un novillo con cuernos y pezuñas.
32 Lo han visto los humildes y se alegran; ¡viva vuestro corazón, los que buscáis a Dios!
33 Porque Yahveh escucha a los pobres, no desprecia a sus cautivos.
34 ¡Alábenle los cielos y la tierra, el mar y cuanto bulle en él!
35 Pues salvará Dios a Sión, reconstruirá las ciudades de Judá: habitarán allí y las poseerán;
36 la heredará la estirpe de sus siervos, los que aman su nombre en ella morarán.
Salmo 70 40:14-18
Salmo 71
1301 A ti, Yahveh, me acojo, ¡no sea confundido jamás!
2 ¡Por tu justicia sálvame, libérame! tiende hacia mí tu oído y sálvame!
3 ¡Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve, pues mi roca eres tú y mi
fortaleza.302
4 ¡Dios mío, líbrame de la mano del impío, de las garras del perverso y del violento!
5 Pues tú eres mi esperanza, Señor, Yahveh, mi confianza desde mi juventud.
6 En ti tengo mi apoyo desde el seno, tú mi porción desde las entrañas de mi madre; ¡en ti sin
cesar mi alabanza!
7 Soy el asombro de muchos, mas tú eres mi seguro refugio.
8 Mi boca está repleta de tu loa, de tu gloria todo el día.
9 A la hora de mi vejez no me rechaces, no me abandones cuando decae mi vigor.
10 Porque de mí mis enemigos hablan, los que espían mi alma se conciertan:
11 «¡Dios le ha desamparado, perseguidle, apresadle, pues no hay quien le libere!»
12 ¡Oh Dios, no te estés lejos de mí, Dios mío, ven pronto en mi socorro!
13 ¡Confusión y vergüenza sobre aquellos que acusan a mi alma; cúbranse de ignominia y de
como tú?
20 Tú que me has hecho ver tantos desastres y desgracias, has de volver a recobrarme. Vendrás a
sacarme de los abismos de la tierra,
21 sustentarás mi ancianidad, volverás a consolarme,
22 Y yo te daré gracias con las cuerdas del arpa, por tu verdad, Dios mío; para ti salmodiaré a la
Salmo 72
303 De Salomón.
1 Oh Dios, da al rey tu juicio, al hijo de rey tu justicia:
2 que con justicia gobierne a tu pueblo, con equidad a tus humildes.304
3 Traigan los montes paz al pueblo, y justicia los collados.
4 El hará justicia a los humildes del pueblo, salvará a los hijos de los pobres, y aplastará al
opresor.
5 Durará tanto como el sol, como la luna de edad en edad;
6 caerá como la lluvia en el retoño, como el rocío que humedece la tierra.
7 En sus días florecerá la justicia, y dilatada paz hasta que no haya luna;
8 dominará de mar a mar, desde el Río hasta los confines de la tierra.305
9 Ante él se doblará la Bestia, sus enemigos morderán el polvo;
10 los reyes de Tarsis y las islas traerán tributo. Los reyes de Sabá y de Seba pagarán
impuestos;306
11 todos los reyes se postrarán ante él, le servirán todas las naciones.
12 Porque él librará al pobre suplicante, al desdichado y al que nadie ampara;
13 se apiadará del débil y del pobre, el alma de los pobres salvará.
14 De la opresión, de la violencia, rescatará su alma, su sangre será preciosa ante sus ojos;
15 (y mientras viva se le dará el oro de Sabá). Sin cesar se rogará por él, todo el día se le
bendecirá.307
16 Habrá en la tierra abundancia de trigo, en la cima de los montes ondeará como el Líbano al
¡Amén!
20 Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé.309
Salmo 73
tu pasto?316
2 Acuérdate de la comunidad que de antiguo adquiriste, la que tú rescataste, tribu de tu heredad, y
del monte Sión donde pusiste tu morada.
3 Guía tus pasos a estas ruinas sin fin: todo en el santuario lo ha devastado el enemigo.
4 En el lugar de tus reuniones rugieron tus adversarios, pusieron sus enseñas, enseñas
5 que no se conocían, en el frontón de la entrada. Machetes en bosque espeso,
6 a una cercenaban sus jambas, y con hacha y martillo desgajaban.
7 Prendieron fuego a tu santuario, por tierra profanaron la mansión de tu nombre.317
8 Dijeron en su corazón: «¡Destruyámoslos en bloque!» Quemaron en la tierra todo lugar de
santa reunión.318
9 No vemos nuestras enseñas, no existen ya profetas, ni nadie entre nosotros que sepa hasta
cuándo.319
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, provocará el adversario? ¿Ultrajará tu nombre por siempre el
enemigo?
11 ¿Por qué retraes tu mano, y en tu seno retienes escondida tu diestra?
12 Oh Dios, mi rey desde el principio, autor de salvación en medio de la tierra,
13 tú hendiste el mar con tu poder, quebraste las cabezas de los monstruos en las aguas;
14 tú machacaste las cabezas de Leviatán y las hiciste pasto de las fieras;
15 tú abriste manantiales y torrentes, y secaste ríos inagotables;
16 tuyo es el día, tuya también la noche, tú la luna y el sol estableciste,
17 tú trazaste todos los confines de la tierra, el verano y el invierno tú formaste.320
18 Recuérdalo, Yahveh: provoca el enemigo, tu nombre ultraja un pueblo necio.
19 No entregues a la bestia el alma de tu tórtola, la vida de tus pobres no olvides para siempre.321
20 Piensa en la alianza, que están llenos los rincones del país de guaridas de violencia.
21 ¡No vuelva cubierto de vergüenza el oprimido; el humilde y el pobre puedan loar tu nombre!
22 ¡Alzate, oh Dios, a defender tu causa, acuérdate del necio que te provoca todo el día!
23 No olvides el griterío de tus adversarios, el clamor de tus agresores que crece sin cesar!
Salmo 75
escanciará, y sorberán hasta las heces, lo beberán todos los impíos de la tierra.325
9 Y yo lo anunciaré por siempre, salmodiaré para el Dios de Jacob;
10 quebraré toda frente de los impíos, y la frente del justo se alzará.
Salmo 76
326 Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Salmo. De Asaf. Cántico.
1 En Judá Dios es conocido, grande es su nombre en Israel;
2 su tienda está en Salem, su morada en Sión;
3 allí quebró las ráfagas del arco, el escudo, la espada y la guerra. Pausa.
4 Fulgurante eres tú, maravilloso por los montones de botín
5 de que han sido despojados; los bravos durmiendo están su sueño, a todos los hombres fuertes
Terrible;327
12 el que corta el aliento a los príncipes, el temible para los reyes de la tierra.
Salmo 77
retemblaba.330
19 Por el mar iba tu camino, por las muchas aguas tu sendero, y no se descubrieron tus pisadas.
20 Tú guiaste a tu pueblo cual rebaño por la mano de Moisés y de Aarón.331
Salmo 78
observaran;
8 para que no fueran, lo mismo que sus padres, una generación rebelde y revoltosa, generación
contra Israel,
22 porque en Dios no habían tenido fe ni confiaban en su salvación.
23 Y a las nubes mandó desde lo alto, abrió las compuertas de los cielos;
24 hizo llover sobre ellos maná para comer, les dio el trigo de los cielos;
25 pan de Fuertes comió el hombre, les mandó provisión hasta la hartura.
26 Hizo soplar en los cielos el solano, el viento del sur con su poder atrajo,
27 y llovió sobre ellos carne como polvo, y aves como la arena de los mares;
28 las dejó caer en medio de su campo, en torno a sus moradas.
29 Comieron hasta quedar bien hartos, así satisfizo su avidez;
30 mas aún no habían colmado su avidez, su comida estaba aún en su boca,
31 cuando la cólera de Dios estalló contra ellos: hizo estragos entre los más fuertes, y abatió a la
flor de Israel.342
32 Mas con todo pecaron todavía, en sus maravillas no tuvieron fe.
33 El consumió sus días con un soplo, y sus años con espanto.
34 Cuando los mataba, le buscaban, se convertían, se afanaban por él,
35 y recordaban que Dios era su roca, su redentor, el Dios Altísimo.
36 Mas le halagaban con su boca, y con su lengua le mentían;
37 su corazón no era fiel para con él, no tenían fe en su alianza.
38 El, con todo, enternecido, borraba las culpas y no exterminaba; bien de veces su cólera
mensajeros de desgracias;
50 libre curso dio a su ira. No preservó sus almas de la muerte, a la peste sus vidas entregó;346
51 hirió en Egipto a todo primogénito, las primicias de la raza en las tiendas de Cam.347
52 Y sacó a su pueblo como ovejas, cual rebaño los guió por el desierto;348
53 los guió en seguro, sin temor, mientras el mar cubrió a sus enemigos;
54 los llevó a su término santo, a este monte que su diestra conquistó;
55 arrojó a las naciones ante ellos; a cordel les asignó una heredad, y estableció en sus tiendas las
tribus de Israel.349
56 Pero ellos le tentaron, se rebelaron contra el Dios Altísimo, se negaron a guardar sus
dictámenes,
57 se extraviaron, infieles, lo mismo que sus padres, se torcieron igual que un arco indócil:
58 le irritaron con sus altos, con sus ídolos excitaron sus celos.350
59 Dios lo oyó y se enfureció, desechó totalmente a Israel;
60 abandonó la morada de Silo, la tienda en que habitaba entre los hombres.351
61 Mandó su fuerza al cautiverio, a manos del adversario su esplendor;352
62 entregó su pueblo a la espada, contra su heredad se enfureció.
63 El fuego devoró a sus jóvenes, no hubo canto nupcial para sus vírgenes;
64 sus sacerdotes cayeron a cuchillo, sus viudas no entonaron lamentos.
65 Entonces despertó el Señor como un durmiente, como un bravo vencido por el vino;353
66 hirió a sus adversarios en la espalda, les infligió un oprobio eterno.
67 Desechó la tienda de José, y no eligió a la tribu de Efraím;
68 mas eligió a la tribu de Judá, el monte Sión al cual amaba.
69 Construyó como las alturas del cielo su santuario, como la tierra que fundó por siempre.354
70 Y eligió a David su servidor, le sacó de los apriscos del rebaño,
71 le trajo de detrás de las ovejas, para pastorear a su pueblo Jacob, y a Israel, su heredad.
72 El los pastoreaba con corazón perfecto, y con mano diestra los guiaba.355
Salmo 79
ruinas a Jerusalén,
2 han entregado el cadáver de tus siervos por comida a los pájaros del cielo, la carne de tus
invocan.
7 Porque han devorado a Jacob y han devastado su dominio.
8 No recuerdes contra nosotros culpas de antepasados, vengan presto a nuestro encuentro tus
ternuras, pues estamos abatidos del todo;
9 ayúdanos, Dios de nuestra salvación, por amor de la gloria de tu nombre; líbranos, borra
muerte!
12 ¡Devuelve siete veces a nuestros vecinos, en su entraña, su afrenta, la afrenta que te han hecho,
Señor!358
13 Y nosotros, tu pueblo, rebaño de tu pasto, eternamente te daremos gracias, de edad en edad
repetiremos tu alabanza.359
Salmo 80
360 Del maestro de coro. Según la melodía: «Lirios es el dictamen.» De Asaf. Salmo.
1 Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado entre
querubes, resplandece361
2 ante Efraím, Benjamín y Manasés; ¡despierta tu poderío, y ven en nuestro auxilio!362
3 ¡Oh Dios, haznos volver, y que brille tu rostro, para que seamos salvos!
4 ¿Hasta cuándo, oh Yahveh Dios Sebaot, estarás airado contra la plegaria de tu pueblo?
5 Les das a comer un pan de llanto les haces beber lágrimas al triple;
6 habladuría nos haces de nuestros convecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros.363
7 ¡Oh Dios Sebaot, haznos volver, y brille tu rostro, para que seamos salvos!
8 Una viña de Egipto arrancaste, expulsaste naciones para plantarla a ella,364
9 le preparaste el suelo, y echó raíces y llenó la tierra.
10 Su sombra cubría las montañas, sus pámpanos los cedros de Dios;
11 extendía sus sarmientos hasta el mar, hasta el Río sus renuevos.365
12 ¿Por qué has hecho brecha en sus tapias, para que todo el que pasa por el camino la vendimie,
13 el jabalí salvaje la devaste, y la pele el ganado de los campos?
14 ¡Oh Dios Sebaot, vuélvete ya, desde los cielos mira y ve, visita a esta viña,
15 cuídala, a ella, la que plantó tu diestra!
16 ¡Los que fuego le prendieron, cual basura, a la amenaza de tu faz perezcan!
17 Esté tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de Adán que para ti fortaleciste.366
18 Ya no volveremos a apartarnos de ti; nos darás vida y tu nombre invocaremos.
19 ¡Oh Yahveh, Dios Sebaot, haznos volver, y que brille tu rostro, para que seamos salvos!
Salmo 81
llenaré.371
11 «Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no me quiso obedecer;372
12 yo les abandoné a la dureza de su corazón, para que caminaran según sus designios.
13 «¡Ah!, si mi pueblo me escuchara, si Israel mis caminos siguiera,
14 al punto yo abatiría a sus enemigos, contra sus adversarios mi mano volvería.
15 «Los que odian a Yahveh le adularían, y su tiempo estaría para siempre fijado;
16 y a él lo sustentaría con la flor del trigo, lo saciaría con la miel de la peña.»373
Salmo 82
Salmo 83
Salmo 84
383 Del maestro de coro. Según la... de Gat. De los hijos de Coré. Salmo.
1 ¡Qué amables tus moradas, oh Yahveh Sebaot!384
2 Anhela mi alma y languidece tras de los atrios de Yahveh, mi corazón y mi carne gritan de
alegría hacia el Dios vivo.
3 Hasta el pajarillo ha encontrado una casa, y para sí la golondrina un nido donde poner a sus
polluelos: ¡Tus altares, oh Yahveh Sebaot, rey mío y Dios mío!385 Pausa.
4 Dichosos los que moran en tu casa, te alaban por siempre.
5 Dichosos los hombres cuya fuerza está en ti, y las subidas en su corazón.
6 Al pasar por el valle del Bálsamo, lo hacen un hontanar, y la lluvia primera lo cubre de
bendiciones.
7 De altura en altura marchan, y Dios se les muestra en Sión.
8 ¡Yahveh Dios Sebaot, escucha mi plegaria, tiende tu oído, oh Dios de Jacob!
9 Oh Dios, escudo nuestro, mira, pon tus ojos en el rostro de tu ungido.386 Pausa.
10 Vale más un día en tus atrios que mil en mis mansiones, estar en el umbral de la Casa de mi
Dios que habitar en las tiendas de impiedad.
11 Porque Yahveh Dios es almena y escudo, él da gracia y gloria; Yahveh no niega la ventura a
los que caminan en la perfección.
12 ¡Oh Yahveh Sebaot, dichoso el hombre que confía en ti!
Salmo 85
Salmo 86
temor de tu nombre.391
12 Gracias te doy de todo corazón, Señor Dios mío, daré gloria a tu nombre por siempre,
13 pues grande es tu amor para conmigo, tú has librado mi alma del fondo del seol.392
14 Oh Dios, los orgullosos se han alzado contra mí, una turba de violentos anda buscando mi
alma, y no te tienen a ti delante de sus ojos.
15 Mas tú, Señor, Dios clemente y compasivo, tardo a la cólera, lleno de amor y de verdad,393
16 ¡vuélvete a mí, tenme compasión! Da tu fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu sierva.
17 Haz conmigo un signo de bondad: Que los que me odian vean, avergonzados, que tú, Yahveh,
me ayudas y consuelas.
Salmo 87
allí.»396
5 Pero de Sión se ha de decir: «Todos han nacido en ella», y quien la funda es el propio Altísimo.
6 Yahveh a los pueblos inscribe en el registro: «Fulano nació allí», Pausa.
7 y los príncipes, lo mismo que los hijos, todos ponen su mansión en ti.
Salmo 88
397 Cántico. Salmo. De los hijos de Coré. Del maestro de coro. Para la enfermedad. Para la
salida,400
9 mi ojo se consume por la pena. Yo te llamo, Yahveh, todo el día, tiendo mis manos hacia ti.
Pausa.
10 ¿Acaso para los muertos haces maravillas, o las sombras se alzan a alabarte?
11 ¿Se habla en la tumba de tu amor, de tu lealtad en el lugar de perdición?
12 ¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas, o tu justicia en la tierra del olvido?»401
13 Mas yo grito hacia ti, Yahveh, de madrugada va a tu encuentro mi oración;
14 ¿por qué, Yahveh, mi alma rechazas, lejos de mí tu rostro ocultas?
15 Desdichado y agónico estoy desde mi infancia, he soportado tus terrores, y ya no puedo más;
16 han pasado tus iras sobre mí, tus espantos me han aniquilado.
17 Me envuelven como el agua todo el día, se aprietan contra mí todos a una.402
18 Has alejado de mí compañeros y amigos, son mi compañía las tinieblas.
Salmo 89
brazo.406
11 Tuyo es el cielo, tuya también la tierra, el orbe y cuanto encierra tú fundaste;
12 tú creaste el norte y el mediodía, el Tabor y el Hermón exultan en tu nombre.407
13 Tuyo es el brazo y su bravura, poderosa tu mano, sublime tu derecha;
14 Justicia y Derecho, la base de tu trono, Amor y Verdad ante tu rostro marchan.408
15 Dichoso el pueblo que la aclamación conoce, a la luz de tu rostro caminan, oh Yahveh;
16 en tu nombre se alegran todo el día, en tu justicia se entusiasman.
17 Pues tú eres el esplendor de su potencia, por tu favor exaltas nuestra frente;
18 sí, de Yahveh nuestro escudo; del Santo de Israel es nuestro rey.409
19 Antaño hablaste tú en visión a tus amigos, y dijiste: «He prestado mi asistencia a un bravo, he
pueblos;
51 así ultrajan tus enemigos, Yahveh, así ultrajan las huellas de tu ungido.
52 ¡Bendito sea Yahveh por siempre! ¡Amén! ¡Amén!414
Salmo 90
Salmo 91
1420 El que mora en el secreto de Elyón pasa la noche a la sombra de Sadday,
2 diciendo a Yahveh: «¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien confío!»
3 Que él te libra de la red del cazador, de la peste funesta;421
4 con sus plumas te cubre, y bajo sus alas tienes un refugio: escudo y armadura es su verdad.422
5 No temerás el terror de la noche, ni la saeta que de día vuela,
6 ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía.423
7 Aunque a tu lado caigan mil y diez mil a tu diestra, a ti no ha de alcanzarte.
8 Basta con que mires con tus ojos, verás el galardón de los impíos,
9 tú que dices: «¡Mi refugio es Yahveh!», y tomas a Elyón por defensa.
10 No ha de alcanzarte el mal, ni la plaga se acercará a tu tienda;
11 que él dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos.
12 Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie;424
13 pisarás sobre el león y la víbora, hollarás al leoncillo y al dragón.425
14 Pues él se abraza a mí, yo he de librarle; le exaltaré, pues conoce mi nombre.
15 Me llamará y le responderé; estaré a su lado en la desgracia, le libraré y le glorificaré.
16 Hartura le daré de largos días, y haré que vea mi salvación.
Salmo 92
por siempre;428
8 mas tú, Yahveh, eres excelso por los siglos.
9 Mira cómo tus enemigos perecen, se dispersan todos los agentes de mal.
10 Pero tú alzas mi frente como la del búfalo, derramas sobre mí aceite nuevo;429
11 mi ojo desafía a los que me acechaban, mi oído escucha a los malvados.
12 Florece el justo como la palmera, crece como un cedro del Líbano.
13 Plantados en la Casa de Yahveh, dan flores en los atrios del Dios nuestro.430
14 Todavía en la vejez producen fruto, se mantienen frescos y lozanos,
15 para anunciar lo recto que es Yahveh: mi Roca, no hay falsedad en él.
Salmo 93
1431 Reina Yahveh, de majestad vestido, Yahveh vestido, ceñido de poder, y el orbe está seguro,
no vacila.432
2 Desde el principio tu trono esta fijado, desde siempre existes tú.
3 Levantan los ríos, Yahveh, levantan los ríos su voz, los ríos levantan su bramido;
4 más que la voz de muchas aguas más imponente que las ondas del mar, es imponente Yahveh en
las alturas.433
5 Son veraces del todo tus dictámenes; la santidad es el ornato de tu Casa, oh Yahveh, por el curso
de los días.
Salmo 94
1434 ¡Dios de las venganzas, Yahveh, Dios de las venganzas, aparece!435
2 ¡Levántate, juez de la tierra, da su merecido a los soberbios!
3 ¿Hasta cuándo los impíos, Yahveh, hasta cuándo triunfarán los impíos?
4 Cacarean, dicen insolencias, se pavonean todos los agentes de mal.
5 A tu pueblo, Yahveh, aplastan, a tu heredad humillan.
6 Matan al forastero y a la viuda, asesinan al huérfano.
7 Y dicen: «No lo ve Yahveh, el Dios de Jacob no se da cuenta.»436
8 ¡Comprended, estúpidos del pueblo!, insensatos, ¿cuándo vais a ser cuerdos?
9 El que plantó la oreja, ¿no va a oír? El que formó los ojos, ¿no ha de ver?
10 El que corrige a las naciones, ¿no ha de castigar? El que el saber al hombre enseña,
11 Yahveh, conoce los pensamientos del hombre, que no son más que un soplo.
12 Dichoso el hombre a quien corriges tú, Yahveh, a quien instruyes por tu ley,
13 para darle descanso en los días de desgracia, mientras se cava para el impío la fosa.
14 Pues Yahveh no dejará a su pueblo, no abandonará a su heredad;
15 sino que el juicio volverá a la justicia, y en pos de ella todos los de recto corazón.
16 ¿Quién se alzará por mí contra los malvados? ¿quién estará por mí contra los agentes de mal?
17 Si Yahveh no viniese en mi ayuda, bien presto mi alma moraría en el silencio.437
18 Cuando digo: «Vacila mi pie», tu amor, Yahveh, me sostiene;
19 en el colmo de mis cuitas interiores, tus consuelos recrean mi alma.
20 ¿Eres aliado tú de un tribunal de perdición, que erige en ley la tiranía?
21 Se atropella la vida del justo, la sangre inocente se condena.
22 Mas Yahveh es para mí una ciudadela, mi Dios la roca de mi amparo;
23 él hará recaer sobre ellos su maldad, los aniquilará por su malicia, Yahveh, nuestro Dios, los
aniquilará.
Salmo 95
1438 Venid, cantemos gozosos a Yahveh, aclamemos a la Roca de nuestra salvación;
2 con acciones de gracias vayamos ante él, aclamémosle con salmos.
3 Porque es Yahveh un Dios grande, Rey grande sobre todos los dioses;
4 en sus manos están las honduras de la tierra, y suyas son las cumbres de los montes;
5 suyo el mar, pues él mismo lo hizo, y la tierra firme que sus manos formaron.439
6 Entrad, adoremos, prosternémonos, ¡de rodillas ante Yahveh que nos ha hecho!
7 Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su pasto, el rebaño de su mano. ¡Oh, si
caminos no conocen.
11 Y por eso en mi cólera juré: ¡No han de entrar en mi reposo!»442
Salmo 96
1443 ¡Cantad a Yahveh un canto nuevo, cantad a Yahveh, toda la tierra,444
2 cantad a Yahveh, su nombre bendecid! Anunciad su salvación día tras día,
3 contad su gloria a las naciones, a todos los pueblos sus maravillas.
4 Que grande es Yahveh, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses.
5 Pues nada son todos los dioses de los pueblos. Mas Yahveh los cielos hizo;
6 gloria y majestad están ante él, poder y fulgor en su santuario.
7 Rendid a Yahveh, familias de los pueblos, rendid a Yahveh gloria y poder,445
8 rendid a Yahveh la gloria de su nombre. Traed ofrendas y en sus atrios entrad,
9 postraos ante Yahveh en esplendor sagrado, ¡tiemble ante su faz la tierra entera!446
10 Decid entre las gentes: «¡Yahveh es rey!» El orbe está seguro, no vacila; él gobierna a los
pueblos rectamente.447
11 ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, retumbe el mar y cuanto encierra;448
12 exulte el campo y cuanto en él existe, griten de júbilo todos los árboles del bosque,449
13 ante la faz de Yahveh, pues viene él, viene, sí, a juzgar la tierra! El juzgará al orbe con justicia,
Salmo 97
1451 ¡Reina Yahveh! ¡La tierra exulte, alégrense las islas numerosas!
2 Nube y Bruma densa en torno a él, Justicia y Derecho, la base de su trono.452
3 Delante de él avanza fuego y a sus adversarios en derredor abrasa;
4 iluminan el orbe sus relámpagos, lo ve la tierra y se estremece.
5 Los montes como cera se derriten ante el Dueño de la tierra toda;453
6 los cielos anuncian su justicia, y todos los pueblos ven su gloria.454
7 ¡Se avergüenzan los que sirven a los ídolos, los que se glorían de vanidades; se postran ante él
todos los dioses!
8 Sión lo oye y se alboroza, exultan las hijas de Judá a causa de tus juicios, Yahveh.
9 Porque tú eres Yahveh, el Altísimo sobre toda la tierra, muy por encima de los dioses todos.
10 Yahveh ama a los que el mal detestan, él guarda las almas de sus fieles y de la mano de los
impíos los libra.
11 La luz se alza para el justo, y para los de recto corazón la alegría.
12 Justos, alegraos en Yahveh, celebrad su memoria sagrada.
Salmo 98
1455 Salmo. Cantad a Yahveh un canto nuevo, porque ha hecho maravillas; victoria le ha dado su
diestra y su brazo santo.456
2 Yahveh ha dado a conocer su salvación, a los ojos de las naciones ha revelado su justicia;
3 se ha acordado de su amor y su lealtad para con la casa de Israel. Todos los confines de la tierra
Salmo 99
1459 Reina Yahveh, los pueblos tiemblan; se sienta en querubines, la tierra se estremece;460
2 grande es Yahveh en Sión. Excelso sobre los pueblos todos;
3 loen tu nombre grande y venerable: santo es él.
4 Poderoso rey que el juicio ama, tú has fundado el derecho, juicio y justicia tú ejerces en Jacob.
5 Exaltad a Yahveh nuestro Dios, postraos ante el estrado de sus pies: santo es él.
6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Samuel entre aquellos que su nombre invocaban,
Salmo 100
Salmo 101
dentro de mi casa;465
3 no pondré delante de mis ojos cosa villana. Detesto la conducta de los extraviados, no se me
pegará;
4 el corazón perverso está lejos de mí, no conozco al malvado.
5 Al que infama a su prójimo en secreto, a ése le aniquilo; ojo altanero y corazón hinchado no
los soporto.
6 Mis ojos, en los fieles de la tierra, por que vivan conmigo; el que anda por el camino de la
Salmo 102
468 Oración del afligido que, en su angustia, derrama su llanto ante Yahveh.
1 Yahveh, escucha mi oración, llegue hasta ti mi grito;
2 no ocultes lejos de mí tu rostro el día de mi angustia; tiende hacia mí tu oído, ¡el día en que te
invoco, presto, respóndeme!
3 Pues mis días en humo se disipan, mis huesos arden lo mismo que un brasero;
4 trillado como el heno, mi corazón se seca, y me olvido de comer mi pan;
5 ante la voz de mis sollozos, mi piel a mis huesos se ha pegado.
6 Me parezco al búho del yermo, igual que la lechuza de las ruinas;
7 insomne estoy y gimo cual solitario pájaro en tejado;
8 me insultan todo el día mis enemigos, los que me alababan maldicen por mi nombre.
9 El pan que como es la ceniza, mi bebida mezclo con mis lágrimas,
10 ante tu cólera y tu enojo, pues tú me alzaste y después me has tirado:
11 mis días son como la sombra que declina, y yo me seco como el heno.469
12 Mas tú, Yahveh, permaneces para siempre, y tu memoria de edad en edad.
13 Tú te alzarás, compadecido de Sión, pues es ya tiempo de apiadarte de ella, ha llegado la hora;
14 que están tus siervos encariñados de sus piedras y se compadecen de sus ruinas.
15 Y temerán las naciones el nombre de Yahveh, y todos los reyes de la tierra tu gloria;
16 cuando Yahveh reconstruya a Sión, y aparezca en su gloria,
17 volverá su rostro a la oración del despojado, su oración no despreciará.
18 Se escribirá esto para la edad futura, y en pueblo renovado alabará a Yahveh:470
19 que se ha inclinado Yahveh desde su altura santa, desde los cielos ha mirado a la tierra,
20 para oír el suspiro del cautivo, para librar a los hijos de la muerte.
21 Para pregonar en Sión el nombre de Yahveh, y su alabanza en Jerusalén,
22 cuando a una se congreguen los pueblos, y los reinos para servir a Yahveh.
23 El ha enervado mi fuerza en el camino, ha abreviado mis días.
24 Digo: ¡Dios mío, en la mitad de mis días no me lleves! ¡De edad en edad duran tus años!471
25 Desde antiguo, fundaste tú la tierra, y los cielos son la obra de tus manos;
26 ellos perecen, mas tú quedas, todos ellos como la ropa se desgastan, como un vestido los
Salmo 103
473 De David.
1 Bendice a Yahveh, alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre,
2 bendice a Yahveh, alma mía, no olvides sus muchos beneficios.
3 El, que todas tus culpas perdona, que cura todas tus dolencias,
4 rescata tu vida de la fosa, te corona de amor y de ternura,
5 satura de bienes tu existencia, mientras tu juventud se renueva como el águila.474
6 Yahveh, el que hace obras de justicia, y otorga el derecho a todos los oprimidos,
7 manifestó sus caminos a Moisés, a los hijos de Israel sus hazañas.
8 Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor;475
9 no se querella eternamente ni para siempre guarda su rencor;
10 no nos trata según nuestros pecados ni nos paga conforme a nuestras culpas.
11 Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para quienes le
temen;
12 tan lejos como está el oriente del ocaso aleja él de nosotros nuestras rebeldías.
13 Cual la ternura de un padre para con sus hijos, así de tierno es Yahveh para quienes le temen;
14 que él sabe de qué estamos plasmados, se acuerda de que somos polvo.
15 ¡El hombre! Como la hierba son sus días, como la flor del campo, así florece;
16 pasa por él un soplo, y ya no existe, ni el lugar donde estuvo vuelve a conocerle.476
17 Mas el amor de Yahveh desde siempre hasta siempre para los que le temen, y su justicia para
Salmo 104
1479 ¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío, qué grande eres! Vestido de esplendor y
majestad,
2 arropado de luz como de un manto, tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda,
3 levantas sobre las aguas tus altas moradas; haciendo de las nubes carro tuyo, sobre las alas del
viento te deslizas;480
4 tomas por mensajeros a los vientos, a las llamas del fuego por ministros.481
5 Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jamás.
6 Del océano, cual vestido, la cubriste, sobre los montes persistían las aguas;
7 al increparlas tú, emprenden la huida, se precipitan al oír tu trueno,
8 y saltan por los montes, descienden por los valles, hasta el lugar que tú les asignaste;
9 un término les pones que no crucen, por que no vuelvan a cubrir la tierra.482
10 Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan;
11 a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los onagros;
12 sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda.
13 De tus altas moradas abrevas las montañas, del fruto de tus obras se satura la tierra;
14 la hierba haces brotar para el ganado, y las plantas para el uso del hombre, para que saque de
la tierra el pan,
15 y el vino que recrea el corazón del hombre, para que lustre su rostro con aceite y el pan
llena la tierra.
25 Ahí está el mar, grande y de amplios brazos, y en él el hervidero innumerable de animales,
grandes y pequeños;
26 por allí circulan los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él.484
27 Todos ellos de ti están esperando que les des a su tiempo su alimento;
28 tú se lo das y ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes.485
29 Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras su soplo, y expiran y a su polvo retornan.
30 Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra.486
31 ¡Sea por siempre la gloria de Yahveh, en sus obras Yahveh se regocije!
32 El que mira a la tierra y ella tiembla, toca los montes y echan humo.
33 A Yahveh mientras viva he de cantar, mientras exista salmodiaré para mi Dios.
34 ¡Oh, que mi poema le complazca! Yo en Yahveh tengo mi gozo.
35 ¡Que se acaben los pecadores en la tierra, y ya no más existan los impíos! ¡Bendice a Yahveh,
alma mía!
Salmo 105
¡Aleluya!
1487 ¡Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus hazañas!
2 ¡Cantadle, salmodiad para él, sus maravillas todas recitad;
3 gloriaos en su santo nombre, se alegre el corazón de los que buscan a Yahveh!
4 ¡Buscad a Yahveh y su fuerza, id tras su rostro sin descanso,488
5 recordad las maravillas que él ha hecho, sus prodigios y los juicios de su boca!
6 Raza de Abraham, su servidor, hijos de Jacob, su elegido:489
7 él, Yahveh, es nuestro Dios, por toda la tierra sus juicios.
8 El se acuerda por siempre de su alianza, palabra que impuso a mil generaciones,
9 lo que pactó con Abraham, el juramento que hizo a Isaac,
10 y que puso a Jacob como precepto, a Israel como alianza eterna,
11 diciendo: «Yo te daré la tierra de Canaán por parte de vuestra herencia».490
12 Aunque ellos eran poco numerosos, gente de paso y forasteros allí,
13 cuando iban de nación en nación, desde un reino a otro pueblo,
14 a nadie permitió oprimirles, por ellos castigó a los reyes:
15 «Guardaos de tocar a mis ungidos, ni mal alguno hagáis a mis profetas.»491
16 Llamó al hambre sobre aquel país, todo bastón de pan rompió;
17 delante de ellos envió a un hombre, José, vendido como esclavo.
18 Sus pies vejaron con grilletes, por su cuello pasaron las cadenas,
19 hasta que se cumplió su predicción, y le acreditó la palabra de Yahveh.
20 El rey mandó a soltarle, el soberano de pueblos, a dejarle libre;
21 le erigió señor sobre su casa, y de toda su hacienda soberano,
22 para instruir a su gusto a sus magnates, y a sus ancianos hacer sabios.492
23 Entonces Israel entró en Egipto, Jacob residió en el país de Cam.493
24 El aumentó a su pueblo en gran manera, le hizo más fuerte que sus adversarios;
25 cambió el corazón de éstos para que odiasen a su pueblo y a sus siervos pusieran asechanzas.
26 Luego envió a Moisés su servidor, y Aarón, su escogido,
27 que hicieron entre ellos sus señales anunciadas, prodigios en el país de Cam.
28 Mandó tinieblas y tinieblas hubo, mas ellos desafiaron sus palabras.
29 Trocó en sangre sus aguas y a sus peces dio muerte.
30 Pululó de ranas su país, hasta en las moradas de sus reyes;
31 mandó él, y vinieron los mosquitos, los cínifes por toda su comarca.
32 Les dio por lluvia el granizo, llamas de fuego en su país;
33 hirió sus viñedos, sus higueras, y los árboles quebró de su comarca.
34 Dio la orden, y llegó la langosta, y el pulgón en número incontable;
35 comieron toda hierba en su país, comieron el fruto de su suelo.
36 E hirió en su país a todo primogénito, las primicias de todo su vigor;
37 y a ellos los sacó con plata y oro, ni uno solo flaqueó de entre sus tribus.
38 Egipto se alegró de su salida, pues era presa del terror.494
39 El desplegó una nube por cubierta, y un fuego para alumbrar de noche.495
40 Pidieron, y trajo codornices, de pan de los cielos los hartó;496
41 abrió la roca, y brotaron las aguas, como río corrieron por los sequedales.497
42 Recordando su palabra sagrada dada a Abraham su servidor,
43 sacó a su pueblo en alborozo, a sus elegidos entre gritos de júbilo.498
44 Y las tierras les dio de las naciones, el trabajo de las gentes heredaron,
45 a fin de que guarden sus preceptos y sus leyes observen.499
Salmo 106
1500 ¡Aleluya! ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!501
2 ¿Quién dirá las proezas de Yahveh, hará oír toda su alabanza?
3 ¡Dichosos los que guardan el derecho, los que practican en todo tiempo la justicia!
4 ¡Acuérdate de mí, Yahveh, por amor de tu pueblo; con tu salvación visítame,
5 que vea yo la dicha de tus elegidos, me alegre en la alegría de tu pueblo, con tu heredad me
felicite!
6 Hemos pecado como nuestros padres, hemos faltado, nos hemos hecho impíos;
7 nuestros padres, en Egipto, no comprendieron tus prodigios. No se acordaron de tu inmenso
¡Amén!515
Salmo 107
¡Aleluya!
1516 Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor.517
2 Que lo digan los redimidos de Yahveh, los que él ha redimido del poder del adversario,
3 los que ha reunido de entre los países, de oriente y de poniente, del norte y mediodía.518
4 En el desierto erraban, por la estepa, no encontraban camino de ciudad habitada;
5 hambrientos, y sedientos, desfallecía en ellos su alma.
6 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los libró de sus angustias,
7 les condujo por camino recto, hasta llegar a ciudad habitada.
8 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos de Adán!
9 Porque él sació el alma anhelante, el alma hambrienta saturó de bienes.519
10 Habitantes de tiniebla y sombra, cautivos de la miseria y de los hierros,
11 por haber sido rebeldes a las órdenes de Dios y haber despreciado el consejo del Altísimo,
12 él sometió su corazón a la fatiga, sucumbían, y no había quien socorriera.
13 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los salvó de sus angustias,
14 los sacó de la tiniebla y de la sombra, y rompió sus cadenas.520
15 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos de Adán!
16 Pues las puertas de bronce quebrantó, y los barrotes de hierro hizo pedazos.
17 Embotados de resultas de sus yerros, miserables a causa de sus culpas,
18 todo manjar les daba náusea, tocaban ya a las puertas de la muerte.
19 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los salvó de sus angustias;
20 su palabra envió para sanarlos y arrancar sus vidas de la fosa.
21 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos de Adán!
22 Ofrezcan sacrificios de acción de gracias, y sus obras pregonen con gritos de alegría.
23 Los que a la mar se hicieron en sus naves, llevando su negocio por las muchas aguas,
24 vieron las obras de Yahveh, sus maravillas en el piélago.
25 Dijo, y suscitó un viento de borrasca, que entumeció las olas;
26 subiendo hasta los cielos, bajando hasta el abismo, bajo el peso del mal su alma se hundía;
27 dando vuelcos, vacilando como un ebrio, tragada estaba toda su pericia.
28 Y hacia Yahveh gritaron en su apuro, y él los sacó de sus angustias;
29 a silencio redujo la borrasca, y las olas callaron.
30 Se alegraron de verlas amansarse, y él los llevó hasta el puerto deseado.
31 ¡Den gracias a Yahveh por su amor, por sus prodigios con los hijos de Adán!
32 ¡Ensálcenle en la asamblea del pueblo, en el concejo de los ancianos le celebren!
33 El cambia los ríos en desierto, y en suelo de sed los manantiales,
34 la tierra fértil en salinas, por la malicia de sus habitantes.
35 Y él cambia el desierto en un estanque, y la árida tierra en manantial.521
36 Allí asienta a los hambrientos, y ellos fundan una ciudad habitada.
37 Y siembran campos, plantan viñas, que producen sus frutos de cosecha.
38 El los bendice y crecen mucho y no deja que mengüen sus ganados.
39 Menguados estaban, y abatidos por la tenaza del mal y la aflicción.
40 El que vierte desprecio sobre príncipes, los hacía errar por caos sin camino.
41 Mas él recobra de la miseria al pobre, aumenta como un rebaño las familias;
42 los hombres rectos lo ven y se recrean, y toda iniquidad cierra su boca.
43 ¿Hay algún sabio? ¡Que guarde estas cosas, y comprenda el amor de Yahveh!
Salmo 108
Sukkot.523
8 «Mío es Galaad, mío Manasés, Efraím, yelmo de mi cabeza, Judá mi cetro.524
9 «Moab, la vasija en que me lavo. Sobre Edom tiro mi sandalia, contra Filistea lanzo el grito de
guerra.»525
10 ¿Quién me conducirá hasta la plaza fuerte, quién me guiará hasta Edom?
11 ¿No eres tú, oh Dios, que nos has rechazado y ya no sales, oh Dios, con nuestras tropas?
12 ¡Danos ayuda contra el adversario, que es vano el socorro del hombre!526
13 ¡Con Dios hemos de hacer proezas, y él hollará a nuestros adversarios!
Salmo 109
Salmo 110
aurora de tu juventud.534
4 Lo ha jurado Yahveh y no ha de retractarse: «Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de
Melquisedec.»535
5 A tu diestra, Señor, él quebranta a los reyes el día de su cólera;
6 sentencia a las naciones, amontona cadáveres, cabezas quebranta sobre la ancha tierra.536
7 En el camino bebe del torrente, por eso levanta la cabeza.537
Salmo 111
1538 ¡Aleluya! Alef. Doy gracias a Yahveh de todo corazón, Bet. en el consejo de los justos y en
la comunidad.
2 Guímel. Grandes son las obras de Yahveh, Dálet. meditadas por los que en ellas se complacen.
3 He. Esplendor y majestad su obra, Vau. su justicia por siempre permanece.539
4 Zain. De sus maravillas ha dejado un memorial. Jet. ¡Clemente y compasivo Yahveh!
5 Tet. Ha dado alimento a quienes le temen, Yod. se acuerda por siempre de su alianza.
6 Kaf. Ha revelado a su pueblo el poder de sus obras, Lámed. dándole la heredad de las naciones.
7 Mem. Verdad y justicia, las obras de sus manos, Nun. leales todas sus ordenanzas,
8 Sámek. afirmadas para siempre jamás, Ain. ejecutadas con verdad y rectitud.
9 Pe. Ha enviado redención a su pueblo, Sade. ha fijado para siempre su alianza; Qof. santo y
temible es su nombre.
10 Res. Principio del saber, el temor de Yahveh; Sin. muy cuerdos todos los que lo practican. Tau.
Salmo 112
1541 ¡Aleluya! Alef. ¡Dichoso el hombre que teme a Yahveh, Bet. que en sus mandamientos
mucho se complace!
2 Guímel. Fuerte será en la tierra su estirpe, Dálet. bendita la raza de los hombres rectos.542
3 He. Hacienda y riquezas en su casa, Vau. su justicia por siempre permanece.543
4 Zain En las tinieblas brilla, como luz de los rectos, Jet. tierno, clemente y justo.
5 Tet. Feliz el hombre que se apiada y presta, Yod. y arregla rectamente sus asuntos.
6 Kaf. No, no será conmovido jamás, Lámed. en memoria eterna permanece el justo;
7 Mem. no tiene que temer noticias malas, Nun. firme es su corazón, en Yahveh confiado.
8 Sámek. Seguro está su corazón, no teme: Ain. al fin desafiará a sus adversarios.
9 Pe. Con largueza da a los pobres; Sade. su justicia por siempre permanece, Qof. su frente se
levanta con honor.
10 Res. Lo ve el impío y se enfurece, Sin. rechinando sus dientes, se consume. Tau. El afán de los
impíos se pierde.
Salmo 113
544 ¡Aleluya!
1 ¡Alabad, servidores de Yahveh, alabad el nombre de Yahveh!
2 ¡Bendito sea el nombre de Yahveh, desde ahora y por siempre!
3 ¡De la salida del sol hasta su ocaso, sea loado el nombre de Yahveh!545
4 ¡Excelso sobre todas las naciones Yahveh, por encima de los cielos su gloria!
5 ¿Quién como Yahveh, nuestro Dios, que se sienta en las alturas,546
6 y se abaja para ver los cielos y la tierra?
7 El levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre,
8 para sentarle con los príncipes, con los príncipes de su pueblo.
9 El asienta a la estéril en su casa, madre de hijos jubilosa.
¡Aleluya!
1547 Cuando Israel salió de Egipto, la casa de Jacob de un pueblo bárbaro,
2 se hizo Judá su santuario, Israel su dominio.
3 Lo vio la mar y huyó, retrocedió el Jordán,548
4 los montes brincaron lo mismo que carneros, las colinas como corderillos.549
5 Mar, ¿qué es lo que tienes para huir, y tú, Jordán, para retroceder,
6 montes, para saltar como carneros, colinas, como corderillos?
7 ¡Tiembla, tierra, ante la faz del Dueño, ante la faz del Dios de Jacob,
8 aquel que cambia la peña en un estanque, y el pedernal en una fuente!550
1551 ¡No a nosotros, Yahveh, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria, por tu amor, por tu
verdad!
2 ¿Por qué han de decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?»552
3 Nuestro Dios está en los cielos, todo cuanto le place lo realiza.553
4 Plata y oro son sus ídolos, obra de mano de hombre.
5 Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven,
6 tienen oídos y no oyen, tienen nariz y no huelen.
7 Tienen manos y no palpan, tienen pies y no caminan, ni un solo susurro en su garganta.
8 Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza.554
9 Casa de Israel, confía en Yahveh, él, su auxilio y su escudo;
10 casa de Aarón, confía en Yahveh, él, su auxilio y su escudo;
11 los que teméis a Yahveh, confiad en Yahveh, él, su auxilio y su escudo.
12 Yahveh se acuerda de nosotros, él bendecirá, bendecirá a la casa de Israel, bendecirá a la casa
de Aarón,
13 bendecirá a los que temen a Yahveh, a pequeños y grandes.555
14 ¡Yahveh os acreciente a vosotros y a vuestros hijos!
15 ¡Benditos vosotros de Yahveh, que ha hecho los cielos y la tierra!
16 Los cielos, son los cielos de Yahveh, la tierra, se la ha dado a los hijos de Adán.
17 No alaban los muertos a Yahveh, ni ninguno de los que bajan al Silencio;
18 mas nosotros, los vivos, a Yahveh bendecimos, desde ahora y por siempre.
Salmo 116 (114-115)
¡Aleluya!
1556 Yo amo, porque Yahveh escucha mi voz suplicante;
2 porque hacia mí su oído inclina el día en que clamo.
3 Los lazos de la muerte me aferraban, me sorprendieron las redes del seol; en angustia y tristeza
me encontraba,
4 y el nombre de Yahveh invoqué: ¡Ah, Yahveh, salva mi alma!
5 Tierno es Yahveh y justo, compasivo nuestro Dios;
6 Yahveh guarda a los pequeños, estaba yo postrado y me salvó.
7 Vuelve, alma mía, a tu reposo, porque Yahveh te ha hecho bien.
8 Ha guardado mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, y mis pies de mal paso.
9 Caminaré en la presencia de Yahveh por la tierra de los vivos.
10 ¡Tengo fe, aún cuando digo: «Muy desdichado soy»!,
11 yo que he dicho en mi consternación: «Todo hombre es mentiroso».
12 ¿Cómo a Yahveh podré pagar todo el bien que me ha hecho?
13 La copa de salvación levantaré, e invocaré el nombre de Yahveh.
14 Cumpliré mis votos a Yahveh, ¡sí, en presencia de todo su pueblo!
15 Mucho cuesta a los ojos de Yahveh la muerte de los que le aman.
16 ¡Ah, Yahveh, yo soy tu siervo, tu siervo, el hijo de tu esclava, tú has soltado mis cadenas!
17 Sacrificio te ofreceré de acción de gracias, e invocaré el nombre de Yahveh.
18 Cumpliré mis votos a Yahveh, sí, en presencia de todo su pueblo,
19 en los atrios de la Casa de Yahveh, en medio de ti, Jerusalén.
Salmo 117
¡Aleluya!
1557 ¡Alabad a Yahveh, todas las naciones, celebradle, pueblos todos!
2 Porque es fuerte su amor hacia nosotros, la verdad de Yahveh dura por siempre.
Salmo 118
¡Aleluya!
1558 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
2 ¡Diga la casa de Israel: que es eterno su amor!
3 ¡Diga la casa de Aarón: que es eterno su amor!
4 ¡Digan los que temen a Yahveh: que es eterno su amor!
5 En mi angustia hacia Yahveh grité, él me respondió y me dio respiro;
6 Yahveh está por mí, no tengo miedo, ¿qué puede hacerme el hombre?
7 Yahveh está por mí, entre los que me ayudan, y yo desafío a los que me odian.
8 Mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en hombre;
9 mejor es refugiarse en Yahveh que confiar en magnates.
10 Me rodeaban todos los gentiles: en el nombre de Yahveh los cercené;
11 me rodeaban, me asediaban: en el nombre de Yahveh los cercené.
12 Me rodeaban como avispas, llameaban como fuego de zarzas: en el nombre de Yahveh los
cercené.
13 Se me empujó, se me empujó para abatirme, pero Yahveh vino en mi ayuda;
14 mi fuerza y mi cántico es Yahveh, él ha sido para mí la salvación.
15 Clamor de júbilo y salvación, en las tiendas de los justos: «¡La diestra de Yahveh hace proezas,
16 excelsa la diestra de Yahveh, la diestra de Yahveh hace proezas!»
17 No, no he de morir, que viviré, y contaré las obras de Yahveh;
18 me castigó, me castigó Yahveh, pero a la muerte no me entregó.
19 ¡Abridme las puertas de justicia, entraré por ellas, daré gracias a Yahveh!
20 Aquí está la puerta de Yahveh, por ella entran los justos.
21 Gracias te doy, porque me has respondido, y has sido para mí la salvación.
22 La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido;
23 esta ha sido la obra de Yahveh, una maravilla a nuestros ojos.
24 ¡Este es el día que Yahveh ha hecho, exultemos y gocémonos en él!
25 ¡Ah, Yahveh, da la salvación! ¡Ah, Yahveh, da el éxito!
26 ¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la Casa de Yahveh os bendecimos.
27 Yahveh es Dios, él nos ilumina. ¡Cerrad la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del
altar!
28 Tú eres mi Dios, yo te doy gracias, Dios mío, yo te exalto.
29 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
Salmo 119
1559 Alef Dichosos los que van por camino perfecto, los que proceden en la ley de Yahveh.
2 Dichosos los que guardan sus dictámenes, los que le buscan de todo corazón,
3 y los que, sin cometer iniquidad, andan por sus caminos.
4 Tú tus ordenanzas promulgaste, para que sean guardadas cabalmente.
5 ¡Ojalá mis caminos se aseguren para observar tus preceptos!
6 Entonces no tendré vergüenza alguna al mirar a todos tus mandamientos.
7 Con rectitud de corazón te daré gracias, al aprender tus justos juicios.
8 Tus preceptos, los observaré, no me abandones tú del todo.
9 Bet. ¿Cómo el joven guardará puro su camino? Observando tu palabra.
10 De todo corazón ando buscándote, no me desvíes de tus mandamientos.
11 Dentro del corazón he guardado tu promesa, para no pecar contra ti.
12 Bendito tú, Yahveh, enséñame tus preceptos.
13 Con mis labios he contado todos los juicios de tu boca.
14 En el camino de tus dictámenes me recreo más que en toda riqueza.
15 En tus ordenanzas quiero meditar y mirar a tus caminos.
16 En tus preceptos tengo mis delicias, no olvido tu palabra.
17 Guímel. Haz merced a tu siervo y viviré. y guardaré tu palabra.
18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley.
19 Un forastero soy sobre la tierra, tus mandamientos no me ocultes.
20 Mi alma se consume deseando tus juicios en todo tiempo.
21 Tú increpas a los soberbios, los malditos, que se desvían de tus mandamientos.
22 Echa lejos de mí oprobio y menosprecio, porque he guardado tus dictámenes.
23 Aunque los príncipes hablen en sesión contra mí, tu servidor medita en tus preceptos.
24 Tus dictámenes hacen mis delicias, mis consejeros, tus preceptos.
25 Dálet. Mi alma está pegada al polvo, hazme vivir conforme a tu palabra.
26 Mis caminos expuse, y tú me respondiste, enséñame tus preceptos.
27 Hazme entender el camino de tus ordenanzas, y meditaré en tus maravillas.
28 Se va en lágrimas mi alma por el tedio, sosténme conforme a tu palabra.
29 Aléjame del camino de mentira, y dame la gracia de tu ley,
30 He escogido el camino de la lealtad, a tus juicios me conformo.
31 A tus dictámenes me mantengo adherido, no me confundas, tú, Yahveh.
32 Corro por el camino de tus mandamientos, pues tú mi corazón dilatas.
33 He. Enséñame, Yahveh, el camino de tus preceptos, yo lo quiero guardar en recompensa.
34 Hazme entender, para guardar tu ley y observarla de todo corazón.
35 Llévame por la senda de tus mandamientos porque mi complacencia tengo en ella.
36 Inclina mi corazón hacia tus dictámenes, y no a ganancia injusta.
37 Aparta mis ojos de mirar vanidades, por tu palabra vivifícame.
38 Mantén a tu siervo tu promesa, que conduce a tu temor.
39 Aparta de mí el oprobio que me espanta, pues son buenos tus juicios.
40 Mira que deseo tus ordenanzas, hazme vivir por tu justicia.
41 Vau. ¡Llegue hasta mí tu amor, Yahveh, tu salvación, conforme a tu promesa!
42 Y daré respuesta al que me insulta, porque confío en tu palabra.
43 No quites de mi boca la palabra de verdad, porque espero en tus juicios.
44 Yo observaré sin descanso tu ley para siempre jamás.
45 Y andaré por camino anchuroso, porque tus ordenanzas voy buscando.
46 De tus dictámenes hablaré ante los reyes, y no tendré que avergonzarme.
47 Y me deleitaré en tus mandamientos, que amo mucho.
48 Tiendo mis manos hacia tus mandamientos, en tus preceptos medito.
49 Zain. Recuerda la palabra dada a tu servidor, de la que has hecho mi esperanza.
50 Este es mi consuelo en mi miseria: que tu promesa me da vida.
51 Los soberbios me insultan hasta el colmo, yo no me aparto de tu ley.
52 Me acuerdo de tus juicios de otro tiempo, oh Yahveh, y me consuelo.
53 Me arrebata el furor por los impíos que abandonan tu ley.
54 Tus preceptos son cantares para mí en mi mansión de forastero.
55 Me acuerdo por la noche de tu nombre, Yahveh, quiero guardar tu ley.
56 Esta es mi tarea: guardar tus ordenanzas.
57 Jet. Mi porción, Yahveh, he dicho, es guardar tus palabras.
58 Con todo el corazón busco tu favor, tenme piedad conforme a tu promesa.
59 He examinado mis caminos y quiero volver mis pies a tus dictámenes.
60 Me doy prisa y no me tardo en observar tus mandamientos.
61 Las redes de los impíos me aprisionan, yo no olvido tu ley.
62 Me levanto a medianoche a darte gracias por tus justos juicios.
63 Amigo soy de todos los que te temen y observan tus ordenanzas.
64 De tu amor, Yahveh, está la tierra llena, enséñame tus preceptos.
65 Tet. Has sido generoso con tu siervo, oh Yahveh, conforme a tu palabra.
66 Cordura y sabiduría enséñame, pues tengo fe en tus mandamientos.
67 Antes de ser humillado, me descarriaba, mas ahora observo tu promesa.
68 Tú, que eres bueno y bienhechor, enséñame tus preceptos.
69 Los soberbios me enredan con mentira, yo guardo tus ordenanzas de todo corazón.
70 Como de grasa su corazón está embotado. mas yo en tu ley tengo mis delicias.
71 Un bien para mí ser humillado, para que aprenda tus preceptos.
72 Un bien para mí la ley de tu boca, más que miles de oro y plata.
73 Yod. Tus manos me han hecho y me han formado, hazme entender, y aprenderé tus
mandamientos.
74 Los que te temen me ven con alegría, porque espero en tu palabra.
75 Yo sé, Yahveh, que son justos tus juicios, que con lealtad me humillas tú.
76 Sea tu amor consuelo para mí, según tu promesa a tu servidor.
77 Me alcancen tus ternuras y viviré, porque tu ley es mi delicia.
78 Sean confundidos los soberbios que me afligen con mentira, yo en tus ordenanzas medito.
79 Vuélvanse hacia mí los que te temen, los que conocen tus dictámenes.
80 Sea mi corazón perfecto en tus preceptos, para que no sea confundido.
81 Kaf. En pos de tu salvación mi alma languidece, en tu palabra espero.
82 Languidecen mis ojos en pos de tu promesa diciendo: «¿Cuándo vas a consolarme?»
83 Aun hecho igual que un pellejo que se ahúma, de tus preceptos no me olvido.
84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿cuándo harás justicia de mis perseguidores?
85 Los soberbios han cavado fosas para mí en contra de tu ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad, con mentira se me persigue, ¡ayúdame!
87 Poco falta para que me borren de la tierra, mas yo tus ordenanzas no abandono.
88 Según tu amor dame la vida, y guardaré el dictamen de tu boca.
89 Lámed. Para siempre, Yahveh, tu palabra, firme está en los cielos.
90 Por todas las edades tu verdad, tú fijaste la tierra, ella persiste.
91 Por tus juicios subsiste todo hasta este día, pues toda cosa es sierva tuya.
92 Si tu ley no hubiera sido mi delicia, ya habría perecido en mi miseria.
93 Jamás olvidaré tus ordenanzas, por ellas tú me das la vida.
94 Tuyo soy, sálvame, pues tus ordenanzas voy buscando.
95 Para perderme me acechan los impíos, yo estoy atento a tus dictámenes.
96 De todo lo perfecto he visto el límite: ¡Qué inmenso es tu mandamiento!
97 Mem. ¡Oh, cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.
98 Más sabio me haces que mis enemigos por tu mandamiento, que por siempre es mío.
99 Tengo más prudencia que todos mis maestros, porque mi meditación son tus dictámenes.
100 Poseo más cordura que los viejos, porque guardo tus ordenanzas.
101 Retraigo mis pasos de toda mala senda para guardar tu palabra.
102 De tus juicios no me aparto, porque me instruyes tú.
103 ¡Cuán dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca!
104 Por tus ordenanzas cobro inteligencia, por eso odio toda senda de mentira.
105 Nun. Para mis pies antorcha es tu palabra, luz para mi sendero.
106 He jurado, y he de mantenerlo, guardar tus justos juicios.
107 Humillado en exceso estoy, Yahveh, dame la vida conforme a tu palabra.
108 Acepta los votos de mi boca, Yahveh, y enséñame tus juicios.
109 Mi alma está en mis manos sin cesar, mas no olvido tu ley.
110 Me tienden un lazo los impíos, mas yo no me desvío de tus ordenanzas.
111 Tus dictámenes son mi herencia por siempre, ellos son la alegría de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a practicar tus preceptos, recompensa por siempre.
113 Sámek. Aborrezco la doblez y amo tu ley.
114 Mi refugio y mi escudo eres tú, yo espero en tu palabra.
115 ¡Apartaos de mí, malvados, quiero guardar los mandamientos de mi Dios!
116 Sosténme conforme a tu promesa, y viviré, no defraudes mi esperanza.
117 Sé tú mi apoyo, y seré salvo, y sin cesar tendré a la vista tus preceptos.
118 Tú deshaces a todos los que se desvían de tus preceptos, mentira es su astucia.
119 Tienes por escoria a todos los impíos de la tierra, por eso amo yo tus dictámenes.
120 Por tu terror tiembla mi carne, de tus juicios tengo miedo.
121 Ain. Juicio y justicia he practicado, a mis opresores no me entregues.
122 Sé fiador de tu siervo para el bien, no me opriman los soberbios.
123 En pos de tu salvación languidecen mis ojos, tras tu promesa de justicia.
124 Según tu amor trata a tu siervo, enséñame tus preceptos.
125 Yo soy tu servidor, hazme entender, y aprenderé tus dictámenes.
126 Ya es hora de actuar, Yahveh, se ha violado tu ley.
127 Por eso amo yo tus mandamientos más que el oro, más que el oro fino.
128 Por eso me guío por todas tus ordenanzas y odio toda senda de mentira.
129 Pe. Maravillas son tus dictámenes, por eso mi alma los guarda.
130 Al abrirse, tus palabras iluminan dando inteligencia a los sencillos.
131 Abro mi boca franca, y hondo aspiro, que estoy ansioso de tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí y tenme piedad, como es justo para los que aman tu nombre.
133 Mis pasos asegura en tu promesa, que no me domine ningún mal.
134 Rescátame de la opresión del hombre, y tus ordenanzas guardaré.
135 Haz que brille tu faz para tu siervo, y enséñame tus preceptos.
136 Mis ojos destilan ríos de lágrimas, porque tu ley no se guarda.
137 Sade. ¡Justo eres tú, Yahveh, y rectitud tus juicios!
138 Con justicia impones tus dictámenes, con colmada verdad.
139 Mi celo me consume, porque mis adversarios olvidan tus palabras.
140 Acendrada en extremo es tu promesa, tu servidor la ama.
141 Pequeño soy y despreciado, mas no olvido tus ordenanzas.
142 Justicia eterna es tu justicia, verdad tu ley.
143 Angustia y opresión me han alcanzado, tus mandamientos hacen mis delicias.
144 Justicia eterna tus dictámenes, hazme entender para que viva.
145 Qof. Invoco con todo el corazón, respóndeme, Yahveh, y guardaré tus preceptos.
146 Yo te invoco, sálvame, y guardaré tus dictámenes.
147 Me adelanto a la aurora y pido auxilio, en tu palabra espero.
148 Mis ojos se adelantan a las vigilias de la noche, a fin de meditar en tu promesa.
149 Por tu amor, Yahveh, escucha mi voz, por tus juicios, vivifícame.
150 Se acercan a la infamia los que me persiguen, se alejan de tu ley.
151 Tú estás cerca, Yahveh, todos tus mandamientos son verdad.
152 De tus dictámenes sé desde hace tiempo que para siempre los fundaste.
153 Res Mira mi aflicción y líbrame, porque tu ley no olvido.
154 Aboga por mi causa tú, rescátame, dame la vida conforme a tu promesa.
155 Lejos de los impíos la salvación, pues no van buscando tus preceptos.
156 Muchas son tus ternuras, Yahveh, por tus juicios, vivifícame.
157 Numerosos mis perseguidores y adversarios, yo no me aparto de tus dictámenes.
158 He visto a los traidores, me disgusta que no guarden tu promesa.
159 Mira que amo tus ordenanzas, Yahveh, dame la vida por tu amor.
160 Es verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos juicios.
161 Sin. Príncipes me persiguen sin razón, mas mi corazón teme tus palabras.
162 Me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín.
163 La mentira detesto y abomino, amo tu ley.
164 Siete veces al día te alabo por tus justos juicios.
165 Mucha es la paz de los que aman tu ley, no hay tropiezo para ellos.
166 Espero tu salvación, Yahveh, tus mandamientos cumplo.
167 Mi alma guarda tus dictámenes, mucho los amo.
168 Guardo tus ordenanzas y dictámenes que ante ti están todos mis caminos.
169 Tau. Mi grito llegue hasta tu faz, Yahveh, por tu palabra dame inteligencia.
170 Mi súplica llegue ante tu rostro, por tu promesa líbrame.
171 Mis labios proclaman tu alabanza, pues tú me enseñas tus preceptos.
172 Mi lengua repita tu promesa, pues todos tus mandamientos son justicia.
173 Venga tu mano en mi socorro, porque tus ordenanzas he escogido.
174 Anhelo tu salvación, Yahveh, tu ley hace mis delicias.
175 Viva mi alma para alabarte, y ayúdenme tus juicios.
176 Me he descarriado como oveja perdida: ven en busca de tu siervo. No, no me olvido de tus
mandamientos.
Salmo 120
Salmo 121
Salmo 122
de Yahveh.
5 Porque allí están los tronos para el juicio, los tronos de la casa de David.
6 Pedid la paz para Jerusalén: ¡en calma estén tus tiendas,
7 haya paz en tus muros, en tus palacios calma!
8 Por amor de mis hermanos y de mis amigos, quiero decir: ¡La paz contigo!
9 ¡Por amor de la Casa de Yahveh nuestro Dios, ruego por tu ventura.
Salmo 123
mano de su señora, así nuestros ojos en Yahveh nuestro Dios, hasta que se apiade de nosotros.
3 ¡Ten piedad de nosotros, Yahveh, ten piedad de nosotros, que estamos saturados de desprecio!
4 ¡Nuestra alma está por demás saturada del sarcasmo de los satisfechos, (¡El desprecio es para
los soberbios!)
Salmo 124
escapamos;
8 nuestro socorro en el nombre de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 125
¡Paz a Israel!
Salmo 126
Salmo 127
Salmo 128
torno a tu mesa.
4 Así será bendito el hombre que teme a Yahveh.
5 ¡Bendígate Yahveh desde Sión, que veas en ventura a Jerusalén todos los días de tu vida,
6 y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel!
Salmo 129
Salmo 130
Salmo 131
Salmo 132
Salmo 133
Salmo 134
Salmo 135
575 ¡Aleluya!
1 Alabad el nombre de Yahveh, alabad, servidores de Yahveh,
2 que servís en la Casa de Yahveh, en los atrios de la Casa del Dios nuestro.
3 Alabad a Yahveh, porque es bueno Yahveh, salmodiad a su nombre, que es amable.
4 Pues Yahveh se ha elegido a Jacob, a Israel, como su propiedad.
5 Bien sé yo que es grande Yahveh, nuestro Señor más que todos los dioses.
6 Todo cuanto agrada a Yahveh, lo hace en el cielo y en la tierra, en los mares y en todos los
abismos.
7 Levantando las nubes desde el extremo de la tierra, para la lluvia hace él los relámpagos, saca
de sus depósitos el viento.
8 El hirió a los primogénitos de Egipto, desde el hombre al ganado;
9 mandó señales y prodigios en medio de ti, Egipto, contra el Faraón y todos sus siervos.
10 Hirió a naciones en gran número, dio muerte a reyes poderosos,
11 a Sijón, rey de los amorreos, a Og, rey de Basán, y a todos los reinos de Canaán;
12 y dio sus tierras en herencia, en herencia a su pueblo Israel.
13 ¡Yahveh, tu nombre para siempre, Yahveh, tu memoria de edad en edad!
14 Porque Yahveh a su pueblo hace justicia, y se compadece de sus siervos.
15 Los ídolos de las naciones, plata y oro, obra de manos de hombre
16 tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven;
17 tienen oídos y no oyen, ni un soplo siquiera hay en su boca.
18 Como ellos serán los que los hacen, cuantos en ellos ponen su confianza.
19 Caza de Israel, bendecid a Yahveh, casa de Aarón, bendecid a Yahveh,
20 casa de Leví, bendecid a Yahveh, los que a Yahveh teméis, bendecid a Yahveh.
21 ¡Bendito sea Yahveh desde Sión, el que habita en Jerusalén!
Salmo 136
¡Aleluya!
1576 ¡Dad gracias a Yahveh, porque es bueno, porque es eterno su amor!
2 Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterno su amor;
3 dad gracias al Señor de los señores, porque es eterno su amor.
4 El solo hizo maravillas, porque es eterno su amor.
5 Hizo los cielos con inteligencia, porque es eterno su amor;
6 sobre las aguas asentó la tierra, porque es eterno su amor.
7 Hizo las grandes lumbreras, porque es eterno su amor;
8 el sol para regir el día, porque es eterno su amor;
9 la luna y las estrellas para regir la noche, porque es eterno su amor.
10 Hirió en sus primogénitos a Egipto, porque es eterno su amor;
11 y sacó a Israel de entre ellos, porque es eterno su amor;
12 con mano fuerte y tenso brazo, porque es eterno su amor.
13 El mar de Suf partió en dos, porque es eterno su amor;
14 por medio a Israel hizo pasar, porque es eterno su amor;
15 y hundió en él al Faraón con sus huestes, porque es eterno su amor.
16 Guió a su pueblo en el desierto, porque es eterno su amor;
17 hirió a grandes reyes, porque es eterno su amor;
18 y dio muerte a reyes poderosos, porque es eterno su amor;
19 a Sijón, rey de los amorreos, porque es eterno su amor;
20 y a Og, rey de Basán, porque es eterno su amor.
21 Y dio sus tierras en herencia, porque es eterno su amor;
22 en herencia a su siervo Israel, porque es eterno su amor.
23 En nuestra humillación se acordó de nosotros, porque es eterno su amor;
24 y nos libró de nuestros adversarios, porque es eterno su amor.
25 El da el pan a toda carne, porque es eterno su amor;
26 ¡Dad gracias al Dios de los cielos, porque es eterno su amor!
Salmo 137
1577 A orillas de los ríos de Babilonia estábamos sentados y llorábamos, acordándonos de Sión;
2 en los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras.
3 Allí nos pidieron nuestros deportadores cánticos, nuestros raptores alegría: «¡Cantad para
gozo!
7 Acuérdate, Yahveh, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían:
578 De David.
1 Te doy gracias, Yahveh, de todo corazón, pues tú has escuchado las palabras de mi boca. En
presencia de los ángeles salmodio para ti,
2 hacia tu santo Templo me prosterno. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu
promesa ha superado tu renombre.
3 El día en que grité, tú me escuchaste, aumentaste la fuerza en mi alma.
4 Te dan gracias, Yahveh, todos los reyes de la tierra, porque oyen las promesas de tu boca;
5 y cantan los caminos de Yahveh: «¡Qué grande la gloria de Yahveh!
6 ¡Excelso es Yahveh, y ve al humilde, al soberbio le conoce desde lejos!»
7 Si ando en medio de angustias, tú me das la vida, frente a la cólera de mis enemigos, extiendes
Salmo 139
de la tierra.
16 Mi embrión tus ojos lo veían; en tu libro están inscritos todos los días que han sido señalados,
Salmo 140
alcen sobre mí
9 su cabeza, Pausa ahóguelos la malicia de sus labios;
10 llueva sobre ellos carbones encendidos, en el abismo hundidos, no se levanten más;
11 no arraigue más en la tierra el deslenguado. al violento lo atrape de golpe la desgracia.
12 Sé que Yahveh al humilde hará justicia, y llevará el juicio de los pobres.
13 Sí, los justos darán gracias a tu nombre, los rectos morarán en tu presencia.
Salmo 141
Salmo 143
justicia;
2 no entres en juicio con tu siervo, pues no es justo ante ti ningún viviente.
3 Persigue mi alma el enemigo, mi vida estrella contra el suelo; me hace morar en las tinieblas,
manos;
6 hacia ti mis manos tiendo, mi alma es como una tierra que tiene sed de ti. Pausa.
7 ¡Oh, pronto, respóndeme, Yahveh, el aliento me falta; no escondas lejos de mí tu rostro, pues
sería yo como los que bajan a la fosa!
8 Haz que sienta tu amor a la mañana, porque confío en ti; hazme saber el camino a seguir,
tu servidor.
Salmo 144
584 De David.
1 Bendito sea Yahveh, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la
batalla;
2 él, mi amor y mi baluarte, mi ciudadela y mi libertador, mi escudo en el que me cobijo, el que
los pueblos somete a mi poder.
3 Yahveh, ¿qué es el hombre para que le conozcas, el hijo de hombre para que en él pienses?
4 El hombre es semejante a un soplo, sus días, como sombra que pasa.
5 ¡Yahveh, inclina tus cielos y desciende, toca los montes, que echen humo;
6 fulmina el rayo y desconciértalos, lanza tus flechas y trastórnalos!
7 Extiende tu mano desde lo alto, sálvame, líbrame de las muchas aguas, de la mano de los hijos
de extranjeros,
8 cuya boca profiere falsedad y cuya diestra es diestra de mentira.
9 Oh Dios, quiero cantarte un canto nuevo, salmodiar para ti al arpa de diez cuerdas,
10 tú que das a los reyes la victoria, que salvas a David tu servidor. De espada de infortunio
11 sálvame. líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca profiere falsedad y cuya diestra es
diestra de mentira.
12 Sean nuestros hijos como plantas florecientes en su juventud, nuestras hijas como columnas
Salmo 145
siempre jamás!
Salmo 146
586 ¡Aleluya!
1 ¡Alaba a Yahveh, alma mía!
2 A Yahveh, mientras viva, he de alabar, mientras exista salmodiaré para mi Dios.
3 No pongáis vuestra confianza en príncipes, en un hijo de hombre, que no puede salvar;
4 su soplo exhala, a su barro retorna, y en ese día sus proyectos fenecen.
5 Feliz aquel que en el Dios de Jacob tiene su apoyo, y su esperanza en Yahveh su Dios,
6 que hizo los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos hay; que guarda por siempre lealtad,
7 hace justicia a los oprimidos, da el pan a los hambrientos, Yahveh suelta a los encadenados.
8 Yahveh abre los ojos a los ciegos, Yahveh a los encorvados endereza, Ama Yahveh a los justos,
9 Yahveh protege al forastero, a la viuda y al huérfano sostiene. mas el camino de los impíos
tuerce;
10 Yahveh reina para siempre, tu Dios, Sión, de edad en edad.
¡Aleluya!
1587 Alabad a Yahveh, que es bueno salmodiar, a nuestro Dios, que es dulce la alabanza.
2 Edifica Yahveh a Jerusalén, congrega a los deportados de Israel;
3 él sana a los de roto corazón, y venda sus heridas.
4 El cuenta el número de estrellas, y llama a cada una por su nombre;
5 grande es nuestro Señor, y de gran fuerza, no tiene medida su saber.
6 Yahveh sostiene a los humildes, hasta la tierra abate a los impíos.
7 Cantad a Yahveh en acción de gracias, salmodiad a la cítara para nuestro Dios:
8 El que cubre de nubes los cielos, el que lluvia a la tierra prepara, el que hace germinar en los
montes la hierba, y las plantas para usos del hombre,
9 el que dispensa al ganado su sustento, a las crías del cuervo cuando chillan.
10 No le agrada el brío del caballo, ni se complace en los músculos del hombre.
11 Se complace Yahveh en los que le temen, en los que esperan en su amor.
12 ¡Celebra a Yahveh, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión!
13 Que él ha reforzado los cerrojos de tus puertas, ha bendecido en ti a tus hijos;
14 pone paz en tu término, te sacia con la flor del trigo.
15 El envía a la tierra su mensaje, a toda prisa corre su palabra;
16 como lana distribuye la nieve, esparce la escarcha cual ceniza.
17 Arroja su hielo como migas de pan, a su frío ¿quién puede resistir?
18 Envía su palabra y hace derretirse, sopla su viento y corren las aguas.
19 El revela a Jacob su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel:
20 no hizo tal con ninguna nación, ni una sola sus juicios conoció.
Salmo 148
588 ¡Aleluya!
1 ¡Alabad a Yahveh desde los cielos, alabadle en las alturas,
2 alabadle, ángeles suyos todos, todas sus huestes, alabadle!
3 ¡Alabadle, sol y luna, alabadle todas las estrellas de luz,
4 alabadle, cielos de los cielos, y aguas que estáis encima de los cielos!
5 Alaben ellos el nombre de Yahveh: pues él ordenó y fueron creados;
6 él los fijó por siempre, por los siglos, ley les dio que no pasará.
7 ¡Alabad a Yahveh desde la tierra, monstruos del mar y todos los abismos,
8 fuego y granizo, nieve y bruma, viento tempestuoso, ejecutor de su palabra,
9 montañas y todas la colinas, árbol frutal y cedros todos,
10 fieras y todos los ganados, reptil y pájaro que vuela,
11 reyes de la tierra y pueblos todos, príncipes y todos los jueces de la tierra,
12 jóvenes y doncellas también, viejos junto con los niños!
13 Alaben el nombre de Yahveh: porque sólo su nombre es sublime, su majestad por encima de la
tierra y el cielo.
14 El realza la frente de su pueblo, de todos sus amigos alabanza, de los hijos de Israel, pueblo de
sus íntimos.
Salmo 149
589 ¡Aleluya!
1 ¡Cantad a Yahveh un cantar nuevo: su alabanza en la asamblea de sus amigos!
2 ¡Regocíjese Israel en su hacedor, los hijos de Sión exulten en su rey;
3 alaben su nombre con la danza, con tamboril y cítara salmodien para él!
4 Porque Yahveh en su pueblo se complace, adorna de salvación a los humildes.
5 Exalten de gloria sus amigos, desde su lecho griten de alegría:
6 los elogios de Dios en su garganta, y en su mano la espada de dos filos;
7 para ejecutar venganza en las naciones, castigos en los pueblos,
8 para atar con cadenas a sus reyes, con grillos de hierro a sus magnates,
9 para aplicarles la sentencia escrita: ¡será un honor para todos sus amigos!
Salmo 150
590 ¡Aleluya!
1 Alabad a Dios en su santuario, alabadle en el firmamento de su fuerza,
2 alabadle por sus grandes hazañas, alabadle por su inmensa grandeza.
3 Alabadle con clangor de cuerno, alabadle con arpa y con cítara,
4 alabadle con tamboril y danza, alabadle con laúd y flauta,
5 alabadle con címbalos sonoros, alabadle con címbalos de aclamación.
6 ¡Todo cuanto respira alabe a Yahveh! ¡Aleluya!
PROVERBIOS
Introducción.
Proverbios 1
Contra las malas compañías
10 Hijo mío, si los pecadores te quieren seducir, no vayas.
11 Si te dicen: «¡Vente con nosotros, estemos al acecho para derramar sangre, apostémonos
Llamado y amenazas de la Sabiduría
20 La Sabiduría clama por las calles, por las plazas alza su voz,
21 llama en la esquina de las calles concurridas, a la entrada de las puertas de la ciudad pronuncia
sus discursos:
22 «¿Hasta cuándo, simples, amaréis vuestra simpleza y arrogantes os gozaréis en la arrogancia y
La protección que da la Sabiduría
Proverbios 2
1 Hijo mío, si das acogida a mis palabras, y guardas en tu memoria mis mandatos,
2 prestando tu oído a la sabiduría, inclinando tu corazón a la prudencia;
3 si invocas a la inteligencia y llamas a voces a la prudencia;
4 si la buscas como la plata y como un tesoro la rebuscas,
5 entonces entenderás el temor de Yahveh y la ciencia de Dios encontrarás.
6 Porque Yahveh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia.
7 Reserva el éxito para los rectos, es escudo para quienes proceden con entereza,
8 vigila las sendas de la equidad y guarda el camino de sus amigos.
9 Entonces entenderás la justicia, la equidad y la rectitud: todos los senderos del bien.
10 Cuando entre la sabiduría en tu corazón y la ciencia sea dulce para tu alma,
11 velará sobre ti la reflexión y la prudencia te guardará,
12 apartándote del mal camino, del hombre que propone planes perversos,
13 de los que abandonan el recto sendero para ir por caminos tenebrosos,
14 de los que se gozan en hacer el mal, se regocijan en la perversidad,
15 cuyos senderos son tortuosos y sus sendas llenas de revueltas.
16 Ella te apartará de la mujer ajena, de la extraña de melosas palabras,
17 que ha dejado al amigo de su juventud y ha olvidado la alianza de su Dios;
18 su casa está inclinada hacia la muerte, hacia las sombras sus tortuosos senderos.594
19 Nadie que entre por ella volverá, no alcanzará las sendas de la vida.
20 Por eso has de ir por el camino de los buenos, seguirás las sendas de los justos.
21 Porque los rectos habitarán la tierra y los íntegros se mantendrán en ella;
22 pero los malos serán cercenados de la tierra, se arrancará de ella a los desleales.
La Sabiduría y el temor del Señor
Proverbios 3
1 Hijo mío, no olvides mi lección, en tu corazón guarda mis mandatos,
2 pues largos días y años de vida y bienestar te añadirán.
3 La piedad y la lealtad no te abandonen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tablilla de tu
corazón.595
4 Así hallarás favor y buena acogida a los ojos de Dios y de los hombres.
5 Confía en Yahveh de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia;
6 reconócele en todos tus caminos y él enderezará tus sendas.
7 No seas sabio a tus propios ojos, teme a Yahveh y apártate del mal:596
8 medicina será para tu carne y refrigerio para tus huesos.
9 Honra a Yahveh con tus riquezas, con las primicias de todas tus ganancias:
10 tus trojes se llenarán de grano y rebosará de mosto tu lagar.
11 No desdeñes, hijo mío, la instrucción de Yahveh, no te dé fastidio su reprensión,
12 porque Yahveh reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido.597
Valor y frutos de la Sabiduría
13 Dichoso el hombre que ha encontrado la sabiduría y el hombre que alcanza la prudencia;
14 más vale su ganancia que la ganancia de plata, su renta es mayor que la del oro.
15 Más preciosa es que las perlas, nada de lo que amas se le iguala.
16 Largos días a su derecha, y a su izquierda riqueza y gloria.
17 Sus caminos son caminos de dulzura y todas sus sendas de bienestar.
18 Es árbol de vida para los que a ella están asidos, felices son los que la abrazan.
19 Con la Sabiduría fundó Yahveh la tierra, consolidó los cielos con inteligencia;
20 con su ciencia se abrieron los océanos y las nubes destilan el rocío.
La seguridad que da la Sabiduría
21 Hijo mío, guarda la prudencia y la reflexión, no se aparten nunca de tus ojos:
22 serán vida para tu alma y adorno para tu cuello.
23 Así irás tranquilo por tu camino y no tropezará tu pie.
24 No tendrás miedo al acostarte, una vez acostado, será dulce tu sueño.
25 No temerás el espanto repentino, ni cuando llegue la tormenta de los malos,
26 porque Yahveh será tu tranquilidad y guardará tu pie de caer en el cepo.
La ayuda al prójimo
27 No niegues un favor a quien es debido, si en tu mano está el hacérselo.
28 No digas a tu prójimo: «Vete y vuelve, mañana te daré», si tienes algo en tu poder.
29 No trames mal contra tu prójimo cuando se sienta confiado junto a ti.
30 No te querelles contra nadie sin motivo, si no te ha hecho ningún mal.
La suerte final de los impíos
31 No envidies al hombre violento, ni elijas ninguno de sus caminos;
32 porque Yahveh abomina a los perversos, pero su intimidad la tiene con los rectos.
33 La maldición de Yahveh en la casa del malvado, en cambio bendice la mansión del justo.
34 Con los arrogantes es también arrogante, otorga su favor a los pobres.598
35 La gloria es patrimonio de los sabios y los necios heredarán la ignominia.
La Sabiduría, gloria del que la posee
Proverbios 4
1 Escuchad, hijos, la instrucción del padre, estad atentos para aprender inteligencia,
2 porque es buena la doctrina que os enseño; no abandonéis mi lección.
3 También yo fui hijo para mi padre, tierno y querido a los ojos de mi madre,
4 El me enseñaba y me decía: «Retén mis palabras en tu corazón, guarda mis mandatos y
vivirás.599
5 Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia, no la olvides, no te apartes de los dichos de mi
boca.
6 No la abandones y ella te guardará, ámala y ella será tu defensa.
7 El comienzo de la sabiduría es: adquiere la sabiduría, a costa de todos tus bienes adquiere la
inteligencia.
8 Haz acopio de ella, y ella te ensalzará; ella te honrará, si tú la abrazas;
9 pondrá en tu cabeza una diadema de gracia, una espléndida corona será tu regalo».
La Sabiduría, guía en el camino
10 Escucha, hijo mío, recibe mis palabras, y los años de tu vida se te multiplicarán.
11 En el camino de la sabiduría te he instruido, te he encaminado por los senderos de la rectitud.
12 Al andar no se enredarán tus pasos, y si corres, no tropezarás.
13 Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, que es tu vida.
14 No te metas por la senda de los perversos, ni vayas por el camino de los malvados.
15 Evítalo, no pases por él, apártate de él, pasa adelante.
16 Porque ésos no duermen si no obran el mal, se les quita el sueño si no han hecho caer a
alguno.
17 Es que su pan es pan de maldad, y vino de violencia es su bebida.
18 La senda de los justos es como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día.
19 Pero el camino de los malos es como tinieblas, no saben dónde han tropezado.
La Sabiduría, fuente de vida
20 Atiende, hijo mío, a mis palabras, inclina tu oído a mis razones.
21 No las apartes de tus ojos, guárdalas dentro de tu corazón.
22 Porque son vida para los que las encuentran, y curación para toda carne.
23 Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón, porque de él brotan las fuentes de la vida.
24 Aparta de ti la falsía de la boca y el enredo de los labios arrójalo de ti.
25 Miren de frente tus ojos, tus párpados derechos a lo que está ante tí.
26 Tantea bien el sendero de tus pies y sean firmes todos tus caminos.
27 No te tuerzas ni a derecha ni a izquierda, aparta tu pie de la maldad.
Los falsos encantos de la mujer adúltera
Proverbios 5
La fidelidad conyugal
15 Bebe el agua de tu cisterna, la que brota de tu pozo.
16 ¿Se van a desbordar por fuera tus arroyos, las corrientes de agua por las plazas?
17 Que sean para ti solo, no para que las beban contigo los extraños.
18 - Sea tu fuente bendita. Gózate en la mujer de tu mocedad,
19 cierva amable, graciosa gacela: embriáguente en todo tiempo sus amores, su amor te apasione
para siempre.
20 ¿Por qué apasionarte, hijo mío, de una ajena, abrazar el seno de una extraña?
21 Pues los caminos del hombre están en la presencia de Yahveh, él vigila todos sus senderos.
22 El malvado será presa de sus propias maldades, con los lazos de su pecado se le capturará.
23 Morirá por su falta de instrucción, por su gran necedad se perderá.
Peligros de las fianzas
Proverbios 6
1 Si has salido, hijo mío, fiador de tu prójimo, si has chocado tu mano con un extraño,600
2 si te has obligado con las palabras de tu boca, si de la palabra de tu boca te has dejado prender,
3 haz esto, hijo mío, para quedar libre, pues has caído en manos de tu prójimo: Vete, póstrate,
importuna a tu prójimo;
4 no concedas a tus ojos sueño ni a tus párpados reposo;
5 líbrate, como la gacela del lazo, como el pájaro de la mano del pajarero.
Contra la pereza
6 Vete donde la hormiga, perezoso, mira sus andanzas y te harás sabio.
7 Ella no tiene jefe, ni capataz, ni amo;
8 asegura en el verano su sustento, recoge su comida al tiempo de la mies.
9 ¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿cuándo te levantarás de tu sueño?
10 Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los brazos cruzados;601
11 y llegará como vagabundo tu miseria y como un mendigo tu pobreza.
Contra los malvados y simuladores
12 Un malvado, un hombre inicuo, anda con la boca torcida,
13 guiña el ojo, arrastra los pies, hace señas con los dedos.
14 Torcido está su corazón, medita el mal, pleitos siembra en todo tiempo.
15 Por eso vendrá su ruina de repente, de improviso quebrará, y no habrá remedio.
Las siete cosas abominables
16 Seis cosas hay que aborrece Yahveh, y siete son abominación para su alma:
17 ojos altaneros, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente,
18 corazón que fragua planes perversos, pies que ligeros corren hacia el mal,
19 testigo falso que profiere calumnias, y el que siembra pleitos entre los hermanos.
Contra el adulterio
20 Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre.
21 Tenlos atados siempre a tu corazón, enlázalos a tu cuello;
22 en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al
despertar.
23 Porque el mandato es una lámpara y la lección una luz; camino de vida los reproches y la
instrucción,
24 para librarte de la mujer perversa, de la lengua suave de la extraña.
25 No codicies su hermosura en tu corazón, no te cautive con sus párpados,
26 porque un mendrugo de pan basta a la prostituta, pero la casada va a la caza de una vida
preciosa.
27 ¿Puede uno meter fuego en su regazo sin que le ardan los vestidos?
28 ¿Puede uno andar sobre las brasas sin que se le quemen los pies?
29 Así le pasa al que se llega a la mujer del prójimo: no saldrá ileso ninguno que la toque.
30 No se desprecia al ladrón cuando roba para llenar su estómago, porque tiene hambre.
31 Mas, si le sorprenden, paga el séptuplo, tiene que dar todos los bienes de su casa.
32 Pero el que hace adulterar a una mujer es un mentecato; un suicida es el que lo hace;
33 encontrará golpes y deshonra y su vergüenza no se borrará.
34 Porque los celos enfurecen al marido. y no tendrá piedad el día de la venganza.
35 No hará caso de compensación alguna; aunque prodigues regalos, no aceptará.
Contra las seducciones de la mujer adúltera
Proverbios 7
1 Guarda, hijo mío, mis palabras, conserva como un tesoro mis mandatos.
2 Guarda mis mandamientos y vivirás; sea mi lección como la niña de tus ojos.
3 Átalos a tus dedos, escríbelos en la tablilla de tu corazón.
4 Dile a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», llama pariente a la inteligencia,
5 para que te guarde de la mujer ajena, de la extraña de palabras melosas.
6 Estaba yo a la ventana de mi casa y miraba a través de las celosías,
7 cuando ví, en el grupo de los simples, distinguí entre los muchachos a un joven falto de juicio:
8 pasaba por la calle, junto a la esquina donde ella vivía, iba camino de su casa,
9 al atardecer, ya oscurecido, en lo negro de la noche y de las sombras.
10 De repente, le sale al paso una mujer, con atavío de ramera y astucia en el corazón.
11 Es alborotada y revoltosa, sus pies nunca paran en su casa.
12 Tan pronto en las calles como en las plazas, acecha por todas las esquinas.
13 Ella lo agarró y lo abrazó, y desvergonzada le dijo:
14 «Tenía que ofrecer un sacrificio de comunión y hoy he cumplido mi voto;602
15 por eso he salido a tu encuentro para buscarte en seguida; y va te he encontrado.
16 He puesto en mi lecho cobertores policromos, lencería de Egipto,
17 con mirra mi cama he rociado, con áloes y cinamomo.
18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana, solacémonos los dos, entre caricias.
19 Porque no está el marido en casa, está de viaje muy lejos;
20 ha llevado en su mano la bolsa del dinero, volverá a casa para la luna llena.»
21 Con sus muchas artes lo seduce, lo rinde con el halago de sus labios.
22 Se va tras ella en seguida, como buey al matadero, como el ciervo atrapado en el cepo,
23 hasta que una flecha le atraviese el hígado; como pájaro que se precipita en la red, sin saber
Proverbios 8
1603 ¿No está llamando la Sabiduría? y la Prudencia, ¿no alza su voz?
2 En la cumbre de las colinas que hay sobre el camino, en los cruces de sendas se detiene;
3 junto a las puertas, a la salida de la ciudad, a la entrada de los portales, da sus voces:
4 «A vosotros, hombres, os llamo, para los hijos de hombre es mi voz.
5 Entended, simples, la prudencia y vosotros, necios, sed razonables.
6 Escuchad: voy a decir cosas importantes y es recto cuanto sale de mis labios.
7 Porque verdad es el susurro de mi boca y mis labios abominan la maldad.
8 Justos son todos los dichos de mi boca, nada hay en ellos astuto ni tortuoso.
9 Todos están abiertos para el inteligente y rectos para los que la ciencia han encontrado.
10 Recibid mi instrucción y no la plata, la ciencia más bien que el oro puro.
11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas, ninguna cosa apetecible se le puede
igualar.
Los tesoros de la Sabiduría
12 «Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia, yo he inventado la ciencia de la reflexión.
13 (El temor de Yahveh es odiar el mal.) La soberbia y la arrogancia y el camino malo y la boca
torcida yo aborrezco.
14 Míos son el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mía es la fuerza.
15 Por mí los reyes reinan y los magistrados administran la justicia.
16 Por mí los príncipes gobiernan y los magnates, todos los jueces justos.
17 Yo amo a los que me aman y los que me buscan me encontrarán.
18 Conmigo están la riqueza y la gloria, la fortuna sólida y la justicia.
19 Mejor es mi fruto que el oro, que el oro puro, y mi renta mejor que la plata acrisolada.
20 Yo camino por la senda de la justicia, por los senderos de la equidad,
21 para repartir hacienda a los que me aman y así llenar sus arcas.»
La Sabiduría en la creación
22 «Yahveh me creó, primicia de su camino, antes que sus obras más antiguas.
23 Desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra.
24 Cuando no existían los abismos fui engendrada, cuando no había fuentes cargadas de agua.
25 Antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas, fui engendrada.
26 No había hecho aún la tierra ni los campos, ni el polvo primordial del orbe.
27 Cuando asentó los cielos, allí estaba yo, cuando trazó un círculo sobre la faz del abismo,
28 cuando arriba condensó las nubes, cuando afianzó las fuentes del abismo,
29 cuando al mar dio su precepto - y las aguas no rebasarán su orilla - cuando asentó los
cimientos de la tierra,
30 yo estaba allí, como arquitecto, y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en
todo tiempo,
31 jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres.»
Felicidad del que encuentra la Sabiduría
32 «Ahora pues, hijos, escuchadme, dichosos los que guardan mis caminos.
33 Escuchad la instrucción y haceos sabios, no la despreciéis.
34 Dichoso el hombre que me escucha velando ante mi puerta cada día, guardando las jambas de
mi entrada.
35 Porque el que me halla, ha hallado la vida, ha logrado el favor de Yahveh.
36 Pero el que me ofende, hace daño a su alma; todos los que me odian, aman la muerte.»
El banquete de la Sabiduría
Proverbios 9
La invitación de la Necedad
13 La mujer necia es alborotada, todo simpleza, no sabe nada.
14 Se sienta a la puerta de su casa, sobre un trono, en las colinas de la ciudad,
15 para llamar a los que pasan por el camino, a los que van derechos por sus sendas:
16 «Si alguno es simple, véngase acá» y al falto de juicio le dice:
17 «Son dulces las aguas robadas y el pan a escondidas es sabroso.»
18 No sabe el hombre que allí moran las Sombras; sus invitados van a los valles del seol.605
PRIMERA COLECCIÓN DE PROVERBIOS
SALOMÓNICOS
En esta segunda sección se han reunido, sin ningún orden lógico, 375 máximas breves
relacionadas con los temas más diversos. Cada sentencia consta de dos miembros paralelos, que se
contraponen o se complementan recíprocamente. Muchos de estos proverbios no expresan un ideal de
vida, sino que ponen de manifiesto objetivamente la suerte que espera a las personas de toda
condición, sexo y edad, según se comporten necia o sabiamente. Una parte de esta colección se
remonta a la época de Salomón, pero fue enriquecida durante el período monárquico posterior, como
lo muestran las repetidas alusiones a la figura del rey (16. 10-15; 19. 12; 20. 2; 21. 1). La extrema
concisión del lenguaje proverbial —sumada no pocas veces a la mala conservación del texto hebreo—
hace que algunas sentencias resulten enigmàticas y que su traducción sea sólo aproximativa.
Proverbios 10
madre.606
2 Tesoros mal adquiridos no aprovechan, mas la justicia libra de la muerte.
3 Yahveh no permite que el justo pase hambre, pero rechaza la codicia de los malos.
4 Mano indolente empobrece, la mano de los diligentes enriquece.
5 Amontonar en verano es de hombre sensato, dormirse en la cosecha es de hombre indigno.
6 Bendiciones sobre la cabeza del justo; pero la boca de los impíos rezuma violencia.
7 El recuerdo del justo sirve de bendición; el nombre de los malos se pudre.
8 El sensato de corazón acepta los mandatos, el hombre charlatán corre a su ruina.
9 Quien va a derecho, va seguro, quien va con rodeos es descubierto.
10 El que guiña de ojos, dará disgustos, quien reprende a la cara, proporciona paz.
11 Manantial de vida la boca del justo; la boca de los impíos rezuma violencia.
12 El odio provoca discusiones, el amor cubre todas las faltas.607
13 En labios del inteligente se encuentra sabiduría, palo a las espaldas del falto de seso.
14 Los sabios atesoran conocimiento, la boca del necio es ruina inmediata.
15 La fortuna del rico es su plaza fuerte, la ruina de los débiles es su pobreza.608
16 El salario del justo es para vivir, la renta del malo es para pecar.
17 Camina hacia la vida el que guarda las instrucciones; quien desatiende la reprensión se
extravía.
18 Los labios mentirosos disimulan el odio; quien profiere una calumnia es un necio.
19 En las muchas palabras no faltará pecado; quien reprime sus labios es sensato.609
20 Plata elegida es la lengua del justo, el corazón de los malos vale poco.
21 Los labios del justo apacientan a muchos, los insensatos mueren en su falta de seso.
22 La bendición de Yahveh es la que enriquece, y nada le añade el trabajo a que obliga.
23 Como un juego es para el necio cometer el crimen, la sabiduría lo es para el hombre
inteligente.
24 Lo que teme el malo, eso le sucede, lo que el justo desea, se le da.
25 Cuando pasa la tormenta, ya no existe el malo, mas el justo es construcción eterna.
26 Vinagre para los dientes y humo para los ojos: así es el perezoso para quien lo envía.
27 El temor de Yahveh prolonga los días, los años de los malos son acortados.
28 La espera de los justos es alegría, la esperanza de los malos fracasará.
29 Fortaleza es para el íntegro la senda de Yahveh; pero ruina para los malhechores.
30 Jamás el justo será conmovido, pero los malos no habitarán la tierra.
31 La boca del justo da frutos de sabiduría, la lengua perversa será cortada.
32 Los labios del justo saben de benevolencia; la boca de los malos, de perversidad.
Proverbios 11
Proverbios 12
Proverbios 13
de violencia.
3 Quien vigila su boca, guarda su vida; quien abre sus labios, busca su ruina.
4 Tiene hambre el perezoso, mas no se cumple su deseo; el deseo de los diligentes queda
satisfecho.
5 El justo odia la palabra mentirosa, pero el malo infama y deshonra.
6 La justicia guarda al íntegro en su camino, mas la maldad arruina al pecador.
7 Hay quien se hace el rico y nada tiene, hay quien se hace el pobre y tiene gran fortuna.
8 El precio de la vida de un hombre es su riqueza; pero el pobre no hace caso a la amenaza.
9 La luz de los justos alegremente luce, la lámpara de los malos se apaga.
10 La insolencia sólo disputas proporciona; con los que admiten consejos está la sabiduría.
11 Fortuna rápida, vendrá a menos, quien junta poco a poco, irá en aumento.
12 Espera prolongada enferma el corazón; árbol de vida es el deseo cumplido.
13 Quien desprecia la palabra se perderá, quien respeta el mandato se salvará.
14 La lección del sabio es fuente de vida, para sortear las trampas de la muerte.
15 Una gran prudencia alcanza favor, el camino de los pérfidos no tiene fin,
16 Todo hombre cauto obra con conocimiento, el tonto ostenta su necedad.
17 Mensajero perverso cae en desgracia, mensajero leal trae la curación.
18 Miseria e ignominia al que rechaza la instrucción, gloria al que acepta la reprensión.
19 Deseo cumplido, dulzura para el alma, los necios detestan abandonar el mal.
20 El que anda con los sabios será sabio; quien frecuenta los necios se hará malo.
21 A los pecadores los persigue la desgracia, los justos son colmados de dicha.
22 El hombre de bien deja herencia a los hijos de sus hijos, al justo se reserva la riqueza del
pecador.
23 Las roturas de los pobres dan mucho de comer; pero hay perdición cuando falta justicia.
24 Quien escatima la vara, odia a su hijo, quien le tiene amor, le castiga.
25 Come el justo y queda satisfecho, pero el vientre de los malos pasa necesidad.
Proverbios 14
Proverbios 15
1 Una respuesta suave calma el furor, una palabra hiriente aumenta la ira.
2 La lengua de los sabios hace agradable la ciencia, la boca de los insensatos esparce necedad.
3 En todo lugar, los ojos de Yahveh, observando a los malos y a los buenos.
4 Lengua mansa, árbol de vida, lengua perversa rompe el alma.
5 El tonto desprecia la corrección de su padre; quien sigue la reprensión es cauto.
6 La casa del justo abunda en riquezas, en las rentas del malo no falta inquietud.
7 Los labios de los sabios siembran ciencia, pero no así el corazón de los necios.
8 Yahveh abomina el sacrificio de los malos; la oración de los rectos alcanza su favor.614
9 Yahveh abomina el camino malo; y ama al que va tras la justicia.
10 Corrección severa a quien deja el camino; el que odia la reprensión perecerá.
11 Seol y Perdición están ante Yahveh: ¡cuánto más los corazones de los hombres!
12 El arrogante no quiere ser reprendido, no va junto a los sabios.
13 Corazón alegre hace buena cara, corazón en pena deprime el espíritu.
14 Corazón inteligente busca la ciencia, los labios de los necios se alimentan de necedad.
15 Todos los días del pobre son malos, para el corazón dichoso, banquetes sin fin.
16 Mejor es poco con temor de Yahveh, que gran tesoro con inquietud.
17 Más vale un plato de legumbres, con cariño, que un buey cebado, con odio.
18 El hombre violento provoca disputas, el tardo a la ira aplaca las querellas.
19 El camino del perezoso es como un seto de espinos. la senda de los rectos es llana.
20 El hijo sabio es la alegría de su padre, el hombre necio desprecia a su madre.
21 La necedad alegra al insensato, el hombre inteligente camina en derechura.
22 Donde no hay consultas, los planes fracasan; con muchos consejeros, se llevan a cabo.
23 El hombre halla alegría en la respuesta de su boca; una palabra a tiempo, ¡qué cosa más buena!
24 Camino de la vida, hacia arriba, para el sabio, para que se aparte del seol, que está abajo.
25 La casa de los soberbios la destruye Yahveh, y mantiene en pie los linderos de la viuda.
26 Yahveh abomina los proyectos perversos; pero son puras las palabras agradables.
27 Quien se da al robo, perturba su casa, quien odia los regalos, vivirá.
28 El corazón del justo recapacita para responder, la boca de los malos esparce maldades.
29 Yahveh se aleja de los malos, y escucha la plegaria de los justos.
30 Una mirada luminosa alegra el corazón, una buena noticia reanima el vigor.
31 Oído que escucha reprensión saludable, tiene su morada entre los sabios.
32 Quien desatiende la corrección se desprecia a sí mismo, quien escucha la reprensión adquiere
sensatez.
33 El temor de Yahveh instruye en sabiduría: y delante de la gloria va la humildad.
Proverbios 16
mal.
31 Cabellos blancos son corona de honor; y en el camino de la justicia se la encuentra.
32 Más vale el hombre paciente que el héroe, el dueño de sí que el conquistador de ciudades.
33 Se echan las suertes en el seno, pero la decisión viene de Yahveh.
Proverbios 17
1 Mejor es un mendrugo de pan a secas, pero con tranquilidad, que casa llena de sacrificios de
discordia.
2 El siervo prudente prevalece sobre el hijo sin honra; tendrá, con los hermanos, parte en la
herencia.
3 Crisol para la plata, horno para el oro; los corazones, Yahveh mismo los prueba.616
4 El malo está atento a los labios inicuos, el mentiroso presta oído a la lengua perversa.
5 Quien se burla de un pobre, ultraja a su Hacedor, quien se ríe de la desgracia no quedará
impune.
6 Corona de los ancianos son los hijos de los hijos; los padres son el honor de los hijos.
7 Al necio no le sienta un lenguaje pulido, y aún menos al noble un hablar engañoso.
8 El obsequio es un talismán, para el que puede hacerlo; dondequiera que vaya, tiene éxito.
9 El que cubre un delito, se gana una amistad el que propala cosas, divide a los amigos.
10 Más afecta un reproche a un hombre inteligente que cien golpes a un necio.
11 El malvado sólo busca rebeliones, pero le será enviado un cruel mensajero.
12 Mejor topar con osa privada de sus cachorros que con tonto en su necedad.
13 Si uno devuelve mal por bien no se alejará la desdicha de su casa.
14 Entablar proceso es dar curso libre a las aguas; interrúmpelo antes de que se extienda.
15 Justificar al malo y condenar al justo; ambas cosas abomina Yahveh.
16 ¿De qué sirve la riqueza en manos del necio? ¿Para adquirir sabiduría, siendo un insensato?
17 El amigo ama en toda ocasión, el hermano nace para tiempo de angustia.
18 Es hombre insensato el que choca la mano y sale fiador de su vecino.
19 El que ama el pecado, ama los golpes, el que es altanero, busca la ruina.
20 El de corazón pervertido, no hallará la dicha; el de lengua doble caerá en desgracia.
21 El que engendra un necio, es para su mal; no tendrá alegría el padre del insensato.
22 El corazón alegre mejora la salud; el espíritu abatido seca los huesos.
23 El malo acepta regalos en su seno, para torcer las sendas del derecho.
24 Ante el hombre inteligente está la sabiduría, los ojos del necio en los confines de la tierra.
25 Hijo necio, tristeza de su padre, y amargura de la que lo engendró.
26 No es bueno poner multa al justo, golpear a los nobles es contra derecho.
27 El que retiene sus palabras es conocedor de la ciencia, el de sangre fría es hombre inteligente.
28 Hasta al necio, si calla, se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra los labios.
Proverbios 18
Proverbios 19
1 Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de labios perversos y además necio.
2 Tampoco es bueno el afán cuando falta la ciencia, el de pies precipitados se extravía.
3 La necedad del hombre pervierte su camino, y luego en su corazón se irrita contra Yahveh.
4 La riqueza multiplica los amigos, pero el pobre de su amigo es separado.
5 El testigo falso no quedará impune, el que profiere mentiras no escapará.617
6 Son numerosos los que halagan al noble, todos son amigos del hombre que da.
7 Los hermanos del pobre le odian todos, ¡cuánto más se alejarán de él los amigos! Persigue
Proverbios 20
entrañas.
Proverbios 21
1 Corriente de agua es el corazón del rey en la mano de Yahveh, que él dirige donde quiere.
2 Al hombre le parecen rectos todos sus caminos, pero es Yahveh quien pesa los corazones.
3 Practicar la justicia y la equidad, es mejor ante Yahveh que el sacrificio.
4 Ojos altivos, corazón arrogante, antorcha de malvados, es pecado.
5 Los proyectos del diligente, todo son ganancia; para el que se precipita, todo es indigencia.
6 Hacer tesoros con lengua engañosa, es vanidad fugitiva de quienes buscan la muerte.
7 La violencia de los malos los domina, porque se niegan a practicar la equidad.
8 Tortuoso es el camino del hombre criminal, pero el puro es recto en sus obras.
9 Mejor es vivir en la esquina del terrado, que casa en común con mujer litigiosa.
10 El alma del malvado desea el mal, su vecino no halla gracia a sus ojos.
11 Cuando se castiga al arrogante, el simple se hace sabio; cuando se instruye al sabio, adquiere
ciencia.
12 El Justo observa la casa del malvado, y arroja a los malvados a la desgracia.
13 Quien cierra los oídos a las súplicas del débil clamará también él y no hallará respuesta.
14 Regalo a escondidas, aplaca la cólera, y obsequio oculto, la ira violenta.
15 Alegría para el justo es el cumplimiento de la justicia, pero horror para los que hacen el mal.
16 El hombre que se aparta del camino de la prudencia reposará en la asamblea de las
sombras.620
17 Se arruina el hombre que ama el placer, no será rico el aficionado a banquetes.
18 Rescate del justo es el malo, y en lugar de los rectos, el traidor.
19 Mejor es habitar en el desierto que con mujer litigiosa y triste.
20 Tesoro precioso y aceite en la casa del sabio, pero el hombre necio los devora.
21 Quien va tras la justicia y el amor hallará vida, justicia y honor.
22 El sabio escala la ciudad de los fuertes, y derriba la fortaleza en que confiaban.
23 El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de la angustia.
24 Al insolente y altivo se le llama: «arrogante»; actúa en el exceso de su insolencia.
25 El deseo del perezoso le lleva a la muerte, porque sus manos rehúsan el trabajo.
26 Todo el día está el malo codicioso; pero el justo da sin rehusar jamás.
27 El sacrificio de los malos es abominable, sobre todo si se ofrece con mala intención.
28 El testigo falso perecerá, el hombre que escucha, por siempre podrá hablar.
29 El hombre malo se muestra atrevido, el recto afianza su camino.
30 No hay sabiduría, ni hay prudencia ni hay consejo, delante de Yahveh.
31 Se prepara el caballo para el día del combate, pero la victoria es de Yahveh.
Proverbios 22
1 Más vale buen nombre que muchas riquezas, y mejor es favor que plata y oro.
2 El rico y el pobre se encuentran, a los dos los hizo Yahveh.
3 El hombre precavido ve el mal y se esconde, los simples pasan y reciben castigo.
4 Premio de la humildad, el temor de Yahveh, la riqueza, el honor y la vida.
5 Espinas y lazos en la senda del malo, el que cuida de su vida, se aleja de ellos.
6 Instruye al joven según sus disposiciones, que luego, de viejo, no se apartará de ellas.
7 El rico domina a los pobres, el deudor es esclavo de su acreedor.
8 Quien siembra injusticia cosecha miserias y la vara de su cólera desaparecerá.
9 El de buena intención será bendito, porque da de su pan al débil.
10 Expulsa al arrogante y se irá el litigio, y pleitos e injurias cesarán.
11 El que ama los corazones puros, el de gracia en los labios, es amigo del rey.
12 Los ojos de Yahveh custodian la ciencia, pero confunden las palabras del pérfido.
13 El perezoso dice: «Hay fuera un león; voy a ser muerto en medio de la calle.»
14 Fosa profunda la boca de las mujeres ajenas: aquel contra el que Yahveh se aíra, caerá en ella.
15 La necedad está enraizada en el corazón del joven, la vara de la instrucción lo alejará de ella.
16 El que oprime a un débil, lo engrandece; el que da a un rico, llega a empobrecerlo.
SENTENCIAS DE LOS SABIOS
Esta nueva colección de proverbios difiere notablemente de la anterior. En vez de sentencias
aisladas, contiene una serie de estrofas de varios versos cada una. El lenguaje adquiere un tono más
personal, y los proverbios están redactados en forma de exhortación. Además, la presente sección
ofrece muchas analogías con la "Instrucción de Amenemope", obra de un sabio egipcio que escribió
probablemente entre los siglos VIII y VII a. C. El autor de los capítulos siguientes tomó aquella obra
como modelo, pero no se limitó a copiarla, sino que la reelaboró a la luz de la tradición israelita.
Al final de esta sección, hay otra breve colección de proverbios de carácter bastante heterogéneo,
que también son presentados como "palabras de los sabios" (24. 23).
17 Presta oído y escucha las palabras de los sabios, y aplica tu corazón a mi ciencia,
18 porque te será dulce guardarlas en tu seno, y tener todas a punto en tus labios.
19 Para que esté en Yahveh tu confianza también a ti hoy te enseñaré.
20 ¿No he escrito para ti treinta capítulos de consejos y ciencia,
21 para hacerte conocer la certeza de las palabras verdaderas, y puedas responder palabras
Proverbios 23
1 Si te sientas a comer con poderoso, mira bien al que está frente a ti;
2 pon un cuchillo a tu garganta si eres hombre de apetito;
3 no desees sus manjares, porque es alimento engañoso.
4 No te fatigues por enriquecerte, deja de pensar en ello.
5 Pones tus ojos en ello y no hay nada. Porque se hace alas como águila, y se vuela hasta el cielo.
6 No comas pan con hombre de malas intenciones, ni desees sus manjares.
7 Porque, según lo que calcula en su interior, te dice: «¡Come y bebe!», pero su corazón no está
contigo.
8 Nada más comer lo vomitarías y tus palabras amables serían tu ruina.
9 A oídos de necio no hables, porque se burlará de la prudencia de tus dichos.
10 No desplaces el lindero antiguo, no entres en el campo de los huérfanos,
11 porque su vengador es poderoso, y defendería su pleito contra ti.
12 Aplica tu corazón a la instrucción, y tus oídos a las palabras de la ciencia.
13 No ahorres corrección al niño, que no se va a morir porque le castigues con la vara.
14 Con la vara le castigarás y librarás su alma del seol.
15 Hijo mío, si tu corazón es sabio, se alegrará también mi corazón,
16 y exultarán mis riñones al decir tus labios cosas rectas.
17 No envidie tu corazón a los pecadores, más bien en el temor de Yahveh permanezca todo el
día,
18 porque hay un mañana, y tu esperanza no será aniquilada.
19 Escucha, hijo, y serás sabio, y endereza tu corazón por el camino...
20 No seas de los que se emborrachan de vino, ni de los que se ahítan de carne,
21 porque borracho y glotón se empobrecen y el sopor se viste de harapos.
22 Escucha a tu padre, que él te engendró, y no desprecies a tu madre por ser vieja.
23 Adquiere la verdad y no la vendas: la sabiduría, la instrucción, la inteligencia.
24 El padre del justo rebosa de gozo, quien engendra un sabio por él se regocija.
25 Se alegrarán tu padre y tu madre, y gozará la que te ha engendrado.
26 Dame, hijo mío, tu corazón, y que tus ojos hallen deleite en mis caminos.
27 Fosa profunda es la prostituta, pozo angosto la mujer extraña.
28 También ella como ladrón pone emboscadas, y multiplica entre los hombres los traidores.
29 ¿Para quién las «Desgracias»? ¿para quién los «Ayes»? ¿para quién los litigios? ¿para quién
los lloros? ¿para quién los golpes sin motivo? ¿para quién los ojos turbios?
30 Para los que se eternizan con el vino, los que van en busca de vinos mezclados.
31 No mires el vino: ¡Qué buen color tiene! ¡cómo brinca en la copa! ¡qué bien entra!623
32 Pero, a la postre, como serpiente muerde, como víbora pica.
33 Tus ojos verán cosas extrañas, y tu corazón hablará sin ton ni son.
34 Estarás como acostado en el corazón del mar, o acostado en la punta de un mástil.
35 «Me han golpeado, pero no estoy enfermo; me han tundido a palos, pero no lo he sentido,
¿Cuándo me despertaré...?, me lo seguiré preguntando.»
Proverbios 24
no será aniquilada.
15 No pongas, malvado, asechanzas en la mansión del justo, no hagas violencia a su morada.
16 Que siete veces cae el justo, pero se levanta, mientras los malos se hunden en la desgracia.
17 No te alegres por la caída de tu enemigo, no se goce tu corazón cuando se hunde;
18 no sea que lo vea Yahveh y le desagrade, y aparte de él su ira.
19 No te enfurezcas por causa de los malvados, ni tengas envidia de los malos.
20 Porque para el malvado no hay un mañana: la lámpara de los malos se extinguirá.
21 Teme, hijo mío, a Yahveh y al rey, no te relaciones con los innovadores,
22 porque al instante surgirá su calamidad, y ¿quién sabe el castigo que pueden ambos dar?
23 También esto pertenece a los sabios: Hacer acepción de personas en el juicio no está bien.
24 Al que dice al malo: «Eres justo», le maldicen los pueblos y le detestan las naciones;
25 los que los castigan, viven felices, y viene sobre ellos la bendición del bien.
26 Besa en los labios, el que responde con franqueza.
27 Ordena tus trabajos de fuera y prepara tus faenas en el campo; y después puedes construirte tu
casa.625
28 No des testimonio, en vano, contra tu prójimo, ni engañes con tus labios.
29 No digas: «Como él me ha hecho a mí, le haré yo a él, daré a cada uno según sus obras.»
30 He pasado junto al campo de un perezoso, y junto a la viña de un hombre insensato,
31 y estaba todo invadido de ortigas, los cardos cubrían el suelo, la cerca de piedras estaba
derruída.
32 Al verlo, medité en mi corazón, al contemplarlo aprendí la lección:
33 «Un poco dormir, otro poco dormitar, otro poco tumbarse con los brazos cruzados
34 y llegará, como vagabundo, tu miseria y como un mendigo tu pobreza.»
SEGUNDA COLECCIÓN DE PROVERBIOS
SALOMÓNICOS
Como lo indica su título, esta colección fue reunida por los escribas de la corte de Ezequías, rey
de Judá, que reinó entre los años 716 y 687 a. C. Después de la destrucción de Samaría, este rey
promovió una profunda reforma religiosa y se preocupó por conservar los libros y tradiciones
sagradas de los dos reinos, el de Israel y el de Judá. Entre la actividad literaria realizada en esa
época, está la de los escribas de la corte real, que coleccionaron estas sentencias transmitidas de
generación en generación por la tradición oral o escrita. Por su forma literaria, dichas sentencias se
asemejan bastante a las de la primera colección salomónica (10, 1 - 22. 16), si bien son mucho más
frecuentes los proverbios que constan de varios versos, dando así lugar a hermosas comparaciones.
También son más numerosos los consejos de carácter religioso y moral.
Proverbios 25
1 También estos son proverbios de Salomón, transcritos por los hombres de Ezequías, rey de
Judá.
2 Es gloria de Dios ocultar una cosa, y gloria de los reyes escrutarla.
3 Los cielos por su altura, la tierra por su profundidad, y el corazón de los reyes: son
inescrutables.
4 Quita las escorias de la plata, y quedará enteramente pura;
5 quita al malo de delante del rey, y su trono se afianzará en la justicia.
6 No te des importancia ante el rey, no te coloques en el sitio de los grandes;
7 porque es mejor que te digan: «Sube acá», que ser humillado delante del príncipe. Lo que han
visto tus ojos,
8 no te apresures a llevarlo a juicio; pues ¿qué harás a la postre cuando tu prójimo te confunda?
9 Defiende tu causa contra tu prójimo, pero no descubras los secretos de otro,
10 no sea que el que lo oye te avergüence, y que tu difamación no tenga vuelta.
11 Manzanas de oro con adornos de plata, es la palabra dicha a tiempo.
12 Anillo de oro, o collar de oro fino, la reprensión sabia en oído atento.
13 Como frescor de nieve el día de la siega el mensajero leal, para el que lo envía: conforta el
ánimo de su señor.
14 Nubes y viento, pero no lluvia, el hombre que se jacta de que va a hacer un regalo, pero
miente.
15 Con paciencia se persuade al juez, una lengua dulce quebranta los huesos.
16 ¿Has hallado miel?, come lo que necesites; no llegues a hartarte y la vomites.
17 Pon tu pie pocas veces en casa del vecino, no sea que se hastíe y te aborrezca.
18 Martillo, espada, flecha aguda: es el hombre que da testimonio falso contra su prójimo.
19 Diente roto, pie titubeante: la confianza en el pérfido, el día de la angustia,
20 como quitar el vestido en día helado. Poner vinagre sobre salitre, es cantar canciones a un
corazón triste.
21 Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer, si tiene sed, dale de beber;
22 así amontonas sobre su cabeza brasas y Yahveh te dará la recompensa.626
23 El viento norte trae la lluvia, la lengua que disimula, rostros airados.
24 Mejor es vivir en la esquina del terrado, que casa en común con mujer litigiosa.
25 Agua fresca en fauces sedientas: la noticia buena de un país lejano.
26 Fuente hollada, manantial ensuciado, el justo que titubea ante el malo.
27 No es bueno comer mucha miel, ni buscar gloria y más gloria.
28 Ciudad abierta y sin muralla es el hombre que no domina su ánimo.
Proverbios 26
1 Como nieve en verano y lluvia en la siega, así de mal le sienta la gloria al insensato.
2 Como se escapa el pájaro y vuela la golondrina, así no se realiza la maldición sin motivo.
3 Látigo para el caballo, brida para el asno y vara para la espalda de los necios.
4 No respondas al necio según su necedad, no sea que tú también te vuelvas como él.
5 Responde al necio según su necedad, no vaya a creerse que es un sabio.627
6 Se corta los pies, se empapa de amargura, el que envía un recado en mano de necio.
7 Como las piernas vacilantes del cojo, es el proverbio en boca de los necios.
8 Como sujetar una piedra en la honda, es conceder honores a un necio.
9 Como espino que va a parar a mano de borracho, es el proverbio en boca de los necios.
10 Como arquero que a todos hiere, es el que toma a sueldo al necio y al borracho que pasan.
11 Como el perro vuelve a su vómito, vuelve el necio a su insensatez.628
12 ¿Has visto a un hombre que se cree sabio? Más se puede esperar de un necio que de él.629
13 Dice el perezoso: «¡Un león en el camino! ¡Un león en la plaza!»
14 La puerta gira en los goznes, y el perezoso en la cama.
15 El perezoso hunde la mano en el plato; pero le fatiga llevarla a la boca.
16 El perezoso se tiene por más sabio que siete personas que responden con tacto.
17 Agarra por las orejas a un perro que pasa el que se mete en litigio que no le incumbe.
18 Como un loco que arroja saetas escondidas, flechas y muerte,
19 tal es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: «¿No ves que estaba bromeando?»
20 Cuando se acaba la leña, se apaga el fuego, cuando no hay chismoso, se apacigua la disputa.
21 Carbón sobre brasas y leña sobre fuego, es el pleiteador para atizar querellas.
22 Las palabras del delator son golosinas que bajan hasta el fondo de las entrañas.
23 Plata con escorias esmaltada sobre arcilla, son los labios dulces con corazón perverso.
24 El que odia, disimula con sus labios, pero en su interior comete perfidia;
25 si da a su voz un tono amable, no te fíes, porque hay siete abominaciones en su corazón.
26 Encubrirá su odio con engaño, pero en la asamblea se descubrirá su malicia.
27 El que excava una fosa caerá en ella, el que hace rodar una piedra se le vendrá encima.
28 La lengua mentirosa odia a sus víctimas, la boca melosa labra la ruina.
Proverbios 27
1 No te regocijes por el día de mañana, porque no sabes lo que deparará el día de hoy.
2 Que otro te alabe y no tu propia boca; un extraño, que no tus labios.
3 Pesada es la piedra y pesada la arena, la ira del necio es más pesada que ellas.
4 El furor es cruel, agua desbordada la cólera; mas ¿quién resistirá ante la envidia?
5 Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto.
6 Leales son las heridas del amigo, falsos los besos del enemigo.
7 Alma saciada pisotea la miel, al alma hambrienta, hasta lo amargo es dulce.
8 Como yerra el pájaro lejos de su nido, así yerra el hombre lejos de su lugar.
9 El aceite y el perfume alegran el corazón, la dulzura del amigo consuela el alma.
10 No abandones a tu amigo ni al amigo de tu padre; no entres en la casa de tu hermano el día de
tu infortunio. Mejor es vecino próximo que hermano alejado.
11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón; y podré responder al que me ultraja.
12 El hombre precavido ve el mal y se esconde, los simples pasan y reciben castigo.
13 Tómale su vestido, pues salió fiador de otro; tómale prenda por los extraños.
14 Al que ya de mañana a su prójimo bendice en alta voz, le será contado como una maldición.
15 Goteo incesante en día de lluvia y mujer chismosa, son iguales;
16 el que la retiene, retiene viento y aceite encuentra su derecha.
17 El hierro con hierro se aguza, y el hombre con su prójimo se afina.
18 El que vigila una higuera come de su fruto, el que guarda a su señor será honrado.
19 Como en el agua un rostro refleja otro rostro, así el corazón de un hombre refleja el de otro
hombre.
20 Seol y Perdición son insaciables; tampoco se sacian los ojos del hombre.
21 Crisol para la plata, horno para el oro, el hombre vale según su reputación.
22 Aunque machaques al necio en el mortero, (entre el grano, con el pilón) no se apartará de él su
necedad.
23 Conoce a fondo el estado de tu ganado, aplica tu corazón a tu rebaño;
24 porque no es eterna la riqueza, no se transmite una corona de edad en edad.
25 Cortada la hierba, aparecido el retoño, y apilado el heno de los montes,
26 ten corderos para poderte vestir, machos cabríos con que pagar un campo,
27 leche de cabras abundante para tu sustento, para alimentar a tu familia y mantener a tus criados.
Proverbios 28
1 El malo huye sin que nadie le persiga, pero el justo como un león está seguro.
2 Cuando un país es rebelde, son muchos sus príncipes; con un hombre inteligente y sabio hay
estabilidad.
3 Hombre malo que oprime a los débiles es como lluvia devastadora que deja sin pan.
4 Los que abandonan la ley alaban al malo, los que guardan la ley se irritan contra ellos.
5 Los hombres malos no entienden de equidad, los que buscan a Yahveh lo comprenden todo.
6 Mejor es el pobre que camina en su integridad que el de caminos tortuosos, por más que sea
rico.
7 El que guarda la ley es un hijo inteligente, el que frecuenta orgías es la deshonra de su padre.
8 El que aumenta su riqueza por usura e interés, la amontona para el que se compadece de los
pobres.
9 El que aparta su oído para no oír la ley, hasta su oración es abominable.
10 El que extravía a los rectos por el mal camino, en su propia fosa caerá. Los hombres sin tacha
heredarán la dicha.
11 El hombre rico se cree sabio, pero el pobre inteligente, lo desenmascara.
12 Cuando se alegran los justos, es grande el regocijo, cuando se alzan los malos, todos se
esconden.
13 Al que encubre sus faltas, no le saldrá bien; el que las confiesa y abandona, obtendrá piedad.
14 Dichoso el hombre que siempre está en temor; el que endurece su corazón caerá en el mal.
15 León rugiente, oso hambriento, es el malo que domina al pueblo débil.
16 Príncipe sin inteligencia multiplica la opresión, el que odia el lucro prolongará sus días.
17 El hombre culpable de una muerte huirá hasta la tumba; ¡que nadie le detenga!
18 El que anda sin tacha será salvo, el que va oscilante entre dos caminos, caerá en uno de ellos.
19 Quien cultiva su tierra se hartará de pan, quien va tras naderías, se hartará de pobreza.
20 El hombre leal será muy bendecido, quien se hace rico aprisa, no quedará impune.
21 No es bueno hacer acepción de personas, que por un bocado de pan el hombre prevarica.
22 El hombre de malas intenciones corre tras la riqueza, sin saber que lo que le viene es la
indigencia.
23 El hombre que reprende halla al cabo más gracia que el de lengua aduladora.
24 El que roba a su padre y a su madre y dice: «No hay en ello falta», es compañero del hombre
destructor.
25 El hombre ambicioso azuza querellas, el que confía en Yahveh prosperará.
26 El que confía en su corazón es un necio, el que anda con sabiduría se salvará.
27 El que da a los pobres no conocerá la indigencia, para el que se tapa los ojos abundante
maldición.
28 Cuando se alzan los malos, todos se esconden, cuando perecen, los justos se multiplican.
Proverbios 29
1 El hombre que, reprendido, endurece la cerviz, será pronto deshecho y sin remedio.
2 Cuando los justos se multiplican, el pueblo se alegra, cuando dominan los malos, el pueblo
gime.
3 El que ama la sabiduría, da alegría a su padre, el que anda con prostitutas, disipa su fortuna.
4 El rey, con la equidad, mantiene el país, el hombre exactor lo arruina.
5 El hombre que adula a su prójimo pone una red bajo sus pasos.
6 En el pecado del malo hay una trampa, pero el justo se regocija y alegra.
7 El justo conoce la causa de los débiles, el malo no tiene inteligencia para conocerla.
8 Los arrogantes turban la ciudad, los sabios alejan la cólera.
9 Cuando el sabio tiene un pleito con el necio, ya se exaspere o se ría, no logrará sosiego.
10 Los hombres sanguinarios odian al intachable, los rectos van en busca de su persona.
11 El necio da salida a toda su pasión; el sabio la reprime y apacigua.
12 Si un jefe hace caso de las palabras mentirosas, todos sus servidores serán malos.
13 El pobre y el opresor se encuentran, Yahveh da la luz a los ojos de ambos.
14 El rey que juzga con verdad a los débiles, asegura su trono para siempre.
15 Vara y reprensión dan sabiduría, muchacho dejado a sí mismo, avergüenza a su madre.
16 Cuando se multiplican los malos, se multiplican los delitos, pero los justos contemplarán su
caída.
17 Corrige a tu hijo y te dejará tranquilo; y hará las delicias de tu alma.
18 Cuando no hay visiones, el pueblo se relaja, pero el que guarda la ley es dichoso.
19 No se corrige a un siervo con palabras, porque aunque las entienda, no las cumple.
20 ¿Has visto un hombre dispuesto siempre a hablar? más se puede esperar de un necio que de él.
21 Si se mima a un esclavo desde niño, al final será un ingrato.
22 El hombre violento provoca querellas, el hombre airado multiplica los delitos.
23 El orgullo del pobre lo humillará; el humilde de espíritu obtendrá honores.
24 El que reparte con ladrón se odia a sí mismo, oye la imprecación, pero no revela nada.630
25 Temblar ante los hombres es un lazo; el que confía en Yahveh está seguro.
26 Son muchos los que buscan el favor del jefe, pero es Yahveh el que juzga a cada uno.
27 Abominación para los justos es el hombre inicuo abominación para el malo el de recto
camino.
OTRAS COLECCIONES DE PROVERBIOS
El libro de los Proverbios incluye en su parte final dos series de sentencias, tomadas de la
tradición sapiencial del Antiguo Oriente. La primera es atribuida a Agur y la segunda a Lemuel, dos
personajes probablemente imaginarios, pertenencientes a una tribu del norte de Arabia. También
figuran en esta parte varios proverbios "numéricos", que llaman la atención sobre las maravillas de la
naturaleza y las costumbres de los animales.
Sentencias de Agur
Proverbios 30
1 Palabras de Agur, hijo de Yaqué, de Massá. Oráculo de este hombre para Itiel, para Itiel y para
Ukal.
2 ¡Soy el más estúpido de los hombres! No tengo inteligencia humana.
3 No he aprendido la sabiduría, ¿y voy a conocer la ciencia de los santos?
4 ¿Quién subió a los cielos y volvió a bajar? ¿quién ha recogido viento en sus palmas? ¿quién
retuvo las aguas en su manto? ¿quién estableció los linderos de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el
nombre de su hijo, si es que lo sabes?
5 Probadas son todas las palabras de Dios; él es un escudo para cuantos a él se acogen.
6 No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y pases por mentiroso.
7 Dos cosas te pido. no me las rehúses antes de mi muerte:
8 Aleja de mí la mentira y la palabra engañosa; no me des pobreza ni riqueza, déjame gustar mi
bocado de pan,
9 no sea que llegue a hartarme y reniegue, y diga: «¿Quién es Yahveh?». o no sea que, siendo
pobre, me dé al robo, e injurie el nombre de mi Dios.
10 No calumnies a un siervo ante su amo no sea que te maldiga y tengas que pagar la pena.
11 Hay gente que maldice a su padre, y a su madre no bendice,
12 gente que se cree pura y no está limpia de su mancha,
13 ¡gente de qué altivos ojos, cuyos párpados se alzan!;
14 gente cuyos dientes son espadas, y sus mandíbulas cuchillos, para devorar a los desvalidos
echándolos del país y a los pobres de entre los hombres.
Proverbios numéricos
15 La sanguijuela tiene dos hijas: «¡Daca, daca!» Hay tres cosas insaciables y cuatro que no dicen:
«¡Basta!»
16 El seol, el seno estéril, la tierra que no se sacia de agua, y el fuego que no dice: «¡Basta!»
17 Al ojo que se ríe del padre y desprecia la obediencia de una madre, lo picotearán los cuervos
Proverbios 31
aficionado a la bebida.
5 No sea que, bebiendo, olviden sus decretos y perviertan las causas de todos los desvalidos.
6 Dad bebidas fuertes al que va a perecer y vino al de alma amargada;
7 que beba y olvide su miseria, y no se acuerde ya de su desgracia.
8 Abre tu boca en favor del mudo, por la causa de todos los abandonados,
9 abre tu boca, juzga con justicia y defiende la causa del mísero y del pobre.
Poema alfabético: elogio de la buena ama de casa
Un famoso poema alfabético sirve de broche de oro a este Libro sapiencial. En él se describe y
enaltece a la mujer ideal, en su condición de esposa, de madre y de ama de casa hábil y previsora. Por
encima de todas sus cualidades sobresale el "temor del Señor" (v. 30), que es "el comienzo de la
sabiduría" (1. 7; 9. 10).
10 Alef. Una mujer completa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas.
11 Bet. En ella confía el corazón de su marido, y no será sin provecho.
12 Guímel. Le produce el bien, no el mal, todos los días de su vida.
13 Dálet. Se busca lana y lino y lo trabaja con manos diligentes.
14 He. Es como nave de mercader que de lejos trae su provisión.
15 Vau. Se levanta cuando aún es de noche da de comer a sus domésticos y órdenes a su
servidumbre.
16 Zain. Hace cálculos sobre un campo y lo compra; con el fruto de sus manos planta una viña.
17 Jet. Se ciñe con fuerza sus lomos y vigoriza sus brazos.
18 Tet. Siente que va bien su trabajo, no se apaga por la noche su lámpara.
19 Tod. Echa mano a la rueca, sus palmas toman el huso.
20 Kaf. Alarga su palma al desvalido, y tiende sus manos al pobre.
21 Lámed. No teme por su casa a la nieve, pues todos los suyos tienen vestido doble.
22 Mem. Para sí se hace mantos, y su vestido es de lino y púrpura.
23 Nun. Su marido es considerado en las puertas, cuando se sienta con los ancianos del país.
24 Sámek. Hace túnicas de lino y las vende, entrega al comerciante ceñidores.
25 Ain. Se viste de fuerza y dignidad, y se ríe del día de mañana.
26 Pe. Abre su boca con sabiduría, lección de amor hay en su lengua.
27 Sade. Está atenta a la marcha de su casa, y no come pan de ociosidad.
28 Qof. Se levantan sus hijos y la llaman dichosa; su marido, y hace su elogio:
29 Res. «¡Muchas mujeres hicieron proezas, pero tú las superas a todas!»
30 Sin. Engañosa es la gracia, vana la hermosura, la mujer que teme a Yahveh, ésa será alabada.
31 Tau. Dadle del fruto de sus manos y que en las puertas la alaben sus obras.
ECLESIASTÉS
Introducción.
El autor de este Libro es un "Sabio" de mediados del siglo III a. C. que pone sus reflexiones en
boca del ECLESIASTÉS, palabra griega que significa "predicador" o "presidente" de una asamblea
religiosa. De ahí el titulo de la obra, cuyo nombre hebreo -COHÉLET-parece significar más o menos
lo mismo. El hecho de identificar a este "predicador" con el rey Salomón es un artificio literario
común a todos los escritos sapienciales.
El tono dominante del Eclesiastés es más bien sombrío y pesimista. En él se van exponiendo las
reflexiones y las actitudes de un hombre a partir de su experiencia personal. Esa experiencia le ha
hecho descubrir la caducidad de la vida y la aparente inutilidad de todas las cosas, llevándolo a una
amarga convicción, repetida incansablemente a lo largo del Libro: "¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada
más que vanidad! ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol?"(1. 2-3).
Este Sabio comprueba que nada de lo que tradicionalmente era considerado una retribución por
el cumplimiento de la Ley puede satisfacer plenamente al corazón humano. El amor, los placeres, las
riquezas y la gloria no dejan más que vacío y desencanto. La misma sabiduría está acompañada de
aflicción. Para colmo de males, muchas veces los necios oprimen a los sabios. Más aún, "¡el sabio
muere igual que el necio!" y "todo cae en el olvido" (2. 16). La ausencia de la esperanza en una
retribución después de la muerte explica esta manera de pensar (9. 4-6). Lo único que vale la pena es
gozar moderadamente de las alegrías y de los pocos bienes que Dios pone a nuestro alcance (5. 17-
19; 9. 7-10; 11. 7-10).
¿Cómo se puede compaginar el pesimismo del Eclesiastés, por momentos rayano en el
escepticismo, con la fe y la esperanza de un israelita que se siente heredero de las promesas hechas
por Dios a su Pueblo? Por lo pronto, no se debe olvidar que este Libro no es "toda" la Biblia, sino
"una" de sus partes. Escrito en el estilo de los "maestros de sabiduría", abundan en él los aforismos,
las paradojas e, incluso, las afirmaciones aparentemente contradictorias que intentan expresar las
diversas caras de una misma realidad.
Por otra parte, al escepticismo existencial del autor del Eclesiastés no corresponde un
escepticismo religioso. Al contrario, este pensador desilusionado guarda la serenidad del creyente y
reconoce que todo ha sido dispuesto por la sabia Providencia divina (3. 10-11). Para él, las cosas
buenas son un don de Dios (2. 24-26), y el hombre tendrá que dar cuenta al Creador de su conducta
sobre la tierra (12. 14). La enseñanza moral de este "predicador" concuerda muy bien con la de todo
el Antiguo Testamento: "Teme al Señor y observa sus mandamientos, porque esto es todo para el
hombre" (12. 13).
De todas maneras, al llamar la atención sobre la relatividad de cuanto hay "bajo el sol", este
Sabio nos lleva a la búsqueda del único "Absoluto". "El Eclesiastés habla de Dios, se ha dicho con
razón, como la sed del agua". Y el Nuevo Testamento, al revelarnos la resurrección de los muertos,
viene a colmar la sensación de vacío que deja la lectura de este Libro: "La creación quedó sujeta a la
vanidad, no voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una esperanza"
(Rom. 8. 20).
Título, autor y tema general del Libro
Eclesiastés 1
1 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén.
2 ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo vanidad!631
3 ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
Nada nuevo bajo el sol
4 Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece.
5 Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.
6 Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el
viento a girar.
7 Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a
fluir.
8 Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír.
9 Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.
10 Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya sucedía en los siglos que
nos precedieron.
11 No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que
después vendrán.
La experiencia decepcionante de Cohélet
12 Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén.
13 He aplicado mi corazón a investigar y explorar con la sabiduría cuanto acaece bajo el cielo.
¡Mal oficio éste que Dios encomendó a los humanos para que en él se ocuparan!
14 He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos.
15 Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar.632
16 Me dije en mi corazón: Tengo una sabiduría grande y extensa, mayor que la de todos mis
predecesores en Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y ciencia.
17 He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría, y también a conocer la locura y la necedad, he
comprendido que aun esto mismo es atrapar vientos,
18 pues: Donde abunda sabiduría, abundan penas, y quien acumula ciencia, acumula dolor.
La búsqueda del placer, intento ilusorio
Eclesiastés 2
1 Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta del bienestar! Pero vi que
entregarme a la necedad hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el
cielo durante los contados días de su vida.
4 Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas;
5 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales.
6 Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación.
7 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados, vacas y ovejas, en mayor
amontonar y atesorar para dejárselo a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y atrapar
vientos.
El momento oportuno
Eclesiastés 3
La incomprensibilidad de la obra de Dios
9 ¿Qué gana el que trabaja con fatiga?
10 He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en ella se ocupen.
11 El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus
corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin.635
12 Comprendo que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su
vida.
13 Y que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es don de Dios.
14 Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así
La condición humana
16 Todavía más he visto bajo el sol: en la sede del derecho, allí está la iniquidad; y en el sitial del
Eclesiastés 4
1 Yo me volví a considerar todas las violencias perpetradas bajo el sol: vi el llanto de los
oprimidos, sin tener quien los consuele; la violencia de sus verdugos, sin tener quien los vengue.
2 Felicité a los muertos que ya perecieron, más que a los vivos que aún viven.
3 Más feliz aún que entrambos es aquel que aún no ha existido, que no ha visto la iniquidad que se
ojos se harten de riqueza. «Mas ¿para quién me fatigo y privo a mi vida de felicidad?» También esto
es vanidad y mal negocio.
Desventajas de la soledad
9 Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo.
10 Pues si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene
quien lo levante.
11 Si dos se acuestan, tienen calor; pero el solo ¿cómo se calentará?
12 Si atacan a uno, los dos harán frente. La cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
La inestabilidad del poder político
13 Más vale mozo pobre y sabio que rey viejo y necio, que no sabe ya consultar.
14 Pues de prisión salió quien llegó a reinar, aunque pobre en sus dominios naciera.636
15 Veo a todos los vivientes que caminan bajo el sol, ponerse junto al mozo, el sucesor, el que
ocupará su puesto.
16 Era sin fin la multitud a cuyo frente estaba; tampoco la posteridad se contentará de él. También
Eclesiastés 5
1 No te precipites a hablar, ni tu corazón se apresure a pronunciar una palabra ante Dios. Pues
Dios está en el cielo, pero tú en la tierra: sean por tanto pocas tus palabras.
2 Porque, los sueños vienen de las muchas tareas. la voz necia, de las muchas palabras.
3 Si haces voto a Dios, no tardes en cumplirlo; pues no le agradan los necios. El voto que has
hecho, cúmplelo.
4 Es mejor no hacer votos que hacerlos y no cumplirlos.
5 No permitas que tu boca haga de ti un pecador, y luego digas ante el Mensajero que fue
inadvertencia. ¿Por qué deberá Dios irritarse por tu palabra y destruir la obra de tus manos?637
6 Cuantos los sueños, tantas las vanidades y las muchas palabras. Pero tú teme a Dios.
La tiranía del poder
7 Si en la región ves la opresión del pobre y la violación del derecho y de la justicia, no te
asombres por eso. Se te dirá que una dignidad vigila sobre otra dignidad, y otra más dignas sobre
ambas.
8 Se invocará el interés común y el servicio del rey.
Vanidad de las riquezas
9 Quien ama el dinero, no se harta de él, y para quien ama riquezas, no bastas ganancias. También
esto es vanidad.
10 A muchos bienes, muchos que los devoren; y ¿de qué más sirven a su dueño que de
dormir.
12 Hay un grave mal que yo he visto bajo el sol: riqueza guardada para su dueño, y que solo sirve
para su mal,
13 pues las riquezas perecen en un mal negocio, y cuando engendra un hijo, nada queda ya en su
mano.
14 Como salió del vientre de su madre, desnudo volverá, como ha venido; y nada podrá sacar de
viento?
16 Todos los días pasa en oscuridad, pena, fastidio, enfermedad y rabia.
Lo único bueno para el hombre
17 Esto he experimentado: lo mejor para el hombre es comer, beber y disfrutar en todos sus
fatigosos afanes bajo el sol, en los contados días de la vida que Dios le da; porque esta es su paga.
18 Y además: cuando a cualquier hombre Dios da riquezas y tesoros, le deja disfrutar de ellos,
Eclesiastés 6
1 Hay otro mal que observo bajo el sol, y que pesa sobre el hombre:
2 Un hombre a quien Dios da riquezas, tesoros y honores; nada le falta de lo que desea, pero Dios
no le deja disfrutar de ello, porque un extraño lo disfruta. Esto es vanidad y gran desgracia.
Vanidad de una vida infeliz
3 Si alguno que tiene cien hijos y vive muchos años, y por muchos que sean sus años, no se sacia
su alma de felicidad y ni siquiera halla sepultura, entonces yo digo: Más feliz es un aborto,638
4 pues, entre vanidades vino y en la oscuridad se va; mientras su nombre queda oculto en las
tinieblas.
5 No ha visto el sol, no lo ha conocido, y ha tenido más descanso que el otro.
6 Y aunque hubiera vivido por dos veces mil años, pero sin gustar la felicidad, ¿no caminan
vientos.
10 De lo que existe, ya se anunció su nombre, y se sabe lo que es un hombre: no puede litigar con
Eclesiastés 7
1 Más vale el renombre que óleo perfumado; y el día de la muerte más que el día del nacimiento.
2 Más vale ir a casa de luto que ir a casa de festín; porque allí termina todo hombre, y allí el que
vive, reflexiona.
3 Más vale llorar que reír, pues tras una cara triste hay un corazón feliz.
4 El corazón de los sabios está en la casa de luto, mientras el corazón de los necios en la casa de
alegría.
5 Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios.
6 Porque como crepitar de zarzas bajo la olla, así es el reír del necio: y también esto es vanidad.
7 El halago atonta al sabio, y el regalo pervierte el corazón.
8 Más vale el término de una cosa que su comienzo, más vale el paciente que el soberbio.
9 No te dejes llevar del enojo, pues el enojo reside en el pecho de los necios.
10 No digas: ¿Cómo es que el tiempo pasado fue mejor que el presente? Pues no es de sabios
lo posee.
13 Mira la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
14 Alégrate en el día feliz y, en el día desgraciado, considera que, tanto uno como otro, Dios lo
iniquidad.
16 No quieras ser justo en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte?
17 No quieras ser demasiado impío, ni te hagas el insensato. ¿A qué morir antes de tu tiempo?
18 Bueno es que mantengas esto sin dejar aquellos de la mano, porque el temeroso de Dios con
todo ello se sale.
19 La sabiduría da más fuerza al sabio que diez poderosos que haya en la ciudad.
20 Cierto es que no hay ningún justo en la tierra que haga el bien sin nunca pecar.
21 Tampoco hagas caso de todo lo que se dice, para que no oigas que tu siervo te denigra.
22 Que tu corazón bien sabe cuántas veces también tú has denigrado a otros.
23 Todo esto lo intenté con la sabiduría. Dije: Seré sabio. Pero eso estaba lejos de mí.
24 Lejos está cualquier cosa, y profundo, lo profundo: ¿quién lo encontrará?
Reflexión sobre el hombre y la mujer
25 He aplicado mi corazón a explorar y a buscar sabiduría y razón, a reconocer la maldad como
corazón como un lazo, y sus brazos como cadenas: El que agrada a Dios se libra de ella, mas el
pecador cae en su trampa.
27 Mira, esto he hallado, dice Cohélet, tratando de razonar, caso por caso.
28 Aunque he seguido buscando, nada más he hallado. Un hombre entre mil, sí que lo hallo; pero
razones.
Breve elogio del sabio
Eclesiastés 8
1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién otro sabe explicar una cosa? La sabiduría del hombre hace
puede hacerlo,
4 ya que la palabra regia es soberana, y ¿quién va a decirle: Qué haces?
Incertidumbre frente al momento del juicio
5 Quien se atiene al mandamiento, no sabe de conspiraciones. Y el corazón del sabio sabe el
cuándo y el cómo.
6 Porque todo asunto tiene su cuándo y su cómo. Pues es grande el peligro que acecha al hombre,
7 ya que éste ignora lo que está por venir, pues lo que está por venir, ¿quién va a anunciárselo?
8 No es el hombre señor del viento para domeñar al viento. Tampoco hay señorío sobre el día de
realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en buscar, nada descubre, y el mismo sabio,
aunque diga saberlo, no es capaz de descubrirlo.
La misma suerte para todos
Eclesiastés 9
1 Pues bien, a todo eso he aplicado mi corazón y todo lo he explorado, y he visto que los justos y
los sabios y sus obras están en manos de Dios. Y ni de amor ni de odio saben los hombres nada: todo
les resulta
2 absurdo. Como el que haya un destino común para todos, para el justo y para el malvado, el
puro y el manchado, el que hace sacrificios y el que no los hace, así el bueno como el pecador, el que
jura como el que se recata de jurar.
3 Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común para todos, y así el
corazón de los humanos está lleno de maldad y hay locura en sus corazones mientras viven, y su final
¡con los muertos!
4 Pues mientras uno sigue unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo
que león muerto.
5 Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga
como también hay sabios sin pan, como también discretos sin hacienda, como también hay doctos
que no gustan, pues a todos les llega algún mal momento.
12 Porque, además, el hombre ignora su momento: como peces apresados en la red, como
pájaros presos en el cepo, así son tratados los humanos por el infortunio cuando les cae encima de
improviso.
La sabiduría no reconocida
13 También he visto otro acierto bajo el sol, y grande, a juicio mío:
14 Una ciudad chiquita, con pocos hombres en ella. Llega un gran rey y le pone cerco, levantando
frente a ella empalizadas potentes.
15 Encontrábase allí un hombre pobre y sabio. El pudo haber librado la ciudad gracias a su
sabiduría, ¡pero nadie paró mientes en aquel pobre!
16 Y yo me digo: Más vale sabiduría que fuerza; pero la sabiduría del pobre se desprecia y sus
palabras no se escuchan.
17 Mejor se oyen las palabras sosegadas de los sabios que los gritos del soberano de los necios.
18 Más vale sabiduría que armas de combate, pero un solo yerro echa a perder mucho bueno.
Máximas diversas
Eclesiastés 10
1 Una mosca muerta pudre una copa de ungüento de perfumista; monta más un poco de necedad
puede pronosticárselo?
15 Lo que más molesta al necio es que no sabe ir a la ciudad.
16 ¡Ay de ti, tierra, cuyo rey es un chiquillo, y cuyos príncipes comen de mañana!
17 ¡Dichosa tú, tierra, cuyo rey es hidalgo y cuyos príncipes comen a la hora, por cobrar vigor y
no por banquetear!
18 Por estar mano sobre mano se desploma la viga, y por brazos caídos la casa se viene abajo.
19 Para holgar preparan su banquete, y el vino alegra la vida, y el dinero todo lo allana.
20 Ni aun en tu rincón faltes al rey, ni en tu misma alcoba faltes al rico, que un pájaro del cielo
Eclesiastés 11
corazón y a gusto de tus ojos; pero a sabiendas de que por todo ello te emplazará Dios a juicio.
10 Aparta el mal humor de tu pecho y aleja el sufrimiento de tu carne, pero juventud y pelo
negro, vanidad.
Los achaques de la vejez
Eclesiastés 12
1 Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, mientras no vengan los días malos, y se echen
encima años en que dirás: «No me agradan»;
2 mientras no se nublen el sol y la luz, la luna y las estrellas, y retornen las nubes tras la lluvia;
3 cuando tiemblen los guardas de palacio y se doblen los guerreros, se paren las moledoras, por
quedar pocas, se queden a oscuras las que miran por las ventanas,
4 y se cierren las puertas de la calle, ahogándose el son del molino; cundo uno se levante al canto
Epílogo
9 Cohélet, a más de ser un sabio, enseñó doctrina al pueblo. Ponderó e investigó, compuso
muchos proverbios.
10 Cohélet trabajó mucho en inventar frases felices, y escribir bien sentencias verídicas.
11 Las palabras de los sabios son como aguijadas, o como estacas hincadas, puestas por un pastor
hombre cabal.
14 Porque toda obra la emplazará Dios a juicio, también todo lo oculto, a ver si es bueno o malo.
CANTAR DE LOS CANTARES
Introducción.
CANTAR DE LOS CANTARES es un superlativo que significa "el más hermoso de los Cantos",
"el Canto por excelencia". A primera vista, es el Libro menos "bíblico" por su contenido y por su
forma. Su autor es desconocido y, probablemente, fue compuesto en la primera mitad del siglo IV a.
C. En él se describe y ensalza el amor apasionado de una pareja, que trata por todos los medios de
llegar a la unión definitiva. Los encantos y el mutuo atractivo de los dos amantes, lo mismo que el
gozo y el sufrimiento que acompañan necesariamente su amor, son expresados en el estilo propio de
la poesía amatoria de la época, a través de imágenes llenas de colorido y de fuerza. "¡Qué hermosa
eres, amada mía, qué hermosa eres! ¡Tus ojos son palomas! ¡Qué hermoso eres, amado mío, eres
realmente encantador!"(1. 15-16). "¡Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado, que apacienta su
rebaño entre los lirios!" (2. 16; 6. 3).
Entre las diversas partes del Libro no existe mayor continuidad lógica y sus personajes son
imprecisos. Tampoco se explican las situaciones por las que atraviesa la pareja ni se establece
ninguna ilación entre ellas. De vez en cuando, el diálogo amoroso es interrumpido por un coro que
actúa a la manera de relator e impulsa a los amantes en su ardiente búsqueda.
¿Qué significa dentro de los Libros sagrados este Libro, que apenas una vez y de paso nombra a
Dios? (8. 6). ¿Qué mensaje nos transmite la "Palabra de Dios" contenida en él? Son muchas y muy
variadas las interpretaciones que se han dado del mismo, tanto en el Judaísmo como en el
Cristianismo. Para algunos, el Cantar es un poema alegórico, que celebra el amor de Dios hacia su
Pueblo a la manera de un amor conyugal, retomando la hermosa imagen utilizada por Oseas,
Jeremías y Ezequiel. Para otros, este Libro no es más que un conjunto de poemas, compuestos con
ocasión de una fiesta nupcial y destinados a cantar el amor de una pareja.
Ambas interpretaciones, lo mismo que otras mas o menos semejantes, no son necesariamente
opuestas ni excluyentes. ¿Acaso el amor entre el varón y la mujer no ha sido establecido y bendecido
por Dios al comienzo de la creación? "Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su
mujer, y los dos llegan a ser una sola carne" (Gn. 2. 24). Es natural, entonces, que la Biblia se haya
valido de una canción de amor aparentemente "profana" para exaltar la dignidad del amor conyugal y
proclamar sus excelencias. Y es natural que, de esa manera, el Cantar de los Cantares haya querido
también celebrar veladamente la gran Alianza de amor entre Dios e Israel, que llena todas las páginas
del Antiguo Testamento.
La tradición cristiana ha visto en este Libro una figura del amor de Cristo hacia la Iglesia, que es
su Esposa (Ef. 5. 25). A su vez, la liturgia ha aplicado varias imágenes de este poema a la unión entre
la Virgen María y el Espíritu, y los grandes místicos las han referido a la unión íntima de cada
creyente con Dios.
Título
Cantar 1
1646 Cantar de los cantares, de Salomón.
La Amada
2 ¡Que me bese con los besos de su boca! Mejores son que el vino tus amores;
3 mejores al olfato tus perfumes; ungüento derramado es tu nombre, por eso te aman las
doncellas.
4 Llévame en pos de ti: ¡Corramos! El Rey me ha introducido en sus mansiones; por ti
exultaremos y nos alegraremos. Evocaremos tus amores más que el vino; ¡con qué razón eres
amado!
La hermosura de la Amada
5 Negra soy, pero graciosa, hijas de Jerusalén, como las tiendas de Quedar, como los pabellones
de Salmá.647
6 No os fijéis en que estoy morena: es que el sol me ha quemado. Los hijos de mi madre se
airaron contra mí; me pusieron a guardar las viñas, ¡mi propia viña no la había guardado!648
Ansiosa interpelación al Amado ausente
7 Indícame, amor de mi alma, dónde apacientas el rebaño, dónde lo llevas a sestear a mediodía,
para que no ande yo como errante tras los rebaños de tus compañeros.
Respuesta de los pastores
8 Si no lo sabes, ¡oh la más bella de las mujeres!, sigue las huellas de las ovejas, y lleva a pacer
Cantar 2
La apacible unión de los enamorados
6 Su izquierda está bajo mi cabeza, y su diestra me abraza.
7 - Yo os conjuro, hijas de Jerusalén, por las gacelas, por las ciervas del campo, no despertéis, no
flor.654
Respuesta decidida de la Amada
16 Mi amado es para mí, y yo soy para mi amado: él pastorea entre los lirios.
17 Antes que sople la brisa del día y se huyan las sombras, vuelve, sé semejante, amado mío, a
Cantar 3
alarmas de la noche.
9 El rey Salomón se ha hecho un palanquín de madera del Líbano.
10 Ha hecho de plata sus columnas, de oro su respaldo, de púrpura su asiento; su interior,
tapizado de amor por las hijas de Jerusalén.
Hijas de Jerusalén
11 Salid a contemplar, hijas de Sión, a Salomón el rey, con la diadema con que le coronó su
madre el día de sus bodas, el día del gozo de su corazón.
La belleza deslumbrante de la Amada
Cantar 4
1 ¡Qué bella eres, amada mía, qué bella eres! Palomas son tus ojos a través de tu velo; tu melena,
través de tu velo.
4 Tu cuello, la torre de David, erigida para trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses de
valientes.
5 Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela, que pacen entre lirios.
6 Antes que sople la brisa del día, y se huyan las sombras, me iré al monte de la mirra, a la colina
del incienso.
7 ¡Toda hermosa eres, amada mía, no hay tacha en ti!658
8 Ven del Líbano, novia mía, ven del Líbano, vente. Otea desde la cumbre del Amaná, desde la
cumbre del Sanir y del Hermón, desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos.
9 Me robaste el corazón, hermana mía, novia, me robaste el corazón con una mirada tuya, con
Los deseos de la Amada
16 ¡Levántate, cierzo, ábrego, ven! ¡Soplad en mi huerto, que exhale sus aromas! ¡Entre mi amado
Cantar 5
comido mi miel con mi panal, he bebido mi vino con mi leche. ¡Comed, amigos, bebed, oh queridos,
embriagaos!
Visita nocturna y búsqueda del Amado perdido
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba. ¡La voz de mi amado que llama!: «¡Ábreme, hermana mía,
amiga mía, paloma mía, mi perfecta! Que mi cabeza está cubierta de rocío y mis bucles del relente de
la noche.»
3 - «Me he quitado mi túnica, ¿cómo ponérmela de nuevo? He lavado mis pies, ¿cómo volver a
mancharlos?»
4 ¡Mi amado metió la mano por la hendedura; y por él se estremecieron mis entrañas.
5 Me levanté para abrir a mi amado, y mis manos destilaron mirra, mirra fluida mis dedos, en el
pestillo de la cerradura.
6 Abrí a mi amado, pero mi amado se había ido de largo. El alma se me salió a su huida. Le
estanque.
13 Sus mejillas, eras de balsameras, macizos de perfumes. Sus labios son lirios que destilan mirra
fluida.
14 Sus manos, aros de oro, engastados de piedras de Tarsis. Su vientre, de pulido marfil,
recubierto de zafiros.
15 Sus piernas, columnas de alabastro, asentadas en basas de oro puro. Su porte es como el
Cantar 6
1 ¿A dónde se fue tu amado, oh la más bella de las mujeres? ¿A dónde tu amado se volvió, para
lirios.
3 Yo soy para mi amado y mi amado es para mí: él pastorea entre los lirios.
El encanto incomparable de la Amada
4 Hermosa eres, amiga mía, como Tirsá, encantadora, como Jerusalén, imponente como
batallones.663
5 Retira de mí tus ojos, que me subyugan. Tu melena cual rebaño de cabras que ondulan por el
monte Galaad.
6 Tus dientes, un rebaño de ovejas, que salen de bañarse. Todas tienen mellizas, y entre ellas no
hay estéril.
7 Tus mejillas, como cortes de granada a través de tu velo.
8 Sesenta son las reinas, ochenta las concubinas, (e innumerables las doncellas).
9 Única es mi paloma, mi perfecta. Ella, la única de su madre, la preferida de la que la engendró.
Los atractivos físicos de la Amada
Cantar 7
1 ¡Vuelve, vuelve, Sulamita, vuelve, vuelve, que te miremos! ¿Por qué miráis a la Sulamita, como
lirios rodeado.
4 Tus dos pechos, cual dos crías mellizas de gacela.
5 Tu cuello, como torre de marfil. Tus ojos, las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de Bat
Rabbim. Tu nariz, como la torre del Líbano, centinela que mira hacia Damasco.666
6 Tu cabeza sobre ti, como el Carmelo, y tu melena, como la púrpura; ¡un rey en esas trenzas está
preso!
7 ¡Qué bella eres, qué encantadora, oh amor, oh delicias!
8 Tu talle se parece a la palmera, tus pechos, a los racimos.
9 Me dije: Subiré a la palmera, recogeré sus frutos. ¡Sean tus pechos como racimos de uvas, el
Los nuevos, igual que los añejos, los he guardado, amado mío, para ti.
Cantar 8
1 ¡Ah, si fueras tú un hermano mío, amamantado a los pechos de mi madre! Podría besarte, al
encontrarte afuera, sin que me despreciaran.
2 Te llevaría, te introduciría en la casa de mi madre, y tú me enseñarías. Te daría a beber vino
la Muerte, implacable como el seol la pasión. Saetas de fuego, sus saetas, una llama de Yahveh.669
7 Grandes aguas no pueden apagar el amor, ni los ríos anegarlo. Si alguien ofreciera todos los
paz.670
La viña del Amado
11 Salomón tenía una viña en Baal Hamón. Encomendó la viña a los guardas, y cada uno le traía
por sus frutos mil siclos de plata.
12 Mi viña, la mía, está ante mí; los mil siclos para ti, Salomón; y doscientos para los guardas de
su fruto.
Última invitación al amor
13 ¡Oh tú, que moras en los huertos, mis compañeros prestan oído a tu voz: ¡deja que la oiga!671
14 ¡Huye, amado mío, sé como la gacela o el joven cervatillo, por los montes de las balsameras!
SABIDURÍA
Introducción.
La SABIDURÍA es el Libro más reciente del Antiguo Testamento. Fue escrito en griego, muy
probablemente entre los años 50 y 30 a. C., por un judío de Alejandría, la gran ciudad egipcia
convertida en el primer centro cultural del mundo mediterráneo. El autor, sobre todo cuando habla en
primera persona (caps. 7 - 9), se presenta como si fuera Salomón. Este artificio literario le sirve para
mostrar que su enseñanza, a pesar de estar presentada de manera nueva y original, coincide con la
auténtica tradición sapiencial de Israel, representada por el más célebre de sus "sabios" .
La obra está dirigida en primer lugar a la numerosa y floreciente comunidad judía radicada en
aquella ciudad. Lejos de su patria y en estrecho contacto con una cultura brillante y ecléctica, ella
corría el riesgo de dejarse seducir por los atractivos del paganismo. Consciente de esto, el autor se
propone demostrar a sus compatriotas que no tienen nada que envidiar a los paganos y, por lo tanto,
sería una insensatez despreciar los bienes que la Sabiduría divina les había dispensado tan
generosamente. Al mismo tiempo, les recuerda el incomparable privilegio del Pueblo elegido por
Dios para comunicar a los demás pueblos "la luz incorruptible de la Ley" (18. 4).
Sin embargo, también los paganos son indirectamente destinatarios del mensaje contenido en
este Libro. El autor se dirige a ellos para hacerles ver que Israel no es un pueblo "bárbaro", ni un
"enemigo del genero humano", como se lo consideraba con frecuencia. Su Dios es el Señor
misericordioso, que ama a todas sus criaturas (11. 24-25) y las gobierna "con gran indulgencia" (12.
18). Ese Dios creó el mundo con Sabiduría y se manifiesta a todos los hombres a través de sus obras.
Sin embargo, los paganos no supieron reconocer en las cosas creadas al Artífice y Soberano del
universo. Para dar más valor a esta requisitoria contra el paganismo, el autor usa el lenguaje de sus
propios pensadores, con intención no sólo polémica sino también misionera.
El libro de la Sabiduría es una obra de síntesis. Su autor meditó profundamente los escritos del
Antiguo Testamento -especialmente el Génesis, el Éxodo, Isaías, los Proverbios y el Eclesiástico- que
sin duda había leído en la versión griega de los "Setenta", compuesta precisamente en Alejandría a
partir del siglo III a. C. Pero luego repensó y desarrolló esos temas bíblicos con la ayuda de
expresiones y conceptos tomados de la filosofía griega. En este "diálogo de dos culturas" -después
del enfrentamiento violento de otras épocas- el Judaísmo supo enriquecerse con los elementos
asimilables del Helenismo, sin perder su propia identidad. Así abrió el camino que más tarde habrían
de seguir los primeros cristianos en la evangelización del mundo pagano.
Aunque el Nuevo Testamento no contiene ninguna cita explícita de este escrito sapiencial, es
indudable que san Juan y san Pablo se inspiraron en él, sobre todo al hablar de Cristo como Palabra,
Sabiduría, Imagen y Resplandor de la gloria de Dios (Jn. 1. 1; 1 Cor. 1. 24, 30; Col. 1. 15; Heb. 1. 3; 1
Jn. 1. 1).
LA SABIDURÍA Y EL DESTINO HUMANO
"¿Quién es el hombre que ama la vida y desea gozar de días felices?" (Sal. 34. 13). Esta pregunta
que tanto había inquietado a los antiguos "sabios" de Israel, se vuelve a plantear en los primeros
capítulos del Libro. La respuesta tiene ahora otra dimensión. El destino último de cada hombre se
decide en la vida presente, pero su retribución definitiva se obtiene más allá de la muerte. Los justos
pueden mantenerse firmes y confiados frente al sufrimiento y afrontar serenamente la violencia de que
son objeto por parte de los impíos, porque la esperanza que han puesto en Dios está "colmada de
inmortalidad" (3. 4).
La fe en la resurrección de Jesucristo, "el primero que resucitó de entre los muertos" (Col 1. 18),
llevará a su plenitud el objeto de esta esperanza. "Cuando lo que es corruptible se revista de la
incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la Palabra de
la Escritura: La muerte ha sido vencida. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón?" (1
Cor. 15. 54 - 55).
Exhortación a amar la justicia
Sabiduría 1
1 Amad la justicia, los que juzgáis la tierra, pensad rectamente del Señor y con sencillez de
corazón buscadle.
2 Porque se deja hallar de los que no le tientan, se manifesta a los que no desconfían de él.
3 Pues los pensamientos tortuosos apartan de Dios y el Poder, puesto a prueba, rechaza a los
insensatos.672
4 En efecto, en alma fraudulenta no entra la Sabiduría, no habita en cuerpo sometido al pecado;
5 pues el espíritu santo que nos educa huye del engaño, se aleja de los pensamientos necios y se
blasfemo; que Dios es testigo de sus riñones, observador veraz de su corazón y oye cuanto dice su
lengua.
7 Porque el espíritu del Señor llena la tierra y él, que todo lo mantiene unido, tiene conocimiento
de toda palabra.674
8 Nadie, pues, que profiera iniquidades quedará oculto, ni le pasará por alto la Justicia
vengadora.
9 Las deliberaciones del impío serán examinadas; el eco de sus palabras llegará hasta el Señor
Concepción de la vida según los impíos
16 Pero los impíos con las manos y las palabras llaman a la muerte; teniéndola por amiga, se
desviven por ella, y con ella conciertan un pacto, pues bien merecen que les tenga por suyos.676
Sabiduría 2
1 Porque se dicen discurriendo desacertadamente: «Corta es y triste nuestra vida; no hay remedio
en la muerte del hombre ni se sabe de nadie que haya vuelto del Hades.
2 Por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos sido. Porque
humo es el aliento de nuestra nariz y el pensamiento, una chispa del latido de nuestro corazón;
3 al apagarse, el cuerpo se volverá ceniza y el espíritu se desvanecerá como aire inconsistente.
4 Caerá con el tiempo nuestro nombre en el olvido, nadie se acordará de nuestras obras; pasará
nuestra vida como rastro de nube, se disipará como niebla acosada por los rayos del sol y por su
calor vencida.
5 Paso de una sombra es el tiempo que vivimos, no hay retorno en nuestra muerte; porque se ha
puesto el sello y nadie regresa.
6 Venid, pues, y disfrutemos de los bienes presentes, gocemos de las criaturas con el ardor de la
juventud.
7 Hartémonos de vinos exquisitos y de perfumes, no se nos pase ninguna flor primaveral,
8 coronémonos de rosas antes que se marchiten;
9 ningún prado quede libre de nuestra orgía, dejemos por doquier constancia de nuestro
del anciano.
11 Sea nuestra fuerza norma de la justicia, que la debilidad, como se ve, de nada sirve.
12 Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en
cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación.
13 Se gloría de tener el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor.
14 Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible,
15 lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños.
16 Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa
Reflexión sobre el error de los impíos
21 Así discurren, pero se equivocan; los ciega su maldad;
22 no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad ni creen en el premio
de las almas intachables.
23 Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza;
24 mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le
pertenecen.680
Destino de los justos y de los impíos
Sabiduría 3
1 En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento
alguno.
2 A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida,
3 y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.
4 Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de
inmortalidad;681
5 por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los
eternamente.682
9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el
amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.683
10 En cambio, los impíos tendrán la pena que sus pensamientos merecen, por desdeñar al justo y
de las almas.
14 Dichoso también el eunuco que con sus manos no obra iniquidad ni fomenta pensamientos
perversos contra el Señor; por su fidelidad se le dará una escogida recompensa, una herencia muy
agradable en el Santurario del Señor.
15 Que el fruto de los esfuerzos nobles es glorioso, imperecedera la raíz de la prudencia.
16 En cambio los hijos de adúlteros no llegarán a sazón, desaparecerá la raza nacida de una unión
culpable.
17 Si viven largos años, no alcanzarán estima alguna y al fin su ancianidad carecerá de honor.
18 Y si mueren pronto, no tendrán esperanza ni consuelo en el día de la sentencia,
19 pues duro es el fin de una raza inicua.
Sabiduría 4
1 Mejor es carencia de hijos acompañada de virtud, pues hay inmortalidad en su recuerdo, porque
es conocida por Dios y por los hombres;
2 presente, la imitan, ausente, la añoran; en la eternidad, ceñida de una corona, celebra su triunfo
porque venció en la lucha por premios incorruptibles.
3 En cambio, la numerosa prole de los impíos será inútil; viniendo de renuevos bastardos, no
echará raíces profundas ni se asentará sobre fundamento sólido.
4 Aunque despliegue por su tiempo su ramaje, precariamente arraigada, será sacudida por el
espíritu ingenuo.
13 Alcanzando en breve la perfección, llenó largos años.
14 Su alma era del agrado del Señor, por eso se apresuró a sacarle de entre la maldad. Lo ven las
puesto en seguridad;
18 lo ven y lo desprecian, pero el Señor se reirá de ellos.
19 Después serán cadáveres despreciables, objeto de ultraje entre los muertos para siempre.
Porque el Señor los quebrará lanzándolos de cabeza, sin habla, los sacudirá de sus cimientos;
quedarán totalmentes asolados, sumidos en el dolor, y su recuerdo se perderá.
El desconcierto de los impíos en el Juicio
20 Al tiempo de dar cuenta de sus pecados irán acobardados, y sus iniquidades se les enfrentarán
acusándoles.
Sabiduría 5
1 Estará entonces el justo en pie con gran confianza en presencia de los que le afligieron y
despreciaron sus trabajos.
2 Al verle, quedarán estremecidos de terrible espanto, estupefactos por lo inesperado de su
salvación.
3 Se dirán mudando de parecer, gimiendo en la angustia de su espíritu:
4 «Este es aquel a quien hicimos entonces objeto de nuestras burlas, a quien dirigíamos,
insensatos, nuestros insultos. Locura nos pareció su vida y su muerte, una ignominia.
5 ¿Cómo, pues, ha sido contado entre los hijos de Dios y tiene su herencia entre los santos?684
6 Luego vagamos fuera del camino de la verdad; la luz de la justicia no nos alumbró, no salió el
el golpe de sus remos azota el aire ligero, lo corta con agudo silbido, se abre camino batiendo las
alas y después, no se descubre señal de su paso;
12 como flecha disparada al blanco; el aire hendido refluye al instante sobre sí y no sabe el
ligera acosada por el huracán, se desvanece como el humo con el viento; pasa como el recuerdo del
huésped de un día.
El porvenir glorioso de los justos
15 Los justos, en cambio, viven eternamente; en el Señor está su recompensa, y su cuidado a
cargo del Altísimo.
16 Recibirán por eso de mano del Señor la corona real del honor y la diadema de la hermosura;
blanco,
22 de una ballesta se disparará furioso granizo; las olas del mar se encresparán contra ellos, los
ríos los anegarán sin piedad;
23 se levantará contra ellos un viento poderoso y como huracán los aventará. Así la iniquidad
asolará la tierra entera y la maldad derribará los tronos de los que están en el poder.686
NATURALEZA Y ACTIVIDAD DE LA SABIDURÍA
En esta segunda parte del Libro, el autor pone sus propias palabras y reflexiones en labios de
Salomón, para exhortar a los gobernantes de la tierra a tomar conciencia de su responsabilidad y a
buscar la verdadera Sabiduría. Luego relata cómo él mismo adquirió este don inapreciable y por qué
eligió a la Sabiduría como guía de su existencia. Por último, recuerda la súplica ferviente que dirigió
al Señor con el fin de obtenerla, sabiendo que Dios es el único que la posee y puede comunicarla.
Exhortación a buscar la Sabiduría
Sabiduría 6
Encuentro con la Sabiduría
12 Radiante e inmarcesible es la Sabiduría. Fácilmente la contemplan los que la aman y la
cuidados.
16 Pues ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella: se les muestra
instrucción es el amor,
18 el amor es la observancia de sus leyes, la atención a las leyes es la garantía de la
incorruptibilidad
19 y la incorruptibilidad hace estar cerca de Dios;
20 por tanto, el deseo de la Sabiduría conduce a la realeza.
21 Si, pues, gustáis de tronos y cetros, soberanos de los pueblos, apreciad la Sabiduría para
reinéis eternamente.
Anuncio de una revelación sobre la Sabiduría
22 Qué es la Sabiduría y cómo ha nacido lo voy a declarar; no os ocultaré los misterios, sino que
seguiré sus huellas desde el comienzo de su existencia, pondré su conocimiento al descubierto y no
me apartaré de la verdad.
23 Tampoco me acompañará en mi camino la envidia mezquina, que nada tiene que ver con la
Sabiduría.
24 Pues la abundancia de sabios es la salvación del mundo y un rey prudente, la estabilidad del
pueblo.
25 Dejaos, pues, instruir por mis palabras: os serán útiles.
Condición humana de Salomón
Sabiduría 7
1 Yo también soy un hombre mortal como todos, un descendiente del primero que fue formado
acompaña al sueño.687
3 Yo también, una vez nacido, aspiré el aire común, caí en la tierra que a todos recibe por igual y
fuese su madre.
13 Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico; no me guardo ocultas sus riquezas
14 porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que lo adquieren se granjean la amistad
de Dios recomendados por los dones que les trae la instrucción.
Invocación a Dios, fuente de Sabiduría
15 Concédame Dios hablar según él quiere y concebir pensamientos dignos de sus dones, porque
él es quien guía a la Sabiduría y quien dirige a los sabios;
16 que nosotros y nuestras palabras en sus manos estamos con toda nuestra prudencia y destreza
en el obrar.
17 Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres, para conocer la estructura
del mundo y la actividad de los elementos,
18 el principio, el fin y el medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las
estaciones,
19 los ciclos del año y la posición de las estrellas,
20 la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, el poder de los espíritus y los
pensamientos de los hombres, las variedades de las plantas y las virtudes de las raíces.
21 Cuanto está oculto y cuanto se ve, todo lo conocí, porque el artífice de todo, la Sabiduría, me
lo enseñó.
Atributos de la Sabiduría
22 Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz,
observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles.
24 Porque a todo movimiento supera en movilidad la Sabiduría, todo lo atraviesa y penetra en
virtud de su pureza.
25 Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que
bondad.
27 Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, renueva el universo; en todas las edades,
Sabiduría 8
universo.
El amor de Salomón por la Sabiduría
2 Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla esposa mía y llegué a ser un
apasionado de su belleza.
3 Realza su nobleza por su convivencia con Dios, pues el Señor de todas las cosas la amó.
4 Pues está iniciada en la ciencia de Dios y es la que elige sus obras.
5 Si en la vida la riqueza es una posesión deseable, ¿qué cosa más rica que la Sabiduría que todo
lo hace?
6 Si la inteligencia es creadora, ¿quién sino la Sabiduría es el artífice de cuanto existe?
7 ¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños, pues ella enseña la templanza y la prudencia,
interpretar las máximas y resolver los enigmas, conoce de antemano las señales y los prodigios, así
como la sucesión de épocas y tiempos.
La Sabiduría, indispensable para los soberanos
9 Decidí, pues, tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que me sería una consejera para el
bien y un aliento en las preocupaciones y penas:
10 «Tendré gracias a ella gloria entre la gente, y, aunque joven, honor ante los ancianos.
11 Apareceré agudo en el juicio y en presencia de los poderosos seré admirado.
12 Si callo, esperarán; si hablo, prestarán atención; si me alargo hablando, pondrán la mano en su
boca.
13 Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los que después de mí vengan.
14 Gobernaré a los pueblos, y las naciones me estarán sometidas.
15 Oyendo hablar de mí, soberanos terribles temerán. Me mostraré bueno entre las multitudes y
valiente en la guerra.
16 Vuelto a casa, junto a ella descansaré, pues no causa amargura su compañía ni tristeza la
convivencia con ella, sino satisfacción y alegría».
La Sabiduría, don de Dios
17 Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se encuentra la
cultivar su trato y prestigio en conversar con ella, por todos los medios buscaba la manera de
hacérmela mía.
19 Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte un alma buena,
20 o más bien, siendo bueno, vine a un cuerpo incontaminado;689
21 pero, comprendiendo que no podría poseer la Sabiduría si Dios no me la daba, - y ya era un
fruto de la prudencia saber de quién procedía esta gracia - recurrí al Señor y le pedí, y dije con todo
mi corazón:
Oración para obtener la Sabiduría
Sabiduría 9
1 «Dios de los Padres, Señor de la misericordia, que hiciste el universo con tu palabra,
2 y con tu Sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre los seres por ti creados,
3 administrase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu,
4 dame la Sabiduría, que se sienta junto a tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos.
5 Que soy un siervo tuyo, hijo de tu sierva, un hombre débil y de vida efímera, poco apto para
entender la justicia y las leyes.
6 Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, si le falta la Sabiduría que de ti
Señor quiere?
14 Los pensamientos de los mortales son tímidos e inseguras nuestras ideas,
15 pues un cuerpo corruptible agobia el alma y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de
preocupaciones.
16 Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra y con fatiga hallamos lo que está a
Sabiduría 10
1 Ella protegió al primer modelado, padre del mundo, que había sido creado solo; ella le sacó de
su caída690
2 y le dio el poder de dominar sobre todas las cosas.691
3 Pero cuando un injusto, en su cólera, se apartó de ella, pereció por su furor fraticida.692
4 Cuando por su causa la tierra se vio sumergida, de nuevo la Sabiduría la salvó conduciendo al
conservó irreprochable ante Dios y le mantuvo firme contra el entrañable amor a su hijo.694
6 Ella, en el exterminio de los impíos, libró al justo cuando escapaba del fuego que bajaba sobre
Pentápolis.695
7 Como testimonio de aquella maldad queda todavía una tierra desolada humeando, unas plantas
cuyos frutos no alcanzan sazón a su tiempo, y, como monumento de un alma incrédula, se alza una
columna de sal.696
8 Pues, por haberse apartado del camino de la Sabiduría, no sólo sufrieron la desgracia de no
conocer el bien, sino que dejaron además a los vivientes un recuerdo de su insensatez, para que ni sus
faltas pudieran quedar ocultas.
9 En cambio, a sus servidores la Sabiduría los libró de sus fatigas.
10 Ella al justo que huía de la cólera de su hermano le guió por caminos rectos; le mostró el
reino de Dios y le dio el conocimiento de cosas santas; le dio éxito en sus duros trabajos y multiplicó
el fruto de sus fatigas;
11 le asistió contra la avaricia de sus opresores y le enriqueció;
12 le preservó de sus enemigos y le protegió de los que le tendían asechanzas; y le concedió la
palma en un duro combate para enseñarle que la piedad contra todo prevalece.697
13 Ella no desamparó al justo vendido, sino que le libró del pecado;
14 bajó con él a la cisterna y no le abandonó en las cadenas, hasta entregarle el cetro real y el
poder sobre sus tiranos, hasta mostrar mentirosos a sus difamadores y concederle una gloria
eterna.698
Moisés y el Éxodo
15 Ella libró de una nación opresora a un pueblo santo y a una raza irreprochable.
16 Entró en el alma de un servidor del Señor e hizo frente a reyes temibles con prodigios y
señales;699
17 pagó a los santos el salario de sus trabajos; los guió por un camino maravilloso, fue para ellos
Sabiduría 11
El agua, ruina de los egipcios y salvación de Israel
4 Tuvieron sed y te invocaron: de una roca abrupta se les dio agua, de una piedra dura, remedio
para su sed.702
5 Lo mismo que fue para sus enemigos un castigo, fue para ellos en su apuro un beneficio.
6 En vez de la fuente perenne de un río enturbiado por una mezcla de sangre y barro
7 en pena de su decreto infanticida, diste a los tuyos inesperadamente un agua abundante,703
8 mostrándoles por la sed que entonces sufrieron de qué modo habías castigado a sus
adversarios.
9 Pues cuando sufrieron su prueba - si bien con misericordia corregidos - conocieron cómo los
al Señor;
14 pues al que antes hicieron exponer y luego rechazaron con escarnio, al final de los
acontecimientos le admiraron después de padecer una sed bien diferente de la de los justos.704
Moderación del castigo divino
15 Por sus locos e inicuos pensamientos por los que, extraviados, adoraban reptiles sin razón y
aspecto.
20 Y aun sin esto, de un simple soplo podían sucumbir, perseguidos por la Justicia, aventados por
de tu brazo?
22 Como lo que basta a inclinar una balanza, es el mundo entero en tu presencia, como la gota de
que se arrepientan.
24 Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues, si algo odiases, no lo habrías
hecho.
25 Y ¿cómo habría permanecido algo si no hubieses querido? ¿Cómo se habría conservado lo
Sabiduría 12
Dios.709
8 Pero aun con éstos, por ser hombres, te mostraste indulgente, y les enviaste avispas, como
La omnipotencia de Dios, fuente de su justicia
15 Sino que, como eres justo, con justicia administras el universo, y miras como extraño a tu
poder condenar a quien no merece ser castigado.
16 Tu fuerza es el principio de tu justicia y tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente con
todos ellos
17 Ostentas tu fuerza a los que no creen en la plenitud de tu poder, y confundes la audacia de los
que la conocen.
18 Dueño de tu fuerza, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia porque,
con sólo quererlo, lo puedes todo.
La moderación de Dios, ejemplo para su Pueblo
19 Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser amigo del hombre, y diste a tus hijos la
dioses y eran ahora su castigo, abrieron los ojos y reconocieron por el Dios verdadero a aquel que
antes se negaban a conocer. Por lo cual el supremo castigo descargó sobre ellos.710
El culto de las fuerzas de la naturaleza
Sabiduría 13
1 Sí, vanos por naturaleza todos los hombres en quienes había ignorancia de Dios y no fueron
capaces de conocer por las cosas buenas que se ven a Aquél que es, ni, atendiendo a las obras,
reconocieron al Artífice;711
2 sino que al fuego, al viento, al aire ligero, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a las
lumbreras del cielo los consideraron como dioses, señores del mundo.712
3 Que si, cautivados por su belleza, los tomaron por dioses, sepan cuánto les aventaja el Señor de
éstos, pues fue el Autor mismo de la belleza quien los creó.
4 Y si fue su poder y eficiencia lo que les dejó sobrecogidos, deduzcan de ahí cuánto más
poderoso es Aquel que los hizo;
5 pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su
Autor.713
6 Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando
corteza, lo trabaja con habilidad y fabrica un objeto útil a las necesidades de la vida.
12 Con los restos de su trabajo se prepara la comida que le deja satisfecho.
13 Queda todavía un resto del árbol que para nada sirve, un tronco torcido y lleno de nudos. Lo
toma y lo labra para llenar los ratos de ocio, le da forma con la destreza adquirida en sus tiempos
libres; le da el parecido de una imagen de hombre
14 o bien la semejanza de algún vil animal. Lo pinta de bermellón, colorea de rojo su cuerpo y
Sabiduría 14
1 Otro, preparándose a embarcar para cruzar el mar bravío, invoca a un leño más frágil que la
entre las criaturas de Dios, un escándalo para las almas de los hombres, un lazo para los pies de los
insensatos.
Origen del culto de los ídolos
12 La invención de los ídolos fue el principio de la fornicación;su descubrimiento, la corrupción
de la vida.
13 No los hubo al principio ni siempre existirán;
14 por la vanidad de los hombres entraron en el mundo y, por eso, está decidido su rápido fin.
15 Un padre atribulado por un luto prematuro encarga una imagen del hijo malogrado; al hombre
muerto de ayer, hoy como un dios le venera y transmite a los suyos misterios y ritos.
16 Luego, la impía costumbre, afianzada con el tiempo, se acata como ley.
17 También por decretos de los soberanos recibían culto las estatuas. Unos hombres que, por
vivir apartados, no les podían honrar en persona, representaron su lejana figura encargando una
imagen, reflejo del rey venerado; así lisonjearían con su celo al ausente como si presente se hallara.
18 A extender este culto contribuyó la ambición del artista y arrastró incluso a quienes nada del
rey sabían;
19 pues deseoso, sin duda, de complacer al soberano, alteró con su arte la semejanza para que
poder de los soberanos, dieron los hombres a piedras y leños el Nombre incomunicable.
Deplorables consecuencias de la idolatría
22 Luego, no bastó con errar en el conocimiento de Dios; viviendo además la guerra que esta
ignorancia les mueve, ellos a tan graves males les dan el nombre de paz.
23 Con sus ritos infanticidas, sus misterios secretos, sus delirantes orgías de costumbres
extravagantes,
24 ni sus vidas ni sus matrimonios conservan ya puros. Uno elimina a otro a traición o le aflige
dándole bastardos;
25 por doquiera, en confusión, sangre y muerte, robo y fraude, corrupción, deslealtad, agitación,
perjurio,
26 trastorno del bien, olvido de la gratitud, inmundicia en las almas, inversión en los sexos,
matrimonios libres, adulterios, libertinaje.
27 Que es culto de los ídolos sin nombre principio, causa y término de todos los males.
28 Porque o se divierten alocadamente, o manifiestan oráculos falsos, o viven una vida de
injusticia, o con toda facilidad perjuran:
29 como los ídolos en que confían no tienen vida, no esperan que del perjurio se les siga algún
mal.
30 Una justa sanción les alcanzará, sin embargo, por doble motivo: por formarse de Dios una
idea falsa al darse a los ídolos y por jurar injustamente contra la verdad con desprecio de toda
santidad.
31 Que no es el poder de aquellos en cuyo nombre juran; es la sanción que merece todo el que
peca, la que persigue siempre la transgresión de los inicuos.
Fidelidad de Israel al verdadero Dios
Sabiduría 15
1 Mas tú, Dios nuestro, eres bueno y verdadero, paciente y que con misericordia gobiernas el
universo.
2 Aunque pequemos, tuyos somos, porque conocemos tu poder; pero no pecaremos, porque
modela él, que poco ha nació de la tierra y que pronto habrá de volver a la tierra de donde fue
sacado, cuando le reclamen la devolución de su alma.
9 Pero no se preocupa de que va a morir, de que es efímera su vida; antes rivaliza con orfebres y
plateros, imita las obras del broncista y se ufana de modelar falsificaciones.
10 Escoria es su corazón, más vil que la tierra su esperanza, más abyecta que la arcilla su vida,
11 porque desconoció al que le modeló a él, al que le inspiró un alma activa y le infundió un
espíritu vivificante.
12 Piensa que la existencia es un juego de niños y la vida, un lucrativo mercado: «Es preciso
ganar, dice, por todos los medios, aun malos.»
13 Este hombre más que nadie sabe que peca, como quien de una misma masa de tierra fabrica
frágiles piezas y estatuas de ídolos.
La idolatría de los egipcios
14 Insensatos todos en sumo grado y más infelices que el alma de un niño, los enemigos de tu
pueblo que un día le oprimieron;
15 como que tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles, que no pueden valerse de los
ojos para ver, ni de la nariz para respirar, ni de los oídos para oír, ni de los dedos de las manos para
tocar, y sus pies son torpes para andar.717
16 Al fin, un hombre los hizo, uno que recibió en préstamo el espíritu los modeló; y no hay
hombre que modele un dios igual a sí mismo;
17 mortal como es, un ser muerto produce con sus manos impías. Vale ciertamente más que las
cosas que adora: él, un tiempo al menos, goza de vida, ellos jamás.
18 Adoran, además, a los bichos más repugnantes que en estupidez superan a todos los demás;
19 ni siquiera poseen la belleza de los animales que, a su modo, cautiva al contemplarlos; están
excluidos de la aprobación de Dios y de su bendición.
Serie de comparaciones entre Egipto e Israel: las codornices y las ranas
Sabiduría 16
1 Por eso, mediante seres semejantes, fueron justamente castigados; una multitud de bichos les
sometieron a tormento.
2 En vez de tal castigo, concediste favores a tu pueblo: para satisfacer su voraz apetito, les
enviabas, hasta el apetito natural perdiesen, y éstos, pasadas unas breves privaciones, viniesen a
gustar manjares exquisitos.
4 Era razón que aquéllos, los opresores, sufrieran un hambre irremediable, mientras a éstos
todos.718
8 De este modo convenciste a nuestros enemigos de que tú eres el que libras de todo mal:
9 a ellos picaduras de langostas y moscas los mataban, - y bien merecían que bichos tales los
castigasen - sin que remedio hallaran para su vida;
10 a tus hijos, en cambio, ni dientes de serpientes venenosas los vencieron, pues vino tu
misericordia en su socorro y los sanó.
11 Las mordeduras - pronto curadas - les recordaban tus preceptosno fuera que, cayendo en
profundo olvido, se vieran excluidos de tu liberalidad.
12 Ni los curó hierba ni emplasto alguno, sino tu palabra, Señor, que todo lo sana.
13 Pues tú tienes el poder sobre la vida y sobre la muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de
allí subir.
14 El hombre, en cambio, puede matar por su maldad, pero no hacer tornar al espíritu que se fue,
ni liberar al alma ya acogida en el Hades.
El granizo y el maná
15 Es imposible escapar de tu mano.
16 Los impíos que rehusaban conocerte fueron fustigados por la fuerza de tu brazo; lluvias
impíos, y darles a entender, por lo que veían, que el juicio de Dios les hostigaba;
19 pero otras, aun en medio de las aguas, abrasaban con fuerza superior a la del fuego para
destruir las cosechas de una tierra inicua.
20 A tu pueblo, por el contrario, le alimentaste con manjar de ángeles; les suministraste, sin cesar
desde el ciel un pan ya preparado que podía brindar todas las delicias y satisfacer todos los gustos.
21 El sustento que les dabas revelaba tu dulzura con tus hijos pues, adaptándose al deseo del que
lo tomaba, se tranformaba en lo que cada uno quería.
22 Nieve y hielo resistían al fuego sin fundirse, para que supieran que el fuego, para destruir las
los que alimentan al hombre, sino que es tu palabra la que mantiene a los que creen en ti.
27 El fuego no alcanzaba a disolver lo que sencillamente derretía el calor de un breve rayo de sol.
28 Con ello le enseñabas que debían adelantarse al sol para darte gracias y recurrir a ti al rayar el
día,
29 pues la esperanza del ingrato como escarcha invernal se derrite y corre como agua inútil.
Los horrores de las tinieblas
Sabiduría 17
1 Grandes son en verdad tus juicios e inenarrables, por donde almas ignorantes se vinieron a
engañar.
2 Imaginaban los impíos que podrían oprimir a una nación santa; y se encontraron prisioneros de
tinieblas, en larga noche trabados, recluidos en sus casas, desterrados de la Providencia eterna.
3 Creían que se mantendrían ocultos con sus secretos pecados bajo el oscuro velo del olvido; y se
melodioso canto de las aves en la enramada, el ruido regulado del agua que corría impetuosa,
19 el horrísimo fragor de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de animales que
saltando pasaban, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían las oquedades de las
montañas, todo les aterrorizaba y les dejaba paralizados.
20 Estaba entonces el mundo entero iluminado de luz esplendorosa,y, sin traba alguna, se ocupaba
en sus quehaceres;
21 sólo sobre ellos se extendía pesada noche, imagen de las tinieblas que les esperaban recibir.
Aunque ellos a sí mismos se eran más pesados que las tinieblas.
La columna de fuego
Sabiduría 18
1 Entre tanto para tus santos había una grandísima luz. Los egipcios, que oían su voz aunque no
distinguían su figura, les proclamaban dichosos por no haber padecido ellos también;
2 les daban gracias porque agraviados no se vengaban y les pedían perdón por su conducta hostil.
3 En vez de tinieblas, diste a los tuyos una columna de fuego, guía a través de rutas desconocidas,
y sol inofensivo en su gloriosa emigración.
4 Bien merecían verse de luz privados y prisioneros de tinieblas, los que en prisión tuvieron
encerrados a aquellos hijos tuyos que habían de dar al mundo la luz incorruptible de la Ley.
La muerte de los primogénitos
5 Por haber decretado matar a los niños de los santos, salvándose de los hijos expuestos uno tan
sólo, les arrebataste en castigo la multitud de sus hijos y a ellos, a una, les hiciste perecer bajo la
violencia de las aguas.
6 Aquella noche fue previamente conocida por nuestros padres, para que se confortasen al
a ti.
9 Los santos hijos de los buenos ofrecieron sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta
ley divina: que los santos correrían en común las mismas aventuras y riesgos; y, previamente,
cantaron ya los himnos de los Padres.
10 A estos cánticos respondía el discordante clamor de sus enemigos, se disfundían los lamentos
que el rey.
12 Todos a la vez contaban con muertos innumerables abatidos por un mismo género de muerte.
Los vivos no se bastaban a darles sepultura, como que, de un solo golpe, había caído la flor de su
descendencia.
13 Mantenidos en absoluta incredulidad por los artificios de la magia, acabaron por confesar,
ante la muerte de sus primogénitos, que aquel pueblo era hijo de Dios.
14 Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su
carrera,
15 tu Palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real, en
medio de una tierra condenada al exterminio. Empuñando como afilada espada tu decreto
irrevocable,
16 se detuvo y sembró la muerte por doquier; y tocaba el cielo mientras pisaba la tierra.
17 Entonces, de repente, sueños y horribles visiones les sobresaltaron, les sobrevinieron terrores
imprevistos.
18 Aquí y allá tendidos, ya moribundos, daban a conocer la causa de su muerte,
19 pues los sueños que les habían pertubado, se lo habían indicado a tiempo para que no muriesen
sin saber la razón de su desgracia.
El castigo de los israelitas en el desierto
20 También a los justos les alcanzó la prueba de la muerte; una multitud de ellos pereció en el
desierto. Pero no duró la Cólera mucho tiempo,
21 que pronto un hombre irreprochable salió en su defensa. Con las armas de su propio
ministerio, la oración y el incienso expiatorio, se enfrentó a la ira y dio fin a la plaga, mostrando con
ello que era en verdad siervo tuyo.
22 Y venció a la Cólera no con la fuerza de su cuerpo, ni con el poder de las armas, sino que
sometió con su palabra al que traía el castigo recordándole los juramentos hechos a los Padres y las
alianzas.
23 Cuando ya los muertos, unos sobre otros, yacían hacinados, frenó, interponiéndose, el avance
de la Cólera y le cerró el camino hacia los que todavía vivían.
24 Llevaba en su vestido talar el mundo entero, grabados en cuatro hileras de piedras los
nombres gloriosos de los Padres y tu majestad en la diadema de su cabeza.
25 Ante esto, el Exterminador cedió y se atemorizó; pues era suficiente la sola experiencia de tu
Cólera.719
La persecución de los israelitas y el paso del Mar Rojo
Sabiduría 19
1 Pero, sobre los impíos, descargó hasta el fin una ira sin misericordia, pues Dios sabía de
saldrían a perseguirle.720
3 Ocupados estaban todavía en su duelo y lamentándose junto a las tumbas de sus muertos,
cuando concibieron otro proyecto insensato: a los que con ruegos despacharon, dieron en
perseguirlos como fugitivos.721
4 Una justa fatalidad los arrastraba a tales extremos y les borraba el recuerdo de los sucesos
precedentes; así completarían con un nuevo castigo lo que a sus tormentos faltaba,
5 así mientras tu pueblo gozaba de un viaje maravilloso, ellos encontrarían una muerte extraña.
6 Pues para preservar a tus hijos de todo daño, la creación entera, obediente a tus órdenes, se
tierra enjuta, del mar Rojo un camino expedito, una verde llanura del oleaje impetuoso,
8 por donde, formando un solo pueblo, pasaron los que tu mano protegía mientras contemplaban
animales, los produjo la tierra, cómo, en vez de nacer las ranas de seres acuáticos, las vomitó el Río
en abundancia.
11 Más tarde, vieron además un modo nuevo de nacer las aves; cuando, llevados de la gula,
pidieron manjares delicados,
12 para satisfacerles, subieron codornices desde el mar.722
Egipto, más culpable que Sodoma
13 Mas sobre los pecadores cayeron los castigos, precedidos, como aviso, de la violencia de los
rayos. Con toda justicia sufrían por sus propias maldades, por haber extremado su odio contra el
extranjero.
14 Otros no recibieron a unos desconocidos a su llegada. pero éstos redujeron a esclavitud a
huéspedes bienhechores.723
15 Además habrá una visita para ellos porque recibieron hostilmente a los extranjeros...
16 pero éstos, después de acoger con fiestas a los que ya participaban en los mismos derechos
que ellos, los aplastaron con terribles trabajos.
17 Por eso, también fueron éstos heridos de ceguera, como aquéllos a las puertas del justo,
ritmo los sonidos en un salterio sin que cambie por eso su tonalidad, cosa que se puede deducir
claramente examinando lo sucedido.725
19 Seres terrestres se tornaban acuáticos, y los que nadan pasaban a caminar sobre la tierra.726
20 El fuego aumentaba en el agua su fuerza natural y el agua olvidaba su poder de apagar.
21 Por el contrario, las llamas no consumían las carnes de los endebles animales que sobre ellas
caminaban, ni fundían aquel alimento divino, parecido a la escarcha, tan fácil de derretirse.727
Doxología final
22 En verdad, Señor, que en todo engrandeciste a tu pueblo y le glorificaste, y no te descuidaste
A este Libro "deuterocanónico" -el más extenso de los escritos sapienciales- se lo designa
habitualmente de dos maneras distintas. El nombre de ECLESIÁSTICO, que significa "libro de la
asamblea", se hizo tradicional en la iglesia latina, quizá por la frecuencia con que se lo utilizaba en
los primeros siglos para la formación moral de los catecúmenos y de los fieles. La mayoría de los
manuscritos griegos, en cambio, lo titulan "Sabiduría de Jesús, hijo de Sirá" -en hebreo, Ben Sirá- y
de allí deriva el nombre de SIRÁCIDA, que también se le suele dar.
Mientras que la mayoría de los escritos sapienciales son atribuidos a Salomón, el Eclesiástico es
el único que lleva la firma de su autor. Este era un judío de Jerusalén, culto y de buena posición, que
se dedicó desde su juventud al conocimiento de las Escrituras y a la búsqueda de la Sabiduría, sobre
todo por medio de la oración (51. 13). Como fino observador, aprovechó sus frecuentes viajes para
completar su formación (34. 11). Convertido en "maestro de sabiduría", orgulloso de su raza y de su
historia nacional, dirigió en Jerusalén una escuela (51. 23), destinada a iniciar a los jóvenes en la
adquisición de la Sabiduría. Por último, hacia el 180 a. C., recogió por escrito el fruto de sus
reflexiones y de su larga experiencia.
La obra de Ben Sirá es un llamado de atención frente a la influencia de la cultura griega, que no
cesaba de expandirse en el Próximo Oriente desde las conquistas de Alejandro Magno. Él
comprendió que ese nuevo movimiento de ideas no tardaría en entrar en conflicto con la fe de Israel.
Para contrarrestar el peligro, puso todo su empeño en preservar el patrimonio religioso y cultural
del Judaísmo en esa época de transición. A diferencia de los antiguos "maestros de sabiduría", que
consideraban al hombre nada más que en su condición de tal, al Sirácida le preocupaba antes que
nada la formación del hombre "judío". Según él, la Sabiduría se ofrece a todos, pero puso su Morada
en Israel y, en última instancia, se identifica con la Ley de Moisés. De allí la necesidad de meditar
constantemente "el libro de la Alianza del Dios Altísimo" (24. 23), para adquirir la verdadera
Sabiduría y vivir en conformidad con la voluntad divina.
El Eclesiástico fue escrito originariamente en hebreo, pero el texto original cayó pronto en el
olvido. La obra se conservó gracias a la traducción griega realizada por un nieto del autor, emigrado
a Egipto en el 132. A fines del siglo pasado y en las últimas décadas del actual se encontraron varios
manuscritos hebreos, que abarcan unas dos terceras partes del Libro. La traducción que damos a
continuación es la del texto griego, ya que es este el que fue recibido y transmitido por la tradición
cristiana.
El Sirácida es el último testigo inspirado de la corriente sapiencial dentro de Palestina. El ideal
de vida propuesto por él tiene las limitaciones propias de su época, pero también encierra valores
permanentes, que fueron asumidos por el Nuevo Testamento, especialmente en la Carta de Santiago.
Por su profunda religiosidad, unida a un sano sentido común, por su fidelidad a la Ley y su afán de
encontrar en todo un reflejo de la sabiduría de Dios, el autor de este Libro anticipa el retrato que hará
Jesús del "escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos": él "se parece a un dueño de casa
que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo" (Mt. 13. 52).
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR
La versión griega del Eclesiástico está precedida de un Prólogo, que generalmente no se
considera inspirado, donde el traductor explica los motivos que lo impulsaron a llevar a cabo esta
difícil tarea. Entre otras informaciones de interés, en este Prólogo encontramos la primera alusión a
la división tripartita de la Biblia hebrea: LA LEY, LOS PROFETAS y LOS DEMÁS ESCRITOS.
1 Muchas e importantes enseñanzas nos han sido transmitidas por la Ley, los Profetas y los otros
Escritores que los han seguido, por los cuales se debe elogiar a Israel a causa de su instrucción y su
sabiduría. Pero es un deber para los que leen esos Libros, no sólo adquirir ciencia personalmente, 5
sino también poder ser útiles a los de afuera, con la palabra y los escritos. Por eso, mi abuelo Jesús,
después de haberse aplicado intensamente a la lectura de la Ley, de los Profetas 10 y de los otros
Libros de los antepasados, en los que adquirió una gran competencia, se decidió también él a escribir
algo sobre temas de instrucción y sabiduría, de manera que los hombres deseosos de aprender,
aplicándose a estas disciplinas, hicieran mayores progresos en la manera de vivir conforme a la Ley.
15 Por lo tanto, ustedes están invitados a leer esto con benévola atención, y amostrarse
indulgentes allí donde pudiera parecer que, 20 a pesar de nuestros denodados esfuerzos de
interpretación, no hemos logrado acertar en alguna expresión. Porque lo que está expresado en
hebreo no conserva su misma fuerza cuando se lo traduce a otra lengua. Y esto no sucede sólo aquí,
sino que la misma Ley, los Profetas 25 y los demás Libros presentan diferencias notables cuando se
los lee en el original.
Ahora bien, en el año 38 del rey Evergetes, cuando yo vine a Egipto y me quedé allí, descubrí un
ejemplar de esta valiosa instrucción, 30 y juzgué extremadamente necesario aportar mi dedicación y
esfuerzo a traducir ese Libro. He consagrado muchos desvelos y ciencia, durante este período, hasta
llevar a buen término y publicar este Libro, para aquellos que, en el extranjero, están deseosos de
aprender, 35 a fin de ajustar sus constubres a una vida conforma e la Ley.
COLECCIÓN DE SENTENCIAS
La primera parte del Eclesiástico incluye varios elogios de la Sabiduría, personificada como una
madre que alimenta a sus hijos (15. 2) y como una Palabra salida "de la boca del Altísimo" (24. 3).
Ella penetra todo el universo, pero "echó raíces en un Pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su
herencia" (24. 12), y es concedida abundantemente a los que lo aman (1. 10). El "principio" y la
"corona" de la Sabiduría es el "temor del Señor", actitud que implica el respeto filial a la infinita
grandeza de Dios y la obediencia a su voluntad expresada en la Ley (1. 11-20). Aunque la Sabiduría
"viene del Señor" (1.1) y es un don divino, para alcanzarla se requiere un largo esfuerzo personal.
Ella no se deja conquistar fácilmente y al principio prueba a sus hijos. Pero si estos superan las
primeras dificultades y son dóciles a sus enseñanzas, termina por revelarles sus secretos y alegrarlos
con sus bienes (4. 17-18).
A partir de estas ideas, el Sirácida agrupa una cantidad de sentencias y exhortaciones sobre las
materias más diversas, sin ningún plan sistemático y con no pocas repeticiones. Entre las normas de
sabiduría práctica que deben regir la conducta, se destacan la prudencia en las relaciones con los
demás, la discreción en el hablar, la humildad y el desapego de las riquezas, el dominio de sí mismo,
la firmeza en la educación de los hijos, la manera de cultivar la amistad y de comportarse con los
necios, la cautela en el trato con las mujeres, el cuidado de la salud y la práctica del culto agradable
a Dios. Por último, Ben Sirá hace algunas reflexiones sobre las miserias de la vida (40. 1-11) y la
condición mortal de los hombres (41. 1-4), sin vislumbrar todavía la posibilidad de una justa
retribución más allá de la muerte.
Eclesiástico 0
La Sabiduría, don del Señor
Eclesiástico 1
caminos?
8 Sólo uno hay sabio, en extremo temible, el que en su trono está sentado.
9 El Señor mismo la creó, la vio y la contó y la derramó sobre todas sus obras,
10 en toda carne conforme a su largueza, y se la dispensó a los que le aman.
El temor del Señor, fuente y plenitud de la Sabiduría
11 Gloria es y orgullo el temor del Señor, contento y corona de júbilo.
12 El temor del Señor recrea el corazón, da contento y recocijo y largos días.
13 Para el que teme al Señor, todo irá bien al fin, en el día de su muerte se le bendecirá.
14 Principio de la sabiduría es temer al Señor, fue creada en el seno materno juntamente con los
fieles.
15 Entre los hombres puso su nido, fundación eterna, y con su linaje se mantendrá fielmente.730
16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor, ella les embriaga de sus frutos.
17 Toda su casa colma de cosas deseables, y de sus productos sus graneros.
18 Corona de la sabiduría el temor del Señor, ella hace florecer paz y buena salud.
19 (El la vio y la contó), ciencia y conocimiento inteligente hizo llover, y la gloria de los que la
poseen exaltó.
20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas, los largos días.
21 El temor del Señor aleja los pecados: el que persevera en él aparta la ira divina.
La paciencia y el dominio de sí mismo
22 No puede justificarse la pasión del injusto, que el impulso de su pasión le hace caer.
23 Hasta su hora aguanta el que es paciente, mas después se le brinda contento.
24 Hasta su hora oculta sus palabras, y entonces muchos labios prolamarán su inteligencia.
Condiciones para alcanzar la Sabiduría
25 En los tesoros de la sabiduría están las máximas de la ciencia, mas abominación para el
mansedumbre.
28 No seas indócil al temor del Señor, ni te acerques a él con corazón partido.
29 No seas hipócrita delante de los hombres, pon guardia a tus labios.
30 No te exaltes a ti mismo, para no caer y acarrearte deshonra, porque el Señor revelaría tus
secretos y en medio de la asamblea te echaría por tierra, por no haberte llegado al temor del Señor,
porque tu corazón está lleno de fraude.
La constancia en medio de la prueba
Eclesiástico 2
La confianza en Dios
7 Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia, y no os desviéis, para no caer.
8 Los que teméis al Señor, confiaos a él, y no os faltará la recompensa.
9 Los que teméis al Señor, esperad bienes, contento eterno y misericordia.
10 Mirad a las generaciones de antaño y ved: ¿Quién se confió al Señor y quedó confundido?
tribulación.
12 ¡Ay de los corazones flacos y las manos caídas, del pecador que va por senda doble!
13 ¡Ay del corazón caído, que no tiene confianza! por eso no será protegido.
14 ¡Ay de vosotros que perdisteis el aguante! ¿Qué vais a hacer cuando el Señor os visite?
15 Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos.
16 Los que temen al Señor buscan su agrado, los que le aman quedan llenos de su Ley.
17 Los que temen al Señor tienen corazón dispuesto, y en su presencia se humillan.
18 Caeremos en manos del Señor y no en manos de los hombres, pues como es su grandeza, tal
su misericordia.
Los deberes hacia los padres
Eclesiástico 3
1 A mí que soy vuestro padre escuchadme, hijos, y obrad así para salvaros.
2 Pues el Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole.
3 Quien honra a su padre expía sus pecados;
4 como el que atesora es quien da gloria a su madre.
5 Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado.
6 Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre:
7 como a su Señor sirve a los que le engendraron.
8 En obra y palabra honra a tu padre, para que te alcance su bendición.
9 Pues la bendición del padre afianza la casa de los hijos, y la maldición de la madre destruye los
cimientos.
10 No te gloríes en la deshonra de tu padre, que la deshonra de tu padre no es gloria para ti.
11 Pues la gloria del hombre procede de la honra de su padre, y baldón de los hijos es la madre
en desdoro.
12 Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza.
13 Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor.
14 Pues el servicio hecho al padre no quedará en olvido, será para ti restauración en lugar de tus
pecados.
15 El día de tu tribulación se acordará El de ti; como hielo en buen tiempo, se disolverán tus
pecados.
16 Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre.
La humildad
17 Haz, hijo, tus obras con dulzura, así serás amado por el acepto a Dios.
18 Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y ante el Señor hallarás gracia.732
20 Pues grande es el poderío del Señor, y por los humildes es glorificado.
21 No busques lo que te sobrepasa, ni lo que excede tus fuerzas trates de escrutar.
22 Lo que se te encomienda, eso medita, que no te es menester lo que está oculto.
23 En lo que excede a tus obras no te fatigues, pues más de lo que alcanza la inteligencia humana
se te ha mostrado ya.
24 Que a muchos descaminaron sus prejuicios, una falsa ilusión extravió sus pensamientos.
25 Si no tienes pupilas, te faltará la luz;si careces de ciencia, no afirmes nada.733
Contra el orgullo
26 El corazón obstinado en mal acaba, y el que ama el peligro caerá en él.
27 El corazón obstinado se carga de fatigas, el pecador acumula pecado tras pecado.
28 Para la adversidad del orgulloso no hay remedio, pues la planta del mal ha echado en él raíces.
29 El corazón del prudente medita los enigmas. un oído que le escuche es el anhelo del sabio.
La limosna
30 El agua apaga el fuego llameante, la limosma perdona los pecados.
31 Quien con favor responde prepara el porvenir, el día de su caída encontrará un apoyo.
La ayuda a los necesitados
Eclesiástico 4
1 Hijo, no prives al pobre del sustento, ni dejes en suspenso los ojos suplicantes.
2 No entristezcas al que tiene hambre, no exasperes al hombre en su indigencia.
3 No te ensañes con el corazón exasperado, no hagas esperar la dádiva al mendigo.
4 No rechaces al suplicante atribulado, ni apartes tu rostro del pobre.
5 No apartes del mendigo tus ojos, ni des a nadie ocasión de maldecirte.
6 Pues si maldice en la amargura de su alma, su Hacedor escuchará su imprecación.
7 Hazte querer de la asamblea, ante un grande baja tu cabeza.
8 Inclina al pobre tus oídos, responde a su saludo de paz con dulzura.
9 Arranca al oprimido de manos del opresor, y a la hora de juzgar no seas pusilánime.
10 Sé para los huérfanos un padre, haz con su madre lo que hizo su marido. Y serás como un hijo
disciplina le atormentará hasta que tenga confianza en su alma y le pondrá a prueba con sus
preceptos,
18 mas luego le volverá al camino recto, le regocijará y le revelará sus secretos.
19 Que si él se descarría, le abandonará, y le dejará a merced de su propia caída.
La prudencia y la justicia
20 Ten en cuenta el momento y guárdate del mal, no te avergüences de ti mismo.
21 Porque hay una vergüenza que conduce al pecado, y otra vergüenza hay que es gloria y gracia.
22 No tengas miramientos en contra de ti mismo, y no mudes de color por tu caída.
23 No contengas la palabra cuando pueda salvar, y no escondas tu sabiduría.
24 Que la sabiduría se da a conocer en la palabra, y la educación en los discursos de la lengua.
25 A la verdad no contradigas, mas ruborízate de no estar educado.
26 No te avergüences de confesar tus pecados, no te opongas a la corriente del río.
27 No te aplanes ante el hombre insensato, ni tengas miramiento al poderoso.
28 Hasta la muerte por la verdad combate, y el Señor Dios peleará por ti.
29 No seas atrevido con tu lengua, ni perezoso y negligente en tus obras.
30 No seas un león en tu casa y un corbade entre tus servidores.
31 No sea tu mano abierta para recibir, y cerrada para dar.
La falsa seguridad del rico y del pecador
Eclesiástico 5
hay misericordia, pero también hay cólera, y en los pecadores se desahoga su furor.
7 No te tardes en volver al Señor, no lo difieras de un día para otro, pues de pronto salta la ira del
Contra los pecados de la lengua
9 No avientes a cualquier viento, ni vayas por cualquier senda, (así hace el pecador de lengua
doble).
10 Manténte firme en tu pensamiento, y sea una tu palabra.
11 Sé pronto en escuchar, y tardo en responder.734
12 Si sabes alguna cosa, a tu prójimo responde, si no, pon tu mano en la boca.
13 Gloria y deshonra caben en el hablar, y en la lengua del hombre está su ruina.
14 Que no se te llame maldiciente, no pongas lazos con tu lengua, que sobre el ladrón cae la
Eclesiástico 6
1 Porque el mal nombre hereda confusión y oprobio; así el pecador de lengua doble.
Contra los arrebatos de la pasión
2 No te engrías en el capricho de tu alma, para que no sea desgarrada tu alma (como un toro)
3 y tus hojas devores, y destruyas tus frutos, y te dejes a ti mismo como un tronco seco.
4 El mal deseo pierde al que lo adquiere, hace de él irrisión del enemigo.
La verdadera y la falsa amistad
5 La boca amable multiplica sus amigos, la lengua que habla bien multiplica las afabilidades.
6 Sean muchos los que estén en paz contigo, mas para consejero, uno entre mil.
7 Si te echas un amigo, échatelo probado, y no tengas prisa en confiarte a él.
8 Porque hay amigo que lo es de ocasión, y no persevera en el día de tu angustia.
9 Hay amigo que se vuelve enemigo, y descubrirá la disputa que te ocasiona oprobio.
10 Hay amigo que comparte tu mesa, y no persevera en el día de tu angustia.
11 Cuando te vaya bien, será como otro tú, y con tus servidores hablará francamente;
12 mas si estás humillado, estará contra ti, y se hurtará de tu presencia.
13 De tus enemigos apártate, y de tus amigos no te fíes.
14 El amigo fiel es seguro refugio, el que le encuentra, ha encontrado un tesoro.
15 El amigo fiel no tiene precio, no hay peso que mida su valor.
16 El amigo fiel es remedio de vida, los que temen al Señor le encontrarán.
17 El que teme al Señor endereza su amistad, pues como él es, será su compañero
El aprendizaje de la Sabiduría
18 Hijo, desde tu juventud haz acopio de doctrina, y hasta encanecer encontrarás sabiduría.
19 Como el labrador y el sembrador, trabájala, y cuenta con sus mejores frutos, que un poco te
fatigarás en su cultivo, y bien pronto comerás de sus productos.
20 Muy dura es para los ignorantes, no aguanta en ella el mentecato.
21 Como piedra de toque pesa sobre él, no tardará en sacudírsela.735
22 Pues la sabiduría hace honor a su nombre, no se hace patente a muchos.
23 Escucha, hijo, acoje mi criterio, y mi consejo no rechaces.
24 Mete tus pies en sus anillas, y en su collar tu cuello.
25 Encorva tu espalda y cárgala, no te rebeles contra sus cadenas.
26 Con toda tu alma acércate de ella, y con toda tu fuerza guarda sus caminos.
27 Rastréala, búscala, y se te dará a conocer, cuando la hayas asido, no la sueltes.
28 Porque al fin hallarás en ella el descanso, y ella se te trocará en contento.
29 Te serán sus anillas protección poderosa, y sus collares ornamento glorioso.
30 Pues adorno de oro es su yugo, y sus cadenas cordones de jacinto.
31 Como vestidura de gloria te la vestirás, te la ceñirás cual corona de júbilo.
32 Si quieres, hijo, serás adoctrinado, si te aplicas bien, entenderás de todo.
33 Si te gusta escuchar, aprenderás, si inclinas tu oído, serás sabio.
34 Acude a la reunión de los ancianos; ¿que hay un sabio?, júntate a él.
35 Anhela escuchar todo discurso que venga de Dios, que no se te escapen los proverbios agudos.
36 Si ves un hombre prudente, madruga a seguirle, que gaste tu pie el umbral de su puerta.
37 Medita en los preceptos del Señor, aplícate sin cesar a sus mandamientos. El mismo afirmará
Eclesiástico 7
Deberes hacia los amigos y familiares
18 No cambies un amigo por dinero, ni un hermano de veras por el oro de Ofir.738
19 No faltes a la mujer sabia y buena, que su gracia vale más que el oro.
20 No maltrates al criado que trabaja fielmente, ni al jornalero que pone su empeño.739
21 Al criado prudente ame tu alma, y no le prives de la libertad.
Deberes de los padres y los hijos
22 ¿Tienes rebaños? Pásales revista; y si te dan ganancia, consérvalos.
23 ¿Tienes hijos? Adoctrínalos, doblega su cerviz desde su juventud.
24 ¿Tienes hijas? Cuídate de ellas, y no pongas ante ellas cara muy risueña.
25 Casa a tu hija y habrás hecho una gran cosa, pero dásela a un hombre prudente.
26 ¿Tienes una mujer que te gusta? No la despidas, pero si la aborreces, no te confíes a ella.
27 Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre.
28 Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?
Deberes hacia los sacerdotes
29 Con toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
30 Con todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no abandones.
31 Teme al Señor y honra el sacerdote, dale su porción como te está prescrito: primicias,
sacrificios de reparación, pierna de las ofrendas, oblación de santidad y primicias de las cosas
sagradas.
Deberes hacia los pobres
32 También al pobre tiéndele tu mano, para que tu bendición sea perfecta.
33 La gracia de tu dádiva llegue a todo viviente, ni siquiera a los muertos les rehúses tu gracia.740
34 No te rezagues ante los que lloran, y con los afligidos muéstrate afligido.
35 No descuides visitar al enfermo, que por obras de éstas ganarás amor.
36 En todas tus acciones ten presente tu fin, y jamás cometerás pecado.
La prudencia en las relaciones con los demás
Eclesiástico 8
El trato con las mujeres
Eclesiástico 9
1 No tengas celos de tu propia mujer, para no enseñarle a hacerte mal.
2 No te entregues del todo a tu mujer, no sea que te llegue a dominar.
3 No vayas al encuentro de una mujer prostituta, no sea que caigas en sus redes.
4 Con cantadora no frecuentes el trato, para no quedar prendido en sus enredos.
5 No te quedes mirando a doncella, para que no incurras en su propio castigo.
6 A prostitutas no te entregues, para no perder tu herencia.
7 No andes fisgando por los calles de la ciudad, ni divagues por sus sitios solitarios.
8 Aparta tu ojo de mujer hermosa, no te quedes mirando la belleza ajena. Por la belleza de la
mujer se perdieron muchos, junto a ella el amor se inflama como fuego.
9 Junto a mujer casada no te sientes jamás, a la mesa con ella no te huelgues con vino, para que tu
corazón no se desvíe hacia ella y en tu ímpetu te deslices a la ruina.
El trato con los hombres
10 No abandones a un viejo amigo, porque el nuevo no le iguala. Vino nuevo, amigo nuevo,
acercas a él, no te descuides, para que no te quite la vida. Date cuenta de que pasas entre lazos y que
caminas sobre el muro de la ciudad.
14 Cuando puedas acude a tu prójimo, y con los sabios aconséjate.
15 Con los inteligentes ten conversación, y tus charlas versen sobre la Ley del Altísimo.
16 Varones justos sean tus comensales, y en el temor del Señor esté tu orgullo.
17 Por la mano del artista la obra es alabada, y el jefe del pueblo aparece sabio en su palabra.
18 Temible en su ciudad el hombre charlatán, el desmedido por su lenguaje se hace odioso.
El buen gobierno
Eclesiástico 10
1 El juez sabio adoctrina a su pueblo, la autoridad del sensato está bien regulada.
2 Según el juez del pueblo, así serán sus ministros, como el jefe de la ciudad, todos sus
habitantes.
3 El rey sin instrucción arruinará a su pueblo, la ciudad se edifica sobre la prudencia de los
dirigentes.
4 En manos del Señor está el gobierno de la tierra, a su tiempo suscita para ella al que conviene.
5 En manos del Señor el recto camino del hombre, él pone su gloria en el escriba.
Contra el orgullo
6 Sea cual fuere su agravio, no guardes rencor al prójimo, y no hagas nada en un arrebato de
violencia.
7 Odioso es al Señor y a los hombres el orgullo, para ambos es un yerro la injusticia.
8 La soberanía pasa de una nación a otra, por las injusticias, las violencias y el dinero.
9 ¿Por qué se enorgullece el que es tierra y ceniza? ¡si ya en vida es su vientre podredumbre!
10 La larga enfermedad deja perplejo al médico, y el que hoy es rey fenecerá mañana.
11 Y cuando un hombre muere, recibe como herencia reptiles, fieras y gusanos.
12 El comienzo del orgullo del hombre es alejarse del Señor, cuando de su Hacedor se apartó su
corazón.
13 Que el comienzo del orgullo es el pecado, el que se agarra a él vierte abominación. Por eso
les dio el Señor asombrosos castigos, y les abatió hasta aniquilarlos.
14 Los tronos de los príncipes los volteó el Señor, y en su lugar sentó a los mansos.
15 Las raíces de los orgullosos las arrancó el Señor, y en su lugar plantó a los humildes.
16 Las comarcas de las naciones las arrasó el Señor, y las destruyó hasta los cimientos de la
tierra.
17 Tomó algunos de ellos y los destruyó, y borró de la tierra su recuerdo.
18 No se ha hecho para los hombres el orgullo, ni el furor de la ira para los nacidos de mujer.
Gente digna de honor y gente despreciable
19 ¿Qué raza es honorable? La del hombre. ¿Qué raza es honorable? Los que temen al Señor.
¿Qué raza es despreciable? La del hombre. ¿Qué raza es despreciable? Los que violan sus mandatos.
20 En medio de sus hermanos es honorable el jefe, y los que temen al Señor, a los ojos de él.
21 (...)741
22 Sean ricos, llenos de gloria o pobres, su orgullo es el temor del Señor.
23 No es justo despreciar al pobre inteligente, ni procede glorificar al pecador.
24 Grande, juez y poderoso reciben honores, mas no hay mayor entre ellos que el que teme al
Señor.
25 Al siervo sabio los hombres libres sirven, y el hombre de saber no lo critica.
La humildad en la verdad
26 No te hagas el sabio cuando cumples tu obra, no te gloríes en el momento de tu aprieto.
27 Más vale el que trabaja y le sobra de todo que el que anda gloriándose y carece de pan.
28 Hijo, gloríate con moderación, y estímate en lo que vales.
29 Al que peca contra sí mismo, ¿quién le justificará? ¿quién apreciará al que desprecia su vida?
30 El pobre es honrado por su saber, y el rico lo es por su riqueza.
31 Quien es estimado en la pobreza, ¡cuánto más en la riqueza! quien es despreciado en la
Eclesiástico 11
1 La sabiduría del humilde le hace erguir la cabeza, y le da asiento entre los grandes.
2 No alabes nunca a un hombre por su buen parecer, ni abomines de nadie por su aspecto.
3 Pequeña entre los que vuelan es la abeja, mas lo que ella elabora es lo más dulce.
4 No te gloríes del manto que te envuelve, el día de la gloria no te engrías; pues admirables son
las obras del Señor, pero están ocultas a los hombres.
5 Muchos tiranos se sentaron en el suelo, y un desconocido se puso la diadema.
6 Muchos poderosos fueron muy deshonrados, y hombres ilustres entregados a otras manos.
La prudencia y la reserva
7 Sin haberte informado no reprendas, reflexiona primero y haz luego tu reproche.
8 Sin haber escuchado no respondas ni interrumpas en medio del discuro.
9 Por lo que no te incumbe no discutas, y en las contiendas de los pecadores no te mezcles.
La moderación en las ambiciones
10 Hijo, no te metas en múltiples asuntos, si los multiplicas no saldrás bien parado; aunque los
La confianza en Dios
14 Bienes y males, vida y muerte, pobreza y riqueza vienen del Señor.
15 (...)742
17 El don del Señor con los piadosos permanece, y su complacencia les lleva por buen camino
para siempre.
18 Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y esta es la parte de su recompensa:
19 cuando dice: «Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes», no sabe qué tiempo va
bendición.
23 No digas: «¿De qué he menester? o ¿qué bienes me vendrán todavía?»
24 No digas: «Tengo bastante con ellos, ¿qué mal puede alcanzarme ahora?»
25 Día de bienes, olvido de males, día de males, olvido de bienes.
26 Que es fácil al Señor, el día de la muerte, pagar a cada uno según su proceder.
27 El mal de una hora el placer hace olvidar, al final del hombre se descubren sus obras.
28 Antes del fin no llames feliz a nadie, que sólo a su término es conocido el hombre.
La precaución en la práctica de la hospitalidad
29 No metas a cualquiera en tu casa, que son muchos los lazos del taimado.
30 Perdiz cautiva en su jaula, tal es el corazón del orgulloso, como el espía acecha tu caída.
31 Cambiando el bien por el mal, está al acecho, y a las cosas más limpias pone mancha.
32 Con una chispa se enciende un brasero, así el pecador tiende lazos en busca de sangre.
33 Guárdate del malvado, porque maquina el mal, no sea que te manche para siempre.
34 Mete en casa al extraño, y te traerá el desorden, te hará extraño a tu propia familia.
La precaución en la práctica del bien
Eclesiástico 12
1 Si haces el bien, mira a quién lo haces, y por tus beneficios recibirás favor.
2 Haz bien al piadoso; hallarás recompensa, si no de él, al menos del Altísimo.
3 No habrá bienes para el que en mal persiste, ni para quien no agradece la limosna.
4 Da al hombre piadoso, y del pecador no te cuides.
5 Haz bien al humilde y no des al impío; niégale su pan, no se lo des, para que no llegue con ello
a dominarte. Pues un mal duplicado encontrarías por todos los bienes que le hubieres hecho.
6 Que también el Altísimo odia a los pecadores, y de los impíos tomará venganza.
7 Da al hombre de bien, y del pecador no te cuides.
Los falsos amigos
8 No se demuestra en la prosperidad el amigo, ni queda oculto en la adversidad el enemigo.
9 Cuando hay prosperidad, los enemigos se entristecen, mas en la adversidad, hasta el amigo se
aleja.
10 No confíes jamás en tu enemigo, que cual bronce roñoso, así es su maldad.
11 Aunque se haga el humilde y camine encorvado, mira por ti mismo y guárdate de él. Pórtate
con él como el que pule un espejo, sábete que no retendrá hasta el fin su roña.
12 No le pongas junto a ti, no sea que se te revuelva y suplante tu puesto. No le sientes a tu diestra,
no sea que tu asiento pretenda, y que al fin comprendas mis palabras, y te pese al recordar mis
consejos.
13 ¿Quién se compadecerá del encantador mordido de serpiente y de todos los que se acercan a
las fieras?
14 Lo mismo le ocurre al que convive con el pecador y comparte sus pecados.
15 Una hora aguantará contigo, mas si te desmandas, no lo soportará.
16 En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama arrojarte a la fosa. En sus
talón.
18 Meneará su cabeza, batirá palmas, cuchicheará mucho y mudará de cara.
La prudencia en el trato con los poderosos
Eclesiástico 13
1 El que toca la pez, se mancha, el que convive con el orgulloso, se hará como él.
2 No tomes sobre ti carga pesada, con el más fuerte y rico que tú no convivas. ¿Por qué juntar
inadvertido.
11 No pretendas hablar con él de igual a igual, ni te fíes de sus muchas palabras. Que con su
ejercicio.
La felicidad del justo
Eclesiástico 14
1 Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca, ni sufre tormento por la tristeza del
pecado.
2 Feliz aquel a quien su conciencia no reprocha, y que no queda corrido en su esperanza.
La avaricia y la envidia
3 Para el hombre mezquino no es buena la riqueza, para el envidioso, ¿de qué sirve el dinero?
4 Quien amontona a expensas de sí mismo, para otros amontona, con sus bienes se regalarán
otros.
5 El que es malo para sí, ¿para quién será bueno? No logrará contento en medio de sus tesoros.
6 Nadie peor que el que se tortura a sí mismo, esa es la paga de su maldad.
7 Aun si llega a hacer el bien, lo hace por descuido, al final dejará ver su maldad.
8 Malo es el de ojo envidioso, que vuelve su rostro y desprecia a los demás.
9 El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca el alma.
10 El ojo malo se alampa por el pan, hambriento está en su propia mesa.
El gozo moderado de los bienes de la vida
11 Hijo, trátate bien, conforme a lo que tengas, y presenta dignamente tus ofrendas al Señor.
12 Recuerda que la muerte no se tardará, y que el pacto del seol no se te ha revelado.
13 Antes de morir, haz el bien a tu amigo, según tus medios dale con largueza.
14 No te prives de pasarte un buen día, no se te escape la posesión de un deseo legítimo.
15 ¿No dejarás a otro el fruto de tus trabajos y el de tus fatigas, para que a suertes se reparta?
16 Da y recibe, y recrea tu alma, que en el seol no se puede esperar buena vida.
17 Toda carne como un vestido envejece, pues ley eterna es: hay que morir.
18 Lo mismo que las hojas sobre árbol tupido, que unas caen y otras brotan, así la generación de
La felicidad del sabio
20 Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona,
21 que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera.
22 Sale en su busca como el que sigue el rastro, y en sus caminos se pone al acecho.
23 Se asoma a sus ventanas, y a sus puertas escucha.
24 Acampa muy cerca de su casa, y clava la clavija en sus muros.
25 Monta su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso.
26 Pone sus hijos a su abrigo, y bajo sus ramas se cobija.
27 Por ella es protegido del calor, y en su gloria se alberga.
Eclesiástico 15
1 Así hace el que teme al Señor, el que abraza la Ley logra sabiduría.
2 Como una madre le sale ella al encuentro, le acoge como una esposa virgen.
3 Le alimenta con pan de inteligencia, el agua de la sabiduría le da a beber.
4 Se apoya él en ella y no se dobla, a ella se adhiere y no queda confundido.
5 Ella le exalta por encima de sus prójimos, en medio de la asamblea le abre la boca.
6 Contento y corona de gloria encuentra él, nombre eterno en herencia recibe.
7 Jamás la lograrán los insensatos, los pecadores nunca la verán.
8 Lejos está del orgullo, los mentirosos no se acuerdan de ella.
9 No cabe la alabanza en boca del pecador, porque no le viene del Señor.
10 Que en la sabiduría se expresa la alabanza, y el Señor la guía por buen camino.
La libertad del hombre
11 No digas: «Por el Señor me he apartado», que lo que él destesta, no lo hace.
12 No digas: «El me ha extraviado», pues él no ha menester del pecador.
13 Toda abominación odia el Señor, tampoco la aman los que le temen a él.
14 El fue quien al principio hizo al hombre, y le dejó en manos de su propio albedrío.
15 Si tú quieres, guardarás los mandamientos, para permanecer fiel a su beneplácito.
16 El te ha puesto delante fuego y agua, a donde quieras puedes llevar tu mano.
17 Ante los hombres la vida está y la muerte, lo que prefiera cada cual, se le dará.
18 Que grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder, todo lo ve.
19 Sus ojos están sobre los que le temen, él conoce todas las obras del hombre.
20 A nadie ha mandado ser impío, a nadie ha dado licencia de pecar.
Los hijos impíos
Eclesiástico 16
El castigo de los pecadores
5 Muchas cosas así han visto mis ojos, y más graves aún oyeron mis oídos.
6 En la reunión de los pecadores prende el fuego, contra la nación rebelde se inflama la
Cólera.744
7 No perdonó él a los antiguos gigantes que se rebelaron fiados de su fuerza.745
8 No pasó por alto al vecindario de Lot, a los que abominaba por su orgullo.746
9 No se apiadó de la nación perdida, de los que estaban engreídos en sus pecados.747
10 Igual trató a los seiscientos mil de a pie que se habían unido en la dureza de su corazón.748
11 Aunque fuera uno solo el de dura cerviz, sería asombroso que quedara impune. Pues
misericordia e ira están con El, tan poderoso en perdón como pródigo en ira.
12 Tan grande como su misericordia es su severidad, según sus obras juzga al hombre.
13 No escapará el pecador con su rapiña, ni quedará fallida la paciencia del piadoso.
14 Para toda limosna tiene él un sitio, cada cual hallará según sus obras.
15 (...)749
La omnipresencia de Dios
17 No digas: «Del Señor me esconderé, y ¿quién allá arriba se acordará de mí? Entre la gran
visita.
19 A una los montes y los cimientos de la tierra bajo su mirada temblarán de espanto.
20 Mas en todo esto no piensa el corazón del hombre, y en sus caminos, ¿quién repara?
21 Hay tempestad que no ve el hombre, y la mayoría de sus obras se hacen en secreto.
22 «Las obras de la justicia, ¿quién las anuncia? ¿quién las aguarda? ¡Pues la alianza está lejos!»
23 Esto piensa el ruin de corazón; el estúpido, el perdido, sólo piensa necedades.
El orden de la creación
24 Escúchame, hijo, y el saber aprende, aplica tu corazón a mis palabras.
25 Con mesura te revelaré la doctrina, con precisión anunciaré el saber.
26 Cuando creó el Señor sus obras desde el principio, desde que las hizo les asignó su puesto.
27 Ordenó para la eternidad sus obras, desde sus comienzos por todas sus edades. Ni tienen
Eclesiástico 17
La Alianza del Señor con Israel
11 Aun les añadió el saber, la ley de vida dioles en herencia.
12 Alianza eterna estableció con ellos, y sus juicios les enseñó.
13 Los ojos de ellos vieron la grandeza de su gloria, la gloria de su voz oyeron sus oídos.
14 Y les dijo: «Guardaos de toda iniquidad», y a cada cual le dio órdenes respecto de su prójimo.
La misericordia y la justicia del Señor
15 Sus caminos están ante él en todo tiempo, no se ocultan a sus ojos.
16 (...)752
17 A cada nación asignó un jefe, mas la porción del Señor es Israel.
19 Todas sus obras están ante él, igual que el sol, e incesantes sus ojos sobre sus caminos.
20 No se le ocultan sus iniquidades, todos sus pecados están ante el Señor.
21 (...)753
22 La limosna del hombre es como un sello para él, el favor del hombre lo guarda como la
Eclesiástico 18
todo el mundo. El reprende, adoctrina y enseña, y hace volver, como un pastor, a su rebaño.
14 Tiene piedad de los que acogen la instrucción, y de los que se afanan por sus juicios.
El arte de hacer el bien
15 Hijo, con tus beneficios no mezcles el reproche ni a tus regalos juntes palabras tristes.
16 ¿No aplaca el rocío el viento ardiente? Así vale más la palabra que el regalo.
17 ¿No ves que la palabra es más que un buen presente? Pues el hombre dadivoso une los dos.
18 El necio aun sin dar hace afrenta, quema los ojos el don del envidioso.
La preocupación en el obrar
19 Antes de hablar infórmate, cuídate antes de estar enfermo.
20 Antes de juzgar examínate a ti mismo, y en el día de la visita encontrarás perdón.
21 Antes de estar enfermo humíllate, cuando peques muestra arrepentimiento.
22 Nada te impida cumplir tu voto en el momento dado, no aguardes hasta la muerte para
justificarte.
23 Antes de hacer un voto prepárate; no seas como el hombre que tienta al Señor.
24 Acuérdate de la ira de los últimos días, y del momento del castigo, cuando Dios vuelva su
rostro.
25 En tiempo de abundancia recuerda el tiempo de hambre, la pobreza y la penuria en días de
riqueza.
26 De la mañana a la tarde corre el tiempo, todo pasa presto delante del Señor.
27 El hombre sabio es precavido en todo, en la ocasión de pecar se anda con cuidado.
28 Todo hombre prudente conoce la sabiduría, al que la encuentra le da su parabién.
29 Los prudentes en palabras hacen sabiduría y prodigan los proverbios acertados.
El dominio de sí mismo
30 No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena.
31 Si te consientes en todos los deseos, te harás la irrisión de tus enemigos.
32 No te complazcas en la buena vida, no te avengas a asociarte con ella.
33 No te empobrezcas festejando con dinero prestado, cuando nada tienes en tu bolsa.
Eclesiástico 19
1 Un obrero bebedor nunca se enriquecerá, el que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco
caerá.
2 Vino y mujeres pervierten a los inteligentes, el que va a prostitutas es aún más temerario.
3 De larvas y gusanos será herencia, el temerario perderá su vida.
La discreción en el hablar
4 Quien se confía enseguida, ligero es de corazón, el que peca, a sí mismo se hace daño.
5 El que se regodea en el mal será condenado,
6 el que odia la verborrea escapará al mal.
7 No repitas nunca lo que se dice, y en nada sufrirás menoscabo.
8 Ni a amigo ni a enemigo cuentes nada, a menos que sea pecado para ti, no le descubras.
9 Porque te escucharía y se guardaría de ti, y en la ocasión propicia te detestaría.
10 ¿Has oído algo? ¡Quede muerto en ti! ¡Animo, no reventarás!
11 Por una palabra oída ya está el necio en dolores, como por el hijo la mujer que da a luz.
12 Una flecha clavada en el muslo, tal es la palabra en las entrañas del necio.
La actitud frente a los rumores y calumnias
13 Interoga a tu amigo: quizá no haya hecho nada, y si acaso lo ha hecho, para que no reincida.
14 Interroga a tu prójimo: quizá no ha dicho nada, y si acaso lo ha dicho, para que no repita.
15 Interroga a tu amigo: que hay calumnia a menudo, no creas todo lo que se dice.
16 A veces se resbala uno sin querer, y ¿quién no ha pecado con su lengua?
17 Interroga a tu prójimo antes de amenazarle, y obedece a la ley del Altísimo.
18 (...)755
La falsa sabiduría
20 Toda sabiduría es temor del Señor, y en toda sabiduría se practica la ley.
21 (...)756
22 Mas no es sabiduría el conocimiento del mal, no está en el consejo de los pecadores la
prudencia.
23 Hay un saberlo todo que es abominación, es estúpido el que carece de sabiduría.
24 Más vale ser vacío de inteligencia y lleno de temor, que desbordar prudencia y traspasar la ley.
25 Hay un saberlo todo que sirve a la injusticia, que para mantener el derecho usa de argucias.
26 Hay malhechor que anda encorvado por el tedio, mas su interior está lleno de dolo:
27 tapándose la cara, haciéndose el sordo, mientras no es reconocido te tomará la delantera.
28 Si por su escasa fuerza no se atreve a pecar, en cuanto encuentre ocasión, se dará a hacer el
mal.
29 Por la mirada se reconoce al hombre, por el aspecto del rostro se reconoce al pensador.
30 El atuendo del hombre, la risa de sus dientes, su caminar revelan lo que es.
Saber hablar y callarse a tiempo
Eclesiástico 20
Las paradojas de la vida
9 Hay quien encuentra fortuna en la desgracia, y hay suerte que acaba en postración.
10 Hay dádiva que no te da provecho, y dádiva que recibe el doble.
11 Hay postración causada por la gloria, y hay quien, desde la humillación, levanta la cabeza.
12 Hay quien compra mucho con poco dinero, pero luego lo paga siete veces más caro.
13 Por sus palabras se hace amable el sabio, mas los favores de los necios se malgastan.
14 El don del insensato no te sirve de nada, porque sus ojos no son uno, son muchos;
15 da poco y echa en cara mucho, y abre su boca como un pregonero; presta hoy y mañana
El desacierto en el hablar
18 Mejor es resbalar en empredado que resbalar con la lengua, así la caída de los malos llega de
repente.
19 Hombre sin gracia es cuento inoportuno por boca de ignorantes repetido.
20 De boca de necio no se acepta el proverbio, pues jamás lo dice a su hora.
21 Hay quien no puede pecar por indigencia: en su reposo no tendrá remordimiento.
22 Hay quien se pierde a sí mismo por vergüenza, por respeto a un insensato se pierde.
23 Hay quien por timidez hace promesas a su amigo, y así, por nada se gana un enemigo.
La mentira
24 Gran baldón para un hombre la mentira en boca de ignorantes repetida.
25 Es preferible un ladrón que el que persiste en la mentira, aunque ambos heredarán la
perdición.
26 El hábito de mentiroso es una deshonra, su vergüenza le acompaña sin cesar.
Ventajas y peligros de los sabios
27 Por sus palabras el sabio se hace grande, y el hombre sensato a los grandes agrada.
28 El que cultiva la tierra llena hasta arriba su granero, el que agrada a los grandes expía la
injusticia.
29 Presentes y regalos ciegan los ojos de los sabios, como bozal en boca ahogan los reproches.
30 Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?
31 Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.
Exhortación a evitar el pecado
Eclesiástico 21
1 Hijo, ¿has pecado? No lo vuelvas a hacer, y pide perdón por tus pecados anteriores.
2 Como de serpiente huye del pecado, porque, si te acercas, te morderá. Dientes de león son sus
corazón.
7 De lejos se conoce al charlatán, y el hombre reflexivo le adivina los deslices.
8 Quien edifica su casa con dinero ajeno es como el que amontona piedras para su tumba.
9 Estopa hacinada es la reunión de los sin ley, su meta es la llama de fuego.
10 El camino de los pecadores está bien enlosado, pero a su término está la fosa del seol.
El sabio y el necio
11 El que guarda la Ley controla sus ideas, la meta del temor del Señor es la sabiduría.
12 No alcanzará doctrina quien no es habilidoso, pero no hay habilidades que llenan de amargura.
13 La ciencia del sabio crecerá como una inundación, y su consejo será fuente de vida.
14 El interior del necio es como un vaso roto, que no retiene ningún conocimiento.
15 Si un hombre de saber oye palabra sabia, la elogia y otra suya añade. Si la oye el libertino, le
Eclesiástico 22
1 A una piedra sucia se parece el perezoso, todo el mundo silba sobre su deshonra.
2 Bola de excrementos es el perezoso, que todo el que la toca se sacude la mano.
Los malos hijos
3 Es vergüenza de un padre tener un hijo ineducado, pero la hija le nace ya para su confusión.
4 Para la hija prudente la herencia es su marido, la desvergonzada es la tristeza de su progenitor.
5 La hija insolente es la vergüenza del padre y del marido, y por los dos es despreciada.
6 Música en duelo es un relato inoportuno, azotes y corrección son siempre sabiduría.
7 (...)757
Precauciones en el trato con los necios
9 Como pegar cascotes es enseñar al necio, o despertar al que duerme con sueño pesado.
10 Conversar con el necio es conversar con un dormido; al acabar dirá: «¿Qué estás diciendo?»
11 Llora al muerto, pues la luz le abandonó, llora también al necio, porque dejó la inteligencia.
Llora más suavemente al muerto, porque ya reposa, que la vida del necio es peor que la muerte.
12 El duelo por un muerto dura siete días, por el necio y el impío, todos los días de su vida.
13 Con el insensato no multipliques las palabras, con el tonto no vayas de camino; guárdate de él
para evitar el aburrimiento, y para que su contacto no te manche. Apártate de él y encontrarás
descanso, y no te enervarán sus arrebatos.
14 ¿Qué hay más pesado que el plomo? ¿qué nombre dar a esto sino «necio»?
15 Arena, sal, o una bola de hierro son más fáciles de llevar que el hombre tonto.
La firmeza de ánimo
16 El maderamen bien trabado de una casa ni por un terremoto es dislocado; así un corazón firme
por reflexión madura, llegado el momento no se achica.
17 Corazón apoyado en reflexión prudente es como revoque de arena en pared raspada.
18 Estacas plantadas en altura no resisten al viento; así el corazón del necio, falto de reflexión,
de ultraje, altanería, revelación de secreto, golpe traidor, que ante esto se marcha todo amigo.
23 Gana la confianza de tu prójimo en la pobreza, para que, en su prosperidad, con él te
satisfagas; en tiempo de tribulación permanece con él, para que cuando herede con él lo compartas.
24 Antes del fuego sale vapor del horno y humo, así las injurias preceden a la sangre.
25 No me avergonzaré yo de proteger a un amigo, de su presencia no me esconderé;
26 y si por su causa me ocurre algún mal, todo el que lo oiga se guardará de él.
Deseos del sabio
27 ¿Quién pondrá guardia a mi boca, y a mis labios sello de prudencia, para que no venga a caer
por su culpa, y que mi lengua no me pierda?
Súplica del sabio
Eclesiástico 23
Los pecados de la lengua: los juramentos vanos
7 La instrucción de mi boca escuchad, hijos, el que la guarda no caerá en el lazo.
8 Por sus labios es atrapado el pecador, el maldiciente, el altanero, caen por ellos.
9 Al juramento no acostumbres tu boca, no te habitúes a nombrar al Santo.
10 Porque, igual que un criado vigilado de continuo no quedará libre de golpes, así el que jura y
toma el Nombre a todas horas no se verá limpio de pecado.
11 Hombre muy jurador, lleno está de iniquidad, y no se apartará de su casa el látigo. Si se
descuida, su pecado cae sobre él, si pasa por alto el juramento, doble es su pecado; y si jura en falso,
no será justificado, que su casa se llenará de adversidades.
La grosería en el hablar
12 Hay un lenguaje que equivale a la muerte, ¡que no se halle en la heredad de Jacob! Pues los
olvides ante ellos, como un necio te conduzcas, y llegues a desear no haber nacido y a maldecir el día
de tu nacimiento.
15 El hombre habituado a palabras ultrajantes no se corregirá en toda su existencia.
La lujuria y el adulterio
16 Dos clases de gente multiplican los pecados, y la tercera atrae la ira:
17 El alma ardiente como fuego encendido, no se apagará hasta consumirse; el hombre impúdico
en su cuerpo carnal: no cejará hasta que el fuego le abrase; para el hombre impúdico todo pan es
dulce, no descansará hasta haber muerto.
18 El hombre que su propio lecho viola y que dice para sí: «¿Quién me ve?; la oscuridad me
envuelve, las paredes me encubren, nadie me ve, ¿qué he de temer?; el Altísimo no se acordará de
mis pecados»,
19 lo que teme son los ojos de los hombres; no sabe que los ojos del Señor son diez mil veces
más brillantes que el sol, que observan todos los caminos de los hombres y penetran los rincones
más ocultos.
20 Antes de ser creadas, todas las cosas le eran conocidas, y todavía lo son después de acabadas.
21 En las plazas de la ciudad será éste castigado, será apresado donde menos lo esperaba.
22 Así también la mujer que ha sido infiel a su marido y le ha dado de otro un heredero.
23 Primero, ha desobedecido a la ley del Altísimo, segundo, ha faltado a su marido, tercero, ha
Invitación a buscar la Sabiduría
19 Venid a mí los que me deseáis, y hartaos de mis productos.
20 Que mi recuerdo es más dulce que la miel, mi heredad más dulce que panal de miel.
21 Los que me comen quedan aún con hambre de mí, los que me beben sienten todavía sed.
22 Quien me obedece a mí, no queda avergonzado, los que en mí se ejercitan, no llegan a pecar.»
La Sabiduría y la Ley
23 Todo esto es el libro de la alianza del Dios Altísimo, la Ley que nos prescribió Moisés como
herencia para las asambleas de Jacob;
24 (...)759
25 la que inunda de sabiduría como el Pisón, como el Tigris en días de frutos nuevos;
26 la que desborda inteligencia como el Eufrates, como el Jordán en días de cosecha;
27 la que rebosa doctrina como el Nilo, como el Guijón en días de vendimia.
28 El primero no ha acabado aún de conocerla, como tampoco el último la ha descubierto aún.
29 Porque es más vasto que el mar su pensamiento, y su consejo más que el gran abismo.
La intención del autor del Libro
30 Y yo, como canal derivado de un río, como caz que al paraíso sale,
31 y dije: «Voy a regar mi huerto, a empapar mi tablar.» Y que aquí que mi canal se ha convertido
en río, y mi río se ha hecho un mar.
32 Aún haré lucir como la aurora la instrucción, lo más lejos posible la daré a conocer.
33 Aún derramaré la enseñanza como profecía, la dejaré por generaciones de siglos.
34 Ved que no sólo para mí me he fatigado, sino para todos aquellos que la buscan.
Tres cosas deseables y tres aborrecibles
Eclesiástico 25
1 Con tres cosas me adorno y me presento bella ante el Señor y ante los hombres: concordia
Nueve cosas encomiables
7 Nueve cosas que imagino tengo por felices en mi corazón, y una décima la diré con mi lengua:
el hombre que recibe de sus hijos contento, que ve, en vida, la caída de sus enemigos.
8 Feliz quien vive con mujer juiciosa, quien no ara con un buey y un asno, quien no se desliza
Invectiva contra la mala mujer
13 ¡Cualquier herida, pero no herida del corazón! ¡cualquier maldad, pero no maldad de mujer!
14 ¡Cualquier desgracia, pero no desgracia de parte de adversarios! ¡cualquier venganza, pero no
venganza de enemigos!
15 No hay veneno como veneno de serpiente, ni furia como furia de enemigo.
16 Prefiero convivir con león o dragón a convivir con mujer mala.
17 La maldad de la mujer desfigura su semblante, oscurece su rostro como un oso.
18 En medio de sus vecinos se sienta su marido, y sin poder contenerse suspira amargamente.
19 Toda malicia es poca junto a la malicia de mujer, ¡que la suerte del pecador caiga sobre ella!
20 Cuesta arenosa bajo los pies de un viejo, así es la mujer habladora para un marido pacífico.
21 No te dejes llevar por belleza de mujer, por mujer no te apasiones.
22 Blanco de ira, de deshonra y gran vergüenza, eso es la mujer que mantiene a su marido.
23 Corazón abatido, rostro sombrío, herida del corazón eso es la mujer mala. Manos caídas y
rodillas paralizadas, eso es la que no hace feliz a su marido.
24 Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por causa de ella morimos todos.
25 No des salida al agua, ni a mujer mala libertad de hablar.
26 Si no camina como marca tu mano, de tu carne córtala.
La felicidad de tener una buena esposa
Eclesiástico 26
enzarza.
7 Yugo mal sujeto es la mujer mala, tratar de dominarla es como agarrar un escorpión.
8 Blanco de gran ira es la mujer bebedora, no podrá ocultar su ignominia.
9 La lujuria de la mujer se ve en la procacidad de sus ojos, en sus párpados se reconoce.
10 Sobre hija desenvuelta refuerza la guardia, no sea que, si ve descuido, se aproveche.
11 Guárdate de ir tras ojos descarados, no te extrañes si te llevan al mal.
12 Cual caminante sediento abre ella la boca, y de toda agua que se topa bebe; ante toda clavija de
tienda, impúdica, se sienta, y a toda flecha abre su aljaba.
Elogio de la buena esposa
13 La gracia de la mujer recrea a su marido, y su ciencia reconforta sus huesos.
14 Un don del Señor la mujer silenciosa, no tiene precio la bien educada.
15 Gracia de gracias la mujer pudorosa, no hay medida para pesar a la dueña de sí misma.
16 Sol que sale por las alturas del Señor es la belleza de la mujer buena en una casa en orden.
17 Lámpara que brilla en sagrado candelero es la hermosura de un rostro sobre un cuerpo
esbelto.
18 Columnas de oro sobre basas de plata, las bellas pierras sobre talones firmes
19 (...)761
Tres cosas lamentables
28 Dos cosas entristecen mi corazón y la tercera me produce mal humor: el guerrero que
desfallece de indigencia, los inteligentes cuando son menospreciados, y el que de la justicia al pecado
reincide: el Señor le destina a la espada.
Los peligros del comercio
29 Difícilmente se libra de falta el negociante, el comerciante no quedará limpio de pecado.
Eclesiástico 27
1 Por amor a la ganancia han pecado muchos, el que trata de enriquecerse desvía la mirada.
2 Entre dos piedras juntas se planta una estaca, y entre venta y compra se introduce el pecado.
3 Quien no se aferra enseguida al temor del Señor, pronto verá derruida su casa.
La palabra, prueba del hombre
4 Cuando la criba se sacude, quedan los desechos; así en su reflexión se ven las vilezas del
hombre.
5 El horno prueba las vasijas de alfarero, la prueba del hombre está en su razonamiento.
6 El fruto manifiesta el cultivo del árbol; así la palabra, el del pensamiento del corazón humano.
7 Antes que se pronuncie no elogies a nadie, que esa es la prueba de los hombres.
La búsqueda de la justicia
8 Si persigues la justicia, la alcanzarás, y la revestirás como túnica de gloria.
9 Los pájaros van a posarse donde sus semejantes, la verdad vuelve a quienes la practican.
10 El león acecha a su presa, así el pecado a los que practican la injusticia.
La conversación de los necios
11 La conversación del piadoso es siempre sabiduría, mas el insensato cambia como la luna.
12 En medio de imbéciles aguarda tu momento, entre los que piensan demórate.
13 La conversación de los necios es algo irritante, su risa estalla en la molicie del pecado.
14 El hablar del jurador eriza los cabellos, ante sus disputas se tapan los oídos.
15 Disputa de orgullosos trae efusión de sangre, sus injurias son penosas de oír.
La indiscreción, ruina de la amistad
16 Quien revela los secretos, pierde el crédito, no encontrará jamás amigo íntimo.
17 Ama a tu amigo y confíate a él, mas si revelas sus secretos, deja de ir tras él;
18 porque como el que mata elimina a su víctima, así has destruido la amistad de tu compañero.
19 Como a pájaro que soltaste de tu mano, así has perdido a tu compañero y no lo recobrarás.
20 No vayas en su busca, porque se fue lejos, huyó como gacela de la red.
21 Que la herida puede ser vendada, y para la injuria hay reconciliación, pero el que reveló el
En el pecado, el castigo
25 Quien tira una piedra al aire, sobre su propia cabeza la tira,el golpe a traición devuelve
heridas.
26 Quien cava una fosa, caerá en ella, quien tiende una red, en ella quedará preso.
27 Quien hace el mal, lo verá caer sobre sí sin saber de dónde le viene.
28 Escarnio y ultraje son cosa de orgulloso, mas la venganza como león le acecha.
29 Caerán en la red los que se alegran de la caída de los piadosos, el dolor los consumirá antes de
su muerte.
El rencor y la venganza
30 Rencor e ira son también abominables, esa es la propiedad del pecador.
Eclesiástico 28
1 El que se venga, sufrirá venganza del Señor, que cuenta exacta llevará de sus pecados.
2 Perdona a tu prójimo el agravio, y, en cuanto lo pidas, te serán perdonados tus pecados.
3 Hombre que a hombre guarda ira, ¿cómo del Señor espera curación?
4 De un hombre como él piedad no tiene, ¡y pide perdón por sus propios pecados!
5 El, que sólo es carne, guarda rencor, ¿quién obtendrá el perdón de sus pecados?
6 Acuérdate de las postrimerías, y deja ya de odiar, recuerda la corrupción y la muerte, y sé fiel a
los mandamientos.
7 Recuerda los mandamientos, y no tengas rencor a tu prójimo, recuerda la alianza del Altísimo,
La maledicencia
13 Al soplón de lengua doble, maldícele, que ha perdido a muchos que vivían en paz.
14 A muchos sacudió la lengua triple, los dispersó de nación en nación; arrasó ciudades fuertes y
Eclesiástico 29
1 Quien hace misericordia, presta al prójimo, quien le apoya con su mano, guarda los
mandamientos.
2 Presta a tu prójimo cuando se halle en necesidad, y por tu parte restituye a tiempo al prójimo.
3 Mantén tu palabra y ten confianza en él, y en toda ocasión encontrarás lo que necesitas.
4 Muchos consideran el préstamo como una ganga, y a los que les han socorrido causan
sinsabores.
5 Hasta que no recibe, besa las manos de su prójimo, y ante su dinero humilla la voz; pero al
tiempo de la restitución da largas, responde con palabras negligentes y echa la culpa a las
circustancias.
6 Si puede, el otro recibirá apenas la mitad, y aun lo tendrá como una ganga. Si no, se quedará sin
su dinero, y se habrá ganado sin necesidad un enemigo, que le devolverá maldiciones e injurias y le
dará, en vez de gloria, vilipendio.
7 Muchos, sin malicia, vuelven las espaldas, pues temen ser despojados sin necesidad.
La limosna
8 Pero con el humilde muéstrate paciente, y a tu limosna no des largas.
9 En atención al mandamiento, acoge al indigente, según su necesidad no le despidas vacío.
10 Gasta dinero por el hermano y el amigo, que no se te enroñe bajo la piedra y lo pierdas.
11 Coloca tu tesoro según los mandamientos del Altísimo, y te dará provecho más que el oro.
12 Encierra la limosna en tus graneros, ella te preservará de todo mal.
13 Mejor que recio escudo y que pesada lanza frente al enemigo combatirá por ti.
Las fianzas
14 El hombre bueno sale fiador de su prójimo, el que ha perdido la vergüenza, lo deja
abandonado.
15 No olvides los favores de tu fiador, pues él se ha expuesto por ti.
16 El pecador dilapida los bienes de su fiador, el ingrato abandona en su corazón al que le ha
salvado.
17 La fianza perdió a muchos que iban bien, los sacudió como ola del mar.
18 Echó de su patria a hombres poderosos, que anduvieron errando por naciones extrañas.
19 Pecador que se presta a la fianza buscando especular, incurre en juicio.
20 Acoge al prójimo según tus recursos, y cuida de no caer tú mismo.
La humillación del que vive en casa ajena
21 Lo primero para vivir es agua, pan, vestido, y casa para abrigarse.
22 Más vale vida de pobre bajo techo de tablas que comida suntuosa en casa de extraños.
23 En lo poco y en lo mucho ten buena cara, y no escucharás reproches de tu huésped.
24 Triste vida andar de casa en casa: donde te hospedes no podrás abrir la boca.
25 Hospedarás y darás de beber a desagradecidos, y encima tendrás que oír cosas amargas:
26 «Pasa, huésped, adereza la mesa, si tienes algo a mano, dame de comer.»
27 - «Vete, huésped, cede el puesto a uno más digno, viene a hospedarse mi hermano, necesito la
casa.»
28 Duro es para un hombre de sentimiento tal desprecio de la casa, tal insulto propio para un
deudor.
La educación de los hijos
Eclesiástico 30
1 El que ama a su hijo, le azota sin cesar, para poderse alegrar en su futuro.
2 El que enseña a su hijo, sacará provecho de él, entre sus conocidos de él se gloriará.
3 El que instruye a su hijo, pondrá celoso a su enemigo, y ante sus amigos se sentirá gozoso.
4 Murió su padre, y como si no hubiera muerto, pues dejó tras de sí un hombre igual que él.
5 En su vida le mira con contento, y a su muerte no se siente triste.
6 Contra sus enemigos deja un vengador, y para los amigos quien les pague sus favores.
7 El que mima a su hijo, vendará sus heridas, a cada grito se le conmoverán sus entrañas.
8 Caballo no domado, sale indócil, hijo consentido, sale libertino.
9 Halaga a tu hijo, y te dará sorpresas juega con él, y te traerá pesares.
10 No rías con él, para no llorar y acabar rechinando de dientes.
11 No le des libertad en su juventud, y no pases por alto sus errores.
12 Doblega su cerviz mientras es joven, tunde sus costillas cuando es niño, no sea que,
volviéndose indócil, te desobedezca, y sufras por él amargura de alma.
13 Enseña a tu hijo y trabaja en él, para que no tropieces por su desvergüenza.
La salud corporal
14 Vale más pobre sano y fuerte de constitución que rico lleno de achaques en su cuerpo.
15 Salud y buena constitución valen más que todo el oro, cuerpo vigoroso más que inmensa
fortuna.
16 Ni hay riqueza mejor que la salud del cuerpo, ni contento mayor que la alegría del corazón.
17 Mejor es la muerte que una vida amarga, el descanso eterno que enfermedad permanente.
18 Manjares derramados sobre boca cerrada, eso son las ofrendas de alimentos puestas sobre una
tumba.
19 ¿De qué le sirve el sacrificio a un ídolo? ¡ni lo comerá ni lo olerá! Así aquel a quien persigue
el Señor,
20 que mira con sus ojos y gime. Escomo un eunuco que oprime a una virgen y gime.
La alegría del corazón
21 No entregues tu alma a la tristeza, ni te atormentes a ti mismo con tus cavilaciones.
22 La alegría de corazón es la vida del hombre, el regocijo del varón, prolongación de sus días.
23 Engaña tu alma y consuela tu corazón, echa lejos de ti la tristeza; que la tristeza perdió a
Eclesiástico 31
1 El insomnio por la riqueza consume las carnes, las preocupaciones que trae ahuyentan el sueño.
2 Las preocupaciones del día impiden dormir, la enfermedad grave quita el sueño.
3 Se afana el rico por juntar riquezas, y cuando descansa, se hastía de sus placeres.
4 Se afana el pobre por falta de sustento, y cuando descansa, se acaba en la indigencia.
5 El que ama el oro no se verá justificado, el que anda tras el lucro se extraviará en él.
6 Muchos se arruinaron por causa del oro, su perdición la tenían delante.
7 Es leño de tropiezo para los que le ofrecen sacrificios, y todo insensato queda preso en él.
8 Feliz el rico que fue hallado intachable, que tras el oro no se fue.
9 ¿Quién es, y le felicitaremos?, pues obró maravillas en su pueblo.
10 ¿Quién sufrió esta prueba y fue hallado perfecto? será para él motivo de gloria. ¿Quién pudo
prevaricar y no prevaricó, hacer mal y no lo hizo?
11 Sus bienes se consolidarán, y la asamblea hablará de sus bondades.
La frugalidad en los banquetes
12 ¿En mesa suntuosa te has sentado?, no abras hacia ella tus fauces, no digas: «¡Qué de cosas hay
aquí!»
13 Recuerda que es cosa mala tener un ojo ávido, ¿qué ha sido creado peor que el ojo? por eso,
odioso.
17 Termina el primero por educación, no seas insaciable, y no tendrás tropiezo.
18 Si en medio de muchos te has sentado a la mesa, no alargues tu mano antes que ellos.
19 ¡Qué poco le basta a un hombre bien educado!, y luego en el lecho no resuella.
20 A vientre moderado, sueño saludable, se levanta temprano y es dueño de sí. Insomnio, vómitos
las heridas.
31 En banquete no reproches a tu prójimo, no le desprecies cuando está contento, palabra
injuriosa no le digas ni le molestes reclamándole dinero.
La actitud del que preside el banquete
Eclesiástico 32
1 ¿Te han nombrado presidente? No te engrías, sé entre los demás como uno de ellos; atiéndeles,
y después te sientas.
2 Cuando hayas cumplido todo tu menester, tomo asiento, para que con ellos te alegres, y por tu
El temor del Señor
14 El que teme al Señor acepta la instrucción, los que madrugan encuentran su favor.
15 El que busca la ley se llena de ella, al hipócrita le sirve de tropiezo.
16 Los que temen al Señor son justificados, hacen brillar sus buenas acciones como luz.
17 El pecador rehúye la reprensión, según su voluntad encuentra excusa.
18 El varón de consejo no descuida la reflexión, el extraño y el orgulloso no se encogen de
miedo.
19 Sin consejo no hagas nada, y no te arrepentirás de tus acciones.
20 Por caminos escabrosos no vayas, y no tropezarás en piedras.
21 No te confies en camino inexplorado,
22 y de tus hijos guárdate.
23 En todos tus actos vela sobre ti, que esto es también guardar los mandamientos.
24 El que tiene confianza en la ley atiende a los mandamientos, y el que pone su confianza en el
Eclesiástico 33
1 Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una prueba, se verá librado.
2 El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es como nave en borrasca.
3 El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él digna de fe como un oráculo.
4 Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y responde.
5 Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas, su razonamiento.
6 Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta relincha.
El dominio del Señor sobre los tiempos y los hombres
7 ¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?
8 En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas.
9 A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.
10 Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.
11 Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.
12 A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a otros los maldijo y humilló
El autor del Libro y su obra
16 También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.
17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar.
18 Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción.
19 Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad oído.
La administración de los propios bienes
20 A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida tuya. No des a otros tus
El trato con los servidores
25 Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.
26 Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus manos, y buscará la libertad.
27 Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e inquisiciones.
28 Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó la ociosidad.
29 Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies de grillos.
30 Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.
31 Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.
32 Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de él como de ti mismo.
33 Si le maltratas, y levantándose, se escapa, ¿por qué camino irás a buscarle?
La veleidad de los sueños
Eclesiástico 34
1 Las esperanzas vanas y engañosas son para el imbécil, los sueños dan alas a los insensatos.
2 Tratar de asir una sombra o perseguir el viento es buscar apoyo en los sueños.
3 Espejo y sueño son casas semejantes, frente a un rostro, una imagen de rostro.
4 De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué verdad puede salir?
5 Adivinaciones, augurios y sueños cosas vanas son, como fantasías de corazón de mujer en
parto.
6 A menos que te sean enviadas por el Altísimo en visita, no abras tu corazón a estas cosas.
7 Que a muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que en ellos esperaban.
8 Sin dolo se ha de cumplir la Ley, y sabiduría en boca fiel es perfección.
La utilidad de los viajes
9 Hombre que ha corrido mundo sabe muchas cosas, el que tiene experiencia se expresa con
inteligencia.
10 Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza.
11 Muchas cosas he visto en el curso de mis viajes, más vasta que mis palabras es mi inteligencia.
12 Bien de veces he estado en peligro de muerte, y me salvé gracias a todo esto.
El temor del Señor, fuente de seguridad
13 El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque su esperanza está puesta en aquel que los
salva.
14 Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque él es su esperanza.
15 Feliz el alma del que teme al Señor: ¿en quién se sostiene? ¿cuál es su apoyo?
16 Los ojos del Señor sobre quienes le aman, poderosa protección, probado apoyo, abrigo contra
el viento abrasador, abrigo contra el ardor del mediodía, guardia contra tropiezos, auxilio contra
caídas,
17 que levanta el alma, alumbra los ojos, da salud, vida y bendición.
El culto agradable a Dios
18 Sacrificar cosa injusta es hacer ofrenda rechazada, no logran complacencia los presentes de
Eclesiástico 35
1 Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de
comunión.
2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de
alabanza.
3 Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia.
4 No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el
mandamiento.
5 La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo.
6 El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.
7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no escatimes las primicias de tus manos.
8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con contento consagra los diezmos.
9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios.
10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más.
11 No trates de corromperle con presentes, porque no los acepta, no te apoyes en sacrificio
injusto.
12 Porque el Señor es juez, y no cuenta para él la gloria de nadie.
13 No hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del agraviado escucha.
14 No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda, cuando derrama su lamento.
15 Las lágrimas de la viuda, ¿no bajan por su mejilla, y su clamor contra el que las provocó?763
El poder de la oración
16 Quien sirve de buena gana, es aceptado, su plegaria sube hasta las nubes.
17 La oración del humilde las nubes atraviesa, hasta que no llega a su término no se consuela él.
18 Y no desiste hasta que vuelve los ojos el Altísimo, hace justicia a los justos y ejecuta el juicio.
El castigo de las naciones
19 Y el Señor no se tardará, ni tendrá con éstos más paciencia,
20 hasta no haber machacado los lomos de los sin entrañas, y haber tomado venganza de las
naciones,
21 haber extirpado el tropel de los soberbios, y quebrado el cetro de los injustos,
22 hasta no haber pagado a cada cual según sus actos, las obras de los hombres según sus
intenciones,
23 haber hecho justicia a su pueblo, y haberles dado contento con su misericordia.
24 Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de lluvia en tiempo de sequía.
Súplica por la liberación de Israel
Eclesiástico 36
1 Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira y siembra tu temor sobre todas las
naciones.
2 Alza tu mano contra las naciones extranjeras, para que reconozcan tu señorío.
3 Como ante ellas te has mostrado santo con nosotros, así ante nosotros muéstrate grande con
ellas.
4 Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido que no hay Dios fuera de ti, Señor.
5 Renueva las señales, repite tus maravillas, glorifica tu mano y tu brazo derecho.
6 Despierta tu furor y derrama tu ira, extermina al adversario, aniquila al enemigo.
7 Acelera la hora, recuerda el juramento, y que se publiquen tus grandezas.
8 Que el fuego de la ira devore al que se escape, y los que hacen daño a tu pueblo hallen la
perdición.
9 Aplasta la cabeza de los jefes enemigos, que dicen: «Nadie más que nosotros.»
10 Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio.
11 Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre, de Israel, a quien igualaste con el
primogénito.
12 Ten compasión de tu santa ciudad, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
13 Llena a Sión de tu alabanza, y de tu gloria tu santuario.
14 Da testimonio a tus primeras criaturas, mantén las profecías dichas en tu nombre.
15 Da su recompensa a los que te aguardan, y que tus profetas queden acreditados.
16 Escucha, Señor, la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.
17 Y todos los de la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno.
El discernimiento
18 Todo alimento traga el vientre, pero unos alimentos son mejores que otros.
19 El paladar distingue por el gusto la carne de caza, así el corazón inteligente las palabras
mentirosas.
20 El corazón perverso da tristeza, pero el hombre de experiencia le da su merecido.
Necesidad y elección de una buena esposa
21 A cualquier marido acepta la mujer, pero unas hijas son mejores que otras.
22 La belleza de la mujer recrea la mirada, y el hombre la desea más que ninguna cosa.
23 Si en su lengua hay ternura y mansedumbre, su marido ya no es como los demás hombres.
24 El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna,una ayuda semejante a él y
columna de apoyo.
25 Donde no hay valla, la propiedad es saqueada, donde no hay mujer, gime un hombre a la
deriva.
26 ¿Quién se fiará del ladrón ágil que salta de ciudad en ciudad?
27 Así tampoco del hombre que no tiene nido y que se alberga donde la noche le sorprende.
Los verdaderos y los falsos amigos
Eclesiástico 37
1 Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo», pero hay amigo que lo es sólo de nombre.
2 ¿No es para uno una mortal tristeza un compañero o amigo trocado en enemigo?
3 ¡Oh intención perversa! ¿de dónde saliste para cubrir la tierra de engaño?
4 El compañero disfruta en el contento del amigo, pero al tiempo de tribulación se volverá contra
él.
5 El compañero compadece al amigo por interés, y cuando llega el combate embraza el escudo.
6 No te olvides de tu amigo en tu alma, ni pierdas su recuerdo cuando seas rico.
Los buenos y los malos consejeros
7 Todo consejero da consejos, pero hay quien aconseja en su interés.
8 Del consejero guarda tu alma, conoce primero qué necesita - porque en su propio interés dará
consejo -, no sea que eche sobre ti la suerte,
9 y te diga: «Bueno es tu camino», quedándose enfrente para ver qué te sucede.
10 No te aconsejes del que te mira con desprecio, y de los que te envidian oculta tu consejo;
11 ni te aconsejes con mujer sobre su rival, con cobarde acerca la guerra, con negociante
respecto del comercio, con comprador sobre la venta, con envidioso sobre la gratitud, con
despiadado sobre la generosidad, con perezoso sobre cualquier trabajo, con temporero sobre el
término de una obra, con siervo ocioso sobre un trabajo grande: no cuentes con éstos para ningún
consejo.
12 Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos,
vigilar.
15 Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad.
La verdadera y la falsa sabiduría
16 Principio de toda obra es la palabra, y antes de toda acción está el consejo.
17 Raíz de los pensamientos es el corazón, de él salen cuatro ramas:
18 bien y mal, vida y muerte, mas la que siempre los domina es la lengua.
19 Hay hombre diestro que adoctrina a muchos, y para sí mismo es un inútil.
20 Hay quien se hace el sabio en palabras y es aborrecido, y que acabará sin tener qué comer.
21 Pues no se le dio la gracia que viene del Señor, porque estaba vacío de toda sabiduría.
22 Hay quien para sí mismo es sabio, y los frutos de su inteligencia son, según él, dignos de fe.
23 El varón sabio enseña a su pueblo, y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.
24 El varón sabio es colmado de bendiciones, y le llaman feliz todos los que le ven.
25 La vida del hombre tiene días contados, mas los días de Israel no tienen número.
26 El sabio en su pueblo se gana la confianza, y su nombre vivirá por los siglos.
La templanza
27 Hijo, en tu vida prueba tu alma, ve lo que es malo para ella y no se los des.
28 Pues no a todos les conviene todo, y no a todo el mundo le gusta lo mismo.
29 No seas insaciable de todo placer, y no te abalances sobre la comida,
30 porque en el exceso de alimento hay enfermedad, y la intemperancia acaba en cólicos.
31 Por intemperancia han muerto muchos, pero el que se vigila prolongará su vida.
Los buenos servicios del médico
Eclesiástico 38
1 Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.
2 Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.
3 La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.
4 El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.
5 ¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?764
6 El mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.
7 Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.
8 Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la haz de la tierra.
9 Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.
10 Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.
11 Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.
12 Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues
de él has menester.
13 Hay momentos en que en su mano está la solución,
14 pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la
El duelo por un muerto
16 Hijo, por un muerto lágrimas derrama, como quien sufre cruelmente, entona la lamentación;
según el ceremonial entierra su cadáver y no seas negligente con su sepultura.
17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo según su dignidad, un día o
partido.
Los trabajos manuales y la Sabiduría
24 La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se
hará sabio.
25 ¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener por lanza el aguijón, el
que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más que de novillos?
26 Aplica su corazón a abrir surcos, y sus vigilias a cebar terneras.
27 De igual modo todo obrero o artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de
los sellos, y su afán se centra en variar los detalles; ponen todo su corazón en igualar el modelo y
gastan sus vigilias en rematar la obra.
28 También el herrero sentado junto al yunque, atento a los trabajos del hierro; el vaho del fuego
sus carnes derrite, en el calor de la fragua se debate, el ruido del martillo le ensordece, y en el
modelo del objeto tiene fijos sus ojos; pone su corazón en concluir sus obras, y sus vigilias en
adornarlas al detalle.
29 De igual modo el alfarero sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin
Eclesiástico 39
1 No así el que aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos
Himno a la Sabiduría y a la obra de Dios
12 Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena.
13 Escuchadme, hijos piadosos, y creced como rosa que brota junto a corrientes de agua.766
14 Como incienso derramad buen olor, abríos en flor como el lirio, exhalad perfume, cantad un
por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, que todo se ha de buscar a su tiempo.
17 A su orden el agua se detiene en una masa, a la palabra de su boca se forman los depósitos de
las aguas.
18 A una orden suya se hace todo lo que desea, y no hay quien pueda estorbar su salvación.767
19 Las obras de toda carne están delante de él, y nada puede ocultarse a sus ojos.
20 Su mirada abarca de eternidad a eternidad, y nada hay admirable para él.
21 No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, pues todo ha sido creado con un fin.
22 Su bendición se ha desbordado como un río, como un diluvio ha inundado la tierra.
23 De igual modo las naciones recibirán en herencia su ira, como cuando él cambió las aguas en
salinas.
24 Sus caminos rectos son para los santos, así como para los sin ley son piedras de tropiezo.
25 Los bienes están desde el principio creados para los buenos, así como los males para los
pecadores.
26 De primera necesidad para la vida del hombre es el agua, el fuego, el hierro y la sal, la flor de
Eclesiástico 40
1 Grandes trabajos han sido creados para todo hombre, un yugo pesado hay sobre los hijos de
Adán, desde el día que salieron del vientre de su madre, hasta el día del retorno a la madre de todo.
2 Sus reflexiones, el miedo de su corazón es la idea del futuro, el día de la muerte.
3 Desde el que está sentado en un trono glorioso, hasta el que en tierra y ceniza está humillado,
4 desde el que lleva púrpura y corona, hasta el que se cubre de tela grosera, sólo furor, envidia,
El castigo de la injusticia
12 Todo don e injusticia serán aventados, más la fidelidad subsistirá por siempre.
13 Las riquezas de los injustos se esfumarán como un torrente, como un gran trueno que en
tormenta estalla.
14 Cuando él abre las manos, se contenta, así los transgresores desaparecerán por completo.
15 Los vástagos de los impíos no tienen muchas ramas, las raíces impuras sólo hallan piedra
áspera.
16 Caña que brota en toda agua o borde de río será arrancada antes que toda hierba.768
17 La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre.
Diversas clases de bienes
18 La vida del que se basta a sí mismo y del obrero es dulce, pero más que ambos el que
encuentra un tesoro.
19 Los hijos y la fundación de una ciudad perpetúan el nombre, pero más que ambas cosas es
Reprobación de la mendicidad
28 Hijo, no lleves una vida de mendicidad, que más vale morir que mendigar.
29 Hombre que mira a la mesa de otro no merece el nombre de vida su existencia. Con comida
Eclesiástico 41
1 ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el
varón desocupado a quien en todo le va bien, y todavía con fuerzas para servirse el alimento!
2 ¡Oh muerte, buena es tu sentencia para el hombre necesitado y carente de fuerzas, para el viejo
bueno, se borrará.
12 Preocúpate de tu nombre, que eso te queda, más que mil grandes tesoros de oro.
13 La vida buena tiene un límite de días, pero el buen nombre permanece para siempre.
La verdadera vergüenza
14 Conservad la instrucción en paz, hijos. Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho
hay en ambos?
15 Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.
16 Así pues, ruborizaos de lo que os voy a señalar, que no es bueno guardar toda vergüenza, ni
todo es apreciato fielmente por todos.
17 Ante un padre y una madre avergonzaos de la fornicación, de la mentira, ante el jefe y el
poderoso;
18 del extravío, ante juez y el magistrado, de la iniquidad, ante la asamblea y el pueblo;
19 de la injusticia, ante el compañero y el amigo, del robo, ante el lugar en que resides;
20 y ante la verdad de Dios y la alianza: de clavar los codos en los panes,
21 de despreciar la recepción y el don, de callarse ante los que saludan,
22 de mirar a mujer prostituta, de volver la cara a tu pariente,
23 de quitar la parte y el don de otro, de clavar los ojos en mujer casada,
24 de intimidades con la criada - ¡no te acerques a su lecho! -
25 de palabras injuriosas ante los amigos - después de dar no hagas reproches -
26 de repetir la palabra oída, de revelar las palabras secretas.
27 Serás entonces de verdad un hombre ruboroso, y ante todo el mundo hallarás gracia.
La falsa vergüenza
Eclesiástico 42
La grandeza de Dios en la creación
15 Voy a evocar las obras del Señor, lo que tengo visto contaré. Por las palabras del Señor fueron
hechas sus obras, y la creación está sometida a su voluntad.
16 El sol mira a todo iluminándolo, de la gloria del Señor está llena su obra.
17 No son capaces los Santos del Señor de contar todas sus maravillas, que firmemente estableció
el Señor omnipotente, para que en su gloria el universo subsistiera.
18 El sondea el abismo y el corazón humano, y sus secretos cálculos penetra. Pues el Altísimo
todo saber conoce, y fija sus ojos en las señales de los tiempos.
19 Anuncia lo pasado y lo futuro, y descubre las huellas de las cosas secretas.
20 No se le escapa ningún pensamiento, ni una palabra se le oculta.
21 Las grandezas de su sabiduría las puso en orden, porque él es antes de la eternidad y por la
Eclesiástico 43
1 Orgullo de las alturas, firmamento de pureza, tal la vista del cielo en su espectáculo de gloria.
2 El sol apareciendo proclama a su salida: «¡Qué admirable la obra del Altísimo!»
3 En su mediodía reseca la tierra, ante su ardor, ¿quién puede resistir?
4 Se atiza el horno para obras de forja: tres veces más el sol que abrasa las montañas; vapores
La luna
6 También la luna: sale siempre a su hora, para marcar los tiempos, señal eterna.
7 De la luna procede la señal de las fiestas, astro que mengua, después del plenilunio.
8 Lleva el mes su nombre; crece ella maravillosamente cuando cambia, enseña del ejército
El arco iris
11 Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su esplendor!
12 Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo.
Maravillas de la naturaleza
13 Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su decreto.
14 Por eso se abren sus cilleros, y vuelvan las nubes como pájaros.
15 Con su grandeza hace espesas las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo.
16 a su vista se conmueven los montes. A su voluntad sopla el viento del sur,
17 El bramido de su trueno insulta a la tierra, el huracán del norte y los ciclones.
18 Como pájaros que se posan esparce la nieve, que baja como langosta que salta al suelo.
Admira el ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se pasma el corazón.
19 El derrama también sobre la tierra la escarcha como sal, que al helarse se queda como pinchos
de espinas.
20 El viento frío del norte sopla y se forma el hielo sobre el agua; sobre toda masa de agua se
Elogio de los antepasados
Eclesiástico 44
había en su instrucción -
5 inventores de melodías musicales, compositores de escritos poéticos,
6 hombres ricos bien provistos de fuerza, viviendo en paz en sus moradas.
7 Todos estos fueron honrados en su generación, objeto de gloria fueron en sus días.
8 Hubo entre ellos quienes dejaron nombre, para que se hablara de ellos con elogio.
9 De otros no ha quedado recuerdo, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron cual si
Henoc
16 Henoc agradó al Señor, y fue arrebatado, ejemplo de penitencia para las generaciones.769
Noé
17 Perfectamente justo Noé fue hallado, en el tiempo de la ira se hizo reconciliación. Gracias a él
carne.770
Abraham
19 Abraham, padre insigne de una multitud de naciones, no se halló quien le igualara en gloria.
20 El guardó la ley del Altísimo, y con él entró en alianza. En su carne grabó la alianza, y en la
como el polvo de la tierra, encumbrar como las estrellas su linaje, y darles una herencia de mar a
mar, desde el Río hasta los confines de la tierra.771
Isaac
22 A Isaac le aseguró lo mismo, en gracia a su padre Abraham.772
23 La bendición de todos los hombres y la alianza las hizo reposar en la cabeza de Jacob. Le
confirmó en sus bendiciones, y le otorgó su herencia. El dividió sus partes y las repartió entre las
doce tribus.773
Moisés
Eclesiástico 45
1 Hizo salir de él un hombre de bien, que hallaba gracia a los ojos de todos, amado por Dios y
tintinearan al andar y resonaran bien por todo el Templo, como memorial para los hijos de su
pueblo;
10 y vestimenta sacra, de oro y de jacinto y de púrpura, obra de bordador, y pectoral del juicio, el
linaje cuanto dure el cielo, para presidir el culto, ejercer el sacerdocio y bendecir a su pueblo en
nombre del Señor.778
16 Le eligió entre todos los vivientes para presentar la ofrenda al Señor, el incienso y el aroma en
tu parte y tu heredad».781
Pinjás
23 Pinjás, hijo de Eleazar, tercero en gloria, porque fue celoso del temor del Señor, y se mantuvo
firme en la revuelta del pueblo por la energía de su alma resuelta, y obtuvo así el perdón para Israel.
24 Por eso se hizo con él una alianza de paz, de presidir el santuario y a su pueblo, para que le
Eclesiástico 46
1 Esforzado en la guerra fue Josué, hijo de Nun, sucesor de Moisés como profeta; él fue, de
acuerdo con su nombre, grande para salvar a los elegidos del Señor, para tomar venganza de los
enemigos que surgían e introducir a Israel en su heredad.784
2 ¡Qué gloria ganó cuando alzaba la mano y blandía la espada contra las ciudades!
3 ¿Quién antes de él tan firme fue? ¡Que las batallas del Señor él las hacía!
4 ¿No se detuvo el sol ante su mano y un día llegó a ser como dos?785
5 El invocó al Altísimo Soberano, cuando los enemigos por todas partes le estrechaban, y le
conocieran las naciones la fuerza de sus armas, porque era frente al Señor la guerra de ellas.
7 Pues caminó en seguimiento del Todopoderoso, hizo el bien en los días de Moisés, él y también
Caleb, hijo de Yefunné, resistiendo ante la asamblea, cerrando al pueblo el paso del pecado,
reduciendo a silencio la murmuración de la maldad.786
8 Y ellos dos solos se salvaron entre seiscientos mil hombres de a pie, para ser introducidos en la
Los Jueces
11 También los jueces, cada cual según su nombre, ellos cuyo corazón no se prostituyó, y que del
ilustres!
Samuel
13 Amado fue de su Señor Samuel, profeta del Señor fundó la realeza, y ungió a los príncipes
Eclesiástico 47
David
2 Como grasa puesta aparte en el sacrificio de comunión, así David de entre los hijos de Israel.
3 Con leones jugó cual con cabritos, con osos como con corderos.
4 ¿No mató de joven al gigante, y quitó el oprobio del pueblo, blandiendo en la mano la piedra de
la diadema de gloria.793
7 Pues él aplastó a los enemigos del contorno, aniquiló a los filisteos, sus adversarios, para
siempre quebrantó su cuerno.
8 En todas sus obras elevó acción de gracias al Santo Altísimo en oráculo de gloria. Con todo su
corazón entonó himnos, mostrando su amor a su Hacedor.
9 Ante el altar instituyó salmistas y con sus voces dio dulzura a los cantos.794
10 Dio a las fiestas esplendor, vistosidad acabada a las solemnidades, cuando ellos alaban el santo
nombre del Señor, cuando resuena desde la aurora el santuario.
11 El Señor le perdonó sus pecados y exaltó su cuerno para siempre: le otorgó la alianza real, un
se borre la descendencia de su elegido, el linaje de quien le amó no extirpa. Por eso dio a Jacob un
resto, y un brote a David salido de él.
Roboam
23 Descansó Salomón con sus padres, y después de él dejó a uno de su linaje, lo más loco del
pecado. Desde entonces se multiplicaron sus pecados tanto que expulsaron al pueblo de su tierra.801
25 Toda clase de maldades frecuentaron, hasta que vino sobre ellos el castigo.
Elías
Eclesiástico 48
1 Después surgió el profeta Elías como fuego, su palabra abrasaba como antorcha.
2 El atrajo sobre ellos el hambre, y con su celo los diezmó.802
3 Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces.803
4 ¡Qué glorioso fuiste, Elías, en tus portentos! ¿quién puede jactarse de ser igual que tú?
5 Tú que despertaste a un cadáver de la muerte y del seol, por la palabra del Altísimo;804
6 que hiciste caer a reyes en la ruina, y a hombres insignes fuera de su lecho;
7 oíste en el Sinaí la reprensión, y en el Horeb los decretos de castigo;805
8 ungiste reyes para tomar venganza, y profetas para ser tus sucesores;
9 en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos;806
10 fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, para hacer
volver el corazón de los padres a los hijos, y restablecer las tribus de Jacob.807
11 Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que nosotros también viviremos
sin duda.
Eliseo
12 Cuando Elías en el torbellino quedó envuelto, Eliseo se llenó de su espíritu. En sus días no fue
Josías
Eclesiástico 49
1 La memoria de Josías es mixtura de incienso preparado por arte de perfumista. En toda boca es
Los últimos reyes de Judá y el profeta Jeremías
4 Fuera de David, Ezequías y Josías, todos abundaron en sus culpas. Porque abandonaron la ley
del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados.
5 Pues entregaron a otros su cuerno, y su gloria a una nación extraña.
6 Prendieron fuego a la elegida ciudad del santuario, dejaron desiertas sus calles,817
7 según la palabra de Jeremías, a quien habían maltratado, a él, consagrado profeta desde el
derecho.820
Los Profetas menores
10 Cuanto a los doce profetas, que sus huesos reflorezcan en su tumba. Porque ellos consolaron a
fueron visitados.825
16 Sem y Set fueron gloriosos entre los hombres, mas por encima de toda criatura viviente está
Adán.
El sacerdote Simón
Eclesiástico 50
1 Simón, hijo de Onías, fue el sumo sacerdote que en su vida reparó la Casa, y en sus días
fortificó el santuario.826
2 El echó los cimientos de la altura doble, del alto contrafuerte de la cerca del Templo.
3 En sus días fue excavado el depósito de agua, un estanque como el mar de ancho.
4 El cuidó de su pueblo para evitar su ruina y fortificó la ciudad contra el asedio.
5 ¡Que glorioso era, rodeado de su pueblo, cuando salía de la casa del velo!
6 Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna llena,
7 como el sol que brilla sobre el Templo del Altísimo, como el arco iris que ilumina las nubes de
gloria,
8 como flor del rosal en primavera, como lirio junto a un manantial, como brote del Líbano en
verano,
9 como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo adornado de toda clase de
piedras preciosas,
10 como olivo floreciente de frutos, como ciprés que se eleva hasta las nubes.
11 Cuando se ponía la vestidura de gala y se vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo
altar, llenaba de gloria el recinto del santuario.
12 Y cuando recibía las porciones de manos de los sacerdotes, él mismo de pie junto al hogar del
altar, y en torno a él la corona de sus hermanos, como brotes de cedros en el Líbano; le rodeaban
como tallos de palmera
13 todos los hijos de Aarón en su esplendor, con la ofrenda del Señor en sus manos, en presencia
con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su nombre.
21 Y por segunda vez todos se postraban para recibir la bendición del Altísimo.
Exhortación
22 Y ahora bendecid al Dios del universo, el que por todas partes hace grandes cosas, el que
exaltó nuestros días desde el seno materno, y que nos trata según su misericordia.
23 Que nos dé contento de corazón, y que haya paz en nuestros días en Israel por los siglos de los
siglos.
24 Que su misericordia sea fiel con nosotros y en nuestros días nos rescate.
Proverbio numérico
25 Hay dos naciones que mi alma detesta, y la tercera ni siquiera es nación:
26 los habitantes de la montaña de Seír, los filisteos y el pueblo necio que mora en Siquem.827
Conclusión
27 Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro Jesús, hijo de Sirá, Eleazar, de
Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales.
28 Feliz quien repase esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio.
29 Y si lo practica, para todo será fuerte, porque la huella que sigue es la luz del Señor.
Himno de acción de gracias
Eclesiástico 51
1 Quiero darte gracias, Señor, Rey, y alabarte, oh Dios mi salvador, a tu nombre doy gracias.
2 Pues protector y auxilio has sido para mí, y has rescatado mi cuerpo de la perdición, del lazo de
la lengua insidiosa, de los labios que urden mentira; frente a mis adversarios has sido auxilio y me
has rescatado,
3 según la abundancia de tu misericordia y la gloria de tu nombre, de las dentelladas de los
dispuestos a devorarme, de la mano de los que buscan mi alma, de las muchas tribulaciones que he
sufrido,
4 del ahogo del fuego que me envolvía, de entre el fuego que yo no había encendido,
5 de la hondura de las entrañas del seol, de la lengua impura, de la palabra mentirosa,
6 - calumnia de lengua injusta ante el rey. Cerca de la muerte estaba mi alma, mi vida estaba junto
al seol, abajo.
7 Por todas partes me asediaban y no había quien auxiliara, volví los ojos a un apoyo humano y
no había ninguno.
8 Entonces me acordé de tu misericordia, Señor, y de tu actuación desde la eternidad, que tú
orgullosos, cuando no hay socorro. Alabaré tu nombre sin cesar, te cantaré en acción de gracias.»828
11 Y mi oración fue escuchada, pues tú me salvaste de la perdición, y me libraste del momento
malo.
12 Por eso te daré gracias y te alabaré, bendeciré el nombre del Señor.
Poema sobre la búsqueda de la Sabiduría
13 Siendo joven aún, antes de ir por el mundo, me di a buscar abiertamente la sabiduría en mi
oración,
14 a la puerta delante del templo la pedí, y hasta mi último día la andaré buscando.
15 En su flor, como en racimo que madura, se recreó mi corazón. Mi pie avanzó en derechura,
desde mi juventud he seguido sus huellas.
16 Incliné un poco mi oído y la recibí, y me encontré una gran enseñanza.
17 Gracias a ella he hecho progesos, a quien me dio sabiduría daré gloria.
18 Pues decidí ponerla en práctica, tuve celo por el bien y no quedaré confundido.
19 Mi alma ha luchado por ella, a la práctica de la ley he estado atento, he tendido mis manos a la
altura y he llorado mi ignorancia de ella.
20 Hacia ella endurecé mi alma, y en la pureza la he encontrado. Logré con ella un corazón desde
alcance.
27 Ved con vuestros ojos lo poco que he penado y el mucho descanso que he encontrado para mí.
28 Participad de la instrucción con una gran suma de dinero, que mucho oro adquiriréis con ella.
29 Que vuestra alma se recree en la misericordia del Señor, no os avergoncéis de su alabanza.
30 Ejecutad vuestra obra antes del momento fijado, y él os dará a su tiempo vuestra recompensa.
El libro de ISAÍAS es el más extenso de los escritos proféticos. En él se encuentran reunidos los
oráculos que pronunció aquel gran profeta del siglo VIII a. C., y algunos relatos referentes a su
actividad. Pero también contiene muchos otros escritos provenientes de épocas posteriores. A lo
largo de varios siglos, los discípulos y continuadores del profeta trabajaron en la redacción de esta
obra densa y compleja, que lleva el nombre de Isaías. En líneas generales, la obra consta de tres
grandes partes, que corresponden a tres etapas distintas de la historia de Israel.
La primera sección (caps. 1-39) proviene en su mayor parte del mismo profeta Isaías, aunque
también contiene algunos fragmentos de origen diverso, en especial, el llamado "Apocalipsis de
Isaías" (caps. 24-27) y el epílogo sobre la actividad del profeta en tiempos del rey Ezequías (caps. 36-
39).
La segunda sección (caps. 40-55) tiene un trasfondo histórico muy distinto. Cuando el Pueblo
judío estaba desterrado en Babilonia, un profeta anónimo dirigió un mensaje de esperanza a los
exiliados, anunciándoles su próxima liberación. Los oráculos de este profeta fueron luego
incorporados al libro de Isaías, y a su autor se lo designa habitualmente con el nombre de "Déutero
Isaías" o "Segundo Isaías".
La tercera sección (caps. 56-66) reúne una colección de oráculos pronunciados por varios
profetas de la escuela de Isaías, cuando el "Resto" de Israel ya había regresado del exilio y trataba de
instalarse nuevamente en la Tierra de sus antepasados.
A pesar de su enorme complejidad literaria, el libro de Isaías es mucho más que una simple
recopilación de oráculos provenientes de épocas y autores diversos. Hay en él ciertos temas que se
repiten con insistencia: la santidad de Dios, la necesidad de la fe, el "Resto" de Israel, la esperanza
mesiánica, la gloria futura de Jerusalén. El hecho de que escritos tan variados hayan sido puestos bajo
el nombre de Isaías atestigua la gran influencia ejercida por este profeta y la importancia de su obra.
Dicha influencia se extiende incluso hasta el Nuevo Testamento. Ningún otro libro del Antiguo
Testamento es tan citado como este, para mostrar que Jesús es el Mesías prometido y esperado.
PRIMERA PARTE DEL LIBRO DE ISAÍAS
Isaías era originario de Jerusalén y pertenecía a una familia de elevada posición social. Por su
maestría en el uso del lenguaje poético y por su sensibilidad para los asuntos políticos y dinásticos,
se puede pensar que recibió una educación esmerada, en estrecho contacto con las escuelas de
escribas y "sabios" donde se formaban los funcionarios de la corte real. Comenzó su actividad
profética cuando aún era relativamente joven, y continuó ejerciéndola, con períodos intermitentes,
durante no menos de cuarenta años.
Hacia el año 740 a. C., una grandiosa visión en el Templo cambió por completo el curso de su
vida. En ese momento se le manifestó con toda su fuerza estremecedora la "santidad" del Dios
viviente. Anonadado por esta visión, Isaías tomó conciencia de su propia indignidad y comprendió
hasta qué punto sus compatriotas se habían alejado del Señor. Esta experiencia es la "clave" para
entender toda su misión profética.
El mensaje de Isaías está íntimamente ligado con los acontecimientos de su época. Asiria había
reafirmado su poderío y trataba de formar un vasto imperio, extendiendo su dominación hasta la
costa oriental del Mediterráneo. Este intento chocaba contra las ambiciones de Egipto, que no quería
perder su influencia sobre Siria y Palestina. Al verse entre dos fuegos, el reino de Judá trató de
conjurar el peligro mediante una política fluctuante, inclinándose alternativamente hacia uno y otro
lado.
Con una tenacidad inquebrantable, Isaías se opuso a todas estas maniobras políticas. Para él, la
única actitud debida ante el Dios santo que habita en Sión, es la renuncia a toda seguridad fundada en
la astucia política o en la fuerza de las armas. Sólo la fe en el Señor —una fe que por momentos
puede parecer absurda— puede salvar a Judá. Nada de lo que acontece en el mundo escapa a la
soberanía de Dios, que dirige el destino de los pueblos conforme a un "plan" oculto, muchas veces
desconcertante, pero siempre más sabio que la sagacidad de los hombres. Aún en los momentos de
mayor peligro, Isaías promete a Jerusalén la liberación, con tal de que ponga toda su confianza en el
Señor.
Isaías es el gran "clásico" de la poesía bíblica. Su expresión es clara, sobria y vigorosa. Pero él
es, sobre todo, el más grande de los profetas mesiánicos. Su fe está profundamente arraigada en la
tradición davídica. La dinastía de David ha sido establecida para siempre en Jerusalén, que no sólo es
el centro de Judá y de Israel, sino el punto hacia el que convergerán todas las naciones de la tierra (2.
1-6). El Mesías anunciado por Isaías es un descendiente de David, que hará reinar la justicia y la paz
sobre la tierra (7. 10-17; 9. 1-6; 11. 1-9). Sin embargo, antes de interpretar estos textos en la plenitud
del sentido que les confiere el Nuevo Testamento, es preciso comprenderlos en el sentido más
modesto que tuvieron en su origen, cuando Israel sólo podía vislumbrar oscuramente el imprevisible
cumplimiento de estos oráculos mesiánicos en la persona y en la obra de Jesús.
ORÁCULOS SOBRE JUDÁ Y JERUSALÉN
En los primeros años de su actividad profética, la principal preocupación de Isaías es la
situación moral, social y religiosa de Judá y de Jerusalén. En medio de la indiferencia generalizada —
consecuencia de la prosperidad momentánea que vive el país— el profeta lucha por disipar la ceguera
de sus habitantes. El Señor había plantado a su Pueblo como una "viña" y lo había cuidado con
solicitud paternal. Pero esa viña no produjo los frutos que él esperaba, sino las uvas amargas de la
rebeldía y la injusticia (5. 1-7). Judá se ha convertido en una "nación pecadora", en un "pueblo
cargado de iniquidad" (1. 4). Sus hombres se consideran sabios e inteligentes (5. 21), pero son
incapaces de reconocer "la obra de las manos del Señor" (5. 12). Son arrogantes y orgullosos, pero
"se postran ante la obra de sus manos" (2. 8). Los poderosos sólo piensan en acrecentar sus riquezas,
conculcando el derecho de los pobres (5. 8).
Sin embargo, el Señor es "el Santo de Israel" y no puede soportar la injusticia y la soberbia. Por
eso, ya se percibe a lo lejos la amenaza del ejército asirio, que será un instrumento en las manos de
Dios para el juicio purificador (5. 26-30). Mientras tanto, la sentencia divina queda en suspenso.
Frente al inminente Juicio de Dios, sólo hay una posibilidad de salvación: cambiar de vida, practicar
la justicia y hacer el bien (1. 16-17).
Título
Isaías 1
1 Visión que Isaías, hijo de Amós, vio tocante a Judá y Jerusalén en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz
y Ezequías, reyes de Judá.
La infidelidad de Israel
2 Oíd, cielos, escucha, tierra, que habla Yahveh; «Hijos crié y saqué adelante, y ellos se rebelaron
contra mí.
3 Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no
discierne.»
Invectiva contra Judá
4 ¡Ay, gente pecadora, pueblo tarado de culpa. semilla de malvados, hijos de perdición! Han
doliente.
6 De la planta del pie a la cabeza no hay en él cosa sana: golpes, magulladuras y heridas frescas,
sitiada.
9 De no habernos dejado Yahveh Sebaot829 un residuo minúsculo, como Sodoma seríamos, a
Gomorra nos pareceríamos.830
Inutilidad del culto sin la práctica de la justicia
10 Oíd una palabra de Yahveh, regidores de Sodoma. Escuchad una instrucción de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
11 «¿A mí qué, tanto sacrificio vuestro? - dice Yahveh -. Harto estoy de holocaustos de carneros y
preferíais.833
30 Porque seréis como encina que se le cae la hoja, y como jardín que a falta de agua está.
31 El hombre fuerte se volverá estopa, y su trabajo, chispa: arderán ambos a una, y no habrá
quien apague.
Sión, centro del Reino universal del Señor
Isaías 2
dedos.
9 Se humilla el hombre, y se abaja el varón: pero no les perdones.
10 Entra en la peña, húndete en el polvo, lejos de la presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor
pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la tierra.
20 Aquel día arrojará el hombre a los musgaños y a los topos los ídolos de plata y los ídolos de
presencia pavorosa de Yahveh y del esplendor de su majestad, cuando él se alce para hacer temblar la
tierra.
22 Desentendeos del hombre, en cuya nariz sólo hay aliento, porque ¿qué vale él?836
La anarquía en Jerusalén
Isaías 3
1 Pues he aquí que el Señor Yahveh Sebaot está quitando de Jerusalén y de Judá todo sustento y
guiñando los ojos, y andan a pasitos menudos, y con sus pies hacen tintinear las ajorcas»,
17 rapará el Señor el cráneo de las hijas de Sión, y Yahveh destapará su desnudez.
18 Aquel día quitará el Señor el adorno de las ajorcas, los solecillos y las lunetas;
19 los aljófares, las lentejuelas y los cascabeles;
20 los peinados, las cadenillas de los pies, los ceñidores, los pomos de olor y los amuletos,
21 los anillos y aretes de nariz;
22 los vestidos preciosos, los mantos, los chales, los bolsos,
23 los espejos, las ropas finas, los turbantes y las mantillas.
24 Por debajo del bálsamo habrá hedor, por debajo de la faja, soga, por debajo de la peluca,
rapadura, y por debajo del traje, refajo de arpillera. y por debajo de la hermosura, vergüenza.
25 Tus gentes a espada caerán, y tus campeones en guerra.
26 Y darán ayes y se dolerán a las puertas, y tú, asolada, te sentarás por tierra.
Isaías 4
1 Asirán siete mujeres a un hombre en aquel día diciendo: «Nuestro pan comeremos, y con
nuestras túnicas nos vestiremos. Tan sólo déjanos llevar tu nombre: quita nuestro oprobio.»
La gloria del Señor sobre los sobrevivientes de Jerusalén
2 Aquel día el germen de Yahveh será magnífico y glorioso, y el fruto de la tierra será la prez y
Isaías 5
1 Voy a cantar a mi amigo la canción de su amor por su viña. Una viña tenía mi amigo en un fértil
otero.
2 La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita. Edificó una torre en medio de ella, y
además excavó en ella un lagar. Y esperó que diese uvas, pero dio agraces.
3 Ahora, pues, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, venid a juzgar entre mi viña y yo:
4 ¿Qué más se puede hacer ya a mi viña, que no se lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas.
medida.»
11 ¡Ay, los que despertando por la mañana andan tras el licor; los que trasnochan, encandilados
por el vino!
12 Sólo hay arpas y cítaras, pandero y flauta en sus libaciones, y no contemplan la obra de
Yahveh, no ven la acción de sus manos.
13 Por eso fue deportado mi pueblo sin sentirlo, sus notables estaban muertos de hambre, y su
plebe se resecaba de sed.
14 Por eso ensanchó el seol su seno dilató su boca sin medida, y a él baja su nobleza y su plebe y
su turba gozosa.
15 Se humilla el hombre, se abaja el varón, los ojos de los altivos son abajados;
16 es ensalzado Yahveh Sebaot en juicio, el Dios Santo muestra su santidad por su justicia.
17 Pacerán los corderos como en su pastizal, y entre las ruinas gordos cabritos ramonearán.
Contra los impíos
18 ¡Ay, los que arrastran la culpa con coyundas de engaños y el pecado como con bridas de
novilla!
19 Los que dicen: «¡Listo, apresure su acción, de modo que la veamos. Acérquese y venga el plan
del Santo de Israel, y que lo sepamos!»
20 ¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad;
que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!
Contra los que presumen de sabios y los libertinos injustos
21 ¡Ay, los sabios a sus propios ojos, y para sí mismos discretos!
22 ¡Ay, los campeones en beber vino, los valientes para escanciar licor,
23 los que absuelven al malo por soborno y quitan al justo su derecho.
24 Tal devora las espigas una lengua de fuego y el heno en llamas se derrumba: la raíz de ellos
será como podre, y su flor subirá como tamo. Pues recusaron la enseñanza de Yahveh Sebaot y
despreciaron el dicho del Santo de Israel.
La ira del Señor
25 Por eso se ha encendido la ira de Yahveh contra su pueblo, extendió su mano sobre él y le
golpeó. Y mató a los príncipes: sus cadáveres yacían como basura en medio de las calles. Con todo
eso, no se ha calmado su ira, y aún sigue extendida su mano.
La invasión asiria
26 Iza bandera a un pueblo desde lejos y le silba desde los confines de la tierra: vedlo aquí,
Isaías 6
1 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un trono excelso y elevado, y sus
cubrían la faz, con otro par se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban,
3 Y se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su
gloria».840
4 Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que clamaban, y la Casa se llenó de
humo.
5 Y dije: «¡Ay de mí, que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros, y entre un pueblo
de labios impuros habito: que al rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!»
6 Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en la mano, que con las tenazas
está expiado.»
8 Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y quién irá de parte nuestra»?Dije:
sus ojos. y oiga con sus oídos, y entienda con su corazón, y se convierta y se le cure.»841
11 Yo dije: «¿Hasta dónde, Señor?» Dijo: «Hasta que se vacíen las ciudades y queden sin
habitantes, las casas sin hombres, la campiña desolada,
12 y haya alejado Yahveh a las gentes, y cunda el abandono dentro del país.
13 Aun el décimo que quede en él volverá a ser devastado como la encina o el roble, en cuya tala
Isaías 7
1 En tiempo de Ajaz, hijo de Jotam, hijo de Ozías, rey de Judá, subió Rasón, rey de Aram, con
Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, a Jerusalén para atacarla, más no pudieron hacerlo.
2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con Efraím», y se estremeció el
corazón del rey y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del bosque por el viento».
3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al final del caño de la alberca
de Tabel».844
7 Así ha dicho el Señor Yahveh: No se mantendrá, ni será así;
8 porque la capital de Aram es Damasco, y el cabeza de Damasco, Rasón; Pues bien: dentro de
en mí no seréis firmes.»
Segundo vaticinio
10 Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo:
11 «Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o en lo más alto.»
12 Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.»
13 Dijo Isaías: «Oíd, pues, casa de David: ¿Os parece poco cansar a los hombres, que cansáis
también a mi Dios?
14 Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a
la zarza y el abrojo.
24 Con flechas y arco se entrará allí, pues zarza y abrojo será toda la tierra,
25 y en ninguno de los montes que se desbrozan con la azada se podrá entrar por temor de las
Isaías 8
1 Yahveh me dijo: «Toma una placa grande, escribe en ella con buril: de Maher Salal Jas Baz,
2 y toma por fieles testigos míos al sacerdote Urías y a Zacarías, hijo de Baraquías.»
3 Me acerqué a la profetisa, que concibió y dio a luz un hijo, Yahveh me dijo: «Llámale Maher
de ese pueblo:
12 No llaméis conspiración a lo que ese pueblo llama conspiración, ni temáis ni tembléis de lo
que él teme.
13 A Yahveh Sebaot, a ése tened por santo, sea él vuestro temor y él vuestro temblor.
14 Será un santuario y piedra de tropiezo y peña de escándalo para entrambas Casas de Israel;
murmujean; ¿es que no consulta un pueblo a sus dioses, por los vivos a los muertos?»:
20 en pro de la enseñanza y el testimonio ¡Vaya si dirán cosa tal! Lo que no tiene provecho.
Tiempos oscuros para Israel
21 Pasará por allí lacerado y hambriento, y así que le dé el hambre, se enojará y faltará a su rey y
de Zabulón y a la tierra de Neftalí, así el postrero honró el camino del mar, allende el Jordán, el
distrito de los Gentiles.
La gran luz y el niño maravilloso
Isaías 9
el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega, como se
regocijan repartiendo botín.
3 Porque el yugo que les pesaba y la pinga de su hombro - la vara de su tirano - has roto, como el
día de Madián.
4 Porque toda bota que taconea con ruido, y el manto rebozado en sangre serán para la quema,
pasto del fuego.
5 Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y
se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de
Paz».850
6 Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David y sobre su reino, para
restaurarlo y consolidarlo por la equidad y la justicia, Desde ahora y hasta siempre, el celo de Yahveh
Sebaot hará eso.
ORÁCULOS DIVERSOS
El castigo de Samaría
7 Una palabra ha proferido el Señor en Jacob, y ha caído en Israel.
8 Sabedla, pueblo todo, Efraím y los habitantes de Samaría, los que con arrogancia y
engreimiento dicen:
9 «Los ladrillos han caído, pero de sillar edificaremos; los sicómoros fueron talados, pero por
cedros los cambiaremos.»
10 Pues bien, Yahveh ha dado ventaja a su adversario, Rasón, y azuzó a sus enemigos:
11 Aram por delante y los filisteos por detrás, devoraron a Israel a boca llena. Con todo eso no se
ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.
12 Pero el pueblo no se volvió hacia el que le castigaba, no buscaron a Yahveh Sebaot.
13 Por eso ha cercenado Yahveh a Israel cabeza y cola, palmera y junco, en un mismo día.
14 El anciano y honorable es la cabeza, y el profeta impostor es la cola.
15 Los directores de este pueblo han resultado desviadores, y sus dirigidos, extraviados.
16 Por eso, de sus jóvenes no se apiadará el Señor, con sus huérfanos y viudas no tendrá
misericordia, pues todos son impíos y malvados, y toda boca profiere majadería Con todo eso no se
ha calmado su ira, y aún sigue su mano extendida.
17 Porque ha ardido como fuego la maldad, zarza y espino devora, y va a prender en las
de su brazo.
20 Manasés devora a Efraím Efraím a Manasés, y ambos a una van contra Judá. Con todo eso no
Isaías 10
1 ¡Ay! los que decretan decretos inicuos, y los escribientes que escriben vejaciones,
2 excluyendo del juicio a los débiles, atropellando el derecho de los míseros de mi pueblo,
saqueo y pillar pillaje, y hacer que lo pateen como el lodo de las calles.
7 Pero él no se lo figura así, ni su corazón así lo estima, sino que su intención es arrasar y
exterminar gentes no pocas.
8 Pues dice: «¿No son mis jefes todos ellos reyes?
9 ¿No es Kalnó como Karkemis? ¿No es Jamat como Arpad? ¿No es Samaría como Damasco?
10 Como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos - cuyas estatuas eran más que las de
Jerusalén y Samaría -
11 como hice con Samaría y sus ídolos, ¿no haré asimismo con Jerusalén y sus simulacros?»
12 Pues bien, cuando hubiere dado remate el Señor a todas sus empresas en el monte Sión y en
Jerusalén, pasará revista al fruto del engreimiento del rey de Asur y al orgullo altivo de sus ojos.
13 Porque dijo: «Con el poder de mi mano lo hice, y con mi sabiduría, porque soy inteligente, he
borrado las fronteras de los pueblos, sus almacenes he saqueado, y he abatido como un fuerte a sus
habitantes.
14 Como un nido ha alcanzado mi mano la riqueza de los pueblos, y como se recogen huevos
abandonados, he recogido yo toda la tierra, y no hubo quien aleteara ni abriera el pico ni piara.»
15 ¿Acaso se jacta el hacha frente al que corta con ella? ¿o se tiene por más grande la sierra que
el que la blande? ¡como si la vara moviera al que la levanta! ¡como si a quien no es madera el bastón
alzara!
16 Por eso enviará Yahveh Sebaot entre sus bien comidos, enflaquecimiento, y, debajo de su
en un solo día,
18 y el esplendor de su bosque y de su vergel en alma y en cuerpo será consumido: será como el
languidecer de un enfermo.
19 Lo que quede de los árboles de su bosque será tan poco, que un niño los podrá contar.
El pequeño resto
20 Aquel día no volverán ya el resto de Israel y los bien librados de la casa de Jacob a apoyarse
en el que los hiere, sino que se apoyarán con firmeza en Yahveh.
21 Un resto volverá, el resto de Jacob, al Dios poderoso.
22 Que aunque sea tu pueblo, Israel, como la arena del mar, sólo un resto de él volverá.
La destrucción de Asiria
24 Por tanto, así dice el Señor Yahveh Sebaot: «No temas, pueblo mío que moras en Sión, a Asur
que con la vara te da golpes y su bastón levanta contra ti (en el camino de Egipto).
25 Porque un poquito más y se habrá consumado el furor, y mi ira los consumirá.»
26 Despertará contra él Yahveh Sebaot un azote, como cuando la derrota de Madián en la peña de
de Jerusalén.
33 He aquí que el Señor Yahveh Sebaot sacude el ramaje con estrépito; las guías más altas están
partidas y las elevadas van a caer.
34 Golpeará las espesuras del bosque con el hierro, y por los golpes de un Poderoso, caerá.
El reinado del nuevo David
Isaías 11
hombre cruel con la vara de su boca, con el soplo de sus labios matará al malvado.
5 Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos.
La paz mesiánica
6 Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el
cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.
7 La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, comerá paja.
8 Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién destetado
meterá la mano.
9 Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi santo Monte, porque la tierra estará llena de
quedado de Asur y de Egipto, de Patrós, de Kus, de Elam, de Senaar, de Jamat y de las islas del mar.
12 Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados de Judá
Isaías 12
1 Y dirás aquel día: «Yo te alabo, Yahveh, pues aunque te airaste contra mí, se ha calmado tu ira y
me has compadecido.
2 He aquí a Dios mi Salvador: estoy seguro y sin miedo, pues Yahveh es mi fuerza y mi canción,
él es mi salvación,»
3 Sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación.»
4 y diréis aquel día: «Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre, divulgad entre los pueblos sus
hazañas, pregonad que es sublime su nombre.
5 Cantad a Yahveh, porque ha hecho algo sublime, que es digno de saberse en toda la tierra.
6 Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de
Israel.»
ORÁCULOS SOBRE LOS PUEBLOS EXTRANJEROS
Los oráculos reunidos en estos capítulos surgieron de circunstancias diversas, a veces muy
distantes en el tiempo. Algunos proceden del mismo profeta Isaías y otros fueron añadidos por sus
discípulos.
El interés de estos oráculos radica, principalmente, en que nos ayudan a profundizar la visión
que los Profetas tenían de la historia. Para ellos, el Señor no es sólo el Dios de Israel, sino que en sus
manos está el destino de todos los pueblos. Él es la garantía de un orden moral que nadie puede violar
impunemente. En el momento oportuno, el Juicio de Dios alcanza a todas las naciones, a causa de su
orgullo, su soberbia y sus depredaciones.
Oráculo sobre Babilonia
Isaías 13
Isaías 14
1 Cuando se compadezca Yahveh de Jacob y prefiera todavía a Israel, los afincará en el solar de
ellos, y se les juntarán forasteros, que serán incorporados a la casa de Jacob.
2 Tomarán a otros pueblos y, llevándoselos a su lugar, se los apropiará la casa de Israel sobre el
solar de Yahveh como esclavos y esclavas. Harán cautivos a sus cautivadores, y dominarán sobre sus
tiranos.
Sátira contra el rey de Babilonia
3 Entonces, cuando te haya calmado Yahveh de tu disgusto y tu desazón y de la dura servidumbre
arrogancia!
5 Ha quebrado Yahveh la vara de los malvados, el bastón de los déspotas,
6 que golpeaba a los pueblos con saña golpes sin parar, que dominaba con ira a las naciones
todos los jerifaltes de la tierra; hace levantarse de sus tronos a los reyes de todas las naciones.
10 Todos ellos responden y te dicen: «¡También tú te has vuelto débil como nosotros, y a
dominador de naciones!
13 Tú que habías dicho en tu corazón: «Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios
se cumplirá:
25 Quebrantaré a Asur en mi tierra, sobre mis montes le pisotearé. Se apartará su yugo de sobre
hará retirar?
Amenaza contra Filistea
28 El año en que murió el rey Ajaz hubo esta oráculo:
29 No te alegres, Filistea toda, porque se haya quebrado la vara del que te hería; pues de raíz de
Isaías 15
1 Oráculo sobre Moab. Porque de noche ha sido saqueada, Ar Moab ha perecido Porque de noche
ha sido saqueada, Quir Moab ha perecido.
2 Subía la hija de Dibbón a los oteros llorando: sobre el Nebo y sobre Medba Moab ulula. En
Isaías 16
1 Enviad corderos al señor del país desde la Roca del Desierto al monte de la hija de Sión.854
2 Como aves espantadas, nidada dispersa, serán las hijas de Moab cabe los vados del Arnón.
3 Presenta algún plan, toma una decisión. Haz tu sombra como la noche en pleno mediodía;
«¡Ay, abatidos!»
8 Pues la campiña de Jesbón se ha marchitado, el viñedo de Sibmá, cuyas cepas majaron los
señores de las gentes. Hasta Yazer alcanzaban, se perdían por el desierto, sus frondas se extendían,
pasaban la mar.
9 Por eso voy a llorar como llora Yazer, viña de Sibmá. Te regaré con mis lágrimas, Jesbón y
Isaías 17
1 Oráculo contra Damasco. He aquí que Damasco deja de ser ciudad, y va a ser montón de
derribo.
2 Abandonadas sus ciudades para siempre, serán para los ganados; se acostarán allí y no habrá
quien los espante.
3 Dejará de existir el baluarte de Efraím y el reinado de Damasco, y el resto de Aram vendrá a
ser como la gloria de los israelitas - oráculo de Yahveh Sebaot -.
4 Aquel día, será debilitada la gloria de Jacob, y su gordura enflaquecerá.
5 Será como cuando apuña un segador la mies, y su brazo las espigas siega; será como espigador
en el valle de Refaím,
6 - que quedan en él rebuscos -; como en el vareo del olivo: dos, tres bayas en la punta de la guía;
cuatro, cinco en sus ramas fructíferas - oráculo de Yahveh, el Dios de Israel -.
El fin de la idolatría
7 Aquel día se dirigirá el hombre a su Hacedor, y sus ojos hacia el Santo de Israel mirarán.
8 No se fijará en los altares, obras de sus manos, ni lo que hicieron sus dedos mirará: los cipos y
huyen, y son perseguidas como el tamo de los montes por el viento, y como torbellino por el
huracán.
14 A la hora del atardecer se presenta el miedo, antes de la mañana ya no existen. Esea sea la parte
Isaías 18
1855 ¡Ay, tierra de susurro de alas, la de allende los ríos de Kus,
2 la que envía por mar embajadores, y en barcos de juncos sobre la haz de las aguas! Id,
mensajeros ligeros, a la nación esbelta y de brillante piel, al pueblo temible desde siempre, nación
vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos.
3 Todos los moradores del orbe y habitantes de la tierra, al izarse pendón en los montes, mirad,
al tañerse el cuerno, escuchad;
4 que así me ha dicho Yahveh: Estaré quedo y observaré desde mi puesto, como calor ardiente al
brillar la luz, como nube de rocío en el calor de la siega.
5 Pues antes de la siega, al acabar la floración, cuando su fruto en cierne comience a madurar,
cortará los sarmientos con la podadera y los pámpanos viciosos arrancará y podará.
6 Serán dejados juntamente a merced de las aves rapaces de los montes y de las bestias de la
tierra; pasarán allí el verano las rapaces y toda bestia terrestre allí invernará.
7 En aquel tiempo se presentará un obsequio a Yahveh Sebaot, al lugar del nombre de Yahveh
Sebaot, el monte Sión, de parte de un pueblo esbelto y de brillante piel, y de parte de un pueblo
temible desde siempre, nación vigorosa y dominadora, cuya tierra surcan ríos.
Oráculo sobre Egipto
Isaías 19
1 Oráculo contra Egipto. Allá va Yahveh cabalgando sobre nube ligera y entra en Egipto, se
Yahveh Sebaot -.
5 Se desecarán las aguas del mar, y el Río se secará y quedará seco; hederán los ríos,
6 menguarán y se secarán los canales de Egipto. La caña y el junco se marchitarán.
7 Los prados junto al canal, junto al borde del canal, y todo sembrado del canal se secarán, serán
aventados y desaparecerán.
8 Gemirán los pescadores, y se lamentarán todos los que echan en el canal anzuelo; y los que
estúpido consejo. ¿Cómo decís al Faraón: «Hijo de sabios soy, hijo de reyes antiguos?»856
12 Pues entonces, ¿dónde están tus sabios? Que te manifiesten, pues, y te hagan conocer lo que ha
Yahveh a causa de los opresores, les enviará un libertador que los defenderá y librará.857
21 Será conocido Yahveh de Egipto, y conocerá Egipto a Yahveh aquel día, le servirán con
sacrificio y ofrenda, harán votos a Yahveh y los cumplirán.
22 Yahveh herirá a Egipto, pero al punto le curará. Se convertirán a Yahveh, y él será propicio y
los curará.
23 Aquel día habrá una calzada desde Egipto a Asiria. Vendrá Asur a Egipto y Egipto a Asiria, y
Egipto servirá a Asur.
24 Aquel día será Israel tercero con Egipto y Asur, objeto de bendición en medio de la tierra,
25 pues le bendecirá Yahveh Sebaot diciendo: «Bendito sea mi pueblo Egipto, la obra de mis
Isaías 20
1 El año en que vino el copero mayor a Asdod - cuando le envió Sargón, rey de Asur, y atacó a
Asdod y la tomó -,
2 en aquella sazón habló Yahveh por medio de Isaías, hijo de Amós, en estos términos: «Ve y
desata el sayal de tu cintura, y quítate las sandalias de los pies.» El lo hizo así, y anduvo desnudo y
descalzo.858
3 Dijo Yahveh: «Así como ha andado mi siervo Isaías desnudo y descalzo tres años como señal y
adonde acudíamos en busca de auxilio para librarnos del rey de Asur. Pues ¿cómo nos escaparemos
nosotros?
La caída de Babilonia
Isaías 21
1 Oráculo sobre el Desierto Marítimo. Como torbellinos pasando por el Négueb vienen del
mucha atención.»
8 Y exclamó el vigía: «Sobre la atalaya, mi señor, estoy firme a lo largo del día, y en mi puesto
anunciado.
11 Oráculo sobre Duma. Alguien me grita desde Seír: «Centinela, ¿qué hay de la noche? centinela,
venid.»
Oráculo sobre las tribus árabes
13 Oráculo en la estepa. En el bosque, en la estepa, haced noche, caravanas de dedanitas.
14 Al encuentro del sediento llevad agua, habitantes del país de Temá; salid con pan al encuentro
del fugitivo.861
15 Pues de las espadas huyen, de la espada desnuda, del arco tendido, de la pesadumbre de la
guerra.
16 Pues así me ha dicho el Señor: «Al cabo de un año como año de jornalero se habrá consumido
Isaías 22
1 Oráculo contra el valle de la Visión. ¿Qué tienes ahora, que has subido en pleno a las
azoteas,863
2 de rumores henchida, ciudad alborotada, villa bullanguera? Tus caídos no son caídos a espada
ni muertos en guerra.
3 Todos sus jefes huyeron a una: del arco escapaban. Todos tus valientes fueron apresados a una:
lejos huían.
4 Por eso he dicho: «¡Apartaos de mí! Voy a llorar amargamente. No os empeñéis en consolarme
por la devastación de la hija de mi pueblo.»
5 Porque es día de perturbación, de extravío y de aplastamiento para el Señor Yahveh Sebaot. En
el valle de la Visión se zapa un muro y el grito de socorro llega a la montaña,
6 Elam lleva el carcaj, Aram monta a caballo, Quir desnuda el escudo.
7 Tus mejores valles se vieron llenos de carros, y los de a caballo formaron frente a la puerta.
8 Entonces cayó la defensa de Judá. Contemplasteis aquel día el arsenal de la Casa del Bosque.
9 Y las brechas de la ciudad de David visteis que eran muchas, y reunisteis las aguas de la alberca
inferior.
10 Las casas de Jerusalén contasteis, y demolisteis casas para fortificar la muralla.
11 Un estanque hicisteis entre ambos muros para las aguas de la alberca vieja; pero no os fijasteis
en su Hacedor, al que desde antiguo lo ideó de lejos no le visteis.
12 Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse de sayal,
13 mas lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas, comer carne
y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!»
14 Entonces me reveló al oído Yahveh Sebaot: «No será expiada esa culpa hasta que muráis» - ha
dicho el Señor Yahveh Sebaot -.
Contra Sebná, el mayordomo de palacio
15 Así dice el Señor Yahveh Sebaot: Preséntate al mayordomo, a Sebná, encargado del palacio,
16 el que labra en alto su tumba, el que se talla en la peña una morada: «¿Qué es tuyo aquí y a
abrirá.
23 Le hincaré como clavija en lugar seguro, y será trono de gloria para la casa de su padre.
24 Colgarán allí todo lo de valor de la casa de su padre - sus descendientes y su posteridad -, todo
Isaías 23
1 Oráculo sobre Tiro. Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza. De
Isaías 24
1 He aquí que Yahveh estraga la tierra, la despuebla, trastorna su superficie y dispersa a los
habitantes de ella:
2 al pueblo como al sacerdote; al siervo como al señor; a la criada como a su señora; al que
compra como al que vende; al que presta como al prestatario; al acreedor como a su deudor.
3 Devastada será la tierra y del todo saqueada, porque así ha hablado Yahveh.
4 En duelo se marchitó la tierra, se amustia, se marchita el orbe, el cielo con la tierra se marchita.
5 La tierra ha sido profanada bajo sus habitantes, pues traspasaron las leyes, violaron el precepto,
han sido consumidos los habitantes de la tierra, y quedan pocos del linaje humano.
La ciudad desolada
7 El mosto estaba triste, la viña mustia: se trocaron en suspiros todas las alegrías del corazón.
8 Cesó el alborozo de los tímpanos, suspendióse el estrépito de los alegres, cesó el alborozo del
arpa.
9 No beben vino cantando: amarga el licor a sus bebedores.
10 Ha quedado la villa vacía, ha sido cerrada toda casa, y no se puede entrar.
11 Se lamentan en las calles por el vino. Desapareció toda alegría, emigró el alborozo de la
tierra.
12 Ha quedado en la ciudad soledad, y de desolación está herida la puerta.
La salvación de un resto
13 Porque en medio de la tierra, en mitad de los pueblos, pasa como en el vareo del olivo, como
Israel.
El juicio y la victoria del Señor
16 Desde el confín de la tierra cánticos hemos oído: «¡Gloria al justo!» Y digo: «¡Menguado de
mí, menguado de mí! ¡Ay de mí, y de estos malvados que hacen maldad, los malvados que han
consumado la maldad!»
17 ¡Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de la tierra!
18 Sucederá que el que escape del pánico, caerá en la hoya, y el que suba de la hoya, será preso en
la trampa. Porque las esclusas de lo alto han sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra,
19 Estalla, estalla la tierra, se hace pedazos la tierra, sacudida se bambolea la tierra,
20 vacila, vacila la tierra como un beodo, se balancea como una cabaña; pesa sobre ella su
rebeldía, cae, y no volverá a levantarse.
21 Aquel día castigará Yahveh al ejército de lo alto en lo alto y a los reyes de la tierra en la tierra;
22 serán amontonados en montón los prisioneros en el pozo, serán encerrados en la cárcel y al
cabo de muchos días serán visitados.
23 Se afrentará la luna llena, se avergonzará el pleno sol, cuando reine Yahveh Sebaot en el
monte Sión y en Jerusalén, y esté la Gloria en presencia de sus ancianos.
Canto de acción de gracias por la salvación
Isaías 25
1 Yahveh, tú eres mi Dios, yo te ensalzo, alabo tu nombre, porque has hecho maravillas y planes
temporal, sombra contra el calor. Porque el aliento de los déspotas es como lluvia de invierno.
5 Como calor en sequedal humillarás el estrépito de los poderosos; como el calor a la sombra de
rostros, y quitará el oprobio de su pueblo de sobre toda la tierra, porque Yahveh ha hablado.865
9 Se dirá aquel día: «Ahí tenéis a nuestro Dios: esperamos que nos salve; éste es Yahveh en quien
Isaías 26
1 Aquel día se cantará este cantar en tierra de Judá: «Ciudad fuerte tenemos; para protección se le
han puesto murallas y antemuro.
2 Abrid las puertas, y entrará una gente justa que guarda fidelidad;
3 de ánimo firme y que conserva la paz, porque en ti confió.
4 Confiad en Yahveh por siempre jamás, porque en Yahveh tenéis una Roca eterna.
5 Porque él derroca a los habitantes de los altos, a la villa inaccesible; la hace caer, la abaja hasta
Salmo: la esperanza en los juicios del Señor
7 La senda del justo es recta; tú allanas la senda recta del justo.
8 Pues bien, en la senda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu nombre y tu recuerdo son el
anhelo del alma.
9 Con toda mi alma te anhelo en la noche, y con todo mi espíritu por la mañana te busco. Porque
cuando tú juzgas a la tierra, aprenden justicia los habitantes del orbe.
10 Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra recta se tuerce, y no teme la
majestad de Yahveh.
11 Yahveh, alzada está tu mano, pero no la ven; verán tu celo por el pueblo y se avergonzarán, tu
nosotros.
17 Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre, y se queja en su trance, así éramos
nosotros delante de ti, Yahveh.
18 Hemos concebido, tenemos dolores como si diésemos a luz viento; pero no hemos traído a la
Isaías 27
1 Aquel día castigará Yahveh con su espada dura, grande, fuerte, a Leviatán, serpiente huidiza, a
La expiación de los pecados de Israel
6 En los días que vienen arraigará Jacob, echará Israel flores y frutos, y se llenará la haz de la
matadores?
8 Te querellaste con ella y la echaste, la despediste; la echó con su aliento áspero como viento de
Oriente.
9 En verdad, con esto sería expiada la culpa de Jacob, y éste sería todo el fruto capaz de apartar
su pecado; dejar todas las piedras que le sirven de ara de altar como piedras de cal desmenuzadas.
Cipos y estelas del sol no se erigirán,
La ciudad abandonada
10 pues la ciudad fortificada ha quedado solitaria, mansión dejada y abandonada como un
Isaías 28
1 ¡Ay, corona de arrogancia - borrachos de Efraím - y capullo marchito - gala de su adorno - que
breva que precede al verano, que, en cuanto la ve uno, la toma con la mano y se la come.
5 Aquel día será Yahveh Sebaot corona de gala, diadema de adorno para el resto de su pueblo,
6 espíritu de juicio para el que se siente en el tribunal, y energía para los que rechazan hacia la
suerte que vayan y caigan hacia atrás y se fracturen, caigan en la trampa y sean presos.
El falso refugio y el verdadero fundamento puesto por el Señor
14 Por tanto oíd la palabra de Yahveh, hombres burlones, señores de este pueblo de Jerusalén.
15 Porque habéis dicho: «Hemos celebrado alianza con la muerte, y con el seol hemos hecho
pacto, cuando pasare el azote desbordado, no nos alcanzará, porque hemos puesto la mentira por
refugio nuestro y en el engaño nos hemos escondido.»869
16 Por eso, así dice el Señor Yahveh: «He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una piedra
comino; sino que con el bastón es apaleada la neguilla, y el comino con la vara.
28 ¿Se tritura el grano? No. No se le trilla indefinidamente; se hace girar la rueda de la carreta, y
acierto.871
Asedio y liberación de Jerusalén
Isaías 29
1 ¡Ay, Ariel, Ariel, villa donde acampó David! Añadid año sobre año, las fiestas completen su
ciclo,872
2 y pondré en angustias a Ariel, y habrá llanto y gemido. Ella será para mí un Ariel;
3 acamparé en círculo contra ti, estrecharé contra ti la estacada, y levantaré contra ti trinchera;
4 serás abatida, desde la tierra hablarás, por el polvo será ahogada tu palabra, tu voz será como
sus labios, mientras que su corazón está lejos de mí, y el temor que me tiene son preceptos enseñados
por hombres,873
14 por eso he aquí que yo sigo haciendo maravillas con ese pueblo, haciendo portentosas
regocijarán.
20 Porque se habrán terminado los tiranos, se habrá acabado el hombre burlador, y serán
Isaías 30
1 ¡Ay de los hijos rebeldes - oráculo de Yahveh - para ejecutar planes, que no son míos, y para
rugiente, de áspid y dragón volador, llevan a lomos de pollinos su riqueza, y sobre jiba de camellos
sus tesoros hacia un pueblo que no les será útil,
7 a Egipto, cuyo apoyo es huero y vano. Por eso he llamado a ese pueblo «Ráhab la cesante.»876
El testimonio escrito del profeta
8 Ahora ven, escríbelo en una tablilla, grábalo en un libro, y que dure hasta el último día, para
Yahveh;
10 que han dicho a los videntes: «No veáis»; y a los visionarios: «No veáis para nosotros visiones
romperse no se encuentra una sola tejoleta bastante grande para tomar fuego del hogar o para extraer
agua del aljibe.
15 Porque así dice el Señor Yahveh, el Santo de Israel: «Por la conversión y calma seréis
liberados, en el sosiego y seguridad estará vuestra fuerza.» Pero no aceptasteis,
16 sino que dijisteis: «No, huiremos a caballo.» ¡Pues, bien, huid! Y «sobre rápidos carros
montaremos». ¡Pues bien, rápidamente seréis perseguidos!
17 Mil temblarán ante la amenaza de uno solo; ante la amenaza de cinco huiréis, hasta que seáis
dejados como mástil en la cúspide del monte y como gallardete sobre una colina.
La conversión y la prosperidad futura de Jerusalén
18 Sin embargo aguardará Yahveh para haceros gracia, y así se levantará para compadeceros,
porque Dios de equidad es Yahveh: ¡dichosos todos los que en él esperan!
19 Sí, pueblo de Sión que habitas en Jerusalén, no llorarás ya más; de cierto tendrá piedad de ti,
cuando oiga tu clamor; en cuanto lo oyere, te responderá.
20 Os dará el Señor pan de asedio y aguas de opresión, y después no será ya ocultado el que te
enseña; con tus ojos verás al que te enseña,
21 y con tus oídos oirás detrás de ti estas palabras: «Ese es el camino, id por él», ya sea a la
derecha, ya a la izquierda.
22 Declararás impuro el revestimiento de tus ídolos de plata y el ornato de tus imágenes fundidas
en oro. Los rechazarás como paño inmundo: «¡Fuera de aquí!», les dirás.
23 El dará lluvia a tu sementera con que hayas sembrado el suelo,y la tierra te producirá pan que
será pingüe y sustancioso. Pacerán tus ganados aquel día en pastizal dilatado;
24 los bueyes y asnos que trabajan el suelo comerán forraje salado, cribado con bieldo y con
criba.
25 Habrá sobre todo monte alto y sobre todo cerro elevado manantiales que den aguas perennes,
el día de la gran matanza, cuando caigan las fortalezas.
26 Será la luz de la luna como la luz del sol meridiano, y la luz del sol meridiano será siete veces
mayor - con luz de siete días - el día que vende Yahveh la herida de su pueblo y cure la contusión de
su golpe.
Castigo de las naciones
27 He aquí que el nombre de Yahveh viene de lejos, ardiente su ira y pesada su opresión. Sus
labios llenos están de furor, su lengua es como fuego que devora,
28 y su aliento como torrente desbordado que cubre hasta el cuello. Cribará a las naciones con
hay paja y madera en abundancia. El aliento de Yahveh, cual torrente de azufre, lo enciende.
Inutilidad de la alianza con Egipto
Isaías 31
1 ¡Ay, los que bajan a Egipto por ayuda! En la caballería se apoyan, y fían en los carros porque
abundan y en los jinetes porque son muchos; mas no han puesto su mirada en el Santo de Israel, ni a
Yahveh han buscado.
2 Pero también él es sabio, hará venir el mal, y no retirará sus palabras; se levantará contra la
casa de los malhechores y contra la ayuda de los que obran la iniquidad.
3 En cuanto a Egipto, es humano, no divino, y sus caballos, carne, y no espíritu; Yahveh
extenderá su mano, tropezará el ayudador y caerá el ayudado y todos a una perecerán.
El combate del Señor en favor de Jerusalén
4 Porque así me ha dicho Yahveh: Como ruge el león y el cachorro sobre su presa, y cuando se
convoca contra él a todos los pastores, de sus voces no se intimida, ni de su tumulto se apoca: tal será
el descenso de Yahveh Sebaot para guerrear sobre el monte Sión y sobre su colina.
5 Como pájaros que vuelan, así protegerá Yahveh Sebaot a Jerusalén, protegerá y librará,
perdonará y salvará.
6 Volveos a aquel de quien profundamente os apartasteis, hijos de Israel.
7 Porque aquel día repudiará cada uno las divinidades de plata y las divinidades de oro que
Isaías 32
1 He aquí que para hacer justicia reinará un rey, y los jefes juzgarán según derecho.
2 Será cada uno como un sitio abrigado contra el viento y a cubierto del temporal; como fluir de
El comportamiento del necio y del noble
6 Porque el necio dice necedades y su corazón medita el mal, haciendo impiedad y profiriendo
contra Yahveh desatinos, dejando vacío el estómago hambriento y privando de bebida al sediento.
7 Cuanto al desaprensivo, sus tramas son malas, se dedica a inventar maquinaciones para
sorprender a los pobres con palabras engañosas, cuando el pobre expone su causa.
8 Mientras que el noble medita nobles cosas, y en las cosas nobles está firme.
Contra las mujeres indolentes
9 Mujeres indolentes, ¡arriba!, oíd mi voz; hijas confiadas, escuchad mi palabra.
10 Dentro de un año y algunos días temblaréis las que confiáis, pues se habrá acabado la
vendimia para no volver más.
11 Espantaos, indolentes, temblad, confiadas, desvestíos, desnudaos, ceñid vuestra cintura,
12 golpeaos el pecho, por los campos atrayentes, por las viñas fructíferas.
13 Sobre el solar de mi pueblo zarza y espino crecerá, y también sobre todas las casas de placer
de la villa alegre,
14 porque el alcázar habrá sido abandonado, el genio de la ciudad habrá desaparecido; Ofel y el
Torreón quedarán en adelante vacíos por siempre, para delicia de asnos y pastizal de rebaños.878
El reino futuro de la justicia y la paz
15 Al fin será derramado desde arriba sobre nosotros espíritu. Se hará la estepa un vergel, y el
vergel será considerado como selva.
16 Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel;
17 el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua.
18 Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en moradas seguras y en posadas tranquilas.
19 - La selva será abatida y la ciudad hundida.
20 Dichosos vosotros, que sembraréis cabe todas las corrientes, y dejaréis sueltos el buey y el
asno.
Súplica en un tiempo de angustia
Isaías 33
1 ¡Ay, tú que saqueas, y no has sido saqueado, que despojas, y no has sido despojado! En
terminando tú de saquear, serás saqueado; así que acabes de despojar, serás despojado;
2 Yahveh, ten piedad de nosotros, en ti esperamos. Sé nuestro brazo por las mañanas y nuestra
tu tesoro.
La intervención del Señor en medio de la desolación
7 ¡Mirad! Ariel se lamenta por las calles, los embajadores de paz amargamente lloran.
8 Han quedado desiertas las calzadas, ya no hay transeúntes por los caminos. Han violado la
Condiciones para librarse del Juicio divino
14 Se espantaron en Sión los pecadores, sobrecogió el temblor a los impíos: ¿Quién de nosotros
podrá habitar con el fuego consumidor? ¿quién de nosotros podrá habitar con las llamas eternas?
15 El que anda en justicia y habla con rectitud; el que rehúsa ganancias fraudulentas, el que se
sacude la palma de la mano para no aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de
sangre, y cierra sus ojos para no ver el mal.
16 Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de las peñas, se le dará su pan y
tendrá el agua segura.
La gloria futura de Sión
17 Tus ojos contemplarán un rey en su belleza, verán una tierra dilatada.
18 Tu corazón musitará con sobresalto: «¿Dónde está el que contaba, dónde el que pesaba, dónde
lengua no se entiende.
20 Contempla a Sión, villa de nuestras solemnidades: tus ojos verán a Jerusalén, albergue fijo,
tienda sin trashumancia, cuyas clavijas no serán removidas nunca y cuyas cuerdas no serán rotas.
21 Sino que allí Yahveh será magnífico para con nosotros; como un lugar de ríos y amplios
canales, por donde no ande ninguna embarcación de remos, ni navío de alto bordo lo atraviese.
22 (Porque Yahveh es nuestro juez, Yahveh nuestro legislador, Yahveh nuestro rey: él nos
salvará.)
23 Se han distendido las cuerdas, no sujetan derecho el mástil, no despliegan estandarte. Entonces
culpa.
EL JUICIO DE LAS NACIONES Y LA
RESTAURACIÓN DE ISRAEL
A los dos capítulos siguientes se los suele llamar "Pequeño Apocalipsis de Isaías", para
distinguirlos del "Gran Apocalipsis" de los capítulos 24-27. El capítulo 34 traza un cuadro
estremecedor del Juicio divino contra las naciones paganas, personificadas en el reino de Edóm, ese
enemigo ancestral de Israel que aquí es presentado como el símbolo de todos los enemigos del Señor y
de su Pueblo. El capítulo siguiente es el complemento y la antítesis del anterior: a la desolación de
las naciones se opone la visión del desierto transformado milagrosamente, por el que pasan los
israelitas en su marcha hacia Jerusalén.
El juicio de las naciones
Isaías 34
1 Acercaos, naciones, a oír, atended, pueblos; oiga la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y cuanto
en él brota,
2 que ira tiene Yahveh contra todas las naciones, y cólera contra todas sus mesnadas. Las ha
palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera.
El castigo de Edóm
5 Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende sobre Edom y sobre el
pueblo de mi anatema para hacer justicia.
6 La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre de carneros y machos
cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un sacrificio en Bosrá, y gran matanza
en Edom.
7 En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de valientes. Se emborrachará su
generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella.
11 La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre
y dominio de avestruces.
14 Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará
Lilit y en él encontrará descanso.879
15 Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También allí se juntarán los
buitres.
16 Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos, ninguno de ellos echará en falta
a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado y su mismo espíritu los junta.
17 Es él mismo el que los echa a suertes, con su mano les reparte el país a cordel; lo poseerán por
Isaías 35
la recorrerán.
10 Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría
eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, penar y suspiros!
APÉNDICE HISTÓRICO
El siguiente epílogo en prosa reproduce con algunas variantes el relato de 2 Rey. 18. 13 - 20. 19.
Los discípulos de Isaías recogieron aquel relato y lo incluyeron en la colección de sus escritos, para
ofrecer un cuadro completo de las palabras y la actividad del profeta.
La invasión asiria y amenazas de Senaquerib contra Jerusalén
Isaías 36
1 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asur, contra todas las ciudades
fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
2 El rey de Asur envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías, al copero mayor con un
fuerte destacamento. Se colocó éste en el canal de la alberca superior, que está junto al camino del
campo del Batanero.
3 El mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el heraldo Yoaj,
hijo de Asaf, salieron donde él.
4 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asur: ¿Qué
confianza es ésa en la que fías?
5 Te has pensado que meras palabras de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero
ahora ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí?
6 Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que penetra y traspasa la mano del
que se apoya sobre ella. Pues así es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
7 Pero vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh nuestro Dios.” ¿No ha sido él, Ezequías,
quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Os postraréis delante de
este altar?”
8 Pues apuesta ahora con mi señor, el rey de Asur: te daré dos mil caballos si eres capaz de
encontrarte jinetes para ellos.
9 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor? ¡Te fías de
en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la
muralla.»
12 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y
no a los hombres que se encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber
sus orinas con vosotros?»
13 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz en lengua judía, diciendo: «Escuchad las
Isaías 37
1 Cuando lo oyó el rey Ezequías desgarró sus vestidos, se cubrió de sayal y se fue a la Casa de
Yahveh.
2 Envió a Elyaquim, mayordomo, a Sebná, secretario, y a los sacerdotes ancianos cubiertos de
sayal donde el profeta Isaías, hijo de Amós.
3 Ellos le dijeron: «Así habla Ezequías: Este día es día de angustia, de castigo y de vergüenza. Los
hijos están para salir del seno, pero no hay fuerza para dar a luz.
4 ¿No habrá oído Yahveh tu Dios las palabras del copero mayor al que ha enviado el rey de Asur,
su señor, para insultar al Dios vivo? ¿No castigará Yahveh tu Dios las palabras que ha oído? Dirige
una plegaria en favor del Resto que aún queda!»
5 Cuando los siervos del rey Ezequías llegaron donde Isaías,
6 éste les dijo: «Así diréis a vuestro señor: Esto dice Yahveh: No tengas miedo por las palabras
que has oído, con las que me insultaron los criados del rey de Asur.
7 Voy a poner en él un espíritu, oirá una noticia y se volverá a su tierra, y en su tierra yo lo haré
caer a espada.»
8 El copero mayor se volvió y encontró al rey de Asur atacando a Libná , pues había oído que
había partido de Lakís,
Nuevas amenazas de Senaquerib contra Jerusalén
9 porque había recibido esta noticia acerca de Tirhacá, rey de Kus: «Ha salido a guerrear contra
¡y tú te vas a librar!
12 ¿Acaso los dioses de las naciones salvaron a aquellos que mis padres aniquilaron, a Gozán, a
anillo en tus narices, mi brida en tu boca, y voy a devolverte por la ruta por la que has venido.
30 La señal será ésta: Este año se comerá lo que rebrote, lo que nazca de sí al año siguiente. Al
lo hará.
33 Por eso, así dice Yahveh del rey de Asiria: No entrará en esta ciudad, no lanzará flechas en
ella, no le opondrá escudo, ni alzará en contra de ella empalizada.
34 Volverá por la ruta que ha traído. No entrará en esta ciudad, oráculo de Yahveh.
35 Yo protegeré a esta ciudad para salvarla, por quien soy y por mi siervo David.»
Retirada y muerte de Senaquerib
36 Aquella misma noche salió el Angel de Yahveh e hirió en el campamento asirio a ciento
ochenta y cinco mil hombres; a la hora de despertarse, por la mañana, no había más que cadáveres.
37 Senaquerib, rey de Asiria, partió y, volviéndose, se quedó en Nínive.880
38 Y sucedió que estando él postrado en el templo de su dios Nisrok, sus hijos Adrammélek y
Saréser le mataron a espada y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Su hijo Asarjaddón reinó en su
lugar.
Enfermedad y curación de Ezequías
Isaías 38
1 En aquellos días Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, vino a
decirle: «Así habla Yahveh: Haz testamento, porque muerto eres y no vivirás.»
2 Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yahveh.
3 Dijo: «¡Ah, Yahveh! Dígnate recordar que yo he andado en tu presencia con fidelidad y corazón
perfecto haciendo lo recto a tus ojos.» Y Ezequías lloró con abundantes lágrimas.
4 Entonces le fue dirigida a Isaías la palabra de Yahveh, diciendo:
5 «Vete y di a Ezequías: Así habla Yahveh, Dios de tu padre David: He oído tu plegaria, he visto
tus lágrimas y voy a curarte. Dentro de tres días subirás a la Casa de Yahveh. Añadiré quince años a
tus días.
6 Te libraré a ti y a esta ciudad de la mano del rey de Asiria, y ampararé a esta ciudad.»
7 Isaías respondió: «Esta será para ti de parte de Yahveh, la señal de que Yahveh hará lo que ha
dicho.
8 Mira, voy a hacer retroceder a la sombra diez gradas de las que ha descendido el sol por las
gradas de Ajaz. Y desanduvo el sol diez gradas por las que había descendido.
El canto de Ezequías
9 Cántico de Ezequías, rey de Judá cuando estuvo enfermo y sanó de su mal:
10 Yo dije: A la mitad de mis días me voy; en las puertas del seol se me asigna un lugar para el
me darás la vida.
17 Entonces mi amargura se trocará en bienestar, pues tú preservaste mi alma de la fosa de la
Yahveh.
21 Isaías dijo: «Traed una masa de higos, aplicadla sobre la úlcera y sanará.»
22 Ezequías dijo: «¿Cuál será la señal de que subiré a la Casa de Yahveh?»
Los emisarios del rey de Babilonia
Isaías 39
1 En aquel tiempo, Merodak Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y un
presente a Ezequías porque había oído que había estado enfermo y se había curado.
2 Se alegró Ezequías por ello y enseñó a los enviados su cámara del tesoro, la plata, el oro, los
aromas, el aceite precioso, su arsenal y todo cuanto había en los tesoros; no hubo nada que Ezequías
no les mostrara en su casa y en todo su dominio.
3 Entonces el profeta Isaías fue donde el rey Ezequías y le dijo: «¿Qué han dicho esos hombres y
de dónde han venido a ti?» Respondió Ezequías: «Han venido de un país lejano, de Babilonia.»
4 Dijo: «¿Qué han visto en tu casa?» Respondió Ezequías: «Han visto cuanto hay en mi casa; nada
Isaías 40
nuestro Dios.
4 Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado; vuélvase lo escabroso llano, y las
breñas planicie.
5 Se revelará la gloria de Yahveh, y toda criatura a una la verá. Pues la boca de Yahveh ha
hablado.»881
Estabilidad y eficacia de la Palabra de Dios
6 Una voz dice: «¡Grita!» Y digo: «¿Qué he de gritar?» - «Toda carne es hierba y todo su
siempre.882
Anuncio de la llegada del Señor
9 Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa, alegre mensajero
para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las ciudades de Judá: «Ahí está vuestro Dios.»
10 Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo. Ved que su salario le
acompaña, y su paga le precede.
11 Como pastor pastorea su rebaño: recoge en brazos los corderitos, en el seno los lleva, y trata
cielos, metió en un tercio de medida el polvo de la tierra, pesó con la romana los montes, y los
cerros con la balanza?
13 ¿Quién abarcó el espíritu de Yahveh, y como consejero suyo le enseñó?884
14 ¿Con quién se aconsejó, quién le explicó y le enseñó la senda de la justicia, y le enseñó la
cielos como un tul, y los ha desplegado como una tienda que se habita.
23 El aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la nada.
24 Apenas han sido plantados, apenas sembrados, apenas arraiga en tierra su esqueje, cuando
sopla sobre ellos y se secan, y una ráfaga como tamo se los lleva.
25 ¿Con quién me asemejaréis y seré igualado?, dice el Santo.
26 Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace salir por orden al ejército
celeste, y a cada estrella por su nombre llama. Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta
ni una.
Exhortación a la confianza
27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas, Israel: «Oculto está mi camino para Yahveh, y a Dios se le
pasa mi derecho?»
28 ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde siempre es Yahveh, creador de
Isaías 41
1 Hacedme silencio, islas, y renueven su fuerza las naciones. Alléguense y entonces hablarán,
naciones, y a los reyes abaja? Conviértelos en polvo su espada, en paja dispersa su arco;
3 les persigue, pasa incólume, el sendero con sus pies no toca.
4 ¿Quién lo realizó y lo hizo? El que llama a las generaciones desde el principio: yo, Yahveh, el
te ayudo.»
14 No temas, gusano de Jacob, gente de Israel: yo te ayudo - oráculo de Yahveh - y tu redentor es
el Santo de Israel.890
15 He aquí que te he convertido en trillo nuevo, de dientes dobles. Triturarás los montes y los
Las victorias de Ciro, obra del Señor
25 Le he suscitado del norte, y viene, del sol naciente le he llamado por su nombre. Ha hollado a
los sátrapas como lodo, como el alfarero patea el barro.
26 ¿Quién lo indicó desde el principio, para que se supiese, o desde antiguo, para que se dijese:
«Es justo»? Ni hubo quien lo indicase, ni hubo quien lo hiciese oír, ni hubo quien oyese vuestras
palabras.
27 Primicias de Sión: «¡Aquí están, aquí están!» envío a Jerusalén la buena nueva.
28 Miré, y no había nadie; entre éstos no había consejeros a quienes yo preguntara y ellos
respondieran.
29 ¡Oh! Todos ellos son nada; nulidad sus obras, viento y vacuidad sus estatuas.
Primer poema del Servidor del Señor
Isaías 42
las islas.
5 Así dice el Dios Yahveh, el que crea los cielos y los extiende, el que hace firme la tierra y lo
que en ella brota, el que da aliento al pueblo que hay en ella, y espíritu a los que por ella andan.
6 Yo, Yahveh, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé, y te he destinado a ser alianza
del pueblo y luz de las gentes,
7 para abrir los ojos ciegos, para sacar del calabozo al preso, de la cárcel a los que viven en
tinieblas.891
8 Yo, Yahveh, ese es mi nombre, mi gloria a otro no cedo, ni mi prez a los ídolos.
9 Lo de antes ya ha llegado, y anuncio cosas nuevas; antes que se produzcan os las hago saber.
Himno al Señor por su victoria
10 Cantad a Yahveh un cántico nuevo, su loor desde los confines de la tierra. Que le cante el mar
encaminaré. Trocaré delante de ellos la tiniebla en luz, y lo tortuoso en llano. Estas cosas haré, y no
las omitiré.»
17 Haceos atrás, confusos de vergüenza, los que confiáis en ídolos, los que decís a la estatua
(¿Quién es tan ciego como el enviado y tan sordo como el siervo de Yahveh?)
20 Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las orejas, pero no has oído.
21 Yahveh se interesa, por causa de su justicia, en engrandecer y dar lustre a la Ley.
22 Pero es un pueblo saqueado y despojado, han sido atrapados en agujeros todos ellos, y en
cárceles han sido encerrados. Se les despojaba y no había quien salvase; se les depredaba y nadie
decía: «¡Devuelve!»
23 ¿Quién de vosotros escuchará esto, atenderá y hará caso para el futuro?
24 ¿Quién entregó al pillaje a Jacob, y a Israel a los saqueadores? ¿No ha sido Yahveh, contra
quien pecamos, rehusamos andar por sus caminos, y no escuchamos sus instrucciones?
25 Vertió sobre él el ardor de su ira, y la violencia de la guerra le abrasó, por todos lados sin que
1 Ahora, así dice Yahveh tu creador, Jacob, tu plasmador, Israel. «No temas, que yo te he
rescatado, te he llamado por tu nombre. Tú eres mío.
2 Si pasas por las aguas, yo estoy contigo, si por los ríos, no te anegarán. Si andas por el fuego,
no te quemarás, ni la llama prenderá en ti.
3 Porque yo soy Yahveh tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador. He puesto por expiación tuya a
Egipto, a Kus y Seba en tu lugar
4 dado que eres precioso a mis ojos, eres estimado, y yo te amo. Pondré la humanidad en tu
lugar, y los pueblos en pago de tu vida.
5 No temas, que yo estoy contigo; desde Oriente haré volver tu raza, y desde Poniente te reuniré.
6 Diré al Norte: “Dámelos”; y al Sur: “No los retengas”, Traeré a mis hijos de lejos, y a mis hijas
de los confines de la tierra;
7 a todos los que se llamen por mi nombre, a los que para mi gloria creé, plasmé e hice.»
Israel, testigo del único Dios
8 Haced salir al pueblo ciego, aunque tiene ojos, y sordo, aunque tiene orejas.
9 Congréguense todas las gentes y reúnanse los pueblos. ¿Quién de entre ellos anuncia eso, y
desde antiguo nos lo hace oír? Aduzcan sus testigos, y que se justifiquen; que se oiga para que se
pueda decir: «Es verdad.»
10 Vosotros sois mis testigos - oráculo de Yahveh - y mi siervo a quien elegí, para que me
conozcáis y me creáis a mí mismo, y entendáis que yo soy: Antes de mí no fue formado otro dios, ni
después de mí lo habrá.
11 Yo, yo soy Yahveh, y fuera de mí no hay salvador.
12 Yo lo he anunciado, he salvado y lo he hecho saber, y no hay entre vosotros ningún extraño.
La destrucción de Babilonia
14 Así dice Yahveh que os ha rescatado, el Santo de Israel. Por vuestra causa he enviado a hacer
caer todos sus cerrojos de las prisiones de Babilonia, y se volverán en ayes los hurras de los caldeos
15 Yo, Yahveh vuestro Santo, el creador de Israel, vuestro Rey.
El nuevo Éxodo
16 Así dice Yahveh, que trazó camino en el mar, y vereda en aguas impetuosas.
17 El que hizo salir carros y caballos a una con poderoso ejército; a una se echaron para no
Reproche a Israel por su ingratitud
22 Tú no me has invocado, Jacob, porque te has fatigado de mí, Israel.
23 No me has traído tus ovejas en holocausto ni me has honrado con tus sacrificios. No te obligué
yo a servirme con oblación ni te he fatigado a causa del incienso.
24 No me has comprado cañas con dinero ni con la grasa de tus sacrificios me has saciado; hasta
me has convertido en siervo con tus pecados, y me has cansado con tus iniquidades.
25 Era yo, yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor de mí y no recordar tus
pecados.
26 Házmelo recordar y vayamos a juicio juntos, haz tú mismo el recuento para justificarte.
27 Pecó tu primer padre y tus intérpretes se rebelaron contra mí.893
28 Destituía los príncipes de mi santuario; por eso entregué a Jacob al anatema y a Israel a los
ultrajes.
La efusión del espíritu del Señor
Isaías 44
fundé un pueblo eterno, cuanto sucede, que lo diga, y las cosas del futuro, que las revele.
8 No tembléis ni temáis; ¿no lo he dicho y anunciado desde hace tiempo? Vosotros sois testigos;
¿hay otro dios fuera de mí? ¡No hay otra Roca, yo no la conozco!»
Nueva sátira contra los ídolos
9 ¡Escultores de ídolos! Todos ellos son vacuidad; de nada sirven sus obras más estimadas; sus
¡Lanzad gritos de júbilo, montañas, y bosque con todo su arbolado, pues Yahveh ha rescatado a Jacob
y manifiesta su gloria en Israel!
Ciro, instrumento de salvación
24 Así dice Yahveh, tu redentor, el que te formó desde el seno. Yo, Yahveh, lo he hecho todo, yo,
digo a Jerusalén: «Serás habitada», y a las ciudades de Judá: «Seréis reconstruidas.» ¡Yo levantaré sus
ruinas!
27 Yo digo al abismo: «¡Sécate! Yo desecaré tus ríos.»
28 Yo soy el que dice a Ciro: «Tú eres mi pastor y darás cumplimiento a todos mis deseos,
cuando digas de Jerusalén: “Que sea reconstruida” y del santuario: “¡Echa los cimientos!”»
Ciro, el ungido del Señor
Isaías 45
1 Así dice Yahveh a su Ungido Ciro, a quien he tomado de la diestra para someter ante él a las
naciones y desceñir las cinturas de los reyes, para abrir ante él los batientes de modo que no queden
cerradas las puertas.
2 Yo marcharé delante de ti y allanaré las pendientes. Quebraré los batientes de bronce y romperé
arcilla al que la modela: «¿Qué haces tú?», y «¿Tu obra no está hecha con destreza?»895
10 ¡Ay del que dice a su padre!: «¿Qué has engendrado?» y a su madre: «¿Qué has dado a luz?»
11 Así dice Yahveh, el Santo de Israel y su modelador: «¿Vais a pedirme señales acerca de mis
hijos y a darme órdenes acerca de la obra de mis manos?
12 Yo hice la tierra y creé al hombre en ella. Yo extendí los cielos con mis manos y doy órdenes a
todo su ejército.
13 Yo le he suscitado para la victoria y he allanado todos sus caminos. El reconstruirá mi ciudad
y enviará a mis deportados sin rescate y sin recompensa», dice Yahveh Sebaot.
El sometimiento de los enemigos
14 Así dice Yahveh: Los productos de Egipto, el comercio de Kus y los sebaítas, de elevada
estatura, vendrán a ti y tuyos serán. Irán detrás de ti, encadenados, ante ti se postrarán, y te suplicarán:
«Sólo en ti hay Dios, no hay ningún otro, no hay más dioses.»
15 De cierto que tú eres un dios oculto, el Dios de Israel, salvador.
16 Quedarán abochornados, afrentados, marcharán con ignominia los fabricadores de ídolos.
17 Israel será salvado por Yahveh, con salvación perpetua. No quedaréis abochornados ni
hacedor, él, que la ha fundamentado, y no la creó caótica, sino que para ser habitada la plasmó: «Yo
soy Yahveh, no existe ningún otro.
19 No he hablado en oculto ni en lugar tenebroso. No he dicho al linaje de Jacob: Buscadme en el
caos. Yo soy Yahveh, que digo lo que es justo y anuncio lo que es recto.»
La conversión de los pueblos
20 Reuníos y venid, acercaos todos, supervivientes de las naciones. No saben nada los que llevan
sus ídolos de madera, los que suplican a un dios que no puede salvar.
21 Exponed, aducid vuestras pruebas, deliberad todos juntos: «¿Quién hizo oír esto desde antiguo
y lo anunció hace tiempo? ¿No he sido yo Yahveh? No hay otro dios, fuera de mí. Dios justo y
salvador, no hay otro fuera de mí.
22 Volveos a mí y seréis salvados confines todos de la tierra, porque yo soy Dios, no existe
ningún otro.
23 Yo juro por mi nombre; de mi boca sale palabra verdadera y no será vana: Que ante mí se
doblará toda rodilla y toda lengua jurará
24 diciendo: ¡Sólo en Yahveh hay victoria y fuerza! A él se volverán abochornados todos los que
se inflamaban contra él.
25 Por Yahveh triunfará y será gloriosa toda la raza de Israel.
La derrota de los dioses de Babilonia
Isaías 46
1 Bel se desploma, Nebó se derrumba, sus ídolos van sobre animales y bestias de carga; llevados
cautivos.
3 Escuchadme, casa de Jacob, y todos los supervivientes de la casa de Israel, los que habéis sido
parecidos?
6 Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la balanza, y pagan a un orfebre para que les haga
sucedido. Yo digo: Mis planes se realizarán y todos mis deseos llevaré a cabo.
11 Yo llamo del Oriente un ave rapaz de un país lejano al hombre en quien pensé. Tal como lo he
Isaías 47
1 Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel! ¡Siéntate en tierra, destronada, hija de los
cielos, los que observan las estrellas y hacen saber, en cada mes, lo que te sucederá.
14 Mira, ellos serán como tamo que el fuego quemará. No librarán sus vidas del poder de las
Isaías 48
1 Escucha esto, casa de Jacob, los que lleváis el nombre de Israel, los que habéis salido de las
aguas de Judá. Los que juráis por el nombre de Yahveh, los que invocáis al Dios de Israel, mas no
según verdad y justicia.
2 Porque lleváis el nombre de la ciudad santa y os apoyáis en el Dios de Israel, cuyo nombre es
Yahveh Sebaot.
3 Yo anuncié desde hace tiempo las cosas pasadas, salieron de mi boca y las di a conocer; de
Ciro, amado y conducido por el Señor
12 Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero y también soy el último.
13 Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que extendió los cielos. Yo los llamo
y todos se presentan.
14 Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas cosas? «Mi amigo cumplirá mi
Segundo poema del Servidor del Señor
Isaías 49
1 ¡Oídme, islas, atended, pueblos lejanos! Yahveh desde el seno materno me llamó; desde las
oráculo de Yahveh - que con todos ellos como con velo nupcial te vestirás, y te ceñirás con ellos
como una novia.
19 Porque tus ruinas y desolaciones y tu tierra arrasada van a ser ahora demasiado estrechas para
estéril, desterrada y aparte, y a éstos ¿quién los crió? He aquí que yo había quedado sola, pues éstos
¿dónde estaban?»
Las naciones, al servicio del Pueblo de Dios
22 Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a alzar hacia las gentes de mi mano, y hacia los
pueblos voy a levantar mi bandera; traerán a tus hijos en brazos, y tus hijas serán llevadas a hombros.
23 Reyes serán tus tutores, y sus princesas, nodrizas tuyas. Rostro en tierra se postrarán ante ti, y
el polvo de tus pies lamerán. Y sabrás que yo soy Yahveh; no se avergonzarán los que en mí esperan.
El poder irresistible del Señor
24 ¿Se arrebata al valiente la presa, o se escapa el prisionero del guerrero?
25 Pues así dice Yahveh: Sí, al valiente se le quitará el prisionero, y la presa del guerrero se le
escapará; con tus litigantes yo litigaré, y a tus hijos yo salvaré.
26 Haré comer a tus opresores su propia carne, como con vino nuevo, con su sangre se
embriagarán. Y sabrá todo el mundo que yo, Yahveh, soy el que te salva, y el que te rescata, el Fuerte
de Jacob.
Israel rechazado sólo por un tiempo
Isaías 50
1 Así dice Yahveh: ¿Dónde está esa carta de divorcio de vuestra madre a quien repudié? o ¿a cuál
de mis acreedores os vendí? Mirad que por vuestras culpas fuisteis vendidos, y por vuestras rebeldías
fue repudiada vuestra madre.
2 ¿Por qué cuando he venido no había nadie, cuando he llamado no hubo quien respondiera?
¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para
salvar? He aquí que con un gesto seco el mar, convierto los ríos en desierto; quedan en seco sus
peces por falta de agua y mueren de sed.
3 Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal.
Tercer poema del Servidor del Señor
4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra
alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos;
5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi
vuestro propio fuego y a las brasas que habéis encendido. Esto os vendrá de mi mano: en tormento
yaceréis.902
La certeza de la salvación
Isaías 51
1 Prestadme oído, seguidores de lo justo, los que buscáis a Yahveh. Reparad en la peña de donde
antaño, en las generaciones pasadas! ¿No eres tú el que partió a Ráhab, el que atravesó al Dragón?
10 ¿No eres tú el que secó la Mar, las aguas del gran Océano, el que trocó las honduras del mar
eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, el penar y suspiros!
El Señor, liberador de su Pueblo
12 Yo, yo soy tu consolador. ¿Quién eres tú, que tienes miedo del mortal y del hijo del hombre, al
heno equiparado?
13 Olvidas a Yahveh, tu hacedor, el que extendió los cielos y cimentó la tierra; y te estás
despavorido todo a lo largo del día ante la furia del opresor, en cuanto se aplica a destruir. Pues
¿dónde está esa furia del opresor?
14 Pronto saldrá libre el que está en la cárcel, no morirá en la hoya, no le faltará el pan.
15 Yo soy Yahveh tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; Yahveh Sebaot es mi nombre.
16 Yo he puesto mis palabras en tu boca y te he escondido a la sombra de mi mano, cuando
extendía los cielos y cimentaba la tierra, diciendo a Sión: «Mi pueblo eres tú.»
El resurgimiento de Jerusalén
17 ¡Despierta, despierta! ¡Levántate, Jerusalén! Tú, que has bebido de mano de Yahveh la copa de
su ira. El cáliz del vértigo has bebido hasta vaciarlo.
18 No hay quien la guíe de entre todos los hijos que ha dado a luz, no hay quien la tome de la
mano de entre todos los hijos que ha criado.
19 Estas dos cosas te han acaecido - ¿quién te conduele? - saqueo y quebranto, hambre y espada -
¿quién te consuela? -
20 Tus hijos desfallecen, yacen, en la esquina de todas las calles como antílope en la red, llenos
de la ira de Yahveh, de la amenaza de tu Dios.
21 Por eso, escucha esto, pobrecilla, ebria, pero no de vino.
22 Así dice tu Señor Yahveh, tu Dios, defensor de tu pueblo. Mira que yo te quito de la mano la
copa del vértigo, el cáliz de mi ira; ya no tendrás que seguir bebiéndolo.
23 Yo lo pondré en la mano de los que te afligían, de los que a ti misma te decían: «Póstrate para
que pasemos», y tú pusiste tu espalda como suelo y como calle de los que pasaban.
El inminente rescate de los cautivos
Isaías 52
1 ¡Despierta, despierta! ¡Revístete de tu fortaleza, Sión! ¡Vístete tus ropas de gala, Jerusalén,
de Sión.
3 Porque así dice Yahveh: De balde fuisteis vendidos, y sin plata seréis rescatados.
4 Sí, así dice el Señor Yahveh: A Egipto bajó mi pueblo en un principio, a ser forastero allí, y
motivo? Sus dominadores profieren gritos - oráculo de Yahveh - y todo a lo largo del día mi nombre
es blasfemado.
6 Por eso mi pueblo conocerá mi nombre en aquel día y comprenderá que yo soy el que decía:
«Aquí estoy.»
El mensajero de la buena noticia
7 ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas
nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!»
8 ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven
el retorno de Yahveh a Sión.
9 Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado Yahveh a su
Isaías 53
como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca.
8 Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue
arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido;
9 y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo
descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano.
11 Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a
indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de
muchos, e intercedió por los rebeldes.
Nuevo desposorio del Señor con su esposa abandonada
Isaías 54
1 Grita de júbilo, estéril que no das a luz, rompe en gritos de júbilo y alegría, la que no ha tenido
los dolores; que más son los hijos de la abandonada, que los hijos de la casada, dice Yahveh.
2 Ensancha el espacio de tu tienda las cortinas extiende, no te detengas; alarga tus sogas, tus
clavijas asegura;
3 porque a derecha e izquierda te expandirás, tu prole heredará naciones y ciudades desoladas
poblarán.
4 No temas, que no te avergonzarás, ni te sonrojes, que no quedarás confundida, pues la
vergüenza de tu mocedad olvidarás, y la afrenta de tu viudez no recordarás jamás.
5 Porque tu esposo es tu Hacedor, Yahveh Sebaot es su nombre; y el que te rescata, el Santo de
Israel, Dios de toda la tierra se llama.
6 Porque como a mujer abandonada y de contristado espíritu, te llamó Yahveh; y la mujer de la
juventud ¿es repudiada? - dice tu Dios.
7 Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión te recogeré.
8 En un arranque de furor te oculté mi rostro por un instante, pero con amor eterno te he
compadecido - dice Yahveh tu Redentor.
9 Será para mí como en tiempos de Noé: como juré que no pasarían las aguas de Noé más sobre
la tierra, así he jurado que no me irritaré mas contra ti ni te amenazaré.
10 Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se
apartará y mi alianza de paz no se moverá - dice Yahveh, que tiene compasión de ti.
La restauración de Jerusalén
11 Pobrecilla, azotada por los vientos, no consolada, mira que yo asiento en carbunclos tus
preciosas.
13 Todos tus hijos serán discípulos de Yahveh, y será grande la dicha de tus hijos.
14 En justicia serás consolidada. Manténte lejos de la opresión, pues ya no temerás, y del terror,
pues no se acercará a ti.
15 Si alguien te ataca, no será de parte mía; quienquiera que te ataque, contra ti se estrellará.
16 He aquí que yo he creado al herrero, que sopla en el fuego las brasas y saca los instrumentos
para su trabajo.
17 Yo he creado al destructor para aniquilar. Ningún arma forjada contra ti tendrá éxito, e
impugnarás a toda lengua que se levante a juicio contigo. Tal será la heredad de los siervos de
Yahveh y las victorias que alcanzarán por mí - oráculo de Yahveh -.
Promesa de una alianza eterna
Isaías 55
1 ¡Oh, todos los sedientos, id por agua, y los que no tenéis plata, venid, comprad y comed, sin
correrá por amor de Yahveh tu Dios y por el Santo de Israel, porque te ha honrado.
Los inescrutables caminos del Señor
6 Buscad a Yahveh mientras se deja encontrar, llamadle mientras está cercano.
7 Deje el malo su camino, el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Yahveh, que tendrá
compasión de él, a nuestro Dios, que será grande en perdonar.
8 Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos
- oráculo de Yahveh -.
9 Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros y mis
pensamientos a los vuestros.
La eficacia de la Palabra del Señor
10 Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la
tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer,
11 así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya
Isaías 56
1 Así dice Yahveh: Velad por la equidad y practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y
Yahveh, y para ser sus siervos, a todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y a los que se
mantienen firmes en mi alianza,
7 yo les traeré a mi monte santo y les alegraré en mi Casa de oración. Sus holocaustos y
sacrificios serán gratos sobre mi altar. Porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los
pueblos.906
8 Oráculo del Señor Yahveh que reúne a los dispersos de Israel. A los ya reunidos todavía añadiré
otros.
Contra los malos pastores
9 Bestias todas del campo, venid a comer, bestias todas del bosque.
10 Sus vigías son ciegos, ninguno sabe nada; todos son perros mudos, no pueden ladrar; ven
Isaías 57
1 El justo perece, y no hay quien haga caso; los hombres buenos son arrebatados, y no hay quien
lo considere. Cuando ante la desgracia es arrebatado el justo,
2 se va en paz. ¡Descansen en sus lechos todos los que anduvieron en camino recto!
Contra los idólatras
3 Pero vosotros venid acá, hijos de hechicera, raza adúltera que te prostituyes:
4 ¿De quién os mofáis? ¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua? ¿No sois vosotros
sobre ellas vertiste libaciones, hiciste oblación. ¿Acaso con estas cosas me voy a aplacar?908
7 Sobre montaña alta y empinada pusiste tu lecho. Hasta allí subiste a hacer el sacrificio.
8 Detrás de la puerta y de la jamba pusiste tu memorial. Sí, te desnudaste, subiste, y no conmigo, a
tu lecho, y lo extendiste. Llegaste a un acuerdo con aquellos con quienes te plugo acostarte, mirando
el monumento.
9 Te has acercado con aceite para Mélek, multiplicaste tus aromas. Enviaste a tus emisarios muy
quedaste debilitada.
11 Pues bien, ¿de quién te asustaste y tuviste miedo, que fuiste embustera, y de mí no te acordaste,
no hiciste caso de ello? ¿No es que porque me callé desde siempre, a mí no me temiste?
12 Yo voy a denunciar tu virtud y tus hechos, y no te aprovecharán.
13 Cuando grites, que te salven los reunidos en torno a ti, que a todos ellos los llevará el viento,
los arrebatará el aire. Pero aquel que se ampare en mí poseerá la tierra y heredará mi monte santo.
Promesa de perdón para los pecadores arrepentidos
14 Entonces se dirá: Reparad, reparad, abrid camino, quitad los obstáculos del camino de mi
pueblo.
15 Que así dice el Excelso y Sublime, el que mora por siempre y cuyo nombre es Santo. «En lo
excelso y sagrado yo moro, y estoy también con el humillado y abatido de espíritu, para avivar el
espíritu de los abatidos, para avivar el ánimo de los humillados.
16 Pues no disputaré por siempre ni estaré eternamente enojado, pues entonces el espíritu ante mí
curaré.»910
20 Los malos son como mar agitada cuando no puede calmarse, cuyas aguas lanzan cieno y lodo.
21 «No hay paz para los malvados» - dice mi Dios
El falso ayuno
Isaías 58
1 Clama a voz en grito, no te moderes; levanta tu voz como cuerno y denuncia a mi pueblo su
rebeldía y a la casa de Jacob sus pecados.
2 A mí me buscan día a día y les agrada conocer mis caminos, como si fueran gente que la virtud
practica y el rito de su Dios no hubiesen abandonado. Me preguntan por las leyes justas, la vecindad
de su Dios les agrada.
3 - ¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? ¿Para qué nos humillamos, si tú no lo sabes? - Es que el
día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores.
4 Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis como hoy,
como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato a Yahveh?
El ayuno agradable al Señor
6 ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las
coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo?
7 ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando
serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan.
12 Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos de pasadas generaciones, se te
Isaías 59
1 Mirad, no es demasiado corta la mano de Yahveh para salvar, ni es duro su oído para oír,
2 sino que vuestras faltas os separaron a vosotros de vuestro Dios, y vuestros pecados le hicieron
esconder su rostro de vosotros para no oír.
3 Porque vuestras manos están manchadas de sangre y vuestros dedos de culpa, vuestros labios
mediodía como si fuera al anochecer, y habitamos entre los sanos como los muertos.
11 Todos nosotros gruñimos como osos y zureamos sin cesar como palomas. Esperamos el
y su justicia le sostuvo.
17 Se puso la justicia como coraza y el casco de salvación en su cabeza. Se puso como túnica
vestidos de venganza y se vistió el celo como un manto.
18 Según los merecimientos así pagará: ira para sus opresores y represalia para sus
enemigos.Dará a las islas su merecido.
19 Temerán desde Occidente el nombre de Yahveh y desde el Oriente verán su gloria, pues vendrá
como un torrente encajonado contra el que irrumpe con fuerza el soplo de Yahveh.
20 Vendrá a Sión para rescatar, a aquellos de Jacob que se conviertan de su rebeldía. - Oráculo de
Yahveh -.
Oráculo de Salvación
21 Cuanto a mí, esta es la alianza con ellos, dice Yahveh. Mi espíritu que ha venido sobre ti y mis
palabras que he puesto en tus labios no caerán de tu boca ni de la boca de tu descendencia ni de la
boca de la descendencia de tu descendencia, dice Yahveh, desde ahora y para siempre.
La gloria de la nueva Jerusalén
Isaías 60
vendrán a ti los tesoros del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti.
6 Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Sabá
servicio. Subirán en holocausto agradable a mi altar, y mi hermosa Casa hermosearé aún más.
8 ¿Quiénes son éstos que como nube vuelan, como palomas a sus palomares?
9 Los barcos se juntan para mí, los navíos de Tarsis en cabeza, para traer a tus hijos de lejos,
junto con su plata y su oro, por el nombre de Yahveh tu Dios y por el Santo de Israel, que te
hermosea.
10 Hijos de extranjeros construirán tus muros, y sus reyes se pondrán a tu servicio, porque en mi
completo.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, el ciprés, el olmo y el boj a una, a embellecer mi Lugar Santo
Isaías 61
1 El espíritu del Señor Yahveh está sobre mí, por cuanto que me ha ungido Yahveh. A anunciar la
buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la
liberación, y a los reclusos la libertad;
2 a pregonar año de gracia de Yahveh, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los
que lloran,911
3 para darles diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de luto, alabanza en vez
de espíritu abatido. Se les llamará robles de justicia, plantación de Yahveh para manifestar su gloria.
4 Edificarán las ruinas seculares, los lugares de antiguo desolados levantarán, y restaurarán las
Isaías 62
1 Por amor de Sión no he de callar, por amor de Jerusalén no he de estar quedo, hasta que salga
como resplandor su justicia, y su salvación brille como antorcha.
2 Verán las naciones tu justicia, todos los reyes tu gloria, y te llamarán con un nombre nuevo que
estarán callados. Los que hacéis que Yahveh recuerde, no guardéis silencio.
7 No le dejéis descansar, hasta que restablezca, hasta que trueque a Jerusalén en alabanza en la
tierra.
8 Ha jurado Yahveh por su diestra y por su fuerte brazo: «No daré tu grano jamás por manjar a
“Ciudad no Abandonada”.»
La victoria del Señor sobre Edóm
Isaías 63
1 - ¿Quién es ése que viene de Edom, de Bosrá, con ropaje teñido de rojo? ¿Ese del vestido
esplendoroso, y de andar tan esforzado? - Soy yo que hablo con justicia, un gran libertador.
2 - Y ¿por qué está de rojo tu vestido, y tu ropaje como el de un lagarero?
3 - El lagar he pisado yo solo; de mi pueblo no hubo nadie conmigo. Los pisé con ira, los pateé
Salmo: evocación de la misericordia de Dios hacia su Pueblo
7 Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de Yahveh, por todo lo que nos ha
premiado Yahveh, por la gran bondad para la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su
misericordia, y por la abundancia de sus bondades.
8 Dijo él: «De cierto que ellos son mi pueblo, hijos que no engañarán.» Y fue él su Salvador
9 en todas sus angustias. No fue un mensajero ni un ángel: él mismo en persona los liberó. Por su
amor y su compasión él los rescató: los levantó y los llevó todos los días desde siempre.
10 Mas ellos se rebelaron y contristaron a su Espíritu santo, y él se convirtió en su enemigo,
guerreó contra ellos.
11 Entonces se acordó de los días antiguos, de Moisés su siervo. ¿Dónde está el que los sacó de la
mar, el pastor de su rebaño? ¿Dónde el que puso en él su Espíritu santo,
12 el que hizo que su brazo fuerte marchase al lado de Moisés, el que hendió las aguas ante ellos
para hacerse un nombre eterno,
13 el que les hizo andar por los abismos como un caballo por el desierto, sin que tropezaran,
14 cual ganado que desciende al valle? El Espíritu de Yahveh los llevó a descansar. Así guiaste a
tu pueblo, para hacerte un nombre glorioso.
Invocación del Pueblo al Dios salvador
15 observa desde los cielos y ve desde tu aposento santo y glorioso. ¿Dónde está tu celo y tu
fuerza, la conmoción de tus entrañas? ¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí?
16 Porque tú eres nuestro Padre, que Abraham no nos conoce, ni Israel nos recuerda. Tú, Yahveh,
eres nuestro Padre, tu nombre es «El que nos rescata» desde siempre.
17 ¿Por qué nos dejaste errar, Yahveh, fuera de tus caminos, endurecerse nuestros corazones lejos
de tu temor? Vuélvete, por amor de tus siervos, por las tribus de tu heredad.
18 ¿Por qué el enemigo ha invalido tu santuario, tu santuario han pisoteado nuestros opresores?
19 Somos desde antiguo gente a la que no gobiernas, no se nos llama por tu nombre. ¡Ah si
Isaías 64
1 como prende el fuego en la hojarasca, como el fuego hace hervir al agua - para dar a conocer
Reprobación del culto ilícito
Isaías 65
no me buscaban. Dije: «Aquí estoy, aquí estoy» a gente que no invocaba mi nombre.
2 Alargué mis manos todo el día hacia un pueblo rebelde que sigue un camino equivocado en pos
de sus pensamientos;
3 pueblo que me irrita en mi propia cara de continuo, que sacrifican en los jardines y queman
en los montes y en las colinas me afrentaron; pero yo voy a medirles la paga de su obra y se la
pondré en su seno.
La suerte de los buenos y de los malos
8 Así dice Yahveh: Como cuando se encuentra mosto en el racimo y se dice: «No lo eches a
perder, porque es una bendición», así haré yo por amor de mis siervos, evitando destruirlos a todos.
9 Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los heredarán mis elegidos y mis
buscaron.
11 Mas vosotros, los que abandonáis a Yahveh, los que olvidáis mi monte santo, los que ponéis
una mesa a Gad y llenáis una copa a Mení,913
12 Yo os destino a la espada y todos vosotros caeréis degollados, porque os llamé y no
respondisteis, hablé y no oísteis, sino que hicisteis lo que me desagrada, y lo que no me gusta
elegisteis.
13 Por tanto, así dice el Señor Yahveh: Mirad que mis siervos comerán, mas vosotros tendréis
hambre; mirad que mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; mirad que mis siervos se
alegrarán, mas vosotros padeceréis vergüenza;
14 mirad que mis siervos cantarán con corazón dichoso, mas vosotros gritaréis con corazón
triste, y con espíritu quebrantado gemiréis.
15 Dejaréis vuestro nombre a mis elegidos para que sirva de imprecación: «¡Así te haga morir el
Señor Yahveh...!», pero a sus siervos les dará un nombre nuevo
16 tal que, quien desee ser bendecido en la tierra, deseará serlo en el Dios del Amén, y quien
jurare en la tierra, jurará en el Dios del Amén; cuando se hayan olvidado las angustias primeras, y
cuando estén ocultas a mis ojos.
El nuevo cielo y la nueva tierra
17 Pues he aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán mentados los primeros ni
vendrán a la memoria;
18 antes habrá gozo y regocijo por siempre jamás por lo que voy a crear. Pues he aquí que yo
voy a crear a Jerusalén «Regocijo», y a su pueblo «Alegría»;
19 me regocijaré por Jerusalén y me alegraré por mi pueblo, sin que se oiga allí jamás lloro ni
quejido.
20 No habrá allí jamás niño que viva pocos días, o viejo que no llene sus días, pues morir joven
será morir a los cien años, y el que no alcance los cien años será porque está maldito.
21 Edificarán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán su fruto.
22 No edificarán para que otro habite, no plantarán para que otro coma, pues cuanto vive un árbol
vivirá mi pueblo, y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos.
23 No se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán raza bendita de Yahveh
ellos y sus retoños con ellos.
24 Antes que me llamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo les escucharé.
25 Lobo y cordero pacerán a una, el león comerá paja como el buey, y la serpiente se alimentará
de polvo, no harán más daño ni perjuicio en todo mi santo monte - dice Yahveh.914
El culto agradable al Señor
Isaías 66
1 Así dice Yahveh: Los cielos son mi trono y la tierra el estrado de mis pies, Pues ¿qué casa vais a
desbordante la gloria de las naciones, seréis alimentados, en brazos seréis llevados y sobre las
rodillas seréis acariciados.
13 Como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré (y por Jerusalén seréis
consolados).
14 Al verlo se os regocijará el corazón, vuestros huesos como el césped florecerán, la mano de
Yahveh se dará a conocer a sus siervos, y su enojo a sus enemigos.
15 Pues he aquí que Yahveh en fuego viene y como torbellino son sus carros, para desfogar su
que comen carne de cerdo, cosas inmundas y de rata, a una serán eliminados con sus acciones y sus
pensamientos, - oráculo de Yahveh -.
La ofrenda de todas las naciones
18 Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán y verán mi gloria.
19 Pondré en ellos señal y enviaré de ellos algunos escapados a las naciones: a Tarsis, Put y Lud,
Mések, Ros, Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria. Ellos
anunciarán mi gloria a las naciones.
20 Y traerán a todos vuestros hermanos de todas las naciones como oblación a Yahveh - en
caballos, carros, literas, mulos y dromedarios - a mi monte santo de Jerusalén - dice Yahveh - como
traen los hijos de Israel la oblación en recipiente limpio a la Casa de Yahveh.
21 Y también de entre ellos tomaré para sacerdotes y levitas - dice Yahveh.
22 Porque así como los cielos nuevos y la tierra nueva que yo hago permanecen en mi presencia -
oráculo de Yahveh - así permanecerá vuestra raza y vuestro nombre.
23 Así pues, de luna en luna nueva y de sábado en sábado, vendrá todo el mundo a prosternarse
ante mí - dice Yahveh.
24 Y en saliendo, verán los cadáveres de aquellos que se rebelaron contra mí; su gusano no
morirá su fuego no se apagará, y serán el asco de todo el mundo.
JEREMÍAS
Introducción.
Entre las grandes figuras del Antiguo Testamento, ninguna tiene una personalidad tan atrayente y
conmovedora como JEREMÍAS. Los demás profetas nos han dejado un mensaje, sin decirnos nada, o
muy poco, acerca de sí mismos. Él, en cambio, nos abre su alma en varios poemas de una sinceridad
estremecedora, que nos hacen penetrar en el drama de su existencia.
Jeremías era miembro de una familia sacerdotal de Anatot, un pequeño pueblo de la tribu de
Benjamín, situado a unos pocos kilómetros al norte de Jerusalén (1. 1). Nació poco más de un siglo
después de Isaías, y todavía era muy joven cuando el Señor lo llamó a ejercer el ministerio profético
(1. 6). En los primeros años de su actividad profética, sus esfuerzos están dirigidos a "desarraigar" el
pecado en todas sus formas. Bajo la influencia de Oseas, su gran predecesor en el reino del Norte,
Jeremías insiste en que la Alianza es una relación de amor entre el Señor e Israel. Si el pueblo no
mantiene su compromiso de fidelidad, el Señor lo rechazará como a una esposa adúltera. Pero sus
invectivas violentas y sus anuncios sombríos se pierden en el vacío. Entonces Jeremías se rinde ante
la evidencia. El pueblo entero está irremediablemente pervertido (13. 23). El pecado de Judá está
grabado con un buril de diamante en las tablas de su corazón (17. 1). Un profeta puede traer a los
hombres una palabra nueva, pero no puede darles un corazón nuevo (7. 25-28).
Jeremías vio confirmada esta dolorosa experiencia en los años que precedieron a la caída de
Jerusalén. Desde el 605 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, impone su hegemonía en Palestina.
Frente a este hecho, los grupos dirigentes de Judá no saben a qué atenerse. La gran mayoría es
partidaria de la resistencia armada, con el apoyo de Egipto, aun a riesgo de perderlo todo. Una
pequeña minoría, por el contrario, propicia el sometimiento a Babilonia, con la esperanza de poder
sobrevivir y de mantener una cierta autonomía bajo la tutela del poderoso Imperio babilónico. Muy a
pesar suyo, Jeremías se ve comprometido en estos debates. Su posición no ofrece lugar a dudas: es
preciso reconocer la supremacía de Nabucodonosor, no por razones políticas, sino porque el Señor
lo ha elegido como instrumento para castigar los pecados de Judá (27. 1-22). Una vez que haya
cumplido esta misión, también él tendrá que dar cuenta al Señor, que rige el destino de los pueblos y
realiza sus designios a través de ellos (27. 6-7). Sin embargo, las palabras de Jeremías no
encontraron ningún eco entre los partidarios de la rebelión, y en el 587 sobrevino la catástrofe final,
tantas veces anunciada por el profeta: Jerusalén fue arrasada por las tropas de Nabucodonosor y una
buena parte de la población de Judá tuvo que emprender el camino del destierro.
Tal como ha llegado hasta nosotros, el libro de Jeremías es uno de los más desordenados del
Antiguo Testamento. Este desorden atestigua que el Libro atravesó por un largo proceso de
formación antes de llegar a su composición definitiva. En el origen de la colección actual están los
oráculos dictados por el mismo Jeremías (36. 32). A este núcleo original se añadieron más tarde
otros materiales, muchos de ellos reelaborados por sus discípulos, y una especie de "biografía" del
profeta, atribuida generalmente a su amigo y colaborador Baruc. Finalmente, al comienzo del exilio,
un redactor anónimo reunió todos esos elementos en un solo volumen.
A lo largo de su actividad profética, Jeremías no conoció más que el fracaso. Pero la influencia
que él no logró ejercer durante su vida, se acrecentó después de su muerte. Sus escritos, releídos y
meditados asiduamente, permitieron al pueblo desterrado en Babilonia superar la tremenda crisis del
exilio. Al encontrar en los oráculos de Jeremías el relato anticipado del asedio y de la caída de
Jerusalén, los exiliados comprendieron que ese era un signo de la justicia del Señor y no una victoria
de los dioses de Babilonia sobre el Dios de Israel. En el momento en que se veían privados de las
instituciones religiosas y políticas que constituían los soportes materiales de la fe, Jeremías
continuaba enseñándoles, más con su vida que con sus palabras, que lo esencial de la religión no es el
culto exterior sino la unión personal con Dios y la fidelidad a sus mandamientos. Y mientras padecían
el aparente silencio del Señor en una tierra extranjera, la promesa de una "Nueva Alianza" (31. 31-34)
los alentaba a seguir esperando en él.
Así el aparente "fracaso" de Jeremías —como el de Jesucristo en la Cruz— fue el camino
elegido por Dios para hacer surgir la vida de la muerte. No en vano la tradición cristiana ha visto en
Jeremías la imagen más acabada del "Servidor sufriente" (Is. 52. 13 — 53. 12).
Título
Jeremías 1
de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, o sea, hasta la deportación de Jerusalén en el mes quinto.917
ORÁCULOS CONTRA JUDÁ Y JERUSALÉN
Durante el reinado de Joaquím, Jeremías dictó a Baruc "todas las palabras que el Señor le había
dicho" (36. 4), para que él las fijara por escrito. Los oráculos fueron leídos en presencia del rey, pero
este, a medida que los escuchaba, fue quemando el rollo en el que estaban escritos. Entonces Jeremías
volvió a dictar a Baruc aquellas mismas palabras, y además "fueron añadidas muchas otras" (36. 32).
Este rollo, que contenía las palabras pronunciadas por Jeremías antes del 605 a. C., constituye
sin duda la base de los materiales agrupados en los caps. 1-25. Pero en esta sección se han incluido
también otros textos de épocas posteriores, en especial las "Confesiones" del profeta, como asimismo
algunos pasajes en prosa. Estos últimos, si bien no son la obra personal de Jeremías, expresan al
menos su pensamiento, tal como fue reinterpretado por la llamada "escuela deuteronomista".
COMIENZO DE LA PREDICACIÓN DE JEREMÍAS
En los primeros años de su actividad profética, Jeremías denuncia con tono apasionado la
corrupción moral y religiosa de Judá. El profeta apostrofa rudamente a sus oyentes (2. 23-25) y los
llama a una sincera conversión, que él quisiera hacer brotar de lo más hondo de los corazones, porque
muy pronto comprende que de nada vale reformar las instituciones si no cambia el corazón (3. 22; 4.
1-4). En su lenguaje se refleja la influencia de Oseas, que ya un siglo antes había expresado la
relación del Señor con su Pueblo mediante la imagen del amor conyugal. Con el mismo acendrado
lirismo, Jeremías evoca la historia del Éxodo para mostrar que Israel había perdido el contacto con
sus orígenes. Los tiempos de la marcha por el desierto tenían todo el encanto del "primer amor" (2. 2-
3). Pero apenas entró en la Tierra prometida, el Pueblo contaminó el suelo con sus ídolos. Como una
esposa infiel, abandonó al Señor, la "fuente de agua viva", para cavarse "cisternas agrietadas"
incapaces de retener el agua (2. 13).
Una sola cosa preocupa por el momento a Jeremías: hacer que Judá se convierta al Señor antes
de que sea demasiado tarde. Pero el pueblo y sus dirigentes están más endurecidos que la roca (5. 3) y
han perdido la capacidad de escuchar la Palabra de Dios (4. 4; 6. 10). Por eso, el profeta se ve
obligado a predecir el castigo que desearía evitarles. En varios poemas de extraordinaria fuerza
evocadora, anuncia la llegada de un ejército que viene del Norte, destruyéndolo todo a su paso (1. 14-
15; 4. 5-31; 6. 1-30). Este misterioso invasor no tiene por el momento un rostro bien definido. Su
verdadero nombre se revelará más tarde, cuando las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia, estén
a las puertas de Jerusalén.
Vocación de Jeremías
4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses, te tenía
consagrado: yo profeta de las naciones te constituí.
6 Yo dije: «¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy un muchacho.»
7 Y me dijo Yahveh: No digas: «Soy un muchacho», pues adondequiera que yo te envíe irás, y
palabras en tu boca.918
10 Desde hoy mismo te doy autoridad sobre las gentes y sobre los reinos para extirpar y destruir,
esta tierra.
15 Porque en seguida llamo yo a todas las familias reinos del norte - oráculo de Yahveh - y
vendrán a instalarse a las mismas puertas de Jerusalén, y frente a todas sus murallas en torno, y
contra todas las ciudades de Judá,
16 a las que yo sentenciaré por toda su malicia: por haberme dejado a mí para ofrecer incienso a
Jeremías 2
por el desierto, por la estepa y la paramera, por tierra seca y sombría, tierra por donde nadie pasa y
en donde nadie se asienta?»
7 Luego os traje a la tierra del vergel, para comer su fruto y su bien. Llegasteis y ensuciasteis mi
pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles
andaban.923
9 Por eso, continuaré litigando con vosotros - oráculo de Yahveh - y hasta con los hijos de
cuenta te tiene encaminarte a Asur para beber las aguas del Río?926
19 Que te enseñe tu propio daño, que tus apostasías te escarmienten; reconoce y ve lo malo y
amargo que te resulta el dejar a Yahveh tu Dios y no temblar ante mí - oráculo del Señor Yahveh
Sebaot -.
Los pecados de idolatría
20 Oh tú, que rompiste desde siempre el yugo y, sacudiendo las coyundas, decías: «¡No serviré!»,
tú, que sobre todo otero prominente y bajo todo árbol frondoso estabas yaciendo, prostituta.
21 Yo te había plantado de la cepa selecta, toda entera de simiente legítima. Pues ¿cómo te has
Valle! Reconoce lo que has hecho, camellita liviana que trenza sus derroteros,928
24 irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro, ¿quién lo calmará?
una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces, dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»?
32 ¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi pueblo sí que me ha
te avergonzaste de Asur.
37 También de ésta saldrás con las manos en la cabeza. Porque Yahveh ha rechazado aquello en
que confías, y no saldrás bien de ello.
Llamado a la conversión
Jeremías 3
ella sobre cualquier monte elevado y bajo cualquier árbol frondoso, fornicando allí.
7 En vista de lo que había hecho, dije: «No vuelvas a mí.» Y no volvió. Vio esto su hermana Judá,
la pérfida;
8 vio que a causa de todas las fornicaciones de Israel, la apóstata, yo la había despedido dándole
su carta de divorcio; pero no hizo caso su hermana Judá, la pérfida, sino que fue y fornicó también
ella,
9 tanto que por su liviandad en fornicar manchó la tierra, y fornicó con la piedra y con el leño.
10 A pesar de todo, su hermana Judá, la pérfida, no se volvió a mí de todo corazón, sino
estará airado mi semblante contra vosotros, porque piadoso soy - oráculo de Yahveh - no guardo
rencor para siempre.
13 Tan sólo reconoce tu culpa, pues contra Yahveh tu Dios te rebelaste, frecuentaste a extranjeros
uno a uno de cada ciudad, y por parejas de cada familia, y os traeré a Sión.
15 Os pondré pastores según mi corazón que os den pasto de conocimiento y prudencia.
16 Y luego, cuando seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en aquellos días - oráculo de Yahveh
oráculo de Yahveh.
21 Voces sobre los calveros se oían: rogativas llorosas de los hijos de Israel, porque torcieron su
se salva Israel!
24 La Vergüenza se comió la laceria de nuestros padres desde nuestra mocedad: sus ovejas y
Yahveh nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres desde nuestra mocedad hasta hoy,
y no escuchamos la voz de Yahveh nuestro Dios.
Jeremías 4
1 ¡Si volvieras, Israel!, oráculo de Yahveh, ¡si a mí volvieras!, si quitaras tus Monstruos
abominables, y de mí no huyeras!
2 Jurarías: «¡Por vida de Yahveh!» con verdad, con derecho y con justicia, y se bendecirían por él
sobre cardos.
4 Circuncidaos para Yahveh y extirpad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y
habitantes de Jerusalén; no sea que brote como fuego mi saña, y arda y no haya quien la apague, en
vista de vuestras perversas acciones.
Invasión del enemigo del Norte
5 Avisad en Judá y que se oiga en Jerusalén. Tañed el cuerno por el país, pregonad a voz en grito:
¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes!
6 ¡Izad bandera hacia Sión! ¡Escapad, no os paréis! Porque yo traigo una calamidad del norte y un
quebranto grande.
7 Se ha levantado el león de su cubil, y el devorador de naciones se ha puesto en marcha: salió de
su lugar para dejar la tierra desolada. Tus ciudades quedarán arrasadas, sin habitantes.
8 Por ende, ceñíos de sayal, endechad y plañid: - «¡No; no se va de nosotros la ardiente ira de
Yahveh!»
9 Sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que se perderá el ánimo del rey y el de los príncipes,
se pasmarán los sacerdotes, y los profetas se espantarán.
10 Y yo digo: «¡Ay, Señor Yahveh! ¡Cómo embaucaste a este pueblo y a Jerusalén diciendo: “Paz
tendréis”, y ha penetrado la espada hasta el alma!»
11 En aquella sazón se dirá a este pueblo y a Jerusalén: - Un viento ardiente viene por el desierto,
camino de la hija de mi pueblo, no para beldar, ni para limpiar.
12 Un viento lleno de amenazas viene de mi parte. Ahora me toca a mí alegar mis razones
respecto a ellos.
13 Ved cómo se levanta cual las nubes, como un huracán sus carros, y ligeros más que águilas sus
El veredicto de Dios
22 - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas necias son, carecen de talento.
Jeremías 5
1 Recorred las calles de Jerusalén, mirad bien y enteraos; buscad por sus plazas, a ver si topáis
con ellos, pero no quisieron aprender. Endurecieron sus caras más que peñascos, rehusaron
convertirse.
4 Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino de Yahveh, el derecho de su
Dios.
5 Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen el camino de Yahveh, el
derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían quebrado el yugo y arrancado las coyundas.
6 Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destrozará, el leopardo
acechará sus ciudades: todo el que saliere de ellas será despedazado. - Porque son muchas sus
rebeldías, y sus apostasías son grandes.
La actitud del Señor ante la infidelidad de su Pueblo
7 ¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron por el no - dios. Yo los
La eficacia de la palabra profética
10 Escalad sus murallas, destruid, mas no acabéis con ella. Quitad sus sarmientos porque no son
de Yahveh.
11 Porque bien me engañaron, la casa de Judá y la casa de Israel - oráculo de Yahveh -.
12 Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos sobrevendrá daño alguno, ni espada ni
hambre veremos!
13 Cuanto a los profetas, el viento se los lleve, pues carecen de Palabra.» - Así les será hecho.
14 Por tanto, así dice Yahveh, el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos tal palabra, he aquí que yo
pongo las mías en tu boca como fuego, y a este pueblo como leños, y los consumirá.
Anuncio del castigo divino
15 He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh casa de Israel! - oráculo de
Yahveh -; una nación que no mengua, nación antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no
entiendes los que habla;
16 cuyo carcaj es como tumba abierta: todos son valientes.
17 Comerá tu mies y tu pan, comerá a tus hijos e hijas, comerá tus ovejas y vacas, comerá tus
viñas e higueras; con la espada destruirá tus plazas fuertes en que confías.
18 Por lo demás, en los días aquellos - oráculo de Yahveh - todavía no acabaré con vosotros.
19 - Y cuando dijereis: «¿Por qué nos hace Yahveh nuestro Dios todo esto?», les dirás: «Lo
mismo que me dejasteis a mí y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extraños
en una tierra no vuestra.»
Consecuencias del pecado sobre el orden de la creación
20 Anunciad esto a la casa de Jacob y hacedlo oír en Judá:
21 - Ea, oíd esto, pueblo necio y sin seso - tienen ojos y no ven, orejas y no oyen -:
22 ¿A mí no me temeréis? - oráculo de Yahveh -, ¿delante de mí no temblaréis, que puse la arena
por término al mar, límite eterno, que no traspasará? Se agitará, mas no lo logrará; mugirán sus olas,
pero no pasarán.
23 Pero este pueblo tiene un corazón traidor y rebelde: traicionaron llegando hasta el fin.
24 Y no se les ocurrió decir: «Ea, temamos a Yahveh nuestro Dios, que da la lluvia tempranera y
la tardía a su tiempo; que nos garantiza las semanas que regulan la siega.»
25 Todo esto lo trastornaron vuestras culpas y vuestros pecados os privaron del bien.
La corrupción de las clases dirigentes
26 Porque se encuentran en mi pueblo malhechores: preparan la red, cual paranceros montan
enriquecieron,
28 engordaron, se alustraron. Ejecutaban malas acciones. La causa del huérfano no juzgaban y el
alma?
30 Algo pasmoso y horrendo se ha dado en la tierra:
31 los profetas profetizaron con mentira, y los sacerdotes dispusieron a su guisa. Pero mi pueblo
Jeremías 6
1 Escapad, hijos de Benjamín, de dentro de Jerusalén, en Técoa tañed el cuerno, y sobre Bet
Hakkérem izad bandera, porque una desgracia amenaza del norte y un quebranto grande.934
2 ¿Acaso a una deliciosa pradera te comparas, hija de Sión?
3 A ella vienen pastores con sus rebaños, han montado las tiendas, junto a ella en derredor, y
en tierra despoblada.
La ira del Señor
9 Así dice Yahveh Sebaot: Busca, rebusca como en una cepa en el resto de Israel; vuelve a pasar
sonrojarse, tampoco supieron; por tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite -
dice Yahveh.
La ruina de Israel, fruto de sus rebeldías
16 Así dice Yahveh: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos, cuál
es el camino bueno, y andad por él, y encontraréis sosiego para vuestras almas. Pero dijeron: «No
vamos.»
17 Entonces les puse centinelas: «¡Atención al toque de cuerno!» Pero dijeron: «No
atendemos.»935
18 Por tanto, oíd, naciones, y conoce, asamblea, lo que vendrá sobre ellos;
19 oye, tierra: He aquí que traigo desgracia a este pueblo, como fruto de sus pensamientos,
porque a mis razones no atendieron, y por lo que respecta a mi Ley, la desecharon.
20 - ¿A qué traerme incienso de Seba y canela fina de país remoto? Ni vuestros holocaustos me
son gratos, ni vuestros sacrificios me complacen.936
21 Por tanto, así dice Yahveh: Mirad que pongo a este pueblo tropiezos y tropezarán en ellos
único, una endecha amarguísima, porque en seguida viene el saqueador sobre nosotros.
El profeta, examinador del pueblo
27 - A ti te puse en mi pueblo por inquisidor sagaz para que examinaras y probaras su conducta.
28 - Todos ellos son rebeldes que andan difamando; bronce y hierro; todos son degenerados.
29 Jadeó el fuelle, el plomo se consumió por el fuego. En vano afinó el afinador, porque la ganga
no se desprendió.
30 Serán llamados «plata de desecho», porque Yahveh los desechó.
ORÁCULOS PRONUNCIADOS SOBRE TODO EN
TIEMPOS DE JOAQUÍM
Con la trágica muerte del rey Josías (609 a. C.), que puso fin a la reforma inspirada en la
legislación deuteronómica (2 Rey. 22.3 — 23. 27), comienza para Jeremías una etapa difícil. Joaquím,
el nuevo soberano de Judá, es un monarca fastuoso y despótico, preocupado únicamente por
embellecer su palacio (22. 13-17). El reino atraviesa por un período de relativa calma, que favorece la
decadencia moral y espiritual. A esto se suma la falsa seguridad del pueblo, que considera
inconmovibles sus instituciones políticas y religiosas. Entonces Jeremías se lanza a echar por tierra
esa falsa seguridad. Todos los privilegios de Israel —la Alianza, la Ciudad santa, la realeza, el
sacerdocio, el culto y la circuncisión— son signos ilusorios si faltan la justicia y el "conocimiento"
del Señor. Hasta el mismo Templo, que se consideraba inviolable, será destruido si la nación entera no
cambia de conducta (7. 12-15). La audacia de este anuncio pone a Jeremías al borde de la muerte y
sólo puede escapar gracias a la intervención de un alto funcionario (cap. 26).
El rechazo de que es objeto y la perspectiva de la ruina nacional lo llevan a poner en duda el
sentido de su misión. El profeta deja entrever la hondura de su drama interior en un conjunto de
poemas sin paralelo en toda la Biblia, conocidos como las "Confesiones de Jeremías" (11.18 - 12.6;
15. 10-21; 17. 12-18; 18. 18-23; 20. 7-18). En esta especie de diario íntimo, él da libre cauce a su
dolor, expresa su decepción, su soledad, sus angustias y sus temores. Cansado de una lucha
aparentemente estéril, no puede soportar más el peso de su amarga tarea y trata por todos los medios
de sacársela de encima. Pero su esfuerzo es inútil, porque un impulso más fuerte que él lo obliga a
seguir adelante a pesar de todo (20. 9).
Anuncio de la destrucción del Templo
Jeremías 7
1937 Palabra que llegó de parte de Yahveh a Jeremías:
2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta palabra. Dirás: Oíd la palabra
de Yahveh, todo Judá, los que entráis por estas puertas a postraros ante Yahveh.
3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de obras, y yo haré que os
Yahveh es éste!»938
5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente hacéis justicia mutua
6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no vertéis sangre inocente en este lugar),
ni andáis en pos de otros dioses para vuestro daño,
7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres desde
Efraím.941
Contra los cultos idolátricos
16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria ni oración, ni me insistas,
porque no te oiré.
17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las calles de Jerusalén?
18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres amasan para hacer tortas a la
sobre hombres y bestias bestias, sobre los árboles del campo y el fruto del suelo; arderá y no se
apagará.
Contra el culto puramente exterior
21 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel. Añadid vuestros holocaustos a vuestros sacrificios y
comeos la carne.
22 Que cuando yo saqué a vuestros padres del país de Egipto, no les hablé ni les mandé nada
pueblo, y seguiréis todo camino que yo os mandare, para que os vaya bien.»943
24 Mas ellos no escucharon ni prestaron el oído, sino que procedieron en sus consejos según la
padres.
27 Les dirás, pues, todas estas palabras, mas no te escucharán. Les llamarás y no te responderán.
28 Entonces les dirás: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahveh su Dios, ni ha
hijos e hijas en el fuego, cosa que nos les mandé ni me pasó por las mientes.945
32 Por tanto, he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que no se hablará más de Tófet, ni
del valle de Ben Hinnom, sino del “valle de la Matanza”. Se harán enterramientos en Tófet por falta
de sitio,
33 y los cadáveres de este pueblo servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra, sin que haya quien las espante.
34 Suspenderé en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén toda voz de gozo y alegría, la
voz del novio y la voz de la novia; porque toda la tierra quedará desolada.
El castigo de los idólatras
Jeremías 8
1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - sacarán de sus tumbas los huesos de los reyes de Judá,
los huesos de sus príncipes, los huesos de los sacerdotes, los huesos de los profetas y los huesos de
los moradores de Jerusalén,
2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército celeste a quienes amaron y sirvieron, a
quienes siguieron, consultaron y adoraron, para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán
estiércol sobre la haz de la tierra.946
3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que subsistiere de este linaje malo
hecho?» Todos se extravían, cada cual en su carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la golondrina o la grulla observan
más grande todos andan buscando su provecho, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican
el fraude.
11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera, diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no
había paz.
12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron? ¡Avergonzarse, no se avergonzaron;
sonrojarse, tampoco supieron! Por tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite -
dice Yahveh -.
13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero no hay racimos en la vid ni
higos en la higuera, y están mustias sus hojas. Es que yo les he dado quien les despoje.
Fuga precipitada ante el avance del enemigo
14 - «¿Por qué nos quedamos tranquilos? ¡Juntaos, vamos a las plazas fuertes para enmudecer
allí, pues Yahveh nuestro Dios nos hace morir y nos propina agua envenenada, porque hemos pecado
contra Yahveh!
15 Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se presenta el miedo.
16 Desde Dan se deja oír. el resuello de sus caballos. Al relincho sonoro de sus corceles tembló la
tierra toda. Vendrán y comerán el país y sus bienes, la ciudad y sus habitantes.»
17 - Sí, he aquí que yo envío contra vosotros sierpes venenosas contra las que no existe
encantamiento, y os picarán - oráculo de Yahveh -.
Lamentación del profeta por la ruina de su pueblo
18 Sin remedio el dolor me acomete, el corazón me falla;
19 he aquí el grito lastimero de la hija de mi pueblo desde todos los rincones del país: «¿No está
Yahveh en Sión? ¿su Rey no mora ya en ella? (¿Por qué me han irritado con sus ídolos, con esas
Vanidades traídas del extranjero?)947
20 La siega pasó, el verano acabó, mas nosotros no estamos a salvo.»
21 Me duele el quebranto de la hija de mi pueblo; estoy abrumado, el pánico se apodera de mí.
22 ¿No hay sandáraca en Galaad?, ¿no quedan médicos allí? Pues ¿cómo es que no llega el
Jeremías 9
1 ¡Quién me diese en el desierto una posada de caminantes, para poder dejar a mi pueblo y
alejarme de su compañía! Porque todos ellos son adúlteros, un hatajo de traidores
2 que tienden su lengua como un arco. Es la mentira, que no la verdad, lo que prevalece en esta
pervertido, incapaces
5 de convertirse. Fraude por fraude, engaño por engaño, se niegan a reconocer a Yahveh.
6 Por ende, así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo voy a afinarlos y probarlos; mas ¿cómo haré
vuestras hijas esta lamentación, y las unas a las otras esta elegía:
20 «La muerte ha trepado por nuestras ventanas, ha entrado en nuestros palacios, barriendo de la
campo, como manojos detrás del segador, y no hay quien los reúna.»
La verdadera sabiduría
22 Así dice Yahveh: No se alabe el sabio por su sabiduría, ni se alabe el valiente por su valentía,
hago merced, derecho y justicia sobre la tierra, porque en eso me complazco - oráculo de Yahveh
-.949
La falsa circuncisión
24 He aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que he de visitar a todo circuncidado que
sólo lo sea en su carne:
25 a Egipto, Judá, Edom y a los hijos de Ammón, a Moab, y a todos los de sien rapada, los que
moran en el desierto. Porque todas estas gentes lo son. Pero también los de la casa de Israel son
incircuncisos de corazón.950
Los ídolos y el Dios viviente
Jeremías 10
sabios de las naciones y entre todos sus reinos no hay nadie como tú.
8 Todos a la par son estúpidos y necios: lección de madera la que dan los ídolos.
9 Plata laminada, de Tarsis importada, y oro de Ofir; hechura de maestro y de manos de platero
de la tierra. El hace los relámpagos para la lluvia y saca el viento de sus depósitos.
14 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo todo platero, porque sus
Jeremías 11
alianza
4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de Egipto, del crisol de hierro, diciéndoles:
«Oíd mi voz y obrad conforme a lo que os he mandado; y así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro
Dios,
5 en orden a cumplir el juramento que hice a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche
corazón malo. Y así he aplicado contra ellos todos los términos de dicha alianza que les mandé
cumplir y no lo hicieron.»
9 Y me dijo Yahveh: Se ha descubierto una conjura entre los hombres de Judá y entre los
habitantes de Jerusalén.
10 Han reincidido en las culpas de sus mayores, que rehusaron escuchar mis palabras: se han ido
en pos de otros dioses para servirles; han violado la casa de Israel y la casa de Judá mi alianza, que
pacté con sus padres.
11 Por ende, así dice Yahveh: He aquí que yo les traigo una desgracia a la que no podrán hurtarse;
Jerusalén, otros tantos altares a la Vergüenza, otros tantos altares hay de Baal.
14 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo, ni eleves por ellos plegaria ni oración, porque no he
maquinaciones.
19 Y yo que estaba como cordero manso llevado al matadero, sin saber que contra mí tramaban
sean visitados.
La prosperidad de los malvados
Jeremías 12
1 Tu llevas la razón, Yahveh, cuando discuto contigo, no obstante, voy a tratar contigo un punto
de justicia. ¿Por qué tienen suerte los malos, y son felices todos los felones?955
2 Los plantas, y enseguida arraigan, van a más y dan fruto. Cerca estás tú de sus bocas, pero lejos
de sus riñones.
3 En cambio a mí ya me conoces, Yahveh; me has visto y has comprobado que mi corazón está
contigo. Llévatelos como ovejas al matadero, y conságralos para el día de la matanza.
4 (¿Hasta cuándo estará de luto la tierra y la hierba de todo el campo estará seca? Por la maldad
de los que moran en ella han desaparecido bestias y aves.) Porque han dicho: «No ve Dios nuestros
senderos.»
5 - Si con los de a pie corriste y te cansaron, ¿cómo competirás con los de a caballo? Y si en
tierra abierta te sientes seguro. ¿qué harás entre el boscaje del Jordán?
6 Porque incluso tus hermanos y la casa de tu padre, ésos también te traicionarán y a tus espaldas
eso la aborrecí.
9 ¿Es por ventura un pájaro pinto mi heredad? Las rapaces merodean sobre ella. ¡Andad, juntaos,
fieras todas del campo: id al yantar!
10 Entre muchos pastores destruyeron mi viña, hollaron mi heredad, trocaron mi mejor campa en
un yermo desolado.
11 La convirtieron en desolación lamentable, en inculta para mí. Totalmente desolado está todo el
precio a mi pueblo Israel, he aquí que yo los arranco de su solar. (Y a la casa de Judá voy a arrancarla
de en medio de ellos.)
15 Pero luego de haberlos arrancado, me volveré y les tendré lástima, y les haré retornar, cada
de Yahveh!» - lo mismo que ellos enseñaron a mi pueblo a jurar por Baal - serán restablecidos a la
par de mi pueblo.
17 Mas si no obedecen, arrancaré a aquella gente y arrancada quedará y la haré perecer - oráculo
de Yahveh -.
El simbolismo de la faja estropeada
Jeremías 13
1 Yahveh me dijo así: «Anda y cómprate una faja de lino y te la pones a la cintura, pero no la
metas en agua.»
2 Compré la faja, según la orden de Yahveh, y me la puse a la cintura.
3 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh por la segunda vez:
4 «Toma la faja que has comprado y que llevas a la cintura, levántate y vete al Eufrates y la
corazones y han ido en pos de otros dioses a servirles y adorarles, serán como esta faja que no vale
para nada.
11 Porque así como se pega la faja a la cintura de uno, de igual modo hice apegarse a mí a toda la
casa de Israel y a toda la casa de Judá - oráculo de Yahveh - con idea de que fuesen mi pueblo, mi
nombradía, mi loor y mi prez, pero ellos no me oyeron.
Los cántaros rotos
12 Diles este refrán: Así dice Yahveh, el Dios de Israel: «Todo cántaro se puede llenar de vino.»
Ellos te dirán: «¿No sabemos de sobra que todo cántaro se puede llenar de vino?»
13 Entonces les dices: «Pues así dice Yahveh: He aquí que yo lleno de borrachera a todos los
habitantes de esta tierra, a los reyes sucesores de David en el trono, a los sacerdotes y profetas y a
todos los habitantes de Jerusalén,
14 y los estrellaré, a cada cual contra su hermano, padres e hijos a una - oráculo de Yahveh - sin
que piedad, compasión y lástima me quiten de destruirlos.»
Una última advertencia
15 Oíd y escuchad, no seáis altaneros, porque habla Yahveh.
16 Dad gloria a vuestro Dios Yahveh antes que haga oscurecer, y antes que se os vayan los pies
sobre la sierra oscura, y esperéis la luz, y él la haya convertido en negrura, la haya trocado en
tiniebla densa.
17 Pero si no le oyereis, en silencio llorará mi alma por ese orgullo, y dejarán caer mi ojos
diadema preciosa.959
19 Las ciudades del Négueb están cercadas, y no hay quien abra. Todo Judá es deportado,
deportado en masa.
Amenaza contra Jerusalén
20 Alza tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está la grey que se te dio,
Jeremías 14
espada, ni tendréis hambre, sino que voy a daros paz segura en este lugar.»
14 Y me dijo Yahveh: «Mentira profetizan esos profetas en mi nombre. Yo no les he enviado ni
dado instrucciones, ni les he hablado. Visión mentirosa, augurio fútil y delirio de sus corazones os
dan por profecía.
15 Por tanto, así dice Yahveh: Tocante a los profetas que profetizan en mi nombre sin haberles
enviado yo, y que dicen: No habrá espada ni hambre en este país, con espada y con hambre serán
rematados los tales profetas,
16 y el pueblo al que profetizan yacerá derribado por las calles de Jerusalén, por causa del
hambre y de la espada, y no habrá sepulturero para ellos ni para sus mujeres, sus hijos y sus hijas;
pues volcaré sobre ellos mismos su maldad.»
Lamentación y nueva súplica del profeta
17 Les dirás esta palabra: Dejen caer mis ojos lágrimas de noche y de día sin parar, porque de
quebranto grande es quebrantada la doncella, hija de mi pueblo, de golpe gravísimo,
18 Si salgo al campo encuentro heridos de espada; y si entro en la ciudad, encuentro desfallecidos
de hambre. Y aun el mismo profeta, aun el mismo sacerdote andan errantes por el país y nada saben.
19 - ¿Es que has desechado a Judá? ¿o acaso de Sión se ha hastiado tu alma? ¿Por qué nos has
herido, que no tenemos cura? Esperábamos paz, y no hubo bien alguno; el tiempo de la cura, y se
presenta el miedo.
20 Reconocemos, Yahveh, nuestras maldades, la culpa de nuestros padres; que hemos pecado
contra ti.
21 No desprecies, por amor de tu Nombre, no deshonres la sede de tu Gloria. Recuerda, no anules
tu alianza con nosotros.
22 ¿Hay entre las Vanidades gentílicas quienes hagan llover? ¿o acaso los cielos dan de suyo la
llovizna? ¿No eres tú mismo, oh Yahveh? ¡Dios nuestro, esperamos en ti, porque tú hiciste todas estas
cosas!
La irrevocable decisión divina
Jeremías 15
1 Y me dijo Yahveh: Aunque se me pongan Moisés y Samuel por delante, no estará mi alma por
la muerte; quien para la espada, a la espada; quien para el hambre, al hambre, y quien para el
cautiverio, al cautiverio.
3 Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de males) - oráculo de Yahveh -: la espada para
degollar, los perros para despedazar, las aves del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar.
4 Los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra, por culpa de Manasés, hijo de
jóvenes guerreros al saqueador en el pleno mediodía. He hecho caer sobre ellos de pronto sobresalto
y alarma.
9 Mal lo pasó la madre de siete hijos: exhalaba el alma, se puso su sol siendo aún de día, se
avergonzó y se abochornó. Y lo que queda de ellos, a la espada voy a entregarlo delante de sus
enemigos - oráculo de Yahveh -.
Amarga queja de Jeremías
10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz varón discutido y debatido por todo el país! Ni les
debo, ni me deben, ¡pero todos me maldicen!
11 Di, Yahveh, si no te he servido bien: intercedí ante ti por mis enemigos en el tiempo de su mal
y de su apuro.
12 ¿Se mella el hiero, el hierro del norte, y el bronce?
13 Tu haber y tus tesoros al pillaje voy a dar gratis, por todos tus pecados en todas tus fronteras,
14 y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces, porque un fuego ha saltado en mi
ira que sobre vosotros estará encendido.
15 Tú lo sabes. Yahveh, acuérdate de mí, visítame y véngame de mis perseguidores. No dejes que
por alargarse tu ira sea yo arrebatado. Sábelo: he soportado por ti el oprobio.
16 Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de
corazón, porque se me llamaba por tu Nombre Yahveh, Dios Sebaot.
17 No me senté en peña de gente alegre y me holgué: por obra tuya, solitario me senté, porque de
rabia me llenaste.
18 ¿Por qué ha resultado mi penar perpetuo, y mi herida irremediable, rebelde a la medicina?
¡Ay! ¿serás tú para mí como un espejismo, aguas no verdaderas?
La respuesta del Señor
19 Entonces Yahveh dijo así: Si te vuelves por que yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si
sacas lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos.
20 Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable. Y pelearán contigo, pero
no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y salvarte - oráculo de Yahveh -.964
21 Te salvaré de mano de los malos y te rescataré del puño de esos rabiosos.
Jeremías llamado a vivir una vida solitaria
Jeremías 16
países a donde los arrojara!» Pues yo los devolveré a su solar, que di a sus padres.967
Otro anuncio de la invasión
16 He aquí que envío a muchos pescadores - oráculo de Yahveh - y los pescarán. Y luego de esto
enviaré a muchos cazadores, y los cazarán de encima de cada monte y de cada cerro y de los
resquicios de las peñas.
17 Porque mis ojos están puestos sobre todos sus caminos: no se me ocultan, ni se zafa su culpa
mi nombre es Yahveh.968
El pecado de Judá y su castigo
Jeremías 17
1 El pecado de Judá está escrito con buril de hierro; con punta de diamante está grabado sobre la
altos,969
3 mi monte, en la campiña. Tu haber y todos tus tesoros al pillaje voy a dar, en pago por todos tus
se aparta en su corazón.970
6 Pues es como el tamarisco en la Arabá, y no verá el bien cuando viniere. Vive en los sitios
quemados del desierto, en saladar inhabitable.
7 Bendito sea aquel que fía en Yahveh, pues no defraudará Yahveh su confianza.
8 Es como árbol plantado a las orillas del agua, que a la orilla de la corriente echa sus raíces. No
temerá cuando viene el calor, y estará su follaje frondoso; en año de sequía no se inquieta ni se retrae
de dar fruto.971
Dos proverbios: el enigma del corazón humano y las riquezas mal adquiridas
9 El corazón es lo más retorcido; no tiene arreglo: ¿quién lo conoce?
10 Yo, Yahveh, exploro el corazón, pruebo los riñones, para dar a cada cual según su camino,
yo. Trae sobre ellos el día aciago, y con doble quebrantamiento quebrántalos.
Exhortación a la observancia del sábado
19 Yahveh me dijo así: Ve y te paras a la puerta de los Hijos del pueblo, por la que entran los
reyes de Judá y por la que salen, y asimismo en todas las puertas de Jerusalén,
20 y les dices: Oíd la palabra de Yahveh, reyes de Judá, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén
que entráis por estas puertas.
21 Así dice Yahveh: «Guardaos, por vida vuestra, de llevar carga en día de sábado y meterla por
Jeremías 18
Yahveh -. Mirad que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, casa de
Israel.974
7 De pronto hablo contra una nación o reino, de arrancar, derrocar y perder;
8 pero se vuelve atrás de su mal aquella gente contra la que hablé, y yo también desisto del mal
estoy ideando contra vosotros cosa mala y pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada
cual de su mal camino y mejorad vuestra conducta y acciones.»
12 Pero van a decir: «Es inútil; porque iremos en pos de nuestros pensamientos y cada uno de
aquellos senderos de siempre, para irse por trochas, por camino no trillado.
16 Es para trocar su tierra en desolación, en eterna rechifla: todo el que pasare se asombrará de
ella y meneará la cabeza.
17 Como el viento solano los esparciré delante del enemigo. La espalda, que no la cara, les
mostraré el día de su infortunio.
Conspiración contra Jeremías
18 Entonces dijeron: «Venid y tramemos algo contra Jeremías, porque no va a faltarle la ley al
sacerdote, el consejo al sabio, ni al profeta la palabra. Venid e hirámosle por su propia lengua: no
estemos atentos a todas sus palabras.»976
19 Estáte atento a mí, Yahveh, y oye lo que dicen mis contrincantes.
20 ¿Es que se paga mal por bien? (Porque han cavado una hoya para mi persona.) Recuerda
cuando yo me ponía en tu presencia para hablar en bien de ellos, para apartar tu cólera de ellos.
21 Por tanto, entrega a sus hijos al hambre y desángralos a filo de espada; queden sus mujeres sin
hijos y viudas, sean sus varones asesinados, sus mancebos acuchillados en la guerra.
22 Oigase griterío en sus casas, cuando traigas sobre ellos pillaje repentino. Porque han cavado
una hoya para prenderme, y trampas han escondido para mis pies.
23 Pero tú, Yahveh, conoces todo su plan de muerte contra mí. ¡No disimules su culpa, no borres
de tu presencia su pecado! ¡Que caigan ante ti, al tiempo de tu ira, descarga en ellos!
El cántaro roto
Jeremías 19
1 Entonces Yahveh dijo a Jeremías: Ve y compras un jarro de cerámica; tomas contigo a algunos
Sebaot, el Dios de Israel: «He aquí que yo traigo sobre este lugar una desgracia, que a todo el que la
oyere le zumbarán los oídos.
4 Porque me han dejado, han hecho extraño este lugar y han incensado en él a otros dioses que ni
ellos ni sus padres conocían. Los reyes de Judá han llenado este lugar de sangre de inocentes,
5 y han construido los altos de Baal para quemar a sus hijos en el fuego, en holocausto a Baal, -
enemigos por mano de los que busquen su muerte; daré sus cadáveres por comida a las aves del cielo
y a las bestias de la tierra,
8 y convertiré esta ciudad en desolación y en rechifla: todo el que pase a su vera se quedará
prójimo, en el aprieto y la estrechez con que les estrecharán sus enemigos y los que busquen su
muerte.»
10 Luego rompes el jarro a la vista de los hombres que vayan contigo
11 y les dices: Así dice Yahveh Sebaot: «Asimismo quebrantaré yo a este pueblo y a esta ciudad,
como quien rompe un cacharro de alfarería, que ya no tiene arreglo. «Y se harán enterramientos en
Tófet, hasta que falte sitio para enterrar.
12 Así haré con este lugar - oráculo de Yahveh - y con sus habitantes, hasta dejar a esta ciudad lo
mismo que Tófet,
13 y que sean las casas de Jerusalén y las de los reyes de Judá como el lugar de Tófet: una
inmundicia; todas las casas en cuyas azoteas incensaron a toda la tropa celeste y libaron libación a
otros dioses.»
14 Partió Jeremías de Tófet a donde le había enviado Yahveh a profetizar y, parándose en el atrio
de la Casa de Yahveh, dijo a todo el pueblo:
15 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo traigo a esta ciudad y a todos sus
aledaños toda la calamidad que he pronunciado contra ella, porque ha atiesado su cerviz, desoyendo
mis palabras.»
Vaticinio contra el sacerdote Pasjur
Jeremías 20
1 El sacerdote Pasjur, hijo de Immer, que era inspector jefe de la Casa de Yahveh, oyó a Jeremías
profetizar dichas palabras.
2 Pasjur hizo dar una paliza al profeta Jeremías y le hizo meter en el calabozo de la Puerta Alta
de Benjamín - la que está en la Casa de Yahveh -.
3 Al día siguiente sacó Pasjur a Jeremías del calabozo. Díjole Jeremías: No es Pasjur el nombre
allegados, los cuales caerán por la espada de sus enemigos, y tus ojos lo estarán viendo. Y asimismo
a todo Judá entregaré en manos del rey de Babilonia, que los deportará a Babilonia y los
acuchillará.977
5 Y entregaré todas las reservas de esta ciudad y todo lo atesorado, todas sus preciosidades y
todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos de sus enemigos que los pillarán, los tomarán y se
los llevarán a Babilonia.
6 En cuanto a ti, Pasjur, y todos los moradores de tu casa, iréis al cautiverio. En Babilonia
entrarás, allí morirás y allí mismo serás sepultado tú y todos tus allegados a quienes has profetizado
en falso.»
El drama interior de Jeremías
7 Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir; me has agarrado y me has podido. He sido la
algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajada por ahogarlo, no podía.
10 Escuchaba las calumnias de la turba: «¡Terror por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!»
Todos aquellos con quienes me saludaba estaban acechando un traspiés mío: «¡A ver si se distrae, y le
podremos, y tomaremos venganza de él!»
11 Pero Yahveh está conmigo, cual campeón poderoso. Y así mis perseguidores tropezarán
impotentes; se avergonzarán mucho de su imprudencia: confusión eterna, inolvidable.
12 ¡Oh Yahveh Sebaot, juez de lo justo, que escrutas los riñones y el corazón!, vea yo tu venganza
contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
13 Cantad a Yahveh, alabad a Yahveh, porque ha salvado la vida de un pobrecillo de manos de
malhechores.
Imprecación contra el día de su nacimiento
14 ¡Maldito el día en que nací! ¡el día que me dio a luz mi madre no sea bendito!978
15 ¡Maldito aquel que felicitó a mi padre diciendo: «Te ha nacido un hijo varón», y le llenó de
alegría!
16 Sea el hombre aquel semejante a las ciudades que destruyó Yahveh sin que le pesara, y escuche
alaridos de mañana y gritos de ataque al mediodía.
17 ¡Oh, que no me haya hecho morir desde el vientre, y hubiese sido mi madre mi sepultura, con
seno preñado eternamente!
18 ¿Para qué haber salido del seno, a ver pena y aflicción, y a consumirse en la vergüenza mis
días?
INVECTIVAS CONTRA LOS REYES Y LOS FALSOS
PROFETAS
La colección de oráculos contra los reyes de Judá nos hace ver con qué libertad denunciaba
Jeremías a esos "ungidos del Señor", cuando ellos extraviaban a su pueblo y dejaban de "conocer" a
su Dios como lo había "conocido" Josías (22. 15-16). Al rey Joaquím le reprocha su despotismo y su
injusticia, y le predice un fin vergonzoso (22. 13-19). A su hijo Joaquín, llamado también Conías o
Jeconías, le anuncia que morirá en una tierra extranjera, sin que ninguno de sus hijos sea investido de
la dignidad real (22. 24-30). A Sedecías, el último de los reyes de Judá le responde que Jerusalén
caerá en poder del rey de Babilonia y será consumida por las llamas (21. 1-10). ¿Quiere decir
entonces que han caído en el vacío las promesas del Señor a la dinastía davídica? No, porque el Señor
suscitará a David un "vástago legítimo", que reunirá al "resto" disperso de todo Israel y establecerá el
reinado de la justicia y de la paz (23. 3-8).
Mucho más difícil fue el conflicto que enfrentó a Jeremías con los "falsos profetas". También
ellos se presentaban como heraldos del Señor y defendían sus predicciones con la misma convicción
que él (28. 1-11; 29. 21). ¿Cómo desenmascararlos ante el pueblo, siempre más propenso a dejarse
llevar por promesas engañosas que por los sombríos presagios del verdadero profeta? Jeremías no
oculta su desconcierto frente a esta situación (23. 9) y lucha por encontrar los criterios para discernir
la auténtica profecía de la falsa. Los falsos profetas llevan una vida indigna de los auténticos
portavoces del Señor (23. 11) y hacen que la impiedad se propague por todo el país (23. 14-15). Pero,
sobre todo, halagan los sentimientos del pueblo y le infunden un optimismo ilusorio, anunciando que
no pasará nada malo (23. 17), sin tener en cuenta que la conversión es la condición fundamental para
que se cumplan las promesas de la Alianza. Si realmente ellos anunciaran la Palabra de Dios, y no sus
propios sueños (23. 25-28), tendrían que hacer tomar conciencia al pueblo de la ruina que lo amenaza
por su infidelidad al Señor.
La respuesta al mensaje de Sedecías
Jeremías 21
1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, cuando el rey Sedecías mandó donde él a
A ver si nos hace Yahveh un milagro de los suyos, y aquél se retira de encima de nosotros.»
3 Díjoles Jeremías: «Así diréis a Sedecías:
4 Esto dice Yahveh, el Dios de Israel: Mirad que yo hago rebotar las armas que tenéis en las
manos y con las que os batís contra el rey de Babilonia y contra los caldeos que os cercan
extramuros, y las amontonaré en medio de esta ciudad.
5 Yo voy a batirme contra vosotros con mano fuerte y tenso brazo, con ira, con cólera y con
encono grande.
6 Heriré a los habitantes de esta ciudad, hombres y bestias, con una gran peste; ¡morirán!
7 Y tras de esto - oráculo de Yahveh - entregaré al rey de Judá, Sedecías, a sus siervos y al pueblo
que en esta ciudad quedare de la peste, de la espada y del hambre, en manos de Nabucodonosor, rey
de Babilonia, y en manos de sus enemigos y de los que buscan su muerte. El los herirá a filo de
espada. No les dará cuartel, ni les tendrá clemencia ni lástima.»
8 Y a ese pueblo le dirás: «Así dice Yahveh: Mirad que yo os propongo el camino de la vida y el
camino de la muerte.
9 Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste. El que salga y caiga en
manos de los caldeos que os cercan, vivirá, y eso saldrá ganando.
10 Porque me he fijado en esta ciudad para su daño, no para su bien - oráculo de Yahveh -: será
puesta en manos del rey de Babilonia, que la incendiará.»
Contra la casa real
11 A la casa real de Judá. ¡Oíd la palabra de Yahveh,
12 casa de David! Así dice Yahveh: Haced justicia cada mañana, y salvad al oprimido de mano del
opresor, so pena de que brote como fuego mi cólera, y arda y no haya quien apague, a causa de
vuestras malas acciones.
13 Mira que por ti va, población del valle, la Roca del Llano - oráculo de Yahveh -: vosotros, los
que decís: «¿Quién se nos echará encima? ¿quién entrará en nuestras guaridas?»979
14 (Yo os visitaré según el fruto de vuestras acciones - oráculo de Yahveh -.) Encenderé fuego en
Jeremías 22
1 Yahveh dijo así: Baja a la casa real de Judá y pronuncias allí estas palabras.
2 Dirás: Oye la palabra de Yahveh, tú, rey de Judá, que ocupas el trono de David, y tus servidores
casa reyes sucesores de David en el trono, montados en carros y caballos, junto con sus servidores y
su pueblo.
5 Mas si no oís estas palabras, por mí mismo os juro - oráculo de Yahveh - que en ruinas parará
esta casa.
6 Pues así dice Yahveh respecto a la casa real de Judá: Galaad eras tú para mí, cumbre del Líbano:
sirvieron.»
Contra varios reyes de Judá: contra Sallum
10 No lloréis al muerto ni plañáis por él: llorad, llorad por el que se va, porque jamás volverá ni
verá su patria.981
11 Pues así dice Yahveh respecto a Sallum, hijo de Josías, rey de Judá y sucesor de su padre
Josías en el reino, el cual salió de este lugar: «No volverá más aquí,982
12 sino que en el lugar a donde le deportaron, allí mismo morirá, y no verá jamás este país.»
Contra Yoyaquim
13 ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De su prójimo se sirve de balde
y su trabajo no le paga.
14 El que dice: «Voy a edificarme una casa espaciosa y pisos ventilados», y le abre sus
correspondientes ventanas; pone paneles de cedro y los pinta de rojo.
15 ¿Serás acaso rey porque seas un apasionado del cedro? Tu padre, ¿no comía y bebía? -
«También hizo justicia y equidad.» - Pues mejor para él.
16 «- Juzgó la causa del cuitado y del pobrecillo.» - Pues mejor. ¿No es esto conocerme? -
él: «¡Ay hermano mío!, ¡ay hermana mía!»; no plañirán por él: «¡Ay Señor!, ¡ay su Majestad!»984
19 El entierro de un borrico será el suyo: arrastrarlo y tirarlo fuera de las puertas de Jerusalén.
Contra la nación personificada
20 Sube al Líbano y clama, por Basán da voces y clama desde Abarim, porque han sido
quebrantados todos tus amantes.
21 Te había hablado en tu prosperidad. Dijiste: «No oigo.» Tal ha sido tu costumbre desde tu
mocedad, nunca oíste mi voz.
22 A todos tus pastores les pastoreará el viento, y tus amantes cautivos irán. Entonces sí que
estarás avergonzada y confusa de toda tu malicia.
23 Tú, que te asentabas en el Líbano, que anidabas en los cedros, ¡cómo suspirarás, en viniéndote
moriréis.
27 Pero a la tierra a donde anhelan volver, no volverán.
28 ¿Es algún trasto despreciable, roto, este individuo, Konías?; ¿quizá un objeto sin interés? Pues
entonces, ¿por qué han sido arrojados él y su prole, y echados a una tierra, que no conocían?
29 ¡Tierra, tierra, tierra! oye la palabra de Yahveh.
30 Así dice Yahveh: Inscribid a este hombre: «Un sin hijos, un fracasado en la vida»; porque
ninguno de su descendencia tendrá la suerte de sentarse en el trono de David y de ser jamás señor en
Judá.
Los malos pastores y el rey justo
Jeremías 23
1 ¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! - oráculo de
Yahveh -.
2 Pues así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a los pastores que apacientan a mi pueblo:
Vosotros habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis. Mirad que voy a
pasaros revista por vuestras malas obras - oráculo de Yahveh -.
3 Yo recogeré el Resto de mis ovejas de todas las tierras a donde las empujé, las haré tornar a sus
quedé como un borracho, como aquél a quien le domina el vino, por causa de Yahveh, por causa de
sus santas palabras.
10 «Porque de fornicadores se ha henchido la tierra. (A causa de una maldición se ha enlutado la
tierra, se han secado los pastos de la estepa.) Se ha vuelto la carrera de ellos mala y su esfuerzo no
recto.
11 Tanto el profeta como el sacerdote se han vuelto impíos; en mi misma Casa topé con su
Porque voy a traer sobre ellos una calamidad, al tiempo de su visita» - oráculo de Yahveh -.
13 En los profetas de Samaría, he observado una inepcia: profetizaban por Baal y hacían errar a
mi pueblo Israel.
14 Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad: fornicar y proceder con
falsía, dándose la mano con los malhechores, sin volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto
todos ellos cual Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra.
15 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí que les voy a dar de comer
ajenjo y les voy a dar de beber agua emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha
propagado la impiedad por toda la tierra.
16 Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan. Os están
embaucando. Os cuentan sus propias fantasías, no cosa de boca de Yahveh.
17 Dicen a los que me desprecian: «Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a todo el que camina en
cada cual a su vecino, como olvidaron sus padres mi Nombre por Baal?
28 Profeta que tenga un sueño, cuente un sueño, y el que tenga consigo mi palabra, que hable mi
palabra fielmente. ¿Qué tiene que ver la paja con el grano? - oráculo de Yahveh -.
29 ¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?
30 Pues bien, aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh - que se roban mis palabras el
uno al otro.
31 Aquí estoy yo contra los profetas - oráculo de Yahveh - que usan de su lengua y emiten
oráculo.
32 Aquí estoy yo contra los profetas que profetizan falsos sueños - oráculo de Yahveh - y los
cuentan, y hacen errar a mi pueblo con sus falsedades y su presunción, cuando yo ni les he enviado ni
dado órdenes, y ellos de ningún provecho han sido para este pueblo - oráculo de Yahveh -.
33 Y cuando te pregunte este pueblo - o un profeta o un sacerdote -. «¿Cuál es la carga de
Yahveh?» les dirás: «Vosotros sois la carga, y voy a dejaros en el suelo - oráculo de Yahveh -.»
34 Y el profeta, el sacerdote o cualquiera que dijere: «Una carga de Yahveh», yo me las entenderé
uno su propia palabra. Porque trastornáis las palabras del Dios vivo, Yahveh Sebaot nuestro Dios.
37 Así diréis al profeta: «¿Qué te ha respondido Yahveh?, ¿qué ha dicho Yahveh?»
38 Pero como habléis de «carga de Yahveh», entonces así dice Yahveh: «Por haber dicho eso de
carga de Yahveh por más que os avisé que no dijerais carga de Yahveh,
39 por lo mismo, he aquí que yo os levanto en alto y os dejo caer a vosotros y a la ciudad que os
Jeremías 24
1988 Hízome ver Yahveh, y he aquí que había un par de cestos de higos presentados delante del
Templo de Yahveh - esto era después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, hubo deportado de
Jerusalén al rey de Judá, Jeconías, hijo de Yoyaquim, a los principales de Judá y a los herreros y
cerrajeros de Jerusalén, y los llevó a Babilonia -.
2 Un cesto era de higos muy buenos, como los primerizos, y el otro de higos malos, tan malos
buenos; y los higos malos, muy malos, que no se dejan comer de puro malos.»
4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Así habla Yahveh, Dios de Israel: Como por estos higos buenos, así me interesaré en favor de
los desterrados de Judá que yo eché de este lugar al país de los caldeos.
6 Pondré la vista en ellos para su bien, los devolveré a este país, los reconstruiré para no
derrocarlos y los plantaré para no arrancarlos.
7 Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh, y ellos serán mi pueblo y yo seré su
Dios, pues volverán a mí con todo su corazón.
8 Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos - sí, así dice Yahveh -, así
haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de Jerusalén: a los que quedaren en este país, y a los
que están en el país de Egipto.989
9 Haré de ellos el espantajo, una calamidad, de todos los reinos de la tierra; el oprobio y el
Jeremías 25
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías tocante a todo el pueblo de Judá el año cuarto de Yoyaquim,
hijo de Josías, rey de Judá, - o sea el año primero de Nabucodonosor, rey de Babilonia -,990
2 la cual pronunció e profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a toda la población de
aplicasteis el oído),
5 diciendo: Ea, volveos cada cual de su mal camino y de sus malas acciones, y volveréis al solar
que os dio Yahveh a vosotros y a vuestros padres, desde siempre hasta siempre.
6 (No vayáis en pos de otros dioses para servirles y adorarles, no me provoquéis con las
hechuras de vuestras manos, y no os haré mal.)
7 Pero no me habéis oído (- oráculo de Yahveh - de suerte que con las hechuras de vuestras
manos me provocasteis, para vuestro mal).
8 Por eso, así dice Yahveh Sebaot: Puesto que no habéis oído mis palabras,
9 he aquí que yo mando a buscar a todos los linajes del norte (- oráculo de Yahveh - y a mi siervo
Nabucodonosor, rey de Babilonia), y los traeré contra esta tierra y contra sus moradores (y contra
todas estas gentes de alrededor); los anatematizaré y los pondré por pasmo, rechifla y ruinas eternos,
10 y haré desaparecer de ellos voz de gozo y voz de alegría, la voz del novio y la voz de la novia,
el ruido de la muela y la luz de la candela.
11 Será reducida toda esta tierra a pura desolación, y servirán estas gentes al rey de Babilonia
setenta años.991
12 (Luego, en cumpliéndose los setenta años, visitaré al rey de Babilonia y a dicha gente por su
escrito en este libro. Lo que profetizó Jeremías tocante a la generalidad de las naciones.992
INTRODUCCIÓN A LOS ORÁCULOS CONTRA LAS
NACIONES
El pasaje siguiente sirve de prólogo a los oráculos contra las naciones, contenidos en los caps.
46-51. En la versión griega de los Setenta, dichos oráculos se encuentran inmediatamente después de
25. 13a. Tal disposición parecer ser la original, ya que varias otras colecciones proféticas —como la
primera parte de Isaías, Ezequiel, Habacuc y Sofonías— presentan también una división tripartita,
que ubica las profecías contra las naciones entre los oráculos de amenaza y las promesas de salvación
para Israel.
La copa de la ira del Señor
14 (Pues también a ellos los reducirán a servidumbre muchas naciones y reyes grandes, y les
Yahveh:
18 (a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus principales, para trocarlo todo en
los reinos que hay sobre la haz de la tierra. (Y el rey de Sesak beberá después de ellos.)994
27 Y les dirás: Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Bebed, emborrachaos, vomitad, caed y
quedaréis impunes?: ¡no, no quedaréis!, porque a la espada llamo yo contra todos los habitantes de la
tierra - oráculo de Yahveh Sebaot -.
30 Tú, pues, les profetizas todas estas palabras y les dices: Yahveh desde lo alto ruge, y desde su
santa Morada da su voz. Ruge contra su aprisco: grita como los lagareros. A todos los habitantes de
la tierra
31 llega el eco, hasta el fin de la tierra. Porque pleitea Yahveh con las naciones y vence en juicio a
Jeremías 26
1995 Al principio del reinado de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías
esta palabra de Yahveh:
2 Así dice Yahveh: Párate en el patio de la Casa de Yahveh y habla a todas las ciudades de Judá,
que vienen a adorar en la Casa de Yahveh, todas las palabras que yo te he mandado hablarles, sin
omitir ninguna.
3 Puede que oigan y se torne cada cual de su mal camino, y yo me arrepentiría del mal que estoy
pensando hacerles por la maldad de sus obras.
4 Les dirás, pues: «Así dice Yahveh: Si no me oís para andar según mi Ley que os propuse,
5 oyendo las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío asiduamente (pero no habéis
hecho caso),
6 entonces haré con esta Casa como con Silo, y esta ciudad entregaré a la maldición de todas las
gentes de la tierra.»
7 Oyeron los sacerdotes y profetas y todo el pueblo a Jeremías decir estas palabras en la Casa de
Yahveh,
8 y luego que hubo acabado Jeremías de hablar todo lo que le había ordenado Yahveh que hablase
a todo el pueblo, le prendieron los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo diciendo: «¡Vas a morir!
9 ¿Por qué has profetizado en nombre de Yahveh, diciendo: “Como Silo quedará esta Casa, y esta
ciudad será arrasada, sin quedar habitante”?» Y se juntó todo el pueblo en torno a Jeremías en la Casa
de Yahveh.
10 Oyeron esto los jefes de Judá, y subieron de la casa del rey a la Casa de Yahveh, y se sentaron
muerte para este hombre, por haber profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros
propios oídos!»
12 Dijo Jeremías a todos los jefes y al pueblo todo: «Yahveh me ha enviado a profetizar sobre
esta Casa y esta ciudad todo lo que habéis oído.
13 Ahora bien, mejorad vuestros caminos y vuestras obras y oíd la voz de Yahveh vuestro Dios, y
faz de Yahveh, y se arrepintió Yahveh del daño con que les había amenazado? Mientras que nosotros
estamos haciéndonos mucho daño a nosotros mismos.»
20 Pero también hubo otro que decía profetizar en nombre de Yahveh - Urías hijo de Semaías de
Quiryat Yearim - el cual profetizó contra esta ciudad y contra esta tierra enteramente lo mismo que
Jeremías,
21 y oyó el rey Yoyaquim y todos sus grandes señores y jefes sus palabras, y el rey buscaba
Jeremías 27
1 (Al principio del reinado de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida esta palabra a
Sidón por medio de los embajadores que vienen a Jerusalén a ver a Sedecías, rey de Judá,997
4 y dales estas instrucciones para sus señores: «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Así
diréis a vuestros señores:
5 Yo hice la tierra, el hombre y las bestias que hay sobre la haz de la tierra, con mi gran poder y
sometan su cerviz al yugo del rey de Babilonia, con la espada, con el hambre y con la peste los
visitaré - oráculo de Yahveh - hasta acabarlos por medio de él.
9 Vosotros, pues, no oigáis a vuestros profetas, adivinos, soñadores, augures ni hechiceros que
os hablan diciendo: “No serviréis al rey de Babilonia”,
10 porque cosa falsa os profetizan para alejaros de sobre vuestro suelo, de suerte que yo os
arroje y perezcáis.
11 Pero la nación que someta su cerviz al yugo de Babilonia y le sirva, yo la dejaré tranquila en
su suelo - oráculo de Yahveh - y lo labrará y morará en él.»
12 A Sedecías, rey de Judá, le hablé en estos mismos términos, diciendo: «Someted vuestras
cervices al yugo del rey de Babilonia, servidle a él y a su pueblo, y quedaréis con vida.
13 (¿A qué morir tú y tu pueblo por la espada, el hambre y la peste, como ha amenazado Yahveh a
aquella nación que no sirva al rey de Babilonia?)
14 ¡No oigáis, pues, las palabras de los profetas que os dicen: “No serviréis al rey de Babilonia”,
falsamente; no sea que yo os arroje, y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.»
16 Y a los sacerdotes y a todo este pueblo les hablé diciendo: «Así dice Yahveh: No oigáis las
palabras de vuestros profetas que os profetizan diciendo: “He aquí que el ajuar de la Casa de Yahveh
va a ser devuelto de Babilonia en seguida”, porque cosa falsa os profetizan.
17 (No les hagáis caso. Servid al rey de Babilonia y quedaréis con vida. ¿Para qué ha de quedar
para que los objetos que quedaron en la Casa de Yahveh, en la casa del rey de Judá y en Jerusalén no
vayan a Babilonia.
19 Porque así dice Yahveh Sebaot de las columnas, del Mar, de las basas y de los demás objetos
Jeremías 28
1 Aconteció en aquel mismo año - al principio del reinado de Sedecías, rey de Judá, en el año
cuarto, en el mes quinto - que se dirigió a mí el profeta Jananías, hijo de Azzur, que era de Gabaón,
en la Casa de Yahveh, a vista de los sacerdotes y de todo el pueblo diciendo:
2 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He quebrado el yugo del rey de Babilonia.
3 Dentro de dos años completos yo hago devolver a este lugar todos los objetos de la Casa de
Yahveh que el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tomó de este lugar y llevó a Babilonia;
4 y a Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, y a todos los deportados de Judá que han ido a
Babilonia, yo les hago volver a este lugar - oráculo de Yahveh - en cuanto rompa el yugo del rey de
Babilonia.»
5 Dijo el profeta Jeremías al profeta Jananías, a vista de los sacerdotes y de todo el pueblo, que
estaban parados en la Casa de Yahveh;
6 dijo, pues, el profeta Jeremías: «¡Amen! Así haga Yahveh. Confirme Yahveh las palabras que
has profetizado, devolviendo de Babilonia a este lugar los objetos de la Casa de Yahveh, y a todos los
deportados.
7 Pero, oye ahora esta palabra que pronunció a oídos tuyos y de todo el pueblo:
8 Profetas hubo antes de mí y de ti desde siempre, que profetizaron a muchos países y a grandes
reinos la guerra, el mal y la peste.
9 Si un profeta profetiza la paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, se reconocerá que le
había enviado Yahveh de verdad.»
10 Entonces tomó el profeta Jananías el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías y lo rompió;
11 y habló Jananías delante de todo el pueblo: «Así dice Yahveh: Así romperé el yugo de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, dentro de dos años completos, de sobre la cerviz de todas las
naciones.» Y se fue el profeta Jeremías por su camino.
12 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en estos términos, después que el
profeta Jananías hubo roto el yugo de sobre la cerviz del profeta Jeremías:
13 «Ve y dices a Jananías: Así dice Yahveh: Yugo de palo has roto, pero tú lo reemplazarás por
yugo de hierro.
14 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Yugo de hierro he puesto sobre la cerviz de
todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le servirán (y también los
animales del campo le he dado...).»
15 Dijo también el profeta Jeremías al profeta Jananías: «Oye, Jananías: No te envió Yahveh, y tú
Jeremías 29
1 Este es el tenor de la carta que envió el profeta Jeremías desde Jerusalén al resto de los
ancianos de la deportación, a los sacerdotes, profetas y pueblo en general, que había deportado
Nabucodonosor desde Jerusalén a Babilonia
2 - después de salir de Jerusalén el rey Jeconías y la Gran Dama, los eunucos, los jefes de Judá y
Babilonia:
5 Edificad casas y habitadlas; plantad huertos y comed su fruto;
6 tomad mujeres y engendrad hijos e hijas; casad a vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos
ni vuestros adivinos, y no hagáis caso de vuestros soñadores que sueñan por cuenta propia,
9 porque falsamente os profetizan en mi Nombre. Yo no los he enviado - oráculo de Yahveh -.
10 «Pues así dice Yahveh: Al filo de cumplírsele a Babilonia setenta años, yo os visitaré y
confirmaré sobre vosotros mi favorable promesa de volveros a este lugar;
11 que bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros - oráculo de Yahveh -
recogeré de todas las naciones y lugares a donde os arrojé - oráculo de Yahveh - y os haré tornar al
sitio de donde os hice que fueseis desterrados).
15 «En cuanto a eso que decís: “Nos ha suscitado Yahveh profetas en Babilonia”,
16 así dice Yahveh del rey que se sienta sobre el solio de David y de todo el pueblo que se asienta
en esta ciudad, los hermanos vuestros que no salieron con vosotros al destierro;
17 así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo suelto contra ellos la espada, el hambre y la peste, y los
pondré como aquellos higos reventados,, tan malos que no se podían comer.
18 Los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los convertiré en espantajo para todos los
reinos de la tierra: maldición, pasmo, rechifla y oprobio entre todas las naciones a donde los arroje,
19 por cuanto que no oyeron las palabras - oráculo de Yahveh - que les envié por mis siervos los
Babilonia.
21 «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel, sobre Ajab, hijo de Colaías, y sobre Sedecías, hijo
de Maasías, que os profetizan falsamente en mi Nombre: He aquí que yo los pongo en manos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia; él los herirá ante vuestros ojos,
22 y de ellos tomarán esta maldición todos los deportados de Judá que se encuentran en
Babilonia: “Vuélvate Yahveh como a Sedecías y como a Ajab, a quienes asó al fuego el rey de
Babilonia”,
23 porque obraron con fatuidad en Jerusalén, cometieron adulterio con las mujeres de sus
prójimos y fingieron pronunciar en mi Nombre palabras que yo no les mandé. Yo soy sabedor y
testigo - oráculo de Yahveh -.»
Respuesta de Jeremías a la protesta de Semaías
24 Semaías el najlamita despachó en su propio nombre cartas (a todo el pueblo que hay en
Jerusalén) a Sofonías, hijo del sacerdote Maasías (y a todos los sacerdotes), diciendo:
26 «Yahveh te ha puesto por sacerdote en vez del sacerdote Yehoyadá como inspector en la Casa
de Yahveh de todos los locos y seudoprofetas: tú debes meterlos en los cepos y en el calabozo.
27 Pues entonces, ¿por qué no has sancionado a Jeremías de Anatot que se os hace pasar por
profeta?
28 Porque, en efecto, nos ha enviado a Babilonia un mensaje diciendo: “Es para largo. Edificad
por haberos profetizado sin haberle yo enviado, inspirándoos una falsa seguridad.
32 Sí, por cierto, así dice Yahveh: He aquí que yo voy a visitar a Semaías el najlamita y a su
descendencia. No habrá en ella ninguno que se siente en medio de este pueblo ni que vea el bien que
yo haga a mi pueblo - oráculo de Yahveh - porque predicó la desobediencia a Yahveh.»
PROMESAS DE RESTAURACIÓN: LA NUEVA
ALIANZA
La misión profética de Jeremías no consistió únicamente en "arrancar y derribar", sino también
en "edificar y plantar" (1. 10). En los largos años de su actividad, el profeta afrontó toda clase de
peligros para erradicar el mal que minaba la vida de su Pueblo. Pero Judá no supo responder a su
mensaje. El pecado tiene raíces tan hondas en el corazón humano, que el hombre con sus solas fuerzas
no puede liberarse de esa pesada esclavitud (13. 23; 17. 1). ¿Quiere decir entonces que Dios ha
fracasado en su designio de formarse un Pueblo fiel? Jeremías no se deja vencer por la desesperanza
y predice una futura intervención divina que transformará por completo las relaciones del Señor con
su Pueblo. Sobre las ruinas de la Alianza sellada en el Sinaí, Dios hará surgir una "Nueva Alianza",
que no será una mera restauración de la antigua, sino una nueva creación. La Ley ya no será letra
muerta, grabada en tablas de piedra, porque el Señor renovará el corazón de sus fieles para hacerlos
vibrar con sus propios sentimientos. Entonces Israel "conocerá" de veras al Señor y será realmente su
Pueblo (31. 31-34).
A fin de confirmar esta promesa, Jeremías realiza una acción simbólica. En pleno asedio de
Jerusalén, él adquiere el campo de un pariente cercano, para impedir que una propiedad familiar pase
a manos de terceros. La transacción se realiza en presencia de testigos (32. 6-10), y el profeta explica
este acto como un símbolo de la vida que iba a renacer después de la purificación del exilio (32. 11-
15).
Jeremías ignoraba cuándo y cómo se harían realidad estas promesas. El Nuevo Testamento nos
dice que esa Nueva Alianza de Dios con la humanidad quedó sellada de una vez para siempre con la
sangre de Jesús (Lc. 22. 20; Heb. 8. 7-13; 9. 15-23).
Introducción
Jeremías 30
1998 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh:
2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Escríbete todas las palabras que te he hablado en un libro.999
3 Pues he aquí que vienen días - oráculo de Yahveh - en que haré tornar a los cautivos de mi
pueblo Israel (y de Judá) - dice Yahveh - y les haré volver a la tierra que di a sus padres en posesión.
4 Estas son las palabras que dirigió Yahveh a Israel (y a Judá).
Evocación del Día del Señor
5 Así dice Yahveh: Voces estremecedoras oímos: ¡Pánico, y no paz!
6 Id a preguntar, y ved si pare el macho. Entonces ¿por qué he visto a todo varón con las manos
en las caderas, como la que da a luz, y todas las caras se han vuelto amarillas?
7 ¡Ay! porque grande es aquel día, sin semejante, y tiempo de angustia es para Jacob; pero de ella
quedará salvo.1000
Israel liberado para servir al Señor
8 (Acontecerá aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - que romperé el yugo de sobre tu cerviz y
tus coyundas arrancaré, y no te servirán más los extranjeros,
9 sino que Israel y Judá servirán a Yahveh su Dios y a David su rey, que yo les suscitaré.)
La curación de las heridas de Israel
10 Pero tú no temas, siervo mío Jacob - oráculo de Yahveh - ni desmayes, Israel, pues mira que
yo acudo a salvarte desde lejos y tu linaje del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y
estará tranquilo, y no habrá quien le inquiete,
11 pues contigo estoy yo - oráculo de Yahveh - para salvarte: pues acabaré con todas las naciones
entre las cuales te dispersé. pero contigo no acabaré; aunque sí te corregiré como conviene, ya que
impune no te dejaré.
12 Porque así dice Yahveh: Irremediable es tu quebranto, incurable tu herida.
13 Estás desahuciado; para una herida hay cura, para ti no hay remedio.
14 Todos tus amantes te olvidaron, por tu salud no preguntaron. Porque con herida de enemigo te
herí, castigo de hombre cruel, (por tu gran culpa, porque son enormes tus pecados).1001
15 ¿Por qué te quejas de tu quebranto? Irremediable es tu sufrimiento; por tu gran culpa, por ser
enormes tus pecados te he hecho esto.
16 No obstante todos los que te devoran serán devorados, y todos tus opresores, todos ellos, irán
al cautiverio; serán tus despojadores despojados, y a todos tus saqueadores los entregaré al saqueo.
17 Sí; haré que tengas alivio, de tus llagas te curaré - oráculo de Yahveh -. Porque «La
Repudiada» te llamaron. «Sión de la que nadie se preocupa».
Restauración de Sión y de sus instituciones
18 Así dice Yahveh: He aquí que yo hago volver a los cautivos de las tiendas de Jacob y de sus
mansiones me apiadaré; será reedificada la ciudad sobre su montículo de ruinas y el alcázar tal como
era será restablecido.
19 Y saldrá de entre ellos loor y voz de gente alegre; los multiplicaré y no serán pocos, los
sus opresores.
21 Será su soberano uno de ellos, su jefe de entre ellos saldrá, y le haré acercarse y él llegará
hasta mí, porque ¿quién es el que se jugaría la vida por llegarse hasta mí? - oráculo de Yahveh -.
22 Y vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios.
El Juicio del Señor
23 Mirad que una tormenta de Yahveh ha estallado, un torbellino remolinea: sobre la cabeza de
Jeremías 31
1 En aquel tiempo - oráculo de Yahveh - seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán
mi pueblo.
2 Así dice Yahveh: Halló gracia en el desierto el pueblo que se libró de la espada: va a su
descanso Israel.1002
3 De lejos Yahveh se me apareció. Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia
para ti.
4 Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel; aún volverás a tener el adorno de tus
hacedlo oír, alabad y decid: «¡Ha salvado Yahveh a su pueblo, al Resto de Israel!»
8 Mirad que yo los traigo del país del norte, y los recojo de los confines de la tierra. Entre ellos,
y al aceite virgen, a las crías de ovejas y de vacas, y será su alma como huerto empapado, no
volverán a estar ya macilentos.
13 Entonces se alegrará la doncella en el baile, los mozos y los viejos juntos, y cambiaré su duelo
Yahveh -.
El llanto de Israel y la compasión del Señor
15 Así dice Yahveh: En Ramá se escuchan ayes, lloro amarguísimo. Raquel que llora por sus
hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura
hacia él no ha de faltarme - oráculo de Yahveh -.
Exhortación a retomar el buen camino
21 Plántate hitos, ponte jalones de ruta, presta atención a la calzada al camino que anduviste.
Vuelve, virgen de Israel, vuelve a estas ciudades.
22 ¿Hasta cuándo darás rodeos, oh díscola muchacha? Pues ha creado Yahveh una novedad en la
ciudades, cuando yo haga volver a sus cautivos: «¡Bendígate Yahveh, oh estancia justa, oh monte
santo!»
24 Y morarán allí Judá y todas sus ciudades juntamente, los labradores y los que trashuman con el
rebaño,
25 porque yo empaparé el alma agotada y toda alma macilenta colmaré.
26 En esto, me desperté y vi que mi sueño era sabroso para mí.
27 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que sembraré la casa de Israel y la casa de
perder y dañar, así andaré respecto a ellos para reconstruir y replantar - oráculo de Yahveh -.
29 En aquellos días no dirán más: «Los padres comieron el agraz, y los dientes de los hijos
sufren de dentera»;1007
30 sino que cada uno por su culpa morirá: quienquiera que coma el agraz tendrá la dentera.
La nueva Alianza
31 He aquí que días vienen - oráculo de Yahveh - en que yo pactaré con la casa de Israel (y con la
casa de Judá) una nueva alianza;
32 no como la alianza que pacté con sus padres, cuando les tomé de la mano para sacarles de
Egipto; que ellos rompieron mi alianza, y yo hice estrago en ellos - oráculo de Yahveh -.1008
33 Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días -
oráculo de Yahveh -: pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su
Dios y ellos serán mi pueblo.
34 Ya no tendrán que adoctrinar más el uno a su prójimo y el otro a su hermano, diciendo:
«Conoced a Yahveh», pues todos ellos me conocerán del más chico al más grande - - oráculo de
Yahveh - cuando perdone su culpa, y de su pecado no vuelva a acordarme.
La inquebrantable fidelidad del Señor a Israel
35 Así dice Yahveh, el que da el sol para alumbrar el día, y gobierna la luna y las estrellas para
alumbrar la noche, el que agita el mar y hace bramar sus olas, cuyo nombre es Yahveh Sebaot.
36 Si fallaren estas normas en mi presencia - oráculo de Yahveh - también la prole de Israel
Jeremías 32
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh el año diez de Sedecías, rey de Judá - o
me dijo: «Ea, cómprame el campo de Anatot - que cae en territorio de Benjamín - porque tuyo es el
derecho de adquisición y a ti te toca el rescate. Cómpratelo.» Yo reconocí en aquello la palabra de
Yahveh,
9 y compré a Janamel, hijo de mi tío, el campo que está en Anatot. Le pesé la plata: diecisiete
siclos de plata.
10 Lo apunté en mi escritura, sellé, aduje testigos y pesé la plata en la balanza.
11 Luego tomé la escritura de la compra, el documento sellado según ley y la copia abierta,
12 y pasé la escritura de la compra a Baruc, hijo de Neriyías, hijo de Majseías, a vista de mi
primo Janamel y de los testigos firmantes en la escritura de la compra, y a vista de todos los judíos
presentes en el patio de la guardia,
13 y a vista de todos ellos di a Baruc este encargo:
14 Así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: Toma estas escrituras: la escritura de compra, el
documento sellado y la copia abierta, y las pones en un cántaro de arcilla para que duren mucho
tiempo.
15 Porque así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: «Todavía se comprarán casas y campos y
viñas en esta tierra.»
16 Después de haber entregado la escritura de propiedad a Baruc, hijo de Neriyías, oré a Yahveh
diciendo:
17 «¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que tú hiciste los cielos y la tierra con tu gran poder y tenso
brazo: nada es extraordinario para ti,
18 el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a costa de los hijos que les
las casas en cuyos terrados se incensaba a Baal y se libaban libaciones a otros dioses para
provocarme.
30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho otra cosa sino lo que me disgusta
desde sus mocedades (porque los hijos de Israel no han hecho más que provocarme con las obras de
sus manos - oráculo de Yahveh -).
31 Porque motivo de mi furor y de mi ira ha sido para mí esta ciudad, desde el día en que la
ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y profetas, el hombre de Judá y el habitante de Jerusalén,
33 y me volvieron la espalda, que no la cara. Yo les adoctriné asiduamente, mas ellos no
profanándola,
35 y fraguaron los altos del Baal que hay en el Valle de Ben Hinnom para hacer pasar por el
fuego a sus hijos e hijas en honor del Moloc - lo que no les mandé ni me pasó por las mientes -,
obrando semejante abominación con el fin de hacer pecar a Judá.
36 Ahora, pues, en verdad así dice Yahveh, el Dios de Israel, acerca de esta ciudad que - al decir
de vosotros - está ya a merced del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste.
37 He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en mi ira y mi furor y enojo
grande, y les haré volver a este lugar, y les haré vivir en seguridad,
38 serán mi pueblo, y yo seré su Dios;
39 y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman todos los días para bien de
Jeremías 33
1 De nuevo fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías, que estaba aún detenido en el patio de la
guardia, en estos términos:
2 Así dice Yahveh, hacedor de la tierra, que la formó para hacerla subsistir, Yahveh es su nombre:
3 Llámame y te responderé y mostraré cosas grandes, inaccesibles, que desconocías.
4 Porque así dice Yahveh, el Dios de Israel, tocante a las casas de esta ciudad y a las de los reyes
paz y seguridad.
7 Haré tornar a los cautivos de Judá y a los cautivos de Israel y los reedificaré como en el
pasado,
8 y los purificaré de toda culpa que cometieron contra mí, y perdonaré todas las culpas que
naciones de la tierra que oyeren todo el bien que voy a hacerle, y se asustarán y estremecerán de tanta
bondad y de tanta paz como voy a concederle.
10 Así dice Yahveh: Aún se oirá en este lugar, del que vosotros decís que está abandonado, sin
personas ni ganados, en todas las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén desoladas, sin personas
ni habitantes ni ganados,
11 voz de gozo y de alegría, la voz del novio y la voz de la novia, la voz de cuantos traigan
sacrificios de alabanza a la Casa de Yahveh diciendo: «Alabad a Yahveh Sebaot, porque es bueno
Yahveh, porque es eterno su amor», pues haré tomar a los cautivos del país, y volverán a ser como
antes - dice Yahveh -.1010
12 Así dice Yahveh Sebaot: Aún habrá en este lugar abandonado de hombres y ganados y en todas
justicia nuestra.»1011
17 Pues así dice Yahveh: No le faltará a David quien se siente en el trono de la casa de Israel;
18 y a los sacerdotes levíticos no les faltará quien en presencia mía eleve holocaustos y queme
incienso de oblación y haga sacrificio cada día.
19 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:
20 Así dice Yahveh: Si llegareis a romper mi alianza con el día y con la noche, de suerte que no
sea de día o de noche a su debido tiempo,
21 entonces también mi alianza romperíais con mi siervo David, de suerte que le falte un hijo que
reine sobre su trono y con los levitas sacerdotes, mis servidores.
22 Así como es incontable el ejército de los cielos, e incalculable la arena de la mar, así
multiplicaré el linaje de mi siervo David y de los levitas que me sirven.
23 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías como sigue:
24 ¿No has visto qué ha dicho este pueblo?: «Los dos linajes que había elegido Yahveh, los ha
rechazado», y a mi pueblo menosprecian, como que ni lo tienen por nación.
25 Pues bien, dice Yahveh: Si no he creado el día y la noche, ni las leyes de los cielos y la tierra
he puesto,
26 en ese caso también rechazaré el linaje de Jacob y de mi siervo David, para no escoger más de
su linaje a quienes imperen sobre el linaje de Abraham, Isaac y Jacob, cuando yo haga tornar a sus
cautivos y les tenga misericordia.
FRAGMENTOS ADICIONALES
Anuncio de la destrucción de Jerusalén y de la cautividad de Sedecías
Jeremías 34
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, mientras Nabucodonosor, rey de
Babilonia, y todas sus fuerzas y todos los reinos de la tierra sometidos a su poder y todos los pueblos
atacaban a Jerusalén y a todas sus ciudades:
2 Así dice Yahveh el Dios de Israel: Ve y dices a Sedecías, rey de Judá; le dices: Así dice Yahveh:
«Mira que yo entrego esta ciudad en manos del rey de Babilonia, y la incendiará.
3 En cuanto a ti, no te escaparás de su mano, sino que sin falta serás capturado, y en sus manos te
pondré y tus ojos verán los ojos del rey de Babilonia, y su boca hablará a tu boca, y a Babilonia irás.
4 Empero, oye una palabra de Yahveh, oh Sedecías, rey de Judá: Así dice Yahveh respecto a ti: No
morirás por la espada.
5 En paz morirás. Y como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te
precedieron, así los quemarán por ti, y con el «¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo - oráculo
de Yahveh -.1012
6 Y habló el profeta Jeremías a Sedecías, rey de Judá, todas estas palabras en Jerusalén,
7 mientras las fuerzas del rey de Babilonia atacaban a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá que
quedaban: a Lakís y Azecá, pues estas dos plazas fuertes habían quedado de todas las ciudades de
Judá.1013
La liberación de los esclavos
8 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, después de llegar el rey Sedecías a un
su siervo, quién a su esclava, dándoles la libertad de modo que no hubiese entre ellos más esclavos:
obedecieron y les dejaron libres.
11 Pero luego volvieron a apoderarse de los siervos y esclavas que habían manumitido y los
vendido. Te servirá por seis años, y le enviarás libre de junto a ti.» Pero no me hicieron caso vuestros
padres ni aplicaron el oído.1015
15 Vosotros os habéis convertido hoy y habéis hecho lo que es recto a mis ojos proclamando
atacarán, la tomarán y le darán fuego, y las ciudades de Judá las trocaré en desolación sin habitantes.
El ejemplo de los rekabitas
Jeremías 35
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josías,
rey de Judá.
2 «Ve a la casa de los rekabitas y les hablas. Les llevas a la Casa de Yahveh, a una de las cámaras,
la cual cámara está al lado de la de los jefes, y encima de la de Maaseías, hijo de Sallum, guarda del
umbral,
5 y presentando a los hijos de la casa de los rekabitas unos jarros llenos de vino y tazas, les dije:
«¡Bebed vino!»
6 Dijeron ellos: «No bebemos vino, porque nuestro padre Yonadab, hijo de Rekab, nos dio este
Judá y contra los habitantes de Jerusalén todo el mal que pronuncié respecto a ellos, por cuanto les
hablé y no me oyeron, les llamé y no me respondieron.
18 A la casa de los rekabitas dijo Jeremías: «Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Por cuanto
que habéis hecho caso del precepto de vuestro padre Yonadab y habéis guardado todos esos preceptos
y obrado conforme a cuanto os mandó,
19 por lo mismo, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: No faltará a Yonadab, hijo de Rekab,
Jeremías 36
11019 Aconteció que en el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida esta
palabra a Jeremías de parte de Yahveh:
2 Tómate un rollo de escribir, y apuntas en él todas las palabras que te he hablado tocante a Israel,
a Judá y a todas las naciones, desde la fecha en que te vengo hablando - desde los tiempos de Josías
hasta hoy -.
3 A ver si la casa de Judá se entera de todo el mal que he pensado hacerle, de modo que se
Yahveh, a oídos del público de la Casa de Yahveh el día del ayuno, y las lees también a oídos de todos
los de Judá que vienen de sus ciudades;
7 a ver si presentan sus súplicas a Yahveh, y se vuelven cada uno de su mal camino; porque
Guemarías, hijo de Safán el escriba, en el patio alto, a la entrada de la Puerta Nueva de la Casa de
Yahveh, a oídos de todo el pueblo.
11 Oye Miqueas, hijo de Guemarías, hijo de Safán, todas las palabras de Yahveh según el libro,
12 baja a la casa del rey, al cuarto del escriba, y se encuentra con que allí estaban todos los jefes
sentados: el escribano Elisamá, Delaías, hijo de Semaías, Elnatán, hijo de Akbor, Guemarías, hijo de
Safán, Sedecías, hijo de Jananías, y todos los demás jefes.
13 Y Miqueas declaró todas las palabras que había oído leer a Baruc en el libro a oídos del
pueblo.
14 Entonces todos los jefes enviaron a Yehudí, hijo de Netanías, hijo de Selemías, hijo de Kusí a
decir a Baruc: «Toma en tus propias manos el rollo en el que has leído en voz alta al pueblo y vente.»
Baruc, hijo de Neriyías, tomó el rollo en sus manos y se dirigió adonde ellos.
15 Dícenle: «Ea, siéntate y ten a bien leérnoslo a nosotros.» Y Baruc se lo leyó.
16 Como oyeron todas aquellas palabras, se asustaron y dijeron cada cual a su vecino:
escriba. Y Yehudí lo leyó en voz alta al rey y a todos los jefes que estaban en pie en torno al rey.
22 El rey estaba sentado en la casa de invierno, - era en el mes noveno -, con un brasero delante
encendido.
23 Y así que había leído Yehudí tres hojas o cuatro, él las rasgaba con el cortaplumas del escriba
y las echaba al fuego del brasero, hasta terminar con todo el rollo en el fuego del brasero.
24 Ni se asustaron ni se rasgaron los vestidos el rey ni ninguno de sus siervos que oían todas
estas cosas,
25 y por más que Elnatán, Delaías y Guemarías suplicaron el rey que no quemara el rollo, no les
hizo caso.
26 Luego el rey ordenó a Yerajmeel, hijo del rey, a Seraías, hijo de Azriel, y a Selemías, hijo de
Abdel, apoderarse del escriba Baruc y del profeta Jeremías, pero Yahveh los ocultó.
27 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías - tras de haber quemado el rey el rollo y
las cosas que había escrito Baruc al dictado de Jeremías - como sigue:
28 «Vuelve a tomar otro rollo y escribe en él todas las cosas que antes había en el primer rollo
“¿Por qué has escrito en él: Vendrá sin falta el rey de Babilonia y destruirá esta tierra y se llevará
cautivos de ella a hombres y bestias?”
30 Por tanto, así dice Yahveh a propósito de Yoyaquim, rey de Judá: No tendrá quien le suceda en
el trono de David y su propio cadáver yacerá tirado, expuesto al calor del día y al frío de la noche.
31 Yo pasaré revista a sus culpas y las de su linaje y sus siervos, y traeré sobre ellos y sobre todos
los habitantes de Jerusalén y los hombres de Judá todo el mal que les dije, sin que hicieran caso.»
32 Entonces Jeremías tomó otro rollo, que dio al escriba Baruc, hijo de Neriyías, y éste escribió
al dictado de Jeremías todas las palabras del libro que había quemado Yoyaquim, rey de Judá, e
incluso se añadió a aquéllas otras muchas por el estilo.
Juicio sobre Sedecías
Jeremías 37
1 Vino a reinar, en vez de Konías, hijo de Yoyaquim, el rey Sedecías, hijo de Josías, al que
decir al profeta Jeremías: «¡Ea! Ruega por nosotros a nuestro Dios Yahveh.»
4 Y Jeremías iba y venía en público, pues no le habían encarcelado.
5 Las fuerzas del Faraón salieron de Egipto, y al oír hablar de ellos los caldeos que sitiaban a
He aquí que las fuerzas del Faraón que salían en vuestro socorro se han vuelto a su tierra de Egipto,
8 y volverán los caldeos que atacan a esta ciudad, la tomarán y la incendiarán.
9 Así dice Yahveh: No cobréis ánimos diciendo: «Seguro que los caldeos terminarán por
sólo hombres acribillados, se levantarían cada cual en su tienda e incendiarían esta ciudad.
Arresto y encarcelamiento de Jeremías
11 Cuando las tropas caldeas estaban levantando el sitio de Jerusalén, replegándose ante las tropas
de Selemías, hijo de Jananías, éste prendió al profeta Jeremías diciendo: «¡Tú te pasas a los caldeos!»
14 Dice Jeremías: «¡Falso! Yo no me paso a los caldeos.» Pero Yiriyías no le hizo caso, y
poniendo preso a Jeremías, le llevó a los jefes,
15 los cuales se irritaron contra Jeremías, le dieron de golpes y le encarcelaron en casa del
Yahveh?» Dijo Jeremías: «Lo hay.» Y añadió: «En mano del rey de Babilonia serás entregado.»
18 Y dijo Jeremías al rey Sedecías: «¿En qué te he faltado a ti, a tus siervos y a este pueblo, para
Jeremías 38
1 Oyeron Sefatías, hijo de Mattán, Guedalías, hijo de Pasjur, hijo de Malkiyías, las palabras que
Jeremías hablaba a todo el pueblo:
2 «Así dice Yahveh: Quien se quede en esta ciudad, morirá de espada, de hambre y de peste, mas
el que se entregue a los caldeos vivirá, y eso saldrá ganando.
3 Así dice Yahveh: Sin remisión será entregada esta ciudad en mano de las tropas del rey de
Babilonia, que la tomará.»
4 Y dijeron aquellos jefes al rey: «Ea, hágase morir a ese hombre, porque con eso desmoraliza a
los guerreros que quedan en esta ciudad y a toda la plebe, diciéndoles tales cosas. Porque este hombre
no procura en absoluto el bien del pueblo, sino su daño.»
5 Dijo el rey Sedecías: «Ahí le tenéis en vuestras manos, pues nada podría el rey contra
vosotros.»
6 Ellos se apoderaron de Jeremías, y lo echaron a la cisterna de Malkiyías, hijo del rey, que había
en el patio de la guardia, descolgando a Jeremías con sogas. En el pozo no había agua, sino fango, y
Jeremías se hundió en el fango.
7 Pero Ebed Mélek el kusita - un eunuco de la casa del rey - oyó que habían metido a Jeremías en
Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se iba a morir de hambre, pues no quedan ya
víveres en la ciudad.»
10 Entonces ordenó el rey a Ebed Mélek el kusita: «Toma tú mismo de aquí treinta hombres, y
adonde los jefes del rey de Babilonia, e irán diciendo: Te empujaron y pudieron contigo aquellos con
quienes te saludabas. Se hundieron en el lodo tus pies, hiciéronse atrás.
23 Y a todas tus mujeres y tus hijos irán sacando adonde los caldeos, y tú no escaparás de ellos,
sino que en manos del rey de Babilonia serás puesto, y esta ciudad será incendiada.»
24 Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie sepa nada de esto, y no morirás.
25 Aunque se enteren los jefes de que he estado hablando contigo, y viniendo a ti te digan:
“Decláranos qué has dicho al rey sin ocultárnoslo, y así no te mataremos, como también lo que el rey
te ha hablado”,
26 tú les dirás: “He pedido al rey la gracia de que no se me devuelva a casa de Jonatán a morirme
allí.”»
27 En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él les respondió conforme a
lo que queda dicho que le había mandado el rey: y ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de
lo hablado.
28 Así quedó Jeremías en el patio de la guardia, hasta el día en que fue tomada Jerusalén. Ahora
Jeremías 39
1 En el año nueve de Sedecías, rey de Judá, el décimo mes, vino Nabucodonosor, rey de
Babilonia, con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitiaron.
2 En el año once de Sedecías, el cuarto mes, el nueve del mes, se abrió una brecha en la ciudad,
3 y entraron todos los jefes del rey de Babilonia y se instalaron en la Puerta Central: Nergal
Sareser, Samgar Nebo, Sar Sekim, jefe superior, Nergal Sareser, alto funcionario y todos los demás
jefes del rey de Babilonia.
4 Al verles Sedecías, rey de Judá, y todos los guerreros, huyeron de la ciudad salieron de noche
camino del parque del rey por la puerta que está entre los dos muros, y se fueron por el camino de la
Arabá.
5 Las tropas caldeas les persiguieron y dando alcance a Sedecías en los llanos de Jericó, le
prendieron y le subieron a Riblá, en tierra de Jamat, adonde Nabucodonosor, rey de Babilonia, que lo
sometió a juicio.
6 Y el rey de Babilonia degolló a los hijos de Sedecías en Riblá a la vista de éste; luego el rey de
Babilonia degolló a toda la aristocracia de Judá,
7 y habiendo cegado los ojos a Sedecías le ató con doble cadena de bronce para llevárselo a
Babilonia.
8 Los caldeos incendiaron la casa del rey y las casas del pueblo y demolieron los muros de
Jerusalén;
9 cuanto al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él y
diga.»
13 Entonces (Nebuzaradán, jefe de la guardia) Nebusazbán, jefe superior, Nergal Sareser, oficial
hago llegar mis palabras a esta ciudad para su daño, que no para su bien, y tú serás testigo en aquel
día,
17 pero yo te salvaré a ti aquel día - oráculo de Yahveh - y no serás puesto en manos de aquellos
mí - oráculo de Yahveh.
La liberación de Jeremías
Jeremías 40
1 Palabra dirigida a Jeremías de parte de Yahveh, luego que Nebuzaradán, jefe de la guardia, le
dejó libre en Ramá, cuando le tomó aparte, estando él esposado con todos los deportados de
Jerusalén y Judá que iban camino de Babilonia.
2 En efecto, el jefe de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: «Tu Dios Yahveh había
país de Judá, junto a Godolías, a Mispá, cosecharon vino y mieses en gran abundancia.
13 Entonces Yojanán, hijo de Caréaj, y todos sus jefes de guerrilleros vinieron adonde Godolías a
Mispá
14 y le dijeron: «¿Sabes que Baalís, rey de los ammonitas, ha enviado a Ismael, hijo de Netanías,
asestaré el golpe a Ismael, hijo de Netanías, sin que nadie lo sepa. ¿Por qué tiene que asesinarte él a ti,
lo que supondría la desbandada de todo Judá, apiñado en torno tuyo, y la pérdida del resto de Judá?»
16 Godolías, hijo de Ajicam, replicó a Yojanán, hijo de Caréaj: «No hagas eso, porque es falso lo
Jeremías 41
1 Pues bien, el mes séptimo, Ismael, hijo de Netanías, hijo de Elisamá, de linaje real, se dirigió en
compañía de algunos grandes del rey y diez hombres a Godolías, hijo de Ajicam, a Mispá, y allí en
Mispá comieron juntos.
2 Se levantó Ismael, hijo de Netanías, y los diez que estaban con él, y acuchillaron a Godolías,
hijo de Ajicam, hijo de Safán, y dieron muerte a aquel a quien el rey de Babilonia había encargado
del país.
3 También mató Ismael a todos los judíos que estaban con él, con Godolías, en Mispá y a los
tenemos escondites de trigo, cebada, aceite y miel.» Y no les mató como a sus hermanos.
9 La cisterna adonde echó Ismael todos los cadáveres de los hombres que mató, era la cisterna
grande. Es la que hizo el rey Asá para prevenirse contra Basá, rey de Israel; Ismael, hijo de Netanías,
la llenó de asesinados.
10 Luego Ismael hizo prisioneros a todo el resto del pueblo que quedaba en Mispá, a las hijas del
rey y a todo el pueblo que quedaba en Mispá, que Nebuzaradán, jefe de la guardia, había
encomendado a Godolías, hijo de Ajicam; y de madrugada se fue Ismael, hijo de Netanías, a pasarse a
los ammonitas.
La reacción de Yojanán
11 Oyó Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las fuerzas que le acompañaban, todos los
Mispá a todo el resto de la gente que Ismael, hijo de Netanías, había hecho prisionera después que
hubo matado a Godolías, hijo de Ajicam - hombres, gente de guerra, mujeres, niños y eunucos -, a
los cuales hizo volver de Gabaón.
17 Ellos se fueron y se instalaron en el Refugio de Kimham, que está al lado de Belén, para seguir
luego hasta Egipto
18 huyendo de los caldeos, pues les temían por haber matado Ismael, hijo de Netanías, a
Godolías, hijo de Ajicam, a quien el rey de Babilonia había encargado del país.
La huida a Egipto: consulta al profeta Jeremías
Jeremías 42
1 Entonces se llegaron todos los jefes de las fuerzas, así como Yojanán, hijo de Caréaj, Azarías,
favor:
10 Si os quedáis a vivir en esta tierra, yo os edificaré y no os destruiré, os plantaré y no os
Yahveh,
14 diciendo: “No, sino que al país de Egipto iremos, donde no veamos guerra, ni oigamos toque
de cuerno, ni tengamos hambre de pan, y allí nos quedaremos”;
15 ¡pues bien! en ese caso, oíd la palabra de Yahveh, oh resto de Judá. Así dice Yahveh Sebaot, el
Dios de Israel: Si vosotros enderezáis rumbo a Egipto, y entráis como refugiados allí,
16 entonces la espada que teméis os alcanzará allí en Egipto, y el hambre que receláis, allá os irá
pisando los talones; y allí, en Egipto mismo, moriréis.
17 Así sucederá que todos los que enderecen rumbo a Egipto como refugiados morirán por la
espada, por el hambre y por la peste, y no les quedará superviviente ni evadido del daño que yo traiga
sobre ellos.
18 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Como se vertió mi ira y mi cólera sobre los
habitantes de Jerusalén, así se verterá mi cólera contra vosotros como entréis en Egipto, y seréis tema
de imprecación y asombro, de maldición y oprobio, y no veréis más este lugar.
19 Ha dicho Yahveh respecto a vosotros, resto de Judá: “No entréis en Egipto.” Podéis estar
Jeremías 43
1 Ahora bien, así que hubo acabado Jeremías de transmitir a todo el pueblo el recado de Yahveh
insolentes se pusieron a decir a Jeremías: «Estás mintiendo. No te ha encargado nuestro Dios Yahveh
decir: “No vayáis a Egipto como refugiados allí”».
3 Sino que Baruc, hijo de Neriyías, te azuza contra nosotros con objeto de ponernos en manos de
los caldeos para que nos hagan morir y nos deporten a Babilonia.
La desobediencia a la advertencia de Jeremías
4 Además, ni Yojanán, hijo de Caréaj, ni ninguno de los jefes de las tropas, ni nadie del pueblo
escuchó la voz de Yahveh que mandaba quedarse en tierra de Judá;
5 antes bien, Yojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas tomaron consigo a todo el
resto de Judá, los que habían regresado, para habitar en tierra de Judá, de todas las naciones adonde
habían sido rechazados:
6 a hombres, mujeres, niños, a las hijas del rey y a toda persona que Nebuzaradán, jefe de la
guardia, había dejado en paz con Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, y también al profeta
Jeremías y a Baruc, hijo de Neriyías,
7 y entrando en la tierra de Egipto, - pues desoyeron la voz de Yahveh -, se adentraron hasta
Tafnis.
Anuncio de la conquista de Egipto por Nabucodonosor
8 Entonces fue dirigida la palabra de Yahveh a Jeremías en Tafnis como sigue:
9 Toma en tus manos piedras grandes, y las hundes en el cemento de la terraza que hay a la
siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y pondrá su sede por encima de estas piedras que he
enterrado, y desplegaré su pabellón sobre ellas.
11 Vendrá y herirá a Egipto, quien sea para la muerte, a la muerte; quien para el cautiverio, al
cautivos. Despiojará a Egipto como despioja un pastor su zalea, y saldrá de allí victorioso.
13 Romperá los cipos de Bet Semes que hay en Egipto, y los templos de los dioses egipcios
abrasará.1021
Vaticinio de Jeremías contra los refugiados en Egipto
Jeremías 44
1 Palabra que fue dirigida a Jeremías con destino a todos los judíos establecidos en territorio
a Jerusalén y a todas las ciudades de Judá, y ahí las tenéis arruinadas hoy en día, sin que haya en ellas
habitante,
3 en vista de la maldad que hicieron para irritarme, yendo a incensar y servir a otros dioses
vosotros mismos, hasta borraros a hombre y mujer, niño y lactante de en medio de Judá sin que os
quede resto,
8 irritándome con las hechuras de vuestras manos, quemando incienso a otros dioses en Egipto,
adonde habéis venido como refugiados, como queriendo acabar de borraros a vosotros mismos y
acabar en tema de maldición y oprobio en todas las naciones de la tierra?
9 ¿Si será que habéis olvidado las maldades de vuestros padres y las de los reyes de Judá y de sus
caudillos, y las propias vuestras y las de vuestras mujeres; maldades que hacían en tierra de Judá y en
las calles de Jerusalén?
10 No se han compungido hasta la fecha, ni han temido ni andado en la Ley y los preceptos que
refugiados - y serán acabados todos ellos en Egipto, y caerán por la espada, por el hambre serán
acabados. Del chico al grande por la espada y por el hambre morirán, y serán tema de imprecación y
asombro, de maldición y oprobio.
13 Visitaré a los que viven en Egipto, lo mismo que visité a Jerusalén: con la espada, el hambre y
la peste,
14 y del resto de Judá, que, como refugiados vinieron acá a Egipto, no quedará evadido ni
superviviente para volver a tierra de Judá, adonde se prometen volver para quedarse allí, porque ya
no volverán más que algunos huidos.
La respuesta de los refugiados al vaticinio de Jeremías
15 Respondieron a Jeremías todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incienso a
otros dioses, y todas las mujeres presentes - una gran concurrencia - y todo el pueblo establecido en
territorio egipcio, en Patrós:
16 «En eso que nos has dicho en nombre de Yahveh, no te hacemos caso,
17 sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido, que es quemar incienso a la
Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como venimos haciendo nosotros y nuestros padres,
nuestros reyes y nuestros jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos
hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía.
18 En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de los Cielos y de hacerle
libaciones, carecemos de todo, y por la espada y el hambre somos acabados.»
19 «Pues y cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina de los Cielos y nos dedicábamos a
hacerle libaciones, ¿acaso sin contar con nuestros maridos le hacíamos pasteles con su efigie
derramando libaciones?»
Réplica de Jeremías ante la obstinación de los refugiados
20 Jeremías dijo a todo el pueblo, a hombres, a mujeres y a todos sus interlocutores:
21 «¿No es aquel incienso que ofrecíais en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén
vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y jefes y el pueblo de la tierra lo que ha recordado Yahveh
y le ha venido a las mientes?
22 ¿Y no pudiendo Yahveh aguantar más el espectáculo de vuestras malas acciones, de las
abominaciones que habíais hecho, ha venido a ser la tierra vuestra una ruina, tema de pasmo y
maldición y sin habitantes - como lo es hoy día -;
23 y porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Yahveh y desoísteis la voz de Yahveh, y no os
condujisteis según su Ley, sus preceptos y sus estatutos, pronunció contra vosotros esta calamidad,
como sucede hoy día?»
24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres: «Oíd la palabra de Yahveh - todo Judá,
los que vivís en Egipto -.
25 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres hablasteis con vuestras
bocas, y con vuestras manos cumplisteis lo dicho: “Sin falta realizaremos los votos que hicimos de
quemar incienso a la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones.” Mantened, pues, vosotras vuestros
votos y realizad vuestros votos sin falta.
26 Empero, oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que vivís en Egipto. Mirad que yo he jurado
por mi gran Nombre - dice Yahveh - que no será más mi Nombre pronunciado por boca de ninguno
de Judá que diga: “¡Por vida del Señor Yahveh!” en toda la tierra de Egipto.
27 Mirad que yo estoy alerta sobre ellos para mal, no para bien, y serán consumidos todos los de
Judá, los que han venido a Egipto como refugiados aquí, qué palabra se mantendrá: si la mía o la
suya.
29 Y esto será para vosotros señal - oráculo de Yahveh - de que os visito yo en este lugar, de
suerte que sepáis que han de mantenerse sin falta mis palabras para desgracia vuestra.
30 Así dice Yahveh: Mirad que yo entrego al Faraón Jofrá, rey de Egipto, en manos de sus
enemigos y de los que buscan su muerte, como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, su enemigo, que buscaba su muerte.»
Reproches y promesas de Jeremías a Baruc
Jeremías 45
1 Palabra que dijo el profeta Jeremías a Baruc, hijo de Neriyías, cuando éste copiaba estas
palabras en un libro al dictado de Jeremías, en el año cuarto de Yoyaquim, hijo de Josías, rey de Judá.
2 Así dice Yahveh, el Dios de Israel, respecto a ti, oh Baruc:
3 Tú dijiste: «¡Ay de mí, que añade Yahveh congoja a mi sufrimiento! Me he agotado en mi jadeo,
pero sosiego no hallé.»
4 Así le dirás: Esto dice Yahveh: Mira que lo que edifiqué, yo lo derribo, y aquello que planté, yo
lo arranco, esto por toda la tierra.
5 ¡Y tú andas buscándote grandezas! No las busques porque mira que yo traigo desgracia sobre
toda carne - oráculo de Yahveh - pero a ti te daré la vida salva por botín a donde quiera que vayas.
ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES
Jeremías, como los demás profetas, descubre en la oscura trama de los acontecimientos
históricos la secreta acción de Dios que rige los destinos de los pueblos. El Señor es el soberano de
la historia. No sólo el pueblo de Israel, sino todos los pueblos, están sometidos al juicio divino. Para
pedirles cuenta de sus pecados, Dios elige a un pueblo como instrumento de su justicia: detrás del
ejército de Nabucodonosor, está la mano omnipotente del Señor, que al fin caería también sobre el
rey de Babilonia.
Jeremías 46
1 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre las naciones.
Oráculo contra Egipto: la caída de Karkemis
2 Para Egipto. Sobre el ejército del Faraón Nekó, rey de Egipto, que estuvo sobre el río Eufrates,
en Karkemis, al cual batió Nabucodonosor, rey de Babilonia, el año cuarto de Yoyaquim, hijo de
Josías, rey de Judá.1023
3 Ordenad escudo y pavés, y avanzad a la batalla.
4 Uncid los caballos y montad, caballeros. Poneos firmes con los cascos, pulid las lanzas, vestíos
las cotas.
5 ¡Pero qué veo! Ellos se desmoralizan, retroceden, y sus valientes son batidos y huyen a la
desbandada sin dar la cara. Terror por doquier - oráculo de Yahveh -.
6 No huirá el ligero, ni escapará el valiente: al norte, a la orilla del Eufrates, tropezaron y
cayeron.
7 ¿Quién es ése que como el Nilo sube, y como los ríos de entrechocantes aguas?
8 Egipto como el Nilo sube, y como ríos de entrechocantes aguas. Y dice: «Voy a subir, voy a
cubrir la tierra. Haré perecer a la ciudad y a los que viven en ella.
9 Subid, caballos, y enfureceos, carros, y salgan los valientes de Kus y de Put que manejan
Devorará la espada y se hartará y se abrevará de su sangre; pues será la matanza de Yahveh Sebaot en
la tierra del norte, cabe el río Eufrates.
11 Sube a Galaad y recoge bálsamo, virgen, hija de Egipto; en vano menudeas las curas: alivio no
Babilonia, y en manos de sus siervos; tras de lo cual será repoblado como antaño - oráculo de
Yahveh.
Promesas del Señor a Israel
27 Pero tú no temas, siervo mío Jacob, ni desmayes, Israel, pues mira que yo acudo a salvarte
desde lejos y a tu linaje del país de su cautiverio; volverá Jacob, se sosegará y estará tranquilo, y no
habrá quien le inquiete.
28 Tú no temas, siervo mío Jacob, - oráculo de Yahveh - que contigo estoy yo, pues acabaré con
todas las naciones adonde te empujé, pero contigo no acabaré; aunque sí te corregiré como conviene,
ya que impune no te dejaré.
Oráculo contra los filisteos
Jeremías 47
1 Lo que fue dicho por Yahveh al profeta Jeremías sobre los filisteos, en vísperas de batir el
Faraón a Gaza.
2 Así dice Yahveh: He aquí unas aguas que suben del norte y se hacen torrente inundante, y van a
inundar la tierra y lo que la llena, la ciudad y los que moran en ella; y clamará la gente, y ululará todo
morador de la tierra
3 al son del galopar de los caballos de sus adalides, al ruido de sus carros y al estrépito de sus
Jeremías 48
1 Sobre Moab. Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: ¡Ay de Nebo, porque ha sido saqueada!
sangre).
11 Tranquilo estaba Moab desde su mocedad, y quieto se estaba en sus atalayas. Nunca fue
confiaba.
14 ¿Cómo decís: «Valientes somos, y hombres fuertes para la guerra»?
15 Moab está devastado; han escalado sus ciudades, y la flor de sus mancebos bajaron a la
matanza - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh Sebaot.
16 El infortunio de Moab es inminente, y su calamidad se precipita.
17 Lloradle, todos sus vecinos y todos los que conocen su nombradía. Decid: «¿Cómo ha sido
ha sucedido?»
20 Confuso está Moab porque fue destruido. Ululad y clamad. Anunciad en el Arnón que ha sido
saqueado Moab.
21 Y la sentencia ha llegado a la meseta, a Jolón, a Yahsá y a Mefaat,
22 a Dibón, a Nebo y a Bet Diblatáyim,
23 a Quiryatáyim, a Bet Gamul y a Bet Maón,
24 a Queriyyot, a Bosrá y a todas las ciudades de la tierra de Moab, las lejanas y las cercanas.
25 «Se partió el cuerno de Moab y su brazo se rompió», - oráculo de Yahveh -.
26 Emborrachadle porque contra Yahveh se engrandeció. Moab se revolcará en su vómito, y
y la soberbia de su corazón.
30 Conozco - oráculo de Yahveh - su presunción, y que sus bravatas no son como sus hechos.
31 Así que, por Moab ulularé y por Moab entero gritaré; por los hombres de Quir Jeres
suspiraré:
32 Más que se lloró a Yazer lloraré por ti, ¡oh viña de Sibmá! Tus sarmientos pasaban la mar,
Joronáyim, - Eglat Selisiyyá -, porque también las aguas de Nimrim se han trocado en aridez.
35 Quitaré a Moab - oráculo de Yahveh - de subirse al alto e incensar a sus dioses.
36 Por eso mi corazón por Moab como flauta resuena, porque cuanto habían guardado se perdió,
37 pues toda cabeza ha sido rapada y toda barba raída: en todas las manos arañazos y en todos los
lomos saco,
38 en todos los terrados de Moab y por sus calles todo el mundo se lamentaba, porque he
Moab.)
41 Tomadas fueron las plazas, y las fortalezas ocupadas. (Vendrá a ser el corazón de los valientes
porque voy a hacer que se llegue a ella, a Moab, el año de su castigo - oráculo de Yahveh -.
45 A la sombra de Jesbón se pararon sin fuerza los fugitivos, cuando fuego salió de Jesbón y
llama de la casa de Sijón, y devoró las sienes de Moab y el cráneo de los hijos del ruido.
46 ¡Ay de ti Moab! Pereció el pueblo de Kemós, pues han sido tomados sus hijos en cautiverio y
la sentencia de Moab.
Oráculo contra Amón
Jeremías 49
1 A los ammonitas. Así dice Yahveh: ¿Hijos no tiene Israel? ¿o heredero no tiene? Entonces ¿por
hendiduras de la roca, que ocupas lo alto de la cuesta. Aunque pongas en alto, como el águila, tu nido,
de allí te haré bajar - oráculo de Yahveh -.1030
La ruina de Edóm
17 Edom parará en desolación: todo el que pase a su vera se asombrará y silbará al ver todas sus
heridas.
18 Cual la catástrofe de Sodoma y Gomorra y sus vecinas - dice Yahveh - donde no vive nadie, ni
reside en ellas ser humano.
19 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un
instante le haré salir huyendo de allí, para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y
quién me emplazará, y quién es el pastor que aguante en mi presencia?
20 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Edom y sus planes sobre los moradores
de Temán. Juro que les han de llevar a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus
pastizales.
21 Al son de su caída retumbó la tierra y el griterío hasta el mar de las Cañas se dejó oír.
22 Ved cómo cual un águila sube, se remonta y extiende sus alas sobre Bosrá; y vendrá a ser el
corazón de los valientes de Edom en aquel día como corazón de mujer en parto.
Oráculo contra Damasco
23 A Damasco. Avergonzadas están Jamat y Arpad. Porque una noticia mala oyeron, su corazón
porque ha tomado contra vosotros Nabucodonosor, rey de Babilonia, una decisión, y ha trazado un
plan contra vosotros.
31 Alzaos, subid contra la nación pacífica que vive confiada - oráculo de Yahveh -. Ni puertas ni
viento a los que se afeitan las sienes, y de todos sus aledaños traeré su infortunio - oráculo de Yahveh
-.
33 Y vendrá a ser Jasor guarida de chacales, desolación sempiterna, donde no se asienta nadie y
cosa mala, el ardor de mi ira - oráculo de Yahveh - y soltaré tras ellos la espada hasta acabarlos.
38 Pondré mi trono en Elam y haré desaparecer de allí a rey y jefes - oráculo de Yahveh -.
39 Luego, en días futuros, haré volver a los cautivos de Elam - oráculo de Yahveh -.
Oráculo contra Babilonia: la caída de la ciudad
Jeremías 50
11034 La palabra que habló Yahveh contra Babilonia, contra el país de los caldeos, por medio del
profeta Jeremías.
2 Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo oír; no lo calléis; decid:
Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel, desmayó Marduk, están confusos sus ídolos,
(desmayaron sus inmundicias).1035
3 Porque subió contra ella una gente del norte, que va a convertir su territorio en desolación, y
no habrá en él habitante. Tanto personas como bestias emigraron, se fueron.
El retorno de los israelitas
4 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh - vendrán los hijos de Israel, (y los
hijos de Judá junto con ellos), andando y llorando, en busca de Yahveh su Dios.
5 De Sión preguntaron por el camino, allá se dirigen: «Venid y aliémonos a Yahveh con pacto
eterno, inolvidable.»1036
6 Ovejas perdidas era mi pueblo. Sus pastores las descarriaron, extraviándolas por los montes.
puesto que ellos pecaron contra Yahveh, ¡el pastizal de justicia y la esperanza de sus padres -
Yahveh!»
Exhortación a huir de Babilonia
8 Emigrad de Babilonia, y del país de los caldeos salid. Sed como los machos cabríos al frente
del rebaño.
9 Porque mirad que yo hago que despierte y suba contra Babiloniauna confederación de grandes
naciones del norte, que se organizarán contra ella. Y por allí será tomada. Sus saetas, cual de valiente
experto, no volverán de vacío.
10 Entonces será entregada Caldea al saqueo: todos los que la saqueen se hartarán, - oráculo de
Yahveh.
La desolación de Babilonia
11 Porque os alegrasteis, porque gozasteis, depredadores de mi heredad, porque dabais corcovos
espada irresistible, cada uno enfilará hacia su pueblo, cada uno huirá a su tierra.
La repatriación de Israel
17 Rebaño disperso es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria lo devoró el primero, y
Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo quebrantó después.
18 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que yo visito al rey de Babilonia y
su territorio, lo mismo que visité al rey de Asiria.
19 Y devolveré a Israel a sus pastizal, y pacerá el Carmelo y el Basán, y en la montaña de Efraím
y Galaad se saciará.
20 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh -, se buscará la culpa de Israel y no la
habrá, y el pecado de Judá y no se hallará, porque seré piadoso con el resto que yo deje.
La ruina de Babilonia
21 «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes de Pecod pásalos a espada y
dalos al anatema hasta el último - oráculo de Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.»1037
22 Ruido de guerra en el país y quebranto grande.
23 ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo
Babilonia entre las naciones!
24 Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se dio contigo y fuiste capturada,
porque contra Yahveh te sublevaste.
25 Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del Señor Yahveh Sebaot en
tierra de caldeos.
26 «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos montones y dadlos al
castigo!»
28 ¡Voces de huidos y escapados del país de Babilonia anunciando en Sión la venganza de Yahveh
Que no se escape nadie. Pagadle lo que vale su trabajo, Tal cual hizo, haced con ella, porque contra
Yahveh se insolentó, contra el Santo de Israel.
30 En verdad, caerán sus mancebos escogidos en sus plazas, y todos sus guerreros perecerán
sabios!
36 Espada a sus adivinos, y quedarán por necios. Espada a sus valientes, y desmayarán.
37 Espada a sus caballos y a sus carros, a toda la mezcolanza de gentes que hay dentro de ella, y
serán como mujeres. Espada a sus tesoros y serán saqueados.
38 ¡Sequía a sus aguas y se secarán; porque tierra de ídolos es aquélla, y por sus Espantos pierden
la cabeza!
39 Por eso vivirán las hienas con los chacales y vivirán en ella las avestruces, y no será habitada
nunca jamás ni será poblada por siglos y siglos.
40 Como en la catástrofe causada por Dios a Sodoma, Gomorra y sus vecinas - oráculo de
confines de la tierra.
42 Arco y lanza blanden, crueles son y sin entrañas. Su voz como la mar muge, y a caballo van
montados, ordenados como un solo hombre para la guerra contra ti, hija de Babel.
43 Oyó el rey de Babilonia nuevas de ellos y flaquean sus manos. Angustia le asaltó, dolor como
de parturienta.
44 Vedlo como león que sube del boscaje del Jordán hacia el pastizal perenne, cuando en un
instante le haré salir huyendo de allí, para colocar allí a quien me plazca. Porque ¿quién como yo, y
quién me emplazará, y quién es el pastor que aguante en mi presencia?
45 Así pues, oíd la decisión que Yahveh ha tomado sobre Babilonia y sus planes sobre el país de
los caldeos. Juro que les han de llevar a rastras las crías de los rebaños, que asolarán sobre ellos sus
pastizales.
46 Al son de la conquista de Babilonia retumbó la tierra, y el griterío de las naciones se dejó oír.
El juicio del Señor contra Babilonia
Jeremías 51
1 Así dice Yahveh: Mirad que yo despierto contra Babilonia y los habitantes de Leb Camay un
viento destructor.1040
2 Enviaré a Babilonia beldadores que la bielden y dejen vacío su territorio, porque se la acosará
reinos,
21 contigo machaqué caballo y caballero, contigo machaqué el carro y a quien lo monta.
22 contigo machaqué a hombre y mujer, contigo machaqué al viejo y al muchacho, contigo
tierra. Voy a echarte mano y a hacerte rodar desde las peñas, y a convertirte en montaña quemada.
26 No tomarán de ti piedra angular ni piedra de cimientos, porque desolación por siempre serás -
oráculo de Yahveh -.
Marcha sobre Babilonia y conquista de la ciudad
27 Alzad bandera en la tierra, tocad cuerno en las naciones. Haced leva santa contra ella en las
naciones, citad contra ella a los reinos. de Ararat, Minní y Askenaz, estableced contra ella reclutador,
haced que ataque la caballería cual langosta.1041
28 Haced leva santa contra ella en las naciones, los reyes de Media, sus gobernadores y todos sus
magistrados y todo el país de su dominio.
29 Y retiembla la tierra, y da vueltas, por haberse cumplido contra Babilonia los planes de
Yahveh, de convertir la tierra de Babel en desolación sin habitantes.
30 Cesaron de guerrear los valientes de Babilonia, se han quedado en las fortalezas. Agotóse su
bravura, se volvieron mujeres; quemaron sus aposentos, se rompieron sus barras.
31 Correo al alcance de correo corre, e informador al alcance de informador, para informar al
rey de Babilonia que ha sido tomada su ciudad de cabo a cabo,
32 y sus vados fueron ocupados y los cañaverales incendiados, y los guerreros se atemorizaron.
33 Porque así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: La hija de Babel es como era al tiempo de
apisonarla; un poco más, y le habrá llegado el tiempo de la siega.
Lamento de Sión y venganza del Señor
34 Me comió, me arrebañó el rey de Babilonia, me dejó como cacharro vacío, me tragó como un
ningún habitante.
38 A una cual leones rugen, gruñen como cachorros de leonas.
39 En teniendo ellos calor les serviré su bebida y les embriagaré de modo que se alegren, y
Elegía sobre Babilonia
41 ¡Cómo fue tomada Sesac, y ocupada la prez de toda la tierra! ¡Cómo vino a ser pasmo
Yahveh.
46 Y que no se marchite vuestro corazón y tengáis miedo por el rumor que se oirá en la tierra.
Cierto correrá un año tal rumor, y luego al año siguiente, otro distinto: violencia en la tierra, y
domeñador sobre domeñador.
47 Pues bien, mirad que vienen días en que visitaré a los ídolos de Babilonia, y todo su territorio
se abochornará, y todos sus heridos caerán en medio de ella.
48 Y harán corro contra Babilonia cielos y tierra y todo cuanto hay en ellos, cuando del norte
lleguen los devastadores - oráculo de Yahveh -.
49 También Babilonia caerá, oh heridos de Israel. También por Babilonia cayeron los heridos de
toda la tierra.
50 Escapados de la espada, andad, no os paréis, recordad desde lejos a Yahveh, y que Jerusalén os
venga en mientes.
Quejas del pueblo y respuesta del Señor
51 - «Quedamos abochornados al oír tal afrenta; cubrió la vergüenza nuestros rostros. ¡Habían
penetrado extranjeros hasta los santuarios de la Casa de Yahveh!»
52 - Pues bien, mirad que vienen días - oráculo de Yahveh - en que visitaré a sus ídolos, y en todo
su territorio se quejarán los heridos.
53 Aunque suba Babilonia a los cielos y encastille en lo alto su poder, de mi parte llegarán
saqueadores hasta ella - oráculo de Yahveh -.
54 Suenan gritos de socorro desde Babilonia, y un fragor desde Caldea.
55 Es que devasta Yahveh a Babilonia, apaga de ella el gran ruido, y mugen sus olas como las de
alta mar, cuyo son es estruendoso.
56 Es que viene sobre ella, sobre Babilonia el devastador, van a ser apresados sus valientes, se
han aflojado sus arcos. Porque Dios retribuidor es Yahveh: cierto pagará.
57 Yo embriagaré a sus jefes y a sus sabios, a sus gobernadores y a sus magistrados y a sus
valientes, y dormirán un sueño eterno y no se despertarán - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh
Sebaot -.
58 Así dice Yahveh Sebaot: Aquella ancha muralla de Babilonia ha de ser socavada, y aquellas sus
altas puertas con fuego han de ser quemadas, y se habrán fatigado pueblos para nada, y naciones para
el fuego se habrán cansado.
El oráculo contra Babilonia arrojado en el Éufrates
59 Orden que dio el profeta Jeremías a Seraías, hijo de Neriyías, hijo de Majseías, al partir éste
de junto a Sedecías, rey de Judá, para Babilonia el año cuarto de su reinado, siendo Seraías jefe de
etapas.1043
60 Escribió, pues, Jeremías todo el mal que había de sobrevenir a Babilonia en un libro - todas
palabras,
62 y dirás: “Yahveh, tú has hablado respecto a este lugar, de destruirlo sin que haya en él
habitante, ya sea persona o animal, sino que soledad por siempre será.”
63 Luego, en acabando tú de leer en voz alta ese libro, atas a él una piedra y lo arroja al Eufrates,
64 y dices: “Así se hundirá Babilonia y no se recobrará del mal que yo mismo voy a traer sobre
Jeremías 52
1 Veintiún años tenía Sedecías cuando comenzó a reinar y reinó once años en Jerusalén; el
nombre de su madre era Jamital, hija de Jeremías, de Libná.
2 Hizo el mal a los ojos de Yahveh, enteramente como había hecho Yoyaquim.
3 Esto sucedió a causa de la cólera de Yahveh contra Jerusalén y Judá, hasta que los arrojó de su
presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babilonia.
El asedio y la caída de Jerusalén
4 En el año noveno de su reinado, en el mes décimo, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de
Babilonia, con todo su ejército, contra Jerusalén, acampó contra ella, y la cercaron con una
empalizada.
5 La ciudad estuvo sitiada hasta el año once del rey Sedecías.
6 El mes cuarto, el nueve del mes, cuando arreció el hambre en la ciudad y no había pan para la
saliendo de noche, por el camino de la puerta que está entre los dos muros que dan al jardín del rey,
mientras los caldeos estaban alrededor de la ciudad, y se fueron por el camino de la Arabá.
8 Las tropas caldeas persiguieron al rey Sedecías y le dieron alcance en los llanos de Jericó;
degolló en Riblá.
11 A Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó con cadenas de bronce, y el rey de Babilonia lo llevó
Nebuzaradán, jefe de la guardia, uno de los que servían ante el rey de Babilonia, vino a Jerusalén.
13 Incendió la Casa de Yahveh y la casa del rey y todas las casas de Jerusalén.
14 Todas las tropas caldeas que había con el jefe de la guardia demolieron las murallas que
rodeaban a Jerusalén.
15 Cuanto (a una parte de los pobres del país) al resto del pueblo que quedaba en la ciudad, los
desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y el resto de los artesanos, Nebuzaradán, jefe de
la guardia, los deportó,
16 Nebuzaradán el jefe de la guardia, dejó algunos de entre la gente pobre como viñadores y
labradores.1044
17 Los caldeos rompieron las columnas de bronce que había en la Casa de Yahveh, las basas, el
el trenzado.
Las ejecuciones y el número de los deportados
24 El jefe de la guardia tomó preso a Seraías, primer sacerdote, y a Sefanías, segundo sacerdote,
y a los tres encargados del umbral.
25 Tomó a un eunuco de la ciudad, que era inspector de los hombres de guerra, siete hombres de
los cortesanos del rey, que se encontraban en la ciudad, al secretario del jefe del ejército, encargado
del alistamiento del pueblo de la tierra y sesenta hombres de la tierra que se hallaban en la ciudad.
26 Nebuzaradán, jefe de la guardia, los tomó y los llevó a Riblá, donde el rey de Babilonia,
27 y el rey de Babilonia los hirió haciéndoles morir en Riblá, en el país de Jamat. Así fue
del mes, Evil Merodak, rey de Babilonia, hizo gracia en el año en que comenzó a reinar, a Joaquín,
rey de Judá, y lo sacó de la cárcel.
32 Le habló con benevolencia y le dio un asiento superior al asiento de los reyes que estaban con
él en Babilonia.
33 Joaquín se quitó sus vestidos de prisión y comió siempre en la mesa del rey, todos los días de
su vida.
34 Le fue dado constantemente su sustento de parte del rey de Babilonia, día tras día, hasta el día
Este Libro consta de cinco poemas que evocan la ruina de Jerusalén, acaecida en el 587 a. C., y
están escritos en el estilo de las elegías fúnebres de esa época. Aunque se inspiran en las ideas y las
expresiones de Jeremías y suelen llevar su nombre, las LAMENTACIONES no son obra de aquel
célebre profeta, sino de algunos judíos que permanecieron en Jerusalén después de la catástrofe. Las
cuatro primeras Lamentaciones son alfabéticas, es decir, cada estrofa comienza con una letra hebrea,
siguiendo el orden del alfabeto.
Al dolor provocado por la destrucción de la Ciudad santa y a las quejas desgarradoras frente a la
triste situación en que se encontraban sus habitantes, sigue una profunda reflexión, madurada a la luz
de esa misma desgracia. "Jerusalén ha pecado gravemente y se ha convertido en algo inmundo" (1. 8).
"Examinemos a fondo nuestra conducta y volvamos al Señor" (3. 40). Este humilde reconocimiento de
las propias culpas, tantas veces denunciadas por los profetas anteriores al exilio, está acompañado de
una ardiente súplica por la restauración de Israel, que se apoya a su vez en las predicciones
mesiánicas de los profetas y es muy semejante a la de los Salmos 44; 80; 89.
Las Lamentaciones son utilizadas por la liturgia judía en cada aniversario de la destrucción de
Jerusalén, y es muy natural que el Cristianismo las haya incorporado a la liturgia de la Semana Santa,
para evocar la Muerte de Jesús.
PRIMERA LAMENTACIÓN
Jerusalén, "!a Ciudad del gran Rey" (Sal. 48. 3), está en ruinas y se parece a una reina convertida
en esclava. Abandonada por sus antiguos amantes, desolada y privada de su primitivo esplendor,
profanada y despreciada, ella reclama la piedad de los hombres: " ¡Todos ustedes, los que pasan por
el camino, fíjense bien y miren si hay un dolor comparable al mío! " (1. 12). Desde el fondo de su
amargura, la Ciudad infiel reconoce su culpa y pide humildemente a Dios que le haga justicia contra
sus enemigos.
La desolación de Jerusalén
Lamentaciones 1
1 Alef. ¡Cómo, ay, yace solitaria la Ciudad populosa! Como una viuda se ha quedado la grande
entre las naciones. La Princesa entre las provincias sujeta está a tributo.
2 Bet. Llora que llora por la noche, y las lágrimas surcan sus mejillas. Ni uno hay que la consuele
entre todos sus amantes. Todos sus amigos la han traicionado, ¡se le han trocado en enemigos!
3 Guímel. Judá está desterrada, en postración y en extrema servidumbre. Sentada entre las
naciones, no encuentra sosiego. La alcanzan todos sus perseguidores entre las angosturas.
4 Dálet. Las calzadas de Sión están de luto, que nadie viene a las solemnidades. Todas sus puertas
desoladas, sus sacerdotes gimiendo, afligidas sus vírgenes, ¡y ella misma en amargura!
5 He. Sus adversarios están a la cabeza, sus enemigos bien felices, porque Yahveh la ha afligido
por sus muchos delitos. Sus niños han partido al cautiverio delante del adversario.
6 Vau. De la hija de Sión se ha ido todo su esplendor. Sus príncipes son como ciervos que no
encuentran pasto, caminando van sin fuerzas delante del hostigador.
7 Zain. Jerusalén recuerda sus días de miseria y vida errante, cuando a manos del adversario
sucumbía su pueblo, sin que nadie viniera en su ayuda. Los adversarios la miraban, riéndose de su
ruina.
8 Jet. Mucho ha pecado Jerusalén, por eso se ha hecho cosa impura. Todos los que la honraban la
desprecian, porque han visto su desnudez; y ella misma gime y se vuelve de espaldas.
9 Tet. Su inmundicia se pega a su ropa; no pensó ella en su fin, ¡y ha caído asombrosamente! No
dolor que me atormenta, con el que Yahveh me ha herido el día de su ardiente cólera.
13 Mem. Ha lanzado fuego de lo alto, lo ha metido en mis huesos. Ante mis pies ha tendido una
concejo contra mí para acabar con mis jóvenes. El Señor ha pisado en lagar a la virgen, hija de Judá.
16 Ain. Por esto lloro yo; mi ojo, mi ojo se va en agua, porque está lejos de mí el consolador que
reanime mi alma. Mis hijos están desolados, porque ha ganado el enemigo.
17 Pe. Tiende Sión sus manos: ¡no hay quien la consuele! Ha mandado Yahveh contra Jacob sus
adversarios por doquier; Jerusalén se ha hecho cosa impura en medio de ellos.
18 Sade. Justo, justo es Yahveh, porque yo he sido indócil a sus órdenes. Escuchad, pues, pueblos
todos, y mirad mi dolor. Mis doncellas y mis jóvenes han ido al cautiverio.
19 Qof. He llamado a mis amantes: me han traicionado ellos. Mis sacerdotes y mis ancianos han
expirado en la ciudad, mientras se buscaban alimento por recobrar la vida.
Súplica de Jerusalén por la liberación
20 Res. ¡Mira, Yahveh, que estoy en angustias! ¡Me hierven las entrañas, el corazón se me retuerce
dentro, pues he sido muy rebelde! Afuera, la espada priva de hijos, en casa es como la muerte.
21 Sin. ¡Oye cómo gimo: no hay quien me consuele! Todos mis enemigos, enterados de mi mal,
se alegran de lo que tú has hecho. ¡Haz que llegue el Día que tienes anunciado, para que sean como
yo!
22 Tau. ¡Llegue ante ti toda su maldad, y trátalos como a mí me trataste por todos mis delitos!
Pues son muchos mis gemidos, y languidece mi corazón.
SEGUNDA LAMENTACIÓN
Sión se lamenta porque el Señor la trató como a un enemigo. Su Templo fue incendiado, sus
murallas arrasadas y sus puertas arrancadas. El rey y sus príncipes fueron llevados cautivos. Ya no
existe la Ley ni hay profetas que hablen en nombre del Señor. Los ancianos están abatidos y los niños
desfallecen en las plazas. "¿A quién podré compararte, hija de Jerusalén? Porque tu desastre es
inmenso como el mar" (2. 13). ¿Cómo es posible que el Señor haya llegado a ese extremo con la
ciudad que era "el estrado de sus pies"? (2. 1).
La indignación del Señor contra Israel
Lamentaciones 2
1 Alef. ¡Cómo, ay, ha anublado, en su cólera, el Señor a la hija de Sión! ¡Del cielo a la tierra ha
precipitado el esplendor de Israel, sin acordarse del estrado de sus pies, en el día de su cólera!
2 Bet. El Señor ha destruido sin piedad todas las moradas de Jacob; ha derruido, en su furor, las
fortalezas de la hija de Judá; por tierra ha echado, ha profanado al reino y a sus príncipes.
3 Guímel. En el ardor de su cólera ha quebrado todo el vigor de Israel; ha echado atrás su diestra
de frente al enemigo; ha prendido en Jacob como fuego llameante que devora a la redonda.
4 Dálet. Ha tensado su arco, igual que un enemigo, ha afirmado su diestra; como un adversario ha
matado a todos los que eran encanto de los ojos; en la tienda de la hija de Sión ha vertido su furor
como fuego.
5 He. Se ha portado el Señor como enemigo; ha destruido a Israel, ha destruido todos sus
palacios, ha derruido sus fortalezas, ha acumulado en la hija de Judá gemidos y gemidos.
6 Vau. Ha forzado, como a un huerto, su cerca, ha derruido su lugar de reunión. Ha hecho olvidar
Yahveh en Sión solemnidades y sábados; ha desechado en el ardor de su cólera a rey y sacerdote.
7 Zain. El Señor ha rechazado su altar, su santuario ha desdeñado; ha dejado a merced del
enemigo los muros de sus palacios; ¡gritos se dieron en la Casa de Yahveh, como en día solemne!
8 Jet. Yahveh decidió destruir la muralla de la hija de Sión. Tiró el cordel, y no retrajo su mano
príncipes están entre las gentes; ¡ya no hay Ley! Y tampoco sus profetas logran visiones de Yahveh.
10 Yod. En tierra están sentados, en silencio, los ancianos de la hija de Sión; se han echado polvo
en su cabeza, se han ceñido de sayal. Inclinan su cabeza hasta la tierra las vírgenes de Jerusalén.
11 Kaf. Se agotan de lágrimas mis ojos, las entrañas me hierven, mi hígado por tierra se derrama,
por el desastre de la hija de mi pueblo, mientras desfallecen niños y lactantes en las plazas de la
ciudad.
12 Lámed. Dicen ellos a sus madres: «¿Dónde hay pan?», mientras caen desfallecidos, como
víctimas, en las plazas de la ciudad, mientras exhalan el espíritu en el regazo de sus madres.
13 Mem. ¿A quién te compararé? ¿A quién te asemejaré, hija de Jerusalén? ¿Quién te podrá salvar
y consolar, virgen, hija de Sión? Grande como el mar es tu quebranto: ¿quién te podrá curar?
14 Nun. Tus profetas vieron para ti visiones de falsedad e insipidez. No revelaron tu culpa, para
la hija de Jerusalén. «¿Esa es la ciudad que llamaban la Hermosa, la alegría de toda la tierra?»
16 Pe. Abren su boca contra ti todos tus enemigos; silban y rechinan de dientes, dicen: «¡Nos la
hemos tragado! ¡Ah, éste es el Día que esperábamos! 11 Ya lo alcanzamos, ya lo vemos!»
17 Ain. Yahveh ha hecho lo que había resuelto, ha cumplido su palabra que había empeñado desde
antiguo; ha destruido sin piedad; ha hecho alegrarse sobre ti al enemigo, ha exaltado la frente de tus
adversarios.
Exhortación a Jerusalén
18 Sade. ¡Clama, pues, al Señor, muralla de la hija de Sión; deja correr a torrentes tus lágrimas,
durante día y noche; no te concedas tregua, no cese la niña de tu ojo!
19 Qof. ¡En pie, lanza un grito en la noche, cuando comienza la ronda; como agua tu corazón
derrama ante el rostro del Señor, alza tus manos hacia él por la vida de tus pequeñuelos (que de
hambre desfallecen por las esquinas de todas las calles)!
20 Res. Mira, Yahveh, y considera: ¿a quién has tratado de esta suerte? ¿Tenían las mujeres que
comer sus frutos, a sus niños de pecho? ¿Tenían que ser asesinados en el santuario del Señor
sacerdote y profeta?
21 Sin. Por tierra yacen en las calles niños y ancianos; mis vírgenes y mis jóvenes cayeron a
cuchillo; ¡has matado en el día de tu cólera, has inmolado sin piedad!
22 Tau. Como en día solemne congregaste por todo el ámbito terrores; no hubo en el día de la ira
de Yahveh fugitivo ni evadido. Los que yo había criado y mantenido mi enemigo los exterminó.
TERCERA LAMENTACIÓN
En el estilo de las Lamentaciones individuales, semejantes a las de algunos Salmos, el poeta
expresa los sentimientos del pueblo que permaneció en Jerusalén después de su caída. "Ríos de
lágrimas brotan de mis ojos, por el desastre de la hija de mi pueblo" (3. 48). A esa amarga
Lamentación que recuerda las quejas de Job y las "Confesiones" de Jeremías, sigue una reflexión
sapiencial. El autor reconoce la omnipotencia y la justicia de Dios, y mantiene su esperanza a pesar
de todo, porque él "nunca rechaza a los hombres para siempre" (3. 31).
La aflicción de Jerusalén
Lamentaciones 3
Lamentaciones 4
1 Alef. ¡Cómo, ay, se ha deslucido, el oro se ha alterado el oro mejor! Las piedras sagradas están,
ay, esparcidas por las esquinas de todas las calles.
2 Bet. Los hijos de Sión, los excelentes, valiosos como el oro fino, ¡son, ay, considerados como
vasos de arcilla, obra de manos de alfarero!
3 Guímel. Hasta los chacales desnudan la teta, dan de mamar a sus cachorros; la hija de mi pueblo
se ha vuelto tan cruel como las avestruces del desierto.
4 Dálet. La lengua del niño de pecho se pega de sed al paladar; los pequeñuelos piden pan: no hay
quien se lo reparta.
5 He. Los que comían manjares deliciosos desfallecen por las calles; los que se criaban entre
púrpura abrazan los estercoleros.
6 Vau. La culpa de la hija de mi pueblo supera al pecado de Sodoma, que fue aniquilada en un
instante sin que manos en ello se cansaran.
7 Zain. Más limpios que la nieve eran sus nazireos, más blancos que la leche; de cuerpo más rojo
que corales, un zafiro su figura.
8 Jet. Más oscuro es su semblante que el hollín, ya no se les reconoce por las calles. Su piel está
sus vestiduras.
15 Sámek. «¡Apartaos! ¡Un impuro!», les gritaban, «¡Apartaos, apartaos! ¡No tocar!» Si huían
Lamentaciones 5
Este breve opúsculo atribuido a BARUC -el discípulo y hombre de confianza del profeta
Jeremías (Jer. 32. 13-14; 36. 1-20; 43. 6-7; 45)- consta de varios fragmentos heterogéneos,
pertenecientes a autores y géneros literarios diversos. Dichos fragmentos, originariamente
independientes, fueron reunidos en un pequeño volumen hacia mediados del siglo II a. C., en alguna
comunidad judía de la Dispersión.
A pesar de sus notables diferencias, los textos reunidos en el libro de Baruc presentan un rasgo
común: todos se refieren explícitamente al exilio babilónico, considerado como una imagen
simbólica de la situación en que se encontraban muchos judíos dispersos en un ambiente
generalmente hostil. Lejos de su patria, ellos llegaron a comprender que el retorno de los deportados
a Sión, después del exilio en Babilonia, no podía ser la gloriosa restauración que el Señor había
prometido a Israel (Is. 40 - 66), sino la prefiguración y la garantía de la misma. Mientras llegaba ese
día tan esperado, el libro de Baruc les recordaba que la conversión a Dios y la búsqueda de la
verdadera Sabiduría, identificada con la Ley de Moisés (4. 1), debían preparar el camino a la
intervención definitiva del Señor en favor de su Pueblo.
Baruc 1
1 Este es el texto del libro que Baruc, hijo de Neriyías, hijo de Maaseías, hijo de Sedecías, hijo de
Jerusalén.1047
3 Baru leyó el texto de este libro a oídos de Jeconías, hijo de Yoyaquim, rey de Judá, y a oídos de
entero desde el menor al mayor, de todos los que habitaban en Babilonia, a orillas del río Sud.
5 Todos lloraron, ayunaron y oraron delante del Señor.
6 Luego reunieron dinero, según las posibilidades de cada uno,
7 y lo enviaron a Jerusalén, al sacerdote Joaquín, hijo de Jilquías, hijo de Salom, a los demás
que habían sido llevados del Templo, con ánimo de volverlos a llevar a la tierra de Judá; objetos de
plata mandados hacer por Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá,
9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, deportó de Jerusalén a Jeconías, a los príncipes,
incienso; haced oblaciones y ofrendas sobre el altar del Señor Dios nuestro.
11 Rogad por la vida de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y por la vida de su hijo Baltasar, para
que sean sus días como los días del cielo sobre la tierra.
12 El Señor nos dará fuerzas e iluminará nuestros ojos para vivir a la sombra de Nabucodonosor,
rey de Babilonia, y a la sombra de su hijo Baltasar; les serviremos largos días y hallaremos gracia a
sus ojos.
13 Rogad también por nosotros al Señor Dios nuestro, porque hemos pecado contra el Señor
Dios nuestro, y todavía hoy no se ha retirado de nosotros el furor y la ira del Señor.
14 Y leed este libro que os mandamos para que hagáis lectura pública en la Casa del Señor, el día
Moisés el día que sacó a nuestros padres del país de Egipto para darnos una tierra que mana leche y
miel, como sucede en este día.1051
21 Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor Dios nuestro de acuerdo con todas las palabras
a dioses extraños, a hacer lo malo a los ojos del Señor Dios nuestro.
Baruc 2
1 Por eso el Señor Dios nuesro ha cumplido la palabra que había pronunciado contra nosotros,
contra nuestros jueces que juzgaron a Israel, contra nuestros reyes y nuestros príncipes, contra los
habitantes de Israel y de Judá.
2 Jamás se hizo debajo del cielo entero nada semejante a lo que hizo él en Jerusalén, conforme
propia hija.
4 Y los entregó el Señor en poder de todos los reinos de nuestro alrededor para que fuesen objeto
de oprobio y maldición entre todos los pueblos circundantes donde el Señor los dispersó.
5 Hemos pasado a estar debajo y no encima, por haber pecado contra el Señor Dios nuestro
desoyendo su voz.
6 Al Señor Dios nuestro la justicia; a nosotros y a nuestros padres la confusión del rostro, como
el canto del novio y el canto de la novia, y todo el país quedará hecho un desierto, sin habitantes.»1053
24 Pero nosotros no escuchamos tu invitación de servir al rey de Babilonia, y tú entonces ha
cumplido tus palabras, pronunciadas por medio de tus siervos los profetas: que los huesos de
nuestros reyes y los huesos de nuestros padres serían sacados de sus sepulcros.
25 Y he aquí que efectivamente yacen tirados por el suelo al calor del día y al frío de la noche; y
misericordia,
28 como habías hablado por medio de tu siervo Moisés, el día en que le ordenaste escribir tu Ley
en presencia de los hijos de Israel, diciendo:
29 «Si no escucháis mi voz, esta misma grande, inmensa muchedumbre quedará reducida a un
oigan.
32 Y ellos me alabarán en el país de su destierro, se acordarán de mi nombre,
33 desistirán de su dura cerviz y de su perversa conducta acordándose de lo que les sucedió a sus
padres que pecaron delante del Señor.
34 Yo les volveré a la tierra que bajo juramento prometí a sus padres, a Abraham, Isaac y Jacob, y
tomarán posesión de ella. Los multiplicaré y ya no menguarán.
35 Y estableceré con ellos una alianza eterna de ser yo su Dios y ser ellos mi pueblo, y no volveré
Baruc 3
1 Señor omnipotente, Dios de Israel, mi alma en angustia, mi espíritu abatido es el que clama a ti.
2 Escucha, Señor, ten piedad, porque hemos pecado ante ti.
3 Pues tú te sientas en tu trono eternamente; mas nosotros por siempre perecemos.
4 Señor omnipotente, Dios de Israel, escucha la oración los muertos de Israel, de los hijos de
aquellos que pecaron contra ti: desoyeron ellos la voz del Señor su Dios, y por eso se han pegado a
nosotros estos males.1056
5 No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres, sino acuérdate de tu mano y de tu Nombre
en esta hora.
6 Pues eres el Señor Dios nuestro, y nosotros queremos alabarte, Señor.
7 Para eso pusiste tu temor en nuestros corazones, para que invocáramos tu Nombre. Queremos
alabarte en nuestro destierro, porque hemos apartado de nuestro corazón toda la iniquidad de
nuestros padres, que pecaron ante ti.
8 Aquí estamos todavía en nuestro destierro, donde tú nos dispersaste, para que fuésemos
oprobio, maldición y condenación por todas las iniquidades de nuestros padres que apartaron del
Señor Dios nuestro.
REFLEXIÓN SOBRE LA SABIDURÍA
En la segunda parte del Libro, un "poema sapiencial" presenta a la Sabiduría como una realidad
misteriosa, desconocida por los hombres y accesible únicamente a Dios, pero que "apareció sobre la
tierra, y vivió entre los hombres" (3. 38) desde el momento en que el Señor reveló su Ley a Israel.
Exhortación a volver a la fuente de la Sabiduría
9 Escucha, Israel, los mandamientos de vida, tiende tu oído para conocer la prudencia.1057
10 ¿Por qué, Israel, por qué estás en país de enemigos, has envejecido en un país extraño,
11 te has contaminado con cadáveres, contado entre los que bajan al seol?
12 ¡Es que abandonaste la fuente de la sabiduría!
13 Si hubieras andado por el camino de Dios, habrías vivido en paz eternamente.
14 Aprende dónde está la prudencia, dónde la fuerza, dónde la inteligencia, para saber al mismo
tiempo dónde está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la paz.
La Sabiduría inaccesible a la inteligencia humana
15 Pero ¿quién ha encontrado su mansión, quién ha entrado en sus tesoros?1058
16 ¿Dónde están los príncipes de las naciones, y los que dominan las bestias de la tierra,
17 los que juegan con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro en que confían los
hombres, y cuyo afán de adquirir no tiene fin;
18 los que labran la plata con cuidado, mas no dejan rastro de sus obras?
19 Desaparecieron, bajaron al seol, y otros surgieron en su lugar.
20 Otros más jóvenes que ellos vieron la luz, y vivieron en la tierra; pero el camino de la ciencia
no lo conocieron,
21 ni comprendieron sus senderos. Sus hijos tampoco se preocuparon de ella, quedaron lejos de
su camino.
22 No se oyó hablar de ella en Canaán, ni fue vista en Temán.
23 Los hijos de Agar, que andan buscando la inteligencia en la tierra, los mercaderes de Madián y
La Sabiduría, prerrogativa de Israel
32 Pero el que todo lo sabe la conoce, con su inteligencia la escrutó, el que dispuso la tierra para
amado.
38 Después apareció ella en la tierra, y entre los hombres convivió.
La Sabiduría identificada con la Ley
Baruc 4
1 Ella es el libro de los preceptos de Dios, la Ley que subsiste eternamente: todos los que la
mientras viva.
21 Animo, hijos, clamad al Señor: el os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos.
22 Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia
siempre.
24 Y como las vecinas de Sión ven ahora vuestro cautiverio, así verán pronto vuestra salvación
de parte de Dios, que os llegará con gran gloria y resplandor del Eterno.
25 Hijos, soportad con paciencia la ira que de parte de Dios os ha sobrevenido. Te ha perseguido
Baruc 5
1 Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflición, y vístete para siempre el esplendor de la gloria
Piedad».
5 Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a tus hijos reunidos
desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres del recuerdo de Dios.
6 Salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve traídos con gloria, como
un trono real.
7 Porque ha ordenado Dios que sean rebajados todo monte elevado y los collados eternos, y
comados los valles hasta allanar la tierra, para que Israel marche en seguro bajo la gloria de Dios.
8 Y hasta las selvas y todo árbol aromático darán sombra a Israel por orden de Dios.
9 Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria,con la misericordia y la justicia
que vienen de él. Copia de la carta que envió Jeremías a los que iban a ser llevados cautivos a
Babilonia por el rey de los babilonios, para comunicarles lo que Dios le había ordenado.
Baruc 6
1 Por los pecados que habéis cometido delante de Dios, vais a ser llevados cautivos a Babilonia
le ha ofendido.
13 Otro tiene en su diestra espada y hacha, pero no puede defenderse de la guerra ni de los
ladrones.
14 Por donde bien dejan ver que no son dioses. Así que no les temáis.
15 Como el vaso que un hombre usa, cuando se rompe, se hace inservible, así les pasa a sus
condenado a muerte, así los sacerdotes aseguran las casas de estos dioses con puertas, cerrojos y
trancas, para que no sean saqueados por los ladrones.
18 Les encienden lámparas y aun más que para ellos mismos, cuando los dioses no pueden ver ni
gusanos que suben del suelo y los devoran, a ellos y sus vestidos, no los sienten.
20 Sus caras están ennegrecidas por la humareda de la casa.
21 Sobre su cuerpo y sus cabezas revolotean lechuzas vencejos y otros pájaros; y también hay
gatos.
22 Por donde podéis ver que no son dioses; así que no les temáis.
23 El oro mismo con que los recubren para embellecerlos no lograría hacerlos brillar si no
hubiera quien le limpiara la herrumbre, pues ni cuando eran fundidos se daban cuenta.
24 A enorme precio han sido comprados esos dioses en los que no hay soplo de vida.
25 Al no tener pies, son llevados a hombros, exhibiendo así a los hombres su propia ignominia; y
quedan también en vergüenza sus servidores, porque si aquéllos llegan a caer en tierra, tienen que ser
levantados por ellos.
26 Si se les pone en pie, no pueden moverse por sí mismos; si se les tumba, no logran
enderezarse solos; como a muertos, se les presentan las ofrendas.
27 Sus víctimas las venden los sacerdotes y sacan provecho de ellas; también sus mujeres ponen
una parte en conserva, sin repartir nada al pobre ni al enfermo; y las mujeres que acaban de dar a luz
y las que están en estado de impureza tocan sus víctimas.
28 Conociendo, pues, por todo esto que no son dioses, no les temáis.
29 ¿Cómo, en efecto, podrían llamarse dioses? Son mujeres las que presentan ofrendas ante estos
dioses de plata, oro y madera.
30 Y en sus templos los sacerdotes se están sentados, con las túnicas desgarradas, las cabezas y las
barbas rapadas y la cabeza descubierta;
31 y vocean chillando delante de sus dioses como hacen algunos en un banquete fúnebre.
32 Los sacerdotes les quitan la vestimenta para vestir a sus mujeres y sus hijos.
33 Si alguien les hace daño o favor, no pueden darle su merecido. Ni pueden poner ni quitar rey.
34 Tampoco son capaces de dar ni riquezas ni dinero. Si alguien les hace un voto y no lo cumple,
no le piden cuentas.
35 Jamás libran a un hombre de la muerte, ni arrancan al débil de las manos del poderoso.
36 No pueden devolver la vista al ciego, ni liberar al hombre que se halla en necesidad.
37 No tienen piedad de la viuda ni hacen bien al huérfano.
38 A los peñasos sacados del monte se parecen esos maderos recubiertos de oro y plata, y sus
lo llevan donde Bel, pidiéndole que le devuelva el habla, como si este dios pudiera percibir.
41 Y no pueden ellos, que piensan, abandonar a sus dioses que no sienten nada.
42 Las mujeres, ceñidas de cuerdas, se sientan junto a los casminos quemando como incienso el
salvado,
43 y, cuando una de ellas, solicitada por algún transeúnte, se acuesta con él, reprocha a su vecina
de no haber sido hallada digna como ella y de no haber sido rota su cuerda.
44 Todo lo que se hace en honor de ellos es engaño. ¿Cómo, pues, se puede creer o afirmar que
son dioses?
45 Han sido fabricados por artesanos y orfebres, y no son cosa que lo que sus artífices quieren
que sean.
46 Los mismos que los han fabricado no duran mucho tiempo; ¿cómo, pues, van a ser dioses las
son más que mentira. Para todos, naciones y reyes, quedará claro que no son dioses, sino obras de
manos de hombres, y que no hay en ellos obra alguna de un dios.
51 ¿A quién, pues, no parecerá evidente que no son dioses?
52 No pueden poner rey en un país, ni dar a los hombres la lluvia.
53 No saben juzgar sus pleitos, ni liberar y proteger al agraviado, porque son incapaces; como
cornejas son entre el cielo y la tierra.
54 Pues si llega a prender el fuego en la casa de esos dioses de madera, dorados y plateados, sus
sacerdotes escaparán y se pondrán a salvo, pero ellos serán, como postes, presa de las llamas.
55 Tampoco pueden resistir a rey ni a ejército enemigo.
56 ¿Cómo pues, admitir o creer que son dioses?
57 Ni de ladrones y salteadores pueden defenderse estos dioses de madera, plateados y dorados;
aquéllos, más fuertes que ellos, les quitan el oro, la plata y la vestimenta que los recubre, y se van con
ello, sin que los dioses puedan socorrerse a sí mismos.
58 De modo que es mucho mejor ser un rey que ostenda su poder, o un utensilio provechoso en
una casa, del cual se sirve su dueño, que no estos falsos dioses; o una puerta en una casa, que guarda
cuanto hay dentro de ella, que no estos falsos dioses; o bien un poste de madera en un palacio, que no
estos falsos dioses.
59 El sol, la luna y las estrellas, que brillan y tienen una misión, son obedientes:
60 igualmente el relámpago, cuando aparece, es bien visible; asimismo el viento sopla en todo
país;
61 las nubes, cuando reciben de Dios la orden de recorrer toda la tierra, la ejecutan al punto; y el
la luna.
67 Las bestias valen más que ellos, porque pueden, refugiándose bajo cubierto, ser útiles a sí
mismas.
68 Por ningún lado, pues, aparece que sean dioses; así que no les temáis.
69 Como espantajo en cohombral, que no guarda nada, así son sus dioses de madera, dorados y
plateados.
70 También a un espino en un huerto, en el que todos los pájaros se posan, o a un muerto echado
En el 597 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, realizó una campaña contra Jerusalén. El rey
Joaquín se rindió después de soportar un breve asedio y tuvo que pagar un pesado tributo. Como
consecuencia de esta primera invasión, el reino davídico no quedó destruido, pero sí
considerablemente diezmado. En efecto, con el fin de reafirmar su soberanía sobre Judá,
Nabucodonosor destituyó a Joaquín y lo llevó cautivo a Babilonia con varios miles de deportados,
entronizando en su lugar a Sedecías (17. 12-14; 2 Rey. 24. 8-17). Entre las víctimas de aquella primera
deportación se encontraba un sacerdote de Jerusalén, llamado EZEQUIEL, nombre que significa
"Dios es fuerte", o bien, "Que Dios fortalezca". El lugar de su destierro fue una colonia de exiliados
instalada en Tel Aviv, población situada junto al río Quebar, en las cercanías de Babilonia. Allí vivía
acompañado de su esposa, cuando tuvo la deslumbrante visión que lo convirtió en profeta del Señor.
A partir de ese momento, ejerció su actividad profética a lo largo de más de veinte años, entre el 593
y el 571 a. C.
La pertenencia de Ezequiel a la clase sacerdotal dejó una huella profunda en su mensaje. Así lo
manifiestan su interés por las instituciones cultuales, su preocupación por separar lo sagrado de lo
profano (45. 1-6; 48. 9-14), su horror por las impurezas legales (4. 14; 44. 6-8) y su competencia para
resolver casos de moral y derecho, función esta específica de los sacerdotes (20. 1). Pero su máxima
preocupación es el Templo, ya sea el Templo presente, contaminado por toda suerte de ritos idólatras
(8. 1-18), ya sea el Santuario de la nueva Jerusalén, donde la Gloria del Señor habitará para siempre
(43. 1-9) y cuyo diseño él describe minuciosamente (caps. 40-48). El pensamiento y el estilo de
Ezequiel están hondamente arraigados en la tradición sacerdotal, así como los de su contemporáneo
Jeremías reflejan cierta influencia de la corriente "deuteronomista".
Sin embargo, Ezequiel fue ante todo un profeta. El Señor lo estableció como "un presagio para
el pueblo de Israel" (12. 6; 24. 24), y él puso en evidencia ante los exiliados en Babilonia que había
"un profeta en medio de ellos" (2. 5; 33. 33). Su función fue semejante a la del "centinela", encargado
de dar el grito de alerta ante la inminencia del peligro y, al mismo tiempo, responsable de aquellos
que se perdían por no haber sido alertados oportunamente (3. 16-21).
A través de sus escritos, Ezequiel se manifiesta como una personalidad sumamente
desconcertante. El lector queda desorientado ante sus sorprendentes acciones simbólicas (4. 1-3; 5. 1-
4; 12. 1-20), ante sus posturas extravagantes (4. 4-8) y sus transportes extáticos (11. 1-13; 37. 1-14; 40.
1-4). Estos mismos elementos ya habían aparecido en otros profetas anteriores a él. Pero mientras
que Oseas, Isaías o Jeremías se valen de ellos con cierta discreción, Ezequiel parece complacerse en
emplearlos hasta resultar chocante. Por ese modo de proceder, se lo ha tachado de "excéntrico" e
incluso se ha pensado que padecía de ciertas perturbaciones síquicas. Lo cierto es que poseía un genio
excepcionalmente sensible e imaginativo, a la vez que complejo y paradójico. Era un "visionario" en
el mejor sentido del término. Pero eso no le impedía expresarse a veces con la fría precisión de un
jurista y la sutileza de un casuista o bien detenerse minuciosamente en la seca enumeración de detalles
arquitectónicos.
El libro de Ezequiel aparece a primera vista como un conjunto sólidamente estructurado.
Después de la introducción dedicada a relatar la vocación del profeta (1. 4-3. 21), siguen cuatro partes
que tratan temas bien definidos. Dentro de este plan lógico, es fácil descubrir algunas repeticiones,
interrupciones bruscas y ampliaciones, debidas en gran parte al trabajo redaccional de los discípulos
del profeta, que dieron al Libro su forma definitiva.
Los grandes temas de Ezequiel han encontrado un profundo eco en el Nuevo Testamento, sobre
todo en el Evangelio según san Juan. La Morada definitiva de Dios entre los hombres, anunciada por
Ezequiel (37. 27), es Jesucristo (Jn. 1. 14). Él es también el Buen Pastor que congrega a su Pueblo (34.
11-16; Jn. 10. 11-16), lo hace renacer por el agua y el Espíritu (36. 25-27; Jn. 3. 5) y le da la Vida (37.
1-14; Jn. 11. 25-26). Las visiones de Ezequiel son asimismo el punto de partida de casi todas las
imágenes con que el Apocalipsis describe la Nueva Jerusalén, cuyo Templo "es el Señor Dios
todopoderoso y el Cordero" (Apoc. 21. 22).
Introducción
Ezequiel 1
1 El año treinta, el día cinco el cuarto mes, encontrándome yo entre los deportados, a orillas del
río Kebar, se abrió el cielo y contemplé visiones divinas.
2 El día cinco del mes - era el año quinto de la deportación del rey Joaquín -1066
3 la palabra de Yahveh fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a
derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila.1068
11 Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y
marcha.
13 Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movía
entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos.
14 Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago.
15 Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro
caras.
16 El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la
misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra.
17 En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha.
18 Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba
llena de destellos todo alrededor.
19 Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban
ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser
estaba en las ruedas.1070
22 Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida
cubrían el cuerpo.
24 Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Sadday; cuando
marchaban, era un ruido atronador, como ruido de batalla; cuando se paraban, replegaban sus
alas.1072
25 Y se produjo un ruido.
26 Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro
en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia
humana.
27 Vi luego como el fulgor del electro, algo como un fuego que formaba una envoltura, todo
alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas
para abajo, vi algo como fuego que producía un resplandor en torno,
28 con el aspecto del arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el aspecto de este
resplandor, todo en torno. Era algo como la forma de la gloria de Yahveh. A su vista caí rostro en
tierra y oí una voz que hablaba.
Visión del libro
Ezequiel 2
11073 Me dijo: «Hijo de hombre, ponte en pie, que voy a hablarte».1074
2 El espíritu entró en mí como se me había dicho y me hizo tenerme en pie; y oí al que me
hablaba.1075
3 Me dijo: «Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a la nación de los rebeldes, que se han
rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han sido contumaces hasta este mismo día.
4 Los hijos tienen la cabeza dura y el corazón empedernido; hacia ellos te envío para decirles:
te desprecian y si te ves sentado sobre escorpiones. No tengas miedo de sus palabras, no te asustes de
ellos, porque son una casa de rebeldía.
7 Les comunicarás mis palabras, escuchen o no escuchen, porque son una casa de rebeldía.
8 «Y tú, hijo de hombre, escucha lo que voy a decirte, no seas rebelde como esa casa de rebeldía.
Ezequiel 3
1 Y me dijo: «Hijo de hombre, come lo que se te ofrece; come este rollo y ve luego a hablar a la
casa de Israel.»
2 Yo abrí mi boca y él me hizo comer el rollo,
3 y me dijo: «Hijo de hombre, aliméntate y sáciate de este rollo que yo te doy.» Lo comí y fue en
escúchalas atentamente,
11 y luego, anda, ve donde los deportados, donde los hijos de tu pueblo; les hablarás y les dirás:
“Así dice el Señor Yahveh”, escuchen o no escuchen.»
12 Entonces, el espíritu me levantó y oí detrás de mí el ruido de una gran trepidación: «Bendita
malvado que abandone su mala conducta, a fin de que viva, él, el malvado, morirá por su culpa, pero
de su sangre yo te pediré cuentas a ti.
19 Si por el contrario adviertes al malvado y él no se aparta de su maldad y de su mala conducta,
gloria que yo había visto junto al río Kebar, y caí rostro en tierra.
24 Entonces, el espíritu entró en mí y me hizo tenerme en pie, y me habló. Me dijo: «Ve a
encerrarte en tu casa.
25 Hijo de hombre, he aquí que se te van a echar cuerdas con las que serás atado, para que no
escuchar, que escuche, y quien no quiera, que lo deje; porque son una casa de rebeldía.»1082
Anuncio simbólico del sitio de Jerusalén
Ezequiel 4
11083 Tú, hijo de hombre, toma un ladrillo y ponlo delante de ti; grabarás en él una ciudad,
Jerusalén,
2 y emprenderás contra ella un asedio: construirás contra ella trincheras, levantarás contra ella
terraplenes, emplazarás contra ella campamentos, instalarás contra ella arietes, todo alrededor.
3 Toma luego una sartén de hierro y colócala como un muro de hierro entre ti y la ciudad.
Fijarás tu rostro sobre ella, y quedará en estado de sitio: tú la sitiarás. Es una señal para la casa de
Israel.
4 Acuéstate del lado izquierdo y pon sobre ti la culpa de la casa de Israel. Todo el tiempo que
estés acostado así, llevarás su culpa.
5 Yo te he impuesto los años de su culpa en una duración de trescientos noventa días, durante los
culpa de la casa de Judá durante cuarenta días. Yo te he impuesto un día por año.1085
7 Después fijarás tu rostro y tu brazo desnudo sobre el asedio de Jerusalén, y profetizarás contra
ella.
8 He aquí que yo te he atado con cuerdas, y no te darás vuelta de un lado a otro hasta que no hayas
ello tu pan. Durante todo el tiempo que estés acostado de un lado - trescientos noventa días - comerás
de ello.
10 El alimento que comas será de un peso de veinte siclos por día, que comerás de tal a tal
hora.1086
11 También beberás el agua con medida, beberás la sexta parte de un sextario, de tal a tal hora.1087
12 Comerás este alimento en forma de galleta de cebada que será cocida, a la vista de ellos, sobre
excrementos humanos.»1088
13 Y dijo Yahveh: «Así comerán los israelitas su alimento impuro en medio de las naciones
presente jamás he comido bestia muerta o despedazada, ni carne corrompida entró en mi boca.»
15 El me dijo: «Bien, en lugar de excrementos humanos te permito usar boñiga de buey para que
Jerusalén: comerán el pan con peso y con angustia; y el agua con medida y con ansiedad la beberán,
17 porque faltarán el pan y el agua: quedarán pasmados todos juntos y se consumirán por sus
culpas.»
El simbolismo del pelo dividido en tres partes
Ezequiel 5
1 Tú, hijo de hombre, toma una espada afilada, tómala como navaja de barbero, y pásatela por tu
cabeza y tu barba. Luego tomarás una balanza y dividirás en partes lo que hayas cortado.1089
2 A un tercio le prenderás fuego en medio de la ciudad, al cumplirse los días del asedio. El otro
tercio lo tomarás y lo cortarás con la espada todo alrededor de la ciudad. El último tercio lo
esparcirás al viento, y yo desenvainaré la espada detrás de ellos.
3 Pero de aquí tomarás una pequeña cantidad que recogerás en el vuelo de tu manto,1090
4 y de éstos tomarás todavía un poco, lo echarás en medio del fuego y lo quemarás en él. De ahí
contaminado mi santuario con todos tus horrores y todas tus abominaciones, yo también te rechazaré
a ti sin una mirada de piedad, tampoco yo perdonaré.
12 Un tercio de los tuyos morirá de peste o perecerá de hambre en medio de ti, otro tercio caerá a
espada, en tus alrededores, y al otro tercio lo esparciré yo a todos los vientos, desenvainando la
espada detrás de ellos.
13 Mi cólera se desahogará y saciaré en ellos mi furor; me vengaré y sabrán entonces que yo,
transeúntes.
15 Serás oprobio y blanco de insultos, ejemplo y asombro para las naciones que te rodean,
cuando yo haga justicia de ti con cólera y furor, con furiosos escarmientos. Yo, Yahveh, he hablado.
16 Cuando lance contra ellos las terribles flechas del hambre, que causan el exterminio, y que yo
enviaré para exterminaros, añadiré el hambre contra vosotros, y destruiré vuestras provisiones de
pan.
17 Enviaré contra vosotros el hambre y las bestias feroces, que te dejarán sin hijos; la peste y la
sangre pasarán por ti, y haré venir contra ti la espada. Yo, Yahveh, he hablado.
Anuncio contra las montañas de Israel
Ezequiel 6
de vuestros altares.
6 En todo lugar donde habitéis, las ciudades quedarán en ruinas y los altos serán devastados, de
forma que vuestros altares queden en ruinas, como cosa culpable, vuestras basuras sean destrozadas y
aventadas, vuestros braseros de incienso hechos pedazos y aniquiladas vuestras obras.
7 Caerán las víctimas en medio de vosotros, y sabréis que yo soy Yahveh.
8 Pero haré que os queden, entre las naciones, algunos supervivientes de la espada, cuando seáis
dispersados por los países.
9 Y vuestros supervivientes se acordarán de mí, entre las naciones adonde hayan sido deportados,
aquellos a quienes yo haya quebrantado el corazón adúltero que se apartó de mí y los ojos que se
prostituyeron detrás de sus basuras. Tendrán horror de sí mismos por las maldades que cometieron
con todas sus abominaciones.
10 Y sabrán que yo soy Yahveh: no había hablado en vano de infligirles todos estos males.
El castigo merecido por los pecados de Israel
11 Así dice el Señor Yahveh. Bate las manos, patalea y di: «¡Ay!», por todas las execrables
abominaciones de la casa de Israel, que va a caer por la espada, el hambre y la peste.
12 El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá a espada, el que quede sitiado morirá
de hambre, porque yo desahogaré mi furor en ellos.
13 Y sabréis que yo soy Yahveh, cuando sus víctimas queden allí entre sus basuras alrededor de
sus altares, en toda colina elevada, en la cima de todos los montes, bajo todo árbol verde, bajo toda
encina frondosa, dondequiera que ofrecen calmante aroma a todas sus basuras.
14 Extenderé mi mano contra ellos y haré de esta tierra una soledad desolada, desde el desierto
hasta Riblá, en todo lugar donde habiten; y sabrán que yo soy Yahveh.
El anuncio del fin
Ezequiel 7
conducta; aparecerán tus abominaciones en medio de ti, y sabréis que yo soy Yahveh.
5 Así dice el Señor Yahveh: ¡Desgracia única! ¡Ya viene la desgracia!
6 Se acerca el fin, el fin se acerca vigilante sobre ti, es ya inminente.
7 Te llega el turno, habitante del país. Llega el tiempo, está cercano el día, consternación, que no
podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque ello
era la ocasión de su culpa.
20 De la hermosura de sus joyas hicieron el objeto de su orgullo: con ellas fabricaron las
profanarán.
22 Retiraré mi rostro de ellos, mi tesoro será profanado: los invasores penetrarán en él y lo
profanarán.
23 Haz una cadena, porque esta tierra está llena de delitos de sangre, la ciudad repleta de
violencia.
24 Yo haré venir a las naciones más crueles, que se apoderarán de sus casas. Pondré fin al orgullo
temblarán. Yo los trataré según su conducta, los juzgaré según sus juicios, y sabrán que yo soy
Yahveh.
Visión de la idolatría de Jerusalén
Ezequiel 8
1 El año sexto, el día cinco del sexto mes, estaba yo sentado en mi casa y los ancianos de Judá
sentados ante mí, cuando se posó allí sobre mí la mano del Señor Yahveh.1091
2 Miré: había allí una forma con aspecto de hombre. Desde lo que parecían ser sus caderas para
abajo era de fuego, y desde sus caderas para arriba era algo como un resplandor, como el fulgor del
electro.
3 Alargó una especie de mano y me agarró por un mechón de mi cabeza; el espíritu me elevó
entre el cielo y la tierra y me llevó a Jerusalén, en visiones divinas, a la entrada del pórtico interior
que mira al norte, allí donde se alza el ídolo de los celos, que provoca los celos.1092
4 Y he aquí que la gloria del Dios de Israel estaba allí; tenía el aspecto de lo que yo había visto en
la vega.
5 El me dijo: «Hijo de hombre, levanta tus ojos hacia el norte.» Levanté mis ojos hacia el norte y
vi que al norte del pórtico del altar estaba este ídolo de los celos, a la entrada.
6 Me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen éstos, las grandes abominaciones que la casa de
Israel comete aquí para alejarme de mi santuario? Todavía has de ver otras grandes abominaciones».
7 Me llevó a la entrada del atrio. Yo miré: había un agujero en la pared.
8 Y me dijo: «Hijo de hombre, perfora la pared.» Perforé la pared y se hizo una abertura.
9 Y me dijo: «Entra y contempla las execrables abominaciones que éstos cometen ahí.»
10 Entré y observé: toda clase de representaciones de reptiles y animales repugnantes, y todas las
Safán -, estaban de pie delante de ellos cada uno con su incensario en la mano. Y el perfume de la
nube de incienso subía.
12 Me dijo entonces: «¿Has visto, hijo de hombre, lo que hacen en la oscuridad los ancianos de la
casa de Israel, cada uno en su estancia adornada de pinturas? Están diciendo: “Yahveh no nos ve,
Yahveh ha abandonado esta tierra.”»
13 Y me dijo: «Todavía les verás cometer otras grandes abominaciones.»
14 Me llevó a la entrada del pórtico de la Casa de Yahveh que mira al norte, y vi que allí estaban
santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que, vuelta la
espalda al santuario de Yahveh y la cara a oriente, se postraban en dirección a oriente hacia el sol.1094
17 Y me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? ¿Aún no le bastan a la casa de Judá las abominaciones
que cometen aquí, para que llenen también la tierra de violencia y vuelvan a irritarme? Mira cómo se
llevan el ramo a la nariz.1095
18 Pues yo también he de obrar con furor; no tendré una mirada de piedad, no perdonaré. Con
Ezequiel 9
1 Entonces gritó a mis oídos con voz fuerte: «¡Se acercan los castigos de la ciudad, cada uno con
su azote en la mano!»
2 Y en esto vinieron, de la dirección del pórtico superior que mira al norte, seis hombres, cada
cual con su azote en la mano. En medio de ellos había un hombre vestido de lino con una cartera de
escriba a la cintura. Entraron y se detuvieron ante al altar de bronce.
3 La gloria del Dios de Israel se levantó de sobre los querubines sobre los cuales estaba, hacia el
umbral de la Casa. Llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba a la
cintura;
4 y Yahveh le dijo: «Pasa por la ciudad, por Jerusalén, y marca una cruz en la frente de los
hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en medio de ella.»1096
5 Y a los otros oí que les dijo: «Recorred la ciudad detrás de él y herid. No tengáis una mirada de
piedad, no perdonéis;
6 a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres matadlos hasta que no quede uno. Pero al que lleve
la cruz en la frente, no le toquéis. Empezad a partir de mi santuario.» Empezaron, pues, por los
ancianos que estaban delante de la Casa.
7 Luego les dijo: «Manchad la Casa, llenad de víctimas los atrios; salid.» Salieron y fueron
hiriendo por la ciudad.
8 Mientras ellos herían, yo quedé solo allí y caí rostro en tierra. Exclamé: «¡Ah, Señor Yahveh!,
¿vas a exterminar a todo el resto de Israel, derramando tu furor contra Jerusalén?»
9 Me dijo: «La culpa de la casa de Israel y de Judá es muy grande, mucho; la tierra está llena de
sangre, la ciudad llena de perversidad. Pues dicen: “Yahveh ha abandonado la tierra, Yahveh no ve
nada.”
10 Pues bien, tampoco yo tendré una mirada de piedad ni perdonaré. Haré caer su conducta sobre
su cabeza».
11 En aquel momento el hombre vestido de lino que llevaba la cartera a la cintura, vino a hacer su
Ezequiel 10
1 Miré y vi que sobre el firmamento que estaba sobre la cabeza de los querubines aparecía,
semejante a la piedra de zafiro, algo como una forma de trono, por encima de ellos.
2 Y dijo al hombre vestido de lino: «Métete entre las ruedas, debajo de los querubines, toma a
manos llenas brasas ardientes de entre los querubines y espárcelas por la ciudad.» Y él entró, ante mis
ojos.
3 Los querubines estaban parados a la derecha de la Casa cuando el hombre entró, y la nube
querubines, lo tomó y lo puso en las manos del hombre vestido de lino. Este lo tomó y salió.
8 Entonces apareció en los querubines una especie de mano humana debajo de sus alas.
9 Miré: había cuatro ruedas al lado de los querubines, cada rueda junto a cada querubín, y el
aspecto de las ruedas era como el destello del crisólito.
10 Las cuatro parecían tener la misma forma, como si una rueda estuviese dentro de la otra.
11 En su marcha, avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha; seguían, en
desplegaban sus alas para elevarse del suelo, las ruedas no se volvían tampoco de su lado.
17 Cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban, se elevaban con ellos las
Ezequiel 11
oriente. Y he aquí que a la entrada del pórtico había veinticinco hombres, entre los cuales vi a
Yazanías, hijo de Azzur, y a Pelatías, hijo de Benaías, jefes del pueblo.
2 El me dijo: «Hijo de hombre, éstos son los hombres que maquinan el mal, que dan malos
tierra y grité con voz fuerte: «¡Ah, Señor Yahveh!, ¿vas a aniquilar al resto de Israel?»1098
El espíritu nuevo prometido a los exiliados
14 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
15 «Hijo de hombre; de cada uno de tus hermanos, de tus parientes y de toda la casa de Israel,
dicen los habitantes de Jerusalén: Seguid lejos de Yahveh; a nosotros se nos ha dado esta tierra en
posesión.
16 Por eso, di: Así dice el Señor Yahveh: Sí, yo los he alejado entre las naciones, y los he
dispersado por los países, pero yo he sido un santuario para ellos, por poco tiempo, en los países
adonde han ido.
17 Por eso, di: Así dice el Señor Yahveh: Yo os recogeré de en medio de los pueblos, os
congregaré de los países en los que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel.
18 Vendrán y quitarán de ella todos sus monstruos y abominaciones;
19 yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo: quitaré de su carne el corazón
oriente de la ciudad.1101
24 El espíritu me elevó y me llevó a Caldea, donde los desterrados, en visión, en el espíritu de
Anuncio simbólico de la deportación
Ezequiel 12
saldrá; horadarán la muralla para hacerle salir por ella; y se tapará la cara para no ver la tierra con
sus propios ojos.1102
13 Mas yo tenderé mi lazo sobre él y quedará preso en mi red; le conduciré a Babilonia, al país
países.
16 Sin embargo, dejaré que un pequeño número de ellos escapen a la espada, al hambre y a la
peste, para que cuenten todas sus abominaciones entre las naciones adonde vayan, a fin de que sepan
que yo soy Yahveh.
Otro gesto simbólico
17 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
18 Hijo de hombre, comerás tu pan con temblor y beberás tu agua con inquietud y angustia;
19 y dirás al pueblo de la tierra: Así dice el Señor Yahveh a los habitantes de Jerusalén que andan
por el suelo de Israel: comerán su pan con angustia, beberán su agua con estremecimiento, para que
esta tierra y los que en ella se encuentran queden libres de la violencia de todos sus habitantes.
20 Las ciudades populosas serán destruidas y esta tierra se convertirá en desolación; y sabréis que
yo soy Yahveh.
Respuesta al escepticismo del pueblo
21 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
22 Hijo de hombre, ¿qué queréis decir con ese proverbio que circula acerca del suelo de Israel:
más en Israel. Diles en cambio: Llegan los días en que toda visión se cumplirá,
24 pues ya no habrá ni visión vana ni presagio mentiroso en medio de la casa de Israel.
25 Yo, Yahveh, hablaré, y lo que yo hablo es una palabra que cumple sin dilación. Sí, en vuestros
días, casa de rebeldía, yo pronunciaré una palabra y la ejecutaré, oráculo del Señor Yahveh.
26 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
27 Hijo de hombre, mira, la casa de Israel está diciendo: «La visión que éste contempla es para
Ezequiel 13
mentirosas, sí, aquí estoy contra vosotros, oráculo del Señor Yahveh.
9 Extenderé mi mano contra los profetas de visiones vanas y presagios mentirosos; no serán
Ezequiel 14
basuras en su corazón o que ponga delante de su rostro la ocasión de sus culpas, y luego se presente
al profeta, yo mismo, Yahveh, le responderé, a causa de la multitud de sus basuras,
5 a fin de prender a la casa de Israel en su corazón, a aquellos que se han alejado de mí a causa de
de mí para erigir sus basuras en su corazón, que ponga delante de su rostro la ocasión de sus culpas,
y se presente al profeta para consultarme, yo mismo, Yahveh, le responderé.
8 Volveré mi rostro contra ese hombre, haré de él ejemplo y proverbio, le extirparé de en medio
culpas. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, oráculo del Señor Yahveh.
El juicio inexorable contra Jerusalén
12 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
13 Hijo de hombre, si un país peca contra mí cometiendo infidelidad, y yo extiendo mi mano
contra él, destruyo su provisión de pan y envío contra él el hambre para extirpar de allí hombres y
bestias,
14 y en ese país se hallan estos tres hombres, Noé, Danel y Job, ellos salvarán su vida por su
justicia, oráculo del Señor Yahveh.
15 Si yo suelto las bestias feroces contra ese país para privarle de sus hijos y convertirle en una
desolación por donde nadie pase a causa de las bestias,
16 y en ese país se hallan esos tres hombres: por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que ni hijos
ni hijas podrán salvar; sólo se salvarán a sí mismos, pero el país quedará convertido en desolación.
17 O bien, si yo hago venir contra ese país la espada, si digo: «Pase la espada por este país», y
extirpo de él hombres y bestias,
18 y esos tres hombres se hallan en ese país: por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que no
podrán salvar ni hijos ni hijas; ellos solos se salvarán.
19 O si envío la peste sobre ese país y derramo en sangre mi furor contra ellos, extirpando de él
hombres y bestias,
20 y en ese país se hallan Noé, Danel y Job: por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que ni hijos
ni hijas podrán salvar; sólo se salvarán a sí mismos por su justicia.
21 Pues así dice el Señor Yahveh: Aun cuando yo mande contra Jerusalén mis cuatro terribles
azotes: espada, hambre, bestias feroces y peste, para extirpar de ella hombres y bestias,1107
22 he aquí que quedan en ella algunos supervivientes que han podido salir, hijos e hijas; y he aquí
que salen hacia vosotros, para que veáis su conducta y sus obras y os consoléis de la desgracia que yo
he acarreado sobre Jerusalén, de todo lo que he acarreado sobre ella.
23 Ellos os consolarán cuando veáis su conducta y sus obras, y sabréis que no sin motivo hice yo
Ezequiel 15
11108 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, ¿en qué vale más el leño de la vid que el leño de cualquier rama que haya entre
objeto?
4 No, se tira al fuego para que lo devore: el fuego devora los dos cabos; el centro está quemado,
al cual he arrojado al fuego para que lo devore, así he entregado a los habitantes de Jerusalén.
7 He vuelto mi rostro contra ellos. Han escapado al fuego, pero el fuego los devorará. Y sabréis
que yo soy Yahveh, cuando vuelva mi rostro contra ellos.
8 Convertiré esta tierra en desolación, porque han cometido infidelidad, oráculo del Señor
Yahveh.
Historia simbólica de Jerusalén, esposa infiel del Señor
Ezequiel 16
11109 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, haz saber a Jerusalén sus abominaciones.
3 Dirás: Así dice el Señor Yahveh a Jerusalén: Por tu origen y tu nacimiento eres del país de
Quedaste expuesta en pleno campo, porque dabas repugnancia, el día en que viniste al mundo.
6 Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu sangre. Y te dije, cuando estabas en tu sangre:
«Vive»,1112
7 y te hice crecer como la hierba de los campos. Tú creciste, te desarrollaste, y llegaste a la edad
núbil. Se formaron tus senos, tu cabellera creció; pero estabas completamente desnuda.
8 Entonces pasé yo junto a ti y te vi. Era tu tiempo, el tiempo de los amores. Extendí sobre ti el
borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo -
oráculo del señor Yahveh - y tú fuiste mía.
9 Te bañé con agua, lavé la sangre que te cubría, te ungí con óleo.
10 Te puse vestidos recamados, zapatos de cuero fino, una banda de lino fino y un manto de seda.
11 Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar a tu cuello.
12 Puse un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas, y una espléndida diadema en tu cabeza.
13 Brillabas así de oro y plata, vestida de lino fino, de seda y recamados. Flor de harina, miel y
aceite era tu alimento. Te hiciste cada día más hermosa, y llegaste al esplendor de una reina.
14 Tu nombre se difundió entre las naciones, debido a tu belleza, que era perfecta, gracias al
incienso.
19 El pan que yo te había dado, la flor de harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, lo
presentaste ante ellas como calmante aroma. Y sucedió incluso - oráculo del Señor Yahveh -
20 que tomaste a tus hijos y a tus hijas que me habías dado a luz y se los sacrificaste como
honor?1114
22 Y en medio de todas tus abominaciones y tus prostituciones no te acordaste de los días de tu
atraías con mercedes para que vinieron a ti de los alrededores y se prestasen a tus prostituciones.
34 Contigo ha pasado en tus prostituciones al revés que con las otras mujeres; nadie andaba
solicitando detrás de ti; eras tú la que pagabas, y no se te pagaba: ¡ha sido al revés!
35 Pues bien, prostituta, escucha la palabra de Yahveh.
36 Así dice el Señor Yahveh: Por haber prodigado tu bronce y descubierto tu desnudez en tus
prostituciones con tus amantes y con todas tus abominables basuras, por la sangre de tus hijos que les
has dado,
37 por esto he aquí que yo voy a reunir a todos los amantes a quienes complaciste, a todos los que
amaste y también a los que aborreciste; los voy a congregar de todas partes contra ti, y descubriré tu
desnudez delante de ellos, para que vean toda tu desnudez.
38 Voy a aplicarte el castigo de las mujeres adúlteras y de las que derraman sangre: te entregaré al
más.
43 Porque no te has acordado de los días de tu juventud, y con todas estas cosas me has
provocado, he aquí que también yo por mi parte haré recaer tu conducta sobre tu cabeza, oráculo del
Señor Yahveh. Pues ¿no has cometido infamia con todas tus abominaciones?
44 Mira, todos los autores de proverbios harán uno a propósito de ti, diciendo: «Cual la madre,
tal la hija.»
45 Hija eres, sí, de tu madre, que dejó de amar a sus maridos y a sus hijos, y hermana de tus
hermanas, que dejaron de amar a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre era una hitita y vuestro
padre un amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaria, que habita a tu izquierda con sus hijas. Tu hermana menor es
tú viste.
51 En cuanto a Samaria, ni la mitad de tus pecados ha cometido. Tú has cometido muchas más
abominaciones que ellas y, al cometer tantas abominaciones, has hecho parecer justas a tus
hermanas.1118
52 Así, pues, carga con tu ignominia por haber decidido el fallo en favor de tus hermanas: a causa
de los pecados que has cometido, mucho más abominables que los suyos, ellas resultan ser más justas
que tú. Avergüénzate, pues, y carga con tu ignominia por hacer parecer justas a tus hermanas.
53 Yo las restableceré. Restableceré a Sodoma y a sus hijas, restableceré a Samaria y a sus hijas, y
ellas.
55 Tu hermana Sodoma y sus hijas serán restablecidas en su antiguo estado. Samaria y sus hijas
serán restablecidas en su antiguo estado. Tú y tus hijas seréis restablecidas también en vuestro antiguo
estado.
56 ¿No hiciste burla de tu hermana Sodoma, el día de tu orgullo,
57 antes que fuese puesta al descubierto tu desnudez? Como ella, eres tú ahora el blanco de las
burlas de las hijas de Edom y de todas las de los alrededores, de las hijas de los filisteos, que por
todas partes te agobian a desprecios.
58 Tú misma soportas las consecuencias de tu infamia y tus abominaciones, oráculo de
Yahveh.1120
59 Pues así dice el Señor Yahveh: Yo haré contigo como has hecho tú, que menospreciaste el
haya perdonado todo lo que has hecho, oráculo del Señor Yahveh.
La alegoría de las águilas y la vid
Ezequiel 17
11123 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, propón un enigma, presenta una parábola a la casa de Israel.
3 Dirás: Así dice el Señor Yahveh: El águila grande, de grandes alas, de enorme envergadura, de
y tropas en gran número. ¿Le saldrá bien? ¿Se salvará el que ha hecho esto? Ha roto el pacto ¡y va a
salvarse!
16 Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que en el lugar del rey que le puso en el trono, cuyo
juramento despreció y cuyo pacto rompió, allí en medio de Babilonia morirá.
17 Ni con su gran ejército y sus numerosas tropas le salvará el Faraón en la guerra, cuando se
magnífico. Debajo de él habitarán toda clase de pájaros, toda clase de aves morarán a la sombra de
sus ramas.1131
24 Y todos los árboles del campo sabrán que yo, Yahveh, humillo al árbol elevado y elevo al
árbol humilde, hago secarse al árbol verde y reverdecer al árbol seco. Yo, Yahveh, he hablado y lo
haré.
La responsabilidad individual
Ezequiel 18
11132 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 ¿Por qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel: Los padres comieron el agraz, y
hombre así es justo: vivirá sin duda, oráculo del Señor Yahveh.
10 Si éste engendra un hijo violento y sanguinario, que hace alguna de estas cosas
11 que él mismo no había hecho, un hijo que come en los montes, contamina a la mujer de su
prójimo,
12 oprime al pobre y al indigente, comete rapiñas, no devuelve la prenda, alza sus ojos a las
todas estas abominaciones; morirá sin remedio, y su sangre recaerá sobre él.
14 Y si éste, a su vez, engendra un hijo que ve todos los pecados que ha cometido su padre, que
mujer de su prójimo,
16 no oprime a nadie, no guarda la prenda, no comete rapiñas, da su pan al hambriento, viste al
desnudo,
17 aparta su mano de la injusticia, no presta con usura, ni cobra intereses, practica mis normas y
se conduce según mis preceptos, éste no morirá por la culpa de su padre, vivirá sin duda.
18 Su padre, porque fue violento, cometió rapiñas y no obró bien en medio de su pueblo, por eso
morirá a causa de su culpa.
19 Y vosotros decís: «¿Por qué no carga el hijo con la culpa de su padre?» Pero el hijo ha
practicado el derecho y la justicia, ha observado todos mis preceptos y los ha puesto en práctica:
vivirá sin duda.
20 El que peque es quien morirá; el hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la
culpa de su hijo: al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad.
21 En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis
preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá.
22 Ninguno de los crímenes que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha
practicado.
23 ¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado - oráculo del Señor Yahveh - y no más
comete el malvado, ¿vivirá acaso? No, no quedará ya memoria de ninguna de las obras justas que
había practicado, sino que, a causa de la infidelidad en que ha incurrido y del pecado que ha
cometido, morirá.
25 Y vosotros decís: «No es justo el proceder del Señor.» Escuchad, casa de Israel: ¿Que no es
muere.
27 Y si el malvado se aparta del mal que ha cometido para practicar el derecho y la justicia,
conservará su vida.
28 Ha abierto los ojos y se ha apartado de todos los crímenes que había cometido; vivirá sin
duda, no morirá.
29 Y sin embargo la casa de Israel dice: «No es justo el proceder del Señor.» ¿Que mi proceder
no es justo, casa de Israel? ¿No es más bien vuestro proceder el que no es justo?
30 Yo os juzgaré, pues, a cada uno según su proceder, casa de Israel, oráculo del Señor Yahveh.
Convertíos y apartaos de todos vuestros crímenes; no haya para vosotros más ocasión de culpa.
31 Descargaos de todos los crímenes que habéis cometido contra mí, y haceos un corazón nuevo
y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?
32 Yo no me complazco en la muerte de nadie, sea quien fuere, oráculo del Señor Yahveh.
Convertíos y vivid.
Lamentación por los últimos reyes de Judá
Ezequiel 19
11134 Y tú entona una elegía sobre los príncipes de Israel.
2 Dirás: ¿Qué era tu madre? Una leona entre leones. Echada entre los leoncillos, criaba a sus
cachorros.
3 Exaltó a uno de sus cachorros, que se hizo un león joven; y aprendió a desgarrar su presa,
devoró hombres.
4 Oyeron hablar de él las naciones, en su fosa quedó preso; con garfios le llevaron al país de
Egipto.1135
5 Vio ella que su espera era fallida, fallida su esperanza; y tomo otro de sus cachorros, le hizo un
león joven.
6 Andaba éste entre los leones, se hizo un león joven, aprendió a desgarrar su presa, devoró
hombres;
7 derribó sus palacios, devastó sus ciudades; la tierra y sus habitantes estaban aterrados por la
voz de su rugido.
8 Se alzaron contra él las naciones, las provincias circundantes; tendieron sobre él su red y en su
abundancia de agua.
11 Tenía ramas fuertes para ser cetros reales; su talla se elevó hasta dentro de las nubes. Era
Ezequiel 20
1 El año séptimo, el día diez del quinto mes, algunos de los ancianos de Israel vinieron a
consultar a Yahveh y se sentaron ante mí.
2 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: ¿A
consultarme venís? Por mi vida, que no me dejaré consultar por vosotros, oráculo del Señor Yahveh.
4 ¿Vas a juzgarlos? ¿Vas a juzgar, hijo de hombre? Hazles saber las abominaciones de sus padres.
5 Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: El día que yo elegí a Israel, alcé mi mano hacia la raza de
la casa de Jacob, me manifesté a ellos en el país de Egipto, y levanté mi mano hacia ellos diciendo:
Yo soy Yahveh, vuestro Dios.
6 Aquel día alcé mi mano hacia ellos jurando sacarlos del país de Egipto hacia una tierra que
había explorado para ellos, que mana leche y miel, la más hermosa de todas las tierras.
7 Y les dije: Arrojad cada uno los monstruos que seducen vuestros ojos, no os contaminéis con
las basuras de Egipto; yo soy Yahveh, vuestro Dios.
8 Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron escucharme. Ninguno arrojó los monstruos
que seducían sus ojos; ninguno abandonó las basuras de Egipto. Pensé entonces, derramar mi furor
sobre ellos y desahogar en ellos mi cólera, en medio del país de Egipto.1138
9 Pero tuve consideración a mi nombre y procedí de modo que no fuese profanado a los ojos de
las naciones entre las que ellos se encontraban, y a la vista de las cuales me había manifestado a ellos,
sacándolos del país de Egipto.
10 Por eso, los saqué del país de Egipto y los conduje al desierto.
11 Les di mis preceptos y les di a conocer mis normas, por las que el hombre vive, si las pone en
práctica.
12 Y les di además mis sábados como señal entre ellos y yo, para que supieran que yo soy
Yahveh, que los santifico.
13 Pero la casa de Israel se rebeló contra mí en el desierto; no se condujeron según mis
preceptos, rechazaron mis normas por las que vive el hombre, si las pone en práctica, y no hicieron
más que profanar mis sábados. Entonces pensé en derramar mi furor sobre ellos en el desierto, para
exterminarlos.
14 Pero tuve consideración a mi nombre, y procedí de modo que no fuese profanado a los ojos
tierra que les había dado, que mana leche y miel, la más hermosa de todas las tierras.
16 Pues habían despreciado mis normas, no se habían conducido según mis preceptos y habían
práctica.
20 Santificad mis sábados; que sean una señal entre yo y vosotros, para que se sepa que yo soy
pusieron en práctica mis normas, aquéllas por las que vive el hombre, si las pone en práctica, y
profanaron mis sábados. Entonces pensé en derramar mi furor sobre ellos y desahogar en ellos mi
cólera, en el desierto.
22 Pero retiré mi mano y tuve consideración a mi nombre, procediendo de modo que no fuese
profanado a los ojos de las naciones, a la vista de las cuales los había sacado.
23 Pero una vez más alcé mi mano hacia ellos, en el desierto, jurando dispersarlos entre las
profanado mis sábados, y sus ojos se habían ido tras las basuras de sus padres.
25 E incluso llegué a darles preceptos que no eran buenos y normas con las que no podrían vivir,
26 y los contaminé con sus propias ofrendas, haciendo que pasaran por el fuego a todo
primogénito, a fin de infundirles horror, para que supiesen que yo soy Yahveh.1139
27 Por eso, hijo de hombre, habla a la casa de Israel. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: En esto
colinas elevadas, toda suerte de árboles frondosos, y en ellos ofrecieron sus sacrificios y presentaron
sus ofrendas provocadoras; allí depositaron el calmante aroma y derramaron sus libaciones.
29 Y yo les dije: ¿Qué es el alto adonde vosotros vais?; y se le puso el nombre de Bamá, hasta el
día de hoy.
30 Pues bien, di a la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Conque vosotros os contamináis
Señor Yahveh.
37 Os haré pasar bajo el cayado y os haré entrar por el aro de la alianza;
38 separaré de vosotros a los rebeldes, a los que se han rebelado contra mí: les haré salir del país
en que residen, pero no entrarán en la tierra de Israel, y sabréis que yo soy Yahveh.
39 En cuanto a vosotros, casa de Israel, así dice el Señor Yahveh: Que vaya cada uno a servir a
sus basuras; después, yo juro que me escucharéis y no profanaréis más mi santo nombre con vuestras
ofrendas y vuestras basuras.
40 Porque será en mi santa montaña, en la alta montaña de Israel - oráculo del Señor Yahveh -
donde me servirá toda la casa de Israel, toda ella en esta tierra. Allí los acogeré amorosamente y allí
solicitaré vuestras ofrendas y las primicias de vuestros dones, con todas vuestras cosas santas.
41 Como calmante aroma yo os acogeré amorosamente, cuando os haya hecho salir de entre los
pueblos, y os reúna de en medio de los países en los que habéis sido dispersados; y por vosotros me
mostraré santo a los ojos de las naciones.
42 Sabréis que yo soy Yahveh, cuando os conduzca al suelo de Israel, a la tierra que, mano en
contaminado, y cobraréis asco de vosotros mismos por todas las maldades que habéis cometido.
44 Sabréis que yo soy Yahveh, cuando actúe con vosotros por consideración a mi nombre, y no
con arreglo a vuestra mala conducta y a vuestras corrompidas acciones, casa de Israel, oráculo del
Señor Yahveh.
La espada del Señor contra Jerusalén
Ezequiel 21
11141 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el mediodía, destila tus palabras hacia el sur, profetiza
parábolas?» -
6 Entonces, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
7 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Jerusalén, destila tus palabras hacia su santuario y
El gemido del profeta
11 Y tú, hijo de hombre, lanza gemidos, con corazón quebrantado. Lleno de amargura, lanzarás
gemidos ante sus ojos.
12 Y si acaso te dicen: «¿Por qué esos gemidos?», dirás: «Por causa de una noticia a cuya llegada
todos los corazones desfallecerán, desmayarán todos los brazos, todos los espíritus se amilanarán, y
todas las rodillas se irán en agua. Ved que ya llega; es cosa hecha, oráculo del Señor Yahveh.»
La espada en mano del verdugo
13 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
14 Hijo de hombre, profetiza. Dirás: Así dice el Señor. Di: ¡Espada, espada! Afilada está, bruñida.
15 Para la matanza está afilada, para centellear está bruñida...
16 Se la ha hecho bruñir para empuñarla; ha sido afilada la espada, ha sido bruñida para ponerla
en mano de matador.1143
17 Grita, da alaridos, hijo de hombre, porque está destinada a mi pueblo, a todos los príncipes de
puesto yo matanza por la espada, hecha para centellear, bruñida para la matanza.
21 ¡Toma un rumbo: a la derecha, vuélvete a la izquierda, donde tus filos sean requeridos!
22 Yo también batiré palmas, saciaré mi furor. Yo, Yahveh, he hablado.
La espada del rey de Babilonia
23 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Y tú, hijo de hombre, marca dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia, que
salgan los dos del mismo país, y marca una señalización, márcala en la cabecera del camino de la
ciudad;
25 trazarás el camino para que venga la espada hacia Rabbá de los ammonitas y hacia Judá, a la
fortaleza de Jerusalén.
26 Porque el rey de Babilonia se ha detenido en el cruce, en la cabecera de los dos caminos, para
consultar a la suerte. Ha sacudido las flechas, ha interrogado a los terafim, ha observado el
hígado.1144
27 En su mano derecha está la suerte de Jerusalén: para situar arietes, dar la orden de matanza,
lanzar el grito de guerra, situar arietes contra las puertas, levantar un terraplén, hacer trincheras.
28 Para ellos y a sus ojos, no es más que un vano presagio: se les había dado un juramento. Pero
él recuerda las culpas por las que caerán presos.
29 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Por haber hecho recordar vuestras culpas, descubriendo
vuestros crímenes, haciendo aparecer vuestros pecados en todas vuestras acciones, y porque así se os
ha recordado, caeréis presos en su mano.
30 En cuanto a ti, vil criminal, príncipe de Israel, cuya hora ha llegado con la última culpa,1145
31 así dice el Señor Yahveh: La tiara se quitará, se depondrá la corona, todo será transformado;
lo humilde será elevado, lo elevado será humillado.
32 Ruina, ruina, ruina, eso es lo que haré con él, como jamás la hubo, hasta que llegue aquel a
quien corresponde el juicio y a quien yo se lo entregaré.
La espada contra los amonitas
33 Y tú, hijo de hombre, profetiza y di: Así dice el Señor Yahveh a los ammonitas y sus burlas.
Dirás: ¡La espada, la espada está desenvainada para la matanza, bruñida para devorar, para centellear
34 - mientras se tienen para ti visiones vanas, y para ti se presagia la mentira -, para degollar a los
viles criminales cuya hora ha llegado con la última culpa!
35 Vuélvela a la vaina. En el lugar donde fuiste creada, en tu tierra de origen, te juzgaré yo;
36 derramaré sobre ti mi ira, soplaré contra ti el fuego de mi furia, y te entregaré en manos de
hombres bárbaros, agentes de destrucción.
37 Serás pasto del fuego, tu sangre correrá en medio del país, no quedará de ti recuerdo alguno,
porque yo, Yahveh, he hablado.
Los crímenes de Jerusalén
Ezequiel 22
11146 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Y tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar? ¿No vas a juzgar a la ciudad sanguinaria? Hazle saber
contaminado; has adelantado tu hora, ha llegado el término de tus años. Por eso yo he hecho de ti la
burla de las naciones y la irrisión de todos los países.
5 Próximos y lejanos, se reirán de ti, ciudad de nombre impuro, llena de desórdenes.
6 Ahí están dentro de ti los príncipes de Israel, cada uno según su poder, sólo ocupados en
derramar sangre.
7 En ti se desprecia al padre y a la madre, en ti se maltrata al forastero residente, en ti se oprime
al huérfano y a la viuda.
8 No tienes respeto a mis cosas sagradas, profanas mis sábados.
9 Hay en ti gente que calumnia para verter sangre. En ti se come en los montes, y se comete
infamia.
10 En ti se descubre la desnudez del propio padre, en ti se hace violencia a la mujer en estado de
impureza.
11 Un comete abominación con la mujer de su prójimo, el otro se contamina de manera infame
con su nuera, otro hace violencia a su hermana, la hija de su propio padre;
12 en ti se acepta soborno para derramar sangre; tomas a usura e interés, explotas a tu prójimo
con violencia, y te has olvidado de mí, oráculo del Señor Yahveh.
13 Mira, yo voy a batir palmas a causa de los actos de pillaje que has cometido y de la sangre que
corre en medio de ti.
14 ¿Podrá tu corazón resistir y tus manos seguir firmes el día en que yo actúe contra ti? Yo,
Yahveh, he hablado y lo haré.
15 Te dispersaré entre las naciones, te esparciré por los países, borraré la impureza que hay en
medio de ti,
16 por ti misma te verás profanada a los ojos de las naciones, y sabrás que yo soy Yahveh.
El pueblo de Israel en el crisol
17 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
18 Hijo de hombre, la casa de Israel se me ha convertido en escoria; todos son cobre, estaño,
hierro, plomo, en medio de un horno; ¡escoria son!
19 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Por haberos convertido todos vosotros en escoria, por eso
voy a juntaros en medio de Jerusalén.
20 Como se pone junto plata, cobre, hierro, plomo y estaño en el horno, y se atiza el fuego por
debajo para fundirlo todo, así os juntaré yo en mi cólera y mi furor; os pondré y os fundiré.
21 Os reuniré, atizaré contra vosotros el fuego de mi furia, y os fundiré en medio de la ciudad.
22 Como se funde la plata en medio del horno, así seréis fundidos vosotros en medio de ella, y
sabréis que yo, Yahveh, he derramado mi furor sobre vosotros.
23 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Hijo de hombre, dile: Eres una tierra que no ha tenido lluvia ni inundación en el día de la Ira;
25 los príncipes que en ella residen son como un león rugiente que desgarra su presa. Han
devorado a la gente, se han apoderado de haciendas y joyas, han multiplicado las viudas en medio de
ella.
26 Sus sacerdotes han violado mi ley y profanado mis cosas sagradas; no han hecho diferencia
entre lo sagrado y lo profano, ni han enseñado a distinguir entre lo puro y lo impuro; se han tapado
los ojos para no ver mis sábados, y yo he sido deshonrado en medio de ellos.1147
27 Sus jefes, en medio de ella, son como lobos que desgarran su presa, que derraman sangre,
matando a las personas para robar sus bienes.
28 Sus profetas los han recubierto de argamasa con sus vanas visiones y sus presagios
mentirosos, diciendo: «Así dice el Señor Yahveh», cuando Yahveh no había hablado.1148
29 El pueblo de la tierra ha hecho violencia y cometido pillaje, ha oprimido al pobre y al
Ezequiel 23
11149 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre: Había dos mujeres, hijas de la misma madre.
3 Se prostituyeron en Egipto; se prostituyeron en su juventud. Allí fueron palpados sus pechos y
enamorado.
10 Estos descubrieron su desnudez, se llevaron a sus hijos y sus hijas, y a ella misma la mataron a
espada. Vino así a ser ejemplo para las mujeres, porque se había hecho justicia de ella.
11 Su hermana Oholibá vio esto, pero su pasión y sus prostituciones fueron todavía más
asirios, jóvenes apuestos, gobernadores y prefectos, todos ellos escuderos de título y hábiles
caballeros;1150
24 y vendrán contra ti desde el norte carros y carretas, con una asamblea de pueblos. Por todas
partes te opondrán el pavés, el escudo y el yelmo. Yo les daré el encargo de juzgarte y te juzgarán
conforme a su derecho.
25 Desencadenaré mis celos contra ti, y te tratarán con furor, te arrancarán la nariz y las orejas, y
lo que quede de los tuyos caerá a espada; se llevarán a tus hijos y a tus hijas, y lo que quede de los
tuyos será devorado por el fuego.
26 Te despojarán de tus vestidos y se apoderarán de tus joyas.
27 Yo pondré fin a tu inmoralidad y a tus prostituciones comenzadas en Egipto; no levantarás más
tus ojos hacia ellos, ni volverás a acordarte de Egipto.
28 Porque así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo te entrego en manos de los que detestas, en
hermana Samaria.
34 Lo beberás, lo apurarás; roerás hasta los cascotes, y te desgarrarás el seno. Porque he hablado
abominaciones.
37 Han cometido adulterio, están ensangrentadas sus manos, han cometido adulterio con sus
basuras, y hasta a sus hijos, que me habían dado a luz, los han hecho pasar por el fuego como
alimento para ellas.
38 Han llegado a hacerme hasta esto: han contaminado mi santuario en este día y han profanado
mis sábados;
39 después de haber inmolado sus hijos a sus basuras, el mismo día, han entrado en mi santuario
del desierto; ponían ellos brazaletes en las manos de ellas y una corona preciosa en su cabeza.
43 Y yo decía de aquella que estaba gastada de adulterios: Todavía sigue entregándose a sus
prostituciones,
44 y vienen donde ella, como se viene donde una prostituta. Así han venido donde Oholá y
Ezequiel 24
1 El año noveno, el día diez del décimo mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:
2 Hijo de hombre, escribe la fecha de hoy, de este mismo día, porque el rey de Babilonia se ha
lanzado sobre Jerusalén precisamente en este día.
3 Compón una parábola sobre esta casa de rebeldía. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: Arrima
huesos mejores.
5 Toma lo mejor del ganado menor. Apila en torno la leña debajo, hazla hervir a borbotones, de
herrumbre no se le va! ¡Vacíala trozo a trozo, sin echar suertes sobre ella!1152
7 Porque su sangre está en medio de ella, la ha esparcido sobre la roca desnuda, no la ha
derramado en la tierra recubriéndola de polvo.
8 Para que el furor desborde, para tomar venganza, he puesto yo su sangre sobre roca desnuda,
huesos se abrasen.
11 Y mantén la olla vacía sobre las brasas, para que se caliente, se ponga al rojo el bronce, se
funda dentro de ella su suciedad, y su herrumbre se consuma.
12 Pero ni por el fuego se va la herrumbre de la que está roñosa.
13 De la impureza de tu inmoralidad he querido purificarte, pero tú no te has dejado purificar de
Ezequiel 25
campamentos, y pondrán en ti sus tiendas; ellos comerán tus frutos y ellos beberán tu leche.
5 Yo haré de Rabbá un establo de camellos, y de las ciudades de Ammón un redil de ovejas. Y
extirparé de entre los pueblos y te exterminaré de entre los países. Te destruiré, y sabrás que yo soy
Yahveh.
Contra Moab
8 Así dice el Señor Yahveh: Porque Moab y Seír han dicho: «Mirad, la casa de Judá es igual que
Ezequiel 26
11154 El año undécimo, el día primero del mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:
2 Hijo de hombre, porque Tiro ha dicho contra Jerusalén: «¡Ja, ja! ahí está rota, la puerta de los
carros y carretas, trepidarán tus murallas cuando entre él por tus puertas, como se entra en una
ciudad, brecha abierta.
11 Con los cascos de sus caballos hollará todas tus calles, a tu pueblo pasará a cuchillo, y tus
Ezequiel 27
11156 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Y tú, hijo de hombre, entona una elegía sobre Tiro.
3 Dirás a Tiro, la ciudad sentada a la entrada del mar, centro del tráfico de los pueblos hacia islas
sin cuento: Así dice el Señor Yahveh: Tiro, tú decías: Yo soy un navío de perfecta hermosura.
4 En el corazón de los mares estaban tus fronteras. Tus fundadores hicieron perfecta tu
hermosura.
5 Con cipreses de Senir te construyeron todas tus planchas. Del Líbano tomaron un cedro para
erigirte un mástil.
6 De las encinas de Basán hicieron tus remos. El puente te lo hicieron de marfil incrustado en
timoneles.1159
9 En ti estaban los ancianos de Guebal y sus artesanos para reparar tus averías.Todas las naves del
tus torres. Suspendían sus escudos en tus murallas, todo alrededor, y hacían perfecta tu hermosura.
12 Tarsis era cliente tuya, por la abundancia de toda riqueza: plata, hierro, estaño y plomo daba
bronce.1162
14 Los de Bet Togarmá daban por tus mercancías caballos de tiro y de silla, y mulos.1163
15 Los hijos de Rodán traficaban contigo; numerosas islas eran clientes tuyas; te pagaban con
colmillos de marfil y madera de ébano.
16 Edom era cliente tuyo por la abundancia de tus productos: daba por tus mercancías malaquita,
mares.1169
26 A alta mar te condujeron los que a remo te llevaban. El viento de oriente te ha quebrado en el
agentes comerciales, todos los guerreros que llevas, toda la tripulación que transportas, se hundirán
en el corazón de los mares el día de tu naufragio.
28 Al oír los gritos de tus marinos, se asustarán las costas.
29 Entonces desembarcarán de sus naves todos los remeros. Los marineros, todos los hombres de
revolcarán en la ceniza;
31 se raparán el pelo por tu causa, se ceñirán de sayal. Llorarán por ti, en la amargura de su alma,
Ezequiel 28
tesoros.
5 Por tu gran sabiduría y tu comercio has multiplicado tu fortuna, y por su fortuna se ha engreído
tu corazón.
6 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Porque has equiparado tu corazón al corazón de Dios,
7 por eso, he aquí que yo traigo contra ti extranjeros, los más bárbaros entre las naciones.
rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, malaquita, esmeralda; en oro estaban
labrados los aretes y pinjantes que llevabas, aderezados desde el día de tu creación.
14 Querubín protector de alas desplegadas te había hecho yo, estabas en el monte santo de Dios,
iniquidad.
16 Por la amplitud de tu comercio se ha llenado tu interior de violencia, y has pecado. Y yo te he
degradado del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de
fuego.
17 Tu corazón se ha pagado de tu belleza, has corrompido tu sabiduría por causa de tu
esplendor.Yo te he precipitado en tierra, te he expuesto como espectáculo a los reyes.
18 Por la multitud de tus culpas por la inmoralidad de tu comercio, has profanado tus santuarios.
Y yo he sacado de ti mismo el fuego que te ha devorado; te he reducido a ceniza sobre la tierra, a los
ojos de todos los que te miraban.
19 Todos los pueblos que te conocían están pasmados por ti. Eres un objeto de espanto, y has
donde está dispersa, manifestaré en ellos mi santidad a los ojos de las naciones. Habitarán en la tierra
que yo di a mi siervo Jacob;
26 habitarán allí con seguridad, construirán casas y plantarán viñas; vivirán seguros. Cuando yo
haga justicia de todos sus vecinos que los desprecian, se sabrá que yo soy Yahveh su Dios.
Contra Egipto
Ezequiel 29
1 El año décimo, el día doce del décimo mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:1171
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el Faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra
todo Egipto.
3 Habla y di: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra ti, Faraón, rey de Egipto, gran
cocodrilo, recostado en medio de sus Nilos, tú que has dicho: «Mi Nilo es mío. yo mismo lo he
hecho.»
4 Voy a ponerte garfios en las quijadas, pegaré a tus escamas los peces de tus Nilos, te sacaré
fuera de tus Nilos, con todos los peces de tus Nilos, pegados a tus escamas.
5 Te arrojaré al desierto, a ti y a todos los peces de tus Nilos. En la haz del campo caerás, no
serás recogido ni enterrado. A las bestias de la tierra y a las aves del cielo te entregaré como pasto,
6 y sabrán todos los habitantes de Egipto que yo soy Yahveh. Porque has sido un apoyo de caña
para la casa de Israel;
7 cuando ellos te agarraban, te rompías en sus manos y desgarrabas toda su palma; cuando se
términos:1174
18 Hijo de hombre, Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha emprendido con su ejército grandes
movimientos contra Tiro. Todas las cabezas han quedado peladas y todas las espaldas llagadas, pero
no ha obtenido de Tiro, ni para sí ni para su ejército, ningún provecho de la empresa acometida
contra ella.
19 Por eso, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo entrego a Nabucodonosor, rey de Babilonia,
el país de Egipto. El saqueará sus riquezas, se apoderará de sus despojos y se llevará su botín, que
será la paga de su ejército.
20 En compensación de su esfuerzo contra Tiro, yo le entrego el país de Egipto, porque han
Ezequiel 30
segura. Cundirá el pánico entre sus habitantes, en el día de Egipto, vedle aquí que llega.
10 Así dice el Señor Yahveh: Yo pondré fin a la multitud de Egipto, por mano de Nabucodonosor,
rey de Babilonia.
11 El, y su pueblo con él, la más bárbara de las naciones, serán enviados a asolar el país.
aguas.
17 Los jóvenes de On y de Pi Béset caerán a espada, y las ciudades mismas partirán al
cautiverio.1177
18 En Tafnis el día se convertirá en tinieblas cuando yo quiebre allí el yugo de Egipto y se acabe
términos:
21 Hijo de hombre, yo he roto el brazo del Faraón, rey de Egipto, y he aquí que nadie ha curado
su herida aplicándole medicamentos y vendas para curarle, de modo que recobre el vigor para
empuñar la espada.
22 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy yo contra el Faraón, rey de Egipto; quebraré sus
brazos, el que está sano y el que está roto, y haré que la espada caiga de su mano.
23 Dispersaré a Egipto entre las naciones, lo esparciré por los países.
24 Robusteceré los brazos del rey de Babilonia, pondré mi espada en su mano y romperé los
que yo soy Yahveh, cuando pongo mi espada en la mano del rey de Babilonia y él la esgrima contra
el país de Egipto.
26 Dispersaré a Egipto entre las naciones, lo esparciré por los países; y se sabrá que yo soy
Yahveh.
El cedro del Líbano, imagen de Egipto
Ezequiel 31
1 El año undécimo, el día uno del tercer mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:1178
2 Hijo de hombre, di al Faraón, rey de Egipto, y a la multitud de sus súbditos: ¿A quién
compararte en tu grandeza?
3 Mira: a un cedro del Líbano de espléndido ramaje, de fronda de amplia sombra y de elevada
talla. Entre las nubes despuntaba su copa.
4 Las aguas le hicieron crecer, el abismo le hizo subir, derramando sus aguas en torno a su
plantación, enviando sus acequias a todos los árboles del campo.
5 Por eso su tronco superaba en altura a todos los árboles del campo, sus ramas se multiplicaban,
se alargaba su ramaje, por la abundancia de agua que le hacía crecer.
6 En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo, bajo su fronda parían todas las bestias del
campo, a su sombra se sentaban naciones numerosas.
7 Era hermoso en su grandeza, en su despliegue de ramaje, porque sus raíces se alargaban hacia
aguas abundantes.
8 No le igualaban los demás cedros en el jardín de Dios, los cipreses no podían competir con su
ramaje, los plátanos no tenían ramas como las suyas. Ningún árbol, en el jardín de Dios, le igualaba
en belleza.
9 Yo le había embellecido con follaje abundante, y le envidiaban todos los árboles de Edén, los
del jardín de Dios.
10 Pues bien, así dice el Señor Yahveh: Por haber exagerado su talla, levantando su copa por entre
las nubes, y haberse engreído su corazón de su altura,
11 yo le he entregado en manos del conductor de las naciones, para que le trate conforme a su
maldad; ¡le he desechado!
12 Extranjeros, los más bárbaros entre las naciones, lo han talado y lo han abandonado. En los
montes y por todos los valles yace su ramaje; sus ramas están destrozadas por todos los barrancos
del país; toda la población del país se ha retirado de su sombra y lo ha abandonado.
13 Sobre sus despojos se han posado todos los pájaros del cielo, a sus ramas han venido todas las
copa por entre las nubes, y para que ningún árbol bien regado se estire hacia ellas con su altura.
¡Porque todos ellos están destinados a la muerte, a los infiernos, como el común de los hombres,
como los que bajan a la fosa!
15 Así dice el Señor Yahveh: El día que bajó al seol, en señal de duelo yo cerré sobre él el
abismo, detuve sus ríos, y las aguas abundantes cesaron; por causa de él llené de sombra el Líbano, y
todos los árboles del campo se amustiaron por él.
16 Hice temblar a las naciones por el estrépito de su caída, cuando le precipité en el seol, con los
que bajan a la fosa. En los infiernos se consolaron todos los árboles de Edén, lo más selecto y más
bello del Líbano, regados todos por las aguas.
17 Y al mismo tiempo que él, bajaron al seol, donde las víctimas de la espada, los que eran su
brazo y moraban a su sombra en medio de las naciones.
18 ¿A quién eras comparable en gloria y en grandeza, entre los árboles de Edén? Sin embargo
has sido precipitado, con los árboles de Edén, en los infiernos; en medio de incircuncisos yaces, con
las víctimas de la espada: ése es el Faraón y toda su multitud, oráculo del Señor Yahveh.
Lamentación sobre el Faraón, el dragón de los mares
Ezequiel 32
1 El año duodécimo, el día uno del duodécimo mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:1179
2 Hijo de hombre, entona una elegía sobre el Faraón, rey de Egipto. Le dirás: Leoncillo de las
naciones, estás perdido. Eras como un cocodrilo en los mares, chapoteabas en tus ríos, enturbiabas el
agua con tus patas, agitabas su corriente.
3 Así dice el Señor Yahveh: Yo echaré sobre ti mi red entre una asamblea de pueblos numerosos,
en mi red te sacarán.
4 Te dejaré abandonado por tierra, te tiraré sobre la haz del campo, haré que se posen sobre ti
todos los pájaros del cielo, hartaré de ti a todas las bestias de la tierra.
5 Echaré tu carne por los montes, de tu carroña llenaré los valles.
6 Regaré el país con tus despojos, con tu sangre, sobre los montes, y los barrancos se llenarán de
ti.
7 Cuando te extingas, velaré los cielos y oscureceré las estrellas. Cubriré el sol de nubes y la luna
cuando hiera a todos los que lo habitan, sabrán que yo soy Yahveh.
16 Una elegía es ésta, que cantarán las hijas de las naciones. La cantarán sobre Egipto y sobre
toda su multitud. Cantarán esta elegía, oráculo del Señor Yahveh.
La caída de Egipto en el Abismo
17 El año duodécimo, el quince del primer mes, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos
términos:
18 Hijo de hombre, haz una lamentación sobre la multitud de Egipto, hazle bajar, a él y a las hijas
de las naciones, majestuosas, a los infiernos, con los que bajan a la fosa.
19 ¿A quién superas en belleza? Baja, acuéstate con los incircuncisos.
20 En medio de las víctimas de la espada caen (la espada ha sido entregada, la han sacado) él y
todas sus multitudes.
21 Le hablan de en medio del seol los más esclarecidos héroes, con sus auxiliares: «Han bajado,
yacen ya los incircuncisos, víctimas de la espada».
22 Allí está Asur y toda su asamblea con sus sepulcros en torno a él, todos caídos, víctimas de la
espada;
23 sus sepulcros han sido puestos en las profundidades de la fosa, y su asamblea está en torno a su
sepulcro, todos caídos víctimas de la espada, los que sembraban el pánico en la tierra de los vivos.
24 Allí está Elam con toda su multitud en torno a su sepulcro; todos caídos víctimas de la espada,
han bajado, incircuncisos, a los infiernos, ellos que sembraban el pánico en la tierra de los vivos.
Soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.
25 En medio de estas víctimas se le ha preparado un lecho, entre toda su multitud con sus
sepulcros en torno a él; todos ellos incircuncisos, víctimas de la espada, por haber sembrado el
pánico en la tierra de los vivos; soportan su ignominia con los que bajan a la fosa. Se les ha puesto en
medio de estas víctimas.
26 Allí están Mesek, Túbal y toda su multitud con sus sepulcros en torno a él, todos incircuncisos,
atravesados por la espada, por haber sembrado el pánico en la tierra de los vivos.1180
27 No yacen con los héroes caídos de antaño, aquellos que bajaron al seol con sus armas de
guerra, a los que se les ha puesto la espada bajo su cabeza y los escudos sobre sus huesos, porque el
pánico de los héroes cundía en la tierra de los vivos.1181
28 Pero tú serás quebrantado en medio de incircuncisos y yacerás con las víctimas de la espada.
29 Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, que fueron puestos, a pesar de su prepotencia,
entre las víctimas de la espada. Yacen entre incircuncisos, con los que bajan a la fosa.
30 Allí están todos los príncipes del norte, todos los sidonios, que bajaron con las víctimas, a
pesar del pánico que sembraba su prepotencia. Confundidos, yacen, incircuncisos, entre las víctimas
de la espada, y soportan su ignominia con los que bajan a la fosa.
31 El Faraón los verá y se consolará a la vista de toda esa multitud, víctima de la espada, el
Faraón y todo su ejército, oráculo del Señor Yahveh.
32 Porque había sembrado el pánico en la tierra de los vivos, será tendido en medio de
incircuncisos, con las víctimas de la espada: el Faraón y toda su multitud, oráculo del Señor Yahveh.
LA PREDICACIÓN DE EZEQUIEL DURANTE Y
DESPUÉS DEL ASEDIO DE JERUSALÉN
"Se han secado nuestros huesos y se ha desvanecido nuestra esperanza. ¡Estamos perdidos!" (37.
11). Con estas amargas palabras expresaban los deportados la crisis de fe y de esperanza que había
provocado en ellos la destrucción de Jerusalén. Al verse enfrentado con esta trágica realidad,
Ezequiel cambió el tono de su predicación. En adelante, su principal preocupación sería luchar contra
el pesimismo y el desaliento de sus hermanos, haciéndoles ver que la derrota y la deportación de Judá
también estaban previstas en los planes de Dios. El exilio es tan sólo una prueba, de la que Israel
saldrá purificado y renovado. El Señor hará revivir aquellos huesos resecos con el soplo vivificante de
su "espíritu" (37. 1-14). Él mismo congregará a su Pueblo disperso, como un pastor reúne a sus
ovejas, y lo llevará otra vez a la tierra de sus antepasados (34. 11-16). Lo rociará con agua pura, a fin
de limpiarlo de todos sus pecados, y le dará un corazón y un espíritu nuevos (36. 25-27). Concluirá
con él una "alianza de paz, que será una alianza eterna" y pondrá en medio de ellos su Santuario para
siempre (37. 26).
La actividad de Ezequiel entre los deportados contribuyó en forma decisiva a que la época del
exilio fuera una de las más fecundas en la historia de Israel. Iluminados por su mensaje —como
también por el de Jeremías y el Segundo Isaías— los cautivos en Babilonia pudieron comprender el
sentido profundo de lo que les había sucedido. Si Ezequiel les hizo tomar conciencia de la gravedad de
su pecado, fue para que ellos descubrieran al Dios que salva y perdona por el honor de su Nombre.
Así, el exilio en una tierra extranjera, como antes el paso a través del desierto, marcó el comienzo de
una nueva etapa en la trayectoria espiritual de Israel.
El profeta, centinela de Israel
Ezequiel 33
país, y la gente de ese país escoge a uno de los suyos y le ponen como centinela;
3 y éste, al ver venir la espada sobre el país, toca el cuerno para advertir al pueblo:
4 si resulta que alguien oye bien el sonido del cuerno, pero no hace caso, de suerte que la espada
no es advertido, y la espada sobreviene y mata a alguno de ellos, perecerá éste por su culpa, pero de
su sangre yo pediré cuentas al centinela.
7 A ti, también, hijo de hombre, te he hecho yo centinela de la casa de Israel. Cuando oigas una
nuestros pecados pesan sobre nosotros y por causa de ellos nos consumimos. ¿Cómo podremos
vivir?»
11 Diles: «Por mi vida, oráculo del Señor Yahveh, que yo no me complazco en la muerte del
malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva. Convertíos, convertíos de
vuestra mala conducta. ¿Por qué habéis de morir, casa de Israel?»
12 Y tú, hijo de hombre, di a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día de su
perversión, ni la maldad del malvado le hará sucumbir el día en que se aparte de su maldad. Pero
tampoco el justo vivirá en virtud de su justicia el día en que peque.
13 Si yo digo al justo: «Vivirás», pero él, fiándose de su justicia, comete la injusticia, no quedará
memoria de toda su justicia, sino que morirá por la injusticia que cometió.
14 Y si digo al malvado: «Vas a morir», y él se aparta de pecado y practica el derecho y la
justicia,
15 si devuelve la prenda, restituye lo que robó, observa los preceptos que dan la vida y deja de
cometer injusticia, vivirá ciertamente, no morirá.
16 Ninguno de los pecados que cometió se le recordará más: ha observado el derecho y la
justicia; ciertamente vivirá.
17 Y los hijos de tu pueblo dicen: «No es justo el proceder del Señor.» El proceder de ellos es el
que no es justo.
18 Cuando el justo se aparta de su justicia para cometer injusticia, muere por ello.
19 Y cuando el malvado se aparta de su maldad y observa el derecho y la justicia, vive por ello.
20 Y vosotros decís: «No es justo el proceder del Señor.» Yo os juzgaré, a cada uno según su
abierto la boca para cuando éste llegó donde mí por la mañana; mi boca se abrió y no estuve más
mudo.
La devastación de Israel
23 Entonces, la palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
24 Hijo de hombre, los que habitan esas ruinas, en el suelo de Israel, dicen: «Uno solo era
Abraham y obtuvo en posesión esta tierra. Nosotros somos muchos; a nosotros se nos ha dado esta
tierra en posesión.»
25 Pues bien, diles: Así dice el Señor Yahveh: Vosotros coméis con sangre, alzáis los ojos hacia
Ezequiel 34
11184 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza. Dirás a los pastores: Así dice
el Señor Yahveh: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores
apacentar el rebaño?
3 Vosotros os habéis tomado la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas
más pingües; no habéis apacentado el rebaño.
4 No habéis fortalecido a las ovejas débiles, no habéis cuidado a la enferma ni curado a la que
estaba herida, no habéis tornado a la descarriada ni buscado a la perdida; sino que las habéis
dominado con violencia y dureza.
5 Y ellas se han dispersado, por falta de pastor, y se han convertido en presa de todas las fieras
velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado en día de
nubes y brumas.
13 Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su
suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta
tierra.
14 Las apacentaré en buenos pastos, y su majada estará en los montes de la excelsa Israel. Allí
reposarán en buena majada; y pacerán pingües pastos por los montes de Israel.
15 Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor Yahveh.
16 Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma;
pero a la que está gorda y robusta la exterminaré: las pastorearé con justicia.
El juicio sobre las ovejas
17 En cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo voy a juzgar entre
oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
18 ¿Os parece poco pacer en buenos pastos, para que pisoteéis con los pies el resto de vuestros
pastos? Os parece poco beber en agua limpia, para que enturbiéis el resto con los pies?
19 ¡Mis ovejas tienen que pastar lo que vuestros pies han pisoteado y beber lo que vuestros pies
han enturbiado!
20 Por eso, así les dice el Señor Yahveh: Yo mismo voy a juzgar entre la oveja gorda y la flaca.
21 Puesto que vosotras habéis empujado con el flanco y con el lomo y habéis topado con los
cuernos a todas las ovejas más débiles hasta dispersarlas fuera,
22 yo vendré a salvar a mis ovejas para que no estén más expuestas al pillaje; voy a juzgar entre
oveja y oveja.
23 Yo suscitaré para ponérselo al frente un solo pastor que las apacentará, mi siervo David: él las
apacentará y será su pastor.
24 Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellos. Yo, Yahveh, he
hablado.1185
La restauración del pueblo de Israel
25 Concluiré con ellos una alianza de paz, haré desaparecer de esta tierra las bestias feroces.
Habitarán en seguridad en el desierto y dormirán en los bosques.
26 Yo los asentaré en los alrededores de mi colina, y mandaré a su tiempo la lluvia, que será una
lluvia de bendición.
27 El árbol del campo dará su fruto, la tierra dará sus productos, y ellos vivirán en seguridad en
su suelo. Y sabrán que yo soy Yahveh, cuando despedace las barras de su yugo y los libre de la mano
de los que los tienen esclavizados.
28 No volverán a ser presa de las naciones, las bestias salvajes no volverán a devorarlos.
Ezequiel 35
de la misma manera. Serás una desolación, montaña de Seír, así como Edom entero, y se sabrá que yo
soy Yahveh.
Oráculo sobre las montañasde Israel
Ezequiel 36
11187 Y tú, hijo de hombre, profetiza sobre los montes de Israel. Dirás: Montes de Israel,
escuchad la palabra de Yahveh.
2 Así dice el Señor Yahveh: Porque el enemigo ha dicho contra vosotros: «¡Ja, ja, estas alturas
codiciado por todas partes hasta pasar a ser posesión de las otras naciones, porque habéis sido el
blanco de la habladuría y de la difamación de la gente,
4 por eso, escuchad, montes de Israel, la palabra del Señor Yahveh. Así dice el Señor Yahveh a
los montes, a las colinas, a los barrancos y a los valles, a las ruinas desoladas y a las ciudades
abandonadas que han sido entregadas al pillaje y a la irrisión del resto de las naciones circunvecinas.
5 Por eso, así dice el Señor Yahveh: Sí, en el ardor de mis celos voy a hablar contra las otras
naciones y contra Edom entero, que, con alegría en el corazón y desprecio en el alma, se han
atribuido mi tierra en posesión para entregar su pasto al pillaje.
6 Por ello, profetiza sobre la tierra de Israel. Dirás a los montes y a las colinas, a los barrancos y
a los valles: Así dice el Señor Yahveh: Ved que hablo en mis celos y mi furor: Porque habéis sufrido
el ultraje de las naciones,
7 por eso, así dice el Señor Yahveh: Juro mano en alto que las naciones que os rodean cargarán
con sus propios ultrajes.
8 Y vosotros, montes de Israel, vais a echar vuestras ramas y a producir vuestros frutos para mi
pueblo Israel, porque está a punto de volver.
9 Sí, heme aquí por vosotros, a vosotros me vuelvo, vais a ser cultivados y sembrados.
10 Yo multiplicaré sobre vosotros los hombres, la casa de Israel entera. Las ciudades serán
como antaño, mejoraré vuestra condición precedente, y sabréis que yo soy Yahveh.
12 Haré que circulen por vosotros los hombres, mi pueblo Israel. Tomarán posesión de ti, y tu
Señor Yahveh.
15 No consentiré que vuelvas a oír el ultraje de las naciones, no sufrirás más los insultos de los
conducta y sus obras; como la impureza de una menstruante era su conducta ante mí.
18 Entonces yo derramé mi furor sobre ellos, por la sangre que habían vertido en su tierra y por
propósito de ellos: «Son el pueblo de Yahveh, y han tenido que salir de su tierra.»
21 Pero yo he tenido consideración a mi santo nombre que la casa de Israel profanó entre las
vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre, que vosotros habéis profanado entre las naciones
adonde fuisteis.
23 Yo santificaré mi gran nombre profanado entre las naciones, profanado allí por vosotros. Y
las naciones sabrán que yo soy Yahveh - oráculo del Señor Yahveh - cuando yo, por medio de
vosotros, manifieste mi santidad a la vista de ellos.
24 Os tomaré de entre las naciones, os recogeré de todos los países y os llevaré a vuestro suelo.
25 Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras impurezas y de todas
vuestras basuras os purificaré.
26 Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne
el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.
27 Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis según mis preceptos y observéis y
practiquéis mis normas.
28 Habitaréis la tierra que yo di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro
Dios.
29 Os salvaré de todas vuestras impurezas, llamaré al trigo y lo multiplicaré y no os someteré
más al hambre.
30 Multiplicaré los frutos de los árboles y los productos de los campos, para que no sufráis más
transeúntes.
35 Y se dirá: «Esta tierra, hasta ahora devastada, se ha hecho como jardín de Edén, y las ciudades
estaba demolido y he replantado lo que estaba devastado. Yo, Yahveh, lo digo y lo hago.
37 Así dice el Señor Yahveh: Me dejaré todavía buscar por la casa de Israel, para hacer por ellos
solemnes. Así se llenarán de un rebaño humano vuestras ciudades en ruinas, y se sabrá que yo soy
Yahveh.
Visión simbólica de la restauración de Israel
Ezequiel 37
11188 La mano de Yahveh fue sobre mí y, por su espíritu, Yahveh me sacó y me puso en medio de
la vega, la cual estaba llena de huesos.
2 Me hizo pasar por entre ellos en todas las direcciones. Los huesos eran muy numerosos por el
vosotros, y viviréis.
6 Os cubriré de nervios, haré crecer sobre vosotros la carne, os cubriré de piel, os infundiré
espíritu y viviréis; y sabréis que yo soy Yahveh.»
7 Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras yo profetizaba se produjo un ruido. Hubo
un estremecimiento, y los huesos se juntaron unos con otros.
8 Miré y vi que estaban recubiertos de nervios, la carne salía y la piel se extendía por encima,
pero no había espíritu en ellos.
9 El me dijo: «Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Dirás al espíritu: Así dice el Señor
Yahveh: Ven, espíritu, de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que vivan.»
10 Yo profeticé como se me había ordenado, y el espíritu entró en ellos; revivieron y se
incorporaron sobre sus pies: era un enorme, inmenso ejército.
11 Entonces me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ellos andan
diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para
nosotros.
12 Por eso, profetiza. Les dirás: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo abro vuestras tumbas;
os haré salir de vuestras tumbas, pueblo mío, y os llevaré de nuevo al suelo de Israel.
13 Sabréis que yo soy Yahveh cuando abra vuestras tumbas y os haga salir de vuestras tumbas,
pueblo mío.
14 Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestro suelo, y sabréis que yo,
mano de Efraím) y las tribus de Israel que están con él, los pondré junto al leño de Judá, haré de todo
un solo leño, y serán una sola cosa en mi mano.
20 Los leños en los cuales hayas escrito tenlos en tu mano, ante sus ojos,
21 y diles: Así dice el Señor Yahveh: He aquí que yo recojo a los hijos de Israel de entre las
naciones a las que marcharon. Los congregaré de todas partes para conducirlos a su suelo.
22 Haré de ellos una sola nación en esta tierra, en los montes de Israel, y un solo rey será el rey
de todos ellos; no volverán a formar dos naciones, ni volverán a estar divididos en dos reinos.
23 No se contaminarán más con sus basuras, con sus monstruos y con todos sus crímenes. Los
salvaré de las infidelidades por las que pecaron, los purificaré, y serán mi pueblo y yo seré su Dios.
24 Mi siervo David reinará sobre ellos, y será para todos ellos el único pastor; obedecerán mis
normas, observarán mis preceptos y los pondrán en práctica.
25 Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, donde habitaron vuestros padres. Allí
habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos, para siempre, y mi siervo David será su príncipe
eternamente.
26 Concluiré con ellos una alianza de paz, que será para ellos una alianza eterna. Los estableceré,
los multiplicaré y pondré mi santuario en medio de ellos para siempre.
27 Mi morada estará junto a ellos, seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
28 Y sabrán las naciones que yo soy Yahveh, que santifico a Israel, cuando mi santuario esté en
medio de ellos para siempre.
Vaticinio contra Gog, rey de Magog
Ezequiel 38
11189 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia Gog, en el país de Magog, príncipe supremo de Mesek y
cuyos habitantes escaparon a la espada y fueron congregados de entre una multitud de pueblos en los
montes de Israel, que habían sido un desierto permanente. Desde que fueron separados de los otros
pueblos, habitan todos en seguridad.
9 Tú subirás, avanzarás como un huracán, como un nubarrón que cubrirá la tierra, tú y todas tus
planes.
11 Dirás: «Voy a subir contra una tierra abierta, marcharé contra gente tranquila que habita en
seguridad. Habitan todos en ciudades sin murallas, sin cerrojos ni puertas.»
12 Irás a saquear, a hacer botín, a poner tu mano sobre ruinas repobladas, en un pueblo
congregado de entre las naciones, entregado a reponer el ganado y la hacienda, que habita en el
centro de la tierra.»1192
13 Sabá, Dedán, los mercaderes de Tarsis y todos sus leoncillos te dirán: «¿A saquear has venido?
¿Para hacer botín has concentrado tu asamblea? ¿Para llevarte el oro y la plata, para apoderarte de
ganados y haciendas, para hacer un gran botín?»
14 Por eso, profetiza, hijo de hombre. Dirás a Gog: Así dice el Señor Yahveh: ¿No es verdad que
aquel día, cuando mi pueblo Israel viva en seguridad, te pondrás en movimiento?
15 Vendrás de tu lugar, del extremo norte, tú y pueblos numerosos contigo, todos montados a
los profetas de Israel, que profetizaron en aquel tiempo, durante años, que yo te haría venir contra
ellos.
18 Aquel día, cuando Gog avance contra el suelo de Israel - oráculo del Señor Yahveh - estallará
mi furor. En mi cólera,
19 en mis celos, en el ardor de mi furia lo digo: Sí, aquel día habrá un gran terremoto en el suelo
de Israel.
20 Temblarán entonces ante mí los peces del mar y los pájaros del cielo, las bestias del campo y
todos los reptiles que serpean por el suelo, y todos los hombres de sobre la haz de la tierra. Se
desplomarán los montes, caerán las rocas, todas las murallas caerán por tierra.
21 Convocaré contra él toda clase de terrores, oráculo del Señor Yahveh. Volverán la espada unos
contra otros.
22 Le castigaré con la peste y la sangre, haré caer una lluvia torrencial, granizos, fuego y azufre,
sobre él, sobre sus huestes y sobre los numerosos pueblos que van con él.
23 Manifestaré mi grandeza y mi santidad, me daré a conocer a los ojos de numerosas naciones y
Ezequiel 39
1 Y tú, hijo de hombre, profetiza contra Gog. Dirás: Así dice el Señor Yahveh: Aquí estoy contra
ti, Gog, príncipe supremo de Mések y Túbal.
2 Yo te haré dar media vuelta, te conduciré, te haré subir desde el extremo norte y te guiaré a los
montes de Israel.
3 Romperé tu arco en tu mano izquierda y haré caer tus flechas de tu mano derecha.
4 En los montes de Israel caerás tú, tus huestes y los pueblos que van contigo. Te he entregado
como pasto a toda clase de aves de rapiña y a las fieras del campo.
5 En la haz del campo caerás, porque he hablado yo, oráculo del Señor Yahveh.
6 Mandaré fuego sobre Magog y sobre los que viven seguros en las islas, y sabrán que yo soy
Yahveh.1193
7 Manifestaré mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, no dejaré que vuelva a ser
profanado mi santo nombre, y las naciones sabrán que yo soy Yahveh, santo en Israel.
8 He aquí que todo esto llega y se va a realizar - oráculo del Señor Yahveh -: éste es el día que yo
he anunciado.
9 Entonces los habitantes de las ciudades de Israel saldrán a quemar y a entregar a las llamas las
armas, paveses y escudos, arcos y flechas, mazas y lanzas. Harán fuego con ello durante siete años.
10 No irán ya a buscar leña en el campo, ni la recogerán en el bosque, porque harán el fuego con
las armas. Saquearán a sus saqueadores y harán botín de sus depredadores, oráculo del Señor Yahveh.
11 Aquel día, yo daré a Gog como sepulcro en Israel un lugar famoso, el valle de los Oberim, al
este del mar, el que corta el paso a los viajeros: allí será enterrado Gog con toda su multitud, y se le
llamará valle de Hamón Gog.1194
12 La casa de Israel los enterrará para purificar la tierra, durante siete meses.
13 Todo el pueblo de la tierra será movilizado para enterrarlos, y ello les dará renombre el día
las naciones, los reúna en su suelo sin dejar allí a ninguno de ellos.
29 No les ocultaré más mi rostro, porque derramaré mi Espíritu sobre la casa de Israel, oráculo
Ezequiel 40
1 El año veinticinco de nuestra cautividad, al comienzo del año, el día diez del mes, catorce años
después de la caída de la ciudad, el mismo día, la mano de Yahveh fue sobre mí, y me llevó allá.1196
2 En visiones divinas, me llevó a la tierra de Israel, y me posó sobre un monte muy alto, en cuya
mano una cuerda de lino y una vara de medir, y estaba de pie en el pórtico.
4 El hombre me dijo: «Hijo de hombre, mira bien, escucha atentamente y presta atención a todo
lo que te voy a mostrar, porque has sido traído aquí para que yo te lo muestre. Comunica a la casa de
Israel todo lo que vas a ver.»
Descripción del Templo futuro: el muro exterior
5 Y he aquí que por el exterior de la Casa había un muro, todo alrededor. La vara de medir que el
hombre tenía en la mano era de seis codos de codo y palmo. Midió el espesor de la construcción: una
vara, y su altura: una vara.1197
El atrio interior: la puerta oriental
6 Vino luego al pórtico que miraba a oriente, subió sus gradas y midió el umbral del pórtico: una
vara de profundidad.
7 La lonja: una vara de largo por una vara de ancho; la pilastra entre las lonjas: cinco codos; el
umbral del pórtico por el lado del vestíbulo del pórtico, hacia el interior: una vara.
9 Midió el vestíbulo del pórtico: ocho codos; su pilastra: dos codos; el vestíbulo del pórtico
estaba situado hacia el interior.
10 Las lonjas del pórtico oriental eran tres por cada lado, todas ellas de la misma dimensión; las
todo alrededor, e igualmente el vestíbulo tenía, por el interior, ventanas todo alrededor; y sobre las
pilastras había palmeras.
17 Me llevó al atrio exterior, y he aquí que allí había salas y un enlosado tirado alrededor del
que daba a oriente. Se subía a él por siete gradas y su vestíbulo estaba situado hacia el interior.
23 Había un pórtico en el atrio interior, frente al pórtico septentrional, lo mismo que en el pórtico
oriental. Midió la distancia de un pórtico a otro: cien codos.
La puerta meridional del atrio exterior
24 Me condujo luego hacia el lado del mediodía: había allí un pórtico en dirección del mediodía;
midió sus lonjas, sus pilastras y su vestíbulo: tenían las mismas dimensiones.
25 Tenía, lo mismo que su vestíbulo, ventanas todo alrededor, iguales que las otras ventanas;
mismas dimensiones.
29 Sus lonjas, pilastras y vestíbulo tenían estas mismas dimensiones. Lo mismo que su vestíbulo,
tenía ventanas todo alrededor; dimensiones: cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho.
30 Y el perímetro del vestíbulo: veinticinco codos de largo y cinco de ancho.
31 Su vestíbulo daba al atrio exterior. Había palmeras sobre sus pilastras y su escalera tenía ocho
gradas.
La puerta oriental del atrio interior
32 Me llevó al pórtico interior, hacia oriente, y midió el pórtico:
33 tenía las mismas dimensiones. Sus lonjas, pilastras y vestíbulo tenían estas mismas
dimensiones. Tenía, así como su vestíbulo, ventanas alrededor. Dimensiones: cincuenta codos de
largo y veinticinco de ancho.
34 Su vestíbulo daba al atrio exterior. Había palmeras sobre sus pilastras, a cada lado, y su
se hacía la inmolación.
42 Además cuatro mesas para el holocausto, de piedra de sillería, de codo y medio de largo, codo
y medio de ancho y un codo de alto, sobre las cuales se colocaban los instrumentos con los que se
inmolaba el holocausto y el sacrificio.
43 Las ranuras, de un palmo de anchura, estaban dispuestas en el interior, todo en torno. Sobre
septentrional, con su fachada al mediodía, y la otra al lado del pórtico meridional, con su fachada al
norte.
45 Me dijo: «Esta sala que mira al mediodía está destinada a los sacerdotes que cumplen el
ministerio de la Casa.
46 Y la sala que mira al norte está destinada a los sacerdotes que cumplen el ministerio del altar.
Son los hijos de Sadoq, los que, entre los hijos de Leví, se acercan a Yahveh para servirle.»1198
Las dimensiones del atrio interior
47 Midió el atrio. Tenía cien codos de largo y cien codos de ancho, o sea un cuadrado, y el altar
Ezequiel 41
1 Me llevó dentro del Santo y midió sus pilastras: seis codos de ancho por un lado y seis codos de
ancho por el otro.
2 Anchura de la entrada: diez codos. Las paredes laterales de la entrada: cinco codos de ancho por
un lado y cinco por el otro. Midió su longitud: cuarenta codos; y su anchura: veinte codos.
El Santo de los santos
3 Penetró en el interior y midió la pilastra de la entrada: dos codos; después la entrada: seis
alrededor de la Casa.
6 Las celdas laterales estaban superpuestas en tres pisos de treinta celdas cada uno. Se habían
dispuesto en el muro de la Casa salientes para estribar las celdas por todo el ámbito: así las celdas no
estribaban en el muro de la Casa.
7 La anchura de las celdas aumentaba a medida que se subía, ensanchamiento que se lograba, a
costa del muro, según se subía, y todo alrededor de la Casa; por eso el interior se ensanchaba por
arriba. Del piso inferior se subía al del medio, y de éste al superior.
8 Y vi que la Casa tenía un talud todo alrededor. Era la base de las celdas laterales, de una vara
pared de este edificio tenía un espesor de cinco codos, todo alrededor, con una longitud de noventa
codos.
Algunas dimensiones de la Casa
13 Midió la Casa: su longitud era de cien codos. El patio más el edifico y sus muros tenían una
La ornamentación de la Casa
15 Midió la longitud del edificio a lo largo del patio que tenía detrás, y sus galerías a cada lado:
cien codos. El interior del Santo y los vestíbulos del atrio,
16 los umbrales, las ventanas enrejadas, las galerías de los tres lados, alrededor, frente al umbral,
estaban recubiertos de madera por todo el ámbito, desde el suelo hasta las ventanas, y las ventanas
estaban guarnecidas de un enrejado.
17 Desde la entrada hasta el interior de la Casa, y por fuera, así como en todo el ámbito del muro,
en el muro.
21 El jambaje del Santo era cuadrado. Delante del Santuario se veía algo como
22 un altar de madera de tres codos de alto, dos codos de largo y dos de ancho. Sus ángulos, su
base y sus lados eran de madera. El hombre me dijo: «Esta es la mesa que está delante de Yahveh.»
23 El Santo tenía una puerta doble, y el Santuario una puerta doble.
24 Eran puertas de dos hojas movibles, dos hojas en una puerta y dos en la otra.
25 Y por encima (sobre las puertas del Santo), había representados querubines y palmeras como
los representados en los muros. Sobre la fachada del Vestíbulo, por el exterior, había un arquitrabe de
madera.
26 Ventanas enrejadas y palmeras había a ambos lados, en las paredes laterales del Vestíbulo, las
Ezequiel 42
1 Luego me hizo salir al atrio exterior, hacia el norte, y me llevó a las salas situadas cara al patio,
Santuario, donde los sacerdotes que se acercan a Yahveh comerán las cosas sacratísimas. Allí
depositarán las cosas sacratísimas, la oblación, el sacrificio por el pecado y el sacrificio de
expiación, porque es un lugar santo.
14 Y cuando los sacerdotes entren allí, no saldrán del santuario al atrio exterior sin haber dejado
allí sus vestiduras litúrgicas, porque estas vestiduras son santas; para acercarse a los lugares
destinados al pueblo se pondrán otras ropas.»
Las dimensiones del atrio
15 Cuando acabó de medir el interior de la Casa, me hizo salir en dirección al pórtico que mira a
medir.
17 Luego midió el lado norte con la vara de medir: quinientos codos de perímetro.
18 Después midió el lado sur con la vara de medir: quinientos codos
19 de perímetro. Por el lado occidental midió con la vara de medir: quinientos codos.
20 Midió por fin por los cuatro lados el muro que lo cercaba, todo alrededor: longitud,
Ezequiel 43
1 Me condujo luego hacia el pórtico, el pórtico que miraba a oriente,
2 y he aquí que la gloria del Dios de Israel llegaba de la parte de oriente, con un ruido como el
también como lo que había visto junto al río Kebar. Entonces caí rostro en tierra.1201
4 La gloria de Yahveh entró en la Casa por el pórtico que mira a oriente.
5 El espíritu me levantó y me introdujo en el atrio interior, y he aquí que la gloria de Yahveh
llenaba la Casa.
6 Y oí que alguien me hablaba desde la Casa, mientras el hombre permanecía en pie junto a mí.
7 Me dijo: Hijo de hombre, este es el lugar de mi trono, el lugar donde se posa la planta de mis
pies. Aquí habitaré en medio de los hijos de Israel para siempre; y la casa de Israel, así como sus
reyes, no contaminarán más mi santo nombre con sus prostituciones y con los cadáveres de sus reyes,
8 poniendo su umbral junto a mi umbral y sus jambas junto a mis jambas, con un muro común
entre ellos y yo. Ellos contaminaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron; por
eso los he devorado en mi cólera.
9 De ahora en adelante alejarán de mí sus prostituciones y los cadáveres de sus reyes, y yo
alrededor: medio codo; y la cavidad, todo alrededor: un codo. Las gradas estaban vueltas hacia
oriente.1204
La consagración del altar
18 Y me dijo: Hijo de hombre, así dice el Señor Yahveh: Estas son las disposiciones del altar el
oráculo del Señor Yahveh - les darás un novillo en sacrificio por el pecado.
20 Tomarás su sangre, y rociarás los cuatro cuernos, los cuatro ángulos del zócalo y el reborde
todo alrededor. Así quitarás el pecado y harás expiación por él.
21 Luego tomarás el novillo del sacrificio por el pecado: se le quemará en una dependencia de la
Ezequiel 44
1 Me volvió después hacia el pórtico exterior del santuario, que miraba a oriente. Estaba cerrado.
2 Y Yahveh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá, y nadie pasará por él,
voy a decir acerca de todas las disposiciones de la Casa de Yahveh y de todas sus leyes. Te fijarás
bien en lo que respecta a la admisión en la Casa y a la exclusión del santuario.
6 Y dirás a esta casa de rebeldía, la casa de Israel: Así dice el Señor Yahveh: Ya pasan de la raya
ocasión de culpa, por eso, yo levanto la mano contra ellos - oráculo del Señor Yahveh - y soportarán
el peso de su culpa.
13 No se acercarán más a mí para ejercer ante mí el sacerdocio ni para tocar mis cosas santas y
las cosas sacratísimas: soportarán el peso de su ignominia y de las abominaciones que cometieron.
14 Les encargaré de ejercer el ministerio en la Casa, en lo que atañe a su servicio y a todo lo que
allí se hace.
Los sacerdotes
15 Pero los sacerdotes levitas, hijos de Sadoq, que cumplieron mi ministerio en el santuario
cuando los israelitas se descarriaban lejos de mí, ellos sí se acercarán a mí para servirme, y estarán
en mi presencia para ofrecerme la grasa y la sangre, oráculo del Señor Yahveh.
16 Ellos entrarán en mi Santuario y se acercarán a mi mesa para servirme; ellos cumplirán mi
ministerio.
17 Cuando entren por los pórticos del atrio interior, llevarán hábitos de lino; no irán vestidos de
lana cuando oficien en los pórticos del atrio interior, y en la Casa.
18 Llevarán en la cabeza turbantes de lino, y fajas de lino a los riñones; no se ceñirán nada que
transpire el sudor.
19 Cuando salgan al atrio exterior, donde el pueblo, se quitarán las vestiduras con que hayan
oficiado, las dejarán en las salas del Santo, y se pondrán otras ropas, con el fin de no santificar al
pueblo con sus vestiduras.
20 No se raparán la cabeza, ni dejarán crecer libremente su cabellera, sino que se cortarán
cuidadosamente el pelo.
21 Ningún sacerdote beberá vino el día que tenga que entrar en el atrio interior.
22 No tomarán por esposa ni una viuda ni una mujer repudiada, sino una virgen de la raza de
Israel; una viuda sólo en el caso de que sea viuda de un sacerdote.
23 Enseñarán a mi pueblo a distinguir lo sagrado de lo profano y le harán saber la diferencia
entre lo puro y lo impuro.
24 En los pleitos serán ellos los jueces; juzgarán conforme a mi derecho; observarán en todas
propiedad particular.
29 Ellos comerán la oblación, el sacrificio por el pecado y el sacrificio de expiación. Todo lo que
será para los sacerdotes; y lo mejor de vuestras moliendas, se lo daréis a los sacerdotes, para que la
bendición repose sobre vuestra casa.
31 Los sacerdotes no comerán carne de ningún ave ni bestia muerta o desgarrada.
La repartición de la tierra:la parte del Señor
Ezequiel 45
1 Cuando os repartáis por sorteo esta tierra en heredad, reservaréis como ofrenda para Yahveh
un recinto sagrado de la tierra, de una longitud de veinticinco mil codos por una anchura de veinte
mil. Será sagrado en toda su extensión.
2 De aquí se tomará para el santuario un cuadrado de quinientos codos por quinientos, alrededor
del cual habrá un margen de cincuenta codos.
3 También de su área medirás una longitud de veinticinco mil codos por una anchura de diez mil:
aquí estará el santuario, el Santo de los Santos.
4 Será el recinto sagrado de la tierra, destinado a los sacerdotes, que ejercen el ministerio del
santuario y que se acercan a Yahveh para servirle. Para ellos será este lugar, para que construyan sus
casas y como lugar sagrado para el santuario.
5 Un terreno de veinticinco mil codos de largo por diez mil de ancho será reservado a los levitas,
Las ofrendas para el culto
13 Esta es la ofrenda que reservaréis: un sexto de arroba por cada carga de trigo y un sexto de
arroba por cada carga de cebada.
14 Regla para el aceite, para la medida de aceite: una medida de aceite por cada diez medidas, es
decir, por un tonel de diez medidas, o de una carga, pues diez medidas hacen una carga.
15 Se reservará una oveja por cada rebaño de doscientas de las praderas de Israel, para la
oblación, el holocausto y el sacrificio de comunión, como expiación por ellos, oráculo del Señor
Yahveh.
16 Todo el pueblo de la tierra contribuirá a esta ofrenda reservada para el príncipe de Israel.
17 El príncipe se encargará de los holocaustos, de la oblación y de la libación en las fiestas,
novilunios y sábados, en todas las solemnidades de la casa de Israel. El proveerá lo necesario para el
sacrificio por el pecado, para la oblación, el holocausto y los sacrificios de comunión, para la
expiación de la casa de Israel.
Diversos ritos de purificación
18 Así dice el Señor Yahveh: El primer mes, el día uno del mes, tomarás un novillo sin defecto,
para quitar el pecado del santuario.
19 El sacerdote tomará la sangre de la víctima por el pecado y la pondrá en las jambas del pórtico
de la Casa, en los cuatro ángulos del zócalo del altar, y en las jambas de los pórticos del atrio
interior.
20 Lo mismo harás el día siete del mes, en favor de todo aquel que haya pecado por inadvertencia
o irreflexión. Así haréis la expiación de la Casa.
La Pascua
21 El día catorce del primer mes será para vosotros la fiesta de la Pascua. Durante siete días se
carneros sin defecto, cada uno de los siete días, y en sacrificio por el pecado, un macho cabrío cada
día.
24 Como oblación, ofrecerá una medida por novillo y una medida por carnero, y de aceite un
Ezequiel 46
1 Así dice el Señor Yahveh: El pórtico del atrio interior que mira a oriente estará cerrado los seis
jambas del pórtico. Entonces los sacerdotes ofrecerán su holocausto y su sacrificio de comunión. El
se postrará en el umbral del pórtico, luego saldrá, y no se cerrará el pórtico hasta la tarde.
3 El pueblo de la tierra se postrará ante Yahveh a la entrada de este pórtico, los sábados y los días
de novilunio.
4 El holocausto que el príncipe ofrecerá a Yahveh el sábado, será de seis corderos sin defecto y
heredad, el regalo pertenecerá a sus hijos, será su propiedad por derecho de herencia.
17 Pero si hace de su heredad un regalo a uno de sus siervos, pertenecerá a éste sólo hasta el año
de la liberación, luego retornará al príncipe. Solamente a sus hijos podrá pasar su heredad.
18 El príncipe no tomará nada de la heredad del pueblo despojándole de su propiedad; sólo de su
propiedad particular legará partes a sus hijos, para que nadie de mi pueblo sea privado de su
propiedad.
Las cocinas del Templo
19 Luego me llevó, por la entrada que estaba al lado del pórtico, a las salas del Santo reservadas a
los sacerdotes, las que miraban al norte. Allí, en la extremidad occidental, había un espacio.
20 Me dijo: «Este es el lugar donde los sacerdotes cocerán las víctimas de los sacrificios de
expiación y de los sacrificios por el pecado, y donde cocerán la oblación, a fin de que no se saque
nada al atrio exterior y se ve santifique así al pueblo.»
21 Me sacó luego al atrio exterior y me hizo pasar junto a los cuatro ángulos del atrio; en cada
pueblo.»
La fuente del Templo
Ezequiel 47
1 Me llevó a la entrada de la Casa, y he aquí que debajo del umbral de la Casa salía agua, en
dirección a oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia oriente. El agua bajaba de debajo del
lado derecho de la Casa, al sur del altar.
2 Luego me hizo salir por el pórtico septentrional y dar la vuelta por el exterior, hasta el pórtico
exterior que miraba hacia oriente, y he aquí que el agua fluía del lado derecho.
3 El hombre salió hacia oriente con la cuerda que tenía en la mano, midió mil codos y me hizo
atravesar el agua: me llegaba hasta los tobillos.
4 Midió otros mil codos y me hizo atravesar el agua: me llegaba hasta las rodillas. Midió mil más
y me hizo atravesar el agua: me llegaba hasta la cintura.
5 Midió otros mil: era ya un torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido hasta
hacerse un agua de pasar a nado, un torrente que no se podía atravesar.
6 Entonces me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre?» Me condujo, y luego me hizo volver a la
orilla del torrente.
7 Y a volver vi que a la orilla del torrente había gran cantidad de árboles, a ambos lados.
8 Me dijo: «Esta agua sale hacia la región oriental, baja a la Arabá, desemboca en el mar, en el
agua hedionda, y el agua queda saneada.
9 Por dondequiera que pase el torrente, todo ser viviente que en él se mueva vivirá. Los peces
serán muy abundantes, porque allí donde penetra esta agua lo sanea todo, y la vida prospera en todas
partes adonde llega el torrente.
10 A sus orillas vendrán los pescadores; desde Engadí hasta Eneglayim se tenderán redes. Los
peces serán de la misma especie que los peces del mar Grande, y muy numerosos.1206
11 Pero sus marismas y sus lagunas no serán saneadas, serán abandonadas a la sal.
12 A orillas del torrente, a una y otra margen, crecerán toda clase de árboles frutales cuyo follaje
no se marchitará y cuyos frutos no se agotarán: producirán todos los meses frutos nuevos, porque
esta agua viene del santuario. Sus frutos servirán de alimento, y sus hojas de medicina.»1207
Los límites de la Tierra santa
13 Así dice el Señor Yahveh: Esta es la frontera de la tierra que os repartiréis entre las doce tribus
Ezequiel 48
1 Y estos son los nombres de las tribus. Desde el extremo norte, a lo largo del camino de Jetlón,
hacia la Entrada de Jamat, Jasar Enán, quedando al norte el territorio de Damasco, a lo largo de
Jamat: será para él desde el lado oriental hasta el lado occidental: Dan, una parte.
2 Limitando con Dan, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Aser, una parte.
3 Limitando con Aser, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Neftalí, una parte.
4 Limitando con Neftalí, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Manasés, una parte.
5 Limitando con Manasés, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Efraím, una parte.
6 Limitando con Efraím, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Rubén, una parte.
7 Limitando con Rubén, desde el lado oriental hasta el lado occidental: Judá, una parte.
8 Limitando con Judá, desde el lado oriental hasta el lado occidental, estará la ofrenda sagrada
que reservaréis, de veinticinco mil codos de ancha, y de larga como cada una de las otras partes
desde el lado oriental hasta el lado occidental. Y en medio estará el santuario.
La parte reservada al Señor
9 La ofrenda sagrada que reservaréis para Yahveh tendrá veinticinco mil codos de longitud y diez
mil de anchura.
10 A ellos, a los sacerdotes, pertenecerá la ofrenda santa reservada: veinticinco mil codos al
norte, diez mil codos de anchura al oeste, diez mil codos de anchura al este, y veinticinco mil codos
de longitud al sur; y el santuario de Yahveh estará en el medio;
11 a los sacerdotes consagrados, aquellos de entre los hijos de Sadoq que cumplieron mi
ministerio, y que no se descarriaron al descarriarse los israelitas, como se descarriaron los levitas,
12 a ellos les corresponderá una parte de la tierra reservada como ofrenda sacratísima, junto al
territorio de los levitas.
13 Los levitas, a semejanza del territorio de los sacerdotes, tendrán un territorio de veinticinco
mil codos de largo y diez mil de ancho - longitud total, veinticinco mil, y anchura, diez mil.
14 No podrán vender ni cambiar ni ceder nada de esta parte de la tierra, porque está consagrada a
Yahveh.
15 Los cinco mil codos de anchura que quedan a lo largo de los veinticinco mil, serán un terreno
profano para la ciudad, para viviendas y pastizales. La ciudad quedará en medio.
16 Y estas serán sus dimensiones: por el lado norte, cuatro mil quinientos codos; por el lado sur,
cuatro mil quinientos codos; por el lado este, cuatro mil quinientos codos; por el lado oeste, cuatro
mil quinientos codos.
17 Y los pastizales de la ciudad se extenderán hacia el norte doscientos cincuenta codos, hacia el
sur doscientos cincuenta, hacia el este doscientos cincuenta y hacia el oeste doscientos cincuenta.
18 Quedará una extensión, a lo largo de la ofrenda santa reservada, de diez mil codos hacia
oriente y diez mil hacia occidente, a lo largo de la ofrenda santa reservada: sus productos servirán
para la alimentación de los trabajadores de la ciudad.
19 Los trabajadores que trabajen en la ciudad serán tomados de todas las tribus de Israel.
20 El total de la ofrenda reservada será de veinticinco mil codos por veinticinco mil. Reservaréis
propiedad de la ciudad, a lo largo de los veinticinco mil codos al este, hasta la frontera oriental, y al
oeste a lo largo de los veinticinco mil codos hasta la frontera occidental, para el príncipe, en
correspondencia a las demás partes; y en el medio estará la ofrenda santa res reservada y el santuario
de la Casa.
22 Así, desde la propiedad de los levitas y la propiedad de la ciudad que están en medio de la
El libro que lleva el nombre de DANIEL fue escrito hacia el 165 a. C., cuando el rey Antíoco IV
Epífanes pretendió helenizar por la fuerza al Pueblo judío, obligándolo a abandonar la Ley de Moisés
y a practicar el culto pagano difundido en todo el Imperio seléucida. Su autor vivió en tiempos de la
insurrección de los Macabeos. Pero, a diferencia de estos, él no apela a la resistencia armada contra
el opresor extranjero, sino que espera y anuncia una intervención extraordinaria del Señor, que es
capaz de salvar a su Pueblo incluso de la muerte.
Con toda propiedad, este Libro puede ser llamado el "Apocalipsis" del Antiguo Testamento.
Como el que figura al final del Nuevo Testamento, también el Apocalipsis de Daniel contiene una
interpretación religiosa de la historia universal y un mensaje de esperanza para el Pueblo de Dios
perseguido a causa de su fe. Además, ambos Libros tienen la misma forma de expresión literaria -el
estilo "apocalíptico", muy difundido en el Judaísmo a partir del siglo ll a. C.- cuyo rasgo más notorio
es la profusión de imágenes sorprendentes, de alegorías casi siempre enigmáticas y de visiones
simbólicas.
La obra se divide en dos partes bastante diversas. La primera (caps. 1 - 6), de carácter narrativo,
relata seis episodios de la vida de Daniel y de sus compañeros en el exilio. La segunda (caps. 7 - 12)
es la parte estrictamente "apocalíptica", que tiene sus antecedentes en los escritos proféticos, sobre
todo, en las visiones de Ezequiel y Zacarías. A esta obra original, escrita en hebreo y arameo, se le
agregaron posteriormente algunos fragmentos en griego, que figuran entre los Libros
"deuterocanónicos".
A pesar del cambio de situaciones históricas, el libro de Daniel no ha perdido nada de su
actualidad, porque las fuerzas hostiles al Reino de Dios resurgen constantemente bajo nuevas formas.
Frente al orgullo, al odio, a la opresión y la injusticia, su mensaje continúa alentando la fe y la
esperanza de "los que son perseguidos por practicar la justicia" y "trabajan por la paz" (Mt. 5. 9-10).
Hasta que llegue "la salvación, el poder y el Reino de nuestro Dios y la soberanía de su Mesías"
(Apoc. 12. 10).
PARTE NARRATIVA
En los seis primeros capítulos, el Libro relata una serie de aventuras "edificantes", cuyo
personaje central es Daniel, un joven judío deportado a Babilonia, que se hizo célebre, como José en
Egipto, por la interpretación de los sueños. A través de estas narraciones, originariamente
independientes unas de otras, el autor trata de inculcar una misma enseñanza fundamental: la fe de
Israel es superior a la sabiduría de los paganos, y Dios es capaz de salvar a sus fieles de todos los
peligros.
Esta lección adquiría especial importancia frente a la encarnizada persecución desencadenada
por Antíoco IV. Las víctimas de la misma se encontraban en una situación similar a la de Daniel y sus
amigos, que se negaron a apostatar de su fe comiendo manjares impuros y rindiendo culto al ídolo
erigido por Nabucodonosor. De la misma manera, los judíos perseguidos por el paganismo griego
debían estar dispuestos a cualquier sacrificio, incluso el de su propia vida, antes que ser infieles a la
Ley de Dios. La alegoría de la estatua fabricada con diversos metales (2. 29-45), anticipándose a las
visiones de la segunda parte del Libro, confirma aquella enseñanza y hace ver cómo los imperios de
este mundo están destinados a desaparecer, para dar lugar al Reino eterno de Dios.
Daniel y sus compañeros en la corte de Nabucodonosor
Daniel 1
1 El año tercero del reinado de Yoyaquim, rey de Judá, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a
Jerusalén y la sitió.1209
2 El Señor entregó en sus manos a Yoyaquim rey de Judá, así como parte de los objetos de la
Casa de Dios. El los llevó al país de Senaar y depositó los objetos en la casa del tesoro de sus
dioses.1210
3 El rey mandó a Aspenaz, jefe de sus eunucos, tomar de entre los israelitas de estirpe real o de
familia noble,
4 algunos jóvenes, sin defecto corporal, de buen parecer, instruidos en toda sabiduría, cultos e
inteligentes, idóneos para servir en la corte del rey, con el fin de enseñarles la escritura y la lengua de
los caldeos.
5 El rey les asignó una ración diaria de los manjares del rey y del vino de su mesa. Deberían ser
educados durante tres años, después de lo cual entrarían al servicio del rey.
6 Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran judíos.
7 El jefe de los eunucos les puso nombres nuevos: Daniel se llamaría Beltsassar, Ananías Sadrak,
comida y vuestra bebida, y si llega a ver vuestros rostros más macilentos que los de los jóvenes de
vuestra edad, expondríais mi cabeza a los ojos del rey.»
11 Daniel dijo entonces al guarda a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de
Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12 «Por favor, pon a prueba a tus siervos durante diez días: que nos den de comer legumbres y de
beber agua;
13 después puedes comparar nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen los manjares del
rey, y hacer con tus siervos con arreglo a lo que hayas visto.»
14 Aceptó él la propuesta y les puso a prueba durante diez días.1211
15 Al cabo de los diez días se vio que tenían mejor aspecto y estaban más rollizos que todos los
jóvenes que comían los manjares del rey.
16 Desde entonces el guarda retiró sus manjares y el vino que tenían que beber, y les dio
legumbres.
17 A estos cuatro jóvenes les concedió Dios ciencia e inteligencia en toda clase de letras y
sabiduría. Particularmente Daniel poseía el discernimiento de visiones y sueños.
18 Al cabo del tiempo establecido por el rey para que le fueran presentados los jóvenes, el jefe de
los eunucos los llevó ante Nabucodonosor.
19 El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como Daniel, Ananías,
El sueño de Nabucodonosor y su recurso a los magos
Daniel 2
sueño.»
4 Los caldeos respondieron al rey: (Arameo)1213 «¡Viva el rey eternamente! Cuenta el sueño a tus
siervos, y nosotros te daremos su interpretación.»
5 Respondió el rey y dijo a los caldeos: «Tened bien presente mi decisión: si no me dais a
conocer el sueño y su interpretación, seréis cortados en pedazos y vuestras casas serán reducidas a
escombros.
6 Pero si me dais a conocer el sueño y su interpretación, recibiréis de mí regalos, obsequios y
quiere el rey; y por eso mismo ningún rey, por grande y poderoso que sea, pregunta jamás cosa
semejante a ningún mago, adivino o caldeo.
11 Lo que el rey pide es difícil, y nadie se lo puede descubrir al rey, excepto los dioses; pero ellos
no viven entre los seres de carne.»
12 Entonces el rey se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los sabios de Babilonia.
13 Promulgado el decreto de matar a los sabios, se buscó también a Daniel y a sus compañeros
para matarlos.
La intervención de Daniel
14 Pero Daniel se dirigió con palabras sabias y prudentes a Aryok, jefe de la guardia real, que se
disponía a matar a los sabios de Babilonia.
15 Tomó la palabra y dijo a Aryok, oficial del rey: «Por qué ha dado el rey un decreto tan
tajante?» Aryok explicó la cosa a Daniel,
16 y Daniel se fue a pedir al rey que se le concediese un plazo para declarar al rey la
interpretación.
17 Daniel regresó a su casa e informó del caso a sus compañeros Ananías, Misael y Azarías,
18 invitándoles a implorar la misericordia del Dios del Cielo, acerca de este misterio, a fin de que
no se diese muerte a Daniel y a sus compañeros con el resto de los sabios de Babilonia.
19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en una visión nocturna. Y Daniel bendijo al Dios
del Cielo.
20 Tomó Daniel la palabra y dijo: «Bendito sea el Nombre de Dios por los siglos de los siglos,
pues suyos son el saber y la fuerza.
21 El hace alternar estaciones y tiempos, depone a los reyes, establece a los reyes, da a los sabios
sabiduría, y ciencia a los que saben discernir.
22 El revela honduras y secretos, conoce lo que ocultan las tinieblas, y la luz mora junto a él.
23 A ti, Dios de mis padres, doy yo gracias y alabo, porque me has concedido sabiduría y fuerza;
y ahora me has dado a conocer lo que te habíamos pedido, la cosa del rey nos has dado a conocer.»
24 Después Daniel se fue donde Aryok, a quien el rey había encomendado la matanza de los
sabios de Babilonia. Entró y le dijo: «No mates a los sabios de Babilonia. Llévame a la presencia del
rey y yo declararé al rey la interpretación.»
25 Aryok se apresuró a introducir a Daniel ante el rey y le dijo: «He encontrado entre los
Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza cuando estabas
en tu lecho eran éstos:1214
La interpretación del sueño de Nabucodonosor
29 «Oh rey, los pensamientos que agitaban tu mente en el lecho se referían a lo que ha de suceder
habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos -, tú eres la cabeza de oro.
39 Después de ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará
la tierra entera.
40 Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y
machaca: como el hierro qué aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros.
41 Y lo que has visto, los pies y los dedos, parte de arcilla de alfarero y parte de hierro, es un
reino que estará dividido; tendrá la solidez del hierro, según has visto el hierro mezclado con la masa
de arcilla.
42 Los dedos de los pies, parte de hierro y parte de arcilla, es que el reino será en parte fuerte y
en parte frágil.
43 Y lo que has visto: el hierro mezclado con la masa de arcilla, es que se mezclarán ellos entre sí
por simiente humana, pero no se aglutinarán el uno al otro, de la misma manera que el hierro no se
mezcla con la arcilla.
44 En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y
este reino no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá
eternamente:
45 tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que
redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer al
rey lo que ha de suceder. Tal es verdaderamente el sueño, y su interpretación digna de confianza.»1215
Profesión de fe de Nabucodonosor
46 Entonces el rey Nabucodonosor cayó rostro en tierra, se postró ante Daniel, y ordenó que se le
y el señor de los reyes, el revelador de los misterios, ya que tú has podido revelar este misterio.»
48 Y el rey confirió a Daniel un alto rango y le dio muchos y magníficos regalos. Le hizo
gobernador de toda la provincia de Babilonia y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia.
49 Daniel pidió al rey que encargara de la administración de la provincia de Babilonia a Sadrak,
Daniel 3
1 El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de sesenta codos de alta por seis de ancha, y la
ardiente.»1217
7 Con tal motivo, en cuanto se oyó sonar el cuerno, el pífano, la cítara, la sambuca, el salterio, la
zampoña y toda clase de música, todos los pueblos, naciones y lenguas se postraron y adoraron la
estatua de oro que había erigido el rey Nabucodonosor.
8 Sin embargo, algunos caldeos se presentaron a denunciar a los judíos.
9 Tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «¡Viva el rey eternamente!
10 Tú, oh rey, has ordenado que todo hombre, en cuanto oiga sonar el cuerno, el pífano, la cítara,
la sambuca, el salterio, la zampoña y toda clase de música, se postre y adore la estatua de oro,
11 y que aquél que no se postre para adorarla sea arrojado en el horno de fuego ardiente.
12 Pues hay algunos judíos a quienes has encargado de la administración de la provincia de
Babilonia: Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no te hacen caso, oh rey; no sirven a tu dios ni adoran la
estatua de oro que has erigido.»
Los tres jóvenes arrojados al horno
13 Ebrio de cólera, Nabucodonosor mandó llamar a Sadrak, Mesak y Abed Negó, que fueron
introducidos ante el rey.
14 Nabucodonosor tomó la palabra y dijo: «¿Es verdad, Sadrak, Mesak y Abed Negó, que no
salterio, la zampoña y toda clase de música, a postraros y adorar la estatua que yo he hecho? Si no la
adoráis, seréis inmediatamente arrojados en el horno de fuego ardiente; y ¿qué dios os podrá librar
de mis manos?»
16 Sadrak, Mesak y Abed Negó tomaron la palabra y dijeron al rey Nabucodonosor: «No
Sadrak, Mesak y Abed Negó, dio orden de que se encendiese el horno siete veces más de lo corriente,
20 y mandó a los hombres más fuertes de su ejército que ataran a Sadrak, Mesak y Abed Negó y
los arrojaran al horno de fuego ardiente.
21 Fueron, pues, atados estos hombres, con sus zaragüelles, túnicas, gorros y vestidos, y
arrojados al horno de fuego ardiente.
22 Como la orden del rey era perentoria y el horno estaba excesivamente encendido, la llamarada
mató a los hombres que habían llevado allá a Sadrak, Mesak y Abed Negó.
23 Y los tres hombres, Sadrak, Mesak y Abed Negó, cayeron, atados, en medio del horno de
fuego ardiente.
Reconocimiento de la intervención de Dios en favor de los jóvenes
24 Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus
consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?» Respondieron ellos:
«Indudablemente, oh rey.»
25 Dijo el rey: «Pero yo estoy viendo cuatro hombres que se pasean libremente por el fuego sin
sufrir daño alguno, y el cuarto tiene el aspecto de un hijo de los dioses.»
26 Y Nabucodonosor se acercó a la boca del horno de fuego ardiente y dijo: «Sadrak, Mesak y
Abed Negó, servidores del Dios Altísimo, salid y venid aquí.» Entonces Sadrak, Mesak y Abed Negó
salieron de en medio del fuego.
27 Los sátrapas, prefectos, gobernadores y consejeros del rey se reunieron para ver a estos
hombres: el fuego no había tenido ningún poder sobre su cuerpo, los cabellos de su cabeza no
estaban chamuscados, sus mantos no se habían alterado, y ni el olor del fuego se les había pegado.
28 Nabucodonosor exclamó: «Bendito sea el Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, que ha
enviado a su ángel a librar a sus siervos que, confiando en él, quebrantaron la orden del rey y
entregaron su cuerpo antes que servir y adorar a ningún otro fuera de su Dios.
29 Y yo promulgo este edicto: Pueblos, naciones y lenguas, todo aquel que hable ligeramente del
Dios de Sadrak, Mesak y Abed Negó, será cortado en pedazos y su casa será reducida a escombros,
porque no hay otro dios que pueda salvar de este modo.»
30 Y el rey hizo prosperar a Sadrak, Mesak y Abed Negó en la provincia de Babilonia.
Otro sueño de Nabucodonosor: el árbol gigantesco
31 Nabucodonosor, Rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas de toda la tierra: ¡Sea grande
vuestra paz!
32 Me ha parecido bien daros a conocer las señales y milagros que ha hecho el Dios Altísimo.
33 ¡Que grandes sus prodigios, qué poderosos sus milagros! ¡Reino eterno es su reino, su
Daniel 4
cabeza me aterraron.
3 Entonces di orden de traer a mi presencia a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a
confines de la tierra.
9 Era hermoso su ramaje, abundante su fruto; había en él comida para todos, a su sombra se
cobijaban las bestias del campo, en sus ramas anidaban los pájaros del cielo, y toda carne se
alimentaba de él.1219
10 Yo contemplaba, en mi lecho, las visiones de mi cabeza. En esto, un Vigilante, un santo, bajaba
del cielo.1220
11 Con recia voz gritaba así: “Abatid el árbol, cortad sus ramas, arrancad sus hojas, tirad sus
frutos; váyanse las bestias de debajo de él, y los pájaros de sus ramas.
12 Pero dejad en tierra tocón y raíces con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo.
Sea bañado del rocío del cielo y comparta con las bestias la hierba de la tierra.
13 Deje de ser su corazón de hombre, désele un corazón de bestia y pasen por él siete tiempos.
14 Es la sentencia dictada por los Vigilantes, la cuestión decidida por los Santos, para que sepa
todo ser viviente que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres: se lo da a quien le place y
exalta al más humilde de los hombres.”»
15 «Tal es el sueño que he tenido yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Beltsassar, dime su
pensamientos. El rey tomó la palabra y dijo: «Beltsassar, no te turbe este sueño y su interpretación.»
Respondió Beltsassar: «¡Oh mi señor, sea este sueño para tus enemigos y su interpretación para tus
adversarios!
17 Ese árbol que has visto, que se hizo grande y corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y
se cobijaban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo,
19 eres tú, oh rey, que te has hecho grande y poderoso, cuya grandeza ha crecido y ha llegado
bueyes, tendrás por comida, y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que
reconozcas que el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres y que se lo da a quien le place.
23 «Y la orden de dejar el tocón y las raíces del árbol, significa que tu reino se te conservará
hasta que hayas reconocido que todo poder viene del Cielo.
24 Por eso, oh rey, acepta mi consejo: rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades
con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga.»
El cumplimiento del sueño: la locura de Nabucodonosor
25 Todo esto le sobrevino al rey Nabucodonosor.
26 Doce meses después, paseándose por la terraza del palacio real de Babilonia,
27 iba diciendo el rey: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como mi residencia
mí; entonces bendije al Altísimo, alabando y exaltando al que vive eternamente, cuyo imperio es un
imperio eterno, y cuyo reino dura por todas las generaciones.1222
32 Los habitantes todos de la tierra ante él, como si no contaran, hace lo que quiere con el ejército
del cielo y con los habitantes de la tierra. Nadie puede detener su mano o decirle: “¿Qué haces?”
33 «En aquel momento, la razón volvió a mí, y para gloria de mi realeza volvieron también a mí
majestad y esplendor; mis consejeros y mis grandes me reclamaron, se me restableció en mi reino, y
se me dio una grandeza todavía mayor.
34 Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del Cielo, porque sus obras
todas son verdad, justicia todos sus caminos; él sabe humillar a los que caminan con orgullo.»
El banquete de Baltasar
Daniel 5
1 El rey Baltasar dio un gran festín en honor de sus mil dignatarios, y, en presencia de estos mil,
bebió vino.1223
2 Bajo el efecto del vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que su padre
Nabucodonosor se había llevado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey, sus
dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
3 Se trajeron, pues, los vasos de oro y plata tomados de la Casa de Dios en Jerusalén, y en ellos
bebieron el rey, sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
4 Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de madera y
piedra.1224
La inscripción misteriosa
5 De pronto aparecieron los dedos de una mano humana que se pusieron a escribir, detrás del
candelabro, en la cal de la pared del palacio real, y el rey vio la palma de la mano que escribía.
6 Entonces el rey cambió de color, sus pensamientos le turbaron, las articulaciones de sus caderas
se le relajaron y sus rodillas se pusieron a castañetear.
7 Y el rey mandó a buscar a gritos a los adivinos, caldeos y astrólogos. Tomó el rey la palabra y
dijo a los sabios de Babilonia: «El que lea este escrito y me dé a conocer su interpretación, será
vestido de púrpura, se le pondrá al cuello un collar de oro, y mandará como tercero en el reino.»
8 Vinieron, pues, todos los sabios del rey; pero no pudieron leer el escrito ni declarar al rey su
interpretación.
9 El rey Baltasar se turbó mucho y su semblante cambió de color; también sus dignatarios
quedaron desconcertados.
La intervención de Daniel
10 En la sala del festín entró la reina, enterada por las palabras del rey y de sus dignatarios. Y dijo
la reina: «¡Viva el rey eternamente! No te turben tus pensamientos ni tu semblante cambie de color.
11 Hay en tu reino un hombre en quien reside el espíritu de los dioses santos. Ya en tiempo de tu
padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses, y tu padre, el
rey Nabucodonosor, le nombró jefe de los magos, adivinos, caldeos y astrólogos.
12 Por tanto, ya que en este Daniel, a quien el rey puso por sobrenombre Beltsassar, se encontró
Daniel, uno de los judíos deportados, que mi padre el rey trajo de Judá?
14 He oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses y que hay en ti luz, inteligencia y
sabiduría extraordinarias.
15 Han sido introducidos ahora en mi presencia los sabios y adivinos para que leyeran este
otro, que yo leeré igualmente al rey este escrito y le daré a conocer su interpretación.
18 Oh rey, el Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor reino, grandeza, gloria y majestad.
19 Y por esta grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo en
su presencia: mataba él a quien quería, dejaba vivir a quien quería, exaltaba a quien quería y a quien
quería humillaba.
20 Pero habiéndose engreído su corazón y obstinado su espíritu hasta la arrogancia, fue depuesto
conviviendo con los onagros; se alimentó de hierba como los bueyes, y su cuerpo fue bañado del
rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y
pone en él a quien le place.
22 Pero tú, Baltasar, hijo suyo, no has humillado tu corazón, a pesar de que sabías todo esto;
23 te has engreído contra el Señor del Cielo, se han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y
tú, tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas, habéis bebido vino en ellos. Habéis celebrado a los
dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero
no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus
caminos.
24 Por eso ha enviado él esa mano que trazó este escrito.
25 La escritura trazada es: Mené, Mené, Teqel y Parsín.
26 Y ésta es la interpretación de las palabras: Mené: Dios ha medido tu reino y le ha puesto fin;
27 Tequel: has sido pesado en la balanza y encontrado falto de peso;
28 Parsín: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y los persas.»
29 Entonces Baltasar mandó revestir de púrpura a Daniel, ponerle un collar de oro al cuello y
Daniel en el foso de los leones
Daniel 6
rendir cuentas, con el fin de impedir que el rey recibiera daño alguno.
4 Este mismo Daniel se distinguía entre los ministros y los sátrapas, porque había en él un
espíritu extraordinario, y el rey se proponía ponerle al frente del reino entero.
5 Por ello los ministros y los sátrapas se pusieron a buscar un motivo de acusación contra Daniel
en algún asunto de Estado; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni falta alguna,
porque él era fiel y no se le podía reprochar de negligencia ni falta.
6 Entonces se dijeron aquellos hombres: «No encontraremos ningún motivo de acusación contra
unánimemente que se promulgue un edicto real para poner en vigor la prohibición siguiente: Todo
aquel que en el término de treinta días dirija una oración a quienquiera que sea, dios u hombre, fuera
de ti, oh rey, será arrojado al foso de los leones.
9 Ahora pues, oh rey, da fuerza de ley a esta prohibición firmando el edicto, de suerte que no se
cambie nada, con arreglo a la ley de los medos y persas, que es irrevocable.»
10 Ante esto, el rey Darío firmó el edicto de prohibición.
11 Al saber que había sido firmado el edicto, Daniel entró en su casa. Las ventanas de su cuarto
superior estaban orientadas hacia Jerusalén y tres veces al día se ponía él de rodillas, para orar y dar
gracias a su Dios; así lo había hecho siempre.
12 Aquellos hombres vinieron atropelladamente y sorprendieron a Daniel invocando y
suplicando a su Dios.
13 Entonces se presentaron al rey y le dijeron acerca de la prohibición real: «¿No has firmado tú
una prohibición según la cual todo el que dirigiera, en el término de treinta días, una oración a
quienquiera que fuese, dios u hombre, fuera de ti, oh rey, sería arrojado al foso de los leones?»
Respondió el rey: «La cosa está decidida, según la ley de los medos y los persas, que es irrevocable.»
14 Entonces ellos dijeron en presencia del rey: «Daniel, ese deportado de Judá, no hace caso de ti,
oh rey, ni de la prohibición que tú has firmado: tres veces al día hace su oración.»
15 Al oír estas palabras, el rey se afligió mucho y se propuso salvar a Daniel; hasta la puesta del
sol estuvo buscando el modo de librarle.
16 Pero aquellos hombres volvieron atropelladamente ante el rey y le dijeron: «Ya sabes, oh rey,
que según la ley de los medos y los persas ninguna prohibición o edicto dado por el rey puede ser
modificado.»
17 Entonces el rey dio orden de traer a Daniel y de arrojarle al foso de los leones. El rey dijo a
leones, a ellos, y a sus hijos y mujeres. Y no habían llegado aún al fondo del foso cuando ya los
leones se habían lanzado sobre ellos y les habían triturado todos los huesos.
Profesión de fe del rey
26 Entonces, el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitaban en toda
Daniel, porque él es el Dios vivo, que subsiste por siempre, - su reino no será destruido y su imperio
durará hasta el fin -
28 el que salva y libera, obra señales y milagros en los cielos y en la tierra; el que ha salvado a
Daniel 7
1 El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, Daniel tuvo un sueño y visiones de su cabeza,
mientras se hallaba en su lecho. En seguida puso el sueño por escrito. Comienzo del relato:
2 Daniel tomó la palabra y dijo: Contemplaba yo en mi visión durante la noche lo siguiente: los
cuatro vientos del cielo agitaron el mar grande,
3 y cuatro bestias enormes, diferentes todas entre sí, salieron del mar.1225
4 La primera era como un león con alas de águila. Mientras yo la miraba, le fueron arrancadas
las alas, fue levantada de la tierra, se incorporó sobre sus patas como un hombre, y se le dio un
corazón de hombre.
5 A continuación, otra segunda bestia, semejante a un oso, levantada de un costado, con tres
costillas en las fauces, entre los dientes. Y se le decía: «Levántate, devora mucha carne.»
6 Después, yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo con cuatro alas de ave en su
tres de los primeros cuernos fueron arrancados delante de él. Tenía este cuerno ojos como los de un
hombre, y una boca que decía grandes cosas.1228
9 Mientras yo contemplaba: Se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura,
blanca como la nieve; los cabellos de su cabeza, puros como la lana. Su trono, llamas de fuego, con
ruedas de fuego ardiente.1229
10 Un río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de
miríadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros.1230
11 Miré entonces, atraído por el ruido de las grandes cosas que decía el cuerno, y estuve mirando
hasta que la bestia fue muerta y su cuerpo destrozado y arrojado a la llama de fuego.
12 A las otras bestias se les quitó el dominio, si bien se les concedió una prolongación de vida
imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás.
Interpretación de la visión
15 Yo, Daniel, quedé muy impresionado en mi espíritu por estas cosas, y las visiones de mi
cabeza me dejaron turbado.
16 Me acerqué a uno de los que estaban allí de pie y le pedí que me dijera la verdad acerca de
todo esto. El me respondió y me indicó la interpretación de estas cosas:
17 «Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que surgirán de la tierra.
18 Los que han de recibir el reino son los santos del Altísimo, que poseerán el reino eternamente,
por los siglos de los siglos.»
19 Después quise saber la verdad sobre la cuarta bestia, que era diferente de las otras,
extraordinariamente terrible, con dientes de hierro y uñas de bronce, que comía, trituraba y pisoteaba
con sus patas lo sobrante;
20 y acerca de los diez cuernos que había en su cabeza, y del otro cuerno que había despuntado,
ante el cual cayeron los tres primeros; y de este cuerno que tenía ojos y una boca que decía grandes
cosas, y cuyo aspecto era mayor que el de los otros.
21 Yo contemplaba cómo este cuerno hacía la guerra a los santos y los iba subyugando,1232
22 hasta que vino el Anciano a hacer justicia a los santos del Altísimo, y llegó el tiempo en que
cambiar los tiempos y la ley, y los santos serán entregados en sus manos por un tiempo y tiempos y
medio tiempo.1235
26 Pero el tribunal se sentará, y el dominio le será quitado, para ser destruido y aniquilado
definitivamente.
27 Y el reino y el imperio y la grandeza de los reinos bajo los cielos todos serán dados al pueblo
de los santos del Altísimo. Reino eterno es su reino, y todos los imperios le servirán y le
obedecerán.»
28 Hasta aquí la relación. Yo, Daniel, quedé muy turbado en mis pensamientos, se me demudó el
Daniel 8
11236 El año tercero del reinado del rey Baltasar, yo, Daniel, tuve una visión después de la tenida
anteriormente.
2 Miré durante la visión y me veía en Susa, la plaza fuerte que está en la provincia de Elam; en la
visión miré, y me encontraba en la puerta del Ulay.
3 Levanté los ojos para ver, y vi un carnero que estaba delante de la puerta. Tenía dos cuernos;
los dos cuernos eran altos, pero uno más que otro y el más alto había despuntado el último.
4 Vi que el carnero acometía contra el oeste, el norte y el sur. Ninguna bestia podía resistirle,
nada podía escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande.
5 Estaba yo cavilando, y he aquí que un macho cabrío vino de occidente, recorriendo la tierra
entera sin tocar el suelo; este macho cabrío tenía un cuerno «magnífico» entre los ojos.
6 Vino donde el carnero de dos cuernos que yo había visto en pie delante de la puerta y corrió
hacia él con todo el ardor de su fuerza.
7 Vi cómo alcanzaba al carnero, enfurecido contra él; embistió al carnero, y le rompió los dos
cuernos, sin que el carnero tuviera fuerzas para resistirle; lo echó por tierra y lo pisoteó; no había
nadie que librara al carnero de su mano.
8 El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en la plenitud de su poder, el gran
cuerno se rompió y en su lugar despuntaron cuatro «magníficos» en la dirección de los cuatro
vientos del cielo.1237
9 De uno de ellos salió un cuerno, pequeño, que creció mucho en dirección del sur, del oriente y
le acompañó el éxito.
13 Oí entonces a un santo que hablaba, y a otro santo que decía al que hablaba: «¿Hasta cuándo la
santuario.»1240
Interpretación del ángel Gabriel
15 Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante
donde estaba.
19 Luego dijo: «Mira, voy a manifestarte lo que ocurrirá al fin de la Ira, porque el Fin está fijado.
20 El carnero que has visto, sus dos cuernos, son los reyes de los medos y los persas.
21 El macho cabrío velludo es el rey de Yaván; el cuerno grande entre sus ojos, es el primer
rey.1241
22 El cuerno roto y los cuatro cuernos que despuntaron en su lugar, son cuatro reinos salidos de
hábil en engaños.
24 Se hará poderosa su fuerza - mas no por su fuerza misma - tramará cosas inauditas,
prosperará en sus empresas, destruirá a poderosos y al pueblo de los santos.
25 Y, por su habilidad, triunfará el engaño entre sus manos. Se exaltará en su corazón, y por
sorpresa destruirá a muchos. Se alzará contra el Príncipe de los Príncipes, pero - sin que mano
alguna intervenga - será quebrantado.
26 Es verdad la visión de las tardes y mañanas que se ha dicho, mas tú guarda en secreto la visión,
los asuntos del rey. Seguía perplejo por la visión, que no se podía comprender.
La profecía de Jeremías sobre los setenta años
Daniel 9
1 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la raza de los medos, que subió al trono del reino
de Caldea,
2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, me puse a investigar en las Escrituras sobre el
número de años que, según la palabra de Yahveh dirigida al profeta Jeremías, debían pasar sobre las
ruinas de Jerusalén, a saber setenta años.1242
3 Volví mi rostro hacia el Señor Dios para implorarle con oraciones y súplicas, en ayuno, sayal y
ceniza.
La oración de Daniel
4 Derramé mi oración a Yahveh mi Dios, y le hice esta confesión: «¡Ah, señor, Dios grande y
temible, que guardas la Alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.
5 Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos sido malos, no hemos rebelado y
nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a Israel entero, próximos y lejanos,
en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
8 Yahveh, a nosotros la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres,
han caído la maldición y la imprecación escritas en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos
pecado contra él.
12 El ha cumplido las palabras que había pronunciado contra nosotros y contra los príncipes que
nos gobernaban: que haría venir sobre nosotros una calamidad tan grande como no habría jamás bajo
el cielo otra mayor que la que alcanzara a Jerusalén.
13 Según está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad nos ha sobrevenido, pero nosotros
no hemos aplacado el rostro de Yahveh nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y
aprendiendo a conocer tu verdad.
14 Yahveh ha estado atento a esta calamidad, la ha descargado sobre nosotros. Porque es justo
Yahveh nuestro Dios en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos escuchado su voz.
15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que con mano fuerte sacaste a tu pueblo del país de Egipto y te
granjeaste con ello un nombre que dura hasta el presente, nosotros hemos pecado, hemos sido malos.
16 Señor, por todas tus justicias, retira tu cólera y tu furor de Jerusalén, tu ciudad, monte santo
tuyo; pues, a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo
son el escarnio de todos los que nos circundan.
17 Y ahora, oh Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas. Ilumine tu rostro tu
cual se invoca tu nombre. No, no nos apoyamos en nuestras obras justas para derramar ante ti
nuestras súplicas, sino en tus grandes misericordias.
19 ¡Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y obra! ¡No tardes más, por ti mismo, Dios
para sellar los pecados, para expiar la culpa, para instaurar justicia eterna, para sellar visión y
profecía, para ungir el santo de los santos.
25 «Entiende y comprende: Desde el instante en que salió la orden de volver a construir Jerusalén,
hasta un Príncipe Mesías, siete semanas y sesenta y dos semanas, plaza y foso serán reconstruidos,
pero en la angustia de los tiempos.1243
26 Y después de las sesenta y dos semanas un mesías será suprimido, y no habrá para él...y
destruirá la ciudad y el santuario el pueblo de un príncipe que vendrá. Su fin será en un cataclismo y,
hasta el final, la guerra y los desastres decretados.1244
27 El concertará con muchos una firme alianza una semana; y en media semana hará cesar el
sacrificio y la oblación, y en el ala del Templo estará la abominación de la desolación1245, hasta que
la ruina decretada se derrame sobre el desolador.»1246
La visión del hombre vestido de lino
Daniel 10
11247 El año tercero de Ciro, rey de Persia, una palabra fue revelada a Daniel, por sobrenombre
Beltsassar. Palabra verdadera: gran lucha. El comprendió la palabra; le fue dada en visión su
inteligencia.
2 En aquel tiempo, yo, Daniel, hice penitencia durante tres semanas:
3 no comí alimento sabroso; ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí, hasta el término de
estas tres semanas.
4 El día veinticuatro del primer mes, estando a orillas del río grande, el Tigris,
5 levanté los ojos para ver. Vi esto: Un hombre vestido de lino, ceñidos los lomos de oro puro:
6 su cuerpo era como de crisólito, su rostro, como el aspecto del relámpago, sus ojos como
antorchas de fuego, sus brazos y sus piernas como el fulgor del bronce bruñido, y el son de sus
palabras como el ruido de una multitud.1248
7 Sólo yo, Daniel, contemplé esta visión: los hombres que estaban conmigo no veían la visión,
pero un gran temblor les invadió y huyeron a esconderse.
8 Quedé yo solo contemplando esta gran visión; estaba sin fuerzas; se demudó mi rostro,
desfigurado, y quedé totalmente sin fuerzas.
9 Oí el son de sus palabras y, al oírlo, caí desvanecido, rostro en tierra.
La aparición y el anuncio profético del Ángel
10 En esto una mano me tocó, haciendo castañear mis rodillas y las palmas de mis manos.
11 Y me dijo: «Daniel, hombre de las predilecciones, comprende las palabras que voy a decirte, e
incorpórate, porque yo he sido enviado ahora donde ti.» Al decirme estas palabras me incorporé
temblando.
12 Luego me dijo: «No temas, Daniel, porque desde el primer día en que tú intentaste de corazón
comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y precisamente debido a tus
palabras he venido yo.
13 El Príncipe del reino de Persia me ha hecho resistencia durante veintiún días, pero Miguel, uno
de los Primeros Príncipes, ha venido en mi ayuda. Le he dejado allí junto a los reyes de Persia1249
14 y he venido a manifestarte lo que le ocurrirá a tu pueblo al fin de los días. Porque hay todavía
a aquel que estaba delante de mí: «Señor mío, ante esta visión la angustia me invade y ya no tengo
fuerzas.
17 Y ¿cómo este siervo de mi Señor podría hablar con mi Señor, cuando ahora las fuerzas me
Y, mientras me hablaba, me sentí reanimado y dije: «Hable mi Señor, porque me has confortado.»
20 Me dijo entonces: «¿Sabes por qué he venido donde ti? Y ahora volveré a luchar con el
Príncipe de Persia: cuando haya terminado, verás que viene el Príncipe de Yaván.
21 Pero voy a revelarte lo que está consignado en el Libro de la Verdad. Nadie me presta ayuda
Daniel 11
La división del reino de Alejandro Magno
2 Pero ahora voy a revelarte la verdad. «Mira: En Persia habrá todavía tres reyes; el cuarto tendrá
más riquezas que todos ellos, y cuando por su riqueza se haya hecho poderoso provocará a todos los
reinos de Yaván.
3 Surgirá entonces un rey valeroso que dominará en un gran imperio y actuará a placer.
4 En trance de engrandecerse, su reino será quebrantado y repartido a los cuatros vientos del
cielo, pero no entre su descendencia ni con un dominio como el que él había ejercido, porque su
reino será extirpado y entregado a otros distintos de aquélla.
Las primeras luchas entre Seléucidas y Lágidas
5 «El rey del Mediodía se hará fuerte; uno de sus príncipes se hará más fuerte que él y tendrá un
rey del Norte para realizar el convenio. Pero no resistirá la fuerza de su brazo, ni subsistirá su
descendencia: será entregada, ella y las personas de su séquito, así como su hijo y el que era su
apoyo. En aquel tiempo,
7 se alzará en su lugar un retoño de sus raíces, que vendrá contra el ejército, entrará en la
llevará a Egipto, y durante algunos años se mantendrá a distancia del rey del Norte.
9 Este entrará en el reino del rey del Mediodía y luego regresará a su país.
Antíoco III el Grande
10 Sus hijos se prepararán para la guerra y reunirán una gran multitud de tropas, y él vendrá,
que movilizará una gran multitud; pero esta multitud caerá en sus manos.
12 La multitud quedará aniquilada; su corazón se exaltará entonces, aplastará a miríadas de
primera, y al cabo de algunos años irrumpirá con un gran ejército y abundante aparato.
14 Por entonces se levantarán muchos contra el rey del Mediodía y los violentos de entre los de tu
pueblo se alzarán con ánimo de cumplir la visión, pero fracasarán.
15 Vendrá el rey del Norte, levantará trincheras y tomará una ciudad fortificada. Los brazos del
rey del Mediodía no resistirán; ni siquiera lo mejor del pueblo tendrá fuerzas para resistir.
16 Aquel que avanza contra él le tratará a su capricho, sin que haya quien pueda resistirle: se
establecerá en la Tierra del Esplendor, llevando en sus manos la destrucción.
17 Concebirá el proyecto de subyugar su reino entero; luego hará un pacto con él dándole una
hija de las mujeres con el fin de destruirle, pero esto no se logrará ni resultará así.
18 Entonces se volverá hacia las islas y tomará un buen número de ellas; pero un magistrado
pondrá fin a su ultraje sin que él pueda devolverle el ultraje.
19 «Luego se volverá hacia los baluartes de su país, pero tropezará, caerá y no se le encontrará
más.
20 En su lugar surgirá otro, que enviará un exactor contra el esplendor real: en pocos días será
destruido, mas no en público ni en guerra.
Antíoco IV Epífanes
21 «En su lugar se levantará un miserable, a quien no se le darán los honores reales. Se insinuará
astutamente y se apoderará del reino por intrigas.
22 Las fuerzas invasoras se hundirán ante él y serán destruidas, así como también el Príncipe de
una alianza.
23 Por medio de sus cómplices obrará con engaño y, aunque con poca gente, se irá haciendo
fuerte.
24 Invadirá a placer los lugares ricos de la provincia y hará lo que no habían hecho ni sus padres
ni los padres de sus padres: distribuirá entre ellos botín, despojos y riquezas, y tramará
maquinaciones contra las fortalezas, aunque sólo por un tiempo.
25 «Incitará su fuerza y su corazón contra el rey del Mediodía con un gran ejército. El rey del
Mediodía saldrá a la guerra con un ejército muy grande y muy poderoso, pero no podrá resistir, pues
se tramarán contra él maquinaciones.
26 Y los mismos que compartían sus manjares le destruirán; su ejército quedará hundido y caerán
muchos muertos.
27 «En cuanto a los dos reyes, su corazón lleno de maldad, incluso sentados a la misma mesa,
sólo se dirán mentiras; pero no lograrán nada, porque el tiempo fijado está aún por venir.
28 El volverá a su país con grandes riquezas, su corazón contra la Alianza santa; actuará y luego
regresará a su país.
29 Llegado el momento, volverá de nuevo hacia el Mediodía, pero esta vez no resultará como la
primera.
30 Vendrán contra él las naves de los Kittim, y se desanimará. Volverá atrás y se encorajinará
furiosamente contra la Alianza santa, y una vez más tendrá en consideración a los que abandonen la
Alianza santa.
31 «De su parte surgirán fuerzas armadas, profanarán el santuario - ciudadela, abolirán el
lavados y blanqueados, hasta el tiempo del Fin, porque el tiempo fijado está aún por venir.
36 «El rey actuará a placer; se engreirá y se exaltará por encima de todos los dioses, y contra el
Dios de los dioses proferirá cosas inauditas; prosperará hasta que se haya colmado la Ira, - porque lo
que está decidido se cumplirá.1250
37 No hará caso de los dioses de sus padres, no se cuidará del favorito de las mujeres ni de
reconozcan, les colmará de honores dándoles dominio sobre muchos y repartiéndoles la tierra como
recompensa.
Fin de Antíoco IV Epífanes
40 «Al tiempo del Fin, el rey del Mediodía se enfrentará a él; el rey del Norte irrumpirá contra
aquél con carros, jinetes y numerosas naves. Entrará en sus tierras, las invadirá y atravesará.
41 Vendrá a la Tierra del Esplendor, donde caerán muchos, pero de sus manos escaparán los
siguientes: Edom, Moab y los restos de los ammonitas.
42 «Extenderá su mano sobre los países: ni el país de Egipto escapará.
43 Se apoderará de los tesoros de oro y plata y de todos los objetos preciosos de Egipto. Libios y
kusitas le seguirán.
44 Pero noticias venidas del Oriente y del Norte le turbarán; saldrá entonces con gran furor, con
ánimo de destruir y exterminar a muchos.
45 Plantará sus tiendas reales entre el mar y el santo monte de la Tierra del Esplendor. Entonces
llegará a su fin y nadie vendrá en su ayuda.
La resurrección y la retribución final
Daniel 12
1 «En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será
aquél un tiempo de angustia como no habrá habido hasta entonces otro desde que existen las naciones.
En aquel tiempo se salvará tu pueblo: todos los que se encuentren inscritos en el Libro.1251
2 Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna,
La historia de Susana
Daniel 13
de Dios;
3 sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés.
4 Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él,
de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían
guías del pueblo.»
6 Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos.
7 Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín
de su marido.
8 Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla.
9 Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios.
10 Estaban, pues, los dos apasionados por ella, pero no se descubrían mutuamente su tormento,
11 por vergüenza de confesarse el deseo que tenían de unirse a ella,
12 y trataban afanosamente de verla todos los días.
13 Un día, después de decirse el uno al otro: «Vamos a casa, que es hora de comer», salieron y se
fueron cada uno por su lado.
14 Pero ambos volvieron sobre sus pasos y se encontraron de nuevo en el mismo sitio.
días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse
en el jardín.
16 No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.
17 Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que
pueda bañarme.»
18 Ellas obedecieron, cerraron las puertas del jardín y salieron por la puerta lateral para traer lo
que Susana había pedido; no sabían que los ancianos estaban escondidos.
19 En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella,
20 y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos;
consiente, pues, y entrégate a nosotros.
21 Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías
despachado a tus doncellas.»
22 Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para
mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros.
23 Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»
24 Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella,
25 y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín.
26 Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver
qué ocurría,
27 y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque
los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
29 Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de
saciarse de su belleza.
33 Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían.
34 Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza.
35 Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
36 Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con
donde ellos.
39 Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros,
Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
60 Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que
esperan en él.
61 Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido
a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
63 Jilquías y su mujer dieron gracias a Dios por su hija Susana, así como Joaquín su marido y
todos sus parientes, por el hecho de que nada indigno se había encontrado en ella.
64 Y desde aquel día en adelante Daniel fue grande a los ojos del pueblo.
Daniel y los sacerdotes de Bel
Daniel 14
1 El rey Astiages fue a reunirse con sus padres, y le sucedió Ciro el Persa.
2 Daniel era comensal del rey y más honrado que ningún otro de sus amigos.
3 Tenían los babilonios un ídolo, llamado Bel, con el que se gastaban cada día doce artabas de
hechos por mano humana, sino solamente al Dios vivo que hizo el cielo y la tierra y que tiene poder
sobre toda carne.»
6 Díjole el rey: ¿Crees que Bel no es un dios vivo? ¿No ves todo lo que come y bebe a diario?»
7 Daniel se echó a reír: «Oh rey, no te engañes - dijo -, por dentro es de arcilla y por fuera de
sin más testigo que el rey. Luego salieron, cerraron la puerta, la sellaron con el anillo real, y se
fueron.
15 Los sacerdotes vinieron por la noche, como de costumbre, con sus mujeres y sus hijos, y se lo
mostraron entonces la puerta secreta por la que entraban a consumir lo que había sobre la mesa.
22 Y el rey mandó matarlos y entregó a Bel en manos de Daniel, el cual lo destruyó, así como su
templo.
Daniel y la serpiente
23 Habían también una gran serpiente a la que los babilonios veneraban.
24 El rey dijo a Daniel: «¿Vas a decir también que ésta es de bronce? Mira, está viva y come y
echó en las fauces de la serpiente; la serpiente las tragó y reventó. Y dijo Daniel: «¡Mirad qué es lo
que veneráis!»
28 Al enterarse los babilonios, se enfurecieron mucho; se amotinaron contra el rey y dijeron: «El
rey se ha hecho judío: ha destruido a Bel, ha matado a la serpiente, y a los sacerdotes los ha
asesinado.»
29 Fueron, pues, a decir al rey: «Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a toda tu casa.»
30 Ante esta gran violencia, el rey se vio obligado a entregarles a Daniel.
31 Ellos le echaron en el foso de los leones, donde estuvo seis días.
32 Había en el foso siete leones a los que se les daba diariamente dos cadáveres y dos carneros;
Habacuc a su lugar.
40 El día séptimo, vino el rey a llorar a Daniel; se acercó al foso, miró, y he aquí que Daniel
Aunque su Libro ocupa el primer lugar en la colección de los doce Profetas llamados
"menores", OSEAS comenzó a ejercer la actividad profética unos años después que Amós. Como este
último, y a diferencia de Isaías, su gran contemporáneo de Jerusalén, Oseas predicó en el reino del
Norte, a quien él llama "Israel", "Jacob" y más frecuentemente "Efraím". Su época fue un período de
abierta decadencia. Después del largo y próspero reinado de Jeroboám II (787-747), el país se hundió
en la anarquía. En quince años, cuatro reyes murieron asesinados. La realeza, dominada por las
intrigas de los jefes militares, se debatía en medio de crisis constantes, provocadas por la
incontenible expansión de Asiria, que conquistaba territorios, sometía a los pueblos, les imponía
pesados tributos y les exigía una sumisión incondicional. En el libro de Oseas hay numerosas
alusiones a este período turbulento, pero ningún indicio seguro nos permite saber si el profeta llegó
a ver la caída de Samaría en el 722-721 a. C.
Todo el mensaje de Oseas tiene como tema principal el amor del Señor despreciado por su
Pueblo. Su dramática experiencia conyugal le hizo penetrar en los secretos del corazón de Dios, que
ama a Israel como un padre a su hijo y un esposo a su esposa. Él es el primero entre los profetas que
describe la relación entre el Señor e Israel en términos de unión matrimonial. El Dios de Oseas es un
Dios apasionado, que se expresa con el lenguaje del amor: él manifiesta su ternura, sus celos, su
ardiente deseo de ser correspondido y su violenta indignación al verse traicionado. Pero esa ternura
no es un signo de debilidad. Es la fuerza de Dios, capaz de transformar al hombre y de hacer
desaparecer en él hasta el recuerdo del pecado. Por eso su última palabra no es de rechazo y de
condenación, sino que anuncia en términos de "alianza" una maravillosa restauración, que tendrá
dimensiones cósmicas (2. 20-22).
El texto hebreo de este Libro no está muy bien conservado y muchos pasajes del mismo resultan
poco inteligibles. De ahí que la traducción sea con frecuencia conjetural. Como casi todos los libros
proféticos, también el de Oseas fue escrito en parte por el mismo profeta y en parte por sus
discípulos. Además, numerosos pasajes parecen ser más bien un resumen que una reproducción
exacta de su predicación oral. Las frases breves y la expresión extremadamente concisa, que dan tanta
fuerza y belleza al estilo de este profeta, lo hacen a veces oscuro y difícil.
El mensaje de Oseas ha dejado huellas profundas en el Antiguo Testamento. A partir de él, el
simbolismo conyugal se hizo clásico en los escritos proféticos. El Nuevo Testamento, por su parte,
cita pasajes de Oseas o se inspira en ellos no menos de quince veces. De una manera especial, san
Pablo y el Apocalipsis aplican a la unión de Cristo con la Iglesia el símbolo del matrimonio de Dios
con su Pueblo (2 Cor. 11. 2; Ef. 5. 25-33; Apoc. 19. 7; 21. 2; 22. 17). Y san Juan llevará a su plenitud la
revelación inaugurada por Oseas, al afirmar que "Dios es Amor" (1 Jn. 4. 8).
Título
Oseas 1
1 Palabra de Yahveh que fue dirigida a Oseas, hijo de Beerí, en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y
Oseas 2
1 El número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se mide ni se cuenta. Y en
El Señor y su esposa infiel
4 ¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer, y yo no soy su marido!
¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios;1261
5 no sea que yo la desnude toda entera, y la deje como el día en que nació, la ponga hecha un
detrás de mis amantes, los que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas.»
8 Por eso, yo cercaré su camino con espinos, la cercaré con seto y no encontrará más sus
senderos;
9 perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, los buscará y no los hallará. Entonces dirá: «Voy a
volver a mi primer marido, que entonces me iba mejor que ahora.»
10 No había conocido ella que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite virgen, ¡la plata
su anillo y su collar y se iba detrás de sus amantes, olvidándose de mí, - oráculo de Yahveh.1262
La reconciliación del Señor con su Pueblo
16 Por eso yo voy a seducirla; la llevaré al desierto y hablaré a su corazón.1263
17 Allí le daré sus viñas, el valle de Akor lo haré puerta de esperanza; y ella responderá allí como
en los días de su juventud, como el día en que subía del país de Egipto.1264
18 Y sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que ella me llamará: «Marido mío», y no me
reptil del suelo; arco, espada y guerra los quebraré lejos de esta tierra, y haré que ellos reposen en
seguro.
21 Yo te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia y en derecho en
amor y en compasión,
22 te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás a Yahveh.
23 Y sucederá aquel día que yo responderé - oráculo de Yahveh - responderé a los cielos, y ellos
responderán a la tierra;
24 la tierra responderá al trigo, al mosto y al aceite virgen, y ellos responderán a Yizreel.
25 Yo la sembraré para mí en esta tierra, me compadeceré de «No-compadecida», y diré a «No-
Oseas 3
1 Yahveh me dijo: «Ve otra vez, ama a una mujer que ama a otro y comete adulterio, como ama
Yahveh a los hijos de Israel, mientras ellos se vuelven a otros dioses y gustan de las tortas de
uva.»1267
2 Yo me la compré por quince siclos de plata y carga y media de cebada.1268
3 Y le dije: «Durante muchos días te me quedarás quieta sin prostituirte ni ser de ningún hombre,
Oseas 4
1 Escuchad la palabra de Yahveh, hijos de Israel, que tiene pleito Yahveh con los habitantes de
esta tierra, pues no hay ya fidelidad ni amor, ni conocimiento de Dios en esta tierra;
2 sino perjurio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre que sucede a sangre.
3 Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuanto en ella habita, con las bestias del campo y
las aves del cielo; y hasta los peces del mar desaparecen.
Acusación contra los sacerdotes
4 ¡Pero nadie pleitee ni reprenda nadie, pues sólo contigo, sacerdote, es mi pleito!
5 En pleno día tropezarás tú, también el profeta tropezará contigo en la noche, y yo haré perecer
a tu madre.1270
6 Perece mi pueblo por falta de conocimiento. Ya que tú has rechazado el conocimiento, yo te
rechazaré de mi sacerdocio; ya que tú has olvidado la Ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus
hijos.1271
7 Todos, cuantos son, han pecado contra mí, han cambiado su Gloria por la Ignominia.
8 Del pecado de mi pueblo comen y hacia su culpa llevan su avidez.
9 Mas será del sacerdote lo que sea del pueblo: yo le visitaré por su conducta y sus obras le
devolveré.
10 Comerán, pero no se saciarán, se prostituirán, pero no proliferarán, porque han abandonado a
o el terebinto, ¡porque es buena su sombra! Por eso, si se prostituyen vuestras hijas y vuestras nueras
cometen adulterio,
14 no visitaré yo a vuestras hijas porque se prostituyan ni a vuestras nueras porque cometan
adulterio, pues que ellos también se retiran con esas prostitutas y sacrifican con las consagradas a la
prostitución; ¡y el pueblo, insensato, se pierde!
Advertencia a Judá
15 Si tú, Israel, te prostituyes, que no se haga culpable Judá. ¡No vayáis a Guilgal, No subáis a
La corrupción de las clases dirigentes
Oseas 5
1 Escuchad esto, sacerdotes, estad atentos, casa de Israel, casa real, prestad oído, porque el juicio
es cosa vuestra; pero vosotros habéis sido un lazo en Mispá, y una red tendida en el Tabor.1274
2 Han ahondado la fosa de Sittim, mas yo seré castigo para todos ellos.1275
3 Yo conozco a Efraím, e Israel no se me oculta. Sí, tú te has prostituido, Efraím, e Israel se ha
contaminado,
4 No les permiten sus obras volver a su Dios, pues un espíritu de prostitución hay dentro de ellos,
y no conocen a Yahveh.1276
5 El orgullo de Israel testifica contra él; Israel y Efraím tropiezan por sus culpas, y también Judá
Benjamín!
9 Efraím será una desolación el día del castigo; en las tribus de Israel hago saber cosa segura.
10 Los príncipes de Judá son como los que desplazan los linderos,sobre ellos voy a derramar
El fracaso de la alianza con el extranjero
13 Efraím ha visto su dolencia y Judá su llaga. Efraím entonces ha sido a Asiria, y Judá ha
mandado mensaje al gran rey; pero éste no podrá sanaros ni curar vuestra llaga.1278
14 Porque yo soy como un león para Efraím, como un leoncillo para la casa de Judá. Yo, yo
mismo desgarraré y me iré, arrebataré y no habrá quien salve.
El alejamiento del Señor
15 Voy a volverme a mi lugar, hasta que hayan expiado y busquen mi rostro. En su angustia me
buscarán.
Retorno pasajero de Israel al Señor
Oseas 6
a nosotros como la lluvia temprana, como la lluvia tardía que riega la tierra.»
4 ¿Qué he de hacer contigo, Efraím? ¿Qué he de hacer contigo, Judá? ¡Vuestro amor es como
Las infidelidades del pasado y del presente
7 Pero ellos en Adam han violado la alianza, allí me han sido infieles.1280
8 Galaad es ciudad de malhechores, llena de huellas de sangre.
9 Como emboscada de bandidos es la pandilla de sacerdotes: asesinan por el camino de Siquem, y
cometen infamia.
10 Cosa horrible he visto en Betel: allí se prostituye Efraím y se contamina Israel.
11 También para ti, Judá, hay preparada una cosecha, cuando yo cambie la suerte de mi pueblo.
Oseas 7
1 Cuando yo quiero sanar a Israel, se descubre la culpa de Efraím y las maldades de Samaria;
porque practican la mentira, y mientras el ladrón entra dentro se despliega la pandilla afuera.
2 Y no se dicen en su corazón que yo me acuerdo de toda su maldad. Ahora les envuelven sus
chocarreros!1281
6 Cuando acechan, su corazón es como un horno en sus intrigas: toda la noche duerme el
panadero, y a la mañana él quema con fuego llameante.
7 Todos están calientes como un horno, y devoran a sus propios jueces. Todos sus reyes han
le buscan.
11 Efraím es cual ingenua paloma, sin cordura; llaman a Egipto, acuden a Asiria.
12 Dondequiera que vayan, yo echaré mi red sobre ellos, como ave del cielo los haré caer y los
Oseas 8
1 ¡Emboca la trompeta! Como un águila cae el mal sobre la casa de Yahveh; porque han
quebrantado mi alianza y han sido rebeldes a mi Ley.1284
2 Ellos me gritan: «¡Dios mío, los de Israel te conocemos!»
3 Pero Israel ha rechazado el bien: ¡el enemigo le perseguirá!
La anarquía política y religiosa
4 Han puesto reyes sin contar conmigo, han puesto príncipes sin saberlo yo. Con su plata y su oro
se han hecho ídolos, ¡para ser encarcelados!
5 ¡Tu becerro repele, Samaria! Mi cólera se ha inflamado contra ellos: ¿hasta cuándo no podrán
purificarse?1285
6 Porque viene de Israel, un artesano ha hecho eso, y eso no es Dios. Sí, quedará hecho trizas el
becerro de Samaria.
7 Pues que viento siembran, segarán tempestad: tallo que no tendrá espiga, que no dará harina; y
si la da, extranjeros la tragarán.
Israel, presa de las naciones
8 ¡Tragado ha sido Israel! Están ahora entre las naciones como un objeto que nadie quiere.
9 Porque han subido a Asiria, ese onagro solitario; Efraím se ha comprado amores;
10 aunque los compre entre las naciones, yo los voy a reunir ahora y pronto sufrirán bajo la
carga del rey de príncipes.
Inutilidad del culto puramente exterior
11 Efraím ha multiplicado los altares para pecar, sólo para pecar le han servido los altares.
12 Aunque yo escriba para él las excelencias de mi ley, por cosa extraña se las considera.
13 ¡Ya pueden ofrecer sacrificios en mi honor, y comerse la carne! Yahveh no los acepta; ahora
Oseas 9
1 No te regocijes, Israel, no jubiles como los pueblos, pues te has prostituido, lejos de tu Dios, y
amas ese salario sobre todas las eras de grano.
2 Ni la era ni el lagar los alimentarán, y el mosto los dejará corridos.
3 No habitarán ya en la tierra de Yahveh: Efraím volverá a Egipto, y en Asiria comerán viandas
impuras.
4 No harán a Yahveh libaciones de vino, ni sus sacrificios le serán gratos: cual pan de duelo será
para ellos, cuantos lo coman se harán impuros; pues su pan será para ellos solos, no entrará en la
Casa de Yahveh.
5 ¿Qué haréis el día de solemnidad, el día de la fiesta de Yahveh?
6 Vedlos que han escapado de la devastación: Egipto los recogerá, Menfis los sepultará; sus
vuestros padres. Pero al llegar ellos a Baal Peor se consagraron a la Infamia, y se hicieron
abominables como el objeto de su amor.1288
11 A Efraím, como un pájaro, se le vuela su gloria, desde el nacimiento, desde el seno, desde la
concepción.
12 Y aunque críen a sus hijos, yo les privaré de ellos antes que se hagan hombres: y ¡ay de ellos
también cuando yo los abandone!
13 Efraím, tal lo he visto, era como Tiro plantada en la pradera, pero Efraím tendrá que sacar sus
hijos al verdugo.
14 Dales, Yahveh..., ¿qué les darás? ¡Dales seno que aborte y pechos secos!
Castigo por el crimen de Guilgal
15 Toda su maldad apareció en Guilgal, sí, allí les cobré odio. Por la maldad de sus acciones, de
mi Casa los expulsaré; ya no he de amarlos más: rebeldes son todos sus príncipes.
16 Efraím ha sido herido, su raíz está seca, ya no darán fruto. Aunque den a luz, yo haré morir el
tesoro de su seno.
17 Mi Dios los rechazará porque no le han escuchado, y andarán errantes entre las naciones.
El castigo de la idolatría
Oseas 10
1 Vid frondosa era Israel produciendo fruto a su aire: cuanto más aumentaba su fruto, más
aumentaba los altares; cuanto mejor era su tierra, mejores hacía las estelas.1289
2 Su corazón es doble, mas ahora van a expiar; él romperá sus altares, demolerá sus estelas.
3 Entonces dirán: «No tenemos rey, porque no hemos temido a Yahveh, y el rey, ¿qué haría por
nosotros?
4 Pronuncian palabras, juramentos vanos, conclusión de alianzas,y el juicio florece como hierba
altares. Dirán entonces a los montes: «¡Cubridnos!» y a las colinas: «¡Caed sobre nosotros!»1291
Castigo por el crimen de Guibeá
9 Desde los días de Guibeá, has pecado, Israel, ¡allí se han plantado! ¿No los alcanzará en Guibeá
la guerra, a los hijos de la injusticia?1292
10 Voy a venir a visitarlos, y se aliarán pueblos contra ellos, cuando sean visitados por su doble
culpa.
Amenazas y llamada a la conversión
11 Efraím era una novilla domesticada, que gustaba de la trilla; yo pasé el yugo sobre su hermoso
devastó a Bet Arbel el día de la batalla, cuando la madre fue estrellada sobre sus hijos.1293
15 Eso ha hecho con vosotros Betel por vuestra redoblada maldad. ¡A la aurora desaparecerá el
rey de Israel!1294
El amor paternal del Señor
Oseas 11
ofrecían incienso.
3 Yo enseñé a Efraím a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no conocieron que yo
cuidaba de ellos.
4 Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un
niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer.
5 Volverá al país de Egipto, y Asur será su rey, porque se han negado a convertirse.
6 Hará estragos la espada en sus ciudades, aniquilará sus cerrojos y devorará, por sus perversos
planes.
La victoria del amor divino
7 Mi pueblo tiene querencia a su infidelidad; cuando a lo alto se les llama, ni uno hay que se
levante.
8 ¿Cómo voy a dejarte, Efraím, cómo entregarte, Israel? ¿Voy a dejarte como a Admá, y hacerte
Oseas 12
1 Efraím me ha rodeado de mentira, de engaño la casa de Israel. (Pero Judá todavía está con Dios,
devolverá.
4 En el seno materno suplantó a su hermano, y de mayor luchó con Dios.1297
5 Luchó con el ángel y le pudo, lloró y le imploró gracia. En Betel le encontró y allí habló con
nosotros.1298
6 Sí, Yahveh Dios Sebaot, Yahveh es su renombre.
7 Y tú volverás, gracias a tu Dios: observa amor y derecho, y espera en tu Dios siempre.
Avidez y castigo de Israel
8 Canaán tiene en su mano balanzas tramposas, es amigo de explotar.
9 Y Efraím dice: «Sí, me he enriquecido, me ha fraguado una fortuna.» ¡Ninguna de sus ganancias
del Encuentro;
11 hablaré a los profetas, multiplicaré las visiones, y por medio de los profetas hablaré en
parábolas.
Nuevas amenazas
12 Si Galaad es iniquidad, ellos no son más que mentira. En Guilgal sacrifican toros; por eso sus
rebaños.1299
14 Por un profeta subió Yahveh a Israel de Egipto, y por un profeta fue guardado.1300
15 Efraím le ha irritado amargamente: él dejará su sangre sobre él, su Señor le pagará su agravio.
Castigo de la idolatría
Oseas 13
1 Cuando hablaba Efraím, cundía el terror, se había impuesto en Israel, pero se hizo culpable con
Baal y murió.
2 Y todavía continúan pecando: se han hecho imágenes fundidas, con su plata, ídolos de su
invención: ¡obra de artesanos todo ello! ¡Con ellos hablan los que sacrifican hombres que envían
besos a becerros!
3 Por eso serán como nube mañanera, como rocío matinal que pasa, como paja aventada de la
era, como humo por la ventana.
Castigo de la ingratitud
4 Pero yo soy Yahveh, tu Dios, desde el país de Egipto. No conoces otro Dios fuera de mí, ni hay
olvidaron de mí.
7 Pues yo seré para ellos cual león, como leopardo en el camino acecharé.
8 Caeré sobre ellos como osa privada de sus cachorros, desgarraré las telas de su corazón, los
devoraré allí mismo cual leona, la bestia del campo los despedazará.
Fin de la dinastía real
9 Tu destrucción ha sido, Israel, porque sólo en mí estaba tu socorro.
10 ¿Dónde está, pues, tu rey, para que te salve, y en todas tus ciudades tus jueces? aquellos de
desierto, para que se seque su manantial, y se agote su fuente; él arrebatará el tesoro de todos los
objetos preciosos.
Oseas 14
1 Rea de castigo es Samaria, porque se rebeló contra su Dios. A espada caerán, serán sus niños
Líbano.
8 Volverán a sentarse a mi sombra; harán crecer el trigo, florecerán como la vid, su renombre
caminos de Yahveh, por ellos caminan los justos, mas los rebeldes en ellos tropiezan.1303
JOEL
Introducción.
El texto bíblico no proporciona ninguna información sobre la persona y la vida de JOEL, cuyo
nombre significa "El Señor es Dios". Tampoco ofrece datos precisos para determinar la fecha en que
el profeta consignó por escrito su mensaje, si bien todo parece indicar que fue después del exilio,
hacia el 400 a. C., cuando el Templo ya había sido restaurado. El libro de Joel ocupa un puesto
relevante en la literatura hebrea por el vuelo poético de su lenguaje y el vigor de sus imágenes.
La predicación de Joel tiene un trasfondo marcadamente litúrgico. Él manifiesta un especial
conocimiento del culto y le atribuye una gran importancia, lo mismo que Ageo y Zacarías. A raíz de
esto, se suele afirmar con razón que Joel era un profeta dedicado al servicio del Templo y que sus
oráculos —al menos en parte— son una profecía "cultual", es decir, un mensaje profético
proclamado en el marco de una asamblea litúrgica. Sin embargo, no hay nada en el Libro que pueda
ser tachado de ritualismo. En él no se encuentran prescripciones minuciosas relativas al culto, tan
frecuentes en Ezequiel, y ni siquiera reproches por los abusos cometidos en la celebración de los
ritos, como los que deplora Malaquías. Lo que más preocupa a Joel es la conversión interior:
"Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios" (2. 13). Por eso su
predicación ha encontrado un eco profundo en la liturgia penitencial de la Iglesia.
LA PLAGA DE LAS LANGOSTAS: LITURGIA
PENITENCIAL
Una terrible invasión de langostas ha devastado todo el país y lo ha privado hasta de los
elementos indispensables para los sacrificios rituales. Esta plaga, fatal para un pueblo de
agricultores, es descrita poéticamente como el avance de un ejército poderoso y ordenado, que se
lanza al asalto de una fortaleza y no deja tras de sí más que desolación y miseria. Para conjurar la
catástrofe, el profeta invita a los sacerdotes a proclamar un solemne ayuno expiatorio y exhorta al
pueblo a convertirse de corazón al Señor. Pero la invasión de langostas es para Joel mucho más que
un hecho fortuito: en los estragos causados por esa plaga devastadora, él ve la señal y el preanuncio
del "Día del Señor" (1. 15), el gran Día final en que Dios intervendrá como Juez de las naciones (4.
12) y Salvador de su Pueblo (4. 20).
Título
Joel 1
Lamentación por la ruina del país
2 ¡Oíd esto, ancianos, prestad oído, habitantes todos de la tierra! ¿Sucedió algo semejante en
árboles del campo están secos. ¡Sí, se ha secado la alegría de entre los hijos de hombre!1308
Llamada al ayuno y a la oración
13 ¡Ceñíos y plañid, sacerdotes, gemid, ministros del altar; venid, pasad la noche en sayal,
ministros de mi Dios, porque a la Casa de vuestro Dios se le ha negado oblación y libación!
14 Promulgad un ayuno, llamad a concejo, reuníos, ancianos, y vosotros todos, habitantes de la
Joel 2
1 ¡Tocad el cuerno en Sión, clamad en mi monte santo! ¡Tiemblen todos los habitantes del país,
montes se despliega un pueblo numeroso y fuerte, como jamás hubo otro, ni lo habrá después de él
en años de generación en generación.1311
3 Delante de él devora el fuego, detrás de él la llama abrasa. Como un jardín de Edén era delante
de él la tierra, detrás de él, un desierto desolado. ¡No hay escape ante él!1312
4 Aspecto de corceles es su aspecto, como jinetes, así corren.
5 Como estrépito de carros, por las cimas de los montes saltan, como el crepitar de la llama de
romper la formación.
9 Sobre la ciudad se precipitan, corren por la muralla, hasta las casas suben, a través de las
ventanas entran como ladrones.
10 ¡Ante él tiembla la tierra, se estremecen los cielos, el sol y la luna se oscurecen, y las estrellas
retraen su fulgor!1315
11 Ya da Yahveh la voz delante de su ejército, porque sus batallones son inmensos, porque es
fuerte el ejecutor de su palabra, porque es grande el Día de Yahveh, y muy terrible: ¿quién lo
soportará?
Llamado a la penitencia
12 «Mas ahora todavía - oráculo de Yahveh - volved a mí de todo corazón, con ayuno, con
llantos, con lamentos.»
13 Desgarrad vuestro corazón y no vuestros vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios, porque él es
clemente y compasivo, tardo a la cólera, rico en amor, y se ablanda ante la desgracia.
14 ¡Quién sabe si volverá y se ablandará, y dejará tras sí una bendición, oblación y libación a
Yahveh vuestro Dios!
15 ¡Tocad el cuerno en Sión, promulgad un ayuno, llamad a concejo,1316
16 congregad al pueblo, convocad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a los pequeños
y a los niños de pecho! Deje el recién casado su alcoba y la recién casada su tálamo.
17 Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros de Yahveh, y digan: «¡Perdona,
Yahveh, a tu pueblo, y no entregues tu heredad al oprobio a la irrisión de las naciones! ¿Por qué se ha
de decir entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios?»1317
La respuesta del Señor a la súplica de su pueblo
18 Y Yahveh se llenó de celo por su tierra, y tuvo piedad de su pueblo.1318
19 Respondió Yahveh y dijo a su pueblo: «He aquí que yo os envío grano, mosto y aceite virgen:
desolación: su vanguardia hacia el mar oriental, hacia el mar occidental su retaguardia. Y subirá su
hedor, y subirá su fetidez». (¡Porque él hace grandezas!)1319
Anuncio de la salvación
21 No temas, suelo, jubila y regocíjate, porque Yahveh hace grandezas.
22 No temáis, bestias del campo, porque ya reverdecen los pastizales del desierto, los árboles
producen su fruto, la higuera y la vid dan su riqueza.
23 ¡Hijos de Sión, jubilad, alegraos en Yahveh vuestro Dios! Porque él os da la lluvia de otoño,
con justa medida, y hace caer para vosotros aguacero de otoño y primavera como antaño.1320
24 Las eras se llenarán de trigo puro, de mosto y aceite virgen los lagares rebosarán.
25 «Yo os compensaré de los años en que os devoraron la langosta y el pulgón, el saltón y la
Joel 3
1 «Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.1322
2 Hasta en los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
3 Y realizaré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, fuego, columnas de humo».
4 El sol se cambiará en tinieblas y la luna en sangre, ante la venida del Día de Yahveh, grande y
terrible.
5 Y sucederá que todo el que invoque el nombre de Yahveh será salvo, porque en el monte Sión y
en Jerusalén habrá supervivencia, como ha dicho Yahveh, y entre los supervivientes estarán los que
llame Yahveh.1323
El juicio de las naciones
Joel 4
1 «Porque he aquí que en aquellos días, en el tiempo aquel, cuando yo cambie la suerte de Judá y
Jerusalén,
2 congregaré a todas las naciones y las haré bajar al Valle de Josafat: allí entraré en juicio con
ellas, acerca de mi pueblo y mi heredad, Israel. Porque lo dispersaron entre las naciones, y mi tierra
se repartieron.1324
3 Y echaron suertes sobre mi pueblo, cambiaron el niño por la prostituta, y a la niña la vendieron
exigir paga de mí? Mas, si queréis cobrar de mí, ¡bien pronto he de volver sobre vuestra cabeza
vuestra paga!
5 Vosotros que arrebatasteis mi plata y mi oro, que llevasteis a vuestros templos mis mejores
alhajas,
6 y a los hijos de Judá y Jerusalén los vendisteis a los hijos de Yaván, para alejarlos de su
término.1325
7 He aquí que yo los voy a reclamar del lugar donde los vendisteis, y volveré sobre vuestra
bravo!»1328
11 ¡Daos prisa, venid, naciones todas circundantes, y congregaos allá! (¡Haz bajar, Yahveh, a tus
bravos!)
12 «¡Despiértense y suban las naciones al Valle de Josafat! Que allí me sentaré yo para juzgar a
todas las naciones circundantes.
13 Meted la hoz, porque la mies está madura; venid, pisad, que el lagar está lleno, y las cavas
Valle de la Decisión.
15 El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retraen su fulgor.1330
16 Ruge Yahveh desde Sión, desde Jerusalén da su voz: ¡el cielo y la tierra se estremecen! Mas
Yahveh será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los hijos de Israel.1331
17 «Sabréis entonces que yo soy Yahveh vuestro Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Santa
torrenteras de Judá fluirán las aguas; y una fuente manará de la Casa de Yahveh que regará el valle de
las Acacias.1332
19 Egipto quedará hecho una desolación, Edom un desierto desolado, por su violencia contra los
Con AMÓS empieza la "edad de oro" del profetismo bíblico. Antes que él, muchos otros
profetas habían intervenido activamente en la vida política y religiosa de Israel. Pero ninguno de
ellos había escrito nada, y la tradición sólo había conservado el recuerdo de sus acciones y
ocasionalmente algunas de sus palabras. A partir de Amós, en cambio, lo que importa en primer
lugar es la "palabra" del profeta, y ese mensaje —recogido y recopilado por sus discípulos— ha
llegado hasta nosotros en forma escrita. Así se inicia la era de los llamados "profetas escritores".
Amós era un campesino de Técoa, pequeña población situada a unos veinte kilómetros al sur de
Jerusalén (1. 1; 7. 14). Pero la dura vida del campo no le impidió adquirir una cultura poco común en
su tiempo. Él conoce los hechos más relevantes de la historia de su pueblo y está perfectamente al
tanto de todo lo que ocurre en el reino de Israel. Posee una vasta información sobre los
acontecimientos de su época y presiente el avance de Asiria hacia el oeste. Lo que más impresiona en
el estilo de Amós es la sobriedad. Pocas palabras le bastan para lanzar un oráculo incisivo, violento y
lleno de imágenes sugestivas. Tampoco faltan en su lenguaje las sutilezas del estilo sapiencial (3. 3-8;
6. 12) y ciertos toques de punzante ironía (4. 4-5).
A pesar de ser nativo de Judá, Amós proclamó su mensaje en el reino del Norte, hacia el 750 a.
C. En esa época, Samaría vivía su gran momento de euforia bajo el reinado de Jeroboám II (787-
747). Los enemigos de siempre —Asiria, Egipto y Arám— se habían eclipsado transitoriamente, y el
rey aprovechó la coyuntura para recuperar los antiguos territorios de Israel (2 Rey. 14. 25). La paz
exterior favorecía la actividad económica y el acrecentamiento de las riquezas. Un ansia desenfrenada
de lujo se había apoderado de las clases más pudientes, que se construían suntuosas mansiones y
vivían en la opulencia. Pero esta prosperidad económica beneficiaba únicamente a un sector
privilegiado. Mientras unos pocos se enriquecían, la gran masa del pueblo estaba más oprimida que
nunca.
Dentro de este marco social, resuena la palabra de Amós, el profeta de la "justicia". Toda su
predicación es una violenta denuncia de la manera cómo el reino de Israel interpretaba su condición
de Pueblo "elegido". Para Israel, la elección divina era un privilegio y una garantía absoluta de
seguridad, cualquiera fuera su comportamiento moral, social y religioso. Para Amós, en cambio, esa
elección era una gracia que implicaba la responsabilidad de revelar a los pueblos el rostro del
verdadero Dios, por medio de una convivencia fraternal, basada en el derecho y la justicia. Al ver el
sufrimiento y la opresión de los débiles, el lujo y la indiferencia de los ricos, él se convirtió en el
testigo insobornable de la Justicia del Señor, "que resiste a los soberbios y da su gracia a los
humildes" (Sant. 4. 6).
El amor a los pobres y la primacía de la justicia sobre el culto encontraron amplio eco en el
resto de la Biblia, sobre todo, en el mensaje evangélico (Mt. 5. 3, 23-24; Lc. 4. 18; 6. 20; Sant. 2. 5-7).
Título
Amós 1
1 Palabras de Amós, uno de los pastores de Técoa. Visiones que tuvo acerca de Israel, en tiempo
de Ozías, rey de Judá, y en tiempo de Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del
terremoto.1333
Prólogo
2 Dijo: Ruge Yahveh desde Sión, desde Jerusalén da su voz; los pastizales de los pastores están en
duelo, y la cumbre del Carmelo se seca.
ORÁCULOS CONTRA LAS NACIONES VECINAS, Y
CONTRA EL REINO DE ISRAEL
El libro de Amós comienza con una serie de oráculos contra las naciones, que presentan una
estructura literaria uniforme. El profeta va recorriendo sucesivamente las fronteras de Israel, del
norte al oeste y del sur al este. Como estos oráculos fueron pronunciados en el marco de una asamblea
litúrgica, los oyentes debieron escuchar con satisfacción a aquel profeta desconocido, que lanzaba
una terrible invectiva contra sus enemigos. Pero Amós, dando un giro sorprendente a sus palabras,
termina con una sentencia de condenación contra Israel.
El Dios que habla en estos oráculos no es un dios local o nacional. Es el Señor de la historia, que
llama a juicio a las naciones y las condena de manera irrevocable por haber quebrantado un orden
elemental de convivencia humana. Estos pueblos son enjuiciados por sus crímenes contra la
humanidad: atrocidades en la guerra, deportaciones masivas, comercio de esclavos, ruptura de los
pactos internacionales y absoluto desprecio por la vida. Pero el pecado de Israel es más grave aún,
porque él no ha sabido responder al Dios que lo liberó de la esclavitud y no dejó de hablarle por
medio de los Profetas (2. 9-11).
Contra Damasco
3 Así dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de Damasco y por cuatro, seré inflexible! Por haber
Contra Edom
11 Así dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de Edom y por cuatro, seré inflexible! Por haber
perseguido con espada a su hermano, ahogando toda piedad, por mantener para siempre su cólera, y
guardar incesante su rencor,
12 yo enviaré fuego a Temán, que devorará los palacios de Bosrá.1338
Contra Amón
13 Así dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de los hijos de Ammón y por cuatro, seré inflexible! Por
haber reventado a las mujeres encintas de Galaad, para ensanchar su territorio,
14 yo prenderé fuego a la muralla de Rabbá, que devorará sus palacios, en el clamor en día de
Amós 2
1 Así dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de Moab y por cuatro, seré inflexible! Por haber quemado
despreciado la Ley de Yahveh, y no haber guardado sus preceptos, porque los han extraviado sus
Mentiras, las que ya habían seguido sus padres,
5 yo enviaré fuego a Judá que devorará los palacios de Jerusalén.1339
Contra Israel
6 Así dice Yahveh: ¡Por tres crímenes de Israel y por cuatro, seré inflexible! Porque venden al
justo por dinero y al pobre por un par de sandalias;
7 pisan contra el polvo de la tierra la cabeza de los débiles, y el camino de los humildes tuercen;
fuerte como las encinas; yo había destruido su fruto por arriba y sus raíces por abajo.1341
10 Y yo os hice subir a vosotros del país de Egipto y os llevé por el desierto cuarenta años, para
que poseyeseis la tierra del amorreo.
11 Yo suscité profetas entre vuestros hijos, y nazireos entre vuestos jóvenes. ¿No es así, hijos de
salvará su vida,
16 y el más esforzado entre los bravos huirá desnudo el día aquel, oráculo de Yahveh.
ADVERTENCIAS Y AMENAZAS CONTRA ISRAEL
Los oráculos conminatorios de los capítulos siguientes retornan y profundizan los temas ya
enunciados en la primera invectiva contra Israel (2. 6-16). La injusticia social y la opresión de los
pobres son los pecados que el profeta condena con mayor severidad. El Señor no acepta una
religiosidad que no va más allá de las ceremonias cultuales, por magnificas que estas sean (5. 21-23).
Lo que él quiere es que fluya "la justicia como un torrente inagotable" (5. 24). Y la justicia, en el
lenguaje de Amós, es mucho más que dar a cada uno lo suyo. Es practicar la compasión, la fidelidad
hacia el prójimo y todo aquello que es necesario para hacer de la sociedad humana una comunidad
fraternal.
De un modo particular, Amós combate la orgullosa seguridad con que los israelitas aguardaban
el "Día del Señor". A lo largo de su historia, Israel había conocido grandes "días" de triunfos
guerreros. El recuerdo de aquellas victorias, le hacía esperar un nuevo "Día", en que el Señor se
pondría al frente de sus ejércitos para someter a todos sus enemigos. Amós no pone en duda esa
intervención divina en un futuro cercano, pero afirma que el "Día del Señor" no será un día de
victoria, sino de juicio y de rendición de cuentas para Israel (5. 18, 20).
Elección y castigo de Israel
Amós 3
1 Escuchad esta palabra que dice Yahveh contra vosotros, hijos de Israel, contra toda la familia
que yo hice subir del país de Egipto:
2 Solamente a vosotros conocí de todas las familias de la tierra; por eso yo os visitaré por todas
vuestras culpas.1343
La vocación profética
3 Caminan acaso dos juntos, sin haberse encontrado?
4 ¿Ruge el león en la selva sin que haya presa para él? ¿Lanza el leoncillo su voz desde su cubil,
si no ha atrapado algo?
5 ¿Cae un pájaro a tierra en el lazo, sin que haya una trampa para él? ¿Se alza del suelo el lazo sin
Oráculo contra Samaria
9 Pregonad en los palacios de Asur, y en los palacios del país de Egipto; decid: ¡Congregaos
contra los montes de Samaria, y ved cuántos desórdenes en ella, cuánta violencia en su seno!1344
10 No saben obrar con rectitud - oráculo de Yahveh - los que amontonan violencia y rapiña en sus
palacios.
11 Por eso, así dice el Señor Yahveh: El adversario invadirá la tierra, abatirá tu fortaleza y serán
saqueados tus palacios.
12 Así dice Yahveh: Como salva el pastor de la boca del león dos patas o la punta de una oreja, así
se salvarán los hijos de Israel, los que se sientan en Samaria, en el borde de un lecho y en un diván de
Damasco.
Contra Betel y contra las casas suntuosas
13 Oíd y atestiguad contra la casa de Jacob - oráculo del Señor Yahveh, Dios Sebaot -
14 que el día que yo visite a Israel por sus rebeldías, visitaré los altares de Betel; serán derribados
Amós 4
1 Escuchad esta palabra, vacas de Basán, que estáis en la montaña de Samaria, que oprimís a los
débiles, que maltratáis a los pobres, que decís a vuestros maridos: «¡Traed, y bebamos!»
2 El Señor Yahveh ha jurado pro su santidad: He aquí que vienen días sobre vosotras en que se os
Contra el culto meramente exterior
4 ¡Id a Betel a rebelaros, multiplicad en Guilgal vuestras rebeldías, llevad de mañana vuestros
ciudad, y sobre otra ciudad no he hecho llover; una parcela recibía lluvia, y otra parcela, falta de
lluvia, se secaba;
8 dos, tres ciudades acudían a otra ciudad a beber agua, pero no calmaban su sed; ¡y no habéis
jóvenes, mientras vuestros caballos eran capturados; he hecho subir a vuestras narices el hedor de
vuestros campamentos, ¡y no habéis vuelto a mí!, oráculo de Yahveh.
11 Os he trastornado como Dios trastornó a Sodoma y Gomorra, habéis quedado como un tizón
pensamiento, quien hace aurora las tinieblas, y avanza por las alturas de la tierra: Yahveh, Dios
Sebaot es su nombre.
Lamentación sobre Israel
Amós 5
1 Escuchad esta palabra que yo entono contra vosotros como elegía, casa de Israel:
2 ¡Ha caído, no volverá ya a levantarse, la virgen de Israel; postrada está en su suelo, no hay
quien la levante!
3 Porque así dice el Señor Yahveh a la casa de Israel: La ciudad que sacaba mil a campaña
quedará sólo con cien, y la que sacaba cien quedará sólo con diez.
Llamada a la conversión
4 Porque así dice Yahveh a la casa de Israel: ¡Buscadme a mí y viviréis!
5 Pero no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal ni paséis a Berseba, porque Guilgal será
El llama a las aguas del mar, y sobre la haz de la tierra las derrama, Yahveh es su nombre;
9 él desencadena ruina sobre el fuerte y sobre la ciudadela viene la devastación.
10 Detestan al censor en la Puerta y aborrecen al que habla con sinceridad!
11 Pues bien, ya que vosotros pisoteáis al débil, y cobráis de él tributo de grano, casas de sillares
habéis construido, pero no las habitaréis; viñas selectas habéis plantado, pero no beberéis su vino.
12 ¡Pues yo sé que son muchas vuestras rebeldías y graves vuestros pecados, opresores del justo,
todas las calles se dirá: «¡Ay, ay!» Convocarán a duelo al labrador, y a lamentación a los que saben
plañir;
17 lamentación habrá en todas las viñas, porque voy a pasar yo por medio de ti, dice Yahveh.
Esperanza ilusoria en el Día del Señor
18 ¡Ay de los que ansían el Día de Yahveh! ¿Qué creéis que es ese Día de Yahveh? ¡Es tinieblas,
que no luz!1350
19 Como cuando uno huye del león y se topa con un oso, o, al entrar en casa, apoya una mano en
Israel?
26 Vosotros llevaréis a Sakkut, vuestro rey, y la estrella de vuestro dios, Keván, esas imágenes
Contra la falsa seguridad de los libertinos
Amós 6
1 ¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sión, y de los confiados en la montaña de Samaria,
los notables de la capital de las naciones, a los que acude la casa de Israel!
2 Pasad a Kalné y ved, id de allí a Jamat la grande, bajad luego a Gat de los filisteos. ¿Son acaso
de José.
7 Por eso, ahora van a ir al cautiverio a la cabeza de los cautivos y cesará la orgía de los
sibaritas.
La magnitud del castigo
8 El Señor Yahveh ha jurado por sí mismo, oráculo de Yahveh Dios Sebaot: Yo aborrezco la
soberbia de Jacob, sus palacios detesto, y voy a entregar la ciudad con cuanto encierra.
9 Y sucederá que, si quedan diez hombres en una misma casa, morirán.
10 Sólo quedarán unos pocos evadidos para sacar de la casa los huesos; y si se dice al que está en
el fondo de la casa: «¿Hay todavía alguien contigo?», dirá: «Ninguno», y añadirá: «¡Silencio!, que no
hay que mentar el nombre de Yahveh».
11 Pues he aquí que Yahveh da la orden y reduce la casa grande a escombros, y la casa pequeña a
ruinas.
Perversión de la justicia
12 ¿Corren por la roca los caballos? ¿se ara con bueyes el mar? ¡pues vosotros trocáis en veneno
el juicio y en ajenjo el fruto de la justicia!
La victoria convertida en derrota
13 ¡Vosotros que os alegráis por Lo-Debar, que decís: «¿No tomamos Carnáyim con nuestra
propia fuerza?»1355
14 ¡Pero he aquí que yo suscito contra vosotros, casa de Israel,- oráculo del Señor Yahveh, Dios
Sebaot - una nación que os oprimirá desde la Entrada de Jamat hasta el torrente de la Arabá!
LAS VISIONES PROFÉTICAS
En esta parte final, el profeta refiere lo que vio y oyó en cinco visiones simbólicas referentes al
destino de Israel. El relato de estas visiones constituía probablemente el núcleo original del libro de
Amós, y la revelación que ellas contienen está presentada en forma progresiva. En las dos primeras, a
la vista del espectáculo que el Señor le muestra, Amós intercede en favor de Israel y la amenaza no se
lleva a cabo. En las tres últimas, el profeta ya no intercede, sino que escucha en silencio la terrible
verdad: "Mi pueblo Israel está maduro para su fin" (8. 2).
Por medio de estas visiones, Amós recibió del Señor el mensaje que debía anunciar y la fuerza
para proclamarlo. Pero Israel no estaba dispuesto a escuchar aquellas amenazas. Por eso Amasías, el
sacerdote de Betel, lo denuncia ante el rey como agitador y sedicioso. Al mismo tiempo, le ordena que
vuelva a su tierra. Después de una áspera respuesta, que reitera y precisa sus sombríos anuncios,
Amós abandona el reino del Norte, dando así por concluida su breve carrera profética (7. 10-17).
Primera visión: las langostas
Amós 7
1 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí que él formaba langostas, cuando empieza a crecer
el retoño, el retoño que sale después de la siega del rey.
2 Y cuando acababan de devorar la hierba de la tierra, yo dije: «¡Perdona, por favor, Señor
Yahveh! ¿cómo va a resistir Jacob, que es tan pequeño?»
3 Y se arrepintió Yahveh de ello: «No será», dijo Yahveh.1356
Segunda visión: el fuego
4 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí que el Señor Yahveh convocaba al juicio por el
plomada en la mano.1358
8 Y me dijo Yahveh: «¿Qué ves, Amós?» Yo respondí: «Una plomada.» El Señor dijo: «¡He aquí
que yo voy a poner plomada en medio de mi pueblo Israel, ni una más le volveré a pasar!
9 Serán devastados los altos de Isaac, asolados los santuarios de Israel, y yo me alzaré con espada
contra ti en medio de la casa de Israel; ya no puede la tierra soportar todas sus palabras.
11 Porque Amós anda diciendo: “A espada morirá Jeroboam, e Israel será deportado de su
suelo.”»
12 Y Amasías dijo a Amós: «Vete, vidente; huye a la tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza
allí.
13 Pero en Betel no has de seguir profetizando, porque es el santuario del rey y la Casa del
reino.»
14 Respondió Amós y dijo a Amasías: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y
picador de sicómoros.1359
15 Pero Yahveh me tomó de detrás del rebaño, y Yahveh me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo
Israel.”
16 Y ahora escucha tú la palabra de Yahveh. Tú dices:“No profetices contra Israel, no vaticines
contra la casa de Isaac.”
17 «Por eso, así dice Yahveh: “Tu mujer se prostituirá en la ciudad, tus hijos y tus hijas caerán a
espada, tu suelo será repartido a cordel, tú mismo en un suelo impuro morirás, e Israel será
deportado de su suelo”.»
Cuarta visión: la canasta de frutos maduros
Amós 8
1 Esto me dio a ver el Señor Yahveh: Había una canasta de fruta madura.
2 Y me dijo: «¿Qué ves, Amós?» Yo respondí: «Una canasta de fruta madura.» Y Yahveh me dijo:
«¡Ha llegado la madurez para mi pueblo Israel, ni una más le volveré a pasar!1360
3 Los cantos de palacio serán lamentos aquel día - oráculo del Señor Yahveh - serán muchos los
pondré sayal y tonsura en todas las cabezas; lo haré como duelo de hijo único y su final como día de
amargura.
Hambre y sed de la Palabra de Dios
11 He aquí que vienen días - oráculo del Señor Yahveh - en que yo mandaré hambre a la tierra, no
Amós 9
1 Vi al Señor en pie junto al altar y dijo: ¡Sacude el capitel y que se desplomen los umbrales!
¡Hazlos trizas en la cabeza de todos ellos, y lo que de ellos quede lo mataré yo a espada: no huirá de
entre ellos un solo fugitivo ni un evadido escapará!
2 Si fuerzan la entrada del seol, mi mano de allí los agarrará; ni suben hasta el cielo, yo los haré
bajar de allí;
3 si se esconden en la cumbre del Carmelo, allí los buscaré y los agarraré; si se ocultan a mis
ojos en el fondo del mar, allí mismo ordenaré a la Serpiente que los muerda;1362
4 si van al cautiverio delante de sus enemigos, allí ordenaré a la espada que los mate; pondré en
habitantes; sube toda entera como el Nilo, y baja como el Nilo de Egipto.
6 El que edifica en los cielos sus altas moradas, y asienta su bóveda en la tierra; el que llama a las
hice yo subir a Israel del país de Egipto, como a los filisteos de Kaftor y a los arameos de Quir?
Castigo a todos los pecadores
8 He aquí que los ojos del Señor Yahveh están sobre el reino pecador; voy a exterminarlo de la
haz de la tierra, aunque no exterminaré del todo a la casa de Jacob - oráculo de Yahveh.
9 Pues he aquí que yo doy orden, y zarandearé a la casa de Israel entre todas las naciones, como
se zarandea con la criba sin que ni un grano caiga en tierra.
10 A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, esos que dicen: «¡No se acercará, no nos
alcanzará la desgracia!»
Perspectivas de restauración para Israel
11 Aquel día levantaré la cabaña de David ruinosa, repararé sus brechas y restauraré sus ruinas; la
pisador de la uva con el sembrador; destilarán vino los montes y todas las colinas se derretirán.
14 Entonces haré volver a los deportados de mi pueblo Israel; reconstruirán las ciudades
devastadas, y habitarán en ellas, plantarán viñas y beberán su vino, harán huertas y comerán sus
frutos.
15 Yo los plantaré en su suelo y no serán arrancados nunca más del suelo que yo les di, dice
Yahveh, tu Dios.
ABDÍAS
Introducción.
El libro de ABDÍAS es el más corto del Antiguo Testamento. Fue escrito en la época del exilio y
su autor nos es completamente desconocido. De los veintiún versículos que componen esta obra, casi
la mitad (1-9) son paralelos a un texto de Jeremías (49. 7-22), si bien siguiendo un orden diferente.
El núcleo central de este escrito es un oráculo contra el país de Edóm. Siempre habían sido
difíciles las relaciones de Israel con ese país, que la Biblia hace descender de Esaú, el hijo de Isaac
suplantado por Jacob, su hermano menor. La tensión llegó a su punto máximo cuando los edomitas
aprovecharon la ruina de Jerusalén en el 587 a. C. para invadir la Judea meridional. Esto explica la
violenta reacción de Abdías, compartida por otros textos bíblicos que también se hacen eco de la
indignación de los israelitas frente a la traición de sus hermanos de raza (Jer. 49. 7-22; Ez. 25. 12-14;
35; 36. 1-5; Lam. 4. 21-22; Sal. 137. 7).
El profeta clama por la justicia de Dios y anuncia la revancha de Israel contra Edóm. Este será
destruido y, a la vez, varios territorios vecinos de ese país serán anexados al territorio de Judá. Así
llegará el "Día del Señor" para todos los pueblos.
Título y prólogo
Abdías 1
1 Visión de Abdías. Así dice el Señor Yahveh a Edom: Una nueva he oído de parte de Yahveh, un
mensajero ha sido enviado entre las naciones: «¡En pie, levantémonos contra él en guerra!»
La sentencia contra Edom
2 Mira, yo te he hecho pequeño entre las naciones, bien despreciable eres.1364
3 La soberbia de tu corazón te ha engañado, tú que habitas en las hendiduras de la roca, que pones
oráculo de Yahveh.
La ruina de Edom
5 Si vinieran ladrones donde ti o salteadores por la noche, ¿no te robarían lo que les bastase? Si
podido los que contigo en paz estaban. Los que comían tu pan te ponen debajo un lazo: «¡Ya no hay en
él inteligencia!»
8 ¿Es que el día aquel - oráculo de Yahveh - no suprimiré yo de Edom los sabios, y la inteligencia
de la montaña de Esaú?
La culpa de Edom
9 Y tendrán miedo tus bravos, Temán, para que sea extirpado todo hombre de la montaña de Esaú.
Por la matanza,1367
10 por la violencia contra Jacob tu hermano, te cubrirá la vergüenza, y serás extirpado para
siempre.
11 El día que te quedaste a un lado, cuando extranjeros llevaban su ejército cautivo, cuando
entraban extraños por sus puertas, y sobre Jerusalén echaban suertes, tú eras como uno de ellos.1368
12 ¡No mires con placer el día de tu hermano, el día de su desgracia, no te alegres de los hijos de
Judá, en el día de su ruina, no dilates tu boca en el día de su angustia!
13 ¡No entres por la puerta de mi pueblo en el día de su infortunio, no mires con placer también
posesiones.1370
18 Y será fuego la casa de Jacob, la casa de José una llama, estopa la casa de Esaú. Los quemarán
deportados de Jerusalén, que están en Sefarad, poseerán las ciudades del Négueb.1372
21 Y subirán victoriosos al monte Sión, para juzgar a la montaña de Esaú. ¡Y la realeza será de
Yahveh!1373
JONÁS
Introducción.
En 2 Rey. 14. 25 se menciona a un profeta llamado Jonás, pero no es él quien escribió el Libro
que lleva su nombre. El libro de JONÁS fue compuesto después del exilio, sin duda en el siglo V a.
C., no para relatar un hecho histórico, sino para comunicar una enseñanza bajo la forma de una
parábola.
El protagonista de esta "ficción didáctica" se niega a proclamar la Palabra de Dios a un pueblo
pagano y tradicionalmente enemigo de Israel. Toda la narración es un alegato contra el estrecho
nacionalismo del Pueblo elegido, que pretende "monopolizar" la misericordia divina en nombre de
los privilegios recibidos del Señor. La principal lección que se desprende de este Libro, tan
pintoresco como lleno de humor e ironía, aparece claramente en la pregunta que le sirve de
conclusión: si Jonás se preocupa por un árbol quemado por el sol, ¿cómo Dios no se va a preocupar
por todo un pueblo que se convierte de sus pecados y no le va a conceder su perdón? El amor del
Señor no conoce fronteras. Si él manifestó su predilección por Israel, fue para constituirlo "luz de las
naciones" (Is. 49. 6).
Este Libro ocupa un lugar destacado en los Evangelios, no sólo por las repetidas alusiones al
"signo de Jonás" (Mt. 12. 39-40; 16. 4; Lc. 11. 29-30), sino también por la oposición que establece
Jesús entre la fe de los ninivitas y la incredulidad de sus contemporáneos (Mt. 12. 41; Lc. 11. 32).
Además, por su insistencia en la universalidad de la misericordia divina, el relato de Jonás es como
un anticipo de las parábolas relatadas en el célebre capítulo 15 del Evangelio según san Lucas.
La huida de Jonás
Jonás 1
mí.»1374
3 Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de Yahveh, y bajó a Joppe, donde encontró un barco
que salía para Tarsis: pagó su pasaje y se embarcó para ir con ellos a Tarsis, lejos de Yahveh.1375
4 Pero Yahveh desencadenó un gran viento sobre el mar, y hubo en el mar una borrasca tan
mar la carga del barco para aligerarlo. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco, se
había acostado y dormía profundamente.
6 El jefe de la tripulación se acercó a él y le dijo: «¿Qué haces aquí dormido? ¡Levántate e invoca
seguía encrespándose.
12 Les respondió: «Agarradme y tiradme al mar, y el mar se os calmará, pues sé que es por mi
culpa por lo que os ha sobrevenido esta gran borrasca.»
13 Los hombres se pusieron a remar con ánimo de alcanzar la costa, pero no pudieron, porque el
mar seguía encrespándose en torno a ellos.
14 Entonces clamaron a Yahveh, diciendo: «¡Ah, Yahveh, no nos hagas perecer a causa de este
hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente, ya que tú, Yahveh, has obrado conforme a tu
beneplácito!»
15 Y, agarrando a Jonás, le tiraron al mar; y el mar calmó su furia.
16 Y aquellos hombres temieron mucho a Yahveh; ofrecieron un sacrificio a Yahveh y le hicieron
votos.
Súplica y liberación de Jonás
Jonás 2
1 Dispuso Yahveh un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres
oíste mi voz.
4 Me habías arrojado en lo más hondo, en el corazón del mar, una corriente me cercaba: todas tus
olas y tus crestas pasaban sobre mí.
5 Yo dije: ¡Arrojado estoy de delante de tus ojos! ¿Cómo volveré a contemplar tu santo Templo?
6 Me envolvían las aguas hasta el alma, me cercaba el abismo, un alga se enredaba a mi cabeza.
7 A las raíces de los montes descendí, a un país que echó sus cerrojos tras de mí para siempre,
Yahveh la salvación!1377
11 Y Yahveh dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra.
La predicación de Jonás
Jonás 3
1 Por segunda vez fue dirigida la palabra de Yahveh a Jonás en estos términos:
2 «Levántate, vete a Nínive, la gran ciudad y proclama el mensaje que yo te diga.»
3 Jonás se levantó y fue a Nínive conforme a la palabra de Yahveh. Nínive era una ciudad
grandísima, de un recorrido de tres días.1378
4 Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e hizo un día de camino proclamando: «Dentro de
perezcamos.»1380
10 Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del
Jonás 4
mi tierra? Fue por eso por lo que me apresuré a huir a Tarsis. Porque bien sabía yo que tú eres un
Dios clemente y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal.1383
3 Y ahora, Yahveh, te suplico que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la
vida.»1384
4 Mas Yahveh dijo: «¿Te parece bien irritarte?»1385
5 Salió Jonás de la ciudad y se sentó al oriente de la ciudad; allí se hizo una cabaña bajo la cual se
sentó a la sombra, hasta ver qué sucedía en la ciudad.
6 Entonces Yahveh Dios dispuso una planta de ricino que creciese por encima de Jonás para dar
sombra a su cabeza y librarle así de su mal. Jonás se puso muy contento por aquel ricino.
7 Pero al día siguiente, al rayar el alba, Yahveh mandó a un gusano, y el gusano picó al ricino,
que se secó.
8 Y al salir el sol, mandó Dios un sofocante viento solano. El sol hirió la cabeza de Jonás, y éste
Contemporáneo en parte de Oseas, y sobre todo de Isaías, a diferencia de este, MIQUEAS era un
campesino de origen humilde. Comenzó su ministerio profético alrededor del 740 a. C. y era un
representante típico de lo que la Biblia llama "el pueblo del país", la parte más sana y menos expuesta
a la contaminación extranjera. Aunque su recuerdo quedó bastante eclipsado por el de Isaías, sabemos
por un texto de Jeremías (26. 18-19) que su predicación tuvo gran influencia en Jerusalén y
contribuyó en buena medida a la reforma religiosa del rey Ezequías (2 Rey. 18. 1-6).
Por un lado, Miqueas predijo la ruina de la ya agonizante Samaría, ocurrida en el año 722 a. C.,
y por otro, anunció que Judá correría idéntica suerte. En sus oráculos se advierte claramente una de
las constantes del profetismo, que es la alternancia entre las amenazas de castigo y las promesas de
restauración. De manera especial, este profeta denuncia las injusticias de que eran víctimas, por parte
de los ricos y los poderosos, los campesinos refugiados en Jerusalén a causa de la guerra con los
asirios. Su mensaje en favor de la justicia social tiene muchos puntos de contacto con el de Amós.
El libro de Miqueas es una recopilación o antología de sus oráculos, realizada por sus
discípulos. Pero también se han insertado en él algunos fragmentos pertenecientes a la época del
exilio. Entre dichos oráculos merece destacarse el que señala a Belén como el lugar del nacimiento
del futuro Mesías (5. 1-5). Este oráculo fue recogido por el Nuevo Testamento para probar que Cristo
debía nacer en Belén (Mt. 2. 6; Jn. 7. 42).
Título
Miqueas 1
1 Palabra de Yahveh que fue dirigida a Miqueas de Moréset, en tiempo de Jotam, Ajaz y Ezequías,
las dejaré en desolación, porque han sido amontonadas con don de prostituta y a don de prostituta
tornarán.»
Lamentación por la ruina de las ciudades del Sur
8 Por eso me lamentaré y gemiré, andaré descalzo y desnudo, lanzaré aullidos como los
chacales, y lamentos como las avestruces;
9 porque su herida es incurable, hasta Judá ha llegado, ha tocado hasta la puerta de mi pueblo,
hasta Jerusalén.1390
10 ¡No lo contéis en Gat en... no derraméis llanto! ¡En Bet Leafrá revolveos en el polvo!1391
11 ¡Toca el cuerno, habitante de Safir! ¡De su ciudad no sale la que habita en Saanán! ¡Bet Haesel
de Israel.
15 ¡Aún te traeré al conquistador, habitante de Maresá! Hasta Adullam se irá la gloria de Israel!
16 ¡Arranca tus cabellos, mésate, por los hijos de tus delicias, ensancha tu calva como la del
1 ¡Ay de aquellos que meditan iniquidad, que traman maldad en sus lechos y al despuntar la
individuo y a su heredad.1394
3 Por eso, así dice Yahveh: He aquí que yo medito, contra esta ralea, una hora de infortunio de la
que no podréis sustraer vuestro cuello. ¡No andaréis con altivez, porque será un tiempo de desgracia!
4 Aquel día se proferirá sobre vosotros una sátira, se plañirá una lamentación y se dirá:
«¡Estamos despojados del todo; la porción de mi pueblo se ha medido a cordel, y no hay quien
restituya; a nuestros saqueadores les tocan nuestros campos!»1395
5 Por eso no habrá para vosotros nadie que tire el cordel sobre un lote en la asamblea de Yahveh.
La oposición del pueblo contra el profeta
6 «¡No babeéis - babean ellos - que no babeen de esa manera! ¡El oprobio no nos alcanzará!1396
7 ¿Es acaso maldita la casa de Jacob? ¿Se ha cortado el soplo de Yahveh? ¿Es ése su proceder?
agobiante.
11 Si un hombre anda al viento, inventando mentiras: «Yo babeo para ti vino y licor», ése será el
en el aprisco, como rebaño en medio del pastizal, harán estrépito lejos de los hombres.
13 El que abre brecha subirá delante de ellos; abrirán brecha, pasarán la puerta, y por ella
Miqueas 3
1 Yo dije: Escuchad, pues, jefes de Jacob, y dirigentes de la casa de Israel: ¿No es cosa vuestra
conocer el derecho,
2 vosotros que odiáis el bien y amáis el mal, (que les arrancáis la piel de encima, y la carne de
que le han despedazado como carne en la caldera, como vianda dentro de una olla,
4 clamarán entonces a Yahveh, pero él no les responderá: esconderá de ellos su rostro en aquel
sus dientes, gritan: «¡Paz!», mas a quien no pone nada en su boca le declaran guerra santa.1401
6 Por eso tendréis noche sin visión, oscuridad sin adivinación; ¡se pone el sol sobre los profetas,
sobre ellos el día se oscurece!
7 Tendrán vergüenza los videntes, y confusión los adivinos; y se taparán todos el bigote, por no
haber ya respuesta de Dios.
8 Yo, en cambio, estoy lleno de fuerza, por el espíritu de Yahveh, y de juicio y bravura, para
denunciar a Jacob su delito, y a Israel su pecado.
La ruina de Jerusalén por la corrupción de sus jefes
9 Escuchad esto, jefes de la casa de Jacob, y dirigentes de la casa de Israel, que abomináis el
dinero, y se apoyan en Yahveh diciendo: «¿No está Yahveh en medio de nosotros? ¡No vendrá sobre
nosotros ningún mal!»
12 Por eso, por culpa vuestra, Sión será un campo que se ara, Jerusalén se hará un montón de
Miqueas 4
1 Sucederá en días futuros que el monte de la Casa de Yahveh será asentado en la cima de los
montes, y se alzará por encima de las colinas. Y afluirán a él los pueblos,
2 acudirán naciones numerosas y dirán: «Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios
de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos, y nosotros sigamos sus senderos». Pues de Sión saldrá
la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh.
3 El juzgará entre pueblos numerosos, y corregirá a naciones poderosas; forjarán ellas sus
espadas en azadones, y sus lanzas en podaderas. No blandirá más la espada nación contra nación, ni
se adiestrarán más para la guerra.
4 Se sentará cada cual bajo su parra, y bajo su higuera, sin que nadie le inquiete, ¡la boca de
Yahveh Sebaot ha hablado!
5 Pues todos los pueblos caminan cada uno en el nombre de sus dioses, pero nosotros caminamos
yo había maltratado.1404
7 De las cojas haré un Resto, de las alejadas una nación fuerte. Entonces reinará Yahveh sobre
Miqueas 5
1 Mas tú, Belén Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel
que ha de dominar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño.1407
2 Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el
Dios. Se asentarán bien, porque entonces se hará él grande hasta los confines de la tierra.
4 El será la Paz. Si Asur invade nuestra tierra, y huella nuestro suelo, suscitaremos contra él siete
entre las bestias de la selva, como leoncillo entre los rebaños de ganado menor, que si pasa, pisotea, y
si desgarra, no hay quien libre.
Abolición de las guerras y de la idolatría
8 ¡Que tu mano se alce contra los adversarios y todos tus enemigos sean extirpados!
9 Y sucederá aquel día - oráculo de Yahveh - que yo extirparé de en medio de ti tus caballos, y
de tus manos,
13 arrancaré de en medio de ti tus cipos y aniquilaré tus ídolos.
14 ¡Venganza tomaré con cólera y furor de las naciones que no escucharon!
NUEVO PROCESO DEL SEÑOR A ISRAEL
Dios no es indiferente a la suerte de su Pueblo, y por eso vuelve a entablar un proceso contra él.
Es como el grito de un amor no correspondido: "¿Qué te hice, pueblo mío, o en qué te molesté?
Respóndeme" (6. 3). Para corresponder a ese amor no bastan los sacrificios rituales, que ocupaban
un lugar tan importante en la vida religiosa de Israel. Como Amós, Oseas e Isaías, también Miqueas
previene contra este engaño y recuerda al pueblo la esencia de toda verdadera religiosidad: "Practicar
la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios" (6. 8).
El pleito del Señor con su Pueblo
Miqueas 6
1 Escuchad ahora lo que dice Yahveh: «¡Levántate, pleitea con los montes y oigan las colinas tu
voz!»1412
2 ¡Escuchad, montes, el pleito de Yahveh, prestad oído, cimientos de la tierra, pues Yahveh tiene
pleito con su pueblo, se querella contra Israel:
3 «Pueblo mío, ¿qué te he hecho? ¿En qué te he molestado? Respóndeme.
4 ¿En que te hice subir del país de Egipto, y de la casa de servidumbre te rescaté, y mandé delante
de ti a Moisés, Aarón y María?
5 Pueblo mío, recuerda, por favor, qué maquinó Balaq, rey de Moab, y qué le contestó Balaam,
hijo de Beor, ... desde Sittim hasta Guilgal, para que conozcas las justicias de Yahveh.»1413
El verdadero culto
6 - «¿Con qué me presentaré yo a Yahveh, me inclinaré ante el Dios de lo alto? ¿Me presentaré
sus consejos, para que yo te convierta en estupor y a tus habitantes en rechifla, y soportéis el oprobio
de los pueblos.
La injusticia universal
Miqueas 7
1 ¡Ay de mí, que he venido a ser como en las recolecciones de verano, como en las rebuscas de la
vendimia! ¡Ni un racimo que comer, ni una breva que tanto desea mi alma!
2 ¡Ha desaparecido de la tierra el fiel, no queda un justo entre los hombres! Todos acechan en
busca de sangre, cada cual atrapa en la red a su hermano.
3 Para el mal sus dos manos adiestran: el príncipe exige, y también el juez, recompensa; el
de tu boca!
6 Porque el hijo ultraja al padre, la hija se alza contra su madre, la nuera contra su suegra, y
Dios?» ¡Mis ojos se regodearán en ella cuando sea cosa pisoteada como el fango de las calles!1417
Anuncio de la restauración
11 ¡El día de reedificar tus muros! ¡Aquel día será dilatada la frontera,
12 el día que se venga hacia ti desde Asiria hasta Egipto, desde Tiro hasta el Río, de mar a mar, de
monte a monte!
13 Y la tierra quedará en desolación, a causa de sus habitantes, como fruto de sus obras.
Oración por la prosperidad del pueblo
14 Apacienta tu pueblo con tu cayado, el rebaño de tu heredad, que mora solitario en la selva, en
medio de un campo feraz Que pazcan en Basán y Galaad como en los días de antaño.
15 Como en los días de tu salida del país de Egipto, hazme ver prodigios.
16 Verán las naciones y se avergonzarán de toda su prepotencia; pondrán en la boca la mano y sus
encierros, hacia Yahveh nuestro Dios vendrán temblando, y tendrán miedo de ti!
La confianza en el perdón de Dios
18 ¿Qué Dios hay como tú, que quite la culpa y pase por alto el delito del Resto de tu heredad? No
antaño.1418
NAHÚM
Introducción.
Nahúm 1
enteramente consumidos.
A Nínive
11 ¡De ti ha salido el que medita el mal contra Yahveh, el consejero de Belial!1421
A Judá
12 Así dice Yahveh: Por más incólumes que estén, por más que sean, serán talados y
dioses extirparé imágenes esculpidas y fundidas, preparé tu tumba, porque eres despreciable.
A Judá: anuncio de la salvación
Nahúm 2
1 ¡He aquí por los montes los pies del mensajero de buenas nuevas, el que anuncia la paz! Celebra
tus fiestas, Judá, cumple tus votos, porque no volverá a pasar por ti Belial: ha sido extirpado
totalmente.1422
LA RUINA DE NÍNIVE
La destrucción de Nínive es anunciada y descrita con un apasionado sentimiento nacionalista.
Las palabras se superponen y parecen chocar entre sí como un ruido de espadas. La ciudad que había
arrasado a tantos pueblos es ahora devastada y expuesta a la burla de sus vecinos. Así cambian las
situaciones y se pone en evidencia la fragilidad de los poderes humanos.
El asalto de Nínive
2 ¡Sube un destructor contra ti! ¡Monta la guardia en la fortaleza, vigila el camino, cíñete los
lomos, refuerza bien tu fuerza!
3 Pues Yahveh restablece la viña de Jacob, como la viña de Israel. Devastadores la habían
devastado, habían destruido sus sarmientos.
4 El escudo de sus bravos es rojo, valientes vestidos de escarlata; con fuego de hierros brillan los
carros, el día que los preparan, y son impacientes los jinetes.
5 Por las calles corren furiosos los carros, se precipitan en las plazas, su aspecto es semejante a
prepara el parapeto.
7 Las puertas que dan al Río se abren y en el palacio cunde el pánico.
8 La Belleza es deportada, arrancada, sus siervas gimen, como gemido de palomas, y se golpean
el corazón.1423
9 Nínive es como una alberca cuyas aguas se van. «¡Deteneos, deteneos!» Pero nadie se vuelve.
10 «Saquead la plata, saquead el oro.» ¡Es un tesoro que no tiene fin, grávido de todos los objetos
preciosos!
11 ¡Destrozo, saqueo, devastación! ¡Corazones que se disuelven y rodillas que vacilan y
estremecimiento en todos los lomos y todos los rostros que mudan de color!
Sentencia sobre el león de Asiria
12 ¿Dónde está el cubil de los leones, la cueva de los leoncillos, a donde iba el león a llevar la
espada devorará a tus leoncillos; suprimiré de la tierra tu presa, y no se oirá más la voz de tus
mensajeros.
El saqueo y la deshonra de Nínive
Nahúm 3
1 ¡Ay de la ciudad sanguinaria, mentira toda ella, llena de rapiña, de incesante pillaje!
2 ¡Chasquido de látigos, estrépito de ruedas! ¡Caballos que galopan, carros que saltan,
3 caballería que avanza, llamear de espadas, centellear de lanzas... multitud de heridos, montones
de muertos, cadáveres sin fin, cadáveres en los que se tropieza!
4 Es por las muchas prostituciones de la prostituta, bella de gracia y maestra en sortilegios, que
vendía a las naciones con sus prostituciones y a los pueblos con sus sortilegios.
5 Aquí estoy contra ti - oráculo de Yahveh Sebaot -: voy a alzar tus faldas hasta tu cara, mostraré
a las naciones tu desnudez, a los reinos tu vergüenza.
6 Arrojaré inmundicia sobre ti, te deshonraré y te pondré como espectáculo.
7 Y sucederá que todo el que te vea huirá de ti y dirá: «¡asolada está Nínive! ¿Quién tendrá piedad
de ella? ¿Dónde buscarte consoladores?»
El ejemplo de Tebas
8 ¿Eres acaso tú mejor que No Amón, la asentada entre los Nilos, (rodeada de aguas), cuya
va a comerlas.
13 He ahí a tu pueblo: mujeres en medio de ti; a tus enemigos se abren enteras las puertas de tu
molde de ladrillos.
15 Allí el fuego te consumirá, la espada te exterminará, (te devorará como el pulgón.)
tapias en un día de frío; sale el sol y se van, y nadie sabe dónde. ¡Ay, cómo están
Lamentación fúnebre
18 dormidos tus pastores, rey de Asur! Dormitan tus capitanes, tu pueblo está disperso por los
palmas sobre ti; pues ¿sobre quién no pasó sin tregua tu maldad?1426
HABACUC
Introducción.
Nada de cierto sabemos sobre el autor de este Libro, como tampoco sobre la fecha de su
composición ni sobre los opresores a que se refiere. Parecería que se trata de un levita o de un
profeta vinculado al Templo de Jerusalén, y probablemente su oráculo esté dirigido contra los
caldeos (1. 6), que en el 587 a. C. destruyeron el reino de Judá. En tal caso, el libro de HABACUC
habría sido compuesto alrededor del año 600.
Habacuc no se une al coro de profetas que reprochan al pueblo sus pecados y lo amenazan con el
castigo. Lo mismo que Job, él se plantea el problema del mal. Ambos discuten con Dios, pero
mientras el primero protesta por el triunfo de los malos sobre los buenos, el autor de este oráculo se
queja por el triunfo de las naciones paganas sobre el Pueblo de Dios. Por más que Israel sea culpable
y merezca el castigo, ¿no son peores los otros pueblos? ¿Cómo puede Dios convertirlos en el
instrumento de su castigo?
La respuesta del Señor es un llamado a la paciencia. También las naciones paganas recibirán su
merecido. Dios hará justicia a su tiempo. Mientras tanto, el justo "vivirá por su fidelidad" (2. 4).
Fundado en la traducción griega de este texto, san Pablo lo refiere a la fe que justifica al hombre,
librándolo del pecado y dándole la vida de Dios (Rom. 1. 17; Gál. 3. 11). El mismo texto vuelve a
encontrarse en la Carta a los Hebreos, dentro de una exhortación a perseverar en la fe (Heb. 10. 37-
38).
Título
Habacuc 1
salves?1427
3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad, y tú miras la opresión? ¡Ante mí rapiña y violencia,
el juicio pervertido!
Primer oráculo: los caldeos, castigo de Dios
5 Mirad a las gentes, contemplad, quedad estupefactos, atónitos: voy a hacer yo una obra en
vuestros días que no creeríais si se os contara.
6 Pues he aquí que yo suscito a los caldeos, pueblo acerbo y fogoso, que recorre las anchuras de
la tierra, para apoderarse de moradas ajenas.
7 Espantoso es y terrible; de él solo salen su juicio y su grandeza;
8 más raudos son que leopardos sus caballos, más agudos que lobos de la tarde; sus jinetes
galopan, vienen de lejos sus jinetes, vuelan como águila que se precipita a devorar.
9 Llegan todos para hacer violencia, el ardor de sus rostros, como un viento del este, amontona
cautivos como arena.
10 Y él se burla de los reyes, los soberanos le sirven de irrisión; se ríe de toda fortaleza, levanta
un terraplén y la toma.
11 Luego se cambia el viento y pasa, y él aparece culpable por hacer de su fuerza su dios.
Segunda queja del profeta: los agravios del opresor
12 ¿No eres tú desde antiguo, Yahveh, mi Dios, mi santo? ¡Tú no mueres! ¡Para juicio le pusiste
tú, Yahveh, oh Roca, para castigar le estableciste!
13 Muy limpio eres de ojos para mirar el mal, ver la opresión no puedes. ¿Por qué ves a los
traidores y callas cuando el impío traga al que es más justo que él?
14 Tú tratas a los hombres como a peces del mar, como a reptiles que no tienen amo.
15 A todos los saca él con anzuelo, los atrae en su red, en su traína los recoge. Por eso se alegra y
regocija,
16 por eso sacrifica a su red, e inciensa a su traína, porque gracias a ellas es pingüe su porción, y
suculenta su comida.
17 Por eso vacía sin cesar su red para matar naciones sin piedad.
Segundo oráculo: el justo vivirá por su fidelidad
Habacuc 2
leer de corrido.1430
3 Porque es aún visión para su fecha, aspira ella al fin y no defrauda; si se tarda, espérala, pues
vendrá ciertamente, sin retraso.
4 «He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, más el justo por su fidelidad vivirá.»1431
IMPRECACIONES CONTRA EL OPRESOR
Sin duda, los papeles van a cambiar. Los crímenes del opresor se volverán contra él. El profeta
desarrolla esta convicción en cinco violentas imprecaciones, en las que denuncia la prepotencia y los
abusos de los caldeos, a la vez que ridiculiza su idolatría.
Preludio
5 ¡Oh, ciertamente es traidora la riqueza! ¡Es hombre fatuo y no tendrá éxito el que ensancha
como el seol sus fauces; como la muerte, él nunca se sacia, reúne para sí todas las naciones, acapara
para sí los pueblos todos!
La codicia
6 ¿No profetizarán todos éstos sobre él una sátira, adivinanzas y enigmas sobre él? Dirán: ¡Ay de
quien amontona lo que no es suyo (¿hasta cuándo?) y se carga de prendas empeñadas!
7 ¿No se alzarán de repente tus acreedores, no se despertarán tus vejadores, y serás presa de
ellos?
8 Por haber saqueado a naciones numerosas, te saqueará a ti todo el resto de los pueblos, por la
sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que la habitan.
Las ganancias ilícitas
9 ¡Ay de quien gana ganancia inmoral para su casa, para poner su nido en alto y escapar a la
La violencia
12 ¡Ay de quien edifica una ciudad con sangre, y funda un pueblo en la injusticia!
13 ¿No viene de Yahveh Sebaot que los pueblos se fatiguen para el fuego y las gentes se agoten
para nada?
14 ¡Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahveh, como las aguas cubren el
mar!1432
La crueldad
15 ¡Ay del que da de beber a sus vecinos, y les añade su veneno hasta embriagarlos, para mirar su
desnudez!
16 ¡Te has saciado de ignominia, no de gloria! ¡Bebe tú también y enseña tu prepucio! ¡A ti se
sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que la habitan).
18 ¿De qué sirve una escultura para que su autor la esculpa, una imagen fundida, un oráculo
engañoso, para que en ellos confíe el autor de tal obra haciendo ídolos mudos?
La idolatría
19 ¡Ay de quien dice al madero: «Despierta», «Levántate», a la piedra muda! ¿Da ello algún
oráculo? ¡Está, sí, cubierto de oro y plata, pero ni un soplo en su interior!
20 Mas Yahveh está en su santo Templo: ¡silencio ante él, tierra entera!
SALMO DE HABACUC: LA INTERVENCIÓN
VICTORIOSA DEL SEÑOR
El libro de Habacuc termina con una bellísima oración de carácter litúrgico, llena de imágenes
inspiradas en los Salmos, como también en viejas leyendas orientales purificadas de sus
reminiscencias politeístas y mitológicas. En ella, como en muchos Salmos, se une a la súplica un
himno al poder de Dios, puesto de manifiesto en su triunfo sobre las fuerzas del caos y a través de sus
grandes proezas en favor del Pueblo elegido.
Habacuc 3
huesos, bajo mí tiemblan mis pasos! Tranquilo espero el día de la angustia, que va a subir sobre el
pueblo que nos asalta.
17 (Pues la higuera no volverá a echar brotes, ni habrá que recoger en las viñas. Fallará la
cosecha del olivo, los campos no darán alimento, faltará el ganado menor en el aprisco, no habrá
ganado mayor en los establos.)
18 ¡Mas yo en Yahveh exultaré, jubilaré en el Dios de mi salvación!1433
19 Yahveh mi señor es mi fuerza, él me da pies como los de ciervas, y por las alturas me hace
caminar. Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda.1434
SOFONÍAS
Introducción.
SOFONÍAS fue el primero que hizo oír una voz profética en Judá, después del largo silencio
que se había producido durante dos generaciones, una vez que Isaías y Miqueas pronunciaron sus
últimos oráculos. El título del Libro sitúa la actividad de este profeta en tiempos del rey Josías (640-
609 a. C.) y su predicación tuvo lugar casi seguramente hacia el 630, es decir, un tiempo antes de que
aquel rey iniciara su célebre reforma religiosa (2 Rey. 22-23).
Ya hacía casi un siglo que Asiria había aniquilado al reino de Israel. También el reino de Judá
había sido sometido al vasallaje de aquel poderoso Imperio. Esta dominación política trajo consigo
la influencia de los cultos asirios sobre la población del reino del Sur. Frente a la corrupción
generalizada y a las prácticas idolátricas, Sofonías aparece como un profeta "justiciero", que anuncia
el "Día del Señor" como un día de ira y de venganza. Pero él no se contenta con reprobar las
manifestaciones exteriores del pecado, sino que denuncia sus causas más profundas: el orgullo, la
rebeldía y la falta de confianza en Dios.
A todo esto, Sofonías opone una actitud espiritual caracterizada sobre todo por la pobreza y la
humildad del corazón. Es el profeta de los "pobres del Señor". A ellos se anunciaría siglos más tarde
la Buena Noticia de la Salvación (Mt. 11.5) y ellos serían los "herederos del Reino que Dios ha
prometido a los que lo aman" (Sant. 2. 5).
Título
Sofonías 1
1 Palabra de Yahveh que fue dirigida a Sofonías, hijo de Kusí, hijo de Guedalías, hijo de
Amarías, hijo de Ezequías, en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.
El juicio de Dios: contra toda la tierra
2 ¡Voy a aventarlo todo de la haz de la tierra!, oráculo de Yahveh.
3 Aventaré hombres y bestias, aventaré aves1435 del cielo y peces del mar, haré tropezar a los
impíos; extirparé a los hombres de sobre la haz de la tierra, oráculo de Yahveh.
Contra los cultos extranjeros
4 Extenderé mi mano contra Judá, y contra todos los habitantes de Jerusalén, y extirparé de este
lugar lo que queda de Baal, el nombre de los ministros con los sacerdotes,
5 los que se postran en los terrados ante el ejército del cielo, los que se postran ante Yahveh y
hombres que se apelmazan en sus heces, los que dicen en su corazón: «¡Ni bien ni mal hace
Yahveh!»1440
13 Será dada al saqueo su riqueza, sus casas a la devastación; casas construyeron, mas no las
celo la tierra entera sea devorada; pues él hará exterminio, ¡y terrorífico!, de todos los habitantes de
la tierra.1442
Llamada a la conversión
Sofonías 2
ardor de la cólera de Yahveh, (antes que caiga sobre vosotros el Día de la cólera de Yahveh).
3 Buscad a Yahveh, vosotros todos, humildes de la tierra, que cumplís sus normas; buscad la
Ascalón reposarán a la tarde, cuando los visite Yahveh su Dios, y los vuelva de su cautiverio.1444
Contra Moab y Amón
8 He oído los insultos de Moab y los denuestos de los hijos de Ammón, cuando insultaron a mi
Sodoma, y los habitantes de Ammón como Gomorra: cardizal, mina de sal, desolación para siempre!
El Resto de mi pueblo los saqueará, lo que quede de mi nación los heredará.
10 Este será el precio de su orgullo, por haber insultado, por haberse engrandecido a costa del
ante él, cada una en su lugar, todas las islas de las naciones.
Contra Etiopía
12 También vosotros, etíopes: «Víctimas de mi espada serán ellos».
Contra Asiria
13 El extenderá su mano contra el norte, destruirá a Asur, y dejará a Nínive en desolación, árida
como el desierto.
14 Se tumbarán en medio de ella los rebaños, toda suerte de animales: hasta el pelícano, hasta el
erizo, pasarán la noche entre sus capiteles. El búho cantará en la ventana, y el cuervo en el umbral,
porque el cedro fue arrancado.
15 Tal será la ciudad alegre que reposaba en seguridad, la que decía en su corazón: «¡Yo, y nadie
más!» ¡Cómo ha quedado en desolación, en guarida de animales! Todo el que pasa junto a ella silba y
menea su mano.
Contra Jerusalén y sus jefes
Sofonías 3
calles, sin un transeúnte; han sido arrasadas sus ciudades, no queda hombre ni habitante.
7 Y me dije: «Al menos tú me temerás, aceptarás la corrección; no puede quitarse de sus ojos
todo aquello con que yo la he visitado.» Pero ellos han madrugado a corromper todas sus acciones.
8 Por eso, esperadme - oráculo de Yahveh - el día en que me levante como testigo, porque he
decidido reunir a las naciones, congregar a los reinos, para derramar sobre vosotros mi enojo, todo
el ardor de mi cólera. (Porque por el fuego de mi celo la tierra entera será devorada).
PROMESAS DE SALVACIÓN
Después de algunos oráculos que figuran entre los más sombríos del Antiguo Testamento, el libro
de Sofonías termina con un mensaje de esperanza. Nada puede anular el designio de Dios sobre su
Pueblo. Por eso, al anuncio del castigo sucede una perspectiva de salvación. Habrá un "Resto" fiel,
"un pueblo pobre y humilde, que se refugiará en el nombre del Señor" (3. 12). Ese Nombre será
glorificado entre los paganos y Jerusalén se llenará de alegría.
9 Yo entonces volveré puro el labio de los pueblos, para que invoquen todos el nombre de
El humilde Resto de Israel
11 Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de todos los delitos que cometiste contra mí, porque
entonces quitaré yo de tu seno a tus alegres orgullosos, y no volverás a engreírte en mi santo monte.
12 Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, y en el nombre de Yahveh se cobijará
13 el Resto de Israel. No cometerán más injusticia, no dirán mentiras, y no más se encontrará en
su boca lengua embustera. Se apacentarán y reposarán, sin que nadie los turbe.1445
La restauración de Jerusalén
14 ¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón,
hija de Jerusalén!1446
15 Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel,
El retorno de los dispersos
19 He aquí que yo haré exterminio de todos tus opresores, en el tiempo aquel; y salvaré a la coja
y recogeré a la descarriada, y haré que tengan alabanza y renombre en todos los países donde fueron
confundidas.
20 En aquel tiempo os haré venir, en aquel tiempo os congregaré. Entonces os daré renombre y
alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando yo vuelva a vuestros cautivos a vuestros propios
ojos, dice Yahveh.1451
AGEO
Introducción.
Ageo 1
1 El año segundo del rey Darío, el día uno del sexto mes, fue dirigida la palabra de Yahveh, por
medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, ya a Josué, hijo de
Yehosadaq, sumo sacerdote, en estos términos:1452
El reproche del Señor a su Pueblo
2 Así dice Yahveh Sebaot: Este pueblo dice: «¡Todavía no ha llegado el momento de reedificar la
Casa de Yahveh!»1453
3 (Fue, pues, dirigida la palabra de Yahveh, por medio del profeta Ageo, en estos términos:)
4 ¿Es acaso para vosotros el momento de habitar en vuestras casas artesonadas, mientras esta
Casa está en ruinas?
5 Ahora pues, así dice Yahveh Sebaot: Aplicad vuestro corazón a vuestros caminos.
6 Habéis sembrado mucho, pero cosecha poca; habéis comido, pero sin quitar el hambre; habéis
bebido, pero sin quitar la sed; os habéis vestido, mas sin calentaros, y el jornalero ha metido su
jornal en bolsa rota.
7 Así dice Yahveh Sebaot: Aplicad vuestro corazón a vuestros caminos.
8 Subid a la montaña, traed madera, reedificad la Casa, y yo la aceptaré gustoso y me sentiré
honrado, dice Yahveh.
9 Esperabais mucho, y bien poco es lo que hay. Y lo que metisteis en casa lo aventé yo. ¿Por qué?
- oráculo de Yahveh Sebaot - porque mi Casa está en ruinas, mientras que vosotros vais aprisa cada
uno a vuestra casa.
10 Por eso, por culpa vuestra, los cielos han negado la lluvia y la tierra ha negado su producto.
11 Yo he llamado a la sequía sobre la tierra y sobre los montes, sobre el trigo, el mosto y el
aceite, sobre todo lo que produce el suelo, sobre los hombres y el ganado, y sobre todo trabajo de
manos.
La reconstrucción del Templo
12 Zorobabel, hijo de Sealtiel, Josué, hijo de Yehosadaq, sumo sacerdote, y todo el Resto del
pueblo escucharon la voz de Yahveh, su Dios, y las palabras del profeta Ageo, según la misión que
Yahveh su Dios le había encomendado, y temió el pueblo delante de Yahveh.
13 Entonces Ageo, el mensajero de Yahveh, habló así al pueblo, en virtud del mensaje de Yahveh:
«Yo estoy con vosotros, oráculo de Yahveh.»
14 Y movió Yahveh el espíritu de Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, el espíritu de
Josué, hijo de Yehosadaq, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el Resto del pueblo. Y vinieron y
emprendieron la obra en la Casa de Yahveh Sebaot, su Dios.1454
15 Era el día veinticuatro del sexto mes.
La gloria del nuevo Templo
Ageo 2
1 El año segundo del rey Darío, el día veintiuno del séptimo mes, fue dirigida la palabra de
sacerdote, ánimo, pueblo todo de la tierra!, oráculo de Yahveh. ¡A la obra, que estoy yo con vosotros
- oráculo de Yahveh Sebaot -1457
5 según la palabra que pacté con vosotros a vuestra salida de Egipto, y en medio de vosotros se
aceite o cualquier otra comida, ¿quedará ésta santificada?» Respondieron los sacerdotes y dijeron:
«No.»
13 Continuó Ageo: «Si alguien, que se ha hecho impuro por el contacto de un cadáver, toca
alguna de esas cosas, ¿queda ella impura?» Respondieron los sacerdotes y dijeron: «Sí, queda
impura.»
14 Entonces Ageo tomó la palabra y dijo: «Así es este pueblo, así esta nación delante de mí,
oráculo de Yahveh, así toda la labor de sus manos y lo que ofrecen aquí: ¡impuro es!»1463
Promesa de prosperidad
15 Y ahora aplicad bien vuestro corazón, desde este día en adelante: antes de poner piedra sobre
venía a la cava para sacar cincuenta cántaros y no había más que veinte.
17 Yo os herí con tizón, con añublo y con granizo en toda labor de vuestras manos, y ninguno de
mes, día en que se echaron los cimientos al Templo de Yahveh, aplicad vuestro corazón):
19 ¿hay ahora grano en el granero? Pues si ni la vid ni la higuera ni el granado ni el olivo
estos términos:
21 Habla a Zorobabel, gobernador de Judá y di: Yo voy a sacudir los cielos y la tierra.
22 Daré vuelta a los tronos de los reinos y destruiré el poder de los reinos de las naciones, daré
vuelta al carro y a los que montan en él, y serán abatidos caballos y caballeros cada uno por la espada
de su hermano.
23 Aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - te tomaré a ti, Zorobabel, hijo de Sealtiel, siervo mío -
oráculo de Yahveh - y te pondré como anillo de sello, porque a ti te he elegido, oráculo de Yahveh
Sebaot.1464
ZACARÍAS
Introducción.
Este libro consta de dos partes bastante diversas. La primera (caps. 1-8) es la obra del profeta
ZACARÍAS, que ejerció su actividad en Jerusalén desde noviembre del 520 a. C. —un mes antes que
la concluyera Ageo— hasta diciembre del 518. La segunda es más de un siglo posterior y proviene de
uno o varios autores, designados habitualmente con el nombre de Segundo o Déutero Zacarías.
Bajo este aspecto, el libro de Zacarías se asemeja al de Isaías, que se divide en tres partes, de
autores y épocas diferentes, agrupadas bajo el nombre del gran profeta del siglo VIII.
PRIMERA PARTE DEL LIBRO DE ZACARÍAS
Zacarías era de familia sacerdotal y pertenecía probablemente al grupo de profetas dedicados al
servicio del Santuario. Esto explica la importancia que atribuye al Templo, al sacerdocio y a todas las
cuestiones relacionadas con el culto. Su obra es "muy oscura", como ya lo señalaba san Jerónimo. En
ella se entremezclan fragmentos de una autobiografía, visiones simbólicas que preludian los
"apocalipsis" posteriores y una serie de oráculos mesiánicos.
Zacarías insiste en la necesidad de reconstruir el Templo (1. 16; 4. 9; 6. 15). Pero, más allá de
esta finalidad inmediata, desarrolla el mesianismo esbozado por Ageo en torno a la persona de
Zorobabel y va marcando las etapas que llevarán a la instauración de la era mesiánica. El Señor va a
entrar en acción (1. 7-15). Las naciones enemigas serán derrotadas (2. 1-4) y Jerusalén será
reconstruida en una zona sin fronteras, porque el mismo Señor será su muralla (2. 5-9). Josué y
Zorobabel —representantes de los poderes religioso y civil— ejercerán en perfecta armonía el
gobierno de la comunidad (3. 1 — 4. 14). El país será purificado de toda maldad (5. 1-11) y Babilonia,
"el país del Norte", recibirá su castigo (6. 1-8). Una acción simbólica presenta a Zorobabel como rey
davídico (6. 9-15) y una cuestión sobre el ayuno ofrece al profeta la ocasión de hacer un llamado a la
conversión, mediante la práctica de la justicia, de la fidelidad y la misericordia (7. 8-14). Por último,
el profeta amplía su perspectiva en sentido universalista, siguiendo la línea del Segundo Isaías.
Zacarías hace revivir el antiguo mesianismo real, vinculado a la descendencia de David. Pero su
estrecha relación con los medios sacerdotales le hace asociar al príncipe davídico un jefe religioso,
el Sumo Sacerdote Josué. Esta doble corriente —real y sacerdotal— del mesianismo del Antiguo
Testamento encontrará su plena realización en Jesucristo, "nacido de la estirpe de David según la
carne" (Rom. 1. 3) y constituido a la vez "Sumo Sacerdote de los bienes futuros" (Heb. 9. 11).
Llamada a la conversión
Zacarías 1
1 En el octavo mes del año segundo de Darío fue dirigida la palabra de Yahveh al profeta
vuestros malos caminos y de vuestras malas obras!” Pero ellos no escucharon ni me hicieron caso -
oráculo de Yahveh -.1465
5 Vuestros padres ¿dónde están? Y los profetas ¿van a vivir por siempre?
6 Sin embargo, mis palabras y preceptos que yo había prescrito a mis siervos los profetas ¿no
alcanzaron a vuestros padres? Por eso se volvieron ellos y dijeron: “Como Yahveh Sebaot había
decidido tratarnos, según nuestros caminos y nuestras obras, así nos ha tratado”.»
LAS VISIONES PROFÉTICAS
Ocho visiones simbólicas, que evocan el estilo de Ezequiel sin alcanzar la altura de su genio
literario, constituyen el núcleo de la predicación de Zacarías. Por medio de ellas, el profeta
preanuncia la restauración definitiva de la comunidad y la gloria mesiánica de Jerusalén, con el fin
de reconfortar a sus compatriotas, desalentados por las penurias internas y las amenazas externas que
debieron afrontar a la vuelta del exilio (Esd. 4. 4-5). La presencia de un ángel que interpreta el
significado de los símbolos es una característica del estilo apocalíptico (Dn. 7. 16; 8. 15-16; 9. 21-
22).
Merece destacarse la cuarta de esas visiones, que presenta al Sumo Sacerdote Josué de pie ante
la corte celestial y sometido a un rito de purificación como representante de todo el pueblo. El cambio
de vestiduras —la "ropa sucia" por las "vestiduras de fiesta" (3. 4)— simboliza la supresión del
pecado, el restablecimiento del culto en el nuevo Templo y la instauración de un nuevo orden de cosas
en la comunidad restaurada. Después de esta última visión, se describe la coronación del mismo Sumo
Sacerdote, aunque este pasaje en su forma original, no se refería a Josué, sino a Zorobabel, de quien
se esperaba la plena restauración del trono de David.
Primera visión: los jinetes
7 El día veinticuatro del undécimo mes (que es el mes de Sebat), el año segundo de Darío, fue
dirigida la palabra de Yahveh al profeta Zacarías (hijo de (Berekías), hijo de Iddó, en estos
términos:1466
8 He tenido una visión esta noche. Era un hombre que montaba un caballo rojo; estaba de pie
entre los mirtos que hay en la hondonada; detrás de él, caballos rojos, alazanes y blancos.1467
9 Yo dije: «¿Quiénes son éstos, señor mío?» El ángel que hablaba conmigo me dijo: «Yo te
a recorrer la tierra.»
11 Entonces ellos se dirigieron al ángel de Yahveh que estaba entre los mirtos y dijeron: «Hemos
apiadarte de Jerusalén y de las ciudades de Judá, contra las cuales estás irritado desde hace setenta
años?»1469
13 Yahveh respondió al ángel que hablaba conmigo palabras buenas, palabras de consuelo.
14 Y el ángel que hablaba conmigo me dijo: «Clama y di: Así dice Yahveh Sebaot: Celoso estoy
1 Alcé luego mis ojos y tuve una visión: Eran cuatro cuernos.1471
2 Y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué son éstos?» Me dijo: «Son los cuernos que
dispersaron a Judá (a Israel) y a Jerusalén.»
3 Yahveh me hizo ver después cuatro herreros.1472
4 Y dije: «¿Qué vienen a hacer éstos?» El habló y dijo: «(Aquellos son los cuernos que
dispersaron a Judá, hasta que nadie osó levantar cabeza.) Y éstos han venido a espantarlos (a abatir
los cuernos de las naciones que alzaron el cuerno contra la tierra de Judá para dispersarla).»
Tercera visión: el medidor
5 Alcé los ojos y tuve una visión: Era un hombre con una cuerda de medir en la mano.1473
6 Le dije: «¿A dónde vas?» Me dijo: «A medir a Jerusalén, a ver cuánta es su anchura y cuánta su
longitud.»
7 En esto, salió el ángel que hablaba conmigo, y otro ángel salió a su encuentro
8 y le dijo: «Corre, habla a ese joven y dile: Como las ciudades abiertas será habitada Jerusalén,
gloria.»1475
Exhortación a los exiliados para que huyan de Babilonia
10 ¡Hala, hala, huid del país del Norte - oráculo de Yahveh, - ya que a los cuatro vientos del cielo
oráculo de Yahveh.
Entrada triunfal del Señor en Sión
15 Muchas naciones se unirán a Yahveh aquel día: serán para mí un pueblo, y yo moraré en medio
Cuarta visión: la vestidura de Josué
Zacarías 3
1 Me hizo ver después al sumo sacerdote Josué, que estaba ante el ángel de Yahveh; a su derecha
estaba el Satán para acusarle.1479
2 Dijo el ángel de Yahveh al Satán: «¡Yahveh te reprima, Satán, reprímate Yahveh, el que ha
gobernarás mi Casa, y tú mismo guardarás mis atrios: yo te daré plaza entre estos que están aquí.»
8 Escucha, pues, Josué, sumo sacerdote, tú y tus compañeros que se sientan en tu presencia - pues
higuera.1483
Quinta visión: el candelabro y los olivos
Zacarías 4
1 Volvió el ángel que hablaba conmigo y me despertó como a un hombre que es despertado de su
sueño.
2 Y me dijo: «¿Qué ves?» Dije: «Veo un candelabro todo de oro, con una ampolla en su vértice:
tiene siete lámparas y siete boquillas para las siete lámparas que lleva encima.
3 Hay también dos olivos junto a él, uno a su derecha y el otro a su izquierda.»1484
4 Proseguí y dije al ángel que hablaba conmigo: «¿Qué es esto, señor mío?»
5 Me respondió el ángel que hablaba conmigo y me dijo: «¿No sabes qué es esto?» Dije: «No, mi
señor.»
6 Prosiguió él y me habló así: Esta es la palabra de Yahveh a Zorobabel. No por el valor ni por la
fuerza, sino sólo por mi Espíritu - dice Yahveh Sebaot -.
7 ¿Quién eres tú, gran monte? Ante Zorobabel serás una explanada, y él extraerá la piedra de
mano de Zorobabel! «Esos siete son los ojos de Yahveh: ellos recorren toda la tierra.»1486
11 Entonces tomé la palabra y le dije: «¿Qué son esos dos olivos a derecha e izquierda del
candelabro?»
12 (Añadí de nuevo y le dije: «¿Qué son las dos ramas de olivo que por los dos tubos de oro
vierten de sí aceite dorado?»)
13 El me habló y dijo: «¿No sabes qué es esto?» Dije: «No, mi señor.»
14 Y él me dijo: «Estos son los dos Ungidos que están en pie junto al Señor de toda la tierra.»1487
Sexta visión: el rollo que vuela
Zacarías 5
1 Volví a alzar los ojos y tuve una visión: Era un rollo volando.1488
2 Y me dijo el ángel: «¿Qué ves?» Respondí: «Veo un rollo volando, de veinte codos de largo y
veinte de ancho.»1489
3 Me dijo: «Eso es la Maldición que sale sobre la haz de toda esta tierra. Pues todo ladrón será,
según ella, echado de aquí, y todo el que jura será, según ella, echado de aquí.
4 Yo la he hecho salir - oráculo de Yahveh Sebaot - para que entre en casa del ladrón y en casa del
que jura por mi nombre en falso, para que se aloje en medio de su casa y la consuma, con su
maderamen y sus piedras.»
Séptima visión: el recipiente y la mujer
5 Salió el ángel que hablaba conmigo y me dijo: «Alza ahora tus ojos y mira qué es eso que
sale.»
6 Yo dije: «¿Qué es?» Dijo: «Es la medida que sale.» Y añadió: «Esta es la culpa de ellos en todo
el país.»1490
7 En esto, se levantó la tapa de plomo y había una Mujer sentada en medio de la medida.
8 Dijo él: «Esta es la Maldad.» La echó dentro de la medida y volvió a poner la tapa de plomo en
su boca.1491
9 Alcé luego los ojos y tuve una visión: Dos mujeres aparecieron, con viento en sus alas, porque
tenían alas como de cigüeña. Y levantaron la medida entre la tierra y el cielo.
10 Dije entonces al ángel que hablaba conmigo: «¿A dónde llevan ésas la medida?»
11 Me respondió: «Van a edificarle una casa en el país de Senaar, y cuando esté a punto será
Zacarías 6
1 Alcé otra vez los ojos y tuve una visión: Eran cuatro carros que salían de entre dos montes; y
recorrieron la tierra.
8 Y a mí me gritó y me habló así: «Mira, los que salen hacia el país del norte van a aplacar mi
de Yehosadaq,1495
12 y le hablas de esta manera: Así dice Yahveh Sebaot: He aquí un hombre cuyo nombre es
Germen: debajo de él habrá germinación (y él edificará el Templo de Yahveh).
13 El edificará el Templo de Yahveh; él llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su
trono; habrá un sacerdote a su derecha, y consejo de paz habrá entre ellos dos.
14 Será la corona para Jelday, Tobías y Yedaías, y para el hijo de Sefanías, un memorial de gracia
en el Templo de Yahveh.
15 Y los que están lejos vendrán y reedificarán el Templo de Yahveh. Sabréis entonces que
Yahveh Sebaot me ha enviado a vosotros. Así será si de verdad escucháis la voz de Yahveh vuestro
Dios.»
LOS DISCURSOS PROFÉTICOS
Como el Templo ya comenzaba a resurgir de sus ruinas, una delegación pregunta al profeta si se
debe seguir ayunando en memoria de su destrucción. En lugar de responder directamente a la
pregunta, Zacarías reprueba el ayuno hecho por puro interés, o sea, con el único objeto de lograr el
término de la calamidad nacional (7. 5). En seguida, siguiendo la línea de los demás profetas, dirige
la atención hacia algo más importante que el ayuno y que todos los ritos, a saber, la verdadera
justicia y el amor al prójimo (7. 9-10).
La primera parte del libro de Zacarías concluye con una serie de oráculos independientes,
pronunciados por el profeta en épocas y circunstancias diversas. Él dirige a sus compatriotas
palabras de aliento, para animarlos a reconstruir el Santuario. El Señor colmará de bendiciones a su
Pueblo, hará de Jerusalén el centro religioso de toda la tierra y todos los pueblos acudirán a ella para
tributar homenaje al Señor. Así Zacarías amplia las perspectivas mesiánicas, dándoles una proyección
universalista semejante a la del Segundo Isaías.
La cuestión del ayuno
Zacarías 7
1 El año cuarto del rey Darío, la palabra de Yahveh fue dirigida a Zacarías, el día cuatro del
noveno mes, el mes de Kisléu.
2 Betel había enviado a Sar Eser y a Réguem Mélek, con su gente, a ablandar el rostro de
Yahveh,1496
3 y a decir a los sacerdotes de la Casa de Yahveh Sebaot y a los profetas: «¿Deberé llorar en el
quinto mes haciendo abstinencia como lo he hecho durante tantos años?»
Las lecciones del pasado
4 Me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Habla a todo el pueblo de la tierra y a los sacerdotes y di: «Cuando habéis ayunado y plañido,
en el quinto y séptimo mes, y esto durante setenta años, ¿habéis ayunado de verdad por mí?1497
6 Y cuando coméis y bebéis, ¿no sois vosotros los que coméis y bebéis?
7 ¿No conocéis las palabras que Yahveh proclamó por ministerio de los antiguos profetas,
cuando Jerusalén vivía en paz, con sus ciudades de alrededor, y estaban habitados el Négueb y la
Tierra Baja?1498
8 (La palabra de Yahveh fue dirigida a Zacarías en estos términos:
9 Así dijo Yahveh Sebaot): Juicio fiel juzgad, y amor y compasión practicad cada cual con su
hermano.
10 No oprimáis a la viuda, al huérfano, al forastero, ni al pobre; y no maquinéis mal uno contra
no escuchar;
12 su corazón hicieron de diamante para no oír la Ley y las palabras que Yahveh Sebaot había
dirigido por su espíritu, por ministerio de los antiguos profetas. Hubo entonces gran enojo de Yahveh
Sebaot.
13 Y sucedió que, como él había clamado y ellos no habían escuchado, así ellos clamaban y yo no
detrás de ellos: ya nadie iba ni venía. Y así convirtieron una tierra de delicias en desolación.»1500
Perspectivas de la salvación mesiánica
Zacarías 8
aquellos días, ¿también a mis ojos va a ser imposible?, oráculo de Yahveh Sebaot.1504
7 Así dice Yahveh Sebaot: He aquí que yo salvo a mi pueblo del país del oriente y del país donde
se pone el sol;1505
8 voy a traerlos para que moren en medio de Jerusalén. Y serán mi pueblo y yo seré su Dios con
palabras de la boca de los profetas, desde el día en que se echaron los cimientos de la Casa de Yahveh
Sebaot, para la reconstrucción del Templo.
10 Porque hasta estos días no había paga para los hombres ni paga para el ganado; paz ninguna
había, a causa del enemigo, para el que salía y entraba, y yo había dado rienda suelta a todos los
hombres unos contra otros.
11 Pero ahora ya no soy yo para el Resto de este pueblo como en días pasados, oráculo de Yahveh
Sebaot.
12 Porque hay simiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su producto y los cielos darán
su rocío; yo daré en posesión al Resto de este pueblo todas estas cosas.
13 Y sucederá que así como habéis sido maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de
Israel, así os salvaré yo, y seréis bendición; ¡no tengáis miedo, y que se reafirmen vuestras manos!
14 Pues así dice Yahveh Sebaot: Como yo había decidido haceros mal, cuando me irritaron
vuestros padres - dice Yahveh Sebaot - y no me arrepentí de ello,
15 así en cambio he decidido en estos días hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá: ¡no temáis!
16 He aquí las cosas que debéis hacer: Decid verdad unos a otros; juicio de paz juzgad en vuestras
puertas;
17 mal unos contra otros no meditéis en vuestro corazón, y juramento falso no améis, porque
el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en regocijo, alegría y faustas solemnidades.
Amad, pues, la verdad y la paz.»1507
Jerusalén, centro cultual del mundo
20 Así dice Yahveh Sebaot: Todavía habrá pueblos que vengan, y habitantes de grandes ciudades.
21 Y los habitantes de una ciudad irán a la otra diciendo: «Ea, vamos a ablandar el rostro de
Yahveh y a buscar a Yahveh Sebaot: ¡yo también voy!»
22 Y vendrán pueblos numerosos y naciones poderosas a buscar a Yahveh Sebaot en Jerusalén, y
a ablandar el rostro de Yahveh.
23 Así dice Yahveh Sebaot: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las naciones
asirán por la orla del manto a un judío diciendo: «Queremos ir con vosotros, porque hemos oído
decir que Dios está con vosotros.»
SEGUNDA PARTE DEL LIBRO DE ZACARÍAS
Los seis capítulos siguientes del libro de Zacarías difieren considerablemente de los ocho
primeros. Mientras que las visiones y los oráculos de la primera parte están fechados y son
expresamente atribuidos a Zacarías, de ahora en adelante no se menciona más a este profeta y faltan
por completo las indicaciones cronológicas. También el trasfondo histórico se ha modificado. Ya no
se habla para nada de la reconstrucción del Templo, y la esperanza mesiánica —que antes estaba
centrada en la persona de Zorobabel, como símbolo de la restauración nacional— ahora se desplaza
hacia otras figuras de perfil menos definido: el Rey Mesías pobre y pacífico (9. 9-10), el Buen Pastor
despreciado y rechazado (11. 4-14) y el misterioso "Traspasado" (12. 10). Con toda probabilidad, esta
segunda parte fue compuesta entre los años 330 y 300 a. C., cuando los Seléucidas y los Lágidas se
repartieron el poder y la herencia de Alejandro Magno (1 Mac. 1. 1-9). Así se explica la mención de
los griegos como una fuerza hostil al Pueblo de Dios (9. 13).
Estos capítulos son una recopilación de oráculos, cuyo tema común es la decisión del Señor de
establecer su reinado definitivo sobre toda la tierra (14. 9). Con estos elementos de origen y estilo
diversos, el redactor final parece haber construido una especie de díptico, compuesto de dos partes
simétricas, que describen la instauración de la era mesiánica siguiendo un doble movimiento: después
de una primera intervención de Dios, que culmina en un aparente fracaso (11. 15-17), la nueva
Jerusalén, liberada de sus enemigos y purificada de sus pecados, se convierte en el polo de atracción
de todos los pueblos (14. 16).
A pesar de ser uno de los escritos más desconcertantes del Antiguo Testamento, la obra del
Segundo Zacarías tiene el gran valor de haber conservado los últimos restos del profetismo bíblico.
Sus oráculos atestiguan la persistencia de la esperanza mesiánica durante la dominación griega.
Además, se debe destacar que este es uno de los Libros más citados en los Evangelios: tres veces en el
de Mateo (21. 5; 26. 31; 27. 9-10), una en el de Marcos (14. 27) y una en el de Juan (19. 37).
ISRAEL ENTRE LOS PUEBLOS
En esta primera sección, el profeta anuncia que el Señor intervendrá al fin de los tiempos y
triunfará sobre sus enemigos. Los pueblos vecinos de Judá, una vez sometidos y purificados, serán
incorporados al Pueblo de Dios (9. 1-8). Entonces Jerusalén recibirá triunfalmente a su Rey Mesías,
que establecerá el reinado de la justicia y proclamará la paz a las naciones (9. 9-10). El mismo Señor,
como un jefe guerrero (9. 14), renovará los prodigios del Éxodo para reunir a todos los israelitas
dispersos (10. 11). Y los repatriados serán tan numerosos, que ni la Palestina ni las regiones
adyacentes —el Líbano y Galaad— bastarán para darles cabida (10. 10).
Esta visión de los tiempos mesiánicos concluye con la enigmática alegoría de los dos pastores
(11. 4-17). Al representar esta doble acción simbólica, el profeta alude probablemente a ciertos
acontecimientos de su época, interpretados como un juicio de Dios. Este juicio está expresado en la
ruptura de los dos bastones con que el buen pastor apacentaba el rebaño (11. 10, 14). Por haber
rechazado al Señor, su único y verdadero Pastor, el pueblo es puesto en manos de un jefe despótico,
que será el encargado de ejecutar la justicia divina. Pero estos sufrimientos serán una purificación y
una preparación para la nueva era mesiánica, como parece sugerirlo la conclusión de la alegoría en
13. 7-9.
El Evangelio según san Mateo se hace eco de dos profecías que figuran en esta parte del Libro.
En primer lugar, el evangelista ve cumplido el oráculo de 9. 9-10 en la entrada de Jesús en Jerusalén
montado sobre un asno (Mt. 21. 4-5). Y en el exiguo salario pagado al profeta, que apacienta el
rebaño en nombre del Señor (11. 12), él reconoce el precio de la traición de Judas (Mt. 27. 9-10).
El triunfo de Dios sobre los pueblos vecinos
Zacarías 9
calles.1509
4 He aquí que el Señor va a apoderarse de ello: hundirá en el mar su poderío, y ella misma será
resto para nuestro Dios, será como un familiar en Judá, y Ecrón será como el jebuseo.1513
8 Yo acamparé junto a mi Casa1514 como guardia contra quien va y quien viene; y no pasará más
combate, y él proclamará la paz a las naciones. Su dominio irá de mar a mar y desde el Río hasta los
confines de la tierra.1517
La liberación de los cautivos
11 En cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, yo soltaré a tus cautivos de la fosa en la que no hay
agua.1518
12 Volved a la fortaleza, cautivos de la esperanza; hoy mismo, yo lo anuncio, el doble te he de
devolver.
13 Porque he entesado para mí a Judá, el arco he cargado con Efraím. Voy a incitar a tus hijos,
Zacarías 10
1 Pedid a Yahveh la lluvia en tiempo de primavera. Yahveh, el que hace las nubes de tormenta,
lluvia copiosa les dará, hierba en su campo a cada uno.
2 Porque los terafim predicen falsedad y los adivinos ven mentira, porque sueños de ilusión
predicen y con cosa vana quieren consolar, por eso emigran ellos como ovejas, abatidos porque no
hay pastor.
Liberación y retorno de Israel
3 Contra los pastores arde mi cólera y a los machos cabríos visitaré. Cuando Yahveh Sebaot
visite a su rebaño, la Casa de Judá, hará de ellos como su caballo de honor en el combate.1520
4 De él saldrá el Angulo, de él la Clavija, de él el Arco de combate, de él todos los Caudillos.
Juntos1521
5 serán como bravos que pisarán el barro de las calles en el combate; combatirán, porque Yahveh
retornarán.
10 Los haré volver del país de Egipto, de Asur los recogeré, y los conduciré al país de Galaad y
al Líbano, donde no habrá bastante para ellos.
11 Atravesarán el mar de la angustia, (él herirá en el mar las ondas), y quedarán secas todas las
honduras del Nilo. Será abatido el orgullo de Asur, y el cetro de Egipto llegará a su fin.
12 Yo los haré fuertes en Yahveh, y en su Nombre marcharán, oráculo de Yahveh.
La ruina de las grandes potencias
Zacarías 11
voy a entregar a los hombres, a cada uno en manos de su vecino y en manos de su rey; ellos
aplastarán la tierra y yo no los libraré de sus manos.
7 Apacenté, pues, las ovejas de matadero destinadas a los tratantes de ovejas, y me procuré dos
cayados: a uno lo llamé «Gracia» y al otro «Vínculo». Me puse a apacentar las ovejas,1523
8 y me deshice de los tres pastores en un mes. Pero mi alma se impacientó con ellos y su alma
desaparecer, que desaparezca, y las que queden, que se coman unas a otras!»
10 Tomé luego mi cayado «Gracia» y lo partí, para romper la alianza que Yahveh había
palabra de Yahveh.
12 Yo les dije: «Si os parece bien, dadme mi jornal; sino, dejadlo.» Ellos pesaron mi jornal:
pues, los treinta siclos de plata y los eché en la Casa de Yahveh, en el tesoro.
14 Después partí mi segundo cayado «Vínculo», para romper la fraternidad entre Judá e
Israel.1526
15 Yahveh me dijo entonces: «Toma todavía el hato de un pastor necio.1527
16 Pues he aquí que yo voy a suscitar en esta tierra un pastor que no hará caso de la oveja perdida,
ni buscará a la extraviada, ni curará a la herida, ni se ocupará de la sana, sino que comerá la carne de
la cebada, y hasta las uñas les arrancará.
17 ¡Ay del pastor inútil que abandona las ovejas! ¡Espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho;
Zacarías 12
1 Oráculo. Palabra de Yahveh sobre Israel. Oráculo de Yahveh, el que despliega los cielos, funda
la tierra y forma el espíritu del hombre en su interior.
2 He aquí que yo hago de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pueblos del contorno
que la levanten se desgarrarán completamente. Y contra ella se congregarán todas las naciones de la
tierra.
4 Aquel día - oráculo de Yahveh - heriré de aturdimiento a todo caballo, y a su caballero, de
locura. Y a todos los pueblos heriré de ceguera. (Mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos.)
5 Entonces dirán en su corazón los jefes de Judá: «La fuerza de los habitantes de Jerusalén está en
fuego de gavillas; y devorarán a derecha e izquierda a todos los pueblos del contorno, mientras que
Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar.
7 Salvará Yahveh en primer lugar a las tiendas de Judá, para que el prestigio de la casa de David y
la llanura de Meguiddó.1530
12 Y se lamentará el país, cada familia aparte: la familia de la casa de David aparte y sus mujeres
aparte; la familia de la casa de Natán aparte y sus mujeres aparte;
13 la familia de la casa de Leví aparte; y sus mujeres aparte; la familia de la casa de Semeí aparte
Zacarías 13
1 Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para
no se volverá a mentarlos; igualmente a los profetas y el espíritu de impureza los quitaré de esta
tierra.
3 Y, si todavía alguien se pone a profetizar, le dirán su padre y su madre que le engendraron:
«¡No has de vivir tú, que dices mentiras en nombre de Yahveh!» Y su padre y su madre que le
engendraron le traspasarán mientras esté profetizando.1532
4 Aquel día se avergonzarán los profetas, cada cual de su visión, cuando profeticen, y no se
desde mi juventud!»
6 Y si alguien le dice: «¿Y esas heridas que hay entre tus manos?», responderá: «Las he recibido
Sebaot. ¡Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas, y yo tornaré mi mano contra los pequeños!1535
8 Y sucederá en toda esta tierra - oráculo de Yahveh - que dos tercios serán en ella exterminados
(perecerán) y el otro tercio quedará en ella.
9 Yo meteré en el fuego este tercio: los purgaré como se purga la plata y los probaré como se
Zacarías 14
1 He aquí que viene el Día de Yahveh en que serán repartidos tus despojos en medio de ti.
2 Yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén. Será tomada la ciudad, las casas
serán saqueadas y violadas las mujeres. La mitad de la ciudad partirá al cautiverio, pero el Resto del
pueblo no será extirpado de la ciudad.
3 Saldrá entonces Yahveh y combatirá contra esas naciones como el día en que él combate, el día
de la batalla.
4 Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al
oriente, y el monte de los Olivos se hendirá por el medio de oriente a occidente haciéndose un
enorme valle: la mitad del monte se retirará al norte y la otra mitad al sur.
5 Y huiréis al valle de mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Yasol; huiréis
como huisteis a causa del terremoto en los días de Ozías, rey de Judá. Y vendrá Yahveh mi Dios y
todos los santos con él.1536
6 Aquel día no habrá ya luz, sino frío y hielo.
7 Un día único será - conocido sólo de Yahveh -: no habrá día y luego noche, sino que a la hora
Jerusalén: pudrirá su carne estando ellos todavía en pie, sus ojos se pudrirán en sus cuencas, y su
lengua se pudrirá en su boca.
13 Y cundirá aquel día entre ellos un inmenso pánico de Yahveh: agarrará cada uno la mano de su
año en año a postrarse ante el Rey Yahveh Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas.
17 Y para aquella familia de la tierra que no suba a Jerusalén a postrarse ante el Rey Yahveh
de las Tiendas.
20 Aquel día se hallará en los cascabeles de los caballos: «Consagrado a Yahveh», y serán las
sacrificar vendrán a tomar de ellas, y en ellas cocerán; y no habrá más comerciante en la Casa de
Yahveh Sebaot el día aquel.1541
MALAQUÍAS
Introducción.
Los oráculos que cierran la colección de los escritos proféticos son la obra de un profeta cuyo
verdadero nombre nos es desconocido. El nombre MALAQUÍAS —que en hebreo significa "mi
mensajero"— fue tomado seguramente de 3. 1 y puesto como título en el encabezamiento del Libro.
Aunque estos oráculos no traen ninguna indicación cronológica, la actividad de Malaquías suele
situarse poco antes del 445 a. C., fecha en que Nehemías llegó a Jerusalén para llevar a cabo la
reforma política y religiosa de la comunidad judía. Este escrito proporciona datos muy valiosos
sobre las condiciones de vida del Judaísmo a mediados del siglo V a. C., corroborando y
completando la información que nos dan los libros de Esdras y Nehemías.
Cuando Malaquías desarrolló su actividad profética, el Templo ya estaba reconstruido, pero el
culto divino y la conducta de los sacerdotes dejaba mucho que desear (2. 1-9). A estos abusos en la
práctica del culto se sumaban otros de carácter moral y social. Los ricos oprimían a los pobres (3. 5;
Neh. 5. 1-5), muchos repudiaban a la esposa de su juventud para casarse con mujeres extranjeras (2.
14) y otros consideraban que era inútil servir al Señor, ya que a los malos les va mejor que a los
buenos (2. 17; 3. 13-14). Todos estos pecados son condenados por Malaquías. Frente a la indiferencia
y al escepticismo generalizados, él reafirma decididamente el amor de Dios hacia su Pueblo (1. 2-5).
Con la misma energía condena los abusos cometidos en el Templo (1. 13-14), reprueba los
matrimonios con mujeres paganas (2. 11) y exhorta a la fidelidad matrimonial (2. 15-16), que
encuentra su prototipo en la fidelidad del Señor hacia Israel.
Por último, el profeta anuncia el "Día del Señor", que purificará a los sacerdotes, destruirá toda
injusticia y dará el triunfo a los justos. Esta restauración del orden moral (3. 5) y del orden cultual (3.
4) culminará en el sacrificio perfecto ofrecido al Señor por todas las naciones (1. 11), que preludia el
sacrificio incruento de la Nueva Alianza. En el más célebre de sus oráculos proféticos, Malaquías
describe la llegada del Señor, preparada por un misterioso mensajero (3. 1), a quien el Evangelio
indentifica con Juan el Bautista, el Precursor de Jesús (Mt. 11. 10).
Título
Malaquías 1
El amor del Señor a Israel
2 Os he amado, dice Yahveh. Y vosotros decís: ¿En qué nos has amado? - ¿No era acaso Esaú el
desierto.1542
4 Si dice Edom: «Hemos sido aplastados, pero volveremos a edificar nuestras ruinas», así dice
Yahveh Sebaot: Ellos edificarán, mas yo demoleré, y se les llamará: «Territorio de impiedad», y
«Pueblo contra el que Yahveh está irritado para siempre».
5 Vuestros ojos lo verán y vosotros diréis: «¡Grande es Yahveh más allá del término de
Israel!»1543
Condiciones del verdadero culto
6 El hijo honra a su padre, el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honra? Y si
señor, ¿dónde mi temor?, dice Yahveh Sebaot a vosotros sacerdotes que menospreciáis mi Nombre. -
Decís: ¿En qué hemos menospreciado tu Nombre? -
7 Presentando en mi altar pan impuro. - Y decís ahora: ¿En qué te hemos manchado? - Pensando
que la mesa de Yahveh es despreciable.
8 Y cuando presentáis para el sacrificio una res ciega, ¿no está mal? Y cuando presentáis una coja
o enferma, ¿no está mal? Anda, ofrécesela a tu gobernador: ¿se te pondrá contento o te acogerá con
agrado?, dice Yahveh Sebaot.
9 Ahora, pues, ablandad el rostro de Dios para que tenga compasión de nosotros. De vuestras
manos viene esto, ¿acaso os acogerá benignamente?, dice Yahveh Sebaot.
10 ¡Oh, quién de vosotros cerrará las puertas para que no encendáis mi altar en vano! No tengo
ninguna complacencia en vosotros, dice Yahveh Sebaot, y no me es grata la oblación de vuestras
manos.
11 Pues desde el sol levante hasta el poniente, grande es mi Nombre entre las naciones, y en todo
lugar se ofrece a mi Nombre un sacrificio de incienso y una oblación pura. Pues grande es mi
Nombre entre las naciones, dice Yahveh Sebaot.1544
12 Pero vosotros lo profanáis, cuando decís: ¡La mesa del Señor es impura, y despreciables sus
alimentos!,
13 y añadís: ¡Oh, qué fatiga!, y me desdeñáis, dice Yahveh Sebaot. Cuando traéis una res robada, o
coja, o enferma, cuando traéis una oblación así, ¿la voy a aceptar de vuestras manos?, dice Yahveh
Sebaot.
14 ¡Maldito el tramposo que tiene macho en su rebaño, pero que promete en voto y sacrifica al
Señor bestia defectuosa! ¡Que yo soy un gran Rey, dice Yahveh Sebaot, y mi Nombre es terrible entre
las naciones!
Advertencia a los sacerdotes
Malaquías 2
sobre vosotros la maldición y maldeciré vuestra bendición; y hasta la he maldecido ya, porque
ninguno de vosotros toma nada a pecho.
3 He aquí que yo voy a romper vuestro brazo, os echaré estiércol a la cara, el estiércol de
Sebaot.
5 Mi alianza era con él vida y paz, y se las concedí; era temor, y él me temía y ante mi Nombre
guardaba reverencia.
6 La Ley de verdad estaba en su boca, e iniquidad no se hallaba en sus labios; en paz y en rectitud
dada por Dios! Guardad, pues, vuestro espíritu; no traiciones a la esposa de tu juventud.1547
16 Pues yo odio el repudio, dice Yahveh Dios de Israel, y al que encubre con su vestido la
violencia, dice Yahveh Sebaot. Guardad, pues, vuestro espíritu y no cometáis tal traición.
Contra los escépticos
17 Vosotros cansáis a Yahveh con vuestras palabras. - Y decís: ¿En qué le cansamos? - Cuando
decís: Todo el que hace el mal es bueno a los ojos de Yahveh, y él le acepta complacido; o también:
¿Dónde está el Dios del juicio?
El Día del Señor
Malaquías 3
1 He aquí que yo envío a mi mensajero a allanar el camino delante de mí, y enseguida vendrá a su
Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el Angel de la alianza, que vosotros deseáis, he aquí que
viene, dice Yahveh Sebaot.1548
2 ¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es
él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero.
3 Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la
contra los adúlteros, contra los que juran con mentira, contra los que oprimen al jornalero, a la viuda
y al huérfano, contra los que hacen agravio al forastero sin ningún temor de mí, dice Yahveh Sebaot.
Los diezmos del Templo
6 Que yo, Yahveh, no cambio, y vosotros, hijos de Jacob, no termináis nunca.
7 Desde los días de vuestros padres venís apartándoos de mis preceptos y no los observáis.
Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, dice Yahveh Sebaot. - Decís: ¿En qué hemos de volver? -
8 ¿Puede un hombre defraudar a Dios? ¡Pues vosotros me defraudáis a mí! - Y aún decís: ¿En qué
ti? -
14 Habéis dicho: Cosa vana es servir a Dios; ¿qué ganamos con guardar su mandamiento o con
escribió ante él un libro memorial en favor de los que temen a Yahveh y piensan en su Nombre.
17 Serán ellos para mí, dice Yahveh Sebaot, en el día que yo preparo, propiedad personal; y yo
seré indulgente con ellos como es indulgente un padre con el hijo que le sirve.
18 Entonces vosotros volveréis a distinguir entre el justo y el impío, entre quien sirve a Dios y
quien no le sirve.
19 Pues he aquí que viene el Día, abrasador como un horno; todos los arrogantes y los que
cometen impiedad serán como paja; y los consumirá el Día que viene, dice Yahveh Sebaot, hasta no
dejarles raíz ni rama.1550
20 Pero para vosotros, los que teméis mi Nombre, brillará el sol de justicia con la salud en sus
rayos, y saldréis brincando como becerros bien cebados fuera del establo.1551
21 Y pisotearéis a los impíos, porque serán ellos ceniza bajo la planta de vuestros pies, el día que
terrible.1552
24 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no
El Evangelio que lleva el nombre de MATEO —un recaudador de impuestos que abandonó su
trabajo para seguir a Jesús (9. 9)— fue escrito hacia el 80d.C. y está dirigido principalmente a los
cristianos de origen judío.
Dado el carácter de los destinatarios, Mateo cita con frecuencia textos del Antiguo Testamento y
se apoya en ellos para mostrar que el designio de Dios anunciado por los Profetas alcanza su pleno
cumplimiento en la persona y la obra de Jesús. Él es el "Hijo de David", el "Enviado" para salvar a su
Pueblo, el "Hijo del hombre" que habrá de manifestarse como Juez universal, el "Rey de Israel" y el
"Hijo de Dios" por excelencia. Mateo también aplica a Jesús en forma explícita los oráculos de Isaías
sobre el "Servidor sufriente", que carga sobre sí nuestras debilidades y dolencias. Y al darle el título
de "Señor", reservado sólo a Dios en el Antiguo Testamento, afirma implícitamente su condición
divina.
Este evangelista atribuye una especial importancia a las enseñanzas de Jesús y las agrupa en
cinco discursos, que forman como la trama de su Evangelio y están encuadrados por otras tantas
secciones narrativas. El tema central de estos discursos es el Reino de Dios. En ellos, Cristo aparece
como "el nuevo Moisés", que lleva a su plenitud la Ley de la Antigua Alianza. También es el
"Maestro", que enseña "como quien tiene autoridad" (7. 29) la "justicia" de ese Reino inaugurado y
proclamado por él.
El Evangelio de Mateo ha sido llamado con razón "el Evangelio de la Iglesia", por el papel
preponderante que ocupa en él la vida y la organización de la comunidad congregada en nombre de
Jesús. Esta comunidad es el nuevo Pueblo de Dios, el lugar donde el Señor resucitado manifiesta su
presencia y la irradia a todos los hombres. Por eso ella está llamada a vivir en el amor fraterno y el
servicio mutuo, como condiciones indispensables para hacer visible el verdadero rostro de
Jesucristo.
EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESÚS
Ya en el Evangelio de la infancia, Mateo nos anticipa quién es Jesús de Nazaret. Su "genealogía"
se ha ido gestando a lo largo de toda la historia de Israel, que en él llega a su plenitud. Como "hijo de
David", él es el Mesías anunciado por los Profetas y esperado por el Pueblo judío. Como "hijo de
Abraham", es fuente de bendición para todos los hombres. Pero él es mucho más todavía: es "Dios con
nosotros" (1. 23). María lo concibió en su seno por obra del Espíritu Santo, y José, al darle el nombre
de "Jesús" (1. 25), asumió sobre él la función paterna y lo incorporó legalmente a su linaje davídico.
Todos los relatos de la infancia tienen un estilo literario propio del Antiguo Testamento, en el que
abundan las apariciones, los sueños y las repetidas intervenciones del "Ángel del Señor". De esa
manera, se quiere destacar la trascendencia de los acontecimientos narrados. Por eso, mucho más
importante que el aspecto anecdótico es el sentido religioso de aquellos relatos. Así, por ejemplo, la
adoración de los "magos", que representan a los pueblos paganos, significa que la Salvación no está
reservada exclusivamente al Pueblo elegido, sino que es para todas las naciones. Asimismo, por su
huida a Egipto y su vuelta a la Tierra prometida, Jesús aparece como otro Moisés, que se pone al
frente de su Pueblo y lo conduce al Reino de Dios.
Genealogía de Jesús
Lc.3.23-38
Mateo 1
11 Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:2
2 Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos,
3 Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram,
4 Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón,
5 Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé,
6 Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón,
7 Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf,
8 Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías,
9 Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías,
10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías,
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a
Zorobabel,
13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor,
14 Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud,
15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob,
16 y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.3
17 Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones;
desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia
hasta Cristo, catorce generaciones.
La concepción virginal y el nacimiento de Jesús
Lc. 2. 1-7
18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y,
antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.4
19 Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en
secreto.
20 Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo
de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu
Santo.
21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados.»5
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
23 Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que
su mujer.
25 Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús.
La visita de los magos
Mateo 2
1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente
se presentaron en Jerusalén,7
2 diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente
la estrella.
8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando
el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.
10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.
11 Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron
«Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga.
Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.»
14 El se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto;
15 y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por
Mateo 3
Mc. 1. 2-8 - Lc. 3. 3-9, 15-17 - Jn. 1. 23, 26-27
1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»14
3 Este es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: Voz del que clama en el desierto:
y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que
yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.19
12 En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja
la quemará con fuego que no se apaga.»
El bautismo de Jesús
Mc. 1. 9-11 - Lc. 3. 21-22.
13 Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú
vienes a mí?»
15 Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces
le dejó.
16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios
Mateo 4
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.22
2 Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre.
3 Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
panes.»
4 Mas él respondió: «Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale
de la boca de Dios.»23
5 Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo,24
6 y le dice: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará,
y su gloria,
9 y le dice: «Todo esto te daré si postrándote me adoras.»
10 Dícele entonces Jesús: «Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y
Neftalí;
14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los
gentiles!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de
ha llegado.»
Los primeros discípulos
Mc. 1. 16-20 - Lc. 5. 1-11
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su
que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó.
22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
La actividad de Jesús en Galilea
Mt. 9. 35 - Lc. 4. 44 - Mc. 1. 39; 3. 7-8 - Lc. 6. 17-18
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del
del Jordán.30
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA
"El Reino de los Cielos está cerca" (4. 17). Dios se ha hecho presente en la persona de Jesús para
renovar todas las cosas. ¿Cuál debe ser el comportamiento de los que quieren entrar en su Reino? A
esta pregunta responde el primero de los discursos de Jesús —el célebre Sermón de la Montaña— que
Mateo propone como la "carta fundamental" del Reino de los Cielos. Allí Jesús se manifiesta como el
nuevo Moisés, que descubre el verdadero sentido y las exigencias más radicales de la Ley promulgada
en el monte Sinaí. Él no destruye esa Ley, pero tampoco la considera intangible.
El Sermón de la Montaña resume toda la moral cristiana, entendida no a la manera de un código
legal de prohibiciones y obligaciones, sino como una invitación a ser "perfectos como es perfecto el
Padre que está en el cielo" (5. 48). Es un nuevo programa, más exigente y gozoso a la vez, que de
ninguna manera inculca la "resignación" a los oprimidos o la pasividad frente al mal. Tampoco
propone un "tipo" de organización social, pero sienta las bases y señala las pautas de toda verdadera
fraternidad. Es un nuevo estilo de vida, que se funda en el amor llevado hasta sus últimas
consecuencias y convierte a los discípulos de Jesús en "sal de la tierra" y "luz del mundo" (5. 13-16).
Las Bienaventuranzas
Lc. 6. 20-23
Mateo 5
131 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.32
4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.33
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los
Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de
para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.34
14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un
monte.
15 Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero,
tribunal.35
22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal;
pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”,
será reo de la gehenna de fuego.36
23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene
corazón.
29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que
se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
30 Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se
pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.
El divorcio
Mt. 19. 9 - Mc. 10. 11-12 - Lc. 16. 18
31 «También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.38
32 Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser
rey.41
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o
negro.
37 Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
La ley del talión
Lc. 6. 29-30
38 «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.42
39 Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha
El amor a los enemigos
Lc. 6. 27-28, 32-36
43 «Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.43
44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y
La limosna
Mateo 6
1 «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo
hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os
digo que ya reciben su paga.
3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;
4 así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
La oración
5 «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las
esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya
reciben su paga.45
6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu
escuchados.
8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
El Padrenuestro
Lc. 11. 1-4 - Mc. 11. 25
9 «Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;47
10 venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo.
11 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;48
12 y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga.49
17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
18 para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto;
La luz interior
Lc. 11. 34-36
22 «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso;50
23 pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad,
fatigan, ni hilan.
29 Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo
vamos a vestirnos?
32 Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis
Mateo 7
medirá.
3 ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay
en tu ojo?
4 ¿O cómo vas a decir a tu hermano: “Deja que te saque la brizna del ojo”, teniendo la viga en el
tuyo?
5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de
tu hermano.
El respeto por las cosas sagradas
6 «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea
que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.53
La eficacia de la oración
Lc. 11. 9-13
7 «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
8 Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al llama, se le abrirá.
9 ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra;
10 o si le pide un pez, le dé una culebra?
11 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro
Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
El resumen de la Ley
Lc. 6. 31
12 «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos;
Los auténticos discípulos de Jesús
Lc. 6. 46; 13. 26-27
21 «No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la
Necesidad de practicar la Palabra de Dios
Lc. 6. 47-49
24 «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre
Mateo 8
lepra.
4 Y Jesús le dice: «Mira, no se los digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la
rechinar de dientes.»60
13 Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el
criado.
Curación de la suegra de Pedro
Mc. 1. 29-31 - Lc. 4. 38-39
14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre.
15 Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle.
Diversas curaciones
Mc. 1. 32-34 - Lc. 4. 40-41
16 Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y
curó a todos los enfermos,
17 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: El tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades.61
Exigencias de la vocación apostólica
Lc. 9. 57-60
18 Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.
19 Y un escriba se acercó y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
20 Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre
obedecen?»
Curación de los dos endemoniados de Gadara
Mc. 5.1-20 Lc. 8. 26-39
28 Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos
endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel
camino.65
29 Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para
Mateo 9
La llamada de Mateo
Mc. 2. 13-14 - Lc. 5. 27-28
9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de
publicanos y pecadores?»71
12 Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.
13 Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no
ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán.73
16 Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, porque lo añadido tira del
Curación de dos ciegos
27 Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de
Compasión de Jesús por la multitud
Mt. 4. 23 - Mc. 6. 34 - Lc. 10. 2
35 Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena
Mateo 10
1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos,
y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano
sustento.
11 «En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta
que salgáis.
12 Al entrar en la casa, saludadla.
13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a
vosotros.
14 Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella
cielos.
Jesús, signo de contradicción
Lc. 12. 51-53; 14. 26-27; 9. 23-24; 17 .33 - Mt. 16. 24-25 - Mc. 8. 34-35
34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada.85
35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su
suegra;
36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con él.86
37 «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a
enviado.
41 «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de profeta recibirá, y quien reciba a un
Mateo 11
1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí
para enseñar y predicar en sus ciudades.
2 Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle:
3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
4 Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis:
5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
Lc. 7. 24-30; 16. 16
7 Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el
Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los
violentos lo arrebatan.91
13 Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron.
14 Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir.92
15 El que tenga oídos, que oiga.
Reproche de Jesús a sus compatriotas
Lc. 7. 31-35
16 «¿Pero, con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las
plazas, se gritan unos a otros diciendo:
17 “Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonado endechas, y no os habéis
lamentado.”93
18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene.”
19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis un comilón y un borracho,
milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido.95
22 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.
23 Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en
Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy.96
24 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.»
La revelación del Evangelio a los humildes
Lc. 10. 21-22
25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
27 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al
Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
28 «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y
hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
Discusión sobre el sábado
Mc. 2. 23-28 - Lc. 6. 1-5
Mateo 12
1 En aquel tiempo cruzaba Jesús un sábado por los sembrados. Y sus discípulos sintieron hambre
acompañaban,
4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer
Curación de un hombre en sábado
Mc. 3. 1-6 - Lc. 6. 6-11
9 Pasó de allí y se fue a la sinagoga de ellos.
10 Había allí un hombre que tenía una mano seca. Y le preguntaron si era lícito curar en sábado,
para poder acusarle.
11 El les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga una sola oveja, si ésta cae en un hoyo en sábado, no
la agarra y la saca?
12 Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado.»
13 Entonces dice al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió, y quedó restablecida, sana como
la otra.
14 Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para ver cómo eliminarle.
Jesús, el "Servidor del Señor"
15 Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguieron muchos y los curó a todos.
16 Y les mandó enérgicamente que no le descubrieran;
17 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:
18 He aquí mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien mi alma se complace. Pondré mi
juicio:
21 en su nombre pondrán las naciones su esperanza.101
Discusión sobre el poder de Jesús
Lc. 11. 14-15, 17-23 - Mt. 9. 34 - Mc. 3. 22-27
22 Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le curó, de suerte que el mudo
hablaba y veía.
23 Y toda la gente atónita decía: «¿No será éste el Hijo de David?»
24 Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul,
Príncipe de los demonios.»
25 El, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda
reino?
27 Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso,
de Dios.
29 «O, ¿cómo puede uno entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al
cosas malas.
36 Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio.
37 Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado.»
El signo de Jonás
Mt. 16. 1, 4 - Mc. 8. 11-12 - Lc. 11. 16, 29-32
38 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha
por ti.»
39 Mas él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide, y no se le dará otra
así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches.106
41 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.
42 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella
vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.107
La ofensiva de Satanás
Lc. 11. 24-26
43 «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de
barrida y en orden.
45 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el
final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta generación
malvada.»
La verdadera familia de Jesús
Mc. 3. 31-35 - Lc. 8. 19-21
46 Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron
Mateo 13
hondura de tierra;
6 pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.
7 Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron.
8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta.
9 El que tenga oídos, que oiga.»
Finalidad de las parábolas
Mc. 4. 10-12 - Lc. 8. 9-10 - Mt. 25. 29 - Mc. 4. 25 - Lc. 8. 18; 10. 23-24
10 Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
11 El les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los
quitará.109
13 Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.110
14 En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero
no veréis.
15 Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han
cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se
conviertan, y yo los sane.111
16 «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo
vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador
Mc. 4. 14-20 - Lc. 8. 11-15
18 «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.
19 Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y
arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino.
20 El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría;112
21 pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o
persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida.
22 El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del
mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
23 Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que
da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»
La parábola de la cizaña
24 Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que
fue.113
26 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
27 Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo?
vayamos a recogerla?”
29 Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
30 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores:
Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.”»
La parábola del grano de mostaza
Mc. 4. 30-32 - Lc. 13. 18-19
31 Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que
tomó un hombre y lo sembró en su campo.
32 Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las
hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»114
La parábola de la levadura
Lc. 13. 20-21
33 Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer
Maligno;
39 el enemigo que la sembró es el Diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los
ángeles.
40 De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del
mundo.
41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a
los obradores de iniquidad,
42 y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
La parábola del tesoro
44 «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo
un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel.»
La parábola de la perla
45 «También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas,
46 y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
La parábola de la red
47 «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces
de todas clases;
48 y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y recogen en cestos los buenos y tiran los
malos.
49 Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos
50 y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Conclusión
51 «¿Habéis entendido todo esto?» Dícenle: «Sí.»
52 Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante
carece de prestigio.»
58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
Juicio de Herodes sobre Jesús
Mc. 6. 14-16 - Lc. 9. 7-9
Mateo 14
tanto a Herodes,
7 que éste le prometió bajo juramento darle lo que pidiese.
8 Ella, instigada por su madre, «dame aquí, dijo, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista».
9 Entristecióse el rey, pero, a causa del juramento y de los comensales, ordenó que se le diese,
10 y envió a decapitar a Juan en la cárcel.
11 Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, la cual se la llevó a su madre.
12 Llegando después sus discípulos, recogieron el cadáver y lo sepultaron; y fueron a informar a
Jesús.
La primera multiplicación de los panes
Mc. 6. 31-44 - Lc. 9. 10-17 - Jn. 6. 1-13
13 Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron
las gentes, salieron tras él viniendo a pie de las ciudades.
14 Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos.
15 Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «El lugar está deshabitado, y la hora es ya
pasada. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.»
16 Mas Jesús les dijo: «No tienen por qué marcharse; dadles vosotros de comer.»
17 Dícenle ellos: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.»
18 El dijo: «Traédmelos acá.»
19 Y ordenó a la gente reclinarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y
levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición y, partiendo los panes, se los dio a los discípulos
y los discípulos a la gente.119
20 Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos.
21 Y los que habían comido eran unos 5.000 hombres, sin contar mujeres y niños.
Jesús camina sobre las aguas
Mc. 6. 45-52 - Jn. 6. 16-21
22 Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de él a la otra
«¡Señor, sálvame!»
31 Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué
dudaste?»
32 Subieron a la barca y amainó el viento.
33 Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de
Dios.»
Curaciones en la región de Genesaret
Mc. 6. 53-56
34 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret.120
35 Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella
comarca y le presentaron todos los enfermos.
36 Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.121
Jesús y las tradiciones de los antepasados
Mc. 7. 1-13
Mateo 15
a la hora de comer.»122
3 El les respondió: «Y vosotros, ¿por qué traspasáis el mandamiento de Dios por vuestra
tradición?
4 Porque Dios dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldiga a su padre o a su madre, sea
ayuda es ofrenda”,
6 ése no tendrá que honrar a su padre y a su madre. Así habéis anulado la Palabra de Dios por
vuestra tradición.124
7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo:
8 Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
9 En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres.»125
La enseñanza sobre lo puro y lo impuro
Mc. 7. 14-23 - Lc. 6. 39
10 Luego llamó a la gente y les dijo: «Oíd y entended.
11 No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo
oír tu palabra?»
13 El les respondió: «Toda planta que no haya plantado mi Padre celestial será arrancada de raíz.
14 Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el
hoyo.»
15 Tomando Pedro la palabra, le dijo: «Explícanos la parábola.»
16 El dijo: «¿También vosotros estáis todavía sin inteligencia?
17 ¿No comprendéis que todo lo que entra en la boca pasa al vientre y luego se echa al excusado?
18 En cambio lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al
hombre.
19 Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos,
hombre.»
Curación de la hija de una cananea
Mc. 7. 24-30
21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten
curados, los cojos caminaban y los ciegos veían; y glorificaron al Dios de Israel.
La segunda multiplicación de los panes
Mc. 8. 1-10
32 Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque hace ya tres días
que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que
desfallezcan en el camino.»
33 Le dicen los discípulos: «¿Cómo hacernos en un desierto con pan suficiente para saciar a una
La interpretación de los signos de los tiempos
Mt. 12. 38-40 - Mc. 8. 11-13 - Lc. 11. 16, 29; 12. 54-56
Mateo 16
1 Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una
señal del cielo.
2 Mas él les respondió: «Al atardecer decís: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un
rojo de fuego”,
3 y a la mañana: “Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío.” ¡Con que sabéis
discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos!
4 ¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide y no se le dará otra señal que la señal de
canastos recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes de los 4.000, y cuántas espuertas recogisteis?
11 ¿Cómo no entendéis que no me refería a los panes? Guardaos, sí, de la levadura de los fariseos
y saduceos.»
12 Entonces comprendieron que no había querido decir que se guardasen de la levadura de los
profetas.»
15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado
mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al
tercer día.134
22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún
porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!135
Condiciones para seguir a Jesús
Mc. 8. 34 - 9. 1 - Lc. 9. 23-27 - Mt. 10. 38-39 - Lc. 14. 27; 17. 33 - Jn. 12. 25-26
24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame.
25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
26 Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar
Mateo 17
1 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva
tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
5 Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube
salía una voz que decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle.»138
6 Al oír esto los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo.
7 Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levantaos, no tengáis miedo.»
8 Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo.
9 Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo
primero?»139
11 Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo.
12 Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto
quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos.»140
13 Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista.
Curación de un endemoniado epiléptico
Mc. 9. 14-29 - Lc. 9. 37-42 - Mt. 21. 21 - Mc. 11. 22-33 - Lc. 17. 6
14 Cuando llegaron donde la gente, se acercó a él un hombre que, arrodillándose ante él,
15 le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo, porque es lunático y está mal; pues muchas veces cae en
el fuego y muchas en el agua.
16 Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarle.»
17 Jesús respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros?
del ayuno.141
El segundo anuncio de la Pasión
Mc. 9. 30-32 - Lc. 9. 44-45
22 Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre va a ser entregado en
La contribución debida al Templo
24 Cuando entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le
reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?»
26 Al contestar él: «De los extraños», Jesús le dijo: «Por tanto, libres están los hijos.143
27 Sin embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer
pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estáter. Tómalo y dáselo por mí y por ti.»
INSTRUCCIÓN A LOS DISCÍPULOS
En el trasfondo del Evangelio según san Mateo, se percibe claramente la vida de una comunidad
ya establecida y estructurada en medio del mundo. Esto se advierte, sobre todo, en el cuarto discurso
de Jesús, que es al mismo tiempo una instrucción pastoral y una regla de disciplina para todos los
miembros de la Iglesia y, en particular, para sus dirigentes. El evangelista ha reunido aquí varias
enseñanzas del Señor, pronunciadas en momentos y situaciones diversas, y ha elaborado un conjunto
más o menos ordenado, que culmina con la significativa parábola del servidor despiadado.
El tema central de esta instrucción es el espíritu fraterno que debe animar a la comunidad creada
por Jesús como las primicias del Reino. "Todos ustedes son hermanos", nos advierte él en otro pasaje
(23. 8). Y no puede caber un título más característico para designar a los que son hijos de un mismo
"Padre" y discípulos del único "Maestro". En el Reino, el más grande es el que se hace pequeño como
"un niño", y el que no acepta esa condición no puede entrar en él. Por eso los "pequeños", es decir, los
pobres, los débiles, los marginados, y también los pecadores, merecen una atención preferencial
dentro de la comunidad. Esa atención se debe manifestar, sobre todo, a través de la corrección
fraterna y del perdón otorgado sin medida.
La infancia espiritual
Mc. 9. 33-37 - Lc. 9. 46-48 Mc. 10. 15 - Lc. 18. 17
Mateo 18
1 En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor
en el Reino de los Cielos?»
2 El llamó a un niño, le puso en medio de ellos
3 y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de
los Cielos.144
4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
5 «Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.145
La gravedad del escándalo
Mc. 9. 42 - Lc. 17. 1-2 - Mc. 9. 43-47 - Mt. 5. 29-30
6 Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al
cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos, y le hundan en lo profundo del mar.
7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que vengan escándalos, pero ¡ay de
un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego.
10 «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en
los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
11. Porque el Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido.146
La oveja perdida
Lc. 15. 3-7
12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en
los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada?
13 Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las 99 no
descarriadas.
14 De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos
pequeños.
La corrección fraterna
Lc. 17. 3
15 «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado
a tu hermano.
16 Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la
el gentil y el publicano.
18 «Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis
La parábola del servidor despiadado
23 «Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus
siervos.
24 Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos.149
25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y
lo pagaré.”
27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.
28 Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien
lo sucedido.
32 Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella
deuda porque me lo suplicaste.
33 ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí
de ti?”
34 Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a
vuestro hermano.»
LA CONSUMACIÓN DEL REINO DE LOS CIELOS
En esta última sección narrativa, Mateo relata el viaje del Señor a Jerusalén y lo que sucedió en
la Ciudad santa desde su entrada triunfal en ella hasta el momento de su Pasión. Una vez más, Jesús
enfrenta a los responsables del Pueblo elegido. En tres parábolas, entre las que se destaca la de los
viñadores homicidas, les reprocha su infidelidad y les revela el designio divino de traspasar el Reino
de Dios "a un pueblo que le hará producir sus frutos" (21. 43). Luego les echa en cara duramente su
falsa religiosidad, de la que estaba ausente el amor, que es la síntesis de "toda la Ley y los Profetas"
(22. 40).
El matrimonio y el divorcio
Mc. 10. 1-12 - Mt. 5. 31-32 - Lc. 16. 18
Mateo 19
1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, partió de Galilea y fue a la región de Judea,
al otro lado del Jordán.
2 Le siguió mucha gente, y los curó allí.
3 Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron: «¿Puede uno repudiar a
hembra,152
5 y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se
comete adulterio.»
La continencia voluntaria
10 Dícenle sus discípulos: «Si tal es la condición del hombre respecto de su mujer, no trae cuenta
casarse.»
11 Pero él les dijo: «No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha
concedido.
12 Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a
sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda.»154
Jesús y los niños
Mc. 10. 13-16 - Lc. 18. 15-17
13 Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; pero los
discípulos les reñían.
14 Mas Jesús les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que
posible.»
La recompensa prometida a los discípulos
Mc. 10. 28-31 - Lc. 18. 28-30; 22. 30; 13. 30
27 Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te
cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce
tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.157
29 Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por
La parábola de los obreros de la última hora
Mateo 20
1 «En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la
mañana a contratar obreros para su viña.
2 Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña.
3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados,
4 les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.”
5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.
6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: “¿Por
qué estáis aquí todo el día parados?”
7 Dícenle: “Es que nadie nos ha contratado.” Díceles: “Id también vosotros a la viña.”
8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: “Llama a los obreros y págales el
jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.”
9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno.
10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario
cada uno.
11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario,
12 diciendo: “Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que
hemos aguantado el peso del día y el calor.”
13 Pero él contestó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste
conmigo en un denario?
14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti.
15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy
bueno?”.158
16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.»159
El tercer anuncio de la Pasión
Mc. 10. 32-34 - Lc. 18. 31-33
17 Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino:
18 «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y
pedirle algo.
21 El le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu
«Sí, podemos.»160
23 Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el
concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.
El carácter servicial de la autoridad
Mc. 10. 42-45 - Lc. 22. 25-27
24 Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos.
25 Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores
absolutos, y los grandes las oprimen con su poder.
26 No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será
vuestro servidor,
27 y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo;
28 de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su
Mateo 21
1 Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces
envió Jesús a dos discípulos,
2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada
La expulsión de los mercaderes del Templo
12 Entró Jesús en el Templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el Templo;
volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas.164
13 Y les dijo: «Está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración. ¡Pero vosotros estáis haciendo
Entonces le dice: «¡Que nunca jamás brote fruto de ti!» Y al momento se secó la higuera.167
20 Al verlo los discípulos se maravillaron y decían: «¿Cómo al momento quedó seca la
higuera?»
21 Jesús les respondió: «Yo os aseguro: si tenéis fe y no vaciláis, no sólo haréis lo de la higuera,
sino que si aun decís a este monte: “Quítate y arrójate al mar”, así se hará.
22 Y todo cuanto pidáis con fe en la oración, lo recibiréis.»
Discusión sobre la autoridad de Jesús
Mc. 11. 27-33 - Lc. 20. 1-8
23 Llegado al Templo, mientras enseñaba se le acercaron los sumos sacerdotes y los ancianos del
pueblo diciendo: «¿Con qué autoridad haces esto? ¿Y quién te ha dado tal autoridad?»
24 Jesús les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa; si me contestáis a ella, yo os
diré a mi vez con qué autoridad hago esto.
25 El bautismo de Juan, ¿de dónde era?, ¿del cielo o de los hombres?» Ellos discurrían entre sí:
«Si decimos: “Del cielo”, nos dirá: “Entonces ¿por qué no le creísteis?”
26 Y si decimos: “De los hombres”, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por
profeta.»
27 Respondieron, pues, a Jesús: «No sabemos.» Y él les replicó asimismo: «Tampoco yo os digo
verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios.
32 Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los
publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para
creer en él.
La parábola de los viñadores homicidas
Mc. 12. 1-12 - Lc. 20. 9-19
33 «Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó
aplastado.170
45 Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba
refiriéndose a ellos.
46 Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta.
La parábola del banquete nupcial
Lc. 14. 16-24
Mateo 22
preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.”
5 Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio;
6 y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
7 Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su
ciudad.
8 Entonces dice a sus siervos: “La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.
9 Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.”
10 Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y
la sala de bodas se llenó de comensales.
11 «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,171
12 le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado.
13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de
fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
14 Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»172
El impuesto debido a la autoridad
Mc. 12. 13-17 - Lc. 20. 20-26
15 Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en
alguna palabra.
16 Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres
veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras
la condición de las personas.173
17 Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?»
18 Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?
19 Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario.
20 Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?»
21 Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios
a Dios.»
22 Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole, se fueron.
Discusión sobre la resurrección de los muertos
Mc. 12. 18-27 - Lc. 20. 27-40
23 Aquel día se le acercaron unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le
preguntaron:174
24 «Maestro, Moisés dijo: Si alguien muere sin tener hijos, su hermano se casará con la mujer de
en el cielo.176
31 Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído aquellas palabras de Dios
cuando os dice:
32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos,
sino de vivos.»177
33 Al oír esto, la gente se maravillaba de su doctrina.
El mandamiento principal
Mc. 12. 28-31 - Lc. 10. 25-28
34 Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en
grupo,
35 y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba:
36 «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?»
37 El le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
mente.178
38 Este es el mayor y el primer mandamiento.
39 El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.179
40 De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»
El Mesías, hijo y Señor de David
Mc. 12. 35-37 - Lc. 20. 41-44
41 Estando reunidos los fariseos, les propuso Jesús esta cuestión:
42 «¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?» Dícenle: «De David.»
43 Díceles: «Pues ¿cómo David, movido por el Espíritu, le llama Señor, cuando dice:
44 Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus
pies?180
45 Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?»181
46 Nadie era capaz de contestarle nada; y desde ese día ninguno se atrevió ya a hacerle más
preguntas.
La hipocresía y la vanidad de los escribas y fariseos
Lc. 11. 46 - Mc. 12. 38-39 - Lc. 20. 46 - Mt. 20. 26 - Lc. 14. 11
Mateo 23
1182 Entonces Jesús se dirigió a la gente y a sus discípulos
2 y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos.
3 Haced, pues, y observad todo lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque dicen y no
hacen.
4 Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren
moverlas.
5 Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres; se hacen bien anchas las filacterias y
Invectivas contra los escribas y los fariseos
Lc. 11. 39-48, 52, 49-51
13 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los
Cielos! Vosotros ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis entrar.
14 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que devoráis los bienes de las viudas, y fingís
hacer largas oraciones! Por esa razón, seréis juzgados con más severidad».185
15 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un
prosélito, y, cuando llega a serlo, le hacéis hijo de condenación el doble que vosotros!
16 «¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: “Si uno jura por el Santuario, eso no es nada; mas si
jura por el oro del Santuario, queda obligado!”
17 ¡Insensatos y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro, o el Santuario que hace sagrado el oro?
18 Y también: “Si uno jura por el altar, eso no es nada; mas si jura por la ofrenda que está sobre
él, queda obligado.”
19 ¡Ciegos! ¿Qué es más importante, la ofrenda, o el altar que hace sagrada la ofrenda?
20 Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él.
21 Quien jura por el Santuario, jura por él y por Aquel que lo habita.
22 Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por Aquel que está sentado en él.
23 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y
del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe! Esto es lo
que había que practicar, aunque sin descuidar aquello.186
24 ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!
25 «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que purificáis por fuera la copa y el plato,
que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda
inmundicia!
28 Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis
crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad,
35 para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la
sangre del inocente Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el
Santuario y el altar.188
36 Yo os aseguro: todo esto recaerá sobre esta generación.
Reproche de Jesús a Jerusalén
Lc. 13. 34-35
37 «¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas
veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis
querido!
38 Pues bien, se os va a dejar desierta vuestra casa.189
39 Porque os digo que ya no me volveréis a ver hasta que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor!»190
DISCURSO SOBRE EL FINAL DE LOS TIEMPOS
El quinto resumen de las enseñanzas de Jesús se refiere al final de los tiempos, cuando el Reino
de Dios alcanzará su plenitud. El fin del mundo está descrito con expresiones simbólicas, propias del
estilo "apocalíptico", que no deben tomarse al pie de la letra. Y este anuncio se mezcla con la
descripción de la ruina de Jerusalén, acaecida en el año 70. Pero nadie sabe cuándo va a llegar el fin.
Por eso, el Señor nos exhorta con otras tres parábolas a estar siempre prevenidos. Y la manera por
excelencia de prepararnos para el Juicio es reconocerlo y servirlo a él en "el más pequeño" de sus
hermanos (25. 34-40).
Anuncio de la destrucción del Templo
Mc. 13. 1-4 Lc. 21. 5-7
Mateo 24
1 Salió Jesús del Templo y, cuando se iba, se le acercaron sus discípulos para mostrarle las
construcciones del Templo.
2 Pero él les respondió: «¿Veis todo esto? Yo os aseguro no quedará aquí piedra sobre piedra que
no sea derruida.»191
3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y
le dijeron: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo.»
El comienzo de las tribulaciones
Mc. 13. 5-13 - Lc. 21. 8-19
4 Jesús les respondió: «Mirad que no os engañe nadie.
5 Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy el Cristo”, y engañarán a
muchos.
6 Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso
causa de mi nombre.
10 Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente.
11 Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos.
12 Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará.
13 Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
14 «Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas
La manifestación gloriosa del Hijo del hombre
Lc. 17. 24, 37 - Mc. 13. 24-27 - Lc. 21. 25-27
26 «Así que si os dicen: “Está en el desierto”, no salgáis; “Está en los aposentos”, no lo creáis.
27 Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo
del hombre.
28 Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres.194
29 «Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no
dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.195
30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho
todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder
y gloria.
31 El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos,
Padre.196
Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad
Mc. 13. 35 - Lc. 17. 26-27, 34-35
37 «Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.
38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido,
hasta el día en que entró Noé en el arca,
39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la
dientes.
La parábola de las diez jóvenes del cortejo
Mateo 25
1 «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la
apagan.”
9 Pero las prudentes replicaron: “No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es
La parábola de los talentos
Lc. 19. 12-27
14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su
hacienda:199
15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros
cinco.
17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
18 En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su
señor.
19 Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos.
20 Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: “Señor, cinco
talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.”
21 Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor.”
22 Llegándose también el de los dos talentos dijo: “Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes
otros dos que he ganado.”
23 Su señor le dijo: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor.”
24 Llegándose también el que había recibido un talento dijo: “Señor, sé que eres un hombre duro,
que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
25 Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.”
26 Mas su señor le respondió: “Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré
quitará.200
30 Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de
dientes.”
El Juicio final
31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se
me acogisteis;
36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.”
37 Entonces los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
pequeños, a mí me lo hicisteis.”
41 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el Diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y
no me visitasteis.”
44 Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o
Mateo 26
1 Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos:
2 «Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser
crucificado.»
3 Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo
ha hecho conmigo.
11 Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre.
12 Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho.
13 Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará
plata.203
16 Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle.
Los preparativos para la comida pascual
Mc. 14. 12-16 - Lc. 22. 7-13
17 El primer día de los Azimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres
pecados.205
29 Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo
pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.»209
40 Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: «¿Conque no
numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo.
48 El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es;
prendedle.»
49 Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio un beso.
50 Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a
Jesús y le prendieron.
51 En esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo
espada perecerán.
53 ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de
prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y no me
detuvisteis.
56 Pero todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas.» Entonces los
hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.»210
65 Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: «¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad
tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia.
66 ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte.»
67 Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle,
68 diciendo: «Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»
Las negaciones de Pedro
Mc. 14. 66-72 - Lc. 22. 56-62 - Jn. 18. 17, 25-27
69 Pedro, entretanto, estaba sentado fuera en el patio; y una criada se acercó a él y le dijo:
Nazoreo.»
72 Y de nuevo lo negó con juramento: «¡Yo no conozco a ese hombre!»
73 Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «¡Ciertamente, tú también
Mateo 27
1 Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo
contra Jesús para darle muerte.
2 Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.211
La muerte de Judas
3 Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el
remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos,
4 diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.»
5 El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.
6 Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de
las ofrendas, porque son precio de sangre.»
7 Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura
para los forasteros.
8 Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy.212
9 Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Y tomaron las treinta monedas de plata,
cantidad en que fue apreciado aquel a quien pusieron precio algunos hijos de Israel,
10 y las dieron por el Campo del Alfarero, según lo que me ordenó el Señor.»213
Jesús ante Pilato
Mc. 15. 2-5 - Lc. 23. 2-5, 13-16 - Jn. 18. 33-38
11 Jesús compareció ante el procurador, y el procurador le preguntó: «¿Eres tú el Rey de los
«¡A Barrabás!»
22 Díceles Pilato: «Y ¿qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?» Y todos a una: «¡Sea
crucificado!» -
23 «Pero ¿qué mal ha hecho?», preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: «¡Sea
crucificado!»
24 Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, sino que más bien se promovía tumulto, tomó
agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: «Inocente soy de la sangre de este justo.
Vosotros veréis.»215
25 Y todo el pueblo respondió: «¡Su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!»
26 Entonces, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarle, se lo entregó para que fuera
crucificado.216
La coronación de espinas
Mc. 15. 16-20 - Jn. 19. 2-3
27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron
caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: «¡Salve, Rey de los judíos!»;
30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza.
31 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a
crucificarle.
La crucifixión de Jesús
Mc. 15. 21-27 - Lc. 23. 26, 33, 38 - Jn. 19. 17-24
32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le obligaron a llevar su cruz.
33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, «Calvario»,218
34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de probarlo, no quiso beberlo.219
35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a suertes.220
36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.
37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: «Este es Jesús, el Rey de los
judíos.»
38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Injurias a Jesús crucificado
Mc. 15. 29-32 - Lc. 23. 35-37, 39
39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo:
40 «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de
Dios, y baja de la cruz!»
41 Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él
diciendo:
42 «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y
creeremos en él.
43 Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo:
La muerte de Jesús
Mc. 15. 33-39 - Lc. 23. 44-48 - Jn. 19. 29-30
45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es:
hendieron.224
52 Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos resucitaron.
53 Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él, entraron en la Ciudad Santa y se
aparecieron a muchos.
54 Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a Jesús, al ver el terremoto y lo
que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron: «Verdaderamente éste era Hijo de Dios.»
Las mujeres que siguieron a Jesús
Mc. 15. 40-41 - Lc. 23. 49 - Jn. 19. 25
55 Había allí muchas mujeres mirando desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús desde
Galilea para servirle.
56 Entre ellas estaban María Magdalena, María la madre de Santiago y de José, y la madre de los
hijos de Zebedeo.
La sepultura de Jesús
Mc. 15. 42-47 - Lc. 23. 50-55 - Jn. 19. 38-42
57 Al atardecer, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que se había hecho también
discípulo de Jesús.
58 Se presentó a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato dio orden de que se le
entregase.
59 José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia
60 y lo puso en su sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca; luego, hizo rodar una gran
Pilato 225
63 y le dijeron: «Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: “A los tres días
resucitaré.”
64 Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus
discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: “Resucitó de entre los muertos”, y la última impostura
sea peor que la primera.»
65 Pilato les dijo: «Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis.»
66 Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.
El anuncio de la resurrección
Mc. 16. 1-8 - Lc. 24. 1-10 - Jn. 20. 1-2
Mateo 28
1 Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María
verán.»
El soborno a los soldados
11 Mientras ellas iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad a contar a los sumos sacerdotes
todo lo que había pasado.
12 Estos, reunidos con los ancianos, celebraron consejo y dieron una buena suma de dinero a los
soldados,
13 advirtiéndoles: «Decid: “Sus discípulos vinieron de noche y le robaron mientras nosotros
dormíamos.”
14 Y si la cosa llega a oídos del procurador, nosotros le convenceremos y os evitaremos
complicaciones.»
15 Ellos tomaron el dinero y procedieron según las instrucciones recibidas. Y se corrió esa
Este Evangelio fue compuesto por un discípulo o, más exactamente, un "intérprete" del Apóstol
Pedro, cuyo nombre completo era JUAN MARCOS. Es el más antiguo, el primero que fue puesto por
escrito, cerca del año 70 de nuestra era, y es también el más breve.
Como está dirigido a cristianos provenientes del paganismo, que no conocían las costumbres
judías, Marcos se las explica y, asimismo, traduce las expresiones arameas que utiliza en varias
ocasiones. Su estilo es vivo y popular, y está lleno de espontaneidad, aunque su lenguaje es pobre y
rudimentario.
El Evangelio de Marcos contiene pocos discursos, y se interesa más por las acciones que por las
palabras de Jesús. En cambio, los relatos se desarrollan con abundancia de detalles, y en ellos Jesús
aparece con las reacciones propias de un ser humano. Marcos destaca especialmente la humanidad de
Jesús y, a partir de ella, nos lleva progresivamente a descubrir en él al Hijo de Dios. Porque detrás de
su Persona se esconde un gran "secreto", el secreto "mesiánico", que sólo se revela en su Muerte y su
Resurrección.
Únicamente en la cruz está la respuesta a la gran pregunta latente a lo largo de todo este
Evangelio: "¿Quién es Jesús de Nazaret?". Ciertamente, no es el Mesías glorioso que esperaban sus
contemporáneos, sino el Mesías crucificado. La cruz era el camino obligado para llegar a la
Resurrección. Todos estamos llamados a seguirlo por este camino, para poder comprender cada vez
más profundamente "la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios" (1. 1), que Marcos nos
transmite con tanta frescura y sencillez, como un eco fiel del primer anuncio del Evangelio.
PREPARACIÓN DEL MINISTERIO DE JESÚS
Marcos, lo mismo que Juan, no hace ninguna referencia a la infancia de Jesús, como lo hacen
Mateo y Lucas. Su Evangelio comienza abruptamente con la predicación de Juan el Bautista. Este
bautiza con agua y atrae a la multitud, pero anuncia la llegada del que es "más poderoso" (1. 7): sólo
él bautizará "con el Espíritu Santo" (1. 8).
Desde el primer momento, Marcos nos dice claramente quién es Jesús. Ya en la escena de su
bautismo pone bien de relieve la manifestación del Padre que lo declara su "Hijo muy querido" (1.
11). La brevedad con que Marcos narra la tentación del Señor en el desierto, nos ayuda a penetrar en
el aspecto esencial del hecho: la lucha y la victoria de Cristo contra el espíritu del mal, que es uno de
los temas centrales de este Evangelio.
La predicación de Juan el Bautista
Marcos 1
de los pecados.230
5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él
en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de pie de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle,
inclinándome, la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
El bautismo de Jesús
Mt. 3. 13-17 - Lc. 3. 21-22
9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan
en el Jordán.
10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma,
bajaba a él.231
11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»232
La tentación de Jesús en el desierto
Mt. 4. 1-11 - Lc. 4. 1-13
12 A continuación, el Espíritu le empuja al desierto,
13 y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los
Dios:
15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena
Nueva.»234
Los primeros discípulos
Mt. 4. 18-22 - Lc. 5. 1-11
16 Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes
gritar:237
24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres
doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.»
28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Curación de la suegra de Pedro
Mt. 8. 14-15 - Lc. 4. 38-39
29 Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella.
31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Diversas curaciones
Mt. 8. 16 - Lc. 4. 40-41
32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados;
33 la ciudad entera estaba agolpada a la puerta.
34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos
limpiarme.»
41 Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio.»
42 Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio.
43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
44 «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la
ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en
lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.
Curación de un paralítico
Mt. 9. 1-8 - Lc. 5. 17-26
Marcos 2
1 Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa.
2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra.239
3 Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro.
4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y,
al paralítico -:241
11 “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.”»
12 Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban
todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»
La llamada de Leví
Mt. 9. 9 - Lc. 5. 27-28
13 Salió de nuevo por la orilla del mar, toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.
14 Al pasar, vio a Leví, el de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y le dice: «Sígueme.» El
se levantó y le siguió.
La actitud de Jesús hacia los pecadores
Mt. 9. 10-13 - Lc. 5. 29-32
15 Y sucedió que estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores estaban a
la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían.242
16 Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, decían a los
mientras los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan, tus discípulos no ayunan?»
19 Jesús les dijo: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?
pellejos y se echaría a perder tanto el vino como los pellejos: sino que el vino nuevo, en pellejos
nuevos.245
Discusión sobre el sábado
Mt. 12. 1-8 - Lc. 6. 1-5
23 Y sucedió que un sábado, cruzaba Jesús por los sembrados, y sus discípulos empezaron a abrir
camino arrancando espigas.
24 Decíanle los fariseos: «Mira ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
25 El les dice: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y él y los que le
acompañaban sintieron hambre,
26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de
la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y dio también a los que estaban con él?»246
27 Y les dijo: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado.
28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»
Curación de un hombre en sábado
Mt. 12. 9-14 - Lc. 6. 6-11
Marcos 3
1 Entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada.
2 Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle.
3 Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio.»
4 Y les dice: «¿Es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de
eliminarle.248
La multitud sigue a Jesús
Mt. 4. 25; 12. 15-16 - Lc. 6. 17-19
7 Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea.
También de Judea,
8 de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran
tocarle.
11 Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de
Dios.»
12 Pero él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran.
Institución de los Doce
Mt. 10. 1-4 - Lc. 6. 12-16
13 Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él.
14 Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar 249
15 con poder de expulsar los demonios.
16 Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro;
17 a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre
Jesús y Beelzebul
Mt. 9. 34; 12. 24-29 - Lc. 11. 15-22
22 Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el
pecado eterno.»253
30 Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo.»
La verdadera familia de Jesús
Mt. 12. 46-50 - Lc. 8. 19-21
31 Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar.254
32 Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus
La parábola del sembrador
Mt. 13. 1-9 - Lc. 8. 4-8
Marcos 4
1 Y otra vez se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de
subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar.
2 Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción:
3 «Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar.
4 Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la
comieron.
5 Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no
tener hondura de tierra;
6 pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó.
7 Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto.
8 Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas
produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento.»
9 Y decía: «Quien tenga oídos para oír, que oiga.»
Finalidad de las parábolas
Mt. 13. 10-11, 13 - Lc. 8. 9-10
10 Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las
parábolas.
11 El les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera
parábolas?
14 El sembrador siembra la Palabra.
15 Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la
La parábola de la semilla que crece por sí sola
26 También decía: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra;
27 duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo.
28 La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la
espiga.
29 Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»
La parábola del grano de mostaza
Mt. 13. 31-32 - Lc. 13. 18-19
30 Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo
expondremos?
31 Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que
La tempestad calmada
Mt. 8. 23-27 - Lc. 8. 22-25
35 Este día, al atardecer, les dice: «Pasemos a la otra orilla.»
36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.
37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se
anegaba la barca.
38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te
Marcos 5
con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante él
7 y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por
muchos.»
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte;260
12 y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
13 Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara
- unos 2.0000 se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar.
14 Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué
quedaban maravillados.
Curación de una mujer y resurrección de la hija de Jairo
Mt. 9. 18-26 - Lc. 8. 40-56
21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba
tocado?”»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se
Santiago.
38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que
levántate.»
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de
Visita de Jesús a Nazaret
Mt. 13. 53-58 - Lc. 4. 16-24
Marcos 6
Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él fuerzas milagrosas.»
15 Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»
16 Al enterarse Herodes, dijo: «Aquel Juan, a quien yo decapité, ése ha resucitado.»
La muerte de Juan el Bautista
Mt. 14. 3-12 - Lc. 3. 19-20
17 Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel
por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.
18 Porque Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.»
19 Herodías le aborrecía y quería matarle, pero no podía,
20 pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle,
y dos peces.»
39 Entonces les mandó que se acomodaran todos por grupos sobre la verde hierba.
40 Y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta.
41 Y tomando los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, pronunció la
bendición, partió los panes y los iba dando a los discípulos para que se los fueran sirviendo. También
repartió entre todos los dos peces.
42 Comieron todos y se saciaron.
43 Y recogieron las sobras, doce canastos llenos y también lo de los peces.
44 Los que comieron los panes fueron 5.000 hombres.
Jesús camina sobre las aguas
Mt. 14. 22-33 - Jn. 6. 16-21
45 Inmediatamente obligó a sus discípulos a subir a la barca y a ir por delante hacia Betsaida,
vigilia de la noche viene hacia ellos caminando sobre el mar y quería pasarles de largo.
49 Pero ellos viéndole caminar sobre el mar, creyeron que era un fantasma y se pusieron a gritar,
50 pues todos le habían visto y estaban turbados. Pero él, al instante, les habló, diciéndoles:
Curaciones en la región de Genesaret
Mt. 14. 34-36
53 Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret y atracaron.
54 Apenas desembarcaron, le reconocieron en seguida,
55 recorrieron toda aquella región y comenzaron a traer a los enfermos en camillas adonde oían
que él estaba.
56 Y dondequiera que entraba, en pueblos, ciudades o aldeas, colocaban a los enfermos en las
plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban
salvados.266
Discusión sobre las tradiciones
Mt. 15. 1-9
Marcos 7
1 Se reúnen junto a él los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén.
2 Y al ver que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas,
3 - es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo,
tradición!
10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre,
demonio.
27 El le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos
niños.»
29 El, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.»
30 Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había
ido.
Curación de un sordomudo
31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la
Decápolis.271
32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre
él.
33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la
lengua.
34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!»
35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo
publicaban.
37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y
Marcos 8
1 Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus
Advertencia contra la actitud de los fariseos y de Herodes
Mt. 16. 5-12
14 Se habían olvidado de tomar panes, y no llevaban consigo en la barca más que un pan.
15 El les hacía esta advertencia: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y de la
levadura de Herodes.»
16 Ellos hablaban entre sí que no tenían panes.
17 Dándose cuenta, les dice: «¿Por qué estáis hablando de que no tenéis panes? ¿Aún no
dicen: «Siete.»
21 Y continuó: «¿Aún no entendéis?»
Curación de un ciego
22 Llegan a Betsaida. Le presentan un ciego y le suplican que le toque.
23 Tomando al ciego de la mano, le sacó fuera del pueblo, y habiéndole puesto saliva en los ojos,
esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?»
28 Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.»
29 Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el
Cristo.»
30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
El primer anuncio de la Pasión
Mt. 16. 21-23 - Lc. 9. 22
31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los
ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.
32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de
mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.»275
Condiciones para seguir a Jesús
Mt. 10. 38-39; 16. 24-28 - Lc. 9. 23-27
34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de
Evangelio, la salvará.
36 Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?
37 Pues ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
38 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,
también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los
santos ángeles.»
Marcos 9
1 Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la
muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»276
La transfiguración de Jesús
Mt. 17. 1-9 - Lc. 9. 28-36
2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos,
aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,
3 y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la
tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
4 Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
5 Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres
tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»;
6 - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
7 Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este
escrito de él.»279
Curación de un endemoniado epiléptico
Mt. 17. 14-20 - Lc. 9. 37-42
14 Al llegar donde los discípulos, vio a mucha gente que les rodeaba y a unos escribas que
y le deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.»280
19 El les responde: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta
«Desde niño.
22 Y muchas veces le ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes,
ayúdanos, compadécete de nosotros.»
23 Jesús le dijo: «¡Qué es eso de si puedes! ¡Todo es posible para quien cree!»
24 Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!»
25 Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo, diciéndole: «Espíritu
El segundo anuncio de la Pasión
Mt. 17. 22-23; - Lc. 9. 44-45
30 Y saliendo de allí, iban caminando por Galilea; él no quería que se supiera,
31 porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: «El Hijo del hombre será entregado en
manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará.»
32 Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle.
La verdadera grandeza
Mt. 18. 1-5 - Lc. 9. 46-48
33 Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntaba: «¿De qué discutíais por el camino?»
34 Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor.
35 Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de
una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con
El ejemplo de la sal
Mt. 5. 13 - Lc. 14. 34-35
49 pues todos han de ser salados con fuego.283
50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros
y tened paz unos con otros.»
El matrimonio y el divorcio
Mt. 19. 1-9; 5. 31-32 - Lc. 16. 18
Marcos 10
1 Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la
repudiar a la mujer?»
3 El les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?»
4 Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.»
5 Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este
precepto.
6 Pero desde el comienzo de la creación, El los hizo varón y hembra.
7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
8 y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.284
9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.»
10 Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto.
11 El les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla;
12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Jesús y los niños
Mt. 19. 13-15 - Lc. 18. 15-17
13 Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían.285
14 Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo
El peligro de las riquezas
Mt. 19. 23-26 - Lc. 18. 24-27
23 Jesús, mirando a su alrededor, dice a sus discípulos: «¡Qué difícil es que los que tienen
riquezas entren en el Reino de Dios!»
24 Los discípulos quedaron sorprendidos al oírle estas palabras. Mas Jesús, tomando de nuevo la
palabra, les dijo: «¡Hijos, qué difícil es entrar en el Reino de Dios!
25 Es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de
Dios.»
26 Pero ellos se asombraban aún más y se decían unos a otros: «Y ¿quién se podrá salvar?»
27 Jesús, mirándolos fijamente, dice: «Para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque
todo es posible para Dios.»
La recompensa prometida a los discípulos
Mt. 19. 27-30 - Lc. 18. 28-30
28 Pedro se puso a decirle: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.»
29 Jesús dijo: «Yo os aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre,
El tercer anuncio de la Pasión
Mt. 20. 17-19 - Lc. 18. 31-33
32 Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban
sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo
que le iba a suceder:287
33 «Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y
a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles,
34 y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará.»
La petición de Santiago y Juan
Mt. 20. 20-23
35 Se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dicen: «Maestro, queremos, nos
izquierda.»
38 Jesús les dijo: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser
muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.
47 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten
compasión de mí!»
48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten
compasión de mí!»289
49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te
llama.»
50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que
vea!»
52 Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el
camino.
LA ACTIVIDAD DE JESÚS EN JERUSALÉN
Jesús entra en Jerusalén para llevar a su pleno cumplimiento la misión que el Padre le había
encomendado. Al llegar a la Ciudad santa, es aclamado como Rey y Mesías, pero él no entra a caballo
como un conquistador, sino montado en un asno como quien trae la paz, eliminando así toda idea de
un mesianismo político. Su realeza no es de este mundo.
En Jerusalén, Cristo se enfrenta con los que profanan el Templo de Dios y con los dirigentes
judíos, que cuestionan su autoridad y ponen a prueba su enseñanza. Allí Jesús anuncia la destrucción
del Templo y la ruina de Jerusalén. Ambas prefiguran el fin del mundo, y se entremezclan con él en un
mismo relato lleno de imágenes simbólicas. Pero antes que llegue ese fin, la Buena Noticia tendrá que
ser anunciada a todas las naciones.
La entrada mesiánica en Jerusalén
Mt. 21. 1-9 - Lc. 19. 28-38 - Jn. 12. 12-15
Marcos 11
1 Cuando se aproximaban a Jerusalén, cerca ya de Betfagé y Betania, al pie del monte de los
Olivos, envía a dos de sus discípulos,
2 diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y no bien entréis en él, encontraréis un
pollino atado, sobre el que no ha montado todavía ningún hombre. Desatadlo y traedlo.
3 Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?”, decid: “El Señor lo necesita, y que lo devolverá en
seguida”.»
4 Fueron y encontraron el pollino atado junto a una puerta, fuera, en la calle, y lo desataron.
5 Algunos de los que estaban allí les dijeron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?»
6 Ellos les contestaron según les había dicho Jesús, y les dejaron.
7 Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él.
8 Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos.
9 Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre
del Señor!290
10 ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»291
11 Y entró en Jerusalén, en el Templo, y después de observar todo a su alrededor, siendo ya tarde,
La expulsión de los vendedores del Templo
Mt. 21. 12-13 - Lc. 19. 45-48 - Jn. 2. 13-16
15 Llegan a Jerusalén; y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y a los
que compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de
palomas
16 y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo.
17 Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para
todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!»293
18 Se enteraron de esto los sumos sacerdotes y los escribas y buscaban cómo podrían matarle;
porque le tenían miedo, pues toda la gente estaba asombrada de su doctrina.
19 Y al atardecer, salía fuera de la ciudad.
La eficacia de la fe
Mt. 21. 20-22; 17. 20 - Lc. 17. 6 - Mt. 6. 14-15
20 Al pasar muy de mañana, vieron la higuera, que estaba seca hasta la raíz.
21 Pedro, recordándolo, le dice: «¡Rabbí, mira!, la higuera que maldijiste está seca.»
22 Jesús les respondió: «Tened fe en Dios.
23 Yo os aseguro que quien diga a este monte: “Quítate y arrójate al mar” y no vacile en su
corazón sino que crea que va a suceder lo que dice, lo obtendrá.
24 Por eso os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo
obtendréis.
25 Y cuando os pongáis de pie para orar, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también
vuestro Padre, que está en los cielos, os perdone vuestras ofensas.»
26 Pero si no perdonáis, tampoco el Padre que está en el cielo os perdonará a vosotros.294
Discusión sobre la autoridad de Jesús
Mt. 21. 23-27 - Lc. 20. 1-8
27 Vuelven a Jerusalén y, mientras paseaba por el Templo, se le acercan los sumos sacerdotes, los
esto.
30 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme.»
31 Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: “Del cielo”, dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?”
32 Pero ¿vamos a decir: “De los hombres?”» Tenían miedo a la gente; pues todos tenían a Juan
Marcos 12
1 Y se puso a hablarles en parábolas: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un
lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó.295
2 Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos
de la viña.
3 Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías.
4 De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron.
5 Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros.
6 Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: “A mi hijo le
respetarán”.
7 Pero aquellos labradores dijeron entre sí: “Este es el heredero. Vamos, matémosle, y será
nuestra la herencia.”
8 Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña.
9 ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a
otros.
10 ¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular
se ha convertido;296
11 fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»
12 Trataban de detenerle - pero tuvieron miedo a la gente - porque habían comprendido que la
miras la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios: ¿Es lícito
pagar tributo al César o no? ¿Pagamos o dejamos de pagar?»
15 Mas él, dándose cuenta de su hipocresía, les dijo: «¿Por qué me tentáis? Traedme un denario,
que lo vea.»
16 Se lo trajeron y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Ellos le dijeron: «Del
César.»
17 Jesús les dijo: «Lo del César, devolvédselo al César, y lo de Dios, a Dios.» Y se maravillaban
de él.
Discusión sobre la resurrección de los muertos
Mt. 22. 23-33 - Lc. 20. 27-40
18 Se le acercan unos saduceos, esos que niegan que haya resurrección, y le preguntaban:297
19 «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno y deja mujer y no deja
por mujer.»
24 Jesús les contestó: «¿No estáis en un error precisamente por esto, por no entender las
zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob?300
27 No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error.»
El mandamiento principal
Mt. 22. 34-40 - Lc. 10. 25-28
28 Acercóse uno de los escribas que les había oído y, viendo que les había respondido muy bien,
le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?»
29 Jesús le contestó: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor,
30 y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con
éstos.»302
32 Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que El es único y que no hay otro
fuera de El,
33 y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al
prójimo como a si mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
34 Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás lejos del Reino de
Marcos 13
1 Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué
construcciones.»
2 Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no
sea derruida.»304
3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado
Pedro, Santiago, Juan y Andrés:
4 «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»
El comienzo de las tribulaciones
Mt. 24. 4-14 - Lc. 21. 8-19
5 Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.
6 Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: “Yo soy”, y engañarán a muchos.
7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es
las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante
ellos.
10 Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones.
11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que
se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu
Santo.
12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y
los matarán.
13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se
salvará.
La gran tribulación de Jerusalén
Mt. 24. 15-25 - Lc. 21. 20-24; 17. 23
14 «Pero cuando veáis la abominación de la desolación erigida donde no debe (el que lea, que
La manifestación gloriosa del Hijo del hombre
Mt. 24. 29-31 - Lc. 21. 25-27
24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su
resplandor,
25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas.
26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria;307
27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo
de la tierra hasta el extremo del cielo.
La parábola de la higuera
Mt. 24. 32-36 - Lc. 21. 29-33
28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas,
Padre.308
Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad
Mt. 24. 42; 25. 13-15 - Lc. 19. 12-13; 12. 38, 40
33 «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno
Marcos 14
1 Faltaban dos días para la Pascua y los Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban
traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo
derramó sobre su cabeza.310
4 Había algunos que se decían entre sí indignados: «¿Para qué este despilfarro de perfume?
5 Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los
pobres.» Y refunfuñaban contra ella.
6 Mas Jesús dijo: «Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí.
7 Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí
no me tendréis siempre.
8 Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura.
9 Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará
entregárselo.
11 Al oírlo ellos, se alegraron y prometieron darle dinero. Y él andaba buscando cómo le
Reino de Dios.»313
El anuncio de las negaciones de Pedro
Mt. 26. 30-35 - Lc. 22. 39, 31-34 - Jn. 13. 36-38
26 Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.314
27 Jesús les dice: «Todos os vais a escandalizar, ya que está escrito: Heriré al pastor y se
todos.
La oración de Jesús en Getsemaní
Mt. 26. 36-46 - Lc. 22. 40-46 - Jn. 18. 1
32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí,
contestarle.
41 Viene por tercera vez y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Basta ya. Llegó la hora.
Mirad que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores.
42 ¡Levantaos! ¡vámonos! Mirad, el que me va a entregar está cerca.»
El arresto de Jesús
Mt. 26. 47-56 - Lc. 22. 47-53 - Jn. 18. 2-11
43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, uno de los Doce, acompañado
de un grupo con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44 El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es,
oreja.
48 Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Como contra un salteador habéis salido a prenderme
con espadas y palos?
49 Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es
y los escribas.
54 También Pedro le siguió de lejos, hasta dentro del palacio del Sumo Sacerdote, y estaba
Nazaret.»
68 Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y salió afuera, al portal, y cantó un gallo.
69 Le vio la criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Este es uno de ellos.»
70 Pero él lo negaba de nuevo. Poco después, los que estaban allí volvieron a decir a Pedro:
habláis!»
72 Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Y Pedro recordó lo que le había dicho Jesús:
«Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado tres.» Y rompió a llorar.
Jesús ante Pilato
Mt. 27. 1-2, 11-14 - Lc. 23. 1-5, 13-16 - Jn. 18. 33-38
Marcos 15
1 Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los
escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.318
2 Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»319
3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4 Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.»
5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.
Jesús y Barrabás
Mt. 27. 15-26 - Lc. 23. 18-25 - Jn. 18. 39-40; 19. 1, 4-16
6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín
habían cometido un asesinato.
8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
9 Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»
10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)
11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a
Barrabás.
12 Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?»
13 La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»
14 Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»
15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús,
ante él.
20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan
La crucifixión de Jesús
Mt. 27. 34-38 - Lc. 23. 33b-34 - Jn. 19. 18-24
23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.323
24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.324
25 Era la hora tercia cuando le crucificaron.
26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»
27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: «Fue contado entre los malhechores».325
Injurias a Jesús crucificado
Mt. 27. 39-44 - Lc. 23. 35-37, 39
29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que
destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»
31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A
otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.»
Jerusalén.
La sepultura de Jesús
Mt. 27. 57-61 - Lc. 23. 50-55 - Jn. 19. 38-42
42 Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado,
43 vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de
El anuncio de la resurrección de Jesús
Mt. 28. 1-8 - Lc. 24. 1-10 - Jn. 20. 1-2
Marcos 16
1 Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir
a embalsamarle.
2 Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.
3 Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
4 Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
5 Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica
blanca, y se asustaron.
6 Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no
está aquí. Ved el lugar donde le pusieron.
7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis,
como os dijo.»
8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de
ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...
APÉNDICE
El Evangelio de Marcos termina de manera inesperada. Por ese motivo, se le agregó una
conclusión, cuyo contenido es un resumen de los relatos de las apariciones de Jesús resucitado que
figuran en los otros Evangelios.
En este Apéndice, llama la atención la triple insistencia en la incredulidad de los discípulos.
También para ellos la fe fue un don de Dios. Y sólo esa fe los hizo capaces de cumplir la misión que el
Señor les encomendó: anunciar a todo el mundo la Buena Noticia de la Salvación, no sólo de palabra,
sino a la vez con obras. Esta es la misión que le toca cumplir a toda la Iglesia, como servidora del
Evangelio.
La aparición de Jesús a María Magdalena
Jn. 20. 11-18
9 Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María
La aparición de Jesús a dos discípulos
Lc. 24. 13-35
12 Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una
aldea.
13 Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
La misión universal de los Apóstoles
Mt. 28. 16-20 - Lc. 24. 36-51 - Jn. 20. 21 - Hech. 1. 8
14 Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su
incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.
16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas,
18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las
El Evangelio según SAN LUCAS fue redactado por este compañero de viaje del Apóstol san
Pablo, unos cincuenta años después de la muerte de Jesús, y originariamente formaba un todo con el
libro de los Hechos de los Apóstoles. Lucas no era de origen judío, y su obra está dirigida ante todo a
los cristianos que, como él, provenían del mundo pagano. En el Prólogo de su Evangelio hace
referencia al proceso de predicación, de transmisión oral y de redacción que precedió a la
composición definitiva de los Evangelios.
Uno de los aspectos de la Buena Noticia que más quiso destacar san Lucas es el carácter
universal de la Salvación. Jesucristo, en efecto, es el Salvador del mundo entero, y Dios quiere que
todos los hombres se salven por medio de él. Para él no hay privilegios de raza, de nacionalidad, de
cultura o de clase social. Mejor dicho, hay privilegios. Pero Dios los reserva para los pobres, para
los que aparentemente no valen nada. Ellos son los destinatarios predilectos de la Buena Noticia, los
herederos por excelencia del Reino de Dios.
Asimismo, este Evangelio se llama con razón el "Evangelio de la misericordia". Lucas nos
presenta constantemente a Jesús como aquel que "vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido" (19.
10). Dios es para él, sobre todo, el Padre misericordioso que sale al encuentro de sus hijos
extraviados y se llena de alegría al volver a encontrarlos.
Pero el "Evangelio de la misericordia" es también un Evangelio exigente. Su autor insiste en el
llamado a la conversión, es decir, al cambio de vida, como condición indispensable para alcanzar la
Salvación. El fruto de esa conversión es el gozo que experimentan los que creen en la Buena Noticia
y se dejan salvar por ella. Por eso, san Lucas pone tan de relieve la acción del Espíritu Santo, que es
la fuente de la verdadera alegría.
Prólogo
Lucas 1
1 Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre
nosotros,
2 tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y
servidores de la Palabra,
3 he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes,
Señor.
7 No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad.
8 Sucedió que, mientras oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo,
9 le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para
quemar el incienso.332
10 Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso.
11 Se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso.
12 Al verle Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él.
13 El ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te
padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien
dispuesto.»334
18 Zacarías dijo al ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en
edad.»335
19 El ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para
padre;337
33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»338
35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con
su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.339
36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de
dejándola se fue.
La visita de María a Isabel
39 En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad
de Judá;
40 entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
41 Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e
El canto de la Virgen María
46 Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor 341
47 y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador 342
48 porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las
siglos.»
56 María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.
El nacimiento de Juan el Bautista
57 Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo.
58 Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se
padre, Zacarías,349
60 pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.»
61 Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.»
62 Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase.350
63 El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados.
64 Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.
65 Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas
cosas;
66 todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?»
Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
El canto de Zacarías
67 Zacarías, su padre, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:351
68 «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo.352
69 y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo,
70 como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas,
71 que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban
72 haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza353
73 y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos
74 que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor
75 en santidad y justicia delante de él todos nuestros días.
76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus
caminos
77 y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados,
78 por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura,
79 a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por
el camino de la paz.»354
80 El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación
a Israel.
El nacimiento de Jesús
Mt. 1. 18-25
Lucas 2
1 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase
todo el mundo.355
2 Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
3 Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
4 Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se
llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
5 para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
6 Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
7 y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no
noche su rebaño.
9 Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de
temor.356
10 El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el
pueblo:
11 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor;
12 y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.»
13 Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios,
diciendo:
14 «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.»
15 Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a
otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.»
16 Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño;
18 y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían.
19 María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón.
20 Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto,
La profecía de Simeón
33 Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él.
34 Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Este está puesto para caída y elevación de
Nazaret.
40 El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él.
Jesús entre los doctores de la Ley
41 Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.
42 Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta
43 y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo su padres.
44 Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los
parientes y conocidos;
45 pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.
46 Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los
Padre?»361
50 Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.
51 Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente
Lucas 3
1 En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea, y
Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias
tetrarca de Abilene;362
2 en el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el
desierto.
3 Y se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión para perdón de
los pecados,
4 como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz del que clama en el
desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas;
5 todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado, lo tortuoso se hará recto y las
padre a Abraham”; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham.
9 Y ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado
y arrojado al fuego.»
10 La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?»
11 Y él les respondía: «El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga
hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.»365
15 Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si
no sería él el Cristo;
16 respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que
yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego.
17 En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la
quemará con fuego que no se apaga.»
18 Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
El encarcelamiento de Juan el Bautista
19 Pero Herodes, el tetrarca, reprendido por él a causa de Herodías, la mujer de su hermano, y a
causa de todas las malas acciones que había hecho,
20 añadió a todas ellas la de encerrar a Juan en la cárcel.
El bautismo de Jesús
Mt. 3. 13-17 - Mc. 1. 9-11
21 Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en
Lucas 4
1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el
desierto,368
2 durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos,
sintió hambre.
3 Entonces el diablo le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.»
4 Jesús le respondió: «Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre.»369
5 Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra;
6 y le dijo el diablo: «Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido
entregada, y se la doy a quien quiero.
7 Si, pues, me adoras, toda será tuya.»
8 Jesús le respondió: «Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto.»370
9 Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate
de aquí abajo;
10 porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden.
11 Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»371
12 Jesús le respondió: «Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios.»372
13 Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
LA ACTIVIDAD DE JESÚS EN GALILEA
La misión de Jesús se inicia en Galilea, la parte norte de la Palestina. Allí se encuentra la ciudad
de Nazaret, en la que él se había criado, y también el lago de Genesaret, donde puso tan de manifiesto
el poder de Dios sobre las fuerzas del mal.
Su misión está resumida en un célebre texto del profeta Isaías, que Cristo se aplicó a sí mismo:
"El espíritu del Señor está sobre mí. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a dar la
libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor" (4. 18-19).
Jesús no está solo. Elige doce Apóstoles, para "enviarlos" a proclamar su Evangelio. Y uno de
ellos, Pedro, en nombre de todos, lo reconoce como "el Mesías de Dios" (9. 20). Después de esta
profesión de fe, el Señor explica cuál es el verdadero sentido de su mesianidad, anunciando su
próxima Pasión.
El comienzo de la predicación de Jesús
Mt. 4. 12-17 Mc. 1. 14-15
14 Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la región.
15 El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Enseñanza de Jesús en Nazaret
Mt. 13. 53-58 - Mc. 6. 1-6
16 Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de
cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país;
26 y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón.375
27 Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue
Enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún
Mt. 7. 28-29 - Mc. 1. 21-22
31 Bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba.
32 Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.377
Curación de un endemoniado
Mc. 1. 23-28
33 Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a
gritar a grandes voces:
34 «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién
eres tú: el Santo de Dios.»
35 Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él.» Y el demonio, arrojándole en
Curación de la suegra de Pedro
Mt. 8. 14-15 - Mc. 1. 29-31
38 Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha
fiebre, y le rogaron por ella.
39 Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se
puso a servirles.
Diversas curaciones
Mt. 8. 16 - Mc. 1. 32-34
40 A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y,
poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
41 Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él,
La pesca milagrosa
Mt. 4. 18-22 - Mc. 1. 16-20
Lucas 5
1 Estaba él a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre él para oír la Palabra de
Dios,
2 cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y
lavaban las redes.
3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y,
sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.»
5 Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada;
pero, en tu palabra, echaré las redes.»
6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban
romperse.
7 Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues,
y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8 Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un
hombre pecador.»
9 Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que
habían pescado.
10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a
Curación de un leproso
Mt. 8. 2-4 - Mc. 1. 40-44
12 Y sucedió que, estando en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra que, al ver a
Jesús, se echó rostro en tierra, y le rogó diciendo: «Señor, si quieres, puedes limpiarme.»
13 El extendió la mano, le tocó, y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante le desapareció la
lepra.
14 Y él le ordenó que no se lo dijera a nadie. Y añadió: «Vete, muéstrate al sacerdote y haz la
ofrenda por tu purificación como prescribió Moisés para que les sirva de testimonio.»379
15 Su fama se extendía cada vez más y una numerosa multitud afluía para oírle y ser curados de
sus enfermedades.
16 Pero él se retiraba a los lugares solitarios, donde oraba.
Curación de un paralítico
Mt. 9. 1-8 - Mc. 2. 1-12
17 Un día que estaba enseñando, había sentados algunos fariseos y doctores de la ley que habían
venido de todos los pueblos de Galilea y Judea, y de Jerusalén. El poder del Señor le hacía obrar
curaciones.
18 En esto, unos hombres trajeron en una camilla a un paralítico y trataban de introducirle, para
glorificando a Dios.
26 El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: «Hoy
hemos visto cosas increíbles.»
La llamada de Leví
Mt. 9. 9 - Mc. 2. 13-14
27 Después de esto, salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos,
y le dijo: «Sígueme.»
28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió.
La actitud de Jesús hacia los pecadores
Mt. 9. 10-13 - Mc. 2. 15-17
29 Leví le ofreció en su casa un gran banquete. Había un gran número de publicanos, y de otros
Discusión sobre el ayuno
Mt. 9. 14-17 - Mc. 2. 18-22
33 Ellos le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan frecuentemente y recitan oraciones, igual que
los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben.»
34 Jesús les dijo: «¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con
ellos?381
35 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días.»
36 Les dijo también una parábola: «Nadie rompe un vestido nuevo para echar un remiendo a uno
viejo; de otro modo, desgarraría el nuevo, y al viejo no le iría el remiendo del nuevo.
37 «Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino nuevo reventaría
los pellejos, el vino se derramaría, y los pellejos se echarían a perder;
38 sino que el vino nuevo debe echarse en pellejos nuevos.
39 Nadie, después de beber el vino añejo, quiere del nuevo porque dice: «El añejo es el
bueno.»382
Discusión sobre el sábado
Mt. 12. 1-8 - Mc. 2. 23-28
Lucas 6
1 Sucedió que cruzaba en sábado por unos sembrados; sus discípulos arrancaban y comían
espigas desgranándolas con las manos.
2 Algunos de los fariseos dijeron: «¿Por qué hacéis lo que no es lícito en sábado?»
3 Y Jesús les respondió: «¿Ni siquiera habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y
acusarle.
8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y
Institución de los Doce
Mt. 10. 1-4 - Mc. 3. 13-19
12 Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de
Dios.
13 Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó
también apóstoles.
14 A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y
Bartolomé,
15 a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes;386
16 a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
La multitud sigue a Jesús
Mt. 4. 24-25 - Mc. 3. 7-11
17 Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y
gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
18 que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados
Las Bienaventuranzas
Mt. 5. 1-12
20387 Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque
vuestro es el Reino de Dios.
21 Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que
odien,
28 bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen.
29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le
niegues la túnica.
30 A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames.
31 Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente.
32 Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les
aman.
33 Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores
vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y
los perversos.
La misericordia y la benevolencia para juzgar
Mt. 7. 1-5; 15. 14; 10. 24-25 - Mc. 4. 24
36 «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.
37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis
perdonados.
38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de
maestro.
41 ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay
en tu propio ojo?
42 ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo”, no
viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces
podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
La raíz de las buenas y de las malas obras
Mt. 7. 16-18; 12. 33-35
43 «Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto
bueno.
44 Cada árbol se conoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se
vendimian uvas.
45 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo.
Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.
Necesidad de practicar la Palabra de Dios
Mt. 7. 21, 24-27
46 «¿Por qué me llamáis: “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?
47 «Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién
es semejante:389
48 Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos
sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo
destruirla por estar bien edificada.
49 Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una
casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó y fue
grande la ruina de aquella casa.»
Curación del sirviente de un centurión
Mt. 8. 5-10, 13 - Jn. 4. 46-53
Lucas 7
1 Cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste.
3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que
concedas,
5 porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga.»
6 Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle:
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres
la Buena Nueva;391
23 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
Testimonio de Jesús sobre Juan el Bautista
Mt. 11. 7-15; 21. 31b-32
24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis
delante tu camino.392
28 «Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más
sobre ellos.
Reproche de Jesús a sus compatriotas
Mt. 11. 16-19
31 «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen?
32 Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo:
“Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado.”
33 «Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Demonio tiene.”
34 Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un
con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y
agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus
cabellos.
45 No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
47 Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho
Las mujeres que acompañaban a Jesús
Mt. 4. 23; 9. 35 - Mc. 1. 39
Lucas 8
1 Y sucedió a continuación que iba por ciudades y pueblos, proclamando y anunciando la Buena
sus bienes.
La parábola del sembrador
Mt. 13. 1-9 - Mc. 4. 1-9
4 Habiéndose congregado mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola:
5 «Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino,
fue pisada, y las aves del cielo se la comieron;
6 otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó, por no tener humedad;
7 otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron.
8 Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado.» Dicho esto, exclamó: «El que
tenga oídos para oír, que oiga.»
Finalidad de las parábolas
Mt. 13. 10-11, 13 - Mc. 4. 10-12
9 Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola,
10 y él dijo: «A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás
la pone sobre un candelero, para que los que entren vean la luz.399
17 Pues nada hay oculto que no quede manifiesto, y nada secreto que no venga a ser conocido y
descubierto.
18 Mirad, pues, cómo oís; porque al que tenga, se le dará; y al que no tenga, aun lo que crea tener
se le quitará.»400
La verdadera familia de Jesús
Mt. 12. 46-50 - Mc. 3. 31-35
19 Se presentaron donde él su madre y sus hermanos, pero no podían llegar hasta él a causa de la
gente.401
20 Le anunciaron: «Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte.»
21 Pero él les respondió: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y
la cumplen.»
La tempestad calmada
Mt. 8. 23-27 - Mc. 4. 35-41
22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: «Pasemos a la otra
orilla del lago.» Y se hicieron a la mar.
23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la
barca y estaban en peligro.
24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: «¡Maestro, Maestro, que perecemos!» El,
hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.403
28 Al ver a Jesús, cayó ante él, gritando con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de
ocasiones se apoderaba de él; le sujetaban con cadenas y grillos para custodiarle, pero rompiendo las
ligaduras era empujado por el demonio al desierto.
30 Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre? «El contestó: «Legión»; porque habían entrado en él
muchos demonios.
31 Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo.
32 Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera
aldeas.
35 Salieron, pues, a ver lo que había ocurrido y, llegando donde Jesús, encontraron al hombre del
que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron
de temor.
36 Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado.
37 Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque
diciendo:
39 «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.» Y fue por toda la ciudad
Lucas 9
1 Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar
enfermedades;
2 y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar.
3 Y les dijo: «No toméis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni plata; ni tengáis dos
Incertidumbre de Herodes frente a Jesús
Mt. 14. 1-2 - Mc. 6. 14-16
7 Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba, y estaba perplejo; porque unos decían que
El primer anuncio de la Pasión
Mt. 16. 21 - Mc. 8. 31
22 Dijo: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos
día, y sígame.
24 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la
salvará.
25 Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se
arruina?
26 Porque quien se avergüence de mí y de mis palabras, de ése se avergonzará el Hijo del
hombre, cuando venga en su gloria, en la de su Padre y en la de los santos ángeles.
27 «Pues de verdad os digo que hay algunos, entre los aquí presentes, que no gustarán la muerte
ir a Jerusalén,411
52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para
prepararle posada;
53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén.412
54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego
Exigencias de la vocación apostólica
Mt. 8. 18-22
57 Mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas.»
58 Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre
Dios.»414
61 También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa.»
62 Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de
Dios.»
Misión de los setenta y dos discípulos
Lucas 10
1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las
ciudades y sitios a donde él había de ir.
2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe
obreros a su mies.
3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos.
4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.
5 En la casa en que entréis, decid primero: “Paz a esta casa.”
6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros.
7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su
salario. No vayáis de casa en casa.
8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan;
9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: “El Reino de Dios está cerca de vosotros.”
10 En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid:
11 “Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero
sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca.”
12 Os digo que en aquel Día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad.415
Lamentación de Jesús por las ciudades de Galilea
Mt. 11. 21-24
13 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los
milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que, sentados con sayal y ceniza, se habrían
convertido.
14 Por eso, en el Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.
15 Y tú, Cafarnaúm, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás!416
16 «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me
Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has
revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
22 Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y
El encuentro de Jesús con Marta y María
38 Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra,
40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te
importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»
41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será
quitada.»
El Padrenuestro
Mt. 6. 9-13
Lucas 11
1 Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
culebra;
12 o, si pide un huevo, le da un escorpión?
13 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el
demonios.»421
16 Otros, para ponerle a prueba, le pedían una señal del cielo.
17 Pero él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda
Dios.422
21 Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están en seguro;
22 pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y
generación.423
31 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los
condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay
algo más que Salomón.424
32 Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se
convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás.
La parábola de la lámpara
8. 16 Mt. 5. 15 - Mc. 4. 21 - Mt. 6. 22-23
33 «Nadie enciende una lámpara y la pone en sitio oculto, ni bajo el celemín, sino sobre el
candelero, para que los que entren vean el resplandor.
34 La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Cuando tu ojo está sano, también todo tu cuerpo está
luminoso; pero cuando está malo, también tu cuerpo está a oscuras.
35 Mira, pues, que la luz que hay en ti no sea oscuridad.
36 Si, pues, tu cuerpo está enteramente luminoso, no teniendo parte alguna oscura, estará tan
mesa.
38 Pero el fariseo se quedó admirado viendo que había omitido las abluciones antes de comer.
39 Pero el Señor le dijo: «¡Bien! Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato,
hortaliza, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios! Esto es lo que había que practicar aunque sin
omitir aquello.
43 ¡Ay de vosotros, los fariseos, que amáis el primer asiento en las sinagogas y que se os salude
en las plazas!
44 ¡Ay de vosotros, pues sois como los sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres
sin saberlo!»
45 Uno de los legistas le respondió: «¡Maestro, diciendo estas cosas, también nos injurias a
nosotros!»
46 Pero él dijo: «¡Ay también de vosotros, los legistas, que imponéis a los hombres cargas
intolerables, y vosotros no las tocáis ni con uno de vuestros dedos!
47 «¡Ay de vosotros, porque edificáis los sepulcros de los profetas que vuestros padres mataron!
48 Por tanto, sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros padres; porque ellos los
mataron y vosotros edificáis.
49 «Por eso dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y
perseguirán,
50 para que se pidan cuentas a esta generación de la sangre de todos los profetas derramada desde
Advertencia contra la hipocresía
Mt. 16. 6, 12 - Mc. 8. 15 - Mt. 10. 26-27 - Mc. 4. 22 - Lc. 8. 17
Lucas 12
1 En esto, habiéndose reunido miles y miles de personas, hasta pisarse unos a otros, se puso a
decir primeramente a sus discípulos: «Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
2 Nada hay encubierto que no haya de ser descubierto ni oculto que no haya de saberse.
3 Porque cuanto dijisteis en la oscuridad, será oído a la luz, y lo que hablasteis al oído en las
habitaciones privadas, será proclamado desde los terrados.
El verdadero y el falso temor
Mt. 10. 28-31
4 «Os digo a vosotros, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después de esto no
Dios.
7 Hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis; valéis más que muchos
pajarillos.
La valentía para reconocer al Hijo del hombre
Mt. 10. 32-33 - Mc. 8. 38 - Lc. 9. 26 - Mt. 12. 32 - Mc. 3. 29 - Mt. 10. 17-20 - Mc. 13. 11 - Lc. 21.
12, 14-15
8 «Yo os digo: Por todo el que se declare por mí ante los hombres, también el Hijo del hombre se
declarará por él ante los ángeles de Dios.
9 Pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
10 «A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que
La confianza en la Providencia
Mt. 6. 25-33
22 Dijo a sus discípulos: «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué
de su vida?
26 Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás?
27 Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria
la necesidad de eso.
31 Buscad más bien su Reino, y esas cosas se os darán por añadidura.
32 «No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el
Reino.
El verdadero tesoro
Mt. 6. 20-21
33 «Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro
inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón, ni la polilla;
34 porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Exhortación a la vigilancia y a la fidelidad
Mt. 24. 42-44 - Mc. 13. 33-37
35 «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue
horadasen su casa.
40 También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del
hombre.»
La parábola del servidor fiel
Mt. 24. 45-51
41 Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?»
42 Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá
Jesús, signo de contradicción
Mt. 10. 34-36
51 «¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división.428
52 Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra
tres;
53 estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la
tiempo?430
57 «¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?
58 Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea
que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel.
59 Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
Exhortación a la conversión
Lucas 13
1 En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre
eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén?
5 No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.»
La parábola de la higuera estéril
6 Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto
en ella y no lo encontró.432
7 Dijo entonces al viñador: “Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo
y echaré abono,
9 por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas.”»
Curación de una mujer en sábado
10 Estaba un sábado enseñando en una sinagoga,
11 y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y
decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día
de sábado.»
15 Replicóle el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro
buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?
16 Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien
desatarla de esta ligadura en día de sábado?»
17 Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente
se alegraba con las maravillas que hacía.
La parábola del grano de mostaza
Mt. 13. 31-32 - Mc. 4. 30-32
18 Decía, pues: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé?
19 Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció
hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas.»433
La parábola de la levadura
Mt. 13. 33
20 Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios?
21 Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que
fermentó todo.»
Los nuevos elegidos del Reino
Mt. 7. 13-14, 22-23; 25. 10-12 - Mt. 8. 11-12; 19. 30; 20. 16 - Mc. 10. 31
22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.
23 Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» El les dijo:
24 «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no
podrán.
25 «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a
llamar a la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!” Y os responderá: “No sé de dónde sois.”
26 Entonces empezaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras
plazas”;
27 y os volverá a decir: “No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!”434
28 «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos
Dios.
30 «Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.»
Actitud de Jesús ante la amenaza de Herodes
31 En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí,
porque Herodes quiere matarte.»
32 Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y
mañana, y al tercer día soy consumado.
33 Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta
Lucas 14
1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer,
ellos le estaban observando.
2 Había allí, delante de él, un hombre hidrópico.
3 Entonces preguntó Jesús a los legistas y a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?»
4 Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió.
5 Y a ellos les dijo: «¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado
y no lo saca al momento?»
6 Y no pudieron replicar a esto.
La humildad cristiana
Mt. 23. 12
7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola:
8 «Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que
cuando venga el que te convidó, te diga: “Amigo, sube más arriba.” Y esto será un honor para ti
delante de todos los que estén contigo a la mesa.
11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
12 Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no llames a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su
vez, y tengas ya tu recompensa.
13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos;
14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la
resurrección de los justos.»
La parábola de los invitados descorteses
Mt. 22. 1-10
15 Habiendo oído esto, uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino
de Dios!»
16 El le respondió: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos;
17 a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: “Venid, que ya está todo
preparado.”
18 Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo
que ir a verlo; te ruego me dispenses.”
19 Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego me dispenses.”
20 Otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.”
21 «Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su
siervo: “Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, y
ciegos y cojos.”
22 Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitio.”
23 Dijo el señor al siervo: “Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi
casa.”
24 Porque os digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.»
Necesidad del desprendimiento
Lc. 9. 23 - Mt. 10. 37-38; 16. 24 - Mc. 8. 34
25 Caminaba con él mucha gente, y volviéndose les dijo:
26 «Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus
hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío.438
27 El que no lleve su cruz y venga en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
28 «Porque ¿quién de vosotros, que quiere edificar una torre, no se sienta primero a calcular los
discípulo mío.439
El ejemplo de la sal
Mt. 5. 13 - Mc. 9. 50
34 «Buena es la sal; mas si también la sal se desvirtúa, ¿con qué se la sazonará?
35 No es útil ni para la tierra ni para el estercolero; la tiran afuera. El que tenga oídos para oír,
que oiga.»
Parábolas de la misericordia de Dios: la oveja perdida y encontrada
Mt. 18. 12-14
Lucas 15
que se convierta.»
El hijo pródigo
11 Dijo: «Un hombre tenía dos hijos;
12 y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y
necesidad.
15 Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a
apacentar puercos.
16 Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba.
17 Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia,
danzas;441
26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27 El le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha
recobrado sano.”
28 El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba.
29 Pero él replicó a su padre: “Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden
tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos;
30 y ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado
Lucas 16
1 Decía también a sus discípulos: «Era un hombre rico que tenía un administrador a quien
acusaron ante él de malbaratar su hacienda;
2 le llamó y le dijo: “¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no
señor?”
6 Respondió: “Cien medidas de aceite.” El le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida y escribe
cincuenta.”
7 Después dijo a otro: “Tú, ¿cuánto debes?” Contestó: “Cien cargas de trigo.” Dícele: “Toma tu
este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz.442
El buen uso del dinero
9 «Yo os digo: Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban
también lo es en lo mucho.
11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero?
12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?444
Dios y las riquezas
Mt. 6. 24
13 «Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se
conoce vuestros corazones; porque lo que es estimable para los hombres, es abominable ante Dios.
La Ley y el Reino de Dios
Mt. 11. 12-13; 5. 18
16 «La Ley y los profetas llegan hasta Juan; desde ahí comienza a anunciarse la Buena Nueva del
El divorcio
Mt. 5. 32; 19. 9 - Mc. 10. 11-12
18 «Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una
repudiada por su marido, comete adulterio.
La parábola del hombre rico y el pobre Lázaro
19 «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas
fiestas.
20 Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas,
21 deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero hasta los perros venían y le lamían
las llagas.
22 Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió
en su seno.
24 Y, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua
quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.”
27 «Replicó: “Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre,
28 porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este
lugar de tormento.”
29 Díjole Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.”
30 El dijo: “No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se
convertirán.”
31 Le contestó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto
resucite.”»
La gravedad del escándalo
Mt. 18. 6-7 - Mc. 9. 42
Lucas 17
1 Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien
vienen!
2 Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que
perdonarás.»
El poder de la fe
Mt. 17. 20; 21. 21 - Mc. 11. 23
5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»
6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro:
“Arráncate y plántate en el mar”, y os habría obedecido.»
La parábola del servidor humilde
7 «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice:
“Pasa al momento y ponte a la mesa?”
8 ¿No le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya
limpios.
15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz;
16 y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano.
17 Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?»
19 Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado.»
La venida del Reino de Dios
20 Habiéndole preguntado los fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: «El
hombre, y no lo veréis.
23 Y os dirán: “Vedlo aquí, vedlo allá.” No vayáis, ni corráis detrás.
24 Porque, como relámpago fulgurante que brilla de un extremo a otro del cielo, así será el Hijo
construían;
29 pero el día que salió Lot de Sodoma, Dios hizo llover fuego y azufre del cielo y los hizo
perecer a todos.450
30 Lo mismo sucederá el Día en que el Hijo del hombre se manifieste.
31 «Aquel Día, el que esté en el terrado y tenga sus enseres en casa, no baje a recogerlos; y de
igual modo, el que esté en el campo, no se vuelva atrás.
32 Acordaos de la mujer de Lot.
33 Quien intente guardar su vida, la perderá; y quien la pierda, la conservará.
34 Yo os lo digo: aquella noche estarán dos en un mismo lecho: uno será tomado y el otro
dejado;
35 habrá dos mujeres moliendo juntas: una será tomada y la otra dejada.»
36 Y le dijeron: «¿Dónde, Señor?» El les respondió: «Donde esté el cuerpo, allí también se
Lucas 18
1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer.
2 «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.
3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi
adversario!”
4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni
soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.
12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.”
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo,
sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”
14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será
humillado; y el que se humille, será ensalzado.»
Jesús y los niños
Mt. 19. 13-15 - Mc. 10. 13-16
15 Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les
reñían.
16 Mas Jesús llamó a los niños, diciendo: «Dejad que los niños vengan a mí y no se lo impidáis;
El hombre rico
Mt. 19. 16-22 - Mc. 10. 17-22
18 Uno de los principales le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia
vida eterna?»
19 Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios.
20 Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso
El peligro de las riquezas
Mt. 19. 23-26 - Mc. 10. 23-27
24 Viéndole Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!
25 Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino
de Dios.»
26 Los que lo oyeron, dijeron: «¿Y quién se podrá salvar?»
27 Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.»
La recompensa prometida a los discípulos
Mt. 19. 27-29 - Mc. 10. 28-30
28 Dijo entonces Pedro: «Ya lo ves, nosotros hemos dejado nuestras cosas y te hemos seguido.»
29 El les dijo: «Yo os aseguro que nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos
por el Reino de Dios,
30 quedará sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna.»
El tercer anuncio de la Pasión
Mt. 20. 17-19 - Mc. 10. 32-34
31 Tomando consigo a los Doce, les dijo: «Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo
que los profetas escribieron para el Hijo del hombre;
32 pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido;
33 y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará.»
34 Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que
decía.
Curación de un ciego de Jericó
Mt. 20. 29-34 - Mc. 10. 46-52
35 Sucedió que, al acercarse él a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo
limosna;
36 al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.
37 Le informaron que pasaba Jesús el Nazoreo
38 y empezó a gritar, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!»
39 Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de
a Dios.
La conversión de Zaqueo
Lucas 19
estatura.
4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.
5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque
Abraham,452
10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»
La parábola de las monedas de plata
Mt. 25. 14-30
11 Estando la gente escuchando estas cosas, añadió una parábola, pues estaba él cerca de
volverse.454
13 Habiendo llamado a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad hasta que
vuelva.”455
14 Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: “No
aquellos siervos suyos, a los que había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
16 Se presentó el primero y dijo: “Señor, tu mina ha producido diez minas.”
17 Le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno!; ya que has sido fiel en lo mínimo, toma el gobierno
de diez ciudades.”
18 Vino el segundo y dijo: “Tu mina, Señor, ha producido cinco minas.”
19 Dijo a éste: “Ponte tú también al mando de cinco ciudades.”
20 «Vino el otro y dijo: “Señor, aquí tienes tu mina, que he tenido guardada en un lienzo;
21 pues tenía miedo de ti, que eres un hombre severo; que tomas lo que no pusiste, y cosechas lo
que no sembraste.”
22 Dícele: “Por tu propia boca te juzgo, siervo malo; sabías que yo soy un hombre severo, que
quitará.”456
27 «”Pero a aquellos enemigos míos, los que no quisieron que yo reinara sobre ellos, traedlos
alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces, por todos los milagros que habían visto.
38 Decían: «Bendito el Rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las
alturas.»457
39 Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus
discípulos.»
40 Respondió: «Os digo que si éstos callan gritarán las piedras.»
Lamentación de Jesús sobre Jerusalén
41 Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella,
42 diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado
cueva de bandidos!»460
La enseñanza de Jesús en el Templo
Mc. 11. 18
47 Enseñaba todos los días en el Templo. Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y
también los notables del pueblo buscaban matarle,
48 pero no encontraban qué podrían hacer, porque todo el pueblo le oía pendiente de sus labios.
Discusión sobre la autoridad de Jesús
Mt. 21. 23-27 - Mc. 11. 27-33
Lucas 20
autoridad?»
3 El les respondió: «También yo os voy a preguntar una cosa. Decidme:
4 El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?»
5 Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: “Del cielo”, dirá: “¿Por qué no le creísteis?”
6 Pero si decimos: “De los hombres”, todo el pueblo nos apedreará, pues están convencidos de
aplastará.»462
19 Los escribas y los sumos sacerdotes trataron de echarle mano en aquel mismo momento - pero
tuvieron miedo al pueblo - porque habían comprendido que aquella parábola la había dicho por ellos.
El impuesto debido a la autoridad
Mt. 22. 15-22 - Mc. 12. 13-17
20 Quedándose ellos al acecho, le enviaron unos espías, que fingieran ser justos, para
sorprenderle en alguna palabra y poderle entregar al poder y autoridad del procurador.
21 Y le preguntaron: «Maestro, sabemos que hablas y enseñas con rectitud, y que no tienes en
cuenta la condición de las personas, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios:
22 ¿Nos es lícito pagar tributo al César o no?»
23 Pero él, habiendo conocido su astucia, les dijo:
24 «Mostradme un denario. ¿De quién lleva la imagen y la inscripción?» Ellos dijeron: «Del
César.»
25 El les dijo: «Pues bien, lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»
26 No pudieron sorprenderle en ninguna palabra ante el pueblo y, maravillados por su respuesta,
se callaron.
Discusión sobre la resurección de los muertos
Mt. 22. 23-33 - Mc. 12. 18-27
27 Acercándose algunos de los saduceos, esos que sostienen que no hay resurrección, le
preguntaron:
28 «Maestro, Moisés nos dejó escrito que si muere el hermano de alguno, que estaba casado y no
tenía hijos, que su hermano tome a la mujer para dar descendencia a su hermano.463
29 Eran siete hermanos; habiendo tomado mujer el primero, murió sin hijos;
30 y la tomó el segundo,
31 luego el tercero; del mismo modo los siete murieron también sin dejar hijos.
32 Finalmente, también murió la mujer.
33 Esta, pues, ¿de cuál de ellos será mujer en la resurrección? Porque los siete la tuvieron por
mujer.»
34 Jesús les dijo: «Los hijos de este mundo toman mujer o marido;
35 pero los que alcancen a ser dignos de tener parte en aquel mundo y en la resurrección de entre
resurrección.
37 Y que los muertos resucitan lo ha indicado también Moisés en lo de la zarza, cuando llama al
El Mesías, hijo y Señor de David
41 Les preguntó: «¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
42 Porque David mismo dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
diestra
43 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.465
44 David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?»
Advertencia de Jesús contra los escribas
Lc. 11. 43 - Mt. 23. 6-7 - Mc. 12. 38-40
45 Estando todo el pueblo oyendo, dijo a los discípulos:
46 «Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje y quieren ser saludados en las
plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas, y los primeros puestos en los banquetes;
47 y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una
sentencia más rigurosa.»
La ofrenda de la viuda
Mc. 12. 41-44
Lucas 21
1 Alzando la mirada, vió a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro;
2 vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas,
3 y dijo: «De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos.
4 Porque todos éstos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado
de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir.»
Anuncio de la destrucción del Templo
Mt. 24. 1-3 - Mc. 13. 1-4
5 Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas
votivas, él dijo:
6 «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»466
7 Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas
están para ocurrir?»
Los signos precursores del fin
Mt. 24. 4-14 - Mc. 13. 5-13
8 El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y
El asedio de Jerusalén
Mt. 24. 15-21 - Mc. 13. 14-19
20 «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación.
21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad,
que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella;
22 porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
23 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad
sobre la tierra, y Cólera contra este pueblo;
24 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será
pisoteada por los gentiles, hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles.467
La manifestación gloriosa del Hijo del hombre
Mt. 24. 29-30 - Mc. 13. 24-26
25 «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes,
vuestra liberación.»
La parábola de la higuera
Mt. 24. 32-35 - Mc. 13. 28-31
29 Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles.
30 Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
32 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Exhortación a la vigilancia
34 «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la
embriaguez y por las preocupaciones de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros,
35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra.
36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que
está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»
Ultimos días de Jesús en Jerusalén
37 Por el día enseñaba en el Templo y salía a pasar la noche en el monte llamado de los Olivos.
38 Y todo el pueblo madrugaba para ir donde él y escucharle en el Templo.
LA PASIÓN Y LA MUERTE DE JESÚS
La obra de Cristo llega a su punto culminante. Él cumple la voluntad del Padre, ofreciéndole su
Cuerpo y su Sangre. Y antes de hacerlo en la cruz, lo hace en la Última Cena, donde nos deja el
recuerdo vivo de su amor, bajo los signos del pan y del vino.
Las autoridades judías deciden la muerte del Señor, y él se entrega voluntariamente. Los distintos
episodios de su Pasión son generalmente conocidos. Lo importante es descubrir su contenido,
comprender que los sufrimientos del Señor son la expresión más elocuente del amor de Dios, que
quiere salvar a los hombres.
No se trata, entonces, de señalar "culpables" del Sacrificio de Jesús. Los culpables somos todos,
y él pide por todos: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (23. 34). Su Sangre nos
purifica a todos y sella la Nueva Alianza, el nuevo pacto de amor que Dios ofrece a la humanidad.
La conspiración contra Jesús y la traición de Judas
Mt. 26. 1-5, 14-16 - Mc. 14. 1-2, 10-11
Lucas 22
La comida pascual
14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles;
15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer;
16 porque os digo que ya no la comeré más hasta que halle su cumplimiento en el Reino de
Dios.»
17 Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que
entregado!»
23 Entonces se pusieron a discutir entre sí quién de ellos sería el que iba a hacer aquello.
El carácter servicial de la autoridad
Mt. 20. 25-28 Mc. 10. 42-45
24 Entre ellos hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor.
25 El les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen
el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores;
26 pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que
gobierna como el que sirve.
27 Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa?
Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
La recompensa prometida a los discípulos
Mt. 19. 28
28 «Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas;
29 yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí,
30 para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las
tus hermanos.»472
33 El dijo: «Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte.»
34 Pero él dijo: «Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que
me conoces.»
El combate decisivo
35 Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos
dijeron: «Nada.»
36 Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que
La oración de Jesús en el monte de los Olivos
Mt. 26. 30, 36-46 - Mc. 14. 26, 32-42 - Jn. 18. 1
39 Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.
40 Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.»
41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba
42 diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba.
44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de
sangre que caían en tierra.
45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza;
46 y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en
tentación.»
El arresto de Jesús
Mt. 26. 47-56 - Mc. 14. 43-52 - Jn. 18. 2-11
47 Todavía estaba hablando, cuando se presentó un grupo; el llamado Judas, uno de los Doce, iba
lo soy!»
59 Pasada como una hora, otro aseguraba: «Cierto que éste también estaba con él, pues además es
galileo.»
60 Le dijo Pedro: «¡Hombre, no sé de qué hablas!» Y en aquel momento, estando aún hablando,
cantó un gallo,
61 y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo:
«Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces.»
62 Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente.
Ultrajes a Jesús
Mt. 26. 67-68 - Mc. 14. 65
63 Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban;
64 y cubriéndole con un velo le preguntaban: «¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?»
65 Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas.
Jesús ante el Sanedrín
Mt. 26. 62-66 - Mc. 14. 60-64
66 En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y
de su propia boca?»
Jesús ante Pilato
Mt. 27. 1-2, 11-14 - Mc. 15. 1-5 - Jn. 18. 28-38
Lucas 23
Jesús de nuevo ante Pilato
13 Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo
14 y les dijo: «Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he
interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le
acusáis.
15 Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
16 Así que le castigaré y le soltaré.»479
17 En cada fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso.480
Jesús y Barrabás
Mt. 27. 15-26 - Mc. 15. 6-15 - Jn. 18. 39-40; 19. 1, 4-16
18 Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: «¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!»
19 Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato.
20 Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús,
21 pero ellos seguían gritando: «¡Crucifícale, crucifícale!»
22 Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que
más fuertes.
24 Pilato sentenció que se cumpliera su demanda.
25 Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se
lo entregó a su voluntad.
El camino hacia el Calvario
Mt. 27. 32 - Mc. 15. 21 - Jn. 19. 17
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le
¡Cubridnos!481
31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?»482
32 Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él.
La crucifixión de Jesús
Mt. 27. 33-38 - Mc. 15. 22-27 - Jn. 19. 17-24
33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la
echando a suertes.483
Injurias a Jesús crucificado
Mt. 27. 39-43 - Mc. 15. 29-32a
35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: «A otros salvó; que se
salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.»
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre
37 y le decían: «Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!»
38 Había encima de él una inscripción: «Este es el Rey de los judíos.»
El buen ladrón
Mt. 27. 44 - Mc. 15. 32b
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a
nosotros!»
40 Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste
expiró.485
47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: «Ciertamente este hombre era
justo.»
48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron
golpeándose el pecho.
49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían
seguido desde Galilea.
La sepultura de Jesús
Mt. 27. 57-61 - Mc. 15. 42-47 - Jn. 19. 38-42
50 Había un hombre llamado José, miembro del Consejo, hombre bueno y justo,
51 que no había asentido al consejo y proceder de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y
Lucas 24
1 El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían
preparado.487
2 Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro,
3 y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
4 No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos
resplandecientes.
5 Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los
muertos al que está vivo?
6 No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea,
diciendo:
7 “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea
El testimonio de las mujeres
9 Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás.
10 Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago
Jerusalén,
14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
15 Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con
ellos;
16 pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire
entristecido.
18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no
sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
19 El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas,
madrugada al sepulcro,
23 y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles,
con vosotros.»
37 Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.
38 Pero él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?
39 Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y
Últimas instrucciones de Jesús
Hech. 1. 4, 8
44 Después les dijo: «Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con
vosotros: “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y
en los Salmos acerca de mí.”»
45 Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras,
46 y les dijo: «Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer
día
47 y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones,
empezando desde Jerusalén.
48 Vosotros sois testigos de estas cosas.
49 «Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced
en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.»
La ascensión de Jesús
Mc. 16. 19 - Hech. 1. 9, 12
50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo.
51 Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo,
53 y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
Introdución.
El cuarto Evangelio difiere considerablemente de los tres anteriores, tanto por su forma literaria
cuanto por su contenido. La tradición cristiana lo atribuye al Apóstol JUAN, a quien identifica con "el
discípulo al que Jesús amaba" (13. 23; 19. 26; 20. 2; 21. 7, 20), y hay varios indicios en el mismo
Evangelio que corroboran esta atribución. De todas maneras, la redacción final del Libro es el
resultado de una larga elaboración en la que también intervinieron los discípulos del Apóstol. La
obra fue concluida hacia el año 100, y tenía como destinatarios inmediatos a las comunidades
cristianas de Asia Menor.
El Evangelio de Juan gira en torno a un tema fundamental: Jesús es el Enviado de Dios, su
Palabra por excelencia, que vino a este mundo para hacernos conocer al Padre. Él no habla por sí
mismo, sino que "da testimonio" de la Verdad que escuchó del Padre (3. 11-13, 31-34), y toda su vida
es una revelación de la "gloria" que recibió de su mismo Padre antes de la creación del mundo (17. 1-
5).
Con más insistencia que los otros evangelistas, Juan acentúa la oposición entre Jesús —la "Luz",
el "Camino", la "Verdad" y la "Vida"— y los que se niegan a creer en él, designados habitualmente
con el nombre genérico de "los judíos". Jesús no vino a "juzgar" al mundo, sino a salvarlo. Pero, por
el simple hecho de manifestarse a los hombres, él los pone ante una alternativa: la de permanecer en
sus propias "tinieblas" o creer en la "luz". El que no cree en Jesús "ya" está condenado, mientras que
el que cree en él "ya" ha pasado de la muerte a la Vida y tiene Vida eterna.
A diferencia de los Evangelios sinópticos, que mencionan una sola "subida" de Jesús a Jerusalén,
este Evangelio habla de tres Pascuas celebradas en la Ciudad santa. Más aún, casi toda la actividad
pública del Señor, se desarrolla dentro del marco litúrgico de alguna festividad judía. En lugar de las
parábolas del Reino utilizadas a manera de comparaciones, tan características de los otros
Evangelios, Juan se vale de breves y expresivas alegorías, como por ejemplo, la de la vid y los
sarmientos y la del buen Pastor. También emplea diversos "símbolos" para referirse a la persona de
Jesús y a los bienes que él brinda a los hombres: en especial, el "agua" y el "pan" le sirven para hacer
una verdadera "catequesis sacramental" sobre el Bautismo y la Eucaristía.
El autor de este Evangelio vuelve constantemente sobre los mismos temas, desarrollándolos y
profundizándolos una y otra vez. En cada uno de esos temas está contenido todo el misterio de Cristo.
Pero más que los "hechos" de su vida, lo que le interesa y quiere poner de relieve es el "significado"
que ellos encierran y que sólo la fe puede descubrir. Desde esa perspectiva, Juan interpreta las obras y
amplía los discursos de Jesús, como fruto de una larga y profunda contemplación. Su objetivo
fundamental es conducirnos a la Vida eterna, que consiste en conocer al "único Dios verdadero" y a su
"Enviado, Jesucristo" (17. 3). Con razón se ha llamado al Evangelio de Juan el "Evangelio espiritual".
PRÓLOGO
Mientras que el Evangelio de Marcos se inicia con el bautismo del Señor y los de Mateo y Lucas
se remontan a su infancia, Juan va más lejos todavía y comienza hablando de su origen divino. En su
Prólogo tan característico, presenta a Jesús como la "Palabra" de Dios personificada, que existía
desde siempre junto al Padre y "era Dios" (1. 1-2). Esa Palabra trasciende infinitamente el mundo y la
historia, pero a la vez es una Palabra "creadora": "Todas las cosas fueron hechas por medio de la
Palabra", y en ella está la Vida que ilumina a los hombres (1. 3-4).
Y para revelarles el rostro invisible de Dios y hacerlos participar de su filiación divina, la
Palabra eterna e increada "se hizo carne" y vino a convivir con los hombres "como Hijo único" del
Padre (1. 14). Es el Misterio de la Encarnación: Dios tiene ahora un rostro humano. Al advertirnos
que las tinieblas del mundo no recibieron a la Palabra (1. 5, 11), Juan anticipa el tema del eterno
conflicto entre la luz y las tinieblas, tan destacado en su Evangelio. Más que una introducción, este
admirable Prólogo —como la obertura de una ópera— es un resumen de todos los temas contenidos en
el resto del Libro.
Juan 1
1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.491
2 Ella estaba en el principio con Dios.
3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.492
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.493
9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su
nombre;494
13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.495
14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.496
15 Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha
Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
EL TESTIMONIO DE JUAN EL BAUTISTA
Los Evangelios sinópticos presentan a Juan el Bautista como el profeta que prepara el camino del
Señor, anunciando en el desierto "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados" (Mc. 1.
4). El cuarto Evangelio, en cambio, lo presenta como "testigo" de Jesús (1. 6-8). "Juan da testimonio
de él" (1. 15), y ese testimonio se resume en la célebre expresión: "Este es el Cordero de Dios, que
quita el pecado del mundo" (1. 29). Dos discípulos de Juan reciben su testimonio. Ellos a su vez lo
transmiten a otros, y así comienza a formarse el pequeño grupo de seguidores del Señor.
Al atestiguar que Jesús es "el Cordero de Dios", el Bautista evoca la figura del "Servidor
sufriente", que se entrega a la muerte como un cordero inocente para expiar el pecado del mundo (Is.
52. 13 - 53. 12), y también la del Cordero pascual, símbolo de la liberación de Israel (Éx. 12. 1-28).
Jesús, el Cordero de Dios
Mt. 3. 3, 11 - Mc. 1. 3, 7-8 - Lc. 3. 4, 16
19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén
Respondió: «No.»500
22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado?
profeta Isaías.»501
24 Los enviados eran fariseos.
25 Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no
conocéis,
27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
29 Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el
pecado del mundo.
30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí,
que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.”
34 Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»
Los primeros discípulos de Jesús
35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.»
37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
38 Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron:
verás.»502
47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien
no hay engaño.»
48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara,
mayores.»
51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
Juan 2
1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No
tienen vino.»
4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
5 Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.»504
6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres
medidas cada una.
7 Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
8 «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los
sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú
en él sus discípulos.
12 Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron
sus puestos.
15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes;
Anuncio de la resurrección de Jesús
18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y
tú lo vas a levantar en tres días?»
21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.507
22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho
eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
23 Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver
Juan 3
Reino de Dios.»508
4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el
seno de su madre y nacer?»
5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede
entrar en el Reino de Dios.
6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu.509
7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto.
8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es
hombre,512
15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.
16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no
mucho con la voz del novio. Esta es, pues, mi alegría, que ha alcanzado su plenitud.513
30 Es preciso que él crezca y que yo disminuya.
31 El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de
medida.
35 El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano.
36 El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino
que la cólera de Dios permanece sobre él.»
El encuentro de Jesús con la samaritana
Juan 4
1 Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos
José.
6 Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al
aquí a sacarla.»
16 El le dice: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.»
17 Respondió la mujer: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Bien has dicho que no tienes marido,
18 porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la
verdad.»
19 Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se
debe adorar.»
21 Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén
adoraréis al Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la
espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren.517
24 Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad.»
25 Le dice la mujer: «Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo
explicará todo.»
26 Jesús le dice: «Yo soy, el que te está hablando.»
27 En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le
obra.
35 ¿No decís vosotros: Cuatro meses más y llega la siega? Pues bien, yo os digo: Alzad vuestros
se puso en camino.
51 Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía.
52 El les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la
él y toda su familia.
54 Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.
LA VIDA ETERNA
La obra de Jesús es la perfecta manifestación de la actividad del Padre, que siempre sigue
creando el universo y dándole vida. Un "signo" de esto es la curación del paralítico tendido junto a
una piscina de Jerusalén. "El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado, tiene Vida
eterna y no está sometido al juicio" (5. 24). Al realizar esa curación en sábado, Jesús provoca la
reacción de "los judíos". Frente a ella, él se remite al testimonio del Padre, manifestado en sus obras,
y al que dan en su favor las mismas Escrituras.
A continuación, y en respuesta a los anhelos más profundos del corazón humano, Jesús se revela
como "el pan vivo bajado del cielo para la Vida del mundo" (6. 51). Este es el significado que da Juan
a la multiplicación de los panes, en un largo discurso que se refiere a la vez al Pan de la Palabra y al
Pan de la Eucaristía. Tan asombrosa revelación aleja a muchos, pero también arranca a Pedro la
célebre profesión de fe: "Tú tienes palabras de Vida eterna" (6.68).
Curación de un enfermo en la piscina de Betsata
Juan 5
1 Después de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
2 Hay en Jerusalén, junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene
cinco pórticos.
3 En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, esperando la agitación del
agua.
4 Porque el Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el
primero que se metía después de la agitación del agua, quedaba curado de cualquier mal que
tuviera.521
5 Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
6 Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dice: «¿Quieres curarte?»
7 Le respondió el enfermo: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el
día.
10 Por eso los judíos decían al que había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la
camilla.»
11 El le respondió: «El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda.»
12 Ellos le preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?»
13 Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en
aquel lugar.
14 Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice: «Mira, estás curado; no peques más, para
sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose a sí mismo igual a Dios.
Discurso sobre la obra del Hijo: el juicio y la resurrección
19 Jesús, pues, tomando la palabra, les decía: «En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede
hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso también lo hace
igualmente el Hijo.524
20 Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que él hace. Y le mostrará obras aún
mayores que estas, para que os asombréis.
21 Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a
los que quiere.
22 Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo,
23 para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al
Padre que lo ha enviado.
24 En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene
vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida.
25 En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la
voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán.
26 Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí
mismo,
27 y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre.
28 No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz
29 y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el
mal, para una resurrección de juicio.
30 Y no puedo hacer nada por mi cuenta: juzgo según lo que oigo; y mi juicio es justo, porque no
encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me
ha enviado.
37 Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído
ése le recibiréis.
44 ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que
viene del único Dios?
45 No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién
Juan 6
1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades,
2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos.
3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.
4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a
tantos?»
10 Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron,
pierda.»
13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada
que sobraron a los que habían comido.
14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a
venir al mundo.»
15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de
nuevo al monte él solo.
Jesús camina sobre las aguas
Mt. 14. 22-33 - Mc. 6. 45-52
16 Al atardecer, bajaron sus discípulos a la orilla del mar,
17 y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y
Jesús todavía no había venido donde ellos;
18 soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse.
19 Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el
mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo.
20 Pero él les dijo: «Soy yo. No temáis.»
21 Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se
dirigían.
Discurso sobre el Pan de Vida
22 Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más
que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se
habían marchado solos.
23 Pero llegaron barcas de Tiberíades cerca del lugar donde habían comido pan.
24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y
fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús.
25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?»
26 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis
visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.
27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el
que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.»527
28 Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?»
29 Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.»
30 Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra
realizas?
31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a
comer.»528
32 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del
eterna,
69 y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.»532
70 Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un
diablo.»
71 Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.
LA LUZ DEL MUNDO
El tema de la decisión a favor o en contra de Jesús está presente a lo largo de todo el cuarto
Evangelio. Este tema adquiere un dramatismo particular en los capítulos siguientes, que agrupan una
serie de controversias sobre el origen del Mesías, surgidas durante la fiesta de las Chozas. Él se
declara superior a Abraham y se llama a sí mismo "Yo Soy" (8. 24, 28, 58), que es el Nombre divino
revelado a Moisés. Ante esta afirmación "los judíos" quieren apedrearlo, pero su "hora" no ha llegado
todavía.
La fiesta de las Chozas duraba una semana. El último día se hacía una oración para pedir la
lluvia. Era la "liturgia del agua". Ese día Jesús hace una solemne proclamación: "El que tenga sed,
venga a mí; y beba el que cree en mí" (7. 37-38). Así anunciaba que su costado abierto en la Cruz
sería la fuente de donde brotaría el agua viva del Espíritu. También con ocasión de esa Fiesta, se
encendían grandes lámparas. Él se declara entonces la "luz del mundo" (8. 12), y lo ratifica por
medio de un "signo" bien elocuente: la curación de un ciego de nacimiento. Cada creyente es
iluminado interiormente por Cristo, como lo fue exteriormente aquel ciego. Para eso es preciso
escuchar la Palabra de Jesús, "el buen Pastor" que "da su vida por las ovejas" (10.11).
Viaje de Jesús a Jerusalén
Juan 7
1 Después de esto, Jesús andaba por Galilea, y no podía andar por Judea, porque los judíos
buscaban matarle.
2 Pero se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.533
3 Y le dijeron sus hermanos: «Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las
obras que haces,
4 pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al
mundo.»
5 Es que ni siquiera sus hermanos creían en él.
6 Entonces les dice Jesús: «Todavía no ha llegado mi tiempo, en cambio vuestro tiempo siempre
está a mano.
7 El mundo no puede odiaros; a mí sí me aborrece, porque doy testimonio de que sus obras son
perversas.
8 Subid vosotros a la fiesta; yo no subo a esta fiesta porque aún no se ha cumplido mi tiempo.»
9 Dicho esto, se quedó en Galilea.
10 Pero después que sus hermanos subieron a la fiesta, entonces él también subió no
Enseñanza de Jesús en Jerusalén
14 Mediada ya la fiesta, subió Jesús al Templo y se puso a enseñar.
15 Los judíos, asombrados, decían: «¿Cómo entiende de letras sin haber estudiado?»
16 Jesús les respondió: «Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado.
17 Si alguno quiere cumplir su voluntad, verá si mi doctrina es de Dios o hablo yo por mi cuenta.
18 El que habla por su cuenta, busca su propia gloria; pero el que busca la gloria del que le ha
Discusiones sobre el origen del Mesías
25 Decían algunos de los de Jerusalén: «¿No es a ése a quien quieren matar?
26 Mirad cómo habla con toda libertad y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido de veras las
es.»537
28 Gritó, pues, Jesús, enseñando en el Templo y diciendo: «Me conocéis a mí y sabéis de dónde
soy. Pero yo no he venido por mi cuenta; sino que verdaderamente me envía el que me envía; pero
vosotros no le conocéis.
29 Yo le conozco, porque vengo de él y él es el que me ha enviado.»
30 Querían, pues, detenerle, pero nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
31 Y muchos entre la gente creyeron en él y decían: «Cuando venga el Cristo, ¿hará más señales
para detenerle.
Anuncio de la partida de Jesús
33 Entonces él dijo: «Todavía un poco de tiempo estaré con vosotros, y me voy al que me ha
enviado.
34 Me buscaréis y no me encontraréis; y adonde yo esté, vosotros no podéis venir.»538
35 Se decían entre sí los judíos: «¿A dónde se irá éste que nosotros no le podamos encontrar? ¿Se
irá a los que viven dispersos entre los griegos para enseñar a los griegos?
36 ¿Qué es eso que ha dicho: “Me buscaréis y no me encontraréis”, y “adonde yo esté, vosotros
no podéis venir”?»
Jesús, fuente de agua viva
37 El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó: «Si alguno tiene sed,
venga a mí, y beba
38 el que crea en mí», como dice la Escritura: De su seno correrán ríos de agua viva.539
39 Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en él. Porque aún no
profeta.»
41 Otros decían: «Este es el Cristo.» Pero otros replicaban: «¿Acaso va a venir de Galilea el
Cristo?
42 ¿No dice la Escritura que el Cristo vendrá de la descendencia de David y de Belén, el pueblo de
ningún profeta.»
53 Y se volvieron cada uno a su casa.
La mujer adúltera
Juan 8
peques más.»541
El testimonio de Jesús sobre sí mismo
12 Jesús les habló otra vez diciendo: «Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la
testimonio de mí.»
19 Entonces le decían: «¿Dónde está tu Padre?» Respondió Jesús: «No me conocéis ni a mí ni a mi
Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.»
20 Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le prendió,
porque aún no había llegado su hora.
Advertencia a los incrédulos
21 Jesús les dijo otra vez: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado.
ir?»
23 El les decía: «Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy
de este mundo.
24 Ya os he dicho que moriréis en vuestros pecados, porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en
vuestros pecados.»542
25 Entonces le decían: «¿Quién eres tú?» Jesús les respondió:«Desde el principio, lo que os estoy
diciendo.
26 Mucho podría hablar de vosotros y juzgar pero el que me ha enviado es veraz, y lo que le he
Soy, y que no hago nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo
que hablo.
29 Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le
agrada a él.»
30 Al hablar así, muchos creyeron en él.
Los verdaderos descendientes de Abraham
31 Decía, pues, Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis
verdaderamente mis discípulos,
32 y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.»543
33 Ellos le respondieron: «Nosotros somos descendencia de Abraham y nunca hemos sido
esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?»
34 Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es un esclavo.
35 Y el esclavo no se queda en casa para siempre; mientras el hijo se queda para siempre.
36 Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.
37 Ya sé que sois descendencia de Abraham; pero tratáis de matarme, porque mi Palabra no
prende en vosotros.
38 Yo hablo lo que he visto donde mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis oído donde vuestro
padre.»
El demonio, padre de la mentira
39 Ellos le respondieron: «Nuestro padre es Abraham.» Jesús les dice: «Si sois hijos de Abraham,
haced las obras de Abraham.
40 Pero tratáis de matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo
Abraham.
41 Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.» Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de
Dios.»
48 Los judíos le respondieron: «¿No decimos, con razón, que eres samaritano y que tienes un
demonio?»
49 Respondió Jesús: «Yo no tengo un demonio; sino que honro a mi Padre, y vosotros me
deshonráis a mí.
50 Pero yo no busco mi gloria; ya hay quien la busca y juzga.
51 En verdad, en verdad os digo: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás.»
Jesús y Abraham
52 Le dijeron los judíos: «Ahora estamos seguros de que tienes un demonio. Abraham murió, y
también los profetas; y tú dices: “Si alguno guarda mi Palabra, no probará la muerte jamás.”
53 ¿Eres tú acaso más grande que nuestro padre Abraham, que murió? También los profetas
Curación de un ciego de nacimiento
Juan 9
ciego?»547
3 Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios.
4 Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche,
volvió ya viendo.
8 Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se
yo.»
10 Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?»
11 El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: “Vete a
ahora?»
20 Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego.
21 Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo
a ése le escucha.
32 Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento.
33 Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.»
34 Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?» Y
le echaron fuera.
35 Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el
Juan 10
1 «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que
saca fuera.
4 Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su
voz.
5 Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños.»
6 Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.
7 Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas.
8 Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les
escucharon.
9 Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto.
10 El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la
tengan en abundancia.
11 Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.551
12 Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo,
abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa,
13 porque es asalariado y no le importan nada las ovejas.
14 Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí,
15 como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.
16 También tengo otras ovejas, que no son de este redil; también a ésas las tengo que conducir y
dínoslo abiertamente.»
25 Jesús les respondió: «Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de
Jesús acusado de blasfemia
31 Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle.
32 Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas
Juan 11
allí?»
9 Jesús respondió: «¿No son doce las horas del día? Si uno anda de día, no tropieza, porque ve la
mundo.»
28 Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.»
29 Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rápidamente, y se fue donde él.
30 Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había
encontrado.
31 Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y
salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.
32 Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras
interiormente, se turbó
34 y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.»
35 Jesús se echó a llorar.
36 Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.»
37 Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que
éste no muriera?»
38 Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía
sabéis nada,
50 ni caéis en la cuenta que os conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la
nación.»
51 Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó
que Jesús iba a morir por la nación
52 - y no sólo por la nación, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos.
53 Desde este día, decidieron darle muerte.
54 Por eso Jesús no andaba ya en público entre los judíos, sino que se retiró de allí a la región
cercana al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí residía con sus discípulos.
55 Estaba cerca la Pascua de los judíos, y muchos del país habían subido a Jerusalén, antes de la
vendrá a la fiesta?»
57 Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba,
Juan 12
1 Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había
Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.
4 Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar:
5 «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?»
6 Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la
bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.
7 Jesús dijo: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura.558
8 Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis.»
9 Gran número de judíos supieron que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también
aquella señal.
19 Entonces los fariseos se dijeron entre sí: «¿Veis cómo no adelantáis nada?, todo el mundo se
eterna.
26 Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me
le glorificaré.»
29 La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno. Otros decían: «Le ha hablado
un ángel.»
30 Jesús respondió: «No ha venido esta voz por mí, sino por vosotros.
31 Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera.
32 Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí.»
33 Decía esto para significar de qué muerte iba a morir.
34 La gente le respondió: «Nosotros sabemos por la Ley que el Cristo permanece para siempre.
¿Cómo dices tú que es preciso que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es ese Hijo del
hombre?»
35 Jesús les dijo: «Todavía, por un poco de tiempo, está la luz entre vosotros. Caminad mientras
tenéis la luz, para que no os sorprendan las tinieblas; el que camina en tinieblas, no sabe a dónde va.
La fe y la incredulidad
36 Mientras tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz.» Dicho esto, se marchó Jesús
y se ocultó de ellos.564
37 Aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en él;
38 para que se cumpliera el oráculo pronunciado por el profeta Isaías: Señor, ¿quién dio crédito a
Juan 13
1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo
al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.568
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de
Simón, el propósito de entregarle,
3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios
volvía,
4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la
toalla con que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»
8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes
parte conmigo.»
9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis
La despedida de Jesús: el anuncio de su glorificación
31 Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido
glorificado en él.
32 Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará
pronto.»
33 «Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. Vosotros me buscaréis, y, lo mismo que
les dije a los judíos, que adonde yo voy, vosotros no podéis venir, os digo también ahora a vosotros.
El mandamiento nuevo
34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado,
así os améis también vosotros los unos a los otros.
35 En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.»
El anuncio de las negaciones de Pedro
Mt. 26. 33-35 - Mc. 14. 29-31 - Lc. 22. 33-34
36 Simón Pedro le dice: «Señor, ¿a dónde vas?» Jesús le respondió: «Adonde yo voy no puedes
Juan 14
vosotros viviréis.
20 Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros.
21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será
amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»
22 Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y
no al mundo?»
23 Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y
que me ha enviado.
25 Os he dicho estas cosas estando entre vosotros.
26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y
os recordará todo lo que yo os he dicho.
27 Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón
ni se acobarde.
28 Habéis oído que os he dicho: “Me voy y volveré a vosotros.” Si me amarais, os alegraríais de
que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
29 Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
30 Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de este mundo. En mí no
Juan 15
más fruto.
3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado.
4 Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí
para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre
en mi nombre os lo conceda.
17 Lo que os mando es que os améis los unos a los otros.»
El odio del mundo
18 «Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros.
19 Su fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero, como no sois del mundo, porque yo al
elegiros os he sacado del mundo, por eso os odia el mundo.
20 Acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han
perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado mi Palabra, también la vuestra
guardarán.
21 Pero todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.
22 Si yo no hubiera venido y no les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen
excusa de su pecado.
23 El que me odia, odia también a mi Padre.
24 Si no hubiera hecho entre ellos obras que no ha hecho ningún otro, no tendrían pecado; pero
ahora las han visto, y nos odian a mí y a mi Padre.
25 Pero es para que se cumpla lo que está escrito en su Ley: Me han odiado sin motivo.577
26 Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí.
27 Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio.
Juan 16
da culto a Dios.
3 Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
La misión del Espíritu Santo
4 Os he dicho esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. «No
vas?”
6 Sino que por haberos dicho esto vuestros corazones se han llenado de tristeza.
7 Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a
en lo referente al juicio;
9 en lo referente al pecado, porque no creen en mí;
10 en lo referente a la justicia porque me voy al Padre, y ya no me veréis;
11 en lo referente al juicio, porque el Príncipe de este mundo está juzgado.579
12 Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello.
13 Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará
por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir.
14 El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros.
15 Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros.
La vuelta de Jesús al Padre
16 «Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver.»
17 Entonces algunos de sus discípulos comentaron entre sí: «¿Qué es eso que nos dice: “Dentro
de poco ya no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver” y “Me voy al Padre”?»
18 Y decían: «¿Qué es ese “poco”? No sabemos lo que quiere decir.»
19 Se dio cuenta Jesús de que querían preguntarle y les dijo: «¿Andáis preguntándoos acerca de lo
que he dicho: “Dentro de poco no me veréis y dentro de otro poco me volveréis a ver?”
20 «En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis
tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo.
21 La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado
a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo.
22 También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y
vuestra alegría nadie os la podrá quitar.
23 Aquel día no me preguntaréis nada. En verdad, en verdad os digo: lo que pidáis al Padre os lo
dará en mi nombre.
24 Hasta ahora nada le habéis pedido en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea
colmado.
25 Os he dicho todo esto en parábolas. Se acerca la hora en que ya no os hablaré en parábolas,
sino que con toda claridad os hablaré acerca del Padre.
26 Aquel día pediréis en mi nombre y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros,
27 pues el Padre mismo os quiere, porque me queréis a mí y creéis que salí de Dios.
28 Salí del Padre y he venido al mundo. Ahora dejo otra vez el mundo y voy al Padre.»
29 Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola.
30 Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que
has salido de Dios.»
31 Jesús les respondió: «¿Ahora creéis?
32 Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y
Juan 17
1580 Así habló Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu
Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti.
2 Y que según el poder que le has dado sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que tú
le has dado.
3 Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado,
Jesucristo.
4 Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar.
5 Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo
fuese.
Oración de Jesús por sus discípulos
6 He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos
eran y tú me los has dado; y han guardado tu Palabra.
7 Ahora ya saben que todo lo que me has dado viene de ti;
8 porque las palabras que tú me diste se las he dado a ellos, y ellos las han aceptado y han
reconocido verdaderamente que vengo de ti, y han creído que tú me has enviado.
9 Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos;
10 y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en ellos.
11 Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, cuida
en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.
12 Cuando estaba yo con ellos, yo cuidaba en tu nombre a los que me habías dado. He velado por
ellos y ninguno se ha perdido, salvo el hijo de perdición, para que se cumpliera la Escritura.581
13 Pero ahora voy a ti, y digo estas cosas en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría
colmada.
14 Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como yo no
soy del mundo.
15 No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno.
16 Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
17 Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad.582
18 Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo.
19 Y por ellos me santifico a mí mismo, para que ellos también sean santificados en la verdad.583
Oración de Jesús por todos los que creen en él
20 No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en
mí,
21 para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en
enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
24 Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú
me has enviado.
26 Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con
que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.»
LA MUERTE DE JESÚS
En los relatos de la Pasión, Juan depende de la tradición cristiana anterior, pero revive los
acontecimientos con la profundidad que lo caracteriza. Detrás del aparente triunfo de los enemigos de
Jesús, él ve la "hora" del Juicio de Dios sobre el mundo, que es al mismo tiempo causa de salvación
para los que no cierran sus ojos a la luz. En la coronación de espinas, ve la afirmación de la realeza
de Cristo, proclamada solemnemente frente a Pilato. Y en su crucifixión ve la Glorificación del Señor,
que todo lo atrae hacia él.
Además, Juan destaca la plena libertad con que Jesús entregó su vida para cumplir la voluntad
del Padre. Este mismo evangelista nos ha conservado las palabras con que el Señor proclamó desde la
cruz la maternidad de María sobre todos los que creen en él. Y Juan es también el único que menciona
la sangre y el agua brotadas del costado de Cristo, como "signos" del Bautismo y la Eucaristía, donde
se comunica y alimenta la Vida en el Espíritu.
El arresto de Jesús
Mt. 26. 30, 36, 47-56 - Mc. 14. 26, 32, 43-52 - Lc. 22. 39, 47-53
Juan 18
1 Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un
huerto, en el que entraron él y sus discípulos.
2 Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí
muchas veces con sus discípulos.
3 Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y
fariseos, con linternas, antorchas y armas.
4 Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?»
5 Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Díceles: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba
éstos.»
9 Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno.»585
10 Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y
beber?»586
Jesús ante Anás
Mt. 26. 57 - Mc. 14. 53 - Lc. 22. 54
12 Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron587
13 y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suero de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel
año.
14 Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el
pueblo.588
La primera negación de Pedro
Mt. 26. 69-70 - Mc. 14. 66-68 - Lc. 22. 55-57
15 Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo
sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas.
21 ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo
que he dicho.»
22 Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así
qué me pegas?»
24 Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás.
Nuevas negaciones de Pedro
Mt. 26. 71-75 - Mc. 14. 69-72 - Lc. 22. 58-62
25 Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?» El
Jesús ante Pilato
Mt. 27. 2, 11-26 - Mc. 15. 1-15 - Lc. 23. 1-7, 13-19
28 De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el
habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.»592
37 Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?» Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo
para esto he nacido y para est he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de
la verdad, escucha mi voz.»
38 Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo:
«Yo no encuentro ningún delito en él.
39 Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis,
pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?»
40 Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!» Barrabás era un salteador.
La flagelación y la coronación de espinas
Mt. 27. 26-31 - Mc. 15. 15-20 - Lc. 23. 20-25
Juan 19
manto de púrpura;
3 y, acercándose a él, le decían: «Salve, Rey de los judíos.» Y le daban bofetadas.
4 Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro
Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en él.»
7 Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se
tiene por Hijo de Dios.»
8 Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más.
9 Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?» Pero Jesús no le dio
respuesta.
10 Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para
crucificarte?»
11 Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por
cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de
arriba abajo.
24 Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca.» Para que
se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica. Y esto es lo
que hicieron los soldados.593
Jesús y su madre
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y
María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí
tienes a tu hijo.»
27 Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió
en su casa.594
La muerte de Jesús
Mt. 27. 48-50 - Mc. 15. 36-37 - Lc. 23. 46
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la
los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron,
pues, y retiraron su cuerpo.
39 Fue también Nicodemo - aquel que anteriormente había ido a verle de noche - con una mezcla
pusieron a Jesús.
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
La "hora" de Jesús incluye su Muerte y su Resurrección como dos momentos inseparables del
mismo "Misterio pascual". El sepulcro está vacío y a Jesús no se lo encuentra. Su cuerpo ya ha sido
glorificado, pero él se deja ver y palpar, a fin de confirmar en la fe a sus discípulos. Un especial
encanto tiene el relato de la aparición del Señor a María Magdalena, llamada a ser testigo de su
Resurrección.
Sin embargo, la fe no depende y está más allá de las pruebas sensibles. "¡Felices los que creen sin
haber visto!" (20. 29). Así lo proclama Jesús, cuando Tomás se resiste a aceptar el testimonio de sus
compañeros. Luego los discípulos son enviados por él a continuar su misma misión. Y para que
puedan cumplir esta misión, él les comunica su Espíritu, confiriéndoles a la vez el poder de perdonar
los pecados.
El sepulcro vacío
Mt. 28. 1-8 - Mc. 16. 1-8 - Lc. 24. 1-11
Juan 20
creyó,
9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de
La aparición de Jesús a María Magdalena
Mc. 16. 9-11
11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro,
12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera
«Maestro» -.
17 Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis
palabras.
Apariciones de Jesús a los discípulos
Mt. 28. 16-20 - Mc. 16. 14-18 - Lc. 24. 36-49
19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos,
las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les
dijo: «La paz con vosotros.»
20 Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
21 Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
22 Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo.602
23 A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos.»
24 Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros
discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
25 Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el
agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.»
26 Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús
en medio estando las puertas cerradas, y dijo: «La paz con vosotros.»
27 Luego dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo sino creyente.»
28 Tomás le contestó: «Señor mío y Dios mío.»
29 Dícele Jesús: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.»603
Conclusión
30 Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este
libro.
31 Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que
Juan 21
1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se
manifestó de esta manera.
2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de
Zebedeo y otros dos de sus discípulos.
3 Simón Pedro les dice: «Voy a pescar.» Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo.»
Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
5 Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?» Le contestaron: «No.»
6 El les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.» La echaron, pues, y ya no
podían arrastrarla por la abundancia de peces.
7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor», se puso el vestido - pues
estaba desnudo - y se lanzó al mar.
8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban
los muertos.
Diálogo de Jesús con Pedro
15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que
éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»
16 Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes
que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.»
17 Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le
preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.
18 «En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías;
pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no
quieras.»604
19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme.»
El futuro de Juan
20 Pedro se vuelve y ve siguiéndoles detrás, al discípulo a quién Jesús amaba, que además durante
la cena se había recostado en su pecho y le había dicho: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
21 Viéndole Pedro, dice a Jesús: «Señor, y éste, ¿qué?»
22 Jesús le respondió: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú,
sígueme.»605
23 Corrió, pues, entre los hermanos la voz de que este discípulo no moriría. Pero Jesús no había
dicho a Pedro: «No morirá», sino: «Si quiero que se quede hasta que yo venga.»606
24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito, y nosotros sabemos
que su testimonio es verdadero.
25 Hay además otras muchas cosas que hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que ni
todo el mundo bastaría para contener los libros que se escribieran.
HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Introdución.
Hechos 1
1 El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio 607
2 hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los
pocos días».608
6 Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer
el Reino de Israel?»609
7 El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre
con su autoridad,
8 sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos
mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»
LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO JUDÍO
Al Pentecostés judío sucede el Pentecostés cristiano. Así se cumple el anuncio profético:
"Derramaré mi Espíritu sobre todos los hombres" (Jl. 3. 1). Este bautismo "en el Espíritu Santo" (Lc.
3. 16) es el acta de nacimiento de la Iglesia, el Pueblo de la Nueva Alianza. La fuerza arrolladora de
ese Espíritu —simbolizada en el "viento" impetuoso y en las "lenguas de fuego"— renueva todas las
cosas y convierte a los Apóstoles en "testigos" decididos de la Buena Noticia de Jesucristo muerto y
resucitado.
Al comienzo, la acción evangelizadora se limita a Jerusalén. Sus primeros destinatarios son los
miembros del Pueblo elegido. A ellos Pedro les recuerda en su segundo discurso: "Ante todo para
ustedes Dios resucitó a su Servidor, y lo envió para bendecirlos y para que cada uno se aparte de sus
iniquidades" (3. 26). Con ellos se forma la primera comunidad cristiana, cuyo rasgo distintivo es el
profundo sentido de comunión fraternal (2. 42-47; 4. 32-37). Esta comunidad no aparece todavía
desvinculada del Judaísmo y sólo poco a poco, bajo la acción del Espíritu, irá adquiriendo su propia
identidad.
Sin embargo, pronto surgen tensiones entre los creyentes de origen palestinense y los
provenientes del mundo griego (6. 1-6). Contra estos últimos, en particular, se desata una violenta
persecución por parte de las autoridades religiosas de Jerusalén. El factor desencadenante de esta
persecución es el discurso de Esteban, uno de los siete "auxiliares" de los Apóstoles, pronunciado ante
el Sanedrín (6. 8 - 7. 53). Su martirio provoca la primera expansión misionera de la Iglesia más allá
de las fronteras de Israel. La conversión de Pablo (9. 1-19) y el bautismo de un centurión pagano (10.
1-48) son dos momentos decisivos de esa apertura, que anticipa y prepara la evangelización del
mundo no judío.
El grupo de los Apóstoles
12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de
Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el Zelotes y Judas de
Santiago.611
14 Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas
David, había hablado ya acerca de Judas, el que fue guía de los que prendieron a Jesús.
17 Porque él era uno de los nuestros y obtuvo un puesto en este ministerio.
18 Este, pues, compró un campo con el precio de su iniquidad, y cayendo de cabeza, se reventó
apóstoles.615
La venida del Espíritu Santo
Hechos 2
de ellos;
4 quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el
bajo el cielo.
6 Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno
en su propia lengua.
7 Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando?
8 Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa?617
9 Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia,
10 Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos,
11 judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas
de Dios.»618
Primer discurso de Pedro
12 Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: «¿Qué significa esto?»
13 Otros en cambio decían riéndose: «¡Están llenos de mosto!»
14 Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó su voz y les dijo: «Judíos y habitantes
todos de Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras:
15 No están éstos borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día,
16 sino que es lo que dijo el profeta:
17 Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos
soñarán sueños.
18 Y yo sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu.
19 Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra.
20 El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del
Señor.
21 Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.619
22 «Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre
vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como
vosotros mismos sabéis,620
23 a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios,
la esperanza
27 de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la
corrupción.
28 Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu rostro.621
29 «Hermanos, permitidme que os diga con toda libertad cómo el patriarca David murió y fue
diestra
35 hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.624
36 «Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este
La primera comunidad cristiana
42 Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a
las oraciones.626
43 El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales.
44 Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común;
45 vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de
cada uno.
46 Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan
Hechos 3
puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo.
3 Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna.
4 Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos.»
5 El les miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos.
6 Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el
Nazoreo, ponte a andar.»
7 Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos,
8 y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y
alabando a Dios.
9 Todo el pueblo le vio cómo andaba y alababa a Dios;
10 le reconocían, pues él era el que pedía limosna sentado junto a la puerta Hermosa del Templo.
miráis fijamente, como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho caminar a éste?
13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su
siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba
resuelto a ponerle en libertad.
14 Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se os hiciera gracia de un
asesino,627
15 y matasteis al Jefe que lleva a la Vida. Pero Dios le resucitó de entre los muertos, y nosotros
conocéis; es, pues, la fe dada por su medio la que le ha restablecido totalmente ante todos vosotros.
17 «Ya sé yo, hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes.
18 Pero Dios dio cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de todos los
profetas: que su Cristo padecería.
19 Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados,
20 a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido
destinado, a Jesús,629
21 a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló
días.
25 «Vosotros sois los hijos de los profetas y de la alianza que Dios estableció con vuestros padres
Hechos 4
1 Estaban hablando al pueblo, cuando se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del
los muertos.
3 Les echaron mano y les pusieron bajo custodia hasta el día siguiente, pues había caído ya la
tarde.
4 Sin embargo, muchos de los que oyeron la Palabra creyeron; y el número de hombres llegó a
unos 5.000.633
5 Al día siguiente se reunieron en Jerusalén sus jefes, ancianos y escribas,
6 el Sumo Sacerdote Anás, Caifás, Jonatán, Alejandro y cuantos eran de la estirpe de sumos
sacerdotes.
7 Les pusieron en medio y les preguntaban: «¿Con qué poder o en nombre de quién habéis hecho
vosotros eso?»
8 Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: «Jefes del pueblo y ancianos,
9 puesto que con motivo de la obra realizada en un enfermo somos hoy interrogados por quién
Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre
y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros.
11 El es la piedra que vosotros, los constructores, habéis despreciado y que se ha convertido en
piedra angular.634
12 Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos
salvarnos.»
13 Viendo la valentía de Pedro y Juan, y sabiendo que eran hombres sin instrucción ni cultura,
estaban maravillados. Reconocían, por una parte, que habían estado con Jesús;
14 y al mismo tiempo veían de pie, junto a ellos, al hombre que había sido curado; de modo que
no podían replicar.
15 Les mandaron salir fuera del Sanedrín y deliberaban entre ellos.635
16 Decían: «¿Qué haremos con estos hombres? Es evidente para todos los habitantes de Jerusalén,
Jesús.
19 Mas Pedro y Juan les contestaron: «Juzgad si es justo delante de Dios obedeceros a vosotros
castigarles, a causa del pueblo, porque todos glorificaban a Dios por lo que había occurrido,
22 pues el hombre en quien se había realizado esta señal de curación tenía más de cuarenta años.
La primera persecución contra la Iglesia
23 Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos
sacerdotes y ancianos.
24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú que hiciste el cielo y la
contra su Ungido.636
27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las
naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido,
28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera.
29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu
Palabra con toda valentía,
30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo
siervo Jesús.»
31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del
Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía.
La comunión fraterna de bienes
32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba
suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos.
33 Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban
Hechos 5
1 Un hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una propiedad,
2 y se quedó con una parte del precio, sabiéndolo también su mujer; la otra parte la trajo y la
qué determinaste en tu corazón hacer esto? Nos has mentido a los hombres, sino a Dios.»
5 Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y un gran temor se apoderó de cuantos lo oyeron.
6 Se levantaron los jóvenes, le amortajaron y le llevaron a enterrar.
7 Unas tres horas más tarde entró su mujer que ignoraba lo que había pasado.
8 Pedro le preguntó: «Dime, ¿habéis vendido en tanto el campo?» Ella respondió: «Sí, en eso.»
9 Y Pedro le replicó: «¿Cómo os habéis puesto de acuerdo para poner a prueba al Espíritu del
Señor? Mira, aquí a la puerta están los pies de los que han enterrado a tu marido; ellos te llevarán a
ti.»
10 Al instante ella cayó a sus pies y expiró. Entrando los jóvenes, la hallaron muerta, y la llevaron
Crecimiento de la Iglesia
12 Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo... Y solían
elogio.
14 Los creyentes cada vez en mayor número se adherían al Señor, una multitud de hombres y
mujeres.
15 ... hasta tal punto que incluso sacaban los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y
camillas, para que, al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos.
16 También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y
atormentados por espíritus inmundos; y todos eran curados.
Arresto y liberación de los Apóstoles
17 Entonces se levantó el Sumo Sacerdote, y todos los suyos, los de la secta de los saduceos, y
llenos de envidia,
18 echaron mano a los apóstoles y les metieron en la cárcel pública.
19 Pero el Ángel del Señor, por la noche, abrió las puertas de la prisión, les sacó y les dijo:
20 «Id, presentaos en el Templo y decid al pueblo todo lo referente a esta Vida.»639
Los Apóstoles ante el Sanedrín
21 Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar. Llegó el Sumo
Sacerdote con los suyos, convocaron el Sanedrín y todo el Senado de los hijos de Israel, y enviaron a
buscarlos a la cárcel.
22 Cuando llegaron allí los alguaciles, no los encontraron en la prisión; y volvieron a darles
cuenta
23 y les dijeron: «Hemos hallado la cárcel cuidadosamente cerrada y los guardias firmes ante las
habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese
hombre.»
29 Pedro y los apóstoles contestaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un
madero.
31 A éste le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la
le obedecen.»
33 Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
La intervención de Gamaliel
34 Entonces un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, con prestigio ante todo el pueblo, se
alrededor unos cuatrocientos hombres; fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y
quedaron en nada.
37 Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al
pueblo en pos de sí; también éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron.641
38 Os digo, pues, ahora: desentendeos de estos hombres y dejadlos. Porque si esta idea o esta
Hechos 6
1 Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los
Hechos 7
1645 El Sumo Sacerdote preguntó: «¿Es así?»
2 El respondió: «Hermanos y padres, escuchad. El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre
Dios le hizo emigrar de allí a esta tierra que vosotros habitáis ahora.
5 Y no le dio en ella en heredad ni la medida de la planta del pie; sino que prometió dársela en
él650
10 y le libró de todas sus tribulaciones y le dio gracia y sabiduría ante el Faraón, rey de Egipto,
encontraban víveres.652
12 Pero al oír Jacob que había trigo en Egipto, envió a nuestros padres una primera vez;653
13 la segunda vez José se dio a conocer a sus hermanos y conoció el Faraón el linaje de José.654
14 José envió a buscar a su padre Jacob y a toda su parentela que se componía de 75 personas.655
15 Jacob bajó a Egipto donde murió él y también nuestros padres;656
16 y fueron trasladados a Siquem y depositados en el sepulcro que había comprado Abraham a
sus obras.
23 «Cuando cumplió la edad de cuarenta años, se le ocurrió la idea de visitar a sus hermanos, los
hijos de Israel.
24 Y al ver que uno de ellos era maltratado, tomó su defensa y vengó al oprimido matando al
egipcio.661
25 Pensaba él que sus hermanos comprenderían que Dios les daría la salvación por su mano; pero
ellos no lo comprendieron.
26 Al día siguiente se les presentó mientras estaban peleándose y trataba de ponerles en paz
diciendo: “Amigos, que sois hermanos, ¿por qué os maltratáis uno a otro?”
27 Pero el que maltrataba a su compañero le rechazó diciendo: “¿Quién te ha nombrado jefe y
juez sobre nosotros?
28 ¿Es que quieres matarme a mí como mataste ayer al egipcio?”
29 Al oír esto Moisés huyó y vivió como forastero en la tierra de Madián, donde tuvo dos
hijos.662
30 «Al cabo de cuarenta años se le apareció un ángel en el desierto del monte Sinaí, sobre la
se atrevía a mirar.
33 El Señor le dijo: “Quítate las sandalias de los pies, pues el lugar donde estás es tierra santa.
34 Bien vista tengo la opresión de mi pueblo que está en Egipto y he oído sus gemidos y he
envió Dios como jefe y redentor por mano del ángel que se le apareció en la zarza.
36 Este les sacó, realizando prodigios y señales en la tierra de Egipto, en el mar Rojo y en el
vuestros hermanos.665
38 Este es el que, en la asamblea del desierto, estuvo con el ángel que le hablaba en el monte
Sinaí, y con nuestros padres; el que recibió palabras de vida para comunicárnoslas;
39 este es aquel a quien no quisieron obedecer nuestros padres, sino que le rechazaron para
en el libro de los Profetas: ¿Es que me ofrecisteis víctimas y sacrificios durante cuarenta años en el
desierto, casa de Israel?
43 Os llevasteis la tienda de Moloc y la estrella del dios Refán, las imágenes que hicisteis para
el país ocupado por los gentiles, a los que Dios expulsó delante de nuestros padres, hasta los días de
David,
46 que halló gracia ante Dios y pidió encontrar una Morada para la casa de Jacob.669
47 Pero fue Salomón el que le edificó Casa,670
48 aunque el Altísimo no habita en casas hechas por mano de hombre como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. Dice el Señor: ¿Qué Casa me edificaréis?
antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado;672
53 vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.»673
La lapidación de Esteban
54 Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él.
55 Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que
estaba en pie a la diestra de Dios;
56 y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de
Dios.»
57 Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él;
58 le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a
Hechos 8
1 Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de
Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria.
2 Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él.
3 Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza
tu corazón;
23 porque veo que tú estás en hiel de amargura y en ataduras de iniquidad.»
24 Simón respondió: «Rogad vosotros al Señor por mí, para que no venga sobre mí ninguna de
etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén,
28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.
29 El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.»
30 Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas
leyendo?»
31 El contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese
como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca.
33 En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su
de otro?»
35 Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de
Jesús.
36 Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: «Aquí hay agua;
¿qué impide que yo sea bautizado?»
37 Felipe dijo: «Si crees de todo corazón, es posible». «Creo, afirmó, que Jesucristo es el Hijo de
Dios».679
38 Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó,
39 y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco,
Cesarea.
La vocación de Pablo
Hechos 9
1 Entretanto Saulo, respirando todavía amenazas y muertes contra los discípulos del Señor, se
ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la vista y
seas lleno del Espíritu Santo.»
18 Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue
bautizado.
La permanencia de Pablo en Damasco
19 Tomó alimento y recobró las fuerzas. Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco,
20 y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios.
21 Todos los que le oían quedaban atónitos y decían: «¿No es éste el que en Jerusalén perseguía
encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos
atados a los sumos sacerdotes?»
22 Pero Saulo se crecía y confundía a los judíos que vivían en Damasco demostrándoles que
aquél era el Cristo.
23 Al cabo de bastante tiempo los judíos tomaron la decisión de matarle.684
24 Pero Saulo tuvo conocimiento de su determinación. Hasta las puertas estaban guardadas día y
noche para poderle matar.
25 Pero los discípulos le tomaron y le descolgaron de noche por la muralla dentro de una
espuerta.
Pablo en Jerusalén
26 Llegó a Jerusalén e intentaba juntarse con los discípulos; pero todos le tenían miedo, no
en el camino y que le había hablado y cómo había predicado con valentía en Damasco en el nombre
de Jesús.
28 Andaba con ellos por Jerusalén, predicando valientemente en el nombre del Señor.
29 Hablaba también y discutía con los helenistas; pero éstos intentaban matarle.
30 Los hermanos, al saberlo, le llevaron a Cesarea y le hicieron marchar a Tarso.
31 Las Iglesias por entonces gozaban de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se edificaban y
progresaban en el temor del Señor y estaban llenas de la consolación del Espíritu Santo.
Pedro en Lida
32 Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que
habitaban en Lida.
33 Encontró allí a un hombre llamado Eneas, tendido en una camilla desde hacía ocho años, pues
estaba paralítico.
34 Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura; levántate y arregla tu lecho.» Y al instante se levantó.
35 Todos los habitantes de Lida y Sarón le vieron, y se convirtieron al Señor.
Pedro en Joppe
36 Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Dorcás. Era rica en buenas
Hechos 10
asistentes,
8 les contó todo y los envió a Joppe.
La visión de Pedro
9 Al día siguiente, mientras ellos iban de camino y se acercaban a la ciudad, subió Pedro al
hombres enviados por Cornelio, después de preguntar por la casa de Simón, se presentaron en la
puerta;
18 llamaron y preguntaron si se hospedaba allí Simón, llamado Pedro.
19 Estando Pedro pensando en la visión, le dijo el Espíritu: «Ahí tienes unos hombres que te
buscan.
20 Baja, pues, al momento y vete con ellos sin vacilar, pues yo los he enviado.»
21 Pedro bajó donde ellos y les dijo: «Yo soy el que buscáis; ¿por qué motivo habéis venido?»
22 Ellos respondieron: «El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, reconocido
como tal por el testimonio de toda la nación judía, ha recibido de un ángel santo el aviso de hacerte
venir a su casa y de escuchar lo que tú digas.»
23 Entonces les invitó a entrar y les dio hospedaje. Al día siguiente se levantó y se fue con ellos;
entrar en su casa; pero a mí me ha mostrado Dios que no hay que llamar profano o impuro a ningún
hombre.
29 Por eso al ser llamado he venido sin dudar. Os pregunto, pues, por qué motivo me habéis
enviado a llamar.»
30 Cornelio contestó: «Hace cuatro días, a esta misma hora, estaba yo haciendo la oración de
nona en mi casa, y de pronto se presentó delante de mí un varón con vestidos resplandecientes,
31 y me dijo: “Cornelio, tu oración ha sido oída y se han recordado tus limosnas ante Dios;
32 envía, pues, a Joppe y haz llamar a Simón, llamado Pedro, que se hospeda en casa de Simón el
acepción de personas,
35 sino que en cualquier nación el que le teme y practica la justicia le es grato.
36 «El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por
el bautismo;
38 cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo él pasó
haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él;687
39 y nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jerusalén; a
escuchaban la Palabra.689
45 Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos al ver que el don del
Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles,
46 pues les oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo:
47 «¿Acaso puede alguno negar el agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo
como nosotros?»
48 Y mandó que fueran bautizados en el nombre de Jesucristo. Entonces le pidieron que se
Hechos 11
1 Los apóstoles y los hermanos que había por Judea oyeron que también los gentiles habían
lienzo, atado por las cuatro puntas, que bajaba del cielo y llegó hasta mí.
6 Lo miré atentamente y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las bestias, los reptiles, y las aves
del cielo.
7 Oí también una voz que me decía: “Pedro, levántate, sacrifica y come.”
8 Y respondí: “De ninguna manera, Señor; pues jamás entró en mi boca nada profano ni impuro.”
9 Me dijo por segunda vez la voz venida del cielo: “Lo que Dios ha purificado no lo llames tú
profano.”
10 Esto se repitió hasta tres veces; y al fin fue retirado todo de nuevo al cielo.
11 «En aquel momento se presentaron tres hombres en la casa donde nosotros estábamos,
agregó al Señor.
25 Partió para Tarso en busca de Saulo,693
26 y en cuanto le encontró, le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos durante un año entero en la
Iglesia y adoctrinaron a una gran muchedumbre. En Antioquía fue donde, por primera vez, los
discípulos recibieron el nombre de «cristianos».
Bernabé y Pablo en Jerusalén
27 Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.694
28 Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una
La persecución de Herodes y el arresto de Pedro
Hechos 12
1 Por aquel tiempo el rey Herodes echó mano a algunos de la Iglesia para maltratarlos.697
2 Hizo morir por la espada a Santiago, el hermano de Juan.
3 Al ver que esto les gustaba a los judíos, llegó también a prender a Pedro. Eran los días de los
Azimos.698
4 Le apresó, pues, le encarceló y le confió a cuatro escuadras de cuatro soldados para que le
6 Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos
soldados, atado con dos cadenas; también había ante la puerta unos centinelas custodiando la cárcel.
7 De pronto se presentó el Ángel del Señor y la celda se llenó de luz. Le dio el ángel a Pedro en
el costado, le despertó y le dijo: «Levántate aprisa.» Y cayeron las cadenas de sus manos.
8 Le dijo el ángel: «Cíñete y cálzate las sandalias.» Así lo hizo. Añadió: «Ponte el manto y
sígueme.»
9 Y salió siguiéndole. No acababa de darse cuenta de que era verdad cuanto hacía el ángel, sino
Esta se les abrió por sí misma. Salieron y anduvieron hasta el final de una calle. Y de pronto el ángel
le dejó.
11 Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora me doy cuenta realmente de que el Señor ha enviado su
ángel y me ha arrancado de las manos de Herodes y de todo lo que esperaba el pueblo de los judíos.»
12 Consciente de su situación, marchó a casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos,
la prisión. Y añadió: «Comunicad esto a Santiago y a los hermanos.» Salió y marchó a otro lugar.701
18 Cuando vino el día hubo un alboroto no pequeño entre los soldados, sobre qué habría sido de
Pedro.
19 Herodes le hizo buscar y al no encontrarle, procesó a los guardias y mandó ejecutarlos.
presentaron y habiéndose ganado a Blasto, camarlengo del rey, solicitaban hacer las paces, pues su
país se abastecía del país del rey.
21 El día señalado, Herodes, regiamente vestido y sentado en la tribuna, les arengaba.
22 Entonces el pueblo se puso a aclamarle: «¡Es un dios el que habla, no un hombre!»
23 Pero inmediatamente le hirió el Ángel del Señor porque no había dado la gloria a Dios; y
Hechos 13
1 Había en la Iglesia fundada en Antioquía profetas y maestros: Bernabé, Simeón llamado Níger,
Chipre.704
5 Llegados a Salamina anunciaban la Palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían
procónsul de la fe.
9 Entonces Saulo, también llamado Pablo, lleno de Espíritu Santo, mirándole fijamente,
10 le dijo: «Tú, repleto de todo engaño y de toda maldad, hijo del Diablo, enemigo de toda
tiempo determinado.» Al instante cayeron sobre él oscuridad y tinieblas y daba vueltas buscando
quien le llevase de la mano.
12 Entonces, viendo lo ocurrido, el procónsul creyó, impresionado por la doctrina del Señor.
La llegada a Antioquía de Pisidia
13 Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar en Pafos y llegaron a Perge de Panfilia. Pero
Juan se separó de ellos y se volvió a Jerusalén,
14 mientras que ellos, partiendo de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en
tierra,707
20 por unos 450 años. Después de esto les dio jueces hasta el profeta Samuel.
21 Luego pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, de la tribu de Benjamín, durante
cuarenta años.
22 Depuso a éste y les suscitó por rey a David, de quien precisamente dio este testimonio: He
encontrado a David, el hijo de Jesé, un hombre según mi corazón, que realizará todo lo que yo
quiera.708
23 De la descendencia de éste, Dios, según la Promesa, ha suscitado para Israel un Salvador,
Jesús.
24 Juan predicó como precursor, ante su venida, un bautismo de conversión a todo el pueblo de
Israel.
25 Al final de su carrera, Juan decía: “Yo no soy el que vosotros os pensáis, sino mirad que viene
detrás de mí aquel a quien no soy digno de desatar las sandalias de los pies.”709
26 «Hermanos, hijos de la raza de Abraham, y cuantos entre vosotros temen a Dios: a vosotros ha
le pusieron en el sepulcro.
30 Pero Dios le resucitó de entre los muertos.
31 El se apareció durante muchos días a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén y que
ahora son testigos suyos ante el pueblo.
32 «También nosotros os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres
33 Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús, como está escrito en los
Pablo decía.
46 Entonces dijeron con valentía Pablo y Bernabé: «Era necesario anunciaros a vosotros en
primer lugar la Palabra de Dios; pero ya que la rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de
la vida eterna, mirad que nos volvemos a los gentiles.
47 Pues así nos lo ordenó el Señor: Te he puesto como la luz de los gentiles, para que lleves la
ciudad; promovieron una persecución contra Pablo y Bernabé y les echaron de su territorio.
51 Estos sacudieron contra ellos el polvo de sus pies y se fueron a Iconio.715
52 Los discípulos quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.
La evangelización de Iconio
Hechos 14
1 En Iconio, entraron del mismo modo en la sinagoga de los judíos y hablaron de tal manera que
los hermanos.
3 Con todo se detuvieron allí bastante tiempo, hablando con valentía del Señor que les concedía
obrar por sus manos señales y prodigios, dando así testimonio de la predicación de su gracia.
4 La gente de la ciudad se dividió: unos a favor de los judíos y otros a favor de los apóstoles.
5 Como se alzasen judíos y gentiles con sus jefes para ultrajarles y apedrearles,
6 al saberlo, huyeron a las ciudades de Licaonia, a Listra y Derbe y sus alrededores.
7 Y allí se pusieron a anunciar la Buena Nueva.
Curación de un paralítico
8 Había allí, sentado, un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado.
9 Este escuchaba a Pablo que hablaba. Pablo fijó en él su mirada y viendo que tenía fe para ser
curado,
10 le dijo con fuerte voz: «Ponte derecho sobre tus pies.» Y él dio un salto y se puso a caminar.
11 La gente, al ver lo que Pablo había hecho, empezó a gritar en licaonio: «Los dioses han bajado
hasta nosotros en figura de hombres.»
12 A Bernabé le llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque era quien dirigía la palabra.717
13 El sacerdote del templo de Zeus que hay a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas
delante de las puertas y a una con la gente se disponía a sacrificar.
14 Al oírlo los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus vestidos y se lanzaron en medio de la
gente gritando:
15 «Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos también hombres, de igual condición que
vosotros, que os predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el
cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay,
16 y que en las generaciones pasadas permitió que todas las naciones siguieran sus propios
caminos;
17 si bien no dejó de dar testimonio de sí mismo, derramando bienes, enviándoos desde el cielo
Fin de la misión de Pablo y Bernabé
19 Vinieron entonces de Antioquía e Iconio algunos judíos y, habiendo persuadido a la gente,
lapidaron a Pablo y le arrastraron fuera de la ciudad, dándole por muerto.
20 Pero él se levantó y, rodeado de los discípulos, entró en la ciudad. Al día siguiente marchó con
Bernabé a Derbe.
21 Habiendo evangelizado aquella ciudad y conseguido bastantes discípulos, se volvieron a
Listra, Iconio y Antioquía,
22 confortando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a perseverar en la fe y diciéndoles:
«Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.»
23 Designaron presbíteros en cada Iglesia y después de hacer oración con ayunos, los
juntamente con ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.
28 Y permanecieron no poco tiempo con los discípulos.
LA ASAMBLEA DE JERUSALÉN Y EL SEGUNDO
VIAJE MISIONERO DE PABLO
En la Iglesia primitiva surgió muy pronto una profunda divergencia acerca de la incorporación
de los paganos a las comunidades cristianas. ¿Era necesario hacerse judío para salvarse? En otras
palabras, ¿la salvación se alcanza por la observancia de la Ley de Moisés o por la gracia de
Jesucristo? El problema fue tan serio que se consideró necesario convocar una reunión en Jerusalén a
fin de encontrar una solución satisfactoria. Así tuvo lugar lo que suele denominarse el "primer
concilio" de Jerusalén, uno de los hechos más relevantes de la historia del Cristianismo primitivo. De
este encuentro surgieron las grandes líneas de solución en el plano doctrinal, dejando abierto el
campo a un cierto "pluralismo" en la manera práctica de vivir la fe y de organizar las diversas
comunidades cristianas.
Al término de esta reunión, la Iglesia se reconoció definitivamente como portadora de una Buena
Noticia destinada a todas las naciones. Fiel a esta consigna, Pablo inició su segundo viaje misionero,
que duró unos tres años y fue mucho más extenso que el primero. En su transcurso, recorrió algunas
regiones de Asia Menor ya evangelizadas en el primer viaje, y luego pasó a Europa. De este segundo
viaje, realizado entre los años 50 y 52 d. C., conviene destacar el discurso pronunciado por el Apóstol
en el Areópago de Atenas (17. 22-34) y la fundación de la Iglesia de Corinto (18. 1-11).
La controversia de Antioquía
Hechos 15
1 Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la
y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y
presbíteros, para tratar esta cuestión.
3 Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de
Discurso de Pedro
7 Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya
desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la
Palabra de la Buena Nueva y creyeran.
8 Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu
Santo como a nosotros;
9 y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe.
10 ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo
que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?
11 Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo
que ellos.»
12 Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios
que Dios había realizado por medio de ellos entre los gentiles.
Discurso de Santiago
13 Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: «Hermanos, escuchadme.
14 Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un
pueblo para su Nombre.
15 Con esto concuerdan los oráculos de los Profetas, según está escrito:
16 «Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída; reconstruiré sus
ruinas, y la volveré a levantar.
17 Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las naciones que han sido
consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace
18 que estas cosas sean conocidas desde la eternidad.720
19 «Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios,
20 sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la
ellos algunos hombres y enviarles a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron Judas, llamado
Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos.
23 Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los
indispensables:
29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la
les confortaron.
33 Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los
habían enviado.
34 Como Silas creyó que debía quedarse, Judas partió solo.722
35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y anunciando, en compañía de otros
Hechos 16
1 Llegó también a Derbe y Listra. Había allí un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer
La travesía de Asia Menor
6 Atravesaron Frigia y la región de Galacia, pues el Espíritu Santo les había impedido predicar la
Palabra en Asia.725
7 Estando ya cerca de Misia, intentaron dirigirse a Bitinia, pero no se lo consintió el Espíritu de
Jesús.
8 Atravesaron, pues, Misia y bajaron a Tróada.726
9 Por la noche Pablo tuvo una visión: Un macedonio estaba de pie suplicándole: «Pasa a
Macedonia y ayúdanos.»727
10 En cuanto tuvo la visión, inmediatamente intentamos pasar a Macedonia, persuadidos de que
sitio para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que habían concurrido.730
14 Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que
adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de
Pablo.
15 Cuando ella y los de su casa recibieron el bautismo, suplicó: «Si juzgáis que soy fiel al Señor,
poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos.
17 Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que
judíos731
21 y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.»
22 La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron
La conversión del carcelero
25 Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les
escuchaban.
26 De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se
conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos.
27 Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse,
Hechos 17
1 Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una
sinagoga.733
2 Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos
basándose en las Escrituras,
3 explicándolas y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos y que
alborotaron la ciudad. Se presentaron en casa de Jasón buscándolos para llevarlos ante el pueblo.
6 Al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad
gritando: «Esos que han revolucionado todo el mundo se han presentado también aquí,
7 y Jasón les ha hospedado. Además todos ellos van contra los decretos del César y afirman que
Nuevas dificultades de Pablo en Berea
10 Inmediatamente, por la noche, los hermanos enviaron hacia Berea a Pablo y Silas. Ellos, al
llegar allí, se fueron a la sinagoga de los judíos.
11 Estos eran de un natural mejor que los de Tesalónica, y aceptaron la palabra de todo corazón.
Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así.
12 Creyeron, pues, muchos de ellos y, entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos
hombres.
13 Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea había predicado
Pablo la Palabra de Dios, fueron también allá, y agitaron y alborotaron a la gente.
14 Los hermanos entonces hicieron marchar a toda prisa a Pablo hasta el mar; Silas y Timoteo se
quedaron allí.
15 Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas y se volvieron con una orden para
Timoteo y Silas de que fueran donde él lo antes posible.
Pablo en Atenas
16 Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de
ídolos.
17 Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios; y diariamente en el
ágora con los que por allí se encontraban.
18 Trababan también conversación con él algunos filósofos epicúreos y estoicos. Unos decían:
«¿Qué querrá decir este charlatán?» Y otros: «Parece ser un predicador de divinidades extranjeras.»
Porque anunciaba a Jesús y la resurrección.734
19 Le tomaron y le llevaron al Areópago; y le dijeron: «¿Podemos saber cuál es esa nueva
el que estaba grabada esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer,
eso os vengo yo a anunciar.736
24 «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no
tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar,
27 con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más
Hechos 18
fabricar tiendas.741
4 Cada sábado en la sinagoga discutía, y se esforzaba por convencer a judíos y griegos.
5 Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra,
sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.»742
7 Entonces se retiró de allí y entró en casa de un tal Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba
contigua a la sinagoga.
8 Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y otros muchos corintios al
Hechos 19
1 Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde
La fundación de la Iglesia de Éfeso
8 Entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de
sobre los que tenían espíritus malos, y decían: «Os conjuro por Jesús a quien predica Pablo.»749
14 Eran siete hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote judío, los que hacían esto.
15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros,
¿quiénes sois?»
16 Y arrojándose sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo
con ellos de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas.
17 Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El
temor se apoderó de todos ellos y fue glorificado el nombre del Señor Jesús.
18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.750
19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de
todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata.
20 De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente.
Los proyectos de Pablo
21 Después de estos sucesos, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén pasando por Macedonia y
tiempo en Asia.
El motín de los orfebres de Éfeso
23 Por entonces se produjo un tumulto no pequeño con motivo del Camino.
24 Cierto platero, llamado Demetrio, que labraba en plata templetes de Artemisa y proporcionaba
Pablo persuade y aparta a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos.
27 Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también
de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza
aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra.»
28 Al oír esto, llenos de furor se pusieron a gritar: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»
29 La ciudad se llenó de confusión. Todos a una se precipitaron en el teatro arrastrando consigo a
al teatro.
32 Unos gritaban una cosa y otros otra. Había gran confusión en la asamblea y la mayoría no
sabía por qué se habían reunido.
33 Algunos de entre la gente aleccionaron a Alejandro a quien los judíos habían empujado hacia
delante. Alejandro pidió silencio con la mano y quería dar explicaciones al pueblo.
34 Pero al conocer que era judío, todos a una voz se pusieron a gritar durante casi dos horas:
ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua caída del cielo?
36 Siendo, pues, esto indiscutible, conviene que os calméis y no hagáis nada inconsideradamente.
37 Habéis traído acá a estos hombres que no son sacrílegos ni blasfeman contra nuestra diosa.
38 Si Demetrio y los artífices que le acompañan tienen quejas contra alguno, audiencias y
motivo alguno que nos permita justificar este tumulto.» Dicho esto disolvió la asamblea.
Partida de Pablo hacia Grecia
Hechos 20
1 Cuando hubo cesado el tumulto, Pablo mandó llamar a los discípulos, los animó, se despidió de
debía marchar al día siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche.754
8 Había abundantes lámparas en la estancia superior donde estábamos reunidos.
9 Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana; un profundo sueño le iba
dominando a medida que Pablo alargaba su discurso. Vencido por el sueño se cayó del piso tercero
abajo. Lo levantaron ya cadáver.
10 Bajó Pablo, se echó sobre él y tomándole en sus brazos dijo: «No os inquietéis, pues su alma
está en él.»
11 Subió luego; partió el pan y comió; después platicó largo tiempo, hasta el amanecer. Entonces
se marchó.
12 Trajeron al muchacho vivo y se consolaron no poco.
El viaje desde Tróade a Mileto
13 Nosotros nos adelantamos a tomar la nave y partimos hacia Asso, donde habíamos de recoger
a Pablo; así lo había él determinado; él iría por tierra.
14 Cuando nos alcanzó en Asso, le tomamos a bordo y llegamos a Mitilene.
15 Al día siguiente nos hicimos a la mar y llegamos a la altura de Quíos; al otro día atracamos en
Samos y, después de hacer escala en Trogilión, llegamos al día siguiente a Mileto.
16 Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa,
porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén.
La despedida de Pablo a los presbíteros de Éfeso
17 Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.755
18 Cuando llegaron donde él, les dijo: «Vosotros sabéis cómo me comporté siempre con
sucederá;
23 solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y
tribulaciones.
24 Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el
ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
25 «Y ahora yo sé que ya no volveréis a ver mi rostro ninguno de vosotros, entre quienes pasé
predicando el Reino.
26 Por esto os testifico en el día de hoy que yo estoy limpio de la sangre de todos,
27 pues no me acobardé de anunciaros todo el designio de Dios.
28 «Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu
Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio
hijo.
29 «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no
perdonarán al rebaño;
30 y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas,
que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en
recibir.»756
36 Dicho esto se puso de rodillas y oro con todos ellos.
37 Rompieron entonces todos a llorar y arrojándose al cuello de Pablo, le besaban,
38 afligidos sobre todo por lo que había dicho: que ya no volverían a ver su rostro. Y fueron
Hechos 21
1 Despidiéndonos de ellos nos hicimos a la mar y navegamos derechamente hasta llegar a Cos; al
acompañaron con sus mujeres e hijos, hasta las afueras de la ciudad. En la playa nos pusimos de
rodillas y oramos;
6 nos despedimos unos de otros y subimos a la nave; ellos se volvieron a sus casas.
7 Nosotros, terminando la travesía, fuimos de Tiro a Tolemaida; saludamos a los hermanos y nos
dispuesto no sólo a ser atado, sino a morir también en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús.»
14 Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor.»
La llegada a Jerusalén
15 Transcurridos estos días y hechos los preparativos de viaje, subimos a Jerusalén.
16 Venían con nosotros algunos discípulos de Cesarea, que nos llevaron a casa de cierto Mnasón,
los presbíteros.
19 Les saludó y les fue exponiendo una a una todas las cosas que Dios había obrado entre los
gentiles por su ministerio.
20 Ellos, al oírle, glorificaban a Dios. Entonces le dijeron: «Ya ves, hermano, cuántos miles y
miles de judíos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley.
21 Y han oído decir de ti que enseñas a todos los judíos que viven entre los gentiles que se aparten
cumplir.
24 Tómalos y purifícate con ellos; y paga tú por ellos, para que se rapen la cabeza; así todos
entenderán que no hay nada de lo que ellos han oído decir de ti; sino que tú también te portas como
un cumplidor de la Ley.
25 En cuanto a los gentiles que han abrazado la fe, ya les escribimos nosotros nuestra decisión:
en el Templo para declarar el cumplimiento del plazo de los días de la purificación cuando se había
de presentar la ofrenda por cada uno de ellos.
EL CAUTIVERIO DE PABLO Y SU VIAJE A ROMA
El último viaje misionero de Pablo —a diferencia de los anteriores— no concluyó en Antioquía,
sino en Jerusalén. Allí fue detenido, en medio de un gran tumulto del pueblo, y al apelar al
Emperador, se lo envió a Roma, donde llegó después de una accidentada travesía. Hacía mucho
tiempo que el Apóstol deseaba ir a la capital del Imperio (Rom. 15. 22-32), en la que ya existía una
importante comunidad cristiana. Al cabo de veinte años de constante actividad apostólica, y ya en el
ocaso de su vida, veía cumplido este deseo. Su condición de prisionero no le impidió anunciar también
allí, "con toda libertad, lo concerniente al Señor Jesucristo" (28. 31). Así, desde Jerusalén hasta
Roma, el Evangelio había recorrido el mundo.
El arresto de Pablo
27 Cuando estaban ya para cumplirse los siete días, los judíos venidos de Asia le vieron en el
todos por todas partes contra el pueblo, contra la Ley y contra este Lugar; y hasta ha llegado a
introducir a unos griegos en el Templo, profanando este Lugar Santo.»
29 Pues habían visto anteriormente con él en la ciudad a Trofimo, de Éfeso, a quien creían que
revuelta.»
32 Inmediatamente tomó consigo soldados y centuriones y bajó corriendo hacia ellos; y ellos al
violencia de la gente;
36 pues toda la multitud le iba siguiendo y gritando: «¡Mátale!»
37 Cuando iban ya a meterle en el cuartel, Pablo dijo al tribuno: «¿Me permites decirte una
palabra?» El le contestó: «Pero, ¿sabes griego?
38 ¿No eres tú entonces el egipcio que estos últimos días ha amotinado y llevado al desierto a los
4.000 terroristas?»764
39 Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia. Te
Hechos 22
1 «Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago ante vosotros.»
2 Al oír que les hablaba en lengua hebrea guardaron más profundo silencio. Y dijo:
3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de
Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como
lo estáis todos vosotros el día de hoy.
4 Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y arrojando a la cárcel a hombres y mujeres,
5 como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí
también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también
encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados.
6 «Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de
La ciudadanía romana de Pablo
22 Le estuvieron escuchando hasta estas palabras y entonces alzaron sus voces diciendo: «¡Quita a
ciudadano romano.»
27 Acudió el tribuno y le preguntó: «Dime, ¿eres ciudadano romano?» - «Sí», respondió.
28 - «Yo, dijo el tribuno, conseguí esta ciudadanía por una fuerte suma.» - «Pues yo, contestó
Hechos 23
1 Pablo miró fijamente al Sanedrín y dijo: «Hermanos, yo me he portado con entera buena
conciencia ante Dios, hasta este día.»
2 Pero el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que le asistían que le golpeasen en la boca.
3 Entonces Pablo le dijo: «¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Tú te sientas para juzgarme
Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se
me juzga.»
7 Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los
fariseos y se oponían diciendo: «Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le
habló algún espíritu o un ángel?»
10 Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos y
mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de entre ellos y le llevase al cuartel.
11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: «¡Animo!, pues como has dado
testimonio de mí en Jerusalén, así debes darlo también en Roma.»
La conjura de los judíos contra Pablo
12 Al amanecer, los judíos se confabularon y se comprometieron bajo anatema a no comer ni
nos hemos comprometido a no probar cosa alguna hasta que no hayamos dado muerte a Pablo.
15 Vosotros por vuestra parte, de acuerdo con el Sanedrín, indicad al tribuno que os lo baje donde
vosotros, como si quisierais examinar más a fondo su caso; nosotros estamos dispuestos a matarle
antes de que llegue.»
16 El hijo de la hermana de Pablo se enteró de la celada. Se presentó en el cuartel, entró y se lo
contó a Pablo.
17 Pablo llamó a uno de los centuriones y le dijo: «Lleva a este joven donde el tribuno, pues tiene
algo que contarle.»
18 El tomó y le presentó al tribuno diciéndole: «Pablo, el preso, me llamó y me rogó que te
trajese este joven que tiene algo que decirte.»
19 El tribuno le tomó de la mano, le llevó aparte y le preguntó: «¿Qué es lo que tienes que
contarme?»
20 - «Los judíos, contestó, se han concertado para pedirte que mañana bajes a Pablo al Sanedrín
con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él.
21 Pero tú no les hagas caso, pues le preparan una celada más de cuarenta hombres de entre ellos,
que se han comprometido bajo anatema a no comer ni beber hasta haberle dado muerte; y ahora están
preparados, esperando tu asentimiento.»
22 El tribuno despidió al muchacho dándole esta recomendación: «No digas a nadie que me has
te lo he mandado y he informado además a sus acusadores que formulen sus quejas contra él ante ti.»
31 Los soldados, conforme a lo que se les había ordenado, tomaron a Pablo y lo condujeron de
noche a Antipátrida;
32 a la mañana siguiente dejaron que los de caballería se fueran con él y ellos se volvieron al
cuartel.
33 Al llegar aquéllos a Cesarea, entregaron la carta al procurador y le presentaron también a
Pablo.
34 Habiéndola leído, preguntó de qué provincia era y, al saber que era de Cilicia, le dijo:
35 «Te oiré cuando estén también presentes tus acusadores.» Y mandó custodiarle en el pretorio
de Herodes.
El proceso de Pablo ante Félix
Hechos 24
1 Cinco días después bajó el Sumo Sacerdote Ananías con algunos ancianos y un tal Tértulo,
muchos años vienes juzgando a esta nación; por eso con toda confianza voy a exponer mi defensa.
11 Tú mismo lo puedes comprobar: No hace más de doce días que yo subí a Jerusalén en
peregrinación.
12 Y ni en el Templo, ni en las sinagogas ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con
padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito en los Profetas774
15 y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que habrá una resurrección, tanto de
Sanedrín,
21 a no ser este solo grito que yo lancé estando en medio de ellos: “Yo soy juzgado hoy por
interrumpió: «Por ahora puedes marcharte; cuando encuentre oportunidad te haré llamar.»775
26 Esperaba al mismo tiempo Félix que Pablo le diese dinero; por eso frecuentemente le mandaba
Hechos 25
1 Tres días después de haber llegado a la provincia, subió Festo de Cesarea a Jerusalén.
2 Los sumos sacerdotes y los principales de los judíos le presentaron acusación contra Pablo e
insistentemente
3 le pedían una gracia contra él, que le hiciera trasladar a Jerusalén, mientras preparaban una
Festo.778
14 Como pasaran allí bastantes días, Festo expuso al rey el caso de Pablo: «Hay aquí un hombre,
Pablo ante el rey Agripa
23 Al día siguiente vinieron Agripa y Berenice con gran ostentación y entraron en la sala de
audiencia, junto con los tribunos y los personajes de más categoría de la ciudad. A una orden de
Festo, trajeron a Pablo.
24 Festo dijo: «Rey Agripa y todos los aquí presentes; aquí veis a este hombre, contra quien toda
la multitud de los judíos vinieron donde mí tanto en Jerusalén como aquí, gritando que no debía vivir
ya más.
25 Yo comprendí que no había hecho nada digno de muerte; pero como él ha apelado al Augusto,
he decidido enviarle.
26 No sé en concreto qué escribir al Señor sobre él; por eso le he presentado ante vosotros, y
sobre todo ante ti, rey Agripa, para saber, después del interrogatorio, lo que he de escribir.
27 Pues me parece absurdo enviar un preso sin indicar las acusaciones formuladas contra él.»
Discurso de Pablo ante el rey Agripa
Hechos 26
1 Agripa dijo a Pablo: «Se te permite hablar en tu favor.» Entonces Pablo extendió su mano y
empezó su defensa:
2 «Me considero feliz, rey Agripa, al tener que defenderme hoy ante ti de todas las cosas de que
nación, en Jerusalén.
5 Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como
nuestros padres,
7 cuyo cumplimiento están esperando nuestras doce tribus en el culto que asiduamente, noche y
día, rinden a Dios. Por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.
8 ¿Por qué tenéis vosotros por increíble que Dios resucite a los muertos?780
9 «Yo, pues, me había creído obligado a combatir con todos los medios el nombre de Jesús, el
Nazoreo.
10 Así lo hice en Jerusalén y, con poderes recibidos de los sumos sacerdotes, yo mismo encerré a
muchos santos en las cárceles; y cuando se les condenaba a muerte, yo contribuía con mi voto.
11 Frecuentemente recorría todas las sinagogas y a fuerza de castigos les obligaba a blasfemar y,
rebosando furor contra ellos, los perseguía hasta en las ciudades extranjeras.
12 «En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y comisión de los sumos sacerdotes;
13 y al medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que
tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré.
17 Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales yo te envío,783
18 para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de
Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los
santificados, mediante la fe en mí.”784
19 «Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
20 sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de
Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo
obras dignas de conversión.
21 Por esto los judíos, habiéndome prendido en el Templo, intentaban darme muerte.
22 Con el auxilio de Dios hasta el presente me he mantenido firme dando testimonio a pequeños y
grandes sin decir cosa que esté fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que había de
suceder:
23 que el Cristo había de padecer y que, después de resucitar el primero de entre los muertos,
me escuchan hoy, llegaran a ser tales como yo soy, a excepción de estas cadenas.»
30 El rey, el procurador, Berenice y los que con ellos estaban sentados se levantaron,
31 y mientras se retiraban iban diciéndose unos a otros: «Este hombre no ha hecho nada digno de
muerte o de prisión.»
32 Agripa dijo a Festo: «Podía ser puesto en libertad este hombre si no hubiera apelado al César.»
El viaje de Pablo a Roma
Hechos 27
1 Cuando se decidió que nos embarcásemos rumbo a Italia, fueron confiados Pablo y algunos
Como el viento no nos dejaba entrar en puerto, navegamos al abrigo de Creta por la parte de
Salmone;
8 y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar llamado Puertos Buenos, cerca del cual se
allí, por si era posible llegar a Fénica, un puerto de Creta que mira al suroeste y al noroeste, y pasar
allí el invierno.
13 Soplaba ligeramente entonces el viento del sur y creyeron que podían poner en práctica su
Euroaquilón.
15 La nave fue arrastrada y, no pudiendo hacer frente al viento, nos abandonamos a la deriva .
16 Navegando a sotavento de una isleta llamada Cauda, pudimos con mucha dificultad hacernos
con el bote.
17 Una vez izado el bote se emplearon los cables de refuerzo, ciñendo el casco por debajo; y por
miedo a chocar contra la Sirte, se echó el ancla flotante. Así se iba a la deriva.
18 Y como el temporal seguía sacudiéndonos furiosamente, al día siguiente aligeraron la nave.
19 Y al tercer día con sus propias manos arrojaron al mar el aparejo de la nave.
20 Durante muchos días no apareció el sol ni las estrellas; teníamos sobre nosotros una tempestad
El naufragio
27 Era ya la décima cuarta noche que íbamos a la deriva por el Adriático, cuando hacia la media
os podréis salvar.»
32 Entonces los soldados cortaron las amarras del bote y lo dejaron caer.
33 Mientras esperaban que se hiciera de día, Pablo aconsejaba a todos que tomasen alimento
diciendo: «Hace ya catorce días que, en continua expectación, estáis en ayunas, sin haber comido
nada.
34 Por eso os aconsejo que toméis alimento, pues os conviene para vuestra propia salvación; que
comer.790
36 Entonces todos los demás se animaron y tomaron también alimento.
37 Estábamos en total en la nave 276 personas.
38 Una vez satisfechos, aligeraron la nave arrojando el trigo al mar.
39 Cuando vino el día, los marineros no reconocían la tierra; solamente podían divisar una
ensenada con su playa; y resolvieron lanzar la nave hacia ella, si fuera posible.
40 Soltaron las anclas que dejaron caer al mar; aflojaron al mismo tiempo las ataduras de los
timones; después izaron al viento la vela artimón y pusieron rumbo a la playa.
41 Pero tropezaron contra un lugar con mar por ambos lados, y encallaron allí la nave; la proa
Hechos 28
de lo necesario.
El viaje desde Malta a Roma
11 Transcurridos tres meses nos hicimos a la mar en una nave alejandrina que había invernado en
llegamos a Roma.
El encuentro de Pablo con los judíos de Roma
15 Los hermanos, informados de nuestra llegada, salieron a nuestro encuentro hasta el Foro Apio
y Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y cobró ánimos.
16 Cuando entramos en Roma se le permitió a Pablo permanecer en casa particular con un
sin haber hecho nada contra el pueblo ni contra las costumbres de los padres, fui apresado en
Jerusalén y entregado en manos de los romanos,793
18 que, después de haberme interrogado, querían dejarme en libertad porque no había en mí
oirán.»795
29 Al oír estas palabras, los judíos se retiraron discutiendo acaloradamente.796
Epílogo
30 Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado y recibía a todos los que
acudían a él;797
31 predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin
estorbo alguno.
EPÍSTOLA A LOS ROMANOS
Prólogo
Las Cartas de Pablo difieren unas de otras por su extensión y su contenido, pero todas tienen una
capacidad común: la de ser escritos circunstanciales. Fueron enviadas para suplir una acción directa,
que la ausencia del Apóstol hacía imposible, y están dirigidas a una comunidad o a una persona
determinada. Sólamente dos de ellas —las Cartas a los Romanos y a los Efesios— intentan presentar
de manera más sistemática una síntesis doctrinal. Si bien son verdaderas cartas, pocas veces tienen un
caracter íntimo y familiar, porque generalmente tratan asuntos de interés común y se dirigen a toda la
comunidad o a personas constituidas en autoridad. La breve nota que Pablo envía a su amigo Filemón
presenta características algo diversas y constituye una excepción a esa regla general.
Estas Cartas no contienen toda la enseñanza de Pablo. Detrás de ellas, está su palabra viviente:
el "kerygma", o sea, el primer anuncio del Evangelio destinado a suscitar la fe en Cristo, y la
siguiente catequesis oral del Apóstol (1 Cor. 11. 23; 15. 1-11; 2 Tes. 2. 5). Esto hace particularmente
difícil la interpretación de algunos pasajes de sus Cartas, porque en ellas se alude muchas veces a
hechos desconocidos para nosotros.
Las Cartas paulinas tienen el valor de un testimonio inmediato sobre la vida, las dificultades y el
crecimiento de las comunidades cristianas en el mundo pagano. En ellas se encuentra vívidamente
reflejada la excepcional personalidad de Pablo: su fe ardiente, su rica sensibilidad, su temperamento
apasionado y combativo, su voluntad siempre tensa, aunque sujeta a desalientos pasajeros y,
especialmente, su condición de Apóstol, con toda la fuerza que el lenguaje cristiano ha conferido a
esta palabra. Ellas atestiguan también la progresión de su pensamiento, que no alcanzó de inmediato
su forma definitiva, sino que se fue desarrollando gradualmente bajo el impulso del Espíritu.
A pesar del carácter ocasional de sus escritos, Pablo arroja en cada página una nueva luz sobre
el misterio de Cristo y de la Iglesia. De este modo, él creó las fórmulas clásicas de la fe cristiana,
asegurando con ello la definitiva autonomía de la Iglesia con respecto al Judaísmo.
INTRODUCCIÓN
Pablo escribió la EPÍSTOLA A LOS ROMANOS en un momento decisivo de su carrera
apostólica. Ya había concluido su tercer viaje misionero, y se disponía a llevar a Jerusalén la colecta
en favor de los pobres, que tan laboriosamente había recogido en Macedonia y Acaya (15. 25-26).
Consideraba que su misión en Oriente ya estaba terminada (15. 19-20), y tenía proyectado emprender
una nueva etapa en su obra de evangelización: su propósito era llevar la Buena Noticia a Occidente,
desde Roma hasta España (1. 13-15; 15. 28), donde se le abría un campo de actividad todavía virgen.
Para preparar su visita a los cristianos de Roma, el Apóstol les envió una Carta, donde les
exponía más detalladamente los mismos temas que ya había tratado en su Carta a los Gálatas. Pero
aquí el tono es diferente. El ardor de la polémica se ha suavizado, y Pablo ha podido completar y
matizar su pensamiento y sus expresiones. En una admirable síntesis doctrinal, describe la
universalidad del pecado y la obra redentora de Cristo; la función de la Ley de Moisés en el designio
salvífico de Dios y la justificación por la fe en Jesucristo; la libertad cristiana, el Bautismo y la nueva
Vida en el Espíritu. Además, en esta Carta hay un tema desarrollado con particular amplitud: el de la
situación del Pueblo judío en la nueva disposición divina, fundada sobre la fe en Cristo y no sobre las
obras de la Ley.
La riqueza y la profundidad de su doctrina y la variedad de los temas tratados, han conferido a
esta Carta una excepcional importancia dentro del Cristianismo.
Saludo inicial
Romanos 1
1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios,798
2 que había ya prometido por medio de sus profetas en las Escrituras Sagradas,
3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne,
4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre
hasta el presente me he visto impedido - con la intención de recoger también entre vosotros algún
fruto, al igual que entre los demás gentiles.
14 Me debo a los griegos y a los bárbaros; a los sabios y a los ignorantes:801
15 de ahí mi ansia por llevaros el Evangelio también a vosotros, habitantes de Roma.
LA SALVACIÓN POR LA FE EN JESUCRISTO
Pablo resume en pocas palabras el tema central de su Carta a los Romanos: el Evangelio anuncia
y hace presente la obra que Dios ha realizado en Jesucristo para la salvación del mundo (1. 16-17).
Pero antes de entrar de lleno en este tema, y con el fin de poner de manifiesto la absoluta impotencia
del hombre para salvarse por sus propias fuerzas, él traza un cuadro pesimista de la sociedad,
sometida a la esclavitud del pecado. Fuera de Cristo, la humanidad entera —judíos y paganos— se
debate en un callejón sin salida. "Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios" (3. 23).
Nadie es justo delante del Señor. Ni siquiera la Ley de Moisés es capaz de remediar esta situación, ya
que ella "se limita a hacernos conocer el pecado" (3. 20), sin darnos la gracia para poder evitarlo.
La única salida es Jesucristo, el nuevo Adán. Lo que no podían lograr ni la Ley ni el esfuerzo
personal, lo hizo Dios enviando a su Hijo, "el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado
para nuestra justificación" (4. 25). Sólo podemos llegar a ser "justos" aceptando la salvación que Dios
nos ofrece gratuitamente por medio de Cristo. De allí la necesidad de la fe, que es una entrega filial y
confiada a Dios, el único autor de nuestra salvación. Por la fe en Cristo muerto y resucitado, Dios
justifica al pecador, lo libera del pecado y lo reconcilia con él (5. 10). La justicia recibida por la fe es
un don gratuito, del que nadie puede enorgullecerse (3. 27), y el comienzo de una nueva vida, fundada
en la gracia de Dios. Una vez que hemos sido justificados, mediante el Bautismo, debemos
considerarnos "muertos al pecado y vivos para Dios" (6. 11), y obrar en conformidad con la Ley del
Espíritu que da la vida (8. 1-12). En consecuencia, las "obras" no son la "causa" de la justificación,
sino el "fruto" de la misma.
El tema de la Carta
16 Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el
que cree: del judío primeramente y también del griego.
17 Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: El justo vivirá
por la fe.802
Los paganos, objeto de la ira divina
18 En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los
Romanos 2
1 Por eso, no tienes excusa quienquiera que seas, tú que juzgas, pues juzgando a otros, a ti mismo
al juicio de Dios?
4 O ¿desprecias, tal vez, sus riquezas de bondad, de paciencia y de longanimidad, sin reconocer
griego;
11 que no hay acepción de personas en Dios.
La Ley y el pecado
12 Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la
justificados.
14 En efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de
la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley;
15 como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su
¡robas!
22 Prohíbes el adulterio, y ¡adulteras! Aborreces los ídolos, y ¡saqueas sus templos!808
23 Tú que te glorías en la ley, transgrediéndola deshonras a Dios.
24 Porque, como dice la Escritura, el nombre de Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las
naciones.809
La verdadera circuncisión
25 Pues la circuncisión, en verdad, es útil si cumples la ley; pero si eres un transgresor de la ley,
tu circuncisión se vuelve incircuncisión.
26 Mas si el incircunciso guarda las prescripciones de la ley ¿no se tendrá su incircuncisión
como circuncisión?
27 Y el que, siendo físicamente incircunciso, cumple la ley, te juzgará a ti, que con la letra y la
espíritu y no según la letra. Ese es quien recibe de Dios la gloria y no de los hombres.
La situación de los judíos
Romanos 3
de Dios?
4 ¡De ningún modo! Dios tiene que ser veraz y todo hombre mentiroso, como dice la Escritura:
labios;812
14 maldición y amargura rebosa su boca.
15 Ligeros sus pies para derramar sangre;
16 ruina y miseria son sus caminos.
17 El camino de la paz no lo conocieron,
18 no hay temor de Dios ante sus ojos.813
19 Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley lo dice para los que están bajo la ley, para que toda
boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo ante Dios,
20 ya que nadie será justificado ante él por las obras de la ley, pues la ley no da sino el
alguna;
23 todos pecaron y están privados de la gloria de Dios815 -
24 y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús,
25 a quien exhibió Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe,
para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente,
26 en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para
Romanos 4
antes;
11 y recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe que poseía siendo
incircunciso. Así se convertía en padre de todos los creyentes incircuncisos, a fin de que la justicia les
fuera igualmente imputada;819
12 y en padre también de los circuncisos que no se contentan con la circuncisión, sino que siguen
además las huellas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de la circuncisión.
La promesa hecha a Abraham
13 En efecto, no por la ley, sino por la justicia de la fe fue hecha a Abraham y su posteridad la
toda la posteridad, no tan sólo para los de la ley, sino también para los de la fe de Abraham, padre de
todos nosotros,
17 como dice la Escritura: Te he constituido padre de muchas naciones: padre nuestro delante de
Aquel a quien creyó, de Dios que da la vida a los muertos y llama a las cosas que no son para que
sean.820
La fe de Abraham y la fe del cristiano
18 El cual, esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones según
Romanos 5
1 Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro
Señor Jesucristo,
2 por quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos
hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
3 Más aún; nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la
paciencia;
4 la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza,
5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por
impíos; -
7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería
uno a morir -;
8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió
por nosotros.
9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la
cólera!
10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con
así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron;823
13 - porque, hasta la ley, había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa no habiendo ley;
14 con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no pecaron con una
¡cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han
desbordado sobre todos!
16 Y no sucede con el don como con las consecuencias del pecado de uno solo; porque la
sentencia, partiendo de uno solo, lleva a la condenación, mas la obra de la gracia, partiendo de
muchos delitos, se resuelve en justificación.
17 En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más
razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por un solo,
por Jesucristo!
18 Así pues, como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así
también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida.
19 En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos.
20 La ley, en verdad, intervino para que abundara el delito; pero donde abundó el pecado,
sobreabundó la gracia;
21 así, la mismo que el pecado reinó en la muerte, así también reinaría la gracia en virtud de la
justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.
La identificación con Cristo por el Bautismo
Romanos 6
1 ¿Qué diremos, pues? ¿Que debemos permanecer en el pecado para que la gracia se
multiplique? ¡De ningún modo!
2 Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él?
3 ¿O es que ignoráis que cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su
muerte?824
4 Fuimos, pues, con él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo
fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos
una vida nueva.
5 Porque si hemos hecho una misma cosa con él por una muerte semejante a la suya, también lo
seremos por una resurrección semejante;
6 sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este
La liberación del pecado y el servicio de Dios
12 No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias.
13 Ni hagáis ya de vuestros miembros armas de injusticia al servicio del pecado; sino más bien
ofreceos vosotros mismos a Dios como muertos retornados a la vida; y vuestros miembros, como
armas de justicia al servicio de Dios.
14 Pues el pecado no dominará ya sobre vosotros, ya que no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.
15 Pues ¿qué? ¿Pecaremos porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? ¡De ningún modo!
16 ¿No sabéis que al ofreceros a alguno como esclavos para obedecerle, os hacéis esclavos de
aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de obediencia, para la justicia?
17 Pero gracias a Dios, vosotros, que erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a
Romanos 7
1825 ¿O es que ignoráis, hermanos, - hablo a quienes entienden de leyes - que la ley no domina
sobre el hombre sino mientras vive?
2 Así, la mujer casada está ligada por la ley a su marido mientras éste vive; mas, una vez muerto
el marido, queda libre de la ley, de forma que no es adultera si se casa con otro.
4 Así pues, hermanos míos, también vosotros quedasteis muertos respecto de la ley por el cuerpo
de Cristo, para pertenecer a otro: a aquel que fue resucitado de entre los muertos, a fin de que
fructificáramos para Dios.
5 Porque, cuando estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, excitadas por la ley, obraban
aprisionados, de modo que sirvamos con un espíritu nuevo y no con la letra vieja.
La Ley, ocasión de pecado
7 ¿Qué decir, entonces? ¿Que la ley es pecado? ¡De ningún modo! Sin embargo yo no conocí el
pecado sino por la ley. De suerte que yo hubiera ignorado la concupiscencia si la ley no dijera: ¡No te
des a la concupiscencia!826
8 Mas el pecado, tomando ocasión por medio del precepto, suscitó en mi toda suerte de
pecado, para aparecer como tal, se sirvió de una cosa buena, para procurarme la muerte, a fin de que
el pecado ejerciera todo su poder de pecado por medio del precepto.
La oposición entre la carne y el espíritu
14 Sabemos, en efecto, que la ley es espiritual, mas yo soy de carne, vendido al poder del
pecado.829
15 Realmente, mi proceder no lo comprendo; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que
aborrezco.
16 Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena;
17 en realidad, ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí.
18 Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo
tengo a mi alcance, mas no el realizarlo,
19 puesto que no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero.
20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí.
21 Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien, es el mal el que se me presenta.
22 Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior,830
23 pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me esclaviza a la
razón sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado.
La ley del Espíritu
Romanos 8
1 Por consiguiente, ninguna condenación pesa ya sobre los que están en Cristo Jesús.
2 Porque la ley del espíritu que da la vida en Cristo Jesús te liberó de la ley del pecado y de la
muerte.
3 Pues lo que era imposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo
enviado a su propio Hijo en una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, condenó el
pecado en la carne,
4 a fin de que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no según
espíritu, lo espiritual.
6 Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz,
7 ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni
siquiera pueden;
8 así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.
9 Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en
cuerpo, viviréis.
La filiación divina
14 En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
15 Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un
espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
16 El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.
17 Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos
con él, para ser también con él glorificados.
La esperanza de la creación
18 Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que
se ha de manifestar en nosotros.
19 Pues la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios.831
20 La creación, en efecto, fue sometida a la vanidad, no espontáneamente, sino por aquel que la
sometió, en la esperanza
21 de ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de
La oración del Espíritu
26 Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos
cómo pedir para orar como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables,
27 y el que escruta los corazones conoce cuál es la aspiración del Espíritu, y que su intercesión a
favor de los santos es según Dios.
El plan de salvación
28 Por lo demás, sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de
glorificó.
Himno del amor de Dios
31 Ante esto ¿qué diremos? Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros?
32 El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
dará con él graciosamente todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica.
34 ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la
destinadas al matadero.835
37 Pero en todo esto salimos vencedores gracias a aquel que nos amó.
38 Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente
Romanos 9
una descendencia»;838
8 es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se
hijo.»839
10 Y más aún; también Rebeca concibió de un solo hombre, nuestro padre Isaac;
11 ahora bien, antes de haber nacido, y cuando no habían hecho ni bien ni mal - para que se
menor,840
13 como dice la Escritura: Amé a Jacob y odié a Esaú.841
La libertad de la elección divina
14 ¿Qué diremos, pues? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo!
15 Pues dice él a Moisés: Seré misericordioso con quien lo sea: me apiadaré de quien me
apiade.842
16 Por tanto, no se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia.
17 Pues dice la Escritura al Faraón: Te he suscitado precisamente para mostrar en ti mi poder, y
que no es mi amada.846
26 Y en el lugar mismo en que se les dijo: No sois mi pueblo, serán llamados: Hijos de Dios
vivo.847
27 Isaías también clama en favor de Israel: Aunque los hijos de Israel fueran numerosos como las
justicia de la fe -
31 mientras Israel, buscando una ley de justicia, no llegó a cumplir la ley.
32 ¿Por qué? Porque la buscaba no en la fe sino en las obras. Tropezaron contra la piedra de
tropiezo,
33 como dice la Escritura: He aquí que pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de escándalo;
Romanos 10
1 Hermanos, el anhelo de mi corazón y mi oración a Dios en favor de ellos es que se salven.
2 Testifico en su favor que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento.
3 Pues desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se
ella.851
6 Mas la justicia que viene de la fe dice así: No digas en tu corazón ¿quién subirá al cielo?, es
conseguir la salvación.
11 Porque dice la Escritura: Todo el que crea en él no será confundido.853
12 Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para
El misterio de la incredulidad de Israel
14 Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han
nuestra predicación?856
17 Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.
18 Y pregunto yo: ¿Es que no han oído? ¡Cierto que sí! Por toda la tierra se ha difundido su voz y
El resto de Israel
Romanos 11
1 Y pregunto yo: ¿Es que ha rechazado Dios a su pueblo? ¡De ningún modo! ¡Que también yo soy
israelita, del linaje de Abraham, de la tribu de Benjamín!
2 Dios no ha rechazado a su pueblo, en quien de antemano puso sus ojos. ¿O es que ignoráis lo
que dice la Escritura acerca de Elías, cómo se queja ante Dios contra Israel?860
3 ¡Señor!, han dado muerte a tus profetas; han derribado tus altares; y he quedado yo solo y
no será su plenitud!
13 Os digo, pues, a vosotros, los gentiles: Por ser yo verdaderamente apóstol de los gentiles,
tu natural en un olivo cultivado, ¡con cuánta más razón ellos, según su naturaleza, serán injertados en
su propio olivo!
La salvación final de Israel
25 Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el
endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles,866
26 y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de
Romanos 12
1 Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como
una víctima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual.870
2 Y no os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo
perfecto.
Los carismas al servicio de la comunidad
3 En virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os
estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima según la medida de la fe que
otorgó Dios a cada cual.
4 Pues, así como nuestro cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos
El amor a los enemigos
14 Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis.
15 Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran.
16 Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más
El respeto a las autoridades
Romanos 13
1 Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios,
y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2 De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se
atraerán sobre sí mismos la condenación.
3 En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal.
¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella elogios,
4 pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano
lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5 Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6 Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados
la ley.
9 En efecto, lo de: No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás
Las obras de los hijos de la luz
11 Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque es ya hora de levantaros del
sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
12 La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y
concupiscencias.
La comprensión hacia los débiles en la fe
Romanos 14
su conciencia!
6 El que se preocupa por los días, lo hace por el Señor; el que come, lo hace por el Señor, pues
Romanos 15
1 Nosotros, los fuertes, debemos sobrellevar las flaquezas de los débiles y no buscar nuestro
propio agrado.
2 Que cada uno de nosotros trate de agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación;
3 pues tampoco Cristo buscó su propio agrado, antes bien, como dice la Escritura: Los ultrajes de
La fidelidad y la misericordia de Dios
7 Por tanto, acogeos mutuamente como os acogió Cristo para gloria de Dios.
8 Pues afirmo que Cristo se puso al servicio de los circuncisos a favor de la veracidad de Dios,
Dios, para que la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo.887
17 Tengo, pues, de qué gloriarme en Cristo Jesús en lo referente al servicio de Dios.
18 Pues no me atreveré a hablar de cosa alguna que Cristo no haya realizado por medio de mi
Cristo no era aún conocido, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros,
21 antes bien, como dice la Escritura: Los que ningún anuncio recibieron de él, le verán, y los que
santos de Jerusalén.
27 Lo tuvieron a bien, y debían hacérselo; pues si los gentiles han participado en sus bienes
Romanos 16
Aristóbulo.
11 Saludad a mi pariente Herodión. Saludad a los de la casa de Narciso, en el Señor.
12 Saludad a Trifena y a Trifosa, que se han fatigado en el Señor. Saludad a la amada Pérside, que
con ellos.
15 Saludad a Filólogo y a Julia, a Nereo y a su hermana, lo mismo que a Olimpas y a todos los
santos que están con ellos.
16 Saludaos los unos a los otros con el beso santo. Todas las Iglesias de Cristo os saludan.892
Recomendaciones finales
17 Os ruego, hermanos, que os guardéis de los que suscitan divisiones y escándalos contra la
doctrina que habéis aprendido; apartaos de ellos,
18 pues esos tales no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio vientre, y, por medio de
Corinto, capital de la provincia romana de Acaya, era la ciudad más grande de Grecia. Su
condición de puerto cosmopolita y su prosperidad económica la habían convertido en un lugar
proverbial por la inmoralidad de sus costumbres. Durante su segundo viaje misionero, Pablo
permaneció allí más de un año y medio, y logró establecer una comunidad entusiasta y fervorosa
(Hech. 18. 1-18). Pero fue precisamente en Corinto donde alcanzó su punto más crítico la
confrontación del Cristianismo naciente con el pensamiento y las costumbres paganas, y apenas
Pablo se alejó comenzaron a surgir graves conflictos.
La llegada de Apolo (Hech. 18. 24) y de otros predicadores cristianos que se presentaban como
emisarios de Pedro, dividió profundamente a la comunidad, provocando la formación de bandos
rivales (1. 11-13). Muchos cristianos no se habían despojado suficientemente de las costumbres
paganas, y caían en el libertinaje moral (5. 1). Las asambleas litúrgicas estaban perturbadas por una
escandalosa división entre ricos y pobres (11. 18-22), o por formas de exaltación teñidas de
paganismo (14. 1-5). Algunos confundían el Evangelio con una sabiduría puramente humana (1. 22) y
otros negaban la resurrección de los muertos (15. 12).
Advertido de estos abusos, Pablo envió la PRIMERA CARTA A LOS CORINTIOS para
restablecer el orden y responder a las consultas que se le habían hecho. Con su mirada penetrante, él
va exponiendo grandes temas doctrinales a propósito de varios asuntos de orden práctico, algunos de
ellos aparentemente insignificantes. Ningún otro escrito del Nuevo Testamento nos muestra de una
manera tan concreta la vida de una comunidad y su situación ante el paganismo.
Saludo inicial
1 Corintios 1
1 Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Sóstenes, el hermano,
2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser
santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y
de ellos
3 gracia a vosotros y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
Acción de gracias
4 Doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada
en Cristo Jesús,
5 pues en él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento,
6 en la medida en que se ha consolidado entre vosotros el testimonio de Cristo.
7 Así, ya no os falta ningún don de gracia a los que esperáis la Revelación de nuestro Señor
Jesucristo.895
8 El os fortalecerá hasta el fin para que seáis irreprensibles en el Día de nuestro Señor Jesucristo.
9 Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su hijo Jesucristo, Señor
nuestro.
LAS DIVISIONES EN LA COMUNIDAD
En "la Iglesia de Dios que residía en Corinto" habían surgido profundas divisiones. Los bandos o
partidos que se habían formado, no propugnaban herejías o cismas propiamente dichos, ya que todos
asistían a las mismas asambleas litúrgicas y participaban de la misma Cena del Señor (11. 18-20). Se
trataba más bien de grupos antagónicos, que se declaraban partidarios de Pedro, Pablo o Apolo, de la
misma manera que los griegos adherían a su maestro de sabiduría o a su filósofo preferido.
A primera vista, estas rivalidades podían parecer normales o inevitables, como lo son en
cualquier grupo social. Pero, dentro de la Iglesia, las divisiones revisten una especial gravedad. La
lucha partidista entre aquellos que han sido bautizados en el nombre de Jesucristo, el único Señor de
todos, es un verdadero contrasentido (1. 13). Pedro, Pablo y Apolo —como los demás predicadores de
la Buena Noticia— son "simples servidores" de un mensaje que no les pertenece. Una vez cumplida su
misión, ellos tienen que desaparecer para dar lugar a Jesucristo (3. 5-9).
Esta reflexión podría haber bastado para poner punto final a los "celos y discordias" (3. 3). Pero
Pablo va al fondo de la cuestión. Al comportarse de esa manera, los diversos grupos, incluidos sus
propios adeptos, habían abandonado de hecho el mensaje de Cristo crucificado y lo habían sustituido
por una sabiduría puramente humana. Por eso no se pone a discutir sus puntos de vista o sus
tendencias, ni da la razón a unos contra otros, sino que contrapone vigorosamente el mensaje de la
Cruz a la sabiduría de este mundo. La fe no puede estar fundada "en la sabiduría de los hombres, sino
en el poder de Dios" (2. 5).
Reprobación de las discordias
10 Os conjuro, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis todos un
mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien, estéis unidos en una misma mentalidad
y un mismo juicio.
11 Porque, hermanos míos, estoy informado de vosotros, por los de Cloe, que existen discordias
entre vosotros.
12 Me refiero a que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo», «Yo de Apolo», «Yo de
en el nombre de Pablo?
14 ¡Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de vosotros fuera de Crispo y Gayo!
15 Así, nadie puede decir que habéis sido bautizados en mi nombre.
16 ¡Ah, sí!, también bauticé a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no creo haber bautizado a
ningún otro.
17 Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio. Y no con palabras sabias,
para no desvirtuar la cruz de Cristo.
La sabiduría del mundo y la sabiduría cristiana
18 Pues la predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se
inteligentes.
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el docto? ¿Dónde el sofista de este mundo? ¿Acaso no
gentiles;897
24 mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de
Dios.
25 Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina,
más fuerte que la fuerza de los hombres.
El llamado de Dios a los pobres
26 ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay muchos sabios según la carne ni
1 Corintios 2
1 Pues yo, hermanos, cuando fui a vosotros, no fui con el prestigio de la palabra o de la sabiduría
a anunciaros el misterio de Dios,
2 pues no quise saber entre vosotros sino a Jesucristo, y éste crucificado.
3 Y me presenté ante vosotros débil, tímido y tembloroso.
4 Y mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de los persuasivos discursos de la sabiduría,
corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman.900
El poder del Espíritu
10 Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea,
él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios.
12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios, para
Cristo.904
La inmadurez de los corintios
1 Corintios 3
1 Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo.
2 Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo
soportáis al presente;905
3 pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es
humano?
El ministerio apostólico
5 ¿Qué es, pues Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y
propio trabajo,
9 ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.
La edificación del templo de Dios
10 Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen arquitecto, puse el cimiento, y
1 Corintios 4
1 Por tanto, que nos tengan los hombres por servidores de Cristo y administradores de los
misterios de Dios.
2 Ahora bien, lo que en fin de cuentas se exige de los administradores es que sean fieles.
3 Aunque a mí lo que menos me importa es ser juzgado por vosotros o por un tribunal humano.
¡Ni siquiera me juzgo a mí mismo!
4 Cierto que mi conciencia nada me reprocha; mas no por eso quedo justificado. Mi juez es el
Señor.
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de
las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del
Señor la alabanza que le corresponda.
Situación de los ministros de Cristo
6 En esto, hermanos, me he puesto como ejemplo a mí y a Apolo, en orden a vosotros; para que
aprendáis de nosotros aquello de «No propasarse de lo que está escrito» y para que nadie se engría en
favor de uno contra otro.909
7 Pues ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido,
¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?
8 ¡Ya estáis hartos! ¡Ya sois ricos! ¡Os habéis hecho reyes sin nosotros! ¡Y ojalá reinaseis, para
1 Corintios 5
1911 Sólo se oye hablar de inmoralidad entre vosotros, y una inmoralidad tal, que no se da ni
entre los gentiles, hasta el punto de que uno de vosotros vive con la mujer de su padre.
2 Y ¡vosotros andáis tan hinchados! Y no habéis hecho más bien duelo para que fuera expulsado
de entre vosotros el autor de semejante acción.
3 Pues bien, yo por mi parte corporalmente ausente, pero presente en espíritu, he juzgado ya,
como si me hallara presente, al que así obró:
4 que en nombre del Señor Jesús, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de Jesús Señor
nuestro,
5 sea entregado ese individuo a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se
juzgáis?
13 A los de fuera Dios los juzgará. ¡Arrojad de entre vosotros al malvado!915
El recurso a los tribunales paganos
1 Corintios 6
1 Cuando alguno de vosotros tiene un pleito con otro, ¿se atreve a llevar la causa ante los
hermanos?
6 Sino que vais a pleitear hermano contra hermano, ¡y eso, ante infieles!
7 De todos modos, ya es un fallo en vosotros que haya pleitos entre vosotros. ¿Por qué no
hermanos!
9 ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los
Reino de Dios.
11 Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis
Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.919
14 Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.
15 ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros
1 Corintios 7
marido,922
11 mas en el caso de separarse, que no vuelva a casarse, o que se reconcilie con su marido, y que
santificada por el marido creyente. De otro modo, vuestros hijos serían impuros, mas ahora son
santos.923
15 Pero si la parte no creyente quiere separarse, que se separe, en ese caso el hermano o la
mujer?
La condición social del cristiano
17 Por lo demás, que cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha
llamado Dios. Es lo que ordeno en todas las Iglesias.
18 ¿Que fue uno llamado siendo circunciso? No rehaga su prepucio. ¿Que fue llamado siendo
incircunciso? No se circuncide.
19 La circuncisión es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los
mandamientos de Dios.
20 Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios.
21 ¿Eras esclavo cuando fuiste llamado? No te preocupes. Y aunque puedas hacerte libre,
aprovecha más bien tu condición de esclavo.
22 Pues el que recibió la llamada del Señor siendo esclavo, es un liberto del Señor; igualmente, el
así.927
27 ¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿No estás unido a mujer? No la busques.
28 Mas, si te casas, no pecas. Y, si la joven se casa, no peca. Pero todos ellos tendrán su
cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del
mundo, de cómo agradar a su marido.
35 Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más
Espíritu de Dios.930
LA CARNE SACRIFICADA A LOS ÍDOLOS
Todos los temas que aborda Pablo en esta Carta tienen una raíz común: ¿cómo mantener la
fidelidad al mensaje evangélico y a las exigencias de la vida cristiana en medio de un ambiente
adverso? Un caso práctico de esto era el de la carne sacrificada a los ídolos. En la sociedad antigua,
no había fiestas ni ceremonias sin sacrificios ofrecidos a los dioses, y esas fiestas eran frecuentes.
Tanto los dioses como los sacerdotes y los oferentes recibían su parte, y el resto de la carne era
consumido en banquetes sagrados o vendido en el mercado. De allí el problema de conciencia que se
presentaba a los cristianos: ¿se podía comprar la carne inmolada a los ídolos? ¿les estaba permitido
comerla cuando eran invitados por los paganos?
La respuesta de Pablo es clara. El creyente es libre de comerla, con tal que su comportamiento no
sea ocasión de caída para los débiles en la fe. ""Todo está permitido", pero no todo es conveniente"
(10.23), vuelve a repetir el Apóstol, como lo había hecho a propósito del tema sexual (6.12). Este fue
el ejemplo que dio el mismo Pablo. Él se hizo "todo para todos" (9.22), renunciando incluso a sus
derechos de vivir del Evangelio, a fin de no poner obstáculos a la evangelización (9.13-15).
La cuestión aquí planteada responde a una situación que actualmente ha perdido vigencia. Sin
embargo, siempre es actual el criterio con que Pablo trató de solucionarla. Lo importante es descubrir
ese criterio y aplicarlo a otras situaciones más o menos semejantes. Los cristianos hemos sido
"llamados para vivir en libertad", pero esa libertad no es un fin en sí misma, sino que debe estar al
servicio del amor (Gál. 5.13).
El aspecto teórico de la cuestión
1 Corintios 8
1 Respecto a lo inmolado a los ídolos, es cosa sabida, pues todos tenemos ciencia. Pero la ciencia
el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos
nosotros.
El punto de vista del amor fraternal
7 Mas no todos tienen este conocimiento. Pues algunos, acostumbrados hasta ahora al ídolo,
comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancha.
8 No es ciertamente la comida lo que nos acercará a Dios. Ni somos menos porque no comamos,
ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los
ídolos?
11 Y por tu conocimiento se pierde el débil: ¡el hermano por quien murió Cristo!
12 Y pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecáis contra
Cristo.
13 Por tanto, si un alimento causa escándalo a mi hermano, nunca comeré carne para no dar
escándalo a mi hermano.
El ejemplo de Pablo: los derechos del Apóstol
1 Corintios 9
1 ¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No sois
vosotros mi obra en el Señor?
2 Si para otros no soy yo apóstol, para vosotros sí que lo soy; pues ¡vosotros sois el sello de mi
apostolado en el Señor!
3 He aquí mi defensa contra mis acusadores.
4 ¿Por ventura no tenemos derecho a comer y beber?
5 ¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer cristiana, como los demás apóstoles y
bienes materiales!
El desprendimiento de Pablo
12 Si otros tienen estos derechos sobre vosotros, ¿no los tenemos más nosotros? Sin embargo,
nunca hemos hecho uso de estos derechos. Al contrario, todo lo soportamos para no crear obstáculo
alguno al Evangelio de Cristo.
13 ¿No sabéis que los ministros del templo viven del templo? ¿Que los que sirven al altar, del
altar participan?
14 Del mismo modo, también el Señor ha ordenado que los que predican el Evangelio vivan del
Evangelio.
15 Mas yo, de ninguno de esos derechos he hecho uso. Y no escribo esto para que se haga así
incorruptible.
26 Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el
vacío,
27 sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás,
1 Corintios 10
1 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos
atravesaron el mar;
2 y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar;
3 y todos comieron el mismo alimento espiritual;
4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y
el desierto.935
6 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo
codiciaron.
7 No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la Escritura: «Sentóse el pueblo a
tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con
éxito.
Los sacrificios paganos y la Eucaristía
14 Por eso, queridos, huid de la idolatría.
15 Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo.
16 La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el
pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
17 Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de
un solo pan.
18 Fijaos en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas ¿no están acaso en comunión
con el altar?940
19 ¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo?
20 Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero
La libertad de conciencia
23 «Todo es lícito», mas no todo es conveniente. «Todo es lícito», mas no todo edifica.943
24 Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás.
25 Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia;
26 pues del Señor es la tierra y todo cuanto contiene.944
27 Si un infiel os invita y vosotros aceptáis, comed todo lo que os presente sin plantearos
cuestiones de conciencia.
28 Mas si alguien os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, a causa del que lo
dando gracias?
La gloria de Dios y la salvación del prójimo
31 Por tanto, ya comáis, ya bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
32 No deis escándalo ni a judíos ni a griegos ni a la Iglesia de Dios;
33 lo mismo que yo, que me esfuerzo por agradar a todos en todo, sin procurar mi propio
1 Corintios 11
las he transmitido.945
3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer
estuviera rapada.
6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una
mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra!
7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es
ángeles.946
11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor.
12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo
proviene de Dios.
13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?
14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera,
15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a
modo de velo.
16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de
Dios.947
Abusos en las celebraciones eucarísticas
17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que
para bien.
18 Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo
en parte.
19 Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de
manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros.
20 Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor;
21 porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga.
22 ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis
a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo!
La Cena del Señor
23 Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue
venga.
27 Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de
mundo.
33 Así pues, hermanos míos, cuando os reunáis para la Cena, esperaos los unos a los otros.
34 Si alguno tiene hambre, que coma en su casa, a fin de que no os reunáis para castigo vuestro.
1 Corintios 12
Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» sino con el Espíritu Santo.
4 Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo;
5 diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo;
6 diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos.
7 A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común,
8 Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el
mismo Espíritu;951
9 a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu;952
10 a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro,
por eso?
17 Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿donde el olfato?
18 Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad.
19 Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo?
20 Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo.
21 Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os
necesito!»
22 Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables.
23 Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras
profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de
asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas.955
29 ¿Acaso todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de
milagros?
30 ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?
31 ¡Aspirad a los carismas superiores! Y aun os voy a mostrar un camino más excelente.
La preeminencia del amor
1 Corintios 13
1 Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como
bronce que suena o címbalo que retiñe.
2 Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque
tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3 Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad,
nada me aprovecha.956
4 La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5 es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6 no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7 Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8 La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la
ciencia.
9 Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10 Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme
hombre, dejé todas las cosas de niño.
12 Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un
1 Corintios 14
1 Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales, especialmente a la profecía.
2 Pues el que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende:
10.000 en lengua.
20 Hermanos, no seáis niños en juicio. Sed niños en malicia, pero hombres maduros en juicio.
21 Está escrito en la Ley: Por hombres de lenguas extrañas y por boca de extraños hablaré yo a
una revelación, un discurso en lengua, una interpretación; pero que todo sea para edificación.
27 Si se habla en lengua, que hablen dos, o a lo más, tres, y por turno; y que haya un interprete.
28 Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea; hable cada cual consigo mismo y
con Dios.
29 En cuanto a los profetas, hablen dos o tres, y los demás juzguen.
30 Si algún otro que está sentado tiene una revelación, cállese el primero.
31 Pues podéis profetizar todos por turno para que todos aprendan y sean exhortados.
32 Los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas,
33 pues Dios no es un Dios de confusión, sino de paz. Como en todas la Iglesias de los santos,960
34 las mujeres cállense en las asambleas; que no les está permitido tomar la palabra antes bien,
1 Corintios 15
creído en vano!
3 Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros
la Iglesia de Dios.
10 Mas, por la gracia de Dios, soy lo que soy; y la gracia de Dios no ha sido estéril en mí. Antes
bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.
11 Pues bien, tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
La resurrección de Cristo
12 Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo
algunos entre vosotros que no hay resurrección de los muertos?
13 Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó.
14 Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe.
15 Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que
resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan.
16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó.
17 Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados.
18 Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron.
19 Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos
Aquel que ha sometido a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo.
La resurrección, fundamento de la esperanza
29 De no ser así ¿a qué viene el bautizarse por los muertos? Si los muertos no resucitan en
1 Corintios 16
1 En cuanto a la colecta en favor de los santos, haced también vosotros tal como mandé a las
Iglesias de Galacia.975
2 Cada primer día de la semana, cada uno de vosotros reserve en su casa lo que haya podido
permite el Señor.
8 De todos modos, seguiré en Éfeso hasta Pentecostés:
9 porque se me ha abierto una puerta grande y prometedora, y los enemigos son muchos.977
Recomendaciones y noticias finales
10 Si se presenta Timoteo, procurad que esté sin temor entre vosotros, pues trabaja como yo en la
los hermanos; pero no tiene intención alguna de ir ahora. Irá cuando tenga oportunidad.
13 Velad, manteneos firmes en la fe, sed hombres, sed fuertes.
14 Haced todo con amor.
15 Os hago una recomendación, hermanos. Sabéis que la familia de Estéfanas son las primicias
de Acaya y se han puesto al servicio de los santos.
16 También vosotros mostraos sumisos a ellos y a todo aquel que con ellos trabaja y se afana.
17 Estoy lleno de alegría por la visita de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, que han suplido
vuestra ausencia.
18 Ellos han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Sabed apreciar a estos hombres.
Saludos y despedida
19 Las Iglesias de Asia os saludan. Os envían muchos saludos Aquila y Prisca en el Señor, junto
Entre todos los escritos de Pablo, la SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS es el más
apasionado y polémico. Aunque su decidida intervención, a través de la primera Carta, había
restablecido momentáneamente el orden interno de la comunidad, poco después se produjeron
nuevos incidentes que reavivaron la crisis. Algunos predicadores "judaizantes" se presentaron en
Corinto con el propósito de desautorizar la persona y las enseñanzas de Pablo. A estos se sumaban
otros adversarios del Apóstol, que interpretaban erróneamente el principio de la libertad cristiana.
Es probable que Pablo, advertido por algunos de sus fieles, haya ido entonces a Corinto para
encarar personalmente a sus adversarios. Pero esa visita, que sin duda fue breve y se realizó en medio
de sucesos dolorosos, no produjo el efecto deseado. Esto motivó el envío de una Carta escrita en
Éfeso "con muchas lágrimas" (2. 4) y en un tono muy severo, donde Pablo se defendía contra sus
acusadores y reivindicaba su condición de Apóstol. Más tarde, su discípulo Tito le trajo buenas
noticias sobre la situación de la comunidad. Entonces Pablo, que se disponía a ir por tercera vez a
Corinto (12. 14), envió a la comunidad una afectuosa Carta de reconciliación.
En su forma actual, la llamada "Segunda Carta a los Corintios" da la impresión de ser la
recopilación de varios escritos de Pablo, provenientes del dramático y prolongado intercambio
epistolar que él mantuvo con la Iglesia de Corinto. De las tres partes que la integran, la primera (caps.
1-7) reproduce probablemente aquella Carta de "reconciliación", mientras que la última (caps. 10-13)
sería la que el Apóstol escribió "con gran aflicción y angustia" (2. 4), para hacer recapacitar a la
comunidad rebelde y salvaguardar así la unidad de la Iglesia.
Saludo inicial
2 Corintios 1
Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya;
2 a vosotros gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
Acción de gracias
3 ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de los misericordias y Dios de
toda consolación,
4 que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los que están en
toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios!
5 Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por
el extremo, por encima de nuestras fuerzas, hasta tal punto que perdimos la esperanza de conservar la
vida.980
9 Pues hemos tenido sobre nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no pongamos
nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos.
10 El nos libró de tan mortal peligro, y nos librará; en él esperamos que nos seguirá librando,
11 si colaboráis también vosotros con la oración en favor nuestro, para que la gracia obtenida
por intervención de muchos sea por muchos agradecida en nuestro nombre.
APOLOGÍA DEL MINISTERIO DE PABLO Y
RECONCILIACIÓN CON LOS CORINTIOS
Nunca es agradable hacer la apología de uno mismo. Pablo tuvo que hacerla, para justificar su
condición de verdadero Apóstol, puesta en tela de juicio por sus adversarios. En el fondo, lo que
estaba en juego era el Evangelio que él predicaba. Por encima de todo, el Apóstol quiere mantener la
unidad de la Iglesia de Corinto y dejar a salvo su sinceridad y el amor que le profesa. Semejante
defensa no le impide reconocer su propia debilidad, la debilidad de la condición humana, a la que
tampoco los Apóstoles pueden sustraerse. Pero es precisamente esa debilidad la que hace resaltar el
poder de Dios.
Esta apología personal da a Pablo la ocasión de destacar la superioridad de la Nueva Alianza
sobre la Antigua. Y para mostrar la "novedad" de la Nueva Alianza, señala las características que la
contraponen a la Antigua. Esta se fundaba en la letra que "mata", aquella reside en el Espíritu que "da
vida" (3. 6). El Antiguo Testamento era provisorio y Cristo quitó el "velo" que impedía comprender su
verdadero sentido (3. 14). Él realiza la Alianza definitiva en el Espíritu que nos hace libres, la Alianza
de la reconciliación con Dios y entre nosotros. Y el Apóstol se proclama ministro de esta Alianza de
reconciliación, a la que todos estamos llamados.
La sinceridad de Pablo
12 El motivo de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia, de que nos hemos
conducido en el mundo, y sobre todo respecto de vosotros, con la santidad y la sinceridad que vienen
de Dios, y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios.
13 Pues no os escribimos otra cosa que lo que leéis y comprendéis, y espero comprenderéis
plenamente,
14 como ya nos habéis comprendido en parte, que somos nosotros el motivo de vuestro orgullo,
segunda gracia,
16 y pasando por vosotros ir a Macedonia y volver nuevamente de Macedonia donde vosotros, y
Razones de Pablo para no volver a Corinto
23 ¡Por mi vida!, testigo me es Dios de que, si todavía no he ido a Corinto, ha sido por
miramiento a vosotros.
24 No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que contribuimos a vuestro gozo, pues
os mantenéis firmes en la fe.
2 Corintios 2
causa?
3 Y si os escribí aquello, fue para no entristecerme a mi ida, a causa de los mismos que deberían
procurarme alegría, convencido respecto de todos vosotros de que mi alegría es la alegría de todos
vosotros.
4 Efectivamente, os escribí en una gran aflicción y angustia de corazón, con muchas lágrimas, no
para entristeceros, sino para que conocierais el amor desbordante que sobre todo a vosotros os
tengo.
El perdón al ofensor
5 Pues si alguien ha causado tristeza, no es a mí quien se la ha causado; sino en cierto sentido -
para no exagerar - a todos vosotros.
6 Bastante es para ese tal el castigo infligido por la comunidad,987
7 por lo que es mejor, por el contrario, que le perdonéis y le animéis no sea que se vea ése
hundido en una excesiva tristeza.
8 Os suplico, pues, que reavivéis la caridad para con él.
9 Pues también os escribí con la intención de probaros y ver si vuestra obediencia era perfecta.
10 Y a quien vosotros perdonéis, también yo le perdono. Pues lo que yo perdoné - si algo he
Los frutos del ministerio apostólico
12 Llegué, pues, a Tróada para predicar el Evangelio de Cristo, y aun cuando se me había abierto
pierden:
16 para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte; para los otros, olor que de la vida lleva
antes bien, con sinceridad y como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo.
Las credenciales de Pablo
2 Corintios 3
1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? ¿O es que, como algunos, necesitamos presentaros
cartas de recomendación o pedíroslas?
2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los
hombres.
3 Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta,
sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.989
La superioridad de la Nueva Alianza
4 Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo.
5 No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra,
sino que nuestra capacidad viene de Dios,
6 el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu.
Pues la letra mata mas el Espíritu da vida.
7 Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso
hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria
de su rostro, aunque pasajera,990
8 ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!
9 Efectivamente, si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el
ministerio de la justicia.
10 Pues en este aspecto, no era gloria aquella glorificación en comparación de esta gloria
sobreeminente.
11 Porque si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!
La libertad apostólica
12 Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos con toda valentía,
13 y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran
la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.992
15 Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones.
16 Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo.993
17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
18 Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del
Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el
Señor, que es Espíritu.
La luz del Evangelio
2 Corintios 4
corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo.995
Tribulaciones y esperanzas del ministerio apostólico
7 Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan
2 Corintios 5
1 Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un
edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos.997
2 Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación
celeste,998
3 si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos.
4 ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos,
sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu.999
6 Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo,
vivimos lejos del Señor,
7 pues caminamos en la fe y no en la visión...
8 Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor.
9 Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle.
10 Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de
Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal.
La actitud apostólica de Pablo
11 Por tanto, conociendo el temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres, pues ante Dios
estamos al descubierto, como espero que ante vuestras conciencias también estemos al descubierto.
12 No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos daros ocasión para
gloriaros de nosotros y así tengáis cómo responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que
está en el corazón.
13 En efecto, si hemos perdido el juicio, ha sido por Dios; y si somos sensatos, lo es por
vosotros.
14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto
murieron.
15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y
resucitó por ellos.
El ministerio de la reconciliación
16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según
la reconciliación.1000
19 Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las
Dios en él.1001
El combate apostólico
2 Corintios 6
1 Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de
Dios.
2 Pues dice él: En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé. Mirad ahora el
y las de la izquierda;1003
8 en gloria e ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores, siendo veraces;
9 como desconocidos, aunque bien conocidos; como quienes están a la muerte, pero vivos; como
santuario de Dios vivo, como dijo Dios: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré su
Dios y ellos serán mi pueblo.1005
17 Por tanto, salid de entre ellos y apartaos, dice el Señor. No toquéis cosa impura, y yo os
acogeré.1006
18 Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor
todopoderoso.1007
2 Corintios 7
1 Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y
unidos en mi corazón.
4 Tengo plena confianza en hablaros; estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy lleno de consuelo
se pusiera de manifiesto entre vosotros ante Dios vuestro interés por nosotros.1008
13 Eso es lo que nos ha consolado. Y mucho más que por este consuelo, nos hemos alegrado por
el gozo de Tito, cuyo espíritu fue tranquilizado por todos vosotros.
14 Y si en algo me he gloriado de vosotros ante él, no he quedado avergonzado. Antes bien, así
como os hemos dicho siempre la verdad, así también el motivo de nuestra gloria ante Tito ha
resultado verdadero.
15 Y su corazón se inclina todavía más hacia vosotros al recordar la obediencia de todos
vosotros y cómo le acogisteis con temor y temblor.
16 Me alegro de poder confiar totalmente en vosotros.
LA COLECTA PARA LA COMUNIDAD DE
JERUSALÉN
Hacía tiempo que los cristianos de Corinto habían resuelto hacer una colecta en favor de la
Iglesia madre de Jerusalén, que atravesaba un momento difícil (1 Cor. 16. 1-3). Una vez restablecidas
las relaciones con ellos, Pablo los exhorta a que lleven generosamente a la práctica esa feliz
iniciativa. Con este fin, les recuerda que su generosidad debe inspirarse en el ejemplo de Cristo, el
cual "siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza" (8. 9).
La importancia que Pablo atribuye a esta colecta nos hace ver que no se trataba de una simple
ayuda económica. Esa solidaridad "ecuménica" entre las Iglesias locales, debía poner de manifiesto la
unidad de la Iglesia universal, por encima de las diferencias entre judíos y paganos. Si los cristianos
de Jerusalén, que provenían del Judaísmo, hicieron partícipes a los paganos de "sus bienes
espirituales", también los corintios, que provenían del paganismo, debían retribuirles "con bienes
materiales" (Rom. 15. 27). ¿Acaso Cristo no derribó "el muro de enemistad" que separaba a los dos
pueblos? (Ef. 2. 14).
Un ejemplo de generosidad
2 Corintios 8
1 Os damos a conocer, hermanos, la gracia que Dios ha otorgado a las Iglesias de Macedonia.
2 Pues, aunque probados por muchas tribulaciones, su rebosante alegría y su extrema pobreza
la había comenzado.
7 Y del mismo modo que sobresalís en todo: en fe, en palabra, en ciencia, en todo interés y en la
vuestra caridad.
9 Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se
año pasado habéis sido los primeros no sólo en hacer la colecta, sino también en tomar la iniciativa.
11 Ahora llevadla también a cabo, de forma que a vuestra prontitud en la iniciativa corresponda la
tiene.
13 No que paséis apuros para que otros tengan abundancia, sino con igualdad.
14 Al presente, vuestra abundancia remedia su necesidad, para que la abundancia de ellos pueda
menos.1009
Los colaboradores de Pablo en la colecta
16 ¡Gracias sean dadas a Dios, que pone en el corazón de Tito el mismo interés por vosotros!,
17 pues aceptó mi ruego y, más solícito que nunca, por propia iniciativa fue donde vosotros.
18 Con él enviamos al hermano, cuyo renombre a causa del Evangelio se ha extendido por todas
las Iglesias.1010
19 Y no sólo eso, sino que fue designado por elección de todas las Iglesias como compañero
nuestro de viaje en esta generosidad, en que servimos nosotros para la gloria del mismo Señor, por
iniciativa nuestra.
20 Así evitaremos todo motivo de reproche por esta abundante suma que administramos;
21 pues procuramos el bien no sólo ante el Señor sino también ante los hombres.1011
22 Con ellos os enviamos también al hermano nuestro, cuya solicitud tenemos ya comprobada
muchas veces y de muchas maneras; solicitud aún mayor ahora por la gran confianza que tiene en
vosotros.
23 En cuanto a Tito, es compañero y colaborador mío cerca de vosotros; en cuanto a los demás
hermanos, son los delegados de las Iglesias: la gloria de Cristo.
24 Mostrad, pues, ante la faz de las Iglesias, vuestra caridad y la razón de nuestro orgullo
respecto de vosotros.
Nueva llamada a la generosidad
2 Corintios 9
diciéndoles que Acaya está preparada desde el año pasado. Y vuestro celo ha estimulado a
muchísimos.
3 No obstante, os envío a los hermanos para que nuestro motivo de gloria respecto de vosotros
de antemano vuestros ya anunciados generosos dones, a fin de que sean preparados como dones
generosos y no como una tacañería.
Los beneficios de la colecta
6 Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en
eternamente.1013
10 Aquel que provee de simiente al sembrador y de pan para su alimento, proveerá y multiplicará
gracias a Dios.
12 Porque el servicio de esta ofrenda no sólo provee a las necesidades de los santos, sino que
Evangelio de Cristo y por la generosidad de vuestra comunión con ellos y con todos.
14 Y con su oración por vosotros, manifiestan su gran afecto hacia vosotros a causa de la gracia
2 Corintios 10
1 Soy yo, Pablo en persona, quien os suplica por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo
tan humilde cara a cara entre vosotros, y tan atrevido con vosotros desde lejos.1016
2 Os ruego que no tenga que mostrarme atrevido en presencia vuestra, con esa audacia con que
pienso atreverme contra algunos que consideran procedemos según la carne.
3 Pues aunque vivimos en la carne no combatimos según la carne.
4 ¡No!, las armas de nuestro combate no son carnales, antes bien, para la causa de Dios, son
capaces de arrasar fortalezas. Deshacemos sofismas
5 y toda altanería que se subleva contra el conocimiento de Dios y reducimos a cautiverio todo
entendimiento para obediencia de Cristo.
6 Y estamos dispuestos a castigar toda desobediencia cuando vuestra obediencia sea perfecta.
7 ¡Mirad cara a cara! Si alguien cree ser de Cristo, considere una vez más dentro de sí mismo
y de obra.
La respuesta a la acusación de ambición
12 Ciertamente no osamos igualarnos ni compararnos a algunos que se recomiendan a sí mismos.
Midiéndose a sí mismos según su opinión y comparándose consigo mismos, obran sin sentido.
13 Nosotros, en cambio, no nos gloriaremos desmesuradamente; antes bien, nos mediremos a
nosotros mismos por la norma que Dios mismo nos ha asignado como medida al hacernos llegar
también hasta vosotros.
14 Porque no traspasamos los límites debidos, como sería si no hubiéramos llegado hasta
2 Corintios 11
recibir un Espíritu diferente del que recibisteis, y un Evangelio diferente del que abrazasteis ¡lo
toleráis tan bien!
5 Sin embargo, no me juzgo en nada inferior a esos «superapóstoles».
6 Pues si carezco de elocuencia, no así de ciencia; que en todo y en presencia de todos os lo
hemos demostrado.
Apología del Apóstol
7 ¿Acaso tendré yo culpa porque me abajé a mí mismo para ensalzaros a vosotros anunciándoos
Macedonia los que remediaron mi necesidad. En todo evité el seros gravoso, y lo seguiré
evitando.1019
10 ¡Por la verdad de Cristo que está en mí!, que esta gloria no me será arrebatada en las regiones
de Acaya.
11 ¿Por qué? ¿Porque no os amo? ¡Dios lo sabe!
12 Y lo que hago, continuaré haciéndolo para quitar todo pretexto a los que lo buscan con el fin
apóstoles de Cristo.
14 Y nada tiene de extraño: que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz.
15 Por tanto, no es mucho que sus ministros se disfracen también de ministros de justicia. Pero su
cosa en que alguien presumiere - es un locura lo que digo - también presumo yo.
22 ¿Que son hebreos? También yo lo soy. ¿Que son israelitas? ¡También yo! ¿Son descendencia
y desnudez.1021
28 Y aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la preocupación por todas las Iglesias.
29 ¿Quién desfallece sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase?
30 Si hay que gloriarse, en mi flaqueza me gloriaré.
31 El Dios y Padre del Señor Jesús, ¡bendito sea por todos los siglos!, sabe que no miento.
32 En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta guardia en la ciudad de los damascenos con
el fin de prenderme.
33 Por una ventana y en una espuerta fui descolgado muro abajo. Así escapé de sus manos.1022
Las revelaciones recibidas por el Apóstol
2 Corintios 12
1 ¿Que hay que gloriarse? - aunque no trae ninguna utilidad -; pues vendré a las visiones y
persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy
fuerte.
Justificación de la apología del Apóstol
11 ¡Vedme aquí hecho un loco! Vosotros me habéis obligado. Pues vosotros debíais
recomendarme, porque en nada he sido inferior a esos «superapóstoles», aunque nada soy.
12 Las características del apóstol se vieron cumplidas entre vosotros: paciencia perfecta en los
busco vuestras cosas sino a vosotros. Efectivamente, no corresponde a los hijos atesorar para los
padres, sino a los padres atesorar para los hijos.
15 Por mi parte, muy gustosamente gastaré y me desgastaré totalmente por vuestras almas.
Cristo, estamos hablando. Y todo esto, queridos míos, para edificación vuestra.
20 En efecto, temo que a mi llegada no os encuentre como yo querría; ni me encontréis como
querríais: que haya discordias, envidias, iras, disputas, calumnias, murmuraciones, insolencias,
desórdenes.
21 Temo que en mi próxima visita el Señor me humille por causa vuestra y tenga que llorar por
2 Corintios 13
1 Por tercera vez voy a vosotros. Por la palabra de dos o tres testigos se zanjará todo asunto.1025
2 Ya lo tengo dicho a los que anteriormente pecaron y a todos los demás, y vuelvo a decirlo de
antemano ahora que estoy ausente, lo mismo que la segunda vez estando presente: Si vuelvo otra vez,
obraré sin miramientos,
3 ya que queréis una prueba de que habla en mí Cristo, el cual no es débil para con vosotros, sino
poderoso entre vosotros.
4 Pues, ciertamente, fue crucificado en razón de su flaqueza, pero está vivo por la fuerza de Dios.
Así también nosotros: somos débiles en él, pero viviremos con él por la fuerza de Dios sobre
vosotros.
Desafío del Apóstol
5 Examinaos vosotros mismos si estáis en la fe. Probaos a vosotros mismos. ¿No reconocéis que
Jesucristo está en vosotros? ¡A no ser que os encontréis ya reprobados!
6 Espero que reconoceréis que nosotros no estamos reprobados.
7 Rogamos a Dios que no hagáis mal alguno. No para que nosotros aparezcamos probados, sino
es vuestro perfeccionamiento.
10 Por eso os escribo esto ausente, para que, presente, no tenga que obrar con severidad
Los gálatas evangelizados por Pablo durante su segundo viaje misionero, hacia el año 50, eran
descendientes de los celtas o galos, un pueblo extremadamente belicoso que en el siglo III a. C. se
había instalado en la meseta central de Asia Menor. La estadía de Pablo en Galacia se prolongó por
algunos meses, debido a una enfermedad que lo obligó a permanecer allí hasta su curación (4. l3-l5).
Fuera de esto, no conocemos otros detalles sobre la actividad del Apóstol en esa región y sobre las
Iglesias allí fundadas.
Las circunstancias que motivaron la intervención de Pablo están suficientemente expresadas en
la Carta. Las comunidades de Galacia habían sido perturbadas por algunos predicadores cristianos
venidos de Jerusalén. Estos, erróneamente, se consideraban respaldados por Santiago, "el hermano
del Señor" (1. 19), que era una de las "columnas de la Iglesia" junto con Pedro y Juan (2. 9). Según
ellos, los fieles convertidos del paganismo debían someterse a la Ley de Moisés y a la práctica de la
circuncisión, para llegar a ser verdaderos hijos de Abraham y herederos de las promesas divinas. Al
mismo tiempo, trataban de desacreditar la persona y la autoridad apostólica de Pablo, mostrándolo en
desacuerdo con los demás Apóstoles. La crisis provocada por estos "judaizantes" en Galacia es una
de las expresiones típicas de la dificultad que tuvo la Iglesia para desvincularse cada vez más del
Judaísmo y adquirir su fisonomía propia.
La EPÍSTOLA A LOS GÁLATAS, escrita probablemente en el año 56, es uno de los más
espontáneos y vehementes escritos de Pablo. Su tema central es la libertad del cristiano, llamado a
recibir la salvación como un don de Dios que se alcanza por la fe en Jesucristo, y no por el
sometimiento a las exigencias de la Ley. Para comprenderla debidamente, es conveniente leerla a la
luz de la Carta a los Romanos, que fue escrita un tiempo después y vuelve sobre los mismos temas de
una manera más completa y sistemática.
Saludo inicial
Gálatas 1
1 Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por
El único Evangelio de Cristo
6 Me maravillo de que abandonando al que os llamó por la gracia de Cristo, os paséis tan pronto
a otro evangelio
7 - no que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren deformar el Evangelio de
Cristo -.
8 Pero aun cuando nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del
bien1029
16 revelar en mí a su Hijo, para que le anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni
a la carne ni a la sangre,1030
17 sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde
1 Luego, al cabo de catorce años, subí nuevamente a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo
también a Tito.
2 Subí movido por una revelación y les expuse el Evangelio que proclamo entre los gentiles -
tomando aparte a los notables - para saber si corría o había corrido en vano.1032
3 Pues bien, ni siquiera Tito que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a
circuncidarse.1033
4 Pero, a causa de los intrusos, los falsos hermanos que solapadamente se infiltraron para espiar
la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud,
5 a quienes ni por un instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros la
verdad del Evangelio...
La decisión de los Apóstoles
6 Y de parte de los que eran tenidos por notables - ¡qué me importa lo que fuesen!: en Dios no hay
todo esmero.
El incidente de Antioquía
11 Mas, cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté con él cara a cara, porque era digno de
reprensión.
12 Pues antes que llegaran algunos del grupo de Santiago, comía en compañía de los gentiles;
pero una vez que aquéllos llegaron, se le vio recatarse y separarse por temor de los circuncisos.
13 Y los demás judíos le imitaron en su simulación, hasta el punto de que el mismo Bernabé se
presencia de todos: «Si tú, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a los
gentiles a judaizar?»
El Evangelio de Pablo
15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no gentiles pecadores; a pesar de todo,1035
16 conscientes de que el hombre no se justifica por las obras de la ley sino sólo por la fe en
Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús a fin de conseguir la justificación por la fe
en Cristo, y no por las obras de la ley, pues por las obras de la ley nadie será justificado.1036
17 Ahora bien, si buscando nuestra justificación en Cristo, resulta que también nosotros somos
vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí.
21 No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces
Gálatas 3
1 ¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, a cuyos ojos fue presentado Jesucristo
crucificado?
2 Quiero saber de vosotros una sola cosa: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley o por la
fe en la predicación?
3 ¿Tan insensatos sois? Comenzando por espíritu, ¿termináis ahora en carne?
4 ¿Habéis pasado en vano por tales experiencias? ¡Pues bien en vano sería!
5 El que os otorga, pues, el Espíritu y obra milagros entre vosotros, ¿lo hace porque observáis la
ley o porque tenéis fe en la predicación?
Los verdaderos hijos de Abraham
6 Así Abraham creyó en Dios y le fue reputado como justicia.1038
7 Tened, pues, entendido que los que viven de la fe, ésos son los hijos de Abraham.
8 La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció con antelación a
Maldito todo el que no se mantenga en la práctica de todos los preceptos escritos en el libro de la
Ley.1040
11 - Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues el justo vivirá por la fe;1041
12 pero la ley no procede de la fe, sino que quien practique sus preceptos, vivirá por ellos -1042
13 Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose él mismo maldición por nosotros,
descendientes», como si fueran muchos, sino a uno solo, a tu descendencia, es decir, a Cristo.1044
17 Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma, no puede ser anulado por la ley,
que llega 430 años más tarde, de tal modo que la promesa quede anulada.
18 Pues si la herencia dependiera de la ley, ya no procedería de la promesa, y sin embargo, Dios
descendencia, a quien iba destinada la promesa, ley que fue promulgada por los ángeles y con la
intervención de un mediador.1046
20 Ahora bien, cuando hay uno solo no hay mediador, y Dios es uno solo.
21 Según eso, ¿la ley se opone a las promesas de Dios? ¡De ningún modo! Si de hecho se nos
hubiera otorgado una ley capaz de vivificar, en ese caso la justicia vendría realmente de la ley.1047
22 Pero, de hecho, la Escritura encerró todo bajo el pecado, a fin de que la Promesa fuera
La filiación divina
Gálatas 4
1 Pues yo digo: Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, con
ley,1051
5 para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.
6 La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo
El peligro de recaer en la esclavitud de la Ley
8 Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que en realidad no son dioses.
9 Mas, ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, que él os ha conocido, ¿cómo retornáis a esos
elementos sin fuerza ni valor, a los cuales queréis volver a servir de nuevo?
10 Andáis observando los días, los meses, las estaciones, los años.1052
11 Me hacéis temer no haya sido en vano todo mi afán por vosotros.
Reconvención afectuosa
12 Os ruego que os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros. Ningún agravio me
hicisteis.
13 Pero bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez;1053
14 y, no obstante la prueba que suponía para vosotros mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni
repulsa, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús.
15 ¿Dónde están ahora los parabienes que os dabais? Pues yo mismo puedo atestiguaros que os
vosotros,1054
19 ¡hijos míos!, por quienes sufro de nuevo dolores de parto, hasta ver a Cristo formado en
vosotros.
20 Quisiera hallarme ahora en medio de vosotros para poder acomodar el tono de mi voz, pues
también ahora.
30 Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, pues no ha de heredar el hijo de
Gálatas 5
1 Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente
bajo el yugo de la esclavitud.
2 Soy yo, Pablo, quien os lo dice: Si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada.
3 De nuevo declaro a todo hombre que se circuncida que queda obligado a practicar toda la ley.
4 Habéis roto con Cristo todos cuantos buscáis la justicia en la ley. Os habéis apartado de la
gracia.
5 Pues a nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes esperados por la justicia.
6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe
que actúa por la caridad.
El escándalo de la cruz
7 Comenzasteis bien vuestra carrera, ¿quién os puso obstáculo para no seguir a la verdad?
8 Semejante persuasión no proviene de Aquel que os llama.
9 Un poco de levadura fermenta toda la masa.
10 Por mi parte, confío en el Señor que vosotros no pensaréis de otra manera; pero el que os
La libertad y el amor
13 Porque, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; sólo que no toméis de esa libertad
pretexto para la carne; antes al contrario, servíos por amor los unos a los otros.1060
14 Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo.1061
15 Pero si os mordéis y os devoráis mutuamente, ¡mirad no vayáis mutuamente a destruiros!
El Espíritu y la carne
16 Por mi parte os digo: Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la
carne.
17 Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como
que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
18 Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19 Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje,
20 idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones,
21 envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os
previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
22 En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
23 mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley.
24 Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.
25 Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu.
26 No busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otros y envidiándonos
mutuamente.
Las exigencias del amor
Gálatas 6
1 Hermanos, aun cuando alguno incurra en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con
espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado.
2 Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo.
3 Porque si alguno se imagina ser algo, no siendo nada, se engaña a sí mismo.
4 Examine cada cual su propia conducta y entonces tendrá en sí solo, y no en otros, motivo para
glorificarse,
5 pues cada uno tiene que llevar su propia carga.
6 Que el discípulo haga partícipe en toda suerte de bienes al que le instruye en la Palabra.
7 No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará:
8 el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del
de Dios.1062
Despedida
17 En adelante nadie me moleste, pues llevo sobre mi cuerpo las señales de Jesús.1063
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén.
EPÍSTOLA A LOS EFESIOS
Introducción.
Efesios 1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús.
2 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA
La Carta se inicia con un solemne himno que refleja las características del estilo litúrgico y se
inspira en las grandes bendiciones judías. Su tema es el "misterio de Cristo" (3. 4), o sea, el designio
divino de salvación, oculto desde la eternidad en Dios, anunciado por los Profetas y realizado
plenamente en Jesucristo. La iniciativa de este designio pertenece al Padre. Él nos eligió y nos
predestinó para que fuéramos sus hijos adoptivos. Pero quien cumple la acción salvadora del Padre es
"su Hijo muy querido" (1. 6), por medio del Espíritu, que es "el anticipo de nuestra herencia" en la
gloria (1. 14).
Este tema medular de la fe cristiana se amplía a lo largo de la primera parte de la Carta. Pablo
destaca "la extraordinaria grandeza del poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de
entre los muertos" (1. 19-20) y "lo constituyó, por encima de todo, Cabeza de la Iglesia" (1. 22). A
ella, que es su Cuerpo, le comunicó abundantemente los dones del Espíritu (1 Cor. 12. 4-11). Y a ella
le toca llevar a su plenitud la obra salvadora del Señor, haciendo cada vez más efectiva la
reconciliación de los hombres con Dios y entre sí.
El plan de salvación
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de
bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo;
4 por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados
en su presencia, en el amor;
5 eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el
beneplácito de su voluntad,
6 para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado.
7 En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza
de su gracia
8 que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
9 dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso
de antemano,
10 para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que
está en los cielos y lo que está en la tierra.
11 A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que
salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa,1064
14 que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de
su gloria.
La supremacía de Cristo
15 Por eso, también yo, al tener noticia de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestra caridad para
sido llamados por él; cuál la riqueza de la gloria otorgada por él en herencia a los santos,
19 y cuál la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes, conforme a la
eficacia de su fuerza poderosa,
20 que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los
cielos,
21 por encima de todo Principado, Potestad, Virtud, Dominación y de todo cuanto tiene nombre
La gratuidad de la salvación en Cristo
Efesios 2
nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por
naturaleza, como los demás, a la Cólera...
4 Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amo,
5 estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo - por gracia
un don de Dios;
9 tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe.1068
10 En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de
antemano dispuso Dios que practicáramos.
La reconciliación entre los judíos y los paganos
11 Así que, recordad cómo en otro tiempo vosotros, los gentiles según la carne, llamados
incircuncisos por la que se llama circuncisión - por una operación practicada en la carne -,
12 estabais a la sazón lejos de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y extraños a las alianzas
separaba, la enemistad,1070
15 anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en sí mismo,
mismo,1073
21 en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor,
22 en quien también vosotros estáis siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el
Espíritu.
El misterio de Cristo
Efesios 3
1 Por lo cual yo, Pablo, el prisionero de Cristo por vosotros los gentiles...
2 si es que conocéis la misión de la gracia que Dios me concedió en orden a vosotros:
3 cómo me fue comunicado por una revelación el conocimiento del Misterio, tal como
brevemente acabo de exponeros.1074
4 Según esto, leyéndolo podéis entender mi conocimiento del Misterio de Cristo;
5 Misterio que en generaciones pasadas no fue dado a conocer a los hombres, como ha sido
fuerza de su poder.
El ministerio de Pablo
8 A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: la de anunciar a los gentiles
amor,
18 podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la
profundidad,
19 y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando
hasta la total Plenitud de Dios.
Doxología
20 A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que
Efesios 4
1 Os exhorto, pues, yo, preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con
que habéis sido llamados,
2 con toda humildad, mansedumbre y paciencia, soportándoos unos a otros por amor,
3 poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.
4 Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados.
5 Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
6 un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.
La diversidad de los carismas
7 A cada uno de nosotros le ha sido concedido el favor divino a la medida de los dones de Cristo.
8 Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres.1077
9 ¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra?1078
10 Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.
11 El mismo «dio» a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros,
pastores y maestros,
12 para el recto ordenamiento de los santos en orden a las funciones del ministerio, para
redención.
31 Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad, desaparezca de
entre vosotros.
32 Sed más bien buenos entre vosotros, entrañables, perdonándoos mutuamente como os perdonó
Dios en Cristo.
La conducta de los hijos de Dios
Efesios 5
suave aroma.1084
3 La fornicación, y toda impureza o codicia, ni siquiera se mencione entre vosotros, como
rebeldes.
7 No tengáis parte con ellos.
Las obras de la luz y de las tinieblas
8 Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor. Vivid como hijos de la
luz;1087
9 pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad.
10 Examinad qué es lo que agrada al Señor,
11 y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, denunciadlas.
12 Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que hacen ocultamente da vergüenza;
13 pero, al ser denunciadas, se manifiestan a la luz.
14 Pues todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes, y levántate
corazón al Señor,
20 dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Los deberes de los esposos
21 Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo.
22 Las mujeres a sus maridos, como al Señor,
23 porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del
Cuerpo.
24 Así como la Iglesia está sumisa a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos
en todo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por
ella,1090
26 para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra,1091
27 y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida,
sola carne.1092
32 Gran misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.1093
33 En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer,
que respete al marido.
Los deberes de los padres y de los hijos
Efesios 6
Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están
en las alturas.1097
13 Por eso, tomad las armas de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y después de haber
coraza,1098
15 calzados los pies con el Celo por el Evangelio de la paz,1099
16 embrazando siempre el escudo de la Fe, para que podáis apagar con él todos los encendidos
Dios;1100
Exhortación a la oración
18 siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con
corazones.
Despedida
23 Paz a los hermanos, y caridad con fe de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.
24 La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo en la vida incorruptible.
EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES
Introducción.
En el transcurso de su segundo viaje misionero, hacia el año 50, Pablo fundó en Filipos una
comunidad cristiana, que siempre se mantuvo unida al Apóstol por un lazo de íntima amistad (Hech.
16. 11-40). La ayuda económica que Pablo, contrariamente a su costumbre, recibió de ella en varias
ocasiones, es una prueba de la confianza que el Apóstol tenía en la sinceridad de sus sentimientos (4.
14-16).
Cuando los filipenses se enteraron de que Pablo estaba prisionero —probablemente en Éfeso—
se apresuraron a enviarle un nuevo subsidio por medio de un discípulo llamado Epafrodito (4. 18). A
su regreso, este llevó consigo una Carta, donde Pablo agradece a sus amigos la ayuda recibida,
aprovecha para comunicarles algunas noticias personales, y los exhorta a practicar las virtudes
cristianas a ejemplo de Cristo. Además, los previene contra cualquier clase de desunión y les pide que
se mantengan firmes en la fe, a pesar de la hostilidad de sus enemigos.
El tono de la EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES es particularmente íntimo y familiar. En ella
merece destacarse el himno de 2. 6-11, que es un texto inestimable para conocer el pensamiento de
Pablo acerca de la persona y de la obra redentora de Jesús.
Saludo inicial
Filipenses 1
1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en
sois todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio.
8 Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús.
9 Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento
Situación personal de Pablo
12 Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso
del Evangelio;1103
13 de tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo
cadenas.
18 Pero ¿y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente, Cristo es anunciado, y esto me alegra
y seguirá alegrándome.
19 Pues yo sé que esto servirá para mi salvación gracias a vuestras oraciones y a la ayuda
con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por
mi muerte,
La generosidad apostólica de Pablo
21 pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia.
22 Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger...
23 Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual,
si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu
y lucháis acordes por la fe del Evangelio,
28 sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y
encuentro.1106
La unidad en el amor
Filipenses 2
1 Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de toda persuasión de amor, de
toda comunión en el Espíritu, de toda entrañable compasión,
2 que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un mismo amor, un mismo espíritu,
unos mismos sentimientos.
3 Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad, considerando cada cual a los
demás como superiores a sí mismo,
4 buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.
La humillación y la glorificación de Cristo
5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los
hombres y apareciendo en su porte como hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
10 Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.1107
La obra de la salvación
12 Así pues, queridos míos, de la misma manera que habéis obedecido siempre, no sólo cuando
estaba presente sino mucho más ahora que estoy ausente, trabajad con temor y temblor por vuestra
salvación,
13 pues Dios es quien obra en vosotros el querer y el obrar, como bien le parece.
14 Hacedlo todo sin murmuraciones ni discusiones
15 para que seáis irreprochables e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación
Misión de Timoteo y de Epafrodito
19 Espero en el Señor Jesús poder enviaros pronto a Timoteo, para quedar también yo animado
intereses,
21 ya que todos buscan sus propios intereses y no los de Cristo Jesús.
22 Pero vosotros conocéis su probada virtud, pues como un hijo junto a su padre ha servido
Filipenses 3
1 Por lo demás, hermanos míos, alegraos en el Señor... Volver a escribiros las mismas cosas, a
mí no me es molestia, y a vosotros os da seguridad.
2 Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos circuncisos.1111
3 Pues los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios
La justificación por la fe en Jesucristo
7 Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo.
8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo,
9 y ser hallado en él, no con la justicia mía, la que viene de la Ley, sino la que viene por la fe de
La carrera del cristiano
12 No que lo tenga ya conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si
Jesús.
15 Así pues, todos los perfectos tengamos estos sentimientos, y si en algo sentís de otra manera,
también eso os lo declarará Dios.
16 Por lo demás, desde el punto a donde hayamos llegado, sigamos adelante.
La ciudadanía celestial
17 Hermanos, sed imitadores míos, y fijaos en los que viven según el modelo que tenéis en
nosotros.
18 Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como
enemigos de la cruz de Cristo,
19 cuyo final es la perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria está en su vergüenza, que no
Filipenses 4
1 Por tanto, hermanos míos queridos y añorados, mi gozo y mi corona, manteneos así firmes en
el Señor, queridos.
2 Ruego a Evodia, lo mismo que a Síntique, tengan un mismo sentir en el Señor.
3 También te ruego a ti, Sícigo, verdadero «compañero», que las ayudes, ya que lucharon por el
Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en
el libro de la vida.1116
La alegría espiritual
4 Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres.
5 Que vuestra mesura sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.
6 No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras
de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta.
9 Todo cuanto habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, ponedlo por obra y el Dios de la
abundancia y a la privación.
13 Todo lo puedo en Aquel que me conforta.
14 En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación.
15 Y sabéis también vosotros, filipenses, que en el comienzo de la evangelización, cuando salí de
Macedonia, ninguna Iglesia me abrió cuentas de «haber y debe», sino vosotros solos.
16 Pues incluso cuando estaba yo en Tesalónica enviasteis por dos veces con que atender a mi
necesidad.1117
17 No es que yo busque el don; sino que busco que aumenten los intereses en vuestra cuenta.
18 Tengo cuanto necesito, y me sobra; nado en la abundancia después de haber recibido de
Epafrodito lo que me habéis enviado, suave aroma, sacrificio que Dios acepta con agrado.1118
19 Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en
Cristo Jesús.
20 Y a Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Saludos y despedida
21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Os saludan los hermanos que están conmigo.
22 Os saludan todos los Santos, especialmente los de la Casa del César.1119
23 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.
EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES
Introducción.
Colosas era una ciudad de Asia Menor, situada a unos doscientos kilómetros al este de Éfeso.
Pablo no la evangelizó personalmente, sino que confió esa misión a Epafras, uno de sus discípulos,
que era natural de allí (1. 7; 4. 12).
Cuando este colaborador fue a visitarlo, mientras el Apóstol se encontraba prisionero en Roma,
le hizo saber el grave peligro que amenazaba a aquella comunidad. Bajo pretexto de "filosofía",
algunos trataban de difundir una doctrina que asignaba a Cristo un lugar subordinado en la jerarquía
de los seres espirituales que rigen el universo, los así llamados "elementos del mundo" (2. 8), cuyo
culto recomendaban. Además, querían imponer el rito de la circuncisión, como también algunas
prácticas ascéticas y determinadas prescripciones sobre fiestas y alimentos, que supuestamente debían
completar la salvación comenzada por Jesús.
Para combatir estos errores, Pablo escribió su CARTA A LOS COLOSENSES, entre los años 61
y 63. En ella destaca claramente la supremacía absoluta de Cristo sobre todas las cosas y, en
particular, sobre las jerarquías angélicas. Nadie puede compararse con él, que es "la esperanza de la
gloria" (1. 27), y todos los poderes, sin excepción, le están sometidos. Esta Carta tiene muchos puntos
de contacto con la que un tiempo después el Apóstol dirigió a los Efesios.
Saludo inicial
Colosenses 1
oraciones,
4 al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que tenéis con todos los santos,
5 a causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y acerca de la cual fuisteis ya
instruidos por la Palabra de la verdad, el Evangelio,
6 que llegó hasta vosotros, y fructifica y crece entre vosotros lo mismo que en todo el mundo,
Súplica
9 Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir
que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 para que viváis de una manera digna del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda
invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y
para él,
17 él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.
18 El es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: El es el Principio, el Primogénito de entre
esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que
yo, Pablo, he llegado a ser ministro.1123
El ministerio apostólico de Pablo
24 Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo
Colosenses 2
1 Quiero que sepáis qué dura lucha estoy sosteniendo por vosotros y por los de Laodicea, y por
gracias.
8 Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones
novilunios o sábados.
17 Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo.
18 Que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles,
humanos?1133
23 Tales cosas tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su
rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia de la carne.
LA CONDUCTA DEL HOMBRE NUEVO
Como en la Carta a los Romanos (6. 3-11), Pablo presenta el Bautismo como la participación en
la Muerte y la Resurrección de Jesús (2. 12-13). El cristiano ha resucitado con Cristo a una Vida
nueva. No se trata de una metáfora, sino de un hecho invisible, aunque no por eso menos real. Para
vivir como resucitados, debemos despojarnos constantemente del "hombre viejo", el que vive de
acuerdo con sus instintos y pasiones, y revestirnos del "hombre nuevo" (3. 9-10), que es Cristo en
nosotros. En esto consiste la gran tarea del cristiano, hasta que la imagen de Dios se manifeste
plenamente en él.
Ser un "hombre nuevo" significa, sobre todo, "revestirse del amor". En él se resume la perfección,
a la que estamos llamados los hijos del Padre celestial (3. 14). De manera parecida a la de la Carta a
los Efesios, el Apóstol hace ver la incidencia de ese amor en el terreno familiar y social. Aun
respetando las estructuras propias de la época, Pablo les infunde un nuevo espíritu que poco a poco
las irá transformando. No sólo tienen deberes las esposas, los hijos y los esclavos. También los tienen
los maridos, los padres y los patrones. En último término, cualquiera sea la condición de cada uno,
todos deben servir "a Cristo, el Señor" (3. 24).
Cristo resucitado, principio de la Vida nueva
Colosenses 3
1 Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a
la diestra de Dios.
2 Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra.
3 Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios.
4 Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él.
El hombre viejo y el hombre nuevo
5 Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos
busca agradar a los hombres; sino con sencillez de corazón, en el temor del Señor.1139
23 Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres,
24 conscientes de que el Señor os dará la herencia en recompensa. El Amo a quien servís es
Cristo.
25 El que obre la injusticia, recibirá conforme a esa injusticia; que no hay acepción de personas.
Colosenses 4
1 Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también
vosotros tenéis un Amo en el cielo.
Ultimas exhortaciones
2 Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias;
3 orad al mismo tiempo también por nosotros para que Dios nos abra una puerta a la Palabra, y
podamos anunciar el Misterio de Cristo, por cuya causa estoy yo encarcelado,
4 para darlo a conocer anunciándolo como debo hacerlo.
5 Portaos prudentemente con los de fuera, aprovechando bien el tiempo presente.
6 Que vuestra conversación sea siempre amena, sazonada con sal, sabiendo responder a cada cual
como conviene.
Noticias personales
7 En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en
el Señor,
8 a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones.
9 Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota vuestro. Ellos os informarán de
todo cuanto aquí sucede.1140
Saludos
10 Os saludan Aristarco, mi compañero de cautiverio, y Marcos, primo de Bernabé, acerca del
Tesalónica, la capital de la provincia romana de Macedonia, era un puerto importante del mar
Egeo. Pablo llegó a esa ciudad en el año 50, durante su segundo viaje misionero. Allí fundó una
comunidad cristiana, compuesta en su mayor parte de paganos convertidos a la fe. Pero su
permanencia en Tesalónica fue muy breve, ya que debido a la oposición de los judíos debió
abandonar la ciudad precipitadamente (Hech. 17. 1-15). A su salida, la comunidad quedó sola en
medio de la persecución y con una insuficiente formación religiosa.
Preocupado por la suerte de los cristianos, Pablo les envió a Timoteo, desde Atenas (3. 1-5). A su
regreso, este trajo al Apóstol noticias muy alentadoras: la comunidad se había mantenido firme en la
fe y recordaba a Pablo con afecto. Sin embargo, algunos esperaban con impaciencia la Venida del
Señor y se negaban a trabajar, resultando una carga para sus hermanos. Otros estaban preocupados,
porque suponían erróneamente que los cristianos que ya habían muerto no iban a estar presentes
cuando viniera el Señor.
Para responder a estas inquietudes, Pablo escribió poco después de su llegada a Corinto, a
comienzos del año 51, su PRIMERA EPÍSTOLA A LOS TESALONICENSES: la lectura de esta Carta,
como también la de la segunda a los Tesalonicenses, supone una cierta familiaridad con el estilo
"apocalíptico", cargado de imágenes y símbolos, que los Profetas y los Escritores judíos solían
emplear para anunciar la llegada del "Día del Señor" (5. 2).
Saludo inicial
1 Tesalonicenses 1
oraciones.
3 Tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe, los trabajos de vuestra
el Espíritu Santo, con plena persuasión. Sabéis cómo nos portamos entre vosotros en atención a
vosotros.
6 Por vuestra parte, os hicisteis imitadores nuestros y del Señor, abrazando la Palabra con gozo
Acaya.
8 Partiendo de vosotros, en efecto, ha resonado la Palabra del Señor y vuestra fe en Dios se ha
difundido no sólo en Macedonia y en Acaya, sino por todas partes, de manera que nada nos queda por
decir.
9 Ellos mismos cuentan de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis
a Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero,
10 y esperar así a su Hijo Jesús que ha de venir de los cielos, a quien resucitó de entre los
1 Tesalonicenses 2
1 Bien sabéis vosotros, hermanos, que nuestra ida a vosotros no fue estéril,
2 sino que, después de haber padecido sufrimientos e injurias en Filipos, como sabéis, confiados
en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frecuentes luchas.
3 Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño,
4 sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo
predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones.1148
5 Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia,
Dios es testigo,
6 ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie.
La actitud paternal de Pablo
7 Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos
amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos.
8 De esta manera, amándoos a vosotros, queríamos daros no sólo el Evangelio de Dios, sino
incluso nuestro propio ser, porque habíais llegado a sernos muy queridos.
9 Pues recordáis, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Trabajando día y noche, para no ser